El proceso de nutrición en los seres vivos es uno de los factores más importantes para
un buen estado de salud física, así como también para sus actividades diarias. En
nuestros días, la calidad de un alimento no es evaluada únicamente por su contenido
de macro y micronutrientes, sino también se analiza el contenido de sustancias
bioactivas, así también el papel que estas desempeñan en la prevención y tratamiento
de enfermedades; es por ello que se toma en cuenta factores tales como la
biodisponibilidad, su concentración y el número de veces que se rebasa su ingestión
diaria recomendada (Ramírez, 2009).
Es un hecho que los consumidores han comenzado a ver la dieta como parte esencial
para la prevención de las enfermedades crónicas como el cáncer, las enfermedades
cardiovasculares, la osteoporosis entre otras. De esta manera es que se presenta un
fenómeno denominado de auto-cuidado (self-care) que es el factor principal que motiva
a decidir comprar alimentos saludables (Sloan, 2000), y lo más importante para la
industria alimenticia, tienen un poder económico muy fuerte (Hollingworth, 1999), este
es el mercado que hará florecer la industria de los alimentos funcionales.
Existen numerosas evidencias de que la relación entre la dieta y la salud fue reconocida
desde el año 1000 a.C. por la medicina tradicional china. También hacia el año 400 a.C.
Hipócrates, que es conocido como el padre de la medicina, postuló la siguiente frase
“deja que tus alimentos sean tu medicina”, reconociendo así la importancia de la
alimentación en la salud del ser humano, de esta manera concluyó que el mantenimiento
de la salud se efectúa a través de la dieta y la higiene (Bello, 1995; Boylston et al., 2004).
Desde inicios del siglo XX se sabe de la necesidad que tiene el organismo para ingerir
las cantidades idóneas de macronutrientes (proteínas, carbohidratos y lípidos) y de
micronutrientes (vitaminas y minerales), para prevenir o recuperar a personas enfermas
por deficiencias específicas de estos nutrimentos.
Este nuevo concepto se utilizó por primera vez en el mundo occidental en 1989, por el
Dr. Stephen L. Defelice, que definió esta nueva clase de alimentos como alimentos
funcionales o nutracéuticos, y la definición que acuño es cualquier sustancia que puede
considerarse como alimento o ingrediente de un alimento, que además de su valor
nutricional, aporta beneficios a la salud y previene de enfermedades a quien lo consume
(Arai, 1996; Roberfroid, 2002).
Referencias
Alvídrez, M.A., González, M.B.E., Jiménez, S.Z. 2002. Tendencias en la producción de
alimentos: alimentos funcionales. Revista Salud Pública y Nutrición. 3(3).
http://www.respyn.uanl.mx/iii/3/ensayos/alimentos_funcionales.html
Arai, S. 1996. Studies on Functional Foods in Japan. State of the art. Biosci. Biotech.
Biochem. 60(1): 9-15.
Guzmán, A.B., Juárez, H.E., Ortega, E.S., Romero, V.R., Silencio, B.J.L. 2009. Los
nutracéuticos, lo que es conveniente saber. Revista Mexicana de Pediatría. 76(3): 136-
145.
Hollingworth, P. 1999. Food priorities for an aging America. Food Technol. 53: 38-40.
Sloan, A.E. 2000. The top 10 functional food trends. Food Technol. 54: 33-62.