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La ley de la Actividad Aseguradora vigente, es una norma que

por vía de sus vacíos permite un mayor accionar de la actividad


fiscalizadora del Estado, a través de sus funciones de policía
administrativa, siendo hoy por hoy, que existe una actividad
aseguradora cada vez más alejada de su noción de acto de
comercio prevista en el Código de Comercio y adelantada en las
leyes anteriores a la actual ley de la Actividad Aseguradora;
dicho en otras palabras existe cada vez menos libertad para el
asegurador en el contrato que está celebrando y la mayor
reserva reglamentaria del Estado por órgano de la SUDASEG de
decirle a los sujetos pasivos de la misma (es decir, las empresas
aseguradoras), que pueden y no pueden hacer, violando de
manera total el principio de reserva legal previsto en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Además del marco legal que favorece enormemente la


arbitrariedad del Estado, es imposible no hablar de la compleja
situación-país de hiperinflación que dificulta el manejo comercial
ordinario de las empresas aseguradoras, llegando a la necesidad
de contravenir el marco legal venezolano referido al control
cambiario, para hacer negocios en divisas extranjeras para así
poder subsistir ante la imposibilidad material de ajustar primas
ante la inflación y las regulaciones de la SUDASEG, trayendo
como consecuencia lógica la reducción de actividades de la
actividad y la actividad de estas aseguradoras de maneras
oscuras a la luz de la legislación cambiaria vigente en
Venezuela, la cual podría ser objeto de otro trabajo de ensayo
por sí sola. Irónico que se busque por vía de los hechos la
reducción a mínimos de la actividad aseguradora, cuando la ley
vigente busca explícitamente que la actividad aseguradora
privada se masifique a través del llamado microseguro, que no
es más que seguros de pequeña cuantía financiera para el
asegurado que buscan protegerlo de incidentes de menor
cuantía económica; actividades estas fomentadas en gran
medida por la Ley vigente y que pierden entera razón de ser por
el contexto de hiperinflación que azota a Venezuela, además de
que en el momento de su implementación implicaron debates
dentro del ramo, por lo complicado que podría llegar a ser esta
masificación, que no fue tal, como ya se dijo, por vía de los
hechos económicos que sucedieron a la entrada en vigencia de
la Ley de la Actividad Aseguradora de 2015.

Antes de la entrada en vigencia de la Ley de la Actividad


Aseguradora, existieron un conjunto de normativas legales cuyo
objetivo fue en principio la regulación de los excesos cometidos
en el marco de la crisis bancaria del año 1994. Llegando así a
una Ley de Contrato de Seguro que estableció una serie de
normativas claras para el marco de la actividad reguladora del
Estado y una serie de garantías para los aseguradores de los
límites de la actividad reguladora del Estado. Sin embargo, con
la Ley vigente, las competencias del órgano regulador fueron
aumentadas de 41 a 44 en el texto regulador actual de la
materia aseguradora, llegando incluso a extremos de poder
registrar e incautar archivos de las personas dedicadas a la
actividad aseguradora, ampliando enormemente las funciones
de policía administrativa llevadas a cabo por el Estado a través
de la Superintendencia para la Actividad Aseguradora. Muestra
está de que por medio de las competencias y potestades del
órgano regulador en materia de actividad aseguradora en
Venezuela, han ido creciendo competencias en nombre del
Estado Social de Derecho, en desmerito del ciudadano y de la
persona jurídica que pasa a ser víctima ante las actuaciones
cada vez más despóticas del Estado en su cualidad de policía
administrativo, llegando a exculpársele toda clase de defectos
en la realización de la misma como bien confirma la
jurisprudencia de la Sala Político Administrativa del Tribunal
Supremo de Justicia y especialmente, la Corte Segunda de lo
Contencioso Administrativo de Caracas.

Actualmente no se contempla regulación para el contrato de


seguro como si la existía desde el año 2001 al 2015, siendo que
en estos momentos la Superintendencia de la Actividad
Aseguradora se encuentra facultada para regular por vía de
normativas reglamentarias lo referente a esta materia, con la
consabida inseguridad jurídica que eso ha creado, ayudando
esto conjuntamente a la crisis económica que vive el país, con la
depresión que vive en estos momentos la actividad aseguradora
en Venezuela. Asimismo se habla extensivamente en la
regulación legal de la materia aseguradora vigente de controlar
y regular las tarifas de los servicios prestados por las
aseguradoras, comprometiendo enormemente su viabilidad y
obligándolas a prestar servicios no regulados expresamente,
como los seguros en divisas de los cuales ya se habló al
principio de este ensayo; trayendo como consecuencia lo
contrario a lo que se buscó con la Ley vigente, que era la
democratización de la actividad aseguradora, la cual ahora es
prácticamente al alcance de solo unas pocas personas.

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