o más bordes, y la cual puede terminar en un extremo agudo. En otros casos, consisten en un
objeto cilíndrico o prismático con un extremo puntiagudo. El adjetivo blanca proviene del brillo de
la hoja, que algunos confunden con el color blanco.
Las lesiones que causan estos agentes pueden dividirse en dos grandes grupos: heridas extendidas
en superficie y heridas extendidas en profundidad, predominantemente.
Son las que constan de bordes nítidos, lineales, que se unen en extremos llamados colas o caletas.
Hay una cola de entrada que es corta y profunda, y una cola de salida que es larga y superficial,
por lo que Lacassagne lo llama cola de ratón (fig. 16.1). Estas heridas se producen por el
deslizamiento del borde afilado de instrumentos que, por lo general, tienen poco peso, como la
hojilla de afeitar o un fragmento de vidrio. Por esta razón, deben hundirse en el comienzo de la
incisión, lo que origina la cola de entrada; mientras que, por el contrario, son extraídos al
finalizarla, y se explica la cola de salida (fig. 16.2).
Por lo común, las heridas son de carácter suicida. Se les suele encontrar en el cuello, pliegue de
flexión del codo, superficie anterior del antebrazo y superficie medial del tobillo.
Puesto que seccionan vasos sanguíneos superficiales, la hemorragia que originan es externa. Como
variedades pueden citarse las heridas de vacilación y las de autolesión.
Las heridas de vacilación son superficiales, que acompañan a la lesión mortal. Expresan el estado
de titubeo o indecisión del suicida (fig. 16.3).
Las heridas de autolesión están localizadas en regiones del cuerpo accesibles al mismo individuo.
Son múltiples, muy superficiales y paralelas entre sí. En zonas curvas siguen el contorno corporal y
mantienen una profundidad uniforme.
Heridas contusocortantes
En estas hay bordes, que se continúan por paredes, las cuales se unen en un fondo. Los bordes son
lineales y a menudo equimóticos. Las paredes son planas y lisas, características que las diferencian
de las heridas contusas. El fondo suele ser uniforme, y cuando afecta el hueso reproduce la
sección del instrumento.
Las armas que las causan actúan por el impacto de su peso y el deslizamiento de su filo (fig. 16.5).
Debido a que tienen una hoja metálica larga (machete) o un mango largo de madera (hacha),
confieren a quien las blande la ventaja de la distancia. Esto las convierte en armas de agresión. La
hemorragia que se origina en estas heridas es predominantemente externa. Como variedades
pueden mencionarse las heridas en colgajo y las heridas de defensa.
Las heridas en colgajo son producidas por la penetración oblicua del filo. Las heridas de defensa se
observan en las manos, antebrazos, codos o piernas de la víctima, mientras trata de protegerse
con sus miembros de la agresión (fig. 16.6).
Heridas punzocortantes
Este tipo de heridas constan de un orificio de entrada, un trayecto y, a veces, un orificio de salida.
El orificio de entrada tiene bordes lineales, curvos, que se unen en un extremo agudo y otro
extremo obtuso, en forma de muesca o escotadura (fig. 16.7). La escotadura o muesca suele
atribuirse al movimiento de rotación que el agresor imprime al instrumento para extraerlo del
cuerpo de la víctima.
Estas heridas se infligen mediante instrumentos de hoja triangular con filo en uno o ambos bordes,
los cuales se unen en un extremo agudo. Tomados por el puño se descargan con fuerza, de forma
más o menos perpendicular, sobre el cuerpo de la víctima (fig. 16.8). Penetran por la sucesiva
separación de tejidos. El trayecto puede constituir un conducto completo o terminar en fondo de
saco, único o múltiple, de acuerdo con el número de penetraciones. El orificio de salida no es
constante. Por lo general, es más pequeño que el orificio de entrada y tiene bordes evertidos La
hemorragia que se origina es predominantemente interna. Por lo común, estas heridas son de
carácter homicida. Entre los instrumentos que las producen están el puñal, el cuchillo de punta
(cuchillo de cocina) y el cortaplumas. Según DiMaio, la posibilidad de que la víctima sea capaz de
caminar o huir después de recibir una puñalada mortal, depende de los factores siguientes:
"Una puñalada que incapacita a una víctima, no necesariamente afectara la actividad física de otra
víctima" (DiMaio).
Heridas punzantes
Los instrumentos que producen este tipo de heridas son de lámina de sección reducida, carente de
bordes cortantes, la cual termina en un extreme agudo. Ejemplos son el picahielo, el punzón, una
espina, una aguja de tejer o los cuernos del ganado.
Consiste en heridas en la parte anterior del cuello. Interesan las arterias y venas que corren a cada
lado; en ocasiones comprometen también la tráquea. Puede ser suicida y homicida. El degüello
suicida es producido por instrumentos cortantes y punzocortantes. En los primeros es importante
orientar la dirección del corte por medio de las colas; puede haber heridas de vacilación en el sitio
de inicio. En el degüello homicida, la herida suele ser más profunda y de dirección horizontal; por
lo general, secciona la tráquea (fig. 16.10). Es producido por instrumentos punzocortantes y
contusocortantes. El agresor suele atacar a la víctima por detrás. La herida empieza en el lado del
cuello opuesto a la mano que empuña el arma. En cuanto a profundidad, por lo general es poco
profunda al comienzo y al final, y más profunda en la parte media, donde a veces alcanza la
columna vertebral. La herida termina en el lado opuesto del cuello, en un punto más bajo que el
inicio. Cuando el agresor ha estado frente a la víctima, el degüello homicida suele ser más corto y
angulado, con ligera extensión a la izquierda o a la derecha de la línea media.
La causa de muerte puede ser hemorragia, broncoaspiración de sangre que cae en la tráquea por
la presión arterial, o por embolia gaseosa al aspirar aire la presión negativa de alguna vena yugular
seccionada.
Son, en realidad, una variedad de las punzocortantes. Pueden tener un orificio único, en forma de
ojal o rombo, o si se introducen las dos ramas abiertas, se originan dos fisuras, a veces con una
pequeña cola debido al borde cortante de cada arma, y las cuales se continúan por trayectos
divergentes (fig. 16.11).
PROBLEMAS MEDICOLEGALES
Los criterios son los siguientes: la localización de la herida mortal, el tipo, la dirección, el número
de heridas, la dirección de la herida, la presencia de sangre en las manos (ambas palmas en la
victima, y solo en la que empuña el arma en el victimario), "signo del espejo" en el suicidio
(salpicaduras de sangre en el espejo ante el cual se hirió).
De dos heridas que se entrecruzan, la primera es aquella cuyos bordes pueden adosarse. Es útil el
adhesivo cianoacrilato.
Con base en los grupos sanguíneos en las manchas en el escenario, a veces es posible lograrlo.
Las complicaciones más frecuentes de las heridas son las que se enumeran a continuación:
Embolismo gaseoso. Ocurre en heridas del cuello cuando comprometen glandes venas, cuya
presión negativa atrae aire a su interior.
Asfixia por aspiración de sangre. Este se presenta también en heridas del cuello cuando queda
expuesta la tráquea o la laringe.