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febrero, 2016

donde se cuenta cómo don Alonso convirtió a Aldonza Lorenzo en princesa y todas las mujeres
volviéronsele sandías

son muchas las mujeres que aparecen a lo largo del quijote, más o menos afortunadas, más o menos
desdichadas, más o menos ejemplares, más o menos bellas. de todas ellas elegiremos cuatro:
Dulcinea, Aldonza Lorenzo, Teresa Panza, y Maritornes.

A la última la despacharemos rápido: es la única oportunidad de don quijote de juntarse con una
mujer, de las de verdad. oportunidad que acaba con la engorrosa huída del caballero en camisón
como en las películas de scary movie. dejaremos lo que este episodio signifique para los estudiosos
de la mente y los sentimientos.

De las otras tres empezaremos por la joven Aldonza, a la que probablemente don Alonso vio en
alguna visita al Toboso, quién sabe si por asuntos de mercado, pleitos de tierras y lindes, o cualquier
cosa en todo caso aún no caballeresca.

en principio es una moza más o menos graciosa, fácilmente reconocible para Sancho, que en
seguida la identifica con la hija de un tal conocido suyo. es por Sancho que empezamos a ver el
contraste entre Dulcinea y su trasunto de carne y hueso, que siendo hija de quien es no será tan
hermosa ni desde luego tan fina y elegante.

no volveremos a saber nada de ella hasta la llegada de los andantes al Toboso. cuando don quijote
reconoce a la muchacha y, en un tris de volver en sí, vuelve a convencerse de que artes mágicas han
convertido a su dama en… en una mujer de verdad. además una que viene después de una jornada
de trabajo en el campo, que no hará aquí falta contar lo que es.

¿qué tiene Aldonza de malo? no, mejor… ¿qué tiene de bueno?


pues veamos: tiene a favor venir de una familia respetable, cristiana, que le habrá dado una
educación digamos suficiente. tiene salud, fuerza física. lo que le falte en belleza lo ha de suplir con
las cosas de la juventud: la frescura, el descaro, y cierto grado de eso que llaman inocencia.

¿y lo malo? pues… no es una princesa. hasta don Alonso sabe que nadie se echaría a los caminos
por la hija de los Lorenzo, ni desfazería entuertos, ni conquistaría ínsulas… Aldonza no vale porque
no es una princesa. (imagínense ustedes al pobre viejo flaco con la armadura oxidada de un su
abuelo atada al cuerpo con cordeles montado en un caballo casi más flaco… ¡con un orinal en la
cabeza! ¡vamos! un soltero exigente de los de edarling.)

Dulcinea sí que es una princesa, del Toboso nada menos. Y responde perfectamente a las
necesidades amorosas del caballero: es bellísima, como eran las mujeres bellísimas entonces: con su
melena rubia, sus ojos claros serenos, su frente despejada y tersa, los labios de rubíes, dientes de
perlas... un joyerico. canta además, y suspira. ¡perfecta!

pero si nos fijamos un poco en estos mismos rasgos que hacen perfecta a Dulcinea, quizá nos
expliquen algo más de don Quijote.
que sea joven en vez de no serlo nos da esa idea de lozanía que conviene a los amantes, puesto que
una una mujer madura al verlo venir lo mandaría de vuelta a donde no quiero acordarme.

que lleve tiempo sin verla está muy bien, porque permitirá a la vez que ella no le eche cuentas, y
que él se permita transformarla en su memoria hasta que quede convertida en lo que él desea.

que sea tan hermosa viene también bien, que el amador pasará largas horas contemplándola y
siempre es mejor contemplar cosas bonitas que de las otras.

que cante y suspire impedirá que hable. Ya saben ustedes lo pesadas que se ponen las princesas
cuando se aburren, mejor estarán cantando alguna monería que tratando de explicarse o, peor,
¡exigiendo! a mí, que he sido un héroe, calentándome la cabeza...

y además... en el Toboso: o sea, que no tengo que verla ni tiene ella que verme a mí, o sea que no
tengo que contrastar el universo de fantasía que he ido forjando en mi mente con la realidad cruda,
que será mejor o peor, pero cruda... cruda.

todo esto está muy bien, siendo como son, los personajes de una novela. una novela además que
trata sobre las aventuras de un loco que se pasea por la Mancha disfrazado de superhéroe y la va
liando por dondequiera que pasa.

pero piensen un momento en las mujeres de la tele, las de las revistas, saben de quiénes hablo. ¿no
son esas Dulcineas?

esas criaturas de que pasan por el instituto esperando su oportunidad para entrar en el casting de
mujeres y hombres y viceversa… ¿podríamos decir que están deseando someterse al proceso de
dulcineización que las convertirá en princesas?

¿se presiente algo terrible?

sí. verán: el proceso de dulcineamiento es hasta divertido cuando estamos de acuerdo con que don
Quijote, ilustre chalado manchego, cambia a Aldonza Lorenzo de la misma manera que cambia un
caballo escuálido y viejo por un todoterreno deportivo, o cambia sus hierros viejos por armas de
leyenda, molinos por gigantes, y todo eso.

el proceso es peor cuando Sancho se pone a discernir y decide que efectivamente una Dulcinea sería
mucho más guay que su propia señora, o que su misma hija… eso ya es peligroso.

peligroso porque el siguiente paso es la generalización de que las dulcineas sí que son buenas… y
no las otras. y de que si tengo que enamorarme mejor será una de esas, que las mujeres de verdad…
ya se sabe.

y de pronto es Dulcinea (recordemos que no existe) quien se hace dueña y señora de los
pensamientos (de los pensamientos de verdad) de muchos, muchos hombres (hombres de verdad, ni
Quijotes ni Mario Casas)… y esto ya es cosa de médicos.

porque… ¿cuándo va a encontrar un muchacho el amor de su vida si está pendiente de encontrar


a…(póngase el nombre de una deseada chica famosa, Ariana Grande)?
y aún más: ¿qué pueden hacer mientras tanto capullo entra en razón todas las chicas que no son…
(repítase el mismo nombre, Ariana Grande)?

a) nunca, o tarde. tarde y mal, en todo caso.

b) esperar, como Penélope; pasar a otra cosa, como Safo o las amazonas; o someterse
voluntariamente a ser lo que los varones creen que desean.

así que, ¿está más loco el loco, los que siguen al loco, o las que siguen a los locos que siguen al
loco?

no es que las mujeres no idealicen… no es que no tengan un hombre ideal, un rebelde sin causa, un
maduro interesante, o un christian grey. claro que sí. pero eso no les impide por lo general vivir con
alegría con su pepe, su paco o su juan. y a los hombres sí.

(todo esto no son leyes, claro está, sino tendencias, patrones que se repiten, en la estadística,
mucho)

tal vez hay cierta facilidad que los hombres tenemos para vivir en las ideas, criados siempre lejos de
las realidades cotidianas, premiados por su capacidad para vivir separados de sus cuerpos (que por
eso somos tan malos enfermos), afanados siempre en tareas más o menos intangibles:

la libertad de los pueblos, las artes, las ciencias, incluso la alta cocina,

mientras otros se ocupan del cuidado de los que no pueden valerse, de hacer las cosas bonitas, de
solucionar los problemas cotidianos, de preparar la cena…

¿han visto a un hombre desmontar un motor entero sólo para volver a limpiarlo… pasar de puntillas
por la puerta de la cocina ¡porque tiene grasa!

elaborar magníficas legislaciones de educación… y no encontrar un rato para pasar con sus hijos,

escuchar durante horas las historias de sus clientes… y ser incapaz de preguntar a su pareja cómo
está?

se vive bien en el mundo de las ideas…

y tal vez de pronto un día se encuentra uno viviendo una vida en vez de sus propios planes.

y Dulcinea no era una mujer sino un fondo de pantalla, una actriz de Hollywood, una fantasía. y te
encuentras con la realidad delante y la odias…

¿ven ustedes el problema de Dulcinea?


(todo esto no son leyes, claro está, sino tendencias, patrones que se repiten, en la estadística,
mucho)

y ¿cómo sé todo esto?


lo he visto en la tele.

verán, estamos acabando el segundo mes de este año, y andamos conmocionados por la noticia de
esa madre y esa hija que asesinaron presuntamente a la jefa de esta última, según dicen una señora
antipática y despótica (lo que no justifica su asesinato).

y no andamos conmocionados porque hasta el fin de semana pasado han sido asesinadas once
mujeres, once. no por ser antipáticas ni despóticas. sino por alguna otra cosa.

algo que sólo sus parejas, sus compañeros, sus amantes, sus maridos sabían.

no es difícil encontrar un motivo para asesinar a tu jefe. (es broma, claro, discúlpenme, por favor)

pero ¿qué clase de frustración e impotencia te lleva a asesinar a la persona a la que dices que amas?

¿qué crimen merece semejante castigo?

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