Anda di halaman 1dari 25

INTRODUCCION

La Administración, como instrumento esencial de todo Estado para desarrollar sus políticas,
es uno de los elementos más determinantes a la hora de conseguir la justicia para los ciudadanos,
evitando que éstos se vean tratados de forma distinta por circunstancias ajenas a las permitidas
constitucionalmente.

Cuando hablamos dela Administración de Justicia, como poder del Estado, estamos ante
una situación mucho más importante. En este ámbito, los delitos contra la Administración de
Justicia, en su heterogeneidad, son verdaderos cimientos del Estado Social y Democrático de
Derecho, pues en ellos se sustenta la posibilidad de evitar una actuación penalmente responsable de
una persona que contaminaría el buen nombre dela Justicia.

En la actualidad, por desgracia, hemos vuelto a retomar estos temas con fuerza, por las
actuaciones de ciertas autoridades, funcionarios y terceras personas, que olvidan los fines dela
Justicia y actúan a favor de otra u otras personas determinadas, utilizando su posición para cargar
sobre la política o la economía.
DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO
COMO BASE LEGAL LA CONSTITUCION

La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en su Artículo 255 establece lo


siguiente.

“….Los Jueces o Juezas son personalmente responsables, en los términos que determine la Ley, por
error, retardo u omisiones injustificados, por la inobservancia sustancial de las normas procesales,
por denegación, parcialidad y por los delitos de cohecho y prevaricación en que incurran en el
desempeño de sus funciones…”

La Constitución en conjunto con otras regulan la actuación del Estado en todos aquellos casos en
los cuales deba dirimir un conflicto de intereses y, en ese sentido, constituye una garantía para todos
los ciudadanos. Siendo así, la consecución de la verdad la razón de ser del proceso, resulta lógico
que el legislador proteja sólidamente la regularidad década acto procesal. No podemos pensar que
tan importante función estatal pueda ser impedida en detrimento de la justicia; indudablemente,
cualquier comportamiento en ese sentido es antijurídico y como tal debe ser sancionado.

Es importante resaltar que el artículo 216 del Código Penal tipifica como Delito la perturbación del
normal funcionamiento de los órganos judiciales, políticos, electorales o administrativos,
legítimamente constituidos. Asimismo, la Ley Orgánica del Poder Judicial al referirse a los Delitos
Contrala Administración de Justicia, específicamente en su Artículo 110, establece: “El que
mediante violencia, intimidación o fraude impida u obstruya la ejecución de una actuación judicial
o del Ministerio Público será sancionado
Con prisión de 3 meses a 6 años”.

Como podemos observar, el Ordenamiento Jurídico Venezolano contiene normas que aseguran la
debida materialización de todo acto Procesal ejecutado por autoridades legítimamente constituidas.
Es importante que tanto los Funcionarios Públicos como los Ciudadanos, conozcan la relevancia de
dichas normas legales para que, de esa manera, el Estado pueda cumplir sus objetivos.

El Ministerio Público está obligado a velar por el estricto cumplimiento de la Constitución y las
leyes; en consecuencia, con fundamento en las citadas normas legales, debe ejercer las acciones
necesarias para sancionar cualquier conducta que pretenda menoscabar tan importante función
pública.

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO


COMO BASE LEGAL LA LEY CONTRA LA CORRUPCION

La Ley Contra la Corrupción conocida comúnmente como Ley anticorrupción establece en sus
Artículos 83, 84, 85, 86 y 50, los delitos contra la administración de justicia. Se dice que el Juez que
omita o rehúse decidir, so pretexto de oscuridad, insuficiencia, contradicción o silencio de esta Ley,
será penado con prisión de uno (1) a dos (2) años. Si obrare por un interés privado, la pena se
aumentará al doble.

También hace mención que el Juez que viole esta Ley o abuse de poder, en beneficio o perjuicio de
un procesado, será penado con prisión de tres (3) a seis (6) años.
Se habla a su vez acerca del Juez que retarde la tramitación del proceso con el fin de prolongar la
detención del procesado o de que prescriba la acción penal correspondiente, será penado con prisión
de dos (2) a cuatro (4) años; igual pena le corresponderá a las personas que hubieren intervenido en
el delito de calidad de cooperadores inmediatos. Igualmente, todo Funcionario Público de
Instrucción, o de Policía Judicial que, en el ejercicio de sus funciones, tuviere conocimiento de
algún hecho punible por el cual ordene esta Ley proceder de oficio y omita o retarde indebidamente
dictar las actuaciones correspondientes o dar parte de ello a la autoridad competente, será
sancionado con suspensión del cargo por seis(6) meses, sin goce de sueldo y, en caso de gravedad o
de reincidencia reiterada, con destitución, previo procedimiento disciplinario, en ambos casos, por
la Dirección Ejecutiva de la Magistratura del Tribunal Supremo de Justicia, si es empleado judicial
o por la autoridad competente, si es algún órgano de policía.

Las personas que ejerzan los cargos de fiscales o representantes del Ministerio Público, que
dolosamente no interpongan los recursos legales, no ejerzan las acciones penales o civiles, o no
promuevan las diligencias conducentes al esclarecimiento de la verdad, a la rectitud de los
procedimientos, al cumplimiento de los lapsos procesales y de la protección debida al procesado,
serán penados con prisión de dos (2) a cuatro (4) años.

El Funcionario Público que por sí mismo o por interpuesta persona, se contravenga a lo consagrado
en el Artículo 145 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, siempre y cuando
se demostrare su Influencia o injerencia en el proceso de contratación, o contrate con sociedades
mercantiles que tengan su domicilio fiscal o constitución en países donde no se guarden las
formalidades y prerrequisitos de ley consagrados en la legislación nacional, será penado con prisión
de tres (3) aséis (6) años. Igual pena será aplicada a las personas involucradas en el Proceso de
contratación.

Los Funcionarios o Empleados Públicos y los particulares están obligados a rendir declaración de
los hechos que conozcan y a presentar a la Contraloría General de la República o a sus delegados, al
Ministerio Público al órgano jurisdiccional competente, según el caso, libros, comprobantes y
documentos relacionados con el hecho que se averigua, sin observar lo pautado en el Título VII de
la Ley Orgánica de la Administración Pública. Cuando se tratare de inspección de cartas,
telegramas, papeles privados y cualquier otro medio de correspondencia o comunicación, se
procederá de Conformidad con lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, el Código Civil y el Código Orgánico Procesal Penal.

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO


COMO BASE LEGAL LA LEY ORGANICA DEL PODER JUDICIAL

La Ley Orgánica del Poder Judicial establece en los artículos 109 y 110 sanciones para las personas
que cometan Delitos contra la Administración de Justicia Estableciendo así, en los Artículos 109 y
110.

En su Artículo 109establece: El que con violencia o intimidación intente influir en quien sea
denunciante, parte o imputado, abogado, jurado, escobino, intérprete o testigo en una causa para
que modifique su actuación procesal, será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años.
Si el autor del hecho alcanza su objetivo se impondrá la pena incrementada en una cuarta parte.
Iguales penas se impondrán a quien realice cualquier acto atentatorio contrala vida, integridad,
libertad, libertad sexual o bienes, como represalia contralas personas citadas en este artículo, por
su actuación en un proceso judicial, sin perjuicio de la pena correspondiente a la infracción de que
tales hechos sean constitutivos.

Mientras que en su Artículo 110 complementa que: El que mediante violencia, intimidación o
fraude impida u obstruya la ejecución de una actuación judicial o del Ministerio Público, será
sancionado con prisión de

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA TENIENDO


COMO BASE LEGAL EL CODIGO PENAL VENEZOLANO

En el Código Penal Venezolano en su Libro Segundo, Título IV de los Delitos Contra la


Administración de Justicia en sus Capítulos del I al Viciamos inclusive, encontramos treinta y
cuatro (34) artículos donde estipulan describen estos tipos de delitos:

1- La Negativa a Servicios Legalmente Debidos Art.238


2- La Simulación de Hechos Punibles Art.239
3- La Calumnia Art.240
4- El Falso Testimonio Art.242 Al 249
5- La Prevaricación Art.250 Al 253
6- El Encubrimiento Art.254 Al 257
7- La Fuga de Detenidos y del Quebrantamiento de Condenas Art.258 al 269
8-De la Prohibición de Hacerse Justicia por Si Mismo Art.270 y 271

De la Negativa a Servicios Legalmente Debidos


(Excusa de comparecencia sin motivo justificado)

Este delito se encuentra tipificado en el Título IV, Capítulo I, Artículo 238, del Código Penal
venezolano vigente, dicho capítulo consta de un sólo artículo, relativamente extenso, concebido en
los términos siguientes:

“Todo individuo que llamado por la autoridad judicial, en calidad de testigo, experto, médico,
cirujano o intérprete, se excuse de comparecer sin motivo justificado, será castigado con prisión de
quince días a tres meses. El que habiendo comparecido rehúse sin razón legal sus deposiciones o el
cumplimiento del oficio que ha motivado su citación, incurrirá en la misma pena.

Además de la prisión se impondrá al culpable la inhabilitación en el ejercicio de su profesión o


arte por un tiempo igual al de la prisión, terminada ésta.

Las penas establecidas en este artículo no se aplicarán sino en los casos en que disposiciones
especiales no establezcan otra cosa.”

El sujeto activo de este delito ha de ser, necesariamente, uno de los funcionarios públicos
temporales: testigo, experto, médico, cirujano o intérprete.

Testigo es el individuo que, por haber estado presente en el lugar dónde y en el momento cuándo
acaece o se produce un hecho determinado, está en condiciones de relatar la manera cómo se ha
desarrollado el mismo.
Por esta razón se atribuía antes enorme importancia a la prueba testimonial; pero los sicólogos han
sostenido en nuestro tiempo que la de testigos es, de todas las pruebas, la menos digna de crédito.
En efecto, aunque se trate de personas veraces y honestas, son muchas las circunstancias que
pueden influir en sus facultades psíquicas para que rindan testimonios manifiestamente contrarios a
la realidad. La memoria falla con harta frecuencia, y los testigos, sin proponérselo, narran hechos
que sólo en su imaginación han ocurrido.

Experto es el individuo de reconocida competencia en una ciencia, arte, industria o cualquier otro
tipo de conocimiento, capaz, por esto mismo, de dictaminar ante un juez acerca de un determinado
hecho que se investiga judicialmente, relacionado con su actividad.

Médico es el individuo que, mediante los estudios correspondientes, ha alcanzado los


conocimientos y el título requeridos para ejercer la ciencia y arte de precaver y curar los males
corporales y psíquicos del hombre. En pocas palabras, es el egresado de una facultad de medicina.

Cirujano es el que profesa la cirugía y, según el significado de ésta, el facultativo especializado en


curar las enfermedades por medio de intervenciones ejecutadas con las manos o utilizando
determinados instrumentos. Tradicionalmente el título que confieren las facultades de medicina de
las universidades venezolanas es el de Médico-Cirujano.

En cuanto al intérprete. Según esa definición, «Interprete es el que explica o declara el sentido de
alguna cosa, y el que traduce de una lengua en otra». En el aspecto judicial, la función del intérprete
se confunde con la del traductor.

Son dos las hipótesis previstas en la disposición legal en estudio, a saber: el desacato de la orden de
la autoridad judicial por parte del ciudadano que ha sido llamado por ella en cualquiera de las
calidades indicadas y la negativa a rendir el informe pericial, la declaración o la interpretación que
requiera dicha autoridad, sin causa alguna que justifique tal omisión. En la primera, el sujeto no
comparece ante el magistrado que ordena la citación; en la segunda, concurre al Tribunal en la
oportunidad que le ha sido señalada, pero se niega a rendir la declaración, a practicar la experticia o
a traducir algún documento o la exposición de un deponente, según la actuación de que se trate.

En uno y otro caso se impondrá al culpable, junto con la prisión por tiempo de quince días a tres
meses, la inhabilitación en la profesión o arte por un tiempo igual al de la pena mencionada, desde
que ésta termine. Pero estas sanciones «no se aplicarán sino en los casos en que disposiciones
especiales no establezcan otra cosa».

La persona llamada por la autoridad judicial en calidad de testigo, si se excusa de comparecer sin
motivo justificado, o si, habiendo comparecido, se niega, sin razón legal, a rendir su declaración,
viola ciertamente un deber ciudadano, pues con una u otra de esas actitudes negativas dificulta o
entorpece la actividad de los Tribunales de Justicia, y en los procesos de carácter penal su conducta
puede acarrear la condena de un inocente o la impunidad de un culpable.

El interés social protegido por esta disposición legal es el relacionado con la correcta y eficaz
administración de justicia, para la cual es preciso asegurar la honesta y decidida colaboración de los
ciudadanos.

El delito es imputable a título de dolo genérico, representado por la libre y consciente voluntad de
regir la comparecencia ante la autoridad judicial, en la primera de las hipótesis señaladas; o de
negarse a cumplir el servicio que legalmente le ha sido solicitado.
De la simulación de hechos punibles
(Objetiva y Subjetiva)

Al igual que el Tema anterior, éste consta de un sólo artículo -el 239- del Capítulo II, el cual
prescribe: “Cualquiera que denuncie a la autoridad judicial o a algún funcionario de instrucción un
hecho punible supuesto o imaginario, será castigado con prisión de uno a quince meses. Al que
simule los indicios de un hecho punible, de modo que dé lugar a un principio de instrucción, se le
impondrá la misma pena.

El que ante la autoridad judicial declare falsamente que ha cometido o ayudado a cometer algún
hecho punible, de modo que dé lugar a un principio de instrucción, a menos que su declaración sea
con el objeto de salvar algún pariente cercano, amigo íntimo o a un bienhechor, incurrirá
igualmente en la propia pena.

Este delito es afín al de calumnia, pero establece seguidamente que estos dos delitos «se
diferencian entre sí por características clarísimas». «Cuando alguien -agrega- por fines privados,
denuncia falsamente que ha sido víctima de un delito, pero sin hacer recaer la acusación sobre
individuos determinados y sin la intención de hacer condenar a un inocente, tenemos el título
especial de simulación de delito» En cambio, como se expresará luego, si el hecho delictuoso
simulado se imputa a una persona determinada con la intención de hacerla condenar, sabiéndola
inocente se comete el delito de calumnia.

La simulación de hecho punible puede ser objetiva y subjetiva. La primera se clasifica en directa o
formal, que ocurre cuando el agente informa o comunica a la autoridad judicial o a algún
funcionario de instrucción, un delito supuesto o imaginario, vale decir: que no ha sucedido; e
indirecta o material, que es la cometida por quien simula los indicios de un hecho punible de modo
que dé lugar a un principio de instrucción.

La simulación formal comprende: 1º) una denuncia formulada ante la autoridad judicial o ante un
funcionario de instrucción. 2º) La declaración ante la autoridad o el funcionario predicho de que se
ha cometido un delito que en realidad no ha sido consumado. Debe ser «un delito supuesto o
imaginario», como dice la disposición legal en estudio.

Supuesto es lo falso, lo fingido; Imaginario, lo que sólo existe en la imaginación. Y el delito


denunciado será imaginario, según, tanto si el hecho que lo constituye no se ha efectuado de
ninguna manera, como si el denunciado es esencialmente distinto del hecho perpetrado.

En la simulación real o material el sujeto activo ha de simular las huellas de un delito, debiendo
entenderse por éstas los rastros materiales que ordinariamente quedan en el lugar en donde se
perpetra un hecho delictuoso, como sangre, las señales de haberse arrastrado un cadáver, fractura de
una puerta, ganzúa o el instrumento llamado pata de cabra o bien cizallas, o escalas de cuerdas, etc.
Simular dice tanto como fingir, aparentar. Simular los indicios de un delito quiere decir dar
apariencia de dichos indicios a lo que en modo alguno puede tenerse como tales. Se requiere,
además, en la última de las expresadas simulaciones, que los indicios simulados presenten tal grado
de verosimilitud que den lugar a un principio de instrucción. Si no llega a iniciarse la averiguación,
porque los rastros fingidos sean por demás burdos, como cuando se deja en un lugar adecuado,
cubierto de sangre uno de esos cuchillos de plástico, flexible, con los que juegan los chicos, o si el
líquido rojo con el que se ha querido representar la sangre tiene el olor característico de anilina, o si
por cualquier otro medio se descubre que aquéllos son fingidos, no podrá considerarse consumada
la simulación. El principio de instrucción sumarial constituye una condición objetiva de punibilidad.

Tanto la simulación formal o directa, como la indirecta o material, son delitos de sujeto activo
indeterminado: «Cualquiera que…» dice el artículo que es objeto del presente comentario.

El objeto específico que este artículo protege es el interés por el funcionamiento útil de la autoridad
judicial y el mantenimiento del acatamiento debido a esa misma autoridad, porque él tiende a
impedir que, mediante simulaciones de algún despreocupado, pueda ser determinada aquélla a la
averiguación de un delito que no ha sido perpetrado.

En el aparte del artículo precitado se establece que “el que ante la autoridad judicial declare
falsamente que ha cometido o ayudado a cometer algún hecho punible, de modo que dé lugar a un
principio de Instrucción, a menos que su declaración sea con el objeto de salvar a algún pariente
cercano, un amigo íntimo o a su bienhechor incurrirá igualmente en la propia pena”.

Este es el delito de simulación subjetiva, que la doctrina llama autocalumnia, porque el agente se
atribuye haber cometido él mismo, o haber ayudado a cometer un hecho punible. Si la autocalumnia
se comete con el objeto de salvar a un pariente cercano, a un amigo íntimo o a un bienhechor, no
será punible, o por mejor decir: no constituirá delito alguno.

La simulación formal y la real o material se consuman en el mismo momento en que el agente


formula la denuncia de que se ha cometido un delito que en realidad no se ha ejecutado, sino que ha
sido supuesto o imaginado por él, o cuando son advertidos o descubiertos los indicios o huellas de
ese delito inexistente.

En la subjetiva, cuando el sujeto activo se atribuye falsamente la comisión de un delito o el haber


ayudado a cometerlo.

De la calumnia

Calumniar es acusar de crímenes falsos. Y tal significación tenía entonces el infinitivo mencionado.
Históricamente, la calumnia es un concepto indiferenciado que se equipara a la delación mentirosa.
En la evolución de las leyes, la calumnia va implicada en la acusación falsa y en este sentido
pueden encontrársele remotos precedentes. Se considera reo de calumnia a todo el que a sabiendas
haga ante las autoridades aseveraciones mendaces de hecho, con el fin de excitar un proceso.

El Código Penal venezolano tipifica este delito, en su artículo 240, el cual es establece siguiente:

“El que a sabiendas de que un individuo es inocente, lo denunciare o acusare ante la autoridad
judicial, o ante un funcionario público que tenga la obligación de transmitir la denuncia o querella,
atribuyéndole un hecho punible, o simulando las apariencias o indicios de un hecho punible,
incurrirá en la pena de seis a treinta meses de prisión.

EI culpable será castigado con prisión de dieciocho meses a cinco años en los casos siguientes:

1º Cuando el delito imputado merece pena corporal que exceda de treinta meses.

2º Cuando la inculpación mentirosa ha causado la condenación a pena corporal de menor


duración.
Si la condena Impuesta ha sido pena de presidio, deberá Imponerse al calumniante la pena de
cinco años de prisión.”

La disposición contenida en la primera parte del artículo 240 protege el normal funcionamiento de
los órganos del Poder Judicial, los Tribunales en lo Penal, puesto que es preciso impedir que éstos
puedan ser desviados de su fundamental función de administrar justicia, e inducidos, por la mala fe
de los particulares, a instaurar procesos infundados contra personas inocentes. En ocasiones podrá
resultar protegido también el derecho a la libertad individual de esas personas indebidamente
incriminadas.

Este interés protegido es precisamente lo que determina la distinción entre la calumnia y la


difamación, por cuanto, si bien este último delito se consuma por la imputación de un hecho
determinado capaz de exponer al desprecio o al odio público a la persona a la que aquel hecho se
imputa, sigue siendo un agravio a la personalidad moral del individuo, una ofensa a su honor o
reputación, en tanto que la calumnia -que atribuye un delito y no un simple hecho difamatorio por
grave que sea- ultraja o afrenta, a la administración de justicia.

El sujeto activo de la calumnia es indeterminado, como que puede ser cometida por cualquiera,
menos el propio denunciante, o acusador, porque si así ocurriera, se tratan a del delito de simulación
subjetiva o autocalumnia.

Esta figura penal comprende dos especies: la calumnia verbal o directa, llamada también formal, y
la indirecta o real que algunos denominan material.

Son elementos integrantes de la primera: a) La imputación de un delito. (Imputación es la acción y


efecto de imputar; e imputar dice tanto como atribuir a un individuo determinado una culpa, un
delito o una acción).

La calumnia indirecta se perpetra mediante la simulación de las apariencias o indicios materiales de


un delito, en forma tal que resalte el propósito de implicar a una persona determinada en la
comisión del mismo. Esta simulación sustituye la denuncia o acusación de la calumnia formal.

La consumación ocurre, respecto de la calumnia formal o directa, en el momento y en el lugar en


que la autoridad judicial o el funcionario público que tenga la obligación de transmitir la denuncia o
querella, haya recibido una u otra de éstas. La indirecta o material se consuma cuando la autoridad
judicial tiene conocimiento de las huellas simuladas.

El delito de calumnia es imputable a título de dolo genérico, representado por la voluntad


consciente y libre de denunciar o acusar a un individuo determinado, a pesar de conocer la total
inocencia del inculpado; vale decir: la acusación o denuncia debe ser mal intencionada, no
meramente irreflexiva o imprudente. No es posible concebir la calumnia culposa, puesto que la
buena fe y el error del agente excluyen el dolo.

La disposición legal que se examina contempla tres circunstancias agravantes, aunque en sólo dos
ordinales: la primera para «cuando el delito imputado merece pena corporal que exceda de treinta
meses». La segunda, para «cuando la inculpación mentirosa ha causado la condenación a pena
corporal de menor duración: en ambos casos se impondrá al culpable prisión por tiempo de
dieciocho meses a cinco años». La tercera señala pena fija de cinco años de prisión para cuando la
pena impuesta haya sido de presidio.
Por último, el artículo 241 establece:

“Las penas establecidas en el artículo precedente, se reducirán a las dos terceras partes, si el
culpable del delito especificado se ha retractado de sus imputaciones o si ha revelado la simulación
antes de cualquier acto de enjuiciamiento contra la persona calumniada. Las penas dichas sólo
quedarán reducidas a la mitad si la retractación o revelación intervienen antes de la sentencia que
recaiga con motivo de la inculpación mentirosa.”

Al parecer, el legislador tuvo la intención de graduar la reducción de las penas según la mayor o
menor prontitud con que el calumniador se retractara de la falsa imputación o revelara la
simulación.

Del falso testimonio

El Falso Testimonio consiste en deponerse como testigo ante la autoridad judicial, para afirmar lo
falso o negar lo cierto o callar total o parcialmente lo que sepa con relación a los hechos sobre los
cuales es interrogado. También puede darse el falso testimonio contra algún indiciado por delito o
en el curso de un juicio criminal. Uno de los medios de prueba más relevantes es la declaración de
testigos, es la declaración dada por una persona en el curso del proceso, sobre los hechos captados
por los sentidos en relación al hecho punible que se averigua sin tener el testigo ninguna relación
jurídica en dicho proceso. Relevancia que a mi modo de ver por la vulnerabilidad del ser se
menoscaba ante una prueba material propia derecho punible.

El artículo 242 del Código Penal establece:

“El que deponiendo como testigo ante la autoridad judicial, afirme lo falso o niegue lo cierto o
calle total o parcialmente lo que sepa con relación a los hechos sobre los cuales es interrogado,
será castigado con prisión de quince días a quince meses.

Si el falso testimonio se ha dado contra algún indiciado por delito o en el curso de un juicio
criminal, la prisión será de seis a treinta meses y si concurren esas dos circunstancias, la prisión
será de dieciocho meses a tres años.

Si el falso testimonio ha sido causa de una sentencia condenatoria a pena de presidio, la prisión
será de tres a cinco años.

Si el testimonio se hubiere dado sin juramento, la pena se reducirá de una sexta parte a una tercera
parte.

De tres maneras puede ser cometido este delito: a) afirmando lo falso; b) negando lo cierto; c)
callando total o parcialmente lo que el testigo sepa acerca de los hechos sobre los cuales es
interrogado.

Afirma lo falso quien dice que es cierto un hecho distinto a la verdad, o narra cómo verdadero un
suceso que no ha ocurrido, o señala circunstancias que no se han dado.

Niega lo verdadero quien asegura que no es cierto un acontecimiento realmente ocurrido.

Calla total o parcialmente lo que sabe con relación a los hechos sobre los cuales es interrogado,
quien guarda silencio acerca de algún hecho que conoce y en general quien dice que ignora lo que
ciertamente sabe o le consta. Ese ocultamiento de lo que se sabe es lo que la Doctrina llama
reticencia. No debe confundirse esta actitud del testigo que calla, aunque sea en parte, lo que sabe y
le ha sido preguntado, con la del que pura y simplemente se niega a declarar. La primera entraña la
comisión del delito que se estudia; la segunda es constitutiva del de negativa a servicios legalmente
debidos del artículo 238.

Objeto pasivo de la tutela penal es el interés por la certeza de las declaraciones de los testigos en
los juicios, sean comunes o especiales. Para la correcta administración de justicia se requiere la
colaboración de los ciudadanos y por eso se impone a éstos el deber de prestar sus testimonios ante
la autoridad cuando ésta se los solicite.

Sujeto activo de este delito sólo puede serio el testigo, entendiendo por tal el individuo que ha sido
llamado por la autoridad judicial en dicha calidad y que, por eso mismo, se encuentra en una
relación de dependencia con dicha autoridad.

Sujeto pasivo es la sociedad que tiene interés en la certeza de los testimonios de los deponentes,
para que puedan ser apreciados como elementos de convicción para la correcta administración de
justicia, mediante la imposición de las sanciones penales o civiles que sean procedentes.

El delito se consuma tan pronto como el testigo haya rendido su declaración, siempre que la haya
concluido, por supuesto; ya que es posible que, por confusión del propio deponente, por haber
entendido mal alguna pregunta del magistrado judicial, o por error del secretario, o por cualquiera
otra circunstancia semejante se haya estampado en el acta alguna apreciación distinta de la realidad;
y si el declarante, al ser leída aquélla manifiesta su discrepancia y rectifica el error advertido, no
habrá incurrido en falso testimonio. Conviene advertir que si la falsa deposición fuere ratificada
luego, una o más veces por el declarante, cometería un solo delito.

Se trata de un delito instantáneo y, por lo tanto, no es posible la tentativa.

Es también delito formal, por cuanto para su comisión no es necesario que ocasione daño por la
decisión errada del Tribunal; basta la posibilidad de producirlo. Pero no habrá delito si la falsedad
se refiere a hechos o circunstancias ajenos a la cuestión decidida.

El falso testimonio es imputable a título de dolo, que consiste en la consciente voluntad de afirmar
lo que es falso, negar lo cierto u ocultar total o parcialmente lo que se conozca acerca de los hechos
sobre los cuales es interrogado el declarante.

La pena para el delito simple es la de prisión por tiempo de quince días a quince meses. Si el falso
testimonio se da contra un indiciado por delito o en el curso de un juicio criminal, la prisión será de
seis a treinta meses, y si concurren esas dos circunstancias, será de dieciocho meses a tres años. Si
el falso testimonio ha sido la causa de una sentencia a pena de presidio, la prisión será de tres a
cinco años. Si el testimonio se hubiere dado sin juramento, la pena se reducirá de una sexta a una
tercera parte.

El artículo 243 establece:

“Estará exento de toda pena por el delito previsto en el artículo precedente:”


1. El testigo que, si hubiera dicho la verdad, habría expuesto inevitablemente su propia persona, la
de un pariente cercano, amigo íntimo o bienhechor a un peligro grave, tocante a la libertad o al
honor.

2. El individuo que, habiendo manifestado ante la autoridad su nombre y circunstancias, no debió


habérsele considerado como testigo o no se le advirtió la facultad que tenía de abstenerse de
declarar.

Si el falso testimonio ha expuesto a alguna persona a procedimiento criminal o a una condena, la


pena se reducirá solamente de la mitad a las dos terceras partes.

En el ordinal 1º el legislador ha establecido incuestionablemente un caso típico de la causa de


inculpabilidad que en doctrina se conoce como «no exigibilidad de otra conducta», semejante a los
contenidos en los artículos 240, 258 y 291, entre otros. En efecto, no es posible pretender que una
persona cualquiera que deba deponer como testigo no calle o altere la verdad cuando, si la dijera, se
expondría ella misma o expondría a un pariente cercano, a un amigo íntimo o a un bienhechor,
inevitablemente, a un peligro grave, tocante a la libertad o al honor, bienes o intereses sociales de
los más preciados del hombre, perennemente expuestos a ser desconocidos, y no sólo en los
regímenes autocráticos, como que no siempre han sido respetados en los otros. En el ordinal 2º se
contempla el caso del deponente que se encuentre con el indiciado en cualquiera de las relaciones
de parentesco.

El artículo 244 establece:

“Estará exento de toda pena con relación al delito previsto en el artículo 242: el que habiendo
declarado en el curso de un procedimiento penal, se retracte de su falso testimonio y deponga
conforme a la verdad, antes de concluirse la averiguación sumaria por auto de no haber lugar a
proseguirla o el proceso por auto de sobreseimiento fundado en no haber méritos para cargos o
antes que se descubra la falsedad del testimonio.

Si la retractación se efectúa después, o si se refiere a una falsa deposición en juicio civil, la pena se
disminuirá de una tercera parte a la mitad, siempre que la retractación tenga lugar antes del fallo
definitivo del asunto.

Si el solo falso testimonio ha sido causa de la detención de un persona o de algún otro grave
perjuicio para la misma, únicamente se rebajará un tercio de la pena en el caso de la parte primera
del presente artículo, y un sexto en el caso del primer aparte.”

La retractación a que se refiere el artículo preinserto es la manera de reconciliarse el agente con su


conciencia, una manifestación de arrepentimiento activo. Sólo suprime la responsabilidad, o mejor:
la sanción. La culpabilidad persiste, puesto que, la aplicación de esta eximente sólo puede encontrar
lugar cuando el hecho de la falsedad esté comprobado, tanto en su elemento material como en su
elemento psíquico. Por consiguiente, el culpable no deja de ser tal. Pero el Estado renuncia el jus
puniendi que le compete y se abstiene de castigarlo por razones de política criminal.

Conviene destacar que la retractación es eximente sólo en el caso del encabezamiento del artículo,
pues en los contemplados en los apartes, apenas hay lugar para las rebajas de pena que en los
mismos se indican.
Las disposiciones de los artículos precedentes serán también aplicables a los expertos e intérpretes
que, llamados en calidad de tales ante la autoridad judicial, den informes, noticias o interpretaciones
mentirosas, quienes serán, además, castigados con la inhabilitación para el ejercicio de su profesión
o arte, por un tiempo igual al la prisión, terminada ésta. Tal es el texto del artículo 245.

Así como en el delito de falso testimonio el sujeto activo no puede serlo sino el individuo llamado
en calidad de testigo por la autoridad judicial, en la falsa peritación y en la falsa interpretación, lo
pueden ser considerados como posibles agentes de uno y otro delito los que el magistrado judicial
haya requerido para servir, en forma accidental, como peritos o como intérpretes.

La disposición contenida en el artículo 245 impone el comentario, aunque sea muy breve, de la falsa
pericia y de la interpretación falsa. En estos hechos delictuosos sólo pueden ser sujetos activos o
agentes el perito o el intérprete que, llamados por la autoridad judicial en calidad de tales, «den
informes, noticias o interpretaciones mentirosas». A uno y otro de estos posibles agentes se
impondrá, además de la pena establecida en el artículo 242 para el testigo falso, la de inhabilitación
para el ejercicio de la respectiva profesión o arte, por un tiempo igual al de la prisión, terminada
ésta.

Dan informes mentirosos los peritos que consignan en los suyos pareceres insinceros, contrarios a la
realidad, a sabiendas de que no son ciertos.

Dan noticias mentirosas los peritos que afirman haber practicado exámenes que realmente no han
realizado, o haber podido comprobar hechos que no han ocurrido.

Dan interpretaciones mendaces los intérpretes que vierten del idioma extranjero al castellano
expresando el contenido del texto traducido en forma distinta a la que realmente corresponde.

Como prescribe expresamente la disposición en estudio, a lo delitos últimamente citados serán


aplicables las de los artículo precedentes. Esto quiere decir que con respecto a ellos han de tenerse
en cuenta las causas de impunidad y las circunstancias agravantes establecidas para el falso
testimonio.

Soborno de testigo, perito o intérprete. Establece el artículo 246:

“El que haya sobornado a un testigo, perito o intérprete, con el objeto de hacerlo cometer el delito
previsto en el artículo 242, será castigado, cuando el falso testimonio, peritaje o interpretación se
hayan efectuado, con las penas siguientes:

1. En el caso de la parte primera del citado artículo, con prisión de cuarenta y cinco días a
dieciocho meses.

2. En los casos previstos en el primer aparte de dicho artículo, con prisión de uno a tres años, o de
dos a cuatro años, respectivamente, si concurren las dos circunstancias indicadas en el citado
aparte.

3. En el caso del segundo aparte del mismo artículo, con prisión de cuatro a cinco años.

Si el falso testimonio, peritaje o interpretación han sido hechos sin juramento, la pena se reducirá
de una sexta a una tercera parte.
El que por medio de amenazas, regalos u ofrecimientos haya solamente tentado sobornar a un
testigo, perito intérprete, incurrirá en las penas establecidas en las disposiciones anteriores, pero
limitadas a una tercera parte.

Todo lo que hubiere d do el sobornador será confiscado.”

El artículo en estudio se refiere sólo al soborno de un testigo, perito o intérprete. El soborno lo


comete, pues, cualquiera que haya determinado a un testigo, o un perito o un intérprete para que den
testimonio, informe pericial o interpretación mentirosos, corrompiéndolos mediante dádivas o
promesas de utilidad o ganancia.

Este delito comprende la entrega o promesa de dinero o de alguna otra ganancia o utilidad, y el
propósito de inducir, con una u otra de aquéllas, a un testigo, a un perito o a un intérprete, a mentir
cuando rinda una declaración, un informe pericial o una traducción al castellano de algún
documento.

Con la disposición contenida en este artículo el legislador protege dichas actuaciones de las
intromisiones de particulares y aún de funcionarios públicos, contrarias a la corrección y
autenticidad de los testimonios, las experticias, y las interpretaciones, en provecho de la más cabal
administración de justicia.

El momento consumativo es el mismo en el que el sobornado rinde la declaración, el informe


pericial o la interpretación mentirosa. Como antes se dijo, para que el soborno se consume, es
indispensable que «el falso testimonio, peritaje o interpretación se hayan efectuado». Pero también
se dijo, ya que «el que por medio de amenazas, regalos u ofrecimientos haya solamente tentado
sobornar un testigo, perito o intérprete», será castigado también, aunque con la pena
correspondiente rebajada a la tercera parte. Esto significa que el Código venezolano admite
expresamente la tentativa.

Este delito es imputable a título de dolo específico, el cual consiste en la consciente voluntad de
ofrecer o prometer dinero u otra utilidad, con el propósito de determinar a un testigo, un perito o un
intérprete a cometer falsedad en juicio.

Dispone el artículo 247:

Si el culpable del delito previsto en el artículo precedente es el enjuiciado mismo o sus parientes
cercanos o siempre que no hubiere expuesto a otra persona a procedimientos penales o a una
condena, las penas establecidas se rebajarán de la mitad a dos tercios.

De la prevaricación

La Prevaricación en el contexto de Derecho, es un delito consistente en dictar a sabiendas una


resolución injusta una autoridad, un juez o un funcionario. Existen diferentes y amplias definiciones
sobre el significado de Prevaricar, entre ellas: Prevaricar refiere que un funcionario público,
cometen delito en el momento del incumplimiento de sus obligaciones específicas o en el dictado de
una resolución manifiestamente injusta. También se comenta que consiste en el incumplimiento por
parte de los funcionarios públicos de sus obligaciones específicas o en el dictado de resoluciones
manifiestamente injustas, especialmente si lo hace para obtener un beneficio propio. Como puede
verse, la Prevaricación es un delito específicamente referido a los funcionarios públicos, sin
diferencias de jerarquía ni de ningún otro tipo. Es decir, un delito que pueden cometer el presidente
de la República, Los Ministros, Los Directores y demás Funcionarios Ministeriales, Los Diputados,
El Fiscal General y Los Fiscales del Ministerio Público, Los
Gobernadores, Los Concejales, Los Jueces, El Contralor, El Defensor del Pueblo, y, sin
limitaciones, todos y cada uno de los funcionarios, cualquiera que sea su Jerarquía y su
Dependencia. Muchas veces se relaciona íntimamente la Prevaricación con el Delito de Perjurio, y
hasta se los confunde, en razón de que el Prevaricador no sólo incumple sus funciones, sino que,
además, incumple el juramento que los funcionarios, por regla general, prestan al entrar en ejercicio
de sus funciones. De modo que el Prevaricador delinque doblemente: al incumplir sus obligaciones
y al violar su propio juramento. En Venezuela el delito de Prevaricación está previsto en el
Artículo250 del Código Penal, pero sólo se lo atribuye a abogados, apoderados y otros funcionarios
dentro de un Proceso Judicial o Administrativo. El fundamento Legal del Delito de la Prevaricación
está indicado en el Código Penal en los siguientes artículos, que mencionaremos a continuación:

Artículo 250.- “El mandatario, abogado, procurador, consejero o director que perjudique por
colusión, con la parte contraria o por otro medio fraudulento, la causa que se le haya confiado, o
que en una misma causa sirva al propio tiempo a partes de interés opuestos, ser castigado con
prisión de cuarenta y cinco días a quince meses y suspensión del ejercicio de su profesión por
tiempo igual al de la condena.

Cualquiera de los individuos arriba indicados, que después de haber defendido a una de las partes,
sin el consentimiento de ella, tome a su cargo la defensa de la parte contraria, será castigado con
prisión de uno a tres meses.”

Artículo 251.- “Los mandatarios, apoderados o defensores especificados en el artículo precedente


que, en causa criminal y fuera de los casos previstos en el mismo artículo, perjudiquen
maliciosamente al enjuiciado que defienden, serán castigados con prisión de quince días a
dieciocho meses y suspensión del ejercicio de su profesión por tiempo igual al de la condena.

Si el defendido estaba encausado por algún delito que merezca pena corporal de treinta meses o
más, la pena de prisión será por tiempo de dieciocho meses a dos años.”

Artículo 252.- “Los Fiscales o Representantes del Ministerio Público que, por colusión con la parte
contraria o por cualquier otro motivo fraudulento, pidan indebidamente la absolución o la condena
del enjuiciado o el sobreseimiento de la causa, serán castigados con prisión de tres a dieciocho
meses.”

Artículo 253.- “Cualquiera de los individuos a que se refiere el artículo 251 que se haga entregar
de su cliente dinero u otras cosas, a pretexto de procurar el favor de testigos, peritos, interpretes,
Representantes del Ministerio Público, magistrados o conjueces que hubieren de decidir en la
causa, será castigado con prisión de uno a tres años y suspensión del ejercicio de su profesión por
tiempo igual al de la condena.”

Este tipo penal es un delito que tiene como bien jurídico protegido a la administración de justicia,
en consecuencia la comisión de dicho ilícito sólo afecta al Estado como garante de esa función
pública que se resume en impartir Justicia, no pudiendo un particular usurpar la cualidad de víctima
cuando la misma solo esta conferida al Estado Venezolano.
Del encubrimiento

Prescribe el artículo 254 del Código Penal:

“Serán castigados con prisión de uno a cinco años los que, después de cometido un delito penado
con presidio o prisión, sin concierto anterior al delito mismo y sin contribuir a llevarlo a ulteriores
efectos, ayudan sin embargo a asegurar su provecho, a eludir las averiguaciones de la autoridad o
a que los reos se sustraigan a la persecución de ésta o al cumplimiento de la condena y los que de
cualquier modo destruyan las huellas o indicios de un delito que merezca las antedichas penas.”

Son dos las causas de encubrimiento: el favorecimiento y la receptación, El favorecimiento, que


comprende las conductas de prestar ayuda a los delincuentes para eludir la acción de la justicia o
aprovecharse de los efectos del delito, en tanto que la receptación consiste en «beneficiarse el
encubridor por sí mismo de los referidos efectos».

Para la comisión del delito en estudio se requiere que se haya cometido con anterioridad un delito
que merezca pena de presidio o de prisión. Por delito cometido debe entenderse delito agotado, es
decir, el delito en el cual la actividad del agente ha sido plenamente cumplida. Por consiguiente, si
el delito que se encubre es uno de naturaleza permanente o un delito continuado y un individuo
interviene en aquél durante la permanencia, como si, por ejemplo, toma a su cargo la custodia del
sujeto pasivo de un secuestro, habrá coautoría y no encubrimiento; y si en el delito continuado
interviene para ayudar al sujeto activo entre una y otra de las varias violaciones de una misma
disposición legal que lo configuran, como ocurriría cuando excitara a un sirviente doméstico que ha
hurtado ya dinero a u n patrono en varias ocasiones, para que hurte una vez más, tampoco habrá
encubrimiento, sino complicidad en el hurto.

Es indispensable, además, que no haya habido concierto anterior al delito consumado, con el autor
del mismo, y que no se contribuya a llevar dicho hecho delictuoso a ulteriores efectos.

La acción en este delito puede consistir también en prestar ayuda para que el agente asegure el
provecho del delito, para que eluda las averiguaciones de la autoridad, para que se sustraiga a la
persecución de ésta o a la condena, mediante la destrucción o alteración de las huellas o indicios de
un delito que merezca una u otra de las predichas penas.

La ayuda del encubridor ha de ser positiva; o mejor dicho: debe consistir en una actividad, en un
hacer, y no en inactividad o en un no hacer, como que el encubrimiento es activo siempre, nunca
pasivo o inactivo.

El texto del artículo 254 no indica a quién ha de ayudar el agente «a asegurar el provecho del delito
o a eludir las averiguaciones de la autoridad», aunque sí expresa que es a los reos a los que ha de
ayudar a que se sustraigan a la persecución de ésta o al cumplimiento de la condena; pero el vocablo
reos no se refiere propiamente a los condenados, ni a los culpables, ni a los autores reales del delito,
por cuanto el favorecido puede ser un simple indiciado, y aun un simple sospechoso; y siempre
habrá encubrimiento, porque también con la ayuda a éstos se dificultará u obstaculizará la acción de
la justicia.

No es necesario que el agente conozca al autor del delito, sino que es posible encubrir a un
desconocido. La ayuda a que se refiere la disposición legal que se examina puede ser prestada en
cualquier forma, ya que como tal debe considerarse toda colaboración adecuada al logro de alguno
de los expresados objetivos.
El artículo 255 establece que

“Cuando la pena que debiera imponerse, según el artículo anterior, excediere de la mitad de la
correspondiente al delito mismo cometido por la persona a quien el encubridor trata de favorecer,
se rebajará aquélla a dicha mitad.”

En este artículo se cuidó el legislador de evitar que el encubridor fuese castigado en ningún caso
con pena que excediera de la mitad de la correspondiente al favorecido o encubierto. Acaso sin
proponérselo, estableció para el encubrimiento la reducción a la mitad de la pena asignada al delito
principal; y por ello cuando, según el artículo 254, resulta una pena mayor de la mitad del delito
cometido, deberá reducirse a ella. Si la sanción fuere menor, se aplicará sin modificación alguna.

El artículo 256 establece:

Cuando los actos previstos en el artículo 254 tengan por objeto encubrir un hecho punible, castigado
con penas distintas a las de presidio y prisión, se castigarán a aquéllos con multa de un mil unidades
tributarias (1.000 U.T.) a tres mil unidades tributarias (3.000 U.T.), si el encubrimiento fuere de los
delitos; y de cincuenta unidades tributarias (50 U.T.) a doscientas unidades tributarias (200 U.T.), si
fuere de faltas.

Luce infundada esta discriminación, pues en el Código Penal venezolano existen faltas que tienen
asignadas penas más severas que algunos delitos.

El último artículo de este Capítulo, el 257, declara no punible al encubridor de sus parientes
cercanos.

Se trata de otro caso de no exigibilidad de otra conducta que el legislador ha establecido


expresamente.

Conviene recordar aquí -según se expuso antes- que el artículo 219 determina los parientes que la
ley considera cercanos: el cónyuge, los ascendientes, los tíos y sobrinos, los hermanos y los afines
en el mismo grado.

De la fuga de detenidos y del quebrantamiento de condenas

Fuga. Según el artículo 258 del Código Penal: “Comete el delito de fuga «cualquiera que,
hallándose legalmente detenido, se fugare del establecimiento en que se encuentra, haciendo uso de
medios violentos contra las personas o las cosas”.

La evasión simple de un individuo legalmente detenido; es decir, la que éste realiza sin violencia ni
fractura, aprovechando el descuido o negligencia de sus carceleros o guardianes, no configura delito
alguno. El uso de medios violentos contra las personas o las cosas son, según la legislación
venezolana, condiciones objetivas de punibilidad del delito que se examina.

Se trata, desde luego, de un delito de sujeto activo determinado, como que sólo puede ser cometido
por quien se encuentra legalmente detenido.

Del requisito ya expresado que el fugado debe hallarse legalmente detenido, se concluye, por
argumento ad contrarium, que no incurre en el delito de fuga el que, encontrándose sometido a
detención ilegal, recobra su libertad.
Con esta disposición legal el legislador protege el interés público inherente al sometimiento de los
particulares a la administración de la justicia, por la necesidad y conveniencia de que la libertad
personal de los mismos permanezca restringida en la forma que haya establecido la autoridad
competente.

El momento consumativo es aquel en que el detenido recobra su libertad, aunque el mismo sea
recapturado inmediatamente. Por tratarse de un delito material, es admisible la tentativa, puesto que
el agente puede ser sorprendido durante la ejecución del hecho, como sería el caso de que, después
de haber subido una escalera hasta alcanzar la altura del muro perimetral del establecimiento en el
cual se encuentra recluido, es obligado por los guardianes a bajar al interior de aquél. También es
admisible la frustración.

El hecho es imputable a título de dolo genérico, representado por la consciente voluntad de evadirse
del lugar en donde se encuentra recluido.

La pena es de prisión por tiempo de cuarenta y cinco días a nueve meses.

El artículo 259 establece:

“Los sentenciados que hubieren quebrantado su condena de presidio, prisión, expulsión del espacio
geográfico dela República, relegación a colonia penitenciaria, confinamiento o arresto, y lo
ejecutaren con cualquiera de las circunstancias de violencia, intimidación, fractura de puertas,
ventanas, paredes, techo o suelo, empleo de llaves falsas, escalamiento o cualquiera otra
circunstancia agravante que no sea la simple fuga, sufrirán, según la naturaleza y número de estos
hechos concomitantes, una a agravación de pena de la misma especie, entre una quinta y una
cuarta parte de la principal, a juicio del Tribunal.

Si la fuga se hubiere efectuado sin ninguna de las circunstancias a que se contrae el párrafo
anterior, la agravación de la pena no pasará de una octava parte de la principal. Si la condena
quebrantada fuere la de expulsión del espacio geográfico dela República, el condenado, que en
todo caso será puesto fuera de ella, lo será a su costa, si tuviere bienes.”

Las condenas cuyo quebrantamiento sanciona este artículo son las consistentes en las penas
privativas de la libertad: presidio, prisión y arresto; y las restrictivas de ella: expulsión del territorio
de la República, relegación a colonia penitenciaria y confinamiento. Las penas privativas de la
libertad y la de relegación a colonia penitenciaria se quebrantan mediante la fuga o evasión; la de
confinamiento, con la salida de la jurisdicción del Municipio señalado en la sentencia que aplique
dicha pena, el cual ha de estar a no menos de cien kilómetros de distancia del lugar en donde se
haya cometido el delito; y la de expulsión, con el regreso al territorio nacional antes del
vencimiento del tiempo por el cual ha sido impuesta la sanción.

El artículo 260 establece:

“Los inhabilitados políticos o para ejercer profesiones, o los destituidos que ejercieren el empleo o
profesión contra el tenor de la sentencia, serán condenados, como agravación de pena, a un
arresto de uno a doce meses o a una multa de quinientas unidades tributarias (500 U.T.) a mil
quinientas unidades tributarias (1500 U.T.), a juicio del Tribunal.”

“El artículo 261 establece: Si el quebrantamiento de la condena fuere en el caso de suspensión de


empleo, el recargo de pena será una multa entre doscientas cincuenta unidades tributarias (250
U.T.) y un mil unidades tributarias (1.000 U.T.). Y el artículo 262 dispone que «si lo fuere en los
casos de sujeción a la vigilancia de la autoridad pública o de caución, en el primero, por recargo
de pena, se aumentará el tiempo de vigilancia, y en el otro el tiempo de arresto si lo hubiere, hasta
una tercera parte de estas mismas penas, a juicio del Tribunal.”

La acción consiste en quebrantar la condena, y esto ocurre cuando el condenado a presidio, prisión,
relegación a colonia penitenciaria, confinamiento o arresto, se fuga del establecimiento penal en el
que estuviere recluido, de la colonia en la cual estuviese relegado o del Municipio al que haya sido
confinado; cuando el expulsado del territorio de la República haya vuelto a él; cuando el
inhabilitado político o para ejercer su profesión o el destituido ejerzan el empleo o la profesión,
«contra el tenor de la sentencia»; cuando el suspendido del empleo ejerza éste antes de haber
transcurrido el tiempo de la condena, cuando el sometido a la vigilancia de la autoridad no dé
cuenta a los Jefes Civiles o Prefectos de los Municipios donde resida o por donde transite, de su
salida y llegada a éstos, o cuando el condenado a dar caución, no la preste.

Por consiguiente, el sujeto activo de todos y cada uno de estos delitos no es, entonces, un simple
detenido, sino un condenado, es decir, un individuo que se encuentra cumpliendo la pena que le ha
sido impuesta, en sentencia definitivamente firme por la autoridad judicial competente.

El artículo 263 Establece: “Aun cuando haya varios quebrantamientos de condena, en ninguno de
los casos de los artículos anteriores de este Capítulo, podrá exceder la pena corporal recargada
del tiempo de veinte años”.

Como puede observarse, en este artículo no se tipifica delito alguno; se limita sí a fijar en veinte
años el límite máximo de la pena corporal aplicable en los casos de los artículos anteriores.

El artículo 264 establece: “El que de alguna manera procure o facilite la fuga de un preso, será
penado con presidio de uno a dos años, teniéndose en cuenta la gravedad de la inculpación o
naturaleza y duración de la pena que le quede por cumplir al fugado. Si para procurar o facilitar la
evasión, el culpable ha hecho uso de alguno de los medios indicados en el artículo 258, la pena
será de dos a cuatro años de presidio, cuando la fuga se lleve a cabo; y cuando ésta no se verifique,
será de uno a dos años de presidio. En uno u otro caso deberá tener en cuenta la gravedad de la
inculpación o la naturaleza y duración de la pena aún no cumplida. Si la persona culpable es
pariente cercano del preso, la pena quedará reducida de una tercera parte a la mitad, según la
proximidad del parentesco”.

La acción consiste en procurar o facilitar la fuga de un preso. Los verbos usados por el legislador no
son sinónimos: procurar es hacer diligencias o esfuerzos para lograr una cosa; facilitar significa
hacer posible la ejecución de un hecho o la consecución de un fin. Se trata, por consiguiente, de un
delito por comisión, ya que entraña una conducta activa, un hacer: se requiere para su consumación
que se ejecute una acción. Ejemplos de esa conducta activa sería facilitar ropa corriente al recluso
condenado para sustituir el «meleco» o traje que debe llevar en el establecimiento penitenciario
entregarle una lima o una segueta para cortar los barrotes de las celdas. No se concibe la
perpetración de este delito por omisión, por no hacer.

Sujeto activo puede ser cualquiera que no sea funcionario público que tenga el encargo de conducir
o custodiar al detenido o sentenciado evadido, pues este caso está contemplado en el artículo
siguiente. Podrá serlo, en cambio, otro detenido o condenado siempre que no obre con la intención
de evadirse él mismo, porque entonces sería coautor, aunque la evasión se quede en el grado de
tentativa o de frustración.
El medio de comisión puede ser cualquiera que resulte adecuado para procurar o facilitar la fuga:
así lo establece expresamente el artículo que se examina.

El momento consumativo es el mismo en que ocurre la fuga, porque si ésta no llega a consumarse,
no podrá hablarse de evasión procurada o facilitada. Habría tentativa si se ha comenzado el proceso
ejecutivo por medios apropiados y se interrumpe sin haber realizado todo lo necesario para
consumar la evasión, por causas ajenas a la voluntad del agente; y habría frustración si, después de
haber realizado el recluso, con la colaboración del que ha procurado o tratado de facilitar la fuga,
todo lo necesario para perpetrar aquel delito, es sorprendido y capturado por algún guardián en el
instante en que se disponía a ganar la calle.

Establece el artículo 265: “El funcionario público que, encargado de la conducción o custodia de
un detenido o sentenciado, procure o facilite de alguna manera su evasión, será penado con
presidio por tiempo de dos a cinco años.

Si para procurar o facilitar la evasión, el culpable coopera en los actos de violencia de que habla
el artículo 258, o si para ello ha dado armas o instrumentos o no ha impedido que se le
suministren, la pena será de tres a seis años de presidio, si la evasión se efectúa; y de uno a tres
años en caso contrario.

Cuando la evasión se haya verificado por negligencia o imprudencia del funcionario público, éste
será castigado con prisión de dos meses a un año y si el evadido estaba cumpliendo pena de
presidio, la pena será de seis a dieciocho meses.”

Para la imposición de la pena siempre se tomarán en cuenta la gravedad del hecho imputado y la
naturaleza y duración de la pena que aún falta por cumplirse.

El sujeto activo ha de ser funcionario público al que, en atención a ese carácter, le haya sido
confiada la conducción o custodia de un detenido o sentenciado.

El artículo 266 dispone: «Las penas establecidas en los artículos precedentes se aumentarán con
una tercera parte cuando las violencias previstas en los mismos artículos se hubieren cometido con
armas o por efectos de un plan concertado o si el hecho sucede en reunión de tres o más personas».

Las circunstancias expresadas explican por sí solas la agravante establecida.

Establece el artículo 267: “El funcionario público que, encargado de la custodia o conducción de
algún detenido o sentenciado le permita, sin estar para ello autorizado, salir ni aún temporalmente
del lugar en que deba permanecer detenido o del lugar en que deba sufrir su condena, será
castigado con prisión de quince días a seis meses. En el caso de que, por causa de aquel permiso,
el detenido o sentenciado llegue a fugarse, la prisión será de tres meses a dos años.”

El sujeto activo de este delito sólo puede serlo un funcionario público que haya sido encargado de la
custodia o conducción de un detenido o sentenciado; y la acción consiste en permitir a uno u otro de
éstos, sin estar facultado para ello, que salga, aunque sea temporalmente, del lugar en que debe
permanecer detenido o del lugar en que debe cumplir su condena.
Los artículos 268 y 269 establecen una apreciable reducción de pena a la quinta parte ambos- el
primero, para cuando el fugado se constituya espontáneamente prisionero, caso en el cual la rebaja
será de cualquiera de las penas previstas en los artículos anteriores del Capítulo; el segundo, en
favor del funcionario que, siendo culpable de los hechos respectivamente previstos en el segundo
aparte del artículo 265, haya logrado, dentro de los tres meses siguientes a la fuga, la captura de los
evadidos o su presentación a la autoridad. Pero no podrán acumularse las dos reducciones, desde
luego.

De la prohibición de hacerse justicia por sí mismo

Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho.
Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales El acceso a la justicia se
encuentra garantizado a nivel constitucional.

Artículo 26 de la CRBV. Toda persona tiene derecho de acceso a los órganos de administración de
justicia para hacer valer sus derechos e intereses, incluso los colectivos o difusos; a la tutela
efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente.

El artículo 270 del Código Penal establece:

“El que, con el objeto sólo de ejercer un pretendido derecho, se haga justicia por sí mismo,
haciendo uso de violencia sobre las cosas, cuando podía haber ocurrido a la autoridad, será
castigado con multa de doscientos cincuenta unidades tributarias (250 U.T.) a dos mil unidades
tributarias (2.000 U.T.).

Si el culpable se valiera de amenazas o violencia contra las personas, aunque no haya empleado
violencia sobre las cosas será castigado con prisión de uno a seis meses o confinamiento de tres
meses a un año.

Si la violencia se ha cometido con armas será castigado con el duplo de la pena establecida.

Y si resultare cometida lesión personal o algún otro delito, será castigado con la pena
correspondiente a estos hechos punibles.

Si el hecho no fuere acompañado de otro delito enjuiciable de oficio, no se procederá sino a


instancia de parte.”

El agente debe obrar con el solo objeto de ejercer un pretendido derecho. El derecho puede no
existir en el patrimonio de aquél, si cree de buena fe, si tiene la convicción de que le pertenece. Es
lo que la doctrina llama fumus boni buril, o sea «humo de un derecho justo».

El calificativo mencionado quiere decir que el derecho que el agente pretende ejercer se le ha
discutido. Un derecho que nadie discute no puede calificarse de pretendido, puesto que no ha dado
lugar a controversia alguna.

La cosa que sea objeto de la violencia debe encontrarse en posesión de otro, lo que quiere decir que
no cometería el delito de hacerse justicia por sí mismo el individuo que ejerciese violencia sobre
cualquier objeto que posee de manera exclusiva. En cambio, sí incurriría en él quien tomara por la
fuerza alguna cosa suya que esté siendo poseída por otro.
Cuando no se cumpla el expresado requisito, vale decir: cuando el agente no obre «con el objeto
sólo de ejercer un pretendido derecho», como sería si actúa con el propósito de causar daño, o por
venganza, aquél no incurriría en el delito en estudio, sino en el de daño, que sería agravado, en la
segunda hipótesis, cuando la venganza se dirija contra un funcionario público, a causa de sus
funciones.

Se requiere además, para la existencia de este delito, que el agente haya podido ocurrir a la
autoridad. Si no ha tenido posibilidad de hacerlo así, no será culpable de hacerse justicia por sí
mismo.

El delito es, en principio, de acción privada pues, salvo cuando el delito esté acompañado de otro
enjuiciable de Oficio, no se procederá sino a instancia de parte.

Sujeto activo de uno y otro de los delitos tipificados en el artículo 270, puede ser cualquiera, incluso
el propietario sobre las cosas que le pertenecen.

Sujeto pasivo es siempre y necesariamente el Estado, es decir la administración de justicia.

El momento consumativo ocurre cuando el agente se ha hecho justicia por sí mismo, cuando ha
ejercido el derecho que pretende tener, por medio de violencia sobre las cosas o contra las personas.
Poco importa que alcance o no el fin perseguido, porque, como ya se dijo, el delito se consuma al
suplantar el agente, con su acción arbitraria, la administración de justicia.

El ejercicio legítimo de un derecho es una causa de justificación y, por ende, una eximente de
responsabilidad penal.

Para que proceda la precitada justificante no basta con acreditar la titularidad del derecho subjetivo;
es menester, además, que tal derecho sea ejercido por la vía establecida en el ordenamiento jurídico.

Por ello, es lógico que el artículo 271 del Código Penal establece:” Cuando el culpable del delito
previsto en el artículo precedente, compruebe la existencia del derecho con que procede, se
disminuirá la pena de un tercio a la mitad.”

Como puede observarse, la norma preinserta establece, sólo, una atenuante de responsabilidad
penal, porque, aunque el agente ha demostrado que es titular del derecho ejercido, lo ha actualizado
arbitrariamente

DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA MILITAR


TENIENDO COMO BASE LEGAL EL CÓDIGO
ORGÁNICO DE JUSTICIA MILITAR

Se habló en un principio que los Delitos contra la Administración de Justicia, son de gran
importancia pues afectan lo que conforman la base de un Estado Social y Democrático de Derecho,
pues se dice que este tipo de actos o hechos contaminan el proceso y el buen nombre de la Justicia.
Aunado a esto el Código Orgánico de Justicia Militar regula también los delitos Contra la
Administración de Justicia dentro de su ámbito y así lograr una armonía y no separarse de lo que la
Constitución prevé de manera general para todos los ciudadanos por igual, tanto civiles como
militares. Entre los Artículos que componen el Código Orgánico de Justicia Militar que regulan en
materia de Administración de Justicia tenemos:
Artículo 577. Cualquier funcionario de justicia militar que retarde un procedimiento, será penado
con arresto de cuatro a ocho meses. Si el delito se comete dolosamente, mediante amenaza, precio
u otra recompensa, la pena será de dos a cuatro años.

Artículo 578. Todo oficial que rehúse desempeñar un cargo de justicia militar o se inhiba sin
motivo justificado, será penado con arresto de seis meses a un año. Si este mismo hecho se comete
dolosamente o mediante amenaza, precio u otra recompensa, la pena será de cuatro seis años.

Artículo 579. Serán castigados con prisión de cuatro a seis años:


1. Los Jueces Militares que dolosamente se extralimiten en la imposición de la pena, o la impongan
al que conforme a las actuaciones procesales, aparezca inocente.
2. Los que dolosamente se nieguen a sentenciar alegando silencio, ambigüedad, deficiencia u
obscuridad en el texto legal que deban aplicar.
3. Los que obrando con dolo consignen hechos falsos de las actuaciones o adulteren la verdad
procesal.
4. Los que sustraigan, oculten o destruyan pruebas procesales.5. Los Jueces Militares que, sin el
debido decreto, ordenen la aprehensión de alguna persona, o ejecuten visitas domiciliarias
acometan cualquier otro abuso de facultades.

Artículo 580. Incurrirán en la pena de prisión de uno a tres años:


1. Los que insulten o ultrajen a un funcionario judicial militar, por razón de su cargo o en el local
del tribunal.
2. Los que impidan u obstaculicen el funcionamiento de un tribunal militar.
Artículo 581. Todo funcionario judicial militar que maltrate de hecho aun indiciado para conseguir
alguna prueba, sufrirá la pena de tres aséis años de prisión.

Artículo 582. Los funcionarios judiciales militares que exhibieren o enseñaren resoluciones o
escritos o divulguen hechos que por su naturaleza deban ser reservados, serán penados con arresto
de seis meses a un año.

Artículo 583. Los defensores que dolosamente causaren algún perjuicio a su defendido, serán
penados con prisión de tres a seis años.

Artículo 584. El Fiscal que dolosamente deje de interponer los recursos legales o promover las
diligencias conducentes al esclarecimiento de la verdad o a la rectitud de los procedimientos, será
penado con prisión de tres a seis años.

Artículo 585. Los peritos, intérpretes, defensores, Fiscales y Auditores que sin justa causa no
concurran a los tribunales militares, cuando sean llamados a prestar los servicios de sus
respectivos cargos, serán penados con arresto de seis a doce meses. En la misma pena incurrirán
los testigos que llamados a declarar, no
Comparezcan en el término fijado.

Artículo 586. El que ejerza influencia o haga presión sobre funcionarios de justicia militar para
que en los juicios se viole la ley en beneficio o en perjuicio de un acusado, será penado con prisión
de tres a seis años.

Artículo 587. Será penado con prisión de tres a seis años, el acusador cuya querella resultare
calumniosa; y con prisión de uno a tres años, cuando se separe voluntariamente del juicio antes de
la sentencia de primera instancia.
Artículo 588. Sufrirá la pena de tres a seis meses de arresto, el recusante que no haya podido
comprobar debidamente la causal derecusación.Artículo 589. Sufrirá la pena de tres a seis años de
prisión el denunciante cuya denuncia resultare dolosamente falsa.

Artículo 590. Cuando un procesado en libertad provisional bajo fianza no se presente por sí sólo ni
sea presentado por sus fiadores en la oportunidad y ante la autoridad o tribunal que ordene el
tribunal de la causa, cada uno de los fiadores será penado con arresto de tres aséis meses.
CONCLUSIÓN

Los órganos de Justicia cumplen un papel fundamental en dictar las sentencias apropiadas
para cada caso, por ello es importante que existan normas, reglamentos y sanciones que hagan
poner en vigor la Ley, ya que si no se hiciera adecuadamente muchos delitos quedarían impunes y
quizás muchas personas inocentes pagarían delitos que no han cometido.

Después de investigar y analizar los delitos contra la administración de justicia y las


diferentes sanciones establecidas en las leyes para las personas que incurran en estos delitos sean
estos funcionarios públicos o cualquier otra persona que en algún caso obstaculice la administración
de justicia, resulta interesante saber que por lo menos teóricamente tanto los Funcionarios Públicos,
como el Estado y toda persona que incurra en estos delitos tienen una suerte de responsabilidad ante
los Venezolanos, sería muy gratificante asistir a cualquier instancia Pública y conseguirse un
funcionario que respete los principios fundamentales que señala nuestra Constitución, estos
deberían regir en todo momento el comportamiento de dichos Funcionarios, estos principios son la
honestidad, participación, celeridad, eficacia, eficiencia, transparencia, rendición de cuentas y
responsabilidad en el ejercicio de la función pública

La administración de justicia depende no sólo de la aplicación objetivada las leyes, sino de


la conducta de los funcionarios, agentes y empleados públicos. Esta debe sustentarse en forma
permanente en los principios éticos y morales en los que se basa la “vocación de servicio” para
salvaguardar y evitar contrariar el interés público cuya protección, promoción y defensa les ha sido
asignadas de la seriedad y rectitud en el ejercicio o la realización de acciones en el marco de los
deberes y responsabilidades del estado. Debe hacerse realidad el aforismo de Hegel: el Estado es la
realidad de la idea moral.

Una de las más completas definiciones de corrupción, es la que propone Saltos Galarza
(1999) que la presenta como un sistema de comportamiento de una red en la que participan un
agente (individual o social) con intereses particulares y con poder de influencia para garantizar
condiciones de impunidad, a fin de lograr que un grupo investido de capacidad de decisión de
funcionarios públicos o de personas particulares, realicen actos ilegítimos que violan los valores
éticos de honradez, probidad y justicia y que pueden también ser actos ilícitos que violan normas
legales, para obtener beneficios
Económicos o de posición política o social, en perjuicio del bien común.
BIBLIOGRAFÍA

-Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


- Ley Orgánica del Poder Judicial
- Código Penal Venezolano
- Código Orgánico de Justicia Militar
- Ley Contra la Corrupción

Anda mungkin juga menyukai