Anda di halaman 1dari 348

Grupo Leyendas Oscuras

Traductores y Correctores
Madri - Lobrizever - Roux Maro - Corazón de Tinta - ma-petite -
Crisur2 - Aicitel 666 -Hecate - Sonia Blake - Analo - Mileg

Corrección Final
Aicitel 666 – Mausi

Diseño
Madri
Capitulo 1
No confundas a las reinas hadas con las princesas hadas.

De donde yo vengo las niñas que quieren ser princesas hadas por lo
general sueñan con alas de gasa y vestidos con volantes. Vestidos de
color rosa y demás. Estoy bastante segura de que el estrés es parte de
ser una princesa de hadas también, como también las lindas varitas con
estrellas en la parte superior para hacer realidad los deseos. Las
princesas hadas ansían tener una primorosa vida de lujo y descanso, lo
que involucra a pequeños animales de los bosques que atienden todas
sus necesidades.

Como reina de las hadas, puedo admitir que hay un poco más que estar
involucrada con las criaturas del bosque de lo que podría esperarse.
¿Pero el resto?. Una broma total. Las hadas, al menos las del tipo con las
que yo trato, rara vez tienen alas. Mi varita está hecha de piedras
preciosas en bruto unidas, y la uso para destruir criaturas de Otro
Mundo que aquí no existen. También golpeo a algunas personas en la
cabeza con ella. Mi vida es sucia, dura y mortal, el tipo de vida que no
podría soportar un vestido con volantes. Prefiero usar vaqueros. Y lo
que es más importante, me veo horrible en rosa. También estoy bastante
segura de que las princesas hadas no tienen que hacer frente a este tipo
de cosas de mierda por la mañana.

-He matado a... Eugenie Markham.

Las palabras sonaron en voz alta y clara a través de un comedor lleno


de una treintena de personas que comían alrededor de una mesa de
madera. Los techos era arqueados, y los muros de piedra en bruto
hacían que pareciera un castillo de la Edad Media porque... bueno, era
algo así. La mayoría de los comensales por la mañana eran soldados y
guardias, pero unos pocos eran oficiales y agentes de alto rango que
viven y trabajan en el castillo.

Dorian, el Rey de la Tierra de Oak y mi novio del Otro Mundo, se sentó


en la mesa principal y levantó la vista de su desayuno para ver quien
había hecho esa osada declaración.

-Lo siento, ¿dijiste algo?

El orador de pie en el otro lado de la mesa, se puso rojo como el


uniforme que vestía. Se veía como si tuviera unos veinte y tantos, en
años humanos, lo que significa que probablemente eran un centenar en
años hadas, (o en Gentry, el nombre que prefieran). El hombre se
mordió el labio y enderezó su postura en otro intento de parecer digno
mientras miraba a Dorian.

-Dije que maté a Eugenie Markham.- El hombre, un soldado, al parecer,


miró a su alrededor todas las caras, sin duda esperando reacciones de
horror. La mayoría de sus palabras trajeron a todos una buena y natural
confusión, ya que al menos la mitad de la gente reunida en la sala podía
verme de pie en el pasillo exterior. -He matado a su reina y ahora su
ejército se desmoronará. Entréguese inmediatamente y su Real
Majestad, la Reina Katrice de la Tierra de Rowan, será misericordiosa.-

Dorian no respondió de inmediato y no parecía muy preocupado. Él


acarició delicadamente su boca con una servilleta bordada y luego la
regresó a su regazo. -¿Muerta?. ¿Está seguro?.- El miró una vez más a
una mujer de cabello negro sentada a su lado. -Shaya, ¿no la vimos justo
ayer?.-

-Sí, señor, - respondió Shaya, vertiendo crema en su taza de té.-


Dorian apartó su cabello rojo otoñal de su cara y volvió a cortar el
pastel de azúcar cubierto de almendras que era su comida más
importante del día.

-Bueno, ahí lo tiene. Ella no puede estar muerta.-

El soldado de Rowan lo miró con incredulidad, cada vez más y más


incrédulo mientras la gente seguía mirándolo con curiosidad o lo
ignoraban por completo. La única persona que se veía ligeramente
consternada era una mujer Gentry entrada en años que estaba sentada
al otro lado de Dorian. Su nombre era Ranelle y era una embajadora de
la Tierra Linden. Acaba de llegar ayer y claramente no estaba
acostumbrada a los locos desaguisados de por aquí. El soldado volvió
su atención a Dorian.

-¿Está usted tan loco como dicen que lo está?. ¡Maté a la Reina Thorn!.
¡Mire!-Tiró al suelo un collar plateado de piedras de luna. Se estrelló
ruidosamente contra el duro suelo de baldosas, y las piedras pálidas e
iridiscentes apenas recogieron parte de la luz de la mañana. -Corté esto
de su cadáver. ¿Ahora me cree?.-

Eso trajo un poco de silencio a la habitación, e incluso Dorian hizo una


pausa. En efecto, ese era mi collar y toqué distraídamente el lugar vacío
en mi garganta. Dorian tenía una expresión aburrida, pero yo lo conocía
lo suficiente como para adivinar el torbellino de pensamientos que
giraban detrás del verde de sus ojos.

-Si eso es cierto, -respondió finalmente Dorian, - ¿por qué entonces no


nos traes su cadáver?.-

-Está con mi reina, -dijo el soldado con aire de suficiencia pensando que
por fin había ganado terreno. -Lo guardó como trofeo. Si cooperas,
podría regresártelo.-

-No lo creo.- Dorian miró hacia debajo de la mesa. -Rurik, ¿me pasas la
sal? Ah, gracias.-
-Rey Dorian, -dijo Ranelle inquieta, -tal vez debería prestar más
atención a lo que dice este hombre. Si la reina está muerta…-

-Ella no lo está, -dijo Dorian sin rodeos. -Y esta salsa está deliciosa.-

-¿Porqué no me cree?. -Exclamó el soldado, sonando extrañamente


infantil. -¿Creía que era invencible?. ¿Qué nadie podría matarla?.-

-No, -admitió Dorian. -Simplemente creo que tú no podrías matarla. -

Ranelle intentó de nuevo. -Mi señor, ¿cómo sabes que la reina no


está.…?-

-Porque ella está de pie allí. ¿Van a callarse todos para que pueda
comer en paz?.-

La interrupción y fin de esta farsa provino de Jasmine, mi hermana


adolescente. Como yo, ella era mitad humana. A diferencia de mí, ella
era totalmente inestable y por consiguiente, debía comer su desayuno
mientras no tenía puestas sus esposas mágicas que impedían su
desarrollo. Ella también llevaba auriculares, y el debate del desayuno
había sobrepasado su música.

Treinta rostros se volvieron hacía donde yo estaba, cerca de la puerta, y


en una loca carrera, todo el mundo echó hacia atrás su silla y trató de
levantarse apresuradamente. Suspiré. Había estado cómodamente
apoyada en la pared, descansando de una dura jornada nocturna
mientras veía este absurdo despliegue en mi casa del Otro Mundo. La
función se había acabado. Estiré los hombros y me dirigí al comedor
desplegando todos los aires de reina que pude.

-Los informes de mi muerte han sido exagerados, -anuncié. Tenía la


sensación de que había citado a Mark Twain, pero de todos modos, en
esta multitud, nadie conocía esa frase. La mayoría pensaba que
simplemente estaba exponiendo los hechos. Y, realmente, lo estaba. La
cara roja del soldado de Rowan De pronto se tornó pálida, sus ojos
también se desorbitaron. Dio unos pasos hacia atrás y miró alrededor
con inquietud. No tenía realmente ningún lugar a donde ir.

Hice un gesto a los que estaban de pie para que se sentaran mientras
caminaba hacia mi collar. Lo recogí del piso y lo miré de forma crítica.

-Se rompió el cierre. -Lo estudié por unos instantes más y después volví
mi mirada sobre él. -Tú lo rompiste cuando lo arrancaste de mi cuello
cuando peleamos….no, obviamente cuando me mataste. -

Apenas recordaba haber lidiado con este tipo anoche. Había sido uno
de muchos. Lo había perdido en medio del caos, pero al parecer, Katrice
había decidido enviarlo aquí con una historia después de que habían
capturado esa “evidencia.”

-Te ves increíble para estar muerta, querida, -dijo Dorian. -Realmente
debes unirte a nosotros y probar esta salsa que trajo Ranelle.-

Ignoré a Dorian, tanto porque él esperaba que lo hiciera y porque sabía


que no me veía tan increíble. Mi ropa estaba desgarrada y sucia, y
había acumulado unos cortes de la batalla de anoche. A juzgar por la
neblina roja que seguía viendo a través de los extremos de mi visión,
tenía la sensación de que mi cabello estaba rizado y plegado hacia
arriba en un centenar de direcciones diferentes. El día se estaba
poniendo caluroso y mi castillo me estaba haciendo sudar
profusamente.

-No, -exclamó el soldado de Rowan. -No puede estar viva. Balor juró
que la vio caer, él le contó a la Reina…-

-¿Van a parar esto ya chicos?.- Le demandé, acercándome a su rostro.


Esto hizo que algunos de mis guardias se acercaran, pero no estaba
preocupada. Este perdedor no me interesaba, y además, yo me podía
defender por mi cuenta. -¿Cuándo va a dejar tu puta reina de esparcir
rumores acerca de Dorian o de mí muriendo en una especie de
proclama enorme?. ¿No han oído hablar del habeas corpus?. No
importa. Por supuesto que no.-

-En realidad, -dijo Dorian. -Yo sé latín.-

-No va a funcionar de todos modos, -le gruñí al tipo de Rowan. -Incluso


si estuviéramos muertos, eso no va a evitar que nuestros reinos pisoteen
el suyo. -Eso lo sacó de su estado de estupefacción. La furia encendió su
rostro… furia enriquecida con un poco de arrebato de locura.

-¡Puta mestiza!. ¡Tú eres quien va a ser la que va a tener su existencia


arruinada!. Tú, el Rey de Oak y todo el mundo que vive en sus malditas
tierras. ¡Nuestra reina es poderosa y grande!. ¡Ya está haciendo
negociaciones con las Tierras de Aspen y las Tierras de Willow para que
se unan en tu contra!. Ella te aplastará con su pie y tendrá estas tierras
y...

-¿Puedo matarlo?. ¿Por favor? .- Esa fue Jasmine. Sus ojos grises me
miraban suplicantes, ya se había quitado los auriculares. Lo que debería
haber sido sarcasmo adolescente era en realidad algo mortalmente
grave. Días como estos me hacían arrepentirme de mantenerla en el
Otro Mundo, en lugar de enviarla a vivir de nuevo con los seres
humanos. Seguramente no era demasiado tarde para la escuela del
reformatorio. -Yo no he matado a ninguno de tu gente, Eugenie. Sabes
que no. Déjame hacerle algo a él. Por favor.-

-Él está bajo la bandera de tregua, -respondió Shaya automáticamente.


El protocolo era su especialidad.

Dorian se volvió hacía ella.-¡Maldita, mujer!. Ya te he dicho que dejes de


permitir que ellos vengan con inmunidad. En tiempos de guerra la
reglas se rompen. -Shaya sólo sonrió, sin preocuparse por su fingida
indignación.

-Pero él está protegido, -le dije, de pronto agotada. La batalla de la


última noche fue sólo una escaramuza, en realidad había acabado en un
empate entre mis ejércitos y los de Katrice. Fue muy frustrante, por lo
que la pérdida de vidas por ambos lados parecía algo totalmente sin
sentido. Hice una seña a los guardias delante de mí. -Sáquenlo de aquí.
Pónganlo en un caballo y no le den agua. Esperemos que los caminos
sean amables con él hoy. -

Los guardias se inclinaron obedientemente y me volví al hombre de


Katrice. -Y tú puedes hacer saber a Katrice que ella está perdiendo su
tiempo, no importa la frecuencia con la proclame que me ha matado, o
incluso si lo logra. Aún así estaremos en una guerra y ella es la que va
a perder. Está en inferioridad numérica y de recursos. Empezó esto
como una lucha personal y nadie va a ayudarla, dile que si se entrega
de inmediato, entonces tal vez seremos misericordiosos.-

El soldado de Rowan me miró, su malicia era palpable, pero no ofreció


ninguna respuesta. Lo mejor que pudo hacer fue escupir en el suelo
antes que los guardias lo arrastraran fuera. Con otro suspiro, me di la
vuelta y miré la mesa del desayuno. Ya habían puesto una silla para
mí.

-¿No hay una tostada? -pregunté, sentándome fatigada.

Las tostadas no eran comunes en el menú de los Gentry, pero mis


sirvientes de aquí estaban acostumbrados a mis preferencias humanas.
Todavía no podían hacer un tequila decente y las tartas estaban
totalmente fuera de cuestión. Sin embargo, ¿tostadas?. Las tostadas
estaban dentro de sus habilidades. Alguien me entregó una canasta de
tostadas y todos continuaron comiendo con tranquilidad. Bueno, casi
todos. Ranelle estaba mirándonos como si estuviéramos locos, lo que
podía entender.

-¿Cómo puede estar tan tranquila? -Exclamó. -Después de que ese


hombre... acaba de... acaba... y usted... -ella me miró aún más
asombrada. -Perdóneme, Su Majestad, pero su traje...evidentemente ha
estado en una batalla. Sin embargo, está aquí sentada, como si todo esto
fuera normal.-

Le di una mirada alegre, sin querer ofender a nuestra invitada o


proyectar una imagen de debilidad. Sólo le había dicho al arrogante
soldado de Rowan que su reina nunca ganaría ningún aliado, pero su
comentario sobre la negociación con las Tierras de Aspen y Willow no
se me había escapado. Katrice y yo estábamos luchando por los aliados
en esta guerra. Dorian era mío, y me daba ventaja en números en este
momento, pero no quería arriesgarme a ninguna posibilidad.

Dorian llamó mi atención y me dio una de sus pequeñas y lacónicas


sonrisas. Eso me calentó a un nivel un poco más alto del nivel de
frustración que sentía. Algunos días, parecía que él era todo lo que me
ayudaba a pasar esta guerra de la que de pronto fui parte. Nunca quise
una guerra. Nunca quise ser Reina de un reino o ser un hada, esto sólo
me obligaba a dividir mi tiempo entre aquí y mi vida humana en
Tucson. Ciertamente, no había querido estar en el centro de una
profecía que decía que daría a luz al conquistador de la humanidad,
una profecía que había impulsado al hijo de Katrice a violarme. Dorian
lo había matado por eso, algo de lo que todavía no me arrepentía,
aunque odiaba todos los días la guerra que había seguido a su muerte.

No podía decirle a Ranelle nada de eso, por supuesto. Quería enviarla


de vuelta a su tierra con una imagen de confianza y de poder, para que
su rey pensara que aliarse con nosotros es una decisión inteligente. Una
jugada brillante, incluso. No podía decirle a Ranelle mis miedos. No
podía decirle lo mucho que me duele ver a los refugiados aparecer en
mi castillo, los pobres suplicantes cuyas viviendas habían sido
destruidas por la guerra. No podía decirle que Dorian y yo nos
turnábamos para visitar a los ejércitos y peleamos con ellos en las
noches, y en esas noches, el que iba a la lucha no podía dormir. A pesar
de su frivolidad, sabía que Dorian inicialmente había sentido una
chispa de temor ante lo dicho por el soldado de Rowan. Katrice
siempre estaba tratando de desmoralizarnos. Ambos, Dorian y yo,
temíamos que algún día uno de sus heraldos se presentaría diciendo la
verdad. Eso me hacía querer salir corriendo con él en este momento,
alejarme corriendo de todo esto envuelta en sus brazos.

Pero de nuevo, me recordé que debía desechar esos pensamientos.


Inclinándome, le di a Dorian un suave beso en su mejilla. La sonrisa que
le ofrecí a Ranelle era tan ganadora y optimista como las que él podía
hacer.

-En realidad, -le dije. -Este es un día muy normal para nosotros.-

¿La parte triste? Era cierto.


Capitulo 2
Me retiré a mi habitación tan pronto como el protocolo me lo permitió,
colapsé en la cama en el momento en que entré. Dorian me había
seguido, y sacudí una mano sobre mis ojos, gimiendo.

-¿Crees que la actuación nos ayudó a ganarnos a Ranelle o la asusté?. -

Sentí a Dorian sentarse en la cama junto a mí. -Es difícil de decir. Por lo
menos, no creo que eso haga que su rey vaya a estar en contra nuestra.
Somos demasiado aterradores e inestables.-

Sonreí y me descubrí el rostro, mirando a esos ojos verdes y oro.

-Si sólo la reputación se extendiera a todos los demás. He oído un


rumor de que la Tierra Honeysuckle 1 podría unirse con Katrice.
Honestamente, ¿cómo alguien puede llamar a su reino de esa manera y
mantener el semblante serio?. Eso es incomprensible para mí. -

Dorian se inclinó sobre mí, su cabello rozaba ligeramente mi cara y


arrastró los dedos por mi mejilla. -En realidad es muy bonito. Casi
tropical. Quiero decir, no es la tierra estéril de un reino del desierto,
pero no está nada mal. -

Estaba tan acostumbrada a sus burlas sobre mi reino que había algo casi
reconfortante sobre ello. Sus dedos corrían por mi cuello y pronto
fueron sustituidos por sus labios.

-Honestamente, no estoy preocupada por ese sitio Honeysuckle. Son


otros potenciales aliados los que me preocupan. Hey, detente. -Sus

1
Honeysuckle: madreselva. Pero la palabra tiene otras acepciones vulgares en el lenguaje de la calle, puede
referirse tanto a los chicos provenientes de familias ricas que se aprovechan de los más débiles, como al
acto entre dos lesbianas en el cual durante el cunnilingus, una chupa el contenido de los líquidos vaginales
de la otra. (Urban Dictionary).
labios se habían trasladado hasta la clavícula, y su mano estaba
empezando a levantarme la camisa. Me alejé un poco. -No tengo
tiempo. -

Levantó la cabeza, arqueando una ceja, sorprendido. -¿Tienes que ir a


algún lugar?.-

-En realidad, sí. -Suspiré. -Tengo un trabajo nuevo en Tucson. Además,


estoy sucia. -

Dorian no se desanimó y volvió a tratar de quitarme la camisa.- Te voy


a ayudar a bañar-.

Aparté su mano, pero luego él tiró de mí, lo único que pude hacer fue
poner mis brazos alrededor de él y retenerlo en mi contra. Yo sabía que
quería algo más que caricias, pero no tenía la energía. Teniendo en
cuenta su naturaleza exigente, me sorprendió que consintiera en
descansar su cabeza en mi pecho, ya que la camisa estaba sucia y
harapienta.

-No te ofendas, pero voy a tomar una ducha humana todos los días, que
algún criado cargue el agua hasta la bañera-.

-No puedes irte sin hablar con Ranelle, -señaló él. -Y no puedes verla
así. -

Le hice una mueca y pasé la mano por su pelo brillante.

-Maldita sea. -Él tenía razón. Todavía estaba mal con esto de ser reina,
pero conocía lo suficiente sobre las costumbres de los Gentry, como
para saber que si realmente quería la ayuda del rey de Linden, tendría
que verme y hablar bien. Tenía tanto que hacer y el tiempo nunca era
suficiente. Todo es tan agotador.

Dorian levantó la cabeza y me miró. -¿Fue malo? -. Se refería a la batalla


de anoche.
-Siempre es malo. Todavía no estoy bien con eso de que la gente luche y
muera por mí. Especialmente por un insulto. -Los que vivían en esta
guerra también sufrían. A menudo llegaban refugiados en busca de
alimentos y refugio.

-Su reino está en juego, -dijo. -Sus hogares. Y eso fue más que un
insulto. Dejarlo pasarlo haría que la Tierra Thorn luzca débil, como si
fuera una presa. Y eso haría que estuvieran expuestos a una invasión,
que sería lo mismo que rendirse a Katrice. Tu gente no quiere eso.
Tienen que luchar-.

-¿Pero por qué lucha los tuyos?-.

Dorian me miró como si fuese una pregunta tonta. -Porque yo lo digo.-

Salí de la conversación y llamé a un sirviente para llenar la bañera en la


recámara junto a mi dormitorio. Era una tarea tediosa que odiaba que
ellos hicieran, aunque Dorian, sin duda, argumentaría que era su deber.
La magia que había heredado de mi tirano padre me daba el control
sobre los elementos de la tormenta, por lo que podría haber convocado
el agua directamente en la bañera, en lugar de hacer que mis siervos
lanzaran una cubeta a la vez. Sin embargo, la Tierra Thorn estaba tan
seca, que si extraía tanta agua por arte de magia, secaría aún más el aire
del castillo y posiblemente mataría a la vegetación circundante.

Los criados tenían su propia entrada a la recámara del baño, y tan


pronto como escuchamos que ya estaban transportando y vertiendo el
agua, Dorian sonrió y me llevó de nuevo a la cama.

-¿Ves? , - dijo. -Ahora tenemos tiempo.-

Dejé de protestar. Nuestra ropa se cayó y sentía el calor de sus labios,


tenía que admitirme a mí misma que no me oponía al sexo, no
realmente. Esta guerra realmente ponía nuestras vidas en constante
riesgo, y él se había preocupado por mí. El tenerme aquí,
fusionándonos físicamente, parecía asegurarle que yo realmente estaba
bien. Y yo también encontraba reconfortante estar con este hombre, del
que me había enamorado en contra de toda razón. Había temido y
odiado a los Gentry, y me había tomado mucho tiempo confiar en
Dorian.

Esta vez, el sexo fue sorprendentemente dócil para nosotros. Por lo


general, nos encontrábamos atrapados en sexo fuerte y sucio, sexo que
era un juego de poder y control que yo tanto amaba y me hacía sentir
sucia Ahora, me senté encima de él, envolviendo mis piernas alrededor
de sus caderas mientras él me penetraba. Un suspiro de felicidad
escapó de sus labios, sus ojos se cerraron cuando empecé a mover poco
a poco mi cuerpo y a montarlo. Un momento después, abrió los ojos y
sostuvo mi mirada con una expresión de afecto y deseo, un escalofrío
me recorrió el cuerpo.

Siempre me sorprendía que él me encontrara tan deseable. Había visto


a las amantes de su pasado, mujeres sexys y voluptuosas, con curvas y
reminiscencias de las clásicas estrellas de Hollywood. Mi cuerpo era
delgado y de constitución atlética por toda la actividad que hacía, mis
pechos están bastante bien formados, aunque no llego al nivel de las
estrellas porno. Sin embargo, desde que me había convertido
oficialmente en su pareja estos últimos meses, él nunca había mirado a
otra mujer. Me sentía observada por su mirada hambrienta incluso en
los momentos más románticos.

Aumenté mi ritmo, inclinándome hacia delante y meciéndonos de


modo que mi cuerpo rozara más el suyo, trayéndome más cerca del
orgasmo. Llegué poco después, mis labios se separaron con un sonido
de éxtasis dulce que sacudió mi cuerpo, y cada nervio de mi piel parecía
arder. Me incliné hacia delante, lo besé, dejando que su lengua
explorara mi boca mientras sus dedos acariciaban mis pezones. La
puerta de la recámara de baño se abrió de repente, y giré la cabeza para
ver a una criada mirándome detenidamente.
-Su Majestad. El baño está listo. -Sus palabras eran suaves, y
desapareció tan rápido como había llegado. Estar desnuda encima de
Dorian no parecía gran cosa para ella, y probablemente, no lo era. Los
Gentry eran mucho más sueltos con las costumbres sexuales que los
seres humanos, las demostraciones públicas son muy comunes.
Probablemente hubiera sido más extraño para ella, si no hubiera
encontrado a sus monarcas teniendo sexo. Esta liviandad sexual no era
algo que yo había aceptado, y Dorian lo sabía.

-No, no, -dijo, sintiendo mi sorpresa. Las manos en mis senos se


trasladaron hasta las caderas. -Vamos a terminar esto.-

Arrastrando mis ojos desde la puerta, volví mi atención hacia él y


encontré durante mi regreso la excitación. Él me dio la vuelta, no
escatimó nada ahora que me había venido. Empujó su cuerpo dentro
del mío, empujando tan fuerte y rápido como pudo. Momentos
después, su cuerpo se estremeció y sus dedos se clavaron en mi carne
mientras se aferraban a mis brazos. Me encantaba ver qué sucedía, me
encantaba ver a este rey con aire satisfecho y seguro, perder su control
entre mis muslos. Cuando terminó, le di otro largo, largo beso y luego
me deslicé a su lado.

Exhaló de satisfacción, contemplándome otra vez con esa mezcla de


hambre y amor. Él no lo diría, pero sabía que él en secreto siempre tenía
la esperanza de que de alguna manera, de alguna manera, nuestro amor
se tradujera quedándome embarazada. Yo le había explicado cien veces
la cantidad de pastillas anticonceptivas que consumía, pero los Gentry
tenían dificultades con la concepción, lo que hacía que se obsesionaran
con tener hijos. Dorian afirmó que quería un hijo por el simple hecho de
tener uno conmigo, pero la profecía acerca de mi hijo primogénito
conquistaría la humanidad siempre ha sido fascinante. Obviamente, no
estaba a favor de esa idea, de ahí el énfasis en los anticonceptivos.
Dorian ostensiblemente había dejado de lado ese sueño por mí, pero
había días en que sospechaba que no le importaría la paternidad de un
conquistador. Así eran las cosas, y nuestra alianza se hacía más
peligrosa. Él me amaba, yo estaba segura, pero también anhelaba el
poder. Nuestros reinos unidos nos ponía en una buena posición para
conquistar a otros, si así lo eligiéramos.

Era difícil dejarlo, pero había mucho que hacer. Me retiré al baño,
lavando de mí el sexo y la batalla. La vida y la muerte. La bañera era
sólo lo bastante grande cómo para uno, pero Dorian parecía
perfectamente feliz y me miraba recostado placenteramente. Estaba
menos entusiasmado con mi elección de vestuario. Como reina, tenía un
armario repleto de vestidos elaborados, vestidos en los que a él le
gustaba verme. Como humana, había hecho que también se abasteciera
con ropas humanas. Miró mis jeans y camiseta sin mangas con
consternación.

-Ranelle estaría más impresionada con un vestido, -dijo. -Sobre todo


uno que mostrara tu bonito escote.-

Rodé mis ojos. Estábamos de vuelta en mi dormitorio, y estaba


cargando las armas: joyería encantada y una daga de hierro, junto con
un maletín que contiene un arma de fuego, una varita y una daga de
plata. -Tú estarías más impresionado con eso. Y de todos modos, ahora
sería un desperdicio.-

-No es cierto. -Se levantó de la cama, aún desnudo, y suavemente me


empujó contra la pared, teniendo cuidado con la hoja afilada del
athame. -Yo estoy listo de nuevo.-

Pude ver que lo estaba, y honestamente, probablemente podría haber


ido a la cama también. Ya sea por lujuria o la renuencia por cumplir con
mis inminentes tareas, era difícil decirlo.

-Más tarde, -le dije, rozando sus labios con un beso.

Él me miró con recelo. -Contigo, más tarde podrían ser un montón de


cosas. Una hora. Un día.-
Sonreí y lo besé otra vez. -No más de un día. -Lo reconsideré. -Tal vez
dos. -Me reí de su cara, y eso me conquistó. -Veré lo que puedo hacer.
Ahora busca algo de ropa antes de que las mujeres de por aquí sientan
un arrebato. -

Él me dirigió una mirada triste. -Me temo que va a suceder con o sin
ropa, mi querida.-

Cuando finalmente logramos separarnos, me dirigí hacia la habitación


de Ranelle , mi buen humor post-sexo se desvanecía. Un poco de magia
del aire me dejó con sólo el pelo semi-húmedo para el momento en que
llegué allí. Una vez que fui admitida, la encontré escribiendo una carta
en el escritorio de su habitación. Al verme, se levantó de un salto e hizo
una reverencia.

-Su Majestad. -

Le hice un gesto hacia abajo y tomé una silla cercana. -No es necesario.
Sólo quería tener una conversación rápida, antes de regresar al mundo
humano. -

Su rostro se crispó un poco en esto, pero su entrenamiento de


embajadora se hizo cargo rápidamente, dejando atrás lo extraño que
encontrara eso. La facilidad con la que salto entre los mundos no era
normal para los Gentry.

-Lo siento por la escena tan espeluznante de esta mañana. Y que no he


estado mucho por aquí durante su visita.-

-Usted está en guerra, Su Majestad. Estas cosas pasan. Además, el rey


Dorian ha sido muy hospitalario en su ausencia. -

Escondí una sonrisa. Ranelle fue casi entusiasta, estaba claro que
Dorian la había encantado, como lo hacía con tantas mujeres.

-Me alegro. ¿Le escribía a su rey?. -


Ella asintió con la cabeza. -Quería enviarle mi informe de inmediato,
aunque iré más tarde.-

La magia llenaba al Otro Mundo y a los Gentry, y hay algunos entre


ellos con el poder de acelerar los mensajes. Una especia de correo
electrónico mágico. Permitía que el chisme se difundiera rápidamente y
significaba que su carta llegaría a su patria antes que ella.

Miré en el escritorio. -¿Qué va a decirle?. -

Ella dudó. -¿Puedo ser franca, Su Majestad?.-

-Por supuesto, -le dije, sonriendo. -Soy humana. Er… mitad humana.-

-Me identifico con usted. Entiendo su queja y sé que el Rey Damos


también lo hará. -Ella bordeó cuidadosamente los detalles explícitos de
Leith al violarme. -Pero así como es de trágica su situación es... bueno,
su situación. No creo que deba arriesgarse la vida de nuestro pueblo
por… con su perdón Su Majestad.-

Dar malas noticias, obviamente, la inquietaba. Mi honorable padre,


conocido como el Rey Storm (Tormenta), había sido conocido por su
poder y crueldad. Yo no era tan cruel, pero había tenido mi parte de
espantosa muestra de poder también.

-Sin ánimo de ofender, -le aseguré. -Pero... si yo también pudiera ser


franca, su rey está en una situación precaria. Es cada vez más anciano.
Su poder se desvanecerá con el tiempo. Su reino quedará abierto para
que otros lo invadan. -Ranelle se quedó completamente inmóvil. Las
tierras del Otro Mundo estaban comprometidas con quienes tuvieran el
poder suficiente para reclamarlas.

-¿Usted nos está amenazando, Su Majestad?,- preguntó en voz baja.

-No. No tengo ningún interés en otro reino, especialmente en uno tan


lejano.-La distancia era relativa en el Otro Mundo, pero en comparación
con algunos de los reinos más cercanos, tomaba un poco más de tiempo
llegar a la Tierra Linden, al igual que la Tierra Rowan y la Tierra Oak de
Dorian.

-Tal vez no, -dijo con incertidumbre. -Pero no es ningún secreto que el
rey Dorian ha querido expandir su territorio. Es por eso que la tomó
como consorte, ¿verdad?. -Ahora se había puesto rígida.

-No. No es eso en absoluto. Ninguno de los dos tiene interés en tu


tierra. Pero sus vecinos o las personas dentro de su tierra,
probablemente sí. Por lo que he oído, a Damos le gustaría que su hija
heredara.-

Ranelle asintió lentamente. Aquí, la herencia era por el poder, no por la


sangre, pero la mayoría de los monarcas todavía anhelaban que la
familia los sucediera, si es que tenían la suerte de tener hijos. Sonreí a
Ranelle con complicidad.

-El control de ella sobre la tierra depende de su propio poder, por


supuesto. Pero si Damos nos ayuda ahora, sin duda podríamos
ayudarle más adelante en contra de cualquier usurpador... que ansiara
reclamar la Tierra Linden.-

El asesinato, la guerra abierta. Los métodos eran menos importantes


que lo que quería decir. Ranelle permaneció en silencio, sin duda dando
vueltas lo que yo había dicho en su mente. ¿Bastaría una promesa así
para que él se comprometiera con sus ejércitos?. No quedaba claro. Pero
sin duda servía para llevara la propuesta ante su rey.

-Y… -agregué casualmente, saliendo de ese peligroso tema, -estaría


dispuesta a negociar acuerdos comerciales muy favorables con su rey.-

Lo que quería decir que mi personal se encargaría de negociarlo.


Odiaba la economía y las políticas de comercio. Pero mi reino,
literalmente y en sentido figurado, se había convertido en una
mercancía caliente. Mi forma a imagen de Arizona había creado
condiciones muy duras, pero también trajo consigo toneladas de
yacimientos de cobre. El cobre es el principal metal en un mundo que
no podía trabajar con el hierro.

Ranelle asintió de nuevo. -Lo entiendo. Llevaré esto a su atención.-

-Bien. -Me levanté de mi silla. -Lo siento pero ahora debo irme, pero
definitivamente dejaré a alguien aquí si necesita cualquier otra cosa. Y
envíe mis saludos a Damos. -

Ranelle me dijo que lo haría, y la dejé sintiéndome más satisfecha de mí


misma. No me gustaban este tipo de conversaciones diplomáticas, casi
tanto como las económicas, sobre todo porque no pensaba que yo no
era muy hábil. Pero ésta había salido bien, e incluso si la Tierra Linden
no se nos unía, estaba segura de que Dorian tenía razón: ellos tampoco
lucharían en nuestra contra.

Estaba caminando hacia la salida del castillo, con la intención de ir a la


puerta más cercana hacia al mundo de los humanos, cuando pasé por
un determinado pasillo. Dudé, mirando hacia abajo mientras libraba
una batalla mental. Entonces, haciendo una mueca, alteré mi destino y
di vuelta a la esquina. La habitación a la que me dirigía era fácil de
encontrar porque dos guardias estaban fuera. Ambos son soldados de
Dorian, elegidos así porque si alguien fuera a engendrar al heredero
para tomar la herencia del Rey Storm, ellos querían que fuera su propio
señor. Y todo el mundo sabía que yo soy la madre que él quería, no la
ocupante de la habitación. Uno de los guardias golpeó y luego abrió la
puerta un poco.

-La reina está aquí. -

No necesitaba permiso para entrar en cualquier habitación de mi propio


castillo, pero aún así esperé una respuesta. -Entra.-

Entré y encontré a Jasmine sentada con las piernas cruzadas en la cama,


tratando de hacer algún tipo de bordado. Al verme, ella irritada lo
arrojó a un lado. -Esta es la cosa más estúpida que nunca he hecho.
Ojalá los Gentrys tuvieran más cosas divertidas que hacer. Me gustaría
poder ir a montar a caballo. -

Esa última parte fue dicha con un tono malicioso y lo ignoré. Jasmine
estaba bajo arresto domiciliario, y no iba a permitir que una actividad
pudiera hacer que se escapara de sus guardias. Cogí el terciopelo verde
que en el que ella había estado trabajando y estudié sus puntadas.

-¿Pez dorado? , - le pregunté.

-¡Narcisos! ,- exclamó. Lo dejé a toda prisa. En realidad, teniendo en


cuenta las cadenas de hierro sueltas que llevaba en las muñecas para
evitar que usara la magia, era impresionante que pudiera coser.

-Voy a regresar a Tucson, -dije. -Quería ver cómo estabas. -

Ella se encogió de hombros. -Estoy bien.-

A pesar de su corta edad, Jasmine había querido y aún quería, como yo


sospechaba, ser la madre del heredero del Rey Storm. La profecía no se
había determinado. Simplemente dijo que el primer hijo de su hija sería
el conquistador. Eso provocó una carrera entre nosotras, excepto que yo
estaba jugando. Su estancia forzada aquí aseguraba que ella tampoco
pudiera. Al principio me odiaba por esto, pero había crecido y se habíha
vuelto mas civilizada después de que la guerra civil comenzó. A su
juicio, las acciones de Leith eran un insulto a nuestra familia. Era una
lógica extraña, pero ella ya había dejado sus berrinches, y yo estaba
complacida con eso.-

-¿Necesitas algo...?, - le pregunté. Una pregunta estúpida, para


preguntarle a alguien que quería la libertad. Señaló el iPod que se
extendía a su lado.
-Es necesario cargarlo de nuevo. -Siempre era necesario cargarlo. Otro
Mundo interfiere con la electrónica y la duración normal de las baterías.
-Libros o revistas o algo así. Mataría por un televisor. -

Sonreí. Eso estaba fuera de mi alcance. -A veces yo también querría uno


cuando estoy aquí.-

-¿Cómo te fue con esa señora de Linden?. ¿Va a ayudarnos a golpear a


Katrice?. - El rostro abatido de Jasmine de repente se volvió feroz. Ella
tenía poderes similares a los míos, y aunque no eran tan fuertes, podría
causar mucho daño. Si la dejara suelta, Jasmine probablemente
marcharía derecho hacia la Tierra Rowan y trataría de tirar abajo el
castillo.

-No lo sé. No estoy poniendo mis esperanzas en ello. - Los ojos grises
de Jasmine se volvieron calculadores, haciéndola parecer más sabia que
lo que sus quince años deberían ser capaces de hacer.

-Mientras tú y Dorian permanezcan juntos, serán los malos de por aquí,


especialmente tú. - Sorprendentemente, no hubo burla al decir esto. -
Pero tienes que asegurarte de que Katrice no se una a Maiwenn. Sabes
que ella lo está pensando. -Sí, a pesar de su actitud, a menudo sensual e
infantil, Jasmine era inteligente.

-Tienes razón, -dije. -Pero el pensarlo y el hacerlo son dos cosas


diferentes. Tú misma lo dijiste: Dorian y yo somos los malos. No creo
que ella vaya a querer meterse con nosotros. -Había algo cómodo en
poder tener una discusión con alguien que no estuviera utilizando el
lenguaje formalmente construido de los Gentry.

-Probablemente no. Pero ella estará mortalmente asustada de que vayas


a tener el heredero de nuestro padre. -Jasmine me miró con atención. -
No has cambiado de idea, ¿verdad? . Dorian y tú ciertamente lo hacen
bastante.-
-Eso no es asunto tuyo, -le dije, me preguntaba si aquélla criada ya
había hablado de lo que había visto en la cama.

-Díselo a Dorian. Él se jacta de ello todo el tiempo. -

Gemí, a sabiendas de que era verdad. -Bueno, de todos modos, no voy


a tener hijos en ningún momento. -

-Tú deberías, -dijo Jasmine. –O permitírmelo. Katrice daría totalmente


marcha atrás.-

-Y luego Maiwenn verdaderamente vendría tras nosotros. -Maiwenn la


reina de la Tierra Willow estaba muy en contra de la profecía del Rey
Storm. También tenía una serie de razones para no estar de acuerdo con
mi alianza con Dorian, o más bien, sus asociados la tenían.

-Sí, -dijo Jasmine. -Pero aún así, podrías patearle el culo. -

Me levanté y recogió el iPod, lo coloqué en mi cartera. -Vamos a dar


patadas a un culo a la vez. -

Un incómodo silencio cayó. Qué extraño era que acabáramos de tener


una conversación civilizada. Yo había crecido como hija única, a veces
con ganas de tener una hermana. La que había encontrado apenas era lo
que yo esperaba, pero tal vez deberíamos estar agradecidas, incluso por
esto.

-Bueno, -dije por fin. -Te veré pronto.-

Ella asintió con la cabeza y cogió el terciopelo, frunciendo el ceño como


si la hubiera ofendido. Estaba casi en la puerta cuando de repente dijo: -
¿Eugenie?-

Miré hacia atrás. -¿Sí?.-

-¿Me traes algunos Twinkies? .-


Sonreí. -Claro. -Ella no levantó la vista de su bordado, pero estaba casi
segura de que ella también sonrió.
Capitulo 3
Yo podría haber llegado a aceptar ser reina de la Tierra Thorn, y no era
difícil encariñarse con un lugar con el que se tenía una unión espiritual.
Sin embargo, nada que el Otro Mundo ofreciera reemplazaría el lugar
de mi casa en Tucson.

Era una casa pequeña, pero en un buen barrio, cerca de las Montañas
Catalina, al norte de la ciudad. Las entradas entre los mundos existían
por todas partes, facilitando los viajes, pero tenía "un ancla" en mi casa,
una vez que cambié de puesto en la puerta de la Tierra Thorn, fui capaz
de materializarme directamente en mi habitación. Un ancla puede ser
cualquier objeto atado a tu esencia. Mi compañero de habitación Tim,
no me había visto en días, estaba comprensiblemente impresionado
cuando me vio paseando en la cocina.

-¡Jesucristo, Eug!, -exclamó. Estaba tirando panqueques en la hornalla. -


Tenemos que ponerte una campana alrededor del cuello o algo así.-

Le sonreí y tuve un impulso inexplicable por abrazarlo, aunque yo sabía


que eso lo asustaría aún más. Después de toda la locura en el Otro
Mundo, su normalidad era un espectáculo agradable. Bueno,
"normalidad" podría haber sido una exageración. Tim, con su aspecto
alto, moreno y guapo, había llegado a hacerse pasar por un nativo
americano (malo) a fin de engatusar a las jovencitas y hacer dinero
vendiendo su poesía horrible. Dio vueltas por varias tribus, y lo último
que sabía, era que había estado haciéndose pasar como Tlingit, viendo
que los locales se pusieron un poco cabreados por lo de ponerse la ropa
de una tribu que vive a cientos de kilómetros de distancia. Vivía en mi
casa sin pagar alquiler a cambio de cocinar y las tareas del hogar, y me
alegré de verlo vestido con unos jeans normales y una camiseta actual.
-¿Estás haciendo suficiente para dos,?, - le pregunté, dirigiéndome
directamente a la cafetera llena.

-Siempre hago suficiente para dos. Pero la mayor parte se desperdicia. -


Esa última parte salió como un gruñido. Él se había quejado una vez de
ser mi "esclavo", pero no lo dijo porque ahora estaba a su alrededor.

-¿Mensajes?.-

-En el lugar de siempre. -Cuando estoy en el Otro Mundo, dejo mi


teléfono celular con Tim. Esto lo obliga a jugar al secretario, algo que le
ofendía ya que realmente había empleado a una. De hecho, la mayoría
de los mensajes que había garabateado en la pizarra del refrigerador
eran de ella.

Mar 11AM . Lara: dos ofertas de trabajo.

Mar 2:30PM. Lara: un posible cliente necesita ayuda lo antes posible.

Mar 5:15PM. Lara: todavía quiere hablar con usted.

Mar 5:20hr. Lara: La necesito para terminar el papeleo de impuestos.

Mar 10:30PM. Lara: no dejan de llamar.

Jue 8AM. Lara: ¿quién llama tan temprano?

Mié 11:15am. Perra.

Mié 11: 30AM. Casa de Mejoras de Sam: ¿están interesados en


revestimientos de vinilo?.

Admiré su frustración al tomar detalladamente los mensajes, con Lara


al otro lado, pero mi corazón se hundió cuando vi claramente quién
faltaba. Cada vez que venía a casa, en secreto esperaba ver sus nombres
allá arriba. A veces, a escondidas, mi mamá me llamaba. ¿Pero mi
padrastro, Roland? Nunca lo hacía, no después de enterarse de mi
lealtad al Otro Mundo. Tim, preocupado por lo que cocinaba, no vio mi
cara.

-No entiendo por qué ella sigue llamando. Sabe que tú no puedes
contestar ninguno de sus mensajes. ¿Por qué necesita ella dejar más de
uno?. No es como que con mil millones de ellos, fueran a llegarte
mágicamente.-

-Es sólo su manera, -le dije. -Ella es eficiente.

-Eso no es eficiencia, -declaró. -Está el borde de ser una neurótica.-

Suspiré, preguntándome no por primera vez si yo debería dejar que los


mensajes fueran a un buzón de voz. A pesar de no haberse conocido
nunca, Tim y Lara eran enemigos mortales por teléfono. Escucharlos
quejarse el uno del otro era agotador. Sin embargo, mirando su cadena
de llamadas me sentí cansada. Una vez tuve una activa empresa como
una chamán independiente, expulsando a los fantasmas y otras
criaturas sobrenaturales furiosas que molestaban a los humanos. Ahora
que tengo un segundo empleo como reina de las hadas, había tenido
que ser mucho más selectiva con la clientela. Ya no podía seguir el
ritmo de la demanda por aquí y me sentía mal por eso. Sospechaba que
Roland estaba recogiendo de mi poca actividad, pero no lo sabía a
ciencia cierta.

Esperé hasta después del desayuno antes de tratar con Lara. Los
panqueques, las salchichas, y el café me dieron la fuerza para hacer
frente a este último lote de solicitudes. Sin duda, vio mi número en su
identificador de llamadas, Lara no se molestaba con las formalidades
cuando finalmente la llamé.

-Ya era hora, -exclamó. -¿Te han estado dando mis mensajes?.-

-Lo acaba de hacer. He estado fuera tres días. Tú sabes que no es


necesario estarlo molestando a él al respecto. -
-Quiero asegurarme de que te diga que he llamado.-

-Él los escribe, cada uno. Además, el registro de mi teléfono también me


dice que has llamado... un montón. -

-Hmphf. -Ella se dejó ir. -Bueno, tú estás recibiendo una gran cantidad
de solicitudes últimamente. Las he filtrado, pero aún así tienes que
elegir.-

Era casi febrero. No estábamos cerca de algún gran sabbat, cuando la


actividad paranormal siempre aumenta. A veces, sin embargo, ocurría
sin ningún motivo. Pensé que ahora sería justo uno de esos momentos,
mientras estaba en medio de una guerra. O bien, me di cuenta, que
podría estar pasando por esa misma razón. Mi identidad como reina y
como chaman eran bien conocida entre muchas criaturas. Tal vez
esperaban poder escaparse mientras yo estaba distraída. La mitad
parecía mostrarse con fines egoístas en nuestro mundo, la otra mitad
esperaba de mí al heredero poderoso de mi padre, el Rey Storm.

-De acuerdo, -dije. -Vamos a escuchar las prioridades..

-Tenemos que terminar con tus impuestos.-

-Eso no es una prioridad. Sigue adelante. -

-Mujer sola, acosada por un fantasma. -

-Eso es grave. Voy a tener que tomar ese.-

-Árbol elemental. En tu vecindario.-

-Sí, está aquí por mí. No le hará daño a nadie más-

-Subdivisión infestada por fantasmas.-

-¿En un cementerio?.-
-Sí .-

-Prográmalo, y asegúrate de que el constructor pague doble. Por su


propio fallo estúpido.-

-Lo haré. Luego tienes las rarezas de costumbre. Luces en el cielo.


Posible OVNI. -

-¿Fue Wil otra vez?.-

-Sí.-

-¡Maldita sea!. ¿Le dijiste que sólo son los militares?.-

-Sí. También dijo que ha habido algunos avistamientos de Pie Grande. -

Me quedé helada. -¿Pie Grande?. ¿Dónde?.-

-No le pregunté los detalles. Pensé que era su locura habitual. ¿Y no


dijiste que no viven en Arizona?.-

-Ellos no lo hacen. ¿Ha habido algo raro en las noticias? . ¿Muertes?. -

Hubo una pausa, y oí el ruido de papeles. -Dos excursionistas murieron


en Coronado, cerca de la pista de Rappel Rock. El informe dice que se
cayeron. Tomó un par de días para encontrar sus cuerpos. Algo
repugnante. Algunos animales comieron de ellos. -

Me levanté y estuve fuera de la silla en un instante, haciendo que los


platos en la mesa de la cocina sonaran. Tim que hojeaba una revista
levantó la vista sobresaltado.

-Llama a Wil, -le dije, tratando de tirar de una de mis botas y equilibrar
el teléfono. -Averigua en dónde se enteró de estos avistamientos de Pie
Grande. Si no es Coronado, dame una llamada. Si es así, no hay
necesidad de llamarme. -Wil era el medio hermano de Jasmine, y
evitaba hablar con él cuando podía. Una de las razones era que siempre
me preguntaba por ella. El otro era que era un loco paranoico por la
teoría de la conspiración. Esta vez, podría ser algo. Lara se sorprendió
comprensible.

-Pero dijiste que Pie Grande…-

-No se trata de Pie grande.-

-¡No te olvides de tu otro trabajo esta noche!.-

-No lo haré. -Colgué y logré ponerme la otra bota. Tim me miró con
recelo.

-No me gusta cuando tienes esa mirada.-

-Ya somos dos. -

El me miraba mientras iba a nuestro armario del pasillo y saqué un


abrigo de piel un poco desgastado. -¿Vas a Coronado?-.

-Sí.-

-¿A la parte alta?.-

-Sí. -

Suspiró e hizo un gesto hacia donde colgamos nuestras llaves cerca de


la puerta. -Toma mi coche. Es mejor para conducir si te encuentras con
nieve.-

Coloqué mi mochila sobre mi hombro y le dediqué una sonrisa de


gratitud. Él me advirtió que tuviera cuidado, pero yo ya estaba fuera de
la puerta con las llaves, partiendo hacia su Subaru.

Mis ojos apenas miraban la carretera mientras conducía hacia el Parque


Estatal Coronado. Pie Grande. No, no encontraría a Pie Grande allí, ni
siquiera en las Catalinas. Ahora, díganme ¿ha habido un avistamiento
en el noroeste del Pacífico?. ¿O en cualquier lugar de Canadá?. Sí fuera
así, sería Pie Grande en tiempo de caza. Pero no sería una prioridad.
Generalmente eran inofensivos.

¿Aquí?. Cuando tienes un avistamiento de Pie Grande en Tucson, era


un oso demoníaco. Sí, lo sé. Era un nombre ridículo, pero le hacía
justicia y en realidad, no había nada gracioso en ellos. Venían del
inframundo y eran totalmente letales. Con su aspecto alto y peludo, era
fácil de entender por qué el ojo no entrenado los confundía con las
imágenes populares de Pie Grande. Los osos demoníaco tampoco
andan por ahí molestando. Si sólo habían muerto dos personas,
entonces éste no había estado en el área mucho tiempo. Teníamos
suerte, incluso si los excursionistas no la tuvieron. Ningún roedor o
zorro se alimentaría de los cuerpos.

En Tucson estábamos disfrutando de nuestro típico clima leve de


mediados de invierno, y teníamos alrededor de veinte grados de
temperatura, si tuviera que adivinar. Mientras manejaba hacia la parte
más alta en las montañas, la temperatura bajaba rápidamente. Pronto vi
nieve en el suelo y los signos de los centros vacacionales de ski del
Monte Lemmon. Otras señales me dirigieron hacia las populares áreas
de caminata y a las zonas de escalamiento, incluyendo Rappel Rock. En
sí misma, era una zona popular para amantes de la naturaleza. Por su
proximidad con las zonas de esquí, la presencia del oso demonio era
doblemente peligrosa en esta época del año.

Por fin llegué al comienzo del sendero y me estacioné en un montón de


grava. Sólo un par de coches más estaban allí, lo que era una pequeña
bendición. Salí del Subaru, sorprendida por la ráfaga de aire frío que
me golpeó. No estoy acostumbrada a estas temperaturas. No había sido
criada para ello. ¿Darme monstruos y fantasmas?. No hay problema.
¿Pero el clima frío?. Esa era una debilidad. Podría haber utilizado la
magia para ajustar el aire, pero tengo que conservar mi poder. En lugar
de eso, puse mi arsenal en mi cinturón, era incómodo pero posibilitaba
un fácil acceso, y usé mi magia para una invocación. Dije las palabras
rituales, y unos momentos después, una criatura parecida a un pequeño
diablo apareció ante mí. Tenía las orejas puntiagudas, la piel suave
negra como la noche, y dos aberturas rojas por ojos.

-Mi ama llama, -dijo con una voz plana, -y yo respondo, sin duda por
alguna tarea mundana.-

-Estamos persiguiendo a un oso demoníaco, -le dije, moviéndome


rápidamente hacia el camino y haciendo lo mejor para ignorar el frío.
Mi chaqueta no era adecuada para este clima en absoluto, pero era lo
mejor que tenía.

-Una tarea más difícil que la mayoría, -observó.

No hice caso de su condescendencia cuando me detuve ante el cartel


que indicaba las diferentes rutas y niveles de dificultad para estas
escaladas y caminatas. Volusian era un espíritu maldito que yo había
sometido y esclavizado. Su poder lo convertía en un útil y riesgoso
esclavo. Él me odiaba y pasaba una buena parte de su tiempo
planeando cómo matarme, si alguna vez pierdo el control necesario
para atarlo.

Cerré los ojos, tratando de ser una con el aire en lugar de su víctima. El
mundo estaba en silencio aquí, salvo por el susurro del viento entre los
pinos y el parloteo de las aves y los animales pequeños. Extendí mis
sentidos hacia fuera, en busca de algo fuera de lugar. Mis habilidades
no eran perfectas, pero a menudo podía sentir la presencia de algo que
no era de nuestro mundo.

-Allí.- Abrí los ojos bruscamente y señalé cerca de un sendero marcado


como “Moderadamente difícil”. -¿Sientes algo?.-

Volusian estudió la zona, utilizando también sus sentidos. -Sí. Pero hay
más. -Él no señaló la misma pista, sino más hacia su izquierda, en el
bosque. Hice una mueca, pero sabía que sus sentidos eran ligeramente
mejor que los míos.

-Lejos del camino. Precioso.-

Nos pusimos en marcha en esa dirección. Volusian cambió a una forma


más fantasmal que flotaba junto a mí, en lugar de pisar a través de la
maleza como yo tenía que hacerlo. No era algo que yo no pudiera
manejar, pero tornaba el proceso más lento. Sin embargo, mientras
caminaba más y más, la sensación mágica iba aumentando.

-Lo he sentido también, señora, -dijo Volusian, en una rara muestra de


comentarios no solicitados.

No dudé de eso. -¿Va a venir tras de mí?. ¿O saldrá corriendo?.-

-¿Escapar? No. ¿Ocultarse? Tal vez. - Hubo una pausa calculada. -No
tratará de forzarla sexualmente, sin embargo. La sangre de los gentrys
también los atrae. Simplemente tratará de comerte. -

-Que tranquilizante, -murmuré. -Voy a hacer el destierro. Tú lo


distraerás.

De pronto, no necesité sentidos especiales para saber que había llegado


a nuestro objetivo. El bosque se había ido tornando silencioso. No había
más aves u otros signos de vida. Un fuerte sentido de maldad... llenaba
el aire. Los mundos se apilaban: el Humano, el Otro Mundo y el
Inframundo. Con nuestra proximidad, las criaturas de Otro Mundo a
veces podían moverse en todas partes de este mundo sin que los
sintiera. Algo del Inframundo era demasiado extraño. Estos sobresalían.

-Estamos cerca, -murmuré. -Estamos prácticamente… ¡oomphf!.-

Un brazo enorme salió a través de un grupo de árboles y me golpeó en


el estómago, me golpeó dolorosamente hacia atrás. No había nada que
pudiera hacer para evitar mi caída en el suelo del bosque de palos
afilados y piedras, pero me las arreglé para agarrar mi varita a medida
que iba hacia abajo.

Una forma gigante se alzaba frente a mí, con casi ocho metros de altura.
De piernas largas, con pies y manos con garras, su musculoso cuerpo
fácilmente podría confundirse con el de un Pie Grande. Sus orejas,
definitivamente de oso se aplastaban contra su cabeza, y añadió la
apariencia humanoide. Rugía, mostrando una boca llena de dientes
afilados. Unos ojos negros, llenos de furia y sin sentido, miraron hacia
mí.

Volusian, obligado por mis órdenes, se lanzó contra el oso. El poder que
irradiaba alrededor del cuerpo de Volusian tenía el peso de una
tonelada de ladrillos. La criatura se tambaleó hacia atrás con sus ojos
llenos de ira cambiando hacia mi siervo. El hecho de que Volusian no lo
había derribado era preocupante. O bien estaban bien empatados, o el
demonio era aún más poderoso que Volusian. Esto último sería
problemático, ya que yo no era lo suficientemente fuerte como para
desterrar a Volusian.

Bien, es decir yo no era bastante fuerte para desterrarlo y luchar contra


él. Si alguien más lo sometiera, podría enviar a Volusian. Si este oso
demoníaco tuviera los medios para derrotar a Volusian, entonces yo
sería el pastel. Tenía la esperanza de que el demonio no pudiera
destruir a Volusian si estaba distraído por otra cosa… yo. Me puse de
pie, sosteniendo mi varita mientras me preparaba para abrir una puerta
al Inframundo. Volusian y el demonio estaban en un verdadero
combate, incapaces de matarse el uno a otro.

Recogí mi voluntad, canalicé el poder de mi alma para expandirse más


allá de este mundo y del Otro mundo, al Inframundo. En mi brazo, un
tatuaje en blanco y negro de una mariposa sagrada de Perséfone
comenzó a arder cuando toqué su dominio. El aire cerca del demonio se
estaba desmaterializando, formando una apertura hacia el inframundo.
Agarrando mi athame de plata con la mano libre, me acerqué a la
batalla, teniendo cuidado tanto de los combatientes como de la puerta
en formación.

Volusian se cernía sobre el demonio, manteniendo sus ojos dirigidos


hacia arriba. Me acerqué en forma desapercibida. Con una velocidad
bien practicada, serpenteé a su alrededor con el athame, dibujando un
símbolo arcano en el pecho del demonio. Por lo general, desterrar un
demonio para que vuelva a su dominio le impedía regresar. Una marca
de enlace como esa lo aseguraba. Yo no quería correr ningún riesgo.

El rugido de ira del demonio resonó a través del bosque, y se volvió


hacia mí. Yo había previsto esto y ya me había movido lejos,
manteniéndome fuera de su alcance. Realmente, había tenido suerte la
primera vez que me golpeó. Tenía la fuerza para matar de un golpe.
Volusian se adelantó de nuevo para llamar la atención del demonio
nuevamente pero no funcionó. El demonio reconoció la amenaza que yo
era y podía sentir la apertura de la puerta. Volusian, atacó y atacó, era
una molestia, una dolorosa, pero el demonio al parecer, podía pasarlo
por alto, ya que se acercó a mí.

-Mierda, -dije. Retrocedí alejándome cada vez más, pero el demonio


estaba acortando rápidamente la distancia. Sus pies enormes podían
pisotear la maleza que a mí me retrasaba mucho. Me esforcé en ignorar
lo terrible que se había vuelto mi situación y me concentré en la puerta
de entrada. Esa puerta se volvió más importante, y pronto, su poder
comenzó a llamar a los suyos para aspirar de nuevo al demonio. La
criatura se detuvo en su ataque. El problema era que la puerta quería
tirar también de Volusian. Órdenes o no, él se movió fuera del alcance
de ella por puro instinto de conservación, no lo culpaba precisamente
por ello. Sola, sin mi siervo para combatir al demonio, quien ahora tenía
la fuerza suficiente para luchar contra la puerta y seguir viniendo hacia
mí. Debía saber que si se deshacía de mí, la puerta también se iría.

De repente, oí algo acercándose a nosotros, ramas y hojas que


chisporroteaban bajo pies fuertes o, algo más preciso, patas. Un zorro
rojo, mucho más grande que uno normal, saltó sobre la espalda del
demonio, hundiendo sus dientes en el peludo marrón. Esto provocó
otro grito del demonio, y me dio un momento de respiro. Lancé todo mi
poder en la puerta y arrojé al demonio hacia ella. El demonio se agitaba,
incapaz de luchar al ser enviado de nuevo a su propio mundo. El zorro
tuvo el tino de apartarse de su camino, sus servicios ya no eran
necesarios. El demonio profirió un último grito lastimero y luego
desapareció de nuestra vista. Estiré la varita hacia donde el demonio
había desaparecido, enviando mi energía a través de las gemas de la
varita para desterrar la puerta y volver a sellar este mundo.

Siguió un silencio, a excepción de mi propia respiración rápida. Poco a


poco, los pájaros empezaron a cantar otra vez, y volvió el estado natural
del bosque. Me apoyé en un roble alto, sin hojas en relieve. El destierro
no había sido tan fácil como esperaba, pero ciertamente podría haber
terminado peor, con mi muerte.

-Nosotros no necesitábamos tu ayuda, -le dije. -Lo estábamos haciendo


muy bien. -

El zorro ya no estaba allí, como si no lo supiera. Se había transformado


en un hombre alto, musculoso, con la piel de un bronceado dorado y
cabellos negros que apenas le llegaba a los hombros. Era un kitsune, un
zorro japonés que cambia de forma del Otro Mundo. En realidad, él era
medio kitsune. Su madre había sido kitsune, su padre un mortal de
Arizona. Poder y sabiduría, eso hacía una pequeña diferencia.

-Sí, -dijo Kiyo, cruzando sus brazos sobre el pecho. No necesitaba el


abrigo y simplemente llevaba una camiseta color vino. -Tú parecías
tenerlo todo bajo control.-

-Estábamos a punto de hacerlo -repliqué.

-En realidad, ama, -dijo Volusian, inexpresivo, -su muerte era


probablemente inminente.-
-Oh, cállate, -le espeté. -Estás despedido. Vuelve al Otro Mundo.-
Volusian desapareció. Me volví hacia Kiyo.

-¿Qué estás haciendo aquí?-. Se encogió de hombros, y trabajé duro


para ignorar el efecto que su apariencia física siempre ha tenido en mí.

-Lo mismo que tú. Estoy en la lista de correos de Wil. Cuando me enteré
de los avistamientos de Pie Grande... -

Suspiré y me volví al mismo camino del que había venido. -No necesito
tu ayuda. -

-No vine a ayudarte. -Él me alcanzó con facilidad. -Vine a matar a un


oso demoníaco. Resultó que tú estabas aquí en primer lugar.-

Teniendo en cuenta los problemas que Volusian y yo habíamos tenido,


dudaba que Kiyo pudiera haber sacado al demonio con la fuerza bruta.
Kiyo era fuerte, sí, pero apenas todopoderoso. Lamentablemente, él era
todo valentía. Se precipitaba en situaciones imposibles, listo para
defender a otros, incluso a costa de sí mismo. Siempre había sido de esa
manera imprudente, a excepción de una vez. Y ese fue el núcleo de
nuestros problemas.

Kiyo y yo salíamos, estuvimos envueltos en una relación muy


romántica y física. Su continua desaprobación por mis relaciones con
Otro Mundo habían comenzado a fracturar las cosas entre nosotros. La
ruptura definitiva se produjo después de que Leith me había violado.
Kiyo había venido a rescatarme, pero se había negado a castigar a Leith.
Kiyo me había aconsejado una línea de conducta más doméstica:
permitir que la justicia del Otro Mundo siguiera su curso. Dorian, sin
embargo, había optado por la justicia en el terreno: había corrido y
atravesado a Leith con una espada. Kiyo y yo habíamos terminado poco
después de eso.

-Tú fuiste superado, - le dije a Kiyo. -Hay millones de otras criaturas


corriendo sueltas justo ahora. Si quieres ayudar, ve tras ellas. -
-Ah, sí. Lo olvidé, -dijo. -La antigua vigilante de Tucson está muy
ocupada jugando a ser reina. -Me detuve y lo miré.

-¡No estoy jugando a nada!. El control de la Tierra Thorn no fue mi


elección, y tú lo sabes.-

-Eso es verdad. Era elección de Dorian y el único que te engañó. Sin


embargo, de alguna manera eso no importa, y ahora está bien que tú
puedas vivir con él y la guerra. -

Empecé de nuevo a moverme, caminando por el bosque en una nube de


cólera. Cuando habíamos roto, Kiyo estaba triste y retraído. Con el
tiempo, había recuperado su espíritu y ahora cada vez que nos topamos
uno con el otro, no dudaba en expresar su opinión de Dorian, la guerra,
o cualquier otra cosa del Otro Mundo en la que estuviese involucrada.

-La guerra no fue mi elección tampoco, -dije por fin, después de


negarme a responder durante varios minutos.

-Detenerla no está exactamente fuera de tu control tampoco. -

-Entonces, ¿qué estás diciendo?. ¿Que debería parar ahora y rendirme?.-

-No. -Su serenidad era molesta. -Pero tiene que haber una manera
pacífica para acabar con ella. Para negociar algo.-

-¿Piensas que no lo hemos intentado?, -exclamé. -¿Cuan sanguinaria


crees que soy?. A cada diplomático al que enviamos les dieron
demandas irrazonables o amenazas de muerte.-

-Me gusta el uso de “nosotros”. Me pregunto cuan en serio está


llevando Dorian el proceso de paz. -

Pude ver el estacionamiento a través de los árboles por delante. Bien.


Tenía que estar lejos de Kiyo. Su presencia era sofocante. Removía
demasiados sentimientos, muchos sentimientos con los que no quería
tratar.

-Dorian no está actuando en esto por sí mismo. Estamos juntos en esto,


hemos tratado de reconciliarnos con Katrice.-

-Y cuando esto haya fallado, ahora vas a marchar con tus aliados y
tomarás su tierra con una fuerza abrumadora, expandiendo tu imperio.
-

Llegamos a una gran cantidad de grava, y me volví a Kiyo


completamente enfadada, con las manos en mis caderas. -Nosotros no
tenemos aliados. ¡Y no quiero otro reino!. ¡Y estoy segura como el
infierno que no deseo un imperio!. -

Se encogió de hombros. -Di lo que quieras, pero todo el mundo sabe


que estás buscando gente para que se unan a tí. -

-Y Katrice está haciendo lo mismo, -le dije suavemente. -He oído que
visitaron la Tierra Willow hace poco. -Ah, eso lo quebró. La fachada
petulante de Kiyo, vaciló.

-No hay nada decidido, -dijo con frialdad.

-Pero tu novia no es fan de Dorian ni mía. Ella tiene miedo de nosotros.


¿Hasta cuándo, Kiyo?, ¿Cuánto tiempo hasta que ella… y tú… lucharán
contra nosotros?. -Yo estaba ganando terreno, él estaba a la defensiva.
Él y Maiwenn la Reina Willow habían sido amantes, e incluso habían
tenido una hija. Nunca había creído en su "sólo amigos" que él afirmaba
desde nuestra separación. Kiyo dio un paso adelante, se inclinó hacia
mí y me miró con esa oscura, oscura mirada.

-Ella no es mi novia. Y nos vamos a permanecer neutrales. -Yo me


encogí de hombros magistralmente como él lo había hecho antes.
-Si tú lo dices. Y me gusta el uso de “nosotros.” Excepto, que tú no
tienes realmente una parte igual en ello, ¿verdad?. Sólo corres a lo largo
y sigues sus órdenes. -

-¡Maldita sea, Eugenie!. -Apretó los puños. -¿Por qué tienes que ser
así?.-

No pudo terminar, y mientras estábamos allí, tan cerca, me di cuenta


una vez más de su cuerpo y los recuerdos de nuestro tiempo juntos. Me
acordé de lo que su cuerpo podía hacer en la cama. Me acordé de la
forma en que se había reído, la facilidad con la que habíamos
conectado. El Otro Mundo ha consumido gran parte de mi tiempo
últimamente, pero yo todavía era medio humana. La parte humana
llamaba a otros seres humanos.

Y cuando él me miró, la ira se suavizó un poco, tuve la sensación de que


estaba pensando la misma cosa. Si tenía alguna atracción persistente,
los atributos del animal en él lo hacían doblemente difícil. Mi aspecto
físico provocaría la atracción sexual mucho más rápidamente. Incluso
mi olor podría despertarlo. Él miró hacia otro lado.

-Bueno. Nada de eso importa. Hay que ir a casa. Estás congelándote.-

-Estoy bien, -dije de forma automática, como si no estuviera temblando


y cubierta con la piel de gallina.

-Por supuesto que sí. -Él me miró, con una pequeña sonrisa irónica en el
rostro. -Sé más cuidadosa, Eugenie.-

-¿Con qué exactamente?, - le pregunté.

-Todo. -

Dicho eso, de nuevo cambió de forma a un zorro, uno más pequeño y


normal, y se alejó corriendo a través de los árboles. Por supuesto, él era
demasiado duro para haber llegado conduciendo hasta aquí. De pronto
me sentí agotada, saqué las llaves de Tim y me volví hacia el coche.
Había hecho lo que tenía que hacer, era lo que contaba. No quería
pensar en Kiyo o en la guerra ni nada de eso. Quería ir a casa y
descansar antes del siguiente trabajo.

Un hormigueo a lo largo de mi columna me hizo dejar caer las llaves al


sentir la presencia de alguien de Otro Mundo aparecer detrás de mí. Me
di la vuelta, tomando nuevamente mi varita mientras lo hacía. Allí, ante
mí, estaba un fantasma. Era una mujer, mirándome como si hubiese
muerto en la mitad de sus treinta años. Su forma transparente borraba
cualquier color, pero su pelo era rizado y largo hasta los hombros, su
ropa era casual. Ver a un fantasma al aire libre era raro, ellos tienden a
ser atraídos a las cosas materiales. Sin embargo, la ubicación no
importaba. Ellos eran peligrosos. Apunté mi varita a ella, con las
palabras de destierro en mis labios.

-¡Espera, no!, -exclamó, levantando las manos. Los fantasmas


suplicantes no eran muy frecuentes.

-Lo siento. Este no es tu mundo. Tienes que seguir adelante. Es lo


mejor.-

-Por favor. Todavía no. Necesito hablar contigo, Eugenie Markham. -

Fruncí el ceño con la varita todavía apuntando y lista. -¿Cómo sabes mi


nombre?.-

-Porque he venido a pedir tú ayuda. Necesito saber quién me mató.-


Capitulo 4
Distraer a tus enemigos diciendo cosas chocantes es una forma clásica
de conseguir un ataque. Si este fantasma hubiera querido cogerme con
la guardia baja, ésta habría sido su oportunidad. En cambio, ella levitó
en el aire, mirándome. Cerré la boca deseando que Kiyo estuviera por
allí para escuchar este extraño desarrollo de los acontecimientos. Por
último, le dije: -Eso no es lo que hago. Y de todos modos... Quiero decir,
¿no es algo que tu sabrías?. ¿No lo has visto?.-

-No, -dijo ella con tristeza. -Quienquiera que haya hecho esto me
disparó en la cabeza antes de que pudiera verlo. Ellos hicieron que
pareciera un suicidio.-

Me hizo una mueca. Los fantasmas débiles a menudo aparecían en su


estado final, ya que habían visto el momento de la muerte. Ésta era
fuerte y capaz de aparecer como ella se recordaba, por lo que estaba
agradecida. No hubiera querido verla después del cañonazo.

-Bueno, siento tu... pérdida, - le dije, preguntándome por qué no la


había desterrado. -Pero el trabajo de detective privado no es lo mío.-

-¡No puedo ir con uno!, - exclamó. -O a la policía. Sólo tú puedes verme.


Los otros fantasmas dijeron que eres la indicada. -

-Todos los demás. ¿Quiénes?. ¿Tienen un club de campo o algo así?-.

-Por favor, señorita Markham, - suplicó. Sus ojos eran tan, tan tristes. -
Tengo que averiguarlo. Si alguien peligroso anda suelto, tengo que
saberlo. Mi familia tiene que saberlo. -Por lo que yo sabía, la familia era
por lo general la que estaba detrás de la mayoría de los homicidios.
-Mira, obviamente tú eres fuerte. Tienes que estar calmada para
moverte como lo haces y venir al exterior. Tiene sentido. Si estás
molesta por lo que te pasó, entonces estás ligada fuertemente a este
mundo, mientras que el asesinato no se resuelva. Tienes la posibilidad
de aparecerte a otra persona. Eso no sucedería con la mayoría de los
seres humanos, pero es posible que consigas que alguien cercano a tí te
vea y te escuche.-

-¿Pero ellos lo creerían?,- preguntó con amargura. –Ellos pensarían que


están imaginándoselo. Eres la única que sabe que esto es real. -

Negué con la cabeza. -Lo siento. No investigo este tipo de cosas.


Ciertamente no para fantasmas. No conseguirás una mejor oferta aquí.
De otra manera... -. Sostuve la varita mágica. - Sigue adelante en paz. -

Ella frunció el ceño y desapareció. Sí, era un fantasma muy fuerte, uno
que ya debería haber llegado al Inframundo, allí mismo. No debería
haberle dejado de hablar. ¿Pero que era un fantasma más, cuando ya he
dejado pasar a tantos?. Recordé las palabras acusatorias de Kiyo. Me
sentía como si estuviera haciendo un mal trabajo en ambos mundos.

Sin embargo, pasé la mayor parte de mi tiempo en Tucson. Realicé tres


trabajos más, para el alivio de Lara. Un trabajo significa dinero, es decir,
que a las dos les pagaban. Ella había insinuado en el pasado que
nuestra caída de trabajo le traería problemas financieros, lo suficiente
como necesitar un segundo trabajo. Eso me inquietaba, porque un
segundo trabajo fácilmente podría convertirse en su único trabajo.
Encontrar una auxiliar administrativa que pudiera programar citas
sobrenaturales no era tan fácil.

Finalmente llegué a casa, a una casa vacía, con una nota garabateada de
Tim diciendo que había ido a un concierto esta noche y que había
fetuchine alfredo en la nevera, si lo quería. Comiendo frente al televisor,
me sentí egoísta y resentida porque él salía en una de las pocas noches
en que yo estaba en casa. Pero ¿por qué no habría de hacerlo?. Sin duda
él tenía una vida, que yo apenas tenía. Lo que realmente me fastidiaba
era que durante una noche como ésta, ya habría terminado comiendo la
cena en lo de mi madre. Durante un segundo, miré fijamente el teléfono
y pensé arriesgarme. Pero, no. Si ella quería ponerse en contacto a
escondidas, lo haría. Llamar ahora sería correr el riesgo de que Roland
me colgara o que probablemente no contestara.

Frustrada, decidí que no quería estar aquí nunca más. Era raro, sobre
todo porque antes había querido volver a casa. Sin embargo, sentía que
no era bienvenida en mi propia casa. Me di una ducha para limpiarme
el sudor del día de trabajo, aquí no disponía de una bañera de lujo
como en el Otro Mundo. Casi nunca iba y venía el mismo día, pero de
repente, mi reino parecía el único lugar donde tenía amigos en este
momento.

Ellos se sorprenderían al verme de nuevo, tan pronto. Encontré a Shaya


y Rurik jugando al ajedrez en la solemne sala de sesión, apoyándose
entre sí y riendo mientras planeaban su siguiente movimiento. Ambos
saltaron cuando me vieron.

-Su Majestad, - dijo Shaya. Habían pasado al instante, de lo casual al


modo formal.

-Siéntense los dos. Estarán más cómodos. - Me senté hundiéndome en


un sofá de plumas que había heredado del anterior propietario del
castillo. Shaya y Rurik regresaron a sus asientos, tranquilizándose un
poco.

-No creí que estaría de vuelta tan pronto, - dijo Rurik, siempre
contundente. Shaya parecía nerviosa, como si quisiera levantarse, a
pesar de lo que había dicho.

-¿Quieres que vaya a la cocina para que le preparen la cena?.-

-No, no, no te molestes. -


Era común entre los monarcas de élite, que cada comida fuera un
banquete en toda la regla, sobre todo la cena, con la corte en pleno. Con
mi horario y el hecho de que ni siquiera mantenía una corte completa,
sólo lo esencial. Mi personal de cocina lo tenía fácil y ciertamente no
quería que entraran en pánico repentino por una comida que
normalmente habrían comenzado a preparar ayer por la tarde, de haber
sabido que yo iba a estar aquí.

Me quedé mirando la chimenea vacía. Si hubiera cambiado la Tierra


Thorn al invierno, puede ser que la hubiéramos necesitado. Las
estaciones se inclinaban a la voluntad del monarca del reino y aunque
en Tucson era invierno, en este momento, mi subconsciente
aparentemente pensó que el verano era la estación apropiada. Shaya y
Rurik me miraron pacientemente, preguntándose qué era lo que quería,
si no quería cenar. No estaba segura de mí misma. Busqué algo que
decir.

-¿Tienen noticias o mensajes del frente de guerra?.-

-No, -dijo Rurik. -

No era de extrañar. Ranelle probablemente apenas había llegado a casa.


Probablemente estaba en un banquete con el rey Linden ahora mismo.

Me encontré con los ojos de Shaya. -Es probable que Dorian esté a
punto de cenar. - Ella inclinó la cabeza, pensativa. No había relojes en el
Otro Mundo, pero ella tenía un buen sentido del tiempo.

-Me imagino que es así, Su Majestad.-

-¿Crees que le importaría una visita no programada?.-

-¿Suya?. - Shaya se echó a reír. -Difícilmente. -Eché un vistazo a los dos,


sintiendo que nacía una sonrisa en mis labios.

-¿Qué dicen? ¿Debemos ir y aparecernos en su reunión?.-


Aparecernos en su reunión, no era una expresión coloquial entre los
Gentry; no pasó mucho hasta que Shaya o Rurik averiguaran lo que
quería decir. Por lo tanto saltaron a la acción. Yo no podía viajar sola en
tiempos de guerra, por lo que Rurik tenía que reunir una escolta militar
para nosotros. Shaya tenía que alertar a la población civil de que iba a
pasar y que se preparasen para una visita real. Me di cuenta de que
ambos estaban muy emocionados. En muchos sentidos, los seres
humanos y los Gentry no eran tan diferentes. Una vez que llegaran a lo
de Dorian, Shaya y Rurik tendrían pocos deberes oficiales. Eso era el
equivalente de una noche en la ciudad del Otro Mundo.

En mis habitaciones, encontré que mi sierva Nia me esperaba con


ansiedad. Las habilidades mágicas Gentry variaban mucho. Yo
controlaba el clima. Dorian podía destrozar la tierra. Y Nia. Su talento
era el embellecimiento de los demás, en el pelo y la ropa. Al igual que
mis cocineros, sus habilidades eran a menudo infrautilizadas.

-Vamos a prepararnos, - le dije. Su rostro se iluminó y prácticamente


corrió hacia el vestuario.

-¿Qué le gustaría, Su Majestad?.-

Una de sus manos sostenía un vestido de cóctel negro del mundo


humano, y otra se acercaba a un vestido azul de gasa. Luego, dudó por
completo y me miró inquisitivamente. No hubiera estado fuera de lugar
para mí, el presentarme a una función de estado en vaqueros como los
que llevaba.

Después de mi soledad anterior, estaba emocionada por ver a Dorian,


casi desesperadamente. Parecía como si él fuera mi única conexión en
este momento y de repente me gustaba la idea de sorprenderlo.

-El durazno, - dije.

Nia asintió con la cabeza, con sus dedos rozando los vestidos. Al no
encontrar el melocotón, ella frunció el ceño y volvió a revisarlos. Luego,
su mirada se dirigió a la otra mitad de mi armario, donde estaban los
vestidos que ella y otros habían hecho para mí. Sus ojos se abrieron
cuando ella sacó un vestido de seda de color durazno que
probablemente nunca había pensado que vería la luz del día.

-Su Majestad, -fue lo único que pudo jadear. Era como la mañana de
Navidad para ella.

Con mi pelo cobrizo, tenía que tener cuidado con los colores que
llevaba, pero era un color melocotón que me favorecería. La tela era
brillante y fluida, como un ser vivo. El vestido era una pieza larga que
se aferraba al torso y caía en capas desde la cintura hasta el suelo. Tenía
cintas de oro atadas a la espalda, decoradas con aguamarinas. Las
correas, también estaban hechas de cuerdas de aguamarinas y colgaban
de los hombros alrededor del brazo, detrás de más flujos de seda debajo
del brazo y dando la ilusión de mangas. Para todos los efectos, era un
vestido sin tirantes, dejando los brazos, los hombros y un buen escote.

-Creo que necesito un sostén, -le dije, mirando la seda fina envuelta
alrededor de mi pecho.

-Pero así es como se lleva, - dijo Nia.

La moda Gentry a veces no siempre compartía el mismo gusto que los


seres humanos. Nia lo sabía, yo podía ver en su cara que ella estaba
aterrada y no quería arruinar su sueño hecho realidad por finalmente
lograr vestirme adecuadamente.

-Muy bien, -dije-. Pero me voy a dejar el pelo suelto. -Esperaba que eso
me diera algún tipo de cobertura. La falta de un corte de pelo hacia que
me llegara hasta los omóplatos.

Nia tomó esto como un compromiso aceptable, cepillando cada mechón


de mi cabello de forma suave y curvándolo ligeramente en los
extremos adornándolo con pasadores de aguamarina, los Gentry
también amaban las joyas, que fueron colocados estratégicamente a lo
largo de mi pelo, llevaba más adornos de los que generalmente
utilizaba. Después de un poco de maquillaje, Nia me considerará apta
para ser una reina. Tenía planeado en llevarla para ver a Dorian y
estaba a punto de decirle que debía partir cuando un pensamiento
extraño e inesperado vino a mí.

-Nia… ¿Puedes decirle a mi hermana que se prepare también?-

-¿Su...su hermana, Su Majestad?. - Ella se sorprendió. -¿Es que va a ir?.-

Pensé en ella, preguntándome lo mismo. Nunca dejé que Jasmine


abandonara el castillo y sus terrenos, para la seguridad de todos. Sin
embargo, no podía quitarme la idea de lo aburrido y solitario que
parecía. Además, me había olvidado de sus Twinkies.

-Sí, -decidí. -Ella viene. Date prisa. -

Nia asintió y se dirigió hacia la puerta, en cualquiera de los armario


siempre había un sin fin de vestidos y joyas. Jasmine había sido la
amante del ex rey de este castillo, todos lo sabían, su vestuario estaba
todavía aquí.

-¿Nia? , - grité. La muchacha Gentry se detuvo. –Con mangas largas.-

Nia asintió de nuevo, captando lo que quería decir. No era un secreto


entre los Gentry que la Reina Thorn mantenía a su hermana prisionera.
Eso no significaba que quisiera alardear de que estaba esposada.

Cuando mi comitiva entera se reunió para salir, me di cuenta de que


realmente Nia estaba dotada mágicamente para dar belleza. Jasmine,
parecía completamente aturdida por esta excursión inesperada, llevaba
un vestido de terciopelo de color verde pálido. Era tan largo como el
mío, pero tenía mangas largas de campana que ocultaban las cadenas.
El vestido era más modesto que el mío, pero tenía la sensación de que
Nia no lo había hecho para proteger la modestia de los quince años de
Jasmine. Lo más probable era que Nia no quería que la hermana de la
reina llamara más la atención que la reina. Las joyas en Jasmine eran
mínimas para no llamar la atención y las miradas de mi propio pueblo
demostraron que lo había conseguido. Yo dudaba que alguna vez me
hubieran visto vestida como una mujer Gentry en pleno derecho.

Montar a caballo con este vestido era un grano en el culo. No era la


primera vez que lo había hecho, y me alegré de que la falda no fuera tan
incómoda como la parte superior. También estaba contenta de que
nuestra ruta fuera corta esta noche. El Otro Mundo se doblaba sobre sí
mismo, haciendo que los viajeros recorrieran rutas de formas que
parecían imposibles, pero que a menudo resultaban el camino más
directo. Estas rutas también pasaban a través de otros reinos, a menudo
vecinos. Sabiendo esto, nuestra partida estaba en alerta máxima a
medida que cabalgábamos, todo el mundo estaba tenso. Para mi alivio,
el camino no nos llevaría a través de la Tierra Rowan, como era
habitual. La única travesía entre mi tierra y la tierra Rowan era un breve
paso por la Tierra Willow. No era reconfortante, pero era seguro en
territorio enemigo.

Una vez que el castillo de Dorian estuvo a la vista, el estado de ánimo


de mi grupo se elevó y regresó el espíritu de fiesta. Su casa era
exactamente lo que se espera de un castillo, tenía varios torreones y
estaba hecha de grandes piedras oscuras, con vidrieras de colores.
Como siempre, era otoño en la Tierra Rowan y aunque la noche me
impedía ver los árboles de hojas naranjas, el olor de la cosecha y el tacto
del frío del otoño en mi piel, reafirmaba qué temporada era. Dispersos
en los terrenos del castillo, vi a pequeños grupos de campesinos
alrededor de una fogata que nos observan con curiosidad. Como yo,
Dorian tenía refugiados de guerra que buscaban la ayuda de su
monarca. Mirar sus rostros retorcía mi estómago y me obligué a mirar a
otro lado.

Los siervos cogieron los caballos, la gente se sobresaltó por nuestra


llegada inesperada. Había huéspedes todo el tiempo en las cenas de
Dorian. Caminé rápidamente hacia la sala del banquete, mientras los
mayordomos serviles corrían a mi lado, con la promesa de alojamiento
adecuado para mis compañeros y la comprobación de cualquier otra
cosa que pudiéramos necesitar. Hice un alto al llegar a las puertas del
banquete. Incluso yo con mi mala formación en etiqueta humana sabía
que primero tenía que ser anunciada.

Un heraldo abrió la puerta, revelando la luz, el color y el ruido. Dorian


tenía alrededor de un centenar de personas esta noche, estaban
alrededor de varias mesas en las sillas y sofás. La mayoría eran Gentrys
nobles. Algunos eran sus soldados. Otros eran criaturas del Otro
Mundo, del tipo con las que yo luchaba cuando cruzaban al mundo
humano. Como me había imaginado, la cena ya estaba servida, con
servidores corriendo alrededor de los invitados que charlaban y
comían. Todos se detuvieron cuando la voz del heraldo resonó:

-Su Majestad, la Reina Eugenia Markham, llamada Odile Dark Swan,


Hija del Rey Tirigan, Protectora de la Tierra Thorn, Amada de la Diosa
de la Triple Luna.

Nunca me acostumbraría a todos los títulos. Las conversaciones se


detuvieron y luego se oyó el habitual chirrido de patas de sillas cuando
la gente se levantaba a toda prisa. Una vez que eso pasó yo sabía lo que
se esperaba ahora. Empecé dando un paso adelante, pero me detuve
después de dos pasos. La mayoría de mis soldados se habían quedado
en las puertas y ninguno del resto de mi comitiva se anunció ya que no
tenía nobleza de alto rango conmigo. Casi. Miré el heraldo.

-Mi hermana, anuncia a mi hermana. -

Sus ojos se desorbitaron, podía adivinar su confusión. No sólo era una


petición extraña viniendo de mí, también era difícil para él hacerlo que
Jasmine ya no tenía ningún título oficial. El tipo era rápido. Ese era su
trabajo.
-Lady Jasmine Delaney, hija del Rey Tirigan, la hermana de Eugenie, la
reina Thorn. -Algunos se sorprendieron. Sonreí al heraldo.

-Gracias, -dije en voz baja. -Después de anunciar mi nombre no diga el


de nuestro padre.

Él palideció. -Y… sí, Su Majestad.-

Entré en la habitación a la cabeza de mi gente, sorprendidos de que yo


hubiera dicho eso al heraldo. ¿De dónde habría salido eso? .¿La
necesidad de evitar nombrar al Rey Storm?. ¿Un deseo de promocionar
mi propia importancia?. Cualquiera que fuera la razón, me arrepentí de
las palabras.

Había un largo camino hasta la mitad de la habitación, Dorian salió de


la multitud y se acerco a mí. Él me cogió de la mano, dándome un beso
largo y lánguido. Entre la nobleza, ese beso era perfectamente aceptable
para la recepción de un amante o un monarca de visita.

-Mi querida, -dijo, levantando los ojos. Ellos pasaron sobre mí de esa
manera suya inteligente y eficiente. Para todos los espectadores, estaba
calmado y en control, como siempre, con los labios curvados con su
típica sonrisa temeraria. Sin embargo, me podía imaginar su sorpresa.
Él no esperaba verme tan pronto. Ciertamente no esperaba verme en la
gloria de una reina, por completo. Yo podría haber sido la mañana de
Navidad de Nia, pero para Dorian, era el postre siendo servido antes de
la cena.

-Tú y los tuyos son bienvenidos.- Era una formalidad que hizo que los
invitados regresaran a sus asientos y declaraba que mi gente estaba
bajo la hospitalidad de Dorian, es decir, que aquí nadie nos podía hacer
daño y viceversa.

-Supongo que pronto significa todo tipo de cosas, -murmuró. Miró


hacia mi escote. -Todo tipo de cosas. -
-Oye. -Mantuve mi voz tan baja como la suya. -¿Estás mirando debajo
de mi vestido?.-

-Mi querida, quiero hacer mucho más que mirarlo. Mucho, mucho más.
Y quiero hacerlo ahora. Supongo que no…, -añadió -¿Tu transformación
viene acompañada del acogimiento de algunas de nuestras costumbres
superiores?.-

Se refería, por supuesto, a las parejas dispersas por la habitación que


acababan de regresar rápidamente de las actividades amorosas después
de que me anunciara. La gente salía, se quitaba la ropa e incluso tenían
relaciones sexuales con facilidad en público. Algunas personas miraban,
pero la mayoría seguía con su comida como si nada pasara.

-No, - dije con firmeza.

-¿Está segura?, - preguntó, inclinándose más cerca. -Nadie se lo tomaría


a mal. De hecho a muchos les resultaría tranquilizador ver a su rey y a
su reina consumar su relación. Es un signo de dominación y poder. -

-Estoy aquí para cenar, -dije con dulzura. Debajo de mi actitud


remilgada, sus palabras y su lenguaje corporal ya estaban llegando a
mí. Cualquiera habría pensado que habíamos tenido relaciones
sexuales por última vez hacía un año y no esta mañana. Yo no podía
consentir su exhibicionismo, pero si hubiera querido ir directo a su
dormitorio, él se hubiera dado la vuelta inmediatamente y hubiera
salido conmigo.

-La cena,- dijo con pesar. -Tal vez te sirva algo especial. Y estoy seguro
de que disfrutarás de nuestros huéspedes de esta noche. -

Comencé a dirigirme hacia la parte delantera de la sala. Su trono estaba


en un pedestal alto y por debajo estaba la mesa principal donde él
había estado cenando. Mis ojos se posaron sobre los invitados antes
mencionados y casi me detuve. Mire detrás de mí y grité: -Rurik.-
Le había dado instrucciones a Shaya y Rurik para que un puñado de
guardias vigilara a Jasmine. Ellos fueron a buscarla a la mesa y aunque
estaban a mitad de camino, Rurik me escuchó y se volvió. Con una
fuerte inclinación de cabeza, asintió. Cruzó la habitación con rapidez.
Arqueó una ceja al ver a los comensales y entendió por qué me gustaría
que uno de mi propia gente estuviera a mi lado. Allí, sentada en la
cabecera de la mesa, miré a los fríos ojos azules de la ex amante de
Dorian, Ysabel.
Capitulo 5
-Maldita sea, -murmuré a Dorian.

Él simplemente me apretó la mano con más fuerza, con su sonrisa cada


vez más grande. No tenía miedo de Ysabel, no en absoluto. No pensé ni
por un instante que podía enganchar a Dorian de nuevo, y en forma
mágica, no era rival para mí. Ella me había ayudado realmente
enseñándome el control del aire y el viento (su especialidad) y la superé
rápidamente. Sin embargo, tenía una lengua afilada. Estaba segura de
que la cena con ella sería una avalancha de comentarios sarcásticos
pasivo-agresivos. La naturaleza contundente de Rurik lo hacía bueno
tirando sus propios dardos, así que esperaba que él pudiera ayudarme.

Una vez que nos sentamos, sin embargo, pronto supe que Ysabel no era
la única de la que preocuparse. Otros nobles sin importancia estaban
allí, pero un nuevo rostro tenía prioridad. Su nombre era Edria y era la
madre de Ysabel. Ella tenía un atractivo estilo de matrona a su
alrededor, aunque su cabello y ojos eran oscuros. Ysabel era de ojos
azules con un abundante pelo castaño que aturdía. El impresionante
cuerpo de Ysabel contribuía en gran medida a su encanto también. Lo
que las dos mujeres definitivamente tenían en común era una actitud
astuta y taimada que me decía que ambas tenían pocos escrúpulos a la
hora de promover sus propios intereses. Y estaba claro que el que yo
estuviera con Dorian no estaba en sus intereses. En público, la etiqueta
Gentry dominaba, y Edria era la imagen de la cortesía.

-Su Majestad, es un honor.-

Gracias, -le dije, colocándome junto a Dorian en un sofá muy acogedor


y adornado. Nos hacía apretujarnos, algo que yo sabía que no le
importaba mientras sus ojos seguían recorriendo mi cuerpo. Nuestras
piernas estaban tan cerca unas de otras que hice la concesión de dejar
que la mía colgara un poco sobre la suya. Nuestro asiento se ubicaba
cerca de la mesa, por lo que el mantel largo y pesado ocultaba esta
osadía por mi parte, así como la mano que se apoyaba en mi muslo.

-Estoy sorprendida de verla aquí, Su Majestad, -dijo Ysabel


recatadamente. De forma que sus senos prácticamente se derramaron
de su vestido, me preguntaba cómo podía haberme sentido
acomplejada por mi corpiño ajustado. - Pensé que estaba ocupada en la
gestión de sus tierras y sus asuntos... humanos. -

-No es sorpresivo en absoluto, -comentó Rurik, justo antes de llegar a


un muslo gigante. Le dio un mordisco enorme y salvaje, y esperó hasta
ingerirlo antes de continuar con la siguiente observación. Era una
mejora en las costumbres del pasado. -Ella y mi señor, apenas pueden
mantenerse alejados el uno del otro.- Sonreí en el uso de "mi señor."
Incluso después de que Dorian había enviado a Rurik para servirme, el
soldado seguía pensando en Dorian como su señor.

-Por supuesto, -dijo Edria, apresurándose cuando la expresión de


Ysabel se volvió helada. -Es sólo que, por lo que hemos escuchado,
usted no está interesada en este tipo de funciones. De hecho, no
esperaba encontrarme con usted portando un traje tan... encantador.-

-Muy bonito, -dijo Dorian. Finalmente arrastró sus ojos de mí, y


gesticuló pidiendo otra dosis de su vino. No necesariamente quería
tenerlos opinando sobre mi aspecto, incluso si la opinión era positiva,
pero las alabanzas me dieron un gran impulso en mi situación.

-Me sorprende que se sorprendieran, -dijo Rurik, hablando esta vez con
la boca llena. Bueno, sólo podía esperar cierto progreso. -Todo el
mundo ha oído lo hermosa que es mi señora. Los hombres a lo largo y
ancho la desean, pero por supuesto, sólo aceptaría al mejor para su
consorte. Como mi señor. -. Viniendo de Rurik, esto era casi encantador,
pero no para el dúo madre e hija.
-A mi entender, -dijo Edria delicadamente, -es más que su, eh,
apariencia lo que motiva la solicitud. Usted y su hermana son valoradas
por sus futuros hijos. Puedo ver que tiene varios pretendientes. -

Eché un vistazo a Jasmine a través de la habitación, sentada junto a


Shaya. Jazmín tenía una auténtica sonrisa en su cara, pero si era por
estar fuera o por los hombres que habían reunido a su alrededor y
parecían estar dándole cumplidos, yo no podría decirlo. Me forcé a
dejar de fruncir el ceño.

-Mi hermana y yo no tenemos intención de tener hijos, -dije, volviendo


a mis compañeros.

-Qué desgracia, -dijo Edria. Lanzando una mirada muy ligera hacia
Dorian. -Qué desgracia para todos. -

-Su Majestad, -dijo Ysabel, -¿Has conocido a mis hijos?.-

Me estremecí sorprendida. Me había olvidado de que había niños.


Madre e hija podían insinuar que la profecía era la mitad de mi
atractivo, pero yo sabía que Ysabel, después de perder a su marido,
había llegado a la corte de Dorian buscando un hombre poderoso,
usando su belleza y su fertilidad.

Seguí su mirada hacia una pequeña mesa junto a la chimenea. La


mayoría de sus ocupantes eran jóvenes. Era como una mesa de Acción
de Gracias para niños. Yo no había visto muchos niños Gentry y podía
suponer cuál era la progenie de Ysabel en función de su pelo rojo. Ella
lo confirmó.

-Esa es mi hija, Ansonia. -En años humanos, habría calculado a Ansonia


unos diez u once años. Su cabello brillante estaba trenzado sobre su
cabeza, y ella reía a un cachorro que empujaba sus pies, sin duda,
buscando limosnas. -A su lado está mi hijo, Pagiel.-
Él era un chico de aspecto serio, que contrastaba fuertemente con su
risueña hermana. En términos relativos, se veía un poco mayor que
Jasmine. Su cabello rojo era más oscuro que el de Ansonia, más como el
de Ysabel, y sus ojos azul-gris consideraban las payasadas del perrito de
manera crítica, como si decidiera si lo aprobaba. Por fin, una pequeña
sonrisa apareció en su rostro, su transformación hizo que un par de
niñas de su edad cercanas, suspiraran con adoración.

Ysabel había señalado a sus hijos claramente como un golpe contra mí,
sin embargo, vi sincero afecto en sus ojos mientras los miraba. Siempre
había pensado que su llegada a la corte para impulsarse a sí misma con
algún tipo, rayaba en la prostitución, pero había más en la historia. Su
marido había muerto, dejando a su familia en problemas financieros.
Hacía que sus acciones fueran más comprensibles, aunque todavía
pensaba que era una puta.

-Los niños son una gran alegría, -dijo Edria, mirando a Dorian de
nuevo.

Lo miré también, contemplando a Ansonia y Pagiel. Prolongadas


observaciones me habían enseñado que sus ojos guardaban los secretos
de sus verdaderos sentimientos cada vez que usaba esa expresión
perezosa, misteriosa. Y ahora, escondido en las profundidades de color
verde, pude ver el destello de admiración y anhelo. Una extraña
sensación llenó mi estómago, y por primera vez, pude creer que Dorian
sinceramente buscaba tener hijos conmigo sólo por el hecho de ser
padre y no había otro motivo. Sentí una culpabilidad inesperada por
esto.

Como si leyera mis pensamientos, volvió su atención hacia mí. Su


sonrisa me calentó, y cualquiera que fuera la nostalgia que sus ojos
habían traicionado fue sustituida ahora con el amor…el amor
rápidamente mezclado con lujuria mientras reparaba en mi apariencia
de nuevo. De hecho, su deseo parecía aún más fuerte de lo que había
sido cuando entré por primera vez, y de repente me pregunté si haría
un intento serio de exhibicionismo, después de todo. Pero no, con una
respiración profunda que parecía llamar a su control, respetuosamente
volvió a mirar a sus invitados.

Sin embargo, debajo de la mesa, sentí la mano en mi muslo apretarse,


deslizando sus dedos sobre la suave seda del vestido. Escalofríos
pasaron sobre mi carne, pero también amablemente me llamó la
atención sobre los demás.

-Fue increíble la facilidad con que Ysabel concibió a sus hijos, -continuó
Edria. -Si el pobre Mareth hubiera vivido, no tengo ninguna duda de
que habría una docena en este momento.-

Consideré señalar que si Ysabel era tan fértil, entonces seguramente


habría quedado embarazada cuando ella y Dorian eran amantes. Me
pareció de mal gusto para mí, así que no dije nada. Estos temas no
estaban fuera de línea para los Gentry, sin embargo, Rurik de nuevo
salto en la defensa de mi honor señalando exactamente lo que había
estado pensando.

-Pero usted ha estado con otros desde entonces, -dijo. -Y no ha tenido


más hijos. -

La mano de Dorian comenzó hábilmente a reunir la tela de la falda de


mi vestido para que subiera por mi pierna, luego la apartó y expuso mi
muslo por completo para que sus dedos, ahora tocaran la piel desnuda.
Tuve la sensación de que ya no estaba prestando mucha atención a la
conversación, a pesar de dar una apariencia muy convincente de interés
manteniendo los ojos fijos en todo el mundo menos en mí. Ysabel miró
a Rurik.

-No he tenido muchos amantes. -La promiscuidad no era un insulto


entre los Gentry, pero en este caso, restarle importancia a su vida sexual
estaba destinado a explicar por qué ella no tenía otros hijos.
Mientras tanto, la mano de Dorian se había trasladado a la cara interna
de mi muslo, moviéndose lentamente y con cuidado de modo que no
alertara a los otros. Cuando llegó a mi ropa interior, sus dedos se
detuvieron, como si evaluara este obstáculo. Había escogido algo fino y
de encaje, sobre todo para que fueran atractivas en las actividades
posteriores en el dormitorio, pero al parecer ahora resultaba
conveniente. Agarró los bordes, se apoyó un momento, y luego tiró tan
fuerte que la tela se rasgó. En la habitación ruidosa, nadie oyó, y apenas
me tragué un grito de asombro. Le di una pequeña mirada de enfado
que ignoró o no vio. Yo sospechaba que lo primero.

-A veces los dioses simplemente esperan la oportunidad correcta…o


más bien…el hombre adecuado. -Los ojos de Edria se lanzaron a
Dorian, que le sonrió triunfante. Su barbilla descansaba en la mano que
no estaba debajo de la mesa, apoyándose en el codo. -Claramente,
Mareth fue la unión correcta en ese momento, y estoy segura que los
dioses sonreirán con aprobación al siguiente marido al lado de Ysabel. -
Su tono y mirada no dejaron ninguna duda acerca de quién sería. Rurik
soltó un bufido de disgusto.

-Creo que los dioses tienen sus manos en nuestros asuntos, pero no
están interesado en todos los detalles… como lo que pasa entre las
sábanas, sin duda.-

O debajo de la mesa, al parecer. Los dedos de Dorian, ahora con libre


acceso, se deslizaron hasta el final entre mis piernas. Cualquiera que
fuera la desaprobación que quería transmitir fue desmentida por lo
mojada que me encontró. La sonrisa vacía que estaba dando a Edria
cambió a algo un poco más presuntuoso. Con la habilidad que da la
práctica, uno de sus dedos comenzó a acariciarme, inmediatamente
encontró el punto que me enciende y quema con el placer. Mi ritmo
cardíaco se aceleró, tanto de excitación como de ansiedad de que
alguien se diera cuenta. Entonces, como si quisiera hacer alarde de su
audacia, de hecho se las arregló perfectamente para conversar mientras
trabajaba en mi parte inferior.

-Bueno, si Ysabel quiere un nuevo marido, sin duda podemos arreglar


eso. Tengo una gran cantidad de nobles que estarían felices de tomarla
como esposa, o incluso como consorte si ella no quisiera estar atada
todavía.-

Los dedos que jugaban entre mis piernas ya habían puesto el resto de
mi cuerpo en llamas. Sentí mis pezones endurecerse y lamenté la fina
seda del vestido. Afortunadamente, nadie parecía prestarme atención,
aunque eso podría cambiar, al ver lo rápido que se estaba construyendo
el orgasmo. La sugerencia de Dorian no era lo que Edria había querido
escuchar, y la expresión agradecida que puso se veía claramente que era
forzada.

-Eres muy amable, Majestad. Pero sería tan inútil dar a una mujer fértil
a algún señor de menor importancia. Sin duda, un regalo como Ysabel
merece... realeza.-

El doloroso, hormigueo de éxtasis creado por su toque estaba listo para


explotar. Y a mi pesar, lo quería. Era una necesidad que tenía que ser
cumplida. Completada. Por lo tanto, fue un shock cuando su dedo se
movió por debajo de mi clítoris, deslizándose dentro de mí en su lugar.
Creó un tipo diferente de placer, pero el movimiento fue frustrante,
teniendo en cuenta lo cerca que había estado. Abrí mis piernas un poco,
dando permiso para que regresara, pero él siguió metiendo el dedo en
mí. Sus movimientos aumentaban más y más rápido, pero ni el más
mínimo movimiento de su cuerpo daba alguna señal de lo que estaba
haciendo, y nadie parecía reparar en él. Había algo emocionante, algo
peligrosamente erótico de saber que me estaba haciendo esto ante
tantos posibles testigos.

-Tienes razón, -dijo Dorian, volviendo su cara seria, como si estuviera


realmente teniendo en cuenta las palabras de Edria. -Sé de un par de
reyes que puedan estar interesados. Rurik, ¿recuerdas... Si el Rey Lotus
tiene una consorte?.-

-No estoy seguro-, dijo Rurik, disfrutando claramente del juego de


Dorian. -Es el que tiene la raya gris en el medio de la barba, ¿no?. ¿Y las
orejas ligeramente puntiagudas?.-

-Es el adecuado, -respondió Dorian.

Y luego, sin previo aviso, el dedo de Dorian, tan húmedo, ahora se


deslizó y volvió a frotar mi clítoris tan ferozmente que llegué casi al
instante. Había estado dolorosamente lista, y ese toque fue suficiente
para empujarme. Mi cuerpo tembló mientras las ondas de felicidad
irradiaban a través de mí, y Dorian siguió acariciándome ligeramente,
más tiempo del necesario. Por fin, se apartó e incluso fue tan lejos como
para acomodarme cuidadosamente la falda antes de regresar a su lugar,
a su propio regazo. Una sonrisa muy contenta tiraba de sus labios,
aunque su atención estaba toda en Ysabel.

-¿Quieres que haga las presentaciones?.-

Su expresión era fría y su respuesta dura. -Es muy amable, Majestad.


Odiaría incomodarle. -No le había prestado mucha atención, pero me di
cuenta ahora que ella había estado prestándome atención. Estaba
bastante segura de que era la única en la mesa que se dio cuenta de lo
que había pasado y no estaba feliz por eso.

-No hay problema en absoluto, -dijo. -Veré lo que puedo arreglar.-

Edria irrumpió para cambiar la conversación de su hija siendo enlazada


con alguien que no era Dorian. Apenas escuché nada de eso, y cuando
finalmente terminó la cena, volví con Dorian a su habitación. Mi
languidez post-orgasmo dio paso a la ira casi en el momento en que
cerró la puerta detrás de nosotros.
-¿Qué diablos crees que estabas haciendo?, - exclamé. -¡No tenías
derecho a hacer eso!.-Dorian hizo un sonido de burla quitándose y
doblando cuidadosamente la pesada capa.

-No parecía importarte. Además, tienes suerte de que sea todo lo que
hice, cuando apareciste sin previo aviso en ese vestido. -

-Hey, no tengo que consultarte sobre mis opciones de moda.-

-No, pero debes esperar consecuencias. -Él se movió rápidamente hacia


mí, moviendo las manos a la cintura. -Fue sólo por respeto a tu tonto
pudor humano que no te tomé abiertamente. En realidad, debes estar
agradecida. -

-¿Agradecida? ,- exclamé. Sonaba indignada, pero en realidad, la


cercanía de su cuerpo me estaba despertando de nuevo. Jesús. Era como
si estuviera siempre en celo.

-Agradecida, -dijo, con un destello de fiereza en sus ojos. -


Especialmente después del favor que te hice. Un favor que ahora tienes
que pagar.-

El agarre en mi cintura era firme, y me empujó hacia abajo sobre la


cama. Podría haberme resistido, los dos sabíamos que ganaría en una
lucha mano a mano, pero estaba más que dispuesta a jugar a este juego,
sobre todo cuando rápidamente se quitó los pantalones y mostró la
erección larga y dura que había estado, sin duda, a punto de estallar en
el momento que me vio con el vestido.

Yo estaba todavía húmeda de antes y quería desesperadamente sentirlo


dentro de mí, empujando tan duro como lo hizo con su dedo. Pero para
mi sorpresa, no se colocó entre mis piernas. En su lugar, subió y se
arrodilló, con una pierna a cada lado de mi cabeza, y se impulsó entre
mis labios. Hice un sonido de sorpresa, un ruido sordo mientras llenaba
mi boca y comenzó a entrar y salir. Era tan grande, que apenas podía
contenerlo. Él lo sabía y parecía encumbrarse en el, con su mirada
sosteniendo la mía mientras forzaba mi boca a darle placer.

-Puedes tomarlo, -dijo, bombeando constantemente. -Vas a tomarlo. Te


lo dije: me lo debes.-

Era duro y feroz, pero los dos sabíamos que no me importaba cuando
Dorian jugaba a ser dominante. Además, este cambio en nuestra vida
sexual era una especie de encendido. Los Gentry, mientras que no se
oponían al sexo oral, casi siempre prefieren el coito debido a su
obsesión con los niños. De alguna manera, el pensamiento de él
explotando en mi boca, en mis labios, me volvió salvaje.

Podía sentir su inflamación, ver las líneas de tensión cuando su punto


culminante se acercaba. Sus labios entreabiertos, dejando salir un
pequeño gemido. Entonces, cuando estaba segura de que se vendría, lo
sacó y llevó su cuerpo hacia abajo y con habilidad me quitó el vestido.
Con un estricto control sobre mis piernas, empujó mis muslos
separándolos y se empujó dentro de mí con una dureza que me hizo
gritar y arquear mi cuerpo. Fueron sólo unos segundos, duro y rápido,
y entonces él se vino, su cuerpo entero se contrajo cuando se liberó
dentro mí, lo que demuestra que todavía tenía las costumbres e
impulsos de los Gentry.

Cuando finalmente terminó, se desplomó a mi lado, sudando y


jadeando. Encontré su mano, mi cuerpo estaba agotado por razones
diferentes a las suyas. Me di la vuelta contra él, besando su cuello y
probando la sal de su piel.

-Estaba segura de que te vendrías en mi boca, -murmuré, dejando


juguetear mi dedo con su pezón.

-Un despilfarro, -murmuró, pasando su mano por mí pelo.

-¿Lo es?.- Me impulse hacia arriba, mirándolo a los ojos. Mi voz era baja
y peligrosa. -¿Estás diciendo que no te gustaría eso? ¿Dejarte venir
en mi boca, llenándola, obligándome a probarte... tragarte?. ¿O tal vez
quieres venirte sobre mí?. ¿Cubriendo todo mi cuerpo? -Había una
ligera ampliación en sus ojos, un reavivamiento de su deseo. Él me dio
una sonrisa enigmática.

-Tal vez. Quizá la próxima vez. -

Le di un empujón juguetón. -Me tomas el pelo. -

Bostezó y se quitó la camisa. -Te dará algo en que pensar y esperar algo
más alegre que el resultado de la batalla. -

-¿Qué batalla?, -le pregunté. Me había estado sintiendo muy cansada,


pero sus palabras me sacudieron al estado de alerta.

-Mañana, -dijo. Él me alejó para que pudiera tirar de las sabanas sobre
nosotros y luego me llevó de vuelta a sus brazos. -Recibí la noticia de
cierto movimiento de Rowan. He enviado un ejército a su encuentro, y
voy a unirme a ellos por la mañana. Está cerca de mi pueblo en la curva
del río. Creo que Katrice espera tomarnos por sorpresa, pero un espía
me avisó.

-¿Qué ejército enviaste?, - lo habíamos dividido en unidades.

-La primera y tercera.-

-¿Tantos?, - exclamé. -Eso es enorme. -

Se encogió de hombros. -También los suyos. Tenemos que responder en


grande. Además, esos pueblos son cruciales. Proporcionan una gran
cantidad de alimentos… a los dos.-

Reprimí un escalofrío. Los pueblos estaban llenos de civiles también.


Civiles de Dorian, agricultores y pescadores que podrían haber sido
saqueados y muertos si no hubiera recibido la advertencia. Él y yo
éramos aliados, pero de nuevo, no podía quitarme la culpa de que mi
gente está en peligro por este conflicto…ni qué decir de la suya.

-Debería ir también, -murmuré. -Debo ayudar. -

Dorian me acarició el pelo. -No hay necesidad de ponernos a los dos en


situación de riesgo. Además, ¿no tienes tareas humanas más
mundanas?. -

Sí, había prometido a Lara más trabajos mañana. -No son tan
importantes, no como esto.-

-Sólo uno de nosotros es necesario, -dijo con firmeza. -Honestamente,


probablemente ni siquiera eso. Tenemos buenos líderes, pero el hecho
de que uno de nosotros siempre se muestra aumenta la confianza de
nuestros ejércitos y desmoraliza a los del suyo. Ella no va a poner un
delicado pie cerca del campo de batalla. Así que deja de preocuparte.
Vamos a tomar esto. Tenemos un número mayor-.

Besó la parte superior de mi cabeza y tomó mi silencio como aceptación.


Pronto, le sentí dormir, con esa facilidad que tantos hombres tenían
después del sexo. Yo no. Yo era una insomne desde hace mucho
tiempo, y éste era el tipo de cosa que me podía mantener despierta toda
la noche. Estaba cansada de que los ejércitos se vieran amenazados.
Estaba cansada de que Dorian se pusiera en peligro a sí mismo. Yo
quería que la matanza se detuviera. Kiyo había actuado como si fuera
tan fácil. Si sólo eso fuera cierto.

Después de un rato, me di por vencida del sueño por completo. Me


deslicé de los brazos de Dorian y me levanté de la cama. Sabiendo que
mi fiesta duraría toda la noche, había empacado ropa casual, pero nada
más. Buscando a través de su armario (del doble del tamaño que el mío)
me encontré con un manto grueso de satén verde. Era demasiado
grande, pero serviría muy bien para cubrirme. Salí de la habitación,
tenía que alejarme de mis pensamientos.
Los pasillos del castillo estaban en silencio ahora, todos los juerguistas
se habían ido a la cama. Caminé descalza por el suelo de piedra,
tratando de no tropezar con el dobladillo demasiado largo. Algunos
guardias apostados asintieron con la cabeza al pasar, murmurando: "Su
Majestad."Hace mucho tiempo aprendí que, si bien algunos de mis
comportamientos humanos siempre confundían a los Gentry, la
mayoría de las acciones de un monarca, (no importa lo extraño) no eran
cuestionadas. Nadie pensó mucho sobre mí dando vueltas en la bata de
Dorian.

Llegué a un conjunto de puertas de cristal que daban a uno de los


exquisitos patios de Dorian. Sabía que estaría frío allí, pero estar fuera
de repente me pareció una buena idea. Otro guardia se quedó vigilante
y abrió la puerta al verme. Conocía este patio y sabía que había una
mesa magníficamente coloreada con mosaico de azulejos de pie en la
esquina. Era una noche nublada, pero cuando me senté en una silla, el
lugar me dio una buena vista del jardín y las estrellas gruesas por
encima. Las antorchas parpadeaban en los postes esparcidos alrededor,
sólo lo suficiente para orientar, pero no lo suficiente como para arruinar
el encanto de la noche.

La belleza y la calma me tranquilizaron un poco, pero no podía


quitarme mi preocupación por la guerra. Había pasado gran parte de
mi vida luchando, tanto que pensaba que era inmune a la sangre y la
matanza. Ahora sabía que había una diferencia muy grande entre matar
a un individuo y la muerte en masa. Uno, por lo general tenía un punto.
Un individuo mata y se castiga al culpable. Ejércitos de muertos en el
campo de batalla no castigan a nadie excepto a los inocentes.

-¿Mi señora Reina Thorn?.-

Salté ante la voz sibilante que me habló desde la oscuridad. Al principio


no vi nada y me preguntaba si tenía un fantasma entre manos.
Entonces, una forma oscura se materializó de entre unos árboles. Se
acercó más, revelando a una mujer Gentry marchita. Era pequeña, más
baja que Jasmine, pero su pelo blanco era espeso y lustroso, su ropa
rica. Se detuvo delante de mí.

-¿Quién…quién es usted? ,- le pregunté. Mis palabras salieron duras,


sobre todo a causa de mi sorpresa. Ella no se ofendió. Una vez más, los
comportamientos de una reina no se cuestionaban.

-Mi nombre es Masthera. -Me estremecí, no por el frío de la noche.


Había algo inquietante acerca de ella. -

-¿Qué estás haciendo aquí?.-

-He venido a hablar con usted, Su Majestad. Usted está preocupada


acerca de la guerra. ¿Quieres acabar con ella?.-

-¿Cómo sabes eso? .-

Ella extendió sus manos. -Soy una vidente. Tengo la sensación de cómo
son las cosas, a veces, de las cosas por venir. También ofrezco
asesoramiento.-

Esto alejó un poco mis miedos. “Vidente” era una manera elegante de
decir "psíquico", en lo que a mí respecta. Cuando se trata con lo
sobrenatural con tanta frecuencia como yo, te encuentras con una gran
cantidad de llamados psíquicos. La mayoría eran fraudes, y sospechaba
que ese era el caso entre los Gentry como entre los seres humanos.

-¿Has venido a ofrecerme consejo?, -le pregunté con ironía.

Masthera asintió con la cabeza con la cara seria. -Sí, Su Majestad. He


venido a decirle cómo poner fin a la guerra sin más derramamiento de
sangre.-
Capitulo 6
Miré a mí alrededor con inquietud. Sabía que tenía que haber guardias
de servicio en el jardín y me pregunté qué haría falta para que ellos
vinieran a hacerle frente a una vieja loca. A menos que ella
abiertamente me saltara encima o algo, tenía la sensación de que estaba
por mi cuenta.

-A menos que tu poder se extienda a algún tipo de control mental sobre


Katrice, no veo como eso vaya a suceder, - dije finalmente.

Ella me dio una sonrisa torcida -No, ese no es un regalo que los dioses
hayan decidido otorgar a cualquiera de los Gentry. Incluso ellos
conocen los límites de los mortales. -

Tiré de la túnica con más fuerza envolviéndola a mí alrededor. Viendo


que no podía dormir, bien podría complacerla. -Entonces, ¿Cuál es tu
plan?.-

-Tú necesitas encontrar la Corona de Hierro.-

-¿La que?-

-La Corona de Hierro.- Ella lo dijo de una manera magnifica, ominosa…


que realmente merecía una cámara de eco para darle un efecto
completo.

-De acuerdo, -dije. -Lo morderé ¿Qué es la Corona de Hierro?.-

-Un artefacto antiguo. Uno usado por los más grandes y más poderos
líderes de la historia de los Gentry. Líderes temidos por todos, quienes
gobernaron muchos reinos.-
-Yo tengo una corona. Unas cuantas de ellas. -Sólo una era la Corona
Oficial de Estado, pero los diseñadores me habían diseñado otras para
que combinaran con mis trajes.

-No como ésta, -dijo ella.

-Déjame adivinar. Ésta está hecha de hierro. -Ella asintió con la cabeza y
me miró como si estuviera esperando a que me impresionara.

-Lo siento. Como he dicho, a menos que sea por el poder de controlar
la mente, no voy a ir a ninguna búsqueda de objetos mágicos. Mi vida
ya es como una campaña de Calabozos y Dragones. -

Masthera frunció el ceño. -Los Dragones no han vivido en el Otro


Mundo en siglos.-

-Olvídalo. Gracias por el… eh, aviso, pero no estoy interesada. - Me


moví incómoda. -Realmente debería ir a la cama. -

Masthera se inclinó hacia delante, imperturbable. -Usted no entiende


Reina Thorn, -susurró ella. -Sólo unos pocos son capaces de completar
las tareas requeridas para ganar la corona. La mayoría no sería ni
siquiera capaz de usarla. -

Eso era fácil de entender. -Así es. Porque está hecha de hierro. No creo
que una capacidad que todos ya conocen que tengo por ser humana
sería tan impresionante. -

-La Reina Katrice creería eso. Muchos de su pueblo también lo harían.


Su ejército podría revelarse. Ella misma tendría miedo y daría marcha
atrás.-

-¿Todo por la reputación de una corona que no tiene ningún poder?. - le


pregunté con escepticismo. -¿Dónde está?.-

-Lejos, en un lugar desconocido.-


-Oh, santo cielo. Si nadie sabe dónde está, entonces, ¿Cómo se supone
que voy a conseguirla?.-

-Eso es parte del desafío. Encuéntrala, y podrás terminar la guerra.-

La miré cuidadosamente. -Si esta es una gran idea, ¿Por qué no se la


llevaste a Dorian?. ¿Tu Rey?.-

-Él sabe de esto.- Ella agregó. -Él es lo suficientemente viejo para


recordar las leyendas. Pero no puede llevarla. Sólo tú puedes. -Ahora
ella me miró cuidadosamente. -Tu padre la buscó y falló. -

Me puse rígida, con mi voz convertida en hielo -¿Es esto parte de la


profecía?. ¿Alguna forma de marcarme como la madre del
conquistador?. ¿Es esto algo que se supone debo darle a mi hijo
hipotético?.-

-No, -dijo ella. Su comportamiento se volvió humilde, pero aquellos


ojos todavía se veían astutos. -Simplemente es un medio para ayudarle
a terminar la guerra.-

-Ya he oído suficiente de esta ridiculez. -Me puse de pie. -Me voy a la
cama.-

Masthera comenzó a llamarme detrás de mí mientras me alejaba a


grandes pasos, pero luego poco a poco callaron sus palabras. Me
pregunté si ella había aceptado mi negativa o simplemente temía que
los guardias respondieran al constante acoso hacia mí.

Volví a la habitación de Dorian y me metí en la cama con él. Su brazo


me envolvió inconscientemente, y aunque me tomó un tiempo, mi
mente perturbada finalmente se calmó lo suficiente para permitirme
algún sueño breve. Fueron sus movimientos los que me despertaron
unas horas más tarde. Me senté en la cama, mirándolo mientras se
vestía. A través de las ventanas, el cielo era apenas un rosa púrpura.
-¿Vas a ir a encontrarte con las tropas ya?, - le pregunté en voz baja.

Desde una silla, él levantó una armadura hecha de finas cadenas de


cobre. Normalmente, él tenía asistentes vistiéndolo, y yo sabía que lo
estaba haciendo sólo para que así un grupo de personas no estuviera
vagando en su habitación y no me despertara. Al verlo buscar a tientas
el broche, me apresuré a ayudarlo.

-Las fuerzas de Katrice podrían atacarnos tan pronto tengan suficiente


luz. Es posible que ya la tengan. Es sólo porque el terreno le es
desconocido lo que les impidió hacerlo durante la noche.

Terminé de enganchar la cota de la malla, tratando de no pensar en lo


raro que era para él usar cualquier tipo de armadura. Era una señal de
peligro que el caminara dentro, incluso si evitaba las líneas del frente.

-Desearía que no fueras. -Él me dio esa sonrisa fácil y apoyó las manos
en mis caderas desnudas.

-Yo también. Prefiero estar de vuelta en la cama contigo. Quédate un


par de horas. Estoy seguro que regreso rápido. -Eso trajo una sonrisa a
mis labios, aunque no me sentía de humor.

-Sí, estoy segura que eso es todo lo que te tomará.-

Él me soltó y se dirigió a un gabinete en la pared. Al abrirlo, reveló una


serie de armas. Una de ellas era una exquisita espada hecha de cobre,
realizada a mano por un orfebre a mi servicio llamado Girad. Dorian la
tocó reverentemente, luego la metió en una vaina para atarla alrededor
de su cintura. Si bien era peligrosa en sí misma, la espada poseía una
amenaza adicional debido a la conexión de Dorian a la tierra y sus
elementos. Él podía infundirla con poder.

-Dorian… - Dudé temerosa de decirle mi siguiente pregunta. -¿Alguna


vez has oído hablar de la Corona de Hierro?.-
-Por supuesto. -Él terminó de fijar la vaina y me miró. -¿Por qué?

-Me encontré con una mujer llamada Masthera anoche, que me dijo
acerca de eso-.

-Ah, Masthera, -dijo él con cariño. -Cada corte debe tener un vidente.
Sus predicciones son correctas aproximadamente la mitad del tiempo,
lo cual es bastante notable. Tú deberías ver el vidente farsante que han
conseguido en la Tierra Maple. Sería humillante mantener a alguien así
cerca.-

-Hey, concéntrate. -Lo regañé. -Esta Corona de Hierro. Masthera afirma


que podría ponerle fin a la guerra. Que el obtenerla y demostrar
nuestro…eh…mi poder, podría hacer que Katrice retrocediera. -

La sonrisa se desvaneció mientras Dorian fruncía el ceño, mirándome


absorto en sus pensamientos.

-Esa sería una posibilidad muy real. Y tú podrías llevarla ¿o no


podrías?. – Había un dejo de asombro en sus palabras. -El hierro no te
molestaría. En las leyendas, algunos de los Gentry podían llevarla por
medio de la resistencia y la fuerza de voluntad. Pero tú no necesitarías
nada de eso. Eso está justamente en tu naturaleza. -

Casi no podía creer que él estaba hablando acerca de esto seriamente. -


¿Y tú crees que ella tiene razón?. ¿Esta corona, con ningún poder
excepto su reputación, podría poner fin a la guerra?.-

-Bueno, no es exactamente la reputación de la corona, -dijo él. -Es la


reputación que ganas por luchar contra los numerosos obstáculos para
conseguirla. Demuestra que puedes hacerlo, y mostrarás tu poder. -Esto
era similar a lo que Masthera había dicho.

-Si otros la han poseído… -.

-No por años, - la interrumpió.


-Está bien, incluso si no ha sido por años…¿Por qué tendría que ir en su
búsqueda?. ¿No la habría mantenido cerca el último propietario?. ¿Se
traspasa a la familia?. -

Su sonrisa regresó.-No funciona de esa manera. La corona no se queda


con nadie indigno. Una vez que su dueño muere, regresa a su hogar, un
hogar que mata a muchos que la buscan.-

-No respondiste a la preguntar anterior, -señalé. -¿Podría terminar la


guerra? ¿Pacíficamente?. -

El suspiró, -No lo sé. Tal vez. Pero tanto como temes por mí saliendo
hoy… me preocupa más tu salida tras esta baratija. -

Lo agarré de la mano. -¿Tú no me ayudarías?, - bromeé, pensando que


todavía no creía nada de esto. Su otra mano libre ahuecó mi cara.

-Lo haría si pudiera. Y tal vez pueda. Si las leyendas son ciertas, debes
pasar por campos de hierro para llegar a ella. Difícilmente alguien de
los Gentry podría hacer eso. Puede que yo sea capaz de eso, con mis
habilidades… tendría una mejor oportunidad que la mayoría-.

No me gustó el tono de su voz. Sonaba como si él estuviera realmente


considerando eso. Puede que él esté conectado con los elementos de la
tierra, pero el hierro estaba todavía más allá de él.

-Podría traer a Volusian, - le dije esperando distraerlo. -Si algo le pasa a


él, no habría daño alguno, ¿eh? .-

El rostro de Dorian permaneció serio. -No, las leyendas son bastante


claras. La guarida de la Corona de Hierro está bloqueada para los
muertos. -

Su rostro se aligeró, y presionó un suave beso en mis labios. -Es por eso
que ahora me voy. -
Mi corazón se hundió, sabiendo que lo inevitable había llegado. Me
apresuré a ponerme mis jeans y una camisa, así podría verlo a él y a los
soldados que lo acompañaban afuera. Sabía que las tropas que se
unirían no eran numerosas, pero mientras él marchaba afuera hacia el
sol naciente, su grupo me parecía tan terriblemente pequeño. Cuando él
estuvo fuera de mi vista, me fui a convocar al resto de mi propio grupo.
Era hora de irnos a casa.

La mayoría había disfrutado su “noche fuera”, pero mi ánimo de esta


mañana pronto marcó el tono para nuestro viaje de regreso. Al pequeño
y reconfortante para mi mañana oscura era que Jasmine no había
conseguido embarazarse. Shaya me aseguró que mi hermana nuca
había salido de su vista durante toda la noche y que Jasmine no había
hecho nada, ni siquiera algo siniestro. Ella simplemente había estado
contenta de estar lejos de mi castillo. Mirando sus esposas de hierro
apretadas y las cadenas que las conectaban, sentí una punzada pequeña
de culpa. Rápidamente la desterré. Esas limitaciones tenían que
quedarse.

Después de eso, era hora de otro salto a Tucson. Primero convoqué a


Volusian y lo mandé al lado de Dorian, tanto para respaldarlo y para
que me dé reportes posteriores. Sabía que Dorian no le daría la
bienvenida a mi esbirro, pero el tener con él a un luchador que no podía
ser asesinado ciertamente podía hacerme sentir mejor. Una vez que ese
y otros asuntos de la casa fueron resueltos, volvería para unirme a la
humanidad. La escena en mi casa era casi la misma de ayer. Una
mañana tranquila con Tim cocinando en la cocina. Sólo que hoy él
estaba engalanado en un traje completo.

-Tú eres Lakota, -dije, una vez que él se hubo recuperado de la


conmoción por mi abrupta llegada. -¿Qué le pasó a Tlingit? .- Él se
encogió de hombros.

-El Tlingit era estupendo, pero el promedio de las turistas espera como
amante a un estereotipo como esto. -Él llevaba puesto pantalones de
ante de tres picos y un tocado de plumas largas. Su desnudo y
bronceado pecho parecía que había sido engrasado, y tenía un collar de
cuentas colgando de él. Estudiándolo, reconsideré. Él tampoco era
verdaderamente Lakota. Sólo un poco de fusión de estereotipos, como
él había dicho.

-¿Por qué estás vestido tan temprano?. Por la mañana los viajeros no
van a detenerse por un concurso de poesía. -

-Es sábado, Eug.-

-¿Lo es? -pregunté, sorprendida. Mi tiempo estaba todo torcido con mi


doble vida.

-Hay un festival cultural que se lleva cabo en la universidad, sólo están


rogando por escuchar mi hermosa visión en natural. -Él echó algo de
huevo frito encima de un plato con un ademán ostentoso.

-¿Uno cultural?-, gemí. -Tim, la tribus locales estarán ahí. Sabes que van
a tratar de golpearte de nuevo. -

Él me dio una sonrisa. -Sé una buena amiga. Ven a protegerme.-

-No puedo. Tengo demasiadas cosas por hacer.-

Un golpe en la puerta de atrás nos sorprendió al mismo tiempo. No


teníamos muchos visitantes. Esperando que no fuera un misionero, abrí
la puerta y me quedé asombrada con lo que encontré. No podría estar
más sorprendida si Katrice hubiera venido llamando. Era Lara. Ella
sonrió ante mi sorpresa. Casi nunca la había visto en persona. Ella
trabaja en una oficina en casa, la mayor parte de nuestra
correspondencia había sido manejada por teléfono y correo electrónico.

-Entra, -le dije, todavía asombrada. Entró a la cocina, era tan pequeña,
rubia y linda como la recordaba. Una pila de papeles estaba en sus
brazos. -No me gusta como se ve eso.-
-Son tus…-

Lara se detuvo cuando vio a Tim. Sus ojos se abrieron. Él lanzó su


último huevo en un plato y miró hacia ella. Sus ojos registraron igual
asombro. Y de esa manera encantadora, el estafador en él,
instantáneamente se deslizó en el personaje.

-Una flor hermosa se nos ha unido, con sus pétalos brillantes y


desplegados en el sol de la mañana. - Él estaba usando su terrible voz
de “Hola hombre blanco”. Sacó presurosamente una silla de la mesa de
la cocina. -Únete a nosotros. Vamos a festejar y disfrutar de la
generosidad de la Madre Tierra juntos. -Aturdida, Lara se acercó a la
mesa y se sentó, incapaz de quitar sus ojos de él, de su pecho en
particular.

-Gracias.-

-Es un honor para mí… ¡mierda! ¡Los rollos de canela! -Tim buceó hacia
atrás, agarrando un guante y abriendo el horno, del que estaba saliendo
el humo. Lara se dirigió a mí en forma conspirativa mientras él gemía
por el estado de sus productos horneados.

-Eugenie, ¿Por qué hay un caliente Jefe Nativo Americano cocinando en


tu cocina? ,- susurró ella.

-Bueno, -dije, repentinamente dándome cuenta de que los dos nunca se


habían conocido en realidad. -Él no es ni un jefe ni un Nativo
Americano. Ese es Tim.-

-¿Es quién? .- Sus pequeños ojos azules se abrieron más amplios. -¿Estás
segura?.-

-Positivamente. -Mientras Tim estaba raspando el fondo ennegrecido


fuera de sus rollos de canela. Tomó uno para inspeccionarlo.

-Está bien, -le dije.


Él se volvió hacia Lara, poniendo de nuevo su sonrisa. -Te pido perdón
mil veces por este espectáculo indigno que debí exponer ante tí. Una
criatura tan delicada, tan hermosa como tú merece…-

-Oh, por Dios Santo, -exclamé. -¿Vas a cortar la mierda, Tim?. Esta es
Lara.-

-Está es… -El rollo de canela cayó fuera de su espátula, de vuelta a la


cacerola. -¿Estás segura?. -

Suspiré. Ambos parecían como perdidos para decir algo. La boca de


Lara se movió, no hubo palabras saliendo por unos momentos.
Finalmente, ella espetó.

-Traje el papeleo fiscal. -

Tim tragó. -Yo…eso es muy bueno. -

Después de pasar por los suspiros o gemidos. Ahora, estaba luchando


por golpear mi cabeza contra la mesa. -No, no lo es. ¿Podemos seguir
adelante con el desayuno?.-

-Yo…- Tim finalmente se recuperó. -Claro. Por supuesto. -Miró a Lara. -


¿Te gustan los huevos y los rollos de canela?.-

-Amo los huevos y los rollos de canela. - Él inmediatamente le preparó


un plato y se lo entregó.

-¡Hey! -dije.

Él me lanzó una mirada. -Ten paciencia un segundo. Tenemos una


invitada. Deberías ser más amable, especialmente ya que ella se tomó la
molestia de hacer tu declaración de impuestos.-

-Yo le pago por hacer mi declaración de impuestos. -


Lara mordió un rollo de canela. En su aturdimiento, Tim se había
olvidado de cortar la parte inferior. -Este es el mejor que he probado.
¿Cómo es esto posible?.- Ella le sonrió en forma tímida. –Tienes buenas
habilidades en la cocina.-

Él le devolvió la sonrisa, casi dejando caer el plato que me estaba


entregando.

-Tengo todo tipo de habilidades.-

-Oh, por Dios, -dije. Hasta este momento, había pensado que nada era
más molesto que sus peleas por teléfono. De repente desee que
estuvieran en una discusión ahora mismo.

-Además, -añadió él, al unirse a nosotras con su propia comida. -Tienes


que saber mucho de impuestos. Yo nunca podría hacer eso.-

-Eso es porque tú no tienes un ingreso o de hecho, una declaración de


impuestos, -le dije.

-Oye, – disparó él de regreso. -No me juzgues. Obviamente tú no


puedes hacer la tuya.-

-¡No tengo que hacerlo!. Es por eso que le pago a alguien. -

Con gran esfuerzo, Lara logró arrastrar sus ojos hacia mí y recordó su
trabajo.

-Están todos hechos. Sólo necesito que tú los firmes. No estaba segura si
estarías cerca para hacerlo si te los mandaba por correo.-

Asentí con la cabeza. Hasta donde el Gobierno Federal y al Estado de


Arizona le concernía, yo era una contratista de trabajadores por cuenta
propia que reparan una variedad de casas. Lo que no estaba tan lejos de
la verdad.
-Eso es muy amable de tu parte, -dijo Tim. -Tomando tiempo de tu
sábado para eso.-

-Me tomo mi trabajo muy en serio, -respondió ella. -Además, no tenía


otros planes.-

-¿En serio?. - Él se inclinó hacia adelante. -¿Quieres ir al festival cultural


de la universidad conmigo? Voy a leer poesía. -Ella se quedó sin aliento.

-Me encantaría. Apuesto que tu gente tiene algunas ideas realmente


asombrosas en el mundo.-

-Él no es... -comencé a decir.

Lara se volvió hacia mí, con su rostro de negocios puesto.-Asegúrate de


firmar estos mientras nosotros nos vamos. Y conoces tu horario de hoy,
¿verdad?. ¿Tres trabajos?.-

-Sí, sí. Mientras ustedes están fuera visitando los barrios bajos con los
niños de la universidad, yo estaré luchando por mi vida. -

Tim se puso de pie y colocó su apenas tocado plato en el mostrador. -


Podemos salir cuando estés lista. -Ella le entregó su plato igualmente
intacto.

-Estoy lista ahora. Sólo déjame ir al baño primero. -

En el instante en que ella se había ido, Tim se volvió hacia mí. -¿Por qué
no me dijiste que ella era tan agradable?. Todo este tiempo, me has
dejado pensar que ella era toda una perra. -

-¡Te he dicho como cien veces que ella no era una perra!. Tú eres el
único que decidió eso, después de hablar con ella por teléfono. ¡Sólo
crees que ella es agradable ahora porque la has visto y quieres llevártela
a la cama!. -
Tim me dirigió una mirada profunda. -Eugenie, esa no es el tipo de
mujer que tiene una aventura de una noche. Ella es una diosa entre las
mujeres.-

-Increíble, -le dije.

Cuando Lara volvió, me di cuenta de que llevaba lápiz labial y había


ordenado su cabello. -Todo listo. -

Fruncí el ceño a los platos sucios que Tim había dejado en el mostrador.
-¡No te olvides de lavar los platos cuando vuelvas! , - grité cuando se
dirigían hacia la puerta.

-¡No te olvides de ganarte la vida mientras estamos fuera! -, gritó él a su


vez. -Esta hipoteca no se paga sola.

-Tampoco tú, -murmure. Pero ellos ya se habían ido, perdidos en medio


del enamoramiento. Teniendo en cuenta todo lo que había sucedido en
mi vida, uno pensaría que nada podría sorprenderme más. Es evidente
que me equivoqué. Dando la vuelta, me puse a lavar los platos yo
misma, decidí que patear algún trasero sobrenatural era exactamente lo
que necesitaba.
Capitulo 7
Firmé la declaración de impuestos y dejé un cheque antes de salir. Me
imaginé que lo debía. Los trabajadores independientes siempre debían.
Gracias a que Lara había manejado mis libros tan bien, la cantidad era
baja, pero después de verla salir corriendo con mi compañero de piso,
decidí que era una buena cosa que nuestra relación de trabajo no
incluyese evaluaciones de rendimiento.

Ella también me había dejado el día repleto, lo que resultó ser


beneficioso. La apretada agenda había mantenido mi mente alejada de
Dorian (la mayor parte del tiempo) y de lo que estaba ocurriendo en el
Otro Mundo. Luché con ferocidad, como si cada fantasma o monstruo
con el que me enfrentaba fuesen la misma Katrice. Eran los momentos
entre trabajos los que eran más duros para mí. Entonces no había
ningún combate, sólo mis propios pensamientos.

Mi último trabajo del día fue el más difícil, sin duda fue programado de
esa manera a propósito para que no apareciese en los otros cansada y
herida. Es cierto que me sentía cansada, pero la preocupación por
Dorian mantuvo la adrenalina quemando a través de mí, lo que sabía
me serviría para este último trabajo. Sin embargo, caminando hasta la
casa del cliente, no pude detener las mismas preguntas en mi mente.
¿Por qué Volusian no me ha informado todavía?.¿No habrá terminado
el combate?.

Una mujer joven de aspecto nervioso abrió la puerta y se presentó a sí


misma como Jenna. Ella era quien había hecho la llamada, aunque no
exactamente en su nombre.

-Ella está en la sala de estar, -me susurró Jenna al oído, mientras me


permitía entrar al vestíbulo. Sus ojos estaban muy abiertos por el
miedo. - Ella sólo está sentada allí. Con la mirada fija.-
-¿Habla? ,- pregunté. -¿Responde a las preguntas?.-

-Si… pero… no es ella. Sé que no tiene sentido, pero no lo es. La gente


del trabajo piensa que se ha vuelto loca. Prácticamente soy la única que
todavía habla con ella. Está a punto de perder su trabajo, pero… -Jenna
sacudió la cabeza. -Te lo juro, no es ella.-

-Tienes razón. - Sostuve mi varita con la mano izquierda y mi daga de


plata con la derecha.

-¿Está…? , - la voz de Jenna bajó aún más. -¿Está poseída?.-

-No exactamente. -Lara me había advertido acerca de esto. Inicialmente


había sonado como una posesión, pero los datos sugerían que por
desgracia había alguna cosa más. Una posesión habría sido más fácil. -
Es un fetch. Es como… no lo sé. Su doble. Algo así.-

-Entonces… ¿Qué le pasará a Regan?-.

Dudé. -No lo sé. -No quería decirle a Jenna que había una gran
posibilidad de que Regan estuviese muerta. Ese era el destino habitual
de una víctima de un fetch. Por supuesto, Los fetch normalmente se van
una vez que han chupado toda la energía y la bondad de la vida de su
víctima. Si éste todavía estaba ahí, las posibilidades de que Regan
siguiera con vida eran ligeramente superiores. Aunque… ella, cuando
la encontráramos, podría estar en mal estado.

Me detuve aún en el pasillo, desde donde podía escuchar el sonido del


televisor en la sala de estar. Ajusté las armas en mis manos y me
preparé.

-¿Qué debo hacer? , - preguntó Jenna.

-Espera fuera. No entres hasta que te lo diga… por ninguna razón.-


Una vez que estuvo a una distancia segura, avancé por el pasillo. En la
sala de estar me encontré con una mujer sentada completamente recta
en el sofá, sus manos estaban cruzadas cuidadosamente sobre su regazo
mientras miraba la televisión. Había una inexpresividad en sus ojos
castaños que me indicó que realmente no la estaba viendo. Ni siquiera
reconoció mi llegada. Eché un vistazo a la sala, tomando nota del
espacio y de sus características, evaluándolos para una posible pelea.
Me fijé en un par de fotos colgadas en la pared, eran fotos de grupo, con
Jenna y una sonriente morena que era exactamente igual a la mujer del
sofá. Sin embargo mirándolas a las dos, supe que Jenna tenía razón.
Ésta no era Regan.

-¿Dónde está Regan? -Pregunté. El fetch no me miró.

-Yo soy Regan.-

-¿Dónde está Regan?. - Repetí con dureza. -¿Qué has hecho con ella?-.
Por favor, por favor permite que esté viva. Esta vez, la fetch giró la
cabeza, sus fríos ojos se clavaron en mí y en mis armas.

-Ya te lo he dicho. Yo soy Regan.-

Tuve unos instantes de duda sobre lo que hacer. Matar a la fetch sin
saber la ubicación de Regan haría la segunda parte de este trabajo
mucho más difícil. Sin embargo, mientras la fetch continuaba
mirándome, supe que había reconocido lo que era y la amenaza que yo
representaba. Tenía que hacerlo ahora, confiando en el hecho de que los
fetchs normalmente mantenían a sus víctimas cerca.

Le apunté con la varita y comencé a cantar las palabras que llevarían a


esta criatura de vuelta al Otro Mundo. De ahí es de donde los fetchs
venían, y un destierro lo suficientemente contundente suele ser
suficiente para disuadirlos de regresar. Yo sólo tendría que involucrar
al Inframundo si ella decidía… Ella me atacó.
La fetch no se convirtió en su verdadera forma cuando se abalanzó
sobre mí. Por el contrario, se convirtió en algo intermedio. Todavía
tenía la cara de Regan, pero de un tono verde enfermizo. Sus ojos eran
más grandes y más oscuros y parecía como si se hubiesen estirado. Sus
manos y pies eran más grandes también, y con garras.

Cargó contra mí con toda su fuerza, golpeándome contra la pared que


gracias a Dios no tenía muebles. Le di un rodillazo en el estómago, lo
necesario para obtener la suficiente distancia entre las garras que
trataban de alcanzar mi cara y mi cuello. Retrocedió un poco, no
demasiado, pero lo suficiente como para darme más margen de
maniobra. La amenacé con mi daga de plata y retrocedió. El hierro
podía infligir golpes letales a los Gentry, pero la plata era el metal
elegido para casi cualquier otra criatura.

-Dime dónde está Regan, -dije, avanzando hacia ella. -Dímelo y


simplemente te enviaré de nuevo hacia el Otro Mundo. Haz esto más
difícil y morirás.-Mantenía el equilibrio como siempre lo hacía: mis
armas listas para atacar con parte de mi mente enfocada en la conexión
con el Otro Mundo. El tatuaje de Hecate, una serpiente rodeando mi
brazo, comenzó a hormiguear.

La fetch decidió que yo no era una verdadera amenaza y me atacó de


nuevo. Esta vez conseguí esquivarla, anticipando sus movimientos
gracias a su último ataque. Un fetch podía ser capaz de replicar a
alguien, pero su estilo de lucha era sobre todo la fuerza bruta. Mi
athame cortó su brazo cuando me moví, y ella gruño de dolor,
mostrando sus colmillos que goteaban saliva verde. Le dolió, pero eso
no le hizo desacelerar cuando se abalanzó sobre mí. Le esquivé de
nuevo pero pasé por alto lo que había detrás de mí y choqué
dolorosamente con un armario.

Hice una mueca mientras ella aprovechaba su ventaja para intentar


alcanzarme con sus garras. Escapé por los pelos, arreglándomelas para
alejarme rápidamente hasta el otro lado de la sala. Tengo que
desterrarla decidí. Tenía que mantener la distancia y practicar un
destierro. Sólo necesitaba un par de minutos… y mantenerme con vida.
Empecé a entonar las palabras que la sacarían de este mundo, palabras
que no tenían que seguir ninguna antigua fórmula siempre y cuando mi
poder y la intención quedasen claros. Hizo una breve pausa cuando se
dio cuenta de lo que estaba haciendo y pareció considerar sus opciones.

Un círculo. Tenía que poner un círculo de protección alrededor de la


casa. Había una posibilidad muy real de que intentase escapar. Eso y
matarme eran sus únicas opciones… lo primero sería probablemente
más fácil para ella… y debería liberar a Regan. Pero no quería a esta
fetch caminando libremente por el mundo. Necesitaba enviarla fuera.

El poder surgió de mí y a través de mí pasó a la varita que apuntaba


hacia ella. Esta era su última oportunidad de correr, o como se vio
después, de lanzar la mesita de café hacia mí.

Lo admito, no lo vi venir… literalmente o en sentido figurado. Sin


embargo debería haberlo hecho. Muebles, decoraciones, lo que sea…
eran armas legítimas en una pelea. La fetch no tenía motivos para
limitarse a una pelea cuerpo a cuerpo, y mi athame le había dado una
buena razón para atacar a distancia. La mesa de café era muy sencilla,
un simple círculo de cristal con patas de hierro.

Una estructura de madera habría sido mejor. El marco podría haber


frenado la dispersión del cristal. Esta mesa no tenía nada que la
detuviese, excepto yo. Traté de saltar fuera de su camino,
protegiéndome la cabeza y la cara. Pero no conseguí estar lo
suficientemente lejos cuando golpeó la pared y se rompió. Escozor y
ardor recorrieron mi brazo cuando el vidrio raspó y, sin duda, se clavó
en mi carne.

Mi sentido de auto-preservación me mantuvo en movimiento a pesar


del dolor, pero mi conexión con el Otro Mundo se había roto como el
cristal. La fetch lo supo y dio un salto hacia delante, arriesgándose con
el athame con la esperanza de que estuviese demasiado aturdida y
herida por el cristal como para detenerla.

No lo estaba. No había soltado mis armas y mi athame estaba listo y


esperando cuando llegó hasta mí. Lo hundí en su corazón y comencé el
destierro de nuevo. Con los años, con mi poder creciendo y yo misma
pasando mucho tiempo en el Otro Mundo, estos destierros se habían
vuelto más fáciles. Hubo un tiempo en el que no habría podido herir a
la fetch con mi athame al mismo tiempo que intentaba un rápido
destierro.

Pero ahora el poder fluía a través de mí al mismo tiempo que la fetch se


clavaba en mi espada. No tuvo tiempo de reaccionar para atacar o huir.
La magia se apoderó de ella y desapareció ante mis ojos,
desvaneciéndose entre destellos y luego nada. No sabía la magnitud del
daño que le había provocado el athame. Podría haberlo enviado de
vuelta sólo para morir. O podría sobrevivir e intentar venir tras de mí
en el Otro Mundo tal y como otras criaturas habían intentado. No me
preocupaba. Mis habilidades permanecían constantes en ambos
Mundos aunque mi magia era un poco más fuerte allí, especialmente en
la Tierra Thorn.

Tomé una profunda inhalación de alivio y guardé las armas de nuevo


en mi cinturón mientras me dirigía hacia la puerta principal. Jenna
estaba sentada en el césped con la cara pálida por la preocupación. Se
levantó cuando me vio.

-¿Qué pasó?. ¿Ella está bien?.-

-No estoy segura, - le dije mientras limpiaba el sudor de mi frente. Mi


mano se volvió roja por la sangre. -Tenemos que encontrarla. ¿Tienen
un sótano?.-

-No. -Jenna me siguió hacia el interior y luego se detuvo. -Oh, Dios


mío… tu espalda…-
-No es nada, me ocuparé de eso más tarde.

-Por lo menos… -Alcanzó un lugar entre mi brazo y el omoplato, con


una mueca de dolor mientras lo hacía. Grité y vi como arrancaba un
enorme trozo irregular de cristal. -Estás sangrado mucho…-

-Estoy mejor de lo que Regan estaría. -dije bruscamente, tratando de


ignorar el dolor y la visión de la sangre que salía por donde había
arrancado el fragmento. -Si no hay sótano. ¿armarios?, ¿un desván?.-

-Ambos. -Revisamos los armarios sin suerte, y Jenna asomó la cabeza en


el pequeño espacio del ático. Todavía nada.

-Mierda, -dije. No debería haber permitido que la fetch se fuese sin


haber dicho donde tenía a Regan. ¿Qué pasaba si Regan no estaba
cerca?. ¿Qué pasaba si la fetch había roto la costumbre y había ocultado
a su víctima lejos de casa?. Jenna parecía tan derrotada como yo me
sentía y de pronto alzó la cabeza bruscamente.

-El cobertizo. Hay un cobertizo atrás.-

Salimos por la puerta trasera rápidamente, nos dirigimos hacia la


puerta de un pequeño cobertizo que gracias a Dios se abrió fácilmente.
Allí, acurrucada en posición fetal se encontraba Regan. Jenna dejó
escapar un grito ahogado y ambas nos dirigimos hacia ella. Jenna
incorporó a Regan mientras yo gentilmente la sacudía.

-Regan, despierta. Por favor despierta.-

Por unos momentos me temí lo peor. Entonces los ojos de Regan se


abrieron con expresión asustada y confusa. Su respiración era jadeante e
inútilmente intentó sentarse por sí misma. Su fracaso no me sorprendió.
Cuando un fetch tomaba el control de la vida de alguien, ponía a su
doble en una especie de coma mágico. No hacían falta cuerdas ni
mordazas, simplemente dejan tras de sí una víctima silenciosa e
inmóvil. La capacidad de Regan de despertar, demostró que la fetch se
había ido, pero la mujer había pasado días sin comida, agua o el uso de
sus músculos.

-Está deshidratada, -dije. Estudiando el estado de Regan supe que el


problema estaba más allá de unos cuantos vasos de agua. -Vamos a
llevarla al hospital.-

Jenna conducía, con Regan instalada cuidadosamente en el asiento


trasero. No habló mucho, aparte de un ocasional gemido. Mientras
tanto, en el asiento del copiloto yo trataba de limpiarme con toallitas de
bebé y de sacar trozos de vidrio de mi espalda. La sangre de mi cara
había sido limpiada cuando llegamos a la sala de emergencias, al igual
que de la mayor parte de mi cuerpo, porque no quería responder
preguntas sobre lo que me había sucedido. Tomé prestada la chaqueta
vaquera de Jenna, esperando que los rasguños de mi cara no fuesen
suficientes como para llamar la atención.

Le dijimos al personal que Regan había estado deprimida y no había


estado comiendo. Dijimos que no la habíamos visto durante días y que
nos la habíamos encontrado así esta noche. Como no había signos
visibles de golpes o ataduras, aceptaron nuestra palabra y se
apresuraron a suministrarle líquidos. Probablemente también necesitase
terapia, pero no era lo más urgente en estos momentos.

Esperé con Jenna fuera de la habitación mientras que la enfermera


terminaba de conectarle los tubos correspondientes y un médico le
realizaba un examen más a fondo. Cuando terminaron nos dijeron que
podíamos entrar y que Regan se recuperaría una vez que su cuerpo
tuviese sustento de nuevo. No tenía intención de ir con Jenna. Ahora
que Regan estaba a salvo, mi plan era tomar un taxi de vuelta a mi
coche y volver a casa a limpiarme antes de saltar al Otro Mundo. Lara
podría pasarles la factura más tarde.
-Espera, -dijo Jenna antes de que el médico y la enfermera saliesen. -Mi
amiga está herida. Rompió una ventana para entrar en la casa de Regan
y tiene muchos cortes. -

Negué con la cabeza. -No, en serio, estoy bien.-

Cerré la boca cuando sentí que todos me miraban. Incluso yo pude ver
que la manga izquierda de la chaqueta estaba empapada de sangre.
Había poco que decir después de eso. Jenna se quedó con Regan
mientras me conducían hacia un cubículo de la sala de urgencias. La
enfermera cerró la cortina y me quité la chaqueta. Las cejas del doctor se
levantaron.

-¿Rompiste una ventana?. ¿Con qué, con tu cuerpo?, -llamó a otra


enfermera que empezó a ayudar a retirar los demás cristales y a
desinfectar los cortes.

-Tiré una piedra, el agujero no era muy grande pero no tuve tiempo
para hacerlo más grande. Tenía que llegar adonde estaba Regan.-

-Muy noble, -dijo el doctor, cuya atención estaba en la herida más


grande del hombro. -Y estúpido.-

Alguien con una mejor comprensión de la física podría haberse dado


cuenta de que mis lesiones no estaban muy de acuerdo con las que
habría obtenido al arrastrarme a través de un agujero en una ventana.
Por suerte, el talento de este grupo estaba en otra parte. Los arañazos y
los múltiples cortes fueron tratados con vendas y antisépticos
dolorosos. El gran corte en el hombro requirió unos puntos de sutura.

Yo estaba muy inquieta, todo lo que quería era volver para ver lo que le
había sucedido a Dorian. El personal médico, sin embargo, se ocupó a
fondo de su trabajo. Decidí que debía de estar agradecida de que me
permitieran irme y no forzarme a una estancia más prolongada. Estaba
herida, en mal estado, pero no en peligro de muerte.
-Ya está, -dijo el doctor, justo antes de dejarme ir. Garabateó una receta
y me la entregó, junto con unas instrucciones escritas para el cuidado y
la limpieza de las heridas. -Es para los antibióticos, consíguelos esta
noche. -

-Lo haré, -dije rápidamente. Me dirigió una mirada de advertencia.

-Lo digo en serio. Conozco a los de tu tipo. Piensas que eres invencible,
pero nada de eso puede evitar una infección. Consigue la receta. Limpia
y venda los cortes.-

Estaba en lo cierto con lo de que pensaba que era invencible. Había


tenido puntos de sutura y heridas antes, mi sangre Gentry
generalmente aceleraba mi curación. Pero asentí mansamente,
prometiendo obedecer.

-Bien, -dijo, siguiéndome hacia la sala de espera. -Acude a tu médico de


familia en una semana. Creo que tu transporte está por allí.-

-¿Mi transporte…?. - Miré a mí alrededor por la sala, sorprendiéndome


cuando vi una cara familiar.

-¿Mamá?-.

Estaba apoyada contra una pared, estudiando con ojos ansiosos a todos
en la sala. Cuando me descubrió prácticamente corrió hacia mí,
mirando alarmada mis vendajes. No llevaba abrigo y mi camiseta sin
mangas mostraba las heridas de guerra.

-¡Eugenie!. ¿Estás bien?. ¿Qué has hecho ahora?. -Por alguna razón eso
hizo al médico resoplar de risa antes de irse.

-Estoy bien, -dije de forma automática. -¿Qué estás haciendo aquí?.-


-Soy tu contacto de emergencia. Y no parece que estés bien. -Todavía
estaba sorprendida de verla. Sentí como si hubiese pasado mucho
tiempo. Años.

-Lo estoy, -dije aturdida. -Me han curado. Y tengo esto… -. Sacudí los
papeles. Se apartó el pelo oscuro de la cara, su expresión era cansada y
angustiada mientras nos dirigíamos hacia el coche.

-Nunca es fácil. No contigo, ni con él. -

Le dirigí una mirada de soslayo. -¿Sabe que estás aquí?

-No, -dijo, sacando las llaves. -No es que importase que lo supiera.
Nada habría podido detenerme de venir cuando me llamaron. Pensé
que… bueno, nunca sé que pensar. -

No podía mirarla mientras me sentaba con cautela en el coche. Mis ojos


se llenaron de lágrimas. Había perdido tanto. La había perdido a ella,
bueno no su preocupación maternal. Mucha gente se preocupaba por
mí, pero no era lo mismo. Además me sentía fatal, fatal por hacerla
preocuparse, y por mi culpa, Roland se estaba poniendo en peligro de
nuevo. Me apresuré a pasarme una mano por los ojos y me giré hacia
ella cuando salía de la plaza de aparcamiento.

-¿Desde cuándo llevas gafas?, - le pregunté sorprendida. Unas delicadas


gafas se apoyaban en una cara muy parecida a la mía. Sólo nuestra
coloración era diferente. Mi pelo rojo y mis ojos violetas los había
heredado del Rey Storm.

-Desde hace unas semanas. Son sólo para conducir por la noche.-

Aparté la vista por temor a que mis lágrimas regresasen. Gafas. Qué
cosa más estúpida. Hubo un tiempo en que había conocido todos los
detalles de su vida. Había tanta distancia entre nosotras ahora. Mis
agitados pensamientos culpables sólo se detuvieron cuando ella se
detuvo ante una farmacia a pocas manzanas del hospital.
-¡Mama, no!. Tengo que volver a mi coche y…-

-Puedes volver a poner tu vida en peligro de nuevo muy pronto. Ahora,


permíteme que haga esto.-

-No es mi farmacia habitual,- dije presuntuosa. Ella estaba examinando


las instrucciones para el cuidado de las heridas.

-Sí, bueno, estoy segura de que esta tiene un par de vendas escondidas
en alguna parte.

-Te comportas como una madre. -

Levantó la mirada, un pequeño brillo en sus ojos me recordó cómo eran


las cosas entre nosotras antes. -Soy tu madre.-

La seguí de mal humor y mientras esperábamos por la prescripción me


obligó a llenar una bolsa de gasas, vendas y otros artículos de primeros
auxilios. Yo ya tenía un montón de ellos, pero ella no estuvo tranquila
hasta que los vio en mis manos.

-Realmente te agradezco que hayas venido. - Admití mientras


esperábamos. -Es… es bueno verte. -

Su expresión se suavizó.

-También me alegro de verte a ti, bebé. Te he echado de menos.

-Supongo que Roland no me ha perdonado.-

-Es más complicado que eso, -me dijo. -Todavía te quiere. En serio. Pero
está preocupado. Y no le gusta que vayas…allí. A mí tampoco.-

Aparté mis ojos de nuevo. Sabía que a ella no le gustaba y tenía buenas
razones. Mi concepción fue el resultado de su cautiverio y violación en
el Otro Mundo. Había pasado años ocultándome ese hecho, con la
esperanza de protegerme tanto de mi herencia como de la agonía que
ella pensaba que ese lugar causaba.

-Bueno, eso es complicado también. Tengo que estar allí, mamá. Sé que
no lo aprueban, pero hay gente que cuenta conmigo. No todos son
como tú piensas. No puedo defraudarlos. Ellos… ellos están muriendo
por mi culpa.-

-¿Hay un hombre involucrado?. -

Consideré una respuesta frívola, pero elegí la honestidad. -Sí.-

-La cuestión obvia es… ¿Me gustará a mí?. -

Traté de imaginarme a mi madre conociendo a Dorian y no pude


detener una pequeña sonrisa. -Probablemente no.-

-¿No has vuelto a hablar con Kiyo?. -

Miré hacia arriba bruscamente, mi sonrisa había desaparecido. -Todo se


ha acabado entre nosotros. Me ha defraudado. Lo sabes. Este otro
chico… no lo hará.-

Me libré del resto de la conversación cuando mi nombre fue finalmente


llamado. Guardé la prescripción en el hospital portátil que llevaba en la
bolsa y me sentí agradecida de que mi madre no siguiese con el tema de
mi vida amorosa. Estaba igualmente agradecida cuando me llevó de
vuelta a casa de Regan. No me habría sorprendido si me hubiese dejado
al cuidado de Tim.

Ver a mi madre había provocado en mí sentimientos contradictorios.


Después de haberla perdido, parte de mí sólo quería quedarse y
mirarla, beber de esos rasgos que tanto amaba. Quería que ella me
sostuviera, que fuese mi mamá y se encargase de todo. Y sin embargo…
siempre, siempre, el Otro Mundo estaba presente para mí. No podía
permitirme el lujo de ser una niña en este momento. No tenía el lujo de
ser su hija.

-Gracias, -dije, dándole un abrazo tan cuidadoso como pudimos. -


Gracias por… no sé. Por todo. -

Me sostuvo unos momentos y luego me dio un beso en la frente. -No


hay nada que agradecerme. Solo ten cuidado. -Rompió el abrazo. -Haz
lo que el doctor te dijo. Y por amor de Dios, no termines allí de nuevo.
No quiero otra llamada.-

-Lo intentaré, -dije. Eso nos hizo sonreír, en parte porque sabíamos que
el que tratase de mantenerme fuera del peligro era bastante inútil. -Y
dile a Roland…-No pude terminar pero ella asintió.

-Lo sé.-

La dejé, cargué mi botín en mi coche y conduje hacia mi casa. Regan no


vivía demasiado lejos de mí, sólo a unos diez minutos. El tiempo pasó
volando. Tenía tantas cosas en que pensar que cuando llegué a mi casa
no sabía cómo había llegado hasta allí. El coche de Tim estaba aparcado
en el frente, igual que el de Lara. Eso me sacó de mi propia
autocompasión, inquieta me pregunté qué era lo que me iba a encontrar
en el interior. Encontrármelos a los dos desnudos sobre la mesa de mi
cocina no sería nada bueno.

En vez de eso, estaban acurrucados en el sofá de la sala, viendo una


película. Todo parecía inocente, pero las vibraciones me hicieron
sospechar que no habían visto realmente mucho de ella. Sacudí mi
cabeza con exasperación.

-¿En qué se ha convertido mi vida? -, murmuré mientras dejaba mi


bolso sobre el mostrador.

-¿Has dicho algo?. -preguntó Tim. La cocina y la sala estaban en su


mayor parte abiertas una a la otra. Él silenció la película.
-Nada importante.-

-Pensamos que estarías fuera toda la noche, -dijo. Estuve bastante


segura de que había un tono acusatorio en su voz. Abrí los armarios
revolviéndolos en busca de comida. De repente me estaba muriendo de
hambre.

-Bueno, estate tranquilo. Me iré muy pronto, en cuanto cene algo. -

Lara se giró y me miró por encima del respaldo del sofá. -Las Pop-Tarts
no están… ¡oh Dios mío!. ¿Qué te ha pasado? -

Tim se dio cuenta también de mis vendas. No parecía tan sorprendido


como ella, estaba acostumbrado a verme llegar a casa después de
muchas peleas, pero la preocupación había remplazado su tono
cáustico. -¿Qué has estado haciendo?.-

-Ganando el dinero de la hipoteca. - Puse dos Pop-Tarts en la tostadora.


-¿No es eso lo que me dijiste que hiciera?.-

-Jesús, Eug. Yo no…-

-Olvídalo, -Le dije. -Estoy bien. Pero vas a tener que pasarle la factura a
Jenna Benson, Lara. No pude dársela.-

Lara asintió, todavía estupefacta al ver cómo era mi vida real. Eché un
poco de agua en un vaso y disolví el antibiótico mientras esperaba por
las Pop-Tarts. En cuanto estuvieron hechas me retiré a mi habitación,
para comer algo mientras preparaba una bolsa de viaje. Mientras estaba
haciendo las maletas, mis ojos se detuvieron en un rompecabezas a
medio terminar en mi escritorio. Suspiré. ¿Hacía cuanto tiempo que lo
había comenzado?. ¿Hacia un mes? Me encantaban los rompecabezas.
Solía hacer uno cada noche.

Estaba casi terminando de empaquetar, incluso había incluido los


suministros de primeros auxilios, gracias a un residuo de culpabilidad
por mi madre, cuando la temperatura bajó. Una presencia inquietante
pero familiar llenó la habitación y de pronto Volusian estaba delante de
mí. Estuve a punto de dejar caer la bolsa.

-Ama, -dijo con una falsa reverencia. -He venido a informarle sobre la
batalla.-
Capitulo 8
Hubo una larga pausa mientras esperaba con expectación. Volusian
estaba disfrutando de esto, me di cuenta. Él no iba a explicarme hasta
que le preguntara la razón por la no quería sacarme de la agonía.

-¡Maldita sea!. ¡Cuéntame lo que pasó! -Volusian tenía su cara con


aspecto complacido, lo que yo sospechaba era lo más cerca que nunca
había mostrado de sonreír.

-El Rey Oak está... -Contuve la respiración. -...Vivo.-

-Gracias a Dios. -Por supuesto, pensando en mis propias heridas, "vivo"


puede no significar mucho. -¿Está herido?.-

-Él está bien y está sano.-

La gratitud se mostró en mi cama, sabiendo que mostré mis emociones


en mi rostro. Odiaba mostrar que me gustaba algo delante de Volusian.
Quería mantener una imagen de poder. Esta situación era demasiado
importante, sin embargo. El miedo y la preocupación por Dorian y la
batalla había sido un nudo dentro de mí, que recién ahora me atreví a
soltar.

-¿Y los demás?. ¿Quién ganó?.-

-Sus fuerzas, señora. -Una vez más, el alivio creció a través de mí.
Habíamos ganado. Dorian estaba bien.

-¿Bajas?.-

-Inevitable, por supuesto. -Volusian no se preocupó especialmente por


eso, pero nunca se preocupaba por mucho. -Muerte y heridos en ambos
bandos. El Rey de las Tierras Oak y sus pueblos permanecieron
intactos.-

Esta última parte fue una buena noticia. ¿Pero la muerte y el daño?. No,
no me gustaba eso. Quería saber los números, pero por ahora, eso era
irrelevante. Una muerte era demasiado. Me gustaría obtener todas las
estadísticas que necesitaba pronto de Dorian. Empecé a dar las gracias a
Volusian, pero esa no era la forma en que nuestra relación trabajaba.

-Regresa a la Tierra Oak. Dile a Dorian que en poco tiempo voy a estar
allí. -Volusian dio un pequeño guiño de reconocimiento. Esperaba que
se desvaneciera al instante, pero se detuvo, sus ojos se estrecharon
ligeramente.

-Mi señora ha estado también esta noche en una batalla. -Cambié un


poco, tomé conciencia de las vendas que cubrían mi hombro y la
espalda.

-Sí, desterrando.

-Quién fuera le infligió un gran daño.-

-Eso parece ¿no?.-

-Pero no el suficiente para matarte. -

La mirada que le di fue respuesta suficiente.

-Piedad, -dijo. Desapareció.

-Maldita sea, -murmuré. Me quedé donde estaba, mirando hacia el


espacio. Necesitaba cruzar a la tierra de Dorian pronto, pero por el
momento, permití que la noticia se filtrara en mi cabeza por unos
momentos más. Sólo que una nueva distracción se presentó. La magia
del Otro Mundo se apoderó de mí segundos antes de que hablara una
voz.
-Podrías terminarlo fácilmente, ya lo sabes.-

Salté de mi cama, cuando el fantasma de la montaña apareció ante mí.


En silencio, me maldije por haber empacado mis armas. Desde mi
coronación, los ataques en mi casa habían cesado y me arrullé en un
falso sentido de seguridad. Fue algo descuidado de mi parte. Tonta. Sin
tener cuidado por los otros artículos cuidadosamente guardados volqué
el bolso, sacando todos los objetos fuera. Agarré mi varita, Esperando
para atacar a la fantasma. En cambio, ésta sólo flotaba en el aire, con la
cara en blanco.

-No deberías haber regresado, -le dije, con la vara lista y apuntándole,
cansada como estaba, la magia para desterrarla cosquilleó en mi
interior. -Deberías haberte mantenido al margen.- Se quedó inmóvil, sin
preocuparse de la amenaza que se le presentaba.

-Te lo dije. No puedo. Necesito tu ayuda.-

-Y yo te dije, que no puedo ayudarte…-

-Puedo ayudarte, -dijo. -Yo puedo ayudarte a encontrar la Corona de


Hierro. –

Le puse una pausa a la magia que brotaba dentro de mí y luego la dejé


por completo. La miré con recelo. -¿Cómo sabes eso?. -

Ella se encogió de hombros levemente. -He estado siguiéndote.-

Comencé a trabajar rápidamente las palabras del destierro nuevamente.


Por supuesto que podía seguir. Ella era un fantasma fuerte, uno que
probablemente podría revolotear entre este y el Otro Mundo tan
fácilmente como la veía pasar por aquí. La magia del Otro Mundo, que
ocultaba a tantos espíritus, la haría más difícil de detectar allí. Seguirme
y espiarme sería fácil.

-Ya hemos terminado con esto, -dije, y el poder recorría la varita.


Sin embargo, ella no se inmutó. -La Corona de Hierro, -repitió. -Yo sé
dónde está. Te puedo llevar. -Una vez más, hice una pausa en el
destierro y recordé algo que había dicho Dorian. - El camino está
bloqueado para los espíritus.-

-Sí, -admitió ella. -Pero conozco el punto de partida. Tú ni siquiera


sabes eso. Puedo llevarte allí, y puedes ir el resto del camino por tu
cuenta-.

-No te creo. No tengo ninguna razón para hacerlo. Podrías simplemente


joderme con tu pequeña investigación y luego desaparecer. -

Esto último provocó su emoción. La ira brilló en sus ojos como


cuchillas.

-¿“Pequeña investigación”?. ¡Esta es mi familia!. ¡Sus vidas!. Significan


todo para mí. -

-Significaban, -le corregí. -Es necesario cortar tus lazos con este mundo.
-

Sus labios se juntaron en una línea recta, como si luchara para controlar
su temperamento. -Te llevaré allí primero. Después que obtengas la
corona, me puedes ayudar. Voy a ser quien te llevará a que cumplas
con tu palabra. No tienes nada que perder.-

-Nada, excepto mi vida, -murmuré. -Una corona que no puede hacer


nada, excepto llevarme a algún viaje letal en una gran apuesta. Ni
siquiera creo en la lógica de locos de Masthera.-

-Los demás espíritus dicen que puede hacer lo que ella dice, - dijo la
fantasma. -Son viejos. Ellos lo recuerdan.-

Bueno, al menos una de mis preguntas encontró respuesta. Con el


carácter dudoso de la corona a un lado, entendí cómo un fantasma
como este puede saber algo muy antiguo. El dolor que la ataba a este
mundo podría hacerla fuerte, pero ella me llamó la atención como un
nuevo fantasma, que difícilmente podría saber acerca de algún artefacto
legendario.

-Todo esto es ridículo, -dije. -Es hora de que te vayas.

-Lo es, -ella estuvo de acuerdo. -Piensa en mí oferta. Convócame


cuando estés lista. Mi nombre es Deanna.

Y con la misma facilidad con la que llegó, ella desapareció, derrotando


mi destierro. Es cierto que tenía que ver menos con mi habilidad que
con mi propia duda. Sus palabras habían golpeado algo en mí. Una
pequeña chispa de asombro, extrañada de que tal vez habría alguna
forma extravagante de poner fin a esta guerra. Si las leyendas fueran
ciertas. Si Deanna no estuviera mintiendo. Si yo no muriera
internándome sola en un viaje peligroso.

Sacudiendo la cabeza, me reprendí una vez más por dejar que se fuera.
La próxima vez. La próxima vez la tendría que desterrar al Inframundo,
tan pronto como viera su cara. Por el momento, tenía que ir con Dorian.
Había perdido demasiado tiempo. Reordené apresuradamente mi bolso
y seguí con mi camino.

Tim y Lara seguían sentados en la sala de estar. Reconociendo lo que


significaba la bolsa, Tim puso el televisor de nuevo en silencio, con una
mirada inusual de preocupación en su rostro. -Eug... ¿no crees que ir
hacia Nunca Jamás es una mala idea después de conseguir que te
patearan el culo esta noche?.-

-Deberías ver al otro individuo. -Cambié la bolsa, cuidando de


mantenerla en mi hombro bueno y lejos de mi espalda. -Además, triste
como eso es, creo que estoy más segura allí que aquí. -

Él suspiró, y no pude evitar una sonrisa. Eché un vistazo a Lara. -Estaré


de vuelta tan pronto como pueda. -
Su rostro estaba tan serio como el de Tim. -Yo no creo que estemos
facturando lo suficiente. -

Me reí. -Probablemente no.-

Los dejé por una puerta que se abría cerca de lo de Dorian. También
tenía un ancla en su castillo, y cuando crucé a las inmediaciones, tiró de
mí. Me presenté en una pequeña cámara vacía que reservaba
exclusivamente para el anclaje. Aún herida, no había tenido ninguna
dificultad para hacer la transición. Hace mucho tiempo, no podía ni
siquiera cruzar en forma humana. Yo había llegado como el espíritu de
mi tótem: un cisne negro. Ahora, venir aquí era tan fácil como pasar a
través de una puerta. Mi poder había aumentado, algo que Kiyo y mis
padres temían. No llegué muy lejos en el pasillo adyacente antes de ser
descubierta por un criado.

-¡Su Majestad! -Farfulló, haciendo torpemente una reverencia. -El rey la


ha estado esperando.-

-Ahora llévame con él, -le dije.

La cena había terminado hacía tiempo, y Dorian se encontraba sentado


en una de sus habitaciones elegantes, rodeado por un puñado de
consejeros y generales. Para mi sorpresa, Masthera estaba sentada allí
también, en un rincón donde observaba más que participaba en la
reunión. El rostro de Dorian se mostraba tranquilo y sereno al hablar
con los demás, pero su expresión se quebró un poco cuando me vio.

-¡Eugenie!

En unos pasos estaba al otro lado de la habitación. Algo crujió dentro de


mí también, algo que estaba tan, tan feliz de verlo vivo y bien. A pesar
del informe de Volusian, tenía que ver a Dorian vivo por mí misma. Mi
corazón se hinchó, y dejé de lado mi aversión por las costumbres de los
Gentry. Dejé la bolsa y puse mis brazos alrededor de su cuello, en busca
de sus labios antes de que él apenas pudiera incluso tener sus manos en
mí. Agarró mis caderas cuando nos besamos, el poder de ese beso
barrió mi cuerpo y lo llenó de calor cuando me apreté contra él. Fue de
repente fácil entender por qué los Gentry a veces sentían la necesidad
de tener relaciones sexuales en público.

No tenía esa opción porque las manos de Dorian se habían deslizado


hasta mi cintura y se congelaron cuando tocó los vendajes. Él se apartó
bruscamente estudiándome con asombro. Todavía llevaba mi camiseta,
dando una visión completa de la obra del hospital.

-Santo cielos, mujer, -exclamó. -¿Qué te pasó? -Le di una especie de


encogimiento de hombros tan indiferente como pude.

-Me metí en una pelea. Para desterrar a alguien. -Se me quedó mirando.
-Ella lanzó una mesa sobre mí. -Dorian miró más allá de mí, al criado
que me había acompañado a la habitación.

-Tráeme un sanador.-

-No, no, -dije. El hombre vaciló, mirando entre nosotros, dividido entre
dos jefes. -Necesitas tus curanderos para los ejércitos. Esto se ve peor de
lo que es. -Eso no era del todo cierto. Los analgésicos que me habían
dado se habían agotado, por lo que los arañazos me causaban picazón y
dolor. Sin embargo, no podía quitarme las palabras de Volusian sobre
las muertes y los heridos. No alejaría a ningún curandero de los
ejércitos. Le dí a Dorian una mirada de advertencia. -Estoy bien. -
Regresó mi mirada, bloqueándonos en una breve batalla de voluntades.

-Muy bien, -repitió. -Él miró al sirviente. -Ella dice que está bien. No
cuestionaré a mi señora. Ven con nosotros, querida. ¿Supongo que tu
pequeña mascota despreciable te dijo lo esencial? .-

Una silla fue llevada rápidamente para mí, y me uní a la reunión. Los
detalles de la misma se me escapaban. Yo no era estratega, no para este
tipo de guerra. Las peleas mano a mano eran lo mío. Sobre todo escuché
al grupo, no siempre comprendiéndolos, mientras ellos estudiaban
mapas y discutían el movimiento del ejército y los objetivos
estratégicos. Las fronteras y zonas con recursos… como mis minas de
cobre… parecían ser una prioridad de protección, y esa fue la única
parte que realmente entendí.

La parte que realmente se me quedó grabada fue el resumen de esta


batalla. Fue muy larga, a pesar de que nuestra superioridad numérica
había asegurado la victoria casi desde el principio. Las ciudades y los
alimentos estaban a salvo. El número de víctimas fue breve. Dorian y
sus asesores parecían contentos por ello, por considerarlo bajo. Supuse
que eso fue debido al porcentaje en relación con el ejército que tenían.
Sin embargo... habían muerto personas. Gentry o no, no importaba.
Tenían familias, personas que los amaban. Personas que los lloraban.
Sentí mi estómago revuelto.

Se levantó la sesión con los planes para nuestro próximo movimiento,


planes a los que asentí en forma automática cuando fui consultada.
Todo el mundo se fue derecho a la cama, excepto Dorian, Masthera y
yo. La placentera y lacónica mirada que Dorian mantuvo para su
equipo desapareció , en cuanto estuvieron fuera de nuestra vista. Se
volvió hacia mí, con la indignación en aquellos hermosos ojos.

-¿En qué pensabas?. Yo era el que se suponía que se estaba enfrentando


a un ejército hoy. No tú.-

-Yo no, -repliqué. -Sólo fue un fetch. ¿He mencionado la mesa?.-

-Estás bromeando con eso.-

-No más de lo que tú sueles hacerlo. -Fruncí el ceño. -Y esto no es


nada... nada comparado con lo que tú y los demás se enfrentaron. -

Su expresión se volvió indiferente. -Tuvimos una gran victoria.-


-Tenemos diferentes ideas de la victoria, -dije tristemente. Mis ojos
aterrizaron en Masthera, que nos miraba con atención. -¿Qué estás
haciendo aquí?.-

Ella pareció leer mi pregunta como una invitación y se trasladó a una


silla cercana. -Esperando por usted, Su Majestad. Sentí que iba a venir. -

Me burlé de ella. -Volusian vino y te dijo que iba a venir. -

El comentario no le molestaba. -Usted ha venido para discutir sobre la


Corona de Hierro.-

-No lo creo. -Sin embargo, me encontré con el ceño fruncido cuando


unos locos pensamientos se arremolinaron en mi cabeza. Dorian enarcó
una ceja de sorpresa.

-¿Es eso cierto?. Dejaste tus sentimientos en claro la última vez.-

-Ellos realmente no han cambiado, -admití. -Todavía no lo veo como un


fin práctico para todo esto. Excepto... bueno, una fantasma vino a mí
hoy.-

-Los fantasmas siempre van a ti.-

-Sí, sí. Pero ésta dijo que ella me podía llevar a la corona. O más bien, al
lugar que la rodea. Ella necesita un favor y me ofreció este a cambio. -

Los ojos de Masthera se abrieron, y ella se inclinó hacia delante. -¡Eso


es! Lo que he visto. Esto le llevará a la corona.-

-Suponiendo que este fantasma no es parte de un elaborado plan para


matarme, -le dije. -No sería la primera vez.-

-No, no, -dijo. -Esto es real. Lo siento. He tenido una visión de ti


coronada. -
Dorian le dio una mirada penetrante. -Basta ya. No importa si este
fantasma está diciendo la verdad. Yo no voy a enviar a Eugenie a un
paisaje de pesadilla. -

-Oye, no me envías a ninguna parte, -repliqué.

Me miró. -Por favor. No empieces con tu orgullo herido por burlarme


de tus capacidades. Eres una gran guerrera, lo acepto. Consigues
derrotar a las mesas y todo tipo de demonios. Pero esto... no. El riesgo
es demasiado grande, y yo no podría ayudarte.-

-Pero Su Majestad, -exclamó Masthera. -Usted ve la oportunidad. El fin


de la guerra. El poder. El temor que ello inspirará, entre otros.-

-Mi propio miedo es más que suficiente, gracias, -dijo él secamente.

El fin de la guerra. Un pensamiento que me parecía asombroso.

-Los Gentry sufren en los campos de hierro... pero yo no soy la única


medio humana. Yo podría llevar a Jasmine conmigo. - A Jasmine el
hierro no le afectada casi tanto como a mí. Si lo tocaba, no le causaba
ningún dolor, los puños vinculantes apretados sólo disminuían su
magia. De lo contrario, que yo supiera, sólo tener el hierro cerca no era
suficiente para atenuar su poder.

-No, -dijo Dorian con rapidez. -Por supuesto que no. No dejaría a tu
inestable hermana ir a ninguna parte cerca de esa corona.-

-La reina tiene razón, sin embargo, -dijo Masthera. -La hija menor del
Rey Storm puede que esté protegida por la sangre humana.-

Esperaba otra negativa de Dorian, pero él permaneció en silencio. Me di


cuenta que en realidad él estaba considerando esto , si Jasmine sería
compañía segura… o no lo sería.
-No, -repitió por fin. -Si de alguna manera ella toma el control de la
corona... Bueno, no me gustaría ver eso. Ella ansía demasiado el poder.-

-Pensé que la corona no tiene poder en sí misma, -dije con recelo.

-No lo tiene, pero si ella la tuviera, otros creerían que ella sería la hija a
la que hay que temer. En este momento, llevas ese honor. Me gustaría
que siga siendo así. No puedes ir con un compañero peligroso.-

-Su Majestad, -Masthera lo intentó de nuevo.

-Basta, -dijo Dorian, poniéndose en pie. -Es tarde. El debate ha


terminado, y yo quiero ir a la cama. Estás despedida.-

Masthera parecía molesta, pero no contradijo a su señor. Después de


una breve reverencia a cada uno de nosotros, se escabulló. Nos
quedamos así, permanecimos en silencio mientras caminábamos por los
pasillos, más allá de los guardias apostados. Tan pronto como
estuvimos solos en la habitación de Dorian, me volví hacia él.

-¡Tienes un montón de descarada mierda!. No vuelvas a hablarme así


delante de alguien, como si tú tuvieras todo el poder aquí. Somos
iguales en esto, ¿recuerdas?. -

Él sonrió y se quitó el manto y la camisa. -Por supuesto que lo somos. Y


a veces los iguales intercambian poder. Cuando se trata de ti tomando
decisiones insensatas, yo ejerzo el poder. -

-Cuando se trata de mí tomando decisiones insensatas, que… no


importa. Mira, si existe la posibilidad de poner fin a este
derramamiento de sangre con tan poco como sea posible, lo quiero. -

-Al igual que yo, -se puso delante de mí y pasó un dedo suavemente
por el costado de mi cuello. -Pero no a costa de tu vida o tu reputación.
Busca una mejor opción, y podrás ir. -Trasladó sus manos hacia abajo y
cogió los bordes de mi camisa, levantándola con cuidado por encima de
mi cabeza, sin tocar las vendas.

-Ahí vas de nuevo, -gruñí. -Actuando como si tuvieras el control de


esto.-

-Lo tengo. Así como puedo controlar esto. -Él se agarró de mi cintura y
me tiró contra él, aplastando sus labios contra los míos en un beso feroz,
que me dejó sin aliento cuando me las arreglé para apartarme.

-No controlas nada, -le dije. Sin embargo, ese beso y su cercanía me
hicieron doler por la excitación. Tal vez era mi enojo o la adrenalina
residual de todas mis recientes peleas. Tal vez era por el alivio al verlo,
no importa lo mucho que él me molestara ahora. Cada vez que volvía
de la batalla, el sexo era su manera de realmente confirmar que estaba
vivo y seguro. Hoy, he compartido eso. Él estaba vivo. Yo le quería, y él
lo sabía.

-¿Lo ves? -Sus labios se movían a mi cuello, y sentí el borde de sus


dientes. -Tengo el poder aquí...y a ti te gusta así…-

-Yo…eso es... –. Formar palabras coherentes era difícil por razones


obvias. Su boca era demasiado molesta, al igual que el resto de su tacto.

Movió los labios cerca de mi oído, con sus manos sobre mis pechos.
Empujé hacia abajo sus pantalones, sintiendo lo duro que estaba
cuando mi mano se deslizó sobre él.

-Te conozco, Eugenie. Sé lo que quieres... ¿y aquí?. Me quieres en


control. En realidad, esas heridas que insistes en conservar es todo lo
que me está impidiendo que te tire contra la pared o a la cama. -

El resto de la ropa cayó, pieza por pieza, mientras que todavía


intentábamos algún tipo de debate. -Supongo que no estás tan en
control como piensas, -le dije. Estábamos apretados, piel desnuda
contra la piel desnuda. Nos las arreglamos para permanecer envueltos
entre sí a medida que nos acercábamos a la cama.

Sus manos se deslizaron a lo largo de mis pechos, deteniéndose


brevemente en mis pezones. Entonces, evitando cualquier área herida,
se apoderó nuevamente de mis hombros, y yo esperaba que de todos
modos, me tirara a la cama. En su lugar, me empujó hacia abajo sobre
mis rodillas, para que mi espalda estuviera apenas una pulgada en la
cama y se puso de pie justo en frente de mí. La punta de su hinchada y
enorme erección estaba justo frente a mis labios, al igual que la última
vez que habíamos estado juntos, salvo que yo había estado en mí en
aquel entonces.

-Todavía tengo el control. Puedo hacer que hagas todo tipo de cosas, -
murmuró. -Ahora, ¿vas a hacer esto por tu cuenta?. ¿O tengo que
hacerlo yo?.-

No fue necesaria ninguna sugerencia. Separé mis labios y me lo llevé a


la boca. Al igual que la última vez que habíamos tenido relaciones
sexuales, se sintió tan grande y largo que apenas podía caber mientras
lo chupaba y mis labios se deslizaban a lo largo de ese eje. Se dio cuenta
de que me estaba frenando y chasqueó la lengua en desaprobación.

-Tú puedes hacerlo mejor que eso. -Sus manos se enredaron en mi pelo,
y acercó más mi cabeza, obligándome a que más de él entrara en mí,
más de lo que pensé que podría tomar mientras sentía que tocaba el
fondo de mi garganta. -Más... -respiraba. -Toma más... o te voy a
hacer....

Aumenté mi velocidad y la intensidad con la que lo llevaba a mi boca


una y otra vez. Era todo lo que podía hacer, y él lo sabía, pero eso no
importaba. Este era un juego, un juego de poder. ¿Decidir adónde iba
yo y en dónde luchaba?. No. Él no podía hacer eso. ¿Pero aquí?. Él
podía jugar a ser el jefe.
-Todavía no es lo suficientemente bueno, -dijo. Él se hizo cargo de mí, y
tal como lo había hecho la última vez, lo metió en la boca de manera
constante y fuerte como si lo tuviera entre mis muslos. Me agarró del
cabello y me hizo mirarlo a los ojos, mientras me veía obligada a tomar
tanto de él en mi boca como él quería.

-Me gustaría que hubieras hecho esto abajo. Debería haberte tomado...
al instante en que entraste en la habitación... -Él todavía tenía ese tono
suave y controlado en su voz, pero que se quebraba un poco cuando el
placer de esto comenzó a emerger. -Deseo que toda la corte pudiera ver
esto. Eres tan hermosa... tan hermosa con la boca llena de mí... más
hermoso aún cuando hecho mi semilla dentro de ti... -Me estremecí,
haciendo un pequeño gemido de deseo. Él estaba bombeando más
fuerte ahora, casi era incómodo para mí, sin embargo, me causaba un
estremecimiento. -Esto fue... lo que querías..., ¿no?. ¿La última vez?, -
dijo él con voz baja y tensa, con su cuerpo de repente tenso. -¿Esto?.-

Él se vino, y el líquido caliente explotó en mi boca. A pesar de que se


desaceleró, todavía siguió entrando y saliendo mientras él se liberaba
dentro de mí. Entonces, lo sacó, terminando su orgasmo y
derramándolo en mis labios y pechos. Tosí un poco y me deslizó un
dedo por los labios.

-Golondrina, -susurró. -Trágatelo todo.

Lo hice, estaba sorprendida de que él había sido capaz de venirse tanto


en mi boca como en mí. El dedo jugando con mi labio se deslizó a lo
largo de la cara y hasta mis pechos, frotándolos con su semen. Cuando
el dedo volvió a mis labios, sabía lo que quería. Lo tomé en mi boca y
lamí el dedo, chupándolo hasta que no quedaba nada. Sonriendo, me
ayudó a levantarme de la cama y puso a mi lado, donde continuó
dándole masajes a mis pechos pegajosos.

-Un despilfarro, -dijo al fin. Yo sabía que era una gran concesión para él
renunciar a la relación sexual. –Es un despilfarro, pero agradable.-
-Viendo que esto era lo que quería, tal vez , después de todo, yo tenía el
poder, - bromeé.

-Calla, mujer, -me reprendió con buen humor. Él me cambió de posición


de nuevo, así mi cabeza descansaba sobre su pecho. Su mano se deslizó
por mi cuerpo, sus dedos se movían entre mis muslos tan hábilmente
como lo habían hecho bajo la mesa. Gimió al sentir lo mojada que
estaba. -Un despilfarro, lo digo. -

Me reí, moviéndome hasta darle un beso. -Ya te he dicho antes, que


no… ah...

Burlándose mis pensamientos se desvanecieron, y pronto todo lo que


me consumía eran sus dedos acariciándome más y más rápido. Él trajo
de nuevo sus labios a los míos por lo que fueron encerrados en un beso
cuando me vine. El placer agonizante irradiaba a través de mi cuerpo
con su toque, y mis gritos se callaron en ese beso. Él me soltó sólo
cuando mi temblor se detuvo y mi respiración se calmó, y puso de
nuevo mi cabeza contra su pecho. Con una mano me acariciaba el pelo
mientras que con la que acababa de hacerme venir se movía sobre la
parte baja de mi espalda desnuda. Los dos suspiramos de contentos, y
yo cerré los ojos, el agotamiento de las batallas del día, finalmente me
había alcanzando. Yo estaba casi dormida y pensé que era demasiado…
cuando sus tranquilas palabras me trajeron de vuelta a la conciencia.

-Masthera está en lo cierto. La corona puede resolver muchos


problemas. -

Sí, definitivamente estaba despierta. -Pensé que no creías eso.-

-Oh, no. Creo que podría poner fin a esta guerra. Creo que haría a
Katrice encogerse de miedo. -Suspiró. -No quiero tomar riesgos. No
puedo enfrentar el perderte. -

Mi corazón se ciñó a sus palabras. No sabía qué decir y sólo le rocé los
labios contra su pecho.
-Y ambas están en lo cierto-, continuó. -Que si no puedo... si no puedo ir
contigo, entonces un compañero mitad humano es la opción ideal. -

Ahora verdaderamente me sorprendió. Levanté la cabeza, casi sin creer


en lo que había oído.

-Entonces, ¿qué estás diciendo?. ¿Qué debo ir con Jasmine después de


todo?.-

-No. Eso sigue siendo una idea horrible. Pero no es tan horrible como
esta -Dio otro suspiro, que parecía que le causaba dolor. -Debes llevar
al kitsune.-
Capitulo 9
Me apoyé de manera de poder ver la cara de Dorian. Incluso en
condiciones de poca luz, pude ver que hablaba en serio.

-¿Quién?. ¿Kiyo?, -pregunté con asombro.

-No, el otro molesto kitsune de tu vida.-

-¿Por qué... por qué sugieres algo así?.-

-Excelente pregunta, -murmuró. Su ceño se frunció con el pensamiento,


luego se relajó con resignación.

-Debido a que su sangre humana lo protegería, aparte de mis opiniones


personales sobre él, es un buen compañero en una pelea. Lo más
importante es que él no tendría ningún interés en la corona. Tampoco
sería de alguna utilidad para él. -

Cada una de esas razones era cierta. Pero había un problema obvio.

-Kiyo no me ayudará. Ya no es así. Jasmine estaría más dispuesta,


aunque sólo sea para tener una oportunidad de escapar. -La pelea que
Kiyo y yo habíamos tenido en las montañas todavía estaba fresca en mi
cabeza. Esto trajo una sonrisa a los labios de Dorian, y perdió sus dedos
por mi brazo.

-Dudas de tu propio encanto. El kitsune te ayudará, si se le pides


amablemente. Él no está en contra tuya en todo lo que haces. Y también
quiere la oportunidad de algún modo temerario de poner fin a esta
guerra.-

-Temerario... Te diste vueltas una y otra vez sobre la inutilidad de la


corona en sí misma. ¿Y ahora estás dispuesto a...? -casi digo "permitir",
pero recordé mis palabras anteriores. Dorian no dictaba mi vida, -¿…a
aceptar que me vaya con mi ex-novio?.-

-Esta es una solución aceptable. Todavía peligrosa... pero creo que


ustedes dos lo conseguirán. Y confío en ti -, dijo Dorian simplemente. -
Como tú confías en mí. -

Le miré a los ojos oscuros a la luz de las antorchas parpadeantes,


aunque la forma llamativa de su cara y piel blanca brillaban como una
obra maestra de mármol. -Confío en ti. -

Él sonrió de nuevo. -Bien, haremos planes por la mañana. Pero por


ahora... -La sonrisa dio paso a un bostezo. -Tengo que dormir. Este ha
sido un día largo. -Era cierto. Había sido parte de una batalla épica y
también hicimos el amor (o como quieras clasificar esa mierda
ensortijada) como unos profesionales. Mi día había estado muy
ocupado también, por no decir menos. Bajé mi cabeza, acurrucándome
de nuevo contra él, y pronto me dormí a pesar de la chocante
sugerencia que él acababa de hacer.

Cuando nos despertamos, sin embargo, la corona se convirtió en


nuestro tema inmediato del desayuno matinal. Habíamos optado por
un desayuno privado en una pequeña mesa en el salón contiguo a su
dormitorio. Después de escuchar hablar sobre mí caminando
trabajosamente por los alrededores con su bata demasiado larga, él
había tenido que hacerme una propia para estas fiestas de pijamas, era
de terciopelo blanco con bordados de oro. Era un poco más elaborada
de lo que yo hubiera preferido, pero se sentía bien contra mi piel
desnuda. Las heridas sin duda apreciaban la ropa muy floja.

-Invítalo a tu castillo, -dijo Dorian. Completamente descansado, había


cambiado por completo en el modo de astucia, probando apenas la
propagación de elaboradas pastas y carnes que sus sirvientes habían
puesto delante de nosotros. -Los dioses saben que no va a venir aquí.-
-O a Tucson, -sugerí después de tragar una versión Gentry de un rollo
de canela. Tal vez podría pedir la receta a Tim. -Probablemente él
vendría a mi casa de allí. -

Dorian lo consideró. -No. Consigue que venga a este mundo, a tu


dominio, para que puedas salir tan pronto como sea posible. Por encima
de todo, no debes, bajo ninguna circunstancia, permitirle que vaya a
consultarle a Maiwenn para ver que piensa. -

Me tragué otro bocado y sonreí. -¿Crees que ella estaría celosa?.-

-Esa es la menor nuestras razones. -Él marcó entonces con los dedos. -
Recuerda, ella te teme. A nosotros. No vería esto como un fin de la
guerra. Podría verlo como tu pelea por el poder. Y, ¿quién sabe?. Puede
que el kitsune puede que no tenga interés en usar la corona para él
mismo, pero ella podría convencerlo para que se la llevara.

-Ella no está compitiendo por el poder, al menos es lo último que supe.


Además, ganar la corona es lo importante, ¿verdad? Si sólo se la diera a
ella, nadie la respetaría por ello. Y si incluso no puede entregarse...
pensé que regresaba a su casa cuando estaba lejos de su dueño. -

Dorian no respondió de inmediato. -Es cierto. Pero todavía apartaría la


corona de ti. Y no debemos olvidar que ella podría simplemente
hablarle de ello debido a que se preocupa por su vida. -El tono de
Dorian implicaba que se trataba de una preocupación menor. -No, no le
des oportunidad de que hable con ella. Invítalo y pídeselo, ruega si es
necesario para que te ayude. Recalca cualquier razón urgente para
trabajar. La necesidad de poner fin a la guerra. El ultimátum del
fantasma.-

Apoyé el rollo y golpeé mi vaso de agua distraídamente. Todo esto


estaba empezando a hacerme sentir extraña. -Hay un montón de
conspiración por aquí.-
-Siempre la hay, en la política, en la guerra, incluso en el amor. Pero
esto puede ayudarnos más de lo que puedes imaginar. Debemos poner
nuestra fe en el viejo adagio de que el fin justifica los medios. -

Suspiré. -Muy bien, entonces, lo haré. ¿Cuándo?.-

-Tan pronto como sea posible. Katrice se está reagrupando. Podemos


tomar ventaja de eso. Todo el suave y calculador semblante se
desvaneció. - Aunque no me gustaría perderte. -

-Hey. -Crucé la mesa y puse mi mano sobre él. -No pienses en ello como
perderme. Es como si me fuera a Tucson por unos días. -

Él hizo una mueca. -Salvo que tu pequeño trabajo humano no tiene


tales riesgos. Por otro lado. Me gustaría que dejaras que mis curanderos
se ocuparan de esas heridas antes de irte. -La costura del corte picaba,
aunque el resto no me estaba molestando. Probé el rango de
movimiento en el brazo izquierdo. Fue difícil, pero lo moví.

-Deja que tus curanderos sigan trabajando aquí. Le voy a decir a Shaya
que revise los vendajes. -Ella no tenía la habilidad de un curandero pero
podía hacer algunos parches rápidos. A Dorian no le gustaba eso, pero
dejó pasar el asunto. Terminamos el desayuno, repitiendo lo poco que
él sabía acerca de la ruta de acceso a la Corona de Hierro. Cambié mi
traje por mi ropa normal, después uno de sus siervos limpió el vendaje
de mi espalda. Mi madre estaría orgullosa, ya que seguí las órdenes del
médico.

No sabíamos dónde estaba exactamente Kiyo, aquí o en el mundo


humano, pero Dorian le envió un mensajero a la corte de Maiwenn,
invitándole a la mía. Nadie de nuestras tierras sería recibido con los
brazos abiertos en su territorio, pero ella permitiría que pasara un
mensajero y era de esperar, que nos hiciera saber si no estaba en el Otro
Mundo. También envié a Volusian con Tim y Lara, para advertirles que
me iría por un tiempo, y para que cancelara todas mis citas. A Lara no
le gustaría eso, pero tenía la sensación de que sería la menor de sus
preocupaciones cuando estuviera frente a Volusian por primera vez.

Cuando el momento de irme llegó, Dorian no pudo ocultar sus


sentimientos en conflicto. La parte de él que siempre buscaba la ventaja
y el control quería la corona. La parte de él que me amaba se
preocupaba por lo que yo estaba por enfrentar.

-Todo saldrá bien, -le dije envolviendo mis brazos alrededor de él. -Soy
hija del Rey Storm, ¿recuerdas? Esto va a ser fácil. Y bueno, si la
fantasma está mintiendo, estaré de vuelta esta noche.-

-No sé que preferiría, -reflexionó. Apoyó la mano detrás de mi cuello y


me dio un largo, largo beso. -Ten cuidado, Eugenie, lucha duro, pero
ten cuidado. Y toma esto. -De un bolsillo oculto en su capa, saco algo
que brillaba y me lo entregó. Lo levantó. Era un anillo, colgando de una
cadena fina. Ambos eran de oro. Un diamante rodeado de zafiros,
destacaba en el anillo, que estaba formado para parecerse a un círculo
de hojas.

-¿Es mágico? -le pregunté.

Él negó con la cabeza. -Sólo es algo para que me recuerdes. Sólo es algo
en que pensar. -

Lo miré con atención. El matrimonio pasaba entre los Gentry, aunque


no tan a menudo como entre los seres humanos. Teniendo en cuenta
nuestra tasa de divorcio, tal vez eso era inteligente. Ellos no se daban
anillos de compromiso como hacían los humanos, pero él conocía la
costumbre de mi mundo. Este anillo de repente me puso incómoda.

-Es algo hermoso, -dijo, al ver mi reacción. -Para una persona hermosa.
Sabía que no lo usarías en tu dedo, por lo que lo puse en una cadena. -
Asentí con la cabeza. A veces, un regalo era más que un regalo,
especialmente cuando alguien tenía miedo de que su amada pudiera
morir pronto. Lo besé otra vez.

-Gracias.-

Yo había venido sola a través del mundo de los humanos, por lo que
envió una escolta conmigo de vuelta a la Tierra Thorn. Nadie, excepto
Dorian y Masthera sabía lo que iba a hacer, pero el grupo podía sentir
que algo grande estaba a punto de suceder. La tensión crujía a nuestro
alrededor mientras viajábamos. Al igual que muchos, estos soldados
nos consideraban a Dorian y a mí un centro neurálgico. Apenas podían
esperar para ver qué iba a pasar. Kiyo no me esperaba en la Tierra
Thorn, no es que yo hubiera esperado los resultados rápidamente. El
rechazo no había venido de Maiwenn, lo tomé como una buena señal.

-¿Cuáles son sus planes y los de mi señor?, -preguntó Rurik cuando me


vio. -Tiene esa mirada.-

-¿Cuál mirada?, -le pregunté con curiosidad. Me recordaba a Tim.

-La mirada que dice que está planeando algo.-

Giré los ojos.- Elocuente como siempre, Rurik.-

-¿Debo preparar a los guardias?, -me preguntó, encogiéndose de


hombros por mi comentario. Shaya se unió a nosotros, y luego se
desplazó en sus brazos.

-No. Lo haré sola. Bueno, no exactamente. Kiyo se viene conmigo.


Espero. Él debería llegar aquí hoy. -Hablé con más confianza de la que
sentía. A pesar de las certezas de Dorian, todavía no estaba segura de si
Kiyo me ayudaría o no. Rurik y Shaya se miraron. -Dejen de hacer eso, -
les dije. -Es perfectamente platónico. Dorian lo sugirió. -
Rurik parecía que todavía tenía algunas cosas que decir al respecto,
pero Shaya le interrumpió. -El Rey Linden escribió de nuevo. No se
unirá a nosotros, pero tampoco luchara contra nosotros.-

-No es la mejor de las noticias, pero tampoco la peor. Vamos a ver si


viene arrastrándose cuando su poder esté en disputa. -Las palabras
salieron con más veneno de lo que esperaba. Rurik parecía aprobarlo.
Shaya hojeó más papeles.

-A Caria, la Reina Laurel, le gustaría reunirse contigo y discutir la


guerra, sin embargo. -Yo no sabía nada de esa tierra.

-¿La hemos contactado?.-

-No, -dijo Shaya, dándome una mirada significativa. -Pero su reino está
en las fronteras de la Tierra Linden.-

-Ah. -Sonreí, mi comentario a Ranelle de que los demás estarían


mirando a la tierra de su rey mientras su poder se desvanecía era cierto.
Al rechazar mi oferta para defenderse de eso, había permitido que
alguien más me solicitara por otro lado para esa disputa en el futuro. -
Va a arrepentirse de su neutralidad más tarde. A ver si Caria puede
reunirse con Dorian, mientras que yo me voy. -Dorian entendería
perfectamente la situación. Pensé que eso era y comencé a salir.

-Hay una cosa más -agregó Shaya, torciendo una trenza negra que era
un hábito nervioso de ella. -A Girard le gustaría verte.-

Su inquietud me hizo pensar que algo malo iba a venir, pero Girard era
una de las pocas personas que rara vez te entrega una mala noticia. En
todo caso, por lo general entregaba regalos, subiendo siempre con
alguna nueva pieza maravillosa de artesanía. Algunas piezas, como la
espada de Dorian y las cadenas de Jasmine, se las encomendé
específicamente. A veces, sin embargo, la inspiración golpeaba al
artista, y presentaba algún collar o diadema trabajada estrechamente
que estaba segura estaba más allá de la habilidad humana. Él incluso
podía tocar el hierro en cantidades muy pequeñas.

-Estoy segura de que ha hecho algo grandioso, pero no estoy de humor


hoy, -le dije. -Quiero ver a Jasmíne. -

-Él no está aquí para mostrar su trabajo, quiere presentarte a su


hermana. -Le miré expectante y pareció sorprendida por mi falta de
reacción. -¿Nunca has oído hablar de ella?. ¿Imanuelle de la Colline?. –

Negué con la cabeza. -¿Tendría que haberlo hecho?. -

Shaya se encogió de hombros. -Tal vez no. Pero creo que la


encontrarás... interesante. Sólo tomará un minuto.-

Es cierto que tenía prisa, pero la actitud de Shaya me intrigó. Fuimos al


taller de Girard, las habitaciones que le había dado estaban en el borde
exterior del castillo, en el caso de que en su trabajo necesitara utilizar el
fuego. Estaba inclinado sobre una mesa, los dedos trabajando por arte
de magia en un conjunto de metales y piedras preciosas.

-¿Otra corona?, - le pregunté con diversión. Parecía ser su cosa favorita


para hacer. Girard me miró, sorprendido, y se inclinó.

-No, su Majestad, es algo que el Señor Rurik ha solicitado, si desea otra


corona... -

Lo deseché en silencio. -No, no. Dios sabe que tengo un montón. Casi
parece del estilo de Rurik, sin embargo.-

Girard no hizo ningún comentario. La confidencialidad del cliente,


supuse. Se volvió y señaló hacia el lateral de su taller, que se abría. Una
mujer estaba allí, y de alguna manera no me había fijado en ella al
entrar, lo que parecía imposible. Ella y su hermano compartían la
misma piel oscura y pelo negro, así como el gusto por la ropa de colores
brillantes. El vestido que llevaba era de seda verde azulado
impresionante, más corto que la mayoría de vestidos de los Gentry.
Aunque me dio la impresión de que era por utilidad, no por atracción
sexual.

-Su Majestad, -dijo, barriéndome una reverencia. También como Girard,


tenía un acento francés que sonaba débilmente atado a sus palabras.

-Esta es mi hermana, Imanuelle, -dijo. Al igual que Shaya, parecía


esperar que yo supiera quién era su hermana.-

-Es un placer conocerte, -le dije. Cuando nadie dijo nada, me moví
inquieta, impaciente por irme. Al ver esto, Imanuelle se adelantó, con
pasos graciosos y ágiles.

-Su Majestad, -dijo. -He venido a ofrecerle mis servicios, si usted quiere
contratarme. -

Eché un vistazo a las otras caras, en busca de más información, pero no


recibí respuesta alguna. -¿Qué haces?, -le pregunté. - ¿Trabajas el metal
como Girard?.-

Una sonrisa maliciosa cruzó el rostro de Imanuelle, había comprendido


que yo realmente no sabía quién era ella y parecía disfrutar de eso. -No.
Mis talentos son de una naturaleza diferente... -Vi un leve gesto de su
mano, y de repente, el vestido de seda verde azulado se volvió amarillo.
Un momento después, cambió la forma por completo, convirtiéndose
en un vestido de terciopelo que fluía. Entonces, ella no era Imanuelle en
absoluto, un clon de Shaya estaba delante de mí. Después de dejar que
se hundiera, Imanuelle volvió a su forma original. Ella hizo una
reverencia, como si hubiera acabado de realizar una puesta en escena.
-Soy una ilusionista, -dijo. -Puedo hacer que la gente vea cosas que no
están allí. Lo más importante es que puedo hacerme ver como todo lo
que yo elija. -Era uno de los poderes Gentry más atrevidos, pero no veía
cómo sería útil para mí.
-¿Así que finalmente puedo estar en dos lugares al mismo tiempo? -
bromeé. Lo que la llevó a sonreír de nuevo. -Supongo... pero he
perfeccionado otras habilidades para acompañar a estas. Algunos
monarcas lo encuentran útil. Yo... me deshago de los problemas. -

Al parecer, adivinando mi confusión, Shaya suspiró y dejó caer su


representación habitual. -Es mejor que no le des vueltas al tema, mi
reina prefiere la franqueza.-Ella se volvió hacia mí. -Imanuelle es una
asesina, su Majestad. -

La sonrisa de Imanuelle se tensó un poco. Creo que ella prefería una


descripción más florida. -Esa es una palabra fea para un conjunto de
habilidades formidables. -

Me tomó un momento entenderlo. -Así que por eso estas aquí, espera.
¿Crees que voy a contratarte para que asesines a Katrice?. -Imanuelle se
encogió de hombros con elocuencia, y su hermano habló por ella.

-Algunos podrían verlo como una forma rápida de poner fin a la


guerra, si se me permite el atrevimiento. -Girard se había dado cuenta
de que no me gustaba esta idea en absoluto y estaba
comprensiblemente nervioso. Valoraba su posición conmigo.

-¡Es una sucia, astuta forma para poner fin a una guerra! -exclamé. -No
me haría mejor que Katrice y el bastardo de su hijo. -

-Podría eliminar a Katrice directamente, -dijo Imanuelle. -Ya que ella es


la fuente de sus problemas. Yo podía disfrazarme de alguien en su
castillo. Rápido y fácil. Otros inocentes no necesitarían ser heridos. -

Por un instante, sus palabras casi tenían sentido. Entonces sacudí la


cabeza enfáticamente. -No. No voy a rebajarme a ese nivel. -

Parte de la conducta agradable de Imanuelle se desvaneció. -¡Hay


monarcas que darían la mitad de sus reinos por mis servicios!. Soy muy
selectiva. Estoy haciéndole un gran honor. -
Estreché los ojos. -¿Usted me está haciendo un honor? -Ella dudó,
dándose cuenta de que se dirigía a una de las reinas más formidables
del Otro Mundo.

Una vez más, Girard saltó para salvarla. -Perdona nuestra presunción,
su Majestad. Sólo queríamos ofrecerlo como una opción.-

-Ha sido ofrecido, -le dije sin rodeos. -Y ha sido denegado. Gracias por
el "honor". Estás invitada a visitar a tu hermano, por supuesto, pero
prefiero que no permanezcas aquí más de lo absolutamente necesario. -
Me di la vuelta dramáticamente y me alejé de ellos, sólo capté la
indignación en el rostro de Imanuelle, y salí.

Shaya corrió a mi lado. -Hablas como una reina, -dijo.

-¿Es necesario que ahora me preocupe de que esa mujer me mate? -le
pregunté. -¿Va a cambiarse por ti y clavarme un cuchillo?.-

-Estoy segura de que responderás tan eficientemente como lo haces con


los otros ataques contra ti, -dijo secamente Shaya. -Sus ilusiones no son
infalibles para todos. Supongo que Volusian podría ver a través de ellas
si estuviera alrededor. Pero, la verdad... a pesar de que su orgullo ha
sido herido, ella tiene bastante reputación, sospecho que simplemente
se irá airada y te dejará, aunque sólo sea por el bien de su hermano.-

-Bueno, eso es bueno. Una persona menos tratando de matarme. -Pasé


mi mano por el pelo. -¿Hay otra cosa que tenga que tratar?.-

Esa fue una pregunta capciosa, por supuesto. Shaya tenía unos pocos
asuntos más de negocios para que mirara por encima antes de que
finalmente pudiera ver a Jasmine. No había hablado con ella después de
la cena con Dorian y sentía que sería una buena distracción mientras
esperaba para ver si venía Kiyo. La encontré afuera en uno de los
jardines, sentada a la sombra de un árbol de mezquite mientras el sol
estaba más alto y el calor aumentaba. Sus guardias estaban de pie
insensiblemente en las inmediaciones, y sus cadenas finas brillaban a la
luz. Con mi aproximación, levantó la vista de un libro. Petulante y una
adolescente hambrienta de poder como era ser, también era una ávida
lectora que utilizaba la fantasía para escapar de su existencia mundana
cuando ella aún vivía entre los seres humanos. Este libro era uno que le
traje hace poco, el primero de una serie de moda.

-¿Es bueno? -pregunté, sentándome frente a ella.

-No está mal, -dijo ella, con un tono fresco. Un momento después, ella
se rindió. -¿Hay más de la serie? .-

-Tres más, creo. - Ella no dijo nada, pero sonrió mientras dejaba el libro
a su lado.

-¿Te divertiste en lo donde Dorian? -le pregunté.

-Sí, fue muy agradable estar fuera. -Sus ojos miraban fuera, en realidad
no se centraban en nada. -Creo que lo mejor fue ver a Shaya asustar a
todos los chicos que me hablaban. -Ella se volvió hacia mí.- ¿Es así para
ti todo el tiempo?.-

-Desde que estoy con Dorian, ellos han aflojado y Shaya no los asusta.
Ella me ha abandonado.- -

Jasmine volvió a sonreír . -Dorian está loco por ti, obsesionado.-

-Eso es algo de una observación extrema.-

-Es cierto. -Ella se apartó el pelo de los ojos. La luz del sol lo convertía
en oro, me dio un poco de envidia, yo había conseguido el verdadero
rojo de nuestro padre, en lugar del rubio rojizo. Ella podría usar el color
rosa.-Es bueno, -continuó. -Su obsesión. Esa perra Ysabel lo quiere, ya
sabes, y ella te odia. También lo hace su madre.-

-Sí, lo imaginé. -
Ella se encogió de hombros. -Bueno, entonces, mantente cerca de
Dorian.-

-No estoy preocupada.-

-Ysabel, puede tener niños y tú no le darás ninguno. -

Estaba tan harta de oír hablar de mí y la procreación. -Muchas de las


mujeres Gentry tienen hijos. ¿Estás diciendo que debería preocuparme
por todas ellas, Pequeña Señorita Gurú del Amor?.-

-No todas ellas se parecen a ti. Quiero decir, no exactamente iguales a


ti... pero creo que a Dorian le gusta salir con pelirrojas. Tal vez se
imagina que va a tener hijos de pelo rojo de esa manera. No lo sé. Pero,
lo que sea. Sólo estoy diciendo que ella está esperando a que resbales
con Dorian. Y ya se ha ido con ella antes. Ella también tiene los pechos
más grandes que tú.-

-Oye, -le dije indignada. -Eso es irrelevante. Además, se fue con ella, y
ella lo aburrió. Y yo no voy a “tener un desliz”. Él no va a ninguna
parte. -Fruncí el ceño, sorprendida de hecho, por las siguientes palabras
que le dije. –Es a Kiyo a quien tengo que atraer. -

Los ojos grises de Jasmine se abrieron en estado atónito. -¿Él?. No te usa


para... a menos que, oh Jesús. ¿Tus chicos no están planeando unas tres
vías, verdad? Quiero decir, sé que tú y Dorian entran en algunos…-

-¡No! -exclamé. -No es nada de eso. Necesito un favor de Kiyo, eso es


todo. Uno grande. Uno peligroso. No estoy segura de que vaya a
convencerlo. -Sonreí levemente recordando la expresión de Dorian
cuando aparecí con el ajustado vestido Gentry. -Me gustaría saber qué
haría si fuera Dorian. -

Jasmine se burlaba y me dio una mirada mordaz. -¡Qué estúpida eres!.


Incluso yo sé qué hacer si quieres atraer a Kiyo, parecer humana.-
-Soy humana. ¿Quién es la estúpida ahora?.- Por Dios. Habíamos
avanzado a llegar a una pelea insolente. Nos estábamos convirtiendo en
hermanas reales más y más cada día.

-Eres mitad humana. A Dorian le gusta eso porque piensa que puede
despertarte... ¿pero el resto?. Él quiere que seas reina, una de las Gentry.
Kiyo no. Él odia todo eso. Él no desea que te acerques a nada de ello.
Ustedes conectaron antes de que te sumergieras en todas las cosas del
Otro Mundo. Es así. -

La miré, sorprendida porque tenía un excelente punto de vista. -¿Me


veo humana ahora?-

Jasmine me estudió críticamente. Llevaba pantalones vaqueros, una


camiseta y mi pelo recogido descuidadamente en una cola de caballo.
Mis botas eran fuertes, estaban hechas para el senderismo de llanura. -
Sí, -dijo ella, sonando sorprendida. -Desaliñada y humana. A él le
gustará eso. Excepto por el anillo, es de Dorian, ¿no?, ponlo debajo de la
camisa. -Toqué el aro que colgaba en mi pecho, después de haberlo
olvidado.

-¿Cómo sabes que es de él?.-

-Debido a que no lo obtendrías por ti misma, y nadie más lo haría.


Además tiene hojas de roble.-

Miré hacia abajo al anillo. Efectivamente. No había identificado las


hojas anteriormente. Seguí su consejo, ocultándolo bajo la camisa. Ella
me miraba con aprobación, luego pareció realmente darse cuenta de mi
camiseta.

-¿Quién es Mötley Crüe?.-

Me salvé de dar una conferencia sobre rock clásico, cuando un sirviente


se apresuró a llegar hasta nosotras y me dijo que Kiyo estaba aquí. La
facilidad que había sentido con Jasmine desapareció. Me puse de pie,
forzando la calma, medio preguntándome si debía pedirle a él su ayuda
después de todo. No, Kiyo era la decisión correcta.

-Buena suerte, -dijo Jasmine, recogiendo su libro. -Y recuerda: sé


humana.-

Seguí al siervo a distancia, avergonzada de estar tomando el consejo de


una loca de quince años. Excepto que ... sabía que ella tenía razón. Me
aseguré de que mi marcha fuera casual y normal, nada regio. Entonces,
le dije al sirviente que se alejara, decidiendo que sería mejor llegar a
Kiyo por mi cuenta, en lugar de acercarme con una escolta, no
importaba cuán insignificante fuera.

Él estaba esperando dentro de un salón, andando de un lado para otro


sin descanso. Sabía lo inquieto que estaba, y esta invitación, no tenía
ninguna duda, lo puso en guardia. Lo observé desde mi posición
desapercibida por un momento, admirando su musculoso cuerpo,
sabiendo que estaba mal hacerlo. Sin embargo, infiltrarme sin que él se
diera cuenta era imposible. Él podía olerme. Mi sudor y la piel por sí
sólo me habían revelado, por no hablar de la protección solar de vainilla
y el perfume de violetas que también llevaba.

-Eugenie, -dijo, dándose la vuelta. -Encantado de verte. -Parecía


impasible, pero sus ojos me hicieron pensar que realmente le gustaba
verme, al menos físicamente.

-Lo siento por el abrupto requerimiento, -dije. -Probablemente estabas


visitando a Luisa, ¿eh? -La mención de su hija suavizó su expresión un
poco, un poquito.

-Sí, ella es... ella crece cada día. Es increíble. -Pasó de nuevo a modo de
alerta. -Pero no es por eso que me pediste que viniera.-

-No. -Me senté en una de las sillas, cruzando las piernas y con la
esperanza de parecer casual y sin pretensiones. -Necesito tu ayuda. -
Él continuó de pie. -Eso es inesperado.-

-Bueno, tengo una oferta inesperada. ¿Todavía quieres que salga de esta
guerra? .-

-Por supuesto. -Él hizo una mueca. -Oh, Eug, por favor, no me digas
que quieres que negocie o algo así. -

Sonreí, tanto por la sugerencia como por el uso del apodo. -No, te
necesito para algo que es más tu especialidad. No creo que… ¿alguna
vez hayas oído hablar de la Corona de Hierro?.- Kiyo no lo había hecho.
Le proporcioné un breve resumen, explicándole cómo el que la persona
que luchara y la ganara supuestamente podría inspirar temor y respeto.

-¿Y eso es suficiente para hacer que Katrice dé marcha atrás?, -


preguntó con escepticismo.

-Eso dicen. -Me encogí de hombros. -También es raro para mí, pero
todos con los que he hablado dicen que va a intimidar a Katrice y a sus
ejércitos. -Mejor no hablar de que "todos" eran Dorian, una fantasma, y
una vidente loca. -Va a demostrar cuan jodida soy. Y si eso la obligará a
las conversaciones de paz... -le dejé sacar sus propias conclusiones.

-Es una opción, -dijo Kiyo. Aún sonaba dudoso, pero no había una
grieta allí. Él quería que la guerra terminara. Él me quería fuera de ella.
-¿Pero por qué me lo pides a mi?. ¿Por qué no a Dorian?.-

-Debido a que no podría sobrevivir a la misión. Está forrada con hierro.


Se necesitaría un Gentry increíblemente fuerte, o personas con sangre
humana, como tú y yo. Además, confío en ti.-

No sabía si la solidaridad humana me haría llegar a alguna parte, pero


el sin duda estaba teniendo en cuenta esto más y más. También me
preguntaba si admitir la confianza en él hizo algo. Parte de lo que nos
había separado era mi acusación de que yo no le importaba lo suficiente
como para castigar a Leith.
-Me gustaría ayudarte, -dijo Kiyo finalmente. -Es una locura, pero no
más loco que la mitad de las cosas de aquí. Sin embargo, debo hablar
con Maiwenn en primer lugar.

-No debes, bajo ninguna circunstancia, permitirle volver a Maiwenn y


consultar su opinión.-

-No hay tiempo, -dije, ejecutando apresuradamente la lista las excusas


de Dorian. -Tenemos que ir ahora. La fantasma que va a ayudarme
amenazó con retirarse si no actuaba pronto. Y actualmente estamos en
un compás de espera con Katrice. Si pudiera regresar con la corona
antes de la próxima batalla, sería... bueno, sería increíble. No más
derramamiento de sangre.-

Pude verlo vacilar, pero él no estaba convencido del todo. Realmente,


no lo culpaba. Si tuviera una aliada que me pudiera asesorar sobre
alguna misión extraña, también me gustaría hablar con ella antes de
saltar.

-Puedes hablar con ella si quieres, -le dije. -Pero tengo que salir ahora.
No puedo soportar la espera. Iré por mí misma.-

Clavé la daga a fondo. No importa qué tan esquemática fuera la lógica,


no importaba lo inteligente que sería obtener asesoramiento de
Maiwenn... el miedo de que yo estuviera escapando hacia peligros
desconocidos era demasiado grande. Me miró fijamente durante varios
pesados momentos, con una expresión indescifrable. Por último,
suspiró.

-¿En este momento? -preguntó.-

-En este momento, -le dije.

-Entonces vámonos.-
Capitulo 10
Deanna acudió inmediatamente cuando la convoqué, lo que me hizo
preguntarme si ella había estado dando vueltas en forma invisible
desde nuestra última charla. De todos modos, ella no mencionó el falso
ultimátum, por lo que dejamos que Kiyo siguiera creyendo que el
tiempo apremiaba. Entonces llamé a Volusian, pensando que no nos
haría daño tener su protección durante el viaje llegó hasta el punto en
el que fantasma no nos podría seguir. Los dos espíritus no
interactuaron mientras viajamos, no era de extrañar ya que tenían poco
en común. Deanna estaba atada a la vida debido a asuntos pendientes y
su amor por los demás. El alma de Volusian estaba condenada por la
eternidad y obligado a vagar por sus crímenes, a menos que alguna vez
lo enviara al Inframundo.

Deanna no había sido capaz de darnos un tiempo estimado del tiempo


que tardaríamos en llegar a la guarida de la corona, que era como yo
estaba empezando a referirme a ese lugar. Los terrenos retorcidos del
Otro Mundo siempre me han hecho difícil medir el tiempo de los viajes,
además los espíritus podían moverse más rápido que nosotros. Yo
había pensado en ir caminando, pero las variables desconocidas del
terreno me hicieron montar a caballo. Kiyo hizo lo mismo por cortesía
hacia mí, aunque podría haber cubierto sin descanso kilómetros y
kilómetros en forma de zorro. Lo único que realmente sabía con certeza
era que esto no sería una excursión por un día.

Kiyo y yo estábamos tan silenciosos como los fantasmas, aunque una


vez que salimos de las tierras adyacentes a la mía, de vez en cuando me
decía dónde estábamos. Nunca me había aventurado tan lejos en el
Otro Mundo, y me hizo sentir incómoda, a pesar de que saber que no
eran aliados de la Tierra Rowan era un alivio. Incluso Kiyo, neutral,
como afirmaba ser, se había tensado en el territorio de Katrice.
-Esta es la Tierra Honeysuckle, -dijo cuando el camino nos llevó a un
paisaje caliente y copiosamente colorido. Las flores crecían por todas
partes, e incluso los árboles estaban cubiertos de flores. Arizona era
conocido por todos sus colibríes, pero aquí, pululaban como moscas.

-Dorian estaba en lo cierto, -reflexioné. -Es hermoso. -Fue difícil


imaginar este lugar reuniendo un ejército. Esto parecía más un mundo
donde la gente se divertía en ropa escasa, tocando tambores y
participando del amor libre. Bueno, dado que eran Gentry, el amor libre
hubiera sido un hecho.

-Dorian debería haberlo sabido, -dijo Kiyo rígido, sus ojos se


entrecerraron en una línea recta. -Me sorprende que te permitiera venir
conmigo.-

-Dorian no me dice lo que puedo o no puedo hacer, -le espeté. -Si


vamos a seguir haciendo esto todo el tiempo, yo…-

-¿Tú qué?, - me preguntó Kiyo divertido, cuando yo no continué. -¿Me


harás regresar?. ¿Enfrentarás sola las situaciones mortalmente
peligrosas?.-

-Con mucho gusto te acompañaré de regreso, si eso es lo que quieres, -


le dijo Volusian a Kiyo.

Suspiré. -Por favor. Simplemente no traigas a colación a Dorian todo el


tiempo, ¿de acuerdo?. Él quiere que esto termine. Fue su idea conseguir
tu ayuda. Créeme que está preocupado.-

-Eso…. -dijo Kiyo gravemente: -Lo puedo creer. No confío en él. No


creo que su alianza contigo sea tan sencilla como parece. Pero sí creo
que se preocupa por ti. -El panorama que nos rodeaba de pronto
cambió, convirtiéndose en un desierto ondulante de arena blanca. Se
extendía bajo un sol abrasador que se reflejaba en nosotros de una
manera que dificultaba la visión.
-Ugh. -dije centrándome en la carretera. -¿Qué es esto?.-

-La Tierra Myrrh, -dijo Kiyo. Incluso con los ojos cerrados, sabía que él
estaba sonriendo. -Supuse que te gustaba este lugar. Tienes que ir hacer
amistad con su rey. Ellos tienen algunos combatientes extremadamente
rudos.-

-Hay una gran diferencia entre éste y el Desierto de Sonora, -le dije.

Aunque seco y caliente, el desierto en el que había crecido estaba lleno


de vida. Este lugar estaba desolado y muerto. Afortunadamente, pronto
pasamos y salimos a un páramo cubierto de nieve. Saqué mi chaqueta
de cuero de la mochila. La había traído sabiendo que podría viajar a
través de tierras que estaban en invierno. Aún así no era de mucha
protección, y me di cuenta de que bien podría haber conseguido que
uno de mis siervos me abasteciera con algo más adecuado. Sin duda
hubiera sido de algo al estilo Gentry, probablemente una capa. Parece
humano, hubiera dicho Jasmine. Sobre todo me parecía frío. Kiyo
identificó este lugar como la Tierra Birch.

Cruzamos nuevamente a la Tierra Honeysuckle, lo que era típico del


Otro Mundo. Otras tierras también se repitieron. Cuando el camino nos
llevó a través de un paisaje que me recordaba el norte de Texas, Kiyo no
dijo nada.

-¿Qué es esto?, -le pregunté.

-No sé, -admitió.

-La Tierra Pecan, -dijo Volusian.

-Suena delicioso, -bromeé. Habíamos parado pocas veces y sobre todo


para comer las raciones de viaje. -Podría ir por un pastel de nuez de
pecan en este momento.-
Kiyo no respondió. Parecía perdido en sus pensamientos, su expresión
era cada vez más oscura a medida que pasábamos a través de más y
más Tierras que no conocía. Sin embargo, parecía conocer los nombres,
pero no le gustaba.

-Nos estás llevando a la Tierra No Reclamada,- dijo él a Deanna.


Estábamos en el ocaso del día, el cielo estaba de color rojo ardiente.

-No lo sé, -dijo simplemente. -Yo sólo voy adonde se me mostró.-

-¿Volusian?, - pregunté.

-Por supuesto que vamos a la Tierra No Reclamada, -dijo en tono


ligeramente molesto por mi estupidez. -Estamos cerca de ella. ¿Dónde
más se puede esperar que esté oculto un objeto codiciado?. –

Eché un vistazo a Kiyo. -¿Voy a salir de una sola pieza de aquí y debo
suponer que estos son reinos que nadie controla?.-

-Reinos ni siquiera es la palabra correcta, -dijo. -Nadie vive aquí.-

-¿Por qué no?, - le pregunté.

El paisaje cambió nuevamente. La textura de la tierra estaba como el


barro recién seco, cubierta de un patrón de grietas que me recordaba a
uno de mis rompecabezas. Había unos agujeros extraños dispersados
aquí y allá. Este paisaje misterioso se extendía muy por delante, no
había un final a la vista. No muy lejos de nosotros, a unas diez millas a
lo sumo, la tierra se elevaba considerablemente a lo largo de los
costados de la carretera agrietada, formando altos acantilados rocosos
que se enroscaban en su parte superior como mandíbulas de tiburones.
Ráfagas de viento arrachados pasaban a través del túnel que se
formaba. El sol poniente tornaba todo el paisaje en un color rojo sangre.

-Adivina, -dijo Kiyo. -La razón por la que estamos aquí.-


Miré alrededor, estudiando el paisaje deprimente. Su aspecto
superficial significaba poco en verdad. Cualquier Gentry que tomara el
control de esto podría darle forma a la tierra a su voluntad,
embelleciéndola al instante. Entonces, una extraña sensación se instaló
en mí. No podía definirla. No estaba enferma o desorientada.
Simplemente no me sentía bien. Miré los acantilados, especialmente en
sus estrías. A través de la bruma roja, pude ver que muchas de las rocas
sueltas tenían un color gris, con rayas naranja. Metal oxidado.

-Hierro, -me di cuenta. -Estamos rodeados de hierro. Ni siquiera


estamos en la guarida de la corona todavía. No podemos llegar a la
guarida, sin pasar por el hierro.-

-¿Puedes sentirlo?, - preguntó Kiyo.

-Sí...-Esa era la extraña sensación en la boca del estómago.

-Eso es el Gentry en ti. Incluso con la sangre humana, no puedes dejar


de verte afectada. Hay un montón de hierro aquí.-

-No me siento débil, -dije, asombrada de que el hierro no me afectara en


absoluto. -O enferma o dolorida. -Había visto a los Gentrys gritar sólo
por el más pequeño toque de hierro. Llamé la magia dentro de mí,
atrayendo la humedad invisible del aire, aunque no la utilicé en forma
activa. -No creo que esté perjudicando mi magia tampoco.-

-Bueno, -dijo Kiyo. -Tú eres fuerte, así que no me sorprende. Sólo lo
percibes.--

Pensé en esto por un momento y me di cuenta de algo.- -No te está


afectando en absoluto, ¿verdad?. -

Él negó con la cabeza. -No.-

Siempre había pensado en Kiyo y yo como iguales, unos niños nacidos


de ambos mundos. Eso era cierto en parte, como lo era nuestro
patrimonio medio-humano. Pero mi sangre de Otro Mundo provenía
de los Gentry. Sólo los Gentrys se veían afectados por el hierro, y los
kitsunes no tenían ninguna relación con las hadas. Al igual que con el
Oso Demonio y los fetchs, la perdición de los kitsune era la plata. Por lo
menos lo sería para un kitsune de sangre pura. Había visto a Kiyo
manejar objetos de plata; su sangre humana lo protegía como lo hacía la
mía. La conclusión fue que me di cuenta de que él era un compañero
de mucha utilidad aquí y me pregunté si Dorian había hecho la
conexión.

-No vamos a atravesar otras Tierras hasta que demos la vuelta, ama, -
dijo Volusian.

-Así que este es el fin del mundo. El final del Otro Mundo, por lo
menos. - Miré a Deanna que flotaba junto a nosotros. -¿Vamos llegar a
la entrada antes de la noche?. -

Ell se quedó pensando en ello y me preparé para otra respuesta vaga.

-No. Si no te detienes, vas a llegar en la mañana. - Kiyo y yo


intercambiamos miradas, pensando lo mismo. ¿Debías llegar a la
corona, antes o después de acampar y estar descansados?.

Miré a Volusian. -Dijiste que no había otras tierras. ¿Pero este terreno
sufre algún cambio?.-

-No.-

-¿Qué te parece?.- le pregunté a Kiyo. -No quiero estar cansada cuando


nos enfrentemos a lo que sea que custodia la corona, pero este no es un
buen territorio para acampar.-

-No, -él estuvo de acuerdo. Sus ojos recorrieron nuestro entorno, eran
capaces de ver más que los míos a la luz menguante. Y señaló. -Allí. Allí
hay un pequeño afloramiento que va a bloquear la mayoría de los
vientos. Suficiente para mantener un fuego encendido. Eso espero. -
Yo no podía ver el lugar, pero confiaba en él. -Acamparemos allí
entonces.-

Cuando llegamos, vi que el sitio estaba verdaderamente resguardado.


Até los caballos, mientras que Kiyo hacía una hoguera. La miraba con
recelo cuando el viento repentinamente llegaba y se iba. El fuego
parpadeaba y saludaba, pero parecía capaz de durar la noche.

-Podría mantener a raya un poco el viento, -le dije.

-No te moleste, -contestó Kiyo, estableciéndose junto a la hoguera. -


Guarda tu magia. Esto se va a mantener.-

Me pregunté si realmente se preocupaba en que conservara mi fuerza o


simplemente quería evitar mi magia por completo. A él nunca le gustó.
No le pregunté, sin embargo, y también me senté, sobre todo porque el
frío finalmente estaba comenzando a llegarme. Abotoné la chaqueta de
cuero, logrando un poco de calor. Nuestra cena consistió en alimentos
que trajimos en el viaje: carne ahumada, granola y pan, que
probablemente mañana ya estarían obsoletos.

-¿Supongo que no puedes utilizar tus habilidades en el desierto para ir


a cazar para nosotros algo fresco?, - le pregunté. Él sonrió, la fogata
echaba extrañas sombras en la cara, ahora que la noche era total.

-Lo haría si hubiera algo vivo aquí. Somos sólo nosotros. -Él me miró,
fijándose en mi temblor. -¿No tienes una capa más caliente?.-

-¿Dónde voy a conseguir un abrigo en Tucson?, - repliqué.

-¿En esta época del año?. En cualquier tienda de artículos deportivos.


Para los esquiadores. Lara podría pedir uno si no fueras problemática.-

-Creo que Lara y Tim están enamorados, -le dije bruscamente,


recordando el extraño desarrollo de los sucesos.
-¿Qué? ,- preguntó Kiyo, tan asombrado como yo lo había estado. -
¿Estás segura?.-

-Bueno, ellos están en tren de enamoramiento, por lo menos. Volusian,


¿ellos estaban juntos cuando volviste? -

Mi siervo estaba escondido en las sombras, sólo sus ojos de color rojo
eran visibles. -Sí, señora. Estaban en la cama, sus cuerpos desnudos y…-

-Bueno, bueno, para, -exclamé. -No necesito saber más.-

-Bueno, que me condenen, -dijo Kiyo. Cuando estábamos juntos, él


haba sido testigo de sus batallas por teléfono. -Pero supongo que cosas
más extrañas han sucedido.-

-Sí, -asentí. -Míranos. Estamos sentados en un paisaje de hierro, siendo


conducidos por una fantasma hasta un objeto mítico, que , si es que
incluso existe, asusta lo suficiente como para poner fin a una guerra.-

-Buen punto, -dijo Kiyo, sonriéndome a cambio. Nos sentamos en un


amigable silencio. Era un cambio agradable después de la animosidad y
la tensión que nos habían rodeado durante tanto tiempo. Me di cuenta
que lo echaba de menos. -¿Eugenie?.-

-¿Hmm?.–Lo miré, sintiéndome avergonzada por mis pensamientos.

-¿Por qué no trajiste a Roland contigo?. Podría haber luchado con los
afectados. Y Dios sabe que no quiere el poder Gentry. -

Aparté la mirada de esos ojos oscuros y miré hacia abajo, en el fondo


azul del fuego. -Él no quiere que yo tenga poder Gentry.-

-Sí, pero lo hubiera dejado a un lado si supiera que estabas entrando


en…

-Él no sabe nada, -dije sin rodeos. Mi voz era suave y luego creció. –Ya
no nos estamos hablando más.
-Cómo... -Kiyo hizo una pausa, sin duda tratando de envolver su mente
alrededor de esto. -¿Cómo es eso posible?. -

Me encogí de hombros. -Él me alejó. Cuando se enteró de que había


estado ocultándole la verdad, acerca de la Tierra Thorn y todo lo
demás... Bueno, desde lo que pasó con Leith, se negó a hablarme o a
verme.-

-Pero tu mamá…

-Conversamos de vez en cuando. Ella está atrapada en el medio, y no


quiero que sea más duro para ella de lo que ya es. Ella no debería ir en
contra de su marido. -

La confusión de Kiyo se estaba convirtiendo en rabia. -Sí, ¡pero tú eres


su hija! Ella debería ser capaz de…-

-Olvídalo, ¿de acuerdo? -Recogí mis rodillas y las envolví con mis
brazos para atraer más calor. -No quiero hablar de ello.-

-Eug, lo siento. - Me quedé callada. No había nada que decir. Él


carraspeó. -No puedo creer que no trajiste nada para mantener el calor.
¿Mantas?. ¿Suministros de campamento?.-

-No pensaba que fuéramos a pasar la noche, -le dije, agradecida por el
cambio de tema. -Tengo una muda de ropa como ésta, alimentos, armas
y suministros de primeros auxilios.

-¿Trajiste material de primeros auxilios?. - Parecía impresionado. -No


propio de ti pensar en las eventualidades. Er… quiero decir, que no
sueles preocuparte por ello.-

-Sé lo que quieres decir, -añadí con una sonrisa cansada. -Y no me


preocupo, el universo es el mismo. No planifico el futuro. Es por las
lesiones que se están curando.-
-¿Actuales?.-

-Fui golpeada por una mesa.-

Puede haber un millón de razones por las que Kiyo y yo estábamos mal
el uno con el otro, pero una cosa buena es que cuando hacía una
declaración como esa, simplemente no hacía preguntas. Todavía estaba
congelada cuando llegó la hora de dormir, lo que obligó a Kiyo a una
propuesta audaz.

-Ven a dormir aquí, entre el fuego y yo. El frío no me molesta tanto, y


puedo bloquear el viento.-

-Kiyo...-

-Sí, sí. Ya lo sé. Dorian. Pero si él me quería aquí para protegerte,


entonces es la oportunidad perfecta. Además, todos sabemos que
puedes patearme el culo si intento algo. -

Ni dije y ni hice nada. Cuando esto continuó durante aproximadamente


un minuto, él suspiró y se acostó de su lado, de espaldas al viento.
Intenté lo mismo, después de ordenar a Volusian que permaneciera de
guardia, pero incluso con el calor del fuego, todavía estaba helada. Soy
dura, soy fuerte. Conjugué esas palabras una y otra vez por mi cabeza,
sin querer admitir mi debilidad. Después de unos quince minutos, me
di por vencida y me arrastré junto a Kiyo en el fuego. No hubo un "te lo
dije." Él simplemente hizo espacio, pero se sorprendió cuando me
coloqué frente a él

-Pensé que querías darme la espalda.-

-No puedo, -le dije. -Ahí es donde tengo las heridas.-

-De la mesa.-

-Bien.-
Él podría haber intentado valer su lugar girando sobre su espalda pero
eso lo colocaría de cara al viento. Él no merecía eso. Me moví más cerca
de él y me acurruqué contra su cuerpo, y descansé mi cabeza contra su
pecho. Él era lo suficientemente grande cómo para escudarme casi por
completo. Todo su cuerpo se quedó quieto mientras yo me acomodaba,
ya sea por el asombro, o para mi comodidad. Una vez instalada, él se
relajó un poco y trató de poner sus brazos alrededor de mí. De pronto él
me palpó a tientas y los retiró, rozando mis pechos al hacerlo. No sé si
él se había dado cuenta, pero yo ciertamente que sí.

-Espera. ¿Dónde está la herida?.-

-Atrás. En el hombro izquierdo. -Tentativamente, se acercó de nuevo


despacio y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.

-¿Así está mejor?.-

-Mmm-hmm.-

Me sostuvo y me acercó para que nuestros cuerpos apretados, entraran


en calor. -¿Así?.-

-Bien.-

Se relajó de nuevo y exhaló. Escondida en su contra, no podía ver su


cara, pero tenía la sospecha de que yo no iba a conseguir dormir mucho
esta noche. El plan había sonado como algo sabio para la supervivencia
Ahora abrigada, protegida y caliente por él. Pero también estaba
presionada contra un cuerpo que yo conocía íntimamente, que solía
moverse en el mío con una fiereza posesiva. Dorian me reclamaba con
juegos mentales y actos exquisitos de dominación. Kiyo lo había hecho
siempre por medio de la fuerza y la ferocidad, la de un animal tomando
a su pareja.

Me mordí el labio y cerré los ojos, esperando quedarme dormida si


enumeraba mentalmente las razones por las que habíamos roto. Pero
sobre todo, me quedé recordando cómo su mano había rozado
ligeramente mi pecho. El sueño finalmente me llevó, pero tardó mucho
tiempo en llegar. Cuando estaba dumiéndome, me pregunté cómo
estaría él enfrentando esto. Probablemente no le afectaba en absoluto. Si
realmente no se acostaba con Maïwenn de nuevo, entonces, era
probable que anduviera por ahí pescando mujeres todo el tiempo. Los
Kitsunes tenían una especie de encanto sobrenatural, y Dios sabía que
él había sido muy convincente la noche que nos conocimos.

Me desperté un par de horas antes del amanecer, y no por elección. La


advertencia de Volusian llegó sólo unos segundos antes de que la
superficie debajo de nosotros comenzara a temblar. Yo estaba atontada,
pero como era de esperar, Kiyo ya me había agarrado. Me había ido a
dormir con las armas, aunque era incómodo. No sabía lo que iba a
necesitar aquí, excepto que no tendría la daga de hierro ya que esta era
una zona libre de Gentrys. Tenía mi pistola y la daga de plata. Saqué
ambas mientras permanecía espalda contra espalda con Kiyo, mirando
a nuestro alrededor.

El temblor sacudía la tierra, obligándonos a bailotear sobre nuestros


pies, y creaba más grietas de las que ya cubrían el suelo. Pasaron unos
segundos más, y entonces todo se normalizó.

-¿Un terremoto?, - pregunté con incertidumbre.

-No, -dijo Volusian. Estaba en su forma sólida, de dos patas, mirando


alrededor con los ojos entrecerrados. Era un poco desconcertante que él
no pareciera saber con precisión cuál era el problema.

-Entonces qué estamos …

El suelo debajo de nosotros, de repente se abrió. Con la sola luz del


fuego, mi visión era mala, pero me dio la impresión de ver lo que
parecía algo así como con forma serpentina emergiendo de la tierra. No,
exactamente como una forma de serpentina, porque un instante
después, una maldita serpiente gigante disparó y aterrizó en una espiral
perfecta, su cabeza estaba más alta que Kiyo y yo, ya que nos miraba
con unos brillantes ojos verdes. La luz iluminó un parpadeo, una
lengua bífida, y el silbido fuerte que siguió fue una especie de aviso.

-¡Volusian!, -grité. Mi siervo entró en acción. El toque mortal de sus


manos dejó a la serpiente idiota sorprendida. A mi lado, Kiyo se estaba
desplazando en forma de zorro, y decidí que con un arma de fuego
probablemente iba a llegar más lejos aquí que una pequeña hoja de
athame. Una gota de veneno de la serpiente cayó de la boca, y
chisporroteaba cuando golpeó el suelo delante de mí. Precioso. Aún así,
me sentí confiada en que los tres podríamos acabar con esa cosa. Por lo
menos hasta que el suelo se estremeció nuevamente, y apareció otra
serpiente. Ésta fue seguida rápidamente por una tercera.

-Hijas de puta.- Me puse a pensar, preguntándome si atacar en masa a


una serpiente al mismo tiempo era el camino a seguir. No, yo dejaría a
Kiyo y Volusian la primera. Grité advirtiéndole a Kiyo que la serpiente
era venenosa, pero era difícil decir si lo entendió.

Me volví a las dos serpientes nuevas. Incluso con parte de su cuerpo


enroscado, las cabezas estaban a unos buenos tres metros por encima de
la mía. Más veneno cayó delante de mí. Decidida a no correr riesgos,
apunté con la pistola y rápidamente disparé un par de rondas sobre
cada una. Había tenido la previsión de cargarla con balas de plata, pero
no me parecía que la pistola fuera a matar a las serpientes en el corto
plazo, al menos no sin cincuenta tiros más. Mayormente, las balas sólo
parecieron molestarlas.

Aún así, seguí disparando ya que eso parecía mantener a las serpientes
a distancia. Resultó ser una solución a corto plazo, porque mis balas
pronto se agotaron. Busqué otro cargador. Podría volver a cargar el
arma rápidamente, pero esa pausa le dio a una de las serpientes una
abertura. Su cabeza, serpenteaba hacia mí, dándome una visión cercana
de sus grandes colmillos. Estaba preparada para ese ataque y salté fuera
de su camino, sólo para ser golpeada por la cola de la otra. Me lanzó a
varios pies de distancia, causando que el nuevo cargador se cayera de
mis manos. El cargador desapareció en la noche, y caí en el piso de mala
manera. Mi espalda y el hombro gritaron de agonía, pero no tenía
tiempo para ellos. Había otros dos cargadores en mi cinturón, pero
como una de las serpientes vino por mí otra vez, mi mano se dirigió
finalmente al athame.

La serpiente que me había golpeado se inclinó hacia abajo con la cara y


la mandíbula goteando a unos centímetros de mí. En lugar de correr de
nuevo, di un salto y le asesté la hoja en su ojo. Gritó de dolor, sufriendo
por la plata al igual que cualquier criatura del Otro Mundo. Bueno, en
realidad, cualquier criatura con un cuchillo en el ojo, probablemente
sufriría, mágica o no.

Tuve la sensatez de sacar la hoja del athame, tampoco quería perderla o


ser arrastrada a lo largo mientras la serpiente retrocedía y se elevaba. El
sufrimiento de su amiga hizo que la otra se detuviera. En ese momento,
metí la daga de nuevo en mi cinturón, aullando por la sorpresa. Al
parecer, la serpiente también tenía ojos venenosos, y el líquido que se
había escurrido por la hoja perforó mis pantalones y me quemaba la
piel. No obstante, me las arreglé para conseguir otro cargador completo.
Sin dudarlo, me volví y vacié la pistola entera en la cabeza de la
serpiente. No fui lo suficientemente precisa para darle en el ojo, pero
todas esas balas se hicieron sentir. La serpiente vaciló en el aire, la
sangre se mezclaba con el veneno en su piel, y con un último silbido de
dolor, cayó y se estrelló contra el suelo.

Me pregunté por qué la otra serpiente no había venido por mí, me di la


vuelta y vi a Volusian y a Kiyo atacándola. Confiando en que la
primera estuviera muerta, cargué el arma con mi último cartucho. El
toque de Volusian abrasaba la piel de la serpiente, y Kiyo simplemente
estaba rasgándola con los dientes. Opté por lo único que habría
probado funcionar, disparé de nuevo a la cabeza de la serpiente. Entre
los tres, pronto tumbamos literalmente a la serpiente

Me quedé allí tensa y lista, con la pistola vacía en una mano y la daga
en la otra. El mundo estaba en silencio excepto por el viento y los
espasmos ocasionales de la tercera serpiente mientras moría. Momentos
después, Kiyo se transformó de la forma de zorro y eso me permitió ver
que no estaba herido ya que ahora no estaba cubierto de pelo. Él hizo
una mueca y escupió en el suelo un par de veces, pero morder a la
serpiente al parecer no le había dañado la boca o la cara. Un par de
manchas rojas en sus brazos me hizo pensar que también había sido
salpicado con el veneno. Por lo demás, parecía ileso. Él suspiró y se
pasó una mano por el pelo negro, que se encrespó un poco con el sudor.

-Sabes, -dijo. -Creo que nunca voy a ser capaz de ir a ver la película
Dune por mí mismo otra vez..-
Capitulo 11
-Bonito, -le dije.

Kiyo se volvió hacia mí, mirándome de arriba a abajo. -¿Estás bien?.-

-Un poco de veneno y probablemente algunos moretones mañana. -

Él asintió con la cabeza, aliviado y luego volvió a mirarme. -Estás


sangrando.-

-¿Yo?, -le pregunté, casi tan sorprendida como él.

Corrió hacia mí. -El hombro.-

-Oh, mierda, -le dije, estirando el cuello para mirar hacia atrás. -Se abrió
la herida.-

-Quítate la camisa. Y no empieces a echarme algún ridículo rollo de


modestia, -agregó, cuando empecé a protestar. Sabía que él tenía razón
y con cautela me quité la camisa de Mötley Crüe. Él me ayudó
levantándome los brazos. Mirando la camisa vi que estaba empapada
de sangre.

-¿Es tan malo?, -le pregunté.

-Lo veré una vez que quite las vendas. Por favor dime que tienes más y
que no tenemos que reutilizar éstas.-

-Tengo más. Te dije que traje suministros. - Me quitó las vendas con
cuidado y las tiró al suelo. Con la luz del fuego y el tenue resplandor
del amanecer, pude ver la tela, estaba completamente empapada de
sangre.
-Se han abierto algunos puntos,- dijo con cansancio. -Tengo algo para
solucionarlo. -Había estado una vez algo asustada cuando él utilizó sus
habilidades de veterinario para las heridas de batalla, pero ahora me lo
tomé con calma.

-Si no fuera por el dolor no me importaría.-

-Vas a sangrar más, pero lo voy hacer lo mejor que pueda. Corres el
riesgo de que te quede una cicatriz fea si la coso de nuevo. Una vez que
termine esta locura, te la curare mejor en Tucson si no quieres
explicárselo a tu médico. -

-No es lo único anormal que no puedo explicar, - dije.

Él soltó un bufido. -Me imagino que sí.-

Cogí mi mochila y los dos nos sentamos en el suelo. La luz iba en


aumento, por lo que era más fácil para él trabajar cuando se puso en mi
espalda. Quitó todas las vendas viejas e hizo una mueca mientras
frotaba todo con toallitas antisépticas.

-Pensé que no habría peligro hasta que estuviéramos en la cueva de la


corona, -murmuré.

-Como sucede a menudo, ama, has hecho una suposición incorrecta, -


dijo Volusian. -Las leyendas dicen que el camino a la corona es
peligroso. Estamos en el camino. Tu prueba ha comenzado.-

-Fantástico. ¡Ay!.-

-Te estoy salvando de una infección, - dijo Kiyo. Por suerte parecía que
estaba terminando con los desinfectantes. Empezó a colocarme capas de
gasa y vendaje. Lo que hizo que el hecho estuviera lejos de ser erótico,
pero me sorprendió la forma suave y constante de sus manos después
de verlo pelear salvajemente y curarme.
Miré a Deanna, que había estado observado la lucha. Ella no dijo nada,
pero creí ver el alivio en su rostro. Mi muerte habría supuesto un
problema grave en nuestro trato.

-¿Cuánto tiempo falta hasta la entrada?. ¿Cuándo los perderemos a


ustedes?., le pregunté. Molesto o no, iba a extrañar a Volusian,
especialmente si estas serpientes eran sólo un acto de calentamiento.

-Un par de horas, - dijo Deanna. Fruncí el ceño, sin saber si debía temer
o no. -Perderíamos nuestro respaldo pero estaríamos mucho más cerca
de terminar estas anti-vacaciones.

-¿Supongo que sería demasiado esperar que hayas traído analgésicos?, -


preguntó Kiyo, que seguía poniendo capas de vendas. Me sentí como si
tuviera una colcha en la espalda.

-El Vicodin probablemente no es lo mejor para una batalla inminente.-

-Yo estaba pensando más en una aspirina.-

-No.- Pero recordé que debía tomar otra dosis de antibióticos. Fui
arrogante al pensar que no necesitaba nada , pero ahora me alegraba de
la atención maternal. No es que yo fuera a admitirle nada de esto a
Kiyo. Lo que pasa al salir con un doctor es el que él siempre estaba
sobre mí diciéndome que debía cuidarme más. No quería escuchar nada
de ya te lo dije. Y como era de esperar, había un sermón más por venir.
Terminó de pegar el último trozo de vendaje y me ayudó a ponerme
una camisa limpia que había traído.

-Eugenie, el vendaje es una molestia, pero cualquier curandero Gentry


podría haberte curado mientras dormías. Dorian tiene grandes
sanadores. ¿Por qué no le pidió a uno de ellos para que se encargasen
de esto?. Él debería haberlo sabido. -

Me giré para mirarlo. -¿Cómo diablos te has convertido de repente esto


en un fallo de Dorian?. ¿Por qué él es responsable de todo lo malo?. Por
supuesto, él se ofreció a conseguir un curandero. Me negué porque
pensé que otras personas lo necesitaban más.- Me había olvidado
pedírselo a Shaya.

La expresión de Kiyo se relajó y mostró arrepentimiento. Él miró hacia


otro lado. -Por supuesto que sí. Lo siento. Siento acusar a Dorian u
olvidar que lo harías de una manera altruista. -Kiyo se volvió hacia mí
con una pequeña sonrisa en sus labios. -¿Qué es lo que piensas?. Hay
muy pocas cosas que disculpar cuando se trata de Dorian,
especialmente cuando aún estoy convencido de que quiere un heredero
con la sangre de tu padre. -

Le devolví la sonrisa. -Estoy segura. Pero es un punto discutible.


Todavía tengo las píldoras anticonceptivas. Todavía no deseo nada que
tenga que ver con niños. Ya hay cosas suficientemente estresantes en
mi vida. -Tardíamente, me acordé de su adoración por Luisa. -Sin
ánimo de ofender.-

-No lo hiciste... Debería confiar más en ti. Sólo sigo pensando... -La
sonrisa se atenuó un poco.

-¿Pensando en qué?.-

-No lo sé. Que un día todo esto te superará. Y no me refiero al Rey


Storm. Quiero decir que...todo. Que tengas que brindarte totalmente a
este mundo. Voy a perderte Eugenie, lo sé. -Me agarró la mano sin
pensar y la apretó.

-Oye, deja eso. Tú mismo lo dijiste: confía en mí. Yo soy la misma


Eugenie. Aunque esté entre dos identidades...pero nada puede
cambiar eso.-

-Ya lo sé, - continuó sosteniendo mi mano. El toque de sus dedos, que


había sido hace unos minutos objetivamente médico, ahora era de otra
manera... algo más cálido. Algo que hizo que mi cuerpo se sintiera
extraño, cuando sus ojos oscuros quedaron fijos en mí. Me encontré a
mí misma cayendo en ellos como solía hacerlo, en esas profundidades
atractivas, llenos de bruma... Me puse de pie bruscamente, rompiendo
el toque peligroso.

-Bueno, -dije torpemente, -ya que ha amanecido y estoy curada


deberíamos ponernos en marcha. ¿Desayuno en la montura?-. Kiyo
también se levantó, se veía turbado.

-Claro. Cuanto antes nos pongamos en marcha, más pronto estaremos


lejos de cualquier amenaza de serpientes.-

A medida que recogía las maletas y me dirigía hacia los caballos, me


pregunté si íbamos hacia algo mucho peor que las serpientes. No me
malinterpreten: no estaba mal. Pero he luchado contra criaturas
sobrenaturales todo el tiempo. Había mucha alharaca alrededor de la
corona. ¿Es que simplemente iba a ser parte del buffet de un monstruo?.

No compartí esos pensamientos mientras viajábamos, tenía un montón


de otras cosas de las que preocuparme. Mi desayuno fue escaso. La
presencia de Kiyo. El dolor de mi espalda. El significado detrás de los
agujeros dispersos en el terreno.

El camino desaparecía, tal y como lo haría en cualquier parte del Otro


Mundo. Me pregunté hasta dónde iba. ¿Hasta el infinito?. ¿O un viajero
simplemente cae fuera del borde, como en los mapas realizados cuando
la gente creía que la tierra era plana?

-Esto es todo.-

La voz de Deanna, aunque suave, parecía fuerte en la tranquilidad que


nos rodeaba. Llegamos a un alto y miré a su alrededor, en busca de lo
que ella había encontrado. Por fin, vi una pequeña abertura, oscura y
escondida en una de las montañas de hierro.

-¿Eso es todo?. Parece tan... pequeño.-


-Desde afuera sí lo parece, -dijo Kiyo. -No sabemos lo que hay
dentro...excepto que está recubierto con hierro. Recuerda; eso mata a la
mayoría de los Gentry. Es una prueba que tendrás suerte si la pasas.
Ojalá.-

-Es verdad, - murmuré. Todavía no había sentido los efectos aparentes


de esta tierra, pero ¿qué pasaría dentro de la montaña?.-

-No puedo entrar, -dijo Deanna. -Voy a esperar aquí hasta que salgan.

-Yo también debería esperar, -dijo Volusian. -Con la esperanza de que


encuentres tu muerte y tu espíritu emerja así podré atormentarte por
toda la eternidad.-

Refrené mis deseos de decirle que se fuera, incluso si él no podía


seguirnos, me sentiría mejor teniéndolo aquí para la defensa cuando
saliéramos. Y saldremos, decidí ferozmente. No había lugar para un
sí… aquí. Dejé mi bolsa y la pistola fuera ya que no tenía municiones.
Serpientes de mierda. Inspeccione el resto de mi arsenal. Dejé el athame
de hierro en el cinturón, coloque la daga de plata en mi mano derecha y
la varita en la izquierda. Miré a Kiyo.

-¿Listo?. -

Él asintió con la cabeza. -Yo voy primero.-

Fue un gesto muy varonil. Lo dejé ir delante y oí débilmente a Deanna


deseándonos suerte. La cueva era oscura y estrecha. Yo apenas podía
pasar sin agacharme y sabía que Kiyo tendría que caminar un poco
encorvado. Seguimos el pasadizo, raspándonos contra las paredes
cercanas de piedra. Hablamos de vez en cuando para ver la ubicación y
a veces también le tocaba la espalda. Cuanto más profundamente nos
adentrábamos, podía sentir el hierro que nos rodeaba. Una vez más, no
tenía indicios de debilidad... sólo una toma de conciencia.

-Luz, - dijo Kiyo de repente.


Parpadeé. Estaba en lo cierto. No vi ninguna fuente de luz, sino algo
más adelante que venía lentamente por el túnel. Al principio era una
única iluminación tenue, apenas se podía ver una silueta. Pronto, la luz
se incrementó...al igual que el calor. Un sonido rugiente llegó a mis
oídos.

-Tengo un mal presentimiento sobre esto, - le dije.

Doblamos una esquina y mi boca casi se abrió. El camino estaba


bloqueado adelante por el fuego. Para ser precisos, bloqueado por
llamas de fuego claramente contenidas, dando la impresión de ser
espadas gigantes, dado que se sumergían en el techo. Mágicamente
aplanadas en hojas, las llamas quemaban intensamente y el calor
irradiado por el corredor no dejaba ninguna duda de que esos hijos de
puta nos querían quemar.

-Creo que vi esto en un video juego, -murmuré.

Kiyo fijó la mirada, sin vacilaciones, en las llamas. Había cinco. Su


rostro no mostraba ninguna expresión pero la concentración en sus ojos
me dijo lo que estaba haciendo. Él estaba estudiando el fuego.

-Están de manera escalonada podremos pasar. Sólo tenemos que


observar la secuencia.-

-Tú puedes lograrlo pero yo no sé si podré.-

No estaba siendo pesimista sólo estaba diciéndole la verdad. Kiyo


poseía reflejos que yo no tenía. Podría sentarme aquí durante horas y,
probablemente, no aprendería las secuencias. Él frunció el ceño.

-Tal vez, podrás si te cojo de la mano. O si te llevo en mi espalda.-

-¿Qué?. No. Eso es ridículo. Perderías velocidad. -Miré las llamas,


hipnotizada por los patrones de movimientos de balanceo. Había
espacios entre cada hoja. -Tal vez pueda improvisar.-
-Es una idea ridícula, -dije él con arrugas de frustración en la frente.

-Y pensar que yo habría dado cualquier cosa por calor anoche.


Tendríamos que haber acampado aquí... - Mi broma cesó cuando una
idea vino a mí. -Voy a atravesarlas caminando. - La mirada que me
dirigió no necesitaba palabras para expresar su opinión.-

En serio, - le dije. Alejé mis armas y busqué la magia dentro de mí. El


hierro no me afectaba. Jugaba con los elementos del aire y el agua, los
probé y los tejí como una bufanda.

Kiyo podía sentir el cambio en la temperatura cerca de nosotros. -¿Qué


estás pensando?-

-Yo puedo protegerme, - le dije. -La cueva es húmeda, puedo sacar


agua. Voy a hacer un escudo para mí y usaré aire para soplar contra el
fuego.-

-El aire podría alimentar las llamas.-

-No, si lo hago bien. -Nuestros ojos se encontraron. No le gustaba esta


idea, en absoluto. -Esto va a resultar, -le dije. -Sé que resultará.-

-Es un hecho, ¿eh?. Sigo pensando que debo llevarte.-

-Sigues pensando que es una idiotez. Tienes que confiar en mí, Kiyo. Yo
puedo hacer esto. Lo haré. -

Él no respondió de inmediato, pero yo sabía lo que pensaba. -Si te veo


quemarte viva, no va a ser una experiencia agradable.-

-Volusian se alegraría.-, le dije. -Por lo menos alguien quedaría a la


cabeza.-

-¡Eugenie!.-
-Lo siento. -Le sonreí a Kiyo de manera tranquilizadora. -Vamos allá.
Vete tú por delante.-

Dudó unos instantes más y luego se transformó en un zorro. Para la


lucha, a menudo optaba por una forma poderosa, más grande. Ahora,
él era pequeño y rápido como cualquier zorro rojo común. Se volvió
hacia el fuego un momento, como un humano pensando en la situación
y probablemente como los animales. Entonces saltó hacia adelante.

Había acumulado esperanzas sobre él, pero era mi propio aliento el que
se detuvo mientras lo observaba. Corrió sin parar, pasó suave y
consistente, sin problemas, a través del espacio vacío entre el fuego de
la cueva. En cuestión de segundos, llegó al final, en el otro lado de la
quinta llama. Exhalé. Él se transformó de nuevo en Kiyo y me miró a
través de las llamas esporádicas, la preocupación llenaba su cuerpo.

Le sonreí con confianza, esperando que mi argumento anterior fuera


válido. Me quedé mirando las llamas, no por el tiempo, sino
simplemente para reunir mi propio valor. Sentí la magia dentro de mí
cuando tiré de la humedad de alrededor de mi cuerpo, creé un
remolino, casi un ciclón, como capullo, que al instante me empapó. Ese
era la menor de mis preocupaciones. Entonces, llamé al aire, vino a mí
y lo obligué a explotar fuera de mi cuerpo.

Cuando me adelanté, mi mente de repente corrió a través de un


centenar de otros escenarios. Tal vez podríamos haber aspirado el
oxígeno de aquí y matar el fuego. Por supuesto, probablemente me
hubiera quedado inconsciente. ¿Física ordinaria, incluso en contra del
fuego mágico?. Esa pregunta me llegó demasiado tarde, junto con la
constatación de que el fuego mágico podría ser inmune al aire y al
agua. ¡Guau!-

Me faltó la rapidez de Kiyo. La llama me tocó y me rodeó. Mi efecto


voló y el calor infernal se mitigó con el agua. Cogí mi ritmo, caminando
a través de la segunda de una manera similar. Tuve suerte con la
tercera. La cuarta me tocó y la quinta la evite por los pelos. Llegué a
lado de Kiyo y dejé caer la magia.

-Tres de cinco, no está mal, - le dije alegremente. Para mi sorpresa, me


abrazó, a pesar de que mi ropa y el pelo estaban chorreando.

-Dios mío Eugenie que miedo he pasado cuando te vi caminar a través


de la primera llama…-

-¿…. no pensaste que era genial?-.

Él se apartó y sacudió la cabeza, viendo como yo retorcía la camisa para


quitarle el agua. -Estás haciendo un montón de chistes sobre cosas muy
serias.-

-Oye, tú eres el que hizo referencia a The Dune. - Suspiré y dejé que mis
manos cayeran a los costados. -Además, si no estuviera haciendo
bromas, probablemente, recobraría la sensatez y nos iríamos corriendo
directamente a la Tierra Thorn. -Convoqué el aire algo caliente y con
una especie de golpe, me sequé. Me detuve cuando estaba semi-seca,
no quería utilizar más magia.

-Entiendo, -dijo. Él me tocó suavemente el brazo, sonrió débilmente y


luego inclinó su cabeza hacia la oscuridad por delante. -¿Lista para
más?.-

Asentí con la cabeza, y fui detrás suyo una vez más. Caminamos más y
más lejos de las llamas, perdiendo la luz cuando lo hicimos. Una escena
retrospectiva extraña vino a mí, un viaje al Inframundo en el que había
caminado a través de cuevas similares y las pruebas que enfrentaba
para traer de vuelta el alma de Kiyo. ¿Cómo podría haber casi olvidado
eso?. Yo lo amaba mucho, me había enfrentado a la misma muerte por
él. ¿Cómo pudo un amor cambiar?.

El pasadizo seguía y me preguntaba si tal vez se trataba de una prueba


Gentry de claustrofobia. Poco a poco, sin embargo, el túnel comenzó a
expandirse y expandirse hasta que de repente se convirtió en un
callejón sin salida, en una habitación cavernosa de gran tamaño. Al
igual que el túnel, todo aquí era simplemente roca dura con vetas
ocasionales de hierro. Unas pocas antorchas iluminaban la cámara,
revelando su pieza central: un pedestal de mármol elegante con una
corona de hierro situada sobre la misma.

-¿Es real? -, le dije.

Kiyo y yo estábamos cerca de la abertura de la habitación, pensando si


debíamos entrar. Sin embargo, mientras miraba a la corona, no vi
ninguna trampa potencial que produjera un escalofrío por mi espalda.
Otra prueba de mi viaje al Inframundo se reprodujo en mi mente.

Me habían obligado a llevar la corona de mi padre, a pesar de mis


protestas. La corona había sido de platino. Ambas tenían un brillo
plateado similar. Ambas estaban adornadas con joyas púrpuras. Ambas
tenían un aspecto marcial. Ésta parecía un poco más delicada, sin
embargo, un poco más artística. La planificación del diseño también se
veía claramente en ésta, con su círculo de piedras preciosas en las
puntas alternadas por tamaño, pero mi sensación fue que a pesar de ser
impresionante, no era bonita.

-Es una ilusión, - le dije a Kiyo. -No puede ser tan fácil. Apenas hemos
hecho nada. -

Él no apartó los ojos de la corona mientras hablaba. -Serpientes y


caminar por el fuego ¿no es nada?.-

-Bueno, no. Pero yo esperaba más, teniendo en cuenta todo.-

-El hierro. -Me recordó Kiyo. -Has utilizado la magia para conseguir
pasar a través del fuego. La mayoría de los Gentry también podrían
hacerlo, pero imagina lo que sería para ellos estar con todo este hierro.
Si incluso hubieran llegado hasta aquí. Tú estás…. No estás haciendo
trampa exactamente, pero estás pasando por alto muchos de los
desafíos de aquí.-

-Si eso significa que debería ser un Gentry, entonces tal vez la corona
también sea para uno así. Tal vez soy demasiado humana y no podría
reclamarla.-

-Sólo hay una manera de averiguarlo.-

Me quedé mirando la corona, notando cómo poco a poco la luz se


reflejaba en ella. ¿Era esto?. ¿De verdad sólo tenía que ir y reclamarla?.
Era el momento de averiguarlo. Di unos pasos hacia adelante... la sala
de repente se volvió fría. Una sensación de oscuridad, un sentimiento
de poder y de maldad pura llenó el pequeño espacio. ¿Qué era lo que
andaba mal?. Entonces lo supe. Rápidamente regresé al lado de Kiyo,
pero ya era demasiado tarde.

Una figura masculina se materializó ante nosotros, vestido con un


hermoso traje de terciopelo morado, bordado y adaptado de una
manera que Dorian habría envidiado. Tenía un pelo hermoso, rubio casi
blanco que brillaba con la luz de las antorchas, le llegaba a los hombros.
Sí, sin duda, estaba impresionantemente vestido. Lo único que
realmente lo desfavorecía era que era un esqueleto.

-Oh, mierda, - le dije.

-¿Qué es eso?-, preguntó Kiyo, moviéndose cerca de mí.

-Un lich. Como un... No lo sé. Un no-muerto de un nigromante o


usuario de magia.-

Mi mente estaba girando frenéticamente. Los Liches utilizaban la magia


antes de su muerte a propósito para mantenerse en el Inframundo. Eran
muy difíciles de desterrar, según Roland. Yo sólo había oído hablar de
ellos en las leyendas.
-¿Al igual que un zombie?.-

-No. Más inteligente. Y también puede hacer mucho daño.-

Kiyo, siempre un pelo más rápido que yo, ya se había agachado


arrastrándome hacia el suelo cuando el lich lanzó una bola de fuego
azul hacia nosotros. Golpeó en la pared por encima de nosotros,
sentimos la dispersión, voladura y el calor pero por lo demás, no nos
afectó. La forma esquelética estaba formando más fuego y yo sabía que
tendría por objetivo el suelo.

Kiyo se transformó en su forma más grande de zorro y saltó hacia el


lich, atacando de la mejor manera que sabía hacerlo. Sus mandíbulas
comenzaron a cerrarse alrededor de la pierna del lich, pero con un
pequeño gesto el lich lanzó a Kiyo. Él chocó contra el muro y gruñó, con
el ritmo y la planificación de lo que iba hacer ante este nuevo
inconveniente.

Durante su encuentro, en una fracción de segundo, tuve tiempo


suficiente para enviar mis sentidos a través de la varita. Toqué el
Inframundo y traté de formar una conexión. La mariposa en el brazo
quemó como el veneno de serpiente, pero no podía abrir el camino. Era
como golear contra una pesada puerta cerrada. Un mayor esfuerzo
posiblemente me habría ayudado a romperla, pero no tuve oportunidad
de probar antes de que otra bola de fuego se acercara a mí. La esquivé y
me aparté. Al ver el lich ir hacia Kiyo de nuevo pensé que un ataque
con el athame no iba a ser de mucha ayuda tampoco. El lich pareció
reconocer mis problemas y se rió, un sonido bajo y gutural que resonó
extrañamente en la cámara.

-No vas a llevar la corona de hierro. No posees el poder para llevar la


corona.-

Estaba lista para evadir otra bola de fuego, pero una bruma en la mano
del lich me tiró contra la pared. Ni siquiera tuve tiempo de procesar la
agonía que causó a mis heridas y la fuerza invisible que me cubrió me
dolía demasiado. Era como un millón de agujas invisibles perforando
mi piel, atravesándome y que me mantenía contra la piedra. Grité por el
dolor y Kiyo inmediatamente corrió hacia el lich de nuevo. Cuanto
mayor era la forma de zorro, más animal se volvía y tuve la sensación
de que era sólo una reacción visceral al ver que me atacaba.

El lich arrojó de nuevo la fuerza invisible más fuerte esta vez. Kiyo se
estrelló contra la pared, cayendo hasta el suelo de la cueva. Débilmente,
trató de ponerse de pie sobre las cuatro patas, pero estaba demasiado
desorientado y herido. El lich se volvió hacia mí y vi la muerte en sus
ojos. ¿Había bromeado realmente sobre que esto iba a ser fácil?. El
único que lo tenía fácil era el lich. Él nos había vencido con unos pocos
hechizos y ahora me moriría. Esta es la razón por los que llevaban la
Corona de Hierro eran temidos. Si podían sobrevivir a esto, podían
sobrevivir a cualquier cosa.

-No vas a llevar la corona de hierro, - repitió, levantando sus manos


para el hechizo final. -No eres digna.-

Convoqué mi magia a pesar del dolor. Un viento huracanado le hizo


tambalearse de nuevo. Así que él no era totalmente inmune a la fuerza
física. Llamar a la magia era difícil, pero Dorian me había entrenado,
habíamos practicado hechizos en una serie de posiciones incómodas.
Aumenté la fuerza del viento, empujando al lich de vuelta un par de
pasos. La Corona de Hierro no se movió, pero el viento había
depositado a Kiyo contra la pared, casi aplastándolo. Casi vacilé,
temerosa de haberlo herido. Todavía estaba vivo desde el último golpe.
Seguramente él podría manejar esto.

Agregar más fuerza fue una buena idea. Eso distrajo al lich, y entonces
pude mentalmente hacer retroceder su hechizo, y él no pudo
mantenerlo. Los alfileres invisibles desaparecieron, me deslicé hacia el
suelo, aterrizando temblorosa, pero en posición vertical. Todavía dolía
y me sentía agotada, pero mantenía fuerte mi magia. Eso alejó al lich,
pero no lo golpeó contra las paredes de la forma en que podía. Su
cráneo tenía una sonrisa perpetua, lo que hacía todo esto mucho más
molesto.

-No tienes el poder, -dijo, viendo que yo no podía hacer mucho más con
el viento. -No eres digna de la corona.-

Una luz blanca empezó a brillar entre sus manos. No había bolas de
fuego en esta ocasión. Era un rayo. Voló de las manos con increíble
velocidad, digamos, como, la velocidad de la luz, pero lo evadí, casi sin
pensar. El rayo estaba en mis habilidades. Mi cuerpo estaba en sintonía
con él, era capaz de anticiparlo y evitarlo incluso con su velocidad.

Sin embargo, el rayo destrozó la mitad de la pared de la cueva y el


trueno que lo acompañó casi me dejó sorda. Las rocas y los escombros
de la piedra volaron en mi tormenta de viento, volando por la
habitación como metralla. Algunos de ellos me golpearon. Sentí un
corte en mi brazo. A pesar de todo, me reí, sonando un poco loca,
incluso para mí misma.

-¿Vas a vencerme con un rayo?-, grité por encima del viento furioso,
que había logrado levantar después de todo. -¿Sabes quién soy yo?.-

-Sé que nunca tendrás la corona ,- respondió el lich, convocando un


rayo.

Sus palabras me afectaron y no sólo porque mi vida estaba en juego


aquí. Fue el significado detrás de ese No eres digna. Un desprecio
hacia mí, hacia mi poder. Él realmente no sabía con quién estaba
tratando. No tenía ni idea del poder que podía ejercer, incluso en este
calabozo de hierro. Nadie lo diría directamente, pero estaba empezando
a sospechar que era la usuaria de magia más poderosa desde mi padre.
Este hijo de puta de lich estaba a punto de descubrirlo. Vería mi poder.
Lo destruiría y cogería su corona de mierda.
-¿Tú llamas a eso un rayo?, - le grité, después de esquivarlo. Mis
sentidos mágicos tocaron las moléculas en el espacio, las cargas
positivas y negativas. El aroma de la capa de ozono estaba en todas
partes.

-Este es un rayo.-

No necesitaba mis manos. Podía crear un relámpago desde el aire y lo


asesté contra el lich, eso debería haberlo desintegrado. Por desgracia
estaba intacto, pero la forma en que se tambaleó y que no me lanzara
otro rayo significaba que había hecho progresos.

La magia ardía dentro de mí, llenando hasta la última gota de mí ser


cuando sentí el aire circundante. El viento seguía soplando, los iones se
estaban preparando. El centro de todo era la corona, y yo iba a salir de
aquí con la corona. Le pondría fin a esta guerra y le mostraría a Katrice
y a todos que no pueden joder conmigo.

Pero primero, tenía que terminar con esto. Consideré volar al lich con
rayos, pero otra idea vino a la mente. Pondría fin a esto rápidamente.
Los científicos han debatido durante mucho tiempo la existencia de un
rayo en bola; yo sabía que era real. Yo realmente nunca lo había
utilizado de una manera seria, pero había experimentado. Algunos de
los principios de su formación eran como los de uno "regular" pero
algunas peculiaridades eran lo que lo hacía único y difícil para el
estudio.

Sabía cómo invocarlo y sabía que podía hacerlo aquí. Considerando los
que creaba mágicamente el lich, tenía que hacer uno formado y
controlado, un rayo en bola enorme y radiante. Eso llenaría la cueva e
incineraría al lich. No me sorprendería que se derritieran las paredes.
¿Y la corona?. La corona sobreviviría, al igual que yo, siendo amante de
la magia.
El poder salió de mí como un chorro, el rayo formó una esfera en la
cueva que estalló e incluso cegó mis ojos. Las paredes se sacudieron, el
calor se apoderó de mí, un rugido llenó mis oídos. Oí el grito del lich,
un sonido horrible y áspero. No dejé de lado el hechizo hasta que su
grito se convirtió en silencio. El rayo en bola desapareció al instante, en
forma casi sorprendente. Mi propio control de ese poder me sorprendió
un poco.

Mis oídos resonaban en el silencio. La corona permaneció ilesa, como se


esperaba. La pila de huesos que esperaba ver no estaba allí. Sin
embargo en su lugar, había un hombre pequeño, encorvado delante de
mí, vestido con la misma túnica púrpura. Extendí la mano y preparé mi
magia para esta nueva amenaza. Él no se movió. Para mi asombro,
sonrió y me hizo una pequeña reverencia.

-Felicitaciones, -dijo. Hizo un gesto hacia la corona. -Eres digna, si la


puedes usar, por supuesto. Y algo me dice que puedes, si has
sobrevivido a este hierro.-

Miré hacia atrás y delante, entre él y la corona, incrédula. -Lo hice... He


ganado. Gané la corona. Vencí el lich... que... o lo que sea. -

-Ciertamente, el lich era parte de la prueba. Se necesita gran magia para


derrotarlo. Pero la prueba fue algo más que tu poder, -dijo el anciano
con astucia. -Se trataba de tu determinación, tu voluntad y tu crueldad
para llegar a la corona, sin importar el costo.-

Él se hizo a un lado, agitando la mano hacia un lado de la cueva. Di un


grito ahogado. Kiyo estaba en la forma humana, estaba contra la pared.
Sus oscuros ojos estaban abiertos, no vi ninguna lesión evidente. Él
estaba simplemente quieto. Corrí a su lado, de rodillas.

-Oh, Dios mío. ¿Estás bien?, - le pregunté, ayudándolo a sentarse. Su


respiración era lenta, a pesar de que parecía un poco aturdido. -Por
favor... habla conmigo. Kiyo. ¿Estás bien? .-
-Sí, sí…, - dijo tocándose la frente e hizo una mueca. -Tengo un dolor de
cabeza infernal.-

Apenas podía respirar. Me sentía entumecida por todas partes. -No


deberías estar vivo, - le susurré. -Deberías haber muerto.-

Ese rayo en bola había incinerado la habitación. Ese había sido mi plan,
después de todo. Destruir todo, menos la corona y yo. En ese momento,
me había olvidado de Kiyo. Me había olvidado de él. Había estado
demasiado obsesionada con la corona y en demostrarle al lich quien era
la verdadera chica mala de por aquí. Kiyo no me había importado en
ese momento y no tenía nada que ver con nuestra relación ríspida. Tuve
la sensación horrible, terrible, que no me hubiera importado quién se
encontrara en la habitación.

-Oh, Dios, - le dije otra vez, apoyando su cabeza contra mi pecho. Las
lágrimas me picaron en los ojos. -Oh Dios, oh Dios. Lo siento mucho.
Estoy tan, tan triste. Yo no sé qué... No sé en que estaba pensando... -

Una voz desagradable habló dentro de mi cabeza ¿No lo pensaste?.

-Oye, Eugenie, cálmate, -dijo Kiyo, acariciando la parte de atrás de mi


cabeza. -Estoy bien, no te preocupes. Lo hiciste. Lo derrotaste.-

No lo entiendo. Él no se había dado cuenta de lo que había hecho o casi


hecho. Evidentemente alguna loca y poderosa magia había intervenido
y lo había protegido por el bien de la prueba. Pero si eso no hubiera...

-En serio, -dijo Kiyo, sin aún entender mi angustia. -Estoy bien. Voy a
intentar reponerme. Ahora ve a buscar la corona. Él dijo que es tuya.-

Me aparté y miré a los ojos de Kiyo, sus ojos estaban llenos de cariño y
orgullo. Yo no merecía esa mirada, pero necesitábamos la corona y
teníamos que salir de aquí. Me levanté vacilante y me acerqué al
pedestal. La corona estaba allí, ominosa. Miré al viejo. Él asintió con la
cabeza. Podía usarla. Supuse que era una prueba más, que yo podría
fallar. Cuando mis dedos tocaron la corona, no sentí nada, sólo el frío
metal. La levanté con cautela, casi con miedo de lo que pasaría. Era
pesada, mucho más pesada que mi corona. Sin embargo, encajaba
perfectamente en mi cabeza, era extraño. Cuando la había visto por
primera vez, había estado abrumada por su tamaño. Había estado
segura de que me caería de inmediato. El anciano sonrió y se inclinó de
nuevo.

-Ahora es tuya. Sus poderes son tuyos. Puede hacer temblar a los
ejércitos. Puedes desgarrar las tierras y someterlas. El mundo puede ser
tuyo. -

Con la esperanza de que eso haya probado mi valía, me quité la


corona. -Sólo espero que pueda poner fin a una guerra. -

Kiyo se levantó temblando. Ya no sonreía. -¿Qué quiere decir con que


puede desgarrar las tierras?. -

El anciano abrió los brazos de par en par. -Ese es el poder de la corona.-

-La corona no tiene poder, -le dije, frunciendo el ceño. -Es un premio,
un símbolo de status por soportar todo esto.-

-¿Premio?. -Las cejas del anciano se levantaron y soltó una carcajada. -


¿Crees que todo eso era sólo por un premio?. ¿Por alguna chuchería?. -

Kiyo y yo intercambiamos miradas incómodas. -Entonces, ¿qué hace?-,


le pregunté.

-La corona de hierro te permite romper el vínculo entre un monarca y


su reino, liberando así a éste. Si tienes la fuerza, puedes reclamarlo. -El
hombre se encogió de hombros. -Porque, con el poder suficiente,
podrías controlar la mitad de los reinos de este mundo.-
Capitulo 12
Hubo un momento de silencio incómodo.

-Eso es imposible-, dijo Kiyo finalmente. -A menos que estés diciendo


que ella debe matar a todos esos monarcas.-

-No es necesario, - respondió el anciano.

-Incluso yo sé cómo funciona, -argumenté. -La única manera de


reclamar la tierra es si su anterior monarca muere o se vuelve
demasiado débil para retenerla. De lo contrario, están unidos. El
monarca y la tierra son uno.-

-¿No estás escuchando?, -preguntó. -La corona cambia eso. La corona


rompe ese vínculo. No importa lo fuerte que sea. No mata a menos que
lo desees. La tierra se libera, lo que te permite aprovecharte si eres lo
suficientemente fuerte y ambiciosa, lo que por supuesto tienes que serlo
para poseer la corona. -

Lo suficientemente ambiciosa. Sus palabras me recordaron nuestra


lucha, cuando había estado cerca de matar a Kiyo con mi rabia. Mire la
corona con disgusto.

-Yo no la quiero. No quiero ese tipo de poder. Esa nunca fue mi


intención. -

El guardián de la corona ahora parecía tan desconcertado como Kiyo y


yo habíamos estado hace unos momentos. -Entonces, ¿por qué has
venido por ella?.-

-Eugenie, -dijo Kiyo inquieto. -No creo que debas marcharte sin ella.
Independientemente de lo que realmente hace... bueno, el plan original
sigue siendo válido. En realidad no tienes que usarla. El sólo hecho de
tenerla puede ser suficiente para asustar a Katrice para que haga la paz,
especialmente si ella conoce su verdadero poder. -

Alcé los ojos hacia la corona, mirando distraídamente las paredes


quemadas de la cueva. -Por supuesto que lo sabe. Y lo mismo ocurre
con Dorian. Lo ha sabido todo el tiempo. -

Fue una muestra del tacto de Kiyo y su auto-control el no hacer


comentarios mordaces sobre Dorian.

-Tienes que tomarla, -exclamó el anciano, mirándonos a uno y a otro.


Parecía sorprendido y hasta ofendido por la posibilidad de que
estuviera pensando seriamente en dejarla. -Pasaste la prueba. Nadie
que lo haya conseguido ha rechazado la corona. -

Tuve una sensación de malestar en mi estómago. Él lo sabía. Dorian lo


sabía.

-No tienes que usarla, -reiteró Kiyo. -Pero Katrice no lo sabrá.-

-Soy una idiota, -murmuré. -Una idiota por pensar que era sólo un
trofeo de guerra. Si la acepto... ¿qué pasa si alguien la toma?. ¿O en caso
de sea robada?. -

Después de experimentar tantos intentos de violación, era muy


consciente de la magnitud de la ambición del Otro Mundo.

-La corona sólo funcionará en su propietario actual, -dijo el guardián. -


Sólo se quedará con el digno. Si se toma, o si mueres, volverá aquí y
esperará a que el rival venga.

-Cógela, -dijo Kiyo.

-¿Estás aquí todo el tiempo?. ¿Cuántos años tienes?. -No esperé una
respuesta. Me sentí mareada y estaba tan cansada, tanto mental como
físicamente. Quería salir de este lugar.
-Vamos, -le dije. -Vamos a tomar la corona. -

El anciano sonrió. -Excelente. Espero tener noticias de tus victorias.-

Fruncí el ceño y me dirigí hacia la salida. Esta no era una situación para
hacer despedidas calurosas, por lo que Kiyo simplemente dejó de
conversar, aunque podía sentir su vigilante mirada en mi espalda. La
caminata a través de la montaña fue tranquila, me pareció más corta.
Las barreras de fuego ya no estaban.

Cuando finalmente salimos, la luz y el aire de ese árido paisaje, parecía


más dulce, más refrescante que nunca. Volusian y Deanna estaban
exactamente donde los dejamos. La expresión de Deanna se iluminó. La
de Volusian no cambió ostensiblemente, pero definitivamente sentí su
consternación.

-¡Lo lograste!, - exclamó Deanna. -Ahora me puedes ayudar y


averiguar…-

-No, - le interrumpí, dirigiéndome directamente a mi caballo. -Ahora


no. Nosotros no vamos a tratar con eso todavía. -

Sus ojos claros se ampliaron. -Pero te comprometiste a…-

-Todavía no, - gruñí.

Algo en mi tono y mirada debió ser bastante intimidante, porque


desapareció sin comentarios. Sabía que ella volvería a insistir. Eché un
vistazo a Kiyo, que ya estaba en su caballo, de cara al problema.

-¿Piensas que las serpientes son residentes habituales o sólo una parte
de la prueba?, -le pregunté.

Miró a su alrededor, a los agujeros dispersos en el suelo. -No voy a


asumir todavía que se hayan ido. -
Me aseguré de que mi mochila estuviera asegurada, tenía la corona en
su interior. - Entonces vamos a salir de aquí. No vamos a parar
hasta que estemos fuera de las tierras sin reclamar. -

La cara de Kiyo estaba llena de preocupación. -Eugenie….-

Pero yo ya estaba instalada en mi caballo y en camino, hacia la


dirección en que habíamos venido. Nuestro viaje inicial había sido
rápido, pero aún conservaba energía. Ahora, no guardé nada. Dejé que
el caballo corriera tan rápido como podía, medio sospechando que
quería salir de este maldito lugar tanto como yo. La velocidad y la
corriente de aire fueron casi suficientes como para distraerme de lo que
había sucedido y lo que estaba por venir. Casi.

A Kiyo le resultó fácil mantener mi ritmo duro y la velocidad hizo que


cualquier conversación fuera difícil. Perdí la noción del tiempo, pero
tuve la sensación de montar a caballo durante horas mientras el sol se
movía a través del cielo. Caí en un estado de calma rodeada por ese
paisaje triste, cruzar de nuevo hacia las regiones reclamadas del Otro
Mundo, fue como recibir un poco de agua en la cara. Surgimos en la
Tierra Honeysuckle y de repente estábamos rodeados por el calor y el
color. Kiyo desaceleró su caballo un poco.

-Eugenie, tienes que parar. -Como yo no reaccionaba, gritó con más


fuerza, -¡Eugenie! -Se rompió mi bruma y también desaceleré y
terminé deteniendo mi caballo.

-Eugenie, es casi de noche. Tenemos que acampar aquí. Vamos a estar a


salvo ahora que estamos fuera de ese lugar.-

-¿A salvo?. Soy líder de una guerra. Este lugar no está de nuestro lado
todavía. Podríamos tener una gran cantidad de problemas si nos
encuentran y me capturan.-

-Eso es sólo una excusa, -dijo. -No va a suceder, no podemos mantener


este ritmo sin descanso. Los caballos no pueden. -
No sabía mucho acerca de los animales, como Kiyo. Estos dos no
parecían, a simple vista, agotados, pero respiraban un poco más fuerte
que cuando habíamos montado. Acaricié su cabeza a modo de disculpa.
No quería parar, pero Kiyo estaba en lo cierto.

La tierra era exuberante y hermosa, con varios lugares para acampar. El


truco era encontrar uno oculto, cercano a la carretera. Si nos alejábamos
demasiado, la naturaleza del Otro Mundo podría hacer que nos
extraviáramos. A pesar de sus palabras de confianza, creo que a Kiyo le
preocupaba un poco que la Reina Thorn fuera descubierta en este reino.
Por lo menos teníamos a Volusian para vigilar.

Finalmente nos decidimos por un pequeño claro que era casi imposible
de ver a través de los árboles hasta que se estaba en el interior. No lejos
de allí había una pequeña laguna pedregosa. Estaba sucia por la lucha,
pero no tenia energía para un baño completo y me conforme con
lavarme las manos y la cara. Sin embargo, de vuelta en el campamento,
que en realidad era sólo un lugar para dormir ya que no se necesitaba
fuego, Kiyo insistió en cambiarme los vendajes.

-Te abriste los puntos en la lucha con el lich, -dijo con desaliento. -
Puedo cortar la hemorragia pero tienes que ir a ver un médico pronto. -
Asentí con la cabeza sin haberle oído, mi mente todavía estaba en torno
a lo que había aprendido. Una vez que me había quitado la camisa, me
di vuelta y lo miré.

-Dorian lo sabía, Kiyo. Dorian sabía lo que podía hacer esta corona. Es
por eso que él la quería. No me sorprende...- Me mataría por decir las
siguientes palabras. -No me sorprendería que él se hubiera puesto de
acuerdo con Masthera. -

Esperé de nuevo la burla de Kiyo, pero sus ojos oscuros estaban serios y
llenos de simpatía. -No me sorprendería tampoco. Lo siento. -
Es cierto lo que había dicho en la cueva: yo era una idiota. Debería
haber escuchado a mis instintos iniciales, los que decían que un trofeo
de batalla no era suficiente para poner fin a una guerra. Un premio que
podría dañar al reino de Katrice o a ella. Sí. Pondría fin a una guerra,
cierto, pero Dorian me lo tendría que haber dicho. Tendría que
haberme dicho la amenaza real de la corona.

Y entonces no lo habrías hecho, señaló una voz en mi cabeza. Sabía que


era la verdad. No habría arriesgado mi vida o la de Kiyo para ir por un
artefacto que me posicionaba a un paso más cerca de ser la
conquistadora que todos esperaban.

-Dorian lo sabía, -repetí. -Dorian permitió que arriesgara mi vida para


esto.-

Kiyo se quedó en silencio durante unos momentos, su mirada se perdió


entre la oscuridad que rápidamente rodeaba los árboles de alrededor.

-Sin embargo dijiste que él se resistió al principio. Hasta que se dio


cuenta que podías ir.-

-¿Fue una actuación? -Sostuve mi cabeza entre mis manos, dudando de


todo lo que había llegado a creer acerca de Dorian. Quería confiar en él.
-¿Acaso pretendió parecer dubitativo, sabiendo que sería sospechoso si
se ponía agresivo?.-

-A pesar de todos sus defectos... No lo sé. Él se preocupa por ti,


Eugenie. No creo que te haya puesto en peligro a propósito. Puede que
haya esperado hasta que supo que podías ir con un respaldo. -

Suspiré y levanté la cabeza hacia arriba. -Le estás dando una gran
cantidad de crédito a alguien a quien odias. -

Una pequeña sonrisa cruzó los labios de Kiyo. -No lo odio, no


exactamente. No confío en él. No me gusta. Y... sí estoy un poco
enfadado porque él te quitó de mí. -
Estreché mis ojos, con una chispa de ira en ellos. -Nadie me quita. Yo no
soy alguien que ustedes muchachos, puedan pasarse entre sí.-

-Lo siento, lo siento, -dijo a toda prisa. -No quise decir eso. Sólo quiero
decir que después de separarnos, ha sido duro verte con él. Los celos
son mezquinos, lo admito. Pero también odio su gran acción temeraria
con la que te ganó y dio la estocada final a nuestra relación.-

-¿Su gran acción temeraria?. ¿Quieres decir al matar a Leith?. Nunca


lamentaré lo que él hizo, - dije ferozmente. A pesar de lo oscuro que
estaba, pude ver los ojos de Kiyo mirándome.

-¿Qué quieres decir Eugenie?. ¿Ha sido por tu venganza personal que
todas esas personas han muerto desde entonces?. -

Aparté la vista. -Se lo merecía. No lo entiendes.-

-Entiendo perfectamente. Y si hubiera podido, yo habría hecho mucho


más que clavarle una espada. De verdad, fue casi misericordioso
comparado con lo que se merecía. Pero las consecuencias...

-Ya lo sé. -Volví a suspirar. -Sé lo que lo ha causado, toda la agitación en


este mundo. -Un extraño y repentino pensamiento se me ocurrió.

-Maiwenn... -

Kiyo se puso tenso, intentando entenderme. -¿Qué pasa con ella?.-

-Dorian lo sabía. Ella sabe lo que hace la corona, estoy segura de ello. Es
por eso que me dijo que no te dejara hablar con ella, - dije llena de furia
ahora. -¡Maldita sea!. Él me la jugó. ¡Él siempre me la ha jugado!. No
importa si él me ama. Es su naturaleza. No puede amar sin necesidad
de utilizarme a su favor. ¡Me utilizó! -Mi grito resonó en la noche vacía
con irritación. En cuestión de segundos, Kiyo me agarró de los brazos.
-Oye, oye. Cálmate. Es posible que te haya engañado, pero no puede
obligarte a hacer algo que no quieras con la corona. Tú tienes el control.
No me hiciste daño.-

-¿Daño?, -exclamé. -¡Kiyo, casi te mate! ¿Entiendes?. ¿Entiendes lo que


casi hice?. ¡Perdí el control!. ¿Cómo voy a perdonarme a mí misma por
eso?. -

Él me abrazó. -Te perdono por eso y eso es todo por lo que tienes que
preocuparte. No te castigues con la culpa. -

Apreté los puños. -El más loco era el falso lich, pensaba que lo que hice
era algo bueno. Empujar mis amigos a un lado por el poder. Eso es lo
que la corona representa. Eso es lo que voy a llegar a ser.

-No te dejaré, - dijo Kiyo ferozmente.

-Está en mi sangre, -dije débilmente. -Me doy cuenta de eso ahora.-

-Tal vez. No lo sé. Yo solía pensar... bueno, solía pensar que podías
decidir todo fácilmente. Haz esto, no hagas esto. Eso era estúpido de mi
parte. Este conflicto que te afecta es más que eso. Y no te ayudé, no en la
forma en que lo necesitabas. Ahora lo haré… si me lo permites. -

Lo miré confundida. -¿Por qué?. ¿Después de todo lo que he hecho?.-

-Porque yo...- Kiyo se interrumpió. No podía verle ahora, pero el tacto


de sus manos estaba caliente sobre mi piel. -Porque no importa. Porque
me equivoqué. Porque nunca debimos habernos separado. He estado
queriendo decirte algo desde hace un tiempo. Debemos…-

Me alejé en el claro. No podía oír esto. No podía oír una proclama de


amor, no cuando mi corazón se rompía aún más por la traición de
Dorian. Confiaba en él, a pesar de todas las pruebas que demostraban
hasta qué extremo podía llegar por el poder. Pensaba que el amor sería
más fuerte que la ambición. Me había equivocado. Incluso si él me
amaba, su corazón siempre se dividiría entre mí y sus ansias de poder.
Era su naturaleza, al igual que mi propia naturaleza se dividía entre la
forma humana y la Gentry.

-Tengo que dormir, Kiyo, -dije a duras penas. -No puedo oír esto
ahora.-

-Pero Eugenie.-

-Buenas noches. -Le di la espalda, sabía que él podía ver en la


oscuridad, me acurruqué en la hierba. No era una cama cómoda, pero
en comparación con el malestar de la noche anterior, esto era como el
cielo.

Kiyo no dijo nada más y finalmente lo escuché tumbarse. Volusian


estaba de guardia, es decir, ni Kiyo ni yo teníamos que permanecer
despiertos. En mi caso, no importaba. No conseguiría dormir, no
importaba lo mucho que lo hubiera querido. Me quedé casi toda la
noche mirando hacia el cielo claro y su brillo de estrellas. El Otro
Mundo tiene las mismas constelaciones que el mundo humano, sin
duda eso representaba algún tipo de dilema para la física pero no tenía
tiempo para pensar en eso ahora.

Dorian lo sabía.

Esa corona de mierda. Una parte de mí quería ir hasta mi bolsa, agarrar


la corona y arrojarla en la noche, para no volver a verla más. ¿Qué había
dicho el anciano?. ¿Qué volvería a su lugar?. No hay problema. Ningún
daño, salvo la pérdida de mi potencial para robar la tierra de Katrice y
de cualquiera que se me opusiera.

¿Era eso lo que había querido Dorian?. ¿Había tratado de convencerme


de que era la única manera de ganar la guerra?. ¿Y podía yo creerlo?.
Tal vez. Había estado dispuesta a arriesgar mucho por la paz antes de
venir por la corona. Tal vez fue paso intermedio en el plan de Dorian
para la conquista final.
Al final, no importaba su plan. Lo que importaba era que me había
traicionado. Me abrí a él, lo amaba. Eso ahora se terminó. Con ese
pensamiento y la ira quemando dentro de mí, me levanté en torno al
amanecer. Kiyo que al parecer se había dormido, se despertó al instante
al oír mi agitación.

-Déjame adivinar, -dijo. -No puedes dormir.-

-No.-

Saqué algo de la comida de mi bolsa de viaje, mis dedos rozaron la


corona. Kiyo se puso de pie y se estiró, luego se alejó hacia los arbustos.
Regresó unos minutos más tarde con unos mangos en sus brazos.

-Suplemento para tu desayuno, - dijo, dándomelos. Se apoyó contra un


árbol y mordió uno de los suyos. Asentí con la cabeza con
agradecimiento, pero la dulzura de la fruta se perdió en mí. No tenía
ganas de nada. Sentí los ojos de Kiyo, pero lo ignoré.

-¿En qué estás pensando?, - preguntó al fin.

-En cuanto odio a Dorian.

-¿Qué vas a hacer?.-

Eso era algo que había pensado durante algún tiempo, así que tuve una
respuesta sólida. -Voy a ir a buscarle. Decirle lo todo lo que pienso y
que no habrá un nosotros ni una alianza. -

Las cejas de Kiyo se elevaron. -Puede que no debas apresurarte con lo


último.-

-¿Cómo puedo tener una relación con alguien así?, - exclamé.

-Puedes hacer negocios con gente que no te gusta. No deberías


despreciar su apoyo militar en este momento.-
-No necesito su ayuda, -le dije obstinadamente. -Especialmente si
Katrice me da una tregua por la corona.-

-¿Y si no?.-

-No lo sé. -Me puse de pie y me limpié las manos pegajosas con mis
vaqueros. Kiyo era la última persona con la que esperaba discutir sobre
esto. -¿Qué quieres decir?. ¿Debo perdonarlo?. ¿No pensar en esto y
saltar a su cama?.-

-No. Por supuesto que no. -Kiyo caminó hacia mí, casi reflejando
nuestras posiciones de la noche anterior cuando había estado a punto
de decirme algo romántico. Sólo que ya había tenido más tiempo para
llegar a un acuerdo con mi enojo y en realidad podía centrarme ahora
en Kiyo, la preocupación en sus ojos y la forma en que su cuerpo
siempre hacía sentirse al mío. -Pero no creo que Dorian abandone la
guerra, no importa lo que pase entre los dos. Necesitas su ayuda.-

-Me temo que... - Hasta que esas palabras salieron de mi boca, no me di


cuenta de lo que le quería decir. -Me temo que cuando lo vea, cuando
hable con él... lo hará de nuevo. Él me convencerá de, no sé. Cualquiera
que sea su plan. Él lo justificará y volverá a enredarme. -

Kiyo ahuecó mi cara entre sus manos. -No tienes que hacer algo que no
quieres. Eres fuerte. Y voy a ir contigo, si lo deseas. -

Miré a Kiyo, me sentí perdida en las profundidades de su mirada y me


confundió por lo que vi en ellos.

-Quiero que lo hagas.-

Inclinado hacia abajo, él me acercó y me dio un beso casi antes de que


me diera cuenta de lo que había sucedido. Había calor en sus labios, el
calor, el hambre y la pasión cruda y animal que tanto le caracterizaba.
Mi cuerpo se apretó contra el suyo, me sorprendió la excitación que el
beso encendió dentro de mí, yo, que hacía veinticuatro horas había
jurado y sellado mi amor a Dorian. Ahora, el deseo dentro de mí era
por Kiyo, un deseo que era probablemente a partes iguales una
venganza contra Dorian, un resurgimiento de mis sentimientos por
Kiyo y la simple lujuria desencadenada por no estar con alguien que,
me parecía muy atractivo.

Me aparté de él, no fue fácil. Ese beso me había consumido a través de


mi razonamiento. Tuve la sensación de que estaba a segundos de
arrancarle la ropa y tirarme sobre él. Una parte racional me decía que
no debería hacer eso hasta que supiera a ciencia cierta si sería porque
todavía me preocupaba por Kiyo o porque quería volver a Dorian.

-No, no. No puedo, -le dije, -teniéndolo a pocos pasos de distancia. -


No... No estoy lista…- Sabía que él sabía que no era del todo cierto. Él
sería capaz de oler el deseo en mí, las feromonas y otros signos físicos
que demostraban que lo quería. ¿Pero mi cabeza y corazón?. No, yo no
estaba segura de eso.

-Eugenie... -Su voz era ronca, cada aliento demostraba su sexualidad


oscura, primitiva que siempre me había demostrado.

-No puedo, -repetí. -Por favor... no hagas eso otra vez..-.

Me apresuré a ir a ciegas hacia el bosque, haciendo caso omiso de las


ramas y las hojas que me rozaban. No tenía que ir muy lejos, porque
algo me decía que Kiyo no me seguiría. Él me dejaría en paz por ahora.
Me hundí en el suelo, con la cabeza apoyada, hacia atrás, contra la
corteza lisa de un árbol que no reconocí. Mi corazón latía con fuerza en
mi pecho, por la agitación de los avances de Kiyo.

Yo había sospechado que todavía le importaba, sobre todo porque la


ruptura había sido más mi idea que suya. Él lo aceptó con sabiduría, es
verdad, pero yo siempre había sabido que hubiera deseado que las
cosas hubieran sido diferentes. Maldita sea, ¿que estábamos haciendo?.
Exhalé y cerré los ojos. ¿Qué puedo hacer con esto?. ¿Qué puedo hacer
con los sentimientos de Kiyo?. ¿Qué puedo hacer con mis propios
sentimientos?.

Debido a que en el centro de todo, mi corazón todavía estaba furioso


por Dorian. Había querido decir lo que le dije a Kiyo: Iba a volver y
decirle a Dorian que se había terminado. Kiyo me había decepcionado,
todavía lo estaba, porque no había tomado una decisión directa sobre
Leith. Sin embargo, en la medida en que me había herido, Kiyo había
sido audaz y abierto acerca de sus razones para ello. Era mejor que
alguien que dice mentiras bonitas. Mentiras bonitas. Dorian estaba lleno
de ellas y no sólo por lo de la corona. De repente, me encontré
cuestionándome por qué me había sugerido a Kiyo para venir en esta
búsqueda, en lugar de Jasmine. Tal vez Dorian había pensado que sería
una forma cómoda de deshacerse de alguien que había visto siempre
como un rival potencial.

No lo sabía. Lo único de lo que estaba segura era de que me estaba


poniendo más y más excitada hasta que me senté allí. Un ruido leve me
sacó de mi torbellino emocional, abrí los ojos. No era un grito de
alarma, había llegado desde atrás, Volusian estaba en el campamento y
luego, en un momento me di cuenta de lo que estaba pasando. Me dirigí
hacia la laguna en el claro.

Efectivamente, me encontré con Kiyo nadando. La laguna era muy


clara y brillante con el sol de la mañana, y cantaba a mis sentidos
mágicos. Me pregunté si él estaba allí para asearse por la batalla de ayer
o para quitar su frustración por mí. A juzgar por las líneas de su rostro,
tal vez ambas cosas. Lo observé durante un minuto. El agua y su estado
de ánimo lo habían distraído, normalmente tenía el olfato y el oído en
estado de alerta. Después de un rato me decidí. Empecé a quitarme la
ropa. Kiyo se volvió y se fijó en mí cuando me metí en el agua,
haciéndolo por el borde de piedra.

-Eugenie... ¿qué estás haciendo?. Estás mojando los vendajes. -


Nadé hacia él, por el otro lado de la laguna. -Estoy aquí desnuda y tu
mayor preocupación ¿Son los vendajes?. -

Él me miró fijamente. -Bueno, eran los últimos que teníamos. -

Puse mis manos sobre su pecho. -Vamos a estar en casa pronto.-

Cuando llevé mis labios a los suyos, nos unimos en un beso profundo,
sentí la misma respuesta que antes. Él me respondió con hambre, con
los brazos envueltos alrededor de mi cintura fuertemente. Ahora, sin
embargo, Kiyo no rompió la excitación en sus ojos. Tuve la sensación de
que era una guerra humana contra el animal dentro de él.

-Espera, -dijo. -Antes...dijiste que no podías.-

-He cambiado de opinión. Puedo hacerlo, -dije. -¿Es necesario hablar de


esto en este momento?.-

Todavía tenía que hablar con Dorian, pero necesitaba esto. Había roto
mentalmente con él. Era libre de hacer lo que quisiera. Me acerqué a
Kiyo de nuevo, poco a poco caminamos hacia la orilla. Nuestros torsos
surgieron del agua, el aire de la mañana estaba un poco frío contra mi
piel mojada.

-No confío en la razón por la que estás haciendo esto, -dijo Kiyo. Pero
cuando me acerqué, no retrocedió.

-Creo que se las estás devolviendo a Dorian. -

Lo besé con fuerza, cortando todo lo que los argumentos lógicos que
pudiera intentar. -Tal vez soy yo, -le dije al fin. Estaba jadeando, un
poco sorprendida por la intensidad. Me sentía llena de lujuria por Kiyo
y de ira por Dorian. -Pero lo estoy haciendo contigo. ¿Eso no significa
algo?.-
Hubo una pausa, los oscuros ojos de Kiyo me miraron intensamente. -
Sí. -Con un movimiento rápido, me dio la vuelta, empujando su cuerpo
contra el mío. -Así es. Así es como debería haber sido de todos modos. -
Me dejó sin aliento mientras besaba mi cuello, rozando los dientes
contra mi piel. -Voy a recuperar lo que es mío.-

Mi cuerpo ardía, tanto por su toque y el tono peligroso de su voz. A


continuación, el pleno significado de sus palabras me golpearon.
Empecé a darme la vuelta, pero tenía las manos sobre mí,
inmovilizándome.

-Oye, no soy tuya, -gruñí. -Pensé que lo había dejado claro.-

-Tienes razón, -dijo. -Ya no es así. Nunca debería haber sido así. Nunca
deberíamos haber estado separados. Y si deseas hacer esto, significa
que sientes algo por mí. No puedo creer que esto sea sólo sexo por
venganza.-

-Kiyo. -Las manos que me sostenían se deslizaron hacia adelante, a mis


pechos, la aspereza de su tacto produjo escalofríos a través de mi
cuerpo.

-Dime, -susurró en mis oídos, sus manos se deslizaron por mi estómago


y hacia abajo entre mis muslos. -Dime que todavía sientes algo por mí. -
Su cuerpo se aferró más al mío, empujándome hacia la piedra. Lo sentía
duro y listo.

-Yo... -Cerré los ojos, perdida por sus caricias, se avivó la tensión sexual
que había estado entre nosotros durante días. ¿Qué sentía? Por un
momento, estaba en conflicto. Tal vez esto no estaba bien. Tal vez era
necesario poner fin a las cosas con Dorian antes de dejar que mis
emociones salieran a flote. -Yo..-.

-¿Sí?.-
Se inclinó sobre mí, con las manos aferradas a la cintura, de repente, él
se deslizaba hacia mí, un gemido bajo escapó de sus labios mientras me
llenaba. Solté un pequeño grito en el momento inesperado, se convirtió
en un gemido de placer cuando él comenzó a moverse dentro y fuera de
mí.

-Dime que todavía hay algo, cualquier cosa... -gruñó. -Si no, voy a parar
y dejar pasar esto. Sólo tienes que decirlo.-

-Yo... -

Una vez más, no podía pronunciar las palabras. Esta vez, era
simplemente porque me perdió también en cómo él se sentía. Me había
olvidado lo que era estar con él, la forma en que él me había amado
tomándome por detrás, conducido por el instinto animal dentro de él.
Había más que eso para él, sin embargo. Las imágenes pasaron por mi
mente, la forma en que había luchado a mi lado, la compasión, cuando
él había visto como el dolor había aparecido por el engaño de Dorian.

-Dime, -dijo de nuevo, sentí una salvaje hambre en su voz. -Dime que
me quieres; que todavía hay algo entre nosotros. Que no quieres que me
detenga. -Se sentía tan bien, tan fuerte y duro.

-No... -

-¿No qué?.-

-No...No pares... hay... por supuesto que todavía hay algo…-.

Lo dije en serio. Y con esto, el animal dentro de él se desató. Grité


cuando él me dio toda la fuerza de su cuerpo, mis brazos se aferraron a
su cuerpo para no golpearme contra la piedra. El sonido de nuestros
cuerpos uniéndose se hizo eco a nuestro alrededor mientras empujaba
sin descanso, llevándome una y otra vez al reclamar mi cuerpo.
-Te he echado de menos, Eugenie, -consiguió decir. -He perdido tener
relaciones sexuales contigo. Pero lo más importante es que te perdí a ti.-

Sus palabras sonaron agudas cuando empujó, particularmente fuerte y


profundo mientras se inclinaba más sobre mí. Volví a gritar, había
llegado al éxtasis, no sentía dolor. Kiyo siempre había sido capaz de
hacerme esto y ahora no era una excepción. Sentí los nervios de mi
cuerpo explotar, cada parte de mí tembló. Sin embargo se mantuvo en
movimiento dentro de mí con esa necesidad primaria, que me
empujaba a la sobrecarga sensorial. Él renunció a las palabras,
simplemente hacia pequeños gruñidos cuando nuestros cuerpos
conectaban.

Por fin, su cuerpo llegó a su punto de ruptura, lo que me empujó hasta


el punto culminante. Me agarró con fuerza, mi cuerpo no paró de
satisfacer su necesidad cuando vino a mí, gimiendo y con espasmos,
hasta que finalmente me dio todo lo que tenía. Él se retiró, me di cuenta
que mi propia respiración era profunda y rápida.

-Esto... tal vez no debería haber hecho esto... -

Kiyo pasó un brazo alrededor de mi cintura y me acerco a él. Sus labios


rozaron los míos. -Hablas como un hombre a la mañana siguiente. Tú
eres la que quería.-

-Es cierto, -admití. Con mi deseo saciado, me sentía un poco más


coherente. Pero sólo casi. Su cuerpo desnudo estaba todavía contra el
mío y eso me distraía.

-Dame unos minutos más, -murmuró. -Unos minutos más y podemos


hacerlo otra vez..-.

-Eso probablemente sólo creara más problemas. -


Él me besó en el cuello. -¿Qué problema hay con lo que hemos hecho?.
Una vez más, Eugenie. Te he echado mucho de menos. Vamos a hacerlo
sólo una vez más.-

Podía sentir que él estaba casi listo de nuevo. Levanté una de mis
piernas, sentí como también mi cuerpo estaba listo de nuevo también. -
¿Y luego qué?.-

-¿Luego?.- Kiyo me besó. -Luego vamos a ver a Dorian.-


Capitulo 13
El viaje de regreso transcurrió sin incidentes, lo más notable era el
sentimiento que quemaba entre Kiyo y yo y lo que había descubierto.
Mis palabras habían sido ciertas: Nunca había dejado de preocuparme
por él. Pero había tenido razón también, lo que había pasado entre
nosotros en el claro del bosque había provenido de mi propia
indignación y la necesidad de retribuirle a Dorian. Eso no era realmente
una buena razón para iniciar una relación. Ni siquiera era una buena
razón para tener relaciones sexuales ocasionalmente y honestamente,
no estaba segura de mi situación con Kiyo, en este momento.

Deanna reapareció y nos siguió de manera silenciosa y obediente. Por


fin rompí el silencio para tranquilizarla y mantener mi parte del trato.
Su rostro se iluminó y tuve que prometerle algo antes de resolver el otro
asunto.

Me fui con Kiyo directamente a ver a Dorian, una vez que había
cruzado el territorio familiar. Mi plan era tratar con él primero y
después ir al mundo humano. Pensé que sería más seguro tener la
corona allí. Los guardias de Dorian me recibieron con sonrisas de
satisfacción y aunque se sorprendieron al ver a Kiyo, la mayoría parecía
saber que había estado fuera en alguna misión secreta. Regresar con
vida era una buena señal.

Tan pronto como entramos en el castillo, ordené a un mensajero que


fuera a informar a Katrice de que ahora yo poseía la Corona de Hierro y
si ella quería hablar, yo sería todo oídos. Como consorte de Dorian,
tenía la facultad de ordenar a todo su personal, pero tuve la sensación
de que eso terminaría pronto.

Kiyo y yo fuimos llevados ante la presencia de un exaltado Dorian en


un jardín donde estaba haciendo que un atormentado cortesano
llamado Muran, tocara el arpa. Sabía a ciencia cierta que Muran había
recibido sólo una lección y Dorian parecía muy divertido al ver la lucha
del hombre. Este tipo de cosas era uno de los grandes pasatiempos de
Dorian y por lo general, a pesar de que me sentía mal por Muran, me
hubiera resultado divertido. Hoy no sentía nada.

Cuando entramos en el patio, Dorian echó un vistazo a nuestras caras y


ordenó inmediatamente que se fueran todos, incluso sus guardias.
Todavía conservaba una pequeña sonrisa despreocupada, pero había
visto un cambio sutil en las líneas de su rostro. Sabía que algo estaba
pasando. Su astucia era lo que lo había convertido en un buen
gobernante.

-Bueno, aquí estás, - dijo, sentándose en una silla Gentry, equivalente a


una silla de jardín. Excepto, por supuesto, que nunca había visto cosa
igual en Home Depot, algo tan adornado y dorado. Normalmente,
cuando llegaba, Dorian me besaba, pero mi cautela debió detenerlo.

-Tan hermosa como siempre, querida mía. ¿Supongo que todo fue bien
o por lo menos escapaste con vida? .-

-Hemos tenido éxito, -dije. -Tengo la corona. -Una vez más, esa sonrisa
no cambió, pero una luz brilló en los ojos ansiosos de Dorian. Se inclinó
hacia delante.

-Lo sabía. Sabía que podías hacerlo. -Me estudió de arriba abajo, la
mirada por fin se detuvo en la bolsa que llevaba colgada del hombro. -
¿Puedo verla?

-No, -le dije sin rodeos. -Nadie la va a ver. Va a permanecer guardada,


tengo que pensar si la voy a utilizar.-

Las cejas de Dorian se levantaron y empezó a hablar. Ya podía imaginar


un centenar de frases que podían salir de su boca, algo como: ¿De qué
estás hablando querida?. Di un paso hacia delante, con mis nervios bajo
control, le interrumpí.
-¡No empieces!. Ni siquiera se te ocurra hablarme con palabras
empalagosas. Hace tiempo que sabes lo que la corona puede hacer.
Sabías que podías hacer huir a Katrice y de esa manera manejar su
reino. -

Dorian vaciló y otra vez pude adivinar los pensamientos que le


rondaban en su cabeza. ¿La negación o la marcha atrás? Fue lo último.

-¿Y qué mejor manera de conseguir la paz?, - dijo al fin. -La guerra es
para que dure un tiempo y luego someter a otros. ¿No es mucho más
simple y más rápido lograr ese mismo fin de otra manera? .-

-¡Una forma que te permite apoderarle de su tierra!, - exclamé. Di un


paso hacia adelante, tenía que mantener la fuerza, cada vez estaba más
cerca. Estaba tan, tan enojada. Tan enojada porque me tenía que
importar lo que me había hecho. Estaba casi tan enfadada, en este
momento como lo estaba con Katrice. De ella, al menos, esperaba la
traición.

-Eso es lo que habías querido hacer, no sólo asustarla. ¿Has encontrado


alguna manera, una justificación para tomar esas medidas tan drásticas,
al igual de que me convenciste para involucrarme en esto?.-

La cara de Dorian ya no mostraba alegría. -¿Lo hubieras hecho si lo


hubieras sabido?.-

-No. -

Se encogió de hombros. -Bueno, ahí lo tienes. -

Estaba horrorizada. -¿Eso es todo?. ¿Cómo diablos puedes estar tan


tranquilo?. ¿Cómo puedes pensar que está bien que me hayas engañado
desde el principio… tú y esa bruja?. ¿Cómo puedes reclamar mí amor
y mentirme así?.-

-Yo te amo, -dijo. -Más de lo que crees. Lo hice por tu propio bien.-
-Lo hiciste por tu propio bien, -le espeté. -No puedo creer que me
enamorara de nuevo. Has hecho esto antes y no me lo vas a hacer nunca
más. No necesito tu ayuda. Voy a terminar esta guerra de mierda por
mi cuenta. -

-Eugenie, -advirtió Kiyo en voz baja. Él no me contradeciría, no delante


de Dorian, pero entendí el aviso. Recordé lo que me había dicho antes:
no desprecies la ayuda militar de Dorian.

Dorian se burló, compartiendo ese sentimiento. -Por supuesto que me


necesitas. Cuando se te pase la rabieta te darás cuenta que estamos
juntos en esto. Utiliza la corona como quieras, pero sé razonable para
que los dos podamos poner fin a esta guerra. -

Mi voz era grave y peligrosa cuando hablé. Estaba furiosa de que


pudiera ser tan condescendiente y porque no le daba ninguna
importancia. -No más un nosotros.-

-Sólo estás exagerando, -dijo. -Tenemos que terminar esta guerra juntos,
tenemos la necesidad de estar juntos y punto. Estamos destinados a
estarlo.-

-No, -dije. -Ya hemos terminado. Se acabó. -Pude ver en su cara que él
no se lo tomaba en serio tampoco. No lo entendía. Su ego no se lo
permitía. Antes de que pudiera responder, Kiyo me tocó ligeramente el
brazo.

-Ten cuidado. Mira lo que estás haciendo.-

Miré a mí alrededor. El viento subía y bajaba, por lo que los manzanos


se movían con violencia. Las nubes oscuras comenzaron a reunirse por
encima de nosotros. No era raro que mis emociones afectaran
inconscientemente al tiempo, pero el hecho de que pudiera hacerlo en
una tierra bajo el control de otro era una señal de lo mucho que mi
poder había crecido. Si Dorian hubiera querido tiempo soleado, debería
haber permanecido así. Darme cuenta de lo que podía hacer era
embriagador. Sin embargo, me tranquilicé, calmando el aire y
disipando las nubes de tormenta.

Pero Dorian no estaba preocupado por nada de eso. Su atención se


había concentrado en el pequeño gesto de Kiyo al tocarme el brazo. No
estoy segura de lo que pensaba Dorian, tal vez sólo le extrañaba el
movimiento de Kiyo y que estuviéramos juntos en ese momento,
Dorian se dio cuenta de lo que había sucedido entre Kiyo y yo. Y eso,
más que cualquier otro de los argumentos, fue lo que finalmente
rompió su actitud relajada. Su rostro se convirtió en piedra.

-Oh, -dijo a Kiyo, con una voz desprovista de emoción. -Ya veo. Es tu
turno de nuevo. -Me llenó de indignación la insinuación de que podía
ser pasada a otro…el mismo disgusto que había sentido cuando Kiyo lo
había expresado. Dorian no me dio ninguna posibilidad para
explicarme. -Bueno, si eso es lo que pasa, entonces así será. Puede que
tengas razón de que no hay un nosotros, pero todavía estamos en esta
guerra juntos. Mi ejército está demasiado enredado y me cuesta dejar a
Katrice, creo que está retrocediendo. ¡Dareth!, - gritó Dorian y su voz
resonó, uno de los guardias que estaba detrás de las puertas de cristal lo
oyó. Rápidamente abrió las puertas y salió.

-¿Su Majestad?

-Por favor, escolta a la reina Thorn y a su mascota a la salida. Se les


niega la entrada. No se les recibirá de nuevo. Si alguno de su familia
viene, se les puede permitir presentarse ante mí. -Me fulminó con la
mirada.- Enviarás a Rurik como tu representante para todos los asuntos
militares. Él estaba haciendo ese trabajo de todos modos. -Dorian se
dirigió de nuevo a su guardia. -Eso es todo.

Dareth tenía problemas para que no se viera la expresión de sorpresa en


su cara. Había sido una huésped habitual y se me trataba casi como a
Dorian. Después de unos momentos, Dareth salió de su estupor, su
lealtad a su rey iba más allá de lo que pudiera sentir. Se volvió hacia
mí, con expresión formal. Hizo un gesto hacia el interior.

-Su Majestad.-

El respeto estaba ahí, pero el mensaje era claro. Había sido echada y
veía que Dareth prácticamente me rogaba para que no me opusiera. No
lo hice y mientras una docena de réplicas a Dorian llenaron mi cabeza,
las deseché. Él prosperaba con ese tipo de atención. Sólo lo haría
sentirse más importante y yo quería que le quedara claro que
realmente era el culpable, a pesar de la fría realidad de lo que estaba
pasando sentía como mi corazón se rompía.

Kiyo y yo seguimos a Dareth sin comentarios; me detuve. Arranqué la


cadena que llevaba, de la que colgaba el anillo de Dorian. La tiré a sus
pies, lo miré con desprecio para que entendiera lo que sentía. Él lo hizo.
Su mirada era de furia.

-Vámonos.-

Me di la vuelta, dejando que Dareth nos llevará a las puertas del


castillo. Tan pronto como salimos, le oí dar instrucciones acerca de que
no éramos bien recibidos en su casa. Imaginé a los otros guardias
sorprendidos, mientras caminaba sin mirar atrás. Una vez que Kiyo y
yo habíamos andado un trecho la tierra se movió y llegamos al reino de
Maiwenn, él se volvió para mirarme.

-¿Estás bien?, - preguntó, con preocupación en sus ojos oscuros.

-Muy bien, -dije secamente. -Estaba segura de que mi enfado estaba


justificado...- pero dejar a Dorian aún me dolía. Me había despedido
con tanta facilidad, una vez que se había dado cuenta de que me había
acostado con Kiyo. Me esperaba algo... algo más emocional, supongo.
Alguna señal de que era algo más que una útil consorte. Debería
haberlo sabido.
-Volvamos a Tucson.-

Había mantenido la distancia con Volusian y Deanna, no les comenté lo


que había pasado con Dorian. Ellos venían detrás. Le dije a Deanna que
viniera a mi casa mañana, que íbamos a empezar a trabajar en su
problema. A Volusian, le di la orden de regresar a la Tierra Thorn y que
le dijera a Rurik que fuera a ver a Dorian y esperara hasta que supiera
la decisión de Katrice. No tenía duda de que la noticia de que había sido
expulsada por Dorian se extendería con rapidez, no quería ver las
reacciones de mi pueblo cuando eso sucediera.

Kiyo y yo cruzamos de nuevo a Arizona, en una puerta cercana, fuimos


a su casa en lugar de la mía para que pudiera rehacer mis puntos de
sutura. Era tan bueno como cualquier otro médico y no quería tener que
explicar mis nuevos cortes y hematomas a otra persona. Una gran
cantidad de gatos y perros me saludaron cuando entramos en su
apartamento y me hizo sentir extrañamente nostálgica.

-¿Estás bien?, - preguntó Kiyo. Estaba acostada boca abajo, en su cama


mientras que su aguja se puso a trabajar en el corte. Mi mejilla
descansaba sobre una almohada, lo único que veía era su tocador
mientras trataba de permanecer inmóvil.

-Estoy bien.-

-Sigues diciendo eso, pero lo que pasó fue muy grave. -Podía imaginar
la tristeza en su rostro. -No me esperaba que nos echara.-

-Sabe que nos acostamos, - le dije. -Los hombres se enfadan cuando sus
novias hacen eso. - Había roto con Dorian en mi cabeza en el instante en
que descubrí el engaño, pero en lo que a él concernía, le había
engañado. Pero en gran parte traicionar a alguien que te haya engañado
no me parecía una traición.
-Sí, -dijo Kiyo. -Sí, sí. - Él terminó de coser y se puso a vendarme. -Por
favor, por favor, ten cuidado de no abrirte otra vez los puntos. Es un
milagro que la herida no esté infectada. -

-No, -dije, me senté con cuidado poniendo la camisa de nuevo. -No


pienso luchar durante un tiempo. No voy a volver al Otro Mundo hasta
que realmente me necesiten y me voy a dedicar a investigar el problema
de Deanna, sólo me voy a involucrar en las primeras indagaciones. En
realidad estoy esperando para pasárselo a otra persona.-

-No le va a gustar eso, - dijo.

-Ya conseguiré que lo entienda, -le dije- Entenderá que es lo mejor. -


Empecé a ponerme de pie, pero Kiyo agarró mi mano y me mantuvo
sentada. Su expresión se tornó fría.

-¿Quieres quedarte un rato?. -

Negué con la cabeza, sonriendo débilmente. -Tengo algunas cosas que


hacer. Además, sólo porque lo hicimos no quiere decir... eso no quiere
decir que las cosas sean lo mismo.-

Su sonrisa traviesa se desvaneció. -Tienes razón. Es precipitado.


Supongo que debo... No lo sé. ¿Quieres una cita? .-

-¿Una cita?- Me reí a pesar de la situación. Parecía tan fuera de lugar


después de lo que había pasado estos últimos días. Demasiado normal.
-¿Cena y una película?.-

-Algo así. Podría recogerte más tarde, después de que acabaras con tus
recados. O mañana, si necesitas un poco más de tiempo.-

¿Un poco más de tiempo? Tal vez necesitaba mucho más tiempo.
Realmente no lo sabía. Podría haber saltado a su cama (en sentido
figurado) justo después de que mi relación con Dorian se había
derrumbado, pero como había dicho, no estaba dispuesta a tener algo
serio con Kiyo de nuevo. Había tenido relaciones sexuales con Kiyo por
despecho. Tenía que pensar las cosas con más tranquilidad ya echaba
de menos a Dorian. Mi cabeza me decía que había hecho lo correcto
pero mi corazón ya lo echaba de menos.

-Mañana, - le dije. Kiyo asintió con la cabeza.

-Muy bien. De todos modos tengo que pasarme por la clínica-.

Sinceramente, no entendía las condiciones de empleo de Kiyo. Con sus


constantes visitas al Otro Mundo, no parecía tener ningún horario
regular en la clínica veterinaria de emergencia en la que trabajaba. Él
sólo parece que aparecía cada vez que quería. Era más conveniente que
mi propio trabajo para mantener una existencia dual entre los mundos.

Con mis sentimientos confusos, o no, dejé que me diera un beso de


despedida. Había una parte de mí que quería quedarse con él, metida
en su cama y evitar al resto del mundo. Mundos, incluso. Pero tenía
mucho que hacer.

Lo primero era llegar a casa y ponerme ropa limpia. Llegué a lo que


inicialmente parecía ser una casa vacía, pero por los coches en el camino
de entrada me di cuenta de que no lo estaba. Efectivamente, un minuto
después de que entrara, oí la puerta del dormitorio de Tim como se
abría. Salió, vestido con sólo unos vaqueros y bastante despeinado.

-Hola Eugenie. No esperaba verte tan pronto.

-Aparentemente no. ¿Puedo suponer que Lara está ahí?-

Tenía gracia, estaba avergonzado. -Ah, sí.-

-Hola, Eugenie. -Lara apareció en la puerta de la cocina junto a él, su


pelo estaba desordenado como el suyo. Ella se sonrojó, pero su
turbación volvió a sorprenderme, se debía a mi apariencia. Ella todavía
no estaba acostumbrada a verme así.
-¿Un mal día?.-

-Días, - le dije.

-Oh... Supongo que... ¿No creo que estés interesada en escuchar


algunas ofertas de trabajo?.-

Fue la primera vez que había estado indecisa por el trabajo. Creo que
por fin empezaba a entender la naturaleza agotadora de mi vida y que
las tareas múltiples no eran tan fáciles como verificar una lista.

-En realidad no. No en unos días.-

-Unos pocos... -Se calló su protesta y asintió con la cabeza


humildemente. Pasé al lado de ellos, en dirección a mi cuarto.

-Tengo cosas que hacer, - les dije. -Así que pueden volver a... lo que sea
que estaban haciendo.-

A decir verdad, no me apetecía hacer lo que tenía pendiente, lo que me


apetecía era coger algo de comer de la cocina y luego dormir. Pero, no.
Había hecho una promesa a Deanna, y la honraría, no importa lo mal
que fuera mi vida. Así, que después de ducharme y cambiarme, me
senté en el borde de mi cama y cogí el móvil. Lo miré durante un largo
rato, pasando mis dedos a lo largo de sus bordes como demorándolo.
Al final marqué el número y esperé.

No había casi posibilidad de que alguien contestara. Estaba llamando


por teléfono a mi madre, sin embargo, si la llamaba a casa tendría más
posibilidades. Sabía que Roland le había pedido que mantuviera las
distancias, pero después de verme en el hospital, era probable que mi
madre se resistiera a sus normas por miedo a que hubiera perdido una
pierna o algo así.
-¿Hola?-.Se me cortó la respiración, casi no podía hablar. Sólo una
palabra... el sonido de su voz. Sentí un torrente de emociones y me
obligué a recordar mi misión aquí.

-¿Mamá?.-

-Eugenie ¿Estás bien?-, preguntó rápidamente. Como sospechaba, temía


la pérdida de alguna de mis extremidades.

-Sí, sí, estoy bien. ¿Cómo estás?.-

-Muy bien. Preocupada por ti, como siempre.-

-Estoy bien, -le dije. -En serio. Pero necesito... bueno, necesito hablar
con Roland.-

Largo silencio. -Eugenie.-

-Lo sé, lo sé. Pero necesito su ayuda con algo. No llevará mucho tiempo.
Sólo una pregunta. Por favor. -

Ella suspiró. -Oh, nena. Ojalá pudiera, pero dejó claro... Sabes lo que
piensa..-.

-Es algo humano, -dije, sólo le mentía en parte. -Un trabajo en este
mundo. Por favor, mamá. ¿Sólo pregúntale si puede hablar conmigo un
momento?.-

Más silencio y luego otro suspiro. -Espera.-

Esperé nerviosa, retorciendo la tela del edredón de la cama. ¿Qué


pasaría?. Las dos opciones más probables era que mi madre esperara su
negativa o simplemente me colgara. Pero, no. Fue la voz de Roland lo
siguiente que oí.

-¿Sí?. - Su voz era fría y cautelosa.


Después de todo lo que me había sucedido en el Otro Mundo, escuchar
su voz casi me quebró. Quería llorar y rogarle que me perdonara.
Rogarle que me quisiera de nuevo. Mi madre lo había hecho. Ella
claramente no había tenido suerte. No tenía ninguna razón para creer
que la situación iba a mejorar, así que me tranquilicé y me tragué las
lágrimas. Sólo era un negocio.

-Necesito una referencia, -dije con brusquedad. -De un investigador


privado. Uno que no se sorprenda con facilidad. Me imaginé que debías
conocer a alguien.-

-¿Necesitas un investigador para enfrentar a un monstruo?, - preguntó


con dureza.

-No, no. De hecho, es para un asunto humano. Pero teniendo en cuenta


lo que hacemos... Bueno, pensé que debías tener a alguien preparado en
caso de descubrir cosas extrañas. -No tenía ninguna intención de que
Deanna hablara directamente con un investigador privado o incluso de
que yo le hablara a él; pero quería estar segura.

-Bueno, -dijo Roland. -Que quede claro: nosotros no hacemos el mismo


tipo de cosas.-

Con gran esfuerzo, me callé la replica que quería soltarle. Quería


explicarle por enésima vez que nunca me hubiera imaginado que iba a
involucrarme tanto con el Otro Mundo. Una vez más, opté por la
franqueza.

-Por favor, Roland, -dije simplemente. -Esto es para una familia


humana. Olvídate de mí por un momento. -Cuando él no respondió,
pensé que me iba a colgar.

-Enrique Valdez, -dijo al fin. -No te será difícil encontrar su número.


Voy a llamarle también y hablarle de ti.-

-Oh, Roland. Muchas gracias…. -Colgó.


Allí estaba. Bajé el teléfono y lo sostuve delante de mí otra vez,
mirando como si fuera el culpable de todos mis problemas. Unos
momentos después, lo tiré al suelo. La ira se apoderó de mí,
rápidamente se convirtió en tristeza. Mis ojos se posaron en mi mochila
de viaje, tirada en la esquina, contenía la Corona de Hierro. Eso y todo
lo que representaba era la fuente de mis problemas. Me tumbé en mi
cama, mirando a las estrellas que brillaban en la oscuridad y que
estaban pegadas en el techo.

Roland, Dorian... Estaba perdiendo a los hombres en mi vida. ¿Por qué,


por qué Dorian había hecho eso?. ¿Por qué me dejé llevar?.¿Era eso lo
que el amor significaba para él?. ¿Era así como funcionaban todas sus
relaciones?. Él me había lastimado, me dolía terriblemente, la voz
pequeña y oscura de mi interior me dijo que había lastimado a Dorian
por haberme acostado con Kiyo por despecho, no era más de lo que
merecía.

Kiyo era todo lo que me quedaba ahora y tampoco sabía si podía


confiar en él . Antes de que pudiera analizarlo una presencia fría llenó
la habitación. Me incorporé rápidamente, dejando de lado toda mi auto-
compasión cuando Volusian se materializó ante mí.

-Ama, - dijo.

-Volusian, -le contesté. -¿Qué está pasando?.-

-He venido con un mensaje, como usted me pidió. -Como siempre, sus
palabras carecían de emociones, sin embargo, de alguna manera
transmitía la sensación de que algo le molestaba.

-La Reina Katrice ha respondido a la noticia de la Corona de Hierro. -


Era rápido, incluso para el Otro Mundo.

-¿Y?.-

-Se ha acordado una tregua temporal. -


Me caí de la cama. -Tienes que estar bromeando. -

Volusian no respondió. Desde hace mucho tiempo aprendí que


cualquier comentario que le hiciera en broma no le afectaba. Volusian
no bromeaba. -Funcionó, -murmuré, más para mí misma que para él. -
No lo puedo creer. Dorian estaba en lo cierto.-

-En efecto. Pero supongo que mi señora no reanudará las relaciones


carnales con él. -Hice una mueca. Si había alguien con quien odiaba
hablar de mi vida sexual más que con Jasmine, era con Volusian.

-No. No importa si tiene razón. Él me mintió, por eso ocurrió. Tendría


que haberme contado toda la historia. Sólo me contó una verdad a
medias para lograr sus fines. -Volusian asintió solemnemente.

-Ya le dije, hace mucho tiempo, que la agenda del Rey Dorian es
siempre lo primero. Al igual que el Kitsune. Pero, como era de esperar,
mi señora optó por ignorar el único consejo que le he dado y en su
lugar escuchó a aquellos que usan el afecto para sus propios fines. -
Afecto. La palabra fue dicha con veneno.

-A Kiyo y Dorian….no. Los mantendrás al margen de esto, ¿de


acuerdo? Nunca te pedí tu opinión. Volvamos a lo de Katrice. ¿Cómo
funciona esta tregua exactamente?.-

-Las hostilidades cesarán hasta que todas las partes sean capaces de
discutir la situación actual. Cuando avancen las negociaciones se
resolverá por mensajeros. Usted y el Rey pueden reunirse con ella
directamente o usted puede tener representantes para realizar las
negociaciones. -Traté de imaginarme a mí misma en una habitación con
Dorian y Katrice. Genial.

-¿Y dónde sucederá eso?. Estoy segura de que no va a ser en la Tierra


Rowan.-
-Eso también se negociará durante esta tregua, -dijo. -Un reino neutral
es la opción más probable. A Shaya le gustaría hablar con usted lo más
pronto posible.

-Sabía que lo querría. Vete y dile que confío en ella y coméntale lo


que tiene que hacer. Si tengo que ir... bien, entonces iré. Hablaré con
ella pronto, pero vuelve si pasa algo en el camino. -Volusian esperó y le
hice un gesto.

-Vete.-

Él desapareció y me hundí en mi cama. Mis ojos se posaron una vez


más sobre la corona de hierro oculta y me atreví a preguntar si tal vez
algo bueno había resultado de todo este lío.
Capitulo 14
-Esto no es lo que yo tenía en mente cuando dije que deberíamos salir
en una cita.-

Me tomó unos días conseguir ver a Enrique Valdez, y Kiyo había


decidido acompañarme. Mientras esperaba la cita, había comprobado
una vez lo que estaba pasando en la Tierra Thorn, sólo para descubrir
toda una experiencia frustrante. Aunque nadie lo dijo abiertamente,
bueno, a excepción de Jasmine, todos ellos pensaban que romper con
Dorian es la peor idea que jamás había tenido. También aprendí de
Shaya que los arreglos para una reunión de guerra se habían
estancando. Dorian insistió en que los tres monarcas se reunieran en
persona. Katrice quería enviar a su sobrino. También estaba la cuestión
de cuál de los reinos sería la sede porque varios otros lo querían,
probablemente con la esperanza de entrar en buenas relaciones con uno
o todos nosotros. Le dije a Shaya que no me importaban los detalles y
simplemente hiciera lo que fuera necesario para terminar esta guerra
rápidamente.

Cuando Kiyo y yo llegamos a la dirección de Enrique, me encontré que


estaba en un pequeño edificio de oficinas de aspecto triste en una de las
zonas más degradadas del centro de Tucson. Miré de reojo mientras
estábamos afuera y esperé a que nos llamara para subir.

-No entiendo por qué nos tomó tres días para entrar, -dije. -Realmente
no parece que tenga muchos negocios. - La puerta sonó y Kiyo la abrió.

-Tal vez es una cubierta, -dijo. Subimos al segundo piso, donde estaba
ubicada la oficina de Enrique. -Tal vez quiere ocultar lo exitoso que es.-
-Eso es ridículo… -Me detuve cuando la puerta del despacho se abrió
antes de que tocáramos. Incluso con Enrique de pie en la puerta, pude
ver sus bellos muebles, caros.

-Bien, voy a ser penada, -murmuré, entrando por el gesto de Enrique.

Era más bajo que yo, con la piel muy bronceada y el pelo negro
poniéndose gris. Lo puse en un lugar a mediados de los cincuenta años.
Su atuendo no coincidía con la opulencia de la oficina. De hecho,
parecía un estereotipo del investigador privado, eran prendas de vestir
de un detective de las películas vieja de cine negro, completadas con
un sombrero de fieltro.

-La chica Markham, ¿eh?, - preguntó con la voz mezclada con un leve
acento español. Sus ojos se posaron en Kiyo. -¿Y un guardaespaldas?.-

-Un amigo, -le dije bruscamente. -No necesito un guardaespaldas.-

-Bien. -Enrique no sonaba como si creyera eso. Nos señaló unas sillas de
cuero afelpado, mientras se sentaba en una aún más grande frente a
nosotros. Un escritorio de cerezo enorme se encontraba entre nosotros.
Brillaba con un color rojo oscuro en la luz de la tarde y no se parecía a la
clase de cosas que ibas a encontrar en IKEA.

Empecé a mirar al alrededor al resto de la oficina, todavía sorprendida


por lo que contrastaba con el exterior. Libros de temas muy variados,
desde Moby Dick a la ley del estado de Arizona, en estantes forrados a
juego con el escritorio, y pequeñas piezas de arte, pinturas y estatuas,
adornaban la habitación.

-Así que, -comenzó Enrique. -¿Cuál es su nombre, y por qué crees que
está engañándote?.-

-Yo… ¿eh? -. Aparté mi mirada de una escultura que parecía un dios


maya y miré a Enrique con asombro. -¿De qué está hablando?. ¿Es eso
lo que Roland le dijo?
-No, él no me dijo nada. Me imaginé que por eso está aquí. Eso es por lo
que las mujeres por lo general vienen aquí. -Kiyo hizo un pequeño
sonido a mi lado que creo fue una risa.

-Eso es ridículo, -exclamé, sin saber si debía o no estar ofendida. -Lo


necesito para investigar un asesinato. -Enrique arqueó una ceja.

-Eso es lo hace la policía.-

-Ellos ya lo investigaron. Y de hecho, declararon que fue un suicidio.-

-¿Y tú me necesitas porque...?.-

-Porque no creo que fuera así, -le dije. -Creo que fue un asesinato y que
la familia de la víctima podría estar en peligro. -

Enrique no hizo ningún intento de ocultar su escepticismo. -¿Tiene


usted alguna prueba que apoye esta… teoría?. - Tomé una respiración
profunda, con la esperanza de que Roland tuviera razón acerca de este
tipo.

-Um, la víctima, su fantasma dice que no se suicidó.-

-Su fantasma, -repitió. Cuando en el momento justo, Deanna se


materializó en la sala, aunque Enrique no podía verla, Kiyo y yo
podíamos con nuestros sentidos del Otro Mundo, pero ninguno de los
dos dio alguna indicación de su llegada. Asentí con la cabeza.

-Roland me dijo…-

-Sí, sí, -dijo Enrique. -Sé de ese abracadabra del que él se ocupa.
También estoy adivinando que el suicidio pudo ser tan traumático que
después, tal vez el fantasma bloqueó lo que realmente hizo.-

-¡Eso no es cierto!, - exclamó Deanna.


-Supongo que no estaba fuera de las posibilidades, pero me gustaría
explorar todas las demás opciones en primer lugar.

-No creo que ese es el caso. Creo que realmente fue asesinada. Si eso es
cierto, tenemos que asegurarnos de que nadie más en su familia resulte
herido.-

-Si fue asesinada, -respondió Enrique, -entonces las estadísticas dicen


que alguien en su familia, probablemente lo hizo.

-¡Eso tampoco es cierto! .- No hice caso de la segunda explosión de


Deanna y mi atención permaneció fija en Enrique.

-Bueno, de una manera u otra, necesito saberlo.-

Él se recostó en su silla, poniendo los pies sobre su escritorio y


cruzando los brazos detrás de la cabeza. Si él me llamara "dama", no me
habría sorprendido.

-La policía toma en cuenta todo esto, ya sabes. ¿Qué te hace pensar que
voy a encontrar algo que ellos no?.-

-Creo que la gente como usted es más inteligente que la policía, - dijo
Kiyo. -Supongo que tiene contactos y canales por encima de la ley. Que
no juegan con las mismas reglas.-

-Eso es verdad, -dijo Enrique, al perecer satisfecho por el cumplido.


Juraría también que él había tomado a Kiyo más en serio que a mí. -
Puedo buscar, supongo. Pero no es cómo que voy a hacerlo de forma
gratuita, sólo porque eres linda. -Eso sí se dirigió hacia mí. Yo reprimí
una mueca.

-No esperaba eso. Puedo pagar. -


Él lo meditó y finalmente asintió con la cabeza, enderezándose de
nuevo en su silla. -Muy bien. Dime lo que sabes, y me dedicaré a ello
cuando pueda.-

-¿¡Qué!?, -exclamó Deanna.

-Esto tiene un poco de premura, -le dije. Sobre todo porque yo no estaba
segura de cuánto más podría manejar a Deanna. Enrique hizo un gesto
hacia una pila de carpetas sobre la mesa.

-Así son estas cosas. Me estoy ahogando en papeles. No puedo


dedicarme ni a la mitad de estos casos.-

-Vamos a pagar para que lo acelere, -dijo Kiyo.

Le lancé una mirada de asombro, no estaba muy contenta de que él


hablara por mí, sobre todo teniendo en cuenta que mi ingreso era
menor de lo que solía ser. No obstante, eso llamó la atención de
Enrique.

-Lo aceleraremos, entonces.-

Le di todos los detalles que había aprendido recientemente de Deanna,


y a su favor debe decirse que Enrique diligentemente escribió todo e
hizo preguntas pertinentes que reafirmaron mi fe en su legitimidad. El
precio que mencionó no me arruinaría mucho, pero no había nada que
hacer con eso. Cuando Kiyo y yo finalmente nos levantamos para irnos,
no pude resistirme a preguntar lo obvio.

-Parece que está yéndole bastante bien... ¿por qué tiene su oficina en un
basurero como éste?.- Enrique no parecía tan ofendido por una
pregunta tan ridícula.

-¿Sabe usted cuánto cuesta el alquiler de oficinas últimamente?.Me


ahorro toneladas de dinero.-
-Tal vez debería poner ese excedente hacia un secretario en lugar de las
estatuas, -señalé, asintiendo con la cabeza hacia la torre de carpetas.

-No confío en nadie, -dijo sin rodeos. -Sobre todo cuando a los clientes
se les aparecen fantasmas. -Él abrió la puerta. -Voy a estar en contacto.

-Encantada, -dije, una vez que Kiyo y yo estuvimos en el camino otra


vez. -Lo único de lo que estoy convencida es que ese hombre puede
ayudarnos en el retroceso de los derechos de las mujeres. -

Kiyo trató de ocultar una sonrisa y falló. - Sin embargo él estaba en lo


cierto acerca de que tú eres linda. Y no sé... algo me dice que a pesar de
la actitud, es bastante competente. Aparte del pésimo edificio, no
podría darse el lujo de su oficina si sus actividades no diesen
resultados. Además, Roland no recomendaría a nadie incompetente.-

-A menos que él estuviera tratando de sabotearme. -

La sonrisa de Kiyo se desvaneció. -¿De verdad crees que haría eso? .-

Miré por la ventana del asiento del pasajero. -No. No lo haría.-

-Lo siento, ya sabes. En realidad siento lo de Roland.-

-No quiero hablar de eso, -le dije. Mi estado de ánimo caía en picada
cada vez que el nombre de Roland se asomaba.

-Muy bien, entonces. ¿Quieres salvar esta "cita" y obtener algo de


comida?,- No tenía fe en el cambio de tema. No creo que nada
realmente pudiera distraerme, ciertamente no la mierda de restaurante
mexicano al que Kiyo nos llevaba.

-¿Hablas en serio?-, le pregunté. Felipe Fiestaland era el restaurante más


cursi de la ciudad, en sentido figurado. En un lugar como Tucson,
donde puedes obtener increíble y auténtica cocina del suroeste, Felipe
era para los turistas y habitantes de los suburbios que no conocían nada
mejor.

-¿Estás diciendo que una margarita no te haría bien?, - preguntó él, al


salir del coche.

-No diría eso. Pero hay mejores lugares con mejores margaritas.-

-Ellos siguen usando el tequila en los suyos. ¿No es eso lo que


realmente importa?.-

-Buen punto.-

Fuimos recibidos por una camarera que parecía que había tomado un
semestre de español en la escuela secundaria. Había piñatas colgadas
del techo, y la música de un mariachi malo chorreaba en los altavoces.
Revisé el menú de bebidas tan pronto como me senté y estaba lista
cuando el camarero se acercó.

-Voy a pedir el Margarita Doble Platino Extra Premium, -le dije.

-¿Grande o súper grande?, - preguntó el camarero.

-Súper. -Kiyo parecía impresionado.

-Voy a tomar lo mismo. - Cuando estuvimos solos, me preguntó -¿Qué


es eso exactamente?. - Me apoyé con un codo sobre la mesa, apoyando
la barbilla en la palma de mi mano.

-No estoy segura, pero sonaba como si tuviera más alcohol. Lugares
como este tienden a ahogar sus bebidas al mezclarlas.-

-Hablas como una profesional.-

-Indicando lo obvio. Tú y yo sabemos que el Roza’s tiene los mejores


margaritas.-
Kiyo sonrió, me parpadeo en un aspecto cálido y conocedor. Tuve la
sensación de que estaba pensando en un recuerdo que también había
venido a mí, de antes, cuando habíamos salido. Habíamos ido a Roza's,
que en realidad tenía los mejores margaritas de la ciudad y nos pusimos
tan borrachos que ninguno de nosotros podía conducir a casa. Por lo
tanto, utilizamos el coche para lo único que podíamos: el sexo. Dos
veces.

Las bebidas llegaron y eran aproximadamente del tamaño de peceras.


También estaban mezcladas cerca de la mitad, como sospechaba, pero
al menos aún quedaba una cantidad razonable de alcohol. Bebí
rápidamente mientras esperábamos nuestra comida. El alcohol
adormece mis poderes chamánicos un poco y a veces olvido mis
problemas. No tanto en la actualidad.

-¿Crees que Enrique podría estar en lo cierto?, - le pregunté. -¿Sobre qué


Deanna se suicidó y lo está bloqueando?.- El fantasma nos había dejado
una vez que salimos de la oficina.

-No lo sé. No sé si ella lo creería, aún cuando él le mostrara una


filmación o algo así. -

Hice una mueca y bebí más de la bebida. -Espero que no. No es nada
que me gustaría ver. Estoy cansada de los derramamientos de sangre.-

-Ya lo sé, -dijo suavemente. -Y no importa lo que dije antes... y lo


molesto que estaba cuando empezó esta guerra... bueno, tengo que
admitirlo. Tú lo has manejado de la mejor manera posible. Las noticias
viajan. Yo sé que tú has hecho algunos movimientos tácticos para
reducir al mínimo las víctimas y no sólo para tu propio pueblo.-

-"Táctica", "Víctimas", - sacudí la cabeza, mirando a mi margarita. -Esos


son términos que nunca pensé que tendría que utilizar. Y realmente, no
tengo mucho que ver con la planificación. La hace Rurik.-
-Pero le das el visto bueno, -señaló Kiyo de inmediato. -No hay muchas
reglas. La mayoría haría lo que fuera necesario para aplastar a sus
enemigos rápidamente.-

-Ciertamente lo han querido.- Dorian también lo quería, y los pocos


desacuerdos que tuvimos durante nuestra asociación de guerra había
sido sobre víctimas civiles. -¿Podemos hablar de algo que no sea del
Otro Mundo?. ¿Y no del suicidio?.-

-Claro. -Nuestro camarero apareció de repente con el plato de Mile


High Nachos Muy Bueno que habíamos pedido. A Kiyo le brilló una
sonrisa. -Ella va a querer otra margarita. Además, es su cumpleaños. -

Le disparé a Kiyo una mirada de horror cuando el camarero se escurrió


fuera.

-¿Estás loco?- ¡No dices algo así en un lugar como éste!.-

Pero ya era demasiado tarde. Debido a que en cuestión de minutos, el


personal de servicio completo de Fiestaland Felipe había rodeado la
mesa. Alguien me puso un sombrero en la cabeza y un trozo de flan con
velas de luz frente a mí. El grupo entero entonces se lanzó a una
interpretación desentonada de “Cumpleaños Feliz,” y se pusieron a
aplaudir a un ritmo igualmente malo. Me quedé mirando a Kiyo todo el
tiempo y con la boca le decía te mataré. Eso sólo hizo que su sonrisa
creciera.

-No te ves un día más vieja, -me dijo, una vez que la multitud se había
dispersado.

-No puedo creer que hayas hecho eso. -Me saqué el sombrero y me
tomé la margarita nueva. -¿Sabes lo humillante que es?.-

-Oye, tienes tu mente fuera de todo lo demás, ¿no?. Además, echa un


vistazo. Flan gratis.-
Apagué la vela y vacilante miré la masa gelatinosa debajo de él. -Parece
que lo han hecho hace algún tiempo.-

-No te preocupes, -dijo, arrastrando el plato a su lado de la mesa. -Con


todos los conservantes que tiene, estoy seguro de que está bien.-

-Te voy a devolver esto, -le advertí, estrechando los ojos.

La mirada que me dio era conocida. -Eso espero, -dijo. -Ciertamente


eso espero. -

Sólo se puede culpar a las margaritas de lo que pasó después, porque


tan pronto como habíamos pagado nuestra cuenta y estábamos de
vuelta en el coche, nos atacamos uno al otro.

-¿Ves?, -dijo tratando de sacar mi camisa sobre mi cabeza. -¿Quién


necesita el Roza’s?.-

-Estaba oscuro entonces, -le recordé, con mis manos torpes en sus
pantalones.

-Estamos en la parte trasera del aparcamiento, -argumentó. -Y el sol está


bajando.

Había un punto, y cuando se llevó uno de mis pezones a la boca, dejé


caer el tema. Realmente nos perdimos de todo, y no hubo más asuntos
importantes que atender. Reclinamos y empujamos el asiento de atrás
tanto como pudimos y finalmente conseguimos sacarnos los jeans el
uno al otro. Llevé mis caderas hacia abajo, introduciéndolo en mí.

-¿Ves?, - , di un grito ahogado. -¿Lo sientes ahora?.-

-Mucho, -consiguió decir.

Nuestra incómoda posición mantuvo mis pechos muy cerca de su


rostro, y él se estaba aprovechando de ello con las manos y la boca. En
cuanto a mí, me encantó sólo la sensación de estar encima de él.
Después de jugar siempre a ser sumisa con Dorian, de repente me
exalté con esta sensación de poder sobre todo porque Kiyo había sido
definitivamente el que había tenido el control la anterior vez que
tuvimos sexo. Ahora, todo estaba en mí, y tomé una buena cantidad de
satisfacción burlándome de él, incrementando la velocidad de mis
movimientos y luego frenando cuando él estaba cerca de llegar.

-Eugenie, -me rogó al fin. -Basta ya. Por favor... no…-

Me incliné hacia él como si fuera a darle un beso, y luego hacia atrás


cuando sus labios buscaron los míos. Con una sonrisa, me enderecé
tanto como podía y lo monté con fuerza, dejándole finalmente tener la
liberación que él había pedido. Su cuerpo se animó cuando llegó, con
las manos sosteniendo fuertemente mis caderas como si yo pudiera
retirarme antes de que terminara.

Después de eso, supongo que estábamos saliendo de nuevo. La semana


siguiente pasó en un patrón fácil. Vi a Kiyo casi todos los días, y
volvimos a caer en nuestras viejas rutinas. Comencé a tomar más
trabajos, para gran alivio para Lara, mientras que Kiyo alternativamente
trabajaba en la clínica veterinaria y comprobaba lo que pasaba en el
Otro Mundo. Por la noche, él y yo estábamos siempre juntos, ya sea en
mi casa o la suya. Mi cuerpo empezó a recordar lo que era estar en una
relación, y poco a poco, mi corazón lo hizo así.

Yo sólo crucé al Otro Mundo, una vez durante ese tiempo, tanto por
estar alejada de la Tierra Thron como por la curiosidad sobre el proceso
de guerra. No se estaba avanzando desde el lado de Katrice. Estaba
agradecida por la falta de lucha, pero las negociaciones de paz todavía
parecían un lago camino. Era frustrante.

-Ella es difícil, -dijo Shaya, cuando pregunté sobre ello.


Comprensiblemente, ella parecía cansada. -Éstos son asuntos delicados.
Llevan tiempo.-
La dejé en eso, sintiéndome impaciente, pero calculando que ella sabía
hacerlo mejor que yo. De vuelta en Tucson, también conseguí
actualizaciones esporádicas de otra clase: Enrique. Para su crédito, él
llamó casi todos los días para informar lo que había hecho o
investigado. Al principio, su actitud siguió siendo la misma, llena de
esa chulería e irritabilidad que decía que era un desperdicio de su
tiempo. Entonces, un día, las cosas cambiaron.

-Creo, -dijo.- que puede que tengas razón.-

No estoy segura quién estuvo más sorprendida por esto: él o yo. Había
comenzado francamente a creer que él no conseguiría nada en absoluto,
tanto pruebas de un suicidio como de un asesinato. Agarré el teléfono
fuertemente.

-¿Qué?. ¿Que alguien la mató?.-

-Sí... he encontrado un par de cosas. ¿Sabías que su marido tiene una


novia?.-

-Deanna me lo dijo. Ella parecía estar bien porque él siguió adelante.-


Había pasado unos meses desde su muerte, demasiado pronto para
empezar a salir según yo, pero sigue siendo un marco de tiempo semi-
respetable. -De acuerdo a Deanna, él había comenzado a ver a alguien
hace unas semanas-

-Sí, bueno, él estaba con ella antes de que su esposa estuviera muerta.
La novia fue su coartada. -

Fruncí el ceño. -¿En serio?.- El marido de Deanna había sido desechado


como sospechoso, porque él había tenido un testimonio sólido de su
paradero cuando había sido asesinada. Había estado en la oficina de
una agente de bienes raíces que le estaba ayudando para buscar una
casa de vacaciones para su familia. -Tal vez su relación había
comenzado después de la muerte de Deanna…-
-No, según un testigo fiable que he encontrado. Yo también podría
tener una pista de que resulta que Deanna no fue la que compró la
pistola.-

-Si eso es cierto... -No pude terminar de inmediato. El que Deanna


adquiriera el arma que la había matado; había sido una de las piezas
más irrefutable de las pruebas para el suicidio. -Si usted puede
demostrarlo, entonces, podría reabrir de nuevo todo.-

-Sí, -dijo Enrique de manera casual. -Sí, podría. Estaré en contacto.-

Colgamos, y de repente lamentaba que él hubiera estado tan


completamente bien en su trabajo. Si él tuviera razón sobre todo esto y
recolectara las pruebas que necesitaba… bien, alguien iba tener que dar
la noticia a Deanna de que su marido la había asesinado. Y ese alguien
soy yo. De hecho, ella creía que lo había hecho un asesino enloquecido y
que ahora iba a ir después por uno de su familia. La idea de esto me
enfermó.

Mientras estaba allí sentada en mi habitación, la presencia del Otro


Mundo hizo que mi piel sintiera un hormigueo. Por medio segundo,
pensé que era Deanna que aparecía sin ser convocada, algo que no
estaba dispuesta a tolerar. Esencialmente le di una orden "no me llames,
yo te llamaré". Pero, no. No era ella. Era Volusian, con sus ojos rojos tan
malévolos como siempre. Últimamente, su aparición significaba
noticias del Otro Mundo. Tenía la esperanza de que fueran buenas.

-¿Qué pasa?,- pregunté.

-Shaya requiere de su presencia de inmediato. -Algo bueno al fin.

-¿Las conversaciones de paz?.-

-No. Ella te necesita porque el Rey Oak está en tu castillo, exigiendo


verte.-
Capitulo 15
Tuve dos reacciones inmediatas a eso. Una de ellas era que Dorian
podía esperar para siempre, no tenía derecho a exigir nada de mí. Mi
otra reacción fue la indignación porque él entrara en mi casa cuando yo
había sido echada de la suya. Es cierto, era mi culpa. No había dejado
ninguna norma de hospitalidad para mantenerlo fuera. Como tal, sería
recibido como cualquier otro monarca no-enemigo, sobre todo por mi
pueblo. Pensé en simplemente enviar a Volusian para revocar la
hospitalidad, pero luego hice a un lado esa idea. Yo misma me
encargaría de esto.

Me dirigí a la puerta de mi casa tan rápido como pude y luego crucé


hacia el ancla dentro de mi castillo. Una vez allí, corrí por los pasillos,
ajena a las miradas asustadas de los sirvientes. Sabía que era Dorian. Mi
pueblo lo había recibido en la mejor sala, la apropiada para un monarca
visitante.

Efectivamente. Dorian estaba sentado dentro de la sala, descansando en


una silla central con Shaya, Rurik y otros sentados a su alrededor.
Parecía que él estaba con su corte en su propio castillo. Mi enojo se
duplicó. Todo el mundo excepto él se levantó de un salto ante mi
entrada repentina, haciendo reverencias apresuradas.

-Fuera, -espeté. -Todos ustedes. Y cierren la puerta.-

Mis palabras no dejaron dudas acerca de quiénes eran exactamente los


que deberían salir. Dorian no se movió, pero el resto se apresuró a
obedecer mis órdenes. Vi el intercambio de miradas entre Shaya y
Rurik, sin duda preocupados sobre lo que iba a pasar con los dos
monarcas que amaban. Una vez que estuvimos solos, me volví hacia
Dorian.

-¿Qué diablos estás haciendo aquí?.-

Él me miró con frialdad, con la cara perfectamente tranquila. -Una


visita, como es mi derecho. No hay nada que diga que no puedo. ¿A
menos que tú revoques mi hospitalidad?.-

-Debería, -le dije, dando un paso adelante con los puños cerrados. -
Debería hacer que mis guardias te echen del culo. -

Él soltó un bufido y distraídamente suavizaba un mechón de su largo


cabello.

-Buena suerte con eso. Te echarían a ti primero, si yo diera la orden.-

-¿Así que por eso estás aquí? ¿Para iniciar una rebelión en mí propio
reino?.-

-No. Estoy aquí para recordarte tus responsabilidades para con tu reino,
ya que claramente las has olvidado.-

-¿En serio?-. Crucé mis brazos sobre el pecho, en un esfuerzo para dejar
de hacer algo estúpido. -Pienso que te has olvidado lo que he hecho
para mi reino. Digo, como, ahorrarnos un desastre. Y arriesgar mi vida
por la corona de mierda, para que finalmente pudiera haber paz.-

-Si la memoria no me falla, causaste ese desastre al crear un desierto


inhóspito. -Su voz era todavía terriblemente tranquila. –Y no estás
haciendo ningún bien a la corona.-

-¿No me oyes? .Tenemos paz. La lucha acabó.-

-La lucha está detenida temporalmente. Katrice la está manipulando, y


tú la estás dejando. Ella está arrastrando los pies, con este retraso en las
negociaciones para encontrar una manera de salir de esto. Si realmente
quieres acabar con la guerra de una vez por todas, es necesario que te
involucres y le dejes saber que es en serio. Muéstrale la corona. Atrévete
a llamarla fanfarroneando. Muéstrale que tienes el control y deja que
todo esto sea verdad.-

Me reí fuerte. -Eso es tan típico de ti. Intentas tirar de las cuerdas, como
de costumbre. Tú ni siquiera tienes la corona, pero me estás diciendo
qué hacer con ella. -

Dorian se paró de la silla, sus rasgos suaves se veían molestos. -Estoy


recordándote lo que significa ser un rey. No estoy huyendo y dejando a
otros para que enfrenten cosas que parecen demasiado difíciles.-

-De acuerdo, -dije, manteniendo un ojo en la distancia entre nosotros. -


Conseguir la corona fue fácil. Razón por la cual, por supuesto, tenías
razón sobre mí con eso. -

Él entornó los ojos. -Tú sabes que yo la tendría si pudiera. Así que hice
lo único que podía: te mandé a ti por ella.-

-¡Con mentiras! -Exclamé. Traté de mantener mi voz fuerte y dejar que


la ira fuera la única emoción que se deslizara, pero el dolor me
agrietaba un poco. -Porque creaste un elaborado engaño con Masthera
con la esperanza de que me apoderaría de más tierras para nosotros.
¿Por qué no ves lo incorrecto que eso era?.-

-¿Lo era? -Su volumen fue en aumento para que coincidiera con el mío.
Había visto tan pocas veces la emoción apoderarse de él, y era a la vez
terrible y hermoso. -¿Crees que nuestra gente piensa que está mal?.
¿Aquellos cuyas casas ya no están en peligro?. ¿Los que vivirán a causa
de esto?. ¡La corona trajo eso, y vas a arruinar todo esto si no la fuerzas
a entrar en las conversaciones! No sólo eso, al no actuar, estás dejando
que lo que Leith te hizo quede impune.-

-Oh, él fue castigado, -dije.


-Sí, -asintió Dorian fríamente. –Por mí. Algo que pareces haber
olvidado, ahora que has saltado de nuevo a la cama con ese animal.-

-Kiyo no es parte de esto. Y lo que hiciste no es suficiente para


obligarme a permanecer en una relación con alguien que
constantemente me engaña.-

Dorian dio la vuelta, poniéndose de espalda a mí. De alguna manera,


esto era más insultante que todas las miradas en el mundo. -Sólo puedo
asumir que esa es la lógica humana. El logro de la paz torciendo la
verdad es engañoso. El mayor pecado en el mundo. Pero la infidelidad
es moral y justa.-

-¡No lo es! Y no estaba… no te engañé. En lo que a mí respecta,


habíamos terminado. Yo era libre de hacer lo que quisiera.-

-Obviamente. -

No quería mostrar ninguna debilidad frente a él, pero lo hice, parte de


mí todavía dudaba de si tener relaciones sexuales con Kiyo en el bosque
estaba en lo correcto o no. Me había sentido incluso en conflicto en el
momento. Había dejado que mis impulsos ganaran, usando la lógica
confusa para satisfacer tanto mi deseo como mi necesidad de venganza.

-Mira, -dije, tratando de calmarme. -No fue mi intención herir tus


sentimientos. -Se dio la vuelta bruscamente para que mis palabras
cayeran. No le temía a Dorian, no con mi poder y en mi casa, pero algo
en sus ojos me hizo dar un paso atrás.

-Reina Eugenie, -dijo formalmente. -No te molestes por mis


sentimientos. Sustituirla en mi cama no es tan difícil. Tienes una
opinión muy elevada de ti misma en ese sentido. -

Esas palabras fueron como una bofetada en la cara, a pesar de que todas
las partes razonables de mi cerebro me gritaban que no tenía
importancia. No tenía ninguna razón para que me importara lo que él
hacía. No había razón para preocuparme por él.

-Entonces, -dije igualando su tono. -Ysabel tiene de nuevo un lugar para


vender sus habilidades.-

-Muy buenas, -él estuvo de acuerdo. -La pregunta ahora es si vamos a


usar las suyas. Ponga a Katrice en su lugar. Consiga negociar para que
podamos obtener las concesiones que nos merecemos. Deje de actuar
como un ser humano.-

-Yo soy una humana. Sigues olvidando eso.-

Me estudió de arriba abajo, dándome la oportunidad de hacer lo mismo


con él. Tú no me importas, no me importas, me dije, tratando de
empujar a un lado lo mucho que me encantaba esa cara hermosa.

-No, -dijo con desprecio en su voz. -Es imposible de olvidar. Estás


actuando como una ahora, negándote a hacer lo correcto sólo porque te
lo he pedido. Estás haciendo lo contrario. -Caminó hacia la puerta. -Si
no actuamos pronto, te arrepentirás. -No me gustaba que fuera él quién
pusiera fin a esta conversación. Era siempre el que tenía mayor poder.

-¿Me estás amenazando?. - Dorian puso la mano en la manija de la


puerta y me miró por encima del hombro.

-No. No soy la amenaza. Katrice lo es. Y mientras te mantengas alejada


y pensando en lo mucho que te he ofendido y mentido, puedo decir con
absoluta certeza que lo que acabo de decir es la verdad. -

-Tomaré nota. -Rápidamente, hice un intento de actuar como la reina de


por aquí. -Puedes irte ahora. Y no vuelvas.-

Eso me valió una media sonrisa, aunque no había mucho humor en él. -
¿Vas revocar mi hospitalidad? .-
Dudé. -No. Estoy por encima de eso. Voy a suponer que vas a hacer lo
correcto y permanecer lo más lejos posible de mí.-

-Tomaré nota, -respondió él, imitando mi tono anterior. Abrió la puerta


y se marchó sin dar una mirada atrás. Me quedé mirando el espacio
vacío donde había estado, pensando en quién había llegado a la cima de
ese argumento.

En el momento en que Shaya apareció, Dorian ya había dejado mi


castillo hacia sus propias tierras. Ella no me preguntó nada acerca de lo
que había ocurrido con él, pero la preocupación estaba escrita en toda
su cara.

-¿Qué tan cerca estamos?. -Exigí. -¿Qué tan cerca estamos de sentarnos
con Katrice y redactar un tratado?. -

Shaya palideció, y me di cuenta de que había movido mi ira a Dorian


hacia ella. -No tan cerca como me gustaría. Ella estuvo de acuerdo...
está de acuerdo en venir personalmente, pero sólo si las conversaciones
se llevaran a cabo en la Tierra Willow. La Reina Maiwenn ha aceptado,
pero Dor… el Rey Dorian dice que es inaceptable. Él sugiere a la Tierra
Linden o la Tierra de Maple. Katrice se niega.-

Linden y Maple. Reinos firmemente neutrales. Maiwenn teóricamente


era demasiado. Ella siempre había puesto el pretexto de la amistad, y yo
estaba segura de que Kiyo apoyaría su hospitalidad. Pero algo me hacía
sentir incómoda. No quería apoyar a Dorian... pero luego me di cuenta
de que el instinto vino exactamente de lo que él me había advertido: de
querer oponerme a él sólo por despecho. Nuestro desastre personal
debía ser puesto a un lado, él era mi aliado. El terreno neutral era lo
mejor para nosotros.

-Reiteremos la posición de Dorian, -dije. -Linden o Maple. Voy a volver


a Tucson. Déjame saber lo que pasa-.
Shaya abrió la boca para protestar o pedir ayuda, yo no podría decirlo.
Las palabras de Dorian volvieran a mí. Participar activamente. “Mostrar
la corona” y hacer que Katrice estuviera de acuerdo con nuestros
términos. No. En eso no estaría de acuerdo con él. No usaría esa corona
como él tanto quería, incluso como una amenaza.

-Eso es todo, -le dije a Shaya. Ella asintió con la cabeza, obediente como
siempre.

La expresión de su rostro al salir me hizo sentir un poco culpable. Tal


vez podría facilitar las cosas para ella. Tal vez podría acelerar todo esto.
Pero por ahora, literalmente no haría ningún daño lo que estaba
haciendo. ¿Qué podría Katrice lograr de la suspensión?. Si empezara de
nuevo las hostilidades, corría el riesgo de enfrentarse a la corona que,
obviamente, temía. Mi pueblo estaba a salvo. La espera era frustrante,
pero tenía que terminar pronto. Le dije a Dorian que era humana, y eso
era lo que pretendía ser. Quiero ir a casa, empezar a dar seguimiento a
los trabajos, y dejar a los Gentry lidiar con esa cinta roja hasta que yo
fuera absolutamente necesaria.

Y eso fue exactamente lo que hice. Volví a mi antigua vida. Kiyo y yo


seguimos saliendo, estaba con él, restablecimos nuestra antigua relación
y vida sexual, fue un largo camino hasta bloquear las imágenes de la
hermosa y voluptuosa Ysabel en la cama de Dorian. Con mayor carga
de trabajo… al igual que mis ingresos, aunque mi trabajo me cansaba
más de lo que estaba acostumbrada. Eso me asustó. Me hizo pensar
sobre lo que significa ser humana y Gentry. Yo había luchado para
mantener mi lado humano dominante. ¿Estaba la parte Gentry
haciéndose cargo?. ¿Retrasando el crecimiento de mis habilidades
chamánicas?. No, me decidí firmemente. Eso era estrés, puro y simple.

En las dos semanas que siguieron, sin embargo, tuve que ceder a mi
lado Gentry de vez en cuando. La Tierra Thorn me llamaba, así que fui
en visitas rápidas, para fortalecer la tierra, y no importa lo mucho que
odiaba admitirlo… para mi fortalecimiento. Por desgracia, me causaba
poca alegría porque ninguna noticia buena provenía del Otro Mundo.
Katrice mantenía un perpetuo ida y vuelta. Sí, ella estaba de acuerdo
con la Tierra Maple, no, ella había cambiado de opinión. Linden. Pero
sólo si los embajadores fueran primero, luego los monarcas. No, ella no
iría. Pero era de nuevo a la Tierra Willow. ¿O tal vez un lugar
totalmente diferente?. ¿Qué pasa con la Tierra Palm?.

Dorian no hizo ningún intento de contactarse directamente conmigo,


pero no era necesario. Cuando iba a la cama cada noche, podía ver su
rostro. Muestra la corona, muestra la corona. Afortunadamente, mi carga
de trabajo agresivo me cansaba lo suficiente como para quedarme
dormida rápidamente.

Una especie de buena noticia finalmente llegó, un día en que Kiyo y yo


fuimos de excursión. La temperatura había aumentado, lo que
anunciaba la primavera, y le di la bienvenida a la pausa en el trabajo.
Atravesar la naturaleza salvaje era algo que Dorian ciertamente nunca
haría, sobre todo en el desierto. Pero al igual que yo, Kiyo aprecia la
belleza natural y el calor de la tierra. Yo extrañaba estas excursiones con
él. Sus cejas se levantaron cuando mi celular sonó .

-¿Tienes señal aquí?.-

-Así parece.-

Estaba tan sorprendida como él. Miré al identificador, vi el nombre de


Enrique arriba. Sus últimos informes, después de la breve oleada de
noticias prometedoras, había sido escuetos y vagos: simples
recordatorios de que todavía estaba trabajando en las cosas. Le respondí
con entusiasmo.

-Por favor, dime que has encontrado algo.-

-Lo tengo, -dijo. Enrique tenía ese tono de suficiencia de cuando nos
conocimos. Había sido molesto, pero ahora, me pareció alentador. -
Finalmente localicé al vendedor de armas y…-
No oí el resto debido a una caída repentina de la temperatura y la
sensación de hormigueo en el aire anunciaba la llegada de Volusian. Al
parecer, podría tener una señal del Otro Mundo aquí también. Mi
siervo tenía órdenes de informarme urgente de todas las noticias, no
importa las que Enrique iba a decir.

-Oye, -le interrumpí. -Te llamo de nuevo.-

-Qué…-

Le corté sin darle la oportunidad de terminar su indignación.


Probablemente no estaba acostumbrado a que le colgaran. Me volví
hacia Volusian, que esperaba con paciencia y en silencio por mí. Era un
lugar de oscuridad en el día de sol, parecía aspirar la luz del mundo.

-Por favor, -le pedí. -Por favor, dime que Katrice finalmente ha cedido,
para que podamos hablar. -

Volusian permaneció en silencio unos instantes. Estaba segura que para


hacerlo dramático , y me sentí con ganas de ahogarlo.

-No, -dijo. -La reina Rowan no ha aceptado las negociaciones, sin


embargo, a pesar de... sí ha actuado. -Kiyo y yo intercambiamos
miradas. No había manera de que esto pudiera ser bueno. También
estaba bastante segura de que a Volusian le gustó entregar esta noticia.

-Ella secuestró a tu hermana, -dijo. -Y tiene una lista de exigencias que


debes cumplir, si quieres ver Jasmine viva de regreso.
Capitulo 16
Kiyo no hizo preguntas cuando llamé a Enrique de nuevo y le dije que
estaría fuera de la ciudad y fuera de contacto durante un tiempo, pero
que confiaba en él para continuar. En realidad, Kiyo no dijo casi nada
mientras nos apresuramos de regreso a mi casa. En cuestión de
minutos, tuve un pequeño maletín empacado, y luego nos fuimos a
cruzar al Otro Mundo. No importaba las altas y bajas que habían
ocurrido en nuestra relación, él me conocía bien. Sabía que tenía que
actuar en esto inmediatamente. Las preguntas comenzaron una vez que
llegué a mi castillo.

-¿Cómo demonios...?, -comencé, -¿…pasó esto?.-

Estaba en una de las salas de recepción con Kiyo a mi lado mientras


miraba hacia abajo a Shaya y a algunos de los soldados que manejaban
mi Tierra. Rurik estaba con ellos, lo que me produjo sentimientos
mezclados. Estaba contenta de que estuviera de regreso de lo de Dorian.
Confiaba en él más que en cualquiera de los militares que me rodeaban
aquí. Una vez dicho esto, había una pequeña parte de mí que lo hacía
responsable. ¿Cómo había podido alguien ser capaz de haber permitido
que esto pasara?. Él hizo una mueca, como si adivinara mis
pensamientos.

-Un pequeño grupo entró furtivamente en nuestras tierras, doblegaron


a sus guardias…y se la llevaron. -El dudó. -Ella sólo tenía a dos con ella,
Majestad. Como usted recordará, su escolta fue aligerada. Aún así. No
hay excusa.

Yo no había presenciado esta clase de respeto y diplomacia por parte de


Rurik desde…bueno, en realidad, nunca había visto esto realmente.
¿Con Dorian? Sí. No conmigo. El secuestro de Jasmine le había llegado
realmente a Rurik, no había duda. Estaba bastante segura de que se lo
estaba tomando personalmente. Pero también me llamó la atención el
leve significado de su comentario expresado acerca de su guardia
aligerada. Esa había sido mi orden. Había hecho esto en respuesta a su
buen comportamiento y la había dejado salir más. Sabía que había sido
un riesgo potencial para la seguridad… pero no cuando ésta la
involucra a ella yéndose en contra de su voluntad.

-Estamos en guerra, -le dije. -Independientemente de su guardia, todo


este lugar debería haber estado bajo seguridad. -

El asintió con la cabeza con su rostro cada vez más sombrío. -Como dije,
no hay excusa. Asumo toda la responsabilidad. -

Ondeé una mano desdeñosamente. -Es demasiado tarde ahora. Sé que


estás haciendo tu trabajo. No te pongas tú mismo afuera para la
masacre. ¿Volusian dijo que había una nota? -

Shaya me entregó un trozo de pergamino enrollado. Kiyo se inclinó


sobre mi hombro mientras yo leía en silencio para mí misma.

Para Eugenie, la Usurpadora Reina de la Tierra Thorn, Hija de Tirigan


Storm, Reina:

Como sin duda ya sabes, tengo a tu hermana bajo mi custodia. Si deseas que
regrese a ti viva, tú y el Rey Oak se rendirán incondicionalmente a mí. Tú
cesaras las hostilidades inmediatamente, retirarás a tu ejercito, y cederás tus
tierras. Además, me entregarás la supuesta Corona de Hierro.

Si no cumples con estos términos tu hermana va a ser ejecutada al mediodía, en


tres días a partir de la recepción de esta carta. Por ahora, ella está viva, y la he
dejado al cuidado de mi sobrino Cassius.

Espero su respuesta.

Atentamente:

Katrice, Reina de la Tierra Rowan


Amada de los dioses.

Mire hacia arriba a los muchos ojos mirando.

-“Dejándola al cuidado de mi sobrino Cassius”. ¿Eso quiere decir lo que


pienso que es?. - Shaya hizo una mueca.

-Ese el sobrino con el que ella quería que te casaras.

-¿Por qué ejecutar a Jasmine entonces? ,- pregunté. -¿Por qué no casarla


con Cassius?. ¿No sería esa la perdida de una de las hijas del Rey
Storm?.-

-Katrice te odia, -dijo Kiyo en voz baja. -En este momento,


probablemente ni siquiera se preocupa por la profecía. Ella quiere
vengarse de ti, hacerte daño, y si eso significa matar a Jasmine, entonces
eso probablemente sea una aceptable pérdida, especialmente si ella
trata entonces de entregarte a Cassius después de esta “rendición.”

-¿Entonces yo voy a vivir? .-

Kiyo se encogió de hombros. -Un largo sufrimiento.-

-¿Por qué escogerla a ella como rehén sin embargo?.- No sabía por qué
estaba discutiendo la lógica aquí. Nada de eso importaba. Sólo el
resultado lo hacía. -Todo el mundo sabe que no nos llevábamos bien. -

-Todo el mundo probablemente también sabe que eso ha estado


cambiando un poco, -dijo Kiyo. -La llevaste a lo de Dorian.-

-Y… -agregó Shaya, -un miembro de la familia real usualmente es el


mejor rehén en estas situaciones.

Estas situaciones. Por un momento, casi me balanceé sobre mis pies, con
ganas de cerrar los ojos y desmayarme. No tenía nada que ver con el
calor. Era esto. Todo esto. Esta situación siempre se repetía. Jasmine y
yo, maldecidas por nuestra sangre, para ser siempre usadas y
capturadas como posesiones en un juego mayor. Odiaba a Aeson, pero
al menos él habría engañado a Jasmine con algún pretexto de amor
antes de tomar ventaja de ella. ¿Pero qué hay acerca de este Cassius?. Él
no haría ningún intento por ser amable. Todo esto se trataba de castigo
y venganza, después de todo. ¿Habría violado a Jasmine?. ¿Estaría el
haciéndolo ahora?. Un recuerdo repugnante de Leith me vino a la
mente, uno fuerte y claro a pesar del estado drogado en el que había
estado durante mi odisea con él. Momentos después, éste fue
remplazado por una imagen del rostro de Cassius bajando sobre una
encorvada Jasmine… Hice mi debilidad a un lado, estabilizándome y
trayéndome de vuelta al mundo enfocada. Me volví hacia Rurik.

-¿Qué tan lejos está nuestro ejército esparcido afuera?. ¿Cuán pronto
podemos reunirnos con ellos y marchar hacia ella?. ¡Quiero arrasar las
tierras de esa perra y quemar su castillo hasta los cimientos!. Quiero
tener a la maldita furia del cielo lloviendo sobre ella y…-

Me detuve a mí misma, tan sorprendida con mis palabras como lo


estaban los otros. ¿De dónde había venido esta rabia?. Bueno, la
situación, obviamente. No quería lanzar a nadie tras el sobrino de
Katrice antes de enfrentar la ejecución. Pero se me ocurrió en ese
momento que mi reacción fue también… personal. En algún lugar, en
los altibajos de nuestra familia disfuncional, había llegado a
preocuparme por Jasmine. Mi furia venía de su pérdida.

-Tranquilízate, Eug, -dijo Kiyo, descansando una mano sobre mi brazo.


Había una nota de nervios en su voz, reflejada en las expresiones de los
demás. Me había dicho una vez que cuando estaba enojada, me parecía
a mi padre. Tomé una respiración profunda e hice retroceder cualquier
otro estallido.

-Liderar un ejército masivo en… merecería… no sería… - Rurik todavía


estaba pisando ligeramente y seguía escogiendo las palabras
cuidadosamente. -Bueno, Katrice ya está en modo “tiempo de guerra”,
y está fuertemente custodiada. ¿Después de esto?. Las tierras fuera de
su casa probablemente tienen el triple de guardias que tenían antes.-

-Pero si nuestra fuerza fuera lo suficientemente grande… -comencé.

Rurik asintió con la cabeza. -Es cierto. Es posible. Sobre todo si… sobre
todo si el ejercito de mi señor Dorian está involucrado. -Él se veía
inquieto al mencionar a Dorian, pero yo podía ver una mirada de
consideración en el rostro de Rurik. Tenía la sensación de que
compartíamos el mismo rompecabezas. ¿Dorian prestaría fuerzas para
ayudarme?. Posiblemente no, no si su ira sobrepasa cualquier devoción
por mí. Por otra parte, Dorian todavía se encontraba en esta guerra, y lo
conocía suficientemente bien como para pensar que él podría darle la
bienvenida a una marcha en pleno al castillo de ella. Rurik también
sabía eso. -Con sus fuerzas, es posible, -dijo Rurik finalmente. -Pero
Katrice estará defendiéndose. Será sangrienta. Será horrible.-

Él no sonaba opuesto a eso, por sí mismo. Él era un militar, las feas


batallas era el camino del mundo. Pero todos sabíamos que no era lo
ideal. Mi mente daba vueltas. Parte de mi quería esa gran fuerza para
vencer a Katrice porque pensaba que ella se lo merecía. Esto era algo
más que la venganza, sin embargo. Se trataba de Jasmine. Necesitaba ir
con el plan más probable para traerla de regreso, y un ejército invasor
no lo era. Haría falta un grupo más pequeño, justo como el que ella no
había vacilado en enviar aquí, uno que pudiera deslizarse dentro.
Estábamos fuertemente custodiados, pero con todos los solicitantes y
refugiados siempre yendo y viniendo, no era de extrañar que los
secuestradores de Jasmine se hubieran deslizado dentro. Sin duda
Katrice tenía una corriente similar de gente que iba a ella en estos
momentos, pero ella probablemente estaría en alerta máxima con ellos
también.

-Imanuelle, -dije al darme cuenta de que había pasado muchos


momentos en silencio. -¿Pueden traerme a Imanuelle? -Fue esto,
finalmente, lo que quitó los ojos del grupo de mí, porque todos ellos
intercambiaron miradas asombradas. El rostro de Kiyo se volvió
preocupado.

-¿Ese es tu plan? -preguntó Kiyo. -¿Asesinar a Katrice?. Eugenie, tú eres


mejor que eso. -Aparentemente él había oído hablar de Imanuelle.

-Lo soy, -estuve de acuerdo. -Y más inteligente. Consíguela para mí. -


Eso fue para Shaya, quien asintió con la cabeza y lanzó una mirada
hacia un sirviente que rondaba por ahí. Él asintió en forma precipitada
con su cabeza y salió corriendo de la habitación.

- ¿Listo para repetir la historia? -le pregunté a Kiyo. -Será como toda la
incursión a Aeson de la otra vez.

-Vas a ir… No. Eugenie, tú no puedes ir ahí. -Le hice un gesto a Rurik y
comenzó a moverse hacia la salida.

-Tú lo escuchaste. No podemos entrar con una gran fuerza, no


fácilmente.-

-Sí, entendí eso, -dijo a Kiyo, que estaba siguiéndome por detrás.

-Pero tú no puedes ir. -

-Tengo que ir, -repliqué. Rurik había apresurado la distancia después


de nosotros.

-Él tiene razón. Envía a alguien más. Yo iré. Vamos a entrar


furtivamente y a tomarla. -Me detuve repentinamente, casi causando
que ambos hombres tropezaran conmigo. -Voy a ir. Esta es mi
responsabilidad. Además, ¿Quién más por aquí puede compararse a mi
mágicamente? -Miré hacia adelante y atrás entre sus rostros, retándolos
a desafiarme.
-Aún así, -dijo Rurik, -si eres descubierta, serás superada en número. Y
eres una enemiga de la Reina. En tiempo de guerra, caminarás justo
dentro de la fortaleza de tu enemiga. No puedo permitir eso.-

-¡No es tu lugar el permitirme hacer nada!, - le espeté. -Ni tú tampoco. -


Me volví hacia Kiyo para eso, adivinando sus palabras. -No vamos a ser
descubiertos. No si Imanuelle es tan buena como ella afirma. -Estaba
tan cansada de que los hombres me dijeran lo que podía y no podía
hacer. Los dejé y me marché por el pasillo hacia mi habitación. Ninguno
me siguió de inmediato, pero apenas escuché a Rurik murmurarle a
Kiyo.

-Bueno, si es atrapada, ella conseguirá que un ejército enorme descienda


sobre Katrice, por lo menos. Mi señor Dorian no permitiría nada
menos.-

El fallo en mi plan, como se vio después, era esperar a Imanuelle.


Después de nuestra última reunión, ella había dejado mi reino, y
buscarla no era tan fácil. No podías sólo convocar abiertamente a un
famoso asesino. Girard estaba en mi corte, sin embargo, y
aparentemente había formas secretas de enviarle un mensaje a su
hermana. No hice ninguna pregunta acerca de lo que él quería decirle,
siempre y cuando ella apareciera.

Esperar por ella nos dio tiempo para planear la estrategia. Una vez que
mis asesores aceptaron a regañadientes que iría personalmente, y una
vez que Rurik aceptó que él no me acompañaría, ellos se pusieron en
línea para combinar sus conocimientos acerca del castillo de Katrice.
Había bromeado con Kiyo acerca de que esto sería como nuestra
irrupción a Aeson… pero en realidad, era cierto. Esta vez, no teníamos
ninguna guía personal que nos llevaría adentro. Teníamos que confiar
en los conocimientos y anécdotas de los que habían estado ahí y podían
hacer una mejor estimación de dónde podía estar retenida Jasmine. Y
eso era presumiendo que Katrice estuviera actualmente manteniéndola
a mano.
Quizás la parte más sorprendente de todo esto era el consentimiento de
Kiyo. Había esperado protestas acerca de mi seguridad o tal vez una
solución diplomática. Pero, no. Él realmente se daba cuenta de la
importancia de salvar a Jasmine. Y también sabía que ésta sería
probablemente nuestra mejor oportunidad, al menos en un plazo tan
breve.

-Ustedes saben, -Rurik nos dijo después, -que no van a ser capaces de
llevar a Volusian. -Él, Kiyo, Shaya y yo estábamos en mi habitación, que
se había convertido en mi cuartel de guerra improvisado.

-¿Por qué no?, - pregunté. Eso fue una sorpresa. Había estado contando
con sus músculos, algo que tenía que admitir que había extrañado
mientras luchábamos por la corona. ¿Cuál era el punto de un servidor
que era un muerto viviente si no podía darle un buen uso?.- Él puede ir
con nosotros en forma invisible. -

Rurik negó con la cabeza. -Todo el mundo sabe acerca de él. Katrice lo
sabe. Ella tendrá gente a mano que pueda sentirlo. También
probablemente tenga a alguien con el poder de desterrarlo. Suficientes
de ellos todos unidos podrían hacerlo.-

-Tienes mucha fe en ella, -observé secamente. Volusian era difícil de


desterrar, yo no podía hacerlo, pero Rurik tenía un punto. Obtén
suficientes usuarios de magia juntos, y ellos eventualmente podrían
llevarlo a cabo. Él me dio una sonrisa torcida.

-Ella no es estúpida. Y tiene asesores. No tan buenos como los tuyos,


claro, pero ellos habrán pensado en todo antes de secuestrar a Jasmine. -
Un golpe en la puerta interrumpió cualquier respuesta que pudiera
haber hecho, y después de que dije que entraran, un sirviente llevó a
Imanuelle adentro.

-Finalmente, -dije. Ella dio un paso dentro, vestida con pantalones de


seda roja ondeando que coincidía con un top que mostraba su torso. La
asesina arqueó una ceja y me dio una mirada divertida mientras se
ponía las manos en las caderas.

-No me quedé esperando sus órdenes por los alrededores, Reina Thorn.
Y la última vez que hablamos, dejó muy claro que no me quería cerca.
¿Ha recuperado finalmente el sentido?. Por lo que he oído, ahora es un
buen momento para deshacerse de Katrice. - Imanuelle hizo una pausa
cuidadosa. -Aunque, deshacernos de ella antes hubiera sido aún mejor.
Les habría ahorrado a usted y a su hermana un montón de problemas. -

Me mordí cualquier comentario sarcástico. -No podemos matar a


Katrice. Estoy bastante segura de que en el momento en que su gente la
encuentre muerta, Jasmine será la próxima. Te necesito para entrar
sigilosamente y sacar a Jasmine de allí. -

La sonrisa arrogante de Imanuelle decayó. -Eso no es lo que hago. Yo


mato. No rescato.-

-Yo voy a hacer el rescate. Tú necesitas lograr que Kiyo y yo entremos.


Disfrázanos con eso que llamas poder y acerca del cual te la pasas
alardeando. ¿O es que enmascarar a más de dos personas está fuera de
tus numerosas habilidades?.-

-Puedo hacerlo, -dijo ella, entrecerrando sus ojos. -Pero le va a costar.-

-Podemos permitírnoslo, -dije, tratando de ignorar la mirada de dolor


en el rostro de Shaya ya que sin duda lo añadía mentalmente al libro de
gastos mayores. Imanuelle no dijo nada durante unos instantes
mientras meditaba todo.

-¿Sólo ustedes dos?.-

-Sí. Y tú, por supuesto, -añadí.

-¿Tiene alguna idea de adónde van a ir?,- preguntó ella. Kiyo y yo


intercambiamos miradas.
-Un poco, -dije.

-Un poco, -resopló Imanuelle. -Bien, lo haré. Pero sólo estaré ahí para
disfrazarlos. No voy a pelear si los atrapan.-

-No tendrás que hacerlo. -Le aseguré. -Te vamos a proteger. -

Esto trajo otra burla y una curva altiva en su labio.-Si ellos nos detectan,
puedo sacarme a mí misma de ahí, créame. Ustedes estarán por su
cuenta.-
Capitulo 17
Habíamos aprendido más sobre el alcance de la capacidad de Imanuelle
cuando Kiyo y yo nos dirigimos con ella a caballo a la Tierra Rowan.
Sus ilusiones eran tan buenas como se había demostrado el primer día,
y a regañadientes miré asombrada mientras transformaba a Kiyo en
Girard, y a Shaya como Dorian. Las ilusiones eran perfectas y
peligrosas. Empecé a entender completamente por qué ella era tan
buena asesina. Realmente podría ser quien ella quisiera, entrando a
lugares de alta seguridad sin que nadie lo supiera. Me sorprendí un
poco cuando alguna parte de mi cerebro saltó de pensar en emplearla a
detenerla. Esa parte de mi cerebro, dijo deshazte de ella sería más
seguro para ti en el futuro, e inmediatamente me castigué por la idea.
Encarcelar a los enemigos potenciales era algo que el Rey Storm habría
hecho.

-No soy todopoderosa, -dijo en un momento dado. Creo que ella sólo
estaba hablando en forma casual y no tenía ni idea de mis
preocupaciones. Habíamos cruzado a la Tierra Rowan, y ella había
dejado caer sus trucos en Kiyo, colocando ilusiones de campesinos
harapientos para todos nosotros. -Hacerlo para tres personas toma más
poder. E incluso para mí, no puedo contener los disfraces para siempre.
-Ella hizo un gesto con la cara. -Si pudiera, en vez de eso me gustaría
ser un espía. Es mucho menos complicado-

No dije nada, pero miré de vistazo a Kiyo a sus espaldas. Él también


debió haber analizar las implicaciones de sus habilidades. Yo también
estaba pensando en que cuando había intentado rescatar la primera vez
a Jasmine de Aeson, nuestro plan había fracasado porque un espía nos
había traicionado. Había todas las posibilidades ahora de que Imanuelle
pudiera hacer lo mismo, y me preguntaba si había sido demasiado
rápida en confiar en una persona desconocida. Sólo podía esperar que
el amor a su hermano la mantuviera fiel a su empleadora.

A pesar de su nombre, la Tierra Rowan estaba dominada por árboles de


cerezo. Bien, al menos esa era mi impresión siempre que cruzaba por
ella viajando a otros reinos. Cuando viajamos adelante a lo largo de
caminos que se internaban más profundamente en el reino de Katrice,
los árboles de cerezo cedieron el paso a otras plantas e incluso a los
árboles serbales. Eran más pequeños de lo que esperaba y estaban
cargados de bayas. Esta tierra era realmente muy agradable, templada y
caliente, con hermosos paisajes verdes. Sería una vergüenza si yo
tuviera que arrasar esta Tierra.

Vimos las señales del castillo de Katrice mucho antes del propio castillo.
Otros viajeros se unieron a nosotros en el camino, los pueblos que
habían quedado atrapados en el fuego cruzado de la guerra y ahora
buscaban comida y refugio de su monarca. La mayoría iban a pie, y les
pasamos rápidamente, por lo cual me alegré. No necesitaba ninguna
culpa en este viaje.

También comencé a ver a los soldados, sin duda, parte de la mayor


seguridad que Rurik había predicho. Algunos viajaban desde y hacia el
castillo. Algunos estaban estacionados en el camino, observando
cuidadosamente a aquellos de nosotros que pasábamos. Yo contuve la
respiración cada vez, esperando que las ilusiones de Imanuelle nos
fallaran. Junto con el reconocimiento de los límites de su poder, ella
también nos dijo que algunos Gentry eran sensibles a su tipo de magia
y podían ver a través de sus hechizos. Ella nos dijo esto a la mitad del
viaje. Ese tipo de información hubiera sido útil antes de salir.

Pero, a pesar de que fuimos examinados, los soldados nos permitieron


pasar, y en poco tiempo, el propio castillo apareció a la vista. Me detuve
un instante, admirándolo a mi pesar. Dorian y yo teníamos castillos
oscuros, con bloques de piedra, como fortalezas Normandas dejadas en
el estéril campo inglés. La casa de Maiwenn era elegante y caprichosa,
siempre me recuerda una película de Disney. El castillo de Katrice, sin
embargo, podría haber sido sacado de una postal de Baviera. Había
fuertes líneas rectangulares, sus lados eran blancos y estaban cubiertos
de ventanas. El arte robusto era compensado por las torrecillas
agraciadas que se levantaban del centro, casi de aspecto delicado, con
sus techos negros puntiagudos. La tierra había estado elevándose
cuando viajamos, entonces no fue una sorpresa ver que el castillo estaba
situado en lo alto, en una de las colinas que conducen a las bonitas
montañas cubiertas de nieve. Tenía una vista panorámica de la zona
desde la que nos aproximábamos y una pared sólida que rodeada los
terrenos linderos. Aquí hicimos una parada junto con los demás
buscando la admisión. Nos formamos una línea larga y apretujada que
me hizo poner nerviosa.

-¿Por qué la seguridad?. ¿Se niega la entrada a la gente?, -pregunté en


voz baja. -Nosotros no solemos tener esta cantidad de guardias en
nuestras puertas. -Kiyo miró detenidamente hacia adelante, con sus ojos
agudos que ven lo que nosotros no podríamos.

-No, ellos los dejan entrar, simplemente están haciendo una buena
cantidad de preguntas, lo que está ralentizando las cosas. Y tienes
razón, nunca tienes esta cantidad debido a que tus tierras no han sido
tan atacadas.-

Bueno y malo, pensé. Mantenía a mi propio pueblo seguro, pero la


guerra que emprendí devastaba hogares. Se me ocurrió que tal vez no
tenía que preocuparme de Katrice. Si estas personas descubrieran que
estaba entre ellos, podría muy bien ser tomada por una multitud
enfurecida.

-Tranquilos, -murmuró Imanuelle. -No luzcan nerviosos. No puedo


ocultar sus expresiones.-

Me forcé a mí misma a poner un semblante neutral, con la esperanza de


parecer en blanco y agotada. Después de casi una hora de inquieta
espera, llegó nuestro turno. Cuatro guardias nos interrogaron y fuimos
rápidos con las respuestas. Para nuestra historia de portada, habíamos
elegido un pueblo que había estado cerca de una batalla del ejército de
Dorian contra los de Katrice. La mayoría de los residentes habían sido
evacuados antes de los combates, pero una gran parte del pueblo había
sido destruido.

-Nuestra casa se quemó hasta los cimientos, -dijo Imanuelle. Ni siquiera


necesitaba la ilusión de una mujer mayor, vestida de paño para ser
patética. Su comportamiento y su voz se llenaron de una desesperación
perfecta, convincente. -Nuestros cultivos fueron destruidos.-

Después de un poco más de preguntas, nos dejaron entrar, nos enviaron


hacia lo que era esencialmente una línea de Gentry pidiendo pan. El
recinto interior del castillo de Katrice estaba lleno de gente, la mayoría
eran soldados, y tuvimos que dirigir nuestros pasos entre la multitud
para llegar hasta la esquina donde estaban situadas las masas pobres y
apiñadas. Al parecer, muchos habían hecho de este patio su hogar
temporal. Parecía un campamento bien armado. Sin embargo, la comida
estaba a mano, y me sentí aliviada de que estas víctimas de la guerra
estaban siendo atendidas.

Rondábamos cerca de la línea de alimentos para no levantar sospechas,


evaluando todo el tiempo la zona. En particular, nuestra atención se
centraba en las puertas principales del castillo en sí. Era el lugar más
custodiado de todos, y supe entonces que un asalto total habría sido
realmente largo y sangriento. Otros soldados se trasladaron a través por
la puerta tras un corto interrogatorio, que era lo que habíamos
esperado. Encontramos una esquina relativamente oscura entre una
tienda alta de campaña y la pared, quedamos fuera de la vista y
dejamos trabajar a Imanuelle en su siguiente hechizo. Ella cerró los
ojos y respiró hondo. Un escalofrío corrió por encima de mí, y el mundo
se puso borroso. Cuando pude concentrarme de nuevo en mis
compañeros, me vi a mí misma mirando a los guardias que nos habían
admitido.

-Whoa, espera, -dije, suponiendo que probablemente también me


parecía a uno de los soldados de la puerta. -¿No crees que podríamos
tener algunos problemas si nos encontramos con nuestros clones?. ¿Por
qué no nos haces ver como cualquier desconocido?.-

-Porque si los demás guardias no nos reconocen, nos harán más


preguntas, -explicó Imanuelle. Estudió sus manos críticamente, una
pequeña sonrisa mostró que estaba orgullosa de su trabajo. -No creo
que los de la puerta vayan a dejar pronto sus puestos en cualquier
momento. No deberíamos entrar corriendo. -Habló con confianza, pero
tuve la sensación de que estaba secretamente pensando “Eso espero”.

Todo el mundo estaba demasiado preocupado con sus propios asuntos


para darse cuenta de que tres campesinos se habían agachado a la
distancia, y que habían surgido tres soldados. Sin embargo, cuando los
refugiados nos vieron, se apartaron rápidamente de nuestro camino.
Esta vez no nos empujaban. Ninguno de nosotros necesitaba lecciones
sobre cómo comportarse. Considerando que nuestra entrada inicial
había sido débil y desaliñada, ahora caminábamos con la confianza y la
fuerza de los que gobernaban este lugar. Apenas vacilamos cuando nos
trasladamos a la entrada del castillo, y los de la guardia se apartaron sin
hacer comentarios.

Estar dentro resultó ser un poco más confuso. Habíamos recibido


información sobre el diseño del castillo, pero no sabíamos exactamente
dónde estaba detenida Jasmine. No pudimos hacer una pausa para
deliberar, teníamos que mantenernos en movimiento como si
tuviéramos un propósito o bien para no llamar la atención. Los
soldados y criados se apresuraron a nuestro alrededor, y nos cruzamos
con algunos en un pasillo que tomamos al azar. Kiyo, siempre rápido
de pensamiento, detuvo a un soldado joven que estaba solo
-Hey, -dijo Kiyo bruscamente. -Hemos tenido informes de que alguien
podría tratar de rescatar a la hermana de la reina Thorn. –

El soldado abrió sus ojos azules. -¿Qué?. Deberíamos dar el alerta…-

-No, no, - lo interrumpió Kiyo. -Guárdalo para ti. No quiero levantar


sospechas. La guardia en el exterior ya lo sabe y están vigilantes.
Necesitamos saber si ha sido movida o no. Hubo rumores de que lo
había sido.-

Traté de no morderme el labio. Kiyo sonaba como si supiera de lo que


estaba hablando, pero este era un momento peligroso. Me había
preocupado el hecho de que Jasmine no estuviera retenida aquí. Había
también una posibilidad de que este guardia no supiera su ubicación, y
que tendría que seguir jugando a este juego con otros. A cuántas más
personas les habláramos, mayor sería el riesgo de nuestra misión.

-No que yo haya oído, -dijo el soldado. -Ella todavía está en el


calabozo.-

Di un suspiro de alivio. Medio esperaba que dijera que estaba en la


habitación de Cassius. Los calabozos no eran grandes tampoco, pero
bueno... no era diferente a como yo la trataba inicialmente. Esperaba
que Kiyo le preguntara más información, cuántos guardias estaban con
ella, donde estaban los calabozos, etc. En lugar de eso, le hizo un gesto
brusco al soldado y le advirtió de nuevo que permaneciera alerta, pero
que no compartiera sus conocimientos.

-Necesitamos más información, -susurré a Kiyo ya que continuábamos


caminando por el pasillo. Cualesquiera que sean sus faltas, Katrice tenía
un buen sentido del diseño interior. Pinturas de flores colgaban en las
paredes, y elaboradas plantas se derramaban de los jarrones, aunque la
belleza me pasó desapercibida. -¿Por qué lo dejaste ir?.-
-Debido a que los guardias reales ya sabrían algo más de lo que
quisiéramos preguntar, -respondió. -Preguntar en dónde están los
calabozos es definitivamente un indicio de que algo está pasando.-

-Y yo sé donde están, -dijo Imanuelle. Ambos, Kiyo y yo la miramos con


sorpresa. -En la planta baja, -agregó.

-Los calabozos siembre están abajo, - señalé.

-¿Has estado en ellos?. -preguntó Kiyo. Ella asintió con la cabeza y


esbozó una sonrisa.

-Los líderes de gran poder no son los únicos con precios en su cabeza. A
veces los prisioneros importantes también necesitan desaparecer.-

Hice una mueca ante su diversión, pero estaba agradecida cuando no


guió haciéndonos dar la vuelta. Con un objetivo en claro, me ponía más
y más tensa. Eso era todo. ¿Qué encontraríamos?. Nadie nos había dado
una segunda mirada hasta aquí, pero en los calabozos, íbamos a atraer
la atención, sobre todo cuando robáramos a uno de sus prisioneros.

Las fachadas de nuestros castillos puede que fueran diferentes, pero


Katrice poseía unos calabazos similares a los míos. Oscuros. Sombríos.
Paredes grises de piedra y con antorchas. Era un estereotipo, pero se
supone que ayuda a disminuir las esperanzas de todos los presos.

Imanuelle nos llevó con confianza por tramos de escaleras y hasta un


pasillo largo y ancho. La celda de Jasmine era fácil de detectar, ya que
seis guardias estaban fuera de ella, eso me hizo recordar de nuevo a sus
condiciones anteriores en mi casa.

-Buena suerte, -dijo Imanuelle, cayendo detrás de nosotros. Ella al


parecer se mantenía fiel a su palabra de que esto era todo lo que haría y
que ahora estábamos por nuestra cuenta. Los guardias de turno eran de
vista aguda y por supuesto notaron nuestro acercamiento, pero
ninguno de ellos reaccionó con desconfianza o alarma. Un par mostró
curiosidad, preguntándose tal vez si las órdenes habían cambiado, pero
eso fue todo.

Kiyo y yo habíamos planeado varias estrategias en nuestro camino y,


finalmente, decidimos que un ataque rápido y sorpresivo sería el
camino a seguir. Cuando todavía estábamos a varios metros de
distancia, envié mi magia, tirando el aire inspirando profundamente y
devolviéndolo hacia los guardias en la forma de un viento digno de un
huracán. Eso agitó nuestro cabello y rozó nuestra piel, pero la ráfaga
literalmente lanzó a los guardias de sus pies. Hubo gritos de choque, y
dos quedaron abatidos en ese mismo momento por el impacto sufrido
al golpear contra el extremo del corredor.

Los otros cuatro se pusieron en pie, y aparecieron tres espadas de cobre.


Un fuego apareció en manos del cuarto. Debería haber esperado que
Katrice pusiera usuarios de magia con Jasmine, junto con la fuerza
bruta. No había tiempo para reflexionar sobre esto, porque el chico de
repente lanzó una bola de fuego hacia nosotros. Instintivamente usé el
aire circundante otra vez, junto con su humedad, desintegrando el
fuego con poco esfuerzo. Kiyo se adelantó a continuación, atacando a
uno de los guardias. Corrí hacia adelante, así, mi atención se centró en
otro guardia y creé un vacío en torno a él, sacando todo el aire a su
alrededor. Sus ojos se abrieron cuando él jadeo y agarró su garganta,
tratando de atraer un aliento imposible.

Sostuve la magia cuando uno de sus colegas trató de atacarme. Esquivé


la espada, en gran parte porque la daga de hierro en mi mano lo hacía
guardar su distancia. El tipo que estaba esclavizado por mi magia
finalmente se desmayó por la falta de oxígeno, y lo puse en libertad,
dejando que colapsara inconsciente al suelo. Antes de que pudiera
hacer frente al otro soldado, Kiyo saltó y lo derribó al suelo. Asumí que
el primer rival de Kiyo estaba fuera de servicio, dejándome entonces
con el usuario de magia.
No aprendió nada la primera vez, lanzó otra bola de fuego hacia mí.
Admiré su control; demasiado fuego habría incinerado a todos en la
sala. Pero con mi magia, aniquilé el fuego de inmediato, fue un buen
cambio para mí. Él no tenía ningún arma, y di un paso hacia adelante,
empujando mi daga en su garganta. Él gritó ante el aguijón del hierro y
no luchó cuando comencé a extraer su oxígeno. Un descubrimiento
brilló en sus ojos. Ilusión o no, él debió haber imaginado quién
manejaba el aire y el agua con tanta facilidad y sostenía el hierro.

-Reina Thorn... -alcanzó a murmurar, cuando el último aliento lo dejó,


vi que la inconsciencia lo embargaba, pero justo antes de que lo hiciera,
agitó su mano débilmente. Ningún fuego vino, pero sentí una intensa
ola de calor hacia fuera. No me hizo daño, pero había un poder físico
dentro de ello, uno que agitó el aire e hizo temblar las paredes
levemente justo antes de que él también se desplomara al suelo.

Kiyo y yo nos quedamos allí, entre los cuerpos vivos o muertos, no


sabía y eché un vistazo de uno a otro y a nuestro alrededor con
cuidado. Imanuelle todavía estaba un paso atrás, pero parecía
impresionada.

-¿Qué demonios fue eso?, - le pregunté.

-Supongo que una alarma, -dijo.

-Mierda.-

Me volví hacia la celda de Jasmine y la vi acurrucada en el rincón más


apartado, mirándome con ojos grandes y cautelosos. El agua era su
verdadera especialidad, sólo tenía el control sobre el aire ligero. Sin
embargo, ella habría sentido la fuerza de la magia que había utilizado.
Al igual que el guardia, ella sabía que eran pocos los que podían hacer
lo que había hecho, pero su visión le dijo que yo no estaba allí de pie.
Yo estaba todavía bajo la ilusión de Imanuelle.
Kiyo ya estaba buscando en los cuerpos y pronto encontró una llave.
Abrimos la celda, pero Jasmine no se movió. No parecía demasiado mal
para lo que había soportado, pero yo sabía que algunos de los
comportamientos más terribles rara vez dejaban una marca. Tenía un
pequeño desgarro en su vestido y un moretón en el brazo que parecía
el signo de una lucha, probablemente durante su captura inicial.
También noté que ellos le habían dejado las cadenas de hierro finas que
Girard había creado para impedirle usar su magia. Mi propia
salvaguarda había sido, sin duda, de utilidad para sus captores.

Hice un gesto hacia la puerta, inquieta por lo que Imanuelle había dicho
acerca de una alarma. -Jasmine, vamos. Somos nosotros. Kiyo y Yo.-

-Y por mí, -dijo Kiyo, señalando en mi dirección, - quiso decir Eugenie. -


Jasmine vaciló, buscando entre nuestras caras.

-¿Cómo es eso posible?. - Imanuelle, que había estado observando en la


entrada de la sala, se volvió a toda prisa hacia la celda.

-¿Cómo crees?. Con magia. Mírate a ti misma. -Las características de


Jasmine ondularon y de pronto estábamos mirando a otro soldado de
Rowan. Jasmine estudió sus manos con asombro. La ilusión no
mostraba las cadenas, pero todavía era capaz de sentirlas.

-La lista de reproducción de tu iPod apesta, -le dije cuando ella


continuó dudando. -¿Un guardia gentry podría decir eso?.-

-Vamos, -instó Imanuelle. Había estado segura de que ella misma


podría salir de cualquier peligro aquí, pero esas probabilidades eran
mejores si no se encontraba en una sala que podía ser fácilmente
bloqueada si un regimiento viniera caminando hacia la entrada.

Jasmine debió haber decidido que este nuevo desarrollo de los


acontecimientos no podía ser peor que su destino presente. Ella se
levantó y salió de la celda, después de que el resto de nosotros lo
hicimos por las escaleras. Llegamos a la planta principal, sin oposición,
pero una vez allí, todo era caos. Los soldados corrían en la dirección
que habíamos venido, y me pregunté cuánto tiempo les tomaría darse
cuenta de que éramos los únicos que no íbamos hacia los calabozos.

Excepto... resultó que no era el caso. En la confusión, nadie nos impidió


salir por la puerta principal, pero los jardines interiores estaban llenos
de soldados. Ellos fueron metiendo a los refugiados aterrorizados en
una sección bien vigilada, y las puertas en las paredes exteriores se
habían cerrado.

-Mierda, -dije otra vez. Todavía parecía la única manera adecuada para
resumir esta situación.

-Podríamos ir al mundo humano, -dijo Kiyo. -Imanuelle puede salir por


su cuenta.-

Consideré esto. Era cierto. Imanuelle podría cambiar en un campesino o


lo que sea y no ser detectada hasta que una oportunidad para escapar
apareciera. Las habilidades de Kiyo le permitían hacer la transición con
relativa facilidad a través de los mundos, sin una puerta. Yo podría
hacerlo, pero no sin dificultad. Y tenía que usar un ancla que me llevara
de vuelta. Tenía un par en mi casa, pero Jasmine no tenía nada de eso.
Ella probablemente no podría saltar al azar desde el Otro Mundo. Yo ni
siquiera estaba segura si podía hacerlo con un ancla y las cadenas de
hierro lo empeoraban. Podríamos terminar causándonos un daño
bastante serio a nosotros mismos.

-No podemos, -le dije. -Sólo tenemos que escondernos. -Me volví hacia
Imanuelle. -¿Cómo estás?. ¿Nos puedes convertir a todos en
campesinos de nuevo?-. Ella asintió con la cabeza. –Pero tenemos que
salir de la vista de todos.-

Su confianza era una pequeña bendición, por lo menos. Imanuelle había


mantenido hasta ahora cuatro ilusiones, y cuánto podría resistir había
sido una preocupación, eso y que hubiera alguien que pudiera vernos a
través de ellas…

-¡Es ella!. ¡Es la Reina Thorn!.-

La voz gritando de pronto atrajo todas las miradas a nosotros, no


provino de ninguno los soldados. Venía de una anciana acurrucada
entre los refugiados. Ella me recordaba a Masthera, con el pelo blanco y
los ojos desorbitados. Ella estaba apuntando hacia nosotros, y había
algo en su mirada... alguna cualidad penetrante que me hizo creer que
podía ver directamente a través de nuestras ilusiones.

-Maldita sea, -dijo Imanuelle. Había mucho miedo y orgullo herido en


su voz. A pesar de que esto había sido una posibilidad, sabía que ella
había sentido en secreto que sus poderes eran demasiado fuertes para
descubrirnos. Tal vez cuatro de nosotros habían extendido su magia
hasta tornarla delgada.

Honestamente, yo no habría pensado que un grito sería suficiente para


atraer la atención hacia nosotros, no en el caos reinante. Sin embargo, la
voz de la mujer trajo el silencio a los alrededores. Ellos se dieron vuelta
para contemplarnos, y pronto, otros que no la habían oído notaron las
reacciones y también se quedaron callados.

-Hush, -espetó un guardia, finalmente rompiendo el silencio confuso.


Fue uno de los que estaba manteniendo a los civiles fuera del camino. -
No tenemos tiempo para esto. –

La anciana negó con la cabeza firmemente. -¿No ves?. ¿No puedes


verlos?. ¡Es la reina Thorn y su hermana!. ¡Están ahí!. –

El rostro del guardia se ensombreció. -Ya te dije, nosotros...-

Su boca quedo abierta, porque fue entonces cuando los guardias que
habían estado de guardia en la puerta se acercaron. Llegaron y
quedaron paralizados, mirándonos en un completo estado de
conmoción. Si no hubiésemos tenido pánico por la alarma, uno de
nosotros probablemente hubiera pensado en cambiar la ilusión por los
soldados inconscientes, y no lucir como los que debíamos pasar otra
vez. Fue un pésimo descuido, muy malo, y ahora todo el mundo podía
vernos y a nuestras imágenes en espejo. El guardia que le había gritado
a la anciana no podía comprender lo que estaba pasando, pero sabía
que algo estaba pasando.

-Sujétenlos, -dijo. Miró con inquietud a sus colegas verdaderos y


decidió cubrir sus bases. -Sujétenlos, también.-

Otros soldados se acercaron a nosotros incondicionalmente. Evalué los


números. Estábamos bien, pero no pensé que Kiyo y yo podríamos
tomar a muchos en un cuerpo a cuerpo. Jasmine llegó a esa misma
conclusión.

-Vuélalos, -dijo. -Podemos hacer volar nuestra salida de aquí-.

Por "nosotros", quería decir que "yo", y sabía que ella estaba hablando
de tormentas no de explosiones. Una parte de mí ya sabía que era la
respuesta. Apenas me di cuenta, convoqué toda mi magia, haciendo
que el hermoso y soleado día en la Tierra Rowan se desvaneciera
rápidamente. Nubes negras y moradas se desplomaron en el cielo a una
velocidad imposible, relámpagos tan cerca de nosotros que el suelo
temblaba. La humedad y el ozono llenaron el aire, el viento subía y
bajaba.

Se había producido en cuestión de segundos, y detuvo a los soldados


que estaban cerca. La demanda loca de la anciana ya no estaba tan loca
a la luz de esa magia. Todos se estaban dando cuenta de que no
importaba lo que sus ojos dijeran, era cierta la posibilidad de que ahora
Eugenie Markham realmente estaba ante ellos. Y podría ser un enemigo
de guerra, una que necesitan para capturar, pero también era hija del
Rey Storm, y no era un título tomado a la ligera. Ellos sabían lo que
podía hacer, y fue suficiente para congelar hasta años de formación.
-Déjennos pasar, -les dije. Comencé lentamente a moverme hacia la
puerta con mis tres compañeros detrás un momento después.-Déjennos
pasar, o dejaré que esta tormenta explote aquí. Ya está en el borde. Un
aliento, y la soltaré. – Los truenos y los relámpagos crepitaban por
encima de nosotros, concediéndome un punto. Hubo pequeños gritos
de algunos entre la multitud. -¿Saben lo que ese tipo de tormenta va a
hacer en un espacio tan pequeño?. ¿A todos ustedes?.-

-Los vas a matar, -dijo de pronto una voz. -Horriblemente.-

Miré hacia la entrada del castillo y vi a la misma Katrice allí. Los


guardias se apresuraron a su flanco, pero ella levantó una mano para
detenerlos. Había pasado un largo tiempo desde que la había visto.
Todo nuestro contacto antagonista había sido por mensajeros y cartas.
Se veía como desde nuestra última reunión, el pelo negro atado, con los
oscuros ojos de plata que examinaban todo a su alrededor. Ella estaba
en modo real completo también, en color gris plateado y una tiara de
piedras preciosas pequeñas. Pero no... Mientras la observaba, vi una
pequeña diferencia. Ella parecía más vieja que la última vez que
habíamos estado juntas. La muerte de Leith y la guerra le habían
pasado factura.

Me quedé mirándola fijamente a los ojos, mi adversaria, la causa de


tanto dolor reciente en mi vida. No necesitaba la tormenta en torno a
mí, porque era un estallido en mi interior, los vientos de furia y de ira
giraban alrededor de este lugar y los alrededores y dentro de mí.

-Deja caer el hechizo, -le dije a Imanuelle, sin mirarla. Quería estar cara
a cara con Katrice, y honestamente, no era que mi identidad fuera un
secreto. Sentí otra sensación de hormigueo, y algunos gritos de asombro
me dijeron que ahora llevaba mi propia forma. Una pequeña sonrisa
cruzó los labios apretados de Katrice.

-Sí, -ella continuó, -tú podrías desencadenar una tormenta aquí. Podrías
destruir una gran parte de este muro, de este castillo. Podrías sin duda
destruir a toda esta gente que es en lo que eres buena, ¿verdad?. Te
pones en esa alta postura sobre proteger las vidas, pero aún así, de
alguna manera la muerte siempre te sigue. Tú la dejas en tu estela,
como lo hacía Tirigan. Pero al menos él no se hacía ilusiones sobre lo
que estaba haciendo. -La comparación con mi padre aumentó la ira en
mí. El clima reflejaba mi reacción, el cielo cada estaba vez más oscuro y
se intensificó la presión del aire.

-Adelante, -dijo Katrice. -Muéstrame tu tormenta.-

-Tú no tienes que matarlos-, dijo Jasmine a mi lado con voz baja. -Sólo a
ella.-

¿Estaba ella en lo correcto?. ¿Era eso todo lo que necesitaba?. Podría


matar a Katrice, no había duda. Una ráfaga de rayos inesperados, y se
habría ido. Si la memoria no me fallaba, su magia era similar a la de
Shaya: una conexión y control con la vida vegetal. Como reina, alguien
con la capacidad de conquistar una tierra, Katrice poseía ese poder en
niveles que empequeñecían a los de Shaya. Era probablemente la razón
por la que los árboles y plantas aquí eran tan hermosos. Era también
probablemente por lo que todavía no habíamos sido atacados. Este
patio interior alrededor del castillo estaba despejado de tierra, de tierra
apisonada que facilitaba el viaje a los guardias, comerciantes y otros
visitantes. Si hubiéramos estado fuera de los muros, probablemente
habríamos tenido un bosque marchando hacia mí ahora.

-Tú puedes hacer eso también, -dijo Katrice, tratando todavía de


molestarme. No sabía si ella estaba simplemente tratando de prolongar
su vida o de tomarme por sorpresa para algún otro ataque. -Mátame a
sangre fría. Al igual que hiciste con mi hijo. Está en tu naturaleza.-

-No hay sangre fría en tiempo de guerra, -gruñí. -Y tu hijo se lo merecía.


Fue un débil hijo de puta cobarde que tuvo que mentir y drogar a las
mujeres para conseguir lo que quería.-
Esto la hizo retroceder un poco, pero no dudó en devolver la flecha. -
Pero él consiguió lo que quería. Él te consiguió. No pudo haber sido tan
débil.-

Aquellas palabras picaron, pero antes de que pudiera responder, un


hombre joven resbaló en el lugar al lado de ella. Su parecido era tan
fuerte a ella y a Leith que no podría haber ninguna pregunta de su
identidad: Cassius, su sobrino. La rabia dentro de mí se duplicó. Al
verlo me recordó lo que probablemente había hecho con Jasmine. Mi
razón se escapaba, sustituida por pura furia.

-Tú debiste haber dejado que esto pasara, -le dije a Katrice con mi voz
perfectamente nivelada. -Deberías haber aceptado la muerte de Leith
como castigo por lo que hizo. Incluso registrado. Muchas vidas se han
perdido por tu culpa. Ahora serán más. -Un rayo. Un rayo, y ella estaría
muerta. Caray, probablemente podría matar a Cassius con eso también.

-Eugenie, -dijo Kiyo. -No lo hagas. No lo hagas.-

-¿Qué otra cosa se supone que debo hacer?, - susurré, fuera del alcance
del oído de los demás.

-Te advertí antes que habría consecuencias. Por favor, escúchame esta
vez, -me rogó. -Sucederá otra vez.-

-¿Qué esperas que haga?. - Mi voz resonó más fuerte. No me importaba


quien oyera. -Este es tiempo de guerra. Mato a su líder. Gano. De lo
contrario, dejo el infierno suelto por aquí, y mueren estas personas.
¿Qué quieres tú, Kiyo?. Elige o bien busca otro modo.–

Él no respondió, pero la sonrisa apretada de Katrice creció en la vista


del desacuerdo dentro de mis filas.

-Ninguna opción que no sea la muerte. Tú eres hija de Tirigan. Me


alegra ahora que Leith no consiguiera un hijo contigo. Su plan parecía
sabio al principio, pero es mejor que mi línea de sangre exaltada no se
mezcle con la tuya… aunque los dioses saben cuánto Leith lo intentó.
Me habló de eso. A menudo. Ah, bueno. Supongo que sabremos pronto
como le fue a Cassius... -Su mirada se detuvo un poco en Jasmine a mi
lado. Imanuelle había dejado caer todos nuestros disfraces.

-Eugenie... -Jasmine trató de hablar, pero no quería escuchar.

-¿Estás tratando de que te mate?,- le dije a Katrice. Cada palabra era


dura, casi imposible de salir. Yo estaba cambiando de opinión acerca de
los rayos. Estaba recordando cómo había matado a Aeson, literalmente,
liberalmente haciéndolo explotar por la extracción del agua de su
cuerpo. Había muchas maneras de matarla, tantas maneras de lograr la
humillación. Katrice se encogió levemente de hombros, a pesar de su
actitud petulante, vi una punzada de pesar en sus ojos.

-Tengo la sensación de que voy a morir de una manera u otra hoy. Sólo
quiero que todos sepan la verdad sobre ti antes que yo lo haga. -Me
quedé helada. Le dije a Kiyo que me diera otra opción, y él no tenía
ninguna. Pero había otra.

-La verdad, -dije lentamente, acercando mi mochila, -es que no vas a


morir hoy. Pero lamentarás no hacerlo-.

Sólo puedo suponer que lo que pasó después, nació de la pura emoción,
de la ira y la desesperación que sus palabras sobre mí y Jasmine habían
evocado. La adrenalina probablemente jugó un papel también, y...
bueno, tal vez había algo en mis genes, después de todo.

Saqué la Corona de Hierro de mi mochila. Katrice se volvió blanca, toda


su altanería se fue. Aquellos que reconocieron la corona mostraron el
temor, en forma audible y visible. Otros sólo miraban con curiosidad.

-No, -exclamó ella -No. Por favor no lo hagas.-

Pienso que hasta ese momento, ella realmente no creía que yo tuviera la
corona. También pienso en lo que yo había exigido, ella se habría
allanado a cualquier término de rendición que yo quisiera. Pero yo no
quería una simple entrega. Quería sufrimiento. Quería que ella sufriera,
al igual que yo. Había muchas formas de lograr la humillación...

Coloqué la corona sobre mi cabeza, y de alguna manera, tal vez era


parte de su magia, supe exactamente lo que debía hacer. El athame de
hierro aún estaba en mi mano, y me agaché con él. Katrice se dejó caer
de rodillas también, pero estaba en actitud de súplica.

-Por favor, -me rogó de nuevo, con lágrimas en los ojos. –Haré
cualquier cosa. Voy a hacer lo que quieras.-

-Tienes razón, -dije. -Lo harás. -Bajé la hoja hacia el suelo y atravesé el
corazón de la tierra.
Capitulo 18
Realmente sentí como que, como si estuviera matando a un ser vivo. Y
en cierto modo lo era. Estaba destruyendo la conexión de la tierra con
Katrice. La tierra y su monarca son uno. Una especie de concepto
esotérico... pero, bueno, la verdad. Me sentía así, sin duda, en la Tierra
Thorn. Fue por eso que no siempre podía mantenerme alejada de ese
reino por mucho tiempo. Me llamaba. Era parte de mí.

Y así, esencialmente fue el corte de un ser vivo en dos. Un poder blanco


y caliente quemó a través de mí cuando lo hice, la magia de la corona se
conectó con la mía propia y se vertió abajo en la tierra. Tenía poca
noción de lo que pasaba en mi entorno, salvo de Katrice gritando.
Debajo de mí, en una especie de paseo espiritual, pude sentir que se
resistía al principio. No quería romper sus lazos. Al final, no tuvo otra
opción. La magia de la corona era demasiado fuerte. Segundos,
minutos, horas... No sé cuánto tiempo me llevó, probablemente nada de
eso. Pero de repente, estuvo hecho. El poder de la corona se desvaneció
en mí, y la tierra yacía abierta y no reclamada. Pura y herida.

Cuando la magia de la bruma se disipó, el resto del mundo poco a poco


entró en mi visión. Miré a mi alrededor a las caras boquiabiertas y a
Katrice, acurrucada y llorando. Había pensado antes que ella había
envejecido, pero no era nada en comparación con lo de ahora. Ser
arrancada de la tierra la había devastado. Su pelo oscuro estaba casi
todo gris ahora y su cara demacrada y arrugada.

Y por todos los alrededores... por todos lados, la tierra estaba inquieta.
Pude sentir su energía, gritando... reclamando... anhelando un nuevo
amo. Casi ninguna de las personas reunidas mostró ningún signo de
haber reconocido esto. Todavía estaban viendo el drama ocurrido entre
Katrice y yo. Unos pocos espectadores mostraban confusión en sus
semblantes, como si ellos también oyeran la tierra.

Me di cuenta que eso era porque eran lo suficientemente fuertes como


para tomarla. El terreno ya estaba buscando a aquellos que poseían la
fuerza para unirse con él, y mirando hacia arriba, vi la cara de Cassius
él podía sentir eso. El hijo de Katrice no había tenido el poder para
reclamar un reino pero sí su sobrino.

Por lo tanto, en mi siguiente acto impulsivo del día, metí la mano libre
en el suelo. Al igual que la última vez, el suelo primero estaba duro y
pronto se convirtió en algo firme suave y cálido. Mi mano se hundió en
la tierra, y me dio la bienvenida, como si alguien me estuviera
agarrando la mano. El calor llenó mi cuerpo, un calor reconfortante
muy diferente del calor abrasador de la corona. Cerré los ojos, tratando
de quedarme con esa conexión, para demostrar que era digna. Una
parte de mí se había dado ya a la Tierra Thorn. Tuve que luchar para
reclamar esta tierra también.

Entonces, lo sentí... Sentí que la tierra me aceptaba. Y cuando lo hizo, la


tierra comenzó a temblar. Al principio, pensé que era sólo un efecto
secundario de la magia, pero entonces recordé lo que había sucedido
cuando la Tierra Torn había sido ligada a mí. La tierra tomó la forma
que hablaba mi alma, que era natural y adecuada para mí. El antiguo
reino de Aeson se había formado en el desierto de Sonora, la tierra de
mi nacimiento. La Tierra Rowan estaba tratando de hacer lo mismo.

No, ¡no!. No de nuevo. Un reino semi-tropical que se transformaba en


un desierto había causado estragos en sus habitantes. Nos
enfrentábamos al hambre, la sequía, la pobreza… No fue hasta
recientemente que el reino se había levantado otra vez, llegando a ser
próspero y autosuficiente. No iría por eso otra vez. Frenéticamente,
traté de pensar en alguna otra forma. Pero, ¿qué?. Casi nunca
abandonaba el suroeste de los Estados Unidos. Una imagen rápida de
las montañas Catalina cruzó por mi mente, la nieve y pistas cubiertas de
pinos como el día en el que Kiyo y yo habíamos luchado contra los
demonios. Podía sentir el comienzo de la tierra para agarrar esa imagen,
y la deseché. Este reino tenía algunas pequeñas montañas, pero era un
pequeño en relación a su terreno. No puedo convertir este lugar en
Suiza o Nepal.

Permanece igual, permanece igual, le pedí a la Tierra. Por el bien de sus


ocupantes, necesitaba que el paisaje permaneciera sin cambios. Era
difícil, sin embargo. La Tierra quería ligarse a mí, a lo que estaba
arraigado dentro de mi alma. Pensando en el viaje hasta aquí, traté de
imaginar las filas y filas de cerezos a lo largo de la carretera. Me acordé
de que el sol brillaba a través de otros árboles de hojas caducas y flores
que crecían en racimos. Pensé en el tramo lleno de serbales. Permanece
igual, permanece igual.

Poco a poco, la tierra alrededor de mí comenzó a disminuir su agitación


y finalmente se detuvo, a excepción de un punto. No muy lejos de
donde yo apoyé la mano, el suelo estaba agrietado, abierto y unas hojas
y unas ramas se levantaron. Corrí hacia atrás, viendo con admiración, al
igual que lo había visto la primera vez, el estallido de un árbol mágico
delante de mí, que creció y desplegó sus hojas de tamaño completo en
cuestión de segundos. Contuve la respiración, preguntándome cómo
sería este árbol que dictaba la naturaleza de mi nuevo reino. Era... un
serbal. No fui la única que pensaba que esto era extraño.

-¿No la reclamaste?, - preguntó Jasmine perpleja. Me puse en pie a su


lado, sacudiéndome el polvo de mis pantalones vaqueros.

-Yo... -¿Lo hice?.- Ese era un serbal, al hacer eso, según los
razonamientos del Otro Mundo, era la Tierra Rowan. ¿Qué sería lo que
ha pasado?. Tal vez no había funcionado. Tal vez la corona no había
hecho lo que yo esperaba que hiciera. Tal vez Katrice había ganado de
alguna manera.
Pero, no. Allí estaba. La sentí. La Tierra. La tierra. Las rocas. Cada hoja
y flor. Los olores, los colores... todos ellos eran más agudos y más
intensos. Si me abría, sentiría cada pieza de esta tierra. Que tarareaba.
Zumbaba. La energía era acelerada, y me obligó a cerrar los ojos por un
momento.

-No, -le dije a Jasmine, maravillada. -Es mía. –Miré el árbol de serbal,
más perfecto que cualquiera que fuera real, sus bayas de color naranja
brillantes contra las hojas verdes se mecían en la brisa. Extendí la mano
y acaricié una de sus hojas, vagamente consciente de que Katrice
todavía estaba sollozando. Un hormigueo de poder corrió a través de
mí. -Sigue siendo la Tierra Rowan... excepto que es mi Tierra Rowan. -
Las cosas se pusieron un poco incómodas después de eso.

Los soldados ya no estaban tratando de encarcelarme, pero tampoco


estaban dispuestos a seguir todas mis órdenes. Mis compañeros eran de
poca utilidad. Imanuelle, por su naturaleza, se contentó con sentarse y
ver el lío en el que había tropezado. Kiyo tenía una mirada de
desaprobación en su rostro, y yo temía que tendríamos una charla
después. Jasmine todavía parecía estar en estado de conmoción. La
única vez que ella volvió a la vida fue cuando debatí qué hacer con
Katrice y Cassius. Como era de esperar, la sugerencia de Jasmine era la
de matarlos.

-Enciérrenla en sus habitaciones, -ordené, esperando que alguien me


obedeciera. -Que los guardias con...

Estaba un poco pérdida. En teoría los Gentry sabían cómo funcionaba


esto. El que controlaba la tierra gobernada, pero no estaba del todo
segura de que los guardias de por si fueran tan rápidos para encarcelar
a la mujer por orden de alguien que los gobernaba desde hace diez
minutos. Volusian, pensé. Ahora que estaba bajo control, podría
convocarlo sin miedo. Entonces, me di cuenta que lo necesitaba para
cosas más importantes. Miré suplicante a Kiyo, sin necesidad de
palabras. Él asintió con la cabeza.
-Voy a verlos. -Se dio la vuelta bruscamente, llevando a la antigua
realeza al interior con un par de guardias que habían decidido subir a
bordo conmigo de inmediato. Mandé a Kiyo para que estuviera con los
guardias por dos razones. Podía confiar en él para hacer un buen
trabajo y, cuanto más tiempo lo hiciera, más estaba a salvo de su
desaprobación.

Luego dije las palabras para que Volusian viniera a mí, algo más
aterrador para aquéllos que ya me miraban con terror. Había dejado
que la tormenta se disipara, pero la oscuridad parecía aún envolver a
mi siervo cuando los ojos rojos me evaluaban y a la Corona de Hierro y
al árbol.

-Inesperado, -dijo.

-Ve con Rurik, -le dije. -Explícale lo que pasó y que traiga una fuerza de
ocupación aquí inmediatamente. -Yo no sabía lo que quería decir
exactamente, pero sabía que el control militar prevalecería aquí, si
íbamos a asegurar la tierra. Rurik sabría qué hacer. La administración
vendría más tarde. -Y luego... - Ahora vacilé. -Dile a Shaya que se ponga
en contacto con Dorian y le cuente lo que pasó. Después, regresa
conmigo.-

Volusian hizo una pausa, esperando que yo añadiera algo más. Cuando
nada más llegó, desapareció, y el sol pareció brillar un poco más. Sólo
restaba ahora esperar el juego, y miré a mi alrededor a los aún
sorprendidos residentes de la Tierra de Rowan.

-Bueno... eso es todo. Lleven todo a cabo como de costumbre. Guardias


a las puertas. Nadie sale. Y ustedes... vayan a buscar su sopa o... lo que
estaban comiendo. – Eso era para los civiles. Cuando nadie se movió,
endurecí mi expresión y repetí mis órdenes en voz más alta. El miedo
destellaba a través de las caras de los ciudadanos de Rowan, y entraron
en acción.
Este patio era enorme, y vi un lugar desocupado cerca de algunos
carros que debían haber entregado suministros. Me acerqué a ellos,
cerca de un jazmín, y me senté en el suelo. Era un lugar extraño para
una reina, supongo, pero quería descansar mientras esperaba a Rurik.
Además, todavía no dejaba de mantener un ojo abierto en esta
situación delicada y peligrosa. La mayor parte de los guardias estaban
aquí, y no creo que un motín estuviera fuera de la cuestión todavía. La
gente se puso en movimiento después de mis órdenes, pero sobre todo
se reunían en grupos preocupados y discutían lo que había sucedido.
Jasmine suspiró y apoyó la cabeza contra la pared.

-Quiero ir a casa, -dijo.

-Así lo haremos. Tan pronto como llegue Rurik, nos dirigiremos hacia el
castillo y lo dejaré que enfrente esto.

-No. -Su voz era suave. -Mi otra casa. En el mundo de los humanos. -Me
volví hacia ella asombrada, apartando la mirada de algunos campesinos
que le pedían a los guardias que los dejaran salir.

-¿Qué? Pero odias ese mundo. Siempre me dijiste que es aquí en donde
encajas.-

-Lo es, -estaba de acuerdo. –Pero sólo quiero... Quiero alejarme de todo
esto por un rato. De la magia. Y castillos. Y... lo que sea. Quiero ver la
televisión. Tal vez quiera ver a Wil. Quiero cargar mi iPod. Y mi lista de
reproducción apesta. –

No pude evitar una carcajada. -Como que quiero todas esas cosas
también. Vamos a ir pronto. Vamos... vamos a cortar las cadenas. Lo
siento no tengo la llave de éstas conmigo. –

Ella se encogió de hombros. -Está bien.-

-Kiyo va a estar molesto por todo esto, -murmuré, sorprendida de estar


confiando en ella.
-Hiciste lo correcto, -dijo Jasmine. -Quiero decir, excepto el no matar a
Katrice y a Cassius. Pero todavía se puede hacer eso. -Cualquier sonrisa
residual que quedaba en mis labios se desvaneció.

-Cassius...

-Ellos estaban mintiendo, -dijo sin rodeos. -Él no me hizo nada.-

-Jasmine...-

-Lo digo en serio. -Me miró, con su mirada azul-gris nivelada estable. -
Habló mucho sobre eso cuando vino a verme... me tocó un poco. Pero
eso fue todo. Creo que sólo quería asustarme. -Ella no dio más detalles
sobre el contacto. Y no le pregunté. Me sentí aliviada de que ella no
hubiera pasado por lo que pasé.

-Lo siento, -le dije. -Lo siento, no te protegí bien. –

Ahora, ella sonrió. -Lo hiciste bien. Y oye, pusiste fin a la guerra,
¿verdad?. La has ganado. –

Me di la vuelta, mirando hacia el espacio abierto. -Creo que lo hice.-

No hablamos mucho después de eso. Estaba cansada, agotada por toda


la magia. Al parecer, usar un artefacto antiguo de gran alcance no era
tan fácil como parecía. Tampoco lo era el demostrar mi dominio sobre
un gran pedazo de esta tierra. Me sentía acabada con la última vez, pero
había salido de la Tierra Thorn lo más rápidamente posible. Ahora,
sentada aquí, me había quedado atrapada en la Tierra Rowan, siendo
muy consciente de cada una de sus sensaciones. La intensidad se
desvanecería, al igual que pasó con la Tierra Thorn, pero por ahora, era
como un martillo golpeando en mi cabeza exigiendo atención.

Prácticamente volé a la puerta cuando llegó Rurik. Una vez admitidos,


él y la fuerza que venía detrás suyo, se detuvo. Estudió la situación y
tuvo una reacción similar a la Volusian.
-¿Es cierto?.-

-Las cosas sucedieron un poco rápido, -admití.

-Se hizo así. La posesión de esta tierra fue una idea mucho mejor que
simplemente derrotar a Katrice en la batalla. –

Fruncí el ceño. -Bueno, ¿puedes tomar posesión de ella por ahora?. –

Él sonrió. -Con mucho gusto. – Apartándose de mí, fijó un mirada dura


sobre los congregados allí. -Todos ustedes ahora son súbditos de la
reina Eugenie, hija de Tirigan el Rey Storm, -ladró. -Arrodíllense.-

Miré impresionada cuando ellos obedecieron. Sabía que era necesario


establecer nuestro control, sin ninguna debilidad, ninguna vacilación.
Éramos los conquistadores. Había pasado un largo rato desde que me
había sacado la Corona de Hierro, pero hubiera deseado tener conmigo
mi corona usual. Oh, bueno. No era como si pudiera haber previsto
esto cuando empaqué.

Todo el mundo en la torre del homenaje cayó de rodillas, con la cabeza


hacia abajo. Nosotros permanecimos así durante varios segundos,
mientras que mi estómago se hundía. Por último, se les permitió
levantarse, y Rurik, golpeando con la ley marcial de forma completa,
exigió una evaluación de todos los soldados y proclamó las normas
para los funcionarios y los refugiados. Tenía algunas tareas más para
mí, acciones… que me hacían parecer más una reina, hasta que
finalmente declaró que podía irme.

-Voy a resolver los problemas inmediatos, -me dijo en voz baja. Mis
propios soldados estaban ahora afuera, estableciendo el orden. -Vamos
a bloquear este lugar, empezando por explorar el área adyacente,
buscando en los que se puede confiar. -Hizo una pausa elocuente. -
Probablemente tendremos que lanzar una gran parte de estos militares
a la cárcel.
-Haz lo que tengas que hacer, -dije. Tenía la sensación de que
eventualmente él querría hablar de ejecuciones, pero se refrenaba por
ahora. Me imaginé que me veía tan cansada como me sentía.

-¿Y lo único que desea es encarcelar a la ex reina por ahora?. - me


preguntó.

-Por ahora. –

Jasmine se burló a mi lado, y la expresión de Rurik demostró que


compartía su opinión.

-Bueno, no te alejes mucho, -dijo. -Hay que hacer notar tu presencia. Y


tienes que conectarte con la tierra. -

-Lo sé, lo sé, -me quejé yo. Había evitado la Tierra Thorn antes, pero
ésta se había mantenido llamándome. -Sé cómo funciona esto. –

Él arqueó una ceja, esa sonrisa sardónica regresó. -¿Lo sabe?. ¿Sabe
usted lo que ha pasado? –

Elevé mis manos, señalando todo. -Que tendré que cargar con otro
reino.-

-¿Sabe usted cuántos otros monarcas controlan más de un reino?.-


Negué con la cabeza, presumiendo que quien lo hacía debía vivir muy
lejos.

-Nadie, -dijo Rurik.

-Yo... ¿Qué? No. -Dorian había mencionado que se había conquistado


más de una Tierra, y eso me hizo pensar que eso había sucedido
recientemente. El propósito de la Corona de Hierro sugería lo mismo. -
Tiene que haber alguien más.-

-Nadie, -repitió Rurik. -Usted es la única. La única desde hace muchos


años... bueno, a excepción del Rey Storm.-
El mundo se balanceaba en torno a mí otra vez. Una vez más, sólo
quería ir a algún lugar y descansar. Mi reacción trajo una sonrisa más
grande en el rostro de Rurik, pero juro que también había un poco de
simpatía en sus ojos.

-Felicitaciones, -dijo. –Felicitaciones Eugenie,… Reina de Rowan y


Thorn.
Capitulo 19
Nos tomó un tiempo antes de que Kiyo, Jasmine y yo pudiésemos
regresar a Tucson. Tuvimos que ir a la Tierra Thorn, por supuesto,
donde Shaya y los otros me hicieron todo tipo de preguntas acerca de lo
que había sucedido y sobre qué era lo que quería hacer. Kiyo e incluso
Jasmine les proporcionaron la mayor parte de las respuestas, porque
honestamente, yo no sabía que era lo que quería ahora. La única cosa
que tenía verdadero sentido era pedir la llave de Jasmine y abrir sus
cadenas. Ella miró sus manos libres con asombro, acariciando sus
muñecas. Estuve a punto de dejar la llave y las cadenas en el castillo,
pero lo reconsideré y las tomé para llevármelas conmigo al mundo
humano. Ella nunca había visto mi casa y la observó con aprobación
cuando llegamos. Todo estaba en calma y el camino de entrada vacío
me confirmó que no encontraría a Tim y a Lara encerrados en su
habitación de nuevo. La evidencia de su “amor”, sin embargo, seguía
siendo evidente.

-Malditos sean, -dije, tomando cuidadosamente un sujetador de encaje


rojo del sofá y arrojándolo por el pasillo hacia la habitación de Tim. -
Voy a tener que fumigar esto. Probablemente las demás piezas de
mobiliario también.

-¡Tienes Pop-Tarts! -Jasmine no había llegado a entrar en la sala, se


había detenido en la cocina y abierto todos los cajones y armarios que
pudo encontrar. -¡Y Apple Jacks!. Mantequilla de cacahuete, salsa
ranchera, galletitas saladas… -

Me sorprendió que eso le emocionase tanto, pero después de un par de


años comiendo comida de los Gentry, incluso la cocina humana más
mundana probablemente fuese emocionante.

-¡Oh!, -exclamó. -¿Puedo tomar uno de tus Milky Ways?.-


-Claro. Toma lo que quieras.-

Sus ojos estaban muy abiertos mientras cogía el paquete y Kiyo y yo la


miramos sonrientes, como padres orgullosos en la mañana de Navidad.
A pesar de que no me apetecían mucho en este momento, los Milky
Ways eran normalmente mis chocolatinas preferidas. Por la manera en
que las estaba comiendo, Jasmine parecía compartir mis preferencias.
Completó su ingestión de azúcar con una lata de Coca-Cola y luego se
acomodó en el sofá. Al verla estirarse con entusiasmo hacia el mando a
distancia decidí que era mejor no mencionar lo de las actividades
amorosas que probablemente habían tenido lugar en el sitio donde
estaba sentada. Pasó a través de los canales con continuo asombro. Era
el atardecer, la hora de mayor audiencia, y las emociones en su cara
eran trasparentes cuando encontraba tanto programas viejos como
nuevos.

-¿Quieres ver si puedo encontrarte algo que te sienta bien?, - le


pregunté. Podía haber regresado rápidamente a comportamientos
humanos, pero aún llevaba un largo vestido que era el típico vestido
largo y suelto de los Gentry.

-Claro, -dijo, sin apartar la vista de la pantalla.

Kiyo me siguió hasta mi dormitorio. -¿Crees que va a estar segura ahí? -


, preguntó. -¿Ella sola?.-

-Sí, lo creo. -Jasmine y yo no éramos de la misma talla. Pero encontré


unos pantalones cortos con cordón para ajustarlos, que probablemente
le servirían. -No sé por qué… pero siento que puedo confiar en ella.-

-Ten cuidado, -advirtió, sentado en el borde de la cama. -Por lo que


sabemos, ella estaría feliz de ser una rehén y de tener a Cassius
lanzándose sobre ella.-

-Él no le hizo nada. -Encontré una camiseta talla pequeña que podría
servir; era de constitución más menuda que la mía.
-Eso dice, ella -

Suspiré y lo miré. -Kiyo, tienes que confiar en mí. No puedo explicarlo,


pero ella está diciendo la verdad. ¿Va a convertirse en una adolescente
normal y a olvidarse de sus planes de tener un heredero del rey Storm?.
Es poco probable. Pero por ahora, está en estado de conmoción y no es
peligrosa.-

-Si crees eso. Sólo ten cuidado, Eug. Ya has sido engañada antes por
gente en la que confiabas.

-Sorpresa, sorpresa. Un golpe contra Dorian. -Crucé mis brazos,


sosteniendo la ropa contra mi pecho. -Pronto seguirás con una
conferencia sobre lo de apoderarse de la tierra de Rowan. - Me había
preparado a mi misma para eso desde que había sucedido todo, pero
durante el control de daños posterior él se había refrenado. Apreciaba
eso pero me temía que era inevitable.

-En realidad, -dijo, -no es así.-

-¿No?. -Había empezado a caminar hacia la puerta pero me detuve y


me quedé inmóvil. Se echó a reír aunque sin mucho humor en su risa.

-No.-

-Pero pensé… bueno, después de la última vez… no estabas muy feliz


con lo de la Tierra Thorn… -

La pequeña sonrisa se desvaneció. -No. Y sigo sin estar muy feliz con
eso. Pero la verdad es que encontraste la manera de no provocar un
verdadero derramamiento de sangre para poner fin a todo. Cuando
estábamos allí me pregunté de qué otra forma se podía arreglar las
cosas. No logré una respuesta. Tú sí. No es perfecta… pero no mató a
Katrice o a otras personas y no fuiste capturada. -Se encogió de
hombros. -No es ideal, pero es mejor que las otras alternativas. -
Me recosté contra la pared, aún sorprendida por su declaración. -Si te
hace sentir mejor, no es como yo quería que fuera. Quería entrar y salir
y rescatar a Jasmine. -

Él asintió, pero tenía una mirada penetrante en los ojos.-Y sin embargo
te llevaste la corona. -

No le había mencionado eso cuando salimos de la Tierra Rowan. -¡Su


mensaje decía que ella no creía que la tuviese!. Tenía la esperanza que
llevarla podía servirnos de ayuda. -

Se mantuvo en silencio. -¡No me mires así! No puedes pensar que


planease usarla..-

-Te creo. -Se acercó y apoyó sus manos sobre mis hombros. -Y te voy a
ayudar en todo lo que necesites. -Algo dentro de mi pecho se relajó y
me apoyé contra él, reconfortándome con la calidez y seguridad que me
ofrecía.

-Gracias, definitivamente te voy a necesitar. -

Kiyo presionó un beso contra mi frente. -Aquí estoy. -Sentí una pequeña
sonrisa tirar de mis labios, aunque igual que con su risa anterior, yo
realmente no encontraba la situación divertida.

-Supongo que con un poco de suerte, tal vez pueda hacer un mejor
trabajo gobernando la Tierra Rowan de lo que ella lo hizo. Teniendo en
cuenta el bienestar de todos. -

Para mi sorpresa, se puso rígido y dio un paso atrás. La sonrisa que me


ofreció parecía forzada. -Tal vez. -

Volvimos con Jasmine que todavía estaba viendo la televisión. El único


momento en que se había dado cuenta de que estábamos allí había sido
cuando le había dado la ropa y ella la había examinado.
-¿Qué significa “The Clash”?.-

No hice caso de la blasfemia ni de la obvia diversión de Kiyo ante mi


gesto de dolor. -Si quieres ducharte, todo lo que necesitas está en el
baño. Toallas, champú… -Eso también le llamó la atención.

-Una ducha… oh Dios. He echado de menos las duchas.-

-¿Estaréis bien las dos?, - preguntó Kiyo con todos los signos de su
malestar anterior desaparecidos. -Tengo que encargarme de un par de
cosas. -

Asentí con la cabeza.-Estaremos bien. ¿Vas a volver pronto?.-

-Tan pronto como pueda. -Me besó de nuevo, esta vez en mis labios.
Debí de mostrar otra expresión de dolor porque acunó mi barbilla, sus
ojos castaños estaban llenos de amor y compasión. -Todo irá bien,
Eugenie. Todo irá bien.-

Asentí con la cabeza una vez más y lo miré con nostalgia mientras salía.
Quería sus brazos alrededor de mí de nuevo, que me sostuviese y me
sacase de este lío. Una pequeña parte de mí, no habría rechazado los
brazos de Dorian tampoco. Me senté junto a Jasmine cuya atención de
nuevo había regresado a los reality show.

-Está yendo con Maiwenn, lo sabes. -Su mirada no se movió. -Para


informarle sobre lo que pasó.-

Mi ira comenzó a emerger ante la acusación, pero… tuve la sensación


de que tenía razón. Incluso si ya no había una relación entre ellos, él
aún estaba dedicado a ella. Los recientes acontecimientos iban a
conmocionar al Otro Mundo, y ella querría que la verdadera historia le
llegara directamente de él. Me pregunté cómo se lo tomaría; ella
siempre había temido que yo fuera como mi padre.
-Probablemente, -admití. Me froté los ojos. -Dios, estoy agotada. Me
siento como si fuese a caerme. -Esta vez Jasmine se volvió hacia mí. No
era exactamente simpatía lo que había en su rostro, pero era algo
sorprendentemente parecido.

-No me digas, si sólo has robado un reino y asumido su control.-

-Eso suena muy mal de la forma en que lo has dicho. -

Se encogió de hombros y miró de nuevo hacia la televisión. -Tú


probablemente vas a hacer un mejor trabajo. -Sus palabras se hicieron
eco de mi comentario anterior a Kiyo. -Sabes... -agregó ligeramente, -
todo el mundo actúa como si nuestro padre fuere un bastardo, como si
sólo hubiese querido más poder. Quiero decir, él lo quería, ¿Pero sabes
lo que me dijo Aeson?. Dijo que el Rey Storm siempre estaba hablando
de cómo podía hacer un mejor trabajo, que los otros monarcas no eran
tan buenos. Decía que estaba haciéndole un favor a la gente.-

Me quedé inmóvil, incapaz de responder. Por esa razón Kiyo había


reaccionado como lo había hecho antes. Había oído acerca de “las
buenas intenciones” del Rey Storm, me di cuenta de que había
expresado exactamente el mismo sentimiento que mi padre. Jasmine no
se dio cuenta del efecto de sus palabras, rápidamente había apartado de
nuevo su atención…

-Oye, ¿Crees que podría invitar a Wil para que venga?. Quiero verlo.-

-Claro, -murmuré automáticamente. Mi mente aún estaba perdida en


sus anteriores palabras. -Claro.-

Wil se sorprendió de saber de mí la mañana siguiente, y se sorprendió


aún más cuando le dije la razón por la que lo llamaba. Dijo que tardaría
cinco minutos. Jasmine le había pedido que viniese solo después de que
él le mencionase que ahora tenía novia. Sin embargo había tenido
curiosidad.
-¿En serio?. ¿Cómo es ella?. -Recordé mi encuentro con la novia de Wil.
Una vez que hube desterrado a los monstruos que vivían en su casa,
ella no había dejado de hablar sobre teorías de conspiración y diversos
encubrimientos.

-Exactamente como él, -le respondí a Jasmine.

La reunión entre hermano y hermana fue extraña. Torpemente se


quedaron mirando el uno al otro, evaluando todo lo que había
cambiado. Entonces, sin una palabra, se abrazaron. La cara de Jasmine
se llenó de una emoción legítima, y por una vez Wil no pareció el tipo
loco y paranoico que normalmente era.

-¿Estás bien?, -le preguntó con voz temblorosa. -Te he echado mucho de
menos. -

Jasmine tragó y yo estuve bastante segura de haber visto lágrimas en


sus ojos.

-Yo… yo también te he echado de menos. - Y era verdad. Una vez me


había dicho que no le importaba este mundo, o el medio hermano que
la había criado. Pero lo hacía. Todo este tiempo, a pesar de sus planes
de dominación en el Otro Mundo, ella siempre lo había amado.

Las cosas se volvieron cada vez más extrañas cuando se hizo obvio que
ninguno de ellos estaba muy seguro de que hacer con el otro. Wil no la
juzgó por su ausencia, y al final ella simplemente le preguntó si le
apetecía ver la televisión un rato. Creo que fue en parte porque eso les
proporcionaba una actividad concreta y en parte porque se había
obsesionado con recuperar el tiempo perdido de ver la televisión.

Me mantuve alejada, pero no pude evitar un pequeño sentimiento de


envidia mientras ellos se sentaban en el sofá. Jasmine apoyó su cabeza
contra el hombro de su hermano mayor y eso me hizo sentir muy
consciente del vacío en mi propia vida familiar. No sabía nada de mi
madre o de Roland desde que me habían dado las referencias de
Enrique. Lo más cercano que había tenido a una conexión familiar
habían sido los malditos reinos que yo gobernaba. De la misma forma
en que la Tierra Thorn siempre me había llamado, la Tierra Rowan
ahora también lo hacía, dejando un dolor dentro de mí que hacía que
prácticamente tuviese náuseas. Rurik había tenido razón. No sería
capaz de mantenerme alejada.

Pero lo primero era lo primero. Pensar en Enrique me recordó que


estaba lista para una puesta al día. Me retiré hacia mi habitación,
marqué su número y esperé que estuviese despierto tan temprano.

-Señorita Markham, -dijo después de un solo timbrazo. Los


identificadores de llamadas ya no permiten sorpresas. -Siempre es un
placer.-

-Estoy segura. ¿Qué está haciendo con el caso en estos momentos?.-

-Nada.-

-¿Nada?, - exclamé. La irritación aumentó en mí. No le estaba pagando


para que estuviese sentado, especialmente después de que se hubiese
acercado tanto.

-No, -dijo alegremente. -Está fuera de mis manos. He encontrado lo que


necesitaba, he probado que Deanna Jones no compró el arma. Por lo
que escuché, la policía está en casa de Cal Jones en estos momentos
interrogándole. Está lejos de mi intención el ponerme en el camino de
los hombres de azul. -

Finalmente una buena noticia… bueno, al menos era un progreso en el


caso. No sería fácil para Deanna aceptar la verdad sobre su marido.

-Y las mujeres, -dije. -Es probable que también haya mujeres de azul
allí.-

-Si tú lo dices.-
-Gracias, Enrique. Realmente lo aprecio. Sinceramente no pensé que
pudiese hacerse.-

-No te pongas toda emocional, -dijo de esa manera enérgica suya. -Al
menos hasta que veas la cuenta.-

Colgamos. A pesar de su actitud, Enrique había sido una buena elección


por parte de Roland… lo que una vez más me llevó a entristecerme por
el cambio de mi relación con mis padres. Bueno. No había nada que
hacer por el momento, no con todos mis otros problemas. Y de todas
formas, había un cabo suelto que ahora podía ser atado.

Saqué mi varita, cerré los ojos y lancé un hechizo menor de


convocatoria para llamar a Deanna. Yo no tenía control sobre ella, pero
había respondido a mí llamada antes, sobre todo porque estaba siempre
impaciente por escucharme. Después de varios minutos sin resultados,
me di por vencida y tristemente sospeché que no iba a venir porque ya
sabía la verdad. Tan ansiosa como había estado por obtener respuestas,
no me habría sorprendido si hubiese estado siguiendo a Enrique
mientras éste trabajaba. Puede que hubiese descubierto por sí misma lo
que había hecho su marido. Si era así esperaba que se fuese al
Inframundo a buscar la paz, en vez de continuar inquieta y triste en este
mundo. Ya había obtenido suficiente sufrimiento aquí.

Intenté tanto como pude mantenerme alejada del Otro Mundo los
siguientes días. Wil venía de visita de vez en cuando, y Jasmine y yo
comenzamos a hacer agradables actividades mundanas, como ver
películas y comprar ropa para ella. Tim y Lara aparecían a menudo, aún
en la excitación de su amor y Kiyo regresó con informes sobre el Otro
Mundo, me aseguró que mi control sobre el reino de la Tierra Rowan
progresaba sin problemas. Y por las noches, venía a mi cama, encontré
que el regreso a nuestra intensa vida sexual, apartaba mi mente de mi
larga lista de problemas.
Pero al final tuve que ceder. La llamada de mi tierra era demasiado
fuerte, e incluso Kiyo admitió que con mi nuevo y frágil agarre de la
Tierra Rowan, necesitaba visitarla y conectarme con ella para reforzar
nuestro vínculo. En ese momento no necesitaba ser empujada a ello. Mi
cuerpo me estaba diciendo lo mismo. Me sentía débil y agotada, mis
sueños estaban poblados de cactus y cerezos.

Llevé a Jasmine conmigo. Nuestra relación no era todavía lo


suficientemente buena como para que la dejase sola. Sin embargo ella se
negó a ir a la Tierra Rowan e insistió en quedarse en la Tierra Thorn
hasta mi regreso. No tenía ningún problema con eso, sabía que estaría
segura allí. Kiyo vendría conmigo. Shaya nos atrapó antes de que
pudiésemos salir.

-Hay algunas cosas que probablemente deberías saber, -dijo con


inquietud. Su nerviosismo se debía probablemente al hecho de que yo
odiaba preocuparme por el funcionamiento del día a día del reino, en
este caso reinos. Algo en el miedo de sus ojos me dijo que ella sabía que
no me iba a gustar lo que tenía que decirme. Suspiré.

-Adelante.

-He… he oído hablar del rey Dorian varias veces.-

Kiyo se movió incómodo junto a mí, y sentí el cosquilleo familiar de la


ira correr por mi espalda. Todos los recuerdos de la mentira y la
traición de Dorian regresaron. Y éstos eran aún peores porque al final,
él había conseguido exactamente lo que quería: la Corona de Hierro
había hecho su trabajo. Probablemente me quería para conseguir aún
más tierras.

-¿Qué quiere? , - repliqué. -La guerra ha terminado. Ya no estamos


aliados.-

-Bueno, de eso se trata. Ya que son… fueron… aliados en la guerra, dice


que se merece algunos de los botines de vuestra victoria.-
-Él… ¿Qué?. -Mi rabia creció. -No se merecía nada. Yo fui la que ganó y
usé la corona. -

Ella asintió con la cabeza sin dejar de parecer como si quisiese estar en
otro lugar. -Sí… pero alega que fue él quien te envió a conseguir la
corona. Y que sus ejércitos perdieron tantos hombres como los tuyos.-

Este último punto me hizo callar. Sus soldados habían luchado junto a
los míos. Las familias de su pueblo lamentaban las pérdidas tanto como
las del mío… ¿Y para que?. Para luchar contra una afrenta que no tenía
nada que ver con ellos, no realmente. No debía nada a Dorian, de eso
estaba segura, pero estaba en deuda con sus súbditos. Cuando no
respondí, Shaya continuó.

-Algunos de los suyos también están ayudando a mantener la tierra


Rowan.-

-¿Oh, si?.- Por supuesto que Dorian se había abalanzado sobre eso. -
Nunca pedí eso. -

Sacudió la cabeza. -Sin embargo, lo necesitas. Muchos todavía tienen


problemas para aceptar tus reglas. Hay mucho resentimiento. La
violencia no ha estallado todavía, pero eso es sobre todo gracias a que
Rurik fue enviado a mantener el control. Dorian está ayudando con
eso.-

Haber meditado en la Tierra Thorn tan pronto como había llegado, me


había hecho sentir un poco mejor, pero la presión y las continuas
complicaciones políticas me estaban drenando. No estaba hecha para
esto.

-¿Que es lo que quiere?. ¿La mitad del reino?.-

-No, comercio. Tributos. La Tierra Rowan es una gran productora de


alimentos, y quiere parte de eso.-
-Eso no suena tan mal, -le dije tentativamente.

-Supongo que quiere precios muy, muy bajos, -dijo Kiyo hablando por
primera vez. -

Shaya asintió con la cabeza. -Eso es lo que quiere. Y tiene derecho, hasta
cierto punto. Pero sus demandas actuales son lo suficiente extremas
para poner en peligro la economía de la Tierra Rowan. Tal vez ese no es
un problema. Todo depende de lo que quieras para ellos. -Pensé en los
refugiados de las puertas. ¿Qué quería para esa gente?. ¿Quería que
prosperasen?. Quería que las cosas volviesen a la normalidad.

-¿Puedes negociar con él algo intermedio?, - le pregunté a Shaya.

-Lo más probable.-

-Entonces hazlo.-

Inclinó la cabeza asintiendo y supe que ella en realidad ya sabía lo que


había que hacer. Simplemente me había dado tratamiento de reina,
haciendo todos los movimientos correctos y recordando a todos, que en
última instancia, yo era quien tenía la autoridad.

Cuando Kiyo y yo finalmente llegamos a la Tierra Rowan, sentí el alivio


de la tierra y su bienvenida. Su energía bullendo dentro de mí,
fortaleciéndome. En el castillo, vimos pocos soldados de Rowan, pero
un montón de los míos y los de Dorian. Estaban apostados en todas
partes, manteniendo el orden del que Shaya me había hablado. Hicieron
una profunda reverencia cuando me vieron, sus acciones fueron
imitadas por los habitantes del reino. Sólo los subordinados de Katrice
no me dedicaron su respeto y deferencia. Había miedo en sus ojos,
confusión en algunos, y era evidente en otros que sus acciones eran
forzadas.

Rurik se encontraba todavía en la residencia, supervisando


personalmente la ocupación. Confiaba en su labor y lo escuché mientras
me explicaba lo que era necesario hacer a continuación. Lo entendí sólo
un poco mejor que las cuestiones económicas que Shaya me había
contado, la parte principal era que se iba a necesitar un órgano de
gobierno pronto. Elegir quien lo iba a formar iba a ser un problema.
Shaya era una entre un millón, pero ni siquiera ella podía estar en dos
lugares a la vez. Al ver mi consternación, Rurik vacilante añadió que
Dorian se había ofrecido a proporcionar a las personas idóneas para el
trabajo. Mi expresión ante esas palabras dio a Rurik toda la respuesta
que necesitaba.

La energía de la tierra Rowan continuó fluyendo dentro de mí cuando


me las arreglé para dirigirme a tener mi sesión de meditación con ella.
La naturaleza de la conexión era similar a la que tenía con la Tierra
Thorn, pero la sensación del reino era totalmente diferente. La Tierra
Thorn era fiera, llena de vida, pero de una vida que luchaba ferozmente
contra los elementos para la supervivencia. La Tierra Rowan era más
suave, la vida brotaba con facilidad y se esparcía a través de sus
muchos árboles y plantas.

-Eugenie, -dijo Kiyo, siguiéndome a un pequeño jardín de detrás del


castillo. -Mira.

Hice una pausa y miré detrás de mí. A mi paso, las flores habían
florecido, pequeñas flores rojas se dispersaban sobre el manto de hierba.
Me arrodillé, inhalando su aroma embriagador. ¿Por qué está pasando
esto?.-

-Tú eres su gobernante. Le estás dando a la tierra vida y energía. -

Pensé en como el estar aquí me había hecho sentir un poco mejor.

-Ella me fortalece a mí también… pero esto no pasa en la Tierra Thorn.


No tengo este tipo de efecto sobre ella.-

-¿No?-. Bromeó con una sonrisa pícara en su rostro. -Tú haces que
llueva…-
Eso me recordó como la Tierra de Thorn había sufrido con la sequía.
Cuando me conecté con la tierra, había tenido relaciones sexuales con
Kiyo, y la energía de nuestra unión se había extendido por el reino,
rompiendo la racha de sequía y enviando la tan necesaria lluvia que
hizo que la gente y las plantas florecieran. Le devolví la sonrisa.

-Parece que no tenemos que preocuparnos por eso hoy. Esta tierra no
necesita tanta ayuda. -Deslizó un brazo alrededor de mi cintura y me
atrajo hacia él, su voz sonaba ronca.

-Pero imagínate los resultados si lo hiciéramos. Abono extra.-

Se inclinó y acercó sus labios a los míos, su lengua empujó en mi boca


con una áspera pasión. Sentí que mi cuerpo respondía, y por un
momento, la oferta fue tentadora. Me imaginé cómo sería hacer el amor
entre toda esa vegetación bajo el sol. ¿Aparecería un lecho de flores
rojas bajo nosotros?. En otro momento… me gustaría saberlo, pero aún
no me sentía cómoda en este reino. No quería correr el riesgo de que mi
vida sexual fuese descubierta, aún cuando algo así no fuese gran cosa
para los Gentry. Me aparté de él, de mala gana.

-En otro momento.-

Después de unas pocas protestas me dejó ir. Me senté en el suelo


mientras esperaba, cerrando los ojos y abriéndome al mundo que me
rodeaba. Somos uno, le aseguré a la tierra. Estoy aquí. Sentí su
respuesta, el calor difundiéndose a través de mí y perdí la noción del
tiempo. Cuando terminé, me sorprendió lo que el sol se había movido
en el cielo. Kiyo estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas,
pareciendo cómodo mientras me miraba.

-Mierda, -dije saltando sobre mis pies. -Lo siento. No quise hacerte
esperar tanto tiempo.-
Él se puso también de pie.- No hay problema. Lo necesitabas. Ambas lo
necesitaban. -Sabía que él tenía razón. Me sentía con más energía, y la
tierra se sentía fuerte y contenta.

Después de otra reunión con Rurik, Kiyo y yo nos dirigimos de nuevo a


la Tierra Thorn. Una vez allí se separó de mí, de nuevo para según él
“ocuparse de algunas cosas”. Me aseguró que estaría de vuelta en
Tucson tan pronto como pudiese, pero vi la mirada que Jasmine me
dirigió cuando lo escuchó. Podía adivinar sus pensamientos: más
informes a Maiwenn.

Jasmine estaba impaciente por volver a Tucson, pero antes de partir,


impulsivamente me dirigí sola al lugar donde había estado más
temprano comunicándome con la Tierra Thorn. Era un lugar apartado,
uno de mis sitios favoritos, a la sombra de un árbol de mezquite. Su
perfume rivalizaba con el de las flores de Rowan y su alrededor había
cactus de todas las formas y tamaños, algunos de ellos pequeños y
achaparrados y otros altos y vigilantes como centinelas.

Casi todos estaban florecidos. Un escalofrío recorrió mi espalda


mientras miraba las flores de los cactus. Formaban un brillante y
colorido perímetro, rodeando el lugar donde había estado meditando,
los pétalos eran de todas las formas y tamaños. Las flores eran
hermosas, exquisitas. Y ninguna de ellas había estado allí antes.

Capitulo 20
No sabía lo que significaban las flores. Nada de eso había pasado
cuando había heredado la Tierra Thorn. En los siguientes días, no dejé
de pensar en lo que Rurik había dicho, que ningún otro monarca, salvo
mi padre había gobernado más de un reino en la historia reciente.
Había demandado de mí una gran cantidad poder y magia ejercer mi
dominio sobre las tierras.... ¿Me estaba alimentando y reponiéndolo a
cambio?. Desde luego que me sentí más fuerte con ellas, pero nunca
había esperado algún tipo de manifestación física inconsciente. ¿De qué
más era capaz?. ¿Qué podría hacer que la tierra hiciera?.

No mencioné el asunto a nadie, ni siquiera a Kiyo. Él había visto las


flores rojas, pero las ignoró. Y si le hablara de la Tierra Thorn, temía que
se molestara más por el hecho de que mi magia aumentaba. Él aceptó a
regañadientes la que ya poseía, pero aún temía que me convirtiera en
mi padre, sin necesidad de ningún heredero.

Y aunque me sentía físicamente mejor en el Otro Mundo, me debilitaba


nuevamente, después de un día o dos en Tucson. No mencioné esto a
Kiyo tampoco, pero Jasmine estaba a mí alrededor lo suficiente como
para captar eso.

-¿Están llamándote de nuevo?-, preguntó ella un día durante el


desayuno. Ella estaba devorando Pop-Tarts, otro amor que al parecer
compartíamos. Estaba demasiado preocupaba como para tener apetito
y, simplemente la miraba. -Te ves como una mierda.-

-No sé, -dije, tamborileando los dedos contra un vaso de agua. -No hay
precedente para esto… por lo menos ya no. Nadie sabe qué esperar de
mí teniendo dos reinos.-

-Apuesto a que Dorian lo sabría. –

Apuesto a que también lo haría, pero negué con la cabeza. -Él no sabe
todo, no importa lo mucho que lo pretenda,-repliqué. -Y he terminado
con él.-

-Está bien. -no luchó contra ello. Durante un tiempo, ella me dijo que
había cometido un error al romper con Dorian, pero Kiyo había crecido
ante ella. Todavía no estaba segura de si ella lo aprobaba, pero por lo
menos ya no tenía que escuchar los consejos adolescentes acerca de mi
vida amorosa. -Pero sólo quizás deberías volver pronto. Quiero decir,
piensa en ello. Estás atada a dos tierras en el Otro Mundo. ¿No son las
tierras y el monarca una misma cosa?. Parte de ti está allí. Tiene sentido
suponer el hecho de que tendrías que estar allí el doble de tiempo. –

Hice una mueca ante la idea, aunque eso también había estado en mi
mente. -Si yo fuera allí mucho más, debería vivir allí
permanentemente.-

Se tragó los últimos trozos de corteza. -Puede que no tengas otra


opción. –

Su tono impertinente me irritó. -Siempre hay una elección. Yo los


gobierno. Ellos no me gobiernan. -Me puse de pie bruscamente y tuve
un leve vértigo. Se sentía como si las tierras se burlaran de mí. Maldita
sea, pensé. No me volverán a llamar con tanta rapidez. Yo me quedaré
en este mundo por un tiempo. Voy a ir y venir cuando me plazca. -Sólo
necesito dejar de pensar en ello. Voy a ver si Lara tiene algún trabajo.-

-Sí, -dijo Jasmine secamente. -Eso lo va a arreglar todo.-

Lara tenía un trabajo para mí, varios en realidad. A pesar de que estaba
viviendo con Tim (en mi casa) aún conservaba un registro meticuloso y
tomaba todas mis llamadas. Parecía decepcionada de que sólo aceptara
uno de su lista cada vez mayor de puestos de trabajo, uno pequeño, uno
inquietantemente simple que probablemente tomaría sólo unos cinco
minutos. Ella no dijo nada, pero yo sabía que le preocupaba ya que si yo
no ganaba ningún dinero, ella tampoco lo haría. Así, recordando un
comentario de Enrique sobre la necesidad de ayudar, pero no ser capaz
de confiar en nadie, le di su tarjeta con la sugerencia de que llamara
para un trabajo a tiempo parcial.

-¿Me estás despidiendo?, - preguntó. Sonreí mientras recogía todas mis


armas.

-No, pero quiero que tengas un plan de respaldo en caso de que te


despidiera. – Ella abrió mucho los ojos alarmada ante la broma. De
repente me pregunté, ¿es una broma?.-
Llevé conmigo a Jasmine al trabajo porque todavía me sentía inquieta
por dejarla sola. Además, ella estaba llenando su cuota de mundo
humano, y tenía la sensación de que su insistencia en que regresara al
Otro Mundo se debía en parte a motivos egoístas. Más tarde, después
de haber terminado el trabajo, estaba en parte lamentando haber traído
un testigo.

-Wow, -dijo ella, mientras nos dirigíamos a casa. -Te han pateado el
trasero.-

-No lo hicieron.-

-Lo hicieron. -Así que. Esto era tener una hermana.

-Lo desterré, ¿no?, lo viste irse al Inframundo.

-Sí, -admitió ella, -pero seguro que te tomó mucho tiempo.-

Me sentía como si eso hubiera sucedido, y nunca hubiera desterrado a


nadie antes. Apreté los dientes, absteniéndome de comentar que
todavía tenía sus cadenas. Lo preocupante era que yo sentía esa clase de
mierda. No había estado en ningún peligro real… no con un fantasma
de menor importancia, pero éste me había golpeado más de lo debido.
Estaba fuera de estado, un poco más lenta, un poco más débil. Me alejé
con algunas contusiones y ahora me daba cuenta mientras nos íbamos
que mi hombro me picaba. Por un momento, pensé que el fantasma
debió haberme golpeado ahí, pero no sentía dolor. Los puntos de
sutura. Casi me había olvidado de ellos, ahora que habían sido
finalmente capaces de curarse. Mi piel había comenzado a crecer,
probablemente sobre los hilos. Necesitaba quitarlos.

No había nadie en mi casa, para mi gran desilusión. Tenía la esperanza


de que Kiyo estuviera allí y pudiera eliminar los puntos de sutura.
Tratando de ser optimista, decidí que él debía estar en su turno en el
hospital veterinario y no con Maiwenn. Hasta el momento, no había
oído ninguna palabra oficial de ella sobre mi nueva condición de doble
reina. En otros monarcas eso había pesado, sin embargo. Algunos
habían respondido bañándome con regalos de felicitación y
arrastrándose con enhorabuenas. Otros me hicieron saber (en una
forma amable), sobre otros monarcas amigos que tenían grandes
ejércitos. Resultó que todo el mundo temía a la Corona de Hierro.

Llamé a mi médico de cabecera, con la esperanza de conseguir una cita


esta semana para asegurarme en caso de que Kiyo permaneciera
ausente. Para mi sorpresa, había tenido una cancelación en la tarde y
podía quitarme los puntos de inmediato. Fue una buena noticia para
mí, pero una molestia para Jasmine, que acababa de instalarse
cómodamente en el sofá.

-Oh, vamos, -dijo ella, estirándose. -Acabamos de llegar a casa. ¿No


puedes por favor dejarme aquí?. Prometo no conquistar el mundo o
quedar embarazada durante tu ausencia.-

-Tú sabes que, -le dije, -Lara y Tim tuvieron sexo justo donde estás
tumbada. -Ella saltó hacia arriba.

Media hora después, llegamos a la oficina de mi doctor. Dejé a Jasmine


en la sala de espera, considerándola lo suficiente segura con su iPod y
revistas para los cinco minutos que se necesitaría para eliminar mis
puntos de sutura. Tal vez ella leería algunos folletos anticonceptivos
para pasar el tiempo.

-¿Lo hicieron en la sala de emergencia?, - preguntó el médico cuando


fui admitida en una sala de examen y me había quitado la camisa.

Había estado viendo a la Dra. Moore por un par de años. Era una mujer
agradable, a mediados de los cuarenta años, que había aprendido con el
tiempo a no hacer demasiadas preguntas acerca de mis lesiones. Ella
pensó que era una "contratista" que practicaban artes marciales.
-No exactamente, -dije. -Se me saltaron las que me hicieron en
urgencias, por lo que mi novio las tuvo que hacer de nuevo. -Ella se
apoderó de unas pinzas y un pequeño par de tijeras y se inclinó.

-Bueno, su trabajo es limpio, y no se han infectado. Si te hubiera visto


cuando esto sucedió, te hubiera confinado a tu cama porque te conozco
y hubiera sabido que causarías que los puntos se te salieran-.

-Sí, realmente tuve ventaja sobre el otro médico. -

Ella soltó una risita y procedió a sacar los puntos. Picaban al tirar de
ellos fuera de la piel, pero, honestamente, no era nada en comparación
con que normalmente toleraba.

-Ya está, -dijo, dando un paso atrás. -Tendrás una cicatriz. -

Me puse mi camisa de nuevo y me enfrenté a ella. -Un trofeo de batalla.


-

Ella rodó sus ojos, apoyada en la pared con los brazos cruzados. -No
debes hacer bromas sobre eso.-

-Lo siento. -Recogí mi cartera, pero su expresión dijo que no lo hiciera.

-Eugenie... no hago muchas preguntas, no más de las que necesito para


tratarte, pero estoy preocupada por la frecuencia con que vienes con
este tipo de lesiones. -Si tan sólo ella supiera cuántas veces no había
venido.-

-Yo…-

-No, no, -ella me interrumpió. -No necesito saber todos los detalles de
tu vida. Trato de no juzgar… pero tú quizás lo necesites. Hay puestos
de trabajo por ahí que son de naturaleza física. Así es la vida. Pero lo
que estás haciendo... tal vez deberías reevaluarlo. Para ser franca, te ves
horrible hoy.-
-Ah, eso. -Mierda. No podía explicar que se trataba de las secuelas
residuales de una batalla mágica en el más allá, durante la cual había
luchado por el dominio de un reino de las hadas y convertido en su
nuevo amo, es decir, duplicado mi reino. -Sólo estoy, eh,
enfermándome de algo. Sólo me siento un poco cansada, ya sabes. -

Ella arqueó las cejas. Doble mierda.

-Entonces vamos a hacerte un análisis rápido con un poco de sangre y


orina, -dijo, enderezándose. -Comprobando tus electrolitos, tiroides..-.

Busqué una excusa. Nunca había estado a gusto con ese tipo de pruebas
desde que descubrí que tenía sangre Gentry. Estaba bastante segura de
que la medicina humana no había podido detectar ese tipo de cosas,
pero no quería correr ningún riesgo.

-No tengo tiempo. Mi hermana me está esperando en el vestíbulo.-

-Estoy segura de que va a estar bien,- dijo Moore. -Esto va a tomar cinco
minutos.-

-Bien. -Me senté sobre la mesa, derrotada. -Pero, ¿puede enviar a


alguien para asegurarse de que sigue ahí fuera? .Ella es hosca.-

La enfermera de la Dra. Moore volvió a enviarme al baño y luego me


sacó sangre cuando regresé. Ella estaba diciéndome que enviarían las
pruebas a un laboratorio, cuando la Dra. Moore asomó la cabeza unos
centímetros.

-¿Podemos hablar un momento?, - preguntó. La enfermera se fue


discretamente por la izquierda, y una vez que estuvimos solas, me
preparé para otra conferencia acerca de mi estilo de vida.

-Realmente necesito volver con mi hermana, -le dije. -Usted no sabe de


lo que es capaz.-
-Eugenie. -La voz de la Dra. Moore era amable pero firme. -La mayoría
de las pruebas las tenemos que esperar, pero hay unas pocas que
hacemos aquí con la orina.-

-¿Y?.-

-Y, que estás embarazada. -

Pensé en esto por un momento y luego le aclaré. -No. No lo estoy. -

Sus cejas se levantaron otra vez. -La prueba dio positivo. Ahora, no
podemos decir hasta qué punto es fiable saberlo sólo de una prueba de
orina, pero en base a…-

-¡La prueba está mal!. - Salté de la mesa. Mi mundo estaba empezando a


tambalearse de nuevo. -¡No puedo estar embarazada!. - En su favor, se
tomó el arrebato con calma, pero probablemente era parte de su
entrenamiento.

-La prueba es muy precisa, y ello explicaría por qué no te sientes bien.-

-No puedo estar embarazada, -repetí obstinadamente. Había un error


aquí. Un error terrible, terrible, y tenía que entender eso. Hasta que ella
lo hiciera, rechacé incluso procesar lo que ella demandaba. -Tomo mis
pastillas anticonceptivas. Todos los días. A la misma hora. Como se
supone que debo hacerlo. No voy a mentir: hago estupideces todo el
tiempo. Pero no con las píldoras. Las llevo perfectamente. Lo hice con
los antibióticos también. No me preocupo por los puntos de sutura,
pero no con los medicamentos. -

Esa expresión tranquila pasó a la sorpresa. -¿Antibióticos?. ¿Cuándo has


estado tomando antibióticos?, - le señalé mi hombro.

-Cuando me hice esto. El médico de urgencias me los recetó. -Fruncí el


ceño. -¿Qué?. ¿Por qué me miras así?. Te lo dije: las tomé correctamente,
todas ellas.-
-Los antibióticos pueden anular el efecto de las píldoras de control
natal, -dijo. -¿No lo sabías?-.

-Yo... ¿Qué?. No. Eso no es... No… - Es un error. Un error terrible,


terrible.

-Las mujeres que toman ambos necesitan utilizar algún otro tipo de
anticonceptivos hasta que los antibióticos hayan seguido su curso.- Una
sensación horrible y fría comenzó a extenderse sobre mí.

-¿Cómo iba yo a saber eso?, - le pregunté en voz baja.

-El farmacéutico debió decírtelo cuando te dio los antibióticos. La


interacción habría aparecido en su expediente. -Me acordé de aquélla
noche, cuando mi mamá y yo habíamos parado en el lugar más cercano
al hospital.

-No fui a mi farmacia habitual... –Y había salido de allí tan rápido como
pude, sin molestarme en hablar con el farmacéutico porque había
tomado muchos antibióticos muchas veces en mi vida. Desde luego, no
me había molestado en leer el folleto adjunto.

La Dra. Moore parecía pensar que yo lo había comprendido. -Ahora,


podemos averiguar qué tan avanzado está, si sabes cuando fue tu
último período…-

-No, -exclamé. -No, no, no. ¡No puedo estar embarazada!. ¿No lo
entiendes?. No puede ser. No puedo tener un bebé. ¡No puedo!. -Estaba
gritando de nuevo y me pregunté si este lugar tenía seguridad.

-Cálmate, -dijo Moore. -Todo va a estar bien.-

No, no, no lo haría. No todo iba a estar bien. Las náuseas se agolparon
en mí, había sentido náuseas por unas semanas más o menos… y esto
no tenía nada que ver con la herencia de la Tierra Rowan. Después de
todo este tiempo, después de todo, la charla de planificación, después
de todos mis temores sobre Jasmine...era yo. La medicina humana me
había jodido. No, yo me había jodido. La jodí. Mi propio descuido había
causado esto. Todo lo que alguien había dicho acerca de la profecía del
Rey Storm comenzó a correr por mi mente. Sformi, primer nieto del
Rey. Una invasión del mundo humano. Encabezados por su madre. La
dominación y la sangre. Y yo, yo iba a hacerlo realidad... Yo era el
instrumento...

-¡Eugenie!, - La Dra. Moore me sostenía, y tuve la sensación de que


había dicho mi nombre un par de veces. Miró a la puerta y abrió la
boca, a punto de llamar a su enfermera.

-¡No! .- Me agarré de su bata blanca. -No lo hagas. Escúchame. -Mi voz


sonaba ronca y desesperada. -No puedo. No puedo tener un bebé. ¿No
lo entiendes?.- Ella me miró a través de sus gafas, comprendiendo la
causa.

-Entonces no tienes que hacerlo. Hay opciones. -No puedes tener un


niño, una voz dentro de mí, dijo. ¿Qué pasa si es una niña?.-

-Espera, -le interrumpí. -¿Cuándo se puede conocer el sexo?. -

Ella tenía una mirada de asombro. -¿Te basas en el sexo para decidir un
aborto?.-

-Yo… no, espera. -Joder. No podía pensar. Estaba aterrada y asustada y


confundida. Necesitaba poner mi cabeza en claro. ¿Qué puedo hacer?
Tenía que deshacerme de este bebé, puro y simple. La gente lo hacía
todo el tiempo. Es fácil en los tiempos que corren, ¿verdad?. -Quiero
decir, ¿cuánto tiempo pasa hasta que pueda decirme el género y si... si
hay algo que esté mal?. -

Lo intenté con algo razonable, algo que no me hiciera parecer como una
mujer sin corazón que mataría a su hijo. -Usted puede hacer las
pruebas, ¿no?. Al igual que ¿las pruebas genéticas?. Yo... tengo tanto
miedo de tener un bebé y que haya algo mal. Mi familia tiene una mala
historia. Mis primos han tenido bebés con defectos de nacimiento, y no
puedo... no puedo manejar eso. Tengo que saber. Tengo que saber... de
inmediato... lo antes posible porque de lo contrario voy a... -

Las mentiras salían fácilmente fuera de mis labios. Cualquier cosa.


Cualquier cosa para saber el sexo. La Dra. Moore me observó de nuevo.
Todavía parecía una locura y una mentira, lo sabía, pero un poco menos
que antes.

-¿Cuándo fue tu último período?, - preguntó en voz baja.

Me volví hacia el calendario de la pared. Los números nadaban delante


de mí. No podía concentrarme. ¿Cómo diablos podría recordar cuando
el destino del mundo estaba en la línea?. Pensé en mi último período y
traté de vincularlo a algún evento, algo que daría lugar a una fecha.

-Allí. -Señalé. - comenzó el cinco. -Ella asintió con la cabeza, haciendo


cálculos mentales.

-Lo que coincide con los antibióticos. Estás casi de nueve semanas,
aunque ajustando la cuenta, técnicamente sólo siete desde la
concepción. -

Siete. Siete semanas...

-Estamos casi en el rango para tomar la muestra de la vellocidad


coriónica, -dijo. ¿Coriónica qué?. -Pero no les gusta hacerlo a menos que
sea necesario, existen riesgos para el feto. Casi nunca lo hago con
alguien de tu edad, que está en buena salud…-

-¿Pero me puede decir algo?, -le dije en forma apremiante. -¿Puede


decirme lo que necesito saber?.-

-Puede decir mucho. Ninguna prueba puede decir todo, pero te puede
dar paz mental... sobre todo si realmente tienes una historia mala
familiar...-
La tendría. -La haré, -le dije. -Por favor.-

Contuve el aliento, sabiendo que ella estaba dudando. Por último, se


volvió hacia su gabinete de archivos, revisando el interior hasta que
encontró un formulario de carbono. Ella garabateó algo en escritura a
mano de médico y me lo entregó.

-Aquí. - Era una referencia para la oficina de un ginecólogo-obstetra en


la esquina. El formulario tenía mi nombre, algunas casillas, y unas
pocas palabras ilegibles. Pude ver CVS y urgente.

-¿Urgente?, - le pregunté. Quiero decir, lo era, pero me sorprendió que


ella lo hubiera insertado.

-Esto significa que obtendrás una cita de inmediato. La mayoría de estas


pruebas son una medida de respaldo… porque no se hacen tan
temprano. Dásela a mi enfermera cuando te vayas. -Ella estaba
escribiendo algo más mientras hablaba. -Ella va a llamarte y te dará una
cita pero necesitas ser consciente de que ellos pueden negarse cuando
estés allí, basándose en su criterio. Lo dije en serio: esto no es de rutina.
-

Mis palabras siguientes fueron vacilantes -Entonces, ¿por qué lo está


haciendo?.-

-Porque creo que en el embarazo, la salud de la madre supera todo lo


demás.-

La salud de la madre. No me gusta pensar en mí como una madre.


Joder. ¡Esto ni siquiera debería ser un problema en absoluto!. Nosotras
deberíamos estar discutiendo abortos. ¿Por qué me importa el género?.
No quería un bebé. No estaba lista para un bebé. Ciertamente no para
uno que cumpliría una profecía de conquistar el mundo.
-En este caso, -dijo la Dra. Moore. -Su salud mental es especialmente
preocupante. Que es para lo que es esto. -Ella me dio el otro pedazo de
papel. Era una referencia para un psicólogo.

-No lo necesito…-

-Eugenie, el shock por un embarazo no planificado es normal.


Esperado. Pero está claro... que tienes algunos problemas muy serios
con todo esto. - Ella no tenía ni idea.

-Tendrás la llamada de mi enfermera para la prueba. Luego una cita con


el terapeuta y un seguimiento conmigo.-

No había manera de que pudiera decirle que no tenía intención de ir a


la terapia. Ni siquiera estaba segura acerca de las actividades
complementarias. Pero había obtenido algo, y lo sabía. Asentí con la
cabeza humildemente.

-Gracias. -Me fui antes de que ella pudiera cambiar de opinión. La cara
de Jasmine estaba llena de irritación e impaciencia cuando finalmente
regresé.

-Eso llevó una eternidad, -dijo, lanzando una revista a un lado. -¿A qué
profundidad estaban los puntos?.-

-No tan profundos, -murmuré. Caminé hacia mi coche en piloto


automático, todavía aturdida. -Ella estaba preocupada por lo cansada
que estaba, eso es todo.-

-Bueno, puedes resolver eso cuando volvamos al Otro Mundo.-

Encendí el coche, mirando hacia el espacio, sopesando momentos y con


algunos números flotando en mi cabeza. Nueve semanas, siete
semanas. Dos días. Ese era el tiempo hasta mi prueba. Dos días. Me
centré en mi entorno para no causar un accidente.
-No vamos a ir al Otro Mundo muy pronto, -le contesté.

Jasmine me lanzó una mirada que claramente expresaba sus


sentimientos al respecto, pero debe haber habido algo en mi propia cara
que le contestó porque no quiso oponer reparos a la cuestión.

Cuando regresamos a mi casa, puse mi bolso y el papeleo en mi


habitación antes de sentarme con Jasmine en su lugar habitual en el
sofá. Los programas huecos de la televisión de repente parecían una
buena idea... excepto, bueno, que no hizo un buen trabajo en sacar mi
mente de mis problemas.

Embarazada. Conquistador de mundos. Heredero del Rey Storm.

En mí. Todo estaba en mí: lo que había sucedido y lo que estaba por
venir. No había estado en casa durante mucho tiempo cuando Kiyo se
presentó. Él me sonrió alegre y llevaba su bata blanca de trabajo, lo que
significaba que no había ido a suavizar las relaciones con Maiwenn.
Pequeñas bendiciones. Su sonrisa fue suficiente para hacer sonreír a
Jasmine, pero en cambio, yo no pude esbozar una. No había nada para
sonreír en este momento. Nada bueno en este mundo. Nada bueno, en
el Otro Mundo. Él se unió a nosotros en el sofá, en medio Jasmine y yo,
y agarró mi mano.

-Hey, ¿cómo estás?, - preguntó. Él miró mi cara, a pesar de que yo


deliberadamente no quería mirarlo. -¿Estás bien?.-

-Bien, -mentí. –Cansada-. El primer nieto del Rey Storm será el


conquistador del mundo de los humanos.

-Ha estado así todo el día, -dijo Jasmine. -Ella tiene que volver al Otro
Mundo, pero no lo hará.-

-¿Es eso cierto?.- preguntó él.


-No pensé que tendrías un problema con eso, -le dije. -Siempre has
querido que permanezca lejos.-

-Sí, pero no si te está afectando como esto. De verdad pareces estar


enferma, Eug. -

-Ella también recibió una paliza de un fantasma, -añadió Jasmine


amablemente.

-¡Hey! -La fulminé con la mirada. -¡No lo hice!. -

Kiyo se rió y me llevó más cerca. -Deja de jugar a ser la dura. Ve en la


mañana a Otro Mundo. Iré con ustedes, por lo que no será tan malo. -

Se relajó, y había una firmeza en su voz que no me gustaba. No me


gustó su presunción. Tampoco estaba segura de que debía ir al Otro
Mundo, a la luz de los recientes acontecimientos.

Flores. Flores por todas partes, donde quiera que paso. Soy la tierra, y la
tierra soy yo. Cuando llevo la vida, la tierra también lo hace...

O la muerte. Podría traer la muerte también. Era mi elección. Una y


otra vez. Las palabras en mi cabeza eran todo lo que escuchaba. No
había oído el televisor, o los comentarios ocasionales de Kiyo y Jasmine.
En realidad no escuché cuando Kiyo dijo que él iba a hacer la cena y se
fue a dejar su bolso de noche en mi habitación. Pero sí lo escuché
cuando vino furioso de nuevo a la sala de estar, agitando mi formulario
de referencia CVS en el aire.

-¡Eugenie!. - Su voz era un rugido que hizo que Jasmine temblara y


abriera sus ojos. -¿Qué diablos es esto?.-

Miré hacia él desapasionadamente, sorprendida de que pudiera estar


tan tranquila ante esa cara indignada, sobre todo después de la
agitación emocional que había pasado todo el día. Mi propia
desesperación y la conmoción no se habían ido, pero ahora fui capaz de
apartarlas y encontrar los ojos de Kiyo, mientras me permitía reconocer
finalmente los otros pensamientos que habían estado rebotando en mi
mente. Porque junto con las opciones que tenía y las consecuencias que
debía enfrentar, había otra cuestión a considerar.

Miré los números en el calendario. Estudié las fechas, los antibióticos, lo


que había hecho… o…quizás lo más importante, lo que no había hecho.
Estaba todo muy claro. No había telenovela aquí. No había ningún
misterio digno de un programa de entrevistas.

-Felicitaciones, -le dije a Kiyo. -Vas a ser padre. Una vez más.-
Capitulo 21
Por unos momentos, el tiempo se congeló. Fue Jasmine quien
finalmente puso las cosas en movimiento otra vez.

-Oh, -dijo. -Wow.-

Kiyo agarró fuertemente el formulario, y por un instante temí que lo


arrugaría o lo rasgaría. En cambio, lo dejó caer al suelo y se dirigió
hacia mí con la mayor rapidez y ferocidad con la que su ego
depredador podía. Sentí que Jasmine se movió…no más lejos, sino más
cerca de mí.

-¿Estás segura? , - preguntó, en voz baja y mortal.

-¿Acerca de qué parte?, - le espeté. -¿Que estoy embarazada?. ¿O que es


tuyo?.-

-Las dos cosas.-

Sentí que mis ojos se estrechaban, me seguía sintiendo enojada y a la


defensiva.-Sí. De las dos cosas. -

Se hizo silencio. Luego: -¿Cuándo te vas a deshacer de eso?, - preguntó.

-Cristo. Tú vas directamente al grano.-

-¡Tú conoces cuál es el punto!, - exclamó. -¡Sabes lo que siempre ha


sido!.-

-¿Estás realmente segura?. ¿Estás realmente segura de que estás


embarazada? -

Yo había hecho las mismas preguntas a la doctora Moore y me encontré


repitiendo su respuesta.
-Sí. Las pruebas son muy precisas. Además, ¿por qué más crees que me
iban a programar para eso?. - Señalé el formulario en el suelo. Puede
que él trabajara con animales, pero aún así sabría lo que es un CVS.

Jasmine, sin embargo, no lo sabía. Ella se escabulló, dio un gran rodeo,


y recuperó el papel. -¿Qué es un vello…vell...coriónica…?.-

-Es una prueba para detectar defectos, - le dije. Le di un vistazo a Kiyo. -


Y determina el género..-

-Es una pérdida de tiempo, -argumentó. Tragó saliva e intentó ser más
amable, en intentó un curso más razonable conmigo. -Eugenie, conoces
el peligro. No se puede perder ni un día. Si alguien se entera… si
alguien en el Otro Mundo…-

-¡Lo sé, lo sé!. ¿Crees que soy estúpida?. ¿Crees que de alguna manera
me perdí los intentos de violación constantes y la violación real basados
en la profecía?. ¡Maldita sea, sé mejor que tú lo que significa!. Pero no
puedo: no puedo hacerme un aborto hasta que no sepa lo que es. Si es
una niña o un niño.-

-¿Y luego qué?, -preguntó. -¿Vas a mantenerlo si es una niña?. Siempre


dijiste que no estabas segura de querer tener hijos.-

-Todavía no estoy segura, -admití, con la voz temblorosa. Un bebé…


mundo conquistado o no… nunca había estado en mi agenda. -Pero
tengo que saberlo. -

Su expresión se oscureció, la persuasión se fue. -Es mejor si no lo haces.


Es mejor mantener todo anónimo, mejor no pensar en él como persona.
Permanecer ignorantes. Sólo tienes que hacerte el aborto. -

Jasmine no se había movido de su lugar, sus ojos iban y venían


mientras miraba mi pelotera verbal con Kiyo. -Caray, -dijo. -No pareces
demasiado molesto por matar a tu propio hijo. -Yo había estado
pensando lo mismo. Su desprendimiento frío me sorprendió.
Él se estremeció y apretó los dientes. -Jamás dije que no estoy molesto.-

-Pero tú sólo estás trastornado acerca de lo que esto significa para la


profecía, - señalé. Lo estudié cuidadosamente, y la comprensión iba en
aumento. -No crees que es tuyo de todos modos.-

-¿Me culpas?, - preguntó.

-Es tuyo, -le dije firmemente. La última vez que había estado con
Dorian, había tenido sexo oral. Tal vez no sabía que los antibióticos
interactúan con las píldoras anticonceptivas, pero sabía lo que un
hombre tenía que hacer para dejarte embarazada. -Lo sé sin lugar a
dudas. -

Esto hizo que Kiyo hiciera una pausa, como si realmente fuera
verdaderamente a reflexionar sobre la realidad de perder a su hijo.

-Ya te dije: Yo nunca dije que no estoy molesto por esto. Pero hay que
lidiar con ello. ¿Cómo pudiste permitir que esto sucediera?.-

-Ah, bueno, -le dije. -Es mi culpa. Si eres tan cuidadoso, tal vez no me
deberías haber jodido en esa gruta.-

Los ojos de Jasmine se abrieron. -Bueno, olvídalo, -dijo firmemente. -Y


olvida el CVS. Sólo aborta mientras aún es fácil. No puede estar tan
avanzado. -

Le disparé. -¿Mientras todavía es fácil?. ¡Cómo si tu lo supieras!. ¡Tú no


eres el que tiene que pasar por esto!.-

-¿Por qué estás luchando contra mí por esto?, - exclamó con


incredulidad. -Siempre dijiste que los harías. ¿Tú quieres que la profecía
se haga realidad?. ¿Quieres tener un hijo que traerá aquí los ejércitos del
Otro Mundo para conquistar y esclavizar?.-

-¡Por supuesto que no!. Tú lo sabes.-


-¡Entonces deja de perder el tiempo!. Mira, si tienes miedo de hacerlo...
no tienes que hacerlo aquí.-

-¿Ah, sí?. ¿Puedo buscar en el Otro Mundo una Clínica de Planificación


Familiar?.-

-No, -dijo con cansancio. -Pero hay opciones. Maiwenn podría ayudar.
Junto con la curación, puede trabajar todo tipo de magia médica.-

-Estoy segura de que puede. -No podía ocultar la amargura en mi voz.-


Y estoy segura de que estaría más que feliz.-

-Eugenie…-

-Mira, -le interrumpí. -Así es como están las cosas. No me gusta tu


actitud. No me gusta que me ordenes esto como si yo fuera estúpida o
algo así. Conozco las consecuencias, ¿de acuerdo?. Y sabes cuál es mi
posición respecto a la profecía. Pero primero sólo necesito saber qué es
exactamente lo que está en mí. Dos días. Nosotros sólo tenemos que
esperar dos días para la prueba.-

-¿Y luego el tiempo hasta los resultados?, - me preguntó. -Más tiempo


pasará. Cada día es peligroso.-

-¿Pero qué si es una niña?. - Eso vino de Jasmine. Ambos Kiyo y yo nos
volvimos hacia ella. -¿Qué pasa si Eugenie la puede tener?. Siempre
estás diciendo lo maravilloso que es tener a Louisa. ¿No quieres otra…
sobre todo con, tú actual… especie… de novia?.-

-No es eso… -Kiyo se comió sus palabras y se volvió hacia mí. Los ojos
oscuros me estudiaban, y yo sentía que su rabia se volvía difusa a
medida que se suavizaba. Sentí su amor y sabía que todo esto venía del
pánico, sus temores acerca de la profecía hechos por fin realidad. -Dos
días, -dijo al fin.
-Dos días, -repetí. -Y entonces voy a hacer lo correcto. - No estaba muy
segura de lo que "lo correcto" sería si yo tenía una niña, ya que la
maternidad seguía sin llamarme. Pero eso no importaba ahora. Lo que
importaba era que tenía la elección. Entonces, repentinamente y sin
previo aviso, Kiyo envolvió sus brazos alrededor de mí, y me aplastó en
su pecho.

-Te amo, -dijo, con voz trémula. Era la primera vez que había dicho esas
palabras desde que habíamos vuelto de nuevo juntos, y rompió algo
dentro de mí. -Pero tengo miedo.-

-Yo también, -le dije, sintiendo las lágrimas corriendo en mis ojos.
Jodidas hormonas. -Todo estará bien.-

Cuando me liberó, por fin realmente comprendí que Jasmine había sido
testigo de todo esto. El factor dramático probablemente anuló cualquier
cosa que pudiera encontrar en la televisión. Su rostro era una máscara
en blanco ahora, que me puso incómoda. ¿Qué estaba pensando de todo
esto?. Durante mucho tiempo, ella hubiera querido ser la que tuviera el
heredero. Supongo que debería haber apoyado completamente lo del
aborto. Sin embargo... tal vez estaba tan interesada en la profecía de
nuestro padre que no le importaba de quién fuera el nieto, siempre que
pudiera tomar el poder con nosotros.

-Necesito que te quedes con Jasmine mañana, - le dijo Kiyo más tarde,
cuando estábamos en la cama. -Me gustaría que no se hubiera enterado
de esto. Tal vez estoy exagerando, pero me preocupa que vaya a hacer
algo con la información. Podría hacerla vigilar por Volusian , pero él
ahora está... - Por lo general convocaba a mi siervo para las vigilancias
nocturnas. -Pero me sentiría mejor contigo aquí.-

Kiyo nos rodeó con el cubrecama.-¿A dónde vas?.-

-¿A dónde crees? -.


Él se quejó. -Eugenie, no puedes volver allí hasta que se resuelva este
embrollo. Si se enteran… si alguien se entera… bien. Todo el infierno se
desatará, tanto de los que están a favor de la profecía como los que
están en contra.-

-Tengo que hacerlo, -le dije. -Ahora me doy cuenta de que la mayor
parte de estar enferma es porque... bueno, ya sabes. Pero estar lejos de
esas tierras también me está afectando demasiado. Sólo necesito
comprobar todo.-- No más sesiones de meditación pensé, sin embargo.
No podía arriesgarme a cualquier signo más revelador de mi embarazo
con esa intensa comunión. Yo acababa de hacer el mínimo requerido. -Y
no sólo con la magia de las tierras. Tengo que mantener un ojo en la
transición de la Tierra Rowan. -

Temía su reacción, sobre todo después de su arrebato anterior. En vez


de eso, me rozó los labios con un beso. -Ten cuidado. Sé rápida.-

-Lo seré. -Presioné mis labios contra los suyos, besándolo más fuerte.
Moví el cuerpo más cerca de él, envolviendo nuestras piernas. Estaba
aterrorizada de lo que estaba sucediendo, aterrada de lo que podría
estar llevando. Pero ahora, con Kiyo a mi lado, me sentía segura.
Saldríamos de esto juntos, y de repente quise conectarme con él y sentir
su amor a mí alrededor.

Él respondió de inmediato al beso, una de sus manos inclinó mi cabeza


hacia atrás con el fin de absorber más de mis labios. Su otra mano me
agarró del brazo, las uñas arañaron levemente mi piel cuando la lujuria
animal comenzó a tomar el relevo. Luego, bruscamente, se detuvo y se
apartó.

-¿Qué es lo que está mal?, - le pregunté. Empecé a decir que no tenía


que preocuparse de conseguir un embarazo, pero esa broma parecía un
poco inapropiada.
-Nada... estoy... estoy cansado. - Él me besó de nuevo, pero esta vez fue
en la mejilla. -Ha sido un largo día. No estoy para ello para esta noche...
a pesar de que estás tan sexy como siempre. -

La ligereza de las últimas palabras parecían forzadas, y me alegré de


que no pudiera ver mi ceño en la oscuridad. Acababa de ser rechazada,
porque... Porque… ¿por qué?. Tener relaciones sexuales durante el
embarazo no es perjudicial, sabía esto bien. ¿Le resultaba repulsiva?.
¿Fue que la idea de que llevaba al heredero del Rey Storm lo que estaba
poniendo fuera de él?. Cualquiera que fuera la razón, no compré eso de
que "no estaba para ello”. Nos habíamos presionado cadera contra
cadera hace momentos, y su cuerpo había estado ciertamente más que
listo para “ello.”

Una noche sin sexo era el menor de mis problemas, y aunque ninguno
de los dos habló, supe que dormiría tan mal como yo. Estuvimos dando
vueltas, nuestros movimientos fueron tan inquietos entre sí como
nuestras preocupaciones individuales. Los dos teníamos los ojos
inyectados en sangre, cuando nos despertamos.

Me dirigí al Otro Mundo tan pronto como pude, después del


desayuno… bueno, después de lo que pareció como un desayuno para
mí. Mi apetito seguía siendo escaso. Jasmine no estaba feliz cuando le
negué su pedido para venir conmigo, pero la presencia de Kiyo y
Volusian era demasiado desalentadora para ella como para pelear
mucho.

Sentí la energía de la Tierra Thorn me daba la bienvenida cuando pasé,


pero por suerte, no se reveló nada sobre mi estado maternal. Mi
personal estaba igual de feliz de verme, sobre todo Shaya, que parecía
que había pensado que no iba a volver nunca. No era un miedo
completamente injustificado. Ella y yo estábamos sentadas solas en una
de las salas, mientras que me actualizada sobre la situación.
-Rurik siente que la Tierra Rowan es lo suficientemente estable como
formar un órgano de gobierno. Todavía hay algunos disturbios y se
quedará por un tiempo, pero la mayoría ha aceptado al gobierno. Las
cosas están encaminadas en ese sentido. También ha escogido de entre
los militares de Rowan y siente que puede confiar en los que quedan. -
Traté de no hacer muecas sobre eso, preguntándome que era lo que esa
selección había supuesto.

-¿Y Katrice y Cassius? .- Ella se encogió de hombros.

-Aún en prisión. En espera de tu veredicto..

-Realmente no quiero hacer nada con ellos, -admití. -No sé qué hacer
con ellos.-

-¿Honestamente?. ¿Con Katrice?, puedes dejarla en libertad, y no


importaría. El separar la tierra de ella le quitó la mayor parte de su
magia. Su razón de vivir. Ella es inofensiva, no tiene esperanzas. Sin
embargo, Cassius... - Shaya frunció el ceño. -Él es peligroso. No puede
luchar en tu tierra, pero tiene el poder suficiente para causar problemas.
Dorian ya ha escrito y aconsejó su ejecución. -Me burlé.-

-Estoy segura de que la quiere.-

-Dorian también ha proporcionado una lista de personas que le gustaría


ver instaladas en la Tierra Rowan. Nosotros ya acordamos la división
de los recursos, pero él siente que merece una participación en el
control del gobierno de allí.-

-¿Participación en el control?. ¡Esto no es una corporación!, -exclamé. -


Escríbele y hazle saber muy, muy en claro que su ayuda no se necesita
allí. No se requiere. No tiene derecho a ella. Dile todo eso. -Shaya
vaciló, jugando impacientemente con una de sus trenzas de color negro.

-No importa cuán diplomáticas sean mis palabras pero... bueno, se


producirá un antagonismo. Eso va a provocar su enojo-.
-Bien, -repliqué. Dorian era un blanco seguro para mis emociones
actuales, y Dios sabía que necesitaba alguna clase de salida. -Que se
enoje o haga un mohín, o lo que sea. Estoy bastante segura de que no
me va a declarar la guerra.-

Era algo que había descubierto recientemente. Dorian había sido un


defensor del uso de la Corona de Hierro para asustar a otros monarcas,
pero lo fue, ahora que ya no estábamos juntos, él tuvo que darse cuenta
de que podría ser utilizada también en su contra. En realidad no había
tenido que ceder a sus demandas de "botín de guerra". Eso había sido
un acto de bondad por mi parte, y él lo sabía. Yo no tenía que temer a
Dorian. Ya no lo necesitaba.

-Muy bien, -respondió Shaya. Su tono era obediente, pero yo sabía que
ella temía escribir la carta. Nunca había perdido su devoción a él, y yo
la estaba obligando a dividir sus lealtades. -Pero sí necesitamos a
alguien para manejar la Tierr Rowan… a menos que tú vayas a hacerlo
personalmente.-

-No, -dije con rapidez, no es que lo necesitara. Ella ya sabía que yo no


tenía ningún interés en ella. -¿Tienes a alguien en mente?.-

-Sí.... Yo. - No estaba exactamente sorprendida de que ella pensara en


escalar posiciones. Me sorprendió, sin embargo, que no parecía
especialmente turbada por ello. Tal vez le encantaba el desafío.

-Estoy de acuerdo con eso, -le dije. -Diablos, después de lo que hiciste
por aquí, sé que puedes conseguir poner a Rowan en forma. Pero...
¿quién va a manejar las cosas aquí?.-

-Yo estaba pensando que Nia puede hacerlo.-

-¿Nia? .- pregunté, sorprendida. -¿Mi estilista?. -

Shaya me miró con una sonrisa torcida . -¿Qué piensas que hace
cuando no estás cerca?. Ella me ha estado ayudando y aprendiendo...
Creo que lo haría muy bien. Habría gente para ayudarla, y, por
supuesto, siempre puede ponerse en contacto conmigo. -

Todavía era una opción inesperada, pero Shaya parecía confiada. Y,


supongo, que había conseguido poner en forma lo suficientemente bien
a la Tierra Thorm puesto que ahora funcionaba muy bien.

-De acuerdo, -dije por fin. -Vamos a hacer que suceda. ¿Cuándo piensas
hacer la mudanza?.-

-Hoy, -dijo. -Me iré cuando tú te vayas. Mis cosas están empaquetadas.-

No pude contener la risa. -Sabías que estaría de acuerdo. Y sabías que


me iba a negar a lo que quería Dorian. -

Shaya puso su mirada más remilgada, pero sus ojos brillaban. -Sí, Su
Majestad.-

Caminé por la Tierra Thorn antes de partir, el tiempo suficiente para


tranquilizar a la tierra ya que yo estaba allí y levantar la moral de los
soldados que vigilaban mi sustento. No es que lo necesitaran. Nosotros
salimos victoriosos, y se seguía celebrando. Me pusieron mi corona de
oro para el viaje a la Tierra Rowan, y mis hombres me miraban con
adoración, gritando vivas a su valiente, y todopoderosa reina. ¿Qué
harían si supieran?, me pregunté. ¿Qué harían si supieran que llevaba
un potencial señor de la guerra ?. De alguna manera, no era un gran
misterio. Ellos se alegrarían más. Ellos me adoran y se deleitaban con la
oportunidad de ampliar nuestro gobierno.

Me entró ansiedad por ir a la Tierra Rowan, donde se me temía más que


se me adoraba. Por supuesto, no sabía si eso era mejor. Si esas personas
supieran que llevaba al nieto del Rey Storm, simplemente se
intensificaría su miedo y se convencerían más que nunca de que
estaban bajo el control de una reina tirana. Me di cuenta de que Kiyo
tenía razón. Nadie en el Otro Mundo podía saber acerca de mi
embarazo. Cualquier reacción que lo indicara sería potente. Mientras
más pronto pudiera salir de esto mejor.

Los soldados prestados de la Tierra Thorn todavía formaban la mayor


parte de la guardia en el ex castillo de Katrice, y sus expresiones
reflejaban las de sus colegas en su país. Yo cumplía mi papel, sonriendo
y caminando entre ellos con confianza, sin atreverme a mostrar el
miedo y la incertidumbre que sentía. Al igual que la Tierra Thorn, la
energía de la Tierra Rowan zumbaba a mí alrededor. Sólo lo sentí, por
supuesto, pero una vez, cuando me detuve a hablar con un guardia por
varios minutos, vi una pequeña flor roja creciendo dónde me
encontraba. Nadie se dio cuenta, y me dirigí a toda prisa hacia el
castillo, pensando que nada podría brotar de las paredes de piedra.

Rurik nos recibió con alegría, ya sabía sobre la nueva posición de Shaya.
Como si todo hubiera convergido, tuve un destello de comprensión y
vi que había algo entre ellos, algo que me sorprendió. Afecto. Más que
un afecto amistoso. Fue entonces cuando me di cuenta también de que
Shaya llevaba una pulsera, hecha de esmeraldas y perlas. La había visto
antes. Girard había estado trabajando en ella cuando conocí a
Imanuelle. Era la pieza que Rurik había encargado. Traté de no boquear
con la verdad que me golpeó. Shaya y Rurik. Tenían una relación, algún
tipo de romance, probablemente uno que habían estado construyendo
delante de mí y que yo había estado demasiado ajena a todo para
notarlo. Por eso a ella no le había importado asumir la administración
de un reino conquistado por medios poco ortodoxos.

Nadie más pareció darse cuenta… o tal vez todo el mundo ya sabía de
ellos, pero me paré allí y mientras escuchaba las demandas, sentí una
punzada en el pecho. Ellos eran como Tim y Lara… y no porque ambas
fueran unas parejas muy extrañas. No, la similitud se debía a que fue
tan fácil para ellos. Sólo se enamoran y fueron tras ello. Sin
maquinaciones políticas. Sin transformar el mundo con profecías que
ponen las cosas patas para arriba. Me había desenredado del intrigante
de Dorian … y no sin una buena cantidad de dolor… pero ahora las
cosas con Kiyo se habían alterado irrevocablemente. No importa cómo
terminara mi embarazo, aunque tuviera un final tan feliz como se
pudiera, yo sabía que las cosas entre él y yo nunca serían lo mismo.
Nunca tendríamos una relación fácil.

Las náuseas brotaron en mí, y no me molesté en tratar de averiguar cuál


de las múltiples razones podría ser la causa. Me apoyé en la pared
cuando Rurik continuó hablando acerca de la ubicación de las tropas.
Aunque pensaba que no era parte de la tierra, la pared y la base del
castillo tocaban la tierra, y sentí que la magia me reconfortaba y me
daba calor. Respiré profundamente. Yo podría hacer esto. Todo estaría
bien, tal como le había dicho a Kiyo. Sabría pronto el género de mi hijo.
Entonces sabría qué hacer.

Mi intención había sido permanecer por más tiempo y asegurarme de


que Shaya estuviera instalada, pero pronto decidí que necesitaba
volver. Parecía que a los otros también les hubiera gustado que me
quedara un poco más, ellos también se habían acostumbrado a mis
raras… o como ellos las consideraban, "humanas" maneras. Les aseguré
que tenía una gran fe en ellos, le recordé a Shaya reprender a Dorian, y
luego regresé a Tucson, tan pronto como pude.

Cuando llegué a casa y analicé cómo me había sentido hoy, se me


ocurrió que la transición de un mundo a otro me hacía sentir enferma.
La transición no era una tarea fácil, en general; y algunos ni siquiera
podrían hacerlo. Me había hecho una experta, pero ahora, tenía su
efecto, incluso con la ayuda de una puerta de enlace. Entendía lo
suficiente sobre el embarazo para saber que estos síntomas molestos
sólo durarían un corto tiempo, pero eso no negaba su molestia. No
quería que nada me ralentizara. No quería ser obstaculizada. Mi cuerpo
se volvía contra mí, y la insistencia de Kiyo para terminar el embarazo
comenzó a parecerme una idea mejor y mejor. ¿Qué importa el género?.
No estaba preparada para esto. Él se sintió aliviado al verme regresar
tan pronto y me envolvió en otro gran abrazo.

-¿Todo está bien?. - Me preguntó en voz baja. -¿Nadie se enteró?-.

Negué con la cabeza. -No. Y yo no voy a regresar hasta... hasta que se


resuelva. También estoy empezando a pensar..-.

-¿Qué?, - me preguntó.-

-Que tienes razón. Que el género no importa. La prueba está tan cerca,
aunque... todavía la voy a hacer. Pero. Bueno. Como he dicho, no
importa. -

El alivio inundó sus rasgos. -Me alegro, Eug. Es lo que hay que hacer. -
Él me abrazó de nuevo, y el abrazo fue más intenso. -Siempre se puede
cancelar la prueba.-

-No, la haré. Especialmente después del ataque que le lancé a mi pobre


médica.-

-Me gustaría ir contigo, -dijo con nostalgia. -Pero no estoy seguro de


que pueda. Me estoy tomando un par de turnos de trabajo. -

¿Lo estás?. ¿O vas a salir corriendo a lo de Maiwenn?.

-Está bien, -le dije. -No serías capaz de encontrar nada ese día de todos
modos.-

-Pero házmelo saber en el momento en que lo sepas, -dijo, mirándome


intensamente.

-En el mismo momento. -

Kiyo pudo no haber sido capaz de ir conmigo... pero Jasmine sí.


Aparentemente, me dije que era porque no podía dejarla sola. Sin
embargo, en el fondo, cuando miré en mi corazón, supe la verdad. No
quería pasar por esto sola. Sabía lo que la prueba implicaba, e incluso si
no tenía las respuestas hoy, seguía siendo un paso más cerca de lo que
podría ser un gran evento.

-Puedes hacerlo, ya sabes, -me dijo Jasmine.

La dejaría entrar en la sala de examen conmigo. Había poca luz para el


equipo de ultrasonido, y el médico y la técnica habían salido para que
pudiera cambiarme. Desnudarme en frente de Jasmíne se sentía raro,
así que le mi espalda cuando me puse la bata del hospital.

-¿Hacer qué?. ¿Esta prueba?.-

-No. Quiero decir, sí, lo que sea, estarás bien. Pero quiero decir, tener el
bebé. Sea lo que sea. Incluso si es un niño. Puedes cumplir la profecía
de nuestro padre. -Había un empeño en su voz que no había oído en un
tiempo… y que esperaba que hubiera desaparecido.

Me di la vuelta vestida. -No. Eso está fuera de la cuestión. Si es un


niño... bueno, no puedo tenerlo. Fin de la historia. Una niña... no sé.
Probablemente tampoco lo haré. -No podía dejar de agregar: -Además,
pensaba que tú querías ser la madre del heredero.-

Su rostro estaba mortalmente serio mientras ella consideraba mis


palabras. -Lo quería. Pero tal vez no estoy destinada a ello.-

El personal regresó y se encontró conmigo en la mesa de examen


mientras que Jasmine se retiraba a un rincón. Ellos se presentaron: el
Dr. Sartori y Verónica, la técnica. Me explicaron el procedimiento,
aunque yo ya lo había leído varias veces. El médico iba a introducir una
aguja gigante en mí para recoger las células y utilizar el ultrasonido
para guiarlo. Él se aseguró de que entendía el riesgo de esta prueba. Un
pequeño porcentaje de mujeres sufrían abortos espontáneos. Secamente,
le dije que estaba dispuesta a aceptar eso.
Verónica levantó la bata para dejar al descubierto mi estómago.
Mientras ella frotaba gel en esa zona, lo miré con asombro.
¿Honestamente?, No parecía estar diferente que antes. Siempre había
sido delgada, y con mi falta de apetito, probablemente había
adelgazado. Si no fuera por mis síntomas y la prueba de la Dra. Moore
"muy precisa", nunca me hubiera imaginado lo que estaba dentro de mí.
¿Y qué estaba dentro de mí?. Mi estómago adquirió un rostro extraño,
siniestro. Una vez más, tuve esa sensación de traición de mi cuerpo.
Estaba haciendo cosas fuera de mi control.

-Está bien, -dijo Verónica, moviendo el dispositivo que contenía el


sensor de la máquina sobre mi estómago. -Vamos a echar un vistazo.-

Tanto ella como el doctor Sartori observaron un monitor negro donde


estaba tenía mi nombre, fecha de nacimiento, y algunas otras
estadísticas en la parte inferior de la pantalla. Cuando el artefacto se
puso en contacto con mi estómago, la pantalla se encendió a la vida,
mostrando una confusión indescifrable de gris y blanco que había visto
siempre cuando la gente tenía ultrasonidos en la televisión. Podía no
tener sentido ni verse nada parecido a un bebé, pero el sonido
inmediatamente acompañaba las imágenes, sonidos repetitivos silbante,
una especie como de olas. Por lo menos sabía lo que eso significaba.

-Ese es el latido del corazón, ¿no?, - le pregunté, una extraña sensación


se arrastró sobre mí. El latido del corazón. Otra criatura con corazón
dentro de mí. Ni el médico contestó de inmediato. El Dr. Sartori frunció
el ceño con curiosidad, y Verónica movió el censor por la zona
circundante para conseguir una mejor visión.

-Huh, -dijo el médico.

-¿Qué?, - exclamé. Dos posibilidades de inmediato saltaron a mi mente.


Una de ellas fue que mi sangre Gentry al mezclarse con la sangre
kitsune de Kiyo había creado una especie de monstruo. El otro
pensamiento (que de pronto me ofrecía un mundo de seguridad) fue
que había sido un error. La prueba no había sido exacta, y yo realmente
no estaba embarazada. -¿No es el latido del corazón.? -

La mirada del Dr. Sartori cayó sobre mí con una pequeña sonrisa en sus
labios. -Esos son latidos. Usted tiene gemelos.-
Capitulo 22
Nadie tenía que decirme la forma en que las cosas se complicarían de
manera exponencial. El suspiro de Jasmine confirmó mi visión de
muchas cosas.

-Dos placentas, -dijo Verónica, haciendo una pausa y escribiendo algo a


mano mientras sostenía la paleta del sensor .

-¿Qué...?. ¿Qué significa eso?, - le pregunté.

-Eso significa que podrían ser idénticos o fraternos, -dijo el doctor


Sartori. -Una placenta sería idéntica a ciencia cierta.

Me atraganté. El ruido, el sonido en forma de onda... Me estaba


ahogando. Los latidos de mi corazón, otro latido del corazón, y otro
más... ¿Cómo era posible?. ¿Cómo puede haber tanta vida en un solo
cuerpo?.

-¿Es posible hacer la prueba?. - Tartamudeé al rato.

El Dr. Sartori cogió la aguja, pero no hizo movimiento cuando los ojos
miraron nuevamente a la pantalla. -Yo puedo... pero no es
recomendable en esta situación. Con gemelos, los riesgos se
incrementan.-

-No me importa, -dije con firmeza. -Todavía la quiero. Tengo que saber.
Con el historial de mi familia... -

Rogué para que no exigiera demasiados detalles más allá de lo que la


Dra. Moore había informado. Él y Verónica discutieron algunas cosas,
utilizando un lenguaje médico que no pude entender. Ella utilizaba la
paleta para ver todos los ángulos, tomando medidas en su equipo y de
vez en cuando señalaba algunos detalles. Finalmente, después de otra
advertencia contra el procedimiento, estuvo de acuerdo en hacerlo.

Me dolió tanto como se espera de una aguja gigante al estar atrapada


dentro de ti. Sus manos permanecieron sobrehumanamente firmes,
mientras sus ojos se mantenían fijos en el monitor para poder observar
el progreso de la aguja. Todavía no podía ver mucho en las imágenes,
pero sabía que el reto consistía en llegar a la placenta sin tocar el feto.
Placentas, en este caso. Tenían que conseguir otro equipo de prueba y
utilizar otra aguja para tomar muestras de ambos bebés.

Bebés.

Todavía no lo podía creer. Ellos me ayudaron cuando terminaron la


prueba, llenándonos a Jasmine y a mí con instrucciones del cuidado
posterior para reducir tanto lesiones como el riesgo de aborto
involuntario. ¿Importaba?. Pensé con tristeza. Un aborto involuntario
apartaría la decisión de mí. Estaría fuera de mis manos. Por ahora, se
presentaba un pequeño problema: llegar a casa. Estaba dolorida y no
tenía ganas de conducir. De hecho, me habían aconsejado no hacerlo.
Jasmine se ofreció amablemente.

-Sé que es un hecho que no tienes una licencia, -le dije. Estaba apoyada
en mi coche, abrazada por la luz bienvenida del sol.

-No, pero puedo conducir. Vamos, no es tan lejos. Y tú ciertamente no


puedes. ¿Qué quieres hacer?. ¿Llamar a Tim e informarle de lo que está
pasando?, - me desafió.

Quería que mi madre lo supiera. Quería que mi madre viniera y me


llevara a casa, a su casa. Quería que ella me cuidara y me hablara como
solía hacerlo. Quería que arreglara todo esto. Parpadeé rápidamente y
volví la cabeza, no queriendo que Jasmine me viera quebrarme.

-Bien. – Le enseñé las llaves. -Si nos paran, el pago de la multa saldrá de
tu sueldo. -
Para su crédito, condujo de manera responsable, y tenía razón en que
no estábamos lejos. Incliné mi asiento un poco hacia atrás, con ganas de
dormir durante los próximos días o el tiempo que tardaran en estar listo
mis resultados. No quería soportar la espera. No soporto la espera. El
silencio del coche y el movimiento casi me relajaron hasta que Jasmine
habló.

-Así que, -dijo de manera casual. -Si son niños, te harás un aborto. Si
son mujeres.…-

-Entonces no… -No me había dado cuenta de que había tomado mi


decisión hasta ese momento. Cuando había escuchado los latidos del
corazón... bueno, no importaban los cambios drásticos que le ocurrieran
a mi cuerpo y la pesadilla de la maternidad y el miedo que tenía. Si eran
dos hijas, hijas ajenas a cualquier profecía, las tendría. Ya me las
arreglaría para criarlas. -Si son niñas, voy a conservarlas.-

Ella asintió con la cabeza y no dijo nada más hasta que entró en mi
calle. Sinceramente, me sorprendió que ella esperara tanto tiempo
porque sabía lo que se moría de ganas de preguntar.

-¿Eugene?.-

-¿Sí, Jasmine?.-

-¿Qué vas a hacer si uno es un niño y una es una niña?.-

Me quedé delante de mi casa. De repente no sólo quería dormir los


próximos días. Quería dormir durante los próximos nueve meses. O
siete meses. O lo que sea. No respondí a su pregunta.

-No puedo tener un hijo, -le dije al fin. -Tú lo sabes. Eso es todo.-
Capitulo 23
Decidí que sería mejor no hablarle de los gemelos a Kiyo. Tal y como
estaban las cosas, yo estaba teniendo un momento bastante difícil
procesándolo.

Mellizos.

¿Mellizos?

Esto era el colmo del cliché “cuando llueve, llueve a cántaros”. Había
quedado embarazada a causa de un desliz idiota, y me puse justo en la
línea de la profecía que había tratado de evitar durante tanto tiempo. Y
ahora, justo cuando había logrado pasar una prueba temprana para
poder cortar esta situación de raíz, me enfrentaba a una situación
potencial que nunca, nunca podría haber previsto.

Kiyo estaba en lo cierto. Debería haber puesto fin al embarazo en el


instante en que me di cuenta, antes de saber más sobre él. Ahora cada
vez era más real. Todos los detalles que aprendí lo hicieron más
importante, le dieron más vida a lo que llevaba dentro. No es
demasiado tarde. No tienes que esperar los resultados. Tal vez sería
mejor si no lo haces.

Le dije con valentía a Jasmine que conservaría a las gemelas si eran


niñas, pero la realidad de que lo fueran era difícil. ¿Cómo puedo criar a
dos hijas?. No sé si yo podría manejar a una. ¿Cómo iba a manejar la
maternidad, cuando la mitad de mi vida la pasaba en el Otro Mundo?.
¿Cómo podría seguir trabajando?. ¿Voy a conseguir una niñera o dejaré
a mis hijas con alguien como Tim o mi mamá?. Esto último parecía
bastante improbable. Y entonces, por supuesto, me enfrentaré con el
problema más mundano de todos. Dinero.
-Vas a estar en serios problemas si no empiezas pronto a trabajar de
nuevo,-me dijo Lara un día después de que había visto al médico. Ella
había pasado la noche en casa otra vez y estaba sentada conmigo en mi
mesa de la cocina. Frente a ella, un ordenador portátil mostraba una
serie de hojas de cálculo. -Todavía estás bien... pero no va a durar. Parte
de tu dinero va a la cuenta de la empresa, del que me pagas. Los
beneficios van más a tus ahorros. La primera está bastante baja... y si se
vacía…-

-Sacamos de mis ahorros, -terminé.

Ella asintió con la cabeza. Su rostro estaba sombrío, muy lejos de lo


alborotado que se había mostrado cuando ella y Tim habían saltado de
la cama esta mañana. Una parte amarga de mí pensó que tal vez
pudiera colectar dinero extra cobrándole una renta. Deseché la idea, por
supuesto. Nada de esto era su culpa.

-Sé que hay cosas... que estás pasando, Eugenie, pero ¿por qué no
puedes empezar a tomar más trabajos?. Has disminuido la carga de
trabajo anteriormente, y aún así nos mantuvimos bien, pero ahora... no
hay casi nada. Tus ahorros no pueden aguantar tanto tiempo. ¿Y qué
cuernos está haciendo Enrique para que mande una cuenta de
semejante tamaño?. -

No hice caso de eso y simplemente me quedé mirando los números en


la pantalla, mi corazón se hundió. -Esta casa tiene mucho valor.-

-¿Qué?. - Estuvo a punto de dejar caer la mandíbula. -¿Pones en riesgo


tu casa en lugar de tomar más trabajos?. -

Una imagen terrible vino a mi mente: yo, atrapada en algún pequeño


apartamento con los gritos de dos bebés.

Ponle fin, sólo termínalo


-Es sólo una opción, -señalé. -Una red de seguridad. Y hablando de
eso... ¿Has hablado con Enrique? .-

Lara asintió con la cabeza.-Lo hice. Voy a hacer un poco de trabajo


administrativo para él.-

-Bien. -Una cosa menos para sentirme culpable. -Vas a estar bien
entonces.-

-¡Esto no es sobre mí!. No entiendo. ¿Por qué no puedes simplemente


tomar un par de trabajos? .¡Tengo montones de peticiones!. Son fáciles,
como la del fantasma del otro día.-

Traté de ocultar mi consternación por eso.-No he estado sintiéndome


bien, eso es todo. Y esta es una línea de trabajo física. -

Los azules ojos de Lara me analizaron durante varios segundos. -


Entonces tú eres quien tendría que estar buscando otro trabajo.-

-¡No!, - exclamé. -Esto es lo que hago. Es lo único que hago.-

-Pero si estás enferma...-

-Estoy bien. Iré al médico mañana y entonces... ,- me sentí frustrada. ¿Y


luego qué?. -Y luego voy a estar bien. De regreso al trabajo. Mi cita es al
mediodía, así que ¡diablos!, puedes programar algo más tarde.
Encuéntrame un troll o un alma en pena.-

Ella suspiró. -No quise decir algo que te molestara.-

-No estoy molesta. -Pero era una mentira. El volumen de mi voz había
aumentado sin darme cuenta, y me sentí vacía. Lara se levantó, cerró la
portátil y recogió su plato.

-Sólo mejórate. Podemos resolver esto después. ¿Necesitas que te lleve o


algo así?.-
-No estoy enferma, -le dije. Y, por supuesto, siempre podía tener a mi
hermana adolescente sin licencia para que me llevara. -Estaremos de
vuelta en el negocio pronto, ya lo verás. -Lara me dio una sonrisa
forzada, tratando de ocultar su preocupación, pero no pudo. Ella se
alejó a la habitación de Tim, y Jasmine se sentó en el sofá, donde había
escuchado todo.

-Esa es una buena idea, sabes, -dijo. -Vende este lugar. Y vete al Otro
Mundo con las niñas.-

Empecé a reprenderla, pero me detuve. Era una opción. Tendrían un


montón de cuidados allí, un castillo lleno de niñeras. Mis hijas serían
criadas como la realeza. Ellas eran de la realeza. Pero criarlas allá
significaba que probablemente perderían la humanidad que había en
ellas. Serían Gentry para todos los efectos. ¿Era eso lo que quería?. Ya
me estaba sucediendo a mí.

-Puede que sean niños, -le recordé a Jasmine. -Entonces sería hora de
volver a trabajar.-

Kiyo llamó esa noche, queriendo saber si había sabido algo. Le dije que
era demasiado pronto para los resultados, pero que se lo haría saber
cuando el médico llamara. Era una pequeña mentira. Como le había
dicho a Lara, en realidad iba al consultorio por los resultados. Los
mellizos me había ubicado en una categoría de alto riesgo, al parecer,
junto con la entrega de los resultados en persona, ellos querían hacerme
otra ecografía. Obviamente no quería a Kiyo a mí alrededor, pero no le
hubiera impedido venir esa noche. Quería contacto, amor. Y lo más
importante, quería sentir que no estaba siendo rechazada por mí estado
actual.

Llegó el mediodía del día siguiente y fui como quien iba a su propio
funeral. Mi mente estaba en blanco, era incapaz de concentrarme en
algo, y Jazmine, probablemente hubiera sido una conductora más
segura. Ella había venido conmigo; sin ninguna discusión. Ninguna de
las dos dijo algo, y pude ver que ella se sentía tanto herida como
tensionada. Pasara lo que pasara, iba a ser grande.

-Pronto, -murmuré mientras caminábamos. -Pronto todo esto va a


terminar, de una manera u otra. -O no tan pronto.

Los turnos estaban retrasados y eso fue como la continuación de una


broma cósmica. Había estado contando los segundos hasta este
momento, y ahora la espera era indefinida mientras el Dr. Sartori se
encontraba ajustando su agenda. Es cierto que nunca me había sentido
enojada con los médicos que se atrasaban. Pensaba que eso sólo quería
decir que estaban dando el tiempo necesario para la atención a sus
pacientes. Tal vez estaba demorado por alguna otra mujer que había
descubierto que tenía un monstruo que iba a conquistar todo el mundo.

-¿Eugene?. -El sonido de mi nombre me hizo estremecer. Una


enfermera me sonrió serenamente. -Estamos listos para usted.-

Fue una repetición del día anterior, el cambio a una bata y acostarme en
una mesa para el examen. Eso es todo, eso es todo. El Dr. Sartori estaba
de vuelta, pero con una asistente diferente el día de hoy. Su nombre era
Ruth, y ella tenía un aire bondadoso casi el de una abuela que se sentía
tranquilizador. Como si tal vez pudiera arreglar todo esto. El Dr. Sartori
tenía un archivo de papeles que comenzó a hojear mientras Ruth
lubricaba mi abdomen. Una vez más, lo miré, todavía con dificultades
para creer que había dos seres viviendo allí.

-Bueno, -dijo. -Tengo buenas noticias. -

Jazmine hizo un sonido que casi parecía una risa. Una amarga, eso es lo
que era. Al igual que yo, ella sabía que era poco lo que iba a ser bueno
aquí. De hecho, las cosas pronto se pondrían peor. Llamaron a la
puerta, y la enfermera que había visto antes asomó la cabeza al interior.

-Siento interrumpir, -dijo. Sus ojos se posaron en mí. -Hay un hombre


aquí que dice que es su novio y que llegó tarde para el examen. -
Mi boca se secó. -¿Kiyo? -logré decir.

-Es él. Voy a ir por él entonces.-

Ella había llevado la identificación de Kiyo como confirmación y


aceptación. Abrí la boca para protestar, pero ella se había ido. Empecé
a decirle a uno de ellos que fueran a detenerla, pero en ese momento, la
paleta de Ruth hizo contacto. La pantalla mostró una vez más las
formas oscuras, y el sonido de los latidos cardiacos rápidos llenó la
habitación.

-Ahí están, -dijo el doctor Sartori. -Podemos esperar a su novio antes de


llegar a los resultados.-

-No, nosotros...-

La enfermera volvió con Kiyo, que era todo sonrisas y encanto cuando
se presentó. -Siento llegar tarde. Tenía mal el horario. Lara me corrigió.
-

Esa última parte era para mí, y a pesar de la agradable expresión de su


cara, vi una mirada dura en sus ojos. No le gustaba el engaño. Había
mantenido esto oculto de él, mintiendo acerca de cuándo iba obtener los
resultados.

¿Cómo me había encontrado?. Lara sabía el horario, pero no el lugar.


Por un momento, pensé que Jasmíne podría estar jugando un juego,
pero su rostro mostró sorpresa y recelo a su llegada. Ella estaba tan
sorprendida como yo. Me di cuenta que había sido por el formulario. Él
lo había leído antes y sabía qué doctor me estaba atendiendo.

-Bueno, entonces, -continuó el Dr. Sartori. -Ahora que estamos todos


aquí, podemos ir al fondo de la cuestión. Usted puede estar tranquila
sobre su historia familiar. No hay ningún rastro de algo anormal en
cualquiera de ellos. Las pruebas genéticas de ambos fetos salieron bien.-
Fue una señal del auto-control de Kiyo que él no dijera nada porque yo
podría haber jurado que la palabra ambos estaba en sus labios. Su única
reacción fue darme otra mirada penetrante, con una expresión cada vez
más sombría al darse cuenta de lo que había estado escondiéndole. El
médico y la asistente estaban viendo el monitor, por lo que no vieron lo
que Jasmine y yo.

-¿Y usted sabe... ya sabe el sexo?, -le pregunté. El Dr. Sartori asintió con
la cabeza. -Usted realmente no puede verlo en la ecografía ahora, pero
el que Ruth tiene en un primer plano ahora... es una niña.- Exhalé por
el alivio, y sin embargo... de alguna manera, yo sabía cuáles serían sus
siguientes palabras cuando Ruth pasó a la otra burbuja amorfa. -Y éste
es un niño.-

El silencio que cayó fue tan frío y tan fuerte que no podía creer que el
personal del consultorio no había notado la falta de alegría con la que
estaba siendo recibida la noticia.

-Una niña, -dijo Kiyo. -Y un niño. –

El Dr. Sartori asintió con la cabeza, hojeando unas cuantas páginas más.
-En base a lo que nos han dicho y lo que podemos ver, estamos
estimando que la fecha de nacimiento será para finales de octubre.
Aunque, con gemelos, se está en mayor riesgo de un parto prematuro,
por lo que nos estaremos viendo con más frecuencia que en un
embarazo normal. Y aunque esta prueba nos da un montón de
información, no lo dirá todo, así que tendrá que someterse a otras
pronto. Usted no ha tenido ningún dolor desde el CVS, ¿verdad?.
¿Alguna reacción? .-

-No, -dije rotundamente. Mis ojos estaban puestos en esas imágenes, mi


mundo estaba dominado por los latidos de los corazones.

-Bien. Usted todavía tiene que tomárselo con calma para evitar
cualquier riesgo de aborto involuntario.-
Habló acerca de unos pocos temas más, me dijo cuándo tenía que
volver, y luego me preguntó si tenía alguna duda. Casi esperaba que
Kiyo solicitara un aborto allí mismo, pero él todavía estaba
mordiéndose sus palabras. Íbamos a tener una conversación por eso
más tarde, lo sabía. Ruth me limpió y luego se retiró con el médico.
Hizo un gesto a Kiyo para que saliera con ellos.

-Está lleno de gente, -dijo el doctor Sartori de buen humor. -Pueden


encontrarse en la sala de espera para programar su próxima cita.-

-Sí, -dijo Kiyo, con los ojos clavados en mí. -Vamos a hablar allí afuera.-

Me forcé a sonreír en forma penosa, y Jasmine se volvió ansiosamente


hacia mí cuando la segunda puerta fue cerrada.

-Él está cabreado, -dijo.

-Ya lo sé. No tienes que decírmelo. -Me puse mi ropa, con una sensación
de plomo en mis extremidades.

-Oh Dios. No puedo creer que esto está sucediendo. ¿Por qué?. ¿Por qué
desafiar las probabilidades?. Era una de tres posibilidades. ¡Una de tres!
.- Mi voz se tornó histérica, mientras rogaba a esa adolescente por
respuestas. -Todas niñas. Todos niños. Ambos eran más probables que
esto. ¿Por qué no podría haber sido uno de esos?. ¿Por qué no
podíamos tener una solución fácil?. -

La cara de Jasmine era solemne. -Pero tú la tenías. Dijiste que si uno era
un niño, todavía te harías un aborto. Dijiste que lo harías. -Había un
tono de desafío en su voz.

Terminé de colocarme los zapatos y aparté la mirada de ella. El monitor


estaba negro, la sala en silencio, pero todavía podía oír los latidos en mi
cabeza. Si tuviera un aborto para garantizar que la profecía no se
cumpliera, estaría tomando una vida inocente. Mi hija -el concepto
todavía era loco para mí- no tuvo parte en eso. No era su culpa que su
hermano estuviera destinado para la sangre y la destrucción. En
realidad, tampoco era culpa de él. No había casi nada de él todavía. Era
apenas una sombra. Y un latido del corazón. ¿Cómo podías dictaminar
sobre el futuro de alguien que ni siquiera ha nacido?. ¿Cómo puedes
saber en lo que se convertiría?. ¿Estaba realmente el potencial de
alguien escrito en piedra? . ¿Y cómo podría ser yo la que matara a ese
potencial?. ¿Cómo podría yo silenciar los latidos del corazón?. El de
cualquiera de ellos.

-¿Eugenie? -La voz de Jazmine estaba perpleja. -Vas a hacerlo, ¿verdad?


-Levanté mis ojos de mis pies. -No lo sé.-

-Tienes que hacerlo.-

Una nueva voz habló en la sala. Mi piel se estremeció y, de repente


Deanna se materializó ante nosotras. Salté. A la luz de todo lo que había
estado sucediendo en mi vida, ella había salido de mi radar. Yo la había
dejado en manos de Enrique y supuse que todo se había resuelto con
ella cuando no había respondido a mi convocatoria.

-¿Qué demonios?, - exigí. -¿Qué estás haciendo aquí? -Por mucho que
ella hubiera seguido adelante, Deanna lucía con ese aspecto desolado
que los fantasmas solían tener.

-Tienes que hacerlo, -repitió ella, haciendo caso omiso a mis preguntas.
Su expresión se volvió más sombría. -Si no te deshaces de tus hijos,
Kiyo te va a matar.-
Capitulo 24
-¿Qué?-, exclamó Jasmine.

Yo no compartía su preocupación. -Maldita sea. Debería haberte


expulsado la primera vez que te vi. No tengo tiempo para esto, no con
todo lo demás. Deberías estar en el Inframundo ahora. Kiyo no me va a
matar.-

-¡Lo digo en serio!, - dijo Deanna, tan frenética como podía estar un
fantasma. -¡Estás en peligro!. -

Negué con la cabeza. -Mira, lo siento por tu marido... de verdad, lo


hago. Pero no todos los hombres son homicidas. No transfieras esto.-

-¡No lo hago!. Esto es real. Yo iba a seguir después... después... bueno,


después de que mi marido fue detenido... - Hubo una pausa triste. Su
historia había llegado a su fin, pero no había tenido un final feliz. -
Quería decirte adiós oficialmente y fui a buscarte... pero encontré a Kiyo
en tu lugar... -

Puse las manos en mis caderas, deseando haber traído mi varita. No


necesitaba un fantasma ilusorio, no en este momento, con todo lo
demás. -¿Y entonces dijo que iba a matarme?.-

-No. Él dijo que otra reina lo haría. -

Eso cortó mi sarcasmo, dejándome sin habla por un momento.

-¿Qué otra reina?. - exigió Jasmine.

-La rubia. La Reina de Willow.-


Jasmine y yo intercambiamos miradas. De pronto, las locas
declaraciones de Deanna se habían vuelto un poco menos locas.

-¿Qué es exactamente lo que oíste?, - le pregunté en voz baja.

-Él le dijo que tú estabas embarazada y que te gustaría tener un aborto


si era un niño... pero que esto lo tenía preocupado. Él estaba
preocupado porque tú no acababas de hacerlo. - Deanna volvió la
mirada de una a otra cara, desesperada para que cualquiera de nosotras
le creyera. - Él dijo que probablemente estabas conmocionada y que tú
“harías lo correcto”, pero que si no... bueno, Maiwenn dijo que ellos
tendrían que hacerte perder el bebé. O... si eso no funcionaba... que
Kiyo te mataría.-

-Eso es una locura, -le dije. -Kiyo no me va a matar.-

-Kiyo no quiere que la profecía se haga realidad, -dijo Jasmine. -Esto no


es tan alocado. -

Me giré hacia ella. -Él me ama. Toda esta idea... es ridícula.-

-¿Por qué yo te mentiría?, -dijo Deanna. -Tú me ayudaste. Te estoy


ayudando al advertirte antes de pasar al Otro Mundo. Te estoy
diciendo que los escuché. Kiyo juró que él se aseguraría de que la
profecía no se cumpla.-

-Kiyo me ama.-

-Dorian también te ama, -señaló Jazmín. -Y mira lo que hizo. Cuando


piensas en ello, Kiyo es del tipo que pensaría que la pérdida trágica de
una vida vale la pena por salvar a muchas otras. O algo estúpido como
eso.-

-Él lo haría.- Me sorprendí admitiéndolo, y sin embargo... cuando el


significado de las palabras de Deanna se hundían más y más, me acordé
de mi primer encuentro con Kiyo. Él me había encontrado por órdenes
de Maiwenn. Ellos no sabían qué clase de persona era yo, si quería
cumplir la profecía o no. Él nunca lo dijo explícitamente, pero mi
impresión era que ambos estaban dispuestos a tomar medidas extremas
para detener el nacimiento del heredero del Rey Storm. Obviamente
nuestra relación había cambiado desde entonces, pero tal vez... tal vez
algunas cosas no lo habían hecho... -Pero él no iría tan lejos, -terminé de
decir.

-¿Quieres correr ese riesgo?, -preguntó Jasmine en voz baja. -Tal vez en
realidad no te mataría, pero escuchaste lo que dijo del aborto “mágico”
de Maiwenn. - ¿Qué es lo que había afirmado Deanna?. ¿Qué es lo que
Kiyo y Maiwenn habían planeado para hacerme interrumpir el
embarazo si no lo hacía de buena gana? .-

-Nosotros sólo tenemos que hablar, -dije, con la esperanza de sonar


convincente. Mis siguientes palabras se me escaparon. -De alguna
manera sé que estoy a salvo.-

-Kiyo está en la sala de espera, -dijo Jazmíne, viendo que finalmente yo


estaba tomando esto en serio. -¿Este es un lugar sin salida?.-

-Probablemente no. - Yo había terminado de vestirme. -Debe haber una


puerta trasera. Siempre hay una puerta trasera. Vamos a ir... vamos a
irnos a casa. Voy por mis armas, y luego nos vamos al Otro Mundo. Él y
yo podemos hablar de esto razonablemente en la Tierra Thorn. Voy a
estar segura allí.-

-Tú nunca lo lograrás allí, -dijo Deanna. Prácticamente me había


olvidado de ella.

-Él te puede seguir. Tan pronto como te vayas de aquí, él lo sabrá e irá
detrás de ti.-

-¿Cómo podría… - Me toqué ligeramente el antebrazo, en el lugar


donde las uñas de Kiyo apenas me habían rasgado la otra noche. Tomé
una respiración profunda, temblando.
-Él me marcó, -dije.

También me había rasguñado la primera noche que nos conocimos,


dejándome una herida que tardaba en curarse y que le permitió
rastrearme dondequiera que iba. Ésta era más pequeña, pero
funcionaría igual de bien. Jasmine ya estaba avanzando hacia la puerta,
tan llena de tensión y propósito que parecía mucho mayor.

-Entonces, vamos a ir directamente al Otro Mundo. Estarás segura allí.


¿Dónde está la puerta de entrada más cercana?. -

Me devanaba los sesos pensando en nuestra ubicación. -Por


Morriswood Park. Más lejos de lo que yo quisiera. -

-Bueno, tenemos que irnos pronto. Si nos quedamos aquí más tiempo, el
doctor vendrá a preguntar qué es lo que está mal, -dijo Jasmine.-Y no
podemos dejar que Kiyo nos encuentre en el estacionamiento.-

-Ustedes nunca llegarían al parque a tiempo, -se lamentó Deanna.


Fruncí el ceño, pero ella tenía razón. Jasmine me miró inquisitivamente
por un momento, pensé en llamar a Volusian, pero él mataría
alegremente a Kiyo y afirmaría que fue en mi defensa. No estaba
preparada para eso.

-Sé dónde podemos ir, -le dije. -Vamos.-

Dejamos la sala de examen, saliendo al pasillo. Di vuelta a propósito en


la dirección opuesta a la sala de espera desde la que había entrado. Esto
nos llevó a adentrarnos en la clínica, pasando más salas de examen y
laboratorios. Un par de miembros del personal nos cruzaron, pero
caminamos con la confianza suficiente como para que nadie nos
detuviera. Probablemente suponían que nos dirigíamos a hacia alguna
parte. Mientras tanto, mis ojos estaban en busca de una señal de la
salida. Tiene que haber una puerta trasera. Seguramente los
profesionales hipócritas de la salud tendrían algún lugar para ir fumar.
-Allí..

Indiqué con la cabeza hacia una señal de salida, rogando que no


llegáramos a una puerta de incendio, lo que no sería de ninguna
utilidad para nosotros. No. Era sólo una puerta común, una que
probablemente se utilizaba para mantenimiento o envíos. Alguien se
dio cuenta de nuestra presencia y entonces empezó a preguntarnos qué
estábamos haciendo, pero para ese momento, estábamos fuera y en la
parte trasera del edificio.

-Eugenie, ¿adónde vamos?, - preguntó Jasmine con ansiedad. Deanna se


había desvanecido, tal vez ahora por fin dejaría este mundo después de
cumplir con lo que ella creyó que era su último deber. A medida que
caminaba rápidamente hacia mi coche, una parte de mí quería seguir
pensando en que ella me había mentido. Pero ¿por qué?, Como ella
misma había dicho, no tenía razón. Ella se había mantenido fiel a mí
antes.

Y con cada segundo que pasaba, me sentía cada vez más en conflicto,
preguntándome qué debía creer. Kiyo me amaba. Se había apartado de
su camino para recuperarme... pero él estaba firmemente preparado
para proteger el Mundo Humano. ¿A cualquier precio? . Ya lo
veríamos. Deanna estaba equivocada, ella tenía que estarlo. Mi peor
destino probablemente iba a ser que Kiyo me hablara hasta la muerte.

Subimos al coche, y consideré brevemente tratar de hacer una parada


en el Parque Morriswood y su portal al Otro Mundo. Después de todo,
¿Qué iba a hacer Kiyo?. ¿Entrar en una persecución a alta velocidad tras
nosotros?. La cosa era que, con la marca, él sería capaz de seguir mi
rastro.. Probablemente sentía ahora que me estaba alejando. Si nos
dirigíamos a cualquier lugar cerca del parque él lo descubriría. Él
podría ya sea intentar atraparnos allí o simplemente esperarnos en el
otro lado.
No, yo tenía que ir a otro lugar. A algún lugar con protección. A algún
lugar en el que pudiera asegurarme que estaría a salvo de todos hasta
que esta locura se aclarara.

La cara de Jasmine se tornaba cada vez más preocupada a medida que


nos alejábamos del consultorio del médico. Ella no dejaba de mirar
hacia atrás, como si esperase ver a Kiyo justo en nuestro parachoques.
Cuando giramos en un barrio suburbano, su preocupación dio paso a la
confusión.

-¿Qué es esto?.-

-Mi casa, -le contesté, metiéndome en la entrada de una casa bien


cuidada rodeada de árboles y flores. Una valla encerraba el patio
trasero, pero no podía ocultar que alguien había hecho esfuerzos para
convertir un patio trasero de Tucson en algo exuberante y verde.

La puerta de la valla estaba abierta como había sabido que lo estaría. El


patio estaba vacío, excepto por las aves y los insectos. La puerta del
patio de la casa tenía su vidrio abierto, cubierto sólo por una pantalla
que permitía entrar el aire de la tarde. Ésta también estaría abierta.

-Kiyo realmente no lo hará, -murmuré, cuando jalaba la puerta abierta. -


Tal vez él está molesto... pero podemos hablar de esto. Estamos
exagerando. Deanna está exagerando.-

Entramos en un pequeño desayunador y en la cocina al lado, un


hombre se dio vuelta. Mi corazón saltó cuando lo vi. El familiar y
amable rostro. El pelo canoso. Los tatuajes de las espirales y los peces.
Se sentía como si hubiera pasado toda una vida desde nuestra última
reunión. Roland.

Yo había ido a casa de mis padres.

Las reacciones de Roland eran las de un hombre que había pasado años
luchando y entrenando, pero incluso eso no lo preparó para la visión de
nosotras. El asombro llenó sus rasgos, rápidamente dando paso a la
indignación.

-¡Eugenie! ¿Qué es lo que estas…?-

-Consigue tus armas, -ordené, echando una mirada inquieta detrás de


mí. Jasmine me siguió mientras yo caminaba hacia él. -Todo lo que
tengas en la casa. -

Él no se movió. -Tú sabes que no eres…-

-¡Ve por ellas!, - exclamé. -¡No tenemos tiempo para esto!.-

No sé lo que vio que había en mi cara, pero fue suficiente para perforar
las paredes del dolor y la rabia que había construido entre nosotros
desde que se enteró de mi participación en el Otro Mundo. Yo había
tomado un riesgo viniendo aquí, aposté a que no importa lo que pasara,
Roland me protegería. Y estaba en lo cierto. Él se transformó de repente
ante mis ojos, en el padrastro preocupado y cuidadoso con el que había
crecido.

-¿Qué es…? - Antes de que pudiera terminar, la pantalla de la puerta se


abrió de golpe. Kiyo se quedó allí con la cara oscura y tormentosa.

-¿Qué demonios estás haciendo?, - demandó. -¿Por qué te fuiste?.-

-Tú primero, -le dije, dando un paso hacia Roland. -¿Qué estás
haciendo?- Jasmine se trasladó a mi otro lado. Mis ojos estaban puestos
en Kiyo, pero podía sentir que Roland se preparaba para la batalla. Tal
vez no sabía lo que estaba sucediendo, pero cualquiera podría haber
visto lo peligroso que era Kiyo.

-Quería hablar contigo, ¡y desapareciste! -Kiyo se adelantó un poco,


pero se detuvo, reconociendo el frente unido que Roland y yo (y sí,
incluso Jasmine) presentábamos.
-¿Hablar?. ¿Es todo lo que querías hacer?.-

-Sí. Por supuesto. -Kiyo miró entre todos nosotros. -Lo prometiste,
Eugenie. Tú prometiste que si era un niño, te desharías de él.-

-¡Hay una niña también!, - exclamé. -No puedes deshacerte de uno sin
el otro.-

-No importa, -dijo. -Las consecuencias son demasiado grandes.-

-No puedo matar a una inocente. Ella no ha hecho nada.-

-No directamente. Dejarla vivir significa que él viva. Y no hay nada


inocente allí. Él no puede vivir. Eugenie, tú lo sabes. No estoy tratando
de ser cruel. Por favor. Has lo correcto.-

Jasmine y Roland se mantuvieron en silencio mientras se desarrollaba


este drama. Mientras tanto, me di cuenta cuán enferma me ponía el
lenguaje de todo este asunto. Deshazte de esto. Él no puede vivir.

-Eres tan rápido para matar a tus propios hijos, - le dije con
incredulidad, haciéndome eco de lo que Jasmine le había dicho unos
días antes. -¿No sientes ningún remordimiento?. ¡Tú sabes mejor que yo
lo que es ser padre!.-

-Sí, -dijo, apretando los puños. -Lo sé. Y es asombroso. Me gustaría que
tú supieras lo que es…-

-¿Pero no puedo?.¿No puedo tener la misma oportunidad que tú y


Maiwenn tienen?. -

Kiyo negó con la cabeza. -No eres igual que Maiwenn. Nunca lo podrás
ser.-

Fue como un golpe visceral. Me quedé de piedra en silencio, y se alivió


un poco de su fiereza. Creo que leyó mi reacción como una aceptación.
-Mira, no lo entiendo, -dijo. -¡No entiendo por qué te estás resistiendo a
todo esto después de lo que siempre has dicho!. Nunca quisiste un
bebé… ningún bebé. Si has cambiado de opinión, entonces... bueno,
inténtalo de nuevo. Simplemente no puedes tener éstos.-

-¿Y después?. ¿No dejo de tener abortos hasta que venga una niña?.
¿Qué clase de hijo de puta enfermo eres?. - Avancé, sin darme cuenta,
mi ira explotaba. Roland puso una mano en mi brazo, manteniéndome
atrás. No era por afecto. Fue una advertencia. Una estrategia defensiva,
de que nos mantuviéramos juntos.

-Estoy tratando de proteger al Mundo Humano, -dijo Kiyo. No se había


acercado, pero él estaba tan preparado como nosotros, sus reflejos eran
aún más rápidos. –Y deberías hacerlo, también.-

-¿Y qué pasa si no hago lo que quieres?, - pregunté en voz baja. Este era
el momento de la verdad.

Él suspiró. -No quiero llegar a eso.-

-¿A qué?. - Mi voz se levantó bruscamente, con la angustia en mí a


punto de explotar. -¿Qué vas a hacer?.-

-Te llevaré con Maiwenn… por la fuerza. Y luego... ella se ocupará de


eso.-

-El infierno que lo harás, -le dije.

Maldita sea, si yo hubiera tenido un arma. Casi siempre viajaba con


ellas, pero no al consultorio del médico. Por el rabillo de mi ojo, vi la
mano de Roland descansando sobre el mostrador y envolviéndose
alrededor de algo. Una varita. Había tenido su varita mágica en la
cocina. Pero por supuesto que la tendría. A diferencia de mí, no se había
vuelto descuidado. -Nunca voy a dejar que eso suceda. ¡Ustedes no van
a experimentar en mí! .-
La cara de Kiyo mostró una mezcla de emociones. Había tristeza y
decepción. A él le importaba. No quería esta lucha entre nosotros, pero
también creía en el bien mayor. Creía que tenía que hacer algo para
detener la profecía, y supe entonces que Deanna había dicho la verdad.
Idealmente, él primero quería ponerle fin al embarazo. Si eso no fuera
posible, entonces yo era lo que debía ser eliminada.

-¿Cómo puedes hacer esto?, - preguntó, su voz era tanto una amenaza
como una súplica. -¿Cómo te arriesgas a todo esto, sólo para salvar una
vida?.-

Fue justo en ese momento, cuando las palabras salieron de mis labios,
que me di cuenta de la verdad acerca de mí misma, lo que se había
estado llevando a cabo en mi interior profundo. La cosa del niño y niña
no importaba. Sólo los latidos del corazón lo hacían… los latidos del
pequeño corazón, rápido golpeando en mis oídos...

-No lo hago, -le dije. -Estoy salvando dos vidas.-

Sellé mi suerte con eso. Kiyo se movió tan rápido que no estaba
preparada para el ataque. Saltó hacia mí, cambiando de forma mientras
lo hacía en su forma de zorro gigante, colmillos, gruñendo. Una ráfaga
de viento lo desaceleró, pero no detuvo su salto, proporcionando el
tiempo suficiente para que Roland me tirase fuera del camino. La magia
del viento no había venido de mí. Había sido Jasmine, razón por lo cual
el poder fue en gran parte un puñetazo. La magia desacostumbrada la
dejó sin aliento, pero había sido suficiente para comprar un breve
escape.

Roland me sacó de la cocina hacia la sala de estar, donde había más


espacio para maniobrar. Kiyo nos siguió sin vacilaciones, todo fuerza
bruta y velocidad.

-Él puede ser desterrado, -le dije con voz entrecortada a Roland. –Al
igual que un Gentry.-
Roland hizo un gesto rápido de reconocimiento. Él ya lo sabía, pero con
la agitación repentina, no tenía la pausa necesaria para hacer un
destierro total. Kiyo llegó hasta nosotros, arrojándose sobre mí y me
empujó lejos de Roland. Me caí al suelo duro, el peso de Kiyo me
depositó allí. Tan pronto como había aparecido el zorro, él se
transformó de nuevo en un hombre. Siguió mostrando una velocidad
asombrosa, me detuvo por el brazo. No sabía si sus intenciones eran
simplemente las de arrastrarme fuera de la casa o intentar un salto de
mundos estando allí, pero no tuvo la oportunidad. Había recuperado
mis sentidos y me apoderé de mi magia. El aire se hizo más grueso, y
una ráfaga digna de un huracán lo atacó distanciándolo, junto con una
parte sustancial de los muebles de mis padres. Kiyo hizo una mueca
cuando recobró el equilibrio y angustiosamente dio un paso a la vez
hacia mí.

-¡Maldita sea! ,- gritó por encima del rugido del viento. -¡Basta ya!

-¡Tú para ya!, -grité. La magia quemaba en mi sangre, y no importa


cuán irritantemente débil el embarazo me había vuelto, mi poder no
había disminuido demasiado. -¡Nosotros ni siquiera sabemos que esta
profecía sea real!. Ya he conocido un vidente falso. Todo podría ser para
nada. -

Roland y mi madre una vez me dijeron que las profecías eran una
moneda de diez centavos, había un montón en el Otro Mundo, y había
visto que en cierta medida lo eran. Hasta ahora, nunca había querido
tener la posibilidad de que las mías se hicieran realidad.

-¡Pero nosotros no lo sabemos!, - replicó Kiyo. Pude ver la irritación en


su rostro. Estaba manteniendo una fuerte tormenta a mi alrededor, que
lo mantenía a raya mientras esperaba a que Roland comenzara un
destierro. -No podemos arriesgarnos a eso. Por favor. Por favor, ven
conmigo adonde Maiwenn. Vamos a arreglar esto.-
No le respondí y en lugar de eso mantuve la tormenta. Mi mirada se
quedó en Kiyo, pero sentí el cosquilleo de la magia chamánica, magia
humana comenzando a reflejarse. Roland estaba realizando
eficientemente un hechizo de destierro.

Kiyo se transformó en un zorro de nuevo, y con esa fuerza de más, se


las arregló para empujar a través de la tormenta… el escudo a mí
alrededor y me arrojó de nuevo al suelo. Se quedó como un zorro en
esta ocasión, sosteniéndose con esa fuerza. Sus dientes mordiendo mi
camisa, a través de mi hombro, y yo grité de dolor. Mi magia vaciló, y
para mi asombro, comenzó a arrastrarme lentamente a través de la sala
de estar.

Su progreso se detuvo cuando una pequeña mesa rinconera lo golpeó


en la espalda. Les digo, esas cosas son letales. Instintivamente, él se alzó
en contra de su atacante: Jasmine. Él la empujó, y ella tropezó de nuevo.
Gruñendo, Kiyo se volvió a mí, y tuve la incómoda sensación de que
mis posibilidades eran cada vez peores en cuanto a si me arrastraba
fuera o si terminaba por matarme. Podía mantenerse con el
pensamiento humano en forma de zorro, pero se volvían cada vez más
influenciable por las reacciones de los animales cuanto más tiempo
permanecía transformado.

De repente se apartó de mí, con sus ojos dorados en Roland, que estaba
firmemente parado en la habitación con su varita extendida. Yo sentí el
destierro antes debido a mi formación. Ahora, con el hechizo con toda
su fuerza, Kiyo también podía sentirlo. Él me abandonó por la nueva
amenaza, Kiyo corrió hacia Roland. Grité cuando toda la tracción
animal se estrelló contra mi padrastro, aplastándolo contra la pared. La
varita voló de la mano de Roland. El hechizo de destierro se desintegró.

Kiyo se desplazó a la forma humana de nuevo y seguía reteniendo a


Roland. Roland era fuerte, pero no podía igualar la fuerza de Kiyo. La
lucha era inútil.
-Basta ya, -exclamó Kiyo. -Los dos.-

Su brazo presionaba contra el cuello de Roland. Roland luchaba por


respirar cuando el agarre cortó su aire. Inmediatamente, dejé que la
magia de la tormenta cayera de mí alrededor. Cuando lo hice, sentí que
Jasmine había estado prestándome su fuerza sin que yo ni siquiera me
diera cuenta. Ella también cesó su forcejeo desde donde había sido
derribada, y vino a quedarse junto a mí una vez más. La sala quedó
extrañamente quieta.

-Déjalo ir, -le gruñí, moviéndome ligeramente hacia adelante. Yo sabía


que no podía ganar contra Kiyo en una pelea física, pero también no
podía dejar que le hiciera daño a Roland. -No se trata de él. No le hagas
daño.-

-Créeme, -dijo Kiyo, -yo no quiero. -Sus ojos eran oscuros y humanos de
nuevo, pero todavía había algún brillo salvaje allí. -Ven conmigo, y voy
dejarlo en libertad.-

-Ir contigo, -le dije rotundamente. -¿Para qué me lleves con Maiwenn?.-

-Tú me lo agradecerás más adelante, -dijo Kiyo.

Mi mente corría frenéticamente. Roland estaba luchando por respirar.


¿Cuánto tiempo tenía?. ¿Kiyo realmente lo mataría?. Me pregunté si
podía lograr otro estallido de magia. ¿Otro ataque de viento?. ¿ Un
rayo?. Podía crear un rayo controlado en el interior, pero
probablemente los mataría a ambos. Y si me iba con Kiyo... Y dejaba
que me llevara con Maiwenn... bueno. No habría modo de salir de eso,
no tendría escapatoria.

Roland parecía a punto de desmayarse. Sus ojos azules se fijaron en mí,


y luego, rápidamente, miró hacia mis pies. Pensé que él estaba a punto
de perder la conciencia, pero luego vi la finalidad de su mirada. Su
varita estaba cerca de mis pies, a poca distancia. No dejé que Kiyo
supiera que lo había notado. Los ojos de Roland volvieron a mí, con
algún mensaje allí.

-Por favor, -le pedí, preguntándome desesperadamente lo que Roland


me quería decir. -Suéltalo. -Yo no podía sacar un hechizo de destierro.
No había tiempo suficiente. Kiyo liberaría a Roland, cierto, pero
entonces yo sería atacada de nuevo. Sinceramente, no sabía cuánto
tiempo Kiyo jugaría a lo seguro. Él estaba tratando de "razonar"
soluciones: forzándome a ir con Maiwenn, chantajeándome con Roland,
y etcétera. Tarde o temprano, si verdaderamente él creía en la amenaza
de la profecía, él simplemente me eliminaría.

Roland estaba mirándome, todavía queriendo que yo hiciera algo que


pensaba que nos salvaría. Me había entrenado. Seguramente me lo
podía imaginar. Yo tenía que hacerlo. ¿Qué podía hacer una varita
mágica?. Lanzaba hechizos. Desterraba criaturas, enviándolos fuera de
este mundo...

Sentí mis ojos ampliarse. Sabía lo que él estaba diciéndome que haga.
Hacerlo podría salvarlo, estaba segura, porque Kiyo lo soltaría y me
seguiría... en el Otro Mundo. Roland quería que abriera una puerta para
mí. Yo podía hacerlo. Era un hechizo rápido, para el que tenía el poder.
Obligar a otro ser a cruzar es lo que tomaba tanto tiempo y esfuerzo.
¿Pero abrir la puerta y atravesarla?. Eso se puede hacer rápidamente.

Si pudiera hacerlo. Entrar era fácil. Pasar a través de los mundos sin
ayuda era difícil, y aún tenía problemas para pasar por los fijas, las
puertas físicas, últimamente en mi estado de debilidad. Hacer una
transición ciega, sin ayuda ni siquiera sería posible para mí. Lo había
hecho una vez antes, y había exigido una gran cantidad de energía. Y
Dios mío, había dolido. Si pudiera hacerlo, aunque... me alejaría de
Kiyo y Kiyo dejaría ir a Roland para perseguirme. Esto podría
comprarme el tiempo para huir a la seguridad.
La única cosa que podría hacer esto posible eran los anclajes en el más
allá para ayudarme a tirar de mí. Si me lanzaba sin un destino sólido,
podría acabar atrapada entre los mundos, mi esencia se desintegraría.
Diablos, esto aún podría suceder, pero un ancla reduciría la
probabilidad. No sabía dónde estaba en relación con la disposición del
Otro Mundo, pero el ancla más cercana me tiraría en el caso de que
funcionara. Era tiempo de averiguarlo.

Con una velocidad que rivalizaba la de Kiyo, agarré la varita y luego


tomé la mano de Jasmine. Acarrearla sólo haría mi tarea más difícil,
pero no la dejaría con Kiyo. Con la varita, convoqué a la magia
necesaria y abrí una puerta al Otro Mundo. Kiyo se dio cuenta de lo que
estaba ocurriendo y lanzó a Roland, tratando de ponerse en contacto
conmigo, pero ya era demasiado tarde. Me tiré en la abertura,
aferrándome a Jasmine, yo sabía que se iba a cerrar inmediatamente
detrás de nosotras, simplemente porque no podía mantener abierta una
puerta personal por mucho tiempo.

Se sentía tan doloroso como la última vez, como si estuviera


estrellándome a través de los pisos en un edificio. Abajo, abajo, abajo.
Golpe. Golpe. Golpe. Cada capa era más dolorosa que la anterior, y con
cada golpe, sentí que estaba siendo desgarrada. Probablemente lo
estaba siendo, y yo destruiría a Jasmine conmigo, rasgaría el alma de
nuestros cuerpos.

Entonces, sentí un tirón. Mi alma se volvió y regresó, y sentí que mi ser


fracturado se unía en su conjunto, aunque mientras caía, continuaba la
sensación insoportable. Entonces… había sólo un impacto que faltaba:
uno real. Jazmín y yo nos estrellamos contra un suelo de piedra dura.
Mi cuerpo gritó por el dolor. Real, dolor físico. Ya había sido herida por
la pelea con Kiyo, y ahora, el estrellarme a través de los mundos había
llevado el dolor a nuevos niveles.

Las náuseas brotaron en mí, y luché duro para no vomitar. Podía oír los
gemidos de Jasmine, pero las imágenes que nos rodeaban eran una
mancha mientras mi mente desorientada trataba de encontrarse a sí
misma. Por último, el mundo se enfocó, los colores y las líneas se
volvían nítidas una vez más. Un zumbido tenue de la magia en el aire,
una que siempre estaba presente, me dijo que había llegado intacta al
Otro Mundo.

Y Dorian estaba mirándome.


Capitulo 25
-Ow.-

Mantuve los ojos cerrados y apretados cuando otra oleada de náuseas


se agitó a través de mi. Control, control. Luego de unas respiraciones
profundas más tarde, abrí los ojos y me encontré con la mirada de
Dorian.

-Inesperada, - dijo en esa seca forma suya. -Y no deseada.-

Me senté en la base de su trono en la sala del banquete, que estaba


lleno. Debe haber sido la hora de comer, pero nadie estaba prestando
atención a los alimentos. Todos estaban de pie, mirando el
entretenimiento de la noche que había caído, literalmente, en medio de
ellos. Miré alrededor, preguntándome cómo había sido atraída por este
espacio y, a continuación lo encontré… el Slinky¹ que había dejado aquí
fue mi ancla. Éste estuvo una vez en su pequeña habitación propia, pero
ahora estaba depositado en una mesa al lado del trono de Dorian, una
en la que mantenía pequeños tesoros y adornos para entretenerlo
cuando él estaba con su corte. Un sitio raro.

No había tiempo para reflexionar esto, sin embargo. Me volví a Jasmine,


que parecía desorientada y enferma como yo me sentía, pero no parecía
haber sufrido ningún daño permanente. Su cuerpo y su alma estaban
intactos, que era lo que contaba. Volví a mirar a Dorian y traté de
levantarme, pero mis piernas cedieron por debajo de mí. Comencé a
caer y me agarré de su túnica instintivamente. Jasmine, con una
velocidad sorprendente, se trasladó para capturar mi brazo y
sostenerme

-Hospitalidad, -susurré sin aliento. -Por favor.


El comentario de “no deseado” de Dorian había sido un recordatorio de
que actualmente no gozábamos de la hospitalidad y que yo estaba
técnicamente sin autorización y totalmente vulnerable a ataques dentro
de sus paredes. Sin embargo, el hecho de que no hubiera sido aún
echada ya era una buena señal, y aunque su expresión más o menos se
mantuvo sin cambios, había una chispa de curiosidad en sus ojos. Él no
podía ignorar que estaba de rodillas, pidiendo su protección. Todavía
no. No importa lo enfadado que estaba conmigo, este tipo de novedad
era demasiado irresistible para su naturaleza. Él empezó a hablar, sin
duda, preparado con alguna broma ingeniosa, pero fue interrumpido
cuando Jasmine se aferró a él y le agregó sus súplicas a la mía.

-Por favor. Danos tu protección. ¡Date prisa!-. Dorian frunció el ceño, ya


no podía ocultar su curiosidad y sorpresa.

-Las hijas del Rey Storm, pidiéndome ayuda después de haber dejado
en claro una de ellas que no quería volver a verme nunca más. Me dirás
por qué no debería haberte expulsado o encarcelado. - Hizo una pausa,
pensativo. -O regresarte a tu propio pueblo. Me imagino que con un
beneficio .-

-Dorian… -comencé.

De repente, hubo una conmoción en la entrada de la sala. Un grupo de


guardias de Dorian apareció con Kiyo entre ellos. No me sorprendió
que apareciera tan rápidamente. Mi marca lo había llevado directo
hacia mí, y dado que él no podía ir directamente al castillo de Dorian, lo
más probable es que hubiera cruzado justo enfrente de las puertas.

-Señor, -dijo uno de los guardias. -Él estaba buscando una entrada…

Kiyo llevaba esa feroz, furiosa expresión, y nadie en esa habitación


podría haber tenido alguna duda de que él estaba allí listo para la
batalla. Los guardias de Dorian ciertamente habían entendido esto, y
cerraron filas cuando él se adelantó. Tenía la sensación de que Kiyo
quería pelear directo a través de ellos, pero la razón y el autocontrol lo
mantuvieron a raya, por ahora.

Mientras tanto, a la vista de él, me las arreglé para hacer mis piernas
trabajaran de nuevo y me puse de pie. Jasmine tomó mi mano,
ayudándome a levantar, y como una, nosotras retrocedimos un poco
para quedamos en línea con Dorian. El mundo se tambaleó un poco,
pero me negué a mostrar mi debilidad. No me iba a desmayar.

-Puedes deshacerte de él, -le dije, tratando de no parecer histérica. -


Niégale la hospitalidad y échalo.-

-Ella es una intrusa aquí, -gruñó Kiyo con los puños cerrados. -Y esto no
tiene nada que ver contigo. Envíala de regreso.-

La tensión y el silencio llenó el espacio entre todos nosotros, y todos los


ojos giraron a Dorian. Ni Kiyo ni yo, ni Jasmine, de hecho, teníamos
hospitalidad y protección en los hogares de Dorian en este momento.
No teníamos garantías de seguridad. Joder, si Kiyo decidía atacarme
ahora, nadie tenía que intervenir. Nosotros daríamos una gran cena
espectáculo. Me preguntaba qué tan buena defensa Jasmine y yo
podíamos soportar, si sería suficiente para darnos la oportunidad de
escapar a mi propia tierra, si Dorian no nos ayudara.

Podía adivinar los pensamientos de Dorian… o más bien, su confusión.


Que Kiyo estuviera a punto de matarme no tenía sentido. Preguntar por
qué iría en contra de la naturaleza de Dorian, de su fachada de
sabelotodo. Además, Kiyo y yo no éramos sus personas favoritas en
este momento. Ceder a cualquiera de nosotros significaba una
concesión que Dorian no quería hacer.

-¡Salve a ti!.-

Una voz inesperada y ronca me hizo saltar, e incluso Dorian se


sobresaltó un poco. Desde la multitud, Masthera había surgido, con el
pelo blanco cayendo detrás de ella y los ojos tan amplios como siempre.
Ella se adelantó con un propósito y para mi total sorpresa, cayó sobre
sus rodillas delante de mí. Ella miró hacia mí, y yo esperaba aquella
usual mirada extraviada y loca. En su lugar, vi temor y éxtasis. Incluso
adoración.

-Salve a ti, Reina de Rowan y Thorn. Salve a ti, que traes la vida, traes la
vida. Yo lo veo… veo la vida que crece dentro de ti, ¡la madre que
cumplirá la profecía!. -

Ella alzó una mano esquelética hacia mi estómago, y me aparté de su


alcance. -¡No me toques!. - exclamé.

-Lo veo, - exclamó. -Usted brilla, Reina de Rowan y Thorn. Llevas el


heredero. Brillas con él.-

-Dorian, -exclamó Kiyo, llamando nuestra atención de nuevo. Su


expresión se había oscurecido con las palabras de Masthera. La
divulgación completa era lo último que él quería. -¡Entrégamela!.
¡Quédate fuera de esto!. -

Volví a mirar suplicante a Dorian.

-Él va a tratar de matarme, -le dije. -Si me echas, él y Maiwenn vendrán


detrás de mí. Por favor, danos tu hospitalidad. -

Dorian, como la mayoría de todos en la sala había quedado estupefacto


por la proclamación de Masthera. Dorian forzó educadamente a su cara
a regresar a la neutralidad, pero la mirada que giró hacia mí era tan
fuerte y penetrante que casi me caigo de rodillas otra vez.

-¿Es verdad?, - me preguntó en voz tan baja que probablemente sólo


Jasmine lo escuchó. -¿Estás embarazada?. -

No tenía sentido mentir o fingir. Le hice un gesto rápido.


Su siguiente pregunta casi me rompió el corazón. Trató tan duro de
mantener su nivel de voz y fortaleza, pero oí la pausa en ella, el anhelo
y la desesperación.

-Es… ¿hay alguna posibilidad… que sea…?

No pudo terminar, pero no era necesario. Quería saber si era el padre.


Un millón de pensamientos se agolpaban en mi cabeza. ¿Podrían las
cosas ser diferentes si nosotros hubiéramos tenido relaciones la última
vez que estuvimos juntos?. ¿Me habría quedado embarazada de su hijo,
en lugar del de Kiyo?. Tal vez. Tal vez no. El sexo no siempre lleva a un
embarazo, especialmente con los Gentry. Aún así podría haber
terminado embarazada con los bebés de Kiyo o en medio una disputa
por paternidad digna de un talk-Show. Si Dorian hubiera sido el que
me embarazó, mi futuro hubiera estado firmado y sellado. Él habría
movido cielo y tierra para mantenerme a salvo. Así las cosas,
probablemente podría haber mentido ahora. Los Gentry no tenían
pruebas de paternidad. Lo que habría simplificado las cosas, pero yo no
podía hacerlo.

-No, - dije en voz baja.

Los rasgos de Dorian permanecieron inmóviles, y una ola sorprendente


de pesar y tristeza me inundó en respuesta a la cabalgata de emociones
que lo atravesaban. Él no tenía ninguna razón para ayudarme, no
después de lo que él veía como mi traición. Y desde luego no conmigo
llevando los niños de otro hombre.

-Por favor, -dijo Jasmine. Sus ojos azules grisáceos eran grandes y
desesperados. Nunca la había visto tan humilde y mansa. Y ciertamente
nunca había esperado verla así en mi nombre. -Por favor, ayuda. Por
favor, danos tu hospitalidad. Su Majestad. -

Mis ojos aún estaban fijos en los de Dorian, mi corazón seguía


rompiéndose por el daño que le había causado. Desde un costado, oí a
Kiyo advertirle a Dorian otra vez: -Esto es entre Eugenie y yo. Dámela,
y termina esto. Si no, Maiwenn y Dios sabe quién más van a intervenir.-

-Lo siento, -le dije a Dorian, mi voz apenas era audible. -Lo siento
mucho.-

-Por favor, -repitió Jasmine, casi en el borde de las lágrimas ahora. -


Hospitalidad.- Todo el mundo giraba en torno a Dorian. Nadie
respiraba. Luego, él se alejó bruscamente de mí.

-Por supuesto, -dijo secamente. -Las hijas del Rey Storm están bajo mi
protección. Retiren al kitsune, y no le permitan la entrada de nuevo.-

Los guardias estaban en movimiento casi antes de que Dorian


terminase de hablar. Se habían deslizado más en la habitación en el
último minuto o así, y era una buena cosa también. Kiyo luchó contra
todos ellos, ya que pusieron sus manos sobre él y comenzaron a
arrastrarlo hacia atrás. Ellos hacían pocos progresos, tan grande era su
lucha. Él era fuerte, tan increíblemente fuerte, y me asusté de pensar
qué hubiera pasado si me hubiera quedado con él en mi estado de
debilidad.

-Dorian, -rugió Kiyo, aún luchando contra el agarre de los guardias. -


¡No lo hagas!. ¡Te arrepentirás!. -

Dorian había regresado a su personaje lacónico normal. -Me vas a tratar


como “Rey Dorian” o “Su Majestad”, respondió. -Y no vas a
desobedecer mis órdenes en mi casa.-

El suelo tembló, y oí un grito de asombro de los reunidos. Inquieta, me


acordé de un comentario ocioso que Dorian había hecho una vez, acerca
de cómo podía llevar el castillo a nuestro alrededor si quería. Las
paredes quedaron intactas, sin embargo, una gran parte del suelo de
piedra se elevó, provocando más gritos de miedo. Ante mis ojos, la losa
de piedra se transformó y se estiró, y luego voló por los aires hacia
Kiyo. Éstas se envolvieron alrededor de su torso, adjuntando sus brazos
en una especie de camisa de fuerza mágica. Kiyo, como era de esperar,
dejó de luchar, pero sus gritos no cesaban.

-¡Eugenie!. ¡No sabes lo que estás haciendo!. ¡Esto no ha terminado!


.¡Eugenie!.-

-Sáquenlo, -dijo Dorian con frialdad. -Ahora. Si se resiste de nuevo o


cambia de forma, mátenlo.-

Los guardias se apresuraron a obedecer, mientras que Kiyo continuó


gritando su indignación por mí, Dorian, y el mundo. Tenía la esperanza
de que ellos se movieran rápidamente porque Dorian había tenido un
punto. Si Kiyo se transformaba en un zorro, podría deslizarse fuera de
su cárcel de piedra. Por supuesto, tendría que transformarse en un
pequeño zorro, lo que haría poco daño, pero aún así. Sería mucho mejor
para todos nosotros una vez que Kiyo estuviera fuera de los muros. Los
guardias habían tenido éxito porque no hubo más conmoción. Jasmine
se volvió hacia Dorian.

-Deberías haberle matado de todos modos, -dijo rotundamente. Su


respuesta estándar. El fantasma de una sonrisa cruzó los labios de
Dorian, aunque sus ojos seguían siendo duros.

-Eres tan deliciosa como tu hermana, -observó. -No importa cuán


disgustado esté con ustedes dos justo ahora, lo admito, las cosas
seguramente serán más entretenidas con ustedes alrededor. Y ellas se
volverán muy entretenidas pronto. -Eso fue dirigido a mí. -Si tú piensas
que terminaste una guerra antes, no has visto nada aún, mi querida. Me
has causado una buena cantidad de problemas.-

Apenas lo oí. La adrenalina fue desapareciendo rápidamente de mi


cuerpo, y todo el dolor de los combates con Kiyo y luego hacer la
transición forzada comenzaron a regresar. Me sentía enferma, y mi
entorno giraba una vez más.

-Lo siento, -logré decirle a Dorian, justo antes de desplomarme.


Capitulo 26
-Por lo tanto, permíteme asegurarme de que estoy siguiendo esto
correctamente. -

Suspiré y me trasladé en la cama, a sabiendas de que Dorian repetía


esta conversación sobre todo porque le gustaba ver mi malestar.

-Su “tecnología” puede decirte que tendrás un niño y una niña, en su


debido momento, y te permitió escuchar sus latidos del corazón, -
continuó. -Sin embargo, algunos medicamentos inexplicablemente
contrarrestan totalmente los otros que te hacen prevenir el embarazo.-

-Lo tienes, -murmuré. - Visto así ahora ya no tiene sentido.-

Dorian se recostó en un sillón de felpa, con su cara expresando


excesivamente una dramática reflexión. Después del desmayo, me
habían dado una habitación acorde con mi estado, una buena señal ya
que "la hospitalidad" simplemente significa protección y de ninguna
manera está relacionado con alojamiento. No era tan agradable como la
habitación de Dorian, por supuesto, pero el colchón era espeso y
esponjoso, y el dosel de terciopelo verde estaba en conjunto con la ropa
de cama de brocado pesado. Tan enferma como me sentía,
honestamente me hubiera contentado con recostarme en el piso en
alguna parte. Había estado despierta por una hora ahora, sola en la sala
inmensa, con excepción de Dorian.

-Que giro tan fascinante y extraño de los acontecimientos, -reflexionó,


acariciándose la barbilla.- Si tú pensabas que con la Corona de Hierro
asustabas a la gente, sólo tienes que esperar hasta que estas noticias se
extiendan. Lo que, por supuesto, ya se ha hecho. -
Me cubrí con una mano mi frente. -¿No es suficientemente malo que
esté llevando a un niño profetizado como conquistador del mundo?.
¿Por qué todas las consecuencias políticas? .-

-Debido a que estás llevando a un niño profetizado como conquistador


del mundo, -respondió. -Es el tipo de cosas acerca de las cuales la gente
tiende a tener fuertes sentimientos.-

-Creo que casi todo el mundo quiere conquistar el Mundo Humano.-

-La mayoría, -él estuvo de acuerdo. -Pero no todos. Especialmente


aquéllos que… después de observar tu registro hasta el momento…
podrían temer que conquistes este mundo primero.-

Me di la vuelta hacia un lado, me daba una mejor visión de él. Desde el


espectáculo anterior, Dorian había enmascarado cualquier sentimiento
personal que él tenía acerca de mi embarazo, cambiando al modo de
regla astuta.

-Pero no es así, -dije. -Tú siempre has estado a favor de esto… que se
cumpla la profecía.-

-Nunca he hecho un secreto de eso, -él estuvo de acuerdo. -Desde el


momento en que nos conocimos. -Eso era cierto, por lo menos. Él había
calmado ese deseo durante el tiempo que estuvimos involucrados, pero
yo siempre había sabido que estaba al acecho.-

- Tú acabaste manteniendo otros secretos…en vez de eso , -le espeté de


inmediato. Él no me contestó enseguida, pero sus ojos verdes dorados
pensativos, me inquietaron.

-Sí. Sí, los tuve. Secretos de los que ahora me arrepiento. -

Eso me hizo callar durante unos instantes. No esperaba ningún tipo de


disculpa. Algo en mí se suavizó hacia él. -¿En serio?.-
-Si no te hubiera engañado acerca de la Corona de Hierro, -explicó, -
todavía estaríamos juntos.-

Sólo podía mirarlo. El pedazo de mí que nunca había dejado de amarlo


levantó la cabeza tentativamente. Era difícil de creer que él estaba aquí
confesando sus sentimientos, admitiendo que lo que había tenido había
sido más importante que su intriga. Me dio una nueva visión de él, que
me sorprendió... pero me agradó.

-Y si nos hubiéramos quedado así, -continuó, -yo habría sido el


beneficiario de esta suerte de desliz medicinal. -

Demasiado para su nueva perspectiva. Gemí y me alejé. -Por supuesto.


Por supuesto que esa es la verdadera fuente de tu pesar. Tú no podrás
dirigir la revolución. -

Le oí levantarse y sentarse en la cama junto a mí. Unos segundos más


tarde, tuvo la osadía de acostarse. Me moví más para hacerle espacio.

-Es más que una revolución, -dijo. -También te dije la primera vez que
nos conocimos que tendría un hijo contigo, independientemente de
cualquier profecía.

-No estoy convencida de que el “conmigo” fuera una parte tan


relevante. -

Dorian tocó mi mejilla y giró mi cara hacia él. -¿De verdad crees eso?
¿Crees realmente que mis sentimientos por ti eran tan pequeños que el
que fueras tú la madre de mi hijo no hubiera significado el mundo para
mí?.-

Empecé a corregir sarcásticamente sus palabras, pero me pareció


mezquino. -No sé lo que creo, -le dije con sinceridad. -Ni siquiera sé si
tengo la energía o la motivación para analizar nuestra relación con todo
lo que tengo y está pasando. -
Descansé mi mano sobre mi vientre. Los ojos de Dorian siguieron ese
movimiento, totalmente cautivados.

-A pesar de tus tontas opciones paternales, esto... - Él se acercó a mi


estómago y, luego retrocedió. -Esto es un milagro. Ésta es una profecía
cumplida. Esta es la vida. Y realmente, Kiyo ya no es relevante. Ha
renunciado a cualquier reclamación de estos niños. Ellos son tuyos y
sólo tuyos ahora. –

Apreté mis dedos en mi estómago, no dolorosamente, pero más como


una manera posesiva. Mi mirada creció hasta perderse. -Todavía no
puedo creer esto. No puedo creer que haya descartado a sus propios
hijos con tanta facilidad. Que me ha descartado a mí tan fácilmente…-

-Dudo que fuera fácil. No eres tan fácil de superar. –Había una pequeña
nota de amargura allí. -Pero su oposición a la profecía es demasiado
grande. Al igual que mi apoyo es lo suficientemente grande como para
apoyarte, a pesar de tu traición, y embarcarnos en la locura que está
por venir. -

¿Traición?. Empecé a decirle que era el último que debía acusar a nadie
de eso, pero me contuve.

-¿La gente pensará que estás loco por hacerlo?.-

-Apenas, -resopló. -La mayoría cree que son mis hijos, de todos modos,
lo que es bastante irónico. -Nadie, excepto Jasmine había oído mi breve
intercambio sobre paternidad con Dorian en el salón. Fruncí el ceño.

-Creo que a veces Kiyo también lo cree.-

-Ellos pueden serlo. -

Mi primera reacción fue que se trataba de algún tipo de broma de él,


pero todo el humor había desaparecido de su rostro.
-No creo que entiendas completamente la genética.-

-Entiendo que la paternidad es algo más que sangre, -dijo, todavía


mortalmente serio. -Y como ya he dicho: él abandonó cualquier
reclamo. Tú tienes el control, y aunque él y otros cuestionen la
paternidad del niño, entonces tanto mejor. Simplemente me declaras el
padre. Se registra, y por nuestras leyes, los niños serán míos para todos
los efectos y propósitos. -

Algo en eso encendió mis alarmas.

-¿Qué quieres decir “para todos los efectos y propósitos”?.-

Se encogió de hombros… un poco demasiado casual. -Títulos. Prestigio.


Protección. Herencia… si cualquiera de los dos es suficientemente
fuerte como para sostener a mi reino. Que, de acuerdo a la profecía, tu
hijo lo será.-

-No lo sé, -dije. Podía haber algunos beneficios ocultos para este tipo de
“adopción” Gentry, pero tenía la sensación de que Dorian no me estaba
contando todos ellas… sobre todo las cosas que lo beneficiarían sólo a
él. Él todavía estaba molesto conmigo. No le gustaba Kiyo. No había
ninguna razón para que yo tuviera que decidirlo ahora. -Tengo que
pensar en ello.-

-Piensa rápido, -dijo Dorian. -Las cosas van a estar en movimiento


pronto, particularmente una vez que regreses a tu propia tierra.-

-¿Por qué?, - le pregunté. -¿Por qué quieres reclamar los hijos de otra
persona? Quiero decir, lograste tu deseo de ver la profecía hecha
realidad, pero no tienes que dar ese paso extra.-

-Tal vez tener los hijos de otra persona es mejor que no tener hijos en
absoluto, - dijo.
Era otra extraña declaración de él, una sorprendente. Filosófica y
conmovedora. Sin embargo, todavía creía que había un engaño aquí.
Esto no era por amor a mí. Ya no era así. Su mano se movió hacia mi
estómago otra vez y no la alejé esta vez, aunque se aseguró de
mantenerla lejos de mi mano.

-Déjame hacerte una pregunta, -dijo cuando no respondí. -¿Por qué


optaste por conservar a estos niños?. ¿Temes el procedimiento impío
que tu gente usa para acabar con la vida?. ¿No podías vivir con la
sangre de tu hija en tus manos? .-

Mi mente rebobinó de nuevo a ese día en el médico. ¿Ese día?. Diablos.


Sólo había pasado el día de hoy. Habían sucedido tantas cosas desde
entonces que podría haber pasado una semana. Mi suplicio horrible con
Kiyo me había borrado la memoria, pero ahora, la ecografía volvió a mí,
las imágenes y sonidos tan reales y vivos como si lo fuera a
experimentar de nuevo.

-He escuchado los latidos de sus corazones, -dije por fin. –Y los vi. -

Bueno, algo así. Eran difusos aún no se parecían mucho a mí, pero el
punto era irrelevante. -Y cuando lo hice... - busqué a tientas para
explicar mis sentimientos. -Yo sólo... sólo los quise. A ambos. Nada de
lo demás importaba.-

Una sonrisa lenta y extraña se extendió por el rostro de Dorian. -Eso, -


declaró, -es la cosa más Gentry que te he oído decir.-

Normalmente, me habría burlado de él por el uso de "gentry" en lugar


de "brillante." Era un lapsus que él tenía a veces a mí alrededor. El
contenido de sus palabras, sin embargo, era más importante.

-Eso es ridículo.-
-No tanto. Los seres humanos piensan demasiado las cosas. Ellos
desperdician vidas sin reparos. Sinceramente, después de tanto tiempo,
estaba empezando a pensar que eras más humana que Gentry.-

-Odio tener que decirlo, pero lo soy, -le dije.

Dorian se puso más cómodo, y la mano sobre mi vientre se movió de


forma que su brazo quedó sobre mí, casi -pero no del todo- como un
abrazo. Era algo posesivo, como si fuera un premio que había caído en
su regazo.

-¿Lo eres, mi querida?. Estás expresando una filosofía muy parecida a la


mía. Estás con un niño que supuestamente conquistará el Mundo
Humano… un mundo al que no puedes volver por un tiempo, ya que le
darías al kitsune una ventaja. Estás más segura aquí en este mundo
donde -me gustaría añadir- tú gobiernas no uno sino dos reinos. Eso, -
declaró triunfalmente- te hace, según mis cálculos, más Gentry que
humana.-

Aparté la vista, sin encontrarme con sus ojos, porque tenía la loca
sensación de que él tenía razón.

FIN

Anda mungkin juga menyukai