Sabina Pauen que los pequeños no empezaban a inte- Y esto es muy necesario, pues la plé-
resarse por las causas de los sucesos tora de nuevas impresiones que, desde
“G
uau-guau” balbucea Lam- antes de los dos años, ni atribuirlas a el entorno, bombardean constantemente
bertín. “Mi pequeño ha- determinadas cosas. Creían incluso que a los retoños amenaza con exigir dema-
bla”, piensa la madre se iniciaba cuando los infantes empeza- siado al nuevo cerebro. Para ordenar las
extasiada. Desde ahora ban a hablar. Pero los científicos estu- sensaciones, su cerebro agrupa las cosas
no sólo tiene un bebé, sino también un dian ahora las capacidades de los críos en categorías, las clasifica en una suerte
interlocutor. Cuando empiezan a hablar, desde el día de su nacimiento. ¿A qué de cajones mentales. Así, el niño no nece-
la relación entre padres y bebés se re- resultado han llegado? Dicho en breve: sita volver a aprender cada vez todas las
fuerza enormemente. A los científicos les los lactantes de pocos meses aprenden a propiedades de cada uno de los objetos,
resulta entonces más fácil ocuparse de recordar cosas y a comparar sus propie- sino que puede trasladar las experiencias
la vida mental de los pequeños. Estudian, dades; de ese modo ponen orden en su con un objeto a otros que aún le son des-
por ejemplo, a todo lo que un bebé de- entorno. conocidos. Por ejemplo, tan pronto como
signa con “guau-guau”. ¿Sólo al caniche
del vecino? ¿A todos los cuadrúpedos?
¿También a una mariposa? ¿Y a un arma-
rio? De esa forma, los psicólogos evolu-
tivos tratan de descubrir qué cosas los
pequeños consideran pertenecientes a la
misma clase, elementos de un mismo
grupo o categoría.
Pero, ¿qué ocurre con los críos que
todavía no pueden hablar? ¿Qué pasa
por la cabeza de un lactante? ¿Pueden
pensar antes que hablar? Hasta la década
de 1960 se admitía que los bebés apenas
eran capaces de recordar lo visto y oído
y, menos aún, de pensar sobre ello. Se
les suponía hojas en blanco que, en los
primeros meses de vida, hacían poco más
que recibir, sin filtrar, informaciones por
los órganos de los sentidos.
Por eso, hasta hace poco, los psicólo-
gos evolutivos estaban convencidos de
Lambertín se ha formado la categoría En las imágenes aparecen ejemplares que no han pasado por la fase de fami-
“silla”, reconoce de inmediato, incluso distintos de una misma categoría, por liarización dedican por igual el mismo
en un domicilio ajeno, el mueble en el ejemplo, gatos. Al verlos, el bebé debe- tiempo a las dos imágenes).
que el papá y la mamá se pueden sentar. ría familiarizarse con esa categoría. El Con niños algo mayores —desde los
psicólogo detecta que el crío se ha fami- seis meses— el test suele ser diferente.
Perro desconocido liarizado porque dedica ahora tanto Se les ofrece para que jueguen modelos
Los estudiosos que se disponen a inves- menos tiempo a contemplar una imagen pequeños de los objetos del test; por
tigar con algo más de precisión cómo se cuantos más pares de esa misma cate- ejemplo, gatitos de plástico de diferen-
origina este tipo de conocimiento, se goría se le han presentado. tes razas. Se les da primero, uno tras
topan pronto con un problema: ¿cómo Se le muestra luego un par de imáge- otro, diversos modelos de una catego-
pueden saber de qué logros mentales son nes, en una de las cuales aparece un repre- ría y, luego, un ejemplar de la otra cate-
realmente capaces los infantes menores sentante de otra categoría; por ejemplo, goría. Sabremos que puede ya distin-
de un año? ¡No se lo pueden preguntar! un perro. El crío tampoco ha visto antes guir las categorías porque cada vez juega
Para superar este obstáculo los psicólo- el gato concreto de la segunda imagen; menos con las figuras, hasta que apa-
gos evolutivos recurren a un dato: la le es, pues, también extraña. Sin embargo, rece la nueva categoría; en cuyo ins-
especial atención que prestan a lo des- si se detiene más tiempo en el perro, sig- tante comienza a ocuparse del postrer
conocido. nifica que le resulta más insólito que el juguete más tiempo.
Existe un experimento clásico que se desconocido gato. De esa conducta los Varios grupos de investigadores han
aplica con lactantes a partir de los dos psicólogos concluyen que la criatura realizado tests de este tipo en distintos
meses. El psicólogo les va enseñando asigna el perro a una nueva categoría países. Los resultados con lactantes de
varios pares de imágenes, consecutivos. (teniendo en cuenta que otros lactantes menos de seis meses son contradicto-
THOMAS BRAUN
cerebro abordan también con qué capacidades vienen al
rios. Así, de acuerdo con varios estudios en nuestras series de pruebas, se entre- o siete meses, de clasificar objetos en
estadounidenses, a esa edad los bebés tenían notablemente más tiempo con los cajones mentales (véase el recuadro “El
pueden distinguir categorías; sin em- juguetes de la categoría que acababa de cerebro de un recién nacido no es una
bargo, las pruebas que nosotros hemos aparecer; ahora sí son capaces de dife- tabula rasa”).
realizado en el Instituto de Psicología de renciar clases distintas de objetos. ¿De qué categorías se apropian prime-
Magdeburg nos mostraron lo contrario: La investigación sobre la maduración ro los niños? ¿Cómo evolucionan? Pues-
en los primeros meses de su vida los lac- cerebral en los primeros meses de vida to que la categorización se inicia preci-
tantes no están aún en condiciones de y sobre el desarrollo del sentido de la samente en la fase de desarrollo en la que
categorizar objetos. Pero muy otro es el vista respalda también la hipótesis de los bebés alcanzan su plena agudeza
resultado con niños de siete meses: éstos, que los lactantes son capaces, a los seis visual, diríase que atienden, de modo
juguetes de animales y muebles que es- que se funde el retoño para categorizar,
tán dotados de una apariencia externa debe poder poner los objetos delante del
similar con la misma perfección que dis- ojo mental. A ese hecho los psicólogos
tinguen juguetes que mostraban todas evolutivos lo denominan formación de
las diferencias naturales entre estas dos representaciones mentales estables. Pero,
clases de objetos. Los lactantes algo más ¿están en disposición de hacerlo bebés
crecidos configuran, pues, nuevas ca- de seis meses? A primera vista parece que
tegorías no sólo por la abstracción visual no. Si les quitamos algo con lo que esta-
de la apariencia externa. Pues, de no ban jugando entusiasmados y lo escon-
haber sido así, deberían haber catego- demos, bajo una toalla por ejemplo, no
rizado mejor los juguetes cuyo aspecto lo buscan. Al parecer rige aquí el dicho
externo difería mucho de los que se “ojos que no ven, corazón que no siente”.
habían igualado en sus apariencias ex- Apoyado en tales observaciones, Jean
ternas. Piaget (1896-1980) negó a los niños de