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OCI
La etiología de la placenta previa, es confusa, y no hay una explicación convincente que justifique
su aparición, sin embargo existen dos teorías que podrían aplicarse a esta patología.
1) La primer teoría, indica que la inserción primariamente es baja, y que subsecuentemente el cre-
cimiento placentario puede ser o centrípeto (da lugar a la placenta central) o unidireccional,
hacia la zona fúndica más ricamente vascularizada. La asociación relativa entre esta entidad y la
inserción velamentosa del cordón y la Vasa previa, está en consonancia con esta teoría.
2) La segunda teoría, indica que la inserción inicialmente estaría en el fondo, pero debido a lesio-
nes en la zona (legrados, etc.), el crecimiento sería unidireccional hacia el istmo.
Sin embargo hay casos, como las primigrávidas, en las cuales la explicación no se podría aplicar a
ninguna de estas teorías, y tendríamos que inclinarnos por una anomalía de la capacidad histolítica
del trofoblasto, lo que retardaría la implantación de la placenta, por ejemplo, y también probablemen-
te el factor genético tenga algo que ver.
Con respecto a la clínica, el hecho clínico más característico de la placenta previa es la metrorra-
gia sin dolor, en el segundo o tercer trimestre. El episodio inicial suele aparecer entre las 33 y 34 se-
manas de gestación, aunque puede presentarse raramente alrededor de las 30 semanas. El inicio
del sangrado suele ser sin causa aparente, posterior a una relación sexual, un tacto vaginal, o el ini-
cio del trabajo de parto. La sangre suele ser líquida, roja rutilante, y la cantidad inferior a 500 ml, ten-
diendo a parar el sangrado espontáneamente. El inicio del sangrado suele estar justificado por: la
formación del segmento inferior (y consecuente desprendimiento de la placenta en la zona), la Pla-
centitis (secundaria a RPM) y la simple diferencia entre el OCI y el espacio intervelloso.
Si bien el diagnóstico era radiológico, hoy en día el diagnóstico de certeza lo da la ecografía; su
rapidez, inocuidad y seguridad, la definen como técnica complementaria diagnóstica de elección. Hay
que establecer el diagnóstico diferencial con el abruptio placentae. Se debe tener en cuenta: la forma
de inicio de los síntomas, metrorragia, dolor, consistencia del útero, palpación de partes fetales, per-
cepción vaginal de la placenta (por tacto= almohadillado placentario), signos de afectación materna y
fetal.
En cuanto al tratamiento, dos hechos han mejorado el pronóstico y contribuido a reducir la morta-
lidad perinatal; por un lado el tratamiento conservador en casos de hemorragias leves, y por otro, la
intervención de la cesárea abdominal, frente al parto vaginal. Con esto, la mortalidad materna que
oscilaba en alrededor del 25-30%, ha disminuido en los últimos 5 años por debajo del 1%, y con res-
pecto de la mortalidad perinatal, del 60-70% ha disminuido a menos del 15%.
El manejo de la placenta previa debe seguir el algoritmo que se describe abajo, se debe tener
presente que el ingreso hospitalario de la paciente debe ser inmediato.
Se debe controlar al principio:
1) Signos vitales maternos.
2) Signos vitales fetales: LCF, NST (CASA).
3) Colocar PHP alternando solución fisiológica y solución de dextrosa al 5%.
4) Control de dinámica uterina.
5) Administración de profilaxis anti D si la madre es Rh (-).
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6) Laboratorio de control: hemograma, coagulograma, VDRL.
7) Solicitar sangre por lo menos 4 Unidades para reserva.
Posteriormente se debe controlar (cuando ya no haya sangrado o sea escaso):
• Control de signos vitales por turno.
• Control de la pérdida hemática.
• Coagulograma seriado si la pérdida es abundante.
• CASA cada 24 horas.
• Renovar la solicitud de sangre semanalmente, si la pérdida es muy abundante.
Ecografía
Otros diagnósticos
Placenta previa
Ingreso
Reposo
Transfusión
Estabilización
No-estabilización
Control expectante
Cesárea
Madurez fetal
Cesárea
Para realizar cualquier tratamiento, es necesario tener la certeza de que al menos 4 factores de-
ben estar presentes, de tal manera que justifiquen la conducta:
1. Que no exista contraindicación para la utilización de sustancias betamiméticas, entre las que
destacamos el desprendimiento precoz de la placenta, no siempre descartable en situaciones
clínicas como ésta.
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2. Que el hemodinamismo materno no esté afectado.
3. Que la edad gestacional sea inferior a 36 semanas.
4. Presencia de feto vivo.
El tratamiento debe integrar los siguientes lineamientos:
1- Reposo absoluto.
2- Si existen signos de hipovolemia (hipotensión, taquicardia), y hemoglobina <7 g/dl, transfusión
de concentrado de hematíes (habitualmente 2U).
3- Si existe APP, uteroinhibición con Ritodrine, Indometacina o Nifedipina. Si no hay hemorragia y
se usan ß-miméticos, hay que recordar que éstos reducen el Hto y la Hgb, por lo que pueden
dar una falsa anemia. La Indometacina, interfiere en los mecanismos de la coagulación.
4- Si la metrorragia es muy importante, la conducta es finalizar la gestación.
5- Evaluar la vía del parto:
• Placenta previa central: madurez fetal o embarazo a término, cesárea electiva.
• Placenta previa marginal: se puede intentar la vía vaginal, con una amniorrexis artifi-
cial, esta maniobra puede comprimir el borde placentario y disminuir el sangrado. Si
no ocurre esto, cesárea electiva.
• Placenta previa lateral: no hay contraindicación para el parto vaginal.
La placenta previa puede presentar las siguientes complicaciones:
1) Placenta accreta (15%).
2) RCIU (16%).
3) Malformaciones fetales (SNC, CV, SGI y sistema respiratorio).
4) Vasa previa.
5) Aumento de la Isoinmunización.
6) Complicaciones en el postparto inmediato: mayor incidencia de hemorragias y de cotiledones
aberrantes.
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