UNA EMOCIÓN
A TRAVÉS DEL
CUENTO:
EL EGOÍSMO
EGOÍSMO
Desconectar los sentimientos hacia los demás. Las respuestas a las necesidades y
sentimientos de los demás aparecen muy pronto en la vida del niño. Por ejemplo, el niño
pequeño que araña la cara de su madre, no comprende que al hacerlo produce dolor. Si
su madre se ríe y refuerza esta conducta, seguirá haciéndolo. Pero si ella coge con
firmeza las manos del niño y dice: “No, no. Eso hace daño a mamá. Mamá llora
(fingiendo llorar) cuando arañas su cara”, éste aprenderá muy pronto que su madre tiene
sentimientos y que su propia conducta puede influir en ellos. Luego, el niño, mediante
un proceso de identificación, desarrolla sentimientos similares a los del adulto, y cuando
mamá está triste, él también lo está. A medida que continúa acumulando experiencias en
que el adulto, u otro niño, le hacen saber cómo influye su conducta sobre sus
sentimientos, el niño aprenderá a controlar e inhibir ciertas conductas que apenan a la
otra persona y hacen daño a sus propias emociones.
Algunas veces, después que el niño lo ha aprendido, desconecta sus sentimientos hacia
los demás y se centra en sí mismo. Esta desconexión se produce con frecuencia en los
años de la adolescencia, aunque a veces se da antes. El niño se da cuenta de que le duele
percibir y comprender las cargas emocionales de los demás. Al aprender e ignorar este
cargamento emocional extra, evita algo desagradable y tiene más tiempo para ocuparse
de sus propias necesidades. El niño de este tipo, suele tener un profesor o una madre que
está siempre excitado y pidiendo al niño que haga cosas, y éste llega a tener la impresión
de que tiene que hacerlas para ayudar a aliviar el estrés del adulto.
Prevalece la norma. Para algunos niños, la norma es esperar que otros les haga su tarea.
No se consideran egoístas porque consideran que el servirles a ellos es una regla o
norma. Ciertamente, a muchos niños se les enseñaba que los demás existían sólo para
proporcionarles placer. Hoy todavía ocurre esto. Como ejemplo, consideremos el caso
de un niño criado por una madre excesivamente complaciente, que le hacía de todo: le
hacía los postres que prefería, recogía la mesa, le llevaba agua y refrescos mientras veía
la televisión, etcétera, sin esperar nada a cambio. Cuando el niño se hizo mayor,
esperaba que los demás le sirvieran también, sin considerarse egoísta por eso.
Por otro lado, en algunos hogares prevalece la norma de no compartir. Nadie comparte
nada. Si uno de los niños trae a casa una botella grande de refresco, no le dará a sus
hermanos aunque esté llena porque no quiere compartir. En esta familia no se ha
enseñado a los niños a compartir, y ésta será su norma a lo largo de la vida.
En otros hogares, sin embargo, se educa a los niños en la preocupación constante de
cómo me ven los demás, cómo puedo parecer mejor que los demás niños, cómo puedo
tener más y mejores cosas que mis amigos. En estos casos la norma es el egoísmo. El
resultado es similar al no compartir.
Valorar más las cosas que la relación con las personas. En este caso el niño aprende
a valorar más las cosas que la gente. Le preocupa más cómo va vestido que cómo se
relaciona con los que le rodean. De esta forma, cuando tiene que elegir entre un
beneficio material y tangible y una relación personal, se inclina claramente por lo
primero. Luis, que proviene de una familia muy pobre, puede ser tan considerado y
amable como Juan, hasta que se pone de por medio alguna posesión material. Entonces
se excita con el nuevo juguete y aparece su egoísmo. A la hora de permitir a su amigo
elegir un programa de televisión, es posible que Luis esté más dispuesto a hacerlo que
Juan; sin embargo, cuando se trata de posesiones, Luis es más egoísta.
¿CÓMO PODEMOS AYUDAR A UN NIÑO A
COMPARTIR?
2. Hacer que el niño tenga algo propio que nadie pueda tocar. Todos necesitamos un
espacio personal y unos objetos propios. No debe esperarse que los niños, o los adultos
compartan todo. Hay que dar a los niños cajas que puedan decorar y en las que guarden
sus cosas especiales. En clase tiene que tener su propio armario (o caja o bote). En casa
necesitan algún cajón, una cama y un lugar especial en su dormitorio para sus cosas
especiales. Los niños a quienes no se permite tener objetos personales, a menudo crecen
frustrados y siempre quieren tener más y más cosas. A la larga, tener algo propio ayuda
a los niños a dar más. Sin embargo, los niños deben aprender simultáneamente, que
siempre es beneficioso compartir las cosas propias con los demás.
3. Ayudar a los niños a comprender las necesidades de los otros, contándoles historias y
discutiéndolas luego y poniéndoles ejemplos de la vida real. Por ejemplo, si dos niños se
pelean por un camión de juguete y se niegan a compartirlo, la profesora debe hacerles
ver que ambos lo quieren y que ambos se entristecen si no pueden jugar con él; como la
profesora quiere ser justa con los dos guardará el camión hasta el día siguiente, en que
podrán volver a intentar resolver el problema.
Otro ejemplo trata que un niño tiene un montón de plastilina y de otro que quiere jugar
con él. Hay que ayudar al niño que tiene la plastilina a darse cuenta de que el otro niño
también quiere jugar y de que no tiene plastilina para hacerlo. El maestro puede intentar
ayudar a que el primer niño “sienta” que si él no tuviera plastilina estaría muy triste,
pero que si el otro niño compartiera la suya con él se pondría muy contento.
4. La representación de papeles es un buen método para ayudar al niño a comprender
los sentimientos de los demás y a aprender a compartir. Una técnica de probados
resultados es colocar dos niños delante del grupo, dándole a uno los juguetes y al otro
ninguno. El profesor cuenta a los niños que el que no tiene ningún juguete ha ido,
precisamente a jugar a casa del otro niño, pero que o tiene juguetes, y que, sin embargo,
el otro niño tiene dos. El maestro pregunta al niño que tiene los juguetes qué haría. En
todos los casos el niño da uno de sus juguetes al otro. Entonces la maestra dice muchas
cosas que refuercen al niño como: ¿A qué es estupendo compartir? Has hecho muy bien
en prestar a tu amigo uno de los juguetes. Es estupendo ser amigo tuyo. Los dos niños se
ponen entonces muy contentos.
Luego, todos los niños del grupo, de dos en dos, hacen lo mismo. El maestro no debe
indicar a los niños lo que tendrían que hacer, sino que debe dejar que lo descubran por sí
mismos. Al ver que otros niños comparten los juguetes y se les elogia por hacerlo, el
niño aprenderá que compartir lo que se tiene es bueno.
Algunos niños harán lo contrario de lo que se espera para obtener el objetivo propuesto.
La maestra debe tener cuidado y no prestar demasiada atención a estas respuestas. Puede
decir algo parecido a: Veo que has elegido una forma diferente de tratar el problema. No
debe añadir nada más. A continuación dará a otros niños la oportunidad de actuar.
Los padres y educadores que sirven de modelo a los niños, compartiendo en vez de ser
egoístas, tienen más posibilidades de ser influyentes a la hora de ayudarles a desarrollar
este tipo de conducta. El respeto es esencial en el modelado de una conducta. El adulto
tiene que respetar al niño y esperar que éste le respete a él. El adulto que comparte y da
cosas esperando algo a cambio no enseña al niño a compartir, sino a ser egoísta.
Se espera que el niño se identifique con los personajes del cuento y, de esto modo, va a
sentir las emociones.
Las emociones se proyectan frente a sus contrarios, con objeto de ayudar al niño a
identificar las distintas emociones y a comprender tanto la emoción como su contrario.
Algunos cuentos se refieren a animales, con el fin de procurar variedad y fomentar el
interés. De hecho, muchos adultos todavía se identifican con el amigo de su niñez,
Bambi. Al final de cada narración se presentan ejercicios para el educador o padre para
ayudar al niño a profundizar su comprensión de la emoción y de las formas en que
puede comportarse al responder a las emociones.
Varios son los objetivos del proceso de educación emocional que deseamos que cada
niño alcance a través y por medio de estas narraciones:
EL GRAN DESFILE
Pepe era feliz por ir a ver el gran desfile.
Le gustaba oír la música, cuando muchachos y muchachas marchaban calle abajo con
sus hermosos uniformes nuevos. Le gustaba ver caballos haciendo cabriolas da acá para
allá, montados por vaqueros y chicas, carrozas con lindas chicas haciendo ademanes a
todo el mundo y payasos viniendo calle abajo, haciendo un ruido terrible, con graznidos,
con sus trompetas y lanzando confites a todos los niños. De pronto los vio. Un payaso
con una gran nariz coloreada, pantalones listados y GRANDES pies, tiró unos grandes
caramelos cerca de los pies de Pepe .*¿Me vais a enseñar que cara puso Pepe cuando
vio que los payasos lanzaban confites? Pondría unos ojos grandes, ¿no? Tenía una
gran sonrisa en la cara. Quizás os gustaría miraros al espejo y enseñaros a vosotros
mismos cómo pareceríais si estuvierais sintiendo lo que sentía Pepe: Él estaba tan
contento y feliz, ¿verdad? Así es como yo parecería. ¡Miradme la cara!
Los niños corrían, tan aprisa como podían, a coger los caramelos. Pepe cogió unos
cuantos caramelos grandes antes de que se acabaran. ¡Estaba tan contento! Se volvió
para enseñar a su mamá y a su papá todos los caramelos que había cogido , cuando, de
pronto, se dio cuenta de un niño más pequeño que no había podido coger ningún
caramelo. ¿Qué cara pensáis que pondría? ¿Pondría unos grandes ojos y tendría una
sonrisa en la cara? No, de ninguna manera. ¿Me enseñaríais que cara pondría
probablemente? Esto está bien. Se sentía triste y desilusionado . Así es como yo me
sentiría. Mirad mi cara. Los niños mayores habían cogido todos los caramelos antes de
que él tuviera oportunidad de coger. ¿Que pensáis Que hizo Pepe? ¿Qué haríais
vosotros? ¿Pensáis que dijo:<<pobre niño. Se ha quedado sin ningún caramelo>> y se
volvió a sus padres? No, no lo hizo. En vez de ser egoísta_ así lo llamamos cuando no
queremos compartir con otros; cuando no queremos ayudar a otra persona a ser feliz,
lo llamamos <<egoísta>>_ , ¿Sabéis qué hizo? Tomando un puñado de caramelos dijo
al niño:<<Mira, tengo caramelos, cantidad de ellos. ¿Quieres algunos?. Y ahora, ¿Cómo
pensáis que se sintió el otro muchachito? Esto está bien. Ahora su cara tenía una
sonrisa también y él estaba muy contento. ¿Cómo pensáis que se sentía Pepe? ¿Me
podríais mostrar en vuestros rostros y mostrar a vosotros mismos en el espejo como
pensáis que se sentía Pepe cuando estaba compartiendo? Hace que nos sintamos
alegres y entusiasmados por encima de todo cuando compartimos. Pepe se portó como
un gran chico aquel día, al dar caramelos de los suyos a un muchacho que no conocía.
¿Habéis tenido alguna vez ocasión de compartir? ¿Queréis hablarme de ello? ¿Cómo
os sentisteis cuando compartisteis?
¿Habéis deseado alguna vez que alguien compartiera con vosotros? ¿Cómo os
sentisteis cuando lo hizo? ¿Cómo os sentisteis si no lo hicieron?.
*La letra cursiva indica que el material no forma parte del cuento. Más bien, estas secciones contienen pruebas y preguntas para
que el narrador las vaya intercalando . Este debería hacer una pausa, cambiar la expresión de la cara y poner una voz diferente al
leer en alto las palabras en cursiva.
CUENTO 2
¿Qué pensáis que hizo Susy? Podía elegir. Susy podía preferir comerse todos sus
bizcochos, pues las otras niñas tenían comida bastante. Además, no estaban realmente
hambrientas. ¿ Qué clase de sentimiento pensáis que tendría Susy si se comiera todos
los bizcochos y no los compartiera? Los bizcochos hubieran sabido a gloria, ¿no? Pero,
es posible que Susy no estuviera tan contenta como si hubiese compartido con sus
amigas. Generoso es una palabra que decimos de una persona a quien gusta compartir y
que ayuda a los demás. Generoso. ¿Qué hizo Susy? Se volvió a algunas de las otras
niñas y les dijo: "Tengo aquí todo un montón de bizcochos. ¿ Os gustaría probarlos? Y
repartió varios bizcochos, hasta que le quedaron solamente dos para ella. Se comió los
bizcochos, le gustaron mucho y a veces deseó tener más. Pero miró a las otras niñas y
podía decir que a ellas también les gustaban los bizcochos. Le dieron las gracias por
aquellos bizcochos tan buenos que había hecho su madre. ¿Qué clase de sentimiento
pensáis que tenía Susy? Tenía un sentimiento de gran felicidad. Un sentimiento
generoso.
Este cuento se ha incluido para ilustrar cómo el compartir no tiene que realizarse
justamente porque los demás estén necesitados o se vean contrariados. Los niños
pueden aprender a compartir sencillamente porque quieren y no simplemente porque
herirán a otros si no lo hacen. Este cuento puede servir de modo excelente en orden a
desempeñar un papel, especialmente si los niños se encuentran en una situación
preescolar o bien representar una situación en casa, donde se les puede proveer de
golosinas. Al niño que escoja Susy se le pueden dar todas las golosinas en una bolsa,
mientras los demás niños fingen estar comiendo su almuerzo. Pueden fingir estar
sorprendidos y felices cuando Susy comparte con ellos. El adulto que hace de guía
puede luego preguntar a cada niño cómo se siente, ayudando así otra vez a los niños a
denominar sus sentimientos.
CUENTO 4
¿Podéis ahora imaginar qué cara pondría Nin? Enseñádmelo. Tenía una gran sonrisa y
estaba agradecido. Y dijo: "Gracias, Cumi. Muchas gracias por compartir conmigo".
¿Qué clase de sentimiento pensáis que Cumi tenía? Un sentimiento de entusiasmo, feliz,
dentro de sí, porque fue generosa. Nos produce un sentimiento bueno cuando ayudamos
a otros y cuando compartimos con ellos. Somos generosos. Cumi fue valiente. No sabía
si tendría bastante comida; sin embargo compartió con Nin.
Casi todos los días, a lo largo del invierno, Nin iría a hacer una visita a Cumi y comerían
juntos algunas semillas y nuececitas. No comían demasiadas, sin embargo. Y después de
comer, jugarían y parlotearían en la nieve.
Chía los vigilaría mientras reían y jugaban y diría: "También me gustaría divertirme
un poco, pero no puedo. Alguien podría robarme la comida mientras estoy fuera y luego
no tendría nada para comer". Así es como también se siente una persona egoísta. Siente
que no se atreve a divertirse de ninguna manera, porque quizás iba a perder alguna de
las cosas que tiene. Así, a lo largo de todo el invierno, estuvo Chía observando cómo
Nin y Cumi jugaban en la nieve, mientras ella vigilaba su comida.
Cuando llegó la primavera, había todavía comida en las madrigueras. De hecho, Chía
tenía demasiada comida. La había hecho durar todo el invierno, pero fue un tiempo
infeliz. Y ahora estaba tan contenta de ver la primavera. También Nin y Cumi eran
felices de ver la primavera. Sin embargo, las cosas eran distintas para ellos. Se habían
divertido tanto jugando juntos durante el invierno que incluso difícilmente se habían
dado cuenta de que el tiempo pasaba.
¿Qué sucedió a Nin? ¿Qué sucedió a Chía? ¿ Pensáis que Nin aprendió la lección?
¿Qué nos sucede cuando actuamos de modo egoísta? ¿Cómo nos sentimos cuando
estamos dispuestos a compartir?