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Gary E.

Stevenson
Of the First Quorum of the Seventy
Nunca están perdidos si pueden ver el templo. El templo será una guía para ustedes y su familia en un mundo lleno de
caos; es un poste indicador eterno que los ayudará a no perderse en el “vapor de tinieblas” 1; es la “Casa del Señor”2, un
lugar en donde se hacen convenios y se efectúan ordenanzas.

Incluso se ha instado a los niños pequeños a visitar los terrenos del templo y a tocar el templo5. El presidente Thomas S.
Monson aconsejó en una ocasión: “Al tocar nosotros el templo, el templo nos tocará a nosotros” 6.

En el Diccionario bíblico en inglés, bajo la definición de “Templo”, leemos lo siguiente: “Es el más sagrado de todos los
lugares de adoración en la tierra”, a la que sigue esta reflexiva declaración: “Sólo el hogar se puede comparar al templo en
cuanto a su santidad”8. Para mí, esto sugiere una relación sagrada entre el templo y el hogar; no sólo podemos volver las
puertas de nuestros hogares hacia el templo o a la “Casa del Señor”, sino que podemos hacer de nuestro hogar una “casa
del Señor”.

¿Qué es lo que ven y cómo se sienten? ¿Es un lugar de amor, de paz y un refugio del mundo, como lo es el templo? ¿Está
limpio y ordenado?

Un buen consejo para nosotros es que consideremos juntos, en consejo familiar, las normas para que nuestro hogar se
mantenga sagrado y que permitan que sea una “casa del Señor”. La admonición “…estableced una casa, sí, una casa de
oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de
Dios”9,.
Existe un vínculo de rectitud entre el templo y el hogar. El comprender la naturaleza eterna del templo los acercará a su
familia, y el comprender la naturaleza eterna de la familia los acercará al templo. El presidente Howard W. Hunter declaró:
“En las ordenanzas del templo se establecen los cimientos de la familia eterna” 11.
El presidente Boyd K. Packer aconsejó: “Digan la palabra templo. Díganla en voz baja y con reverencia. Repítanla una y otra
vez. Templo. Templo. Templo. Agreguen la palabra santo. Santo Templo. Díganla como si estuviera escrita en mayúsculas, no
importa en qué parte de la oración esté.
“Templo. Para un Santo de los Últimos Días sólo otra palabra la iguala en importancia. Hogar. Pongan las palabras Santo
Templo y Hogar juntas y ¡habrán descrito la Casa del Señor!”12.
.
El presidente Boyd K. Packer declaró: “El propósito supremo de todo lo que enseñamos es unir a padres e hijos con fe en el
Señor Jesucristo, que sean felices en su casa, que estén sellados en un matrimonio eterno y ligados a sus generaciones; y
que tengan la seguridad de la exaltación en la presencia de nuestro Padre Celestial” 14. Véase Boyd K. Packer, “La armadura
de la fe”, Liahona, julio de 1995, pág. 8.

Mantengamos sagrado los templos


Gordon B Hinckley

Se basa en el comportamiento personal constante, en la bondad de la vida de uno. No se relaciona con el aspecto
monetario, sino con cosas de la eternidad.

Deben haber demostrado durante un periodo considerable la capacidad de disciplinar sus vidas de manera que los haga
dignos de entrar en la Casa del Señor. En el año 1833, el Señor reveló al profeta José Smith lo siguiente:
“De cierto os digo, es mi voluntad que se me edifique una casa … para la salvación de Sión.
“Y si mi pueblo me edifica una casa en el nombre del Señor, y no permite que entre en ella ninguna cosa inmunda para
profanarla, mi gloria descansará sobre ella.
“Si, y mi presencia estará allí, porque vendré a ella; y todos los de corazón puro que allí entren verán a Dios.
“Mas si fuere profanada, no vendré a ella, ni mi gloria estará allí; porque no entraré en templos inmundos.” (D. y C. 97:10-
12, 15-17.)

era requisito que el mismo Presidente de la Iglesia firmara personalmente cada recomendación. Esto se hizo impráctico
con el crecimiento de la Iglesia. Deseo leeros una circular dirigida a los presidentes de estacas y obispos, con fecha 10 de
noviembre de 1891:
‘’Estimados hermanos: Se ha decidido que ya no es necesario que las personas que vayan al templo a hacer ordenanzas,
envíen sus recomendaciones para que las firme el presidente Woodruff. Solamente se requerirá la firma del obispo y la del
presidente de estaca.
“Habiéndose tomado esa decisión, los obispos y los presidentes de estaca entenderán la creciente necesidad de ser
cuidadosos para no recomendar a ninguna persona indigna para hacer ordenanzas en los templos.
“(Firman) Vuestros hermanos, Wilford Woodruff, George Q. Cannon, Joseph F: Smith, Primera Presidencia de La Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.” (En James R. Clark, comp., Messages of the First Presidency of The Church of
Jesús Christ of Latter-day Saints, 6 tomos, Salt Lake City: Bookcraft, 1965-75, 3:229.)
en la Casa del Señor y participar allí de las ordenanzas mas sagradas que se hayan administrado en la tierra.
1
Allí tratamos asuntos de la inmortalidad, de la eternidad, del hombre y su relación con sus Padres Divinos y su Redentor.
Al estar en estos lugares, debemos tener las manos limpias, 108 corazones puros y 108 pensamientos centrados en la
solemnidad de la eternidad.

¿Cómo se logra ese privilegio? Por medio de la obediencia a las leyes y a las ordenanzas del evangelio.

El ha dicho: “Si, el hombre es el tabernáculo de Dios, a saber, templos; y el templo que fuere profanado, Dios lo destruirá”
(D. y C. 93:35)

Lugar santo, espacio sagrado


Dennis B. Neuenschwander
Of the Presidency of the Seventy

La gloria de Dios abarca todo lo que sea santo. Nuestra capacidad de buscar, de reconocer y reverenciar lo santo sobre lo
profano, y lo sagrado sobre lo secular, define nuestra espiritualidad. Ciertamente, sin lo santo y lo sagrado sólo nos queda
lo profano y lo secular.

Los lugares santos siempre han sido esenciales para la forma apropiada de adorar a Dios.
Las palabras sagrado y sacrificio provienen de la misma raíz. No es posible conseguir lo sagrado sin antes sacrificar algo
para obtenerlo. No puede existir lo sagrado sin sacrificio personal. El sacrificio santifica lo que es sagrado.

Del mismo modo, nuestro hogar es un lugar santo en el que reina un ambiente sagrado; aunque no siempre esté tranquilo,
puede estar lleno del Espíritu del Señor. La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles enseñan en “La familia:
Una proclamación para el mundo”: “Hay más posibilidades de lograr la felicidad en la vida familiar cuando se basa en las
enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y mantienen sobre los
principios de la fe, la oración, el arrepentimiento, el perdón, el respeto, el amor, la compasión, el trabajo y las actividades
recreativas edificantes” (Liahona, octubre de 1998, pág. 24).

Los templos, con las palabras “Santidad al Señor” escritas en ellos, están entre los lugares más santos de la tierra y son una
evidencia del amor de Dios por todos Sus hijos, pasados y presentes. Las bendiciones del templo forman parte intrínseca y
son inseparables del sacrificio; las ordenanzas que se llevan a cabo en él proporcionan acceso al beneficio completo del
sacrificio expiatorio del Salvador; de por sí, ese solo elemento calificaría al templo como lugar santo. Pero también se nos
requiere un sacrificio personal: sacrificamos tiempo en la búsqueda de nuestros antepasados y en cumplir nuestras
responsabilidades con respecto al templo; además, nos esforzamos por vivir de acuerdo con las normas más altas de
dignidad, lo cual nos autoriza a entrar en el sagrado espacio de ese lugar tan santo.

Las bendiciones del templo


Por el presidente Thomas S. Monson

La edificación de templos es un claro indicador del crecimiento de la Iglesia.

Cuando pienso en los templos, recuerdo las muchas bendiciones que allí recibimos. Al entrar por las puertas del templo,
dejamos atrás las distracciones y la confusión del mundo. En el interior de ese santuario sagrado hallamos belleza y orden;
allí hay reposo para nuestra alma y descanso de los afanes de la vida.

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