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Psicothema, 1999. Vol. 11, nº 3, pp.

531-544
ISSN 0214 - 9915 CODEN PSOTEG
Copyright © 1998 Psicothema

DEPENDENCIA DE LOS ESTEROIDES


ANABOLIZANTES-ANDROGENIZANTES Y
MECANISMOS SUBYACENTES
M. Teresa Arnedo, Sonia Martínez-Sanchís y Alicia Salvador
Universidad de Valencia

Los estudios en humanos sugieren que, en algunos casos, el abuso de esteroides


anabolizantes-androgenizantes (EAAs) puede desencadenar un síndrome de dependencia
de sustancias psicoactivas según los criterios del DSM-IV y semejante al de otras sustan-
cias de abuso tanto en la sintomatología como en los sistemas de neurotransmisión im-
plicados. En su desarrollo parecen intervenir mecanismos de refuerzo secundario positi-
vo y negativo. Los estudios en animales sugieren que también podrían intervenir meca-
nismos de refuerzo primario positivo. Estos estudios, además, han mostrado que la tes-
tosterona (T) puede actuar como estímulo discriminativo y es capaz de potenciar el efec-
to reforzante de otras sustancias de abuso. En la actualidad los mecanismos neuroquími-
cos del abuso y dependencia todavía no han sido suficientemente estudiados aunque se
apunta que el sistema dopaminérgico podría intervenir en las propiedades apetitivas de la
T mientras la acción del sistema opiáceo explicaría, en parte, los síntomas de abstinencia.

Anabolic-androgenic steroid dependence and underlying roechanisms. Studies in


humans suggest that, sometimes, abuse of anabolic-androgenic steroids (AAS) can pro-
duce a psychoactive substance syndrome defined by DSM-IV criteria and similar to that
of other abuse substances in the symptomatology and probably in the neurotransmision
systems involved. Negative and positive secondary reinforcement seem to participate in
the AAS dependence. In animals, the results of conditioned place preference indicate
that a positive primary reinforcement mechanism is certainly possible too. However, re-
sults are contradictory. Studies in animals have shown that testosterone (T) acts as a dis-
criminative stimulus and potentiates the reinforcing effect of other abused substances. At
the present, the neurochemical mechanisms of abuse and dependence are not sufficiently
studied. However, some studies suggest that the dopaminergic system could be respon-
sible for the appetitive properties of T while the action of the opioid system could ex-
plain, partially, the withdrawal symptoms.

Los andrógenos son hormonas esteroi- bono fusionados y cuyo principal represen-
deas derivadas del colesterol que contienen tante es la testosterona (T). Estas hormonas
un esqueleto básico de cuatro anillos de car- poseen propiedades masculinizantes (efec-
tos androgénicos) a la vez que favorecen el
Correspondencia: Alicia Salvador crecimiento de los tejidos (efectos anabóli-
Facultad de Psicología cos) (Wilson, 1988).
Universitat de Valencia
46010 Valencia (Spain) Los compuestos generalmente conocidos
E-mail: Alicia.Salvador@uv.es como esteroides anabolizantes son deriva-

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dos sintéticos de la T que fueron desarrolla- cias del consumo en este segmento de la po-
dos en un intento por intensificar los efectos blación pueden llegar a ser más graves.
puramente anabólicos minimizando los Cuando el consumo de EAAs comenzó a
efectos androgénicos (Haupt y Rovere, popularizarse se asumió que estos compues-
1984). Sin embargo, este tipo de compuestos tos tenían propiedades anabólicas con esca-
tienen, en mayor o menor medida, tanto ac- sos efectos secundarios, sin embargo, ac-
ciones anabólicas como androgénicas en el tualmente se reconoce que su abuso tiene
organismo, por lo que se ha insistido en que efectos secundarios tanto físicos como psi-
su denominación debe ser la de «esteroides cológicos (Salvador, Martínez-Sanchís,
anabolizantes-androgenizantes» (EAAs) Moro y Suay, 1994; Lukas, 1996). A nivel
(Kochakian, 1976). Estos compuestos han físico, se han descrito casos de daño cere-
tenido diversos usos terapéuticos entre los bral, infertilidad, lesiones músculo-esquelé-
que destacan el tratamiento del hipogonadis- ticas, trastornos hepáticos y aumentos en el
mo, de los trastornos del crecimiento, de la riesgo de padecer enfermedades cardiovas-
osteoporosis, del cáncer de mama, de ane- culares y cáncer (Friedl, 1993).
mias, de edemas hereditarios, de la depre- Uno de los aspectos que recientemente
sión y de la menopausia (Lukas, 1993). está recibiendo mayor atención es el desa-
El consumo de EAAs por razones no te- rrollo de dependencia de estas sustancias.
rapéuticas comenzó en las décadas de los 50 Aunque hace años se sugirió que estas sus-
y 60 entre los deportistas de élite (Kashkin tancias podrían generar adicción (Moore,
y Kleber, 1989) como un medio de incre- 1988), no existían suficientes datos de apo-
mentar el tamaño muscular, la fuerza, la ve- yo. A partir de dos casos de aparente depen-
locidad y en conjunto, el rendimiento de- dencia de los EAAs (Tennant, Black y Voy,
portivo (Wilson, 1988). En las últimas déca- 1988; Brower, Blow, Beresford y Fuelling,
das, los EAAs han aumentado su populari- 1989) y de cierta evidencia indirecta de las
dad entre deportistas de distintas disciplinas propiedades psicoactivas de las hormonas
y niveles competitivos. Las personas que sexuales se desarrolló la denominada «hipó-
abusan de estas sustancias llegan a consu- tesis de la adicción» (Kashkin y Kleber,
mir dosis entre 10 y 100 veces superiores a 1989). Según ésta, el abuso de EAAs podría
la terapéutica (Lukas, 1993) y generalmente desencadenar un trastorno de dependencia
combinando diferentes EAAs («stacking»), similar al de otras sustancias de abuso y de-
muchas veces junto con otras hormonas o finido por los criterios de dependencia de
drogas (Kashkin y Kleber, 1989; Yesalis, sustancias psicoactivas del DSM-III-R
1992). (APA, 1987). Sin embargo, los autores reco-
En la actualidad, el abuso de esteroides nocieron que la hipótesis de la adicción era
anabolizantes se ha extendido de forma meramente especulativa y necesitaba ser
alarmante en varios países occidentales. A confirmada por la investigación científica.
menudo el comienzo del consumo se produ- En este trabajo se analizarán, en primer
ce en la adolescencia, siendo la mejora de la lugar, los datos existentes sobre la depen-
apariencia física uno de los motivos más dencia de los EAAs en humanos. En segun-
importantes (Buckley, Yesalis, Friedl, An- do lugar, se revisarán los estudios recientes
derson, Streit y Wright, 1988). En este sen- en animales que han tratado de clarificar si
tido, y de forma creciente, se detectan con- la T y sus derivados sintéticos, al igual que
sumidores cada vez más jóvenes (DuRant, otras sustancias de abuso, poseen propieda-
Vaughn, Rickert, Ashworth, Newman y Sla- des apetitivas y pueden actuar como estímu-
vens, 1993), a pesar de que las consecuen- los discriminativos. En tercer lugar, se ex-

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pondrán los posibles mecanismos subyacen- ca, para el cual ha de cumplirse el criterio de
tes a la dependencia de los EAAs y, por úl- tolerancia (criterio 1), el de abstinencia (cri-
timo, los sistemas de neurotransmisión que terio 2), o ambos. En segundo lugar, en el
podrían estar implicados. DSM-IV, además de integrar los tres crite-
rios del DSM-III-R relativos a los síntomas
Criterios diagnósticos de la dependencia de de abstinencia en un solo criterio, se inclu-
las sustancias de abuso ye otro referido a la persistencia del consu-
mo a pesar de su conexión con problemas
Existe confusión en el empleo de térmi- físicos y psicológicos (criterio 7). Cuando la
nos como «adicción», «abuso» o «depen- dependencia sólo se caracteriza por un pa-
dencia» (Brower, 1993; Lukas, 1996), lle- trón de uso compulsivo (cumpliéndose al
gándose incluso a utilizar de forma indistin- menos tres de los criterios 3-7) no se puede
ta. Entre los manuales más ampliamente decir que exista dependencia fisiológica.
aceptados para la definición, clasificación y
diagnóstico de dependencia y abuso de sus- Dependencia de los EAAs
tancias destaca el Manual Diagnóstico y Es-
tadístico de los Trastornos Mentales (DSM) Estudios de caso único
(APA, 1995).
El DSM-IV establece que la característi- A finales de los 80 se publicaron tres es-
ca esencial de la dependencia de sustancias tudios de caso único que describían a con-
consiste en «un grupo de síntomas cognos- sumidores que parecían haber desarrollado
citivos, comportamentales y fisiológicos dependencia de los EAAs, al mostrar una
que indican que el individuo continúa con- incapacidad persistente de interrumpir su
sumiendo la sustancia, a pesar de la apari- consumo. Según los propios sujetos, esta in-
ción de problemas significativos relaciona- capacidad se debía a los graves síntomas del
dos con ella. Existe un patrón de adminis- síndrome de abstinencia como el deseo in-
tración repetida que a menudo lleva a la to- tenso por la sustancia («craving»), depre-
lerancia, al síndrome de abstinencia y a una sión y pensamientos suicidas (Tennant et
ingestión compulsiva de la sustancia» al., 1988; Brower et al., 1989; Hays, Little-
(APA, 1995). Este diagnóstico requiere «un ton y Stillner, 1990) junto con la pérdida de
patrón desadaptativo de consumo de la sus- los beneficios físicos, deportivos y psicoló-
tancia que conlleva un deterioro o malestar gicos derivados del consumo (Brower et al.,
clínicamente significativos, expresado por 1989; Hays et al., 1990). El consumo se
tres o más ítems de los descritos en algún mantenía a pesar de los efectos adversos, ya
momento de un período continuado de 12 que los sujetos experimentaron dificultades
meses» (APA, 1995). en su relación con las personas de su entor-
Los criterios para la dependencia de sus- no habitual (Brower et al., 1989), así como
tancias psicoactivas en el DSM-IV han sido ira e insomnio (Hays et al., 1990) durante
parcialmente reformulados con respecto al los períodos de consumo.
DSM-III-R, que fue el utilizado para reali- En cuanto a los motivos para el inicio y
zar el diagnóstico en los estudios analizados mantenimiento del consumo, parecían inter-
en esta revisión. Las principales diferencias venir tanto la insatisfacción con la imagen
entre ambas ediciones en lo que respecta al corporal (Tennant et al., 1988; Brower et al.,
tema que nos concierne radican, en primer 1989) como la mejora en el rendimiento de-
lugar, en que el DSM-IV incorpora el diag- portivo (Brower et al., 1989). Sin embargo,
nóstico adicional de dependencia fisiológi- posteriormente el consumo parecía utilizar-

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se como herramienta para combatir la de- más aludidos en los estudios de caso único,
presión (Brower, 1992) y otros síntomas de no fue descrito por ninguno de los deportis-
abstinencia. Sólo en un caso, se realizó un tas de uno de los estudios y sólo fue experi-
diagnóstico formal de dependencia según mentado por un 4% de la muestra del se-
los criterios del DSM-III-R, ya que cumplía gundo trabajo (Brower et al., 1991). La pre-
seis de los nueve síntomas de este síndrome sencia de tolerancia fue descrita por un 18%
(Brower et al., 1989). de una de las muestras (Brower et al., 1991)
y estuvo ausente en la otra. Sin embargo, se
Estudios de grupos ha descrito que el consumo de EAAs incre-
menta en frecuencia y cantidad en los con-
Poco después se publicaron cuatro estu- sumidores crónicos (Taylor, 1987), aunque
dios de campo en los que se utilizó el DSM- según Cicero y O’Connor (1990), dichos in-
III-R para diagnosticar la posible dependen- crementos podrían deberse a la creencia de
cia de los EAAs. En estos trabajos se obser- que los beneficios serán mayores y no a que
va una amplia variabilidad en los porcenta- realmente se produzca tolerancia.
jes de sujetos que fueron diagnosticados co- En cuanto al resto de síntomas, la mitad
mo dependientes de los EAAs, oscilando de los sujetos de los estudios manifestaron
entre un 12.90% (Dimeff y Malone, 1991) y «que su consumo de estas sustancias era su-
un 75% (Brower, Eliopulos, Blow, Catlin y perior al que tenían intención de hacer»
Beresford, 1990), si bien hay que resaltar (Brower et al., 1990; Brower et al., 1991).
que la muestra de este último estudio estaba También fue elevado el porcentaje de con-
compuesta por sólo ocho sujetos. Esta dis- sumidores que reconocieron «el uso conti-
paridad en los resultados podría ser debida a nuado de la sustancia a pesar de los proble-
diferencias en las características individua- mas producidos por el consumo» (87.5% y
les y/o en los patrones e historia de consu- 37%). Ambos síntomas también fueron des-
mo de los usuarios. De hecho, en el estudio critos en los estudios de caso único, indi-
con mayor porcentaje de personas depen- cando que en los consumidores de EAAs
dientes predominaba un patrón de consumo podría producirse una pérdida de control del
caracterizado por largos períodos de admi- consumo. Es posible que el abuso de EAAs
nistración y uso de «cócteles» de esteroides implique la dedicación de un tiempo consi-
inyectables y orales. derable a actividades relacionadas con el
Los datos procedentes de los dos únicos consumo de estas sustancias, que pueden
estudios en los que se detalló el porcentaje comenzar a dominar y destruir la vida per-
de sujetos que cumplía cada criterio del sín- sonal del consumidor (Kashkin y Kleber,
drome sugieren que el abuso de EAAs po- 1989).
dría conducir a la dependencia (Brower et
al., 1990). El criterio «presencia de sínto- Evidencia adicional
mas tras la retirada del consumo» (síntoma
8 del DSM-III-R), que es un indicador de Otros estudios han analizado patrones de
dependencia fisiológica, fue el experimen- consumo y actitudes hacia los EAAs, obser-
tado con mayor frecuencia, concretamente vando en algunos de los consumidores una
por un 100% y un 84% de cada muestra res- constelación de conductas y actitudes que
pectivamente (Brower et al., 1990; Brower, podrían ser indicativos de una posible de-
Blow, Young y Hill, 1991). El «consumo de pendencia de los EAAs. En éstos suele
la sustancia para evitar los síntomas de abs- observarse una historia de consumo defini-
tinencia» (criterio 9), uno de los motivos da por un inicio temprano y un elevado nú-

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mero de ciclos de uso (períodos «on») en sicos derivados del consumo prolongado.
los que se han combinado varios EAAs en Los siguientes factores podrían actuar como
distintas formas de administración y a altas potentes reforzadores positivos del consu-
dosis, con fases de descanso intercaladas mo: los efectos psicológicos positivos como
(períodos «off») (Yesalis, Anderson, Buc- aumento de la confianza, el deseo sexual y
kley y Wright, 1990). Estos sujetos suelen la euforia (Lukas, 1996), los incrementos en
percibir una prevalencia de consumo entre la aceptación y aprobación por parte del en-
los miembros de su grupo social mayor que torno social (Kashkin y Kleber, 1989) y un
la real, lo cual sugeriría que podrían estar mejor estado físico (Yesalis et al., 1990) que
tratando de justificar su conducta de consu- se traduce en incrementos en la capacidad
mo. También se observa en algunos usua- de entrenamiento y competitividad (Kash-
rios una tendencia a minimizar los riesgos kin y Kleber, 1989).
para la salud derivados del consumo, inclu- Sin embargo, también parecen estar in-
so parecen «desconocer» en mayor medida terviniendo mecanismos de refuerzo negati-
que los no consumidores los efectos negati- vo. Según describen los propios consumido-
vos de estas sustancias. Además, algunos de res, la auto-administración podría perpe-
los consumidores han manifestado que «no tuarse para evitar tanto el síndrome de abs-
dejarían de consumir EAAs aunque se pro- tinencia (Tennant et al., 1988; Brower et al.,
base de manera indudable que estas sustan- 1989; Hays et al., 1990) como la pérdida de
cias producen patologías graves», indicando los beneficios adquiridos durante el consu-
que probablemente antepondrían el consu- mo. Tras la interrupción del consumo, los
mo incluso a su bienestar físico. Por último, usuarios de EAAs observan que su tamaño
en cuanto a la autopercepción corporal, la y fuerza disminuyen, asociados a una pérdi-
mayoría de los consumidores suelen perci- da de masa muscular (Kashkin y Kleber,
bir su salud y fuerza física como excelente 1989). Este efecto repercute tanto en la au-
(Yesalis et al., 1990). Sin embargo, se ha toestima, construida en base a la imagen
descrito cierta distorsión en la autopercep- corporal, como en la autoconfianza sobre la
ción de la imagen corporal, que han deno- propia competencia deportiva en el caso de
minado «anorexia nerviosa inversa» y que los deportistas. Además, también parece
se caracteriza por considerar las propias ga- producirse una pérdida de las ganancias psi-
nancias en masa muscular como insuficien- cológicas, y probablemente, del refuerzo so-
tes o mínimas a pesar de la evidencia real cial experimentados durante la etapa de
contraria. Se cree que este mecanismo pue- consumo.
de estar induciendo y perpetuando el consu- Donde parece haber menos acuerdo es
mo (Brower et al., 1991). respecto a la existencia de mecanismos de
refuerzo primario. Este planteamiento se
Mecanismos subyacentes a la dependencia sustenta, según Brower (1993), en la evi-
de los EAAs dencia de que los EAAs actúan sobre el
SNC, posiblemente a través de los recep-
Se han propuesto dos tipos de mecanis- tores de andrógenos que son especialmente
mos: el refuerzo positivo y el refuerzo ne- numerosos en el hipotálamo, y en áreas co-
gativo (Brower, 1992, 1993; Lukas, 1996). mo el hipocampo, la amígdala medial, el
Parece existir acuerdo sobre la actuación de septum lateral y la corteza (McGinnis, Wi-
mecanismos de refuerzo positivo secunda- lliams y Lumia, 1996; Le Grevès, Huang,
rio en la dependencia de los EAAs, basados Johansson, Thörnwall, Zhou y Nyberg,
en los beneficios psicológicos, sociales y fí- 1997). Los estudios de campo que han des-

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crito sentimientos de euforia y bienestar Varios estudios han abordado el primer


asociados al consumo prolongado de esta objetivo estableciendo asociaciones entre el
sustancia podrían suponer un apoyo a esta tratamiento hormonal y un estímulo aversi-
hipótesis. Sin embargo, se desconoce si ta- vo incondicionado (Miele, Rosellini y Sva-
les efectos son resultado de una acción ce- re, 1988; Ganesan et al., 1993). En estos tra-
rebral directa, como ocurre con otras sus- bajos la T y sus derivados no mostraron te-
tancias de abuso, o son dependientes de las ner propiedades aversivas, a diferencia de
expectativas del consumidor y de otros be- otros esteroides sexuales, como la proges-
neficios experimentados, como los incre- terona y el estradiol, que sí parecen poseer-
mentos en fuerza y tamaño muscular. las (Ganesan et al., 1993). Sin embargo, se
Probablemente, todos los factores descri- ha observado que los EAAs pueden inducir
tos y sus interacciones podrían estar contri- preferencia por diversas sustancias. Concre-
buyendo al desarrollo de la dependencia, tamente, el decanoato de nandrolona (DN)
modulados por las diferencias individuales. induce preferencia por una dieta alimenticia
Parece necesario investigar los mecanismos y por una bebida azucarada mientras que el
subyacentes a la dependencia, ya que su re- cipionato de T también induce esta última
misión puede depender no sólo de su grave- preferencia (Ganesan et al., 1993), lo que
dad y de las características del consumidor, sugiere que los EAAs tienen propiedades
sino también del mecanismo concreto im- apetitivas.
plicado (Brower, 1993) De Beun et al. (1992) contrastaron la hi-
pótesis de que la T puede actuar como un
Estudios sobre dependencia de los EAAs estímulo discriminativo generador de un es-
en animales tado fisiológico que actúe como clave capaz
de controlar la conducta. Los animales, ra-
Recientemente se han publicado varios es- tas gonadectomizadas de ambos sexos, fue-
tudios sobre la dependencia de los EAAs, ron entrenados en discriminar entre T (1
usando diversas técnicas que han mostrado mg/kg) y vehículo. En las sesiones H (hor-
ser valiosas herramientas en el estudio de mona), se administraba T al grupo experi-
otras sustancias de abuso (Cicero y O’Connor, mental 60 minutos antes de comenzar la se-
1990). Concretamente, se ha empleado el con- sión y cloruro de litio una vez terminada. En
dicionamiento de aversión al gusto, el condi- las sesiones V (vehículo), al grupo experi-
cionamiento de preferencia de lugar (CPL) y mental se le administraba vehículo antes de
la autoestimulación eléctrica intracraneal para la sesión y cloruro de sodio tras ésta. El gru-
poner a prueba si la administración de EAAs po control recibía el mismo tipo de sustan-
induce un estado reforzante que explique la cias que el grupo experimental antes de las
dependencia de estas sustancias. sesiones, sin embargo, se le administraba
cloruro de sodio tras los dos tipos de sesio-
Condicionamiento de aversión nes. Durante las sesiones, al animal se le
permitía el libre acceso a una solución dul-
Esta técnica ha sido utilizada con dos ob- ce, realizándose un registro de la cantidad
jetivos: primero, para analizar las propieda- ingerida. Una vez que los animales experi-
des de los EAAs como estímulos aversivos mentales alcanzaron el criterio de discrimi-
condicionados (Ganesan, Rosellini, y Svare, nación se realizaron los tests de generaliza-
1993) y segundo, como estímulos discrimi- ción. En ellos, 60 minutos antes de la sesión
nativos (De Beun, Jansen, Slangen, y Van tanto los controles como los experimentales
de Poll, 1992). recibían una inyección de T y tras la sesión

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una de cloruro de sodio. En esta fase, cada tro que ha sido asociado con las consecuen-
animal realizó seis sesiones, cada una de cias afectivas derivadas de la administra-
ellas correspondiente a una de las dosis de T ción de una sustancia. Diversos estudios
(0, 0.125, 0.25, 0.5, 1, y 2 mg/kg). Se ob- han mostrado, utilizando esta técnica, que
servó que en los machos del grupo experi- algunos esteroides sexuales, como el estra-
mental existía una relación significativa en- diol, pueden actuar como estímulos apetiti-
tre la dosis de T y la cantidad de sacarina vos (De Beun, Jansen, Smeets, Niesing,
consumida, concretamente se produjo una Slangen y Van de Poll, 1991), sin embargo,
supresión significativa del consumo en son todavía escasas las investigaciones so-
comparación con el grupo control. Todas las bre la T.
dosis por debajo de la administrada durante El CPL se ha utilizado para medir el va-
el tratamiento (1 mg/kg) difirieron del efec- lor reforzante de la administración periféri-
to de ésta en los tests de generalización, sin ca de T (De Beun et al., 1992; Alexander,
embargo, no se observaron diferencias sig- Packard y Hines,1994) y más recientemente
nificativas en la cantidad de sacarina consu- de la administración intracraneal (Packard,
mida entre las dosis de 1 mg/kg y la de 2 Cornell y Alexander, 1997). En el primer
mg/kg. estudio de los citados la preferencia de lugar
Este estudio demostró que, en ratas ma- por el compartimento asociado a la T se in-
cho, la T permite la adquisición y manteni- dujo en las ratas macho gonadectomizadas
miento del control de estímulos sobre la tratadas con la dosis de 1 mg/kg de T, mien-
respuesta, evidenciando que puede actuar tras que no se produjo con la dosis de 0.5
como «clave» distintiva para los animales. mg/kg. En hembras, a pesar de que las dosis
En humanos, la evidencia en torno a si los de T fueron mayores que en los machos, no
consumidores de EAAs pueden discriminar se produjo condicionamiento con ninguna
entre esteroides y placebo por sus efectos es de ellas (De Beun et al., 1992). En el segun-
contradictoria (Cicero y O’Connor,1990). do estudio, con ratas macho intactas, las do-
Por otro lado, subraya la existencia de dife- sis de 0.8 y 1.2 mg/kg de T produjeron con-
rencias sexuales en las propiedades recom- dicionamiento, efecto que no fue observado
pensantes de la T, ya que en las hembras no con la dosis de 0.4 mg/kg (Alexander et al.,
se produjo condicionamiento, a pesar de re- 1994). En el tercer estudio se indujo pre-
cibir dosis superiores a las de los machos. ferencia de lugar con las dos dosis más altas
Es necesario explorar otros EAAs y a otras (0.0025 y 0.005 mg) de las tres utilizadas
dosis antes de extraer conclusiones definiti- (Packard et al., 1997). Los resultados de es-
vas sobre las propiedades apetitivas de la T te estudio sugieren que el núcleo accumbens
en hembras, además de otro tipo de efectos es una de las estructuras responsables de los
(organizacionales). efectos recompensantes observados tras la
administración periférica de T.
Condicionamiento de preferencia de lugar En conclusión, la dosis parece ser una
importante variable que modula el valor re-
Esta técnica ha sido frecuentemente utili- compensante de los EAAs en el CPL. Mien-
zada para evaluar las propiedades apetitivas tras en ratas macho gonadectomizadas se
tanto de recompensas naturales como de observó condicionamiento con la dosis de 1
sustancias psicoestimulantes. Las propieda- mg/kg, en intactas se produjo con las dosis
des recompensantes de una sustancia son in- de 0.8 y 1.2 mg/kg, además, en ambos casos
feridas a partir de la tendencia de los ani- no se produjo con dosis por debajo de 0.8
males a preferir un lugar previamente neu- mg/kg. Por tanto, las propiedades recom-

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pensantes de la T parecen producirse con que el abuso de EAAs suele combinarse con
dosis que inducen niveles hormonales supe- la auto-administración de otros tipos de sus-
riores al rango fisiológico (Alexander et al., tancias ilegales. Los consumidores de EA-
1994). As frecuentemente consumen también coca-
ína, alcohol o marihuana (DuRant et al.,
Autoestimulación eléctrica intracraneal 1993). Si este resultado fuese confirmado,
implicaría que los EAAs podrían estar au-
Esta técnica ha sido frecuentemente em- mentando los efectos placenteros de otras
pleada para evaluar las propiedades recom- sustancias, lo cual supondría un refuerzo
pensantes de diversas sustancias de abuso. importante del consumo de EAAs.
Su base radica en que cambios en la autoes- Así como los estudios realizados con
timulación reflejan los efectos de la sustan- CPL son unánimes en mostrar que la T tie-
cia sobre los sistemas cerebrales del refuer- ne propiedades reforzantes, en cuanto a la
zo. Clark, Lindenfeld y Gibbons (1996) autoestimulación intracraneal, no se obser-
analizaron el efecto de dosis altas de EAAs varon variaciones en los sistemas de refuer-
sobre los sistemas de recompensa cerebral, zo tras la administración de EAAs en ratas
utilizando la autoestimulación intracraneal macho. Por otro lado, las ratas parecen no
en el hipotálamo lateral. En este estudio no auto-administrarse EAAs, aunque estos da-
se encontraron diferencias entre los anima- tos (Cicero y O’Connor, 1990) no han sido
les tratados durante dos semanas con 1 posteriormente corroborados. Estos resulta-
mg/día de metandrostenolona y los contro- dos tal y como sugiere Lukas (1996) podrí-
les en la autoestimulación cerebral. Tras el an ser explicados por el intervalo temporal
tratamiento durante 15 semanas con un transcurrido entre la administración de EA-
«cóctel» de EAAs (cipionato de T, DN y As y la aparición de sus efectos.
boldenona), tampoco se observaron cam- Por tanto, los resultados acumulados
bios en la autoestimulación cerebral pero, acerca de las propiedades reforzantes de la
sin embargo, se produjo una reducción sig- T y sus derivados, dependen del tipo de
nificativa en la tasa máxima de presión de la técnica y/o de paradigma de investigación
palanca que podría ser debida a un leve in- utilizado, del sexo de los animales y de la
cremento en la aversión producida por las dosis.
frecuencias de estimulación más altas
(Clark et al., 1996). En este mismo experi- Sustratos neuroquímicos de la dependencia
mento se evaluó si el efecto reforzante de de los EAAs
una sola administración de sulfato de D-an-
fetamina (0.5 mg/kg) podría verse afectado Desde la popularización del consumo de
tras el tratamiento con EAAs. Se encontró EAAs se han establecido diversas semejan-
que la administración del «cóctel» produjo zas con otras sustancias de abuso. Ya en la
un incremento en las propiedades recom- década de los 70, Itil (1976) observó que es-
pensantes de la D-anfetamina. Una de las tas sustancias producían cambios electroen-
posibles explicaciones sugeridas por los au- cefalográficos similares a los obtenidos tras
tores, hace referencia a la existencia de una el consumo de anfetaminas y antidepresivos
sensibilización de los sistemas de recom- tricíclicos. Sin embargo, no fue hasta la for-
pensa cerebrales. En nuestra opinión plan- mulación de la «hipótesis de la adicción»
tea la posibilidad de que los EAAs favorez- cuando se empezó a relacionar los patrones
can la dependencia de otras drogas. Este se- de auto-administración, los efectos del con-
ría un punto de análisis interesante puesto sumo y la retirada de los EAAs con los de

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M. TERESA ARNEDO, SONIA MARTÍNEZ-SANCHÍS Y ALICIA SALVADOR

otras sustancias de abuso. Estas similitudes Más recientemente, las características del
fueron el punto de partida para el estudio de abuso de EAAs se han relacionado con las
los sistemas de neurotransmisión implica- de los alucinógenos. Al igual que podría su-
dos en la dependencia de los EAAs. ceder con los EAAs, el LSD es objeto de
abuso en humanos y, sin embargo, no está
Semejanzas con otras sustancias de abuso sujeto a autoadministración en animales lo
que podría deberse a otras variables como la
En la literatura especializada, el compor- disponibilidad de otros refuerzos y las ex-
tamiento de los EAAs ha sido comparado pectativas (Lukas, 1996).
con el de sustancias de abuso tan dispares Las características del patrón de abuso de
como los estimulantes, los opiáceos y los los EAAs (stacking) así como el hecho de
alucinógenos en un intento por construir que la mayoría de estas sustancias se ad-
una hipótesis de trabajo que permita abordar quieran en el mercado negro podría contri-
el estudio experimental de la dependencia y buir a explicar el complejo comportamiento
del síndrome de abstinencia. de dichos compuestos y la consiguiente dis-
En el primer estudio publicado sobre de- paridad de hipótesis explicativas.
pendencia de los EAAs se citó su semejanza
con la dependencia de los opiáceos, en base Sistemas de neurotransmisión
a las características clínicas del síndrome de
abstinencia (Tennant et al., 1988), lo que ha Algunos autores han sugerido que el sis-
sido confirmado posteriormente (Brower et tema dopaminérgico podría ser fundamental
al., 1990; Brower et al., 1991). A partir del en el papel reforzante de los EAAs (Clark et
primer estudio, se planteó la hipótesis de que al., 1996; Packard et al., 1997), al igual que
el síndrome de abstinencia de los EAAs po- ocurre con los estimulantes y con estímulos
dría seguir un curso con dos fases, la prime- naturales. Diversos estudios han puesto de
ra de ellas caracterizada por síntomas comu- manifiesto que las variaciones en los niveles
nes a la abstinencia de los opiáceos y la se- de andrógenos afectan a los niveles de do-
gunda por síntomas depresivos (Kashkin y pamina en determinadas áreas cerebrales.
Kleber, 1989), esta segunda fase es posterior La castración reduce las concentraciones de
y sus síntomas son independientes de los DA en el núcleo accumbens, revirtiéndose
síntomas de abstinencia agudos. este efecto tras el tratamiento con T (Mit-
Según Kashkin y Kleber (1989), la coca- chell y Stewart, 1989). Además, las mayo-
ína es la sustancia que sigue patrones de res concentraciones de T están en el hipotá-
consumo y abstinencia más parecidos a los lamo, el área preóptica y la sustancia negra,
de los EAAs. En ambos casos, el consumo lo que sugiere que la T podría estar actuan-
podría estar perpetuándose por recompensas do sobre el sistema dopaminérgico nigroes-
directas junto con refuerzo social. Además, triatal (Bixo, Backstrom, Winblad y An-
en el síndrome de abstinencia de ambas sus- dersson, 1995). Por otro lado, se ha demos-
tancias suele observarse una depresión re- trado en ratas que el núcleo accumbens con-
tardada caracterizada por anhedonia, pérdi- tiene receptores de andrógenos, si bien en
da del deseo sexual y pensamientos suici- bajo número (Sar y Stumpf, 1973). Por lo
das. Estas semejanzas han llevado a reco- que, las propiedades apetitivas de la T po-
mendar en el caso de los EAAs, el trata- drían estar mediatizadas por su interacción
miento con antidepresivos, que ha resultado con el sistema dopaminérgico (Alexander et
efectivo para tratar el síndrome de abstinen- al., 1994). Los resultados obtenidos sobre
cia de cocaína (Brower et al., 1989). los efectos reforzantes de la T administrada

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DEPENDENCIA DE LOS ESTEROIDES ANABOLIZANTES-ANDROGENIZANTES Y MECANISMOS SUBYACENTES

en el núcleo accumbens (Packard et al., minución brusca de la actividad opiácea en-


1997) apuntan a que los EAAs interactúan dógena y dicha disminución podría precipi-
con el sistema dopaminérgico mesolímbico. tar un síndrome de retirada hiperadrenérgi-
Otros estudios han analizado cómo los co agudo. La administración de un cóctel de
niveles de T afectan a distintos parámetros EAAs parece producir alteraciones en los
del sistema serotoninérgico. La castración niveles de ß-endorfinas en diversas áreas
aumenta las concentraciones cerebrales de cerebrales (Menard, Hebert, Dohanich y
serotonina, siendo este efecto reversible con Harlan, 1995). Recientemente se ha encon-
la administración de T (Bonson, Johnson, trado que una inyección diaria durante 14
Fiorella, Rabin y Winter, 1994). De forma días de 15 mg/kg de DN produce un au-
inversa, la administración crónica de EAAs mento de unas 20 veces la concentración de
podría producir reducciones prolongadas en ß-endorfinas en el área tegmental ventral, lo
la neurotransmisión serotoninérgica (Bon- que hace pensar en que la estimulación de
son y Winter, 1992) y en sus metabolitos los EAAs de los sistemas de refuerzo podría
(Bonson et al., 1994), afectando también a ser por mediación opioide (Johansson et al.,
la densidad de receptores en áreas límbicas 1997).
(Mendelson y McEwen, 1990).
Existe cierta evidencia indirecta de la Discusión
participación del sistema noradrenérgico en
los mecanismos bioquímicos de la depen- La dependencia de los EAAs es un tema
dencia de los EAAs como consecuencia de actualmente abierto. Algunos autores opinan
la actuación de los péptidos opiáceos. Los que la literatura especializada apoya clara-
EAAs podrían modular la actividad opiácea mente la dependencia de los EAAs como un
en el cerebro, de tal modo que los opiáceos fenómeno clínico que ha sido observado re-
mediarían sus efectos sobre el SNC (Jo- petidamente en distintos momentos, entor-
hansson, Ray, Zhou, Huang, Karlsson y Ny- nos y por múltiples profesionales (Brower,
berg, 1997). Según Kashkin y Kleber 1992). Sin embargo, las deficiencias meto-
(1989), dos evidencias apoyan esta tesis, dológicas de los estudios en humanos han
por un lado, las reducciones en los niveles favorecido el cuestionamiento de dicha afir-
de ß-endorfinas observadas cuando se pro- mación. Los sesgos en la selección de las
ducen descensos en las hormonas esteroi- muestras, las diferencias individuales, la du-
deas, y por otro, la intervención de los opiá- dosa autenticidad de las sustancias obtenidas
ceos endógenos en la acción de feedback en el mercado negro y la ausencia de analíti-
negativo de los esteroides sexuales sobre la ca que confirme el consumo dificultan la va-
liberación de gonadotropinas. lidez de los resultados y de las conclusiones
Paralelamente, se han detectado síntomas obtenidas (Cicero y O’Connor, 1990; Lukas,
de hiperactividad noradrenérgica central co- 1993). La investigación futura en este punto
mo ansiedad, irritabilidad, insomnio o ano- debería subsanar estas deficiencias, ya que la
rexia, tanto tras una reducción brusca de los evidencia, aunque confusa, sugiere que al
niveles de hormonas esteroideas por causas menos en ciertos casos, el consumo de EA-
naturales (Hamilton, Parry y Blumenthal, As puede conducir al desarrollo de la depen-
1988) como durante los síndromes de absti- dencia de estas sustancias.
nencia en consumidores de EAAs. En base Tal y como Brower (1993) destacó, la re-
a lo anterior, Kashkin y Kleber (1989) hipo- visión de la literatura muestra que no todos
tetizaron que una reducción en los niveles los consumidores de EAAs se convierten en
de esteroides en sangre ocasionaría una dis- dependientes. En los estudios revisados se

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M. TERESA ARNEDO, SONIA MARTÍNEZ-SANCHÍS Y ALICIA SALVADOR

observaron importantes diferencias en el minérgico mesolímbico en las propiedades


porcentaje de casos diagnosticados según el afectivas de la T y sus derivados. Por otro
DSM-III-R. Además, no se ha descrito nin- lado, la acción de los péptidos opiáceos so-
gún caso de dependencia con dosis terapéu- bre la noradrenalina podría intervenir en la
ticas por prescripción médica (Lukas, 1993). producción de los síntomas de abstinencia.
Estas divergencias podrían explicarse en tér- Los mecanismos a nivel cerebral impli-
minos de propensión o, como algunos auto- cados en la posible dependencia de los EA-
res han propuesto, «susceptibilidad» de de- As han comenzando a ser estudiados re-
sarrollar adicción (Kashkin y Kleber, 1989; cientemente. El núcleo accumbens, estruc-
Brower, 1992). Los estudios revisados han tura cerebral de inervación dopaminérgica,
mostrado que una historia de consumo ca- mediatiza los efectos de reforzantes de di-
racterizada por dosis supraterapéuticas auto- versas sustancias de abuso. Los estudios so-
administradas durante largos períodos de bre los efectos reforzantes de la testosterona
tiempo, inicio temprano del consumo y ad- (Packard et al., 1997; Alexander et al.,
ministración simultánea de varios EAAs, pa- 1994; De Beun et al., 1992) sugieren que la
rece conducir con mayor probabilidad a la activación de los receptores de andrógenos
dependencia (Yesalis et al., 1990; Brower, situados en esta estructura podrían estar im-
1993), aunque las dosis y la duración del tra- plicados en los efectos reforzantes de los
tamiento requeridas para que se desarrolle EAAs. Dichos efectos parecen producirse a
no se conocen (Lukas, 1993) y probable- través de la interacción de la testosterona y
mente no se pueden predecir. Otras variables sus receptores con el sistema dopaminérgi-
que han sido relacionadas con la vulnerabili- co mesolímbico. Sin embargo, este podría
dad a la dependencia de los EAAs son una no ser el único mecanismo en el que se
autopercepción corporal distorsionada, la sustente la dependencia de los EAAs, ya
tendencia a asumir riesgos, a infravalorar los que el sistema de opioides endógenos tam-
efectos dañinos de los EAAs y a sobreesti- bién parece estar implicado. Existe eviden-
mar la prevalencia del consumo en el grupo cia de que los EAAs producen alteraciones
social al que se pertenece, además de otros en los niveles de ß-endorfinas en determina-
factores como la vulnerabilidad genética y das áreas cerebrales (Menard et al., 1995).
una historia personal de dependencia de Más concretamente, la administración de
otras sustancias (Brower, 1989). EAAs provoca un aumento en los niveles de
Algunos casos de dependencia de los ß-endorfinas en el área tegmental-ventral
EAAs parecen tener importantes similitudes (ATV) (Johansson et al., 1997). Según estos
con la dependencia de otras sustancias de autores, esta estructura contiene neuronas
abuso en los patrones de consumo, la sinto- gabaérgicas en las que hay receptores µ. La
matología y los sistemas de neurotransmi- administración de EAAs, produciría aumen-
sión posiblemente implicados. Sin embargo, tos en los niveles de ß-endorfinas, lo cual a
la mayoría de la evidencia sobre los meca- su vez activaría estos receptores en el ATV,
nismos neuroquímicos de la dependencia de provocando una reducción en la inhibición
los EAAs es indirecta. Monoaminas como gabaérgica que incrementa la actividad do-
la serotonina y la dopamina han sido impli- paminérgica del núcleo accumbens. Por tan-
cadas en la mediación de los efectos de los to, esta sería una vía indirecta de estimula-
EAAs, sobre todo la última, que podría me- ción del núcleo accumbens. Posiblemente,
diatizar los efectos recompensantes de estas tanto la acción directa de los EAAs sobre
sustancias. De hecho, los resultados de un esta estructura como la acción indirecta, a
estudio reciente implican al sistema dopa- través de los opioides endógenos, estén im-

Psicothema, 1999 541


DEPENDENCIA DE LOS ESTEROIDES ANABOLIZANTES-ANDROGENIZANTES Y MECANISMOS SUBYACENTES

plicadas en los efectos reforzantes de estas veles endógenos de esteroides sexuales o,


sustancias. simplemente, el condicionamiento podría
Los estudios con animales suponen una no producirse. Los futuros estudios deberí-
importante contribución al tema. Mediante an dirigirse a resolver y explicar las aparen-
éstos se han observado las propiedades de la tes contradicciones en los resultados obteni-
T como estímulo discriminativo y se han dos con diferentes técnicas. Y, si se demos-
encontrado indicios de que el tratamiento trase la supuesta dilación entre la adminis-
con EAAs podría potenciar el efecto refor- tración de EAAs y sus efectos, debería op-
zante de otras sustancias de abuso. Por otro tarse, como ya ha sido propuesto, por la uti-
lado, aunque hay divergencias entre los es- lización de modelos animales que se ade-
casos estudios dirigidos a estudiar las pro- cuasen a estas características, empleando
piedades de la T y sus derivados como estí- reforzadores condicionados (Lukas, 1996).
mulos apetitivos, los datos procedentes de Además, los estudios en animales podrían
los estudios de CPL son consistentes en ser utilizados para explorar los mecanismos
mostrar que la T administrada periférica- neuroquímicos que subyacen a la dependen-
mente, podría tener propiedades apetitivas cia de sustancias.
en ratas macho. En hembras disponemos de Finalmente, la investigación sobre las va-
los datos de un solo estudio, en el cual no se riables predictoras de dependencia y de los
encontraron efectos, lo que podría deberse a mecanismos que la sustentan supondría una
que el rango de dosis con el que se produci- importante fuente de orientación del diseño
ría condicionamiento podría ser diferente, de programas de prevención y de tratamien-
posiblemente debido a los efectos organiza- to, que ya han comenzado a desarrollarse
dores y/o las diferencias sexuales en los ni- (Brower, 1993).

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