dt i Ge - -- -
‘Ciencias Sociales j
Marcel Merle
Sociologia de las
relaciones internacionales
Alianza Universidad
NUEVA EDICION
REVISADA Y AMPLIADA7 Lo actors
14 estaba falseado. Lejos de representar un punto de vista puesto
Ade los Estados, las ONG que han solicitado y obtenido el estatuto
sonsultivo han terminado, en la mayoria de los casos, plegindose al
uuego de los Estados a través de las OIG cuyo funcionamiento con-
ztolan, De este modo, la iniciativa privada ha venido, parad6jicamen-
‘2, a consolidar un sistema de relaciones y de orientaciones del que
sn un principio habla querido separarse.
Pero no hay que dejarse engaiar por las apariencias, Por el mo-
nento, la gran familia de las ONG no esti en condiciones de com-
>etir seriamente con los Estados en tanto que actores principales de
as relaciones internacionaies. Esta debilidad procede de la dispersion
Je los centros de interés y de la incapacidad en que se encuentran
‘odas las buenas intenciones de unificar su accién para imponer sus
>piniones a sus interlocutores; pero también resulta de las divisiones
que afectan, demasiado frecuentemente todavia, a la accidn interna
ional de cada uno de estos grupos privados; y finalmente, también
srocede de la tictica que ha conducido a la mayoria de las ONG a
ousear el aval de los Estados y el padrinazgo de hs OIG, Cierto
we no es un resultado despreciable el haber asociado la iniciativa
>rivada a la accién de los poderes publicos en el plano internacional;
+ indudablemente, hay que felicitarse de que la multiplicacién de las
‘laciones privadas haya podido ayudar a los gobiernos, en determi-
radas circunstancias, a resolver sus problemas y superar sus antago-
aismos: sin la accién decidida de los militantes del movimiento eu-
‘opeo, zhabrian visto la luz las instituciones de Bruselas?
Pero, de cualquier forma, sélo se trata de una funcién de apoyo.
a iniciativa privada es todavia muy confusa y demasiado difusa para
sponer un frente comin de iniciativas de los Estados-y, mucho me-
108, para ofrecer un modelo de recambio a la sociedad internacional,
31 desafio de las firmas multinacionales es mucho mis serio y quiz
yor su mediacién las ONG més ambiciosas pueden recuperar el
susto de la innovacién,
Las firmas multinacionales
Pocos temas suscitan en Ia actualidad tanta curiosidad ¥ tantas
sontroversias como las firmas multinacionales. Sin embargo, el fe-
a6meno no es nuevo. Basta con recordar las condiciones en las que
ie extendié el capitalismo, a través del mundo, en el siglo XIX. A
‘cong.
po, mes
=|
je Las fuerza transraionales 1
favor de la doctrina del laiser-faire, laiser-passer, muchas empresas
europeas (especialmente briténicas, francesas, holandesas, alemanas)
'y norteamericanas se implantaron en numerosos territorios para ase-
gurar el control del aprovisionamiento de materias primas y el de
las salidas necesarias para el excedente de su produccién.
En esta perspectiva hay que situar el debate sobre la coloniza-
ci6n: los defensores de la ortodoxia liberal (J. B. Say, Bastiat, Cob
den) consideraban coma un obsticulo al crecimiento y al progeeso
econémico toda apropiacién del espacio por las grandes potencias,
A ls inversa, los empresarios capitalistas, atentos a protegerse de la
concurrencia extranjera, presionaron frecuentemente sobre sus go-
biernos para que tomasen el control de algunos territorios asegurin-
doles de esta forma una situacién de monopolio.
El triunfo de esta segunda solucién contribuyé, al mismo tiem-
po, a enmascarar el fendmeno: una empresa francesa 0 britinica o
belga u holandesa, cuando implantaba una filial 0 una sucursal en
varias dependencias coloniales, no aparecia como un elemento de
origen extranjero, sino como una entidad nacional que realizaba lic
bbremente sts actividades en el interior de un espacio juridico tinico
e inteprado. La soberania ejercida por la metrépoli sobre su imperio
colonial tenia, pues, por efecto, no sélo proteger las empresas me-
tropolitanas instaladas en ultramar contra la concurrencia extranjera,
sino también servir de cobertura a la movilidad de los capitales y
Jos flujos de intercambios que se consideraba tenfan lugar en el mar
co de un solo Estado. Fue precisa la descolonizac
tuptura de los lazos de dependencia, para que las actividades de las
firmas coloniales se considerasen extranjeras y comenzase a suscitar-
se oto tipo de and
Pero esta mutacién no hubiera sido suficiente para alertar a la
opinién pablica, Si las firmas multinacionales ocupan hoy dia el
Proscenio, es porque su ntimero se ha multiplicado, el campo de sus
actividades se ha extendido y diversificado, el volumen de su cifra
de negocios ha erecido e incluso la crisis les ha afectado menos que
a las empresas nacionales
tienen en cuenta estos datos, largamente reflejados en la
opinién por las alusiones de los medios de comunicacién, no es
sorprendente el vigor ni tampoco el carécter contrastado de los co-
mentarios suscitados por las firmas multinacionales. Las cifras brutas
1no dejani de impresionar al gran piblico. Una lista comparstiva de
los «presupuestos» anuales de los Estados y de las grandes firmas2 Los scores ;
Fs, Las furans transnacionales 433
Estados Unidos. 952 file sv actividad, sino a la acusacién que se les dirige de servir de
Gran Bret 52 Finsirumentos de dominacién al servicio de ciertos Extudos ¢ aca
a6 ‘otros Estados, Mas que denunciar el ascenso de un poder ansnimo,
a6 rival de los Estados, el economista Frangois Perroux pone en guar,
x dia contra el riesgo de colusién entre el poder politico y el poder
do econdmico:
7 *Cads conjunto llamado nacional... es un complejo de grandes
59 monopolios y de grandes grupos econémicos y finaneieros que cjer.
3 cen estrategias de oligopolio; estas unidades estan ligadas « los Ps:
GENET RCHRIC. 35 tados en el mejor if los estos, estin més o menos orienades y
805 Ba nnn 5. vigiladas por ellos. Los Estados, para definir su politia de interears
GuiYstER a bio comercial, no abdican en absoluto de sus propiascualdedes ni
BM won | 29 omiten usar los medios de ellas derivados: los Estados ejercen su
Most x6 poder. Y lo ejercen en proyectos econémicos, para ganar y para
Belt z ayudar 2 ganar a sus nacionales la actitud del principe mercader,
NILE i Pero los mayores Estados son los industriales: la estructura de la
Asta avn 2 produccisn, la combinacién de miquinas que procura li mayor ven
{aja 2 un conjunto politicamente organizado no se reduce a una suma
de ganancias monetarias en los intercambios comerciales: el principe
industrial se asigna y propone 2 los que de él dependen la tealizacion
de una estructura de su industria: de ella extrae, al mismo tiempo,
unas ventajas materiales y una potencia que se refuerzan y se revas
lorizan reeiprocamenter ?,
@Qué logica se impone, la det mercado o la del poder? Para
responder a esta interrogante, hay que comenzar analizando el fend
‘meno, antes de confrontarlo con el comportamiento de los Estados,
FiG. 79. Presupuestos nacionales en mil millones de délares (1968),
rmultinacionales (fig. 79) hace pensar que las segundas son a veces
més potentes que los primeros. Pero se c!zida que la comparacién
entre Ie cifra de negocios de una empresa y loc recursos de que
dispone un Estado no tiene sentido, dada la diferencia entre el origen
de los ingresos y el destino de los gastos. A este titulo, podria ob-”
servarse que los recursos puestos cada aio a disposicién del comité
de emptesa de «Blectricité de France-Gaz de France» para las vaca-
ciones y el tiempo libre del personal son superiores al total del pre-
supuesto de numerosos Estados africanos. Pero a nadie se le ocutti
ria llegar a la conclusién de que este comité de empresa es mis