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El Colegio de Michoacán
401.41 Pérez Martínez, Herón
PER-e En pos del signo: introducción a la semiótica/Herón Pérez
Martínez-Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacán, 1995.
324.; 23 cm.
ISBN: 968-6959-23-8
1. Semiótica
2. Signos y símbolos
I. Título
ISBN 968-6959-23-8
A Rebeca, Gustavo Herón, Alejandro Iván y Myriam Rebeca
ÍNDICE
A guisa de prólogo 13
Este libro 13
En la cultura todo es significativo 14
Las deudas de gratitud 17
Introducción 19
Los usos del vocablo “semiótica” 19
El origen del término “semiótica” 24
¿Semiótica o semiología? 27
Semiótica vs semántica 28
Hay varias semióticas 30
I. La presemiótica griega 39
Bibliografía 305
Diccionarios 305
Obras generales 306
Obras auxiliares 307
Teoría del discurso 309
Teoría de la recepción 311
Lingüística 312
Lingüística aplicada: la traducción 315
Retórica 315
Estilística 316
Crítica literaria 317
Teoría literaria 319
Literatura comparada 320
Lexicología 320
Semiótica 321
Hermenéutica 324
A GUISA DE PRÓLOGO
E ste libro
13
En pos del signo
E n l a c u l t u r a t o d o e s s ig n if ic a t iv o
14
A GUISA DE PRÓLOGO
1. Paul Ricoeur, Entre Herméneutique et sémiotique, Nouveaux actes sémiotiques, Limoges, PULIM,
1990.
15
En pos del signo
16
A GUISA DE PRÓLOGO
L a s d e u d a s de gratitud
En un libro como En pos del signo son muchas las deudas de gratitud
contraídas: el libro se gestó desde los antiguos cursos de semiótica
impartidos a principios de la década pasada en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León y vino a tomar forma
en los recientes cursos del Centro de Estudios de las Tradiciones de El
Colegio de Michoacán: en ese trayecto hubo muchos interlocutores hoy
acreedores de este libro a quienes va, en primer lugar, mi gratitud: sus
sugerencias, bibliografías y comentarios surgidos en el penoso crisol del
aula cotidiana tuvieron a bien calarlo y enriquecerlo con su pausada
reflexión, con sus espectativas, sus observaciones y su paciencia, vaya a
todos ellos este libro un poco más afinado y con un poco menos de vacíos
sin colmar. Agradezco al Departamento de Publicaciones de El Colegio
de Michoacán, especialmente a Jaime Domínguez y a Rosa María Manzo,
la capaz dedicación y el generoso empeño que pusieron en la conforma
ción de este libro. Mecenas de En pos del signo es Agustín Jacinto, actual
coordinador del Centro de Estudios de las Tradiciones quien, además de
contribuir en especie con varios documentos bibliográficos, no dejó de
insistir en su publicación. A él va dedicado con mi especial gratitud. Ahí
va, pues, lector benévolo, convertido en libro de verdad. Queda en tus
manos.
17
INTRODUCCIÓN
19
En pos del signo
1. Se trata de Signs, Language and Behavior, New York, Prentice-Hall, 1946, del que circula la traducción
que al español hace J. Rovira Armengol titulada, precisamente, Signos, lenguaje y conducta, B. Aires,
Ed. Losada, 1962.
2. U. Eco, El signo, p. 17. En adelante las referencias bibliográficas se harán de acuerdo con la bibliografía
arriba incluida, a no ser que se diga otra cosa. Véase la lista de definiciones que recoge F. Casetti en su
Introducción a la semiótica, Barcelona, Ed. Fontanella, 1980, pp. 21 y s.
20
Introducción
3. Para los presupuestos teóricos de este análisis puede verse, Grupo de Entrevernes, Análisis semiótico de
los textos, Madrid, Cristiandad, 1982.
21
En pos del signo
22
I ntroducción
El proceso en el cual alguna cosa funciona como signo puede llamarse semiosis.
Se lia considerado comúnmente, en una tradición que se remonta a los griegos,
que este proceso supone tres (o cuatro) factores: aquello que actúa como un signo,
aquello a que se refiere el signo, y el efecto en un intérprete. Estos tres componen
tes de la semiosis pueden llamarse, respectivamente, el vehículo señal, el designatum
y el interpretante; el intérprete puede incluirse como cuarto factor. Estos factores
hacen explícitos los factores sobreentendidos cuando en el habla común se dice
que un signo indica algo a alguien.7
23
En pos del signo
Para Umberto Eco, en fin, dado que la semiótica “es una técnica de
investigación que explica de manera bastante exacta como funcionan la
comunicación y la significación” .9 “Hacer semiótica”, por tanto, consis
te en explicar con precisión “cómo funcionan la comunicación y la
significación”. Aunque la comunicación es un proceso subordinado a la
significación, en Eco “hacer semiótica” parece tener un doble corpus de
hechos: unos, los de la comunicación, que se interesan en los signos; y
otros, los de la significación, interesados en los códigos.
He aquí, como punto de partida, algunas de las diferentes maneras de
entender en la actualidad no sólo el vocablo “semiótica” sino la práctica
de la disciplina que lleva ese nombre y que aquí nos interesa.
El o r ig e n d e l t é r m in o “ sem ió t ic a ”
9. U. Eco, El signo, p. 17. En adelante las referencias bibliográficas se harán de acuerdo con la bibliografía
arriba incluida, a no ser que se diga otra cosa.
24
Introducción
25
En pos del signo
13. Walter Bauer, Wórterbuch zum neuen Testament, Berlín, Editorial Alfred Topelmann, 1958, ad loe.
14. Paus. 1.32.2.
26
Introducción
¿S e m ió t ic a o s e m io l o g ía ?
15. “El pensamiento semiótico de Roman Jakobson”, en Revista mexicana de ciencias políticas y sociales.
Literatura y sociedad, México, UNAM, Núm. 102, Año XXVI, octubre-diciembre 1980, p. 214.
16. Milano, Feltrinelli, 1975.
27
En pos del signo
S emiótica vs semántica
28
I ntroducción
fue dar un esbozo general, bosquejar una división general y, por así decirlo, un
plano provisional de un dominio que no ha sido estudiado hasta ahora y que
resultará del trabajo de muchas generaciones de lingüistas. En consecuencia, se
ruega al lector que considere este libro como una simple introducción a la ciencia
que propongo se llame semántica.19
En esta segunda parte, me propongo, dice Breal, investigar por qué las palabras,
una vez creadas y dotadas de cierto significado, lo amplían o lo contraen, lo
trasladan de un grupo de Ideas a otro, elevan o rebajan su valor, en una palabra:
producen cambios. Esta segunda parte es la que constituye la semántica, es decir,
la ciencia del significado.21
29
En pos del signo
H ay varias semióticas
22. Berruto, Op. cit., p. 15. Berruto dice “semiología”, no “semiótica”. Empero, por las razones que dimos
arriba sobre las relaciones entre semiótica y semiología, y porque la mitad de los autores de que habla
han dado el nombre de semiótica a la disciplina, hemos substituido en la cita semiología por semiótica.
30
Introducción
31
En pos del signo
32
Introducción
33
En pos del signo
34
I ntroducción
35
PRIMERA PARTE
El interés por estudiar los signos es tan viejo como la humanidad. El ser
humano, por su constitución misma, ha sido siempre un productor,
consumidor e intérprete nato de signos. La civilización no es más que un
magno sistema de signos. Cuando crea sistemas para interpretar el
significado de la nube, de la lluvia, del relámpago o del trueno tanto como
cuando crea sofisticados rituales como mecanismo para conjurar las
fuerzas de la naturaleza que no entiende, sueña con una ciencia como la
que soñó Ferdinand de Saussure y creó Charles Sanders Peirce.
El nombre “semiótica” 1 fue ya utilizado en medicina por Galeno
(129-199) para designar la ciencia de los síntomas. Sin embargo, aunque
sin emplear el nombre de semiótica, la tradición de una disciplina que se
ocupa del complejo fenómeno de la significación en sus diferentes moda
lidades se remonta a los estoicos fundados por Zenón (c. 300 a. de C.)
quienes, si bien en cuestiones de filosofía y retórica fueron tras las huellas
de Aristóteles, hicieron su propio camino y crearon sus propios métodos
y doctrinas. La reflexión sobre el lenguaje, pues, ocupó un lugar impor
tante en el sistema estoico y puede resumirse en estas tres citas:
39
E n pos del signo
Se trata, como se ve, de una teoría del signo lingüístico muy moderna.
No han faltado quienes se admiran de la coincidencia terminológica entre
los estoicos y De Saussure; habría que decir que estas teorías forman
parte de una vieja reflexión semiótica que tuvo lugar hacia el siglo IV
antes de Cristo. Los estoicos, pues, describen con exactitud el proceso
semiótico que tiene lugar en un acto de habla: el semainon , el signo
propiamente dicho, es un entidad física; el semainomenon, el significado,
es, en cambio, lo que el signo dice y no representa una entidad física; el
tynjánon , en cambio, es el objeto al cual se refiere el signo, obviamente se
trata, aquí sí, ya de una entidad física, ya de un acontecimiento, ya de una
acción.
40
La presemiótica griega
interpretante (Peirce)
referencia (Odgen-Richards)
sentido (Frege)
intención (Carnap)
designatum (Morris, 1938)
significatum (Morris, 1946)
concepto (Saussure)
connotación, connotatum (Stuart Mill)
imagen mental (Saussure, Peirce)
contenido (Hjelmslev)
estado de conciencia (Buyssens)
41
En pos del signo
42
La presemiótica griega
Hay, pues, entre los griegos una incipiente teoría semiótica que es
importante si se tiene en cuenta, sobre todo, el naturalismo imperante en
las poderosas culturas del Antiguo Próximo Oriente. El penetrante análi
sis que los estoicos llevan a cabo en la estructura de los procesos de
significación verbal y la identificación y caracterización de la manera de
significar de cada una de las “partes de la oración” permanecerán por
mucho tiempo en las consideraciones lingüísticas. Puede tomarse como
ejemplo Dionisio de Tracia (siglo I a. C.) cuya gramática reproduce en
buena parte de lo dicho por Aristóteles en su Arte poética, sirve de
modelo a las gramáticas latinas y se pasea intacto por la baja edad media.
6. Perí hermeneias, 16a y ss. Puede verse la edición que de los Tratados de lógica de Aristóteles hace
Gredos; para el caso, véase el tomo II, Introducciones, traducciones y notas por Miguel Candel Sanmartín,
Madrid, Gredos, 1988, pp. 35 y ss. La traducción que aquí presentamos, sin embargo, está tomada de
Hans Arens, La lingüística, tomo I, Madrid, Gredos, 1976, pp. 26 y ss.
7. Traducción tomada de Miguel Candel Sanmartín, Op. cit.
8. Eugenio Coseriu, “Significato e designazione in Aristotele”, en Agora. Filosofía e cultura, estracto de
los números 24-25, Japadre Editore L’aquila, 1981, p. 8. La traducción del italiano es mía. En este
artículo, Coseriu demuestra cómo en Aristóteles el verbo semainein es empleado tanto en su acepción de
“sentido” como en la de “significado” que, de esta manera, son para él “modos de significar”.
43
II
EL SIGNO EN LA EDAD MEDIA
San A gustín
45
En pos del signo
46
E l signo en la edad media
Toda instrucción es o bien sobre cosas o bien sobre signos; las cosas, sin embargo,
se aprenden mediante signos. Empleo ahora la palabra “cosa” en un sentido
estricto para significar lo que jamás es empleado como signo de alguna otra cosa
[...] [Pone una serie de ejemplos de cosas bíblicas significativas] [...] Por el hecho
de que son objetos son también signo de otras cosas. Son signos de otra cosa
aquellos que no son empleados sino como signos: por ejemplo las palabras. Nadie
usa las palabras sino como signo de alguna cosa. De aquí se puede entender lo que
yo llamo signos: aquellas cosas que por convención son usadas para indicar algo
más. De acuerdo con ésto, todo signo es también una cosa; aquello que no es una
cosa, simplemente no es nada. No cualquier cosa, sin embargo, es necesariamente
un signo [...].
La teoría del signo formulada por San Agustín en esta obra, sin
embargo, está más desarrollada en los libros II y III de esta obra, como se
ha dicho. Es importante, por ejemplo, el capítulo I del libro II, que trata
de la naturaleza y variedad de los signos. Este capítulo es, de hecho, un
pequeño tratado de semiótica dado que su propósito es dar cuenta de las
principales formas de semiosis. El segundo capítulo de este mismo libro
II, en cambio, trata del funcionamiento de los signos convencionales a
que se refiere el tratado: o sea de los signos contenidos en la Biblia. El
capítulo tercero desarrolla la tesis de que entre los signos la palabra
ocupa el lugar principal: el asunto, pues, es el signo lingüístico. El cuarto,
en fin, es una pequeña historia de la escritura. Los siguientes 38 capítulos
constituyen un verdadero tratado de hermenéutica bíblica que se prolon
ga en el libro III cuyo capítulo 9, sin embargo, regresa sobre el imperio de
los signos dentro de la cultura cristiana.
47
En pos del signo
Un signo es algo que, además de la impresión que hace a los sentidos, suscita en la
mente alguna otra cosa. Por ejemplo, al encontramos ante una huella pensamos
que ha pasado una fiera que la ha dejado; por el humo sabemos que debe haber
fuego; con sólo oir la voz de un criado, nos damos cuenta de su estado de ánimo;
por el clangor de la trompeta saben los soldados si deben avanzar, retroceder o
hacer cualquier otra cosa que exija el combate.
Unos signos son naturales, otros son deliberadamente arbitrarios (data). Los
signos naturales son aquellos que, sin propósito o intención de significar nada
exterior a ellos, permiten conjeturar alguna otra cosa [...].
Los signos conscientemente dados son aquellos que todos los hombres se hacen
para, en la medida de lo posible, mostrar todo lo que les sucede: lo que sienten y lo
que piensan. Nosotros no tenemos ningún otro motivo para significar, ésto es,
para ofrecer señales, que el de dar a conocer y transfundir al espíritu de otro
aquello que se mueve en el espíritu del que hace el signo [...].
De los signos con que los hombres se comunican mutuamente sus sentimientos,
algunos se dirigen al sentido de la vista, pero la mayor parte al oído y muy pocos
a los otros sentidos. Con sólo una inclinación de cabeza ofrecemos un signo a
aquel a quien, por medio de esta señal, queremos significar nuestra voluntad.
Algunos expresan por medio de los movimientos de sus manos la mayoría de sus
vivencias. Los actores, mediante el juego de todos sus miembros, hacen signos a
los espectadores y hablan, por así decirlo, a sus ojos. Los estandartes y enseñas
militares permiten a los ojos distinguir a los caudillos. Todos estos signos son
visibles. Pero los que se dirigen al oído son, como hemos dicho, los más numero
sos, principalmente en palabras. Es verdad que las trompetas, flautas y cítaras a
menudo no sólo emiten tonos agradables, sino también expresivos, pero todos
estos signos, comparados con las palabras, son muy pocos. O sea, que las palabras
han conquistado entre los hombres la primacía para la designación de todos los
procesos síquicos que desean expresar [...] La gran cantidad de signos con que los
hombres comunican sus pensamientos consisten en palabras. Todos los otros
signos, de que brevemente hemos hablado, he podido exponerlos con palabras,
pero en cambio yo no hubiera podido expresar las palabras con aquellos signos.
Pero estos signos, tan pronto como han agitado el aire, se extinguen y no duran
más tiempo del que dura el sonido, se han creado signos para las palabras por
medio de letras. De esta manera, los signos de la lengua se muestran a los ojos no
por sí mismos, sino por medio de los signos que están subordinados a ellos.4
48
El signo en la edad media
5. En T. Todorov, Op. cit., p. 50. El lector podrá encontrar un excelente comentario a la semiótica
agustiniana en esta obra, pp. 41-71.
6. La búsqueda de la lengua perfecta , Barcelona, Grijalbo-Mondadori, 1994.
49
En pos del signo
50
El signo en la edad media
7. Es harina de otro costal mostrar aquí la inestabilidad del texto hebreo de la Biblia. Al lector le pueden
bastar las muchas y grandes diferencias que hay entre nuestro actual texto masorético y el texto de que se
sirvieron los traductores de los LXX: las variantes, como los manuscritos de Qum-Ram lo han mostrado,
no se deben todas a la arbitrariedad de los traductores. Lo mismo se diga de las diferencias entre el Texto
Masorético y el Pentateuco Samaritano.
8. Los sóferim son los escribas o doctores de la ley de que se habla en el evangelio. El vocablo sóferim
viene del verbo hebreo safar que significa contar. Esta institución de estudiosos de la Biblia parece haber
nacido en plena embestida helenista a mediados del siglo II antes de nuestra era. Frente a otros grupos de
poder como los sacerdotes o la nobleza laica, los escribas tienen en el saber la fuente de su poder.
Cuando el año 70 es destruida Jerusalén, los escribas concentran su fuerza en el estudio de las escrituras.
A ellos se remonta la escuela tiberiense de que se hablará más adelante.
9. Torah es el nombre hebreo con que se designa a la ley judía. Normalmente se hace remontar a Moisés
aunque en realidad sea muy posterior a él y se la distingue de los profetas. En general, la Torah se
identifica con los cinco primeros libros de la Biblia conocidos con el nombre de Pentateuco. El segundo
lugar lo ocupan los profetas: de allí la expresión evangélica “la ley y los profetas”. Viene en último
lugar los otros escritos, los ketubim. Sin embargo, a los escritos fuera del Pentateuco eran tenidos como
agregados a la Torah. De hecho, el Talmud los llama dibrey kabbalah : “las palabras de la tradición”.
51
En pos del signo
10. El lector interesado en esto, puede consultar la Biblia hebraica editada por Rudolk Kittel, Stuttgart,
Würtembergische Bibelanstalt.
52
El signo en la edad media
53
En pos del signo
54
El signo en la edad media
11. Para todo esto, puede verse Roger Le Déaut, Introduction á la littérature targumique, Roma, Pontificio
Instituto Bíblico, 1966; Manuel de Tuya / José Salguero, Introducción a la Biblia , 2 tomos, Madrid,
BAC, 1967; Guillermo Fraile, Historia de la filosofía , Madrid, BAC, 1986; Steven Runciman, Los
maniqueos de la edad media, México, FCE, breviarios 499, 1989.
55
En pos del signo
LOS MODISTAE
56
El signo en la edad media
En el sistema modístico -dice R o b in s-15 las cosas como seres existentes poseen
propiedades o modos de existencia (modi essendi). La mente aprende las cosas por
medio de los modos de comprensión activa {modi intelligendi activi), a los que
corresponden los modos de comprensión pasiva {modi intelligendi passivi ), las
cualidades de las cosas tal cual son aprendidas por la mente. En el lenguaje la
mente otorga a los sonidos orales (voces) los modos activos de significación {modi
significandi activi) en virtud de los cuales se convierten en palabras {dictiones) y
partes de la oración {partes orationis), y significan las cualidades de las cosas;
estas cualidades son, a su vez, representadas por los modos de significación pasiva
{modi significandi passivi), las cualidades de las cosas significadas por las
palabras.
57
En pos del signo
T om ás de E rfurt
58
El signo en la edad media
Razón del método. Puesto que el entender y el saber dependen, en toda ciencia, del
conocimiento de los principios, como se escribe en el Libro I Sobre la física,10 en
el texto comentado, nosotros, por lo tanto, queriendo tener noticia de la ciencia
gramatical, conviene que insistamos primeramente acerca de los primeros princi
pios, a los cuales pertenecen los modos de significar. Pero, antes que investigue
mos su conocimiento en especial, deben exponerse algunas cosas en general, sin
las cuales es imposible conseguir plena inteligencia de los principios.
18. Esta noticia proviene del códice IV Q9 (del siglo XV) de la Universidad de Bratislava y llega a nosotros
en un artículo publicado en 1922 por el historiador Martín Grabmann en la revista Archivum-
Franciscanum-Historicum (pp. 273-277) bajo el título de De Thoma Erfordiensi, auctore Grammaticae
quae Joanni Duns Scoto adscribitur, speculativae. En la página 276 Grabmann recoge estas palabras
del mencionado códice: De causa efficiente a diversis diversimode asignatur, a quibusdan dicitur
sanctum Thomam fuisse compilatorem hujus notitiae, a quibusdan vero recitatur quod olim fuit
rector quídam solempnis Erfordiea, nominatus Thomas, Artium magister excellentissimus, qui istam
notitiam colligit; sed de isto non est difficcultas, ut Seneca dicit: non te moveat dicentis auctoritas,
sed quid dicatur attendito. Cjr. la edición mencionada de la gramática, p. 10.
19. Se trata del códice Q281 que se encuentra en la Biblioteca de Munich y que contiene dos tratados de
modis significandi atribuido el primero a Pedro de Dacia, siendo el segundo el de Tomás de Erfurt que
concluye con estas palabras: expliciunt modi significandi Thomae grammatici excellenter notabilis
(terminan los modos de significar de Tomás, gramático sumamente notable).
20. Se refiere, obviamente, a la física de Aristóteles (I, 1-5)
59
En pos del signo
CAPÍTULO I
División y descripción del modo de significar
60
El signo en la edad media
CAPÍTULO II
De dónde se origina radicalmente el modo de significar
Primera objeción.- Pero en contra ésto se objeta: que esta voz significativa, ésto es
deidad (deitas), es del género femenino, que es un modo pasivo de significar; sin
embargo, en lo significado esta propiedad no corresponde a la cosa, a la que se
atribuye una propiedad de paciente, de la cual se toma el género femenino.
Segunda objeción.- Así mismo, las privaciones y las ficciones carecen de propie
dades, pues no son entes; y sin embargo, las voces que significan privaciones y
ficciones tienen modos activos de significar, como ceguera, quimera y otras
semejantes.
61
En pos del signo
Solución.- Se ha de decir que ésto no es verdad; más aún, los nombres de las
privaciones, a causa de sus modos activos de significar, designan los modos de
entender las privaciones, que son modos de ser. Acerca de lo cual debe saberse,
que a pesar de que las privaciones no son entes positivamente afuera del alma, sin
embargo son entes positivos en el alma, como se evidencia en el libro IV de la
Metafísica, texto 921 y son entes según el alma; y porque el entenderlos es su ser,
por ésto los modos de entenderlos serán sus modos de ser. De donde los nombres de
las privaciones, por sus modos activos de significar, no serán falsos en una
significación simultánea, pues los modos de entender las privaciones se reducen a
los modos de entender los hábitos (pues la privación no se conoce sino mediante el
hábito), por ésto los modos de ser de las privaciones se reducen a la postre a los
modos de ser de los hábitos.
62
El signo en la edad media
22. Hay excelentes historias de la filosofía como la N . Abbagnano (segunda edición española, tres tomos,
Barcelona, Montaner y Simón, 1978) o la de G. Fraile (BAC).
63
En pos del signo
Voces sunt signa intelectuum, et intellectus sunt rerum similitudines. Et sic patet
quod voces referuntor ad res significandas, mediante conceptione intellectus.
Secundum igitur quod aliquid a nobis intellectu cognosci potest, sic a nobis
potest nominari.
Las palabras son signos de los conceptos y los conceptos son semejanzas de las
cosas. De manera que es evidente que las palabras se refieren, mediante la
concepción del entendimiento, a las cosas que se quiere significar. Por tanto, de la
manera como algo puede ser conocido por nosotros con el entendimiento, así
puede ser nominado.
23. Cfr. H.D. Gardeil, Iniciación a la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Psicología , M éxico, Tradición,
1974.
24. Libro I, cap. I, núm. 2
64
El signo en la edad media
25. Esta es la teoría tomista de la palabra formulada en las Quaestiones disputatae de veritate escritas en
París entre 1256 y 1259. Transcribo la traducción de Arens, Op. cit., p. 63.
26. Colocamos en la “edad media” a Poinsot pese a ser, obviamente, un pensador renacentista por depender
conceptualmente de Tomás de Aquino; con ello, queremos mostrar en qué medida el pensamiento del
aquinatense sobre el signo alcanza en Poinsot su máxima expresión y desarrollo.
27. Introducción, traducción y notas de Mauricio Beuchot, M éxico, UNAM , 1989. Desgraciadamente la
traducción parece muy apresurada: en todo caso es una traducción muy descuidada y, en algunos casos,
ilegible, como el lector podrá comprobar por sí mismo en los fragmentos que aquí transcribo. En lo
sucesivo, me referiré a esta obra simplemente como De los signos.
28. La traducción que Mauricio Beuchot propone constituye, de hecho, un excelente servicio a la historia de
la semiótica.
65
En pos del signo
La respuesta, en cambio, a esta cuestión es: “la relación del signo natural a su
designado, por la cual se constituye en el ser de signo, es real y no de razón, en
cuanto lo tiene de suyo y por virtud de su fundamento, y suponiendo la existencia
del término y las demás condiciones de la existencia real.”
A esta cuestión Poinsot propone una conclusión en tres partes o, si se quiere, una
triple conclusión. La primera de ellas es: “El objeto en común, en cuanto abstrae
de motivo y terminativo, consiste en que es algo extrínseco de lo cual se toma y
depende la razón intrínseca y la especie de alguna facultad o acto; y ésto se reduce
al género de la causa formal extrínseca que no causa la existencia, sino la
especificación.” La segunda conclusión, en cambio, dice: “en el objeto motivo,
66
El signo en la edad media
La única conclusión que saca es: “el significar o representar de ningún modo se
da manera efectiva por el signo, ni el significar -hablando formalmente- es
efectuar.”
VI. -Si en los brutos y en los sentidos externos hay verdadera razón de signo
67
En pos del signo
Pues, en primer lugar, ni toda imagen es signo, ni todo signo es imagen. En efecto,
la imagen puede ser de la misma naturaleza que todo aquello de lo que es imagen,
como el hijo y el padre, aun en la divinidad, y, sin embargo, no es signo de él.
También muchos signos no son imágenes, como el humo con respecto al fuego, el
gemido en relación al dolor. Luego la razón de la imagen consiste en que proceda
de otro como de un principio y a semejanza suya [,..].'33
68
El signo en la edad media
La conclusión es:
Como se puede ver, Poinsot establece dos divisiones del signo: por
una parte, divide al signo en signo formal y signo instrumental; por otra,
en signo natural, signo convencional y signo consuetudinario en el seno
de la teoría escolástica del conocimiento. Desde su punto de vista, esta
teoría semiótica establece al signo lingüístico como paradigma de todo
signo.
69
En pos del signo
G uillermo de O ccam
35. Remitimos al lector a los excelentes estudios monográficos ya existentes sobre el ocamense: N. Abbagnano,
Guillermo de Ockham, M éxico, Jus, 1941; L. Baudry, Guillermo de Occam. Su vida, sus obras, sus
ideas sociales y políticas, Buenos Aires, Emecé, 1946; G. Canella, El nominalismo de Guillermo de
Occam, Córdoba, Universidad, 1962; Teodoro de Andrés, El nominalismo de Guillermo de Ockham
como filosofía del lenguaje, Madrid, Gredos, 1969; C. Giacón, Guillermo de Occam. Ensayo histórico
crítico sobre la formación y la decadencia de la escolástica, 2 volúmenes, Santiago de Chile,
Universidad, 1961; R. Guelluy, Filosofía y Teología de Guillermo de Ockham , Buenos Aires, Kraft,
1948; E. A. Moody, La lógica de Guillermo de Occam , Buenos Aires, Columba, 1947; S. Rábade
Romeo, Guillermo de Occam y la filosofía del siglo XIV, Madrid, BAC, 1966; Paul Vignaux, El
pensamiento en la edad media, cuarta reimpresión de la primera edición, México, FCE, 1983.
36. N. Abbagnano, Historia de la filosofía, Vol. I, Barcelona, Montaner y Simón, 1978, p. 533.
70
El signo en la edad media
Muy comúnmente se toma como “significar” cuando algo implica otra cosa ya de
manera principal, ya secundaria, ya en recto, ya en oblicuo, ya sea que equivalga
a entender, ya sea que lo connote, ya que lo signifique de cualquier manera [...]
afirmativa o negativamente.38
En cuanto a lo primero, digo que la imagen se entiende de tres maneras: según una
manera muy estricta de entender, una imagen es una substancia formada por el
artífice a semejanza de otra a partir de algunos rasgos accidentales de la misma
37. Est sciendum quod signum dupliciter accipilur: uno modo pro omni illo quod aprehensum alíquid
aliud in cognitionem facit venire, quamvis non facial mentem venire in primam cognitionem eius,
sicul alibi ostensum est, sed in actualem post habitualem eiusdem.
38. Accipitur significare communissime, quando aliquid importat, sive principaliter, sive secundario, sive in
recto, sive in obliquo, sive det intelligere, sive connotet illud, sive quocumque modo significet [...]
affirmative vel negative.
39. T. de Andrés, Op. cit., p. 78.
71
En pos del signo
índole en que coinciden [...] por lo cual hace que el que conoce la imagen recuerde
esa substancia original [...] según otra manera, se asume en lugar de ella sin
importar si está o no hecha a imitación de otra cosa [...] Una tercera manera de
asumir la imagen: todo producto de otra cosa que según la naturaleza de la
producción es producido como semejante40
40. Circa primum dico quod imago tripliciíer assumitur, uno modo strictissime et sic imago est substancia
formata ab artifice ad similitudinem alterius secundum aliqua accidentia et eiusdem speciei [...]
propter quidfácil cognoscentem venire in recordationem ipsius [...] alio modo accipitur sive fía t ad
imitationem alterius sive non [...] Tertio modo accipitur imago pro omni univoce producto ab alio,
quod secundum rationem productionis producit ut simile.
72
El signo en la edad media
Algunos entes, a más de su entidad propia, son signos de otras cosas y ésto, tanto
naturalmente como por imposición [...] los signos, al mismo tiempo que son
singulares son universales, singulares en su ser, universales por el significado,
ésto es, son aquellos que son signos de muchos. Pues aquello que se define
primariamente según el primer modo es singular, lo singular es universal, ésto es,
un ente singular que es signo [...] De acuerdo con ésto, se enseña que en muchas
proposiciones la cosa no se predica distinguiéndola de su signo, porque los
términos de algunas proposiciones son universales; mas el ser universal no
compete sino a los signos.42
73
Ill
LA SEMIÓTICA RENACENTISTA
75
En pos del signo
76
La semiótica renacentista
human. Dos años más tarde aparece publicada la obra Cogitata et visa de
interpretatione naturae, sive de Inventione rerum et artium. En 1609,
publica De sapientia veterum liber. Es hasta 1623 cuando publica la
primera parte de la Instaurado Magna bajo el significativo nombre De
dignitate et augmentis scientiarum libri Di. La otra parte había apareci
do en 1620 bajo el título de Novem organum scientiarum, sive Indicia
vera de interpretatione naturae et regno hominis. Por las mismas fechas,
entre 1622 y 1623, publica su Historia naturalis et experimentalis ad
condendam philosophiam sive fenómena universi. En 1627 aparecen
tanto su Sylva sylvarum como New Atlantis. El 9 de abril de 1626 muere
en Londres Francis Bacon. En 1653 aparecerán sus Opera posthuma.
De la filosofía de Bacon, sólo nos interesa hacer un breve apunte de
sus ideas semióticas. Bacon propone una reconstrucción de la ciencia
bajo el signo de la inducción. Su oposición a Aristóteles lo lleva a
proponer un nuevo tratado de lógica, un Novum organum en oposición a
su Organon. Bacon concibe al hombre como “servidor e intérprete de la
naturaleza”. En efecto, la ciencia no es más que una magna réplica, un
gran edificio, de la naturaleza cuyas leyes están ocultas al ser humano
pero que van dejando huellas, aquí y allá, que deben ser observadas por
él. En la construcción de esa semiótica, hay una serie de indicios de que el
edificio que se construye, el edificio de la ciencia, corresponde a la
realidad. De esos indicios trata el Novum organum cuyo subtítulo es,
precisamente, indicia vera de interpretatione naturae : indicios verdade
ros de la interpretación de la naturaleza.
Mediante la observación y la experimentación, en efecto, el científico
tiene que ir construyendo, por inducción, una especie de réplica de la
naturaleza, el gran edificio de la ciencia. Para interpretar la naturaleza y
construir el edificio de ella está la nueva lógica, basada en la inducción y
no a la manera de Aristóteles, quien se basaba en el silogismo deductivo y
en un método a priori. En efecto, una vez que se tenga el nuevo método
de la ciencia, habrá que recoger toda clase de datos de la experiencia a fin
de, a partir de ellos, por inducción, construir la enciclopedia del saber,
especie de réplica facsimilar del universo. He aquí, en una breve cita,
cómo Umberto Eco interpreta la semiótica de Bacon:
77
En pos del signo
Los signos, para Bacon, pueden ser de dos tipos: ex congruo (nosotros los
llamaremos icónicos, motivados), como los jeroglíficos, los gestos y los emblemas
que reproducen, de algún modo las propiedades de la cosa significada; o ad
placitum y, por tanto, arbitrarios y convencionales. Sin embargo, un signo
convencional puede ser definido como un “carácter real” si por sí solo puede
referirse no a un sonido equivalente, sino directamente a la cosa o al concepto
correspondiente: “characteres quídam reales, non nominales; qui scilicet nec
literas, nec verba, sed res et not iones exprimunf (De augmentos, VI, 1). En este
sentido son caracteres reales los signos de los chinos, que precisamente represen
tan conceptos sin que, por otra parte, presenten ninguna semejanza con el objeto.
Como podemos observar, Bacon, a diferencia de Kircher, no había advertido el
vago iconismo que contienen los ideogramas chinos, pero esta falta de apreciación
la hallamos también en otros autores.
[...] Para Bacon los ideogramas son signos que se refieren directamente a una
noción sin pasar por la mediación de una lengua verbal: los chinos y los japoneses
hablan distintas lenguas y, por consiguiente, llaman a las cosas con nombres
distintos, pero reconocen los mismos ideogramas y, por tanto, cuando escriben
pueden comprenderse mutuamente [...].
Bacon no piensa en un carácter que proporcione la imagen o revele la naturale
za de la cosa misma; su carácter es un signo convencional que, no obstante, se
refiere a una noción precisa. Su problema es elaborar un alfabeto de nociones
fundamentales: en este sentido, el Abecedarium Novum Naturae, compuesto en
1622, que debía figurar como apéndice a la Historia naturalis et experimental is,
representa un intento de establecer un índice de saber, ajeno al proyecto de una
lengua perfecta. Y sin embargo, para los estudiosos posteriores iba a resultar una
fuente de inspiración el hecho de que, por ejemplo, decidiese asociar letras del
alfabeto griego a un índice de saber, según el cual alpha significaba “denso y
raro”, épsilon “de volatile et fixo”, cuatro épsilon “de naturali et montruoso” y
cuatro omicron “de auditu et sono”.1
37. En su comienzo, tiene nuestro método gran analogía con los procedimientos
de los que defendían la acatalepsia\ pero, en fin de cuentas, hay entre ellos y
nosotros diferencia inmensa y verdadera oposición. Afirman ellos sencillamente
que nada puede saberse; afirmamos nosotros que no puede saberse mucho de lo
que a la naturaleza concierne, con el método actualmente en uso; por ello quitan1
1. Umberto Eco, La búsqueda de la lengua perfecta, Barcelona Grijalbo-Mondadori, 1994, pp. 179 y ss.
78
La s e m i ó t ic a renacentista
38. Los ídolos y las nociones falsas que han invadido ya la inteligencia humana,
echando en ella hondas raíces, ocupan la inteligencia de tal suerte, que la verdad
sólo puede encontrar a ella difícil acceso; y no sólo esto; sino que, obtenido el
acceso, esas falsas nociones concurrirán a la restauración de las ciencias, y
suscitarán a dicha obra obstáculos mil, a menos que, prevenidos los hombres, se
pongan en guardia contra ellos, en los límites de lo posible.
39. Hay cuatro especies de ídolos que llenan el espíritu humano. Para hacerlos
inteligibles, los designamos con los siguientes nombres: la primera especie de
ídolos, es la de los de la tribu; la segunda, los ídolos de la caverna; la tercera, los
ídolos del foro; la cuarta, los ídolos del teatro.
73.- No hay signo más cierto ni de más consideración, que el que deriva de los
resultados.
75. - Hay todavía otro signo que apreciar, si es que conviene el nombre de signo a
lo que más bien debe mirarse como un testimonio, como el más fundado de los
testimonios todos: nos referimos a la propia confesión de los autores universal
mente hoy reconocidos [...] Esperamos, pues, que por este signo se persuadirán
fácilmente los hombres a no arriesgar sus fortunas y sus trabajos en sistemas no
sólo desesperados, sino que también engendradores de la desesperación.
79
En pos del signo
después de haber separado todos los obstáculos que entorpecen su marcha; pero,
sin embargo, mediante nuestros preceptos, el trabajo del espíritu tendrá mayor
facilidad y solidez.
Estamos también muy lejos de afirmar que nada se puede añadir a nuestros
preceptos; más bien al contrario, nosotros, que poseemos la fuerza de la inteligen
cia no en su propia virtud, sino en su intercambio con la realidad, debemos
declarar que el arte de los descubrimientos puede desarrollarse con los descubri
mientos mismos.2
80
La semiótica renacentista
81
En pos del signo
El primero era no recibir jamás por verdadera cosa alguna que no la reconociese
evidentemente como tal [...] El segundo, dividir cada una de las dificultades, que
examinara, en tantas parcelas como fuere posible y fuere requerido para resolver
las. La tercera, conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos
más simples y más fáciles de conocer para subir poco a poco, como por grados,
hasta el conocimiento de los más complejos, incluso suponiendo un orden entre
aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los otros. Y el último, hacer
en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que quedase
seguro de no omitir nada.
82
La semiótica renacentista
Hasta aquí no hemos considerado en la palabra sino lo que tiene de material, y que
es común, al menos en cuanto al sonido, a los hombres y a los papagayos. Nos
queda por examinar lo que tiene ella de espiritual, que constituye una de las
mayores ventajas del hombre por encima de todos los demás animales, y que es
una de las mayores pruebas de la razón. Es el uso que hacemos de ella para
significar nuestros pensamientos, y esta invención maravillosa de componer con
veinticinco o treinta sonidos esa infinita variedad de palabras, que, no teniendo
nada similar en sí a lo que ocurre en nuestro espíritu, no dejan de descubrir a los
demás todo el secreto de él y de hacer entender a los que en él no pueden penetrar,
todo lo que concebimos y todos los diversos movimientos de nuestra alma. (II, c. I)
83
En pos del signo
es, pues, falso que todas nuestras ideas vengan de nuestros sentidos; se puede decir
más bien, por el contrario, que ninguna idea que está en nuestro espíritu tenga sus
orígenes en los sentidos, a no ser ocasionalmente, en lo que los movimientos que
tienen lugar en nuestro cerebro, que es todo lo que pueden hacer nuestros sentidos,
dan la ocasión al alma de formarse ideas diversas de las que se formaría sin eso,
aunque casi siempre estas ideas no tengan ninguna semejanza con lo que se forma
en los sentidos y en el cerebro, y que hay más bien un número muy grande de
ideas, que al no tener absolutamente ninguna imagen corporal, no pueden, sin un
evidente absurdo, ser relacionadas con nuestros sentidos.
84
La semiótica renacentista
de las cosas, y de las ideas de los signos”. Sólo por este capítulo, se
puede decir que la lógica de Port-Royal presenta unas concepciones
semióticas que rebasan el caso particular del sistema semiótico que es la
lengua; intentan, en efecto, una descripción general del signo. He aquí
algunos fragmentos que muestran la naturaleza y estilo de esa reflexión:
Cuando se considera un objeto en sí mismo y en su propio ser, sin fijar la vista del
espíritu en lo que puede él representar, la idea que de ello se tiene es una idea de
cosa, como la idea de la tierra, del sol. Pero cuando no se mira un determinado
objeto sino como representativo de otro, la idea que de él se tiene es una idea de
signo, y ese primer objeto se llama signo. Es así como se miran de ordinario los
mapas y los cuadros. Así, el signo encierra dos ideas: una, de la cosa representati
va; otra, de la cosa representada; y su naturaleza consiste en excitar la segunda por
la primera.
Pueden hacerse diversas divisiones de los signos, nosotros, empero, nos con
tentaremos con tres que son de la más grande utilidad. En primer lugar, hay
signos ciertos, llamados en griego tekméria\ como la respiración es signo de la
vida de los animales. Hay otros signos que sólo son probables y que son llamados
en griego semeia , como la palidez en las mujeres no es sino un signo probable de
embarazo, f Lógica, I, c. IV)
2. Que, puesto que una cosa en un estado no puede ser signo de sí misma en ese
mismo estado, puesto que todo signo exige una distinción entre la cosa represen
tante y la cosa representada, sin embargo es muy posible que una cosa en un cierto
estado, se represente a sí misma en otro estado, como es muy posible que un
hombre en su cuarto, se represente predicando y que así la sola distinción de
estado baste entre la cosa figurante y la cosa figurada: es decir, que una misma
cosa puede ser en un cierto estado cosa figurante, y en otro estado cosa figurada.
85
En pos del signo
3. Que es muy posible que una misma cosa oculte y devele otra cosa, al mismo
tiempo, y que así quienes han dicho nada aparece por lo que lo oculta han
formulado una máxima muy poco sólida. Pues dado que la misma cosa puede ser
al mismo tiempo cosa y signo, puede ocultar como cosa lo que descubre como
signo. Así, la ceniza caliente oculta el fuego en cuanto cosa, y le descubre en
cuanto signo. Así las formas adoptadas por los ángeles, les cubren como cosas y
les descubren como signos. De la misma manera los símbolos eucarísticos,
ocultan el cuerpo de Jesucristo como cosa y lo descubren como símbolo.
La tercera división de los signos es que los hay naturales, que no dependen de la
fantasía de los hombres; como una imagen que aparece en un espejo es un signo
natural de aquel a quien representa; y que hay otros que no son sino de institución
y de establecimiento, ya sea que tengan alguna relación lejana con la cosa
figurada, ya sea que no la tengan en absoluto. Así, las palabras son signos por
convención de los pensamientos, y los caracteres lo son de las palabras. (I, c. IV)
86
La semiótica renacentista
87
En pos del signo
88
La semiótica renacentista
sobre los objetos sensibles: percibir, pensar, dudar, creer, razonar, cono
cer, querer y todas las diferentes acciones de nuestra alma”.
Locke dedica una buena parte de su obra a disertar sobre las diferen
tes clases de ideas. De hecho, más que los lógicos de Port-Royal, Locke
asume una parte de la teoría del conocimiento planteada por la escolásti
ca. Tomás de Aquino, por ejemplo, tiene frases como éstas: cum omnis
cognitio intellectus nostri oriatur a sensu ,4primum principium nostrae
cognitionis est sensus.5 Sin embargo, a diferencia de los lógicos de Port-
Royal, Locke sostiene con firmeza que las ideas, abstraídas de las cosas
por el mencionado procedimiento, son, de algún modo que la semiótica
debe investigar, signos de las cosas, retomando la medieval teoría susten
tada por los modistae.
En efecto, en el último capítulo de Ensayo sobre el entendimiento
humano, al hacer su propuesta de una “división de las ciencias”, las
divide y organiza en tres grandes clases: llama a la primera Physica, a la
segunda Práctica y a la tercera Semeotiké. Locke, por tanto, plantea aquí
un proyecto de semiótica con nombre y todo. En efecto, su proyecto de
una ciencia llamada “semiótica” o “ciencia de los signos” es formulado
en estos términos:
La tercera rama puede llamarse Semeotiké o Doctrina de los signos, y, como las
palabras constituyen la parte más útil, también puede llamarse con suficiente
propiedad Logyké, Lógica. El asunto de esta ciencia consiste en considerar la
naturaleza de los signos de los que se vale la mente para entender las cosas, o para
comunicar sus conocimientos a otros. Porque, como entre las cosas que la mente
contempla no hay ninguna, salvo sí misma, que sea presente para el entendimien
to, es necesario que alguna otra cosa se le presente como signo o representación de
la cosa que considera, y esas son las ideas. Y como la escena de las ideas que
constituye los pensamientos de un hombre, no puede exhibirse de manera inme
diata a la vista de otro hombre, ni guardarse en ninguna parte que no sea la
memoria, que no es un almacén muy seguro, por eso tenemos la necesidad de
signos de nuestra ideas para poder comunicar nuestros pensamientos los unos a
los otros, así como registrarlos en beneficio propio. Los signos que los hombres
han encontrado más convenientes, y, por lo tanto, aquellos de que se valen más
89
En pos del signo
comúnmente son los sonidos articulados. Por eso, la consideración de las ideas y
de las palabras, en cuanto que son grandes instrumentos del conocimiento,
constituye una parte nada despreciable de la contemplación de quienes pretendan
ver en toda su extensión el humano conocimiento. Y si esos instrumentos fueran
objetos de una esmerada ponderación y de un estudio cuidadoso, quizá no
ofrecerían otra clase de lógica y de crítica, distintas a las que nos han sido
familiares hasta ahora.6
90
IV
LAS OTRAS SEMIÓTICAS
DEL SIGLO XVII
1. Publicado en traducción de Leobardo Cornejo Murga en el Núm. 102 de Revista mexicana de ciencias
políticas y sociales dedicado al tema de Literatura y Sociedad, M éxico, UNAM, AÑO XXVI, Nueva
Época, octubre-diciembre de 1980, pp. 213-236.
2. Op. cit., p. 214. Lamentablemente tanto la traducción como la edición misma son muy deficientes.
91
En pos del signo
Modo di filosofare
92
L as otras semióticas del siglo X V II
La e m b l e m á t ic a d e P ic in e l l i
El afán por hacer y usar emblemas estuvo de moda sobre todo el siglo
XVII: la emblemática, en efecto, fue una muestra eximia del interés que
ese siglo tuvo por el signo del que, bajo esa forma, desarrolla una
importante teoría, hoy casi olvidada. Los nombres de los emblematistas
son muchos. El lector los puede ver citados a menudo por uno de ellos el
milanés Filippo Picinelli, autor de Mondo simbólico del que nos ocupare
mos enseguida como paradigma de una práctica semiótica.
El Mondo simbólico de Picinelli es una colección de emblemas cuyas
figuras, a diferencia de los muchos libros de emblemática que prolifera-
ron en Europa sobre todo durante el siglo XVII, están sólo descritas
verbalmente; por ello, el libro tiene más bien la apariencia de un acervo de
lemas comentados en el que, por lo general, la figura o cuerpo del
emblema está reducido al título que preside cada capítulo. La emblemática
es, en su conjunto, una obra de reflexión semiótica que consistía no sólo
en la producción de pequeños sistemas semióticos, los emblemas, sino en
el desarrollo de una teoría semiótica subyacente. A introducir al lector en
este interesante campo, dedicamos las pocas páginas que siguen.
De Filippo Picinelli, el autor de Mondo simbólico, sólo se saben muy
pocas y muy generales cosas: que nació en Milán en 1604, que perteneció
a la orden agustina de los canónigos de San Juan de Letrán desde muy
joven, que se ordenó de sacerdote, que fue doctor en teología; se sabe
que, además, escribió otras obras de las que mencionamos Lumi riflessi,
7. En Frances A Yates, Giordano Bruno y la tradición hermética, Ariel, Barcelona, 1983, pág. 541.
93
En pos del signo
es una composición que consta de una figura y un lema, que además de tener un
significado literal, está destinada a representar alegóricamente un concepto nues
tro particular.8
8. Para el texto del Mundus symbolicus que aquí empleo, me he servido de las traducciones realizadas por
Eloy Gómez en el Centro de Estudios de las Tradiciones de El Colegio de Michoacán y que empezarán a
ser publicadas en breve.
94
L as otras semióticas del siglo XVII
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En pos del signo
96
L as otras semióticas del siglo XVII
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En pos del signo
VEHAR (no guío si no soy guiado) y otros emblemas no defectuosos sino dignos
de alabanza y llenos de belleza.
Un solo cuerpo es suficiente para la estructura de un emblema verdadero, por
ejemplo una torre con este lema OPPUGNATA FORTIOR (más fuerte si es
atacada), una rosa con este epígrafe VIX ORTA FUGIT (apenas nacida desapare
ce); una flecha en el aire con esta leyenda AUT SALIT AUT CADIT (o vuela o
cae); una luna con la inscripción ERRAT INERRANS (errando no yerra) y otros
muchos más. Según el parecer de Aresio, dos figuras dan más gracia y esplendor
al emblema que una sola; porque en ellas más fácilmente se descubren las
acciones y las pasiones significadas. Con este método se pintan dos leones
trenzados en pelea a muerte, con el lema CAEDI QUAM CEDERE (ser muerto
antes que ceder), un heliotropo que recibe el sol de frente, con el lema VERTOR
UT VERTITUR (me vuelvo a donde se vuelve). Unas espinas encorvadas alrede
dor de un arbusto, con el epígrafe PUNGUNT SED PROTEGUNT (pican pero
protejen); una hiedra adosada a un muro con la inscripción AMPLECTENDO
PROSTERNIT (abrazando derriba), y otros muchos.
Por esta razón también se admiten tres figuras en el mismo emblema, con tal
que ayuden a expresar la misma idea. Así se ve un emblema del sol, cuyos rayos
recogidos en un espejo y reflejados encienden la estopa colocada en el lado
opuesto, con el lema E LUCE ARDOR (de la luz el fuego). Un pez llamado
espada, rota la red se escapa y a la vez facilita la libertad de otros peces atrapados
allí mismo, con el lema VICTORIA VICTO (victoria al vencido); un hierro
puesto en la fragua rociado con agua, con el lema ASPERSUM FLAMMESCIT
(mojado se enciende). Una aguja magnética colocada en un mar agitado y fija en
la estrella polar, con la inscripción AGITANT ADVERSA QUIETUM (los
contrarios agitan al quieto) y otros semejantes.
Y para decirlo de una vez, no sólo dos sino cuatro, seis o varios cuerpos deben
admitirse para formar un emblema, cuando el conjunto de ellos no engendra
confusión y todos concurren a un solo fin, en forma tal que con su unión y
concordia admirables, como de un único cuerpo representen una sola acción. Por
ejemplo tenemos el símbolo de la corona real, que colocada sobre el yunque muy
cerca de la fragua, tiene junto a sí martillos, limas, pinzas, etc., con el lema PER
FERRUM ET IGNES (por el hierro y el fuego).
Un cierto gran ingenio observa a este respecto que las personas y almas nobles
deben escoger para sus símbolos figuras que por su naturaleza sean heroicas y
nobles como las estrellas, planetas, montes, rosas, águilas, leones, etc. Por eso
afirma que contra esta regla peca el emblema de un buey que colocado en medio
del altar y el yugo tiene esta inscripción AD UTRUMQUE PARATUS (preparado
para ambas cosas). La persona noble con ese dibujo emblemático parece decir de
sí misma: yo soy un buey. Esta misma crítica merecería cualquier emblema que
tuviera una figura de jabalí o un puerco espín, cuando Claudiano canta del puerco
98
L as otras semióticas del siglo XVII
99
En pos del signo
Contra esta regla -d ice Picinelli- va la imagen de una zorra que lleva este lema
FATO PRUDENTIA MAJOR (más vale prudencia que suerte), una liebre con la
inscripción MALO UNDIQUE CLADES (al que es malo dondequiera le salen
calamidades), un globo terráqueo con este dicho IN PUSILLO NEMO MAGNUS
(nadie es grande en lo pequeño) y cualquier otra figura que lleve una máxima total
y completa.
10. Sobre los requisitos que debe tener un texto para ser refrán véase nuestro Refrán viejo nunca miente,
Op. cit..
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L as otras semióticas del siglo XV II
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En pos del signo
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L as otras semióticas del siglo XVII
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En pos del signo
T om ás H obbes ( 1 5 8 8 - 1 6 7 9 )
12. Tomás Hobbes, Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil, primera
reimpresión de la segunda edición, México, FCE, 1982, p. 307.
13. Op, cit., p. 309.
104
L as otoas semióticas del siglo XVII
La más noble y provechosa invención de todas fue la del lenguaje, que se basa en
nombres o apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de esos elementos
los hombres registran sus pensamientos, los recuerdan cuando han pasado, y los
enuncian uno a otro para mutua utilidad y conversación [...] El uso general del
lenguaje consiste en trasponer nuestros discursos mentales en verbales: o la serie
de nuestros pensamientos en una serie de palabras, y ésto con dos finalidades: una
de ellas es el registro de las consecuencias de nuestros pensamientos, que siendo
aptos para sustraerse de nuestra memoria cuando emprendemos una nueva labor,
pueden ser recordados de nuevo por las palabras con que se distinguen. Así, el
primer uso de los nombres es servir como marcas o notas del recuerdo. Otro uso se
advierte cuando varias personas utilizan las mismas palabras para significar (por
su conexión y orden), una a otra, lo que conciben o piensan de cada materia; y
también lo que desean, temen o promueve en ellos otra pasión. Y para este uso se
denominan signos.'4
La c ie n c ia c o m o s e m io s is
105
E n pos del signo
m.. G uiara© fraile» Hüsmm de M De! slwmmmm a ¡a iim sm ciim , Madrid. BAC 1% 6, pp.
106
V
LA TEORÍA DEL SIGNO EN LOS SIGLOS
XVIII Y XIX
G eorge B erkeley
107
En pos del signo
Observando cómo las ideas se hacen generales, podemos comprender mejor cómo
se generalizan las palabras. De paso, quiero hacer notar que no niego en absoluto
la existencia de ideas generales: lo que no puedo admitir es que existan ideas
generales abstractas [...] Ahora, si tratamos de dar significado a nuestras palabras,
hablando únicamente de lo que podemos concebir, se reconocerá sin dificultad
que una idea, de suyo particular, pasa a ser general cuando se la hace representar
o se la toma en lugar de otras ideas particulares del mismo tipo.
Aclaremos lo dicho con un ejemplo: supóngase que un geómetra quiere
demostrar el método para dividir la línea en dos partes iguales: traza con tinta
negra una línea de una pulgada de longitud. Semejante trazo, que de suyo no es
más que una línea particular, es sin embargo general en cuanto a lo que significa,
pues se la toma para representar todas las líneas particulares, cualesquiera que
sean; y así, lo que se demuestre de aquel, quedará demostrado de todos, o sea, de
la línea general. Y del mismo modo que esa línea particular se convierte en
general al hacerse de ella signo, así también el nombre línea, que tomado en
absoluto es particular, al ser un signo se convierte en general. Y así como la
primera debe su generalidad al hecho de ser signo, no de una línea general y
abstracta sino de todas las líneas rectas particulares que puedan existir, de la
misma manera hay que pensar que el signo o palabra con que designamos el trazo
1. Para todo esto, puede verse George Pitcher, Berkeley, México, FCE, 1983.
2. N. Abbagnano, Op. Cit., tomo 2, p. 310.
108
La teoría del signo en los siglos xvm y xix
D avid H um e
3. G. Berkeley, Principios del conocimiento humano, Madrid, Sarpe, 1985, pp. 43s.
109
En pos del signo
110
La teoría del signo en los siglos xviii y xix
B ernard B olzano
111
E n pos del signo
Este & empieza con una definición bilateral del signo: “Un objeto [...] a través de
cuya concepción deseamos conocer de manera renovada otra concepción conecta
da con aquella en un ser pensante es lo que llamamos signó". Sigue toda una
cadena de conceptos gemelos, algunos de los cuales son muy nuevos, mientras que
otros que remiten a sus fuentes anteriores son especificados y ampliados de
manera novedosa. Los pensamientos semióticos de Bolzano sacan así a luz la
diferencia entre significado ( Bedeutung) de un signo como tal y el sentido (Sinn)
que ese signo adquiere en el contexto de la circunstancia presente, y luego la
diferencia entre el signo producido por el emisor ( Urheber) y percibido por el
receptor que, por otra parte, oscila entre la comprensión y la incomprensión
( Verstehen uns Missverstehen). El autor hace una distinción entre la interpreta
ción pensada y expresada del signo (gedachte und sprachliche Auslegung), entre
signos universales y particulares, entre signos naturales y accidentales ( natürlich
undzufállig), arbitrarios y espontáneos ( willkürlich und unwilkürlich), auditivos y
visuales (hórbar und sichtbar), simples ( einzeln) y compuestos (zuzammengesetzt,
112
La teoría del signo en los siglos xvui y xix
que significa “un todo cuyas partes son a su vez signos”), entre unisémicos y
polisémicos, propios y figurativos, metonímicos y metafóricos, mediatos e inme
diatos; a esta clasificación añade lúcidas notas a pie de página sobre la importante
distinción que debe hacerse entre signos (Zeichen) e indicios (Kennzeichen) que
carecen de emisor, y finalmente sobre otro tema apremiante, la cuestión de la
relación entre la comunicación interpersonal {an andere) e interna {Sprechen mit
sich selbst).9
Ya al final del siglo XIX, Edmund Husserl se ocupó del signo tanto en su
ensayo Zur Logik der Zeichen (Semiotik) que, como observa muy bien
113
En pos del signo
114
SEGUNDA PARTE
PROYECTOS CONTEMPORÁNEOS
DE SEMIÓTICA
VI
CHARLES SANDERS PEIRCE
Y SU PROYECTO DE SEMIÓTICA
117
E n po s d e l s ig n o
2. Véase, por ejemplo, la Historia de la lógica formal de I. M. Bochenski, segunda reimpresión, Madrid,
Gredos, 1985, pp. 14, 19, 20, 24, 26, 28, 119, 282, 284, 285, 286, 294-295, 301, 310, 317, 318, 323,
325, 327, 333, 334, 337, 343, 344, 349, 359, 362, 363-4, 374-5, 390, 392-5, 403, 414, 482, 521, 533.
3. En R. Jakobson, “Ojeada...”, Op. cit., pp. 13 y ss.
4. En Enciclopedia Salvat. Diccionario, tomo 10, Salvat Editores, Barcelona/México, 1976, ad loe.
5. Roman Jakobson, “A la recherche de Vessence du langage', en Diogéne, LI, Paris, p. 346.
118
C harles S anders P eirce
119
E n pos del signo
9. 2 vols., The Belknap Press o f Harvard University, Cambridge, Mass. Existe una traducción al español,
que bajo el título La ciencia de la semiótica , publicó en 1974 la editorial N ueva V isión de Buenos
Aires.
10. “Ojeada al desarrollo de la semiología”, en El marco del lenguaje, Op. cit., p. 13.
120
C harles S anders P eirce
121
En po s d e l s ig n o
sucesivo, y a menudo en otros futuros textos, los signos serán tratados como si
cada uno tuviera únicamente un solo objeto, a fin de disminuir las dificultades del
estudio. Si un signo es distinto de su objeto, debe existir, sea en el pensamiento o
en la expresión, alguna explicación, algún argumento, algún otro contexto, que
muestre cómo -sobre la base de qué esquema, o por qué razones- el signo
representa al objeto o al conjunto de objetos a que se refiere. Ahora bien, entiendo
que el signo y la explicación conjuntamente constituyen otro signo, y dado que la
explicación será un signo, requerirá probablemente una explicación adicional, la
cual, tomada conjuntamente con el signo precedentemente ampliado, constituirá
un signo aún más amplio; y si continuamos suficientemente este proceso, final
mente llegaremos, o deberemos llegar a alcanzar en última instancia un signo de
sí mismo, que contuviera a su propia explicación y la de todas sus partes
significantes; y, de acuerdo con esta explicación, cada una de esas partes tendrá a
alguna otra parte como objeto.
Conforme con ello, cada signo tiene, real o virtualmente, lo que podemos
llamar un precepto de explicación, según el cual el signo debe ser entendido como
una suerte de emanación, por así decirlo, de su objeto. (Si el signo fuera un icono,
un escolástico podría decir que la species del objeto emanada de él encontró su
materia en el icono. Si el signo es un índice, podemos pensarlo como un
fragmento arrancado ai objeto, siendo ambos en su existencia un todo, o una paite
de ese todo. Si el signo es un símbolo, lo podemos pensar como encamando ía
“Varío”, o razón, del objeto., que ha emanado del mismo. Todas estas son, desde
luego, meras figuras del lenguaje; pero el serlo no les impide ser útiles.)
El signo puede solamente representar aí objeto y aludir a éi. No puede, dar
conocimiento o reconocimiento del objeto. Esto es lo que se intenta definir en este
trabajo por objeto de un signo: vale decir, objeto es aquello acerca de lo cual el
signo presupone un conocimiento para que sea posible proveer alguna informa
ción adicional sobre el mismo. No dudamos que habrá lectores que digan que no
pueden aprehender ésto. Ellos pensarán que un signo no necesita estar relaciona
do con algo ya conocido de otra manera y creerán que no tiene ni pies ni cabeza
afirmar que todo signo debe relacionarse con un objeto conocido. Pero si existiera
'“algo” que transmitiera información y. sin embargo, no tuviera ninguna relación
ni referencia respecto de alguna otra cosa acerca de la cual la persona a quien llega
esa información careciera del menor conocimiento, directo o indirecto —y por
cierto que sería esa una muy extraña clase de información- el vehículo de esa
d ase de información no será llamado, en este trabajo un signo.02
O., On. Sanéeos Peiinoe. ím cim em ée b s^iétksju B., Aires, Nueva Visión, II974, pp. 22-24. en F. Casetti,
(Op.. oí... pp.. 324-327..
122
C harles S anders P eirce
123
En pos del signo
entendido bien a este último, consistiría en el efecto de la mente del intérprete que
el emisor del signo se propone producir (en forma verbal o por escrito). Mi
interpretante dinámico consiste en el efecto directo realmente producido por un
signo en su intérprete. En mi opinión, coinciden en el hecho de ser los efectos del
signo sobre la mente de un individuo, o sobre las mentes de varios individuos
reales, por acción independiente sobre cada uno de ellos. Mi interpretante final
sería, en mi opinión, exactamente lo mismo que su “significación”: vale decir, el
efecto que el signo produciría sobre cualquier mente sobre la cual las circunstan
cias permitirían que pudiera ejercer su efecto pleno. Mi interpretante inmediato
es, en mi opinión, un concepto que está cercano, o que coincide con el suyo de
“sentido”, porque pienso que el primero es el efecto total, sin analizar, que se
calcula que el signo ha de producir, o que se espera naturalmente que produzca; y
me he acostumbrado a identificar ésto último con el efecto que el signo produce en
primera instancia o puede producir en una mente, sin detenerme a reflexionar en
esta identificación. No tengo conocimiento de que haya tratado usted de definir
alguna vez su concepto de “sentido”; pero colijo que sería el primer efecto que un
signo tendría sobre una mente apta para aprehenderlo. Dado que usted dice que se
trata de un elemento sensorial y no volitivo, he de suponer que se trata de una
“impresión”. Entonces, a mi entender, sería lo mismo que mi interpretante
inmediato. Usted ha seleccionado palabras del habla vernácula para expresar los
diferentes conceptos, mientras que yo he tratado de evitarlo expresamente y de
elaborar términos ad hoc, que sean adecuados a los propósitos de la ciencia.
Podría describir mi interpretación inmediata como la parte del efecto del signo
que basta para que una persona pueda decir si el signo es o no es aplicable a algo
que esa persona conozca suficientemente.
Mi interpretante, con sus tres clases, es, según creo, algo esencialmente
atingente a cualquier cosa que actúe como un signo. Es bien cierto que los signos*
naturales, así como los síntomas, carecen de emisor y, por lo tanto, no tienen
significado, si ha de entenderse al significado como la intención del emisor. No
me permito hablar aquí de las “intenciones de Dios Todopoderoso”, dado que
cualquiera de sus intenciones se efectiviza. La intención, a mi entender, si bien
puedo estar equivocado, es un intervalo de tiempo que transcurre entre el deseo y
el proceso de arbitrar los medios para que ese deseo se cumpla. Pero, a mi juicio,
el deseo sólo puede pertenecer a una criatura finita.
Sus ideas sobre sentido, significado y significación, en mi opinión, provienen
de la prodigiosa sensibilidad de su percepción, que yo jamás podría igualar; en
cambio, mis tres grados de interpretantes fueron obtenidos razonando, a partir de
la definición de signo, qué tipo de cosa debería ser relevante y, luego, buscándola.
Mi interpretante inmediato está implícito en el hecho de que cada signo debe tener
su interpretabilidad peculiar antes de obtener un intérprete. Mi interpretante
dinámico es aquel que es experimentado en cada acto de interpretación, y en cada
124
C harles S anders P eirce
125
En pos del signo
1.- Cualisignos. 2.- Sinsignos ¡cónicos. 3.- Legisignos icónicos. 4.- Vestigios o
sinsignos índicos remáticos. 5.- Nombres propios, o legisignos índicos Temáticos.
6.- Símbolos remáticos. 7.- Sinsignos dicentes (como un retrato con una leyenda).
8.- Legisignos indicíeos dicentes. 9.- Proposiciones, o símbolos dicentes. 10.-
Razonamientos.18
126
C harles S anders P eirce
C harles M orris
127
En pos del signo
23. Mauricio Beuchot, Op. cí/., pp. 186-188. Puede verse, además, en las páginas 192-205 una sucinta
descripción del contenido de cada una de las partes de Foundations arriba mencionadas.
128
VII
LA SEMIÓTICA SAUSSUREANA
129
En pos del signo
1. Para una información más completa sobre Saussure, puede verse el libro de E. F. Konrad Koerner,
Ferdinand de Saussure, Madrid, Gredos, 1982. Ofrece no sólo una información precisa sobre las
posibles fuentes saussureanas sino sobre los estudios que sobre Saussure se han hecho. Está dotado,
además, de una respetable y bastante actualizada bibliografía. Para este tema, además, citaré la excelente
edición del Curso de lingüística general hecha por Alianza Universidad, Madrid, 1983. No sólo se trata
de una edición crítica, la célebre edición crítica del profesor Tulio De Mauro, sino que además está
dotada de una serie de apéndices y demás que la hacen valiosa.
130
L a semiótica saussureana
2. Citado por Tulio de Mauro, Op, cit., p. 333. En adelante, abreviaré las referencias a esta obra del
profesor De Mauro con las siglas TDM.
3. Para más datos véase K. Koemer, Op. cit., p. 78, nota 3.
131
E n pos del signo
4. TDM:335 y ss.
132
La semiótica saussureana
por Pictet: así, al mismo tiempo que sus lecciones de física y química,
Saussure asiste a clases de filosofía e historia del arte; pero, sobre todo,
sigue ocupándose de lingüística.
Había, por entonces, en la Universidad de Ginebra una cátedra de
“filología” que entre 1869 y 1873 había ocupado un tal Krauss. A partir
de ese 1873 se hace cargo de ella Joseph Wertheimer, teólogo y durante
cincuenta años rabino de Ginebra, que no sabía absolutamente nada de
lingüística.5 Desde luego, Saussure no comete el error de asistir a las
clases que este personaje imparte bajo el título ya de “lingüística compa
rada”. Wertheimer dura, sin embargo, en el cargo hasta 1905 en que será
substituido, precisamente, por Ferdinand de Saussure. En vez de asistir a
las clases de Wertheimer, Saussure toma lecciones privadas de gramática
latina y griega con Luis Morel recién llegado de Leipzig donde había
asistido a las clases de E. Curtius.
Entra así, en contacto, con la escuela neogramática. Al finalizar su
primer año de universidad, Saussure deja, por tanto, sus cursos de
ciencias naturales y se dedica a lo que es su verdadera vocación, la
lingüística. Por un lado, el 13 de mayo de 1876 como miembro de la
Société de Linguistique de París apenas fundada; por otro lado, en el
otoño de 1876 se inscribe en la Universidad de Leipzig para estudiar
lingüística indoeuropea en donde permanece hasta el primer semestre de
1880. Es la época del Saussure neogramático.6 De esta época, en efecto,
son sus trabajos: Le suffixe -T-, Sur une classe de verbes latins en -eo, La
Transformation latine de tt en ss suposse-t-elle un intermedíame st?,
Essais d u n e distinction des differentes a indoeuropéens. Pero, sobre
todo, la célebre Memoire sur le systeme prim itif des voyelles dans les
langues indoeuropéennes, publicada en Leipzig en 1878 y reimpresa en
París en 1887.
La vida en Leipzig, por lo demás, no estuvo libre de intrigas, celos y
complots contra el lingüista suizo.7 El primer profesor alemán con quien
se topó fue el indoeuropeísta Heinrich Hübschmann (1848-1908), quien
5. Cfr. TDM:336.
6- Sugiero al lector interesado en ella que leaaT D M .337 y ss o aKoemer:81 y ss.
7. Véase, sobre todo esto, TDM:338 y ss. y Koemer:82 y ss.
133
En pos del signo
8. TDM:342.
134
L a semiótica saussureana
9. TDM:345.
135
En pos del signo
enseñó durante diez años con un brillo y una autoridad incomparables y, entre
tantos maestros eminentes, fue uno de los más escuchados y más queridos.
Admirábamos en sus lecciones la amplia y sólida información, el método riguro
so, la visión general, que unía al detalle preciso, la elocución, de una claridad, de
una soltura y de una elegancia soberanas. Después de treinta años, me vienen aún
a la memoria como uno de los más grandes placeres intelectuales que yo haya
experimentado en mi vida.101
Y Antoine Meillet:
10. E. Muret, Journal de Genéve, 26 de febrero de 1913, citado por TDM:346 y ss.
11. En TDM: 347.
136
La semiótica saussureana
137
En pos del signo
El pro yecto s a u s s u r e a n o d e s e m ió t ic a
12. Para todo esto véase Koemer, pp. 91 y ss.; y TDM: 353 y ss.
13. Curso , edición TDM: 59.
138
La semiótica saussureana
curso.14 Son muchas las referencias que el Curso hace al signo. Los dos
primeros capítulos de la primera parte, dedicada a explorar los “princi
pios generales”, se ocupan del signo lingüístico. Saussure rechaza el
modelo según el cual la lengua no es una nomenclatura a la que corres
ponde una lista de cosas:
Esta concepción, dice, es criticable por muchos conceptos. Supone ideas comple
tamente hechas preexistentes a las palabras;15 no nos dice si el nombre es de
naturaleza vocal o psíquica, pues arbor puede considerarse en uno y otro aspecto;
por último, hace suponer que el vínculo que une un nombre a una cosa es una
operación muy simple, lo cual está bien lejos de ser verdad. Sin embargo, esta
perspectiva simplista puede acercarnos a la verdad al mostramos que la unidad
lingüística es una cosa doble, hecha con la unión de dos términos.
este acto supone por lo menos dos individuos: es el minimum exigible para que el
circuito sea completo. Sean, pues, dos personas, A y B, en conversación:
El punto de partida del circuito está en el cerebro de uno de ellos, por ejemplo, el
de A, donde los hechos de conciencia, que llamaremos conceptos, se hallan
asociados con las representaciones de los signos lingüísticos o imágenes acústicas
que sirven a su expresión. Supongamos que un concepto dado desencadena en el
cerebro una imagen acústica correspondiente: éste es un fenómeno enteramente
psíquico , seguido a su vez de un proceso fisiológico : el cerebro transmite a los
14. La edición crítica de Tulio de Mauro, con muy buen sentido, divide el texto del Curso, en unidades de
lectura que, usando una terminología propuesta por Barthes para su análisis estructural del relato,
llamaremos lexías. Tienen la misma función que los versículos de la Biblia o las suras del Corán,
aunque las lexías del curso son, en la mayoría de los casos, muchísimo más grandes. El Curso termina
en la lexía 305.
15. Saussure explicará más adelante, en la lexía 224, que el pensamiento de que se constituyen los contenidos
de las palabras, quitada la expresión,
no es más que una masa amorfa e indistinta. Filósofos y lingüistas han estado siempre de acuerdo
en reconocer que, sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera
clara y constante. Considerado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está
necesariamente delimitado. No hay ideas preestablecidas, y nada es distinto antes de la aparición
de la lengua.
139
En pos del signo
140
La semiótica saussureana
últimos términos tienen la ventaja de señalar la oposición que los separa, sea entre
ellos dos, sea del total de que forman parte. En cuanto al término signo, si nos
contentamos con él es porque, no sugiriéndonos la lengua usual cualquier otro, no
sabemos con qué reemplazarlo.16
141
En pos del signo
17 Ferdinand de Saussure, Curso de lingüistica general* Madrid, Alianza Editorial, 1983, pp. 80 y ss.
Lexía 73.
18.. Lexías 139-140.
142
La semiótica saussureana
143
En pos del signo
con los desarrollos a que la disciplina llega con Peirce, sobre todo, hay
que estar de acuerdo con Jakobson en que
El suyo constituye el más sólido esfuerzo por crear una ciencia del
lenguaje sobre las huellas de Saussure. Sin embargo, no es su teoría del
lenguaje en sí lo que nos permite evocarlo sino la ampliación que de ella
hace a sistemas de signos no lingüísticos (cap. XXI) y por su teoría de la
significación.
Hijo de un profesor de matemáticas, tuvo como primer profesor al
comparatista y neogramático Holger Pedersen, quien fue uno de los
primeros en escribir una historia de la lingüística rica en modernas
observaciones. Tras estudiar en Lituania (1921) va a Praga (1923) donde
entra en contacto con los emigrantes del formalismo ruso, en pleno
período de discusión de las famosas tesis del 29. Y de allí a París donde
asiste a las clases del saussureano Antoine Meillet entre 1926 y 1927. En
1937 sucede a Pedersen en la cátedra de lingüística comparada en la
Universidad de Copenhague.
22. Cfr. Robert Godel, Les sources manuscriíes du Cours de la linguistique générale de F. de Saussure,
Génova, Librairie F. Droz, 1957, p. 275.
23. “Ojeada...”, en El Marco del lenguaje , Op. cit., 17.
144
La semiótica saussureana
24. La lingüística del siglo XX, Madrid, Gredos, 1976, pp. 133.
25. Madrid, Gredos, 1975.
26. Pág. 147.
145
En pos del signo
Desde los tiempos de Saussure se sabe, desde el punto de vista lingüístico, que el
lenguaje no puede estudiarse aisladamente. Saussure estimaba necesario, como
base de la lingüística en su sentido más estricto, una disciplina que él bautizó con
146
La semiótica saussureana
el nombre de semiología (de sémeion ‘signo’). De ahí que, en los años que
precedieron a la segunda guerra mundial, tanto la lingüística concreta como
ciertos círculos de orientación lingüística interesados en el estudio de los funda
mentos (especialmente en Checoslovaquia), se esforzaron por estudiar sistemas de
signos distintos de las lenguas -especialmente los trajes regionales, el arte y la
literatura- sobre una base semiológica más general.30
2. Pero entre todas las comparaciones que se podrían imaginar, la más demostra
tiva es la que se hace entre el juego de la lengua y una partida de ajedrez. En
ambos juegos estamos en presencia de un sistema de valores y asistimos a sus
modificaciones. Una partida de ajedrez es como una realización artificial de lo
que la lengua nos presenta en forma natural.
147
En pos del signo
148
La semiótica saussureana
Expresión Contenido
i---------------------------
Expresión
Expresión
Contenido
Contenido
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En pos del signo
148
La semiótica saussureana
Expresión Contenido
i
Expresión
Expresión
Contenido
Contenido
149
En pos del signo
Contenido .
Expresión
Expresión
Contenido
150
VIII
LA SEMIÓTICA RUSA
El f o r m a l is m o ruso
151
En pos del signo
Los comienzos del formalismo ruso lo fueron todo menos espectaculares. Los dos
centros del movimiento -e l Opojaz peterburgués y el Círculo Lingüístico de
M oscú- al principio no eran más que pequeños grupos de discusión, en los que los
jóvenes filólogos intercambiaban sus ideas acerca de los problemas fundamentales
de la teoría literaria en una atmósfera libre de restricciones impuestas por los
cursos académicos oficiales.12
¿Q ué s e p r o p o n ía n ?
152
La semiótica rusa
La e p i s t e m o l o g í a l it e r a r ia d e l o s f o r m a l is t a s r u s o s
153
En pos del signo
154
La semiótica rusa
Víctor Sklovsky.9
9. De la extensa producción de Sklovski, circulan en español con profusión Sobre la prosa literaria,
Barcelona, Planeta, 1971; la Teoría literaria de los formalistas rusos, antología preparada por T.
Todorov, Buenos Aires, Siglo XXI, 1970; La disimilitud de lo similar, Madrid, Alberto Corazón, 1973;
Tynianov, Eikhenbaum, Sklovski, Formalismo y vanguardia. Textos de los formalistas rusos, Madrid,
Alberto Corazón, 1973.
155
En pos del signo
10. Cfr. Víctor Sklovski, “El arte como artificio”, en T. Todorov, Teoría de la literatura de los formalistas
rusos, Op. cit., p. 55. Este artículo ha sido muy difundido entre nosotros. Se le puede encontrar también
en Formalismo y vanguardia, Op. cit., pp. 85 y ss.
11. Sobre la prosa literaria, Op. cit., p. 13.
12. “El arte como procedimiento”, en Formalismo y vanguardia, Op. cit., p. 87.
156
La semiótica rusa
157
En pos del signo
158
L a semiótica rusa
La obra de arte es percibida en relación con las demás obras artísticas y con la
ayuda de las asociaciones que se establecen con ellas... No es sólo el pastiche: toda
obra de arte se crea por paralelismo y por oposición con un modelo determinado.
La nueva forma no aparece para expresar un nuevo contenido, sino para reempla
zar a la forma antigua que ha perdido ya su carácter estético.21
18. Véase en Formalismo y vanguardia, Op. cit., en el artículo de Eikhenbaum la nota 4 de la p. 41).
19. Recuérdese aquí la posición asumida por Platón en Cratilo y repetida, a principios de siglo, por Benjamín
Lee Whorf.
20. En Eikhenbaum, Formalismo y vanguardia, p. 40.
21. Eikhenbaum, Formalismo..., Op. cit., p. 52.
159
En pos del signo
B. M. Eikhenbaum (1886-1959)
22. Cfr. T. Todorov, Teoría de la literatura de los formalistas rusos, Op. cit., pp. 147 y ss.
160
La semiótica rusa
Eikhenbaum es, con Jakobson, uno de los que más tiempo tendrían para
reflexionar sobre lo que ellos llamaron el “método formal”. El método
formal, dice al respecto, no resulta de la constitución de un sistema
metodológico particular sino de los esfuerzos para la creación de una
ciencia autónoma y concreta. El asunto principal para los formalistas,
dice, no era pues cuestión de método sino de la literatura como objeto de
estudio. Eikhenbaum traza con detalle el desarrollo histórico de la postu
ra metodológica de los formalistas en su célebre artículo “La teoría del
método formal” de donde tomamos, a guisa de ejemplo, este fragmento:
161
En pos del signo
olvidar que cada uno de esos objetos pertenecen respectivamente a una ciencia: la
historia de la filosofía, la historia de la cultura, la psicología, etc., y que estas
últimas pueden naturalmente servirse de los hechos literarios como de documen
tos defectuosos, de segundo orden.25
confrontar la serie literaria con otra serie de hechos -dice Eikhenbaum-, seleccio
nando de las series existentes aquella que correspondiéndose mejor con la serie
literaria, poseyera sin embargo una función diferente. La confrontación de la
lengua poética con la lengua cotidiana ilustraba este procedimiento metodológico.26
162
L a semiótica rusa
163
En pos del signo
3. Partiendo del ritmo poético opuesto al metro y de la noción de ritmo como factor
constructivo del verso como una forma particular de discurso que posee sus
propias cualidades lingüísticas (sintácticas, léxicas y semánticas).
164
L a semiótica rusa
31. Para trazar el pensamiento de Yuri Tinianov, empleamos, en general, su libro El problema de la lengua
poética , Buenos Aires, 1972. Aunque también recurrimos a los artículos “La noción de construcción” y
“Sobre la evolución literaria” que aparecen en T. Todorov, Op. cit., pp. 85-101.
32. El problema..., Op. cit., p. 55.
165
En pos del signo
33. Yuri Tinianov, El problema de la lengua poética, Op. cit., pp. 56 y ss.
34. Ibid., p. 63.
166
La semiótica rusa
Vladimir Propp
167
En pos del signo
168
La semiótica rusa
169
En pos del signo
3. Un mago da una barca a Iván. La barca se lleva a Iván a otro reino (138).
4. La reina da un anillo a Iván. Dos fuertes mozos surgidos del anillo llevan a Iván
a otro reino (156), etc.
En los casos citados -continúa Propp-, encontramos valores constantes y
valores variables. Lo que cambia, son los nombres (y al mismo tiempo los
atributos) de los personajes; lo que no cambia son sus acciones, o sus funciones. Se
puede sacar la conclusión de que el cuento atribuye a menudo las mismas acciones
a personajes diferentes. Esto es lo que nos permite estudiar los cuentos a partir de
las funciones de los personajes (MC:21-32).
170
La semiótica rusa
Como se verá más adelante, estas ideas fueron retomadas más tarde por
la semiótica greimasiana como una de las inspiraciones más fecundas.37
En cuanto al número de funciones que Propp encuentra en los
cuentos maravillosos, cabe decir que son 31. La manera como determina
las funciones es mediante la pregunta “qué hacen los personajes”. Otras
preguntas como “quien hace algo y cómo lo hace son preguntas que sólo
se plantean accesoriamente”. La conclusión a la que llega es formulada
por él en estos términos:
Los cuentos maravillosos poseen treinta y una funciones. No todos los cuentos
maravillosos presentan las mismas funciones, pero la ausencia de algunas de ellas
no influyen en el orden de sucesión de las demás. Su conjunto constituye un
sistema, una composición. Sistema que se encuentra muy extendido y que es
sumamente estable [...]. El sistema no se limita a treinta y una funciones. Un
motivo, por ejemplo el de “Baba Yaga da un caballo a Iván”, comprende cuatro
elementos, uno de los cuales representa una función, mientras que los otros tres
tienen un carácter estático. El número total de elementos, de partes constitutivas
del cuento, es alrededor de ciento cincuenta. Se puede dar un nombre a cada uno
de estos elementos, de acuerdo con su papel en el desarrollo de la acción [...]. Si le
dieran nombres a los ciento cincuenta elementos del cuento maravilloso en el
orden exigido por el mismo cuento, se podrían inscribir en ese cuadro todos los
cuentos maravillosos; y por el contrario, cualquier cuento que se pudiera inscribir
en esa tabla sería un cuento maravilloso mientras que aquellos que no pudieran
inscribirse en ella serían otra clase de cuentos.38
Para ver cómo entiende él por estas funciones veamos algunos ejem
plos. La primera de esas funciones es formulada así por Propp: “uno de
los miembros de la familia se aleja de la casa”. La definición de esta
primera función es: “alejamiento”. “El alejamiento, dice Propp, puede
ser el de una persona de la generación adulta” : puede ser, por ejemplo,
los padres que se van a trabajar; el príncipe que tiene que partir para un
largo viaje y dejar a su mujer entre extraños; etc. Se equipara al aleja
miento la muerte de un personaje, los padres, por ejemplo. La segunda
37. Como ya ha señalado Noam Chomsky en su Lingüística cartesiana, Op. cit., este concepto de estructura
profunda y estructura superficial como planos estructurantes de un texto ya habían sido contemplados
por los sabios de Port-Royal.
38. V. Propp, Morfología..., Op. cit., pp. 155 y ss.
171
En pos del signo
1. Los elementos constantes, permanentes, del cuento son las funciones de los
personajes, sean cuales fueren estos personajes y sea cual sea la manera en que
cumplen esas funciones. Las funciones son las partes constitutivas fundamentales
del cuento.
2. El número de funciones que incluye el cuento maravilloso es limitado.
3. La sucesión de las funciones es siempre idéntica.
4. Todos los cuentos maravillosos pertenecen al mismo tipo en lo que concierne a
su estructura.39
Mientras las dramatis personae a menudo cambian de una versión del mismo
cuento a otra, las ‘funciones' son las mismas. En otras palabras, el ‘predicado' del
cuento de hadas, lo que el protagonista ‘hace', es el elemento constante; su sujeto
- e l nombre y los atributos del personaje- el variable. “El cuento de hadas
-escribía Propp- a veces atribuye la misma acción a varias personas”. Según el’
período o medio ambiente étnico, el papel del torvo enemigo puede ser ejecutado
por un monstruo, una serpiente, un gigante malvado o un jefe tártaro; la función
del obstáculo colocado en el camino del héroe puede realizarlo una bruja, un
malvado hechicero, una tempestad o un animal de presa.40
172
L a semiótica rusa
173
E n pos del signo
42. Patrice Pavis, Diccionario del teatro. Dramaturgia, estética, semiología, Barcelona, Paidós, 1990. ad
loe.
43. Ibid.
44. Ibid.
174
L a semiótica rusa
Jan Mukarovsky45
45. Para esta exposición, nos basamos, sobre todo en Escrito de estética y semiótica del arte, mencionado
en la bibliografía.
46. Pág. 36.
47. Pág. 37.
175
En pos del signo
48. Ibid.
49. Op. cit., pág. 38.
176
La semiótica rusa
50. Ibid.
51. Op. cit., p. 39.
52. Op. cit., p. 147.
177
En pos del signo
circulaban con cierta fluidez las ideas tanto de Peirce como de Saussure
sobre semiótica. Más aún, ya existía, al menos en cierne, una semiótica
del lenguaje que partía del supuesto metodológico de que las distintas
unidades del lenguaje, no sólo las palabras, son signos. Pero quizá, más
allá de la semiótica del arte que estaba dentro de la concepción de
Mukarovski había ya la perspectiva de una semiótica de la cultura al
estilo de la Escuela de Tartu.
Roman Jakobson
178
L a semiótica rusa
179
En pos del signo
1. Existe signo siempre que existe una situación en la cual una cosa remite a otra.
3. Puesto que existen muchos tipos de signos y cada uno de ellos configura una
“rélation de renvof\ la semiótica debe ocuparse, en una magna empresa de
traducción interdisciplinaria, de hacer un inventario completo, establecer las
leyes y aislar los mecanismos constantes y universales de la significación. Jakobson
ha puesto la muestra trabajando en música, cine, folklore, métrica, fonología,
artes visuales y afasia.
4. “Todos los sistemas semióticos pueden ser descritos desde una perspectiva
unificada, si los reconocemos como sistemas de reglas (códigos) generadores de
m ensajes”.
5. Puesto que existen muchos tipos tanto de signos como de códigos, corresponde
ría a la semiótica, desde el supuesto de lo que todos ellos tienen en común, aislar
y describir cada uno de ellos según su manera tanto de “remitir a otro”, como de
ser percibidos y memorizados.
180
L a semiótica rusa
8. Puesto que todo proceso en el que entran signos implica contextos, la semiótica
debe ocuparse tanto de los signos aislados como de los sintagmas de signos, “en
teoría del co-texto y del contexto”.56
181
En pos del signo
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L a semiótica rusa
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En pos del signo
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L a semiótica rusa
De acuerdo con lo hasta aquí dicho de esta tradición semiótica rusa, esta
escuela preocupada desde principios de siglo en los fenómenos culturales
de la más variada índole, ha logrado desarrollar una madura teoría
semiótica aplicable no sólo a textos verbales sino a todos los procesos
culturales que, por ende, son asumidos como procesos semióticos: en
otras palabras, la escuela rusa cuyos momentos estelares hemos pergeñado
ha desembocado en una evolucionada semiótica de la cultura cuyo objeto
no son sólo los sistemas de signos que subyacen a esos procesos, sino
que abarca prácticamente todos los campos que por lo general son objeto
de estudio de otras disciplinas.
Según D. M. Segal, miembro de la escuela, “la historia de las
investigaciones semióticas en Rusia cuenta, por lo menos, cien años”.62
Sin embargo, la existencia de una disciplina denominada semiótica con un
estatuto propio sólo tuvo lugar a principios de la década de los sesenta y
designaba
61. La primera parte del libro Nuevos ensayos de lingüística general (M éxico, Siglo XXI, 1976, pp. 11-
127) ofrece un pequeño pero importante ramillete de las contribuciones de Roman Jakobson a la
reflexión semiótica. A ellos remito al lector.
62. Para esta exposición de la escuela semiótica de Tartu me he servido de los trabajos compilados en Jurij
M. Lotman y Escuela de Tartu, Semiótica de la cultura, Madrid, Ed. Cátedra, 1979. Las anteriores
palabras de D. M. Segal, tomadas del artículo de D. M. Segal “Las investigaciones soviéticas en el
campo de la semiótica en los últimos años” que apareció en 1973, se encuentran en la página 225 de esa
obra que, en lo sucesivo, será designada con las siglas SdC.
63. SdC:226.
185
En pos del signo
186
La semiótica rusa
rusa bajo que daba cobijo a discusiones sobre semiótica de los textos
artísticos. Esta primera escuela de verano tuvo como consecuencia inme
diata para la semiótica rusa, el que el método semiótico fuera reconocido
de manera absoluta. Las siguientes escuelas ampliaron el horizonte de esa
semiótica ocupándose, bajo la guía de Lotman, de problemas que podrían
ser claramente catalogados ya como semiótica de la cultura.
Lotman asume como objeto de esta semiótica cualquier tipo de texto
-entendiendo por tal toda comunicación, de la índole que sea, que haya
tenido lugar en un determinado sistema sígnico. Cada cultura es un
lenguaje que produce, por consiguiente, textos. “Los textos reales de las
distintas culturas, dice, necesitan no ya de un código determinado para
descifrarlos, sino un sistema complejo que a veces tiene una organización
jerárquica y a veces nace tras una conjunción mecánica de varios sistemas
más sencillos”.66
Se puede decir, pues, que el origen de la semiótica rusa se basa en el
estudio del aspecto sígnico del lenguaje, que sus principales propulsores
eran lingüistas de formación, que la distensión en el ámbito de la cultura
que tuvo lugar a principios de la década de los sesenta, puso de manifies
to en occidente el amplio interés y los avances que en la Unión Soviética
se habían logrado en el ámbito del estudio de los sistemas de signos.67
Como indiscutible representante de la semiótica soviética y uno de los
principales protagonistas de esta edad de oro aparecía, pues, la figura de
Yuri M. Lotman, heredero directo del formalismo ruso, con mucho
tiempo trabajando en la Universidad de Tartu sobre sistemas de signos y
director de la revista Semeiotike. Especialista en literatura rusa del siglo
XVIII y principios del XIX, varias obras suyas han recorrido con especial
éxito el mundo occidental -u n a de ellas, fue traducida al alemán en 1972
por Rolf-Dietrich Keil bajo el nombre de Die Strucktur literarischer
Texte (Munich, 1972)-; otra, Análisis de textos poéticos, ha sido traduci
da al francés, italiano y alemán.
Lotman es, como decía, continuador del formalismo ruso aunque en
varios aspectos sea completamente original. En 1929 Bogatirev y
66. & /C :4 1 y s.
67. Cfr.SdC.22S y ss.
187
En pos del signo
68. S d C .1 5 .
188
L a semiótica rusa
con consistencia propia, sino que sólo se concibe, como un área cerrada
sobre el fondo de la no cultura. En segundo lugar, que toda variedad de
demarcaciones entre la cultura y la no-cultura es de tipo semiótico dado
que se da como sistema de signos, pues la cultura es de naturaleza
sígnica.
De esta manera, metodológicamente, va en busca de los rasgos
distintivos de la cultura, por ejemplo “artificial” en contraposición a
“innato”, etc. Como las lenguas, las culturas tienen expresión y conteni
do. Así
69. SdC:p.76.
70. Benjamín Lee Wohrf, Lenguaje, pensamiento y realidad, Barcelona, Barral Editores, p. 250.
189
E n pos del signo
Esto supone, en otras palabras, que las personas que hablan lenguas
diferentes ven y evalúan el cosmos de manera diferente. W horf censura a
la civilización occidental por tratar a las otras lenguas y sus respectivas
culturas como inferiores: “a través del lenguaje, la civilización occidental
ha hecho un análisis provisional de la realidad, y mantiene como definiti
vo este análisis, sin aceptar correcciones”.71
Esta idea es central en la semiótica de Lotman y, en general, en la
semiótica cultivada en la Universidad de Tartu: para ella los fenómenos
culturales son “sistemas de modelización secundarios” en relación a las
lenguas naturales.
Lotman, por lo demás, considera como casos típicos, aunque antitéticos
entre sí, el símbolo y el ritual: el símbolo presupone normalmente la
expresión exterior -relativamente arbitraria- de un contenido; el ritual,
en cambio, tiene “la capacidad de formar el contenido” o, cuando
menos, de influir en él. Lotman supone a la cultura, a cualquier cultura,
orientada hacia la expresión
Este tipo de semiótica toma al libro como símbolo del mundo. La idea
del libro como símbolo del mundo ya fue usada en la Edad Media como
lo demuestra eruditamente Ernst Robert Curtius en su ya clásica obra
Literatura europea y edad media latina.13Es la misma idea que adopta la
semiótica lotmaniana de la cultura: las culturas son libros que hay que
aprender a leer.
71. Ibid.
72. SdC: 76 y ss.
73. Traducción de Margit Frenk y Antonio Alatorre, México, FCE, 1955, pp. 423-498.
190
L a semiótica rusa
mecanismo que crea un conjunto de textos y hablar de los textos como realización
de la cultura. Puede considerarse una connotación esencial de la caracterización
tipológica de la cultura la manera en que ella misma se define. Si es propio de
ciertas culturas el representarse como un conjunto de textos regulados, otras
culturas se modelizan como un sistema de reglas que determinan la creación de
los textos.74
De hecho, esta última idea está latente en varias de las mitologías para
las que la creación del mundo es una ordenación del mundo: la cultura se
identifica con el orden, la no cultura con el caos. Lotman adopta algunos
de los conceptos estructuralistas modificándolos y, en algunos casos,
discrepa abiertamente de los formalistas. Por ejemplo el concepto deno
tado por el vocablo “mecanismo” : para él significa “un elemento que
tiene una función en una estructura”. Este concepto difiere, por ejemplo,
del de Sklovski para quien una obra literaria es la suma total de sus
mecanismos. Esta formulación, como se ve, desdeña el aspecto semántico
de la literatura. De alguna manera sigue a Bajtin quien señaló que en el
dominio de la cultura es imposible trazar una distinción clara entre
expresión y contenido. Igualmente el concepto de significado en Lotman.
Acepta como significado “lo invariante en las operaciones reversibles de
la traducción” es decir como “una clase de representaciones y connota
ciones conectadas con cierto símbolo. Emplea, pues, un concepto de
significado que es difícil desligar del de su expresión o significante.
En su Semiótica, Julia Kristeva hace un lúcido análisis no sólo de los
sistemas de que se ha ocupado esta escuela sino del tipo de herramienta
que ha usado:
191
En pos del signo
grado y más complejas. “De ello se deduce que uno de los problemas fundamen
tales que plantea el estudio de los sistemas modelantes secundarios es el de definir
sus relaciones con las estructuras lingüísticas.75
192
La semiótica rusa
193
E n pos del signo
194
L a semiótica rusa
Esto lo explica el hecho -d ice Civ’jan - de que en los casos mencionados tan sólo
se precisa la confirmación del código de etiqueta establecido ya que éste, a su vez,
será la confirmación del de la solidez del status social que consideramos como la
garantía de nuestra integridad. Por tanto -véanse las distintas obras literarias
existentes-, la rebelión de la persona contra la sociedad (o contra una unidad suya,
por ejemplo la familia, el eterno problema entre padres e hijos) por lo general
empieza con un cambio del código en las situaciones ordinarias; lo que los
destinatarios interpretan como una deformación de la jerarquía social en una
dirección determinada (y que puede adquirir un matiz tanto cómico como trági
co).77
195
E n pos del signo
196
L a semiótica rusa
La iniciativa de la elección del código -d ice Civ’jan - pertenece a (A), por tanto,
su tarea es más compleja que la de (a), quien, en cualquier caso, no se encuentra
frente a lo desconocido y puede servirse del código propuesto. Al empezar una SE,
(A), a lo largo de un arco de tiempo limitado, tiene que hacer un análisis del
ambiente y de los partners con el fin de escoger de entre el arsenal de comporta
mientos de saludo-despedida, que es limitado, los comportamientos propios del
caso y ejecutarlos de modo que se cree un cuadro adecuado de las posiciones
sociales de los participantes en la SE en cuestión. Por tanto, la tarea de (A) puede
definirse como social. Además, se encuentra ante sí con otras tareas bastante
importantes: la indicación de los límites de la SE, es decir, la señalización de su
principio y de su fin. (A) aplica comportamientos que indican que a partir de un
197
En pos del signo
1. Femenino-masculino.
2. Anciano-joven.
3. Superior-inferior (por posición social).
4. Extraño-familiar (por pertenencia a una determinada célula social o una
determinada sociedad).81
198
L a semiótica rusa
1) A & a
2) A & S a
3) S A & a
4) S A & S a82
199
En pos del signo
200
La semiótica rusa
nos podrá indicar qué lugar es el que hay que tomar como referencia: si el
ambiente doméstico, el ceremonial. El analista debe, por consiguiente,
informarse sobre estos tres tipos de variantes a la hora de analizar las
características de la SE teniendo en cuenta que, por lo general, están
mutuamente implicadas.
Por lo demás, son varios los factores que determinan, según Civ’jan,
la estrategia del comportamiento de los participantes en una situación de
etiqueta:
201
En pos del signo
1) A/=/, a/=/
2) A/=/, a/+/
3) A/=/, a/-/
4) A/+/, a/=/
5) A/+/, a/+/
6) A/+/, a/-/
7) A/-/, a/=/
8) A/-/, a/+/
9) A/-/, a/-/84
202
L a semiótica rusa
a) Fórmulas de saludo.
b) Fórmulas de despedida.
c) Fórmulas introductivas o divisorias.
La última parte del ensayo está dedicada a los otros elementos de los
comportamientos de etiqueta: los kinemas, especialmente los gestos,87 y
los accesorios.88 La conclusión que saca es ésta:
203
En pos del signo
204
IX
LA SEMIÓTICA BARTHESIANA
R oland B arthes
1. Raymond Picard, Nouvelle critique ou nouvelle imposture, Paris, J. J. Pauvert, colección “Libertes”,
1965.
2. Buenos Aires, Siglo XXI, 1972.
205
E n pos del signo
reproducir aquí los párrafos que para este asunto considero más pertinen
tes:
206
L a semiótica barthesiana
3. Las citas de los trabajos de Barthes las haremos por Roland Barthes, La aventura semiológica, Barcelona,
Planeta-De Agostini, 1994, pp. 10-12. Se trata de una práctica recopilación de los principales escritos de
Roland Barthes sobre semiótica. En lo sucesivo, citaremos esta obra simplemente como La aventura.
207
En pos del signo
208
La semiótica barthesiana
4. Publicada al año siguiente por Éditions du Seuil bajo el título de Legón inaugúrale de la chaire de
sémiologie littéraire du College de France. Para la edición en español, véase Roland Barthes, El placer
del texto y lección inaugural de la cátedra de semiología literaria del College de France, M éxico,
1982, pp. 111-150.
5. Para una bibliografía de y sobre Roland Barthes puede verse el volumen titulado Roland Barthes par
Roland Barthes (Paris, Éditions du Seuil, 1975). Cito por la traducción italiana Barthes di Roland
Barthes que ofrece en las páginas 208-210 una bibliografía tanto de Barthes como sobre Barthes de
1942 a 1974. Para completar esa bibliografía, el lector puede acudir a Le grain de la voix. Entretiens
1962-1980, publicada en 1981, al año siguiente de la muerte de Barthes, por Éditions du Seuil; este
importante libro, aparecido en español en Editorial Siglo XXI (México, 1983) bajo el título de El grano
de la voz. Entrevistas 1962-1980, trae no sólo una bibliografía actualizada sino un par de páginas con
las fechas más importantes en la vida de Roland Barthes. Es una especie de semblanza espiritual del
escritor que, com o se puede ver desde el título, adopta la forma de una colección de entrevistas de
distintas épocas, que entre 1962-1980 habían aparecido en diversos periódicos y revistas. Yo mismo, en
1982, publiqué en la revista Deslinde (Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de
N uevo León, Núm. 1, Vol. I, pp. 14-21), bajo el título de “En tomo al pensamiento barthesiano”, un
pequeño e incompleto inventario bibliográfico de la obra de Barthes. La anterior cita de Le Monde está
tomada de El grano de la voz: 374.
209
En pos del signo
6. La m etodología del análisis estructural del relato fue expuesta por Roland Barthes tanto en un escrito
largo titulado, precisamente, “Introducción al análisis estructural de los relatos” aparecida en el
mencionado volumen 8 de Comunicaciones cuyo título es, precisamente, Análisis estructural del relato.
De esta obra circulan varias ediciones en español: la más antigua es la Editorial Tiempo Contemporáneo,
Buenos Aires, 1970; en 1982, Premiá Editora publicó en M éxico otra edición en la que agrega un
artículo de Umberto Eco titulado “James Bond: una combinación narrativa”. Finalmente, está la ya
arriba citada bajo la abreviación La aventura. Hay, empero, una versión abreviada del análisis estructural
del relato: se trata de una conferencia. En español, conozco dos ediciones de ella: la primera, bajo el
título “El análisis estructural del relato. A propósito de Hechos 10-11”, aparece en Roland Barthes,
Paul Beauchamp, Hemy Bouillard, Joseph Courtés, Edgard Haulotte, Xavier Léon-Dufour, Louis Marin,
Paul Ricoeur, Antoine Vergote, Exégesisy hermenéutica, Madrid, Ed. Cristiandad, 1976. La segunda,
en La aventura : 281-307.
7. La aventura: p. 163.
210
L a semiótica barthesiana
Jakobson y Lévi-Strauss -d ice Barthes- han hecho notar que la humanidad podía
definirse por el poder de crear sistemas secundarios, “desmultiplicadores” (he
rramientas que sirven para fabricar otras herramientas, doble articulación del
lenguaje, tabú del incesto que permite el entrecruzamiento de las familias) y el
lingüista soviético Ivanov supone que los lenguajes artificiales sólo han podido ser
adquiridos después del lenguaje natural [...].8
8. La aventura: 167
9. Ibid. pág. 13.
10. Op. cit., p. 49.
211
En pos del signo
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L a semiótica barthesiana
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En pos del signo
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L a semiótica barthesiana
Ju l i a K r is t e v a
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En pos del signo
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La semiótica barthesiana
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En ro s DEL SIGNO
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L a semiótica barthesiana
La s e m ió t ic a g r e im a s ia n a
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En pos del signo
C a t e g o r ía s y l ó g ic a
220
L a semiótica barthesiana
17. Para una exposición del concepto de isotopía puede verse Helena Beristáin, Diccionario de Retórica y
Poética, tercera edición, M éxico, Porrúa, 1992, pp. 285 y ss.; véase, desde luego, A. J. Greimas / J.
Courtés, Semiótica, citada en la bibliografía; y, obviamente, el mencionado Análisis... del GdE. Una
lectura especialmente útil sobre este respecto es Lector infabula de Umberto Eco, pp. 131 y ss.
18. A. J. Greimas, Du sens, Op. cit., p. 188.
19. Véase la Introducción a la semiótica narrativa... de J. Courtés, pp. 44 y ss.
221
E n pos del signo
F ig u r a s y a c t a n t e s
222
L a semiótica barthesiana
223
En pos del signo
Greimas,23 “los actantes son los seres o las cosas que, por cualquier
razón y de una manera u otra-incluso a título de simples figurantes y del
modo más pasivo- participan en el proceso”.
Los actantes, según Greimas, son, como se ha dicho, el objeto,
sujeto, destinador, destinatario, oponente y adyuvante. Sus relaciones
forman lo que se llama el “modelo actancial” .(He aquí cómo el ya
referido Diccionario de términos literarios*organiza las tres parejas de
actantes según la propuesta de Greimas:
1. Sujeto y objeto:
El sujeto es la persona, animal personificado o cosa con intención de conseguir lo
que se ha propuesto. El objeto es la aspiración del sujeto, lo que suscita interés;
puede ser la riqueza, la sabiduría, el amor, la felicidad, el aumento de sueldo.
2. Destinador y destinatario:
El destinador o dador suele ser una abstracción: la sociedad, el destino, el tiempo,
etc., aunque puede encamar a una persona. El destinatario suele coincidir con el
sujeto, desea siempre algo o a alguien.
3. Adyuvante y oponente
Inciden en la relación surgida entre el sujeto y el objeto, también determinan las
aventuras y los obstáculos que ha de recuperar el sujeto.24
Sin embargo, para Greimas el actante actúa y está a nivel del texto.
Por tanto, más que a nivel de personajes, los actantes hay que buscarlos
en el nivel ffástico pues el actante es, de hecho, el “ente que participa en
el proceso expresado por el verbo, como si fuese el personaje de la
acción”.25 En general, pues, es el “sujeto, animado o inanimado, que
participa en la acción verbal” .26 Según esto, en la frase “Juan no pudo
comprar la casa que tanto anhelaba” tanto “Juan” como “casa” hacen
las veces de actante con respecto al verbo “comprar”: el primero como
sujeto y el segundo como objeto. Para que el lector vea cuál es el nivel del
actante reproducimos el siguiente cuadro:
23. A. J. Greimas / J. Courtés. Semiótica, diccionario razonado de la teoría del lenguaje, tomo I, Madrid,
Gredos, 1982, ad loe.
24. María Victoria Ayuso de Vicente / Consuelo García Gallarín / Sagrario Solano Santos, Diccionario de
términos literarios, Madrid, Ed. AKAL, 1990, ad loe.
25. Giorgio Raimondo Cardona, Diccionario de lingüistica, Barcelona, Ariel, 1991, ad loe.
26. Ramón Cerdá (coordinador). Diccionario de lingüística, México, rei, 1991, ad loe.
224
La semiótica barthesiana
225
En pos del signo
226
La semiótica barthesiana
destinatario humanidad
falso héroe
donante
227
En pos del signo
rasgos. Con las figuras pasa lo que con los lexemas como pueden
llamarse a las palabras como las trae un diccionario. Todo lexema se
compone de semas o unidades mínimas de significación. En cada lexema,
cada acepción de diccionario constituye un semema o itinerario semémico.
Las figuras funcionan de manera parecida a un lexema. De hecho, a una
figura en abstracto se le puede llamar figura lexemática. Sin embargo, los
itinerarios lexemáticos que se desgajan de cada figura son referidos
siempre a un núcleo estable: una figura lexemática, por tanto, es una
organización virtual de sentido como un lexema en abstracto lo es: una
figura es virtualmente, por tanto, un repertorio; sin embargo, una figura
ya en un texto (en un sintagma) es una figura realizada, actualizada.
La virtualidad de las figuras es asunto de la lengua, su realización, en
cambio, remite a una situación en el discurso. Aquí nos interesa enfatizar,
sobre todo, este segundo aspecto. Este tipo de análisis, en efecto, puede
valer, como se ha dicho, para un tipo de discurso como el de una fachada
de una catedral cifrada, sobre todo, en categorías topológicas. La rela
ción entre los enunciados es, por lo general, de tipo paratáctico. En los
relatos propiamente dichos, en cambio, tenemos no un solo enunciado
sino secuencias de enunciados: un texto está constituido por una o varias
series de frases. Entonces se dan, por tanto, cadenas o redes de figuras.
Sucede, pues, en las figuras lo que con los lexemas: un tema descriptivo
consta de un núcleo estable que sirve de enlace a varios conjuntos
figurativos. Cada conjunto figurativo es un papel temático. Un conjunto
figurativo se descompone, a su vez, en semas. Los semas de un texto se
encuentran en mutua relación. Estas relaciones pueden ser de: contrarie
dad, contradicción o presuposición.
Las operaciones, en fin, de las que hablamos arriba como el último
nivel, el más profundo del análisis semiótico, se nos presentan como el
paso de un valor a otro. Es decir, como una serie de operaciones. A una
relación de contradicción, por ejemplo, corresponde una operación de
negación, a una relación de presuposición, una operación de selección.
En el análisis greimasiano el resumen de estas relaciones se suele repre
sentar en el llamado “cuadrado semiótico”. He aquí un esquema de los
diferentes tipos de análisis que se suelen practicar en la semiótica
greimasiana:
228
L a semiótica barthesiana
Plano de la manifestación
En los textos hay dos planos:
Plano de la inmanencia
PLANO N iv e l s u p e r fic ia l
LA
Trama de relaciones que clasifica los
valores de sentido según sus relacio
nes.
INMANENCIA N iv e l pro fu n d o
229
En pos del signo
gramática viene siendo, finalmente, el sistema que hay detrás del proceso,
según la célebre frase de Hjelmslev. Y es precisamente por ello, porque
hay un sistema, porque hay unas reglas de funcionamiento del relato y del
texto en general por lo que cabe detectar un sentido en él. El sentido de
un texto es “lo que dice” ese texto.33
El relieve de la transfiguración de la fachada de la catedral de Valla
dolid, al que nos referiremos más adelante, por ejemplo, es texto en el
que Moisés y Elias son actores que no pueden estar ni arriba ni abajo de
donde están; ni pueden hacer otra cosa distinta de lo que están haciendo:
conversar. Ese texto, pues, tiene su gramática que regula el comporta
miento de cada uno de los actores que intervienen en él. En donde arriba,
abajo, izquierda, derecha, una nube, un ángel, un cayado, un libro, una
llave, son parte de un léxico. Y hay, desde luego, una gramática. Asumi
da, en efecto, como un texto en el que hay un emisor, un receptor y un
mensaje, en la fachada de la catedral de Morelia tiene lugar un conjunto
de selecciones, por ejemplo: la nube debe ir sólo con ciertos elementos y
no con otros, algunos elementos hacen la función de nexo, etc.
La semiótica greimasiana tiene como objetivo explorar las condicio
nes del significado de un texto, como el recién mencionado, para llegar
hasta las raíces del sentido; hurgar en las entrañas de un texto, ponerlo al
revés, para ver qué es lo que hay debajo del sentido. La semiótica
greimasiana se interesa primariamente por el funcionamiento del texto.
No interesa en un principio el sentido o los sentidos: no interesa qué dice
este texto, ni quien es el que habla en el texto, sino cómo este texto dice
lo que dice. El análisis semiótico no tiene tampoco como objetivo decir
cuál es el verdadero sentido del texto, ni se propone tampoco encontrar
un sentido nuevo e inédito. El análisis semiótico supone que lo que este
texto dice, es decir su sentido, ya es de alguna manera conocido. El
análisis lo que hace es descubrir el mecanismo que produce el sentido:
qué es lo que hace posible el significado que manifiestan los textos con
los que nos topamos, qué sistema organizado y cómo funciona, qué tosca
33. Conviene advertir que el vocablo “sentido” es ambiguo en la terminología de la lingüística. A este
respecto, existe, por ejemplo, la terminología propuesta por Eugenio Coseriu.
230
La semiótica barthesiana
o delicada armazón, qué reglas rigen la aparición del sentido. Estas son
las cuestiones que se propone contestar la semiótica. De esta manera, la
semiótica escudriña las posibilidades del sentido que tiene un texto y,
desde luego, qué sentidos puede y no puede producir. Al hacerlo, se
puede completar, precisar y aun corregir el sentido obvio. En efecto, al
ser puesto en evidencia por el análisis semiótico el mecanismo productor
del sentido, se excluyen los sentidos que ese mecanismo no puede
producir y proporciona numerosos datos que permiten fundar el conteni
do del texto.34
Por las mismas razones, la semiótica al estilo greimasiano toma un
texto en su estado actual. Por tanto no interesan directamente al análisis
semiótico cómo se generó ese texto, ni su historia, autor o época de
composición, por ejemplo. En el análisis semiótico se toma al texto tal
cual está: se interesa en el mecanismo tal cual está funcionando. Hay un
discutible presupuesto que está detrás de esta actitud. A saber: que el
espíritu humano funciona siempre de la misma manera sin importar
época, mentalidad o cultura; que el espíritu humano obedece siempre a la
misma lógica. Cualquiera que haya estudiado la historia de la lógica sabe,
sin embargo, que no todos los niveles de la lógica forman parte de la
“naturaleza” humana; que hay niveles de la lógica de índole histórica y
cultural. Sin embargo, los niveles de lógica a donde aspira a llegar el
análisis semiótico son los mismos en el espíritu humano.
Por otro lado, cabe decir que el análisis semiótico es un acto de
lectura: por tanto, entre mayor sea la capacidad de leer por parte del
lector, más completa será la lectura. Estrictamente hablando, el sentido
no pertenece sólo al texto: surge en el encuentro entre el lector y el texto.
Si bien el análisis impide que el lector se desvíe proponiendo sentidos
arbitrarios que no corresponden a lo que el texto quiere significar, no
exime al lector de cierta capacitación mínima, indispensable a la lectura,
como conocer la cultura y el estilo de la época, que condicionan la
significación y, por ello, la comprensión del texto mismo. Pese a ello,
Greimas solía proclamar como principio fundamental del análisis semiótico
231
En pos del signo
232
La semiótica barthesiana
E l análisis en acción
233
E n pos del signo
234
La semiótica barthesiana
235
En pos del signo
Siendo, como es, tan importante el papel que para la narratividad desem
peñan los estados y los cambios hay que detenemos un poco en ellos.
Como ya dijimos más arriba, un estado se enuncia por medio de los
verbos “ser”, “estar” y “tener” que son llamados, por ello, “verbos de
estado” : el personaje A “es” un ignorante, “está” oprimido por una
gran pena o “tiene” mucho dinero.
Un cambio, por el contrario, se enuncia mediante un verbo de acción
(tipo “hacer”) como: comprar, vender, encontrar, etc. Por lo general,
son los verbos considerados como “transitivos” por la antigua gramáti
ca. Hacer el análisis narrativo de un texto, analizar su narratividad,
equivale a hacer un inventario tanto de los enunciados de “estado” como
de los de “acción” : clasificar los enunciados de estado y los de acción
que hay en el texto sujeto a análisis.
Una característica de este tipo de análisis, como ya dijimos, es que se
trata de análisis transfrástico. Por tanto, los enunciados de estado y de
acción que contiene un texto no coinciden exactamente con las frases del
texto. Hay también aquí, se puede decir, dos niveles: las frases u oracio
nes con que se topa el lector del texto constituyen lo que hemos llamado
el nivel de la manifestación. Es el nivel de la gramática tradicional, el nivel
frástico. Este nivel de manifestación se contrapone al “nivel construido”
236
L a semiótica barthesiana
E l sujeto y el objeto
237
En pos del signo
E l programa narrativo
E l concepto de realización
238
La semiótica barthesiana
La capacidad
239
En pos del signo
240
La semiótica barthesiana
241
En pos del signo
que se espía, una ventana por la que el protagonista recibe una orden
secreta, etc. Todos estos usos de la figura “ventana”, dentro de un texto,
constituyen un recorrido figurativo que es el que permite precisar el
contenido de la figura: la manera como el texto la utiliza e interpreta.43
Como se ha dicho, el componente descriptivo también incluye los
valores temáticos. La forma de los recorridos figurativos es propia de
cada texto: el análisis semiótico tiene como finalidad, precisamente,
poner de manifiesto esa singularidad. En semiótica se trata de ver qué es
lo que hace el texto con las figuras, cómo las clasifica y ordena, y en
determinar en nombre de qué se ordenan así estas figuras para constituir
estos recorridos figurativos y no otros. Ello da pie a la función clasificante
y contextual de las figuras. Se trata por tanto de buscar los valores
temáticos que asumen los recorridos figurativos.
Como se ha dicho, todas estas operaciones son aplicables a textos no
verbales. Así, en la fachada central de la catedral de Valladolid, el
“ángel” es una figura que, por tanto, hace su recorrido: unos ángeles
sirven para configurar el cielo, otros ángeles desempeñan el papel de
sirvientes, otros ángeles forman un coro, otros ángeles son soldados,
otros son cargadores, etc. Esto es lo que hace el texto con esta figura: así
la clasifica y ordena. ¿Por qué? Las respuestas -q u e hay que analizar
cuidadosamente- son varias.
Si como se ha dicho, en el nivel profundo hay también dos planos en
que se organizan los elementos: una red de relaciones que nos permite
clasificar los valores de sentido y un sistema de operaciones que organiza
el paso de un valor a otro, hemos dado con el secreto del sentido del
texto, qué quiere y qué no quiere, qué considera bueno y qué malo.
Hemos dado, pues, con las reglas del juego vigentes en el texto.44 Y, una
vez que se ha hecho esto, el juego se ha acabado: el análisis semiótico ha
terminado porque se ha puesto de manifiesto el mecanismo que produce
el sentido del texto.
242
X
LA SEMIÓTICA ITALIANA
243
En pos del signo
1. Pág. 48.
2. Pág. 49.
244
La semiótica italiana
Si tanto los fenómenos de origen no humano como los de origen humano -dice
E co-, pero no intencionales, pueden considerarse signos, en ese caso la semiótica
ha invadido un territorio situado más allá de un umbral frecuentemente fetichizado:
el umbral que separa los signos de las ‘cosas' y los signos naturales de los
artificiales [...] En realidad, si cualquier cosa puede entenderse como signo, con
tal de que exista una convención que permita a dicha cosa cualquiera representar
a cualquiera otra, y si las respuestas de comportamiento no se provocan por
convención, en ese caso los estímulos no pueden considerarse como signos [...]
Decir que los estímulos no son signos no equivale a decir que el enfoque semiótico
no deba referirse también a los estímulos. La semiótica se refiere a funciones, pero
una función semiótica representa, como veremos, la correlación entre dos fruitivos
que, fuera de dicha correlación, no son por sí mismos fenómenos semióticos. No
obstante, en la medida en que están en correlación mutua, pasan a serlo y, por esa
razón, merecen la atención del semiólogo. De modo, que puede ocurrir que se
cataloguen ciertos fenómenos entre los estímulos, y que resulte que aquellos en
algún aspecto o capacidad funcionan como signos para alguien.4
3. Pág. 50.
4. Op. cit:. 53-55
245
E n pos del signo
Frente a esos tres fenómenos podemos formular dos tipos de hipótesis: una más
radical y otra aparentemente más moderada.
Esas dos hipótesis son: i) la cultura por entero debe estudiarse como fenómeno
semiótico; ii) todos los aspectos de la cultura pueden estudiarse como contenidos
de una actividad semiótica.
246
La semiótica italiana
247
E n pos del signo
248
L a semiótica italiana
S e m ió t ic a d e l a n a r r a t iv id a d : l e c t o r in f a b u la
¿Cómo una obra de arte podía postular, por un lado, una libre intervención
interpretativa por parte de sus destinatarios y, por otro, exhibir, unas característi
cas estructurales que estimulaban y al mismo tiempo regulaban el orden de sus
interpretaciones? Como supe más tarde, ese tipo de estudio correspondía a la
pragmática del texto o, al menos, a lo que en la actualidad se denomina pragmá
tica del texto; abordaba un aspecto, el de la actividad cooperativa, en virtud de la
cual el destinatario extrae del texto lo que el texto no dice (sino que presupone,
promete, entraña e implica lógicamente), llena espacios vacíos, conecta lo que
7. Pág. 478.
8. Así se lee en la cuarta de forros de la edición mencionada en la bibliografía.
249
E n pos del signo
9. L e c to r .., O p. cit.: 13 y s.
10. Cap. I
11. Leer pp. 74-76.
250
La semiótica italiana
emisor” . Por otro lado, el texto postula la cooperación del lector como
condición de su actualización. Eso se ve muy bien en la comunicación
cara a cara en la que intervienen infinitas formas de reforzamiento
extralingüístico e infinitos procedimientos de redundancia y feed back
(retroalimentación) que se apuntalan mutuamente. Esto revela, dirá Eco,
que la comunicación nunca es algo meramente lingüístico, sino que
siempre se trata de una actividad semiótica en amplio sentido, en la que
confluyen varios sistemas de signos que se complementan entre sí.
¿Pero qué ocurre en un texto escrito? Un texto escrito deberá prever
un Lector Modelo capaz de cooperar en la actualización de la manera
prevista por el autor y de moverse interpretativamente, igual que el autor
se ha movido generativamente.
Ante la pregunta de ¿qué es lo que garantiza la cooperación textual
frente a la extensa gama de interpretaciones posibles? Eco propone,
entonces, un concepto generativo y móvil de texto sobre el que hace
descansar su lector modelo: “un texto es un producto cuya suerte
interpretativa debe formar parte de su propio mecanismo generativo.
Generar un texto significa aplicar una estrategia que incluya las previsio
nes de los movimientos del otro; como ocurre, por lo demás, en toda
estrategia” .12
El funcionamiento del lector modelo tiene, sin embargo, niveles de
cooperación textual y, por consiguiente, límites.13 En su análisis de las
estrategias y mecanismos de la lectura, pues, Eco llega al texto. Su
aproximación conceptual es muy cercana a la greimasiana: un texto tiene
estructuras discursivas (estructuras de la trama) y estructuras narrativas
(estructuras de la fabula). Es aquí donde pone a funcionar su lector
modelo: es un lector in fabula que tiene que realizar una serie de
previsiones y paseos inferenciales, detectar las diferentes estructuras de
mundos posibles en el texto e identificar tanto sus estructuras actanciales
como las ideológicas.14
251
En pos del signo
S e m ió t ic a d e l a v id a c o t id ia n a : l a e s t r a t e g ia d e l a il u s ió n
Los textos de esta recopilación giran todos más o menos en tomo a discursos que
no son necesariamente verbales ni necesariamente emitidos como tales o entendi
dos como tales. He tratado de poner en práctica lo que Barthes llama el “olfato
semiológico”, esa capacidad que todos deberíamos tener de captar un sentido allí
donde estaríamos tentados de ver solo hechos, de identificar unos mensajes allí
donde sería más cómodo reconocer sólo cosas. Pero no quisiera que se viera en
estos artículos unos ejercicios de semiótica. ¡Por el amor de Dios! Lo que entiendo
hoy por semiótica se encuentra expuesto en otros libros míos. Es cierto que un
semiótico, cuando escribe en un periódico, adopta una mirada particularmente
ejercitada, pero eso es todo.
G il l o D o rfles
252
L a semiótica italiana
253
En pos del signo
Mientras el arte fue inseparable de la vida social, religiosa, cultural -lo s ritos y los
mitos-; mientras reflejó la imposición técnica y científica de la civilización a la
que pertenecía; mientras la artesanía fue arte y técnica a la vez; mientras la
mecanización no sacó el alma a las cosas y no sacó el arte a los objetos, el hombre
no sintió la necesidad de especular en tomo a esos dos principios (arte y psicolo
gía)-
E milio G arroni
254
L a semiótica italiana
255
XI
LAS FACHADAS DE LA CATEDRAL DE MORELIA.
UN ENSAYO DE SEMIÓTICA
Advertencia
C o n s id e r a n d o s
1. Utilizo la edición de Francisco Miranda publicada en la colección Cien de M éxico de la SEP, M éxico,
1988.
257
En pos del signo
2. Véase Grupo de Cnlrevemcs, Análisis semiótico de los textos, Madrid, Cristiandad, 1982.
258
L as fachadas de la C atedral de M orelia
3. Verdad y método, Salamanca, Ed. Sígueme, 1977, pp. 468 y ss., por ejemplo.
259
En pos del signo
4. En concreto, nos hemos basado muy especialmente en la síntesis que de la metodología greimasiana ha
hecho el Grupo de Entrevernes y que ha expuesto en el libro A n á lis is s e m i ó tic o d e lo s te x to s.
I n tr o d u c c ió n , te o ría , p r á c t i c a , Madrid, Cristiandad, 1982.
5. Para éstas, nos hemos valido de A. J. Greimas / J. Courtés. S e m ió tic a . D i c c i o n a r i o r a z o n a d o d e la
te o r ía d e l le n g u a je , versión española de Enrique Balón Aguirre, segundo tomo, Madrid, Gredos, 1991.
En lo sucesivo, nos referiremos a él con las siglas S2.
6. S2: 192.
7. S2: 192 s.
260
L as fachadas de la C atedral de M orelia
261
En pos del signo
262
L as fachadas de la C atedral de M orelia
11. Jan Mukarovsky, E s c r ito s d e E s té tic a y S e m ió tic a d e l A r te , O p. c it., pp. 195 y ss.
12. Jean Chevalier / Alain Gheerbrant, D ic c i o n a r i o d e s ím b o lo s , Barcelona, Herder, 1986, pp. 380 y ss.
Véase, también, Donaziano Mollat, “Principe d’interpretazione dell’apocalisse”, en Donaziano Mollat
y otros, L A p o c a l i s s e , Brescia, Paideia, 1967, p. 19.
13. Véase nuestro ensayo “Un texto iconográfico novohispano: las fachadas de la catedral de Valladolid”,
en N elly Sigaut (coordinadora), L a c a te d r a l d e M o r e lia , Zamora, El Colegio de Michoacán, 1991, pp.
98 y ss. Por lo demás, he de advertir al lector que para reconstruir el lenguaje subyacente a estos textos
he de referirme con frecuencia a este ensayo al que citaré, simplemente, como L a c a te d r a l.
263
En pos del signo
264
L as fachadas de la C atedral de M orelia
14. Ibid., p. 18
15. Quizás Iconographié de l ’Art Chrétien de Luis Réau (siete tomos, París, Presses Universitaires de
France, 1956-1958) pudiera servir para tal efecto.
265
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En pos del signo
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269
En pos del signo
celestial si s2 terrenal
no-S
Cielo Tierra
Adentro — — Afuera
Seguro Inseguro
Implicación Implicación
N o tierra No cielo
No afuera - N o adentro
No inseguro N o seguro
La e s t r u c t u r a e m b l e m á t ic a
271
En pos del signo
272
L as fachadas de la C atedral de M orelia
L e c t u r a s e m ió t ic a d e l c o n j u n t o
Edificio
Mitos
CATEDRAL< Interiores
41 » CEREMONIAS
Ritos
Fachadas
273
En pos del signo
274
En pos del signo
276
En pos del signo
276
XII
LA ESTRUCTURA DE GOBIERNO DEL ANTIGUO REINO
P ’URÉHPECHA SEGÚN LA RELACIÓN DE MICHOACÁN
ENSAYO DE LECTURA SEMIÓTICA
¿ In form e o relato?
1. Para todo esto véase el artículo de Walter Mignolo “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y
la conquista”, en Luis Iñigo Madrigal (coordinador), Historia de la literatura hispanoamericana.
Tomo I. Época colonial, Madrid, Cátedra, 1982, pp. 57 y ss.
277
En pos del signo
que emprende”,2 sino que, de hecho, emplea como sinónimos los térmi
nos “relación”, “historia” y “crónica” con que designa su obra. Su
misma viuda Teresa Becerra, cuando se trata de recuperar en 1584 el
ejemplar que de su obra había Bemal enviado a España nueve años antes,
la llama “ystoria y coronica” .
En primer lugar, el texto de Bemal ha pasado a la historia de la
literatura con el gafete de “crónica” y, desde luego, su estructura textual
tiene muchas cosas en común, sin duda, con la estructura textual de una
crónica. Sin embargo, no hay tipos textuales puros y menos dentro de la
literatura a que da lugar en el siglo XVI el inusitado espectáculo del
descubrimiento y conquista de América por los europeos; se echa enton
ces mano del vocablo “crónica”, un término en vías de desaparición,
sacándolo del cementerio de palabras medievales en que yacía también
“an ales” ,
278
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
4. T e s o r o d e la L e n g u a C a s te lla n a o E s p a ñ o la . P r im e r D ic c i o n a r i o d e la L e n g u a . ( 1 6 1 1 ) , Madrid/
México, Ed. Turner, 1984.
5. N o sabemos exactamente cuáles fueron los vínculos de Bemal con Las Casas. Bemal conoce muy bien
Las Casas pero no sabemos nada del improbable conocimiento que el exobispo de Chiapas hubiera
podido tener de Bemal. El mismo Bemal así lo cree en una carta del soldado cronista al obispo de
Chiapas, fechada el 20 de febrero de 1558, que se conserva entre las cartas y documentos de la
279
En pos del signo
Audiencia de Guatemala. En ella el cronista empieza diciendo: “ya creo que V.S. no temá noticia de mí,
porque según veo que escrito tres veces é jamás e abido ninguna respuesta, é tengo que no abrá recibido
ninguna carta”; y, luego de quejarse y solicitar la intervención de Las Casas para que se declare
permanente el puesto que ocupa en el cabildo guatemalteco y otros asuntos y quejas, Bemal dice a fray
Bartolomé: “pues V.S. es padre y defensor destos proves yndios”. Las Casas había regresado de manera
definitiva a España desde 1547 y había renunciado a su obispado en 1551. Sin embargo, no sólo
coinciden en su interés por los indios, sino en su concepto de historia y hasta en la idea que ambos tienen
de lo que debe contener un prólogo. En ese importante prólogo estudiado por Lewis Hanke, Las Casas
ofrece una emdita concepción de lo que se ha entendido por historia.
6. Véase Edmundo O ’Gorman, C u a tr o h is to r ia d o r e s d e I n d ia s , M éxico, Alianza Editorial M exicana /
Consejo Nacional para la cultura y las artes, Col. Los noventa n. 25, 1989, pp. 41-67. Véase, igualmente,
Walter Mignolo, O p. c it., p. 81.
7. W. Mignolo, O p. c it., p. 80.
8. Puede verse, para esto, mi artículo “¿Cuál es el texto auténtico de la H is to r ia v e r d a d e r a V , en R e la c io n e s ,
Vol. XII, Núm. 48, Zamora, El Colegio de Michoacán, pp. 67-87.
280
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
9. N o es difícil mostrar, por lo demás, la dependencia del prologuillo con que em pieza la versión de
Guatemala con respecto al texto primitivo de este capítulo CCXII. Allí también se lee la expresión “esta
mi verdadera y notable relación”.
281
En pos del signo
10. Agustín Blánquez Fraile, Diccionario Latino-Español Español-Latino , Barcelona, Ramón Sopeña,
1988, ad loe.
282
L a ESTRUCTURA DE GOBERNO del antiguo reino p ’urhépecha
11. Citado por J. Corominas, Diccionario crítico etimológico, Madrid, Gredos, 1954, tomo 3, p. 489.
12. En Corominas, Op. cit ., p. 869.
283
En pos del signo
L a relación de M ichoacán
Vínome, pues, un deseo natural como a los otros, de querer investigar entre estos
nuevos cristianos: qué era la vida que tenían en su infidelidad, qué era su creencia,
cuáles eran sus costumbres y su gobernación, de dónde vinieron [...] Ya yo tenía
perdida la esperanza de este mi deseo, si no fuera animado por las palabras de
Vuestra Señoría Ilustrísima que, viniendo la primera vez a visitar esta provincia
de Michoacán, me dijo dos o tres veces que por qué no sacaba algo de la
gobernación de esta gente [...] Y por hacerle algún servicio, aunque balbuciendo
de poner la mano para escribir algo por relación de los más viejos y antiguos de
esta provincia, por mostrar a Vuestra Señoría, como en dechado, las costumbres
de esta gente de Michoacán, para Vuestra Señoría los favorezca rigiéndolos por lo
bueno que en su tiempo tenían y apartándoles lo malo que tenían [...] Pues
Ilustrísimo Señor, esta escritura y relación presentan a Vuestra Señoría los viejos
de esta Ciudad de Michoacán y yo también en su nombre, no como autor sino
como intérprete de ellos. En la cual Vuestra Señoría verá que las sentencias van
sacadas al propio, de su estilo de hablar, y yo pienso de ser notado mucho en esto,
mas como fiel intérprete no he querido mudar de su manera de decir, por no
corromper sus sentencias. Y en toda esta interpretación he guardado ésto, si no ha
sido algunas sentencias, y muy pocas, que quedarían faltas y diminutas si no se
añadiese algo; y otras sentencias van declaradas porque las entiendan mejor los
lectores [...] A ésto digo que yo sirvo de intérprete de estos viejos y haga cuenta
que ellos lo cuentan a Vuestra Señoría Ilustrísima y a los lectores, dando relación
de su vida y ceremonias y gobernación y tierra.
Ilustrísimo Señor, Vuestra Señoría me dijo que escribiese de la gobernación de
esta provincia, yo -porque aprovechase a los religiosos que entienden en su
conversión- saqué también: dónde vinieron, sus dioses más principales y las
fiestas que les hacían, lo cual puse en la primera parte; en la segunda parte puse
cómo poblaron y conquistaron esta provincia los antepasados del cazonci', y en la
tercera, la gobernación que tenían entre sí hasta que vinieron los españoles a esta
provincia y hace fin a la muerte del cazonci,14
13. “Fray Jerónimo de Alcalá autor de La relación de MichoacánT\ en Anuario, Escuela de historia de la
Universidad Michoacana, Núm. 2, Morelia, 1977, pp. 139-163.
14. Como se sabe, la Relación fue escrita poco tiempo después del asesinato del último rey de Michoacán, el
cazonci Tangáxoan Tzincicha, por Ñuño de Guzmán.
284
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
Vuestra Señoría haga pues enmendar y corregir y favorezca esta escritura, pues
se empezó en su nombre y por su mandamiento, porque esta lengua y estilo
parezca bien a los lectores y no echen al rincón lo que con mucho trabajo se
tradujo en la nuestra castellana [...] esta escritura y relación.
15. Jean-Marie Le Clézio, La conquista divina de Michoacán, México, FCE, Cuadernos de la Gazeta Núm.
4, 1985, p. 7.
16. Ibid., pp. 7-8.
285
En pos del signo
dónde vinieron, sus dioses más principales y las fiestas que les hacían, lo cual puse
en la primera parte; en la segunda parte puse cómo poblaron y conquistaron esta
provincia los antepasados del cazonci; y en la tercera, la gobernación que tenían
entre sí hasta que vinieron los españoles a esta provincia y hace fin a la muerte del
cazonci.
17. Hay muchas ediciones del célebre artículo de Roman Jakobson “Lingüística y poética”. Cito aquí por
Roman Jakobson, Ensayos de lingüística general, Obras del pensamiento contemporáneo Núm. 36,
edición de Origen/Planeta, México, 1986, pp. 347-395.
18. Op. cit.
286
L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
truir el texto en la lengua de llegada con todos sus contenidos y con todas
sus jerarquías semióticas. La traducción es un proceso que consta de dos
partes en donde el traductor está siempre enmedio. Así:
REFERENTE
(Origen, mitología y gobierno p’uréhpechas)
CONTACTO
(El traductor y el impreso)
CÓDIGO
(p’uréhpecha traducido al español)
287
En pos del signo
REFERENTE
(Origen, mitología y gobierno p’uréhpechas)
CONTACTO
(El impreso)
CÓDIGO
(El español)
N u estro tex to
288
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’ urhépecha
Pues decía esta gente que el rey cazonci estaba en lugar de Cnricaueri. Después
del abuelo del cazonci llamado Zizispandaquare todo fue un señorío esta Provin
cia de Michoacán y así la mandó su padre y él mismo, hasta que vinieron los
españoles.
Pues había un rey y tenía su gobernador y un capitán general en las guerras y
componíase como el mismo cazonci. Tenía puestos cuatro señores muy principa
les en cuatro fronteras de la Provincia y estaba dividido su reino en cuatro partes.
Tenía puestos por todos los pueblos, caciques que ponía él de su mano y entendían
en hacer traer leña para los cues, con la gente que tenía cada uno en su pueblo, y
de ir con su gente de guerra a las conquistas.
Había otros llamados achaecha, que eran principales que de continuo acompa
ñaban al cazonci y le tenían palacio; asimismo, lo más del tiempo, estaban los
caciques de la Provincia con el cazonci - a estos caciques llaman ellos
carachacapacha.
Hay otros llamados ocanbecha que tienen encargo de contar la gente y de
hacerlos juntar para las obras públicas y de recoger tributos; éstos tienen cada uno
de ellos un barrio encomendado. Y al principio de la gobernación de don Pedro,
que es ahora gobernador, repartió a cada principal de éstos veinticinco casas. Y
estas casas no cuentan ellos por hogares, ni vecinos, sino cuantos se llegan en una
familia,- que suele haber en alguna casa dos o tres vecinos con sus parientes. Y hay
otras casas que no están en ellas más de marido y mujer, y en otras madre e hija,
y así de esta manera. A estos principales llamados ocanbecha, por este oficio no
les solían mas de leña y alguna sementerilla que le hacían y otros les hacían
cotaras. Y ahora, muchas veces, en achaque del tributo, piden demasiado a la
gente que tienen en cargo y se lo llevan ellos; y estos guardan muchas veces los
tributos de la gente, especialmente oro y plata.
Había otro diputado sobre todos éstos, que eran después del cazonci; éste ahora
recoge los tributos de todos los principales llamados ocanbecha.
Hay otro llamado pirouaqua nandari, que tiene cargo de recoger todas las
mantas que da la gente y algodón para los tributos; y éste todo lo tiene en su casa
y tiene cargo de recoger los petates y esteras de los oficiales, para las necesidades
del común.
Hay otro llamado tareta uaxatati, diputado sobre todos los que tienen cargo de
las sementeras de cazonci, y aquel sabía las sementeras cuyas eran. Este era como
mayordomo mayor diputado sobre todas las sementeras; que otro mayordomo
había sobre cada sementera, el cual la hacía sembrar y deshierbar y coger por
todos los pueblos, para las guerras y ofrendas a sus dioses.
Había otro mayordomo mayor, diputado sobre todos los oficiales de hacer
casas, que eran más de dos mil, otros mil para la renovación de los cues, que
hacían muchas veces. No entendían en otra cosa mas de hacer las casas y cues, que
mandaba el cazonci. Y de éstos hay todavía muchos.
289
E n pos del signo
Había otro llamado cacari, diputado sobre todos los canteros y pedreros,
mayordomo mayor en este oficio, y ellos tenían otros mandoncillos entre sí. De
éstos hay todavía muchos, con uno que los tiene a su cargo.
Había otro llamado quanicoti, cazador mayor diputado sobre todos los de este
oficio. Éstos traían venados y conejos al cazonci. Y otros pajareros había por sí,
que le servían de caza.
Había otro diputado sobre toda la caza de patos y codornices llamado curuhapindr,
éste recogía todas estas dichas aves para los sacrificios de la diosa Xaratanga , que
se sacrificaban en sus fiestas, y después toda esta caza comía el cazonci con los
señores.
Había otro llamado uaruri, diputado sobre todos los pescadores de red que
tenían cargo de traer pescado al cazonci y a todos los señores, que los que tomaban
el pescado no gozaban de ello, mas todo lo traían al cazonci y a los señores, porque
su comida de esta gente todo es de pescado, que las gallinas que tenían no las
comían, mas teníanlas para la pluma de los atavíos de sus dioses. Este dicho uaruri
todavía tiene esta costumbre de recoger el pescado de los pescadores, aunque no
en tanta cantidad como en su tiempo.
Había otro llamado taranta, diputado sobre todos los que pescaban de anzuelo.
Había otro mayordomo mayor llamado cauaspati diputado sobre todo el ají que
se cogía del cazonci, y otros mayordomos sobre todas las semillas, como bledos de
muchas maneras y frijoles y lo demás.
Había otro mayordomo mayor para recibir y guardar toda la miel que traían al
cazonci, de cañas de maís y de abejas.
Había un tabernero diputado para recibir todo el vino que hacían para las
fiestas, de maguey. Ese se llamaba atari.
Había otro llamado cuzuri, pellejero mayor de baldrés, que hacía cotaras de
cuero para el cazonci. Este todavía tiene su oficio.
Había otro llamado usquarecuri, diputado sobre todos los plumajeros que
labraban de pluma los atavíos de sus dioses y hacían los plumajes para bailar.
Todavía hay estos plumajeros. Estos tenían por los pueblos muchos papagayos
grandes colorados y de otros papagayos para la pluma, y otros les traían pluma de
garzas, otros otras maneras de plumas de aves.
Había otro llamado pucuriquari, diputado sobre todos los que guardaban los
montes, que tenían cargo de cortar vigas y hacer tablas y otra madera de los
montes. Y éste tenía sus principales por sí y los otros señores. Todavía le hay aquí
en Michoacán este pururiquari.
Otro que hacía canoas con su gente.
Había otro llamado curinguri, diputado para hacer atambores y atabales para
sus bailes. Y otro sobre todos los carpinteros.
Había otro que era tesorero mayor, diputado para guardar toda la plata y oro
con que hacían las fiestas a sus dioses, y éste tenía diputados otros principales con
290
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
gente, que tenían la cuenta de aquellas joyas, que eran rodelas de plata y mitras,
brazaletes de plata, guirnaldas de oro y así otras joyas.
Había otro llamado cherenguequari, diputado para hacer jubones de algodón
para las guerras, con gente que tenía consigo y principales.
Había otro llamado quanicoquari diputado para hacer arcos y flechas para las
guerras, y éste lo guardaba. Y las flechas, como habían menester muchas, que son
de caña, la gente de la ciudad las hacía cada día.
Había otro diputado sobre las rodelas, que las guardaba; y los plumajeros las
labraban de pluma de aves ricas y de papagayos y de garzas blancas.
Había otro mayordomo mayor sobre todo el maíz que traían al cazonci en
mazorcas, y éste lo ponían en sus trojes muy grandes y se llamaba quengue.
Había otro llamado hicharutauandari diputado para hacer canoas. Y otro
llamado paricuti, barquero mayor, que tenía su gente diputada para remar y ahora
todavía lo hay.
Había otro sobre todas las espías de la guerra.
Había otro llamado uaxanoti, diputado sobre todos los mensajeros y correos, los
cuales estaban allí en el patio del cazonci para cuando se ofrecía de enviar alguna
parte. Y ahora sirven éstos de llevar cartas.
Tenían su alférez mayor para la guerra, con otros que llevaban las banderas,
que eran de plumas de aves puestas en unas cañas largas.
Todos estos oficios tenían por sucesión y herencia los que los tenían, que
muerto uno quedaba en su lugar algún hijo suyo o hermano puestos por mano del
cazonci.
Había otro que era guarda de las águilas grandes y pequeñas y otros pájaros,
que tenía más de ochenta águilas reales y otras pequeñas, enjaulas. Y les daban de
comer del común, gallinas. Había otros que tenían el cargo de dar de comer sus
leones y ádives y un tigre y un lobo que tenía. Y cuando eran estos animales
grandes, los flechaban y traían otros pequeños.
Había otro diputado sobre todos los médicos del cazonci.
Había otro diputado sobre todos los que pintaban j icales, llamado uriniatari. El
cual hay todavía.
Otro sobre los pintores llamado chunicha.
Otro diputado sobre todos los olleros.
Otro sobre los que hacen jarros y platos y escudillas, llamados hucaziquari.
Había otro diputado sobre todos los barrenderos de su casa.
Otro diputado sobre todos los que hacían flores y guirnaldas para la cabeza.
Había otro diputado sobre todos sus mercaderes, que le buscaban oro y pluma
jes y piedras, con rescate.
Andaban con él los valientes hombres, que eran como sus caballeros, llamados
quangariecha, con unos bezotes de oro o de turquesas y sus orejeras de oro.
291
En pos del signo
20. Véase, por ejemplo, el & 5 del capítulo n i que sigue al nuestro.
292
La estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
CURICAUERI
REY (CAZONCI)
GOBERNADOR CAPITÁN GENERAL
CUATRO SEÑORES DE LAS CUATRO PARTES DEL REINO
CACIQUES PARA CADA PUEBLO
(F = hacer traer leña para los cues ir con su gente de guerra a las conquistas)
ADMINISTRADORES
SEM EN TER A S DEL CA- el tareta uaxatati (es el encargado de todos los que
ZONCh (M A Y O R D O M O tienen a su cargo sementeras propiedad del cazonci o
MAYOR) mayordomos menores cuya función era hacer “sem
brar y deshierbar y coger por todos los pueblos, para
las guerras y ofrendas a sus dioses”. El tareta waxatati
tiene una relación exacta de quienes son los que
tienen sementeras del cazonci).
293
En pos del signo
MAYORDOMO DE OFICIA Los oficiales de hacer casas eran “más de dos mil,
LES DE HACER CASAS Y otros mil para renovación de cues.
CUES
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21. Como se puede ver en la Relación, hay dos menciones diferentes del encargado de hacer canoas.
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En pos del signo
ALFÉREZ MAYOR PARA Actuaba “con otros que llevaban las banderas, que
LA GUERRA eran de plumas de aves puestas en unas cañas lar
gas”.22
OFICIOS NO HEREDITARIOS
JEFE DE OLLEROS
JEFE DE BARRENDEROS
ENCARGADO DE LOS FLO- Coordinaba a todos los que hacían arreglos florales y
REROS guirnaldas para la cabeza.
22. Llegados a este punto, & 32, la Relación hace la aclaración: “todos estos oficios tenían por sucesión y
herencia los que los tenían, que muerto uno quedaba en su lugar algún hijo suyo o hermano puestos por
mano de cazoncr. Siguen a éstos una serie de oficios menores que, a tenor del texto, ya no serían
hereditarios.
23. En muchos pasajes de la Relación da la impresión de que el informante no habla en general del cazonci
como institución sino de un cazonci determinado.
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L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
P rimera lectura
C aracterísticas discursivas
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En pos del signo
24. Grupo de Entrevernes, Análisis semiótico de los textos, Madrid, Cristiandad, 1982, p. 111. En lo
sucesivo, este libro será mencionado simplemente como “Entrevernes”.
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L a estructura de gobierno del antiguo reino p ’urhépecha
están sólo yuxtapuestas una al lado de la otra. Esa es, por lo demás, la
discursividad propia de las listas. Para un análisis semiótico, hemos de
decir que nuestro texto, en cuanto se trata de una enumeración de
funciones, es en general de tipo descriptivo. Estamos, pues, ante una
taxonomía. En la lingüística de Bloomfield se llama taxonomía a la
descripción y clasificación en listas de los elementos lingüísticos. Las
reglas de combinación serán las que, posteriormente, justifiquen las
construcciones de una lengua. Pues bien, eso es lo que sucede en nuestro
texto: tenemos una descripción y una clasificación mediante una lista;
pero no tenemos formulada explícitamente la combinabilidad social de
los elementos descritos.
En teoría del texto, una descripción es una pintura con palabras.
Describir es pintar con palabras personas, paisajes, cosas, actitudes,
funciones, como en nuestro caso, u otro tipo de “objetos”. Hay, como
dice Barthes25 una fuerte codificación de algunos de los diferentes y más
usuales tipos de descripciones: a la descripción de un lugar se le llama
“topografía”; a la descripción de un personaje se le llama, en cambio,
“prosopografía” o simplemente retrato, si se trata de su físico; si, en
cambio, lo que se describe de una persona es su carácter, el texto
resultante es llamado “etopeya”; a las descripciones de períodos de
tiempo de la duración que sea se les llama “cronografías” . La descrip
ción de la función de un personaje, en cambio, como sucede en nuestro
caso, no tenía un nombre específico. La función discursiva de la descrip
ción es formulada por Barthes26 en los siguientes términos:
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En pos del signo
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En pos del signo
y referidos por el texto. Por otra parte, hay otro tipo de oponentes: los
que dentro de la estructura gubernamental del cazonci quebrantan con
sus pillerías el orden establecido por Curicaueri. El párrafo 5 de nuestro
texto, por ejemplo, habla de los ocanbecha como funcionarios corruptos
que se roban los tributos.
Por tanto, el gobierno es entendido como un servicio a Dios cuyas
dos funciones más importantes son hacer la guerra y mantener el culto.
Tanto la guerra como la vida social - la fiesta, por ejem plo- son tenidas
como acciones culturales. No hay una distinción entre “autoridad civil”
y “autoridad religiosa” : Curicaueri y, por tanto, el cazonci detentan
ambas autoridades.
La estructura gubernamental a que se refiere el pasaje es, fundamen
talmente, una estructura del pasado aunque lleva superpuesto el esquema
de la autoridad vigente en el momento de escribir el texto. Es decir que
no faltan observaciones sobre las adaptaciones que esa estructura sufrió,
en los casos en que sobrevivió, tras la conquista española. Por ejemplo,
del sistema de mensajería p ’uréhpecha se observa: “y ahora sirven éstos
de llevar cartas” .27 El texto está lleno de “ahoras”.
Si bien nuestro texto es una descripción, hay que decir que se trata de
una descripción muy singular: tiene la forma de una galería de cuadros
yuxtapuestos. En teoría del texto, se suele comparar la descripción a una
pintura con palabras. Describir es pintar con palabras personas, paisajes,
cosas, actitudes, funciones, como en nuestro caso, u otro tipo de “obje
tos”. Ya Roland Barthes28 ha señalado la fuerte codificación existente en
la antigua retórica de algunos de los más usuales tipos de descripción: la
topografía, la prosopografía, la etopeya, la cronografía. La descripción
de la función de un personaje, en cambio, como sucede en nuestro caso,
no tenía un nombre específico.
No es este el momento de ahondar en las funciones discursivas de la
descripción. Cabe recordar, sí, que lo que tenemos en nuestro texto es
una lista de ellas. ¿Qué forma adoptan las descripciones de nuestra lista?
Por lo general, en nuestro texto cada una de las descripciones son
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BIBLIOGRAFÍA
I. D iccionarios
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En pos del signo
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B ibliografía
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En pos del signo
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B ibliografía
V. T eoría de la recepción
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En pos del signo
VI. L ingüística
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B ibliografía
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En pos del signo
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B ibliografía
VIII. R etórica
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En pos del signo
IX. E stilística
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B ibliografía
X. C rítica literaria
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B ibliografía
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XIII. L exicología
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E n pos del signo
XV. H ermenéutica
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Este libro se terminó de imprimir el mes de marzo de 1995,
en los talleres de Ediciones de la Noche.
La edición consta de 1 000 ejemplares.
Se hizo bajo el cuidado del Departamento de Publicaciones
de
El Colegio de Michoacán.
Cuidado de la edición:
Jaime Domínguez Avila
Auxiliar de edición:
Manuel Ayala
Composición tipográfica:
Rosa María Manzo Mora
Dibujos:
Miguel Ángel López Escobar
En pos del signo. Introducción a la semiótica recoge la historia
de una reflexión milenaria. A base de pinceladas, traza el camino
que Occidente ha recorrido en su intento de aprender a leer los
signos que han ido construyendo sus diferentes culturas. Tiene,
por tanto, más interés en el camino recorrido que en lanzar mira
das prospectivas hacia el futuro. Le gusta dejar oir voces ajenas
más que la suya propia que, en esas dimensiones, no puede sonar
sino como una interferencia. Estaciones de un largo viaje, acto
res, autores, personajes, proyectos, reflexiones en voz alta: y
todo ello unido sólo por la línea continua del tiempo que viene
del ayer y va al mañana, sin detenerse apenas en el hoy. Es, para
decirlo pronto, la historia de una búsqueda en pos del signo.
C o l e c c ió n M a n u a l e s