Traductores y Correctores
Madri - Lobrizever - Roux Maro - Corazón de Tinta - ma-petite -
Crisur2 - Aicitel 666 -Hecate - Sonia Blake - Analo - Mileg
Corrección Final
Aicitel 666 – Mausi
Diseño
Madri
Capitulo 1
No confundas a las reinas hadas con las princesas hadas.
De donde yo vengo las niñas que quieren ser princesas hadas por lo
general sueñan con alas de gasa y vestidos con volantes. Vestidos de
color rosa y demás. Estoy bastante segura de que el estrés es parte de
ser una princesa de hadas también, como también las lindas varitas con
estrellas en la parte superior para hacer realidad los deseos. Las
princesas hadas ansían tener una primorosa vida de lujo y descanso, lo
que involucra a pequeños animales de los bosques que atienden todas
sus necesidades.
Como reina de las hadas, puedo admitir que hay un poco más que estar
involucrada con las criaturas del bosque de lo que podría esperarse.
¿Pero el resto?. Una broma total. Las hadas, al menos las del tipo con las
que yo trato, rara vez tienen alas. Mi varita está hecha de piedras
preciosas en bruto unidas, y la uso para destruir criaturas de Otro
Mundo que aquí no existen. También golpeo a algunas personas en la
cabeza con ella. Mi vida es sucia, dura y mortal, el tipo de vida que no
podría soportar un vestido con volantes. Prefiero usar vaqueros. Y lo
que es más importante, me veo horrible en rosa. También estoy bastante
segura de que las princesas hadas no tienen que hacer frente a este tipo
de cosas de mierda por la mañana.
-¿Está usted tan loco como dicen que lo está?. ¡Maté a la Reina Thorn!.
¡Mire!-Tiró al suelo un collar plateado de piedras de luna. Se estrelló
ruidosamente contra el duro suelo de baldosas, y las piedras pálidas e
iridiscentes apenas recogieron parte de la luz de la mañana. -Corté esto
de su cadáver. ¿Ahora me cree?.-
-Está con mi reina, -dijo el soldado con aire de suficiencia pensando que
por fin había ganado terreno. -Lo guardó como trofeo. Si cooperas,
podría regresártelo.-
-No lo creo.- Dorian miró hacia debajo de la mesa. -Rurik, ¿me pasas la
sal? Ah, gracias.-
-Rey Dorian, -dijo Ranelle inquieta, -tal vez debería prestar más
atención a lo que dice este hombre. Si la reina está muerta…-
-Ella no lo está, -dijo Dorian sin rodeos. -Y esta salsa está deliciosa.-
-Porque ella está de pie allí. ¿Van a callarse todos para que pueda
comer en paz?.-
Hice un gesto a los que estaban de pie para que se sentaran mientras
caminaba hacia mi collar. Lo recogí del piso y lo miré de forma crítica.
-Se rompió el cierre. -Lo estudié por unos instantes más y después volví
mi mirada sobre él. -Tú lo rompiste cuando lo arrancaste de mi cuello
cuando peleamos….no, obviamente cuando me mataste. -
Apenas recordaba haber lidiado con este tipo anoche. Había sido uno
de muchos. Lo había perdido en medio del caos, pero al parecer, Katrice
había decidido enviarlo aquí con una historia después de que habían
capturado esa “evidencia.”
-Te ves increíble para estar muerta, querida, -dijo Dorian. -Realmente
debes unirte a nosotros y probar esta salsa que trajo Ranelle.-
-No, -exclamó el soldado de Rowan. -No puede estar viva. Balor juró
que la vio caer, él le contó a la Reina…-
-¿Puedo matarlo?. ¿Por favor? .- Esa fue Jasmine. Sus ojos grises me
miraban suplicantes, ya se había quitado los auriculares. Lo que debería
haber sido sarcasmo adolescente era en realidad algo mortalmente
grave. Días como estos me hacían arrepentirme de mantenerla en el
Otro Mundo, en lugar de enviarla a vivir de nuevo con los seres
humanos. Seguramente no era demasiado tarde para la escuela del
reformatorio. -Yo no he matado a ninguno de tu gente, Eugenie. Sabes
que no. Déjame hacerle algo a él. Por favor.-
-En realidad, -le dije. -Este es un día muy normal para nosotros.-
Sentí a Dorian sentarse en la cama junto a mí. -Es difícil de decir. Por lo
menos, no creo que eso haga que su rey vaya a estar en contra nuestra.
Somos demasiado aterradores e inestables.-
Estaba tan acostumbrada a sus burlas sobre mi reino que había algo casi
reconfortante sobre ello. Sus dedos corrían por mi cuello y pronto
fueron sustituidos por sus labios.
1
Honeysuckle: madreselva. Pero la palabra tiene otras acepciones vulgares en el lenguaje de la calle, puede
referirse tanto a los chicos provenientes de familias ricas que se aprovechan de los más débiles, como al
acto entre dos lesbianas en el cual durante el cunnilingus, una chupa el contenido de los líquidos vaginales
de la otra. (Urban Dictionary).
labios se habían trasladado hasta la clavícula, y su mano estaba
empezando a levantarme la camisa. Me alejé un poco. -No tengo
tiempo. -
Aparté su mano, pero luego él tiró de mí, lo único que pude hacer fue
poner mis brazos alrededor de él y retenerlo en mi contra. Yo sabía que
quería algo más que caricias, pero no tenía la energía. Teniendo en
cuenta su naturaleza exigente, me sorprendió que consintiera en
descansar su cabeza en mi pecho, ya que la camisa estaba sucia y
harapienta.
-No te ofendas, pero voy a tomar una ducha humana todos los días, que
algún criado cargue el agua hasta la bañera-.
-No puedes irte sin hablar con Ranelle, -señaló él. -Y no puedes verla
así. -
-Maldita sea. -Él tenía razón. Todavía estaba mal con esto de ser reina,
pero conocía lo suficiente sobre las costumbres de los Gentry, como
para saber que si realmente quería la ayuda del rey de Linden, tendría
que verme y hablar bien. Tenía tanto que hacer y el tiempo nunca era
suficiente. Todo es tan agotador.
-Su reino está en juego, -dijo. -Sus hogares. Y eso fue más que un
insulto. Dejarlo pasarlo haría que la Tierra Thorn luzca débil, como si
fuera una presa. Y eso haría que estuvieran expuestos a una invasión,
que sería lo mismo que rendirse a Katrice. Tu gente no quiere eso.
Tienen que luchar-.
Era difícil dejarlo, pero había mucho que hacer. Me retiré al baño,
lavando de mí el sexo y la batalla. La vida y la muerte. La bañera era
sólo lo bastante grande cómo para uno, pero Dorian parecía
perfectamente feliz y me miraba recostado placenteramente. Estaba
menos entusiasmado con mi elección de vestuario. Como reina, tenía un
armario repleto de vestidos elaborados, vestidos en los que a él le
gustaba verme. Como humana, había hecho que también se abasteciera
con ropas humanas. Miró mis jeans y camiseta sin mangas con
consternación.
Él me dirigió una mirada triste. -Me temo que va a suceder con o sin
ropa, mi querida.-
-Su Majestad. -
Le hice un gesto hacia abajo y tomé una silla cercana. -No es necesario.
Sólo quería tener una conversación rápida, antes de regresar al mundo
humano. -
Escondí una sonrisa. Ranelle fue casi entusiasta, estaba claro que
Dorian la había encantado, como lo hacía con tantas mujeres.
-Por supuesto, -le dije, sonriendo. -Soy humana. Er… mitad humana.-
-Tal vez no, -dijo con incertidumbre. -Pero no es ningún secreto que el
rey Dorian ha querido expandir su territorio. Es por eso que la tomó
como consorte, ¿verdad?. -Ahora se había puesto rígida.
-Bien. -Me levanté de mi silla. -Lo siento pero ahora debo irme, pero
definitivamente dejaré a alguien aquí si necesita cualquier otra cosa. Y
envíe mis saludos a Damos. -
Esa última parte fue dicha con un tono malicioso y lo ignoré. Jasmine
estaba bajo arresto domiciliario, y no iba a permitir que una actividad
pudiera hacer que se escapara de sus guardias. Cogí el terciopelo verde
que en el que ella había estado trabajando y estudié sus puntadas.
-No lo sé. No estoy poniendo mis esperanzas en ello. - Los ojos grises
de Jasmine se volvieron calculadores, haciéndola parecer más sabia que
lo que sus quince años deberían ser capaces de hacer.
Era una casa pequeña, pero en un buen barrio, cerca de las Montañas
Catalina, al norte de la ciudad. Las entradas entre los mundos existían
por todas partes, facilitando los viajes, pero tenía "un ancla" en mi casa,
una vez que cambié de puesto en la puerta de la Tierra Thorn, fui capaz
de materializarme directamente en mi habitación. Un ancla puede ser
cualquier objeto atado a tu esencia. Mi compañero de habitación Tim,
no me había visto en días, estaba comprensiblemente impresionado
cuando me vio paseando en la cocina.
-¿Mensajes?.-
-No entiendo por qué ella sigue llamando. Sabe que tú no puedes
contestar ninguno de sus mensajes. ¿Por qué necesita ella dejar más de
uno?. No es como que con mil millones de ellos, fueran a llegarte
mágicamente.-
Esperé hasta después del desayuno antes de tratar con Lara. Los
panqueques, las salchichas, y el café me dieron la fuerza para hacer
frente a este último lote de solicitudes. Sin duda, vio mi número en su
identificador de llamadas, Lara no se molestaba con las formalidades
cuando finalmente la llamé.
-Ya era hora, -exclamó. -¿Te han estado dando mis mensajes?.-
-Hmphf. -Ella se dejó ir. -Bueno, tú estás recibiendo una gran cantidad
de solicitudes últimamente. Las he filtrado, pero aún así tienes que
elegir.-
-¿En un cementerio?.-
-Sí .-
-Sí.-
-Llama a Wil, -le dije, tratando de tirar de una de mis botas y equilibrar
el teléfono. -Averigua en dónde se enteró de estos avistamientos de Pie
Grande. Si no es Coronado, dame una llamada. Si es así, no hay
necesidad de llamarme. -Wil era el medio hermano de Jasmine, y
evitaba hablar con él cuando podía. Una de las razones era que siempre
me preguntaba por ella. El otro era que era un loco paranoico por la
teoría de la conspiración. Esta vez, podría ser algo. Lara se sorprendió
comprensible.
-No lo haré. -Colgué y logré ponerme la otra bota. Tim me miró con
recelo.
-Sí.-
-Sí. -
-Mi ama llama, -dijo con una voz plana, -y yo respondo, sin duda por
alguna tarea mundana.-
Cerré los ojos, tratando de ser una con el aire en lugar de su víctima. El
mundo estaba en silencio aquí, salvo por el susurro del viento entre los
pinos y el parloteo de las aves y los animales pequeños. Extendí mis
sentidos hacia fuera, en busca de algo fuera de lugar. Mis habilidades
no eran perfectas, pero a menudo podía sentir la presencia de algo que
no era de nuestro mundo.
Volusian estudió la zona, utilizando también sus sentidos. -Sí. Pero hay
más. -Él no señaló la misma pista, sino más hacia su izquierda, en el
bosque. Hice una mueca, pero sabía que sus sentidos eran ligeramente
mejor que los míos.
-¿Escapar? No. ¿Ocultarse? Tal vez. - Hubo una pausa calculada. -No
tratará de forzarla sexualmente, sin embargo. La sangre de los gentrys
también los atrae. Simplemente tratará de comerte. -
Una forma gigante se alzaba frente a mí, con casi ocho metros de altura.
De piernas largas, con pies y manos con garras, su musculoso cuerpo
fácilmente podría confundirse con el de un Pie Grande. Sus orejas,
definitivamente de oso se aplastaban contra su cabeza, y añadió la
apariencia humanoide. Rugía, mostrando una boca llena de dientes
afilados. Unos ojos negros, llenos de furia y sin sentido, miraron hacia
mí.
Volusian, obligado por mis órdenes, se lanzó contra el oso. El poder que
irradiaba alrededor del cuerpo de Volusian tenía el peso de una
tonelada de ladrillos. La criatura se tambaleó hacia atrás con sus ojos
llenos de ira cambiando hacia mi siervo. El hecho de que Volusian no lo
había derribado era preocupante. O bien estaban bien empatados, o el
demonio era aún más poderoso que Volusian. Esto último sería
problemático, ya que yo no era lo suficientemente fuerte como para
desterrar a Volusian.
-Lo mismo que tú. Estoy en la lista de correos de Wil. Cuando me enteré
de los avistamientos de Pie Grande... -
Suspiré y me volví al mismo camino del que había venido. -No necesito
tu ayuda. -
-No. -Su serenidad era molesta. -Pero tiene que haber una manera
pacífica para acabar con ella. Para negociar algo.-
-Y cuando esto haya fallado, ahora vas a marchar con tus aliados y
tomarás su tierra con una fuerza abrumadora, expandiendo tu imperio.
-
-Y Katrice está haciendo lo mismo, -le dije suavemente. -He oído que
visitaron la Tierra Willow hace poco. -Ah, eso lo quebró. La fachada
petulante de Kiyo, vaciló.
-¡Maldita sea, Eugenie!. -Apretó los puños. -¿Por qué tienes que ser
así?.-
-Por supuesto que sí. -Él me miró, con una pequeña sonrisa irónica en el
rostro. -Sé más cuidadosa, Eugenie.-
-Todo. -
-No, -dijo ella con tristeza. -Quienquiera que haya hecho esto me
disparó en la cabeza antes de que pudiera verlo. Ellos hicieron que
pareciera un suicidio.-
-Por favor, señorita Markham, - suplicó. Sus ojos eran tan, tan tristes. -
Tengo que averiguarlo. Si alguien peligroso anda suelto, tengo que
saberlo. Mi familia tiene que saberlo. -Por lo que yo sabía, la familia era
por lo general la que estaba detrás de la mayoría de los homicidios.
-Mira, obviamente tú eres fuerte. Tienes que estar calmada para
moverte como lo haces y venir al exterior. Tiene sentido. Si estás
molesta por lo que te pasó, entonces estás ligada fuertemente a este
mundo, mientras que el asesinato no se resuelva. Tienes la posibilidad
de aparecerte a otra persona. Eso no sucedería con la mayoría de los
seres humanos, pero es posible que consigas que alguien cercano a tí te
vea y te escuche.-
Ella frunció el ceño y desapareció. Sí, era un fantasma muy fuerte, uno
que ya debería haber llegado al Inframundo, allí mismo. No debería
haberle dejado de hablar. ¿Pero que era un fantasma más, cuando ya he
dejado pasar a tantos?. Recordé las palabras acusatorias de Kiyo. Me
sentía como si estuviera haciendo un mal trabajo en ambos mundos.
Finalmente llegué a casa, a una casa vacía, con una nota garabateada de
Tim diciendo que había ido a un concierto esta noche y que había
fetuchine alfredo en la nevera, si lo quería. Comiendo frente al televisor,
me sentí egoísta y resentida porque él salía en una de las pocas noches
en que yo estaba en casa. Pero ¿por qué no habría de hacerlo?. Sin duda
él tenía una vida, que yo apenas tenía. Lo que realmente me fastidiaba
era que durante una noche como ésta, ya habría terminado comiendo la
cena en lo de mi madre. Durante un segundo, miré fijamente el teléfono
y pensé arriesgarme. Pero, no. Si ella quería ponerse en contacto a
escondidas, lo haría. Llamar ahora sería correr el riesgo de que Roland
me colgara o que probablemente no contestara.
Frustrada, decidí que no quería estar aquí nunca más. Era raro, sobre
todo porque antes había querido volver a casa. Sin embargo, sentía que
no era bienvenida en mi propia casa. Me di una ducha para limpiarme
el sudor del día de trabajo, aquí no disponía de una bañera de lujo
como en el Otro Mundo. Casi nunca iba y venía el mismo día, pero de
repente, mi reino parecía el único lugar donde tenía amigos en este
momento.
-No creí que estaría de vuelta tan pronto, - dijo Rurik, siempre
contundente. Shaya parecía nerviosa, como si quisiera levantarse, a
pesar de lo que había dicho.
Me encontré con los ojos de Shaya. -Es probable que Dorian esté a
punto de cenar. - Ella inclinó la cabeza, pensativa. No había relojes en el
Otro Mundo, pero ella tenía un buen sentido del tiempo.
Nia asintió con la cabeza, con sus dedos rozando los vestidos. Al no
encontrar el melocotón, ella frunció el ceño y volvió a revisarlos. Luego,
su mirada se dirigió a la otra mitad de mi armario, donde estaban los
vestidos que ella y otros habían hecho para mí. Sus ojos se abrieron
cuando ella sacó un vestido de seda de color durazno que
probablemente nunca había pensado que vería la luz del día.
-Su Majestad, -fue lo único que pudo jadear. Era como la mañana de
Navidad para ella.
Con mi pelo cobrizo, tenía que tener cuidado con los colores que
llevaba, pero era un color melocotón que me favorecería. La tela era
brillante y fluida, como un ser vivo. El vestido era una pieza larga que
se aferraba al torso y caía en capas desde la cintura hasta el suelo. Tenía
cintas de oro atadas a la espalda, decoradas con aguamarinas. Las
correas, también estaban hechas de cuerdas de aguamarinas y colgaban
de los hombros alrededor del brazo, detrás de más flujos de seda debajo
del brazo y dando la ilusión de mangas. Para todos los efectos, era un
vestido sin tirantes, dejando los brazos, los hombros y un buen escote.
-Creo que necesito un sostén, -le dije, mirando la seda fina envuelta
alrededor de mi pecho.
-Muy bien, -dije-. Pero me voy a dejar el pelo suelto. -Esperaba que eso
me diera algún tipo de cobertura. La falta de un corte de pelo hacia que
me llegara hasta los omóplatos.
-Mi querida, -dijo, levantando los ojos. Ellos pasaron sobre mí de esa
manera suya inteligente y eficiente. Para todos los espectadores, estaba
calmado y en control, como siempre, con los labios curvados con su
típica sonrisa temeraria. Sin embargo, me podía imaginar su sorpresa.
Él no esperaba verme tan pronto. Ciertamente no esperaba verme en la
gloria de una reina, por completo. Yo podría haber sido la mañana de
Navidad de Nia, pero para Dorian, era el postre siendo servido antes de
la cena.
-Tú y los tuyos son bienvenidos.- Era una formalidad que hizo que los
invitados regresaran a sus asientos y declaraba que mi gente estaba
bajo la hospitalidad de Dorian, es decir, que aquí nadie nos podía hacer
daño y viceversa.
-Mi querida, quiero hacer mucho más que mirarlo. Mucho, mucho más.
Y quiero hacerlo ahora. Supongo que no…, -añadió -¿Tu transformación
viene acompañada del acogimiento de algunas de nuestras costumbres
superiores?.-
-La cena,- dijo con pesar. -Tal vez te sirva algo especial. Y estoy seguro
de que disfrutarás de nuestros huéspedes de esta noche. -
Una vez que nos sentamos, sin embargo, pronto supe que Ysabel no era
la única de la que preocuparse. Otros nobles sin importancia estaban
allí, pero un nuevo rostro tenía prioridad. Su nombre era Edria y era la
madre de Ysabel. Ella tenía un atractivo estilo de matrona a su
alrededor, aunque su cabello y ojos eran oscuros. Ysabel era de ojos
azules con un abundante pelo castaño que aturdía. El impresionante
cuerpo de Ysabel contribuía en gran medida a su encanto también. Lo
que las dos mujeres definitivamente tenían en común era una actitud
astuta y taimada que me decía que ambas tenían pocos escrúpulos a la
hora de promover sus propios intereses. Y estaba claro que el que yo
estuviera con Dorian no estaba en sus intereses. En público, la etiqueta
Gentry dominaba, y Edria era la imagen de la cortesía.
-Me sorprende que se sorprendieran, -dijo Rurik, hablando esta vez con
la boca llena. Bueno, sólo podía esperar cierto progreso. -Todo el
mundo ha oído lo hermosa que es mi señora. Los hombres a lo largo y
ancho la desean, pero por supuesto, sólo aceptaría al mejor para su
consorte. Como mi señor. -. Viniendo de Rurik, esto era casi encantador,
pero no para el dúo madre e hija.
-A mi entender, -dijo Edria delicadamente, -es más que su, eh,
apariencia lo que motiva la solicitud. Usted y su hermana son valoradas
por sus futuros hijos. Puedo ver que tiene varios pretendientes. -
-Qué desgracia, -dijo Edria. Lanzando una mirada muy ligera hacia
Dorian. -Qué desgracia para todos. -
Ysabel había señalado a sus hijos claramente como un golpe contra mí,
sin embargo, vi sincero afecto en sus ojos mientras los miraba. Siempre
había pensado que su llegada a la corte para impulsarse a sí misma con
algún tipo, rayaba en la prostitución, pero había más en la historia. Su
marido había muerto, dejando a su familia en problemas financieros.
Hacía que sus acciones fueran más comprensibles, aunque todavía
pensaba que era una puta.
-Los niños son una gran alegría, -dijo Edria, mirando a Dorian de
nuevo.
-Fue increíble la facilidad con que Ysabel concibió a sus hijos, -continuó
Edria. -Si el pobre Mareth hubiera vivido, no tengo ninguna duda de
que habría una docena en este momento.-
-Creo que los dioses tienen sus manos en nuestros asuntos, pero no
están interesado en todos los detalles… como lo que pasa entre las
sábanas, sin duda.-
Los dedos que jugaban entre mis piernas ya habían puesto el resto de
mi cuerpo en llamas. Sentí mis pezones endurecerse y lamenté la fina
seda del vestido. Afortunadamente, nadie parecía prestarme atención,
aunque eso podría cambiar, al ver lo rápido que se estaba construyendo
el orgasmo. La sugerencia de Dorian no era lo que Edria había querido
escuchar, y la expresión agradecida que puso se veía claramente que era
forzada.
-Eres muy amable, Majestad. Pero sería tan inútil dar a una mujer fértil
a algún señor de menor importancia. Sin duda, un regalo como Ysabel
merece... realeza.-
-No parecía importarte. Además, tienes suerte de que sea todo lo que
hice, cuando apareciste sin previo aviso en ese vestido. -
Era duro y feroz, pero los dos sabíamos que no me importaba cuando
Dorian jugaba a ser dominante. Además, este cambio en nuestra vida
sexual era una especie de encendido. Los Gentry, mientras que no se
oponían al sexo oral, casi siempre prefieren el coito debido a su
obsesión con los niños. De alguna manera, el pensamiento de él
explotando en mi boca, en mis labios, me volvió salvaje.
-¿Lo es?.- Me impulse hacia arriba, mirándolo a los ojos. Mi voz era baja
y peligrosa. -¿Estás diciendo que no te gustaría eso? ¿Dejarte venir
en mi boca, llenándola, obligándome a probarte... tragarte?. ¿O tal vez
quieres venirte sobre mí?. ¿Cubriendo todo mi cuerpo? -Había una
ligera ampliación en sus ojos, un reavivamiento de su deseo. Él me dio
una sonrisa enigmática.
Bostezó y se quitó la camisa. -Te dará algo en que pensar y esperar algo
más alegre que el resultado de la batalla. -
-Mañana, -dijo. Él me alejó para que pudiera tirar de las sabanas sobre
nosotros y luego me llevó de vuelta a sus brazos. -Recibí la noticia de
cierto movimiento de Rowan. He enviado un ejército a su encuentro, y
voy a unirme a ellos por la mañana. Está cerca de mi pueblo en la curva
del río. Creo que Katrice espera tomarnos por sorpresa, pero un espía
me avisó.
Sí, había prometido a Lara más trabajos mañana. -No son tan
importantes, no como esto.-
Ella extendió sus manos. -Soy una vidente. Tengo la sensación de cómo
son las cosas, a veces, de las cosas por venir. También ofrezco
asesoramiento.-
Esto alejó un poco mis miedos. “Vidente” era una manera elegante de
decir "psíquico", en lo que a mí respecta. Cuando se trata con lo
sobrenatural con tanta frecuencia como yo, te encuentras con una gran
cantidad de llamados psíquicos. La mayoría eran fraudes, y sospechaba
que ese era el caso entre los Gentry como entre los seres humanos.
Ella me dio una sonrisa torcida -No, ese no es un regalo que los dioses
hayan decidido otorgar a cualquiera de los Gentry. Incluso ellos
conocen los límites de los mortales. -
-¿La que?-
-Un artefacto antiguo. Uno usado por los más grandes y más poderos
líderes de la historia de los Gentry. Líderes temidos por todos, quienes
gobernaron muchos reinos.-
-Yo tengo una corona. Unas cuantas de ellas. -Sólo una era la Corona
Oficial de Estado, pero los diseñadores me habían diseñado otras para
que combinaran con mis trajes.
-Déjame adivinar. Ésta está hecha de hierro. -Ella asintió con la cabeza y
me miró como si estuviera esperando a que me impresionara.
-Lo siento. Como he dicho, a menos que sea por el poder de controlar
la mente, no voy a ir a ninguna búsqueda de objetos mágicos. Mi vida
ya es como una campaña de Calabozos y Dragones. -
Eso era fácil de entender. -Así es. Porque está hecha de hierro. No creo
que una capacidad que todos ya conocen que tengo por ser humana
sería tan impresionante. -
-Ya he oído suficiente de esta ridiculez. -Me puse de pie. -Me voy a la
cama.-
-Desearía que no fueras. -Él me dio esa sonrisa fácil y apoyó las manos
en mis caderas desnudas.
-Me encontré con una mujer llamada Masthera anoche, que me dijo
acerca de eso-.
-Ah, Masthera, -dijo él con cariño. -Cada corte debe tener un vidente.
Sus predicciones son correctas aproximadamente la mitad del tiempo,
lo cual es bastante notable. Tú deberías ver el vidente farsante que han
conseguido en la Tierra Maple. Sería humillante mantener a alguien así
cerca.-
El suspiró, -No lo sé. Tal vez. Pero tanto como temes por mí saliendo
hoy… me preocupa más tu salida tras esta baratija. -
-Lo haría si pudiera. Y tal vez pueda. Si las leyendas son ciertas, debes
pasar por campos de hierro para llegar a ella. Difícilmente alguien de
los Gentry podría hacer eso. Puede que yo sea capaz de eso, con mis
habilidades… tendría una mejor oportunidad que la mayoría-.
Su rostro se aligeró, y presionó un suave beso en mis labios. -Es por eso
que ahora me voy. -
Mi corazón se hundió, sabiendo que lo inevitable había llegado. Me
apresuré a ponerme mis jeans y una camisa, así podría verlo a él y a los
soldados que lo acompañaban afuera. Sabía que las tropas que se
unirían no eran numerosas, pero mientras él marchaba afuera hacia el
sol naciente, su grupo me parecía tan terriblemente pequeño. Cuando él
estuvo fuera de mi vista, me fui a convocar al resto de mi propio grupo.
Era hora de irnos a casa.
-El Tlingit era estupendo, pero el promedio de las turistas espera como
amante a un estereotipo como esto. -Él llevaba puesto pantalones de
ante de tres picos y un tocado de plumas largas. Su desnudo y
bronceado pecho parecía que había sido engrasado, y tenía un collar de
cuentas colgando de él. Estudiándolo, reconsideré. Él tampoco era
verdaderamente Lakota. Sólo un poco de fusión de estereotipos, como
él había dicho.
-¿Por qué estás vestido tan temprano?. Por la mañana los viajeros no
van a detenerse por un concurso de poesía. -
-¿Uno cultural?-, gemí. -Tim, la tribus locales estarán ahí. Sabes que van
a tratar de golpearte de nuevo. -
-Entra, -le dije, todavía asombrada. Entró a la cocina, era tan pequeña,
rubia y linda como la recordaba. Una pila de papeles estaba en sus
brazos. -No me gusta como se ve eso.-
-Son tus…-
-Gracias.-
-Es un honor para mí… ¡mierda! ¡Los rollos de canela! -Tim buceó hacia
atrás, agarrando un guante y abriendo el horno, del que estaba saliendo
el humo. Lara se dirigió a mí en forma conspirativa mientras él gemía
por el estado de sus productos horneados.
-¿Es quién? .- Sus pequeños ojos azules se abrieron más amplios. -¿Estás
segura?.-
-Oh, por Dios Santo, -exclamé. -¿Vas a cortar la mierda, Tim?. Esta es
Lara.-
-¡Hey! -dije.
-Oh, por Dios, -dije. Hasta este momento, había pensado que nada era
más molesto que sus peleas por teléfono. De repente desee que
estuvieran en una discusión ahora mismo.
Con gran esfuerzo, Lara logró arrastrar sus ojos hacia mí y recordó su
trabajo.
-Están todos hechos. Sólo necesito que tú los firmes. No estaba segura si
estarías cerca para hacerlo si te los mandaba por correo.-
-Sí, sí. Mientras ustedes están fuera visitando los barrios bajos con los
niños de la universidad, yo estaré luchando por mi vida. -
En el instante en que ella se había ido, Tim se volvió hacia mí. -¿Por qué
no me dijiste que ella era tan agradable?. Todo este tiempo, me has
dejado pensar que ella era toda una perra. -
-¡Te he dicho como cien veces que ella no era una perra!. Tú eres el
único que decidió eso, después de hablar con ella por teléfono. ¡Sólo
crees que ella es agradable ahora porque la has visto y quieres llevártela
a la cama!. -
Tim me dirigió una mirada profunda. -Eugenie, esa no es el tipo de
mujer que tiene una aventura de una noche. Ella es una diosa entre las
mujeres.-
Fruncí el ceño a los platos sucios que Tim había dejado en el mostrador.
-¡No te olvides de lavar los platos cuando vuelvas! , - grité cuando se
dirigían hacia la puerta.
Mi último trabajo del día fue el más difícil, sin duda fue programado de
esa manera a propósito para que no apareciese en los otros cansada y
herida. Es cierto que me sentía cansada, pero la preocupación por
Dorian mantuvo la adrenalina quemando a través de mí, lo que sabía
me serviría para este último trabajo. Sin embargo, caminando hasta la
casa del cliente, no pude detener las mismas preguntas en mi mente.
¿Por qué Volusian no me ha informado todavía?.¿No habrá terminado
el combate?.
Dudé. -No lo sé. -No quería decirle a Jenna que había una gran
posibilidad de que Regan estuviese muerta. Ese era el destino habitual
de una víctima de un fetch. Por supuesto, Los fetch normalmente se van
una vez que han chupado toda la energía y la bondad de la vida de su
víctima. Si éste todavía estaba ahí, las posibilidades de que Regan
siguiera con vida eran ligeramente superiores. Aunque… ella, cuando
la encontráramos, podría estar en mal estado.
-¿Dónde está Regan?. - Repetí con dureza. -¿Qué has hecho con ella?-.
Por favor, por favor permite que esté viva. Esta vez, la fetch giró la
cabeza, sus fríos ojos se clavaron en mí y en mis armas.
Tuve unos instantes de duda sobre lo que hacer. Matar a la fetch sin
saber la ubicación de Regan haría la segunda parte de este trabajo
mucho más difícil. Sin embargo, mientras la fetch continuaba
mirándome, supe que había reconocido lo que era y la amenaza que yo
representaba. Tenía que hacerlo ahora, confiando en el hecho de que los
fetchs normalmente mantenían a sus víctimas cerca.
Cerré la boca cuando sentí que todos me miraban. Incluso yo pude ver
que la manga izquierda de la chaqueta estaba empapada de sangre.
Había poco que decir después de eso. Jenna se quedó con Regan
mientras me conducían hacia un cubículo de la sala de urgencias. La
enfermera cerró la cortina y me quité la chaqueta. Las cejas del doctor se
levantaron.
-Tiré una piedra, el agujero no era muy grande pero no tuve tiempo
para hacerlo más grande. Tenía que llegar adonde estaba Regan.-
Yo estaba muy inquieta, todo lo que quería era volver para ver lo que le
había sucedido a Dorian. El personal médico, sin embargo, se ocupó a
fondo de su trabajo. Decidí que debía de estar agradecida de que me
permitieran irme y no forzarme a una estancia más prolongada. Estaba
herida, en mal estado, pero no en peligro de muerte.
-Ya está, -dijo el doctor, justo antes de dejarme ir. Garabateó una receta
y me la entregó, junto con unas instrucciones escritas para el cuidado y
la limpieza de las heridas. -Es para los antibióticos, consíguelos esta
noche. -
-Lo digo en serio. Conozco a los de tu tipo. Piensas que eres invencible,
pero nada de eso puede evitar una infección. Consigue la receta. Limpia
y venda los cortes.-
-¿Mamá?-.
Estaba apoyada contra una pared, estudiando con ojos ansiosos a todos
en la sala. Cuando me descubrió prácticamente corrió hacia mí,
mirando alarmada mis vendajes. No llevaba abrigo y mi camiseta sin
mangas mostraba las heridas de guerra.
-¡Eugenie!. ¿Estás bien?. ¿Qué has hecho ahora?. -Por alguna razón eso
hizo al médico resoplar de risa antes de irse.
-Lo estoy, -dije aturdida. -Me han curado. Y tengo esto… -. Sacudí los
papeles. Se apartó el pelo oscuro de la cara, su expresión era cansada y
angustiada mientras nos dirigíamos hacia el coche.
-No, -dijo, sacando las llaves. -No es que importase que lo supiera.
Nada habría podido detenerme de venir cuando me llamaron. Pensé
que… bueno, nunca sé que pensar. -
-Desde hace unas semanas. Son sólo para conducir por la noche.-
Aparté la vista por temor a que mis lágrimas regresasen. Gafas. Qué
cosa más estúpida. Hubo un tiempo en que había conocido todos los
detalles de su vida. Había tanta distancia entre nosotras ahora. Mis
agitados pensamientos culpables sólo se detuvieron cuando ella se
detuvo ante una farmacia a pocas manzanas del hospital.
-¡Mama, no!. Tengo que volver a mi coche y…-
-Sí, bueno, estoy segura de que esta tiene un par de vendas escondidas
en alguna parte.
Su expresión se suavizó.
-Es más complicado que eso, -me dijo. -Todavía te quiere. En serio. Pero
está preocupado. Y no le gusta que vayas…allí. A mí tampoco.-
Aparté mis ojos de nuevo. Sabía que a ella no le gustaba y tenía buenas
razones. Mi concepción fue el resultado de su cautiverio y violación en
el Otro Mundo. Había pasado años ocultándome ese hecho, con la
esperanza de protegerme tanto de mi herencia como de la agonía que
ella pensaba que ese lugar causaba.
-Bueno, eso es complicado también. Tengo que estar allí, mamá. Sé que
no lo aprueban, pero hay gente que cuenta conmigo. No todos son
como tú piensas. No puedo defraudarlos. Ellos… ellos están muriendo
por mi culpa.-
-Lo intentaré, -dije. Eso nos hizo sonreír, en parte porque sabíamos que
el que tratase de mantenerme fuera del peligro era bastante inútil. -Y
dile a Roland…-No pude terminar pero ella asintió.
-Lo sé.-
Lara se giró y me miró por encima del respaldo del sofá. -Las Pop-Tarts
no están… ¡oh Dios mío!. ¿Qué te ha pasado? -
-Olvídalo, -Le dije. -Estoy bien. Pero vas a tener que pasarle la factura a
Jenna Benson, Lara. No pude dársela.-
Lara asintió, todavía estupefacta al ver cómo era mi vida real. Eché un
poco de agua en un vaso y disolví el antibiótico mientras esperaba por
las Pop-Tarts. En cuanto estuvieron hechas me retiré a mi habitación,
para comer algo mientras preparaba una bolsa de viaje. Mientras estaba
haciendo las maletas, mis ojos se detuvieron en un rompecabezas a
medio terminar en mi escritorio. Suspiré. ¿Hacía cuanto tiempo que lo
había comenzado?. ¿Hacia un mes? Me encantaban los rompecabezas.
Solía hacer uno cada noche.
-Ama, -dijo con una falsa reverencia. -He venido a informarle sobre la
batalla.-
Capitulo 8
Hubo una larga pausa mientras esperaba con expectación. Volusian
estaba disfrutando de esto, me di cuenta. Él no iba a explicarme hasta
que le preguntara la razón por la no quería sacarme de la agonía.
-Sus fuerzas, señora. -Una vez más, el alivio creció a través de mí.
Habíamos ganado. Dorian estaba bien.
-¿Bajas?.-
Esta última parte fue una buena noticia. ¿Pero la muerte y el daño?. No,
no me gustaba eso. Quería saber los números, pero por ahora, eso era
irrelevante. Una muerte era demasiado. Me gustaría obtener todas las
estadísticas que necesitaba pronto de Dorian. Empecé a dar las gracias a
Volusian, pero esa no era la forma en que nuestra relación trabajaba.
-Regresa a la Tierra Oak. Dile a Dorian que en poco tiempo voy a estar
allí. -Volusian dio un pequeño guiño de reconocimiento. Esperaba que
se desvaneciera al instante, pero se detuvo, sus ojos se estrecharon
ligeramente.
-Sí, desterrando.
-No deberías haber regresado, -le dije, con la vara lista y apuntándole,
cansada como estaba, la magia para desterrarla cosquilleó en mi
interior. -Deberías haberte mantenido al margen.- Se quedó inmóvil, sin
preocuparse de la amenaza que se le presentaba.
-Significaban, -le corregí. -Es necesario cortar tus lazos con este mundo.
-
Sus labios se juntaron en una línea recta, como si luchara para controlar
su temperamento. -Te llevaré allí primero. Después que obtengas la
corona, me puedes ayudar. Voy a ser quien te llevará a que cumplas
con tu palabra. No tienes nada que perder.-
-Los demás espíritus dicen que puede hacer lo que ella dice, - dijo la
fantasma. -Son viejos. Ellos lo recuerdan.-
Sacudiendo la cabeza, me reprendí una vez más por dejar que se fuera.
La próxima vez. La próxima vez la tendría que desterrar al Inframundo,
tan pronto como viera su cara. Por el momento, tenía que ir con Dorian.
Había perdido demasiado tiempo. Reordené apresuradamente mi bolso
y seguí con mi camino.
Los dejé por una puerta que se abría cerca de lo de Dorian. También
tenía un ancla en su castillo, y cuando crucé a las inmediaciones, tiró de
mí. Me presenté en una pequeña cámara vacía que reservaba
exclusivamente para el anclaje. Aún herida, no había tenido ninguna
dificultad para hacer la transición. Hace mucho tiempo, no podía ni
siquiera cruzar en forma humana. Yo había llegado como el espíritu de
mi tótem: un cisne negro. Ahora, venir aquí era tan fácil como pasar a
través de una puerta. Mi poder había aumentado, algo que Kiyo y mis
padres temían. No llegué muy lejos en el pasillo adyacente antes de ser
descubierta por un criado.
-¡Eugenie!
-Me metí en una pelea. Para desterrar a alguien. -Se me quedó mirando.
-Ella lanzó una mesa sobre mí. -Dorian miró más allá de mí, al criado
que me había acompañado a la habitación.
-Tráeme un sanador.-
-No, no, -dije. El hombre vaciló, mirando entre nosotros, dividido entre
dos jefes. -Necesitas tus curanderos para los ejércitos. Esto se ve peor de
lo que es. -Eso no era del todo cierto. Los analgésicos que me habían
dado se habían agotado, por lo que los arañazos me causaban picazón y
dolor. Sin embargo, no podía quitarme las palabras de Volusian sobre
las muertes y los heridos. No alejaría a ningún curandero de los
ejércitos. Le dí a Dorian una mirada de advertencia. -Estoy bien. -
Regresó mi mirada, bloqueándonos en una breve batalla de voluntades.
-Muy bien, -repitió. -Él miró al sirviente. -Ella dice que está bien. No
cuestionaré a mi señora. Ven con nosotros, querida. ¿Supongo que tu
pequeña mascota despreciable te dijo lo esencial? .-
Una silla fue llevada rápidamente para mí, y me uní a la reunión. Los
detalles de la misma se me escapaban. Yo no era estratega, no para este
tipo de guerra. Las peleas mano a mano eran lo mío. Sobre todo escuché
al grupo, no siempre comprendiéndolos, mientras ellos estudiaban
mapas y discutían el movimiento del ejército y los objetivos
estratégicos. Las fronteras y zonas con recursos… como mis minas de
cobre… parecían ser una prioridad de protección, y esa fue la única
parte que realmente entendí.
-Sí, sí. Pero ésta dijo que ella me podía llevar a la corona. O más bien, al
lugar que la rodea. Ella necesita un favor y me ofreció este a cambio. -
-No, -dijo Dorian con rapidez. -Por supuesto que no. No dejaría a tu
inestable hermana ir a ninguna parte cerca de esa corona.-
-La reina tiene razón, sin embargo, -dijo Masthera. -La hija menor del
Rey Storm puede que esté protegida por la sangre humana.-
-No lo tiene, pero si ella la tuviera, otros creerían que ella sería la hija a
la que hay que temer. En este momento, llevas ese honor. Me gustaría
que siga siendo así. No puedes ir con un compañero peligroso.-
-Al igual que yo, -se puso delante de mí y pasó un dedo suavemente
por el costado de mi cuello. -Pero no a costa de tu vida o tu reputación.
Busca una mejor opción, y podrás ir. -Trasladó sus manos hacia abajo y
cogió los bordes de mi camisa, levantándola con cuidado por encima de
mi cabeza, sin tocar las vendas.
-Lo tengo. Así como puedo controlar esto. -Él se agarró de mi cintura y
me tiró contra él, aplastando sus labios contra los míos en un beso feroz,
que me dejó sin aliento cuando me las arreglé para apartarme.
-No controlas nada, -le dije. Sin embargo, ese beso y su cercanía me
hicieron doler por la excitación. Tal vez era mi enojo o la adrenalina
residual de todas mis recientes peleas. Tal vez era por el alivio al verlo,
no importa lo mucho que él me molestara ahora. Cada vez que volvía
de la batalla, el sexo era su manera de realmente confirmar que estaba
vivo y seguro. Hoy, he compartido eso. Él estaba vivo. Yo le quería, y él
lo sabía.
Movió los labios cerca de mi oído, con sus manos sobre mis pechos.
Empujé hacia abajo sus pantalones, sintiendo lo duro que estaba
cuando mi mano se deslizó sobre él.
-Todavía tengo el control. Puedo hacer que hagas todo tipo de cosas, -
murmuró. -Ahora, ¿vas a hacer esto por tu cuenta?. ¿O tengo que
hacerlo yo?.-
-Tú puedes hacerlo mejor que eso. -Sus manos se enredaron en mi pelo,
y acercó más mi cabeza, obligándome a que más de él entrara en mí,
más de lo que pensé que podría tomar mientras sentía que tocaba el
fondo de mi garganta. -Más... -respiraba. -Toma más... o te voy a
hacer....
-Me gustaría que hubieras hecho esto abajo. Debería haberte tomado...
al instante en que entraste en la habitación... -Él todavía tenía ese tono
suave y controlado en su voz, pero que se quebraba un poco cuando el
placer de esto comenzó a emerger. -Deseo que toda la corte pudiera ver
esto. Eres tan hermosa... tan hermosa con la boca llena de mí... más
hermoso aún cuando hecho mi semilla dentro de ti... -Me estremecí,
haciendo un pequeño gemido de deseo. Él estaba bombeando más
fuerte ahora, casi era incómodo para mí, sin embargo, me causaba un
estremecimiento. -Esto fue... lo que querías..., ¿no?. ¿La última vez?, -
dijo él con voz baja y tensa, con su cuerpo de repente tenso. -¿Esto?.-
-Un despilfarro, -dijo al fin. Yo sabía que era una gran concesión para él
renunciar a la relación sexual. –Es un despilfarro, pero agradable.-
-Viendo que esto era lo que quería, tal vez , después de todo, yo tenía el
poder, - bromeé.
-Oh, no. Creo que podría poner fin a esta guerra. Creo que haría a
Katrice encogerse de miedo. -Suspiró. -No quiero tomar riesgos. No
puedo enfrentar el perderte. -
Mi corazón se ciñó a sus palabras. No sabía qué decir y sólo le rocé los
labios contra su pecho.
-Y ambas están en lo cierto-, continuó. -Que si no puedo... si no puedo ir
contigo, entonces un compañero mitad humano es la opción ideal. -
-No. Eso sigue siendo una idea horrible. Pero no es tan horrible como
esta -Dio otro suspiro, que parecía que le causaba dolor. -Debes llevar
al kitsune.-
Capitulo 9
Me apoyé de manera de poder ver la cara de Dorian. Incluso en
condiciones de poca luz, pude ver que hablaba en serio.
Cada una de esas razones era cierta. Pero había un problema obvio.
-Esa es la menor nuestras razones. -Él marcó entonces con los dedos. -
Recuerda, ella te teme. A nosotros. No vería esto como un fin de la
guerra. Podría verlo como tu pelea por el poder. Y, ¿quién sabe?. Puede
que el kitsune puede que no tenga interés en usar la corona para él
mismo, pero ella podría convencerlo para que se la llevara.
-Hey. -Crucé la mesa y puse mi mano sobre él. -No pienses en ello como
perderme. Es como si me fuera a Tucson por unos días. -
-Deja que tus curanderos sigan trabajando aquí. Le voy a decir a Shaya
que revise los vendajes. -Ella no tenía la habilidad de un curandero pero
podía hacer algunos parches rápidos. A Dorian no le gustaba eso, pero
dejó pasar el asunto. Terminamos el desayuno, repitiendo lo poco que
él sabía acerca de la ruta de acceso a la Corona de Hierro. Cambié mi
traje por mi ropa normal, después uno de sus siervos limpió el vendaje
de mi espalda. Mi madre estaría orgullosa, ya que seguí las órdenes del
médico.
-Todo saldrá bien, -le dije envolviendo mis brazos alrededor de él. -Soy
hija del Rey Storm, ¿recuerdas? Esto va a ser fácil. Y bueno, si la
fantasma está mintiendo, estaré de vuelta esta noche.-
Él negó con la cabeza. -Sólo es algo para que me recuerdes. Sólo es algo
en que pensar. -
-Es algo hermoso, -dijo, al ver mi reacción. -Para una persona hermosa.
Sabía que no lo usarías en tu dedo, por lo que lo puse en una cadena. -
Asentí con la cabeza. A veces, un regalo era más que un regalo,
especialmente cuando alguien tenía miedo de que su amada pudiera
morir pronto. Lo besé otra vez.
-Gracias.-
Yo había venido sola a través del mundo de los humanos, por lo que
envió una escolta conmigo de vuelta a la Tierra Thorn. Nadie, excepto
Dorian y Masthera sabía lo que iba a hacer, pero el grupo podía sentir
que algo grande estaba a punto de suceder. La tensión crujía a nuestro
alrededor mientras viajábamos. Al igual que muchos, estos soldados
nos consideraban a Dorian y a mí un centro neurálgico. Apenas podían
esperar para ver qué iba a pasar. Kiyo no me esperaba en la Tierra
Thorn, no es que yo hubiera esperado los resultados rápidamente. El
rechazo no había venido de Maiwenn, lo tomé como una buena señal.
-No, -dijo Shaya, dándome una mirada significativa. -Pero su reino está
en las fronteras de la Tierra Linden.-
-Hay una cosa más -agregó Shaya, torciendo una trenza negra que era
un hábito nervioso de ella. -A Girard le gustaría verte.-
Su inquietud me hizo pensar que algo malo iba a venir, pero Girard era
una de las pocas personas que rara vez te entrega una mala noticia. En
todo caso, por lo general entregaba regalos, subiendo siempre con
alguna nueva pieza maravillosa de artesanía. Algunas piezas, como la
espada de Dorian y las cadenas de Jasmine, se las encomendé
específicamente. A veces, sin embargo, la inspiración golpeaba al
artista, y presentaba algún collar o diadema trabajada estrechamente
que estaba segura estaba más allá de la habilidad humana. Él incluso
podía tocar el hierro en cantidades muy pequeñas.
Lo deseché en silencio. -No, no. Dios sabe que tengo un montón. Casi
parece del estilo de Rurik, sin embargo.-
-Es un placer conocerte, -le dije. Cuando nadie dijo nada, me moví
inquieta, impaciente por irme. Al ver esto, Imanuelle se adelantó, con
pasos graciosos y ágiles.
-Su Majestad, -dijo. -He venido a ofrecerle mis servicios, si usted quiere
contratarme. -
Me tomó un momento entenderlo. -Así que por eso estas aquí, espera.
¿Crees que voy a contratarte para que asesines a Katrice?. -Imanuelle se
encogió de hombros con elocuencia, y su hermano habló por ella.
-¡Es una sucia, astuta forma para poner fin a una guerra! -exclamé. -No
me haría mejor que Katrice y el bastardo de su hijo. -
Una vez más, Girard saltó para salvarla. -Perdona nuestra presunción,
su Majestad. Sólo queríamos ofrecerlo como una opción.-
-Ha sido ofrecido, -le dije sin rodeos. -Y ha sido denegado. Gracias por
el "honor". Estás invitada a visitar a tu hermano, por supuesto, pero
prefiero que no permanezcas aquí más de lo absolutamente necesario. -
Me di la vuelta dramáticamente y me alejé de ellos, sólo capté la
indignación en el rostro de Imanuelle, y salí.
-¿Es necesario que ahora me preocupe de que esa mujer me mate? -le
pregunté. -¿Va a cambiarse por ti y clavarme un cuchillo?.-
Esa fue una pregunta capciosa, por supuesto. Shaya tenía unos pocos
asuntos más de negocios para que mirara por encima antes de que
finalmente pudiera ver a Jasmine. No había hablado con ella después de
la cena con Dorian y sentía que sería una buena distracción mientras
esperaba para ver si venía Kiyo. La encontré afuera en uno de los
jardines, sentada a la sombra de un árbol de mezquite mientras el sol
estaba más alto y el calor aumentaba. Sus guardias estaban de pie
insensiblemente en las inmediaciones, y sus cadenas finas brillaban a la
luz. Con mi aproximación, levantó la vista de un libro. Petulante y una
adolescente hambrienta de poder como era ser, también era una ávida
lectora que utilizaba la fantasía para escapar de su existencia mundana
cuando ella aún vivía entre los seres humanos. Este libro era uno que le
traje hace poco, el primero de una serie de moda.
-No está mal, -dijo ella, con un tono fresco. Un momento después, ella
se rindió. -¿Hay más de la serie? .-
-Tres más, creo. - Ella no dijo nada, pero sonrió mientras dejaba el libro
a su lado.
-Sí, fue muy agradable estar fuera. -Sus ojos miraban fuera, en realidad
no se centraban en nada. -Creo que lo mejor fue ver a Shaya asustar a
todos los chicos que me hablaban. -Ella se volvió hacia mí.- ¿Es así para
ti todo el tiempo?.-
-Desde que estoy con Dorian, ellos han aflojado y Shaya no los asusta.
Ella me ha abandonado.- -
-Es cierto. -Ella se apartó el pelo de los ojos. La luz del sol lo convertía
en oro, me dio un poco de envidia, yo había conseguido el verdadero
rojo de nuestro padre, en lugar del rubio rojizo. Ella podría usar el color
rosa.-Es bueno, -continuó. -Su obsesión. Esa perra Ysabel lo quiere, ya
sabes, y ella te odia. También lo hace su madre.-
-Sí, lo imaginé. -
Ella se encogió de hombros. -Bueno, entonces, mantente cerca de
Dorian.-
-Oye, -le dije indignada. -Eso es irrelevante. Además, se fue con ella, y
ella lo aburrió. Y yo no voy a “tener un desliz”. Él no va a ninguna
parte. -Fruncí el ceño, sorprendida de hecho, por las siguientes palabras
que le dije. –Es a Kiyo a quien tengo que atraer. -
-Eres mitad humana. A Dorian le gusta eso porque piensa que puede
despertarte... ¿pero el resto?. Él quiere que seas reina, una de las Gentry.
Kiyo no. Él odia todo eso. Él no desea que te acerques a nada de ello.
Ustedes conectaron antes de que te sumergieras en todas las cosas del
Otro Mundo. Es así. -
-Sí, ella es... ella crece cada día. Es increíble. -Pasó de nuevo a modo de
alerta. -Pero no es por eso que me pediste que viniera.-
-No. -Me senté en una de las sillas, cruzando las piernas y con la
esperanza de parecer casual y sin pretensiones. -Necesito tu ayuda. -
Él continuó de pie. -Eso es inesperado.-
-Bueno, tengo una oferta inesperada. ¿Todavía quieres que salga de esta
guerra? .-
-Por supuesto. -Él hizo una mueca. -Oh, Eug, por favor, no me digas
que quieres que negocie o algo así. -
Sonreí, tanto por la sugerencia como por el uso del apodo. -No, te
necesito para algo que es más tu especialidad. No creo que… ¿alguna
vez hayas oído hablar de la Corona de Hierro?.- Kiyo no lo había hecho.
Le proporcioné un breve resumen, explicándole cómo el que la persona
que luchara y la ganara supuestamente podría inspirar temor y respeto.
-Eso dicen. -Me encogí de hombros. -También es raro para mí, pero
todos con los que he hablado dicen que va a intimidar a Katrice y a sus
ejércitos. -Mejor no hablar de que "todos" eran Dorian, una fantasma, y
una vidente loca. -Va a demostrar cuan jodida soy. Y si eso la obligará a
las conversaciones de paz... -le dejé sacar sus propias conclusiones.
-Es una opción, -dijo Kiyo. Aún sonaba dudoso, pero no había una
grieta allí. Él quería que la guerra terminara. Él me quería fuera de ella.
-¿Pero por qué me lo pides a mi?. ¿Por qué no a Dorian?.-
-Puedes hablar con ella si quieres, -le dije. -Pero tengo que salir ahora.
No puedo soportar la espera. Iré por mí misma.-
-Entonces vámonos.-
Capitulo 10
Deanna acudió inmediatamente cuando la convoqué, lo que me hizo
preguntarme si ella había estado dando vueltas en forma invisible
desde nuestra última charla. De todos modos, ella no mencionó el falso
ultimátum, por lo que dejamos que Kiyo siguiera creyendo que el
tiempo apremiaba. Entonces llamé a Volusian, pensando que no nos
haría daño tener su protección durante el viaje llegó hasta el punto en
el que fantasma no nos podría seguir. Los dos espíritus no
interactuaron mientras viajamos, no era de extrañar ya que tenían poco
en común. Deanna estaba atada a la vida debido a asuntos pendientes y
su amor por los demás. El alma de Volusian estaba condenada por la
eternidad y obligado a vagar por sus crímenes, a menos que alguna vez
lo enviara al Inframundo.
-La Tierra Myrrh, -dijo Kiyo. Incluso con los ojos cerrados, sabía que él
estaba sonriendo. -Supuse que te gustaba este lugar. Tienes que ir hacer
amistad con su rey. Ellos tienen algunos combatientes extremadamente
rudos.-
-Hay una gran diferencia entre éste y el Desierto de Sonora, -le dije.
-¿Volusian?, - pregunté.
Eché un vistazo a Kiyo. -¿Voy a salir de una sola pieza de aquí y debo
suponer que estos son reinos que nadie controla?.-
-Bueno, -dijo Kiyo. -Tú eres fuerte, así que no me sorprende. Sólo lo
percibes.--
-No vamos a atravesar otras Tierras hasta que demos la vuelta, ama, -
dijo Volusian.
-Así que este es el fin del mundo. El final del Otro Mundo, por lo
menos. - Miré a Deanna que flotaba junto a nosotros. -¿Vamos llegar a
la entrada antes de la noche?. -
Miré a Volusian. -Dijiste que no había otras tierras. ¿Pero este terreno
sufre algún cambio?.-
-No.-
-No, -él estuvo de acuerdo. Sus ojos recorrieron nuestro entorno, eran
capaces de ver más que los míos a la luz menguante. Y señaló. -Allí. Allí
hay un pequeño afloramiento que va a bloquear la mayoría de los
vientos. Suficiente para mantener un fuego encendido. Eso espero. -
Yo no podía ver el lugar, pero confiaba en él. -Acamparemos allí
entonces.-
-Lo haría si hubiera algo vivo aquí. Somos sólo nosotros. -Él me miró,
fijándose en mi temblor. -¿No tienes una capa más caliente?.-
Mi siervo estaba escondido en las sombras, sólo sus ojos de color rojo
eran visibles. -Sí, señora. Estaban en la cama, sus cuerpos desnudos y…-
-¿Por qué no trajiste a Roland contigo?. Podría haber luchado con los
afectados. Y Dios sabe que no quiere el poder Gentry. -
-Él no sabe nada, -dije sin rodeos. Mi voz era suave y luego creció. –Ya
no nos estamos hablando más.
-Cómo... -Kiyo hizo una pausa, sin duda tratando de envolver su mente
alrededor de esto. -¿Cómo es eso posible?. -
-Pero tu mamá…
-Olvídalo, ¿de acuerdo? -Recogí mis rodillas y las envolví con mis
brazos para atraer más calor. -No quiero hablar de ello.-
-No pensaba que fuéramos a pasar la noche, -le dije, agradecida por el
cambio de tema. -Tengo una muda de ropa como ésta, alimentos, armas
y suministros de primeros auxilios.
Puede haber un millón de razones por las que Kiyo y yo estábamos mal
el uno con el otro, pero una cosa buena es que cuando hacía una
declaración como esa, simplemente no hacía preguntas. Todavía estaba
congelada cuando llegó la hora de dormir, lo que obligó a Kiyo a una
propuesta audaz.
-Kiyo...-
-De la mesa.-
-Bien.-
Él podría haber intentado valer su lugar girando sobre su espalda pero
eso lo colocaría de cara al viento. Él no merecía eso. Me moví más cerca
de él y me acurruqué contra su cuerpo, y descansé mi cabeza contra su
pecho. Él era lo suficientemente grande cómo para escudarme casi por
completo. Todo su cuerpo se quedó quieto mientras yo me acomodaba,
ya sea por el asombro, o para mi comodidad. Una vez instalada, él se
relajó un poco y trató de poner sus brazos alrededor de mí. De pronto él
me palpó a tientas y los retiró, rozando mis pechos al hacerlo. No sé si
él se había dado cuenta, pero yo ciertamente que sí.
-Mmm-hmm.-
-Bien.-
Aún así, seguí disparando ya que eso parecía mantener a las serpientes
a distancia. Resultó ser una solución a corto plazo, porque mis balas
pronto se agotaron. Busqué otro cargador. Podría volver a cargar el
arma rápidamente, pero esa pausa le dio a una de las serpientes una
abertura. Su cabeza, serpenteaba hacia mí, dándome una visión cercana
de sus grandes colmillos. Estaba preparada para ese ataque y salté fuera
de su camino, sólo para ser golpeada por la cola de la otra. Me lanzó a
varios pies de distancia, causando que el nuevo cargador se cayera de
mis manos. El cargador desapareció en la noche, y caí en el piso de mala
manera. Mi espalda y el hombro gritaron de agonía, pero no tenía
tiempo para ellos. Había otros dos cargadores en mi cinturón, pero
como una de las serpientes vino por mí otra vez, mi mano se dirigió
finalmente al athame.
Me quedé allí tensa y lista, con la pistola vacía en una mano y la daga
en la otra. El mundo estaba en silencio excepto por el viento y los
espasmos ocasionales de la tercera serpiente mientras moría. Momentos
después, Kiyo se transformó de la forma de zorro y eso me permitió ver
que no estaba herido ya que ahora no estaba cubierto de pelo. Él hizo
una mueca y escupió en el suelo un par de veces, pero morder a la
serpiente al parecer no le había dañado la boca o la cara. Un par de
manchas rojas en sus brazos me hizo pensar que también había sido
salpicado con el veneno. Por lo demás, parecía ileso. Él suspiró y se
pasó una mano por el pelo negro, que se encrespó un poco con el sudor.
-Sabes, -dijo. -Creo que nunca voy a ser capaz de ir a ver la película
Dune por mí mismo otra vez..-
Capitulo 11
-Bonito, -le dije.
-Oh, mierda, -le dije, estirando el cuello para mirar hacia atrás. -Se abrió
la herida.-
-Lo veré una vez que quite las vendas. Por favor dime que tienes más y
que no tenemos que reutilizar éstas.-
-Tengo más. Te dije que traje suministros. - Me quitó las vendas con
cuidado y las tiró al suelo. Con la luz del fuego y el tenue resplandor
del amanecer, pude ver la tela, estaba completamente empapada de
sangre.
-Se han abierto algunos puntos,- dijo con cansancio. -Tengo algo para
solucionarlo. -Había estado una vez algo asustada cuando él utilizó sus
habilidades de veterinario para las heridas de batalla, pero ahora me lo
tomé con calma.
-Vas a sangrar más, pero lo voy hacer lo mejor que pueda. Corres el
riesgo de que te quede una cicatriz fea si la coso de nuevo. Una vez que
termine esta locura, te la curare mejor en Tucson si no quieres
explicárselo a tu médico. -
-Fantástico. ¡Ay!.-
-Te estoy salvando de una infección, - dijo Kiyo. Por suerte parecía que
estaba terminando con los desinfectantes. Empezó a colocarme capas de
gasa y vendaje. Lo que hizo que el hecho estuviera lejos de ser erótico,
pero me sorprendió la forma suave y constante de sus manos después
de verlo pelear salvajemente y curarme.
Miré a Deanna, que había estado observado la lucha. Ella no dijo nada,
pero creí ver el alivio en su rostro. Mi muerte habría supuesto un
problema grave en nuestro trato.
-Un par de horas, - dijo Deanna. Fruncí el ceño, sin saber si debía temer
o no. -Perderíamos nuestro respaldo pero estaríamos mucho más cerca
de terminar estas anti-vacaciones.
-No.- Pero recordé que debía tomar otra dosis de antibióticos. Fui
arrogante al pensar que no necesitaba nada , pero ahora me alegraba de
la atención maternal. No es que yo fuera a admitirle nada de esto a
Kiyo. Lo que pasa al salir con un doctor es el que él siempre estaba
sobre mí diciéndome que debía cuidarme más. No quería escuchar nada
de ya te lo dije. Y como era de esperar, había un sermón más por venir.
Terminó de pegar el último trozo de vendaje y me ayudó a ponerme
una camisa limpia que había traído.
-No lo hiciste... Debería confiar más en ti. Sólo sigo pensando... -La
sonrisa se atenuó un poco.
-¿Pensando en qué?.-
-Esto es todo.-
-No puedo entrar, -dijo Deanna. -Voy a esperar aquí hasta que salgan.
-¿Listo?. -
-Sigues pensando que es una idiotez. Tienes que confiar en mí, Kiyo. Yo
puedo hacer esto. Lo haré. -
-¡Eugenie!.-
-Lo siento. -Le sonreí a Kiyo de manera tranquilizadora. -Vamos allá.
Vete tú por delante.-
Había acumulado esperanzas sobre él, pero era mi propio aliento el que
se detuvo mientras lo observaba. Corrió sin parar, pasó suave y
consistente, sin problemas, a través del espacio vacío entre el fuego de
la cueva. En cuestión de segundos, llegó al final, en el otro lado de la
quinta llama. Exhalé. Él se transformó de nuevo en Kiyo y me miró a
través de las llamas esporádicas, la preocupación llenaba su cuerpo.
-Oye, tú eres el que hizo referencia a The Dune. - Suspiré y dejé que mis
manos cayeran a los costados. -Además, si no estuviera haciendo
bromas, probablemente, recobraría la sensatez y nos iríamos corriendo
directamente a la Tierra Thorn. -Convoqué el aire algo caliente y con
una especie de golpe, me sequé. Me detuve cuando estaba semi-seca,
no quería utilizar más magia.
Asentí con la cabeza, y fui detrás suyo una vez más. Caminamos más y
más lejos de las llamas, perdiendo la luz cuando lo hicimos. Una escena
retrospectiva extraña vino a mí, un viaje al Inframundo en el que había
caminado a través de cuevas similares y las pruebas que enfrentaba
para traer de vuelta el alma de Kiyo. ¿Cómo podría haber casi olvidado
eso?. Yo lo amaba mucho, me había enfrentado a la misma muerte por
él. ¿Cómo pudo un amor cambiar?.
-Es una ilusión, - le dije a Kiyo. -No puede ser tan fácil. Apenas hemos
hecho nada. -
-El hierro. -Me recordó Kiyo. -Has utilizado la magia para conseguir
pasar a través del fuego. La mayoría de los Gentry también podrían
hacerlo, pero imagina lo que sería para ellos estar con todo este hierro.
Si incluso hubieran llegado hasta aquí. Tú estás…. No estás haciendo
trampa exactamente, pero estás pasando por alto muchos de los
desafíos de aquí.-
-Si eso significa que debería ser un Gentry, entonces tal vez la corona
también sea para uno así. Tal vez soy demasiado humana y no podría
reclamarla.-
Estaba lista para evadir otra bola de fuego, pero una bruma en la mano
del lich me tiró contra la pared. Ni siquiera tuve tiempo de procesar la
agonía que causó a mis heridas y la fuerza invisible que me cubrió me
dolía demasiado. Era como un millón de agujas invisibles perforando
mi piel, atravesándome y que me mantenía contra la piedra. Grité por el
dolor y Kiyo inmediatamente corrió hacia el lich de nuevo. Cuanto
mayor era la forma de zorro, más animal se volvía y tuve la sensación
de que era sólo una reacción visceral al ver que me atacaba.
El lich arrojó de nuevo la fuerza invisible más fuerte esta vez. Kiyo se
estrelló contra la pared, cayendo hasta el suelo de la cueva. Débilmente,
trató de ponerse de pie sobre las cuatro patas, pero estaba demasiado
desorientado y herido. El lich se volvió hacia mí y vi la muerte en sus
ojos. ¿Había bromeado realmente sobre que esto iba a ser fácil?. El
único que lo tenía fácil era el lich. Él nos había vencido con unos pocos
hechizos y ahora me moriría. Esta es la razón por los que llevaban la
Corona de Hierro eran temidos. Si podían sobrevivir a esto, podían
sobrevivir a cualquier cosa.
Agregar más fuerza fue una buena idea. Eso distrajo al lich, y entonces
pude mentalmente hacer retroceder su hechizo, y él no pudo
mantenerlo. Los alfileres invisibles desaparecieron, me deslicé hacia el
suelo, aterrizando temblorosa, pero en posición vertical. Todavía dolía
y me sentía agotada, pero mantenía fuerte mi magia. Eso alejó al lich,
pero no lo golpeó contra las paredes de la forma en que podía. Su
cráneo tenía una sonrisa perpetua, lo que hacía todo esto mucho más
molesto.
-No tienes el poder, -dijo, viendo que yo no podía hacer mucho más con
el viento. -No eres digna de la corona.-
Una luz blanca empezó a brillar entre sus manos. No había bolas de
fuego en esta ocasión. Era un rayo. Voló de las manos con increíble
velocidad, digamos, como, la velocidad de la luz, pero lo evadí, casi sin
pensar. El rayo estaba en mis habilidades. Mi cuerpo estaba en sintonía
con él, era capaz de anticiparlo y evitarlo incluso con su velocidad.
-¿Vas a vencerme con un rayo?-, grité por encima del viento furioso,
que había logrado levantar después de todo. -¿Sabes quién soy yo?.-
-Este es un rayo.-
Pero primero, tenía que terminar con esto. Consideré volar al lich con
rayos, pero otra idea vino a la mente. Pondría fin a esto rápidamente.
Los científicos han debatido durante mucho tiempo la existencia de un
rayo en bola; yo sabía que era real. Yo realmente nunca lo había
utilizado de una manera seria, pero había experimentado. Algunos de
los principios de su formación eran como los de uno "regular" pero
algunas peculiaridades eran lo que lo hacía único y difícil para el
estudio.
Sabía cómo invocarlo y sabía que podía hacerlo aquí. Considerando los
que creaba mágicamente el lich, tenía que hacer uno formado y
controlado, un rayo en bola enorme y radiante. Eso llenaría la cueva e
incineraría al lich. No me sorprendería que se derritieran las paredes.
¿Y la corona?. La corona sobreviviría, al igual que yo, siendo amante de
la magia.
El poder salió de mí como un chorro, el rayo formó una esfera en la
cueva que estalló e incluso cegó mis ojos. Las paredes se sacudieron, el
calor se apoderó de mí, un rugido llenó mis oídos. Oí el grito del lich,
un sonido horrible y áspero. No dejé de lado el hechizo hasta que su
grito se convirtió en silencio. El rayo en bola desapareció al instante, en
forma casi sorprendente. Mi propio control de ese poder me sorprendió
un poco.
Ese rayo en bola había incinerado la habitación. Ese había sido mi plan,
después de todo. Destruir todo, menos la corona y yo. En ese momento,
me había olvidado de Kiyo. Me había olvidado de él. Había estado
demasiado obsesionada con la corona y en demostrarle al lich quien era
la verdadera chica mala de por aquí. Kiyo no me había importado en
ese momento y no tenía nada que ver con nuestra relación ríspida. Tuve
la sensación horrible, terrible, que no me hubiera importado quién se
encontrara en la habitación.
-Oh, Dios, - le dije otra vez, apoyando su cabeza contra mi pecho. Las
lágrimas me picaron en los ojos. -Oh Dios, oh Dios. Lo siento mucho.
Estoy tan, tan triste. Yo no sé qué... No sé en que estaba pensando... -
-En serio, -dijo Kiyo, sin aún entender mi angustia. -Estoy bien. Voy a
intentar reponerme. Ahora ve a buscar la corona. Él dijo que es tuya.-
Me aparté y miré a los ojos de Kiyo, sus ojos estaban llenos de cariño y
orgullo. Yo no merecía esa mirada, pero necesitábamos la corona y
teníamos que salir de aquí. Me levanté vacilante y me acerqué al
pedestal. La corona estaba allí, ominosa. Miré al viejo. Él asintió con la
cabeza. Podía usarla. Supuse que era una prueba más, que yo podría
fallar. Cuando mis dedos tocaron la corona, no sentí nada, sólo el frío
metal. La levanté con cautela, casi con miedo de lo que pasaría. Era
pesada, mucho más pesada que mi corona. Sin embargo, encajaba
perfectamente en mi cabeza, era extraño. Cuando la había visto por
primera vez, había estado abrumada por su tamaño. Había estado
segura de que me caería de inmediato. El anciano sonrió y se inclinó de
nuevo.
-Ahora es tuya. Sus poderes son tuyos. Puede hacer temblar a los
ejércitos. Puedes desgarrar las tierras y someterlas. El mundo puede ser
tuyo. -
-La corona no tiene poder, -le dije, frunciendo el ceño. -Es un premio,
un símbolo de status por soportar todo esto.-
-Eugenie, -dijo Kiyo inquieto. -No creo que debas marcharte sin ella.
Independientemente de lo que realmente hace... bueno, el plan original
sigue siendo válido. En realidad no tienes que usarla. El sólo hecho de
tenerla puede ser suficiente para asustar a Katrice para que haga la paz,
especialmente si ella conoce su verdadero poder. -
-Soy una idiota, -murmuré. -Una idiota por pensar que era sólo un
trofeo de guerra. Si la acepto... ¿qué pasa si alguien la toma?. ¿O en caso
de sea robada?. -
-¿Estás aquí todo el tiempo?. ¿Cuántos años tienes?. -No esperé una
respuesta. Me sentí mareada y estaba tan cansada, tanto mental como
físicamente. Quería salir de este lugar.
-Vamos, -le dije. -Vamos a tomar la corona. -
Fruncí el ceño y me dirigí hacia la salida. Esta no era una situación para
hacer despedidas calurosas, por lo que Kiyo simplemente dejó de
conversar, aunque podía sentir su vigilante mirada en mi espalda. La
caminata a través de la montaña fue tranquila, me pareció más corta.
Las barreras de fuego ya no estaban.
-¿Piensas que las serpientes son residentes habituales o sólo una parte
de la prueba?, -le pregunté.
-¿A salvo?. Soy líder de una guerra. Este lugar no está de nuestro lado
todavía. Podríamos tener una gran cantidad de problemas si nos
encuentran y me capturan.-
Finalmente nos decidimos por un pequeño claro que era casi imposible
de ver a través de los árboles hasta que se estaba en el interior. No lejos
de allí había una pequeña laguna pedregosa. Estaba sucia por la lucha,
pero no tenia energía para un baño completo y me conforme con
lavarme las manos y la cara. Sin embargo, de vuelta en el campamento,
que en realidad era sólo un lugar para dormir ya que no se necesitaba
fuego, Kiyo insistió en cambiarme los vendajes.
-Te abriste los puntos en la lucha con el lich, -dijo con desaliento. -
Puedo cortar la hemorragia pero tienes que ir a ver un médico pronto. -
Asentí con la cabeza sin haberle oído, mi mente todavía estaba en torno
a lo que había aprendido. Una vez que me había quitado la camisa, me
di vuelta y lo miré.
-Dorian lo sabía, Kiyo. Dorian sabía lo que podía hacer esta corona. Es
por eso que él la quería. No me sorprende...- Me mataría por decir las
siguientes palabras. -No me sorprendería que él se hubiera puesto de
acuerdo con Masthera. -
Esperé de nuevo la burla de Kiyo, pero sus ojos oscuros estaban serios y
llenos de simpatía. -No me sorprendería tampoco. Lo siento. -
Es cierto lo que había dicho en la cueva: yo era una idiota. Debería
haber escuchado a mis instintos iniciales, los que decían que un trofeo
de batalla no era suficiente para poner fin a una guerra. Un premio que
podría dañar al reino de Katrice o a ella. Sí. Pondría fin a una guerra,
cierto, pero Dorian me lo tendría que haber dicho. Tendría que
haberme dicho la amenaza real de la corona.
Suspiré y levanté la cabeza hacia arriba. -Le estás dando una gran
cantidad de crédito a alguien a quien odias. -
-Lo siento, lo siento, -dijo a toda prisa. -No quise decir eso. Sólo quiero
decir que después de separarnos, ha sido duro verte con él. Los celos
son mezquinos, lo admito. Pero también odio su gran acción temeraria
con la que te ganó y dio la estocada final a nuestra relación.-
-¿Qué quieres decir Eugenie?. ¿Ha sido por tu venganza personal que
todas esas personas han muerto desde entonces?. -
-Maiwenn... -
-Dorian lo sabía. Ella sabe lo que hace la corona, estoy segura de ello. Es
por eso que me dijo que no te dejara hablar con ella, - dije llena de furia
ahora. -¡Maldita sea!. Él me la jugó. ¡Él siempre me la ha jugado!. No
importa si él me ama. Es su naturaleza. No puede amar sin necesidad
de utilizarme a su favor. ¡Me utilizó! -Mi grito resonó en la noche vacía
con irritación. En cuestión de segundos, Kiyo me agarró de los brazos.
-Oye, oye. Cálmate. Es posible que te haya engañado, pero no puede
obligarte a hacer algo que no quieras con la corona. Tú tienes el control.
No me hiciste daño.-
Él me abrazó. -Te perdono por eso y eso es todo por lo que tienes que
preocuparte. No te castigues con la culpa. -
Apreté los puños. -El más loco era el falso lich, pensaba que lo que hice
era algo bueno. Empujar mis amigos a un lado por el poder. Eso es lo
que la corona representa. Eso es lo que voy a llegar a ser.
-Tal vez. No lo sé. Yo solía pensar... bueno, solía pensar que podías
decidir todo fácilmente. Haz esto, no hagas esto. Eso era estúpido de mi
parte. Este conflicto que te afecta es más que eso. Y no te ayudé, no en la
forma en que lo necesitabas. Ahora lo haré… si me lo permites. -
-Tengo que dormir, Kiyo, -dije a duras penas. -No puedo oír esto
ahora.-
-Pero Eugenie.-
Dorian lo sabía.
-No.-
Eso era algo que había pensado durante algún tiempo, así que tuve una
respuesta sólida. -Voy a ir a buscarle. Decirle lo todo lo que pienso y
que no habrá un nosotros ni una alianza. -
-¿Y si no?.-
-No lo sé. -Me puse de pie y me limpié las manos pegajosas con mis
vaqueros. Kiyo era la última persona con la que esperaba discutir sobre
esto. -¿Qué quieres decir?. ¿Debo perdonarlo?. ¿No pensar en esto y
saltar a su cama?.-
-No. Por supuesto que no. -Kiyo caminó hacia mí, casi reflejando
nuestras posiciones de la noche anterior cuando había estado a punto
de decirme algo romántico. Sólo que ya había tenido más tiempo para
llegar a un acuerdo con mi enojo y en realidad podía centrarme ahora
en Kiyo, la preocupación en sus ojos y la forma en que su cuerpo
siempre hacía sentirse al mío. -Pero no creo que Dorian abandone la
guerra, no importa lo que pase entre los dos. Necesitas su ayuda.-
Kiyo ahuecó mi cara entre sus manos. -No tienes que hacer algo que no
quieres. Eres fuerte. Y voy a ir contigo, si lo deseas. -
Cuando llevé mis labios a los suyos, nos unimos en un beso profundo,
sentí la misma respuesta que antes. Él me respondió con hambre, con
los brazos envueltos alrededor de mi cintura fuertemente. Ahora, sin
embargo, Kiyo no rompió la excitación en sus ojos. Tuve la sensación de
que era una guerra humana contra el animal dentro de él.
Todavía tenía que hablar con Dorian, pero necesitaba esto. Había roto
mentalmente con él. Era libre de hacer lo que quisiera. Me acerqué a
Kiyo de nuevo, poco a poco caminamos hacia la orilla. Nuestros torsos
surgieron del agua, el aire de la mañana estaba un poco frío contra mi
piel mojada.
-No confío en la razón por la que estás haciendo esto, -dijo Kiyo. Pero
cuando me acerqué, no retrocedió.
Lo besé con fuerza, cortando todo lo que los argumentos lógicos que
pudiera intentar. -Tal vez soy yo, -le dije al fin. Estaba jadeando, un
poco sorprendida por la intensidad. Me sentía llena de lujuria por Kiyo
y de ira por Dorian. -Pero lo estoy haciendo contigo. ¿Eso no significa
algo?.-
Hubo una pausa, los oscuros ojos de Kiyo me miraron intensamente. -
Sí. -Con un movimiento rápido, me dio la vuelta, empujando su cuerpo
contra el mío. -Así es. Así es como debería haber sido de todos modos. -
Me dejó sin aliento mientras besaba mi cuello, rozando los dientes
contra mi piel. -Voy a recuperar lo que es mío.-
-Tienes razón, -dijo. -Ya no es así. Nunca debería haber sido así. Nunca
deberíamos haber estado separados. Y si deseas hacer esto, significa
que sientes algo por mí. No puedo creer que esto sea sólo sexo por
venganza.-
-Yo... -Cerré los ojos, perdida por sus caricias, se avivó la tensión sexual
que había estado entre nosotros durante días. ¿Qué sentía? Por un
momento, estaba en conflicto. Tal vez esto no estaba bien. Tal vez era
necesario poner fin a las cosas con Dorian antes de dejar que mis
emociones salieran a flote. -Yo..-.
-¿Sí?.-
Se inclinó sobre mí, con las manos aferradas a la cintura, de repente, él
se deslizaba hacia mí, un gemido bajo escapó de sus labios mientras me
llenaba. Solté un pequeño grito en el momento inesperado, se convirtió
en un gemido de placer cuando él comenzó a moverse dentro y fuera de
mí.
-Dime que todavía hay algo, cualquier cosa... -gruñó. -Si no, voy a parar
y dejar pasar esto. Sólo tienes que decirlo.-
-Yo... -
Una vez más, no podía pronunciar las palabras. Esta vez, era
simplemente porque me perdió también en cómo él se sentía. Me había
olvidado lo que era estar con él, la forma en que él me había amado
tomándome por detrás, conducido por el instinto animal dentro de él.
Había más que eso para él, sin embargo. Las imágenes pasaron por mi
mente, la forma en que había luchado a mi lado, la compasión, cuando
él había visto como el dolor había aparecido por el engaño de Dorian.
-Dime, -dijo de nuevo, sentí una salvaje hambre en su voz. -Dime que
me quieres; que todavía hay algo entre nosotros. Que no quieres que me
detenga. -Se sentía tan bien, tan fuerte y duro.
-No... -
-¿No qué?.-
Podía sentir que él estaba casi listo de nuevo. Levanté una de mis
piernas, sentí como también mi cuerpo estaba listo de nuevo también. -
¿Y luego qué?.-
Me fui con Kiyo directamente a ver a Dorian, una vez que había
cruzado el territorio familiar. Mi plan era tratar con él primero y
después ir al mundo humano. Pensé que sería más seguro tener la
corona allí. Los guardias de Dorian me recibieron con sonrisas de
satisfacción y aunque se sorprendieron al ver a Kiyo, la mayoría parecía
saber que había estado fuera en alguna misión secreta. Regresar con
vida era una buena señal.
-Tan hermosa como siempre, querida mía. ¿Supongo que todo fue bien
o por lo menos escapaste con vida? .-
-Hemos tenido éxito, -dije. -Tengo la corona. -Una vez más, esa sonrisa
no cambió, pero una luz brilló en los ojos ansiosos de Dorian. Se inclinó
hacia delante.
-Lo sabía. Sabía que podías hacerlo. -Me estudió de arriba abajo, la
mirada por fin se detuvo en la bolsa que llevaba colgada del hombro. -
¿Puedo verla?
-¿Y qué mejor manera de conseguir la paz?, - dijo al fin. -La guerra es
para que dure un tiempo y luego someter a otros. ¿No es mucho más
simple y más rápido lograr ese mismo fin de otra manera? .-
-No. -
-Yo te amo, -dijo. -Más de lo que crees. Lo hice por tu propio bien.-
-Lo hiciste por tu propio bien, -le espeté. -No puedo creer que me
enamorara de nuevo. Has hecho esto antes y no me lo vas a hacer nunca
más. No necesito tu ayuda. Voy a terminar esta guerra de mierda por
mi cuenta. -
-Sólo estás exagerando, -dijo. -Tenemos que terminar esta guerra juntos,
tenemos la necesidad de estar juntos y punto. Estamos destinados a
estarlo.-
-No, -dije. -Ya hemos terminado. Se acabó. -Pude ver en su cara que él
no se lo tomaba en serio tampoco. No lo entendía. Su ego no se lo
permitía. Antes de que pudiera responder, Kiyo me tocó ligeramente el
brazo.
-Oh, -dijo a Kiyo, con una voz desprovista de emoción. -Ya veo. Es tu
turno de nuevo. -Me llenó de indignación la insinuación de que podía
ser pasada a otro…el mismo disgusto que había sentido cuando Kiyo lo
había expresado. Dorian no me dio ninguna posibilidad para
explicarme. -Bueno, si eso es lo que pasa, entonces así será. Puede que
tengas razón de que no hay un nosotros, pero todavía estamos en esta
guerra juntos. Mi ejército está demasiado enredado y me cuesta dejar a
Katrice, creo que está retrocediendo. ¡Dareth!, - gritó Dorian y su voz
resonó, uno de los guardias que estaba detrás de las puertas de cristal lo
oyó. Rápidamente abrió las puertas y salió.
-¿Su Majestad?
-Su Majestad.-
El respeto estaba ahí, pero el mensaje era claro. Había sido echada y
veía que Dareth prácticamente me rogaba para que no me opusiera. No
lo hice y mientras una docena de réplicas a Dorian llenaron mi cabeza,
las deseché. Él prosperaba con ese tipo de atención. Sólo lo haría
sentirse más importante y yo quería que le quedara claro que
realmente era el culpable, a pesar de la fría realidad de lo que estaba
pasando sentía como mi corazón se rompía.
-Vámonos.-
-Estoy bien.-
-Sigues diciendo eso, pero lo que pasó fue muy grave. -Podía imaginar
la tristeza en su rostro. -No me esperaba que nos echara.-
-Sabe que nos acostamos, - le dije. -Los hombres se enfadan cuando sus
novias hacen eso. - Había roto con Dorian en mi cabeza en el instante en
que descubrí el engaño, pero en lo que a él concernía, le había
engañado. Pero en gran parte traicionar a alguien que te haya engañado
no me parecía una traición.
-Sí, -dijo Kiyo. -Sí, sí. - Él terminó de coser y se puso a vendarme. -Por
favor, por favor, ten cuidado de no abrirte otra vez los puntos. Es un
milagro que la herida no esté infectada. -
-Algo así. Podría recogerte más tarde, después de que acabaras con tus
recados. O mañana, si necesitas un poco más de tiempo.-
¿Un poco más de tiempo? Tal vez necesitaba mucho más tiempo.
Realmente no lo sabía. Podría haber saltado a su cama (en sentido
figurado) justo después de que mi relación con Dorian se había
derrumbado, pero como había dicho, no estaba dispuesta a tener algo
serio con Kiyo de nuevo. Había tenido relaciones sexuales con Kiyo por
despecho. Tenía que pensar las cosas con más tranquilidad ya echaba
de menos a Dorian. Mi cabeza me decía que había hecho lo correcto
pero mi corazón ya lo echaba de menos.
-Días, - le dije.
Fue la primera vez que había estado indecisa por el trabajo. Creo que
por fin empezaba a entender la naturaleza agotadora de mi vida y que
las tareas múltiples no eran tan fáciles como verificar una lista.
-Tengo cosas que hacer, - les dije. -Así que pueden volver a... lo que sea
que estaban haciendo.-
-¿Mamá?.-
-Estoy bien, -le dije. -En serio. Pero necesito... bueno, necesito hablar
con Roland.-
-Lo sé, lo sé. Pero necesito su ayuda con algo. No llevará mucho tiempo.
Sólo una pregunta. Por favor. -
Ella suspiró. -Oh, nena. Ojalá pudiera, pero dejó claro... Sabes lo que
piensa..-.
-Es algo humano, -dije, sólo le mentía en parte. -Un trabajo en este
mundo. Por favor, mamá. ¿Sólo pregúntale si puede hablar conmigo un
momento?.-
-Ama, - dijo.
-He venido con un mensaje, como usted me pidió. -Como siempre, sus
palabras carecían de emociones, sin embargo, de alguna manera
transmitía la sensación de que algo le molestaba.
-¿Y?.-
-Ya le dije, hace mucho tiempo, que la agenda del Rey Dorian es
siempre lo primero. Al igual que el Kitsune. Pero, como era de esperar,
mi señora optó por ignorar el único consejo que le he dado y en su
lugar escuchó a aquellos que usan el afecto para sus propios fines. -
Afecto. La palabra fue dicha con veneno.
-Las hostilidades cesarán hasta que todas las partes sean capaces de
discutir la situación actual. Cuando avancen las negociaciones se
resolverá por mensajeros. Usted y el Rey pueden reunirse con ella
directamente o usted puede tener representantes para realizar las
negociaciones. -Traté de imaginarme a mí misma en una habitación con
Dorian y Katrice. Genial.
-Vete.-
-No entiendo por qué nos tomó tres días para entrar, -dije. -Realmente
no parece que tenga muchos negocios. - La puerta sonó y Kiyo la abrió.
-Tal vez es una cubierta, -dijo. Subimos al segundo piso, donde estaba
ubicada la oficina de Enrique. -Tal vez quiere ocultar lo exitoso que es.-
-Eso es ridículo… -Me detuve cuando la puerta del despacho se abrió
antes de que tocáramos. Incluso con Enrique de pie en la puerta, pude
ver sus bellos muebles, caros.
Era más bajo que yo, con la piel muy bronceada y el pelo negro
poniéndose gris. Lo puse en un lugar a mediados de los cincuenta años.
Su atuendo no coincidía con la opulencia de la oficina. De hecho,
parecía un estereotipo del investigador privado, eran prendas de vestir
de un detective de las películas vieja de cine negro, completadas con
un sombrero de fieltro.
-La chica Markham, ¿eh?, - preguntó con la voz mezclada con un leve
acento español. Sus ojos se posaron en Kiyo. -¿Y un guardaespaldas?.-
-Bien. -Enrique no sonaba como si creyera eso. Nos señaló unas sillas de
cuero afelpado, mientras se sentaba en una aún más grande frente a
nosotros. Un escritorio de cerezo enorme se encontraba entre nosotros.
Brillaba con un color rojo oscuro en la luz de la tarde y no se parecía a la
clase de cosas que ibas a encontrar en IKEA.
-Así que, -comenzó Enrique. -¿Cuál es su nombre, y por qué crees que
está engañándote?.-
-Porque no creo que fuera así, -le dije. -Creo que fue un asesinato y que
la familia de la víctima podría estar en peligro. -
-Roland me dijo…-
-Sí, sí, -dijo Enrique. -Sé de ese abracadabra del que él se ocupa.
También estoy adivinando que el suicidio pudo ser tan traumático que
después, tal vez el fantasma bloqueó lo que realmente hizo.-
-No creo que ese es el caso. Creo que realmente fue asesinada. Si eso es
cierto, tenemos que asegurarnos de que nadie más en su familia resulte
herido.-
-La policía toma en cuenta todo esto, ya sabes. ¿Qué te hace pensar que
voy a encontrar algo que ellos no?.-
-Creo que la gente como usted es más inteligente que la policía, - dijo
Kiyo. -Supongo que tiene contactos y canales por encima de la ley. Que
no juegan con las mismas reglas.-
-Esto tiene un poco de premura, -le dije. Sobre todo porque yo no estaba
segura de cuánto más podría manejar a Deanna. Enrique hizo un gesto
hacia una pila de carpetas sobre la mesa.
-Parece que está yéndole bastante bien... ¿por qué tiene su oficina en un
basurero como éste?.- Enrique no parecía tan ofendido por una
pregunta tan ridícula.
-No confío en nadie, -dijo sin rodeos. -Sobre todo cuando a los clientes
se les aparecen fantasmas. -Él abrió la puerta. -Voy a estar en contacto.
-No quiero hablar de eso, -le dije. Mi estado de ánimo caía en picada
cada vez que el nombre de Roland se asomaba.
-No diría eso. Pero hay mejores lugares con mejores margaritas.-
-Buen punto.-
Fuimos recibidos por una camarera que parecía que había tomado un
semestre de español en la escuela secundaria. Había piñatas colgadas
del techo, y la música de un mariachi malo chorreaba en los altavoces.
Revisé el menú de bebidas tan pronto como me senté y estaba lista
cuando el camarero se acercó.
-No estoy segura, pero sonaba como si tuviera más alcohol. Lugares
como este tienden a ahogar sus bebidas al mezclarlas.-
Hice una mueca y bebí más de la bebida. -Espero que no. No es nada
que me gustaría ver. Estoy cansada de los derramamientos de sangre.-
-No te ves un día más vieja, -me dijo, una vez que la multitud se había
dispersado.
-No puedo creer que hayas hecho eso. -Me saqué el sombrero y me
tomé la margarita nueva. -¿Sabes lo humillante que es?.-
-Estaba oscuro entonces, -le recordé, con mis manos torpes en sus
pantalones.
Yo sólo crucé al Otro Mundo, una vez durante ese tiempo, tanto por
estar alejada de la Tierra Thron como por la curiosidad sobre el proceso
de guerra. No se estaba avanzando desde el lado de Katrice. Estaba
agradecida por la falta de lucha, pero las negociaciones de paz todavía
parecían un lago camino. Era frustrante.
No estoy segura quién estuvo más sorprendida por esto: él o yo. Había
comenzado francamente a creer que él no conseguiría nada en absoluto,
tanto pruebas de un suicidio como de un asesinato. Agarré el teléfono
fuertemente.
-Sí, bueno, él estaba con ella antes de que su esposa estuviera muerta.
La novia fue su coartada. -
-Debería, -le dije, dando un paso adelante con los puños cerrados. -
Debería hacer que mis guardias te echen del culo. -
-¿Así que por eso estás aquí? ¿Para iniciar una rebelión en mí propio
reino?.-
-No. Estoy aquí para recordarte tus responsabilidades para con tu reino,
ya que claramente las has olvidado.-
-¿En serio?-. Crucé mis brazos sobre el pecho, en un esfuerzo para dejar
de hacer algo estúpido. -Pienso que te has olvidado lo que he hecho
para mi reino. Digo, como, ahorrarnos un desastre. Y arriesgar mi vida
por la corona de mierda, para que finalmente pudiera haber paz.-
Me reí fuerte. -Eso es tan típico de ti. Intentas tirar de las cuerdas, como
de costumbre. Tú ni siquiera tienes la corona, pero me estás diciendo
qué hacer con ella. -
Él entornó los ojos. -Tú sabes que yo la tendría si pudiera. Así que hice
lo único que podía: te mandé a ti por ella.-
-¿Lo era? -Su volumen fue en aumento para que coincidiera con el mío.
Había visto tan pocas veces la emoción apoderarse de él, y era a la vez
terrible y hermoso. -¿Crees que nuestra gente piensa que está mal?.
¿Aquellos cuyas casas ya no están en peligro?. ¿Los que vivirán a causa
de esto?. ¡La corona trajo eso, y vas a arruinar todo esto si no la fuerzas
a entrar en las conversaciones! No sólo eso, al no actuar, estás dejando
que lo que Leith te hizo quede impune.-
-Obviamente. -
Esas palabras fueron como una bofetada en la cara, a pesar de que todas
las partes razonables de mi cerebro me gritaban que no tenía
importancia. No tenía ninguna razón para que me importara lo que él
hacía. No había razón para preocuparme por él.
Eso me valió una media sonrisa, aunque no había mucho humor en él. -
¿Vas revocar mi hospitalidad? .-
Dudé. -No. Estoy por encima de eso. Voy a suponer que vas a hacer lo
correcto y permanecer lo más lejos posible de mí.-
-¿Qué tan cerca estamos?. -Exigí. -¿Qué tan cerca estamos de sentarnos
con Katrice y redactar un tratado?. -
-Eso es todo, -le dije a Shaya. Ella asintió con la cabeza, obediente como
siempre.
En las dos semanas que siguieron, sin embargo, tuve que ceder a mi
lado Gentry de vez en cuando. La Tierra Thorn me llamaba, así que fui
en visitas rápidas, para fortalecer la tierra, y no importa lo mucho que
odiaba admitirlo… para mi fortalecimiento. Por desgracia, me causaba
poca alegría porque ninguna noticia buena provenía del Otro Mundo.
Katrice mantenía un perpetuo ida y vuelta. Sí, ella estaba de acuerdo
con la Tierra Maple, no, ella había cambiado de opinión. Linden. Pero
sólo si los embajadores fueran primero, luego los monarcas. No, ella no
iría. Pero era de nuevo a la Tierra Willow. ¿O tal vez un lugar
totalmente diferente?. ¿Qué pasa con la Tierra Palm?.
-Así parece.-
-Lo tengo, -dijo. Enrique tenía ese tono de suficiencia de cuando nos
conocimos. Había sido molesto, pero ahora, me pareció alentador. -
Finalmente localicé al vendedor de armas y…-
No oí el resto debido a una caída repentina de la temperatura y la
sensación de hormigueo en el aire anunciaba la llegada de Volusian. Al
parecer, podría tener una señal del Otro Mundo aquí también. Mi
siervo tenía órdenes de informarme urgente de todas las noticias, no
importa las que Enrique iba a decir.
-Qué…-
-Por favor, -le pedí. -Por favor, dime que Katrice finalmente ha cedido,
para que podamos hablar. -
El asintió con la cabeza con su rostro cada vez más sombrío. -Como dije,
no hay excusa. Asumo toda la responsabilidad. -
Como sin duda ya sabes, tengo a tu hermana bajo mi custodia. Si deseas que
regrese a ti viva, tú y el Rey Oak se rendirán incondicionalmente a mí. Tú
cesaras las hostilidades inmediatamente, retirarás a tu ejercito, y cederás tus
tierras. Además, me entregarás la supuesta Corona de Hierro.
Espero su respuesta.
Atentamente:
-¿Por qué escogerla a ella como rehén sin embargo?.- No sabía por qué
estaba discutiendo la lógica aquí. Nada de eso importaba. Sólo el
resultado lo hacía. -Todo el mundo sabe que no nos llevábamos bien. -
Estas situaciones. Por un momento, casi me balanceé sobre mis pies, con
ganas de cerrar los ojos y desmayarme. No tenía nada que ver con el
calor. Era esto. Todo esto. Esta situación siempre se repetía. Jasmine y
yo, maldecidas por nuestra sangre, para ser siempre usadas y
capturadas como posesiones en un juego mayor. Odiaba a Aeson, pero
al menos él habría engañado a Jasmine con algún pretexto de amor
antes de tomar ventaja de ella. ¿Pero qué hay acerca de este Cassius?. Él
no haría ningún intento por ser amable. Todo esto se trataba de castigo
y venganza, después de todo. ¿Habría violado a Jasmine?. ¿Estaría el
haciéndolo ahora?. Un recuerdo repugnante de Leith me vino a la
mente, uno fuerte y claro a pesar del estado drogado en el que había
estado durante mi odisea con él. Momentos después, éste fue
remplazado por una imagen del rostro de Cassius bajando sobre una
encorvada Jasmine… Hice mi debilidad a un lado, estabilizándome y
trayéndome de vuelta al mundo enfocada. Me volví hacia Rurik.
-¿Qué tan lejos está nuestro ejército esparcido afuera?. ¿Cuán pronto
podemos reunirnos con ellos y marchar hacia ella?. ¡Quiero arrasar las
tierras de esa perra y quemar su castillo hasta los cimientos!. Quiero
tener a la maldita furia del cielo lloviendo sobre ella y…-
Rurik asintió con la cabeza. -Es cierto. Es posible. Sobre todo si… sobre
todo si el ejercito de mi señor Dorian está involucrado. -Él se veía
inquieto al mencionar a Dorian, pero yo podía ver una mirada de
consideración en el rostro de Rurik. Tenía la sensación de que
compartíamos el mismo rompecabezas. ¿Dorian prestaría fuerzas para
ayudarme?. Posiblemente no, no si su ira sobrepasa cualquier devoción
por mí. Por otra parte, Dorian todavía se encontraba en esta guerra, y lo
conocía suficientemente bien como para pensar que él podría darle la
bienvenida a una marcha en pleno al castillo de ella. Rurik también
sabía eso. -Con sus fuerzas, es posible, -dijo Rurik finalmente. -Pero
Katrice estará defendiéndose. Será sangrienta. Será horrible.-
- ¿Listo para repetir la historia? -le pregunté a Kiyo. -Será como toda la
incursión a Aeson de la otra vez.
-Vas a ir… No. Eugenie, tú no puedes ir ahí. -Le hice un gesto a Rurik y
comenzó a moverse hacia la salida.
-Sí, entendí eso, -dijo a Kiyo, que estaba siguiéndome por detrás.
Esperar por ella nos dio tiempo para planear la estrategia. Una vez que
mis asesores aceptaron a regañadientes que iría personalmente, y una
vez que Rurik aceptó que él no me acompañaría, ellos se pusieron en
línea para combinar sus conocimientos acerca del castillo de Katrice.
Había bromeado con Kiyo acerca de que esto sería como nuestra
irrupción a Aeson… pero en realidad, era cierto. Esta vez, no teníamos
ninguna guía personal que nos llevaría adentro. Teníamos que confiar
en los conocimientos y anécdotas de los que habían estado ahí y podían
hacer una mejor estimación de dónde podía estar retenida Jasmine. Y
eso era presumiendo que Katrice estuviera actualmente manteniéndola
a mano.
Quizás la parte más sorprendente de todo esto era el consentimiento de
Kiyo. Había esperado protestas acerca de mi seguridad o tal vez una
solución diplomática. Pero, no. Él realmente se daba cuenta de la
importancia de salvar a Jasmine. Y también sabía que ésta sería
probablemente nuestra mejor oportunidad, al menos en un plazo tan
breve.
-Ustedes saben, -Rurik nos dijo después, -que no van a ser capaces de
llevar a Volusian. -Él, Kiyo, Shaya y yo estábamos en mi habitación, que
se había convertido en mi cuartel de guerra improvisado.
-¿Por qué no?, - pregunté. Eso fue una sorpresa. Había estado contando
con sus músculos, algo que tenía que admitir que había extrañado
mientras luchábamos por la corona. ¿Cuál era el punto de un servidor
que era un muerto viviente si no podía darle un buen uso?.- Él puede ir
con nosotros en forma invisible. -
Rurik negó con la cabeza. -Todo el mundo sabe acerca de él. Katrice lo
sabe. Ella tendrá gente a mano que pueda sentirlo. También
probablemente tenga a alguien con el poder de desterrarlo. Suficientes
de ellos todos unidos podrían hacerlo.-
-No me quedé esperando sus órdenes por los alrededores, Reina Thorn.
Y la última vez que hablamos, dejó muy claro que no me quería cerca.
¿Ha recuperado finalmente el sentido?. Por lo que he oído, ahora es un
buen momento para deshacerse de Katrice. - Imanuelle hizo una pausa
cuidadosa. -Aunque, deshacernos de ella antes hubiera sido aún mejor.
Les habría ahorrado a usted y a su hermana un montón de problemas. -
-Un poco, -resopló Imanuelle. -Bien, lo haré. Pero sólo estaré ahí para
disfrazarlos. No voy a pelear si los atrapan.-
Esto trajo otra burla y una curva altiva en su labio.-Si ellos nos detectan,
puedo sacarme a mí misma de ahí, créame. Ustedes estarán por su
cuenta.-
Capitulo 17
Habíamos aprendido más sobre el alcance de la capacidad de Imanuelle
cuando Kiyo y yo nos dirigimos con ella a caballo a la Tierra Rowan.
Sus ilusiones eran tan buenas como se había demostrado el primer día,
y a regañadientes miré asombrada mientras transformaba a Kiyo en
Girard, y a Shaya como Dorian. Las ilusiones eran perfectas y
peligrosas. Empecé a entender completamente por qué ella era tan
buena asesina. Realmente podría ser quien ella quisiera, entrando a
lugares de alta seguridad sin que nadie lo supiera. Me sorprendí un
poco cuando alguna parte de mi cerebro saltó de pensar en emplearla a
detenerla. Esa parte de mi cerebro, dijo deshazte de ella sería más
seguro para ti en el futuro, e inmediatamente me castigué por la idea.
Encarcelar a los enemigos potenciales era algo que el Rey Storm habría
hecho.
-No soy todopoderosa, -dijo en un momento dado. Creo que ella sólo
estaba hablando en forma casual y no tenía ni idea de mis
preocupaciones. Habíamos cruzado a la Tierra Rowan, y ella había
dejado caer sus trucos en Kiyo, colocando ilusiones de campesinos
harapientos para todos nosotros. -Hacerlo para tres personas toma más
poder. E incluso para mí, no puedo contener los disfraces para siempre.
-Ella hizo un gesto con la cara. -Si pudiera, en vez de eso me gustaría
ser un espía. Es mucho menos complicado-
Vimos las señales del castillo de Katrice mucho antes del propio castillo.
Otros viajeros se unieron a nosotros en el camino, los pueblos que
habían quedado atrapados en el fuego cruzado de la guerra y ahora
buscaban comida y refugio de su monarca. La mayoría iban a pie, y les
pasamos rápidamente, por lo cual me alegré. No necesitaba ninguna
culpa en este viaje.
-No, ellos los dejan entrar, simplemente están haciendo una buena
cantidad de preguntas, lo que está ralentizando las cosas. Y tienes
razón, nunca tienes esta cantidad debido a que tus tierras no han sido
tan atacadas.-
-Los líderes de gran poder no son los únicos con precios en su cabeza. A
veces los prisioneros importantes también necesitan desaparecer.-
-Mierda.-
Hice un gesto hacia la puerta, inquieta por lo que Imanuelle había dicho
acerca de una alarma. -Jasmine, vamos. Somos nosotros. Kiyo y Yo.-
-Mierda, -dije otra vez. Todavía parecía la única manera adecuada para
resumir esta situación.
-No podemos, -le dije. -Sólo tenemos que escondernos. -Me volví hacia
Imanuelle. -¿Cómo estás?. ¿Nos puedes convertir a todos en
campesinos de nuevo?-. Ella asintió con la cabeza. –Pero tenemos que
salir de la vista de todos.-
Su boca quedo abierta, porque fue entonces cuando los guardias que
habían estado de guardia en la puerta se acercaron. Llegaron y
quedaron paralizados, mirándonos en un completo estado de
conmoción. Si no hubiésemos tenido pánico por la alarma, uno de
nosotros probablemente hubiera pensado en cambiar la ilusión por los
soldados inconscientes, y no lucir como los que debíamos pasar otra
vez. Fue un pésimo descuido, muy malo, y ahora todo el mundo podía
vernos y a nuestras imágenes en espejo. El guardia que le había gritado
a la anciana no podía comprender lo que estaba pasando, pero sabía
que algo estaba pasando.
Por "nosotros", quería decir que "yo", y sabía que ella estaba hablando
de tormentas no de explosiones. Una parte de mí ya sabía que era la
respuesta. Apenas me di cuenta, convoqué toda mi magia, haciendo
que el hermoso y soleado día en la Tierra Rowan se desvaneciera
rápidamente. Nubes negras y moradas se desplomaron en el cielo a una
velocidad imposible, relámpagos tan cerca de nosotros que el suelo
temblaba. La humedad y el ozono llenaron el aire, el viento subía y
bajaba.
-Deja caer el hechizo, -le dije a Imanuelle, sin mirarla. Quería estar cara
a cara con Katrice, y honestamente, no era que mi identidad fuera un
secreto. Sentí otra sensación de hormigueo, y algunos gritos de asombro
me dijeron que ahora llevaba mi propia forma. Una pequeña sonrisa
cruzó los labios apretados de Katrice.
-Sí, -ella continuó, -tú podrías desencadenar una tormenta aquí. Podrías
destruir una gran parte de este muro, de este castillo. Podrías sin duda
destruir a toda esta gente que es en lo que eres buena, ¿verdad?. Te
pones en esa alta postura sobre proteger las vidas, pero aún así, de
alguna manera la muerte siempre te sigue. Tú la dejas en tu estela,
como lo hacía Tirigan. Pero al menos él no se hacía ilusiones sobre lo
que estaba haciendo. -La comparación con mi padre aumentó la ira en
mí. El clima reflejaba mi reacción, el cielo cada estaba vez más oscuro y
se intensificó la presión del aire.
-Tú no tienes que matarlos-, dijo Jasmine a mi lado con voz baja. -Sólo a
ella.-
-Tú debiste haber dejado que esto pasara, -le dije a Katrice con mi voz
perfectamente nivelada. -Deberías haber aceptado la muerte de Leith
como castigo por lo que hizo. Incluso registrado. Muchas vidas se han
perdido por tu culpa. Ahora serán más. -Un rayo. Un rayo, y ella estaría
muerta. Caray, probablemente podría matar a Cassius con eso también.
-¿Qué otra cosa se supone que debo hacer?, - susurré, fuera del alcance
del oído de los demás.
-Te advertí antes que habría consecuencias. Por favor, escúchame esta
vez, -me rogó. -Sucederá otra vez.-
-Tengo la sensación de que voy a morir de una manera u otra hoy. Sólo
quiero que todos sepan la verdad sobre ti antes que yo lo haga. -Me
quedé helada. Le dije a Kiyo que me diera otra opción, y él no tenía
ninguna. Pero había otra.
Sólo puedo suponer que lo que pasó después, nació de la pura emoción,
de la ira y la desesperación que sus palabras sobre mí y Jasmine habían
evocado. La adrenalina probablemente jugó un papel también, y...
bueno, tal vez había algo en mis genes, después de todo.
Pienso que hasta ese momento, ella realmente no creía que yo tuviera la
corona. También pienso en lo que yo había exigido, ella se habría
allanado a cualquier término de rendición que yo quisiera. Pero yo no
quería una simple entrega. Quería sufrimiento. Quería que ella sufriera,
al igual que yo. Había muchas formas de lograr la humillación...
-Por favor, -me rogó de nuevo, con lágrimas en los ojos. –Haré
cualquier cosa. Voy a hacer lo que quieras.-
-Tienes razón, -dije. -Lo harás. -Bajé la hoja hacia el suelo y atravesé el
corazón de la tierra.
Capitulo 18
Realmente sentí como que, como si estuviera matando a un ser vivo. Y
en cierto modo lo era. Estaba destruyendo la conexión de la tierra con
Katrice. La tierra y su monarca son uno. Una especie de concepto
esotérico... pero, bueno, la verdad. Me sentía así, sin duda, en la Tierra
Thorn. Fue por eso que no siempre podía mantenerme alejada de ese
reino por mucho tiempo. Me llamaba. Era parte de mí.
Y por todos los alrededores... por todos lados, la tierra estaba inquieta.
Pude sentir su energía, gritando... reclamando... anhelando un nuevo
amo. Casi ninguna de las personas reunidas mostró ningún signo de
haber reconocido esto. Todavía estaban viendo el drama ocurrido entre
Katrice y yo. Unos pocos espectadores mostraban confusión en sus
semblantes, como si ellos también oyeran la tierra.
Por lo tanto, en mi siguiente acto impulsivo del día, metí la mano libre
en el suelo. Al igual que la última vez, el suelo primero estaba duro y
pronto se convirtió en algo firme suave y cálido. Mi mano se hundió en
la tierra, y me dio la bienvenida, como si alguien me estuviera
agarrando la mano. El calor llenó mi cuerpo, un calor reconfortante
muy diferente del calor abrasador de la corona. Cerré los ojos, tratando
de quedarme con esa conexión, para demostrar que era digna. Una
parte de mí se había dado ya a la Tierra Thorn. Tuve que luchar para
reclamar esta tierra también.
-Yo... -¿Lo hice?.- Ese era un serbal, al hacer eso, según los
razonamientos del Otro Mundo, era la Tierra Rowan. ¿Qué sería lo que
ha pasado?. Tal vez no había funcionado. Tal vez la corona no había
hecho lo que yo esperaba que hiciera. Tal vez Katrice había ganado de
alguna manera.
Pero, no. Allí estaba. La sentí. La Tierra. La tierra. Las rocas. Cada hoja
y flor. Los olores, los colores... todos ellos eran más agudos y más
intensos. Si me abría, sentiría cada pieza de esta tierra. Que tarareaba.
Zumbaba. La energía era acelerada, y me obligó a cerrar los ojos por un
momento.
-No, -le dije a Jasmine, maravillada. -Es mía. –Miré el árbol de serbal,
más perfecto que cualquiera que fuera real, sus bayas de color naranja
brillantes contra las hojas verdes se mecían en la brisa. Extendí la mano
y acaricié una de sus hojas, vagamente consciente de que Katrice
todavía estaba sollozando. Un hormigueo de poder corrió a través de
mí. -Sigue siendo la Tierra Rowan... excepto que es mi Tierra Rowan. -
Las cosas se pusieron un poco incómodas después de eso.
Luego dije las palabras para que Volusian viniera a mí, algo más
aterrador para aquéllos que ya me miraban con terror. Había dejado
que la tormenta se disipara, pero la oscuridad parecía aún envolver a
mi siervo cuando los ojos rojos me evaluaban y a la Corona de Hierro y
al árbol.
-Inesperado, -dijo.
-Ve con Rurik, -le dije. -Explícale lo que pasó y que traiga una fuerza de
ocupación aquí inmediatamente. -Yo no sabía lo que quería decir
exactamente, pero sabía que el control militar prevalecería aquí, si
íbamos a asegurar la tierra. Rurik sabría qué hacer. La administración
vendría más tarde. -Y luego... - Ahora vacilé. -Dile a Shaya que se ponga
en contacto con Dorian y le cuente lo que pasó. Después, regresa
conmigo.-
Volusian hizo una pausa, esperando que yo añadiera algo más. Cuando
nada más llegó, desapareció, y el sol pareció brillar un poco más. Sólo
restaba ahora esperar el juego, y miré a mi alrededor a los aún
sorprendidos residentes de la Tierra de Rowan.
-Así lo haremos. Tan pronto como llegue Rurik, nos dirigiremos hacia el
castillo y lo dejaré que enfrente esto.
-No. -Su voz era suave. -Mi otra casa. En el mundo de los humanos. -Me
volví hacia ella asombrada, apartando la mirada de algunos campesinos
que le pedían a los guardias que los dejaran salir.
-¿Qué? Pero odias ese mundo. Siempre me dijiste que es aquí en donde
encajas.-
-Lo es, -estaba de acuerdo. –Pero sólo quiero... Quiero alejarme de todo
esto por un rato. De la magia. Y castillos. Y... lo que sea. Quiero ver la
televisión. Tal vez quiera ver a Wil. Quiero cargar mi iPod. Y mi lista de
reproducción apesta. –
No pude evitar una carcajada. -Como que quiero todas esas cosas
también. Vamos a ir pronto. Vamos... vamos a cortar las cadenas. Lo
siento no tengo la llave de éstas conmigo. –
-Cassius...
-Jasmine...-
-Lo digo en serio. -Me miró, con su mirada azul-gris nivelada estable. -
Habló mucho sobre eso cuando vino a verme... me tocó un poco. Pero
eso fue todo. Creo que sólo quería asustarme. -Ella no dio más detalles
sobre el contacto. Y no le pregunté. Me sentí aliviada de que ella no
hubiera pasado por lo que pasé.
Ahora, ella sonrió. -Lo hiciste bien. Y oye, pusiste fin a la guerra,
¿verdad?. La has ganado. –
-Se hizo así. La posesión de esta tierra fue una idea mucho mejor que
simplemente derrotar a Katrice en la batalla. –
-Voy a resolver los problemas inmediatos, -me dijo en voz baja. Mis
propios soldados estaban ahora afuera, estableciendo el orden. -Vamos
a bloquear este lugar, empezando por explorar el área adyacente,
buscando en los que se puede confiar. -Hizo una pausa elocuente. -
Probablemente tendremos que lanzar una gran parte de estos militares
a la cárcel.
-Haz lo que tengas que hacer, -dije. Tenía la sensación de que
eventualmente él querría hablar de ejecuciones, pero se refrenaba por
ahora. Me imaginé que me veía tan cansada como me sentía.
-Por ahora. –
-Lo sé, lo sé, -me quejé yo. Había evitado la Tierra Thorn antes, pero
ésta se había mantenido llamándome. -Sé cómo funciona esto. –
Él arqueó una ceja, esa sonrisa sardónica regresó. -¿Lo sabe?. ¿Sabe
usted lo que ha pasado? –
Elevé mis manos, señalando todo. -Que tendré que cargar con otro
reino.-
-Él no le hizo nada. -Encontré una camiseta talla pequeña que podría
servir; era de constitución más menuda que la mía.
-Eso dice, ella -
-Si crees eso. Sólo ten cuidado, Eug. Ya has sido engañada antes por
gente en la que confiabas.
-No.-
La pequeña sonrisa se desvaneció. -No. Y sigo sin estar muy feliz con
eso. Pero la verdad es que encontraste la manera de no provocar un
verdadero derramamiento de sangre para poner fin a todo. Cuando
estábamos allí me pregunté de qué otra forma se podía arreglar las
cosas. No logré una respuesta. Tú sí. No es perfecta… pero no mató a
Katrice o a otras personas y no fuiste capturada. -Se encogió de
hombros. -No es ideal, pero es mejor que las otras alternativas. -
Me recosté contra la pared, aún sorprendida por su declaración. -Si te
hace sentir mejor, no es como yo quería que fuera. Quería entrar y salir
y rescatar a Jasmine. -
Él asintió, pero tenía una mirada penetrante en los ojos.-Y sin embargo
te llevaste la corona. -
-Te creo. -Se acercó y apoyó sus manos sobre mis hombros. -Y te voy a
ayudar en todo lo que necesites. -Algo dentro de mi pecho se relajó y
me apoyé contra él, reconfortándome con la calidez y seguridad que me
ofrecía.
Kiyo presionó un beso contra mi frente. -Aquí estoy. -Sentí una pequeña
sonrisa tirar de mis labios, aunque igual que con su risa anterior, yo
realmente no encontraba la situación divertida.
-Supongo que con un poco de suerte, tal vez pueda hacer un mejor
trabajo gobernando la Tierra Rowan de lo que ella lo hizo. Teniendo en
cuenta el bienestar de todos. -
-¿Estaréis bien las dos?, - preguntó Kiyo con todos los signos de su
malestar anterior desaparecidos. -Tengo que encargarme de un par de
cosas. -
-Tan pronto como pueda. -Me besó de nuevo, esta vez en mis labios.
Debí de mostrar otra expresión de dolor porque acunó mi barbilla, sus
ojos castaños estaban llenos de amor y compasión. -Todo irá bien,
Eugenie. Todo irá bien.-
Asentí con la cabeza una vez más y lo miré con nostalgia mientras salía.
Quería sus brazos alrededor de mí de nuevo, que me sostuviese y me
sacase de este lío. Una pequeña parte de mí, no habría rechazado los
brazos de Dorian tampoco. Me senté junto a Jasmine cuya atención de
nuevo había regresado a los reality show.
-Oye, ¿Crees que podría invitar a Wil para que venga?. Quiero verlo.-
-¿Estás bien?, -le preguntó con voz temblorosa. -Te he echado mucho de
menos. -
Las cosas se volvieron cada vez más extrañas cuando se hizo obvio que
ninguno de ellos estaba muy seguro de que hacer con el otro. Wil no la
juzgó por su ausencia, y al final ella simplemente le preguntó si le
apetecía ver la televisión un rato. Creo que fue en parte porque eso les
proporcionaba una actividad concreta y en parte porque se había
obsesionado con recuperar el tiempo perdido de ver la televisión.
-Nada.-
-Y las mujeres, -dije. -Es probable que también haya mujeres de azul
allí.-
-Si tú lo dices.-
-Gracias, Enrique. Realmente lo aprecio. Sinceramente no pensé que
pudiese hacerse.-
-No te pongas toda emocional, -dijo de esa manera enérgica suya. -Al
menos hasta que veas la cuenta.-
Intenté tanto como pude mantenerme alejada del Otro Mundo los
siguientes días. Wil venía de visita de vez en cuando, y Jasmine y yo
comenzamos a hacer agradables actividades mundanas, como ver
películas y comprar ropa para ella. Tim y Lara aparecían a menudo, aún
en la excitación de su amor y Kiyo regresó con informes sobre el Otro
Mundo, me aseguró que mi control sobre el reino de la Tierra Rowan
progresaba sin problemas. Y por las noches, venía a mi cama, encontré
que el regreso a nuestra intensa vida sexual, apartaba mi mente de mi
larga lista de problemas.
Pero al final tuve que ceder. La llamada de mi tierra era demasiado
fuerte, e incluso Kiyo admitió que con mi nuevo y frágil agarre de la
Tierra Rowan, necesitaba visitarla y conectarme con ella para reforzar
nuestro vínculo. En ese momento no necesitaba ser empujada a ello. Mi
cuerpo me estaba diciendo lo mismo. Me sentía débil y agotada, mis
sueños estaban poblados de cactus y cerezos.
-Adelante.
Ella asintió con la cabeza sin dejar de parecer como si quisiese estar en
otro lugar. -Sí… pero alega que fue él quien te envió a conseguir la
corona. Y que sus ejércitos perdieron tantos hombres como los tuyos.-
Este último punto me hizo callar. Sus soldados habían luchado junto a
los míos. Las familias de su pueblo lamentaban las pérdidas tanto como
las del mío… ¿Y para que?. Para luchar contra una afrenta que no tenía
nada que ver con ellos, no realmente. No debía nada a Dorian, de eso
estaba segura, pero estaba en deuda con sus súbditos. Cuando no
respondí, Shaya continuó.
-¿Oh, si?.- Por supuesto que Dorian se había abalanzado sobre eso. -
Nunca pedí eso. -
-Supongo que quiere precios muy, muy bajos, -dijo Kiyo hablando por
primera vez. -
Shaya asintió con la cabeza. -Eso es lo que quiere. Y tiene derecho, hasta
cierto punto. Pero sus demandas actuales son lo suficiente extremas
para poner en peligro la economía de la Tierra Rowan. Tal vez ese no es
un problema. Todo depende de lo que quieras para ellos. -Pensé en los
refugiados de las puertas. ¿Qué quería para esa gente?. ¿Quería que
prosperasen?. Quería que las cosas volviesen a la normalidad.
-Entonces hazlo.-
Hice una pausa y miré detrás de mí. A mi paso, las flores habían
florecido, pequeñas flores rojas se dispersaban sobre el manto de hierba.
Me arrodillé, inhalando su aroma embriagador. ¿Por qué está pasando
esto?.-
-¿No?-. Bromeó con una sonrisa pícara en su rostro. -Tú haces que
llueva…-
Eso me recordó como la Tierra de Thorn había sufrido con la sequía.
Cuando me conecté con la tierra, había tenido relaciones sexuales con
Kiyo, y la energía de nuestra unión se había extendido por el reino,
rompiendo la racha de sequía y enviando la tan necesaria lluvia que
hizo que la gente y las plantas florecieran. Le devolví la sonrisa.
-Parece que no tenemos que preocuparnos por eso hoy. Esta tierra no
necesita tanta ayuda. -Deslizó un brazo alrededor de mi cintura y me
atrajo hacia él, su voz sonaba ronca.
-Mierda, -dije saltando sobre mis pies. -Lo siento. No quise hacerte
esperar tanto tiempo.-
Él se puso también de pie.- No hay problema. Lo necesitabas. Ambas lo
necesitaban. -Sabía que él tenía razón. Me sentía con más energía, y la
tierra se sentía fuerte y contenta.
Capitulo 20
No sabía lo que significaban las flores. Nada de eso había pasado
cuando había heredado la Tierra Thorn. En los siguientes días, no dejé
de pensar en lo que Rurik había dicho, que ningún otro monarca, salvo
mi padre había gobernado más de un reino en la historia reciente.
Había demandado de mí una gran cantidad poder y magia ejercer mi
dominio sobre las tierras.... ¿Me estaba alimentando y reponiéndolo a
cambio?. Desde luego que me sentí más fuerte con ellas, pero nunca
había esperado algún tipo de manifestación física inconsciente. ¿De qué
más era capaz?. ¿Qué podría hacer que la tierra hiciera?.
-No sé, -dije, tamborileando los dedos contra un vaso de agua. -No hay
precedente para esto… por lo menos ya no. Nadie sabe qué esperar de
mí teniendo dos reinos.-
Apuesto a que también lo haría, pero negué con la cabeza. -Él no sabe
todo, no importa lo mucho que lo pretenda,-repliqué. -Y he terminado
con él.-
-Está bien. -no luchó contra ello. Durante un tiempo, ella me dijo que
había cometido un error al romper con Dorian, pero Kiyo había crecido
ante ella. Todavía no estaba segura de si ella lo aprobaba, pero por lo
menos ya no tenía que escuchar los consejos adolescentes acerca de mi
vida amorosa. -Pero sólo quizás deberías volver pronto. Quiero decir,
piensa en ello. Estás atada a dos tierras en el Otro Mundo. ¿No son las
tierras y el monarca una misma cosa?. Parte de ti está allí. Tiene sentido
suponer el hecho de que tendrías que estar allí el doble de tiempo. –
Hice una mueca ante la idea, aunque eso también había estado en mi
mente. -Si yo fuera allí mucho más, debería vivir allí
permanentemente.-
Lara tenía un trabajo para mí, varios en realidad. A pesar de que estaba
viviendo con Tim (en mi casa) aún conservaba un registro meticuloso y
tomaba todas mis llamadas. Parecía decepcionada de que sólo aceptara
uno de su lista cada vez mayor de puestos de trabajo, uno pequeño, uno
inquietantemente simple que probablemente tomaría sólo unos cinco
minutos. Ella no dijo nada, pero yo sabía que le preocupaba ya que si yo
no ganaba ningún dinero, ella tampoco lo haría. Así, recordando un
comentario de Enrique sobre la necesidad de ayudar, pero no ser capaz
de confiar en nadie, le di su tarjeta con la sugerencia de que llamara
para un trabajo a tiempo parcial.
-Wow, -dijo ella, mientras nos dirigíamos a casa. -Te han pateado el
trasero.-
-No lo hicieron.-
-Tú sabes que, -le dije, -Lara y Tim tuvieron sexo justo donde estás
tumbada. -Ella saltó hacia arriba.
Había estado viendo a la Dra. Moore por un par de años. Era una mujer
agradable, a mediados de los cuarenta años, que había aprendido con el
tiempo a no hacer demasiadas preguntas acerca de mis lesiones. Ella
pensó que era una "contratista" que practicaban artes marciales.
-No exactamente, -dije. -Se me saltaron las que me hicieron en
urgencias, por lo que mi novio las tuvo que hacer de nuevo. -Ella se
apoderó de unas pinzas y un pequeño par de tijeras y se inclinó.
Ella soltó una risita y procedió a sacar los puntos. Picaban al tirar de
ellos fuera de la piel, pero, honestamente, no era nada en comparación
con que normalmente toleraba.
Ella rodó sus ojos, apoyada en la pared con los brazos cruzados. -No
debes hacer bromas sobre eso.-
-Yo…-
-No, no, -ella me interrumpió. -No necesito saber todos los detalles de
tu vida. Trato de no juzgar… pero tú quizás lo necesites. Hay puestos
de trabajo por ahí que son de naturaleza física. Así es la vida. Pero lo
que estás haciendo... tal vez deberías reevaluarlo. Para ser franca, te ves
horrible hoy.-
-Ah, eso. -Mierda. No podía explicar que se trataba de las secuelas
residuales de una batalla mágica en el más allá, durante la cual había
luchado por el dominio de un reino de las hadas y convertido en su
nuevo amo, es decir, duplicado mi reino. -Sólo estoy, eh,
enfermándome de algo. Sólo me siento un poco cansada, ya sabes. -
Busqué una excusa. Nunca había estado a gusto con ese tipo de pruebas
desde que descubrí que tenía sangre Gentry. Estaba bastante segura de
que la medicina humana no había podido detectar ese tipo de cosas,
pero no quería correr ningún riesgo.
-Estoy segura de que va a estar bien,- dijo Moore. -Esto va a tomar cinco
minutos.-
-¿Y?.-
Sus cejas se levantaron otra vez. -La prueba dio positivo. Ahora, no
podemos decir hasta qué punto es fiable saberlo sólo de una prueba de
orina, pero en base a…-
-La prueba es muy precisa, y ello explicaría por qué no te sientes bien.-
-Las mujeres que toman ambos necesitan utilizar algún otro tipo de
anticonceptivos hasta que los antibióticos hayan seguido su curso.- Una
sensación horrible y fría comenzó a extenderse sobre mí.
-No fui a mi farmacia habitual... –Y había salido de allí tan rápido como
pude, sin molestarme en hablar con el farmacéutico porque había
tomado muchos antibióticos muchas veces en mi vida. Desde luego, no
me había molestado en leer el folleto adjunto.
-No, -exclamé. -No, no, no. ¡No puedo estar embarazada!. ¿No lo
entiendes?. No puede ser. No puedo tener un bebé. ¡No puedo!. -Estaba
gritando de nuevo y me pregunté si este lugar tenía seguridad.
No, no, no lo haría. No todo iba a estar bien. Las náuseas se agolparon
en mí, había sentido náuseas por unas semanas más o menos… y esto
no tenía nada que ver con la herencia de la Tierra Rowan. Después de
todo este tiempo, después de todo, la charla de planificación, después
de todos mis temores sobre Jasmine...era yo. La medicina humana me
había jodido. No, yo me había jodido. La jodí. Mi propio descuido había
causado esto. Todo lo que alguien había dicho acerca de la profecía del
Rey Storm comenzó a correr por mi mente. Sformi, primer nieto del
Rey. Una invasión del mundo humano. Encabezados por su madre. La
dominación y la sangre. Y yo, yo iba a hacerlo realidad... Yo era el
instrumento...
Ella tenía una mirada de asombro. -¿Te basas en el sexo para decidir un
aborto?.-
Lo intenté con algo razonable, algo que no me hiciera parecer como una
mujer sin corazón que mataría a su hijo. -Usted puede hacer las
pruebas, ¿no?. Al igual que ¿las pruebas genéticas?. Yo... tengo tanto
miedo de tener un bebé y que haya algo mal. Mi familia tiene una mala
historia. Mis primos han tenido bebés con defectos de nacimiento, y no
puedo... no puedo manejar eso. Tengo que saber. Tengo que saber... de
inmediato... lo antes posible porque de lo contrario voy a... -
-Lo que coincide con los antibióticos. Estás casi de nueve semanas,
aunque ajustando la cuenta, técnicamente sólo siete desde la
concepción. -
-Puede decir mucho. Ninguna prueba puede decir todo, pero te puede
dar paz mental... sobre todo si realmente tienes una historia mala
familiar...-
La tendría. -La haré, -le dije. -Por favor.-
-No lo necesito…-
-Gracias. -Me fui antes de que ella pudiera cambiar de opinión. La cara
de Jasmine estaba llena de irritación e impaciencia cuando finalmente
regresé.
-Eso llevó una eternidad, -dijo, lanzando una revista a un lado. -¿A qué
profundidad estaban los puntos?.-
En mí. Todo estaba en mí: lo que había sucedido y lo que estaba por
venir. No había estado en casa durante mucho tiempo cuando Kiyo se
presentó. Él me sonrió alegre y llevaba su bata blanca de trabajo, lo que
significaba que no había ido a suavizar las relaciones con Maiwenn.
Pequeñas bendiciones. Su sonrisa fue suficiente para hacer sonreír a
Jasmine, pero en cambio, yo no pude esbozar una. No había nada para
sonreír en este momento. Nada bueno en este mundo. Nada bueno, en
el Otro Mundo. Él se unió a nosotros en el sofá, en medio Jasmine y yo,
y agarró mi mano.
-Ha estado así todo el día, -dijo Jasmine. -Ella tiene que volver al Otro
Mundo, pero no lo hará.-
Flores. Flores por todas partes, donde quiera que paso. Soy la tierra, y la
tierra soy yo. Cuando llevo la vida, la tierra también lo hace...
-Felicitaciones, -le dije a Kiyo. -Vas a ser padre. Una vez más.-
Capitulo 21
Por unos momentos, el tiempo se congeló. Fue Jasmine quien
finalmente puso las cosas en movimiento otra vez.
-Es una pérdida de tiempo, -argumentó. Tragó saliva e intentó ser más
amable, en intentó un curso más razonable conmigo. -Eugenie, conoces
el peligro. No se puede perder ni un día. Si alguien se entera… si
alguien en el Otro Mundo…-
-¡Lo sé, lo sé!. ¿Crees que soy estúpida?. ¿Crees que de alguna manera
me perdí los intentos de violación constantes y la violación real basados
en la profecía?. ¡Maldita sea, sé mejor que tú lo que significa!. Pero no
puedo: no puedo hacerme un aborto hasta que no sepa lo que es. Si es
una niña o un niño.-
-Es tuyo, -le dije firmemente. La última vez que había estado con
Dorian, había tenido sexo oral. Tal vez no sabía que los antibióticos
interactúan con las píldoras anticonceptivas, pero sabía lo que un
hombre tenía que hacer para dejarte embarazada. -Lo sé sin lugar a
dudas. -
Esto hizo que Kiyo hiciera una pausa, como si realmente fuera
verdaderamente a reflexionar sobre la realidad de perder a su hijo.
-Ya te dije: Yo nunca dije que no estoy molesto por esto. Pero hay que
lidiar con ello. ¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera?.-
-Ah, bueno, -le dije. -Es mi culpa. Si eres tan cuidadoso, tal vez no me
deberías haber jodido en esa gruta.-
-No, -dijo con cansancio. -Pero hay opciones. Maiwenn podría ayudar.
Junto con la curación, puede trabajar todo tipo de magia médica.-
-Eugenie…-
-¿Pero qué si es una niña?. - Eso vino de Jasmine. Ambos Kiyo y yo nos
volvimos hacia ella. -¿Qué pasa si Eugenie la puede tener?. Siempre
estás diciendo lo maravilloso que es tener a Louisa. ¿No quieres otra…
sobre todo con, tú actual… especie… de novia?.-
-No es eso… -Kiyo se comió sus palabras y se volvió hacia mí. Los ojos
oscuros me estudiaban, y yo sentía que su rabia se volvía difusa a
medida que se suavizaba. Sentí su amor y sabía que todo esto venía del
pánico, sus temores acerca de la profecía hechos por fin realidad. -Dos
días, -dijo al fin.
-Dos días, -repetí. -Y entonces voy a hacer lo correcto. - No estaba muy
segura de lo que "lo correcto" sería si yo tenía una niña, ya que la
maternidad seguía sin llamarme. Pero eso no importaba ahora. Lo que
importaba era que tenía la elección. Entonces, repentinamente y sin
previo aviso, Kiyo envolvió sus brazos alrededor de mí, y me aplastó en
su pecho.
-Te amo, -dijo, con voz trémula. Era la primera vez que había dicho esas
palabras desde que habíamos vuelto de nuevo juntos, y rompió algo
dentro de mí. -Pero tengo miedo.-
-Yo también, -le dije, sintiendo las lágrimas corriendo en mis ojos.
Jodidas hormonas. -Todo estará bien.-
Cuando me liberó, por fin realmente comprendí que Jasmine había sido
testigo de todo esto. El factor dramático probablemente anuló cualquier
cosa que pudiera encontrar en la televisión. Su rostro era una máscara
en blanco ahora, que me puso incómoda. ¿Qué estaba pensando de todo
esto?. Durante mucho tiempo, ella hubiera querido ser la que tuviera el
heredero. Supongo que debería haber apoyado completamente lo del
aborto. Sin embargo... tal vez estaba tan interesada en la profecía de
nuestro padre que no le importaba de quién fuera el nieto, siempre que
pudiera tomar el poder con nosotros.
-Necesito que te quedes con Jasmine mañana, - le dijo Kiyo más tarde,
cuando estábamos en la cama. -Me gustaría que no se hubiera enterado
de esto. Tal vez estoy exagerando, pero me preocupa que vaya a hacer
algo con la información. Podría hacerla vigilar por Volusian , pero él
ahora está... - Por lo general convocaba a mi siervo para las vigilancias
nocturnas. -Pero me sentiría mejor contigo aquí.-
-Tengo que hacerlo, -le dije. -Ahora me doy cuenta de que la mayor
parte de estar enferma es porque... bueno, ya sabes. Pero estar lejos de
esas tierras también me está afectando demasiado. Sólo necesito
comprobar todo.-- No más sesiones de meditación pensé, sin embargo.
No podía arriesgarme a cualquier signo más revelador de mi embarazo
con esa intensa comunión. Yo acababa de hacer el mínimo requerido. -Y
no sólo con la magia de las tierras. Tengo que mantener un ojo en la
transición de la Tierra Rowan. -
-Lo seré. -Presioné mis labios contra los suyos, besándolo más fuerte.
Moví el cuerpo más cerca de él, envolviendo nuestras piernas. Estaba
aterrorizada de lo que estaba sucediendo, aterrada de lo que podría
estar llevando. Pero ahora, con Kiyo a mi lado, me sentía segura.
Saldríamos de esto juntos, y de repente quise conectarme con él y sentir
su amor a mí alrededor.
Una noche sin sexo era el menor de mis problemas, y aunque ninguno
de los dos habló, supe que dormiría tan mal como yo. Estuvimos dando
vueltas, nuestros movimientos fueron tan inquietos entre sí como
nuestras preocupaciones individuales. Los dos teníamos los ojos
inyectados en sangre, cuando nos despertamos.
-Realmente no quiero hacer nada con ellos, -admití. -No sé qué hacer
con ellos.-
-Muy bien, -respondió Shaya. Su tono era obediente, pero yo sabía que
ella temía escribir la carta. Nunca había perdido su devoción a él, y yo
la estaba obligando a dividir sus lealtades. -Pero sí necesitamos a
alguien para manejar la Tierr Rowan… a menos que tú vayas a hacerlo
personalmente.-
-Estoy de acuerdo con eso, -le dije. -Diablos, después de lo que hiciste
por aquí, sé que puedes conseguir poner a Rowan en forma. Pero...
¿quién va a manejar las cosas aquí?.-
Shaya me miró con una sonrisa torcida . -¿Qué piensas que hace
cuando no estás cerca?. Ella me ha estado ayudando y aprendiendo...
Creo que lo haría muy bien. Habría gente para ayudarla, y, por
supuesto, siempre puede ponerse en contacto conmigo. -
-De acuerdo, -dije por fin. -Vamos a hacer que suceda. ¿Cuándo piensas
hacer la mudanza?.-
-Hoy, -dijo. -Me iré cuando tú te vayas. Mis cosas están empaquetadas.-
Shaya puso su mirada más remilgada, pero sus ojos brillaban. -Sí, Su
Majestad.-
Rurik nos recibió con alegría, ya sabía sobre la nueva posición de Shaya.
Como si todo hubiera convergido, tuve un destello de comprensión y
vi que había algo entre ellos, algo que me sorprendió. Afecto. Más que
un afecto amistoso. Fue entonces cuando me di cuenta también de que
Shaya llevaba una pulsera, hecha de esmeraldas y perlas. La había visto
antes. Girard había estado trabajando en ella cuando conocí a
Imanuelle. Era la pieza que Rurik había encargado. Traté de no boquear
con la verdad que me golpeó. Shaya y Rurik. Tenían una relación, algún
tipo de romance, probablemente uno que habían estado construyendo
delante de mí y que yo había estado demasiado ajena a todo para
notarlo. Por eso a ella no le había importado asumir la administración
de un reino conquistado por medios poco ortodoxos.
Nadie más pareció darse cuenta… o tal vez todo el mundo ya sabía de
ellos, pero me paré allí y mientras escuchaba las demandas, sentí una
punzada en el pecho. Ellos eran como Tim y Lara… y no porque ambas
fueran unas parejas muy extrañas. No, la similitud se debía a que fue
tan fácil para ellos. Sólo se enamoran y fueron tras ello. Sin
maquinaciones políticas. Sin transformar el mundo con profecías que
ponen las cosas patas para arriba. Me había desenredado del intrigante
de Dorian … y no sin una buena cantidad de dolor… pero ahora las
cosas con Kiyo se habían alterado irrevocablemente. No importa cómo
terminara mi embarazo, aunque tuviera un final tan feliz como se
pudiera, yo sabía que las cosas entre él y yo nunca serían lo mismo.
Nunca tendríamos una relación fácil.
-¿Qué?, - me preguntó.-
-Que tienes razón. Que el género no importa. La prueba está tan cerca,
aunque... todavía la voy a hacer. Pero. Bueno. Como he dicho, no
importa. -
El alivio inundó sus rasgos. -Me alegro, Eug. Es lo que hay que hacer. -
Él me abrazó de nuevo, y el abrazo fue más intenso. -Siempre se puede
cancelar la prueba.-
-Está bien, -le dije. -No serías capaz de encontrar nada ese día de todos
modos.-
-No. Quiero decir, sí, lo que sea, estarás bien. Pero quiero decir, tener el
bebé. Sea lo que sea. Incluso si es un niño. Puedes cumplir la profecía
de nuestro padre. -Había un empeño en su voz que no había oído en un
tiempo… y que esperaba que hubiera desaparecido.
La mirada del Dr. Sartori cayó sobre mí con una pequeña sonrisa en sus
labios. -Esos son latidos. Usted tiene gemelos.-
Capitulo 22
Nadie tenía que decirme la forma en que las cosas se complicarían de
manera exponencial. El suspiro de Jasmine confirmó mi visión de
muchas cosas.
El Dr. Sartori cogió la aguja, pero no hizo movimiento cuando los ojos
miraron nuevamente a la pantalla. -Yo puedo... pero no es
recomendable en esta situación. Con gemelos, los riesgos se
incrementan.-
-No me importa, -dije con firmeza. -Todavía la quiero. Tengo que saber.
Con el historial de mi familia... -
Bebés.
-Sé que es un hecho que no tienes una licencia, -le dije. Estaba apoyada
en mi coche, abrazada por la luz bienvenida del sol.
-Bien. – Le enseñé las llaves. -Si nos paran, el pago de la multa saldrá de
tu sueldo. -
Para su crédito, condujo de manera responsable, y tenía razón en que
no estábamos lejos. Incliné mi asiento un poco hacia atrás, con ganas de
dormir durante los próximos días o el tiempo que tardaran en estar listo
mis resultados. No quería soportar la espera. No soporto la espera. El
silencio del coche y el movimiento casi me relajaron hasta que Jasmine
habló.
-Así que, -dijo de manera casual. -Si son niños, te harás un aborto. Si
son mujeres.…-
Ella asintió con la cabeza y no dijo nada más hasta que entró en mi
calle. Sinceramente, me sorprendió que ella esperara tanto tiempo
porque sabía lo que se moría de ganas de preguntar.
-¿Eugene?.-
-¿Sí, Jasmine?.-
-No puedo tener un hijo, -le dije al fin. -Tú lo sabes. Eso es todo.-
Capitulo 23
Decidí que sería mejor no hablarle de los gemelos a Kiyo. Tal y como
estaban las cosas, yo estaba teniendo un momento bastante difícil
procesándolo.
Mellizos.
¿Mellizos?
Esto era el colmo del cliché “cuando llueve, llueve a cántaros”. Había
quedado embarazada a causa de un desliz idiota, y me puse justo en la
línea de la profecía que había tratado de evitar durante tanto tiempo. Y
ahora, justo cuando había logrado pasar una prueba temprana para
poder cortar esta situación de raíz, me enfrentaba a una situación
potencial que nunca, nunca podría haber previsto.
-Sé que hay cosas... que estás pasando, Eugenie, pero ¿por qué no
puedes empezar a tomar más trabajos?. Has disminuido la carga de
trabajo anteriormente, y aún así nos mantuvimos bien, pero ahora... no
hay casi nada. Tus ahorros no pueden aguantar tanto tiempo. ¿Y qué
cuernos está haciendo Enrique para que mande una cuenta de
semejante tamaño?. -
-Bien. -Una cosa menos para sentirme culpable. -Vas a estar bien
entonces.-
-No estoy molesta. -Pero era una mentira. El volumen de mi voz había
aumentado sin darme cuenta, y me sentí vacía. Lara se levantó, cerró la
portátil y recogió su plato.
-Esa es una buena idea, sabes, -dijo. -Vende este lugar. Y vete al Otro
Mundo con las niñas.-
-Puede que sean niños, -le recordé a Jasmine. -Entonces sería hora de
volver a trabajar.-
Kiyo llamó esa noche, queriendo saber si había sabido algo. Le dije que
era demasiado pronto para los resultados, pero que se lo haría saber
cuando el médico llamara. Era una pequeña mentira. Como le había
dicho a Lara, en realidad iba al consultorio por los resultados. Los
mellizos me había ubicado en una categoría de alto riesgo, al parecer,
junto con la entrega de los resultados en persona, ellos querían hacerme
otra ecografía. Obviamente no quería a Kiyo a mí alrededor, pero no le
hubiera impedido venir esa noche. Quería contacto, amor. Y lo más
importante, quería sentir que no estaba siendo rechazada por mí estado
actual.
Llegó el mediodía del día siguiente y fui como quien iba a su propio
funeral. Mi mente estaba en blanco, era incapaz de concentrarme en
algo, y Jazmine, probablemente hubiera sido una conductora más
segura. Ella había venido conmigo; sin ninguna discusión. Ninguna de
las dos dijo algo, y pude ver que ella se sentía tanto herida como
tensionada. Pasara lo que pasara, iba a ser grande.
Fue una repetición del día anterior, el cambio a una bata y acostarme en
una mesa para el examen. Eso es todo, eso es todo. El Dr. Sartori estaba
de vuelta, pero con una asistente diferente el día de hoy. Su nombre era
Ruth, y ella tenía un aire bondadoso casi el de una abuela que se sentía
tranquilizador. Como si tal vez pudiera arreglar todo esto. El Dr. Sartori
tenía un archivo de papeles que comenzó a hojear mientras Ruth
lubricaba mi abdomen. Una vez más, lo miré, todavía con dificultades
para creer que había dos seres viviendo allí.
Jazmine hizo un sonido que casi parecía una risa. Una amarga, eso es lo
que era. Al igual que yo, ella sabía que era poco lo que iba a ser bueno
aquí. De hecho, las cosas pronto se pondrían peor. Llamaron a la
puerta, y la enfermera que había visto antes asomó la cabeza al interior.
-No, nosotros...-
La enfermera volvió con Kiyo, que era todo sonrisas y encanto cuando
se presentó. -Siento llegar tarde. Tenía mal el horario. Lara me corrigió.
-
-¿Y usted sabe... ya sabe el sexo?, -le pregunté. El Dr. Sartori asintió con
la cabeza. -Usted realmente no puede verlo en la ecografía ahora, pero
el que Ruth tiene en un primer plano ahora... es una niña.- Exhalé por
el alivio, y sin embargo... de alguna manera, yo sabía cuáles serían sus
siguientes palabras cuando Ruth pasó a la otra burbuja amorfa. -Y éste
es un niño.-
El silencio que cayó fue tan frío y tan fuerte que no podía creer que el
personal del consultorio no había notado la falta de alegría con la que
estaba siendo recibida la noticia.
El Dr. Sartori asintió con la cabeza, hojeando unas cuantas páginas más.
-En base a lo que nos han dicho y lo que podemos ver, estamos
estimando que la fecha de nacimiento será para finales de octubre.
Aunque, con gemelos, se está en mayor riesgo de un parto prematuro,
por lo que nos estaremos viendo con más frecuencia que en un
embarazo normal. Y aunque esta prueba nos da un montón de
información, no lo dirá todo, así que tendrá que someterse a otras
pronto. Usted no ha tenido ningún dolor desde el CVS, ¿verdad?.
¿Alguna reacción? .-
-Bien. Usted todavía tiene que tomárselo con calma para evitar
cualquier riesgo de aborto involuntario.-
Habló acerca de unos pocos temas más, me dijo cuándo tenía que
volver, y luego me preguntó si tenía alguna duda. Casi esperaba que
Kiyo solicitara un aborto allí mismo, pero él todavía estaba
mordiéndose sus palabras. Íbamos a tener una conversación por eso
más tarde, lo sabía. Ruth me limpió y luego se retiró con el médico.
Hizo un gesto a Kiyo para que saliera con ellos.
-Sí, -dijo Kiyo, con los ojos clavados en mí. -Vamos a hablar allí afuera.-
-Ya lo sé. No tienes que decírmelo. -Me puse mi ropa, con una sensación
de plomo en mis extremidades.
-Oh Dios. No puedo creer que esto está sucediendo. ¿Por qué?. ¿Por qué
desafiar las probabilidades?. Era una de tres posibilidades. ¡Una de tres!
.- Mi voz se tornó histérica, mientras rogaba a esa adolescente por
respuestas. -Todas niñas. Todos niños. Ambos eran más probables que
esto. ¿Por qué no podría haber sido uno de esos?. ¿Por qué no
podíamos tener una solución fácil?. -
La cara de Jasmine era solemne. -Pero tú la tenías. Dijiste que si uno era
un niño, todavía te harías un aborto. Dijiste que lo harías. -Había un
tono de desafío en su voz.
-¿Qué demonios?, - exigí. -¿Qué estás haciendo aquí? -Por mucho que
ella hubiera seguido adelante, Deanna lucía con ese aspecto desolado
que los fantasmas solían tener.
-Tienes que hacerlo, -repitió ella, haciendo caso omiso a mis preguntas.
Su expresión se volvió más sombría. -Si no te deshaces de tus hijos,
Kiyo te va a matar.-
Capitulo 24
-¿Qué?-, exclamó Jasmine.
-¡Lo digo en serio!, - dijo Deanna, tan frenética como podía estar un
fantasma. -¡Estás en peligro!. -
-Kiyo me ama.-
-¿Quieres correr ese riesgo?, -preguntó Jasmine en voz baja. -Tal vez en
realidad no te mataría, pero escuchaste lo que dijo del aborto “mágico”
de Maiwenn. - ¿Qué es lo que había afirmado Deanna?. ¿Qué es lo que
Kiyo y Maiwenn habían planeado para hacerme interrumpir el
embarazo si no lo hacía de buena gana? .-
-Él te puede seguir. Tan pronto como te vayas de aquí, él lo sabrá e irá
detrás de ti.-
-Bueno, tenemos que irnos pronto. Si nos quedamos aquí más tiempo, el
doctor vendrá a preguntar qué es lo que está mal, -dijo Jasmine.-Y no
podemos dejar que Kiyo nos encuentre en el estacionamiento.-
Y con cada segundo que pasaba, me sentía cada vez más en conflicto,
preguntándome qué debía creer. Kiyo me amaba. Se había apartado de
su camino para recuperarme... pero él estaba firmemente preparado
para proteger el Mundo Humano. ¿A cualquier precio? . Ya lo
veríamos. Deanna estaba equivocada, ella tenía que estarlo. Mi peor
destino probablemente iba a ser que Kiyo me hablara hasta la muerte.
-¿Qué es esto?.-
Las reacciones de Roland eran las de un hombre que había pasado años
luchando y entrenando, pero incluso eso no lo preparó para la visión de
nosotras. El asombro llenó sus rasgos, rápidamente dando paso a la
indignación.
No sé lo que vio que había en mi cara, pero fue suficiente para perforar
las paredes del dolor y la rabia que había construido entre nosotros
desde que se enteró de mi participación en el Otro Mundo. Yo había
tomado un riesgo viniendo aquí, aposté a que no importa lo que pasara,
Roland me protegería. Y estaba en lo cierto. Él se transformó de repente
ante mis ojos, en el padrastro preocupado y cuidadoso con el que había
crecido.
-Tú primero, -le dije, dando un paso hacia Roland. -¿Qué estás
haciendo?- Jasmine se trasladó a mi otro lado. Mis ojos estaban puestos
en Kiyo, pero podía sentir que Roland se preparaba para la batalla. Tal
vez no sabía lo que estaba sucediendo, pero cualquiera podría haber
visto lo peligroso que era Kiyo.
-Sí. Por supuesto. -Kiyo miró entre todos nosotros. -Lo prometiste,
Eugenie. Tú prometiste que si era un niño, te desharías de él.-
-¡Hay una niña también!, - exclamé. -No puedes deshacerte de uno sin
el otro.-
-Eres tan rápido para matar a tus propios hijos, - le dije con
incredulidad, haciéndome eco de lo que Jasmine le había dicho unos
días antes. -¿No sientes ningún remordimiento?. ¡Tú sabes mejor que yo
lo que es ser padre!.-
-Sí, -dijo, apretando los puños. -Lo sé. Y es asombroso. Me gustaría que
tú supieras lo que es…-
Kiyo negó con la cabeza. -No eres igual que Maiwenn. Nunca lo podrás
ser.-
-¿Y después?. ¿No dejo de tener abortos hasta que venga una niña?.
¿Qué clase de hijo de puta enfermo eres?. - Avancé, sin darme cuenta,
mi ira explotaba. Roland puso una mano en mi brazo, manteniéndome
atrás. No era por afecto. Fue una advertencia. Una estrategia defensiva,
de que nos mantuviéramos juntos.
-¿Y qué pasa si no hago lo que quieres?, - pregunté en voz baja. Este era
el momento de la verdad.
-¿Cómo puedes hacer esto?, - preguntó, su voz era tanto una amenaza
como una súplica. -¿Cómo te arriesgas a todo esto, sólo para salvar una
vida?.-
Fue justo en ese momento, cuando las palabras salieron de mis labios,
que me di cuenta de la verdad acerca de mí misma, lo que se había
estado llevando a cabo en mi interior profundo. La cosa del niño y niña
no importaba. Sólo los latidos del corazón lo hacían… los latidos del
pequeño corazón, rápido golpeando en mis oídos...
Sellé mi suerte con eso. Kiyo se movió tan rápido que no estaba
preparada para el ataque. Saltó hacia mí, cambiando de forma mientras
lo hacía en su forma de zorro gigante, colmillos, gruñendo. Una ráfaga
de viento lo desaceleró, pero no detuvo su salto, proporcionando el
tiempo suficiente para que Roland me tirase fuera del camino. La magia
del viento no había venido de mí. Había sido Jasmine, razón por lo cual
el poder fue en gran parte un puñetazo. La magia desacostumbrada la
dejó sin aliento, pero había sido suficiente para comprar un breve
escape.
-Él puede ser desterrado, -le dije con voz entrecortada a Roland. –Al
igual que un Gentry.-
Roland hizo un gesto rápido de reconocimiento. Él ya lo sabía, pero con
la agitación repentina, no tenía la pausa necesaria para hacer un
destierro total. Kiyo llegó hasta nosotros, arrojándose sobre mí y me
empujó lejos de Roland. Me caí al suelo duro, el peso de Kiyo me
depositó allí. Tan pronto como había aparecido el zorro, él se
transformó de nuevo en un hombre. Siguió mostrando una velocidad
asombrosa, me detuvo por el brazo. No sabía si sus intenciones eran
simplemente las de arrastrarme fuera de la casa o intentar un salto de
mundos estando allí, pero no tuvo la oportunidad. Había recuperado
mis sentidos y me apoderé de mi magia. El aire se hizo más grueso, y
una ráfaga digna de un huracán lo atacó distanciándolo, junto con una
parte sustancial de los muebles de mis padres. Kiyo hizo una mueca
cuando recobró el equilibrio y angustiosamente dio un paso a la vez
hacia mí.
-¡Maldita sea! ,- gritó por encima del rugido del viento. -¡Basta ya!
Roland y mi madre una vez me dijeron que las profecías eran una
moneda de diez centavos, había un montón en el Otro Mundo, y había
visto que en cierta medida lo eran. Hasta ahora, nunca había querido
tener la posibilidad de que las mías se hicieran realidad.
De repente se apartó de mí, con sus ojos dorados en Roland, que estaba
firmemente parado en la habitación con su varita extendida. Yo sentí el
destierro antes debido a mi formación. Ahora, con el hechizo con toda
su fuerza, Kiyo también podía sentirlo. Él me abandonó por la nueva
amenaza, Kiyo corrió hacia Roland. Grité cuando toda la tracción
animal se estrelló contra mi padrastro, aplastándolo contra la pared. La
varita voló de la mano de Roland. El hechizo de destierro se desintegró.
-Créeme, -dijo Kiyo, -yo no quiero. -Sus ojos eran oscuros y humanos de
nuevo, pero todavía había algún brillo salvaje allí. -Ven conmigo, y voy
dejarlo en libertad.-
-Ir contigo, -le dije rotundamente. -¿Para qué me lleves con Maiwenn?.-
Sentí mis ojos ampliarse. Sabía lo que él estaba diciéndome que haga.
Hacerlo podría salvarlo, estaba segura, porque Kiyo lo soltaría y me
seguiría... en el Otro Mundo. Roland quería que abriera una puerta para
mí. Yo podía hacerlo. Era un hechizo rápido, para el que tenía el poder.
Obligar a otro ser a cruzar es lo que tomaba tanto tiempo y esfuerzo.
¿Pero abrir la puerta y atravesarla?. Eso se puede hacer rápidamente.
Si pudiera hacerlo. Entrar era fácil. Pasar a través de los mundos sin
ayuda era difícil, y aún tenía problemas para pasar por los fijas, las
puertas físicas, últimamente en mi estado de debilidad. Hacer una
transición ciega, sin ayuda ni siquiera sería posible para mí. Lo había
hecho una vez antes, y había exigido una gran cantidad de energía. Y
Dios mío, había dolido. Si pudiera hacerlo, aunque... me alejaría de
Kiyo y Kiyo dejaría ir a Roland para perseguirme. Esto podría
comprarme el tiempo para huir a la seguridad.
La única cosa que podría hacer esto posible eran los anclajes en el más
allá para ayudarme a tirar de mí. Si me lanzaba sin un destino sólido,
podría acabar atrapada entre los mundos, mi esencia se desintegraría.
Diablos, esto aún podría suceder, pero un ancla reduciría la
probabilidad. No sabía dónde estaba en relación con la disposición del
Otro Mundo, pero el ancla más cercana me tiraría en el caso de que
funcionara. Era tiempo de averiguarlo.
Las náuseas brotaron en mí, y luché duro para no vomitar. Podía oír los
gemidos de Jasmine, pero las imágenes que nos rodeaban eran una
mancha mientras mi mente desorientada trataba de encontrarse a sí
misma. Por último, el mundo se enfocó, los colores y las líneas se
volvían nítidas una vez más. Un zumbido tenue de la magia en el aire,
una que siempre estaba presente, me dijo que había llegado intacta al
Otro Mundo.
-Las hijas del Rey Storm, pidiéndome ayuda después de haber dejado
en claro una de ellas que no quería volver a verme nunca más. Me dirás
por qué no debería haberte expulsado o encarcelado. - Hizo una pausa,
pensativo. -O regresarte a tu propio pueblo. Me imagino que con un
beneficio .-
-Dorian… -comencé.
-Señor, -dijo uno de los guardias. -Él estaba buscando una entrada…
Mientras tanto, a la vista de él, me las arreglé para hacer mis piernas
trabajaran de nuevo y me puse de pie. Jasmine tomó mi mano,
ayudándome a levantar, y como una, nosotras retrocedimos un poco
para quedamos en línea con Dorian. El mundo se tambaleó un poco,
pero me negué a mostrar mi debilidad. No me iba a desmayar.
-Ella es una intrusa aquí, -gruñó Kiyo con los puños cerrados. -Y esto no
tiene nada que ver contigo. Envíala de regreso.-
-¡Salve a ti!.-
-Salve a ti, Reina de Rowan y Thorn. Salve a ti, que traes la vida, traes la
vida. Yo lo veo… veo la vida que crece dentro de ti, ¡la madre que
cumplirá la profecía!. -
-Por favor, -dijo Jasmine. Sus ojos azules grisáceos eran grandes y
desesperados. Nunca la había visto tan humilde y mansa. Y ciertamente
nunca había esperado verla así en mi nombre. -Por favor, ayuda. Por
favor, danos tu hospitalidad. Su Majestad. -
-Lo siento, -le dije a Dorian, mi voz apenas era audible. -Lo siento
mucho.-
-Por supuesto, -dijo secamente. -Las hijas del Rey Storm están bajo mi
protección. Retiren al kitsune, y no le permitan la entrada de nuevo.-
-Pero no es así, -dije. -Tú siempre has estado a favor de esto… que se
cumpla la profecía.-
-Es más que una revolución, -dijo. -También te dije la primera vez que
nos conocimos que tendría un hijo contigo, independientemente de
cualquier profecía.
Dorian tocó mi mejilla y giró mi cara hacia él. -¿De verdad crees eso?
¿Crees realmente que mis sentimientos por ti eran tan pequeños que el
que fueras tú la madre de mi hijo no hubiera significado el mundo para
mí?.-
-Dudo que fuera fácil. No eres tan fácil de superar. –Había una pequeña
nota de amargura allí. -Pero su oposición a la profecía es demasiado
grande. Al igual que mi apoyo es lo suficientemente grande como para
apoyarte, a pesar de tu traición, y embarcarnos en la locura que está
por venir. -
¿Traición?. Empecé a decirle que era el último que debía acusar a nadie
de eso, pero me contuve.
-Apenas, -resopló. -La mayoría cree que son mis hijos, de todos modos,
lo que es bastante irónico. -Nadie, excepto Jasmine había oído mi breve
intercambio sobre paternidad con Dorian en el salón. Fruncí el ceño.
-No lo sé, -dije. Podía haber algunos beneficios ocultos para este tipo de
“adopción” Gentry, pero tenía la sensación de que Dorian no me estaba
contando todos ellas… sobre todo las cosas que lo beneficiarían sólo a
él. Él todavía estaba molesto conmigo. No le gustaba Kiyo. No había
ninguna razón para que yo tuviera que decidirlo ahora. -Tengo que
pensar en ello.-
-¿Por qué?, - le pregunté. -¿Por qué quieres reclamar los hijos de otra
persona? Quiero decir, lograste tu deseo de ver la profecía hecha
realidad, pero no tienes que dar ese paso extra.-
-Tal vez tener los hijos de otra persona es mejor que no tener hijos en
absoluto, - dijo.
Era otra extraña declaración de él, una sorprendente. Filosófica y
conmovedora. Sin embargo, todavía creía que había un engaño aquí.
Esto no era por amor a mí. Ya no era así. Su mano se movió hacia mi
estómago otra vez y no la alejé esta vez, aunque se aseguró de
mantenerla lejos de mi mano.
-He escuchado los latidos de sus corazones, -dije por fin. –Y los vi. -
Bueno, algo así. Eran difusos aún no se parecían mucho a mí, pero el
punto era irrelevante. -Y cuando lo hice... - busqué a tientas para
explicar mis sentimientos. -Yo sólo... sólo los quise. A ambos. Nada de
lo demás importaba.-
-Eso es ridículo.-
-No tanto. Los seres humanos piensan demasiado las cosas. Ellos
desperdician vidas sin reparos. Sinceramente, después de tanto tiempo,
estaba empezando a pensar que eras más humana que Gentry.-
Aparté la vista, sin encontrarme con sus ojos, porque tenía la loca
sensación de que él tenía razón.
FIN