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DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO

COMO BASE LEGAL LA CONSTITUCION

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su Artículo 255 establece lo


siguiente.

“….Los Jueces o Juezas son personalmente responsables, en los términos que determine la
Ley, por error, retardo u omisiones injustificados, por la inobservancia sustancial de las
normas procesales, por denegación, parcialidad y por los delitos de cohecho y
prevaricación en que incurran en el desempeño de sus funciones…”

La Constitución en conjunto con otras regulan la actuación del Estado en todos aquellos
casos en los cuales deba dirimir un conflicto de intereses y, en ese sentido, constituye una
garantía para todos los ciudadanos. Siendo así, la consecución de la verdad la razón de ser
del proceso, resulta lógico que el legislador proteja sólidamente la regularidad de cada acto
procesal. No podemos pensar que tan importante función estatal pueda ser impedida en
detrimento de la justicia; indudablemente, cualquier comportamiento en ese sentido es
antijurídico y como tal debe ser sancionado.

Es importante resaltar que el artículo 216 del Código Penal tipifica como Delito la
perturbación del normal funcionamiento de los órganos judiciales, políticos, electorales o
administrativos, legítimamente constituidos. Asimismo, la Ley Orgánica del Poder Judicial
al referirse a los Delitos Contra la Administración de Justicia, específicamente en su
Artículo 110, establece: “El que mediante violencia, intimidación o fraude impida u
obstruya la ejecución de una actuación judicial o del Ministerio Público será sancionado
Con prisión de 3 meses a 6 años”.

Como podemos observar, el Ordenamiento Jurídico Venezolano contiene normas que


aseguran la debida materialización de todo acto Procesal ejecutado por autoridades
legítimamente constituidas. Es importante que tanto los Funcionarios Públicos como los
Ciudadanos, conozcan la relevancia de dichas normas legales para que, de esa manera, el
Estado pueda cumplir sus objetivos.

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO


COMO BASE LEGAL LA LEY CONTRA LA CORRUPCION

La Ley Contra la Corrupción conocida comúnmente como Ley anticorrupción establece en


sus Artículos 83, 84, 85, 86 y 50, los delitos contra la administración de justicia. Se dice
que el Juez que omita o rehúse decidir, so pretexto de oscuridad, insuficiencia,
contradicción o silencio de esta Ley, será penado con prisión de uno (1) a dos (2) años. Si
obrare por un interés privado, la pena se aumentará al doble.

También hace mención que el Juez que viole esta Ley o abuse de poder, en beneficio o
perjuicio de un procesado, será penado con prisión de tres (3) a seis (6) años.
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Se habla a su vez acerca del Juez que retarde la tramitación del proceso con el fin de
prolongar la detención del procesado o de que prescriba la acción penal correspondiente,
será penado con prisión de dos (2) a cuatro (4) años; igual pena le corresponderá a las
personas que hubieren intervenido en el delito en calidad de cooperadores inmediatos.
Igualmente, todo Funcionario Público de Instrucción, o de Policía Judicial que, en el
ejercicio de sus funciones, tuviere conocimiento de algún hecho punible por el cual ordene
esta Ley proceder de oficio y omita o retarde indebidamente dictar las actuaciones
correspondientes o dar parte de ello a la autoridad competente, será sancionado………”

Las personas que ejerzan los cargos de fiscales o representantes del Ministerio Público,
que dolosamente no interpongan los recursos legales, no ejerzan las acciones penales o
civiles, o no promuevan las diligencias conducentes al esclarecimiento de la verdad, a la
rectitud de los procedimientos, al cumplimiento de los lapsos procesales y de la protección
debida al procesado, serán penados con prisión de dos (2) a cuatro (4) años.

El Funcionario Público que por sí mismo o por interpuesta persona, se contravenga a lo


consagrado en el Artículo 145 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, siempre y cuando se demostrare su Influencia o injerencia en el proceso de
contratación, o contrate con sociedades mercantiles que tengan su domicilio fiscal o
constitución en países donde no se guarden las formalidades y prerrequisitos de ley
consagrados en la legislación nacional, será penado con prisión de tres (3) aséis (6) años.
Igual pena será aplicada a las personas involucradas en el Proceso de contratación.

Los Funcionarios o Empleados Públicos y los particulares están obligados a rendir


declaración de los hechos que conozcan y a presentar a la Contraloría General de la
República o a sus delegados, al Ministerio Público al órgano jurisdiccional competente,
según el caso, libros, comprobantes y documentos relacionados con el hecho que se
averigua, sin observar lo pautado en el Título VII de la Ley Orgánica de la Administración
Pública. Cuando se tratare de inspección de cartas, telegramas, papeles privados y cualquier
otro medio de correspondencia o comunicación, se procederá de Conformidad con lo
establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, el Código Civil y
el Código Orgánico Procesal Penal.

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO


COMO BASE LEGAL LA LEY ORGANICA DEL PODER JUDICIAL

La Ley Orgánica del Poder Judicial establece en los artículos 109 y 110 sanciones para las
personas que cometan Delitos contra la Administración de Justicia Estableciendo así, en los
Artículos 109 y 110.

En su Artículo 109 establece: El que con violencia o intimidación intente influir en quien
sea denunciante, parte o imputado, abogado, jurado, escobino, intérprete o testigo en una
causa para que modifique su actuación procesal, será castigado con la pena de prisión de
uno a cuatro años. Si el autor del hecho alcanza su objetivo se impondrá la pena
incrementada en una cuarta parte. Iguales penas se impondrán a quien realice cualquier
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acto atentatorio contrala vida, integridad, libertad, libertad sexual o bienes, como
represalia contralas personas citadas en este artículo, por su actuación en un proceso
judicial, sin perjuicio de la pena correspondiente a la infracción de que tales hechos sean
constitutivos.

Mientras que en su Artículo 110 complementa que: El que mediante violencia,


intimidación o fraude impida u obstruya la ejecución de una actuación judicial o del
Ministerio Público, será sancionado con prisión de 3 meses a 6 años”.

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO


COMO BASE LEGAL EL CODIGO PENAL VENEZOLANO

En el Código Penal Venezolano en su Libro Segundo, Título IV de los Delitos Contra la


Administración de Justicia en sus Capítulos del I al V inclusive, encontramos treinta y
cuatro (34) artículos donde estipulan y describen estos tipos de delitos:

1- La Negativa a Servicios Legalmente Debidos Art.238


2- La Simulación de Hechos Punibles Art.239
3- La Calumnia Art.240
4- El Falso Testimonio Art.242 Al 249
5- La Prevaricación Art.250 Al 253
6- El Encubrimiento Art.254 Al 257
7- La Fuga de Detenidos y del Quebrantamiento de Condenas Art.258 al 269
8-De la Prohibición de Hacerse Justicia por Si Mismo Art.270 y 271

De la Negativa a Servicios Legalmente Debidos


(Excusa de comparecencia sin motivo justificado)

Este delito se encuentra tipificado en el Título IV, Capítulo I, Artículo 238, del Código
Penal venezolano vigente, dicho capítulo consta de un sólo artículo, relativamente extenso,
concebido en los términos siguientes:

“Todo individuo que llamado por la autoridad judicial, en calidad de testigo, experto,
médico, cirujano o intérprete, se excuse de comparecer sin motivo justificado, será
castigado con prisión de quince días a tres meses. El que habiendo comparecido rehúse sin
razón legal sus deposiciones o el cumplimiento del oficio que ha motivado su citación,
incurrirá en la misma pena.

Además de la prisión se impondrá al culpable la inhabilitación en el ejercicio de su


profesión o arte por un tiempo igual al de la prisión, terminada ésta.

Las penas establecidas en este artículo no se aplicarán sino en los casos en que
disposiciones especiales no establezcan otra cosa.”

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El sujeto activo de este delito ha de ser, necesariamente, uno de los funcionarios públicos
temporales: testigo, experto, médico, cirujano o intérprete.

Testigo es el individuo que, por haber estado presente en el lugar dónde y en el momento
cuándo acaece o se produce un hecho determinado, está en condiciones de relatar la manera
cómo se ha desarrollado el mismo.

Por esta razón se atribuía antes enorme importancia a la prueba testimonial; pero los
sicólogos han sostenido en nuestro tiempo que la de testigos es, de todas las pruebas, la
menos digna de crédito. En efecto, aunque se trate de personas veraces y honestas, son
muchas las circunstancias que pueden influir en sus facultades psíquicas para que rindan
testimonios manifiestamente contrarios a la realidad. La memoria falla con harta
frecuencia, y los testigos, sin proponérselo, narran hechos que sólo en su imaginación han
ocurrido.

Son dos las hipótesis previstas en la disposición legal en estudio, a saber: el desacato de la
orden de la autoridad judicial por parte del ciudadano que ha sido llamado por ella en
cualquiera de las calidades indicadas y la negativa a rendir el informe pericial, la
declaración o la interpretación que requiera dicha autoridad, sin causa alguna que justifique
tal omisión. En la primera, el sujeto no comparece ante el magistrado que ordena la
citación; en la segunda, concurre al Tribunal en la oportunidad que le ha sido señalada, pero
se niega a rendir la declaración, a practicar la experticia o a traducir algún documento o la
exposición de un deponente, según la actuación de que se trate.

En uno y otro caso se impondrá al culpable, junto con la prisión por tiempo de quince días a
tres meses, la inhabilitación en la profesión o arte por un tiempo igual al de la pena
mencionada, desde que ésta termine. Pero estas sanciones «no se aplicarán sino en los casos
en que disposiciones especiales no establezcan otra cosa».

La persona llamada por la autoridad judicial en calidad de testigo, si se excusa de


comparecer sin motivo justificado, o si, habiendo comparecido, se niega, sin razón legal, a
rendir su declaración, viola ciertamente un deber ciudadano, pues con una u otra de esas
actitudes negativas dificulta o entorpece la actividad de los Tribunales de Justicia, y en los
procesos de carácter penal su conducta puede acarrear la condena de un inocente o la
impunidad de un culpable.

El interés social protegido por esta disposición legal es el relacionado con la correcta y
eficaz administración de justicia, para la cual es preciso asegurar la honesta y decidida
colaboración de los ciudadanos.

El delito es imputable a título de dolo genérico, representado por la libre y consciente


voluntad de regir la comparecencia ante la autoridad judicial, en la primera de las hipótesis
señaladas; o de negarse a cumplir el servicio que legalmente le ha sido solicitado.

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De la simulación de hechos punibles
(Objetiva y Subjetiva)

Al igual que el Tema anterior, éste consta de un sólo artículo -el 239- del Capítulo II, el
cual prescribe: “Cualquiera que denuncie a la autoridad judicial o a algún funcionario de
instrucción un hecho punible supuesto o imaginario, será castigado con prisión de uno a
quince meses. Al que simule los indicios de un hecho punible, de modo que dé lugar a un
principio de instrucción, se le impondrá la misma pena.

El que ante la autoridad judicial declare falsamente que ha cometido o ayudado a cometer
algún hecho punible, de modo que dé lugar a un principio de instrucción, a menos que su
declaración sea con el objeto de salvar algún pariente cercano, amigo íntimo o a un
bienhechor, incurrirá igualmente en la propia pena.

Este delito es afín al de calumnia, pero establece seguidamente que estos dos delitos «se
diferencian entre sí por características clarísimas». «Cuando alguien -agrega- por fines
privados, denuncia falsamente que ha sido víctima de un delito, pero sin hacer recaer la
acusación sobre individuos determinados y sin la intención de hacer condenar a un
inocente, tenemos el título especial de simulación de delito» En cambio, como se expresará
luego, si el hecho delictuoso simulado se imputa a una persona determinada con la
intención de hacerla condenar, sabiéndola inocente se comete el delito de calumnia.

La simulación de hecho punible puede ser objetiva y subjetiva. La primera se clasifica en


directa o formal, que ocurre cuando el agente informa o comunica a la autoridad judicial o a
algún funcionario de instrucción, un delito supuesto o imaginario, vale decir: que no ha
sucedido; e indirecta o material, que es la cometida por quien simula los indicios de un
hecho punible de modo que dé lugar a un principio de instrucción.

La simulación formal comprende: 1º) una denuncia formulada ante la autoridad judicial o
ante un funcionario de instrucción. 2º) La declaración ante la autoridad o el funcionario
predicho de que se ha cometido un delito que en realidad no ha sido consumado. Debe ser
«un delito supuesto o imaginario», como dice la disposición legal en estudio.

Supuesto es lo falso, lo fingido; Imaginario, lo que sólo existe en la imaginación. Y el


delito denunciado será imaginario, según, tanto si el hecho que lo constituye no se ha
efectuado de ninguna manera, como si el denunciado es esencialmente distinto del hecho
perpetrado.

En la simulación real o material el sujeto activo ha de simular las huellas de un delito,


debiendo entenderse por éstas los rastros materiales que ordinariamente quedan en el lugar
en donde se perpetra un hecho delictuoso, como sangre, las señales de haberse arrastrado un
cadáver, fractura de una puerta, ganzúa o el instrumento llamado pata de cabra o bien
cizallas, o escalas de cuerdas, etc. Simular dice tanto como fingir, aparentar. Simular los
indicios de un delito quiere decir dar apariencia de dichos indicios a lo que en modo alguno
puede tenerse como tales.

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Tanto la simulación formal o directa, como la indirecta o material, son delitos de sujeto
activo indeterminado: «Cualquiera que…» dice el artículo que es objeto del presente
comentario.

El objeto específico que este artículo protege es el interés por el funcionamiento útil de la
autoridad judicial y el mantenimiento del acatamiento debido a esa misma autoridad,
porque él tiende a impedir que, mediante simulaciones de algún despreocupado, pueda ser
determinada aquélla a la averiguación de un delito que no ha sido perpetrado.

En el aparte del artículo precitado se establece que «el que ante la autoridad judicial declare
falsamente que ha cometido o ayudado a cometer algún hecho punible, de modo que dé
lugar a un principio de Instrucción, a menos que su declaración sea con el objeto de salvar a
algún pariente cercano, un amigo íntimo o a su bienhechor incurrirá igualmente en la propia
pena».

Este es el delito de simulación subjetiva, que la doctrina llama autocalumnia, porque el


agente se atribuye haber cometido él mismo, o haber ayudado a cometer un hecho punible.
Si la autocalumnia se comete con el objeto de salvar a un pariente cercano, a un amigo
íntimo o a un bienhechor, no será punible, o por mejor decir: no constituirá delito alguno.

De la calumnia

Calumniar es acusar de crímenes falsos. Y tal significación tenía entonces el infinitivo


mencionado. Históricamente, la calumnia es un concepto indiferenciado que se equipara a
la delación mentirosa. En la evolución de las leyes, la calumnia va implicada en la
acusación falsa y en este sentido pueden encontrársele remotos precedentes. Se considera
reo de calumnia a todo el que a sabiendas haga ante las autoridades aseveraciones
mendaces de hecho, con el fin de excitar un proceso.

El Código Penal venezolano tipifica este delito, en su artículo 240, el cual es establece
siguiente:

“El que a sabiendas de que un individuo es inocente, lo denunciare o acusare ante la


autoridad judicial, o ante un funcionario público que tenga la obligación de transmitir la
denuncia o querella, atribuyéndole un hecho punible, o simulando las apariencias o
indicios de un hecho punible, incurrirá en la pena de seis a treinta meses de prisión.

EI culpable será castigado con prisión de dieciocho meses a cinco años en los casos
siguientes:

1º Cuando el delito imputado merece pena corporal que exceda de treinta meses.

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2º Cuando la inculpación mentirosa ha causado la condenación a pena corporal de menor
duración.

Si la condena Impuesta ha sido pena de presidio, deberá Imponerse al calumniante la pena


de cinco años de prisión.”

La disposición contenida en la primera parte del artículo 240 protege el normal


funcionamiento de los órganos del Poder Judicial, los Tribunales en lo Penal, puesto que es
preciso impedir que éstos puedan ser desviados de su fundamental función de administrar
justicia, e inducidos, por la mala fe de los particulares, a instaurar procesos infundados
contra personas inocentes. En ocasiones podrá resultar protegido también el derecho a la
libertad individual de esas personas indebidamente incriminadas.

Este interés protegido es precisamente lo que determina la distinción entre la calumnia y la


difamación, por cuanto, si bien este último delito se consuma por la imputación de un
hecho determinado capaz de exponer al desprecio o al odio público a la persona a la que
aquel hecho se imputa, sigue siendo un agravio a la personalidad moral del individuo, una
ofensa a su honor o reputación, en tanto que la calumnia -que atribuye un delito y no un
simple hecho difamatorio por grave que sea- ultraja o afrenta, a la administración de
justicia.

El sujeto activo de la calumnia es indeterminado, como que puede ser cometida por
cualquiera, menos el propio denunciante, o acusador, porque si así ocurriera, se tratan a del
delito de simulación subjetiva o autocalumnia.

Esta figura penal comprende dos especies: la calumnia verbal o directa, llamada también
formal, y la indirecta o real que algunos denominan material.

Son elementos integrantes de la primera: a) La imputación de un delito. (Imputación es la


acción y efecto de imputar; e imputar dice tanto como atribuir a un individuo determinado
una culpa, un delito o una acción).

La calumnia indirecta se perpetra mediante la simulación de las apariencias o indicios


materiales de un delito, en forma tal que resalte el propósito de implicar a una persona
determinada en la comisión del mismo. Esta simulación sustituye la denuncia o acusación
de la calumnia formal.

La consumación ocurre, respecto de la calumnia formal o directa, en el momento y en el


lugar en que la autoridad judicial o el funcionario público que tenga la obligación de
transmitir la denuncia o querella, haya recibido una u otra de éstas. La indirecta o material
se consuma cuando la autoridad judicial tiene conocimiento de las huellas simuladas.

El delito de calumnia es imputable a título de dolo genérico, representado por la voluntad


consciente y libre de denunciar o acusar a un individuo determinado, a pesar de conocer la
total inocencia del inculpado; vale decir: la acusación o denuncia debe ser mal

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intencionada, no meramente irreflexiva o imprudente. No es posible concebir la calumnia
culposa, puesto que la buena fe y el error del agente excluyen el dolo.

La disposición legal que se examina contempla tres circunstancias agravantes, aunque en


sólo dos ordinales: la primera para «cuando el delito imputado merece pena corporal que
exceda de treinta meses». La segunda, para «cuando la inculpación mentirosa ha causado la
condenación a pena corporal de menor duración: en ambos casos se impondrá al culpable
prisión por tiempo de dieciocho meses a cinco años». La tercera señala pena fija de cinco
años de prisión para cuando la pena impuesta haya sido de presidio.

Por último, el artículo 241 establece:

“Las penas establecidas en el artículo precedente, se reducirán a las dos terceras partes, si
el culpable del delito especificado se ha retractado de sus imputaciones o si ha revelado la
simulación antes de cualquier acto de enjuiciamiento contra la persona calumniada. Las
penas dichas sólo quedarán reducidas a la mitad si la retractación o revelación intervienen
antes de la sentencia que recaiga con motivo de la inculpación mentirosa.”

Al parecer, el legislador tuvo la intención de graduar la reducción de las penas según la


mayor o menor prontitud con que el calumniador se retractara de la falsa imputación o
revelara la simulación.

Del falso testimonio

El Falso Testimonio consiste en deponerse como testigo ante la autoridad judicial, para
afirmar lo falso o negar lo cierto o callar total o parcialmente lo que sepa con relación a los
hechos sobre los cuales es interrogado. También puede darse el falso testimonio contra
algún indiciado por delito o en el curso de un juicio criminal. Uno de los medios de prueba
más relevantes es la declaración de testigos, es la declaración dada por una persona en el
curso del proceso, sobre los hechos captados por los sentidos en relación al hecho punible
que se averigua sin tener el testigo ninguna relación jurídica en dicho proceso. Relevancia
que a mi modo de ver por la vulnerabilidad del ser se menoscaba ante una prueba material
propia derecho punible.

El artículo 242 del Código Penal establece:

“El que deponiendo como testigo ante la autoridad judicial, afirme lo falso o niegue lo
cierto o calle total o parcialmente lo que sepa con relación a los hechos sobre los cuales es
interrogado, será castigado con prisión de quince días a quince meses.

Si el falso testimonio se ha dado contra algún indiciado por delito o en el curso de un


juicio criminal, la prisión será de seis a treinta meses y si concurren esas dos
circunstancias, la prisión será de dieciocho meses a tres años.

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Si el falso testimonio ha sido causa de una sentencia condenatoria a pena de presidio, la
prisión será de tres a cinco años.

Si el testimonio se hubiere dado sin juramento, la pena se reducirá de una sexta parte a
una tercera parte.

De tres maneras puede ser cometido este delito: a) afirmando lo falso; b) negando lo cierto;
c) callando total o parcialmente lo que el testigo sepa acerca de los hechos sobre los cuales
es interrogado.

Afirma lo falso quien dice que es cierto un hecho distinto a la verdad, o narra cómo
verdadero un suceso que no ha ocurrido, o señala circunstancias que no se han dado.

Niega lo verdadero quien asegura que no es cierto un acontecimiento realmente ocurrido.

Calla total o parcialmente lo que sabe con relación a los hechos sobre los cuales es
interrogado, quien guarda silencio acerca de algún hecho que conoce y en general quien
dice que ignora lo que ciertamente sabe o le consta. Ese ocultamiento de lo que se sabe es
lo que la Doctrina llama reticencia. No debe confundirse esta actitud del testigo que calla,
aunque sea en parte, lo que sabe y le ha sido preguntado, con la del que pura y simplemente
se niega a declarar. La primera entraña la comisión del delito que se estudia; la segunda es
constitutiva del de negativa a servicios legalmente debidos del artículo 238.

Objeto pasivo de la tutela penal es el interés por la certeza de las declaraciones de los
testigos en los juicios, sean comunes o especiales. Para la correcta administración de
justicia se requiere la colaboración de los ciudadanos y por eso se impone a éstos el deber
de prestar sus testimonios ante la autoridad cuando ésta se los solicite.

Sujeto activo de este delito sólo puede serio el testigo, entendiendo por tal el individuo que
ha sido llamado por la autoridad judicial en dicha calidad y que, por eso mismo, se
encuentra en una relación de dependencia con dicha autoridad.

Sujeto pasivo es la sociedad que tiene interés en la certeza de los testimonios de los
deponentes, para que puedan ser apreciados como elementos de convicción para la correcta
administración de justicia, mediante la imposición de las sanciones penales o civiles que
sean procedentes.

El delito se consuma tan pronto como el testigo haya rendido su declaración, siempre que la
haya concluido, por supuesto; ya que es posible que, por confusión del propio deponente,
por haber entendido mal alguna pregunta del magistrado judicial, o por error del secretario,
o por cualquiera otra circunstancia semejante se haya estampado en el acta alguna
apreciación distinta de la realidad; y si el declarante, al ser leída aquélla manifiesta su
discrepancia y rectifica el error advertido, no habrá incurrido en falso testimonio. Conviene
advertir que si la falsa deposición fuere ratificada luego, una o más veces por el declarante,
cometería un solo delito.

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Se trata de un delito instantáneo y, por lo tanto, no es posible la tentativa.

Es también delito formal, por cuanto para su comisión no es necesario que ocasione daño
por la decisión errada del Tribunal; basta la posibilidad de producirlo. Pero no habrá delito
si la falsedad se refiere a hechos o circunstancias ajenos a la cuestión decidida.

La pena para el delito simple es la de prisión por tiempo de quince días a quince meses. Si
el falso testimonio se da contra un indiciado por delito o en el curso de un juicio criminal,
la prisión será de seis a treinta meses, y si concurren esas dos circunstancias, será de
dieciocho meses a tres años. Si el falso testimonio ha sido la causa de una sentencia a pena
de presidio, la prisión será de tres a cinco años. Si el testimonio se hubiere dado sin
juramento, la pena se reducirá de una sexta a una tercera parte.

El artículo 243 establece:

“Estará exento de toda pena por el delito previsto en el artículo precedente:”

1. El testigo que, si hubiera dicho la verdad, habría expuesto inevitablemente su propia


persona, la de un pariente cercano, amigo íntimo o bienhechor a un peligro grave, tocante
a la libertad o al honor.

2. El individuo que, habiendo manifestado ante la autoridad su nombre y circunstancias,


no debió habérsele considerado como testigo o no se le advirtió la facultad que tenía de
abstenerse de declarar.

Si el falso testimonio ha expuesto a alguna persona a procedimiento criminal o a una


condena, la pena se reducirá solamente de la mitad a las dos terceras partes.

En el ordinal 1º el legislador ha establecido incuestionablemente un caso típico de la causa


de inculpabilidad que en doctrina se conoce como «no exigibilidad de otra conducta»,
semejante a los contenidos en los artículos 240, 258 y 291, entre otros. En efecto, no es
posible pretender que una persona cualquiera que deba deponer como testigo no calle o
altere la verdad cuando, si la dijera, se expondría ella misma o expondría a un pariente
cercano, a un amigo íntimo o a un bienhechor, inevitablemente, a un peligro grave, tocante
a la libertad o al honor, bienes o intereses sociales de los más preciados del hombre,
perennemente expuestos a ser desconocidos, y no sólo en los regímenes autocráticos, como
que no siempre han sido respetados en los otros. En el ordinal 2º se contempla el caso del
deponente que se encuentre con el indiciado en cualquiera de las relaciones de parentesco.

El artículo 244 establece:

“Estará exento de toda pena con relación al delito previsto en el artículo 242: el que
habiendo declarado en el curso de un procedimiento penal, se retracte de su falso
testimonio y deponga conforme a la verdad, antes de concluirse la averiguación sumaria
por auto de no haber lugar a proseguirla o el proceso por auto de sobreseimiento fundado
en no haber méritos para cargos o antes que se descubra la falsedad del testimonio.

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Si la retractación se efectúa después, o si se refiere a una falsa deposición en juicio civil, la
pena se disminuirá de una tercera parte a la mitad, siempre que la retractación tenga
lugar antes del fallo definitivo del asunto.

Si el solo falso testimonio ha sido causa de la detención de un persona o de algún otro


grave perjuicio para la misma, únicamente se rebajará un tercio de la pena en el caso de
la parte primera del presente artículo, y un sexto en el caso del primer aparte.”

La retractación a que se refiere el artículo preinserto es la manera de reconciliarse el agente


con su conciencia, una manifestación de arrepentimiento activo. Sólo suprime la
responsabilidad, o mejor: la sanción. La culpabilidad persiste, puesto que, la aplicación de
esta eximente sólo puede encontrar lugar cuando el hecho de la falsedad esté comprobado,
tanto en su elemento material como en su elemento psíquico. Por consiguiente, el culpable
no deja de ser tal

Las disposiciones de los artículos precedentes serán también aplicables a los expertos e
intérpretes que, llamados en calidad de tales ante la autoridad judicial, den informes,
noticias o interpretaciones mentirosas, quienes serán, además, castigados con la
inhabilitación para el ejercicio de su profesión o arte, por un tiempo igual a la prisión,
terminada ésta. Tal es el texto del artículo 245.

Así como en el delito de falso testimonio el sujeto activo no puede serlo sino el individuo
llamado en calidad de testigo por la autoridad judicial, en la falsa peritación y en la falsa
interpretación, lo pueden ser considerados como posibles agentes de uno y otro delito los
que el magistrado judicial haya requerido para servir, en forma accidental, como peritos o
como intérpretes.

La disposición contenida en el artículo 245 impone el comentario, aunque sea muy breve,
de la falsa pericia y de la interpretación falsa. En estos hechos delictuosos sólo pueden ser
sujetos activos o agentes el perito o el intérprete que, llamados por la autoridad judicial en
calidad de tales, «den informes, noticias o interpretaciones mentirosas». A uno y otro de
estos posibles agentes se impondrá, además de la pena establecida en el artículo 242 para el
testigo falso, la de inhabilitación para el ejercicio de la respectiva profesión o arte, por un
tiempo igual al de la prisión, terminada ésta.

Dan informes mentirosos los peritos que consignan en los suyos pareceres insinceros,
contrarios a la realidad, a sabiendas de que no son ciertos.

Dan noticias mentirosas los peritos que afirman haber practicado exámenes que realmente
no han realizado, o haber podido comprobar hechos que no han ocurrido.

Dan interpretaciones mendaces los intérpretes que vierten del idioma extranjero al
castellano expresando el contenido del texto traducido en forma distinta a la que realmente
corresponde.

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Como prescribe expresamente la disposición en estudio, a lo delitos últimamente citados
serán aplicables las de los artículo precedentes. Esto quiere decir que con respecto a ellos
han de tenerse en cuenta las causas de impunidad y las circunstancias agravantes
establecidas para el falso testimonio.

Soborno de testigo, perito o intérprete. Establece el artículo 246:

“El que haya sobornado a un testigo, perito o intérprete, con el objeto de hacerlo cometer
el delito previsto en el artículo 242, será castigado, cuando el falso testimonio, peritaje o
interpretación se hayan efectuado, con las penas siguientes:

1. En el caso de la parte primera del citado artículo, con prisión de cuarenta y cinco
días a dieciocho meses.

2. En los casos previstos en el primer aparte de dicho artículo, con prisión de uno a tres
años, o de dos a cuatro años, respectivamente, si concurren las dos circunstancias
indicadas en el citado aparte.

3. En el caso del segundo aparte del mismo artículo, con prisión de cuatro a cinco años.

Si el falso testimonio, peritaje o interpretación han sido hechos sin juramento, la pena se
reducirá de una sexta a una tercera parte.

El que por medio de amenazas, regalos u ofrecimientos haya solamente tentado sobornar a
un testigo, perito intérprete, incurrirá en las penas establecidas en las disposiciones
anteriores, pero limitadas a una tercera parte.

Todo lo que hubiere dado el sobornador será confiscado.”

El artículo en estudio se refiere sólo al soborno de un testigo, perito o intérprete. El soborno


lo comete, pues, cualquiera que haya determinado a un testigo, o un perito o un intérprete
para que den testimonio, informe pericial o interpretación mentirosos, corrompiéndolos
mediante dádivas o promesas de utilidad o ganancia.

Este delito comprende la entrega o promesa de dinero o de alguna otra ganancia o utilidad,
y el propósito de inducir, con una u otra de aquéllas, a un testigo, a un perito o a un
intérprete, a mentir cuando rinda una declaración, un informe pericial o una traducción al
castellano de algún documento.

Con la disposición contenida en este artículo el legislador protege dichas actuaciones de las
intromisiones de particulares y aún de funcionarios públicos, contrarias a la corrección y
autenticidad de los testimonios, las experticias, y las interpretaciones, en provecho de la
más cabal administración de justicia.

El momento consumativo es el mismo en el que el sobornado rinde la declaración, el


informe pericial o la interpretación mentirosa. Como antes se dijo, para que el soborno se

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consume, es indispensable que «el falso testimonio, peritaje o interpretación se hayan
efectuado»..

De la prevaricación

La Prevaricación en el contexto de Derecho, es un delito consistente en dictar a sabiendas


una resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario. Existen diferentes y amplias
definiciones sobre el significado de Prevaricar, entre ellas: Prevaricar refiere que un
funcionario público, cometen delito en el momento del incumplimiento de sus obligaciones
específicas o en el dictado de una resolución manifiestamente injusta. También se comenta
que consiste en el incumplimiento por parte de los funcionarios públicos de sus
obligaciones específicas o en el dictado de resoluciones manifiestamente injustas,
especialmente si lo hace para obtener un beneficio propio. Como puede verse, la
Prevaricación es un delito específicamente referido a los funcionarios públicos, sin
diferencias de jerarquía ni de ningún otro tipo. Es decir, un delito que pueden cometer el
presidente de la República, Los Ministros, Los Directores y demás Funcionarios
Ministeriales, Los Diputados, El Fiscal General y Los Fiscales del Ministerio Público, Los
Gobernadores, Los Concejales, Los Jueces, El Contralor, El Defensor del Pueblo, y, sin
limitaciones, todos y cada uno de los funcionarios, cualquiera que sea su Jerarquía y su
Dependencia. Muchas veces se relaciona íntimamente la Prevaricación con el Delito de
Perjurio, y hasta se los confunde, en razón de que el Prevaricador no sólo incumple sus
funciones, sino que, además, incumple el juramento que los funcionarios, por regla general,
prestan al entrar en ejercicio de sus funciones. De modo que el Prevaricador delinque
doblemente: al incumplir sus obligaciones y al violar su propio juramento. En Venezuela el
delito de Prevaricación está previsto en el Artículo250 del Código Penal, pero sólo se lo
atribuye a abogados, apoderados y otros funcionarios dentro de un Proceso Judicial o
Administrativo. El fundamento Legal del Delito de la Prevaricación está indicado en el
Código Penal en los siguientes artículos, que mencionaremos a continuación:

Artículo 250.- “El mandatario, abogado, procurador, consejero o director que perjudique
por colusión, con la parte contraria o por otro medio fraudulento, la causa que se le haya
confiado, o que en una misma causa sirva al propio tiempo a partes de interés opuestos,
ser castigado con prisión de cuarenta y cinco días a quince meses y suspensión del
ejercicio de su profesión por tiempo igual al de la condena.

Cualquiera de los individuos arriba indicados, que después de haber defendido a una de
las partes, sin el consentimiento de ella, tome a su cargo la defensa de la parte contraria,
será castigado con prisión de uno a tres meses.”

Este tipo penal es un delito que tiene como bien jurídico protegido a la administración de
justicia, en consecuencia la comisión de dicho ilícito sólo afecta al Estado como garante de
esa función pública que se resume en impartir Justicia, no pudiendo un particular usurpar la
cualidad de víctima cuando la misma solo esta conferida al Estado Venezolano.

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Del encubrimiento

Prescribe el artículo 254 del Código Penal:

“Serán castigados con prisión de uno a cinco años los que, después de cometido un delito
penado con presidio o prisión, sin concierto anterior al delito mismo y sin contribuir a
llevarlo a ulteriores efectos, ayudan sin embargo a asegurar su provecho, a eludir las
averiguaciones de la autoridad o a que los reos se sustraigan a la persecución de ésta o al
cumplimiento de la condena y los que de cualquier modo destruyan las huellas o indicios
de un delito que merezca las antedichas penas.”

Son dos las causas de encubrimiento: el favorecimiento y la receptación, El


favorecimiento, que comprende las conductas de prestar ayuda a los delincuentes para
eludir la acción de la justicia o aprovecharse de los efectos del delito, en tanto que la
receptación consiste en «beneficiarse el encubridor por sí mismo de los referidos efectos».

Para la comisión del delito en estudio se requiere que se haya cometido con anterioridad un
delito que merezca pena de presidio o de prisión. Por delito cometido debe entenderse
delito agotado, es decir, el delito en el cual la actividad del agente ha sido plenamente
cumplida. Por consiguiente, si el delito que se encubre es uno de naturaleza permanente o
un delito continuado y un individuo interviene en aquél durante la permanencia, como si,
por ejemplo, toma a su cargo la custodia del sujeto pasivo de un secuestro, habrá coautoría
y no encubrimiento; y si en el delito continuado interviene para ayudar al sujeto activo
entre una y otra de las varias violaciones de una misma disposición legal que lo configuran,
como ocurriría cuando excitara a un sirviente doméstico que ha hurtado ya dinero a u n
patrono en varias ocasiones, para que hurte una vez más, tampoco habrá encubrimiento,
sino complicidad en el hurto.

Es indispensable, además, que no haya habido concierto anterior al delito consumado, con
el autor del mismo, y que no se contribuya a llevar dicho hecho delictuoso a ulteriores
efectos.

La acción en este delito puede consistir también en prestar ayuda para que el agente asegure
el provecho del delito, para que eluda las averiguaciones de la autoridad, para que se
sustraiga a la persecución de ésta o a la condena, mediante la destrucción o alteración de las
huellas o indicios de un delito que merezca una u otra de las predichas penas.

El texto del artículo 254 no indica a quién ha de ayudar el agente «a asegurar el provecho
del delito o a eludir las averiguaciones de la autoridad», aunque sí expresa que es a los reos
a los que ha de ayudar a que se sustraigan a la persecución de ésta o al cumplimiento de la
condena; pero el vocablo reos no se refiere propiamente a los condenados, ni a los
culpables, ni a los autores reales del delito, por cuanto el favorecido puede ser un simple
indiciado, y aun un simple sospechoso; y siempre habrá encubrimiento, porque también con
la ayuda a éstos se dificultará u obstaculizará la acción de la justicia.

No es necesario que el agente conozca al autor del delito, sino que es posible encubrir a un
desconocido. La ayuda a que se refiere la disposición legal que se examina puede ser
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prestada en cualquier forma, ya que como tal debe considerarse toda colaboración adecuada
al logro de alguno de los expresados objetivos.

De la fuga de detenidos y del quebrantamiento de condenas

Fuga. Según el artículo 258 del Código Penal: “Comete el delito de fuga «cualquiera que,
hallándose legalmente detenido, se fugare del establecimiento en que se encuentra,
haciendo uso de medios violentos contra las personas o las cosas”.

La evasión simple de un individuo legalmente detenido; es decir, la que éste realiza sin
violencia ni fractura, aprovechando el descuido o negligencia de sus carceleros o
guardianes, no configura delito alguno. El uso de medios violentos contra las personas o las
cosas son, según la legislación venezolana, condiciones objetivas de punibilidad del delito
que se examina.

Se trata, desde luego, de un delito de sujeto activo determinado, como que sólo puede ser
cometido por quien se encuentra legalmente detenido.

Del requisito ya expresado que el fugado debe hallarse legalmente detenido, se concluye,
por argumento ad contrarium, que no incurre en el delito de fuga el que, encontrándose
sometido a detención ilegal, recobra su libertad.

Con esta disposición legal el legislador protege el interés público inherente al sometimiento
de los particulares a la administración de la justicia, por la necesidad y conveniencia de que
la libertad personal de los mismos permanezca restringida en la forma que haya establecido
la autoridad competente.

El momento consumativo es aquel en que el detenido recobra su libertad, aunque el mismo


sea recapturado inmediatamente. Por tratarse de un delito material, es admisible la
tentativa, puesto que el agente puede ser sorprendido durante la ejecución del hecho, como
sería el caso de que, después de haber subido una escalera hasta alcanzar la altura del muro
perimetral del establecimiento en el cual se encuentra recluido, es obligado por los
guardianes a bajar al interior de aquél. También es admisible la frustración.

El hecho es imputable a título de dolo genérico, representado por la consciente voluntad de


evadirse del lugar en donde se encuentra recluido.

La pena es de prisión por tiempo de cuarenta y cinco días a nueve meses.

El artículo 259 establece:

“Los sentenciados que hubieren quebrantado su condena de presidio, prisión, expulsión del
espacio geográfico de la República, relegación a colonia penitenciaria, confinamiento o
arresto, y lo ejecutaren con cualquiera de las circunstancias de violencia, intimidación,

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fractura de puertas, ventanas, paredes, techo o suelo, empleo de llaves falsas, escalamiento
o cualquiera otra circunstancia agravante que no sea la simple fuga, sufrirán, según la
naturaleza y número de estos hechos concomitantes, una a agravación de pena de la misma
especie, entre una quinta y una cuarta parte de la principal, a juicio del Tribunal.

Si la fuga se hubiere efectuado sin ninguna de las circunstancias a que se contrae el


párrafo anterior, la agravación de la pena no pasará de una octava parte de la principal.
Si la condena quebrantada fuere la de expulsión del espacio geográfico dela República, el
condenado, que en todo caso será puesto fuera de ella, lo será a su costa, si tuviere
bienes.”

Las condenas cuyo quebrantamiento sanciona este artículo son las consistentes en las penas
privativas de la libertad: presidio, prisión y arresto; y las restrictivas de ella: expulsión del
territorio de la República, relegación a colonia penitenciaria y confinamiento. Las penas
privativas de la libertad y la de relegación a colonia penitenciaria se quebrantan mediante la
fuga o evasión; la de confinamiento, con la salida de la jurisdicción del Municipio señalado
en la sentencia que aplique dicha pena, el cual ha de estar a no menos de cien kilómetros de
distancia del lugar en donde se haya cometido el delito; y la de expulsión, con el regreso al
territorio nacional antes del vencimiento del tiempo por el cual ha sido impuesta la sanción.

El artículo 260 establece:

“Los inhabilitados políticos o para ejercer profesiones, o los destituidos que ejercieren el
empleo o profesión contra el tenor de la sentencia, serán condenados, como agravación de
pena, a un arresto de uno a doce meses o a una multa de quinientas unidades tributarias
(500 U.T.) a mil quinientas unidades tributarias (1500 U.T.), a juicio del Tribunal.”

“El artículo 261 establece: Si el quebrantamiento de la condena fuere en el caso de


suspensión de empleo, el recargo de pena será una multa entre doscientas cincuenta
unidades tributarias (250 U.T.) y un mil unidades tributarias (1.000 U.T.). Y el artículo
262 dispone que «si lo fuere en los casos de sujeción a la vigilancia de la autoridad
pública o de caución, en el primero, por recargo de pena, se aumentará el tiempo de
vigilancia, y en el otro el tiempo de arresto si lo hubiere, hasta una tercera parte de estas
mismas penas, a juicio del Tribunal.”

La acción consiste en quebrantar la condena, y esto ocurre cuando el condenado a presidio,


prisión, relegación a colonia penitenciaria, confinamiento o arresto, se fuga del
establecimiento penal en el que estuviere recluido, de la colonia en la cual estuviese
relegado o del Municipio al que haya sido confinado; cuando el expulsado del territorio de
la República haya vuelto a él; cuando el inhabilitado político o para ejercer su profesión o
el destituido ejerzan el empleo o la profesión, «contra el tenor de la sentencia»; cuando el
suspendido del empleo ejerza éste antes de haber transcurrido el tiempo de la condena,
cuando el sometido a la vigilancia de la autoridad no dé cuenta a los Jefes Civiles o
Prefectos de los Municipios donde resida o por donde transite, de su salida y llegada a
éstos, o cuando el condenado a dar caución, no la preste.

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Establece el artículo 265: “El funcionario público que, encargado de la conducción o
custodia de un detenido o sentenciado, procure o facilite de alguna manera su evasión,
será penado con presidio por tiempo de dos a cinco años.

Si para procurar o facilitar la evasión, el culpable coopera en los actos de violencia de que
habla el artículo 258, o si para ello ha dado armas o instrumentos o no ha impedido que se
le suministren, la pena será de tres a seis años de presidio, si la evasión se efectúa; y de
uno a tres años en caso contrario.

Cuando la evasión se haya verificado por negligencia o imprudencia del funcionario


público, éste será castigado con prisión de dos meses a un año y si el evadido estaba
cumpliendo pena de presidio, la pena será de seis a dieciocho meses.”

Para la imposición de la pena siempre se tomarán en cuenta la gravedad del hecho


imputado y la naturaleza y duración de la pena que aún falta por cumplirse.

El sujeto activo ha de ser funcionario público al que, en atención a ese carácter, le haya sido
confiada la conducción o custodia de un detenido o sentenciado.

Establece el artículo 267: “El funcionario público que, encargado de la custodia o


conducción de algún detenido o sentenciado le permita, sin estar para ello autorizado,
salir ni aun temporalmente del lugar en que deba permanecer detenido o del lugar en que
deba sufrir su condena, será castigado con prisión de quince días a seis meses. En el caso
de que, por causa de aquel permiso, el detenido o sentenciado llegue a fugarse, la prisión
será de tres meses a dos años.”

El sujeto activo de este delito sólo puede serlo un funcionario público que haya sido
encargado de la custodia o conducción de un detenido o sentenciado; y la acción consiste
en permitir a uno u otro de éstos, sin estar facultado para ello, que salga, aunque sea
temporalmente, del lugar en que debe permanecer detenido o del lugar en que debe cumplir
su condena.

De la prohibición de hacerse justicia por sí mismo

Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su
derecho. Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales El acceso
a la justicia se encuentra garantizado a nivel constitucional.

Artículo 26 de la CRBV. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de


administración de justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos
o difusos; a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión
correspondiente.

El artículo 270 del Código Penal establece:

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“El que, con el objeto sólo de ejercer un pretendido derecho, se haga justicia por sí mismo,
haciendo uso de violencia sobre las cosas, cuando podía haber ocurrido a la autoridad,
será castigado con multa de doscientos cincuenta unidades tributarias (250 U.T.) a dos mil
unidades tributarias (2.000 U.T.).

Si el culpable se valiera de amenazas o violencia contra las personas, aunque no haya


empleado violencia sobre las cosas será castigado con prisión de uno a seis meses o
confinamiento de tres meses a un año.

Si la violencia se ha cometido con armas será castigado con el duplo de la pena


establecida.

Y si resultare cometida lesión personal o algún otro delito, será castigado con la pena
correspondiente a estos hechos punibles.

Si el hecho no fuere acompañado de otro delito enjuiciable de oficio, no se procederá sino


a instancia de parte.”

El agente debe obrar con el solo objeto de ejercer un pretendido derecho. El derecho puede
no existir en el patrimonio de aquél, si cree de buena fe, si tiene la convicción de que le
pertenece. Es lo que la doctrina llama fumus boni buril, o sea «humo de un derecho justo».

El calificativo mencionado quiere decir que el derecho que el agente pretende ejercer se le
ha discutido. Un derecho que nadie discute no puede calificarse de pretendido, puesto que
no ha dado lugar a controversia alguna.

La cosa que sea objeto de la violencia debe encontrarse en posesión de otro, lo que quiere
decir que no cometería el delito de hacerse justicia por sí mismo el individuo que ejerciese
violencia sobre cualquier objeto que posee de manera exclusiva. En cambio, sí incurriría en
él quien tomara por la fuerza alguna cosa suya que esté siendo poseída por otro.

Cuando no se cumpla el expresado requisito, vale decir: cuando el agente no obre «con el
objeto sólo de ejercer un pretendido derecho», como sería si actúa con el propósito de
causar daño, o por venganza, aquél no incurriría en el delito en estudio, sino en el de daño,
que sería agravado, en la segunda hipótesis, cuando la venganza se dirija contra un
funcionario público, a causa de sus funciones.

Se requiere además, para la existencia de este delito, que el agente haya podido ocurrir a la
autoridad. Si no ha tenido posibilidad de hacerlo así, no será culpable de hacerse justicia
por sí mismo.

El delito es, en principio, de acción privada pues, salvo cuando el delito esté acompañado
de otro enjuiciable de Oficio, no se procederá sino a instancia de parte.

Sujeto activo de uno y otro de los delitos tipificados en el artículo 270, puede ser
cualquiera, incluso el propietario sobre las cosas que le pertenecen.

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Sujeto pasivo es siempre y necesariamente el Estado, es decir la administración de justicia.

El momento consumativo ocurre cuando el agente se ha hecho justicia por sí mismo,


cuando ha ejercido el derecho que pretende tener, por medio de violencia sobre las cosas o
contra las personas. Poco importa que alcance o no el fin perseguido, porque, como ya se
dijo, el delito se consuma al suplantar el agente, con su acción arbitraria, la administración
de justicia.

El ejercicio legítimo de un derecho es una causa de justificación y, por ende, una eximente
de responsabilidad penal.

Para que proceda la precitada justificante no basta con acreditar la titularidad del derecho
subjetivo; es menester, además, que tal derecho sea ejercido por la vía establecida en el
ordenamiento jurídico.

Por ello, es lógico que el artículo 271 del Código Penal establece:” Cuando el culpable del
delito previsto en el artículo precedente, compruebe la existencia del derecho con que
procede, se disminuirá la pena de un tercio a la mitad.”

Como puede observarse, la norma preinserta establece, sólo, una atenuante de


responsabilidad penal, porque, aunque el agente ha demostrado que es titular del derecho
ejercido, lo ha actualizado arbitrariamente

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CONCLUSIÓN
Los órganos de Justicia cumplen un papel fundamental en dictar las sentencias
apropiadas para cada caso, por ello es importante que existan normas, reglamentos y
sanciones que hagan poner en vigor la Ley, ya que si no se hiciera adecuadamente muchos
delitos quedarían impunes y quizás muchas personas inocentes pagarían delitos que no han
cometido.

Después de investigar y analizar los delitos contra la administración de justicia y las


diferentes sanciones establecidas en las leyes para las personas que incurran en estos delitos
sean estos funcionarios públicos o cualquier otra persona que en algún caso obstaculice la
administración de justicia, resulta interesante saber que por lo menos teóricamente tanto los
Funcionarios Públicos, como el Estado y toda persona que incurra en estos delitos tienen
una suerte de responsabilidad ante los Venezolanos, sería muy gratificante asistir a
cualquier instancia Pública y conseguirse un funcionario que respete los principios
fundamentales que señala nuestra Constitución, estos deberían regir en todo momento el
comportamiento de dichos Funcionarios, estos principios son la honestidad, participación,
celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y responsabilidad en el
ejercicio de la función pública

La administración de justicia depende no sólo de la aplicación objetivada las leyes,


sino de la conducta de los funcionarios, agentes y empleados públicos. Esta debe
sustentarse en forma permanente en los principios éticos y morales en los que se basa la
“vocación de servicio” para salvaguardar y evitar contrariar el interés público cuya
protección, promoción y defensa les ha sido asignadas de la seriedad y rectitud en el
ejercicio o la realización de acciones en el marco de los deberes y responsabilidades del
estado. Debe hacerse realidad el aforismo de Hegel: el Estado es la realidad de la idea
moral.

Una de las más completas definiciones de corrupción, es la que propone Saltos


Galarza (1999) que la presenta como un sistema de comportamiento de una red en la que
participan un agente (individual o social) con intereses particulares y con poder de
influencia para garantizar condiciones de impunidad, a fin de lograr que un grupo investido
de capacidad de decisión de funcionarios públicos o de personas particulares, realicen actos
ilegítimos que violan los valores éticos de honradez, probidad y justicia y que pueden
también ser actos ilícitos que violan normas legales, para obtener beneficios
Económicos o de posición política o social, en perjuicio del bien común.

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BIBLIOGRAFÍA

-Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


- Ley Orgánica del Poder Judicial
- Código Penal Venezolano
- Código Orgánico de Justicia Militar
- Ley Contra la Corrupción

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