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CONCEPTO DE SALUD SEXUAL EN LA OMS

Estudiamos en detalle la evolucioó n que ha tenido el concepto de salud sexual desde que tuvo lugar su
primera definicioó n. ¿Que es salud sexual?
Al díóa de hoy, hay varias definiciones "oficiales" de salud sexual:
1. La definición de salud sexual 1975

"Una cantidad creciente de conocimiento indica que en muchas culturas los problemas con la sexualidad humana son
maó s danñ inos y maó s importantes para el bienestar y la salud de los individuos, de lo que se habíóa previamente
reconocido, y que existe una relacioó n importante entre la ignorancia sexual y las mal interpretaciones con los
problemas diversos de salud y de calidad de vida.
Mientras que reconocemos que es difíócil llegar a una definicioó n universalmente aceptable de la totalidad de sexualidad
humana, la siguiente definicioó n de salud sexual se presenta como un paso en esta direccioó n:
La salud sexual es la integración de los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales, y sociales de ser sexual, de tal
forma que enriquezca positivamente y mejoren la personalidad, la comunicación, y el amor.

Fundamental en este concepto es el derecho a la información sexual y el derecho para el placer.”


El documento entonces cita dos expertos confirmando que "el concepto de salud sexual incluye tres elementos
baó sicos:
1. “una capacidad para disfrutar y controlar el comportamiento sexual y reproductivo de acuerdo con la eó tica social y
personal,
2. libre de miedo, verguü enza, culpa, creencias falsas, y otros factores psicoloó gicos que inhiben la respuesta sexual y
deterioran la relacioó n sexual,
3. libertad de indisposiciones, enfermedades, y deficiencias orgaó nicas que interfieran con las funciones sexuales y
reproductivas."
La OMS concluye:

"Entonces la nocioó n de salud sexual implica un acercamiento positivo a la sexualidad humana, y el propoó sito del
cuidado de la salud sexual debe ser el mejoramiento de la vida y las relaciones personales y no meramente la
conserjeríóa y el cuidado relacionado con la reproduccioó n o las enfermedades sexualmente transmitidas."
2. La definición de salud sexual de 2001
La salud sexual es la experiencia del proceso progresivo para bienestar fíósico, psicoloó gico, y socio-cultural relacionado
con la sexualidad. La salud sexual es evidenciada por las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales
que estaó n albergadas en un armonioso bienestar personal y social, este enriquece la vida individual y social. No es
meramente la ausencia de disfuncioó n, malestar o enfermedad. Para la salud sexual lograrse y mantener es necesario
que los derechos sexuales de todas las personas se reconozcan y sean respetados.
En esta definicioó n la sexualidad es una parte integral de la vida humana. Lleva el potencial imponente de crear nueva
vida. Puede fomentar la intimidad y el acercamiento a la vez que compartimos placer en nuestras relaciones. Llena
varias necesidades personales y sociales, y nosotros valoramos la parte sexual de nuestro ser por los placeres y
beneficios que nos provee.
Sin embargo cuando se ejerce irresponsablemente ello puede tener tambieó n aspectos negativos tal como
enfermedades sexualmente transmitidas - incluyendo VIH/SIDA - embarazos no deseados, y el comportamiento
coercitivo o violento.
Para disfrutar los beneficios importantes de la sexualidad, a la vez que evitamos las consecuencias negativas, alguna de
la cuales pueden tener implicaciones a largo plazo o de por vida, es necesario que los individuos, para ser sexualmente
saludables, se comporten responsablemente y sean apoyados por su ambiente social para proteger su propia salud
sexual, asíó como la de otros. La salud sexual estaó intrincadamente ligada a ambas salud fíósica y mental.
De igual forma que problemas de salud fíósico y mental pueden contribuir a la disfuncioó n sexual y enfermedades, esas
disfunciones y enfermedades pueden contribuir a problemas de salud fíósico y mental. La salud sexual no esta limitada
a la ausencia de enfermedad o disfuncioó n, ni su importancia se limita soó lo a los anñ os reproductivos. Incluye la
habilidad para comprender y evaluar los riesgos, responsabilidades, resultados e impactos de las acciones sexuales y
la praó ctica de la abstinencia cuando sea apropiado. Incluye liberacioó n del abuso sexual y de la discriminacioó n y la
habilidad de los individuos para integrar su sexualidad a sus vidas, derivar placer de esta, y reproducirse si asíó lo
escogen.

3. La definición de salud sexual de 2002

"Salud sexual es un estado de bienestar fíósico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es
meramente la ausencia de enfermedad, disfuncioó n o debilidad. La salud sexual requiere un acercamiento positivo y
respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, asíó como la posibilidad de obtener placer y experiencias
sexuales seguras, libres de coercioó n, discriminacioó n y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga los
derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos."
Seguó n la O.M.S. se considera la salud sexual como:
-La integracioó n de los elementos somaó ticos, emocionales, intelectuales y sociales del ser sexual por medio que sean
positivamente enriquecedores y que potencien en las personas, la comunicacioó n y el amor.
En la sexualidad intervienen las emociones y/o sentimientos, el cuerpo y los conocimientos que sobre ella tengamos.
- La sexualidad, no es estaó tica, sino que es un proceso dinaó mico que cambia y se manifiesta de forma distinta a lo largo
de nuestra vida y pasa por etapas diferentes dependiendo de nuestra edad.
Desde el momento de la fecundacioó n, en que se forma el embrioó n, este va a sufrir, una serie de cambios en su
desarrollo, hasta el momento del nacimiento.
Asíó se ira formando y diferenciando nuestros oó rganos y caracteríósticas sexuales.
Sin embargo seraó a partir del nacimiento, cuando poco a poco tomaremos conciencia, de que somos ninñ os o ninñ as y se
va a esperar de cada persona un determinado comportamiento y unas determinadas conductas.
En este sentido, recordamos que desde pequenñ as nos iban indicando como debíóamos comportarnos y queó se esperaba
de nosotros/as, unas veces de forma muy directa y otras de forma sutil y siempre con la idea de que cada sexo es
totalmente distinto. Auó n en nuestra sociedad (me refiero a la occidental) se sigue educando de forma diferente a un
ninñ o y a una ninñ a, potenciando los juegos de accioó n, de iniciativa, de competitividad a los ninñ os, y a las ninñ as por el
contrario, les favoreceremos los juegos en los que deben mostrar su afectividad, el ser pasivas, depender de los demaó s,
etc...

De aquíó la importancia de la educacioó n, ya sea en la familia, la escuela, los medios sociales y de su influencia posterior
en la sexualidad de las personas. Debemos intentar conseguir que los valores y actitudes que transmitamos a ninñ os y
ninñ as sean igualitarios, y no discriminativos, no competitivos y solidarios.
De esta manera fomentaremos el desarrollo de personas, hombres y mujeres, que aprendan a respetar las
DIFERENCIAS para completarnos y enriquecernos.
Con igualdad en derechos y obligaciones, asíó como de confianza entre sexos, y conseguir que las relaciones sean mas
igualitarias y gratificantes para la pareja.
LA SEXUALIDAD SEGÚN LA OMS
La sexualidad es el conjunto de condiciones anatoó micas, fisioloó gicas y psicoloó gico-afectivas que caracterizan cada
sexo. Tambieó n es el conjunto de fenoó menos emocionales y de conducta relacionados con el sexo, que marcan de
manera decisiva al ser humano en todas las fases de su desarrollo. Durante siglos se consideroó que la sexualidad en los
animales y en los hombres era baó sicamente de tipo instintivo. En esta creencia se basaron las teoríóas para fijar las
formas no naturales de la sexualidad, entre las que se incluíóan todas aquellas praó cticas no dirigidas a la procreacioó n.

Sin embargo, hoy se sabe que tambieó n algunos mamíóferos muy desarrollados, como los delfines o algunos pinguü inos,
presentan un comportamiento sexual diferenciado, que incluye, ademaó s de homosexualidad (observada en maó s de
1500 especies de animales),[] variantes de la masturbacioó n y de la violacioó n. La psicologíóa moderna deduce, por tanto,
que la sexualidad puede o debe ser aprendida.

La sexualidad humana de acuerdo con la Organizacioó n Mundial de la Salud (OMS) se define como: "Un aspecto
central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de geó nero, el
erotismo, el placer, la intimidad, la reproduccioó n y la orientacioó n sexual. Se vivencia y se expresa a traveó s de
pensamientos, fantasíóas, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas, praó cticas, papeles y relaciones
interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no obstante, no todas ellas se vivencian o se
expresan siempre. La sexualidad estaó influida por la interaccioó n de factores bioloó gicos, psicoloó gicos, sociales,
econoó micos, políóticos, culturales, eó ticos, legales, histoó ricos, religiosos y espirituales."
Se propone que la sexualidad es un sistema de la vida humana que se compone de cuatro características (holones),
que significan sistemas dentro de un sistema. EÉ stas caracteríósticas interactuó an entre síó y con otros sistemas en todos
los niveles del conocimiento, en particular en los niveles bioloó gico, psicoloó gico y social. Las cuatro caracteríósticas son:
el erotismo, la vinculacioó n afectiva, la reproductividad y el sexo geneó tico (Genotipo) y fíósico (Fenotipo).
- El erotismo es la capacidad de sentir placer a traveó s de la respuesta sexual, es decir a traveó s del deseo sexual, la
excitacioó n sexual y el orgasmo.
- La vinculacioó n afectiva es la capacidad de desarrollar y establecer relaciones interpersonales significativas (la
suprema, el amor).
- La reproductividad es maó s que la capacidad de tener hijos y criarlos, incluye efectivamente los sentimientos y
actitudes de maternidad y paternidad, ademaó s de las actitudes favorecedoras del desarrollo y educacioó n de otros
seres.
- La caracteríóstica del sexo desarrollado, comprende el grado en que se vivencia la pertenencia a una de las categoríóas
dimoó rficas (femenino o masculino). Es de suma importancia en la construccioó n de la identidad, parte de la estructura
sexual, basado en el sexo, incluye todas las construcciones mentales y conductuales de ser hombre o mujer. Uno de los
productos de la interaccioó n de estos holones (elementos integrados) es la orientacioó n sexual. En efecto, cuando
interactuó an el erotismo (la capacidad de sentir deseo, excitacioó n, orgasmo y placer), la vinculacioó n afectiva (la
capacidad de sentir, amar o enamorarse)y el geó nero (lo que nos hace hombres o mujeres, masculinos o femeninos)
obtenemos alguna de las orientaciones sexuales a saber: la bisexualidad, la heterosexualidad y la homosexualidad.
La definicioó n de trabajo propuesta por la OMS (2006) orienta tambieó n la necesidad de atender y educar la sexualidad
humana. Para esto es de suma importancia, reconocer los derechos sexuales
:El derecho a la libertad sexual .El derecho a la autonomíóa, integridad y seguridad sexuales del cuerpo. El derecho a la
privacidad sexual. El derecho a la equidad sexual. El derecho al placer sexual .El derecho a la expresioó n sexual
emocional .El derecho a la libre asociacioó n sexual .El derecho a la toma de decisiones reproductivas, libres y
responsables. El derecho a informacioó n basada en el conocimiento cientíófico .El derecho a la educacioó n sexual integral.
El derecho a la atencioó n de la salud sexual.
En la medida en que estos Derechos sean reconocidos, ejercidos y respetados, tendremos sociedades maó s sanas
sexualmente.
Es importante notar que la sexualidad se desarrolla y expresa de diferentes maneras a lo largo de la vida de forma que
la sexualidad de un infante no seraó la misma que la de un adolescente o un adulto. Cada etapa de la vida necesita
conocimientos y experiencias especíóficos para su oó ptimo desarrollo.
En este sentido, para los ninñ os es importante conocer su cuerpo, sus propias sensaciones y aprender a cuidarlo. Un
ninñ o o una ninñ a que puede nombrar las partes de su cuerpo (incluyendo el pene, el escroto o la vulva) y que ha
aceptado que es parte de eó l, es maó s capaz de cuidarlo y defenderlo. Tambieó n es importante para ellos conocer las
diferencias y aprender que tanto los ninñ os como las ninñ as son valiosos y pueden realizar actividades similares. En
esta etapa aprenden a amar a sus figuras importantes primero (los padres, los hermanos) y a las personas que los
rodean, pueden tener sus primeros enamoramientos infantiles (que son diferentes de los enamoramientos de los
adolescentes) y tambieó n viven las primeras separaciones o peó rdidas, aprenden a manejar el dolor ante eó stas. En
cuanto a la reproductividad, empiezan a aprender a cuidar de los maó s pequenñ os (pueden empezar con munñ ecos o
mascotas) y van desarrollando su capacidad reproductiva.
Tambieó n tienen grandes dudas sobre su origen, generalmente las dudas que tienen con respecto a la relacioó n sexual
necesitan la aclaracioó n del sentido amoroso y del deseo de tenerlo que tuvieron sus padres. Les resulta interesante el
embarazo y el nacimiento en un sentido de conocer su propio origen. Sobre todo seraó importante indagar la pregunta
y responderla al nivel de conocimiento de acuerdo a la edad del menor.
La sexualidad adulta contiene los cuatro elementos en una interaccioó n constante. Por ejemplo, si una mujer se siente
satisfecha y orgullosa de ser mujer, es probable que se sienta maó s libre de sentir placer y de buscarlo ella misma. Esto
genera un ambiente de cercaníóa afectiva y sexual con la pareja y un clima de mayor confianza que a su vez repercute en
las actividades personales o familiares que expresan la reproductividad. En realidad podríóamos empezar por
cualquiera de las caracteríósticas en estas repercusiones positivas o tambieó n negativas.
Cada una de las caracteríósticas presentaraó problemas muy especíóficos. Asíó, encontramos en el sexo, los problemas de
homofobia, violencia contra la mujer, inequidad sexual, etceó tera. En la vinculacioó n afectiva se encuentran las relaciones
de amor/odio, la violencia en la pareja, los celos, el control de la pareja. El erotismo presentaraó problemas tales como
disfunciones sexuales o las infecciones de transmisioó n sexual. En cuanto la reproductividad se observan desordenes de
la fertilidad, violencia y maltrato infantil, abandono de los hijos, etc.
Al igual que los animales, los seres humanos utilizan la excitacioó n sexual con fines reproductivos y para el
mantenimiento de víónculos sociales, pero le agregan el goce y el placer propio y el del otro.
El sexo tambieó n desarrolla facetas profundas de la afectividad y la conciencia de la personalidad. En relacioó n a esto,
muchas culturas dan un sentido religioso o espiritual al acto sexual (Taoíósmo, Tantra), asíó como ven en ello un meó todo
para mejorar (o perder) la salud. La complejidad de los comportamientos sexuales de los humanos es producto de su
cultura, su inteligencia y de sus complejas sociedades, y no estaó n gobernados enteramente por los instintos, como
ocurre en casi todos los animales. Sin embargo, el motor base de gran parte del comportamiento sexual humano
siguen siendo los impulsos bioloó gicos, aunque su forma y expresioó n dependen de la cultura y de elecciones personales;
esto da lugar a una gama muy compleja de comportamientos sexuales. En muchas culturas, la mujer lleva el peso de la
preservacioó n de la especie.
Desde el punto de vista psicoloó gico, la sexualidad es la manera de vivir la propia situacioó n. Es un concepto amplio que
abarca todo lo relacionado con la realidad sexual. Cada persona tiene su propio modo de vivir el hecho de ser mujer u
hombre, su propia manera de situarse en el mundo, mostraó ndose tal y como es. La sexualidad incluye la identidad
sexual y de geó nero que constituyen la conciencia de ser una persona sexuada, con el significado que cada persona deó a
este hecho. La sexualidad se manifiesta a traveó s de los roles geneó ricos que, a su vez, son la expresioó n de la propia
identidad sexual y de geó nero.
La diversidad sexual nos indica que existen muchos modos de ser mujer u hombre, maó s allaó de los ríógidos estereotipos,
siendo el resultado de la propia biografíóa, que se desarrolla en un contexto sociocultural. Hoy en díóa se utilizan las
siglas GLTB (o LGTB) para designar al colectivo de Gays, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales.
La sexualidad se manifiesta tambieó n a traveó s del deseo eroó tico que genera la buó squeda de placer eroó tico a traveó s de las
relaciones sexuales, es decir, comportamientos sexuales tanto autoeroó ticos (masturbacioó n), como heteroeroó ticos
(dirigidos hacia otras personas, eó stos a su vez pueden ser heterosexuales u homosexuales). El deseo eroó tico (o libido)
que es una emocioó n compleja, es la fuente motivacional de los comportamientos sexuales. El concepto de sexualidad,
por tanto, no se refiere exclusivamente a las “relaciones sexuales”, sino que eó stas son tan soó lo una parte de aquel.

ORIGENES DEL SEXO

Alberto J Solari.Doctor en Ciencias Meó dicas, UBA.


Profesor Emeó rito de la Facultad de Medicina de la UBA
e Investigador Superior del Conicet.

La reproducción sexual se originó muy tempranamente en el curso de la evolución de las especies, superando a la más
primitiva reproducción asexual. La reproducción sexual, a diferencia de la asexual, permite que las mutaciones favorables
de los genes de un determinado organismo se distribuyan rápidamente entre otros organismos similares mientras que se
eliminan rápidamente las mutaciones letales.
Gracias a la reproducción sexual la biosfera está dotada de una gran variedad de genomas que cambian
permanentemente, dando origen al desarrollo de individuos genéticamente únicos y prácticamente irrepetibles,
enriqueciendo así con diversidad y belleza el mundo de los seres vivos.

El libro del Geó nesis de la Biblia contiene dos relatos que describen la creacioó n del ser humano.

En uno de ellos (Geó nesis, 2: 21-24), se dice que el Creador decidioó que Adaó n, el primer hombre, debíóa tener una
companñ era, para lo cual, de un Adaó n profundamente dormido, extrajo una costilla a partir de la cual creoó a Eva. En el
otro (Geó nesis, 1: 21-24), atribuido a una tradicioó n maó s reciente, hombre y mujer fueron creados separada y
simultaó neamente.
La primera de las tradiciones estaó reflejada en muchas de las obras de arte de la profundamente religiosa Edad Media.
Las tradiciones suelen reflejar vivencias propias de los pueblos de donde se originan. En este sentido puede suponerse
que las descripciones de la creacioó n del ser humano en el libro del Geó nesis indican la conciencia acerca de la unidad
fundamental entre el hombre y la mujer, constituyentes de la especie humana.

La atribución de la prioridad de la creación al varón en la tradicioó n maó s antigua, probablemente expresa la actitud
comuó n en muchas sociedades de la antiguü edad –y auó n del presente– de relegar la mujer a un segundo plano .
Esta actitud contrasta con la realidad bioloó gica que senñ ala que en todos los vertebrados, incluyendo al ser humano, el
sexo femenino es el primario por defecto en un sentido tanto evolutivo como embrioloó gico, vale decir que en ausencia
de otro factor que lo condicione, un organismo desarrollaraó caracteríósticas propias del sexo femenino. La prueba de
esto es la ceó lebre experiencia del fisioó logo franceó s Andreó Jost, publicada en 1947, en la que se demostroó que la
extirpacioó n temprana de las goó nadas (glaó ndulas sexuales que pueden estar destinadas a ser ovario o testíóculo) de un
mamíófero en gestacioó n, siempre determina que el feto, y eventualmente el adulto, se diferencie adquiriendo
caracteríósticas femeninas en el tracto genital interno y externo. La predominancia de lo femenino se expresa tambieó n
en los oríógenes evolutivos de los vertebrados, y en las clases maó s primitivas de estos, como es el caso de los peces.

En las fases iniciales de formacioó n de los animales vertebrados (como los peces), las gónadas primitivas en un mismo
individuo pueden diferenciarse en ovarios, testíóculos o en ambos tipos. Cuando sucede lo uó ltimo se constituyen
organismos hermafroditas.
Este teó rmino proviene de Hermaphroditos, que en la mitologíóa griega es el nombre del hijo del dios Hermes y la diosa
Afrodita. Hermafrodito fue abrazado por la ninfa Salmacis hasta que sus cuerpos se fundieron para formar uno solo en
el que coexistíóan ambos sexos. Muchas especies de peces son hermafroditas, de modo que cada individuo posee
ovarios y testíóculos, simultaó nea o sucesivamente.Cuando una de estas especies se vuelve partenogeneó tica la parte
masculina es dispensable. Lo mismo sucede en numerosos invertebrados tales como caracoles (Moluscos), y lombrices.

La gran mayoríóa de las plantas superiores tambieó n son hermafroditas de modo que portan los oó rganos sexuales
correspondientes a ambos sexos (’androsporofito’ y ’ginosporofito’). Solo excepcionalmente existen plantas superiores
con oó rganos sexuales de un solo tipo. Este caso se trata maó s abajo al discutir las generaciones alternantes en las
plantas.Resulta por lo tanto necesario diferenciar entre aquellos organismos en los que un mismo individuo posee
oó rganos de ambos sexos (organismos monoicos) de aquellos en los que los oó rganos sexuales estaó n en individuos
distintos (organismos dioicos).Es por lo tanto erroó nea la visioó n frecuente que considera que cada sexo debe
necesariamente estar en distintos individuos (diocía). De ninguna manera este es un requisito para la reproduccioó n
sexual.

La reproducción sexual se caracteriza por dos fenómenos primordiales:


· La meiosis: Todas las ceó lulas de un organismo poseen dos copias de cada uno de sus cromosomas; cada copia es
heredada de uno de sus dos progenitores. Estas copias se conservan y transmiten durante la divisioó n celular normal
llamada mitosis, en la cual cada ceó lula da origen a dos ceó lulas hijas. En la meiosis, en cambio, cada ceó lula origina cuatro
ceó lulas llamadas células sexuales o gametos, caracterizadas por poseer solo una copia de cada cromosoma y por lo
tanto un nuó mero total de cromosomas igual a la mitad del nuó mero que poseen el resto de las ceó lulas de un organismo
dado. Durante la meiosis se produce una ’mezcla’ del material hereditario proveniente de los progenitores de la ceó lula
que se divide.

Esto ocurre por dos mecanismos:


(i) cada uno de los cromosomas de la ceó lula originaria se distribuye al azar entre las cuatro ceó lulas hijas; y
(ii) ademaó s en el curso de la meiosis se produce un intercambio de material geneó tico entre los cromosomas en un
proceso designado como recombinación meiótica.

· La fecundación o singamia, es decir la unioó n de un gameto (o ceó lula sexual) masculino con uno femenino, para
originar una ceó lula conteniendo pares de cromosomas en los cuales estaó n distribuidos los genes de los dos gametos
que le dieron origen. Maó s que los fenoó menos externos y visibles a simple vista, la meiosis y la fecundacioó n son los dos
procesos que caracterizan la reproduccioó n sexual y la diferencian de la reproducción asexual, en la cual no hay ni
fecundacioó n ni reduccioó n en el nuó mero de cromosomas. En ciertos organismos los ovocitos (esto es, los gametos
producidos por las hembras) no requieren ser fecundados para desarrollar un embrioó n. Este proceso se llama
partenogénesis; teó rmino que proviene de la expresioó n griega pártenos que significa virgen. Se lo denomina tambieó n de
reproduccioó n asexual, aunque esta expresioó n no es del todo apropiada (salvo en un sentido especializado), puesto que
la partenogeó nesis es derivada de la reproduccioó n sexual comuó n.

La reproduccioó n sexual estaó ampliamente extendida entre organismos animales, vegetales y unicelulares (protistas) y
es el tipo predominante de reproduccioó n en los organismos formados por ceó lulas con nuó cleo, esto es, de los
organismos eucariontes entre los que se incluyen desde los protozoarios hasta la especie humana. En cambio las
bacterias, que carecen de un verdadero nuó cleo (procariontes) no poseen una auteó ntica reproduccioó n sexual a pesar de
manifestar algunos de los procesos elementales que intervienen en ella, tales como la recombinación entre genes, y
tambieó n contener proteíónas que participan en la reproduccioó n sexual de los eucariontes.

Las ventajas comparativas de la reproducción sexual

La predominancia de la reproduccioó n sexual en los eucariontes requiere explicar por queó en el curso de la evolucioó n la
sexualidad predominoó sobre la asexualidad, a pesar de que esta es la condicioó n primitiva de todos los organismos.
Tambieó n se requiere una explicacioó n dado que la sexualidad tiene un costo evolutivo mayor que la asexualidad. En
efecto, sobre la base de la teoríóa de la seleccioó n natural de Charles Darwin y de su formalizacioó n matemaó tica en 1930
por Ronald Fisher y por otros evolucionistas, puede calcularse que el costo evolutivo de la reproduccioó n sexual es el
doble que el de la asexual.
Esto puede apreciarse mediante el siguiente ejemplo: Supongamos que en un ambiente determinado, hay dos tipos
de animales de la misma especie: uno asexual, en el que las hembras son capaces de reproducirse por
partenogénesis; y el otro con ambos sexos; y que los dos tipos de animales producen exactamente dos crías en
cada generación. Usando como unidad de tiempo la duración de cada generación, y partiendo del mismo
número de hembras asexuadas y sexuadas, el número de cada tipo de animales que se produce a lo largo de las
tres primeras generaciones en cada caso será el siguiente:
Tiempo Asexuales Sexuadas
Generacioó n 0 100 hembras asexuadas 100 hembras + 100 machos
Generacioó n 1 200 hembras asexuadas 100 hembras hijas + 100 machos hijos
Generacioó n 2 400 hembras asexuadas 100 hembras hijas + 100 machos hijos
Generacioó n 3 800 hembras asexuadas 100 hembras hijas + 100 machos hijos

Resulta claro que la poblacioó n de hembras asexuadas aumenta con una tasa que es el doble que la de los animales
sexuados. Por lo tanto, a igualdad de las demaó s condiciones, la forma asexuada deberíóa prevalecer evolutivamente
sobre la sexuada. El hecho de que esto no suceda indica que las desventajas propias del costo de la reproduccioó n
sexual han sido compensadas con creces por ventajas de otro tipo, de modo de inclinar hacia la sexualidad la balanza
de la seleccioó n evolutiva.

Desde Ronald Fisher se considera que una propiedad esencial de la sexualidad es la de proveer en cada generacioó n y a
cada individuo una mezcla de todos los genes de sus progenitores, permitiendo asíó incorporar maó s raó pidamente en un
mismo individuo, dos o maó s variantes (mutaciones) beneficiosas que inicialmente se encontraban en individuos
diferentes La raó pida difusioó n de la mutaciones beneficiosas no es posible en organismos asexuados, ya que estos al
reproducirse dan lugar a individuos de ideó ntico genoma, es decir a clones. Si en una poblacioó n asexuada dos individuos
tienen dos variantes beneficiosas diferentes en sus genomas, pasaraó mucho tiempo hasta que (por azar) puedan
aparecer juntas en un mismo individuo.

La ausencia de recombinacioó n geó nica en los individuos asexuados lleva ademaó s a la acumulacioó n de eventos danñ inos
resultantes de mutaciones al azar, mediante el mecanismo llamado trinquete de Muller (del nombre del genetista HJ
Muller) mientras que los individuos sexuados pueden eliminar raó pidamente a las mutaciones danñ inas. Esto les
proporciona una ventaja evolutiva adicional frente a los asexuados, como puede demostrarse matemaó ticamente
(modelo de Kondrashov, del apellido de este genetista ruso).Puede entonces concluirse que, aunque el asunto siga
generando poleó micas, los beneficios de la reproduccioó n sexual son claramente visibles. Como lo mostroó la genetista
canadiense Sarah P Otto, estos beneficios pueden predecirse aplicando modelos matemaó ticos, cuando se producen en
condiciones bien definidas.

La reproducción sexual en organismos unicelulares

Los organismos unicelulares (protistas) son maó s adecuados que los multicelulares para detectar las propiedades de la
sexualidad primitiva.Los protistas presentan una enorme variedad de mecanismos geneó ticos; y algunos exhiben
rasgos comunes con procariontes (bacterias), lo que permite suponer que conservan vestigios de las condiciones de
estos organismos. Este hecho es importante dado que existe consenso entre los bioó logos de que los procariontes son
evolutivamente maó s primitivos que los eucariontes.
En efecto, una serie de evidencias indirectas senñ alan que procariontes muy similares a las bacterias actuales existieron
hace entre 3000 y 2000 millones de anñ os (eó poca Arquea y la Proterozoica temprana) mientras que los escasos datos
disponibles indican que los eucariontes no superan los 800-1000 millones de anñ os de antiguü edad.

Las hipótesis sobre el origen del sexo


Con la descripcioó n realizada hasta ahora es posible resenñ ar las hipoó tesis sobre el origen primigenio del sexo. Este tema
ha preocupado a los bioó logos evolucionistas en todas las eó pocas, y sigue siendo objeto de una vigorosa poleó mica. Sin
embargo, existe un nuó mero de presunciones compartidas por muchos evolucionistas que estaó n sustentadas por
evidencias que, aunque necesariamente indirectas, configuran un panorama coherente.

Este panorama fue impulsado por el evolucionista ingleó s John Maynard Smith, quien elaboroó la teoríóa fagocíótica o
canibalíóstica del origen del sexo.Esta teoríóa se basa en que una de las propiedades fundamentales de las ceó lulas
eucariontes es su capacidad de fusionarse entre síó, proceso que sucede aun entre ceó lulas de distintos oríógenes (en el
caso de las ceó lulas de vegetales superiores la fusioó n requiere la previa abertura de la pared de celulosa que rodea el
exterior de la membrana celular).

Las muy diversas formas de fertilizacioó n en el reino animal pueden ser consideradas como ejemplos de fusioó n celular
controlada.Asimismo, la fagocitosis es una funcioó n extendida en todos los eucariontes, que depende de propiedades de
la membrana citoplasmaó tica. La capacidad de las ceó lulas de fusionarse fue reconocida ampliamente en medicina solo a
partir de las deó cadas de 1960-1970 gracias a los estudios del patoó logo ingleó s Henry Harris, que demostroó que era
posible obtener ceó lulas híóbridas (heterocariontes), viables y de distinto origen, facilitando la fusioó n celular por medio
de procedimientos que modifican las propiedades de la membrana citoplasmaó tica. La capacidad de las ceó lulas de
fusionarse entre síó es un proceso muy primitivo evolutivamente. Lo mismo sucede con la fagocitosis que estaó
ampliamente extendida entre eucariontes primitivos como las amebas.El caraó cter primitivo de la fusioó n celular y de la
fagocitosis permite formular la teoríóa canibalíóstica postulando que el sexo tuvo su origen en el pasado remoto cuando
la fagocitosis seguida de fusioó n (o la fusioó n directa) de una ceó lula con otra dio lugar en algunos casos a la coexistencia
de los nuó cleos de ambas ceó lulas (figura 8) y a que esta coexistencia confiriera una ventaja adaptativa a las ceó lulas
híóbridas.La tendencia primitiva a fagocitar otra ceó lula tiene un fin nutricional obvio y su resultado habitual es que la
ceó lula fagocitada sea totalmente destruida. En esta situacioó n no habraó posibilidades de sexo.

Por consiguiente, es necesario suponer de que junto a millones de casos que terminaron en la destruccioó n de la ceó lula
fagocitada se produjeron algunos en los cuales resultaba más beneficiosa la permanencia activa del nuó cleo de la
segunda ceó lula, ya sea dentro de una vesíócula (formando lo que se designa como endosimbionte), o directamente como
cohabitante luego de una fusioó n de las membranas. La ceó lula fagocitada puede ser similar, en su genoma, a la ceó lula
mayor, de modo que al menos algunos de los genes de la segunda ceó lula pueden funcionar como copia de respaldo de
los genes de la ceó lula mayor. En cierta medida, la fagocitosis da lugar a una ’diploidíóa’ parcial e imprevista, en vez de la
finalidad nutricional primitiva.
Se supone (con fundamento) que en los ambientes de eó pocas ancestrales las proporciones de oxíógeno molecular eran
inferiores a las actuales, de modo que la cantidad de radiacioó n (en especial ultravioleta) que afectaba a los organismos
era mayor. Se sabe que los organismos diploides son notoriamente maó s resistentes a las radiaciones, incluyendo la
ultravioleta, que los haploides. Suponiendo que uno o maó s genes de la ceó lula mayor (ingestante) estuvieran
inactivados por mutacioó n, la presencia activa del segundo nuó cleo restauraríóa la funcioó n de los genes mutados.

Esta ventaja adaptativa en un ambiente con altas tasas de mutacioó n espontaó nea puede haber sido el gatillo que
permitiera la sobrevivencia y la estabilidad en la poblacioó n de las ceó lulas. El bioó logo anglocanadiense Thomas Cavalier-
Smith y muchos otros han subrayado la frecuente coincidencia del empobrecimiento alimentario con la estimulacioó n
de la singamia en los protistas actuales. Este es quizaó s un rasgo remanente de la prehistoria evolutiva.

Probablemente el origen evolutivo de la meiosis es posterior al de la singamia. Su funcioó n primordial es la reduccioó n


cromosoó mica compatible con una masa de citoplasma uó nica para cada nuó cleo resultante.Dado que la condicioó n
primitiva es la haploidíóa, la meiosis conduce a formar ceó lulas haploides, por una simple razoó n de eficiencia en la
distribucioó n de recursos. La meiosis primitiva probablemente tuvo por objeto la segregacioó n de los cromosomas
homoó logos en las ceó lulas híóbridas, y solamente en un períóodo evolutivo posterior se le incorporoó la misioó n de
recombinacioó n meioó tica (Cavalier-Smith, 2002). La recombinacioó n trajo aparejada, a su vez, beneficios colaterales muy
importantes, lo cual contribuyoó en el curso de la evolucioó n a entroncar firmemente a la recombinacioó n como proceso
celular acompanñ ante de la meiosis.
Es necesario aclarar que la teoríóa esbozada en los paó rrafos anteriores no es la uó nica que se ha propuesto para explicar
el origen del sexo. Sin embargo estas teoríóas son menos abarcadoras que la expuesta; y de hecho muchas son simples
enunciados de los beneficios de la permanencia de la reproduccioó n sexual, y no explican su origen.

Una cronología del sexo Las evidencias actualmente disponibles sugieren que la reproduccioó n sexual es muy antigua.
Aun sin compartir plenamente la idea de Cavalier-Smith (2002), de que el sexo surgioó casi contemporaó neamente con
los primeros eucariontes, no cabe duda de que la omnipresencia del sexo entre los eucariontes no es un producto
reciente de la evolucioó n.En forma provisoria, es de intereó s resenñ ar la escala temporal del desarrollo del sexo de
acuerdo con este autor (Cavalier–Smith, 2002) :Procarioó tidas, bacterias: hace 3.500 millones de anñ osEucariontes y
sexo: entre 1.000 millones y 800 millones de anñ os
Los ciclos vitales y la alternancia de generaciones

Se ha hecho mencioó n de la frecuencia de los ciclos vitales, en especial en los protistas, en los que se suceden fases en
que el organismo es activo (trofozoito) y otras en que forma un quiste inactivo. Tal como se ha visto, hay especies en
las cuales el sexo no estaó involucrado al enquistamiento, como en Giardia, mientras que en otras especies el
enquistamiento frecuentemente es precedido por una meiosis.En el caso de los vegetales, es especialmente notoria la
alternancia de las generaciones diploide-haploide, aunque no debieran automaó ticamente llamarse ’esporoó fito’ y
’gametoó fito’, como ocurre a veces.
La ubicacioó n de la meiosis en el ciclo vital de los vegetales es muy variable: en protistas vegetales es usual que la
meiosis se suceda inmediatamente despueó s de la singamia, por lo cual la fase diploide es muy corta y el ciclo vital es
predominantemente haploide, es por eso que estos organismos son llamados haplontes.

En otro extremo estaó el diferimiento de la meiosis hasta la formacioó n de gametos, por lo cual la fase diploide es la
predominante y la fase haploide queda reducida a los gametos; estos organismos, como los animales superiores, son
llamados diplontes.En los organismos haplo-diplontes la meiosis y la singamia estaó n muy separadas en el tiempo, y
ambas fases, diploide y haploide son importantes tanto en su duracioó n como en mostrar distintas estructuras y
funciones. Muchos vegetales, entre otros, briofitas, gimnospermas y angiospermas, pertenecen a este uó ltimo tipo.
Comentarios finales

La reproduccioó n sexual ha tenido un origen remoto, relativamente cercano al origen de los propios eucariontes, y ha
recopilado una serie de funciones secundarias con relacioó n a su cometido inicial, que probablemente fue lograr la
subsistencia ante la escasez de nutrientes.
Esas funciones secundarias permitieron la introduccioó n de variedad genoó mica por recombinacioó n geó nica, de circuitos
regulatorios en los ciclos vitales, de dioicismo y de la regulacioó n hormonal, y han adquirido creciente importancia en
el curso de la evolucioó n llegando a ser esenciales en síó mismas.

La reproduccioó n sexual ha enriquecido la biosfera con una gran variedad de genomas que se encuentran en cambio
permanente; ha permitido el desarrollo de individuos geneó tica y fenotíópicamente únicos y prácticamente irrepetibles, y
ha enriquecido con diversidad, belleza y drama la vida de los individuos. Asíó como en la historia de Adaó n y Eva se
simboliza el destino humano, la reproduccioó n sexual representa la víóa principal de la evolucioó n de los organismos
vivos.

Agradecimiento

Agradezco al Dr. Alfredo Cocucci sus estimulantes comentarios sobre la sexualidad en los vegetales.

Lecturas sugeridas COCUCCI, AE, 1995, El proceso sexual en angiospermas, Academia Nacional de Ciencias, Coó rdoba,
pp. 1-46.

Evolución del sexo


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La evolución del sexo es un gran rompecabezas de la biologíóa evolutiva moderna. Muchos grupos de organismos, en
especial la mayoríóa de los animales y las plantas, se reproducen sexualmente. La evolucioó n del sexo contiene dos temas
relacionados, aunque diferentes: su origen y su mantenimiento. Sin embargo, como las hipoó tesis para el origen del sexo
son difíóciles de comprobar experimentalmente, la mayor parte del trabajo actual se ha centrado en el mantenimiento
de la reproduccioó n sexual. Los bioó logos, incluyendo a W. D. Hamilton, Alexei Kondrashov y George C. Williams, han
propuesto varias explicaciones de coó mo se mantiene la reproduccioó n sexual en un gran conjunto de seres vivos
distintos.
Parece que el ciclo sexual se mantiene porque mejora la calidad de la progenie (aptitud), a pesar de reducir el nuó mero
total de la descendencia (el doble coste del sexo). Para que sea evolutivamente ventajoso debe estar asociado con un
aumento significativo de la aptitud de la descendencia. Una de las explicaciones maó s aceptadas para la ventaja del sexo
recae en la creación de variabilidad genética. Hay tres razones posibles que pueden dar cuenta de esto. Primero, la
reproduccioó n sexual puede juntar mutaciones que son beneficiosas en el mismo individuo (el sexo ayuda en la difusión
de caracteres ventajosos). Segundo, el sexo actuó a juntando mutaciones perjudiciales para crear individuos con una
aptitud muy baja que son eliminados de la poblacioó n (el sexo ayuda a eliminar los genes perjudiciales). Por uó ltimo, el
sexo crea nuevas combinaciones de genes que pueden ser maó s aptas que las existentes anteriormente, o que
simplemente producen una menor competitividad entre los parientes.
Estas clases de hipoó tesis se explican con mayor detalle maó s adelante. Es importante tener en cuenta que cualquier
nuó mero de estas hipoó tesis puede ser cierta en una especie concreta (no son eventos mutuamente exclusivos ),
y que
en otras especies pueden aplicarse otras hipótesis. Sin embargo, todavía tiene que
encontrarse un marco de investigación que permita determinar si la razón para el sexo es
universal para todas las especies y, si no lo es, qué mecanismo está actuando en cada
especie.
Contenido

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 1 Historia inicial del estudio


 2 El doble coste del sexo

 3 El sexo crea variabilidad geneó tica entre los hermanos

 4 El sexo ayuda a la difusioó n de los caracteres ventajosos

o 4.1 El sexo crea genotipos novedosos maó s raó pidamente

o 4.2 El sexo aumenta la resistencia a los paraó sitos

 5 El sexo ayuda a eliminar los genes perjudiciales

o 5.1 El sexo permite la reconstruccioó n de individuos libres de mutaciones

o 5.2 El sexo actuó a fomentando la eliminacioó n de los genes perjudiciales

 6 Otras explicaciones

o 6.1 El sexo y la velocidad de la evolucioó n


 7 Origen de la reproduccioó n sexual

 8 Notas

 9 Referencias

 10 Veó ase tambieó n

 11 Enlaces externos

[editar] Historia inicial del estudio

El pensamiento filosoó fico cientíófico sobre el problema se puede remontar hasta Erasmus Darwin en el siglo XVIII;
tambieó n aparece en los escritos de Aristoó teles. El tema lo retomoó en el siglo XIX August Weismann, que comprendioó
que el propoó sito del sexo era generar variabilidad geneó tica, tal y como se detalla abajo.

[editar] El doble coste del sexo

Este diagrama ilustra el doble coste del sexo. Si cada individuo contribuyera con el mismo nuó mero de descendientes
(dos), la poblacioó n sexual (a) mantiene su tamanñ o tras cada generacioó n, mientras que la poblacioó n asexual (b) dobla su
tamanñ o en cada generacioó n.

En todas las especies sexuales la poblacioó n consiste en dos sexos, de los cuales soó lo uno de ellos es capaz de engendrar
la prole (con la excepcioó n de los hermafroditas simultaó neos). En una especie asexual todos los miembros de la
poblacioó n son capaces de engendrar descendencia. Esto implica, de manera intríónseca, que, en cada generacioó n, una
poblacioó n asexual puede crecer maó s raó pidamente. Este coste fue definido por primera vez en teó rminos matemaó ticos
por John Maynard Smith.
Un coste adicional es que los machos y las hembras deben buscarse entre ellos para aparearse, y la seleccioó n sexual
suele favorecer caracteres que reducen la aptitud de los individuos. [1]
Sin embargo, George C. Williams aportoó evidencia de que este coste no es insuperable, apuntando la existencia de
especies que son capaces de reproducirse tanto asexual como sexualmente. Estas especies programan su reproduccioó n
sexual para los periodos de incertidumbre ambiental, y se reproducen de manera asexual cuando las condiciones son
maó s favorables. El punto importante es que se observa que estas especies se reproducen sexualmente cuando podríóan
elegir no hacerlo, lo que implica que existe una ventaja selectiva en la reproduccioó n sexual. [2]

[editar] El sexo crea variabilidad geneó tica entre los hermanos


August Weismann propuso en 1889 [3] una explicacioó n para la evolucioó n del sexo en la que la ventaja de este es la
creacioó n de variabilidad entre hermanos. Luego fue explicada en teó rminos geneó ticos por Ronald Fisher[4] y Hermann
Joseph Muller,[5] y recientemente ha sido resumida por Burt, en 2000. [6]
George C. Williams proporcionoó un ejemplo basado en el olmo. En el bosque de este ejemplo, las zonas vacíóas que
habíóa entre los aó rboles se consideraba que podíóan sustentar a un individuo cada una. Cuando una zona queda
disponible por la muerte de un aó rbol, habraó una competencia para rellenar esa zona. Como la probabilidad de que una
semilla consiga ocupar esa zona depende de su genotipo, y un progenitor no es capaz de anticipar queó genotipo seraó el
maó s exitoso, los progenitores lanzaraó n muchas semillas, creando una competencia entre hermanos. La seleccioó n
natural, por tanto, favorece a los progenitores que pueden producir una gran variedad de descendencia. Una hipoó tesis
similar se conoce como hipótesis del ribazo enmarañado por un pasaje de El origen de las especies, de Charles Darwin:
"Es interesante contemplar un enmaranñ ado ribazo cubierto por muchas plantas de varias clases, con aves que cantan
en los arbustos, con diferentes insectos que revolotean y con gusanos que se arrastran entre la tierra huó meda y
reflexionar que estas formas, primorosamente construidas, tan diferentes entre síó, y que dependen mutuamente de
modos tan complejos, han sido producidas por leyes que obran a nuestro alrededor."
Esta hipoó tesis, propuesta por Michael Ghiselin en su libro The Economy of Nature and the Evolution of Sex, publicado en
1974, sugiere que un grupo diverso de hermanos puede ser capaz de extraer maó s comida de su entorno que un clon,
porque cada hermano utiliza un nicho ligeramente distinto. Uno de los principales defensores de esta hipoó tesis es
Graham Bell, de la Universidad McGill. La hipoó tesis ha sido criticada porque no consigue explicar coó mo desarrollaron
el sexo las especies asexuales. En su libro Evolution and Human Behavior (MIT Press, 2000), John Cartwright comenta:
"Aunque fue popular, ahora la hipoó tesis del ribazo enmaranñ ado parece afrontar muchos problemas, y sus anteriores
defensores estaó n disminuyendo. La teoríóa predice un mayor intereó s en el sexo entre los animales que producen
muchas proles pequenñ as que compiten entre síó. En realidad, el sexo estaó asociado invariablemente con organismos
que producen pocas proles de gran tamanñ o, mientras que los organismos que producen pequenñ as proles con
frecuencia realizan la partenogeó nesis [reproduccioó n asexual]. Ademaó s, la evidencia de los foó siles sugiere que las
especies pasan por vastos periodos de tiempo [geoloó gico] sin cambiar mucho."

[editar] El sexo ayuda a la difusioó n de los caracteres ventajosos

[editar] El sexo crea genotipos novedosos más rápidamente

Este diagrama ilustra coó mo puede el sexo crear genotipos novedosos de manera maó s raó pida. Dos alelos ventajosos A y
B aparecen por azar. Los dos alelos se recombinan raó pidamente en (a), una poblacioó n sexual, pero en (b), una
poblacioó n asexual, los dos alelos deben prosperar independientemente.
El sexo podríóa ser un meó todo por el cual se crean genotipos novedosos. Como el sexo combina los genes de dos
individuos, las poblaciones con reproduccioó n sexual pueden combinar maó s faó cilmente los genes ventajosos que las
poblaciones asexuales. Si en una poblacioó n sexual aparecen dos alelos ventajosos distintos en diferentes loci de un
cromosoma y en distintos miembros de una poblacioó n, se puede producir un cromosoma que contenga los dos alelos
ventajosos en pocas generaciones, por recombinacioó n. Sin embargo, si aparecen esos mismos alelos en distintos
miembros de una poblacioó n asexual, la uó nica manera de que un cromosoma pueda desarrollar el otro alelo es que
sufra la misma mutacioó n de manera independiente, algo que podríóa tardar mucho maó s.
Ronald Fisher tambieó n sugirioó que el sexo puede facilitar la dispersioó n de los genes ventajosos permitieó ndoles escapar
de sus alrededores geneó ticos, en el caso de que aparecieran en un cromosoma con genes perjudiciales.
Pero estas explicaciones dependen de la tasa de mutacioó n. Si las mutaciones favorables son tan raras que todas
acabaraó n fijadas en la poblacioó n antes de que aparezca la siguiente (teniendo en mente que la mutacioó n es un proceso
de Poisson, entonces las poblaciones sexuales y asexuales evolucionaríóan a la misma velocidad.
Ademaó s, estas explicaciones dependen de la seleccioó n de grupo, que es una fuerza selectiva deó bil relacionada con la
seleccioó n natural –el sexo sigue siendo desventajoso para el individuo debido al doble coste del sexo. Por tanto, estas
explicaciones no dan cuenta de por queó las especies "heterogoó nicas" eligen adoptar la reproduccioó n sexual, como
indicoó George C. Williams en su argumento del equilibrio, y por tanto son insuficientes para explicar la evolucioó n del
sexo.
Los defensores de estas teoríóas responden al argumento del equilibrio que los individuos producidos por
reproduccioó n sexual y asexual pueden diferir en otros aspectos tambieó n –lo que puede influir en la persistencia de la
sexualidad. Por ejemplo, en las pulgas de agua (cladoó ceros), la descendencia sexual forma huevos que son maó s capaces
de sobrevivir al invierno.

[editar] El sexo aumenta la resistencia a los parásitos


Una de las teoríóas maó s aceptadas para explicar la evolucioó n del sexo afirma que evolucionoó como una adaptacioó n para
ayudar a los individuos sexuales en su resistencia a los paraó sitos, conocida como hipoó tesis de la "Reina Roja".[7] [8] [9]
Cuando el entorno cambia, alelos que anteriormente eran neutrales o perjudiciales pueden hacerse beneficiosos. Si el
entorno cambia lo suficientemente raó pido (es decir, entre generaciones), estos cambios en el entorno pueden hacer
que el sexo sea ventajoso para el individuo. Estos cambios raó pidos en el entorno estaó n causados por la coevolucioó n
entre los hueó spedes y los paraó sitos.
Imagine, por ejemplo, que en los paraó sitos hay un gen con dos alelos p y P que les confiere dos tipos de habilidad
parasitaria, y un gen en los hueó spedes con dos alelos h y H que les confiere dos tipos de resistencia a los paraó sitos, de
manera que los paraó sitos con el alelo p pueden parasitar a los hueó spedes con el alelo h, y los que tienen el P pueden
parasitar a los que tienen el H. Esta situacioó n conduciraó a una serie de cambios cíóclicos en las frecuencias aleó licas –
mientras p aumenta de frecuencia, h se haraó desfavorable.
En la realidad habraó varios genes implicados en la relacioó n entre los hueó spedes y los paraó sitos. En las poblaciones
asexuales de hueó spedes, la descendencia solo tendraó la resistencia a los paraó sitos distinta si surge por mutacioó n. Sin
embargo, en una poblacioó n sexual de hueó spedes, la descendencia tendraó una nueva combinacioó n de alelos de
resistencia a los paraó sitos.
En otras palabras, al igual que la reina roja de Lewis Carroll, los hueó spedes sexuales se adaptan continuamente para
adelantarse a sus paraó sitos.
La comparacioó n entre el ritmo de evolucioó n molecular de los genes de las quinasas y las inmunoglobulinas del sistema
inmunitario y los genes que codifican a otras proteíónas proporciona una evidencia para esta explicacioó n de la
evolucioó n del sexo. Los genes que codifican las proteíónas del sistema inmunitario evolucionan a una velocidad
considerablemente mayor.[10] [11]
Los críóticos de la hipoó tesis de la Reina Roja ponen en cuestioó n que este entorno que cambia constantemente
provocado por los hueó spedes y los paraó sitos sea lo bastante comuó n para explicar la evolucioó n del sexo.

[editar] El sexo ayuda a eliminar los genes perjudiciales

Las mutaciones pueden tener muchos efectos distintos sobre un organismo. En general se piensa que la mayoríóa de las
mutaciones no neutrales son perjudiciales, lo que significa que provocan una disminucioó n de la aptitud total del
organismo.[12] Si una mutacioó n tiene un efecto perjudicial, normalmente seraó eliminada de la poblacioó n mediante la
seleccioó n natural. Se cree que la reproduccioó n sexual es maó s eficiente que la reproduccioó n asexual a la hora de eliminar
del genoma esas mutaciones.[13]
Hay dos hipoó tesis principales que explican coó mo puede actuar el sexo para eliminar del genoma los genes
perjudiciales.

[editar] El sexo permite la reconstrucción de individuos libres de mutaciones


Artículo principal: Trinquete de Muller

En una poblacioó n asexual finita bajo la presioó n de mutaciones perjudiciales, la peó rdida aleatoria de individuos sin esas
mutaciones es inevitable. Esto se conoce como trinquete de Muller. Sin embargo, en una poblacioó n sexual, se pueden
recuperar individuos libres de mutaciones por recombinacioó n de genotipos que contienen mutaciones perjudiciales.
Esta comparacioó n solo funcionaraó para poblaciones pequenñ as; en una poblacioó n grande, la peó rdida aleatoria del
genotipo maó s adaptado se hace poco probable incluso para las poblaciones asexuales.

[editar] El sexo actúa fomentando la eliminación de los genes perjudiciales

Este diagrama ilustra las diferentes relaciones entre el nuó mero de mutaciones y la aptitud. El modelo de Kondrashov
requiere de epistasis sinérgico, que estaó representado por la líónea roja — cada mutacioó n tiene un efecto
desproporcionadamente grande en la aptitud del organismo.

Esta hipoó tesis fue propuesta por Alexei Kondrashov, y a veces se conoce como hipótesis de la mutación determinista.[13]
Asume que la mayoríóa de las mutaciones perjudiciales son solo ligeramente perjudiciales, y afecta al individuo de
manera que cada mutacioó n adicional tiene un efecto cada vez mayor sobre la aptitud del organismo. Esta relacioó n
entre el nuó mero de mutaciones y la aptitud se conoce como epistasis sinérgico.
Piense por analogíóa en un coche con varias averíóas menores. Ninguna es suficiente para evitar que el coche ande pero,
en combinacioó n, las averíóas hacen que el coche no funcione.
De manera similar, un organismo puede que sea capaz de soportar unos pocos defectos, pero la presencia de muchas
mutaciones puede superar sus mecanismos de respaldo.
Kondrashov afirma que la naturaleza ligeramente perjudicial de las mutaciones implica que la poblacioó n tenderaó a
estar compuesta por individuos con un pequenñ o nuó mero de mutaciones. El sexo actuaraó recombinando estos
genotipos, creando individuos con menos mutaciones e individuos con maó s mutaciones, y como existe una gran
desventaja selectiva contra los individuos con muchas mutaciones, estos individuos se eliminan de la poblacioó n. En
esencia, el sexo compartimenta a las mutaciones perjudiciales.
La teoríóa de Kondrashov ha recibido mucha críótica. Primero, necesita una tasa de mutacioó n muy alta – una mutacioó n
por generacioó n, algo para lo que existe cierta evidencia empíórica (por ejemplo en la Drosophila[14] y la E. coli[15] ).
Segundo, tambieó n necesita que las mutaciones perjudiciales actuó en de una forma sinérgica. Aunque existe cierta
evidencia para este tipo de mutaciones, tambieó n existe la misma cantidad de evidencia de que las mutaciones actuó an
sineó rgicamente. Puede que no exista epistasis (una mutacioó n no tiene influencia sobre otra) o interaccioó n antagoó nica
(toda mutacioó n adicional tiene un efecto desproporcionadamente pequeño).

[editar] Otras explicaciones

[editar] El sexo y la velocidad de la evolución


Ilan Eshel ha sugerido que el sexo evita que la evolucioó n vaya demasiado raó pido. Sugiere que la recombinacioó n rompe
las combinaciones favorables de genes maó s a menudo de lo que las crea, y el sexo se mantiene porque asegura la
seleccioó n a maó s largo plazo que en las poblaciones asexuales — por tanto los cambios a corto plazo afectan menos a la
poblacioó n. Esta explicacioó n no tiene mucha aceptacioó n, ya que sus supuestos son muy restrictivos.
Recientemente se ha demostrado, en experimentos con algas Chlamydomonas, que el sexo puede eliminar el líómite de
velocidad de la evolucioó n.[16]

[editar] Origen de la reproduccioó n sexual

La reproduccioó n sexual evolucionoó hasta el proceso que es hoy, esto es, meiosis seguida de fertilizacioó n. Se producen
gametos (el producto de la meiosis) en las eucariotas maó s primitivas que existen en la actualidad: los protistas.
Los organismos necesitan replicar su material geneó tico de manera eficiente y fiable. La necesidad de reparar los danñ os
geneó ticos es una de las teoríóas principales que explican el origen de la reproduccioó n sexual. Los individuos diploides
pueden reparar una seccioó n mutada de su ADN mediante la recombinacioó n geneó tica, ya que hay dos copias del gen en
la ceó lula, y se supone que una de ellas permanece sin danñ os. Por otro lado, una mutacioó n en un individuo haploide
tiene maó s probabilidad de persistir, ya que la maquinaria de reparacioó n del ADN no tiene manera de saber cuaó l era la
secuencia original sin danñ os.[17] La forma maó s primitiva de sexo podríóa haber sido un organismo con ADN danñ ado
replicando una hebra sin danñ ar de un organismo similar para repararse a síó mismo. [18]
Otra teoríóa es que la reproduccioó n sexual se originoó a partir de elementos geneó ticos parasitarios egoíóstas que
intercambian material geneó tico (esto es: copias de su propio genoma) para transmitirse y propagarse. En algunos
organismos, se ha demostrado que la reproduccioó n sexual mejora la difusioó n de los elementos geneó ticos parasitarios
(por ejemplo en la levadura, un hongo filamentoso). [19] La conjugacioó n bacteriana, una forma de intercambio geneó tico
que algunas fuentes describen como sexo, no es una forma de reproduccioó n. Sin embargo, respalda la teoríóa del
elemento geneó tico egoíósta, ya que se propaga mediante uno de esos "genes egoíóstas", el plaó smido F.[18]
Una tercera teoríóa dice que el sexo evolucionoó como una forma de canibalismo. Un organismo primitivo se comioó a
otro pero, en lugar de digerirlo completamente, parte del ADN del organismo 'comido' se incorporoó al organismo
'comedor'.[18]
[editar] Notas

1. ↑ John Maynard Smith The Evolution of Sex 1978.


2. ↑ George C. Williams Sex and Evolution 1975, Princeton University Press, ISBN 0-691-08152-2

3. ↑ Weismann, A. 1889. Essays on heredity and kindred biological subjects. Oxford Univ. Press, Oxford, UK

4. ↑ Fisher, R. A. 1930. The genetical theory of natural selection. Clarendon Press, Oxford, UK

5. ↑ Muller, H. J. 1932. Some genetic aspects of sex. Am. Nat. 8: 118–138.

6. ↑ Burt, A. 2000. Perspective: sex, recombination, and the efficacy of selection—was Weismann right? Evolution
54: 337–351.

7. ↑ Van Valen, L. (1973) "A New Evolutionary Law." Evolutionary Theory 1, 1-30.

8. ↑ Hamilton, W. D. et al. "Sexual reproduction as an adaptation to resist parasites" 1990. Proceedings of the
National Academy of Sciences (PNAS) 87:3566-3573.

9. ↑ Matt Ridley 1995 The Red Queen: Sex and the Evolution of Human Nature 1995 Penguin.

10. ↑ Kuma, K., Iwabe, N. & Miyata, T. 1995. Functional constraints against variations on molecules from the
tissue-level - slowly evolving brain-specific genes demonstrated by protein-kinase and immunoglobulin
supergene families. Molecular Biology and Evolution 12 (1): 123-130.

11. ↑ Wolfe KH & Sharp PM. 1993. Mammalian gene evolution - nucleotide-sequence divergence between mouse
and rat. Journal of molecular evolution 37 (4): 441-456 OCT 1993

12. ↑ Griffiths et al. 1999. Gene mutations, p197-234, in Modern Genetic Analysis, New York, W.H. Freeman and
Company.

13. ↑ a b Kondrashov, A. S. "Deleterious mutations and the evolution of sexual reproduction" 1988. Nature
336:435-440.

14. ↑ Whitlock, M. C., & Bourget, D. 2000. Factors affecting the genetic load in Drosophila: synergistic epistasis and
correlations among fitness components. Evolution 54:1654–1660.

15. ↑ Elena, S. F., & Lenski, R. E. 1997. Test of synergistic interactions among deleterious mutations in bacteria.
Nature 390:395–398.

16. ↑ Colegrave, N. 2002. Sex releases the speed limit on evolution. Nature 420: 664-666.

17. ↑ Bernstein H, Byerly H, Hopf F, Michod R (1984). «Origin of sex.». J Theor Biol 110 (3): pp. 323-51. PMID
6209512.

18. ↑ a b c Olivia Judson (2002). Dr. Tatiana's sex advice to all creation. New York: Metropolitan Books. pp. 233-4.
ISBN 0-8050-6331-5.

19. ↑ Hickey D (1982). «Selfish DNA: a sexually-transmitted nuclear parasite». Genetics 101 (3-4): pp. 519-31.
PMID 6293914.

[editar] Referencias

 Graham Bell 1982. The masterpiece of nature. Croom Helm, London.


 George C. Williams Sex and Evolution 1975, Princeton University Press, ISBN 0-691-08152-2

 Maynard Smith, J. (1978) The Evolution of Sex. Cambridge University Press. ISBN 0-521-29302-2.

 Mark Ridley Evolution 1993, ISBN 0-632-03481-5


 Matt Ridley The Red Queen: Sex and the Evolution of Human Nature 1995, Penguin Reprint, ISBN 0-14-024548-
0

 John Maynard Smith & Szathmary, E. The Major Transitions in Evolution 1995

 Mark Ridley (2004) Mendel's Daemon: Evolution and the Complexity of Life

 Hurst, L. D. and Peck, J. R. "Recent advances in the understanding of the evolution and maintenance of sex"
1996. Trends in Ecology and Evolution 11:46-52.

Nueva Teoría Sobre la Evolución del Sexo


11 de Agosto de 2010.

El origen de la capacidad de los animales (incluidos los seres humanos) y los vegetales para reproducirse sexualmente,
recombinarse geneó ticamente con el fin de reparar el ADN, y luego producir oó vulos, esperma o polen, es un enigma
bioloó gico sin resolver. Ahora se ha propuesto una nueva teoríóa sobre la misteriosa evolucioó n de dicho tipo de
reproduccioó n.

Los investigadores Harris Bernstein y Carol Bernstein de la Universidad de Arizona creen haber encontrado pistas
clave sobre la evolucioó n temprana de los organismos sexuados y el papel que las dificultades medioambientales
tuvieron en la reproduccioó n sexual como estrategia crucial de supervivencia de las especies.

Los investigadores sostienen que las ceó lulas eucariotas (con nuó cleo), adaptaron su capacidad meioó tica para
recombinar sexualmente sus cromosomas en nuevas entidades geneó ticamente distintas de sus ancestros, las ceó lulas
procariotas.

La capacidad de recombinar cromosomas a traveó s de la meiosis produce oó vulos y esperma en los humanos. Seguó n la
teoríóa de los Bernstein, la meiosis evolucionoó para promover la reparacioó n del ADN, reduciendo asíó considerablemente
los danñ os en el ADN resultante en oó vulos y esperma.

Despueó s de la reparacioó n durante la meiosis, cuando un oó vulo se une a un espermatozoide, mejoran mucho las
posibilidades de producir un feto viable, reducieó ndose a su vez las de que el bebeó tenga alguó n defecto geneó tico.

Las ceó lulas procariotas evolucionaron para desarrollar la capacidad de reparar el ADN mediante un proceso llamado
transformacioó n, que tambieó n promueve la reparacioó n cromosoó mica mediante un proceso denominado recombinacioó n.

En las ceó lulas procariotas (que incluyen a las bacterias), la reproduccioó n asexual es completada mediante un proceso
llamado fisioó n binaria. En eó sta, cada hebra del ADN bicatenario original sirve como plantilla para la reproduccioó n de
una hebra complementaria a medida que la ceó lula se prepara para dividirse en dos partes.

Bajo ciertas condiciones, estas ceó lulas son capaces del intercambio y reparacioó n del ADN a traveó s del proceso conocido
como transformacioó n, que es la transferencia de un fragmento de ADN de una ceó lula donante a una ceó lula receptora,
seguida de recombinacioó n en el cromosoma receptor. Los investigadores consideran a este proceso bacteriano una
versioó n temprana del sexo.

Para los eucariotas, que incluyen desde los animales superiores hasta especies unicelulares como la levadura, la
reproduccioó n se presenta en dos formas, a traveó s de la mitosis o bien de la meiosis.
La mitosis es el proceso en el que el ADN duplicado en forma de cromosomas es correctamente distribuido entre
ambas ceó lulas hijas cuando una ceó lula se divide.

El tipo de divisioó n celular que crea oó vulos y esperma se llama meiosis, y difiere de la divisioó n celular "normal" en que,
en vez de producir dos ceó lulas hijas geneó ticamente ideó nticas, produce cuatro ceó lulas en las que cada una contiene soó lo
la mitad de la cantidad del ADN de la ceó lula original. La meiosis se da en todas las especies con reproduccioó n sexual,
desde microorganismos como la levadura, hasta plantas, animales y humanos.

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