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b-La situación que retomaría para pensar estereotipos de género y violencia tiene que ver con

las posturas corporales. Retomando algunas ideas de Bourdieu podríamos decir que los habitus
de los agentes sociales aprehenden la diferencia sexual, antes que de un modo reflexivo y
teórico, de un modo práctico en las posturas y acciones del cuerpo. Con lo cual es un aprendizaje
que se mecaniza en los uso del cuerpo y por tanto muy difícil de volverlo consiente y modificarlo.
Esto torna interesante visualizar los modos diferenciales entre alumnos y alumnas de utilizar el
cuerpo, pero también las tolerancias diferenciales de estudiantes, docentes, preceptores y
directivos tenemos al respecto. Hace algunos días, antes de comenzar la clase, llamo la atención
a Olivia pidiéndole que se “siente bien” (ella estaba con las piernas distendidas, como
expresando cansancio), Olivia dice “profe los chicos se sientan siempre así y nunca les decís
nada”. Ella tenía razón. Mi percepción ante el desacato del “buen sentarse” se agudiza cuando
es una de mis alumnas la que se “sienta mal”. Con mis alumnos varones soy más tolerante
(perceptivamente) en este aspecto. Generalmente, si es lo que lo noto, dejo pasar sus posturas
distendida al sentarse.

c- Como docente creo que hay distintas formas de intervenir en esta cuestión. En primer lugar
dando el espacio para plantear la cuestión de las posturas corporales, los sentidos que arraigan
y ponen en juego, las relaciones entre cuerpo-poder y género. Desnaturalizar los estereotipos
de las posturas corporales siempre es un paso inicial y se puede hacer viendo cómo
históricamente se ha exigido diversas subjetivaciones corporales a hombres y mujeres, viendo
como las posturas corporales tienen y expresan sentido, abriendo la pregunta entonces en torno
a ¿qué sentido expresamos en nuestra forma de utilizar el cuerpo? Modificando, también, los
tratos desiguales, los modos de privilegiar posturas y acciones corporales por “ser hombre o
mujer”.

d- Es evidente que la situación marcada nos lleva a la puerta de entrada de la Esi sobre la
reflexión sobre nosotrxs mismxs. Se trata de saberse forjado con una matriz sensorial de
creencias y modos de inteligibilidad (históricos y sociales) desde los que vamos a la “realidad” y,
por tanto, la necesidad de re-pensarlos y modificar aquellos que habiliten distinciones
jerárquicas y cualquier tipo de violencia. En el caso señala se trataría de poder hacer consciente
como mi percepción diferencial (mi intolerancia respecto a la postura corporal de mis alumnas)
tiene como fundamento un estereotipo genérico

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