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Cuando falta futbol, hay fanatismo y violencia

En un fragmento de su obra, Freud utiliza una cita de Goethe para criticar mordazmente a la
religión: “Quien posee arte y ciencia también tiene religión; quien no los posee necesita la
religión” El reproche reside en la proximidad de la religiosidad con el estado neurótico, el cual no
es favorable al desarrollo del sentido crítico. Pese a que la intención de este breve escrito no
profundiza dichas ideas, sin embargo, utiliza alguno de estos términos para explicar un fenómeno
particular: el fanatismo futbolero y la violencia de las hinchadas.

Para nadie han sido desconocidos los vergonzosos eventos sucedidos el sábado 24 de noviembre y
que obligaron a la suspensión del partido final de la Copa Libertadores. Ellos son el resultado de
varios factores: por un lado, la mala organización de un torneo devaluado lleno de anomalías
descubiertas en los meses previos, por ejemplo una nota provocativa del portal Infobae, que
llevaba por título “Hay que declarar nula la Copa Libertadores”, exponía las diversas
irregularidades denunciadas, las cuales van desde la habilitación irregular hasta la extorsión. Por
otro lado, tenemos el salvaje comportamiento de las hinchadas.

Freud analiza, desde la perspectiva del sociólogo Gustave Le Bon, la influencia de la multitud en el
comportamiento individual, afirmando que al interior de la masa, las personas se enajenan, dejan
de ser como son para volverse otras, en pos de algún objetivo colectivo, aunque esto es inexacto,
pues la muchedumbre consigue, sin seguir un programa ordenado, la exacerbación emocional, el
anarquismo, la violencia y la descarga pulsional. A esto agreguemos otro componente fatal al
interior del grupo: el fanatismo, aquel por el cual todo el que no ratifica mis “certezas
futbolísticas”, se convierte en mi enemigo y, por tanto, está justificado destruirlo. En ese sentido,
no importa determinar si fueron 30 o 300 personas las que se comportaron de manera agresiva,
así como tampoco importa pensar si hubo intención en sus acciones: lo que paso esa tarde en las
inmediaciones del Estadio Monumental es una acción englobada bajo estas características, las
cuales son frecuentes en el futbol argentino, manejado por mafias delictivas hace décadas.

Pero: ¿en casa cómo andamos? En Bolivia aún el futbol es un evento disfrutado por toda la familia
y uno tiene la seguridad de que al asistir al stadium llegará vivo e ileso a su hogar. Quizás en
nuestra psicología tan acostumbrada a "perder", un evento futbolístico no reviste la importancia
propia de una sociedad exitista como la Argentina. Sin embargo, la violencia en el futbol existe y el
fanatismo también. Basta simplemente recordar las agresiones que suceden al finalizar el clásico
cruceño, o aquel ataque con gas lacrimógeno que sufrió la afición aurorista en un encuentro
amistoso que disputaba con el equipo argentino Quilmes o, sin ir muy lejos, recuerden el terror
que sentía la población cochabambina cuando la hinchada wilstermanista, los “Gurkas”, salía
enfurecida como un alud a protestar por la derrota de su equipo, es más, en el año 2016, los
miembros de esta barra atacaron con cuchillo y lanzaron de un puente a una persona, ante la vista
y presencia de las cámaras de un canal que mediatizo el hecho.

El futbol es un deporte hermoso, asi lo testimonian infinidad de autores que le han rendido sendos
tributos. Tiene magia y poesía, nos embriaga. Es penoso que todo este hechizo sea opacado por el
dogmatismo y la violencia. Quizas, como dice el gran Martin Caparros, deberíamos dejar de hacer
del futbol algo por lo que se debe matar o morir, y empecemos a hacer del deporte rey algo
placentero, por lo cual se pueda disfrutar.

Favio Javier Sandoval Lopez/ Email: favio.javier.sandoval.lopez@gmail.com

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