Complejizando el debate
Jorge Hevia
Introducción 3
Contexto político 4
Conclusiones 18
Fuentes consultadas 20
Anexo 22
Lista de participantes en los conversatorios 22
Introducción
A su vez, al final de este texto, en anexo, adjuntamos una lista con los nombres de
quienes participaron en los conversatorios.
3
Contexto político
4
indígena campesinos1 en el altiplano paceño quebraron dicha estabilidad limitando
las decisiones gubernamentales. Más aún, el quiebre de dicha estabilidad se
vislumbró en las elecciones de 2002 cuando, a pesar de que el MNR ganó las
elecciones, el ADN dejó de tener una presencia relevante en el Congreso. Esto
significó el quiebre de la democracia pactada tal como funcionó en sus primeros
años. A su vez, en esas elecciones emergieron nuevas fuerzas políticas que
obtuvieron una importante votación a su favor y que plantearon estar fuera de
dicho pacto. Estas fueron el Movimiento Al Socialismo-Instrumento Por la
Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) y el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP).
Poco tiempo después de que el MNR se hiciera cargo del gobierno en el 2003,
este decidió implementar un impuesto al salario de los ciudadanos pero tuvo que
retroceder en la medida debido a las protestas sociales en su contra.
Posteriormente en agosto de ese mismo año, el MNR planteó la exportación de
gas a Estados Unidos y a México por un puerto chileno pero, tal como sucedió
antes, las protestas sociales no se hicieron esperar y el gobierno tuvo que desistir
en su proyecto. Como resultado, no solo no se prosiguió con dicha medida, sino
que el presidente de ese entonces renunció y salió del país presurosamente.
Posteriormente, ocurrieron dos sucesiones presidenciales debido a la persistencia
de la crisis, y por último, se llamó a elecciones anticipadas para el año 2005
(debían efectuarse el 2007). En dichas elecciones el MAS-IPSP ganó con mayoría
absoluta, y, por tanto, no tuvo necesidad de realizar acuerdos para establecerse en
el gobierno. A inicios del 2006 el MAS-IPSP asumió el gobierno y ese mismo año
se inició el proceso constituyente que culminó con la aprobación de una nueva
Constitución Política del Estado en 2009. Para muchos, esa etapa se caracterizó
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Estos levantamientos, que tuvieron menor notoriedad que la Guerra del Agua, lograron que
el gobierno aceptara discutir la modificación de la Ley INRA, pues esta iba en contra de los
intereses de quienes protestaban.
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por la polarización entre estar a favor del MAS-IPSP o en su contra (Romero
Ballivián, 2016: 310 y 321 y Costa, 2007: 80). Por su parte, otros denominaron
esa etapa como un “empate catastrófico” entre dos proyectos predominantes
que, posteriormente, con la aprobación de la nueva constitución en 2009, marcó
un “punto de bifurcación” a favor del bloque indígena-popular (García Linera,
2011: 44-48). Las siguientes dos elecciones generales de 2009 y del 2014
mantuvieron el predominio del MAS-IPSP, pero el bloque opositor pervivió
replegado en el nivel subnacional (gobernaciones y municipios).
En esa etapa, conocida como “Proceso de cambio” –que se inició, para algunos,
con las victorias populares que emergieron desde el 2000 y, para otros, con la
victoria electoral del MAS-IPSP en 2005– hubo varios momentos en los que el
gobierno del MAS-IPSP2 tuvo que retroceder en sus decisiones, como en el
denominado “gasolinazo”, en el conflicto del Territorio Indígena y Parque
Nacional Isiboro-Secure (TIPNIS) y en la aprobación de un nuevo Código del
Sistema Penal. A esto se sumó la negativa de los electores –en el Referéndum
Constitucional de 2016– a que se modificara el artículo 168 de la Constitución
que buscaba que el presidente y el vicepresidente pudieran ser reelectos dos veces
de manera consecutiva. Frente a esta negativa, varios miembros de la Asamblea
Legislativa Plurinacional –sobre todo del MAS-IPSP– presentaron una acción de
inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional Plurinacional para que la
Constitución y la Ley de Régimen Electoral fueran modificadas posibilitando así
la repostulación consecutiva de cualquier autoridad que así lo desee. Esta acción
fue aceptada por el Tribunal Constitucional Plurinacional.
2
El MAS-IPSP ganó las elecciones generales de 2005, 2009 y 2014. Además, en el referendo
revocatorio de 2008 tanto el presidente como el vicepresidente fueron ratificados.
6
El tema de la reelección limitó el debate sobre la democracia tanto en el oficialismo
como en la oposición y con el Foro de Análisis Político “Democracias en disputa”
se buscó complejizar dicho debate. En la siguiente sección daremos cuenta de los
ejes temáticos por los que trascurrió dicha complejización.
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Ejes temáticos de la disputa por
la democracia boliviana
8
democracia, solo que ahora se lucha por la noción de democracia intercultural.
Ahora bien, la disputa de posiciones no es mala, es de hecho necesaria, pero hay
que saber cómo articularla al horizonte –en construcción– de la democracia
intercultural, tal como sugiere José Luis Exeni (ibid.: 22).
Por su parte, Fernando García Yapur planteó en el foro que esta querella divide a
“detractores” y “acólitos” de la democracia intercultural. Los detractores
entenderían la democracia intercultural como un “artificio” que distorsiona lo
que es, en realidad, la democracia (en FES, 2018b: 25). Desde esta perspectiva,
estos serían los liberales institucionalistas, mientras que entre los acólitos estarían
quienes postulan un normativismo multicultural basado en inclusión de derechos
fundamentales y aquellos que plantean una concepción crítica post colonial
basada en pensar la democracia a partir de la idea comunitarista (ibid.: 27). Los
primeros provendrían, aparentemente, de las posiciones críticas que plantean
inclusión, participación y deliberación, mientras que los segundos vendrían del
debate comunitario, corporativo y multicultural.
Por tanto, podemos decir que, a pesar de que en Bolivia se atravesó por
diferentes cambios, las posiciones político-intelectuales parecen mantenerse,
aunque acomodándose de acuerdo a la coyuntura política, ya sea radicalizándose
o moderándose. De hecho, en el foro nadie cuestionó la lectura de García Yapur
(que divide el debate sobre la democracia intercultural entre detractores y
acólitos) pero tampoco se identificaron plenamente con una de las posturas. De
hecho, solo Jorge Viaña planteó una lectura un poco diferente en la que dos
visiones se contraponen. Para él, la primera pasa por entender la democracia
como autogobierno y la segunda se basa en pensar la democracia como liberal y
representativa. A la vez, Viaña sugiere que existe una tercera visión intermedia
9
entre estas dos (en FES, 2018a: 6), que vendría a ser, según Fernando Molina, la
de los multiculturalistas “racionales” que miran la democracia comunitaria como
un “derecho liberal más avanzado” (en FES, 2018b: 15).
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Varios participantes del foro plantearon que a pesar de que la Constitución
establece una misma jerarquía entre los tres tipos de ejercicio democrático, existe
un predominio de unas sobre otras o, en palabras de José Luis Exeni “hay
democracias de primera o de mayoría de edad –las democracias representativas–
y hay democracias de segunda, subordinadas, minusválidas, como la democracia
comunitaria” (en FES, 2018b: 21). A su vez, María del Carmen Sánchez afirma
que “vivimos en un sistema representativo predominante” que permite el
efectivo acceso al poder (en FES, 2018c). Sumándose a este debate, Miguel
Vargas opina, de manera similar, que la democracia representativa, en el
imaginario de la sociedad y el accionar del Estado, tiene una mayor jerarquía
frente a la democracia participativa y aun mayor frente a la democracia
comunitaria (en FES, 2018b: 23).
Varios participantes coinciden en que las tres formas de democracia que reconoce
la Constitución no tienen, en realidad, la misma jerarquía. Y, específicamente,
respecto a la complementariedad del sentido de la democracia intercultural
expuesta en la Ley de Régimen Electoral, las posiciones son encontradas. Algunos,
como Jorge Viaña, plantean que no existe dicha complementariedad (en FES,
2018a: 6). Es más, Juan Carlos Pinto considera que las visiones liberales limitan el
sentido de la democracia intercultural y no generan una “genuina convivencia
social” (en FES, 2018c). Otros, como Erika Brockmann, plantean lo contrario,
afirmando que sí hay complementariedad porque los tres tipos de democracia se
están modificando y en algunos casos se está tomando lo mejor tanto de lo
representativo como de lo indígena (en FES, 2018b: 3 y 24).
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Por otra parte, distanciándose y acercándose a ambas posiciones, Exeni plantea
que sí existe complementariedad entre lo representativo y lo participativo (a pesar
de que durante mucho tiempo parecían visiones irreconciliables), pero que aún
está presente el “reto” de acercar estas prácticas con las comunitarias para que se
ejerza la democracia intercultural (ibid.: 21). Sumándose a lo dicho por Exeni,
García Yapur plantea que el sentido de la democracia comunitaria en la idea de la
democracia intercultural efectivamente choca con las otras dos formas de
ejercicio democrático pero que, por otro lado –acercándose a la posición de
Brockmann– la democracia intercultural está combinando diferentes formas de
ejercicio democrático porque articula mecanismos de la democracia comunitaria
con los liberales/representativos (en FES, 2018b: 28-30).
Por tanto, podemos decir que, por un lado, hay un consenso con relación a que
los tres tipos de democracia reconocidos en la constitución no tienen, en la
práctica, la misma jerarquía. Pero, por el otro lado, existe una disputa porque para
algunos la democracia intercultural no está generando complementariedad,
mientras que para otros ya se están dando los primeros gérmenes de
combinación entre los diferentes tipos de democracia.
12
del Órgano Electoral Plurinacional y la Ley del Régimen Electoral. Los años
siguientes se continuaron aprobando diferentes normativas complementarias.
Katia Uriona se suma a Vargas afirmando que, más allá de pensar solo en la
democracia comunitaria, el reconocimiento de formas de ejercicio de poder
tiende a limitar su fuerza transformadora ya sea entre la complementariedad de
diferentes tipos de democracia o entre la equivalencia entre hombres y mujeres
en su ejercicio. De hecho, ella no considera que el camino de la
institucionalización garantice la plena ampliación de la democracia (en FES,
20018b: 18-19). De hecho, como también propone Pablo Antezana, la
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institucionalización puede generar procesos de desdemocratización (en FES,
2018c). Luis Claros coincide al afirmar que las instituciones del Estado “no
generan sujetos democráticos y que son espacios de construcción de sujetos
autoritarios” (en FES, 2018b: 13). Claros opina que es necesario reforzar las
prácticas democráticas que están por fuera del Estado y que no han sido
institucionalizadas (ibid.: 14). Por su parte, Jorge Viaña se adhiere afirmando que
la etapa post constituyente mostró una emergencia de “tendencias
conservadoras” que intentan resolver todo “en términos burocráticos, de
construcción de Estado” (en FES, 2018b: 5-6). De manera similar, Bianca De
Marchi y Erika Brockmann piensan que actualmente se cree que la solución pasa
solamente por la sobre normativización, lo que puede generar la banalización de
dichas normas, tal como sucede con la equivalencia de condiciones entre
hombres y mujeres en el ejercicio democrático (en FES, 2018c).
Sin embargo, otros consideran que la norma es un punto de partida, pero que –a la
vez– la ley fácilmente puede ser vaciada de su contenido (Llanos y Sánchez en FES,
2018c). Por su parte, Paulino Guarachi y Beatriz Llanos consideran que el problema
no es que existan muchas leyes, sino que se las aplique y perfeccione (ibid.).
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democracias y en su ejercicio en equivalencia entre hombres y mujeres, el reto
actual –y podemos agregar: la disputa actual– pasa por su implementación, es
decir, su ejercicio efectivo. Dentro del foro, el tema de la implementación fue
conflictivo ya que, por un lado, para algunos el proceso de institucionalización
puede generar procesos de desdemocratización y no forjar sujetos democráticos.
Mientras que, por el otro lado, para otros en el caso de la democracia comunitaria
esto puede permitir imaginar una “otra” institucionalidad. Más allá de esta
cuestión, dos caminos parecen ser probables. El primero pasaría por reforzar
prácticas democráticas no institucionalizadas que viven por fuera del Estado y el
otro pasaría por perfeccionar las leyes para mejorar la institucionalidad ya
existente. Ambos caminos combinados podrían llevarnos a sumar aún más
prácticas “reconocidas” de ejercicio democrático en la Constitución y las leyes.
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marcó el fin del monopolio de los partidos y la incorporación de dos nuevas
formas de representación política que, con la Constitución de 2009, fueron
ratificadas. Además, la nueva Constitución, como ya dijimos, reconoció el
ejercicio de la democracia representativa y directa/participativa, y también sumó
el reconocimiento de la democracia comunitaria, es decir de “elección,
designación o nominación de autoridades y representantes por normas y
procedimientos propios” (2009: Art.11). A su vez, estableció que estas tres
formas de ejercicio democrático debían practicarse en equivalencia de
condiciones entre hombres y mujeres (ibid.).
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Mendoza considera que no solo basta enfocarse en la vía del autogobierno, sino
que es importante ver cómo los sectores subalternos generan alianzas con las
organizaciones políticas (en FES, 2018a: 10).
Por su parte, Luis Claros plantea que la democracia intercultural no se debería limitar
a lo comunitario ya que podría abarcar otro tipo de prácticas democráticas, como las
de los sindicatos y las juntas vecinales (en FES, 2018b: 12-13). Juan Carlos Pinto
coincide al plantear que en la Ley de Organizaciones Políticas aprobada en 2018 no
hay interculturalidad, ya que esta está limitada a reconocer únicamente la
representación de partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y organizaciones de
las naciones y pueblos indígena originario campesinos, dejando de lado otras
prácticas democráticas que igual existen en la sociedad (en FES, 2018c).
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Conclusiones
Por tanto, los retos de cara a los siguientes años pasan por:
18
3. Ejercitar de forma efectiva la equivalencia entre hombres y mujeres en las
prácticas democráticas tanto dentro como fuera del Estado.
4. Pensar la ampliación de la democracia por fuera del canon del Estado y,
también, por dentro.
19
Fuentes consultadas
Costa, Jimena
2007 “Partidos y sistema de partidos en Bolivia”. En: Rafael Roncagliolo y
Carlos Meléndez (eds.). La política por dentro. Cambios y continuidades en las
organizaciones políticas de los países andinos. Lima: Internacional
IDEA/Transparencia. 75-122.
20
García Linera, Álvaro
2011 Las tensiones creativas de la revolución. La quinta fase del Proceso de Cambio. La
Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional.
Tapia, Luis
2011 “Los partidos políticos como forma de exclusión y reducción de la igualdad”.
En: El estado de derecho como tiranía. La Paz: CIDES-UMSA. 137-166.
República de Bolivia
2004 Constitución Política del Estado. La Paz: Gaceta Oficial de Bolivia.
1967 Constitución Política del Estado. La Paz: Gaceta Oficial de Bolivia.
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Anexo
22
Fernando Molina x
Francisco Canedo x
Jimena Avejera x
Jorge Hevia x x x
Jorge Viaña x x
José Luis Exeni x
Juan Carlos Pinto x
Katia Uriona x x
Lourdes Montero x
Luis Claros x x
María del Carmen Sánchez x
Miguel Vargas x x
Noelia Gómez x
Oscar Gutiérrez x
Pablo Antezana x x
Patricia Guzmán x x
Paulino Guarachi x
Philipp Kauppert x x
Svenja Wesemann x
Ximena Centellas x
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