Los protocolos de los seminarios investigativos son aquellos textos escritos en los que se
recogen las intervenciones de la discusión y se ordenan en tal forma que adviertan un
sentido unitario como producto final de un pensamiento colectivo. Cumplen un propósito
parecido al de las actas comunes de las reuniones y encuentros, en el sentido de que
sirven de registro testimonial de una actividad colectiva de la que se quiere conservar una
memoria; sin embargo, van más allá y tienen características distintas. Podría decirse, en
forma acertada aunque evidentemente analógica, que los Diálogos de Platón, que
constituyen el cimiento de toda la filosofía occidental, son los protocolos de aquellas
discusiones (diálogos) que Sócrates, el gran conversador, sostenía con sus discípulos en
los remotos tiempos de la Atenas clásica.
tela. Si amásemos los neologismos, podríamos definir la teoría del texto como una
hifología (hifos: es el tejido y la tela de la araña).1
2.2. Un protocolo también es un registro completo de la discusión que tuvo lugar en una
de las sesiones del seminario. Completo no sólo porque no excluye ninguna de las
intervenciones sino porque también contiene las argumentaciones, ilustraciones y
justificaciones que debieron haber acompañado estas intervenciones. Este último
aspecto es necesario subrayarlo: algunas veces se incluyen opiniones y juicios que no
adquieren valor si no se hacen acompañar de aquello que los sustenta. En una discusión
del seminario, el moderador o el director pueden solicitarle a quien interviene, que
argumente y demuestre mejor sus afirmaciones. Muchas veces los argumentos o los
ejemplos en una intervención resultan más interesantes y significativos que el enunciado
principal de la misma. De todas formas, al criterio de los protocolantes les corresponde
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BARTHES, Roland. El Placer del Texto. Buenos Aires: Siglo XXI, 1974 p. 81
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El protocolo del seminario investigativo consta de seis partes que definen lo que podría
apreciarse como la estructura constante del texto: identificación, protocolo anterior, punto
o tema de discusión, desarrollo de la discusión, recapitulación y comentario de los
protocolantes. De estas seis partes o secciones, es la del desarrollo de la discusión la
que constituye propiamente el eje central del protocolo. Normalmente se incluye en el
texto un resumen de la exposición o relatoría con el objeto de que el protocolo no sólo
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sea un resumen de la discusión sino de la sesión entera del seminario. Lo que aquí se
propone es un tanto distinto: Que el protocolo sea únicamente la memoria de la discusión,
con el objeto de darle un valor aparte al momento central y más comunitario de las
sesiones; al fin de cuentas la discusión se construye sobre un tema de discusión que
surge de la relatoría, las intervenciones deben aludir directamente a su contenido y no
excluye la participación directa de los expositores. El resumen de la relatoría, escrito por
los propios expositores y entregado al final de la misma a cada uno de los participantes,
sería una especie de texto complementario del protocolo para ser archivado
conjuntamente con el mismo y consultado en el transcurso de la discusión.
3.2. Protocolo anterior. En esta sección del protocolo se incluyen las correcciones,
adiciones, supresiones y comentarios que se le hagan al protocolo inmediatamente
anterior, con miras a una ulterior edición de las memorias del seminario (conjunto de los
protocolos y relatorías). Lo ideal es que todos los miembros del seminario participen en
este proceso de revisión del texto tanto en sus aspectos formales como de contenido; sin
embargo, casi siempre es el director del seminario, como investigador principal y experto
en cuestiones de edición y publicación, el que hace, por lo menos en las primeras
sesiones de los seminarios, la mayor parte de las observaciones. Éstas como ya lo hemos
señalado pueden ser de dos órdenes: contenido y redacción.
- En cuanto al contenido, la revisión del protocolo debe cuidar que se hayan incluido
todas las intervenciones y su consiguiente argumentación e ilustración; que se hayan
consignado en una forma fiel; que no halla repeticiones y que se presenten de manera
resumida; que el encadenamiento de las intervenciones corresponda a un orden
racional y lógico, y que se destaquen los planteamientos y conceptos centrales.
3.3. Punto o tema de discusión. El punto o tema de discusión normalmente debe surgir
de la relatoría. Al fin y al cabo ésta es el resultado de un proceso de investigación en el
que se buscó verificar una hipótesis o demostrar una tesis. Las relatorías como dijimos
en su momento no son productos científicos acabados sino propuestas que plantean
interrogantes y formulan desafíos. El relator puede condensar en uno o dos enunciados
aquellas dudas o aquellas verdades provisionales que, a su entender, sean de interés
para el seminario, y cuya discusión enriquecería las posibilidades de una investigación
que está en curso. Sin embargo, la iniciativa para formular un tema o un punto de
discusión no necesariamente excluye la posibilidad de que el director del seminario o
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alguno de los participantes proponga un tema distinto y que sean varios los puntos que
se discutan en la sesión. En la elección de lo que se va a discutir, de todos modos, deben
tenerse en cuenta no solo la pertinencia de la propuesta y su interés para el grupo de
participantes sino también el tiempo disponible para el debate. Para efectos del protocolo,
en este apartado deben aparecer formulados los temas o puntos de discusión con sus
respectivas justificaciones o aclaraciones, exactamente como fueron propuestos por las
personas que hayan tomado la iniciativa.
3.6. Comentario de los protocolantes. El responsable del protocolo cumple un papel muy
importante elaborando el resumen de la discusión, reordenando las intervenciones y
dándole forma unitaria al texto del protocolo; sin embargo, por la atención que debe
prestarle a la toma de notas durante la discusión, muchas veces tiene que abstenerse de
participar directamente. Para que esto no suceda, pero también con la idea de que el
protocolante, quien dispone más que ninguno de los participantes de tiempo para
procesar y asimilar el contenido de la discusión, pueda hacer sus aportes críticos, es
recomendable disponer de una sección al final del protocolo para que el mismo
protocolante exponga no solo sus puntos de vista sobre el tema en discusión sino
también sobre la manera como transcurrió el debate.
La redacción del protocolo, que tiene lugar entre sesión y sesión del seminario, es un
proceso que comienza con la toma de apuntes durante la discusión y termina cuando el
texto ya está listo para su reproducción y es presentado al seminario. En el trayecto, dado
lo complejo que es escribir para publicar, suelen suscitarse muchas dudas. Con el
propósito de atenderlas, aunque sea en parte, se ofrecen a continuación algunas
recomendaciones muy sencillas:
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- Insertar pies de página para dar cuenta de algunas ideas o de algunos datos de
carácter complementario y que no son indispensables en el relato central de la
discusión. También para completar las reseñas bibliográficas de citas de documentos
que puedan haber surgido en las intervenciones. Esto le da rigor al texto del protocolo
aunque ocasionalmente suponga una tarea adicional para los protocolantes.
- Articular el texto del protocolo en bloques de escritura (párrafos) de más de diez líneas
y evitar las frases aisladas, para que se pueda demostrar concatenación de ideas y
valor aclaratorio. En este aspecto es muy importante la utilización de expresiones
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- Evitar referirse al director del seminario como “el profesor”, porque como señalamos
anteriormente, aunque sea un profesor, su función directiva está más cercana a los
conceptos de investigador y de orientador que a las funciones que tradicionalmente
se le han asignado a los catedráticos. En tal caso si no se quiere utilizar su nombre
propio, decir, por ejemplo: “el director del seminario hizo algunas precisiones al
respecto: ...”
El protocolo de un seminario, al igual que las actas de las reuniones, debe ser leído por
quien lo elaboró, al principio de la sesión siguiente. Esta lectura supone que todos los
participantes disponen de una copia del mismo para seguirla y hacer sus enmiendas y
observaciones. ¿Por qué es recomendable que se multicopie antes de hacerle las
correcciones? Por tres razones básicamente: Primera, porque es importante que cada
participante disponga de una memoria escrita que establezca relación de continuidad
entre las sesiones; segunda, porque comprometiendo al grupo con la redacción de todos
los protocolos, se pueden obtener textos cada vez más depurados, y, tercera, porque al
investigador o futuro investigador hay que llevarlo a que experimente el reto de la
publicación, el desafío de la redacción de un texto que va a ser editado y que, por lo tanto,
debe cuidar en todos sus detalles. A veces la lectura del protocolo da lugar a que se abra
una nueva discusión sobre los temas discutidos anteriormente. Ante tal situación, el
director del seminario además de hacer las aclaraciones pertinentes, decidirá si se puede
ampliar el tiempo para tal efecto sin que se perjudique el desarrollo de las actividades
subsiguientes y por lo tanto el normal desarrollo del tema del día.
La aprobación del protocolo se da por parte de todo el seminario, una vez hecha su
presentación y revisión, y es archivado por cada participante en su carpeta personal.
Aprobar un protocolo significa para el seminario continuar en una línea de estudio y
discusión que ya ha sido descrita a grandes trazos; no regresar, si no es necesario, a
temáticas ya ampliamente debatidas; conservar una coherencia argumentativa y buscar
desarrollarla cada vez más.
En el seminario, con la obligación que adquiere cada uno de los participantes de redactar
al menos un protocolo de alguna de las sesiones, la competencia para la comunicación
escrita, tan importante en la divulgación y conocimiento de la ciencia, recupera su valor.
Igualmente, el hecho de que el estudiante ya no sólo escriba para él y para un profesor,
sino también para sus compañeros y que igualmente sea evaluado por ellos, redime la
escritura académica de su carácter privado y la convierte en algo público. Además,
también se debe considerar esa nueva oportunidad de intervenir y evaluar lo que sus
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BIBLIOGRAFÍA
LOTERO O., Gildardo. La evaluación del seminario. (Texto inédito de trabajo académico).
Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana, Programa de Cualificación Docente,
septiembre de 1993 7 ps.