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¿Enredados?

En diciembre del año pasado recibí un extraño mensaje en mi


ordenador, tienes una solicitud de amistad, rezaba el asunto; extraña
petición, pensé, para hacerla por ese medio. Hasta aquel momento mi
cultura de Internet se reducía al uso del correo electrónico y a la
navegación en busca de contenidos en portales y páginas web. Con la
llegada de esa invitación, el universo de las redes sociales, como
Facebook, se abrió como un fruto agridulce ante mis ojos. Agrio, por
la contrariedad que me producía llamar amigo a un desconocido y
hacer un uso inadecuado de una palabra tan valiosa, dulce por las
promesas de transformación social que el medio parecía vehicular y que mis nuevos
amigos no dejaban de señalar. Decidí investigar, acepté muchas invitaciones de
perfectos desconocidos a ser su “amiga” y acepté también que inundasen mi ordenador
de poemas, reflexiones, fotografías, vídeos, causas por las que comprometerse; y en
medio de esa especie de logorrea o incontinencia verbal, recordé uno de los
significados simbólicos que le da a la red Juan Eduardo Cirlot, la de
ser «el arma de los que pescan en el océano del inconsciente que
envuelve y devora», así que decidí, concientemente, dejar devorar mi
intimidad por la invasión de las olas continuas de un inconsciente
colectivo capaz de lo mejor y de lo peor, para poder comprobar si mis
intuiciones acerca de la red eran ciertas o no, y disipar las dudas acerca de
si las redes sociales on line pueden considerarse un modelo adecuado de propagación de
ideas y formación de lazos sociales o es una nueva forma de consumir lo que nos dan,
en este caso mercancía-información.

Tejiendo visiones sobre la red


Decidí entonces intentar ordenar en una unidad de significado, a través de este reportaje,
todo esa avalancha de información que llega diariamente a mi portátil a través de
Internet, a mi pequeño nodo, en esa vasta red de interconectividad en forma de
boletines, anuncios, portales, webs, blogs, mensajes de Twitter, nuevos amigos en
Facebook, documentales sobre la problemática ambiental en YouTube… y que, por su
exceso, se percibe como un caos sin orden ni concierto. He intentado reflexionar sobre
este medio que ha modificado totalmente la comunicación y la forma de relacionarse de
muchas personas, a fin de comprender el uso adecuado de esa herramienta para atenuar
mi propia brecha digital y la de otros lectores que no pertenecen a la generación de las
redes informáticas.
A medida que avanzaba surgían muchas preguntas: ¿quién maneja la red?, ¿qué
tipo de conocimientos se adquiere?, ¿cuáles son los lazos sociales que se crean?, ¿cuáles
sus utilidades?, ¿cuáles sus riesgos?, ¿más información equivale a más desarrollo?, ¿es
Internet un recurso que contribuye a la democratización de los sistemas de
información?, ¿es relevante la información que circula en Internet?, ¿quiénes pueden
acceder a ella?, ¿en qué condiciones?
Consciente de que ante cualquier objeto sobre el que se reflexiona hay posturas,
críticas o apocalípticas, como diría Umberto Eco, que sólo ven el aspecto negativo,
posturas apologéticas que sólo ven los aspectos positivos y posturas eclécticas o
intermedias, busqué a través de la red, vía e-mail, vía redes sociales, Facebook, Twiter,
Myspace, a través de blogs y webs, y por supuesto de mi biblioteca en papel, autores y
usuarios que me ayudasen a construir una visión ordenada sobre Internet, y
concretamente sobre las redes sociales; que me ayudasen a aproximarme a esa cultura
cibernética que tiene atareada frente a las pantallas a una parte de la sociedad mundial
—por supuesto, no a la gran mayoría que queda separada de esta tecnología por la
llamada brecha digital—, y a vislumbrar de alguna manera la utilidad de esta
herramienta digital. Pretendía discernir si hay una manera correcta de usarla para no ser
usada por ella por ignorancia de lo que supone esa interfaz planetaria o por la
incapacidad de asumir los grados de complejidad cada vez más elevados en el
procesamiento de la información.
Esta necesidad de orden, de significado, de convertir en conocimiento práctico
esta sobreabundacia de información, está desde hace tiempo en la sociedad: «Si
queremos salvarnos de morir ahogados por los medios que nosotros mismos hemos
creado, primero debemos observarlos y luego entenderlos; si no desarrollamos una
actitud reflexiva frente a ellos, terminarán por “ahogarnos”», decía Mac Luhan, teórico
de la comunicación, hace ya unas cuantas décadas.
Hay necesidad de reflexión, de aprendizaje social sobre un medio de
comunicación que modifica poderosamente el mensaje, incluido el lenguaje. Debemos
preguntarnos qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo, por qué lo estamos
haciendo, hacia dónde vamos, cuál es el futuro de este nuevo espacio, de qué
antecedentes se nutre, a qué propuestas ayuda o suma (y resta). O, como decía el
sociólogo Manuel Castells, uno de los autores de referencia en el campo del estudio de
la sociedad de la información: «Las nuevas tecnologías de la información no determinan
lo que pasa en la sociedad, pero cambian tan profundamente las reglas del juego, que
debemos aprender de nuevo, colectivamente, cuál es nuestra nueva realidad, o
sufriremos individualmente el control de los pocos (países o personas) que conozcan los
códigos de acceso a las fuentes de saber y poder».
No es baladí, pues, intentar comprender la herramienta, en este caso tecnológica,
ya que modifica poderosamente el mensaje por su inmediatez temporal y por la
desaparición de las fronteras espaciales, y «no basta con lograr una comprensión
funcional de cómo se usa, sino que es preciso alcanzar una comprensión global de las
tecnologías y actividades implicadas. Habría que añadir: y de sus consecuencias, no
siempre benignas y a veces hasta patológicas, como puede suceder cuando un desarrollo
desequilibrado de la infociudad convierte a los humanos en “procesadores y paquetes de
información”» (F. Sáez Vacas catedrático de la E. T. S. de Ingenieros de
Telecomunicación).

Características de la red Internet.


Empecemos por lo tanto a buscar respuestas describiendo el
continente, Internet, la red de redes, para concretar en el reportaje
algunos de los contenidos que más pueden interesar a organizaciones
como la nuestra: la utilización de las redes sociales como
herramientas para dinamizar las movimientos sociales, para que las
ONG amplifiquen la difusión de sus objetivos, para lograr financiación,
para avanzar en la defensa de la naturaleza o en la construcción de
una sociedad más sostenible. Definamos primero, pues, el continente
en el que se mueven todos esos contenidos, el océano digital desde
el que rompen, como olas infinitas, miles de propuestas de hacer lo
social en red.
Internet es interconexión de redes informáticas, una red de
redes a escala mundial de millones de ordenadores interconectados
con el conjunto de protocolos TCP/IP, que es como decir que todos hablan el
mismo lenguaje para ponerse en contacto unos con otros. Nace como tecnología
militar en los Estados Unidos para conectarse en caso de ataque
nuclear. Una vez más la guerra sigue siendo en las sociedades modernas la fuente
principal de motivación para el progreso científico y tecnológico.
Uno de los servicios más importantes de este sistema de red es el http un
protocolo de transferencia que forma la base de la totalidad de información distribuida
denominada World Wide Web o Web, también conocida como la “telaraña” o “maraña
mundial” (una vez más el significado simbólico de torbellino devorador que tiene la
telaraña, vuelve a aparecer). Esta Web permite acceder de una manera más organizada a
la información disponible en Internet. El aspecto exterior de la WWW son las conocidas
“páginas web”. Internet permite también el correo electrónico, el acceso a grupos de
noticias, los foros de debate, las conversaciones en tiempo real, las redes sociales y
otros muchos servicios que se renuevan a diario y nos someten a una corriente
trepidante de nuevas utilidades y apenas hay maniobra para aprender a usarlas.
Velocidad, velocidad, velocidad, ¿incertidumbre, riesgo y accidente?
La Web ha ido evolucionando y, como señala Dolors Reig en su blog “El
caparazón”, hemos ido pasando de la Web 1.0 donde no hay interacción entre los
usuarios a la Web 2.0, la red social, «en la que somos nosotros los que elaboramos la
información de forma continua, hay muchas fuentes, la información está distribuida,
ninguna noticia es del todo cierta, todo está sujeto a discusión; por eso es social; más
que información es conversación». Muchos critican, por otro lado, que toda fuente que
aparece en la pantalla tenga el mismo peso y credibilidad que cualquier otra; ninguna
autoridad tiene ningún privilegio con respecto a otra y eso dificulta el juicio crítico si no
hay en el usuario una sólida educación previa.
Para algunos autores, la Web va a seguir evolucionando hacia la Web 3.0 o Web
semántica, donde la información sería descentralizada en el sentido que cada uno
personalizaría la información que le llegase, y así se resolvería el principal problema de
la Web 2.0 que es una sobrecarga de información, una especie de diarrea informativa
que descompone la vida diaria de muchas personas, que se ven asediadas por un
tsunami de información que rompe los nervios del usuario, ante cien correos sin
contestar, trescientos nuevos amigos sin atender, cuarenta fabulosos documentales o
power points para visionar. Según estos autores, gracias a tecnologías cada vez más
inteligentes se iría estructurando toda la información y se resolvería ese caos,
alcanzando un conocimiento organizado. Pasaríamos de la sociedad de la información a
la sociedad de la comunicación.

Dimensiones espaciotemporales de la Red.


La circulación y el acceso a la información han adquirido dimensiones estelares. Esta
dimensión de envolvimiento de todo el planeta por redes mediáticas está destruyendo la
noción tradicional de espacio, pues como afirma Sáez Vacas: «El usuario de
infotecnología vive cada vez más tiempo en lo que podríamos llamar infociudad», que
él mismo define como: «El espacio informacional donde los humanos de sociedades
desarrolladas, mediante terminales con botones, teclas, pantallas, contraseñas e
identificadores varios, se comunican y realizan una parte creciente de sus actividades
habituales y otras muchas nuevas». Este autor ha reflexionado profusamente sobre la
coexistencia de este nuevo espacio con la ciudad clásica, que es transformada,
sustituida, complementada, según los casos, por este espacio virtual en el que
actualmente se puede comprar, vender, trabajar, relacionarse, ver cine, escuchar música,
dar conferencias, pagar a hacienda, hacer transacciones económicas, leer la prensa,
hacer la guerra, construir una novela o una ópera cooperativa. Como dice Paul Virilio,
«la consecuencia es que el lugar físico como espacio topológico deja de tener
importancia, al imponerse el lugar virtual. La realidad virtual sustituye a la propia
realidad. El encuentro se realiza en los nichos y redes de internet, y no en los espacios
públicos como son las plazas y cafés de una ciudad». Esta filosofía de la suplantación de
la realidad tangible le parece a este autor uno de los signos actuales del probable
derrumbe del sistema global. Por su inmediatez, el mundo es más frágil que nunca.
Tiempo y espacio, coordenadas esenciales para entender al Realidad, en la que
se manifiesta la naturaleza, se ven profundamente modificados.
Nos encontramos, pues, con dos discursos, positivo y negativo, acerca de esta
nueva dimensión que se abre en las ventanas del ordenador creando una realidad virtual,
es decir «un entorno sintético, una realidad perceptiva sin soporte objetivo, sin red
extensa, ya que existe sólo dentro del ordenador. Una pseudorrealidad alternativa,
perceptivamente hablando» (Wikipedia). Para Manuel Castells, lo que hace Internet es
procesar la virtualidad y transformarla en nuestra realidad, constituyendo la sociedad-
red, que es la sociedad en que vivimos.
Por lo tanto, jugaremos a lo largo del reportaje a imbricar estas dos visiones,
pues los indudables frutos propios del discurso optimista de la tecnología formulado por
los técnicos y su criterio de éxito, deben ser conciliados con el discurso sobre la
tecnología desplegado por filósofos u observadores sociales, que tiende a ser
crecientemente negativo. «Asistimos al fin del tiempo histórico, de la larga duración, el
del tiempo local de las sociedades inscritas en los territorios dados, de las alternancias
diurnas y nocturnas, de los usos y horarios, de las generaciones. El tiempo mundial, el
de la inmediatez, la instantaneidad y la ubicuidad destruye los fundamentos de la
historia al suplantar las temporalidades locales. La historia se vuelve estadística. Ya no
está exocentrada sino egocentrada en el presente perpetuo. Y este nuevo régimen del
tiempo astronómico o universal carece de referencias en cuanto al destino de los
hombres» (Paul Virilio).
Se percibe un temor por parte de muchos autores al peligro de un dominio
totalitario del mundo virtual. «La atomización social es cada día mayor, y la anomia
también, sobre todo en las metrópolis. Se han desarticulado en gran medida las redes
comunitarias de relación social, especialmente en los espacios altamente urbanizados, lo
cual ha agravado la soledad. La nueva sociedad de masas es una muchedumbre solitaria.
Y hay un creciente malestar social en la sociedad del bienestar en crisis» (R. Fernández
Durán en su texto "Tercera Piel, Sociedad de la Imagen y conquista del alma").

La mirada optimista. La red social


Ya advertidos, pasemos ahora a tejer el discurso con las palabras de los optimistas, los
que piensan que, merced a sus posibilidades de utilización, podemos estar ante una
herramienta profundamente transformadora; son los autores que resaltan la capacidad de
influencia que esta herramienta pone en mano del ciudadano frente las formas clásicas
de poder organizado, como ocurrió en el Foro Social Mundial originado en Porto
Alegre, que aparece como una de las formas más novedosas de organización activista
global en red. Para Manuel Castells, Internet es la sociedad, expresa los procesos
sociales, los intereses sociales, los valores sociales, las instituciones sociales y señala
que «como todo proceso de transformación histórica, la era de la información no
determina un curso único de la historia humana. Sus consecuencias, sus características,
dependen del poder de quienes se benefician en cada una de las múltiples opciones que
se presentan a la voluntad humana».
Navegando en la Web se escuchan voces de los usuarios agradecidos a esta
herramienta: «Nos vincula con emociones y saberes conectados; nos da la oportunidad
de encontrarnos con múltiples puntos de vista; nos genera múltiples redes de relaciones
y conversaciones que alteran profundamente la estructura de nuestra sociedad y de
nuestra conciencia. Internet es un caleidoscopio de sentidos, en donde la mirada de los
otros nos proporciona una visión diferente del mundo que, hasta hoy, yacía confinada en
la matriz mental de la racionalidad» (Andres Schuchny). Amas de casa solitarias, o
inmigrantes recién llegadas, hablan de lo que sería su soledad sin Internet. Se habla de
«una cultura emergente, basada en el hecho de compartir, en la que hay que incluir los
blogs, los wikis, las fuentes abiertas (open source), el intercambio P2P, etc. Ya millones
de personas, que antes eran meros receptores, han pasado a ser participantes muy
activos, cuando no coautores o coproductores en distintas redes sociales, frecuentemente
sin interés económico personal» (Sáez Vacas).
Diversos estudios colgados en la Web intentan demostrar que la utilización por
parte de los adolescentes de las redes sociales no sólo no es una pérdida de tiempo, sino
que resulta valiosa en cuanto al cultivo de habilidades sociales y técnicas. Para la
profesora Ángeles Rubio, la juventud manifiesta mayoritariamente que se siente «parte
de algo»; los jóvenes valoran especialmente la oportunidad de relacionarse sin
impedimentos y, además, usan la Red no sólo para el entretenimiento sino para la
formación y la búsqueda de trabajo.
Los más entusiastas, como el profesor de antropología Michael Wesch, que se ha
dedicado a explorar el impacto de las nuevas tecnologías en la interacción humana,
pregona través de YouTube, en su primer video Web 2.0... The Machine is Us/ing Us,
con más de siete millones de visitas, que ahora tenemos «la posibilidad de vivir nuestra
humanidad sin miedo ni ansiedad».

Los movimientos sociales e Internet


Preguntémonos ahora la relación de los movimientos sociales con Internet. La doctora
Meritxel Roca, investigadora del Internet Interdisciplinary Institute nos contesta que
estos movimientos «han encontrado en Internet un aliado muy valioso porque confiere
al carácter reivindicativo de los mismos un canal de difusión rápido, eficaz y sobre todo
global. Internet es para los movimientos sociales un enorme altavoz que no entiende de
fronteras. En mi opinión, la relevancia de Internet respecto de la movilización social
atañe básicamente a los aspectos espaciotemporales. Recordemos por ejemplo el trágico
11-M: en un período muy breve de tiempo, los mensajes de movilización circularon
entre miles de personas. Si hubiéramos tenido que difundir ese mensaje por los medios
de comunicación convencionales, es decir, prensa, radio y televisión, probablemente las
concentraciones ante las sedes del PP hubieran sido minoritarias, reduciéndose a un
limitado grupo de amigos y conocidos. Las nuevas tecnologías permiten que los
ciudadanos de a pie también tengan la posibilidad de difundir mensajes de forma rápida
y efectiva».
Para esta autora y otros muchos, la llamada Web 2.0 aporta una serie de
herramientas orientadas a la participación; la posibilidad, pues, existe; el gran reto es
conseguir motivar a los internautas y a la ciudadanía en general. «El gran problema que
se plantea es cómo, desde lo local, se puede controlar lo global, cómo desde mi vivencia
y mi relación con mi mundo local, que es donde yo estoy, donde yo vivo, puedo
oponerme a la globalización, a la destrucción del medio ambiente, a la masacre del
tercer mundo en términos económicos. ¿Cómo se puede hacer esto? Pues bien, Internet
permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales,
que acaban aterrizando en algún lugar, por ejemplo, en Seattle, Washington, Praga, etc.,
pero que se constituyen, se organizan y se desarrollan a partir de la conexión Internet, es
decir, conexión global, de movimientos locales y de vivencias locales. Internet es la
conexión global-local, que es la nueva forma de control y de movilización social en
nuestra sociedad» (Manuel Castells).
Para José Luis Molina, profesor de antropología de la UAB, Internet hace
posibles las movilizaciones con un esfuerzo menor y con una sensible reducción de
costos en cuanto a comunicación y coordinación. «Es una buena plataforma para hacer
activismo social, especialmente en los temas medioambientales». Eso sí, nos matiza, «el
trabajo en red es condición necesaria, aunque naturalmente no suficiente». Para Juan
Lopez de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace, al que también hemos convocado a
participar en este reportaje en red, «Internet es una herramienta de comunicación directa
entre las organizaciones ecologistas y el público. Ha supuesto un salto cualitativo: ya no
hay intermediarios para comunicarnos con la gente. Nuestro mensaje puede llegar más
directamente y cada vez a más gente. Además es una herramienta para el activismo.
Nuestras iniciativas en la red o en las redes sociales cada vez cuentan con más
ciberactivistas».

Las redes sociales


Analicemos, pues, las redes sociales como herramientas para las ONG y las fundaciones
que luchan por cumplir unos objetivos que benefician a toda la sociedad. Definamos
primero el término. Las redes sociales han existido siempre; el fenómeno relativamente
nuevo es el uso de Internet para crear estas redes sociales en el ciberespacio, las cuales
parten del concepto original de las redes en el mundo físico, como formas de interacción
social entre personas con intereses similares y que fomentan la colaboración y el
intercambio ágil de información entre los usuarios. Las redes sociales más conocidas
son Facebook, Hi5, Myspace y los blogs o bitácoras, Twitter, Flicker, Delicious; los
wikis (sitios web que permiten la edición de sus contenidos por parte de las personas
que acceden a ellos, con ciertas restricciones mínimas) son también Web 2.0. En estas
comunidades, un número inicial de participantes envían mensajes a miembros de su
propia red social invitándoles a unirse al sitio. Los nuevos participantes repiten el
proceso, creciendo el número total de miembros y los enlaces de la red. Como si de
células se tratase, van uniéndose, conectándose, extendiendo su red de influencia más
allá de las fronteras espaciotemporales.
El ritmo de crecimiento de usuarios de estas redes crece e forma trepidante; se
habla de 57 millones de usuarios en Myspace o Facebook, 23 millones de personas que
visitan YouTube, 64 millones de personas que comparten fotos en Flickr. Cada día
los usuarios de Twitter crecen entre cinco y diez mil. En el 2007 se
donaron on line diez billones de dólares, convirtiéndose este medio en
uno de los favoritos para quienes hacen donaciones, y, según las
estadísticas, el 52 % de esos donantes usa estas redes sociales, por lo
que las ONG están empezando a conectarse a esta web social. WWF,
UNICEF, Greenpeace, Oxfam, Amnistía Internacional, Ecologistas en
Acción, la Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, que tiene perfil en
Twiter, FaceBook, Issu, …
Para Cheri Hegi, directora creativa de Primal Media el valor real de las
redes sociales es que aprovecha exponencialmente el boca a boca. La
organización Epic Change usó Twiter para sacar 11.000 dólares en
solo 48 horas para ayudar a construir una escuela en Tanzania, la
mayoría de los donantes nunca antes habían hecho ninguna donación
a esta organización. Y funcionó porque el mensaje era claro, «fácil de
entender, fácil de dar». The Dollars for Darfur un grupo de Facebook,
que tiene más de 5.000 estudiantes consiguió unos 150.000 dólares
para ayudar a parar el genocidio de Sudán; funcionó porque se
encauzó el poder de la gente joven, pues, como dice Ángeles Rubio,
«los jóvenes, al ser generadores de nuevas pautas y de esa tendencia a la transgresión
propia de la edad, pueden quedarse en el uso lúdico de la Red sin mayores aspiraciones
o, por el contrario, como sucede en muchos casos, emplear sus potencialidades para la
comunicación, la asociación, la vindicación y, en general, el apoyo de causas que por
derecho les son propias, como el desarrollo sostenible. En este sentido, se están
produciendo permanentemente iniciativas a través de la red, como marchas por la paz o
en defensa de entornos naturales concretos (como nuestra bahía de Santander por
ejemplo), consiguiendo que la información y las iniciativas sean del interés de los
agentes sociales y los medios tradicionales».
No hay que olvidar que Internet está lleno, entre otras cosas, de dinero, que
como dice el director de Triodos Bank, Esteban Barroso, es una posibilidad; así que las
principales organizaciones del mundo están empezando a realizar su propio aprendizaje
social ante esta herramienta, para “pescar” dinero en ese bosque de la economía global
que circula por Internet y utilizarlo para causas más nobles que especular en bolsa a
través de la red.
Pero no sólo se trata de captación de fondos y sensibilización, que sería otra de
las acciones más importantes que las entidades sociales pueden realizar en el campo de
las redes sociales. Hay otros muchos objetivos que se pueden conseguir con la llamada
Web 2.0 y las herramientas que proporciona: fomento de la participación interna en las
organizaciones, mejora de la gestión del voluntariado, ampliación de la base social,
comunicación interna y externa... Sin olvidar que una ONG, al igual que cualquier otro
organismo o empresa, precisa de una cierta presencia en los medios de comunicación
para lograr mayor número de voluntarios y benefactores, y hoy los medios son la red.
Para los analistas del medio, contar con un blog facilita un seguimiento frecuente
y atrae a nuevos seguidores. Las cuentas en las redes sociales contribuyen a una
comunicación dinámica con sus miembros, al tiempo que se logra una mayor presencia
dentro del colectivo juvenil. A través de Twitter se puede mantener informados a todos
los interesados de una forma rápida y muy directa.
Fundaciones como Èxit explican a sus seguidores en Facebook cómo colaborar
económicamente (ya sean particulares o empresas) y qué actividades proponen a futuros
voluntarios. Otra entidad, la ecologista WWF, aprovechó esta red social para reclutar
activistas que el pasado 28 de marzo se sumaron al apagón mundial de una hora por el
medio ambiente. Los miembros brasileños de la asociación Avaaz hicieron, en tan solo
dos días, 14.000 llamadas telefónicas y enviaron 30.000 mensajes electrónicos a la
oficina del presidente Lula. Con ello, lograron detener en el último momento la
promulgación de una ley que habría entregado gran parte de la selva tropical del
Amazonas a la explotación agroindustrial.

Ejemplos
Hay muchos más ejemplos de cómo los movimientos sociales
medioambientalistas pueden utilizar la red. La Fundación Félix
Rodríguez de la Fuente se ha sumado a la web social con su Plataforma
de Comunicación RUNA que pretende recoger y difundir por Internet las claves
tradicionales de gestión del territorio que son favorables a la biodiversidad, antes de que
desparezcan, y recuperar población humana en pueblos ubicados en zonas que se están
quedando abandonadas, a pesar de su valor natural, impulsando el desarrollo de la
sociedad de la información rural. Y con el portal Agenda Viva digital, que
traslada nuestra revista al entorno web, seguiremos plantando
semillas de conciencia y ofreciendo soluciones prácticas al dilema de qué hacer
para mejorar la calidad de la vida y del entorno.
Hay también ejemplos de movimientos sociales como la Red
WWOOF (Oportunidades en Granjas Orgánicas del Mundo), que han sabido usar
las redes sociales informáticas para sacar al ciudadano de la pantalla
y hacerle viajar por todas las granjas ecológicas del mundo realizando
un intercambio de trabajo por estancia, y que está formando a
muchos jóvenes en las bondades planetarias de la agroecología. Se
trata, pues, de una red que utiliza Internet para sembrar cultura rural
y biodiversidad. O el caso de GEN (Gaia Trust/Global Eco-village Network), que
está proponiendo, por todo el planeta, una serie de ejemplos a escala humana de lo que
puede significar en la práctica “vivir sosteniblemente” en diferentes tipos de hábitats, en
ciudades, suburbios y zonas rurales, y en diferentes tipos de climas, diferentes culturas,
etc. Forman así una red por la que circulan anualmente miles de personas que llevan
esas ideas a sus lugares de origen.

El otro lado de Internet. Quién controla la red


Podríamos llenar cientos de hojas con las utilidades de esta herramienta, pero antes de
continuar, vuelven a surgir nuevas preguntas ante la fascinación de esta supuesta
revolución que todos aplauden, la derecha, la izquierda, las multinacionales y los
activistas que las combaten, los ingenieros y los artistas. ¿De quién es Internet? ¿Es
realmente una herramienta de empoderamiento, como sostiene algunos, que sirve para
liberarnos, ser más activos, interactivos e independientes? ¿Son limpios los fines de la
revolución informática? Jerry Mander, director del Foro Internacional sobre
Globalización nos empieza a contestar: «Se sabe que las multinacionales están
verdaderamente interesadas en esta “revolución”, portadora, según ellas, de potencia y
libertad. Mientras tanto, los políticos quieren conectar todas las clases a la red a pesar de
la ausencia de estudios sobre el tema que muestren que la inmersión en el mundo virtual
hace a los niños más creativos, más vivos y no lo contrario». Tanto interés por los
mismos agentes que nos están llevando a la ruina planetaria invita, una vez más, a
reflexionar.
Es evidente que los ordenadores nos ayudan a organizar nuestro trabajo, escribir,
diseñar páginas web, organizar manifestaciones gracias al correo electrónico, pero hay
varios aspectos que no podemos olvidar en este análisis. Los ordenadores violan vuestra
vida privada y permiten el desarrollo de una industria floreciente especializada en la
venta de informaciones que nos conciernen. Otro aspecto es la contaminación que
produce esta floreciente industria que presume de ser de las más limpias, cuando los
fabricantes de microchips son responsables de más lugares contaminados que cualquier
otra industria, ya que se requiere mucha agua pura, que es polucionada y devuelta al
suelo. Tampoco podemos olvidar que, energéticamente, la fabricación de miles de
millones de ordenadores que hay en el mundo se nutre de minerales estratégicos que dan
lugar a muchas guerras: mientras nosotros inocentemente colgamos un vídeo en
YouTube, se arrasa un poblado en África para extraer los preciados minerales. «Del
orden del 15% de la energía eléctrica que se consume en EE.UU. corresponde al
funcionamiento directo del mundo informático. Este hecho choca con la cultura del
“gratis total” que promueve Internet, y que muchos manipulan y magnifican, pues no
hay ninguna actividad humana que sea “gratis” en términos energéticos y ambientales.
De esta forma, la sociedad de la información puede ayudar a ocultar aún más la
gravísima crisis ecológica a que nos enfrentamos» (Fernández Durán). Por no hablar de
la contaminación electromagnética a la que estamos sometiendo al planeta, con la que
los elefantes ya no pueden usar su telepatía para encontrarse, las ballenas, desorientadas,
quedan varadas en nuestras playas, y las cefaleas y nuevas enfermedades del sistema
nervioso arrasan en la comunidad humana.
Y tampoco podemos olvidar la brecha digital, pues sólo una minoría mundial
tiene acceso a los privilegios de la infotecnología, y la inmensa mayoría del tercer
mundo sigue navegando en el espacio-tiempo de la realidad mientras se decide quien les
va a gobernar a golpe de tecla y de ratón en los centros de poder mundial.
Internet es ambiguo, se resiste al análisis definitivo. Por una lado sirve para que
nos controlen y nos abrasen con publicidad a la carta con los datos que les hemos
ofrecido en FaceBook, por ejemplo; y, por otro, «tiene un importante potencial social
liberador y comunicador, al margen y en contra de las estrategias del poder» (Fenández
Durán). Pero, como dice Jerry Mander: «Mientras utilizamos Internet y los ordenadores
para conectarnos a nuestra red virtual, las multinacionales transfieren miles de millones
para financiar, por ejemplo, la destrucción de una selva. Compran miles de millones de
una divisa para revenderla una hora más tarde, con el riesgo de producir la caída de la
economía de un país, provocando hambrunas, miserias, enfermedades... Mientras
nosotros hacemos circular informaciones, ellos extienden su plena potencia sobre el
mundo. ¡La diferencia de potencia es inmensa! ¿Seguís pensando que la revolución
virtual es democrática?»

Conclusiónes
Asistimos a la paradoja de que, al mismo ritmo que aumenta la información de la
infoesfera, desaparece la información de la bioesfera, debido a un sistema depredador
que basa gran parte de su poder en la sociedad de la información y en las redes en las
que se sustenta. Perdemos diversidad con cada una de las culturas indígenas que el
progreso destruye con la globalización y sus medios de comunicación que inoculan el
virus de un pensamiento único en las mentes sencillas de los que viven aún integrados
en la tierra. La tecnosfera es el factor causal que dispara el cambio climático, la escasez
y deterioro de los recursos naturales, el caos social y la contaminación, etc. Nos
dedicamos a acumular datos a través de la red sobre tierras lejanas y olvidamos la
sabiduría de la localidad en la que vivimos. Nos relacionamos con personajes remotos,
virtuales, tejiendo redes sociales y ya no sabemos como relacionarnos con nuestros
hijos, mientras se diluyen y fragmentan nuestras relaciones más inmediatas. Internet es
sólo una herramienta, no debería convertirse en una sociedad de fantasmas con
identidades cambiantes; no podemos poblar el mundo de ciberciudadanos. Necesitamos
pobladores reales en las plazas, los mercados; necesitamos llenar la polis de sujetos
activos, comprometidos en las comunidades de vecinos, convertirnos en ciudadanos
conscientes de nuestra responsabilidad con los mayores, tejer redes de amigos solidarios
que ayudan en la desgracia y comparten nuestras alegrías.
Más allá de la pantalla está el verdadero horizonte existencial del ser humano,
más allá de la hipnosis a golpe de tecla hay un mundo que sucumbe, el mundo real. Más
allá de las ventajas individuales que podamos encontrar en la tecnología, debemos
reflexionar qué tipo de sociedad construye: una sociedad sin trascendencia, dimensión
absolutamente necesaria para comprender que el objetivo del ser humano no se consigue
a través de ninguna técnica ni de ninguna información. El conócete a ti mismo sólo
sucede en el silencio de una mente pacificada y, hoy por hoy, el mundo de las máquinas
multiplica por mil el ruido que ensordece la inteligencia y anula o difumina los
contornos del espacio de la tierra que espera que despertemos de este sueño prometeico,
y anula o devora el tiempo, elemento alquímico por excelencia para la maduración del
verdadero conocimiento. Sin sabiduría no hay tecnología que arregle el mundo. La
verdadera revolución sigue velada por la fascinación del progreso.
La caricia, mejor real que virtual…

Beatriz CalvoVilloria

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