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TEMA 7: LA CÉLULA.

EL NÚCLEO
2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN CELULAR:
El microscopio permitió a los biólogos distinguir dos tipos de células: las eucarióticas y las
procarióticas. Entre ambas hay diferencias estructurales muy importantes, pero los mecanismos
moleculares básicos que rigen la vida en los dos tipos son los mismos, por lo que proceden de un
antecesor común conocido como LUCA.
2.1. El comienzo de la vida:
La Tierra se formó hace unos 4500 M.a., y la aparición de la vida ocurrió hace 3800 M.a. La explicación
de cómo apareció resulta especulativa, ya que las condiciones de la atmósfera primitiva no son
reproducibles en el laboratorio. No obstante, se han realizado experiencias para dar una explicación
de los distintos pasos ocurridos hasta que surgió la vida; estas experiencias integran la llamada
química prebiótica.
En 1922, A. I. Oparin y J. B. S. Haldane formularon su hipótesis sobre los procesos de evolución
química que debieron producirse durante origen de la vida. Según ellos, las moléculas orgánicas
podrían formarse con los gases de la atmósfera (H2, metano, amoniaco y vapor de agua), que
reaccionarían entre sí gracias a la radiación solar. Estas nuevas moléculas orgánicas caerían a los
océanos formando lo que llamaron “sopa primitiva”. Las moléculas se asociarían entre sí formando
unos agregados o coacervados (que serían en realidad coloides proteicos) y se produciría una
selección natural en virtud de la cual los coacervados con capacidad de autosíntesis evolucionarían
hacia formas más estables y complejas.
La hipótesis de Oparin y Haldane fue confirmada por el trabajo experimental de Stanley L. Miller.
Miller demostró en el laboratorio, utilizando un aparato ideado por él, la posibilidad de que se
formaran espontáneamente moléculas orgánicas. Para ello, hizo pasar vapor de agua a través de un
recipiente de cristal que contenía una mezcla de gases semejante a la de la atmósfera primitiva (CH4,
NH3 y H2). Al mismo tiempo, provocó en su interior una descarga eléctrica. El resultado fue la
formación de moléculas orgánicas como el ácido aspártico, ácido glutámico, ácido acético, ácido
fórmico, urea y aminoácidos como la alanina y la glicina.
2.2. Las primeras células:
Lo siguiente sería la formación de macromoléculas. Se demostró que, calentando mezclas secas de
aminoácidos, estos polimerizaban y formaban polipéptidos. Pero para que una macromolécula
pudiera estar implicada en los procesos vitales, tendría que poseer la capacidad de autorreplicarse,
ya que, según Cooper, “solamente una macromolécula capaz de dirigir la síntesis de nuevas copias
de sí misma podría ser capaz de reproducirse y posteriormente evolucionar”.
Las únicas macromoléculas conocidas capaces de reproducirse son los ácidos nucleicos. Altman y
Cech demostraron que el ARN es capaz de catalizar una serie de reacciones, incluida la polimerización
de nucleótidos. Este primer ARN enzimático, capaz de autorreplicarse, se llamó ribozima.
Se admite que el ARN constituyó el primer sistema genético y, por tanto, existió un “mundo de ARN”
en el que se dieron importantes pasos en la evolución química basados en la replicación del ARN. El
concepto de “mundo del ARN” fue acuñado por Gilbert. Lo que llamaríamos primera célula estaría
formada por su ARN autorreplicativo, rodeado de una membrana compuesta por fosfolípidos. El ARN
encerrado por esta membrana produciría su propia replicación y la síntesis de proteínas, formando
el modelo celular más sencillo y primitivo.
2.3. Otras teorías sobre el origen de la vida:
Según la teoría de la panspermia, la vida sobre nuestro planeta procedería de moléculas orgánicas
proveniente del polvo interestelar cósmico presente en los meteoritos que impactaron en la Tierra
primitiva.
Otra propuesta es la que considera que antes del “mundo de ARN” debió de existir un “mundo pre-
ARN”, encarnado en la molécula APN (ácido péptido nucleico), similar al ARN.
Otra propuesta es la de Cairns-Smith sobre la existencia de una vida inorgánica previa a la orgánica
que conocemos. Esta vida inorgánica procedería de “arcillas” que habrían actuado como
catalizadoras, formando en su superficie moléculas de naturaleza orgánica.
Wächterhaüser, propuso la teoría del hierro-sulfuro. Se fundamenta en la existencia de chimeneas
hidrotermales en los fondos oceánicos que emiten aguas sulfurosas a elevadas temperaturas. En
estas zonas existen minerales de sulfuro de hierro y níquel que pudieron catalizar la formación de las
primeras biomoléculas.
2.4. La teoría endosimbiótica:

 Carl Woese denominó progenote o protobionte al antepasado común de todos los organismos y
representante de la unidad viviente más primitiva, dotada ya con mecanismos de transcripción y
traducción genética. De este tronco común surgirían en la evolución las células procarióticas (sin
núcleo diferenciado), que comprenderían las arqueobacterias y las eubacterias. Posteriormente,
aparecerían las células eucarióticas, ya dotadas de núcleo.
 Lynn Margulis, en su teoría endosimbiótica propuso que las células eucarióticas se originaron a
partir de una célula urcariota, que en un momento englobaría a otras células u organismos
procarióticos, estableciéndose una relación endosimbiótica.
 La teoría dice que algunos orgánulos que hoy están presentes en células animales y vegetales
fueron una vez organismos procariontes de vida libre, que tras ser englobados no fueron
digeridos y, por tanto, se acoplaron de tal manera que establecieron una relación dependiente
con la célula que los “devoró”.
3. TIPOS DE ORGANIZACIÓN CELULAR:
Según la organización se clasifican en:
3.1. Células procarióticas:
Fueron las primeras células y lo ocuparon en exclusiva durante 2000 M.a., antes de la aparición de
las células eucarióticas. Comprenden dos phylo: arqueobacterias y eubacterias. Las arqueobacterias
incluyen las bacterias extremófilas, debido a que habitan en ambientes con condiciones extremas
por su elevada salinidad, temperaturas muy altas o muy bajas, acidez, alcalinidad, etc.
Suelen ser muy pequeñas (entre 1 y 10ꭒm). Poseen una membrana recubierta de pared celular de
composición variable; a veces, puede existir una cápsula. El citoplasma tiene dos regiones
diferenciadas: el material genético, denominado nucleoide o cromosoma bacteriano; y el citoplasma
restante, donde destacan los ribosomas. Este citoplasma carece de citoesqueleto y de sistema de
endomembranas. Una de las características de las células procarióticas es la diversidad morfológica
que presentan. Según su forma, se distinguen bacilos, cocos, espirilos y vibrios.
3.2. Células eucarióticas:
Las células eucarióticas son mucho más complejas que las procarióticas tanto estructural como
funcionalmente. Al igual que las procarióticas, tienen membrana plasmática y ribosomas; sin
embargo, se diferencian de ellas por la presencia de núcleo, orgánulos citoplasmáticos y
citoesqueleto.
La presencia de orgánulos citoplasmáticos provoca una compartimentación del territorio celular,
originando espacios en los que tienen lugar actividades metabólicas concretas, haciendo con ello más
eficaz su función. Los conceptos de compartimentación y polaridad han ido estrechamente
vinculados a la evolución celular. La compartimentación supone una división territorial dentro de la
propia célula, lo que le permite desarrollar diferentes funciones al mismo tiempo; cada uno de estos
territorios está delimitado por una membrana. Al compartimento se le define como “entidad
funcional”. La polaridad se entiende como la ordenación específica que presentan los orgánulos en
algunas células. No todas las células presentan polaridad (las células sanguíneas), pero en otras es
indispensable (neuronas).
6. LA ENVOLTURA NUCLEAR:
La envoltura nuclear representa una compleja organización en la frontera entre el núcleo y el
citoplasma de una célula eucariótica. Con el microscopio óptico, la envoltura nuclear se observa como
un “límite” entre el citoplasma y el núcleo, pero con el microscopio electrónico se aprecia que es una
doble membrana con un espacio intermembranoso. Está constituida por:

 La membrana nuclear externa, que tiene de 7 a 8 nm de anchura y al microscopio electrónico


muestra una ultraestructura trilaminar. Sobre su cara externa o citoplasmática presenta
ribosomas adosados. Esta membrana se continúa con la del retículo endoplasmático, sea liso o
rugoso.
 El espacio perinuclear o intermembranoso, comprendido entre las dos membranas y tiene una
anchura de 10 a 20 nm, aunque puede presentar dilataciones de hasta 70 nm. Se encuentra en
continuidad con el espacio reticular.
 La membrana nuclear interna, que presenta asociado a ella y en la cara nucleoplasmática un
material electrodenso de naturaleza fibrilar llamado lámina fibrosa o corteza nuclear. Está
formada por péptidos denominados láminas A, B y C dispuestos en tres capas y con características
semejantes a las de los filamentos intermedios del citoesqueleto. A la corteza nuclear se le
atribuyen funciones como servir de anclaje al material cromatínico y regular el crecimiento de la
envoltura nuclear.
6.1. Poros nucleares:
 En todos los núcleos, las dos membranas que forman la envoltura nuclear se fusionan en algunos
lugares, dando lugar a unas perforaciones de simetría octogonal que se conocen como poros
nucleares y que, para cada tipo de célula, presentan el mismo diámetro. Se trata de estructuras
dinámicas, capaces de formarse y desaparecer dependiendo del estado funcional de la propia
célula.
 Son canales acuosos que regulan la traslocación de moléculas entre el núcleo y el citosol.
Permiten la circulación libre de moléculas hidrosolubles y, en el caso de macromoléculas como
el ARN o las proteínas, regulan mecanismos de transporte activo.
 La cantidad de poros nucleares es muy variable. En general, las células que tienen mayor actividad
transcripcional (hepatocitos, neuronas y fibras musculares) contienen un elevado número de
poros, mientras que las de menor actividad poseen menos. Una célula de mamífero contiene, de
media, unos 3000 poros nucleares.

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