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E. Balbier, G. Deleuze, H. L. Dreyfus,
M. Frank, A. Glücksmann, G. Lebrun, R. Machado,
J.-A. Miller, M. Morey, J. Rajchman,
R. Rorty, F. Wahl y otros

MICHEL FOUCAULT,
FILOSOFO

Serie
CLA•DE•MA
Editorial Gedisa ofrece
los siguientes títulos sobre MICHEL FOUCAULT,
FILOSOFIA FILOSOFO
pertenecientes a sus diferentes
colecciones y series
(Grupo "Ciencias Sociales")

PIERRE GRIMAL Los extravíos de la libertad por


JON ELSTER Tornillos y tuercas para
las ciencias sociales

E. BALBIER, G. DELEUZE Michel Foucault,


y OTROS filósofo E. Balbier, G. Deleuze, H. L. Dreyfus,
JOSÉ MARIA BENEYTO Apocalipsis de la M. Frank, A. Glücksmann, G. Lebrun,
modernúlad R. Machado, J.-A. Miller, M. Morey,
GREGORIO KAMINSKY Spinom: la política de las J. Rajchman, R. Rorty, F. Wahl y otros
pasiones

MARTIN HEIDEGGER Introducción a la metafísica

PIER ALDO ROVATTI Como una luz tenue

GEORGES BALANDIER El desorden


HANNAH ARENDT Hombres en tiempo de
oscuridad

PAUL RICOEUR Ideología y utopía

(sigue en pág. 343)

geclj~
Título del original en francés:
Michel Foucault philosophe
© by Editions du Seuil, 1989

Traducción: Alberto L. Bixio


Cubierta: Marc Valls

Segunda edición, septiembre de 1995, Barcelona

Derechos para todas las ediciones en castellano

© by Editorial Gedisa, S.A.


Muntaner, 460, entlo., 1." Esta obra constituye la síntesis de las exposiciones y debates
Tel. 201 60 00 que se desarrollaron en ocasión del Encuentro Inte rna-
08006 - Barcelona, España
cional organizado en París en enero de 1988 por la Associa-
tion pour le Centre Michel Foucault. *

ISBN: 84-7432-389-4
Depósito legal: B-37.410/1995

Impreso en España
Printed in Spain

Impreso en Libergraf
Constitució, 19 - 08014 Barcelona

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de


impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o * En el a nexo de este volumen se encontrarán m á s detalles sohrP 1.,·d.<'
cualquier otro idioma. Centro.
Indice
PRESENTACIÓN, por (Jeorges Canguilhem.............................................. 11

I. Michel Foucault en la historia de la filosofía......................... 13

/ i. Arqueología y epistemología, por Roberto Machado .....-:-::...... 15


.....--2. Nota sobre la fenomenología contenida en Las palabras .--
y las cosas, por Gérard Lebrun ........................................... 31
3. Foucault y Marx. La postura del nominalismo, por
Etienne Balibar... .. .. .. ... .. .. . .. .. ... .. ... .... .. ... .. .. ... .. .. ... ..... .. ..... .... 48
...........--4_ Michel Foucault y el psicoanálisis, por
Jacques-Alain Miller ........................................................... 67
/ 5. ¿Fuera de la filosofía o en la filosofía? La arqueología del
saber. El uso de los placeres. La preocupación de sí
mismo, por Fraru;ois Wahl .. .. ... .. .. ... .. .. ... .... ... .. ... ...... .. .. ... .... .. 74
6. Sobre el ordenamiento de las cosas. El Ser y el Poder
en Heidegger y en Foucault, por Hubert L. Dreyfus .......... 87

II. Estilo y discurso .. ... .. .. ... .. ..... .. .. ... .. ... .. .. ... ... ...... .. ... .. .. ... .. ... .. .. . .. .. .. 105

1. Sobre el concepto de discurso en Foucault, por


Manfred Frank ..................................................................... 107
' /2. Sobre el estilo filosófico de Michel Foucault. Una crítica
de lo normal, por Miguel Morey ... .. ..... .. ... .. .. ... .. ... .. .. ... .. ... .. . 116
¡3. Las palabras de Dios: "Estoy muerto", por Denis Hollier ...... 127
4. Onirocríticas, por Walter Seitter .............................................. 140
5. Sobre la ficción, por Raymond Bellour .................................... 145

l ll. Poder y gobierno ....................................................................... 153

/ l. ¿Qué es un dispositivo?, por Gilles Deleuze ............................ 155


2. Un poder sin un afuera, por Fraru;ois Ewald ......................... 164
3. Sobre una historia natural de las normas, por
Pierre Macherey ................................................................... 170

9
4. Michel Foucault y el Estado de policía, por
Blandine Barret-Kriegel ...................................................... 186

So~~~ ~ct:z~~nu:ez~/~.~~-~-~~~~~-~~-~~~~~-~~-~'.
5
// · ................... 193
6. Foucault y la concepción liberal del individuo, por
Alessandro Pizzorno .... .. .. ... .. . .. .. .... ... .. ... .. .. ... .. .. ... .. ..... .. ... .. .. 198

Iv. Etica y sujeto ............................................................................... . 207 Presentación


l. Foucault: la ética y la obra, por John Rajchman .................. . 209
V 2. Reflexiones sobre la noción de "cultivo de sí mismo'', Las interrogaciones sobre lo que está en juego, sobre los caminos
por Pierre Hadot ................................................................. . 219 de investigación y enfoque y sobre el impacto de una obra como la de
3. Constitución del sujeto y práctica espiritual. Michel Foucault alcanzaron en dimensión y en beneficio cultural lo que
.J
Observaciones sobre la Historia de la sexualidad, podía esperarse de una reunión como el Encuentro Internacional de Pa-
por Christian Jambet ......................................................... . 227 rís durante enero de 1988. Todo ocurrió como si los participantes, sin
4. Estética de la existencia. Moral posconvencional y teoría premeditación, se hubieran puesto de acuerdo en reconocer la imposibi-
del poder en Michel Foucault, por Rainer Rochlitz .......... . 242 lidad de plantear cuestiones a Foucault ignorando lo que él mismo de-
5. Más allá de la vida y de la muerte. Foucault y la ética claró en la introducción a L'usage des plaisirs, a saber que el objeto de
después de Auschwitz, por James Bernauer ..................... . 254 sus trabajos -los "juegos de verdad", noción tan extraña a las filosofías
dogmáticas como a las filosofías críticas-, sólo podía tratarse mediante
"el ensayo ... , cuerpo vivo de la filosofía". De manera que al examinar
V. Racionalidades e historias ......................................................... . 277 hasta qué punto el presente libro traduce vacilaciones, reservas, inquie- \
tudes y al comprobar que debe abordarse como una práctica del saber,
/;r 1. Racionalidad, fuerza y poder. Foucault y las críticas todos los participantes sintieron que, a semejanza de él, no estaban en
de Habermas, por Dominique Janicaud ............................. 279 "el mismo planeta" que la gente que prescribe al pensamiento filosófico
2. Foucault, el presente y la historia, por MarkPoster .............. 298 la tarea de "legitimar lo que ya se sabe" en lugar de alentar la empresa
3. Foucault, la moral, la crítica, por que consiste en tratar de "saber cómo y hasta qué punto sería posible .
Christian Bouchindhomme .. ..... ......... ... .. .. ... .. .. ... .. ... .. .. ... .. .. 313 pensar de otra manera".
4. Identidad, moral y autonomía privada, por Esta posición de disidencia sostiene el apasionado interés que
Richard Rorty ............................................................. :. . .. .... 323 presta Foucault (aun en el terreno mismo de conceptos clásicos, tales co-
//' 5. El nihilismo de Michel Foucault, por mo normalidad, moralidad, transgresión, regulación) a modos de cues-
André Glücksmann ............... ... .. .......... ........... .. ... ..... ..... .. .... 332 tionamientos filosóficamente excéntricos y a respuestas en forma de
v 6· Foucault y la superación (o remate) del nihilismo, por descubrimientos tales como, por ejemplo, el encierro y la prisión. Varias
Paul ~yne ...... .. ...................... .... ..... ................... .. .. ..... ......... 335 intervenciones durante el curso de este Encuentro mostraron cómo cier-
tas cuestiones planteadas a Foucault, de conformidad con la forma em-
NOTA SOBRE EL CENTRO MICHEL FOUCAULT ........•.. .......................... ..... 341 pleada en el terreno clásico, están ya desplazadas, son laterales y hasta
obsoletas. Por ejemplo, asombrarse de ver a Foucault tratando la ver-
dad como poder antes que como norma equivale a desconocer que, bajo
el aspecto de ciencias generadoras de tecnologías, el saber contiene va-
lor.
A la pregunta inevitable "¿Fuera de la filosofía o dentro de la filo-
sofía?, algunos se sintieron tentados a responder: "Fuera de la filosofía
pero junto a ella". Más numerosos son aquellos que consideran el "afue-
ra" igual a "contra" pues se muestran sensibles al hecho de que Fou-
cault desacreditó las cuestiones de posibilidad trascendental en benefi-
cio de las cuestiones de posibilidad histórica, condenó la investigación

10 11
de' las profundidades (pues le pareció muy dificil discernir los puntos
desde los cuales se perciben bien las superficies) y sustituyó la historia
de los sistemas por la historia de las problemáticas.
Ha llegado, pues, la hora de aplicar a la obra de Foucault sus mé-
todos de esclarecimiento, es decir, la genealogía y la interpretación que
él mismo aplicó a sus campos de estudio. Antes de plantear a Foucault,
como muchos de sus críticos se apresuraron a hacerlo no sin perfidia,
cuestiones tradicionales de la filosoña, considerada siempre en el fondo
a través de su historia como disciplina encargada de buscar la verdad y 1
la sabiduría, se habría podido meditar en el hecho de que Foucault ha-
bía comenzado su obra con una historia de la locura.

GEORGES CANGUILHEM Michel Foucault en la


historia de la filosofía

12
1

Arqueología y epistemología*
Roberto Machado

Si se trata de situar a Michel Foucault en relación con la filosofía,


¿cómo no pensar en Nietzsche, en la fenomenología o hasta en el mar-
xismo ... ? Creemos sin embargo que la manera más pertinente de situar,
desde el punto de vista metodológico, lo que Foucault ha llamado "ar-
queología" es hacer hincapié en sus vínculos con la ~istemología fran-
cesa tal como ésta se practica desde Bachelard.
Siendo reflexión sobre la producción de conocimientos científicos,
la epistemología juzga la ciencia desde el punto de vista de la cientifici-
dad. Ahora bien, para dar cuenta de las.sondiciones de posibilidad de los \
conocimientos científicos, la epistemología francesa toma l~ hi"Storia co- V
mo el instrumento preferido de análisis. Por supuesto, esto no quiere
decir que toda historia de la ciencia sea filosófica sino que significa que
filosofías del concepto como las de Bachelard, Cavailles, Koyré o Can-
guilhem (al estudiar la ciencia en su historicidad) hacen más que una
simple descripción de los inventos, de las tradiciones o de los autores.
Para la epistemología, una historia de las ciencias puede alcanzar su ob-
jetivo, que es establecer la historicidad de la ciencia, sólo situándose en
una perspectiva filosófica y por lo tanto delimitándose de las disciplinas
propiamente históricas o hasta científicas.
Es fácil comprender esta posición recordando que, si la epistemolo-
gía liga íntimamente (si no identifica) la reflexión filosófica con el análi-
sis histórico de la ciencia, lo cierto es que ésta plantea una cuestión fun-
damental a la filosoña, la cuestión de la racionalidad. Para la epistemo- )?
logía, la ciencia, discurso normativo y sujeto a normas, es el lugar mis-
mo de la verdad y como tal es productora de racionalidad. Y..srht'"ñíZOrl
'faene una füsfoña, únicamente la historia de las ciencias puede demos- ',

trarlo y trazar su trayectoria. De manera que la dimensión crítica de la


historia filosófica de las ciencias no es en ningún caso una crítica de
la de la ciencia, sino que por el contrario es una crítica de lo negativo \} f 1
de la razón, pues analiza las superaciones -<le obstáculos, de prejui-
cios, de mitos- que hacen posible el advenimiento progresivo de la ra-
cionalidad; esa dimensión crítica es un instrumento filosófico para es-

• Estas ideas están desarrolladas en mi libro Ciencia e saber, a trajetoria de arqueo-


logia de Foucault, Río de Janeiro, Graal, '2! ed., 1987.

15
clarecer el conocimiento y tiene por norma la racionalidad científica las grandes ventajas del método arqueológico el hecho de ser un instru-¡
\ misma en su más alto grado de elaboración. La epistemología es, pues, mento capaz de concebir las ciencias del hombre como saberes dejando . ~
~ una¡ filosofía que estudia la cuestión de la racionalidad a través de la
ciencia concebida ésta como la actividad racionalista por excelencia ...
de lado la cuestión de su carácter científico y sustrayéndose así al i:rppo- -U..c
sible desafío de la recurrencia, aunque sin abandonar por ello la exigen- ;¡-
Quisiéramos analizar el importante desplazamiento metodológico cia de un análisis conceptual, susceptible también él de establecer dis-
cumplido por Michel Foucault en relación con la epistemología. Recorde- continuidades.
mos que la filosoña de Bachelard desacredita toda veleidad de formula- Con todo, nos.e trata aquí .de un .solo y único desplazamiento desde ·
ción de un racionalismo general: instruida por la ciencia, la filosofía de- la ciencia al saber. Generalmente se conoce el método de análisis ar-
be estar a su altura, asimilar sus lecciones y respetar su normatividad. queológico como una "arqueología del saber", pero, contrariamente a
En esta perspectiva, la epistemología bachelardiana es un racionalismo
regional, y el hecho de que falten criterios válidos para todas las cien-
una idea muy difundida, esta denominación es, no un punto de partida,
sino el resultado de un proceso, él mismo histórico, en virtud del cual el ~
\ cias hace necesario el estudio minucioso de múltiples "regiones" de cien- concepto de arqueología sufrió modificaciones tales que aparece de ma-
\ ¿_ificidad. '- nera diferente en cada obra.
. Giiston Bachelard se dedicó a ciencias tales como la ñsica y la quí- Considerada en esta perspectiva, L'Archéologie du savoir [La ar-¡· lv..
mica de las que grosso modo puede considerarse que constituyen la re-
12..~l,o~ di~tigac1ones
queologta del saber] ya no se mani QinQ la fo ación me- Á
gión de la naturaleza o de la materia. Luego Georges Canguilhem, utilizada en las arqueológicas, como "1 G
partiendo esencialmente de las mismas categorías metodológicas, se in- la istoi e de la folie, Naissance de la clinique y Les Mots et les Choses _
teresó por la biología, la anatomía y la fisiología; disciplinas que él lla-
ma "ciencias de la vida", con lo cual delimita así otra región de cientifici-
(Historia de la locura, Nacimiento de la cUnica y Las palabras y lasco- 'lltf ?v ru
sas). Precisamente haremos hincapié en estas obras para captar el mé-
dad. Se puede entender la historia arqueológica como la investigación todo arqueológico en el momento mismo en que, una vez creado, produce
de una región nueva y todos sus análisis gravitan alrededor de la cues- resultados concretos. En efecto, es imposible asimilar las posiciones me-
tión del hombre y forman una gran empresa de investigación sobre la todológicas de La arqueolog(a del saber y los métodos efectivamente em-
constitución histórica de las "ciencias del hombre" en la modernidad. pleados en los libros anteriores. La arqueologfo del saber es menos una
explicación conceptual de lo que ya se ha realizado que la instauración -lf'~
i/ Pero este carácter específico del objeto de estudio no agota la originali-
dad de la arqueología: en la medida en que ésta se centra en la cuestión
del hombre -enfocado como una región junto a las regiones de la natu-
de nuevas bases para ulteriores investigaciones de la historia arqueoló-
gica, por más que ésta pronto cede el lugar a un nuevo tipo de análisis ~
raleza y de la vida-, la tarea arqueológica se guiará por principios dife- histórico del saber que Michel Foucault llamará "genealogía". De mane-
rentes de los principios de la historia epistemológica. La arqueología, ra que lo que analizaremos son las diferentes etapas de la trayectoria de
conservando la epistemología como punto de referencia metodológico, la arqueología partiendo de aquellos puntos que nos parece que dan 1
asume otra posición en sus análisis de la racionalidad: mientras que la cuenta mejor de su metodología y del desplazamiento que ésta opera j
epistemología postula que la ciencia debe, para emplear la expresión de
t
,,
Bachelard, "ordenar la filosoña", la arqueología reivindica su indepen-
dencia respecto de toda ciencia y se hace crítica de la idea misma de ra-
respecto de la epistemología: el concepto, la discontinuidad y la 1)6rmati-
---
vidad.
...__
.....
\ 7

óJt cionalidad. Asimismo, mientras la historia epistemológica examina, en


el nivel de los conceptos científicos, la producción de la verdad en la
***
ciencia definida como proceso histórico de producción y desarrollo de la En la media en que es ~l, la Historia de la locura se dis-
racionalidad, la historia arqueológica, al establecer interrelaciones con- tingue no sólo de las historias clínicas <le la psiquiatría sino además por
ceptuales en el nivel del saber no asigna mayor importancia a la cues- el hecho de ser una crítica de los métodos de tales historias. Sin embar-
tión normativa de la verdad ,a sí como no establece un orden temporal de

l
go, el problema del concepto no está planteado de la misma manera que
recurrencia p.artiendo de la r~cionalidad científica actual. Al neutralizar en la epistemología, donde es aquello que fundamentalmente define la 1
..,¿ la cuestión de la cientificidad¡ la arqueología lleva a cabo una historia racionalidad científica. La Historia de la locura representa un primer
lf de los saberes en la que ha de~aparecido todo rastro de la historia del
1 progreso de la razón.
La arqueología nunca hizo (de manera implícita o explícita) la crí-
desplazamiento respecto de la epistemología: radicaliza la autonomía
del concepto en relación con la ciencia. El hecho de que la psiquiatría no
sea una ciencia propiamente dicha no .impide empero aprehender sus
tica de la epistemología, pero siempre quiso sugerir que la historia epis- conceptos: la psiquiatría es un discurso teórico que, aunque no sea cien-
temológica se encontraba en. la imposibilidad de analizar problemas de tífico, aspira a la cientificidad puesto que tiene el discurso médico como \ ~
los que ella misma podía dar cuenta. Sin duda alguna hasta es una de parámetro. Pero la Historia de la locura no se limita a los discursos con

16 Cl¡-t-M.~tl~ & :, 1.ct a ~ ¡Jjk 17


l. /;(~¡(A.,.' (1 /;' / I>
~/~retensión científica sino que tiene en cuenta discursos filosóficos, lite- gesto que separa. las categorías que explican o que pretenden hacerlo.ª /
/\ rarios, teológicos o políticos. Teniendo como hilo conductor la cuestión de Este privilegio opondrá, en este caso, a una historia de los discursos, de .·
/ la locura, el análisis considera todo un conjunto heterógeno de discursos las teorías, de los conceptos -psiquiátricos o no psiquiátricos- sobre la ~
'que la constituyen como objeto. Y precisamente al cargar el acento sobre locura, una arqueología de la relación de fuerzas que se establece con el
el elemento conceptual de esos discursos se hace posible realizar cotejos loco independientemente de la razón científica. En la Historia de la lo-
~d ¡l y establecer un conjunto. Pero el concepto de fillher (que llegará a ser el cura no hay una arqueología del saber en el sentido en que este concep-
'K. objeto mismo de la arqueología no está todavía formulado en este libro to se definirá posteriormente, sino que hay en cambio una arqueología
pues sólo se lo delimita de la historia epistemológica y de la definición de la percepción.
del carácter específico de la arqueología) se funda en la distinción que La existencia de dos niveles lleva a Foucault a criticar una historia
hay entre conocimiento y percepción. Solamente la ciencia produce cono- continua que describa el itinerario de la psiquiatría como el paso lineal ) ~..
cimiento, afirma la epistemología ... pero Foucault utiliza el término de una percepción social a un conocimiento científico de la locura. Discí- /1
/ "conocimiento" en una acepción más amplia, entendido como teoría sis- pula de la epistemología, la arqueología critica las historias continuis-
~ temática, es decir, la oJ?jetivación mediante discursos científicos, o que tas, pero las discontinuidades que ella establece son de otra índole. En
se crean tales, del fenómeno a:el'i?locura, como ocurre por ejemplo en las la Historia de la locura, las rupturas son generales, verticales y par-
teorías de la medicina, de la psiquiatría o del derecho, que pretenden ciales.
elaborar un saber objetivo, "positivo". Ahora bien, y esto es importaílte, Generales, pero siempre circunscritas a la cuestión de la locura, \
la Historia de la locura comprueba precisamente la insuficiencia del ni- las rupturas son estudiadas por Foucault partiendo de las interrelacio-
vel del conocimiento para dar cuenta de las condiciones de posibilidad nes conceptuales establecidas en una época dada en el nivel de la per-
de l~ psiquiatría.! cepción así como en el nivel del conocimiento. Pero hay también hetero-
¿Cómo analizar pues el nacimiento de la psiquiatría? Situándose geneidad entre conciencia crítica y experiencia trágica de la locura en el
no ni exclusivamente, ni fundamentalmente en el nivel del discurso renacimiento; entre las dos formas institucionales de reclusión (el hospi-
eórico puesto q.ue la psiquiatría es incapaz de definir la esencia de la lo- tal y el encierro absoluto) en la época clásica; entre una conciencia jurí-

0\D n ura. El análisis deberá situarse pues en el nivel (llamado de "percep-


ión") de la relación teórico-práctica establecida con el loco en una situa-
. ión de exclusión institucional.2 Por eso la arqueología indaga discursos
más directamente ligados a las prácticas institucionales, como por ejem-
\ J plo los procesos judiciales y policiales o los archivos de las prisiones, de
dica y una conciencia social de la locura; entre teoría médica y sistema
de exclusión; entre conciencia de la locura y conciencia del desarreglo
mental a fines del siglo XVIII.
Las rupturas son verticales pues la distinción de los niveles de la
percepción y del conocimiento lleva el análisis mucho más allá de los
'f los hospitales y de los hospicios. Esos textos que son poco familiares pa- discursos. Deliberadamente situado en un nivel más elemental que el de
ra los historiadores de la ciencias serán· estudiados sin embargo, y esto las teorías que especifican la locura en una nosografía, el análisis da
es fundamental, conceptualmente. claramente importancia a las prácticas de la internación -hasta las ca-
. Aquí es donde se plantea la cuestión de la arqueología. En la His- tegorías de desarreglo mental y de alienación se presentan como consti-
toria de la locura aparece por primera vez esta denominación que desig- tuidas por la organización, por el funcionamiento y la transformación de
na menos un método rígido, estable y preciso que una exigencia siempre las instituciones de reclusión-, pero remite también a dimensiones más
renovada de explicar el discurso científico -en el sentido amplio del tér- generales cuando, por ejemplo, atribuye la institución del encierro abso-
/ mino, que abarca los discursos con pretensiones de cientificidad- de un
luto, su creación, su decadencia y su mudanza en hospicio a factores
modo específico. El sentido de este término evolucionará en el curso de económicos, sociales y políticos. Pero se conserva la dicotomía percep-
las investigaciones arqueológicas pero permanecerá inmutable en un ción-conocimiento: la teoría nosográfica nunca se pone en relación con
punto: la arqueología define un enfoque específico y un espacio que le es los aspectos institucionales o económicos. Por más que el análisis quiera
propio, pero conservando siempre como punto de referencia -explícito o formular explícitamente a la vez las condiciones de posibilidad de la
implícito- la historia epistemológica de las ciencias. percepción y del conocimiento moderno de la locura, su carácter vertical

¡ En la Historia de la locura, "arqueología" tiene el sentido restringi-


do y preciso de investigación de las condiciones de posibilidades más
profundas que las ofrecidas por la ciencia. De ahí la importancia de la
se refiere a los discursos estrechamente vinculados con la percepción.
La psiquiatría aparece como una especie de compromiso entre dos as- -\JI
pectos heterogéneos: el campo abstracto de una naturaleza teórica y el 'ij:
dicotomía estructural organizadora de la investigación. En esta dicoto-
mía, el espacio propio de la arqueología está más acá del "conocimiento":
lugar anterior en el que el conocimiento reposa pero sobre todo superior
espacio concreto de una internación o, para decirlo con otras palabras,
de una "analítica médica" y una "percepción de asilo". 4
Las rupturas son por fin parciales en el sentido en que la investi-
1
pues es prioritario para discernir sus objetivos reales. Predominio del gación histórica no separa de manera absoluta la épocas. Desde luego, el

18 .y o.~ 19
~d.t
encierro constituye una ruptura respecto de la situación real del loco en podría serle propio".6 Foucault no hace la historia positiva de esta reali-
el renacimiento o bien el asilo de Pinel y Esquirol respecto de la reclu- dad originaria sino que se contenta con señalar su persistencia a través
sión clásica. Asimismo, hay heterogeneidad entre teoría psiquiátrica, de personajes tales como Goya, Nietzsche, Van Gogh, Nerval, Holderlin
nosografia clásica y conciencia crítica de la locura en el Renacimiento ... o Artaud ... Foucault hace una historia crítica y normativa de la negati-
Pero la discontinuidad no es total, pues las teorías y las prácticas nunca vidad de la locura partiendo de un valor tomado como positivo. ,
• ~, son in~eíOQ'üt'H"Alía ocurrido antes. Siem.p_r..e hay condi- De ahí la importancia de la hipótesis de una locura originaria: úni-
Q\'t> r ciones ant~riores de ~osibilida~. / La Histor~a d~ la 10éUra desClilireun camente esta experiencia puede decir la verdad de la psiquiatría av
\ - proceso onentado hacia la creciente subordmac1ón de la locura a la ra- restituirla a un proceso histórico de control de la locura cada vez máf ~-­
eficaz. En el Renacimiento, la crítica moral considera la locura il~;
~
zón. El libro es crítica de la razón cuando analiza los límites, las fronte-
ras que la razón establece y desplaza para excluir y reducir todo aquello en la época clásica, el racionalismo la reduce al rango de error; en la
que pudiera amenazar su orden. Se trata de un desplazamiento discon- época moderna, por fin, las ciencias humanas la patologizan '"Coñ'Siderán- I•} ll..U>J IJ~
tinuo de fronteras, pero siempre en el sentido de una dominación más dola como una fil~ción. De esta manera la producción teórica sobre la r
vigorosa de la razón sobre la locura. Nueva teoría sobre la locura y nue- locura aparece ' como To contrario de un conocimiento en la medida en é)'b llL Olt
va práctica del control del loco, la psiquiatría aparece así como la radi- que el conocimiento le inventa esencias o supuestas naturalezas. Pero lo t1,1r:.1:,nm
calización de un proceso histórico de dominación. Observemos por fin
que las condiciones históricas de posibilidad de la psiquiatría son más
institucionales que teóricas y que se trata menos del examen del médico
paradójico es el hecho de que la historia tenga por finalidad subordinar
la locura a la razón y a la verdad creando una audocienci.a destinada a f)
elaborar el dominio de la razón sobre la locura. En todo caso, la historia !
r

\0
~\? que ha considerado, aislado e individualizado al loco que de problemas de la locura no es la trayectoria de la razón hacia la verdad, sino que es . ~.
\)
económicos, políticos y sociales. la progresiva dominación de la locura para integrarla en el orden de la P
:<J or , Nos vemos pues naturalmente llevados a considerar el problema razón. La historia de la locura es lo siguiente: la historia de la fabrica- ,
'od
l\J de la normatividad de la arqueología. La Historia de la locura no pre- ción de una gran mentira. En este sentido, el libro está muy marcado to-¡
davía por el proyecto epistemológico.
í senta una historia normativa en la que se pudieran formular juicios so-
bre los discursos atendiendo a la cientificidad, definida por el presente
***

de una ciencia tomada como norma. El progreso de la ciencia y la afir-
mación esencial de la epistemología pierden ·todo valor en esta inves-
tigación que al neutralizar la cuestión del progreso, en lo tocante a la Naissance de la cliníque [Nacimiento de la cUnica] es un texto con-
percepción y el conocimiento de la locura, borra necesariamente toda po- ciso en el que la cuestión metodológica está ausente de manera explíci-
sibilidad de reiteración histórica. Sin embargo, la problemática de la re- . ta, salvo en el prefacio. Sin embargo, esta cuestión penetra todo el libro
currencia está bien presente y hasta organiza la argumentación de todo aunque de manera muy diferente de la dada en la Historia de la locura.
el libro, pero, de una manera inversa: la Historia de la locura realiza, si Analizaremos pues el discurso de la historia arqueológica en este nuevo
es lícito decirlo así, una recurrencia al revés en la medida en que el cri- momento de su trayectoria y siempre partiendo de las cuestiones del
terio de juicio que ella utiliza procede no del presente, sino del pasado. concepto, de la discontinuidad y de la normatividad.
Es ciertamente u.n discurso normativo en el sentido en que detecta (en La arqueología de la clínica tal como la concibió Foucault no sólo es
la historia de las teorías y de las prácticas que tienen relación con la lo- muy diferente de las historias clínicas de la medicina sino que se opone
cura) una dirección que revela cómo una verdad originaria y esencial de a ellas. Con todo, no se trata tampoco de una historia epistemológica en
la locura fue, no descubierta, sino encubierta y que ·eso se hizo porque la medida en que la arqueología no constituye un objeto original y espe-
significaba una amenaza, un peligro. cífico que sería el saber.7 La manera de proceder es diferente pues el ob-
Analicemos más cuidadosamente esta cuestión y precisemos en jeto estudiado, la medicina, no es una ciencia propiamente dicha. Y para )t'
qué sentido la Historia de la locura es normativa. Toda la argumenta- mostrar que la ruptura entre medicina clásica y medicina moderna es
ción se basa en la existencia de una experiencia fundamental de la lo- arqueológica, Foucault afirma que no hubo ruptura epistemológica, es

1
cura,s es decir, en el hecho de que ésta no es sólo una figura histórica o
un producto práctico-político y teórico-científico del cual se buscaría el
momento de constitución y las etapas de transformación, sino que es
decir, que no se produjo el paso de un lenguaje metafórico a un lenguaje
conceptual ni se adquirió objetividad.e La arqueología quiere explicar la
producción de un tipo de conocimiento que la epistemología no puede al-
¡
una experiencia originaria y más fundamental que las figuras históricas 1 canzar de manera satisfactoria puesto que ese tipo de con_Qcimiento !!.Q. !J(..Jk
es científico. 1'
ºf que la razón encubrió, enmascaró, dominó aunque sin destruirla total-
mente: "Enteramente excluida por un lado, enteramente objetivada, por /
el otro, la locura nunca se manifestó por sí misma ni en el lenguaje que
~ Estaambigüedad temática entre la arqueología y la epistemología
está por lo demás expresada mediante una ambigüedad terminológica:

20 X' D/,J.Mu~. ;I, ~ f'4~~} 1uv,,.,~ 21


'
el término "arqueología" que figura en el subtítulo del libro -"Una ar- Son precisamente estos dos conceptos considerados en ~u ínÚma
queología de la mirada médica"- no aparece en ninguna otra parte del relación los que permiten captar las rupturas que afectaron y transfor-
cuerpo de la obra. En cambio Foucault emplea el adjetivo "epistemológi-
co" asociado a expresiones tales como "mirada médica", "percepción mé-
maron el conocimiento médico: esas rupturas son reorganizaciones de la
relación entre estos dos términos. En la medicina clásica se asignaba
l
dica", "visible", "invisible" o "visibilidad invisible", y lo hace muchas importancia al lenguaje respecto de la mirada y la enfermedad era un
veces para calificar el objeto de estudio que, desde un punto de vista "espacio racional", esencial. Percibir equivalía a descifrar un orden inte-
conceptual, define en este libro el enfoque arqueológico. 9 ligible de las enfermedades, orden establecido por el espacio nosográfico
En Nacimiento de la clínica, la historia arqueológica se sitúa en en el nivel de la representación. De manera que el lenguaje médico era
dos niveles que guardan correlación entre sí: la mirada y el lenguaje. necesariamente anterior a la percepción. En la clínica hay un equilibrio
"Experiencia médica", "percepción médica", "mirada médica" son otras
1
tantas expresiones empleadas múltiples veces como sinónimos y Utiliza-
entre mirada y lenguaje. El conocimiento clínico se hace analítico pues
el espacio mismo de la percepción tiene una estructura lingüística. En
das como elementos correlativos de la definición de un espacio del cono- la anátomo-clínica, la mirada tiene mayor importancia que el lenguaje.
cimiento médico. Por ejemplo, Foucault emplea a lo largo de todo su aná- La identificación del espacio de la enfermedad con el organismo enfermo
lisis el término "especialización" en el sentido de la constitución de un destruye el carácter ideal del espacio de la enfermedad y lo hace empíri-
espacio de visibilidad de la percepción médica, espacio que no es exclusi- co. En el caso de la medicina, la elaboración de un lenguaje moderno
vo de la medicina moderna. Foucault no niega el carácter empírico de la descansa en la posibilidad de penetrar en el volumen corporal y de bus-
medicina moderna, pero critica la posición dicotómica la cual imagina car en él la lesión orgánica.
que el rasgo fundamental de la clínica moderna consiste en haber afir- Considerado desde el punto de vista del sistema de las reorganiza-
mado lo visible contra lo pensado. A esto, Foucault opone la hipótesis (y ciones entre la mirada y el lenguaje -lo cual indica el nivel de profundi-
ésta es la idea central del libro) de que el cambio se debe a una transfor- dad en el que se sitúa la arqueología-, el análisis de la ruptura realiza-
mación de la relación entre lo visible y lo invisible. En esta perspectiva, da por la anátomo-clínica no apela a ninguna recurrencia histórica. Si la

~
la fundamental mutación registrada entre la medicina clásica y la medi- crítica de la historia retrospectiva es una constante de Nacimiento de
cina moderna es el paso desde un espacio taxinómico a un espacio corpo- la clínica ésta nunca recurre los criterios de la actualidad científica: en
ral: es la espacialización de la enfermedad en el organismo. En otros ningún momento Foucault considera explícitamente un tipo de medici-
términos, se trata de la oposición entre una mirada de superficie delibe- na superior a otro. Aun cuando Foucault califica en múltiples ocasiones
radamente limitada a la visibilidad de los síntomas y una mirada de su estudio como epistemológico, pone en práctica un tipo original de his-
profundidad que, mediante el estudio del organismo enfermo, muda lo
invisible en visible. En definitiva, es el cambio de las formas mismas de
toria de la medicina. También la idea de una recurrencia al revés que
orientaba la Historia de la locura desaparece aquí por entero: Foucault '"K'
1
visibilidad lo que constituye la principal característica de esta ruptura. no utiliza ningún criterio extramédico para juzgar sobre la racionalidad
Pero no se puede disociar el análisis de la percepción médica y de de la medicina. La ruptura entre medicina moderna y medicina clásica
su espacio, por una parte, y el análisis del lenguaje de la medicina, por - - cuestión central de este libro que procura definir una normatividad
otra. Nacimiento de la clínica trata de mostrar cómo el concepto misnio intrínseca de la medicina en diferentes épocas- queda establecida gra-
de enfermedad se transformó entre la época clásica y la época moderna; cias al análisis de las transformaciones del concepto de conocimiento
o mejor dicho, cómo la idea del ser de la enfermedad desapareció en pro- médico sobre la base de los criterios que cada época define como verda-
vecho de la idea de cuerpo enfermo. La ruptura que la medicina moder- deros, criterios que la correlación de mirada y lenguaje permiten formu-
na inaugura es el desplazamiento de un espacio ideal a un espacio real, lar explícitamente. En Nacimknto de la clínica, lo que aclara la historia
corporal y consecutivamente inaugura la transformación del lenguaje de los discursos en una época dada son, no criterios pasados o futuros \
intrínsecamente vinculado con la percepción de ese espacio. Contra la - por lo tanto, exteriores-, sino que son condiciones de posibilidad in- t.¡l 1
dicotomía instaurada por los historiadores cuando éstos definen la me- ternas y profundas, "las condiciones de posibilidad de la experiencia mé-
dicina moderna como el repudio de la teoría y la adopción de la expe- dica", el "a priori concreto" de la medicina. Por lo demás, volveremos a
riencia, Foucault analiza el lenguaje en su relación con la experiencia ncontrar esta idea en el libro siguiente.
médica y su objeto. No hay "especialización" sin "verbalización" de lo pa-
tológico. El objeto de la arqueología es "esa región en la que las palabras
y las cosas no están todavía separadas", es "la articulación del lenguaje ***
médico con su objeto", es "la estructura expresada de lo percibido", es "la Les Mots et les Choses [Las palabras y las cosas] es el libro más
especialización y la verbalización fundamentales de lo patológico", es la nmbicioso de Foucault. En él, Foucault extiende (no sin modificaciones
"mirada locuaz" del médico.1º importantes) a un grupo de saberes ciertos resultados de .los análisis an-
22 ,f Cu ¡.¡ l' o.b.1..·,_" Ji._~_5!11.r~t;,,
del ejercici,o de la me.d icina y del .h ospital. Aun cuando conserven cierta

~
teriores sobre la psiquiatría y la medicina, con lo cual constituye una
verdadera teoría general de las ciencias del hombre. Pero, y esto. es lo importancia, las prácticas sociales parecen accesorias en Nacimiento de
que nos interesa, Foucault formula y aplica el método arqueológico de la clínica y hasta es posible explicar la tei;¡is general sin referirse a ellas,
una manera que no coincide ni con los análisis anteriores, ni con los tra- pues el objetivo principal del libro -analizar en el nivel de la "mirada"
1bajos posteriores. y del "lenguaje" los principios constitutivos del conocimiento médico mo-
El aspecto más importante de esta reflexión metodológica es la de- derno definiendo el tipo específico de ruptura que dicho conocimiento
finición del objeto del análisis entendido como episteme. Es la noción de establece- exigía hacer hincapié en el discurso médico. Con Las pala-
saber la que permite comprender la de epistem't-EñLas palabras y las bras y las cosas, que estudia la constitución de las ciencias humanas so-
cosas, la arqueología es una historia de los saberes y lo que da su uni- bre la base de una urdimbre conceptual de los saberes que les serviría
dad a la obra es la idea (nueva para la arqueología) de que el saber tie- de condición de posibilidad, Foucault deja enteramente de lado la rela-
ne una positividad. Hasta entonces, Foucault empleaba el término "po- ción entre los saberes y las estructuras económicas y políticas. Tomando ~'
sitividad" en el sentido que le daba la epistemología, es decir, como una por primera vez de manera clara y sistemática el saber -y no ya la per-
propiedad específica del discurso científico. En la Historia de la locura, cepción o la mirada- como nivel específico der-aruriisis arqueológico,
calificaba así además del conocimiento científico, los discursos con pre- Foucault trata de mostrar las condiciones de posibilidad intrínsecas del
tensión a la cientificidad. Limitarse a esta positividad o hasta hacer ex- nacimiento y de la transformación de determinados saberes al desacre-
cesivo hincapié en ella habría pues parecido como una manera de elu- ditar toda historia exterior. Curiosamente, la "genealogía" que Foucault
dir el análisis. En Nacimiento de la cUnica, el adjetivo "positivo" se em- abordará justo después de La arqueolog(a del saber (que quiere explicar
plea entre comillas y se refiere a la medicina moderna habitualmente la existencia y la transformación de los saberes situándolos como piezas
considerada como positiva, es decir, científica; y esto se hace a fin de in- dentro de relaciones de poder e incluyéndolos dentro de un dispositivo
dicar que no hubo "psicoanálisis del conocimiento médico". Si en estos político) sigue una dirección muy diferente y, desde este punto de vista,
dos casos el análisis guarda sus distancias respecto del concepto de po- está mucho más cerca de la Historia de la locura.
sitividad, ello se debe a que ell. Las palabras y las cosas el concepto Es pues la busca de un orden interno constitutivo del saber lo que
cambia de sentido precisamente al introducirse el concepto de saber co- caracteriza la reflexión de Las palabras y las cosas. De ahí la cuestión
mo nivel específico del análisis y al transformarse-1~íogía en de la episteme: la episteme no es sinónimo de saber sino que es la expre-
) ,\ "arqueología del saber". Foucault dice ahora que el saber, poseedor de sión de p.n orden o, mejor dicho, del principio de un ordenamiento histó-
una positividad, sólo puede considerarse por referencia a sí mismo, ya
se trate de una forma de saber más completa a partir de la cual podría
r ico de los saberes, principio anterior al or denamiento del discurso
efectuado por la ciencia e independiente de él. La episteme es el orden ~
.;~ ) ser juzgado, ya se trate de algo de otro orden, como las estructuras eco- específico del saber, la configuración, la disposición que toma el saber en
una determinada época y que le confiere una positividad en cuanto sa-
v\~
nómicas o sociales de las que el saber sólo sería su expresión o su pro-
yección. ber.
Esta inflexión de la trayectoria de la arqueología modifica la ma- En la noción de episteme se distinguen dos aspectos complementa-
nera de tratar las relaciones entre los discursos y la prácticas económi- r ios. En primer lugar, está su aspecto general, su carácter global: "En
cas, poÚticas o institucionales cuya importancia disminuye progresiva- una cultura y en un momento dados nunca habrá más que una sola ~
mente a medida que avanzan las investigaciones de Foucault. En la episteme, que define las condiciones de posibilidad de todo saber".n A 1

cada época corresponde una episteme única que rige el conjunto de los
Historia de la locura, esas prácticas ocupaban un lugar esencial: para
analizar las condiciones de posibilidad de la psiquatría, las prácticas
institucionales de la internación, los discursos que las acompañaban y
saberes. Las palabras y las cosas no es la historia de una ciencia o de un
concepto. Su investigación se realiza en dominios diferentes y sobre con-
ceptos que pertenecen a saberes distintos tratando de establecer inte-
oIº i
su articulación con las transformaciones económicas estaban concebidas
como más capaces de explicar el problema estudiado que las teorías mé- rrelaciones conceptuales. La vida, el trabajo y el lenguaje, por ejemplo,
dicas sobre la locura. Preferencia de la "percepción" del loco sobre el "co- son conceptos fundamentales de saberes que no tienen contactos entre
nocimiento" de la locura. A su vez, Nacimiento de la clínica articula los sí. Pero la arqueología procura relacionarlos, articularlos; la arqueología
diferentes tipos de medicina con instituciones como el hospital o la es- se pregunta si no hay semejanza entre estos tres dominios y si el mismo
cuela o, en una perspectiva más amplia, con las transformaciones políti- tipo de transformación no afectó en el mismo momento a esos saberes.
cas registradas especialmente durante la revolución francesa. El libro La heterogeneidad de los discursos se borra frente a una homogeneidad
mostraba por ejemplo incompatibilidades entre la concepción clásica de más importante que revela las compatibilidades y las coherencias en
la enfermedad y el hospital o ponía en relación la constitución de la clí- una época determinada, así como revela las mutaciones, las incompati-
nica con las cuestiones políticas de la reorganización de la enseñanza, bilidades o las diferencias entre épocas distintas. La mayor ambición de

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24 %- ~ /k~:_,4 ""'-- ~tfadJ1AI'. : (}f, c.. .,(,(;¿hl•t? . (
25
Las palabras y las cosas es establecer las continuidades sincrónicas y q~eol.ogía que t~ene el saber como objeto y la epistemología que tiene la ) ~p
J'"'u
"V las discontinuidades diacrónicas entre los saberes y establecer la confi- ciencia como obJeto. A,-
) guración general del saber en una época dada.i2 Desde el punto de vista de la historicidad del saber, lo que caracte-¡

¡
El segundo aspecto del concepto de episteme es su profundidad. riza a la arqueología en Las palabras y las cosas es el hecho de que ella
La arqueología es el análisis histórico de los saberes desde el punto analiza los saberes partiendo, no del futuro o del pasado, sino de su pro-
de vista de aquello que los caracteriza más fundarnentaltnente. En pio tiempo. "La historia del saber sólo se puede hacer partiendo de lo la
Las palabras y las cosas, el análisis opone un nivel de superficie, don- que ha sido contemporáneo de él y ciertamente no en términos de in- K
de se sitúan las otras historias, y un nivel de profundidad del cual sólo fluencia recíproca, sino en términos de condiciones y de a priori consti-
él es capaz de dar cuenta. En la superficie sólo encontrarnos las opinio- tuidos en el tiempo."1s La historia arqueológica no es ni evolutiva ni
nes que únicamente pueden dar lugar a una doxología.ta En cambio, la retrospectiva, ni siquiera recurrente: es epistémica. No postula la exis-

~
arqueología analiza saberes partiendo del "a priori histórico", es decir, tencia de un proceso continuo o discontinuo, sino que concibe la discon-
el elemento básico a partir del cual la episteme es condición de posibili- tinuidad al neutralizar la cuestión del progreso. Esto es posible en la
\ dad de los saberes en una época dada. Así, la concepción del conoci- medida en que la actualidad de la ciencia ya no sirva de criterio de jui-
miento corno ordenamiento que caracteriza todo proyecto de historia cio de un saber pasado, en el que el saber no es considerado en relación
natural en la época clásica vuelve a encontrarse en los proyectos d(l con un fin que sería la profundización de la verdad. Pero la arqueología
análisis de los discursos. Además, esta concepción está en armonía con
la teoría de la representación concebida corno "fundamento general de
no invalida por eso la legitimidad del análisis epistemológico, sino que j
respeta su nivel específico gracias precisamente a la distinción que esta-
t
todos los órdenes posibles".u Y esto eso lo que permite hablar de epis- blece la arqueología entre ciencia y saber.
teme clásica. Queda por considerar en fin el importante problema de los crite-
f La arqueología analiza en definitiva las semejanzas y las diferen- rios de los análisis arqueológicos. ¿Es posible decir que ese análisis no
ll cias que presentan los saberes al establecer "una red única de necesi- es normativo? Sin duda sí, en nuestra condición de epistemólogos, com-
l' dades",15 la episteme de una época sobre la base de sus condiciones de paramos Las palabras y las cosas con una historia recurrente. El saber
) posibilidad, sobre la base de una a priori histórico que revela en profun- pasado nunca se juzga con criterios suministrados por el presente y no
didad una homogeneidad elemental, fundamental. hay rastro de recurrencia en esta indagación sobre la constitución de las
Tornada así en su verticalidad y en su horizontalidad corno carac- ciencias humanas en la cual no se evoca ni la razón ni la objetividad, ni
terística global y profunda del saber de una época, la episteme permite la verdad de hoy. También está ausente toda consideración que suponga
situar, atendiendo a la discontinuidad, la arqueología en relación con un progreso cualquiera. De manera que la distinción entre un pasado
r la epistemología. Al analizar la historicidad de la ciencia en el nivel de
, los conceptos, la epistemología niega las continuidades de las historias
retrospectivas que asignan importancia a los temas y a las teorías.
superado y un pasado sancionado pierde toda significación en una histo-
ria que procura definir "sistemas de simultaneidad" y "series de muta-
ción" al caracterizar una época por una episteme única que rige el con-
Historia conceptual, la arqueología, lo mismo que la epistemología, es junto de las formas del saber y en la que toda nueva episteme implica
discontinua, pero el tipo de discontinuidad que descubre es de otra ín- una ruptura, una discontinuidad radical.
dole. Pero el análisis no por eso es simplemente descriptivo. En Las pa-
La epistemología, recordémoslo, tiene por objeto las ciencias en su labras y las cosas hay una normatividad específica y manifiesta en el
historicidad. Procede partiendo de la constitución histórica de sus con- concepto mismo de episteme. La prueba de esto es la insistencia de Fou- ~
ceptos, del tipo de progreso que los caracteriza, de la conquista de la ob- cault en el carácter de necesidad de la episteme. Mejor que un juicio, la
~ I jetividad que las ciencias manifiestan, de su producción de verdad y de normatividad arqueológica es el ordenamiento de los saberes de una
'1'f rlos criterios de racionalidad que ellas instauran. La arqueología, que época teniendo en cuenta el saber mismo considerado a la vez en su con-
tiene el saber como objeto, reivindica su independencia respecto del pro- temporaneidad, su generalidad y su profundidad, es decir, a partir de la
yecto epistemológico al afirmar la anterioridad del saber en relación con episteme.
las ciencias. Verdad es que Foucault nunca puso el acento sobre la cues-
tión de la cientificidad, y la idea de arqueología es inherente a la preo- Recordemos que la epistemología no es una norma exterior a la
cupación de escapar a la tarea epistemológica; de ahí la importancia de ciencia y que ésta, en su actualidad, es su propia norma. La arqueología
la percepción en la Historia de la locura y la importancia de la mirada abandona los criterios de verdad definidos por la ciencia y, aun más, por 1 ~

l
en Nacimiento de la clínica. Pero lo que distingue ahora estos dos tipos la actualidad de una ciencia. La arqueología realiza un doble desplaza- ~
de historia (y ésta es una adquisición fundamental de Las palabras y miento de criterios: de la ciencia al saber y de la actualidad a la contem-
las cos(ZS) es la formulación de dos niveles específicos de análisis: la ar- poraneidad. Sin neutralizar por completo la cuestión de la verdad, la

26 )¡f ~~-4 : Ú.AtW{J'<>... \ ctrcM'"" ·. ~ 27


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arqueología no la toma como criterio de evaluación del pasado de la bro, lo que sin embargo no elimina esta hipótesis de una locura originaria que está en la
. ciencia, sino que procura definirla en el seno del saber de la época estu- base de toda la argumentación del libro y sin la cual éste no puede, comprenderse entera-
mente.
diada a fin de establecer las co.ndiciones .de posibilidad de los discursos. 6 Histoire de la folie, op. cit., pág. 189.
"d. Independientemente de la ciencia y de su actualidad, es la época misma 7 Esto no puede manifestarse claramente si se conoce sólo la segunda edición de
P'J la que define sus criterios epistémicos de verdad cuyo fundamento es el 1972. En efecto, allí Foucault aportó modificaciones terminológicas: al eliminar las expre-
siones que figuran en la primera edición de Naissance de la clinique (París, PUF, 1963) co-
\ a priori histórico. mo "un análisis estructural del significado" y al introducir el concepto de "saber" como ob-
La arqueología pues, al suprimir el juicio recurrente conserv'.i em- jeto de un "análisis del discurso", Fo:ucault quería sin duda homogeneizar su terminología
pero la exigencia de normatividad impuesta por la epistemología pero con la de L 'Archéologie du savoir.
desplaza y modifica los criterios de ésta a fin de establecer principios 8 Naissance de la clini.que, París, PUF, 2" edición., 1972, pág. VI.
históricos de organización de los discursos. Sin embargo, la arqueología 9 Véase ibúl.., págs.158, 169, 184, 197, 199.
10 Véase ibúl.., págs. VII-VIII.
opera de manera diferente en cada investigación: en la Historia de la
11 Les Mots et les Choses, París, Gallimard, 1966, págs.179.
locura, se juzga la percepción y el conocimiento de la locura partiendo 12 Este aspecto global de la episteme fue cuestionado en escritos sobre Las palabras y
de una experiencia originaria tomada como norma; en Nacimiento de la las cosas. En La arqueologta del saber, Foucault redefinirá de manera más limitada, más
cUnica, la arqueología discierne una ruptura arqueológica entre dos ti- específica, este concepto; al hacerlo no critica .por lo demás tanto la formulación inicial co-
pos históricos de medicina partiendo de la mirada locuaz que es la di- mo su mala interpretación (véase pág. 27).
mensión de profundidad del conocimiento médico; en Las palabras y las Sin embargo, nosotros no creemos que se trate de malas interpretaciones; como
prueba podemos aducir el hecho de que un defensor de la obra de Michel Foucault, Geor-
cosas, por fin, establece un orden interno y constitutivo de los saberes ges C~nguilhem, interpreta en el artículo sobre Las palabras y las cosas que es sumamen-
en su positividad a partir de la episteme concebida como criterio de or- te riguroso y lúcido ("Mort de l'homme ou epuisement du cogiro", Critique, n° 242, julic
denamiento. 1967), la episteme como un sistema universal de referencia que hace posible la variedad de
De manera que entender la expresión "método arqueológico" como los saberes de una época (pág. 611) o como un humus en el cual sólo formas determinadas
de discurso pueden desarrollarse (pág. 612):
cierto número de procedimientos rígidos y utilizables para producir un 13 Sobre la oposición superficie-profundidad, véase por ejemplo Les Mots et les Cho-.
conocimiento verdadero sería desconocer los modos de proceder de Mi- ses, op. cit., págs. 46, 77, 251, 287, 289-291, 328-329, 339.
chel Foucault. La historia arqueológica es un momento preciso y fecha- 14 lbúl.. pág.14.
do de su proyecto teórico en su trayectoria. Por lo demás dicha historia 15 lbúl.. pág. 77.
16 lbúl.. pág. 221.
arqueológica habrá de ceder el lugar, en Surveiller et punir, a una ge-
nealogía que sufrirá ella misma luego importantes modificaciones. Pero
uno de los rasgos esenciales de la arqueología continúa siendo cierta-
mente la multiplicidad de sus definiciones, la movilidad de una indaga-
ción que, negándose a fijarse en cánones rígidos, se deja instruir por sus
fuentes. Los sucesivos desplazamientos de la arqueología no indican in- Reseña de las discusiones
suficiencia o falta de rigor, sino que designan el aspecto reflexivo y pro-
visional del análisis. Con Michel Foucault lo que se pone en tela de jui- Lo esencial de la discusión versa sobre la relación que tenía Fou-
cio es la idea de un método inmutable, sistemático y universalmente cault con la tradición epistemológica francesa. Roberto Machado admite
aplicable. que su análisis se limita a estas dos obras: Las palabras y las cosas y
La arqueolog(a del saber. Antes de Las palabras y las cosas, no existía
la idea de una arqueología del saber. Por otra parte, no se puede llevar a
cabo el análisis de libros genealógicos (como Vigilar y castigar) partien-
Notas do de esa relación con la epistemología, por ejemplo, con la obra de Can-
guilhem.
Ives Roussel emite entonces la hipótesis de que los libros llamados
1 Véase por ejemplo Hisroire de la folie a l'tige clasi.que, 2" ed., París, Gallimard, genealógicos pueden también ellos asimilarse a la tradición epistemoló-
1972, pág. 174. gica. ¿Por qué no comparar su escritura con la de Alexandre Koyré, por
2 Véase ibúl.., pág. 407. ejemplo?
3 Véase ibúl.., prefacio de la 1 1 ed., págs. I-11.
4 Véase ibúl.., pág. 414. Roberto Machado vacila en responder. Considera en efecto que a
5 Esta hipótesis, muy inspirada en el Nietzsche de El origen de la tragedia, fue criti- partir de Vigilar y castigar la obra de Foucault no se refiere al saber en
cada por Foucault en L'Archéologie du savoir (París, Gallima:rd, 1969, pág. 64). Segura- cuanto sistema de conocimientos organizados sino que trata sobre las
mente ésta es la razón por la que Foucault retiró el prefacio en.la segunda edición del li- condiciones de..posibilidaddel saber.:.

28 29
Como conclusión, Jacques Alain Miller traza el retrato de un Fou-
cault filósofo sorprendente e irregular (ajeno a regulandades), que has- 2
ta La arqueología del saber piensa según el régimen de lo uno y luego
según el régimen de lo múltiple, con lo cual critica su propio régimen de
conceptos. Nota sobre la fenomenología
contenida en
Las palabras y las cosas
Gérard Lebrun

Aunque en Las palabras y las cosas se habla poco expresamente de


la fenomenología, algunas páginas de ese libro muestran una voluntad
de defender lo contrario de sus propias tesis. ¿Trátase de zarpazos dados
al pasar por el arqueólogo que se siente ya apartado del debate filosófi-
co? Esto es poco pr obable. Si el arqueólogo habla como si se encontrara ·
en la línea limítrofe, lo hace para marcar que el pensamiento que él res-
tituye a su "configuración" adolecía de una irremediable ingenuidad. Y,
en el caso de la fenomenología, Foucault no disimula su severidad: la fe-
nomenología es un callejón sin salida, un pensamiento que se enceguece
con su propia vocación. Por lo demás, Las palabras y las cosas no fue un
libro comprendido en su momento como el ensayo de un método nuevo,
sino que se lo consideró una agresión que suscitó el alboroto que todos
conocen. Esos tiempos ya están lejos. La oleada fenomenológica se ha
retirado y Las palabras y las cosas perdieron su carácter polémico. De
manera que el lector de hoy tiende a ignorar o a olvidar -según su
edad- que se trata de un libro de combate y también de un libro filosó-
fico. El lector actual es asimismo menos sensible al hecho de que esta
"arqueología de las ciencias humanas" contiene por lo menos el esbozo
de una historia de la filosofía.
Llamar la atención sobre esta circunstancia no significa en modo \
alguno situar Las palabras y las cosas en el campo de la filosofía o de la
historia de la filosoña. Sé cuánto desconfiaba Foucault muy especial-
mente de esta última disciplina y hasta qué punto se prohibía aún prac-
ticarla. Pero lo cierto es que en el libro encontramos indicaciones para
emprender una nueva lectura de Descartes, de Kant, de Husserl. Ahora
bien, si pasamos por alto tales indicaciones, correríamos el riesgo de re-
ducir la obra a un montaje "arqueológico" brillante, pero algún tanto ar-
bitrario. Echando a andar por ese camino pronto nos veríamos tentados
n hacer de Foucault un autor preocupado únicamente por la metodolo-
¡~a de las ciencias humanas, un autor aséptico, separado de sus fuentes
y de sus objetivos del momento. Sería superficial juzgar el libro por al-
¡~un as afirmaciones estrepitosas sacadas del contexto, así como sería de-
form ar las cosas saludar en Foucault sólo el nacimiento de una discipli-
na nueva que sólo mereciera críticas sensatas. Ciertamente no hemos

30 31
llegado todavía a ese punto: polémicas recientes mostraron hasta qué mente por la razón es un mundo abierto por principio indefinidamente a
punto Foucault continúa siendo -felizmente- un pensador molesto. la medida. Eso es lo que sucede cuando Galileo se atreve a extender al
Pero no resulta inútil devolver la obra a la pasión que la animaba cuan-
do fue escrita y volver a encontrar, bajo la máscara del arqueólogo, a un
"universum del ente" el a priori que había dado sus pruebas de fecundi-
dad en la geometría, cuando Galileo decide que todo lo que se da corno
";{/
pensador empeñado, tajante, injusto (en el sentido en que se dice "vivir real debe tener su índice matemático. Para Foucault, esta interpreta-
es ser injusto"). Por eso he decidido recordar tres tesis polémicas com- ción de Husserl desvía abusivamente la mathesis en el sentido de la rna-
plementarias que puedan extraerse del libro: 1) la fenomenología no es- tematización. Y esto entraña algo más que una cuestión histórica, como
taba en condiciones de comprender la naturaleza del discurso clásico; 2) el lector podrá advertirlo si vuelve a leer el comienzo de la Krisis des-
~ la fenomenología no era capaz de hacer justicia a Kant; 3) la fenomeno-
logía creía que era la reanudación de un proyecto muy antiguo cuando
pués de Las palabras y las cosas. La transformación de la mathesis clá-
~ en una Q_ntología matematizante no permite determinar en toda su
en realidad no era más que "la hija de su tiempo". amplitud el "a priori histórico" que regía especialmente (pero no exclusi-
vamente) la extrapolación galileana. Es más aun, esa transformación
1
nos disuade de investigar ese a priori, es decir, de preguntarnos lo que
hizo irresistible la aparición de la "hipótesis" galileana de una inductivi-
~
dad universal que regía el mundo de la intuición, cuando en realidad las
Nada se ha hecho, dice Foucault, mientras se contente uno con '1fea11Zaciones de la matemática aplicada no autorizaban en aquella épo-
bautizar con la palabra "racionalismo" o con algún otro nombre la confi- ca semejante inductividad (Krisis, párrafo 9d). ¿Por qué, en esas condi-
guración de saber que caracteriza a la época clásica y mientras no se ha- ciones, la idea galileana se impuso con tanta fuerza? ¿De dónde prove-
~ ya remontado uno, tanto aquí como en otros casos, "hasta el nivel ar- nía esa repentina convicción según la cual sólo había saber propiamente
caico que hace posibles los conocimientos y el modo de ser de lo que hay dicho si se lograba "encontrar un método para construir sistemática-
que saber".1 Se cree comprender suficientemente este "racionalismo" por mente a priori el mundo" (ibíd., párrafo 9b)? Se nos dice que los hom-
la capacidad que se le atribuye de "hacer mecánica y calculable la na- bres del Renacimiento eran "proclives a las generalizaciones audaces".
turaleza". Pero esto ya equivale a incurrir en una confusión entre la Pero ¿basta esto para explicar el hecho, subrayado por Husserl, de que
matematización sistemática de la empiria (que en realidad sólo se ini- Galileo ni siquiera consideró como una hipótesis su sorprendente apues-
ciará con Newton) y la "ciencia universal de la medida y del orden", de ta? Galileo, dice Husserl, procedió con tanta seguridad porque tomó cie-
que se trata en las Regulae. De esta manera se pasa por alto la prela- gamente la geometría como hilo conductor y no se le ocurrió interrogar-
ción, proclamada por Descartes, del orden sobre la medida, es decir, se se sobre lo que había hecho posible la idealización geométrica misma
pasa por alto el hecho de que la matematización era sólo uno de los as- (ibíd., párrafo 9h). Admitamos este punto. Pero de nuevo podemos pre-
pectos de la mathesis en la epoca clásica. Esta era concebida a la vez co- guntarnos si esta "omisión" bastaba para explicar la audacia de Galileo.
mo ciencia de las igualdades en relación con las "naturalezas simples" Ahora estamos en condiciones de comprender lo que aporta la re-
(la mathesis propiamente dicha) y ciencia de la clasificación (taxinomia definición que da Foucault de la mathesis clásica. Si dejamos de centrar
o mathesis cualitativa) relativa a las naturalezas complejas dadas en la
experiencia. No sorprende que esta ciencia general del orden abarque
dicha mathesis en la "hipótesis" de matematización a priori, hallamos la
respuesta a esas preguntas ... y a veces hasta en la misma Krisis, cuan-
V
saberes empíricos en los que "no se encuentran rastros de un mecanis- do Husserl describe la época de Galileo.
mo o de una matematización".2 En la época clásica había numerosos sa-
beres no rnatematizados y que nadie pensaba en matematizar. Y esto "Se vive entonces con la felicidad de esa certeza de que el camino une lo
nos parece "extraño sólo porque deformamos la idea de mathesis que más cercano con lo más lejano, de que el camino se extiende de lo más o
reinaba entonces. Hemos perdido de vista el hecho de que "el análisis de menos conocido hasta lo desconocido, porque es el camino de un método
las representaciones según las identidades y diferencias de éstas, según infalible para extender el conocimiento, en el cual todo del 'lbdo del ente
su ordenamiento en cuadros permanentes situaba con pleno derecho las debe ser conocido, verdaderamente todo en la plenitud de su ser en sí en
ciencias de lo cualitativo en el campo de una mathesis universal".s Con un progreso infinito".4
X esto, Foucault hace más que criticar una tesis de la historia de las ide-
as: comienza por rechazar el análisis de la mathesis que hace Husserl Estas palabras ya indican bastante bien lo que Foucault entiende
en la Krisis. por "reino de la representación", con la diferencia de que, en Las pala-
Cuando Husserl analiza en la Krisis la "novedad inaudita" que fue bras y las cosas, esta transparencia de principio de ser en la representa-
el advenimiento de la racionalidad moderna, la identifica con la mate- ción ya no está engendrada por el ideal de matematizacón (como lo esta-
( ~atización, con "Galileo": el mundo susceptible de ser dominado entera- hu, demasiado apresuradamente, según Husserl); es ella ahora la que
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hace posible el advenimiento de ese ideal. No porque tuviera entera con- Llevemos el escrúpulo aun más lejos. ¿Estaban acaso los clásicos
en condiciones de emprender una indagación sobre la legitimación de
1
fianza en la "presunta intuición geométrica" (Krisis, párrafo 9h) Galileo
postuló la "inductividad universal" sino que lo hizo porque pertenecía a los conceptos o dar una explicación del sentido? No, responde al arqueó-
un tiempo en el que "el modo de ser de las cosas y del orden"s prescribía logo, esa curiosidad no correspondía a su época. De manera que no hay
esa "evidencia" a esa región del saber. En resumen, 1) el análisis que que decir que Descartes dejó que se le escapara el motivo trascendental
hace Foucault de la mathesis, según la línea de las Regulae, desplaza el en el momento mismo en que lo tenía a su alcance, ni que Hume ya ha-
centro de gravedad del saber clásico; ahora, lo que está universalmente bía emprendido un trabajo de constitución, pero que su empirismo le
garantizado es lo ordenQble, no lo calculable; 2) suponiendo que el ideal impidió cobrar conciencia de él. No corresponde atribuir su "extravío" al

~
galileano sea en -efecto
- ""7'
eVque describe Husserl, es el campo de la repre- objetivismo. No cabe lamentar que a Descartes se le haya escapado el
sentación lo que explica su irrupción, y no la imaginación de Galileo ni ego trascendental,· pues este filósofo estaba bien lejos de poder presen-
la circunstancia de que éste había heredado un a priori geométrico ya tirlo: "en esa época", el Cogito solamente podía aparecer como el primer
consolidado. eslabón de la cadena de las razones. Tampoco cabe señalar, con Mer-

I~uandoEl carácter polémico del concepto de


se cotejan los análisis de Foucault~risis.
ción se manifiesta
Se puede
decir que tanto en un caso como en el otro se trata de describir el pen-
leau-Ponty, la abstracción y la insuficiencia del Cogito cartesiano. v.An- 1
tes bien esas objeciones pueden muy bien nacer y hacer valer su dere-
cho, pero partiendo de un discurso que es profundamente diferente y
'Q
samiento clásico en toda su ingenuidad. Pero en el caso de Foucault se que sólo tiene como razón de ser el vínculo de la representación y del
trata también sobre todo de respetar el carácter específico de ese pen- ser ... Mientras duró el discurso clásico no podía articularse una interro-
samiento, es decir, de comprender positivamente por qué únicamente gación sobre el modo de ser implicado por el Cogito." 1 Y no cabe, por fin,
a nuestros ojos -como lo reconoce Husserl- Galileo formuló la más au- concebir el Dios de los clásicos como un kosmotheoros que el pensamien-
daz de las hipótesis, siendo así que el propio Galileo ni siquiera tenía to habría forjado a causa de su falta de radicalidad: cuando todas las
conciencia de ello. Análogamente, sólo a nuestros ojos Galileo (cuando cosas deben necesariamente encontrar lugar en el interior de la repre-
postula que el verdadero ente está a priori a disposición del cálculo) ni sentación, es menester que la finitud de las cosas -y en primer lugar la
siquiera piensa que esa certeza merecería ser legitimada. Si ello es así, del ser humano- sea medida con la vara de una perfección infinita. Le-
guardémonos de tomar por un error filosófico, por una falta de thauma- jos de ser una solución de facilidad, la teología era parte integrante del
zein, lo que podría indicar la originalidad de un régimen de saber tan sistema de la representaciÓn.s
alejado del nuestro que se nos ha hecho extremadamente difícil volver a De manera que sólo se ha hablado de fracaso o de bloqueo del pen-
encontrar sus condiciones de funcionamiento.& Así se comprende un poco samiento clásico porque se había postulado, entre ese pensamiento y el
mejor por qué Foucault tuvo que forjar el concepto de episteme y el de "a nuestro, una continuidad que muy naturalmente nos habría dado el de-
priori histórico" (parafenomenológico) cuando se presta atención al es- recho de juzgarlo en función de realizaciones cuya idea aquel pensa-
fuerzo que hizo para apartarse para siempre de las interpretaciones
espontáneamente anacrónicas. Ciertamente era necesario indicar me-
miento era incapaz de concebir. Basta con renunciar a esta postulación
tácita para abandonar la interpretación de Husserl: ya no se puede sos-
~ 1

diante palabras nuevas que en principio es imposible comprender lo que tener que la mathesis clásica, pervertida por el "objetivismo", hizo abor- ~

!3S una configuración de saber mientras se hace remontar el evento a una tar un proyecto de fundación trascendental que sólo tenía que desarro- b ( (j
"omisión", a una Verdeckung. Si la época de la representación merece la llarse. Más riguroso filosóficamente es partir de la hipótesis inversa: si
designación (sin duda desconcertante y abandonada posteriormente) de la mathesis impuso irresisiblemente la idea de un "mundo verdader!?"
"a priori histórico" es ante todo para indicar al lector que antes de seña- hasta el punto de que hizo imposible toda interrogación relativa al mun-
lar las lagunas y los errores del pensamiento clásico, sería prudente re- do "ya dado", ello se debe a que el pensamiento clásico estaba a mil le-
constituir el sistema. de coacciones que le imponía sus evidencias y le guas de ser una filosofía trascendental en potencia. Si esta lectura pa-
prohibía ciertas preguntas. Si Galileo y Descartes no se asombraron de lo rece paradójica y hasta provocativa es porque perturba hábitos de pen-
que es un enigma para el fenomenólogo, ello se debe tal vez simplemente samiento que se remontan al postkantismo. Al referir el pensamiento
al hecho de que semejante thaumazein no tenía lugar en el dispositivo de clásico a un cuestionamiento trascendental latente y siempre oculto, la
saber que era el de ellos. Antes que enumerar los supuestos que pudieron fenomenología, después de todo, no hacía sino fortalecer una inclinación
haber escapado a la mirada de estos autores comencemos por poner en te- que desarrolla en nosotros la historia de la filosofía universitaria. Esta-
la de juicio los supuestos que nos hacen encontrar natural que dichos au- mos tan impregnados de "kantismo" que con toda ingenuidad nos vemos
impulsados a transformar a todo autor clásico estudiado en alguien que

~
tores hayan podido hablar en un lenguaje que nos sea directamente acce-
sible y que hayan desarrollado un discurso que, por consiguiente, daría
asidero a nuestra crítica, sin ninguna dificultad de principio.
habría podido o habría debido adivinar l,a problemática trascenden~l
(cualquiera que fuera la amplitud que decidamos dar a esta problemáti-
fa
/'
34 35
ca). Y Foucault rompe brutalmente con esta tradición. Semejante ruptu- Kant tiene conciencia de que él es el primero que rectifica la orientación ,
1

ra es precisamente lo que le permite rendir a Kant un homenaje que ya de la metañsica al poner en tela de juicio la "seguridad" que tenían los
no está recomendado por el decoro académico. Sí, el kantismo fue efecti- metafísicos en lo tocante al conocimiento a priori. ¿De dónde procede esa

'1 vamente una revolución del modo de pensamiento, idea que pierde su
trivialidad, cuando Foucault vuelve a abrir el abismo que separa a Kant
del pensamiento que este mismo llamaba "dogmático" y que la arqueolo-
"seguridad"? Del hecho de que los metafísicos se habían engañado por el
ejemplo (que les ofrecía la matemática) de una extensión sin trabas del
conocimiento a priori y por el hecho de que no se preguntaban pues cuál ~
gía designa con la expresión neutra de "edad de la representación". es la naturaleza de ese conocimiento a priori y si éste no tiene límites. .
Ciertamente los matemáticos no tenían por qué plantearse esta cues-
tión, "puesto que sus conceptos no pueden sobrepasar el límite dentro
II del cual están dados los objetos que les corresponden".12Tampoco la físi-
ca matemática tenía motivos para sospechar una limitación del conoci-
También sobre esta cuestión resulta útil leer Las palabras y las miento a priori: "La extensión del conocimiento a priori, aun fuera de la
cosas con referencia a Husserl. Cualesquiera que hayan sido las varia- matemática, por medio de conceptos simples y el hecho de que esa ex-
ciones y complejidad de la relación de Husserl con Kant, se puede afir- tensión implica verdad son dos cosas suficientemente probadas por el
mar arqueológicamente que Husserl no midió bien el grado de mutación acuerdo de los juicios y principios con la experiencia".13 Tampoco los
que se operaba con la crítica kantiana. Subestimar así el papel de Kant científicos tienen necesidad de interrogarse sobre el origen de los con-
era sin duda inevitable por cuanto la época clásica era interpretada en ceptos de tiempo y espacio y sobre el origen de los conceptos puros del
virtud del concepto de "objetivismo". En efecto, según Husserl, Kant es entendimiento: la transparencia del objeto en la representación está ga-
igualmente víctima de ese mismo "objetivismo" que le impide penetrar rantizada para ellos. De ahí su despreocupación muy legítima en lo que
hasta la médula de la cuestión trascendental, entendida como retorno a se refiere a toda tarea de dilucidación. El origen y el valor de sus con-
la última fuente de todas las formaciones de conocimiento (Krisis, pá- ceptos "les importa muy poco ... , lo cual les parece útil. En todo eso ha-
rrafo 26). Una prueba de peso sobre esto está dada por su método regre- cen muy bien, siempre que no sobrepasen los límites que les están asig-
sivo: si es menester que nuestra experiencia sea experiencia de objetos nados: los límites de la naturaleza".14
de la naturaleza, entonces es menester ... Echar a andar por este camino En suma, para Kant, Galileo tenía razón en ser "objetivista" pues-
es aceptar más que nunca el horizonte del "mundo dado de antemano". to que pensaba dentro del horizonte de la representación... En metañ-

,-
Tampoco Husserl se decide a reconocer en el kantismo los umbrales de sica, como se sabe, las cosas son muy diferentes. El filósofo se equivocó
la modernidad. Sin duda Kant tuvo el mérito, dice Husserl, de distin- . al creer que trabajaba en el mismo terreno que el matemático y al creer
guir la ciencia objetiva "como prestación que permanece en la subjetivi- que los conceptos ·a priori de que se vale en principio tienen asidero en G j.J
dad" y la filosofia que es la "teoría de esa prestación" y descubre así "la el ser. Y esto ocurre hasta el día en que el filósofo debe sospechar que
ingenuidad de una filosoña presuntamente racional de la naturaleza en con sus conceptos a priori le es imposible "lograr penetrar hasta las co-
sí".9 ¿Quiere esto decir que las Crltii:as marcan el fin de la "feliz certeza" sas que no son objetos de la experiencia".15 Entonces debe cobrar ·con-
en que vivía la época clásica? No. Husserl se niega a dar este paso. No ciencia de que la "copropiedad del ser y de la representación" no está ga-
olvidemos, dice Husserl, que el criticismo en el espíritu de su autor era rantizada en todos los terrenos y que no se encuentra frente a cosas que
el preludio a "una filosoña en el sentido antiguo del término, es decir, se dan con pleno derecho y sin reservas al conocimiento.
referente al universum del ser y por consiguiente también capaz de lle- Un vuelo transhistórico vale tanto como otro. Si se adopta el de
gar a la naturaleza en sí que es racionalmente incognoscible" (por otros
caminos, pues, diferentes de los de la razón teórica).10 De manera que,
"a pesar de todo", nada habría cambiado en la concepción tradicional del
Kant --como hace Foucault a su manera en Las palabras y las cosas-
debemos convenir en que no es el "objetivismo" en el sentido de Husserl
lo que hay que conjurar, sino la certeza de que ~l ser es siempre transna-
;p
filosofar. "La problemática (de Kant) se mantiene precisamente en el rente a la representación. Verdad es que Kant no hace de esa certeza la
mismo terreno que la del racionalismo que va de Descartes a Wolff pa- c aracter1sbca de una episteme: la atribuye a un error milenario 'que co-
sando por Leibniz."n menzó con Platón o, más exactamente, con la autointerpretación de la
Podría parecer que Foucault escribió Las palabras y las cosas para geometría griega que hizo posible el platonismo.1& De manera que Kant
dar un mentís a este juicio. En todo caso, en el libro podemos encontrar a la vez desconoció y reconoció lo que Foucault llama el reino de la re-
los elementos de una respuesta posible de Kant a la crítica de Husserl. presentación. Desconoció, puesto que Kant ve allí el origen de un error
Tan compenetrado está Foucault de la manera de discurrir kantiana. De filosófico que habría podido evitarse (si Platón, por ejemplo, no se hubie-
modo que no es perder de vista Las palabras y las cosas ir a buscar en el ra dejado conquistar por el entusiasmo de los geómetras griegos). Reco-
texto de Kant el concepto de representación expresamente enunciado. noció, puesto que Kant tr~a lor límites a fin de expulsar de ese territo-

36
t :fuw~ dp ~ .(hw]<4 Ji./. ~$J/t- tt t/tiJ.HJ..'7'' ,
1
rio a los metafísicos que nunca deberían haber estado en él. Lo impor- por fin liberado de toda ilusión o de todo supuesto, el arqueólogo se con-
tante es que lo haya reconocido (y relegado al mismo tiempo al dogma- tentará con determinar cuál fue la función de esta o aquella "filosofía"
tismo el saber filósofico que no se preocupaba por la cuestión de sus lí- dejando de lado la pretensión que la animaba. Desde luego que ésta es
mites). Por primera vez, dice Foucault, "el espacio de la representación" mentirosa puesto que es propio del "filósofo" saltar por encima de su
es considerado en su fundamento, es interrogado "partiendo de sus lími- episteme.
tes lícitos. Por primera vez es sancionado este acontecimiento de la cul- En lo que se refiere a la fenomenología por lo menos a causa de dos
tura europea que es contemporáneo de fines del siglo x:vm: el retiro del razones, según Foucault, se la puede llamar "hija de su tiempo" y de-
1 saber y del pensamiento fuera del espacio de la representación" .17 pendiente del "acontecimiento de fondo" representado por las críticas.
En primer lugar, su discurso fue posible por el desnivel -que se produjo · 4- .
A partir de ese momento, Foucault comienza a demoler las críticas
fenomenológicas a Kant. Era pasar por alto lo esencial ver en el kantis-
mo un pensamiento que continuaba dejando predominar "la evidencia
por primera vez en virtud de las Críticas- entre el "campo del saber
real" y l~~f.lexión filosófica. En efecto, la crítica kantiana pudo poner
\, r\)
Jf de la objetividad". Lo esencial es que con Kant la mathesis clásica queda
disuelta para siempre; lo esencial es que el postulado de representabili-
'"en tela de juic~Íadel "modo de ser común a las cosas y al co-
nocimiento" dando en principio un paso atrás respecto de las ciencias ~
dad integral se haya abandonado y que los ~nálisis del orden represen- objetivas. Y ese guardar distancias transformó lo que nosotros entende-
º~ ~ tado se hayan sustituido por una analítica (es decir, una reflexión, sobre
las condiciones del orden) cuyo lugar está fuera del "cuadro de las iden-
mos desde entonces por "filosofía". Así quedaba indicado el emplaza- )
miento de un discurso "filosófico" enteramente nuevo, cuyas "miras de :?<- Y
tidades y de las diferencias". Es esencial, por ejemplo, que la sistemáti- universalidad" ya no eran las mismas que las miras de los clásicos.21 Pa-
ca de la naturaleza dada en géneros y en especies esté a cargo de una ra dar sólo un ejemplo, solamente entonces se realiza un reparto de las
"suposición trascendental" y no sea ya el objeto de lectura del clasifica- tareas y de los intereses entre el "técnico teórico" y el filósofo, reparto
dor.18 En suma, la representación ha "perdido en adelante el poder de cuya idea era por entero ajena a Descartes o a Leibniz ... Al filósofo le
fundar partiendo de sí misma (en su despliegue propio y por el juego corresponde en adelante dilucidar lo implícito, detectar los supuestos,
que la repliega sobre sí misma) los lazos que pueden unir sus diversos poner de manifiesto la "ingenuidad" en todas sus formas. Desde este
elementos".is Ahora bien, las objeciones dirigidas a Kant son por lo me- punto de vista, las críticas que Husserl dirige a Kant importan menos
nos desdeñ.ables si no tienen en cuenta lo que hubo de decisivo en este que la posición previa que aquél adoptó y que le permite formularlas.
"acontecimiento de fondo". Pues esas críticas pasan por alto lisa y llana- Kant, se nos dice, no había tomado suficiente distancia respecto de la
mente.que el pensamiento trascendental nació sólo con Kant y enlama- objetividad. Pero lo importante es que la reflexión filosófica sólo puede
yor parte de los casos no hace sino confundir las pistas. De manera que mantenerse a distancia y en retiro desde Kant y su obra.
nada hay más desdichado, según Foucault, que reprochar a Kant, como En segundo lugar, el destino de la fenomenología ilustra perfecta-
lo hace Husserl, no haber sabido retomar el hilo conductor del Cogito mente el papel de analítica de la finitud que una filosofía trascendental
cartesiano. La crítica kantiana había roto deliberadamente y para siem- no puede dejar de desempeñar. En la página muy concisa en la que Fou-
pre ese hilo conductor. Y esto es lo que la fenomenología no percibió por
~
cault sitúa a Husserl dentro de la episteme del siglo XIX, menciona dos
no haber sabido medir todo lo que el kantismo tenía de revolucionario. rasgos que hE1-cen de Husserl arqueológicamente un "postkantiano": la
De suerte, piensa Foucault, que la fenomenología no podía sino gravitar preocupación de fundar ("de anclar los derechos y los límites de una ló-
alrededor de Kant aunque sin darse cuenta de ello y no podía dejar de gica formal en una reflexión de tipo trascendental") y la preocupación de j(
señalar la falta de "radicalidad" de un pensamiento del cual la fenome- revelar (de encontrar indefinidamente lo trascendental en lo empírico).22
nología era enteramente tributaria desde el punto de vista arqueológico. Las palabras y las cosas ponen el acento sobre este segundo rasgo: la fe-
Foucault nunca dice que un pensamiento filosófico haya sido vícti- nomenología se manifiesta allí ante todo como una figura de la "edad
ma de un error .. ., como lo fueron los filósofos realistas y el "pueblo" se- antropológica". Sorprendente diagnóstico por cierto que sólo comienza a
gún Berkeley, los "dogmáticos" según Kant, el pensamiento "objetivista" hacerse comprensible si se lo refiere a Kant y si se presta atención a la
según Husserl, etc. El modo de crítica de Foucault está siempre formu- conexión que se hace desde el comienzo entre motivo trascendental y fi-
lado por alguien que pretende corregir el "error" y hacernos remontar nitud. La episteme que se instaura entonces no habría podido funcionar
\ hasta el punto en que los hombres habrían podido evitarlo. Ahora bien,
en la arqueología ese discurso serio20 ya no tiene curso. El arqueólogo no
denuncia errores. A lo sumo habla de una desviación o diferencia entre
Hin esta conexión.
1
El. nacimiento de nuevas positivida~es (vida, trabajo, lenguaje) que V.
dotermmaban al ser humano en su totalidad planteaba en efecto el pro-
·

p
la tarea que prescribía al "filósofo" la episteme a que él pertenecía (sin blema de saber cómo ese ser enteramente naturalizado puede desarro-
saberlo él mismo, por supuesto) y el saber absoluto del que ese filósofo 1lar él mismo un discurso que sea verdadero.23 Este problema habría
se creía portador. Como ahora ya no se trata de desarrollar un discurso resultado insoluble si el pensamiento moderno hubiera continuado ope-

38 *J>e WtL ~'.{


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f' ~f\ l,J.(J o.litJ. - r: 1 N J~


rando con el concepto de finitud negativa que había sido el concepto de eJ interés de toda lectura que encuentra en Husserl una readopción de
los clásicos (finitud como suma de mis imperfecciones, distancia en que los ternas de la metafísica más profunda aun que lo que el autor había
~ ) me encuentro respecto del Ser infinitamente perfecto ... ). Pero, como sa- pensado. Pero dejemos a un lado las objeciones numerosas que puede
J/ hemos, este concepto sólo tenía utilidad y lugar en el régimen de la re- hacer el historiador a esta lectura de Husserl por Foucault. No sólo por-
presentación. Y el dispositivo trascendental kantiano permite sustituir- que este examen sobrepasaría nuestros propósitos sino también porque
lo por otra "finitud" muy diferente, una finitud positiva ra. El podría llevamos a creer que Las palabras y las cosas contienen una
concepto de finitud positiva es sin duda ami iar al lector de Merleau- crítica de Husserl. Ahora bien, Foucault no realiza una crítica sino que,
Ponty. Pero la originalidad de Foucault consiste aquí en reemplazarla como lo dijo Deleuze, hace una "'cartograña": situar no es lo mismo que
en el corazón mismo de la crítica kantiana y en el punto en que un lec- criticar, discernir un emplazamiento no es lo mismo que poner de mani-
tor de Merleau-Ponty menos lo espel'aría: en el sujeto trascendental, fiesto los supuestos. Se dirá que esta localización se da como una empre-
que hemos de guardarnos de considerar como esa instancia de vuelo que sa brutalmente reductora .. . Pero tampoco esta última palabra sería per-
criticaba incansablemente Merleau-Ponty. Eso sería deformar a Kant y tinente y sobre todo resultaría débil para lo que es lisa y llanamente
prestar demasiado crédito a las interpretaciones "neokantianas": por lo una destrucción. Entiendo por esto la presentación que se puede hacer
menos ésa es la lección que se desprende del libro de Foucault. Lo esen- de una filosofía a fin de desalentar a los eventuales lectores. Por lo de-
~ / cial en la crítica kantiana es la aparición de un sujeto que sólo dispone más, es posible que en el campo de la historia de la filosofía haya mucho
pq de un conocimiento a priori en la medida en que está privado de una in- menos críticas verdaderas de lo que se dice y muchas ·m ás destruc-
tuición intelectual, en la medid~e.s.jiz:z.itq.. Este topos de una ina- ciones.
gotable fecundidad deoía volver a encontrarlo la fenomenología y luego Sea ello lo que fuere, podemos persuadimos del caso preguntándo-
explotarlo a fondo. Debía, desde el momento que la fenomenología hacía nos simplemente en qué dirección nos orienta Foucault. ¿Cuál puede
resurgir lo trascendental, "en la medida misma", precisa Foucault en ser, una vez terminado el libro, la visión de la fenomenología que se co-
que la fenomenología se enderezaba contra el psicologismo y el natura- munica al lector? Es la visión de una filosofía de dos vertientes. En la
lismo, es decir, desde el comienzo.u Para quien vuelve a tomar el motivo primera vertiente, la más clara, se trata de un pensamiento que impor-

~
trascendental y es más aun para quien lo radicaliza es imposible no sa- ta reintegrar a su tiempo a fin de encontrar la necesidad que lo regía. El
car provecho de la finitud fundadora. En vista de esta vinculación entre o.nálisis de la vivencia, dice Foucault, era requerido por el campo episté-
lo trascendental y la finitud, el arqueólogo no debe pues sostener las crí- mico: ese análisis era "muy necesario". Y entonces la fenomenología
ticas formuladas por Husserl y Merleau-Ponty contra el tema trascen- aparece, a quien sabe mirar, como "el contrato, muy sensible y ajustado,
dental kantiano y su abstracción: en el yo constituyente y luego en el de la gran ruptura" antropológica.27 El homenaje, voluntariamente des-
estar en el mundo el arqueólogo tiene derecho a describir las metamor- concertante significa en resumen: el enraizamiento en la realidad efecti-
fosis de este sujeto no empírico y "finito" que Kant había colocado fuera va (lo que Husserl nunca concedió), la circu1a9dad de lo trascendental y
de la representación, en posición de fundador.26 Es verdad que Kant só- de lo empírico tal como la encontramos en Merleau-Ponty, eso es lo que
lo dio algunos pasos por este camino. Esto es algo que se le puede conce- hacía indispensable la fenomenología y arqueológicamente ejemplar. El
der a Merleau-Ponty. Pero Kant había ajustado -y éste es el punto lector puede entonces preguntarse qué queda en este punto de la ima-
decisivo- el dispositivo gracias al cual la fenomenología iba a poder en- r~en tradicional que conservó de Husserl (la epokhé, la reducción tras-
'i, 1contrar sistemáticamente lo trascendental en lo empírico, lograr indefi- cendental, el debate alrededor del idealismo husserliano ... ). Esta es la
-~ nidamente transformar toda aparente verdad de hecho en verdad de Hegunda vertiente, la que la arqueología parece dejar en la sombra. Pero
· razón ... y hasta, en el límite extremo con Merleau-Ponty, borrar la fron- 11emejante desenvoltura es sólo aparente. Si el lector vuelve a consultar
tera que separa estas dos regiones. los textos canónicos de Husserl, comprenderá que también ellos tienen
Este análisis, cuya severidad se manifiesta bastante claramente en 11u lugar marcado en el registro del arqueólogo .. ., pero un lugar cronoló-
el capítulo IX, tiene por lo menos el mérito de preservar la unidad de la tricamente sorprendente ... ¿Qué nos garantiza, por ejemplo, el "principio
fenomenología y de no presentarla, por ejemplo, como un logicismo deso- do los principios expuesto en Ideen I? ¿que hay una "intuición dadora
rientado. Foucault salvaguardará la coherencia de la fenomenología. Pe- originaria ... fuente del conocimiento"? ¿que la parousia no está fuera de
ro ¿a qué precio? No faltan razones para cuestionar su lectura de Hus- nuestro alcance? Esa parousia que Descartes había entrevisto y que la
serl. Como ya se ha observado, Las palabras y las cosas sigue correcta- reducción nos permite por fin recorrer sistemática y exhaustivamente.
mente el pensamiento de Merleau-Ponty, pero el autor parece dar por Hin embargo, ¿es la exploración de esta dimensión tan nueva como lo
sobreentendido que Merleau-Ponty expresa la verdad de Husserl, lo nretende Husserl? Esta es la pregunta que debe formularse el lector de
cual, como se sabe, es muy discutible.26 Además, Foucault al centrar la l•'oucault cuando se coloca en esta otra vertiente. Porque en definitiva lo
fenomenología en la finitud fundadora rechaza a priori e injustamente que la fenomenología cree poder utilizar son ciertamente los recursos de

40 41
~
puede volver a encontrar después de haber sido uno excluido de él. Des-
la "representación", en el sentido de Foucault. Así, cuando Merleau- pués de Kant, la finitud positiva es el único lugar posible de un discurso
Ponty asegura que al terminar toda dilucidación suficientemente pa- justificador... , si se quiere absolutamente tener un discurso semejante
ciente existe un lugar en el que aparece "no sólo lo que quieren decir las con el nombre de "filosofía". En suma, si se acepta la partición de repre-
palabras, sino lo que quieren decir las cosas",28 Merleau-Ponty designa sentación/antropología hay que aceptar por eso mismo que la fenomeno-
limpiamente lo que Foucault llama "el cuadro". Pero ¿qué puede valer, logía se limita a la analítica de la finitud, pues arqueológicamente no se
después de la lectura de Las palabras y las cosas esta postulación de sa- la podría tomar en serio corno heredera de Platón y Descartes.
her absoluto? No puede sino parecer anticuada. Si admitimos que es Por cierto que Foucault no forjó el concepto de representación ni
pertinente el enfoque arqueológico, debemos convenir en que la fenome- escribió Las palabras y las cosas con el único fin de ajustarle las cuentas
r nología, retrasada en una episteme, pretendía restaurar la "edad de la
• representación" (purificada sin duda del "objetivismo") con desprecio de
la configuración que era la suya. Le toca pues al lector juzgar lo que va-
a Husserl. No sería pertinente proponer o hasta buscar una clave para
un libro tan denso. Lo cierto es que la partición de representación/antro-
pología tiene el efecto de quitar toda autoridad a la fenomenología, como
le este ensueño "representativo" en pleno siglo XX .•. en todo caso, ese si en esas páginas el autor hubiera querido también librarse de una vez
lector sólo puede elegir entre dos imágenes de la fenomenología: o bien por todas de la influencia de la fenomenología. Se trata aquí de una rup-
una ~•....,q ue es la verdad del proyecto husserliano y

'
tura. Sabemos sin embargo que el concepto de ruptura es delicado para
cuyo "insidioso parentesco con los análisis empíricos sobre el hombre"29 manejarlo en la historia de la filosoña. No basta que un autor "rompa"
se hace cada vez más manifiesto, o bien un nuevo comenzar del discurso abiertamente con una tradición o con uno de sus predecesores para que
repres~que el advenimiento mismodera--"e<lad antropoTógica" pierda todo lazo con aquélla o con éste: en la obra de Kant, Leibniz con-
coñaeílli de antemano al fracaso. O bien, por lo demás, urr""'díscurso de tinúa presente en los textos en que no se habla precisamente de él. .. y el
naturaleza mixta" que conduce a un callejón sin salida, o bien una am- debate de Nietzsche con Schopenhauer continúa aún en La voluntad de
bición a destiempo. La construcción misma de Las palabras y las cosas poderío. Una problernatización, un método pueden continuar estando
nos coloca frente a este dilema. Y tal vez este punto tenga más impor- impregnados por el pensamiento de aquel con el que uno ha "roto" a
tancia aun que el de centrar la fenomenología en la finitud fundadora. tambor batiente. Ese podría ser el caso de Foucault en relación con la
Pues el análisis de la fenomenología, realizado en la segunda parte sólo fenomenología. Verdad es que Foucault destruye de veras los puentes
sería arbitrario si no estuviera cuidadosamente preparado por el análi- con el análisis de la vivencia y procede corno "positivista feliz" cuando
sis de la edad clásica realizado en la primera parte (y por eso vale la pe- relega a Husserl a la edad antropológica y rechaza al pasado el reinado
na releer este último por lo menos una vez más como una anti-Krisis). de la representación. Pero ¿sería justo llegar a la conclusión de una pu-
Si admitimos que es justa la descripción que hace Foucault de la ra y simple ruptura? ¿Hemos de olvidar que "a priori histórico" es una
"representación" y si convenimos en que nos es imposible llegar más acá expresión de origen husserliano y la atracción que ejercía en Husserl la
( de la "gran ruptura" marcada por el kantismo en filosofía, no se puede palabra "arqueología"?ao ¿Y cómo no sentirse impresionado también por
en principio hacer objeciones a la sentencia que formula el libro ... Sola- la semejanza que hay entre la reducción fenomenológica y la posición de
mente nos es lícito preguntar si el concepto de representación no fue for- retiro y de neutralidad que adopta el arqueólogo? Cuando Foucault se
jado a fin de desacreditar de antemano todos los intentos de reconstituir las compone para hacer parecer como ingenuo y despreocupado de su lu-
un saber absoluto después de Kant. La crítica kantiana marca la dislo- gar el pensamiento mismo que vivía de desarmar las trampas de la "in-
cación de la mathesis (en el sentido amplio que Foucault da a este tér- genuidad", ¿no es al fin de cuentas "el fenomenólogo último", ese que
mino). Después de esa crítica, resulta forzosamente vano querer hacer ofrece una "fenomenología para poner fin a toda fenomenología", para
cumplir la idea de la Wissenschaft auténtica de cuño platónico, corno ha- emplear las expresiones de Dreyfus y Rabinow?31 Transgresión continua
ce Husserl. No hay y nunca hubo la Idea del saber que se hubiera mani- de sí misma por fidelidad al radicalismo de su indagación, la filosofía de
festado de cuando en cuando y que por fin a nuestro tiempo le hubiera Husserl se presta a semejante juego. "La mayor enseñanza de la reduc-
sido dado hacerla desarrollar. Sólo hubo un régimen de saber de repre- ción", decía Merleau-Ponty, "es la imposibilidad de una reducción com-
sentación, que existió inocentemente durante dos siglos. Era el modo de pleta". ¿Por qué no dar un paso más? La mayor enseñanza de la fenome-
ser del orden sobre cuyo fondo se organizaban espontáneamente los co- nología -para quien llega al apartamiento máximo respecto de las "evi-
nocimientos y que hacía a la vez inútil e imposible todo proyecto de fun- dencias"- sería la imposibilidad de la fenomenología.
dación trascendental. Ocurre que ese "dispositivo" se ha desmoronado y Hay una afinidad, por lo menos retórica, entre fenomenología y ar-
que a partir de entonces la fundación y la revelación se convirtieron en queología. Piénsese, por ejemplo, en la página en la que Foucault marca
tareas prioritarias para los filósofos ... , pero al mismo tiempo tareas que la distancia que torna en relación con los análisis de la vivencia. Dice
ellos ya no estaban literalmente en condiciones de cumplir. Se puede vi- Foucault que hay que atreverse a hacer una pregunta que, "sin duda
vir en el saber absoluto (en el que vivía la edad clásica), pero no se lo
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parece aberrante, tan en desacuel'do está con lo que hizo históricamente e"!Jlpleo de las expresiones "condiciones .de posibilidad~, ~a priori" (a las
~1· posible todo nuestro pensamiento. Esa cuesti~n .c onsistiría en pregun- cuales Foucault ;recurre, en Las palabras y las cosas, casi cada ·vez que
t' tarse si realmente el hombre existe'l.a2 ¿Para qué sirve en realidad esta quiere hacer resaltar lo que tiene de nuevo su manera de leer la histo-
provocación? Para hacer medir al lector, una vez pasada la sorpresa, en ria) no debe en modo alguno sugerir que en el libro haya algo equivalen-
qué profundidad está arraigado en su espíritu el ·supuesto purnanista", te a una lectura de esencias. Esta interpretación significaría reintrodu-
puesto que la discusión de éste debe parecer al principio corno una bro- cir en el corazón de cada episteme lo que la arqueología excluye en
ma. Ahora bien, es un procedimiento análogo el que emplea Fink cuan- todas sus formas: el motivo trascendental. Por lo demás, de ninguna
do éste se propone mostrar a los neokantianos cuán equivocados están manera se puede considerar al autor responsable dé este error de lectu-
al situar la problemática de Husserl en la misma. línea que la de ellos. ra. ¿Quién tiene la culpa, si la expresión "a priori" sugiere la palabra
Vosotros, kantianos, les dice, tuvisteis el mérito.de problernatizar "el en- "esencia" o si las "condiciones de posibilidad" parecen ser inseparables
te en general". Sin embargo pensáis en el suelo del mundo, en tanto que de un "sujeto" que sería su portador? Por otra parte, las reglas del juego
la fenomenología, por su parte, "pone en tela de juicio la unidad del ente que Foucault reconstituye reducen drásticamente las posibilidades de
y de la forma del mundo" y se "interroga sobre el origen del mundo".aa elección en el seno de cada episteme. Ahora Qien, ¿qué índole atribuir a
Fink no disimula la hübris aparente de esta posició. n. Pero ¿cómo seña- esas reglas si quiere uno permanecer fiel al espíritu de la arqueología?
lar de otra manera el surgimiento de una problemática inédita, cuando Esas reglas no provienen de un Zeitgeist. No se deben tampoco a las la-
' se dirige uno a quienes están absolutamente impedidos, a causa de 1la gunas de la información o a los atrasos tecnológicos o a la miopía de ac-
\ "actitud" a que están aferrados, de adivinar su posibilidad? . tores que "todavía no habían presentido que ... ": Foucault rechaza infle-
Valdría la pena preguntarse cómo y hasta qué punto Foucault lle- xiblemente toda "explicación" que apela a lo negativo. ¿Cómo entender
ga a utilizar de nuevo el terna de la fenomenología y emprender nueva- entonces la estricta reglamentación de las tareas y de los procedimien-
mente su tarea de prevenir supuestos. Hay que pensar también en los tos posibles, una reglamentación que asegure su originalidad a una con-
sistemas de coacciones, de transformaciones, de limitaciones que permi- figuración de saber?
ten .al arqueólogo discernir; dentro de la contextura de las "configuracio- Esta pregunta debe hacerse con tanta mayor razón si se admite
nes" estudiadas, las prohibicio:1es y las conexiones que pasan inadverti- que el método arqueológico no se reduce a un ejercicio nominalista de
das a quien no piensa en asignar en primer lugar "condiciones de posibi- poner entre comillas los conceptos, a una destrucción de los rnacrocon-
lidad". Esas prohibiciones y esas prescripciones que caracterizan un "a ceptos ("racionalismo", "biologismo", "mecanicismo", "empirismo", etc.)
priori histórico" abundan en los análisis de Foucault. Por ejemplo, era con la cual se contentan la mayor parte de las veces en la historia de las
imposible en la edad de la representación pensar algo corno un "ser vi- ideas y en la historia de la filosoña. Por cierto que Foucault tuvo el mé-
viente"; era imposible en la edad del hombre preservar la transparencia rito de prohibimos el uso de palabras "filosóficas" sin mencionar o in-
del Cogito; era necesario que la historia natural fuera contemporánea de vestigar su fecha de nacimiento o la fecha en que adquirieron nueva
Descartes y no, corno se ha dicho, la consecuencia del fracaso del meca- acepción. Verdad es que difundió la sospecha sobre las visiones panorá-
nicismo cartesiano; era necesario que en la taxonomía el conocimiento micas superficiales con las que se satisfacen inevitablemente las teleolo-
de las plantas superara al conocimiento de los animales, etc. Ahora bien gías del sentido. Verdad es que nos prescribe que releguemos a la esfera
¿no desempeñan el papel de una regulación eidética estas comprobacio- de la pura charla los discursos sobre el "hombre", la "afectividad", la "fi-
nes de imposibilidad y de necesidad? No puede evitar uno encontrar en nitud", etc. que se sustraen a ese examen filológico previo. Con todo eso,
las reglas arqueológicas de exclusión por lo menos un aire de familia co:r:i esta actitud nada tiene de relativista o de· nihilista, pues Foucault barre
esas incompatibilidades de esencia de las que Husserl señ.alaba su fuer- toda esa charla de los nuevos rnetañsicos sólo para sustituirla por siste-
za al invocar retóricamente a Dios y decir "el mismo Dios" ("el mismo mas de determinación rigurosa del saber. Pero esos sistemas no han caí-
Dios", si tuviera un cuerpo, no podría percibir de otra manera que por do sencillamente del cielo y su formación merecería esclarecerse.
secciones ... ). No es pues imposible que Foucault haya recurrido a la fenomenolo-
Se objetará a esto que La arqueología del saber está hecha para gía en el libro mismo en que él la despedía sin ceremonias. En esto, Fou-
impedir en principio ese enfoque de que las •"condiciones de posibilidad cault no se habrí~ convertido subrepticiamente en un "esencialista", si-
de que se trata no son los momentos de un logos sino simples condicio- no que no habría hecho más que remontarse hasta las determinaciones
nes de aparición y que el a priori histórico no debe considerarse (eso se- por las cuales una configuración de pensamiento fija lo que es "verdade-
ría "gracioso", dice el propio Foucault) corno una "forma vacía", que sur7 ro para ella". Lo mismo le ocurre al propio Nietzsche que da un sentido
giera y luego desapareciera después de haber reinado mientras tanto so- al concepto de "a priori": "Si establecemos todo lo necesario de conformi-
bre el pensamiento de los hornbres.a.t Todo esto puede aceptarse por en- dad con nuestra manera actual de pensar, no hemos probado nada de lo
tero. Sin embargo, hay que distinguir aquí dos cosas. Por una parte, el 'verdadero en sí', sino que hemos probado solamente lo 'verdadero para

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nosotros', es decir, lo que hace posible nuestra existencia.en virtud de la
26 Véase H. Dreyfus y P. Rabinow, Michel Foucault. Un parcours philosophique, París,
experiencia, y este proceso es inveterado hasta el punto de que .es impo- Onllimard, 1984, pág. 59; Jacques Derrida, introducción aL'Origine de lagéométrie, París,
sible querer convertir a él el pensamiento. Todo a priori se sitúa allí".36 PUF, 1962, pág.108-120y12·7.
Y para mostrar claramente esas determinaciones primeras que única- 27 Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 336.

mente el azar constituyó (y por cierto ninguna fuente de sentido, ningún 28 Maurice Merleau-Ponty, La Phénoménologie de la perception, París, Gallimard,
1~)45, prefacio, pág. X.
motivo trascendental), es cómodo para el arqueólogo recurrir a concep- 29 Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 336.
tos husserlianos como los de "horizonte", "presuposición idealizante", :JO Véase Suzane Bachelard, Logique de Husserl, París, PUF, 1957, pág. 219.
etc. No se es "esencialista" porque determine uno con exactitud que en :n H. Dreyfus y P. Rabinow, Michel Foucault, op. cit., págs. 128, 71.
un tiempo dado los hombres de una determinada región debfan elaborar :12 Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 332.

tal concepto o, inversamente, eran incapaces de abarcar una región de 33 Eugen Fink, De la Phénoménologie, traducción francesa de Didier Franck, París,
l•:d. de Minuit, 1974, págs. 119-121.
la experiencia ("trabajo", "vida", "sexualidad") que nos es hoy tan fami- IM L'Archéologie du savoir, París, Gallimard, 1969, pág.169.
liar que ya ni siquiera se nos ocurre darle una interpretación. En cam- m; Nietzsche, Le Gai Savoir, Posthuma, traducción francesa de Klossowski, París, Ga-
bio, no ha hecho uno inutilizable el a priori por haberlo excluido en su lll mnrd, pág. 348.
forma de eternidad. No significaría disminuir en nada la originalidad de
la arqueología (de la que con demasiada prisa se dijo que era un "fraca-
so") estudiar su formación a esta luz. Hasta sería hacer de ella un ins- ltt.lseña de las discusiones
trumento de renovación de una "historia de la filosofía" que tuviera por
fin en cuenta la muerte de la "filosofía", tal como ésta se entiende toda- Las diferentes intervenciones hicieron que Gérard Lebrun precisa-
vía académicamente. ,.,. las relaciones que tenía Foucault con la fenomenología. Por ejemplo,
11 ubert Dreyfus deseaba ver precisadas las objeciones que hizo Foucault
11 Merleau-Ponty. Gérard Lebrun subrayó la admiración que sentía Fou-

Notas 1•11 11lt por Merleau-Ponty. ¿Lo sobreestimó al considerarlo como portador
do la verdad de Husserl? En todo caso, esto permitió a Foucault inter-
1 Les Mots et les Choses, París, Gallimard, 1966, pág. 68. pretar
1
la destrucción de la fenomenología convertida en irracionalismo
2 lbtd., pág. 71. 1 orno la realización del destino de la fenomenología en su condición de
3 lbtd., pág. 258. f1 lo1;ofía trascendental de fuente kantiana.
4 Husserl, La crise des sciences européenes, traducción francesa de Gérard Granel,
París, Gallimard, 1976. Asimismo, al responder a una pregunta de André Glücksmann, G.
5 Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 14. 11ohrun da su parecer: Las palabras y las cosas nada deben a Heidegger
6 lbtd., pág. 315. 11110 en este libro es tratado más o menos de la manera en que es tratado
7 lbtd., pág. 323. Mci rl eau-Ponty.
8 lbtd., págs. 327-328.
9 Husserl, La Crise des sciences européennes, op. cit., pág. 110 (párrafo 25).
Intervino entonces Jeannette Colombel para hacer notar que F'ou-
10 Ibtd. 1J1111 lt no se dirigía solamente a Merleau-Ponty sino también a Sartre
11 lbtd., pág. 112. 111111odo se enfrentó con la fenomenología. Raymond Bellour señala a
12 Kant. Progr~s de la metaphysique, traducción francesa de Guillermit, París, Vrin, 11111oora de respuesta que páginas referentes a Sartre fueron suprimidas
págs. 83-84. Véase Critique de la Raison pure, traducción francesa de Tremesaygue-Pa- 1111 In versión definitiva de Las palabras y las cosas.
caud, París, PUF, pág. 36.
13 Progres de la métaphysique, op. cit., pág. 13.
14 Critique de la Raison pure, op. cit., pág. 500.
15 Progr~s de la métaphysique, op. cit. pág. 82.
'' 16 Critique de la faculté de juger, párrafo 62; traducción francesa de Alexis Philonen-
ko, París, Vrin.
17 Les Mots et les Choses, op, cit., pág. 255.
1s Prem~re Introduction a la Critique de la faculté de juger, párrafo 5.
19 Véase Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 251; véase también pág. 255.
20 Tumo esta expresión de Hubert Dreyfus y Paul Rabinow.
21 Les Mots et les Choses, op. cit., págs. 260-261.
22 lbtd.
23 lbtd., pág. 331.
24 lbtd., pág. 336.
25 lbtd., pág. 256.

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3 Foucault pide en esta perspectiva una aclaración inmediata. Expondré
la hipótesis de que, en formas constantemente renovadas, un verdadero
combate con Marx -se extiende por toda la obra de Foucault y es uno de
Foucault y Marx los resortes esenciales de su productividad. Combate ya entablado en el
momento en que Foucault escribe La historia de la locura (puesto que,
La postura del nominalismo como lo recordó oportunamente P. Macherey en un reciente artículo, es
en la inversión de su inicial adhesión al marxismo, concebido como una.
"crítica concreta" de la alienación, donde hay que buscar las razones por
Etienne Balibar las cuales en adelante Foucault "desconfió como de la peste de todo lo
que provenía del materialismo dialéctico"), combate aún en marcha des-
de La voluntad de saber, como lo atestiguan los extractos de cursos, ar-
¿Por qué retomar hoy a esta cuestión de las relaciones de Foucault tículos y conferencias de la década de 1980. Así y todo, ese combate no
y Marx (o de la actitud de Foucault respecto del "marxismo"), de la cual os un simple <fuelo. Y hay varias r1;1.Zones que así lo manifiestan. En pri-
se puede pensar que los atractivos y beneficios están agotados desde fi- mer lugar, ese combate se sitúa dentro de los programas de trabajo dife-
nes de la década de 1970 por lo menos, pues todos los argumentos que ren t es, en que el enfrentamiento con Marx interviene de manera
se cambiaron dieron ocasión a los vehementes ajustes de cuentas que to- desigualmente decisiva y, más pr ofundamente, no se dirige siempre al
dos conservamos en la memoria? El propio Foucault se comentó a sf propio Marx o al propio marxismo. Ver dad es que por otro lado, dar nue-
mismo largamente en artículos y conversaciones. Con todo eso, no resul- vo impulso a este enfrentamiento puede manifestársenos ulteriormente
ta difícil imaginar la ironía que le habría inspirado el tipo de disecciones como una de las continuidades que aseguran la unidad de la investiga-
y de interpretaciones formales en que inevitablemente desembocan los ción llevada a cabo por Foucault de libro tras libro, de archivo tras ar-
paralelos trazados entre obras y autores consagrados, a quienes se con- :hivo. Además es bastante notorio que las enunciaciones procedentes de
sidera hechos de. una sola pieza. Sin embargo, al echar a andar por esta Marx no son tqmadas dentro de un aislamiento académico, sino que se
vía quisiera yo hacerle tomar un camino sesgado (una "diagonal") que las t oma en función de la coyuntura y están sobredeterminadas por sus
desplazaría algún tanto las cosas que están en juego en busca de cues~ usos y sus interpr etaciones en u na especie de r adiografía del tejido mar -
tiones que sería preciso plantear para continuar trabajando en la filoso- xista y evaluación del papel del marxismo en el saber contemporáneo
fía tanto con Foucault como con Marx. (los nombres de Sartre, de Merleau-Ponty, de Althusser, de la escuela de
Es tentador -y tal vez sea indispensable en una lectura que no l•'rancfort pueden servir aquí de puntos de referencia). Pero sobre todo
sea piadosa- aplicar a los textos de Foucault (pienso aquí ante todo en parece que desde el comienzo para Foucault el combate con Marx nunca
sus libros) su principio de análisis de las reglas de formación o de indivi- tuvo su fin en sí mismo; además, no se lo puede disociar de otros enfren-
dualización de las enunciaciones: buscar su correlación con otras que 1,amientos en los que Foucault interviene como tercera parte en primera
"pueblan sus márgenes", con las cuales entran "en el orden de las oposi- o en segunda línea. Observemos enseguida que esta situación de "poli-
ciones y de las luchas" para "reencontrar su incidencia de suceso" (L'Ar- valencia táctica de los discursos (La Volonté de savoir, en adelante VS,
chéologie du savoir, en adelante AS, págs. 128, 138 y 159). Y, por lo tan- >t1g. 132) impide aquí no sólo toda pretensión a agotar el tema sino tam-
to, relacionar las enunciaciones efectivas con tácticas discursivas que se l 1ién toda pretensión a circunscribir lo que está en juego en el combate a
constituyen y producen sus efectos en un campo estratégico determina- una cuestión única. Al elaborar sus propias cuestiones, Foucault no cesa
do; asimismo estudiar las transformaciones de esas tácticas a medida de plantear a Marx cuestiones que le vienen de otros lugares filosóficos
que (por el hecho mismo de su enunciación) modifican el terreno en que o históricos así como, por otro lado, no cesa de plantear a otros interlo-
intervienen. Como se habrá comprendido no se trata de especular sobre l'u tores o adversarios cuestiones cuya formulación es de Marx.
algo no dicho o sobre intenciones, sino que se trata de tomar al pie de la Me propongo ilustrar esta hipótesis con un ejemplo singularmente
letra la afirmación del carácter ya político del discurso teórico en su notable. Se trata de la manera en que se entrecruzan en La voluntad
"materialidad incorporal" propia (AS, pág. 158). La filosofía, como bien 1lf.> saber la cuestión del marxismo y la cuestjón del psicoanálisis. Obra
se sabe desde Kant, es un Kampfplatz en el que no hay resolución defi- l'uortemente polémica al tiempo que programática, de la cual se sabe
nitiva de los conflictos y en el que por consiguiente un proyecto intelec- que su perspectíva será en parte corregida pero cuya unidad procede
tual nunca ocupa una posición absolutamente simple y estable, sino que precisamente de los a<Jvers,a rios que Foucault eligió y de la manera en
se desarrolla en virtud de su oposición a las enunciaciones existentes, quo él los asoció. No basta con decir que Foucault se propone aquí recu-
en virtud de su incesante "problematización". 11r cierta concepción del poder y cierta concepción de la sexualidad al
Asignar una función de preferencia a la oposición de Marx y de 111ostrar aquello que .está en la base de ambas ("la hipótesis represiva")

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y lo que lleva a darles una definición esencialista. Hay que asignar toda campo de saber y hasta a un mismo zócalo preconceptual. No es seguro
su importancia al hecho de que, desde el principio al fin, Foucault se de- que ambos puedan reducirse a lo que tienen "en común" pero sí es segu-
dica a deteriorar una problemática difusa de la "época", pero sistemati- ro que en lo que poseen en común debe operar una determinación que
zada en lo que podemos llamar genéricamente el "freudo-marxismo" les es esencial. Marxismo y psicoanálisis no pueden interpretarse en
contemporáneo (especialmente Reich es mencionado en múltiples oca- una ilusoria pureza sino que han de interpretarse en sus usos y aplica-
siones). El propio Foucault nos indica con precisión los temas principa- ciones y especialmente en la aplicación de uno al otro (caso particular de
les del freudo-marxismo: la manera en que cada uno .d e ellos trabaja el campo de las "ciencias hu-
-implicación recíproca de la represión del sexo y de la explotación manas").
de las fuerzas del trabajo en la sociedad capitalista (VS, págs. 12, 13, Inversamente, también parece que semejante crítica es la contra-
150, 151, 173), a la cual responde una gran predicación de la liberación prueba de la autonomía del propio discurso de Foucault por cuanto a
sexual como componente de la revolución política y social (\rS, pág. 14- primera vista apunta a los mismos "objetos": las instituciones de poder,
15, 105, 173). las resistencias, las exclusiones, el tratamiento social de las "desviacio-
-complicidad de la censura moral, de la "policía de las enunciacio- nes" morales y sexuales y su importancia en la economía política de las
nes y de la reproducción de las relaciones económicas bajo la domina- sociedades modernas. Nociones tales como "normalización" y "sociedad
ción de un mismo orden político" (VS, págs. 25-26, 51); 1
disciplinaria" expuestas en Vigilar y castigar tocan por lo menos verbal-
-homología tocante al orden burgués global y a la autoridad que mente (y esto no puede deberse a un azar) los temas del freudo-marxis-
se ejerce en la "célula" familiar y en la "célula" educativa con la figura mo, de los cuales lectores no necesariamente necios o malintencionados
común del padre (VS, págs. 62-64, 111-113, 132, 143); pueden pensar que aportan un sustituto o una generalización (este
--oposición más general entre una energía natural tendiente a "riesgo" estará siempre presente en el análisis de la forma "pastoral" del
buscar el placer y el orden artificial de las instituciones, la prohibición poder pues tiene que ver con la manera en que un cierto régimen de la
del incesto en la familia monogámica y en el estado (VS, págs. 95, 107- sexualidad ocupa un lugar en la "economía" del poder del estado moder-
108, 146, 151). De ahí la hipocresía sexual de las clases dominantes (VS, no; véanse los "Dos ensayos sobre el sujeto y el poder", reproducidos en
págs. 168), que culmina en la ficción de un "principio de realidad" y el el libro de Dreyfus y Rabinow, Michel Foucault. Un parcours philoso-
gran repudio, la subversión global de los valores establecidos de lamen- phique). Pero esta proximidad de los objetos y hasta de las mismas pa-
tira (VS, págs. 126). ¿Por qué la crítica de estos temas es tan importante labras del freudo-marxismo y de la indagación foucaultiana (una vecin-
para Foucault? Sin duda porque el freudo-marxismo corresponde a la dad que podría perpetuarse aún si se revelara que Foucault procede a
vez al orden de la cultura popular y al orden de la cultura erudita, por- realizar una combinación antitética de conceptos antifreudianos con
que es una especie de lugar geométrico de las corrientes intelectuales conceptos antimarxistas) aparece acentuada en La voluntad de saber
que ponen en relación disciplinas diferentes, discursos filosóficos, cientí- por el surgimiento final del concepto del "biopoder" y por la designación
ficos y literarios, prácticas militantes, teóricas o estéticas; porque es en repetida del racismo contemporáneo, entendido como el fenómeno cru-
suma el lugar natural hacia el que tiende la alternativa de las ciencias cial del cual debería dar cuenta aquella noción. En su primera concep-
humanas. De manera que la influencia del freudo-marxismo se extiende ción, la Historia de la sexualidad debía terminar con un volumen sobre
mucho más allá de sus realizaciones explícitas, pues abarca tanto los "Población y razas". Es considerable el lugar ocupado por el problema
discursos actuales de la psicosociología como la posteridad de Bataille. del racismo en las perspectivas de investigación trazadas aquí por Fou-
Ahora bien, el freudo-marxismo (en esta o aquella variante) es cierta- cault (VS, págs. 37, 56, 73, 88, 155-157, 161·168, 179 y siguiente, 193-
mente una "inversión" de los valores enunciados por poderosos aparatos 1.98). ¿No está aquí en definitiva el efecto "concreto" más revelador del
institucionales, inspira efectivamente la oposición de esos aparatos, lu- Juego de las tecnologías políticas modernas que se refieren a la vida en
chas cuya importancia reconoce Foucault, .pero de las cuales le importa ol nivel de los cuerpos individuales y en el nivel de las poblaciones o de
esencialmente preguntarse hasta qué punto rompen en verdad con la In "especie" y de su reproducción? ¿No es acaso el índice mayor de la
formación discursiva que ellas denuncian. No es exagerado suponer profundidad en la que (en el régimen contemporáneo de saber-poder y
aquí que lo que Foucault -poco sospechoso de conservadorismo- quie- hasta, como lo precisa en última instancia Foucault, en el régimen de
re cuestionar radicalmente es la evidencia y la eficacia de cierto izquier- "aaber-poder-placer") están ancladas nociones tales como las de "degene-
dismo o utopismo revolucionario. ración" y "eugenismo", en las que habría que ver el tipo mismo de la for-
Aun otras razones me parecen determinantes. La manera misma 1r1ación de compromiso entre el simbolismo de la sangre y la analítica de
en que Foucault critica el freudo-marxismo sugiere que, a sus ojos, se- lu sexualidad (VS, pág. 195)? Ahora bien, Foucault sabe perfectamente
mejante "combinación" debe por regla general revelar precisamente que la necesidad de explicar las formas contemporáneas del racismo, de
aquello por lo que el marxismo y el psicoanálisis pertenecen a un mismo 1u dinámica "de masas", de su influencia en la "personalidad" individual

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y su relación con la guerra (largamente evocada en el último capítulo de 2) Luego, el hecho de que el freudo-rnarxisrno dependa de un mode-
"La voluntad de saber") está en la base y origen del freudo-marxismo, lo puramente jur(dico del poder, modelo a la vez limitado y arcaizante,
tanto en Reich como en Adorno o Marcuse (teórico por excelencia de la concentrado en las representaciones de la soberanía y de la ley (ley mo-
"civilización represiva"). También sabe Foucault que una de las dificul- ral, ley política, ley simbólica). Este es el núcleo común del psicoanálisis
tades más serias presentadas por los teóricos freudo-marxistas (en todo y del marxismo que hizo posible, hasta inevitable, la combinación de
caso por Reich a quien precisamente no deja de referirse aquí Foucault) ambos. Cada cual reconoció en el otro su propio supuesto. Y más preci-
consiste en la inquietante proximidad de su biologismo o su energitismo samente cada cual reconoció en el otro una variante de la idea de suje-
con el biologismo o energitismo de las mismas ideologías racistas. Y ción de los individuos a un poder de dominio, sujeción que debe tomar la
Foucault no puede dejar de plantearse la cuestión de saber en qué con- forma de la obediencia (VS, pág. 112-113) y a la cual Foucault, por lo
diciones un análisis del poder en las sociedades contemporáneas ~n menos después de Vigilar y castigar, no cesa de oponer la idea de la po-
tanto que fundamentalmente ese poder sería un biopoder o poder sobre sitividad o de la productividad del poder, la idea de "disciplina" (aunque
la especie, que tiene sus raíces en una ''biohistoria" y que rige una "bio- en realidad esta idea es en Foucault mucho más antigua; véase en la
política"- no caerá víctima del mismo equívoco. En este punto, la críti- Historia de la locura, el sentido "positivo" del poder de internación o en
ca freudo-marxismo será pues no sólo una cuestión teórica previa, sino El orden del discurso el "poder de afirmación" que procura describir una
además una prueba indispensable para discernir la diferencia de sus genealogía).
propios conceptos y ajustar sus efectos prácticos. 1 Observemos entonces que entre la idea de sujeción-obediencia y la
Todos sabemos cómo a lo largo de toda La voluntad de saber se de- · idea de alienación hay un profundo parentesco (puesto que la obediencia
sarrolla la crítica a la "hipótesis represiva" y al mismo tiempo cómo se en última instancia debe fundarse en la interiorización de la ley que
desarrolla la explicación de la función que ella cumple en la economía de emana de una autoridad exterior; puesto que la obediencia determina
los discursos sobre el sexo: la exhortación a hablar del sexo, a presentar así una escisión del sujeto que asumirá la forma principal del dualismo
su "verdad", a buscar la verdad de cada uno. Exhortación que asegura la de cuerpo y alma, pero que se encontrará también en el dualismo de pú-
proliferación de los discursos en cuestión (que probablemente hace de las blico y privado o en el dualismo de estado y sociedad). Creyendo descu-
sociedades occidentales modernas las sociedades más parlanchinas de la brir un principio de explicación en la homología del estado y de lacen-
historia sobre el sexo y sobre los inventores de esta noción genérica) y sura moral, el freudo-marxismo y en general todas las variantes de la
que no se ve atenuada sino, por el contrario, está reforzada tácticamente hipótesis represiva no hacen sino repetir el esquema imaginario ya pre-
por la representación de lo prohibido. Partiendo de esta caracterización, sente en cada uno de sus dos componentes.
Foucault opondrá tres grandes argumentos al freudo-marxismo: 3) Dando un paso más, podernos descubrir a lo largo del texto de
1) En primer lugar, su falsedad histórica. Es materialmente falso La voluntad de saber una crítica sistemática de lo que llamaré con gusto
que la sociedad que se desarrolla a partir del siglo XVIII -"que se llama- (por referencia a una tradición filosófica idealista contra la que se con-
rá, según el gusto, o burguesa o capitalista o industrial" (VS, pág. 92)- centraron muy pronto los ataques de los materialistas como Lucrecjo) el
haya opuesto al sexo un repudio fundamental y que lo haya censurado principio de la homeomer(a social: entendamos por esta expresión la
efectivamente. Antes bien, esa sociedad lo presentó corno el objeto de idea de que en el "todo" social (o político o cultural) las "partes" o las "cé-
sus constantes cuidados. Y es asimismo falso que el trabajo de las ma- lulas" son necesariamente semejantes al propio todo. En este caso, el filo
sas obreras, del prQletariado, haya tenido como condición previa una vi- ele la crítica de Foucault (materialista en este sentido) se concentra en
gilancia castradora del cuerpo sexuado de los obreros (VS, págs. 151, In cuestión de la familia, pero también afecta a otras instituciones o
158 y siguiente). Aquí Foucault cita directamente a Marx (VS, pág. nparatos corno la escuela y la medicina. Cuanto más subraya Foucault
167). En cambio, lo históricamente verdadero es que la sexualidad con ol papel estratégico de la familia (de su moralización, de su rnedicaliza-
sus dispositivos de regulación y de coacción (moral familiar, especial- ;ión) en el dispositivo de regulación de las poblaciones que forma uno de
mente la prohibición del incesto; la formación educativa, la rnedicaliza- los poderes esenciales de los estados "burgueses", tanto más se empeña
ción y la psiquiatrización) fue trasladada a la esfera del trabajo de on mostrar que la familia -que es a la vez el lugar de la perversión ins-
conformidad con un modelo burgués a medida que las relaciones econó- liitucional (VS, págs. 50 y siguientes) y de la histerización del cuerpo de
micas evolucionaban hacia una integración social y una normalización lu mujer (VS, págs. 137 y siguientes, 160), el lugar diferente del espacio
de las fuerzas del trabajo (sin duda también una creciente intelectuali- psiquiátrico (VS, págs. 147-148), el lugar de competencia entre los que
zación de esas fuerzas). Correlativamente hay que representarse el "as- poseen saberes profesionales sobre el hombre (VS, págs. 131, 138, 146),
cetismo" de la moral burguesa, no corno una condición de racionalidad ol medio de socialización de las conductas de procreación, pero sobre to-
económica o inversamente corno una hipocresía, sino ciertamente corno cio el lugar de "recodificación" jurídica de las técnicas del cuerpo en ge-
una táctica de intensificación del placer corporal. rHJral en la forma de la alianza o del parentesco (VS, págs. 138, 142-150,

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rre toda la obra de Foucault como contrapunto de su crítica del hu-
165)- no puede por esta misma razón considerarse corno la imagen re- manismo y del "círculo antropológico": el cuestionarniento del psicolo-
ducida de la sociedad global. "La familia no reproduce la sociedad y ésta gismo poUtico en el sentido más amplio del término. Por esto hemos de
por su parte no la imita" (VS, págs. 132). La familia es un "foco local" de entender tanto la idea de que los procesos históricos y sociales tienen su
poder-saber (VS, pág. 130), pero no una mónada, una pars totalis de la punto de anclaje, su condición de posibilidad, en la manera en que se
"sociedad" y lo que determina su importancia estratégica es, no su se- determinan los individuos, ya sea libremente, ya sea por coacción (idea
mejanza, sino su carácter específico o su diferencia. De manera que así a la que una "psicología sexual" o una psicología de la personalidad se-
corno la farnilian.o es un estado pequeño, el estado no es un gran pa- xual aporta un suplemento de objetividad aparente), corno la idea simé-
triarcado. trica según la cual la psicología, el comportamiento o la conciencia, de
Pero este análisis se generaliza inmediatamente para extenderse a los individuos refleja el lugar funcional que ellos ocupan en el campo de
todas las instituciones cuyas prácticas contribuyen a producir ese objeto las instituciones o de las contradicciones políticas (la "conciencia de cla-
complejo que es la "sexualidad" y representa una pieza esencial de la ses" marxista era la mayor parte de las veces una variarte de esta
crítica de la representación del poder concebido corno "un sistema gene- idea). Foucault no cesó de explorar los orígenes y las formas institucio-
ral de dominación ejercida por un elemento o un grupo sobre otro y cu- nales de esta relación especular, es decir, no dejó de preguntarse por
yos efectos, en virtud de sucesivas derivaciones, recorrerían el cuerpo qué, en la sociedad contemporánea y a medida que ésta se "moderniza"
social en su totalidad" (VS, pág. 121); en otras palabras, se trata del or- y por lo tanto a medida que se "politiza", la política (ya se trate de las
ganicismo (un organicismo en el que antes que el modelo del cuerpo hay prácticas de gobierno, ya se trate de las resistencias que ellas provocan)
que ver la perpetuación de una idea del alma o del espíritu). Este análi- se proyecta en la psicología y obliga a los individuos a identificarse con
sis ilustra pues concretamente lo que Foucault ·llama la necesidad del un "yo" (o con un "nosotros") para obrar corno seres sociales. ¿Cuáles son
nominalismo (VS, pág. 123), lo cual no deja de tener efectos críticos so- los modelos de subjetividad que los individuos pueden imitar para inser-
bre algunas de sus propias formulaciones anteriores. tarse en el juego de las prácticas? En este sentido, la utopía política del
En Vigilar y castigar, Foucault había escrito al terminar su des- freudo-marxismo se presenta como una simple inversión de valores que
cripción del panoptismo: "¿Cómo puede asombrar que la prisión se ase- está totalmente atrapada en la red psicopolítica y se manifiesta corno el
meje a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales si to- revelador del psicologismo inherente a sus dos padres, el marxismo y el
dos ellos se asemejan a las prisiones?" (Surveiller et punir, en adelante psicoanálisis.
SP, pág. 229). Y si Foucault había puesto claramente en guardia al
lector contra la tentación de ver en el "panóptico" otra cosa que un pro- Aquí empero termina la simetría. En el contexto de La voluntad
grama, sometido a los azares de su realización dentro de un campo de de saber Marx y Freud son objeto de tratamientos por entero diferentes.
li,, resistencias, no por eso había dejado de presentar la prisión como un No se tr ata aquí de determinar si uno es más justo que el otro, sino que
"archipiélago carcelario" (SP, pág. 304) hecho de múltiples círculos con- i;e trata de describir la manera en que esta disimetría traduce la estra-
céntricos de instituciones y de prácticas disciplinarias que constituyen legia discursiva de Foucault.
un "medio de vigilancia perpetua sobre la población: un aparato que Y lo cierto es que ésta (en razón del objetivo inicial de una "historia
permite controlar, a través de los delincuentes mismos, todo el campo <le la sexualidad") se dirige primero contra el psicoanálisis en la medida
social" (SP, pág. 287), un punto de partida y de culminación de todas las on que éste postula esencialmente que la sexualidad no tiene historia (o
variedades del poder normativo cuyo conjunto constituye una "sociedad que el sexo es precisamente lo que en toda historia trasciende la histo-
disciplinaria". Parecería que en adelante Foucault hubiera roto con la ria, de conformidad con el esquema de la enunciación de los límites de
idea de que la definición de los grandes "diagramas de poder", propios lo finitud humana descrito en las últirn~s páginas de Las palabras y
de una sociedad dada pueda fundarse en la homología formal de las ins- las cosas). Pero asimismo parece que, al hacerse la crítica del psicoaná-
tituciones (idea en la que siempre ronda la de que cada una de las insti- lisis apelando al medio de cierto uso del marxismo (o, si se prefiere, vol-
tuciones es una pieza del gran mecanismo del poder o participa de la viendo contra el propio psicoanálisis las enunciaciones marxistas que le
esencia genérica del poder) y haya adoptado la tesis del carácter equi- ofltán a sociadas en el producto mixto freudo-marxista), importa tam-
voco del poder y el estudio de la articulación histórica de sus diferentes f1 ién recusar toda esta parte de trascendencia del rnaxisrno dada en el
prácticas, estudio que implica a su vez -en ruptura con la tradición fi- longuaje mismo de la inmanencia histórica (la idea de una ley de la his-
losófica que va de Kant a Marx (o por lo menos al "joven Marx")- que toria) que reduciría a la nada su alcance crítico. De manera que según
no existe la práctica, sino que sólo hay prácticas, cada una especificada ol punto de vista en que uno se sitúe (no me atrevo a decir la preferen-
por su "tecnología" propia. 1•ln que se tenga por "Marx" o por "Freud" como referentes teóricos) se
Pero esta crítica tiene que ver con un tema fundam ental al que p11 ode tener la sensación de que lo esencial es, ya la ruptura con Freud
confiere una nueva precisión, tema del que bien puede decirRe que reco-
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en la que la crítica de Marx no es más que un medio, ya que la crítica de se remite Foucault entonces, para inscribir en la historia de las forma-
Marx es tanto más implacable cuanto que condiciona todo ajuste de ciones discursivas el "hiato" entre las ideologías y las ciencias, no es otro
cuenta definitivo con el psicologismo en el cual está incluido el psicoaná- que el Marx transformado por Althusser en un teórico de la articulación
lisis. Y naturalmente lo que aquí se pone en tela de juicio es todo el dis- de las prácticas entre las cuales figurarían también las "prácticas dis-
positivo de la "historia política de la verdad" (VS, pág. 81): mostrar, in- cursivas". Pero ese momento es inestable porque la designación de las
virtiendo el tema tradicional de una verdad que tendría "un parentesco formaciones discursivas como formaciones ideológicas tiende siempre a
originario con la libertad", que "la verdad no es libre por naturaleza ni 1 proyectar la articulación del poder y del saber a la articulación del des-
el error sirve, sino que su producción está por éntero recorrida por rela- conocimiento y del conocimiento. En consecuencia, la unidad del "poder-
ciones de poder". A esta tesis crítica, el psicoanálisis tal como lo ve Fou- saber" desplaza la cuestión de la ideología hacia una total equivalencia
cault opone un obstáculo fundamental porque se lo toma enteramente de las prácticas respecto de la verdad antes que sustituirla por otro
en lo tocante a la práctica de la confesión y en la negación de esta prác- nombre para designar una crítica de los géneros de conocimiento. Toda
tica, porque hace del propio sexo la verdad que "pide" ser liberada; práctica, en su condición de ejercicio de un poder, implica normas de
mientras que el marxismo puede aportar una contribución decisiva verdad, procedimientos de distinción entre verdad y falsedad, y el cono-
siempre que sea posible disociarlo de toda esa parte de sí mismo que cimiento (científico) sólo representa en este sentido un poder que se
identifica el telos de la liberación con la manifestación final de la verdad ejerce entre otros.
y que en última instancia deriva de la hipótesis represiva. · Si el psicoanálisis no es criticado como una "ideología", Foucault
¿Quiere esto decir que la crítica del psicoanálisis procede de la ca- nos propone sin embargo, en fórmulas que hacen más que evocar la crí-
tegoría de las ideologtas? Foucault rechazó siempre este término (y lo ' tica de la especulación tal como puede leerse por ejemplo en La ideolo-
hacé de nuevo aquí en VS, págs. 91, 129, 135, 168) con una breve pero gta alemana, una génesis del sexo como "punto ideal", como el "elemen-
notable excepción en La arqueologta del saber. Pero no siempre lo hace to más especulativo, más ideal, más interior", corno "punto imaginario"
por la misma razón fundamental. Un examen retrospectivo mostraría, o "elemento imaginario" en el cual el dispositivo histórico de la sexuali-
según me parece, que la noción marxista de la ideología (tal como ella dad ordena toda la experiencia individual (VS, págs. 205-207). Y
está enunciada en La ideologta alemana, es decir, más bien como "con- Foucault nos dice que ·esta génesis vale al mismo tiempo corno "una ar-
ciencia de sí" del ser social o como abstracción del "lenguaje de la vida queología del psicoanálisis" (VS, pág. 1 72). El psicoanálisis no puede
real" que como reflejo) debió siempre figurar aunque sólo fuera virtual- sustraerse a la fuerza de esta idea del sexo ni teóricamente (puesto que
mente en el campo mismo de los discursos y de los saberes de los cuales ' para el psicoanálisis es el nombre.mismo de la verdad) ni prácticamente
una arqueología permite criticar su pretensión científica. Sin embargo (puesto que la técnica psicoanalítica depende enteramente de la existen-
hemos pasado de una problemática de la representación y del signo a cia de una prohibición sexual). De manera que la hipótesis de un nomi-
una problemática de la práctica. Al releer Nacimiento de la cltnica, libro , nalismo psicoanalítico es sencillamente absurda, en tanto que por lo
que no trata sobre Marx, y con razón, sino en el que las categorías histó- menos puede considerarse la hipótesis de un marxismo nominalista.
ricas de la experiencia cultural se desvían en el sentido de un análisis ' El repudio de freudo-tnarxismo puede pues interpretarse como una
de las prácticas institucionales, no podemos dejar de llegar a la conclu- Himple cuestión previa de u~a crítica marxista del psicoanálisis:
sión de que el "lenguaje de la vida real" de Marx debía parecer a Fou-
cault como una variante apenas transformada del "lenguaje de acción" "Algunos creen poder denunciar a la vez dos hipocresías simétricas ...
de Condillac (y por consiguiente toda la teoría de la ideología como una Esto es comprender mal el proceso por el cual la burguesía en cambio se
posteridad ... de los ideólogos) al precio de sustituir por la historia la na- dotó, en una afirmación política arrogante, de una sexualidad parlanchina
turaleza en el papel de experiencia originaria, donde estaría anudada la que el proletariado se negó durante mucho tiempo a aceptar, puesto que
esa sexualidad le era impuesta con fines de sujeción. Si es cierto que 'la se-
pertenencia recíproca del signo y de la cosa. Al releer los análisis de la xualidad' es el conjunto de los efectos producidos en los cuerpos, en los
"producción del discurso" que se suceden a partir de El orden del dis- comportamientos, en las relaciones sociales por cierto dispositivo que pro-
curso, parece por el contrario que lo que constituye un problema en la cede de una tecnología política compleja, hay que reconocer que ese dispo-
noción de ideología es su supuesto antropológico, su referencia implícita sitivo no funciona de manera simétrica aquí y allá, y que no produce pues
a la alienación de un sujeto, incluso en la forma del "desconocimientO" o los mismos efectos. Hay que volver por lo tanto a formulaciones que están
de la "ilusión" implicada en una relación de dominación. Entre estas dos desacreditadas (sic.) desde hace mucho tiempo: hay que afirmar que hay
críticas, La arqueologta del saber representó un fugitivo momento de una sexualidad burguesa, que hay sexualidades de clase, o más bien que
equilibrio inestable (que es también el único momento en que Foucault la sexualidad es originariamente, históricamente, burguesa y que en sus
se ha referido en un mismo pie de igualdad a Marx, Freud y Nietzsche sucesivos desplazamientos y transformaciones produce efectos específicos
como los iniciadores de un "descentramiento del sujeto"). El Marx al que de clase" (VS, pág. 168).

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Es precisamente uno de esos desplazamientos el que Foucault evo- rencia a Marx debe enttar inevitablemente en un proceso de división.
ca para explicar, si no la posibilidad misma del psicoanálisis (pues éste En la representación psicoanalítica del sexo, fundada en el juego de lo
se inscribe en toda la historia de la objetivación del sexo como objeto de oculto y de lo manifiesto, del deseo y de la ley, de la muerte y del paren-
saber, en toda la historia que vincula sexo, palabra y prohibición) por lo tesco originariamente ligados, más que una simple consecuencia del de-
menos el lugar y el momento de su constitución. Aarrollo de las disciplinas de normalización de los cuerpos hay que ver,
Así como hay un ser o, mejor dicho, un "cuerpo de clase" de la se- HCgún Foucault, un efecto del modelo jurídico -o mejor "jurídico-discur-
xualidad (VS, pág. 164), asimismo el ser del discurso y de la práctica del Hi vo" (VS, pág. 109}- del poder sobre las prácticas que lo realizan. Lo
psicoanálisis es inseparable de una posición de clase, en el sentido de un cual puede tentarnos a considerar como una contradicCión interna el
lugar que el psicoanálisis ocupa en las relaciones estratégicas entre las .:onjunto de las reglas y de las normas, tal como Foucault lo había anali-
clases (VS, págs. 1 70 y siguiente). Antes Foucault había argumentado zado detalladamente en Vigilar y castigar (al oponer primero "poder de
largamente contra la idea de un paralelismo entre la represión política ltt norma" y "poder de la ley" --SP, pág. 185-186-, y al mostrar luego en
de las clases pobres y el control del sexo (VS, pág. 158 y siguiente). Des- ol poder disciplinario, es decir normativo, el "algo más de poder" o el
de el momento en que la familia debe concebirse más bien como un lu- "Huplemento de poder" que es lo único que confiere a las ficciones jurídi-
gar de intensificación del dispositivo de la sexualidad, ésta constituyó t·ns su asidero en la realidad al producir lo real jurídico, SP, pág. 224,
en primer lugar un privilegio de la burguesía, tanto en su aspecto de :l51, etcétera). Por lo demás, es al referirse a esta inversión crítica efec-
placer como en su aspecto médico, un elemento fundamental de su cul- tu ada en nombre del derecho o su ideal jurídico contra las disciplinas de
tura; pero también ella es la base del racismo de estado burgués vincu- que sin embargo el psicoanálisis procede, cuando Foucault habla del
lado con la herencia y con el eugenismo. uhonor político del psicoanálisis" (VS, pág. 195), de su oposición teórica
y práctica al fascismo, que hace remontar a la fuente misma de su rup-
"Y ese proceso estaba ligado al movimiento por el cual la sexualidad tura inicial con el "gran sistema" organicista de la perversión, de la he-
afirmaba su diferencia y su hegemonía. Sin duda hay que admitir que una roncia y de la degeneración (VS, págs. 157-158).
de las formas primordiales de la conciencia de clase es la afirmación del En el centro del idealismo (psicoanalítico) figura pues el imperio
cuerpo; por lo menos así fue en el caso de la burguesía durante el siglo ncontestable de la idealidad jur(dica, lo imaginario históricamente
XVIII; la burguesía convirtió la sangre azul de los nobles en un organismo
saludable y en una sexualidad sana; compréndese así por qué tardó tan-
1·onstituido de la soberanía. Verdad es que Foucault describe este impe-
to tiempo y opuso tantas reticencias a reconocer un cuerpo y un sexo a do como una ilusión, pero sólo en la medida en que perpetúa un anacro-
las otras clases ... a esas clases que justamente ella explotaba" (VS, págs. 11 is mo.
166-167).
"Una sociedad normalizadora es el efecto histórico de una tecnología de
La industrialización, la urbanización y los confictos sociales del si- poder centrada en la vida. En comparación con las sociedades que hemos
glo XIX cuestionan ese privilegio y llevan la extensión del "cuerpo se- conocido hasta el siglo XVIII, nosotros hemos entrado en una fase de regre-
xual" a la totalidad del cuerpo social (VS, pág. 169), es decir, la exten- sión de lo jurídico; las constituciones escritas en todo el mundo desde la
sión de las técnicas familiares, médicas, demográficas de sexualización. revolución francesa, los códigos redactados y modificados, toda una activi-
dad legislativa permanente y ruidosa no deben causarnos ilusión: ésas son
La división de clases se desplaza entonces y ya no tiene que ver con el las formas que hacen aceptable un poder esencialmente normalizador"
goce o no de un cuerpo sexual sino con la manera en que es impuesta y (VS, pág. 190).
tratada la prohibición. "Aquellos que habían perdido el privilegio exclu-
sivo de preocuparse por su sexualidad tienen en adelante el privilegio
de experimentar más que otros lo que es la prohibición y de poseer el Con la diferencia de pocas palabras ("vida" contra "trabajo", "nor-
método que permite levantar la represión" (VS, pág. 1 72). Al mismo 11111lización" contra "lo económico"; pero en los dos discursos se tratará
tiempo, el psicoanálisis toma en la clase burguesa el lugar de corona- cl o producción o mejor de productividad) nos encontramos, según parece,
111< trañamente cerca del marxismo; ·e l marxismo que, con el Marx de
miento crítico del dispositivo psiquiátrico, y las clases populares son
estigmatizadas por considerárselas foco de degeneración de la "raza", Mil1eria de la filosof(a afirmaba que "el molino de sangre dará la socie-
sometidas al ámbito administrativo y judicial destinado a perseguir el cl ncl con el soberano; el molino de vapor la sociedad con el capitalismo
incesto, etcétera. 11clustrial" y denunciaba en Proudhon "la ficción de la sociedad perso-
1111"; el marxismo que, con el Marx del 18 Brumario y el Lenin de 1905,
Esta posición de clase del psicoanálisis no es más que una de las
dos vertientes de la crítica. En la otra vertiente, la que se refiere propia- dm1cribía las "ilusiones constitucionales" de los revolucionarios repitien-
mente a la génesis de las idealidades del psicoanálisis, opera asimismo do los formas de la lucha contra el feudalismo; y desde luego el marxis-
11 10 que con el Marx de El capital describía en la legislación de la fábrica
una temática próxima al marxismo o, mejor dicho, es aquí donde la refe-

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un efecto del "exceso" permanente de las relaciones de fuerzas sobre las manera en La voluntad de saber cuando retoma por su cuenta una idea
formas jurídicas del contrato. de hegemon(a, la cual no deja de recordar mucho a Gramsci: trátase en
Sin embargo en definitiva nos hallamos muy lejos del marxismo. efecto de dejar de representarse las clases como sujetos o como castas
No sólo porque Foucault describe indirectamente el marxismo como (VS, pág. 125) y sobre todo de incorporar en su definición misma la com-
atrapado él mismo, en lo tocante al estado, en la representación de la plejidad de las relaciones de poder, la multiplicidad de las formas de
soberanía monárquica, lo cual lo condena a fluctuar entre la idea de una conflicto y de resistencia (VS, pág. 126), a fin de abandonar el esquema
omnipotencia y la idea de tina radical impotencia o de una función pura- de una "gran división binaria" (VS, pág. 127) en el que la necesidad de
mente parasitaria del estado, según la dialéctica de todo o nada (ya en una crisis final y de una subversión está siempre idealmente contenida.
Vigilar y castigar, ·al discutir los análisis de Rusche y de Kirscheimer, Las "hegemonías sociales" (VS, pág. 122), los "efectos hegemónicos" que
Foucault había opuesto sistemáticamente la ley del "todo o nada" del hacen las "grandes dominaciones" (VS, pág. 124), la constitución de "fo-
control o de la destrucción, tal corno uno se la imagina al considerar los cos hegemónicos" a partir de los cuales se extiende una urdimbre de ins-
aparatos estatales, y la red difusa de los ·"rnicropoderes" efectivos que tituciones y de prácticas disciplinarias a toda la sociedad (VS, pág. 169),
obran con el contacto mismo de los cuerpos; SP, págs. 29 y siguiente). ,w deben concebirse, no como instituciones y prácticas dadas, sino como re-
Pues esta dependencia del marxismo respecto de la ilusión jurídica (o de sultados y resultantes, corno "formas terminales" que al propio tiempo
la ilusión "decisionista", fundada en la antítesis del derecho y de la vio- son formas diferenciales o de relación. Asimismo las revoluciones deben
lencia) que él mismo critica podría interpretarse a lo sumo corno una es- concebirse corno "codificaciones estratégicas de los puntos de resisten-
cisión interna o corno el desfasaje entre su análisis de la explotación y cia" (VS, pág. 127), en otras palabras, corno efectos de integración
su análisis del estado. Una parte del discurso marxista se interpretaría coyuntural no predeterminados (notemos aquí que Lenin sobre quien
entonces corno una impugnación interna a la representación jur(dica Foucault ironizó al referirse a su "teoría" del "eslabón más débil" de la
del poder, simétrica en este sentido de la impugnación interna que con- dominación -"Pouvoirs et stratégies", conversación con J. Ranciere, pu- ·
tiene el psicoanálisis en las prácticas disciplinarias y parte integrante blicada en Les Revoltes logiques n 2 4, invierno de 1977-, había escrito
del socialismo humanista del siglo XIX: por su parte "imaginarse que un ejército tornará posesión en un lugar
determinado y dirá 'Estamos en favor del socialismo' y que otro ejército
"En el siglo XIX apareció otro tipo de crítica de las instituciones políti- situado en otro lugar dirá 'Estarnos en favor del imperialismo' y que ésa
cas: crítica mucho más radical puesto que se trataba de mostrar no sólo 1
será entonces la revolución social. .. equivale a ser un revolucionario en
que el poder real escapaba a las reglas del derecho sino además que el sis- palabras que no comprende nada de lo que es una verdadera revolu-
tema del derecho mismo era sólo una manera de ejercer la violencia, de
anexárselo en beneficio de algunos y de utilizar, con la apariencia de la ley
ción", Oeuvres, torno XXII, pág. 383). En suma, estas correcciones sin
general, las disimetrías y las injusticias de una dominación. Pero esta crí- duda alguna se oponen a lo imaginario escatológico de la historia del
tica del derecho se hace aún sobre .la base del postulado de que, por esen- marxismo, pero no son incompatibles con los análisis estratégicos desa-
cia, el poder debe ejercerse de conformidad con un derecho fundamental" rrollados por Marx así corno no contradicen la idea de "sobredetermina-
(VS, pág. 11 7). ción" de la que Althusser se había servido con fines análogos al criticar
la teleología marxista.
El propio Foucault señala en efecto los medios para salir de esta Lo que en cambio representa una divergencia irreductible es la
relación especular que hay entre el derecho y la crítica del derecho. Lo idea misma que propone Foucault de la estructura del confiicto social.
hace en Vigilar y castigar, al retornar los análisis que desarrolla Marx La divergencia no se refiere a la alternativa de lo "local" y de lo "global"
en El capital sobre la división manufacturera del trabajo, para mostrar (de una rnicrofísica y de una rnacrofísica del poder, por así decirlo), sino
cómo los procedimientos disciplinario's hacen crecer la utilidad de los que se refiere a la oposición entre una lógica de la relación de fuerzas,
cuerpos al neutralizar su resistencia y en general permiten la unifica- cuya "contradicción" es en el mejor de los casos sólo una configuración
ción de los dos procesos de acumulación de los hombres y de acumula- particular, y una lógica de la contradicción, cuya "relación de fuerzas"
ción del capital (SP, págs. 221 y siguientes). La "disciplina" y el "micro- no es más que el momento estratégico. En última instancia, tanto para
poder" representan entonces a la vez el otro asP,ecto de la explotaci<?n Marx comó para Foucault sería justo postular que "las relaciones de po-
económica y el otro aspecto de la dominación jurídico-política de clase der no están en posición de exterioridad respecto de otros tipos de rela-
cuya unidad permite concebir aquéllos; es decir, que disciplina y micro- :iones ... , sino que son inmanentes" (VS, págs. 123-124) o aun que "el po-
poder se insertan exactamente en el punto del "cortocircuito" señalado der procede de abajo" (VS. pág. 124), es decir, que el poder adquiere toda
por Marx entre lo económico y lo político, la sociedad y el estado en su u eficacia o toda su realidad de las condiciones materiales en que se
análisis del proceso de producción (lo cual nos permite conferirles la ojorce; a fortiori sería justo afirmar que "allí donde hay poder hay resis-
consistencia de una "práctica"). Foucault lo hace de nuevo pero de otra 1.oncia" (VS, pág. 125). Pero esas tesis no se entienden de la misma ma-

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nera. Se podría decir que Foucault las entiende puramente en su exte- "teoría" de Marx no ces,ará de debilitarse en tanto que la convergencia
rioridad, lo cual quiere decir a la vez que las "miras" que se enfrentan con análisis y determinados conceptos de Marx se hará cada vez más
en un conflicto entratégico se destruyen, se neutralizan, se refuerzan significativa. Agreguemos que no es cuando Foucault citó más a Marx
mutuamente o se modifican, pero no forman una unidad o una indivi- cuando se sirvió más de él y que tampoco cuando lo leyó más intensa-
dualidad superior. En cambio, para Marx, el desarrollo de un conflicto mente fue cuando propuso las críticas más radicales (el régimen de las
tiene como condición la interiorización de la relación misma, de suerte citas y de las referencias hechas en nombre de Marx merecería por sí so-
que los términos antagónicos se convierten en funciones o en portadores lo un estudio atento).
de esa relación: ésta es la razón por la cual no es esencial en la repre- Lo mismo que Marx, y sin embargo de manera diferente de la de
sentación marxista de la lucha de clases describir empíricamente la so- Marx (de ahí el necesario enfrentamiento de ambos), Foucault realizó
ciedad como algo enteramente caracterizado por "una oposición binaria un siglo después lo que él mismo llama "fragmentos filosóficos en obra-
y global entre los dominadores y los dominados" (VS, pág. 124), sino que dores históricos" (L'lmpossible Prison, pág. 41). Aquí están en juego las
le es ciertamente esencial concebir las relaciones de clases como inte- mismas instancias: la filosofía en la forma de la filosofía de la historia (y
riormente inconciliables, como relaciones a las cuales no pueden esca- probablemente haya sólo una filosofía o, mejor dicho, un solo problema,
par los dominados sino destruyendo la relación misma de sujeción y, por el de la singularidad de la sociedad "burguesa" y de sus formas políticas·
lo tanto, transformándose en individuos diferentes de aquellos que sucesivas); la historia en las formas de la indagación y de la escritura
"constituye" la relación. del historiador (y manifiestamente hay varias). Desde hace un siglo los
Paradójicamente tal vez, esta divergencia -que hace que en Fou- pensadores se han preguntado constantemente si la empresa de Marx
cault se tenga siempre la impresión de que sería posible desplazar inde- debía considerarse como la culminación de la filosofía de la historia o
finidamente los términos de un conflicto para diferir su desenlace- re- bien como el comienzo de otro enfoque de la historia no filosófico. El pro-
mite a una divergencia en sentido inverso en lo tocante a la práctica. pio Foucault se hace esta interrogación; pero a diferencia de muchos
Para Marx, la práctica por excelencia es una producción exterior, que otros (estoy tentado a decir que a diferencia de todos los demás), des-
produce sus efectos fuera de sí misma y de rechazo produce efectos de pués de haber formulado una respuesta puramente teórica (la que se
subjetivación (el conflicto se desarrolla en el campo de las "relaciones de puede encontrar en las páginas famosas de Las palabras y las cosas so-
producción"), en tanto que para Foucault el poder es una práctica pro- bre las "tempestades en la pelvis de los niños"), Foucault vuelve a tomar
ductiva que opera en primer término sobre los cuerpos mismos al apun- 11sa respuesta en una forma práctica y torna a comenzar, partiendo de
tar a una individualización o a una subjetivación (a lo sumo una "prácti- otros objetos y dentro de otra coyuntura, el "salto" de la filosofía a la no
ca de sí mismo" o una práctica "del sí-mismo") que de rechazo produce l'ilosofía, lo cual descubre repentinamente otro rostro de las cuestiones
efectos de objetividad o de saber. Al fin de cuentas, la lógica foucaultia- l'ilosóficas (las de la verdad, del poder y de la práctica, las del tiempo y
na de las relaciones de fuerzas tiene en su base la idea de una plastici- dol sujeto). De ahí que, si nuestro interés es determinar en qué nuestro
dad de la vida, en tanto que la lógica marxista de la contradicción (que horizonte filosófico es irreversiblemente posmarxista (en el doble senti-
interioriza las relaciones de fuerzas) no puede separarse de una inma- do de la expresión), la lectura de Foucault constituye un sesgo privile-
nencia de la estructura. 1:iudo.
Pero podemos arriesgar aun más. Si es cierto que las prácticas
Esta larga discusión basada en la relectura de un _texto de Michel di11cursivas de Foucault puede analizarse, en una parte esencial, como
Foucault tal vez nos haya permitido percibir un poco más concretamen- t1t cticas "antimarxistas", es menester que existan algunos puntos de vis-
te la forma compleja en que se presenta su relación con Marx en un mo- 111 comunes. Si es cierto que el desplazamiento de la filosofía practicado
mento que es ciertamente privilegiado. ·Pero creo que la lección puede por Marx y por Foucault tiene que ver, para decirlo en dos palabras, con
ser generalizada. Una complejidad estratégica igual, aunque organizada 111 necesidad en que nos encontramos desde hace un siglo por lo menos
de otra manera, caracteriza cada una de las fases de su trabajo tales co- do pasar de una filosofía de la historia a una filosofía dentro de la histo-
mo podemos distinguirlas a través de sus libros. Sugeriré de buena ga- d n, es menester que, en la forma rigurosa de una serie de dilemas (o
na que esa complejidad obedece a un esquema general, muchas veces hlon Marx o bien Foucault) se dibujen las líneas de fuerza de un campo
f.¡ 1i16rico que está por definir. Es necesario. que ese campo en cierto modo
repetido, en el que se pasa de una ruptura a una alianza táctica; la pri-
mera implica una cr(tica global del marxismo como "teoría" y la segunda mll,6 ya presente, que haya sido ya recorrido y singularizado. Pero sin
implica un uso parcial de las enunciaciones marxistas o de las enuncia- 111hurgo no es menos cierto que en buena parte hay que descubrirlo y
ciones compatibles con el marxismo. Hasta se puede sugerir que tales 1111,:·.tografiarlo. ¿Diremo~ que ese campo ~~ el del "materi:alismo históri-
enunciaciones son cada vez más limitadas y cada vez más específica- ro t Como se sabe, el mismo Marx no utihzó esta expresión para carac-
mente marxistas. De manera que, contradictoriamente, la oposición a la 1urizar la posición filosófica implícita en su análisis crítico de la socie-

62 63
dad capitalista, pero Marx anduvo muy cerca de ella y no la rechazó. En dad de las relaciones sociales a la idealidad de la dialéctfoa. Una prohi-
definitiva, esa expresión de materialismo histórico indica menos mal bición empero, incluso cuando la formula uno para sí mismo, no es nun-
que cualquier otra el punto sensible y el punto de anclaje de la filosofia ca una exhortación ambivalente. Una prohibición no suprime la cues-
en el objeto que se propone la teoría: materwlidad de la lucha de clases, tión, sólo la reprime. Y sobre todo la situación puede invertirse. Demos
por lo tanto materialidad de la contradicción y, por lo tanto, necesidad aquí imaginariamente la palabra a Marx: usted pretende, contra el sus-
de la transformación histórica (por la eficacia de la contradicción en el lancialismo de toda concepción del poder entendido como una "cosa" de
campo de las "relaciones sociales" constituidas por la lucha de clases). la que uno se apropia, contra el idealismo Gurídico) que identifica todo
De ahí la pregunta filosófica pendiente que es aporética: ¿es concebible poder con la emanación de una soberanía, constituir una analítica del
una dialéctica que ya no fuera la anticipación imaginaria del fin de las poder que formule explícitamente su naturaleza de pura relación. Ahora
contradicciones sino que fuera el análisis del movimiento actual de bien, no sólo al analizar la explotación del capitalismo como un proceso
las contradicciones en sus determinaciones internas? En el centro de la de consumo-reproducción de la fuerza de trabajo y como un exceso per-
dificultad está el concepto de la "relación social" o de la contradicción co- manente sobre las formas del contrato y del intercambio, yo no hice
mo estructura inmanente de las relaciones de fuerza. Es ese concepto el nunca otra cosa; pero virtualmente saqué de esto consecuencias que cri-
que sostiene la idea marxista del materialismo histórico. Pero también ticaban de antemano las ambigüedades de su "materialismo" de usted;
es él el que cada vez más explícitamente Foucault pondrá en tela de jui- le concedo enteramente que los individuos históricos son cuerpos sujetos
cio. Al término (provisional) de la evolución de Foucault sobre este pun- 11 disciplinas, a normas y a regulaciones políticas, pero sostengo que

to (en Vigilar y castigar, La voluntad de saber y los textos anexos), aquél osos "cuerpos" mismos, en su singularidad de clase (¿y por qué no de se-
desarrolla tesis que no es excesivo designar también con la expresión de xo, de saber o de cultura?) deben ellos mismos ser concebidos atendien-
"materialismo histórico", pero tesis que se oponen término por término a do a relaciones. El nominalista consecuente -el menos metafísico de los
las de Marx: materialidad no de la "relación social" sino de los dispositi- <los- soy yo.
vos y de las prácticas de poder en tanto que éste se ejerce sobre los Desde mi punto de vista no se trata aquí de decidir (en todo caso
cuerpos; historicidad no de la contradicción (ya sea concebida ésta como in otro examen) lo que implican por una parte y por la otra esos con-
instancia de totalización de las luchas, ya sea concebida como instancia ~optos ("cuerpos" y "relaciones"). Se trata solamente de precisar la cues-
de interiorización de la necesidad de dichas luchas), sino del aconteci- tión formulada abstractamente un instante antes. En la crítica de las fi-
miento, resultante improbable de estrategias de sujeción y de resisten- losofías de la historia (de Marx a Foucault) se trata siempre de mate-
cias múltiples parcialmente incontrolables. De ahí la aporía filosófica rialidad, por lo tanto, de "materialismo". En cuanto a pensar lo históri-
abierta a su vez por Foucault: esta aporía no consiste tanto, a mi juicio, t·o en su materialidad o como "material" es, como se ve, una empresa
en la dificultad de concebir la "transformación" partiendo de una "mi- 11mbigua que se presta a tergiversaciones. Podemos ponernos de acuer-
crofísica del poder" (por lo tanto en términos fortuitos) como en la do para llamar nominalismo al suplemento de materialismo que es ne-
siguiente dificultad: ¿cómo pensar las categorías de la historicidad par~ l'llSario para impedir a una materialidad -económica, política o discur-
tiendo de la materialidad del cuerpo sin inscribir el acontecimiento his- iva- todo retorno a la metafísica. Pero el enfrentamiento de Marx y
tórico en el horizonte de las metamorfosis de la vida, otra forma de te- l•'oucault muestra que hay por lo menos dos maneras de ser nominalis-
l11s, dos maneras pues de practicar la filosofía dentro de la historia en
leología?
Si el materialismo histórico de Marx está siempre todavía obsesio- oposición a las filosofías de la historia. Es en esta diferencia (la oposi-
nado por el espiritualismo de la filosofía de la historia (la contradicción, c•ión activa de estas dos maneras, por lo tnenos) donde se sitúa hoy en lo
la necesidad, la inmanencia de la estructura como lógica o discursividad locante a su relación con el conocimiento histórico, la suerte de la filoso-
del tiempo histórico) no puede uno dejar de plantearse la cuestión de lo ffo. Es pues una inmensa ventaja poder apoyarnos en el trabajo de Mi-
que en el "materialismo" y en el "historicismo" de Foucault conduce a la d1cl Foucault: en lugar de rumiar a Marx, en lugar de permanecer atra-
proximidad inmediata del vitalismo para no decir del biologismo. Natu- pndos en la busca equívoca del punto de apoyo en Marx para hacer una
ralmente a esto se objetará que Foucault se previno de semejante posi- nítica de Marx, disponemos ahora de dos conjuntos teóricos, a la vez
bilidad: por su positivismo (esa palabra que se la lanzaron como una doHunidos y necesariamente enfrentados, disponemos pues de un "punto
descalificación y a cuyo uso volvió Foucault) y, mejor aun, por su nomi- clo herejía" alrededor del cual podemos enunciar las cuestiones de
nalismo. Este término tiene un doble beneficio, pues practicar un nomi- 1111 saber.
nalismo histórico es no sólo disolver radicalmente idealidades tales co-
mo "el sexo", "la razón", "el poder" o "la contradicción" sino que es tam-
bién prohibirse pasar de la materialidad de los cuerpos a la idealidad de
la vida, cuando otros autores no cesan de volver a pasar de la materiali-

64 65
Reseña de las discusiones
El debate versa desde el principio sobre el tema central de la inter- 4
vención de E. Balibar, a saber, la existencia en Foucault de un materia-
lismo de los cuerpos y la posibilidad de una positividad límite ...
Francois Wahl manifiesta que no comprende bien esa noción de "mate-
rialismo de los cuerpos"; en efecto, el cuerpo mantiene una posición in- Michel Foucault y el psicoanálisis
franuménica en el discurso de Foucault, en él no se da como una afirma-
ción material. Jacques-Alain Miller

¡
Etienne Balibar lo reconoce. En la obra de Foucault, la problemáti-
ca de la materialidad apareció antes que la problemática de los cuerpos.
Etienne Balibar trataba simplemente de reflexionar sobre el valor dis-
"A Foucault nunca lo apasionó el psicoanálisis", dice Maurice Blan-
criminant~ que parece revestir la noción de cuerpo en la práctica del
historiador en relación con una visión marxista o marxizante de la in- chot.I Y tiene razón. Sin embargo la arqueología de las ciencias huma-
nas expuesta en Las palabras y las cosas (1966), la perspectiva pues de .
manencia de la estructura en las contradicciones históricas. las ciencias humanas en lo tocante a su arqueología, está explícitamen-
Raymond Bellour recuerda entonces aquel pasaje de La voluntad
te y por entero regida por el psicoanálisis, por el psico®álisis y la etno-
de saber que define la historia de las mentalidades como la historia de logía, pero en esta combinación predomina el psicoanálisis antes que la
los cuerpos en lo que éstos tienen de más material: en esos pocos renglo-
etnología. El psicoanálisis nunca apasionó a Foucault. Así lo dice Mauri-
nes se siente el deseo de Foucault de acercarse lo más posible a lo real, a
ce Blanchot y eso es indudable. Con todo, el psicoanálisis está en el cen-
la materialidad. tro mismo del proyecto que parece haber ocupado a Foucault en sus últi-
Inmediatamente después, Fati Triki da lectura a una larga cita de
Foucault para precisar las relaciones de Foucault con el marxismo, que mos años, el proyecto de una historia de la sexualidad.
En La voluntad de saber, el psicoanálisis ocupa un lugar simétrico
son relaciones de apartamiento y no relaciones de combate. e inverso del lugar que ocupaba en Las palabras y las cosas. El psicoa-
nálisis ya no está en el principio de la indagación sino que es el objeto
de ésta. No guía al arqueólogo sino que sufre su contraataque; no se lo
~
ensalza; por el contrario se lo cubre de sarcasmos. El psicoanálisis ya no
hace presentir la próxima ruptura en las disposiciones fundamentales
del saber, circunstancia en la que muy bien pudiera ocurrir que el hom-
bre se borrara "como en el límite del mar un rostro de arena". El psicoa-
nálisis pertenece a un dispositivo cuyo surgimiento histórico es contem-
poráneo de las ciencias humanas; procede de una retroversión histórica
cuya arqueología está por hacerse a fin de permitirnos liberamos de él.
Tal vez mañana o pasado mañana, cuando las disposiciones funda-
mentales del saber hayan cambiado, tal vez ese viraje producido en la
obra de Foucault entre 1966 y 1967 parecerá al arqueólogo futuro el in-
dicio principal del momento en que la práctica del psicoanálisis llegó a
Her definitivamente anticuada, a estar privada de sentido y de espe-
ranza, tan anacrónica como es hoy para nosotros la iniciación. Todo pue-
de ser. Y así como Foucault ofrece para leer, al comienzo Nacimien-
to de la c?tnica,2 el texto de Pomme de 1769 y el texto de Bayle de 1825
para hacernos medir una evidente partición, bien podría ocurrir que el
nrqueólogo de mañana haga leer un texto de Foucault de 1966 y un tex-
to de Foucault de 1976 puestos al comienzo de un libro que podría titu-
larse Muerte del psicoanálisis. Tal vez. No lo excluyamos. ¿Acaso en el
psicoanálisis no está contenido el saber de que es mortal? Freud lo sa-
bía. Freud lo dijo. ¿Y no fue con la idea de hacer perennes su descubri-
miento y su invención que el propio Freud quiso preservarlos en una

66 67
forma institucional, en la que Lacan denuncia la estructura misma de la
Iglesia?
·¡
ber, dice. que la sexua.lidad es originariamente, históricamente burguesa 1
y la sitúa a mediados del siglo XVIIÍ. Y .si Foucault no anuncia con la
Lo que me anima aquí no es la voluntad de contradecir a Foucault. misma seguridad el fin próximo de la sexualidad, lo ve asomar y lo lla-
Si ese fuera el caso, yo lo diría. Por lo demás, lo he hecho antes cuando ma con sus votos. De manera que por la vía oblicua de este objeto inven-
Foucault pasó una velada debatiendo sobre La voluntad de saber y aca- tado y llamado "dispositivo de la sexualidad" Foucault se empeñaba en
baba de salir con nosotros, sus amigos, del departamento de psicoanáli- desarrollar lo que él mismo llamaba la arqueología del psicoanálisis. Lo
sis.3 No, no quiero oponerme a Foucault sino que quiero seguirlo en sus cito: "La historia del dispositivo de la sexualidad puede valer como ar- \
afirmaciones, en su método y en su dificultad cuando se propone modifi- queología del psicoanálisis".4
car por entero la perspectiva de Las palabras y las cosas para hacer del El efecto Foucault, quiero decir el efecto de verdad de la indaga-
psicoanálisis a su vez (como una cosa muerta o que va a morir) la ar- ción o de la experiencia a que se entrega Foucault, está siempre en su
'q ueología. Aquí me interesa ~~· Y en primer lugar lo plenitud en cuanto la arqueología nos muestra (a un lado y al otro de un
aclararé recurriendo al contraste en que está su procedimiento con el corte o hiato moderno) una pulsación que a intervalos se eclipsa, un jue-
que utiliza en el libro de 1966. En Las palabras y las cosas, Foucault go de presencia y de ausencia. El "hombre", por ejemplo, ausencia más
procede por extraccjón. Al referirse al conjunto de las ciencias humanas, acá del corte moderno, presencia más allá de él. O también y simultáne-
define la noción del hombre que todas ellas suponen. Lo que Foucault amente la clínica, ausencia más acá de ese hiato, presencia más allá de
'llama el "hombre", el "hombre de las ciencias humanas" es impensable y , él. Y en un primer tiempo puede parecer que ocurre lo mismo en el caso
está ausente en la edad clásica, en la episteme de la representación; ese de la sexualidad, tal como ella está redefinida en La voluntad de saber.
"hombre" surge a fines del siglo x:vrn o en los primeros años del siglo La lección más preciosa del proyecto de La historia de la sexualidad es
XIX, y entre esas ciencias del hombre, algunas, que en realidad son con- para mí la siguiente: que ese objeto de Foucault, ese objeto construido
traciencias, cumplen ya la disolución de su objeto. partiendo del psicoanálisis y precisamente porque Foucault que lo in-
En La voluntad de saber en cambio Foucault no procede por ex- venta admite y sufre su lógica, ese objeto deshace poco a poco el marco,
tracción; procede .por inclusión. Partiendo del psicoanálisis, inventa un los límites y las categorías de su propia arqueología. Resulta. conmove-
conjunto más vasto en el cual inserta ideas. Lo llama el "dispositivo de dor comprobar que esa soberbia máquina arqueológica que había triun-
( la sexualidad." ¿Cómo obtiene Foucault partiendo del psicoanálisis este
dispositivo de sexualidad en el que él la sitúa como uno de sus compo-
fado sucesivamente en el caso de la locura, el de la clínica, el de las cien-
cias humanas, el de la prisión fracase aquí y se descomponga por sí ~
nentes entre otros? Al deducir de ella un rasgo pertinente, pertinente en misma a causa del efecto del objeto que ella se fijó partiendo del psicoa-
cuanto a la arqueología y que se resume en el sintagma: "hablar del se- nálisis.
r
xo". Una vez aislado este rasgo pertinente, inmediatamente acuden de
todas partes saberes, prácticas, instituciones, comportamientos que po-
El dispositivo de la sexualidad se afirma a fines del siglo XVIII,
pero ya está presente a mediados de ese siglo y, en realidad, desde el
drían considerarse contrarios al psicoanálisis pero que, en virtud de ese momento en que se define por el rasgo pertinente de "hablar del sexo, y
rasgo, de ese atributo, se agrupan junto a él para formar un conjunto lo que se precipita en el dipositivo arqueológico es todo el discurso de la
que por heterogéneo que sea puede designarse con un nombre (Foucault carne cristiana, de manera que hay que hacer remontar el núcleo de for-
es nominalista, no lo olvidemos): el "dispositivo de sexualidad". Inserto mación aún mucho más atrás. Se observa entonces una especie de tur-
en este nuevo objeto que acaba de ser creado ante nuestra vista, el psi- bador resbalón o desliz de la arqueología, y entonces las medidas episté-

~
coanálisis pierde inmediatamente la singularidad histórica que los micas que guiaban la investigación sobre la medicina y las ciencias, que
'i,,j psicoanalistas se complacen en reconocerle. El psicoanálisis se hace soli- consolidaban la seguridad de la arqueología, que permitían a esas suce-
dario de los discursos y de las prácticas que combatió en el momento de siones de l?resencias y ausencias, de ausencias y de presencias, encade-
su nacimiento y que ahora lo combaten en el momento en que está afir- narse siguiendo un impecable binarismo, están comidas como por un
mado en la historia y se encuentra tal vez en su declinación. ácido y, corroídas, vacilan y se quebrantan.
La "sexualidad" en La voluntad de saber merece ser puesta entre "La sexualidad" surge a mediados del siglo XVIII, pero, dice Fou-
comillas lo mismo que el "hombre'.' en Las palabras y las cosas. La se- cault, ya estaba en expansión creciente desde el siglo XVII. Y hay que
xualidad no es algo dado en la naturaleza, es el nombre que se le puede remontarse al concilio de Trento, a la práctica de la penitencia, del exa-
dar, dice Foucault, a un dispositivo histórico cuyo surgimiento es más o men de conciencia, de la dirección espiritual. Y desde allí (porque la di-
menos contemporáneo del nacimiento del dispositivo del "hombre"; es rección espiritual misma tiene su historia), el arqueólogo se ve desaloja-
< algo tan reciente y que tal vez esté ya muy próximo a su desaparición. do de su arqueología familiar y proyectado como por un movimiento
Así como Foucault podía decir que el "hombre" es un invento cuya ar- irresistible has-ta los romanos y hasta los griegos. Esto continuará sien-
queología muestra fácilmente su reciente fecha, en La voluntad de sa- do una de las mayores lecciones de Foucault: el no haber retrocedido, el
f
68
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no haberse aferrado a las ramas del árbol cuando el suelo mismo de su Todavía me parece estar oyéndolo cuando en 1972 -habíamos pasado
arqueología se le escapaba bajo los pies y de haberse sometido con una un día en la Salpetriere adonde lo había acomp.añado para consultar los
abnegación admirable a la lógica infernal que él mismo había puesto en archivos de Charcot- me dijo: "Algún día tendrás que explicarme a La-
movimiento. Y ciertamente Maurice Blanchot puede aún dirigirse a él can". Esto no impide, según creo, que no se comprenda en modo alguno
en la ultratumba y preguntarle: (3 por qué no el antiguo judaísmo en el la Historia de la sexualidad si no se reconoce en Foucault, no ciertamen-
que la sexualidad tiene una parte tan importante y en el que la ley en- te una explicación de Lacan, sino una explicación con Lacan. Esto no
cuentra su origen? Programa para una arqueología de cinco milenios quiere decir que el sujeto de que habla Foucault sea el mismo sujeto de
que sin duda nos llevaría hasta aquel Egipto que tenía tanto poder de Lacan, no, puesto que ese sujeto de Foucault es el sujeto que se reconoce \ ~
fascinación sobre Freud. como tal y que por lo menos desde 1958 ya no era más el sujeto de La- ~
Ocurre como si la arqueología de Foucault hubiera encontrado en can, sino por el contrario porque a Foucault le era necesario revisar el
ese objeto una vía de paso transhistórica que lo llamaba cada vez más sí-mismo en una historia que había tomado su punto de partida en la
lejos y más allá de sí misma. Es lícito preguntarnos si los marcos episté- noción de un dispositivo hecho para no tenerse en provecho de prácticas
micos de la arqueología estaban hechos para tratar algo como la reli- enteramente exteriores.
gión, pues es por este lado donde comenzó lo que poco antes llamé el res- Maurice Blanchot hace notar la diferencia de estilo de los últimos \
balón de Foucault; comenzó con la idea de una arqueología religiosa del libros: es un estilo apaciguado, dice Blanchot, sin la pasión que hace ar-
psicoanálisis. Pero esa idea llevaba a una especie de arqueología de la dientes sus otros textos. En efecto. Pero ¿a qué se debe ese apacigua-
religión que la hacía salir irresistiblemente de su terreno de origen, los miento en la obra misma que, en la fogosidad y el sarcasmo, expresaba
tiempos modernos transcurridos entre la edad clásica y la edad contem- la ambición de liberarnos? La Historia de la sexualidad (eso es lo que di-
poránea. El hecho de que aquí Foucault no haya cedido, el hecho de que
el arqueólogo artificioso no haya dimitido ante el efecto de verdad que él
mismo había producido y que se volvía contra él como una sorpresa cual
ce el propio Foucault) era un contraataque al dispositivo de la sexuali-
dad. Decía Foucault; "Contra el dispositivo de sexualidad" -estas pala-1
bras están en las últimas páginas de La voluntad de saber-, "el punto
y 'V
/}
si fuera un aprendiz de hechicero, el hecho de que haya perseverado de apoyo del contraataque debe ser, no el sexo deseo, sino los cuerpos y _
hasta el punto de darnos El uso de los placeres y La preocupacwn de s ( los placeres". Los cuerpos y los placeres. -<S \ lJ
mismo debe despertar la admiración de aquellos para quienes el pensa- En realidad, la arqueología de Foucault había sido siempre y desde ¡ _:L_
miento es una cuestión de ética. el comienzo un contraataque. Y siempre había tenido necesidad de un
El mismo Foucault observa la mutación de sus investigaciones ta- punto de apoyo. En Las palabras y las cosas el contraataque a las cien-
les como aparecieron con los dos últimos tomos de la Historia de la se- cias humanas había tenido como punto de apoyo disciplinas concretas, a
xualidad en una forma completamente diferente, según dice. En efecto, saber, la tríada psicoanálisis, etnología, lingüística. Y por mi parte lle- ,
en una forma completamente diferente. Ocurre como si ese rasgo perti- garé a decir que su punto de Arquímedes era Lacan. ¿No resulta claro
nente, "hablar del sexo", hubiera resultado demasiado débil para soste- que su contraataque contra el dispositivo de sexualidad (que tenía en su
ner la arqueología proyectada y que se hubiera necesitado agregar otro centro el psicoanálisis) no tenía ya como punto de apoyo a ninguna dis-
rasgo que progresivamente se superponía cada vez más al primero; ese ciplina, a ninguna práctica sino que ese punto de apoyo era la utopía de
'JA rasgo sería "hablar de sí mismo". El término "poder", partiendo del cual
el objeto sexualidad está problematizado en el tomo I, cede el primer lu-
un cuerpo independiente del sexo cuyos múltiples placeres ya no esta-
rían reunidos bajo la férula unificadora de la castración? Ese punto de
)f gar en los tomos siguientes al término del sujeto. apoyo, digámoslo, era muy débil. Nada más que una sección de perver-
Verdad es que el término de sujeto no está ausente en La volun- sión a la cual, en La voluntad de saber, Foucault sólo daba la consisten-
tad de saber, pero sólo figura de manera incidental, y el poder está pre- cia de un punto utópico necesario para pensar fuera del psicoanálisis. Y
sente en El uso de los placeres y La preocupación de s( mismo, pero lo s precisamente la falta de ese punto de apoyo inicial lo que precipitó
está en una forma interiorizada, en el seno mismo del trabajo de uno so- velozmente la arqueología a un movimiento retrógrado, sin freno y sin .
bre el sí-mismo. La introducción de El uso de los placeres representa sin límites. Si empero ese movimiento se retiene en la Gracia antigua, ¿no ~. <"t
duda la ampliación de la investigación más allá de la sexualidad en el s acaso por esa razón por la que Foucault descubre entOñCes, más acá y "-"'',
sujeto para abarcar la constitución del sí-mismo como sujeto. no más allá de la época contemporánea, ese punto de apoyo que le hacía
Léase esta introducción y se comprobará que existen allí las mar- falta? Esa utopía realizada, no de una sexualidad feliz, sino de un cuer- 1
cas de esta ampliación, marcas que muestran hasta qué punto lo que po de placeres plurales en el que las cosas del amor no formarían en
ocupó los últimos años de Foucault es una explicación con Lacan. Fou- ofecto un conjunto unificado por la función del falo castrado, ese más
cault nunca cita a Lacan, ni en Las palabras y las cosas, ni en la Histo- nllá del hiato moderno, que Foucault no cesaba de llamar con sus votos
ria de la sexualidad y de buena gana confesaba que no lo comprendía. para su arqueología, ese más allá a partir del cual se volvería hacia

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nuestra época para describir su fin, ese más allá que por fin Foucault blema, por más que posteriormente la religión cristiana asuma el mono-
había encontrado ahora en el más acá que aquí significa Grecia, por mi polio de la prescripción ética.
parte creo que éstas son las razones que me explican el sosiego final de
la indagación de Foucault. ·
André Glücksmann expone esta conclusión: cuando Foucault
distingue .dos erotismos, el erotismo ascético. de Sócrates y el erotismo
f
armonioso de Plutarco, ¿no explica también el enfrentamiento de Freud
y Jung? En esto, Foucault no se explica con Lacan, sino que explica a
le1
Lacan. '
Notas
1 Maurice Blanchot, Michel Foucault tel que je /'imagine, Montpellier, Fata Morgana,
1986.
2Michel Foucault, Naissance ck la clinique, París, PUF, 1963, págs. V-VI.
3"Le Jeu de Michel Foucault", Ornicar? Bulletin périodique du champ freudien,
N" 10,julio de 1977.
4 Michel Foucault, La Volonté ck savoir, París, Gallimard, 1976, pág. 172.

Reseña de las discusiones

En estos debates se dei;tacan dos temas: la historicidad de la se-


xualidad y la relación con la religión.
Rainer Rochlitz se sorprende de las acusaciones formuladas por
Jacques Alain Miller. Este sugiere en efecto que Foucault practica una
denegación historicista al querer localizar la castración en la historia y
al no poder hacerlo. ¿No es sin embargo interesante situar el nacimiento
del psicoanálisis en cierto momento de la historia y en relación con cier-
tas estructuras sociales?
Jacques Alain Miller replica no sin ironía. La idea de que la se-
xualidad es histórica no tiene nada que pueda chocar a un psicoanalis-
ta. ¡Todo lo contrario! Es seguro que el psicoanálisis nació en el terreno
de las ciencias de la naturaleza. Y sería deseable que en la sala hubiera
algún discípulo de Foucault dispuesto a hacer la arqueología del psicoa-
nálisis y buscara las condiciones de su posibilidad en alguna parte que
estuviera entre la religión y la ciencia. Interrogado por Jeannette Co-
lombel, J acques Alain Miller precisa además que no cree que el psicoa-
nálisis tienda a normalizar la sexualidad.
Anne Kerien desea entonces precisar algunos puntos. Después
de todo la sexualidad se ha hecho históricamente problemática en la
época del movimiento de las mujeres, del FHAR y otros movimientQs
contemporáneos. Es la palabra "religión" lo que provoca la intervención
de Fran~ois Wahl. Jacques Alain Miller utiliza esta palabra "religión"
para hablar de una desviación de la arqueología cuando ésta dirige sus
miradas a la sexualidad. Pero Foucault no se ocupa de prácticas religio-
sas, se ocupa de discursos prescriptivos y eso no supone ninguna ruptu-
ra con la arqueología. Miller responde que sin embargo la formación de
la pastoral de la carne es lo que le interesa, es la religión católica lo que
traslada su interés hacia la antigüedad. Por su parte Paul Veyne consi-
dera que para Foucault "religión" no es un concepto. Ese no es su pro-

72 73
cuestiones es esencial para situar el discurso de Michel Foucault en re-
lación con todo lo que es otro orden de discurso.
5 Para comenzar con un paso menos académico y más tópico: si digo
"Esta no es una filosofía", ¿hay que entender lo es y no lo es, corno la
¿Fuera de la filosofía o en la filosofía? lengua respecto de lo representado que se ofrece a ella, que está distan-
te pero no separado de ella? Entre arqueología y filosofía, lo· que entra
La arqueología del saber. en juego, ¿es una réplica cruzada por un "estrecho surco de ausencia",
una muesca marcada por la "incisión" del discurso en la forma de las co- ~
sas? En resumen, entre la arqueología y la filosofía, ¿hay un juego de
El uso de los placeres. equivalencias y de entrecruzamientos, un juego de desplazamiento re-
La preocupación de sí mismo gulado pero al mismo tiempo perturbado por una nueva inestabilidad?*

Franr;ois Wahl 1

l. En la parte recapitulativa de La arqueolog(a del saber, los efec-


Hacer la pregunta de lo que pueda proceder de la filosofía en la tos de la diferencia de método entre arqueología y filosofía están enun-
práctica de "historiador" de Michel Foucault no es una cuestión que se ciados claramente y su claridad es tal que casi nos da vergüenza recor-
dé por descontada. A decir verdad, la dificultad es circular: para saber si darlos.
el método del arqueólogo -por lo demás perfectamente claro- encuen-
tra o no su base en una decisión en última instancia filosófica, sería ne- a) La filosofía es -junto con la literatura, la historia, la religión,
cesario tener una definición suficiente de la filosofía misma, y no es se- etc ... ,- uno de "esos grandes tipos de discursos" que la tradición acos-
guro que se la posea de otra manera que en relación con una indagación tumbró a oponer entre sí. Ahora bien, el arqueólogo pone en tela de jui- J ~
a la vez próxima y distinta, corno la que precisamente hace el arqueólo- cio semejantes "individualidades": esos "conjuntos de enunciaciones" con ~
go. Del hecho de que los dos libros últimos -sobre el predominio de los los cuales tiene que vérselas no cesan de redistribuirse y de reagruparse
placeres y sobre la preocupación de sí mismo-- se apoyan en un mate- en el curso de la historia. Y la filosofía es después de todo "un hecho del
rial que para la antigüedad procedía de la filosofía y que para nosotros discurso" que no es sustancialmente diferente de todos los demás, ni es-
traza la genealogía de conceptos centrales --el deseo, el sujeto- en lo tá más intrínsecamente determinado.
que llamarnos filosofía, no se sigue que el tratamiento al que lo somete De manera que la filosofía no es más que una instancia "de super-
Michel Foucault sea necesariamente filosófico él mismo, y, si lo es, ¿en ficie": el punto de referencia de las unidades efectivas del discurso se re-
qué sentido? ¿En el del qu:e se entendía corno lo propio de la filosofía en fiere a un acá y d~fine sus pertinencias en otro lugar: cada vez tiene que
el siglo Na. de C. o en el siglo 11 d. de C.? ¿O bien en el sentido de aque- ver con una dispersión de enunciaciones, con "una multitud de sucesos
llo que para nosotros constituyen los problemas capitales? ¿O bien en el en el espacio del discurso en general"; cada vez busca sus condiciones de
sentido del anuncio de una filosofía ulterior que aún falta constituirse? aparición y sus reglas.

\f
Además existe -sobre todo a partir de los últimos siglos- una histo- Es más, la lectura clásica de las filosofías quiere ser traducción,
ria de la filosofía cuyo campo Oos grandes sistemas en su sucesión pró- busca el sentido y lo refiere al sujeto que está incluido en él. Bien adv.er-
xima y lejana), así corno sus reglas -de la filología a la arquitectónica- timos que para Michel Foucault esa traducción es siempre herrnenéuti-
están bien fijados; pero la historia de los saberes, de los poderes y de las ca. El arqueólogo procede a ras de las enunciaciones para analizar sus ,
prácticas desarrollada por Michel Foucault no puede confundirse con singularidades y sus correlaciones, sus excluyentes: su necesidad con-
esa primera historia de la filosofía pues él se ajusta menos al sistema y tingente. El arqueólogo sustituye el carácter sintético del proyecto por ()} 0
más a la ernpiria sin que se sepa muy bien si esa historia se yuxtapone las "formas de regularidad" que gobiernan unjuego de discursos.
a ella o si a veces aspira a substituir dicha ernpiria.
Si considerarnos desde el interior la práctica de Michel Foucault
bien pudiera ocurrir que ninguna de esas cuestiones sea verdaderamen-
te pertinente o importante; o quizá se aplaza su consideración para des-
pués. Pero desde el exterwr, para nosotros que debernos medir el trabajo * Las referencias se designarán del modo siguiente AS: L'Archéofogie du savoir; UP:
l/ Usage des plaisirs; SS: Le Souci de soi; CP: Ceci n'est pas une pipe; y DF: Gilles Deleuze,
cumplido y las redistribuciones que éste gobierna, cada una de esas /1'oucault.

74 75
b) No en lo tocante a la filosofía sino en lo tocante a la locura, a la a) Ciertamente la arqueología no es una ciencia. No abarca las dis- (
clínica, a la lengua .. . y para describir el conjunto de,las enunciaciones ciplinas instituidas, pero a menudo recoge •. entre 108' diferentes procedi- ,;;(
referentes a estas cosas, Michel Foucault recusa la pertinencia de una mientos o hipótesis de una ciencia en una determinada época, prácticas
unidad de objeto, de una homogeneidad de estilo, de una sistemática de de discursos heterogéneos; sin embargo, tampoco podría decirse que la \,¡
conceptos, de una identidad de temas. Pero es claro que esta cuádruple , arqueología es ajena a la constitución de las ciencias a las que se antici- 7
refutación valdría asimismo en el caso de lo que se podría llamar "lo" fi- 'I pa.
losófico. En lugar de lo que rechazó cuatro veces, lo que el arqueólogo Esto es lo que lleva a Michel Foucault a proponer para el campo
encuentra -en el entrecruzamiento de los saberes, de las prácticas y de propio de la arqueología la condición de saber. Un saber "es aquello de
~ ( las instituciones-- es un "espacio en el que se perfilan diversos objetos que se puede hablar en una práctica di~cursiva que por eso se encuentra ) /xJ
que continuamente se transforman", espacio en el que la mirada misma ,., especificada"; y "es también el espacio en el cual el sujeto puede tomar Ft
r
'() \ ) está gobernada por hipótesis inestables, en el que aquello que reagrupa .,1,1
o no a los conceptos no es la coherencia fija de éstos (o no) sino "su sur- '
posición para hablar de los objetos con los que tiene que ver en, su dis-
curso"; y "es también el campo de coordinación y de subordinación en

r
¡
gimiento simultáneo o sucesivo", espacio en el que un mismo tema pue-
de modelarse en formaciones discursivas diferentes y una misma forma-
~ ción puede ordenarse según decisiones opuestas. De manera que aquí la ,
palabra clave ya no es arquitectura, sino que es "dispersión" o "repar-
tición~. ·' ~ .
que los conceptos aparecen ... y se transforman". Y "por fin, un saber se
define por posibilidades de utilización y de apropiación" en virtud de su
articulación con otras prácticas y otros discursos. (Por supuesto, encon-
tramos aquí satisfechas en esta enumeración las cuatro tesis críticas del
arqueólogo.) En suma, aquí ya no estamos en el campo clásico del cono- 1
cimiento, sino que n~encontramos en el territorio que va de la discursi-
, c) De ahí por fin las cuatro hipótesis de trabajo del propio arqueó, vidad a la ciencia (territorio en el que la producción es el hecho del dis- '{9
urso mismo) y en el que el sujeto nunca puede "asumir la figura de
f I
logo: atenerse, no al discurso, sino "a su límite", en el juego desfasado de
relaciones que presiden su práctica; no 'referir una formación a su cons-
. J titución por obra de un sujeto (sin duda trascendental), aun cuando sea
titular"). El saber se opone a la c~ como la complejidad y el es-
pesor del j uego de las prifélicas de discursos se oponen al "narcisismo
implícito, sino discernir 'aquí una ·diversidad de posiciones que acarrea trascendental".
una "discontinuidad" del sujeto; atribuir las circulaciones (que se regis-
,..._ tran en el seno de una misma formación), no a la no contradicción de los b) Esto no impide que la arqueología remita a una "teoría envol,
conceptos, sino a un juego de "reescritura" que atestigüe una organiza- vente." Se trata de hacer manifestar las condiciones de ejercicio de una-

~) º ción (lagunar) en un nivel que Sellarnara preconceptual; dar cuenta de


la difracción de las teorías sobre el fondo de una misma formación, nQ
apelando a una diversidad de opiniones, sino a la "realización de las po-
práctica discursiva, esto es: "mostrar que hablar es hacer algo". Orien-
tar la investigación hacia el saber es ciertamente haber tomado una de-
·isión y esa opción es en definitiva la de lo performativo.
th
sibilidades del discurso", las posibilidades que están en el seno de es,e Opción que, por supuesto, el saber transforma puesto que no la
mismo discurso. refi ere ya a ningún sujeto, puesto que la descentra: atendiendo a esto
Michel Foucault dirá que el campo ya no es más filosófico. Pero lo cierto V
2. La arqueología no es pues ni la filosofía -sostenida por la cade- - y esto es esencial- es que aquí hay una apuesta, ni trivial ni formal,
na del sentido, de lo trascendental y del sujeto- ni la ciencia, que exhi;. obre el campo en el que tiene sus raíces todo surgimiento del sentido.
be en la superficie el encadenamiento de sus conceptos presuponiendo Ni trascendencia ni trascendental; sino, más allá de la efectividad de las
""7'\· una homogeneidad teórica; la arqueología es tarea de positividad -las regularidades, más allá de la descripción de un conjunto de enunciacio-
t'- formaciones discursivas están dadas y son datos- y tarea de una posití- nes, es necesaria una "conversión de la mirada" para que pueda discer-
vidad que se articula en las condiciones de operación de una práctica. 11irse en l.a "periferia" de los discursos lo que gobierna la existencia mis- \'Y
Cada vez el discurso es captado en la puesta por obra de las reglas de su
producción. '
ma de éstos: que decir es hacer, que la función del discurso es volcarse
on una práctica.
r
..¡,,., r-- . Comprobemos así que el arqueólogo se mantiene en el plano en el De ma'n era que si fuera menester situar La arqueología del saber .
~ lque cada decir es un 'hacer espedfico. Por aquí se aclara la presencia dis- on la topograña de las posiciones "filosóficas" no sería, como se ha dicho' ?tt
, creta~) de Austin en las últimas páginas de La ar- 11 veces, en la posición del nominalismo, sino en la del pragmatismo, no
queología del saber, y bien pudiera ser que la arqueología proceda a su c•iortamente en el sentido de que "yo" haría, sino en el de Que cada enun.- )/
vez de una decisión teórica y que ésta sea la elecci!Sn de lo performa-
tivo. ~~ VLrÁIY/.M"'
dución debe entenderse por las enunciaciones que la hacen y por aqu
lln s que ella hace. Hay un hacer interno en lo discursivo.
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11 raque fueran éstos. El sí-mismo es un concepto de la práctica en la que 1
Puede parecer legítimo, ya lo dije, preguntarse si en El uso de los
se inscribe la sexualidad; éste era también un nuevo dato cuyo acuerdo
con los demás no estaba (¿todavía?) en cuestión.
Y
placeres y en La preocupación de s( mismo no vuelven a surgir concep- Por supuesto, esto no significa negar la acción masiva del otro im-

1tos que proceden directamente de la filosofía: esencialmente a través de


la problemática del sí-mismo y de la "subjetivación".
Que esta cuestión apareció es cosa que vemos bien por los esfuer-
personal en el interior del sí-mismo. Puesto que lo que Michel Foucault
indaga son prácticas colectivas, las regulaciones que ellas implican y lo
que de ellas se pueda discernir como ético. Lo cierto es que el propio sí- fu
1
zos de muchos para resolverla ... o eludirla. En el más hermoso y el más mismo no es nada más que una figura llamada ·por el conjunto de esas //{,..
filosófico justamente de los libros dedicados a Michel Foucault, Deleuze, prácticas, es el concepto de que ellas tenían necesidad para articularse.
después de haber hecho notar que se trata allí de un tercer eje -que va También aquí lo que se da como objeto o tema de conocimiento es sólo el
más allá del eje del saber y del eje del poder-, propone interpretar el conocimiento de una red -de relaciones y de exclusiones, de convergen-
"adentro" como un desdoblamiento de lo exterior en lo interior, no otra cias y de lagunas- incrita en los "preconceptos" de lo pragmático.
cosa que el exterior, pero "el adentro de lo exterior", una "interiorización
del afuera". Esta es una proposición cuyo gran mérito consiste en re- 2. Así se encuentra resuelta de antemano la cuestión de las bases
constituir una sistemática que abarca el conjunto de las obras de Michel que El uso de los placeres y La preocupación de s( mismo encuentran en
Foucault. · textos filosóficos. Foucault apela ciertamente al testimonio de Jenofon-
Creo que hay que medir el alcance de estas dos enunciaciones: la te, Platón, Plutarco, Séneca, Epicteto. Pero, según lo dice bastante cla-
aportación de conceptos tomados de la filosofía y el hecho de que en el ramente desde el principio, los conceptos que toma de estos autores n.:>
discurso de Michel Foucault hay subyacente una sistematicidad de or- son significativos en su proyecto en la medida en que permiten cons-
den propiamente filosófico. truir "una historia de la sexualidad concebida como experiencia, si se
entiende por experiencia la correlación que hay en una cultura entre do-
1. Partiré de lo que sería un error de lectura de la proposición de minios de saber, tipos de normatividad y formas de subjetividad". Si el
Deleuze, un error cuya resolución aproxima la cuestión a su desenlace. objeto de la historia de la sexualidad es "definir las condiciones en que

~
Las formulaciones de Deleuze podrían parecer a algunos singularmente el ser humano 'problematiza' lo que es ... ", esa problematización se reve-
]( cercanas a la enunciación psicoanalítica según la cual el sujeto sólo está la "vinculada con un conjunto de prácticas que ciertamente tuvieron
alienado respecto del otro y no tiene que formular otro mensaje que el considerable importancia en nuestras sociedades: es lo que se podría lla-
del otro invertido. Desde luego, no es en modo alguno esto lo que dice mar las artes de la existencia".
Deleuze, pero la diferencia aclara las cosas: un redoblamiento no es una De ahí que el punto de partida sea, no el eros, sino los aphrodisia
alienación, a lo sumo es una constitución; y de aquello que el otro obra como "obras" y "actos" de Afrodita. De ahí que la problemática del sexo
en el sí-mismo no resulta que se encuentre .presente en la forma de una en la antigüedad sea interpretada como obsesionada por el exceso que
(/ falta. En otras palabras si hay continuidad desde los primeros trabajos puede arrastrar al cuerpo y por su contraparte médica, a través de la
a los últimos de Michel Foucault, esa continuidad está en b positivi- buena regulación de las relaciones con la mujer y con el efebo, en la exi-
dad que -elección absolutamente crucial- hace referir la sexualidad al r,encia del buen momento y de la buena pareja; de ahí que esa proble-
placer y no a la trascendencia negativa del deseo; y esa continuidad está mática se resume en la exigencia del dominio de sí mismo y del cuidado
en el pragmatismo puesto que la historia de la sexualidad no es la histo- deparado al sí-mismo. Hay muchas revelaciones interesantes sobre lo
~ ria de su representación (de aquello que era captado) en cada época, si-
no que es la historia de las reglas de conducta en que la sexualidad se
que fue la práctica del sexo en la antigüedad y sobre su núcleo prescrip-
t,ivo, y una vez más el campo claramente elegido es el de lo pragmático.

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descargaba. Una vez más, se trata menos de lo que es (o lo que era) que Ahora bien, el eje alrededor del cual se construía -desde la anti-
aquello que al obrar lo hace. 1:-fiedad- la filosofía no era la experiencia tomada en sí misma, sino que
Una vez dicho esto me parece que querer unificar más la indaga- ora su relación con el conocimiento y a través de éste su relación con la
ción de Michel Foucault no sería dar cuenta de aquello que la hace más 11erdad. Michel Foucault lo dice sin ambages; él quiere hacer una histo-
empírica, más abierta, más discontinua y -como él mismo lo ha dicho- da "que no sea la de aquello que puede haber de verdadero en los cono-
más soprendente para él. Aquello en lo que trabajaba Foucault le impo-
nía la nueva instancia del sí-mismo y el tomó nota de ello sin intentar
(¿aún?) integrarla en algo así como un sistema. Como siempre, Foucault
t• imientos, sino que sea un análisis de los juegos de verdad". Maravillosa
formulación en la que está marcada todála diferencia: no la verdad tal
como la concibe la especulación, antes (y más allá) de la experiencia, si-
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se inclinaba ante el hecho del discurso -en este caso los discursos pres- 11 0 tal como ella se da en prácticas y a través de la interpretación de
criptivos- y trataba de descubrir sus pliegues y repliegues cualesquie- hHas prácticas.

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¡. 3. Falta considerar el erotismo de El banquete. Michel Foucault es-
tá lejos de negar que necesite un tratamiento aparte, porque esta vez es
el cuerpo como tal el que debe ser superado y la sexualidad llevada al
alcance dé la verdad.
Análogamente cabe decir de la sistematización estoica, "en la que
se intensificaron y valorizaron las relaciones de uno con el sí-mismo". Si
para Epicteto el hombre es "el ser que ha sido confiado a la preocupa-
ción de sí mismo", aquel que puede "hacer libre uso de sí mismo" gracias
Sobre este punto, toda una tradición ha querido considerar realiza- a la razón que es "capaz de tomarse ella misma y todo lo demás como
da desde el diotimoplatonismo la idealización, la sublimación del amor; objeto de estudio", hay que comprender que esta definición del "hombre"
' el alma más que el cuerpo, la philia antes que el eros, la austeridad y la contiene toda una exhortación a "vivir cuidándose sin cesar", a "trans-
abstencíón como realizaciones del amor "en su ser propio"; en suma, lo formarse", a "volverse a uno mismo". Y esta exhortación no es a su ve.z
que podría describirse como una posición (si no la posición) transhistóri- abstracta, sino que está preinscrita en toda una serie de ejercicios; es
ca de los filósofos respecto de las cosas del sexo. En un sentido, esto es una manera de ordenar las ocupaciones, de llenar el tiempo (incluso en
exacto porque aquello de que se trataba era el discurso de la filosofía y el plano social) con "tareas prácticas", de cuidarse contra las enfermeda-
no la implicación de las prácticas. des (la escuela es un "dispensario del alma"); conocerse a sí mismo es un
Pero, como Michel Foucault lo muestra muy bien, hasta el proyecto "arte ... con recetas precisas"; hay que aprender, contra todos los infortu-
filosófico, una vez colocado dentro del contexto de los escritos prescripti- nios, a prescindir de lo superfluo, a "hacer el examen" de la jornada
1 vos, se encuentra condicionado por las prácticas de la época. Se trata de
un estilo y no de la aplicación de un código; superar el cuerpo es un lujo;
transcurrida, decir a la representación "Muéstrame tus papeles". La fi-
losofía podrá asignar a la razón la verdad del hombre; la práctica por su
parte organiza "urta trayectoria" frente a la cual la sexualidad es una
si es importante que el amante determine en "sí mismo .. . el ser y la for-
ma de su amor", si, del amante al amado, el amor debe ser "convergen- , "violencia, un exceso" a la que aquello que se opone es una posesión .
te", la ética sexual resulta problematizada "como la r elación para un · -en el sentido jurídico- de sí mismo, y la victoria es "una relación con-
hombre libre entre el ejercicio de su libertad, las formas de su poder y 1
creta que permite gozar de s( mismo. Es claro que ese goce es un agre-
su acceso a la verdad". Entre antaño y hace poco hay cierto parentesco gado que hace la práctica a la filosofia de ·la época; y esa filosofía está
de las prescripciones negativas, cierto paralelismo de las jerarquías mo- aún más alejada de la nuestra, para la cual el goce es, por el contrario,
rales que impresionaron y sin duda sorprendieron a Michel Foucault; pérdida de sí mismo.
pero éste muestra también que distancias semejantes en el caso de la
sexualidad no tienen en definitiva el mismo sentido pues están regidas 4. Esto no quiere decir que en el partido adoptado por Michel Fou-
por una problematización diferente de la experiencia. cault no haya una decisión que bien podría calificarse de filosófica.
Como se sabe, hay algo más: una elaboración no es por sí misma Y esto ocurre desde el momento en que Foucault adopta la palabra
aún una interiorización, la problematización platónica del comporta- placer. Después de todo no figura la palabra hedone en los textos que es-
miento sexual no es todavía su reelaboración "a partir del alma de concu- tudia El uso de los placeres, y con razón: dejarse arrastrar por los movi-
piscencia". Ni siquiera estoy muy seguro de que Michel Foucault no haya mientos del cuerpo y del corazón es para el hombre libre una imagen de
ido un poco lejos cuando habla de una "interrogación del hombre sobre sí 1lesorden y agitación que no puede dejar de abominar. Si Michel Fou-
mismo como sujeto de deseo". Ciertamente hoy existe una interpretación ;uult escogió el término "placer", evidentemente lo hizo para separar la
de El banquete entendido como tratado del deseo cuyos agal-mata repte- 11ntigüedad de "nuestro" concepto de deseo. Creo que Foucault mostró
. sentarían el objeto perdido (para Lacan) y Sócrates representaría la tlefinitivamente lo que tiene de irreductible esta separación. Pero parece
puesta por obra de esa verdad según la cual el amor nada tiene que dar, que al decir placer, el propio Foucault optó por una interpretación en
salvo precisamente lo que le falta. Esta es una interpretación de la que parte retrospectiva cuyo paradigma dataría del empirismo y del siglo
por cierto estoy lejos de afirmar que carezca de interés y de riqueza. Pero XVIII. ¿De qué hablan los textos estudiados por Foucault? Más bien de
diré que el trabajo de Michel Foucault ha demostrado ampliamente que un arrebato y de la manera de contenerlo; sin ser trágica, como lo será
sólo puede tratarse de una reinterpretación retrospectiva. En Platón, la después, la manera de descifrar la sexualidad dista mucho de compartir
intemperancia no es alienación, sino que es debilidad; si la pobreza es tri euforia que acompañará durante algún tiempo a la palabra "placer".
lfo verdad, la elección de este concepto es elección de principio, y de
madre de Eros, ello se debe a que éste está en busca .de un objeto o de
una mitad que le es exterior y no está afligido por una falta interior. Por principio ético. Para decirlo claramente, Michel Foucault quería tomar
fin, hay que forzar mucho el término epith'l!.mia para traducirlo, como se purtido en el presente en virtud de ese acto.
ha hecho tradicionalmente, por "des.eo"; lo más justo sería sin duda tra- Otro tanto cabe decir de la "cuestión de sí-mismo". Inscrita en
ducirlo por un desbocamiento del caballo del corazón. Una filosofía que práctica de desconfianza respecto del cuerpo, de una relación privilegia-
se elabora sobre el fondo de un esfuerzo para dominar el sí-mismo no 1la conforme con la naturaleza, esa cuestión surgió en la forma de la
puede ser compatible con una filosofia de la pérdida del sí-mismo. . preocupación de "conservar el dominio sobre sí mismo". Es el revés de

80 81
un "estilo de conducta sexual" en que se traducen la inquietud y la vigi- valores que gobiernan el obrar (la ética) y las totalizaciones que deter-
lancia. La cuestión se plantea así en términos que son bien positivos. minan un estado dado de cultura. Aquí la arqueología no impone una
Por un lado, Michel Foucault insiste en ello: si esas conductas desembo- ruptura radical. Ya recordé que la arqueología remite en última instan-
can en ejercicios como el examen de conciencia, la lucha contra todo cia a un juego de prácticas que están en el corazón del saber. Por su
pathein, la necesidad de conocerse bien y hasta de filtrar las representa- p(lrte, Deleuze subrayó que la arqueología es doble por el hecho de que
ciones, si en todo eso se trata de "conservar el control sobre sí mismo", al objeto discursivo, a los estratos de enunciaciones, se yuxtapone el ob-
de "aceptar en la relación con sí-mismo sólo lo que pueda depender de la jeto visible; dice Deleuze que hay una arqueología de lo visible insepara-
ble de la del saber. Hay qu~ agregar aún que la arqueología de Fo:ucault
+( elección libre y razonable", lo que es objeto de debate son en definitiva
los "een.tes-e6ftStit~s de la subjetividad moral". Y éste es un des-
plaz~miento perfectamentenefüri:dopor la preocupación de sí mismo.
tiene que ver no sólo con este desdoblamiento del saber sino con el poder
y -según acabamos de ver- con lo prescriptivo.
Sólo que cuando los autores de la época imperial hablan de la epimeleia Lo cierto es que la historia se organiza alrededor de un progreso y ·
heautou, de la cura sui, del cuidado de su alma, de aquello que para uno presupone cierto grado de continuidad. Sobre este particular y en cuan-
es "el objeto más importante del que tal vez debería ocuparse", siente to a las adquisiciones de la arqueología, puede resultar esclarecedora
uno que dichos autores se refieren cada vez al trabajo de un sujeto con- una comparación con Freud; la diferencia no es insignificante, aunque
creto entregado a la tarea de su apropiación por obra de sí mismo. (So- sea en la forma de las metáforas que dan a la palabra "arqueología" su
bre este particular valdría la pena detenerse a considerar el uso del g~­ interpretación. Para Freud el arqueólogo es aquel que excava en busca
nitivo en casi todas estas expresiones.) Lo cierto es que no se trata cier- de lo que hay debajo y descubre una ciudad bajo otra que la oculta. (No

~
tamente del sí-mismo como concepto universal. Aquí también Michel digo que el movimiento de Freud se reduzca a eso, sino que no hay duda
Foucault señala definitivamente la diferencia que hay entre semejante de que ésa es la imagen inspiradora.) Para Michel Foucault, el arqueólo-
ascetismo y la culpabilización, la obsesión de la intención y del descifrar, go es aquel que se desplaza y descubre otra organización de conformi-
la búsqueda de un código universal, rasgos que caracterizarán al cristia- dad con otros repliegues; si permanecemos en la metáfora de la ciudad
nismo. Si la antigüedad esboza la cuestión del sujeto, de aquello que lle- sepultada, el proceder de Michel Foucault haría pensar más bien en las
gará a ser el "sujeto del deseo", lo hace tan sólo para aclarar su "genea- redistribuciones de un mapa como el de París -cuyo centro no cesó de
logía". Y me parece que precisamente Michel Foucault es tan reticente desplazarse desde la orilla derecha a la orilla izquierda y viceversa. De
hoy respecto de una definición por autoconstitución del sujeto como res- modo que sería absurdo decir que un estado más antiguo del saber (ol 111
pecto de una valorización del deseo. En otras palabras, al introducir el '"r
del poder/o del sujeto) constituye la base en profundidad de otro estado; .
sí-mismo, Foucault quería desplazar una problemática que se había he- jchos estados se desde lue · rentes.
cho a la vez epistemológica y ontológica y quería referirla a una concep- ora ien, si en lugar de un "acontecer obstinado" descubre uno • -
ción mucho más estrictamente práctica de la ética, Tekhne tou biou. "desencajamientos"; si en lugar de la historia continua de un objeto
comprobamos "interrupciones", su desaparición y su reemplazo; si en lu-
gar de percibir la evolución de un concepto asistimos a "puntos de infle-
III xión de una curva" y la "inversión de un movimiento regular", si com-

/ ¿Cómo situar por fin la historia de la filosofía atendiendo al pro-


probamos su desplazamiento según otro corte (no son los mismos rasgos
los que resultan pertinentes), en el interior de . otro campo (no son las ~
i yecto de la arqueología? mismas estructuras las que plantean problemas), cuando cambia la
constitución de las "series" y su articulación en "series de series" o "cua-
Ante todo hay que recordar que la historia de la filosofía puede
cons.i derarse en dos registros. O bien es la historia.de-un_p:rogreso (di- dros", es claro que la arqueología encuentra esencialmente "rupturas",
~} vergente y entrecortado) h~cia la verdad, o 6'íen es una cadena de
mas que han de estudiarse, por un raao,
ue-
cada uno en su interior, en su
"redistribuciones". "El problema ya no es de la tradición ni del rastro, si-
no que es el problema del recorte y del límite" y lo que plantea cuestio-
~\) l:"ó'lierencia interna única, y por otro lado en la circunstancia de ·pertene-
cer a una capa textual común en la cual se desarrolla un intertextuali-
nes son "los desniveles, los desfasajes... las formas singulares de rema-
nencia, los tipos posibles de relación." Así ocurre con las nervaduras del
dad. conocimiento en la sucesión de las epistemes.
En lugar del progreso, la ruptura; en lugar de una coherencia esta-
l. Desde el primer punto de vista, según el cual la historia de la blecida, el juego desencajado de las series. ¿Qué qúeda entonces de la
historia de la filosofía? ¿Cómo hablar de una reinterpretación, de una
filosofía sería la historia de las definiciones y de las constituciones suce-
sivas de la verdad, la historia de la filosofía operó siempre en múltiples rearticulación de un mismo concepto cuando se pasa de una filosofía a !j
campos: el conocimiento, sus condiciones, sus límites, pero también los otra, si justamente no se trata del mismo concepto, tomado como lo ha

82 *' 41 otlÁCl 83
~
sido de otro estado .de las reglas de conducta y del saber y tratado en cuentra esa "función fundadora del sujeto que pretende poder algún día (~ J é5
otro estilo? Es más ¿si los conceptos mismos no se ·a.r ticulan entre sí ·se- • npropiarse nuevamente (de las cosas mantenidas a lo lejos por la dife-
gún su circulación en la superficie, sino · que brotan de una disposición rencia), restaurar su dominio y encontrar allí lo que bien se puede
móvil de estratos que impide toda totalización? Y es más aún, si "la" fi- .
~ loso.fía se c.ohstruye cada vez sobre un orden diferente del . saber (del
llamar su morada"? Es la filosofía por fin la que "en la forma tranquili-
zadora de lo idéntico" hace de nuestra relación con el pasado "una
~
/P' 1 poder, de lo prescriptivo) ~rden que ya no ·será total sino ·que será memoria" y conserva la verdad sobre la base de una constancia antropo- )~
global- para echar sus raíces en él o para enfrentarlo, ¿cómo la filosófía lógica. ' ------....
podría llamarse tal en singular y aducir una continuidad? Todo esto es - l \un en el plano de su carácter específicamente discursivo, la his-
. . . ~ t bien conocido, pero era necesario recordarlo para llegar a la conclusión toria de la filosofía -como filosofía de la historia- pone én j~go
h \ · def'que la arqueo~~~~~~~.ucc~. de la histori~~ · supuestos que son precisamente aquellos cuya deficiencia mu~tra ' la
V \ so ia. - nrqueología.
' ~ Michel Foucault había encontrado en la desconstru:cción heidegge- " Pero en .este punto debe uno preguntar: ¿la filosofía o una filosofía? :Yk
riana de la metañsica un punto de partida; y cuando hoy Rorty vuelve a , '
1
nespués de todo, lo que Michel Foucault designa como su otro es por ex-

~
poner en tela de juicio la imagen como "espejo de la naturaleza71 , nos ;elencia el modelo hegeliano. Y se podría afirmar que en el lema fou-
ofrece un nuevo eco de la temporalización foucaultiana de los sistemas ;uultiano de "pensar lo otro" es una filoso/la la que está enunciada. Se
de discursos. Por supuesto que después de semejantes derrumbes del halla presentee líMari" (descentramiento alrededor de las relaciones de
andamiaje, el edificio filosófico debe reconstruirse cada vez de nuevo. producción), en Nietzsche (genealogía contra origen) y en Freud (irnposi-
hilidad en que está la conciencia de dar cuenta de la sexualidad). Y n o
2. Y ocurre -'y éste es el otro ángulo desde el cual se puede consi- olvidemos a Guéroult y su "arquitectónica" de los sistemas, según la
derar la historia de la filosofía--,.. que .la filosoña es ciertamente un or~ t•ual la única pertinencia es la "de las coherencias internas, de los axio-
den particular del discurso (no eterno, desde luego; y para nosotros 111as, de las cadenas deductivas, de las compatibilidades", que se consti-
nacido tal vez de manera contingente en Grecia); ese discurso tiene un ~· t,uye cada vez en irreductible unidad. Podríamos decir pues que el ahon-
sujeto en él sentido de que todo discurso tiene uno, es decir, aquel que es .' 1lomiento de las diferencias constitutivas de la arqueología opera en el
portador de la enunciación y que está inscrito en su estructura (verbal) nterior de cierta homogeneidad del campo conservado y con una persis-
''Y que hasta se encuentra representado por ella; que ese discurso procu- , l.1mcia relativa de las cuestiones planteadas; esto se ve bien cuando Mi-
ra expresar lo real; ya sea describiéndolo, ya sea deduciéndolo o dándofü¡, rhel Foucault dice que su trabajo se sitúa "en ese campo donde se mani-
or descontado; que sobre el fondo de esa continuidad de condición el fiestan, se superponen y se especifican las cuestiones del ser humano,

~
iscurso constituye en cada una de sus manifestaciones históricas un 110 la conciencia, del origen, del sujeto". Parece que así la empresa de la
uceso imprevisible por el hecho global que le hace tomar al sesgo un es- urqueología se sale del pensamiento de lo mismo para denunciar en él
ado del saber (del poder, de las prácticas) y destacarse sobre el fondo de , rlortamente la ideología, pero también para recoger de nuevo sus térmi-
na situación de la arkhe; que los sistemas por fin hacen entre ellos más nos y mostrar que se lo puede recortar de otra manera.
o· menos un sistema por cuanto retornan a ciertos lugares, · por cuanto ;
muchos de ellos repiten -de una época a otra- un mismo tipo de cons- 3. A partir de ese punto se plantea una última cuestión: ¿pensar lo ~ t ~
trucción, un mismo tipo de concepción que manifiesta parentescos esen· ' 111,ro de lo mismo es pensar de otra manera? Aparentemente no. La jl ~
ciales transhistóricamente. 11t•ción de desplazamiento del arqueólogo es en el fondo el reproche diri- ,.
Sobre este punto podrá objetarse que Michel Foucault no abordó, nido a los historiadores (incluso los de la filo$ofía) por haber pensado ~
de frente la condición del discurso filosófico y que no podemos saber si'lo lliril siendo prisioneros de una ideología, por haberse atenido a los cono- ~
-habría hecho o no. Pero. también es cierl;o que Foucault trató esta cues.- 11l1oientos sin ver en sus basamentos operar las prácticas de discursos,
tión implícitamente. Pues en su crítica de la historia es ciertamente a la por h aber interrogado a las intenciones antes que a las reglas de con- ~
filosofía lo que se refiere Foucault, tal como ella se funda en "la larga se- 1l11cta, por haber promovido un recuerdo que hay que interpretar en lu-
rie constituida por el progreso de la conciencia o la teleología de la tazón Jlllr de las resistencias de campo que hay que rearticular. Al realizar es- 1 .,1.. •
o la evolución del pensamiento humano". Es ciertamente a la filosofía'' a l 11 ompresa de crítica desmitificadora Michel Foucault es, muy en gene- ~ f;'}
lo que apunta Michel Foucault cuando dice que "si la historia del pensa- r 111, un pensador cartesiano: lo que ataca es la confusión de los niveles y 6~
miento tramara, alrededor de lo que los hombres dicen y hacen, oscuras 1111 las permanencias; lo que busca es la claridad aportada por la positi- _!ti ~
síntesis que lo anticipan, que lo preparan y 10 conducen. indefinidamen- vldnd de lo pragmático. 'Y
te hacia su futuro, esa historia sería para la soberanía de la conciencia No quiero decir que Foucault no haya llevado a cabo cierto número ·
un abrigo privilegiado". ¿En qué otro lugar sino en la filosofía se en- ,¡., desplazamientos filosóficos, que son radicales para la filosoña. Pen- ~
1.
84 ~- <t (UM.JÍe );, ;_w,f,Q,d ss ,,,_FX- ~
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sar lo otro significa terminar con lo uno: en el juego hojaldrado de las
enunciaciones se enuncia una multiplicidad sin lo uno que sólo se orga- 6
niza temporariamente y parcialmente. Encaminarse hacia reglas de
comportamiento, que se vinculan con el dominio y con la aprobación de
sí mismo, significa terminar con los desfiles de la culpabilidad, esto es,
Sobre el ordenamiento de las cosas*
del fuero interno por excelencia. Emprender una historia de los proble~
mas y de las redistribuciones de prácticas que los suscitan es hacer ca~
duca la inmóvil figura de la verdad.
El Ser y el Poder
Pero estas tres rupturas --que cortan diagonalmente pasos de reti- en Heidegger y en Foucault
rada crítica más o menos similares en otros autores contemporáneos-
sólo se entienden para Michel Foucault en la elección de lo pragmático:'
prácticas discursivas que pasan a las prácticas del obrar y a las reglas Hubert L. Dreyfus
cada vez cambiantes que las hacen actuar entre ellas. Y la manera en
que FoÚ.cault llega a esto no es, como se ha dicho, una manera nihilista,
sino que se trata de una actitud originaria de combate e impugnación, El concepto más central y .más oscuro que desarrolla Heidegger en
es d~cir, el doble rechazo de la similitud y de la enunciación que preten- tfüs escritos es el del Ser y lo mismo cabría decir de la noción de Poder
día afirmarla. En el lugar del primero se desliza una red de ausencia. on la obra de Michel Foucault. Para estos dos pensadores el Ser y el Po-
En el lugar del segundo, un temblor de incertidumbre. "No hacía falta der no son entidades tradicionales estables. Heidegger nos ofrece una
menos para abatir la fortaleza en que la semejanza era prisionera de la historia del Ser (Seinsgeschichte) a fin de ayudarnos a comprender y a
afirmación". Trátase del estado de Esto no es una pipa, porque el signo Ruperar la concepción técnica del Ser· que prevalece en nuestras concien-
no está "separado" de la cosa, porque la cosa es a su vez signo y porqtJe ;ias modernas; en cuanto a Foucault, analiza varios regímenes de poder
entre dos signos, lo "mismo" está' sin "como si", pues en el corazón mis- on el curso de su genealogía del biopoder que, según él, domina la vida
mo de la relación está inscrita su relación. Sólo hay discursos, volumen moderna.
vago, sin base en que las corr esponden cias recubren indefinidamente Estos paralelos un poco genera les sugieren que podría ser instruc-
deslices. Los repliegues, los huecos, la afirmación desbaratada, las re- tivo ver hasta dónde es posible llevar la comparación entre el Ser de
glas desontologizadas son las figuras germinales de un pensamiento que 1Ieidegger y el poder de Foucault. ¿Designan estos dos términos funcio-
escruta el discurso sin pretender fundarlo. En consecuencia, en el pro- nes equivalentes?¿En qué medida las épocas de la historia el Ser de
greso y quizá en el desplazamiento de la indagación, lo performativo, las 1íeidegger concuerdan con los regímenes que describe Foucault en su
prescripciones inscritas en la práctica, la historia activamente deseen- historia del Poder? ¿En qué medida esas dos historias nos llevan a mi-
. trada se revelan como los operadores del trabajo del discurso. rar nuestra actual condición cultural de maneras similares? ¿Cómo en-
Ciertamente hay entonces una intervención de Michel Foucault en roca cada una de ellas la cuestión de la resistencia?
el campo filosófico: lo mismo siempre trabajado por lo otro, ~- Para que la notable diferencia que evidentemente separa la posi-
~ rado de la conciliación dialéctica, el espacio discursivo desligado por la 1ión política y los estilos de vida de Heidegger y de Foucault no haga
r

º
\0
\ 1 mulfiPlícidad sin lo uno, unamultiplicidad no de estado, sino de hace-
res. El pensamiento de Michel Foucault es una pragmática de lo di-
verso. .
parecer que este proyecto está condenado desde el principio al fracaso,
rocordemos lo que decía Foucault sobre Heidegger en la última entrevis-
ln que concedió: "Para mí Heidegger fue siempre el filósofo ~sencial...
'l'oda la evolución de mi pensamiento estuvo determinada por :rhi lectura
do Heidegger".I
La otra influencia importante fue por supuesto Nietzsche. En la
rnisma entrevista Foucault nos dice: "Soy sencillameftte nietzscheano y
li o tratado de ver, en numerosas cuestiones en la medida en que eso es
1>0sible con la ayuda de los textos de Nietzsche, lo que pueda hacerse en

• El título original en inglés es "On the ordering of things: Being and Power in Hei-
1h1Kger and Foucault". Por más que el término "cosas" pueda aparecer a primera vista im-
prciciso y generalizante lo preferimos al término "objetos" en este contexto heideggeriano.
1
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a
este o en aquel dominio".2 Pero fue través de Heidegger como Foucault "Por poder no quiero decir 'el Poder' como conjunt.o de instituciones y de
llegó a apreciar a Nietzsche. "Tal vez no habría leído a Nietzsche si no aparatos que garantizan.la !\IUjeción de los ciudadanos •e n un estado dado.
hubiera leído primero a Heidegger. En la década de 1950 había tratado Por. poder tampoco entiendo un modo de sujeción que, por oposición a la
de leer a Nietzsche, pero Nietzsche sólo no me interesaba ... en tanto que violencia, tuviera la forma de la regla. Por fin, no entiendo por poder un
Nietzsche y Heidegger, ¡qué impacto filosófico!"s ' sistema general de dominación ejercido por un element.o o un grupo sobre
otro ... El análisis, atendiendo al poder, no debe postular como hechos da-
dos iniciales la soberanía del estado, la forma de la ley o la unidad global
l. El funcionamiento del Ser y del Pode:r de una dominación; t.odas éstas son sólo las formas terminales que t.oma el
poder".5
A cada época corresponde una forma particular de poder: "Vivir en so-
Es importante comprender desde el principio que para Heidegget ciedad es vivir de manera tal que sea posible la acción de uno sobre la
el Ser no es ni una sustancia ni un proceso. El Ser, en el sentido que no acción de otros. Una sociedad sin relaciones de poder sólo puede ser una
interesa aquí, es la fórmula concisa con la cual Heidegger designa a la abstracción".6
vez la manera en que se comprende el Ser, la verdad del Ser o la signifi-
cación del Ser.• Para Heidegger, todos estos términos llaman la atenció,n Para Foucault, lo mismo que para Heidegger cuando éste se inte-
sobre el contexto en que los seres humanos y las cosas se manifiestan y 1 roga sobre el concepto de Ser, el poder no es ni una entidad ni una ins-
pueden encontrarse entre sí. En Ser y 7lempo Heidegger muestra que titución fija:
toda la actividad humana presupone un contexto en el que los objetos y
las acciones tienen una significación, un contexto que despliega y ál "Sin duda hay que ser nominalista: el poder no es una institución, no es
mismo tiempo limita los diferentes tipos de objetos de que puede tratari. una estructura y no es cierta fuerza de la que algunos estarían dotados; es
se y las diferentes maneras en que es posible tratar esos objetos. el nombre que uno atribuye a una situación estratégica compleja en una
A Heidegger sólo le interesan las características más generales de sociedad dada".7
nuestra concepción del Ser. Sin embargo hace notar que esta concepción
encuentra su forma concreta en los utensilios, el lenguaje y las institu- A vece~ en .el análisis de Foucault resulta difícil distinguir las ca-
ciones de una sociedad, así como en cada persona que vive en esa socie- 11cterísticas que definen el poder como tal de aquellas características
dad. Esas prácticas comunes que regulan nuestra socialización constitu• que definen la forma del poder en la que hoy vivimos. La mejor descrip-
yen el fondo que nos permite comprender lo que tiene valor de objeto, 11ión general del poder se encuentra en el ensayo de Foucault titulado
lo que tiene valor de ser humano y en última instancia lo que tiene v~­ ''l•:I sujeto y el poder". Aquí evidentemente Foucault enfoca el poder, no
lor de real, apreciación que nos permite dirigir nuestras acciones ha~ia <iomo una sustancia o un proceso o una fuerza, sino como una Lichtung
objetos e individuos particulares. De m.~nera que nuestra concepción del 1111e, al abrir un campo limitado de posibilidades, gobierna las acciones
Ser crea lo que Heidegger llama una Lichtung, ·un claro, un calvero. preservándoles empero su libertad.
Heidegger llama "un gobernar no apremiante" (Letter on Humanism,
pág. 212) la manera discreta en que esa Lichtung a la yez limita y des.- "No existe algo llamado el Poder, con mayúscula o con minúscula o un
pliega los objetos susceptibles de manifestarse y las acciones suscepti- poder que existiera globalmente, masivamente o en estado difuso, en for-
ma concentrada o distribuida... El poder sólo existe cuando se lo traduce
bles de ser emprendidas. en acción ... Es un conjunt.o de acciones sobre posibles acciones...
· Un buen número de complejas observaciones que enuncia Foucault El poder sólo se ejerce sobre 'sujet.os libres' y mientras ést.os son 'libres'
tocante al poder adquieren sentido desde el momento en que se conside- entendamos por est.o sujet.os individuales o colectivos que tienen frente a
ra que Foucault tiene acceso a una Litchung social análoga al ha<!er sí un campo de posibilidades en el que pueden tener lugar múltiples reac-
notar la manera en que las prácticas concretas y cotidianas producen, ciones y diversos modos de comportamient.o. La 'conducta' !conducción) es
perpetúan y circunscriben lo que los individuos pueden pensar y hacer. a la vez el act.o de 'conducir' a los demás ... y la manera de comportarse en
Y como a Foucault no le interesa la manera en que son suscitadas las un campo más o menos abiert.o de posibilidades. El ejercicio del poder con-
cosas -únicamente atraen su atención las acciones de los individuos- siste en 'conducir conductas' y ordenar el posible desenlace. El poder, en el
el término "Poder", que se utiliza habitualmente para designar la mane- fondo, corresponde menos al orden del enfrentamient.o entre dos adversa-
ra en que los gobiernos reglamentan las acciones de los individuos, rios que al orden del 'gobierno'... Gobernar, en este sentido, es estructurar
el campo de acción posible de los demás".s
parece apropiado -por más que a primera vista pueda desorientar al
lector- para designar este aspecto selectivo de la Lichtung. Foucault
procura disipar todo malentendido: No debería sorprender el hecho de que en su Historia de la sexua-
/lilad, tomo II, Foucault hable en términos heideggerianos de sus recien-
11111 a nálisis del poder. En primer lugar, Foucault nos recuerda que

88
89
"la tarea de una historia del pensamiento, a diferencia de la historia de a partir de los griegos, estamos acostumbrados a semejantes 'conquis-
los comportamientos o de las representaciones, consiste en definir las tas"' .14
condiciones en las cuales el ser humano 'problematiza' lo que él es, lo Heidegger, fiel a sus preocupaciones de filósofo, da cuenta detalla-
que hace y el mundo en que vive".9 Luego, al formular esta idea en la damente de las épocas del Ser con las palabras phusis, idea y energeia y
terminología del último Heidegger, Foucault habla de una receptividad nos explica la ruptura que se produjo entre la phusis presocrática y to-
del ser: dos los nombres que posteriormente designaron al Ser. Heidegger hace
hincapié en la diferencia que hay entre nuestra concepción del Ser y la
"Se trataba de analizar, no los comportamientos ni las ideas, ni las so- de los presocráticos. Para éstos:
ciedades ni sus 'ideologías', sino las problematizacion.es (a través de las
cuales el ser se da como algo que puede y debe ser pensado) y las prácti- "Lo que es, es el surgir de lo que se abre, de lo que en presencia del
cas partiendo de las cuales se forman aquellas problematizaciones".10 hombre se apasiona por el hombre como por lo presente, es decir, como por
aquel que él mismo se abre a la presencia de los entes presentes dejándola
oír, y oyéndola así él mismo ... Ser mirado por el ente, comprendido, conte-
nido y así llevado por lo abierto del ente, ser arrastrado por sus contrastes
2. "Seigeschichte" y su genealogía · y llevar el signo de su disensión ... , eso es la esencia del hombre durante la
1 gran época [de la Grecia presocrática]".16
EJ espacio que gobierna la actividad humana al determinar lo que
tiene valor de cosa, lo que cuenta como verdadero y como falso y lo que Si hemos de juzgar por los escritos publicados, las épocas platónica
tiene sentido no es un espacio estático; tampoco presenta discontinuida- y aristotélica suscitaron mucho menos comentarios por parte de Heideg-
des abruptas, sino que se divide en una serie de épocas que aun cuando ger; por lo demás, éste tiene sólo muy poco que agregar sobre la época
éstas se superpongan o solapen son distintas las unas de las otras. romana, salvo el hecho de que el traslado de la terminología griega a
Heidegger y Foucault, influidos en esto por Nietzsche, comienzan una filosofía que expresaba las prácticas romanas hizo perder el sentido
ambos encarando una prehistoria de la Grecia presocrática. Al cabo de original de palabras tales como theoria que en el tiempo de los platóni-
un desarrollo que abarca numerosas páginas, Heidegger muestra que, si cos condensaba la concepción del Ser.
bien los presocráticos no concebían la Lkhtung, tampoco la negaban. La A partir de la Edad Media, la Lichtung cae en un olvido total y el
idea de los presocráticos de que lo que se manifiesta como objeto presen- Ser queda asimilado a sustancias que tienen su fundamento en un Ser
te depende de lo que no está presente subsiste en su concepción de la supremo:
verdad del Ser entendida cómo aletheia o no ocultamiento. Pero esta no-
ción se pierde desde el momento en que, con Sócrates y Platón, el Ser se "Para la Edad Media... ser un ente significa... pertenecer a un grado
convierte en el fundamento de los fenómenos y la verdad es la corres- determinado del orden de lo creado y corresponder a la causa creadora,
pondencia de proposiciones con una realidad independiente. por ser así causado".16

"Históricamente hubo un retiro del Ser mismo: hubo un abandono de lo Foucault por su parte tampoco tiene mucho que decir sobre la filo-
que es como tal por parte del Ser ... En consecuencia y a partir de entonces Hofía griega. Verdad es que en las primeras páginas de Vigilar y casti-
el Ser mismo quedó impensado."Il ar hay una breve descripción del poder jerárquico y monárquico. Sea
ollo lo que fuere, lo que aquí nos interesa es la manera en que encuen-
Las referencias que hace Foucault a este primer estadio de nuestra tran su punto de convergencia las preocupaciones de Heidegger y de
cultura son mucho menos precisas que las de Heidegger, pero también l•'oucault en la cuestión de la transformación que se operó en el mundo
él considera que el surgimiento del saber teórico en los griegos marcó e] rnodemo y en nuestra concepción del ser humano.
gran cambio de nuestra historia. El nacimiento de la teoría destruyó el Heidegger comienza por decimos que "la metafísica funda una
discurso pragmático y poético de la civilización griega primitiva. "El so- ora ... a la que le da el principio de su configuración esencial mediante
fista queda proscrito ... Ocurre como si a partir de la gran división plató- una interpretación determinada de lo que es y mediante una acepción
nica, la voluntad de verdad tuviera su propia historia ... "12 Según todas cloterminada de la verdad" (L'Epoque des "conceptions du monde,
las probabilidades ese cambio transformó todos los aspectos de la vida p1ig. 69)". Foucault dice más precisamente: "En una cultura y en un mo-
griega. Fou~ault nos dice, por ejemplo, que "una vez que Hipócrates hu- mento dado nunca hay más que una episteme, la cual define las condi-
bo reducido la medicina a un sistema, se abandonó la observación y la c•iones de posibilidad de todo saber, ya se trate de aquel que se manifies-
filosofía se introdujo en la medicina";1a o también nos dice que "el Occi- l11 en una teoría, ya se trate de aquel que anima silenciosamente una
dente logró ... anexar el sexo a un campo de racionalidad... que ahora, práctica" (Les Mots et les Choses, pág. 1 79).

90 91
Ambos ven en la manera en que la edad clásica da cuenta de ll;l favorable para un posible despliegue de la humanidad" (L'Epoque des
representación el punto de partida decisivo pero inestable de la mode11, l'conceptions du monde, págs. 82 y 83).
nidad, una modernidad que todavía no definió explícitamente su concep-
ción radicalmente nueva del Ser (hay que esperar a Kant y su interpre-, Foucault formula las cosas del modo siguiente:
tación del hombre para que esa definición se haga explícita). . ',
En este punto el paralelo entre los dos pensadores se manifiesta "El hombre aparece con su posición ambigua de objeto para un saber y
claramente, como podemos ver comparando la manera en que Heidegger, de sujeto que conoce: soberano sometido, espectador mirado, .el hombre
explica el origen del hombre en La época de las "concepciones del mun~ surge en ese lugar del rey que le asignaban de antemano Las meninas".11
do" y el análisis que de esta cuestión propone Foucault en Las palabras
y las cosas. Heidegger nos describe la transformación operada durante Con Kant el hombre es a la vez fuente de la significación de los ob-
el siglo XVII en nuestra concepción del ser. "Lo que es está determinado jetos y objeto que pertenece al mundo; la filosofía se hace antropología.
por primera vez como objetividad de la representación y la verdad como Según la formulación de Heidegger:
certeza de la representación en la metafísica de Descartes." Es funda-
mental lá diferencia entre la edad de la representación y todas las de- "La consideración del mundo, la teoría del mundo, se tranforma en una
más épocas: teoría del hombre: la antropología ... Este término antropología no designa
tan sólo una investigación científica del hombre sino que quiere designar
"Ahora, pues; el ente es tomado en su totalidad de una manera tal qu'~ además esa interpretación filosófica del hombre que explica y evalúa la to-
talidad de lo que es partiendo del hombre y yendo en dirección del hom-
sólo es verdaderamente ente en la medida en que es aprehendido y fijado bre".1s
por el hombre en la representación y la producción ... El ser de lo que es eq
adelante es buscado y encontrado en el ser representado del.ente ... Lo que
caracteriza y distingue la esencia de los tiempos modernos es el hecho de "La antropología es una interpretación del hombre que, en el fondo, ya
que el mundo como tal se convierte en imagen concebida". sabe lo que es el hombre y por consiguiente nunca puede preguntarse qué
es el hombre."19
Foucault, siempre más concreto que Heidegger, nos ofrece un aná~
lisis brillante del cuadro Las meninas en el cual vemos literalmente fi- La filosofia, según Kant, se despierta de su sueño dogmático, pero
guradas las diferentes formas .de la representación. En Las meninas, los si hemos de creer a Foucault, sólo lo hace para caer en un sueño antro-
aspectos de la representación --tema del cuadro-- están dispersos en pológico. A medida que se aproxima el fin del humanismo, la retórica de
tres figuras distintas. Las representaciones de esas figuras están ellas Heidegger así como la de Foucault se hace más grandiosa. Heidegger
dice: · ·
mismas dispersas en el espacio del cuadro. Esos tres aspectos son: la
producción de representación (el pintor), el objeto representado (los mo- "El hombre no puede sustraerse a este destino de la esencia moderna o
delos y su mirada) y el espectáculo de la representación (el espectador). bien abolirlo en virtud de una sentencia soberana. Pero el hombre puede,
Velázquez pudo representar cada una de esas funciones. La dispersión en una meditación preparatoria, pensar que el ser sujeto del hombre nun-
de la representación es necesaria para que todas esas funciones puedan ca fue ni nunca será la única posibilidad de futurización para el hombre
situarse en un cuadro ordenado. Pero frente a este éxito de la represen• histórico. Una nube fugitiva que pasa sobre una tierra velada: tal es el os-
tación, la actividad de representación misma (ese despliegue unificado curecimiento que la verdad, preparada por la certeza de la subjetividad,
en el tiempo de las funciones de la representación) no puede ser repre• difunde sobre un evento que a la subjetividad no le es dado aprehender".~
sentada en el cuadró. Y esta tensión, que es fuente de inestabilidad, 'lo
que caracteriza tanto el cuadro de Velázquez como la episteme. Lo· que Foucault dice:
constituye la paradoja central del cuadro es la imposibilidad de repr~· "El hombre es un invento del cual la arqueología de nuestro pensa-
sentar el acto de l'epresentación. ' miento muestra fácilmente su fecha reciente ... y tal vez su fin próximo.
La respuesta a esta paradoja es la de que el hombre no se contenta "Si esas disposiciones llegaran a desaparecer así como aparecieron, si
con copiar el orden, sino que lo produce. Heidegger dice: por alguna circunstancia... se derrumbaran, como se derrumbó en el siglo
XVIII el suelo .d el pensamiento clásico, entonces bien podríamos apostar a
"Representar significa llevar frente a uno, como algo que está enfrente que el hombre se borrará como a orillas del mar se borra un rostro de are-
[Entgegendstehendes], el simple ente, referirlo a .,u no mismo que lo repre. na."21
senta y reflejarlo en esa relación consigo mismo entendida como ámbito
normativo ... Lo realmente decisivo es que el hombre ocupa ese lugar en Lo que Heidegger y Foucault advierten en este último estadio de
tanto está formalmente reconocido por él... y que lo asegura como terreno 11 u pensamiento es el hecho de que el hombre en realidad está a punto

92 93
de ser borrado y que ésa es la revelación de un proceso de largo plazo cuendas necesarias del 'despliegue esencial de la técnica, al mismo tiempo
que de ninguna manera resulta alentador. Heidegger y Foucault consi- el acompañamiento de ésta. Lo mismo cabe decir en el caso de las formas y
deran que somos presas de prácticas particularmente peligrosas que, se- los medios empleados para la organización de la opinión pública mundial
gún ellos, sólo produjeron al hombre para eliminarlo en la medida en y la orgaruzación de las representaciones cotidianas del hombre ... En el
que dichas prácticas manifiestan una tendencia cada vez más clara ha- fondo es la esencia viva misma, la que supuestamente se entrega a la pro-
ducción técnica."24
cia el ordenamiento absoluto de todos los seres, tendencia que fue posi-
ble desde el momento en que los griegos, olvidándose de la verdad del ·
ser, la sustituyeron por la voluntad de verdad. Heidegger califica de Pero el propio Heidegger dice claramente que esa explotación y ese
"técnica" la concepción que tenemos ahora del ser y trata de mostrar có- control no son obra del hombre y que éste nunca fue otra cosa que el
mo esa concepción técnica deforma nuestra aprehensión de las cosas. En producto de otras fuerzas.
cuanto a Foucault, éste le da el nombre de biopoder disciplinario y se in-
"Es más aun, el hecho mismo de que el hombre se convierta en sujeto y
teresa ante todo por la manera en que ese biopoder deforma el orden só- el mundo en objeto es sólo una consecuencia de la esencia de la técnica
cial y nuestra relación con los otros seres humanos. Ambos pensadores que se impone, y no inversamente."26
consideran que esta concepción deforma la idea que nos forjamos de no-
sotros mismos y causa en nosotros un fuerte sentimiento de aflicción y También en su último análisis de la técnica, Heidegger critica a
angustia. 11quellos que, siendo todavía prisioneros de la representación sujeto-ob-
Heidegger, lo mismo que numerosos críticos de la época moderna, jeto, consideran que la técnica es peligrosa porque representa la razón
pudo durante un tiempo tener la ilusión de que el peligro se debía al he- Instr umental.
cho de que el hombre dominaba todo y explotaba a todos los seres con fi-
nes de satisfacción personal,22 como si el hombre fuera un sujeto que tu- "La representación corriente de la técnica, según la cual la técnica es
viera el dominio de las cosas y como si el verdadero problema fuera la un medio y una actividad humana, puede llamarse la concepción instru-
objetivación de todos los seres. Según Foucault (ayudado en esto por la mental y antropológica de la técnica."26
lucidez retrospectiva de Heidegger) y como lo hace notar en Las pala-
bras y las cosas, Heidegger permanece todavía prisionero de los concep- La técnica moderna es "algo completamente diferente, y por lo tan-
tos dobles kantianos en Ser y tiempo y hasta después de su Kehre. En 1.o nuevo".21 La esencia de la técnica es el ordenamiento por el ordena-
realidad, en 1940 Heidegger afirma aún que, desde el comienzo de la miento mismo:
modernidad hasta la época presente, el hombre tuvo el dominio de las
cosas: "Lo que se realiza así está inmediatamente en el lugar querido y se en-
cuentra de manera tal que pueda ser pedido para un encargo ulterior. Lo
"La época así designada Oos tiempos modernos] que la historia occiden- que es así pedido tiene su propia posición y estabilidad [Stand]. Llamamos
tal está a punto de llevar a su fin, está determinada por el hecho de que el a esta posición estable el "caudal" [Bestand] . Lo que está allí presente
hombre se convierte en la medida y el medio del ente. El hombre es el que [steht] en el sentido de caudales o fondos [Besteht]" no está ya frente a no-
funda todo ente, es decir, en el sentido moderno, está en la base de toda sotros como objeto [Gegenstand].28
objetivación, de toda representabilidad."23
El fin de la técnica, nos dice Heidegger, es el acrecentamiento en sí
Pero a partir de 1946 Heidegger se aparta plenamente de esta !lo la flexibilidad y del rendimiento: "El avance apunta; de antemano a
idea. Por ejemplo, al proponer una interpretación de Rilke afirma que el lt ucer avanzar otra cosa, es decir, a empujarla hacia adelante y hacia su
poeta critica la objetivización de todos los seres: utilización máxima con los menores costos".29 Para Heidegger, esta con-
11opción moderna poco a poco absorbe tanto a los sujetos como a los ob-
"Mediante la representación humana, la naturaleza es llevada a com- ntos.
parecer ante el hombre. El hombre coloca frente a sí al mundo como lo ob-
jetivo en su totalidad y él se coloca frente al mundo. "La relación sujeto-objeto realiza así por primera vez su carácter puro
"Cuando la naturaleza no resulta satisfactoria para la representación de 'relación', es decir, de 'encargo': el sujeto y el objeto quedan así absorbi-
del hombre, éste la reestructura o la redispone. dos en ese carácter de caudales. Esto no quiere decir que desaparezca la
"La totalidad del inventario constituido por los objetos (modo según el relación sujeto-objeto, sino que, por el contrario, hoy alcanza el grado su-
cual se manifiesta ahora el mundo) es pedida y encargada [en el sentido premo de su fuerza ... esa relación se convierte en un cRudal que hay que
comercial] en el terreno de la producción autoafirmativa. pedir."30
"La ciencia moderna y el estado totalitario constituyen, como conse-

94
95
"Cuando el hombre es provocado [a liberar las energías naturales] está Ambos coinciden en afirmar que esta orientación de nuestras prácti<~as
pedido, ¿cómo entonces el hombre no forma parte de los fondos y de un'& ha alcanzado una fase decisiva en el curso de nuestro ·siglo. La manera
manera aun más original que la naturaleza? La manera en que corriente- en que esta orientación rige hoy nuestras prácticas más importantes po-
mente se habla de material humano, de los contingentes de enfermos de ne claramente de manifiesto su base subterránea. En este momento
una clínica permitiría pensarlo así."31 nuestra cultura enfrenta el peligro mayor de toda:.su historia: en efecto,
mientras que las Lichtungen que dominaban antes eran estáticas y par-
El hecho de .que Heidegger haya realizado su autocrítica y haya ré- ciales, lo cual dejaba cierta libertad a la manera en que los seres huma-
considerado su idea inicial de que el problema .estaba en la dominaci~ftl nos y las cosas podían surgir en ellas y ser aprehendidos en ellas, la
ejercida por el hombre no impidió a Foucault (en el dominio social) pen concepción que prevalece en la actualidad se extiende progresivamente
sar, en cierta fase de su trabajo, que la exclusión de ciertos individuos y. a todos los aspectos del mundo natural y social.
de ciertas clases por otros era lo que planteaba el problema; sólo poste- Contrariamente al orden jerárquico descendente según el cual se
riormente comprendió Foucault que la exclusión no era el verdadero ordenaba nuestra concepción del Ser y del poder monárquico en la Edad
problema. El poder no es un instrumento de exclusión que hubiera ido., a 1

Media -un orden ciertamente centralizado pero que no se extendía a


parar a manos indeseables; el poder es una presión ejercida con el fin de todos los detalles del mundo--, nuestra concepción moderna del Ser y
obtener una optimización cada vez mayor. El sexo, por ejemplo, es "algo del ·Poder es una concepción ascendente (de abajo hacia arriba), nivela-
que uno simplemente no ha de condenar o tolerar, sino que ha de admi• dora y totalizadora. Heidegger subraya el aspecto totalizador al utilizar
nistrar, insertar dentro de los sistemas de utilidad, regular para el ma.:, la expresión "movilización total"; Foucault por su parte incluye la idea
yor bien de todos, hacer funcionar con un criterio óptimo".32 Y Foucaul de totalización y de nivelación cuando habla de "normalización".
hace su autocrítica del modo siguiente: ·\'' La normalización es más que una simple socialización en el inte-
rior de las normas. La socialización es la manera en que la concepción
· "Hay que dejar de describir siempre los efectos del poder en términ~
1
negativos como el poder 'excluye', 'reprime', 'rechaza', 'censura', 'abstrae 1 que tienen del Ser y del Poder los miembros de una sociedad rige las
'enmascara', 'oculta'. En realidad, el poder produce; produce realidad; p ncciones de éstos. La normalización es un fenómeno exclusivamente mo-
duce esferas de objetos y de riitos de verdad. El individuo y el conocimien derno. "Una sociedad normalizadora es el efecto histórico de una tecno-
que de éste se pueda tener proceden de esa producción".33 logía de poder centrada en la vida."aa En la concepción que tiende a afir-
marse cada vez más claramente desde la edad clásica, las normas van
En el fondo y a pesar de la diferencia de épocas y de objetivos, I· extendiéndose progresivamente a todos los aspectos de la vida.
representación del poder continuó estando fascinada por la monarquí. Si queremos comprender cómo funciona la normalización, debemos
En el pensamiento político y en el análisis político no siempre se cortó 1 poner en paralelo, por una parte, la intuición de Foucault sobre la ma-
cabeza al rey. De ahí la importancia que todavía se da en la teoría de nera en que las ciencias humanas favorecen la extensión de las normas
poder al problema del derecho y de la violencia, de la ley y de la ilegali sociales y, por otra parte, la descripción que hace Heidegger de la con-
dad, de la voluntad y de la libertad y sobre todo del estado y de la sobe ;epción técnica del Ser como fundamento de la ciencia moderna. Comen-
ranía ... Concebir el poder partiendo de estos problemas es concebirl cemos precisando que para Heidegger la ciencia es una forma de técnica
partiendo de una forma histórica bien particular de nuestras socieda· cgún lo atestigua el modo en que la época moderna concibe la teo-
des: la monarquía jurídica. Forma bien particular y a pesar de tod ría. "Cuando decimos que la ciencia moderna aparece como teoría, la
transitoria. 34 Looría, es aquí algo esencialmente diferente de la theoria griega."37 El
elemento nuevo y original en la teoría moderna es la totalización. Desde
"La teoría de la soberanía ... no admite un cálculo del poder desde Galileo la investigación científica se funda en la idea de que únicamente
punto de vista del gasto mínimo para obtener un beneficio máximo."35 puede haber un solo sistema, al cual debe adaptarse el conjunto de la
realidad física:

3. Nuestra concepción actual del Ser y del Poder "... toda investigación necesita un lugar ya abierto en cuyo interior se
haga posible su moyimiento. Ahora bien, el proceso fundamental de la in-
Al terminar su análisis de la situación contemporánea, Heidegge vestigación consiste precisamente en la abertura del respectivo sector de
investigación. El proceso se cumple proyectando a una región del ser, por
y Foucault afirman ambos que si bien parece que hemos pasado por un ejemplo la naturaleza, un determinado plan de los fenómenos naturales. El
serie de épocas distintas, desde la época clásica nuestras prácticas occi proyecto [Entwurf] marca así de antemano los hitos por los cuales deberá
dentales modernas manifiestan una orientación continua que Heidegge guiarse el reconocimiento investigador en el sector una vez abierto. Estar li-
llama "destino" y que Foucault asimila a una "estrategia sin estratege>" gado por semejante jalonamiento constituye el rigor de la investigación" .ss

96 97
Es en esto en lo que piensa Heidegger cuando, al hablar de Descar- "... la esencia de la técnica no tiene absolutamente nada de técnica. De
tes, describe la representación como "el acto de hacer entrar por la fuer- manera que nunca percibiremos nuestra relación con la esencia de la téc-
za los objetos en nuestra esfera normativa". nica mientras nos limitemos a representar la técnica y a practicarla, a
Es notable la similitud del enfoque que hace Heidegger de la acomodarnos a ella o a huir de ella. En todas partes permanecemos enca-
ciencia moderna y la descripción que da de e11a Thomas Kuhn en La es- denados a la técnica y privados de libertad, ya sea que la afirmemos con
tructura de las revoluciones cienUficas. Lo que Heidegger 11a~a "investi- pasión o que la neguemos del mismo modo."40
gación" es llamado "ciencia normal" por Kuhn. La ciencia normal proce-
de del modo siguiente: primero establece una interpretación total de un Como todo el mundo, Heidegger hace uso de los procedimientos
dominio particular de la realidad, luego trata de mostrar que las ano- técnicos modernos y no preconiza un retorno al mundo pretécnico de la
malías que sobrevienen pueden ser incorporadas en el esquema general, Grecia antigua. Por supuesto, Foucault, lo mismo que Heidegger, no es
de modo que correspondan a él. La ciencia normal postula de antemano hostil a la tecnología médica moderna ni a las prácticas de bienestar ta-
que el plan general es correcto y que por lo tanto las anomalías no tie- les como la vacunación generalizada. En cambio se niega a considerar
nen ninguna verdad que revelar y que en última instancia las anoma- como evidente la idea de que las prácticas de bienestar, que se apoyan
lías deben sujetarse a la ley. Y la ciencia normal progresa precisamente on las ciencias del hombre, deban extenderse a todos los aspectos de
li uestra vida en nombre de la eficacia y de la optimización sin ningún
provocando y superando anomalías. Asimismo, Foucault considera que
las normas modernas, que supuestamente tienen su fundamento en la t·uestionamiento crítico.
ciencia, producen anomalías, luego tomando como pretexto el intento de
cada anomalía para sustraerse a las normas, continúan interviniendo
para someter las anomalías a normas científicas. Esto es lo que se cono- 't. Lo que se resiste y las razones de esa resistencia
ce como normalización.
Según Foucault, la normalización sirve, no para objetivar, para ex- Mientras Foucault se interesa exclusivamente por lo que se refiere
cluir, para obligar o para castigar, sino para valorizar la vida. El poder 11 la gente, el interés de Heidegger se dirige únicamente a lo que tiene
crea cuerpos dóciles así como crea sujetos individualistas, analíticos y que ver con las cosas.4t Y ambos ven en aquello que está amenazado una
ocultos a fin de ampliar el campo de las ciencias humanas sin más obje~ r'uente de resistencia.
tivo que el de acrecentar el bienestar de todos. Hoy consideramos comó Heidegger no está contra la ciencia moderna pero critica que sus
descontado que cada cual debe poder extraer el máximo de beneficios de métodos, legítimos y probatorios cuando se aplican a la realidad física,
sus posibilidades y que las ciencias humanas nos indican los medios pa- e trasladen a otros aspectos de las prácticas humanas con lo cual todas
ra llegar a ese fin. Las prácticas resultantes son lo que Foucault 11ama l11s cosas quedan reducidas a la condición de simples recursos de una or-
el "biopoder". Trátase de un poder que tiene ¡:imización cada vez más flexible y total. Con todo, Heidegger afirma
11ue la ciencia no puede comprender enteramente la realidad ni contro-
"funciones de incitación, de refuerzo, de control, de vigilancia, de au- lur totalmente las cosas. La resistencia de las cosas no es la resistencia
mento y de organización de las fuerzas que él somete: un poder destinado pnsiva de la materia prima, sino que asume la forma activa de un retiro.
a producir fuerzas, a hacerlas crecer y a ordenarlas antes que dedicado a l loidegger designa esta función con la palabra "tierra":
obstaculizarlas, a doblegarlas o a destruirlas".39
"La tierra... hace que se quiebre contra ella misma cualquier intento
La crítica común respectivamente de la técnica y del biopoder que de penetrarla. Cambia en destrucción toda indiscreción calculadora. Esta
podrá tener la apariencia de la dominación y del progreso tomando la for-
hacen Heidegger y Foucault no los lleva a oponerse a la utilización de ma de la objetivación tecnicocientífica de la naturaleza, pero no por eso de-
los procedimientos técnicos, a ciertas prácticas específicas de bienestar. ja de ser una impotencia del querer. Abierta en el claro de su ser, la tierra
Heidegger dice claramente que es la concepci.ón técnica de Ser y no la sólo se manifiesta como ella misma allí donde está resguardada y salva-
técnica misma lo que causa en nosotros un sentimiento de angustia. guardada como lo indescifrable por esencia, algo que se retira ante toda
(Que la concepción técnica del Ser pueda disociarse de los procedimien- revelación, es decir, algo que se mantiene en constante reserva".42
tos técnicos es algo evidente, si se considera el Japón de hoy en el cual
una concepción tradicional, no técnica del ser -o mejor dicho tal vez Esa resistencia de las cosas a incorporarse en un esquema total
ninguna concepción del Ser puesto que parece que los japoneses no pr'(lOrdenado las revela no como simples anomalías sino como aquello
aprehenden la realidad de una manera única o unificada-, coexiste con 1¡110 funda la posibilidad de una percepción diferente de las cosas. Así
una producción y un consumo técnicos de los más avanzados del mun- 1•orno para Kuhn las anomalías tienen a veces una resistencia que impo-
do.) 11 o una revolución científica en la cual la anomalía deja de ser una ano-

98 99
malía para convertirse en el paradigma de una verdad nueva, así tam~ cault toman .caminos muy diferentes, cada µno de .los cuales. 'tiene sus
bién, para Heidegger, la resistencia inherente a las cosas mantiene la ventajas y sus inconvenientes. Heidegger a diferencia de Foucault pro-
posibilidad de un saludable derrumbe de todo el fondo de la cultura mo~ pone una explicación de las razones por las cuales la concepción técnica
derna, siempre que estemos abiertos a las cosas en aquello que éstas' del Ser provoca en el hombre un sentimiento de angustia. Para Heideg-
tienen de resistentes. ' " ger, los hombres, .ya tengan conciencia de ello o no la tengan, son los re-
ceptores de todas las concepciones del Ser. Las prácticas humanas se
"¿Cuándo y cómo las ,cosa,s se manifiestan como cosas? No aparecen: mostraron receptivas por lo menos a dos concepciones radicalmente di-
por los artificios de los hombres, pero tampoco se manifiestan sin la vigj.:¡ ferentes del Ser en nuestra cultura y podrían acoger algunas otras. Hei-
lancia de los mortales. ET primer paso hacia esa vigilancia es el que nos degger designa con el término de "pensadores~ a quienes perciben de
lleva del pensamiento que solamente representa... al pensamiento que re~1 manera explícita este hecho y meditan en él, pero todos los hombres po-
cuerda. "43 ''
seen esta cualidad receptiva. Por más que la concepción dél Ser como or-
denamiento total (y con el único fin de dicho ordenamiento) enmascare
Trátase principalmente de preservar el elemento marginal y local ol hecho de que aquí se trata de recepción y1no de control; elser humano
que está amenazado: "Aquí Y' ahora .. . en las cosas simples ... , percibimq~ continúa siendo un receptor. Heidegger afirma que adquirir conciencia
el acrecentamiento de aquello que salva".44 de esto debilitaría el poder de nuestra aprehensión técnica de la reali-
Pero la gente, a diferencia de las cosas, se organiza, y Foucault fl,o dad; sin embargo, como la técnica obstaculiza de manera activa la posi-
se contenta con mostrarnos de manera detallada cómo los seres huma: bilidad de esa torna de conciencia y de su expresión en nuestras prácti-
nos llegan a imponerse normas, sino que además percibe en ellos un~ ' cas, experimentamos un sentimiento de aflicción y angustia.
resistencia al biopoder análoga a la que Heidegger percibe en las cosas: En última instancia, Foucault es más radical ql,le Heidegger. En
"Seguramente sie,m pre hay algo en el cuerpo social, en las clases, en 1'0!1. fecto, e~peñado en denunciar todas las formas de totalización, Fou-
grupos y en los mismos individuos que en cierto sentido escapa a las rel4'~ ;ault nunca pretende definir lo ...que es el ser humano en su esencia ni
ciones de poder, algo que en modo alguno puede asimilarse a una' materja nquello a lo que está destinado, ya esté destinado a una constante supe-
primitiva más o menos dócil o r eactiva, sino que puede asimilarse m~.~ ración de sí mismo (Nietzsche), ya esté destinado a una. receptividad
bien a un movimiento centrífugo, a una energía negativa, a una descargá': ttal del Ser (Heidegger). Y aun- cuando Foucault se esfuerza por ser
No hay algo que uno pudiera llamar 'el' pueblo; existe antes bien lo qu~ receptivo a las problematizaciones de nuestras prácticas actuales (pro-
podría definirse como cierta cualidad o cierto aspecto popular. Esta cu,ali;- blematizaciones "en virtud de las cuales el Ser se da corno algo que lme-
dad popular se la ,encuentra en los cuerpos, en las almas, en los indi~ de y deben ser pensado"), nunca. pretende que al hacerlo se realice su
duos, en el proletariado, en la burguesía, pero en todas partes con una
gran variedad de formas y de prolongaciones, de ener gías y de irreductibi~ osencia humana de esta manera. Desde luego, ésta es una de las razo-
11 es por las que Foucault no puede explicar por qué el biopoder provoca
lidades. Esta medida de lo popular no es tanto lo que se mantiene fuera:d~
las relaciones de poder como aquello que las limita, aquello que es url'~ 110 sentimiento de angustia y por qué hay que resistirlo, pero esto es
respuesta, una contraof~nsiva, aquello que responde a cada avance del R<>- t.nmbién lo que le permite no agregar una norma universal más, mien-
der con un movimiento destin'a do a sustraerse 'a él".45 · tras continúa oponiendo una resistencia activa a las prácticas nivelado-
rns o totalizadoras de nuestra época.
Sin duda la. finalidad a que apuntan Heidegger y Foucault con es-
tas extrañas nociones es la de alentarnos a prestar atención a lo qué (Traducido del inglés al francés por FabienneDurand~Bogaert)
subsiste de diferente, de local y de recalcitrante en nuestra actuales
prácticas. ·Pero ambos se encuentran frente a un dilema desde el mo-
mento en que se trata de examinar la condición de las prácticas margi-
nales que escaparon a la extensión de la técnica o del biopoder o que sé Notas
resistieron a ella con éxito. Mientras están dispersas, esas prácticas es- 1 Michel Foucault, "Final interview", Raritan, verano de 1985, pág. 8. Entrevista con-
capan a la totalización, pero sólo ofrecen una resistencia muy débil a su ¡11,.lida a Gilles Barbedette y publicada en Les Nouvelles del 28 de junio.
futura extensión. Sin embargo cualquier intento por parte de Heidegg~r 2 lbúl., pág. 9.
o de Foucault de efectuar un ordenamiento de tales prácticas, aun en 3 lbúl.
nombre de una contradicción o de la resistencia, les haría correr el ríes- ' Posteriormente Heidegger distinguirá la concepción del Ser que "trasmíte" diversas
1 onccpciones. En este período intermedio, Heidegger habla del Ser de una manera que
go de caer en la recuperación o en la normalización. 1'1Hnprende las dos significaciones. "El Ser... no es ni Dios ni un fundamento del mundo. El
Desde el momento en que se plantea la espiiiosa cuestión de saber ll11r oetá más alejado que todo ente y sin embargo está más cerca del hombre que cual-
por qué y cómo, en tales condiciones, debemos resistir, Heidegger y Fou· 1¡1 itor ente." (Lettre sur l'humanisme, in Questúms 111. París, Gallimard, 1966, pág. 102).

100 101
42 Martin Heidegger, L'Origine de l'oeuvre d'art, en Chemins qui ne menent nulle
5 Michel Foucault, Histoire de la sexualité, tomo I, La VOlonté de savoir, París, Galli- part, op. cit., pág. 36.
mard, 1976, pág. 121. 43 Martin Heidegger, La Chose, en Essais et Conférences, op. cit., págs. 216-217.
6 Michel Foucault, "Le pouvoir, comment s'excerce-it-il?", in H. L. Dreyfus et P. Rabi- 44 Martin Heidegger, La Question de la technique, op. cit., pág. 45.
now. Michel Foucault, Un parcours philosophique, traducción francesa de Fabienne Du- 45 Michel Foucault, "Power and Strategies", en Power-Knowledge, op. cit., pág.138.
rand-Bogaert, París, Gallimard, 1984, pág. 316.
7 lbúl., pág. 123.
8 lbtd., pág. 312-314.
9 Michel Foucault, L'Usage des plaisirs, París, Gallimard, 1984, pág.16. Reseña de las discusiones
10 Ibtd., pág. 17 (la bastardilla es nuestra).
11 Martin Heidegger, Nietzsche, tomo II, traducción francesa de Pierre Klossowski, Pa-
La contribución de Hubert Dreyfus provoca reacciones bastante vi-
rís, Gallimard, 1971, pág. 285.
12 Michel Foucault, L'Ordre du discours, Clase inaugural en el Colegio de Francia pro-
vas que ponen en duda el hecho de que esté bien fundado el paralelo
nunciada el 2 de diciembre de 1970, París, Gallimard, 1971, págs.18-19. trazado entre Foucault y Heidegger. Por ejemplo, Dominique Janicaud
13 Michel Foucault, Naissance de la clinique: une archéologie du regard médica/, Pa- se interroga sobre la idea heideggeriana del pensamiento, de un Den-
rís, PUF, 1963, pág. 55. ken que sería un Danken. En Foucault no hay nada equivalente, como lo
14 Michel Foucault, La Volonté de savoir op. cit., pág.102-103.
15 Martin Heidegger, L'Epoque des "conceptions du monde", en Chemins qui ne me-
reconoce Dreyfus. Sin embargo, tanto en Foucault como en Heidegger
nent nulle part, traducción francesa de Wolfgang Brokmeier, París, Gallimard, 1962, hay una diferencia ontológica: en el caso de Foucault se trata de la dife-
pág, 82. rencia entre el campo que gobierna los actos de todos y el modo específi-
16 lbld., pág. 81-82. co que cada cual tiene de obrar.
11 Michel Foucault, Les Mots et les Choses, París, Gallimard, 1966, págs. 323. l' Michel Karkeits propone ir más allá de Heidegger y buscar a
18 Martin Heidegger, L'Epoque des "conceptions du monde", op. cit. pág. 84.
19 lbúl., pág. 99.
Nietzsche para comprender el concepto de poder de Foucault. Y enton-
20 lbúl. ces se advierte que es imposible cotejar estos dos conceptos contrarios:
21 Michel Foucault, Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 398. el Ser según Heidegger y el Poder según Foucault.
22 El propio Heidegger en Ser y Ti.empo es prisionero de la concepción subjetivista .de Y. Roussel interroga brevemente a Hubert Dreyfus: ¿Hay en la
la condición humana. obra de Heidegger un solo elemento que pueda compararse o ponerse en
23 Martin Heidegger, Nietzsche, tomo II, op. cit., pág. 54.
24 Martin Heidegger, Pourquoi des poetes, en Chemins qui ne menent nulle part, op. paralelo con la práctica histórica de Foucault?
cit., pág. 235-236. En cierto sentido, responde Hubert Dreyfus, Heidegger, hace histo-
25 lbúl., pág. 237. ria, hace la historia del Ser. Pero Foucault considera detalles en particu-
26 Martin Heidegger, La Question de la technique, en Essais et Con.férences, traducción lar, prácticas particulares; entonces Foucault es ciertamente historiador
francesa de André Préau, París, Gallimard, 1958, pág.10.
27 lbúl.
en un sentido en que Heidegger no lo es.
28 Ibtd., pág. 23.
29 lbld., pág. 21.
30 Martin Heidegger, Science et Méditatiori, en Essais et Conférences, op. cit., págs.
68-69.
31 Martin Heidegger, La Question de la technique, op. cit., pág. 24. .
32 Michel Foucault,, La Volonté de savoir, op. cit., pág. 34-35. '
33 Michel Foucault, Surveiller et punir, París, Gallimard, 1975, pág. 196.
34 Michel Foucault, La VOlonté de savoir, op. cit., pág. 117.
35 Michel Foucault,, "Two Lectures", en Power-Knowledge, publicado bajo la dirección
de Colin Gordon, Nueva York, Pantheon Books, 1980, pág.105.
36 Michel Foucault, La Volonté de savoir, op. cit., pág. 79.
37 Martin Heidegger, Science et Méditation, op. cit., pág. 61.
38 Martin Heidegger, L'Epoque des "conceptions du monde", op. cit., pág. 71.
39 Michel Foucault, La VOlonté de savoir, op. cit., pág. 179 .
.40 Martin Heidegger, La Question de la Thchnique, op. cit., págs. 9-10.
41 De vez en cuando Heidegger hace notar las consecuencias de la concepción técnica
del Ser. En ¿Qué es el pensamiento?, Heidegger habla de las prácticas destinadas a "la ins-
tauración organizada de un estado de felicidad uniforme para todos los hombres" y agrega
que ese anhelo hace del hombre uno de los recursos suplementarios. El hombre que no di-
simula ya su condición de materia prima fundamental está atrapado también él en ese
proceso. Como el hombre es la materia prima más importante, hay que considerar la idea
de que un día se construyan fábricas destinadas a la reproducción artificial del material
humano (véase Martin Heidegger, Superacwn de la metaftsica).

102 103
1
Sobre el concepto de discurso
en Foucault
Manfred Frank

Teniendo en cuenta el aforismo de Lichtenberg de que el sonidQ


hueco producido por el choque de un libro y una cabeza no es siempre
obra del libro, no debemos apresuramos a llegar a la conclusión a con-
trario de que la perplejidad de la comunidad de los investigadores frente
a un concepto clave, un poco vago, que puede desprenderse de la obra de
un autor sea siempre el fruto de esa comunidad. Y eso es lo que pasa,
según me parece, con el tén:oino Diskurs entre aquellos que desprecüm
la hermenéutica. La utilización masiva del término, especialmente en la
crítica literaria, manifiesta un problema epistemológico (o, para decirlo
más prudentemente, una necesidad) que se supone debe remediarse.
Sin embargo esto no basta para desarmar la objeción de que su campo
semántico sería hasta tal punto impreciso que haría problemática su
utilización. Lo cual desarma al propio tiempo la acentuación crítica o
polémica (contra el concepto de comprensión del sentido) que le imputan
aquellos que lo usan. En efecto, si no se sabe contra qué se orienta la
crítica, las controversias no pueden plantearse y menos aún zanjarse.
Naturalmente no hablo de la utilización del sustantivo francés
discours [discurso], cuya significación dentro de diferentes contextos
-contexto convencional, contexto retórico, contexto político y contexto
literario- está delimitada, sino que hablo más bien de la instrumenta-
ción a través de la cual se llegó a la sustancia del programa teórico al
que Michel Foucault dio por un tiempo el nombre de "arqueología". La
significación de este concepto no está mejor fijada que la de Diskurs
(que en alemán es aun un poco más difusa). Sin embargo puede uno pre-
guntarse cuáles eran las disposiciones ent rañadas en la transmisión .se-
mántica que hicieron de Foucault el candidato apropiado para este des-
lizamiento de sentido.
"Discurso" viene del latín discursus, que a su vez deriva del verbo
discurrere que significa "correr aquí y allá". Un discurso es una charla o
una exposición de cierta extensión (no determinada) que ninguna inten-
ción demasiado rígida refrena en su despliegue o en su desarrollo espon-
tán·eo. Quien pronuncia un "discurso" no da una conferencia. En nume-
rosos contextos franceses el término se aproxima mucho a bavardage
!charla], "palabre" [palabreo], conversation libre, improvisation, exposé
1exposición], narration, peroraison [perorata] o parole [dicho]. Su uso co-
tidiano está muy alejado de la definición que da de discurso Habermas,

107
según la cual habría que llamar discurso a las manifestaciones en las otros signos, por analogía con otros sistemas sociales y en última ins-
que fundarnos con razones pretensiones a la validez. Esta definición nos tancia' por analogía con la totalidad de los productos del "espíritu
aproxima al empleo que hace Foucault del término, ante todo en el sen- inconsciente" (AS, págs. 37, 40-41, 28), cuya actividad consiste "en im-
tido de que el discurso es reacio a reglamentaciones rígidas, aunque se poner formas a un contenido" (ibúi., pág. 28). Si dijéramos que ese con-
sitúa más o menos a mitad de camino entre un sistema lingüístico con tenido estaba antes inarticulado, deberíamos remitirnos inmediata-
normas y una utilización puramente individual del lenguaje. En el fran- mente al comienzo del capítulo IV del Cours de Saussure donde está
cés actual, por una parte, los discursos no son simples combinaciones ' expuesto el principio de articulación de los signos: el sentido en sí es tan
singulares de palabras (en el sentido saussuriano de la palabra) y, por amorfo como el sonido, por eso algo debe intervenir entre ambos, a sa-
otra parte, el sentido de los discursos no se agota en el de las reglas que ber, el esquematismo de la articulación que permite referir un sonido
en un sistema lingüístico tienen fuerza de obligación. No son simples perceptible a una significación no sensorial. Lévi-Strauss aplicó a su
combinaciones de palabras puesto que se trata de manifestaciones in- propio trabajo el término idealista de "esquematismo", especialmente en
tersubjetivas y sus sentidos no se agotan en el sentido de las reglas lin" un pasaje célebre de La Pensée sauvage (París, Plon, 1962, pág. 1 73), del
güísticas en la medida en que el discurso procede de una libertad que, que cito aquí un fragmento: ·
aun no estando desprovista de reglas, no puede agotarse en el sentido
de las reglas gramaticales. "Sin poner en tela de juicio la indiscutible primacía de las infraestruc-
Seguidamente trataré de distinguir tres niveles de utilización del turas, creemos que entre praxis y prácticas se intercala siempre un ele-
mento mediador que es el esquema conceptual mediante cuya operación
término "discurso" en los textos teóricos del estructuralisrno y del neoes- una materia y una forma, desprovistas ambas de existencia independien-
tructuralisrno francés. Sólo estos últimos tienen que ver con la obra mis-
ma de Foucault, pero ésta no entraña la menor desaprobación de los te, se realizan como estructuras, es decir, como seres a la vez empíricos e
inteligibles. Nosotros deseamos hacer nuestra contribución a esta teoria
textos que la precedieron y la anunciaron. El primer nivel me es dado de las superestructuras apenas esbozada por Marx".
por la lectura del primer volumen de la Anthropologie structurale de
Claude Lévi-Strauss (París, Pion, 1958, 1974 [AS]). A mi juicio, se tiene, Que la aplicación del teorema saussuriano de la articulación al
poco en cuenta el papel de precursor que desempeñó Lévi-Strauss en la contexto de las estructuras sociales pueda ser heurístico no es la cues-
transformación terminológica del término "discurso" éomo portador de tión que me interesa aquí. En cambio me parece que la aplicación en Lé-
un programa teórico completo. ' vi-Strauss de la concepción estructuralista al análisis de los mitos inspi-
ró de manera decisiva a Foucault en cuanto a la elaboración de su analí-
tica del discurso. Los mitos son ciertamente textos narrativos que -a
1 diferencia de las relaciones de parentesco o de las estructuras sociales--
tienen sus raíces en el dominio del lenguaje.t Ahora bien, entre la forma
Una de las fórmulas mágicas que el estruéturalisrno tornó de la interna de una lengua y un mito hay una diferencia esencial. Si los mi-
versión publicada del (Jours de Saussure es la fórmula según la cual el tos son efectivamente formas lingüísticas (y por lo tanto susceptibles de
lenguaje es, no una sustancia, sino una forma. Es sabido que partiendo estar comprendidas dentro del concepto de lengua), son sin embargo he-
de Saussure y de la fonología de Trouhetskoi, Lévi-Strauss trató de des- chos de la palabra: "proceden del discurso" (AS, pág. 230).
cubrir, en las diferentes organizaciones del parentesco, estructuras alge- Encontramos pues aquí ese concepto que ocupará un lugar central
braicas y grupos de transformación. Las relaciones de parentesco obede- en el lenguaje propio del neoestructuralismo. Lévi-Strauss lo presenta
cen efectivamente a reglas análogas a las del lenguaje, pero no obedecen del modo siguiente: el mito, dice este autor, es una serie conclusa en sí
al discurso en el sentido que nos interesa aquí. Lo que debe interesamos misma, no de signos aislados, sino de oraciones. En .s u condición de rela-
bien es la aplicación de ese programa a formas lingüísticas tales corno to es ciertamente un hecho lingüístico, pero no un hecho cuyas secuen-
los mitos. cias pudieran extraerse, sin daño, de su situación temporal. El carácter
Saussure ya había colocado la lingüística general bajo la égida de lineal de los signos -y en primer lugar el carácter lineal de la serie de
una "semiología" que él definía como "una ciencia que estudia la vida de oraciones- da a cada uno de los elementos significantes un índice tem-
los signos dentro de la vida social; formaría pa~te de la psicología social poral; ese carácter no es pues reversible. En cambio, los elementos de
y por consiguiente de la psicología general... [Esa ciencia] nos enseñaría una estructura -los valores y sus relaciones diferenciales- se definen
en qué consisten los signos y qué leyes los rigen" (Cours de linguistique de manera reversible; pueden invertirse sin dificultades; en otras pala-
générale (edición crítica preparada por Tullio Mauro, París, Payot, 1980, bras, la matriz que los produce como hechos es ella misma estrictamen-
pág. 33). Fue entonces cuando Lévi-Strauss propuso la ley de que la sig- te intemporal. El propio Saussure había especificado esta diferencia con
nificación de un signo social era el efecto de relaciones diferenciales con la ayuda de los términos (inapropiados) de "sincronía" y de "diacronía".

108 109
Lévi-Strauss repara entonces en que el concepto cercano, el concepto de cronología de sucesión; pero esa cronología es de un tipo particular. El
estructura -hasta aquí completamente indiferenciado- tolera todavía tiempo mítico es siempre ya un tiempo pasado o, para decirlo más pre-
múltiples subdivisiones, pues es una forma en la que se pueden distin- cisamente, un tiempo pasado que se ha hecho intemporal. No tendría
guir diferentes niveles de constitución. pues sentido poner en tela de juicio el orden sucesivo de los hechos de la
Explicaré brevemente este punto. Fue Ernile Benveniste quien en narración, pero tampoco tendría más sentido afirmar que la sucesión de
su obra principal Problemes de linguistique générale, París, Gallirnard, las partes narrativas se desarrolló en un tiempo efectivamente históri-
1966, págs. 122 y siguientes) introdujo el concepto de nivel de constitu- co. Ahora bien, ésa es precisamente una condición de la sucesión de las
ción, concepto que explica así: la idea de Saussure de que la significa- oraciones en el habla. Un hecho mítico por más que sea pasado, es re-
ción lingüística se manifiesta en virtud de la diferenciación fónica de los productible en todo momento: es pasado y al mismo tiempo - mientras
signos debería desarrollarse más. Al fin de cuentas, existen múltiples continúe teniendo sus raíces en la creencia colectiva de una población-
niveles en los que tendría validez este principio abstracto: en primer lu- intemporalmente contemporáneo a la manera, por ejemplo, de la anun-
gar, un nivel fonético en el que se distingue cada uno de los sonidos de ciación del nacimiento del Niño Jesús que se repite en cada Navidad. Y
una lengua; un nivel fonológico en el que están especificados los rasgos es esto lo que el mito comparte con la lengua .
distintivos de las lenguas nacionales y establecidas sus oposiciones y po-
sibilidades de combinación; luego, un nivel rnorfernático en el que se or- "Esta doble estuctura a la vez histórica y ahistórica explica que el mito
denan las más pequeñas unidades significantes (por ejemplo, las d~si­ pueda derivar simultáneamente del dominio del habla (y ser analizado co-
nencias verbales); luego, el nivel sintáctico en el que se distinguen las mo tal) y del dominio de la lengua (en la cual está formulado) sin dejar de
palabras y se combinan en sintagmas y en oraciones; y por fin, el nivel ofrecer, en un tercer nivel, el mismo carácter de objeto absoluto. Este ter-
contextual en el que se tienen en cuenta matices semánticos de las ex- cer nivel tiene también una naturaleza lingüística, pero sin embargo es
distinto de los otros dos (AS, pág. 231)."
presiones dentro del contexto de otros determinados sintagmas, etcéte-
ra. En cuanto a las relaciones, se podrían distinguir pues, por una par-
te, las relaciones que se establecen entre los elementos en cierto nivel Ahora bien, sabemos que ese tercer nivel de lenguaje es el nivel del
(por ejemplo, los fonemas entre sí) y, por otra parte, las relaciones que discurso.
Distingamos con la mayor precisión posible estos diferentes pun-
se establecen entre elementos de dos niveles diferentes (por ejemplo, las tos. Los mitos comparten con los sistemas lingüísticos esa propiedad
palabras y las oraciones). Benveniste llama "distribucional" al primer ti- que h ace que sus elementos posean un valor (o un sentido) no partiendo
po de relaciones e "integrativo" al segundo. De manera que una estruc-
de sí mismos, sino en virtud de las relaciones que se establecen entre
tura lingüística sería el conjunto de las relaciones que existen no sólo ellos. En otras palabras, los mitos y los sistemas lingüísticos son estruc-
entre los elementos de un mismo nivel sino también entre todos los ni-
turas. Por lo demás, los mitos -en su condición de discursos- son es-
veles de constitución. tructuras constituidas por grandes unidades, lo cual los distingue de las
Sin embargo, corno lingüista, Benveniste se detiene en el nivel de
constitución de la oración; en ese nivel se agotan todas las reglas lin- lenguas. Si así y todo se desea hacer de ellos un análisis estructural de-
güísticas. En cambio, las estructuras que son los mitos no tienen -y es- bemos recurrir a una analogía que Lévi-Strauss expone en dos tiempos:
to ocurre porque son discursos- corno unidades constitutivas más pe- "1) Como todo ser lingüístico, el mito está formado por unidades consti-
queñas fonemas, morfemas o sintagmas, sino que esas unidades son tutivas; 2) esas unidades constitutivas implican la presencia de las unida-
oraciones. Ahora bien, Lévi-Strauss continúa diciendo: "¿quién podrá des que intervienen normalmente en la estructura de la lengua, a saber,
impedirnos pasar a un tercer nivel más allá de la lengua y de la pala- los fonemas, los morfemas y los semantemas. Pero tales unidades están en
bra, esto es al nivel del 'discurso' ("el mito como ese modo del discurso", relación con estos últimos, así como ellos mismos están en relación con los
AS, pág. 232)?" Tendríamos pues aquí una primera definción, todavía en morfemas y éstos en relación con los fonemas. Cada forma difiere de la
bruto, de uno de los conceptos clave del neoestructuralisrno: el discurso que le precede por un grado más elevado de complejidad. Por esta razón,
llamamos a los elementos propios del mito (y que son los más complejos de
es una estructura lingüística cuyas unidades constitutivas más peque- todos) grandes unidades constitutivas o sea rnitemas (AS, págs. 232-233)".
ñas son oraciones o, para .decirlo con Lévi-Strauss, una estructura que
no está constituida por pequeñas unidades. En este pasaje nace la idea de lo que posteriormente se llamará la
Una vez establecido esto, debemos recordar ahora esa otra caracte- "lingüística del discurso" (Roland Barthes, "lntroduction a l'analyse
rística del discurso (mítico), a saber la unidimensionalidad que parecía structurale des récits", en Communications, nº 8, 1966, págs. 1-27). Fue
distinguirlo del sistema de la lengua. Mirándolo bien, esta distinción no Barthes quien formuló más claramente la hipótesis (por más que no ha-
es de un peso muy grande, como. lo indica la siguiente formulación: los ya hecho sino repetir lo que ya había dicho Lévi-Strauss). Veamos un re-
mitos .ordenan sus unidades efectivamente --corno la palabra- en una sumen de esa hipótesis:

110 111
"Como se sabe, la lingüística se detiene en la oración que es la última nuestros esquemas de clasificación y considerarnos que eso es "impensa"
unidad de la que estima que tiene el derecho de ocuparse ... Y sin embargo ble". Este predicado revela un estado de cosas simple pero fundamental,
es evidente que el discurso mismo (como conjunto de oraciones) está orga- a saber, que nuestro pensamiento se mueve en función de un orden de
nizado y que en virtud de esa organización se manifiesta como el mensaje símbolos, en virtud del cual el mundo se abre de una manera que es ca-
de otra lengua, superior a la lengua de los lingüistas: ~l discurso tiene sus da vez lingüísticamente y culturalmente específica. Llamamos (con una
unidades, sus reglas, su 'gramática'; más .allá de la oración, aunque está apr oximación todavía un poco vaga) discurso a ese orden simbólico que
compuesto únicamente de oraciones, el discurso debe naturalmente ser el
objeto de una segunda lingüística ... Si hay que dar una hipÓtesis de tra~¡ permite a todos los miembros que fuero,n socializados bajo su autoridad
jo a un análisis cuya tarea es inmensa y sus materiales infinitos, lo más hablar y obrar juntos; supondremos pues que siempre hay un orden del
razonable es postular una relación homológica entre la oración y el discur- discurso, ,pero no necesariamente uno solo para todos loi¡ discursos. Ha-
so, en la medida en que una misma organización formal regula probable-· bría pues un orden para todos los discursos -en el sentido de una
mente todos los sistemas semióticos, cualesquiera que sean sus sustancias, característica universalis- que podríamos entonces codificar en los tér-
y sus dimensiones: el discurso sería una gran 'oración' (cuyas unidades no minos de un a priori absoluto. La relatividad histórica de los discursos
serían necesariamente oraciones), así como la oración, merced a ciertas es- nos lleva en cambio a hablar de un "a priori histórico", cuya pluralidad
pecificaciones, es un pequeño discurso". tiene corno base la relatividad (MC, pág. 15).
Pero ¿en qué consiste ese orden? Lo que nos dice al respecto Fou-
Lévi-Strau$s llama "rniternas" a las unidades más pequeñas del cault es poco satisfactorio:
mito. Estas comparten con las unidades constitutivas del discurso la
propiedad de ser oraciones ("habrá pues que buscar en el nivel de la ora- "El orden es a la vez lo que se da en las cosas como su ley interna, la
ción", AS, pág. 233), pero se distinguen fundamentalmente de los textos urdimbre secreta según la cual las cosas se miran de alguna manera las
específicamente literarios por el hecho de que no dan prueba de ningún unas a las otras y es aquello que sólo existe a través de la reja de una mi-
estilo (Ibíd., pág. 232): "Se podría definir el rniterna corno el modo del rada, de una atención, de un lenguaje; y es solamente en los escaques
discurso' en que el valor de la fórmula traduttore, traditore tiende prácti- blancos de ese encasillado donde se manifiesta en profundidad como algo
camente a cero. La sustancia del mito no se encuentra ni en el estilo ni ya presente mientras aguarda en silencio el momento de ser enunciado
(MC, pág. 11)".
en el modo de narración, ni en la sintaxis; está en la historia que se na-
rra en él".
Esta propiedad los hace más análogos aun a las unidades constitu- Y aquí hay algo más: los discursos serían órdenes de segundo gra-
tivas de un sistema de reglas puramente formal, corno la lengua, pues do y estarían situados en alguna parte entre el orden reversible de la
tampoco en la lengua, en efecto, la manera individual en que cada ha- lengua y la disposición irreversible de la palabra, según lo había mos-
blante domina individualmente su aptitud de lenguaje no se cuestiona~ '. trado Lévi-Strauss en el caso de las narraciones míticas. De manera
que, si no me engaño, esta cuestión de un orden de segundo grado o de
una "región media" (MC, pág. 12) querría decir algo por el estilo de lo si-
II guien te: ninguna cultura nos ofrece la imagen simple y unilateral de ló
que conocemos corno $US "códigos fundamentales, los códigos que rigen
Partiendo de estas consideraciones se escribió el Prefacio de su lenguaje, sus esquemas perceptivos, sus intercambios, sus técnicas,
IJUS valores, la jerarquía de sus prácticas" (Ibíd.). Asimismo, la cultura
Les Mots el les Choses. Una archéologie des sciences humaines (París,
Gallirnard, 1966 [MC]). Foucault que, corno se sabe, restringe en este no es idéntica a las teorías científicas o filosóficas que o bien justifican
ensayo de gran envergadura la expresión "discurso" a la "episteme de la se orden partiendo de un principio o bien lo examinan en lo que dichas
edad clásica", llega a esta situación dando un nuevo paso. Hasta ahora teorías concibieron sistemáticamente, con lo cual tornan posición -por
nadie ha logrado precisar claramente en qué consiste ese paso. Yo me lo la r eflexión o la sistematización- respecto del orden de lo vivido (ya
represento más o menos de la manera siguiente. xistente). La visión "empírica" del orden y la visión de las "teorías filo-
Partiendo de un. indicio biográfico (la idea de escribir Las pala- tióficas" son en realidad extremos entre los que se inscribe una tercera
bras y las cosas se le habría ocurrido a Foucault en ocasión de la lectura visión -la que estamos buscando-, visión de la cual Foucault dice que
de un texto de Borges, quien cita cierta enciclopedia china que propone uno sería menos fundamental" por más que su arquitectura sea menos
una taxinornia del reino animal en la que entran los elementos más he- rígida y por consiguiente más difícil de analizar.
terogéneos; MC, pág. 7), Foucault razona sobre la no necesidad, es decir,
"Y así es como una cultura, al apartarse insensiblem~nte de los órdenes
sobre la relatividad histórica dé sus propios esquemas de pensamiento: empíricos que le son impuestos pop sus códigos primarios, al instaurar
solemos reaccionar con un asombro divertido a lo que no corresponde a una primera distancia respecto de ellos, les hace perder su transparencia

112 113
inicial, cesa de dejarse penetrar pasivamente por ellos, se desprende de
sus poderes inmediatos e invisibles, se libera lo bastante para comprobar Manfred Frank recuerda que en esa ocasión su contribución se re-
que esos órdenes no son quizá los únicos posibles ni los mejores; de mane- fería al empleo del término en Alemania más que a la actitud del propio
ra que se encuentra ante el hecho bruto de que, por debajo de sus órdenes Foucault. En el caso de este último, se puede suponer que al introducir
espontáneos hay cosas que son susceptibles ellas mismas de ser ordena- el concepto de voluntad y de potencia hizo caducar la necesidad de invo-
das, que pertenecen a cierto orden mudo, en suma que hay orden. Como car un discurso de carácter coercitivo.
si, al liberarse por una parte de sus mallas lingüísticas, perceptivas, prác- André Glücksmann da algunas indicaciones sobre el sentido de la
ticas, la cultura aplicara sobre ellas una segunda malla que las neutraliza palabra "discurso" en francés y sobre su peso filosófico. La referencia a
y que, al superarlas, las hace [sic!] aparecer y las excluyen [sic!] al mismo
tiempo, y como si se encontrara por eso mismo ante el hecho bruto del or- Lévi-Strauss no puede ser suficiente. Retomando a la tradición del vo-
den. En nombre de ese orden, los códigos del lenguaje, de la percepción, de cablo griego logos, Glücksmann muestra que "discurso" debe entenderse
la práctica son criticados y quedan parcialmente invalidados. Sobre la ba- como "dialéctica" en el sentido posplatónico del término y que implica
se de ese orden, considerado suelo positivo, se construyen las teorías gene- por lo tanto esa dimensión del "ensayo", que es fundamental en filosofía.
rales del ordenamiento de las cosas y las interpretaciones que él pide. De Manfred Frank aprueba esta idea pero señala una dificultad. Los fran-
manera que entre la mirada ya codificada y el conocimiento 3'ª reflexivo ceses, a causa de su origen lingüístico latino, pueden asociar a la pala-
hay una región media que manifiesta el orden en su ser mismo" (MC, bra "discurso" ese aspect.o de diseminación . El discurso en el sentido
pág.12). alemán, en el sentido habermasiano, significa en cambio algo de tinte
"policial" pues implica la necesidad de dar las razones por las cuales
Supongo que Foucault, con ese orden intermedio, piensa en todas una determinada proposición es verdadera o no lo es.
esas interpretaciones del mundo que derivan su carácter específico de la Rainer Rochlitz vuelve a la cuestión planteada por M. Karkeits.
cultura y de la época en que ellas aparecen y que, por un lado, son "más Los textos escritos por Foucault en la década de 1970 hacen perder al
confusas y más oscuras" que lo que Foucault llama el plano de los "cono- discurso su autonomía pues en última instancia lo hacen depender de
cimientos, es decir, conocimientos científicamente garantizados; pero, prácticas y mecanismos de poder. Al final, se da una nueva autonomía
por otro lado, son más concretas y más ricas que los "códigos primarios" del discurso que deja de ser una emanación de prácticas.
que determinan de una manera uniforme nuestro lenguaje, nuestros Manfred Frank manifiesta su acuerdo. Los textos de la década de
usos y costumbres, nuestra percepción y nuestra sociabilidad. 1970 volvían a introducir ciertas categorías que trascendían el discurso:
el poder, la pulsión, el instinto, etcétera. Pero es todavía un poco prema-
turo interpretar la evolución final de Foucault .. .
Nota Paul Veyne, por su parte, sólo asigna a la palabra "discurso" un va-
lor de oportunidad. ¿Por qué Foucault utilizó este término antes que el
1 Aquí dejaré de lado la crítica que hace Lévi-Strauss (en analogía con las ideas fun- de "prácticas", de "archivos" o de "presupuestos" para designar ese algb
damentales de Saussure) de la concepción según la cual los mito·s reflejan contenidos cua- n el que debemos reconocer la finitud positiva o la rarefacción? Tal vez
lesquiera (por ejemplo, sociales) y podrían analizarse partiendo de ese contenido o de la
historia del tema que ellos contienen. La forma de los mitos y la lengua descansan efecti-
l.i'oucault haya sido sensible a la moda lingüística que imperaba en
vamente en el mismo esquematismo de la articulación, según el cual el sentido y la expre- !~rancia entonces, y nada más.
sión (significado y significante) no son "magnitudes positivas" y "simples" sino que proce-
den de relaciones diferenciales entre "valores"; en suma, son efectos y fragmentos de la
forma lingüística que se habrían desprendido de ella. Este es el trabajo del "espíritu in-
consciente", en el cual se originan las similitudes entre los relatos mitológicos de los pue-
blos, relatos cuyos contenidos pueden ser extremadamente diferentes.

Reseña de las discusiones


La contribución de Manfred Frank llama la atención de los partici-
pantes sobre el empleo de la palabra "discurso", y es este tema el que
suscita la mayor parte de las intervenciones. En primer lugar, la de Mi-
chel Karkeits quien desea comprender por qué Foucault abandona el
término "discurso" y vuelve a adoptar el término "saber" después de la
redacción de El orden del discurso.

114 115
campo actual de la experiencias p~sibles? No se trata aquí de una analíti-
2 ca de la verdad, se trata de lo que se podría llamar una ontología del pre-
sente, una ontología de nosotros mismos, y me parece que la elección filo- \
~
sófica ante la cual 'nos encontramos actualmente es ésta: se puede optar
Sobre el estilo filosófico por una filosofía crítica que se presente como una filosofía analít:ica de la
verdad en general o bien se puede optar por un pensamient.o crítico que
de Mich~l Foucault asuma la· forma de una ontología de nosotros mismos, la de una ontología
de la actualidad; es esta forma de filosbfia que, desde Hegel hasta la es-
cuela de Francfort, pasando por Nietzsche y Max Weber, fundó una forma
Una crítica de lo normal de reflexión en la que he procurado trabajar."2

Miguel Morey Hay que cotejar este texto (en el que Foucault caracteriza,
lamentablemente por la última vez su trabajo) con otro texto que enri-
quece su sentido:
Si nadie buscara el placer (o la alegría); si úni,ca,-
mi:mte contaran el reposo (la satisfacción), el equilí- "Pero ¿qué es pues hoy la filosofía -quiero decir la actividad filosófi-
brio, el presente que yo traigo sería vano. Ese pre- ca- sino el trabajo critico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no con-
sente es el éxtasis, es el rayo que estalla... · siste (en lugar de legitimar lo que ya se sabe) en proponerse saber cómo y
hasta qué punto sería posible pensar de otro modo? Hay siempre algo ri-
Georges Bataille, Le Coupable dículo en el discurso filosófico cuando desde el exterior quiere imponer la
ley a los otros discursos, decirles dónde está su verdad y cómo encontrarla,
"En el momento en que digo lisa y llanamente 'yo hablo' no me ,V:eo o cuando está seguro de incoar el proceso de esos discursos en una posi-
amenazado por ninguno de esos peligros; y las dos proposiciones que ,se tividad ingenua, pero es su derecho de explorar lo que, en su propio pensa-
ocultan en e.s ta única enunciación ('yo hablo' y 'yo digo que hablo') no .se miento, puede ser modificado por el ejercicio que ese discurso hace de un
comprometen en modo alguno. Estoy protegido dentro de la fortaleza inex- saber que le es ajeno."3
pugnable en la que la afirmación se afirma al ajustarse exactamente ,a ,sí
misma, al no desbordar en ningún margen, al conjurar todo peligro ,de "Decir el presente" y "pensar de otro modo" son ideas interdepen- f...;.1
error, .puesto que no digo otra cosa que el hecho de que yo hablo. La ptopo- dientes. Definen la tarea de lo que hoy puede llamarse "filosofía". Per- ~
." sición objeto y la que la enuncia están en relación sin obstáculo ni reticen-
cia, no sólo1por el lado del habla, sino también por el del sujeto que articu- miten un primer enfoque del trabajo de Foucault. En primer lugar se
la el habla. El> cierto, pues, terminantemente cierto, que yo hablo cuando trata ciertamente de un decir, de decir la verdad de la parrhesia, un de-
digo que hablo".t · ·,, ~ir cuya condición de .posibilidad es ese "de otro modo", en ruptura con
la normalidad del decir de la doxa, un decir sobre lo que se dice y contra
Quisiera yo estudiar el estilo de Michel Fo~cault y abordarlo en ··es- lo que se dice, contra lo que hay que decir, un decir que busca su posibi-
ta generalidad del "yo hablo". Quisiera volver a encontrar sus "primera,s lídad en el "otro modo" de la doxa. Bien pudiera ser que ese "de otro mo-
opciones". Ahora bien, me parece que en la crítica de lo normal se puede clo" sólo sea posible en el movimiento que penetra el volumen. oscur.o de
encontrar una orientacíón global de su discurso, la posición original de los decires recibidos, como un rayo en medio del cielo negro.
su "yo hablo", el esquema que gobierna la forma y el contenido de su ~s~ Sin duda no hay un camino seguro y único por el que ese decir al-
curso; ' · ionce su verdad. Sin embargo poseemos criterios para ir en dirección
del "de otro modo". Por ejemplo, encontramos aquí la vieja probidad
nietzscheana: es simple, parece .decir, Nietzsche, basta con cesar de
mentir. Basta con ponerse en guardia contra las inercias que nos hacen \
I ltfoé L ¡/
Cf t(_ Ú7( 11/]({(U 1 decir lo que hay que decir y repetir un decir normalizado que ocupa el
h1gar del pensamiento. De ahí el carácter negativo de las referencias en 69
Con referencia al texto de Kant Was ist Aufklarung? Foucault esr
la mayor parte de las indagaciones de Foucault. Se trata de un procedi-

¡
cribe:
miento· por el que· se deja en un suspenso el decir que domina la esfera
"En la filosofía moderna y contemporánea existe otro tipo de pregunt~h 1lo estudio y que ya allí exige ser dicho.4
otro modo de interrogación crítica: es la que vemos nacer justamente en la, Pero decir la verdad debe referirse al presente, no confundirse con
pregunta de la Aufkléirung, o en el texto sobre la Revolución; esta otra tra~ 111 pasado, con el peso del pasado sobre el presente, con la inercia de lo
dición crítica formula la pregunta: ¿qué es nuestra actualidad? ¿Cuál e&, el uormal en lo social ni con la insistencia de una m~moria siempre dis-

116 117
\

\
puesta a reconocerse en lo que ocurre. Es necesario que, aun cuando
adopte la forma de un discurso histórico, el pensamiento funcione según
se niega a hacer el elogio de lo "otro", aquello que se opone vacuamente
a la norma.
un régimen de contramemoria.s Y esto es necesario porque, así como los
~ \ etnólogos han denunciado el etnocentrismo, Foucault, al considerar la
'f historia como una especie de etnología interna de nuestra cultura,s de- III
nuncia la comodidad de una forma de memoria histórica que disfraza
los horrores como errores para legitimar un presente sometido a la pre- Ocurre que suele identificarse la norma con "el promedio estadísti-
sunción de lo normal y a los poderes de la norma. También aquí hay que :o", con la pretensión de hacer de ella un concepto descriptivo. Decimos ¡\(:
citar a Nietzsche teniendo en cuenta el "contenido" del discurso de Fou- que una cosa es normal si puede asimilarse al término medio de los
cault (el presente) y su crítica de toda racionalidad retrospectiva: "Todas
las cosas que duran mucho se embeben progresivamente de tanta razón
otros objetos pertenecientes a la misma clase. Pero a causa del "gran
número" lo" ormal" ace nor ativo: esa ley que nos empuja a hacer ~
que se hace increíble que hayan podido tener su origen en el destino. La l1-1s cosas o a pensar como "todo el mun o" ... En este empleo mixto e hí-
h istoria precisa de una génesis, ¿no se experimenta casi siempre como brido de lo descriptivo y de lo normativo, con su insidiosa circularidad,
paradójica y sacn1ega? ¿Acaso el buen historiador no pasa en el fondo su l•'oucault encuentra una ocasión privilegiada para analizar las relacio-
. tiempo contradiciendo?"1 11 es de saber y poder. También el saber enuncia lo que hace o piensa "to-
De manera que la conjunción de "decir el presente" y "pensar de cio el mundo"to cuando el poder nos invita a realizarlo. Las nociones de

i
otro modo" se abre en el espacio de un combate contra lo normal, contra f!estión política de las poblaciones y de biopolítica ofrecen un buen ejem-
/ las normas del decir y la presunta normalidad de nuestro presente para plo de este tipo de crítica de lo normal.
hacer surgir ese "pensar de otro modo" que es propiamente la pasión de
(7 \ 6 pensar para decidir.
IV

11 Lo normal es a la vez una modalidad de objeto y un régimen de la


1nirada. Es lo que en un dominio dado resulta invisible a fuerza de no
"Pensar de otro modo" y "decir el presente" implican romper con el mitar- oculto. Por eso criticar lo normal en el presente consiste en: 1) dis- tJJº
Op~'t.jhábito de tomar lo normal como criterio de lo real, implican disipar la
confusión de lo normarylOactual: dado a priOrÍ a la vez. Si Foucault
y
<·ornir la figura de lo normal en lo actual; 2) hacer de lo normal el efecto
do prácticas complejas de normalización (discursivas o no discursivas); V
pudo decir que el poder produce lo real, lo hizo porque caracteriza el po- :1) interrogar sobre sus condiciones de posibilidad en el sentido de la crí-
der como poder de normalización, como poder normalizador.s Se sabe 1ica kantiana. Pero a causa del equívoco que caracteriza lo normal (des-
que una norma es aquello que: 1) está conforme con los hábitos; 2) está rriptivo y normativo, racional e histórico a la vez), la "crítica" provoca
conforme con un principio racional; 3) está confonne con la historia o la llli efecto nietzscheano: el derrumbe de los ídolos.
tradición. Hay que suponer que un poder normalizador opera sobre la
formación de los hábitos, los principios racionalizadores y las legitima-
ciones históricas. Foucault encuentra en este terreno sus objetos: ar- V
,.,¿}
queología del saber, genealogía del poder, crítica de la anatomía política
}( y los encuentra especialmente en los lugares en que se cruzan, por ejem- La crítica que Foucault endereza contra el prestigio de la norma y
plo, cuando una legitimación histórica funciona en la gestión de los há- do lo normal se presenta como un discurso fuera de la norma, como un
bitos o cuando se presenta como un principio racionalizador, etcétera. t r·ubajo por el cual éste queda excluido de lo normal. En suma, se pre-
Los gramáticos del siglo XIX se valían de estos tres criterios (hábi- "onta como una estrategia. Esto quiere decir que Foucault debe colocar-
to; principio racional, historia o tradición) para justificar la idea de "º en una relación de exterioridad atendiendo a la vez a las normas de
norma lingüística. La manera en que esta noción fue puesta en tela 11 11 álisis propias de los dominios que estudia y a las normas generales ~
de juicio desde Saussure puede ilustrar la crítica foucaultiana. Por que rigen la forma del "discurso científico".n Contra una imagen de pen- ·
ejemplo, cuando los lingüistas afirman que la corrección del habla en 1111miento guiada por la idea de con-senso, Foucault trata de provocar el
una época dada no hace sino consagrar los· errores e incorrecciones de la disenso: ejercer su derecho de situarse en otra parte. Sus procedimien- 1
época anterior, Foucault niega el origen racional de nuestras normas;
cuando los lingüistas afirman que las formas incorrectas utilizan los
fo11 de escritura (discurso del disenso) y sus objetos de estudio (la locura,
11111 cárceles, los tipos de sexualidad) se enredan de una manera malicio-
~
mismos procedimientos lingüísticos que las formas correctas,s Foucalllt "" rnen te autorreferencial, como si su lenguaje se hiciera repen tinamen-

11s >t NoriM. A[ :: fLt d · · Vc>11 UOL .- iJ»~ J fJWM.J¡dJiA 119


)
te transparente para mostrar lo que es invisible a fuerza de ser visto,
corno si no nos hablara de otra cosa que de sus propios procedimientos
pensado mañana de otra manera por un pensamiento que todavía no ha
nacido.23 "¿Cómo podría haber pues otra tarea filosófica que no sea decir
7f
de escritura, de la conquista de sus condiciones de enunciación.12 el presente?
Foucault se aparta también de la norma en virtud de la condición Los ternas co.n los que ;Foucault decidió trabajar tienen siempre
de su discurso, es decir, al oponer a la forma de un discurso normativo el que ver con uno de los modos de presencia de lo normal en el presente;
{ despliegue de discursos descriptivos que tienen menos que de. cir que en- de ahí su "actualidad". Se trata de intervenciones contra lo normal de-
sayar maneras de decir.ta Aun La arqueologta del saber, ensayo de fic- sarrolladas con la voluntad de llegar hast.a el secreto de su origen para
ción metodológica, severa poesía de su trabajo anterior, no funda una mostrar que no hay secreto.
teoría sino que explora posibilidades.u Desde el primer libro el problema queda planteado: "¿Cómo nues-
El carácter no normativo del discurso de Foucault se caracteriza tra cultura llegó a dar a la enfermedad el sentido de una desviación y al
por fin por una especie de "suspensión del juicio" ante la cues.tión de.1.a'.s enfermo una condición que lo excluye? y ¿cómo, a pesar de eso, nuestra
alternativas, por su voluntad de no proponer "soluciones globales" para sociedad se expresa en esas formas morbosas en las que se niega a reco-
los problemas que él denuncia: imaginar otro sistema aun forma parte nocerse"?24 Las últimas palabras de la Historia de la locura recogen el
del sistema actuaJ.ts ¿Habrá sido su sueño esa mirada que por sí sola mismo problema; "Ardid y nuevo triunfo de la locura; este mundo que
tendría la fuerza de destruir?1s cree medirla y justificarla .p or la psicología d~be justificarse él ante la
locura puesto que en su esfuerzo y en sus debates el.mundo se mide con
la desmesura de obras corno las de Nietzsche, de Van Gogh, de Artaud.
VI Y nada en él, sobre todo por lo que puede conocer de la locuFa, le asegu-
ra que sus obras de locura lo justifican".25
En Foucault, la voluntad de liberarse de lo normal no se caracteri- Si en los primeros libros es objeto de problernatización la pareja de
za solamente por un sabio discurso anormal y un discurso puramente conceptos normal/patológico, y esto sin la menor connivencia con los
~ } descriptivo, no normativo, hostil a toda posición de "alternativas". La grupos de referencia (discursos e instituciones) que deciden sobre lo nor-
ty crítica de la norma se caracteriza también por la manera en que Fou- mal y sobre su aplicación, en los libros siguientes el objeto será el hom-
cault controla la presencia oculta de lo normal corno supuesto en el dis- bre mismo corno efecto de las normalizaciones que. ejercen en él ciencias
curso y también en la elección de sus ternas. humanas y disciplinas. La historia de la sexuali(iad estudia los proble-
Supuesto subjetivo, lo normal toma la forma del todo el mundo sa·;: mas de normalización vinculados con la "sexualización" de los cuerpos y
be, nadie puede negar.11 El argumento del "gran número" no es aquí en re- de las poblaciones. Siempre es la producción de cierto elemento normal,
"'\ÍI alidad más el argumento por el cual ejercen su autoridad aquellos que se
/f..._ arrogan el derecho de hablar en nombre del gran número. Foucault no ce•
la distinción de normal y anormal, el peso de lo normal sobre el presen-
te aquello que considera Foucault y que éste hace problemático. Recor-
só de manifestarles su desprecio.1 8 En cambio Foucault reivindica la teo· demos que interrogado una vez sobre la elección de sus ternas Foucault
ría como "caja de herrarnientas"19 y la figura del "intelectual específico".20 respondió muy simplemente: "Me intereso por la sexualidad porque ha
El supuesto objetivo de la norma consiste en darle una justifica- hecho sufrir a mucha gente".26
ción racional y en dar a la racionalidad un valor absoluto, valor que se La crítica que Foucault formula contra lo normal atestigua una
1ve desprovisto de su prestigio desde el momento en que se agranda la evidente irritación .por la confusión de lo normal y de lo moral, por el pa- ~

~
escala de análisis, corno hizo Nietzsche21 o como hizo Bataille.22 so de una moral de la virtud a una moral de la normalidad propuesta
' Foucault utiliza el mismo procedimiento: "comienza" sus libros afir- como progreso. Ridículo del hombre actual, que se hace en la mayor de
mando que su objeto <Je estudio es uh "invento reciente" y termina an'1n- las sol,edades, corno si fuera la última vez, la más grave de las pregun-
ciando la posibilidad de "su próximo fin": "Quizá recordando que esos tas: ¿soy normal?
hombres que hemos sido creían que había por ese lado una verdad por lo De ahí la importancia que Foucault asigna a la. crítica de nuestra
menos tan preciosa corno aquella que ya habían pedido a la tierra, a las voluntad de normas, de nuestra voluntad de estar normalizados, de ver
estrellas y a las formas puras de su pensamiento ..." Este procedimiento, nuestras cliferencias reconocidas como normales. Su crítica se dirige
el procedimiento de lo intempestivo, tiene dos efectos críticos sobre el pre- también a quienes sueñan con ver lo habitual consagrado como norma y
sente: aparece corno una voz anónima e innovadora, y hace extraña nues· como camino de la libertad cumplida, como camino de la emancipación.
tra percepción habitual de los objetos Oocura, enfermedad, hombre), de Al hablar del dispositivo de la sexualidad, Foucault concluye: "Ironía de
los discursos que los sostienen (ciencias psicológicas, medicina, ciencias oste dispositivo: nos hace creer que se trata de nuestra "liberación".21
humanas) y de las instituciones en que cobran cuerpo (asilo, hospital). ;,Cómo sorprenderse de que la cuestión abordada en sus últimos libros
l
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En una palabra, debemos pensar que todo lo que pensamos sará ea la cuestión ética?
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120 ~u ~ ~~cw; it:Yr~,,f./•.tM::.-4~
121
J114Jfo/,
VII "utopía". Tal vez la sociedad futura se esté esbozando a través de las
nuevas formas de conciencia y los nuevos tipos de individualización de
Se dirá que son necesarias normas para conducirse, para regular la droga, del se:x.o o de la vida en la comunidad. Si el socialismo debe
la vida social, que el propio Foucault tiene necesidad de normas para realizarse, ya no será como utopía; lo hará partiendo de experiencias.so
llevar a cabo su empresa. Interrogado sobre lo que legitimaba Las pala- La práctica política de Foucault, designada como "individualista", res-
bras y las cosas, Foucault escribió La arqueolog(a del saber: allí donde ponde a esta exigencia. Si la acción humana debe estar conducida por

~(
se buscan normas se encuentran procedimientos; allí donde espera uno normas, el ejercicio de la libertad es la norma incondicional. ..
encontrar el edificio concluso de la teoría encuentra el espacio disperso Foucault se esconde; no declara explícitamente el lugar desde el
de las posibilidades. cual habla. Si denuncia el poder moderno como el ejercicio de cierto "ver
Quienes indagan sobre las normas del trabajo foucaltiano son co- sin ser visto", tampoco él se deja ver. Discurso no confesional, historia-
mo aquellos que esperan que Foucault formule alternativas: es siempre dor para los filósofos y filósofo para los historiadores, intelectual pero
la cuestión del lugar de enunciación. Antes bien, conviene preguntarse específico, que no dice lo que piensa sino que se pregunta si no podría
cuáles son las reglas, entre aquellas que hacen la normalidad de los pensárselo.si
grupos de referencia a los cuales se supone que él pertenece (filósofo, Cuando uno se inter.roga sobre el lugar de enunciación pregunta:
historiador, intelectual de izquierda.. .) que Foucault deja en suspenso. "¿En nombre de qué habla usted?" Foucault no habla en nombre de na-
Su discurso se manifiesta como un discurso que elude toda conniven~ia, da ni de nadie. Sin embargo nosotros nos hemos reconocido en su dis-
un discurso que no es cómplice de nada.28 curso, en sus luchas, en su manera de plantear los problemas ... A pesar
Si el discurso filosófico no puede enunciarse sin afirmar alguna de su encarnizamiento para hacer de la historia una forma de contrame-
norma, ese discurso es por eso mismo cómplice. Quienes acusan a Fou- moria, hay en las narraciones de Foucault, en sus ensayos, un núcleo de
cault de irresponsabilidad merecen que se les haga la pregunta: discur- sentido que se ofrece a nuestro reconocimiento. Foucault podrá desmen-
so "responsable", pero ¿respecto de qué o quién? ¿Del estado? ¿De la filo- tir el presunto sentido de la historia y de la memoria que forma la
sofía? ¿"De todo el mundo"? Pero, ¿respecto de quién un pensador tiene normalidad de nuestro presente,s2 pero no puede hacerlo sin dar cierto
que ser responsable? sentido a nuestra historia, sin crear cierta fábula que ofrece a nuestro
Siempre había suficientes normas, demasiadas quizás. Detrás del reconocimiento, fábula que también ella tiene que ver con la denuncia
argumento sobre la irresponsabilidad de Foucault se encuentra aun la de la norma.33
cuestión de las alternativas: "... porque de todos modos hay que hacer Conceptos como poder son conceptos que parecen dichos dos veces:
algo con los locos, con los delincuentes..." Pero ya se hace algo con ellos y "poder" es el nombre de un juego que puede estar determinado en su
se considera normal lo que se hace porque de todas maneras hay que verdad; y es también lo que se reconoce como intolerable. El poder pue-
hacer algo con los locos y los delincuentes. Pero, ¿es normal que eso pa- de conocerse en la verdad de su funcionamiento y al mismo tiempo se lo
rezca normal? oxperimenta como aquello que es el problema (nuestro, actual): "Son in-
11~-,
La recusación de lo normal en Foucault está siempre localizada tolerables los tribunales, los policías, los hospitales, los asilos, las escue-
~ por más que tenga efectos generales. El carácter }()cal de sus interven- las, el servicio militar, la prensa, la televisión, el estado y ante todo las
ciones y el hecho de entender su propia gestión como una entre otras prisiones."34 Si nos hemos reencontrado en el discurso de Foucault, ello
constituyen la respuesta a quienes niegan la posibilidad de hablar y tic debe a que hoy y para nosotros lo intolerable no es tanto aquello que
obrar fuera de toda norma. El discurso de Foucault repudia la forma de 1io nos deja ser lo que somos como aquello que nos hace ser lo que somos.
I~ lo general. A la pregunta "¿y si todo el mundo hiciera así?" debe respon- Este curioso equívoco de la obra de Foucault explica por qué se
·fi'i\\
fterse con la risa nietzscheana: "Cuando todas las costumbres y los usos buscará en vano en éste el discurso metodológico del post-estructuralis-
en que se apoya la potencia de los dioses, de los sacerdotes y de los rno o la "alternativa" política posterior a mayo de 1968. El discurso de
redentores queden por fin aniquilados, cuando la moral, pues, en el sen- Foucault sólo puede utilizarse localmente en el campo epistemológico o
tido antiguo esté muerta, entonces sobrevendrá ... "¿qué sobrevendrá en- político. Aquellos que intentaron aplicar mecánicamente sus procedi-
tonces exactamente?"29 Pues sí, ¿qué sobrevendrá entonces? ¿Se desem- mientos o hacer escuela con su pensamiento no. han tenido mejor éxito.
barazará quizás el presente del peso del pasado? Ln gestión teórica de Foucault es tan "individualista" .como su práctica
Si debe haber normas, hay que inventarlas: nueva síntesis de las política.
costumbres y modalidades de relación con los demás, nuevas posibilida- ¿Escribe narraciones Foucault? Tal vez. En todo caso, su obra en-
des de vida ética y política. Esas normas deben surgir de las prácticas y 1,cndida en el simple ejercicio del "yo hablo" está en otra parte. Foucault
de las experiencias. Interrogado sobre el futuro del socialismo y de la .re- 110 cesó de presentar el "de otro modo", razón por el cual hay en las esfe-
volución, Foucault respondió oponiendo los conceptos de "experiencia" y r·us en que él trabajó un antes de Foucault y un después de Foucault. No

122 123
cesó de romper las normas y debe aplicársele lo que él mismo dijo de 20 "Un nuevo modo de 'relación entre la teoría y la práctica' se ha establecido. Loe in-
Pierre BoUlez: telectuales tomaron la costumbre de trabajar no en lo 'universal', en lo 'ejemplar', en lo
. "Del pensamiento esperaba justamente que éste le permitiera sin' 'justo y verdadero para todos', sino en sectores determinados, en puntos precisos en que
los situaban ya sus condiciones de trabajo, ya sus condiciones de vida (el hospital, el asilo,
cesar hacer algo diferente de lo que hacía. Le pedía abrir, en el juego tan el laboratorio, la universidad, las relaciones familiares o sexuales). Seguramente han co-
regulado, tan reflexivo que él jugaba, un nuevo espacio libre. Se oía que brado una conciencia mucho más concreta e inmediata de las luchas y así encontraron
unos lo tachaban de gratuidad técnica, los otros de exceso de teoría. Pe- problemas que eran específicos, 'no universales', diferentes a menudo de los problemas del
ro lo, esencial para él era concebir la práctica lo más cerca posible de sus proletariado o las masas. Y sin embargo se acercaron realmente a esos problemas, segó.n
necesidades internas sin doblegarse a ninguna de ellas, como si fueran creo, por dos razones: porque se trataba de luchas reales, materiales, cotidianas, y porque
co n frecuencia encontraban, aunque en otra forma, al mismo adversario que encontraba el
soberanas exigencias. ¿Cuál es pues el papel del pensamiento en lo que proletariado o el campesinado o las masas (las compañías multinacionales, el aparato ju-
uno hace, si el pensamiento no debe ser ni saber hacer ni pura teoría? dicial y policial, la especulación inmobiliaria, etcétera); esto es lo que yo llamaré el intelec-
Boulez lo mostraba: dar la fuerza de romper las reglas en el acto mismo tual 'específico' por oposición al intelectual 'universal'" (conversación con M. Fontana,
en que se las hace valer. "36 L'Arc, n 2 70, 1977).
21 "En algó.n rincón apartado del universo en medio del resplandor de innumerables
~ istemas solares, hubo una vez una estrella en la cual animales inteligentes inventaron el
Universidad de Barcelona, otoño de 1987. conocimiento. Ese fue el minuto más arrogante y más mentiroso de la historia universal,
pero no fue más que un minuto. La naturaleza dio apenas algunos suspiros y la estrella se
congeló por lo que los animales inteligentes tuvieron que morir" (Über Wahrheit und Lü-
l(e).
Notas 22 Véase su parodia de economía generalizada en la escala del universo frente a la
presunta racionalidad del sistema restringido.
1 "La pensée du dehors", Critique, n2 299,1966. 23 Tal vez sea ésta una formulación terrible pero que nos dice, como una promesa, que
2 "Un cours inédit, Magazine littéraire, 1984, pág. 207. habrá un futuro. Si no es el superhombre, es el hombre (que somos) sobrepasado, supera-
3 L'Usage des plaisirs, París, Gallimard, 1984. do.
4 Ver los temas y las nociones entre paréntesis contenidos en La arqueologta del po- 24 Maladie mentale et Psychologie, París, PUF, 1954.
der y los i>ostulados del poder que quedan en suspenso en Vigilar y castigar. Véase asimis- 25 Histoire de la folie a l'tJge classique, París, Plan, 1961.
mo G. Deleuze, Foucault, París, Ed. de Minuit, 1986. 26 Entrevista con A. Berten. Video de la Universidad de Lovaina. Transcripción en
5 "Nietzsche, la généalogie, l'histoire", Hommage a Jean Hyppolite, París, PUF, 1971. . uadernos de la Obra Social ne 20. ,
6 Les Mots et les Ch.oses, París, Gallimard, 1966.
7 Aurore, 1, l.
27 La Volonté de Savoir, París, Gallimard, 1976.
28 Refiriéndose a Vigilar y Castigar Deleuze escribía: "En las posiciones de Foucault
/
B Surveiller et punir, París, Gallimard, 197 5. hay una revolución teórica que se dirige no solamente contra las teorías burguesas del es-
9 Véase por ejemplo, W. Warburg, Probl~mes et Méthodes de la linguistique, París, tado, sino también contra la concepción marxista del poder y de sus relaciones con el esta-
1946, y H. Frei, La Grammaire de faittes, Bellegarde, 1929. do. Es como si, por fin, algo nuevo surgiera después de Marx. Es como si una complicidad
10 Es decir, los grupos de referencia en los que se nos propone que nos reconozcamo~ ttlrededor del estado hubiera quedado rota~. (Foucault, op. cit.).
como sujeto~. 29 MorgenrlJte, I, 96.
11 Fúnción del autor, política de las citas y referencias, bibliografia secundaria, digni- 30 Conversación con M. A. Burnier y P. Graine, loe. cit.
dad reconocida del objeto de estudio, legitimación por obra de un método consagrado, ·es- 31 Les Révoltes Logiques, ne 4, 1977.
trategias complejas de alianza o de "escu;ela", etcétera. Véase I:Ordre du .discours, París, 32 Foucault rechaza, por ejemplo, el presunto sentido del origen o sentido original en
Gallimard, 1971. ol caso de la afirmación de la verdad del surgimiento, del emerger al oponer al discurso de
12 En Oublier Foucault, (Galilée, 1971), Jean Baudrillard rozó a veces este problema, rlesde siempre la cuestión de ¿desde cuándo?, al decir que la historia debe hacernos cono-
pero su voluntad de descalificar le ha impedido captar toda su complejidad. , «er y no hacernos reconocer, etcétera.
13 Esto es lo que caracteriza, a juicio de Robbe-Grillet, al "verdadero" escritor. Véase 33 Se la podría formular así: "Es falso decir, 'con cierto poshegeliano célebre', que la
Pour un nouveau roman, París, Ed. de Minuit, 1963. oxistencia concreta del hombre es el trabajo. Pues la vida y el tiempo de hombre no son
14 G. Deleuze, Foucault, op. cit. por naturaleza trabajo, sino que son: placer, discontinuidad, fiesta, descanso, necesidades,
15 Conversación con M. A. Burnier y P. Graine,Actuel, n~l4, 1971. .. npetitos, violencias, depredaciones, et.cétera. El capital debe transformar toda esa energía
16 Naissance de la clinique, París, PUF, 1963. oxplosiva en una fuerza de trabajo continua y continuamente ofrecida en el mercado. El
F G. Deleuze, Différence et Ripétiti-On, París, PUF, 1968. cnpital debe sintetizar la vida en virtud de ese trabajo, lo cual implica una coacción: la co-
18 "Un ejemplo: si los médicos de cárceles no fueran tan cobardes como son (y no retiro ncción de un sistema de secuestro". Y Foucault agrega: "Si es cierto que la eetuctura eco-
nada de esta afirmación), habrían podido, ó.nicamente por sus revelaciones y diciendo· lo nómica caracterizada por la acumulación del capital tiene la propiedad de tranformar la
que veían, quebrantar el sistema de una manera considerable. Creo que su cobardía ha si- l\Jerza del trabajo en fuerza productiva, las estructuras del poder que tienen la forma de
do inmensa ... " (Conversación con A. Krywin y F. Ringelheim, Pro Justicia ne 314, 1973). un secuestro tienen como finalidad transformar el tiempo de vida en fuerza de trabajo. El
19 "No se trata de construir un sistema, sino de construir un instrumento: una lógica 11ocuestro es el elemento correlativo en términos económicos es la acumulación del capital.
propia de las relaciones de poder y de las luchas que se entablan alrededor de ellas; esta Vólll!e Le Pouvofr et la Norme; en relación con este problema véase M. Morey: "Erase una
busqueda· sólo se puede hacer poco a poco partiendo de una reflexión (necesariamente his- vez ... M. Foucault y el problema del sentido de la historia", en Discurso; Poder, Sujeto:
tórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas" ("Pouvoirs et stratégiee•, /11cturas de M. Foucault, Universidad de Santiago de Compostela, 1977.
conv~rsación con ~che! Foucault, Les Rivoltes logiques, ne 4, 1977). a.. Intolerables: les prisons, París, 1971.

124 125
Nouvel Observateur, n 2 934, 2-8 octubre de 1982.
35
3
Reseña de las discusiones
El debate está dominado por la interrogación de Manfred Frank.
Las palabras de Dios: "Estoy muerto"
Este discierne en Foucault la presencia innegable de una ética. Ahora
i bien. M. Frank se pregunta sobre qué se apoya esa ética, es decir, ¿qué
es lo que funda el compromiso de Foucault? Necesariamente una norma,
pero ¿cuál es esa norma?
Denis Hollier
Los diferentes participantes se esfuerzan entonces por responderle Valéry se engañaba. Lo único que dice una página de literatura es:
y defienden la posibilidad de un compromiso sin normas que lo funden. No soy una página de literatura. La escritura es imperceptible. La ver-
Por ejemplo, Miguel Morey sugiere la elección de una forma de dadera literatura, si existe, comienza con la resistencia a la literatura.
compromiso que sería la no complicidad, la negación local de normas. Y fue así sin duda cómo Foucault llegó a ponerse la máscara del histo-
Francois Ewald recuerda que para Foucault la norma no es una forma riador.
universal, general ahistórica. Su compromiso obedece a la voluntad de
hacer un acontecimiento de la presentación de la verdad.
Etienne Balibar insiste en su posición. Lo que importa no es el fun- ***
damento del compromiso, sino el modo de su intervención y las condicio- En la contratapa de sus dos últimos libros, La preocupación de sí
nes materiales de su posibilidad. En cuanto al modo de intervención, mismo y El uso de los placeres, está reproducido el mismo aforismo de
Foucault lo dijo claramente; se trata de la intervención del intelectual; y Char: "La historia de los hombres es la larga sucesión de los sinónimos
en cuanto a las condiciones materiales de posibilidad, le corresponde de de un mismo vocablo. Contradecirla es un deber". En 1984 hacía ya mu-
nuevo a la "inteligencia" "oír el fragor de la batalla". cho tiempo que Foucault no había citado a Char. Y hacía ya mucho
Jeannette Colombel ve allí el criterio que separa las filosofías ante- tiempo que no había hablado de deber. Que, para hacerse oír, este im-
riores (desde Hegel hasta Sartre) de la filosofía de Foucault. Para lu- perativo deba valerse de la voz de un poeta sugiere por lo menos de ma-
char no hay necesidad de valores positivos. Tal vez sea en adelante la nera indirecta una afinidad entre la literatura y la estilística existencial
evidencia de lo "insoportable" lo que ocupe el lugar que tenía antes lo in- de la que dependería, según La preocupación de sí mismo, la posibilidad
dudable de Descartes. de escapar del gran encierro sinonímico, la posibilidad de suspender, de
Paul Veyne concluye lacónicamente: ése es el problema inaborda- inter rumpir el reinado sinonímicó de la expresividad. Este encade-
\ ble de lo que para Foucault significa decir la verdad. namiento sinonímico, encadenamiento de sinónimos, encadenamiento
por obra de la sinonimia evoca la prisión moral con que termina Histo-
ria de la locura. ¿Habrá que oponer un imperativo homonímico a este
imper ialismo de la sinonimia? Se puede relacionar esta resistencia a la
inonimia con el interés de Foucault por las rimas secretas de Roussel y
por ese otro desencadenamiento homonímico y las etimologías vertigino-
ns de la gramática de Dios de Brisset.

***
Quienes eran estudiantes en aquella época recuerdan los primeros
t.oxtos de Foucault sobre la literatura, sus artículos sobre Bataille. Blan-
t'hot, Klossowski, sobre Tul Quel. El romanticismo de .Historia de la lo-
1·nra se proponía hacer hablar a textos frente a los cuales quedábamos
pnralizados, reducidos al silencio. Ninguno de aquellos artículos ha_per
dido su imprudencia de entonces, esa pizca de entusiasmo, como habría
/ dicho Lacan quien probablemente tuvo mucho que ver en el embarazo

127
126
con el que Foucault hizo posteriormente todo lo posible para evitarla~, tiempo de advertirlo. No leyó su acta de defunción. Continúa explotando
para evitar tener que reconocerlas y reconocerse en ellas. La seguridad la franja póstuma de su presente vivo. Pero las cosas no se detienen allí.
del lirismo de esos artículos, su pathos autoritario y levantado, algo de· Se llega al último grado cuando, entre las señales de vida que el insecto
exasperación en la abstracción, algo de frenesí hasta .en la erudición, al- muerto continúa dando, aparece lo que Caillois llama la "falsa inmovili-
go de brusquedad en la hipérbole desentonaban con la prudencia que ya dad cádavérica". Aquí retomamos al punto de partida. El insecto se ha-
se anunciaba como el régimen de las próximas audacias. ce de nuevo el muerto, sólo que ahora está muerto. Perdió la vida que
¿Quién habla en esos textos? ¿Cuánto habrá que trabajar sobre Mi- sin embargo continúa protegiendo. Muerta, dice Caillois, 18. santateresa
chel Foucault para que dichos textos figuren en por lo menos una de sus simula la muerte. Está muerta y lo dice, ahora es la muerte la que se
obras completas? ¿Cuál sería su lugar exacto dentro de las obras com- imita a semejanza de la vida, una vida reducida a servir de espejo a la
pletas de todos los Michel Foucault? No sé si Foucault los desaprobó ofi• muerte. Muerto, el insecto sólo finge estar vivo porque cuando estaba vi-
cialmente. Pero alrededor de ellos puso las marcas de la mayor distan- vo fingía estar muerto. Doble muerte, simultáneamente real y fingida;
'cia. Partiendo de esa distancia formula Foucault su propia pregunta: el cadáver finge ser lo que es. Posteriormente Blanchot asociará este de-
¿Qué es un autor? Lo que hoy tal vez llama más la atención en su obta rrumbamiento del espacio en la semejanza cadavérica con el acceso al
es, en efecto, una distancia insalvable respecto de sí mismo, como si sú espacio literario.2 La muerte por semejanza.
1
gramática fuera la del disentimiento, lo cual crea la impresión de que la
¡d istancia que pueda permitirse este o aquel individuo respecto de Fou- ***
cault será poca cosa comparada con la distancia que Foucault tomó res-
pecto de sí mismo. Está más lejos de sí de lo que jamás lo estaremos no-· Parece que fue Caillois quien hizo leer a Blanchot el manuscrito de
sotros; Foucault nos sobrepasa, nos elude y embauca al condenarnos .a Historia de la locura.s
una distancia interior, al permanecer reservado en una distancia sin in- · Una de las primeras publicaciones de Foucault, el prefacio a la tra-
terioridad. ducción de El sueño y la existencia de Binswanger, aparecida en 1954,
presenta también una serie laberíntica de juegos de espejos en los que
se confunde la distinción vital. Foucault se empeña en disociar sueño y
*** acto de dormir, en desligarlos de cualquier parentesco. Determinados
Un pasaje del ensayo de Caillois sobre la santateresa [mante reU- por vectores existenciales opuestos, el dormir y el soñar corresponden a
gieuse] está dedicado al mimetismo.t Caillois lo interpreta, como en el órdenes heterogéneos (así como posteriormente Foucault distinguirá lo-
ensayo contemporáneo sobre la psicastenia legendaria, atendiendo a la cura y alienación). Si dormir y soñar coexisten, nunca esa simultanei-
sexualidad y al instinto de muerte. En esta ocasión Caillois presenta el dad bastará para formar un conjunto. Esa simultaneidad no implica
laberinto más desorientador que quepa imaginar; se trata de una serie ningún carácter complementario, ninguna sinonimia. Pues si el dur-
infinita de espejos en los que la vida y la muerte juegan la una con la miente, a su manera, se hace el muerto, esa muerte, precisamente por-
otra, se engañan una y otra para terminar por perderse la una en que es falsa, coloca el acto de dormir al servicio .de la vida. El sueño en
la otra. El ensayo de Caillois es el texto fundador de la reflexión moder- cambio al animar la inercia del dormir reduce la vida al estado de refle-
na sobre el simulacro. jo y por eso pertenece a la esfera de la muerte. Esas páginas de Fou-
Las cosas comienzan muy razonablemente con una situación de pe- cault se refieren explícitamente, como se refería "La mante religieuse"
ligro en la que la muerte está utilizada como un mecanismo de defensa: de Caillois, al "más allá del principio de placer": de las manifes~aciones
\ para salvar la vida, la santateresa se hace la muerta. La segunda etapa de la vida onírica Foucault sólo retiene "la repetición de los sueños de
es ya menos trivial. También resulta más difícil interpretarla desde ·el muerte" sobre la cual, según precisa Foucault, el psicoanálisis estuvo a
punto de vista utilitario de una finalidad exterior y de una lucha por la punto de dar un tropiezo. ¿Qué es un sueño que no sea de nadie? ¿Es
vida: un primer sobrepujamiento en la gratuidad y el simulacro hace que para soñar es preciso ser? Los sueños, dice Foucault, nunca llegan a
que se relacionen mimetismo y noción de gasto. La santateresa está satisfacer los deseos de un ser vivo. Representan en la vida un enclave
ahora realmente muerta. Pero un automatismo reflejo le permite conti- en que se hace oír una voz que dice: "Estoy muerto".
m,iar diversas actividades: andar, restablecer su equilibrio cuando es "En lo más profundo de su sueño", dice Foucault, "lo que el hombre en-
necesario, desarrollar diversas conductas de salvamento (incluso la au- cuentra es su muerte ... Si durmiendo la conciencia se adormece, en el sue-
tomutilación), acoplarse, aovar, construir la ooteca, etcétera. La vida ño la existencia se despierta. El acto de dormir se dirige hacia la vida que
t imitaba antes a la muerte. Ahora es la muerte la que imita la vida. El .él mismo prepara y que favorece; si se trata de una muerte aparente, lo es
. insecto, semejante al mensajero de Maratón, no se ha dado cuenta de por un ardid de la vida que no quiere morir; 'se hace el muerto', pero 'por
i que ya no vivía. Está muerto, pero demasiado ocupado y no ha ten~do
f1' ~ cit. ~ 11fAÍ"tJÁ1¿ ~0-AA.L.r IU _¿ 1./AJ,,;, \\
miedo a la muerte'; el dormir corresponde al orden de la vida.

128 / .. - 129
El sueño no tiene ninguna complicidad con ese dormir; sube la cuesta ***
que el dormir desciende hacia la vida, y en plena luz ve la muerte como el
destino de la libertad: pues el sueño en sí mismo y en virtud de todas las En las referencias históricas de Foucault, el final del siglo XVIII (el
significaciones de existencia que lleva consigo, da muerte al acto de dor- período revolucionario, la bisagra del siglo, xvm y del siglo XIX) tiene
mir y a la vida que se adormece. No hay que decir que el acto de dormir una función capital. Los temas más importantes de su obra se concen-
hace posible el sueño, pues es el sueño el que hace imposible el dormir al tran para pintar, en la intersección de la Aufklarung y del Terror, de
despertarlo a la luz de la muerte" (págs. 70-71 ). Kant y de Sade, una época de rasgos contradictorios.1 Es,la época del in-
vento del hombre y de su muerte, de la humanización de sus penas y de
[En estas líneas, la heterogeneidad de la existencia y de la vida la crueldad del saber, del sueño antropológico y del gran miedo románti-
redobla pues la heterogeneidad del sueño y de la vida: precisamente co. Esa época es el punto en que culmina la Historia de la locura y el
porque el sÚeño se sitúa del lado de la "existencia" el sueño es funda- punto dé partida de Nacimiento de la clínica y de Vigilar y castigar.
mentalmente sueño de muerte y -semejante en esto al deseo de recono- También a esa época hace remontar El lenguaje al infinito el nacimiento
cimiento hegeliano-kojeviano, semejante también a los excesos miméti- de la literatura:s la literatura aparece a favor de la relación entre la
cos de los insectos de Caillois- marca lo que Foucault llama "un límite muerte y el lenguaje que articula el terror (el movimiento del alma) y el
absoluto del principio biológico de la satisfacción del deseo". Poco impor- Terror (el período revolucionario). Su nacimiento está ilustrado por la
ta aquí que la satisfacción sea definida desde el punto de vista de la fi- proliferación de "novelas de terror", no sólo las de Sade, sino también
siología o de la psicología, que sea colocada bajo la dependencia del pnn- las de Reveroni de Saint-Cyr, Bellin de Labordiere y otros góticos. En
cipio de placer o del principio de realidad. Tanto en un caso corno en el Las fiores de Tarbes, Paulhan oponía terroristas y retóricos. La literatu-
a
otro, el deseo es algo ligado la vida. De manera que el mundo onírico ra según Foucault transforma esta oposición en un dilema: la biblioteca
escapa a su esfera de influencia. (paso del lenguaje al infinito, paso al infinito literario) tiene como régi-
Esta descripción se aproxima a la que Lévinas había hecho poco men específico la simultaneidad de la retórica y del terror y la simula-
antes4 de la experiencia de la existencia sin ser existente, de la esponta- ción del terror por la retórica. Es este doble simul -simultaneidad y si-
neidad impersonal de una conciencia entregada al horror de que en el mulacro-- lo que define asimismo las relaciones de lo literario y de lo
sueño insomne hay una conciencia desubjetivada. A su vez Blanchot, un político.
año después de la publicación de El sueño y la existencia (que sin duda En La literatura y el derecho a la mW!rte, Blanchot ya había encar-
él no leyó), recoge estos ternas en el apéndice de El espacio literario, gado al terror (a la vez el movimiento del alma y el período revoluciona-
donde opone dormir y soñar: yo duermo, dice Blanchot, pero es la noche
la que sueña.] rio designado con ese nombre) que asegurara la comunicación de la polí-
tica y la literatura. Este texto se concentraba alrededor de la figura de
un Lázaro que en muchos aspectos también él parece pertenecer a la li-
*** teratura del espanto, al mundo de la novela negra, a las sombras goyes-
cas que merodean por las obras del gran miedo, un Lázaro anticrístico:
Caillois cita a Valéry: "El verbo soñar no tiene casi 'presente'.
Yo sueño, tú sueñas, son figuras de retórica, pues quien habla es alguien la resurrección no tiene lugar en este cadáver exangüe, refractario y sin
que está despierto o próximo a despertarse".5 ¿Figuras de retórica? El rostro, ese portavoz de lo informe: "el Lázaro de la tumba (dice Blan-
chot) y no el Lázaro devuelto al día, un Lázaro que ya huele mal, que es
terror también tiene sus figuras (la más corriente reza así: "Yo no soy
una página de literatura"). el mal, el Lázaro perdido y no el Lázaro salvado y resucitado". Portador
de una revelación que se hace "partiendo de la inexistencia de quien la
Quien dice "Yo sueño" no dice realmente, no dice casi nada. En fin,
hace", en su palabra muere lo que da vida a la palabra. "La literatura
lo dice pero no lo piensa, lo dice sin pensarlo. Oración vacía de sentido.
Yo duermo, pero es la noche la que sueña. El mensaje niega su sostén al prescinde ahora del escritor." "La literatura es mi conciencia sin mí."9
Con su voz no viva, con su palabra no viva, privado de presente vivo,
sujeto que lo enuncia. Vaciado de sus palabras, no porque sueñe, sipo
Lázaro repite: "Estoy muerto".
porque lo dice. Sus palabras ya no pueden prestarle apoyo. El sueño es-
Precisamente alrededor de esta desubjetivación, de esta desperso-
capa al régimen expresivo de las experiencias cuya primera persona
nalización terrorista y lazarena, Blanchot hace comunicar la literatura
puede sellar su autenticidad. Es como la muerte. Su verbalización im- y la política. Hay que concebir, en efecto, al terrorista corno un Lázaro,
plica lo que Foucault llama en su ensayo sobre Bataille una "hendidu- pensar en Saint-Just para concebir a Lázaro. Pues el terrorista no es
ra", un abuso de lenguaje "en el que el sujeto que habla llega a desvane-
cerse".6 oquel que hace imperar el terror; el terrorista no se afirma por medio
del terror y nunca lo ejerce en beneficio propio. Tampoco pretende cam-
biar una vida o transformar un mundo con los que ha roto: reclama una

130 131
sola cosa, el derecho a la muerte. Y lo reclama en primer lugar para él proposiciones incompatibles con la presencia de un sujeto. "Yo sueño",
mismo. El terror exige la inexistencia de quien lo hace reinar. La litera- "Estoy muerto": nunca habrá nadie que diga eso. "El sujeto que habla se
tura comienza con la fascinación por la renuncia que el terrorista hace desvanece. "
de la existencia, con la biografía que es otra manera de hablar de la Esta ·fórmula con.tenida en "Prefacio a la transgresión" debe ser
muerte del autor. "Cuando la cuchilla cae sobre Saint..Just y sobre Ro- considerada en su contexto. La fórmula aparece en el número especial
bespierre (escribe Blanchot) de algún modo no alcanza a nadie. Los te- de Critique, editado en homenaje a Bataille: un sujeto que hablaba aca-
rroristas mientras viven obran, no como hombres vivos en medio de baba efectivamente de desvanecerse. Y en su contribución, Foucault jus-
hombres vivos, sino como seres privados de ser." tifica lo que dice por las circunstancias en que lo dice; se propone volver
En Foucault, la definición de la literatura como discurso performa- a leer a Bataille "desde el lugar en que su muerte reciente colocó a su
tivo al revés, como el régimen lingüístico de oraciones precipitadas, acé- lenguaje". En El lenguaje al infinito, que data de la misma época, Fou-
falas, debe mucho a estas páginas de Blanchot. Para Foucault la litera, cault dice .e n el mismo .s entido: "La muerte es sin duda el más esencial
tura estará siempre definida en los términos de una pragmática, como de los accidentes del lenguaje". "Prefacio a la transgresión" es el análisis
una realización lingüística negativa, como un acto de lenguaje en cuya de uno de esos accidentes, el análisis de los efectos de la muerte de Ba-
realización desaparece la primera persona. La eficacia propia de la taille sobre su lenguaje: lo que le ocurrió al lenguaje a causa de la muer-
enunciación literaria moderna es en este sentido exactamente inver~a te del autor.
de la eficacia de la narración de Scheherazade o de esas narraciones con
las cuales los acusados trataban de lograr un perdón real.to Aquí los ***
ejemplos son los de Flaubert, de Proust, de Kafka condenados a muerte, ·
por su obra, pues escribieron para obtener el derecho a la muerte. "Whe'- En ocasión de la muerte de su madre, Roussel había hecho colocar
re a work had the duty of creating immortality, it now attains the right una plancha de vidrio en su féretro. ¿Cuál era la función de ese vidrio?
to kill, to become the murderer of its author" (Language, pág. 117). ¿Para quién lo había concebido Roussel? ¿Para él? ¿Para ella? ¿Para po-
El tema de la muerte del autor en este sentido no abre el espacio der continuar viendo a su madre muerta? ¿O para continuar siendo vis-
literario a la positividad·de las indagaciones históricas. Ese tema no im- to por ella, para exponerse a su mirada ausente?
plica una transferencia de autoridad, la contextualización disciplinaria Foucault sólo se interesa indirectamente por los juegos del lengua-
de las obras que reemplazaría el autor por instancias no subjetivas en je de Roussel. Su lectura comienza, no con el procedimiento mismo, sino
las que la trinidad de Taine (raza, momento y medio) no constituye con la simultaneidad de la revelación del procedimiento y del suicidio de
la única fórmula. Por el contrario. La literatura resiste (Char diría Roussel, con la simultaneidad de la muerte del autor y de la legibilidad
contradice) al sueño antropológico de manera tan radical como (en el de la obra. Dice Foucault que en última instancia el suicidio de Roussel
prefacio a Binswanger) el sueño escapa al dormir fisiológico. Nacimien- es la clave última del procedimiento. Es el resorte último de las diversas
to de la clínica hace perder al bisturí su valor de intervención violenta: máquinas, lingüísticas y de otra índole, que giran en sus novelas. El
el escalpelo ya no corta sino que se limita a seguir las lesiones preexis- suicidio es la verdadera respuesta al título del libro: Cómo escribí algu-
ten tes y se deja guiar por el itinerario de la enfermedad. Asimismo, nos de mis libros. Los surrealistas iban a aplaudir las piezas de Roussel;
cuando la crítica triunfante pronuncia la muerte del autor, no hace sino no esperaron a su muerte para admirarlo. El interés de Foucault co-
repetir sin saberlo la palabra que ha dado nacimiento a la literatura mienza con ¿Cómo escribí algunos de mis libros?, pero su interés por
misma. 1, Cómo escribí algunos de mis libros? se debe tanto a las revelaciones del
La muerte del autor tampoco abre el camino al formalismo. Desde texto como al hecho de que éstas están hechas -en primera persona-
el momento en que se trata de calificar la literatura, Foucault evo<;a la por un muerto: "el relato en primera persona de la revelación póstuma"
experiencia intransitiva del ser del lenguaje. De esta relación consigo (pág. 195).
mismo, de esos repliegues intransitivos no resulta ningún triunfalismo Blanchot (siguiendo a Leiris) compara a Roussel y a Proust. Sin
de la forma. Foucault nunca relaciona esta intransitividad con la afir- ombargo Marcial Canterel, el inventor de Locus Solus, no es un sacerdo-
mación modernista de la independencia formal. La autorreferencia., sín- to del tiempo recobrado. Y ésta es la razón por la cual, según la inter-
toma principal del agotamiento del régimen de la expresividad, expresa pretación de Foucault, las máquinas de Locus Solus y las maquinacio-
menos la desaparición del objeto que la del sujeto. El espejo es un dispo- nes de Cómo escribí algunos de mis libros se esclarecen recíprocamente.
sitivo en el que el autor se desvanece. Lo que triunfa en el espejo de la lfo el parque tanático de Canterel, ese depósito de cadáveres agitados,
muerte del autor es lo informe, no las formas.11 Ese espejo deja aflorar ninguno de los muertos que él exhibe regresa a la vida, ninguna de sus
lo que Foucault llama las reverberaciones de lo informe, el set del mur- curiosidades es redimida, salvada, resucitada. Sus chapucerías no tie-
mullo. Lugar de excesos inexpresivos, la literatura sería un conjunto de 11 en ninguna virtud redentora, no se trata de vencer a la muerte, sino

132 133
que se trata de conservarla. Las inyecciones de vitalium y de "resurrec- rrolla esa oposición: "Desde lo más remoto del Renacimiento hasta fines
tina" no abren las puertas de la "vida recuperada", sino que abren las del siglo XVIII el saber de la vida [el genitivo equívoco de esta expresión
puertas de la muerte plastificada, vitrificada y conservada. Las contor- sugiere la sinonimia del saber sobre la vida y del saber de la vida] esta-
siones póstumas y silenciosas de la boca de Danton no tienen nada de ba cogido dentro del círculo de la vida que se repliega sobre sí misma y
una palabra viva y aun menos de supervivencia. Habría que decir más se mira; a partir de Bichat, ese saber se desplazó en relación con la vida
bien sobremuerte en ese Luna Park del sobremorir. Canterel no es el y se separó de ella por el insalvable límite de la muerte en cuyo espejo
doctor Pascal. "La gran expansión festiva de Locus Solus, 'sus va- la contempla" (pág. 147). Entre.la vida y el saber de la vida, el espejo in-
caciones', es un domingo de pascua que permanece vacuo. Buscar entre salvable de la muerte interpone su superficie reversible. El Roussel no
los muertos, dice Canterel, a aquel que se encuentra allí, y en decía otra cosa, "como si la mirada para ver lo que hay que ver tuviera
efecto, el muerto está allí, no ha resucitado" (pág. 110). Lo que sobrevive necesidad de la desdobladora presencia de la muerte (pág. 77). Presen-
a la muerte es el paso de la vida a la muerte que nunca deja de repetir- cia desdobladora: presencia duplicada de su simulacro simultáneo.
se. Pero nunca habrá un paso en el sentido inverso de la muerte a la vi- Nacimiento de la clínica hace sin embargo experimentar un des-
da. En lugar de la vida recobrada se trata de su homónimo, de la vida plazamiento al "Estoy muerto" de Lázaro que pasa del registro de lo le-
vuelta a perder indefinidamente, de la muerte indefinidament.e repeti- gible al registro de lo visible. La crítica del expresivismo fenomenológico
da. Viernes desantificado porque ningún domingo pascual lo empal;mará ya no se refiere a la palabra viva sino que se refiere al ojo vivo. Foucault
con la sinonimia dialéctica. Locus Solus: el domingo de la muerte. 1 multiplica las fórmulas para explicar una experiencia perceptiva que es-
Volvamos a Caillois. Muerta, la santateresa continuaba, como caparía al enfoque fenomenológico y habla de una percepción que se rea-
cuando vivía, fingiendo estar muerta. Los escaparates de Canterel exhj- lizaría "desde el punto de vista de la muerte", "partiendo de la muerte",
ben juegos de espejos idénticos. Muertos repiten allí sus gestos de antes "partiendo del cadáver", una percepción, dice aún Foucault, que habría
de la muerte pero, entre esos gestos, los únicos que repiten son aqUellos "catectizado la muerte en su propia mirada'.', una "mirada de que la
que en la vida pertenecían a· 1a muerte. La muerte sólo retiene de la vi- muerte sería portadora". Todas estas fórmulas hacen del hecho de una
da lo que ésta tenía ya de póstumo. Foucault dice: "Aquello que de la visibilidad absoluta el elemento correlativo de la desaparición de todo
vida es repetido en la muerte es la muerte misma. La escena que repre- sujeto vidente. Lo visible, desplegado para nadie, afirma "la muerte co-
senta la muerte al imitar la vida indica la muerte de manera tan viva mo punto de vista absoluto sobre la vida" (pág. 156). La mirada médica,
como la había vivido la vida. El límite que la 'resurrectina' no abolió re- continúa diciendo Foucault, "no es ya la mirada de un ojo vivo, sino la
pite la vida en la muerte y en la vida aquello que ya era la muerte", mirada de un ojo que ha visto a la muerte" (pág. 146).
(pág. 111). Hermosa oposición. Sin embargo, atendiendo a la antítesis, aquí hay
El Lázaro de Blanchot no desentonaría en el jardín de Canterel. algo que se eclipsa. Se cambia subrepticiamente de sujeto. Noli me legere.
Un ángulo muerto, una tacha ciega hace pasar del ojo vivo a aquel ojo que
*** ha visto la muerte. Hay dos clases de ojos. El primero manifiesta que su
tmjeto vive; pero el segundo no tiene sujeto. El órgano de la visión está pre-
En general, no se ha advertido hasta qué punto el Roussel y Naci- Hente (un ojo), pero nadie está allí para servirse de él. La conversión anato-
miento de la cUnica son libros gemelos. Cada uno de ellos está organiza- mopatológica hace pasar así de una mirada definida por su sujeto (que está
do alrededor del mismo tema central: la muerte como clave de una lec- vivo) a otra que lo está por su objeto (ha visto a la muerte). "Prefacio a la
tura. Es la publicación suicida de Cómo escribí algunos de mis libros lo lrasgresión" retoma esta antifenomenología dela percepción. En las nove-
que ha hecho legible la obra de Roussel: el texto póstumo ha hecho que l ns de Bataille, Foucault descifra las figuras de un extravagante ballet en
se manifestara la inmensa lesión que constituía la nervadura secreta de ol que el ojo ofrece en espectáculo su ceguera a una mirada que está ausen-
la obra. Con la conversión que la anatomopatología de Bichat hace cono- lc. Una de esas figuras (variación sobre el vidrio puesto por Roussel en el
cer a la mirada médica, Nacimiento de la clínica gira alrededor de otro féretro de su madre) consiste en el enfrentamiento de un ojo exorbitado y
tipo de revelación póstuma: las lesiones descubiertas en el cadáver en de una cavidad ocular enucleada, "globo de noche frente al cual el ojo
ocasión de la autopsia dan retrospectivamente la clave de los síntomas 11 rrancado acaba de cerrar su esfera; queda así privado de la mirada, pero
de la enfermedad. ofrece sin embargo a esa ausencia el espectáculo del irrompible núcleo que
Foucault opone a Cabanis y a Bichat. Para el primero, "el conoci- nprisiona ahora a la mirada muerta". Rousseau soñaba con espectáculos
miento de la vida se apoyaba con pleno derecho en la esencia de lo vivo". Min actores. El espíritu rousseauniano vacuo de este espectáculo sin espec-
Vida y conocimiento de la vida, soldados en un vínculo sinonímico, tie- lodores hace comenzar la experiencia de la teatralidad con la muerte de
nen un origen común. Según Bichat, ocurre lo inverso: "El conocimiento 1líos, la exacerbación teatral del exhibicionismo sin destinatario. Se ofrece
de la vida tiene su origen en la destrucción de la vida". Foucault desa- 11 n espectáculo a una ausencia, se muestra algo a nadie, a nada.

134 135
*** presenta un mecanismo análogo al que, en Roussel, estaba constituido
por el conjunto de su suicidio y de Cómo escribí alguno de mis libros.
Después de 1966, el lenguaje de Foucault se hace más sobrio. Su' Foucault describe el informe o memoria como un texto que procediera
ruptura con la literatura se produce entre Nacimiento de la clínica y de la escritura "tauromáquica" de Leiris,12 en cuya realización estaría
Vigilar y castigar. Esta ruptura se revela en la diferencia de las escenas inscrita la muerte del autor. Foucault hace todo lo posible para darle
de confesión y testimonio analizadas en estos dos libros: esas escenas una dimensión suicida que lo haga entrar en la categoría de "revelación
ocupan las orillas opuestas ·de un arroyo poco profundo. De un libro al ' póstuma en primera persona"; sin duda Riviere, sobrevivió a la difusión
otro, Foucault vuelve las espaldas al terror, a la asociación de la litera- de su memoria, "pero", dice Foucault, "un diario nos entera de que en su
tura y de la temática de la muerte. Lo macabro y lo morboso eran cate- prisión Riviere se consideraba ya muerto" (pág. 275).
gorías esenciales en Nacimiento de la clínica. En el movimiento de Un breve retorno del "estoy muerto" había por lo demás hecho su
Vigilar y castigar, La voluntad de saber denuncia las "bribonadas de lo1 aparición en la conclusión del análisis de los "Suplicios". Esta sección de
morboso", se aparta de las retrovisiones que invocan a Sade o a Bataille, Vigilar y castigar sitúa en su lugar un dispositivo de confesión que ya no
proclama la "descalificación de la muerte" en el espacio político moder- tiene nada de literario (o c!e póstumo). Ese breve retorno del cogito pós-
no. Esta promoción teórica de la vida no va acompañada ciertamente de tumo se produce en un contexto que en realidad es explícitamente un
ninguna biofilia (el análisis de los biopoderes, en cambio, tiene' como adiós a la literatura. Se trata de hojas volantes, de canciones o de que-
contraparte una crítica política de la disciplina biológica), pero permite· jas que glorifican el crimen. Ya no se trata de confesar bajo tortura. El
romper con la problemática de los espejos autorreferenciales, ya se trate asesino difunto mismo canta su gloria y proclama en primera persona
de los de la muerte, ya se trate de los de la escritura. sus crímenes y su expiación. Foucault cita algunas palabras: "El día de
El médico de la Clínica no trata de hacer hablar al enfermo, no ·lo la ejecución/ lo cual parecerá poco creíble/ se me vio sin· emoción/ ha-
consulta, no se dirige a su palabra; la conciencia de sí mismo de lo vivo ciendo retractación pública/ y por fin tomé asiento,/ sin atestiguar nin-
no interviene en la auscultación a que lo somete Laennec. En cuant;o a gún espanto" (pág. 70).
Bichat, éste trata de hacer hablar a su cadáver, trata de descubrir en él
las lesiones que darán estructura de lenguaje retrospectivamente a su ***
enfermedad. El contexto de las escenas de confesión y de testimonio de
Vigilar y castigar es totalmente diferente. Allí la palabra está vinculad~ Y fue así como Foucault se puso la máscara del historiador.
con la vida del cuerpo. Se trata de hacerlo hablar antes de qué la mtl.el'- ¿Qué es un autor? Yo, Pierre Riviere responde de dos maneras a es-
te se apodere de él. El umbral de enunciación experimenta pues un re- ta pregunta. Al publicar esa memoria, Foucault demuestra por el ejem-
troceso decisivo: se encuentra de este lado, aguas abajo del límite que plo. Desarma los mecanismos en virtud de los cuales un autor se inven-
separa vida y muerte. A diferencia del enfermo, el criminal "desempeña ta, se produce, se construye. Trátase pues de una especie de ejercicio
el papel de verdad viva". El sistema de la justicia tiene necesidad del 11plicado de autorización. "What were Sade's papers before he was con-
"cuerpo parlante" ... y sólo un cuerpo vivo puede hablar. De manera que ccrated as an author?" El archivo se autoriza cuando encuentra un des-
los actos de palabra de Vigilar y castigar ya no tienen nada de literario: tinatario. Foucault autoriza a Riviere, autoriza al archivo a publicarlo y
tienen como condición la vida del hablante, del sujeto parlante, de su ni hacerlo llegar a la existencia en el modo del para alguien. En ese ni-
presencia. La tecnología del testimonio no se contenta con hacer hablar vel, la publicación de la memoria es una especie de demistificación iró-
a cuerpos que viven, sino que obliga a vivir a los cuerpos que ella misma nica y positivista de una literatura vinculada con la función del autor.
ha hecho hablar. "La única manera de que la verdad ejerza todo su po- La invención póstuma de Pierre Riviere (como la de Sade) demuestra la
der es que el criminal retome por su cuenta su propio crimen y firme él muerte del autor. No hay necesidad de un sujeto, no hay necesidad de
mismo lo que fue sabia y oscuramente construido por la instrucción" 11 adie para producir un autor. La función de autor es el efecto de meca-
(pág. 42). 11 ismos de recepción, de control ideológico. Toda esa operación se desa-
Par alelo a este abandono (en Vigilar y castigar) de las estructuras rrolla dentro de lo positivo sociohistórico del análisis ideológico. Es la
literarias de la enunciación póstuma (o morbosa), está el hecho de que el ustracción exter na de la enunciación.
libro no va acompañado de su doble literario. Pues Yo, Pierre Riviere, no Pero ésta había estado precedida por su sustracción interna.
es lo que fuera el Roussel en el caso de la Clínica. En efecto, el texto de Pierre Riviere se consideraba ya muerto.
Pierre Riviere continúa en cierto modo procediendo de la literatura, pe• Y Sade no esperó a desaparecer por obra de los mecanismos de au-
ro precisamente por eso es contemporáneo de la Clínica y no de Vigilar 1orización para presentar La filosofía en el camarín como "una obra pós-
y castigar. La manera en que Foucault describe, en su comentario, el tuma del autor de Justine .
conjunto complejo constituido por el asesinato y el relato de Riviere re·

136 137
Notas la "gente" no continúan representando algo así como una duplicación de
sus trabajos?
1 Le Mythe et l'Homme, París, Gallimard, 1938. Denis Hollier hace notar que el texto de Pierre Riviere interesa a
2 "La semejanza cadavérica" en el apéndice de L'Espace littéraire• titulado "Las dos Foucault en la medida en que es póstumo; la producción literaria del
ver siones de lo imaginario".
3 Véase el opúsculo de Blanchot publicado por Fata Morgana,.
texto de Pierre Riviere implica su origen en la muerte. Verdad es que no
4 De l'existence a l'exisW.nt, Fontaine, 1947. se produce una cesura brusca; Vigilar y castigar es el lugar de esta mu-
5 Caillois, L 'lncertitude qui vient des r~vers, París, Gallimard, ~ ed. 1956, pág. 89. tación y en ese momento Foucault deja de pensar en las relaciones del
s "Préface a la transgression", Critiquenº 195-196, agosto-setiembre 1963, pág. 759. lenguaje y de la muerte y comienza a considerar esa especie de cuestio-
7 "Préface a la transgression" asocia los nombres de "Kant y Sade" para fechar la ex-
periencia de la finitud y del ser "esencial a nuestra cultura".
narniento de la vida por obra de los sistemas políticos.
8 "Tal vez aquello que deba llamarse con todo rigor "literatura tenga su umbral de Uno de los participantes menciona a Kant, Nietzsche y Bataille.
existencia precisamente en ese fin del siglo XVIII" "(Le langage a rinfini", 'Jel Quel, nº 15, Con r eferencia a esos autores Foucault plantea el problema de lo "impo-
1963, pág. 52). sible de decir" en la cultura occidental y en la modernidad, esa imposibi-
9 "La littérature et le droit á la mort", en La Part du feu, París, Gallimard, 3• ed.,
lidad de decir que debe expresarse en figuras que no corresponden a la
1949, pág. 317. El tema del terror vuelve a asumir en Blanchot la crítica del ego trascen-
dental, de la presencia en el sí-mismo de la conciencia fenomenológica que Sartre había retórica por más que se las clasifique corno literarias.
iniciado en "La trascendencia del ego" y en las últimas páginas de La náusea. Véase Ho- Denise Hollier hace notar que en La voluntad de saber se encuen-
1
llier, "l've done my act. An exercice in gravity", RepresenW.tions, nº 4, otoño 1984. tra una referencia explícitamente irónica a quienes continúan apoyán-
10 La literatura es contemporánea de lo que se podría llamar (como variante del títu- dose en la autoridad de Sade y de Bataille. En cuanto a estos nombres
lo de Brisset) la "gramática de Dios". La proposición "Estoy muerto" debe entenderse
junto con el "Yo soy Dios" de Madame Edwarda como una de las variantes del "Dios está propios y al tema de la transgresión, hay innegablemente un corte; D.
muerto". Estas diferentes enunciaciones se transforman según una lógica que es la de la Hollier simplemente corrió el riesgo de relacionar esta cesura con el ale-
fantasía. Eriüs sicut dii: sería divino decir "estoy muerto". De ahí el estallido de la risa jamiento del discurso literario.
de los dioses ante la idea de que ellos existieran, la risa diabólica de Dios que pronuncia- Gérard Lebrun interroga entonces a D. Hollier sobre un punto de
ría una frase acéfala. 'lbdavía en este sentido la literatura sería ese largo esfuerzo para historia: ¿se puede situar a Foucault en el mismo movimiento de crítica
resistir a la sinonimia, a la personalización de lo innombrable, a la antropologización de
la muerte. del ego trascendental que anima Sartre? Sartre es el primero que inten-
11 En este sentido el terror y la autorreferencia son solidarios, es decir, por el hecho de ta expresar un hecho de conciencia evitando el empleo de la primera
que el terror no es más que la versión exotérica de la autorreferencia y la biblioteca es el persona. Es ese un movimiento importante que comienza alrededor de
lugar de las formas puras del terror. La transgresión, iniciada por la sexualidad, culmina 1930. Consideraciones parecidas llevan a Paul Veyne a recordar la fas-
en un lenguaje que habla de sí mismo. El terror sexual de las narraciones de Sade no es
más que una introducción al infierno de las bibliotecas cuyo corazón es mallarmeano. "Sa- cinación que experimentó Foucault por Blanchot alrededor de 1955.
de y Mallarmé con sus libros, con el Libro, son por definición el infierno de las bibliotecas" ¿Habrá sido sensible a este tema que estaba entonces de moda: los poe-
("Distance, aspect, origine", Critique, nº 198, 1963, pág. 938), véase Hollier, "The death of tas tenían la idea de que la comunicación es una cadena de asesinatos;
th Author", Raritan, V, 1, 1985. el poeta muere en su poema que a su vez él mismo da muerte al lector?
12 Al fmal de "Prefacio a la transgresión", Foucault remite a "la escritura tauromáqui-
ca" de Leiris (Véase Language .. . pág. 51). Este modelo es también esencial en la lectura
que Foucault hace de Roussel; Foucault hace varias veces explícita referencia a ese mode-
lo. El mismo laberinto intricado de la muerte y de la escritura ocupa el centro de las intro-
ducciones puestas al volumen del Yo, Pierre Riviére, en las cuales Foucault pone el acento
en la imposibilidad de separar los asesinatos y los relatos de éstos.

Reseña de las discusiones

D. Hollier distingue una notable cesura en la obra de Foucault en


lo tocante a la actitud de éste respecto de la literatura; esa cesura es lo
que provoca las primeras intervenciones. Walter Seitter se pregunta si,
como lo afirma D. Hollier, la literatura deja realmente de desempeñar
un cierto papel de doble en los libros de Foucault después de haber pu-
blicado éste Nacimi.ento de la cUnica. ¿Por qué un texto como el de Pie-
rre Riviere no desempeña ese papel de doble? ¿O también el texto de
Herculine Babin? ¿Acaso enunciaciones no científicas, como el clamor de

138 139
1954 ese texto de Ludwig Binswanger escrito en 1930, todavía en vida
de Freud. Dos años antes, Ludwig Binswanger había escrito un estudio
4 titulado Wandlungen in der Auffassung und Deutung des Traumes von
den Griechen bis zur Gegenwart.1 El autor rastreaba los cambios en la
manera en que, desde Homero, fueron concebidos los sueños en Occiden-
Onirocríticas te. En esto se apartaba de Freud, quien no había asignado suficiente
importancia a la larga historia de la interpretación de los sueños, pues
el t!ínico período que había estudiado realmente era el que lo precedía
Walter Seitter inmediatamente. Después de este estudio, Ludwig Binswanger escribi-
ría el artículo Traum und Existenz donde formula enunciaciones siste-
máticas sobre los sueños. Mientras tanto había leído a Hussed, a

\V*
1

Un sueño es consciente Heidegger y a Lowith. Según Foucault, ese texto es el primero que Bins-
J acques Lacan, wanger escribió en su estilo propio: el estilo de la Daseinsanalyse.s
15 de diciembre de 1954 Sin duda este texto de Foucault manifiesta el privilegio que otorga-
ba en esa época a la filosofía de Heidegger en detrimento del psicoanáli-¡
Desde 1954 hasta los últimos tomos de la Historia de .la sexudli- sis. Pero el texto de Binswanger no es la aplicación de una filosofía.
dad Michel Foucault puso sus libros bajo el signo de René Char. Parte de una metaforología donde se trata de expresiones como "caer",
En 1954 publicaba dos obras, Enfermedad mental y personalidad y "volar", "planear" que provienen de la esfera sensorial espacial y con-
una larga introducción a El sueño y la existencia de Ludwig Binswangér. ciernen a las cualidades y movimientos del alma. En el lenguaje cotidia- ¡
no y en el lenguaje poético esas expresiones tienen un empleo metafóri-
En el epígrafe de esa introducción, Michel Foucault puso una cita en la
que René Char habla de los sueños; esa cita lleva en su centro la pala- co que se afirma en los sueños, en los cuales las situaciones son. vividas 'JI
bra VIVIR, escrita en letras mayúsculas.1 De suerte que allí el poeta es como otras tantas modalidades de existencia. Foucault retoma este te-
llamado a esclarecer esa reciente clave de los sueños. ma y explica que Binswanger pone de relieve "una plástica del sueño y
El 5 de febrero de 1960 y estando en Alemania del norte, Michel de la expresión".9
Foucault termina la introducción de la Historia de la locura, con una ci- En este texto, Michel Foucault traza un primer esbozo del método
ta de René Char que expresa "la definición más urgente y más circuns- genealógico que será el suyo' hasta el final. Ese método no se opone to-
pecta de la verdad".2 Ahora bien ocurre que Michel Foucault inicia el cii- davía al discurso suprahistórico pues Foucault lo utiliza de manera bas-
pítulo sobre el "Gran encierro" con un análisis de la Meditación en la tante tradicional: precisamente en el sentido de la indagación de una
tradición. Foucault afirma que con su "plástica del sueño y de la expre-

l-'
que Descartes se asegura un principio de verdad. Este análisis fue criti-
cado por Jacques Derrida.ª En su respuesta,4 Michel Foucault insiste en sión", Binswanger reanuda la tradición dejada en la sombra por la
la distinción cartesiana entre ilusión de locura y visión onírica y enuh- psicología del siglo XIX, psicología que Freud no llega a superar, esa psi-
cia una oración que podría resumir la onirología foucaultiana si hubiera cología que hace de los sueños una rapsodia de imágenes. Si los sueños
fueran sólo eso ~darían agotados mediante un análisis psicológico, ya
>K
una: "La imaginación onírica se sujeta exactamente a la percepción ac-
tual".s !lea que este aná Üis .s e haga según el estilo mecánico de una psicofisio-
La preocupación de s{ mismo (1984) comienza con un análisis de la logía, ya sea que se lo haga en el estilo de una investigación de significa-
onirocrítica más célebre de la antigüedad, la de Artemidoro. La obra lle- ción. Pero los sueños son ciertamente diferentes de una rapsodia de
va además una cita de René Char.s Esta cita está fuera del texto, como Imágenes; el sueño es una forma de experiencia absolutamente específi-
las luces de un automóvil que desaparecen en la negrura de la noche. :a. La psicología sólo puede abordarlo de una manera secundaria y deri-
El poeta ha suministrado al filósofo destellos de luz que jalonan su vada. Con Traum 'und Existenz, Binswanger reanuda esta tradición. La
empresa intelectual de treinta años cada vez que Michel Foucault trata xperiencia onírica posee un contenido muy rico que se muestra irreduc-
de sueños. tible a las determinaciones psicológicas a que se intenta reducirlo. Es
Primera etapa: la edición francesa de un texto alemán. Un trabajo osta una vieja idea, constante en la tradición literaria y mística desde la
que se sitúa en la serie de traducciones de textos alemanes de Viktor poca grecolatina, según la cual únicamente los "sueños de la mañana"
von Weizsacker, de Emmanuel Kant y de Leo Spitzer. Si Michel Fou- tienen un sentido valedero.to
cault no tradujo el texto de Binswanger, parece haber sido el promotor El esbozo genealógico que hace Foucault no obedec(¡! a ninguna cro-
de la 'publicación. nología sino que se mueve entre el romanticismo y la antigüedad desta-
Es notable el hecho de que Michel Foucault haya retomado en ·nndo los textos "cartesianos postcartesianos", desde Spinoza a los dra-

140 j 1\ l 141
maturgos de la edad clásica francesa.i1 Recogiendo la historia que había sobre el pasado son siempre hermosos y es inevitable experimentar en-
trazado Binswanger en su obra anterior, Foucault se niega a hacer una tusiasmo. Binswanger sale del paso declarando que después de todo los
historia propiamente dicha.
Foucault discute la teoría freudiana partiendo del problema que es
el problema mismo de la genealogía; el problema del tiempo. Observa
que Freud no podía ignorar ...
antiguos no eran científicos. Foucault previene la nostalgia realizando
movimientos de ir y venir y sobre todo apelando a su tema principal: el
sueño tiene un contenido ético.16 El sueño, que no tiene "ninguna com- ~
plicidad con el acto de dormir", es el enfrentamiento del hombre con su . ~
destino.is En su origen, está lo que Foucault llama la imaginación. No X
i
"... en los sueños los signos de una posición del soñant.e mismo en el se trata de una invasión de imágenes sino que es un mensaje dirigido a
int.erior del drama onírico, como si el sueño no se cont.entara con simboli- alguien.17 El sueño es la expresión de la imaginación que debe expresar-
zar y expresar en imágenes la historia de experiencias ant.eriores y como
si recorriera toda la exist.encia del sujeto para restituir en una forma tea- se ella misma como estilo, lenguaje, obra de arte, ética. El suefio es tra-
tral su esencia dramática. Ese es el caso del segundo sueño de Dora del bajo,1ª es felicidad.19 Pero si es felicidad, se trata de una felicidad pre-
cual posteriormente Freud hubo de reconocer que no había comprendido sente, de ningún modo pasada.
todo su sentido ... Lo mismo que su afonía o sus ataques de tos histérica, el Hice mención de la disputa que tuvo Foucault con Derrida en lo
x
sueño de Dora no se refería solamente a la historia de su vida, sino a un
modo de exist.encia del que esa historia en rigor de verdad no er~ más que
referente a los sueños. El tercer período oniroliterario de Foucault se ca-
racteriza por el estudio de la onirocrítica de Artemidoro. Sin duda Fou-
la crónica: existencia en la que la sexualidad extraña del hombre sólo se cault no la estudiaba en su contenido onírico, sino que lo hacía en su
manifestaba con los signos de la hostilidad, de la coacción, de la irrupción contenido ético, partiendo de la vertiente sexual en que hacía hincapié
que culmina en violación, existencia que no logra ni siquiera realizarse en Freud.20 Sin embargo, Foucault dice algunas palabras sobre el principio
la sexualidad que está tan próxima a la mujer y tan paralela a ella, exis- de la clave de los sueños e insiste con precisión en las profundas distin-
tencia que marca sus significaciones más profundas en actos de ruptura, ciones onirológicas que separan a Artemidoro de la teoría unitaria de
una de la cuales, la más decisiva, pondrá fin al tratamiento psicoanalítico.
Se puede decir que Dora se curó, no a pesar de haber interrumpido el psi- Freud. Por su traducción -Foucault traductor otra vez- de los concep-
coanálisis, sino porque al tomar la decisión de int.errumpirlo Dora acepta- tos artemidorianos, coincide con Lacan y lo supera;21 Lacan en 1954 ha- (
ba profundamente la soledad de la que su existencia no había sido más bía tomado seriamente la diferencia entre sueño de deseo y sueño de } d .... 11
!f, que el camino irresoluto."12 castigo al declarar que este último "presentifica no tanto un castigo co- qt.w..w'
- - Y sobre un caso comunicado por Binswanger, Foucault explica: "El pun- mola revelación del ser, el paso del ser a una nueva etapa".22 En Arte- ?!\'"
to esencial del sueño no está tanto en el hecho de que resucita el pasado, midoro hay dos categorías onirológicas, una corresponde más o menos a
sino en el hecho de que anuncia el futuro. El sueño presagia y anuncia ese la categoría que en Freud se arroga el monopolio y que Lacan llama
momento en que la enferma va a revelar por fin a su analista ese secreto "sueño de deseo". Foucault la llama "sueño del deseo".23 Y llama a la
que ella todavía no conoce y que constituye sin embargo la carga más pe· otra "@ eño del ser".
sada de su presente; el sueño ya designa ese secreto hasta en su cont.enido
mediante la precisión de una imagen detallada; el sueño anticipa el mo· De manera que las incursiones onirológicas de Foucault pueden
~~ mento de la liberació~Es presagio de la historia ant.es que repetición del urrojar alguna luz sobre su propósito, el de ser un Wachter Über die
pasado traumatico")s · Nacht der Menschen".2•

En la cuarta parte, Foucault desarrolla una analítica de la existen·


cia según las tres dimensiones de la luz y de la oscuridad, de lo próximo Notas
y de lo lejano, del ascenso y de la caída. A la segunda polaridad corres·
·~ pondería una "cronología de la progresión espacial: el tiempo sólo se de· l "A la edad de hombre, vi elevarse y crecer sobre la pared medianera de la vida y de
sarrolla entre un punto de partida y un punto de llegada; se agota en el In muerte una escala cada vez más desnuda y provista de un poder de arranque único: el
camino y cuando se renueva lo hace en la forma de la repetición, del re· "oefl.o ... Y he aquí que la oscuridad se aparta y que VIVIR, en la forma de un áspero asce-
Llemo, se convierte en la conquista de loa poderes extraordinarios por loa que nos sentimos
tomo y del nuevo comienzo. En esa dirección esencial, el tiempo es por <•onfusamente penetrados, pero que sólo expresamos incompletamente por falta de lealtad,
esencia nostálgico; trata de cerrarse en sí mismo, a recobrarse remitién· do discernimiento cruel y de perseverancia" (René Char, Partage formel, XIL Oeuures
dose a su propio origen".u l'limpl~tes, París, Gallimard, colección "Biblioth~ue de la Plérade", 1983, pág.160).
El término "nostalgia" invita a hacer un paralelo entre la tempora 2 "Quité a las cosas la ilusión que ellas producen para preservarse de nosotros y lea
lidad del suefio y la temporalidad del psicoanálisis; el término nos indi clojó la parte que ellas nos conceden• (René Char, Suzerain , en Poemes et Prose, op. cit.
P"B'· 261).
ca la temporalidad propia del trabajo de Foucault, trabajo genealógico S "Cogito et 11Iistoire de la folie•, Reuue de mltaphysyque et de morale, nª 3-4, 1964.
referente a cosas pasadas, a menudo olvidadas. ¿Cómo no habría de ser 1 "Mon corps, ce papier, ce feu", en Michel Foucault, Histoire de la folie a l'fJ.ge classi-
nostálgica una reconstrucción histórica? Los textos antiguos que versan
*'k ru ~Á. ~ ~~~ -c..vr ...{..);?.
t(uYP~G~ar~:A~~- 5: : s1~;:_, 4¡Vl ~~fi e/ }2~
142 }J.;:¡ Íh111 J, h-JIRJ/h r 143
5 Jl:¡id:, pág. 588.
6 "La historia de los hombres es la larga sucesión de los sinónimos de un mismo voca-
blo. Contradecirla es un deber" (René Char, Recher~~ de la base et du sommet, op. cit., 5
pág. 766). '.
7 Berlín, Springes, 1928.
' 8 Ludwig Binswager, Le r2ue et l'existence, París, Desclée de Brouwer, 1954, pág. 14.
9 Ibúl., pág. 42.
10 "Die Triiume det Gesunden sind Morgentrliume", decía Schelling y Yámblico d~o:
Sobre la ficción
"Un sueño no puede considerarse divino si se produjo entre los vapores de la digestión"
(lbíd. , pág. 44).
11 !bid., pág. 46. Raymond Bellour
12 !bid., pág. 76-77.
13 !bid., págs. 82-83.
14 !bid., págs. 99-100.
15 !bid., pág. 65.
Procuraré discernir la atracción, el peso, el grado de realidad de
16 !bid., pág. 69-71.
una palabra: ficción .
17 !bid., pág.125. Interrogado unos doce años atrás después de la aparición de Vigi-¡ i._
18 !bid. lar y castigar, Jacques Revel se preguntaba: "¿Y si Foucault nos estuvie- /)(
19 lbid., pág. 128. ra contando historias? O para decirlo más noblemente, ¿si estuviera
20 Que sin embargo no podía apreciarlo, pues los capítulos sobre los sueños sexuales
estaban omitidos en la traducción alemana. construyendo ficciones?".1
21 Desde 1954, Foucault era' un continuador progresivo de Lacan porque no era laca- No quiero preguntarme directamente si en comparación con las
niano. historias de los historiadores, las historias de Foucault, sus arqueolo-
22 Jacques Lacan, Le Séminaire, I, Les Ecrits tecniques de Freud, París, Editions 4u
gías, serían ficciones, no quiero preguntármelo aun cuando se termine
Seuil, 1975, pág. 297. por dar una respuesta afirmativa a tal pregunta. Quisiera tan sólo fijar
23 Michel Foucault, Histoire de la sexualité, 111, Le Souci de soi, París, Gallimard,
1984, pág. 23. el alcance de esta palabra "ficción" en el caso de la obra de Foucault. Por
24 Título de un artículo de Foucault, publiado únicamente en alemán, en Unter.weg¡¡ lo demás, Revel agregaba: "No vea usted en mis palabras ningún juicio 1 'i. 1
mit Rol{ ltq.liaander, Hamburgo, 1963, pág. 48. En el texto, Foucault dice de Rolf ltaliaan· adverso. Por lo menos desde Freud sabemos que la ficción, ella también, P
der que es un "elpíritu diurno que sabe velar en la noche de los hombres". La fórmula re· como la historia, ~~istema de inteligfuilidad. .. y éste no es un pre-
toma unas palabras en las que Max Weber habla de la misión de Wachter zu sei~ in eiiter
sonst allzu finsteren Nachf'. Para Foucault, los sueños eran quizá luces en la noche. cedente demasiado-tnjurioso". -
Ante todo hay que recordar hasta qué punto, al elaborar los gran-
eles libros que construyen estos sistemas de inteligibilidad, Foucault se
Reseña de las discusiones upoyó más o menos (o frecuentemente se detuvo) en autores, en obras
(en su mayor ,parte literarias, pero también pictóricas), en nombres que
Después de hablar Walter Seitter, Paul Veyne y Francois Ewald J~. presuponen otros tantos universos de ficción (en el sentido trivial del
tervienen para recordar que Foucault se había opuesto a la reedición de término, pero sobre todo en el sentido en que lo entiende Foucault). Esa
este prefacio a la obra de Binswanger, pero que en él se encuentra un s una condición de su trayectoria. En modo alguno se trata de porme-
enfoque positivo y no interpretativo de los sueños que está en armonía nores accesorios, de complementos, de adornos, de divagaciones parale-
con el conjunto de la obra de. Foucault. Seitter confirma que en los tex· lus. Advertiremos esto mejor, cuando estos textos dispersos estén reuni-
tos más recientes.reconoce ecos de aquel texto de juventud. dos en dos gruesós volúmenes para constituir así (con el Raymond
aoussel) más de una cuarta parte de su obra. Foucault dfrige a la filoso-
fía una pregunta que en otra forma ya había formulado a los historiado-
res. Se tratará pues de hacerla concretar pues no podemos desarrollarla
como sería menester. Esquemáticamente se puede descomponer en tres
variaciones un movimiento que muestra una verdadera evolución y al
1
roismo tiempo una obstinada fidelidad a sí mismo.

144 145
1 rios) ligados en una narración, sino que consiste en el ~tanciamiento ~ju
~
que el lenguaje torna respecto de sí mismo cuando se descubren propte=
Ficción. La palabra misma es sobre todo utilizada por Foucault (se- dades desconocidas que son el producto de repartos de cartas insospe-
gún me parece) en los años 1960-1967 en lo que constituye lo esencial de chados. Es claro que al decir esto y al hablar de la ficción de los demás
lo que Jean Roudaut llamó con tanto acierto "su biblioteca imaginaria" Foucault se habla también a sí mismo. Trata de definir un régimen que ~*
(en uno de los raros textos que intentaron estimar lo que yo quisiera ha- sería el suyo propio "y el de algunos de sus contemporáneos", un régi-
cer resaltar).2 Veamos primero lo que dice Foucault en 1963 con re- men que le es imposible caracterizar sin esa referencia a los otros escri-
ferencia a Robbe-Grillet y a los novelistas de Tel Quel (creo que se trata tores, pero del cual también sabe que no puede ser exactamente el mis-
de la enunciación más larga que hizo Foucau]t sobre la palabra ficción mo que el régimen del escritor que va desde la fábula hacia la ficción
como tal). (aun cuando, en la mayor parte de los escritores por los cuales Foucault
He interesa, la fábula se reduce más o menos a no ser más que el lugar
"Si lo ficticio fuera no el más allá ni el secreto íntimo de lo cotidiano, si- 11bstracto del juego de la ficción).
no el trayecto de flecha que nos da en los ojos y nos ofrece todo lo que apa- Tal es el movimiento (a la vez diferente y el mismo, descrito múlti-
rece, entonces lo ficticio sería también aquello que nombra las cosas, las ples veces) que le permitirá captar en la historia (la historia histórica de
hace hablar y les da en el lenguaje su ser compartido ya por el soberano su verdadera fábula) series que Foucault coteja, articula, maneja, desa-
poder de las palabras ... No hay que decir pues que la ficción es el lengua-

*
rrolla (según un procedimiento que se aproxima al trabajo de las voces
je; el giro sería demasiado simple, aunque en nuestros días nos es fanú- de ópera o también, para tener más sentido y realidad, al montaje de Ei-
liar. Hay que decir, con más prudencia, que entre el lenguaje y la ficción
hay una relación compleja, un apoyo mutuo y una adversidad mu.t ua i;enstein, si uno deja de lado la obsesión dialéctica).
y que la experiencia, mantenida tanto tiempo como pueda conservar lapa- ¿No está allí el funcionamiento de la ficción vinculado de manera
labra, la experiencia simple que consiste en tomar una pluma y escribir Interna con el archivo (con ciertos archivos) dotado de un nombre de
crea una distancia que no pertenece ni al mundo, ni al inconsciente, ni a uutor?
la núrada, ni a la interioridad, una distancia que en el estado ·p uro, ofrece (En El orden de discurso Foucault dirá: "El ~es lo que da al in- j
un cuadriculado de líneas de tinta y también un enmarañamiento de ca-
lles ... Y si por fin se me pidiera definir lo ficticio, diría sin ambages: es la
quietante lenguaje de la ficción sus unidades, sus nidos de coherencia,
HU inserción en lo real"). ¿Y ese funcionamiento no designa por eso mis- ~>1\
nervadura verbal de lo que no existe, tal como es. mo el funcionamiento del discurso que se apodera del archivo, de todo
Para dejar esta experiencia en lo que ella es (es decir, para tratarla co- nrchivo, para trazar en él líneas de legibilidad, de visibilidad? Es un
mo ficción, puesto que, como se sabe, ella no existe), borraría yo todas las
palabras contradictorias en virtud de las cuales se la pudiera dialectizar:
l'uncionamiento de la ficción propio de toda reanudación del discurso
enfrentanúento o abolición de lo subjetivo y de lo objetivo, de lo interior y iempre que se entre en su juego (lo cual quiere decir a la vez el placer
de lo exterior, de la realidad y de lo imaginario. Habría que sustituir todo que depara el discurso y la apertura que se reconoce en él). La ficción es
ese léxico de mezcla por el vocabulario de la distancia y hacer ver entonces palabra borgeana por excelencia y Foucault midió todo su peso en la fa-
que lo ficticio es un distanciamiento propio del lenguaje, un distancia- mosa afirmación del prefacio de Las palabras y las cosas: "Este libro tie-
miento que tiene su lugar en él pero que también lo dispone, lo dispersa, 110 su lugar de nacimiento en un texto de Borges".
lo reparte, lo abre. No hay ficción porque el lenguaje esté a distancia de De manera que en esta primera época Foucault escribe mucho so-
las cosas, sino que el lenguaje es la distancia de las cosas, la luz en que bre la literatura (y la pintura) pero está también con ella. Por un lado
ellas son, es su inaccesibilidad, es el simulacro donde solamente se da la publica gran número de artículos sobre obras y autores en quienes trata
presencia de las cosas; y todo ese lenguaje que en lugar de olvidar e8a dis- iempre de hacer surgir la parte de ficción por la excesiva búsqueda del
tancia se mantiene en ella y la conserva, todo lenguaje que habla .d e esa 11
Her del lenguaje". Esos artículos (sobre Holderlin, Rousseau, Bataille,
distancia avanzando por ella es un lenguaje de ficción. Ese lenguaje puede
l ~ l o ssowski, Crébillon, y J. Reveroni de Saint-Cyr, Robbe-Grillet, Roger
entonces penetrar toda prosa y toda poesía, toda novela y toda reflexión
indiferentemente" .s 1.nporte, los novelistas de Tel Quel, Mallarmé, Julio Veme, Blanchot,
l•'laubert ...), esos artículos acompañan libros. El exceso que Foucault
Veamos ahora lo que dice Foucault tres años después refiriéndose hoce surgir en ellos se despliega esquemáticamente en dos grandes for-
a Julio Veme: "En toda obra que tiene forma de relato hay que distin· mas: la transgresión y la repetición machacada (Bataille, Blanchot); la
~~ guir fábula y ficción. Fábula es lo que se relata ... Ficción es el régimen rnpetición y el redoblamiento, los espacios y las series (Flaubert,
del relato o, mejor dicho, los diversos regímenes según los cuales se rela- ltoussel).
Estos textos acompañan pues a los libros. Pero no olvidemos que
G \J ta". 4 La ficción es un "aspecto" de la fábula; la trasfábula es el cambio de
voz que dibuja la trama de la ficción. 1111 libro dedicado a un autor, Roussel, fue objeto de un tratamiento pro-
pio y que se acompaña él solo, si es lícito decirlo así. Es un libro situado,.,
De manera que la ficción no consiste en hechos (reales o imagina-
J{ ' cLv~crlcW& fÁ--'
146 ~ f ~. t .~;~((..fdv"° dJ Ju_, ' r.M' # ' ~J
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en un momento estratégico entre Historia de la locura, Nacimiento de La ficción así entendida tiene una virtud en relación con la historia \
la cUnica, por un lado, y Las palabras y las cosas, por otro, un libro eón que ella es sin serlo. Hace surgir, no lo que ocurrió para que su efecto in-
el cual Foucault mostró qu,e él mismo mantenía una profunda relació:r;i,
enteramente singular, a la vez íntima y jubilosa, con el límite del secre-
to. Es corno si hubiera encontrado allí una especie de imagen .real de sµ
cida en el presente, sino hace surgir dirf:)ctamente lo que ocurre. ·Taqi-
b;én es, pues, más verdadera tocante al tiempo en que se ejerce, porque ,
incorpora el desfasaje de los tiempos en su movimiento mismo y lo con-
~'
propia manera de concebir y de pensar y corno si ese libro escrito muy vierte en espacio (visible y legible). '
rápidamente, sin otra referencia que su propio objeto al cual Foucaú.lt Barthes lo ellipresaba diciendo de la Historia de la locura: "Lo que
se aplica con concentrado entusiasmo, fuera también su primer libro de su proyecto tiene de más nuevo es el vértigo".r> Paul Veyne, quince años
método, una ·especie de primera versión de La arqueolog(a del saber,. después, compara a Foucault con Cézanne para discernir el efecto de los
Por otro lado, en sus mismos libros (sus arqueologías), las obras y "cuadros extraños" producidos mediante el "método pictórico" de la des-
los autores ocupan un lugar de bisagra, resplandeciente y ambi·gu~: cripción arqµeológica. "Esos cuadros son ciertamente del mundo que
obras y autores son a la vez tratados corno elementos de su fábula y el~ conocemos; Foucault no hace más pintura abstracta que Cézanne; el
su ficción, sin dejar .empero de ·poseer las suyas propias. Archivos entre paisaje de Aquisgrán puede reconocerse, sólo que está provisto de una
otros archivos, resultan 'e mpero difíciles de reducir al archivo; pues fun- violenta afectividad; parece salido de un terremoto".s
ionan también tanto corno archivos espejos (con: efectos de proyección ,y Esa afectividad, ese terremoto, es la ficción misma como operación
etotalización, como "El sobrino de Rarneau" en Historia de la locura, de realidad, que se afirma como única realidad posible. La ficción se
"Las meninas" en Las palabras y tas cosas) o archivos de vuelo (es decir, convierte en la fractura entre sí-mismo y sí-mismo, corno ocurre entre
a una distancia diferente de la distancia a que lo lleva su propio lengua- los momentos, entre las líneas sobresalientes, las fases, las oraciones { 't_
je; Nietzsche es el ejemplo que constituirá. por tanto tiempo,la figura "no del discurso que se inventan a través de los discursos. Esa afectividad
arqueologizable"). es a la vez una ley de composición y de disposición, y una ética de la in-
vención de sí mismo.
Pero en ese mismo movimiento, y como para darle mayor claridad,
II por el efecto de una pura reverberación (precisamente a la distancia),
Foucault escribe los dos textos sobre la literatura y sobre el arte que ex-
. Es esta relación de envoltura recípr oca, de reflejo desfasado, la que presan de la manera más perfecta (desde su libro sobre Roussel) su con~
se difuma en un segundo tiempo. Las razones de orden político son co- cepción de la ficción, la concepción de su ficción.
nocidas. Las razones teóricas también. Pero se las expresa asimismo En pleno período "político" y mientras afila los instrumentos cada
atendiendo a la lógica de la ficción, a la profundización del pensamíentQ vez más positivos del análisis arqueológico, Foucault dispone y arregla
corno ficción propia, es decir, sin recurrir a otros elementos que a los de con embriaguez en los libros extraordinarios de Jean Pierre Brisset
su fábula y viendo la violencia hecha por la ficción a la fábula. (La gramática lógica y La ciencia de Dios) los elementos de una máqui-
Ya no hay archivo realmente literario o artístico en los libros que na foneticosernántica que encuentra en las desviaciones más extremas
Foucault escribe a partir de La arqueologta del saber y en cuanto al r(:ls- del lenguaje el principio de una ficción regulada y desregulada. Los tér-
to los archivos que podríamos llamar "de gloria" se alinean en adelante minos mismos que Foucault utiliza pueden ponerse en paralelo con lo
junto a esos "archivos de poca gloria" que fundan el orden del discurso y que formuló de su· teoría de las disposiciones en La arqueolog(a del sa-
su genealogía (por ejemplo, Sade y Bataille, considerados antes héroes ber y que se va a desarrollar y a afinar en Vigilar y castigar. Considera-
subversivos de la arqueología, son colocados en La voluntad de sab'er en mos, por ejemplo,' lo siguiente: "De una palabra a la otra los episodios
una "retroversión h1.·stórica"). Y p~ra.lelamente. se plantea el problern.a de hormiguean: batallas, victorias, prisiones y persecuciones"; "la palabra
~ la arqueología de la función de autor, es decir, de una evaluación, según sólo existe formando cuerpo con una escena en la que surge corno grito,
1
sus propios términos, de la relación entre fábula y ficción que hasta ·en-
- tones le había servido a Foucault como función de espejo. Pero en reali-
dad esta arqueología no tiene necesidad de ser desarrollada (corno no la
como murmullo, corno orden, corno narración".1 Y es una desviación del
mismo orden lo que convierte en ficción cada una de las operaciones de
la fábula, de la cual Foucault mide al mismo tiempo su vertiginoso refle-
tuvo el famoso proyecto de Barlhes sobre las escrituras científicas). En jo dejándose deslizar por los dédalos en los que Magritte atrapa como
efecto, su materia más viva, la transformación de la fábula en ficción, se pintor la representación de las cosas y de las palabras (Esto no es una
operó más que nunca en los libros de Foucault, que son cada vez más pipa).
sensibles y más abstractos, cada vez más ficticios, aun cuando su ficción Así y todo existe un camino de paso entre el archivo "neutro" y el
sea la más verdadera, esto es, la más actual y la más eficaz que puecia ar chivo "imantado" (problema de articulación que preocupó mucho a
darse. Eso es lo que muestra de manera ejemplar Vigilar y castigar. - Foucault, muy cuidadoso, a partir de cierto momento, de evitar todo

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149
efecto de idealismo, de reanudación metafísica, toda colusión con un ¿No es algo del mismo orden lo que designa el aforismo de Char
pensamiento del texto o de la escritura). Una especie de resolución, a la puesto en el dorso de los volúmenes? "La historia de los hombres es la
vez ideal y ambigua, se encuentra en la memoria de Pierre Riviere. Ese
texto es primero un archivo en el pleno sentido que Foucault le asigna:
larga sucesión de los sinónimos de un mismo vocablo. Con~radecirla es
un deber." Esto equivale a decir: hay que mantener, recobrar, ordenar,
'f
convertido en pieza del proceso, presenta el suceso que es el objeto de su entre las palabras y en las palabras mismas, desviaciones y aparta-
discurso, es decir, el crimen. La m.emoria se convierte luego en literatu- mientos para hacer surgir el pensamiento y hacerlo visible. Esas pala-
ra, pero siempre como archivo: el relato, asesinato de Riviere participa bras podrían ser fábula, ficción, historia, filosofía.
de un género, se inscribe en la regularidad discursiva de esas "narracio- En cuanto a la literatura y el arte, Foucault en .esos años sólo pu-
nes que forman entonces un recuerdo popular de los crímenes". Pero es blica, que yo sepa (por lo menos en francés), un texto para presentar las
además literatura por un valor propio del lenguaje y del. mecanismo ver- fotografías de Duane Michals.s Pero todo es lo mismo, se trata de "las
bal que transmite la voz de un sujeto que marcha hacia su dispersión, indiscretas ganas de hacer su narración". El valor de la experiencia, el
hacia su muerte, para resurgir siendo otro, abolido en las palabras. "Se- gusto por la desaparición. Los efectos de disociación. La prescripción de
amos francos (dice Foucault) al situar las razones objetivas del trabajo lo invisible ("no fijar la imagen, no amarrarla, sino exponerla más bien
arqueológico practicado a partir del caso Riviere." Tal vez no haya sido a soplos invisibles"). El suceso eludido. Y esas palabras (que dan su títu-
eso lo que nos detuvo más de un año examinando esos documentos, .tal lo al texto): el "pensamiento emoción" más fuerte que el tiempo, que el
vez haya sido simplemente la belleza de la memoria de Riviere". Det~n­ envejecimiento y la muerte, dice Foucault, puesto que solamente su ex-
gámonos en esta palabra: "belleza", en ese contexto designa no una fuer- periencia (la experiencia misma del arte) tiene la capacidad de expre-
za trivial, sino que indica que algo esencial se da allí en dirección de la sarlos (en la época de Tel Quel, Foucault decía: "El pensamiento que
estética. habla, la palabra pensante"). Y, para dar a su enfoque más fuerza, para
Lo esencial es que ese movimiento, a través de la estética, pasa por abordar el arte por todos los lados, Foucault sitúa previamente el traba-
lo político y lo ético. La estética no representa una función de equilibrio, jo de Duane Michals en una serie cuya idea tal vez le fue sugerida por
de compensación, de suplemento de la política y de la ética ni constituye éste, pero que en su propia perspectiva llega a ser sugestión para un iti-
la cara exterior de estas dos esferas. La estética las informa. Es a la vez nerario que debe realizarse y para su concepción personal del arte como
~,
la preocupación y el estilo de ambas esferas. Es lo que las hace posibles, experiencia, en su apertura, en su circulación. "Magritte, Bob Wilson,
visibles, legibles, en el sentido propio, en sus libros y por lo tanto lo que Bajo el volcán, La muerte de María Malibran y, por supuesto, H. G.
las hace efectivas. IHervé Guibert]". Esto es, un pintor, un director teatral, una gran nove-
la moderna, una película, un novelista contemporáneo.
¿Cuál será, pues, la función de autor de aquel que, al componer
III historias como filósofo, construye ficciones? Me parece que uno de esos
esfuerzos tan familiares a Foucault y por los que hay que torcer el cuello
La distancia (es decir, lo que podríamos llamar el principio de fic- para tratar de verse (cuando decía por ejemplo: tal vez un día no sabre- Ó ) ()

~
ción)~~l comienzo del proyecto de historia de la sexualidad di- mos lo que era la locura, la sexualidad, etc.), pero que él practicaba a ve-
rigido a Grecia, Roma y la Edad Media. Los textos, filosóficos o litera-
rios (Platón, Artemidoro) pueden hacer aquí nuevamente y sin tensión
ces sin decirlo, nos indica la dirección conveniente. En su descripción de
sus niveles de la función de autor, Foucault sugería que nuestro tiempo ~
efecto de espejo o de vuelo. Y lo hacen con tanta mayor facilidad por (es decir, el tiempo que comienza en el siglo XIX) había visto aparecer lo
cuanto proceden de una época en la que la escritura no está afectada que él propone llamar "fundadores de discursividad".9 "Esos autores (di-
por las funciones de separación que se constituyeron poco a poco en la ce Foucault) no son solamente los autores de sus obras, de sus libros,
historia para culminar ,en el siglo XIX. Y hacen efecto de espejo y de vue- han producido algo más: la posibilidad y la regla de formación de otros
lo también porque llevan en sí (sin otra utopía que la que consiste en po- textos. Han establecido una posibilidad indefinida de discursos." Así si-
der ·situar ese movimiento en un libro) la idea de un mundo en el que túa Foucault a Marx y a Freud ("los primeros y los más importantes") y
sería posible una instrumentación más directa de la escritura por el hace hincapié en que, contrariamente al novelista que hace posibles
pensamiento. nnalogías, el fundador de discursividad hace posible en cambio cierto
Para continuar con la metáfora de Paul Veyne, se podría decir que número de diferencias; sólo que, en oposición a la fundación de una cien-
a pesar de su riqueza de material, esos libros evocan (posteriores a los ;ia, "la instauración discursiva es heterogénea en sus transformaciones
cuadros de Cézanne) las acuarelas en que los rasgos de azules espacia- ulteriores". Permanece en un retiro o en un vuelo. Por eso, agrega Fou-
dos se funden con el blanco del papel para hacer aparecer un paisaje. cault, se puede retornar a esos héroes de un nuevo género: el "cerrojo
Un espacio en el que los vacíos cuentan tanto como los lugares llenos. · del olvido" está incorporado en su obra e impide tanto el movimiento de

150 151
abrir como el de cerrar. Y ese retorno se realiza en dirección de "una es-
pecie de costura enigmática del autor y de la obra".
· Bien pudiera ser que el trabajo de transformación (a la vez filosó,fi::-
co y literario) de la historia en ficción, con lo que ello implica de profun-
da singularidad, sea lo que más vivamente contribuya a hacer de
Foucault uno de esos fundadores de discursividad (y que ésta sea preci- ·
samente la circunstancia que lleva en ella la fatalidad del olvido y de.l
retomo). Como Marx, Freud y algunos otros. Después de todo, es esto. lo
que presagiaba J acques Revel. r
111

Notas Poder y gobierno


1 "Foucault et les historiens", entrevista concedida por Jacques Revela Raymond, Be~
llour, Magazine littéraire, spécial Foucault, nº 101, junio de 1975.
2 Jean Roudaut "Biblioth~e imaginaire", Magazine littéraire, spéci8J. Foucault, nº
207, mayo 1984. .
3 "Distance, aspecto, origine", Critiq~. noviembre 1963, págs. 20-22.
4 "L'arriere-fable", L'Arc, Jules \.érne, nº 29, 1966.
5 Roland Barthes, "De part et d'autre", en Essais critiques, París, éd. du Seuil, 1964,
pág.172.
6 Paul Veyne "Foucault révolutionne l'histoire", en Comment on écrit l'histoire, París,
Ed. du Seuil, 1978, pág. 241. .
7 "7 pro pos .sur le 78 ange", en J ean Pierre Brisset, La Grammaire logique seguido, de
La Science de Dieu, París, Tchou, 1970, págs. XI, XII.
8 "La pensée, l'émotion", Duane Michals, Museo de arte moderno 1982. ,.
9 "Qu'est-ce qu 'un auteur?", Bulletin de la société fraru;aise de phüosophie, sesión del
22 de febrero de 1969. · '

Reseña de las discusiones

La comunicación de R. Bellour ponía fin a la primera jornada d~l


coloquio; únicamente lo interrogó Walter Seitter quien le preguntó por
qué Foucault utilizaba ese sustantivo "discursiv1dad" para desigQ.ar
ciertos tipos de discursos y si no había cierta ironía en esa descripción
de los discursos y de las repeticiones. '
Raymond Bellour no detecta semejante ironía. En cuanto al térmi-
no "discursividad", tal vez haya allí algo fundamental: la idea de que
uno puede probar palabras.

152
1

¿Qué es un dispositivo?
Gilles Deleuze

La filosofía de Foucault se presenta a menudo como un análisis de


"dispositivos" concreto. Pero ¿qué es un dispositivo? En primer lugar, es
una especie de ovillo o madeja, un conjunto multilineal. Está compuesto
<le líneas de diferente naturaleza y esas líneas del dispositivo no abar-
:an ni rodean sistemas cada uno de los cuales sería homogéneo por su
:uenta (el objeto, el sujeto, el lenguaje), sino que siguen direcciones dife-
rentes, forman procesos siempre en desequilibrio y esas líneas tanto se

~
ncercan unas a otras como se alejan unas de otras. Cada línea está que-
brada y sometida a variaciones de dirección (bifurcada, ahorquillada),
HOmetida a derivaciones. Los objetos visibles, las enunciaciones formu-
lnbles, las fuerzas en ejercicio, los sujetos en posición son como vectores
o tensores. De manera que las tres grandes instancias que Foucault dis-
tingue sucesivamente (Saber, Poder y Subjetividad) no poseen en modo
alguno contornos definitivos, sino que son cadenas de variables relacio-
nadas entre sí. Es siempre en una crisis cuando Foucault descubre una
nueva dimensión, una nueva línea. Los grandes pensadores son algún
lnnto sísmicos; no evolucionan, sino que avanzan por crisis, por sacudi-
das. Pensar atendiendo a líneas móviles era la manera de proceder de
llerman Melville, y en él había líneas de pesca, líneas de inmersión, pe-
l i¡~ro sas y hasta mortales. Hay líneas de sedimentación, dice Foucault,
pero también líneas de "fisura", de "fractura". Desenmarañar las líneas
de un dispositivo es en cada caso levantar un mapa, cartografiar, reco-
1Tcr tierras desconocidas, y eso es lo que Foucault llama el "trabajo en el
lorreno". Hay que instalarse en las líneas mismas, que no se contentan
ólo con componer un dispositivo, sino que lo atraviesan y lo arrastran,
dn norte a sur, de este a oeste o en diagonal.
Las dos primeras dimensiones de un dispositivo, o las que Fou-
1•11ult distingue en primer término, son curvas de visibilidad y curva~
1111unciación. Lo cierto es que los dispositivos son como las máquinas de
l<nymond Roussel, según las analiza .Foucault; son máquinas para hacer
vor y para hacer hablar. La visibilidad no se refiere a una luz en general
o \º
que iluminara objetos preexistentes; está hecha de líneas de luz que for-
111110 figuras variables e inseparables de este o aquel dispositivo. Cada
~
di Hpositivo tiene su régimen de luz, la manera en que ésta cae, se esfu-
11111, se difunde, al distribuir lo visible y lo invisible, al hacer nacer o de-
uparecer el objeto que no existe sin ella. No es sólo pintura, sino que es
() (v.JUt.M J.. . . ...
.~
155
q~ .lt
)
también arquitectura; tal es el "dispositivo prisión" como máquina ópti- modo alguno una determinación preexistente que ya estuviera hecha.\ .
ca para ver sin ser visto. Si hay una historicidad de los dispositivos, ella También aquí una línea de subjetivación es un proceso, es la producción ~
Y. es la historicidad de los regímenes de luz, pero es también la de los~
me~_!IDUnciación. Pues las enunciaciones a su vez remiten a líneas
de subjetividad en un dispositivo: una línea de subjetivación debe hacer- P.
se en la medida en que el dispositivo lo deje o lo haga posible. Es hasta
<Ieenunciación en las que se distribuyen las posiciones diferenciales de una línea de fuga. Escapa a las líneas anteriores, se escapa. El sí-mismo
sus elementos; y, si las curvas son ellas mismas enunciaciones, lo son no es ni un saber ni un poder. Es un proceso de individuación que tiene )
porque las enunciaciones son curvas que distribuyen variables y porque que ver con grupos o personas y que se sustrae a las relaciones de fuer-
una ciencia en un determinado momento o un género literario o un esta~ zas establecidas como saberes constituidos: es una especie de plusvalía. ';(_
o¡\() do del de"ñ!cho o un movimiento social se definen precisamente por regí-
menes de enunciaciones. No son ni sujetos ni objetos, sino que son re-
No es seguro que todo dispositivo lo implique.
Foucault considera el dispositivo de la ciudad ateniense como el
gímenes que hay que definir en el caso de lo visible y en el caso de lo primer lugar de i · · · ción: según la definición ori-
enunciable, con sus· derivaciones, sus transformaciones, sus mutaciones. ginal que da Foucault, la ciudad inventa una línea de fuerzas que pasa
Y en cada dispositivo las líneas atraviesan umbrales en función de los por la rivalidad de los hombres libres. Ahora bien, de esta línea, en la
cuales son estéticas, científicas, políticas, etcétera. que un hombre libre puede mandar a otro, se destaca una muy diferente
En tercer lugar, un dispositivo implica líneas de fuerzas. Parecería según la cual aquel que manda a hombres libres debe a su vez !i_er dueño
que éstas fueran de un punto singular a otro situado en las líneas prece- qe si.mismo. Son estas reglas facultativas de la dominación de uno mis- j·
dentes; de alguna manera "rectifican" las curvas anteriores, trazan ti;tn- mo las que constituyen una subjetivación, autónoma, aun cuando ulte-
gentes, envuelven los trayectos de una línea con otra , operan idas y ve- riormente esté llamada a suministrar nuevos saberes y a inspirar nue•
nidas, desde el ver al decir e inversamente, actuando como flechas que vos poderes. Se preguntará uno si las líneas de subjetivación no son el
no cesan de penetrar las cosas y las palabras, que no cesan de librar borde extremo de un dispositivo y si ellas no esbozan el paso de un dis-
una batalla. La línea de fuerzas se produce "en toda relación de un pun- positivo a otro; de esta manera prepararían las "líneas de fractura~. Y lo
to con otro" y pasa por todos los lugares de un dispositivo. Invisible e in- mismo que las demás líneas, éstas de subjetivación no tienen fórmula
decible, esa línea está estrechamente mezclada con las otras y sin em- general. Brutalmente interrumpida, la indagación de Foucault debía
bargo no se la puede distinguir. Es la línea que corresponde a Foucault mostrar que los procesos de subjetivación asumían eventualmente otros
y cuya trayectoria él vuelve a encontrar también en Roussel, en Brisset, modos diferentes del modo griego, por ejemplo, en los dispositivos cris-
en los pintores Magritte o Rebeyrolle. Se trata de la "dimensión del po- tianos, en las sociedades modernas, etcétera. ¿Acaso no pueden invocar-
der", y el poder es la tercera dimensión del espacio interno del dispositi- se dispositivos en los que la subjetivación no pasa ya por la vida aristo-
vo, espacio variable con los dispositivos. Esta dimensión se compone, co- crática o la existencia estetizada del hombre libre, sino que pasa por la

~
o el poder, con el saber. · . existencia marginal del "excluido"? Así, el sinólogo Tokei (;)xplica cómo el
Por ñn Foucault descubre las líneas de obk,tjvación. Esta nueva di- esclavo liberado perdía de algún modo su condición social y se encontra-
ensión suscitó ya tantos malenteria~- dio trabajo precisar sus ba remitido a una subjetividad solitaria, quejumbrosa, a una existencia
ondiciones. Más que ningún otro, este descubrimiento nace de una cri• eleg(aca de la que posteriormente extraería nuevas formas de poder y de
sis producida en el pensamiento de Foucault, como si éste hubiera teni- saber. El estudio de las variaciones de los procesos de subjetivación pa-¡
do que modificar el mapa de los dispositivos, encontrarles una nueva rece ser una de esas tareas fundamentales que Foucault dejó a quienes
orientación posible, para no dejarlos que se cerraran simplemente en lí- habrían de seguirlo. Nosotros creemos en la extrema fecundidad de esta
neas de fuerza infranqueables, que impusieran contornos definitivos. investigación que las actuales empresas intelectuales referentes a una
Leibniz expresaba de manera ejemplar este estado de crisis que vuelve historia de la vida privada sólo comprenden parcialmente. Lo que se
a lanzar el pensamiento cuando cree urio que todo está casi resuelto: se subjetiviza son tanto los nobles, aquellos que dicen, según Nietzsche,
creía uno en puerto seguro, pero se encuentra lanzado ahora en plena "nosotros los buenos" como los (aunque en otras condiciones) los exclui-
mar. Y Foucault por su cuenta presiente que los dispositivos que analiza dos, los malos, los pecadores, o bien los ermitaños o bien las comunida-
no pueden ser circunscritos por una línea envolvente sin que aun otros des monacales o bien los heréticos: toda una tipología de las formaciones
vectores no pasen por arriba o por abajo: "¿Cruzar la línea, como pasar subjetivas en dispositivos móviles. Y por todas partes hay marañas que
f
al otro lado?"¡ dice Foucault. Esta manera de pasar la línea de fuerzas os menester desmezclar: producciones de subjetividad se escapan de los
es lo que produce cuando ella se curva, forma meandros, se hunde y se poderes y de los saberes de un dispositivo para colocarse en los poderes
hace subterránea o, mejor dicho, cuando la fuerza, en lugar de entrar en y saberes de otro, en otras formas por nacer. ·¡
relación lineal con otra fuerza, se vuelve sobre sí misma, se ejerce sobre Los dispositivos tienen, pues, como componentes líneas de visibili-
sí misma o se afecta ella misma. Esta dimensión del sí-mismo no es en dad, de enunciación, líneas de fuerzas, líneas de subjetivación, líneas de

156 157
~ ruptura, de fisura, de fractura que se entrecruzan y se mezc.;lan mien- los últimos libros de Foucault debemos esforzarnos lo más posible para
l tras unas suscitan otras a través de variaciones o hasta de mutaciones comprender el programa que propone a sus lectores . .¿Una estética in-
b de disposición. De esta circunstancia se desprenden dos importantes trínseca de los modos de existencia como última dimensión de los dispo-
consecuencias para una filosofía de los dispositivos. La primera es el re- sitivos?
'S?> \ I?,Udio de los universales. El universal, en efecto, no explica nada, sino La segunda consecuencia de una filosofia de los dispositivos es un
que lo que hay que explicar es el universal mismo. Todas las líneas son
líneas de variación que no tienen ni siquiera coordenadas constantes. Lo
'u no, el todo, lo verdadero, el objeto, el sujeto no son universales, sino
cambio de orientación que se aparta de lo eterno para aprehender lo
nuevo. Lo nuevo no designa la supuesta moda, sino que por el contrario
se refiere a la creatividad variable según los dispositivos: de conformi-
V>
que son procesos singulares de unificación, de totalización, de verifica- dad con la interrogación que comenzó a nacer en el siglo XX, ¿cómo es
ción, de objetivación, de subjetivación, procesos inmanentes a un deter- posible en el mundo la producción de algo nuevo? Verdad es que en toda
minado dispositivo. Y cada dispositivo es también una multiplicidad en su teoría de la enunciación, Foucault rechaza explícitamente la "origi-
la que operan esos procesos en marcha, distintos de aquellos procesos nalidad" de una enunciación como criterio poco pertinente, poco intere-
que operan en otro dispositivo. En este sentido, la filosofia de Foucault sante. Lo que quiere es considerar únicamente la "regularidad" de las
'e s pragmática, funcionalista, positivista, pluralista. Tal vez lo que plan- enunciaciones. Pero lo que Foucault entiende por regularidad es la mar-
tee el mayor problema sea la razón porque procesos de racionalización cha de la curva que pasa por los puntos singulares o los valores diferen-
pueden operar sobre segmentos o regiones de todas las líneas considera- ciales del conjunto enunciativo (así como definirá las relaciones de fuer-
das. Foucault acredita a Nietzsche con una historicidad de la razón y se- za por distribuciones de singularidades dentro de un campo social).
ñala toda la importancia de una investigación epistemológica sobre las Cuando recusa la originalidad de la enunciación, Foucault quiere deci.r
diversas formas de racionalidad en el saber (Koyré, Bachelard, Canguil- que la eventual contradicción de dos enunciaciones no basta para distin-
hem) y de una investigación sociopolítica de los modos de racionalidad guirlas ni para marcar la novedad de una respecto de la otra. Pues lo
~
en el poder (Max Weber). Tal vez él mismo se reserva la tercera línea, el
estudio de los tipos de lo "razonable" en eventuales sujetos. Pero lo que
Foucault rechaza esencialmente es la identificación de esos procesos con
que cuenta es la novedad del régimen de enunciación mismo que puede
comprender enunciaciones contradictorias. Por ejemplo, se preguntará
uno qué régimen de enunciaciones aparece con el dispositivo de la revo-
1
( 1 una razón por excelencia. Recusa toda restauración de .universales de lución francesa o de la revolución bolchevique: lo que cuenta es la nove-
reflexión de comunicación, de consenso. Se puede decir que en este sen- dad del régimen, no la originalidad de la enunciación. Todo dispositivo
tido sus relaciones con la escuela de Francfort y con los sucesores de esa se define pues por su tenor de novedad y creatividad, el cual marca al
escuela son una larga serie de malentendidos de los cuales Foucault no mismo tiempo su capacidad de transformarse o de fisurarse y en prove-
es responsable. Y así como no hay universalidad de un sujeto fundador o cho de un dispositivo del futuro. En la medida en que se escapan de las
de una razón por excelencia que permita juzgar los dispositivos, tampo- dimensiones de saber y de poder, las líneas de subjetivación parecen es-
co hay universales de la catástrofe en los que la razón se enajene, se de- pecialmente capaces de trazar caminos de creación que no cesan de
rrumbe de una vez por todas. Como le dice Foucault a Gérard Raulet, no abortar, pero tampoco de ser reanudados, modificados, hasta llegar a la
hay una bifurcación de la razón; lo que ocurre es que ella no cesa de bi- ruptura del antiguo dispositivo. Los estudios todavía inéditos de Fou-
furcarse y hay tantas bifurcaciones y ramifi.caciones como instauracio- cault sobre los diversos procesos cristianos abren sin duda numerosos
nes, tantos derrumbes como construcciones, según los cortes practicados caminos en este campo. No ha de creerse empero que la producción de
por los dispositivos, y "no hay ningún sentido en la proposición según la subjetividad corresponda exclusivamente a la religión; las luchas anti-
cual la razón es un largo relato que ha terminado ahora". Desde este rreligiosas son también creadoras, así como los regímenes de luz, de
punto de vista, lo que se objeta a Foucault es la cuestión de saber cómo enunciación, pasan por los dominios más diversos. Las subjetivaciones
. se puede estimar el valor relativo de un dispositivo si no se pueden invo- modernas, la luz misma, las enunciaciones y los poderes ya no se pare-
car valores trascendentes como coordenadas universales; y ésta es una cen a los de los griegos ni a los de los cristianos.
\ Cl,lestión que puede hacemos retroceder por falta de sentido también Pertenecemos a ciertos dispositivos y obramos en ellos. La novedad
ella. ¿Se dirá que todos los dispositivos valen (nihilismo)? Hace ya mu- de unos dispositivos respecto de los anteriores es lo que llamamos su ac-
cho que pensadores como Spinoza o Nietzsche mostraron que los modos tualidad, nuestra actualidad. Lo nuevo es lo actual. Lo actual no es lo
de existencia debían pesarse según criterios inmanentes, según su tenor que somos sino que es más bien lo que vamos siendo, lo que llegamos a
de "posibilidades", de libertad, de creatividad sin apelar a valores tras-
cendentes. Foucault hasta hará alusión a criterios "estéticos", entendi-
dos como criterios de vida, que sustituyen cada vez por una evaluación
inmanente las pretensiones de un juicio trascendente. Cuando leemos
ser, es decir, lo otro, nuestra diferente evolución. En todo dispositivo hay
que distinguir lo que somos (lo que ya no somos) y lo que estamos sien-
do: la parte de la historia y la parte de lo actual. La historia es el archi-
vo, la configuración de lo que somos y dejamos de ser, en tanto que lo ac-
l (:r
158 159
tual es el esbozo de lo que vamos siendo. De modo que la historia o el ar- tra historia la diferenci~ de los tiempos, nuestro yo la diferencia de las r
chivo es lo que nos separa de nosotros mismos, en tanto que lo actual es . máscaras". L
eso otro con lo cual ya coincidimos. A veces se ha. creído que Fou~ault
trazaba el cuadro de las sociedades modernas como otros tantos disposi· · Las diferentes ilíneas de un dispositivo se reparten en dos grupos, )
tivos disciplinarios, por oposición a los viejos dispositivos de la sobera-· líneas de estratificación o de sedimentación y líneas de actualización o Y
nía. Pero no hay nada de eso: las disciplinas descritas por Foucault son de creatividad. La consecuencia última de este método alcanza a toda la
la historia de lo que poco a poco dejamos de ser, y nuestra actualidad se obra de ·Foucault. En la mayor parte de sus libros, Foucault determina
dibuja en disposiciones de control abierto y continuo; disposiciones muy un archivo preciso, con medios históricos extremadamente nuevos, ·so-
diferentes de las recientes disciplinas cerradas. Foucault está de acuer- bre el hospital general en el siglo XVII, sobre la clíp.ica en el siglo XVIII,
do con Burroughs, quien anuncia nuestro futuro controlado antes que sobre la cárcel en el siglo XIX, sobre la subjetividad en la Grecia antigua.
disciplinado. La cuestión no es saber si esto es mejor o peor. Pues tam- y luego en el cristianismo. Pero ésta representa la mitad de su tarea. En
bién apelamos a producciones de subjetividad capaces de resistir a est~ efecto, por preocupación de rigor, por la voluntad de no mezclarlo todo,
nueva dominación, muy diferentes de aquellas. que se ejercían ant~s por confianza en el lector, Foucault no expone la otra mitad. La formula
contra las disciplinas. ¿Una nueva luz, nuevas enunciaciones, una nue- explícitamente sólo en las conversaciones contemporáneas de cada uno
va potencia, nuevas formas de subjetivación? En todo dispositivo debe~· de sus grandes libros: ¿qué es hoy la locura, la cárcel, la sexualidll.d?
mos desenmarañar y distinguir las líneas del .pasado reciente y la~ J.í- ¿Qué nuevos modos de subjetivación vemos aparecer hoy, modos que
neas del futuro próximo, la parte del archivo y la parte de lo actual, '·lti ciertamente no son ni griegos ni cristianos? Especialmente esta última
parte de la historia y la parte del acontecer, la parte de la analítica 'y cuestión preocupa a Foucault hasta el final (no somos ya griegos y ni si-
1
la parte del diagnóstico. Sí Foucault es un gran filósofo, lo es porque s~ quiera cristianos). Si Foucault asignó hasta el final de su vida tanta im-
valió de la historia en provecho de otra cosa; como decía Nietzsche; portancia a sus conversaciones en Francia y más aun en el extranjero,
obrar contra el tiempo y así sobre el tiempo en favor de un tiempo futu- ello no se debe a su gusto por las entrevistas; sino a que así trazaba esas
ro. Pues lo que se manifiesta como lo actual o lo nuevo, según FoucailJt, líneas de actualización que exigían un modo de expresión diferente del
es lo que Nietzsche llamaba lo intempestivo, lo inactual, ese acontecer modo de expresión propio de los grandes libros. Las conversaciones son
que se bifurca con la historia, ese diagnóstico ·que toma el relevo del diagnósticos. En Foucault ocurre como en Nietzsche, de quien es difícil
análisis por otros caminos. No se trata de predecir, sino de estar atento leer las obras sin tener en cuenta el Nachlass contemporáneo de cada / {}
a lo desconocido que llama a nuestra puerta. Nada lo ilustra mejor qüe una de ellas. La obra completa de Foucault, tal como la .conciben Defert ~
un pasaje fundamental de La arqueología del saber, válido para toda la y Ewald, no puede separar los libros, que nos han marcado a todos, y las
obra (pág. 1 72): · i.. 1
conversaciones que nos arrastran hacia un futuro, hacia un llegar a ser:
. ]
los estratos y las actualidades .
"El análisis del archivo implica pues una región privilegiada: a la ve~
1
cercana a nosotros, pero diferente de nuestra actualidad; es el reborde del
tiempo que rodea nuestro presente, que está suspendido sobre él~ que fo . Reseña de las discusiones
indica en su alteridad; es lo que, fuera de nosotros, nos delimita. La des-
cripción del archivo despliega sus posibilidades, (y el dominio de sus p99ibi-
licll1.des) partiendo de discurso~ que justamente acaban de dejar de ser)oe M. Karkeits observa que Gilles Deleuze no ha empleado la palabra
nuestros; su umbral de existencia está instaurado por el hiato que nos se- "verdad". ¿Dónde habrá de situarse al decir la verdad de que habla Fou-
para de aquello que ya no podemos decir y de aquello que cae fuera de :ault en sus últimas conversaciones? ¿Se trata de un dispositivo en sí
lfnuestra práctica discursiva; ésta comienza con el . afuera de nuestro len• mismo? ¿O es una dimensión de todo dispositivo? Gilles Deleuze respon-
l ~ guaje, su lugar es la diferencia de nuestras propias prácticas discursivas. de que en Foucault no hay ninguna universalidad de lo verdadero. La
' En este sentido vale por nuestro diagnóstico. No porque nós permita tta- verdad designa el conjunto de las producciones que se realizan en el in-
. •zar el cuadro de nuestros rasgos distintivos y esbozar de antemano la figu-
ra que tendremos en el futuro. Pero nos desprende de nuestras continui-
terior de un dispositivo. Un dispositivo comprende verdades de enuncia-
:ióp, v~rdades de luz y de visibilidad, verdades de fuerza, verdades de ~
dades; disipa esa identidad temporal en la que nos gusta mirarnos para 11ubjetívación. La verdad es la realización de las líneas que constituyen '
conjurar las rupturas de la historia; rompe el hilo de las teleologías trae-
' · cendentales, y allí donde el pensamiento antropológico .interrogaba al ser
ol dispositivo. Extraer del conjunto de los dispositivos una voluntad de OJb
vordil.d que pase de uno a otro como una constante es una proposición
del hombre o sus su.bJ.· etividad.es [ese análisis], hace estallar lo otro y el
.afuera. El diagnóstico así entendido no establece la comprobación de nues- desprovista de sentido en Foucault. *::

llo,
tra identidad por el juego de las distinciones. Establece .que nosotros so-. Manfred Frank observa que la filosofía .de Foucault pertenece a
! mos diferencia, que nuestra razón es la diferencia de los discursos, nuea- una tradición poshegeliana y posmarxista que quiso romper con el uni-

160 wtc.f.vl · 161


verso propio del pensamiento de la ilustración. Sin embargo, uno en- Gilles Deleuze indica que no hay una respuesta general. Si en Fou-
cuentra en Foucault toda clase de universales: dispositivos, discursos, cault hay diagnóstico, ello se debe a que hay que discernir, en cada dis-
archivos, etcétera, que prueban que la ruptura con el universal no es ra- positivo, sus líneas de fisura y de fractura. En ciertos momentos esas lí-
dical. En lugar de un solo universal, tenemos múltipes universales y en neas se sitúan en el nivel de los ru>de!:.jsh eb ~ros se sitúan en el nivel
varios niveles. de los saber~. De manera más genera a na que decir que las líneas ~
Gilles Deleuze subraya que la verdadera frontera está entre cons- de subj~ción indican las fisuras y las fracturas. Pero aquí se trata de
't tantes y variables. La crítica de los universales puede traducirse en una una casuística. Hay que evaluar según los casos, según el tenor del dis-
~ pregunta: ¿Cómo es posible que algo nuevo surja en el mundo? Otros fi- positivo. Si se da una respuesta general, se suprime esa disciplina que
( lósofos, Whitehead, Bergson, hicieron de esta pregunta la cuestión fun-
es tan importante como la arqueología, la disciplina del diagnóstico.
r damental de la filosofía moderna. Poco importa que se empleen térmi- Fati Triki se pregunta si la filosofía de Foucault logra atravesar los
nos generales para pensar los dispositivos: son nombres de variables. muros del Occidente. ¿Es una filosofía extramuros?
Toda constante queda suprimida. Las líneas que componen los dispositi- Gilles Deleuze: durante mucho tiempo Foucault limitó su método a
vos afirman variaciones continuas. Ya no hay universales, es decir, sólo breves secuencias de la historia francesa. Pero en los últimos libros con-
hay líneas de variación. Los términos generales son coordenadas que no sidera una secuencia larga, a partir de los griegos. ¿Puede hacerse geo-
tienen otro sentido que el de hacer posible la estimación de una vairia- ir-áficamente la misma extensión? ¿Puede uno valerse de métodos aná-
ción continua. logos al de Foucault para estudiar los dispositivos orientales o los del
Raymond Bellour se pregunta dónde conviene situar los textos de Medio Oriente? Ciertamente, porque el lenguaje de Foucault, que enfoca
Foucault que se refieren al arte: entre los libros y, por lo tanto, en el ar- las cosas como paquetes de líneas, como madejas, como conjuntos multi-
chivo o entre las conversaciones y, por lo tanto, en lo actual. lineales es de tipo oriental.
Gilles Deleuze recuerda el proyecto de Foucault de escribir un libro
sobre Manet. En ese libro, Foucault habría analizado sin duda, más que

X :Pok ~~
las líneas y los colores, el régimen de luz de Manet. Ese libro habría per-
tenecido al archivo. Las conversaciones habrían extraído del archivo
nuestras líneas de actualidad.
Foucault probablemente habría dicho: Manet es lo que el pintor
deja de ser. Esto nada quita a la grandeza de Manet. Pues la grandeza
de lo que Manet es está en el devenir de Manet en el momento en que
pinta. Esas conversaciones habrían consistido en mostrar las líneas de
fisura y de fractura que hacen que los pintores de hoy entren en regíme-
nes de luz de los cuales se dirá: son otros, es decir, que hay otra evolu-
ción de la luz.
También en el caso de las artes hay complementariedad de los dos
aspectos de la analítica (de lo que somos y por eso mismo de lo que cesa-

~
mos de ser) y del diagnóstico (el devenir diferente al que llegamos). La
analítica de Manet implica un diagnóstico de lo que llega a ser la luz a
partir de Manet y después de él.
Walter Seitter se asombra por el "fisicismo" de que está penetrada
la exposición de Gilles Deleuze.
Gilles Deleuze rechaza esta expresión en la medida en que podría
haéer suponer que, bajo los regímenes de luz, habría una luz bruta ñsi-
camente enunciable. Lo ñsico es un umbral de visibilidad y de enuncia-
ción. En un dispositivo no hay nada dado que esté en el estado salvaje.
Pero que haya un régimen ñsico de la luz, que haya líneas de luz, que
haya ondas y vibraciones, ¿por qué no?
Fati Triki se pregunta cómo introducir en los dispositivos la posibi-

\ lidad de una demolición de las técnicas modernas de la servidumbre ..


¿Dónde se pueden localizar las prácticas de Michel Foucault?

162
163
je a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, que se
parecen todos a las cárceles. "s
2 CQn esto Foucault no quería decir que la "sociedad disciplinaria"
fuera una sociedad de encierro generalizado. Quería decir sin ·duda lo
inverso. En efecto, la difusión de las disciplinas manifiesta que. sus téc-
Un poder sin un afuera nicas son ajenas al principio de encierro o, más exactamente, que con
las disciplinas el encierro ya no es segregativo . .Lo que hace que la socie-
dad sea disciplinaria es precisamente el hecho de que las disciplinas no
Fran<;ois Ewald forman compartimientos estancos. Todo lo contrario, su difusión, lejos
de escindir y poner tabiques, hace homogéneo. el espacio social. Lo im-
portante en la idea de sociedad disciplinaria es la idea de sociedad: las
En Vigilar y castigar, Michel Foucault describe un primer conjuntó · disciplinas crean sociedad, crean un tipo de lenguaje común entre todas
de prácticas de la norma en el sentido moderno d~l término: las disci- las clases de instituciones, hacen posible que una pueda traducirse a la
plinas. Foucault ha mostrado la progresiva extensión de las disciplinas otra.
en el curso de los siglos XVII y XVIII, su difusión a través del conjunto de} Y la cárcel no escapa a esta circunstancia: el hecho disciplinario
cuerpo social, "la formación de lo que podríamos llamar en general la so-' determina la prisión como el instrumento exclusivo de administrar pe-
ciedad disciplinaria".1 nas, y esto lo realiza sin hacerla extraña a lo social. Por eso, la. prisión
Esa difusión se llevó a cabo según tres grandes modalidades. La puede pretender reeducar al criminal y apuntar a la socialización del
primera, y sin duda la más importante, consiste en lo que Foucault lla~ delincuente, porque la partición jurídica de la privación de libertad ya
ma la inversión funcional de las disciplinas: "En su origen se les pedí# no designa una partición en lo real. Es una "falsa" partición, una parti-
que neutralizaran peligros, que fijaran poblaciones inútiles o agitadas, ción ficticia que no compromete ya a nada ni por el lado de los mecanis-
que evitaran los inconvenientes de las agrupaciones demasiado numero- mos del poder ni por el lado de la objetivación del criminal. Lo que ca-
sas; luego se les pide (pues son capaces de hacerlo) que desempeñen uri racteriza la cárcel es el hecho de que la partición jurídica de la condena
papel positivo, que hagan crecer la utilidad posible de los individuos".2 es puramente superficial y no afecta al ser. La prisión no debe encubrir
Se pasa, pues, de la disciplina bloqueo, vuelta por entero hacia funcio~ este hecho que, para Foucault, caracteriza la modernidad, el hecho de la
nes negativas (detener el mal, romper las comunicaciones, suspender el redundancia disciplinaria, del gran continuo disciplinario. La sociedad
tiempo), a la disciplina mecanismo. disciplinaria es una sociedad de comunicación absoluta: la.. difusión de
Segunda modalidad: "Los enjambres de los mecanismos disciplina- las disciplinas permite que todo se comunique con todo según un juego
rios. Mientras los establecimientos de disciplina se multiplican, sus me- de redundancias y de homologías infinitas.
canismos tienen cierta tendencia a desinstitucionalizarse, a salir de las La norma, o lo normativo., .e s a la vez lo que permite la transforma-
fortalezas cerradas en que funcionaban y a circular en estado 'libre'; las ción de la disciplina bloqueo en disciplina mecanismo, la matriz que
disciplinas masivas y compactas se descomponen en procedimientos fle- transformaJo negativo en positivo y permite la generalización discipli-
xibles de control que se pueden transferir y adaptar".ª Las disciplinas naria como aquello que se instituye a causa de esa transformación. La
ya no son el patrimonio exclusivo de ciertas instituciones "cerradas, .es- norma es precisamente aquello por lo que la sociedad, cuando se hace
tablecidas en los márgenes", y toda institución se hace capaz de utilizar disciplinaria, se comunica consigo misma. La norma articula las institu-
el esquema disciplinario. Ubicuidad y liberación de las disciplinas .que ciones disciplinarias de producción, de saber, de riqueza, de finanzas y
ya no se dirigen solamente a aquel a quien se castiga, al mal qu,e ~e las hace interdisciplinarias, convierte en homogéneo el espacio social, si
quiere contener; las disciplinas se ponen al servicio del bien, del bien no lo unifica.
para todos, de toda producción socialmente útil. Las disciplinas se refie- Foucault describe .tres grandes instrumentos disciplinarios: la vigi-
ren a todos sin distinción. "Y, por fin, la estatización de los mecanismos lancia jerárquica, la .sanción normalizadora y el examen.1 Tal vez se tra-
de disciplina"4 por obra de la organización de una policía centraliza¡Ja te menos de tres instrumentos que de tres utilizaciones de una misma
que tiene la misión de ejercer una "vigilancia permanente, exhaustiva, técnica que está en la base de la norma. En cierto modo se trata sólo de
omnipresente, capaz de hacerlo todo visible."5 De ahí esta conclusión instrumentos que tienden a resolver problemas tradicionales del poder:
que constituye uno de los temas principales de Vigilar y castigar: no so- ordenar las multiplicidades, articular el todo y sus partes, relacionar es-
lamente .la generalizaci6n del esquema y de las técnicas disciplinarias tas últimas entre sí. Lo normativo propone una solución particular a ese
hizo posible la prisión sino que ella misma ofrece a la sociedad moderna viejo problema: primero; esa composición se realiza según un principio
su verdadera imagen. "Cómo puede sorprender que la prisión se aseme· de producción (y no de represión): producir, mejorar, intensificar antes

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que ejercer coacción, prohibir, impedir. Pero también este ord~namiento adquiría su vigor", dice Foucauit,12 quien sintetiza: 'Tradicionalmente el
se lleva a cabo según una lógica de la ºindividualización. Foucault vuel- poder es lo que se ve, lo que se muestra, lo que se manifiesta y, de mane-
ve a este punto sin cesar: la disciplina "fabrica" individuos; es la técnica ra paradójica, encuentra el principio de su fuerza en el movimiento por
específica de un poder que toma a los individuos a la vez como objetos y el cual él la despliga. Aquéllos sobre quienes se ejerce el poder pueden
como instrumentos de su ejercicio.e Pero este eje de la individualización permanecer en la sombra; sólo reciben la luz que les es concedida de es-
no es el único, no puede ser el único: la norma es al propio tiempo el ta parte del poder o de su reflejo que reciben por un instante".13 Com-
vínculo, el principio de unidad -de comunicación- de esas individua- prendamos bien la función de esta manifestación: hace recordar los
lidades. La norma es la referencia que se instituye cuando el grupo se respectivos lugares, da a cada cual su identidad. Uno es lo que es en
encuentra objetivado en la forma del individuo. La norma está en el función de la visibilidad que recibe del poder, uno es esa parte de visibi-
principio de una comunicación sin origen y sin sujeto. lidad. La individualidad del poder es máxima en la medida en que cada
El esquema normativo se apoya en toda una economía de la visibi- uno percibe la suya partiendo de la unidad del poder, de su identidad.
lidad. "El ejercicio de la disciplina supone un dispositivo que obliga por Con las disciplinas, según la lógica de la norma -"el vuelco del eje
el juego de la mirada, un aparato en que las técnicas que permiten ver político de la individualización"14-, la sombra llega a la luz. "En la dis-
causan los efectos de poder y en que, por su parte, los medios de coer- ciplina, son los sujetos quienes han de ser vistos. Esa iluminación ase-
ción hacen claramente visibles a aquellos sobre los cuales se aplican."9 1
gura el dominio del poder que se ejerce sobre ellos."15 Cada individuo
Las disciplinas normativas movilizan principalmente el espacio y las ar- será objetivado según un principio de individualización infinito. Cada
quitecturas. Hay que tratar de comprender por qué la norma implica se- individuo se convierte en un caso, es decir, un caso siempre diferente,
mejante empleo de las arquitecturas, de las piedras, de los muros. La diferente de los demás (y de sí mismo). ¿Cómo se opera esta individuali-
importancia de las arquitecturas está en el hecho de que vienen a ocu- zación, esta individualización normativa?
par el lugar del rey. En el espacio normativo, la arquitectura ya no es (o De conformidad con una lógica puramente lateral y relativa. La in-
no es solamente) un símbolo, un signo de poder, la expresión de la fuer- dividualización normativa se realiza sin referencia a una naturaleza, a
za. La arquitectura ocupa ese lugar. Ocupa su centro, es el poder mismo. una esencia de los sujetos. No tiene la forma de una especificación, no
La arquitectura es el instrumento, la técnica, el dispositivo gracias a los apunta a discernir las cualidades que el individuo pueda poseer por sí
cuales, en la ausencia de un soberano estará la posibilidad de una obje- mismo o que sean características de su género o de su naturaleza. La in-
tividad del juicio de uno mismo sobre sí mismo, gracias a los cuales esa dividualización disciplinaria se hace sin que se suponga algún saber.
objetividad -principio de comunicación, valor de los valores, sentido del Cndividualización positiva y sin metafísica, individualización sin sustan-
sentido- podrá constituirse por obra de un mecanismo de autorreferen- cia, un poco como, en el sistema de la lengua, la oposición de los signifi-
cia. La arquitectura permite que la objetividad de un juicio de uno mis- cantes sólo remite siempre a diferencias, sin que sea posible detenerse
mo sobre sí mismo no sea nunca un juicio sin exterior. en una sustancia del significante. Se trata de una pura relación. Una
En efecto, "el examen -las disciplinas- invierte la economía y la relación sin soporte. La individualización normativa es también diacríti-
visibilidad en el ejercicio del poder".10 Esta inversión designa práctica- ca, lateral y relativa.1s Es puramente comparativa. Sólo tienen sentido
mente un proceso doble. En primer lugar, la institución de un espacio de las desviaciones (y no las hazañas).17 Las disciplinas individualizan, no
visibilidad unidimensional, en el que desaparece el eje de verticalidad terminan nunca de individualizar, pero esta individualización no se lle-
(arriba-abajo); hay una visibilidad puramente horizontal; luego, por con- va a cabo por categorías, sino que se realiza en el interior de categorías.
siguiente, se instituye una visibilidad lateral y relativa. Es decir que, en Siempre actual y siempre vuelta a comenzar, la individualización no
el espacio disciplinario o normativo nada viene a reemplazar el lugar opela a ningún saber exterior. Aquí terminan los trasmundos, las inte-
del soberano. La mirada se hace ella misma invisible: "El poder discipli- rioridades y los secretos. Edad de saberes puramente positivos. El saber
nario se ejerce haciéndose invisible; en cambio, ese poder impone a normativo no apela a nada exterior, sobre lo que trabaje y que haga visi-
aquéllos a quienes somete un principio de visibilidad obligatoria".11 La ble. Precisamente, ¿qué es la norma? Es la medida que a la vez indivi-
visibilidad ya no es de origen visible, situable, pues no tiene otra fuente clualiza, permite individualizar sin cesar y hace las cosas comparables.
que aquéllos a quienes ella hace visibles, visibles pues a sí mismos. l .a norma permite distinguir las desviaciones indefinidamente, cada vez
En el orden predisciplinario (prenormativo), el soberano organiza, más discretas, cada vez más minuciosas y hace que al mismo tiempo
por ejemplo en la ceremonia de los suplicios, el espectáculo suntuoso de oHas desviaciones no encierren a nadie en una naturaleza, puesto
su propia manifestación. "Hasta ese momento, el papel de la ceremonia que esas desviaciones que individualizan nunca son otra cosa que la ex-
política había consistido en dar lugar a la manifestación a la vez excesi· presión de una relación, de la relación indefinidamente establecida de
va y regulada del poder; la ceremonia era una expresión suntuaria de los unos con los otros. ¿Qué es una norma? Un principio de compara-
potencia, un gasto a la vez exagerado y codificado en el que el poder re· rión, una medida común que se instituye en la pura referencia de un

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grupo a sí mismo cuando el grupo ya no tiene otra relación que la que plinas no son necesariamente normativas. Lo que caracteriza a la mo-
guarda consigo mismo, sin exterioridad, sin verticalidad. dernidad, según Foucault, es el advenimiento de la era normativa: la
Del análisis hecho por Foucault en Vigilar y castigar, se pueden normalización de las disciplinas, el paso de la disciplina bloqueo a la
disciplina mecanismo y correlativamente la formación de una sociedad
deducir otras dos características de la norma o de lo normativo. En pri- disciplinaria que ciertamente no se caracteriza por el encierro, aun
mer lugar, la individualización normativa no tiene exterior. Lo anormal
cuando se continúe utilizando el procedimiento, sino que se caracteriza
no es de una naturaleza diferente de la de lo normal. La norma, el espa- antes bien por la constitución de un espacio, un espacio parejo, inter-
cio normativo, no conoce un afuera. La norma integra todo aquello que cambiable, sin segregación, indefinidamente redundante y sin exterior.
quisiera excederla, nunca nada ni nadie (cualquiera que sea la diferen-
cia que pretenda tener) puede considerarse exterior, reivindicar una al-
teridad de suerte que fuera otro. G. Canguilhem lo mostraba en relación
con el análisis de los monstruos: para un pensamiento de la norma, la
anomalía no es anormal. Sólo atestigua una diferencia, particiones en la Notas
naturaleza: manifesta la existencia de algo posible. Isidore Geoffroy
1 Surveiller et punir, Parí'!, Gallimard, 197 5, pág. 211.
Saint-Hilaire dirá: "No hay excepción a las leyes de la naturaleza, hay 2 lb(d.
excepciones a las leyes de los naturalistas". Esto no quiere decir qu,e la 3 lbCd., pág. 213.
excepción confirma la regla, antes bien que la excepción está en la regla. 4 lbúl., pág. 214.
Es pues incierta la línea que separa lo normal de lo anormal. Esa 5 lbCd., pág. 215.
6 lbCd., pág. 229.
línea no remite a nada en la naturaleza. Lo anormal está dentro de la 7 lbCd., 3! parte, capítulo rr, "Les moyens du bon dressement", págs. 1 72 y siguientes.
norma: el gigante y el enano, el idiota y el genio. Pero esto no quiere de- 8 lbúl., pág. 172.
cir que, dentro del espacio normativo, no haya partición posible, que no 9 lbúl., pág. 173.
haya lugar para un proceso de valorización. Las prácticas de la norma 10 lbúl., pág. 189.
11 Ibúl.
no son relativistas. Lo normal se opone ciertamente a lo anormal. Pero 12 Ibúl., pág. 183.
esta división es de un género especial: se formula atendiendo a umbra- 13 lbfd., pág. 189.
les y a límites. Precisamente es· todo un problema saber cómo se efectúa 14 Ibúl., pág. 194.
la separación de lo normal y de lo anormal. Bien se comprende que este 1s Jbúl., pág. 189.
hecho no expresará nunca una ley de la naturaleza y que sólo puede for- 16 lbúl., págs. 192, 195.
17 lbúl., pág. 195.
mular una pura relación del grupo consigo mismo. 18 Surveiller et punir, op. cit., pág. 182.
De ahí esta implicación relativa al tratamiento de lo arwrmal. Co- 19 lbúl.
mo dice Foucault: "Castigar es ejercer".is Las disciplinas no obran por
segregación sino que lo hacen por intensificación. En la sociedad disci-
plinaria, el tratamiento de los condenados no es diferente del tratamien-
to que se administra al buen ciudadano. "El castigo disciplinario es, por
lo menos en una buena parte, isomorfo con la obligación misma; es me-
nos la venganza de la ley ultrajada que su repetición, que su insistencia
redoblada".19 Asimismo, si la cárcel constituye un espacio disciplinario,
no lo es porque esté fundada en la privación jur(dica de la libertad, sino
porque dentro de su recinto y al abrigo de altas paredes se repite e in-
siste aquello en virtud de lo cual se fabrican individuos normales. Cuan-
do las disciplinas se· hacen normativas, las instituciones disciplinarias
se hacen isomorfas entre sí. Cuando las sociedades se hacen normati-
vas, las instituciones -ejército, escuela, taller, cárcel- se hacen redun-
dantes las unas con respecto a las otras.
No hay que confundir "norma" y "disciplina". Las disciplinas apun-
tan a los cuerpos con una función de adiestramiento; la norma es una
medida, una manera de producir la medida común. Es aquello que a la
vez hace comparable e individualiza; principio de visibilidad en virtud
de un puro mecanismo de reflexión del grupo sobre sí mismo. Las disci-

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3 11silo "liberó" a los locos haciendo de ellos alienados, y entonces el placer
o ve arrastrado en un movimiento de expansión aparentemente ilimita-
clo, que lo constituye propiamente como "sexualidad", de conformidad
Sobre una historia natural cion el impulso positivo que le da un poder que funciona como un "bio-
poder".
de las normas El análisis de estos tres casos se desarrolla según una orientación
11parentemente común, puesto que topa cada vez con el mismo dilema
que enfrenta dos prácticas opuestas a la norma y que hacen de ella un
Pierre Macherey principio de exclusión o de integración, al tiempo que la norma revela lo
ntrincado de las dos formas que ella asume también históricamente:
uorma de saber, que enuncia criterios de verdad cuyo valor puede ser
I restrictivo o constitutivo, y norma de poder, que fija al sujeto las condi-
ciones de su libertad, según reglas externas o leyes internas. Vemos,
Lo que sin duda más preocupó a Foucault fue comprender cómo la pues, cómo la problemática ue la norma, en su relación con la sociedad
acción de las normas en la vida de los hombres determina el tipo de so- y con el sujeto, hace también referencia a la distinción entre las dos
ciedad a la que ellos pertenecen como sujetos. Ahora bien, sobre 1este formas posibles del conocimiento puestas de manifiesto en Las pala-
punto todas sus investigaciones han girado alrededor de una interroga- hras y las cosas: la forma de un enr ejado abstracto de racionalidad,
ción fundamental cuyo alcance es a la vez epistemológico e histórico: puesto sobre la esfera de sus objetos que supuestamente aquél debe "re-
¿Cómo se pasa de una concepción negativa de la norma y de su acción, presentar" al encerrarlos en sus propias casillas; y la forma de un saber
fundada en un modelo jurídico de exclusión en relación con la partición que se presenta estando por el contrario incorporado en la constitución
de lo permitido y de lo prohibido, a una concepción positiva que insiste ele su objeto, que no es ya solamente su "objeto" sino también su sujeto,
en cambio en su función biológica de inclusión y de regulación, en el un saber cuya forma por excelencia está dada por las ciencias humanas.
sentido, no de una reglamentación, sino de una regularización con refe- Sin embargo, como estas correspondencias entre los diferentes do-
rencia a la distinción (establecida por las ciencias llamadas humanas) minios de investigación que atrajer on sucesivamente la atención de
de lo normal y de lo patológico? Según que prevalezca una o la otra de l•'oucault ya han sido bien señaladas, hay que indicar todavía que desde
esas formas, las relaciones sociales y el modo de inserción de los indivi- In Historia de la locura a la Historia de la sexualidad, su interés se des-
duos en la red que ellos constituyen, estarían definidos sobre bases com· plazó no solamente en lo que se refiere al cuerpo de objetos y de enun-
pletamente diferentes. ¡·iaciones sobre el cual Foucault trabajó, sino también tocante al punto
Por ejemplo -y ésta es la conclusión esencial que se desprende de ele aplicación de la alternativa fundamental cuyas grandes líneas aca-
la Historia de la locura-, la locura puede ser concebida y también, si ea ban de ser señaladas: y es ese desplazamiento lo que impide que los
lícito decirlo así, manejada sobr e el fondo del desarreglo mental en rela· nnálisis mencionados estén exactamente superpuestos, como si desarro-
ción con la práctica segregativa de un encierro cuya realización ejem• llaran paralelamente un razonamiento formalmente idéntico. Ese des-
plar es el hospital general; o bien se la puede concebir sobre el fondo de plazamiento es el que evalúa la norma, con miras al estudio de su fun-
alienación en el momento en que esa segregación se suprime y los loco1 ;ionarniento, al connotar el término negativamente minimizándolo o al
quedan "liberados" en el asilo que encara la locura de un modo comple· Jonnotar su polo positivo al sobreestirnarlo en cambio: lo prohibido o lo
tamente diferente al integrarla en lo que la medicina ha hecho saber del patológico en la perspectiva de la Historia de la locura, lo lícito o lo nor-
hombre. En el mismo sentido, Vigilar y castigar muestra cómo la pena mal en la perspectiva de la Historia de la sexualidad y especialmente en
puede ser organizada como un espectáculo poniendo en escena sobre un In perspectiva de sus dos últimos volúmenes publicados. Ahora bien,
fondo negro la opacidad de las grandes prohibiciones cuya transgresión nquí vernos esbozarse un segundo dilema que en cierto modo es trans-
arroja a quienes la cometen fuera de la humanidad, a la manera del su• versal al anterior y que sugiere, en cuanto a la acción de la norma, dos
plicio de los regicidas; o como una disciplina, en el seno de una institu• uuevas posibilidades de interpretación, según que esa acción esté orien-
ción penitenciaria que despliega un principio de transparencia, a ima· Luda hacia la constitución de una figura de la anormalidad--que cierta-
gen de lo que debería ser toda la sociedad según la disposición ejemplar mente es el problema esencial de la Historia de la locura- o por el
del edificio panóptico. Por fin, según la Historia de la sexualidad, el pla· ('On trario, esté orientada hacia una figura de la normalidad, según la
cer vinculado con el sexo puede estar sujeto a un control externo qu perspectiva que terminó por ser la de la Historia de la sexualidad.
tiende a contenerlo dentro de ciertos límites reconocidos como legítimo1 Si esto es exacto, se puede considerar que la problemática que
o bien puede estar "liberado", en el ºmismo sentido en que se dice que el orientó el .conjunto del trabajo de Foucault se halla en la intersección de

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estas dos líneas de alternativa.: una se refiere a la relación de la norma que discernir esta verdad como siestuviera ya previamente inscrita en
con sus "objetos", relación que puede ser interna o externa, según que ~e una realidad objetiva del sexo que aquella diera a conocer), ella la."pro-
refiera a una limitación (se trata de la norma en el sentido jurídico) o a duce" constituyendo su objeto mismo, esa "sexualidad" que sólo se forma
un límite (se trata de la norma en el sentido biológico); la otra línea se en cierto tipo histórico de sociedad (ese tipo que al tiempo que arranca o
refiere a la relación de la norma con sus "sujetos" que, al tiempo que esa solicita confesiones sobre el sexo y sus prácticas fabrica también lo con-
relación excluye o integra a estos últimos según la primera relación, los fe sable en cierta relación con lo inconfesable). Un análisis de este géne-
descalifica o identifica en términos de desconocimiento o de reconoei- ro lleva a una "historia política de la verdad" (VS, pág. 80) o también a
miento, de manera que los coloca de un lado o del otro que la norma la "economía política de una voluntad de saber" (lbtd. pág. 98). En efec-
separa o distingue. Interesándonos a la vez en estos dos problemas po- to, este trabajo esclarece la noción de una voluntad de saber que da su
dríamos llegar a comprender en qué Foucault (que nunca dejó de intere- título a la obra: si no hay saber sin una "voluntad" que lo sostenga
sarse en esto mismo) modificó sin embargo su punto de vista a medida -evidentemente no se trata aquí de la voluntad .de un sujeto--, ello se
que su investigación se lanzaba hacia nuevos dominios. debe a que el discurso de verdad que Foucault trata de pronunciar no se
Lo que ha de interesamos aquí es saber lo que está en juego filoi;ó- refiere a la representación neutraliz.a da de un contenido de realidad que
ficamente con esta cuestión de la norma en los términos en que acaba sea anterior a él, sino que se afirma por el contrario en él la misma vo-
de ser formulada. ¿Hay una "verdad" de las normas y de su acción en re- luntad o la misma necesidad que produce también su objeto en una for-
lación con el tipo de sociedad y de sujeto al cual ellas corresponden? ¿Y ma de "poder-saber", en la que e~tos dos aspectos, poder y saber, coinci-
cuál es la naturaleza de esa verdad? Sus criterios de evaluación, ¿proce- den absolutamente.
den de una historia o de una epistemología? O bien, ¿en qué medida Abramos aquí un paréntesis que, por lo demás, sólo cerraremos
esos criterios reconcilian las perspectivas de un estudio histórico y de provisionalmente. ¿En qué concepción filosófica de la verdad nos ha he-
un estudio epistemológico? cho pensar primero esta idea de una voluntad de saber que cobra forma
en un "poder-saber"? Más allá de una referencia nietzscheana directa-
mente discernible aquí para que sea suficiente, ¿no es pos.ible ver otra
11 referencia, más lejana, que sería spinoziana? Después de todo, Foucault
no hace otra cosa que explicar que las ideas que podemos forjarnos de la
Partamos de una primera tesis cuyo alcance, como se ver á, es di- sexualidad, partiendo de materiales que reúne el ritual de la confesión,
rectamente filosófico: la afirmación del carácter productivo de la norma. no son "como pinturas mudas de un cuadro", cuya exactitud estaría
Como ya se indicó, según se cargue el acento en el modelo jurídico utestiguada por su conformidad con el objeto que le sirve de modelo, a la
o en el modelo biológico de la norma, se concibe la acción de ésta: ya ne- manera de la relación externa de adaptación (Spinoza habla de conve-
gativamente y restrictivamente como la imposición (por definición abu- nientia) que vincula la idea con su ideal, sino que son "adecuadas" en la
siva) de una línea de partición que atraviesa y controla, en la forma de medida en que se afirma (en el seno de ellas mismas, en el movimiento
una dominación, una esfera de espontaneidad cuyas iniciativas presun- que las engendra) el mismo orden de necesidad que presenta también el
tamente preexisten a esa intervención (que ulteriormente las ordena dominio de realidad, las "cosas" que aquéllas dan a conocer. Y cuando
conteniéndolas, así como una forma retiene un contenido), ya positiva y Spinoza, por su parte, insistía en la actividad dinámica, de la cual la
expansivamente, como un movimiento de extensión que, haciendo retro· Idea verdadera es a la vez el resultado y la expresión, ¿hacía él mismo
ceder progresivamente los límites de su dominio de acción, constituye otra cosa que referir esta verdad a una "voluntad de saber" que la pro-
efectivamente él mismo el campo de experiencia al que se aplican la1 duce? Asimismo, cuando en una fórmula archicélebre Spinoza había
normas. Y en este último caso se puede decir que la norma "produce" 101 presentado el intelecto como un "autómata espiritual", ya había sugeri-
elementos sobre los cuales ella obra al tiempo que elabora los procedi- do, en virtud de esta metáfora que piensa por sí sola, que habría que re-
mientos y los medios reales de esa acción, es decir, que la norma deter· l'orir la génesis del saber a una "tecnología", que sería a la vez la de un
inina la existencia de esos elementos por el hecho mismo de proponerse Haber y la de un poder. En el curso de esta exposición volveremos a en-
dominarla. •ontr ar varias veces esta referencia spinoziana.
Por ejemplo, cuando en un pasaje capital de La Volonté de savotr Volvamos a considerar ahora los aspectos generales de esta pro-
[VS], primera edición, París, Gallimard, 1976, págs. 78 y siguiente, Fou· ductividad de la norma que abarca en el mismo proceso poder y saber y
cault presenta la técnica de la confesión, que según él está en la base d 1mquemos las consecuencias del caso. Desde el punto de vista de .e sta
nuestra scientia sexualis, como un ritual de producción de verdad, Fou· productividad, ser sujeto, es decir -pues para Foucault esta última ex-
cault quiere decir que los criterios a los que se conforman las represen - presión no puede tener otro sentido--, es estar expuesto a la acción de
taciones de la "sexualidad" sólo son eficaces en la medida en que (ante1 una norma como sujeto de saber o como sujeto de poder y es depender

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de esa acción no solamente en lo que se refiere a ciertos aspectos exte- nezco?" Es el filósofo quien formula aquí la pregunta y se propon-e-refle-
riores del comportamiento, según la línea de partición de lo lícito y de lo xionar sobre este pertenecer; y su reflexión se orienta así: "Se trata de
ilícito, sino también en aquello que constituye el ser mismo del sujeto mostrar en qué y cómo quien habla, en su condición de pensador, de
pensante y actuante, quien sólo obra padeciendo él mismo la acción, hombre de ciencja, de filósofo, forma parte él mismo de este proceso y
quien sólo piensa siendo él mismo pensado por normas, en relación con (más aun) cómo tiene cierto papel que desempefiar en ese proceso en el
las cuales pueden ser medidos su pensamiento y su acción; es decir, in- cual se encontrará siendo a la vez elemento y actor. En suma, me parece
tegrados en un sistema de evaluación global en el que pensamiento y ac- que en el texto de Kant surge la cuestión del presente como evento filosó-
ción figuran en la condición de un grado o de un elemento. También des- fico al cual perte-nece el filósofo que habla de él". Comprendamos bien: lo
de este punto de vista, ser sujeto es pues literalmente estar "sometido", que aquí enuncia el filósofo es no sólo lo que especifica su posición propia
pero no sin embargo en el sentido de la sumisión a un orden exterior de filósofo, sino lo que constituye de manera general la condición misma
que suponga una relación de pura dominación, sino en el sentido de una del sujeto, el ser del sujeto o, mejor aun, el ser sujeto: y precisamente al
inserción de los individuos, de todos los individuos sin excepción y sin enunciar esta condición Foucault se presenta también corno filósofo. Des-
exclusión en una red homogénea y continua, en un dispositivo nonnati- de este punto de vista, "ser sujeto" es pues "pertenecer", es decir, interve-
vo que los reproduce y los transforma en sujetos. nir a la vez como elemento y como actor en un proceso global, cuyo desa-
Tomemos un ejemplo que se repite varias veces en los últimos tex- rrollo define el campo actual de las experiencias posibles, campo en cuyo
tos de Foucault y que seguramente para él tiene gran importanci~. Se interior solamente puede situarse el hecho de "ser sujeto".
trata del opúsculo de Kant de 1 784 sobre la ilustración, en el cual Fou- Si hay una singularidad del sujeto así definido, esa singularidad
cault descubre la primera aparición histórica de una cuestión esencial no es pues la de un ser aislado que se determine por su única relación
de la cual da dos formulaciones complementarias: "¿Qué soy yo ahora?", consigo mismo, relación que remite a una identidad particular concreta,
"¿Cuál es el campo actual de las experiencias posibles?". Estas dos inte- la de un "yo" que no se parece a ningún otro, o que haga referencia a un
rrogaciones remiten ellas también implícitamente a la tesis de la pro- universal abstracto, a la manera de la "cosa que piensa" revelada por el
ductividad de la norma. En efecto, situarse en relación con normas, en cogito cartesiano (según una experiencia racional que, por definición,
tanto que éstas definen un campo de experiencias posibles, es presen- valdría en el caso de todos los sujetos en una misma operación primor-
tarse uno mismo como sujeto en el contexto de una sociedad normaliza- dial); sino que se trata de una singularidad que sólo se manifiesta o se
da que hace prevalecer sus leyes, no doblegando a su rigor á sujetos que, destaca sobre un fondo de pertenencia que vincula al sujeto no sólo con
de conformidad con sus predisposiciones propias o con un principio de otros sujetos con quienes está en comunicación sino también con el pro-
autonomía que sería anterior en ellos, aun antes de que estén expuestos ceso global que lo constituye al normalizarlo y del cual ese sujeto extrae
a la acción de semejante ley, se mostrarían dóciles o rebeldes, sino ins- su propio ser. En la continuación de la lección expuesta en el Colegio de
taurando en cambio un dominio de subjetividad predispuesto e inclin'l- Francia leemos:
do él mismo a esa acción. Se podría, por lo demás, prolongar esta lectura
del texto de Kant viendo aquí el punto de partida y hasta la base efecti- "Y por eso mismo, se ve que para el filósofo, plantear la cuestión de
va de una doctrina de la universalidad de la ley. Para sujetos así produ- pertenecer a este presente no será ya en modo alguno la cuestión de perte-
cidos o reproducidos, la ley no se presenta nunca como una prescripción necer a una doctrina o a una tradición, no será ya la simple cuestión de
particular que dichos sujetos encuentren en su camino o como un obs- pertenecer a una comunidad humana en general, sino que será la cuestión
táculo que oriente su destino sin tener en cuenta la propia intencionali- de pertenecer a cierto 'nosotros', a un nosotros que se relaciona con un con-
junto cultural característico de su propia actualidad. Es ese nosotros lo
dad espontánea de los sujetos; pues es desde el fondo de ellos mismos que ha de convertirse para el filósofo en el objeto de su propia reflexión; y
donde la ley se expresa universalmente, lo hace en nombre de ellos por eso mismo se afirma la imposibilidad de ahorrarse la interrogación por
puesto que también es ella quien los "nombra", es decir, los designa co- el filósofo de su pertenencia singular a ese nosotros. Todo esto, la filosoffa
mo sujetos y les asigna normas de acción que ellos deben reconocer así como la problematización de una actualidad y así como l.a interroga-
como las suyas propias. ción por el filósofo de esta actualidad de la que él forma parte y en relación
Se puede decir aun que ser sujeto es "pertenecer", según una fór- con la cual el filósofo ha de situarse, podría muy bien caracterizar la filo-
mula que se repite tenazmente en el texto de la lección pronunciada en sofía como discurso de la modernidad y sobre la modernidad".
el Colegio de Francia, lección especialmente dedicada al opúsculo de
Kant sobre la ilustración (según la versión inédita de ese curso publica- Ahora bien, al leer estas líneas no podemos dejar de preguntarnos
da en mayo de 1984 en el n 2 207 de Magazine Litteraire). La cuestión si , como Foucault lo afirma aquí, esta determinación del sujeto sobre el
que ya mencionamos "¿Qué soy yo ahora?" está reformulada en dicha fondo de un pertenecer a un "nosotros" que coincide con las condiciones
lección del modo siguiente: "¿Qué es pues este presente al cual perte- de una actualidad, es decir,.con un campo actual de las experiencias po-

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sibles, comienza a surgir realmente con Kant, siendo así que el ~extO de Desde este punto de vista, el sujeto es el que encuentra su lugar ya
Kant al que se hace referencia aquí parec'e, tomado al pie de la letra; enteramente marcado en un dominio de legitimidad precisamente cir-
hablar de algo completamente diferente al esbozar eotre otras cosas tina cunscrito en cuyo interior debe mantener y garantizar su identidad de
teoría del déspota ilustrado fundada en el principio según el cual el sujeto.
hombre es el ser que para "elevarse" tiene absolutamente necesidad de ¿Cómo evadir esta línea de interpretación hacia la que la referen-
un amo, teoría en la qµe Foucault queda completamente estancado en cia kantiana parece conducir directamente? Tal vez haciendo intervenir
su propia interpretación, que se qebe más bien a lo que podría llamarse , otra referencia filosófica para definir la noción de pertenencia en la me-
una lectura de síntomas. Si se adm:ite que Kant fue el primero en for~ dida en que ésta es constitutiva del ser sujeto: la referencia spinoziana
mular esta pregunta: "¿Qué soy yo ahora?" dándole el sentido de "¿Cuál en la que ya ;nos hemos apoyado y que debería permitir dibujar otra fi-
es ese nosotros al que yo pertenezco?" es menester también tener ~m gura de la modernidad diferente de la que puede derivarse de la crítica
cuenta la respuesta que él mismo propuso para esta pregunta, respues- kantiana. En este punto, es posible apoyarse en una indicación dada por
ta que evidentemente determinó la formulación de la cuestión de ser su~ el propio Foucault en la Historia de la locura, indicación que, verdad es,
jeto definido por el hecho de pertenecer a una comunidad humana. en no tuvo prolongaciones en la continuación de su obra. Se trata del capí-
general. Ahora bien, el concepto de comunidad humana que aparece tulo V en la primera parte dedicada a los Insensatos, capítulo en el que
aquí está constituido enteramente por la racionalidad del derecho , . en Foucault evoca (primera .edición, París, Pion, 1961, págs. 174-175) esa
un doble sentido moral y jurídico: la comunidad es lo que se realiza1 en problemática ética que está en el fondo de todo el pensamiento clásico:
un estado de derecho. "La razón clásica no encuentra la ética al cabo de su verdad y en la for-
En la perspectiva adoptada por Kant, se puede ciertamente habll'.!:r ma de las leyes morales; la ética como decisión contra lo irrazonable es-
de una productividad de la norma; ·en efecto, la ley que me vincula éon tá presente desde el origen de todo pensamiento concertado ... En la
una comunidad humana en general habla en mí y hasta se puede de~ir;· edad clásica la razón nace en el espacio de la ética". Y en apoyo de esta
conservando todos los sentidos de la expresión, que la ley "me" habla,., afirmación, Foucault cita la fórmula del De intellectus emendatione:
como lo expresa la fórmula de Rousseau a la que Kant era tan afectó: "¿Cuál es, pues, esa naturaleza (superior de la cual la ética define su di-
"Conciencia, instinto divino" de que él había extraído por su cuenta la mensión general)? Mostraremos que ella es el conocimiento de la unión
tesis de la "ley moral en mí", es decir, dentro de mí. Peto esta producti- que tiene el alma pensante con toda la naturaleza". Ahora bien, la no-
vidad queda precisamente sometida a la identificación de la norma y del ción de pertenencia o de unión está definida aquí, no ya en el orden
derecho, que es la condición de todas mis acciones: si la ley me indica 1o simbólico, sino ciertamente. en el orden de lo real. Ser sujeto es, enton-
que debo hacer aun antes de prohibirme lo que no debo hacer, lo cieno :es, según una fórmula que aparece en toda la obra de Spinoza, presen-
es que su discurso es esencialmente prescriptivo, esto es, me obliga co· tarse, afirmarse, reconocerse como pars naturae, es decir, como alguien
mo una pura forma que obtiene su eficacia de la circunstancia de estar que está sometido a la necesidad (y Spinoza dice que se trata de todo lo
precisamente libre respecto de todo contenido. Evidentemente no es éste contrario de una coacción) global de un todo, la naturaleza misma, de la
el sentido .en que se orienta el propio Foucault. Más bien encontr~rí:a­ cual cada una de nuestras experiencias de sujetos es la expresión más o
mos aquí las premisas de la lectura de Kant esbozadas por Laean en su menos desarrollada y completa.
texto Kant con Sade, donde Lacan muestra que es el hecho de pertene- Vemos, pues, manifestarse aquí una modalidad de la pertenencia
cer a la ley y al ideal de la comunidad lo que define en .primer lugar al que nada tiene que ver con aquella concebida en la teoría kantiana del
sujeto deseante, al tiempo que somete su deseo al peso de esa ley, la cq.al derecho racional. En efecto, si esa modalidad hace referencia a un orden
por sí sola, como forma, le da todo su contenido. Como se ve, plantear la (referencia de la que obtiene su propia racionalidad), ese orden no es un
cuestión del sujeto de manera completamente formal - y a,un diría den- orden humano sino que es el orden de la naturaleza, no es un orden
tro del orden de lo simbólico- es sin duda hacer del sujeto el producto prescriptivo de los hombres sino un orden necesario de las cosas, que se
de la ley y por lo tanto situarlo desde el comienzo en una relación de oxpresa desde el punto de vista de una naturale:la frente a la cual nin-
pertenencia (en relación con una comunidad racional que es también, gún hombre tendría el derecho (y menos aun estaría en condiciones) de
por paradójico que parezca, comunidad deseante); pero también signifi. presentarse tanquam imperium in imperw, .es decir, arriesguemos esta
ca tomar como única medida de esta productividad el formalismo jurídi- traducción, "como un poder dentro de un poder". Por eso las leyes de es-
co de la ley, es decir, desarrollar una concepción negativa o negadora de to orden, que son las leyes de la naturaleza misma y no las leyes de una
esa productividad que sólo consistiría en la instauración de un límite naturaleza humana son leyes en el sentido físico y no en el sentido jurí-
"en" sujeto mismo; y éste aparece entonces como necesariamente pene· <lico del término. En consecuencia, la relación de pertenencia ya no debe
trado por la ley, sujeto escindido o hendido, sujeto de esa falta de ser 01:1tar determinada de manera limitativa, .como coerción, sino de manera
que tiene por, nombre deseo, esto es, el sujeto en el sentido de Lacan. positiva o también, según los términos mismos de Spinoza, causal: es

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ella en efecto lo que constituye, lo que hace ser aquello que se afirma en dejado de ser ingenuas y en el que, por haberse hecho conscientes, no
ella y por ella. Desde este punto de vista, tener acceso a una naturaleza dejan de estar menos desviadas en relación con el contenido al que pare-
superior (para emplear la fórmula del De intellectus emendatione) no cen apuntar? Foucault parece dirigirse en este sentido en ocasión del
significa en modo alguno despojarse uno de su naturaleza primera en debate que inicia con el psicoanálisis en La voluntad de saber:
vista de lo que se presentaría entonces como sus límites, como su fini-
tud, sino que significa, por el contrario, desplegar al máximo toda la po- "Que el sexo no esté 'reprimido' no es, en efecto, una afirmación muy
tencia que hay en ella y por la cual se comunica, como pars naturae, con nueva; hace mucho tiempo que los psicoanalistas lo han dicho. Repudiaron
la naturaleza entera, de la cual es la manifestación completa, pues la ese pequeño mecanismo simple que uno tiende a imaginar cuando se ha-
infinitud no se divide: así como toda la extensión "está" en una gota de bla de represión, la idea de una energía rebelde que sería menester do-
agua y así como el pensamiento está todo entero en la idea más simple, blegar les ha parecido inadecuada para descifrar la manera en que se arti-
así también toda la naturaleza está "en" mí, en la medida en que me co- culan el poder y el deseo; los psicoanalistas los suponen vinculados de
conformidad con un modo más complejo y más originario que esa pugna
nozco como parte de ella y tengo acceso a ese saber ético, que es también entre una energía salvaje, natural y viva que sube sin cesar desde abajo y
una ética del saber y que suprime la falsa alternativa de la libertad y de un orden de arriba que trata de obstaculizarla; no habría que imaginar
la necesidad. que el deseo esté reprimido por la buena razón de que es la ley lo que cons-
Con esta última consecuencia es lícito relacionar la fórmula qµe se tituye el deseo y la falta que lo instaura. La relación de poder estaría ya
encuentra en la introducción de L'Usage des plaisirs (París, Gallimard, presente donde está el deseo: es una ilusión, pues, denunciarlo en una re-
1984, pág. 15), fórmula con la cual Foucault define lo que está en juego presión que se ejercería posteriormente, pero también sería vanidad salir
en su empeño: "Saber en qué medida el trabajo de pensar uno su propia en busca de un deseo fuera del poder (VS)".
historia puede liberar al pensamiento de lo que éste piensa silenciosa-
mente y permitirle pensar de otro modo". Pensar su propia historia, es Ahora bien, presentar la ley corno constitutiva del deseo es, según
decir, concebirse como perteneciente a cierto tipo de sociedad en las con- acabamos de verlo, pensar la productividad de la norma: pero no basta
diciones de una actualidad, es liberar al pensamiento de aquello que con analizar la relación de la ley con el deseo como una relación causal,
piensa sin pensar en ello y así abrirle el camino de la única libertad que pues el deseo del sujeto está identificado como un efecto del cual el or-
tiene para él un sentido, no el camino de una ilusoria "liberación" que le den de la ley sería él mismo la causa; y todavía había que interrogarse
permitiría experimentarse como plenamente humano sino el camino sobre el tipo de causalidad (transitiva o inmanente) que entra en juego
que conduce a "pensar de otro modo", expresión que podríamos también en esta relación. Compréndese entonces que, para explicar cómo las nor-
utilizar para ilustrar el amor intellectualis Dei de que habla Spinoza, mas obran efectiva y eficazmente, no basta con referir esta acción a un
quien, en el fondo, no dice ninguna otra cosa. modelo determinista, desarrollado simétricamente en el discurso de la
Siguiendo aun más lejos esta referencia a Spinoza, llegaríamos a "liberación", como su imagen especular invertida y, en el juego mismo de
una nueva tesis que, en la reflexión que Foucault dedicó a los problemas esta inversión, idéntica.
de la norma y de su acción, es quizá la más importante: después de la
tesis de la productividad de la norma, la tesis de la inmanencia de "Lo que distingue el análisis que se hace atendiendo a la represión de
la norma. los instintos y el análisis que se h ace atendiendo a la ley del deseo es segu-
ramente la manera de concebir la naturaleza y la dinámica de las pulsio-
nes, no la manera de concebir el poder. Ambos análisiS recurren a una
representación común del poder que, según el uso que se haga de él y la
III posición que se le reconozca respecto del deseo, conduce a dos consecuen-
cias opuestas: o bien a la promesa de una 'liberación', si el poder sólo tiene
Concebir la inmanencia de la norma significa ciertamente renun- sobre el deseo un dominio exterior, o bien, si es constitutivo del deseo mis-
Ciar a considerar su acción de manera restrictiva, como una "represión" mo, a la afirmación 'ustedes ya están siempre atrapados'." (VS, pág.109).
formulada en términos de prohibición, ejercida contra un sujeto dado y
anterior a esa acción, el cual podría liberarse él mismo o ser liberado de Para decirlo rápidamente, consideremos que esta última fórmula
semejante control: la historia de la locura, la historia de las prácticas "ustedes ya están atrapados" -la ley por su naturaleza de causa que se
penitenciarias así como la historia de la sexualidad muestran que tal anticipa si'empre a sus posibles efectos- es la que resultaría de la afir-
"liberación", lejos de suprimir la acción de las normas, por el contrario mación de la productividad de la norma, teniendo en cuenta ese otro as-
la refuerza. Pero también podemos preguntarnos si basta con denunciar pecto de su acción que es su carácter inmanente.
las ilusiones de ese discurso antirrepresivo para eludirlas: ¿no se corre ¿En qué consiste esta tesis de lainrnanencia? Dicha tesis introduce
el riesgo de reproducir esas ilusiones en otro nivel, en el que ellas han en la relación causal que define la acción de la norma la siguiente consi-

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deración: esa relación no es una relación de sucesión que ligue términos enunciaciones sobre la sexualidad.sin que deban referirse esas enuncia-
separados, partes extra partes, según el modelo de un determinismo me- ciones a un contenido independiente, pues dichas enunciaciones no ha-
cahicista; sino que esa relación supone la simultaneidad, la coinciden.; rían más que designar real o simbólicamente: sobre este particular,
cia, la presencia de todos los elementos que ella reúne. Desde este punto parece que Foucault renunció definitivamente a un trabajo de tipo her-
de vista, ya no es posible concebir la norma misma antes de las conse- menéutico tendiente a interpretar enunciaciones a fin de hacer que se
cuencias de su acción y de alguna manera detrás de ellas e independien- manifieste ,detrás de ellas un sentido y hasta una ausencia de sentido.
temente de ellas; sino que hay que concebir la norma tal como obra pre- · Historia de las enunciaciones sobre la sexualidad o más bien de las
cisamente en sus efectos, de manera que no. limite la realidad de éstos enunciaciones de la sexualidad, según la fórmula del "sexo que habla"
por un simple condicionamiento sino .que les confiera el máximo de rea~ que Foucault toma de la fábula de Los dijes indiscretos [Diderot]: como
lidad de que tales efectos son capaces. ¿En qué medida nos hace progre~ no hay nada detrás del discurso del sexo que pueda sostener o prestar
sar este análisis respecto de los análisis anteriores? apoyo a sus aserciones, el sexo no es él mismo más que el conjunto de
Para volver a fos ejemplos ~ratados p~r Foucault, ya sabíamos que esas aserciones, esto es, todo lo que él mismo dice de sí mismo. Por eso
no hay sexualidad en sí, así como, por lo demás, no debe haber locura eri no ha de buscarse la verdad del sexo en ninguna otra parte que en la su-
sí, aun cuando el texto de la Historia de la locura no era siempre absolu- cesión histórica de las enunciaciones que constituye por sí sola el domi-
tamente claro .sobre este punto: no hay sexo salvaje cuya verdad, al nio de todas sus experiencias.
surgir se manifieste a través de una experiencia originaria, fuera del Si la norma no es ext..erior a su campo de aplicación, ello no se debe
tiempo y de la sociedad, puesto que lo que llamamos "sexualidad" es ~ solamente, según ya lo mostramos, a que la norma lo produce, sino a
fenómeno historicosocial que depende de las condiciones objetivas que lo que ella se produce ella misma al producirlo. La norma no obra sobre un
"producen". Pero para escapar del mito de los orígenes no basta con . contenido que subsista independientemente de ella y fuera de ella, y en
transferir a la ley y al poder la iniciativa efectiva de una acción de que sí misma no es independiente de su acción como algo que se desarroHe
dependerían como sus consecuencias las prácticas de la sexualidad. Hay fuera de ella, en una forma que necesariamente sería la de la partición
que comprender también que no hay norma en sí; que no hay ley pura, y la de la escisión. Es en este sentido en el que hay que hablar de la in-
que se afirme como tal en su relación formal consigo misma y que sólo manencia.de la norma, es decir, en relación con lo que ella produce y con
salta de sí misma para marcar negativamente sus efectos al limitarlo~ o el proceso en virtud del cual ella lo produce: lo que hace que la norma
al delimitarlos. Lo que enseña la historia de la sexualidad es que no hay: sea norma es su acción.
nada detrás de la cortina: no hay un sujeto se;x:ual autónomo en relación Lo que Fouc~ult reprocha al psicoanálisis, al que por lo demás re-
con el cual las formas históricas de la sexualidad sólo serían manifesta~ conoce muchos otros méritos, es el hecho de haber reducido a su manera
ciones fenoménicas más o menos conformes con su esencia oculta; pero el gran mito de los orígenes al referirlo a la ley misma y al constituir a
tampoco hay ley de la sexualidad que cree artificialmente el dominio de ésta como una esep.cia inalterable y separada, como si la norma tuviera
su intervención al doblegar a sus reglas al sujeto de esta intervención, un valor en sí que pudiera ;medirse al precio de una interpretación, co-
sujeto que esa ley "posea", tanto en el sentido noble como en el sentido mo si su verdad estuviera más acá de sus efectos y éstos no desempeña-
trivial de esta expresión. Aquí hay astucia de la norma como hay astu- ran más que el papel de síntomas.
cia de la razón. · De manera que si la acción de la norma no encuentra un campo de
En otras palabras, la sexualidad no es otra cosa que el conjunto de realidad que sea anterior a su intervención, hay que decir también que
las experiencias históricas y sociales de la sexuaJidad sin que para ser la norma misma no tiene preordenada esta intervención, sino que sólo
explicadas esas experiencias deban ser cotejadas con la realidad de una ordena su función normativa a medida que la ejerce, pues este ejercicio
cosa en sí, ya esté ésta situada en la ley, ya lo esté en el sujeto al que tiene la norma a la vez como sujeto y como objeto. En otros términos, la
ella se aplica, una realidad que sería también la verdad de esas expe- norma sólo puede concebirse históricamente en relación con los procesos
riencias. Y aquí se advierte el positivismo de Foucault: sólo hay verdad que la efectúan. Aquí Foucault sigue claramente la lección de Canguil-
fenoménica, sin referencia a un principio de derecho que anticipe en la hem quien, en nuestra época, es indiscutiblemente el iniciador de una
realidad hechos a los cuales él se aplica. Por eso la historia de la sexua- nueva reflexión sobre las normas. En su introducción a la edición norte-
lidad no es una historia "de", en el sentido de la historia de las trans- american~ del Ensayo sobre algunos problemas relativos a lo normal y
formaciones de un contenido objetivo (sujeto o ley) que sea anterior él a lo patológico (texto publicado con el título "La vie et la science", en el
mismo a esas transformaciones, ya se identifique ese contenido por la número de la Revue de métaphyque et de morale dedicado a Canguil-
existencia de un sujeto de sexualidad, ya se lo identifique por la existen- hem, publicado en 1985), Foucault extrae claramente esta enseñanza:
cia de una ley de sexualidad. De ahí ese principio metodológico funda-
mental que reduce la historia de la sexualidad a una historia de las

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"G. Canguilhern quiere encontrar mediante la dilucidación del saber so- ella en un punto decisivo. Según Hobbes, el estado de sociedad impone
bre la vida y de los conceptos que articulan ese saber lo que implica el con- normas, es decir, leyes con miras a proteger a los hombres contra ellos
cepto en la vida, es decir, el concepto corno uno de los modos de esta infor- mismos y en particular contra esa pasión destructora, verdadero instin-
mación de que todo ser vivo vive de su medio. El hecho de que el hombre to de muerte, que los domina y se desencadena en el estado de naturale-
viva en un medio conceptualmente arquitecturado no prueba que se haya za; pero esa regulación de la vida mediante normas depende de un
apartado de la vida en virtud de algún olvido o porque un drama histórico cálculo racional que al restringir dentro de ciertos límites los comporta-
lo haya separado de ella; sino que prueba solamente que el hombre vive de
cierta manera ... Formar conceptos es una manera de vivir y no de matar mientos los contiene y los sujeta con el fin de "superar" las contradiccio-
la vida" (págs. 12,13). nes de una naturaleza desarreglada; y la condición de esta superación
es una transferencia voluntaria de potencia aceptada por todos los
Elaborar normas de saber, es decir, formar conceptos en relación miembros del cuerpo social, transferencia que produce una nueva forma
con normas de poder es lanzarse a un proceso que engendra él mismo a de poder soberano, el cual recupera por su propia cuenta el instinto de
medida que se desarrollan las condiciones que lo manifiestan y lo hacen dominación propio de todos los hombres, pero volviéndolo contra ellos en
eficaz: la necesidad de esta elaboración no se refiere a ninguna otra cosa la forma de una obligación absoluta. Aquí se manifiesta en toda su pu-
que a lo que ya Pascal llamaba con una fórmula asombrosa la "fuerza de reza la idea de una trascendencia de la norma con todos sus efectos de-
la vida" (véase el Relato de la gran experiencia del equilibrio de los l.ico- rivados: ese juego de escisiones y de contradicciones que podría hacer
res de 1647 y ese pasaje de advertencia al lector que lo precede: "Sin em- interpretar la obra de Hobbes como la anticipación de una especie de
bargo no sin lamentarlo me aparto de esas opiniones tan generalmente psicoanálisis del poder en la época clásica.
recibidas [referentes al horror por el vacío]; sólo lo hago cediendo a la Spinoza, contrariamente a Hobbes, se niega a situar entre el esta-
fuerza de la vida que me obliga a ello"). La fuerza de la vida es cierta- do de naturaleza y el estado de sociedad semejante ruptura y supera-
mente aquello de que se trata aquí por más que esa fuerza no esté esen- ción. Según él en la sociedad continúa siendo siempre la naturaleza la
cializada, es decir, míticamente traducida a la condición de una fuerza que obra aplicando las mismas leyes y las mismas pasiones, las mismas
vital cuyo "poder" sea anterior al conjunto de los efectos que él produce. que hacen luchar a las arañas y que hacen que el pez grande se coma al
Si las normas obran eficazmente no lo hacen en virtud de una oscura pequeño, sin que el sentido de esas leyes se invierta, sin que ellas se
potencia que en su orden y en el estado virtual esté en posesión del sis- vean vueltas contra sí mismas para establecer la dialéctica de un con-
tema de todos sus efectos posibles, pues entonces se plantearía inevita- trapoder. Lo cierto es, pues, que el poder no se define necesariamente
blemente la cuestión de saber qué es lo que legitima o condiciona seme- por la dominación. Por supuesto, puede ocurrir que el poder tome histó-
jante acción, y para responder a esa pregunta habría que recurrir a la ricamente la forma de la dominación, pero esto es un hecho enteramen-
ficción de un origen trascendente de la norma que le permitiera antici- te accidental, y el tipo de sociedad que se constituye fundada en un po-
parse a todo lo que ella produce. Al "ustedes ya están atrapados", que der de esta clase es un tipo desestabilizado en su principio mismo. Vivir
presupone la norma como algo ya existente, hay que oponer la idea de en sociedad según normas no es sustituir por un derecho racional el de
que la norma, que atrapa y es atrapada, no es ella misma más que el la naturaleza; todo lo contrario, es manejar y regular las mismas rela-
hecho de atraparse ella en su propia trampa que es para ella a la vez co- ciones de fuerzas que determinan, partiendo del juego libre y necesario
mo una añagaza y como una prenda de verdad. Ya lo hemos dicho: no de los afectos, el cpnjunto de las relaciones interindividuales. Desde este
hay nada detrás de la cortina. Y la astucia de la norma no se apoya en punto de vista, las premisas de una teoría política se encuentran, no en
ninguna fuerza de manipulación, puesto que ella misma está completa- la cuarta parte de la Etica sino en la tercera donde Spinoza expone, aun
mente manipulada por su propia acción. antes de formular la idea de un poder soberano, esta socialización es-
La norma no es pues un límite ya trazado cuya línea dividiría el pontánea de los afectos que no tiene necesidad de más leyes que aqué-
destino de los hombres: Kant veía a la humanidad en el curso de dos ca- llas de la naturaleza para realizarse. La cuestión del poder se ventila
minos y veía que conquistaba su libertad eligiendo el camino correcto de pues en el nivel de esos conflictos pasionales en el cual se produce el de-
esta bifurcación. Lo que aquí está en juego es ciertamente la relación sarrollo: de esos conflictos el poder cobra su verdadera potencia, poten-
entre una naturaleza y una cultura. Pero esa relación, ¿toma la forma tia, y no de un nuevo orden, potestas que imponga a su expresión nue-
de un hiato que pasa entre dos órdenes de hechos heterogéneos? ¿O bien vas reglas y nuevos modos de comportamiento. Desde este punto de
es una relación de constitución e intercambio que abandona a la fuerza vista también se podría muy bien leer en la tercera parte de la Etica el
de la vida el cuidado de elaborar las normas y de hacerlas reconocer? esbozo de una teoría de los micropoderes. A esto hay que agregar que
También aquí la referencia spinoziana puede tal vez arrojar alguna luz. las normas de poder así situadas funcionan también inseparablemente
Se sabe que Spinoza elaboró una concepción nueva de la sociedad como normas de saber: al mutiplicar las relaciones entre los hombres, al
apoyándose en la concepción de Hobbes, pero también oponiéndose a tejer la red cada vez más compleja de sus relaciones mutuas, las normas

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aumentan su. capacidad de formar nociones comunes, es decir, nociones no nos ayuda a leer a Spinoza en virtud de la relación que él mismo nos
necesariamente adquiridas en común que expresan lo que es común a impone entre el tema de la sustancialidad y el de la historicidad; es evi-
las cosas posibles. Como se ve, es la fuerza misma de la vida la que dente que al plantear este último problema no e~tamos tampoco aleja-
transforma al individuo en sujeto que conoce y que obra. dos de las cuestiones que en Marx plantea la condición del "materialis-
¿Qué es lo que distingue esencialmente a Hobbes de Spinoza? LQ mo histórico", que es un nuevo esfuerzo para pensar juntos lo histórico y
cierto es que la preocupación esencial de Hobbes es fundar una política · lo sustancial.
basada en u.na antropología, es decir, en una teoría de las pasiones hu-
manas que permita discernir esa motivación fundamental que dirige to-
das las acciones de los hombres: el lniedo a morir, motivación que da al '
derecho su único principio y funda la concep~ión jurídica del poder. Se-
gún Spinoza, echar a andar por ese camino significa constituir al hom-
bre tanquam imperium in imperio al asignársele una naturaleza entera-
mente opuesta a la naturaleza; por eso él mismo no trata de apoyar su ;'
reflexión política en una teoría de las pasiones humanas delimitadas en
el seno de la naturaleza, un orden propiariiente humano, sino que por el,
1

contrario desarrolla una teoría natural de las pasiones en general· y


muestra cómo todos los afectos, y en particular los de los hombres, están
completamente inmersos en la naturaleza cuyas leyes siguen y de la
cual ellos mismos no son más que expresiones diversas. Se puede decir
entonces que las premisas de una teoría política han de buscarse pues,
en la primera y la segunda partes de la Etú:a que expone las condiciones
de este planteamiento. ,
Ya vemos, pues, adónde conduce el principio de la inmanencia de la ·
norma en sus efectos, en todos sus efectos. Contra la idea corriente sé-,
gún la cual el poder de las normas es artificial y arbitrario, este princi-
pio revela el carácter necesario y natural de ese poder que se forma con
su acción misma, que se produce al producir sus efectos, sin reservas y
sin límites, esto es, sin suponer la intervención 11egadora de una tras- ,
cendencia o de una división. Esto ·es sin duda lo que Foucault quiso ex~
presar al hablar de la positividad de la norma, que· se da enteramente
en su acción, es decir, en sus fenómenos o también en sus enunciaciones,
sin suponer un poder absoluto del cual la norma cobre su eficacia y del
que ella nunca pueda agotar todos sus recursos. Norma positiva tam~
bién, en la medida en que su intervención no se reduce a un acto ele~
mental de escindir dominios de legitimidad sino que consiste por el con-
trario en una incorporación progresiva y en una proliferación continua
de sus manifestaciones cuya forma más general es la de la integración.
La norma es, pues, necesaria y natural. Pero no es posible dejar in-
terrumpida aquí esta relación que he esbozado entre Foucault y ciertos
aspectos del pensamiento filosófico de Spinoza. Hay que considerar a
fondo esta hipótesis y preguntarse si ella debe conducir también a afir-
mar el carácter sustancial de la norma, es decir, inscribirla en un orden
de cosas masivo y global que necesariamente llevaría su explicación a
una perspectiva metafísica. En Spinoza, la ley deriva su fuerza del ser
de la sustancia; evidentemente es vano buscar en la obra de Foucault el
esbozo de semejante razonamiento. Hasta aquí Spinoza nos ha servido
para leer ·a Foucault, pero también podríamos preguntamos si Foucault

184 185
tersección de los pensamientos, en ese juego regulado de las palabras y
4 las cosas y de pensarlo como relación histórica. La cátedra de Foucault
en el Colegio de Francia se llamaba "cátedra de historia de los sistemas
de pensamiento". Para apreciar la fecundidad de semejante método y
medir los desplazamientos que ha entrañado, hay que recordar cuál era
Michel Foucault y el Estado de policía el boletín meteorológico de anteayer. ¿Qué dominaba el tiempo de la filo-
sofía que permanecía al abrigo de los ciclones de lo.social? ¿Quién sopla-
ba el viento y quién marcaba la presión? El sujeto libre y pensante, su
Blandine Barret-Kriegel con ciencia y su libertad, sus empeños y sus percepciones, la filosoña del
sujeto, la fenomenología de sus objetos. El método de Foucault parte de
una comprobación: la miseria de la fenomenología. Se dice a veces con
Ante todo quiero dar las gracias a Francois Ewald por haber orga- h arta prisa que Foucault estudió a los locos, a los enfermos y a los pre-
nizado este encuentro sobre la obra de Michel Foucault, ese Foucault in- sos. Sin duda eso es lo que habría hecho si hubiera sido fenomenólogo.
menso y vivo. Esto no es una conmemoración. Nosotros no somos los Pero Foucault escribió Nacimiento de la clínica, Historia de la locura,
guardianes del templo ni aquí hay religión, se trata solamente de la vo- 1
Vigilar y castigar. No recogió las quejas de los pacientes, no oyó la confe-
luntad de saber. sión de los presos, no sorprendió a los locos en sus manejos, sino que
Por mi parte, quisiera recordar cómo la reflexión de Michel Fou- estudió máquinas de curar y máquinas de castigar. Foucault se volvía
cault abrió el camino a un retomo de los estudios sobre el Estado y el h acia las instituciones, registró sus edificios y sus equipos, sondeó sus
derecho, y tengo plena conciencia de que tal proyecto no dejó de chocar doctrinas y sus disciplinas, enumeró y catalogó sus prácticas, publicó
con la interpretación recientemente difundida de su obra, que precisa- sus técnicas. Sin duda para realizar este desplazamiento y desplegar
mente recusa su carácter pertinente en este campo político. Lector de (más allá del mundo de la representación) el campo epistémico de este
Heidegger y de Nietzsche, crítico de la filosofía del sujeto, Foucault (se extraño objeto que constituye la arqueología del saber, era menester
nos dice) fue incapaz de tener acceso a la comprensión de los estados de- apoyarse en un frente de resistencia. Y Foucault encontró ese frente (él
mocráticos e inepto para reflexionar sobre la doctrina de los derechos mismo no ha hecho ningún misterio de ello) en la escuela epistemológica
del hombre, la cual tiene corno fundamento la filosofía del sujeto. En su- francesa que ya había enunciado claramente con Cavailles el programa
ma, su obra habría quedado superada por la sociedad y su pensamiento de una filosofía del concepto para sustituir a una filosoña de la concien-
petrificado en los esquistos de la pequeña catástrofe de la década de cia. Se trata de la escuela epistemológica francesa de Gaston Bachelard
1960. Para mostrar el error que implica semejante apreciación no basta y de Georges Canguilhem, de la cual el mismo Georges Canguilhem de-
aducir ejemplos empíricos que recuerdan, por ejemplo, que la reintegra- mostró que se remonta al siglo XVIII y que comienza con Fontenelle. Por-
ción del derecho en el campo de la reflexión filosófica fue en buena parte que Foucault palpaba con cuidado los dispositivos y las disciplinas, des-
fruto del trabajo de los amigos de Foucault; hay que hacer ver además cribía minuciosamente las funciones del hospital y de la prisión se
cómo en la obra de éste ya está abierto el camino del retorno al derecho encontró de pronto enfrentado (en el centro sombrío y sobornado de la
político (como decimos hoy, remitiéndonos a los clásicos; el subtítulo de biopolítica) con lo que hubo de llamar el Estado de policía. Es esa des-
El contrato social es precisamente Principios de derecho político). viación del recorrido -por la cual, en lugar de contemplar al loco, al pri-
Para ser breve, trataré de indicar que este acceso está marcado en sionero o al pobre, prefirió estudiar el encierro, comprender el aprisio-
tres lugares: 1) en su método; 2) en el objeto que se encuentra en el cen- namiento, analizar la asistencia- lo que lo condujo a los caminos del
tro de su teoría de la biopolítica y que es el Estado de policía; 3) en la re- estado en los que nunca se encuentran fenomenólogos.
lación íntima que existe entre su teoría del hombre como sujeto y su ¿Qué es entonces el estado de policía? En Las máquinas de curar,
descripción del Estado de policía. Foucault lo describe así:
Francois Wahl dijo ayer, al estudiar a Foucault como filósofo -y yo
por mi parte quedo convencido--, que el método arqueológico, genealógi- "El conjunt.o de los medios que hay que poner por obra para asegurar,
co, de las prácticas discursivas es una pragmática. En efecto, no se trata además de la tranquilidad y del buen orden, el 'bien público', tal es en ge-
de oponer teorías a teorías sino que hay que combinar una lógica y una neral lo que en Alemania y en Francia se ha llamado la 'policía'. 'Conjunto
de las leyes y reglamentos que se refieren al interior de un Estado y que
histórica. No se trata de pensar dentro del pensamiento o de situarse en tienden a afirmar y a aumentar su potencia, a hacer un buen empleo de
las cosas sino, según Foucault se explicó con Derrida acerca de la inter- sus fuerzas y a procurar la felicidad de sus súbditos. (J. von Justi). Así en-
pretación de Descartes, se trata de pensar en el borde de los pensamien- tendida, la policía extiende su dominio mucho más allá de la vigilancia y
tos y de sus objetos, de pensar en la costura, en la coyuntura, en la in- el mantenimient.o del orden. Tiene que velar por la abundancia de la po-

186 187
de una reprobación casi general. De manera que .e n su descripción del
blación ... , por las necesidades elementales de la vida y por su preserva- Estado de ·policía Foucault no ha querido rebajar el derecho, simplemen-
ción ... , por la actividad de los individuos ... , por la circulación de las cosas
y de las personas... Como se ve, la policía es toda una gestión del cuerpo
te observó las formas exactas en que, habiéndose convertido en norma,
social. Este t.érmino 'cuerpo' no ha de entenderse de manera simplemente el derecho se había metamorfoseado. Y éste es el punto candente de la
metafórica, pues se trata de una materialidad compleje, y múltiple ... ;la cuestión, precisamente su teoría del hombre como sujeto. Me parece que
policía, como conjunto institucional y como modalidad de intervención tie- sería interesante mostrar que la crítica de la teoría del hombre como su-
ne a su cargo el elemento fisico del cuerpo social, en cierto modo, la m~te­ jeto tiene un vínculo necesario con la descripción del estado de policía,
rialidad de esa sociedad civil de la cual en la misma época se trataba de porque, a pesar de lo que pueda decirse, la filosoña del sujeto es contem-
concebir su condición juridica".1 poránea del Estado de policía. Y digo expresamente "teoría del hombre
como sujeto" porque ésa es la definición en la cual Michel Foucault
Ciencia de las poblaciones, higiene pública, pedagogía; es el entre- enunció su "antihumanismo teórico". Para eso habría que establecer, co-
cruzamiento de todas estas disciplinas (cuyo punto de .aplicación es el mo he comenzado a hacerlo en otro lugar,2 que la filosofía del sujeto no
cuerpo, en adelante sometido a normas dadas autoritariamente en nom- es en modo alguno, como suele decirse, la filosofía que permitió fundar
bre de un saber de la penalidad y de la patología) lo que Foucault ha lla- la doctrina de los derechos del hombre. Por falta de tiempo espero que
mado la biopolítica. se me perdone no poder dar aquí más que algunas indicaciones. Sin du-
Digamos en este punto que se ha reprochado mucho a Foucault, ~n da, la idea cartesiana del hombre como sujeto, con la ahondada oposi-
la descripción misma de los mecanismos de vigilancia y de castigo, 'de ción entre la res extensa y la res cogitans entre el alma y el cuerpo, y
pedagogía y de administración, haber exaltado el poder de las normas dentro del espíritu humano, entre la voluntad y el entendimiento v:uelve
en detrimento del valor de las partes, haber contribuido, con la filosoña a encontrarse en Grotius, Pufendorf, Burlamaqui que son considerados
de lo social, al rebajamiento general de lo jurídico al mostrar cómo, en el los fundadores del derecho político moderno con la separación tirada a
seno del Estado de policía, el derecho no era más que una expresión del cordel entre el Estado de naturaleza y el Estado civil, la formación de la
poder normalizador. Seguramente esto es así. Pero su descripción está civilidad como culminación de un esfuerzo de voluntad y la creación de
conforme con la realidad del Estado de policía. No se encontrará en Fou':: los derechos en virtud de una decisión del sujeto humano. Pero -y los
cault (porque esto estaba fuera de su campo de investigación) la descrip- reproches que Rousseau les ha dirigido atraen nuestra atención sobre
ción, que se encuentra en los historiadores, de las peripecias por las este punto- no hay en los filósofos de la escuela del derecho natural
cuales el Estado francés se hubo sedimentado sucesivamente como Es- moderno el menor rastro de una doctrina de los derechos del hombre.
tado de justicia, estado de finanzas, Estado de policía y por último Esta- Doctrinarios de la servidumbre voluntaria y, al pasar, de la legitimidad
do providente. Desde el observatorio del hospital general que se organi- de la esclavitud por derecho de guerra y por derecho de conquista, hasta
za en el siglo XVII Foucault se dedicó directamente al estudio clínico del pudo verse en ellos a los campeones anticipados de la conciencia colonial
Estado de policía; pero por lo menos esa pieza del rompecabezas del es- satisfecha. La doctrina de los derechos del hombre supone, en efecto,
tado fue enteramente descrita por Foucault, con lo cual nos hizo visiMe otra teoría del hombre diferente de la teoría del hombre como sujeto. En
el despliegue de la higiene pública y de la medicalización, de la asisten- los modernos que la han enunciado -Hobbes, Spinoza, Locke-, esa
cia y de la vigilancia. ¿Quedaría entonces subordinado el derecho? Por teoría es inseparable, especialmente en la reducción del derecho a la se-
supuesto. Esto no quiere decir que el estado de policía no sea a su marte- guridad social, del derecho a la apropiación del cuerpo propio, del esta-
ra un Estado de derecho, sólo que es un estado de derecho aproximado. blecimiento de la relación del hombre y de la naturaleza; se trata pues,
Primero, el derecho se ha dividido. El derecho público, el derecho civil y no de una separación, sino del establecimiento de una relación. En estos
el derecho penal siguen cada uno por su camino como elementos parce- tres autores, la reducción del derecho a la seguridad se realiza según el
lados y distintos; en el seno mismo del derecho público y a espaldas del mismo razonamiento: si la vida es inalienable (según lo expone ff()bbes
derecho político, el derecho administrativo extiende su proliferante ra- en su famoso capítulo del Leviatán), ello se debe a que es un don de Dios
mificación. Luego, los derechos del hombre son recusados y marginados. o de la naturaleza, a que la vida tiene una dimensión trascendente o an-
En efecto, el estado de policía coincidió, no con la predilección por los de- tropológica, a que incumbe a la totalidad del género humano, aun antes 1

rechos del hombre sino, como lo atestigua el ejemplo mismo de Tocque- de determinarse la particularidad del sujeto. Por eso hay que distinguir i
ville -y hasta su correspondencia con Beaumont tan maravillosamente el derecho natural, que es la potencia del individuo, y la ley natural, que
editada por Michelle Perrotr-, que coincide con la preferencia por la se- es la obligación de perseverar en la vida o, como dice Hobbes, "una regla
guridad de la sociedad. El siglo XIX europeo, en el que surgen vigorosos descubierta por la razón que prohíbe hacer a los hombres aquello que
Estados de policía, no es .un momento preocupado por los derechos del conduce a la destrucción de su vida". Es imposible fundar los derechos
hombre, sino que es el tiempo en que la declaración de los derechos (de- del hombre saliéndose de la naturaleza y eludiendo la ley natural. La
claración que no está inscrita en los textos de derecho positivo) es objeto
189
188
teoría del hombre como sujeto, naturaleza alejada, sujeto separado Reseña de las discusiones
(pues todo el derecho está alojado en la razón humana y todo el princi-
pio de la sociedad está situado en un acto de cálculo y de voluntad) pue- Raymond Bellour indica que se podría encontrar en la piedad, tal
de fundar una doctrina de los derechos civiles y estar en armonía con un como su concepto se encuentra formulado en Jean Jacques Rousseau o
Estado administrativo, pero no puede estar de conformidad con los dere- Roland Barthes (La Chambre Claire), la posibilidad de un pensamiento
chos del hombre. En la filosofía del sujeto, en efecto, el sujeto ya no está de los derechos del hombre que no se reduzca a la norma del sujeto.
en relación con la naturaleza sino por medio de su entendimiento. Ante Pasquale Pasquino sostiene que en el pensamiento político moder-
todo el sujeto es sólo pensamiento puro, cosa que piensa. Por lo tanto, el no, la teoría del Estado de policía no se opone a la tradición de los dere-
sujeto no es en primer término naturaleza entre naturaleza, cuerpo en- chos del hombre (Hobbes, Locke, Rousseau). Estos dos. pensamientos
tre cuerpos. Para el sujeto es menos fundamental apropiarse de su pro- están ligados. Mirabeau padre, por ejemplo, utiliza la palabra "civiliza-
pio cuerpo que ampliar sus libres determinaciones. Para el individuo el ción" como sinónimo de "policía". La tradición de los derechos del hom-
cuerpo no es un objeto de apropiación, sino que es el punto de aplicación bre se sitúa en esa práctica que consistió en ejercer acción de policía so-
de la gestión y de la administración de la buena policía por obra del en- bre los individuos. El Estado de policía produce individuos disciplinados
tendimiento del sujeto. a quienes se les puede por fin atribuir derechos. Hobbes en el Leviatán,·
Cambiemos de terreno para observar que el destino tan prolongado dice que los hombres son seres políticos. La traducción francesa dice
de la declaración de los derechos del hombre, proclamada en 1 789 pero par artífice [por artificio] cuando el texto latino reza "ex disciplina". Es-
finalmente inscrita en 1946 y controlada solamente en 1971 y el hecho to indica que en Hobbes hay conciencia de que la disciplina es necesaria
de que el derécho ·a la seguridad continúe estando mal garantizado en el para que el individuo pueda ser sujeto de derecho.
plano penal han coexistido perfectamente con la elevación del \sujeto, fe- Blandine Barret-Kriegel confirma el lazo que hay entre la doctrina
nómeno que caracterizó, después de Francia, a una gran parte de la de la buena policía y la doctrina de la civilización tal como se encuentra
Europa continental. En el siglo XIX efectivamente con el crecimiento del expuesta en el Voltaire del Ensayo sobre las costumbres o el Gibbons de
estado de policía el cuerpo no fue un objeto de apropiación individual, no la Historia de la decadencia y catda del imperio romano. La civilización
fue el objeto preferido del derecho civil, sino que fue el lugar privile- se opone a la barbarie, como ruptura radical en la historia del hombre.
giado de dominio y posesión de la "policía". En lugar de un Estado de Pero esta doctrina de la policía y de la civilización no permite fundar los
justicia y en lugar de un derecho común que garantice los derechos indi- derechos del hombre, porque el primero de los derechos del hombre, el
viduales e instituya la seguridad, la igualdad y la libertad, hemos cono- derecho a la vida, sólo puede estar fundado en el marco de una natu-
cido el Estado de policía y la biopolítica. raleza humana (lo cual no tolera la cesura histórica entre barbarie y ci-
Por eso, por mi parte, creo que Michel Foucault, que no pensaba vilización).
atendiendo al progreso y al desarrollo sino que lo hacía atendiendo a la Blandine Barret-Kriegel agrega que en Foucault no se encuentra
identidad y a las diferencias de los sistemas, ha desatado el nudo que ninguna crítica de los derechos del hombre. Foucault hace una descrip-
ahogaba la posibilidad de un retorno a la historia de nuestro desarrollo ción impresionante del poder proliferante de la norma. Esto puede in-
político al designar esta circunstancia central de la historia política terpretarse como un rebajamiento de lo jurídico. Se trata de una des-
francesa: la copresencia de la teoría del hombre como sujeto y del Esta- cripción de hechos positivos observables, no es una crítica del derecho.
do de policía. Foucault no es un crítico del derecho, es alguien que describe el derecho.
J acques Alain Miller quisiera que la mención de los derechos del
hombre lleve a reflexionar sobre los valores en Foucault. Recuerda la
cuestión que Habermas plantea a Foucault: éste rechaza el universal.
Notas Si n embargo, está comprometido con el universal. ¿En nombre de qué se
comprometió? Miller indica que se podría responder a esta pregunta
t Michel Foucault y otros, Les Machines a guerir (aux origines de l'Mpital modeme). ngregando a las líneas de subjetivación de que habla Deleuze líneas de
Dossiers et documents d'architecture, Institut de l'Environnement, CERFl-DGRST, 1975. valorización que se cristalizarían en ciertos momentos y de manera
2 Blandine Barret-Kriegel, "Les droits de l'homme et le droit naturel", Mélan.ges
Maurice Duverger, París, PUF, 1988.
transitoria y precaria en ciertos valores o que, utilizando el spinozismo
de Pierre Macherey, se podría hablar de una ética sin ideal. Pero, coqti-
n úa diciendo Jacques Alain Miller, para responder a la escuela 'd e
l•'rancfort hay que tener en cuenta el hecho de que sus representantes
Hon alemanes. Los alemanes, por haber experimentado el hitlerismo,
on sensibles a todo aquello que ataque la filosofía del universal. En

190 191
efecto, temen que ese ataque pueda facilitar el resurgimiento de seme-
jante fenómeno . Pero quizás el culto del universal que profesa Haber- 5
mas no autorice ningún espíritu de rebelión. El "obedecer al rey de Pru-
sia" de que habla Kant en Was ist Aufklarung? no favorece el espíritu de
rebelión. Lo que está en tela de juicio es el valor propiamente totalitario
Sobre los diversos usos
del conformismo, por más que se trate del conformismo del universal. de la noción de biopoder
Catherine von Bülow recuerda que para Foucault la cuestión de los de-
rechos del hombre era ante todo la cuestión de la responsabilidad del
individuo frente a los demás. Los derechos del hombre son menos dere- Michael Donnelly
chos a algo que deberes frente al sufrimiento de los demás, deberes que
interpelan al sujeto antes de cualquier análisis.
Etienne Balibar observa: 1) que al lanzarse a la crítica de la hipó- Sólo en una fase tardía de su trayectoria llegó Michel Foucault a la
tesis represiva, Foucault intentó desembarazarse de la concepción uni- n oción de ~iopoder"; sin embargo esta designación es útil para reunir
taria del Estado puesta por obra tanto por aquellos que se resisten a
ella como por aquellos que dominan. Lo hizo al introducir la dualidad
ciertos problemasq ue le interesaban desde mucho tiempo atrás. En
La voluntad de saber Foucault describe "dos polos de desarrollo" en el
ejercicio del poder sobre la vida, polos que están "vinculados por todo un
\
del derecho y de la norma: el derecho no es la expresión de las normas y
las normas no son la aplicación del derecho; 2) en Foucault son siempre manojo intermedio de relaciones". "Uno de los polos ... estuvo centrado
los cuerpos los que se resisten, pero esa resistencia no tiende a un dere- en e.Lc.u.eruQ__~o máquina: su disciplina, la optimización de sus aptitu-
~
cho a la vida; 3) La voluntad de saber critica la idea de pertenencia ori-
ginaria de la libertad y de la verdad. En esto Foucault quiso despojar la
idealidad de toda espiritualidad, pero no de toda intelectualidad.
des, la extorsión de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y
de su docilidad, su integración en sistemas de control eficaces y econó-
micos; todo eso ha sido asegurado mediante procedimientos de poder
que caracterizan las disciplinas: trátase, pues, de la fJ:!YJ,.t.DJJJ,JlP lCti&g, ~
(9 r
del ~uerl!!!_ hum~" (La Volonté de savoir, pág. 182-183). Estos son te-
mas de los que igilar y castigar nos ofrece un estudio ejemplar y al
mismo tiempo un bosquejo de la proliferación del poder disciplinario.
El segundo polo del biopoder, "que se formó algo más tarde", conti- )
núa diciendo Foucault, "está centrado en el cuerpo-especie, en el cuerpo () )º
penetrado por la mecánica de lo vivo, que sirve de soporte a los procesos
biológicos: la proliferación, los nacimientos y la mortalidad, el nivel de
salud, la duración de la vida, la longevidad con todas las condiciones
que pueden hacerla variar; toda una serie de intervenciones y de con-
~
troles reguladores se hace cargo de estas cosas: se trata de una biopolí-
tica de la población" (pág. 183). Comparativamente Foucault escribió
pocosobre esfüs controles reguladores. Pero el problema de la población
en el sentido amplio en que él la entiende aquí, inspiró directamente su
proyecto de una historia de la sexualidad (por lo menos tal como conce-
bía ese proyecto al principio); la población, en efecto, es el fondo sobre el
cual "se puede comprender la importancia que tomó el sexo como cues-
tión política" (La Volonté de savoir, pág. 191). Asimismo, es el problema
de la población o del cuerpo-especie, que surge como un campo de inter-
vención y luego como objetivo último del gobierno, lo que ·conduce a Fou-
cault a conceptualizar (más allá del marco jurídico de la soberanía) este
nuevo haz de relaciones de poder que Foucault llama la "gobiemomen-
lalización del estado". Me propongo examinar y evaluar aqm, con un
ospífífircrttlco pero que aprecia los méritos de Foucault, el papel que
desempeña, en la argumentación de Foucault, ese concepto recurrente
de "biopoder". Mi intención es menos proponer una interpretación de
/

tlUJ.101'.fC-l'OLITl(A. f)EL rui:nro HUIJl/i.Ñl.9 3


192
[
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Foucault que tratar de reformular algunos de sus conceptos a fin de ha- vimiento de alejamiento de las secciones propiamente históricas de su
cerlos a la vez más adecuados analíticamente y más accesibles a los his- texto como la "escritura de la historia del presente" con la condición de
toriadores y a los investigadores de las ciencias sociales. Adelantaré que que por "presente" se entienda, no el presente cronológico, sino la época
hay una profunda ambigüedad en la manera en que Foucault articula el de la modernidad. El argumento invocado aquí, que permite vincular

~
concepto de biopoder: por una parte, se pone a analizar la constitución y las diferentes partes del texto es el de que la descripción histórica del
el surgimiento de cierto número de mecanismos discretos de biopoder; nacimiento de la prisión representa, en un sentido más amplio y de
pero, por otra parte, también trata de describir las tendencias de largo manera más importante, un umbral histórico que inaugura la era de la
plazo -las tendencias, en realidad, "epocales"- a las que esos mecanis- modernidad y que de algún modo contiene o anuncia sus rasgos esencia-
, mos particulares de poder pueden contribuir aunque sin ser más que les. Este es pues el deslizamiento que se opera en Foucault quien, del
sus expresiones individuales. La distinción que deseo señalar aquí es, análisis del nacimiento de la prisión, pasa al análisis del "nacimiento
por un lado, los mecanismos y las tácticas específicas del biopoder (se- del alma moderna y de un nuevo poder de juzgar".
gún operan en los dos polos que describe Foucault, esto es, en los cuer- Para el proyecto que se desarrolla en el texto, es esencial que las
pos individuales y en la población) y, por otro lado, los efectos de largo dos descripciones, la genealógica y la "epocal", armonicen. Sin embargo
plazo que produce este conjunto de mecanismos y de tácticas en la socie- hay una diferencia muy sensible en los procedimientos que están en la
dad. Para presentar esta distinción con otras palabras digamos: ciertas base de las dos líneas de argumentación. El enfoque genealógico es des-
formulaciones, en los textos de Foucault, remiten a objetivos específicos criptivo y coyuntural; prescinde de las grandes explicaciones causales
del biopoder situados en lapsos bien delimitados; éstas son las formula- para reconstruir un conjunto de elementos discretos que, de conformi-
ciones que se pueden llamar "genealógicas". Otras formulaciones re- dad con su "periodicidad" y con su dinámica propias, se reúnen en el se-
sumen largos períodos y remiten a los efectos del biopoder sobre la so- no de una misma coyuntura. Foucault escribe en un pasaje completa-
ciedad, a las consecuencias ordenadas, duraderas, "programadas" que mente característico:
produce la aplicación del biopoder según cálculos estratégicos; éstas son
las formulaciones que se pueden llamar "epocales". La ambigüedad nace "No hay que entender el 'invento' de esta nueva anatomía política como
cuando Foucault (por razones que no puedo analizar aquí) elude estas un descubrimiento repentino, sino que hay que entenderlo como una mul-
diferencias de enfoque; tiene entonces uno la impresión de que Foucault tiplicidad de procesos a menudo menores, de origen diferente, de localiza-
combina dos niveles distintos de análisis, el genealógico y el "epocal", ción dispersa, que se recortan, se repiten o se imitan, se prestan apoyo los
que él amalgama. Mi finalidad consiste simplemente en mostrar que unos a los otros, se distinguen según su esfera de aplicación, entran en
esos dos niveles pueden y deben ser considerados separadamente y que convergencia y dibujan poco a poco el diseño de un método general" (SP,
pág.140).
es esta una manera (que apreciará un público de investigadores de las
ciencias humanas) de presentar a una luz más atrayente y más límpida El gran mérito de la genealogía de Foucault está en que ella trata
la parte más propiamente analítica ~s decir, la parte genealógica- de representar el carácter complejo y contingente de esos procesos; esto
de la obra de Michel Foucault. explica que las descripciones de Foucault estén cargadas de detalles his-
.. Surveiller et punir [SP] nos ofrece una ilustración clara de los dos tóricos y estén necesariamente localizadas. Hay en ellas algo de lo que,
estilos de argumentación, el "genealógico" y el "epocal" y de su proble- para Foucault, caracteriza el procedimiento genealógico, algo gris, algo
mática combinación. Como lo indica el subtítulo, el texto está centrado
ostensiblemente en el "nacimiento de la prisión" producido a principios meticuloso, pacientemente documental.
En cambio, cuando Foucault deja detrás de sí esta coyuntura histó-
del siglo XIX. Sin embargo, en dos aspectos el texto se aleja de lo que rica representada por el nacimiento de la cárcel, los detalles se rarifican
constituye su sustancia propiamente histórica. 1) Foucault nos lo pre- en el más alto grado. Las técnicas disciplinarias de las cuales Foucault
.senta explícitamente como una intervención en un "campo de relaciones (presentando documentos en apoyo de lo que dice) nos mostró la consti-

r.ll de poder y de luchas políticas", que él define como "la cuestión política
de conjunto alrededor de la prisión" (pág. 313); 2) a la descripción del
nacimiento de la prisión sucede muy rápidamente un bosquejo de la ma-
nera en que posteriormente se difundieron los mecanismos disciplina-
tución histórica son ahora formuladas en un "diagrama" general (el "pa-
noptismo"), que prescinde de todo contenido o de todo contexto específi-
co. Y así es como la disciplina se convierte en "una figura de tecnología
política que se puede y se debe separar de todo uso específico" (SP, pág.
rios más allá de las paredes del establecimiento penitenciario y en el 207); la disciplina es un esquema destinado a programar, "en el nivel de
conjunto de la sociedad. En el texto de Foucault se produce entonces un un mecanismo elemental y fácilmente transferible, el funcionamiento
deslizamiento por el cual se pasa de la descripción histórica a lo que él básico de una sociedad penetrada toda por mecanismos disciplinarios" )-
llama la "sociedad carcelaria", fórmula adecuada, según él, para carac- (SP, pág. 210). La manera en que se formula aquí el pensamiento indica
terizar el período siguiente. En los dos casos, Foucault describe este mo-

194 195
/ claramente la línea de argumentación. Foucault pasa de un salto desde bir Vigilar y castigar no tenía el proyecto de hacer una monografía sobre
la descripción histórica del primer establecimiento penitenciario a la el nacimiento del establecimiento penitenciario. Los objetivos a que

'
~ evocación de la sociedad "carcelaria" contemporánea: "¿Cómo .p uede
asombrar que la cárcel se parezca a las fábricas, a las escuelas, a los
apuntaba eran diferentes. En el marco del proyecto genealógico, la no-
ción de panoptisrno es a la vez legítima y útil, en la medida en que Fou-
D\0 cuarteles, a los hospitales que se parecen todos a las prisiones?" (SP,
pág. 229).
cault la útiliza para hacer inteligibles prácticas reales. A mi juicio, la di-
ficultad sobreviene cuando Foucault generaliza esta noción y la aísla de
Lo que resulta sorprendente aquí es el haber dejado en suspenso todo contexto específico. El panoptisrno puede ser útil si nos permite ver
procedimientos pacientes y nominalistas que caracterizan la genealogía algo de la configuración general de la "nueva anatomía política del cuer-
y que deberían preservar contra la tentación de incluir prematuramente po-social"; pero de la manera en que lo hace aparecer la reconstrucción
los fenómenos en categorías demasiado generales. Lo propib de las ge- histórica de Foucault, el panoptisrno a lo sumo sólo puede prefigurar la ¡·
nealogías es rastrear el progreso del tiempo al examinar la manera en forma efectiva que tornó esta nueva anatomía política. En sí mismo, el
que diversas prácticas se unieron unas con otras para producir prácti- diagrama de la disciplina generalizada nada puede revelar sobre las
cas nuevas. Aquí en cambio es el punto de vista del presente cronológico condiciones de existencia de la época moderna, así corno no puede con-
el que adopta Foucault: éste lanza una mirada retrospectiva a las déca- siderárselo, en ningún sentido preciso, como algo constitutivo de esta
das transcurridas y elige una fórmula general para describir el movi• época. .
miento y la inclinación de la historia hacia su realización en el presente. En suma, el problema sobre el cual quieren llamar la atención es- )
Por más que la fórmula general "sociedad carcelaria" pod.r ía ser útil o tas observaciones es el de la irreductible diferencia que hay en. tre los ar-
aceptable, aquello que estaba "destinado a producirse" no explica en gumentos genealógicos y los argumentos "epocales" de Foucault; de ahí
manera alguna cómo las cosas se produjeron efectivamente. La cuestión la ambigüedad que nace desde el momento en que Foucmilt pasa de una
que Foucault deja en suspenso es la de saber cómo, una vez constitui- línea de argumentación a la otra. Las indagaciones genealógicas son,
~ das, las disciplinas se perpetuaron, cómo disciplinas particulares se
unieron unas con otras para dibujar el "diseño de un método general"· y
por su naturaleza, históricamente específicas, localizadas y detalladas.
En cuanto al enfoque "epocal", describe los efectos globales de las disci-
cómo se han asegurado los mecanismos básicos y las condiciones de plinas una vez que uno ha postulado, para decirlo con las palabras de
existencia de la sociedad carcelaria. Estos son problemas de una natura- Foucault, que ellas programan "el funcionamiento básico de una socie-
. leza enteramente diferente del problema que consiste en explicar la ma- dad penetrada toda por mecanismos disciplinarios". Entre el surgimien-
nera en que las prácticas anteriores se unieron para formar disciplinás to histórico de las técnicas disciplinarias y los efectos en cadena que
o la manera en que prácticas disciplinarias se instauraron dentro de ese ellas.producen finalmente en la sociedad, Foucault no establece un nexo
marco institucional que es el establecimiento penitenciario. convincente. A la cuestión de saber cómo la sociedad carcelaria se for-
El enfoque "epoca}" presenta esta debilidad: cae en una grosera pe- mó, Foucault no tiene ninguna respuesta satisfactoria que proponer;
riodización por dicotomía al oponer la época prernodema a la época i:p.o- tampoco logra llevar a buen fin, hasta la época presente, sus argumen-
dern a y al minimizar así los desarrollos históricos intermedios . .La tos genealógicos, sino que los sustituye por argumentos "epocales" más
periodización posee funciones analíticas y a la vez apropiadas y necesa- débiles. Para terminar diré que, de los dos enfoques descritos arriba, es
rias; puede llegar a ser un instrumento innovador y crítico, corno lo mos- el enfoque genealógico de Foucault el que me parece más capai de abor-
tró Foucault en Las palabras y las cosas. En Vigilar y castigar el pro- dar el problema que él expuso tan elocuentemente.
blema está en que Foucault se sustrae a una explicación propiamente
histórica al hacer de su genealogía de los mecanismos disciplinarios un
"diagrama" que ilustra el funcionamiento de la sociedad carcelaria. Fou- Referencias a las obras de Foucault
eault procede corno si las dos imágenes emblemáticas (la ejecución de
Darniens en 1 757 y el empleo del tiempo en un reformatorio en 1837) Surveiller et punir, naissance de la prison, París, Gallimard, 1975.
que introducen el texto pudieran bastar, corno si el empleo del tiempo en Histoire de la sexualité, torno 1, La Volonté de savoir, París, Gallirnard,
el reformatorio pudiera suministrar una representación y un modelo 1976.
adecuados de la dinámica de la sociedad disciplinaria. "Govemmentality", transcripción de una conferencia publicada en Ideo-
Mi propósito aquí no es presentar contra Foucault la denuncia que logy and Consciousness, nº 6, 1979.
hacen a veces los historiadores cuando le reprochan el haber hecho de la
historia una visión demasiado simple y haber reducido presurosamente
su complejidad y su diversidad empíricas a esquemas idealizados. Fou-
cault no era un historiador de las sociedades, y evidentemente al escri-

196 197
dor de intereses que tratará de hacer valer. Es a esa "voluntad" de hacer
valer sus intereses propios a la que pueden aplicarse la libertad o la co-
6 acción.
Foucault da una definición ligeramente diferente de la concepción
del poder que constituye el objeto central de sus debates. La llama con-
Foucault y la concepción liberal cepción "jurídico-discursiva" y la considera constituida por dos ideas
del individuo centrales. Una de esas ideas es la de que el poder se expresa únicamen-
te por la coacción y procede por prohibición antes que por exhortación o
conminación. La otra idea es la de que la ''verdad del discurso" puede
Alessandro Pizzorno procurarnos espacios de libertad en relación con el poder. Verdad es que
estas dos ideas están habitualmente asociadas con la concepción liberal,
pero están vinculadas sólo de una manera tortuosa con la noción de in-
La concepción liberal opone poder y libertad. Se postula que el po- dividuo que constituye el pilar de la concepción liberal del poder y de la
der es potencialmente absoluto y potencialmente arbitrario. Las institu- libertad.
ciones políticas y legales están para limitarlo y para proteger a los La idea según la cual el poder es de naturaleza puramente nega-
miembros de una comunidad política contra las amenazas de absolutis- tiva , una fuerza que sólo obra por la coerción, no tiene una aceptación
mo y de arbitrariedad (es decir, contra el peligro de que uno o varios tan universal como tiende a hacerlo creer la polémica de Foucault. En
individuos pueda_n valerse del poder para sus propios fines de manera verdad, ninguna persona sensata negará que el poder, mediante su ac-
ilimitada e imprevisible). Síguese de ello que el poder se concibe esen- ción, puede decidir a alguien a obrar, puede alentar su acción antes que
cialmente como algo ejercido por individuos sobre otros individuos. prohibirla. También podría considerarse como indiscutible la idea de
El individuo, en la concepción liberal, es una premisa. En verdad, que el poder es lo que permite la estabilización de la superioridad de
se trata de la única realidad observable a la que podemos referirnos ciertas individuos sobre otros, así como la idea según la cual este proce-
cuando observamos la sociedad. Los individuos están siempre presentes, so funciona en cada nudo y unión de las redes sociales y no solamente
cada uno idéntico a sí mismo en el tiempo, con su propia voluntad y sus en algún lugar central desde donde descendería luego por una vía jerár-
decisiones. El poder puede utilizarse para condicionar las decisiones de quica.
los individuos. Cuando no se aplica semejante coacción, el individuo es Mucho más alejada de las nociones del debate intelectual y político
socialmente libre. Entonces puede decidir en función del juicio que for- habitual sobre el poder y la libertad, mucho más capaz de sorprender al
mule sobre el resultado de sus acciones. Se considera que ese juicio que lector es la idea de que el poder hace, produce, al individuo (SP,
formula sobre las ventajas y los inconvenientes de ciertos fines persiste pág. 172).
cuando los fines son alcanzados, porque el individuo, según la concep-
ción liberal, constituye (y éste es un postulado) una unidad duradera de "El individuo no debe concebirse como una especie de núcleo elemental,
acción que conserva permanentemente los mismos criterios de juicio, las una especie de átomo primitivo, un material inerte y múltiple sobre el que
mismas preferencias o, por lo menos, alguna metapreferencia de orden se fija el poder o sobre el que éste golpea de manera fortuita; en realidad,
general. Asimismo, el individuo soporta las consecuencias de sus accio- uno de los primeros efectos del poder es el de que ciertos cuerpos, ciertos
nes pasadas por las cuales puede ser castigado o recompensado. Esto gestos, ciertos deseos se identifican y se constituyen como individuos. El
hace de él un sujeto responsable, capaz de derechos y de deberes. individuo no es algo que esté frente al poder, es, según creo, uno de sus
primeros efectos" (Power / Krwwledge, pág. 98).
El individuo, en la concepción liberal, es pues una unidad continua
en el tiempo, en posesión de una identidad personal que normalmente
nadie puede poner en tela de juicio (es decir, que todo el mundo da por Esta es la tesis esencial y original de la concepción del poder en
descontada), unidad en la que las acciones pasadas y futuras parecen li- Foucault. Más importante es el hecho siguiente de esta concepción fou-
gadas. Esas acciones adquieren su sentido al ser atribuidas lógica y cau ltiana del individuo se desprenden las principales aplicaciones en
también legalmente a un determinado sujeto particular. En otras pala- materia de interpretación. ¿Cuáles son las consecuencias de ello? En
bras, que esas acciones hayan sido queridas por un sujeto particular primer lugar, la idea de que el individuo es un sujeto de acción, un suje-
hace que ellas sean inteligibles para un observador exterior que las re- to continuo e idéntico a sí mismo debe ser abandonada; hay que abando-
lacionará con alguna intención o algún otro proceso de decisión; ese ob nar también la idea de que el individuo es una premisa, algo "dado", al-
servador podrá también hacer de esas acciones objetos de sanciones. En go que los actores que tienen que ver con él y el observador científico
consecuencia, debe concebirse la sociedad como una población de indivi· que lo estudia deberían dar por d~scontado. Por el contrario, hay que
duos preconstruidos y preetiquetados, cada uno de los cuales es porta-
199
198
concebir al individuo como una construcción que el poder perfecciona en mente el concepto de individuo forma parte de esas "continuidades irre-
virtud de actos y sucesos múltiples cuya unidad de sentido no sería ElVi- flexivas" de que hay que desembarazarse para comprender un determi-
dente, salvo el sentido que le confiere el poder mismo. Esto es lo que nado conjunto de efectos. "Hacer del análisis histórico el discurso de lo
propongo a la discusión: la concepción radical que está en la base de los continuo y hacer de la conciencia humana el sujeto ordinario de todo dec
análisis de las situaciones de poder en Foucault. Esa concepción repre- venir y de toda práctica, ésas son las dos caras de un mismo sistema de
senta un desafio más radical a la concepción liberal que las concepcio- pensamiento" (L 'Archéologie du savoir, pág. 22), No se puede responder
nes marxista y weberiana. Verdad es que el poder, tanto para Marx co- a la crucial pregunta: "¿cómo se explica que haya aparecido semejante
mo para Weber, está dotado de fundamentos estructurales y no parece enunciación y ninguna otra en su lugar?", contentándose uno con tratar
emanar de una voluntad individual, sino que procede de la lógica de las de descubrir, detrás de la enunciación o del acto, al individuo con sus in-
relaciones de producción o de las necesidades funcionales de las organi- tenciones. Lo que hay que encontrar es la red que la vincula con otras
zaciones en general. Pero la "víctima" del poder, tanto para Marx como enunciaciones y otros eventos, en cuyo seno esa enunciación particular
para Weber, es el individuo entendido como aquel a quien ese poder es- encuentra su lugar.
tructural impide desarrollarse como habría podido hacerlo en otras t:oh- De manera que el concepto de individuo pierde su condición episte-
diciones. Aun cuando no definan el objeto de la coacción como alguna mológica privilegiada. Es una construcción como las demás de que tene-
"voluntad libre" del individuo o aun cuando no imaginan un individuo mos necesidad para comprender actos o acontecimientos que percibimos
preconstruido que preexista a las relaciones de producción o a la férrea de manera atomizada y que debemos reunir y asignar a series significa-
sujeción de la burocracia, Marx y Weber (para este último tal vez de ma- tivas. Las identidades personales no son más que una .serie entre otras.
nera menos clara) tienen n.e cesidad de presuponer la imagen de un indj- Surgen en un campo de batalla, lo cual significa que la diferenciación y
viduo portador de intereses "verdaderos" claramente identificables, és la oposición son los aspectos más importantes de un proceso en el curso
decir, intereses válidos y comprensibles únicamente en el largo plazo'. Si del cual dichas identidades recibirán una forma reconocible. Sin algo o
el concepto de "conciencia falsa" puede utilizarse a· fin de explicar la alguien a que podamos oponernos, no seríamos capaces de trazar las
conducta verdadera del trabajador en el sistema capitalista, ello quiere fronteras de nosotros mismos.
decir que existe una "conciencia verdadera", un interés verdadero que, De esta concepción metodológica deriva una serie de consecuencias
según cabe suponer, constituye la identidad real del individuo sometido importantes. Una de ellas tiene que ver con la noción de libertad. El su-
al poder. Análogamente, si se puede describir al individuo como preso .de jeto de libertad ya no puede identificarse con ese individuo portador de
la burocracia, ello quiere decir que se le puede atribuir una naturaleza intereses que persigue ciertos fines, ese individuo "responsable" de la
"auténtica" que, si no fuera por esa prisión, lo conduciría a un lugar en concepción liberal. Lo que se opone al poder y sale libre o sometido (nor-
el que el individuo sería libre. malizado) de la prueba son actos, gestos, estados del espíritu o del cuer-
Según lo mostré, Foucault da del funcionamiento del poder un cµa- po. Entre ellos se encuentra el material refractario, resistente, indócil
dro diferente porque utiliza un concepto completamente distinto del in- que acaso el poder normaJizador no logrará disciplinar. Se sabrá que la
dividuo. Para comprender su modo de proceder debemos considerar uno libertad está viva, no cuando los intereses que emergen en una sociedad
de los principios del "método arqueológico" según el cual el material ori- están autorizados a expresarse, a ser representados y defendidos, ni
ginal del análisis histórico y social es una multitud de actos y de even- cuando la disidencia y la herejía están autorizadas a manifestarse, y ni
tos. Esos eventos son, por así decirlo, puestos sobre la mesa en una .for- siquiera cuando la arbitrariedad está firmemente reprimida, sino antes
ma bruta, sin que se hayan tenido en cuenta las formas en que los bien cuando la protesta, la indisciplina, la indocilidad, la insumisión no
observadores, tratando de establecer una "continuidad irreflexiva" están todavía abolidas, cuando el recalcitrante no se ha convertido en
(ibed., pág. 36), los han estructurado. "Es menester poner en tela de,jui- conformista.
cio esas síntesis ya hechas, esas agrupaciones que generalmente se Una segunda consecuencia es el hecho de que el "sí-mismo" puede
admiten antes de todo examen, esos vínculos cuya validez se reconoce llegar a ser un instrumento del poder, instrumento que trabaja acti-
desde el comienzo ... y aceptar más bien que, en primera instancia, sólo vamente para reducir su propia indisciplina, su resistencia, su imprevi-
tenemos que vérnoslas con una población de eventos dispersos" (ibíd., sibilidad, para obtener su propia docilidad. En verdad, la autodiscipli-
pág. 32). ' ' na parece ser la técnica más eficaz del poder en la sociedad moderna.
Aquí Foucault no se refiere de manera explícita al concepto de in- He reducido las posiciones de Foucault sobre la libertad y el poder
dividuo. Trata el problema metodológico más general siguiente: ¿Cómo a sus consecuencias extremas. El propio Foucault deseaba menos desa-
describir de manera inteligible los esquemas y las regularidades que rrollar explícitamente estos pasos lógicos que describir la genealogía del
surgen en multitudes de observación o, mejor dicho, en multitudes de poder y de sus manifestaciones. Por lo que hace a la libertad, Foucault
documentos, de reseñas, de informes, de interpretaciones? Pero segura- nunca evaluó exactamente la distancia que separaba su propia concep-

200 201
ción de aquella que se despliega en la concepción liberal y del sentido ciertos fenómenos que la tradicional concepción liberal no permite ni es-
común, tanto que sus críticos se creyeron autorizados a criticarlo con ar- crutar ni interpretar de manera sustancial.
gumentos cuya validez sólo incumbe a la concepción liberal. Pero puesto Los combatientes por la libertad, desde los tiempos del estado ab-
que ahora, después de tantas críticas e incomprensión, no podemos elu- solutista hasta los del estado totalitario, necesitaban vivir en un estado
dir una clarificación de esta oposición, reexaminémosla sin complacen, de ingenuidad teórica en cuanto a las relaciones reales del género hu-
cias a fin de poder señalar todas las consecuencias epistemológicas y mano y del poder. Desgraciadamente, nosotros estamos mejor informa-
éticas. dos. Sabemos que los seres humanos pueden someterse voluntariamen-
Por un lado, tenemos la concepción liberal que considera al indiv.i- te al poder, hasta al poder absoluto o totalitario. Hasta pueden llegar a
duo como la unidad de base, como la realidad última observable. El indi- amar la mano que los sujeta. Sabemos que siempre se imaginan y se
viduo puede verse liberado del poder o sometido a él según que le sea producen nuevas técnicas que conducen a individuos confiados a modifi-
posible o no tener acceso a la representación y a perseguir sus intereses. car sus gustos y sus valores para adaptarse mejor a las necesidades del
La autodisciplina no somete al individuo, sino que por el contrario re- estado o de una organización o de una institución social o de otras fuen-
fuerza sus recursos interiores, lo cual autentifica su libertad. Además, tes de poder social y político. Sabemos que esas clases de .procesos co-
la busca de la verdad obra en favor del desarrollo de la libertad porque mienzan en el seno de la familia y que de algún modo ya no se detienen
criticar el poder es limitarlo. nunca a lo largo de toda la vida de un individuo. Sabemos que las ad-
. Por otro lado, está la concepción de conformidad con la cual el indi- ministraciones de los regímenes democráticos liberales multiplican las
viduo como tal y como realidad identificable y duradera, portador de in- instrucciones y las prescripciones destinadas a hacer que sus ciudada-
tereses y de valores no es más que un producto de las relaciones de. nos sean más confiables, más controlables, más previsibles. Pero esto no
poder dominantes en una determinada sociedad y en un determinado quiere decir que, como consecuencia de ello, dichos ciudadanos sean más
período. Las instituciones de la sociedad trabajan en la formación de los iguales. Simplemente están mejor preparados para encontrar cómo tro-
individuos, es decir, en series de actos y de gestos ligados como identida- car su idiosincrasia privada por un normalismo público.
des individuales por las · necesidades de la vida social. El poder es la Tradicionalmente, la teoría democrática concentra su atención en
fuerza que, en el seno de las instituciones de la sociedad, trabaja en ese cuestiones como la libertad de expresión, la representación de los intere-
sentido. La disciplina es una técnica de poder particular cuyo efecto con- ses, el equilibrio de los poderes. Todos estos puntos son, en un régimen
siste en contribuir a hacerlo duradero, difuso y reproductible. La auto- democrático liberal, adquisiciones bien establecidas, según parece. El
disciplina es otra de esas técnicas. debate constitucional se cincunscribe a cuestiones de aplicación, de efi-
Considerada en su simple coherencia, esta concepción parece total- cacia, de coherencia. Pero consideremos el estado actual de la libertad
mente ajena a lo que fue la utilización de los conceptos de poder y de li- de expresión. El ruido que se hace alrededor de todo lo que se expresa li-
bertad en los lenguajes políticos e ideológicos europeos desde hace mu- bremente es tal que la expresión de una voz singular se encuentra com-
cho tiempo. Además, esta concepción parece autodestructora, si no ya pletamente ahogada. No es necesario seguir a Foucault cuando éste de-
desde un punto de vista lógico, por lo menos moral y políticamente. En muestra que los términos y las categorías mismas a través de los cuales
realidad, la libertad no es nada más que una posibilidad temporaria, y toma forma la libre expresión de las opiniones están fijados en función
las fuerzas que combaten en su nombre están condenadas al fracaso, o, de las necesidades de algunas poderosas exigencias sociales preexisten-
si ocurriera finalmente que ellas triunfasen llevarían a abolir la libertad tes. Basta tener conciencia de esta circunstancia deprimente según la
en la construcción misma de lo que quería ser un nuevo orden de liber- cual cuanto más crecido es el número de voces más tiende hacia cero la
tad. Y en verdad, por definición, esta concepción no permite encarar un eficacia de comunicación de las opiniones que podrían expresarse. Es
nuevo orden social de libertad, puesto que sólo habrá orden como resul- ese un tipo de hechos sobre los cuales debería intentarse hacer un análi-
tado del buen funcionamiento de las fuerzas de normalización y de re- sis más circunstanciado y con instrumentos diferentes de los que Fou-
ducción de la indisciplina, es decir, como resultado del trabajo del poder. cault nos ha suministrado. Ciertamente no es este el lugar de hacerlo,
Según parece, individuos y movimientos no pueden ser libres sino "con- pero mi observación debe llamar la atención sobre la insuficiencia (una
tra" algo. vez más) de los conceptos liberales tradicionales de poder y de libertad.
Aun cuando Foucault no haya expuesto su posición de manera tan El libre acceso a la representación de los intereses es también una
clara, lo cierto es que su obra contiene todas las premisas que nos auto- idea inapropiada, una vez transpuestos los límites estrechos del merca-
rizan a realizar nosotros mismos semejante operación. Y el sentido de do político, es decir, cuando se entra en el territorio mucho más poblado
todo esto no es, paradójicamente, criticar a Foucault, a pesar de la con- en el que cotidianamente se persigue la felicidad y el reconocimiento so-
clusión aparentemente absurda a que hemos llevado su posición, sino cial. Aquí, los caminos de la libertad individual se circunscriben estre-
que es preparar el terreno para comprender de manera más afinada chamente al escrupuloso cumplimiento de las exigencias administrati-

202 203
vas, fiscales, financieras y de consumo, exigencias cuyo respeto permite se, en el que los mitos ideológicos y científicos tienen tendencia a sobre-
a la gran maquinaria social de cooperación y a las pequeñas máquinas vivir largo tiempo después de haber quedado disueltos en todos los otros
sociales del reconocimiento mutuo marchar regularmente y reprodu- lugares, ambiente en el que aquellos que no aceptan dichos mitos se cre-
cirse. en obligados a continuar combatiéndolos. ·
En cuanto a los mecanismos constitucionales de control y de equili- Por ejemplo, abandonó un tema que habría emergido naturalmen-
brio, ellos se aplican a la interacción de los poderes institucionales te de su investigación, si sólo le hubiera dedicado más tiempo. Se trata
mismos y no a las condiciones de adaptación de los individuos a las ins- de la hipótesis de que los regímenes democráticos liberales modernos só-
tituciones. lo son posibles por obra de un largo trabajo previo de "disciplinar" a sus
Será fácil llegar a la conclusión de que la concepción general del in- ciudadanos. Las nociones de hipótesis, de explicación causal, de teoría
dividuo libre no llega a abarcar las cuestiones cuya importancia parecen de la investigación eran simplemente ajenas al método de Foucault,
por lo menos sospechar los miembros de las sociedades contemporáneas. quien tendía exclusivamente a describir hechos históricos. Por otra par-
Sabemos que en los regímenes democráticos liberales el poder (tal como te, no podemos dejar de pensar que si hacía falta distinguir una contri-
lo definen los liberales) está en general controlado; sabemos que la li- bución sobresaliente en la investigación de Foucault, con la que se po-
bertad, siempre según la concepción liberal, está en general asegurada. drían articular otras investigaciones, la encontraríamos en una nueva
Pero cuando de improviso descubrimos alguna fuente de impotencia del comprensión de la formación del hombre moderno disciplinado.
individuo en el interior de las instituciones contemporáneas, o alguna Consideremos un instante a Foucault a la luz de Weber cuyo traba-
voz que, como la de Foucault lo enuncia para nosotros, descubrimos jo puede considerarse, en su objeto central, dedicado a comprender la
también que estamos desprovistos de conceptos comunes o de herra- constitución del hombre moderno disciplinado. Para Weber lo mismo
mientas intelectuales que pudieran esclarecer nuestra condición. que para Foucault, la disciplina obra como una fuerza interna, como un
La voz de Foucault calló antes de que hubiera terminado su discur- mecanismo del alma. Pero al poner el acento en el momento inicial de
so sobre el sentido moderno del poder y de la libertad. Hasta podemos surgir la vocación, Weber se priva de los conceptos específicos que le ha-
arriesgar la idea de que Foucault no deseaba terminar la última parte brían permitido aprehender la extensión de toda conducta disciplinada
de esta historia. Como muchos pensadores antes que él, cuando llegó de- independientemente de los efectos de la vocación. Su intuición es útil
masiado cerca del punto en que debería definir de manera explícita la para comprender (parcialmente) la conducta de autodisciplina que está
condición de sus contemporáneos, Foucault se volvió al análisis social en el origen de la acumulación capitalista. Pero en Weber no encontra-
de una época remota. Después de La división del trabajo social y mos ninguna microteoría explícita que permita comprender el proceso
El suicidio, Durkheim prefirió analizar la religión primitiva. Después que crea las condiciones de la conducta disciplinada propia de la socie-
de La ética protestante y el esp(ritu del capitalismo, Weber dedicó sus es- dad burocrática, salvo tal vez el concepto bastante poco desarrollado y
fuerzos a las religiones del mundo. Foucault no sólo cambió de época si- genérico de "rutinización". La idea de la separación de la persona y de la
no que de algún modo cambió su objeto de análisis. En los griegos, Fou-. función constituía un buen punto de partida. Weber habría podido com-
cault buscaba descubrir las técnicas que hicieron de la autodisciplina prenderla como un ejemplo de los procedimientos analíticos más genera-
una mecánica autónoma, la cual hace posible la subjetivación del sujeto. les que caracterizan las formas modernas del poder. Y entonces habría
Probablemente experimentara la necesidad de apartarse de los blancos dado un primer paso en el camino en el que Foucault avanzó más au-
a que apuntaba, que se habían hecho demasiado cercanos y que lo ha- dazmente.
bían obsesionado durante su investigación sobre la genealogía del siste- Otra cuestión que plantea la interpretación de la obra de Foucault,
ma de poder moderno. La idea de que la autoridad central del estadó en la medida en que está centrada en la formación del individuo moder-
moderno era la fuerza esencial que estaba detrás del trabajo del poder no disciplinado, tiene que ver con la relación que Foucault establece en-
constituía uno de esos blancos. Otro era el de que todo derivaba de un tre la densidad de población y las técnicas analíticas de poder. Aquí ha-
modelo de dominación de clases. Sobre estos dos temas, su análisis al- bría que situar a Foucault en una línea cuyo origen está en Durkheim,
canzó su objeto a pesar de sus lagunas y de sus insuficiencias. Aquellos quien había hecho de lo que llamara la "densidad moral" el motor del .
puntos en que su investigación alcanzó el éxito más fácil y más completo mecanismo que conduce a la división del trabajo. También aquí Fou-
fueron los que se relacionaban con el descrédito lanzado contra las in- cault avanza audazmente por un camino que sólo había sido esbozado
terpretaciones humanitarias y reformistas sobre la evolución de los mo- por Durkheim. La división del trabajo es un mecanismo analítico que se
dos de castigo y de control social en la época moderna. Pero Foucault te- a plica a una población de individuos. Foucault piensa que los mecanis-
nía demasiado cerca de sus ojos tales blancos -marxistas, neoliberales, mos analíticos del poder obran, por así decirlo, "intraindividualmente"
reformistas-- cuando interpretaba el sentido de sus propios· descubri- sobre una multitud de actos, de gestos, de articulaciones corporales y de
mientos. Probablemente fue alejado de su fin por el ambiente parisien- clasificaciones mentales. El efecto de esta acción es no sólo reabsorber,

204 205
en un esquema interpretativo general, el fenómeno demográfico y espe-
cialmente el crecimiento sin precedentes de la población en la época clá-
sica europea, sino también producir una serie de dispositivos de inter-
pretación que permiten relacionar explicaciones de tipo macrosocial y
micro social.
Los adelantos de Foucault en el dominio tradicional están, según
parece, sobre todo relacionados con su trabajo sobre la idea de individuo
concebido, no como un postulado, sino .como el producto de las técnicas
sociales de poder. Y sus interpretaciones de la naturaleza de esta trans-
formación moderna muestran cómo esta formación analítica del indi-
IV
viduo podría llegar a semos comprensible como el efecto de la reorgani-
zación analítica operada, de manera continua, por las instituciones de
poder -saber de la sociedad moderna-.
Etica y sujeto

206
1

Foucault: la ética y la obra


John Rajchman

Un filósofo a pesar suyo

No estoy persuadido de que Foucault haya querido verse siempre


como filósofo. En una conversación con geógrafos marxistas desarrolla-
da en 1976, Foucault declaraba: "... en todo caso, la filosofía desde Des-
cartes siempre estuvo relacionada en Occidente con el problema del co-
nocimiento. Uno no puede eludirlo ... Y por más que diga que no soy un
filósofo, lo cierto es que así y todo me ocupo de la verdad y a pesar de to-
do soy filósofo".! Podemos pues preguntarnos: ¿será Foucault un filósofo
a pesar de él?
Creo que ese deseo de no llamarse filósofo, de guardar esa distan-
cia respecto de sí mismo como filósofo formaba parte de su práctica de
pensamiento. Esto equivale a decir que su relación con la "tradición" no
era una relación de identificación, sino que era una cuestión siempre
abierta, una cuestión de práctü:a. Foucault no concebía su propio traba-
jo ni el de sus predecesores como un todo homogéneo de bordes definiti-
vos o acabados, antes bien investigaba las rupturas, las fisuras, las con-
tingencias y las reelaboraciones en lo que se presenta como la tradición.
El "problema del conocimiento" no se plantea nunca de la misma mane-
ra, y las diversas maneras de plantear este problema tienen ellas mis-
mas una historia. Se trata, pues, menos de dar una respuesta definitiva
a esta cuestión que de reformarla y reinventarla constantemente. Como
dice Blanchot, Foucault era siempre "un hombre en marcha".2
La diversidad de "nosotros", los que lo estamos discutiendo juntos
aquí, indica bien la diversidad de las relaciones de Foucault con la filo-
sofía. Nosotros, que tenemos lecturas dife.rentes no sólo de Foucault sino
también de la filosofía. Michel Foucault filósofo no es uno solo. Pero tal
vez esta diversidad resulte ya ella misma de una práctica filosófica de
doble filo: por una parte, una relación con aquello que se da como "filo-
sófico" y, por otra, con lo que no lo es o no lo es todavía.
Práctü:a 1: No suponer nl-coMtruir i,ma historia g~~"filg- 1 ¡
sofía occidental" ni tratar de encontrarle lugar. Pañ.ir más bien Cie la
idea de que la tradición no es monolítica y que el mapa de las maneras
de pensar es algo que hay que rehacer permanentemente. Cuestionar
~
·.

los esquemas generales de su historia, dispersarla, abrirla a otras cues-

209
tiones. "A las personas que amo las prefiero utilizar ... deformar, hacer-
las gemir y protestar."ª
Práctica 2: Salir~ de la filosofia, para decirlo con las palabras
ki representaron :µianeras de salir de la filosoña", de hacer "permeable"
y por lo tanto irrisonala frontera entre lo fiToS'ófico y lo no filosófico".s /
Pero, para él, el exterior de la filosofía no estaba tan sólo constituido por
I
de Deleuze, poner la !osofía a prueba con las cuestiones que parecen
el discurso "literario", sino que comprendía asimismo la medicina de la
~
extrañas o exteriores a ella. Hacer del arte de pensar un arte de delimi-
tar nuevos problemas alrededor de los cuales se formen conjuntos que desviación del siglo XIX, así como la ciencia de la policía del siglo XVIII.
John Searle, que quería transcribir la arqueología de las enunciaciones
no sean anteriores a ellos. en una teoría de los speech acts, ¿no contaba que Foucault consideraba
De manera que de conformidad con la práctica 1 (en sus observa-
ciones sobre los comienzos de la filosoña contemporánea en Francia, en que la masturbación podía ser objeto de un interés filosófico? De mane-
la década de 1930), Foucault distinguía una fil9soña de la racionalidad ra que precisamente en sus "ensayos" para abrir a la filosofía al exte-

» formal de una ffigs.oña...de ]a concienciª subjetiva,4 la tradición de Ca- rior, diría yo que Foucault era filósofo, una clase de filósofo a pesar de
va1lles y la tradición de Sartre. Le impr~aba especialmente el hecho él.
de que Cavailles, que había dado su vida a la Resistencia, hubiera en-
contrado el compromiso bastante más simple que los filósofos del com-
El ethos de la filosofía
promiso.
Para los filósofos anglohablantes, habituados a aceptar la crítica
de Frege al psicologismo de Husserl y su radicalización wittgensteinia- En su prefacio a El uso de los placeres Foucault trató de caracteri-
na, semejante·distinción podía parecer trivial. Desde 1935 Cavailles se . zar la actitud que tenía respecto de sí mismo como filósofo y respecto de
interesó por Wittgenstein, ·Frege y Carnap y, repudiando la filosofía de \ las tradiciones filosóficas considerándolas qn ethos, .Yllª manel'a-de se:r
la conciencia, estudió los fundamentos de la matemática y la teoría de i. f~§QfQ. Sostiene allí que el discurso filosófico es siempre ridículo cuan- ) \.
los conjuntos~ Los filósofos anglohablantes no podían, pues, sino admi- 'd<t--quiere establecerse como metadisciplina que fija las fronteras legí- lf.
rar el hecho de que Foucault hubiera tomado partido por Cavailles con- timas y que suministra la unidad de todas las otras disciplinas. "Lo que
tra Sartre y que hubiera tratado de salirse de la fenomenología. está vivo" en la filosofía son más bien los intentos de modificarla en
En cambio, esos mismos filósofos se enteraron con asombro por los relación con lo que parece extraño a la filosofía.
escritos del Foucault de la década de 1960 de que la fenomenología y el De suerte que la obra de Foucault no se desarrolla como una teoría
positivismo, a pesar de su antagonismo bien claro, derivan de un fondo o un sistema; está jalonada por periódicos intentos de reelaboración en
"arqueológico" común; y lo menos que se puede decir es que se sorpren- los que se trata "de pensar de otro modo lo que ya se pensaba y de perci-
dieron por la bifurcación descrita en Las palabras y las cosas donde el bir lo que se ha hecho según un ángulo diferente y a una luz más cla-
"ser del lenguaje" conduce, por un lado, a Russell y, por el otro, a Freud.5 ra".1 La relación consigo mismo que se trasluce en su obra tendría pues
Como se sabe, Foucault propuso nuevas lecturas de Freud y de la forma de un ejercicio por el cual uno llega a ser lo que es al despren- j )fJ
Nietzsche: nadie antes de él había situado el acontecimiento central del derse de sí mismo. Aquellos cuyo ethos se asimilan a este desprendi-
pensamiento de Freud en su ruptura con la teoría de la degeneración. miento de sí mismo viven, dice Foucault, en "un planeta diferente" de
Nadie antes de él había leído a Nietzsche en relación con la tradición aquellos que buscan un punto fijo de certeza, un camino auténtico o una
Bachelard-Canguilhem, con la "nueva historia" de los Anales, con la decisión auténtica. Por eso, en la historia de la filosoña, Foucault no se ,.
cuestión de la ideología en las luchas de la década de 1960 o también ata a ninguna tradición o a un "nosotros", sino que busca acontecimien- D \()
con la historia de la locura. Sin embargo Foucault no era un "nietzs- tos, esa clase de acontecimientos de los cuales uno ya no se recobra nun-
cheano"; para él se trataba más bien de releer a Nietzsche partiendo de ca y que nós transforman para siempre. Es esta concepción de la rela-
estas nuevas cuestiones y no sólo partiendo de las cuestiones de la déca- ción con el sí-mismo, como ethos o como manera de ser filósofo, lo que
está en juego en el intento de Foucault que apunta a reconsiderar las
~ da de 1930. En suma, Foucault quería aflojar las fronteras que segmen-
taban la inteligencia filosófica al introducir nuevas cuestiones y al vol- tradiciones que llamamos éticas.
ver a pensar aquellas que la historia nos ha legado.
De conformidad con la práctica 2, Foucault encontró esas nuevas
cuestiones en campos tradicionalmente exteriores a la filosofía, en los La ética no es una moral
cuales los métodos de tratar a los locos pertenecen a la historia de la ra-
zón y el arte de construir edificios pertenece a la historia de la ética. La tradición de la filosofía ética no se nos da como un todo unifica-
¿Cómo escribir a la vez para los presos y para los filósofos? En 1975 do. Hasta lo que llamamos la moral judeocristiana se formó en virtud de
Foucault explicaba: "Para mí, Nietzsche, Bataillle, Blanchot, Klossows- una especie de collage de fuentes paganas. Múltiples cambios afectaron
no sólo los códigos que regulan la conducta sino la concepción misma de

210 211
la ética, sus cuestiones centrales, lo que la ética supone verdadero de .
nosotros y las clases de relaciones que .ella supuestamente tiene con la
en el ª. scetismo cristiano), el valor que se asigna al individuo en ciertos
grupos de los cuales es miembro (como en la aristocracia militar) y el
/t·
religión, con la ciencia, con la política y con el derecho. valor asignado a la vida privada o familiar en .el seno de la burguesj'.a
Foucault creía que lo que no se había estudiado suficientemente o. del siglo XIX. También quería Foucault distinguir la libertad individual
considerado suficientemente en la historia de los orígenes y de las entre los griegos y la "chatura más o menos derivada de Hegel, según la
ransformaciones de la ética eran Ias prácticas formadoras de las mane~ cual la libertad del individuo no tiene ninguna importancia frente a la
\ as de ser. Convenía, pues, estudiar la historia, no de la moral, sino de 1 noble totalidad de la reptj.blica".1º
Concebir la éfü;a desde el punto de vista de l~s prácticas de sí mis-
la ética. Ese es un · tema que recorre toda la obra de Foucault. En'
Las palabras y las cosas, Foucault se preguntaba si la filosofía podía mo permitió a Foucault un enfoque histórico difer~nte del postulado por
aún asegurar los códigos morales a la manera de las antiguas cosmolo- . el pensamiento idealista romántico, en el cual la constitución del indivi-
gías (con una teoría de la república, de los objetos jurídicos o cívicos): " duo pasa desde la voluntad agustiniana a la idea de la vida como .o bra
"En el caso del pensami~nto moderno no hay moral posible ... el pensa- de arte (descrita por Burckhard) en el Renacimiento, para pasar luego J ~
miento es en sí mismo una acción, un acto peligroso".s del cogito cartesiano al "dandysmo" de Baudelaire y a la confesión analí- 11.
Esta relación entre pensamiento y modo de ser ocupaba ya el cen- tica. Poner el acento en la ética y no en la moral significaba plantear la
tro de su estudio sobre el tema antropológico en la filosofía crítica tle cuestión de las prácticas formadoras del individuo en la relación con el
Kant. Es igualmente ésta la cuestión que orientó su intento de analizar saber, con la política y con el derecho modernos.
la penalidad partiendo de las nuevas técnicas de "gobierno" de los indi-
viduos, técnicas que hicieron de la criminalidad tanto un objeto de saber
como una manera de ser. Foucault se preguntaba si el ejercicio de podet El pensamiento como ética
efectivo no se ocultaba bajo el orden jurídico tradicional. En lugar de ·
Si se admite, por lo menos como hipótesis histórica, la distinción
~ analizar la soberanía partiendo de los temas del derecho positivo o na- ·
tural, Foucault trata de analizar la. constitución histórica y material de de ética y moral, ¿se la puede aplicar al pensamiento mismo de Fou-
los sujetos. En lugar de concebir al individuo partiendo de su condici6'n cault? Más precisamente, ¿se puede concebir su propia práctica de pen-
política, trató de poner en tela de juicio esa condición y encarar la "pro- samiento según los cuatro elementos que Foucault aisló cuando se dedi~
ducción" del ser, hasta de los individuos. có a estudiar la ética como práctica del sí-mismo?
De manera que su modo .de concebir ,l a distinción entre ética y mo,· l. ~ustancig,. "El sujeto no es una sustancia. Es una forma y esa for-

~
ral difiere de ·la oposición neokantiana entre Moralitiit y SittlichkeU, ma no es siempre y en todas partes idéntica a sí misma ... , lo que me
oposición sobre la cual se construyó "cierto discurso filosófico de la mo- interesa es precisamente la constitución histórica de esas formas dife-
" dernidad". Pues para .F oucault no se trataba de incorporarse en una rentes del sujeto en relación con el juego de la verdad" .i1
hermosa totalidad natural o esencial, ni de elevarse a una república En esta práctica, lo que hay que .transformar es la evidencia histó- \
trascendental racional y normativa. Tampoco se trataba de derivar ·la rica de. las formas en virtud de las cuales el su . jeto piensa identificarse
solidaridad de la racionalidad, ni de recuperaT un sentimiento perdido en verdad; no es la naturaleza del sujeto lo que está en juego, sino que
es su "segunda naturaleza", no lo que está dado sino aquello que deja al ~
de la comunidad en el seno de una razón moderna. Se trataba más bien sujeto la posibilidad de darse. La sustancia es lo que, en el ser del suje-
~~ de estudiar Jas.J.?_rá:cticas del sí-mismo en su esfera propia y, a partir de
allí, planteartaéües~ dichas prácticas en una sociedad
to, está abierto a una transformación histórica.
dada. En este sentido, las prácticas del sí-mismo .de Foucault se aproxi- 2:JB_m.od.ruJ.e sujeción: Es la invitación a una libertad práctica lo que
man a las formas de la vida ordinaria .de Wittgenstein, en las que aque- incita a esta transformación. La posibilidad de dar "un nuevo impulso,
lo más vasto posible, a la obra siempre inacabada de la libertad".12 Es la ~
llo que se da como subjetivo procede de. prácticas comunes (públicas)
transformables. posibilidad de hacer de la libertad una cuestión práctica y no simple-
Foucault no se preguntaba, pues, cómo dichas prácticas eran ve- mente formal, una libertad, no de los actos, de la::¡ intenciones o del d.e-
hículos de las decisiones de una cultura, sino que se preguntaba cómo \ seo, sino 1ª.._l_ibertad de"éscoger U.na manera de ser.
podía explicarse que una cultura les hubiera dado una determinada po- 3. El traba¡oettcrr.Lós meaios de transformaciOn serán los de un análi-
sis crítico que ¡teconstituya las formas del suj~o en "singularidades

~
ición part1.·cular. Y porqu. e quería replantear as.í la cuestión del ser ético
del individuo censuró, en La preocupación de st mismo, la idea vaga del transformables".lasefi:ata de, determinar precisamente contra .qué de- k.
ndividualismo, invocada para explicar en diferentes épocas fenómenos bemos luchar para liberamos y ante todo para liberarnos de nosotros
muy diversos.9 Dice Foucault que conviene distinguir las prácticas del mismos. Este es el análi.s is de Ja problematización de las "evidencias en
í-mismo, que toman al individuo como objeto de saber y de acción (cual que se apoyan nuestro saber, nuestro consentimiento, nuestras prácti-

212
,>1 (,~~ } (, ,~,Je,\ flO''r'(U,~ ·-1.e ~a.. fh(,l"''F 213
cas."I• de lo cual deriva siempre un "nosotros necesariamente tempora- disponga de ellos. Este es el nominalismo crítico jurídico que propone
rio".15 Francois Ewald: no una filosoña de la esencia o de la naturaleza del
4. El telos: El objetivo de esta transformación abierta es la práctica de derecho, sino una historia de los hechos o de las problematizaciones
decir la verdad, que una sociedad no puede ni regular ni hacer callar, es en virtud de. los cuales se ha construido una "experiencia jurídica" sin-
y\ la belleza de un riesgo de sí mismo, es una actitud crítica respecto de lo
que nos ocurre y "un desafío a todo fenómeno de dominación".15
El trabajo de Foucault, en la medida en que todo trabajo filosóficó
gular.
3. La política. ¿De qué manera y a través de qué concepción ciertos '/
acontecimientos problemáticos se hacen "políticos". ¿Por ejemplo, ese
implica un ejercicio de sí mismo, es decir, de una ética, podría pues re- acontecimiento cuyo nombre es una fecha, 1968? ti
sumirse de la manera siguiente: en nombre de una libertad práctica, Para Foucault, la política no es constitutiva de las problematiza-

~
dentro de aquello que se da como formas de experiencias posibles, desa- ciones, por el contrario son las problematizaciones las que cuestionan la
rrollar un análisis crítico nominalista como forma de resistencia a la do- política y transforman su concepción. En este sentido, se trata menos de
minación. hallar soluciones definitivas a los problemas que de saber hacerlos en-
trar en lo que se da como el campo político.
Así lo atestigua la cuestión planteada por su análisis de las proble-
Las problematizaciones matizaciones del estado providente-guerrero (the welfare-warfare sta-
te). ¿Cómo una nueva problematización de la vida y de la muerte, una
En su prefacio a El uso de los placeres Foucault quería, ya lo diji- nueva manera de gobernarse cambiaron no sólo el funcionamiento sino
mos, reconsiderar sus anteriores investigaciones a otra luz, la de las también la concepción misma del estado? ¿Cómo el pensamiento "libe-
problematizaciones. Hay una historia del pensamiento porque existe ral" (las categorías sociedad civil y estado) surgió como modo de concebir
una historia de los problemas específicos que el pensamiento debió en- esta nueva biopolítica y cómo ésta, a su vez, se problematizó? "Mi mane-
'! frentar. ¿Qué es aquello que, en las experiencias de la criminalidad, de
la enfermedad, de la locura o de la sexualidad, se daba de manera tan
ra de encarar las cuestiones políticas es del orden de la problematiza-
ción, lo cual implica el desarrollo de una esfera de acciones, de prácticas
problemática que tales experiencias llegaban a ser algo que podía y de- y de pensamiento que, según me parece, plantean problemas a la políti-
bía ser pensado? ca".is
La historia foucaultiana de la ética no es una historia de los princi- Pero el análisis de estos peligros es él mismo peligroso. En efecto, ,
pios ni de su modo de legitimación, sino que es una historia de las ese análisis se realiza en situaciones que escapan al razonamiento de-
()~ '1 maneras de responder a problemas específicos o singulares. ¿Cómo se
concibieron los obstáculos que hay que superar para ser bueno o para
ductivo-normativo. Por ejemplo, cuando ve uno que hay algo que hacer
sin que se sepa todavía qué es. Entonces abre uno un espacio, no de de-
1 hacer lo que uno debe hacer? ¿Cómo se ha racionalizado lo que hay que ducción, sino de análisis y de cuestionamiento, espacio en el que trata
hacer atendiendo a lo que uno piensa que es el mal o el error? Y más ·uno de determinar un peligro que falta aún identificar y ante el cual ha-
precisamente, ¿cómo, partiendo de un análisis de problematizaciones se brá que reaccionar. La "decisión ético-política" consiste en "determinar
puede reconsiderar la tarea del pensamiento en relación con los saberes, cuál es el verdadero peligro". "Quisiera hacer la genealogía de los pro-
con las estrategias del hacer, con el derecho o con la política? blemas, de las problemáticas. No quiero decir que todo esté mal, pero
1. El saber-poder. ¿Cómo los problemas o los peligros específicos del sí- digo que todo es peligroso, lo cual no es lo mismo. Si todo es peligroso,
4, mismo y de la sociedad han llegado a ser objetos de un saber y de una entonces siempre tenemos algo que hacer."19
f\ 1estrategia posibles? Esa es la pregunta que formulan los análisis de
.Foucault sobre los sistemas de pensamiento en los que el gran metacon-
cepto es el de "normalidad", una normalidad que estaría ausente de la Las posibilidades
problematización de los placeres griegos y sería específico del racismo
"en su forma moderna, estatal, biologizante".17 ¿Cómo las antiguas prác- La filosoña de Foucault versa sobre lo que se puede pensar y sobre
ticas del sí-mismo fueron dominadas por este dispositivo normalizador? lo que se puede cambiar en lo que uno piensa, El nexo entre lo posible y
2. El derecho. ¿Cómo nuevos problemas, por ejemplo el seguro contra ac- lo pensable se remonta a Kant. Foucault quiso introducir el aconteci-
cidentes, han llegado a ser el objeto no sólo de una nueva legislación miento o suceso en la filosofía crítica y arriesgar una historia crítica del
sino de una nueva manera de concebir el derecho? Hay que analizar el pensamiento. Pues, si la experiencia es posible por las categorías y si las
\ categorías cambian, luego las posibilidades cambiarán igualmente.
derecho en aquellos puntos en que su aplicación presenta problemas.
Hay que hacer la historia de los estilos de razonamiento jurídico que de- La tarea de la crítica se convierte, pues, en la tarea de insertar los
terminan qué clase de objetos pueden caer en una jurisdicción que acontecimientos en los que se da como evidencia, esos acontecimientos

214 215
10 "Uéthique de soi. comme una p:r:atique de liberté", Concordia: Internationale
que hacen concebibles las cosas. De ahí que, en La arqueología del sd;, Zeitschrift far Philosophie, ng 6, 1984 (traducido del inglés).
ber, Foucault hable de un a priori histórico, un a priori, no de las fronte! 11 Ibtd.
ras legítimas, sino de las f.osibi_lidades históricas de la experien~ia. Pat«, 12 "What es Enlightenment?", The Foucault Reader, obra publicada bajo la dirección

Foucault como para Kan , la liberta no es una pos1 1 1 . . entre , de Paul Rabinow, Nueva Yor~, Panthéon, 1984, pág. 46. (retraducido del inglés).
13 "Premi~re préface a Z:usage des plaisirs", The Foucault Reader, op. cit. pág. 334 (re-
otras; es la posibilidad misma de la ética. "La ética es la forma deliber~, traducido del inglés). .
da que toma la libertad".20 Sin embargo, contrariamente a Kant, para 14 L'lmpossible Prison, publicado bajo la dirección de Michelle Perrot, París, Ed. du
'' Foucault esta libertad es, no suprasensible, sino histórica. No proced'? Seuil, 1980, pág. 44.
de una república racional de sujetos autónomos, sino que procede de un 15 "Interview", The Foucault Reader, op. cit., pág. 385.
16 "Uéthique de soi comme une pratique de liberté", artículo citado.
cuestionamiento incesante de los hechos históricos de la identidad. Fou- 17 La Volonté de savoir, París, Gallimard, 1976, pág. 197.
cault quería hacer un~ historia, no de lo que es verdadero o falso, sirio 18 "Interview", The Foucault Reader, op. cit., pág. 384.
W'¡ 1 de los que puede serlo, no de lo que hay que hacer, sino de lo que se pue- 19 lbtd., pág. 343.
t'"\ de hacer; no de las maneras de vivir, sino de las posibilidades de vida'. 20 "Uéthique de soi comme une pratique de liberté", artículo citado.
· · En la perspectiva de las posibilidades históricas del saber, de la acción Y
de la identidad subjetiva, el saber se delimita, según Foucault, de la
ciencia, el poder se delimita de la política y la ética de la moral; y en 1es"
ta perspectiva las relaciones entre los saberes, los poderes y los modos Reseña de las discusiones
de ser nunca están dados, sino que siempre hay que buscarlos, nunca
son esenciales o necesarios~ sino que siempre son históricos y transfor- En respuesta a una pregunta que se le hizo sobre el concepto de
mables. problematización, John Rajchman subraya que se trata de un término
Al historiar la cuestión crítica, Foucault ha descubierto una espe- tardío en Foucault. Es la manera en que al final de su vida, Foucault
/ cie de imposibilidad que es, no lógica, sino histórica, la imposibilidad, . ~o reflexionaba sobre su propio trabajo. Las problematizaciones eran no
~ de un círculo cuadrado o de un dios inexistente, sino la imposibilidad de sólo el objeto del trabajo de Foucault sino su punto de partida. De
lo que ya no es o de lo que todavía no es, aunque es posible pensarlo. No manera que a la vez Foucault descubre que es intolerable el trata-
1 lo que no tiene sentido, sino lo que todavía no lo tiene o ya no lo tiene
más. Es esta coacción o esta exclusión histórica lo que el trabajo del
miento que se da a los presos y la diferencia que hay entre la vida con-
creta de éstos y la evidencia legal y económica de la concepción de la
pensamiento debe hacer ver. Hasta es lícito pensar que la imposibilidad cárcel.
Christian Jambet observa que el tratamiento que hace Foucault de
) en cuestión ya estaba en germen en lo que Foucault llamaba "la ausen- El banquete, y el Fedro de Platón en El uso de los placeres atestigua una
cia de obra" en la Historia de la locura. '
Pero más profundamente, el trabajo crítico de Foucault relativo al genealogía del platonismo diferente de la que expone Nietzsche. ¿Cómo
campo de las posibilidades históricas singulares abre nuevas posibilida- considerar la distancia que toma Foucault respecto de Nietzsche? ¿Có-
des filosóficas y esboza una nueva manera de concebir la relación fi. de mo considerar ese momento en que la probl~matización de Grecia se en-
losofía e historia, de encarar las relaciones entre ensayos filosóficos y camina hacia una teoría de la libertad y no indica el comienzo de una
maneras de ser; en suma, una nueva manera de hacer filosofía. decadencia?
Manfred Frank sostiene que escribir el Nacimiento de la cUnica o
Vigilar y castigar supone una decisión ética. Para juzgar intolerable la
situación de las cárceles y encontrar la significativa de toda la sociedad
Notas es menester asumir una posición. Sólo encontramos "intolerable" una si-
tuación cuando se nos ofrece una alternativa. Hay allí algo ético porque
es normativo y no se ajusta a los hechos. Esta dimensión ética está en la
1 "Question a Michel Foucault", Hérodt>t.e, ng 1, enero 1976, pág. 74. base de la práctica de Foucault. ¿Puede una ética fundarse únicamente
2 Foucault tel queje l'imagine, Montpellier, Fata Morgana, 1986, pág.17.
3 "Quel corps?", traducido del inglés, Power / krwwledge, págs. 53-54. en el hecho de que se ofrezcan posibilidades? El fascismo alemán fue
4 "La vie: l'expérience et la science", Revue de métaphysique et de moro.le, enero d1 asimismo una posibilidad, y eso no basta para satisfacer nuestra exi-
1985. gencia ética. ¿Se puede encontrar en Foucault un argumento capaz de
5 Les Mots et les Clwses, París, Gallimard, 1966, pág. 3i2. mostrar que el fascismo es menos apto para satisfacer nuestras necesi-
.6 "Passe-frontieres de la phllosophie", Le Monde, 6 de septiembre de 1986.
7 L'Usage des plaisi'f's, París, Gallimard, 1984; pág.17. dades éticas que su propia posición teórica?
8 Les Mots et les Clwses, op. cit., pág. 339. John Rajchman objeta que lÍI1icamente se puede experimentar una
9 Le Souci de soi, París, Gallimard, 1984, pág. 56.

217
216
situación como intolerable con la condición de imaginar una alternativa
que seguramente sería mejor. Rajchman retoma la idea de una ética sin
2
ideal. Para Foucault, la gente lucha en situaciones concretas sin que
esas luchas sean idealizadas. Reflexiones sobre la noción
de "cultivo de sí mismo"
Pierre Hadot

En el prefacio de El uso de los placeres y en un capítulo de Preocu-


pación de sí mismo [SS], Michel Foucault recordó mi artículo "Exercices
spirituels" publicado eri el Annuaire de la 5e Section de l'Ecole pra-t i-
que des hautes études (1975-1976) y reproducido en mi libro Exercices
spirituels et Philosophie antique que, publicado en 1981 acaba de reedi-
tarse en 1987. La descripción que yo daba allí de la filosofía antigua co-
mo arte de vivir, como estilo de vida, como manera de vivir, el esfuerzo
que también hacía en ese estudio por explicar la razón de que la filoso-
fía moderna hubiera olvidado esa tradición y se hubiera convertido casi
exclusivamente en un discurso teórico, la idea que yo esbozaba y que de-
sarrollé luego en mi libro Excercices spirituels et Philosophie antique, la
idea de que el cristianismo tomó ciertas técnicas de ejercicios espiritua-
les practicados en la antigüedad, todo eso, según parece, atrajo la aten-
ción de Michel Foucault.
Quisiera exponer aquí ciertas observaciones destinadas a precisar
(más allá del presente encuentro) las diferencias de interpretación y, en
definitiva, de opción filosófica, que nos separaban y que habrían podido
alimentar un diálogo, el cual desgraciadamente quedó demasiado pron-
t o interrumpido por la prematura muerte de M. Foucault.
En La preocupación de sí mismo, Michel Foucault describe lo que
llama las "prácticas del sí-mismo" predicadas por los filósofos estoicos
en la antigüedad, el cuidado o preocupación de sí mismo que, por lo de-
m ás, sólo puede realizarse con la dirección de un guía espiritual, la
atención prestada al cuerpo y al alma que implica esa preocupación de
sí mismo, los ejercicios de abstinencia, el examen de conciencia, el fil-
trar las representaciones y, por último, el volverse hacia sí mismo para
alcanzar la posesión de sí mismo. Michel Foucault concibe dichas prácti-
cas como "artes de la existencia", como "técnicas del sí-mismo". Es bien
cierto que en la antigüedad se hablaba sobre este particular de un "arte
de vivir". Pero me parece que la descripción que M. Foucault da de lo
que yo había llamado los "ejercicios espirituales" y que él prefiere lla-
mar "técnicas del sí-mismo" está precisamente demasiado concentrada
en el "sí-mismo" o, por lo menos, en cierta concepción del sí-mismo.
Especialmente, Foucault presenta la ética del mundo grecorroma- }
n o como una ética del placer que uno recoge en sí mismo (SS, pág. 83):
"El acceso a sí mismo es susceptible de sustituir una clase de placeres

218 219
violentos, inciertos y transitorios por una forma de placer que, en la se- tiva que reflexiva), los conceptos de "razón universal" y de "naturalza
renidad y para siempre, upo recoge en sí mismo". Y para ilustrarlo, Fou- universal" ya no tienen hoy mucho sentido. De manera que resultaba
cault cita la carta XXIII de Séneca en la que se hal:>la de la alegría que útil ponerlos entre paréntesis.
uno encuentra en uno mismo, exactamente en la mejor parte de uno · Por el momento digamos pues que, desde un punto de vista históri~
mismo. Pero en realidad debo decir que es muy inexacta esta presenta-
platónicos sólo haya sido una relación consigo mismos, un cultivo de s1
-&
co, parece difícil admitir que la práctica filosófica de los estoicos y de los
ción de las cosas. En la carta XXIII Séneca opone, en efecto, explícita-
mente voluptas y gaudium, el placer y la alegría, de manera que no se
puede hablar, como lo hace Foucault (pág. 83), de la alegría entendida
como "otra forma del placer". No se trata solamente de una cuestión de
mismos, un placer recogido en sí mismos. El contenido psíquico de di
chos ejercicios me parece completamente diferente. El sentimiento de
pertenecer a un Todo me parece .que es elemento esencial: pertenecer al
f
palabras, por más que los estoicos les hayan asignado gran importancia todo de la comunidad humana, pertenecer al todo cósmico. Séneca lo re-
y por más que hayan distinguido cuidadosamente entre hedone y eu- sume en cuatro palabras (carta LXVI, 6): Thti se inserens mundu, "inser-
patheia, precisamente entre el placer y la alegría (volverá a encontrarse tándose en la totalidad del mundo". Groethuysen, en su admirable
esta distinción en Plotino y en Bergson, quien vincula la alegría con la Anthropologie philosophique (pág. 80), reconoció ciertamente este rasgo
creación). No, no se trata tan sólo de una cuestión de vocabulario: si lo,s fundamental. Y semejante perspectiva cósmica transforma de una ma- \
estoicos se atienen a la palabra gaudium, a la palabra "alegría", lo ha- nera radical el sentimiento que uno pueda tener de sí mismo.
cen porque precisamente se niegan a introducir el principio de placer 'en Curiosamente, Foucault habla poco de los epicúreos. Y esto es tan-
'i7\la vida moral. Para ellos, la felicidad no está en el placer, sino que está to más inesperado cuanto que en cierto sentido la ética epicúrea es una
en la virtud misma que es por sí misma su propia recompensa. Mucho ética sin normas, una ética autónoma, que no puede fundarse en la na-
antes que Kant, los estoicos quisieron preservar celosamente la pureza turaleza, una ética que es producto del azar, una ética pues que parece-
de intención de la conciencia moral. ría convenir perfectamente a la mentalidad moderna. La razón de este
En segundo lugar, y esto es importante, el estoico no halla sµ silencio está tal vez en el hecho de que es bastante dificil integrar el he-
alegría en su "yo", sino, como dice Séneca, "en la mejor parte de donismo epicúreo en el esquema general del uso de los placeres propues-
/:sí mismo", en el "bien verdadero" (Séneca, carta XXIII, 6), es decir (XXIII, to por Michel Foucault. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que también
7), "en la conciencia vuelta hacia el bien", en las intenciones que no tie- existen prácticas espirituales en los epicúreos, por ejemplo, el examen de
nen otro objeto que la virtud, en las acciones rectas", esto. es, en lo que conciencia. Pero, según ya dijimos, esas prácticas no se fundan en las
Séneca llama (CXXN, 23) la razón perfecta, la razón divina (XCII, 27), normas de la naturaleza y de la razón universal, puesto que para los epi-
puesto que para él la razón humana es sólo una razón perfectible. De cúreos la formación del mundo no es más que el resultado del azar. Y sin )

l
manera que la "mejor parte de sí mismo" es en definitiva un sí-mismo
"f7 trascendente. Séneca no encuentra su alegría en "Séneca" sino que la
encuentra trascendiendo a Séneca, descubriendo que hay en él una ra•
zón, parte de la razón universal que está en todos los hombres y en el
embargo, también aquí, esa práctica espiritual no puede definirse·tan só-
lo como un cultivo de sí mismo, como una simple relación de uno consigo
mismo, como un placer que uno pudiera encontrar en su propio yo. El
epicúreo no teme confesar que tiene necesidad de otra cosa diferente de
cosmos mismo. él mismo para satisfacer sus deseos y hallar placer: le son necesarios el
} En realidad, el ejercicio estoico apunta a superar el sí-mismo, a alimento corporal, los placeres del amor, pero también una teoría fisica
\J pensar y a obrar en unión con la razón universal. Los tres ejercicios des- del universo para suprimir el miedo a los dios~s y a la muerte. El epicú-
N critos por Marco Aurelio (VII, 54; IX, 6; VIII, 7), después de Epicteto, son reo necesita frecuentar a otros miembros de la escuela epicúrea para en-
· en este sentido muy significativos: juzgar de manera objetiva de confor- contrar la felicidad en el afecto mutuo. Y, por fin, le hace falta la contem-
midad con la razón interior, obrar de acuerdo con la razón que es ·común plación imaginatíva de la infinitud de los universos en el vacío infinito
a todos los hombres, aceptar el destino que nos es impuesto por la razón para experimentar lo que Lucrecio llama divina voluptas et horror. Esta
cósmica. Para los estoicos, hay solamente una razón y esa razón es el inmersión del sabio epicúreo en el cosmos está bien expresada por el dis-
f
verdadero sí-mismo del hombre.
Comprendo muy bien el motivo por el cual Foucault pasó por alto
cípulo de Epicuro, Metrodoro: "Recuerda que habiendo nacido mortal,
con una vida limitada, te has elevado por el pensamiento de la naturale-
estos aspectos que conocía muy bien. Su descripción de las prácticas del za hasta la eternidad y la infinitud de las cosas, y que has visto todo lo ,
sí-mismo (como, por lo dem . ás, mi descripción de los ejercicios espiritua· que ha sido y todo lo que será". En el epicureísmo hay un extraordinario )
vuelco de perspectiva: precisamente porque la existencia se le manifiesta .
~
( les) es no solamente un estudio histórico sino que implícitamente quieré
ofrecer al hombre contemporáneo un modelo de vida (que Foucault lla· al epicúreo como un puro azar inexorablemente único, él acoge la vida
ma "estética de la existencia"). Ahora bien, según una tendencia más o como una especie de milagro, como un don gratuito e inesperado de la
men~nto moderno (tendencia tal vez más instin· naturaleza y considera la existencia como una fiesta maravillosa.

220 -~ ~ t-"Mto ~ 221


Tomaré ahora otro ejemplo para ilustrar la diferencia de nuestras tos, no es un pensamiento extraño el que uno hace suyo, sino que utiliza

l
interpretaciones de la "preocupación de sí mismo". Michel Foucault es- fórmulas que considera bien hechas para actualizar, para dar vida a lo
cribió un interesante artículo titulado "Escritura de sí mismo" que tiene que ya está presente en el seno de la razón de quien escribe.
por lo demás su punto de partida en un notable texto sobre el valor tera- Según Michel Foucault, este ejercicio sería voluntariamente ecléc-
péutico de la escritura, texto que yo había estudiado en mis Excercices tico e implicaría, pues, una elección personal, lo cual explicaría así la
spirituels (pág. 69) y según el cual el célebre monje Antonio habría acon- "constitución de sí mismo". "La escritura como ejercicio personal hecho
sejado a sus discípulos anotar por escrito las acciones y movimientos del por sí mismo y para sí mismo es un arte de la verdad dispar o, más pre-
alma como si debieran hacerlos conocer a los demás: "Que la escritura cisamente, una manera reflexiva de combinar la autoridad tradicional
ocupe, pues, el lugar del ojo de los demás", decía Antonio. Esta anécdota de lo ya dicho con la singularidad de la verdad que se afirma y la parti-
lleva a Michel Foucault a reflexionar sobre las formas que habían toma- cularidad de las circunstancias que determinan su uso". Pero en
do lo que él llama la "escritura de sí mismo" en la antigüedad y especial- realidad, por lo menos para los estoicos y los epicúreos, no es en el eclec-
mente el género literario de los hypomnemata, lo que podría llamarse ticismo donde se sitúa la elección personal. El eclecticismo se utiliza
"cuadernos de notas" espirituales, en los-que se consignan pensamientos solamente cuando se trata de convertir a principiantes. En ese momento
de otros que pudieran servir para la edificación del que los escribe. Fou- todos los medios son buenos. Así, Foucault encuentra un ejemplo de
cault define su fin del modo siguiente (pág. 8): se trata de "captar lo ya eclecticismo en las Cartas de Lucilio, en las que Séneca el estoico cita
dicho", de "reunir lo que uno ha podido oír o leer con un fin que es nada sentencias de Epicuro. Pero aquí se trata de convertir a Lucilio, de co-
menos que la constitución de sí mismo". Entonces Foucault se pregunta: menzar a hacerle practicar una vida moral. Ese empleo de Epicuro sólo
"¿Cómo puede uno ponerse en presencia de sí mismo por la ayuda de aparece en las primeras Cartas y luego desaparece rápidamente. En re-
discursos sin edad y llegados de todas partes?" Y responde así: "Ese alidad, la elección personal se sitúa en cambio en la adhesión exclusiva

rejercicio permitiría retomar al pasado: la contribución de los hypomne-


mata es uno de los medios por los que uno arranca del alma la preocu-
pación del futuro para orientarla hacia la meditación del pasado".
a una forma de vida precisa, el estoicismo o el epicureísmo, a la que se
considera conforme con la razón. Sólo en la nueva Academia, por ejem-
plo en Cicerón, la elección personal se realiza según lo que la razón con-

l
Foucault cree descubrir, tanto en la moral epicúrea como en la moral es- sidere verosímil en este o en aquel momento.
toica, el rechazo de una actitud espiritual vuelta hacia el futuro y la ten- De manera pues que no es, como piensa Foucault (págs. 11-13), es-
dencia a asignar un valor positivo a la posesión de un pasado, del cual cribiendo y releyendo pensamientos dispares cómo el individuo se forja
una identidad espiritual. En primer lugar, según ya .vimos, esos pensa-
~
puede uno gozar soberanamente sin perturbaciones. Me parece que aquí
hay un error de interpretación. Verdad es que los epicúreos, pero sola- mientos no son inconexos o dispares sino que se eligen por su coheren-
mente ellos, consideraban como una de las fuentes principales del pla- cia. En segundo lugar, no se trata de forjar una entidad espiritual al es-
cer el recuerdo de los momentos agradables del pasado, lo cual, por lo cribir, sino que se trata de liberarse de la propia individualidad para
demás, nada tiene que ver con la meditación sobre lo "ya dicho" practi- elevarse a la universalidad. Resulta pues inexacto hablar de "escritura
cada en los hypomnemata. Pero lo cierto es, como lo mostré en un ar- de sí mismo"; no sólo uno no se escribe a sí mismo sino que la escritura
tículo publicado en Diogene en 1986 (nº 133), que estoicos y epicúreos no constituye el sí-mismo: igual que los demás ejercicios espirituales, la
coinciden en una actitud que consiste en liberarse tanto de la preocupa- escritura hace cambiar de nivel al yo, lo universaliza. El milagro de este
ción del futuro como del peso del pasado para concentrarse en el mo- ejercicio practicado en la soledad es el de que permite tener acceso a la
mento presente, ya sea para gozar de él, ya sea para obrar en él. Y universalidad de la razón en el tiempo y en el espacio. Para el monje
desde este punto de vista, ni los estoicos y ni siquiera los epicúreos atri- Antonio, el valor terapéutico de la escritura consiste precisamente en
buyeron un valor positivo al pasado: la actitud filosófica fundamental ese poder universalizante. La escritura, dice Antonio, ocupa el lugar del
consiste en vivir en el presente, en poseer el presente y no el pasado. ojo de los demás. El que escribe se siente de alguna manera mirado, ya
Que, por otro lado, hayan asignado mucha importancia a los pensamien- n o está solo, sino que forma parte de la comunidad humana silenciosa-
tos formulados por sus predecesores es otra cosa. Pero si los hypomne- mente presente. Al formular por escrito sus actos personales, uno queda
mata se refieren a lo ya dicho, no versan sobre cualquier cosa que se ha- cogido en los engranajes de la razón, de la lógica, de la universalidad.
ya dicho y que tenga simplemente el mérito de pertenecer al pasado, si- Uno objetiva lo que era confuso y subjetivo.
no que se refieren a lo ya dicho porque se reconoce en ello (en general, Resumamos. Lo que Foucault llama las "prácticas de sí mismo" en
los dogmas de los fundadores de la escuela) lo que la razón misma dice los estoicos y también en los platónicos corresponde ciertamente a un
en el presente, porque se reconoce en esos dogmas de Epicuro o de Crisi- movimiento de volverse hacia sí mismo: uno se libera de la exterioridad,
po un valor siempre presente, porque precisamente ellos son la expresión del apego pasional a los objetos exteriores y a los placeres que ellos pue-
misma de la razón. En otras palabras, al escribir anotando pensamien- den procurar, uno se observa a sí mismo para ver si ha progresado en

222 223
este ejercicio, uno trata de dominarse a sí mismo, de poseerse, de hallar concretamente este ejercicio ve el universo con ojos nuevos, como si lo
la felicidad en la libertad y la independencia interior. Estoy de acuerdq viera por primera vez, descubre en el goce d.el presente puro el misterio
en todos estos puntos. Pero creo que ese movimiento de interiorización y el esplendor de la existencia y, como afirmaba Nietzsche, entonces de-
es inseparablemente solidario de otro movimiento por el cual uno se ele- cimos "sí" no sólo a nosotros mismos sino a toda la existencia. No es
va a un nivel psíquico superior en el que torna a encontrar otro tipo de pues necesario creer en la naturaleza y en la razón universales de los
exteriorización, otra relación con el exterior, una nueva manera de estar estoicos para practicar estos ejercicios, pero al practicarlos vive uno con-
en el mundo, que consiste en cobrar conciencia de sí mismo corno parte cretamente según la razón ("Si todo marcha al azar, no marches tú al
de la naturaleza, corno parcela de la razón universal. Entonces uno ya azar", decía Marco Aurelio, X, 28, 3), tiene uno acceso concretamente a
no vive en el mundo humano convencional y habitual, sino que vive en la universalidad de la perspectiva cósmica, a la presencia maravillosa y
el mundo de la naturaleza. Corno lo dije en otro lugar, se practica enton- misteriosa del universo.
ces la "ñsica" corno ejercicio espiritual.
Así se identifica uno con "otra cosa", que es la naturaleza, la razón
universal, presente en cada individuo. Hay aquí una transformación ra- Reseña de las discusiones
dical de las perspectivas, una dimensión universalista y cósmica en la ·
que, según me parece, Michel Foucault no insistió suficientemente: la Jean Pierre Vernant vuelve a considerar el término "problematiza-
1
interiorización es superación de sí mismo y universalización. ción" para indicar que éste quiere decir que ciertas condiciones, y en
Todas las observaciones que acabo de desarrollar no se sitúan sola- cierto momento, hacen que un campo se modifique y que se manifieste
mente dentro del marco de un análisis histórico de la filosofía antigua, un objeto hasta entonces inadvertido. "Problematización" designa a la
sino que asimismo se refieren a la definición del modelo ético que el vez una modificación de la historia en general y del modo de ser para sí
hombre moderno puede descubrir en la antigüedad. Y precisamente me de cada cual.
temo un poco que al centrar demasiado exclusivamente su interpreta- Foucault puso el dedo en estos dos puntos: la diferencia entre lo
ción en el cultivo del sí-mismo, en la preocupación de sí mismo, en el que los griegos llaman "los placeres" y lo que nosotros llamamos "sexua-
volverse hacia sí mismo y, de una manera general, al definir su modelo lidad". La sexualidad es una invención moderna, pues las condiciones
ético corno una estética de la existencia, M. Foucault proponga un culti- para que surja semejante experiencia hace muy poco tiempo que están
vo de sí mismo ~~co, es decir, terno que se tra- reunidas. Por lo demás, Foucault se interroga sobre el momento en que j
te de una nueva forma de "dandysmo" en su versión del siglo XX. Pero surge la categoría de individuo, no el yo, categoría que no existía entre ~
esto debería estudiarse más atentamente de lo que yo puedo hacerlo. los griegos, sino el sí-mismo. El alma de Sócrates no es el individuo psi-
Por mi parte, creo firmemente, quizás ingenuamente, en la posibilidad cológico sino que es un daimon impersonal o suprapersonal que mora en
que el hombre moderno tiene, no de vivir la sabiduría (los antiguos en Sócrates. Foucault muestra cómo, en ciertas condiciones culturales y so-
su mayor parte no creían en esta posibilidad), pero sí un ejercicio, siem- ciales, el individuo se convierte en el objeto de un cuidado de sí mismo
pre frágil, de la sabiduría en la triple forma en que la definía, según Vi- de un trabajo de sí-mismo sobre el sí-mismo, de una fabricación de ~
mos, Marco Aurelio: esfuerzo para practicar la objetividad del juicio, -.!!!!§rno por obra de esas técnicas que son ejercicios espirituales, exáme-
esfuerzo para vivir según la justicia y al servicio de la comunidad huma- nesde conciencia, esfuerzos de recordación, etcétera. Foucault vio que
na, esfuerzo para cobrar conciencia de nuestra situación dentro del uni- aquí había una cuestión fundamental. Aun cuando en la antigüedad la
verso (ejercitar esos esfuerzos partiendo de la experiencia vivida del su- sabiduría estaba más orientada hacia una integración del sí-mismo en
jeto concreto que vive y percibe). Este ejercicio · de la sabiduría será; el cosmos que hacia un examen de uno mismo por sí mismo, esto no im-
pues, un esfuerzo para abrirse a lo universal. pide transponer esta experiencia en algo que podría ser hoy una estética
Más precisamente aun, creo que el hombre moderno puede practi- de la existencia.
car los ejercicios filosóficos de la antigüedad, separándolos del discurso Jean Pierre Vernant hace notar el paralelismo y las diferencias de
filosófico o mítico que los acompañaba. En efecto, se puede justiñcar el orientación que hay, por una parte, entre la indagación desarrollada por
mismo ejercicio espiritual con discursos filosóficos extremadamente di- Foucault para comprender cómo el individuo en la cultura occidental
ferentes, que sólo son intentos torpes para describir y justificar expe~ asume los rasgos que le conocernos, y, por otra parte, las investigaciones
riencias interiores cuya densidad existencial escapa en definitiva a todo
esfuerzo de teorización y de sistematización. Por ejemplo, los estoicos y
los epicúreos invitaban a sus discípulos, por razones totalmente diferen-
realizadas por Meyerson sobre la historia de la persona. .
Pierre Hadot confirma que, en el caso de los antiguos, el yo es unr
daimon interior: no se trata de un sujeto, sino que es un objeto interior.
tes, a concentrar la atención en el momento presente y a liberarse de la Las ideas de yo y de sujeto son muy difíciles de utilizar aplicadas a la
preocupación del futuro y del peso del pasado. Pero aquel ·que practica antigüedad.

224 225
Por otra parte, Pierre Hadot subraya que hay un abismo entre la
antigüedad y el mundo moderno. De Marco Aurelio, de Plutarco o de Sé-
3
neca se pueden extraer, como lo ha hecho Poucault, "elementos de esa
nióral" (Paul Veyne) y darle un sentido actual. Foucault pudo encontrar Constitución del sujeto y
una ética en la filosofía antigua, pero la exposición que hizo de esa fifo-
sofía tal vez no sea del todo exacta. práctica espiritual
Bibliografía Observaciones sobre la
Bergson, J., L'Energie spirituelle, París, PUF, 14ª ed., 1930, pág. 24 (sobre el pla-
Historia de la sexualidad
cer y la alegría)
Foucault, M. "L'écriture de soi", Corps écrit; nº 5 1983, págs. 3-23. Christian Jambet
- Histoire de la sexualité, tomo II, L'Usage des plaisirs; tomo III Le Souci
de soi, París, Gallimard, 1984.
Groethuysen, B., Anthropologie philosophique, París, Gallimard, 1952, Hadot, Podrá parecer extraño el hecho de que uno lea a Foucault teniendo
Ilsetraut, "Epi~ure et l'enseignement philosophique hellenistique et ro-
main", en Acts du VII/e Congres de l'Association Gui-llaume Budé, París, en la cabeza tantos otros problemas que no son los propuestos por el Oc-
Les Belles Lettres, 1970, pág. 351 (sobre el carácter provisional y terapéu- cidente. Los objetos de los análisis de Foucault corresponden estricta-
tico de las citas de Epicuro por Séneca). mente al espacio de la cultura occidental: está toda ella enfocada, pero
- Seneca und die griechisch-romische Tradition der Seelenleitung, Berlín, es la única que se enfoca. Sin embargo sabemos que el Oriente no está
1969. del todo ausente de la obra de Foucault, y dos testimonios por lo menos
Hadot Pierre, Exercices spirituels et Philosophie antique, París, 2ª ed. 1987. atraen nuestra atención.
- "Le présent seul est notre bonheur. La valeur de l'instant présent chez En el prefacio de la primera edición de la Historia de la locura, lee-
Goethe et dans la philosophie antique", Diogene, nº 133, París, 1986, págs. mos lo siguiente:
58-81 (cita de Nietzsche, pág. 80).
Schmid. W. Die Geburt der Philosophie im Garten der Lüstre, Francfort, At- "En la universalidad de la ratio occidental, existe esta partición que es
henaum, 1987. el Oriente: el Oriente concebido como el origen, soñado como el punto ver-
tiginoso en que nacen las nostalgias y las promesas de retorno, el Oriente
ofrecido a la razón colonizadora de Occidente, pero indefinidamente inac-
cesibles pues el Oriente continúa siendo siempre el limite, noche del co-
mienzo en que se formó el Occidente, pero en la cual éste trazó una linea
divisoria pues el Oriente es para él todo lo que no es él mismo, por más
que deba buscar en el Oriente lo que sea su verdad primitiva. Habrá que
hacer una historia de esa gran división a lo largo de toda la evolución occi-
dental, seguirla en su continuidad y en sus intercambios, pero dejar tam-
bién que se manifieste en su hieratismo trágico".

El Occidente capta a los "orientales" en su pura alteridad: de ésta


los orientales obtienen su reiterado prestigio así como su total exotismo.
Los orientales determinan el límite exterior de nuestra manera de pen-
sar, pero por eso figuran en el origen perdido: ¿no existe entonces algu-
na analogía entre la experiencia del Oriente y la experiencia del desati-
no o falta de razón? No quiere decir esto que esas experiencias tengan la
misma verdad, que el oriental sea en cierto modo el loco, el loco como
sustituto del oriental, sino que nuestros saberes no han podido hacer
que los orientales sean los objetos de procedimientos comparables. Es
decir, en la perspectiva que es la de Foucault, éste esboza un programa
de investigaciones que podría desarrollarse así:

226 227
\~
- estudiar las vías por las cuales, desde el Renacimiento hasta la la luz de esos caminos, superar varias antinomias diferentes y que de
aparición del orientalismo, se constituyó esta figura de lo otro o del otro; ello se siguen ciertas consecuencias para nuestra percepción de la histo-
- mostrar cómo el orientalismo ha sabido modificar, magnificán- ria de la libertad.
dola, esta figura y cómo transformó la busca del origen perdido en la
busca de "otra historia" por la cual la nuestra sería impugnada y a la
vez iluminada; l. Crítica del naturalismo y lucha contra el historicismo
- dilucidar lo que (revelado poco a poco por nuestros saberes) in-
siste en una experiencia "trágica" (en el Oriente) que sólo tiene sentido Mostremos ante todo cómo el historicismo, del que debió liberarse )~
para nosotros, pero que debía tener lugar fuera de nosotros. la ciencia de las religiones para aprehender convenientemente el fenó-
El Oriente probablemente no sea más que uno de los nombres de meno espiritual (aquí el fenómeno espiritual iranio) es de la misma esen-
nuestra cultura, aquel por el cual ésta se da un espacio exterior a ella, cia que el naturalismo, del cual Michel Foucault hace la crítica con la
1 pero ese nombre no es pura apariencia. Así como no lo es la experiencia
de "la decisión fulgurante, heterogénea respecto del tiempo de la histo-
rúbrica de la "hipótesis represiva". Se sabe que los estudios iranios, es-
pecialmente los que tienen por objeto el Irán islámico, tuvieron un desa-
ria, pero inasible fuera de él, que separa del lenguaje de la razón y de rrollo excepcional gracias a los trabajos de Henry Corbin. La dificultad
las promesas del tiempo ese murmullo de oscuros insectos". mayor que encontró este autor en la lectura de los textos espirituales
El segundo testimonio en el que estamos pensando dista del prime- sufíes o shiitas puede exponerse así. Los autores de esos textos (ya se
ro casi veinte añós. Es de una naturaleza completamente diferente: .se trate de discípulos de Soh:ravardi, los "platónicos de Persia", ya se trate
trata del interés que despertaron en Michel Foucault los ac.ontecimien- de los discípulos avicenistas de la escuela de Ispahan o de los teóricos
tos de Irán. Si quisiéramos interpretarlos como un compromiso político del shiismo) ordenan su pensamiento según la existencia de un universo
sometido de antemano a las consecuencias de Ulla revolución, ¿cómo jerarquizado, que comprende, además del mundo sensible de la tierra y
comprenderlo? Esto significa reducir su alcance a la determinación em- de las esferas, los diversos grados de un mundo "inteligibles" y, entre es-
pírica solamente: ¿fue sensato alentar las sublevaciones que condujeron tas dos vertientes de la realidad, un intermundo "donde se corporalizan
a la caída de un monarca? los espíritus y se espiritualizan los cuerpos", el mundo de las "imágenes-
Pero los textos de M. Foucault dicen otra cosa: se trata, no de la arquetipo", visibles a la imaginación del sabio o del fiel experimentado.
política de un futuro estado, sino de la esencia de una sublevación, se Henry Corbin propone llamarlo el "mundo imaginal".
trata de la política "espiritual" que la hace posible y se trata, por consi- Para la conciencia religiosa irania, ese mundo es el umbral de los
guiente, de una interrogación "trascendental": ¿con qué condición una universos espirituales y determina, pues, un conjunto de conductas, de
cultura puede determinar una rebelión partiendo de una esperanza y de obligaciones y de prácticas que nosotros llamaríamos aquí morales o po-
una experiencia marcada por "acontecimientos producidos en el cielo"? líticas. Es en el mundo imagina} donde tienen lugar los acontecimientos

r
1
'\ Aquí el Oriente ya no es puesto en tela de juicio como uno de los nom- proféticos, donde se suceden los ciclos de lo imaginal, donde maduran
bres forjados por el Occidente, sino que se lo considera el lugar de una , los decretos divinos, donde se desarrolla el cuerpo de resurrección. Todo
problematización diferente pero real (extraña pero autónoma) del poder eso cobra cuerpo en la materia espiritual de la imaginación activa, de
y de la libertad. Michel Foucault ve desde el comienzo que allí la histo- conformidad con las leyes de un tiempo y las proporciones de un espacio
ria es la expresión de una metahistoria o aun de una hierohistoria, que que permiten al hombre arrancarse a este mundo y justifican los símbo-
la temporalización del tiempo queda suspendida en acontecimientos me- los de la fe y las promesas de la escatología.
siánicos cuyo lugar no es el mundo de los fenómenos conocidos por la ¿Hay que considerar este edificio conceptual como "un modo de la
ciencia. Foucault ve también que cierto tipo de subjetividad es entonces representación"? ¿Descifrar en ese edificio las expresiones segundas de
posible, una subjetividad bastante alejada del tema de la ciencia, del de- las luchas históricas, políticas o de las instituciones? Por ejemplo, ¿ha-
recho y de la moral, tales como éstos fueron instaurados definitivamen- brá que decir que el shiismo ismaelita es "ante todo" un partido religioso
te en el Occidente por el corte galileano y cartesiano. Michel Foucault y político agrupado alrededor de los concretos intereses de los señores
fue entonces el único filósofo occidental que mostró interés por tales feudales del norte de Irán o decir, por el contrario, que se trata de las
cuestiones y esto es algo que debería infundir prudencia a quienes ha- masas de campesinos pobres y de musulmanes no árabes recientemente
blan atolondradamente de esta última toma de posición. · convertidas? ¿Y que el despliegue, en el tiempo sutil del alma (según el
Quisiéramos mostrar que, en sus dos últimos libros, Michel Fou- ritmo cíclico que es el suyo), de la serie de imanes no es más que el re- \
cault, al describir cierto tipo de problematización de la libertad en el oc- vestimiento ideológico de que tiene necesidad esta historia concreta? Es-
cidente griego y romano, no dejó por eso de abrir caminos que interesan ta hipótesis, que se puede calificar de historicista es en realidad ahistó-
en primer término a la investigación del islam iranio; que es posible, a rica e incapaz de tratar su objeto. Renunciando a ella, H. Corbin pudo

228 229

\
verdaderamente mostrar que lo que constituía la historia concreta y co- historia, lo que verdaderamente hace la historia de la sexualidad es el
herente era la metahistoria "en el cielo", que ésta no era, pues, la simple conjunto de las "problematizaciones a través de las cuales el ser se da
como algo que puede y debe ser pensado y de las prácticas a partir de
't justificación de que se rodearía, en un tiempo dado, la eterna división de
aquellos que oprimen y de aquellos que son oprimidos, sino que era ante
todo la producción original e irreductible -la "problematización", diría
las cuales las problematizaciones se forman". El ser acude pues a la se-
xualidad gracias a esas prácticas y a esos discursos en que la sexualidad
Foucault- de cierto tipo de relación de uno consigo mismo y con los de- se convierte en objeto de atención y de cuidado. En la inmanencia de un
más, una forma concreta, práctica y teórica de la libertad. mismo y único nivel de análisis, instituciones, poderes y saberes se vin-
Nos parece que esta posición de H. Corbin (que abre el camino a culan con "formas de reconocimiento", es decir, con un cierto tipo de sub-
los estudios shiitas haciendo "ver cómo ven los que ven así", estudiando jetivación. Partir de los sistemas de moral y suponer que ellos rodean el
los modos de ser y los modos de conciencia como las vertientes insepara- núcleo duro de un problema eterno es en apariencia entregarlos a la his-
bles de un mismo tipo de subjetividad) está próxima a la posición por la toria. Pero en verdad es reducirlos a una esencia natural eterna. Susti-
cual en su estudio de las filosofías y de las espiritualidades grecolatinas tuir esos sistemas por una "historia de las problematizaciones éticas,
Foucault pone fin a la hipótesis naturalista. hecha partiendo de las prácticas del sí-mismo", es devolver a lo quepa-
En efecto, si hay un tema que se mantiene explícitamente a través recía inesencial la importancia de lo que es lo más grave y lo más mate-
de todas las modificaciones hechas al proyecto de "historia de la sexuali- rial. No quiere esto decir que la conciencia determine al ser concreto,
dad", ése es ciertamenre el tema. En La voluntad de saber, se trata tde material. Pero significa suprimir, junto con estos dos conceptos, la hipó-

l
demostrar que la atención prestada al sexo no puede analizarse según tesis fundamental naturalista que los sostiene: el discurso no es con-
las categorías de la transgresión o de la prohibición. El hecho de que ciencia, sino que es constitución del sí-mismo, determinación solidaria
Foucault polemice entonces con cierta forma de freudo-marxismo no es de un objeto, de un mundo en el que ese objeto existe y de un sujeto pa-
'i lo más importante. Foucault quiere sobre todo poner en guardia contra ra quien existe.
. t~ la creencia en una esencia eterna de la relación sexual, cuyas prácticas En el terreno de la ciencia de las religiones, Henry Corbin pudo li-
~ \) \ y teorías traducirían o combatirían sus efectos, y contra la idea de que brarse del historicismo gracias a una hipótesis fenomenológica: lo que
J la ética sólo habría tenido la función de una tarea puramente negativa: permite al shiita poner juntos discursos y prácticas es el acto fundador
reprimir una amenaza llegada desde las profundidades, expresar prohi- del mundo imaginal. Según los conceptos de la arqueología del saber,
biciones universalmente respetables, impedir u obstaculizar posibles Foucault llega a un resultado aproximado. Veamos con ad.gún detalle có-
conductas consideradas empero inadmisibles. En cambio, en El uso de mo Foucault desarrolla su teoría de la "constitución".
los placeres, Foucault dice: "Hay que comprender estos temas de la aus-
teridad sexual, no como una traducción o un comentario de prohibicio-
nes profundas y esenciales, sino como elaboración y estilización de una 2. Constitución y subjetivación
'b'f 'A\ actividad que está en el ejercicio de su poder y en la práctica de su liber-
ta~. 1 Acerca de la doctrina del placer expuesta en el Filebo, Michel Fou- ·
Como vemos, la ",hifQJ&.sis represiv~ opone una naturaleza ·del se· cault dice que "la ontología a la que se refiere esa ética no es una ontolo-
a
o, buena o peligrosa, as estructuras que la oprimen y la atemperan; gía de la falta y del deseo". Esto significa poner el acento en la indepen-
pero este antagonismo se redobla con otra oposición: por una parte, es-
tán los poderes pesados, institucionales, históricos encargados de esta
dencia tocante a lo que será la historia cristiana de la carne; también
significa afirmar que para Platón no existe aquello de lo que (con Hegel +
temperancia y de esta dominación; y luego, en otra vertiente, tenemos o Freud) hacemos la esencia del goce (la satisfacción de una falta por
los discursos que los enuncian, según el modo del engaño, de la mistifi- obra de un objeto). O, mejor dicho, que eso no existe en la realidad que
'l · cación, de la obligación. Hay una solidaridad real entre el modelo histo·
,ricista que trata el discurso como una superestructura ideológica y el
Platón determina como verdadera. Hemos de reconocer aquí una de las
grandes lecciones del trabajo de M. Foucault: la ontología es susceptible f 'I
odelo naturalista que supone una naturaleza esencial y eterna del se· de una historia. No hay que limitarse sólo a comprobar que existen múl-
o, puesto que es esa naturaleza la que funda la distinción entre las es· tiples doctrinas del ser, sino que más radicalmente hay que comprobar
.ructuras de sentido histórico y las palabras que traducen los efectos de que el ser se constituye. El ser es el efecto de experiencias reales que lo
ichas estructuras sólo de manera enmarañada y confusa. La conse- experimentan y esta "constitución" depende de una forma, la forma que
cuencia sería la de que la historia "real" de los modos de ejercer coacción
se basaría en una naturaleza eterna de la sexualidad en tanto que, se-
gún la famosa fórmula, la ideología no tendría historia.
sume el "juego de la verdad" en un momento dado. El orden del discur-
so, en un estilo nietzscheano, hablaba de las particiones surgidas de la
"voluntad de verdad". Esta voluntad determinaría especialmente lo· que
'J
Michel Foucault parte de la hipótesis contraria: lo que tiene una permite lo verdadero y lo falso, lo que autentifica conductas y asercio-
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230 *t1~ f~r et- A· lí fqw11u 1/
231
M t 1t.. Fn..ou,~ J ·&l ~ f'd() . t1
1e nes. Nos equivocaríamos al deducir que toda verdad es apariencia, efec-
to de un discurso que la impone y que el saber es vano. Al descubrir la
cas de ascetismo, técnicas del sí-mismo, acceso al "amor verdadero",
"antagonismo del sí-mismo con el sí mismo", "estructura autocrática"
voluntad de verdad en las experiencias que esa voluntad sostiene, no del sujeto: la libertad es, pues, "cierta forma de relación del individuo :1

~ ganamos el progreso· de ser escépticos sino que ganamos la extensión ili-


mitada de la verdad misma. Corresponde a lo que es todo lo que es ver-
consigo mismo". Verdad es que la libertad tiene efectos decisivos en la
conducta respecto de los demás y que esa conducta está estudiada y con-
(.:)Jc.

O~)°
dadero. Estamos aquí en el extremo opuesto de las lecciones del logicis-
mo, puesto que no referimos lo verdadero a una experiencia o a una,
coherencia que se suponen eternamente válidas sino que consideramos
trolada para que la relación consigo mismo sea verdadera y honorable,
pero lo importante es que, en la experiencia en que el ser se da como
verdadero y real, nos vemos obligados a reconocer una configuración a
t
como verdadero todo lo que cobra ser en un discurso de verdad. la vez constituyente y constituida: el sujeto.
Ahora bien, de lo que tiene necesidad la ciencia de las religiones es Así se afirma cierto tipo de dimensión "trascendental histórica". ,.
de semejante extensión y de semejante multiplicación de lo verdadero. Condición de posibilidad de la experiencia y de las prácticas de la ver-
No hay duda de que la proximidad en que está la Historia de la sexuali- dad, el sujeto es ciertamente a su manera "trascendental". Pero no por
dad respecto de los discursos de la ética y, por lo tanto, de los discursos eso deja de ser constituido, y tampoco es universal. Michel Foucault
espirituales, explica este resultado: podremos inferir de él reglas proba- subvierte la distinción kantiana del sujeto del conocimiento y del sujeto
torias sobre la condición del discurso "religioso". No tendremos que p,re- mor al. Pero también debilita considerablemente la universalidad del
guntamos si los universos que edifica el saber que se despliega según la sujeto trascendental. Ahora .bien, este debilitamiento nos es absoluta- v
experiencia de ·lo religioso contradicen la naturaleza de las cosas, sino
que deberemos preguntamos qué tipo de verdad se despliega allí.
mente necesario si queremos progresar en el conocimiento del hecho es-
piritual: podremos comprender entonces cómo es posible un sujeto de la
p:t
Este nexo de verdad entre prácticas y saberes no podría sostenerse experiencia visionaria en condiciones que lo hacen a la vez sujeto consti-
) si no fuera válido para un sujeto. Para éste, ese nexo tendrá la virtud de
nombrar lo real, y por esa verdad el sujeto tendrá la experiencia de lo
tuyente y sujeto constituido.
-~ ...
real. Ese lazo entre verdad, sujeto y experiencia es indefectible.
Por lo demás, este concepto del sujeto no es algo que se dé de suyo. 3. Materia y forma de la experiencia
Michel Foucault nos dice que es uno de los efectos de los procedimientos
de verdad por los cuales él se ha hecho necesario. Se puede decir, pues, Un sujeto a la vez constituido y constituyente: ¿la contradicción
~~ que hay sujetos porque cierto tipo de "relación con el sí mismo" nació en
una cultura. Porque los individuos se prestan cierta forma de atención,
que esto parece entrañar no se. asemeja a la contradicción que supone la
sustancia aristotélica? En efecto, de ésta se puede decir que es la mate-
óf se reconocen como sujetos. A diferencia de la conciencia, que exige el re-
conocimiento del otro, el sujeto sólo tiene necesidad del rec&nocimiento ·
ria lo determinante, puesto que es la materia el principio de la singu-
larización de la sustancia; pero también se puede decir que lo deter-
de sí mismo: ésa es la lección de los discursos éticos estudiados por Mi- minante es la forma, puesto que sin forma la materia, absolutamente
chel Foucault. La consecuencia de ello es, en primer té~ino, una rein- indeterminada, no es más, dice Aristóteles, que un "casi ser", una seme-
terpretación histórica. Desde Hegel, se entiende el estoicismo, en cuan.to janza de ente, colocado a mitad de camino entre el ser y el no ser. El su-
a lo esencial, como esa forma de la conciencia de sí que es la libertad pu- jeto, según Foucault, es el lugar de la experiencia en el sentido en que la
ra "en el pensamiento": lo otro, las "cosas que no dependen de mí" son sustancia aristotélica es el sustrato de una evolución interna que va de
negadas respecto de lo único que cuenta. De manera que en virtud de la potencia al acto. Aquí tendríamos al individuo en la parte de la poten-
cierto tipo de relación con lo otro (relación negativa) yo me constituyo cia y en la parte del acto tendríamos la forma donde se problematiza el
como sujeto, y como sujeto libre. Según Foucault (que aquí sigue los sujeto ético, en virtud del trabajo sobre el sí-mismo. A esta pareja co-
análisis de P. Hadot), el sujeto es ante todo relación consigo mismo. Art- rresponde la de l{l_prá~ca y de.L§.a'Q.!rr, de la historia y del discurso: sin ~
tes que la negación ilusoria de lo otro, es la constitución de la sustancia este modelo aristotélico, la arqueología sería una teoría pura de for-
ética (partiendo del "individuo" . según una forma de subjetivación) ·lo mas ... "suspendidas" independientemente de todo sustrato; sin ese mo- )#
que engendra al sujeto estoico. ¿Quién no ve las c,:onsecuencias de esto? delo, la teoría podría llegar a convertirse en una doctrina de materias
La historia del sujeto ya no dependerá más de una fenomenología de Ja sin forma, en una fisica de las singularidades que no permite compren-
conciencia, articulada ella misma por relaciones dialécticas entre lo uno der exactamente cómo se engendran juntos discursos y prácticas.
y lo otro, sino que dependerá de las múltiples formas que pueda tomar De manera que los individuos son la materia sobre la que se va a
)'- el "sí-mismo". Y estas formas dependen no de los juegos de una inter- realizar el trabajo de la subjetivación. Los individuos no tienen verdade-
subjetiViamt, sino de las condiciones por las cuales puede problematizar- ramente ser independientemente de ese trabajo, sin la forma en la que

232 *
se una libertad que se sustenta en un sujeto. Austeridad sexual, prácti-
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la experiencia ética o espiritual habrá de modelarlos. Pero esas formas

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de verdad a su vez tampoco tienen una existencia sustancialsi no están
insertas en la materia concreta de las prácticas, de las conductas y de
tica y de la problematización nace la sustancia de la vida ética, esto es,
la experiencia. ) ~ e;J~
rJ las costumbres. Este círculo de la materia y de la forma determina un El sujeto ha de situarse del lado de la forma, es decir, de las cate-
segundo círculo: las formas del saber son el contenido efectivo de una gorías según las cuales tuvo lugar cierta problematización. El sujeto es
t problematización particular. Por esto Michel Foucault entiende desig- entonces sujeto constituyente; pero se manifestará también en la ver-
nar la catexia de cierto dominio material por valores, imperativos, exi-
gencias, reglas, exhortaciones. Hay que tener en cuenta lo siguiente: la
catexia es más el darse de una forma que la simple valorización de un
'( dominio empírico. Hay que concebir la situación con un sentido estraté-
gico y militar: cercar un lugar y practicar metódicamente su reconoci-
tiente de las prácticas materiales, elegidas y transformadas en focos de
interrogación. El sujeto está entonces constituido como el punto ciego de
esta focalización.
Michel Foucault nos enseña que en la "estética moral" de la que los
griegos del siglo IV extraían consejos para su existencia, el foco más in-
!?
miento con miras a su conquista. Algo se convierte en objeto de saber y tenso es "a la vez una mancha ciega y un punto de sobrevalorización".
por eso mismo algo se convierte en objeto de un gobierno. La unión de la Se podía decir que sobre ese punto van a caer y a multiplicarse las re-
forma y de la materia es dominación y "conducción". Al descubrir el glas y las cuestiones, que es allí donde yace la materia del sujeto moral.
vínculo del gobierno de sí mismo (el tratamiento de sí mismo por las for- En ese punto se reúnen las líneas de perspectiva que determinan la for-
mas de cierta problematización ética) y del gobierno de los demás, Mi- ma de su actividad. Pero ese punto es inasible. No sólo para nosotros si-

Íf
chel Foucault pudo reducir los micropoderes y las instituciones masivas
al mismo modelo, que es el de la unión dominadora de una forma y de
una materia. A partir de entonces, la ética y la política ya no son domi-
no también para aquellos que, en la experiencia viva, no cesan de inte-
rrogarlo. Evidentemente no es indiferente el hecho de que ese punto, en
el que el !?Ujeto insiste para desvanecerse cuando trata de captarse, sea
1 n,,(
~. -rt· nios separados a los que una filosofía de la historia debería conciliar y el acto sexual. Pero tal vez éste no sea el único acto que pueda absorber ..p->
tampoco son dominios separados las diversas esferas de la vida espiri- de este modo la atención, que pueda ser "sobrevalorizado" y sin embargo ,
tual. Así desaparece la cuestión incesantemente repetida del nexo que permanecer rebelde a la aprehensión intuitiva. Veremos que precisa- f~
hay entre religión y política, entre mística y poder, entre mundo espiri- mente son eSbs focos de sobrecatexia espiritual los que encontramos en
tual y mundo material. el análisis del fenómeno religioso y especialmente (aunque, desde luego,
La catexia en semejante dominio material, la atención prestada a no exclusivamente) en el fenómeno espiritual islámico. Cuanto más car-
ese cuidado del alma o del cuerpo no son nunca los casos particulares de gados de sentido y de interés están esos focos, más se manifiestan como
una clase de actitud uniforme o universal. Nos dice Foucault que exis- enigmas. Nombrémoslos: éxtasis, acontecimiento mesiánico, visión de
ten "focos de reflexión", más o menos intensos. Es decir, que no existe apariciones y ~ general todo lo qué hace a la vez el objeto de un discur-
una "realidad" que sea anterior al nacimiento de esos focos de interroga- so intensamente multiplicado y de una discreción severa, no porque ha-
ción, pero esa realidad varía en cambio con el nacimiento o la desapari- ya un secreto que revelar sino porque nada puede decirse de esto ... ; en
ción de dichos focos. suma, una contrariedad en que quedamos atascados.
Ciertos estados del ser, ciertos actos salen de la indiferenciación Esta combinación de "sobrevalorización" y no saber, combinación
material en que vegetaban para suscitar el cuestionamiento. Se hacen que caracteriza al sujeto de "la preocupación de sí mismo" la encontra-
vivos al convertirse en problemas éticos, que exigen un tratamiento teó- mos, en efecto, de nuevo en el corazón del "sujeto espiritual". Las formas
rico y práctico, mientras que otros modos de la existencia permanecen del saber pueden multiplicar la experiencia de lo que debe ser y cuanto
en el estado de indiferenciación en el que no interesan a la in· más exaltado es ello más indiscernible resulta. Las prácticas de las que
de lo verdadero: dichos modos no inquietan al saber, no exigen ser mate- uno esperaba que lo aislaran y lo definieran no hacen sino presentarlo
ria de sus análisis ni de sus máximas. Para decirlo en términos aristoté- más anónimo. Decíamos que no faltan los ejemplos entre los objetos de
r 1 licos, son puros posibles. que tratan los historiadores de espiritualidades. Primero haré sólo alu-
¿A qué se debe que semejante catexia se produzca y afecte un obje- sión al siguiente: en ciertas escuelas del sufismo hay una "sobrevalua-
to, una conducta con cierto grado de ser o no lo haga? A una práctica. La ción" de los órganos del cuerpo, éstos están catectizados por toda la pro-
práctica crea el "foco de reflexión". Pero esa práctica no podría nacer fetología mística; a cada órgano corresponde una figura de profeta, de
\ ella misma si no estuviera informada por una problematización cohe-
rente. De manera que la práctica provee la materia de la catexia ética o
espiritual y crea un "foco" singular de interrogación. Pero lo hace así con
manera que hay una jerarquía de los órganos, así como hay una suce-
sión de profetas hasta llegar a Mahoma, el sello de la profecía universal.
A cada órgano corresponde, pues, cierto grado de realización de los esta-
la condición de recibir la forma que habrá de animarla, la forma de cier- dos místicos o espirituales. Realizar ese estado, transformar el órgano
ta problematización, forma de esa interrogación de la cual ella da la lo- corporal material en órgano del cuerpo sutil de luz es tener acceso a
calización. Dentro de este círculo de la materia y de la forma, de la prác- ·ierto grado en la contemplación, es progresar hacia el anonadamiento
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de sí mismo en Dios, anonada,miento que conduce a la supervivencia en podría insistirse más sobre lo que hace incompatibles las dos problema-
Dios. Evidentemente esto supone el empleo de técnicas apropiadas que, tizaci.ones.
con la dirección de un maestro, permitan modificar, guiar y finalmente · Ahora ·bien, lo que nos muestra el estudio del hecho espiritual en el
metamorfosear el cuerpo. Ahora bien, si hay algo sobre lo que los discur~ ' islamismo clásico .e s antes bien una continuidad tocante a la moral de la
sos se callan, si en ellos hay algo oscuro, indefinido, es el contenido "relación consigo mismo". Parece que si adoptáramos la perspectiva tra-
concreto de lo que sea este estado de supervivencia o sobreexistencia zada por Foucault llegaríamos al resultado siguiente: a la clara ruptura
corporal y espiritual. No solamente porque el secreto deba alejar de se-1 practicada por el cristianismo correspondería después (desde el siglo IX
mejante saber al no iniciado, sino porque los textos, que de manera in- al siglo XIII de nuestra era) una reanudación, una reactivación de los te-
trépida insisten más en la descripción de esos estados y no vacilan en mas de la ética neoplatónica y .estoica. Y esto ocurre en la ética del sufis-
revelar los caminos que a ellos conducen, resultan vagos, forzados, inde~ · mo y de las filosofías iluminadas de la tierra islámica. Allí el "sujeto
cisos cuando se trata de su objeto central (de la forma del sujeto espiri- místico" vuelve a tomar por su cuenta la problematización del "sujeto
tual). Tudo es pues muy general, muy monótono cdmo si el discurso de~~ ético" y la somete a los nuevos imperativos que son los suyos.
falleciera; no porque la experiencia sea demasiado intensa sino porque Primer ejemplo: la biografía del "maestro de la sabiduría oriental",
precisamente ya no puede mantenerse como experiencia. La materia y Shihaboddin Yahya Sohravardi (1155-1191). Esa biografía fue compues-
la forma de la experiencia se vinculan en el punto en que existe un s1i1je-. ta por uno de sus primeros discípulos, Shahrazuri. Leemos en ella que
to; pero ese sujeto sólo puede ser la "mancha ciega" de los saberes que lo para alcanzar las "estaciones" místicas de los sabios y la contemplación
valorizan. . 1• perfecta, Sohravardi practicaba ciertos ejercicios que son clásicos en la
En realidad, ·acabamos de deslizarnos desde la esfera propia de :M;i- ética sufí. Silencio, ayuno riguroso, soledad, privación del sueño. Podria
chel Foucault a lo que, a falta de una expresión mejor, puede llamar~e pensar uno que semejante ética se aproxima al ascetismo de los monjes
ciencia de las religiones. Y por consiguiente llegamos a lo que queríamos cristianos y que sin duda tomó de él numerosos rasgos. Pero Shahrazuri
mostrar: esa doctrina de la experiencia y de la constitución del suj~to nos dice que el maestro practicaba el "cuidado de sí mismo"; ése es lite-
moral es apropiada para esclarecer muchos fenómenos de la espirituáli- ralmente el significado de la expresión árabe ishtighal bi nafsi-hi. No
dad y especialmente de la espiritualidad irania islámica. Ya hice alusión dice simplemente que Sohravardi se "preocupaba de sí mismo" sino que
a uno de esos hechos espirituales. Ahora mostraré brevemente cómo ·l a practicaba ese cuidado que queda así colocado en la categoría de las téc-
"temática" de la preocupación de sí mismo se vuelve a encontrar en esta nicas del éxtasis y del progreso espiritual. Por supuesto que el autor
espiritualidad y la esclarece; luego, resumiendo varias observacionel) ya modifica el colorido del conjunto. En otro lugar, ¿no dice acaso Sohravar-
hechas, diré cómo nuestro propio enfoque de esos hechos puede esclare- di "nosotros somos los propios opresores de nuestra alma" (que se puede
cerse a la luz de la problematización de Michel Foucault. traducir también "de nosotros mismos")? En la ignorancia en que esta-
mos respecto de los mundos divinos, no nos encontramos en estado de
pecado, sino en situación de exilio. Este se expresa en el olvido de sí
4. La subjetivación mística y la subjetivación moral mismo que es, no transgresión, sino abandono. Remitirse a Dios e ir ha-
cia las Ciudades de Esmeralda situadas más allá de la montafía de Kaf,
Los trabajos de M. .Foucault insisten en la ruptura producida entre en el mundo imaginal, significa retornar a sí mismo. Las formas más se-
la moral de la antigüedad grecolatina y la moral del cristianismo. Cier- veras del ascetismo no son mortificaciones punitivas que deban borrar
tamente entre ambas hay comunicación e intercambio, transmisión y todo rastro del "sí-mismo", sino que son técnicas del despertar que de-
mezcla pero, sobre la cuestión precisa de la ética sexual, Michel · Fou• ben revelar en el "sí mismo" la faz singular, angélica que corresponde a
cault concibe muy claramente como una cesura el paso de la antigüedad lo que el ángel espera de nuestra alma. De manera que Sohrávardi con-
tardía al mundo cristiano triunfante. Al cuidado de sí mismo que permi· serva, modificándola, la problemática recibida del neoplatonismo.
tiria al sujeto "vaciarse y quedar disponible para sí" sucedió la extorsión Segundo ejemplo: La "lucha contra sí mismo" en el maestro del su-
de los "testimonios de la carne". El ascetismo estoico tendía a reducir fismo que fue Sahl al-Tustari (muerto en 896). También aquí se trata de
las fuerzas por obra de ciert(> arte de sí mismo y la pastoral cristiana un maestro de la mayor importancia en la historia del sufismo. Gracias
tendía a exorcizar un mal mediante el cumplimiento de una ley. Acerca a él vemos cómo la "preocupación de sí mismo" pudo llegar a ser un te-
del gobierno médico de los aphrodisia, Foucault dice: "En este régimen ma central mucho después en Sohravardi; ese tema nos remite a toda
no se trata de instaurar una lucha del alma contra el cuerpo, ni siquiera una serie de expresiones como "combatirse a sí mismo" (jahada nafsa-
de establecer medios por los cuales el alma podría defenderse frente al hu), "mortificarse" a sí mismo. Esta "mortificación" no entraña la humi-
cuerpo; trátase más bien de que el alma se corrija ella misma para pO· llación en el sentido cristiano, sino: que se refiere a la interpretación, ex-
der guiar al cuerpo según una ley que es la ley del cuerpo mismo". No puesta en un célebre hadith de Mahoma, de la "guerra" (jihad) propues-

236 237
ta a los fieles por el Alcorán (29,69). El profeta del islam distingue el cuerpo y al alma juntos: la oración (salat) y la rememoración recitada
j ihad menor y el jihad mayor, este último es el "combate contra sí mis- (dhikr). Sahl al-Tustari tipifica los dos peligros que nos acechan en las
mo", el cual es mejor que la lucha contra los infieles. Nos equivocaría- figuras de Firawn (faraón) y de Balaam: el primero desconoce lo que es
mos si interpretáramos este trabajo realizado sobre el alma como una la verdadera atención que debe prestarse a sí mismo. No sabe practicar
compensación, como el pago de una deuda. convenientemente el cuidado de sí mismo que él confunde con la glorifi-
Trátase más bien de una relación consigo mismo que facilita la re- cación de su "yo". El segundo ignora la extensión del sí-mismo y se de-
lación con Dios. En los ismaelitas esta relación tomará la forma de la tiene demasiado pronto en el ascenso espiritual, por lo cual queda enca-
elevación del alma hasta los grados del mundo primordial de los arcán- denado al grado más bajo de su ser. Si se evitan estos dos peligros puede
geles. En Sahl al-Tustari, ésta es la condición de la contemplación. El uno, oyendo la palabra divina, obtener la iluminación del alma y que el
esplendor de la belleza divina ilumina al alma que entonces entabla el cuerpo comience a irradiar su fundamental belleza. (Sobre todo esto,
"combate contra sí misma" y ese combate abre el camino a la contempla- véase Hujwiri, Kashf al-Mahjub, traducción de Nicholson, pág. 200 y si-
ción. Esta a su vez intensifica la ayuda divina, la "guía" (hidaya) que es- guientes, y Gerhard Bowering, The Mystical Vision of Existence in
tuvo en el origen del despertar. ¿Cuál es pues la gran diferencia entre Classical Islam, Berlín-Nueva York, 1980, págs. 185-2Ó7; Sohravardi,
esa "preocupación de sí mismo" y la que Foucault nos enseñó a recono- Le Livre.de la Sagesse orientale, París, 1987, pág. 51).
cer en los teóricos de la ética grecolatina? Reducida a sus elementos
esenciales, esa diferencia nos parece la siguiente: en Platón o en los es-
1

toicos, si bien el alma se guía por un principio exterior a ella (la razón 5. Historia de la verdad e historia de las religiones
universal o bien lo uno inefable), en el alma misma subsisten todos los
recuerdos de que ella tiene necesidad para progresar, o, mejor dicho, el Concluyamos considerando algunos de los resultados obtenidos por
alma es el sujeto íntegramente suficiente de ese progreso. En su nivel, Michel Foucault en sus últimos libros, resultados que pueden, según
el alma encuentra la guía de su propia libertad, lo "hegemónico" según nos parece, interesar a los estudios sobre espiritualidad islámica.
los estoicos o bien esa parte buena del alma que voluntariamente no po- En primer lugar, según ya dijimos, Foucault nos permite reforzar
dría desear el mal. En tanto que para los maestros del sufismo es lo otro lo que logró el trabajo "fenomenológico". Este trabajo tuvo el mérito de
el principio que arranca al alma de sus pasiones: el sujeto del t rabajo devolver su verdad irreductible a los universos espirituales de la ética
del sí-mismo sobre el sí-mismo es la belleza divina, la unidad divina, sufí o de la esperanza shiita. Ya ahora no los reducimos a la condición
siempre en posición de radical alteridad. Por eso el resultado que debe de ideologías que tengan su razón de ser en una cierta base material.
primero buscar el aprendiz espiritual es, paradójicamente, no el retorno Verdad es que la fenomenología de las religiones procedió de una extra-
a sí mismo sino e] olvido del amor a sí mismo. Sin embargo lo cierto es ña manera al poner ciertas cosas entre paréntesis. Lejos de hacer como
que ese olvido de sí-mismo, este olvido del alma, vuelve a conducir a la si los universos espirituales no debieran estar afectados por una reali-
posesión del alma apaciguada: en definitiva, hay pues un retomo a sí dad cualquiera, para ser interpretados como los efectos de una actividad
mismo. Lo puro otro, la unidad divina sólo se conquista por la contem- subjetiva, la fenomenología al invertir esta suspensión universal de
plación en la unidad de sí mismo donde el alma experimenta su desva- creencia en lo contrario, afirma la verdad de las esencias intuidas por
necimiento y al propio tiempo su supervivencia. quien las sitúa en la realidad de su mundo visionario. Según H. Corbin,
Para elaborar esta concepción del ascetismo, Sahl al-Tustari cons- el conjunto de los objetos del discurso y de la experiencia, elementos co-
truyó una notable teoría del alma que descansa en la idea del "secreto rrelativos de la fundación subjetiva, es verdadero por el hecho mismo de
del alma" (sirr al-nafs). Dios desea realizar en el alma su propia sobera- determinar como posible esta experiencia. Deteriorando al historicismo,
nía (rububiya). De manera que Dios hizo del alma el lugar de un diálogo esta fenomenología del fenómeno espiritual coincide, a nuestro juicio,
interior. A decir verdaq, Dios sólo habla consigo mismo; se trata de un plenamente con la problemática de Michel Foucault, aunque es preciso
soliloquio dentro del alma. Y Dios pronuncia eternamente estas pala- señalar las importantes diferencias siguientes: primero, según la feno-
bras: "Yo soy vuestro Señor Altísimo" (Alcorán, 79, 24). menología de las religiones, hay que remitir la verdad de los discursos y
Lo íntimo del corazón, el "secreto del alma" que debe descubrirse y de las prácticas al origen fundador de un sujeto, en tanto que, según M.
experimentarse cada vez más no es otra cosa que este señorío divino, es- Foucault, como vimos, hay que remitirla a una subjetivación, a una
ta inmanencia divina en el centro del alma. Por eso todas las técnicas constitución compleja, a una problematización que es a la vez producto-
que permiten ir hacia Dios son en realidad prácticas que abren el cami- ra del sujeto y está sostenida por ese sujeto. A un modelo de estilo pla-
no del alma y van del sí-mismo al sí-mismo. El camino del alma es tam- tónico, que es el de H. Corbin, corresponde en Foucault un estilo aris-
bién el camino del cuerpo, pues la contemplación es accesible únicamen· totélico. Luego, es evidente que, según la fenomenología, hay posible
te a aquel que domina estas dos prácticas esenciales que interesan al repetición de los actos fundadores, repetición en el tiempo. Para Fou-

238 239
cault, no hay recurrencia, sino que se trata de modificaciones que no Walter Seitter se pregunta si es posible (y deseable) que los últi-
vuelven a darse. Para H. Corbin, la dilucidación de los universos subje- mos trabajos de Foucault sirvan para ayudar a retomar a la espirituali-
tivos y objetivos conduce a reconocerse uno mismo; para Michel Fou- dad cristiana.
cault se trata de un ejercicio que tiende a "desprenderse del sí-mismo"; Christian Jambet sostiene que el estudio de los fenómenos de sub-
la historia de las formas de la verdad es, pues, según la cita de Char, jetivación no llama a ningún "retorno" sino que determina un progreso
"contradecir una. larga sucesión de sinónimos". Para la . fenomenología en la ciencia de las religiones en la medida en que ésta permitiera esca-
de H. Corbin se trataba más bien de aceptar una historia reiterada y cí- par a la oposición de materialidad y fenómenos místicos. Las visiones
clica y suponiendo desde luego que esa historia es la "otra historia", .Ja son materiales; hay que estudiarlas como materialidades que se dan en
historia que nosotros hemos escondido o pasado por alto, la historia d~ el interior de una relación entre prácticas y sujeto. Dentro de la esfera
los "orientales". El segundo punto es el de la subjetivación. Si, como lo de la iranología, esto permitiría pasar de una ciencia religiosa a una
creemos, la temática de la "preocupación de sí mismo" es fecunda en el ciencia de la religión.
estudio de las espiritualidades islámicas, deberíamos reconocer que jun~
to a la trayectoria singular que conduce al Occidente a la temática de su
conciencia moral por el camino del cristianismo, la conservación y la
modificación de la ética de Ía "preocupación de sí mismo" en la espiri-
tualidad islámica explican que en esa cultura,, vecina y sin embargo infi-
nitamente extraña, haya surgido otra ética y por lo tanto otro suj~to de·
la libertad. ¿Qué significa entonces para nosotros ese desfasaje produci· .
do en la historia de las funciones de verdad? Se considera que nuestra
historia presente· opone la cultura que inventó la libertad (la nuestra) a
un modo de sentir y de vivir que ignoraría del todo lo que es la libertad
(el islamismo), modo que estaña enteramente basado en medidas políti-
cas de la Ley. ¿Y si fuera de otra manera? ¿Si debiéramos renunciar a
esta vieja oposición de ilustración y despotismo para conocer qué efec-
tos, felices o desdichados, puede tener el conflicto entre libertades, into-
talizables, pero dignas, cada una a su manera, de ser modos de existen-
cia del sujeto?

Reseña de las discusiones


Fati Triki estima que el despertar del Islam no es un fenómeno ex-
clusivamente espiritual, sino que es también político; ese fenómeno ex-
presa la voluntad de romper con la dominación de la razón occidental
concretada en el establecimiento de los estados naciones registrado des-
pués de la colonización. Esa voluntad trató de apoyarse en la legitimi-
dad que se basa en los elementos fundamentales del islamismo. Pero,
por otra parte, esa voluntad de ruptura y de retomo al islamismo justi-
fica una política de terror que Foucault habría combatido.
Christian Jambet recuerda que hay un conflicto interno en el seno
de la cultura islámica y que ese conflicto pone en escena fuerzas que
suelen confundirse con demasiada frecuencia. En géneros literarios muy
diferentes, se ven aparecer problematizaciones de la libertad dentro del
Islam. Conocerlas permitiría sostener lo que en el mismo Islam es una
verdadera posibilidad para un sujeto libre. No estamos condenados a ex-
portar la teoría de los derechos humanos para salvar a los territorios is-
lámicos de las medidas políticas y sangrientas que los castigan.

240 241
4 del poder o de la sociedad-, sino que lleva a otro desglose de la historia
que implica una "problematización" diferente. En La voluntad de saber
[VS], Foucault se pregunta por qué buscamos nuestra verdad en la se-
Estética de la existencia xualidad y entonces descubre un "dispositivo" de poder que nos lleva a
formularnos tales cuestiones; ilustrar ese descubrimiento con sus deta-
lles históricos, considerando los casos de niños, de mujeres, de perver-
Moral posconvencional y sos, de poblaciones y de razas, sólo podía tener para él escaso interés
teórico; sin duda Foucault se cansó pronto de ese trabajo erudito pues
teoría del poder en Michel Foucault más que historiador era "ensayista" en un sentido que él mismo termi-
nará por reivindicar.
Rainer Rochlitz En El uso de los placeres [UP], Foucault se pregunta también cómo
el hombre occidental llegó a "reconocerse como sujeto de deseo" (pág.
12). No es concluyente ni persuasiva la transición por la cual Foucault
En 1975 y en 1976, Foucault publica dos libros que anuncian una pasa de la cuestión del "dispositivo de sexualidad" (donde tienen sus raí-
gran teoría del poder.1 En cada caso, su punto de partida es un tema de ces las técnicas modernas de la "disciplina de los cuerpos" en las escue-
actualidad inmediata: el de los prisioneros rebelados y el del psicoanáli- las, en los cuarteles, en los talleres y las prisiones y las técnicas de la
sis (sobre todo lacaniano) que triunfa entonces entre los intelectuales al "regulación de las poblaciones" que van desde el racismo de estado a las
sustituir la noción "política" de poder por la idea de ley (jurídica o mo- medidas políticas de natalidad) a la cuestión de la relación consigo mis-
ral). Para analizar la historia que estamos viviendo el trabajo de Fou- mo definida por el estilo estético o por la hermenéutica del deseo. Por
cault, después de la Historia de la locura en la edad clásica, consiste en más que Foucault nos explique el cambio de tema, resulta poco convin-
retroceder en el tiempo para reconstituir la genealogía de las presentes cente;2 el peso enorme de su teoría del "biopoder" parece bruscamente
constelaciones. Pero, ¿en qué medida la historia, aun filosóficamente ar- haber desaparecido. Lo más probable es que el ensayista se haya intere-
ticulada, permite retroceder de esa manera? Al hacerse historiador del sado por otra cosa, por una urgencia diferente del tiempo actual, y cier-
presente, Foucault lanza una mirada de etnólogo a nuestra vida actual; tamente tenía derecho a proceder así. Pero sus explicaciones poco satis-
destruye nuestras evidencias y nos lleva a interrogamos sobre nuestras factorias llaman nuestra atención sobre el punto débil de su trabajo: él,
certezas. De esta manera cumple un auténtico papel de intelectual y así que trata de "desprenderse" de la historia que vive, es prisionero de ella
lo reivindica. más que ningún otro; sus interrogaciones son tributarias de su contexto
Pero al mismo tiempo parece que la vigilancia de Foucault se de- a un punto tal que éste escapa a todo control teórico y hasta obliga a
tiene ante las condiciones de posibilidad de las propias cuestiones que él Foucault a reconstruir toda su armazón teórica en función de su extre-
se plantea. Sus proyectos, que inauguran nuevos dominios de investiga- ma sensibilidad histórica. Sin embargo, dos cosas lo distinguen de los fi-
ción, son tan tributarios de su contexto histórico que a Foucault le resul- lósofos periodistas que se inspiran en él: por un lado, un esquema global
ta imposible seguirlos de conformidad con su sentido inicial: en El or- de la historia tomado de Nietzsche y que es una articulación de la vo-
den del discurso, la sexualidad procede todavía de la prohibición y de la luntad de poderío original y de la razón; y, por otro lado, un rigor cientí-
exclusión (pág. 11); seis años después, la sexualidad es más bien el obje- fico heredado de sus maestros, Dumézil y Canguilhem.
to de una enunciación discursiva organizada por el "biopoder"; y ocho Según una de las definiciones que da del conjunto de su trabajo,
años después, la amenaza de ese poder pasa a segundo plano para hacer Foucault se interroga sobre la "historia de la verdad", sobre los "juegos
lugar a una reflexión sobre un estilo de vida no reglamentado por nor- de verdad" que pueden ser descritos por el historiador; pero no se inte-
mas sociales, sobre un modo de vida "posconvencional". No basta con r esa en modo alguno por la verdad de la historia que escribe; a lo sumo
denunciar semejantes incoherencias, sino que conviene antes bien de- concede que la tarea de "decir la verdad" es infinita. Para él, la verdad
sentrañar su lógica. no es en primer lugar un concepto "performativo", es ante todo el objeto
El historiador refiere, a partir de un punto de llegada que él no ha de un "juego" o de un "dispositivo", cerrados ambos a las reglas defini-
elegido, el principio y el fin de una historia que a sus ojos tiene cierta das de manera autoritaria y de las cuales no procede su propio discurso;
unidad significativa; pero la historia por sí misma no le suministra los así lo atestigua también uno de sus últimos textos, la conferencia sobre
instrumentos conceptuales que le permitirían descifrarla. Desde el pun- el ensayo de Kant "¿Qué es la ilustración?" (Magazine littéraire, mayo
to de vista de la historia, un desplazamiento de perspectiva no conduce de 1984, pág. 39), en la cual Foucault opone la "ontología de la actuali-
a otra teoría de la teoría -ni a otra teoría de la verdad, del lenguaje, dad", reivindicada por él, a la "ahalítica de la verdad" de la cual cree
que puede prescindir. Escapar al dispositivo es "pensar de otro modo"

242 243
(UP, pág. 15), expresión bastante vaga con la cual Foucault justifica la provecho de la disposición y acondicionamiento ejemplares de la exis-
forma exploratoria del "ensayo" (ibíd.,s). Su objeto es escribir la historia tencia personal. La Historia de la vida privada, emprendida por algu-
de las "problematizaciones" (ibíd., págs. 16, 17); y ni siquiera allí Fou- nos ,de sus .amigos, debe de haber sido comenzada en esa misma época.
cault se interroga sobre lo que hace "problemáticas" las problematiza ¿Desapareció la amenaza del dispositivo de sexualidad - "El genocidio
ciones del pasado. Su teoría crítica, que depende estrechamente de la es ciertamente el sueño de los poderes modernos" (VS, pág. 180)-? ¿O
actualidad, no quiere ni puede formular explícitamente los criterios en bien Foucault ha vuelto a sus sentimientos comprometidos? Con un tono
nombre de los cuales censura ciertas formas históricas del poder, del sa- en el que se transparentan la nostalgia y la admiración, Foucault nos
ber o de la subjetividad. Foucault no quiere hacerlo por temor a edifiear pinta "el arte de vivir" sabiamente practicado por las elites dirigentes de
un nuevo sistema de legitimación; y no puede hacerlo en la medida en la Grecia clásica. Ciertamente este cuadro continúa oponiéndose al de la
que no hay distancia que lo separe del acto subversivo de su cuestiona. doctrina pastoral cristiana -secamente caracterizada por términos
miento. siempre idénticos- y al cuadro de su dispositivo cargado de consecuen-
Con todo esto, lo que llama principalmente la atención es el hecho cias para el futuro. Pero aquí ya no se trata de luchar contra el biopoder
de que las intervenciones críticas de Foucault -ya sea mediante sus es- que es su último desarrollo; se trata de reflexionar sobre un nuevo tipo
critos, ya sea por su práctica política- son portadoras de un contenido de conducta en la vida, sobre el uso que se hace de los placeres y sobre
normativo y hasta de una normatividad virtualmente universalis~a, el cuidado que uno se dispensa a sí mismo, lejos de toda norma y de todo
pues se refieren a una exigencia de autonomía de la persona y de oposi- control social, con la única preocupación de llevar una hermosa vida y
ción al sufrimiento injusto. Nada, en la enunciación explícita de su pén- de encontrar en ella la higiene ideal evitando los excesos, pero ignoran-
samiento -que reivindica sobre todo la herencia nietzscheana de "Qn do lo que quiere decir la perversión.
antinormativismo y de un antiuniversalismo extremos-, permite justi- Foucault no oculta que se trata de una moral destinada a una pe-
ficar semejante exigencia. Foucault la recibe sencilla e implícitamente queña elite de amos y que el dominio de sí mismo que él describe con
de la cultura moderna, de una herencia cristiana y humanista seculari- simpatía es un ejercicio que prepara para dominar a los demás, ejercicio
zada que, por lo qemás, él mismo denuncia como ilusoria y perniciosa. muy alejado de toda crítica de la dominación; no oculta Foucault que se
Al mismo tiempo, Foucault se apoya en un consenso latente de los inte- trata de una "moral de '1ombres hecha para hombres" (UP, pág. 96); de
lectuales comprometidos; se dirige a un sentimiento general que suscita una moral sexual que ignora la reciprocidad del placer, que sólo conoce
el escándalo denunciado por sus descripciones minuciosas y aparente- una relación de dominante-dominado y cuyo problema central es por
mente objetivas, casi positivistas. De ahí el riesgo de participar en "s~n­ consiguiente la conversión del "muchacho" -dominado en la rell;lción
sibilidades" intelectuales momentáneas o en reacciones instintivas (la amorosa e igual a las mujeres y a los esclavos- en futuro amo y ciuda-
nueva filosofía, los acontecimientos de Irán). Pero, porque ese senti- dano. Sin embargo, Foucault no vacila en proponer el modelo griego a la
miento permanece implícito, el pensador que es Foucault puede presen- r eflexión de los "movimientos de liberación" registrados en el mundo oc-
tarse como un espíritu solitario que avanza a tientas entre sistemas de cidental de la década de 1980. 4
pensamiento históricamente constituidos, estrechamente vinculados con Lo cierto es que Foucault establece una rigurosa continuidad entre
prácticas y relaciones de poder. El contexto de discusión y de investiga- la "codificación jurídico-moral" del cristianismo y el psicoanálisis como
ción en el cual se sitúa Foucault -y que rompe esa soledad que lo cues- estadio último del "poder de la verdad" ejercido sobre los cuerpos y los
tiona todo- se reduce a algunos nombres de amigos, casi conjurados en placeres. Lo mismo que Nietzsche, Heidegger y Bataille, Foucault reali-
· el esfuerzo para escapar de los dispositivos establecidos. De ahí cierto za una enorme simplificación de la historia medieval y moderna;s esa
heroísmo de la escritura foucaultiana, especialmente en aquellos años simplificación se llama "poder pastoral". Ella explica por qué Foucault
1975-1976, con ese tono de un desasimiento dramático en relación con -después de Nietzsche y de Heidegger- se inclina sobre la Grecia anti-
perjuicios tanto más tenaces y poderosos puesto que son solidarios de gua para descubrir allí una fuente agotada y seca desde la era cristiana,
redes de intereses y de poderes anónimos. la fuente de un arte de vivir que el cristianismo extirpó en nombre de la
En El uso de los placeres y en La preocupación de sí mismo, el tono lucha contra el pecado y mediante su tendencia normalizadora y un con-
ya no es el mismo, los escritos sobre una teoría del poder, redactados a cepto de verdad que hace del deseo el objeto de un conocimiento cuya fi-
mediados de la década de 1970, eran de una extrema vehemencia críti- nalidad es controlarlo y normalizarlo mejor.
ca, de una participación casi militante y distaban mucho del estilo La originalidad de Foucault, en esta perspectiva próxima a la de
científico y refinado de la década de 1960. Los tomos 11y111 de la His- Nietzsche, es una genealogía que no busca el origen del "poder de la ver-
toria de la sexualidad son completamente diferentes; a la crítica com• dad" y de la "hermenéutica del deseo" .en el resentimiento, en la moral
prometida sucede la pintura de un modelo que hay que seguir o por lo de esclavos, ni en una universalidad que enmascara una voluntad de
menos en el que hay que meditar; la teoría del biopoder desaparece en poderío pervertida, sino que lo busca en una problematización sobreve-

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nida en el corazón mismo de la Grecia clásica, especialmente en Platón. cias de semejante reivindicación en la cultura aristocrática de un arte
Nietzsche había sospechado que Sócrates "no era griego"; Heidegger ha- de vivir. Pero ¿hay que escoger realmente entre el arte de vivir de una
bía descubierto en Platón el origen de un concepto objetivista de verdad elite y la universalidad de los derechos? Es más aun, ¿constituye el arte
del cual habría nacido la idea moderna de la ciencia y de la técnica y se de vivir una barrera puesta en contra del "biopoder"? Foucault no llega
habría producido nuestra ruptura con la naturaleza entendida como a hacer estas formulaciones pero no tiene nada que oponer a semejantes
phüsis. Foucault interpreta la objetivación del amor como hermenéutica conclusiones.
del deseo en Platón, es decir, como un intento tendente a resolver el pro- Según Foucault, el cristianismo es pues el principal responsable
blema planteado por la homosexualidad; puesto que la relación amorosa del nacimiento de ese "dispositivo de sexualidad" que, a su juicio, consti-
es una relación de dominación: el erotismo platónico "es una manera de tuye la clave del "biopoder" moderno. Entre los textos que Foucault ha-
dar respuesta a una dificultad inherente a la cultura griega, dificultad bía anunciado hay aquí dos notables ausencias: La carne y el cuerpo (el
representada por las relaciones entre varones y efebos, es decir, la cues- tomo II del proyecto inicial de la Historia de la sexualidad) y Los testi-
tión de la condición que hay que dar a éstos como objetos del deseo" monios de la carne, libro aparentemente casi terminado. Mientras
(UP, pág. 266), en la medida en que se trata de transformarlos en ciuda- aguardamos su publicación, habrá que atenerse a las observaciones dis-
danos y futuros amos de la ciudad. "Platón resuelve la dificultad del persas en las obras y artículos accesibles al público y que dicen lo si-
objeto del placer refiriendo la cuestión del individuo amado a la natura- guiente: "A menudo se ha afirmado que el cristianismo había dado naci-
leza del amor mismo, al estructurar la relación de amor como una rela- miento a un código ético fundamentalmente diferente del código del
ción con la verdad; y al cambiar el papel del joven amado para hacer de mundo antiguo. Pero en general se insiste menos en el hecho de que el
él un enamorado. del maestro de verdad" (ibtd.). De manera que la ho~ cristianismo propuso y extendió a todo el mundo antiguo nuevas relacio-
mosexualidad estaría en el origen de una problematización que llegó a nes de poder" (Dreyfus y Rabinow, pág. 304).
ser fatal para el Occidente. Si se hace abstracción del resumen histórico concerniente a la era
Sin embargo Foucault no explica lo que le permite descubrir este cristiana y a toda la evolución desde el Renacimiento, la Reforma y la
origen de la herméutica del deseo que será retomada -con otros fines- Revolución Francesa, podemos hacer aquí tres observaciones críticas so-
por el cristianismo; tampoco explica lo que le permite considerar relacio- bre los escritos de Foucault: 1) Foucault sólo vio el aspecto negativo del
nes amorosas exentas de dominación. Prisionero de su teoría del poder, cristianismo y, de una manera general, el aspecto negativo de la idea de
Foucault no puede admitir que es la reflexión moderna sobre la sexuali- universalidad de que el cristianismo es portador (por eso minimiza el
dad lo que le permite emitir con toda libertad semejante hipótesis sobre carácter elitista del modelo griego); 2) produce un cortocircuito entre
el origen de la objetivación del deseo; ni tampoco puede darse cuenta de moral y poder y no concede ninguna autonomía, ninguna lógica interna
hasta qué punto la idea de un placer compartido sin dominación es tri- al desarrollo moral; de manera que en cierto modo trata el cristianismo
butaria de las ideas modernas de igualdad, de reciprocidad y de no vio- y la moral cristiana como una simple "superestructura" de un dispositi-
lencia, ideas que se desarrollaron en el mismo tiempo que el biopoder. vo de poder; 3) Foucault no parece poder explicar a causa de estas apre-
De todos modos Foucault, a diferencia de Nietzsche y de Heideg- ciaciones unilaterales lo que constituye la ambigüedad moderna, a sa-
ger, no atribuye directamente a Platón la responsabilidad del gran cam- ber, el hecho de que ella hace posibles a la vez las estructuras de poder,
bio histórico. El pensamiento estoico, al aguzar la atención prestada a la pertinentemente analizadas por Foucault, y una teoría como la de Fou-
vida sexual, no hace de ésta un mal absoluto e ignora aun la finitud, el cault y de todos aquellos que desarrollan ideas críticas del mismo tipo.
pecado y la caída, así como ignora una ley general a la que es menester Foucault sitúa el nacimiento del biopoder moderno al cabo de las
someterse. El pensamiento cristiano tiene pues otras fuentes diferentes "crisis religiosas" de los siglos XVI y XVII y especialmente a fines del siglo
de las que proceden del pensamiento griego, fuentes sobre las que Fou- XVIII, según una cesura ya señalada en sus obras anteriores; en esa épo-
cault no quiere decir nada. En la Genealogta de la moral de Nietzsche ca habría comenzado la sexualidad a ser expuesta intensamente en el
encontramos sobre este particular desbordes antisemitas y antidemo- discurso, hecho relacionado con un nuevo tipo de poder que se hace car-
cráticosG que Foucault no cita nunca, pero que no sustituye tampoco por go de "los hombres corno cuerpos vivos" (VS, pág. 117) y que pone las
ninguna otra teoría. ciencias humanas al servicio del control social. Sin más trámites, la Re-
En realidad, hay un concepto que está totalmente ausente de la volución francesa queda reducida al momento de transición entre dos
moral foucaultiana; se trata precisamente del concepto que, según tipos de poder de los cuales el primero, considerándolo bien, parece me-
Nietzsche, tiene su origen en el resentimiento judeocristiano: el concep- nos peligroso, el poder de la "sangre" aristocrática al que sucede el po-
to de universalidad. El hecho de que cada cual pueda aspirar a ser tra- der burgués fundado en el "sexo" con el cuidado de un cuerpo disciplina-
tado de la misma manera y pretender a los mismos derechos fundamen - do y el cuidado de la salud de la raza. El concepto de sexualidad da a
tales cuenta menos para Nietzsche y para Foucault que las consecuen- Foucault ocasión para llevar a cabo una implacable requisitoria contra

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la era burguesa. La diferencia entre la sociedad burguesa y democráti- . jetivado el lenguaje y la sociedad corno "dispositivo" del discurso y del
ca, por un lado, y los regímenes totalitarios y racistas, por otro, parece poder, Foucault no puede dar una condición objetiva a su sensibilidad
así muy relativa según un esquenia de argumentación que recuerd1¡t estética ni a su estilo, ni a la agudeza de su pensamiento en la Cl,lal se
La dialéctica de la razón de Horkheimer y de Adomo. 7 A fuerza ~e que- concentra su vigor crítico que es totalmente extraño a los "juegos" y a
rer desmitificar los ideales burgueses, Foucault reduce todas. las ~on­ los "dispositivos", vigor crítico que es análogo a una especie de. duda car-
quistas progresivas del estado de derecho, de la democracia, las gai:an.~ tesi,,ana. Por eso Foucault no puede admitir que las cualidades que le
tías y las protecciones de que se benefician los miembros de una socie- permiten escapar de los poderes · tengan una existencia independiente
dad desarrollada -'a pesar de todas las insuficiencias de su aplicación y de él mismo y se sitúen en la estructura de la sociedad moderna corno
a pesar de todos los vicios estructurales del estado social- a perfeccio~ crítica institucionalizada, corno espacio de libertad y de discusión, irre-
namientos de un aparato de poder de un .
cinismo cada vez mayor: A ~
ductible al sistema de poder.
fuerza de querer desmitificar todos los discursos sobre la "liberación se- El análisis que atiende a juegos de estrategias es de tipo funciona-
xual", Foucault ya no ve lo que la sociedad moderna debe al psicoanáli- lista.s Pero el funcionalismo de Foucault es de una frialdad y de una
sis, salvo dentro del contexto político en el que el psicoanálisis se había neutralidad apar~mtes; es un funcionalismo dramático e irónico, pues el
opuesto -Foucault lo concede- al biologismo y a las tesi·s relativ~s a la estilo rechinante .es la base normativa de la crítica. Al denunciar el sue-
"degeneración". Foucault no muestra que la "verdad del deseo" inve~ti­ ño del genocidio y el adiestramiento de los cuerpos en la sociedad mo-
gada por el psicoanálisis· no tiene otra finalidad que la normalización so- derna, Foucault manifiesta el carácter crítico de su funcionalismo.
cial. "Verdad" es para él sinónimo de objetivación con fines de domiha- La crítica de Foucault es portadora de una secreta universalidad
ción; de otra manera, Foucault no habría podido reducir las "cienci'as que él mismo no puede exponer explícitamente so pena de contradecirse;
humanas" -de qúe a pesar de todo derivan sus propios escritos si se to- se trata del proyecto de una moral posconvencional. Esa moral se expre-
ma la expresión en el sentido más amplio- a un elemento del dispositi- sa en primer término por una reivindicación "estética" del placer y del
vo de poder: "La red carcelaria constituye una de las armaduras de e.se saber, lo cual sería inconciliable con el sistema funcionalista de poder,
"poder-saber" que hizo históricamente posibles las ciencias humanas;' El placer y saber gratuitos, que sólo "sirven" a su finalidad intrínseca: "Es
hombre conocible (el alma, la indimdualidad, la conciencia, la conducta, de la instancia del sexo de lo que hay que liberarse si, en virt.u d de .un gi-
poco importa aquí) es el efecto-objeto de esta catexia analítica, de es.t a ro táctico de los diversos mecanismos de la sexualidad, quiere uno hacer
dominación-observación" (Surveiller et punir, pág. 312). Por lo menos valer (contra el dominio del poder) los cuerpos, los placeres, los saberes
desde la década de 1960 -y en el caso de ciertos investigadores nnicho en su multiplicidad y en su posibilidad de resistencia" (VS, pág. 208). Lo
antes de esa época-, la metodología de las cienci.a s humanas ha esta- que Foucault opone al biopoder que disciplina los cuerpos y regula las
blecido el carácter simbólico del objeto de esas ciencias y, por lo tanto, el poblaciones no es ni el culto nietzscheano de la fuerza, ni una forma de
hecho que nos envuelve en una relación intersubjetiva de reconocimien- vida democrática, sino que es un universo lúdico de placer y. de saber que
to por lo cual el símbolo resulta irreductible a un objeto en el sentido es- hace abstracción de toda actividad social, de toda coacción económica o
tricto del término .. Foucault no tiene en cuenta esta evolución de la que administrativa; de manera que Foucault realmente no puede poner eh
sin embargo él mismo participa; hace como si la totalidad de las cienci~s tela de juicio el sistema.social existente al cual no sustituye .por ninguna
humanas se redujera a la corriente objetivista, conductista o funciona- otra forma de. organizacón. La crítica de Foucault es en primer lugar pu-
lista, corriente en la que no se trata de negar la existencia y que efecti- ramente "estética", no tiene ningún fundamento racional pues Foucault
vamente se pone al servicio de la "tecnología social" o de la gestión tec- relegó la razón a una parte del dispositivo que se trata de combatir. Pero
nocrática. El beneficio de esta simplificación es doble, pues ella permite el fondo estético de su crítica está cargado de una universalidad ética
reducir el poder moderno a una estructura relativamente poco compleja que queda implícita. "Hacer de su vida una .obra" (UP, pág. 16) es el pro-
de estrategias uniformes con miras a extender la esfera de influencia .de yecto de minorías privilegiadas, liberadas de toda función en la produc-
estas estrategias y la intensidad de su dominación; dicha simplificación ción material de la sociedad y que pueden emplear todas sus fuerzas en
da al analista una posición excepcional, una sensibilidad aguda para perfeccionar el refinamiento de su estilo de vida. El arte de vivi.r propi-
captar el carácter usurpatorio de ese poder que catectiza a los espíritus ciado por Foucault es sin embargo un equivalente anarquizante de una
mismos y le suministra una aptitud de vigilancia extrema que escapa a ética posconvencional: "El problema a la vez político, ético, social y filosó-
la ingenuidad de la mayor parte de los espíritus. fico que se nos plantea hoy no consiste en tratar de liberar al individuo
Hay pues una ingenuidad de la sospecha, ingenuidad en cuanto a del Estado y de sus instituciones sino en liberamos nosotros del Estado y
la identidad de la entidad de que se sospecha e ingenuidad en cuanto del tipo de individualización ligado a él. Debemos promover nuevas for-
a los fundamentos de la inteligencia que sospecha. Habiendo objetivado mas de .subjetividad y rechazar el tipo de individ.u alidad que se nos ha
la verdad como "juego de verdad" e "historia de la verdad", habiendo ob- impuesto durante muchos siglos" (Dreyfus y Rabinow, pág. 308).

248 249
La individualización que Foucault rechaza, junto con el estado y la puede dejar de afectar su teoría del, poder. ¿Qué es, pues, ese biopoder
ética convencional de la norma, ¿puede sin embargo reducirse realmen- que le otorga semejantes nombramiéntos? ¿Solamente está aquí en jue-
te al dispositivo de poder salido del cristianismo? ¿No es esa individuali- go la astucia?
zación al mismo tiempo un contrapeso de la socialización impuesta y no La estética de la existencia revela el dilema a todas luces. Hay algo
es formación del espíritu crítico respecto de las instituciones y de la ten- de irrisorio en la proposición de un nuevo arte de vivir, si se tienen en
dencia de éstas a la nivelación? Lo que Foucault rechaza a la vez en el cuenta las amenazas de genocidio que Foucault había blandido algunos
cristianismo, en la sociedad moderna y en el psicoanálisis es en particu- años antes. El hecho de que una minoría social se dedique a hacer de su
lar la exigencia de interiorización. Foucault sugiere la posibilidad de li- vida una obra de arte no podría en todo caso inquietar a semejante dis-
beramos del cristianismo --del "poder pastoral"- sin que previamente positivo de poder. La grandeza de Foucault está en no haber disimulado
tengamos que integramos en el sistema de las normas convencionales. estas contradicciones.
Parece creer que basta con darse cuenta del mecanismo del poder --de
su carácter convencional e histórico-- para percibir claramente su natu-
raleza ilusoria y para emanciparse de su fuerza obligatoria; esta toma Notas
de conciencia equivaldría a una "genealogía de la moral" que desmitifica
su validez. Foucault sólo habría podido evitar una ruptura semejante 1 "Interrumpo aquí este libro que debe servir de fondo histórico a diversos estudios
con sus propias intuiciones morales -manifiestas en sus acciones políti- sobre el poder de normalización y la formación del saber en la sociedad moderna" (Survei-
cas- procediendo a una interiorización -y por lo tanto a un examen ller et punir, pág. 315). "El derecho griego ya había unido la tortura y la confesión, por lo
menos en el caso de los esclavos. El derecho romano imperial había ampliado la práctica.
crítico-- de la norma que él denuncia como elemento del dispositivo del Estas cuestiones serán tratadas en El poder de la verdad:' (La Volonté de savoir, pág. 79).
poder.9 A pesar de él, Foucault se sitúa aquí en una tradición religiosa 2 L'Usage des plaisirs, pág. 11: "Parecía dificil analizar la formación y el desarrollo de
que repudia la interiorización. Como no puede fundar su crítica en la es- la experiencia de la sexualidad a partir del siglo XVIII sin hacer un.trabajo histórico y críti-
tructura misma de la sociedad moderna entendida como institucionali- co sobre el deseo y sobre el sujeto deseante; es decir, sin llevar a cabo una 'genealogía'. Pe-
zación del derecho de crítica, Foucault se refiere al potencial de "resis- ro era claro que emprender esa genealogía me alejaba mucho de mi proyecto primitivo.
Debía pues escoger... Y he optado por este último partido al reflexionar que después de to-
tencia" suscitada casi mecánicamente por el ejercicio de todo poder; se do aquello a lo que me atengo -aquello a lo que he querido atenerme desde hace muchos
trata de una comunidad reunida, no por convicciones comunes, sino por años-- es una empresa para desentrañar algunos de los elementos que pudieran servir a
la opresión sufrida en común. Pero ¿qué decir de los oprimidos que "to- una historia de la verdad" (pág. 12).
3 Por eso el "sistema" constituido posteriormente por G. Deleuze (Foucault, París, Ed.
man el poder" después de "descifrar estratégicamente esos puntos de
de Minuit, 1986) no ve el valor de actualidad que caracteriza los aspectos que muestra ca-
resistencia que hacen posible una revolución" (VS, pág. 127)? Nada ga- da vez Foucault.
rantiza que este nuevo poder no sea a su vez represivo. 4 "Su gran tema era constituir una especie de moral que fuera una estética de la exis-
Este rechazo de la interiorización y la referencia implícita a una tencia. Pues bien, me pregunto si nuestro problema actual no es en cierto modo el mismo,
comunidad supuesta podrían asimismo explicar el partido que tomó puesto que la mayor parte de nosotros no cree que una moral pueda fundarse en la reli-
Foucault en favor de una "estética de la existencia". El arte de vivir de gión y no quiere un sistema legal que intervenga en nuestra vida moral, personal e ínti-
ma. Los movimientos recientes de liberación sufren por no encontrar un principio sobre el
la Grecia clásica se funda en un dogmatismo metafísico que admite el cual fundar la elaboración de una nueva moral. Tienen necesidad de una moral, pero no
escepticismo, pero no admite ningún fundamento "trascendental" de la llegan a encontrar otra que aquella que se funda en el presunto conocimiento científico de
crítica. En nombre de ese dogmatismo Sócrates, el preguntón subversi- lo que es el yo, el deseo, el inconsciente, etcétera" (en H. Dreyfus y P. Rabinow, Michel
vo, acepta que se lo condene. Análogamente, el esplendor del Renaci- Foucault. Un parcours phüosophique, París, Gallimard, 1984, pág. 325).
5 Véase J. Habermas, Der philosophische Diskurs der Moderne, Francfort, Suhr-
miento, que Foucault evoca después de Burckhardt y del cual Nietzsche kamp, 1985.
.conservaba la nostalgia, ilustra el arte de vivir sobre un fondo de dog- 6 F. Nietzsche, Oeuvres philosoplúques completes, tomo VII, Par-dela bien et mal. La
matismo religioso y metafísico; también en el Renacimiento la emanci- Généalogie de la morale, París, Gallimard, 1971, pág. 231 y siguientes.
pación del individuo se limita, en lo esencial, a la esfera estética en la 7 "De todas maneras, para nosotros, el poder no es solamente una cuestión teórica, si-

que son lícitas todas las audacias, en tanto que la ciencia permanece ba- no algo que forma parte de nuestra experiencia. Sólo mencionaré como testimonio dos de
sus 'formas patológicas', esas dos 'enfermedades del poder' que son el fascismo y el stali-
jo vigilancia y la moral más estricta coexiste con el cinismo. Todavía no nismo. Una de las numerosas razones que hacen que estas formas sean para nosotros tan
se ponen en tela de juicio las certezas metafísicas que habrán de hacer desconcertantes es el hecho de que, a pesar de su singularidad histórica, no son entera-
vacilar Descartes, Kant y sus herederos. Tal vez haya que comprender mente originales. El fascismo y el stalinismo utilizaron y ampliaron mecanismos ya exis-
de la misma manera las audacias y el dilema del pensamiento de Fou- tentes en la mayor parte de las demás sociedades. Y no solamente eso sino que, a pesar de
su locura interna, estos regímenes utilizaron en gran medida las ideas y los procedimien-
cault. El vehemente polemista es profesor en el Colegio de Francia; casi tos de nuestra racionalidad política" (Dreyfus y Rabinow, pág. 299).
incontestable en vida, después de la muerte de Sartre, el genealogista s Véase A. Honneth, Kritik der Macht, Francfort, Suhrkamp, 1985.
de la moral se convierte en una especie de autoridad moral. Lo cual no 9 Véase J . Habermas, Morale et Communication, traducción francesa de C. Bouchind-

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homme, Ed. du Cerf, 1987, pág. 170 y siguientes. Primera interiorización: "Se sabe que no ya no puede estar reglamentado por el uso de los placeres de la Gre-
Freud y Mead han admitido de manera concordante que los modelos particulares de. com- cia antigua.
portamiento se desprenden de actos, de palabras' y de las intenciones vinculadas con el
contexto, emitidos por personas particulares, y que adquieren la forma externa de normas Rainer Rochlitz subraya que si el universal de que habló tiene cier-
sociales en la medida en que las sanciones que se relacionan con esas normas son interio- tarnen te "l"elaciones con Kant, ahora se trata de una moral poskantiana
rizadas [en virtud de la adopción de la actitud de loe demás], es decir, integradas en la qu,e se refiere, no a un imperativo, sino a una exigencia inherente a la
personalidad del adolescente y hechas independientes del poder de sanción de la persona moralidad tal como ésta existe socialmente. No se trata de desligar aquí
de referencia [padre o educador]." El sujeto se somete así a la arbitrariedad generalizada
de una espera socialmente establecida. Es esa "arbitrariedad generalizada" lo que Fou-
la ética de lo pátológico. El universal sólo puede resultar de un debate
cault desmitifica dándole el nombre de poder en lugar de proceder a una segunda interio- que nadie puede terminar y en el que terminará siempre por manifes-
rización: "El poder de sanción que está detrás de los papeles sociales sólo pierde, a decir tarse todo interés lesionado. Esa universalidad tiene en cuenta la diver-
verdad, su carácter de imperativo trascendente en la medida en que el adole!,!Cente, tam- gencia de los intereses de los demás y no les impone ningún imperativo.
bién aquí, interioriza la fuerza coercitiva de las instituciones cuyos efectos reales ha co- La idea de sabiduría no permite responder al problema moderno de la
menzado a sentir en él mismo y en la medida en que el adolescente ancla esta fuerza en sí
mismo para hacerla obrar como sistema de control interno. Desde el momento en que A moral: ¿cómo arreglar los conflictos que surgen entre nosotros?
considera las sanciones del grupo como las suyas propias, dirigidas por él mismo contras t
mismo, es menester que presuponga su adhesión a una norma cuya transgresión castiga '
de esa manera". Esta necesidad de poder aceptar la norma a la que se somete el sujeto
conduce a éste a criticar las normas existentes sin abandonar la exigencia ética.

Reseña de las discusiones


Jacques Alain-Miller dice que el señor Rochlitz no se pregunta por
qué Foucault ·fue tan malo, sino por qué, siendo tan malo en la teoría
(tan antiuniversali~ta, tan relativista, tan oportunista), ha sido tan bu~­
no en la práctica (al militar en favor de los presos, de los locos, etcétera).
Así se vio llevado a sospechar en Foucault un universal ético que estaría
implícito. Alimenta esa sospecha porque concibe la ética según el régi-
men kantiano. Pero la ética de Foucault no es kantiana. Foucault tiene
una predilección particular por esa posición prekantiana de la moral se-
gún la cual la ética no está vinculada con el universal, según la cual ~.!>
está deslindada de lo patológico. Lo "intolerable", por ejemplo, es una
categoría de la sensibilidad. Hay un gran peligro en deslindar la ética
de lo patológico porque lo patológico constituye una muralla contra, el
terro,r y lo horrible.
Foucault da el ejemplo de una ética sin el deber ser, de una ética
que no pone en su centro el saclificio, una ética enteramente compara-
ble a la de Spinoza. Hay éticas que no están fundadas en la falta, sino
que lo están en el más o el menos y que antes que alentar al sacriÍ'jcio
invitan a una plenitud de ser. Esas éticas desernboc¡m en una sabiduría.
Pierre Hadot considera que esa sabiduría es siempre practicable; Fou-
cault la anuncia corno una posibilidad pues no está seguro de que hoy
sea practicable. Ante todo está el hecho de que esa sabiduría es una éti-
ca del amo, del señor, modificada por el hecho de que a Foucault le ha-
bría gustado que todo el mu:r:ido estuviera compuesto por minorías, que
hubiera solamente minorías y no la mayoría. Sobre todo la sabiduría su-
pone una integración en el cosmos que ya no es posible en un mundo
constantemente modificado por el discurso de la cien,cia. El goce rnoder-

252 253
5 Foucault entiende el momento en que la política cuestiona "al hombre
moderno ... en su vida de ser vivo" porque "la especie cuenta en las pro-
pias estrategias políticas.
Foucault considera que nuestras recientes guerras mundiales y la
Más allá de la vida y de la muerte situación: atómica en la que nos encontramos hoy -una situación que
expone a todas las poblaciones del mundo a la muerte con el solo fin de
preservar la vida de una nación- son el producto de un régimen de "po-
Foucault y la ética der-saber" dedicado a la administración de la vida misma. En respuesta
al interés que manifestaba el que realizaba la entrevista por esta parte
después de Auschwitz del libro, Foucault expresó su decepción de una manera que no era la
suya habitual: "Sí, esa última parte; nadie habla de ella. Sin embargo el
James Bernauer libro es breve, pero sospecho que la gente nunca llegó hasta ese último
capítulo. Con todo, ése es el fondo del libro".ª Por mi parte agregaré que
ese capítulo es también la clave esencial para comprender todo el pro-
Entre las numerosas fotografías que contiene el magnífico volu- yecto de la historia de la sexualidad. Hace ya diez años que se realizó
men publicado en homenaje a Foucault con el título Michel Foucault. aquella entrevista y el silencio que rodeó a esta última parte de La Vo-
Une histoire de la vérité (Syros), hay una que me impresionó particular- luntad de saber sólo fue roto en raras ocasiones.4 Si "Derecho de muerte
mente.t Fue tomada en 1982 en uno de los viajes de Foucault a Polonia y poder sobre la vida" es el horizonte a partir del cual decidí examinar
y nos lo muestra caminando entre dos hileras de alambres de púa con los últimos escritos de Foucault, ello se debe a que creo que no podemos
un puesto de observación en el fondo. ¿Se trata de una visita a otra pri- apreciar plenamente los trabajos que Foucault, en la última parte de su
sión?, me pregunté. Sólo al leer la información contenida en la contrata- trayectoria, dedicó a la historia de la sexualidad sino partiendo de ese
pa del libro me di cuenta de que se trataba de Auschwitz. Por supuesto. horizonte. En efecto, hay que considerar esos trabajos como la manera
Nada más lógico que Foucault haya querido ver Auschwitz con sus pro- que eligió Foucault para proseguir un debate que, en 1976, no había lo-
pios ojos, esos mismos ojos que miran fijamente al fotógrafo con aire grado atraer a otros participantes.
grave. Si el Shoah de Claude Lanzmann nos permite oír las voces que Como sabemos, las últimas obras de Foucault fueron objeto de una
suben de aquel lejano infierno, creo que Foucault nos ha permitido per- reacción muy mitigada por parte de la crítica. El comentarista de mi
cibir su proximidad, sentir su intimidad y cuestionar su lógica. diario de Boston encargado de hacer una reseña manifestaba su confu-
El título de la presente contribución alude menos a Nietzsche que sión con benevolencia. Describía su lectura de El uso de los placeres co-
a un deseo y a una problemática. Los míos, ciertamente, pero también mo un "raro placer, análogo al que se experimenta contemplando fuegos
los de Foucault en el último estadio de su pensamiento. A menudo Mi- artificiales del espíritu"; pero luego confesaba que no podía "decir con
chel Foucault se sentía decepcionado por la manera en que la comuni- certeza de qué se trataba en definitiva en ese libro".s Esta refrescante
dad filosófica recibía sus obras de las que interpretaba mal sus miras y sinceridad pasó casi inadvertida en medio de los clamores que al uníso-
pasaba por alto su problemática. Si bien ocasionalmente expresó su sen- no levantó la crítica norteamericana. Típica de ésta era el reproche de
timiento de frustración por semejante acogida, la mayor parte de las ve- que Foucault había considerado que la busca de la belleza de la existen-
ces Foucault se contentaba con guardar silencio y entregarse al nuevo cia estaba por encima de todas las otras virtudes intelectuales y mora-
proyecto que excitaba su insaciable curiosidad. Su actitud de no obligar les, lo cual hace que "el sí-mismo, y no el mundo y sus habitantes, se
a los comentaristas a debatir problemas específicamente planteados por convierta en elemento central de la valoración estética".6 Este reproche
sus escritos no había ciertamente influido en su creatividad. Sin embar- es representativo en la medida en que la crítica en un solo impulso se
go, creo que por lo menos en un caso esta reticencia nos ha impedido movilizó contra la "estética de la existencia" que proponía Foucault pues
apreciar plenamente su contribución a un debate en el que Foucault de- la crítica veía en dicha estética una señal de la adhesión de Foucault a
seaba explícitamente entrar y que causó cierto número de interpretacio- una moral griega o a un esteticismo amoral. Ciertamente Foucault trató
nes erróneas de sus últimos escritos publicados. En ocasión de una de evitar estas malas interpretaciones pero, al volverse en sus últimos
entrevista importante que concedió en 1977, Foucault habló sobre la úl-' escritos hacia el eje de la subjetividad y al hacer hincapié en la impor-
tima parte de La voluntad de saber, esa parte titulada "Derecho de tancia del deseo de pensar de manera diferente, se hizo irreconocible a
muerte y poder sobre la vida" en la que trata temas tales como el biopo- los ojos de buen número de sus lectores. Por ejemplo, un crítico que sin
der, el racismo, el nazismo y lo que define como "el umbral de moderni- embargo lo admiraba pudo decir, por una parte, que sus últimas obras
dad biológica" de la sociedad. Por "umbral de modernidad biológica" eran decepcionantes y, por otra, que en ellas se abandonaban los princi-

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pios que hacían de sus análisis anteriores un legado precioso.1 Parece existencia humanas en un mecanismo, la Historia de la sexualidad nos
evidente que Foucault no deseaba que su· estética de la existencia fuera . define una tarea ética: la de apartarnos de las fuerzas que procuran so-
entendida como el eco de una moral griega a la que él mismo no conside-' meter la existencia humana (bios) a la vida biológica (zoe). En la prime-
raba ni ejemplar ni admirable.a La mayor parte de su tiempo estuvo de- ra parte de mi exposición, a la que di el título de "Nuestra identidad
dicado a criticar esos modelos que tratan de limitar la creatividad hu- política", volveré a colocar la genealogía del hombre de deseo en el con-
mana a la esfera artística y de sustituir la tarea de elaboración de sí texto ,de la ambición que alimentaba Foucault, a saber, subvertir el ar-
mismo por el deber de un descubrimiento de sí mismo regido por una gumento que hace del alma una lucha entre la vida y la muerte. Si bien
hermenéutica del deseo. Pero es posible ir aun más lejos. El punto de Foucault reconoce que el psicoanálisis se opone al fascismo, la crítica
vista que yo quisiera expresar aquí es el de que el Foucault que preconi- que hace de su misma forma indica claramente que comprendió de qué
za la necesidad de una estética de la existencia dejará de ser irreconoci- manera el psicoanálisis contribuía a corroborar esta interpretación del
ble si se enfoca esa necesidad en la perspectiva según la cual Foucault alma que domina el cultivo del sí-mismo en el mundo moderno. Si Fou-
capta la vida en la última parte de La voluntad de saber. Una "estética cault quiso subvertir este argumento lo hizo a fin de proponer otra ética,
de la existencia" es lo que se opone y resiste a una "ciencia de la vida:". un "empleo de la filosofía que nos permita limitar las esferas del sa-
Encarar la existencia humana como una obra de arte supone sustraerla ber".12 Llevar a cabo esta limitación es aquello a que apunta la ética ge-
al orden de lo científicamente conocible y liberar al hombre de la obliga- neral de pensamiento que nos legó el proyecto de Foucault. El hecho de
ción de descifrar su identidad como un sistema de funciones extratem- que Foucault se haya vuelto explícitamente hacia la ética al final de su
porales sometidas a las normas correspondientes. Como lo hiciera notar vida no significa que haya abandonado sus preocupaciones políticas. La
Foucault anteriormente, este modo de descifrar participaría d~ un enfo- práctica de la ética asumió este lugar central en sus últimas obras pre~
que psicológico.9 Pero la psicología misma proviene de la ciencia biológi- cisamente porque Foucault reconocía que nuestra cultura política de la
ca y de lo que determina la existencia humana como organismo, como lucha entre la vida y la muerte implica un modo particular de relación
organismo vivo. Si corresponde al ser humano descubrir su verdadera política con el sí-mismo; se trata, como él mismo lo dijo, de encarar la
identidad como realidad sexual ello se debe a que, en el "pacto fáustico" política como una ética".1s En la segunda parte de mi exposición, bos-
que firmó nuestra época, la sexualidad se asimila a la fuerza natural de quejaré los grandes rasgos de esta ética de pensamiento. Por más que
la vida misma.1º Pero se asimila no solamente a la vida. El vínculo que sea posible concebir numerosos empleos de ella, me contentaré en la úl-
une la identidad personal con la vida orgánica relaciona esta identidad tima parte de mi exposición -"Una visita a Auschwitz"- con indicar
con el flujo de la sangre, que es un signo de la vida, pero también un in- una de las maneras posibles de iluminar ciertos sombríos rincones del
dicio de la fragilidad de esa vida. Porque la vida es flujo de sangre, el escenario nazi propio de nuestra historia actual, partiendo del esquema
testimonio de la identidad sexual habla no sólo de la vida sino también foucaultiano de cuestionamiento ético.
de su guerra permanente contra la muerte.
Si la fascinación que ejercía en Foucault la cuestión de por qué
nuestra cultura hizo de la sexualidad una experiencia moral nos permi~ l. Nuestra identidad política
te comprender la naturaleza de las preocupaciones que lo absorbían ha-
cia el final de su vida, yo quisiera tratar de mostrar cómo esa cuestiórc La lucha entre la vida y la muerte que determina la configuración
misma llegó a ser también problemática para él.n Se puede considerar de nuestro terreno político actual suministra también el mapa de nues-
la genealogía del hombre de deseo, tal como Foucault la traza en su his- tro paisaje epistemológico e imaginario. La sustitución de la historia na-
toria de la sexualidad, como un fragmento suplementario de su estudio tural por la ciencia biológica ha entregado nuestras vidas a la historia y
del psicoanálisis. Pero, detrás de esta exploración de la hermenéutica a la lucha. La naturaleza clásica daba la prioridad al reino ·estable de
del deseo, que descansa en la tríada verdad/sexualidad/subjetividad se los vegetales, pero la energía de la animalidad capturó luego el saber y
perfila un espectro: la idea de que la existencia humana continuará con- la imaginación. La vida se escapó del espacio del orden para "tomarse
cibiéndose como una lucha de la vida contra la muerte, la lucha de Eros salvaje" al mantenerse en las fronteras de la vida y de la muerte. La
contra Thanatos. Nuestras almas se han convertido en el espejo de ese muerte cerca a la vida por todas partes, "la muerte sobreviene a los vi-
paisaje político contemporáneo en el que las matanzas son vitales, en el vos desde el fondo de sus vidas". Esta fraternidad con la muerte mues-
que tenemos el derecho de matar a quienes percibimos como los repre- tra a la vida como una fuerza asesina siempre en movimiento: "La vida
sentan tes de una amenaza biológica, en el que la decisión política está mata porque vive".14 Pero esta ley morbosa de la vida es también la
regida sólo por la alternativa entre la supervivencia y el suicidio. Si nuestra, como hubo de descubrirlo Freud. La existencia del hombre y de
Vigilar y castigar mostraba que el pensamiento filosófico debe luchar con- la civilización es la historia de la lucha entre las pulsiones de vida y las
tra relaciones de "poder-saber" que tratan de transformar el alma y la pulsiones de muerte (Eros und Thd, Lebenstrieb und Destruktionstrieb).

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''Y es esta batalla de gigantes lo que nuestras niñeras tratan de apaci- aquellos años, cobró forma un problema que lo llevó a estudiar el cris-
guar cantándonos canciones de cuna que hablan del paraíso."15 Para tianismo y una hermenéutica del deseo. Ese problema es el de la admi-
Foucault sólo existen esas niñeras que sienten la tentación de apaciguar nistración de la vida tal corno la define el cristianismo a partir del siglo
el combate. "Bien se:sabe cómo psicólogos y filósofos han llamado a todo XVI. En un curso dado en 1980 y titulado "De la administración del ser
eso mitología freudiana." Si semejantes designaciones pueden garanti- vivo",21 Foucault expone por primera vez el modo en que concibe esta
zarnos cierta independencia respecto de las mitologías, solamente una problemática.
"política de nosotros mismos" nos liberará de un alma y de una relación Tomando como telón de fondo una reflexión sobre el Edipo de Sófo-
con nosotros mismos que son el producto de fuerzas históricas de saber, cles, Foucault nos presenta el régimen de administración definido por el
de poder y de subjetivación, cada una de las cuales tiene su carácter es- cristianismo. Se reconoce aquí la interpretación de la tragedia que pro-
pecífico.16 Tal corno la concibe Foucault, esta política de nosotros mismos puso Freud. La manera en que Edipo busca la verdad puede "comparar-
tiene la función de resistir a una forma de poder que "clasifica a los in- se con el trabajo de un psicoanálisis". El individuo persigue sin descanso
dividuos en categorías, los designa por su individualidad propia, los ata la verdad de su identidad, una verdad que está sepultada y es inaccesi-
a su identidad, les impone una ley de verdad que ellos deberán recono- ble a la conciencia, una verdad que se revela vinculada con la dimensión
cer "y los transforma en sujetos".17 La vida suicida de Herculine Barbin del deseo y de la sexualidad. Si el mito continúa seduciéndonos a través
atestigua la fuerza de esas relaciones en las que se entrelazan poder, sa- de los siglos es porque nosotros nos reconocemos en Edipo. Como lo hizo
ber y subjetividad.IB La consecuencia de estas relaciones es la de que las notar Freud: "El destino de Edipo nos conmueve porque la maldición
luchas políticas actuales deben girar "alrededor de la misma pregunta: que el oráculo lanzó sobre él es también la que lanzó sobre nosotros an-
¿quiénes somos nosotros? Tales luchas son un rechazo de esas abstrac- tes de nuestro nacimiento".22 Tal vez el mito interesaba a Foucault por-
ciones, un rechazo de la violencia ejercida por el estado económico e que en él están bien pintados los principales dominios que definen su
ideológico que ignora quiénes somos individualmente y son también un propio trabajo: el análisis de los saberes que nos constituyen como obje-
rechazo de la inquisición científica o administrativa que determina tos de conocimiento y de los cuales deducimos los medios para escapar
nuestra identidad". Si uno de los aspectos de esta resistencia consiste en al desconocimiento de nosotros mismos; el examen de las relaciones de
"rechazar lo que somos", el otro supone, no que descubramos, sino que poder que engendran esos saberes y de los sistemas de dependencia a
inventemos nuestra identidad promoviendo "nuevas formas de subjeti- los cuales nos somete nuestra busca de la verdad; y, por fin, el estudio
vidad".19 de la manera en que un estrecho lazo se anudó entre subjetividad, ver-
Freud llegó a ser la gran figura que cuestiona Foucault a través de dad y sexualidad, por lo cual se asimiló el descubrimiento de la sexua-
su genealogía del hombre de deseo porque al caracterizar el alma corno lidad al descubrimiento de la identidad verdadera. En los escritos an-
él lugar del enfrentamiento de Eros y Tánatos, Freud reactivó esa rela- teriores de Foucault, la arqueología del psicoanálisis implicaba una
ción particular con la identidad que constituye el acervo de la cultura localización de las grandes relaciones de "poder-saber", especialmente
occidental, a saber, la circunstancia de que la sexualidad es el índice de su relación con un modelo médico y su concepción del inconsciente; en el
nuestra identidad profunda. Pero Foucault llega a esta noción antifreu- primer volumen de Historia de la sexualidad, la arqueología entrañaba
diana de "política del sí-mismo" por caminos muy diferentes. Durante una crítica del lugar que ocupa el psicoanálisis dentro del dispositivo
los años que siguieron a la publicación del primer volumen de Histo- moderno de la sexualidad; por fin, la genealogía del hombre de deseo
ria de la sexualidad, las investigaciones a las que se entregó Foucault ahonda la relación del individuo consigo mismo de conformidad con el
abarcaron un campo muy variado de ternas que tenían todos que ver con pensamiento freudiano. Estos diferentes cotejos nos apartan de la inter-
el último volumen que proyectaba Foucault, Población y razas. En 1976, pretación freudiana del alma y asimismo del destino de nuestra política.
Foucault dio un curso en el que estudió el nacimiento de un discurso so- Ahora quisiera examinar brevemente cada uno de los momentos de este
bre la guerra y la manera en que ese discurso constituía un análisis de apartamiento.
las relaciones sociales; en 1978 y 1979, se ocupó de la génesis de una ra- Freud reconocía que el psicoanálisis "tiene su origen en el ~rreno
cionalidad política cuya principal preocupación era la población y los médico" y esperaba que podría transplantarse a otros.23 Sin embargo, en
mecanismos encargados de asegurar su reglamentación; también estu- el Nacimiento de la cUnica Foucault nos ha mostrado que la manera en
dió, en el curso de seminarios, una teoría de la ciencia policial y del pen- que se interpreta al individuo en la época moderna está vinculada con la
samiento jurídico del siglo xx.20 Población y razas se proponía examinar mirada médica. El argumento del libro consiste en afirmar que la medi-
cómo la sexualidad pudo llegar a ser el campo de una intervención cada cina clínica constituyó la primera ciencia del individuo. En esta ciencia
vez mayor del estado y cómo la eugenesia y las teorías relativas a las ra- era esencial el papel que desernpefiaba la muerte corno elemento coni:ti-
zas ocuparon su lugar en la configuración contemporánea del saber. Por tutivo de la individualidad y de la inteligibilidad única de una persona,
más que los intereses de Foucault hayan sido muy diversos durante circunstancia que condicionó la extraordinaria importancia que los his-

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toriadores asignaron a la anatomía patológica en el desarrollo de la · El papel central que desempeña la sexualidad en la imagen que el
ciencia médica. La muerte y la enfermedad quedaron así liberadas de individuo se forja de sí mismo a través del psicoanálisis es el otro gran
las concepciones metañsicas para convertirse en los elementos esencia- elemento que indica la cohesión del pensamiento freudiano con la ur-
les por los que se define la identidad del individuo. La idea de que la en- dimbre moderna de "poder-saber". El psicoanálisis es solidario de los
fermedad ataca y destruye la vida quedó sustituida por la idea de que la tres dispositivos que definen la sexualidad en la época moderna: la cons-
muerte se encama en los cuerpos vivos de los individuos. No porque la titución de la sexualidad en realidad·, especialmente· la sexualización de
enfermedad lo ataque muere el hombr~; sino porque éste debe morir es- la experiencia de los niños; la constitución de una scientia sexualis, fun-
tá sujeto a la enfermedad. Vemos cómo se elabora aquí esa noción esen- dada en el estudio global de la población y el estudio analítico del indivi-
cial de una "vida patológica" que se puede describir y analizar aten- . duo; la primacía asignada a la sexualidad como acceso a la verdad de la
diendo a la existencia individual. Pero la muerte constituye la verdad identidad humana. El "vigor cultural" del psicoanálisis estriba en la
fundamental de la vida del hombre y toda investigación tendiente a de- "unión de estas dos ideas: que no debemos engañarnos en lo tocante a
terminar la significación de la vida individual se encuentra necesaria- nuestro sexo y que nuestro sexo alberga lo que hay de más verdadero en
mente enfrentada a esa mirada médica que revela al hombre el "rostro nosotros".21 A pesar de su mayor sutileza, el psicoanálisis opera dentro
de su finitud", pero también le promete exorcizarlo por medio de ciertas del régimen moderno de sexualidad y hasta lo intensifica. El psicoanáli-
técnicas.24 El componente médico es manifiesto en materia de sexuali~ sis presta apoyo a la idea de que el sexo es un impulso tenaz, obstinado,
dad, pero, si Foucault tiene razón, en la época moderna todo conoci- que está sin cesar en guerra con los poderes de la represión; el psicoaná-
miento de un sí-mismo entregado a la finitud y a la muerte apunta (por lisis oscurece la función positiva del poder que consiste en producir lo
su objeto mismo) a alcanzar una verdad que aspira a funcionar como cu- que suponemos que ·es el dominio sexual y sus ~emas. Y, para Foucault,
ra. Esto explicaría por qué Freud, tan hábil en desmitificar las grandes éste es el caso, ya sea que el· psicoanálisis se funde en una teoría de los
estructuras del asilo (su silencio constante, su mirada y la condenación instintos, ya sea que lo haga en la idea de que la ley misma constituye
que ésta implica) no pudo eliminar el lugar que ocupaba el médico en la naturaleza del deseo sexual. Además, al colocar el deseo incestuoso
quien descansaba la transformaeión de esas estructuras: observador en el centro de la. vida sexual del individuo, el psicoanálisis unifica el
ejercitado, cuyo silencio es una forma de juicio. Es la conciencia misma sistema familiar con la esfera moderna de la sexualidad. Freud contri-
que tenemos de nuestra finitud y de nuestra individualidad, la que nos buye a esta unificación en la medida en que al considerar la familia co-
invita al paradigma médico y la que explica la importancia filosófica que mo el "germen de todos los infortunios del sexo" la hace el blanco princi-
tomaron en nuestra época Freud y el pensamiento médico.26 pal de la administración política. Por fin, el psicoanálisis es uno de los
Las controversias que giran alrededor de la relación que hay entre ejemplos más notables de la transformación moderna del poder pastoral
psicoanálisis y medicina son inherentes al pensamiento freudiano y cristiano. Al tomar por su cuenta las técnicas de la confesión, el psicoa-
constituyen sus datos permanentes en la medida de su modernidad. Eq nálisis somete al individuo a la obligación de revelar la verdad a un
Las palabras y las cosas, Foucault profundizaba su arqueología del tercero en virtud de una relación de dependencia y de la acción de la pa-
psicoanálisis al indicar los fundamentos que definen la naturaleza espe- labra provista con un poder particular de verificación.28
cífica del inconsciente, instancia primordial del autoconocimiento psico- El proyecto psicoanalítico encuentra su mayor sostén en la particu-
analítico. El psicoanálisis ocupa una posición central dentro del pensa- lar relación que mantiene el sujeto consigo mismo, a saber, de la idea de
miento moderno no sólo porque explora una opacidad y un inconsciente que la sexualidad es el índice de la subjetividad, de la identidad verda-
que son causados por la manera en que el saber moderno fragmenta al dera de una persona. El vínculo entre subjetividad, verdad y sexualidad
hombre en procesos de vida, de trabajo y de lenguaje, sino también por- es la clave maestra del pensamiento freudiano. La capacidad de los de-
que el psicoanálisis está definido por esa manera. Cada uno de estos seos y de los actos sexuales para constituir los signos más reveladores
procesos tiene su propia historia, ajena al hombre .e independiente de él. de nuestra identidad profunda tiene su origen en una formación históri-
Los temas de la muerte, del deseo y de la ley, en cuyo interior se sitúa la ca muy antigua que ha hecho de nosotros sujetos que mantienen una re-
busca de inteligibilidad perseguida por el individuo a través del psicoa- lación particular con la verdad y con el sexo. No repetiré aquí los análi-
nálisis, son concomitantes y dependientes del modo en que el saber mo- sis de Foucault sobre la interrogación inicial de Platón acerca del "hom-
derno pinta al hombre con los grandes colores de la vida, del trabajo y bre de deseo", cortlo en El uso de los placeres, o bien el análisis contenido
del discurso. Al explorar estos temas psicoanalíticos, la cultura occiden- en La preocupación de sí mismo acerca de cómo en Roma se constituyó
tal se remite a los conocimientos de su saber antropológico con la conse- una cultura del sí-mismo. El deseo platónico de conocerse a sí mismo
cuencia, como lo ha.ce notar Foucault, de que dicha cultura "gira alre- unido a las prácticas de los epicúreos y de los estoicos instauró un régi-
dedor de la obra de Freud sin salir empero por ello de su disposición men del sí-mismo que, según Foucault, constituye una clase de "relación
fundamental".26 política permanente entre sí-mismo y sí-mismo" una "política del sí-mis-

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mo".29 En su forma antigua, el cuidado de sí mismo prefigura el desarro- nueva alteridad, e imita también el rito de la penitencia que pudo carac-
llo (en la época cristiana) de una hermenéutica del sí-mismo que refleja- terizarse como una forma de martirio la cual proclama la muerte simbó-
rá nuevas formas de poder, de saber y de relación del individuo consigo lica de una identidad caduca. La mortificación permanente que entraña
mismo. Si en su ejercicio, el poder pastoral cristiano tomó como blanco la práctica constante de la hermenéutica de sí mismo y del renuncia-
la sexualidad, lo hizo porque la naturaleza obstinada del sexo represen- miento a sí mismo hace de esa muerte simbólica un hecho cotidiano. To-
taba el signo de la decadencia del hombre. La obediencia a la autoridad, da verdad que tiene que ver con la identidad está vinculada con el sacri-
de la cual se suponía que debía. ayudar al hombre a superar esa deca- ficio de esa misma identidad, y donde mejor se afirma la experiencia
dencia, implicaba una busca de la verdad: no sólo de las verdades gene- cristiana de la subjetividad es en la ruptura de uno .consigo mismo, en el
rales de la fe sino también de las verdades propias del alma de cada in- testimonio de que uno ha cesado de ser el que es.ss Las técnicas moder-
dividuo. Esta voluntad de sacar a la luz la verdad personal tuvo como nas han favorecido la aparición de un sí-mismo positivo; al tiempo que
consecuencia el desarrollo de una técnica de descubrimiento del sí-mis- el individuo reconoce esa aparición, se ata a una identidad que le sumi-
mo. Dicha voluntad implicaba una lucha permanente contra el Enemigo nistran las categorías de la ciencia psicológica y psicoanalítica, así corno
"que se oculta bajo las apariencias de sí mismo" y elige el error como las disciplinas normativas que derivan de esta ciencia. En consecuencia,
· modo de acción sobre el individuo.so La tarea infinita de examinarse uno el individuo se convierte, lo mismo que Edipo, en la víctima de su propio
mismo iba acompañada por confesiones regulares a otra persona, por la conocimiento de sí mismo. Para Foucault, éste es un hecho de la mayor
verbalización de los pensamientos que constituía otro medio de hacer importancia política porque el sujeto positivo de la época moderna se
una división entre pensamientos buenos y malos, si por "malos pensa- modela independientemente de toda preocupación ética o estética. Si de-
mientos" se entiende aquellos que tratan de sustraerse a la claridad de bernos guardar cierta distancia crítica respecto de la urdimbre moderna
la expresión pública.si Esta técnica tuvo el principal efecto de producir de "poder-saber-subjetividad" a fin de elaborar una nueva política de no-
una forma única de subjetividad. El individuo está relacionado consigo sotros mismos, el elemento clave de nuestra campaña será el esfuerzo
mismo como con un texto oscuro que exige una interpretación perma- que hagamos para formar un modo de ser ético del sujeto. En la época
mente por obra de prácticas cada vez más elaboradas de atención, de que es la nuestra eso implica especialmente que definamos un conjunto
cuidado y de verbalización. Es en el alma donde reside la verdad, de de relaciones nuevas entre nosotros mismos y los saberes modernos.
suerte que respecto de ella pueden articularse discursos verdaderos.
La época moderna no abandonó el régimen cristiano de poder pas-
toral y de descubrimiento de sí mismo. En efecto, en el siglo XVI se inicia 2. La ética de Foucault
un "período que se caracteriza, no por el comienzo de una descristia-
nización, sino por la instauración de una cristianización en pro- La ética filosófica que propone Foucault -su estética de la existen-
fundidad"'.a2 La manera en que Freud interpreta el Edipo de Sófocles cia (bios)~ es su manera de resistirse a ese régimen de relaciones entre
atestigua la transformación de este conflicto espiritual en la práctica saber, poder y subjetividad, régimen que se instaura paralelamente a
cristiana. Y ciertamente se trata de una transformación. Mientras el una hermenéutica del sí-mismo que se considera corno el lugar de en-
conflicto permanente que se d.a en el alma entre la gracia de Dios y las frentamiento entre la vida (zoe) y la muerte. Como Foucault lo sugería
tentaciones del Demonio anticipa el conflicto moderno entre la vida y la en el último curso que dedicó al arte de decir la verdad (parrhesia) en
muerte, la inmortalidad cristiana queda suplantada por la participación los griegos, la belleza de esta existencia radica en la armonía que el in-
del hombre en un proceso de vida cuyo juicio final sobre el individuo es dividuo crea entre sus palabras y sus actos.34 Como lo pensaban los cíni-
siempre la muerte. Igualmente significativa es la transformación pro- cos, a quienes Foucault prodigaba gran admiración, es la creación de
ducida en la época moderna por el rechazo del ascetismo cristiano que "otra vida" lo que resulta digno de recordarse, no porque ella se confor-
no puede separarse del modo en que el cristianismo encara la relación me a un orden ideal y necesario, sino porque da forma a una presencia
con uno mismo. Las prácticas cristianas implicaban renunciar a toda partiendo de una multiplicidad de verdades que el individuo afronta
expresión de sí mismo. Para los cristianos, las verdades de sí mismos personalmente. No es la expresión de las doctrinas filosóficas lo que
eran siempre precarias pues estaban siempre vinculadas con la lucha cQnstituye el centro de este ethos filosófico, de este compromiso "parrhe-
que el alma entablaba contra el mal que moraba en ella misma. No po- · siástico" en la historia; respondiendo a la crisis de una política de en-
día existir firme obediencia a un sí-mismo positivo pues no existía una frentamiento entre vida y muerte, es la práctica de una interrogación
verdad del sí-mismo que no pudiera ser utilizada por el Gran Falsifica- ética y de una constitución del sí-mismo según el modo ético lo que defi-
dor para extraviar y atrapar al alma. La relación que el individuo man- ne toda una serie de oposiciones nuevas en el caso de una decisión mo-
tiene consigo mismo imita la ceremonia del bautismo, por cuanto éste ral y política. Así corno en el pasado Foucault había puesto en tela de
constituye un abandono de la identidad antigua en provecho de una juicio la validez de la simple alternativa entre locura y razón, liberación

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y represión, ahora critica la reducción de la experiencia a una lucha en- aprehensión debe uno buscar? ¿Qué modo de subjetivación debe adoptar
tre la vida y la muerte. el pensador? 3) Según qué metodología debe realizarse la busca de este
Si bien Foucault no desarrolló la cuestión de la ética sino en sus úl- modo de aprehensión. ¿A qué práctica de ascetismo debe uno someterse
timos escritos, el problema moral constituye una preocupación constan- a fin .de poder pensar de manera diferente? 4) ¿Cuál es la finalidad que
te en toda su obra. A través de todo su pensamiento siente uno vibrar la se persigue en virtud de la definición de la sustancia del modo de subje-
idea -la formula por primera vez en 1962- de que en la época moder- tivación y de la práctica del ascetismo? Al escrutar estas preguntl,ls en
na "la razón deja de ser para el hombre una ética y se convierte en una el curso de su obra, Foucault logró elaborar una vasta creación ética so~
naturaleza". Como lo hace notar en Las palabras y las cosas, el pensa- bre la actividad del pensamiento mismo. Se puede decir que así compu-
miento moderno nunca fue capaz de proponer una moral.36 Los últimos so un tratado de ética, sólo que no en el sentido en que se trataría de
libros de Foucault se refieren a este fracaso al declarar que el pensa- exponer las líneas generales de un código de pensamiento o hasta, ante
miento y el saber son actividades que hay que someter a una interroga- · todo, un modelo ejemplar de indagación. El tratado ético de Foucault,
ción ética para comprender cómo se constituyeron y para sobrépasar los tal como lo ofrece en sus escritos, es una práctica que enseña a sus lec-
límites de la configuración de poder que les es propia: Es precisamente tores la responsabilidad ética de la investigación intelectual. Foucault
esta perspectiva ética la que permite a Foucault "volver a colocar el ré-' no les impone una conducta, sino que les muestra cómo pueden escapar
gimen de producción de lo verdadero y de lo falso en el centro mismo d~t de un medio intelectual que no tiene su fuente en la interrogación ética.
análisis histórico y de la crítica política".36 El esfuerzo que hace Foti- Al practicar esta ética Foucault nos muestra cómo podemos tener acceso
cault para liberar la reflexión ética de su dependencia moderna respecto a nuevas responsabilidades y cómo podemos asumirlas colectivamente.
del saber hace de su obra una contraética, una "ética del conocimiento" El dominio, o la sustancia, de la ética foucaultiana está constituido
que "sólo promete la verdad al deseo de la verdad misma y únicamente por las prácticas de que derivan los problemas que, de manera explícita
al poder de pensarla". Su interrogación ética no es solamente un aná- o implícita, ponen por obra (en materia política y moral) el ejercicio del
lisis de las verdades que determinan nuestras condiciones morales y un discernimiento y de la decisión. La época moderna, al rechazar la expe-
análisis del deseo que tenemos de tales verdades; es un modo de consti- riencia moral con el pretexto de que ésta representaba o bien una res-
tución del sí-mismo, un proceso en el cual "el individuo circunscribe la puesta a la revelación religiosa o bien un compromiso con una tarea es-
parte de sí mismo que constituye el objeto de esta práctica moral, define tética, sometió al contexto de los saberes verdaderos la expresión de la
su posición en relación con el precepto que sigue, se fija cierto modo de conducta moral. Fo~cault problematiza esta expresión de la modernidad
ser que valdrá como realización moral de sí mismo y para hacerlo así al examinar los diferentes saberes que son esenciales en el caso de la re-
obra sobre sí mismo, se empeña en conocerse, se controla, se experimen- flexión moral: la biología, la psicología y la medicina, así como las cien-
ta, se perfecciona, se transforma".s1 cias que orientan la empresa cognitiva y las técnicas de la relación que
Este esquema de interrogación ética es la culminación de un largo el hombre mantiene consigo mismo. En la base del modo en que Fou-
período de gestación y atestigua la manera en que se estableció la rela- cault circunscribe la sustancia que debe someterse a la interrogación
ción de Foucault con toda su obra y con el deseo que la informa. Cuando ética está la comprobación de que la constitución de un dominio aten-
en 1963 Foucault estudia al novelista Raymond Roussel, se siente fasci- diendo a valores verdaderos o falsos no es ni menos importante ni me-
nado por el último acto del autor quien lega a la posteridad un volume11 nos peligrosa de lo que fue la aparición de discursos que definían la divi-
en el que pretende explicar las técnicas y los fines de su prosa oscura. sión entre lo sagrado y lo profano, los elegidos y los condenados, el bien
En realidad, afirma Foucault, la última obra de Roussel es menos la re- y el mal. La sustancia ética del tratado de Foucault define un campo de
velación de un secreto que la manifestación de la "verdadera fuerza análisis que permite superar el dualismo de teoría y práctica. Ese cam-
subterránea de la cual surge el lenguaje".38 Las últimas obras de Fou- po de análisis está constituido, no por las instituciones, las teorías o las
cault expresan una lección análoga. El proyecto y las categorías que ideologías, sino por las prácticas, las relaciones discursivas y extradis-
Foucault define son la culminación de sus anteriores esfuerzos. La fuer- cursivas que rigen el programa de conducta de la empresa intelectual,
za subterránea que se revela allí es un movimiento hacia una ética de de la acción práctica y de la constitución de sí misma que se da una cul-
pensamiento. Lejos de ser el fruto del azar, los diversos modos por los tura. Ya se veía perfilar la perspectiva ética en el interés que Foucault
que Foucault experimentó el pensamiento participan del mísmo proyec- dedicaba al funcionamiento de los ejes, es decir, al análisis de lo que
to dinámico. Los componentes de su esquema ético reflejan las cuatro efectúa (y no interpreta) el saber, a las modalidades en virtud de las
artes de la interrogación que Foucault no cesó de practicar a lo largo de cuales se construye (y no se representa) el poder, a la manera en que el
todos sus escritos. 1) ¿Qué es necesario pensar hoy, en oposición a lo que individuo inventa (y no descubre) su relación consigo mismo. La investi-
la tradición considera digno de ser pensado? ¿Cuál debe ser la sustancia gación filosófica se hace sustancialmente ética, en el sentido foucaultia-
del pensamiento? 2) Cuando se examina este dominio, ¿qué modo de no del término, cuando dicha investigación se interesa por las problema-

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tizaciones que debe afrontar una cultura como consecuencia de la inte- que debemos encontrar un nuevo modo de relación con los saberes mo-
racción de sus prácticas, es decir, de sus tipos de saber, de sus estrate- dernos. Sobre el fondo de vastos proyectos de investigación y de evalua-
gias políticas y de sus estilos de vida personal. Aquello en lo que se con- ción, Foucault instauró una ética de la responsabilidad, responsabilidad
centra un análisis de la sustancia ética es el pensamiento que responde respecto de las verdades que enunciamos, de las estrategias políticas en
a esas problematizaciones o que penetra esas prácticas, con la condición que esas verdades entran y de las relaciones con nosotros mismos que
de que se entienda por pensamiento "la manera en que la gente comien- nos hacen o bien conformarnos a las configuraciones existentes o bien
za a prestar atención a un problema o en que comienza a inquietarse resistirnos a ellas. Se trata de una ética que aparece en el momento
por esto o aquello, por ejemplo, por la locura, por el crimen, por el sexo, oportuno para ayudarnos a exigir el retorno de las responsabilidades
por ella misma o por la verdad".39 morales del pensamiento. Creo que la ética de pensamiento tal como la
El segundo componente de la interrogación ética de Foucault, su practica Foucault explica en gran parte el interés que suscita hoy en to-
modo de subjetivación, deriva del tipo de clarificación que persigue di- dos los ámbitos. Por más que sus comentaristas estén en desacuerdo con
cha interrogación. Aquí es central el debate que Foucault instauró con él, la atención que prestan a su obra indica que todos aspiran a una
Kant, pues los análisis de Foucault desnaturalizan o historicizan las práctica de pensamiento que ponga de manifiesto la dimensión ética de
grandes preguntas de Kant sobre el saber. No "¿Qué puedo 'conocer?", si- la razón.
no "¿Cómo se produjeron mis preguntas? ¿Qué ha determinado el éami- La ética de Foucault nos invita a la sabiduría, una sabiduría que
no que sigue mi conocimiento?" No "¿Qué debo hacer?", sino "¿Qué es Id consiste no sólo en desprendernos de ciertos sistemas de pensamiento y
que me situó donde estoy para aprehender lo real? ¿Cómo las exclusio- de acción, sino también en romper nuestro silencio ante el sufrimiento
nes operaron de manera que definen para mí la esfera de la obliga- que es la triste suerte de nuestra época. Si la arqueología llegó a ser
ción?". No "¿Qué puedo esperar?", sino "¿En qué luchas estoy envuelto? una metáfora estimulante para el pensamiento, ello se debe en parte a
¿Qué define los parámetros de mis aspiraciones?". La finalidad a la que que nos dio la impresión de que se aplicaba por lo menos a analizar las
apunta Foucault al transformar estas preguntas es liberar el pensa- fuerzas subterráneas que hacen irrupción en nuestra época.
miento de las estructuras formales para situarlo en un campo histórico La manera en que, en la época moderna, pretendemos conocer la
en el cual el pensamiento enfrentará lo singular, lo contingente y lo ar- realidad humana y queremos perfeccionarla tuvo consecuencias trági-
bitrario que obran en lo que se presenta como universal, necesario y cas, consecuencias que escarnecieron esa pretensión y esa voluntad. Al
obligatorio. "En suma, el problema es transformar toda la crítica desa- justificar las gigantescas técnicas destinadas a producir un hombre nue-
rrollada en la forma de una limitación necesaria en una crítica práctica vo, las ciencias humanas han podido dar la impresión de que se volvían
que asuma la forma de una transgresión posible."4o El ascetismo que ca- contra el ser humano. Y tal vez la filosofía haya hecho lo mismo. Otrora,
racteriza el tratado de ética de Foucault ya está presente en el modo el filósofo ensefiaba a los hombres con el ejemplo de su propia vida a so-
riguroso de cuestionamiento que él practica cuando utiliza el método ar- portar la muerte, pero en nuestra época con demasiada frecuencia el
queológico-genealógico para analizar las formaciones discursivas, los papel del filósofo consiste en ensefiarles la sabiduría superior que es
dispositivos de "poder-saber" y los sistemas éticos. La arqueología y la aceptar la matanza de los hombres en nombre de la verdad. 41 Ese es el
genealogía ponen de manifiesto la responsabilidad que tenemos en sos- servicio imperdonable que los pensadores de profesión han prestado a
tener ciertos discursos dominantes. Foucault redefine el campo de la nuestra época al justificar el rebajamiento, el encierro y el homicidio de
crítica y la hace pasar desde una esfera que se enuncia atendiendo a re- gente inocente, homicidio que suscitó en Foucault un horror que a veces
presiones identificables y a programas específicos de liberación hacia un vemos aflorar en la violencia de una imagen o en la estridencia de una
espacio histórico que está en perpetua mutación y en el cual el poder formulación. La estrategia que Foucault eligió para resistir a este mal
tiene la aptitud para penetrar los saberes y los proyectos más nobles. La es una ética de pensamiento compuesta por una serie de preguntas; al
ética de Foucault es una crítica permanente que tiende a asegurar el formularlas el individuo manifiesta que acepta su responsabilidad ética.
ejercicio continuo de la libertad. Porque, en realidad, la finalidad de es- La práctica de esta ética quebranta la solidez de nuestro mundo y de
ta ética es ciertamente la libertad. Foucault comprendió que nosotros nuestra historia, a la manera de un sueño o de una obra literaria su-
nunca podríamos escapar definitivamente de las condiciones en que se rrealista.
sitúan las relaciones entre saber, poder y sí-mismo, y sin embargo esta-
ba convencido de que ninguna configuración particular era necesaria o
intransformable. El que antes proclamara la muerte del hombre nos da 3. Una visita a Auschwitz
hacia el fin de su vida este consejo: debemos liberarnos de esas relacio·
nes con nosotros mismos que nos legaron las tecnologías occidentales Cualquiera que sea la manera en que los futuros lectores de Fou-
del desarrollo del sí mismo. Algo que implica este consejo es el hecho de cault juzguen su herencia, su pensamiento habrá hecho sin duda más

266 267
difícil a sus contemporáneos pensar de conformidad con un modo no his- rriente es o bien tildarla de hipocresía o bien ver aquí un mecanismo de
tórico, no político, aético, en suma, pensar de manera irresponsable. Pa- defensa psicológica destinado a ocultar al propio orador el horror abso-
ra terminar esta contribución mía me ' gustaría ir más allá de mi formu- luto de los. hechos que él mismo revela. 46 La obra de Foucault constituye
lación muy general de la ética de Foucault y sugerir una dirección en la una crítica implícita a este modo de explicación y determina un cambio
que su obra puede utilizarse para seguir la historia del presente en el de perspectiva promisorio para futuras investigaciones; ese cambio es el
sentido en que lo indicaba la última parte de La voluntad de saber, es estudio del nazismo, no tanto como una forma de nihilismo, sino en la
decir, un análisis del período nazi. La tendencia (ya sea la de la opinión medida en que el nazismo representa una ética inteligible. Partiendo de
pública, ya sea la que resulta de un examen minucioso) es ver en la bru- lo que la obra de Foucault nos deja entrever me contentaré aquí con
talidad del pensamiento y de los actos nazis una ·r enuncia a la moral mencionar sólo una de las posibles maneras de abordar esta ética.
misma. Tal vez George Steiner sea el defensor más encarnizado de este Uno de los problemas más desconcertantes para quien trata de
punto de vista. Tomando como punto de partida una observación de comprender el período nazi es la relación que pueda haber entre esos ac-
Hitler, quien un día declaró que: "la conciencia es una invención judía"¡ tos violentos y la tradición moral y religiosa de la cultura alemana pre-
Steiner explica la Shoah como una rebelión asesina contra los tres ele· hitleriana. No repetiré aquí los análisis que o bien afirman la discon-
mentos que para la cultura occidental cobran cuerpo en la conciencia ju- tinuidad radical o bien ven en todo el proceso cierto grado de . conti-
día: el monoteísmo bíblico, la enseñanza ética de Jesús y el so~ialismo nuidad. Creo que el esquema de análisis ético que propone Foucault
mesiánico de Marx.•2 Esta interpretación establece que el nazismo deci- puede representar una ayuda preciosa para descubrir ciertos rasgos que
dió hacer de la inmoralidad misma su nuevo código de conducta. La fi- caracterizan la transformación de una ética fundada en la religión en
nalidad de este tipo de análisis es apaciguar en nosotros la angustia que una ética nazi poscristiana. Me atendré también aquí al ejemplo de
tal vez experimentemos por tener alguna afinidad moral con el reino de Himmler, pero sin intención de limitar únicamente a él estas ideas. Sa-
muerte de los nazis. Si los actos sangrientos cometidos por los nazis bemos cuál era la sustancia de la ética himmleriana: la existencia de
muestran todo el mal que impera en dicho reino, entonces la fidelidad una lucha entre la vida y la muerte (der Kampf auf Leben und Tod) que
que proclamamos a valores morales debe mostrar que somos los ciuda- oponía el vigor de la sangre nórdica a la degeneración morbosa repre-
danos de una república en la que reina el bien. Más recanfortante es oír sentada por las razas inferiores. Lo que estaba en juego era el avance de
la afirmación que el prisionero de un campo de concentración había re- la vida o la muerte del pueblo (Volkstod). "Nosotros teníamos el derecho
tenido de su guardián: -"Hier ist kein warum". Aquí no hay ningún moral, teníamos el deber ante nuestro pueblo de matar a ese pueblo que
porqué- que interrogarse sobre la inteligibilidad del nazismo como éti- quería nuestra muerte".47 Y como reflejo de la exigencia de Hitler (quien
ca. Y sin embargo ante el deber de semejante interrogación, la obra de deseaba que el nacionalsocialismo fuera un "homenaje a la razón" y afir-
Foucault se aparta del pensamiento contemporáneo. maba que "únicamente la razón debía tener la última palabra"), el modo
La ética según Foucault nos permite considerar seriamente este de subjetivación de Himmler se refería a las leyes de la historia natural
hecho afligente: muchos de quienes participaron en esos crímenes se tal como las había revelado la ciencia de las razas. 48 La ética del nacio-
consideraban como modelos de virtud. Eran muchos aquéllos a quienes nalsocialismo es considerada una forma de biología aplicada. El ascetis-
Hitler representaba cuando éste afirmaba que "sólo el pueblo alemán mo de la ética himmleriana no consistía tan sólo en la rigurosa discipli-
hizo de la ley moral el principio que guía la acción".•a Acaso el ejemplo na de formar a los SS, disciplina que hacía del deber y de la obediencia
más infame de esta reivindicación de una dimensión moral nos está dado las primeras virtudes, sino que se traducía también en la práctica de
por un discurso que Heinrich Himmler pronunció el 4 de octubre de 1943, matar como imperativo moral destinado a valorizar la vida biológica. Se
en Poznan, Polonia, ante los jefes de los SS. Habló sin ambages del ho- trataba de una eugenesia válida sólo para un grupo racial que entraña-
rror del genocidio: "La mayor parte de ustedes sabe lo que significa ver ba para los demás la "eutanasia". Y la finalidad suprema de todo esto
un centenar de cadáveres --o quinientos o mil- yaciendo unos junto a -finalidad a la que estaba sometido hasta el mismo antisemitismo--
otros". Luego Himmler agregó: "No haber cejado por eso y, salvo algunos era la purificación biológica definitiva de la historia, era una revitaliza-
casos de debilidad humana, haber conservado toda nuestra dignidad ción de la vida misma, su triunfo sobre la muerte. 49
[anstiindig geblieben zu sein] ha hecho de nosotros hombres duros" ... En cada uno de los componentes de la ética nazi se podrían encon-
Himmler desarrolló luego el tema de la dignidad y alabó las virtudes de trar elementos correspondientes a ciertos valores religiosos y humanis-
los SS: su lealtad (T'reue), su obediencia (Gehorsam), su valentía (Tap- tas de la Alemania prenazi; sólo mencionaré uno que define el telos de
ferkeit), su buena fe (Wahrhaftigkeit). Que el nazismo haya destruido a esta ética, a saber, la aspiración a una purificación de la vida. A no du-
millones de seres humanos no impide que Himmler declare: "Nuestro darlo, esta aspiración tenía vigorosos fundamentos religiosos.60 Cuando
ser profundo, nuestra alma, nuestro carácter interno no se ha visto le- se consulta el diario que llevaba Himmler en sus comienzos advierte
sionado". 45 Ante semejante proclamación de forma moral, la reacción co- uno que en él se produjo una transformación, que Himmler pasó de un

268 269
ideal de pureza religiosa a la vocación nazi de purificación de la raza. a poner en duda los grandes argumentos trágicos que se nos han incul-
No cabe sorprendernos, atendiendo a los análisis foucaultianos, al ente- cado: establecer que la historia y la política son una lucha entre la vida
ramos de que esa transformación fue el fruto de la lucha con la sexuali- y la muerte, alabar la atracción de los programas revolucionarios de li-
dad.51 Al desplazar nuestras preguntas desde la dimensión de los códi- beración del hombre, instaurar proyectos científicos para reformar y
gos morales a la de la formación ética, Foucault nos permite captar el purificar al hombre. A lo largo de las páginas intensas de Vigilar y cas-
proceso de elaboración de la relación con uno mismo y ver que ciertas tigar, en las que Foucault describe las pestes como una forma a la vez
obligaciones morales subsisten en el carácter de Himmler, aun cuando, real e imaginaria del desorden, que produce sueños de purificación y
según parece, se trata de una inversión total en el nivel del principio dispositivos disciplinarios destinados a transformar esos sueños en rea-
moral enunciado. A no dudarlo la pérdida de la convicción religiosa en lidad, Foucault vuelve a poner en duda el carácter natural de nuestras
Himmler señala el fin de su larga lucha con los criterios católicos de pu- aspiraciones intelectuales y morales.55 Como sabemos, la indagación de
reza sexual. Pero ese fin no es más que el comienzo de una transferen- Foucault no implicaba la busca de una razón pura. No hay ni estabili-
cia de ese ideal moral a un programa racial y es el comienzo de un modo dad ni pureza en el modo en que nace y opera el pensamiento que le in-
, de problematización ética que habría de subsistir aun cuando los princi- teresaba a Foucault. En resumen, Foucault logró alcanzar el objetivo
pios estuvieran completamente transformados. Si la lucha de Himmler que había alcanzado en su lección inaugural del Colegio de Francia, a
con la sexualidad se había entablado antes sobre la base de la alternati- saber, "introducir en la raíz misma del pensamiento el azar, lo disconti-
va entre salvación y condenación, en el Himmler de la madurez domina- nuo y la materialidad".15S Trátase de la práctica de una razón impura y,
ría el conflicto entre pureza y degeneración racial. Poco a poco los judíos como ya lo indiqué más arriba, de un vuelco de las grandes cuestiones
llegaron a encamar para él la sexualidad contra la que había entablado kantianas.
su primera lucha. Esta metamorfosis producida en la trayectoria moral Si los filósofos a menudo pensaron que su tarea era hacer que la
de Himmler iba a tener en la historia un impacto de sufrimientos sin existencia humana no estuviera crudamente expuesta a lo contingente,
precedentes. Verdad es que la elaboración de la ética himmleriana no es entonces se puede decir que Foucault trató de quitar a los hombres esa
más que un aspecto de una serie de transformaciones históricas mucho seguridad. No cabe dudar de que su obra nos arrastra hacia una zona
más .importantes. La obra de Foucault, especialmente su análisis de la mucho más peligrosa y amenazadora que aquella que nosotros habríamos
biopolítica y su historia de la sexualidad, nos ofrece nuevas pistas de in- elegido por nuestra cuenta. Pero ésa es una zona que refleja la historia de
dagación, nuevos caminos que ahora deben ser explorados por otros. El nuestro presente. Y tal vez ese peligro y esa amenaza hacen eco a los re-
importante estudio que Robert Lifton dedicó recientemente a los médi- cuerdos que tiene Foucault de su niñez pasada en Poitiers: "La amenaza
cos nazis y a los investigadores nazis confirmó los análisis exploratorios de la guerra era nuestro telón de fondo, el marco de nuestra existencia;
de Foucault. Lifton no considera las implicaciones éticas de su conclu- luego vino la guerra. Mucho más que las escenas de la vida familiar, la
sión cuando afirma que el estado nazi era una "biocracia", inspirada en sustancia de nuestra memoria son esos acontecimientos relativos al mun-
una "teoría radical de la purificación biológica y hasta podría decirse do ... Pesaba una verdadera amenaza sobre nuestra vida privada. Tal vez
evolucionista".52 En esa biocracia la investigación biológica y médica lle- sea esa la razón por la que me fascina la historia y la relación que hay en-
gó a ser el instrumento capital de una nueva política de la vida y de la tre la experiencia personal y los sucesos de los cuales formamos parte".57
muerte. También puede uno así comprender esta observación de un ex Si al comenzar esta exposición recordé la visita que Foucault hizo a
médico nazi. "El nacionalsocialismo fracasó porque no pudimos desarro- Auschwitz se debe a que me impresiona comprobar con qué coraje -un
llar suficientemente la enseñanza de la biología, no pudimos impartir a coraje poco ordinario- Foucault se sumergió en los acontecimientos y las
la gente los necesarios conocimientos biológicos."63 La ética de pensa- contingencias impuras que modelaron nuestros sentimientos tocantes a
miento de Foucault contribuirá a que semejantes empresas racionales la vida y a la muerte. Pero esa inmersión en nuestra historia pútrida no
fracasen siempre. lo llevó a desesperar del pensamiento filosófico ni de la existencia huma-
na. La energía que atestigua su obra me recuerda la reacción del Aliosch-
ka de los Hermanos Karamazov cuando se encuentra con la chocante
* visión del cadáver en descomposición del stárets Zósima: "Alioschka per-
* * manecía de pie, con la mirada fija ante sí, cuando de pronto se lanzó de
En sus Memorias, Albert Speer describe el estado de espíritu que cara contra la tierra. No sabía por qué abrazaba la tierra. No habría podi-
permitió las monstruosidades conocidas por nuestra época: "Nunca se do decir qué era lo que lo empujaba tan irresistiblemente a besarla, a be-
nos ocurrió la idea de poner en duda el orden de las cosas".54 Una de las sarla. Pero la besó llorando, inundándola con sus lágrimas y juró apasio-
más importantes contribuciones de la obra de Foucault a la cultura con- nadamente amarla, amarla eternamente".5s Foucault aproximó la filoso-
temporánea es indudablemente la manera en que dicha obra nos alienta fía a la tierra ... para que la amáramos más.

270 271
Véase conferencia del 19 de febrero del975.
Notas 32
33 Véase "Omnés et Singulatim: vers une critique de la raison politique", Le Débat,
n 2 41, setiembre-noviembre de 1986, págs. 19-20 (traducción de Pierre-Emmanuel Sau-
1 París, Syros, 1985. El volumen toma como punto de partida la exposición "Foucault" zat); "Christianity and Confession", CUl'l!O de 1982 en la universidad de Toronto: "The
que se desarrolló en noviembre y diciembre de 1985 en el Espace Belle Ville. La fotografia discourse of self-disclosure", 15 de junio de 1982; "Sexuality and solitude", Humanities
a la que me refiero se encuentra en la página 90. in Review, nº 1, 1982, ,publicado con la dirección de David Rieff(Nueva York, Cambridge
2 La Volonté de savoir, París, Gallimard, 1976. El traductor de la edición inglesa omi- University Press, 1982), págs. 10, 15; L'usage des plaisirs, París, Gallimard, 1984, págs.
tió el término "biológico" en la expresión "umbral de modernidad biológico". 74-82.
3 "Lejeu deMichelFoucault", Ornicar? n2 10,julio de 1977. 34 Véase Discours and Truth: The Problematization of Parrehesia, notas del seminario
4 La gran excepción reciente a este silencio es el hermosísimo texto de Maurice Blan- desarrollado por Foucault, en el curso de otoiio de 1983, en la Universidad de California
chot, Michel Foucault tel queje l'imagine, Montpellier, Fata Morgana, 1986. ' (Berkeley); véase también Thomas Flynn, "Foucault as parrhesiast: his last course at the
5 John Boswell, "How the Greeks viewed sex", The Boston Sunday Globe, 20 de octu- College de France", Philosophy and Social Criticism, vol. XII, nº 2-3, verano 1987, págs.
bre de 1985, B 36. 213-229.
6 Richard Wolin, "Foucault's aesthetic decisionism", '.lelos nº 67, primavera de 1986, 35 Maladie mentale et Psychologie, París, PUF, 1962, pág. 103; Les Mots et les Choses,
pág. 84. . op. cit., 338-339.
7 Martha Nussbaum, •Affections of the Greeks" (reseiia de L'Usage des plaisirs)¡ 36 "Table ronde du 20 mai 1978", L'lmpoBBible Prison, publicado con la dirección de
'The.New York 1lmes Book Review, 10 de noviembre de 1985, págs.13-14. Michelle Perrot, París, Ed. du Seuil, 1980, pág. 48.
8 "Le retour de la, morale", entrevista de Foucault por Gilles Bernadette y André SCa, 37 L'Ordre du discours, París, Gallimard, 1971, pág. 48; J:Usage des plaisirs, op. cit.,
la, publicada en Les Nouvelles, n 2 2937, 28 de junio a 5 de julio 1984, pág, 38. 1 pág. 35.
9 Les Mots et les Choses, París, Gallimard, 1966, págs. 368-370. 38 Raymond Roussel, París, Gallimard, 1963, pág.14.
10 La '\.VlonM de 'savoir, op. cit., pág, 206. S9 Discourse and '.lruth, op. cit., pág. 48; véase "Polemics, politics and problematiza-
11 "Le retour de la morale", artículo citado, pág. 41. tions", The Foucault Reader, pág. 390; sobre la noción de prácticas según Foucault, véase
12 lbfd. "Table ronde du 20 mai 1978" L'lmpossible Prison, op. cit., págs. 40-56.
13 "Politics and ethics: An interview" (1983) en The Foucault Reader, obra publicada 40 "What is Enlightenment?", The Foucault Reader, pág. 45.
con la dirección de Paul Rabinow, Nueva York, Pantheon, 1984, pág. 375. 41 Véase el texto de Foucault, "La grande colllre des faite", en S. Bouscasse y D. Bour-
14 Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 289-291. , gois (ed.), Faut-ü brfller les nouveaux phüosophes?, París, Nouvelles Editions Oswald,
15 S. Freud, Das Unbehagen in der Kultur, en Gesammelte Schriften, tomo XII, Viena, 1 978, págs. 65-66.
lnternationaler Psychoanalytischer Verlag, 1934, pág. 89. , 42 George Steiner, In Bluebeard's Castle: Some Notes 7bwar:ds the Redefinition ofCul-
16 Les Mots et les Choses, op. cit., pág. 386, •christianity and Confession", conferencia ture, New Haven, Yale University Presa, 1971.
pronunciada por Foucault en noviembre de 1980 en el Dartmouth College. Es en su pri- 43 Hitler's Secret Conversations 1941-1944, Nueva York, Octagon Books, 1976, pág. 6.
mer libro, Maladie mentale et personnaliM (París, PUF, 1954, pág. 41) en donde Foucault « Discul'l!O de Himmler en 'lrial ofthe Major War Criminals Befare the lnternational
critica la pulsión de muerte descrita por Freud y su dependencia respecto de la biología. Müitary 'IHbunal (Juicio de los principales criminales de guerra ante el tribunal müitar
17 . Foucault, "Deux ess&is sur le sujet et le pouvoir" en Hubert Dreyfus y Paul Rabí- internacional). vol. XXIX, Nüremberg, 1948, pág.145. Sobre expresiones similares, véase el
now, Michel Foucault, Un parcours phüosophique, traducción francesa de Fabienne Du- discurso que pronunció Himmler dos días después, en Himmler Discours secrets, París,
rand-Bogaert, París, Gallimard, 198-f, pág. 302. Gallimard, 1978, pág.159-184.
18 Herculine Barbin elite Alexina B., obra publicada con la dirección de M. Foucault, 45 7rial of the Major War Criminals, op. cit., vol. 29 pág. 146. "Und wir haben keinen
París, Gallimard, 1978. Schaden in unserem lnneren, in unserer Seele, in unserem Charakter daran genommen~.
19 "Deu:x essais sur le sujet et le pouvoir", art. citado, pág. 302. 46 El libro de Saul Friedlilnder, Reflets du nazisme, París, Ed. du Seuil, 1982, es un
20 Véase la descripción que hace Foucault de sus cul'l!Os durante aquellos aiios enAn- ejemplo de este procedimiento.
nuaire du Coll~ge de Frana? n 2 76, págs. 361-366; 78, págs. 445-449, 79, págs. 367-372. 47 Trial of the Major War Criminals, op. cit.,, vol. XXIX, pág. 146. "Wir hatten das mo-
21 Annuaire du Coll~ge de France, n 2 80, 1980, págs. 449-452. . ralische Recht, wir hatten die Pfiicht gegenüber unserem Volk, dieses Volk, das uns um-
22 S. Freud, La interpretación de los sueños (me refiero a la Standard Edition, vol. IV, bringen wollte, umzubringen."
presentada por James Strachey, Londres, Hogarth, 1973, pág. 262)., 48 Hitler's Secret Conversations, op. cit., págs. 33, 578. Se encontrará un estudio de las
23 "Introduction to Pfister's The Psycho-Analytic Method" (1913), en The Standard pretensiones científicas del nacionalsocialismo en Daniel Gasman, The Scientific Origins
Edition, vol. XII, pág. 329. ofNational Socialism, l.cmdres, MacDonald, 1971 . Una de las utilizaciones más promiso-
24 Naissance de la clinique: Une archeologie du regard médical, París, PUF, 1963, rias de la ética de pensamiento foucaultiana será el análisis de la aplicación de ciencias
págs.154,200. · t ales como la biología y la genética en los programas políticos del nacionalsocialismo.
26 Véase Histoire de la folie a l'iige classique, París, Gallimard, 1972, págs. 523-530. 49 Véase Discours secrets, op. cit., págs. 204 y 54-55.
26 Les Mots et les Choses, op. cit. pág. 372. 50 Entre otros estudios, véase el volumen publicado con la dirección de Michel Adam,
27 Introducción de Foucault a la edición inglesa de Herculine Barbin, Nueva York, Souillure et Pureté, Privat, 1982; Albert Sicroff, Les Controverses des status de pureté de
Pantheon, 1980, pág. XI. Véase también La volonM de savoir, op. cit., págs. 137-139, 91-94. sang en Espagne du XV au XVII siocle, París, Librairie Marcel Didier, 1960; Mary Douglas,
28 La VolonM de savoir, op. cit., págs.108-109. Purity and Danger, Nueva York, Preager, 1966.
29 Foucault, "A propos de la généalogie de l'éthique: un apercu du travail en cours", en 51 Bradley F. Smith, Heinrich Himmler, A Nazi in the MaJting, 1900-1926, Stanford,
Dreyfus y Rabinow, Michel Foucault. Un parcours phüosophique, op. cit., pág. 339. California, Stanford UniversityPress, 1971.
30 Foucault, "Le. combat de la chasteté", Communications, n2 35, mayo de 1982, pág. 62 Robert Jay Lifton, The Nazi Doctors: Medical Killing and the Psychology of Genoci-
23; CUl'l!O de 1980, conferencia del 26 de marzo. de, Nueva York, Basic Books, 1986, págs. 17, 483.
31 •Christianity and Confession", artículo citado.

272 273
5.1 !bid., pág. 133. Véase también el reciente artículo de Benno Müller-Hill, "Genetics campos de concentración habría provocado resistencias en el pueblo ale-
after Auschwitz", Holocaust and Genocide Studies, vol. n, nº 1, 1987, pág. 3-20. mán. El secreto sobre los campos de concentración sólo duró tres años.
M Inside the Third Reich, Nueva York, Avon, 1970, pág. 35.
Pero ¿cuál era verdaderamente el secreto? No era tan sólo el hecho de la
55 Surveüler et punir, París, Gallimard, 1975, págs. 199-201.
56 L'Ordre du discours, op. cit., pág. 61.
muerte. Foucault puede ayudar a responder en la medida en que inter-
67 "Michel Foucault: An interview", entrevista de M. Foucault por Stephen Riggins, el pela a nuestro ser en su condición de individuo moral.
22 de junio de 1982, en Ethos, vol. 1, n° 2, otoño de 1983, pág. 5.
68 F. Dostoievski, Los hermanos Karamázovi.

Reseña de las discusiones

André Glücksmann hace notar que en el discurso citado por James


Bernauer, Himmler dice también que los actos gloriosos de que se honra
la SS en los campos de la muerte no toleran la publicidad. El propio
pueblo alemán, por hitleriano que fuera, no soportaría semejante espec-
táculo. En otras palabras, la noche y la niebla son necesarias en la for-
mación de los campos de la muerte.
Aquí hay un problema de la visibilidad de lo intolerable. En la con-
dición de posibilidad de Auschwitz se presentan dos aspectos: la produc-
ción histórica del nazismo, por una parte, pero también la ceguera de
las autoridades de las potencias democráticas: el silencio del Papa, de la
Cruz Roja, de Roosevelt, de la comunidad judía norteamerieana, silencio
que permite que lo intolerable se realice.
También es un problema determinar en qué medida los discursos
democráticos idealistas y bien intencionados forman parte de las condi-
ciones que permiten el silencio y la ceguera ante lo intolerable. Esta
cuestión preocupaba a Foucault. No se puede responder diciendo que si
hubiéramos sido más democráticos no se hubiera dado el nazismo. La
cuestión de Foucault es más profunda que la cuestión del ideal: si el
ideal nos permite no ser nazis, el ideal permitió a otros serlo en "la no-
che y la niebla". La cuestión de Foucault respecto del nazismo no es so:
lamente la de las causas históricas de Auschwitz, sino también la de la
producción de la posibilidad del nazismo en las democracias bien inten-
cionadas. El pensamiento del universal no fue una de las condiciones
. del nazismo, sino que fue una de las condiciones de posibilidad de esa
producción, por la abstención, por el dejar hacer que dicha condición ha
permitido.
James Bernauer replica que el biologismo y el darwinismo son fac-
tores que explican el nazismo. Después de la segunda guerra mundial
ya no es posible hablar con un vocabulario biologizante pues éste ha
quedado completamente deslegitimizado. Pero esto no nos debe llevar a
olvidar que el desarrollo de las ciencias biológicas contiene todas las po-
sibilidades. Foucault nos enseña a hablar no de una nación en general,
sino de grupos diversos que se conciben en función de la situación gene-
ral. Las palabras de Himmler enseñan que la publicidad dada a los

274 275
1
Racionalidad, fuerza y poder_
Foucault y las críticas de Habermas
Dominique Janicaud
La cuestión de la fuerza o potencia puede considerarse por lo me-
nos en tres sentidos:
l. Puede tratarse de medir, de comprender, de dominar los inter-
cambios fisicoquímicos y energéticos, ya en el interior de un sistema da-
do, ya en un nivel macroscópico.
2. Puede tratarse de comprender y dominar los excesos de fuerza
en la esfera moral y política (los cuales se presentan en primer término
como violencia, exterior al discurso sensato, según la terminología de
Eric Weil).
Puede tratarse por fin de reflexionar sobre el papel de la fuerza
como tal, desde el punto de vista del individuo y de la sociedad, en rela-
ción con el acrecentamiento efectivo del potencial científico y técnico
desde los comienzos de la industrialización. Este es el punto de vista
inaugurado por Max Weber con el nombre de racionalizaci6n, pero que
puede y debe ser desarrollado más allá del campo etnosociológico del
propio Weber.
El debate que nos ocupará aquí es más limitado. Sin duda hay que
situarlo a partir de Nietzsche, quien meditó sobre el conjunto de las re-
laciones de fuerza y quien organizó su proyecto genealógico partiendo
del tercer punto de vista, es decir, de las formas históricas de domina-
ción por las cuales el hombre postula el crecimiento de potencia (ejerci-
da sobre la naturaleza y sobre la sociedad) como su único fin. Haber-
mas, por su parte, recurrió al concepto de Macht para discutir las tesis
de Michel Foucault y por eso da como título al capítulo X de su libro
Der philosophische Diskurs der Modernei "Las aporías de una teoría del
poder" (Machttheorie); pero la palabra Macht es ambigua pues designa a
la vez la fuerza y el poder. En francés, en cambio, si bien se puede ha-
blar de un pouvoir (poder) físico y de la puissance (potencia o fuerza) de
un rey, el término puissance se reserva preferentemente al primer senti-
do arriba indicado (o, en rigor de verdad, a las condiciones generales de
ejercicio del exceso de energía de la fuerza, de la dominación, etc.) en
tanto que el término pouvoir se utiliza para designar las formas juridi-
copqlíticas y morales especifu:adas. En verdad, Foucault se interesa por
'I
el poder (por sus aspectos, sus estructuras, sus reglas), no por la poten-
cia o fuerza en general (ni físicamente, ni metafísicamente). En Fou-
cault, encontramos, no una teoría de la potencia, sino los elementos de

279
una teoría del poder, puesto que Foucault responde explícitamente a las temporáneo que recientemente ha retomado esta cuestión con más mé-
'" siguientes preguntas: ¿por qué estudiar el poder? ¿cómo se ejerce el po- todo y que, sostenido por una obra ya considerable, emprendió una críti-
der? ¿en qué consiste el carácter específico de las relaciones de poder? ca sistemática de las posiciones de Foucault (y de su nietzscheísmo). Pa-
Foucault lo precisa: "... sólo existe el poder ejercido por los unos sobre los ra ser más claros, partiremos de esa crítica recientemente expuesta en
otros; el poder únicamente existe en acto por más que, desde luego, se los capítulos IX y X de Der philosophische Diskurs der Modeme, y des- J /
sitúe en un campo de posibilidad disperso que se apoya en estructuras pués de haberla resumido y analizado la cotejaremos con los textos (j.e l.~
permanentes" .2 sus "adversarios", Foucault y el propio Nietzsche. Este trabajo sobre los
Esta aclaración terminológica sólo tiene sentido referida a la elabo- textos permitirá retomar y examinar la única cuestión que no cesa d
ración filosófica de la comprensión (y de la inteligibilidad) del poder en ocupar a esos autores y a nosotros después de ellos: ¿qué racionalida·
el mundo contemporáneo, digamos~ desde un siglo atrás, desde la muer- hay en la potencia? ¿cómo concebir lo que entra en juego en esta rel
te de Nietzsche. Aunque sea específico, el estudio que hace Foucault de ción?
las formas de poder se inscribe en un proyecto que tiene su impulso y su
coherencia en su referencia a Nietzsche. Este "después de Nietzsche" no
ha de entenderse ni en un sentido puramente histórico ni simplemente La ambigüedad sist.emática del
biográfico, a pesar de los acentos personales que Nietzsche da a su pro- contradiscurso sobre el poder
clamación de Ecce Homo: "Llegará un día en que el recuerdo 'de un acon-
tecimiento formidable se vinculará con mi nombre, el recuerdo de una Casi al final de su libro, Habermas critica a Foucault·al término de
crisis única en la historia de la tierra, de la más profunda colisión de las una línea de personalidades cuyos grandes nombres fueron Hegel, .}os
conciencias, el recuerdo de un decreto dictado contra todo lo que se ha- hegelianos de derecha y de izquierda, Nietzsche, Horkheimer, Adorno,
bía creído, exigido y santificado hasta nuestros días. Yo no soy un hom- Heidegger, Derrida y Bataille. Y esto no deja de tener su significación:
bre, soy una dinamita".s el proyecto habermasiano se presenta explícitamente como una genealo-
Lo que para los contemporáneos no fue más que una provocación gía de la filosofía moderna y por lo tanto, en lo relativo a Foucault, como
arbitraria, síntoma de la inminente locura, asume para nosotros, a la la genealogía de una genealogía (si por lo menos aceptamos considerar
distancia de un siglo (jy qué siglo!), un peso angustioso: por supuesto, con Dreyfus y Rabinow -lo que hace Habermas-- que la arqueología
siempre se puede dudar de la verdad de las palabras de Nietzsche, pero foucaultiana se transforma en una empresa propiamente genealógica en
no se puede negar que en nuestra historia marcan una fractura conside- la década de 1970). . \
rable la cual afectó y no cesa de afectar el asentimiento a la verdad en Esta primera observación permite anticipar algo sobre el trabajo
sí, al sentido de ese asentimiento, es decir, a la voluntad de verdad. A de lectura realizado por Habermas: para él, parece tratarse menos de
partir de la segunda de sus Intempestivas, Nietzsche mostró que la bus- refutar tesis consideradas completamente erróneas que de analizar sus
ca sistemática de la verdad histórica no es más "inocente" que la busca ambigüedades y sus supuestos. El esfuerzo crítico se desarrolla pues con
de la verdad teórica; desde "Verdad y mentira en el sentido extramoral", una mezcla de simpatía y de irritación (mezcla en la cual termina por
Nietzsche interpretó la preocupación de verdad atendiendo al dominio imponerse la segunda) en dos capítulos que corresponden en general a
que el lenguaje da sobre las cosas, la generalización partiendo de la me- dos partes de la obra de Foucault (la cesura se sitúa entre Las palabras
taforización; remitió así la "verdad pura" a su contexto de eficacia relati- y las cosas y Vigilar y castigar, es decir, alrededor de 1970). Se trata de
va. Vuelco de la autofundación racional, partiendo del cual se articulará la empresa que tiende a. "desenmascarar" de manera racional y crítica
en Foucault el estudio de las formas de poder. Hagamos una aclaración las ciencias humanas (capítulo IX) y las aporías de una teoría del poder
terminológica suplementaria sobre este punto: así como Foucault prefie- (capítulo X). Dichas aporías, en gran parte conscientemente captadas
·re el término "poder" al de "potencia", habla también de discurso antes por Foucault, explican dificultades inherentes a la primera parte de la
: que de r acionalidad: "Creo que la palabra racionalización es peligrosa. obra. Habermas se propone pues redoblar los esfuerzos críticos ya reali-
Lb que hay que hacer es analizar racionalidades específicas en lugar de zados por Foucault tocantes a su propia obra; pero quiere hacer ese es-
1 invocar sin cesar los progresos de la racionalización en general". 4
Luego comprenderemos mejor el sentido de esta advertencia. Para
fuerzo aun más radicalmente, tan radicalmente que por último parece
imponerse otra teoría.
comprenderlo no hay otro medio que el de desanudar los hilos del deba-. Vayamos directamente a la médula de la objeción. Esta señala una
te que se ha impuesto como el debate más urgente, el más decisivo en "ru!!bi~~n:~:,má~<;:" (llamada también "enlace paradójico") entre
nuestro siglo que termina: el debate que atañe a la racionalidad de la el enfoqu ' · y sta positivista, por un lado, y la pretensión crí- J ..,\
fuerza o potencia cuando lo racional confronta sus antiguos ideales con tica y metateórica, por otro lado.s Esta "ambigüedad sistemática" se des-
las formas más recientes de sus poderes. Habermas es el filósofo con- pliega en toda la obra, como veremos, pero tiene su fuente en el concep-

280 281
to mismo de poder que guía más especialmente las indagaciones de Fou- hasta "positivista", según el propio Foucault que se proclama "positivis- ) .
cault en sus últimos años. "Ambigüedad sistemática" evidentemente ta feliz"9) no dispensa (dentro del dominio de las ciencias humanas y
quiere decir mucho más que fluctuaciones entre lo empírico y lo meta- menos aun dentro de su "arqueología") de presentar un certificado de
empírico o hasta que una ambivalencia de hecho, debida ya a desli- objetividad del mismo tipo que el que se presenta en las ciencias exac-
zamientos no controlados de un nivel a otro, ya a una especie de gusto tas. Por eso Habermas cree que puede articular tres críticas contra las
literario por el doble juego. "Ambigüedad sistemática" quiere decir cier- "grandes indagaciones" de Foucault: la actualiza · (que Ha-
tamente que uno comprueba un "papel doble", desconcertante y hasta bermas llama Priisentismus), el relativismo e "criptongr.mativismo_:.10
irritante, del concepto de poder al cual se le asigna la doble función de Examinemos en primer lugar e ~o~abeirnas llama
ra y de instancia de regulación. Pero esa expresión quiE así a un comportamiento metodológico que Foucault pretende eliminar

~
,sobre todo lo que permite ese doble juego al unir por fuerza el "pensa- pero que en modo alguno logra evitar: proyectar retrospectivamente
miento idealista de una síntesis trascendente" con los "supuestos de una nuestra visión de las cosas a actitudes y a acontecimientos que no se ex-
ontología empírica".º Foucault permite al primero eximirse de dar sus plican ni en función de valores eternos ni en función de nuestros senti-
títulos y a la ontología empírica encubrir sus casos de "déficit empírico". mientos actuales. Mientras el hermeneuta presupone un origen oculto y
En efecto, "en los casos de déficit empírico se reflejan los problemas me- mantiene en reserva una instancia de juicio, "el arqueólogo" sería aquel
todológicos no clarificados".1 que toma en consideración únicamente la sustitución de una técnica de
De manera que Habermas no se contenta con señalar los rastrds poder por otra técnica de poder y sólo considera la lógica interna de ca-
de una ambigüedad (pues Habermas no llega hasta a pretender -¡aun da una de esas técnicas. Por ejemplo, Luis XIV --en ocasión del Gran
~ j cuando tenga la tentación de pensarlo!- que la ambigüedad en sí es al- Encierro de 1656-- no crea el hospital general por razones humanita-
go que debe suprimirse); trata además de comprender la sistemática de rias en el sentido en el que lo haríamos hoy, sino que lo hace por razones
esta ambigüedad en las dos vertientes en que se da. específicas que el historiador en su tarea precisamente debe reconsti-
Examinemos primero la vertiente empírica. En el caso de Foucault tuir. Otro ejemplo dado por Paul Veyne y retomado por Habermas es el
se puede discutir hasta qué punto está bien fundado ese término. Ha- de la prohibición de los combates de gladiadores en la Roma tardía; di-
bermas se atiene a este punto aunque también habla de una historio- cha prohibición no se debe a la influencia humanitaria del cristianismo
grafía descriptiva, lo cual parece más acertado para calificar indagacio- sino al reemplazo de un arquetipo dJW>.od~tro: el emperador se ha
nes que se niegan a adaptarse a los marcos disciplinarios de la filosoña convertido en un padre que debe proteger a suSli1jos.n Según Haber-
y de la historia y que se deslizan dentro de sus "intersticios", como dice mas, Foucault no logra alcanzar esta objetivación de las formaciones de ) l.
Foucault al final de La arqueología del saber. Muchos se asombraron en poder. ¿Por qué? Porque el "historicista radical" no puede eximirse de /1(
su momento de que un filósofo consultara los archivos de las prisiones, comparar los diferentes complejos de poder que estudia y no puede evi-
estudiara los registros de los asilos, examinara manuales de gramática tar disponer para ello de un punto de partida hermenéutico. Habermas
de los siglos XVII y xvm, breviarios, manuales de teología moral, etc., en da un ejemplo en apoyo de este argumento: la división cronológica de
lugar de volver a leer las Meditaciones metafísicas o la Critica de la ra- Edad Media, Renacimiento y época clásica. Esa división no puede dejar
z6n pura. ¿Habrá que recordar, sobre este particular, que Foucault se si- de ser referida a ese poder disciplinario, a esa "biopolítica" que Foucault
. túa en la tradición de su maestro Canguilhern, tradición francesa (desde identifica como "el destino de nuestro presente".12 De manera que esa
el siglo xvm) de una filosofía crítica, que sustituye por la paciente inves- mirada que atribuye los cambios históricos decisivos a una economía de
tigación documental (sobre todo en el campo de la historia de las cien- la disciplina ejercida sobre los cuerpos, esa presunta objetividad que
cias y de las técnicas) las certezas demasiado rápidamente adquiridas desnuda la discursividad de las prácticas, bajo la pretendida interiori-
de la metañsica? dad de las significaciones, esa mirada tiene también una fecha y es tan
Pero recordarlo no es suficiente. Así corno no bastaría recordar el parcial (en virtud de su mís:rño füstoricisrno) como las modificaciones de J
indiscutible interés documental (y literario) de la Historia de la locura, complejos de poder que ella pretende reconstituir. Así se puede explicar J
de Vigilar y castigar, etc. Habermas habla de la "inocencia" (de la cual que la Historia de la locura y también Vigilar y castigar -para atener-
no dice que es aparente, pero lo deja suponer) del concepto de~ que nos sólo a estos dos ejemplos- hayan desempeñado el doble papel de
) resulta entonces "utilizable descriptivamente" al servicio de un '\8!1álisis estudios documentales y de manifiestos de la antipsiquiatría y del movi-
{ empírico" de las técnicas de poder. Ese análisis empírico, agreg~~Haber­ miento de lucha para provocar el cambio de las condiciones de deten-
. mas, "no se distingue de manera notable (desde el punto de vista meto-
dológico) de una sociología fundamental del saber vuelta hacia lo histó-
ción. Para Habermas, la razón de ello es clara: Foucault queda atrapado
en el juego de la denegación; cede al "presentisrno" que pretende conju-
j
rico".s Si ello es así, los procedimientos metodológicos no son aquí más rar porque su objetivismo cienti6cista (que lleva el lastre de "anticien-
"inocentes" que en semejante sociología. El partido positivo tornado (y cla") se transforma en un "incurable subjetivismo". Al recusar toda her-

282 283
~ \ menéutica de la significación Foucault se encuentra dividido como his- mativas poq.ía comenzar a decimos lo que marcha mal en el poder mo- t.
toricista radical entre el objetivismo y el subjetivismo. derno (el régimen de conocimiento) y por qué deberíamos opo:r:iernos a
1
) Segunda crítica: el relativismo. El punto de referencia se desplaza él".14 Este modo de remitirse a la necesidad ineluctable de una elección
'1t ( desde~la SJC.n.iTicacióTJ a la verdad; pero -en el caso de Foucaul~ se de valores parece de los más clásicos, pero la originalidad de la crítica
trata siempl'eQe desenm~scarar el mismo doble juego de la historiogra- de Habermas consiste en acorralar el juego de la elección (y de la dene-
fía genealógica. Esta es relativista en un doble sentido: primero, en el gación de esa elección) en la práctica foucaultiana de la historiografia
sentido en que su historicismo la obliga a seguir el funcionamiento de genealógica. Al hacerlo, Habermas concede que Foucault justifica su
las prácticas. Puesto que los discursos ya no tienen ninguna validez in- "criptonormativismo" por una asimetr(a que reside en los complejos de
trínseca, sólo habrá que retener sus efectos de poder. Pero, "todo contra- fuerza mismos en cuyo seno Foucault no ve principalmente una lucha
entre dominadores y dominados (como en el esquema marxista), sino
poder se mueve ya dentro del horizonte del poder que él combate y se
transforma, al alcanzar la victoria, en un complejo de fuerza que va a
provocar otra contrafuerza. La genealogía del saber no puede romper es-
que ve tensiones entre los poderes disciplinarios y los cuerpos mudos.
La historiografia genealógica hace pues entrar en el juego del biopoder
1
te círculo".1a Nada distingue este relativismo del historicismo cogido en el soporte biologicosomático (lo que ocurre sobre todo en el .caso de la
su propia trampa, es decir, al hacerse militante en favor de las minorías
(oprimidos, delincuentes, homosexuales, etc.) .en ese mismo desplazB¡-
miento desde el discurso a la práctica que pretendía fundar su objetivi-
Historia de la sexualidad). Pero Habermas sugiere que, lejos de ser una
verdadera justificación (una norma aceptada), esta referencia al cuerpo
indica y confiesa un vitalismo de la "autoexperiencia del cuerpo".is
Para terminar esta reseña de ~1ana conviene ais-
ti
dad. En este argumento lo interesante no es, no el hecho de que un po-
der desaloje a otro, lo que recuerda una evidencia, ni que la objetividad lar su verdadero nervio antes de someterla a su vez a la discusión. Por
sea imposible en las ciencias humanas, otra evidencia de la que Fou, parte de Habermas, es de buena guerra.(ésta es la aplicación del esque-
cault tenía más conciencia que nadie, sino que es el desplazamiento de ma más clásico de la refutación) mostrar que Foucault no alc.a nza éxito
la crítica de lo empírico hacia lo trascendental y el intento de desenmas- en su empresa, que queda cogido en su propia trampa: los casos de défi-
carar un relativismo de segundo grado que es lo inverso de una autofun- cit empírico de la obra remiten a lo imnensado trascendental y esto ex-

"tf·
dación: una autorreferencia que se autodesmiente. La historiografía ge-
nealógica debe compensar su falta .(querida) de validez universal con
una validez relativa que se reduce cada vez más a la posición militante
plica los partidos tomados en láhistoriograflagenealógica. Los tres
puntos de vista escogidos por Habermas (significación, verdad, valor)
reaparecen pues en Foucault, a pesar de él. Como en la confesión invo-
:r .
~~.
de Foucault, a su estilo, etc. Volvemos a encontrar aquí la conversión del
objetivismo en subjetivismo, que ya observamos. El defecto es el mismo;
ya no se lo observa partiendo de las prácticas escritas, sino que se lo ob-
serva partiendo del comportamiento del mismo historiógrafo cogido en
luntaria de una denegación, en Foucault se observa un "rechazo de los
conceptos fundamentales" (en particular, los que acabamos de citar), pe-
ro al mismo tiempo la imposibilidad de erradicarlos del "contradiscurso"
que pretendía conjurarlos.1~
º}º
su propio juego de zafarse. El déficit empírico no está clarificado por una síntesis trascenden-
Tercer defecto: d...~criptonorma~mo". Habermas continúa ma~ tal, puesto que el rechazo de los conceptos de significación, de .verdad ·Y
chacando el mismo cl~ismarefutación, sólo que esta vez de valor es fundamental. Podemos por fin interrogamos con Habermas
lo hace en el nivel de los valores: ¿escapa Foucault a ese "criptonormati- acerca del carácter sistemático de esa denegación y de ese contradiscur-
vismo" que él reprocha a las ciencias humanas? Por un lado, Foucault so, antes de cobrar cierta distancia para juzgar la empresa misma de
pretende que es puramente descriptivo y se mofa a la vez del humanis- Habermas.
mo tradicional y del "dogma izquierdista". Por otro lado, se considera un El concepto de poder está cargado con un doble papel que, segú
disidente y su empeño impregna hasta su estilo y su vocabulario. No se- vimos, irrita a Habermas: ¿cómo una estructura objetiva u objetivabl~ r/¿
.para, como lo hiciera Max Weber tan claramente, el trabajo del hombre puede estructurarse ella misma? Esto sólo se explica si se hipostasía en
de ciencia' y el trabajo del hombre que decide, heroicamente o· no, eli- el concepto de poder una instancia a la vez trascendental e histórica·cu-
giendo sus valores. Admitamos que se trate de una táctica para no re- yo origen metafísico es la voluntad de verdad. Para Habermas, Foucault
forzar los grandes discursos dominantes, como lo hicieron los marxistas se equivoca al postular una voluntad constitutiva de verdad para todosi
y los freudianos fácilmente ganados por la empresa normalizadora. Pero los tiempos y todas las sociedades; igualmente se equivoca al no diferen
siempre queda en pie la pregunta formulada por M. Fraser respecto del ciar voluntad de potencia y voluntad de saber.17 Foucault cree resolve
origen de la decisión en favor de esta táctica: "¿Por qué la lucha es pre- la dificultad sustituyendo por una genealog(a de las prácticas de pode

* ferible a la sumisión? ¿Por qué hay que resistir a la dominación? Uni-


camente al introducir cierta clase de normatividad Foucault podía
comenzar a responder a esta pregunta. Sólo introduciendo nociones nor-
una arqueología del saber; pero su propia historiografía genealógica, ¿n
está acaso ella misma pensada genealógicamente?Is En suma, Haber-
mas pretende, gracias a su crítica; suministrar la genealogía de la gene-

284 *;p6f1ftt 4 M~o ~ ~ ~o , f?!_f31~ ~ AJo 'it(UIH( /('1,1\DtA.le ~ .--7


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alogía foucaultiana. Esa genealogía de segundo grado revela el funda- atribuye a Foucault: un procedimiento "científico" en su intención (l~
mento genealógico a partir del cual Foucault practica su contradiscurso eliminación de los prejuicios debidos a la situación histórica del observa
en forma de esquivar la trampa. Esta proveniencia (que el propio Fou- dor) y el otro propiamente filosófico (la negativa a apoyarse en una sig
cault oculta) es, por un lado, la dialéctica interna del discurso del sujeto nificaciórt originaria oculta); síguese de ello que no se ve claramente 1
moderno desde Kant y Fichte y, por otro lado, es el modelo nietzscheano causa de los defectos del historicismo foucaultiano ni cómo una historia

~ rl
del vuelco de los valores platonicocristianos y de la racionalidad univer- puede escapar al historicismo. Las otras dos críticas son en gran medida
sal. Si bien Foucault reconoce plenamente la herencia nietzscheana, la redundantes: en realidad, se trata de la misma crítica que se desplaza
dialéctica de reflexividad y del no yo opaco es desplazada y fijada en un desde el punto de vista de la significación al de la verdad y luego al pun-
doblete empiricotrascendental que Foucault (en Las palabras y las co- to de vista del valor. Los argumentos ad /iomlmmiñterfieren con las
sas) imputa solamente a las ciencias humanas, pero no a su propia ar- críticas metodofogicas: ¿la condición militante de Foucault compromete

'o\ queología. Según Habermas, las contradicciones del concepto de poder


en Foucault, su oscilación entre la voluntad de saber y las formaciones
1-discursivas contingentes manifiestan y ejemplifican en la práctica histo-
iográfica el carácter de contradiscurso del vuelco nietzscheano mismo.
'La "muerte de Dios", ¿acarreó la muerte del hombre y con esta última,
la muerte de las nociones soberanas de sentido, de verdad, de valor? Pa-
ra Habermas, ese vuelco se manifiesta como un avatar histórico de una
el carácter científico de su obra? No sólo esto no es evidente (el propio
Foucault separó bien las dos actividades de manera que buscaríamos en
vano al militante en La arqueología del saber, en El orden del discurso y
hasta en Las palabras y las cosas), sino que los juicios de valor dejados
en suspenso y el retiro de la subjetividad son a veces tales que hacen
dudar de que un compromiso político pueda justificarse partiendo de
esos trabajos (la ambigüedad no es pues la ambigüedad que analiza Ha-
constitución más fundamental: el historicismo cogido en su propia tram- bermas). Por ejemplo en Vigüar y castigar, Foucault describe el perfec-
pa debe confesar su origen; y la argumentación -en esta crisis filosófi- cionamiento "panóptico" de la vigilancia con una minucia tal y casi con
ca- recobra todos sus derechos en beneficio de una nueva teoría, la de fascinación que en nada hace suponer (por lo menos en ese nivel) una
la ~nicación intersubjetiva que profesa Habermas. "lucha" actualizada. Por fin, Habermas no confiesa que la fuente de sus
Si Habermas, filósofo de la comunicación, se tomó el trabajo de cri- críticas metodológicas procede a menudo del propio Foucault, quien no
ticar tan minuciosamente a Foucault, no lo hizo ciertamente para que- solamente no negó que su obra presentara casos de "déficit empírico"
dar con la última palabra; lo hizo, no lo dudamos, para tratar de poner (realizó una meritoria autocrítica en el comienzo del segundo volumen
los puntos sobre las íes, ·pero también para solicitar aclaraciones y obte- de la Historia de la sexualidad), sino que colocó explícitamente su obra
ner que Foucault -ya hiciera éste o no importantes concesiones-- en- bajo el signo de la descentración y el signo de esquivar el "suelo en el
trara en la lógica de un diálogo. Ahora bien, ese diálogo realmente no se que podría encontrar apoyo".19 ¿Por qué esta actitud de esquivar, que en
verificó. Paul Veyne tuvo la gentileza de confirmarlo: Foucault no res- Foucault tiene un valor positivo, asume con Habermas una connotación
pondió a las primeras críticas de Habermas (y murió antes de conocer
su versión definitiva); pero no excluía la posibilidad de un diálogo, pues-
• to que había a,,ceptado el principio de unjoint seminar con Habermas en
negativa? ¿No corresponde que el mismo Habermas lo explique así como
que señale en qué medida se apropió de la lucidez metodológica de Fou- t
cault (hasta en sus autocríticas) y en qué medida tiene el derecho de
Berkeley. volverla contra el propio Foucault?
No porque Platón no pudo responder a Aristóteles no debe haber Pero hay algo más grave, y es menester ir hasta el fondo del ma-
füálogo entre platonismo y aristotelismo. ¿Cuáles serían, pues, las lí- lentendido. Si éste es completo, no basta con comprobarlo (podríamos
neas de una réplica foucaultiana a Habermas? Vamos a esbozarla desde multiplicar las citas y los ejemplos), hay que analizarlo, si es posible,
{\._ \el punto de vista de Foucault, pero también tomando en consideración a hasta su médula. Entonces tal vez se comprenda mejor lo que hacía tan
V>.. • Nietzsche de quien sabemos ya (y por lo demás éste es un punto de difícil, casi imposible, el debate entre los dos hombres y en qué condicio-
acuerdo entre los interlocutores) con qué profundidad quebrantó el pen- nes podemos también nosotros captar filosóficamente esta confron-
samiento occidental que adquirió de pronto conciencia de su destino de tación.
fuerza. Partamos de una proposición de Habermas, que se refiere a Nietzs-
che pero que podría asimismo aplicarse a Foucault (y que, por lo demás,
La impotencia de un nuevo discurso
es retomada casi palabra por palabra en las críticas dirigidas a Fou-
cault): "Detrás de las pretensiones de validez aparentemente universal
se ocultan las pretensiones subjetivas de potencia de los juicios de va-
y
Señalemos ante todo algunos puntos débiles de las críticas haber-
(;,) ó

~r
lor" .20 Este seudorresumen del pensamiento de Nietzsche revela que
masianas. En ,eL"presentismo a pesar suyo" imputado a Foucault, el Habermas no comprendió a Nietzsche (en todo caso, que no comprendió
propio Habermas parece mezclar dos procedimientos cuya confusión los pensamientos más interesantes y más sobredeterminados de Nietzs-

286 't PMo- rh 11 UrUll bttlttiP tt -ltJ "ttlV!JoJ f d tl'cÚn · 287


/

che). La voluntad de potencia o poderío se convierte, según Habermas, de la{;~ion~~· Un razonamiento riguroso me obliga a aclrni-¡
,<;Jip.tiuo
en la verdad de, la pretensión ,de verdad: el racionalista afirma la vali- tirio, pero ¿qu s1gm ica aquí "obligar"? La mecánica del silogismo tuvo
dez universal de sus juicios; el nietzscheano desenmascara ésta como utilizaciones ,positivas, otras formales y otras hasta aberrantes. La cues- / Al
una forma de la voluntad de potencia. Tal es el permanente enfrenta- tión se refiere menos a la redundancia de la veracidad de lo lógico que a (_})
f miento de Sócrates y Calicles. El nietzscheano sería pues aquel que; en las modalidades de su aparición, a sus contextos de recepción y de rea-
general, niega la validez universal de los juicios racionales en provecho lización. Nietzsche no se pregunta si debemos conocer y aplicar los prin-
de una afirmación igualmente general de su voluntad (subjetiva) de po- cipios lógicos y las reglas de la argumentación, sino antes bien se pre-
tencia .o poderío ("Esto es verdadero, es justo, porque yo lo deseo"), De gunta: "¿Cómo se. explica que una humanidad noble e inteligente haya )
suerte que Nietzsche sostendría una tesis antirracional, antiuniversal
\/'; (en favor de la imposición (subjetiva) de la fuerza. "No hay racionalidad;
f' sólo existen efectos de potencia": tal sería en sustancia la enseñanza
podido tener una relación completamente distinta de la nuestra respec-
to de esos principios y de esas reglas? ¿Por qué estos principios se han
hecho tan obligatorios para el hombre occidental y qué consecuencias
ºJ (} :
nietzscheana aplicada fielmente por Foucault en su historiografía de las resultarán de ello en lo tocante a la articulación de la experiencia y la
prácticas discursivas. constitución de la civilización moderna?".
Es evidente que si el pensamiento de Nietzsche se redujera esta te,,, De suerte que no basta decir que el proyecto nietzscheano es no só-1
sis antirracionalista (o a esta antítesis brutal de la pretensión de valí~ lo teórico sino también práctico, no sólo asertorio sino deóntico, etc.; des-
dez universal) sería fácilmente refutable, no sólo porque la voluntad pe de El origen de la tragedia, la cuestión que preocupa a Nietzsche es la
poderío de un sujeto puede ser negada en cualquier instante por otro su- posibilidad que tiene el gran arte como fuerza civilizadora. Los griegos
~.
jeto en medio de la arbitrariedad más completa, sino sobre todo porque ocupan el centro del debate porque el florecimiento y luego la rápida de-
esa voluntad se contradice, pues al negar (en general) la verdad, el suje- cadencia de lo trágico sellan enigmáticamente nuestro destino y nos ha- OJO
to afirma (en general) la no verdad, lo cual equivale a afirmar la verdad~ cen medir nuestras debilidades así como nuestras posibilidades. La Jf '
de esta. no verdad llamada voluntad de poderío o potencia. El nietzs- cuestión fundamental continuará siendo hasta el final, desde las In- 1
' cheano (lo mismo que Calicles) queda cogido en la trampa de un juicio tempestivas hasta los fragmentos tardíos, la cuestió.n gel destino del ~
implícito que no puede dejar de ser la base de su negación: "Yo afirmo ccidente, de los recursos cooli~ª-dores que le esper;m. Trátase cierta- .
(postulo como verdad) que no hay verdad". ¡Relativismo autocontradic- mente ae una cuesfaón genealógica cuyas exlgeñctas hermenéuticas es
torio! Ya vimos que es así como Habermas califica y critica la pretensión preciso captar (que fue lo que Foucault intentó hacer en 1964 en su co-
al carácter científico de una historiografía genealógica que sólo tiene co- municación sobre Nietzsche de Royaumont, en la cual la hermenéutica
mo objeto el caleidoscopio de las formaciones de poder. como interpretación de interpretaciones aparece como una tarea infini-

~)
Pero ¿a quién se refuta aqw"'? ¿A Nietzsche o a su sombra? ¿A Fou- ta).21 •
cault o a su caricatura? ¿Habrá que mencionar la "demostración", esta La genealogía no es directamente prescriptiva: adquiere la densi-1 C5 ) (.J
vez tomada de Nietzsche? Habría que releer no pocos textos para medir dad de un relato que hace pensar, como una fábula. "Cómo, para termi-
todo lo que aquí está en juego, pero limitémonos a lo esencial. nar, el mundo verdadero se hizo fábula. Historia de un error": este texto
En Nietzsche, el cuestionamiento de la racionalidad no se reduce célebre del Crepúsculo de los ídolos, ¿se comprende si (atenuando su
en modo alguno a una ingenua impugnación (de primer grado) de la va- presentación dramática y su juego irónico) se lo hace equivalente de la
lidez intrínseca, formal, de los juicios de verdad. Nietzscl)e nunca puso proposición "Ya no hay verdad" aun cuando una fábula (para un espíritu
en tela de juicio ni la coherencia, ni el interés del corpus l6gico, mate- racional como es también Nietzsche) es también algo en lo que ya no se
mático y científico, es más, celebró el eminente valor disciplinario del cree? El alcance de la historia occidental medido col) la vara de una his-·
l espíritu de análisis y de observación, las virtudes críticas del ejercicio toria de la verdad: nada menos propone Nietzsche. Fundación de la

~
de la razón en las ciencias. Se sabe que Nietzsche había dedicado a Vol- episteme, mutación profunda del "devenir-mundo" de esa verdad, desva-
~\\ taire Humano demasiado humano, que admiraba a los enciclopedistas y
~~ue tenía el proyecto de realizar estudios científicos en París. Aun cuan-
lorización del "mundo verdadero" son otras tantas fases de una historia
convertida en destino y que el "sujeto" Nietzsche sólo expone hablando
do esta orientación hacia la positividad se haya atenuado algún tanto en en nombre del hombre occidental mismo, más allá de su propia "subjeti-
os últimos años de lucidez, resulta un desatino .insostenible reducir el vidad". En liabermas, por lo menos en el libro que nos ocupa, no se dice
ensamiento de Nietzsche a la negación de la racionalidad por la vida, a: , nada (o ca&i nada) sobre esta aportación hermenéutica de la genealogía
. a destrucción de la objetividad por el pathos de la subjetividad. nietzscheana. El capítulo sobre Nietzsche de Der philosophische Dis-
'\ Si el pensamiento nietzscheano no es antirracional en este primer kurs der Moderne es por lo menos esquemático si no ya caricaturesco. El
J.. · sentido, ¿en qué nivel habrá de entenderlo? Aquí parece que nos acerca- título da el tono "Nietzsche als Drehscheibe",'J:I. ¡Nietzsche como platafor-
¡;¿ mos al punto sensible cuando nos preguntamos sobre el carácter pres- ma giratoria! Este (falso) reconocimiento de Nietzsche es no sólo digno

288 f{jtt -VA('( ~ MJii(IJ., ~~J) O-, 289

' I
de un ingeniero ferro viario sino que además es puramente historicista. "En el discurso que hoy debo pronunciar y en aquellos que deberé pro-
nunciar aquí, durante años tal vez, yo habría querido poder deslizarme
·1 Según esto, Nietzsche inaugura la posmodernidad cual un eslabón entre subrepticiamente. Antes que tomar la palabra, habría querido verme en-
la busca romántica de una nueva mitología y las críticas radicales de la vuelto por ella y llevado mucho más allá de cualquier comienzo posible.
razón practicadas por Heidegger y Bataille. En ese capítulo sobre Me habría gustado percibir que en el momento de hablar una voz sin nom-
Nietzsche no hay casi nada sobre la obra misma de Nietzsche, sobre su bre me precedía desde tiempo atrás: entonces me habría bastado con em-
método, su estilo, sus intermitencias, es decir, sobre todo lo que habría palmarme, con proseguir la oración, con situarme, sin que nadie se diera
debido revelar una lectura de este gran estilista, aunque fuera en modo cuenta de ello, en sus intersticios como si ella me hubiera hecho una señal
crítico o polémico. Habermas sitúa el dionisisrno de Nietzsche junto al manteniéndose un instante en suspenso. De esta manera no habría un co-
.
romanticismo y reduce su pensamiento a una "teoría" que "hipostasía" m1enzo ... "25
lo estético corno "lo diferente de la razón".23 Habermas hasta reprocha a
Nietzsche el no haber sabido desarrollar una Ideologiekritik, reproche ¡Cuán significativo es este comienzo que intenta esquivar su so-
bien apresurado, por cierto, que parece hacer caso omiso de la irnplaca- lemnidad! Foucault, muerto casi repentinamente, quería también evitar
~ \ ble crítica nietzscheana a la moral ascética cristiana. El aspecto crítico y el ceremonial de la muerte: "Tratemos más bien de dar sentido y belleza
abierto a la ciencia sólo es señalado al pasar24 y para anunciar el "pos- a la muerte-desaparición", escribió Foucault.26 Ya en ese comienzo del
\ rnodernisrno" a la francesa. discurso, el "sujeto" se esfuerza por encontrar una especie de anonima-
to; y sin embargo ésta es una manera muy personal de cumplir un deber
De manera que no es sorprendente que Foucault salga igualmente sin ceder a la convención. La insistencia infinita del discurso y la densi-
desfigurado de la crítica habermasiana. Ya hemos comenzado a compro- dad del lenguaje sólo dejan al hombre algunos "suspensos". La tempora-
1
barlo; ahora hay que distinguir, en lo referente a la obra de Foucault, el lidad no es la de un ego cogito que tuviera a su merced la eternidad en
malentendido fundamental que dejan traslucir esas críticas. Habermas un volver a comenzar radical, sino que es la temporalidad de una conti-
imputa a Foucault la voluntad de construir una teoría del poder que lle- nuidad incesante y a veces indiscernible, de una duración que murmu-
varía a dar "soluciones" definitivas y completas; es corno si atribuyese a re, y que retiene la atención a causa de la conciencia susurrada de su
~ Foucault el proyecto de perfeccionar una filosofía sistemática y corno si
Dreyfus y Rabinow (cuyo mérito en modo alguno pretendo rebajar) le
fragilidad más que por la elocuencia de su pregonada presencia. Y des-
pués, allí está ese modo potencial audaz: "De esta manera no habría un
fueran más familiares que los textos mismos de Foucault. Ahora bien, comienzo", corno si estuviera permitido soñar en el seno de una institu-
éste, que yo sepa, no caracterizó su trayectoria corno un "recorrido filo- ción científica, el Colegio de Francia, y en una circunstancia tan solem-
sófico" ("parcours philosophique", subtítulo de la traducción francesa del ne. Pero esa distancia que introduce el modo potencial responde a la iro-
libro de Dreyfus y Rabinow); Foucault hasta había eliminado la palabra nía de la institución (que "da" la palabra), esa ironía que Foucault le
"filosofía" en el título de la cátedra de Jean Hyppolite en el Colegio de asigna. Esta puesta en escena que reúne el discurso y la institución per-
Francia: esa cátedra de "Historia del pensamiento filosófico" se había mite, sin que uno se dé cuenta de ello, plantear el problema del poder
convertido en cátedra de "Historia de los sistemas de pensamiento". De del lenguaje (pues el discurso ordenado es también algo que da ór-
manera que hay que tener en cuenta el carácter específico del pensa- denes). De ahí la pregunta explícitamente formulada al terminar la in- l.
rnien to y del estilo de Foucault, si se quiere que las críticas sean más ce- traducción: "Pero ¿qué hay de tan peligroso en el hecho de que la gente
ñidas y tengan más peso. Demos algunos ejemplos. jJ.able y que sus discursos proliferen indefinidamente?"
En 1964 y en su contribución al coloquio Nietzsche de Royarnont, Al discurrir así, Foucault no podía ignorar que se le reprocharía su
titulada "Nietzsche, Freud, Marx", Foucault se confiesa embarazado y "ambigüedad sistemática", sobre todo tocante al problema del poder. Pe-
propone tornar un "sesgo", es decir, tratar "algunos ternas relativos a las · ro a esta crítica de un censor sediento de coherencia, ¿no se le puede
técnicas de interpretación en Marx, Nietzsche y Freud". Me parece que
esta táctica del sesgo se encuentra luego en toda la obra de Foucault. Te-
replicar que el poder es precisamente el lugar móvil de exclusiones ines-
peradas, de mutaciones, de desplazamientos que hacen abstracta y has- ~
niendo que pronunciar el discurso inaugural de costumbre en el Colegio ta utópica toda gran theory del poder? Cuando Foucault considera la
de Francia y hacer el elogio de su predecesor, Jean Hyppolite que era un oposición de lo verdadero y de lo falso corno un "sistema de exclusión"
gran hegeliano, ¿qué hace Foucault? Exactamente lo contrario de lo que (junto con la prohibición y la distinción entre razón y locura) sabe qu~l
se esperaba. Habla de Hyppolite y de Hegel in fine y consigue descon-
certar a su auditorio. Volvamos a leer el admirable comienzo de El or-
choca al oyente, sobre todo si éste es filósofo, al ir contra la autoconsti-
tución que parece definir lo verdadero (verum index sui). Remitylo >r
den del discurso: verdadero a la exterioridad de una división violenta, ¿no es desfigurarlo
hasta el punto de que no se lo reconozca? Foucault tiene conciencia de la
objeción y hasta él mismo la formula. Responde de una manera que hay

290
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que citar para mostrar que su objeción es más fina que la presentación puntos de vista de Nietzsche-, problemas nuevos y específicos resultan
que da de ella Habermas: del crecimiento considerable de potencia debido al desarrollo y a la difu-
sión universal de los procedimientos científicos y técnicos en el estado,
"Ciertamente, ,á_se coloca uno en el nivel de una proposición, en el inte- en su periferia o fuera de él. La potencialización racional ya no se ejerce
rior de un discurso, la división de verdadero y falso no es ni arbitraria, ni solamente a priori (en su núcleo de inteligibilidad), ni siquiera a poste- '
modificable, ni institucional, ni violenta. Pero si se sitúa uno en otra esca-
~
riori (al transformar la experiencia gracias a su operatividad principal-
la, si se plantea la cuestión de saber cuál fue y cuál es constantemente a mente matemática) sino que esa potencialización tiene un tercer grado,
o')º *. través de nuestros discursos esa voluntad de verdad que atravesó tantos
siglos de nuestra historia o cuál es, en su forma muy general, el tipo de di-
visión que rige nuestra voluntad de saber, entonces ve uno perfilarse tal
vez algo así corno un sistema de exclusión (sistema histórico, modificable,
paradójico, en el que sus propias realizaciones vuelven a ella corno un
bumerán, corno puros efectos de potencia, expuestos a su posible carác-
ter reflexivo-crítico-normativo, pero no controlados por él.
institucionalmente obligatorio)."27 Si la presente contribución se sitúa bajo el signo de "después de
Nietzsche" ello se debe a que Nietzsche distinguió con una extraordina-
' El si condicional es fundamental Tenemos aquí una hipótesis de
jtrabajo.
ria lucidez (la cual no excluye, sobre todo en los últimos años, algunos
Podemos escoger otra escala diferente de la perspectiva tradi- terroríficos relámpagos) los nuevos peligros de la voluntad (científica)
de verdad y las posibilidades inauditas del futuro. Si "lo que el mundo
'V
'cional para que sirva de revelador de un no dicho situado en las relacio-
nes de sumisión, de exclusión, de violencia que no se han manifestado poseyó de más sagrado ·y más vigoroso hasta este día sangró bajo nues-
en la envoltura del discurso ni en la autorreferencia de la filosofía como tro cuchillo",so sin duda ese escalpelo es el de la Wissenschaft, pues ésta
logos soberano. ¿Cede aquí Foucault a un pathos antirracionalista y ala puede servir también corno regulador de las energías vitales redistribuí•
voluntad de invalidar el discurso racional? Para él, se trata más bien de das: hay que "servirse de la ciencia clarividente para prevenir las conse-
"ÍI { ampliar el horizonte, de hacer que se manifieste arqueológicamente esa cuencias malignas y peligrosas de un caldeo excesivo" (de los instintos,
1\\ "voluntad de verdad" que está en la base de la autoconstitución de lo de las pasiones, de las ilusiones).a1 De ahí la pregunta formulada en
verdadero, según relaciones que tal vez no son simples y que precisa- La Gaya ciencia: "¿Es la ciencia capaz de dar finalidades de vida al
mente se trata de descifrar. Desgraciadamente no se puede negar que hombre después de haber probado qµe puede quitárselas y destruir-
los Geltungansprüche universales, las Rretension~s de validez univer- las?";a2 la ciencia "no ha construido todavía sus monumentos ciclópeos;
sal, caras a Habermas, no han arrégfado el curso de la. historia. Ni'Si- ya llegará el momento de que lo haga";33 se descubrirá "su prodigiosa fa-

(} \
1
. . 1b. Qiiiera lo pretendió Hegel quien dio a la guerra, ultima ratio regum,. un
lugar que no se ha dejado de. reprocharle, y quien por añadidu.ra ev.itó
cultad de abrir para alegría de los humanos nuevos universos de as-
tros" .34
l confundir la argumentación (la presentación de un Grund) y el reconoci- No sólo la visión nietzscheana de la racionalización científica no es
miento intersubjetivo (al permanecer en el nivel fenomenológico tlel
1
una crítica chata y brutal de la razón en provecho del pathos subjetivo o
Selbstbewusstsein) con el despliegue pleno, especulativo, de la raciona- vital, sino que Habermas no discierne que, si en Nietzsche hay una crí-
lidad. tica de la razón, se trata de una autocrltica. Es un nosotros lo que está
en juego; ese nosotros designa la humanidad occidental. Cuando Nietzs-
* che pregunta: "¿Por qué creernos en la verdad?", lo que él critica no es
una instancia exterior sino que trata de desatar el nudo de la racionali-
'k
* * dad convertida en destino. Habría que volver a leer aquí atentamente el
Nada es más difícil de construir que una teoría de la fuerza o po- párrafo 344 de La Gaya ciencia,35 texto extremadamente interrogativo:
. tencia en el mundo actual; y tampoco nada es más necesario, por lo me- "¿Qué es esa voluntad incondicionada de verdad? ... " ¿Por qué la "ver- 1~
nos en principio (pues se plantea la cuestión de saber si una teor{a pue- dad a toda costa"? La meditación nietzscheana sugiere una sospecha: 1 V'
de bastar para concebir una complejidad). El poder, como el azogue, es "(}µe ría ser secreta uerer 1 " y suscita
metaestable: sin cesar se forman, se destruyen y se reestructuran, en el una certeza: "Nuestra fe en a ciencia descansa to avía en una fe meta-
nivel rnicrosociológico lo que R. Bendix llama, siguiendo a Max ·Weber, f(sica. Así Nietzsche llega a interrogaciones hiperracionales, porque son
constelaciones de intereses.?.B Pero una teoría del poder debe también te- profundamente filosóficas, sobre los supuestos de la racionalización in-
ner en cuenta la dominación (Herrschaft) "the autoritarian power of tegral de la vida y sobre el fundamento metafísico de la ciencia.
command", que se ejerce esencialmente en el Occidente moderno y que Estas referencias a Nietzsche no tenían otra finalidad que la de re-
está racionalizado por esa mediación elaborada que se llama el estado, cordar la riqueza de inspiración que puede tener una meditación sobre
el cual se reserva el uso legítimo de la violencia como rnedio.29 Por fin el destino de potencia de la razón y recordar correlativamente el peligro
-y es aquí donde la contribución de Weber debe ser relevada por Jo• de esquernatización de la aportación genealógica nietzscheana en prove-

292 X, ~ . ·"' l/IÚ(M -:: th.®Lá- _.tlJ. ~-;el 293


cho de una pura y simple reformulación del racionalismo. El cambio de sexualidad, renuncia a considerar la sexualidad como una práctica dis- ·
modelo propuesto por Habermas para pasar de una filosofía de la con- cursiva conclusa en sí misma; abre su genealogía de la sexualidad a una
ciencia a una filosofía de la comunicación, ¿puede bastar? Construir una ''hermenéutica del sí-mismo" y por consiguiente le da mayor amplitud
teoría completa, no funcionalista, de la acción comunicativa es merito- de campo, mayor profundidad y la hace más filosófica. Su historia llega
~ \ río, pero no corre el riesgo esa teoría de ser abstracta y hasta inútilmen-
r
p< 'te constructiva, si apelar a una normatividad interna de la racionalidad
le parece suficiente para remitir esa racionalidad a una autonomía có-
a ser "un análisis de los juegos de verdad, de los juegos de lo verdadero y
de lo falso, en virtud de los cuales el ser se constituye históricamente co-
mo experiencia, es decir, como algo que puede y debe ser pensado".38
[ l?
moda y artificial que hace apartar la mirada de los efectos de potencia Entre la verdad como juego y la verdad como pura exigencia nor-
más molestos de la racionalidad científica misma?
En cuanto a Foucault, el cuadro no es sin embargo totalmente sa-
tisfactorio. En realidad, el propio Foucault reconoció el carácter todavía
mativa el diálogo es imposible sólo si la razón olvida que ella nunca es
más ella misma que cuando se critica y cuando capta sus límites. La po-
tencia se impone a la racionalidad como un enigma y siempre, pues, co-
X
imperfecto e indeterminado de su teoría del poder; con plena conciencia mo el signo de una tarea precisamente porque el pensamiento reconoce
decidió estudiar el poder en sus relaci.ones abiertas,36 pero el poner entre entonces que no puede haber (y quizá no debe haber) soluciones definiti-
paréntesis la problemática de Weber (y el auge de la racionalización) le vas, sino que siempre hay aporías.
impide tener en cuenta los efectos de potencia que resultan directamen-
te del desarrollo científico y técnico; y durante sus últimos años no podía
considerar estas cuestiones pues su trabajo se desplazaba hacia el estu-
. dio genealógico del sí-mismo y hacia el análisis de los modos de "subjeti-
vación". Me parece sin embargo injusto tildar a Foucault de "vitalista", Notas

~
pues el concepto de biopoder implica, no una exaltación incondicional I Jürgen Habermas, Der philosophische Diskurs der Mode~, Francfort, Suhrkamp,
del principio vital, sino una nueva manera de concebir la disciplina y la 1985.
objetivación de la vida. 2 Hubert L. Dreyfus y Paul Rabinow, Michel Foucault, Un parcours philosophique,
Foucault y Habermas atestiguan, cada uno a su manera, la dificul- París, Gallimard, 1984, pág. 312.
3 Nietzsche, Ecce Homo, traducción francesa de A. Vialatte, París, Gallimard, 1942,
tad de afrontar la doble exigencia de la genealog(a y de la racionalidad.
pág.163.
Si anulamos la exigencia genealógica tenemos una racionalidad dema- 4 Dreyfus y Rabinow, Michel Foucault, op. cit., pág. 300.
siado pura o exclusivamente argumentativa que relega Ja fuerza o po- 5 Véase Habermas, Der philosophische Diskurs ... , pág. 318.
tencia a las "tinieblas exteriores", racionalidad que se hace incapaz de s Ibtd., pág. 322.
explicar cómo llegamos a ser "prisioneros de nuestra propia historia" 7 Ibtd., pág. 344.

~
s Ibtd., pág. 317.
_ (según la expresión de Foucault). Si se anula la exigencia puramente 9 Declaración que data de 1974, citado por Habermas, ibtd., pág. 292.
racional se ve uno expuesto al historicismo o al relativismo y, en un 10 Habermas, ibtd., pág. 325.
mundo cada vez más determinado por la potencia técnica y científica, se 11 Ibúf.., págs. 325-326; Véase Paul Veyne, "Foucault revolutionne l'histoire", Com-
corre el riesgo de no disponer ya de ningún recurso ante el füncionalis- ment on écrit l'histoire, París, Ed. du Seuil, colección "Points", 1979, págs. 210-211.
mo tecnicista. 12 Habermas, Der philosophische Diskurs ... , op. cit., pág. 326.
13 Ibtd., pág. 330.
14 N. Frazer, citado por Habermas, ibtd., pág. 333.
* 15 Ibtd., pág. 335.
* * 1s Ibtd., pág. 336.
11 Ibtd. , pág. 317.
1s Ibtd., pág. 316.
Antes que con críticas, terminaremos de manera más mesurada es- 19 Michel Foucault, L'Archeologie du savoir, París, Gallimard, 1969, pág. 267.
ta contribución que en modo alguno pretende poner un punto final a un 20 Habermas, Der philosophische Diskurs ... op. cit., pág. 118.
debate siempre abierto.37 Habermas, aun cuando no haya sabido recono- 21 Michel Foucault, "Marx, Nietzsche, Freud", en Nietzsche, París, Ed. de Minuit,
cer todo el alcance de las hermenéuticas de Nietzsche, de Heidegger y de 1967, pág. 183-192.
Foucault, esbozó él mismo -a pesar de todo- una genealogía de la con- 22 Habermas, Der philosophische Diskurs ... op. cit. IV.
23 Véase ibtd., págs.109, 118, 120.
ciencia moderna en Der philosophische Diskurs der Moderne; falta de- 24 lbtd., pág. 120.
terminar el grado de necesidad (o de sentido) de esta genealogía en rela- 25 Michel Foucault,.L'Ordre du discours, París, Gallimard, 1971, pág. 7.
ción con la teoría de la acción comunicativa, pero sobre todo determinar 26 Citado por Paul Veyne, "Le dernier Foucault et sa morale", Critique, agosto-sep-
cuáles son los límites metodológicos y filosóficos de dicha teoría. Fou- tiembre 1987, pág. 941.
cault, al hacer la autocrítica de su primer volumen de la Historia de la ?:1 Michel Foucault, L'Ordre du discours, op. cit.. pág. 16.

294 295
.Y"

Francois Boulant se declaró asombrado por la difusión del texto de


28 Reinhard Bendix, Max Weber. An intellectual Portrait, Loncqes, Methuen, 1966,
pág. 290.
Kant sobre la ilustración, texto enigmático que no reconocemos necesa-
29 Ibtd., págs. 291-292. Véase Max Weber, Staatssoziologie, Berlín, Duncker-Humbolt, riamente en la lectura que de él da Foucault como si abordara una pre-
1956, pág. 27. gunta ausente: ¿qué es la actualidad? ¿qué es nuestro presente?
30 Nietzsche, La Gaya ciencia, párrafo 125. Pero el debate estuvo dominado por la intervención de N. Frank.
31 Nietzsche, Humano, demasiado humano, I, párrafo 251.
32 La Gaya ciencia, párrafo 7.
Este agradeció a Dominique J anicaud por haber de alguna manera paci-
33 lbtd: ficado la discusión y haber reintegrado a los alemanes en el debate. Los
34 Jbtd.; párrafo 12. alemanes no son necesariamente irracionales. Las relaciones entre filó-
35 Titulado lnwiefern auch wir noch fromm sind ("Hasta qué punto somos también to- sofos franceses y alemanes son difíciles y están envenenadas por la sos-
davía piadosos"). . · pecha; un encuentro reciente resultó un desastre a causa también de la
36 Dreyfus y Rabinow, Michel Foucault, op. cit., pág. 265.
37 Bernard Waldenfels trató de presentar una lectura crítica de Habermas y de Fou-
obstinación alemana. De ahí el placer del contacto restablecido esta ma-
cault en su artículo "Division ou dispersion de la raison?" (Les Etudes phüosophiques, oc- ñana.
tubre-diciembre de 1986, págs. 473-484); además de no tener verdaderamente en cuenta Este telón de fondo introduce un sesgo en la relación entre Haber-
Der phüosophische Diskurs der Modeme, ese artículo presupone equivocadamente lo que mas y Michel Foucault. Janicaud habla de "diferencia fundamental de
constituye la cuestión: un concepto unificado de "la razón" que en Habermas estaría "divi- actitud"; pero la divergencia no excluye la complementariedad. El dis-
dido" y en Foucault "disperso". Este enfoque nos parece demasiado esquemático y en todo
caso menos esclarecedor que el de Rainer Rochlitz ("Des philosophes allemands face A la· curso universalista no funciona sin lo otro, sin lo diferente. Habermas y
pensée fran\!aise", Critique, enero-febrero 1986, págs. 7-39). Foucault eran los dos temibles polemistas a quienes nos hubiera gusta-
Si el debate debe continuar, el propio Foucault ha indicado su dirección en el curso do ver enfrentarse, proyecto que por lo demás existía.
dado en 1983 sobre la pregunta kantiana: Was ist Aufklarung? (Magazine littéraire, mayo M. Lebrun planteó la cuestión del universal y de percepción en Mi-
de 1984, págs. 34-39). Habermas se hace eco de esto en su breve homenaje "Mit dem Pfeil
ins Herz der Gegenwart", Die Neu Unübersichtlichkeit, Francfort, Suhrkamp, 1985, págs. chel Foucault. Siguiendo la línea de Nietzsche, Foucault .insiste en la
126-131. ("Una flecha en el corazón del presente"), "Una fleche dans le coeur du temps sujeción a la obra en todo pensamiento del universal y esto es percepti-
présent", traducción francesa de C. Bouchindhomme, Critique, agosto-septiembre de 1986, ble en la Historia de la locura y en la refexión sobre la ilustración.
(\ págs. 794-799. Según Dominique Janicaud, Michel Foucault invita sobre todo a no
Hagamos una comprobación: a pesar de los esfuerzos para acercar filósofos igual-
mente "razonables" que se consideran de la misma tradición filosófica (salvo Nietzsche), olvidar en qué el universal es una instancia. ¿Habría ido Foucault tan
subsiste una divergencia fundamental entre dos actitudes: una que juzga que tomar parti- lejos como G. Deleuze, cuya intervención tiende a hacer del no universal
do por la razón se impone siempre (véase el fmal de Raison et Legitimité donde Habermas un sistema? Sin duda habría sido más prudente.
sitúa su propio pensamiento en el seno de "una práctica que se vincula con una voluntad Janicaud subraya la importancia del estilo en Foucault, punto que
racional, en otras palabras, una práctica que no elude las exigencias de fundamentación y desarrolla Raymond Bellour al recordar a Foucault atento para com-
de justificación"; Raison et Ligitimité, traducción francesa de J. Lacoste, París, Payot,
1978, pág. 193); por otro lado, una actitud (que no sólo encontramos en Foucault) que se prender "las reglas de la gramática de Dios" en Brisset y apasionado por
niega a transformar lo racional en idealización de nuevo metafísica y que hace de las acti- el arte. Entre Habermas y Foucault tal vez se interponga una cuestión
tudes de esquivar, de descentrar y de jugar otros tantos aprendizajes de nuevos modos de de estilo. Habermas parece no haber salido nunca del modernismo; Fou-
racionalidad y también otros tantos avances hacia los límites de esas racionalidades y d~ cault avanza en la intelección de los desplazamientos del arte.
lo racional.
Nuestra pregunta continúa en pie más que nunca: "¿Qué es la ilustración?", es de-
cir, "¿Qué es la racionalidad hoy?" A la vez ideal y destino, coherencia formal y autonomi-
zación discursiva o funcional, lo racional está hoy desglosádo y sin embargo su mismo
desglose es todavía interrogado de una manera unificada -pero inquieta- en la pregunta
"¿Qué es la ilustración?"
38 Michel Foucault, I:Usage des plaisirs, París, Gallimard, 1984, págs.12-13.

Reseña de las discusiones


¿Cuáles son los criterios para apreciar lo nuevo?, se interrogó
Francois Wahl; no tenernos esos criterios. Los criterios de racionalidad
son siempre interiores a ciertas prácticas de discurso. Lo mismo ocurre
~I en el caso de la verdad. Foucault sugeriría más bien que hay verdades
sucesivas. Deleuze ve aquí más una estética. ¿Se puede hablar de una
estructura de la verdad? ·
297
296
roo histórico para explicar de manera adecuada estructuras de domina-
2 ción en la sociedad moderna, deficiencias que descalificaban, pues, al
marxismo como guía para el sociólogo y el historiador. Sin embargo, la
mayor parte de las críticas del marxismo son deficientes porque: 1) no
logran especificar de manera suficientemente compleja un campo histó-
Foucault, el presente y la historia
~
rico (generalmente el de lo político) del que no logra dar cuenta la teoría -
del modo de producción; 2) dichas críticas son incapaces de elaborar una
posición epistemológica que dé su lugar a los análisis marxistas dentro
Mark Poster de los límites de un ámbito regional. Desde mi punto de vista, Vigilar y
castigar, así como los escritos que pueden asociársele a partir de 1970,
sobrepasa las habituales limitaciones que presentan las críticas del ma-
El trabajo histórico de Foucault inaugura una temática de la dis-' terialismo histórico.
continuidad.t Esto es bien sabido. Lo que se reconoce menos es que su El gran libro de Vigilar y castigar consiste en haber teorizado y
trabajo implica también una discontinuidad en la formación social con- analizado históricamente una estructura de dominación en la sociedad
temporánea, discontinuidad que modifica la relación del historiador con contemporánea, análisis que va más allá del campo de investigación
el pasado, prepara una reorientación teórica de la historia como discipli~ abierto por el tradicional concepto marxista de modo de producción.
Después de Vigilar y castigar, a los historiadores marxistas ya no les es

~
na y llama a reexaminar los objetos propios de la investigación históri-
ca. El trabajo de Foucault pone por obra este segundo tipo de disconti- posible pretender que son los únicos que pueden hacer una crítica de la
nuidad sin que ello haya sido plenamente reconocido ni teorizado desde instituciones liberales, crítica que revele tanto las estructuras de domi-
el punto de vista científico. nio como la especificidad histórica de dichas instituciones. La historia -
La elección de los temas que estudió Foucault ilustra la necesidad
de una reestructuración de las prioridades en la historia. La locura, el
lenguaje, la· medicina, el castigo, la sexualidad son otros tantos temas
de las prisiones de Foucault socava la concepción liberal de que la posi-
ción constituía un avance humanista por comparación con los sistemas
anteriores de castigo y socava asimismo la concepción marxista que re-
ºf
~
marginales a juicio de los historiadores. Al colocarlos en el centro del es- duce dichoi; sistemas de castigo a una formación secundaria del modo de
cenario histórico, Foucault llevaba a cabo un vuelco de los supuestos producción. Vigilar y castigar muestra un discurso y una práctica de do-
teóricos fundamentales de la disciplina histórica, vuelco que deriva su minación propios de las prisiones modernas, que Foucault designa con
eficacia no sólo de la fuerza de los textos de Foucault sino también de la expresión "tecnología del poder", estructura de dominación que no se
una verdadera mutación de la sociedad de fines del siglo XX cuya culmi- ve cuando se interpreta la historia moderna según las categorías del
nación es lo que he llamado el "modo de información". En esta contribu- . modo de producción.
ción mía, examinaré ese tema y trataré de evaluar la importancia que El "panóptico", nombre que Foucault da al sistema de dominación
tiene para la historia como disciplina. propio de las prisiones, no puede analizarse históricamente desde un
Evaluar la importancia que para la historia tienen los escritos de punto de vista marxista porque las categorías marxistas de alienación y
Foucault depende a todas luces de los textos que se consideren repre- de explotación sólo atañen a los aspectos de la dominación propios de
sentativos de su posición. Siempre puede descubrirse, por supuesto, una proceso de trabajo. El discurso marxista sólo reconoce otras formas de
unidad profunda en sus escritos. Pero esto es dar el papel central al au- dominación en la medida en que ellas se originan en la dominación del
tor, posición que Foucault rechazaba. Una interpretación más fecunda trabajo. Esta limitación de la concepción marxista de la historia no
consiste en comenzar por reconocer la diversidad de los temas y de las constituye necesariamente un vicio fatal; como toda perspectiva teórica,
estrategias contenidas en esos textos; esa diversidad está sugerida por esa concepción sólo da acceso a los territorios de exploración que le son
t-i \. las marcadas diferencias que muestra la oleada de los estudios publica- propios. Sin duda existen problemas en cuanto a la manera en que la
R. ,¡ dos en Inglaterra en los últimos años dedicados a los trabajos de Fou- teoría marxista aborda las prácticas del proceso de trabajo (por ejemplo,
( ' cault. En nuestros libros sobre Foucault, Lemert y Gallin, Major-Poetzl, la teoría de la "conciencia falsa" de los trabajadores que desconocen sus
Dreyfus y Rabinow, Smart, Cousins y Hussain, Rajchman, Racevskis, yo intereses de clase), pero esos problemas encuentran su solución en una
mismo y otros presentamos interpretaciones muy diferentes de la natu- revisión de la teoría, de modo que el valor eurístico de la teoría no que-
raleza y de la importancia de sus escritos.2 da afectado.
Mi interés por Foucault se debe a que el marxismo ya no suminis- Las dificultades del materialismo histórico proceden menos de las '\
\, tra, a mi juicio, las bases de una teoría crítica de la sociedad. Mi preocu- categorías propias que él mismo genera con miras a hacer una crítica de
1 pación sobre este punto fue creciendo por la incapacidad del materialis- la organización capitalista del trabajo que de la manera en que pretende

298 299
11monopolizar el campo histórico. Cuando Marx proclama que los sufri- Aufklarung?~ anuncia un reexamen de las premisas fundamentales de , .í
mientos de la clase obrera tienen valor universal y cuando pretende que la teoría crítica; puede verse aquí un particular esfuerzo que hace Fou-
ldominios de prácticas diferentes de las del trabajo tienen su origen en la
~ superestructura, este autor totaliza el campo histórico y excluye así im-
~ propiamente cualquier otra perspectiva crítica. En suma, Marx realiza
cault para delimitarse de Jürgen Habermas. Tal vez lo más sorprenden-
te para quienes siguen los desarrollos recientes de la teoría en Francia
sea ese deseo de Foucault (manifestado en "¿Qué es la ilustración?") de
una flagrante reducción de toda forma de dominación al nivel del traba- mostrar el interés que tienen para la teoría contemporánea ciertas es-
jo. Al totalizar el campo histórico, la concepción marxista de la historia trategias de la ilustración.
introduce una forma de dominación teórica y trabaja contra los intere- Asimismo se puede relacionar este retorno a Kant y, por consi-

1X
ses emancipadores que ella pretende defender. guiente, a la ilustración con los recientes trabajos de Jean Francois Lyo-
¿Cómo un teórico que formuló el principio de una teoría anclada en tard.6 Lyotard, lo mismo que Foucault, estudió uno de los ensayos histó-
la sociedad, limitada por la finitud de las prácticas, puede llegar hasta a ricos "menores" de Kant, pero en este caso se trataba del "Conflicto de
anular ese progreso de la conciencia de sí al pretender dar a su propia las Facultades".& Lyotard buscaba una base lógica sobre la cual fundar
posición la condición de ciencia universal? Marx pretendía que su teoría la "multiplicidad epistemológica" y dar un valor positivo al argumento
,se situara en el punto de vista de la clase obrera y que ese hecho mismo de no totalización. La phrase y el différend de Lyotard fijan las fronteras )..
daba a su posición un carácter universal. La incapacidad de Marx para entre discursos, sobre los cuales ninguna teoría global puede pretender
admitir el carácter particular, determinado y limitado del conocimiento establecer puentes; El proyecto de Foucault, por más que se aproxime
generado por el materialismo histórico es la fuente de una recaída teóri- mucho a esto, es a la vez más ambicioso y más político. Una compara-
"'Jt. \ca en lo que Derrida llama el "logocentrismo" de la tradición filosófica ción minuciosa de los recientes trabajos de Foucault y de Lyotard reve-
occidental,s raíz teórica de una pretensión regresiva a la verdad absolu- laría puntos de coincidencia y oposiciones interesantes.
, ta o, para decirlo con otras palabras, de una apropiación de la plusvalía · En "¿Qué es la ilustración?", Foucault trata de enraizar su proyec-
de la razón. Las consecuencias de esta regresión son inmensas en lo que to en la ilustración. Tiene interés en ésta, pero tampoco quiere estar
respecta a la teoría crítica, a la historiografía marxista y a una gran demasiado estrechamente asociado con pensadores del siglo XVIII. De-
parte de la práctica socialista. masiadas personas, se lamenta Foucault, piensan según los términos de
Solamente la adopción de una postura teórica de no totalización co- negro y blanco, de pro y de contra. Censura a los "chantajistas" que
mo la propone Foucault, solamente un ascetismo teórico que limite de adoptan esa posición porque, dice Foucault, limitan el discurso a "una

~
manera draconiana la pretensión de los textos a la verdad, permiten alternativa simplista y autoritaria".1 Puede atribuirse la extremada
permanecer fiel al ideal de emancipación defendido por el materialismo sensibilidad de Foucault tocante a este punto al dilema que se encuen-
~ histórico. Dos condiciones son particularmente importantes: 1) la clari- tra en la médula de su ensayo. La dificultad consiste en la estrategia
\ dad tocante a la posición política del historiador; 2) el abandono de la que adopta Foucault de anclar su teoría en el presente, en términos éti-
\ pretensión de agotar con su propio texto el campo en que el historiador
cos y políticos, sin determinar empero de manera adecuada la relación
emprende la investigación. Vigilar y castig(J,r representa un ejemplo de del presente con el pasado.
estos dos principios de autolimitación, aunque pueda decirse que la obra De la ilustración y particularmente de Kant, Foucault extrae la
alcanza mejor su objeto en lo que atañe al segu11do principio y que aun problemática de la constitución del sujeto que él vincula con la "volun- ~
en -este segundo punto ocurre que aquí y allá el texto coquetea con la tad de saber" de Kant. Sostiene que la innovación introducida en la fi-
tentación totalizadora. En mi libro, Foucault, Marxism and History,
mostré ampliamente cómo Vigilar y castigar destotaliza el campo histó-
·rico de conformidad con estos principios de autolimitación.4 Aquí discu-
losofía por Kant consiste en haber vinculado la cuestión de la libertad
pública de saber "con una refle'xión sobre la historia y un análisis parti-
cular del momento especial en que él está escribiendo".s En otras pala-
A
tiré otro texto de Foucault, su ensayo titulado "¿Qué es la ilustración?";
luego me ocuparé de un aspecto de la obra de Foucault que tiene que ver
con la reestructuración del campo histórico por obra del lenguaje. En la
exposición haremos un cotejo de la posición de Foucault y la de Marx.
bras, la capacidad de constituirse uno mismo como sujeto de conoci-
miento depende de la intervención en el presente y de la evaluación que
uno tiene de la relación del presente con el pasado. Es a ese Kant a
quien Foucault toma como modelo. Teniendo en cuenta que Foucault
º?
El breve ensayo de Foucault "¿Qué es la ilustración?" constituye desgraciadamente no pudo llevar a su término la historia de su consti-
una toma de posición notablemente densa. Se trata nada menos (a pe- tución como sujeto, resulta particularmente importante analizar la ma-
sar de las reticencias de Foucault respecto de toda "teorización") que del nera en que Kant enunció este problema en relación con la historia de la
esbozo de una nueva teoría crítica que intenta superar las limitaciones modernidad. Foucault pone cuidado en circunscribir su deuda respecto
de las posiciones enunciadas hasta entonces, tales como las de la escue- de Kant a una proposición particular, proposición que por añadidura no
la de Francfort, El retorno a Kant, y particularmente a Was ist es nada representativa de las obras mayores de Kant. Aquí no hay moti-

300 l 301
vo alguno para sospechar que Foucault abrazó el kantismo y menos aun municativa que sugeriría una proximidad mayor de lo que parece a pri-
para decir que se convirtió en un filósofo. ¿Por qué, entonces toda esta mera vista entre la posición de Habermas y las posiciones de Lyotard y
historia del "chantaje"? ' de Foucault. Si bien la racionalidad comunicativa presupone el consenso
En primer lugar, Foucault se siente incómodo en el atuendo del fi- corno objetivo, un objetivo por el que ni Lyotard, ni Foucault manifies-
lósofo. Después de todo un buen número de sus primeros trabajos esta-
\-LJ han dedicados a una crítica del racionalismo humanista. Desde la His-
tan simpatía, incluye también el momento de la diferencia. El hablante,
en el discurso de Habermas, debe poder (si se quiere que la racionalidad )
~ \ toria de la locura en la edad clásica, hasta Las palabras y las cosas, de la comunicación sea real) ser capaz de rechazar la proposición de
Foucault forma parte de un movimiento de pensamiento que rechaza la otro. Esta interpretación de La teoria de la acción comunicativa parece
ilustración. En "¿Qué es la ilustración?", Foucault diferencia ilustración confirmada por una entrevista que Habermas concedió a Perry Ander-
y humanismo -una distinción que sin duda no aceptaría todo el mun- son. En el artículo de éste, Habermas niega que su defensa de la racio-
do- y reserva sus críticas a este último. nalidad sobre la h11se de un consenso lingüístico pueda conducir a "una
sociedad totalmente transparente". En cambio esto se alcanza mediante ..
"Al humanismo se le puede oponer el principio de una crítica y de una
"la ~de las pretensiones ala validez [y] no entre en conflicto con el
creación permanentes de nosotros mismos como sujetos autónomos; ese
~ ( principrn está en el centro mismo de la conciencia que la ilustración tiene
pluralismo de los interesas y de las formas de vida".1s El énfasis quepo-
ne Habermas en la crítica dentro de la comunicación lo aproxima al con-
11
ª)º
( de sí misma. Desde este punto de vista, la ilustración y el humanismo se
encuentran en un estado de tensión antes que de identidad".9 cepto de différend de Lyotard y al concepto de ~utoconstitucióQ en la
oposición de Foucault, aun cuando éste esté tomado de Kant. La noción
Por más que sea defendible, semejante definición de la ilustración foucaultiana de "construcción de sí mismo corno sujeto autónorno"ts se

l
no está ampliamente aceptada. asemeja mucho a la noción haberrnasiana de racionalidad comunicativa
Por otro lado, Foucault se siente molesto al apropiarse de la ilus- corno acto del discurso crítico. Además, ambos autores desarrollan su
tración a causa de su relación con Habermas. En trabajos recientes ta- pensamiento en el marco de un proyecto de emancipación.
les corno The Theory of Communicative Action,10 "Modernity versus Sin embargo, la divergencia decisiva de sus pensamientos está en
Postrnodernity"t1 y "The Entwinement of Myth and Enlightenment",12 el problema del encuadramiento histórico. Habermas, el dialéctico, sitúa
Habermas defiende la ilustración contra pensadores corno Foucault, el concepto de racionalidad comunicativa en un contexto de evolución
precisamente sobre la cuestión del racionalismo. Para Habermas, no global de la humanidad. En suma, su posición es de orden ~
~\ puede haber proyecto de sociedad emancipada sin la extensión de la ra- Foucault, el genealogista, ancla su posición en una confrontación desto-
' { cionalidad de la ilustración a todo el espacio de lo político y de la vida talizada con el presente. Sobre la cuestión del encuadramiento histórico,
cotidiana. En "Modernity versus Postrnodernity" defiende la moderni- Habermas se atiene a un postulado de certeza epistemológica: el crítico
dad, nacida de la ilustración, contra la posmodernidad que, según dice teórico debe poder reconstruir por entero el pasado. La posición de Fou-
Habermas, conduce a un estado conservador. En "The Entwinernent of cault exige mucho menos al crítico; éste debe atreverse a conocer y a au-
' Myth and Enlightenrnent", Habermas rechaza por considerarla superfi- toconstituirse en la oposición política a las estructuras de dominación
0)0 .cial toda similitud entre la crítica a la ilustración de Derrida y de Lyo- existentes. La posición de Foucault va pues más allá de la de Habermas
ard y la de. Horkheirner y Adorno,1a porque, según él, el pesimismo de por abandonar la concepción tradicional esencialista del sujeto centrado
los dos primeros es irremediable contrariamente al de los otros dos. en el conocimiento.
Con La teoria de la acción comunicativa sobrevino un cambio irnpor- Sin embargo, la principal cuestión teórica que se encuentra en la
ante en la posición de Habermas. En esta obra Habermas reconoce que apropiación de la ilustración es la de saber cómo transformar el presen-
abría que modificar el sistema de defensa de la ilustración que ya no te: ~oueault predica d~ maner~ muy convincent;e. en favor de una nue~a ,
uede estar fundado en la razón como atributo de la conciencia. Para ser cntica que llama "actitud límite". La nueva: critica tratará de deter - 1
~ 'defendida, la racionalidad de la ilustración debe traducirse en un ~ nar lo que es posible y lo que no lo es. En muchos aspectos la posición e
ingüístico. Habermas define la racionalidad corno la capacidad de habla Foucault se acerca más a Marx que a Kant. Kant definía lo que la razón
~ contexto sociolingüístico. El concepto de "habla en situación no podía hacer y, por lo tanto, rechazaba las formas anteriores del dis-
ideal" corresponde a un estadio de la evolución humana. La humanidad, o curso rnetañsico. Una vez que Kant hubo hecho la "limpieza de la casa" ' ··'\,
por lo menos la sociedad occidental, es ahora capaz de concebir un proyec-
to que haga posible "el habla en situación ideal" y por consiguiente de
construir una sociedad ernancipada.14 Sus trabajos más recientes desarro-
llan más plenamente el carácter lingüístico del concepto de razón.

302
Se puede hacer una lectura plausible de La teoria de la acción co-

~ ~ ~~\A.. r¿t l.t--t.Q~. ~) . J.l


en la filosofía, lo que queda de los poderes de la racionalidad está deter-
minado por la estrategia de la deducción trascendental que pone las raí-
ces de la razón pura en la universalidad.
En el extremo opuesto, Marx y Foucault imponen los dos límites
temporales a la razón, la circunscriben por su contingencia, por su con-
') ,
'\

fa"~...ufi ~
303
ll
l
temporaneidad. Los límites de la razón están determinados por la fini- El punto débil de la nueva historia de Foucault está en el problema
j ~por su situación. Además, Marx y Foucault oríentan de la generalidad del trabajo del historiador, problema que Foucault re-
, los dos, aunque de manera diferente, la tarea de la crítica hacia el obje- conoce y aborda, pero no resuelve por completo. El trabajo del historia-
tff<. tivo, "positivo" de la transgresión. Foucault nunca fue más claro sobre dor comienza con el reconocimiento que él tiene de su contingencia y con
esta cuestión que en "¿Qué es la ilustración?". El proyecto de crítica está
asociado con el trabajo de la libertad: la razón desenmascara las preten-
siones a la universalidad, revela los límites de las formas sociales y cul-
la constitución de sí miSmo como historiador. El trabajo del historiador
es, en última instancia, un trabajo de autoexamen. Si la focalización en ~
la interioridad tiene prioridad sobre el trabajo de reconstrucción del pa-
turales y señala las posibilidades de formas alternativas que todavía no sado, el historiador se expone a desconocer los determinismos sociales.
están. asociadas con la dominación. En lo que Foucault va considerable- La escritura de la historia tiene sus raíces en la investigación de los lí-
mente más lejos que Marx es en la conexión que realiza entre la crítica mites interiores; su esfuerzo de investigación sobre la dominación social
~ [ transgresiva del presente y la constitución del sí-mismo. Mucho más corre el riesgo de no ser suficientemente sistemático y de dejar escapar
'f' claramente que Marx, Foucault insiste en que la escritura histórica es la comprensión de las estructuras generales que obran en determinar al
t una forma de autodeterminación, así como una práctica de crítica social. individuo en su contingencia. Foucault considera el problema cuando
I Veamos las palabras de Foucault: traza las grandes líneas de lo que él estima como el "carácter general de
su problemática":
"Quiero decir que este trabajo hecho en los límites de smo~
debe abrir, por un lado, una esfera de investigacr n stórica y, por otro a- "Esta actitud filosófica debe ser trasladada al trabajo de las diversas
do, someterse a la prueba de la realidad, de la realidad contemporánea, indagaciones ... [que] encuentran su coherencia teórica en la definición de
tanto para captar los puntos en que el cambio es posible y deseable como formas históricas únicas en las cuales las generalidades de nuestras rela-
para determinar la forma precisa que ese cambio podría tomar."17 ciones con las cosas, con los demás y con nosotros mismos han sido proble-
matizadas".19
Marx, en muchos aspectos heredero de la ilustración, nunca vio
J_,I que la crítica del presente se hacía posible por el carácter contingente Foucault sostiene aquí que toda escritura histórica, por "monográ-
lt( de la constitución del sí-mismo del crítico. En cambio Marx presupuso la fica" que sea, por limitado que sea su alcance, implica vastas cuestiones
validez universal de la dialéctica que en realidad es una variante del te- teóricas. Esas cuestiones ("relaciones con las cosas, con los demás y con
ma del racionalismo esencialista. nosotros mismos") son definiciones de cuestiones de orden general. El
~

~
"¿Qué es la ilustración?" sintetiza dos líneas de fuerza presentes en problema de la posición de Foucault está en que éste pone el acento en
· a obra de Foucault desde el comienzo de la década de 1970. Vigilar y las relaciones del historiador con los demás y con las cosas y las compa-
castigar y la Historia de la sexualiad (tomo I) aportan críticas de la do- ra con la relación que el historiador tiene consigo mismo.
} minación al presentar historias "destotalizadas" particulares de discur- Una parte de la contingencia de la situación del historiador proce-
sos/prácticas. Posteriormente Foucault trabajó en el problema de la de del mundo en el que él intenta constituirse corno sujeto. Sin embargo,
constitución del sujeto. Estudia este tema en los tomos 11 y 111 de en el ensayo de Foucault no hay intento alguno de caracterizar un modo
la Historia de la sexualidad, pero la conexión entre estas dos líneas de ser general de este mundo o, mejor dicho; no hay ningún intento para
de investigación no se realizó antes de "¿Qué es la ilustración?". La pro- determinar el carácter específico del mundo social que impulsa las in-

ó f /\
clamación enigmática de Vigilar y castigar según la cual la historia de
Foucault es una historia del presente, se hace ahora clara. La crítica,
vestigaciones del historiador. En el texto de Foucault, el lector se en-
cuentra frente a un mundo en el que hay diversas formas de dominación
f
una de cuyas formas es la escritura de la historia, comienza por la cons- y diversas formas de resistencia a la dominación. No encuentra allí nin-
~
.-v.~)
ti~~~~¿ujeto y se produce mediante el reconocimiento
e su propia contmgencia y simultáneamente mediante el reconocimien-
. tO de que la dominación social es contingente. Vale la pena repetir tex-
gún reconocimiento del carácter específico de la contingencia del presen-
te que haría pertinente la forma de historiografía practicada por Fou-
)t.~ ''-., tualmente la formulación de Foucault: cault.
Personalmente estoy convencido que en el pasado próximo surgie-
ron nuevas experiencias del lenguaje que yo llamo el "modo de informa-
"Caracterizaré el ethos filosófico propio de la ontología crítica de noso- ción" y de que esas nuevas experiencias de lenguaje tienden a llevar a
tros mismos como un test histórico-práctico de los límites que podemos cabo una destotalización del mundo social al suministrar el impulso ne-
superar y así como un trabajo que efectuamos nosotros mismos sobre no- cesario a una forma de historiografía descentrada corno la de Foucault.
sotros mismos como seres libres".18
Estoy igualmente convencido de que un reconocimiento explícito y un
*- k ~ul e>-d~ análisis del modo de información darán una fuerza suplementaria a la

304 1 (~ ~~ j'lít tJÍ ~ 305


argumentación de Foucault. Su posición, tal como se presenta ahora, es de la contemporaneidad de Kant (posmodemo/modemo, modo de infor-
vulnerable a la acusación de engendrar proyectos arbitrarios; su proble- mación/modo de producción), el peligro de confundir ambas posiciones
mática no permite demostrar la validez general ni la aplicabilidad de desaparecería y ese retomo a Kant asumiría el aspecto de un amable in-
sus conclusiones. tercambio de puntos de vista al abrigo de toda clase de "chantaje".
Podemos bosquejar brevemente con algunas observaciones lo que Por eso es necesario definir en teoría, como un momento de la
sería la fuerza suplementaria que aportaría a la posición de Foucault la constitución de la subjetividad del historiador, toda caracterización (por
· incorporación de la perspectiva del modo de información. La problemáti- provisional que sea) del mundo social del historiador. Para decirlo bre-
, ca de la constitución del sí-mismo en el espacio social contemporáneo vemente los beneficios de esta tentativa son de dos clases:
debe tener en cuenta las comunicaciones electrónicas. Estas sustituyen 1) permitir especificar y diferenciar la situación del historiador;
cada vez más las relaciones personales directas y la comunicación escri- 2) atribuir un carácter general a sus investigaciones transgresivas.
Ji ~ ta. Hoy, la televisión reemplaza a la confesión y a los grupos de terapia
de períodos anteriores. En el acto de mirar televisión hay "discursos"
Ilustraré estos temas comparando a Marx y a Foucault e indicando có-
mo una teoría del modo de información acrecienta las posibilidades de ·
que obran en la "~ciQn ~"del espectador. La televisión estas dos perspectivas históricas.
es un fenómeno com¡irejoeneí que los folletines y las informaciones, los Marx hace del campo histórico ante todo el campo de la acción,
b avisos publicitarios y los filmes registrados en videocasetes tienen efec- particularmente el de la práctica del trabajo. En cambio, Foucault da la
tos muy diversos en el sujeto. En el caso de la publicidad, el teleespecta- prioridad al discurso que es una forma de lenguaje, sin disociar discurso
dor está constituido como sujeto consumidor por la retórica visual y au- y práctica. Foucault llevó a cabo este cambio paradigmático dentro del
ditiva; significantes flotantes son asociados con los bienes de consumo, contexto de una fuerte corriente estructuralista que reinaba en Francia.
no en virtud de una relación intrínseca, sino por la lógica de la insatis- Los estructuralistas no se contentan con privilegiar los fenómenos lin-
facción, del deseo que está situado en el mundo imaginario del sujeto en güísticos, tienen la tendencia a reducir al lenguaje la totalidad del cam-
el que aquélla preexistía a causa de la interiorización de las normas so- po de las ciencias humanas. Foucault, al poner el acento en la pareja de
ciales. En el caso de la telemática o de la teleconferencia,20 la distancia conceptos discurso/práctica, rechaza la totalización del lenguaje propug-
temporal y espacial obliga por su estructura al sujeto a constituirse de nada por los estructuralistas y evita así los peligros del formalismo. Sin
manera continua en el discurso. La mediación electrónica aumenta el embargo, el problema consiste en que Foucault acepta este desplaza-
nivel de "artificialidad" de la comunicación y lleva a su grado extremo la miento paradigmático hacia el lenguaje sin plantearse la cuestión de los
"diferencia" con la escritura. La constitución del sí mismo está incorpo- factores sociales (tales como el modo de información) que hacen necesa-
rada en la estructura de comunicación. En el modo de información, la rio ese desplazamiento.
cuestión del sujeto no se limita ya a la oposición de conciencia y estruc- Marx desplazó el campo histórico de la política hacia el trabajo
tura. Por el contrario, el sujeto llega a ser una multiplicidad de auto- al sostener no sólo que no se había elaborado todavía una teoría adecua-

~ construcciones, tiene una identidad como consumidor de avisos publici- da del trabajo, sino que la formación social contemporánea hacía sur-
tarios y otra identidad como usuario de distribuidores automáticos, otra gir la cuestión del trabajo a causa de la transformación del proceso de
como lector de novelas, etc. La problemática foucaultiana de la constitu- trabajo efectuada por el capitalismo. Foucault desplazó el campo del

6f 1 ción del sí-mismo es la estrategia apropiada del modo de información y


en ese contexto encuentra su campo de aplicación más extenso.
La reticencia de Foucault en cuanto a problematizar lo que carac-
teriza el mundo social es sin duda el resultado de los fracasos del es-
trabajo hacia el discurso, sin examen riguroso de la manera en que el
campo actual problematiza el lenguaje. Colocó de nuevo parcialmente
en su contexto el desplazamiento hacia el lenguaje cuando llamó la
atención sobre el nuevo papel que desempeñaban las ciencias humanas
quema elaborado por los marxistas y el resultado de las consecuencias en las estructuras de dominación, tema nietzscheano que Foucault reno-
epistemológicas de ese fracaso.21 Pero ni los atolladeros que encuentra vó con mucho éxito. Pero Foucault nunca estudió minuciosamente las
en todos los niveles la teoría del~modo de producción, ni los peligros de drásticas transformaciones de la experiencia lingüística registradas en
totalización inherentes al proyecto de definición del mundo social consti- el campo contemporáneo. En consecuencia, sus textos no revelan tanto
tuyen excusas válidas. Un análisis "destotalizado" del mundo social, que como podrían hacerlo las vigorosas fuerzas sociales que justifican que
defina estructuras que surjan en nuestro espa~o social es posible y a la uno ponga el acento sobre el lenguaje como objeto privilegiado de la in-
vez necesario. Sin tal análisis Foucault es incapaz de mostrar la dife- vestigación histórica.
rencia que hay entre su propia situación y la de Kant; de ahí el malestar Es precisamente por eso que elaboré el concepto de "modo de infor-
que experimenta cuando retoma a Kant pues siente que corre el riesgo mación". No utilizo esta expresión para designar una nueva era históri-
de que se confundan sus respectivas posiciones. Sin embargo, si Fou- ca ... algo como "la edad de la información". Así conceptualizado, el modo
cault hubiera definido su contemporaneidad por la diferencia respecto de información totalizaría el campo al reintroducir el problema que ha

306 307
sido la falla del concepto marxista de modo de producción. De manera reducirse a la expresión de la verdad.26 Bakhtin descubre una dimen-
que.yo empleo el concepto de modo de información para designar el cam- sión dialógica del lenguaje en la que la plurivocalidad (polyvocity). y la
po de la experiencia lingüística, campo cuyas relaciones estructurales ' polisemia disipan la ilusión de la estabilidad semántica.26 Cada una de
básicas cambian en cada período, exactamente como las relaciones del estas posiciones aduce argumentos de peso contra el positivismo y el for-
modo de producción. Pero la concepción marxista del modo de produc- malismo.
ción, que hace corresponder a diferentes épocas diferentes modos de pro- Por válidas que sean, estas teorías "posracionalistas" del lenguaje
ducción, se transforma prácticamente en una concepción según la cual , no ofrecen al historiador los principios de variación estructura que per-
la época moderna (el capitalismo) es un sistema social dominado por las mitan dar al campo lingüístico una dimensión temporal.'.1:1 Aunque mu-
fuerzas productivas y las relaciones <Je producción. La simple observa- chas de las posiciones arriba mencionadas contienen perspectivas analí-
ción teórica de que todas las sociedades implican estructuras por las ticas muy interesantes sobre la cuestión del contexto, no van más allá
cuales los seres humanos producen objetos para satisfacer sus necesida- del análisis de sus diferencias y de su complejidad interna. Quiero decir
des se transforma en totalización reductora que hace del sistema de pro- que ellas no especifican el carácter único de la experiencia lingüística en
ducción el centro del campo histórico. Es este tipo de deslizamiento teó- la situación actual. Sus categorías tienden a captar el lenguaje como. si
rico el que se trata de evitar con la elaboración del concepto de modo de se tratara de un fenómeno estructuralmente inmutable. Lo que necesita
información. El modo de teorización de esta categoría no debe hacer una teoría del modo de información son categorías que preparen el aná-
pensar que el período actual sea un período en el que se sustituya un lisis de las variaciones históricas.
modo de producción por un modo de información. No es posible abordar una tarea teórica de semejante envergadura
En historia, la necesidad de desarrollar un campo de investigación en un breve artículo. Pero así y todo quiero indicar cuáles son los tipos
fundado en el modo de información se debe, por un lado, a la impotencia de fenómenos lingüísticos que surgieron recientemente y que merecen
del materialismo histórico (y de otras posiciones como las de Max We- un análisis histórico. Si desde el siglo XVI la imprenta transformó la ex-
ber) para elaborar una teoría del lenguaje y, por otro lado, a los cambios periencia lingüístíca, las formas electrónicas de almacenamiento y de
fundamentales sobrevenidos en la experiencia lingüística durante el si- transmisión de la información han hecho otro tanto en el siglo XX. Un
glo XX. A causa de los límites de este ensayo me concentraré tan solo .e n gran número de interacciones lingüísticas se desarrollan en dimensio-
el segundo tema. Una teoría adecuada del modo de información depende nes temporales y espaciales fabulosamente dilatadas. El teléfono, la ra-
esencialmente de la manera de enfocar el contexto del lenguaje. Verdad dio, la televisión y la computadora alientan una dispersión de los grupos
es que las ciencias humanas han terminado en el siglo XX por estar aso- que están en comunicación. Por más que ese proceso haya comenzado
ciadas con los sistemas de control social. Y verdad es que el modo de con la imprenta, puede uno preguntarse si los nuevos medios de comu-
producción se vio significativamente alterado durante el período recien- nicación social no fundan una transformación cualitativa de la interac-
te por la introducción de sistemas de procesamiento de la información. ción social a causa de la desmesurada extensión de los procesos a larga
Pero ninguno de estos cambios de contexto constituye un punto de parti- distancia. Sostendré que los sujetos se constituyen de manera diferente
da adecuado para desarrollar el concepto de modo de información, por- si una buena parte de su experiencia de comunicación se realiza por in-
que ninguno de ellos nos da los medios de concebir el lugar del lenguaje termedio de un discurso/práctica electrónico. En sus últimos años, Fou-
en las relaciones sociales, en suma, esos cambios de contexto no permi- cault trabajaba sobre la cuestión de la constitución del sujeto; hay que
ten teorizar las relaciones del lenguaje con la acción. incluir el modo de información en su proyecto.
La teoría del modo de información debe tener en cuenta las críticas Un aspecto estructural de los medios electrónicos que los diferen-
de las propiedades del lenguaje (representación, intencionalidad, univo- cia de la imprenta es su múltiple capacidad de dirección que es muy
. sidad) que se desarrollaron en numerosas formas estos últimos de- compleja. La imprenta emite significantes partiendo de una fuente, la
cenios. Los estructuralistas no hacen derivar la significación de la computadora recoge significantes que le llegan de todas partes. La im-
conciencia que de ella tiene el hablante, sino que la hacen derivar del prenta extiende la "influencia" del sujeto comunicante o del texto que
sistema de parejas de oposición binaria dentro del marco de un análisis comunica; la computadora autoriza al receptor de los significantes a
sincrónico.22 Los semiólogos demuestran que el sentido o significación controlar al emisor. Los centros de poder se convierten en destinatarios
puede "flotar" en el espacio social y adherirse a objetos independiente- panópticos cuya "memoria" es una nueva estructura de dominación. Un
mente de la "utilidad" de éstos o de sus propiedades referenciales.2S Los propietario de Los Angeles había almacenado por computadora informa-
desconstruccionistas abogan por la "textualidad" del lenguaje hablado y ciones relativas al comportamiento de sus inquilinos y las comunicó a
hacen notar la diferencia sistemática que hay entre intención y discur- otros propietarios mediante un precio.u La experiencia comunicativa se
so.24 Los teóricos del acto de la elocución insisten en el componente per- ha modificado. Los medios electrónicos fomentan la dispersión de la co-
formativo de los actos elocutivos y niegan que las enunciaciones puedan munidad, pero facilitan al mismo tiempo su vigilancia.

308 309
El mercado también se ha transformado. Semiólogos como Bau- la memoria humana y socavan la ontología cartesiana del sujeto y del
drillard han analizado la estructura de significación en la publicidad e objeto. En virtud de todos estos procesos, la "realidad" se constituye en
insistieron en la diferencia del significante y la recodificación de las la dimensión "irreal" de los medios de comunicación. En esta esfera ya
mercancías. Los medios electrónicos favorecen este tipo de proceso. no hay actos puros; sólo hay representaciones lingüísticamente transfor-
Cualquier cosa puede asociarse con cualquier otra cosa para el especta- madas que son los "actos" mismos. Esos aspectos del nuevo modo de in-
dor que está estructurado por la retórica del aviso comercial. El ·presi- formación sólo están indicados aquí en un primer esbozo. Aun en esta
dente Reagan, personaje de los medios de difusión por excelencia, trató forma preliminar, estos conceptos muestran el carácter totalmente nue-
de relacionar una visita a las tumbas de SS con la idea de una alianza vo de la experiencia lingüística, un carácter que tiene un alcance inesti-
con la Alemania Federal. Se sorprendió de que muchos se molestaran mable para reconstituir el mundo social incluso estructuras de domina-
con motivos de tales tumbas a causa de significantes que contradecían ción enteramente nuevas. Los historiadores empeñados en el proyecto
la gestión de reconciliación. Lo que es pertinente aquí no es sólo la resis- de emancipación, ya sea en una óptica liberal, ya sea en una óptica mar-
tencia de comunidades de comunicación cuyas "bases de datos almace- xista o de otra índole, deben preocuparse por analizar el modo de infor-
nados" decían "SS = asesinos", sino también y sobre todo que Reagan mación, proyecto en el cual la teoría del modo de producción no les
haya reactivado la nueva estructura del modo de información en la que servirá de gran ayuda.
los significados son manipulados por quienes los emiten. Igualmente ne-
cesario es analizar el trabajo y el tiempo de ocio en los conceptos del
nuevo modo de información.
Merece también estudio la relación que hay entre la computadora
y quienes la utilizan. Uno no escribe en la computadora como en una ho- Notas
ja de papel en blanco. En primer lugar, los pixels que se encienden en la
1 Agradecemos a Allan Megill sus observaciones.
pantalla según ciertas estructuras no son semejantes á los rasgos de la 2 Charles Lemert y Garth Gillan. Michel Foucault: Social Theory as 'lransgression,
tinta o del lápiz. Son signos "inmateriales" ;J.9 no rasgos que obedezcan al Nueva York, Columbia University Press, 1982; Pamela Major Poetzl, Michel Foucault's
principio de la inercia. El espíritu del operador se ve frente, no a la re- Archeology of Western Culture, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1983; Hu-
sistencia de la materia, sino a una pantalla cuya condición ontológica es bert Dreyfus y Rabinow, Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, Chi-
nueva, a medias material, a medias ideal. El texto de una pantalla de cago, University of Chicago Press, 1982; Barry Smart, Foucault, Marxism and Critique,
Londres, Routledge and Kegan Paul, 1983; John Rajchman, Michel Foucault, Nueva York,
computadora se desvanece tanto como pueden desvanecerse las pala- Columbia University Press, 1984; Mark Cousins y Althar Hussain, Michel Foucault, Nue-
bras de un orador y puede ser corregido o cambiado instantáneamente. va York, St. Martin's Press, 1984; y Karl Racevskis, Michel Foucault and the Subversion
Así un individuo crea un texto en la computadora dentro de la interac- of lntellect, Ithaca, Cornell University Press, 1983; Mark Poster, Foucault, Marxism and
ción con un "objeto" que está más próximo a su cerebro de lo que está History, Nueva York, Blackwell's, 1985.
3 Jacques Derrida. De lagrammatologie, París, Ed. de Minuit, 1967.
una hoja de papel. 4 M. Poster. Foucault, Marxism and History, op. cit., véase particularmente el capítu-
Luego, la computadora puede ser el cerebro, es decir, puede .tener lo N.
acceso a bases de datos almacenados que se parecen a la memoria pero 5 F. Lyotard, Le Différend, París, Ed. de Minuit, 1984.
que desarrollan considerablemente algunas de las posibilidades de la 6 "Judiciousness in Dispute or Kant after Marx", publicado en Francia, como "Judi-
memoria. En principio, la computadora puede hacer accesible el cuerpo cieux dans le différend" enLa Faculté dejugement, París, Ed. de Minuit, 1985.
7 "What is Enlightenment?", traducción inglesa, en Paul Rabinow (éd.), Foucault Re-
de todos los textos del mundo y transformar así en práctica la memoria ader, Nueva York, 1984, pág. 43.
de quien la utiliza. Por otra parte, la computadora puede sustituir al 8 lbíd., pág. 38.
·hablante en una conversación. Además de poder pilotear máquinas, 9 lbíd., pág. 44.
puede también actuar en la comunicación en el lugar de personas. La 10 Traducción inglesa de Thomas McCarthy, Boston, 1984.
11 New German CritiqW!, n° 22, invierno de 1981, págs. 3-318.
-tradicional concepción cartesiana del sujeto humano como hablante que 12 lbíd., n° 26, primavera-verano de 1982, págs. 13-30.
obra sobre el mundo de la naturaleza debe modificarse para tener en 13 Max Horkheimer y Theodor Adorno, La dialectique de la raison, París, Gallimard,
cuenta estos nuevos "agentes". 1974.
Los medios electrónicos de comunicación hacen estallar los límites 14 Este tema fue primero desarrollado en Communication and the Evolution of So-

del espacio-tiempo de los mensajes, permiten la vigilancia de mensajes ciety, Boston, 1979. El texto alemán se publicó en 1976.
15 •Jürgen Habermas: A Philosophico-Political Profile", New Left Review, nº 151, ma-
y de acciones, completan el proceso de automatización de la producción, yo-junio de 1985, pág. 94.
despacializan ciertos tipos de trabajo, hacen que los significantes sean 1s Op. cit., pág. 42.
flotantes en relación con sus referentes, sustituyen ciertas formas de re- 17 lbíd., pág. 46.
18 lbíd., pág. 47.
laciones sociales, modifican la relación texto/autor, extienden al infinito 19 lbíd., pág. 50.

310 311
20 Agradecemos a Andrew Feenberg y a Rob Kling por.su contribución a esta refle- ,
xión. . · · .
21 Por eso el tema revolucionario y el tema de la teoría 'r evolucionaria no pueden estar
en la base de un proyecto de emancipación universal. ·
3
22 En este sentido, el texto más interesante es el de Roland. Barthes Systeme de la
mode, París, Ed. du Seuil, 1967.
23 Jean Baudrillard, Le Miroir de la production, Galil~, 1985.
24 J acques Derrida, De la grammatologie, op. cit..
·Foucault, la moral, la crítica
25 J. L. Austin. Quand dire, c'est {aire, París, Ed. du Seuil, 1970.
26 M. M. Balchtin, The Dialogic lmagination, traducción inglesa de Michael Holquist,
Austin, University ofTexas Press, 1981.
27 Acerca de una opinión contraria, véase Dominick La Capra, Rethinking lntellec- Christian Bouchindhomme
tual History, Ithaca, Cornell University Press, 1983.
28 Gary Marx, "The New Surveillance", 'Thchnology Review, mayo-junio 1985, págs. 43-
48. Lo que sin duda llama más la atención del lector es esa forma de
29 Término acuñado por Jean-Fran~is lqotard en 1985.
1 ubicuidi;id y de polimorfismo que parece caracterizar la producción de
Foucault y que aun hoy hace que resulte .arriesgada cualquier estima-
ción global. Marxista resueltamente nietzscheano, filósofo por cuanto es
historiador, positivista (feliz) que define su historiografía como una an-
ticiencia, Foucault usó indefinidamente su derecho a lo no idéntico. To-
dos recuerdan el reproche que, poniéndose en el lugar de sus críticos, se
dirigía a sí mismo en La arqueología del saber: "Usted ya prepara la si-
tuación que le permitirá, en su próximo libro, volver a surgir en otra
parte y provocarnos como lo hace ahora. No, no estoy allí donde ustedes
~
me acechan, sino que estoy aquí desde donde los miro riéndome" (AS,
pág. 28) o también esa comprobación que figura en la conclusión de la
misma obra: "Lo cierto es que por el momento y sin que pueda yo toda-
vía prever un término, mi discurso, lejos de determinar el lugar desde
el cual hablo, esquiva el suelo en el que podría tener apoyo" (AS, pág.
267). Pero esto lo hacía para decir: "No me pregunten quién soy y no me
digan que continúe siendo el mismo" (AS, pág. 28). Ciertamente esta
"ubicuidad~ un poco irónica sirvió a Foucault en su grandeza; sin duda
en virtud de ella pudo Foucault, como nómada por decirlo así, tocar los
puntos más sensibles, más dolorosos de nuestro tiempo. Pero entonces
se plantea una cuestión: Para ser filósofo y como tal "captar su época
por el pensamiento" (Hegel), ¿habría que entender que después de Fou-
cault la filosoña que se somete a las reglas del discurso racional es una
figura históricamente situada y hoy caduca? O por el contrario, ¿hay
que entender este nomadismo foucaultiano como el concatenamiento de
múltiples intentos de construir un pensamiento crítico? Es a esta segun-
da pregunta a la que intentaré responder afirmativamente, lo cual me
permitiré ciertamente considerar superflua la primera pregunta.
"Si yo fuera pretencioso daría como título general a lo que .hago:
'genealogía de la moral'", decía Foucault. a J. J. Brochier en ·1975.1 En
1984 y en sus entrevistas concedidas a Concordia2 y a las Nouvelles,s
Foucault dice más bien que siempre trabajó en una teoría del sujeto. La
formulación difiere, pero sin embargo creo que al decir esto Foucault dio
muy precisamente el marco dentro del cual hay que percibir su trabajo.
Si se ve bien en qué relación puede uno tratar el sujeto y la moral, es en
cambio más audaz asociar una genealogía de la moral y una teoría del
312
313
sujeto. La ambigüedad y hasta la contradicción no escapó a nadie en pecto de Nietzsche es, pues, importante a pesar de las afinidades atesti-
aquel momento, tanto más cuanto que Foucault --especialmente en la guadas por Foucault y en todo caso los cimientos de la ulterior crítica
entrevista concedida a Concordia- parecía hablar como si siempre hu- foucaultiana son forzosamente diferentes de los de Nietzsche.
biera trabajado en una teoría positiva del sujeto, lo cual, confesémoslo, Aun antes de investigar estos cimientos convendría tal vez pregun-
podía en efecto parecer sorprendente. Más allá de la probable provoca- tarse si existe virtualmente un potencial crítico en Foucault. Me parece
ción y más allá de la astucia (como se trasluce en la entrevista concedi- que en un primer nivel la respuesta se configura en la problemática
da a las Nouvelles) es evidentemente en otra perspectiva en la que hay misma de Foucault. Más allá de la referencia misma a la genealogía
que colocarse para comprender esta visión que Foucault tiene de su pro- -que supone pues crítica-, lo que Foucault escoge describir son, no
pio trabajo; y creo que hay que atribuir a la voluntad de proponer un procesos de entendimiento, de comprensión o de integración, sino proce-
embrión de base normativa a la reivindicación de una positividad en la sos de rechazo, de separación y de exclusión y sobre todo procesos que se
gestión de Foucault. desarrollan ocultos. Aquí la denuncia (por lo menos hasta Vigilar y cas-
Para ver con mayor claridad esta cuestión volvamos a considerar tigar) está pues latente y con ella la crítica; por lo demás, el estilo lo in-
ese "título general" que Foucault da a su trabajo en 1975. Independien- dica bastante claramente y muchos de los lectores de Foucault en aque-
temente de la referencia a Nietzsche, por la que no hay que dejarse en- lla época no se engañaron y lo entendieron inmediatamente como un fi-
gañar, la vocación de esta síntesis de su trabajo es principalmente crear lósofo comprometido. Corno se sabe Foucault lo confirmó en la práctica
un efecto de choque al designar el asilo, la clínica, las ciencias humanas, al comprometerse en el plan político de los rnaoístas (a comienzos de la
la prisión como otras tantas manifestaciones de la moral. En otras pala- década de 1970) y sobre todo en el plano "civil" o "cívico" (por referencia
bras, si Nietzsche se propone señalar "el origen de los prejuicios mora- a los movimientos de los civil rights) tocante a los presos y las minorías
les" y al hacerlo establecer la tipología y la crítica de las fuerzas reacti- (a fines de la década de 1970).
vas en la medida en que éstas representan un obstáculo para el ejerci~io Se sabe que este compromiso es hoy considerado por algunos corno
del pensamiento, nada está dicho con mayor claridad en Foucault, ctiyo una forma de autocontradicción. Pero para que la contradicción fuera
proyecto parece a la vez más modesto y más preciso. Si Nietzsche se si- patente sería menester que Foucault se hubiera comprometido en una
túa en el plano de los principios para oponerse a Kant, Foucault se sitúa "crítica total de la razón" o que su obra teórica no tuviera ningún lugar
en el plano de la experiencia y de lo vivido y no lo hace para oponerse a desde donde expresarse.
un autor, sino para hacer frente a una mentalidad. Ahora bien, si obser- Admito que la ubicuidad de Foucault, sus evasivas y su ironía pue-
va uno la periodización del conjunto de las obras escritas entre 1954 y den dar argumentos a sus detractores. Sin embargo, para quien quiera
1975 -y aquí puede incluirse la Voluntad de saber publicado un año ver bien las cosas, hay rastros de una "base normativa" (la expresión es
después- se encuentra la indicación contenida en la "cuarta cubierta" sin duda demasiado fuerte) extraordinariamente permanente en toda la
de Vigilar y castigar (SP) que evoca una "genealogía de la moral moder- obra. La encontrarnos en formas diversas, a veces a punto de desvane-
na". De manera que en la medida en que la moral cuya genealogía se cerse, pero esa base normativa está en definitiva más o menos presente
propone hacer Foucault no es la moral de las teorías morales sino que es en toda la obra. Sin duda es más notable a partir de los últimos volúme-
la moral que penetra, impregna y regula la realidad social moderna, se nes de la Historia de la sexualidad, pero -y esto indica su permanen-
puede decir que la genealogía foucaultiana es una genealogía de la mo- cia- ya en la primera obra de Foucault (Maladie mentale et Psycholo-
ral social moderna. gie [MMP], 1954) encuentra ciertamente su formulación más clara. Co-
Pero entonces, ¿cómo ha de entenderse esta genealogía? Hacer la rno conclusión, leemos allí: "Las dimensiones psicológicas de la locura ...
genealogía de la moral (en su conjunto) era para Nietzsche tender a la deben situarse en el interior de esa relación general que el hombre occi-
crítica total de una razón castradora del pensamiento creador y negado- dental estableció (bien pronto hará de esto dos siglos) de sí mismo consi-
ra de la voluntad de poderío. ¿Podernos suponer la misma aspiración en go mismo .... Esta relación que funda filosóficamente toda psicología po-
Foucault? La pregunta, a decir verdad, no debe formularse en estos tér- sible sólo pudo ser definida partiendo de un momento preciso de la his-
minos, puesto que no estarnos en el plano de los principios que rigen el toria de nuestra civilización: el momento en que la gran confrontación
pensamiento occidental sino que debernos situamos en el plano de las de la razón y de la locura dej6 de hacerse en la dimensi6n de la libertad
normas tácticas que regulan una experiencia social limitada. Si la ge- y en que la raz6n dej6 de ser para el hombre una ética para convertirse
nealogía tiene pues en Foucault, corno en Nietzsche, una mira crítica, en una naturaleza" (MMP, pág. 103).
por un lado, esa crítica está fundada por su objeto ert la creación y la vo- Esa base normativa es, en efecto, para Foucault la libertad, por lo
luntad de poderío y, por otro lado, en la periodización escrupulosa respe- demás, considerada menos corno un derecho formal que corno una di-
tada por Foucault, de manera que la instancia a que apunta su crítica mensión ontológica; a partir de ella Foucault orientará el conjunto de
debe ser necesariamente específica de la modernidad. La diferencia res- sus trabojoA, o saber, su genealogía de la moral social moderna. Así se

314 315
esclarece la evolución de Foucault como, por lo demás, la referencia a Bien se ve que la aspiración crítica de Fou'c ault sólo se cruza con
Nietzsche y los límites de esa referencia. . ' la de Nietzsche en intersecciones muy limitadas; los desplazamientos
¿Para qué hacer una genealogía? Por supuesto, para encontrar los realizados por Foucault (el paso de una crítica total de la razón a una
orígenes históricos de un proceso. ¿Por qué hacer una genealogía de la crítica de la razón moderna, la invocación de la libertad antes que la
moral social moderna? Porque, a semejanza de la moral en su conjunto invocación de la voluntad de potencia), al tiempo que lo salvan del ex-
según Nietzsche, la moral social moderna se. revela como una fuerza de tremismo de ,Nietzsche, le vedan la amplitud y la racionalidad de la
reacción. Y aquí está toda la diferencia respecto de Nietzsche, en la me- crítica nietzscheana.4 Nietzsche, al practicar la gene~logía de la mo-
dida en que el origen de este proceso de reacción no se encuentra nece- ral, critica la institución filosófica desde Platón y de Sócrates situando
sariamente en la razón misma (por otra parte en 1954 Foucault invoca en la alianza de razón y pensamiento el origen de los prejuicios mora-
una razón ética, contra la razón natural), sino que se encuentra en el les; al fijarla históricamente tiende a redescubrir un potencial origi-
cambio de condición de la razón que caracterizó a la modernidad, la cual nario que a decir verdad sirve al mito en el que descansa nuestra civi-
vio en la inteligibilidad de la naturaleza (el determinismo) el modelo d~ lización y que se encuentra, por lo tanto, fuera de la historia. En este
las relaciones éticas fundadas por esencia en la libertad, según Fou- aspecto, el modelo nietzscheano es verosímil y aceptable. Para respe-
cault. tar este modelo, habría sido necesario por lo menos que Foucault mos-
En otras palabras, es la interiorización de la razón moderna y en trara --ésta es la cuestión de la genealogía- que había una libertad
consecuencia la instauración del sujeto moderno lo que determina, por efectiva y plena allí donde, con la apariencia de la liberación, ya no
una parte, una alienación de la libertad esencial y el rechazo del cuerpo hay más .que libertad pervertida; la Historia de la locura así lo sugie-
en beneficio del alma, cuerpo sublimado en una "liberación", y, por otra re sin cesar (véase el capítulo III, tercera parte "Del buen uso de las
parte, una perversión de la ética transformada en una moral social que libertades"), pero en modo alguno lo establece. Y hay una razón de
va a trabajar en esta liberación contra la libertad. ello; como la periodización sobre la cual descansa la genealogía fou-
caultiana no le permite salirse de la historia, tendría pues que fundar
"Se supone que el asilo ideal debe reconstituir alrededor del alienado históricamente la realidad de una libertad efectiva anterior a la mo-
una casi familia en la que deba sentirse como en su casa; pero en realidad
está sometido a un ininterrumpido control social y moral; curarlo quiere
dernidad. Ahora bien, semejante intento (y Foucault lo sabía) habría
decir reinculcarle los sentimientos de dependencia, de humildad, de culpa- sido científicamente inaceptable y, suponiendo que se lo hubiera acep-
bilidad, de reconocimiento que son la armadura moral de la vida de fami- tado, filosóficamente tenqría sólo un interés secundario, puesto que
lia ... En el nuevo mundo del asilo, en ese mundo de la moral que castiga, esa libertad habría tenido muy escasa eficiencia respecto de un poten-
la locura llegó a ser un hecho que atañe esencialmente al alma humana, a cial mítico. Lúcidamente Foucault no fue en este dominio más allá de
su culpabilidad y a su libertad; en adelante .l a locura se inscribe en la di- lo implícito, pero por eso su crítica, por real que sea, se quedó también
mensión de la interioridad y así, por primera vez, la locura 'a dquiere con- ella en la sugestión estilística y literaria pues en el fondo apelaba al
dición, estructura y significación psicológicas ... Lo que uno descubre como sentido ético del lector (véase supra el "sadismo moralizador" en [bas-
'psicología' de la locura no es más que el resultado de las operaciones con tardilla] de los filántropos). Esta debilidad de la base normativa y la
que se la ha tratado. 'Tuda esa psicología no existiría sin el sadismo mora- voluntad de compensarla explica, a mi juicio, muchos aspectos de la
lizador en que la encerró la 'filantropía' del siglo XIX con las hipócritas apa-
riencias de 'una liberación"' (MMP, págs. 84-87).
evolución foucaultiana.
Sin duda habría que establecer esto mediante análisis más finos,
La genealogía de la moral social moderna va, pues, a sacar a la luz pero así y todo se puede observar que esta base normativa, de una pre-
esta producción del "alma" moderna convertida en naturaleza del hombre sencia bastante afirmada en Enfermedad mental y psicología se hace
y "prisión del cuerpo" (SP, pág. 34), lo cual permite que el médico ya no más difusa .en la Historia de la locura y en Nacimiento de la clínica, de-
se encargue tanto de "una intervención terapéutica como de un control saparece·en las obras siguientes y, por fin, surge de nuevo en la produc-
ético" (MMP, pág. 85). Dicha genealogía identificará los mecanismos de ción teórica para esta vez establecer (transformándola) la producción
esta presentación del alma (a través de las ciencias humanas, el orden del publicista. Luego me referiré al resurgimiento de esta base normati-
va en la última parte de la obra de Foucault, pero antes de llegar a ese
del discurso, las transformaciones de los castigos), discernirá la orienta- período debo hacer una observación esencial.
ción de esta naturalización en su paso a la institución (nacimiento del asi-
lo, de la clínica y de la prisión) y, al hacerlo (como lo muestra el desarrollo · En efecto, si se considera el período estudiado por Foucault y la in-
del texto arriba citado), criticará aquello que garantiza esta adulteración tención de ese estudio - revelar los efectos de alienación, de reificación,
de doble lenguaje, de patologización que generó y genera aún la moral
de la moral y de la libertad, a saber, el humanismo y la filantropía del si- social dominante en la sociedad occiental moderna-, no puede uno de-
glo XIX, garantías de una institucionalización de lá exclusión. jar de sorprenderse por la proximidad del proyecto de Foucault y del

316 317
co por la lógica de la descripción. Por lo demás, habría que preguntarse
si Foucault, en La voluntad de saber, no cedió finalmente a esa lógica
proyecto del marxismo. ¿Acaso este último no ve también en la sociedad para delegar (corno lo sugerí antes) toda la actividad crítica al publicis-
burguesa una fuente de alienación y de reificación? ta. Pero dejemos a un lado esta cuestión para retornar al punto central
Diría yo que esa proximidad es en realidad un resto o secuela. To- de nuestra exposición. Ocurrió corno si Foucault se hubiera visto obliga-
dos saben la parte que desernpefió el marxismo en la formación de Fou- do a cortar la rama en la que estaba sentado y al tiempo que se debilita-
cault y al leer Enfermedad mental y psicología uno encuentra manifies- ba su base normativa se marchitó el filósofo que había en Foucault. Es-
tamente sus rastros, corno lo mostró muy bien Pierre Macherey.s Desde timando que la modernidad de hecho había desconsiderado el "tribunal
este punto de vista, no 'se debe pues a un azar el hecho de que la ba:se de la razón moderna" -que desde entonces dejaba de ser un tribunal
normativa de Foucault esté infinitamente menos implícita en esa obra para convertirse en un instrumento--, y viéndose al mismo tiempo en la
que en las siguientes. Del marxismo francés de la década de 1950, Fou- incapacidad de recurrir a las dos únicas posibilidades filosóficas críticas
cault conservaba en forma mínima y sin discutirla una base normativa que se le presentaban, para Foucault ya era la filosofía misma la que ya
necesariamente próxima a la suya propia (én la medida en que formula- no podía asumirse corno tal. Por eso creo que por lo menos durante un
ba explícitamente la aspiración a una sociedad no alienada y por lo tan- tiempo Foucault intentó ternatizar y consolidar los dos polos que se ha-
to a priori libre), que sin embargo Foucault ya atenuaba mediante una bían derrumbado -el origen y el fin de la historia- y que concibió el
perspectiva genealógica, marca de su originalidad y promesa de una re- papel del "filósofo" de hoy según una doble modalidad: historiador y pe-
novación de la perspectiva marxista. Pero evidentemente entre 19541y riodista; el primero debía responder a las interrogaciones del segundo.
1961 estuvo el año 1956; y fue entonces cuando a Foucault se le planteó Pero esa solución no era viable. Pues, si el historiador podía dar sentido
el verdadero problema de la base normativa. En efecto, la entrada de los al pasado, el periodista ateleológico quedaba sumergido en el sentido de
tanques soviéticos en Budapest pareció a los más consecuentes de los un presente sin futuro.1 Al objetivisrno del primero, a su positivismo fe-
marxistas franceses (que eran al mismo tiempo a menudo positivistas) liz, se opone el subjetivismo del segundo que medita en una "moral del
la falsificación del determinismo histórico que debía llevar a una socie- malestar".&
dad de libertad y les pareció la quiebra de la base normativa del mate- A estos problemas y al déficit de la base normativa que los subtien-
rialismo histórico. Esa base normativa aunque no dejaba de presentar de intentan responder los dos últimos volúmenes de la Historia de la
cierta analogía con la de Nietzsche difería esencialmente de ella por su sexualidad, lo cual pareció un espectacular "retomo de la moral".9 No
dimensión teleológica, por su apuesta al futuro, pues era la sociedad fu- me pondré a considerar los detalles de esos textos,10 pero subrayaré va-
tura la que debía funcionar corno un fin regulador y autorizaba la crítica rios puntos. Esos textos aparecieron corno una formidable ruptura más
de la sociedad presente. Sin haberse adherido plenamente a esta pos- en Foucault. Que hubo ruptura, es seguro. Y ella se produce en la medi-
tura -por lo menos no hay tematización de este orden en Enferme- da de los problemas acumulados sin responder quizás a toda la ambi-
dad mental y psicología-, Foucault se preocupa sin embargo, a partir ción foucaultiana.
de la Historia de la locura, por eliminar toda estructura teleológica que Estos dos volúmenes avanzan, según me parece, seriamente en dos
pueda producir una forma cualquiera de utopía reguladora, y sabernos puntos. Por una parte, presentan una tematización no despreciable de
que ese trabajo continuará en las obras siguientes. la libertad, lo cual constituye una verdadera novedad en Foucault pues-
Hasta La voluntad de saber Foucault conservará del marxismo to que por primera vez su base normativa está por fin enunciada corno
una periodización (la época moderna), un objeto de estudio (la sociedad tal; y esa base permite un análisis fino de la dialéctica de la libertad
burguesa occidental) y en gran medida una disciplina Oa historia),s que, -ontológica, dice Foucault- y de la "liberación".n Por otra parte, tam-
por lo demás, razones teóricas o epistemológicas lo llevaron a sobrede- bién por primera vez Foucault rompe con su periodización -en otras
terrninar. Pero paralelamente le importa delimitarse radicalmente en el palabras, con ese círculo vicioso que entre marxismo y nietzscheísmo lo
plano normativo, de ahí no sólo su repliegue a una genealogía débil sino colocaba entre dos posiciones inconciliables- para dirigirse resuelta-
también la precariedad acrecentada de su base normativa, cogida por mente hacia la genealogía, con lo cual descorrió un importante cerrojo.
así decirlo entre dos instancias inconciliables. Pero al hacerlo, se encontró frente al problema que antes había
Ya lo dijimos antes, la solución fue para Foucault sugerir su base evitado. Se trata, corno en el caso de Nietzsche, de volver a encontrar el
normativa mediante el estilo y el aliento literario y apelar implícita- origen de los prejuicios morales -aquí en materia de ética sexual- y
mente al sentido ético del lector. ¿Quién, en efecto, puede leer La histo- mostrar que el cristianismo es en el fondo la causa de esos prejuicios.
ria de la locura o Vigilar y castigar sin ver en estas obras una crítica del Para Nietzsche la genealogía era, según ya dijimos, la posibilidad de re-
mundo de los asilos y del mundo de las cárceles? Evidentemente el pro- conciliarse con Dionisos y el mito originario de la potencia y de la crea-
cedimiento era precario, puesto que se corría permanentemente el ries- ción. En un contexto postholderliniano esto tenía su sentido y su credi-
go de. que la crítica implícita -que en el fondo no tenía más base que el
amor de Foucault por la libertad- quedara fagocitada en el plano teóri- 319

318
bilidad y todavía los tiene hoy por poco que nos COJ'\Cibamos dentro de que le permitiera al mismo tiempo desarroJlar la crítica de la razón sub-
ese contexto. Pero ¿qué decir de. la libertad de los antiguos? ¿De qué va- , jetiva y respetar sus propias exig~ncias filosóficas. Pero para esto sin
lor mítico está cargada esa libertad? ¿Cuál es su potencial para nuestro duda habría tenido que poner en tela de juicio el método genealógico.
presente? Estas son preguntas a las que Foucault sólo puede responder Para terminar haré dos observaciones. La primera se refiere a la
invocando el presente al precio de un gran desvío hermenéutico. "Ge-, célebre polémica de la cual fue objeto Foucault a causa de la te'oría del
nealogía quiere decir que desarrollo el análisis partiendo de una cues- sujeto. Cuando Foucault tornó a utilizar el concepto de sujeto, los parti-
tión presente", dice Foucault.12 Sea. Pero, ¿en qué la libertad de los grie- darios de la razón centrada en el sujeto moderno vieron inmediatamen-
gos sería la nuestra? Para que la genealogía de Foucault tuviera aquí te allí una contradicción, como si quien había sido el detractor del sujeto
un sentido sería men~ster que nosotros hubiéramos perdido esa liber- moderno súbitamente se desdijera. Evidentemente es una noción mucho
tad, que el cristianismo nos hubiera privado de ella, así como la creación más amplia del sujeto de la que Foucault se proponía hacer la teoría, la
quedó efectivamente an.iquilada, según Nietzsche. Pero ésta no es evi- cual por lo demás habría debido integrar la crítica del sujeto moderno.
dentemente la opinión de Foucault, quien.piensa esas prácticas de la li- Pero es sin embargo sintomático el hecho de que Foucault no se haya
bertad dentro <,le nuestro contexto. Y así responde a la pregunta de desprendido de esta conceptualización. Tal vez por provocación, ¡pero
Francois Ewald ("¿Cuál es, pues, la cuestión presente aquí?"): así y todo!
La segunda observación se refiere al ejercicio mismo de la filosofía.
"Durante mucho tiempo algunos se imaginaron que el rigor de los códi- Foucault, como ningún otro en Francia, supo ver con agudeza cuáles
gos sexuales, en la forma en que los conocíamos, era indispensable a las eran los límites del discurso filosófico contemporáneo, y a mi juicio fue
i:;ociedades.llamadas 'capitalistas'. Ahora bien, la anulación de los códigos auténticamente filósofo, cpmo mis palabras han tendido sin cesar a mos-
y la dislocación. de ltu$ prohibiciones se realizaron sin duda más fácilmente trarlo; el encarnizamiento con que pugnó con los problemas que he creí-
de lo que se había creído Oo cual me parece indicar que su razón de ser no do discernir a través de su obra es la prueba de ello. El estilo de Fou-
era lo que se creía); y el problema de una ética como forma que haya de cault fue dar cada vez un giro definitivo a cada obra nueva sin perjuicio
darse a la conducta y a la vida se ha planteado de nuevo. En suma, uno se de hacer en la siguiente lo que ya había hecho ... , de ahí esa impresión
eng1;1.ñaría si creyera que toda moral estaba en las prohibiciones y que la. de ubicuidad que evocábamos al comienzo de esta contribución. Si la di-
anulación de éstas resolvía por sí sola la cuestión de la ética". mensión de su, obra es "diferente", Foucault parece haberse atenido a
las exigencias del discurso filosófico lo cual no permite que se lo coloque
Esta me parece ser una excelente autocrítica de. la obra escrita entre aquellos que hoy quisieran inspirarse en él para salir de la filoso-
ha~ta entonces, pero en ninguna parte veo la necesidad de una genealo-
gía. Todo lo contrario. Comprobamos allí que es la modernidad la que te- fía antes que para redefinir\a.
nía una potencialidad ignorada y una aptitud a la libertad pasada por
alto. De eso habría sido necesario hacer el estudio y el análisis. Y preci-
samente porque esa potencialidad existe nos hablan con sentido esos
dos volúmenes de Foucault que no son simples libros de historia. Ahora Notas
bien, ya desde 1954 a 1975, Foucault se había valido.del sentido ético de
sus lectores --de su sentido de la libertad- para construir su crítica ne- 1 Conversación publicada en Magazine littéraire nª 1975, pág. 27-33.
2 Entrevista del 20 de enero de 1984, Concordia, n" 6.
gativa mediante su estilo, mediante su vocabulario y mediante su alien- 3 Les Nouvelles litUraires, 28 de junio-5 de julio de 1984.
to literario. En otras palabras, contó con un potencial normativo que se 4 Hay que comprender que el contexto francés pudo haber favorecido en gran medida
encontraba donde él ya no lo veía -<> ya no quería verlo-; y cuenta con un traslado logrado de la crítica nietzscheana, por cuanto la sociedad posrevolucionaria se
ese mismo potencial aun en 1984, pero esta vez lo hace para desarrollar instituyó efectivamente en virtud de una razón hipostasiada que fue el soporte de los valo-
res del catolicismo -a la vez po/.!tico y social- surgido de Ja contrarreforma. Desde este
una crítica positiva. Para decirlo en los términos de Habermas, Fou- punto de vista, to4o el trabajo de Foucault podría analizarse, hasta en la teoría del poder,
cault entrevé una ética posconvencional actual, pero su obra misma, ·el como una crítica total de esa razón y de sus manifestaciones institucionales.
déficit de su base normativa 'r los problemas que esto le plantea le impi- 5 Pierre Macherey, •Aux sources de l'Histoire de la folie", en Critique, "Michel Fou-
den formularla. En este sentido, El uso de los p/,aceres y La preocupa- cault: du monde entier", n 9 471-472, págs. 761 y siguientes.
6 Por ejemplo, en la entrevista de 1975, pooo antes de calificar BU producción como
ción de s( mismo constituyen una respuesta coherente y efectiva a los "genealogía de la moral", Foucault declara: "En definitiva, podría uno preguntarse qué di-
problem:as que plantea la economía interna de su obra, pero dejan ente- ferencia hay entre ser historiador y ser marxista" (Magazine littéraire, artículo citado pág.
ramente pendiente la cuestión de la relación con el presente. a3).
A Foucault le habría sido posible -y el pasaje citado lo atesti- Véanse los artículos sobre Irán en los que Foucault se empeñó realmente.
7
gua-, cuando se encontraba privado de recurrir a un antes o a un des- Título de un artículo sobre el libro de Jean Daniel L'Ere des ruptures. Ese artículo
8
publicado en Le Nouvelle Observateur del 23 de abril de 1979 es un poco la prefiguración
pués, buscar y encontrar en la modernidad misma una base normativa
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320
de esa notable lección sobre el texto de Kant, •¿Qué es la ilustración?• en· la que Foucault
se manifiesta a la vez apoyándose en la actualidad, enfrentado con la opacidad de la mo- 4
dernidad y afirmando sin embargo una atención crítica precisamente en el pensamiento
de la ontología de la actualidad. (Véase Magazine littiraire, "L'art du dire vrai•, n 9 207,
mayo 1984, pág. 35 y siguientes).
9 Título de la entrevista concedida a Nou1Jelles. Identidad, moral y autonomía privada
10 Remito al texto de R. Rochlitz donde se encontrará un análisis más preciso.
n Entrevista concedida a Concordia.
12 Conversación de Michel Foucault con Fran~is Ewald, "Le souci de la vérité•, Ma-
gazine littiraire, art. citado, pág. 21. Richard Rorty

Vicent Descombes ha hecho notar que los diversos intentos de pe·


Reseña de las discusiones netrar la obra de Foucault nos han dado dos Foucault: un Foucault nor-
teamericano y un Foucault francés que se distinguen uno de otro de ln
El debate estuvo dominado por dos cuestiones: ¿Cuál es el carácter siguiente manera: el Foucault norteamericano "se empeñó en definir lu
específico del trabajo de Michel Foucault? ¿Qué motiva la ausencia de autonomía atendiendo a términos puramente humanos" sin recurrir al
"bases n~rmativas" en su pensamiento? concepto de ley universal. Con un pequeño esfuerzo puede leerse es('
Francois Ewald vuelve a referirse a la comparación de Habermas y Foucault como una versión moderna de John Dewey.1 Dewey era ese fi.
Foucault. Ambos tienen un punto de partida análogo: el diagnóstico de lósofo que afirmaba que las democracias funcionarían mejor si renun-
una crisis de la razón. Pero a partir de allí, sus caminos son divergen- ciaran a tratar de procurarse justificaciones universales, si dejaran da
tes. Habermas reconstruye una filosofía tradicional, clásica; Michel apelar a nociones tales como la "racionalidad" y la "naturaleza humana"
Foucault cree que ya no es posible cultivar la filosofía de manera tradi- para considerarse simplemente como experiencias sociales promisorias.
cional. Su ironía, de la que tanto se ha hablado, su cotejo con Sócrates, Pero, como lo subraya Descombes, el Foucault norteamericano es un
otro pensador de un mundo dividido. La coyuntura histórica de Fou~ .Foucault despojado de lo esencial de su nietszcheísmo. En cambio, el
cault es la de Yalta: la división del mundo. Esta división plantea un pro- Foucault francés es un Foucault plenamente nietzscheano, un Foucault
blema análogo al que se planteaba al terminar las guerras de división para quien (siempre según Descombes) el proyecto de autonomía exigtl
del siglo XVI. ¿Cómo concebir un orden en un mundo dividido? Al anali- de nosotros "pensamientos inhumanos" e implica que no tengamos "mie·
zar la ilustración, Foucault veía aquí un cierto modo de articular saber do alguno de compartir nuestras creencias con nuestros conciudadanos"1
y poder. Asimismo, ¿cómo se puede hoy relacionar verdad y libertad? (London Review of Books, 5 de marzo de 1987, pág. 3). Si este Foucault
Esa es, según Foucault, la tarea de la filosoña actual. El señor Karkeits francés se adhiriera a, alguna política, esa política sería anarquista an·
piensa que en Foucault hay una base normativa. Hace referencia a una tes que una política liberal.
entrevista concedida por Michel Foucault a estudiantes alemanes en Creo que al llamar nuestra atención sobre este contraste,
enero de 1984, entrevista visiblemente desconocida en Francia que se Descombes captó una verdadera tensión en el centro mismo de las va·
refiere especialmente a los libros que se proponía publicar. Foucault dio riadas y complejas motivaciones de Foucault. Es ésta una tensión carac·
entonces esta definición de la ética: "Una práctica reflexiva de la liber- terística del intelectual romántico que es también el ciudadano de una
tad". sociedad democrática. Este tipo de intelectual encuentra su identidad
Christian Bouchindhomme replica que habría deseado una teoriza- moral -su sentido de las relaciones con la mayor parte de los otros se-
ción más acentuada de ese concepto pero que, en efecto, en las entrevis- res humanos- en las instituciones democráticas en cuyo seno vive.
tas recientes se encuentran sin duda más elementos de juicio. Sin el vi- Pero no considera que su identidad moral caracterice por entero lo que
gor del estilo, la base normativa de Michel Foucault sería más débil, co- él es. En efecto, no piensa que su conducta respecto de los demás hom·
mo lo es también en cierto modo su método genealógico que logra imper- bres sea el elemento más importante que lo defina. Más importante es
fectamente mostrar lo que se degrada y no puede encontrar una libertad su relación consigo mismo, su busca personal de autonomía, su negativa
original. a dejarse describir en términos que pueden aplicarse a cualquier otro
que no sea él mismo. Es ese empeño el que está resumido en la exclama-
ción de Blake: "Debo crear mi propio sistema o verme sometido al de
otro hombre".
Blake y Baudelaire tienen en común con Nietzsche y Heidegger la

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322
circunstancia de que sienten la necesidad de un sí-mismo autónomo, au- los que Michael Walzer dice: "La vigorosa evocación del sistema discipli-
tónomo en el sentido de ser una .invención del hombre. Para que un nario cede el lugar a una política antidisciplinaria que es esencialmente
hombre pueda inventar su propio sí-mismo es menester, en efecto, se- retórica y rebuscada".6 Y son los pasajes "anarquistas" los que parece
gún la expresión de Descornbes, tener "pensamientos inhumanos", es preferir la mayor parte de los admiradores franceses de Foucault.
decir, tener pensamientos que nunca antes tuvo otro, escribir libros que Nosotros, los liberales norteamericanos, esperábamos que Fou-
no se parezcan a ninguno de los libros ya escritos. De manera que el cault, siquiera por una sola vez, llegara a lo que, corno dice muy justa-
hombre debe romper los lazos que atan su vocabulario al conjunto del mente Walzer, siempre se resistió a admitir, es decir, a una "apreciación
vocabulario utilizado hasta el presente por los demás hombres. positiva del estado liberal".& Y ésta es una esperanza que comparten
Pero romper esos lazos no significa necesariamente romper los nuestros homólogos canadienses y alemanes. Habermas se hace eco de
vínculos sociales que, a los efectos de las necesidades de la acción públi- la queja de Charles Taylor, quien deplora "la sorprendente parcialidad
ca, unen a un ciudadano con sus semejantes. Esto tampoco significa ne- de Foucault" cuando afirma que el análisis histórico hecho por Foucault
cesariamente ~ejar de utilizar, con toda buena fe y con fines públicos, el de las formaciones de poder, que constituyeron la subjetividad moderna,
vocabulario político de que se sirve la masa de los otros ciudadanos. Así "elimina por filtración todos los aspectos a través de los cuales la eroti-
como el "caballero de la fe" de Kierkegaard tiene la apariencia y, en los zación y la 'interiorización de la naturaleza subjetiva representaban
actos públicos, la actitud de un empleado de banco, el intelectual ro- también una ganancia de libertad y de expresión".1 Leyendo el análisis
mántico puede ser, "tocante a las necesidades de la acción pública", ese que propone Foucault de las transformaciones que se han producido du-
burgués liberal corriente que todos conocernos. Sólo cuando un intelec- rante estos tres últimos siglos en el seno de las instituciones sociales eu-
tual romántico comienza a querer que su identidad privada sirva de mo- ropeas, uno no adivinaría nunca que ese período vio una disminución
delo a los otros seres humanos, su política tiende a hacerse antiliberaL considerable del sufrimiento y un aumento igualmente considerable de
Desde el momento en qtie se pone a pensar que el deber moral de los las oportunidades ofrecidas al indiyiduo para elegir él mismo su estilo
otros hombres es tener acceso a esa autonomía interna que él mismo en- de vida. ·
contró, comienza a reflexionar sobre las transformaciones políticas y Walzer, Taylor, Habermas y yo mismo tenemos pues igual reacción
sociales susceptibles de ayudarlos a lograr ese acceso. Y entonces co- mitigada en lo que se refiere a Foucault. Por un lado, sentirnos admira-
mienza a pensar a veces que tiene el deber moral de favorecer esas ción y gratitud. En efecto, Foucault nos permitió cobrar conciencia de
transformaciones, sean o no deseadas por sus semejantes. un conjunto de peligros nuevos que amenazan a las sociedades democrá-
La mayor parte del tiempo, Foucault fue un "caballero de la auto- ticas. Prestó buenos servicios a esas sociedades al indicarles las tenden-
nomía". Lo mismo que Nietzsche, quería inventar su propia identidad. cias y los esquemas que debían vigilar. Corno lo dice con toda razón Tay-
Pero, contrariamente a Nietzsche, no exhortaba a nadie a empeñarse lor -y Habermas tal vez estuviera de acuerdo con esto-, Foucault
en tal esfuerzo. No consideraba que los seres humanos en general tuvie- "ofreció a la escuela de Francfort un análisis de la relación interna entre
ran el deber moral de ser los inventores baudelairianos o nietzscheanos la dominación de la naturaleza y la dominación del hombre que es un
de sí mismos. No contemplaba ninguna política que les ayudara o los análisis más detallado y más convincente que el que llegó a realizar la
obligara a hacerse más autónomos. Corno buen liberal, se inclinaba a escuela de Francfort".s Pero, por otro lado, nosotros, liberales reforma-
dejarles el cuidado de ser tan inventivos o triviales corno lo desearan. dores, pensarnos que el trabajo de Foucault está penetrado por la ambi-
En una entrevista, Foucault dijo: "Buscar una forma de moral aceptable güedad representada por dos acepciones de la palabra "poder": una es
para cada uno en el sentido de que cada uno débería someterse a ella en realidad un término despectivo y la otra es un término neutro, des-
me parece catastrófico".s La mayor parte de las veces su única política criptivo. En su primer sentido, para citar una vez más a Taylor, "el 'po-
era la del liberal clásico que procura aliviar los sufrimientos innecesa- der' pertenece a un campo semántico del cual no se puede excluir ni la
rios. 'verdad' ni la 'libertadm. En su segundo sentido, el vocablo tiene esa
Pero eso ocurría sólo a veces. En otros momentos, Foucault confun- vacuidad que Nietzsche, en sus peores momentos, daba la expresión
día su identidad moral y su identidad ética, su sentido de la responsábi- Wille zur Macht. En esta acepción cualquier estudio sobre cualquier ob-
lidad respecto de los demás y su relación consigo misma. En esos jeto (ya se trate de relaciones químicas o matemáticas, ya se trate del
momentos, exactamente corno Nietzsche, Foucault proyectaba su propia juego de ajedrez o de instituciones sociales) será un estudio de las "es-
busca de autonomía al espacio público y en su caso, corno en el de trategias de poder" así corno será un estudio de la "explotación de las
Nietzsche, los resultados fueron desastrosos. Pienso en esos pasajes de posibilidades estructurales". Estas dos expresiones parecen tan reso-
Foucault que tanto conmovieron a sus admiradores 'n orteamericanos, nantes sólo porque son vacuas.
por ejemplo éste: "Considero que imaginar otro sistema es extender Cuando un pensador de primer orden se abandona a la ambigüe-
nuestra participación en el sistema presente".4 Es ese tipo de pasajes de dad que hay entre el sentido despectivo y el sentido vacuo de una decisi-

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324
va palabra crítica, tiene uno todo el derecho de sospechar que ese pensa- tiene de sí mismo ni con la de ningún otro. En una sociedad liberal se
dor trata de hacer dos cosas a la vez. Foucault trataba de servir a la li- supone que las relaciones públicas que mantenernos con nuestros con-
bertad humana, pero también trataba, en el interés de su autonomía ciudadanos no son románticas o inventivas; se supone que tengan la in-
personal, de ser ese hombre sin rostro, sin raíces y sin patria, extraño a teligibilidad corriente de la plaza del mercado o de la sala de audiencias
la humanidad y a la historia. Corno ciudadano, estaba tratando de al- ' de los tribunales.
canzar los mismos resultados políticos que un buen burgués humanita- Los compromisos susceptibles de un debate público necesitan un
rio y liberal desearía alcanzar. Corno filósofo que trataba de inventarse discurso que pueda formularse en un vocabulario común, vocabulario
a sí mismo, estaba, para citar una vez más a Taylor, empeñado en "re- requerido él mismo para describir la identidad moral que una sociedad
chazar toda la tradición de interioridad agustiniana".s Esta tradición exige de sus ciudadanos. La sociedad pide a sus ciudadanos que tengan
afirma que la identidad más profunda del individuo es aquella que lo li- esa identidad moral para responder a necesidades públicas y que la ten-
ga con los demás hombres, que hay algo común a los demás hombres y gan independientemente de toda otra identidad -privada, por ejem-
que tener acceso a ese elemento común es hallar la verdadera identidad. plo-, a la cual también pueden atenerse. Unicarnente si se niega uno a
Foucault, tal corno yo lo entiendo, quería a la vez el bien de sus seme- separar las esferas de lo público y de lo privado podrá soñar con una so-
jantes y tener una identidad netamente distinta de ·la de ellos. Quería ciedad que "trascienda la simple democracia social" o con una "revolu-
ayudar a los hombres sin hacer del lenguaje de éstos el que utilizaba él ción total". Sólo a partir de ese punto el anarquismo podrá asumir la
mismo. Quería ayudarlos inventando un sí-mismo que no tenía nada de apariencia de un proyecto seductor. Y solamente entonces tendrá uno la
común (o en realidad, lo menos posible) con el de ellos. tentación <fe utilizar un término despectivo como el término "poder" pa-
Opino que éste es un proyecto ciertamente difícil pero factible: uno ra designar las consecuencias de todo tipo de compromiso social, de
puede hacer esas dos cosas a las que se aplicaba Foucault; uno puede ser todo acto de equilibrio político.
un "caballero de la autonomía". Pero yo habría deseado que Foucault se El esfuerzo para anular la distinción entre las dos esferas entre lo
inclinara más a distinguir estos dos ¡{apeles, a distinguir su identidad público y lo privado es característico de una vieja tradición de la filoso-
moral de ciudadano y su busca de autonomía intelectual. Entonces ha- fía social. Trátase de la tradición que, a partir de Platón, ve la sociedad
bría podido resistir la tentación a la que sucumbieron Nietzsche y como la imagen en grande del hombre. La mayor parte de los filósofos
Heidegger: la tentación de buscar en su propia esfera privada una con- que se sitúa dentro de esta tradición se empeña en aislar en nosotros la
traparte pública y política. Fl,le esa tentación la que provocó su casi presencia de un núcle.o central, ahistórico y no contingente (por ejemplo,
anarquismo y su negativa a ser cómplice del "poder", por más que este la "razón" o una "motivación específicamente moral") y utilizan esa pre-
término "poder" tenga una extensión tal que pierde toda fl,lerza de con- sencia para justificar ciertás combinaciones políticas, ciertas institucio-
traste y se hace hueco. Ese anarquismo me parece el resultado desdi- nes sociales. El intento de Foucault es inverso. Puesto que para él la
chado de un intento mal orientado de considerar una sociedad que sería, subjetividad humana es el producto contingente de fuerzas que existen
respecto de su pasado histórico, tan libre corno el intelectual romántico de manera contingente, no cree en la existencia de un núcleo ahistórico
espera serlo respecto de su pasado privado. y no contingente. Eso lo lleva a la conclusión, por lo menos en sus mo-
Si el objetivo de autosuperación y de autoinvención de sí mismo mentos de anarquismo, de que las instituciones sociales son todas igual-
que se asigna el intelectual romántico me parece un buen modelo (entre mente injustificables, todas equivalentes. Partiendo del fracaso del in-
varios otros) cuando se aplica a un ser humano individual, es en cambio tento platónico de encontrar algún elemento dentro de nosotros que nos
un muy mal modelo para una sociedad. No deberíamos buscar en la so- permita responder a Trasímaco, Foucault llega a la conclusión de que no
ciedad una contraparte del deseo de autonomía. Semejante proyecto es hay diferencia interesante entre Pericles y Critias.
lo que conduce a fantasías de "crear un nuevo tipo de ser humano", fan- Me parece que deberíamos abandonar el supuesto que comparten
tasías corno las que pudo alimentar un Hitler o un Mao. Las sociedades Platón y Foucault, a saber, la idea de que, a menos que exista una rela-
no son "casi personas"; son, en su mejor momento de funcionamiento li- ción interesante entre aquello a lo que un individuo asigna la mayor
beral y democrático, compromisos entre personas. El fin de una socie- importancia y sus presuntas obligaciones morales respecto de sus seme-
dad liberal no es inventar o crear cualquier cosa que fuere, es simple- jantes, dicho individuo está dispensado de tales obligaciones. Si abando-
mente ayudar a los individuos (haciéndoles la tarea lo más fácil posible) na.m os este postulado, podernos decir pues que los intelectuales ro-
a realizar la diversidad de sus objetivos privados sin dañarse los unos a mánticos, los místicos, los fetichistas sexuales y todos aquéllos cuya
los otros. A fin de ajustar los detalles de los compromisos permanente- identidad privada y la identidad pública no tienen nada en común están
mente cambiantes que constituyen el discurso político de semejante so- sujetos a las mismas obligaciones morales que todos nosotros. Como no
ciedad, se debe disponer de un vocabulario común, ordinario, moral, un se puede invocar ninguna razón filosófica profunda para explicar que
vocabulario que no coincida ni con la imagen privada que un individuo estén sujetos a esas obligaciones, nunca se podrá responder a Trasímaco

326 327
de una manera que satisfaga a Platón. Pero esa incapacidad de respon- dividuo de probar la "validez universal" de su posición. Foucault, lo mis-
der a Trasímaco no tiene ninguna de las consecuencias políticas que mo que Nietzsche, era un filósofo que reivindicaba los privilegios del po-
Nietzsche y Foucault tienden a sacar. Concebir, como lo hacen Foucault, eta. Uno de esos privilegios es el de poder decir: "¿Qué tíene que ver
Dewey y Nietzsche, la subjetividad humana como un haz de contingen- conmigo la validez universal?". Creo que los filósofos tienen, tanto como
cias que no están referidas a ningún centro es compatible con cualquier los poetas, el derecho a ese privilegio. Pero creo que es importante hacer
tipo de política, incluso la política liberal. · notar que uno puede plantear esta cuestión retórica sin agregarle, como
La manera en que Foucault proyecta el deseo de autonomía priva- Nietzsche, esta otra pregunta: "¿Qué tiene que ver conmigo el sufri-
da al espacio político me parece el procedimiento inverso del que realiza miento de mis semejantes?". Porque uno puede ser humanitario sin ser
Habermas, ese otro liberal, cuando éste insiste en conceptos tales como universalista, sin creer, ya que sea "racional" preocuparse por el sufri-
"racionalidad" e "identidad verdadera". Habermas quisiera fundar la miento de los demás, ya que exista una "humanidad común" que lo vin-
obligación moral y, por lo tanto, las instituciones sociales sobre algo que cula a uno con esos otros. Uno puede querer aliviar los sufrimientos sin '
sea universalmente humano. Inversamente, Foucault a causa de su an- tener una respuesta interesiµtte que dar a Sócrates cuando éste pregun-
tiplatonismo radical, nietzscheano, de la ausencia de todo elemento sus- ta: "¿Por qué deseáis esto?" y sin tener la impresión de que ese deseo sea
ceptible de servir como fundamento infiere la no necesidad de las insti- la cosa más profunda y más importante de la vida de uno. Creo que ésta
tuciones sociales y, por lo tanto, el anarquismo. Por mi parte prefiero era la posición que ocupaba Foucault, una posición que, según ya dije,
hacer un compromiso entre Foucault y sus detractores liberales y deciir era la del "caballero de la autonomía". Esto quiere decir que Foucault
que Nietzsche y Foucault tienen razón contra Platón, pero que en ese era el ciudadano útil de un país democrático, un ciudadano que hacía to-
antiplatonismo no hay nada que pueda probar que las sociedades libera- do lo posible para que sus instituciones fueran más justas y más acepta-
les son malas. Más generalmente, no hay una base sobre la que se pue- bles . .Me habría gustado que Foucault se acomodara más a esta defini-
da criticar cualquiera de los haces de poder que sirven para transformar ción de lo que se acomodaba en realidad.
a las personas en individuos dotados del sentido de la responsabilidad
moral.
A diferencia de Habermas, no creo que Foucault tenga que respon-
der a la acusación de "relatívismo". Foucault no tiene por qué responder
a preguntas socráticas como: "¿Por qué hay que resistir a la domina- Notas
ción?".1º Si uno está dispuesto, como Dewey y Foucault, a abandonar la 1 He esbozado las grandes líneas de esta interpretación de Foucault en mi libro Con-
esperanza de universalismo, entonces también se puede dejar a un lado sequences of Pragmatism, Minneápolis, University of Minnesota Press, 1982, págs. 203-
el miedo del relativismo. Estoy de acuerdo con Ian Hacking cuando dice 208.
que "antes de que pase mucho tiempo, el clamor solemne que levantan 2 · Descombes, reseña sobre David Hoy (ed.), Foucault: A Critical Reader, en The Lon-
don Review of Books, 5 de marzo de 1987, pág. 3.
los intelectuales [a causa de Foucault al preguntarle: ¿Dónde se sitúa · 3 Les Nouvelles, 28 de junio de 1984. Citado por Dreyfus y Rabinow en "What is ma-
usted?] parecerá tan arcaico como los gritos de la muchedumbre de · turity?, en Hoy (ed.) op. cit.
Edimburgo [reunida alrededor de Hume para preguntarle: ¿Abjuró us- 4 Esta cita está tomada de una entrevista concedida en 1971 y publicada en la revista
ted de su ateísmo?]".n Considero que la respuesta a las preguntas ¿Dón- Actuel. Se la reproduce en la pág. 230 de la traducción inglesa de esa entrevista en Lan-
de se sitúa usted? y ¿Cuáles son sus valores? debería ser: "Como ciuda- guage, Counter-Menwry, Practice: Selected Essays and lnteroiews, oon la dirección de Bou-
chard, Ithaca, Cornell U niversity Pre8s, 1977.
dano, estoy de vuestra parte; pero como filósofo me mantengo apartado 5 Hoy (ed.), op. ciL pág. 65.
y aislado mientras desarrollo proyectos de invención de mí mismo que 6 lbld., pág. 81.
en nada os incumben. No estoy dispuesto a justificar filosóficamente mi 7 Habermas, Le Disoours phüosophique ck la nwckrniM, París, Gallimard, 1988.
s Hoy, op. cit. pág. 77.
presencia en vuestras filas tocante a los negocios públicos, pues mi 9 lbld., pág. 99.
proyecto filosófico es un proyecto privado que no suministra a mis accio- 10 Véase Habermas, Le Disoours philosophique de la mockrniM, donde el autor cita a
nes políticas ni motivo ni justificación". Nancy Fraser quien plantea esta cuestión.
Semejante respuesta sería menos chocante si se reemplazara la 11 Hoy, op. cit., pág. 238.
palabra "filósofo" por la palabra "poeta". La tradición quiere, en efecto, · 12 Nancy Fraser, "Foucault on Modern Power: Empirical lnsights and Normative
que los filósofos, a diferencia de los poetas, tengan ideas sobre las obli- Confusions", Praxis lnternational, n°1, 1981, pág. 91. Se encontrará una respuesta atenta
a los comentarios de Fraser, de Habermas y de Taylor sobre la actitud de Foucault, en el
gaciones morales que contraen respecto de los demás. Sé supone que los capítulo 1V de David R. Hiley, Philosophy in Question: Essays on Pyrrhonian Theme, Chi-
filósofos tienen lo que Foucault llama una "perspectiva normativa ade- cago, University of Chicago Press, 1988.
cuada" .12 Contrariamente a los poetas, se supone que los filósofos son
"racionales" y la racionalidad se considera la capacidad que tiene un in-

328. 329
Reseña de las discusiones
ción francesa. Al señor Rajchman le parece que ésas son categorías del
En el centro de los debates suscitados por la comunciación de R. siglo XIX.
Rorty está la cuestión del "anarquismo" de Foucault y la de su relación Por un lado, muchos liberales norteamericanos no eran nacionalis-
con la moral y con el poder. tas y el liberalismo norteamericano debe mucho a los judíos inmigrados
¿Qué significa la distinción de "público/privado" en los tiempos que eran muy internacionalistas; por otro lado, Michel Foucault nunca
modernos?, pregunta el señor K.arkeits. ¿No es acaso una invención his- quiso escribir como francés; quería ser un "hombre sin rostro".
tórica? Entonces, es una muy buena invención histórica, replica
R. Rorty.
Francois Ewald -precisando "soy yo quien habla"- insiste en la
interdependencia de la relación consigo mismo y de la relación con los
demás en la obra de Foucault; si en ella hay preocupación de sí mismo
es precisamente porque hay preocupación por los demás. Foucault así lo
muestra partiendo de una lectura del Alcibtades y en la última parte de
El uso de los placeres muestra cómo el gobierno de los demás -la gober- 1'

1
mentabilidad- depende de la preocupación de sí mismo.
R. Rorty habla de un "Foucault anarquista", pero en todo caso no
es esa la lectura francesa. Esta más bien habría reprochado a Foucault
su representación de un poder insuperable, del cual uno no puede
liberarse. Ese pesimismo del poder absoluto no es, por lo demás, el
pesimismo de Foucault. Ciertamente estamos siempre vinculados
con el poder, nos encontramos dentro del elemento del poder, pero te-
nemos una responsabilidad en la manera en que ejercemos el poder;
no debemos perder de vista la idea de que podemos ejercerlo de otra
manera.
También se reprocha a Foucault no enunciar obligaciones, como si
el fundamento moral estuviera en el "obliguémonos"... Pero la obliga-
ción no falta, sino que siempre está presente. La intención de Foucault
no es, pues, crear la obligación, sino que es plantear la cuestión; aten-
diendo a que estamos dentro de la obligación, ¿cómo podemos concebirla
y cumplirla?
En cierto modo lo que R. Rorty reprocha a Foucault es el no ser el
filósofo funcionario del estado democrático. Seguramente Foucault no
quiso serlo. ·
El señor Frank piensa que hay una ética en la obra de Foucault;
pero reivindica el derecho de discutirla y en cierto número de interroga-
ciones se adhiere a la opinión de R. Rorty. Comparte su pesimismo sobre
la caída en la catástrofe que fue la-modernidad y sobre la importancia
de la norma. No puede confundirse norma y obligación. La obligación in·
cumbe al estado o a la policía (ejemplo: la luz roja del semáforo); la nor·
ma me obliga porque yo mismo me obligo en función de mis conviccio·
nes. Contra el poder, Foucault invoca a la rebelión; pero nos quedamos
un poco con sus ganas.
Para John Rajchman hay cierto nacionalismo subyacente en lu
exposición de R. Rorty: habría un Foucault "bueno" próximo a los libe·
rales norteamericanos y un Foucault "malo" perteneciente a la tradi·

330

331
mo el caso Calas o el caso Dreyfus. Sobre este punto Foucault no es ori-
ginal, pero es riguroso. Después de él, es posible sustituir la oposición
5 weberiana de las dos éticas de la responsabilidad y de la convicción por
la oposición de una moral de la extrema urgencia (que analiza caso por
caso las situaciones intolerables) y una moral edificante, bien intencio-
El nihilismo de Michel Foucault nada que resuelve todos los problemas de un golpe y por la eternidad de
los tiempos.
La práctica de Foucault atestigua esta posibilidad de la cual falta
André Glücksmann aún elaborar el fondo intelectual. El humanismo negativo, el compromi-
so partiendo de evidencias negativas, se encuentra inscrito en la Decla-
ración de los derechos del hombre de 1 793. Allí se dice que la noción de
El término nihilismo puede entenderse según tres acepciones. los derechos del hombre sólo se. comprende en función del recuerdo re-
1) Relativismo de los valores: no hay un bien supremo. En este sentido, ciente del despotismo. Es la consideración del despotismo lo que funda-
¿es nihilista Foucault? Sin duda alguna. 2) Abstención de crear valores
supremos. Una vez muerto Dios, no hay que reemplazarlo. En este sen-
menta la necesidad de afirmar los derechos del hombre. Es la inhuma-
nidad lo que funda los derechos del hombre como una barrera puesta a ~
~ tido, ¿es.nihilista Foucault? Sin duda alguna. 3) Imperio de la subjetivi-
1 dad absoluta, pérdida del inundo y existencia acósmica. En este tercer
esa inhumanidad, y no una idea definitiva, universal y eterna del hom- O
bre. Para fundar los derechos del hombre, puede uno prescindir de un~
Ju
sentido, ¿es nihilista Foucault? Sí y no. Foucault es un pensador acósmi~ idea del hombre; basta con tener presente el recuerdo reciente del des-
co que sin embargo no defiende ninguna subjetividad absoluta. Foucault potismo. Y hasta podríamos remontamos más atrás. Montaigne ya de-
invita a reinterrogamos sobre esta última acepción del término nihi- cía: "No sé lo que soy [en el sentido de que no tengo ideal], pero sé de
fu~ . qué huyo [es decir, sé lo que rechazo, lo que repudio]". En la Orestíada,
La cuestión del nihilismo se le plantea a Foucault como si éste tu- Equilo dice que el pathein, la experiencia dolorosa de la injusticia de la

1
viera que comparecer ante un tribunal. Se condena a Foucault en fun- enfermedad y del mal, es la condición del mathein, del saber, del conoci-
ción de una ética, en este caso el nihilismo. Sin embargo, Foucault nos miento.
ha enseñado a volver en positivo lo que parece negativo. Foucault diría Considerar lo intolerable puede dar lugar a varias interpretacio- '
que el nihilismo en los dos primeros sentidos no es ni inmoral ni amoral nes. Se puede decir que la consideración de lo intolerable es la ratio
sino que más bien es la condición de una ética para nuestros días. cognoscendi de una intuición del bien que nos yiene después pero que la .
En el centro del problema moral está la cuestión de lo intolerable. funda y que sería su ratio essendi. También se/ podría decir con Deleuze
Lo intolerable no es exclusivo de nadie, de ningún país, de ninguna na- que lo intolerable se capta en el interioT de los dispositivos y que, si los
ción. Es un estado primero que precede a la existencia de cualquier país dispositivos se hacen universales, lo intolerable también se hace univer-
de Europa. La posibilidad de Auschwitz y del genocidio está afirmada y sal: con la difusión de los alambres de púa de las ideologías, el mal toma
descrita desde la IUada : la caída de Troya es el primer genocidio que re- las mismas dimensiones en todas partes. Podría también decirse con Lé-
, gistra el pensamiento occidental. vi-Strauss que con la prohibición del incesto se ha enunciado algo qué

¡ La primera definición del nihilismo, el relativismo de los valores,


· no caracteriza a Foucault. Hay que recordar el clima antihumanista que
fue el clima de la década de 1960. Ese antihumanismo se remonta a Gi-
~ ¡de o a Sartre y no designa una oposición eterna a un humanismo eterno,
no hay que hacer en ninguna parte y que sería como el acto constitutivo '
de las sociedades. Se podría decir por fin que la cuestión de la filosofía W1
es, no la del ser, sino la del no ser. Así, Platón nos advierte que la consi-
deración del fango y de la mugre funda, tanto como la idea del bien, el
I
'if

sino oposición a un humanismo muy preciso, el de fines del siglo XIX y trabajo del filósofo y la educación de los ciudadanos. .
comienzos del siglo XX. Ese humanismo era un humanismo positivo que Segunda definición del nihilismo. También aquí es posible un vuel- ¡
daba al hombre europeo un saber respecto de los valores supremos. Pa· eo. La acción moral es posible porque el hombre no pone nada en .el lu- '
ra hombres como Gide, Sartre o Foucault, ese presunto saber produjo gar de Dios y; porque el hombre capta lo intolerable antes de saber lo r )l.Í
...l. efectos de ceguera al colonialismo, al fascismo, a los campos siberianos o qué es la buena sociedad es posible la acción moral y que ésta tenga un 4r'
V 1al stalinismo, lo cual conduce a la idea bastante simple, aunque difícil objeto: resistir a lo intolerable. El contraejemplo es Heidegger. Heideg-
de poner por obra, de que tal vez exista la posibilidad de elaborar empe· ger analiza la técnica como creación de un contramundo, como demiur-
ños, compromisos, morales, no partiendo de una idea positiva del bien gia, y dicha técnica haría imposible la acción moral. En su entrevista
con valor universal y eterno, sino partiendo de una percepción, de un11 concedida a Spiegel, Heidegger dijo: "Unicamente un Dios puede salvar-
evidencia index sui de lo intolerable. Esa evidencia estaba en casos CO· nos de nuestra situación, únicamente un Dios puede sacarnos de esta

332 333
miseria". Evidentemente esta fórmula no conviene a Foucault. En efec-
to, Foucault no tiene la misma concepción de la técnica. Para Foucault, 6
la técnica no se redu9e a la mera dominación de la naturaleza, a la apli-
cación de la matemática moderna a las ciencias de la naturaleza. La téc-
nica tiene su propia condición de verdad. Las estrategias no son pura
Foucault y la superación (o remate)
dominación, pura aplicación, pura devastación. En Foucault, la técnica del nihilismo
es estrategia y duelo, mientras que en Heidegger es lucha con la natura-

'
l
J leza o dominación de la naturaleza. No hay que pasar por alto el comba-
te que Foucault libró contra Heidegger, no hay que partir de su común Paul Veyne
rechazo del antropocentrismo para llegar a la conclusión de la entidad
de ambos pei:isadores. El concepto de la técnica en Foucault y en Hei-
degger no es el mismo. Y ésa es la razón por la cual Foucault concibe Estoy de acuerdo con lo que acaba de decir André Glücksmann y
una razón moral en tanto que Heidegger no puede concebirla. me siento halagado por esa coincidencia. Sin embargo, corno no poseo el
Tercera acepción del nihilismo: el imperio de la subjetividad abso- talento de Glücksmann, voy a hacer una plática sobre un terna diferen-
luta, la desaparición del ser en el mundo y la situación acósmica d'el te: Foucault y la superación (o remate) del nihilismo. Un buen número
hombre moderno. ¿Qué aportan sobre este punto los dos últimos libros de las cosas que van a oír ustedes se deben a Gianni Vattimo ... , lo digo
de Foucault? de una vez por todas y bien fuerte; pero esta exposición es también, sin
Hay tres maneras de entender el nihilismo. La de los tomistas o la decirlo, un filme de la evolución del individuo Michel Foucault, de la ra-
,de Lévi-Strauss consiste en separar la modernidad de la Edad Media y bia amarga de sus años de sombría juventud pasados en la Escuela
de la antigüedad: el derecho subjetivo se opone al derecho objetivo o na- Normal (después de una niñe2'! que fue tal vez culpable y demasiado hu-
tural. También se puede comprender el nihilismo corno cesura entre el milde) hasta llegar a la serenidad valiente, a las risas felices y a la
~ \ mundo cristiano (Nietzsche) o el mundo latino devastado (Heidegger) y ecuanimidad de la edad madura.
1l el mundo griego. Si se atiene uno al análisis de Foucault habrá que in- Un espectro acosa al Occidente o, por lo menos, las noches de sus
vertir este esquema: la oposición ya no es entre Grecia y el cristianismo pensa_dores, el espectro del nihilismo. Y sin embargo nuestros nietos se
' ·o Grecia y la latinidad, sino que es entre dos eróticas: la erótica dualis- burlarán quizá de nosotros diciendo: "Se pasaron toda su vida teniendo
ta, definida en El uso de los pla,ceres, y la erótica monista, cuya expre- miedo, cuando en realidad no ' se trataba del lobo sino que era sólo su
sión se encuentra en los textos de Plutarco. Desde el punto de vista del sombra".
nihilismo, esta oposición provoca la dificultad: el sujeto absoluto, ha- Llamemos nihilismo a esos momentos de la historia en los que los
biendo negado el mundo, se encuentra más bien en la segunda erótica, pensadores tienen la sensación de que las verdades carecen de verdad y
aunque aquí no se pierde el mundo puesto que se lo encuentra en la ar- fundamento; ese estado es el nuestro hasta el punto de que ~ablamo
monía de esa relación monista, equilibrada, recíproca, simétrica, la con proverbios: Malraux decía que nuestras sociedades eran las prime
armonía de una relación conyugal que se inscribe en el cosmos. Con la ras que supieron que sus mitos eran mitos; se sabe también que una de
distinción de las dos eróticas, Foucault no refuta a Heidegger o a Nietzs- nuestras dificultades intelectuales es la conciencia de la relatividad de
che, vuelve a plantear por entero la cuestión. las civilizaciones. Seguramente eso no desquicia ni por un instante a la
Los dos últimos libro de Foucault nos llevan a una reinterpretación inmensa mayoría de los ciudadanos y menos aun a los gobiernos, tantó
global 'del pensamiento occidental y a una reinterpretación del pensa- que resulta ridículo hablar de decadencia, pero así, y todo la cuestión no
miento nihilista. Hay que admitir: 1) que el relativismo de los valores es deja de ser problema para los filósofos. Existe pues un malestar del pen-
la condición de la percepción de lo intolerable y por consiguiente de la samiento que se llama historicismo y relativismo. Ahora bien ese males-
,Percepción de la acción moral; 2) que la no creación de valores absolutos tar es un malestar falso, puesto que como hombres los mismos filósofos
\ (' es también la condición de la acción moral, y 3) que la inexistencia de tienen opiniones muy firmes sobre el racismo, sobre los derechos del
un mundo que nos rodee, que nos envuelva, que nos proteja es también hombre y hasta sobre la elección entre Mitterrand y Barre. Pero no les
una condición de la posibilidad de una ética. La posibidad de una ética queda más remedio que aceptar que las cosas son así ·y aprender que
puede uno muy bien prescindir del fundamento y hasta de la verdad.
está menos en la erótica segunda, la erótica monista, que en la erótica
primera, la que pone de manifiesto las disimetrías, los desequilibrios, ¿Cómo se sale, pues, del nihilismo? ¿Descubriendo medios que
hagan creer en nosotros mismos? No, sino desembarazándonos de un
nos) º).)
las aporías, las imposibilidades que precisamente son el objeto de todo
empeí'l.o y compromiso. prejuicio que nos costaba caro, a saber, de un prejuicio sobre el tiempo. ~
Padecer de historicismo es creer todavía en la oposición del tiempo y de

334 335
mismo de Foucault) una actitud benévola, curiosa, ecuánime, frente a
la eternidad; pero .lo que se opone también al tiempo y a la eternidad es las verdades caducas del pasado. Bien nos acordarnos del espíritu de de-
nuestra actualidad valorizante; el pasado no es presente en el pasado, el cisión de Foucault, de su falta de vacilación en tomar partido y en inter-
~
~do no vlvio núestras interpretaciones ni nuestros valores. La .a ctua- venir en la actualidad; pero también recordamos esa especie de alegría
lidad ya no se opone a .lo erróneo, se opone a lo caduco. Entopces se bo- excitada, simpática, con la que consideraba no sólo los sueños o la locu-
rra la confi\sión historicista y el relativismo no habrá sido más que un ra, sino las doctrinas o las actitudes más extrañas y pavorosas del pasa-
momento de corrupción. ' do o del presente. Ante la enorme alteridad de esas verdades diferentes,
Lo que me propongo predicarles a ustedes, pues uno sólo predica lo Foucault se sentía felíz de apreciar y no censurar, feliz de (}ue la auda-
que todos saben, es que se sale del nihilismo cuando se lo medita sere- cia del tiempo que pasa haya llegado hasta allí. No había ni melancolía
namente y a fondo (habría mucho que recordar sobre esta serenidad ni desprecio por las verdades muertas, ni miedo por la fragilidad de
nietzscheana, sobre esta Heiterkeit que se percibe en los dos últimos li- nuestras propias verdades; por el contrario; Foucault se sentía estoica-
bros, tan ecuánimes, de Foucault). mente feliz de ver cómo el pasado le confirmaba que la extensión de lo
Se sale del nihilismo cuando uno aprendió a defenderse del nihilis- posible es indefinida y que todo eso es una Fábula, ni verdadera ni fal-
mo pasivo y del nihilismo de reacción o de resentimiento. Es de reacción sa, que Nietzsche no oponía a la realidad.
si uno saca del nihilismo una autoironía o también cuando se reacciona Si hay Fábula, la metafísica no es ya más que una vieja fábula y
a la pérdida de los valores de una cultura, a la pérdida de valores de se- no existe otro saber que el de la Fábula como fabulosa; ¿puede aún lla-
gundo orden, arte mínimo o cultura underground. El nihilismo es pasivo marse a Foucault filósofo, si la metafísica está muerta? Además, Fou-
si la ausencia de fundamento y de verdad nos impide atrevernos a que- cault prefería predicar con el ejemplo, ejemplificar su método en libros
rer y nos paraliza frente a pensamientos extrafíos que ya no osámo~ de historia antes que exponerlo. Lo hacía por estrategia (evitar palabras
condenar (quien "comprende" demasiado bien a su enemigo está perdi~ que choquen, siendo así que la cosa misma no choca, puesto que la gente
do, y permítanrne ustedes dudar de la pureza de intención de los profe- vive ya la muerte de la verdad, pero sin saberlo); lo hacía también por
sionales de la comprensión). La serenidad con la conciencia limpia, la higiene: prefería lo caduco a los conceptos y no le gustaba repetir la idea
serenidad que permanece impávida ante el derrumbe de la infinitud, es de finitud que está hecha más bien para ser vivida.
lo que Nietzsche llamaba la "salud del hombre de buen carácter", que
"no conserva en él nada del resentimiento de la gente que ha envejecido
Cuando es forzoso comprobar que no se puede fundar nada, una co-
sa nos queda: nosotros. Es muy cierto, como se ha dicho aquí, que
·i
atada a la cadena" y que ya no tiene miedo. Y sin embargo, en la época Foucault no puede fundar normas y que no puede apelar ni a una natu- ,
de Nietzsche mucha gente por haber perdido a Dios se creía ella misma raleza, ni a la razón, ni a un funcionalismo, ni a una esencia, ni a una
perdida y gritaba llena de espanto como esos críos que han perdido a su intersubjetividad. Pero nadie puede hacerlo. ¿Hay que ver en esta inca-
niñera. pacidad de fundar una laguna del pensamiento de Foucault que no res-
Lo mismo ocurre en nuestros días a causa de la pérdida de la ver- ponde a nuestra sed de saber? Lo que esta crítica implica es enorme, a
dad que provoca la misma turbación y espanto que la pérdida del "idea- saber, que la sed prueba que existe un alimento. Para que la falta de
lismo" en el siglo pasado. Si los filósofos creen que "el mundo exterior no fundamento pueda ser una laguna tendríamos que estar seguros de an-
existe", ¿por qué toman el paraguas en los días de lluvia? ¿Cómo un his- temano de que las normas se pueden fundar de alguna manera. Pero
toriador, dedicado a la verdad, puede pretender que no hay otra verdad ¿por qué serían las normas necesariamente fundables? ¿Será porque lo
que decir la verdad? Se comprende que Nietzsche haya vacilado al prin- desearnos? Pero nada nos ha sido prometido. Es más aun, para que haya
cipio en abordar este problema por miedo al "steife Ernst, der über ein allí una laguna filosófica, sería menester que la única tarea concebible
Wort stolpert und zu Falle kommt"; pero también se sabe que superó de la filosofia fuera suministramos normas y decimos lo que debernos
ampliamente la circunstancia. Foucault también se pronunció sobre es- hacer. Para Foucault, la preocupación de fundar era específica de la
to elípticamente pero netamente. Por ejemplo, en sus escritos. de cir- edad "antropológica": fue desde Kant a Husserl cuando se intentó fun-
cunstancia advertimos la frecuente repetición de las palabras "esto no dar, retomar al arche incuestionable; salir de la edad antropológica es
es ni verdadero ni falso". Lo histórico ·trascendente corno decía Foucault abandonar el proyecto de fundación por otra cosa.
al principio o, para expresarlo mejor, la finitud positiva hace que las Si la filosofía no puede fundar, todavía nos queda vivir y querer loJ· ~
cuestiones escapen a nuestro entendimiento o, mejor dicho, a nuestra que se quiere sin justificarse ni decir que uno tiene razón. Sólo la polé-
episteme, por ejemplo en la cuestión de saber lo que es, frente a lo eter- mica perderá algo con la desaparición de las grandes palabras; pero pre-
no, "la verdadera" democracia, una cuestión cuya respuesta no puede cisamente, decía Nietzsche, el hombre de gran salud nunca es enfático.
ser ni verdadera ni falsa (la única respuesta correcta es la de saber lo La filosofía antropológica se preguntaba: ¿Cómo fundar?; la posición de1
que queremos en este dominio). Foucault sería antes bien: "Saquemos las consecuencias de la imposibili-
La serenidad supone también (y aquí estoy dibujando el retrato
337
336
\ .. dad de fundar y démonos cuenta de que eso es tan inútil como imposi- tamente en 1940, René Char habla del retorno de la nada del Padre.
\ ble". Ahora bien, me parece que la nada del Padre es la nada del fundamen -
El no filósofo que yo no soy tuvo durante este coloquio la impre- to. En tiempos de guerra, la poesía permite dar los mismos nombres a
sión, tal vez ingenua, de que aquí se enfrentaron dos actitudes; una con- las mismas cosas y hacer de ellas algo diferente.
El señ.or Pasquino manifiesta su acuerdo y se propone dar algunos
' sistía en "encontrar para sí buenas razones a fin de tener la razón"; la matices a estas observaciones de Rorty. No se podría comprometer de-
otra actitud en "saber lo que uno quiere y eso basta, pues uno no puede
hacer más". masiado el no fundamento de un pensamiento jurídico. El juez debe dar
Alrededor de 1900, un autor injustamente olvidado, aunque era un argumentos, fundarse en valores que tengan una validez universal. El
poco verboso, Jules de Gaultier, llamaba bovarysmo la tendencia a creer señ.or Pasquino menciona el caso de la Suprema Corte de los Estados
que el conocimiento y la acción están fundados en un mundo hecho a Unidos, caso al que alude el señ.or Rorty. En los Estados Unidos y des-
medida para alcanzar un happy end. pués de la guerra, la Suprema Corte fue el principal agente de reforma
social. úewey fue su principal inspirador al insistir en que no había que
preocuparse del fundamento, sino que había que obrar. Dewey fue el
Reseña de discusiones poeta de la democracia norteamericana, pero de algún modo fue tam-
bién el "filósofo funcionario de la democracia".
Jacques Ranciere se detiene para considerar la cuestión tan fre- R. Rochlitz se pregunta si el debate alrededor de .Foucault no se si-
cuentemente mencionada de la presunta necesidad del fundamento y di- túa a la sombra de una cuestión que ya no se plantea: el fin de la meta-
ce que la libertad no se funda; la democracia no se funda. Sólo la domi- física. ¿No es un anacronismo el pathos en tomo del nihilismo? En nues-
tros modestos intentos para explicar por qué rechazamos lo intolerable,
~
nación se funda. La democracia es justamente el régimen que funciona
por ausencia de fundamento. La democracia es un objeto aberrante en puede uno preguntarse sin embargo cuáles son los valores rectores. De
comparación con lo que sería una pretensión filosófica de fundarla. Y es- Foucault se puede hacer una lectura generosa o mezquina. También se
to se puede decir a la manera en que lo hacían los. griegos; tanto para puede decir que en él hay cosas poco aceptables; por ejemplo, lo que dice
Platón como para Aristóteles, la democracia es lo que se da cuanda la sobre la estética de la existencia es quizás inadecuado si se tienen en
política no marcha. La libertad y los derechos del hombre se declaran y cuenta sus propios diagnósticos. Por fin, las intervenciones y la refle-
vuelven a declararse, pero no se fundan. El señ.or Rorty decía que los xión sobre la validez de esas intervenciones y su eventual fundamento
franceses son nietzscheanos... Serían más bien griegos; los franceses no son antitéticas.
piensan o bien que la democracia es el peor de los buenos gobiernos o el El señ.or Frank se opone a la tesis de que Dios esté muerto. Dios no
ha muerto puesto que nunca vivió. El cielo continúa estando tan som-
mejor de los malos. Por otro lado, se sitúan en un pacto que también ha-
ce posible a Foucault y que es el pacto revolucionario, un pacto que
siempre podemos renovar. Los derechos del hombre se practican, se re-
nuevan como la libertad. Nada hay allí que nos prometa alguna catás-
brío como siempre; siempre hemos estado en el desamparo.
¿Puede uno estar de acuerdo sobre este punto: el máximo de lo in7
tolerable sería admitir que se puede hacer cualquier cosa en cualquier
¡
trofe y eso no impide que haya un lenguaje común. Que haga falta un situación?
lenguaje común y haga falta el universal es algo de que no cabe dudar; El señor Seitter pregunta a Paul Veyne qué distinción establece
pero no faltan pues siempre es posible fundar semejante lenguaje; esto entre "actual" y "caduco" y le dice: "¿Cómo pudo pasarse usted toda la
nada tiene que ver empero con la idea de que es menester fundar una vida ocupándose de cosas caducas?" Paul Veyne le replica: ''Yo creía que
democracia o una razón común. En cierto sentido, es posible fundar todo el mundo hacía lo mismo, tal vez ocurra que lo caduco no sea del to-
la democracia; por lo demás los franceses lo han hecho: Alain compuso do caduco. Habría que preguntárselo a los poetas", dice Paul Veyne.
un discurso muy hermoso sobre la fundación de la democracia. Pero eso El debate termina con este elogio a la caducidad -a la no caduci-
no siempre da resultado; por ejemplo entre las dos guerras, cuando fa dad- y a los poetas, elogio que sin duda habría gustado a Foucault.
democracia tuvo que enfrentar algo diferente.
R. Rorty hablaba del filósofo y de los privilegios del poeta. El filóso-
fo asume, en efecto, dicha posición. Pero hombres como Foucault le dan
un sentido diferente. Las proposiciones de René Char aclaran los textos
de Foucault, especialmente los anuncios de sus libros. Es una cuestión
de sinonimia. Se trata de contradecir los sinónimos de un mismo voca-
blo. Se piensa en la posibilidad de luchar contra lo intolerable partiendo
de un trabajo desde los límites, de un trabajo sabre los sinónimos. Jus-

338 339
Nota sobre el
Centro Michel Foucault
Era necesario hacer que la muerte prematura de Michel Foucault
no interrumpiera el trabajo que pudiera hacerse sobre su obra y a partir
de ella. Al mismo tiempo era necesario evitar todo proselitismo. Es de-
cir, mantener presente la identidad de la obra de Michel Foucault y a la
vez impedir que se formara una ortodoxia. La solución fue crear una
asociación para que fundara un Centro Michel Foucault. Este centro de-
bía ser, para repetir una expresión de Michel Foucault, corno "una caja
de herramientas" para los investigadores que desearan utilizarlo.
Fue así corno el 31 de mayo de 1986 unos treinta universitarios e
investigadores que habían trabajado en relación con Michel Foucault
fundaron una asociación (ley de 1901) con el fin de crear un Centro Mi-
chel Foucault. El artículo 2 de los estatutos define su objeto del modo
siguiente: "Esta asociación tiene por objeto crear, administrar y repre-
sentar el Centro Michel Floucault. Los objetivos del centro son reunir do-
cumentos, archivos y trabajos que componen la obra de Michel Fou-
cault, facilitar y coordinar investigaciones referentes a su obra o que se
inspiren en las orientaciones y métodos de ésta, utilizar todos los me-
dios de reunión, especialmente internacional, de difusión, de publica-
ción y de enseñanza necesarios".
Un objetivo esencial del que dependen los demás es reun-ir el "Fon-
do Michel Foucault" (la obra del propio Michel Foucault y los trabajos
referentes a él), a fin de asegurar su conservación y hacerla accesible a
los investigadores. Esta es una tarea más larga y difícil de lo que podría
parecer a primera vista si se considera la "geografía", muy diversa en
sus formas y muy dispersa en la localización de la obra de Michel Fou-
cault.
De manera que la asociación para el Centro Michel Foucault no es
ni una sociedad de ·amigos ni una escuela. La asociación hace posible la
existencia del centro sin confundirse por ello con él. Por ejemplo, el Cen-
tro Michel Foucault no tiene voluntad propia, no es una persona moral.
Nadie puede considerarse miembro del Centro Michel Foucault, sino
que los miembros lo son solamente de la asociación. El Centro Miche'l
Foucault no puede asumir una posición en un debate público, filosófico o
político, Así lo han querido los fundadores de la asociación para que el
Centro Michel Foucault no pudiera ser el objeto de alguna apropiación
personal o partidaria. El Centro Michel Foucault es un instrumento que

341
está a disposición de los investigadores, un principio de comunicación
para quienes trabajan en la obra de Michel Foucault. FILOSOFIA
La asociación para el Centro Michel Foucault cuenta con un conse-
jo compuesto por Maurice Blanchot, Pierre Boulez, Georges Canguil- (sigue de pág. 4)
hem, Gilles Deleuze, Michelle Perrot, Paul Veyne. También formaba
parte de él Georges Dumézil.

El Fondo Michel Foucault está depositado en la biblioteca Saul- ERNEST GELLNER Cultura, identidad y
choir (43 bis, rue de la Glaciere, 75013 París), donde puede consultár- política
selo. Está compuesto por el conjunto de la obra de Michel Foucault, es
decir, libros, artículos, cintas magnetofónicas o videocasetes, en todas JEAN-FRAN<;OIS LYOTARD La diferencia
las lenguas en que fue publicado. Progresivamente se irá completando
la biblioteca con el conjunto de los textos, tesis y artículos escritos sobre RONALD DWORKIN El imperio de la justicia
la obra de Michel Foucault o que tengan relación con ella. Se encuentra
en preparación un catálogo detallado del Fondo Michel Foucault. CORNELIUS CASTORIADIS Los dominios del hombre
Para consultar el fondo Michel Foucault depositado en la biblioteca
del Saulchoir, conviene presentar la solicitud en la Asociación. La con-
sulta se realiza en las condiciones generales de acceso a la biblioteca del KARL JASPERS La práctica médica en la
Saulchoir y respetando las prescripciones testamentarias de Michel era tecnológica
Foucault.
La correspondencia debe dirigirse a la Bibliotheque du Saulchoir, LUDWIG WITTGENSTEIN Sobre la certeza
Association pour le Centre Michel Foucault, 43 bis, roe de la Glaciere,
75013 París. JEAN-FRAN<;OIS LYOTARD El entusiasmo
Seuil propone asimismo una casete de Michel Foucault titulada JEAN-FRAN<;OIS LYOTARD La posmodernidad
De la gouvernementalité. Se oye en ella a Foucault pronunciar los cursos
de introducción de sus seminarios de los años 1977-1978y1978-1979. (explicada a los niiios)
Esos dos cursos representan un vasto programa de investigaciones
(inédito) sobre el nacimiento y el desarrollo contemporáneo de la biopolí- TZVETAN TODOROV Frágil felicidad
tica, desde que surgió el concepto de "población" hasta el "Estado de po-
licía" y el nuevo arte "liberal" de gobernar, propio del siglo XVIII. GIANNI VATTIMO El/in de la modernidad

GIANNI V ATTIMO Introducción a Heidegger

JACOB BRONOWSKI Los orígenes del


conocimiento y la
imaginación

NORBERTO BOBBIO El problema de la guerra


y las vías de la paz

GILLES DELEUZE Empirismo y subjetividad

342
MICHEL FOUCAULT,
filósofo
Georges Canguilhem, quien fue maestro ·
de Foucault, presenta el conjunto de estos en-
sayos, de una riqueza y amplitud extraordina-
rias, con esta reflexión:
"Ha llegado el tiempo de aplicar a la obra
de Foucault los métodos de clarificación, es
decir, la genealogía y la interpretación que él
mismo aplicó a sus ámbitos de estudio."
Los que intervinieron parecían estar de
acuerdo, sin premeditación, en aceptar la impo-
sibilidad de hacer preguntas a Foucault sin tener
en cuenta lo que él mismo declaró en su intro-
ducción a L 'usage des plaisirs, a saber, que el
objeto de sus trabajos -los "juegos de ver-
dad"- .. .sólo podían tratarse poniendo a prue-
ba el "cuerpo vivo de la filosofía".
Los ensayos de este volumen analizan el
lugar del pensamiento de Foucault en la filoso-
fía actual, el estilo específico de su discurso, sus
conceptos del poder, del Estado y de la ética así
como la relación entre racionalidad y moral en
su obra.
ISBN 84-7432-389-4

Código: 2.359 gedj§,f! 911 7334 7 411 323394

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