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Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura en 1982, recopiló una docena de

cuentos de realismo mágico maravilloso en Doce cuentos peregrinos (1992). Este género
narrativo no descree de la ficción instalada en el texto en ningún momento del relato, más
bien la asume como válida y la desarrolla para dar coherencia a la obra. De este libro es el
cuento La luz es como el agua, que narra la mágica aventura de dos hermanos
que convierten la luz eléctrica en medio de navegación.

Los hermanos Toto de nueve años y Joel de siete, persuaden a sus padres de
conseguirles un bote y equipo de buceo para explorar su departamento con el bote; a
cambio de conseguir distinciones en el colegio. Al final la luz desbordará el
departamento, ahogará a los dos hermanos y a sus treinta y siete amigos de colegio. El
narrador participa en el relato, porque es quien le da la idea de usar la luz como si fuese
agua a Toto.

El flujo de luz: La aventura sucede en Madrid, ciudad mediterránea. Los niños son
inmigrantes colombianos que vienen de Cartagena de Indias, ciudad que si tenía mar.
Las ganas de navegar impulsan a los niños a desarrollar la idea que les da el narrador,
quien a su vez la tomó de un seminario de poesía. Antes de la tragedia, realizan
exploraciones para rescatar objetos perdidos que se veían con la inundación de la luz,
todo esto mientas los padres cada miércoles van al cine.

Los niños dominan el arte de navegar la luz a escondidas de sus padres, por lo que se
arriesgan a bucear en el flujo luminoso. La tragedia se da porque los niños quieren
demostrar este descubrimiento a sus compañeros de colegio, quienes no tenían equipo
de buceo para estar sumergidos. Toto y Joel, morirán también porque su reserva de
oxígeno se agotará en el tiempo que transcurren encerrados en su departamento del
quinto piso.

La luz fluye hasta copar el departamento y presionar las ventanas para caer a la calle, y
pasar por una avenida. Los niños comparten su descubrimiento y su tragedia con la
ciudad. Su diversión no tiene la intención de generar la muerte de los otros niños, ni su
suicidio. La luz es una proyección del intelecto humano, lo que las personas pueden
descubrir en un momento de iluminación lo comunican a sus amigos voluntariamente y a
la ciudad accidentalmente.

La niñez: La infancia es la edad en que se puede creer en la magia, por la disposición de


los niños a salirse de la realidad expresando sus sueños durante la vigilia. Toto y Joel son
niños aplicados en el colegio, con talento suficiente para alcanzar los máximos honores y
con inventiva precoz para capitalizar el descubrimiento que les da el narrador de que “La
luz es como el agua, uno abre el grifo, y sale”. La niñez experimenta con los objetos
cotidianos para fines subordinados al juego.

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Aún el estudio está subordinado al juego, los niños no pierden su deseo de fantasía ni de
aventura por su dedicación al estudio. Esta solo busca que sus padres les compren el bote
y el equipo de buceo. Los niños no llegan a una madurez propia de un científico
consumado por dominar el flujo de la luz, sólo lo capitalizan para liberar su deseo de
jugar. La niñez es la edad del juego y en este cuento el juego se mezcla con la
aventura hasta llegar a las últimas consecuencias.

Toto y Joel son niños curiosos que ansían llegar al mar, para ello logran la
equivalencia de la luz y el agua. Su impulso es irrefrenable, si hubiesen estado cerca
del mar hubiesen navegado y buceado en agua también. Su momento de aventura
les exige privacidad, la navegación del flujo de luz se realiza durante la ausencia de los
padres. Los padres son muy serios, solo consienten por la oferta de estudio. No pueden
participar de la exploración porque no lo podrían creer.

Los padres: Los progenitores de estos niños representan su enlace con el mundo real, no
necesitan interrogar a sus hijos, consienten sus caprichos convencidos del desarrollo de
su capacidad para el estudio. La madre es la única que duda, que ve innecesario el gasto
en bote y equipo de buzo, por carecer de un fin práctico. Los padres al dejar a sus hijos sin
vigilancia los miércoles, los entregan al mundo de la fantasía, el que los absorbe y los
pierde hasta la muerte.

Estos padres solo han fallado a sus hijos al sacarlos de la cercanía del mar, no saben
que pronto encontrarán un substituto para el agua en la corriente que dejan escapar de
las bombillas eléctricas. Serán responsables de no poder vigilar la canalización de la
fantasía de sus hijos. Cuando se den cuenta del rumbo de sus experimentos, será muy
tarde, la luz y la fantasía ya se habrán desbordado. Ellos son espectadores de la ficción
del cine, mientras sus hijos si actúan en su fantasía.

Los padres pierden sus hijos, porque ignoran que los han entregado a un mundo
desconocido de magia. La poesía es la única verdad incuestionable, se cumple el consejo
del narrador, porque es un postulado poético. Ni los niños ni los padres son versados en
poesía, no saben como manejarla. Los padres y el narrador contribuyen a la experiencia
de los niños, se supone que el narrador es amigo de los padres. Al final todos creen el
portento, los padres y el narrador.

Conclusión: La verdad poética es un arma muy poderosa en manos poco


experimentadas, por ello los niños penetran a un mundo maravilloso que no pueden
controlar. Estos niños guardan silencio de su hallazgo en la escuela y el hogar, cuando
comparten su secreto mueren por agotárseles el oxígeno de sus tanques de buceo y sus
amigos morirán por carecer de equipo. La magia ocurre entre niños, porque es la edad en
que hay credulidad para asumirla verdadera.

Los niños acaban con sus camaradas de colegio por irresponsabilidad, no por maldad,
los otros pequeños ven por primera vez el prodigio y no estaban preparados para
sobrellevarlo. Mueren los niños cuando el portento alcanza su máximo, en el momento en
que toda la ciudad conoce de este suceso.

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