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Historia de la Arquitectura de Mérida


La Ciudad de Mérida
Introducción
La historia arquitectónica de Mérida puede dividirse en cinco períodos: Colonial, Porfiriato, Post-
Revolucionario, Moderno y Contemporáneo. Cada uno tiene estilos y características propios que
responden a los requerimientos de su época.
Mérida, la Ciudad Blanca, fundada en 1542 por Francisco de Montejo y León, mejor conocido como “El
Mozo”, se encuentra en la Península de Yucatán en el sureste de México. Se edifico sobre las ruinas de
la antigua ciudad de T’ho y fue uno de los primeros lugares de México en ser colonizado por los
españoles, y esa influencia Española es bastante evidente en sus construcciones, utilizaron los materiales
de la región como la piedra, la cual no sólo tomaron de bancos de material, sino de las construcciones
edificadas al momento de su llegada, borrando con ello mucha de la historia anterior a ellos. El ensayo
de prueba y error es el resultado del estilo Arquitectónico Mexicano Colonial que tenemos hoy en día, el
cual ha durado por años debido a sus fuertes paredes.
Sin embargo, el paso del tiempo es inevitable y causa estragos en las construcciones y no hay manera de
evitar que estas casas se deterioren naturalmente por el sol y el clima. Debido a esto, muchas han sido
descuidadas y están en muy mal estado, siendo su destino convertirse en comercios, donde lo colonial ya
nada tiene que ver, sin embargo, mucha gente ha renovado sus casas. Posiblemente se ha dado cuenta
que estos edificios son una parte muy importante de nuestra historia, quizá como parte de algunos
programas del Ayuntamiento de rescatar fachadas y devolverles en cierto grado su esplendor original.
El resultado, es una mezcla entre antiguo y nuevo, histórico y moderno. Ahora las familias pueden
disfrutar del orgullo de poseer una casa antigua sabiendo que son parte de la vibrante Historia de
México. Inclusive los extranjeros han estado comprando estas casas para volverlas casas de verano (o
invierno) o re-venderlas o arrendarlas a un precio más elevado. Mérida siempre ha sido un lugar
excitante, pero este nuevo interés en el Estilo Colonial y preservación de las casas coloniales está
trayendo un nuevo estilo de vida a los residentes de Mérida.

Período colonial (1542 hasta el segundo tercio del siglo XIX): se inicia con la fundación de Mérida el 6
de enero de 1542, apegándose a las normas de urbanidad de esa época en España.
El espacio se organiza de manera jerárquica a través de secciones con diferente función: plaza central,
catedral, obispado, casas reales, residencia del conquistador, residencia de los vecinos y personajes más
importantes de la ciudad; mientras más cerca de la traza inicial mayor jerarquía.
Mucho tiene que ver la orden que vino a ocupar Yucatán para la conquista, la orden franciscana, la cual
en congruencia con su carisma de pobreza construyeron la mayoría de las veces iglesias sencillas, de una
sola nave en forma rectangular para recordar a la Iglesia primitiva, procurando también que los
conjuntos arquitectónicos guardaran ciertos elementos en común: atrios, cruces atriales, capillas abiertas,
capillas posas, puerta porciúncula, orientación tradicional, capilla del tercer orden, claustros, conventos,
entre otros. Esto contribuyó en gran medida a que en Yucatán no se observen construcciones con
grandes adornos como en otras partes del país donde se asentaron órdenes como los jesuitas y
dominicos.
A principios del siglo XVII Mérida inicia su expansión, los pueblos de indios, San Juan, Santa Lucía y
Mejorada se integran a la ciudad; Santiago y San Cristóbal se incorporan como barrios ocupados por
indios, mestizos, pardos, mulatos y algunos españoles.
En el siglo XVIII se consolida la estructura urbana, la ciudad se divide en 4 cuarteles de 24 a 40
manzanas cada uno, definiendo, con ello, legalmente la segregación racial.
Durante el siglo XIX había 123 manzanas delimitadas dentro de los cuarteles, de las cuales, 40 estaban
totalmente densificadas con construcciones permanentes, las cuales pertenecían a grandes señores o con
personas que habían alcanzando algún poder adquisitivo. Diferente era la situación en los barrios, donde
las viviendas eran de paja y había tierras para el cultivo.
Características Principales:
1.- Volumen prismático simple
2.- Acabados sin regla de cal bruñida o acabado de rajuela de piedra
3.- Gárgolas de piedra tallada para desalojo de aguas pluviales
4.- Arcos de medio punto
5.- Columnas toscanas y en algunos casos con capiteles tipo románico
6.- Balcones ajimesado o al ras del muro con barrotes de madera
7.- Remates de pináculos y almenas y en las esquinas cruces o elementos de cantera o argamasa
8.- Cornisas de piedra con molduras sencillas
Construcciones Representativas:
Siglo XVI
 1546-1600-Convento Franciscano
 1552-Iglesia de San Juan de Dios
 1575-Iglesia de Santa Lucía
 1542-1549-Casa de Montejo
 1598-La Catedral

Siglo XVII
 1609-Iglesia de la Candelaria
 1624-Iglesia de mejorada
 1637-1679-Iglesia de Santiago
 1690-Arcos de Dragones

Siglo XVIII
 1733-Iglesia de Santa Ana
 1741-El Ayuntamiento
 1767-La Ermita de Santa Isabel
 1797-Iglesia de San Cristóbal

Siglo XIX
 1833-Mercado Lucas de Gálvez
 1814-Remodelación de los Portales del Ayuntamiento
A continuación señalaré algunos ejemplos de Arquitectura Colonial y Porfiriato específicamente, en los
cuales se podrán observar las características arquitectónicas de este periodo.

Santiago Apóstol

El antiguo barrio de Santiago, ubicado a unas cuantas cuadras, al poniente, de la Plaza Principal, y
teniendo como eje una de las principales calles, la 59, ha sido testigo de primera línea de la
transformación de la ciudad desde tiempos prehispánicos.
De acuerdo con textos bibliográficos, desde antes de la fundación de Mérida, al oriente de la antigua
ciudad maya de "T'ho" hubo un asentamiento indígena al que los conquistadores bautizaron con el
nombre del evangelizador de España: Santiago.
El libro Mérida en los años veintes, de Francisco D. Montejo Baqueiro, señala que: "Santiago fue barrio
de indios e inclusive fue gobernado por caciques. Sus viviendas eran humildes chozas construidas en
forma anárquica y desordenada a la vera de sus caminos sin traza de calles. Era el centro de la
comunidad una plazoleta con un área de cien metros
cuadrados, aproximadamente, en cuyos contornos se encontraban grandes solares, algunos de ellos
habitados".
A su vez, los antropólogos José Fuentes Gómez y Magnolia Rosado Lugo, en su libro Mérida, el azar y
la memoria, al establecer dentro de la ciudad a Santiago hacia el siglo XVII, señalan: "Se ubica cuatro
cuadras al oeste y una al norte de la plaza, su plazuela era el límite oeste de la calle de la plazoleta de
Mérida, -actual calle 59-; a sus flancos estaban la propiedad jesuita donada por Martín de Palomar, los
patios traseros de las casas del cabildo y gobierno y algunas de las más elegantes residencias de los
encomenderos".
Los mismos autores afirman que después de 1660 se inició un proceso de expansión hacia las afueras de
la ciudad, que afectó a Santiago, ya que los solares que rodeaban la plazuela y la iglesia fueron ocupados
por los españoles.
La consecuencia de la integración de un pueblo como barrio de la ciudad fue la presencia de otras etnias
distintas a las autóctonas y europeas, como las mezclas de pardos, mestizos y criollos, varios de los
cuales "eran gente calificada: carpinteros, sastres, barberos, herreros y otros eran sirvientes".
Junto con otros barrios como Santa Catarina, San Sebastián y San Cristóbal, tuvieron sus gobiernos
propios, no estaban sujetos a ninguna encomienda y sus tributos los pagaban directamente en la Real
Hacienda.
Por Don Eligio Ancona, se tiene alguna referencia del “Camino de Santa Catarina” el cual llevaba a las
ruinas de un templo con el mismo nombre, este camino iba de la calle 59 x 72 hasta cruzar con las 94.
En su tramo de la 60 hasta la 72 se llamaba “Camino real de Santiago” y en ella se encontró un templo,
que hoy ha desaparecido, al que se le dio por nombre La Sacra Familia, Jes´s, María y José.
Santiago es célebre porque el Camino Real llevaba hasta Sisal, el gran puerto de Yucatán, mucho antes
que Progreso de Castro, le quitara el título, su fiesta de la Cruz y sus ferias hablan de la vida tan activa
que se desarrollaba en este barrio.
En los umbrales del presente siglo fue inaugurado otro escenario santiaguero -hoy día ya desaparecido-,
en donde varias generaciones de meridanos se dieron cita para presenciar corridas de toros, espectáculos
circenses y hasta obras teatrales: el Circo Teatro Yucateco, fue abierto al público la tarde del 17 de junio
de 1900, cuando se ofreció una corrida de toros.
Inalterable durante muchos años, la plazoleta de Santiago experimentó varias transformaciones en la
década de los veintes que hicieron más agradable el panorama del barrio. La apertura de nuevos
comercios y establecimientos y la construcción del mercado aceleraron el desarrollo de ese rincón
meridano.
Las salas cinematográficas también formaron parte - como hasta ahora- del ambiente alegre y dinámico
de un barrio lleno de recuerdos. En 1914, en el costado poniente del parque se inauguró el cine Frontera,
en el mismo sitio donde, a principios de siglo, funcionó un hotel de igual nombre. A partir de noviembre
de 1924, el salón cinematográfico se denominó Rialto. Hoy día en ese sitio hay un supermercado. En
1915 abrió sus puertas al público el Salón Apolo, fundado por la empresa "Juan Gálvez Torre y Cía.", al
norte de la plazoleta. La fachada del teatro, donde no sólo se exhibían películas sino espectáculos de
zarzuelas y operetas, representaba el rostro de un payaso con enorme boca abierta, que era la entrada. En
1922 se convirtió en el cinema Rívoli y después de muchos años se le cambió el nombre a Rex, como
hasta la fecha.
Entre 1982 y 1984, la plazoleta experimentó algunas remodelaciones. Se erigió una tribuna para los
espectadores, se pavimentó con ladrillos rosados las avenidas, y las calles adyacentes a la iglesia,
específicamente las del norte y sur, fueron mejoradas y cerradas al tránsito.
Algunos personajes que nacieron o residieron también en alguna época en ese barrio y se han ganado un
sitio en la historia son: el prócer y benemérito del Estado Gral. Manuel Cepeda Peraza, el actor Arturo
de Córdova (Arturo García Rodríguez) y el compositor Guadalupe Trigo (Alfonso Ontiveros).Mons.
Crescencio Carrillo y Ancona, obispo de Yucatán, vivió también parte de su infancia en el suburbio, y el
destacado pedagogo D. Rodolfo Menéndez de la Peña.
La iglesia es parte importante del núcleo de un barrio. De acuerdo con la leyenda grabada en un arco de
la entrada principal del templo, se supone que se terminó de construir en 1637.
En la iglesia de Santiago fue enterrado el corazón de uno de los primeros obispos de Yucatán, Fray Luis
de Piña y Mazo, quien murió en1795. Así consta en una lápida de piedra, escrita en castellano antiguo,
empotrada en el muro norte del presbiterio del templo.
En el interior de la iglesia de Santiago, donde se supone estuvo la capilla abierta o "de indios", en el
costado sur del presbiterio - sitio habitual del Cristo de la Transfiguración- hay una placa de piedra
empotrada en uno de los muros que indica que en ese recinto se celebró la primera misa de la ciudad, y
que el recinto fue destruido en 1916 por la "agitación política sectaria".
Espadaña, utilizada por los franciscanos en lugar de torres de campanario. Remates con pináculos
Arcos de medio punto, imágenes alegóricas, marcos de piedra
Arcos de medio punto en los interiores con derrames y molduras sencillas
Derrames en puertas y ventanas
Remates de pináculos y almenas y en las esquinas cruces o elementos de cantera

Santa Ana
El barrio de Santa Ana estuvo habitado de artesanos y jornaleros durante la época colonial que registró
rápido desarrollo a partir del trazo de una calzada desde la Plaza Grande en el siglo XVIII y la
construcción de su peculiar templo, el parque de Santa Ana, el cual también tiene una historia que
contar. En los primeros años del siglo XVIII, el gobernador y capitán general de Yucatán Antonio de
Figueroa y Silva mandó trazar una calle derecha desde el entonces Palacio Episcopal (hoy edificio del
MACAY) hacia el norte, engalanada por ocho arcos de cantería, de modo que el panorama del barrio de
Santa Ana sufrió un cambio radical que aceleró su desarrollo, originalmente a la calle que conducía a
Santa Ana se le llamo Calle Progreso, porque era la vía que conducía para el puerto de Yucatán. En
1729, el mismo personaje, a quien apodaban "El manco", mandó erigir el templo de Santa Ana -se
presume que sobre un basamento maya- en el sitio donde estaba ubicada antigua capilla abierta. La obra
incluyó una pequeña alameda a manera de plaza establecida en lo que ahora es la esquina de la calle 47 y
la calle 60, que en un principio se llamó Paseo de Santa Ana (el actual parque).
El desarrollo del proyecto logró alargar la zona habitacional de la población criolla (la población blanca)
más al norte de lo que hasta entonces incluía hasta el parque de Santa Lucía. Con ello se alejó a negros,
mulatos e indígenas del centro de Mérida. Estos últimos pobladores pertenecían a la clase trabajadora
que prestaba sus servicios a la ciudad que, desde su fundación en 1542, no paraba de expandirse.
La obra, que se concluyó en 1733, no la pudo contemplar terminada su promotor, ya que la muerte lo
sorprendió en las selvas del oriente del Estado después de combatir con éxito a los corsarios de Belice.
Una placa de piedra colocada en la fachada principal exterior del recinto, con inscripción en castellano
antiguo, indica que allí reposan los restos mortales de su constructor.
El parque y barrio de Santa Ana de Mérida, México, forma parte actualmente del centro histórico de la
capital de Yucatán. El parque está ubicado en la esquina de la calle 60 con la calle 47 e incluye, además
del templo católico, un mercado público ambos homónimos. La fiesta del barrio se celebra el 26 de julio,
sin embargo con el paso de los años esta tradición, al igual que en muchos barrios, ha desaparecido.
Con respecto a la evolución que sufrió el barrio de Santa Ana, en el capítulo "La invención y evolución
de Mérida: siglos XVI, XVII y XVIII", del libro "Mérida el azar y la memoria", los antropólogos José
Fuentes Gómez y Magnolia Rosado Lugo comentan lo siguiente: "En lo que entonces era el extremo
norte de la ciudad, se erigió de 1729 a 1733, por deseo del gobernador y capitán general Antonio de
Figueroa y Silva, la iglesia de Santa Ana, para llegar a la cual se abrió un paseo que iba de Santa Lucía a
ese punto, con sendos arcos -demolidos en el siglo XIX- en sus extremos. Aunque no aparece en los
registros históricos, antes de 1600 Santa Ana probablemente formó parte de Santa Lucía y en esa parte
se cultivaban muchos solares con frutas y hortalizas para el consumo de los vecinos de Mérida. Desde
1733 tuvo una iglesia de cal y canto mandada a edificar por deseo del gobernador y capitán general
Antonio de Figueroa y Silva y se abrió una calzada para comunicarla con el casco central". Una cita del
trotamundos Juan Federico Maximiliano Waldeck -Barón de Waldeck- en su visita a Mérida, en 1834,
que aparece en el libro "Visiones de Mérida 1542-1942", precisa que en esa época la ciudad tenía 37,801
habitantes, de los cuales 3,984 vivían en el suburbio de Santa Ana, lo que da una idea del conglomerado
humano en esa parte de la urbe. Sobre el tipo de población que tenían algunos de los antiguos sectores de
la ciudad, en el mencionado libro "Mérida: el azar y la memoria", el Lic. Jorge Bolio Osés, en su
capítulo "Mérida y su centro histórico: una relación conflictiva", indica: "Los suburbios de la ciudad se
destinaron a diferentes etnias y estratos ocupacionales de población no española (jornaleros, campesinos,
que trabajan para el encomendero, artesanos, etc.) Algunas de estas áreas, como Santiago, Santa
Catarina, San Sebastián, Santa Ana, San Cristóbal y Santa Lucía, dieron origen a barrios habitacionales
que se desarrollaron principalmente durante los siglos XVII y XVIII".
Arcos de medio punto, marcos de piedra, decoración sencilla. En esta imagen puede verse que en un
intento de conservar la edificación se ha cubierto la piedra en color rojo para su protección.
Volúmenes simples, arco de medio punto, remates con pináculos más pronunciados, marcos de piedra,
escalinata que muestra fue construida sobre un basamento maya.

Arco de San Juán


Los arcos de la ciudad de Mérida, fueron construidos alrededor del año de 1690, bajo el Gobierno del
General Juan José de la Bárcena, este arco en específico se encuentra en el barrio de San Juan de Mérida,
México, el cual está en la calle 61 entre 58 y 69 en el centro histórico. El objetivo principal de su
construcción fue la demarcación hipotética del núcleo central de la capital diferenciándose de las
jurisdicciones parroquiales de los barrios y sirviendo como extramuros donde habitarían los nativos y
también como adorno en las calles. Vale la pena admirar los arcos que se encuentran en la calle 61, calle
63 y calle 64, el arco de "San Juan" en la calle 61, el arco de "Dragones" calle 63, y el arco "X-Cul
Arco".
Estos arcos fueron construidos por el Ing. Militar Manuel de Zezera. Son únicos en la República
Mexicana y son los monumentos más originales con los que cuenta la ciudad de Mérida.
Remates de pináculos y almenas y en las esquinas cruces o elementos de cantera o argamasa (arriba).
Probablemente las construcciones a los costados fueron construidas posteriormente, por lo que el arco
quedo ahogado dentro de los muros.

La Unión, Casa de Don Felipe G. Cantón

Es edificio que a simple vista pudiera uno suponer que se encuentra en Paseo Montejo, con sorpresa se
alcanza creer que fue levantado los época de la Colonia. Esta mansión fue ocupada por un gobernador y
capitán general de la provincia. A lo largo de su historia ha tendido señaladas características que la
hacen sobresalir, quizás la más notable es el haber sido la primera casa de dos pisos en la ciudad de
Mérida. Protagonista de la historia la mansión se torna una exponente de la arquitectura afrancesada del
Porfiriato como lo había sido de la sobria era colonial. Si la arquitectura es el testigo insobornable de la
historia esta centenaria mansión ha permanecido y ha cumplido ese destino: mostrar la época en que se
vive. La casona fue sede del legendario club social La Unión que agrupara en otra época a la corriente
liberal de la ciudad, en tanto El Liceo agrupaba a La Lonja. En los tiempos en que la mansión fuera sede
de La Unión fue nombrada Patrimonio de la Nación. Ahora, el nieto de don Felipe, Raúl E. Casares G.
Cantón, abre un nuevo capítulo. Tras cuatro años de esfuerzos y de cuidad todos los detalles el señor
Casares logra reponerle a la legendaria casona un antiguo esplendor, combinándolo con el confort
contemporáneo. Asomarse a este espacio singular de la ciudad de Mérida y es contemplar parte de su
historia.
Originalmente parte de una ciudad amurallada, esta residencia fue primero el hogar de un gobernador
asignado por el Rey de España, y más tarde, de un número de nobles del Nuevo Mundo. Aunque la
crónica de la mansión en el parque abarca más de tres siglos, la historia real del hotel comienza a finales
del siglo XIX cuando Felipe G. Cantón renueva la propiedad para su creciente familia. Desde los altos
techos hasta las “alfombras” de patrones de azulejos tan típicos de la época, Don Felipe vistió su casa de
un estilo neoclásico digno de funcionarios y viajeros distinguidos. Así comenzó una nueva era de la
hospitalidad de este rincón del parque. Muchos capítulos se han añadido a la historia desde que los hijos
de Don Felipe partieron de casa y adaptaron el espacio para el comercio. Al ser el centro de ocio y lugar
de encuentro para el club social La Unión, la mansión fue nombrada Patrimonio de la Nación. Algunos
de los más viejos de Mérida aún recuerdan la música y los glamorosos bailes de la alta sociedad que
cada año tenían lugar en el Carnaval. Hoy, después de un millón de detalles y más de cuatro años de
arduo trabajo, Raúl E. Casares G. Cantón, el actual dueño y nieto de Don Felipe, da la bienvenida a los
huéspedes a la casa de su familia. Meticulosamente restaurada, actualmente Mansión Mérida es una vez
más la atención de muchos.
Período del Porfiriato (último tercio del siglo XIX hasta 1915):
Esta época comprende una de los periodos más importantes en la historia de Yucatán en general y de
Mérida en particular: el auge henequenero, que dio a la entidad riqueza y prosperidad, y que vivió sus
mejores días bajo la dictadura de Porfirio Díaz, cuyo poder terminó con la Revolución Mexicana de
1910.
Los 30 años que duró el gobierno de Porfirio Díaz fueron de mucha actividad arquitectónica; la ciudad
creció y se transformó considerablemente. Se construyeron El Paseo de Montejo y el de Reforma, que
quedaron flanqueados de suntuosas residencias, al igual que las colonias en donde vivían las clases más
adineradas. Durante el Porfiriato el cultivo, la industrialización y el comercio del henequén generaron
tantas ganancias que opacaron y prácticamente paralizaron en Yucatán otras actividades productivas tan
importantes como la ganadería. Todo esto propició la aparición de ciertas circunstancias políticas,
económicas y sociales que se pueden sintetizar de la siguiente manera:
1 El afianzamiento de la paz interna aplicando los métodos políticos y gubernamentales establecidos por
la dictadura.
2 La aparición de signos de prosperidad derivados del auge del henequén y que contribuyeron a la
creación del sistema ferrocarrilero local y a la realización de importantes obras materiales en la ciudad
de Mérida y otras poblaciones.
3 El nacimiento de una clase económica reducida que no solamente controló la riqueza (agricultura,
finanzas, comunicaciones, etc.), sino también el poder político).
4 La profundización de las desigualdades sociales y económicas entre las diversas capas de la población
yucateca. Como ejemplo principal de lo anterior, pueden citarse las condiciones de los peones de las
fincas y de los trabajadores urbanos.
5 El clima de asfixiante opresión política creada por los jefes políticos en sus respectivas jurisdicciones,
y que acabó con las prácticas democráticas y los más elementales derechos individuales.
Este grupo, representado principalmente por los hacendados henequeneros y los políticos y comerciantes
ligados a ellos, trae a Yucatán las modas y la cultura de vanguardia del mundo desarrollado, para su uso
y goce exclusivos, llegando incluso al extremo de importar a los propios profesionales, artistas y
técnicos para que les sirvan. El auge henequenero y las condiciones sociopolíticas establecidas y
sostenidas por el régimen porfirista en Yucatán, permitieron que un pequeño grupo de gente acaparara
enormes riquezas y con ello el control cultural de la entidad, hecho que también influyó grandemente
para producir esas circunstancias o características especiales de la arquitectura local.

Todo esto genera entonces una notable modificación de la arquitectura regional, pues los antiguos
modelos coloniales y los de la época independiente (con características muy similares) son
violentamente transformados y sustituidos por las nuevas modas academicistas de corte ecléctico. Esta
transformación no solo se dio en la arquitectura de Mérida, sino que abarcó a toda la región, incluyendo
a los ranchos y las haciendas. El neoclásico en su versión decimonónica, el neogótico y la corriente
ecléctica arquitectónica, se constituyen como modas que cunden, no solo entre el grupo de poder, sino
también en el resto de la sociedad burguesa que de acuerdo con sus posibilidades, imita o interpreta los
cánones formales y expresivos de estas corrientes, tendencias o estilos. Esta industria registró en realidad
un tremendo impulso desde 1880, ya que a partir de ese año se modernizaron los instrumentos de trabajo
y los medios de comunicación y transporte; el mejor ejemplo es la introducción del ferrocarril, en 1875,
con la ruta Mérida-Progreso. La red ferroviaria, que sirvió para aligerar el traslado de las pacas de
henequén hasta el puerto para su embarque, se extendería después a otros lugares del estado como
Valladolid, Peto y Ticul, y en 1898 se amplió hasta el estado de Campeche. Así, resultado del orgullo de
la romántica y positivista época porfiriana fueron las obras del alumbrado público, los tranvías, el tren, el
saneamiento de la ciudad, aunque no pudieron beneficiar a toda la ciudad. El telégrafo, introducido en
tiempos del Imperio, también se extendió en gran parte de la región. Este mejoramiento de las
comunicaciones llevó a los capitalistas yucatecos a pensar que Mérida -importante centro político y
administrativo- no podía quedar al margen de las mejoras materiales que se daban en otras ciudades del
país, así que de inmediato emprendieron su transformación. Los servicios públicos fueron los primeros
en modernizarse. El antiguo sistema de alumbrado de lámparas de petróleo dio paso a los focos
eléctricos, principalmente en las calles del centro de la capital; se intentó pavimentar y adoquinar todas
las calles, intento sin grandes logros, debido a los lodazales formados por las lluvias; también se hicieron
planes para un sistema de drenaje, pues los problemas sanitarios resultantes de la acumulación de agua y
desechos orgánicos eran fuente de infección y muerte, sobre todo en la población infantil; sin embargo,
el proyecto tampoco cristalizó. La introducción de tranvías tirados por mulas también creó conflictos
sanitarios, puesto que los desechos orgánicos de los animales eran una fuente continua de infección y
contagio, aunque a final de cuentas el tranvía fue un elemento modernizador muy bien aceptado que
pronto comenzó a recorrer los principales puntos de Mérida, situación que también ocasionó algunos
accidentes como atropellamientos o caídas de pasajeros "pasados de copas". El cambio de patrones
culturales entre los Meridanos incluyó también el conocimiento de los grandes inventos de la época;
como el fonógrafo y el cinematógrafo de Lumiére, con el que se ofrecían exhibiciones en el Teatro Peón
Contreras y el desaparecido Circo Teatro
Yucateco, así como los grandes progresos de la fotografía que se podían palpar en los periódicos locales.
En aquel periodo del gobierno porfirista, en el que aparentemente existía una "tranquilidad pública"
muchos intelectuales mexicanos llegaron a pensar que el progreso del país era posible gracias al
aprovechamiento del potencial de trabajo de una densa población indígena; así, pensaban, México se
podía convertir en un país "civilizado", cómo los existentes en la Europa "culta y desarrollada". Y para
lograr tal transformación era necesario crear una imagen ante el exterior: se proporcionó información
sobre el país en exposiciones internacionales de Francia y Estados Unidos a fin de promover las ventajas
de invertir en México. Los esfuerzos rindieron frutos y capitalistas extranjeros, especialmente ingleses,
comenzaron a impulsar diversas ramas de la economía nacional. Por otro lado, insistiendo en los
postulados liberales que llevarían a México a integrar el grupo de "las grandes naciones", los
intelectuales porfirianos hicieron énfasis en la educación y el trabajo.
Es durante esta época que se construyen nuevos edificios para albergar instituciones públicas. El
Registro Civil (64 entre 65 y 67) en 1905, los hospitales O'Horan y Ayala, inaugurados conjuntamente
con la última etapa de la Penitenciaria Juárez por el presidente Porfirio Díaz en 1906. El local de
salubridad en el paseo de la Reforma (72 por 55) en 1910, el Palacio Federal, ahora Correos, en 1908.
También son edificadas las escuelas de los barrios de la Mejorada, San Sebastián y Santiago. Se
construye para adorno de la ciudad y satisfacción de la vanidad de la sociedad meridense el local
magnífico del nuevo teatro Peón Contreras, inaugurado en 1908. Aparecen también en esta época los
primeros edificios construidos para hoteles, aunque ya existían casas adaptadas. El Gran Hotel en 1902 y
pocos años después el Regis, ambos en la 60 por 59, son de tres plantas con patio de corredores y
columnas corintias. En la zona comercial hubo nuevos edificios: El Candado (60 por 65), El Siglo XIX y
el edificio de la Ritter y Bock. También los locales de los bancos: Nacional de México, (50 por 56 ya
demolido), el Banco Yucateco (58 entre 65 y 67) con su fachada neoclásica rematada por un gran
frontón y el Banco Mercantil en la 65 entre 60 y 62. Por su parte, el clero construyó la iglesia de San
José de la Montaña al sur de la ciudad (60 por 79), la iglesia de Lourdes, consagrada en 1908, y el
conjunto del "Pich": el ex asilo de huérfanos con su iglesia neogótica consagrada en 1890 (53 por 54). Se
termina la construcción el templo de San Sebastián y anexo a él un cuartel con su portal al frente. Hacia
finales del siglo XIX, en 1883, se destruye la antigua casa de los Gobernadores para construir un nuevo
local inaugurado en 1892, más de acorde con la dinámica económica de la explotación del henequén. Sin
embargo, lo que realmente definió a este período fueron las modificaciones urbanísticas: el Paseo de la
59, el paseo de la Reforma, y sobre todo el Paseo de Montejo; en todos éstos
se construyeron espléndidas residencias para los hacendados y grandes comerciantes, que habían
comenzado a construir en el camino y la plaza de Itzimná. Edificados desde finales del siglo XIX (y
principalmente entre 1902 y 1905), éstas son casas rodeadas de jardines, de una o dos plantas, en
muchos casos sobre sótanos o una elevación, en muchos casos con la decoración ecléctica en boga en
aquel entonces. Ejemplos de éstos son Las Casas Cámara y el Palacio Cantón en el Paseo de Montejo; la
casa de las familias Monzo y Cicero en la Plaza de Itzimná, el Pinar y la ahora escuela para invidentes en
la 60, así muchas otras hasta unas 40 aproximadamente. De igual manera fueron construidos en el centro
de la ciudad un gran número de casas de una y dos plantas, de gran tamaño conservando el patio central
tradicional y el alineamiento. De los mejores ejemplos son el Instituto Benjamín Franklin, la casa del
gobernador Olegario Molina en el parque de la Mejorada con 57; el actual local de la Biblioteca del
Estado, el conjunto en el cruce las calles 61 por 66; el local de medicina familiar del IMSS (59 por 64), y
la casa de la esquina sureste de la calles 60 por 69. Hay algunos ejemplos como la Casa del Lagarto, las
tres casas en la 59 en su tramo de la 61 por 54. En otros casos, a diferencia de las otras del centro, son
antecedidas por un pequeño jardín o un portal y en algunas casas no cuentan con patio central. En este
sentido son más cercanos a los del Paseo de Montejo e Itzimná en su aspecto compacto y extrovertido.
Durante este período se inicia la construcción del Paseo de Montejo, en el que destacan las aceras
arboladas para el tránsito peatonal, glorietas para monumentos y fuentes, amplios arroyos para
circulación vehicular y empleo de camellones centrales, así como viviendas con amplios jardines al
frente y a ambos lados. Este diseño está inspirado en los campos elíseos en Francia.
En el centro de la ciudad las nuevas manifestaciones arquitectónicas aparecieron en la mayor parte de los
casos, sobre la misma estructura colonial existente, misma que fue ‘reciclada’ y convertida al
eclecticismo, tal es el caso de muchas de las casonas del centro, a las cuales se les fueron adosando
adornos y revestimientos de la tendencia, a tan grado que en algunos casos resulta difícil encontrar lo
colonial.
El estilo Ecléctico tiene cuatro tendencias: neoclásica, afrancesada, manierista-barroquizante y
neogótica, que comparten elementos en común pero que tienen características muy propias. Los
elementos comunes de esta corriente arquitectónica son:
Características:
 Verticalidad en puertas y ventanas
 Pórtico alejado de la calle y en nivel elevado para jerarquizar los edificios
 Escalinatas de acceso
 Vestíbulos de grandes dimensiones y a doble altura
 Algunas casas con semisótano
 Profusión ornamental en carpintería y herrería
 Remates tipo crestería con elementos vegetales, escudos, etc.
Tendencia Neoclásica:
 Entablamentos con frontones, cornisas simples y con dentículo y frisos con triglifos
 Cornisas y molduras corridas en la parte superior y a lo largo de la fachada
 Vanos enmarcados con jambas sobresalientes del paño general
 Usos de los ordenes jónico, corintio y mixto en columnas y capiteles
 Pilastras simuladas adosadas
 Almohadillas en tablas, biselado y bocelado
 Ménsulas
 Escudos, guirnaldas, pebeteros.
Edificios con tendencia neoclásica: Casa Peón de Regil y Ateneo de Mérida.
Tendencia Afrancesada (Renacimiento Francés):
 Techumbre tipo mansarda
 Ventanas lucarnas rematadas con frontoncillos
 Tableros con trofeos
 Guirnaldas
 Remates de las balaustradas y de los enmarcamientos de los accesos en forma de pebeteros
 Conchas y medallones ovales
 Herrería en puertas, enverjados, barandales de balcón
 Toldo acristalado en acceso
Edificios con tendencia afrancesada: Casa Cámara, Correos, ‘El Pinar’, Euromuebles.
Tendencia manierista-barroquizante
 Desarrollo de diversos planos en fachada
 Columnas exentas y adosadas o encajonadas en nichos
 Frontones abiertos con su parte central terminada en volutas
 Arquitrabes y cornisas curvadas
 Balcones salientes
 Columnas salomónicas
 Complejo sistema almohadillado
 Dovelas flotantes
 Frontones y frontoncillos con el borde superior quebrantado o con el borde inferior interrumpido.
Edificios con tendencia manierista-barroquizante: Palacio Cantón, edificio Ritter & Bock, casa 59x54,
casa 59x60 y62.

Tendencia Neogótica:
 Verticalidad en las fachadas
 Torres esbeltas
 Arcos ojivales en puertas y ventanas
 Vitrales y rosetones
 Nervaduras en la cubierta
 Elementos decorativos en los remates (cruces y pináculos)
 Crestería
 Pinturas religiosas en el plafón
Edificios con tendencia neogótica: Capilla del Carmen, Capilla San José.

Iglesia de Lourdes

Se ubica en la calle 65 por 38. La primera piedra se colocó a fines del siglo XIX, el 11 de febrero de
1889, cuya capilla fue consagrada el 9 de febrero de 1908. El inmueble en que se ubica consta de capilla,
atrio, ex casa rural y huerta. La capilla consta de tres naves, coro, presbiterio, sacristía y un gran salón.
Destacan sus pisos de mosaico, mármol y de ladrillo francés.
Molduras a todo lo largo del la construcción, almohadillados que resaltan la volumetría y remates con
pebeteros.
En el interior aún pueden observarse los arcos de medio punto soportados por columnas, llama la
atención el plafón de madera, el cual le da una gran presencia y de inmediato nos lleva a otra época.
Columnas y pisos de mármol
El coro, donde puede apreciarse la herrería, característica de este estilo, así como los vitrales que
adornan y dan luz.
Molduras con detalles religiosos

El Minarete
Ubicada sobre Paseo de Montejo y marcada con el número 473, se levanta la casa conocida como El
Minarete, se sabe fue construida por el Dr. Álvaro Medina Ayora en 1908. Su hermano el Ing. Miguel
Medina Ayora, el cual fungía como Director de Obras Públicas del Estado, dirigió la construcción de la
obra.
Entre sus características tiene un estilo de arquitectura neoclásica, propia del siglo XIX y es otra de las
pocas casonas que han subsistido al deterioro de la belleza urbana original de la avenida, y que aún le
dan vista y presencia histórica al Paseo de Montejo, testigo de una época del esplendor, no solo del
Estado sino del país.
Asimismo esta residencia se encuentra desplantada del piso permitiendo espacio para el sótano,
conforme al estilo francés, ya que esta práctica era comúnmente utilizada para evitar inundaciones
dentro de la casa.
La residencia cuenta con un pórtico delimitado por columnas de estilo jónico y un alto mirador de
influencia morisca. Aunque no fue la única casona con esta característica árabe, pues en el extremo norte
del Paseo de Montejo se encontraba una mansión denominada “la Casa de la Reina de Montejo”,
propiedad ya desaparecida.

En 1971, los herederos del Dr. Medina la remozaron por completo, manteniendo aún los decorados de
yeso en el los plafones interiores los cuales llama la atención por el tema agrícola de flores y elotes,
quizá en alusión a una época que gracias al cultivo alcanzo tal esplendor. También se conservan los
sanitarios de porcelana y la escalera en espiral que conduce al mirador.
Donde originalmente debió haber habido un jardín con una fuente sobre un cenote, como pocas casas de
paseo Montejo ahora se extiende un estacionamiento que pertenece a la sede regional de las oficinas
administrativas de la compañía telefónica Axtel.

Cornisas y Molduras corridas a todo lo largo de la construcción en la parte superior.


Escalinatas, balaustradas y enverjados
Pebeteros, guirnaldas, escudos
Mirador con influencia morisca, herrería profusa en balcones y ménsulas.
En esta imagen puede apreciarse parte del semisótano.
Fuentes:
Estilos Arquitectónicos de Mérida: Historia Ilustrada, Desde Su Fundación Hasta la Actualidad. Arq.
Ileana Lara Navarrete. Dante, 1998.
Un paseo por Mérida. Fascículo 4. Cronista Gonzalo Muñoz Navarrete.
Crónicas 2009. Cronista Gonzalo Muñoz Navarrete y Jorge H. Álvarez Rendón. Ayuntamiento de
Mérida, 2010.
Revista Yucatán Explore, travel tips del viajero. Diciembre 2013.
Apuntes tomados en clase “Diplomado Historia de la Arquitectura de Mérida”.

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