¡Yo no la mate!, contesto el joven con voz cortante, ¡Entonces
donde está mi hija!, dijo la madre afligida que con ojos vidriosos y llorosos suplicaba compasión, el silencio sepulcral de aquel joven empezaba a desgastar la paciencia de la gente que se hallaba ahí reunida, ¡Asesino!, se oyó, el grito de una de las tantas señoras que había ahí reunidas rompió el silencio, ¡te lo suplico!, por favor dime, ¿dónde está mi hija? Volvió a decir la martirizada madre, el joven echó a llorar, su llanto inconsolable quebró a más de uno, con voz quebrada y llorosa empezó a decir “…como creen que podría hacer tal cosa, si ella era lo que más amaba en este mundo, la admiraba, era como ninguna otra, era perfecta…”, Entonces, ¿Dónde está, donde tienes a mi hija, solo dímelo que yo iré a buscarla? Suplicó el demacrado padre que furioso zamarreaba al joven, “…la tomaba de la mano, reíamos y observaba su gran belleza, me sentía el hombre más afortunado del mundo al tenerla, la besaba y con cada beso sentía estar más cerca al cielo, no entiendo cómo pueden creer que sería capaz de hacerle daño…”, entonces, ¿Dónde esta está?, dijo el padre muy alterado, ya se los dije y ustedes no me quieren creer.
“…Eran como las 12 del mediodía, caminábamos agarrados de la
mano, riéndonos de cualquier tontería, como siempre, habíamos salido a pasear y ella quería ir a la boca del sapo, yo no veía ningún peligro, había ido muchas veces a aquel lugar y jamás había ocurrido nada, pero ayer…”, el joven comenzó a llorar nuevamente, la impotencia de haber perdido a su amada le estaba desgarrando el alma, se sentía culpable, pero a la vez sabía que él no le había hecho daño a su fiel enamorada, “…ingresamos, note un aire distinto, aquel lugar no era el de siempre, empezamos a explorar los pequeños corredores que ahí existen, cuando de pronto ella soltó un grito, ¡vi a alguien!, dijo, ella retrocedió y aun cuando el corredor era muy estrecho logré pasar delante de ella, me acerque a aquel lugar en la cual ella había visto a alguien, pero no había nadie, quise hacerle una broma y le arroje un puñado de hoja de coca que habían dejado ahí, ella soltó un grito, pero no pasó nada más, volví la mirada hacia el lugar donde habían dejado las hojas de coca y en ella encontré colillas de cigarro, una botella con algún licor extraño, velas, y un líquido rojo que había sido esparcido por encima de estos, al parecer era “sangre”, sabía de los rituales que hacen los brujos y los pagapu al cerro que se hacían, pero nunca los había visto, esta era la primera vez…”
“…Sin duda alguien había estado ahí, pero me extrañaba la rauda
huida del personaje de aquel lugar, ¿Qué temía?, deje de lado aquel pensamiento y seguimos caminando, subimos la pared pedregosa y empinada y salimos por la primera puerta, la vista era genial, Huancavelica se mostraba esplendorosa y delicada, sin embargo, nuestra pequeña travesía no era suficiente para ella, así que descendimos nuevamente y nos dirigimos a la segunda puerta, los corredores eran más estrechos, así que pasamos rampando, algunas rocas se empezaban a desprender de las paredes estrechas, pero nada de que preocuparse, las linternas que habíamos llevado eran de gran ayuda, después de casi 15 minutos de recorrido por fin logramos salir por la segunda puerta, al salir se observaba un gran abismo, un solo descuido y seguramente no viviríamos para contarlo, observaba atento la sima de aquel abismo cuando de pronto ella soltó un grito nuevamente, del susto casi resbalo, pero para mí buena suerte pude mantenerme firme y en pie, gire rápidamente y ella me dijo algo turbada que había visto nuevamente a aquel personaje, un fuerte escalofrío invadió mi cuerpo, tome una piedra y con linterna en mano me acerque poco a poco al lugar donde me había señalado, ¡No había nadie!, el lugar era tan estrecho que era imposible que alguien haya salido tan rápido de aquel sombrío sector, sin embargo en el suelo de aquel lugar una colilla de cigarro aun encendido yacía misteriosamente, lo pise disimuladamente y con un poco de tierra oculte el rastro, María estaba algo nerviosa no quería asustarla más…”
“…Decidí que era hora volver, estas misteriosas apariciones eran
algo sospechosas, no quería poner en peligro a María, la quería mucho y la idea de perderla era verdaderamente terrorífica, le dije que nos fuéramos, pero justo al terminar, la tierra empezó a temblar, ¡mala suerte!, justo cuando estábamos dentro de la boca del sapo tenía que ocurrir un sismo, un gran cumulo de rocas empezó a caer, el corredor por la cual habíamos subido simplemente quedó obstruida, observe fuera de la segunda puerta de la boca del sapo y ahí no había ocurrido nada, como si el sismo hubiese sido solo dentro de los corredores, ¡Carlos mira esto!, me dijo ella, fui a verla y me lleve una gran sorpresa, el sismo había dejado al descubierto un nuevo corredor a la cual yo jamás había ingresado, había oído de una tercera puerta que salía por detrás del cerro potocchi, pero jamás había logrado encontrarla, sin embargo, la misteriosa puerta había aparecido al frente nuestro y al parecer esta era nuestra única salida, decidimos ingresar, ya que no veíamos otro escape más que ese, al ingresar note que las paredes eran distintas, las rocas que ahí habían tenían un aspecto vidrioso y transparente, la cueva parecía tener iluminación propia, debido a que la luz de las linternas que teníamos eran reflejadas por las piedras de estos corredores, caminábamos agachados, los corredores median un metro de alto aproximadamente, después de más de 20 minutos de camino observamos para sorpresa nuestra que la cueva cada vez se hacía más grande, 5 minutos más tarde observamos anonadados como un riachuelo de agua cristalina fluía de una de las paredes de aquel corredor, sedientos corrimos hacia el rio, bebimos de ella y notamos que esta estaba caliente, supuse que era el agua que alimentaba la piscina de aguas termales de San Cristóbal, el camino se tornó cuesta arriba, cada vez era más dificultoso el caminar, sin embargo no teníamos mayor remedio que seguir avanzando, de pronto, las linternas que teníamos se apagaron, quedamos a oscuras y ella empezó a llorar, tenía miedo al igual que yo, la abrace y le prometí que nada le pasaría…”
“…saqué la linterna adicional que había traído, la encendí y el
terror sacudió nuestros cuerpos, un esqueleto humano apareció frente a nosotros, me tranquilice y la tranquilice a ella, nos acercamos al esqueleto, esta estaba en una posición extraña, como si alguien hubiese tirado de ella o como si hubiese intentado escapar de algo, “ella se volvió loca” al ver que aquel esqueleto era de puro oro, intentó moverlo y no pudo, agarro una piedra e intentó romperla, y no pudo, la piedra que cogió y que era como de cristal se rompió y de ella brotó un líquido rojo como si de sangre se tratara, eso no la perturbo y siguió intentando, alumbre un poco más el corredor, y fue entonces cuando ella y yo quedamos perplejos, paredes, suelo, piedras, cada objeto que había detrás de aquel esqueleto era de oro puro, sin pensarlo ella se abalanzó, empezó a caminar más de prisa, no la reconocía, ya no era ella misma, sino que había sido poseída por la avaricia, trate de volverla en sí, y le dije que si no salíamos de aquel lugar nada de ese oro nos iba a servir, parecía haber entrado en razón, así que seguimos caminando, ella iba recogiendo pequeños trozos de oro, el caminar era cada vez más pesado por la carga que llevábamos, pero eso a ella no le importaba…”
“…Cuando creímos haberlo visto todo, una gran laguna de aguas
azules deslumbró nuestra vista, este sector era muy visible, tanto así que ya no necesitábamos la linterna para poder guiarnos, un haz de luz iluminaba aquel lugar, a lo lejos vi la salvación, un gran camino cuesta arriba culminaba seguramente en la que sería la tercera puerta, ¡estábamos salvados!, seguimos caminando con nuestra pesada carga, caminamos por la orilla de aquella hermosa laguna, cuando de pronto la tierra comenzó a temblar nuevamente, grandes rocas empezaron a caer de la parte superior de la cueva, el sismo esta vez fue más largo, empezamos a correr a duras penas, ¡Dejen el oro!, se escuchó de pronto, el personaje que había visto María en varias ocasiones estaba muy cerca de la tercera puerta y nos pedía a gritos que abandonemos el oro, yo lo hice sin dudar, deje la mochila y pude correr con más facilidad, ella no quiso, se aferró al oro de una manera impensable, tome su mano e intenté llevarla, el agua de la laguna empezó a desbordarse…”
“…empezamos a subir la cuesta, ella casi no podía caminar por el
peso, ¡el sapo se los va comer, dejen el oro!, grito nuevamente el personaje desconocido, ella no lo quiso hacer, la jale con todas mis fuerzas, pero el peso era demasiado, las piedras empezaron a ceder y la alguna empezó a tragarse cada centímetro de aquel lugar, ¡María deja el oro! Le suplique sollozando, pero ella no me hizo caso, la laguna estaba muy cerca, tocaba ya sus talones y está muy terca no dejaba el oro, la jale con todas mis fuerzas, lo intente e intente y cuando ya casi la había sacado una gran ola la arrastró…” El joven rompió en llanto, esta vez era muy doloroso verlo llorar, la gente empezó a llorar también, la madre y padre de María arrodillados se abrazaban, la plaza de San Cristóbal en la cual estaban reunidos perdió su color por el gran dolor que su gente estaba sintiendo, “… corrí para salvar mi vida, llegue a la tercera puerta y llore por mi amada María, vine camino de vuelta llorando y lamentándome y aquí me tienen, pueden hacer lo que quieran conmigo ahora, ya les dije la verdad…”, la gente que había escuchado la triste historia empezó a retirarse, el joven se quedó solo, y su llanto se prolongó hasta muy tarde, a la mañana siguiente el cuerpo del joven apareció colgado de un árbol, se había suicidado.