Anda di halaman 1dari 1

El camarón encantado

Cuento de magia del francés Laboulaye

Allá por un pueblo del mar Báltico, del lado de Rusia, vivía el pobre Loppi, en un
casuco viejo, sin más compañía que su hacha y su mujer. El hacha ¡bueno!; pero
la mujer se llamaba Masicas, que quiere decir “fresa agria”. Y era agria Masicas de
veras, como la fresa silvestre. ¡Vaya un nombre: Masicas! ¡Ella nunca se enojaba,
por supuesto, cuando le hacían el gusto, o no la contradecían; pero si se quedaba
sin el capricho, era de irse a los bosques por no oírla. Se estaba callada de la
mañana a la noche, preparando el regaño, mientras Loppi andaba afuera con el
hacha, corta que corta, buscando el pan: y en cuanto entraba Loppi, no paraba de
regañarlo, de la noche a la mañana. Porque estaban muy pobres, y cuando la
gente no es buena, la pobreza los pone de mal humor. De veras que era pobre la
casa de Loppi: las arañas no hacían telas en sus rincones porque no había allí
moscas que coger, y dos ratones que entraron extraviados, se murieron de
hambre.

Un día estuvo Masicas más buscapleitos que de costumbre, y el buen leñador


salió de la casa suspirando, con el morral vacío al hombro: el morral de cuero,
donde echaba el pico de pan, o la col, o las papas que le daban de limosna. Era
muy de mañanita, y al pasar cerca de un charco vio en la yerba húmeda uno que
le pareció animal raro y negruzco, de muchas bocas, como muerto o dormido. Era
grande por cierto: era un enorme camarón. “¡Al saco el camarón!: con esta cena le
vuelve el juicio a esa hambrona de Masicas; ¿quién sabe lo que dice cuando tiene
hambre?” Y echó el camarón en el saco.

Pero ¿qué tiene Loppi, que da un salto atrás, que le tiembla la barba, que se pone
pálido? Del fondo del saco salió una voz tristísima: el camarón le estaba hablando:

Anda mungkin juga menyukai