Luis Kancyper, médico psicoanalista, miembro titular en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argen-
tina y de la Asociación Psicoanalítica Internacional
Dirección: Güemes 2963, 10°- (1425) Buenos Aires- República Argentina. E- mail: kancyper@uolsinectis.com.ar
La memoria es individual.
Nosotros estamos hechos,
En buena parte, de nuestra memoria.
Esta memoria está hecha,
En buena parte, de olvido.
J. L. Borges (1979), El tiempo
La obra de Jorge Luis Borges posibilita Dice Eliot en “Cuatro cuartetos” (1943):
echar una mirada original a ciertos psicodi- La historia puede ser servidumbre
La historia puede ser libertad.
namismos que intervienen en la configura- Ve, ahora se esfuman, las caras y los lugares con el
ción de la memoria y del olvido. yo,
Su obra resulta ser, en gran medida, una Cuando pudo, los amó, para tornarse
Renovados, transformados, en otro diseño.
denuncia y a la vez un alegato. Denuncia el Esta es la utilidad de la memoria, para la liberación
poder secuestrador de la memoria impe- No disminución del amor, sino expansión del amor
rante de otras generaciones que suelen alie- Más allá del deseo, y así liberación del futuro
Tanto como del pasado.
nar a los individuos en una historia de otros
que no les conciernen, y los retienen fatal- Entre los pliegues de la “cambiante
mente en un laberinto clausurado al cam- forma de la memoria que está hecha de ol-
bio. Por otro lado, su obra constituye un ale- vido” (Borges, 1983) distingo cuatro me-
morias: la del rencor, del pavor, del dolor,
gato en defensa de una memoria liberadora
y la memoria del esplendor.
tanto para el sujeto como así también para Mientras que las memorias del rencor y
los pueblos del pavor permanecen refractarias al olvido,
Para T.S. Eliot, la memoria opera como al perdón y al trabajo del duelar (Kancyper,
una clave para ingresar con esperanza en un 2003), las memorias del dolor y del esplen-
renovado acto de liberación, mientras que dor integran al pasado en una diferente re-
en la obra del autor de El Aleph la mayoría estructuración afectiva espacial y temporal
y propician al mismo tiempo el duro, lento e
de sus personajes permanecen inexorable-
intrincado trabajo de elaboración de los
mente abrumados y con desesperanza, bajo duelos.
el peso agobiante del poder de una memoria Sarlo (2007) sostiene que contra todo
excesiva e impuesta. fanatismo, la literatura de Borges persigue
modo que uno debe aceptar siempre la di- pasajero en tránsito, peregrina en busca de
cha, la amistad, el amor, aunque se sepa in- un futuro perdido. Este poema, escrito en
digno de ellos.
1972, sería, en gran medida, un lamento de
La memoria del esplendor pletórica de amor por el amar imposible. El narrador
alegría, belleza e inmortalidad se diferencia borgeano no puede establecerse en una re-
de las memorias del rencor, del pavor y del lación de amor confiable porque resulta ser
dolor. rehén de la pavorosa memoria del “horror
En efecto, mientras que el pasado arroja de vivir en lo sucesivo”.
luz en la memoria del esplendor al presente
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
y futuro, en las memorias del rencor y del
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño
pavor el pasado eclipsa a las otras dos di- atroz. La hermosa
mensiones del tiempo. En la memoria del
máscara ha cambiado, pero como siempre es la
rencor, presente y futuro permanecen hipo- única. De que me servirán
tecados para reivindicar a un injusto pasado mis talismanes: el ejercicio de las letras, la vaga
que se reinfecta por el accionar de los resen- erudición, el
timientos y remordimientos incandescentes aprendizaje de las palabras que uso, el áspero Norte
y compulsivos (Kancyper, 2010) . para cantar sus
En esta memoria diferenciamos dos ti- mares y sus espadas, la serena amistad, las galerías
pos diferentes: la memoria del rencor co- de la Biblioteca,
mandada por resentimientos y remordi- las cosas comunes, los hábitos, el joven amor de mi
mientos conscientes y manifiestos ( Emma madre, la sombra
Zunz, 1949; Leyenda, 1969; Remordimiento militar de mis muertos, la noche intemporal, el
por cualquier muerte, 1974; El remordi- sabor del sueño?
miento, 1976), de aquella otra memoria del
rencor en la que los resentimientos y re- Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi
tiempo.
mordimientos se hallan latentes, encubier-
tos o enmascarados (Funes el memorioso, Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el
hombre se levanta
1942; Sherlok Holmes, 1984; La memoria de
a la voz del ave, ya se han oscurecido los que miran
Shakespeare, 1982;). por las ventanas,
En la memoria del rencor prevalece la pero la sombra no ha traído la paz.
esperanza reivindicatoria. En cambio, en la
Es, ya lo se, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu
memoria del pavor, las reminiscencias trau- voz, la
máticas empantanan al presente y futuro espera y la memoria, el horror de vivir en lo
con un pertinaz sentimiento de descon- sucesivo.
fianza. El presente no se vive como un ver- Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas
dadero presente, lo que implicaría un an- magias inútiles.
claje actual y perspectivas de futuro. Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
El mnemonista del pavor es un foras- Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
tero acosado de los caminos. No puede per- (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
manecer ni pertenecer en un lugar y en un El nombre de una mujer me delata.
tiempo sostenidos, le resulta imposible en- Me duele una mujer en todo el cuerpo.
tablar vínculos confiables .
Jorge Luis Borges en su poema “El ame-
Borges pone en evidencia en el poema
nazado” describe ese mismo destino in-
“El forastero” (1966) la fugacidad incesante
fausto del mnemonista del pavor que, como
del mnemonista del pavor que, como un ji- El destino del sujeto apresado por la
nete que nunca encuentra su propio so- memoria del pavor se halla regido por el ac-
siego, cabalga entre el infierno y la gloria cionar inconsciente de angustias de desvali-
“Porque el Far West abarca el planeta y se miento y de muerte que no alcanza a dome-
espeja en los sueños de los hombres que ñar, a diferencia de la angustia de castración
nunca lo han pisado”. Describe con tristeza que comanda a la memoria del dolor.
el desencuentro permanente “de un hombre En ésta no se olvida al pasado, pero se lo
cuya verdadera vida está lejos”. admite y acepta lo perdido como lo irrecu-
perable y resignable, lo cual posibilita el pa-
El forastero (1966) saje al presente y a un futuro posibles no
Despachadas las cartas y el telegrama,
camina por las calles indefinidas idealizados. En la memoria del dolor el pa-
y advierte leves diferencias que no le importan sado deja de ser presente para transfor-
y piensa en Aberdeen o en Leyden, marse en experiencia pasada, ya que sólo de
más vívidas para él que este laberinto esta manera se lo puede considerar como
de líneas rectas, no de complejidad, una experiencia útil frente al presente.
donde lo lleva el tiempo de un hombre
cuya verdadera vida está lejos. La memoria del dolor ”por supuesto no
En una habitación numerada le pone fin al dolor,el dolor continúa,conti-
se afeitará después ante un espejo nuará y debe continuar en cierto modo,
que no volverá a reflejarlo cada momento de dolor es un momento de
y le parecerá que ese rostro contacto con la persona que amé” Grossman
es más inescrutable y más firme
que el alma que lo habita (2012).
y que a lo largo de los años lo labra. En cambio, el mnemonista del rencor se
Se cruzará contigo en una calle posiciona como una pretenciosa e injusta
y acaso notarás que es alto y gris víctima por las frustraciones padecidas.
y que mira las cosas. Frustraciones, promesas e ilusiones incum-
Una mujer indiferente
le ofrecerá la tarde y lo que pasa plidas que lo legitiman detentar un poder
del otro lado de unas puertas. El hombre soberbio y reivindicativo, generando en la
piensa que olvidará su cara y recordará, dinámica del campo intersubjetivo una
años después, cerca del Mar del Norte, tensa atmósfera de crispación, que suele
la persiana o la lámpara. exteriorizarse de un modo compulsivo a
Esa noche, sus ojos contemplarán
en un rectángulo de formas que fueron, través de la queja, el litigio, el reclamo, el
al jinete y su épica llanura, reproche y la revancha.
porque el Far West abarca el planeta El menmonista del dolor, a diferencia
y se espeja en los sueños de los hombres del mnemonista del rencor y del pavor ,
que nunca lo han pisado. asume, por un lado, la pérdida de una vana
En la numerosa penumbra, el desconocido
se creerá en su ciudad esperanza planetaria, y por otro lado, la
y lo sorprenderá salir a otra, asunción de una otra realidad menos idea-
de otro lenguaje y otro cielo. lizada pero más acotada e imperfecta.
En el poema “1964” Borges enfoca en
Antes de la agonía, cámara lenta la existencia del dolor y de la
el infierno y la gloria nos están dados;
andan ahora por esta ciudad, Buenos Aires, tristeza que se presentifican durante el tra-
que para el forastero de mi sueño bajo de elaboración de un duelo normal .
(el forastero que yo he sido bajo otros astros)
es una serie de imprecisas imágenes 1964
hechas para el olvido. Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
que le lave los pies” (Borges, El centinela En este poema el narrador borgeano ex-
1972). presa su dolor y pavor por no poder perte-
Los menmonistas del pavor y del rencor necer y permanecer en un lugar con felici-
permanecen inquietos en el umbral de una dad. Se presenta como un desterrado de los
irrefrenable huida y despedida. Siempre se caminos y a la vez manifiesta un hondo pe-
están yendo: “touch- and- go”. sar por su anhelada y frustrada paternidad.
Precisamente, en Diálogos de vida y de A diferencia de las tres memorias: del
muerte (1980), Borges señala la relevancia pavor, del dolor y del rencor, la cuarta me-
de la despedida: “Quizás, el momento de la moria, la del esplendor, se halla comandada
despedida es el momento más intenso en la por el sentimiento de la alegría que amplía
relación entre dos personas. Cuando uno se la copertenencia del sujeto de ser Uno con el
despide de alguien, uno está más con esa Todo.
persona que si uno la ve vulgarmente. Al Recordemos que “desde el punto de
mismo tiempo uno sabe que ésa es la última vista etimológico, lo más llamativo de nues-
vez. Quiero decir que en la despedida se dan tro término alegría es su relación con las no-
a la vez la máxima presencia y la máxima au- ciones de agilidad, velocidad y vivacidad
sencia, ¿no?” (p. 36). que encierra su antecedente, el latín clásico
Así, en las memorias ominosas del ren- alacritas. El español mantiene alacridad que
cor y del pavor, los vórtices de angustias significa júbilo, hilaridad, regocijo, alegría y
desgarradoras y las heridas del alma re- presteza del ánimo para hacer alguna cosa”
fractarias a la cicatrización capturan al su- (Bordelois, 2006, p.158).
jeto y lo fijan a la fatalidad de un inquebran- En la memoria del esplendor el ápice de
table y clausurado destino de sufrimientos y la alegría, de la trascendencia y de lo eterno
errancias. se manifiesta como una bella epifanía y re-
En efecto, los sujetos apresados por el abre la dimensión temporal del futuro.
rencor y/o por el pavor permanecen vara- Señala Sontag (2002):
dos en una suerte de un “duelo sin fin”, no se
instalan ni se comprometen afectivamente: Lo bello nos recuerda la naturaleza
como tal, lo que está más allá de lo hu-
son los desterrados. mano y lo hecho, de ahí que estimule y
ahonde nuestro sentido de la verdadera
El desterrado (1975) extensión y plenitud de la realidad, tanto
Alguien recorre los senderos de Ítaca inanimada como palpitante.
y no se acuerda de su rey, que fue a Troya Al parecer, la belleza es inmutable, al
hace ya tantos años; menos cuando se encarna – se fija – en
alguien piensa en las tierras heredadas forma de arte, porque es allí, en el arte
y en el arado nuevo y el hijo donde mejor se encarna la belleza como
y es acaso feliz. idea, como una idea eterna.
En el confín del orbe yo, Ulises, La belleza no es superficial, sino pro-
descendí a la Casa de Hades funda; a veces es más oculta que obvia;
y vi la sombra del tebano Tiresias más consoladora que inquietante; más in-
que desligó el amor de las serpientes, destructible, como el arte, que efímera,
Y la sombra de Heracles como en la naturaleza. La belleza, aquélla
que mata sombras de leones en la pradera convencionalmente edificante, perdura.
y así mismo está en el Olimpo.
Alguien hoy anda por Bolívar y Chile
y puede ser feliz o no serlo. En la memoria del esplendor se regis-
Quién me diera ser él. tra además la presencia de un sentimiento
singular de religiosidad, no de religión. De
un “sentimiento oceánico” señalado por Ro- porque ya ese momento pertenece al pa-
man Roland y citado por Freud en 1930, en sado. Y luego tenemos el otro, que es el
presente del pasado, que se llama memo-
El Malestar en la cultura: ria. Y el otro, el presente del porvenir, que
Es un sentimiento particular que prefe- viene a ser lo que imaginan nuestra espe-
riría llamar sensación de “eternidad”; un ranza o nuestro miedo.
sentimiento como algo sin límites, sin barre- El tiempo vendría a ser un don de la
ras, por así decir “oceánico”. Este senti- eternidad. La eternidad nos permite vivir
sucesivamente (pp.86-87).
miento-proseguía-es un hecho puramente
subjetivo, no un artículo de fe; de él no Pero por otro lado, la memoria del es-
emana ninguna promesa de pervivencia plendor hace algo más en su afán de plasmar
personal, pero es la fuente de la energía re- una totalidad y eternidad sin fisuras: descu-
ligiosa que las diversas iglesias y sistemas bre también la grieta y la ausencia, aquello
de religión captan, orientan por determina- que se ha perdido irreversiblemente: las
dos canales y, sin duda, también agotan. omisiones y los deseos insatisfechos de una
Sólo sobre la base de este sentimiento oceá- existencia, los proyectos frustrados, descu-
nico es lícito llamarse religioso, aun cuando bre aquello que fuimos y aquello que no fui-
uno desautorice toda fe y toda ilusión mos, lo que algo en el pasado debió suceder
(pág.65). y no sucedió, alguna cosa que en un tiempo
ya lejano se dijo o no se dijo, o que se dejó
En la memoria del esplendor el universo entrever pero no acabó de manifestarse.
parece teñirse de eternidad. Para el autor Esta memoria del esplendor representa, en
de “El Aleph” la búsqueda del tiempo ha lle- definitiva, ese lado cóncavo de la vida en
vado a la más bella invención humana, la donde se pone en evidencia la totalidad de
idea de eternidad que Borges califica de “es- lo presente y de lo infranqueablemente fal-
pléndido artificio amorosamnete deseado tante.
por los poetas”. Claudio Magris (2011) nos revela que
para él lo más impactante en la obra bor-
Borges se pregunta (1979): geana es, precisamente, su capacidad de de-
¿Qué es la eternidad? La eternidad no cirnos lo que no somos, y esa verdad lo ha
es la suma de todos nuestros ayeres. La fascinado y ha catalizado el desarrollo de su
eternidad es todos nuestros ayeres, todos escritura “es que él nos hace entender que
los ayeres de todos los seres conscientes.
Todo el pasado, ese pasado que no se sabe
la grandeza es lo que nosotros no somos: mi
cuándo empezó. Y luego, todo el presente. gloria son los libros que he leído, no los que
Este momento presente que abarca todas he escrito”.
las ciudades, todos los mundos, el espacio Estimo que este reverso de la memoria
entre los planetas. Y luego, el porvenir. El del esplendor sale a la luz en un poema con
porvenir, que no ha sido creado aún, pero
que también existe.
título en inglés “Things That Might Have
Los teólogos suponen que la eterni- Been” que significa “Cosas que podrían ha-
dad viene a ser un instante en el cual se ber existido”. “En este erudito y caótico ca-
juntan milagrosamente esos diversos tálogo hay dos cosas que lo perturban espe-
tiempos. Podemos usar las palabras de cialmente al poeta: el amor no compartido,
Plotino, que sintió profundamente el pro-
blema del tiempo. Plotino dice: hay tres
el hijo que no tuvo. El tono elegíaco, inti-
tiempos y los tres son el presente. Uno es mista de Borges llega aquí a su punto más
el presente actual, el momento en que ha- triste” (Rodríguez Monegal, 1985, p.474)
blo. Es decir, el momento en que hablé,
Things That Might Have Been (1977) una reestructuración del pasado y a su acep-
Pienso en las cosas que pudieron ser y no fueron. tación e integración dentro de un renovado
El tratado de mitología sajona que Beda no escribió.
La obra inconcebible que a Dante le fue dada acaso proyecto” (2011).
entrever, En efecto, en la memoria del esplendor
Ya corregido el último verso de la Comedia. confluyen las tres dimensiones del tiempo,
La historia sin la tarde de la Cruz y la tarde de la celebrando entre sí un diálogo de amistad.
cicuta. En esta memoria intervienen las compara-
La historia sin el rostro de Helena.
El hombre sin los ojos, que nos han deparado la luna. ciones propiamente dichas, en las cuales la
En las tres jornadas de Gettysburg la victoria del Sur. pulsión epistemofílica (Wissbegierde)
El amor que no compartimos. aporta una ganancia en entendimiento den-
tro de la complejidad del saber. Al comparar
El dilatado imperio que los Vikings no quisieron lo diferente y lo semejante se generan nue-
fundar.
El orbe sin la rueda o sin la rosa. vos efectos que multiplican los afectos, pen-
El juicio de John Donne sobre Shakespeare. samientos y actos, en contraposición a las
El otro cuerno del Unicornio. comparaciones patogénicas que se hallan
El ave fabulosa de Irlanda, que está en dos lugares a regidas por el accionar de la pulsión de apo-
un tiempo. deramiento (Bemächtigunstrieb) que,
El hijo que no tuve.
desde una posición verticalista, promueve
Real y efectivamente, estas son el an- megalomanía en el sujeto que compara, ge-
verso y reverso de la memoria del esplen- nerando crueles efectos destructivos de la
dor, pero también su potencia devastadora identidad en el otro.
porque obliga a hacer las cuentas y confron- En la memoria del esplendor, el pasado
tar con la totalidad de lo más íntimo de pierde su carácter de inquietante extrañeza
nuestro ser: aquello que somos y aquello (Freud, 1919). Podemos graficar esta situa-
que nunca seremos, junto a los otros pre- ción mediante la escena del visitante que al
sentes y ausentes que amamos y odiamos, y explorar los sitios arqueológicos transita al
cuyo peso resulta casi siempre insoporta- mismo tiempo por los senderos de la inmor-
ble. Pero por otro lado, y al mismo tiempo, talidad y deambula además, entre la inmor-
esta memoria del esplendor relanza a la vez talidad del ayer y el movimiento más móvil
la dimensión prospectiva del tiempo y man- como es lo propio de su cuerpo que se des-
tiene sus nexos con el concepto de revuelta plaza “entre” la hostilidad y la hospitalidad
de Kristeva. de los espacios y tiempos históricos. Y es
El significado de la palabra revuelta precisamente en ese “entre” en el que trans-
tiene origen sánscrito y quiere decir pasar curre su recorrido como huésped de la his-
hacia atrás y volver hacia el futuro. El sen- toria y de la arqueología, cuando suele sur-
tido profundo de la revuelta tiene que ver gir una imagen creadora original y en cierta
con revalorizar los antiguos valores para medida originante que cuestiona lo estable-
que surjan otros, nuevos”. Apunta a cómo cido e incrementa los sentidos de las pala-
reapropiarse del pasado, pensarlo, para re- bras y de las cosas.
crear algo nuevo. Preservando entonces Así, en las ruinas arqueológicas la hosti-
una memoria fuerte de la elaboración y lidad envidiosa de lo muerto deviene en una
transformación de lo ya acontecido, pero cierta hospitalidad, y el visitante intenta
que no es nunca una negación del tipo: “es- aprehender el indetenible flujo temporal
toy en contra y mato eso”, sino que tiende a capturándolo en una fotografía.
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