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Capítulo que aparecerá en el libro “Arqueología y Neoliberalismo”, JAS editores,

Madrid.

ARQUEOLOGÍA Y NEOLIBERALISMO EN EL PERÚ:


UNA APROXIMACIÓN

Henry Tantaleán1

1. INTRODUCCIÓN
Según las cifras macroeconómicas, el Perú atravesó un gran desarrollo económico en
los últimos diez años con un pico en la tasa anual de crecimiento del Producto Bruto
Interno en el 2008 de 9,1 % (CEPAL 2014, p. 56). Este auge de la economía nacional la
colocó entre las de mayor crecimiento en Latinoamérica. Este “éxito económico” se
debe a las políticas neoliberales que se establecieron a inicios de la década de los 90s.
Incluso, dentro de las cifras que apoyan este crecimiento económico los ingresos por
turismo no son nada despreciables, alcanzado el record de 3,925 millones de dólares en
20132 por concepto de “turismo receptivo”.

Justamente, es con relación al turismo que la arqueología aparece como algo relevante
en la agenda de los gobiernos de turno. Con este tipo de política se ha generado una
visión de los sitios y objetos arqueológicos como instrumentos o insumos para generar
capitales turísticos mediante su “puesta en valor”, lo cual supone la inversión en
investigación, conservación y mejoramiento de su infraestructura con el objetivo
principal de atraer a turistas nacionales y, especialmente, extranjeros. De hecho, en el
Perú actual existe una visión hegemónica, en el sentido gramsciano, de que la
arqueología tiene un valor y relevancia en cuanto generador de productos turísticos.
Ciertamente, la arqueología es parte sustantiva de la “Marca Perú” y, de hecho, el logo
de dicha campaña está inspirado en geoglifos prehispánicos (Figura 1).

1
Cotsen Institute of Archaeology, UCLA/Escuela Superior Politécnica del Litoral.
2
Informacion extraida de la pagina web del MINCETUR:
http://www.mincetur.gob.pe/newweb/Default.aspx?tabid=3459 (consultada el 17 de agosto de 2015)

1
Figura 1. Anuncio de la Comisión de Promoción del Perú para la Exportación y el
Turismo-PROMPERÚ en el aeropuerto de Lima. Foto del autor.

Sin embargo, la importancia de la arqueología en la economía nacional y regional


relacionada con el turismo también genera una relación muchas veces tensa entre
diferentes actores involucrados, especialmente entre estado, empresas privadas y
diferentes grupos sociales.

Por un lado, el estado peruano en su “arte de gobernar” (Foucault 2007) desarrollará y


aplicará políticas neoliberales buscando maximizar los beneficios económicos que se
puedan extraer de la explotación de los recursos turísticos, incluyendo los sitios
arqueológicos. Por el otro lado, las empresas privadas al seguir y defender la lógica del
mercado, involucrarán en sus prácticas neoliberales a profesionales, sitios y objetos
arqueológicos que coincidan con sus actividades productivas. De esta manera, ambos
bloques promoverán la “razón neoliberal” (Laval & Dardot 2013) en la sociedad
peruana.

Finalmente, dentro de la sociedad peruana existen toda una serie de grupos o colectivos
sociales, que se ven implicados en esos discursos y practicas neoliberales entre los que
resaltan los grupos campesinos e indígenas, caso que no se tocará aquí pero que ha sido

2
analizado por otros investigadores (Hernández 2013, Herrera 2013, 2014). Otro grupo
social quizá minoritario pero directamente involucrado es el colectivo de arqueólogos
peruanos. Como veremos, muchos arqueólogos se han adecuado a las prácticas
neoliberales mientras que otros mantienen una discusión sobre la manera “correcta” de
establecer los estandares de su preservación y definir los límites de su afectación por
parte de las actividades del gobierno de turno y empresas privadas.

En primer lugar, para poder entender las relaciones entretejidas entre arqueología y
neoliberalismo mencionadas será menester describir, por lo menos sintéticamente, el
contexto histórico en el cual se instalaron las prácticas neoliberales en el Perú desde la
década de los 1990 hasta la actualidad.

2. 25 AÑOS DE POLÍTICAS NEOLIBERALES EN EL PERÚ


El 8 de agosto de 1990 se instauró la política oficial neoliberal en el Perú por el
gobierno de Alberto Fujimori. La economía nacional que había atravesado serios
problemas, y había sido tratada de balancear con la ayuda del estado en los últimos años
de la década de 1980, no pudo soportar más su desajuste con un mundo capitalista de
libre mercado. Al realizar esto y otras medidas del denominado “paquetazo” o
“fujishock” se esperaba detener la inflación económica interna que había llegado a cifras
exorbitantes durante el primer gobierno de Alan García (1985-1990). Además, existía
una presión procedente de diferentes instituciones financieras multilaterales desde la
década de los 80, las cuales coadyuvaron a la imposición del neoliberalismo en otros
estados de Latinoamérica. La crisis no solo era económica sino también política. La
informalidad en la economía detectada por Hernando de Soto (1986) en “El Otro
Sendero” era solamente la parte más visible de una crisis en el poder legislativo y
judicial, sobre todo con respecto a la inestabilidad y corrupción política.
Adicionalmente, la situación de violencia e inseguridad generada por Sendero
Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru y su consecuente
enfrentamiento por parte del estado peruano no creaba un ambiente atractivo para las
inversiones extranjeras. Por su parte, una elite empresarial local seguía controlando
ciertos sectores de la administración pública. Esta situación económica también se
agravaba debido a que las empresas estatales habían fracasado en la gestión de sus
recursos.

3
Dado este escenario, los objetivos a corto plazo del programa económico de Fujimori
eran estabilizar la economía peruana frenando la hiperinflación, recuperar las relaciones
con las instituciones financieras extranjeras, especialmente retomando el pago de la
deuda externa y reinsertar a la economía nacional en el mercado internacional. Para ello
se pusieron en marcha políticas de privatizaciones de las empresas estatales, de
flexibilización laboral y desregularización de precios dejando que la “mano invisible”,
por lo menos en el discurso, haga su trabajo.

Sin embargo, como el antropólogo peruano Carlos Iván Degregori ([2000]2012, p. 314-
315) señalaba en el 2000, este neoliberalismo era una versión peruana que denominó
“neoliberalismo periférico”:

“El extraño resultado fue que pesar del shock neoliberal más radical de la región, el
gobierno de Alberto Fujimori no llegó a significar una ruptura, sino que terminó como
una mezcla híbrida que recogía lo peor de nuestras tradiciones políticas y del
neoliberalismo. Otro capítulo de nuestra “modernización tradicionalista”, que
podríamos llamar el del neoliberalismo periférico, del cual menciono solo dos
características.

1. Un desarrollo insuficiente de la ciudadanía, que nos impide reaccionar como un


cuerpo cívico republicano y hace que en lugar de considerar que todos tenemos iguales
deberes y derechos, nos dividamos entre los que están por encima y los que están por
debajo de la ley. […]
2. Por consiguiente, la competencia se convierte aquí en un “vale todo” con límites
cada vez más laxos y mantiene como contraparte el estilo populista de los programas
de apoyo a la extrema pobreza, que propició el clientelismo y la corrupción
desenfrenada.”

Luego del gobierno autocrático de Fujimori, se restableció nuevamente el sistema


democrático de elección de las autoridades políticas centrales. Las nuevas elecciones
fueron ganadas por el economista Alejandro Toledo quien mantuvo muchas de las
políticas económicas de Fujimori entre el 2001 y el 2006, aunque en un ambiente más

4
democrático y alejando del gobierno a los personajes relacionados con la figura de
Fujimori.

Cinco años después, y por segunda vez, Alan García apoyado por el partido Aprista
ganó las elecciones para su mandato del 2006 al 2011. La economía del país siguió
creciendo en términos macroeconómicos tanto así que se convirtió en una de las
economías más sólidas de la región sudamericana. Además, la violencia política quedó
atrás en el siglo XX y se comenzó a tener un ambiente más amplio con respecto a las
discusiones políticas que incluyeron también a la alicaída izquierda peruana.

De hecho, para las elecciones del 2011, el candidato Ollanta Humala se presentó como
un proyecto apoyado e inspirado en la izquierda. Sin embargo, al obtener la presidencia
del pais se alineó con los poderes económicos y mantuvo la “hoja de ruta” que (les)
prometió en la segunda vuelta electoral. Durante su gobierno, se mantuvieron las
políticas neoliberales de los gobiernos anteriores, aunque con un “discurso inclusivo”,
materializado especialmente en sus programas sociales. Asimismo, este gobierno se vio
sometido a una serie de presiones de los grupos de poder económico y de la oposición
política especialmente del APRA y el Fujimorismo. El gobierno de Humala también se
podría calificar como pragmático y en el cual se ha beneficiado a la cartera de economía
por sobre las demás. A pesar de dicho celo en asuntos económicos, en general, se ha
asistido a una desaceleración económica3 la cual es explicada oficialmente por las crisis
de los países desarrollados y la disminución de los precios de los minerales en el
mercado internacional. Desde otros sectores críticos con el gobierno, esto también se
debería a la falta de un buen equipo de gobierno que pueda afrontar los escenarios
económicos internacionales. De hecho, esta crítica encuentra fundamento en la gran
cantidad de ministros que han desfilado por sus respectivas carteras durante este periodo
de gobierno. Uno de esos ministerios es el de Cultura.

3. ESTADO PERUANO Y ARQUEOLOGÍA


La principal institución dedicadas al registro, preservación, investigación y gestión de
los restos arqueológicos del estado peruano es el Ministerio de Cultura. Este organismo

3
Según el Banco Mundial se pasó de una tasa de crecimiento porcentual del Producto Bruto Interno de
8.5 en el 2010 a 2,4 en el 2014: http://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.MKTP.KD.ZG

5
fue creado recién en el 2010 y es la principal agencia estatal que tiene entre sus
funciones plantear, desarrollar y dirigir la política cultural del Perú, incluyendo a la
actividad arqueológica. En una escala menor, el Ministerio de Comercio Exterior y
Turismo (MINCETUR) desarrolla proyectos que potencian la actividad turística y
donde los sitios arqueológicos ocupan un lugar relevante. En un nivel por debajo de los
ministerios, se encuentran las denominadas Unidades Ejecutoras, importantes
organismos del estado que desarrollan trabajos de investigación, conservación y
difusión de extensos y monumentales sitios de gran importancia arqueológica en el
Perú. Finalmente, la formación de arqueólogos en las universidades es un componente
importante en la generación de profesionales vinculados a la investigación y gestión de
los sitios y objetos arqueológicos.

3.1. El Ministerio de Cultura


El Ministerio de Cultura se divide en dos grandes viceministerios: el de Patrimonio
Cultural e Industrias Culturales y el de Interculturalidad. Dentro del Viceministerio de
Patrimonio Cultural e Industrias Culturales encontramos diferentes Direcciones
Generales encargadas de administrar, gestionar, promover y supervisar todas las
actividades que se pueden relacionar con la arqueología dentro del estado peruano 4.
Desde ese Viceministerio y sus diferentes Direcciones se generan las principales
propuestas de gestión del patrimonio arqueológico en el Perú (Figura 2). Sin embargo,
el Ministerio de Cultura todavía es una institución pública que, como muchas de las
existentes en el Perú, tiene deficiencias y, principalmente, un presupuesto que no le
permite cumplir cabalmente sus funciones como muchas veces han referido sus
funcionarios.

4
La información de la estructura del Ministerio de Cultura se ha extraído de su página web (consultada el
3 de febrero de 2015):
http://www.cultura.gob.pe/sites/default/files/pagbasica/tablaarchivos/03/organigramamc.pdf

6
Figura 2. Ministerio de Cultura, Lima. Foto del autor

De entre los diferentes programas relacionados con la arqueología, vinculados al


Ministerio de Cultura, el Programa Qhapaq Ñan, es una propuesta integral del manejo
del patrimonio cultural con un importante componente arqueológico. Uno de sus
objetivos principales fue alcanzado en 2014 cuando se logró el reconocimiento del
sistema vial del Imperio de los Incas como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Dicho
camino prehispánico atraviesa Colombia, Ecuador Perú, Chile y Argentina. Además del
camino se incluyen sitios arqueológicos directamente relacionados, así como el propio
paisaje cultural que se ha generado con dichas construcciones. A pesar que ha recibido
críticas (por ejemplo, ver Korstanje & García 2007), a nivel de generación de
información empírica, conservación y gestión del patrimonio arqueológico, es uno de
los proyectos más importantes que se han desarrollado desde la estructura del estado en
las últimas décadas.

3.2. Unidades Ejecutoras y Sitios Arqueológicos


Creadas por el estado peruano en el año 2001, las Unidades Ejecutoras (UE) son
entidades públicas descentralizadas. Es decir, son unidades administrativa y
financieramente autónomas y que están supervisadas técnicamente por Instituciones
relacionadas con su especificidad. En este caso, las UE´s vinculadas directamente con
sitios arqueológicos están bajo la supervisión del Ministerio de Cultura. En la actualidad
grandes centros arqueológicos como Caral, Sipán, Túcume, Marcahuamachuco, etc., se
gestionan bajo la modalidad de Unidades Ejecutoras, lo que ha significado que se hayan

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invertido grandes sumas de dinero para su investigación, conservación y puesta en valor
para el turismo (Figura 3).

Figura 3. Sitio arqueológico de Caral, Supe. Fotografía del autor

3.3. Universidad Pública y Arqueología en el Perú


La Constitución Política vigente en el Perú es la que se aprobó en 1993 durante el
gobierno de Alberto Fujimori. Aparte de esta carta magna muchas otras leyes de la
época de Fujimori siguen vigentes. Una de ellas está relacionada con la liberalización de
la educación superior (Decreto Legislativo 882 de 1996), la cual generó la aparición de
universidades privadas con diferentes calidades educativas. Sin embargo, las
universidades públicas siguieron sufriendo problemas económicos heredados del siglo
pasado y una alta politización endogámica que impide el recambio generacional y la
alternancia de otros grupos políticos en las autoridades universitarias. Todo esto tomado
en conjunto, no ha permitido que la universidad pública pueda responder
adecuadamente a las crecientes necesidades de la sociedad y los mismos estudiantes.

Esta situación se debe en gran parte a la falta de financiamiento de la Universidad


pública por parte del estado aunque también existen otros mecanismos que las
universidades poseen para obtener ingresos. Uno de ellos es el “canon minero”,
posibilitado gracias al incremento de las actividades mineras en el Perú. Esto significa
que por ley un porcentaje de las ganancias por las actividades mineras en una región
está destinado a las universidades públicas de las zonas en las que operan dichas
empresas. Sin embargo, como un recientes estudios señala (Mendoza et al. 2012), las

8
universidades públicas han sido incapaces de gestionar dichos recursos y, por ejemplo,
desarrollar investigación. Esto se debe en parte a los engorrosos trámites que comienzan
con los Gobiernos Regionales y Locales, los encargados de administrar ese dinero y
entregarlo a las universidades públicas. Adicionalmente, en la relación entre esos
gobiernos políticos y las autoridades e investigadores universitarios existen una serie de
problemas de comunicación, desinterés e incapacidad para poder canalizar y usar ese
dinero. Asimismo, la normativa no contempla la posibilidad de pagar salarios (Mendoza
et al. 2012, p. 78), lo cual, de entrada, evita la generación de cuadros académicos y de
investigación sostenida. Incluso, parece que el dinero por canon minero se reducirá en
los próximos años, puesto que los precios de los minerales también están bajando, lo
cual aminorará este ingreso a las universidades públicas.

Se podría decir que las carencias y falencias de la universidad pública han sido suplidas
por las universidades privadas. Sin embargo, las “carreras no lucrativas” han perdido el
espacio generado por el estado. Entre ellas, las Ciencias Sociales son las que han tenido
grandes problemas para su desarrollo. La arqueología forma parte de estas en las
universidades públicas peruanas.

En el Perú, tenemos 9 universidades distribuidas en costa y sierra que ofrecen la carrera


de arqueología (Figura 4). De todas ellas, la única universidad privada que enseña
arqueología es la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Interesantemente es
la que posee mejores estándares internacionales y una proyección a la sociedad que la
hace visible, especialmente mediante sus proyectos de investigación arqueológica y la
performance pública y laboral de sus egresados. Hemos analizado el desarrollo y
significación de esta escuela de arqueología en otro lugar (Tantaleán 2014, 2015), así
que no abundaremos en esto.

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Figura 4. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor dse San
Marcos donde se encuentra el Depratamento de Arqueología. Foto tomada de
wikimedia.

En general, la situación de las universidades públicas, especialmente con respecto a la


arqueología no se aleja de las demás carreras de Ciencias Sociales en el Perú. En
términos generales, existen carencias en la cantidad de docentes, en la calidad
académica, infraestructura, tecnología, becas de investigación y espacios académicos de
reunión y de divulgación de los resultados.

Si bien, en los últimos años el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación


Tecnológica del Perú (CONCYTEC) está generando una serie de iniciativas para el
desarrollo de la investigación en el Perú, las ciencias sociales siguen siendo marginadas
en dicho financiamiento. De hecho, como hemos visto, la perspectiva que se tiene de la
arqueología está vinculada al turismo como también se puede reconocer en su
descripción de los “sectores prioritarios” del “Plan Nacional Estratégico de Ciencias,
Tecnología e Innovación para la Competitividad y el Desarrollo Humano 2006-2021”5.

5
http://portal.concytec.gob.pe/index.php/concytec/estrategias/41-plan-nacional-de-cti-2006-2021
(Consultado el 17 de agosto de 2015)

10
4. LAS EMPRESAS PRIVADAS Y LA ARQUEOLOGÍA
El desarrollo de la economía nacional peruana se basó principalmente en las actividades
extractivas de minerales, especialmente a mediados de las década de 1990. Si bien ya
existía una tradición extractiva en el Perú es con las políticas neoliberales cuando
numerosas empresas se establecen en el territorio peruano y generan grandes proyectos
mineros en extensas áreas del territorio peruano. Con la proliferación de los trabajos de
exploración, explotación y transformación de los minerales el estado peruano exigió a
las empresas Estudios de Impacto Ambiental, un requisito que se hacía cumplir desde el
Ministerio de Energía y Minas6. Estos estudios incluyen la descripción de evidencias
arqueológicas en las áreas de influencia de las actividades. Asimismo, las empresas
mineras como otras que involucren movimiento de tierra están obligadas por el
Ministerio de Cultura a obtener un Certificado de Inexistencia de Restos Arqueológicos
(CIRA) para la ejecución de sus actividades. Lo mismo se aplica a otras actividades
como la instalación de líneas de transmisión eléctrica, gaseoductos, mineroductos,
oleoductos y otras. Finalmente, el creciente proceso de urbanización especialmente en la
costa peruana, ha llevado a la intervencion de áreas con restos arqueológicos.

Con el propósito de cumplir con los requisitos exigidos por el estado peruano, las
empresas han contratado a muchos arqueólogos para realizar evaluaciones, mitigar el
impacto en los sitios arqueologicos, obtener dichos CIRAs y/o realizar actividades de
rescate arqueológico. También, el mismo estado peruano al realizar obras de
infraestructura ha tenido que acatar sus propias regulaciones y adoptar los
procedimientos que las empresas privadas llevan a cabo, aunque se han dado
excepciones a la regla.

Por todo ello, se generó en el Perú una demanda importante de arqueólogos para
continuar con tales obras. De esta manera, comenzaron a florecer arqueólogos
independientes y, más adelante, verdaderas empresas de arqueología que comenzaron a
atender los pedidos de las empresas mineras. En general, la “arqueología de contrato”
ha tenido aparentes efectos positivos en la economía de los propios arqueólogos y sus

6
Recientemente se ha creado el Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental dentro del
ministerio de Ambiente el que se encargará especificamente de estos estudios:
http://www.minam.gob.pe/legislaciones/sistema-nacional-de-evaluacion-de-impacto-ambiental/

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familias y en el desarrollo de obras que pueden beneficiar a la población en general. De
hecho, ese crecimiento económico ha favorecido a corto plazo a las poblaciones que se
han integrado al sistema económico extractivo como, por ejemplo, las mineras. Sin
embargo, también parece tener efectos negativos que solo se podrán reconocer a
mediano y largo plazo, especialmente los relacionados con el espacio de vida de las
comunidades indígenas. Lamentablemente, en este capítulo no existe espacio para
ahondar en esta problemática.

Además, de estas grandes empresas existen toda una serie de empresas privadas
relacionadas con el turismo como cadenas de hoteles, empresas de transporte,
restaurantes, agencias de viaje, etc., que presionan a los gobiernos locales y regionales
para hacer prevalecer sus intereses económicos. La presión ejercida sobre la ciudad del
Cusco es un caso en cuestión (Figura 5).

Figura 5. Plaza de Armas de la ciudad del Cusco. Foto del autor.

Debido a este manejo y uso de los restos arqueológicos, la actividad de las empresas
privadas también ha estado sometida a críticas. La percepción de algunos arqueólogos e
inteelctuales es que estas actividades relacionadas con la arqueologia de contrato,
muchas veces, no genera un verdadero conocimiento arqueológico y, mucho menos,

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llega a ser socializado. Por otra parte, como fenómeno sociológico, ha convertido a los
arqueólogos que la practican en empresarios que desarrollan su profesión como otra de
las tantas actividades lucrativas. Obviamente, está práctica no ha estado exenta de
críticas lanzadas desde la ética que se supone se debería respetar en el ejercicio de la
profesión arqueológica.

5. COMENTARIOS FINALES
En líneas generales, la arqueologia peruana bajo las politicas neoliberales ha crecido
exponencialmente. Nunca antes existieron tantos proyectos de investigación
arqueológica ni intervenciones relacionadas con obras civiles o extractivas en las que se
contrataron arqueólogos. Existen más de un millar de arqueólogos profesionales
peruanos, muchos de ellos desarrollando sus actividades en diferentes espacios laborales
como los que se ha mencionado previamente. De hecho, cualitativamente se puede
evidenciar un incremento de la actividad arqueológica en el Perú. Sin embargo, estas
cifras también pueden ser como las macroeconómicas: números gruesos y brutos que no
describen plenamente el detalle de la vida real de las personas a las cuales se las
vincula.

Como hemos podido apreciar la relación entre arqueología y neoliberalismo está


definida por el estado y por las empresas privadas. En medio de esos dos bloques se
encuentran los arqueólogos que terminan trabajando en uno o ambos lados. Incluso, las
carreras de muchos arqueólogos han transcurrido entre trabajos para el estado peruano y
para empresas privadas. Por el lado del estado, el Ministerio de Cultura, Unidades
Ejecutoras o Universidades públicas son las instituciones que mayor cantidad de
arqueólogos profesionales ha reclutado, especialmente durante los últimos 10 años a
medida que la burocracia de este sector también ha ido creciendo, especialmente por las
demandas del sector privado, la gestión del patrimonio arqueológico y la investigación.
Por el otro lado, las empresas también han crecido y han requerido los servicios
temporales y hasta permanentes de arqueólogos. Sin embargo, la relación laboral de los
arqueólogos tanto en el estado como en el sector privado, es altamente dependiente y, la
mayoría de las veces, muy precaria.

Al no existir una carrera de investigador en arqueología en el Perú financiada por el


estado o instituciones académicas, no se ha podido independizar al oficio de arqueólogo

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de este tipo de relaciones laborales. En parte, esto explica porque no se ha podido llegar
a generar una comunidad científica arqueológica la cual podría tener una voz respetable
y delinear cuales son los intereses comunes de los arqueologos y la ética que debería
orientar la práctica arqueológica. De hecho, si algo caracteriza a la arqueología peruana
contemporánea es que no existe una comunidad sólida, asociación, gremio o colectivo
que reúna realmente a los arqueólogos peruanos. Un análisis sociológico de los
arqueólogos peruanos apunta a que, muchas veces, los arqueólogos profesionales
terminan ocupando puestos de forma pragmática y oportunista, siguiendo las prácticas
neoliberales instaladas en el estado y la empresa privada.

Parece ser que mientras se mantenga esta versión peruana del modelo neoliberal de la
cual nos hablaba Degregori, la situación de la mayoría de los arqueólogos peruanos no
cambiará sustancialmente en los próximos años. Aunque se ha tratado de impulsar la
investigación en arqueología desde algunas instituciones públicas todavía la arqueología
sigue siendo una disciplina que es útil en tanto genere un producto que pueda ser
deseado y comprado en el mercado. Tendrán que llegar nuevas políticas con visiones
más sociales y sustentables para que la arqueología se transforme de un medio para
generar riqueza a un medio para generar conocimiento social útil. Un cambio tendrá que
ocurrir para que los arqueólogos pasen de ser simplemente parte del engranaje
económico como tecnócratas/fuerza de trabajo para convertirse en
intelectuales/cientificos sociales.

Referencias bibliográficas
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14
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