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En el año 2161, el gen del envejecimiento humano ha sido desactivado.

Al cumplir los
veinticinco años, las personas dejan de envejecer. Transcurrido un año, mueren de
un ataque cardíaco a menos que «ganen» tiempo y rellenen con él sus «relojes de vida»,
que llevan la cuenta regresiva como un reloj digital en sus antebrazosizquierdos,
programado desde que nacen.
El tiempo de vida se ha convertido en «dinero» y es la forma con que la gente paga
sus lujos y necesidades. Los ricos pueden vivir muchos años y hasta eternamente, mientras
que el resto de la población pobre debe trabajar, negociar o pedir préstamos para poder
vivir el día a día (sus «relojes de vida» a lo más tienen siete días de vida). Cada persona
vive en una «zona horaria» distinta, en función de su estatus social.
Los pobres viven en los guetos de Dayton en el centro de la ciudad. Para ellos, el trabajo de
cada día sirve para ganar un par de horas más de vida que también deberán utilizar para
pagar las necesidades diarias con tiempo, la comida, la luz y el hospedaje. Los ricos viven
en la lujosa zona residencial New Greenwich en las afueras de la ciudad y pueden vivir
durante muchos años, siglos o milenios en función de la cantidad de tiempo que han
adquirido. Cada «zona horaria» está cercada con muros y cámaras de video seguridad,
donde se cobran peajes en tiempo cada vez más costosos para evitar que la gente «pobre»
pueda cruzar o emigrar a lugares de niveles sociales más altos.
Will Salas (Justin Timberlake) es un trabajador de una fábrica de 28 años que vive con su
madre de 50 años, Rachel (Olivia Wilde), en los guetos. Un día, Will y su mejor amigo,
Borel (Johnny Galecki), visitan un bar donde ven que un extraño hombre, Henry Hamilton
(Matt Bomer), que tiene más de un siglo de vida programado en su reloj y hace alarde de su
tiempo ante los demás. Hamilton es atacado por Fortis (Alex Pettyfer), el jefe mafioso de
75 años de edad, perteneciente a una banda llamada «Los Minuteros», quienes roban
tiempo a los demás con el uso de la fuerza.
Will ayuda a Hamilton a escapar y lo lleva a una fábrica abandonada para ocultarse por
varias horas, donde éste le dice a Will un secreto que solo los ricos conocen, que con la
tecnología desarrollada en los últimos años existe tiempo suficiente para todo el mundo,
pero que se ha estado guardando únicamente para que los ricos tengan más tiempo y se
vuelvan inmortales. Así, además, controlan la superpoblación mundial (subiendo el costo
de la vida: impuestos, servicios y alimentos), logrando así que la gente más pobre tenga que
correr el riesgo de que su reloj se consuma más rápidamente y finalmente muera. Los ricos
lo llaman «el sistema». Hamilton está deprimido por esto y afirma que nadie debe morir
antes de tiempo, confiesa que ya está harto de seguir vivo tanto tiempo y su mente está
cansada después de sus 105 años de vida programada desde que nació.
Mientras Will duerme en la fábrica abandonada esperando el día para escapar, Hamilton
siente pena por él y su vida de angustia por obtener tiempo cada día, le transfiere el tiempo
de vida que le queda, más de 100 años. Al despertar, Will descubre el tiempo cargado en su
reloj y por una ventana ve a Hamilton caer al río, con todo su tiempo consumido, le da un
infarto y muere. Will corre para tratar de salvarlo con la posibilidad de transferir a él algo
más de tiempo, pero ya es muy tarde y sólo logra que una cámara de vigilancia detecte su
presencia. Huye de la zona, pero la policía, los «Guardianes del Tiempo», dirigidos por
Raymond Leon (Cillian Murphy), comienzan a perseguirlo porque creen que él mató a
Hamilton para robarle su tiempo.
Will quiere ver a su madre Rachel para festejar su cumpleaños, le lleva de regalo un ramo
de flores y un poco de tiempo que recibió de Hamilton, pero ella muere al acudir a la cita.
El tiempo que le quedaba de 2 horas no era suficiente para llegar a pie y el chofer del
autobús que debía tomar no acepta rebajarle la tarifa del transporte hasta su lugar de
destino, que fue subida nuevamente como el sistema hace para provocar la muerte de los
pobres en forma intencional, la cual también se paga con tiempo y ha aumentado en forma
sorpresiva, Rachel corre para tratar de salvarse si logra conseguir más tiempo y Will,
sospecha que algo está mal porque Rachel no llega en el autobús, también corre para tratar
de encontrase con ella, al verla correr por una calle trata de salvarla pero ella muere por
falta de tiempo.
Recordando lo que Hamilton le dijo sobre la inequidad del «sistema», Will decide vengarse
de los ricos. Visita a Borel y le da una década de tiempo como regalo de amistad. Borel
aprovecha para ir a beber a un bar. Will acude luego a la zona de los ricos, pagando muchos
años de tiempo en los peajes que abren los muros, donde conoce a Phillipe Weis (Vincent
Kartheiser), el fundador de la compañía de Prestamistas de Tiempo Weis y a su hija de
veintisiete años, Sylvia Weis (Amanda Seyfried). Sylvia muestra interés amoroso en Will
después de ver su actitud atrevida al jugar póker contra su padre, donde apuesta mucho
tiempo, también al llegar al hotel cuando iba entrando y cuando estaba comiendo. Phillipe
los presenta e invita a Will a una fiesta en su mansión.
En la mansión, Will es capturado por Leon, quien confisca la mayor parte de su tiempo.
Will escapa entonces, tomando como rehén a Sylvia. Trata de volver al gueto con ella, pero
tienen un accidente en el auto en el que huyen y quedan inconscientes, lo que aprovecha
Fortis para ir hasta ellos y registrar a Will. Sin embargo, se decepciona al saber que Will ya
no las tiene consigo y, como consuelo, roban la mayor parte del tiempo de Sylvia. Al
despertar, Sylvia se angustia al descubrir que, por primera vez en su corta vida, le queda
muy poco tiempo. Ella y Will visitan a Borel para recuperar algo de tiempo. Al visitar a
Borel se enteran, por su esposa, que este murió alcoholizado cuando Will le regaló tiempo.
Sylvia decide entonces vender sus aretes de diamante a una casa de empeño, pero sólo
consigue dos días. Llaman entonces a Phillipe para pedir rescate: mil años que se
distribuirán entre la población del gueto, pero Phillipe no acepta. Leon detecta la llamada y
los persigue.
Esa noche, Will y Sylvia al llegar al gueto se hablan entre ellos sobre sus vidas: sobre cómo
los relojes de tiempo se activaron (el de Will se activó cuando andaba en la calle diciendo
su año fue gastado en una semana por las deudas y Sylvia le comenta que le sucedió lo
mismo cuando la despertó mientras dormía y cree que todo el mundo le sucede) y también
sobre cómo se ganaba la vida el padre de Will. Al día siguiente descubren que Phillipe no
paga el rescate. Leon aparece y casi mata a Will, pero recibe un disparo en el hombro por
parte de Sylvia. Entonces Will le transfiere a Leon dos horas de tiempo, en vez de
quitárselo (Will sabe que los guardianes del tiempo también viven al día como la gente del
gueto), lo que sorprende a Sylvia. Ambos escapan en la patrulla de Leon. Más tarde, Will le
dice a ella que todavía puede alejarse de la situación y salvarse, pero ella decide quedarse a
su lado, al darse cuenta de que la vida que llevaba en Nueva Greenwich no tenía ningún
sentido y se besan. Comienza entonces una serie de robos de bancos de tiempo al estilo
de Bonnie y Clyde evadiendo a Leon y a los cronometradores. Roban las cápsulas que
almacenan el tiempo y deciden distribuirlas entre los pobres ya que en el fondo están
recuperando el tiempo robado por los ricos que pertenecía a los pobres. Eventualmente, los
ricos ponen una recompensa de diez años por su captura. Fortis finalmente localiza a Will y
Sylvia, por segunda vez, en un hotel. Will los elimina con las estrategias que aprendió de su
padre.
Sin embargo, Will y Sylvia pronto se dan cuenta de que sus anteriores esfuerzos fueron
inútiles, pues los ricos aumentan simplemente el costo de vida en los guetos para mantener
el status. Ellos idean entonces un plan para robar un millón de años en la sede privada de
Weis, ya que eso realmente dañaría a los ricos. Will y Sylvia roban una cápsula de un
millón de años de la bóveda de la oficina de Phillipe y escapan de las instalaciones. Los
cronometradores tratan de detenerlos, pero Will y Sylvia logran abrirse paso y llegar a
Dayton. A su llegada, Leon estrella su coche contra Will, pero Will alcanza a darle la
cápsula de tiempo a una joven, quien distribuye el tiempo entre la gente. Leon alcanza en su
patrulla a Will y a Sylvia, quienes huyen del lugar. Will le pide a Leon que le regrese parte
del tiempo que anteriormente le había transferido, para que él y Sylvia puedan sobrevivir
antes de sus ejecuciones y Leon se da cuenta entonces de que había olvidado cargar más
tiempo a su reloj, muriendo frente a ellos.
Will y Sylvia tienen aún unos segundos de vida y, cuando creen que uno de los dos va a
tener que sacrificarse por ambos, Will recuerda que pueden tomar tiempo de la patrulla de
Leon y, en una escena que recuerda la muerte de Rachel, Sylvia recibe de Will justo a
tiempo lo que necesitaba para sobrevivir. A costa de los robos y reparticiones de tiempo
efectuadas por ellos, los cronometradores en su base monitorean como los pobres, ahora
con más tiempo de vida, abandonan las fábricas y «el sistema» comienza a desmoronarse.
En los guetos la gente viaja hacia otras zonas horarias ignorando los peajes de tiempo entre
cada zona, así los cronometradores o policías de tiempo ven como la situación se les escapa
de sus manos y deciden no actuar sobre estos hechos.
En la última escena, Sylvia y Will concluyen que para lograr derrocar «el sistema» van a
tener que seguir robando y repartiendo mucho más tiempo, por lo que se ve cómo aparecen
en la entrada de un gran banco de tiempo. Finalmente se dedican a seguir robando más
cápsulas de tiempo.

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