3. La Fe sobrenatural
Pbro. Dr. Pablo Arce Gargollo
tural
En Power Point en la p. 2
3.1 NATURALEZA DE LA FE
Fe en general es admitir por cierto lo que otro nos dice. Por ejemplo, cuando creo un hecho que
me lo cuenta una persona que merece crédito. Así, lo que caracteriza a la fe es admitir una cosa
porque otro la dice; o lo que es lo mismo, admitirla por el testimonio del otro.
"Cuando Dios revela, se le debe la "obediencia de la fe" (Rom. 16, 26; cfr. Rom. 1, 5; Cor. lo, 5-
6), por la que el hombre se entrega todo él con libertad a Dios, prestando el pleno homenaje de
la inteligencia y de la voluntad a Dios revelador y dando voluntariamente su asentimiento a la
revelación que El le hace" (Conc. Vaticano II, Const. dogm. Dei Verbum, núm. 5).
La fe se diferencia:
a) de la opinión que no admite las cosas como ciertas, sino como simplemente probables. La fe
no es mera opinión porque no da sólo probabilidad, sino certeza moral, de lo que se cree.
Así se creen, por ejemplo, la casi totalidad de los hechos históricos, que no se conocen de visu,
sino sólo por testimonio de otros.
b) de la ciencia, que admite las cosas como ciertas, pero no porque otro las dice, sino Porque
uno ve o comprende que son así.
Por ejemplo, no admitimos que es de día o que dos y dos sean cuatro porque otro lo diga, si no
porque vemos y comprendemos que es así.
En la fe se admite la verdad con toda certeza, no por la evidencia de la verdad en sí, sino por la
confianza de aquél que nos enseña la verdad.
La fe se divide en divina y humana, según que admitamos: lo que Dios o el hombre nos
enseñan.
Hay muchas verdades de fe humana, porque son muchas las cosas que no podemos saber sino
por el testimonio de otros; por ejemplo, quiénes son nuestros padres, dónde nacimos, y en
general todo acontecimiento que no hemos presenciado personalmente.
Recuérdese que el saber basado en el testimonio de otro es el más frecuente en la vida diaria;
hasta en las mismas ciencias llamadas experimentales se aceptan verdades por un acto de
confianza en el testimonio o autoridad de otros investigadores.
El Concilio Vaticano I define la fe como: "una virtud sobrenatural por la que, con la inspiración
y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que por El ha sido revelado; no por la
intrínseca verdad de las cosas percibidas por la luz natural de la razón, sino por la autoridad
de¡mismo Dios que revela, el cual no puede engañarse ni engañarnos" (Conc. Vaticano I, Const.
dogm. Dei Filius, c. 3, Dz. 1789).
Elementos de la definición:
a) La fe es una virtud sobrenatural, pues trasciende todo orden natural o humano, ya que Dios
--como hemos visto- nos habla a través de la Revelación que es sobrenatural. La fe, respuesta a
esa Revelación, debe ser también sobrenatural.
b) Con ayuda de la gracia, pues esta virtud supera las capacidades puramente naturales del
hombre.
c) Creemos ser verdadero lo revelado; aceptamos esas verdades que constituyen lo que se
llama objeto de la fe, es decir, el conjunto de todas las enseñanzas divinas.
d) No creemos por la intrínseca verdad de las cosas, pues esa verdad no la captamos con
nuestra mente en toda su profundidad, toda vez que rebasan las capacidades del intelecto
creado.
e) Creemos por la autoridad de Dios, que merece la más plena confianza, por encima de
cualquier otro testigo cualificado o la suma de todos ellos: Dios siendo infinitamente sabio, no
puede engañarse; y siendo infinitamente santo, no puede engañarnos. La autoridad de Dios es
el motivo de la fe.
a) Fe divina. Tiene lugar cuando la verdad que se cree ha sido revelada por Dios, pero no ha
sido definida por la Iglesia. Por ejemplo, la infalibilidad del Papa antes del Concilio Vaticano I.
b) Fe católica. Tiene lugar cuando la verdad ha sido revelada por Dios y definida
solemnemente por la Iglesia. Por ejemplo la infalibilidad del Papa después del Concilio
Vaticano I.
En la fe debemos distinguir dos cosas: el hábito (virtud de la fe) que se nos infunde en el
bautismo; y el acto de fe que se encuentra en el asentimiento que da nuestro entendimiento a la
verdad revelada. Así, por ejemplo, al decir "Creo en Dios" hago un acto de fe que actualiza el
hábito infuso de la fe.
Conviene observar que los protestantes tienen una idea errada sobre la fe, pues para ellos la fe
no es el asentimiento de nuestra mente sino la confianza de que los méritos de Cristo nos sean
aplicados. Confunden pues la fe con la esperanza.
Pues bien estas dos condiciones que exigimos en el hombre las encontramos siempre en Dios y
en un grado muy superior. Pues Dios jamás podrá engañarse ni engañarnos.
Si creyéramos una verdad como revelada por Dios, sin tener seguridad de que en verdad fue
Dios quien la reveló, nuestra fe no tendría fundamento racional.
Por eso Dios, antes de obligarnos a creer, nos prueba mediante el milagro y la profecía que es
El quien en verdad ha revelado.
En efecto, siendo el milagro y la profecía obras exclusivas de Dios, cuando existen en favor de
una doctrina, prueban con evidencia que ella viene de Dios. De otra suerte Dios mismo nos
indujera al error.
Los motivos de credibilidad son indispensables, porque Dios no puede obligar al hombre a
creer las verdades de la fe, sin haberle probado primero que El en verdad las reveló.
Los principales motivos de credibilidad son el milagro y la profecía, pues como sólo Dios puede
efectuarlos, cuando se presentan en comprobación de una doctrina, prueban con evidencia que
ésta viene de Dios.
Hay también otros dos motivos que nos mueven a aceptar como divina, la revelación:
lo. Los motivos de credibilidad son múltiples (milagro, profecía, etc.); el motivo de la fe es
único: la autoridad de Dios.
2o. Los motivos de credibilidad son anteriores al acto de fe; el motivo de la fe forma parte del
mismo. En efecto, no creo (acto de fe), sino después de tener certeza por los milagros y por las
profecías de que Dios ha revelado.
3o. Los motivos de credibilidad no obran en todos con la misma fuerza; a unos mueven más los
milagros; a otros las profecías, a otros la sabiduría y santidad de la Religión cristiana para
admitir la divinidad de la revelación. Por el contrario, el motivo de fe obra en todos con la
misma eficacia; cada uno de los cristianos se dice: Dios ha revelado, luego debo creer.
Los motivos de credibilidad los conocemos por conducto de la razón. Así la razón sirve de base
y fundamento a nuestra fe.
3.4 EL ACTO DE FE
lo. Es un acto del entendimiento, porque la fe nos enseña verdades, y la verdad es el objeto del
entendimiento.
2o. Bajo el impulso de la voluntad, porque las verdades de la fe no se presentan con evidencia
al entendimiento; y así éste no las admite si la voluntad no lo mueve a creer.
Es cierto que los motivos de credibilidad (milagros) obran en nuestra voluntad para moverla a
creer, pero sin hacerle violencia, ni forzar su libertad.
Dios no ha querido dar una evidencia absoluta a las pruebas de la revelación, para con. servar
el mérito de fe. Por eso les infundió luz suficiente para ahuyentar toda duda prudente en los
entendimientos bien dispuestos; pero no les infundió una evidencia que obligara a creer a los
entendimientos rebeldes.
Por eso para creer se necesita una voluntad recta. Por eso también quien no vive la virtud de la
santa pureza, y se deja llevar por el orgullo puede ser inducido fácilmente a la incredulidad. Así
como el animal inmundo encenega el agua pura que bebe, así una voluntad viciada por la
sensualidad y el orgullo se ensucia ella misma la fuente de la fe, límpida para otros.
3o. Movida por la gracia. La voluntad acepta la verdad de fe movida por la gracia, pues la fe es
una virtud sobrenatural que rebasa con amplitud el ámbito de las fuerzas puramente naturales
del hombre.
Podemos decir por tanto -sin olvidar la ayuda de la gracia- que la inteligencia y la voluntad
intervienen del siguiente modo:
Entre la ciencia y la fe no puede haber oposición porque la una y la otra vienen de Dios; y si
hubiera oposición entre ellas, Dios se contradiría a sí mismo.
Precisando los términos, debemos decir que no puede haber contradicción entre una verdad
científica y una verdad religiosa.
1) Por verdad científica se entiende una verdad comprobada con absoluta certeza por la
ciencia; no una simple hipótesis o teoría de un sabio, por autorizado que sea.
2) Por verdad religiosa se entiende una verdad propuesta por la Iglesia como obligatoria a
nuestra creencia; no la opinión de un teólogo por autorizado que sea.
Cuando se advierte una contradicción entre la ciencia y la fe, hemos de juzgar que se trata de
una contradicción aparente, que existe:
lo. O entre una opinión teológico y una hipótesis científica, y en este caso ni la primera es
verdad religiosa, ni la segunda verdad científica.
2o. O entre una verdad religiosa y una hipótesis científica no demostrada, por ejemplo, entre el
dogma de la creación y la hipótesis transformista que enseña que el hombre viene del mono.
3o. O por fin, entre una opinión teológico y una verdad científica demostrada, por ejemplo,
entre la opinión de algunos teólogos que interpretaban los días de la creación como días
naturales de veinticuatro horas, y la verdad científica de que el mundo necesitó latgos siglos
para su formación.
Pero podemos tener seguridad absoluta de que nunca una verdad de fe estará en contradicción
real con una verdad científica, porque la verdad no puede contradecirse a sí misma.
El Concilio Vaticano I afirma que "aunque la fe esté por encima de la razón, sin embargo,
ninguna verdadera disensión puede jamás darse entre la fe y la razón, como quiera que el
mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe, puso dentro del alma humana la luz de la
razón, y Dios no puede negarse a sí mismo ni la verdad contradecir jamás a la verdad" (Conc.
Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, c. 4, Dz. 1,797).
b) Se ayudan mutuamente
c) La ilustra, manifestándole muchas verdades que la razón sola nunca pudiera conocer. La fe
es como un poderoso telescopio que aumenta poderosamente el alcance de la razón.
2o. La ciencia ayuda a la fe: a) en cuanto la razón es la que demuestra los motivos de
credibilidad. b) Y las ciencias son auxiliar eficaz e indispensable en el estudio de las verdades
de la fe.
Es interesante resaltar el llamado que hace la Conferencia de Puebla: "A los científicos, técnicos
y forjadores de la sociedad tecnológica, para que aliente el espíritu científico con amor a la
verdad ( ); para que eviten los efectos negativos de una sociedad hedonista y la tentación
tecnocrátíca ( ) Exhortamos a todos los pensadores conscientes del valor de la sabiduría ( ) a
que tengan en cuenta la gran afirmación de la Gaudium et Spes: "El destino futuro del mundo
corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta sabiduría (n. 15)" (Puebla, 1979,
n. 1240).
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