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UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES

Facultad de Psicología

Tesis de Licenciatura en Psicología:


“La presentación de enfermos antes y después de Lacan”

Alumno: Alan Couce L.U.: 37 113 990-0


Correo electrónico: alancouce@psi.uba.ar

Tutor de Tesis: Dr. Fabián L. Allegro

Mayo de 2015
ÍNDICE

DEDICATORIAS Y AGRADECIMIENTOS.............................................................. Pág. 2


INTRODUCCIÓN................................................................................................... Pág. 3
MARCO TEÓRICO................................................................................................. Pág. 4
ESTADO DEL ARTE............................................................................................... Pág. 5
DESARROLLO TEÓRICO...................................................................................... Pág. 7
Antecedentes históricos...................................................................................... Pág. 7
Presentaciones de enfermo de Gaëtan Gatian De Clérambault......................... Pág. 11
Presentaciones de enfermo de Jacques Lacan.................................................. Pág. 14
Presentaciones de enfermo en la actualidad...................................................... Pág. 16
Observaciones desde los aportes de Michel Foucault........................................ Pág. 20
METODOLOGÍA DE TRABAJO............................................................................. Pág. 22
Método................................................................................................................ Pág. 22
Hipótesis.............................................................................................................. Pág. 22
Diseño de investigación...................................................................................... Pág. 23
Estudio de caso................................................................................................... Pág. 23
Fuente de obtención del caso............................................................................. Pág. 23
DESARROLLO....................................................................................................... Pág. 23
Viñeta del caso C................................................................................................ Pág. 23
Comentario y discusión....................................................................................... Pág. 26
CONCLUSIÓN....................................................................................................... Pág. 33
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS....................................................................... Pág. 35

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DEDICATORIAS Y AGRADECIMIENTOS
Dedico esta tesis:
A mi nonna, por su compañía.
A Marcelo Redonda, por su significativo lugar en el camino que hoy me lleva a este
trabajo.
Y mis más sinceros agradecimientos:
A Fabián Allegro, quien con su guía hizo de esta tesis una experiencia de aprendizaje
invaluable.

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INTRODUCCIÓN
En un recorrido singular de la Licenciatura en Psicología que involucre un paso por la
presentación de enfermos, el estudiante podrá encontrarse allí con una práctica que se
presta a la reflexión. La razón de esto es que se trata de un encuentro entre pacientes,
psicoanalistas y estudiantes en el que convergen y se discuten variados aspectos del área
clínica. También, la psiquiatría y el psicoanálisis dialogan y se enfrentan en ese espacio. A
partir de estas cuestiones, se origina la presente tesis que intenta abarcar una perspectiva
particular de la temática que permita la elaboración de un conocimiento que articule teoría
y práctica.
El tema a abordar consiste en un análisis comparativo de la presentación de enfermos
entre el uso del dispositivo en el paradigma médico de la psiquiatría clásica y la
implementación del mismo por el psicoanálisis. El tratamiento del tema se enfoca en De
Clérambault y Lacan, para luego reflexionar sobre las presentaciones de enfermos
actuales. El valor de esta temática radica en la integración de aprendizajes y la
apropiación de importantes saberes que permite a nivel personal. Además, se realiza un
aporte a la conceptualización de esta práctica que tiene particular relevancia en relación a
la formación de psicólogos orientados al psicoanálisis o posibles futuros agentes de la
salud mental en el ámbito clínico.
El objetivo general de este trabajo es lograr una mejor comprensión de la presentación de
enfermos para el psicoanálisis y para el análisis de un caso a partir de los cambios que
inaugura Lacan en esta práctica. Ello implica objetivos específicos que incluyen un
análisis comparativo de las presentaciones de enfermos de De Clérambault y las de
Lacan, la distinción de las variantes que realizó este último en el dispositivo y, por último,
el análisis de un caso actual desde el marco teórico del psicoanálisis a partir de estos
desarrollos.
La presente investigación respecto a la presentación de enfermos se orienta en la
divergencia entre la clínica de la mirada y la clínica de la escucha. Mientras que la primera
supone la mostración apoyada en la mirada, la segunda propone la lectura del texto del
paciente desde la escucha. La hipótesis de trabajo consiste en que el uso que hace el
psicoanálisis del dispositivo de la presentación de enfermos se sitúa en la orientación de
la clínica de la escucha en contraposición a la clínica de la mirada.
Para esta producción, resultaron indispensables la participación en prácticas hospitalarias
del área clínica que se ofrecen durante la formación en Psicología y la estimable tutoría
del Dr. Fabián Allegro a través de todo el proceso de elaboración de esta tesis.

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MARCO TEÓRICO
El análisis sobre las presentaciones de enfermo se enfoca desde una comparación entre
las presentaciones de De Clérambault, representante de la psiquiatría clásica, y las de
Lacan, quien aprende del recién mencionado psiquiatra. Se hará foco en los cambios que
introduce Lacan en esta práctica para comprender el uso que hace el psicoanálisis de
este dispositivo en la actualidad. Se incluye una referencia tanto a algunos antecedentes
históricos como a los continuadores de Lacan para una mejor integración de los
desarrollos. Esta tarea se orienta desde la concepción teórica del psicoanálisis y cuenta
también con el auxilio de los desarrollos teóricos de Foucault.
Los conocimientos desarrollados por este último autor pueden ayudar, tal como él
caracteriza a la teoría (Foucault, 1985), a modo de caja de herramientas. Esto significa
que pueden servir como instrumentos a la luz de los cuales se pueden leer las luchas de
poder, situaciones y prácticas, reflexionando por momentos desde una dimensión
histórica.
De esta forma, apelamos al análisis genealógico en El nacimiento de la Clínica (Foucault,
1986) donde analiza la historia de la clínica en Francia que hace al marco de las
presentaciones de enfermos que se tratarán. Desde dicho texto y con aportes de Las
palabras y las cosas (Foucault, 1968) se abordará la cuestión de la mirada, concepto
crítico para entender la clínica de la mirada que incluye determinadas prácticas clínicas
que se discutirán. Como otra posición, se planteará también la clínica de la escucha con
lo que ella comprende en contraste con la otra clínica antes mencionada.
Se tomarán también otros conceptos del autor para el análisis de los discursos de poder,
las prácticas que sostienen y la relación entre poder y saber. Estos desarrollos son
recuperados y articulados desde El poder psiquiátrico (Foucault, 2003) y Vigilar y castigar
(Foucault, 1989).
De la teoría psicoanalítica, se hace referencia a conceptos fundamentales de los textos
clásicos del psicoanálisis necesarios para una reflexión teórica sobre la práctica y los
casos que ella presenta. De esta forma, se acuden a nociones primordiales que desarrolla
Freud, muchas de las cuales son retomadas por Lacan, y resultan indispensables para un
análisis conceptual de los dispositivos a los que acude el psicoanálisis.
Se alude principalmente a categorías centrales necesarias para el análisis de las
presentaciones de enfermos que Lacan emplea a lo largo de toda su enseñanza y las que
se realizan actualmente. Entre otros, se hace referencia al concepto de deseo, a la
transferencia, a la conceptualización de la psicosis y otros desarrollos que hacen a las

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bases teóricas del psicoanálisis. Se acudirá a sus referencias y definiciones toda vez que
sea pertinente en el presente trabajo, es decir cuando ello sea requerido para una mejor
exposición del tema.
Los cambios que Lacan introduce en el dispositivo en cuestión son leídos a partir de
estos conceptos, dado que así se permite una mejor comprensión del uso actual que se
hace del mismo. A su vez, esto posibilita el análisis de un caso desde esta orientación
teórica que nos acerque a la práctica psicoanalítica.
ESTADO DEL ARTE
El tema de la presentación de enfermos ofrece antecedentes de diversos abordajes de la
cuestión que aportan múltiples perspectivas fundamentalmente desde la psiquiatría y el
psicoanálisis. De la lectura de los trabajos al respecto, se deriva la siguiente reseña que
orienta sobre el estado y tratamiento de la cuestión a través del tiempo.
En principio, se cuenta con determinadas fuentes primarias como son algunas
transcripciones de presentaciones de enfermo de los autores a tratar que se tomarán de
referencia para el presente trabajo.
En el libro Automatismo mental: paranoia (De Clérambault, 1995) se recopilan cierta
cantidad de presentaciones de enfermo que De Clérambault dejara registradas en sus
escritos y publicadas originalmente recién en 1942 bajo el título Œuvre psychiatrique. De
allí es que accedemos a su tarea de exposición práctica y teórica como recursos que
utiliza para impartir su enseñanza, orientados por la Presentación que realiza Bercherie
en dicho libro (De Clérambault, 1995).
También contamos con algunas presentaciones de enfermo de Lacan, entre las que se
tomará como principal referencia una presentación en particular que se titula “Una
psicosis lacaniana” Presentación de caso (Lacan, 1976). A pesar de lo sostenido de esta
práctica por Lacan durante toda su enseñanza, son pocos los registros con que se
cuentan al respecto en nuestro idioma, razón por la cual este mencionado documento
recupera una presentación valiosa para la consulta. Del trabajo con este texto y los que
refieren a las presentaciones de De Clérambault, se desarrollará luego una articulación
teórica para un análisis comparativo entre el uso que hacía cada autor del dispositivo
desde distintos paradigmas.
Entre las discusiones alusivas a la temática a abordar, se presenta un debate en mesa
redonda (Clastres y otros, 1985) donde se diserta sobre el uso del dispositivo y ciertas
consideraciones teóricas del tema, poniendo tanto de relieve las presentaciones de Lacan
como las propias experiencias de sus discípulos. Esto último expone la continuidad en la

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utilización del dispositivo por parte de los psicoanalistas que seguían a Lacan y mantienen
esta práctica a propósito de la cual se los convoca en esa ocasión particular para debatir
al respecto de su uso y los problemas que presenta. Ya aquí se plantean los cambios que
introduce Lacan en el dispositivo, además de la discusión entre psiquiatría y psicoanálisis.
Es destacable la perspectiva de los participantes en relación a las presentaciones de
enfermo que realizaba Lacan, dado que asistieron a las mismas y hacen referencia a
dichas experiencias. Hacia el final, se comenta la importancia de las lecciones clínicas de
Lacan para la reflexión a propósito de las propias prácticas de sus seguidores.
Por su parte, Miller (1987) se ocupa del presente tema haciendo referencia a las
presentaciones de Lacan y atestiguando su participación en ellas. En relación con esto,
aporta conocimientos sobre el uso particular que hacía Lacan del dispositivo y lo que allí
puede aprenderse. Ahí mismo, aboga también por un retorno a De Clérambault,
rescatando sus desarrollos respecto al automatismo mental, donde a pesar de tratarse de
un mecanicista, el autor identifica que se refiere a un mecanicismo metafórico. Por último,
esto lo lleva a proponer una distinción entre enfermedades de la mentalidad y
enfermedades del Otro que será una cuestión criticada por Jinkis.
En referencia a Jorge Jinkis, este psicoanalista es el autor del artículo Apuntes sobre la
“presentación de enfermos” (Jinkis, 1987). En él se plantea una postura crítica sobre la
utilización que del dispositivo hacían los sucesores de Lacan y sobre lo que implica la
clínica. Ya allí nos advierte que la relación entre psiquiatría y psicoanálisis no se trata
siempre de una simbiosis de aportes mutuos, sino que también implica un campo de lucha
o confrontación teórica y avance de una sobre la otra.
A todo este propósito, Jinkis (1987) realiza un análisis de lo que implica la clínica en la
articulación entre la psiquiatría y el psicoanálisis, ubicando a la presentación de enfermos
como un dispositivo paradigmático de la práctica clínica según la definición médica. En su
desarrollo, analiza el uso del dispositivo desde las categorías del psicoanálisis tales como
transferencia, estructura, escena y otras con la intención de observar qué tipo de
enseñanza o transmisión puede rescatar allí el psicoanálisis. En síntesis, el psicoanálisis y
la presentación de enfermos se tratan de conceptos heterogéneos a partir de los cuales
se busca una enseñanza posible, aún cuando el autor ubica que el psicoanálisis es
imposible de enseñarse clínicamente. Se ubica con precisión que la presentación es una
escena psiquiátrica y lo que el psicoanálisis enseña, es decir que muestra, en ellas es
esta imposibilidad de enseñar la clínica psicoanalítica a partir de un “(...) respeto tan
analítico por la singularidad excepcional que agujerea el saber” (Jinkis, 1987, p.61). Para

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el final, realiza un análisis de una presentación de enfermos de Lacan abriendo la
interrogación por la transferencia psicótica.
El libro Clérambault maestro de Lacan (Moron, Girard, Maurel y Tisseron, 1993) presenta
una perspectiva diferente sobre los autores que se abordarán en el desarrollo y sobre la
relación entre psicoanálisis y psiquiatría. En la mencionada obra, se hace referencia a la
presentación de enfermos desde el foco de la formación psiquiátrica, por lo que se rescata
la obra de De Clérambault y lo que de ella retoma Lacan en un intercambio entre
psiquiatría y psicoanálisis.
Entre las producciones más actuales, María Laura Valcarce desarrolla una producción
sistemática sobre la presentación de enfermos sostenida desde algunos años atrás hasta
la actualidad, dado que en este momento se encuentra en proceso de publicación su tesis
de maestría en psicoanálisis. En el resto de sus artículos publicados (2009, 2010, 2011,
2012, 2014) pone el foco en distintos aspectos del dispositivo y su uso.
Esta última autora se ocupa de la enseñanza en la clínica a través del dispositivo
(Valcarce, 2009), la enseñanza sobre la psicosis en las que Lacan acudía al material
clínico de sus presentaciones (Valcarce, 2011), los cambios que introduce Lacan a esta
práctica (Valcarce, 2009, 2010), la función de la asistencia en el dispositivo (Valcarce,
2012) y el asunto del diagnóstico en la práctica del psicoanálisis (Valcarce, 2014).
DESARROLLO TEÓRICO
Con motivo de una comprensión más acabada sobre la presentación de enfermos,
resulta necesario el desarrollo de los ejes conceptuales del tema con el objetivo de
responder a los dos primeros objetivos específicos (ver INTRODUCCIÓN). El fin de la
siguiente revisión bibliográfica y articulación teórica es fijar y definir los parámetros del
marco que hace de referencia a la investigación ulterior.
Antecedentes históricos
Se muestra pertinente una referencia a determinados antecedentes históricos de la
presentación de enfermos con la finalidad de situar el tiempo, los lugares y las personas
en relación con esta práctica en distintas épocas. Se realizó una selección de
determinados precedentes del siglo XVIII y XIX que tienen lugar preponderantemente en
Francia en relación al contexto en el que se enmarcan los autores a abordar. De esta
forma, se alude a los orígenes de las presentaciones de enfermos en el nacimiento de la
clínica francesa bajo el paradigma médico, siguiendo sus prácticas y variaciones siempre
en relación con la psiquiatría o el psicoanálisis. Este puntual recorrido explica las
referencias históricas más importantes para posteriormente considerar el uso del

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dispositivo en el contexto actual de la investigación.
En el rastreo de los orígenes de las presentaciones de enfermos se puede establecer
como punto de partida su implementación en los primeros tiempos de la clínica francesa,
tal como lo plantea Foucault (2003) donde ubica a esta práctica como “(...) una puesta en
escena en la que su interrogatorio sirve para instruir a los estudiantes y donde el médico
(…) será médico y maestro al mismo tiempo” (pp. 218-219).
Esto se ubica en el marco de la clínica psiquiátrica en Francia donde el dispositivo está al
servicio del psiquiatra con la finalidad de atribuirse el saber que lo posiciona en un lugar
de poder unificando en su figura al médico y al maestro en posesión de la verdad
(Foucault, 2003). Con mayor precisión temporal y espacial, Foucault (2003) sitúa este
momento de la siguiente manera:
Ya en 1817, Esquirol comienza las primeras prácticas en la Salpêtrière, y a partir de

1830 tenemos enseñanzas clínicas regulares en Bicêtre y la propia Salpêtrière. Y

por último, todo gran jefe de servicio, aunque no sea profesor, utilizará desde 1830

o 1835 ese sistema de presentación clínica de enfermos, es decir el juego entre el

examen médico y la actividad profesoral. (p. 219)

No obstante, otro antecedente de esa época digno de apreciar son las presentaciones
teatrales en Charenton a cargo del Marqués de Sade, internado del hospital psiquiátrico
en ese momento. Interesados en esta experiencia teatral, también ciertos médicos del
asilo colaboran con él en estas presentaciones. Aunque la compañía de Sade llegaba a
incluir a renombrados profesionales, la gran mayoría de los actores se trataba de
pacientes de Charenton, lo cual convirtió este hecho en un escandaloso éxito de la región
de París tal como lo señala Du Plessix Grey (2002). También, se acota que solían
agotarse las entradas para las presentaciones a las que acudía la alta alcurnia francesa
interesada por la observación de los locos y dementes en esa puesta en escena.
Refiere Du Plessix Grey (2002) en su biografía sobre Sade que entre los espectadores de
las presentaciones se encontraban alcaldes, intelectuales, damas de honor e incluso
reinas. También se veían interesados los médicos y nada menos que Esquirol opinaba
que todo París acudía movido por la curiosidad o los efectos de ese método para curar la
locura del cual él descreía.
Lo cierto es que las presentaciones que hacían estos enfermos despertaban el interés de
los médicos y movilizaba a la sociedad, ya que animaban la curiosidad sobre los locos.

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Las presentaciones adquirían repercusión, se hacían famosas, circulaba información
sobre ellas y proliferaban las opiniones que movían a las personas a presenciarlas. Este
caso expone lo famosas que se hacían las presentaciones que adquirían relevancia
social, por lo que la gente se interesaba en participar de ellas. Lo mismo sucederá
posteriormente con las presentaciones de enfermos de De Clérambault o de Lacan que
también se hacían renombradas en su época y muchos concurrían a asistirlas.
Ciertamente, eran célebres y comentadas las presentaciones de enfermos que J.M.
Charcot llevaba a cabo en la Salpêtrière y atraían a Freud a presenciarlas interesado por
los desarrollos que allí tenían lugar a propósito de la histeria. Relata el propio Freud
(1893) la forma de trabajo de Charcot en la Salpêtrière donde realizaba sus
investigaciones y llevaba a cabo al menos dos tipos de presentaciones de enfermos todas
las semanas: una conferencia por semana y las leçons du mardi. Entre las primeras,
cuenta Freud (1893) que “rara vez presentaba un solo enfermo; casi siempre era una
serie de ellos, o unos correlativos que comparaba entre sí” (p.19), en las preparadas
conferencias que algunos calificaban de teatral. En contraposición, las lecciones de los
martes se trataban de presentaciones menos estructuradas en las que se permitía una
exposición más libre de pensamientos, conjeturas y dudas sobre los casos allí
presentados, según Freud (1893) para “(...) reducir el abismo entre maestro y discípulos”
(p.20).
También Foucault (2003) nos comenta de la gran puesta en escena de Charcot donde
exhibía a la histérica ante sus estudiantes a quienes invitaba a observar y puntuar los
síntomas. En el recorrido histórico sobre la psiquiatría y las enfermedades mentales que
hace Foucault (2003), se sitúa a Charcot como aquel que logró que se reconozca como
enfermas a las histéricas, es decir que fue él quien las patologizó.
Para una representación más gráfica de estas presentaciones de enfermos que realizaba
regularmente Charcot en su labor clínica en la Salpêtrière se puede consultar la pintura de
André Brouillet. Allí se puede observar en una composición de colores oscuros y pasteles
a Jean-Martín Charcot al frente de la presentación donde hay una mujer muy
posiblemente diagnosticada como histérica que está por desmayarse y es sostenida por
uno de sus colaboradores. Desde la región del medio hacia la izquierda del cuadro se ve
a la atenta asistencia escuchando y observando, mientras que algunos también toman
nota. Entre esa audiencia bien podría encontrarse Freud quien, como dijimos, participó en
esas actividades de la Salpêtrière entre 1885 y 1886.
De esos estudios, queda como registro el propio informe académico de Freud (1956) que

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produjo a su regreso para presentar como condición de la beca otorgada por la
Universidad de Viena para que realizara su viaje de estudio (Strachey, 1992). Allí da
cuenta de su participación en las conferencias de Charcot donde él comunicaba sus más
recientes investigaciones con permanente referencia a los enfermos presentados, además
de las ya mencionadas lecciones de los martes de las cuales luego Freud hizo la
traducción al alemán (Freud, 1956).
En este contexto, no sería sorprendente la experiencia del propio Freud al frente de la
presentación de un enfermo como queda asentado en el texto Observación de un caso
severo de hemianestesia en un varón histérico (Freud, 1886). Esta presentación ante la
Sociedad de Medicina de Viena surge por invitación de Meynert quien le propone a Freud,
interesado en introducir y promover los desarrollos sobre la histeria con los que se había
involucrado en Francia, que expusiera un caso de histeria masculina. Freud comenta las
dificultades para encontrarlo ante la negativa de varios médicos, aunque finalmente
consigue a un hombre que diagnostica con histeria para la presentación. Esto muestra la
necesaria condición de relación con el ámbito hospitalario para la existencia de las
presentaciones de enfermo, ya que se requiere de los pacientes para llevar a cabo esta
práctica. Continuando, esta experiencia finalmente no le resultó demasiado beneficiosa a
Freud y no se encuentran posteriores registros de este tipo de práctica en él.
La razón por la que Freud no hiciera mayor uso de este dispositivo podría estar orientada
con el aporte de Jinkis (1987) que recuerda que “(...) Freud descarta la inclusión de un
testigo con argumentos que hacen de esa exclusión uno de los rasgos que definen al
dispositivo analítico, (…) un rasgo que evidencia la relación de mutua exclusión entre el
análisis y las presentaciones” (p.55). También a esta característica se alude en la
incompatibilidad entre el psicoanálisis y su enseñanza, ya que es imposible enseñarlo
clínicamente (Jinkis, 1987). No obstante, se puede hablar de eso y es algo que se puede
transmitir y ser enseñado. El estilo de Freud se registra por el camino de la exposición de
casos en historiales clínicos como Dora, Juanito o el hombre de las ratas, más que
mediante la presentación de enfermos.
A continuación, se expondrán las presentaciones de enfermo de De Clérambault que ya
requieren un tratamiento conceptual más específico y resultan relevantes para un análisis
comparativo, dado que representan al uso del dispositivo por parte de la psiquiatría
clásica bajo el paradigma médico. Así también, se muestran notorias por la razón de que
en algunas de ellas participaba y se formaba Lacan, quien se desempeñó como interno
entre 1928 y 1929 en la Enfermería Especial junto a De Clérambault (Moron, Girard,

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Maurel y Tisseron, 1993). Un capítulo aparte requeriría la relación ambivalente entre ellos
dos, especialmente en relación a las producciones de Lacan, por el uso que él hacía de
los aprendizajes de De Clérambault y las reacciones de su maestro al respecto (Moron et
al., 1993, Bercherie, 1995).
Dos referencias de Lacan en sus Escritos (2005) dejan en claro las repercusiones en él
de su formación con De Clérambault, aunque este reconocimiento de Lacan haya sido
ampliamente polemizado (Miller, 1987, Bercherie, 1995, Moron et al., 1993). En principio,
Lacan (2005) refiere “(...) Clérambault, nuestro único maestro en psiquiatría” (p.59) y
luego precisa de él: “Clérembault fue mi único maestro en la observación de enfermos
(...)” (p. 158). Estas referencias ponen de relieve el valor por el cual ocuparse de las
presentaciones de De Clérambault como antecedente inmediato a las modificaciones de
Lacan en el dispositivo.
Presentaciones de enfermo de Gaëtan Gatian De Clérambault
Bercherie (1986) presenta a De Clérambault como “un verdadero genio de la observación
analítica (…) el último y más brillante sin duda de los clásicos” (p.191), entre los que se
enmarcan aquellos psiquiatras de Francia y Alemania que establecieron una nosología
vigente hasta la actualidad, aunque afectada por la corriente psicodinámica y la
fenomenológica (Moron et al., 1993). Se reconoce a De Clérambault una ideología
mecanicista y de etiologías organicistas para la mayoría de los trastornos de los que se
ocupaba (Moron et al., 1993, Bercherie, 1995).
El trabajo de De Clérambault fue eminentemente en relación con la clínica donde el
material de su obra psiquiátrica parte predominantemente de comunicaciones orales en
presentaciones de enfermos públicas que mantuvo durante todo el ejercicio de su práctica
(Moron et al., 1993). Éstas tenía lugar en dos lugares privilegiados. Uno se trataba del
anfiteatro del Servicio de Admisiones de Sainte-Anne en el cual los lunes tenían lugar las
reuniones de la Sociedad Clínica de Medicina Mental. El otro era la Enfermería Especial
de Alienados de la Prefectura de Policía de París, en un importante sector de la ciudad,
que De Clérambault dirigía como médico en jefe desde 1921. A partir de ahí y hasta 1934,
año de su muerte, “(...) sin ninguna interrupción, todos los viernes a la tarde presenta De
Clérambault sus lecciones clínicas en la gran tradición de presentaciones de enfermos,
ante un público restringido de estudiantes de Medicina y de Derecho” (Moron et al., 1993,
p. 13).
Como señalan Bercherie (1995) y Moron et al. (1993), este sitio recibía las urgencias
psiquiátricas de los parisinos traídas por los representantes del orden público, dado que

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allí se decidiría su derivación. Esta tarea debía realizarse con rapidez, debido a que la
capacidad de la institución era muy reducida en relación al flujo de enfermos que
circulaban. Se trataba de un puesto de observación privilegiado para la producción de
saber clínico donde se entrecruzaban lo jurídico con lo psiquiátrico sin una función
terapéutica, razón por la cual De Clérambault podía dedicarse con exclusividad a la
observación y el diagnóstico. Esta posición y su tarea ubicaban al psiquiatra como
funcional al mantenimiento del orden, marginando a los locos peligrosos del resto de la
sociedad.
Como ya se refirió anteriormente, en dicho lugar se realizaban “lecciones clínicas con
examen público de los enfermos, cuya técnica Clérambault elevará a la perfección”
(Bercherie, 1995, p. 11). El mencionado psiquiatra atrae en su tarea a la audiencia que
concurre a sus presentaciones donde despliega sus recursos con el fin de arrancarle al
enfermo la confesión buscada mientras demuestra su saber ante el público al estilo de
una clase (Bercherie, 1995).
Al respecto del psiquiatra francés en cuestión, Jinkis (1987) lo describe como el
representante de un estilo propio, de observación rápida y aguda, interesado por los
detalles, respetuoso del método, con pasiones y expresiones artísticas y con talento
literario, entre sus principales características. Además, ubica su encanto por el teatro,
afición que también comparten otros psiquiatras, y su talento dramático tanto para
describir como para montar una escena. Esto se relaciona con el tipo de presentaciones
de enfermo que llevaba adelante donde se valía de todas sus habilidades para exponer el
saber con que contaba ante la audiencia y en presencia del enfermo.
Un atributo que destacan muchos autores sobre De Clérambault (Jinkis, 1987, Moron et
al., 1993, Bercherie, 1995) es su mirada particular que articula e implica tanto una faceta
artística de esteta, como también la aguda mirada del clínico, incisiva en el vistazo o la
ojeada. Su mirada en la clínica es capaz, según Morón et al. (1993), de descomponer el
discurso manifiesto de un paciente en un aplanamiento morfológico del contenido del
mismo. Asimismo, no sólo escucha a sus pacientes, sino que fija su mirada en las
posturas, mímicas y vestimentas, al mismo tiempo que se interesa por las imágenes
sensoriales que despliegan. Se ocupa de captarlas y reproducirlas con exactitud haciendo
uso de su extravagante talento literario y dramático, como también lo señala Jinkis (1987).
Tomemos la transcripción de una presentación de enfermos de De Clérambault ante la
Sociedad Clínica en 1921 en el capítulo 3 de Automatismo mental: paranoia (De
Clérembault, 1995) para ilustrar todo lo antedicho y utilizarlo posteriormente para un

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análisis comparativo.
Comienza con una presentación de la enferma:
La enferma entra desenvuelta y sonriente. Coquetería manifiesta no sólo en los

múltiples lazos sino también en los retoques que ha hecho en su uniforme

reglamentario: frunces apretados sobre la delantera y los costados, dispuestos de

manera divergente, como rayos, con moños que subrayan sus centros. (De

Clérambault, 1995, pp. 56-57)

La citada presentación abunda en la descripción visual de la enferma y su vestimenta con


un nivel de detalle preciso que permite una representación minuciosa de ella. Ante estas
palabras, Jinkis (1987) no duda en afirmar: “quien así presenta es un artista” (p. 62). Se
hace evidente la primer mirada aguzada y la intención de una reproducción lo más
acabada posible de la enferma que construya la imagen a representar haciendo uso de
sus atributos literarios.
Luego, toma la palabra para presentar a la enferma y su situación dado que ella accedió
a que así se proceda. De Clérambault expone que hace uso de frases de doble sentido
para presentar el pasado de esa mujer con la intención de expresar tanto la manera en
que fue como la que ella imagina que sucedió, lo que se relata. Desde este momento, el
psiquiatra ya empieza a desplegar sus recursos para ir produciendo la mostración que
desea y calcula con la finalidad de exponer el saber en la presentación. Percibe que la
paciente sonríe orgullosa ante el relato de su situación y del abandono de su ex amante
por motivos superiores. Se lee el certificado de internación ante lo cual la paciente
aprueba su contenido, aunque se muestra reticente a comentar los hechos.
A continuación del interrogatorio entre el psiquiatra y la paciente, se comenta en relación
a la enferma: “es evidente que hemos traducido su pensamiento; está radiante” (De
Clérambault, 1995, p.59). Esta frase es la que da sentido a todas las intervenciones del
psiquiatra durante el interrogatorio en el cual tiende sus artimañas con el fin de arrancarle
al enfermo la confesión de su delirio. Porque en esta concepción, el psiquiatra está en la
posición de saber sobre la enfermedad que se presenta y cuenta con la habilidad de
provocarla en la presentación ante el público definiendo así su posición de poder. Como
explica Foucault (2003), se puede leer a la presentación clínica de enfermo como un rito
que vigoriza la práctica del interrogatorio con la presencia de los estudiantes en concepto
de oyentes y espectadores, de manera tal que se definen los roles y posiciones de poder

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de los involucrados. Al modo de una corporeidad institucional que rodean al psiquiatra, el
grupo de estudiantes atentos a lo que el enfermo responda, determinan la posición de
médico de quien interroga, maestro del saber médico, habilitando así también otras
operaciones del poder psiquiátrico que ya eran características del interrogatorio (Foucault,
2003).
Consideremos el siguiente recorte del interrogatorio donde se habla del sacerdote objeto
de amor de la enferma:
D.- Lo haremos venir aquí.
R.- Sí.
D.- ¿Y después?
R.- Habrá que sacarle la sotana.
D.- ¿Y Ud. se encargará de los pantalones?
A esta reflexión la enferma ríe a carcajadas, sin sombra de confusión. (De
Clérambault, 1995, p. 59).
Más adelante, en los comentarios del psiquiatra a la audiencia, se expresan las disculpas
al público por lo arriesgado de la broma (en referencia al recorte recién citado), lo que le
da estatuto de maniobra que se utilizó para hacer caer a la enferma y que expresara lo
que allí se estaba buscando. Tal como lo explica De Clérambault, se actúa de manera
rápida a modo tal de evitar que la enferma disimulara sus reacciones. Un poco más tarde,
agrega los indicadores de la conducta de la enferma que recorta con su mirada y
confirman su saber sobre el delirio de esa mujer, tales como los asentimientos tácitos, la
animación repentina y los efectos mímicos (De Clérambault, 1995).
Por último, es de destacar el preciso y detallado diagnóstico y pronóstico de la
enfermedad de la mujer que da De Clérambault, haciendo eximia demostración del saber
con que cuenta.
En resumen, el psiquiatra aquí ocupa una posición de saber y de poder en la
presentación de enfermos sostenida por la confesión que logra obtener de la enfermedad
de la paciente que así se muestra a la asistencia de estudiantes que avalan el saber
médico, en este caso, de De Clérambault. Él expone este saber en las habilidades que
despliega para obtener la confesión, en la agudeza de su mirada para captar las minucias
del comportamiento de la paciente que acreditan sus suposiciones y en la explicación
diagnóstica y pronóstica que despliega con convicción.
Presentaciones de enfermo de Jacques Lacan
Como se expresó anteriormente, Jacques Lacan fue alumno de De Clérambault en la

14
Enfermería Especial. Por lo tanto, participó de varias de las presentaciones de enfermo de
su maestro de manera tal que estaba habituado a la práctica en cuestión por su formación
como psiquiatra.
Ahora bien, en su propia enseñanza abocada al psicoanálisis mantuvo la práctica de la
presentación de enfermos a título de psicoanalista a pesar del antecedente psiquiátrico de
la práctica como indica Valcarce (2009). Lacan ya estaba habituado al uso del dispositivo
por su formación en psiquiatría, pero introduce cambios en la implementación de las
presentaciones de manera tal que varía toda la experiencia a pesar de mantenerse los
mismos componentes: entrevistado, entrevistador y asistencia (Valrcarce, 2010). Según
Valcarce (2010), la modificación lacaniana fundamental radica en la introducción del
deseo del analista en las presentaciones de enfermos, donde Lacan como entrevistador
se incluía a título de psicoanalista con la sumisión completa a las posiciones propiamente
subjetivas del enfermo (Lacan, 2005) abandonando el lugar de saber característico del
maestro. Este movimiento, reconfigura los componentes e instancias del dispositivo en el
uso que de él hace Lacan como psicoanalista con las consecuencias que ello implica. De
ahí que se pueda afirmar que haya un antes y un después de Lacan en la forma de
implementar las presentaciones de enfermo tal como lo plantea el título de esta tesis. Se
abordará más adelante el análisis detallado de los componentes y momentos del
dispositivo desde esta perspectiva (ver Presentaciones de enfermo en la actualidad).
Como comenta Valcarce (2011), Lacan mantuvo la práctica de las presentaciones durante
tres décadas de su enseñanza del psicoanálisis con semanales encuentros con pacientes
en Sainte-Anne.
E. Laurent testimonia su participación en estas presentaciones que Lacan mantuvo
durante toda su enseñanza y transformó el ejercicio ante sus alumnos que
experimentaron esa modificación (Clastres et al., 1985). Incluso, Miller (1987) da cuenta
del pasaje por esas mismas presentaciones y acota respecto a ellas: “Enseñanza, Lacan
no profesa ninguna en ese lugar. Lo que se aprende, se capta al vuelo, de la boca de uno
o de otro, y nunca se está muy seguro de asir algo con la mano, o nada” (p.155).
Estas características particulares ya definen, en comparación con las presentaciones de
enfermos de la psiquiatría en el paradigma médico, una posición distinta en el uso que de
ellas hace el psicoanálisis. Los cambios se registran, entre otros, en que el entrevistador
ocupa tal lugar como analista, lo cual repercute en las funciones de los demás
componentes y momentos del dispositivo donde al crearse las condiciones para que
emerja un sujeto, el paciente sale de la clásica posición de objeto (Valcarce, 2011). De

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esta forma, también se subvierte el lugar del saber que usualmente se atribuía al maestro
que presentaba, para permitirse en esta perspectiva dejarse enseñar por el paciente ante
la no comprensión del entrevistador. Esto también incluye la construcción un saber entre
la asistencia y el entrevistador en el momento de la discusión. Otras variaciones
relacionadas apuntan a la manera de interrogar o a la separación en el momento de
entrevista (entre el paciente y el entrevistador) y otro momento de discusión (entre este
último y la asistencia luego de que se retire el entrevistado), como los más importantes.
Para contraponer a las presentaciones de De Clérambault como la referida
anteriormente, se puede consultar a una de las no muchas transcripciones de las
presentaciones de Lacan (1976) que él mismo denominó un caso de “una psicosis
lacaniana”. Ahí mismo, se ven el momento de la entrevista separado del momento de
intercambio del entrevistador con la audiencia, la interrogación ante la precaución de
evitar comprender las palabras del entrevistado y la renuncia al lugar del saber como
algunas de las principales diferencias con las presentación de De Clérambault. Más
adelante, se abordará un análisis comparativo desde los aportes de Foucault para una
comparación de estos dos perspectivas de la clínica que se evidencian en las distintas
presentaciones de enfermos (ver Observaciones desde los aportes de Michel Foucault).
Para redondear, Jinkis (1987) expresa que las presentaciones de enfermos de Lacan se
mantuvieron como práctica en la enseñanza del psicoanálisis por sus alumnos y los
alumnos de esos alumnos, de manera tal que la práctica arribó a Argentina. Esto permite
dedicarnos a continuación al análisis de las presentaciones de enfermo en la actualidad,
dado que al practicarse como lo dispuso Lacan, también se abordan los componentes e
instancias tal como quedaron definidos tras sus variantes.
Presentaciones de enfermo en la actualidad
La práctica de la presentación de enfermos se mantuvo a través del tiempo por los
seguidores de Lacan a la manera que él las hacía. De esta forma, hoy en día el
psicoanálisis hace uso de esta práctica clínica en el marco de la enseñanza del mismo, de
manera tal que se organizan estas presentaciones en ámbitos clínicos como el hospital
público en coordinación con instituciones que se ocupan de la transmisión y formación en
psicoanálisis de orientación lacaniana.
Por lo tanto, a partir de los cambios que introduce Lacan en esta práctica y en
consonancia con lo anteriormente expuesto, es conveniente un análisis de los
componentes, funciones, atribuciones e instancias de las presentaciones de enfermo tal
como se practican en la actualidad desde una perspectiva psicoanalítica.

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El siguiente análisis se apoya en los desarrollos teóricos de los autores anteriormente
referidos cuyos aportes serán citados en caso de ser pertinente y de las propias
experiencias desde la asistencia a este tipo de prácticas. También fueron fuente de
conocimiento para esta exposición, las transmisiones orales al respecto de la cuestión
que tienen lugar tanto en las mismas presentaciones como en otros espacios académicos
en los que se discute la temática. El análisis como método de estudio de este tema
consiste en la identificación, separación y examen de las partes que componen la
presentación de enfermos que se dispondrán en dos ejes.
El primer eje hacer referencia a la estructura de las partes de esta práctica y en él se
alinean los componentes que participan y desempeñan distintas funciones o atribuciones
en las presentaciones de enfermos dependiendo de la instancia que se trate. El otro eje
en relación con la temporalidad precisa las diferentes instancias que se identifican en las
presentaciones de enfermos de tipo lacaniana. Puede que en cada instancia o momento
participen todos los componentes, sólo algunos de ellos, parte de ellos o también puede
suceder que los componentes desempeñen distintas atribuciones en diferentes instancias.
Del cruce de estos dos ejes, el estructural y el temporal, se establecen las funciones que
ocupan o las atribuciones que desempeñan cada componente en cada una de las
instancias. Esta información se presenta en el cuadro de doble entrada que se dispone a
continuación y más tarde se comenta parte por parte.
Componentes Entrevistador Entrevistado Asistencia
Instancias
Dirige activamente. Habla, se habilita su Participa como
Entrevista Pregunta e palabra. audiencia pero no
interviene. interviene.
No participa. Lo incumbe No participa. Analista
Efectos en el personalmente luego podrá comentar los
paciente de su presentación. efectos
posteriormente en el
análisis del paciente.
Presentación del Escucha y comenta. No participa. Analista presenta el
caso por su analista caso desde su
perspectiva.
Comentarios Propicia y participa No participa. Participa activamente
del intercambio. intercambiando
impresiones de la
experiencia.
Se prosigue con la descripción de cada componente en cada instancia en relación al
cuadro.

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El entrevistador en las presentaciones de enfermos en la instancia de entrevista es quien
la dirige, de manera que realiza preguntas e interviene en el diálogo con el entrevistado.
Como rescata Valcarce (2010), Lacan ocupaba ese lugar a título de psicoanalista, lo cual
implica una posición ética en el uso de esta práctica en consonancia con la introducción
del deseo del analista en el dispositivo. Esto repercute en el resto de los componentes,
que aunque se trate de las mismas partes que en las presentaciones de la psiquiatría
(entrevistador, entrevistado y asistencia) varían las funciones y atribuciones de ellos,
además que la presentación se separa en distintos momentos. Asimismo nos resalta
también Jinkis (1987) el principio de método que establece Lacan en el lugar del
entrevistador como analista: “sumisión entera, pero advertida, a las posiciones subjetivas
del enfermo” (p.64). Esto se inscribe en la misma línea de una posición ética distinta que
se diferencia de la psiquiatría clásica y los modos de sus prácticas. Como consecuencia
se habilita la palabra del entrevistado y se crean las condiciones de posibilidad para que
advenga el sujeto, tal como comenta Valcarce (2011). Desde esta perspectiva, el saber no
se presenta del lado de entrevistador en posición del maestro que imparte la lección en
presencia del enfermo: para eso, Miller (1987) nos recuerda que allí no se imparte una
enseñanza. En cambio, el saber disperso se construye desde la participación de los
componentes en las distintos tiempos en que queda dividida la presentación.
El entrevistador no participa en los efectos posteriores a la presentación en el paciente,
ya que no es su analista ni se suele disponer de demasiada información previa de esa
persona. Luego, se limita a escuchar y comentar la presentación que del caso hace quien
fuera analista del paciente, si es que se encuentra entre la asistencia, una vez que el
entrevistado ya se hubiera retirado. En el comentario final a modo de diálogo, el
entrevistador propicia y participa del intercambio con la asistencia respecto de las
impresiones de la experiencia.
Ahora bien, el entrevistado se trata de un paciente seleccionado por su analista que lo
invita a participar de la práctica de la presentación de enfermos entendiendo que no
representa ningún inconveniente para esa persona y de hecho podría resultarle
ocasionalmente provechoso. Por lo tanto, el entrevistado es invitado con libertad para que
decida de manera tal que su participación es voluntaria. Durante la instancia de la
entrevista, el entrevistador lo invita a hablar y se habilita su palabra. Luego, el paso del
paciente por el dispositivo de la presentación de enfermos puede generar efectos
posteriores sobre el entrevistado potencialmente beneficiosos, ya que es con esta
expectativa que su analista le propuso la experiencia. Suele repetirse usualmente que la

18
presentación de enfermo puede funcionar para un paciente como un espacio en el cual
dar testimonio de su caso ante una asistencia interesada en lo que tiene para expresar.
Los efectos de su participación pueden ser compartidos y comentados con su analista
posteriormente en su análisis. Además, los efectos de estas presentaciones de enfermo
resultan un tema convocante para los investigadores.
El entrevistado se retira luego de finalizada la entrevista, razón por la cual no es partícipe
de las instancias que le siguen.
Respecto a la asistencia se trata del componente grupal que incluye a una serie de
personas que concurren a las presentaciones donde la mayoría lo hace en calidad de
estudiantes o analizantes, es decir que se trata de personas en relación con el
psicoanálisis y con la clínica. Miller (1987) comenta que la asistencia se asemeja a un
coro antiguo al modo de los coros griegos que representan la doxa u opinión media. Se
mantiene silenciosa atendiendo al desarrollo de la entrevista en la que no interviene.
Como explica Valcarce (2012), la asistencia tiene diferentes funciones en los momentos
de la presentación y no está allí sin consecuencias, aclarando: “No se trata de la función
de un público espectador, de la mirada que se sostiene en la coyuntura de un
espectáculo, sino que la asistencia en función de tercero es una parte constitutiva del
dispositivo (...)” (p.747). Luego del momento en que permanece silenciosa y sin intervenir
en la entrevista, si entre la asistencia se encontrara quien es el analista del paciente
entrevistado, éste realiza la presentación del caso aportando su perspectiva que
enriquece la experiencia. El resto de los presentes que incluyen al entrevistador pero no al
paciente, escuchan y comentan, dando paso al comentario posterior de la experiencia.
De esta forma, la presentación de enfermos también puede resultar provechosa para el
analista del paciente en relación al análisis que lleva adelante con ese paciente, ya que de
esta experiencia puede rescatar aportes del resto de los participantes para pensar el
caso. Como ya se indicó, el analista podrá comentar y trabajar posteriormente los efectos
en el paciente de su paso por la presentación.
Por último, la función más activa de la asistencia tiene lugar durante el comentario
posterior a la entrevista sin la presencia del paciente, donde se intercambian las
impresiones de la experiencia con el entrevistador. Valcarce (2012) ubica en este punto un
saldo de saber como aquello que la presentación misma nos enseña y que rescata de
Clastres et al. (1985) como la elaboración retroactiva de un saber en lo que los
participantes hablan de lo que allí sucedió. Valcarce (2012) describe este lugar de la
asistencia como de terceridad que permite el registro e inscripción de la experiencia que

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introduce lo nuevo que acontece. La autora explica que, en contraposición a una
repetición de saberes establecidos, “la inscripción de un saber extraído de la entrevista
que permita alojar lo nuevo que allí se produce, es uno de los rasgos que caracterizan a
las presentaciones implementadas por Lacan” (Valcarce, 2012, p. 749).
Observaciones desde los aportes de Michel Foucault
Los aportes teóricos de Michel Foucault a propósito del saber y el poder, sus luchas, las
prácticas que sustentan y su relación con la verdad, entre algunas de las más importantes
de sus estudios, prestan auxilio a la comprensión del dispositivo de la presentación de
enfermos y sus usos a través del tiempo.
A modo de introducción a esta articulación, esta particular práctica de la clínica que es la
presentación de enfermos resuena con el concepto de parresía que explica Foucault
(2004). Se trata de una noción de procedencia griega en relación con la confesión pública
de la verdad o referida a la acción de aquel que a través de su discurso se expone por
completo ante los demás. Sin embargo, es imperiosa la articulación de esta práctica con
el estudio de la clínica que hace Foucault.
En consecuencia, Foucault en trabajos como El nacimiento de la clínica (1986) o El
poder psiquiátrico (2003), se ocupa del problema de la clínica de la cual realiza un
abordaje desde una dimensión histórica de la misma centrado en Francia. En su recorrido,
rastrea la formación de conocimientos o saberes y las relaciones de poder, desarticulando
la trama en que se apoyan y el proceso de su elaboración. Se ocupa del discurso de
poder que en su entramado sostiene las prácticas en las que se traduce y que se empeña
en atribuirle valor de verdad. El discurso de la Medicina se ocupa de un saber sobre la
enfermedad, tiene lugar en la clínica y se expresa en prácticas que se ocupan del cuerpo
o de la mente.
Por lo tanto, las prácticas de la clínica con los discursos que ellas expresan tomaron
forma en una distinción de dos concepciones con diferentes implicaciones. Se trata por un
lado de la clínica de la mirada y, por el otro, de la clínica de la escucha.
La clínica de la mirada se expresa en una preocupación por la captación de signos y
síntomas para hacer un diagnóstico de la enfermedad con valor de verdad, que determina
posiciones de saber y poder del discurso médico que recaen sobre el psiquiatra. La vía o
el medio por el cual se concreta esta práctica es a través de la mirada. Esta mirada es el
principal instrumento de este tipo de clínica que tiene distintas variaciones a pesar de
regirse siempre por la visualización de los indicadores de la enfermedad. Por lo tanto, la
mirada guiada por el método en la historia del desarrollo de esta clínica puede ser más

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profunda, más superficial, incisiva, de los detalles, de la minucia, aguda, rápida, de una
vistazo, en varios niveles o con más características. No obstante, se insiste que es por la
habilidad de la mirada que identifica y recorta, que el psiquiatra accede al saber y se ubica
en una posición de poder.
Las presentaciones de enfermos clásicas de la psiquiatría se inscriben sin duda en este
marco donde funcionan como el rito institucionalizado de la práctica clínica de la mirada y
la mostración del enfermo a la asistencia ante la cual expone su saber, cristaliza su
posición de poder y hace un objeto de aquel que es presentado (Foucault, 2003). Entre
las presentadas anteriormente, figuran en este grupo las presentaciones de Charcot y las
de De Clérambault, por ejemplo.
A propósito de la función de la mirada, Foucault en Las palabras y las cosas (1968)
comienza realizando un análisis del cuadro Las meninas de Velázquez al que toma como
una representación de la representación clásica. Se trata de la concepción de la ausencia
del sujeto por la preocupación en la representación en sí misma, es decir la
representación pura. En esta composición queda evidenciado un vacío esencial por la
falta del sujeto que es el fundamento de lo que se representa y que aquí queda excluido.
Esta conceptualización de Foucault se relaciona con el carácter de mostración de las
presentaciones de enfermo de la clínica en el paradigma médico que puede ser
interpretada como el montaje de una escena sobre la enfermedad mental que se quiere
objetivar. Al respecto, Jinkis (1987) formula que la escena es siempre perversa en tanto
siempre estamos y no estamos en ella o, más precisamente, no estamos en la escena
que miramos. Y agrega: “si la escena implica la exclusión del sujeto, también lo puede
hacer aparecer en ella para indicar su ausencia” (p.64). En definitiva, las presentaciones
de la psiquiatría clásica se caracterizan por una mostración de la enfermedad en la que el
sujeto queda excluído.
En cuanto a la relación entre saber y poder que plantea Foucault (1989, 2003), desarrolla
que esos dos términos (saber y poder) están sumamente imbricados el uno con el otro. El
discurso de poder es tal y se mantiene en su lugar por el establecimiento de un saber que
siempre pugna por instituirse como verdad en la lucha con los demás discursos. Desde
esta perspectiva, las presentaciones de enfermos de la psiquiatría clásica en el paradigma
médico en comparación con las que realizaba Lacan presentan marcadas diferencias.
Las presentaciones de enfermos de la psiquiatría como práctica de la clínica médica,
Foucault (2003) las describe como un rito en el que el psiquiatra ocupa el lugar del
maestro del saber médico ante la audición de los estudiantes que escuchan lo que dice

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respecto a la enfermedad de quien presenta. Esta posición de saber refleja asimismo su
lugar de poder médico tanto en el dispositivo como en toda la clínica.
En contraste, las presentaciones de enfermo de Lacan se oponen a una exposición de un
saber que objetive al paciente y ubique al entrevistador en una posición de poder sobre él.
Más bien, esto se subvierte a partir de los cambios que introduce Lacan en el dispositivo
desde una posición ética diferente que está en consonancia con el psicoanálisis. Desde
este discurso, el saber no se impone desde el entrevistador, dado que no se imparte ahí
enseñanza alguna. Más bien, se realiza una práctica de la palabra y la escucha donde el
saber se puede producir desde el discurso del paciente o del intercambio de los
participantes en el comentario en cada encuentro de manera particular y no dispuesto de
antemano.
Esto introduce la presentación de la clínica de la escucha como aquella que propone la
lectura del texto del paciente desde la escucha que se juega en la dimensión de la
palabra. Las presentaciones de enfermo de Lacan con las variantes que introduce se
enmarcan en este paradigma, aunque tanto ésta como otras prácticas evidencian la
tensión de las luchas de poder entre los distintos discursos en que se apoyan.
Desde la perspectiva del comentario de la cuestión desde los aportes de Michel Foucault
se pudieron establecer ciertas diferencias de la presentación de enfermos entre el uso del
dispositivo en el paradigma médico de la psiquiatría clásica y la implementación del
mismo por el psicoanálisis, al menos en puntos fundamentales de esta práctica.
METODOLOGÍA DE TRABAJO
A partir del desarrollo teórico antes expuesto, prosigue la presentación de la investigación
en su dimensión empírica con miras a una articulación entre teoría y práctica que
responda a los objetivos planteados (ver INTRODUCCIÓN).
Método
El método propuesto es de tipo cualitativo, dado que es el más pertinente para la
investigación actual donde se trabaja con el estudio de un caso. El objeto de esta
investigación no puede ser cuantificado ni reducido a variables operacionalizables, lo cual
imposibilita un abordaje cuantitativo de la problemática. La razón de esto es que ya desde
la teoría se intenta rescatar la singularidad del caso por caso. Si bien toda la investigación
se presenta ordenada en una secuencia lineal, el proceso real de la misma presenta
movimientos donde a medida que se comprende en mayor profundidad el asunto, se
construyen e integran los datos con la teoría (Ynoub, 2010).
Hipótesis

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Como se indicó anteriormente, la hipótesis de trabajo consiste en que el uso que hace el
psicoanálisis del dispositivo de la presentación de enfermos se sitúa en la orientación de
la clínica de la escucha en contraposición a la clínica de la mirada.
Diseño de investigación
La investigación presenta un diseño exploratorio, dado que se trata de un tema que aún
no ha sido demasiado estudiado. Al mismo tiempo, se trata del primer acercamiento del
investigador a la cuestión. Se propone alcanzar una amplia perspectiva del problema a
tratar que luego podrá ser retomada en profundidad en futuras investigaciones. De esta
forma, se plantean preguntas relacionadas con el tema principal que interrogan la
cuestión desde nuevas perspectivas como aspectos posibles a indagar en ulteriores
trabajos.
Estudio de caso
Para la presente investigación, se trabaja con el estudio de un caso de presentación de
enfermo en el uso psicoanalítico del dispositivo dentro del ámbito clínico. Se presentará
un registro del caso a partir de la reconstrucción del mismo que hace el investigador luego
de su participación como parte de la asistencia en el dispositivo.
Fuente de obtención del caso
El caso a tratar es aprovechado oportunamente como uno posible entre las
presentaciones de enfermos de hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires a las
que se asistió tanto en el marco de las Prácticas Hospitalarias de la materia Problemas
Filosóficos en Psicología como también por la Práctica Profesional del Área Clínica:
Clínica de la Urgencia. Ambas cátedras de la Facultad de Psicología de la Universidad de
Buenos Aires fomentan el acercamiento del estudiante a la praxis que implica el
psicoanálisis donde se articulan la práctica y la teoría. A continuación, se presentará el
caso seleccionado cuyo recorte se expone en forma de viñeta preservando la
confidencialidad. El material surge de una única entrevista a la paciente en el marco de
una presentación de enfermo de orientación psicoanalítica y se articulará con el
desarrollo teórico antes expuesto y los autores que hacen al marco teórico de referencia.
DESARROLLO
Viñeta del caso C
En el marco de una presentación de enfermo en un hospital general de agudos de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se entrevistó a C, una mujer de 50 años. Ella es
divorciada, trabaja de acompañante terapéutica, tiene dos hijos y está en tratamiento en
Consultorios Externos del hospital con una psiquiatra y una psicóloga desde hace un año

23
y tres meses.
La paciente presenta un aspecto aliñado, se muestra con conciencia lúcida, orientada, de
actitud colaboradora activa, sin alteraciones de atención ni actividad y sin alucinaciones.
La memoria se encuentra preservada, no hay alteraciones del lenguaje y se percibe
hipotimia en relación a su afectividad. Respecto al pensamiento, mantiene una lógica en
el relato de su caso, aunque el orden de su exposición no es cronológicamente riguroso.
C comienza relatando su divorcio, una “situación traumática” según sus palabras, en
donde se separó de su esposo a causa de que ella mantenía una relación con un amante
desde hacía dos años. Como consecuencia, comenta que debió irse de la casa en que
vivía y tuvo que separarse de sus hijos.
De esta forma, cuenta que se fue a vivir a la casa de los padres, donde ubica: “me
derrumbo”. Al respecto, dice que lo que hizo en ese momento fue: “tirarme en la cama y
dejar que se derrumbara el mundo; dejé que todo se cayera, incluso mi maternidad”.
De su madre, manifiesta: “mi mamá ha estado loca desde que yo era chica, tenía locura
por la limpieza”. Describe su relación con ella como problemática, expresa que sufrió
violencia e indiferencia de su parte. Además, afirma que no fue suficientemente querida
por ella, quien explícitamente prefería a su hermano mayor.
La paciente declara tenerle miedo a su madre y sostiene: “Ella tiene un poder enorme
sobre mí, es más fuerte que yo. Quedo presa. Se me viene encima, yo quedo como un
títere, un objeto”.
Respecto al padre, de él dice que es “muy bueno, demasiado, incluso débil”. Comenta:
“tuvo conmigo una mirada buena, me ha querido, pero no ha podido poner límite a mi
mamá en su violencia. Trabajaba y quizá por eso no podía verlo, no podía registrarlo”.
Más tarde, la entrevistadora le pregunta por los delirios que había mencionado y C relata
lo que ella llama la “trascendencia mundial”, según la cual sentía que era conocida por
todo el mundo y que era perseguida. Ella vivía esto con “absoluta certeza”, según sus
propias palabras.
Relata que comenzó a partir de un control médico cuando vivía en la casa de sus padres,
en el cual el doctor le indicó que se hiciera un análisis de HIV. Desde allí, se despertó en
ella el “miedo a la enfermedad, yo ya tenía cuestiones hipocondríacas”. A partir de ese
momento y a pesar de que el análisis le dio negativo, comenta que empezó a pensar que
“la persona con la que salí estaba enfermo, me contagió y me denunció a la policía que
comenzó a perseguirme y por eso no me dan remedios y me truchan los análisis”.
Manifiesta que temblaba cuando veía a la policía y no podía salir sola a la calle.

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En el momento en que creía que la iban a matar, acudió con su padre al Hospital Alvear
donde quedó internada 10 días. Allí, pensaba que la doctora que la trataba, luego
comenzaba a perseguirla y quería envenenarla.
Pasaron 3 años de esta forma en la casa de sus padres y más tarde tuvo un
acercamiento con quien había sido su amante, aunque pronto dejó la relación. Relata
ideas de celos alrededor de las amigas de quien era su pareja. Posteriormente, es
invitada a una iglesia por una compañera del trabajo de su hermano quien la contacta.
En relación a dicho momento, expresa: “la vida está mejor, ahora se dan cuenta que no
soy tan mala”. Advierte que a partir de la iglesia, pudo rearmar redes y vínculos a partir de
los cuales consiguió trabajo. Al respecto de la comunidad religiosa, C expresa: “me ayudó
la mirada de ellos que me manejaron bien. No me contradecían, sino que me fueron
acompañando”.
Después, refiere que en una visita al Hospital Fernández donde iba por otro análisis de
HIV conoció a un psiquiatra psicoanalista en la guardia. Allí, pasó toda una tarde
dialogando con él, donde C precisa: “despliego el delirio”. A continuación, este
psicoanalista le propuso comenzar un tratamiento en consultorio privado y ella accedió.
De este tratamiento, C relata que le está “agradecida al analista, aunque no terminó
bien”. Comenta que ella se enamoró de él y él también de ella. Cuando la entrevistadora
le pregunta cómo se dio cuenta de que él se había enamorado de ella, C responde que lo
podía entender por “su mirada de amor”.
Al final, ella entiende que él la dejó, porque le dijo: “amo más a Freud y a Lacan”. Dos
años después, C comenta que sigue triste y dolida porque piensa que él no se la jugó por
ella. En este punto, C se encarga de aclarar: “esto no es delirio”.
Ante esto que le sucedía con el analista, C decide buscar ayuda con la directora de la
institución donde trabajaba. A partir del consejo de esta mujer, consultó a otras
psicoanalistas hasta que finalmente llegó al hospital en el que actualmente está en
tratamiento.
En los comentarios posteriores a la entrevista luego de que la paciente se haya retirado,
tiene lugar un rico intercambio entre la entrevistadora, la analista actual de C y el resto de
la asistencia. Se destaca que la paciente sostiene y no abandona la erotomanía con el
anterior analista, a quien C le enviaba mensajes y acudía a su casa tal como comunica
quien está actualmente a cargo de su tratamiento. Queda abierta la pregunta por la
posible función que esta erotomanía esté cumpliendo para ella.
Otras cuestiones comentadas serán retomadas a continuación en la siguiente articulación

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del caso con la teoría psicoanalítica.
Comentario y discusión
Se procede a una articulación conceptual del caso con la teoría psicoanalítica tomando
como autores de referencia a Freud y a Lacan. Se podrá cotejar este desarrollo con las
implicancias de la clínica de la escucha que se confrontará con la clínica de la mirada, a
partir de los desarrollos teóricos de Foucault antes explicados y retomando a De
Clérambault como representante de la psiquiatría clásica para la comparación.
En primer lugar, en lo que respecta al contexto del caso, el mismo es un recorte a partir
de una entrevista en una presentación de enfermo desde el psicoanálisis al modo en que
Lacan las realizaba, con todos los componentes e instancias que anteriormente se
explicaron. Esto implica la participación de una entrevistadora en posición de
psicoanalista que realizó la entrevista a la paciente C, de quien no tenía información
previa. Además, la paciente colaboró voluntariamente a partir de la invitación que le hizo
su analista para que participara del dispositivo. Ésta, es decir la analista de C, se incluyó
entre la asistencia de la presentación y brindó su perspectiva del caso al comienzo de la
discusión posterior a la entrevista una vez que la paciente se había retirado.
La presentación se llevó a cabo en un hospital polivalente público, mismo lugar donde C
es paciente, en cuyo servicio de Psicopatología se practica y transmite el psicoanálisis.
De allí que se organizara este tipo de actividades en las que se invita a participar entre la
asistencia a psicoanalistas en formación y otros estudiantes. En los comentarios
posteriores a la entrevista, se abrió el diálogo entre la entrevistadora y la asistencia, ya sin
la participación de la paciente.
De esta forma, quedan ubicados los componentes e instancias por los que se ubica a la
mencionada presentación en la orientación psicoanalítica que hace uso de ella en un
ámbito clínico.
En segundo lugar, introduciendo la lectura teórica del caso es apropiado partir de la
articulación de los desarrollos de Lacan a propósito de la constitución de la estructura
subjetiva en relación con la trama familiar que plantea la paciente en su discurso.
En relación al deseo de la madre, Lacan (1969/70) lo describe como siempre estragante,
aludiendo a él como la gran boca del cocodrilo a riesgo de cerrarse indiscriminadamente
con su descendencia dentro. El falo, como si fuera un palo de piedra, es lo que viene allí a
evitar que esa boca pueda cerrarse, a trabarla.
En tanto, en el Seminario III (Lacan, 1955/6), período de su enseñanza clásica, el autor
identifica al mecanismo propio de la psicosis como la forclusión del nombre del padre que

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produce un agujero en la significación fálica, por lo que falta la inscripción de un
significante primordial en dicha estructura.
Ahora bien, estos conceptos en relación con el caso C permiten ubicar a la paciente en la
estructura de la psicosis lo cual supone la forclusión del nombre del padre como la
ausencia de esa significación fálica que limite el deseo materno. Las consecuencias son
estragantes, tal como se dijo anteriormente, dado que la fuerza materna no mitigada por
el nombre del padre se le viene encima a C quien se percibe impotente frente a la madre
y minusválida a la merced de su poder que le produce miedo. Ella comenta que “queda
presa”, lo que rememora la imagen del deseo de la madre como la boca de cocodrilo que
se cierra dejándola capturada justamente como una presa. También, acota que la madre
se le viene encima, que no cuenta con los recursos para refrenar esta voluntad materna
en la que se siente “objeto” del goce de la madre o “títere”, significante que remite a un
cuerpo sin vida ni subjetividad a merced del Otro que maneja sus hilos a voluntad.
No obstante esta falta de inscripción del nombre del padre, C describe a su padre como
“muy bueno”, pero incapaz o “débil” para paliar la voluntad de la madre. La paciente lo
expresa de la siguiente manera: “no ha podido poner límite a mi mamá en su violencia”.
Sin embargo, C comenta que la quería y sitúa en él una “mirada buena” que tenía con
ella, de donde se erige un armazón imaginario que si bien no es suficiente, permite cierto
sostén en el mundo. Esta propiedad de la mirada del otro es una constante en el caso de
la paciente que se repite colectivamente en la comunidad de la iglesia en la que hace lazo
como también individualmente en la erotomanía con el analista. Se trata de una mirada
que reconstituye el campo escópico en el registro de lo imaginario que la sostiene ante la
falta estructural de recursos desde lo simbólico.
En relación con los desarrollos teóricos sobre la psicosis que escribe Freud (1911, 1924),
se pueden identificar en la viñeta dos procesos o momentos que tiene lugar en la psicosis
que son la deslibidinización del mundo exterior y la posterior reconstrucción o
restablecimiento de la libido al mundo.
Comenzando por la deslibidinización del mundo, Freud (1911) explica a modo de
catástrofe interior como aquel momento de la psicosis en el cual la persona sustrae las
investiduras libidinales del mundo para replegarlas en una regresión hacia un punto de
fijación en el narcisismo. Freud precisa que todo resulta indiferente, sin envolvimiento y se
presenta una falta de interés libidinal, evidencia del sepultamiento del mundo que tiene
lugar como proyección de la catástrofe interior según la cual se sustrajo el amor de los
lazos con el experiencia exterior. Esta corriente regresiva de retraimiento de la libido al yo

27
es la culpable de la pérdida de lazos sociales sublimados que se produce en este
momento de la psicosis.
Se puede ubicar en la viñeta del caso de C el momento en que ella describe como
“derrumbe” en relación con la deslibidinización del mundo exterior, ya que allí la paciente
siente que dejó que el mundo se derrumbara y dice: “dejé que todo se cayera, incluso mi
maternidad”. Esto manifiesta la pérdida de los lazos con los otros, incluso con sus hijos,
tal como ella lo comenta, donde se retira la libido de los objetos en un movimiento de
replegación de la misma hacia el interior en donde se concentra a costas de la sustracción
del amor del mundo y sus objetos. Se puede identificar este momento como el
sepultamiento del mundo para C que lo vive como un derrumbe, lo que sería una caída al
vacío.
Un proceso posterior a este que describe Freud (1911, 1924), es la reconstrucción del
mundo exterior, o sea el restablecimiento de las investiduras libidinales de objeto que se
realiza en el trabajo de edificación del delirio en la psicosis. Esta misma formación
delirante es la que se identifica como la producción patológica. Si el desasimiento de la
libido se cumple mudo, este restablecimiento Freud lo caracteriza como la parte más
ruidosa que se cumple por el camino de la proyección.
El delirio como reconstrucción del mundo implica para Freud (1924) ya un intento de
curación del conflicto de la psicosis. En el relato de C, se puede determinar al delirio que
denomina como “trascendencia mundial” en el que relata que vive con absoluta certeza
que es conocida por todos y que es perseguida por la policía o por la doctora que la trata.
Relata que estos perseguidores querían matarla y que temblaba de miedo ante esto. Esta
construcción delirante del mundo producto de la proyección por la que se realiza, entrama
ya un intento de curación del conflicto de la psicosis donde fueron perturbados los
vínculos entre el yo y el mundo exterior a causa de la hiperpotencia del ello (Freud, 1924)
que se desata por una frustración externa. La reparación que realiza la psicosis en la
construcción delirante implica una compensación de la pérdida de realidad fruto del
estallido de la enfermedad. Es gracias a esta recomposición del mundo, que la paciente
puede reconstituir los lazos sociales y vínculos, de manera tal que ya en sí misma se trata
de un intento de curación, tal como lo explica Freud.
En el Seminario III, Lacan (1955/6) recupera y refuerza estos desarrollo freudianos donde
ubica la posibilidad de un desencadenamiento de la psicosis en determinado momento de
la vida de una persona que se inscribe en dicha estructura como consecuencia de la
forclusión del nombre del padre. En dicho seminario, se aborda la cuestión de los

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fenómenos del lenguaje en relación al estudio de la psicosis haciendo uso por momentos
de material que le aportan las presentaciones de enfermo, especialmente la que se ocupa
de analizar en la clase IV. Sin embargo, no se ahondará en la cuestión, dado que no hay
presencia de fenómenos del lenguaje en la viñeta del caso aquí presentado.
No obstante, Lacan (1955/6) resalta la función de la metáfora delirante en la psicosis, ese
intento de curación del que hablaba Freud, como aquella metáfora que viene a suplir la
ausencia de metáfora paterna por la falta de inscripción del nombre del padre en la
estructura. Así también, el delirio viene a cumplir una función de estabilización del sujeto
cuya psicosis fue desencadenada, en forma de metáfora como una manera de suplir la
carencia particular de su estructura. Esta debe haber sido la función para C de la
“trascendencia mundial” que se construye para ella como metáfora delirante ante la falta
en lo simbólico de la inscripción del nombre del padre.
Aunque este delirio era vivido por la paciente con absoluta certeza, más tarde logra
cuestionarlo de forma tal de encontrar una manera de andar menos penosa para ella que
no implicara el miedo ante la constante persecución del otro.
Sin embargo, por otro lado C niega que la cuestión de la erotomanía sea delirante, de
manera tal que se puede pensar que la erotomanía se trata de otro remodelamiento de la
realidad (Freud, 1924). Freud (1911) ubica a la erotomanía como otro producto de la
compulsión a proyectar de la psicosis donde proviene de afuera la percepción de ser
amada, en este caso, por el anterior analista.
Desde la perspectiva de Lacan (1955/6), este delirio erotómano estaría cumpliendo una
función para la estabilización de la paciente que no es posible aún de precisar. Ella lo
sostiene y se aferra a esta concepción de manera tal que podría tratarse de un
mecanismo compensatorio que la viene a sostener y se fundamenta en la “mirada de
amor” de quien ahí deja entrever su enamoramiento.
En definitiva, en una lectura desde los tres registros de Lacan (1955/6) se ubica en el
caso de C una falta de inscripción del nombre del padre en el registro simbólico que
implica una ausencia de significación fálica que limite ese deseo materno estragante. Ante
esta carencia no se produce la operación de la metáfora paterna, cuya función viene a ser
suplantada por la metáfora delirante que se construye en la psicosis como un modo de
estabilización posible.
En tanto, se producen compensaciones imaginarias ante la falta de recursos simbólicos.
En el registro de lo imaginario para C, se edifica un armazón que la sostiene en la
vertiente del padre quien aunque no lo suficientemente fuerte para mitigar la fuerza de la

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madre, brinda una mirada amorosa desde la cual C construye lazo. Tal mirada amorosa
es la que encuentra en la iglesia, a partir de la cual reconstituye sus vínculos a nivel
personal y social, pudiendo retomar la actividad laboral.
Ahora bien, en el registro de lo real, según Lacan (1955/6), es donde retorna lo forcluído.
Para el caso particular de C, el amor se le aparece como un puro real que la exalta, pero
que amenaza a desestabilizar su estructura particular con las características antes
descriptas, ante el peligro de un nuevo “derrumbe”.
El desarrollo hasta aquí realizado es el producto de la articulación del caso con la teoría
del psicoanálisis trabajando con el texto de la paciente desde el registro de la escucha.
Así, se ubica a la tarea del psicoanálisis en el uso que hace de la presentación de
enfermos orientada según la clínica de la escucha en la dimensión de la palabra. Esto
implica un paradigma particular desde el cual conversan teoría y práctica en articulaciones
como la recién expuesta que se refleja mejor con el concepto de praxis, donde se
interroga el caso desde la teoría y a ella misma se la confronta con la realidad.
Este paradigma difiere del paradigma de la clínica de la mirada característica de la
Medicina y en la cual se enmarca la psiquiatría como la ciencia de origen del dispositivo
de presentación de enfermos. Desde esta perspectiva, la mirada es el instrumento
fundamental del psiquiatra quien identifica signos y síntomas a fin de guiar su saber al
establecimiento de un diagnóstico ante el enfermo y la asistencia que afirme su posición
de poder y determine la verdad del saber sobre la enfermedad de la cual se trata.
Esta comparación teórica se puede aleccionar en una comparación del tratamiento de la
cuestión de la erotomanía en dos presentaciones de enfermos distintas: el recorte del
caso C y la presentación de De Clérambault citada anteriormente (ver Presentaciones de
enfermo de Gaëtan Gatian De Cérambault).
En principio, la presentación de enfermo de De Clérambault se inscribe en el paradigma
de la clínica de la mirada tal como fue anteriormente explicado. De esta forma, el
psiquiatra sabe de la erotomanía desde antes de la presentación que se erige como una
puesta en escena en la que él se dirige a la enferma en el interrogatorio calculando y
desplegando recursos con la finalidad de provocar la exposición de la enfermedad que él
ya supone para mostrarla ante toda la asistencia. Esta maniobra funciona desde el lugar
del psiquiatra que protagoniza este rito de la presentación en el que él se encuentra en
posesión del saber desde el cual hace a la enferma exponer su enfermedad, la
erotomanía en este caso, ante la asistencia afirmando de esta forma su posición de poder
desde donde se determina la verdad (Foucault, 2003).

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En contraposición, es desde la perspectiva de la clínica de la escucha que se orienta la
presentación del caso de C al modo en que las realizaba Lacan. En este caso, como ya
se dijo, se trata de la lectura del texto del paciente desde la escucha en una práctica de la
palabra en referencia a la teoría psicoanalítica. En la presentación, la entrevistadora no
contaba con la información previa sobre el caso de C, sino que entrevista a la paciente
desde el lugar que lo haría un psicoanalista que pone en juego su deseo y sigue los
requerimientos para la escucha necesaria en la tarea. Es imperante la no comprensión de
los dichos del entrevistado que propone Lacan, sino la interrogación por el sentido en
juego allí y la posición del sujeto. Lacan (1955/6) dice a los analistas: “Comprenden,
hacen mal” (p. 75). Esto implica que el lugar del entrevistador en sus presentaciones se
trata de una posición ética distinta de la posición de ocupar el lugar del ideal o del modelo
a imitar tal como comenta Valcarce (2010).
En el caso C de la presentación referida, la entrevistadora pregunta a la entrevistada
sobre cómo ella se da cuenta que el analista se había enamorado de ella, justamente
porque no se trata de comprender y detenerse allí, sino de interrogar por la percepción de
C sobre el enamoramiento que ella ubica en la mirada de amor. Esta posición es
francamente opuesta a la representada por De Clérambault, donde el psiquiatra se
posiciona en el lugar del saber y desde allí interroga y ejecuta sus maniobras para lograr
la confesión de la enfermedad de la paciente. La psicoanalista, aunque también se
encuentre entrevistando a una paciente, no se ubica en el lugar del saber, sino que no
comprende e interroga, dado que el saber se producirá allí en el discurso de la paciente a
quien entrevista. Por eso, se obra al nivel de las palabras con el instrumento de la
escucha y no de la mirada, lo que establece un paradigma distinto.
Recapitulando, del análisis de la presentación de enfermos se comprende que se trata de
un dispositivo de la práctica clínica originario de la psiquiatría en el marco del paradigma
médico de forma tal que se inscribe en la clínica de la mirada. Aún así, Lacan, formado en
psiquiatría y dedicado al psicoanálisis, hace uso de este dispositivo pero bajo los
mencionados cambios a partir de los cuales se enmarca este tipo de práctica en la
orientación del psicoanálisis bajo la clínica de la escucha. Una y otra clínica divergen y
definen dos distintos paradigmas que abren a la pregunta por la relación entre
psicoanálisis y psiquiatría.
Freud (1917) en su conferencia sobre psiquiatría y psicoanálisis orienta en la relación
entre estos campos de práctica y conocimiento. El autor señala que no hay una
contradicción entre ambos, aunque ubica que la principal diferencia entre ellos radica en

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la divergencia de métodos técnicos aplicados al acercamiento del objeto de estudio y su
causación. Al respecto, le critica a los médicos que dado que no oyen con atención lo que
los enfermos tienen para decirles, rechazan la posibilidad de una más profunda y valiosa
comprensión que pudiera surgir de dichas comunicaciones. Esta escucha de lo que el
paciente tiene para decir y de la lectura de su texto es lo que se resalta en la clínica de la
escucha en la que se incluye al psicoanálisis y el uso de la presentación de enfermos que
en él se hace.
Retomando, Freud (1917) plantea que el psicoanálisis continúa a la modalidad de estudio
de la psiquiatría al modo de un completamiento. Propone: “dejar que la concepción
psicoanalítica coexista y crezca en paz junto a la popular o a la psiquiátrica, hasta que se
presenten oportunidades en que ambas puedan influirse, cotejarse y conciliarse en una
decisión final” (p.224).
También cabe resaltar que ya en dicha conferencia, Freud (1917) rescata y defiende para
el psicoanálisis el derecho a aplicar su saber al campo de las ideas delirantes (afín a las
psicosis) con la esperanza que “al final -no sabemos dónde ni cuándo- cada partícula de
saber se traspondrá en un poder hacer, también en un poder hacer terapéutico” (p.234).
Parte importante de ese desarrollo del psicoanálisis que auguraba Freud, se puede
encontrar en la enseñanza de Lacan.
Por último, si la presentación de enfermos es un dispositivo psiquiátrico que Lacan
modifica y hace uso en el marco del psicoanálisis, se abre la pregunta por la posibilidad
de reconocer este dispositivo como psicoanalítico bajo esas condiciones. Para la
respuesta a este interrogante, la instalación de la transferencia se trata de una condición
fundamental para reconocer al dispositivo como psicoanalítico. Por lo tanto, se vuelve
imperiosa la pregunta sobre si es posible explorar el fenómeno de la transferencia en la
presentación de enfermos a fin de reconocerlo o no como dispositivo psicoanalítico.
Dicha pregunta excede la exposición realizada en este trabajo, pero queda planteado el
interrogante para ser retomado en futuras investigaciones.

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CONCLUSIÓN
El presente trabajo se propuso lograr una mejor comprensión de la presentación de
enfermos para el psicoanálisis a partir de los cambios que introduce Lacan en el
dispositivo y el análisis de un caso actual desde esta teoría.
Para el cumplimiento de dicho objetivo se realizó una revisión y articulación teórica desde
los desarrollos del psicoanálisis y con el auxilio de conceptos de Michel Foucault. Se
acudió al estudio de los antecedentes históricos del dispositivo para una mejor intelección
del uso que de él se hizo a través del tiempo.
De la comparación, resultó imprescindible un análisis de la divergencia entre la clínica de
la mirada en la que se enmarcan las presentaciones de enfermo de la psiquiatría clásica
como las de De Clérambault y la clínica de la escucha que orienta las presentaciones de
Lacan y sus seguidores psicoanalistas.
Se identificaron los cambios de Lacan en el dispositivo y sus implicancias a fin de
contextuar las presentaciones de enfermo que tienen lugar en la actualidad en relación al
psicoanálisis.
Se afirmó la hipótesis de que el uso de este dispositivo por parte del psicoanálisis se
orienta en la clínica de la escucha que supone la lectura del texto del paciente en
contraposición de la clínica de la mirada que entraña la mostración. Este postulado guió el
análisis del recorte de un caso actual, el de C, en una articulación entre la práctica y la
teoría dentro del marco teórico del psicoanálisis.
Para futuras investigaciones, quedaron planteados interrogantes a abordar en mayor
profundidad entre los cuales se rescatan el estudio de los efectos de las presentaciones
de enfermo en los pacientes y la posibilidad de explorar el fenómeno de la transferencia
en la presentación de enfermos a fin de reconocerlo o no como dispositivo psicoanalítico.
En conclusión, la presentación de enfermos se trata de un dispositivo originario de la
psiquiatría en el marco del modelo médico y de la clínica de la mirada que Lacan toma
para el psicoanálisis, cambia y usa. A este respecto, hay autores que ven en la
experiencia del dispositivo una oportunidad para transmitir el psicoanálisis, para ubicar en
ese encuentro la convergencia de la práctica, la teoría, la enseñanza y el aprendizaje. Se
produce allí una circulación del saber en la experiencia clínica entre los distintos
participantes. Otros postulan una posición más crítica que pone en duda y fomenta la
discusión sobre la pertinencia del uso de este dispositivo para el psicoanálisis.
En fin, la presentación de enfermos en la orientación del psicoanálisis es de un empleo
innegable y difundido en la actualidad que supone una experiencia entre pacientes,

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analistas y estudiantes, cuyo encuentro no es sin consecuencias: sin algún aprendizaje,
algún comentario posible, algún trabajo a futuro, algún beneficio o cualquier otro efecto
posterior. Esta tesis concluye como un acercamiento a la temática producto del pasaje por
el dispositivo en la formación profesional. De cualquier manera, para todos los
involucrados queda siempre de esta práctica algo para comentar, discutir y trabajar de lo
cual es posible obtener aportes para la práctica y la teoría del psicoanálisis.

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