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ESCUELA PARA ANCIANOS DE CONGREGACIÓN

AÑO DE SERVICIO 2016


Orientación

*** w00 1/10 págs. 21-23 Compremos tiempo para leer y estudiar ***
Cultivemos buenos hábitos alimentarios
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Para beneficiarnos plenamente de esa “medida de víveres” suministrada al debido
tiempo, debemos adoptar buenos hábitos alimentarios. Es esencial tener un horario regular
para la lectura de la Biblia y el estudio personal, y atenerse a él. ¿Hemos adoptado buenos
hábitos de alimentación espiritual y dedicamos tiempo con regularidad al estudio personal
profundo? ¿O solo leemos superficialmente la información que se ha preparado con cuidado
para nosotros, engulléndola deprisa, por decirlo así, o incluso saltándonos algunas comidas?
Los malos hábitos de alimentación espiritual han hecho que algunos se debiliten en la fe, a
veces hasta el grado de abandonarla (1 Timoteo 1:19; 4:15, 16).
14
Hay quienes piensan que ya conocen las doctrinas básicas y que no todos los artículos
presentan algo completamente nuevo. Por lo tanto, no ven necesario el estudio sistemático
ni la asistencia regular a las reuniones. Sin embargo, la Biblia muestra que necesitamos que
se nos recuerden las cosas que ya hemos aprendido (Salmo 119:95, 99; 2 Pedro 3:1;
Judas 5). Tal como el buen cocinero prepara los mismos ingredientes básicos de muchas
maneras apetitosas, la clase del esclavo suministra el nutritivo alimento espiritual de muy
diversas formas. Incluso los artículos sobre temas que ya se han comentado con frecuencia,
contienen detalles de interés que no deberíamos perdernos. El hecho es que el grado de
aprovechamiento del estudio depende en buena medida del tiempo y el esfuerzo que
invirtamos en él.
Beneficios espirituales de la lectura y el estudio
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Los beneficios que obtenemos al leer y estudiar la Biblia son numerosos. Se nos ayuda
a cumplir una de nuestras responsabilidades cristianas básicas, a saber, la de convertirnos
todos en „trabajadores que no tienen de qué avergonzarse, que manejan la palabra de la
verdad correctamente‟ (2 Timoteo 2:15). Cuanto más leemos y estudiamos la Biblia, más se
llena nuestra mente de los pensamientos divinos. Así nos será posible „razonar con la gente
a partir de las Escrituras, explicando y probando por referencias‟ la maravillosa verdad de los
propósitos de Jehová, como lo hizo Pablo (Hechos 17:2, 3). La calidad de nuestra enseñanza
mejorará, y nuestras conversaciones, discursos y consejo serán más edificantes en sentido
espiritual (Proverbios 1:5).
16
Además, el tiempo que dedicamos a examinar la Palabra de Dios nos permite
conformar nuestra vida más de lleno a los caminos de Jehová (Salmo 25:4; 119:9, 10;
Proverbios 6:20-23). Fortalece nuestras cualidades espirituales, como la humildad, la lealtad
y la felicidad (Deuteronomio 17:19, 20; Revelación [Apocalipsis] 1:3). Cuando aplicamos el
conocimiento que obtenemos de la lectura y el estudio de la Biblia, el espíritu de Dios fluye

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libremente en nuestra vida, lo cual resulta en una mayor abundancia de los frutos del espíritu
en todo lo que hacemos (Gálatas 5:22, 23).
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Más importante aún, el tiempo que compramos de otras actividades para leer y estudiar
la Biblia mejora nuestra relación con Dios. Pablo pidió a Dios en oración que sus compañeros
cristianos estuvieran llenos „del conocimiento exacto de Su voluntad en toda sabiduría y
comprensión espiritual, para que anduvieran de una manera digna de Jehová a fin de que le
agradaran plenamente‟ (Colosenses 1:9, 10). De igual modo, para que nosotros „andemos de
una manera digna de Jehová‟, hemos de llenarnos del “conocimiento exacto de su voluntad
en toda sabiduría y comprensión espiritual”. Está claro que la bendición y la aprobación de
Jehová dependen en buena medida de la cantidad y la calidad de nuestra lectura y nuestro
estudio personal de la Biblia.

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Usemos eficazmente la TNM (con referencias) (parte 1)

*** w00 15/11 pág. 27 Lo que podemos aprender de la primera pareja humana ***
Por último, ambos fueron expulsados del jardín de Edén. Jehová dijo: “Mira que el hombre
ha llegado a ser como uno de nosotros al conocer lo bueno y lo malo, y ahora, para que
no alargue la mano y efectivamente tome fruto también del árbol de la vida y coma y viva
hasta tiempo indefinido...”. El erudito Gordon Wenham observa: “La frase queda en
suspenso”, por lo que se permite al lector que continúe el pensamiento de Dios: “lo expulsaré
del jardín”, presumiblemente. Por lo general, los escritores bíblicos consignan de manera
completa las ideas divinas. Pero en este caso, “la omisión de las palabras finales transmite la
celeridad de la acción divina. Dios ni siquiera había terminado de hablar cuando los echó del
jardín”, explica Wenham (Génesis 3:22, 23). Con aquel suceso parece haber cesado toda
comunicación entre Jehová y la primera pareja.

*** w85 1/11 pág. 28 Mayordomía moderna respecto a la Palabra Sagrada de Dios ***
En las Asambleas de Distrito “Aumento del Reino” de los Testigos de Jehová, celebradas
en el verano de 1984, se presentó una nueva edición de la Traducción del Nuevo Mundo con
referencias, en inglés. Esta edición no solo contiene una revisión del texto de la Traducción
del Nuevo Mundo, sino también 125.000 referencias marginales, o cruzadas, como ayuda
para el estudio de la Biblia. Además, hay más de 11.400 iluminadoras notas al pie de la
página, con importante información textual así como otras posibles maneras de verter ciertos
textos, lo que hace que esta Biblia con Referencias en inglés sea, en realidad, una traducción
de carácter múltiple. Hay índices de palabras de la Biblia y de palabras relacionadas con las
notas, y 43 secciones del Apéndice que dan importante información acerca de la transmisión
del texto y la autenticidad de la Biblia. Verdaderamente, esta nueva Biblia con Referencias en
inglés hace disponible al estudiante de las Sagradas Escrituras investigación bíblica al día.

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*** si Estudio número 5: El texto hebreo de las Santas Escrituras ***

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*** si págs. 325-326 párrs. 24-28 Estudio número 7: La Biblia en nuestros tiempos ***
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Algunas ventajas. Para ayudar al lector a localizar sin pérdida de tiempo toda materia
deseada, tanto la versión regular como la que tiene referencias contienen un titulillo
preparado cuidadosamente para cada página. Estos titulillos describen la materia que se
abarca debajo, y tienen especialmente el objetivo de ayudar al publicador del Reino a
localizar textos rápidamente para contestar preguntas que alguien pudiera hacerle. Para
ilustrar esto con la edición regular de 1987 en español: Uno pudiera estar tratando de
localizar consejo sobre la educación de los hijos. Al llegar a la página 851 en los Proverbios,
primero ve la frase clave: “Buen nombre”. Puesto que este es el primer titulillo, esto indica
que ese asunto aparece a principios de esa página, y ahí es donde se encuentra, en
Proverbios 22:1. El texto bíblico identificado por el siguiente titulillo: “Entrenar al muchacho”,
se encuentra después, más abajo en la página, en el versículo 6, y más adelante en la
misma página, en el versículo 15, hay otro pensamiento relacionado. Los titulillos de las
páginas pueden ser muy útiles para el publicador del Reino que tiene una idea general de
dónde están los textos que busca. Pueden hacer posible el hallar los textos bíblicos con
mayor rapidez.
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En la parte posterior de las ediciones regular y con referencias de esta Biblia hay una
sección llamada “Índice de palabras bíblicas“. Ahí se hallan miles de palabras bíblicas
importantes junto con líneas del contexto. Así hay a la mano un servicio de concordancia,
que abarca la amplia variedad de palabras nuevas y descriptivas que se usan en el texto. A
los que están acostumbrados a las traducciones tradicionales se les ayuda para que hagan
veintenas de transiciones de palabras bíblicas españolas algo antiguas a los términos
bíblicos más modernos. Considere, por ejemplo, la palabra “gracia” que usan muchas
versiones en español. Esta aparece en el índice, y se remite al estudiante a “bondad
inmerecida”, la expresión moderna que se usa en la nueva traducción. El índice de palabras
bíblicas hace posible hallar textos bíblicos para temas doctrinales clave, como “alma” o
“rescate”, lo cual hace posible un estudio en detalle directamente de los textos bíblicos. El
publicador del Reino a quien se pida que predique sobre alguno de estos asuntos
sobresalientes podría usar inmediatamente las porciones breves del contexto que se
suministran en esta concordancia. Además se dan citas principales donde aparecen nombres
propios sobresalientes, tanto geográficos como de prominentes personajes bíblicos. Así, todo
estudiante de la Biblia que usa esta traducción recibe ayuda inapreciable.
26
Un apéndice que refleja erudición ofrece información exacta adicional, provechosa para
comunicar enseñanza. Los artículos del apéndice se han dispuesto de tal manera que
puedan usarse como ayuda para explicar doctrinas bíblicas básicas y materias relacionadas.
Por ejemplo, al tratar sobre el asunto “alma”, el apéndice, bajo ocho encabezamientos
diferentes, enumera textos bíblicos que muestran los diversos usos de la palabra “alma”
(hebreo: né·fesch). También se suministran diagramas y mapas en el apéndice. La Biblia con
Referencias contiene un apéndice más extenso, así como útiles notas a pie de página que

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suministran información textual importante con sencillez. Así que la Traducción del Nuevo
Mundo es sobresaliente por la variedad de servicios que suministra para poner rápidamente
a disposición de sus lectores conocimiento exacto.
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Ayuda para pronunciar los nombres bíblicos. En el texto mismo en inglés, todas las
ediciones de la Traducción del Nuevo Mundo suministran ayuda para pronunciar los nombres
propios. El sistema es igual al que diseñó un experto para la Revised Standard Version de
1952. El nombre propio se divide en sílabas separadas por un punto o por el acento
ortográfico (ʹ). El acento va después de la sílaba a la cual debe darse mayor énfasis al
pronunciar la palabra. Si la sílaba acentuada termina en vocal, entonces la pronunciación de
la vocal es larga. Si una sílaba termina en consonante, entonces la vocal de esa sílaba se
pronuncia corta.
28
Para un ejemplo de esto, note Job 4:1 en la Traducción del Nuevo Mundo en inglés. Ahí
se habla de “Elʹi·phaz the Teʹman·ite”. Aunque el acento en ambos casos cae en la primera
sílaba, la letra “e” ha de pronunciarse de manera diferente en estos dos casos. En “Elʹi·phaz”
el acento que va después de la consonante “l” hace corta la vocal “e”, como en la palabra
inglesa “end”. Mientras que en “Teʹman·ite”, el acento que se pone directamente después de
la vocal “e” la hace larga, como la primera “e” en la palabra inglesa “Eden”. Cuando las
vocales “a” e “i” se combinan, como en “Morʹde·cai” en Ester 2:5 y “Siʹnai” en Éxodo 19:1, el
diptongo “ai” se pronuncia simplemente como una “i” larga.

*** si pág. 331 Estudio número 8: Ventajas de la “Traducción del Nuevo Mundo” ***
SE INDICA EL PLURAL
19
En algunas traducciones modernas al inglés se han conservado las formas más
antiguas de la segunda persona singular “thee”, “thou” y “thy” en los casos en que se habla a
Dios. No obstante, en la Biblia, en sus idiomas originales no se usaba ninguna forma especial
del pronombre personal para dirigirse a Dios; se usaba la misma forma que se empleaba
cuando alguien hablaba a su prójimo. De modo que la Traducción del Nuevo Mundo en
inglés ha eliminado esos usos que ahora son hipócritamente devotos, y emplea el pronombre
de la conversación normal en cada caso. Para distinguir la segunda persona plural, “you”, de
la segunda persona singular, que también es “you”, y para diferenciar verbos cuyo número
plural no se manifiesta con claridad en inglés, esas palabras en plural se escriben del todo en
versalitas (mayúsculas de igual tamaño que las minúsculas). Al lector (de inglés) le es útil
saber si un texto bíblico dado se refiere a “you” (tú o usted) como individuo o a “YOU”
(ustedes o vosotros) como grupo de personas, una congregación.
20
Por ejemplo, en Romanos 11:13 Pablo habla a muchos: “Ahora les hablo a ustedes (en
inglés: YOU) los que son gentes de las naciones”. Pero en el versículo 17 el griego cambia al
singular “tú”, y la aplicación pasa deliberadamente al individuo: “Sin embargo, si algunas de

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las ramas fueron desgajadas, pero tú [you] [...] fuiste injertado [...]”. En la Traducción del
Nuevo Mundo en español no ha sido necesario tomar estas medidas, excepto que la forma
plural “ustedes” se ha preferido a “vosotros” por su uso más extenso en países de habla
española.

*** yb06 pág. 11 Aspectos sobresalientes del año pasado ***


En vista de estos factores y otros más, el Cuerpo Gobernante ha dado instrucciones para
que se dedique más atención a la traducción de la Biblia. En la actualidad, la Traducción del
Nuevo Mundo ya está disponible en 35 idiomas, y la Traducción del Nuevo Mundo de las
Escrituras Griegas Cristianas, en otros veinte. Pero, además, hay 33 equipos de traducción
en todo el mundo que están trabajando en la Biblia, diecinueve de ellos en las Escrituras
Hebreas, once en las Escrituras Griegas Cristianas y tres en la Biblia con referencias. Los
equipos de traducción de la Biblia se componen normalmente de entre tres y seis personas.
El empleo de métodos avanzados y de programas informáticos que facilitan la traducción ha
permitido que algunos equipos terminen las Escrituras Griegas Cristianas en menos de dos
años.

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Siervos de Dios ordenados y organizados

*** w13 15/7 págs. 21-22 ¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”? ***
¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8
El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra.
A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y se les ha encomendado que “„declaren en público
las excelencias‟ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por
esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente
en enseñar la verdad a sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9
¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es
que no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de
creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son
siervos ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y
apoyan con lealtad las instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en
proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas
humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor.
11:3; 14:34).
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de
alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño
grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento
espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos
ungidos que constituyen el esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy,
ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más
de una persona, la palabra esclavo está en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo
Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera conjunta.

*** w93 1/4 págs. 28-30 Sea feliz y organizado ***


Sea feliz y organizado

Si somos organizados, realizaremos bien nuestras tareas. Y si somos eficientes,


sacaremos el mejor partido de nuestro tiempo y recursos. (Gálatas 6:16; Filipenses 3:16;
1 Timoteo 3:2.) Claro que la organización y la eficiencia no son todo en la vida. El salmista
escribió por inspiración: “¡Feliz es el pueblo cuyo Dios es Jehová!”. (Salmo 144:15.) Sin
embargo, resulta un tanto difícil ser felices y también organizados en todo lo que hacemos.
Organizados y felices

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Jehová Dios es el mejor ejemplo de buena organización. Todas sus creaciones evocan
orden y precisión, sean estas organismos unicelulares o complejas criaturas vivas, átomos
microscópicos o inconmensurables galaxias. Sus leyes universales permiten que planeemos
con confianza nuestra vida. Nadie duda de que el sol saldrá todas las mañanas, o de que el
verano seguirá al invierno. (Génesis 8:22; Isaías 40:26.)
Pero Jehová no es solo un Dios de orden; es “el Dios feliz”. (1 Timoteo 1:11; 1 Corintios
14:33.) Su felicidad puede percibirse en la creación. Gatitos juguetones, hermosas puestas
de sol, apetitosos alimentos, música que satisface el espíritu, trabajo animador y muchas
otras cosas que demuestran que Dios se propuso que disfrutáramos de la vida. Lejos de ser
restricciones molestas, las leyes que Jehová ha dictado son medidas de protección para
nuestra felicidad.
Jesucristo imita a su Padre. Es “el feliz y único Potentado”, y se comporta exactamente
igual que Jehová. (1 Timoteo 6:15; Juan 5:19.) Cuando colaboró con su Padre en la creación,
fue más que un “obrero maestro” eficiente. Fue feliz al hacer su trabajo, y estuvo „alegre
delante de Jehová todo el tiempo, pues estuvo alegre por el terreno productivo de su tierra, y
las cosas que fueron el objeto de su cariño estuvieron con los hijos de los hombres‟.
(Proverbios 8:30, 31.)
Nosotros también debemos reflejar esa misma bondad, alegría y cariño por la gente en
todo lo que hacemos. Algunas veces, no obstante, pudiera ser que, intentando ser eficientes,
olvidáramos que „andar ordenadamente por el espíritu‟ de Dios supone manifestar los frutos
de su espíritu. (Gálatas 5:22-25.) Por tanto, sería conveniente que nos preguntáramos cómo
podemos ser a la vez organizados y felices tanto al realizar nuestras actividades personales
como al dirigir la labor de otros.
No sea cruel consigo mismo
Reflexione en el buen consejo que se da en Proverbios 11:17. El escritor inspirado nos
dice primero que “un hombre de bondad amorosa está tratando recompensadoramente con
su propia alma”. Luego hace este contraste: “Pero la persona cruel está acarreando
extrañamiento a su propio organismo”. La versión de La Casa de la Biblia (1992) traduce así
este versículo: “El hombre compasivo se hace bien a sí mismo, el cruel, en cambio, provoca
su propio daño”.
¿Cómo pudiera alguien ser cruel consigo mismo sin siquiera darse cuenta? Una manera
es teniendo buenas intenciones, pero estando completamente desorganizado. ¿Con qué
resultados? Dice un experto que “un lapso mental, un expediente mal archivado, una
instrucción no muy clara o un recado telefónico mal anotado son fallos insignificantes
comparables a termitas que carcomen los soportes mismos de la eficiencia y arruinan las
mejores intenciones”. (Teach Yourself Personal Efficiency [Aprenda a ser eficiente].)

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Lo anterior concuerda con lo que dijo el escritor inspirado: “El que se muestra flojo en su
trabajo... hermano es del que causa ruina”. (Proverbios 18:9.) En efecto, las personas
desorganizadas e ineficientes pueden causarse calamidad y ruina a ellas mismas y a otros.
Por eso, a menudo se las evita y, por su pereza, terminan excluidas de casi todo círculo
social.
¿Un perro vivo, o un león muerto?
Pero uno puede también ser cruel consigo mismo si se fija normas demasiado altas. El
escritor que citamos antes añade que pudiéramos ponernos “una norma de perfección tan
inalcanzable” que “con el tiempo acabásemos sufriendo angustia y decepción”. Por más
organizado y eficiente que sea un perfeccionista, nunca se siente verdaderamente feliz.
Tarde o temprano termina angustiándose.
De modo que si tendemos a ser perfeccionistas, nos ayudará recordar que “un perro vivo
está en mejor situación que un león muerto”. (Eclesiastés 9:4.) Puede que no nos matemos
literalmente esforzándonos por alcanzar cierta perfección utópica, pero sí podemos
desgastarnos y perjudicarnos gravemente. Según una autoridad en este campo, esto implica
“agotamiento físico, emocional, espiritual, intelectual y hasta hastío por la gente”. (Job Stress
and Burnout.) El que alguien se agotara así en pos de metas inalcanzables sería una manera
de ser cruel consigo mismo y de privarse inevitablemente de la felicidad.
Trátese de manera recompensadora
Recuerde: “Un hombre de bondad amorosa está tratando recompensadoramente con su
propia alma”. (Proverbios 11:17.) Nos tratamos de manera recompensadora si nos fijamos
metas realistas y razonables, teniendo presente que el Dios feliz, Jehová, conoce nuestras
limitaciones. (Salmo 103:8-14.) Seremos felices si aceptamos estas limitaciones y luego
hacemos “lo sumo posible”, de acuerdo con nuestras circunstancias, por cumplir bien
nuestros compromisos. (Hebreos 4:11; 2 Timoteo 2:15; 2 Pedro 1:10.)
Por supuesto, siempre existe el peligro de ir al otro extremo: ser demasiado bondadosos
con nosotros mismos. Nunca olvidemos la respuesta de Jesús al consejo que el apóstol
Pedro le dio en un momento crítico que exigía resolución: “Sé bondadoso contigo mismo,
Señor”. Tan peligroso consideró Jesús el razonamiento de Pedro, que le respondió: “¡Ponte
detrás de mí, Satanás! Me eres un tropiezo, porque no piensas los pensamientos de Dios,
sino los de los hombres”. (Mateo 16:22, 23.) El que tratemos recompensadoramente con
nuestra alma no debe dar pie nunca a que adoptemos una actitud descuidada e indulgente,
pues tal comportamiento también pudiera robarnos la felicidad. Lo que necesitamos es evitar
el fanatismo y ser razonables. (Filipenses 4:5.)
Trate a otros de manera recompensadora

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Es probable que los escribas y los fariseos contemporáneos de Jesús pensaran que eran
muy eficientes y organizados. En cuanto a su modo de adorar, A Dictionary of the Bible dice:
“Habían convertido cada mandamiento bíblico en un laberinto de reglas escrupulosas.
Ningún cambio de circunstancias podía alterarlas; a todo judío se le exigía, de manera
inexorable, obediencia absoluta hasta al más ínfimo detalle de la Ley [...]. Aquellos detalles
legalistas fueron multiplicándose hasta convertir la religión en un oficio, y la vida, en una
carga insoportable. Los hombres llegaron a ser autómatas morales, sin conciencia; el poder
vivo de la palabra de Dios se había restringido y sofocado bajo aquella gran cantidad de
reglas eternas”.
No es de extrañar que Jesucristo los condenara: “Atan cargas pesadas —dijo— y las
ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren
moverlas”. (Mateo 23:4.) Los ancianos amorosos evitan cargar al rebaño con una multitud de
reglas y normas intolerantes. Lejos de ello, tratan al rebaño de Dios de manera
recompensadora imitando el bondadoso y estimulante ejemplo de Cristo Jesús. (Mateo
11:28-30; Filipenses 2:1-5.)
Aun cuando se multipliquen sus responsabilidades de organización, los ancianos
amorosos nunca deben perder de vista el hecho de que están tratando con personas,
personas a quienes Dios ama. (1 Pedro 5:2, 3, 7; 1 Juan 4:8-10.) Nunca han de concentrarse
tanto en asuntos o procedimientos de organización que descuiden su papel primordial de
pastores, guardianes y protectores del rebaño. (Proverbios 3:3; 19:22; 21:21; Isaías 32:1, 2;
Jeremías 23:3, 4.)
Por ejemplo, si nos concentráramos demasiado en horarios y cifras, pudiéramos perder
interés en el bienestar de los demás. Piense en un conductor de autobús que considera que
su deber primordial es atenerse con eficiencia a su horario pase lo que pase. Su única
preocupación es ir de la primera parada de la ruta a la última en el tiempo asignado.
Lamentablemente, desde su punto de vista los pasajeros son un estorbo. Son lentos y
desorganizados, y siempre llegan a la parada justo cuando él arranca. En vez de pensar que
el propósito de su trabajo es servir a los pasajeros, los ve como un estorbo para la eficacia y
los evita.
Interésese en la persona
La eficacia fría suele pasar por alto las necesidades de las personas. Los más débiles e
ineficientes pueden ser vistos como cargas. Cuando esto sucede, las consecuencias pueden
ser graves. Por ejemplo, en Esparta, antigua ciudad estado de Grecia, a los niños que nacían
débiles y enfermizos se les dejaba morir, porque nunca serían soldados fuertes y eficientes
que pudieran defender un estado fuerte y eficiente. Dice el filósofo Bertrand Russell: “Cuando
nacía un hijo, el padre lo llevaba ante los mayores de su familia para que lo examinasen; si
era sano se lo devolvían para que lo criase; si no, lo arrojaban a un profundo pozo”. (Historia
de la filosofía occidental, traducción de Julio Gómez de la Serna y Antonio Dorta.)

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En aquel despiadado estado predominó la austeridad y la rigidez, no la felicidad.
(Compárese con Eclesiastés 8:9.) Y es muy probable que las autoridades espartanas
vivieran convencidas de que su concepción de la eficiencia tenía razón de ser, pero aquella
conducta carecía por completo de compasión y bondad. Su camino no era el de Dios. (Salmo
41:1; Proverbios 14:21.) Los superintendentes de la congregación cristiana, por el contrario,
siempre han tenido presente que todas las ovejas de Dios son preciosas a su vista, y por eso
tratan a cada una de ellas de manera recompensadora. No solo se ocupan de las
99 saludables, sino también de la débil o de la que sufre trastornos emocionales. (Mateo
18:12-14; Hechos 20:28; 1 Tesalonicenses 5:14, 15; 1 Pedro 5:7.)

*** w91 15/3 págs. 9-11 El carro celestial de Jehová en marcha ***
Ruedas dentro de ruedas
6
Había otro detalle extraordinario. Cada rueda tenía una rueda dentro... una del mismo
diámetro y transversal a la rueda base. Solo así podía decirse que las ruedas “iban en sus
cuatro lados respectivos” (versículo 17). Las ruedas podían cambiar de dirección
instantáneamente porque había un lado de las ruedas hacia cada dirección. Las ruedas
ajustaban la dirección de su movimiento a la que tomaban los cuatro querubines. Sobre las
cuatro ruedas, la carrocería del carro de Dios podía transportarse sostenida invisiblemente,
como lo hace una poderosa embarcación que, sostenida por un colchón de aire, se desliza
rápidamente sobre el agua.
7
¿De dónde venía este poder de las ruedas de ajustarse a todos los movimientos de los
cuatro querubines? Del espíritu santo del Dios Todopoderoso. El versículo 20 dice:
“Adondequiera que el espíritu se inclinaba a ir, ellas iban [...] El espíritu de la criatura viviente
estaba en las ruedas”. La misma fuerza activa invisible de Dios que estaba en los querubines
se hallaba en aquellas ruedas.
8
Se hace referencia a las ruedas por el término “rodaje”. (Ezequiel 10:13.) Es patente que
se las llama así por lo que hace cada rueda. Se mueve mediante rodar. El designar así esta
parte del carro celestial destaca la velocidad con que se mueve este vehículo. Aunque sus
ruedas se movían tan rápidamente, siempre podían ver el camino en que iban, por la plenitud
de ojos que tenían.
9
Pero alcemos la mirada ahora y veamos qué hay más arriba de estas cuatro altísimas
ruedas de rápido movimiento. El versículo 22 del capítulo 1 de Ezequiel dice: “Y sobre las
cabezas de las criaturas vivientes había la semejanza de una expansión como el chispear de
hielo sobrecogedor, extendida sobre sus cabezas por encima”. La expansión, aunque sólida,
era translúcida, “como el chispear de hielo sobrecogedor”. Chispeaba como miles de
diamantes al dar el sol contra ellos. Sí; ¡una vista muy impresionante!

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El glorioso Conductor del carro
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Evidentemente el carro se detiene para que su Conductor hable a Ezequiel. Por encima
de la expansión hay algo semejante a un trono con la apariencia del zafiro, o de color azul
intenso. Sobre el trono hay Alguien cuya apariencia es como la de un hombre terrestre. La
forma humana era la mejor manera de ayudar a Ezequiel a comprender esta manifestación
divina. Pero aquella forma humana está envuelta en gloria, de modo que resplandece como
el electro, una brillante aleación de plata y oro. ¡Qué refulgente belleza! Desde la cintura de
esta forma semejante a la de un hombre, esta elegante gloria se extiende tanto hacia arriba
como hacia abajo. Por lo tanto toda aquella forma estaba rodeada de gloria. Esto indica que
Jehová es indescriptiblemente glorioso. Además, el Conductor del carro va acompañado de
un hermoso arco iris. ¡Qué calma y tranquilidad comunica un arco iris después de una
tormenta! Por esa actitud de calma, Jehová mantiene en perfecto equilibrio sus atributos de
sabiduría, justicia, poder y amor.
11
El carro y el trono de Jehová están rodeados de luz y hermosos colores. ¡Qué contraste
con Satanás, el príncipe de las tinieblas y de lo oculto! ¿Y cómo afectó todo esto a Ezequiel?
“Cuando llegué a verla —dice—, entonces caí sobre mi rostro, y empecé a oír la voz de uno
que hablaba.” (Ezequiel 1:28.)
Lo que representó el carro
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¿Qué representa este carro maravilloso? A la organización celestial de Jehová Dios.
Está compuesta de todas sus santas criaturas celestiales de la región invisible: serafines,
querubines y ángeles. Puesto que Jehová es el Dios Altísimo, todas sus criaturas de espíritu
—celestiales— están sujetas a él, y él las conduce en el sentido de que las domina
benévolamente y las utiliza según su propósito. (Salmo 103:20.)
13
Jehová conduce a esta organización como si estuviera en un carro, y la mueve hacia
donde Su espíritu la impele. La organización no está en desenfreno, sin control ni supervisión
inteligente. Dios no deja que esta organización vaya en cualquier dirección que ella quiera ir;
más bien, ella sigue las direcciones de él. Juntos, todos los que la componen se mueven
adelante en unidad hasta el logro pleno de los objetivos de Dios. ¡Qué maravillosa
organización celestial se revela en esta visión del carro celestial de cuatro ruedas de Jehová
en marcha! En conformidad con esto, se representa a la organización de Jehová como una
estructura cuadrada, en perfecto equilibrio.
Nombrado atalaya
14
Pero ¿a quién representa el profeta Ezequiel? Por los hechos de la historia está claro
que el grupo de los testigos de Jehová ungidos por espíritu ha estado asociado con el carro
celestial. Por eso, Ezequiel es una buena representación del resto ungido de los testigos de
Jehová desde 1919. Espiritualmente, la organización celestial de Dios se comunicó con el
resto ungido en aquel año, para revivificarlos como testigos de Jehová para todo el mundo.

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(Compárese con Revelación 11:1-12.) En aquel tiempo esa organización semejante a un
carro estaba en marcha, tal como lo está hoy. De hecho, sus ruedas de progreso se mueven
más rápidamente que nunca. ¡Jehová se transporta adelante con rapidez!
15
Ezequiel quiso saber por qué había llegado este carro celestial hasta donde él y se
había detenido allí. Supo esto cuando oyó la voz de Aquel que estaba sentado sobre el carro.
Ezequiel se postró ante la grandeza de este impresionante espectáculo. Escuche mientras la
voz del Conductor del carro celestial dice: “Hijo del hombre, plántate sobre tus pies para
hablar contigo”. (Ezequiel 2:1.) Jehová entonces comisiona a Ezequiel para que sirva de
atalaya y dé advertencia a la casa rebelde de Israel. Hasta se le comisiona a hablar en el
nombre de Dios. El nombre de Ezequiel significa “Dios Fortalece”. Así que Dios ha fortalecido
a la clase Ezequiel y los ha enviado al nombrarlos atalaya para la cristiandad.
16
La visión del carro celestial fue importante y asombrosa para Ezequiel, pero también lo
preparó para efectuar su comisión de atalaya que diera advertencia sobre la venidera
destrucción de Jerusalén. Lo mismo ha sido cierto respecto a la clase del atalaya hoy. Su
entendimiento de la visión del carro celestial de Jehová en marcha ha tenido un profundo
efecto en el resto ungido. En 1931 el resto ungido aprendió más sobre la visión de Ezequiel,
como se reveló en Vindicación (el primer tomo). En aquel tiempo el resto ungido se llenó de
tan profundo aprecio que desde el número del 15 de octubre de 1931 hasta el del 1 de
agosto de 1950 el diseño de la portada de La Atalaya mostró en su esquina superior derecha
un dibujo que presentaba el concepto de un artista de la visión que se le dio a Ezequiel del
carro celestial. Así, la clase Ezequiel ha cumplido con la comisión que se le dio, y ha estado
sirviendo de atalaya, dando la advertencia divina. ¡Nunca había estado más cerca el tiempo
de la ardiente destrucción de la cristiandad por Jehová entronizado en su carro celestial!

***od 6-11, 18-26, 29, 44-49 (Vease en la aplicación JW Library o en la versión


impresa)***

*** jl lección 22 ¿Qué se hace en una sucursal? ***


Lección 22
¿Qué se hace en una sucursal?

Los miembros de la familia Betel trabajan en diversos departamentos con el fin de apoyar la
predicación en uno o más países; puede ser traduciendo, imprimiendo, encuadernando,
almacenando publicaciones o realizando producciones de audio y video, entre otras cosas.
Un Comité de Sucursal supervisa las actividades. El Cuerpo Gobernante delega el
funcionamiento de las sucursales en comités compuestos de tres o más ancianos bien
capacitados. Estos lo mantienen informado sobre los avances en su región y los problemas

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que puedan surgir, lo que le permite determinar qué temas se tratarán en futuras
publicaciones, así como en reuniones y asambleas. Periódicamente, el Cuerpo Gobernante
envía representantes a las sucursales para proporcionar a los Comités de Sucursal pautas
que les ayuden a cumplir su comisión (Proverbios 11:14). Durante la visita se celebra una
reunión especial en la que el representante de la central mundial pronuncia un discurso para
estimular a quienes viven en el territorio de la sucursal.
Se brinda apoyo a las congregaciones. En la sucursal se aprueba la formación de
congregaciones. También se dirigen las labores de los precursores, los misioneros y los
superintendentes de circuito del territorio. Se organizan asambleas, se coordina la
construcción de Salones del Reino y se envían publicaciones a las congregaciones. Todo lo
que se realiza en una sucursal contribuye a llevar a cabo la predicación de manera
sistemática (1 Corintios 14:33, 40).
▪ ¿Cómo apoyan los Comités de Sucursal al Cuerpo Gobernante?
▪ ¿Qué actividades se realizan en una sucursal?
[Ilustración y recuadro de la página 25]
PARA SABER MÁS
Quien así lo desee puede hacer un recorrido guiado en cualquiera de nuestras sucursales de
lunes a viernes. ¿Por qué no nos visita? Recuerde venir arreglado como si fuera a una
reunión. Verá cómo se fortalece su fe al conocer el lugar que nosotros llamamos Betel.

*** ks10 2:3, 6-9 (Vease el ejemplar personal impreso o la versión electrónica en PDF
y/o EPUB)***

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Reuniones cristianas que incitan al amor y las obras excelentes

*** w12 15/4 págs. 30-31 Jehová nos resguarda para la salvación ***
DIOS NOS SOSTIENE DÁNDONOS ÁNIMO
14
David afrontó muchas circunstancias difíciles en la vida (1 Sam. 30:3-6). Las palabras
que escribió bajo inspiración muestran que Jehová era muy consciente de sus sentimientos
(léanse Salmo 34:18 y 56:8). Y claro, también está al tanto de los nuestros. Cuando nos
invade la tristeza y estamos ―quebrantados de corazón‖ o ―aplastados en espíritu‖, él se
acerca a nuestro lado. Esto en sí ya nos reconforta, como le sucedió a David, quien dijo en
uno de sus cánticos: ―Estaré gozoso y me regocijaré en tu bondad amorosa, puesto que has
visto mi aflicción; has sabido acerca de las angustias de mi alma‖ (Sal. 31:7). Pero Dios
no solo conoce nuestros problemas, sino que nos sostiene dándonos consuelo y ánimo.
Y uno de los medios que emplea para ello son las reuniones cristianas.
15
La experiencia de Asaf nos ayuda a comprender uno de los beneficios de asistir a las
reuniones. Este sacerdote había visto tantas injusticias que llegó a dudar de que adorar a
Dios sirviera de algo y se desanimó. ―Mi corazón se había agriado, y en mis riñones yo sentía
dolores agudos‖, admitió. Como consecuencia, casi había dejado de servir a Jehová. Pero
¿qué le ayudó a recobrar el equilibrio? Él mismo señaló que fue ―entrar en el magnífico
santuario de Dios‖. Allí, rodeado de sus hermanos en la fe, recuperó la perspectiva correcta.
Comprendió que el éxito de los malvados era temporal y que Jehová terminaría poniendo
todo en orden (Sal. 73:2, 13-22). Hoy nos encontramos en una situación parecida. Puede que
nos sintamos agotados por tener que soportar las injusticias del mundo controlado por
Satanás. Pero al reunirnos con nuestros hermanos recibimos alivio y ayuda para seguir
sirviendo a Jehová con gozo.

*** be pág. 33 La investigación eficaz ***


La investigación eficaz

El rey Salomón ―meditó e hizo un escudriñamiento cabal, a fin de arreglar muchos


proverbios ordenadamente‖. ¿Por qué? Porque se interesó en escribir ―palabras correctas de
verdad‖ (Ecl. 12:9, 10). Por su parte, Lucas indagó ―todas las cosas desde el comienzo con
exactitud‖, a fin de narrar en orden lógico los sucesos de la vida de Cristo (Luc. 1:3). Ambos
siervos de Dios llevaron a cabo una investigación.
¿Qué es investigar? Es buscar con detenimiento información sobre un asunto concreto.
Para ello es preciso leer, aplicar los métodos y técnicas de estudio, y quizá preguntar a otras
personas.

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¿En qué situaciones se requiere investigar? He aquí algunos ejemplos: en su estudio o
lectura personal de la Biblia le surgen incógnitas que considera importantes; alguien a quien
predica le formula una pregunta que usted desearía contestar aportando datos exactos, o se
le ha encomendado pronunciar un discurso.
Centrémonos en este último caso. La información que debe abarcar tal vez dé la
impresión de ser muy general. ¿Cómo podría aplicarla a las circunstancias locales?
Enriquézcala investigando. Un aspecto en apariencia obvio resulta informativo y hasta
motivador cuando lo apoya algún dato estadístico o un ejemplo adecuado con el que se
identifiquen los oyentes. Es posible que la información con la que trabaja se haya publicado
pensando en lectores de todo el mundo, pero usted debe ampliarla, ilustrarla y adaptarla a
una congregación o persona en particular. ¿Cómo lo logrará?

*** be pág. 49-pág. 51 La preparación de discursos dirigidos a los hermanos ***


Reunión de Servicio
Los discursos basados en un artículo de Nuestro Ministerio del Reino presentan un reto
algo distinto, pues lo que suele requerirse no es seleccionar los aspectos más apropiados,
sino transmitir al auditorio toda la información programada. Ayude a los asistentes a
comprender cómo los textos bíblicos respaldan los consejos que se dan (Tito 1:9). En la
mayoría de los casos, el tiempo limitado de que disponga no le permitirá incorporar otros
puntos.
Por otra parte, quizá se le invite a pronunciar un discurso que, en vez de basarse en
Nuestro Ministerio del Reino, haga referencia a un artículo de La Atalaya o tenga que
desarrollarse a partir de unas pocas frases. En su función de maestro, a usted le
corresponde examinar las necesidades de la congregación a la luz de la información
asignada. Tal vez convenga emplear una ilustración breve y pertinente, o quizá relatar alguna
experiencia oportuna. Recuerde que su misión no es solo hablar del tema, sino hacerlo de tal
modo que contribuya a que la congregación cumpla la tarea que la Palabra de Dios
encomienda y halle gozo en llevarla a cabo (Hech. 20:20, 21).
Al prepararse, piense en las circunstancias de quienes componen la congregación.
Elógielos por los logros que ya estén alcanzando. ¿De qué manera contribuiría a aumentar
su eficacia y gozo en el ministerio el que pusieran en práctica las recomendaciones que
aparecen en la información programada?
¿Incluye su asignación alguna demostración o entrevista? En ese caso, prepárela con
bastante antelación. Quizá se sienta tentado a delegar en alguien esta tarea, pero eso
no siempre produce los mejores resultados. Haga todo lo posible por ensayar estos aspectos

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de su intervención antes del día de la reunión, y cerciórese de que se presenten de tal forma
que realcen la instrucción que se imparta.
Asambleas
Es posible que a hermanos con excelentes cualidades espirituales que sean oradores y
maestros eficientes se les solicite con el tiempo que tomen parte en el programa de una
asamblea. Las reuniones de este tipo constituyen verdaderos hitos en la educación
teocrática. Para tales asignaciones quizá se facilite un discurso que será leído textualmente,
un bosquejo, las instrucciones para la escenificación de un drama bíblico que tiene aplicación
moderna o un párrafo con algunas directrices. Si se le concede este privilegio, estudie con
detenimiento la información hasta apreciar por qué es valiosa.
El discurso leído debe exponerse con total fidelidad al texto escrito, sin cambiar la
redacción ni reestructurarlo. El orador designado lo estudia para percibir con claridad cuáles
son los puntos principales y cómo se explican. Practica la lectura en voz alta hasta que
puede pronunciarlo con el énfasis, entusiasmo, afecto, sentimiento, sinceridad y convicción
debidos. Además, procura que el volumen y la intensidad de la voz sean adecuados para un
auditorio numeroso.
Si el discurso se basa en un bosquejo, el orador debe organizar la información ciñéndose
a él. En vez de leer algunas de sus frases durante la intervención o redactar con él un
discurso leído, ha de expresarse con naturalidad y sentimiento. Es importante que se ajuste
al tiempo indicado a fin de presentar con claridad todos los puntos clave, valiéndose de las
ideas y pasajes bíblicos que los apoyan. No debe permitir que, por incluir ideas adicionales
de su preferencia, quede excluida alguna de las que figuran en el bosquejo. La Palabra de
Dios, claro está, es el fundamento de nuestra enseñanza, y los ancianos cristianos tienen la
responsabilidad de ―predica[r] la palabra‖ (2 Tim. 4:1, 2). Por consiguiente, el conferenciante
prestará especial atención a los pasajes bíblicos citados, utilizándolos para razonar y
señalando su aplicación.
No postergue la preparación
¿Sirve en una congregación donde dispone de muchas ocasiones para pronunciar
discursos? ¿Cómo puede cumplir bien con todas ellas? No preparándose a última hora.
Los discursos que realmente benefician a la congregación exigen reflexión previa. Por
tanto, acostúmbrese a leer la información en cuanto se le notifique que ha de presentarla,
pues así podrá pensar en ella mientras realiza otras actividades. En los días o semanas que
precedan al discurso, tal vez oiga comentarios que le permitan dar una mejor aplicación, o
quizá surjan situaciones que pongan de relieve lo oportuno del tema. Aunque leer y meditar
tan pronto reciba la asignación le tomará tiempo, será tiempo bien invertido. Cuando por fin
se siente a preparar la exposición de las ideas del bosquejo, cosechará las ventajas de haber
pensado en ellas con suficiente antelación. Seguir este consejo reducirá considerablemente

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el nerviosismo y contribuirá a que la disertación sea práctica y llegue al corazón de los
hermanos.
En la medida en que valoremos el don que se nos ha otorgado de participar en el
programa educativo que Jehová brinda a su pueblo, honraremos a Dios y seremos una
bendición para quienes lo aman (Isa. 54:13; Rom. 12:6-8).

*** be pág. 52-pág. 55 La preparación de discursos públicos ***


La preparación de discursos públicos

En casi todas las congregaciones de los testigos de Jehová se pronuncian discursos


públicos semanales sobre un tema bíblico. Si usted es anciano o siervo ministerial,
¿muestran sus discursos que es un orador competente, un maestro? En tal caso, quizá se le
asigne un discurso público. La Escuela del Ministerio Teocrático ha capacitado a decenas de
miles de hermanos para este privilegio de servicio. ¿Por dónde debe empezar si se le
encarga un discurso público?
Estudie el bosquejo
Antes de emprender cualquier investigación, lea el bosquejo y medite en él hasta captar
su sentido. Tenga presente el tema, que se expone en el título del discurso. ¿Qué pretende
enseñar usted al auditorio? ¿Cuál es su objetivo?
Familiarícese con los encabezamientos principales y analícelos. ¿Qué relación guardan
con el tema? Debajo de cada uno hay ideas secundarias, seguidas a su vez por los puntos
que las respaldan. Fíjese en la forma en que cada sección del bosquejo se apoya en la
anterior, conduce a la siguiente y contribuye al objetivo del discurso. Una vez comprenda el
tema de la conferencia, así como su propósito y el modo en que los conceptos principales
permiten alcanzarlo, podrá empezar a elaborar la disertación.
Al principio, quizá vea conveniente considerar que el discurso se compone de cuatro o
cinco porciones más cortas, cada una con un punto principal, y entonces prepararlas por
separado.
El bosquejo que se le facilita es solo un instrumento de trabajo, y no se pretende que
constituya el esquema final con el que pronuncie el discurso. No es más que un esqueleto al
que tendrá, por así decirlo, que añadirle carne, implantarle un corazón e insuflarle vida.
Empleo de la Biblia
Jesucristo y sus discípulos basaron su enseñanza en las Escrituras (Luc. 4:16-21; 24:27;
Hech. 17:2, 3). Usted puede seguir su ejemplo. La Palabra de Dios debería ser el
fundamento de su discurso. En lugar de limitarse a explicar las declaraciones que figuran en

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el bosquejo y señalar su aplicación, determine qué respaldo bíblico tienen y centre su
enseñanza en las Escrituras.
Al preparar el discurso, examine los versículos citados y observe su contexto. Puede que
algunos de ellos solo faciliten información general útil, así que no será preciso que los lea o
comente todos. Más bien, seleccione los más adecuados para su auditorio. Si se concentra
en los pasajes que se citan en el bosquejo impreso, es probable que no necesite ninguna
otra referencia bíblica.
La eficacia de un discurso no depende de la cantidad de textos bíblicos que se empleen,
sino de la calidad de la enseñanza. Al dar introducción a los versículos, indique la razón por
la que se utilizan. Dedique tiempo a mostrar su aplicación. Si después de leerlos mantiene la
Biblia abierta mientras los explica, es probable que los oyentes hagan lo mismo. ¿Cómo
puede despertar su interés y ayudarlos a obtener más provecho de la Palabra de Dios? (Neh.
8:8, 12.) Lo logrará explicando los textos bíblicos, ilustrándolos y señalando su aplicación.
Explicaciones. Cuando prepare la explicación de un pasaje clave, pregúntese: ―¿Qué
significa? ¿Por qué motivo lo empleo en el discurso? ¿Qué pudieran preguntarse los oyentes
sobre este versículo?‖. Tal vez se requiera que examine el contexto, el marco histórico, las
circunstancias, la fuerza de las palabras o la intención del escritor inspirado. Para ello
necesita investigar, y en las publicaciones del ―esclavo fiel y discreto‖ hallará todo un caudal
de información (Mat. 24:45-47). No intente explicar todo aspecto del versículo. Más bien,
señale su relación con el punto que esté tratando y que esa es la razón por la que solicita al
auditorio que lo lea.
Ilustraciones. Tienen el propósito de llevar a los oyentes a un nivel superior de
comprensión o de ayudarlos a que recuerden algún punto o principio, permitiéndoles
relacionar lo que usted les dice con lo que ya conocen. Jesús empleó este recurso en su
famoso Sermón del Monte. ―Las aves del cielo‖, ―los lirios del campo‖, una ―puerta angosta‖,
una ―casa sobre la masa rocosa‖, entre otras muchas expresiones, contribuyeron a que su
enseñanza fuera enérgica, clara e inolvidable (Mat., caps. 5–7).
Aplicaciones. Aunque explicar e ilustrar un pasaje bíblico imparte conocimiento, es la
aplicación de tal conocimiento lo que produce resultados positivos. Y si bien es cierto que la
responsabilidad de actuar en consonancia con el mensaje bíblico corresponde a los oyentes,
usted puede ayudarlos a percibir lo que se espera de ellos. Una vez esté convencido de que
comprenden tanto el versículo en cuestión como su relación con el tema, deténgase a
mostrarles el efecto del pasaje en materia de doctrina y conducta. Recalque los beneficios de
desechar las ideas erróneas o el comportamiento contrario a las verdades que enseñe.
Cuando reflexione sobre la aplicación de los textos, recuerde que los integrantes de su
auditorio poseen muy diversos antecedentes y circunstancias. Entre los asistentes tal vez
haya recién interesados, personas jóvenes o ancianas, y otros quizá luchen con una amplia

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gama de problemas personales. Procure, pues, que su discurso sea práctico y realista. Por
otro lado, no dé consejos que parezcan dirigirse a una minoría de oyentes.
Decisiones que corresponden al orador
Algunos aspectos de su discurso ya están determinados. Por ejemplo, las ideas
principales se indican con claridad, así como el tiempo en que abarcar cada una. Sin
embargo, otras decisiones le corresponden a usted. Quizá vea oportuno dedicar más tiempo
(o menos) a ciertos puntos secundarios. No piense que ha de dar el mismo tratamiento a
cada uno de ellos, pues eso podría inducirlo a ir tan rápido que abrume al auditorio con una
avalancha de información. ¿Cómo determinar qué aspectos tratará con detalle y cuáles
mencionará brevemente o de pasada? Pregúntese: ―¿Qué puntos me ayudarán a transmitir
la idea central del discurso? ¿Cuáles, probablemente, beneficiarán más al auditorio?
¿Quedarán debilitados los argumentos por la omisión de una cita bíblica y de la idea
correspondiente?‖.
Guárdese de expresar conjeturas u opiniones personales. Ni siquiera Jesús, el Hijo de
Dios, ‗habló por sí mismo‘, es decir, por su cuenta (Juan 14:10). No olvide que la gente acude
a las reuniones de los testigos de Jehová para oír hablar de la Biblia. Si a usted se le
considera un buen orador, probablemente se deba a que no dirige la atención a sí mismo,
sino a la Palabra de Dios. Esta es la razón por la que se aprecian sus discursos (Fili.
1:10, 11).
Una vez haya convertido lo que no es más que un bosquejo en una explicación bíblica
sustanciosa, habrá llegado el momento de ensayar. Le será útil practicar en voz alta, pero lo
importante es que se asegure de que todos los puntos quedan bien grabados en su mente.
Debe ser capaz de expresarse con el corazón, llevar a cabo una exposición entusiasta de la
verdad e insuflar vida al discurso. Antes de pronunciarlo, piense en lo siguiente: ―¿Qué
pretendo lograr? ¿Se destacan los puntos principales? ¿He conseguido que las Escrituras
constituyan la base del discurso? ¿Se van sucediendo con naturalidad los puntos
principales? ¿Infunde el discurso aprecio por Jehová y sus dádivas? En cuanto a la
conclusión, ¿guarda relación directa con el tema, indica a los oyentes qué deben hacer y los
impulsa a ello?‖. Si la respuesta a estas preguntas es sí, entonces ya puede ‗hacer el bien
con el conocimiento‘, para beneficio de la congregación y la alabanza de Jehová (Pro. 15:2).
[Recuadro de la página 55]
DISCURSOS CON LA ASISTENCIA DE UN INTÉRPRETE
Puesto que a menudo existen muchos grupos lingüísticos en un país, es posible que se
solicite a los oradores que pronuncien discursos bíblicos con la asistencia de un intérprete. Si
se ve en esta circunstancia, las siguientes pautas les serán de utilidad a usted y al traductor.
• La eficacia del discurso dependerá en buena medida del intérprete. Incluso si este tiene
experiencia, hará un mejor trabajo si usted lo ayuda a prepararse.

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• Por lo general, deberá acortar el discurso en al menos un tercio, a fin de permitir tiempo
para la interpretación. (El lenguaje de señas es una excepción, pues la interpretación
puede ser casi simultánea.)
• Antes de su intervención, repase con el intérprete el esquema general y el objetivo de la
conferencia. Si se trata de un discurso que haya de leerse en una asamblea, muéstrele el
texto al intérprete con bastante antelación.
• Indíquele los pasajes bíblicos que utilizará. Compruebe que la Biblia vernácula transmita la
misma idea que la suya. Señale al intérprete qué expresiones de los versículos destacará
o explicará.
• Determine si los textos bíblicos se leerán en ambos idiomas o en uno solo. Tal vez baste
con la lectura en la lengua de destino.
• La rápida enunciación de fechas, números o textos bíblicos puede dificultar la
interpretación. Haga las pausas oportunas y, si es posible, dé las cifras en números
redondos.
• Mencione al intérprete las ilustraciones, los modismos y las expresiones poco comunes que
piensa utilizar. Cerciórese de que las entiende y de que es posible transmitir los
conceptos en la lengua de destino.
• Hable con frases cortas. Exprese pensamientos completos antes de ceder la palabra al
intérprete, pues este traducirá ideas, no necesariamente palabra por palabra. Deje que el
intérprete termine de exponer cada idea antes de proseguir.
• La labor del intérprete depende de que usted hable con el suficiente volumen y articule bien
las palabras.

***ks10 2:24-30 (Véase el ejemplar personal o la versión electrónica en PDF y/o


EPUB)***

***od 61-67 (Vease la versión impresa o en la versión electrónica de JW Library)***

*** km 3/15 págs. 3-6 Reuniones para el servicio del campo que cumplen su objetivo ***
Reuniones para el servicio del campo que cumplen su objetivo
1
En una ocasión, Jesús se reunió con 70 de sus discípulos antes de enviarlos a predicar
(Luc. 10:1-11). Los animó recordándoles que no estaban solos y que quien los guiaba era el
―Amo de la mies‖, Jehová. Además, les dio instrucciones que los ayudaron a cumplir con su

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comisión y los organizó para que fueran ―de dos en dos‖. Hoy en día, las reuniones para la
predicación tienen el mismo objetivo: animarnos, instruirnos y organizarnos.
2
Hasta ahora, las reuniones para el servicio del campo duraban entre 10 y 15 minutos.
En ese tiempo se organizaban los grupos, se asignaban los territorios y se hacía una oración.
Pero a partir de abril, estas reuniones durarán entre 5 y 7 minutos. Y si se hacen después de
otra reunión de congregación, deberán durar menos todavía, puesto que quienes asistan ya
habrán disfrutado de un buen programa espiritual. El que las reuniones para el servicio del
campo sean más breves permitirá a los publicadores pasar más tiempo en el ministerio.
Además, para los precursores y publicadores que hayan empezado a predicar antes de la
reunión solo significará una breve interrupción.
3
Las reuniones para el servicio del campo deben organizarse de la manera que sea más
práctica para los publicadores. Muchas congregaciones han visto las ventajas de que cada
grupo de predicación se reúna en un lugar distinto, y así las reuniones para el servicio del
campo y el territorio tal vez les queden más cerca a todos. De ese modo es más fácil
organizar a los hermanos y que los superintendentes de grupo atiendan a quienes tienen a
su cargo. El cuerpo de ancianos decidirá qué es lo mejor para la congregación teniendo en
cuenta las necesidades locales. Antes de concluir la reunión con una oración breve, todos
deberían saber dónde irán a predicar y quién será su compañero.
4
Tan importantes como las demás reuniones de congregación. A estas reuniones
solo asisten los publicadores que van a salir a predicar, no necesariamente toda la
congregación. Sin embargo, eso no significa que puedan tomarse a la ligera o que sean
menos importantes que otras reuniones. Como todas las demás, son un regalo de parte de
Jehová que nos motiva a mostrarnos amor unos a otros y a hacer buenas obras (Heb.
10:24, 25). De ahí que quienes las dirijan deban ir bien preparados a fin de que la reunión dé
honra a Jehová y sea beneficiosa para quienes asistan. Siempre que sea posible, los
publicadores que salgan a predicar deberían hacer el esfuerzo de estar presentes.
5
Cómo prepararse para dirigirla. Para que alguien se prepare bien una asignación,
tiene que recibirla con suficiente antelación. En el caso de las reuniones para el servicio del
campo ocurre lo mismo. Cuando los grupos de predicación se reúnan en diferentes sitios, los
superintendentes de grupo y sus auxiliares llevarán a cabo las reuniones. Pero cuando toda
la congregación salga a predicar desde un mismo lugar, el superintendente de servicio
asignará a alguien para que la dirija. Algunos superintendentes de servicio les dan un
programa a todos los hermanos que están asignados y también lo cuelgan en el tablero de
anuncios. Como la calidad de la reunión dependerá de la capacidad de enseñar y organizar
que tengan estos hermanos, el superintendente de servicio elegirá con buen criterio a
quienes dirijan la reunión. Si algunos días no hay ningún anciano, siervo ministerial o
hermano bautizado cualificado que las dirija, el superintendente de servicio debe asignar a

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una hermana bautizada con experiencia. (Vea el apartado ―Si una hermana tiene que dirigir
la reunión‖.)
6
Cuando se nos da una asignación en la Escuela del Ministerio Teocrático o la Reunión
de Servicio, la tomamos en serio y nos preparamos bien. Pocos esperarían a estar de
camino a la reunión para ponerse a pensar en lo que dirán. Si nos asignan dirigir una reunión
para el servicio del campo, deberíamos verlo de la misma manera. Ahora que la reunión será
más corta, es importante prepararnos bien para que sea instructiva y acabe a tiempo.
La buena preparación también implica que consigamos territorio antes de la reunión.
7
De qué hablar. Las circunstancias varían de un lugar a otro, por lo que el esclavo fiel
no ha preparado un bosquejo para cada reunión de este tipo. El recuadro ―Qué incluir en las
reuniones para el servicio del campo‖ plantea varias posibilidades. Por lo general, en estas
reuniones se pedirá la participación de los presentes. De vez en cuando, también se puede
incluir una demostración o algún video de jw.org apropiado para la predicación.
Al prepararse, quien dirija la reunión para predicar debe pensar en lo que animará y servirá
de instrucción a los hermanos que vayan a salir ese día.
8
Los sábados, la mayoría de los publicadores ofrecen las revistas La Atalaya y
¡Despertad! Muchos que salen a predicar los sábados no pueden hacerlo durante la semana,
así que tal vez les cueste acordarse de la presentación que practicaron en su Noche de
Adoración en Familia. Por esa razón, podría ser conveniente que el hermano que dirija la
reunión repase alguna de las presentaciones que aparecen en la última página de Nuestro
Ministerio del Reino. Otra posibilidad sería analizar cómo incorporar a la presentación de las
revistas alguna noticia, evento o festividad de la zona. También se podría comentar cómo
preparar el terreno para volver a visitar a alguien que se quedó con las revistas. Además, si
entre los presentes hay algún publicador que ya haya estado ofreciendo las revistas del mes,
se le puede pedir que dé brevemente alguna sugerencia o que cuente alguna experiencia
animadora que haya tenido. Los domingos se podría hacer algo parecido con las
publicaciones que se estén ofreciendo ese mes. En las reuniones para el servicio del campo
también se puede hablar de cómo presentar algunas publicaciones, por ejemplo los folletos
Buenas Noticias y Escuche a Dios o el libro Enseña, que ofrecemos cualquier día y usamos
en nuestros cursos bíblicos.
9
Cuando la congregación esté participando en una campaña especial, los fines de
semana se podría analizar cómo ofrecer las revistas junto con la invitación o el tratado, o qué
hacer en caso de que alguien muestre interés en el mensaje. Otra idea sería contar
experiencias que destaquen la importancia de nuestras campañas.
10
Cómo pueden prepararse los publicadores. El éxito de la reunión también depende
de los publicadores que asistan. Si se preparan de antemano para predicar —quizás durante
su adoración en familia—, harán comentarios significativos en la reunión. Para estar bien

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preparados, debemos obtener antes de la reunión las publicaciones que necesitamos. Así
no nos demoraremos en llegar al territorio.
11
Es igualmente importante esforzarnos por llegar a la reunión unos minutos antes de que
empiece, como hacemos en el caso de las demás reuniones de congregación. Si llegamos
tarde, además de interrumpir, podríamos complicar los planes que ya se hayan hecho. ¿En
qué sentido? Bueno, el hermano que lleva a cabo la reunión toma en cuenta varios factores
antes de organizar al grupo. Por ejemplo, si hay pocos en la reunión, tal vez envíe a todos a
un territorio que no se ha terminado de predicar. En caso de que el territorio esté lejos, tal
vez asigne a quienes no tienen vehículo con quienes sí tienen. Y si van a predicar a una
zona peligrosa, quizás les pida a algunos de los hermanos que prediquen cerca de un grupo
de hermanas o con ellas. Si algún publicador está enfermo, tal vez lo envíe a una calle sin
cuestas o a casas con pocas escaleras. O puede que les pida a los publicadores más
experimentados que salgan con los más nuevos. Pero si llegamos tarde, lo más seguro es
que el hermano tenga que reorganizar las parejas y cambiar los planes. Por supuesto, a
todos nos puede pasar alguna vez que lleguemos tarde por una razón de peso. Sin embargo,
si lo hacemos por costumbre, tal vez tendríamos que pensar si es porque nos falta aprecio
por las reuniones para predicar o si es porque tenemos que organizarnos mejor.
12
Los publicadores pueden llegar con planes para predicar con alguien o pueden esperar
a que el hermano que dirige la reunión les asigne un compañero. Pero si somos de los que
normalmente salimos con los mismos hermanos, ¿podríamos ampliar nuestro círculo y
predicar con otros publicadores? (2 Cor. 6:11-13.) ¿Podríamos de vez en cuando salir al
ministerio con un publicador nuevo y ayudarlo a hacerse mejor maestro? (1 Cor. 10:24;
1 Tim. 4:13, 15.) Durante la reunión, prestemos atención a cualquier instrucción que se nos
dé, como el sitio donde debemos empezar a predicar. Una vez concluida, intentemos
no cambiar los planes y vayamos hacia el territorio lo antes posible.
13
Los 70 discípulos que Jesús organizó para predicar ―volvieron con gozo‖ (Luc. 10:17).
Sin duda, el que Jesús se reuniera con ellos antes de aquella misión contribuyó a que
tuvieran éxito. Nuestras reuniones para el servicio del campo tienen un efecto parecido.
Si todos ponemos de nuestra parte, estas reuniones nos animarán, nos instruirán y nos
ayudarán a organizarnos para llevar a cabo la comisión de dar ―testimonio a todas las
naciones‖ (Mat. 24:14).
[Preguntas del estudio]
1. ¿Qué objetivo tienen las reuniones para el servicio del campo?
2. A partir de abril, ¿cuánto durarán las reuniones para el servicio del campo?
3. ¿Cómo deberían organizarse las reuniones para el servicio del campo?
4. ¿Por qué las reuniones para el servicio del campo son tan importantes como las demás?

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5. a) ¿Qué papel desempeña el superintendente de servicio al organizar las reuniones para
predicar? b) ¿Cómo deberían dirigir las hermanas las reuniones para predicar?
6. ¿Por qué debe prepararse bien quien dirija la reunión?
7. ¿De qué se puede hablar en una reunión para el servicio del campo?
8. ¿Qué sería lo más conveniente incluir en las reuniones para el servicio del campo durante
los fines de semana?
9. Cuando la congregación participe en una campaña especial, ¿de qué se puede hablar los
fines de semana en las reuniones para predicar?
10, 11. ¿Por qué es importante que los publicadores se preparen para la reunión?
12. Si somos de los que normalmente predicamos con los mismos hermanos, ¿qué meta
podríamos ponernos?
13. Si todos ponemos de nuestra parte, ¿cómo nos beneficiarán las reuniones para el
servicio del campo?
[Comentario de la página 4]
Las reuniones para el servicio del campo no deben tomarse a la ligera ni considerarse menos
importantes que otras reuniones
[Comentario de la página 5]
Al prepararse, quien dirija la reunión para predicar debe pensar en lo que animará y servirá
de instrucción a los hermanos que vayan a salir ese día
[Recuadro de la página 6]
Si una hermana tiene que dirigir la reunión
La hermana deberá cubrirse la cabeza cuando dirija la reunión y, por lo general, estará
sentada. Tratará la misma información en la reunión que si un hermano la dirigiera. Aunque
no dará la apariencia de estar enseñando, podrá iniciar el análisis de un tema entre los
asistentes. Si le pide a otra hermana bautizada que haga la oración, esta también tendrá que
cubrirse la cabeza. En el caso de que llegue un hermano bautizado mientras la hermana
lleva a cabo la reunión, ella le pedirá al hermano que continúe. Es responsabilidad del
superintendente de servicio prever situaciones incómodas y dar las debidas instrucciones
para evitarlas. Por ejemplo, puede darse el caso de que un jovencito que esté bautizado
asista a una reunión para el servicio del campo y una hermana la esté dirigiendo. Si los
ancianos opinan que el joven no está preparado para encargarse de la reunión pero sí para
orar en público, el superintendente de servicio hablará de antemano con ambos para que ella
lleve a cabo la reunión y él haga la oración. O puede que haya un hermano bautizado que
no deba dirigir las reuniones o hacer la oración por razones que los ancianos conocen. Sin
revelar detalles confidenciales, los ancianos deberían informar a la hermana que dirige la

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reunión que es ella quien debe encargarse y hacer la oración aunque el hermano esté
presente. A su vez, los ancianos deben informar al hermano de los días en que habrá
hermanas encargadas de dirigir las reuniones para predicar.
[Recuadro de la página 6]
Qué incluir en las reuniones para el servicio del campo:
• Alguna presentación tomada de Nuestro Ministerio del Reino.
• Un video de jw.org apropiado para la predicación.
• Una explicación de cómo hacer una buena introducción, preparar el terreno para volver o
mencionar el sistema de donaciones cuando dejemos publicaciones.
• Un texto bíblico que nos anime o nos enseñe algo que tenga que ver con la predicación.
• Alguna experiencia que haya tenido lugar en la zona o que haya salido en nuestras
publicaciones.
• Puntos interesantes de algún artículo de Nuestro Ministerio del Reino.
• Algún tema que se haya tratado recientemente en la Reunión de Servicio.
• Un artículo de La Atalaya que tenga que ver con la predicación.
• Información tomada de los libros Benefíciese y “Ven, sé mi seguidor” que esté relacionada
con la predicación.
• Cómo usar jw.org en el ministerio.
• Características de la Traducción del Nuevo Mundo que sean útiles para predicar.
• Cómo iniciar una conversación con un ateo, un evolucionista, un hindú, un budista, etc.
• Cómo responder a posibles objeciones.
• Cómo ayudar a nuestro compañero a ser más eficaz en la predicación.
• Qué hacer cuando encontramos a alguien que no habla nuestro idioma.
• Una explicación de cómo buscar a personas que hablan otros idiomas, predicar por
teléfono, participar en la predicación pública, hacer revisitas o dirigir cursos bíblicos.
• Recordatorios sobre la importancia de cuidar de nuestra seguridad, ser flexibles y positivos,
mostrar buenos modales, etc.

*** km 9/10 pág. 2 Instrucciones para la Reunión de Servicio ***


Instrucciones para la Reunión de Servicio

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A partir de este número se cambiarán algunos de los términos que describen las
secciones de la Reunión de Servicio. Lo que sigue son varias aclaraciones y actualizaciones
de lo que se explicó en el artículo ―Cómo prepararse para la Reunión de Servicio‖, de
Nuestro Ministerio del Reino de mayo de 2009.
▪ Discurso. Consiste en una exposición oral de la información asignada. El auditorio
no participará. El orador se centrará en lo que sea más útil para la congregación.
▪ Preguntas y respuestas. Se presenta de forma similar al Estudio de La Atalaya,
formulando preguntas en todos los párrafos. Se incluirán una introducción y una conclusión
muy breves. Quien dirige esta sección deberá limitar al máximo sus comentarios. Las
principales citas bíblicas se pueden leer en función del tiempo disponible. Salvo que se
indique lo contrario, no hay que leer los párrafos.
▪ Análisis con el auditorio. En esta sección, el auditorio también participa con algunos
comentarios. Se podría decir que es una mezcla entre un discurso y una sección de
preguntas y respuestas.
▪ Demostraciones y entrevistas. Cuando el programa indique que se incluya una
demostración, el orador es el responsable de que esta se lleve a cabo, aunque no es
necesario que la presente él mismo. Debe seleccionar publicadores ejemplares que puedan
hacer una buena presentación. La demostración ha de prepararse con suficiente antelación,
siempre que sea posible. Es preferible que los más nuevos no presenten demostraciones; si
se les quiere dar la oportunidad de participar, se puede usar a algunos como ayudantes.
Quienes hagan demostraciones deben asegurarse de no dar la espalda al auditorio. Por otro
lado, las entrevistas se realizarán con la persona en la plataforma, no en el asiento.
Es necesario ensayar las entrevistas y demostraciones. Si un orador se está quedando sin
tiempo y necesita abreviar su intervención, no debe recurrir a eliminar las entrevistas o
demostraciones. Los siervos ministeriales consultarán al coordinador (u otro miembro del
cuerpo de ancianos) antes de seleccionar a los participantes.
Si alguna sección contiene instrucciones especiales, estas se deben seguir al pie de la
letra. Confiamos en que las directrices de este artículo contribuirán a que ―todo se haga en
forma digna y ordenada‖ en la Reunión de Servicio (1 Cor. 14:40, La Nueva Biblia
Latinoamérica, 2004).

*** km 10/08 pág. 1 párr. 3 Nuevo programa de reuniones de la congregación ***


3
El Estudio Bíblico de la Congregación. Seguirá el modelo del Estudio de La Atalaya.
No hay que repasar la información de la semana anterior, lo que permitirá que la introducción
sea muy breve. Así, todos los presentes podrán hacer comentarios concisos.

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El superintendente presidente preparará un programa en el que se asignará cada semana a
un anciano distinto para dirigir esta reunión.

*** km 5/07 pág. 3 Sección de preguntas ***


▪ ¿Quién debe anunciar el cántico de introducción de la Escuela del Ministerio
Teocrático, la Reunión de Servicio, la Reunión Pública y el Estudio de La Atalaya?
El cántico de introducción de la Escuela del Ministerio Teocrático figura en el programa de
la Escuela del Ministerio Teocrático que se distribuye en el suplemento de Nuestro Ministerio
del Reino del mes de octubre. Los cánticos de introducción y conclusión de la Reunión de
Servicio se indican en la página 2 de Nuestro Ministerio del Reino. Asimismo, los que se
entonarán en el estudio semanal de La Atalaya aparecen en la página 2 de dicha revista. Los
cánticos se consideran parte de la reunión a la que están vinculados y, por tanto, los
anunciará el hermano encargado de dirigir la reunión en cuestión, no el hermano que ha
conducido la reunión anterior.
Por ejemplo, el superintendente de la Escuela del Ministerio Teocrático dará la bienvenida
al auditorio, anunciará el cántico de introducción, conducirá la escuela y luego invitará a subir
a la plataforma al primer participante de la Reunión de Servicio. El hermano que tiene la
primera intervención de la Reunión de Servicio es quien anunciará el cántico que sirve de
introducción a dicha reunión.
De igual manera, en la Reunión Pública, el presidente dará una cordial bienvenida e
invitará a todos a entonar el cántico que ha elegido el orador. El presidente (u otro hermano
capacitado asignado de antemano) hará la oración de introducción. A continuación
presentará al orador y mencionará el título del discurso. Cuando termine el discurso, el
presidente agradecerá brevemente la instrucción recibida, pero sin resumir lo que ha dicho el
orador. Luego anunciará el título del discurso público para la siguiente semana y animará a
los presentes a quedarse para el Estudio de La Atalaya. No hace falta que pregunte al
auditorio si desea enviar el amor y los saludos a la congregación del orador visitante.
A continuación, el presidente invitará a subir a la plataforma al conductor del Estudio de
La Atalaya.
El conductor del Estudio de La Atalaya anunciará el primer cántico vinculado al estudio.
Este hermano conducirá el estudio en conformidad con las instrucciones que se han
suministrado y anunciará el cántico de conclusión. Normalmente, el conductor le pedirá al
hermano que pronunció el discurso público que haga la oración de conclusión.
Si seguimos estas pautas generales, nuestras reuniones se conducirán de la misma
manera en todas las congregaciones

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*** km 8/96 pág. 2 Sección de preguntas ***


▪ ¿Qué debe hacerse cuando el orador asignado a presentar el discurso público
no llega a tiempo a la reunión?
A veces, causas de fuerza mayor impiden al hermano asignado llegar a tiempo y
presentar su discurso. Si tienen razones para creer que llegará en breve, los ancianos quizás
decidan empezar con el Estudio de La Atalaya, seguido de la Reunión Pública. ¿Qué hacer si
es obvio que el orador no va a llegar? Uno de los conferenciantes locales pudiera presentar
un discurso que ya tenga preparado.
Este problema por lo general se evita preparando todo bien de antemano. El coordinador
de los discursos públicos debe comunicarse con cada orador por lo menos con una semana
de antelación para recordarle su asignación. El recordatorio incluirá la hora de la reunión, la
dirección y el teléfono del Salón del Reino, e instrucciones claras sobre cómo llegar al salón.
El discursante debe apuntar cuidadosamente estos datos. Debe tomar en serio dicha
asignación y hacer los ajustes necesarios en sus actividades personales a fin de cumplir con
su responsabilidad. Si surge una situación inevitable que le impida presentar el discurso,
debe comunicarse inmediatamente con el coordinador de los discursos públicos para que
pueda conseguirse un sustituto. Debe hacerse todo lo posible por evitar cancelaciones de
última hora. Si el orador se retrasa y va a llegar unos minutos tarde, debe encargarse de que
se telefonee al Salón del Reino para que los hermanos sepan cómo proceder.
El aprecio por las asignaciones de los discursos públicos, la buena planificación, los
recordatorios y la cuidadosa supervisión garantizarán que la congregación disfrute de un
provechoso discurso público todas las semanas.

*** km 12/76 pág. 4 La caja de preguntas ***


● ¿A qué grado pueden usarse en el programa de la reunión de servicio los siervos
ministeriales que no son muy buenos oradores?
Aunque algunos siervos ministeriales no son muy buenos oradores sin embargo son una
fuente de estímulo y una ayuda para otros, apoyan leal y regularmente todos los arreglos de
la congregación, son celosos en el servicio del campo y por eso cuentan con el respeto y el
amor de la congregación. Los ancianos tienen que decidir hasta qué grado se les puede usar
en la reunión de servicio. Se podría asignar a un anciano o siervo ministerial más capacitado
como presidente de la porción y se puede usar a otros para participar en la asignación de
acuerdo con su habilidad. Así la congregación se beneficia al escuchar a estos hermanos de
vez en cuando en la reunión de servicio, y ellos se animan al ser usados apropiadamente
desde la plataforma.

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Hay algunos hermanos que aún no han sido nombrados como siervos ministeriales pero
tienen buena habilidad para hablar, muestran buen espíritu, y cuentan con el respeto de la
congregación. ¿Se les puede usar en la reunión de servicio? De nuevo, los ancianos tienen
que decidir. Quizás se les pueda incluir en una asignación bajo la presidencia de un anciano.
El hacer arreglos para asignar así a estos hermanos podrá añadir interés y variedad al
programa.
No obstante, siempre querremos tener presente la alta norma que la Biblia fija para los
que enseñan y la necesidad de usar solo a oradores capacitados como presidentes.
(Sírvanse ver La caja de preguntas del Ministerio del Reino de marzo y abril de 1975.) El
arreglo para que los hermanos de menos edad y los nuevos reciban entrenamiento y
experiencia en oratoria no es por medio de la reunión de servicio, sino medio de la Escuela
Teocrática, el comentar en las reuniones y el servicio del campo. Son los ancianos quienes
tienen la responsabilidad principal de enseñar en la reunión de servicio. Esperamos que lo
susodicho suministre un punto de vista equilibrado sin rebajar la alta norma de instrucción
que deberíamos recibir en nuestras reuniones de servicio.

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Mantengámonos al día con la iluminación espiritual

*** w14 15/12 págs. 6-10 Escuchemos para entender el significado ***
CÓMO APROVECHAR LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS
3
Debemos seguir el ejemplo de los discípulos de Jesús, que eran humildes. Él les dijo:
“Felices son los ojos de ustedes porque contemplan, y sus oídos porque oyen” (Mat. 13:16).
¿Por qué ellos sí podían entenderle? Primero, se hacían preguntas y buscaban el verdadero
significado de las palabras de Jesús (Mat. 13:36; Mar. 7:17). Segundo, estaban dispuestos a
aceptar nuevas ideas e incorporarlas a lo que ya sabían (lea Mateo 13:11, 12). Tercero,
querían usar lo que habían oído y entendido, no solo en su vida sino también para ayudar a
otras personas (Mat. 13:51, 52).
4
Al igual que los discípulos, necesitamos seguir tres pasos si queremos entender las
parábolas de Jesús. Primero, debemos dedicar tiempo a estudiar lo que Jesús dijo, investigar
sobre las preguntas que nos surjan y meditar en lo que aprendemos. Así obtenemos
conocimiento (Prov. 2:4, 5). Segundo, necesitamos ver cómo ese conocimiento encaja con lo
que ya sabemos y pensar en cómo nos beneficia. Eso es el entendimiento (Prov. 2:2, 3).
Y tercero, debemos usar lo que hemos aprendido, es decir, ponerlo en práctica en nuestras
vidas. Así demostramos sabiduría (Prov. 2:6, 7).
5
¿Qué diferencia hay entre el conocimiento, el entendimiento y la sabiduría? Pongamos
un ejemplo sencillo: imaginemos que estamos de pie en medio de una calle y que un autobús
viene hacia nosotros. Primero, distinguimos que es un autobús, eso es conocimiento. Luego,
nos damos cuenta de que si no nos movemos, el autobús nos va a atropellar, eso es
entendimiento. Así que nos apartamos de inmediato, eso es sabiduría. Con razón la Biblia
destaca la importancia de tener “sabiduría práctica”, pues puede salvarnos la vida
(Prov. 3:21, 22; 1 Tim. 4:16).
6
En este artículo y el siguiente, analizaremos siete parábolas de Jesús. Mientras
estudiamos cada una, responderemos estas preguntas: ¿Qué significa? (Eso nos ayuda a
obtener conocimiento.) ¿Por qué la usó Jesús? (Esa pregunta nos ayuda a lograr
entendimiento.) ¿Cómo podemos utilizar esa información para nuestro bien y para ayudar a
otras personas? (Eso es sabiduría.) Y, por último, ¿qué nos enseña sobre Jehová y Jesús?
EL GRANO DE MOSTAZA
7
(Lea Mateo 13:31, 32.) ¿Qué significa la parábola sobre el grano de mostaza?
El grano de mostaza representa tanto el mensaje que predicamos sobre el Reino como la
congregación cristiana. Del mismo modo que la mostaza es “la más pequeña de todas las
semillas”, la congregación cristiana tuvo un comienzo pequeño en el año 33, pero en poco
tiempo creció con rapidez y de manera sorprendente gracias a la predicación (Col. 1:23). Tal

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crecimiento fue beneficioso, pues Jesús dijo que “las aves del cielo [hallaban] albergue entre
sus ramas”. Eso representa a las personas de buen corazón que hallan alimento espiritual y
refugio en la congregación (compare con Ezequiel 17:23).
8
¿Por qué usó Jesús esta parábola? Él usó el crecimiento asombroso de la semilla de
mostaza para dar un ejemplo de cómo el Reino de Dios se expande, sirve de protección y
supera todos los obstáculos. Desde 1914, el incremento de la parte visible de la organización
de Dios ha sido extraordinario (Is. 60:22). Los que pertenecen a esa organización disfrutan
de magnífica protección espiritual (Prov. 2:7; Is. 32:1, 2). Además, el aumento de la
congregación es constante, no se detiene con nada y vence todo tipo de oposición (Is.
54:17).
9
¿Qué aprendemos de la parábola del grano de mostaza? Puede ser que vivamos en
una zona donde hay pocos Testigos y no veamos que nuestra predicación produzca
resultados inmediatos. Aun así, saber que el Reino supera cualquier obstáculo nos da
fuerzas para aguantar. Por ejemplo, cuando el hermano Edwin Skinner llegó a la India
en 1926, no había muchos Testigos en ese país, y la obra parecía ir cuesta arriba porque el
crecimiento era muy lento. Pero él siguió predicando y llegó a ver cómo el mensaje del Reino
superaba grandes obstáculos. Ahora hay más de 37.000 Testigos en la India, y más de
108.000 personas estuvieron presentes en la Conmemoración el año pasado. También hay
ejemplos de cómo el Reino se expande de manera impresionante. El mismo año en que el
hermano Skinner llegó a la India, se inició la predicación en Zambia. Ahora hay más de
170.000 publicadores en ese país, y 763.915 personas asistieron a la Conmemoración en
el 2013, o sea, 1 de cada 18 habitantes. ¡Qué crecimiento tan asombroso!
LA LEVADURA
10
(Lea Mateo 13:33.) ¿Qué significa la parábola de la levadura? Esta parábola
también se refiere al mensaje del Reino y el efecto que produce. “La masa” representa a
personas de todas las naciones, y el efecto de la levadura, a la manera como se propaga el
mensaje del Reino gracias a la predicación. A diferencia del crecimiento de la semilla de
mostaza, que se ve a simple vista, la acción de la levadura es imperceptible al principio. Los
resultados solo se ven con el tiempo.
11
¿Por qué usó Jesús esta parábola? Con ella mostró que el mensaje del Reino tiene
el poder de expandirse “hasta la parte más distante de la tierra” y de transformar la vida de
las personas (Hech. 1:8). Claro, esos cambios no siempre son tan obvios al principio. Pero
sabemos que ocurren, no solo porque cada vez más personas aceptan el mensaje, sino por
los cambios que hacen en su personalidad (Rom. 12:2; Efes. 4:22, 23).
12
Muchas veces, el efecto de la predicación se empieza a ver años después de que se
inicia la obra. Por ejemplo, en 1982, Franz y Margit, un matrimonio que servía en la sucursal
de Brasil, fueron a predicar a un pequeño pueblo. Comenzaron a dar clases de la Biblia a

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varias personas, entre las que se contaban una mujer y sus cuatro hijos. El mayor, que tenía
12 años, era muy tímido y muchas veces se escondía antes del estudio. Como a Franz y
Margit se les envió a servir en otro lugar, no pudieron continuar dándoles clases, pero
veinticinco años después se llevaron una gran alegría cuando regresaron de visita al pueblo.
Se encontraron con una congregación de 69 publicadores, entre ellos 13 precursores
regulares, que tenía un Salón del Reino nuevo. Y aquel niño tímido era ya un adulto que
servía de coordinador del cuerpo de ancianos. Tal como la levadura de la comparación de
Jesús, el mensaje del Reino se había expandido y había cambiado muchas vidas.
13
El mensaje del Reino tiene el poder de cambiar a la gente incluso en países donde la
ley prohíbe a los hermanos predicar con libertad. Muchas veces nos sorprendemos de ver
cuánto se ha propagado el mensaje en esas tierras. Tomemos como ejemplo a Cuba.
El mensaje del Reino llegó allí en 1910, y el hermano Russell visitó la isla en 1913. Aunque el
progreso fue lento al principio, ¿qué vemos hoy en día en Cuba? Hay más de
96.000 predicadores de las buenas nuevas, y 229.726 personas asistieron a la
Conmemoración en el 2013, es decir, 1 de cada 48 habitantes. Por otra parte, en países
donde no está prohibido predicar, el mensaje del Reino ha llegado hasta rincones donde los
Testigos del lugar pensaban que no se puede lograr mucho (Ecl. 8:7; 11:5).
14
¿Cómo nos ayuda la parábola de la levadura? Al reflexionar en el significado de esta
comparación de Jesús, nos damos cuenta de que no es necesario preocuparnos demasiado
por cómo llegará el mensaje del Reino a millones de personas que todavía no lo han
escuchado. Jehová tiene todo bajo control. Pero ¿qué nos corresponde hacer a nosotros?
La Palabra de Dios responde: “Por la mañana siembra tu semilla, y hasta el atardecer
no dejes descansar la mano; pues no sabes dónde tendrá éxito esto, aquí o allí, o si ambos a
la par serán buenos” (Ecl. 11:6). Además, no olvidemos pedirle a Jehová que bendiga la
predicación, especialmente en países donde nuestra obra está prohibida (Efes. 6:18-20).
15
Tampoco debemos desanimarnos si vemos que nuestra predicación no produce fruto
de inmediato. No hay que despreciar “el día de las cosas pequeñas” (Zac. 4:10). Con el
tiempo, los resultados quizá sean mucho mejores de lo que pudiéramos haber imaginado
(Sal. 40:5; Zac. 4:7).
EL COMERCIANTE VIAJERO Y EL TESORO ESCONDIDO
16
(Lea Mateo 13:44-46.) ¿Qué significan la parábola del comerciante viajero y la del
tesoro escondido? En el siglo primero, algunos comerciantes viajaban hasta el océano
Índico para buscar perlas de primera calidad. El del ejemplo de Jesús representa a las
personas de buen corazón que hacen lo imposible por satisfacer su necesidad espiritual.
La “perla de gran valor” representa la preciosa verdad del Reino. Al darse cuenta del valor de
esa perla, el comerciante estuvo dispuesto a vender enseguida todas las cosas que tenía
para poder comprarla. Por otra parte, Jesús habló de un hombre que trabajaba en el campo y

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halló “un tesoro escondido”. A diferencia del comerciante, este hombre encontró el tesoro sin
querer, pero también estuvo dispuesto a vender todo lo que tenía para quedarse con él.
17
¿Por qué usó Jesús estas dos parábolas? Para mostrar que hay varias maneras de
descubrir la verdad. Algunas personas la buscan usando todo lo que está a su alcance. Otras
la encuentran aunque no la estén buscando; quizás alguien les habla de ella. De cualquier
modo, en ambas parábolas, cada hombre reconoció el valor de lo que había hallado y estuvo
dispuesto a hacer enormes sacrificios para no perderlo.
18
¿Cómo nos ayudan estas dos parábolas? (Mat. 6:19-21.) Pregúntese: “¿Tengo la
misma actitud de aquellos dos hombres que mencionó Jesús? ¿Atesoro la verdad como
ellos? ¿Estoy dispuesto a hacer sacrificios para no perderla, o permito que otros asuntos,
como las preocupaciones de la vida diaria, me distraigan?” (Mat. 6:22-24, 33; Luc. 5:27, 28;
Filip. 3:8). La alegría que sentimos por haber hallado la verdad fortalecerá nuestra
determinación de ponerla en primer lugar en nuestra vida.
19
¿Hemos prestado atención y entendido el significado de estas parábolas del Reino?
En ese caso, no solo podremos explicarlas, sino que llevaremos a la práctica lo que
aprendimos de ellas. En el próximo artículo estudiaremos otras tres parábolas y las lecciones
que nos enseñan.
[Nota]
Ha ocurrido algo similar en lugares como Alemania oriental (Anuario 1999, página 83), la
Argentina (Anuario 2001, página 186, recuadro), Papúa Nueva Guinea (Anuario 2005,
página 63) y la isla de Robinson Crusoe (La Atalaya del 15 de junio de 2000, página 9).
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Por qué muchas personas no entendieron lo que enseñó Jesús?
3. ¿Por qué podían entender los discípulos lo que enseñaba Jesús?
4. Mencione tres pasos que nos ayudan a entender las parábolas de Jesús.
5. Explique con un ejemplo la diferencia entre conocimiento, entendimiento y sabiduría.
6. ¿Qué cuatro preguntas responderemos al estudiar las siete parábolas de Jesús? (Vea el
recuadro.)
7. Explique la parábola del grano de mostaza.
8. ¿Por qué usó Jesús la parábola de la semilla de mostaza?
9. a) ¿Qué aprendemos de la parábola del grano de mostaza? b) ¿Qué nos enseña sobre
Jehová y Jesús esta parábola?
10. ¿Qué significa la parábola de la levadura?

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11. ¿Por qué usó Jesús la parábola sobre la levadura?
12, 13. Dé ejemplos de cómo ha crecido la predicación del Reino igual que la levadura de la
parábola.
14, 15. a) ¿Cómo nos ayuda la parábola de la levadura? b) ¿Qué nos enseña sobre Jehová y
Jesús esta parábola?
16. a) ¿Qué significa la parábola del comerciante viajero? b) ¿Qué significa la parábola del
tesoro escondido?
17. ¿Por qué usó Jesús la parábola del comerciante viajero y la del tesoro escondido?
18. a) ¿Cómo nos ayudan estas dos parábolas? b) ¿Qué nos enseñan sobre Jehová y Jesús
estas parábolas?
19. ¿Qué estudiaremos en el próximo artículo?
[Recuadro de la página 8]
Al leer cada parábola de Jesús, pregúntese:
▪ ¿Qué significa?
▪ ¿Por qué la usó Jesús?
▪ ¿Cómo puedo utilizar la lección que aprendo de ella?
▪ ¿Qué me enseña sobre Jehová y Jesús?

*** w14 15/8 págs. 29-30 Preguntas de los lectores ***


Jesús les dijo a los saduceos que los resucitados “ni se casan ni se dan en
matrimonio” (Luc. 20:34-36). ¿Se estaba refiriendo a la resurrección terrestre?
▪ Esta es una pregunta importante, sobre todo para los que han perdido a su amado cónyuge
y quizás anhelan volver a estar casados con esa persona cuando resucite en el nuevo
mundo. Un viudo comentó: “Mi esposa y yo no decidimos poner fin a nuestro matrimonio.
Deseábamos de corazón seguir sirviendo a Jehová para siempre como marido y mujer. Y yo
sigo sintiendo lo mismo”. ¿Hay razones para esperar que los resucitados puedan casarse?
Sencillamente, no lo sabemos.
Durante años, nuestras publicaciones han señalado que lo que Jesús dijo sobre la
resurrección y el matrimonio probablemente se refería a la resurrección terrestre y que, por
tanto, quienes volvieran a la vida en la Tierra no se casarían (Mat. 22:29, 30; Mar. 12:24, 25;
Luc. 20:34-36). Aunque no podemos ser dogmáticos, ¿es posible que Jesús se refiriera a la
resurrección celestial? Examinemos sus palabras.

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Veamos primero en qué circunstancias las pronunció (lea Lucas 20:27-33). Los
saduceos, que no creían en la resurrección, trataron de entrampar a Jesús con una pregunta
sobre la resurrección y el matrimonio de cuñado. Él les respondió: “Los hijos de este sistema
de cosas se casan y se dan en matrimonio, pero los que han sido considerados dignos de
ganar aquel sistema de cosas y la resurrección de entre los muertos ni se casan ni se dan en
matrimonio. De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles, y son hijos
de Dios por ser hijos de la resurrección” (Luc. 20:34-36).
¿Por qué han dicho nuestras publicaciones que es probable que Jesús se refiriera a la
resurrección terrestre? Esta conclusión se basaba principalmente en dos argumentos.
El primero era que, puesto que los saduceos sin duda pensarían en una resurrección
terrestre, Jesús se debió referir a ella al contestarles. El segundo era que Jesús terminó su
respuesta hablando de Abrahán, Isaac y Jacob, fieles patriarcas que resucitarán aquí en la
Tierra (Luc. 20:37, 38).
Sin embargo, es posible que Jesús estuviera pensando en la resurrección celestial. ¿Qué
razones tenemos para llegar a esa conclusión? Analicemos dos frases claves.
“Los que han sido considerados dignos de ganar [...] la resurrección de entre los
muertos.” A los ungidos fieles “se les [considera] dignos del reino de Dios” (2 Tes. 1:5, 11).
Han sido declarados justos, dignos de vivir para siempre, sobre la base del rescate. Por
tanto, no mueren como pecadores condenados, pues Jehová los considera libres de pecado
(Rom. 5:1, 18; 8:1). A cada uno de ellos se le llama “feliz y santo” y se le considera digno de
resucitar en el cielo (Rev. 20:5, 6). En cambio, entre quienes resucitarán en la Tierra habrá
“injustos” (Hech. 24:15). ¿Podría decirse que a estos “se les [considera] dignos” de resucitar?
“Tampoco pueden ya morir.” Jesús no dijo: “Ya no morirán”, sino: “Tampoco pueden ya
morir”. Los ungidos que finalizan su vida en la Tierra siendo fieles son resucitados para vivir
en el cielo y reciben inmortalidad, es decir, vida indestructible y sin fin (1 Cor. 15:53, 54).
La muerte ya no tiene ningún poder sobre quienes experimentan la resurrección celestial.
En vista de lo anterior, ¿a qué conclusión llegamos? A la conclusión de que es posible
que las palabras de Jesús sobre el matrimonio y la resurrección se refieran a la resurrección
celestial. En ese caso, lo que dijo sería aplicable a los que resucitan para vivir en el cielo: que
no se casan, que no pueden morir y que en algunos aspectos son como los ángeles,
criaturas que viven en la región espiritual. Sin embargo, esta conclusión hace surgir varias
preguntas.
En primer lugar, ¿por qué se referiría Jesús a la resurrección celestial al responder a los
saduceos, que probablemente pensaban en una resurrección terrestre? Pues bien, Jesús
no siempre respondió a sus enemigos según lo que ellos pensaban. Por ejemplo, a los judíos
que le pidieron una señal les dijo: “Derriben este templo, y en tres días lo levantaré”. Jesús
seguramente sabía que ellos pensarían en el edificio del templo, “pero él hablaba acerca del

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templo de su cuerpo” (Juan 2:18-21). Puede que Jesús no viera necesario contestarles
aquella pregunta a los saduceos, quienes eran hipócritas y ni siquiera creían en la
resurrección o en los ángeles (Prov. 23:9; Mat. 7:6; Hech. 23:8). Más bien, tal vez quisiera
revelar verdades sobre la resurrección celestial a sus discípulos, quienes eran sinceros y un
día iban a recibir esa resurrección.
En segundo lugar, ¿por qué acabaría Jesús su explicación haciendo referencia a
Abrahán, Isaac y Jacob, los cuales serán resucitados en la Tierra? (Lea Mateo 22:31, 32.)
Observemos que Jesús inició su comentario sobre esos patriarcas con las palabras “respecto
a la resurrección de los muertos”. Con esa frase tal vez quiso marcar un cambio de
pensamiento para pasar a hablar de la resurrección terrestre. Luego, como sabía que los
saduceos aceptaban los escritos de Moisés, utilizó las palabras que Jehová le dirigió a
Moisés en la zarza ardiente como prueba adicional de que la resurrección terrestre es parte
del propósito divino y se cumplirá sin falta (Éx. 3:1-6).
En tercer lugar, si las palabras de Jesús sobre la resurrección y el matrimonio solo se
cumplen en la resurrección celestial, ¿significa eso que quienes resuciten en la Tierra podrán
casarse? La Palabra de Dios no da una respuesta directa a esta pregunta. Y es que si Jesús
en verdad no hablaba de la resurrección terrestre, entonces sus palabras tampoco aclaran si
podrán casarse o no quienes resuciten en la Tierra.
Mientras tanto, sabemos que la Biblia sí dice claramente que la muerte rompe los lazos
matrimoniales. Por lo tanto, un viudo o una viuda no debe sentirse culpable si decide volver a
casarse. Esa es una decisión personal, y no se debe criticar a nadie por buscar la afectuosa
compañía de un cónyuge (Rom. 7:2, 3; 1 Cor. 7:39).
Es lógico que nos preguntemos muchas cosas sobre la vida en el nuevo mundo, pero
no debemos andar haciendo suposiciones. Tendremos que esperar a estar allí para conocer
las respuestas. Ahora bien, de esto sí podemos estar seguros: los seres humanos fieles
serán felices, pues Jehová satisfará todas sus necesidades y deseos del mejor modo (Sal.
145:16).
[Notas]
Vea La Atalaya del 1 de junio de 1987, páginas 30 y 31.
En tiempos bíblicos se celebraba el matrimonio de cuñado, o de levirato. Esta costumbre
consistía en que un hombre tomaba por esposa a la viuda de su hermano cuando este
fallecía sin dejar hijos. El objetivo era que tuviera descendencia con ella para que el linaje
de su hermano no se perdiera (Gén. 38:8; Deut. 25:5, 6).
Quienes resuciten en la Tierra tendrán la oportunidad de recibir vida eterna, no inmortalidad.
Para una explicación de la diferencia entre vida eterna e inmortalidad, vea la obra
Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1,

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*** w14 15/7 pág. 8 “Jehová conoce a los que le pertenecen” ***
“YO SOY JEHOVÁ; NO HE CAMBIADO”
4
Pablo estaba seguro de que Jehová podía diferenciar entre quienes lo adoraban
sinceramente y quienes solo fingían hacerlo. Por eso eligió las palabras que eligió al escribir
su carta inspirada a Timoteo. Tras referirse al daño espiritual que los apóstatas ya les
estaban causando a algunos miembros de la congregación, señaló: “Con todo, el fundamento
sólido de Dios queda en pie, y tiene este sello: „Jehová conoce a los que le pertenecen‟, y:
„Que renuncie a la injusticia todo el que nombra el nombre de Jehová‟” (2 Tim. 2:18, 19).
5
¿Qué tienen de particular las palabras que Pablo eligió al redactar este pasaje? Que
esta es la única vez que en las Escrituras se menciona “el fundamento sólido de Dios”.
La Biblia utiliza la palabra fundamento para representar varias cosas, como, por ejemplo, la
ciudad de Jerusalén como capital del antiguo Israel o el papel que Jesús desempeña en el
propósito de Dios (Sal. 87:1, 2; 1 Cor. 3:11; 1 Ped. 2:6). Entonces, ¿a qué se refirió Pablo
con la expresión “el fundamento sólido de Dios”?
6
El apóstol la utilizó en el mismo contexto en que mencionó las palabras de Moisés sobre
Coré y sus partidarios registradas en Números 16:5. Se refirió a los sucesos de los días de
Moisés para animar a Timoteo y recordarle que Jehová puede reconocer a los rebeldes y
evitar que se salgan con la suya. Igual que Coré no había podido impedir que se cumpliera el
propósito divino, tampoco podrían hacerlo los apóstatas que había en la congregación. Pablo
no explicó en detalle el significado de la expresión “el fundamento sólido de Dios”. Sin
embargo, sus palabras sin duda fortalecieron la fe y confianza de Timoteo en que Jehová
siempre actúa de la mejor manera.

*** w14 15/2 págs. 26-27 Preguntas de los lectores ***


¿Qué razones tenían los judíos del siglo primero para estar “en expectación”,
pendientes de la llegada del Mesías?
▪ En los días de Juan el Bautista, “el pueblo [estaba] en expectación, y todos [estaban]
razonando en sus corazones acerca de Juan: „¿Acaso será él el Cristo?‟” (Luc. 3:15). ¿Qué
razones había para que los judíos esperaran que el Mesías se presentara por aquellas
fechas? Veamos algunas.
Después de que Jesús nació, el ángel de Jehová se apareció a unos pastores que
cuidaban sus rebaños en los campos cercanos a Belén. El ángel proclamó: “Les ha nacido
hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David” (Luc. 2:8-11). A continuación
se le unió “una multitud del ejército celestial, alabando a Dios y diciendo: „Gloria en las
alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad‟” (Luc. 2:13, 14).

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Ese anuncio tuvo un profundo efecto en aquellos humildes pastores. Inmediatamente
fueron a Belén y, cuando hallaron a José y María con el bebé, “dieron a conocer el dicho que
se les había hablado respecto a este niñito”. Como resultado, “cuantos oyeron se
maravillaron de las cosas que les dijeron los pastores” (Luc. 2:17, 18). La expresión “cuantos
oyeron” implica que no solo les hablaron a José y María, sino también a otras personas.
Luego, al volver a casa, los pastores siguieron “glorificando y alabando a Dios por todas las
cosas que habían oído y visto, así como estas se les habían dicho” (Luc. 2:20). Está claro
que no guardaron en secreto las buenas noticias que habían oído sobre Cristo, sino todo lo
contrario.
Cuando María llevó a su primogénito a Jerusalén para presentarlo a Jehová tal como
exigía la Ley mosaica, la profetisa Ana “empezó a dar gracias a Dios y a hablar acerca del
niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén” (Luc. 2:36-38; Éx. 13:12). De ese
modo, las noticias en cuanto a la llegada del futuro Mesías siguieron difundiéndose.
Posteriormente, “astrólogos de las partes orientales vinieron a Jerusalén, diciendo:
„¿Dónde está el que nació rey de los judíos? Porque vimos su estrella cuando estábamos en
el Oriente, y hemos venido a rendirle homenaje‟” (Mat. 2:1, 2). Al oír esto, “el rey Herodes se
agitó, y toda Jerusalén junto con él; y, habiendo reunido a todos los sacerdotes principales y
a los escribas del pueblo, se puso a inquirir de ellos dónde había de nacer el Cristo” (Mat.
2:3, 4). Así que muchísima gente se enteró de la noticia: ¡el futuro Mesías había llegado!
Lucas 3:15, citado antes, indica que algunos judíos pensaron que Juan el Bautista podía
ser el Cristo. Pero el propio Juan refutó por completo esa idea al decir: “El que viene después
de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de quitarle las sandalias. Ese los bautizará con
espíritu santo y con fuego” (Mat. 3:11). Su modesto comentario sin duda avivó aún más las
expectativas en torno al Mesías.
¿Es posible que los judíos del siglo primero calcularan el momento de la llegada del
Mesías basándose en la profecía de las 70 semanas registrada en Daniel 9:24-27? Aunque
esa posibilidad no se puede descartar, tampoco se puede confirmar. Lo cierto es que en los
días de Jesús había muchas interpretaciones distintas de la profecía de las 70 semanas, y
ninguna de ellas se parecía a la explicación que ahora tenemos.
Los esenios, que según muchos fueron una secta monástica judía, enseñaron que hacia
el final de un período de cuatrocientos noventa años aparecerían dos Mesías, pero
no podemos asegurar que sus cálculos se basaran en la profecía de Daniel. Aun si ese fue el
caso, cuesta imaginar que los judíos en general llegaran a conocer los cálculos cronológicos
de un grupo que llevaba una vida tan recluida.
En el siglo segundo de nuestra era, ciertos judíos creyeron que las 70 semanas habían
abarcado el período comprendido entre la destrucción del primer templo, en el año 607 antes
de nuestra era, y la destrucción del segundo templo, en el 70 de nuestra era. Otros judíos

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relacionaban el cumplimiento de la profecía con sucesos del período macabeo, que comenzó
en torno al año 170 antes de nuestra era. Así pues, no había un consenso en cuanto a cómo
contar las 70 semanas.
Si en el siglo primero se hubiera sabido calcular cuándo debía cumplirse esa profecía, lo
más seguro es que los apóstoles y otros cristianos de aquel entonces la habrían utilizado
para demostrar que Jesucristo era el Mesías prometido, pues había aparecido justo en el
momento predicho. Pero no hay pruebas de que los primeros cristianos hicieran eso.
Hay otro factor que cabe destacar. Con frecuencia, los evangelistas se refirieron a
determinadas profecías de las Escrituras Hebreas que se cumplieron en Jesucristo (Mat.
1:22, 23; 2:13-15; 4:13-16). Curiosamente, ni uno de ellos conecta la llegada de Jesús a la
Tierra con la profecía de las 70 semanas.
En resumen, no podemos confirmar que los contemporáneos de Jesús entendieran
correctamente la profecía de las 70 semanas; pero, como hemos visto, los Evangelios
aportan razones sólidas que explican por qué estaban “en expectación”, pendientes de la
llegada del Mesías.
[Notas]
La Biblia no dice que los ángeles cantaran cuando Jesús nació.
¿Cómo es que los astrólogos asociaron la aparición de la “estrella” en el oriente con el
nacimiento del “rey de los judíos”? ¿Podría ser que oyeran las noticias sobre el
nacimiento de Jesús mientras viajaban a través de Israel siguiendo la “estrella”?
Para saber cómo entendemos ahora la profecía de las 70 semanas, consulte el libro
Prestemos atención a las profecías de Daniel, capítulo 11.

*** w13 15/7 pág. 5 párr. 8 ¿Cuándo serán estas cosas? ***
8
¿Qué sucederá tras la primera fase de la gran tribulación? Las palabras de Jesús
indican que pasará algún tiempo antes del inicio del Armagedón. Pero ¿qué ocurrirá en ese
intervalo? Hallamos la respuesta en Ezequiel 38:14-16 y Mateo 24:29-31 (léalo). Después
vendrá el Armagedón, que se corresponde con la destrucción de Jerusalén en el año 70
(Mal. 4:1). Alcanzando su punto culminante en la batalla del Armagedón, la gran tribulación
será una experiencia única, “como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo”
(Mat. 24:21). Y cuando haya pasado, comenzará el Reinado de Mil Años de Cristo.

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*** w13 15/7 págs. 13-14 párrs. 16-17 “Estoy con ustedes todos los días” ***
16
Quinto: los justos resplandecerían brillantemente. Jesús concluyó su profecía
diciendo: “En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en el
reino de su Padre” (Mat. 13:43). ¿Cuándo y dónde será esto? Lo que Jesús predijo aún está
por venir. Se cumplirá en el futuro y en el cielo, no ahora en la Tierra. ¿Cómo llegamos a esta
conclusión? Veamos dos razones.
17
En primer lugar, analicemos cuándo se cumplirían las palabras de Jesús. Él dijo: “En
aquel tiempo los justos resplandecerán”. La expresión “en aquel tiempo” obviamente se
refiere al suceso que Jesús acababa de mencionar, a saber, que se arrojaría la mala hierba
en el horno de fuego. Esto sucederá en la parte final de la gran tribulación. Por lo tanto,
también será en ese tiempo futuro cuando los ungidos “resplandecerán brillantemente”.
En segundo lugar, veamos dónde ocurrirá. Jesús especificó que los justos
“resplandecerán [...] en el reino”. ¿Qué quiere decir esto? Que todos los ungidos fieles que
aún queden en la Tierra después de que haya pasado la primera fase de la gran tribulación
ya habrán recibido su sello final. Entonces, como indicó Jesús en su profecía sobre la gran
tribulación, serán reunidos en el cielo (Mat. 24:31). Allí es donde resplandecerán “en el reino
de su Padre” y donde, poco después de la batalla de Armagedón, formarán parte de la
gozosa novia de Jesús en “las bodas del Cordero” (Rev. 19:6-9).

*** w13 15/7 pág. 14 “Estoy con ustedes todos los días” ***

NOTAS FINALES: (Deben leerse como notas a pie de página en los párrafos
correspondientes.)
[Notas]
Párrafo 2: Para repasar las otras partes de la parábola, le animamos a leer el artículo “Los
justos resplandecerán tan brillantemente como el sol”, de La Atalaya del 15 de marzo
de 2010, páginas 19 a 21, párrafos 1 a 9.
Párrafo 3: Puesto que los apóstoles de Jesús habían muerto y los ungidos que quedaban en
la Tierra no estaban representados por los esclavos, sino por el trigo, es obvio que los
esclavos representan a los ángeles. Jesús indicó posteriormente en la ilustración que
quienes juntan la mala hierba son ángeles (Mat. 13:39).
Párrafo 6: Este es un cambio en nuestro modo de entender este punto. Antes pensábamos
que la inspección de Jesús había tenido lugar en 1918.
Párrafo 7: Desde 1910 hasta 1914, los Estudiantes de la Biblia distribuyeron casi cuatro
millones de libros y más de doscientos millones de tratados y folletos.

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Párrafo 14: Este es un cambio en nuestro modo de entender Mateo 13:42. En el pasado,
nuestras publicaciones han explicado que los cristianos falsos llevan décadas llorando y
haciendo crujir sus dientes, lamentándose porque “los hijos del reino” los desenmascaran
como “hijos del inicuo” (Mat. 13:38). Sin embargo, hay que tener en cuenta que la idea de
“crujir los dientes” se relaciona con destrucción (Sal. 112:10).
Párrafo 16: Daniel 12:3 declara: “Los que tengan perspicacia [los cristianos ungidos] brillarán
como el resplandor de la expansión”. Mientras aún están en la Tierra, “brillan” al participar
en la predicación. Sin embargo, Mateo 13:43 señala al momento en que resplandecerán
brillantemente en el Reino celestial. Antes pensábamos que ambos pasajes se referían a
la misma actividad: la predicación.
Párrafo 18: Vea el libro Acerquémonos a Jehová, páginas 288 y 289.

*** w13 15/7 ¿Quién es “el esclavo fiel y discreto”? ***


“¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre
sus domésticos [...]?” (MAT. 24:45)

BUSQUE LAS RESPUESTAS


¿Quién es el esclavo fiel y discreto?
¿Quiénes son los domésticos, y cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre ellos?
¿Cuándo nombrará Cristo al esclavo fiel sobre todos sus bienes, y cuáles son estos?
“Hermanos, he perdido la cuenta de las veces que han llegado a mis manos artículos que
decían justo lo que yo necesitaba cuando más lo necesitaba.” Así expresó una hermana su
gratitud en una carta dirigida a nuestra sede mundial. ¿Le ha pasado a usted lo mismo que a
ella? A muchos de nosotros sí. Y eso es algo que no debería sorprendernos.
2
El oportuno alimento espiritual que recibimos es prueba de que Jesús, Cabeza de la
congregación, está cumpliendo su promesa de alimentarnos. ¿Por medio de quién lo hace?
Cuando dio la señal de su presencia, dijo que usaría al “esclavo fiel y discreto” para darles
“alimento al tiempo apropiado” a sus domésticos (lea Mateo 24:45-47). Ese esclavo fiel es el
conducto mediante el cual Jesús alimenta a sus verdaderos discípulos en este tiempo del fin.
Es vital identificarlo: nuestra salud espiritual y nuestra amistad con Dios dependen de ese
conducto (Mat. 4:4; Juan 17:3).
3
Entonces, ¿cómo debemos entender la ilustración sobre el esclavo fiel y discreto? En el
pasado, nuestras publicaciones han explicado lo siguiente: Jesús nombró al esclavo fiel
sobre sus domésticos en el Pentecostés del año 33; el esclavo representa al conjunto de
cristianos ungidos que a partir de ese año han vivido en la Tierra en cualquier momento

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dado; los domésticos son esos mismos ungidos, pero vistos como individuos, y en 1919
Jesús nombró al esclavo fiel “sobre todos sus bienes”, es decir, sobre todos los intereses del
Reino en la Tierra. Sin embargo, después de volver a estudiar y meditar cuidadosamente
este asunto con la ayuda de la oración, vemos necesario modificar nuestra forma de
entender las palabras de Jesús sobre el esclavo fiel y discreto (Prov. 4:18). Examinemos
dicha parábola y veamos qué tiene que ver con nosotros, sea que abriguemos la esperanza
celestial o la terrenal.
¿CUÁNDO SE CUMPLE LA ILUSTRACIÓN?
4
El contexto muestra que la ilustración del esclavo fiel y discreto no empezó a cumplirse
en el Pentecostés del año 33, sino en este tiempo del fin. Veamos cómo nos llevan las
Escrituras a esa conclusión.
5
Esta parábola forma parte de la profecía de Jesús sobre “la señal de [su] presencia y de
la conclusión del sistema de cosas” (Mat. 24:3). La primera sección de la profecía, registrada
en Mateo 24:4-22, tiene dos cumplimientos. El primero tuvo lugar en los años que
transcurrieron desde el 33 hasta el 70, y el segundo —mucho más abarcador— lo estamos
viendo en nuestros días. ¿Significa esto que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel
también tendría dos cumplimientos? En realidad, no.
6
A partir de las palabras que leemos en Mateo 24:29, Jesús se refirió principalmente a
sucesos que ocurrirían en nuestros días (lea Mateo 24:30, 42, 44). Hablando de la gran
tribulación, dijo que los habitantes de la Tierra “verán al Hijo del hombre viniendo sobre las
nubes del cielo”. Luego exhortó a quienes vivieran en los últimos días a mantenerse alerta
con estas palabras: “No saben en qué día viene su Señor [...], porque a una hora que
no piensan que es, viene el Hijo del hombre”. En este contexto —al hablar de sucesos que
ocurrirían en los últimos días—, Jesús relató la parábola del esclavo fiel. Así pues, podemos
concluir que sus palabras sobre ese esclavo fiel solo empezaron a cumplirse después
de 1914, cuando comenzaron los últimos días. ¿Por qué es lógica esta conclusión?
7
Piense en la pregunta que planteó Jesús: “¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y
discreto[?]”. En el siglo primero no tenía sentido hacerla. Como vimos en el artículo anterior,
los apóstoles realizaban milagros y hasta transmitían dones milagrosos, así que estaba claro
que eran ellos los que tenían el apoyo divino (Hech. 5:12). Por eso, ¿por qué iba alguien a
preguntar quién había sido nombrado por Jesús para dirigir a sus ovejas? Sin embargo,
en 1914 la situación era muy distinta. La temporada de la cosecha había empezado ese año.
Por fin era hora de separar la mala hierba del trigo (Mat. 13:36-43). Pero al empezar la
temporada de la cosecha, había muchos cristianos falsos que afirmaban ser los verdaderos
seguidores de Jesús. Así que surgió esta cuestión fundamental: ¿cómo podría reconocerse
el trigo, es decir, los cristianos ungidos? La ilustración de Jesús dio una clave. Los cristianos
ungidos serían aquellos que estuvieran bien alimentados espiritualmente.

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¿QUIÉN ES EL ESCLAVO FIEL Y DISCRETO?
8
El esclavo fiel debe estar compuesto por cristianos ungidos que vivan en la Tierra.
A ellos se les llama “un sacerdocio real”, y se les ha encomendado que “„declaren en público
las excelencias‟ de aquel que los llamó de la oscuridad a su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). Por
esta razón resulta apropiado que miembros de ese “sacerdocio real” participen directamente
en enseñar la verdad a sus hermanos en la fe (Mal. 2:7; Rev. 12:17).
9
¿Componen el esclavo fiel todos los ungidos que viven en la Tierra? No, la realidad es
que no todos los ungidos participan en proveer alimento espiritual a sus compañeros de
creencia de todo el mundo. Es cierto que entre el trigo hay hermanos ungidos que son
siervos ministeriales o ancianos. Ellos enseñan de casa en casa y en sus congregaciones y
apoyan con lealtad las instrucciones que recibimos de la sede mundial, pero no participan en
proveer alimento espiritual a la hermandad. Además, entre los ungidos hay hermanas
humildes que nunca intentarían asumir la función de maestros de la congregación (1 Cor.
11:3; 14:34).
10
¿Quién, entonces, es el esclavo fiel y discreto? Según el patrón que Jesús fijó de
alimentar a muchos por medio de unos pocos, ese esclavo está compuesto por un pequeño
grupo de hermanos ungidos que participan directamente en preparar y proveer alimento
espiritual durante la presencia de Cristo. A lo largo de los últimos días, estos hermanos
ungidos que constituyen el esclavo fiel han estado sirviendo juntos en la sede mundial. Hoy,
ese esclavo es el grupo de cristianos ungidos que forman el Cuerpo Gobernante de los
Testigos de Jehová. Ahora bien, note que, aunque se trata de un esclavo compuesto por más
de una persona, la palabra esclavo está en singular. En armonía con este hecho, el Cuerpo
Gobernante actúa como uno solo, es decir, toma sus decisiones de manera conjunta.
¿QUIÉNES SON LOS DOMÉSTICOS?
11
Debe destacarse que, en la ilustración de Jesús, el esclavo fiel y discreto recibe dos
nombramientos distintos. En primer lugar, se le pone a cargo de los domésticos, y en
segundo lugar, de todos los bienes del amo. Puesto que la parábola se cumple
exclusivamente en este tiempo del fin, ambos nombramientos tendrían que producirse
después de 1914, cuando comenzó la presencia de Cristo como Rey.
12
¿Cuándo nombró Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos? Para averiguar la
respuesta, debemos retroceder al año 1914, al comienzo de la temporada de la cosecha.
Como ya aprendimos, en ese entonces había muchos grupos que afirmaban ser cristianos.
¿De entre cuál de ellos seleccionaría y nombraría Jesús al esclavo fiel? La pregunta se
respondió una vez que él y su Padre vinieron a inspeccionar el templo —el sistema de
adoración que Dios ha establecido—, lo que tuvo lugar desde 1914 hasta principios de 1919
(Mal. 3:1). ¡Cuánto se alegraron al ver a un pequeño grupo de leales Estudiantes de la Biblia
que demostraban un profundo amor por Jehová y su Palabra! Por supuesto, necesitaban

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pulirse en algunos aspectos, pero humildemente se dejaron moldear durante un breve
período de prueba y limpieza (Mal. 3:2-4). Aquellos fieles Estudiantes de la Biblia eran
auténtico trigo. En 1919, año en que experimentaron un resurgimiento espiritual, Jesús
seleccionó de entre ellos algunos hermanos ungidos capacitados para que compusieran el
esclavo fiel y discreto y los nombró sobre sus domésticos.
13
¿Quiénes, entonces, son los domésticos? Dicho sencillamente, los que son
alimentados. Al comienzo de los últimos días, todos los domésticos eran cristianos ungidos.
Pero más tarde, el grupo de los domésticos llegó a incluir a la gran muchedumbre de otras
ovejas. Estas componen ahora la inmensa mayoría del “solo rebaño” que sigue a Cristo
(Juan 10:16). Tanto los ungidos como las otras ovejas se benefician del mismo alimento
espiritual que el esclavo fiel proporciona “al tiempo apropiado”. ¿Y qué puede decirse de los
miembros del Cuerpo Gobernante que hoy componen ese esclavo fiel y discreto? Ellos
también necesitan alimentarse espiritualmente, así que con humildad reconocen que a nivel
individual son domésticos como todos los demás cristianos verdaderos.
14
Jesús puso una seria responsabilidad sobre los hombros del esclavo fiel y discreto.
En tiempos bíblicos, un esclavo de confianza, o mayordomo, tenía a su cargo a todos los
siervos de la casa de su amo (Luc. 12:42, nota). De igual modo, el esclavo fiel y discreto
tiene a su cargo a todos los siervos de Jehová. Entre sus deberes figura supervisar el uso de
bienes materiales, la obra de predicar, la preparación de asambleas y la producción de las
publicaciones bíblicas que se emplean en el ministerio, en el estudio personal y en las
reuniones cristianas. Los domésticos dependen de todos los recursos espirituales que
proporciona este esclavo compuesto.
¿CUÁNDO SE LE NOMBRA SOBRE TODOS LOS BIENES DEL AMO?
15
¿Cuándo hace Jesús el segundo nombramiento, el que consiste en poner al esclavo a
cargo de “todos sus bienes”? Él dijo: “¡Feliz es aquel esclavo si su amo, al llegar [o,
literalmente, “habiendo venido”, según la nota], lo hallara haciéndolo así! En verdad les digo:
Lo nombrará sobre todos sus bienes” (Mat. 24:46, 47). Observe que Jesús efectúa el
segundo nombramiento después de llegar y ver que el esclavo ha estado “haciéndolo así”, es
decir, que ha estado suministrando fielmente alimento espiritual. Así que habría un intervalo
entre los dos nombramientos. Entonces, ¿cómo y cuándo nombra Jesús al esclavo sobre
todos sus bienes? Para contestar esta pregunta, debemos saber dos cosas: cuándo llega él y
cuáles son esos bienes.
16
¿Cuándo llega Jesús? El contexto lo aclara. Recuerde que cuando los versículos
previos dicen que Jesús “viene”, esa palabra se refiere al tiempo en que llega a dictar y
ejecutar su sentencia al final de este sistema (Mat. 24:30, 42, 44). Por lo tanto, la llegada, o
venida, de Jesús mencionada en la ilustración del esclavo fiel tiene lugar durante la gran
tribulación.

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¿Cuáles son “todos [los] bienes” de Jesús? Él no dijo que fueran únicamente sus
bienes en la Tierra. En realidad, Jesús tiene una inmensa autoridad en los cielos. “Toda
autoridad me ha sido dada en el cielo y sobre la tierra”, declaró (Mat. 28:18; Efes. 1:20-23).
Ahora sus bienes incluyen el Reino mesiánico, que le ha pertenecido desde 1914 y que
compartirá con sus discípulos ungidos (Rev. 11:15).
18
¿A qué conclusión nos llevan estos hechos? Cuando Jesús venga como Juez durante
la gran tribulación, verá que el esclavo fiel ha estado suministrando lealmente alimento
espiritual a los domésticos al tiempo apropiado. Entonces se complacerá en efectuar el
segundo nombramiento: lo nombrará sobre todos sus bienes. Quienes componen el esclavo
fiel recibirán ese nombramiento cuando obtengan su recompensa celestial y lleguen a ser
reyes con Cristo.
19
¿Es la recompensa que el esclavo fiel recibe en los cielos mayor que la del resto de los
ungidos? La respuesta es no. Aunque una recompensa se le haya prometido a un grupo
pequeño en un momento determinado, también pueden acabar recibiéndola otras personas.
Por ejemplo, piense en lo que Jesús les dijo a sus 11 apóstoles fieles la noche antes de morir
(lea Lucas 22:28-30). Él le prometió a ese pequeño grupo de hombres una magnífica
recompensa por su lealtad: compartiría con ellos su autoridad de Rey. Sin embargo, años
después indicó que todos los ungidos, los 144.000 sin excepción, se sentarían en tronos y
reinarían con él (Rev. 1:1; 3:21). De modo parecido, según indica Mateo 24:47, Jesús le
prometió a un pequeño grupo de hombres —los hermanos ungidos que componen el esclavo
fiel— que lo nombraría sobre todos sus bienes. Pero, realmente, son los 144.000 en su
totalidad los que compartirán la inmensa autoridad celestial de Cristo (Rev. 20:4, 6).
20
Mediante el esclavo fiel y discreto, Jesús está siguiendo el mismo patrón que estableció
en el siglo primero: alimentar a muchos por medio de unos pocos. Nombró a ese esclavo
para asegurarse de que en estos últimos días sus verdaderos discípulos —sean de los
ungidos o de las otras ovejas— tuvieran un suministro constante de alimento espiritual “al
tiempo apropiado”. ¡Cuánto lo agradecemos! Pues bien, demostremos nuestra gratitud
apoyando lealmente a los hermanos ungidos que componen ese esclavo fiel y discreto (Heb.
13:7, 17).

NOTAS FINALES: (Deben leerse como notas a pie de página en los párrafos
correspondientes.)
[Notas]
Párrafo 2: En una ocasión anterior, Jesús relató una parábola similar en la que se refirió al
“esclavo” como un “mayordomo” y a los “domésticos” como “su servidumbre” (Luc. 12:42-
44).

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Párrafo 6: La “venida” (del verbo griego érkjomai) de Cristo es distinta de su “presencia”
(parousía). Su presencia invisible comienza antes de que venga a ejecutar su sentencia.
Párrafo 12: Vea el artículo “Estoy con ustedes todos los días” en esta misma revista,
páginas 10 a 12, párrafos 5 a 8.
Párrafo 16: Vea el artículo “¿Cuándo serán estas cosas?” en esta misma revista, páginas 7
y 8, párrafos 14 a 18.
[Preguntas del estudio]
1, 2. ¿Por medio de qué conducto nos alimenta Jesús hoy, y por qué es vital que
identifiquemos ese conducto?
3. ¿Qué han explicado nuestras publicaciones sobre la ilustración del esclavo fiel?
4-6. ¿Por qué podemos concluir que la parábola de Jesús sobre el esclavo fiel solo empezó a
cumplirse después de 1914?
7. ¿Qué cuestión fundamental surgió al comienzo de la temporada de la cosecha, y por qué?
8. ¿Por qué resulta apropiado que el esclavo fiel esté compuesto por cristianos ungidos?
9. ¿Componen el esclavo fiel todos los cristianos ungidos? Explique su respuesta.
10. ¿Quién es el esclavo fiel y discreto?
11, 12. a) ¿Qué dos nombramientos recibe el esclavo fiel y discreto? b) ¿Cuándo nombró
Jesús al esclavo fiel sobre sus domésticos, y a quiénes seleccionó?
13. ¿Quiénes están incluidos en el grupo de los domésticos, y por qué?
14. a) ¿Qué seria responsabilidad se ha confiado al esclavo fiel, y qué deberes incluye?
b) ¿Qué advertencia dio Jesús al esclavo fiel y discreto? (Vea el recuadro “Si alguna
vez aquel esclavo malo...”.)
15, 16. ¿Cuándo nombra Jesús al esclavo fiel sobre todos sus bienes?
17. ¿Cuáles son los bienes de Jesús?
18. ¿Por qué se complacerá Jesús en nombrar al esclavo fiel sobre todos sus bienes?
19. ¿Es la recompensa que el esclavo fiel recibe en los cielos mayor que la del resto de los
ungidos?
20. ¿Con qué propósito nombró Jesús al esclavo fiel, y qué estamos decididos a hacer?

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[Recuadro de la página 22]
¿LO HA CAPTADO?
“El esclavo fiel y discreto”: Un pequeño grupo de hermanos ungidos que participan
directamente en preparar y proveer alimento espiritual durante la presencia de Cristo. Hoy,
esos hermanos ungidos componen el Cuerpo Gobernante
“Sus domésticos”: Todos los que son alimentados, tanto ungidos como otras ovejas
“Su amo [lo] nombró sobre sus domésticos”: En 1919, Jesús seleccionó hermanos
ungidos capacitados para componer su esclavo fiel y discreto
“Lo nombrará sobre todos sus bienes”: Quienes componen el esclavo serán nombrados
sobre todos los bienes del amo al recibir su recompensa en los cielos. Junto con los demás
de los 144.000 compartirán la inmensa autoridad celestial de Cristo
[Ilustración de las páginas 22 y 23]
Sea que abriguemos la esperanza celestial o la terrenal, todos somos domésticos
y necesitamos el mismo alimento espiritual al tiempo apropiado
[Recuadro de la página 24]
SI ALGUNA VEZ AQUEL ESCLAVO MALO...
Jesús ha colocado sobre los hombros del esclavo fiel y discreto la más pesada de las
responsabilidades: cuidar de los domésticos y proporcionarles alimento espiritual al tiempo
apropiado. Jesús sabía que a quienes más responsabilidades tienen, más se les exige (Luc.
12:48). Por consiguiente, concluyó su parábola sobre el esclavo fiel y discreto con una seria
advertencia.
Jesús habló de un esclavo malo que, creyendo que su amo tarda en volver, se pone a
golpear a sus coesclavos. Cuando el amo llega —dijo Jesús—, lo castiga “con la mayor
severidad” (lea Mateo 24:48-51).
¿Estaba prediciendo Jesús que habría un simbólico esclavo malo en los últimos días? No.
Es verdad que algunos han manifestado un espíritu similar al descrito por Jesús. A estos se
les podría llamar apóstatas, sean ungidos o de la “gran muchedumbre” (Rev. 7:9). Pero esas
personas no componen un “esclavo malo”. Jesús no dijo que nombraría a un esclavo malo;
más bien, sus palabras constituyen una advertencia dirigida al esclavo fiel y discreto.
Observemos que Jesús comienza su advertencia con las palabras “si alguna vez”. Cierto
especialista señala que en el texto griego esta expresión denota una “idea de condición o
hipótesis”. En otras palabras, Jesús dijo: “En el supuesto caso de que el esclavo fiel y
discreto maltratara así a sus compañeros, esto es lo que el amo haría al llegar” (vea también
Lucas 12:45). Sin embargo, el esclavo fiel y discreto en conjunto se ha mantenido alerta
proporcionando alimento espiritual nutritivo.
Los hermanos ungidos que componen el esclavo fiel reconocen que rendirán cuentas al
Amo por el modo como cuiden de sus domésticos. Desean de corazón cumplir lealmente su

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responsabilidad para que, cuando por fin llegue el Amo, puedan escuchar que les dice “bien
hecho”.

*** w11 15/7 págs. 24-25 ¿Qué es el descanso de Dios? ***


“Queda un descanso sabático para el pueblo de Dios.” (HEB. 4:9)

El libro de Génesis explica en su primer capítulo que Jehová pasó seis “días” —es decir,
seis largos períodos de tiempo— acondicionando la Tierra para la llegada del ser humano.
Después de la descripción de cada uno de estos días aparecen estas palabras: “Llegó a
haber tarde y llegó a haber mañana” (Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Pero no ocurre lo mismo
con el séptimo. Al llegar a este punto, se indica que “Dios procedió a bendecir el día séptimo
y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha
creado” (Gén. 2:3).
2
Estas palabras las escribió Moisés en el año 1513 antes de nuestra era. Por lo tanto, la
expresión “ha estado descansando” nos permite deducir que, al menos hasta ese momento,
no había concluido el séptimo día, el día de descanso de Jehová. ¿Y en la actualidad? ¿Nos
hallamos aún en ese día? ¿Podemos entrar en el descanso divino, es decir, tomar parte en
él? Ambas cuestiones son muy importantes para cada uno de nosotros.
¿Sigue hoy Jehová “descansando”?
3
Hay dos razones que nos permiten afirmar que, en el siglo primero, el séptimo día aún
seguía en curso. La primera se desprende de la respuesta que Jesús les dio a quienes lo
acusaron de no respetar el sábado. Según ellos, hacer curaciones milagrosas equivalía a
trabajar, algo que la Ley mosaica prohibía hacer ese día. Notemos cómo les contestó el
Señor: “Mi Padre ha seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando” (Juan 5:16, 17).
Al afirmar: “Mi Padre ha seguido trabajando”, se defendió de su acusación. Es como si
hubiera dicho: “Mi Padre y yo estamos realizando el mismo tipo de trabajo. Él está trabajando
durante su sábado, que ya ha durado miles de años, así que no tiene nada de malo que yo
también trabaje en sábado”. Por consiguiente, Jesús dio a entender que, en lo que respecta
a la Tierra, en aquel entonces seguía en curso el gran día sabático de Dios, o sea, su día de
descanso.
4
La segunda razón la encontramos en un argumento que Pablo utilizó por inspiración
divina. Hablando sobre el descanso de Dios y justo antes de citar de Génesis 2:2, el apóstol
escribió: “Nosotros los que hemos ejercido fe sí entramos en el descanso” (Heb. 4:3, 4, 6, 9).
Estas palabras dejan claro que, en aquella época, el séptimo día no había terminado. Ahora
bien, ¿hasta cuándo duraría el día de descanso?

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5
Para saber cuándo termina el séptimo día, debemos tener claro el motivo por el que
Dios lo estableció. Génesis 2:3 lo revela al indicar que el Creador “procedió a bendecir el día
séptimo y a hacerlo sagrado”. Jehová hizo santo ese día al separarlo para un fin especial:
llevar a cabo su propósito para la Tierra. ¿Y cuál es ese propósito? Llenar el planeta de seres
humanos obedientes que cuiden de él y de todos los seres vivos (Gén. 1:28). Ese es el
objetivo con el que han “seguido trabajando hasta ahora” tanto Jehová como Jesucristo, a
quien la Biblia llama “Señor del sábado” (Mat. 12:8). Así pues, el gran día de descanso
continuará hasta que el propósito de Dios para la Tierra quede cumplido por completo.
¿Cuándo sucederá esto? Al final del Reinado de Mil Años de Cristo.

*** w11 15/7 pág. 28 ¿Qué es el descanso de Dios? ***


Cómo podemos entrar hoy en el descanso de Dios
16
Hoy día, a ninguno de nosotros se nos ocurriría insistir en que nuestra salvación
depende de que obedezcamos ciertos mandatos de la Ley mosaica. A fin de cuentas, en su
carta a los Efesios, Pablo dice sin rodeos: “Por esta bondad inmerecida, en verdad, ustedes
han sido salvados mediante fe; y esto no debido a ustedes: es dádiva de Dios. No, no es
debido a obras, a fin de que nadie tenga base para jactarse” (Efe. 2:8, 9). Entonces, ¿qué
debemos hacer si queremos entrar en el descanso de Dios? Recordemos que Jehová separó
el séptimo día —su día de descanso— para un fin especial: llevar a cabo su propósito para la
Tierra. Por lo tanto, para entrar en el descanso de Jehová —es decir, tomar parte en él—,
debemos obedecerle y colaborar en el cumplimiento de su propósito según nos lo va
aclarando su organización.
17
Jamás debemos quitarles importancia a los consejos bíblicos del esclavo fiel
ni guiarnos por nuestras opiniones personales. Si lo hiciéramos, nos pondríamos en contra
del propósito divino y nos arriesgaríamos a perder la amistad con Jehová. Ahora bien, ¿qué
situaciones ponen hoy día a prueba nuestra obediencia? En el próximo artículo analizaremos
algunas y veremos cómo las decisiones que tomamos en esos casos revelan si hemos
entrado en el descanso de Dios.

*** w10 15/7 págs. 20-24 “El espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios” ***
“El espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios”

“El espíritu escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios.” (1
COR. 2:10)

¡Cuánto agradecemos las muchas funciones que desempeña el espíritu santo de Jehová!
Las Escrituras dicen que es un ayudante y una dádiva de Dios, e indican que da testimonio y

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aboga por nosotros (Juan 14:16; Hech. 2:38; Rom. 8:16, 26, 27). Pero el apóstol Pablo
señaló otra de sus importantísimas funciones: “El espíritu escudriña todas las cosas [o
“investiga todo a fondo”], hasta las cosas profundas de Dios” (1 Cor. 2:10; Nueva Traducción
Viviente). Jehová usa su fuerza activa para sacar a la luz verdades espirituales profundas.
Después de todo, ¿hasta qué punto comprenderíamos los propósitos divinos si
no contáramos con esa ayuda? (Léase 1 Corintios 2:9-12.) Ahora bien, ¿cuál es la forma en
que “el espíritu escudriña [...] las cosas profundas de Dios”? ¿A quiénes usó Jehová en el
siglo primero para revelar sus verdades? ¿Cómo investiga hoy día el espíritu estas cosas
profundas, y a quiénes emplea para sacarlas a la luz?
2
Jesús habló de dos formas en las que actuaría la fuerza activa de Dios. Poco antes de
morir, les aseguró a sus apóstoles: “El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi
nombre, ese les enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he
dicho” (Juan 14:26). Primero, el espíritu serviría como maestro para los cristianos, pues les
permitiría comprender verdades que antes no entendían, y segundo, les ayudaría a recordar
y aplicar correctamente las enseñanzas recibidas.
En el siglo primero
3
Aunque Cristo les enseñó a sus discípulos muchas verdades que eran nuevas para
ellos, aún les quedaba mucho por aprender. De hecho, les comentó: “Tengo muchas cosas
que decirles todavía, pero no las pueden soportar ahora. Sin embargo, cuando llegue aquel,
el espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad” (Juan 16:12, 13). Como indican las
palabras de Jesús, el espíritu santo sería el medio por el cual se revelarían gradualmente las
cosas profundas de Dios.
4
“El espíritu de la verdad” llegó en el Pentecostés del año 33, al ser derramado sobre
unos ciento veinte cristianos reunidos en Jerusalén. Aquel suceso vino acompañado de
pruebas que se podían ver y oír (Hech. 1:4, 5, 15; 2:1-4). Los discípulos empezaron entonces
a hablar en diversos idiomas “acerca de las cosas magníficas de Dios” (Hech. 2:5-11). Había
llegado el momento de que se hiciera una nueva revelación. En el pasado, Joel había
predicho que Jehová derramaría su fuerza activa (Joel 2:28-32). Y ahora la gente estaba
observando cómo se cumplía esa profecía de una forma que nadie se había imaginado.
Entonces, el apóstol Pedro, sirviendo de portavoz, aclaró el significado de lo ocurrido (léase
Hechos 2:14-18). ¿Cómo logró dar esa explicación? Gracias al espíritu santo, el cual actuó
como maestro y le permitió comprender que aquel suceso estaba cumpliendo las palabras de
Joel. Además, el espíritu le ayudó a recordar, pues Pedro no solo pudo citar de esa profecía,
sino también de dos salmos de David (Sal. 16:8-11; 110:1; Hech. 2:25-28, 34, 35). Lo que
vieron y oyeron aquellas personas realmente formaba parte de las cosas profundas de Dios.
5
Sin embargo, había muchos asuntos que los cristianos del siglo primero aún tenían que
comprender mejor. Por ejemplo, no estaba claro qué implicaciones tendría el nuevo pacto
que entró en vigor en Pentecostés. ¿Se permitiría que solo fueran parte de él judíos y

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prosélitos? ¿O se incluiría también a gente de otras naciones y se les ungiría con espíritu?
(Hech. 10:45.) En el caso de los varones gentiles, ¿tendrían primero que circuncidarse y
cumplir la Ley de Moisés? (Hech. 15:1, 5.) Sin duda, se trataba de preguntas
importantísimas. Había que investigar estas cosas profundas de Dios y para ello se requería
espíritu santo. Pero ¿mediante qué personas actuaría?
6
Sería mediante los cristianos encargados de dirigir la obra. En efecto, fueron ellos
quienes plantearon estas cuestiones. Por ejemplo, Pablo, Bernabé y Pedro estuvieron
presentes en una reunión especial del Cuerpo Gobernante y mostraron con ejemplos que
Jehová estaba dirigiendo su atención a los gentiles incircuncisos (Hech. 15:7-12). Con la
ayuda del espíritu santo, los miembros de aquel consejo evaluaron las pruebas a la luz de las
Escrituras Hebreas, llegaron a una decisión y la comunicaron por escrito a las
congregaciones (léanse Hechos 15:25-30 y 16:4, 5; Efe. 3:5, 6).
7
Más adelante se fueron aclarando muchos otros asuntos mediante los escritos
inspirados de Juan, Pedro, Santiago y Pablo. Posteriormente, cuando ya habían quedado
completas las Escrituras Cristianas, desaparecieron los dones de profetizar y las
revelaciones milagrosas (1 Cor. 13:8). ¿Seguiría el espíritu enseñando a los cristianos y
ayudándoles a recordar? ¿Continuaría iluminándolos en su estudio de las cosas profundas
de Dios? Las profecías señalan que sí.
Durante el tiempo del fin
8
Un ángel predijo lo que sucedería en el tiempo del fin: “Los que tengan perspicacia
brillarán como el resplandor de la expansión; y los que traigan a los muchos a la justicia,
como las estrellas hasta tiempo indefinido, aun para siempre [...], y el verdadero
conocimiento se hará abundante” (Dan. 12:3, 4). ¿Quiénes son estos que tendrían esa
perspicacia, o comprensión espiritual, y brillarían con tanta intensidad? Jesús dio una clave
en su parábola del trigo y la mala hierba. Hablando de la “conclusión de un sistema de
cosas”, señaló: “En aquel tiempo los justos resplandecerán tan brillantemente como el sol en
el reino de su Padre” (Mat. 13:39, 43). Al explicar la ilustración, Jesús dijo que “los justos”
eran “los hijos del reino”, los cristianos ungidos (Mat. 13:38).
9
¿Brillarían todos los ungidos? En cierto sentido sí, pues todos ellos tendrían que
predicar, hacer discípulos y fortalecerse mutuamente en las reuniones, dando así el ejemplo
para los demás cristianos (Zac. 8:23). Pero en el tiempo del fin ocurriría algo más: se
revelarían cosas profundas de Dios. Por ejemplo, se aclararían las profecías de Daniel, que
hasta entonces estarían selladas (Dan. 12:9). Pero ¿de qué manera investiga hoy día el
espíritu estas cosas profundas, y a quiénes emplea para sacarlas a la luz?
10
En la actualidad, cuando llega el momento de aclarar verdades profundas que hasta la
fecha no se comprendían plenamente, el espíritu santo concede discernimiento a los
hermanos responsables de la sede mundial que actúan como representantes del “esclavo fiel

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y discreto” (Mat. 24:45; 1 Cor. 2:13). El Cuerpo Gobernante en pleno examina cualquier
posible modificación (Hech. 15:6). Y, para beneficio de todos, publica las conclusiones a las
que llega (Mat. 10:27). Si en ocasiones es necesario hacer aclaraciones posteriores, se
exponen con total honestidad (véase el recuadro “El espíritu revela el significado del templo
espiritual”).
Cómo nos beneficiamos de que el espíritu revele las verdades profundas
11
Todos los cristianos nos beneficiamos de que el espíritu revele las cosas profundas de
Dios. Al igual que en tiempos de los apóstoles, nos ayuda primero a entender la información
que estudiamos, y luego a recordarla y ponerla en práctica (Luc. 12:11, 12). En realidad,
no hace falta tener una gran preparación académica para comprender las verdades
profundas que se explican en nuestras publicaciones (Hech. 4:13). Ahora bien, ¿qué
podemos hacer para entenderlas mejor? Veamos algunas sugerencias.
12
Pida espíritu santo. Cuando se siente a analizar información bíblica, solicite la guía del
espíritu santo. No olvide hacerlo aunque vaya a estudiar a solas o durante poco tiempo. Esas
humildes peticiones complacerán a su Padre celestial. Tal como indicó Jesús, él le dará su
espíritu con generosidad si se lo pide de todo corazón (Luc. 11:13).
13
Prepárese para las reuniones. El esclavo tiene la comisión de darnos “alimento al
tiempo apropiado”. Y la cumple editando publicaciones bíblicas y organizando un programa
de reuniones donde se estudian dichas publicaciones. Siempre que le pide a “toda la
asociación de hermanos” que analice cierta información, tiene razones de peso para hacerlo
(1 Ped. 2:17; Col. 4:16; Jud. 3). Cuando nos esforzamos por seguir los consejos que nos da,
estamos cooperando con el espíritu santo (Rev. 2:29).
14
Al prepararse para las reuniones, acostúmbrese a buscar los textos bíblicos y trate de
entender su relación con el tema que está analizando. Así crecerá su comprensión espiritual
(Hech. 17:11, 12). Si lee los pasajes directamente de la Biblia, la información se le grabará
mejor y luego podrá recordarla con la ayuda del espíritu. Además, podrá visualizar en qué
parte de la página se encuentran los versículos y después tardará menos en localizarlos.

*** w09 15/4 Preguntas de los lectores ***


Si una criatura muere en el vientre materno, ¿volverá a la vida en la resurrección?
A quienes no han sufrido una pérdida de esa clase puede que les cueste trabajo imaginar
lo que sienten los padres que han pasado por ese trance. Algunos de ellos experimentan un
dolor muy intenso. Por ejemplo, una cristiana sufrió cinco abortos. Y aunque con el tiempo
pudo dar a luz a dos hijos y criarlos, recordaba perfectamente cada uno de sus embarazos
malogrados. Hasta el día de su muerte supo la edad que hubieran tenido todos sus hijos si

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hubieran sobrevivido. ¿Pueden esos padres abrigar la esperanza de ver en la resurrección a
esas criaturas que no llegaron a nacer con vida?
La respuesta es muy sencilla: no lo sabemos, pues la Biblia no trata directamente el
asunto de si las criaturas que murieron antes de nacer van a resucitar. Lo que sí
encontramos en la Palabra de Dios son principios relacionados con este tema que pueden
ofrecernos cierto grado de consuelo.
Antes que nada, analicemos dos preguntas muy relacionadas entre sí. En primer lugar,
¿cuándo considera Jehová que comienza la vida humana: en la concepción, o en el
nacimiento? Y en segundo lugar, ¿cómo considera Dios a la criatura no nacida: como un ser
individual, o como un simple conjunto de células y tejidos? Los principios bíblicos nos
permiten obtener respuestas claras a ambas preguntas.
De acuerdo con la Ley mosaica, la vida no comienza en el nacimiento, sino mucho antes.
Por eso, quien causara la muerte de una criatura no nacida podía ser castigado con la pena
de muerte. La Ley mandaba: “Tienes que dar alma por alma” (Éxo. 21:22, 23). Por tanto, la
criatura que se encuentra en la matriz es un alma, una vida humana. Esta verdad
fundamental ha ayudado a millones de cristianos a entender que deben rechazar la práctica
del aborto, el cual es un grave pecado contra Dios.
Como vemos, la vida comienza en la concepción. Ahora bien, ¿cuánto valor tiene esa
vida para Jehová? La ley que acabamos de mencionar decretaba la pena de muerte para
quien provocara la muerte de la criatura. Está claro, pues, que dicha vida era muy valiosa
para Dios. Además, muchos otros pasajes bíblicos revelan que Jehová considera a la
criatura no nacida como un ser individual. Por ejemplo, el rey David dirigió a Jehová las
siguientes palabras inspiradas: “Me tuviste cubierto en resguardo en el vientre de mi
madre. [...] Tus ojos vieron hasta mi embrión, y en tu libro todas sus partes estaban escritas,
respecto a los días en que fueron formadas” (Sal. 139:13-16; Job 31:14, 15).
Jehová también ve los rasgos distintivos de la criatura y el potencial que tiene. Por citar
un caso, cuando Rebeca, la esposa de Isaac, estaba embarazada de Jacob y Esaú, estos
empezaron a pelear en su vientre. Entonces, Jehová pronunció una profecía sobre los bebés,
lo que parece demostrar que vio en ellos ciertas características que tendrían consecuencias
de largo alcance (Gén. 25:22, 23; Rom. 9:10-13).
Juan el Bautista es otro caso interesante. Uno de los Evangelios dice: “Al oír Elisabet el
saludo de María, la criatura saltó en su matriz; y Elisabet se llenó de espíritu santo” (Luc.
1:41). En este pasaje, el médico Lucas utilizó una palabra griega que podría aludir tanto a un
bebé no nacido como a uno que acaba de nacer. De hecho, esa fue la palabra que utilizó
para referirse a Jesús cuando estaba en el pesebre (Luc. 2:12, 16; 18:15).
Teniendo en cuenta todos estos factores, ¿podemos decir que la Biblia hace una
distinción entre una criatura que se encuentra en el vientre materno y una que acaba de

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nacer? Parece que no. Además, esta manera de ver el asunto concuerda con los hallazgos
de la ciencia moderna. Por ejemplo, los investigadores han descubierto que una criatura
no nacida es capaz de sentir los estímulos externos y responder a ellos. Por eso, no es de
extrañar que una madre desarrolle un vínculo tan estrecho con el hijo que está gestando.
Además, la llegada de un bebé puede variar de un embarazo a otro. Pensemos en una
madre que da a luz un bebé prematuro que fallece pocos días después. Ahora pensemos en
otra que tiene un embarazo normal, pero cuyo bebé muere pocos días antes del parto. ¿Es
razonable pensar que solo la primera de las dos puede esperar que su hijo resucite
simplemente porque este nació antes de tiempo por una razón u otra?
En resumen, la Biblia enseña claramente que la vida comienza en el momento de la
concepción y que Jehová ve a toda criatura no nacida como un ser humano único cuya vida
es muy valiosa. En vista de estas verdades, a algunos cristianos tal vez les parezca ilógico
afirmar que las criaturas que mueren antes de nacer no serán resucitadas. Incluso podrían
pensar que tal afirmación debilita nuestra postura bíblica en contra del aborto, la cual se basa
principalmente en esas verdades.
En el pasado, esta revista ha planteado algunas preguntas que parecen cuestionar la
posibilidad de que las criaturas que mueren antes de nacer vayan a resucitar. Una de esas
preguntas fue si en el Paraíso Dios implantará un embrión en fase de desarrollo en la matriz
de una mujer. Sin embargo, después de mucho estudiar, meditar y orar, el Cuerpo
Gobernante ha llegado a la conclusión de que tales cuestiones realmente no cambian en
nada nuestra esperanza de la resurrección. Jesús dijo: “Todas las cosas son posibles para
Dios” (Mar. 10:27). La propia experiencia de Jesús confirma la verdad de esa declaración,
pues su vida fue transferida desde el cielo hasta la matriz de una joven virgen, algo
totalmente imposible desde el punto de vista humano.
¿Quiere decir lo anterior que los bebés que mueran antes de nacer serán resucitados?
Pues bien, queremos dejar claro que la Biblia no responde categóricamente esta pregunta,
por lo que no podemos ser dogmáticos. Como este tema puede generar una cantidad
interminable de preguntas, es mejor no hacer ningún tipo de especulaciones. Lo que sí
sabemos es que este asunto está en manos de Jehová y que él es un Dios sumamente
amoroso y misericordioso (Sal. 86:15). No hay duda: él desea de todo corazón compensar
con la resurrección todo el sufrimiento que ha causado la muerte (Job 14:14, 15). Podemos
estar seguros de que siempre hará lo que es justo. Él curará todas las heridas que este
mundo malvado nos ha provocado, pues le ha encargado a su Hijo “desbaratar las obras del
Diablo” (1 Juan 3:8).
[Nota]
En algunas versiones de la Biblia, la traducción de este pasaje da a entender que solo la
muerte de la madre podría acarrear la pena de muerte. Sin embargo, el texto hebreo

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original muestra que dicha sentencia también podría aplicarse a quien causara la muerte
de la criatura.

*** w08 15/2 págs. 23-24 ¿Qué significa para usted la presencia de Cristo? ***
¿Quiénes reconocerían la señal?
8
En cierta ocasión en que los fariseos le preguntaron cuándo vendría el Reino, Jesús
contestó que no vendría de modo que fuera “llamativamente observable” para ellos (Luc.
17:20, 21). Así es: los incrédulos no entenderían. ¿Cómo iban a entender, si ni siquiera
reconocieron a Jesús como su futuro Rey? Entonces, ¿quiénes reconocerían la señal de la
presencia de Cristo y, además, comprenderían su significado?
9
Jesús pasó a decir que sus discípulos verían la señal tan claramente como si vieran un
“relámpago [...] [que] resplandece desde una parte debajo del cielo hasta otra parte debajo
del cielo” (léase Lucas 17:24-29). Es interesante observar que Mateo 24:23-27 establece una
relación directa entre esta misma comparación y la señal de la presencia de Cristo.
La generación que vería la señal
10
Hace algunos años, esta revista explicó que la expresión “esta generación” de Mateo
24:34 se refería, en lo que respecta al siglo primero, a “la generación contemporánea de
judíos incrédulos”. Esta explicación parecía razonable debido a que el término generación
tenía una connotación negativa en todos los demás pasajes en que Jesús lo utilizó.
De hecho, en la mayoría de los casos, Jesús tachó a la generación de “inicua” o la calificó
con otros términos negativos (Mat. 12:39; 17:17; Mar. 8:38). Por eso se creyó que, en el
cumplimiento moderno, Jesús se estaba refiriendo a la “generación” inicua de incrédulos que
verían tanto los aspectos que caracterizarían “la conclusión [syntéleia] del sistema de cosas”
como el fin (télos) de dicho sistema.
11
Es verdad que Jesús empleó la palabra generación con un sentido negativo cuando se
dirigía a las personas malvadas de su día o cuando hablaba de ellas. Pero ¿se refirió
necesariamente a tales personas cuando pronunció las palabras que leemos en Mateo
24:34? Recuerde que los cuatro apóstoles conversaron con él “privadamente” (Mat. 24:3).
Puesto que Jesús no empleó términos negativos cuando les habló de “esta generación”,
seguramente los apóstoles entendieron que ellos y los demás discípulos formaban parte de
la “generación” que no pasaría “hasta que suced[ieran] todas estas cosas”.
12
¿Cómo llegamos a esa conclusión? Examinando detenidamente el contexto. Según
Mateo 24:32, 33, Jesús dijo: “Aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que
su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así
mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las
puertas” (compárese con Marcos 13:28-30; Lucas 21:30-32). Entonces, en Mateo 24:34,

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leemos: “En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan
todas estas cosas”.
13
Según Mateo 24:33, Jesús dijo que sus discípulos, que pronto iban a ser ungidos con
espíritu santo, serían quienes podrían llegar a ciertas conclusiones cuando vieran ocurrir
“todas estas cosas”. De modo que Jesús debió de haberse referido a sus discípulos cuando
declaró: “De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.
14
A diferencia de los incrédulos, los discípulos de Jesús no solo verían la señal, sino que
también comprenderían su importancia. „Aprenderían‟ al contemplar los distintos aspectos de
esa señal y, por tanto, „sabrían‟ su verdadero significado. No tendrían ninguna duda de que
“él está cerca, a las puertas”. Es verdad que tanto los judíos incrédulos como los fieles
cristianos ungidos del siglo primero vieron un cumplimiento limitado de las palabras de Jesús.
No obstante, solo sus discípulos ungidos „aprendieron‟ de aquellos sucesos, es decir,
comprendieron su verdadero significado.
15
En nuestros días, las personas que no comprenden los asuntos espirituales consideran
que la señal de la presencia de Jesús no se ha visto de una manera “llamativamente
observable”. Les parece que todo continúa igual que siempre (2 Ped. 3:4). Por otro lado, los
fieles hermanos ungidos de Cristo, la clase Juan de nuestros días, han reconocido la señal
como si de un relámpago se tratara y han comprendido lo que realmente significa. Como
grupo, estos ungidos componen en tiempos modernos la “generación” de contemporáneos
que no pasará “hasta que sucedan todas estas cosas”. Esto parece indicar que algunos
hermanos ungidos de Cristo aún estarán vivos en la Tierra cuando comience la predicha gran
tribulación.

*** w95 15/5 págs. 21-22 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) ***
“Por luz de ti podemos ver luz.” (SALMO 36:9.)

El libro bíblico de Revelación ha intrigado a los cristianos desde los primeros tiempos del
cristianismo. Es un buen ejemplo de cómo la luz de la verdad sigue haciéndose cada vez
más clara. En 1917, el pueblo de Jehová publicó una explicación de Revelación en el libro
The Finished Mystery (El misterio terminado). Este desenmascaró sin temor a los líderes
religiosos y políticos de la cristiandad, pero muchos de sus comentarios se tomaron de
diversas fuentes. Sin embargo, este libro puso a prueba la lealtad de los Estudiantes de la
Biblia al conducto visible que utilizaba Jehová.
2
Se recibió un notable destello de luz respecto al libro de Revelación en el artículo
“Nacimiento de la nación”, que apareció en The Watch Tower del 1 de marzo de 1925. Antes
se creía que el capítulo 12 de Revelación se refería a una guerra entre la Roma pagana y
la papal, y que el hijo varón representaba al papado. Sin embargo, el artículo mostró que las

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palabras de Revelación 11:15-18 están relacionadas con el significado del capítulo 12, lo que
indica que tiene que ver con el nacimiento del Reino de Dios.
3
Toda esta información desembocó en un entendimiento mucho más claro de Revelación
que se publicó en la obra de dos tomos titulada Luz (en inglés, 1930; en español, 1932). Se
refinaron aún más las explicaciones en los libros “¡Babilonia la Grande ha caído!” ¡El reino de
Dios domina! (en inglés, 1963; en español, 1972) y “Entonces queda terminado el misterio de
Dios” (en inglés, 1969; en español, 1971). No obstante, aún había más que aprender acerca
del libro profético de Revelación. En 1988 se arrojó una luz más brillante por medio de la
publicación Apocalipsis... ¡se acerca su magnífica culminación! Pudiera decirse que la clave
de esta iluminación progresiva radica en el hecho de que la profecía de Revelación tiene su
aplicación en “el día del Señor”, que empezó en 1914. (Revelación 1:10.) Por ello, el libro de
Revelación se comprendería mejor a medida que transcurriera ese día.
Aclaración sobre “las potestades superiores”
4
Se recibió un brillante destello de luz en 1962 con respecto a Romanos 13:1, que dice:
“Sométase toda persona a las potestades superiores [“autoridades superiores”, Traducción
del Nuevo Mundo]”. (Versión Moderna.) Los primeros Estudiantes de la Biblia entendían que
“las potestades superiores” mencionadas aquí eran las autoridades mundanas. Pensaban
que, en conformidad con este versículo, si el cristiano era reclutado en tiempo de guerra,
estaba obligado a ponerse el uniforme, llevar un arma e ir al frente, a las trincheras. Se
pensaba que, como el cristiano no puede matar a su prójimo, en el peor de los casos tendría
que disparar al aire.
5
Los números de La Atalaya del 15 de mayo y del 1 de junio de 1963 (en inglés, 15 de
noviembre y 1 de diciembre de 1962) arrojaron luz clara sobre este asunto al analizar las
palabras de Jesús recogidas en Mateo 22:21: “Paguen a César las cosas de César, pero a
Dios las cosas de Dios”. Relacionado con esa postura está lo que los apóstoles dijeron en
Hechos 5:29: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los
hombres”. Los cristianos estamos en sujeción a César —“las potestades superiores”—
siempre que no nos exija desobedecer la ley de Dios. Se entendió que la sujeción a Cesar
era relativa, no absoluta. Los cristianos pagamos a César únicamente lo que no está en
conflicto con los requisitos de Dios. Fue una gran satisfacción entender con claridad ese
asunto.
Destellos de luz sobre asuntos de organización
6
También surgió la cuestión de quiénes debían ser ancianos y diáconos de la
congregación. Para evitar la estructura jerárquica común en la cristiandad, se llegó a la
conclusión de que los miembros de cada congregación debían elegirlos democráticamente
por votación. No obstante, la nueva luz que apareció en The Watchtower del 1 de septiembre
y 15 de octubre de 1932 (en español se publicó una porción de dicha información en el

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número de enero de 1933) señaló que no había base bíblica para elegir a los ancianos por
votación. De modo que estos fueron sustituidos por un comité de servicio, y la Sociedad
nombró un director de servicio.
7
Los números de La Torre del Vigía de noviembre y diciembre de 1938 (en inglés, 1 y
15 de junio) contenían destellos de luz que mostraban que los siervos de congregación
no debían ser elegidos, sino nombrados, es decir, nombrados teocráticamente. En 1971, otro
destello de luz mostró que la congregación no debía ser dirigida únicamente por un siervo de
congregación, sino por un cuerpo de ancianos, o superintendentes, a quienes nombraría el
Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. Por tanto, gracias a este aumento de luz
producido durante un período de unos cuarenta años, quedó claro que los ancianos y los
diáconos, conocidos hoy como siervos ministeriales, debían ser nombrados por “el esclavo
fiel y discreto” a través de su Cuerpo Gobernante. (Mateo 24:45-47.) Tal procedimiento
estaba en armonía con lo que se hacía en tiempos apostólicos. El cuerpo gobernante del
siglo primero nombró superintendentes a hombres como Timoteo y Tito. (1 Timoteo 3:1-7;
5:22; Tito 1:5-9.) Todo esto cumplió de manera notable las palabras de Isaías 60:17: “En vez
del cobre traeré oro, y en vez del hierro traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez
de las piedras, hierro; y ciertamente nombraré la paz como tus superintendentes, y la justicia
como los que te asignan tus tareas”.

*** w95 15/5 págs. 24-26 Destellos de luz: grandes y pequeños (parte 2) ***
Más refinación
12
También hubo más luz respecto a la cantidad de llaves simbólicas que Jesús entregó a
Pedro. Los Estudiantes de la Biblia sostenían que Pedro había recibido dos llaves para abrir
el camino a las personas que heredarían el Reino: había utilizado una en el Pentecostés de
33 E.C. para los judíos, y la otra, en el año 36 E.C. para los gentiles, cuando predicó a
Cornelio. (Hechos 2:14-41; 10:34-48.) Con el tiempo fue evidente que había un tercer grupo:
los samaritanos. Pedro usó la segunda llave cuando les abrió a ellos la oportunidad de entrar
en el Reino. (Hechos 8:14-17.) De modo que utilizó la tercera llave cuando predicó a
Cornelio. (La Atalaya del 15 de marzo de 1980, páginas 16-23, 25, 26; en inglés, 1 de
octubre de 1979.)
13
Otro rayo de luz mostró que Jesús habló de tres apriscos de ovejas, no de dos
únicamente. (Capítulo 10 de Juan.) Estos eran: 1) el aprisco judío, del que Juan el Bautizante
era el portero, 2) el aprisco de los herederos ungidos del Reino y 3) el aprisco de las “otras
ovejas”, que abrigan la esperanza terrestre. (Juan 10:2, 3, 15, 16; La Atalaya del 15 de
septiembre [en inglés, 15 de febrero] de 1984, páginas 21-31.)
14
También se aclaró el entendimiento sobre el Jubileo antitípico. Bajo la Ley, cada año
quincuagésimo se celebraba el gran Jubileo, en el que se devolvía a los propietarios

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originales sus pertenencias. (Levítico 25:10.) Por mucho tiempo se entendió que este Jubileo
prefiguraba al Reinado de Mil Años de Cristo. Sin embargo, últimamente se ha visto que el
Jubileo antitípico empezó en realidad en el Pentecostés de 33 E.C., cuando se libertó de la
esclavitud al pacto de la Ley de Moisés a los que recibieron el espíritu santo que se derramó
aquel día. (La Atalaya del 1 de enero de 1987, páginas 18-28.)
Más luz sobre la terminología
15
“El congregador procuró hallar las palabras deleitables y la escritura de palabras
correctas de verdad.” (Eclesiastés 12:10.) Estas palabras bien pudieran aplicarse al tema que
estamos examinando, pues no solo se ha arrojado luz sobre asuntos importantes de doctrina
y conducta, sino también sobre la terminología cristiana y su significado exacto. Por ejemplo,
una de las publicaciones más queridas de los Estudiantes de la Biblia era el tomo 1 de
Estudios de las Escrituras, titulado: El Plan Divino de las Edades. Sin embargo, con el tiempo
se observó que la Palabra de Dios indica que los seres humanos son los únicos que hacen
planes. (Proverbios 19:21.) Las Escrituras nunca dicen que Jehová los haga. Él no tiene que
planear nada. Todo lo que se propone hacer se cumple de seguro porque es infinito en
sabiduría y poder, como se indica en Efesios 1:9, 10: “Es según su beneplácito que él se
propuso en sí mismo para una administración al límite cabal de los tiempos señalados”. Con
el tiempo, se vio que el término “propósito” era más apropiado cuando se hacía referencia a
Jehová.
16
También era necesario entender mejor Lucas 2:14. Según la versión Reina-Valera,
1909, este texto dice: “Gloria en las alturas a Dios. Y en la tierra paz, buena voluntad para
con los hombres”. Se observó que esta traducción del versículo no comunica la idea correcta,
pues Dios no expresa su buena voluntad para con los inicuos. Los Testigos entendían que el
texto se refería a la paz que reciben los hombres de buena voluntad para con Dios. De modo
que siguieron refiriéndose a los interesados en la Biblia como personas de buena voluntad.
No obstante, luego comprendieron que lo que estaba implicado no era la buena voluntad de
parte de los hombres, sino de parte de Dios. Por ello, la nota de Lucas 2:14 en la Traducción
del Nuevo Mundo dice: “Hombres a quienes él [Dios] aprueba”. Todos los cristianos que
viven en conformidad con su voto de dedicación gozan de la buena voluntad de Dios.
17
Durante mucho tiempo los Testigos hablaron de la vindicación del nombre de Jehová.
Ahora bien, ¿había puesto Satanás en tela de juicio el nombre de Jehová? ¿Lo había hecho
alguno de sus agentes, como si a Jehová no le correspondiera ese nombre? De ninguna
manera. No fue el nombre de Jehová lo que se desafió y lo que necesitaba ser vindicado. Por
eso, las publicaciones actuales de la Sociedad Watch Tower no mencionan la vindicación del
nombre de Jehová, sino la vindicación de la soberanía de Jehová y la santificación de su
nombre. Tal proceder está en conformidad con lo que Jesús nos dijo que pidiéramos en
oración: “Santificado sea tu nombre”. (Mateo 6:9.) Jehová dijo en muchas ocasiones que

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santificaría su nombre, el cual los israelitas habían profanado, no desafiado. (Ezequiel 20:9,
14, 22; 36:23.)
18
Cabe señalar que en 1971 (en español, 1973), el libro “Las naciones sabrán que yo soy
Jehová”... ¿cómo? hizo esta distinción: “Jesucristo [...] combate [...] por la vindicación de la
Soberanía universal de Jehová y por la glorificación del nombre de Jehová” (páginas 364,
365). En 1973 (en español, 1975), el libro El reino de mil años de Dios se ha acercado
comentó: “La venidera „grande tribulación‟ es la ocasión en la cual el Dios Todopoderoso
Jehová vindicará su soberanía universal y santificará su digno nombre” (página 410). Luego,
en 1975, ¡El hombre al umbral de ser salvo de la angustia mundial! comentó: “El mayor
acontecimiento de la historia universal habrá sido consumado entonces, la vindicación de la
soberanía universal de Jehová y la santificación de su nombre sagrado” (página 279).
19
¡Qué bendición tiene el pueblo de Jehová de disfrutar de toda esta luz espiritual! Hay
una gran diferencia con la oscuridad espiritual en que se encuentran los líderes de la
cristiandad, como lo demuestra el siguiente comentario de un clérigo: “¿Por qué existe el
pecado? ¿Por qué hay sufrimiento? ¿Por qué existe el Diablo? Quiero hacerle estas
preguntas al Señor cuando vaya al cielo”. Los testigos de Jehová pueden decirle por qué: es
por la cuestión que se planteó sobre la legitimidad de la soberanía de Jehová y la cuestión de
la integridad de los seres humanos a pesar de la oposición del Diablo.
20
Con el paso de los años ha habido destellos de luz, tanto grandes como pequeños, que
han alumbrado la senda de los siervos dedicados de Jehová. De esta forma se han cumplido
textos bíblicos como Salmo 97:11 y Proverbios 4:18. Nunca olvidemos que el andar en la luz
implica apreciar la luz cada vez más clara que recibimos y vivir en conformidad con ella.
Como hemos visto, dicha luz tiene que ver tanto con nuestra conducta como con nuestra
comisión de predicar.

*** w94 15/2 págs. 19-20 “Dinos: ¿cuándo serán estas cosas?” ***
¿Qué tribulación ocurrirá antes de los fenómenos celestes?
14
El cumplimiento de la profecía de Joel, en armonía con otras profecías que emplean
expresiones semejantes, nos ayuda a comprender el significado de Mateo 24:29.
Evidentemente, lo que Jesús dijo concerniente a „la oscuridad del sol y la luna y la caída de
las estrellas‟ no se refiere a sucesos que ocurrirían durante las muchas décadas de la
conclusión del presente sistema, tales como lanzamientos espaciales, alunizajes, etc. No; él
aludió a sucesos relacionados con “el día de Jehová, grande e inspirador de temor”, es decir,
la destrucción que ha de venir.
15
Esto nos permite entender mejor cómo es que los fenómenos celestes ocurrirían
“inmediatamente después de la tribulación”. Jesús no se estaba refiriendo a la tribulación que

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culminó en 70 E.C. Más bien, aludía al comienzo de la gran tribulación que le sobrevendrá al
sistema mundial en el futuro, con la cual finalizará su prometida “presencia”. (Mateo 24:3.)
Dicha tribulación no ha llegado aún.
16
¿Qué puede decirse de las palabras de Marcos 13:24: “Pero en aquellos días, después
de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz”? Las palabras “aquellos”
y “aquella” son formas del pronombre demostrativo griego e·keí·nos, que indica algo distante
en el tiempo. Puede usarse para señalar un suceso que pertenece al pasado distante (o
mencionado anteriormente), o algo que sucederá en el futuro lejano. (Mateo 3:1; 7:22; 10:19;
24:38; Marcos 13:11, 17, 32; 14:25; Lucas 10:12; 2 Tesalonicenses 1:10.) Así, cuando
Marcos 13:24 habla de “aquella tribulación”, no se refiere a la que trajeron los romanos, sino
a la acción poderosa de Jehová que marcará el fin del presente sistema.
17
Los capítulos 17 a 19 de Revelación armonizan con Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27 y
Lucas 21:25-28, y confirman la explicación actualizada de estos últimos. ¿De qué manera?
Los Evangelios muestran que esta tribulación no comenzará y terminará de una vez.
Después del inicio de la tribulación, todavía habrá humanos desobedientes vivos que verán
“la señal del Hijo del hombre”, se lamentarán y, como dice Lucas 21:26, „desmayarán por el
temor y la expectación de las cosas que vienen sobre la tierra habitada‟. Se sobrecogerán de
terror al ver “la señal” que presagia su inminente destrucción.
18
Según la Revelación, el ataque de los “cuernos” militarizados de la “bestia salvaje”
internacional contra “la gran ramera”, Babilonia la Grande, marcará el comienzo de la
venidera gran tribulación. (Revelación 17:1, 10-16.) No obstante, quedarán con vida muchas
personas, pues los reyes, los comerciantes y los capitanes de barco, entre otros, lamentarán
el fin de la religión falsa. Sin duda, muchos se percatarán de que su juicio se ha acercado.
(Revelación 18:9-19.)

*** kr cap. 1 págs. 11-12 párrs. 16-20 “Venga tu reino” ***


16
“Esta generación.” ¿Se refería Jesús a personas que no creían en él? En realidad, no.
Primero notemos con quiénes hablaba Jesús: él dio esta profecía a los apóstoles que “se
acercaron a él [...] privadamente” (Mat. 24:3). No faltaba mucho para que se ungiera a todos
los apóstoles con espíritu santo. Ahora fijémonos en el contexto. Antes de hablar de “esta
generación”, Jesús dijo: “Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto:
Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está
cerca. Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está
cerca, a las puertas”. Los seguidores ungidos de Cristo podrían ver las cosas que predijo y
comprender su significado: que él estaría “cerca, a las puertas”. Las personas que
no creyeran en él no podrían hacerlo. Por lo tanto, cuando Jesús habló de “esta generación”,
se estaba refiriendo a sus discípulos ungidos.

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17
“De ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas.”
¿Cómo se cumplirán estas palabras? Para descubrirlo, debemos entender el significado de
las expresiones “generación” y “todas estas cosas”. En la Biblia, la palabra “generación”
suele referirse a personas de diferentes edades cuyas vidas se traslapan, es decir, coinciden
durante un período de tiempo. Una generación tiene fin, y su duración no es demasiado larga
(Éx. 1:6). La expresión “todas estas cosas” se refiere a los acontecimientos que tendrían
lugar desde 1914 hasta la “gran tribulación”, sucesos que, según profetizó Jesús, ocurrirían
durante su presencia (Mat. 24:21).
18
¿Cómo debemos entender entonces lo que Jesús dijo sobre “esta generación”? Dicha
generación consta de dos grupos de ungidos cuyas vidas coinciden durante algún tiempo.
El primer grupo está compuesto de los ungidos que vieron el inicio del cumplimiento de la
señal en 1914, y el segundo está formado por los ungidos que fueron contemporáneos del
primer grupo por un espacio de tiempo. Al menos algunos miembros de este segundo grupo
verán el comienzo de la tribulación que se avecina. Los dos grupos forman una sola
generación porque sus vidas como cristianos ungidos coincidieron durante algún tiempo.
19
¿A qué conclusión podemos llegar? Pues bien, sabemos que la señal de la presencia
de Jesús como Rey puede verse claramente por todo el mundo. También sabemos que los
ungidos que forman parte de “esta generación” ya están entrados en años, aunque no todos
morirán antes de que comience la gran tribulación. Por lo tanto, es lógico llegar a la
conclusión de que el Reino de Dios vendrá muy pronto y gobernará toda la Tierra. Será
maravilloso presenciar el cumplimiento de lo que Jesús nos enseñó a pedir en oración:
“Venga tu reino”.
20
Nunca olvidemos la orden que Jehová dio desde el cielo respecto a Jesús:
“Escúchenle”. Los cristianos verdaderos estamos más que dispuestos a obedecer ese
mandato. Tenemos un enorme interés en todo lo que Jesús dijo y enseñó sobre el Reino de
Dios. En este libro se examinará un asunto de gran importancia: lo que este Reino ya ha
conseguido y lo que hará en el futuro. En el siguiente capítulo analizaremos los
emocionantes sucesos relacionados con el nacimiento del Reino de Dios en el cielo.

*** kr cap. 9 págs. 90-92 Resultados de la predicación: “Los campos [...] están blancos
para la siega” ***
Parábolas que predijeron los resultados de la cosecha
10
En sus parábolas del Reino, Jesús predijo de manera muy gráfica los resultados de la
cosecha. Examinemos la del grano de mostaza y la de la levadura. Nos centraremos
específicamente en el cumplimiento que han tenido durante el tiempo del fin.

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11
La parábola del grano de mostaza. Cierto hombre siembra un grano de mostaza. Este
crece y llega a ser un árbol en el que se cobijan las aves (lea Mateo 13:31, 32). ¿Qué
aspectos del crecimiento de la semilla se destacan en esta parábola? 1) La magnitud del
crecimiento es asombrosa. “La más pequeña de todas las semillas” se convierte en un árbol
con “grandes ramas” (Mar. 4:31, 32). 2) El crecimiento está garantizado. “Cuando [la semilla]
se ha sembrado, sale.” Jesús no dice que tal vez salga; él dice que “sale”. Nadie puede
impedir que crezca. 3) El árbol que brota de la semilla ofrece albergue. “Vienen las aves del
cielo” y hallan “albergue bajo su sombra”. ¿Cómo se cumplen estos tres aspectos en la
cosecha espiritual de hoy día?
12
1) La magnitud del crecimiento: La parábola destaca la difusión del mensaje del
Reino y el crecimiento de la congregación cristiana. A partir de 1919 fueron entrando
cosechadores entusiastas en la congregación cristiana purificada. Al principio eran pocos,
pero la cantidad aumentó rápidamente. De hecho, su crecimiento desde principios de la
década de 1900 hasta el día de hoy ha sido espectacular (Is. 60:22). 2) El crecimiento está
garantizado: Nadie ha podido impedir que la congregación cristiana crezca. A pesar de la
gran oposición que los enemigos de Dios han ejercido contra la minúscula semilla, esta ha
ido superando los obstáculos y ha seguido creciendo (Is. 54:17). 3) El árbol ofrece
albergue: “Las aves del cielo” que hallan albergue en el árbol representan a los millones de
personas sinceras de unos 240 países y territorios que han respondido al mensaje del Reino
y han llegado a ser miembros de la congregación cristiana (Ezeq. 17:23). En ella encuentran
alimento, descanso y protección espirituales (Is. 32:1, 2; 54:13).
13
La parábola de la levadura. Una mujer agrega un poco de levadura a un montón de
harina, y toda la masa fermenta (lea Mateo 13:33). ¿Qué aspectos del crecimiento se
destacan en esta parábola? Analicemos dos. 1) El crecimiento ocasiona una transformación.
La levadura creció “hasta que toda la masa quedó fermentada”. 2) El crecimiento se extiende
por toda la masa. La levadura fermenta las “tres grandes medidas de harina”, es decir, toda
la masa. ¿Qué cumplimiento tienen estos dos aspectos en la cosecha espiritual de nuestros
tiempos?
14
1) Transformación: La levadura representa el mensaje del Reino, y la masa de harina
representa a la humanidad. Tal como la harina se transforma cuando se le añade levadura, el
mensaje del Reino hace que el corazón de quienes lo aceptan se transforme (Rom. 12:2).
2) Propagación: El proceso de fermentación simboliza la difusión del mensaje del Reino. Tal
como la levadura tiene un efecto sobre toda la masa, el mensaje del Reino se ha difundido
“hasta la parte más distante de la tierra” (Hech. 1:8). Este aspecto de la parábola nos ayuda
a ver que el mensaje del Reino se difundirá incluso en países en los que nuestra obra está
prohibida y tiene que efectuarse con mucha discreción.
15
Unos ochocientos años antes de que Jesús narrara esas parábolas, Jehová utilizó a su
profeta Isaías para predecir de manera memorable el alcance de la cosecha espiritual de

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nuestros días y la alegría que esta produciría. Jehová indica que muchas personas acuden
“desde lejos” a su organización. Y dirigiéndose a una “mujer”, que hoy día está representada
por los cristianos ungidos que aún viven en la Tierra, añade: “Verás, y ciertamente te pondrás
radiante, y realmente se estremecerá tu corazón y se ensanchará, porque a ti se dirigirá la
riqueza del mar; los recursos mismos de las naciones vendrán a ti” (Is. 60:1, 4, 5, 9). ¡Qué
ciertas son esas palabras! Hoy día, cristianos con muchos años de servicio a sus espaldas
están radiantes de alegría al ver que el número de publicadores del Reino en sus respectivos
países ha aumentado de un simple puñado a muchos miles.

*** ia cap. 16 pág. 142 Actuó con sabiduría, valor y altruismo ***
Una profecía cumplida
Al proteger al pueblo de Dios, Ester y Mardoqueo cumplieron una antigua profecía de la
Biblia. Más de mil doscientos años antes, Jehová había inspirado al patriarca Jacob para que
profetizara sobre uno de sus hijos: “Benjamín seguirá desgarrando como lobo. Por la mañana
se comerá el animal prendido, y al atardecer dividirá el despojo” (Gén. 49:27). En la
“mañana”, o comienzo, de la historia de los reyes de Israel hubo valientes guerreros —como
el rey Saúl y otros— que eran descendientes de Benjamín y defendieron al pueblo de Dios.
Y durante el “atardecer” de la nación de Israel, cuando ya no había reyes sobre el trono,
otros dos descendientes de la tribu de Benjamín —Ester y Mardoqueo— vencieron a los
enemigos de Jehová. Puede decirse que se repartieron el despojo porque recibieron las
riquezas que pertenecían a Hamán.

DÍA LUNES SESIÓN DE LA TARDE


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ESCUELA PARA ANCIANOS DE CONGREGACIÓN
AÑO DE SERVICIO 2016
Usemos eficazmente la TNM (con referencias) (parte 2)

***Las referencias Rbi8; igw; sgd llevar su ejemplar impreso o la versión en PDF y/o
EPUB del sitio jw.org***

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AÑO DE SERVICIO 2016
Su papel en promover la unidad cristiana

*** w12 15/3 págs. 7-9 ¿Cómo aconseja a otros? ***


¿Cómo aconseja a otros?

¿Le han pedido un consejo alguna vez? Quizás le han hecho preguntas como: “¿Qué
debería hacer?”, “¿Debería ir a esta fiesta?”, “¿Debería dedicarme a esta carrera?”,
“¿Debería concertar citas con esta persona?”.
Es posible que alguien le pida sinceramente ayuda para tomar decisiones que podrían
influir en la relación que tiene esa persona con sus amigos y familiares, o incluso con Jehová.
¿En que basará su respuesta? ¿Qué suele hacer cuando aconseja a otros? Sea cual sea la
importancia del asunto, Proverbios 15:28 aconseja: “El corazón del justo medita para
responder”. A continuación veremos cinco principios bíblicos útiles a la hora de dar consejos.
1 Determine cuál es la verdadera situación.
“Cuando alguien responde a un asunto antes de oírlo, eso es tontedad de su parte y una
humillación.” (PRO. 18:13)
A fin de dar buenos consejos, hay que comprender las circunstancias y el punto de vista
de quien los pide. Para ilustrarlo: supongamos que alguien le llama por teléfono para
preguntarle cuál es la mejor ruta para llegar a su casa. ¿Qué necesitaría saber usted para
ayudarlo? ¿Podría decirle cuál es la mejor ruta sin primero saber dónde se encuentra? Claro
que no. De la misma manera, para dar un buen consejo a alguien, primero es necesario
saber “dónde se encuentra” la persona, es decir, cuáles son sus circunstancias y puntos de
vista. ¿Podría haber factores que influyeran en la respuesta? Si uno no conoce bien la
situación, quizás ofrezca un consejo que deje a la persona aún más confundida (Luc. 6:39).
Averigüe cuánta información ha buscado la persona. Otra medida sensata sería
hacerle preguntas a quien pide consejo, como por ejemplo: “¿Qué principios bíblicos crees
que son aplicables a esta situación?”, “¿Cuáles parecen ser las ventajas e inconvenientes de
las opciones que tienes?”, “¿Cuánta información has buscado ya?”, “¿Qué ayuda te han
dado otros, como los ancianos de congregación, tus padres o el hermano que estudia la
Biblia contigo?”.
Es posible que sus respuestas le ayuden a determinar cuánto se ha esforzado la persona
por encontrar una solución, o qué recomendaciones se le han dado ya. Por otra parte,
también podrá discernir si lo que está buscando es un consejero que le regale los oídos
diciéndole lo que en realidad quiere oír (2 Tim. 4:3).
2 No dé respuestas precipitadas.
“Todo hombre tiene que ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar.” (SANT. 1:19)

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Aún con las mejores intenciones, no sería sabio responder muy rápido, sobre todo si
no hemos investigado el tema lo suficiente. Proverbios 29:20 dice: “¿Has contemplado a un
hombre que es apresurado con sus palabras? Hay más esperanza para alguien estúpido que
para él”.
Dedique tiempo para asegurarse de que su enfoque armoniza con la sabiduría divina.
Pregúntese: “¿Se han infiltrado en mis consejos el „espíritu del mundo‟ y su forma de
pensar?” (1 Cor. 2:12, 13). Recuerde que no basta con las buenas intenciones. El apóstol
Pedro, al saber la difícil asignación que tenía encomendada Jesús, le dijo: “Sé bondadoso
contigo mismo, Señor; tú absolutamente no tendrás este destino”. Su reacción nos enseña
que aun alguien sincero, si no tiene cuidado, podría fomentar, no “los pensamientos de Dios,
sino los de los hombres” (Mat. 16:21-23). ¡Qué importante es pensar antes de hablar!
No olvidemos que nuestra experiencia es muy limitada en comparación con la sabiduría
divina (Job 38:1-4; Pro. 11:2).
3 Aténgase humildemente a la Palabra de Dios.
“No hago nada por mi propia iniciativa; sino que hablo estas cosas así como el Padre me ha
enseñado.” (JUAN 8:28)
¿Le dirá a quien pregunte: “Si yo fuera tú... “? Aunque la solución a un problema parezca
obvia, conviene imitar el ejemplo de humildad y modestia de Jesús. Él era mucho más sabio
y experimentado que cualquier otro ser humano; aun así, reconoció: “No he hablado de mi
propio impulso, sino que el Padre mismo [...] me ha dado mandamiento en cuanto a qué decir
y qué hablar” (Juan 12:49, 50). Las enseñanzas y consejos de Jesús se basaron siempre en
la voluntad de su Padre.
Por ejemplo, en Lucas 22:49 leemos que antes de que fuera arrestado, sus discípulos le
preguntaron si debían pelear para protegerlo. De hecho, uno incluso utilizó una espada. En el
relato paralelo de Mateo 26:52-54 vemos que, hasta en esas circunstancias, Jesús dedicó
tiempo a razonar con el discípulo sobre cuál era la voluntad de Jehová. Jesús conocía los
principios que se hallan en Génesis 9:6 y las profecías del Salmo 22 e Isaías 53. Por eso
pudo dar consejos sensatos que sin duda salvaron vidas y agradaron a Jehová.
4 Utilice su biblioteca teocrática.
“¿Quién es, verdaderamente, el esclavo fiel y discreto a quien su amo nombró sobre sus
domésticos, para darles su alimento al tiempo apropiado?” (MAT. 24:45)
Jesús ha nombrado a la clase del esclavo fiel para dispensar el alimento espiritual que
necesitamos. Si usted tiene que dar consejo y guía respecto a asuntos importantes, ¿dedica
tiempo a investigar a fondo en las publicaciones bíblicas?
El Índice de las publicaciones Watch Tower y la Watchtower Library ponen a nuestro
alcance un gran caudal de información clara. Sería un gran error pasarla por alto. Se citan
miles de temas, y hay muchos artículos para ayudar a quienes buscan consejo. ¿Es usted
capaz de enseñar a otros a buscar información sobre los principios bíblicos y razonar sobre

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la Palabra de Dios? Tal como un aparato conectado al sistema de posicionamiento global
(GPS) puede decirle a una persona donde está y guiarla hasta su destino, de la misma
manera las herramientas de investigación pueden ayudarle a ver en qué situación está y
discernir cómo permanecer en el camino que lleva a la vida.
Muchos ancianos han enseñado a los publicadores a buscar artículos utilizando el Índice
o la Watchtower Library, ayudándolos así a razonar a partir de las Escrituras. De ese modo,
los hermanos no solo aprenden a encontrar la respuesta a sus preguntas, sino que también
cultivan el hábito de investigar y de confiar en las dádivas espirituales de Jehová. Como
resultado, “tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto
como lo incorrecto” (Heb. 5:14).
5 No tome decisiones por otros.
“Cada uno llevará su propia carga de responsabilidad.” (GÁL. 6:5)
En última instancia, cada persona tiene que decidir por sí misma qué consejos seguirá.
Jehová nos ha dado a todos la libertad de decidir si obedeceremos sus principios o no (Deu.
30:19, 20). En algunas situaciones hay varios principios bíblicos implicados y, en realidad, es
la propia persona la que debe tomar la decisión. Dependiendo del asunto en cuestión o de la
edad de quien le pida el consejo, también convendrá que usted se pregunte: “¿De verdad
tengo yo autoridad para tratar este tema?”. Hay asuntos que es mejor dejar en manos de los
ancianos de la congregación, o si quien pregunta es joven, en manos de sus padres.
[Nota]
En la actualidad, el CD-ROM Watchtower Library está disponible en 39 idiomas, y el Índice
de las publicaciones Watch Tower en 45.
[Ilustración y recuadro de la página 8]
Propuesta de investigación para la Adoración en Familia
Una propuesta útil de estudio es investigar sobre preguntas que nos hayan hecho
recientemente. ¿Puede buscar artículos y principios bíblicos que ayudarían a otras personas
a encontrar respuesta a sus preguntas? Por ejemplo, suponga que un hermano o una
hermana le pregunta si está bien concertar citas con alguien con quien desea casarse.
Primero podría buscar en el Índice o en la Watchtower Library bajo entradas principales
como “Concertar citas” o “Matrimonio”, y luego buscar artículos relevantes en las entradas
secundarias. Cuando pase la vista por una entrada principal, fíjese en si hay alguna
indicación “Véase también”, pues podría remitirle a otra entrada que guarde más relación con
su búsqueda.
[Recuadro de la página 9]
Las ayudas que Jehová pone a nuestro alcance mediante su organización nos permiten dar
y recibir los mejores consejos. Eclesiastés 12:11 asegura: “Las palabras de los sabios son
como aguijones, y justamente como clavos hincados son los que se entregan a las
colecciones de sentencias; han sido dadas por parte de un solo pastor”. Como si fueran

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“aguijones” —las varas puntiagudas que se utilizaban para guiar a los animales de tiro—, los
consejos sensatos y amorosos guían a las personas sinceras en la dirección correcta. Los
“clavos hincados” sirven para estabilizar las estructuras. De la misma manera, los buenos
consejos pueden lograr resultados estabilizadores. Los sabios “se entregan”, es decir,
encuentran gran satisfacción en analizar “las colecciones de sentencias” que reflejan la
sabiduría de su “solo pastor”, Jehová.
Repitamos las palabras del Pastor al dar consejos. Es un privilegio escuchar con atención y
dar consejos útiles siempre que podamos. Y si estos se basan realmente en los principios
bíblicos, serán sensatos y contribuirán al bienestar eterno de quienes los reciban.

*** w07 15/7 pág. 22 párr. 11 ¿Seguiremos “andando por espíritu”? ***
11
La paz —otro aspecto del fruto del espíritu— puede definirse como un estado de
tranquilidad y como la ausencia de disturbio. Nuestro Padre celestial es el Dios de la paz, y
se nos asegura que él “bendecirá a su pueblo con paz” (Salmo 29:11; 1 Corintios 14:33).
Jesús dijo a sus discípulos: “La paz les dejo, mi paz les doy” (Juan 14:27). ¿Cómo los
ayudaría esta paz?

*** w06 15/2 págs. 26-28 Caminemos en la senda de la iluminación progresiva ***
Iluminación que lleva al refinamiento de la organización
3
Jehová anunció por medio del profeta Isaías: “En vez del cobre traeré oro, y en vez del
hierro traeré plata, y en vez de la madera, cobre, y en vez de las piedras, hierro” (Isaías
60:17). Tal como reemplazar un material de calidad inferior por uno de mayor calidad supone
una mejora, así los testigos de Jehová han experimentado mejoras en su organización
durante “la conclusión del sistema de cosas”, o “los últimos días” (Mateo 24:3; 2 Timoteo
3:1).
4
Al comienzo de los últimos días se elegía democráticamente a los ancianos y los
diáconos de las congregaciones de los Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a
los testigos de Jehová). Sin embargo, había ancianos que carecían del verdadero espíritu
evangelizador; otros no solo eran reacios a predicar, sino que intentaban disuadir a los
demás de que lo hicieran. Por lo tanto, en 1919 se creó una nueva función en las
congregaciones: la de director de servicio. En vez de ser elegido por la congregación, el
director de servicio era nombrado de manera teocrática por la sucursal de los siervos de
Dios. Entre sus deberes figuraban organizar la predicación, asignar territorios y fomentar la
participación en el ministerio del campo. Dicho cambio dio a la obra de evangelizar un
extraordinario impulso en los años siguientes.

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Los miembros de las congregaciones cobraron nuevos bríos en 1922, cuando, en la
asamblea de los Estudiantes de la Biblia celebrada en Cedar Point (Ohio, EE.UU.), se les
exhortó: “Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”. Para 1927 se había organizado
hasta tal punto el servicio del campo, que se designó el domingo como el día más
conveniente para predicar de casa en casa. ¿Por qué el domingo? Porque para la mayor
parte de la gente era su día de descanso. En la actualidad, los testigos de Jehová
demostramos el mismo espíritu al visitar a las personas en los momentos en que es más
probable que estén en casa, como los fines de semana y al anochecer.
6
La predicación del Reino recibió gran ímpetu la tarde del domingo 26 de julio de 1931 al
adoptarse una resolución, primero en una asamblea realizada en Columbus (Ohio, EE.UU.),
y luego en todo el mundo. La resolución decía en parte: “Somos siervos de Jehová Dios
comisionados a hacer una obra en su nombre, y, en obediencia a su mandamiento, a
entregar el testimonio de Jesucristo, y dar a conocer a la gente que Jehová es el verdadero y
Omnipotente Dios; por lo tanto gozosamente aceptamos el nombre que la boca de Jehová
Dios ha pronunciado, y deseamos ser conocidos como y llamados por el nombre de testigos
de Jehová” (Isaías 43:10). ¡Con cuánta claridad definió el nuevo nombre cuál era la principal
actividad de sus portadores! En efecto, Jehová tenía mucho trabajo para todos sus siervos, y
la respuesta general fue muy entusiasta.
7
Aun cuando muchos ancianos se dedicaron humildemente a predicar, hubo algunos que
opusieron bastante resistencia a la idea de que todos los miembros de la congregación
debían participar en el ministerio público. Pero aún vendrían otras mejoras. Mediante la
revista La Torre del Vigía, las congregaciones recibieron en 1932 la directriz de que cesaran
de elegir a los ancianos y los diáconos, y que, en su lugar, eligieran un comité de servicio
formado por hombres espirituales que predicaran públicamente. De este modo, la
superintendencia quedó a cargo de quienes participaban activamente en el ministerio, y la
obra siguió adelantando.
La luz más clara trae nuevas mejoras
8
La luz iba “haciéndose más y más clara”. En 1938 se eliminaron por completo las
votaciones. Todos los siervos de la congregación serían nombrados de manera teocrática
bajo la supervisión del “esclavo fiel y discreto” (Mateo 24:45-47). Prácticamente todas las
congregaciones de los testigos de Jehová aceptaron el cambio de buena gana, y la obra de
dar testimonio continuó produciendo fruto.
9
A partir del 1 de octubre de 1972 rigió un nuevo cambio en la supervisión de las
congregaciones de los testigos de Jehová por todo el mundo: se sustituyó al siervo, o
superintendente, de congregación por un cuerpo de ancianos. Dicho sistema se ha
convertido en un poderoso incentivo para que hermanos maduros reúnan las condiciones
necesarias para dirigir a la congregación (1 Timoteo 3:1-7). En consecuencia, cada vez más
hermanos adquieren experiencia en atender las obligaciones de la congregación. ¡Cuánto

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valoramos su contribución en el pastoreo de la multitud de personas nuevas que han
aceptado la verdad bíblica!
10
El Cuerpo Gobernante fue organizado en seis comités, los cuales asumieron desde el
1 de enero de 1976 la supervisión de todas las actividades de la organización y de las
congregaciones del mundo. ¿Acaso no ha sido sumamente beneficioso contar con una
“multitud de consejeros” que dirija todo aspecto de la obra del Reino? (Proverbios 15:22;
24:6.)
11
El año 1992 fue testigo de otro refinamiento, uno comparable a lo que ocurrió después
de que los israelitas y otras personas regresaron del exilio en Babilonia. Como hacían falta
levitas que sirvieran en el templo en ese entonces, se asignaron más tareas a los netineos,
que no eran israelitas. De manera parecida, en 1992 se dieron mayores responsabilidades
de servicio a algunos miembros de las “otras ovejas” para que colaboraran con la clase del
esclavo fiel y discreto en el cuidado de los intereses terrestres, que van en aumento. Se les
nombró ayudantes de los comités del Cuerpo Gobernante (Juan 10:16).
12
¿Qué efecto ha producido todo lo anterior? “Nombraré la paz como tus
superintendentes, y la justicia como los que te asignan tus tareas”, dice Jehová (Isaías
60:17). Hoy día reina “la paz” entre los siervos de Jehová, y el amor a “la justicia” ha llegado
a ser „el que les asigna sus tareas‟, es decir, la fuerza que los impulsa a servir a Dios. Están
muy bien organizados para realizar la obra de predicar el Reino y hacer discípulos (Mateo
24:14; 28:19, 20).

*** w88 1/10 pág. 17 párrs. 9-12 “Sigan teniendo aprecio a hombres de esa clase” ***
9
La modestia, la mansedumbre y la humildad cristianas impedirán que cualquier anciano
trate de dominar a sus hermanos e imponer su opinión. (Proverbios 11:2; Colosenses 3:12.)
Puede que un superintendente cristiano tenga puntos de vista muy vigorosos y sinceros en
cuanto a cierto asunto. Pero si ve que sus compañeros ancianos tienen razones bíblicas y
teocráticas para diferir de él „se portará como uno de los menores‟ y mostrará que es
“razonable” mediante ceder al punto de vista de la mayoría. (Lucas 9:48; 1 Timoteo 3:3.)
Seguirá el excelente ejemplo del cuerpo gobernante del primer siglo, que después de una
consideración fundada en las Escrituras, y bajo la guía dada por Cristo mediante el espíritu
santo, llegó a “un acuerdo unánime”. (Hechos 15:25.)
10
El que se nombre a un cuerpo de ancianos en cada congregación, a fin de que lleven la
delantera en ella, se basa en el ejemplo de la congregación cristiana primitiva. (Filipenses
1:1; 1 Timoteo 4:14; Tito 1:5; compárese con la nota sobre la palabra “presbíteros” en Tito
1:5 en la Biblia de Jerusalén.) El libro Organizados para efectuar nuestro ministerio
(página 37) resume como sigue lo sabio de este arreglo: “Algunos ancianos sobresaldrán
más en una cualidad que en otra, mientras que otros del cuerpo superarán en las cualidades
en que algunos quizá sean débiles. El efecto, entonces, es que, en términos generales, como

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conjunto el cuerpo de ancianos tendrá dentro de sí todas las excelentes cualidades que se
necesitan para ejercer la superintendencia apropiada de la congregación de Dios”.
Respeto mutuo entre cuerpos de ancianos
11
Como se ve, un cuerpo de ancianos es una entidad bíblica en la cual el total representa
más que la suma de sus partes. Cuando se reúnen y oran por la dirección de Jehová
mediante Cristo y el espíritu santo, pueden tomar decisiones a las cuales no habrían llegado
si se les hubiera consultado individualmente. Cuando los ancianos se reúnen, sus diversas
cualidades entran en función y producen resultados que reflejan la dirección de Cristo en los
asuntos. (Compárese con Mateo 18:19, 20.)
12
El que Cristo trató con los cuerpos o conjuntos de ancianos como tales se indica por los
mensajes que envió a “las siete estrellas” o “ángeles de las siete congregaciones” de Asia
Menor. (Revelación 1:11, 20.) El primero de aquellos mensajes se envió a la congregación de
Éfeso vía su „ángel‟, o cuerpo de superintendentes ungidos. Unos 40 años antes, el apóstol
Pablo hizo que el cuerpo de ancianos de Éfeso viajara a Mileto para una reunión especial
con él. Les recordó que prestaran atención a sí mismos y que pastorearan la congregación.
(Hechos 20:17, 28.)

*** w86 15/8 págs. 14-15 Guárdese de abusar del poder ***
Ancianos cristianos
4
Para comenzar, considere el caso de los ancianos, los superintendentes de la
congregación cristiana. Cuando pensamos en sus cualificaciones, podemos recordar las
palabras de Jetró a Moisés con relación a escoger hombres para que estuvieran sobre
millares, centenas, cincuentenas y decenas: “Pero tú mismo debes seleccionar de entre todo
el pueblo hombres capaces, temerosos de Dios, hombres dignos de confianza, que odien la
ganancia injusta”. (Éxodo 18:21.) A tales hombres se les podía confiar la superintendencia.
No abusarían de las ventajas que vienen junto con el puesto de superintendente, puesto que
el temor de Dios significa odiar la maldad. Tales hombres realmente „odiarían la ganancia
injusta‟ en vez de procurarla o amarla.
5
El apóstol Pedro era consciente del peligro del abuso del poder por parte de los
ancianos y, por eso, dio el siguiente consejo a los superintendentes de la congregación
cristiana: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena
gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño; tampoco como
enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño”.
(1 Pedro 5:2, 3.) Pastorear el rebaño de Dios para obtener ganancia falta de honradez sería
abusar del poder. Así mismo, el enseñorearse sobre el rebaño sería aprovecharse
egoístamente del poder que uno tiene. Por ejemplo, un anciano quizás tenga una opinión

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definida sobre cómo debe vestir su familia. Pero debe ejercer cautela de no tratar de imponer
su punto de vista personal al rebaño; el hacer eso sería enseñorearse de ellos.
6
A menos que los ancianos sean cuidadosos, estos pudieran hacerse culpables de
nepotismo, lo cual también sería abusar del poder. ¿Nepotismo? Sí, este es un término que
proviene de una palabra latina que significa “sobrino”. Se creó este término debido a la
notoria costumbre de los papas y otros funcionarios de la iglesia de conceder favores
religiosos y materiales a sus parientes y en particular a los hijos de sus hermanos y
hermanas. Al papa Nicolás III incluso se le conoció como “el patriarca del nepotismo papal”.
A menos que los ancianos cristianos sean muy cuidadosos, pudieran dejarse influenciar
indebidamente por lazos familiares más bien que por principios espirituales. Un anciano
estaba convencido de que a su hijo se le debería recomendar como superintendente a pesar
de que el resto de los ancianos no estaba de acuerdo. Por ello, el padre se mudó a otra
congregación. Años más tarde, el hijo aún no era anciano. Evidentemente, el padre había
dejado que la relación familiar le influyera.
7
Otra manera nepotista de abusar del poder se presenta cuando los ancianos no actúan
ante los males cometidos por sus parientes. (Compárese con 1 Samuel 2:22-25, 30-35.)
Hace unos años, en ciertas congregaciones de la región central de los Estados Unidos se
presentó una situación escandalosa de mala conducta. Recientemente esta misma situación
se desarrolló en ciertas congregaciones de Europa. Muchos jóvenes se envolvieron en
fornicación, uso de drogas y cosas semejantes. De estos, no pocos eran hijos de ancianos,
algunos de los cuales aparentemente toleraron el mal comportamiento de sus hijos. Cuando
los hechos salieron a la luz, varios de esos ancianos fueron removidos debido al mal uso que
dieron a sus prerrogativas como ancianos, o más específicamente, debido a que no usaron
su autoridad debidamente.

*** it-1 pág. 1188 Humildad ***


Las palabras de Jehová a Israel antes de la destrucción de Jerusalén advirtieron y
consolaron a los humildes, pues Él dijo que actuaría en favor suyo a su debido tiempo:
“Entonces removeré de en medio de ti a los tuyos que altivamente se alborozan; y nunca
más serás altiva en mi santa montaña. Y ciertamente dejaré permanecer en medio de ti un
pueblo humilde y de condición abatida, y realmente se refugiarán en el nombre de Jehová”.
(Sof 3:11, 12.) La humildad verdaderamente resultará en la salvación de muchos, tal como
está escrito: “A la gente humilde la salvarás; pero tus ojos están contra los altivos, para
rebajarlos”. (2Sa 22:28.) De modo que tenemos la seguridad de que el rey Jesucristo, que
cabalga en la causa de la verdad, de la humildad y de la justicia, salvará a su pueblo, que se
humilla ante él y ante su Padre, Jehová.
Los cristianos deben cultivar la humildad. Después que el apóstol Pablo aconseja a
sus compañeros cristianos que se vistan de la nueva personalidad que “va haciéndose nueva
según la imagen de Aquel que la ha creado”, dice: “De consiguiente, como escogidos de

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Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la
humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia”. (Col 3:10, 12.) Citando del excelente
ejemplo de Cristo, les exhorta a considerar “con humildad mental que los demás [siervos de
Dios] son superiores a [ellos]”. (Flp 2:3.) De nuevo hace el llamamiento: “Estén dispuestos
para con otros del mismo modo como lo están para consigo mismos; no tengan la mente
puesta en cosas encumbradas, sino déjense llevar con las cosas humildes. No se hagan
discretos a sus propios ojos”. (Ro 12:16.)
En esta misma línea Pablo dice a los cristianos de la ciudad de Corinto: “Porque, aunque
soy libre respecto de toda persona, me he hecho el esclavo de todos, para ganar el mayor
número de personas. Y por eso a los judíos me hice como judío, para ganar a judíos; a los
que están bajo ley me hice como bajo ley, aunque yo mismo no estoy bajo ley, para ganar a
los que están bajo ley. A los que están sin ley me hice como sin ley, aunque yo no estoy sin
ley para con Dios, sino bajo ley para con Cristo, para ganar a los que están sin ley. A los
débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me he hecho toda cosa a gente de toda
clase, para que de todos modos salve a algunos”. (1Co 9:19-22.) Se necesita verdadera
humildad para hacer esto.
Obra en favor de la paz. La humildad promueve la paz. La persona humilde no lucha
contra sus hermanos cristianos para defender sus supuestos “derechos” personales. El
apóstol razonó que aunque tenía libertad para hacer todas las cosas, haría solo lo que fuera
edificante, y si algo en particular molestaba la conciencia de un hermano, dejaría de hacerlo.
(Ro 14:19-21; 1Co 8:9-13; 10:23-33.)
También requiere humildad el mantener la paz poniendo en práctica el consejo de Jesús
de perdonar a los demás los pecados que cometan contra nosotros. (Mt 6:12-15; 18:21, 22.)
Cuando alguien ofende a otra persona, supone una prueba para su humildad obedecer el
mandato de dirigirse al ofendido y admitir el error pidiendo perdón (Mt 5:23, 24), y en el caso
de que sea el ofendido el que se dirige al ofensor, solo el amor y la humildad podrán mover al
ofensor a reconocer su error y a actuar inmediatamente para enderezar los asuntos. (Mt
18:15; Lu 17:3; compárese con Le 6:1-7.) No obstante, la paz que tal humildad produce tanto
al individuo como a la organización sobrepasa cualquier sentimiento de humillación; además,
esa acción humilde desarrolla y fortalece en la persona la excelente cualidad de la humildad.
Esencial para la unidad de la congregación. La humildad ayudará al cristiano a estar
contento con lo que tiene y a mantener el gozo y el equilibrio. La interdependencia de la
congregación cristiana, según lo ilustró el apóstol en 1 Corintios, capítulo 12, se basa en la
obediencia, la humildad y la sumisión al orden teocrático. Por lo tanto, aunque a los varones
de la congregación se les dice: “Si algún hombre está procurando alcanzar un puesto de
superintendente, desea una obra excelente”, también se les recuerda que no busquen
ambiciosamente un puesto de responsabilidad, como, por ejemplo, el de ser maestros de la
congregación, puesto que estos “[recibirán] juicio más severo”. (1Ti 3:1; Snt 3:1.)

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Todos, tanto hombres como mujeres, deberían ser sumisos a los que llevan la delantera y
esperar que Jehová les dé cualquier nombramiento o asignación de servicio, puesto que de
Él procede el nombramiento. (Sl 75:6, 7.) Tal como dijeron algunos de los levitas, hijos de
Coré: “He escogido estar de pie al umbral en la casa de mi Dios más bien que ir de acá para
allá en las tiendas de la iniquidad”. (Sl 84:10.) Lleva tiempo desarrollar tal humildad
verdadera. Cuando las Escrituras enumeran de aquellos a quienes se nombraría para el
puesto de superintendente, especifican que no debería nombrarse a nadie recién convertido,
“por temor de que se hinche de orgullo y caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo”. (1Ti
3:6.)

*** La referencia del ks10 2:1, 19, 20, 27-30; 4:7-11 pueden llevar su edición escrita o
bien la edición electrónica en PDF y/o EPUB***

*** wt cap. 15 págs. 138-139 párrs. 6-9 Escuchemos el consejo, aceptemos la disciplina
***
6
¿Por qué les resultó difícil a Saúl y Uzías aceptar la disciplina? El problema básico fue el
orgullo: los dos tenían una opinión muy elevada de su valía personal. Mucha gente se causa
daño a sí misma por esta razón. Según parece, creen que aceptar los consejos implica cierta
deficiencia de su parte o perjudica su reputación. Pero el orgullo es una debilidad; nubla el
juicio del individuo y hace que se resista a aceptar la ayuda que Jehová ofrece mediante su
Palabra y su organización. De ahí que él nos advierta: “El orgullo está antes de un ruidoso
estrellarse; y un espíritu altivo, antes del tropiezo” (Proverbios 16:18; Romanos 12:3).
Aceptemos los consejos
7
Las Escrituras contienen también ejemplos instructivos de personas que se dejaron
aconsejar. Pongamos por caso a Moisés, cuyo suegro le recomendó una forma de atender
su enorme carga de trabajo. Moisés lo escuchó y puso en práctica su sugerencia de
inmediato (Éxodo 18:13-24). ¿Por qué fue tan receptivo a los consejos un hombre que tenía
tanta autoridad? Porque era humilde. “Moisés era con mucho el más manso de todos los
hombres que había sobre la superficie del suelo.” (Números 12:3.) ¿Cuánta importancia
reviste la mansedumbre? Sofonías 2:3 indica que nuestra vida depende de ella.
8
El rey David cometió adulterio con Bat-seba e intentó ocultarlo haciendo que mataran a
su esposo, Urías. Cuando Jehová envió al profeta Natán a censurar a David, este se
arrepintió de lo que había hecho y admitió enseguida: “He pecado contra Jehová” (2 Samuel
12:13). Si bien Dios aceptó su arrepentimiento, no lo eximió de las consecuencias de su mala
conducta. Le dijo que “una espada no se apartar[ía] de [su] propia casa”, que sus esposas
serían entregadas “a [su] semejante” y que el hijo nacido de su relación adúltera
“positivamente morir[ía]” (2 Samuel 12:10, 11, 14).

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9
El rey David sabía que es provechoso escuchar los consejos sensatos. En algunas
ocasiones agradeció a Dios que hubiera alguien que se los ofreciera (1 Samuel 25:32-35).
¿Nos parecemos a él en este aspecto? Si así es, nos ahorraremos decir y hacer muchas
cosas que luego tal vez lamentemos. Pero ¿y si nuestro comportamiento exige que se nos
aconseje o incluso se nos discipline? En ese caso, nunca olvidemos que tal medida sería
prueba del amor de Jehová y de su interés por nuestro bienestar eterno (Proverbios 3:11, 12;
4:13).

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Requisitos bíblicos para ancianos y siervos ministeriales

*** w14 15/11 págs. 28-29 Preguntas de los lectores ***


¿Cómo se nombra a los ancianos y siervos ministeriales?
▪ En el siglo primero, el apóstol Pablo les dijo a los ancianos de la congregación de Éfeso:
“Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha
nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios, que él compró con la
sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). Y hoy, ¿cómo interviene el espíritu santo en el
nombramiento de ancianos y siervos ministeriales?
Primero, el espíritu santo impulsó a los escritores de la Biblia a poner por escrito los
requisitos que debían cumplir los ancianos y los siervos ministeriales. En 1 Timoteo 3:1-7
encontramos 16 requisitos para los ancianos, y en otros pasajes, como Tito 1:5-9 y Santiago
3:17, 18, se incluyen algunos más. Los que deben reunir los siervos ministeriales se
encuentran en 1 Timoteo 3:8-10, 12, 13. Segundo, tanto quienes hacen las recomendaciones
como quienes efectúan los nombramientos le piden a Jehová específicamente que el espíritu
santo los guíe al determinar si un hermano cumple los requisitos bíblicos a un grado
razonable. Y tercero, el hermano recomendado debe estar reflejando en su vida el fruto del
espíritu (Gál. 5:22, 23). Así pues, el espíritu santo interviene en todo el proceso de
nombramiento.
Pero, en la práctica, ¿quién hace el nombramiento? Hasta ahora, todas las
recomendaciones para nuevos ancianos y siervos ministeriales se enviaban a la sucursal.
Allí, hermanos designados por el Cuerpo Gobernante las analizaban y hacían los
nombramientos. A continuación, la sucursal comunicaba la decisión al cuerpo de ancianos.
A su vez, los ancianos informaban del nombramiento al hermano en cuestión y le
preguntaban si deseaba aceptarlo y si no había nada que se lo impidiera. Por último, se
hacía un anuncio a la congregación.
Ahora bien, ¿quiénes hacían los nombramientos en el siglo primero? A veces, los
apóstoles hicieron nombramientos concretos, como cuando eligieron a siete hombres para
supervisar la distribución diaria de alimento a las viudas (Hech. 6:1-6). Sin embargo, este
ejemplo no muestra que los apóstoles hicieran nombramientos de ancianos y siervos
ministeriales, pues aquellos hombres quizás ya eran ancianos antes de recibir esa tarea
especial. Entonces, ¿quiénes nombraban a los ancianos y siervos ministeriales?
Aunque la Biblia no explica en detalle cómo se hacía cada nombramiento, sí da algunas
indicaciones. Nos dice que, mientras regresaban de su primer viaje misionero, Pablo y
Bernabé “nombraron ancianos en cada congregación y, haciendo oración con ayunos, los
encomendaron a Jehová, en quien habían llegado a creer” (Hech. 14:23). Años después,
Pablo escribió estas palabras a Tito, otro ministro viajante: “Te dejé en Creta, para que

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corrigieras las cosas defectuosas e hicieras nombramientos de ancianos en ciudad tras
ciudad, como te di órdenes” (Tito 1:5). Y parece que Timoteo, quien viajó mucho con Pablo,
recibió esa misma autoridad (1 Tim. 5:22). Como vemos, quienes hicieron estos
nombramientos fueron superintendentes viajantes, no los apóstoles y ancianos de Jerusalén.
Teniendo en cuenta este precedente bíblico, el Cuerpo Gobernante de los Testigos de
Jehová ha modificado el proceso de nombramiento de ancianos y siervos ministeriales.
Desde el 1 de septiembre de 2014 se siguen estos pasos: cada superintendente de circuito
examina con cuidado las recomendaciones de los ancianos de su circuito. En sus visitas a
las congregaciones, se esfuerza por conocer a los recomendados y, si es posible, sale con
ellos a predicar. Tras analizar las recomendaciones con cada cuerpo de ancianos, es el
superintendente de circuito quien tiene la responsabilidad de nombrar ancianos y siervos
ministeriales en las congregaciones de su circuito. De este modo, el proceso se parece más
al que se seguía en el siglo primero.
¿Quiénes desempeñan las distintas funciones en este proceso? Como siempre, “el
esclavo fiel y discreto” tiene la responsabilidad fundamental de alimentar a los domésticos
(Mat. 24:45-47). Con ayuda del espíritu santo, busca en las Escrituras pautas sobre cómo
debe organizarse hoy la congregación mundial y luego da instrucciones para aplicarlas.
El esclavo fiel también nombra a todos los superintendentes viajantes y miembros de
Comités de Sucursal. A su vez, cada sucursal ayuda a poner en práctica las instrucciones
recibidas. Por su parte, los cuerpos de ancianos tienen el deber de evaluar con mucho
cuidado si los hermanos que recomiendan para servir en la congregación de Dios reúnen los
requisitos bíblicos. Y, por último, los superintendentes de circuito tienen la seria
responsabilidad de examinar con ayuda de la oración las recomendaciones del cuerpo de
ancianos, y entonces nombrar a los hombres que cumplen los requisitos.
Al ver cómo se hacen los nombramientos, comprobamos que el espíritu santo está
presente en todo el proceso. Como consecuencia, confiamos más en quienes han sido
nombrados en la congregación cristiana y sentimos mayor respeto por ellos (Heb. 13:7, 17).

*** w90 1/9 págs. 23-28 ¿Está usted capacitado para servir? ***
“El estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios.” (2 Corintios 3:5.)

Jehová Dios y Jesucristo son trabajadores. Jesús dijo: “Mi Padre ha seguido trabajando
hasta ahora, y yo sigo trabajando”. (Juan 5:17.) Dios no aprueba a personas que rehúsan
trabajar; tampoco aprueba a las que quieren responsabilidad para conseguir poder sobre
otros. En la congregación cristiana no hay lugar para holgazanes ni para ambiciosos
egoístas. (Mateo 20:25-27; 2 Tesalonicenses 3:10.)
2
Los testigos de Jehová tienen “mucho que hacer en la obra del Señor”, especialmente
ahora cuando tantas personas afluyen a “la montaña” de la adoración verdadera. (1 Corintios

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15:58; Isaías 2:2-4.) Hay gran necesidad de hombres espiritualmente capacitados que
asuman responsabilidad en la congregación. Esos hombres ensalzan a Jehová y no se
ensalzan a sí mismos, pues no los impulsa la ambición egoísta. (Proverbios 8:13.) Saben que
Dios les ayuda a capacitarse para sus deberes en la congregación, tal como „capacita
adecuadamente a los ministros del nuevo pacto‟. (2 Corintios 3:4-6.)
3
Como sucedía entre los cristianos primitivos, hoy hay hombres nombrados por espíritu
santo y mediante el arreglo de organización de Jehová para servir como ancianos y siervos
ministeriales. (Hechos 20:28; Filipenses 1:1; Tito 1:5.) Los ancianos pastorean
espiritualmente al rebaño de Dios y suministran supervisión protectora. Tienen la ayuda de
los siervos ministeriales, cuyos deberes no envuelven directamente la superintendencia
espiritual. (1 Pedro 5:2; compárese con Hechos 6:1-6.) Al igual que el Hijo de Dios, quien
vino para ministrar, estos hombres nombrados desean servir a sus compañeros de creencia.
(Marcos 10:45.) Si usted es un hombre cristiano, ¿tiene ese espíritu?
Requisitos en común
4
Particularmente en 1 Timoteo 3:1-10, 12, 13 y Tito 1:5-9 el apóstol Pablo expone los
requisitos que deben satisfacer los hombres a quienes se encomienda responsabilidad en la
congregación. Al considerar estos requisitos, algunos de los cuales aplican tanto a ancianos
como a siervos ministeriales, no debemos considerarlos según normas mundanas. Más bien,
debemos verlos en su marco del primer siglo y como normas que pueden aplicarse en el
pueblo de Jehová. No exige perfección cumplir con estos requisitos, porque entonces ningún
humano los satisfaría. (1 Juan 1:8.) Pero si usted es hombre cristiano, sea que tenga ahora
deberes en la congregación o no, ¿por qué no se examina para ver si satisface estos
requisitos?
5
Irreprensible; que tenga excelente testimonio de los de afuera; libre de acusación.
(1 Timoteo 3:2, 7, 8, 10; Tito 1:6, 7.) Al tiempo de ser nombrados y mientras sirven en esa
capacidad los siervos ministeriales y los ancianos deben ser irreprensibles, es decir, estar
libres de culpa y de que se les tenga que censurar por una acusación justificada de conducta
o enseñanza incorrecta. Las acusaciones falsas hechas por “falsos hermanos” u otros no
hacen que un hombre sea reprensible. Para descalificar a un hombre de servir en la
congregación el cargo que se levante contra él no debe ser de poco peso, y tiene que ser
probado según las normas bíblicas. (2 Corintios 11:26; 1 Timoteo 5:19.) El que reciba un
nombramiento en la congregación “debe también tener excelente testimonio de los de afuera,
para que no caiga en vituperio y en un lazo del Diablo”. Si un hombre ha cometido algún
pecado grave en el pasado, solo puede ser nombrado si por la vida que ha llevado ha
borrado cualquier vituperio y se ha hecho un buen nombre para sí mismo.
6
Esposo de una sola mujer. (1 Timoteo 3:2, 12; Tito 1:6.) Esto no significa que solo
hombres casados pueden ser siervos ministeriales y ancianos. Sin embargo, si el hombre es
casado, solo debe tener una esposa viviente, y debe ser fiel a ella. (Hebreos 13:4.) A

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diferencia de lo que se veía entre muchos hombres no cristianos del primer siglo, no puede
ser polígamo.
7
Que presida su propia casa excelentemente, con hijos en sujeción. (1 Timoteo 3:4,
5, 12; Tito 1:6.) Puede que a algunos les parezca que los ancianos deben tener por lo menos
30 años de edad, pero la Biblia no fija ninguna edad mínima. Sin embargo, la persona debe
actuar como hombre mayor en sentido espiritual. Los siervos ministeriales y los ancianos
deben ser hombres con suficiente edad como para ser padres. El hombre casado que se
comporta de manera piadosa en otros lugares pero es un tirano en el hogar no está
capacitado para servir. Tiene que haberse ganado el respeto por presidir su propia casa
según los principios bíblicos, y su objetivo debe ser tener éxito al tratar con cada miembro de
la familia en lo referente a lo espiritual. Como regla general, los hijos menores del anciano
que es padre deben comportarse bien y ser “creyentes”. Van progresando hacia dedicarse a
Dios o ya son testigos bautizados de Jehová. Es poco probable que un hombre que no pueda
infundir fe en el corazón de sus hijos pueda hacerlo en el de otros.
8
Antes de que un hombre de familia pueda ser anciano con aptitud para proveer
superintendencia espiritual en una congregación, tiene que aprender a dirigir su propia casa.
„Si algún hombre no sabe presidir su propia casa, ¿cómo cuidará de la congregación de
Dios?‟ (1 Timoteo 3:5.) Es cierto que un hombre pudiera recibir oposición de una esposa
incrédula. (Mateo 10:36; Lucas 12:52.) O puede que uno de sus hijos cometa un pecado
grave, aunque los demás estén progresando en sentido espiritual. Sin embargo, si el hombre
ha hecho todo lo que pudiera esperarse, y especialmente si ha tenido éxito en cuanto a lo
espiritual con relación a otros miembros de su casa, el que un miembro de la familia
rechazara su buena dirección no lo descalificaría necesariamente de ser siervo ministerial o
anciano.
9
No un borracho pendenciero ni dado a mucho vino. (1 Timoteo 3:3, 8; Tito 1:7.) El que
es siervo ministerial o anciano no debe abusar de las bebidas alcohólicas. La adicción a
estas puede llevarlo a perder el dominio de los pensamientos y las emociones, lo cual
llevaría a las pendencias o peleas del borracho. No debe ser „dado a mucho vino‟ ni tener la
reputación de ser un bebedor empedernido ni uno que beba en exceso. (Proverbios 23:20,
21, 29-35.) ¡Qué trágico sería que una visita de pastoreo fuera estropeada por la
intemperancia! Si algún hermano usa bebidas alcohólicas, no debería hacerlo mientras
participa en las reuniones, en el ministerio ni en ninguna otra forma de servicio sagrado.
(Levítico 10:8-11; Ezequiel 44:21.)
10
No amador del dinero ni ávido de ganancia falta de honradez. (1 Timoteo 3:3, 8; Tito
1:7.) Los amadores del dinero están en peligro espiritual, y las “personas dominadas por la
avidez” no heredarán el Reino de Dios. Por eso, tales hombres no satisfacen los requisitos
para ser ancianos ni siervos ministeriales. (1 Corintios 6:9, 10; 1 Timoteo 6:9, 10.) La palabra
griega que se vierte “falta de honradez” significa básicamente “deshonroso”, y el término
traducido “ganancia” se refiere a cualquier clase de beneficio o ventaja. (Filipenses 1:21; 3:4 -
8.) Desde luego, el hombre cuya disposición indica que trataría a las “ovejas” de Dios con

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falta de honradez no está capacitado para asumir responsabilidad en la congregación.
(Ezequiel 34:7-10; Hechos 20:33-35; Judas 16.) La necesidad de ejercer cautela al
recomendar a alguien aumenta cuando nos damos cuenta de que un hombre ya nombrado a
quien se hubieran confiado fondos pudiera sentirse tentado a sustraer parte del dinero. (Juan
12:4-6.)
11
No un hombre recién convertido; probado en cuanto a aptitud. (1 Timoteo 3:6, 10.) La
persona recién bautizada no ha tenido tiempo para dar prueba de que puede atender
fielmente los deberes que se le asignen. Puede que no se conduela de los afligidos ni tenga
la sabiduría necesaria para ayudar a sus compañeros de adoración, y quizás hasta vea con
desprecio a otros. Por eso, antes de que un hombre sea recomendado para siervo
ministerial, y especialmente para anciano, debe ser „probado en cuanto a aptitud‟ y debe
demostrar que ejerce buen juicio y que es confiable. No se da un tiempo fijo para esta
prueba, y el paso del progreso espiritual de las personas varía. Pero los ancianos no deben
apresurarse a recomendar a un hermano nuevo, “por temor de que se hinche de orgullo y
caiga en el juicio pronunciado contra el Diablo”. Que primero el hombre manifieste humildad
como la de Cristo. (Filipenses 2:5-8.)
Lo que debe verse en los siervos ministeriales
12
Se estipulan algunos requisitos para los siervos ministeriales. No obstante, si los
ancianos no satisficieran esos requisitos también, no estarían capacitados para servir. Como
hombre cristiano, ¿satisface usted esos requisitos?
13
Serio. (1 Timoteo 3:8.) El hombre que está capacitado para servir como siervo
ministerial no debe tomar sus responsabilidades a la ligera. Debe comportarse con dignidad
que se gane el respeto de otros. Aunque el desplegar en ciertas ocasiones un sentido del
buen humor es aceptable, no satisfaría los requisitos si constantemente manifestara
frivolidad.
14
No de lengua doble; que tenga una conciencia limpia. (1 Timoteo 3:8, 9.) Los siervos
ministeriales (y ancianos) tienen que ser veraces, no chismosos ni tortuosos. Puesto que no
son de lengua doble, no deben manifestar hipocresía diciendo una cosa a cierta persona y
precisamente lo contrario a otra. (Proverbios 3:32; Santiago 3:17.) Estos hombres también
tienen que apoyar fielmente la verdad revelada, “manteniendo el secreto sagrado de la fe con
una conciencia limpia”. Ante Dios, la conciencia de tal hombre debería dar testimonio de que
es recto y no practica nada solapado ni contaminador. (Romanos 9:1; 2 Corintios 1:12; 4:2;
7:1.) Nadie satisface los requisitos para servir al rebaño de Dios a menos que se adhiera a la
verdad y a los principios piadosos.
Enfoque de los requisitos para los ancianos
15
Hay ciertos requisitos que aplican particularmente a los ancianos, y en gran parte se
relacionan con su obra de pastores y maestros. Como hombre cristiano, ¿satisface usted
estos requisitos?

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Moderado en los hábitos; que ejerza autodominio. (1 Timoteo 3:2; Tito 1:8.) El anciano
tiene que ser templado y no estar esclavizado a malos hábitos. Cuando afronte pruebas, Dios
le ayudará a mantener equilibrio si ora como lo hizo el salmista: “Las angustias de mi corazón
se han multiplicado; de los apuros en que me hallo, oh, sácame”. (Salmo 25:17.) El
superintendente también debe orar por el espíritu de Dios y desplegar sus frutos, incluso el
de autodominio. (Lucas 11:13; Gálatas 5:22, 23.) Si el anciano domina sus pensamientos,
habla y acciones, podrá evitar extremos mientras da guía espiritual a la congregación.
17
De juicio sano. (1 Timoteo 3:2.) El anciano tiene que ser sensato, discreto y prudente.
Su habla y acciones deben tener propósito y ser racionales. Su modo de pensar humilde y
equilibrado se basa en la sabiduría piadosa y en las enseñanzas saludables de la Palabra de
Jehová, de la cual debe ser estudiante diligente. (Romanos 12:3; Tito 2:1.)
18
Ordenado. (1 Timoteo 3:2.) La palabra griega que se emplea aquí se traduce “bien
arreglado” en 1 Timoteo 2:9. De modo que el anciano debe tener un patrón de vida
caracterizado por la decencia y el buen arreglo. Por ejemplo, debe ser puntual. Parece que
los cristianos del primer siglo no recalcaron al extremo el asunto de llevar registros, y no es
necesario que un superintendente hoy sea un contador u oficinista experto. Los siervos
ministeriales podrían encargarse de lo que se requiera en estos asuntos. Pero el término
griego para “ordenado” puede indicar buen comportamiento, y un hombre ciertamente no
estaría capacitado para ser anciano si fuera ingobernable o desordenado. (1 Tesalonicenses
5:14; 2 Tesalonicenses 3:6-12; Tito 1:10.)
19
Hospitalario. (1 Timoteo 3:2; Tito 1:8.) El anciano „sigue la senda de la hospitalidad‟.
(Romanos 12:13; Hebreos 13:2.) La palabra griega para “hospitalario” significa literalmente
“encariñado con extraños”. Por eso el anciano hospitalario da la bienvenida a los nuevos que
asisten a las reuniones cristianas y muestra el mismo interés tanto por los pobres como por
los que disfrutan de prosperidad material. Es hospitalario con los que rinden servicio como
ministros viajantes para el adelanto del cristianismo, y pone a estas personas en camino “de
una manera digna de Dios”. (3 Juan 5-8.) Sí, el anciano muestra hospitalidad especialmente
a sus compañeros de creencia según las necesidades que tengan y al grado que se lo
permitan sus circunstancias. (Santiago 2:14-17.)
20
Capacitado para enseñar. (1 Timoteo 3:2.) Lo apto del anciano como maestro espiritual
no proviene de habilidad mental ni sabiduría mundana. (1 Corintios 2:1-5, 13.) Es el resultado
de que se “adhiera firmemente a la fiel palabra en lo que toca a su arte [o manera] de
enseñar, para que pueda exhortar por la enseñanza que es saludable y también censurar a
los que contradicen”. (Tito 1:9; compárese con Hechos 20:18-21, 26, 27.) Debe poder „instruir
con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos‟. (2 Timoteo 2:23-26.) Aunque
un anciano no sea el mejor orador público de la congregación, debe ser tan buen estudiante
de la Palabra de Dios que sea lo suficientemente hábil como para instruir y aconsejar a los
creyentes, que también estudian la Biblia. (2 Corintios 11:6.) Tiene que estar capacitado para
impartir “enseñanza saludable” que ayude a familias e individuos a llevar una vida piadosa.
(Tito 2:1-10.)

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21
No un golpeador, sino razonable, no belicoso. (1 Timoteo 3:3; Tito 1:7.) Puesto que
es pacífico, el anciano no golpea físicamente a las personas ni las intimida mediante
comentarios abusivos o cortantes. (Compárese con 2 Corintios 11:20.) (El comentario
anterior, de que “no [es] un borracho pendenciero”, indica que evita abusar del alcohol, pues
ese abuso muy a menudo lleva a contiendas.) Porque es “razonable” (o „dispuesto a ceder‟) y
no es autoritario ni difícil de complacer, no hace cuestiones mayores de pequeñeces.
(1 Corintios 9:12; Filipenses 4:5; 1 Pedro 2:18.) Puesto que el anciano no es belicoso o
contencioso, evita las disputas y „no es propenso a la ira‟. (Tito 3:2; Santiago 1:19, 20.)
22
No es voluntarioso. (Tito 1:7.) Literalmente, esto significa “que no procura complacerse
a sí mismo”. (Compárese con 2 Pedro 2:10.) El anciano no debe ser dogmático, sino que
debe considerar sus aptitudes con humildad. Porque no opina que pueda manejar los
asuntos mejor que toda otra persona, humildemente comparte la responsabilidad con otros y
aprecia tener una multitud de consejeros. (Números 11:26-29; Proverbios 11:14; Romanos
12:3, 16.)
23
Amador del bien; justo. (Tito 1:8.) Para ser anciano, uno tiene que amar el bien y ser
justo. El amador del bien ama lo que es bueno a la vista de Jehová, efectúa hechos
bondadosos y útiles y muestra aprecio por la bondad de otros. (Lucas 6:35; compárese con
Hechos 9:36, 39; 1 Timoteo 5:9, 10.) El ser justo significa someterse a las leyes y normas de
Dios. Entre otras cosas, ese hombre es imparcial y piensa en cosas justas, castas y
virtuosas. (Lucas 1:6; Filipenses 4:8, 9; Santiago 2:1-9.) Puesto que la bondad difiere de la
justicia en el sentido de que va más allá de lo que exige lo justo, el amador del bien hace
más a favor de otros de lo que se requiere de él. (Mateo 20:4, 13-15; Romanos 5:7.)
24
Leal. (Tito 1:8.) El hombre capacitado para ser anciano mantiene devoción
inquebrantable a Dios y se adhiere a la ley divina, prescindiendo de cómo se someta a
prueba su integridad. Hace lo que Jehová espera de él, y esto incluye servir como
proclamador fiel del Reino. (Mateo 24:14; Lucas 1:74, 75; Hechos 5:29; 1 Tesalonicenses
2:10.)
Cómo satisfacer los requisitos
25
La mayoría de los requisitos que acabamos de considerar abarcan cosas que se exigen
de todo testigo de Jehová, y podemos satisfacerlos mediante la bendición de Dios sobre el
estudio, el esfuerzo, la buena compañía y la oración de cada uno de nosotros. Puede que
algunos se destaquen más por satisfacer ciertos requisitos que por satisfacer otros. Pero los
siervos ministeriales y los ancianos tienen que satisfacer a grado razonable todos los
requisitos para su privilegio particular.
26
Todo testigo de Jehová debe querer hacer cuanto le sea posible en el servicio a Dios.
Este espíritu impulsa a los hombres cristianos a ofrecerse para asumir responsabilidad en la
congregación. ¿Es usted hombre dedicado y bautizado? Si lo es, ¡procure adelantar, y haga
todo esfuerzo posible por capacitarse para servir!

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[Nota a pie de página]
Véase también La Atalaya del 15 de julio de 1983, página 29, bajo el subtítulo “Divorcio que
tiene base bíblica”.
¿Qué contestaría usted?
□ ¿Por qué se necesitan mucho ahora hombres bautizados que acepten responsabilidad en
la congregación?
□ ¿Cuáles son algunos de los requisitos que deben satisfacer los siervos ministeriales?
□ ¿Cuáles son algunos de los requisitos que deben satisfacer los ancianos?
□ ¿Por qué debe saber presidir bien su propia casa el anciano?
□ ¿Qué impulsa a los hombres cristianos a ofrecerse para aceptar deberes en
la congregación?
[Preguntas del estudio]
1. En la congregación cristiana no hay lugar para ¿qué clase de personas?
2. ¿Por qué se necesitan ahora hombres que asuman responsabilidad en la congregación
cristiana?
3. Básicamente, ¿en qué consisten las responsabilidades de los ancianos y los siervos
ministeriales?
4. ¿Dónde, particularmente, están las listas de los requisitos para aquellos a quienes se
encomienda responsabilidad en la congregación?
5. ¿Qué significa ser irreprensible?
6. ¿Qué significa ser esposo de una sola mujer?
7. a) ¿Es la edad física lo que capacita a un hombre para ser anciano? b) ¿Qué implica el
que alguien presida su propia casa excelentemente?
8. ¿Qué tiene que aprender a hacer el hombre de familia antes de llegar a ser anciano?
9. ¿Qué cuidado debe tener el anciano o siervo ministerial con relación a las bebidas
alcohólicas?
10. ¿Por qué no están capacitados para ser ancianos ni siervos ministeriales los que aman el
dinero ni los que buscan ávidamente ganancia falta de honradez?
11. ¿Por qué no se debe recomendar a “un hombre recién convertido” para responsabilidad
en la congregación?

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12. ¿Se espera que solo los siervos ministeriales satisfagan los requisitos que se dan para
ellos?
13. ¿Qué significa ser serio?
14. a) ¿Qué significa no ser de lengua doble? b) ¿Qué se requiere para tener una conciencia
limpia?
15. Ahora examinamos los requisitos para ¿quiénes?, y, especialmente, ¿qué implican
estos?
16. a) ¿Qué se requiere para moderación en los hábitos? b) ¿Cómo puede ejercer
autodominio el anciano?
17. ¿Qué implica ser de juicio sano?
18. ¿Qué requiere del anciano el ser persona ordenada?
19. ¿Cómo obra el anciano que es hospitalario?
20. ¿Qué hace del anciano una persona capacitada para enseñar?
21. a) ¿Por qué se puede decir que el anciano no es golpeador? b) ¿Qué significa ser
razonable? c) ¿Qué quiere decir no ser belicoso?
22. ¿Qué indica el hecho de que el anciano no debe ser voluntarioso?
23. a) ¿Cómo definiría usted “amador del bien”? b) ¿Qué significa ser justo?
24. ¿Qué exige el ser leal?
25. ¿De quiénes se exigen los requisitos que acabamos de examinar, y cómo pueden
satisfacerse?
26. ¿Por qué se ofrecen para asumir responsabilidad en la congregación los hombres
cristianos?
[Ilustración en las páginas 24, 25]
Los ancianos y siervos ministeriales deben presidir su propia casa en conformidad con los
principios bíblicos

*** w85 1/8 pág. 31 Preguntas de los lectores ***


▪ ¿Cómo obra el espíritu santo junto con el Cuerpo Gobernante del día moderno en el
nombramiento de ancianos?
El apóstol Pablo dijo a ancianos cristianos de Éfeso: “Presten atención a ustedes mismos
y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para

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pastorear la congregación de Dios, que él compró con la sangre del Hijo suyo”. (Hechos
20:28.)
Pablo no dio una explicación detallada de cómo funcionaba el espíritu de Dios en esos
nombramientos. No obstante, nosotros podemos hacernos una idea por lo que sucedió
cuando el cuerpo gobernante del primer siglo consideró la cuestión acerca de la circuncisión.
Al resumir la conclusión a que ellos llegaron, escribieron: “Porque al espíritu santo y a
nosotros mismos nos ha parecido bien no añadirles ninguna otra carga, salvo estas cosas
necesarias” (Hechos 15:28). ¿Cómo contribuyó el espíritu de Dios, su fuerza activa
impersonal, a la decisión obligatoria que se tomó en aquel tiempo?
El capítulo 15 de Hechos muestra que primero Pablo y Bernabé presentaron la cuestión.
Luego hubo una discusión. El apóstol Pedro relató lo que había llevado al bautismo del gentil
incircunciso Cornelio y de su casa. Pedro explicó que „Dios dio testimonio dándoles el
espíritu santo, así como nos lo dio a nosotros también‟ (Hechos 15:7, 8; 10:9-48). Después
Pablo y Bernabé „contaron las muchas señales y portentos que Dios hizo por medio de ellos
entre las naciones‟ (Hechos 15:12). Así, mediante su funcionamiento sobre Pedro, Cornelio,
Pablo y Bernabé, el espíritu santo indicó que los gentiles no tenían que circuncidarse.
Sin embargo, la decisión que tomó el cuerpo gobernante envolvió aun otros
funcionamientos del espíritu. Podemos suponer que ellos habían pedido la ayuda del espíritu
sobre sus deliberaciones. Tal ayuda quizás haya movido al discípulo Santiago a recordar la
profecía de Amós 9:11, 12 y a ver la aplicación de ella. Claro, esa profecía había sido escrita
bajo la inspiración del espíritu santo (Hechos 15:13-20). Además, “los apóstoles y ancianos
en Jerusalén”, que componían el cuerpo gobernante, eran cristianos que habían sido ungidos
con espíritu santo y que manifestaban en su vida el funcionamiento de éste, tal como al
producir los frutos de este. (Hechos 15:2; Romanos 8:14-17; 1 Corintios 7:40; Gálatas
5:22, 23.)
De modo que, sin que hubiera alguna instrucción audible desde el cielo sobre la cuestión
de la circuncisión, los del cuerpo gobernante podían decir con certeza que „el espíritu santo‟
los había llevado a la decisión.
Es parecido en el caso del nombramiento de hombres cristianos para que sean ancianos,
o superintendentes, en las congregaciones hoy día. De vez en cuando un grupo de ancianos
(que probablemente incluya a un superintendente viajante de la Sociedad) se reúne para
considerar la recomendación de algunos hermanos para ser nombrados superintendentes.
Los que componen el grupo han sido nombrados ancianos y manifiestan en su vida que
tienen el espíritu. La consideración de ellos comienza con oración para pedir la guía del
espíritu. Entonces, durante la reunión, analizan a cada hermano que está siendo considerado
para ver si está a la altura de los requisitos para ancianos que se delinean en la Biblia, los
cuales se han registrado bajo la dirección del espíritu santo (1 Timoteo 3:2-7; Tito 1:5-9).
También consideran si el modo de vivir del hermano demuestra que está „lleno de espíritu y
de sabiduría‟ (Hechos 6:3). Si concuerdan en que él es de esa clase de hombre y satisface

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los requisitos a un grado razonable, su recomendación se envía al Cuerpo Gobernante,
designado por espíritu, o a los representantes escogidos por tal cuerpo. Más tarde a la
congregación se le puede informar que dicho hermano ha sido nombrado.
Se sobreentiende que el anciano nombrado aún es imperfecto y puede que tenga
limitaciones. Pero los apóstoles eran imperfectos, tanto antes que Jesús los escogiera como
después, cuando ellos sirvieron en el cuerpo gobernante (Lucas 9:46, 54; 22:54-62; Gálatas
2:11-14). No obstante, ciertamente tenían el espíritu de Dios y habían sido nombrados bajo la
guía de dicho espíritu. De modo comparable, los hermanos y las hermanas de la
congregación pueden estar seguros de que „el espíritu santo ha nombrado a los
superintendentes, para pastorear la congregación‟ (Hechos 20:28). Es respecto a tales
hombres que se da el siguiente consejo: “Acuérdense de los que llevan la delantera entre
ustedes, los cuales les han hablado la palabra de Dios, y al contemplar detenidamente en lo
que resulta la conducta de ellos, imiten su fe”. (Hebreos 13:7.)

*** La referencia od 30-37, 51 deberá llevar su ejemplar en versión impresa o bien la


versión electrónica disponible en el sitio jw.org o en el JW Library***

*** La referencia ks10 3:1-10, 15 deberá llevar su ejemplar en versión impresa o bien la
versión electrónica disponible en formato PDF y/o EPUB***

*** km 5/00 pág. 8 ¿Cómo se les ‘prueba en cuanto a aptitud’? ***


¿Cómo se les ‘prueba en cuanto a aptitud’?
1
Por causa del constante aumento en la organización de Jehová, existe una necesidad
continua de hermanos competentes que sean siervos ministeriales. La mayoría de los que
aún no han sido nombrados, incluidos los adolescentes, desean servir en la congregación.
Cuando se les da más trabajo, se sienten útiles y tienen un sentido de logro. El que
progresen más depende de que se les “pruebe [...] en cuanto a aptitud” (1 Tim. 3:10). ¿Cómo
se hace eso?
2
El papel de los ancianos. Como parte de la evaluación que hacen los ancianos de los
hermanos a la luz de los requisitos bíblicos para los siervos ministeriales de 1 Timoteo 3:8-
13, deben probar su aptitud para cargar con responsabilidades. Pueden asignarles algunos
servicios útiles relacionados con entregar las revistas y otras publicaciones, atender los
micrófonos, el mantenimiento del Salón del Reino, etc. Los ancianos observarán cómo
responden y atienden sus asignaciones. Las cualidades que buscarán son confiabilidad,
puntualidad, diligencia, modestia, buena disposición y la capacidad de llevarse bien con los
demás (Fili. 2:20). ¿Son ejemplares en su manera de vestir y arreglarse? ¿Tienen sentido de
la responsabilidad? Los ancianos deben ver en “su conducta excelente sus obras con una

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apacibilidad que pertenece a la sabiduría” (Sant. 3:13). ¿Verdaderamente se están afanando
por ser de ayuda en la congregación? ¿Están llevando a cabo el mandato de Jesús de
“[hacer] discípulos de gente de todas las naciones” al participar con celo en el ministerio del
campo? (Mat. 28:19; véase La Atalaya del 1 de septiembre de 1990, págs. 18-28.)
3
Aunque la Biblia no fija una edad mínima para nombrar a los siervos ministeriales, dice
que son “hombres que sirven”. Esperaríamos, por tanto, que al menos hubiesen entrado en
los últimos años de la adolescencia, sobre todo porque se menciona la posibilidad de que
tengan esposa e hijos (1 Tim. 3:12, 13). Esos hombres no deberían ceder a “los deseos que
acompañan a la juventud”, sino comportarse con seriedad, tener buena posición y una
conciencia limpia ante Dios y los hombres (2 Tim. 2:22).
4
Aunque la habilidad natural es útil, lo realmente importante es la actitud y el espíritu de
la persona. ¿Desea humildemente alabar a Dios y servir a sus hermanos? En ese caso,
Jehová bendecirá su empeño por progresar en la congregación.

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Cultive el arte de enseñar

*** w09 15/7 pág. 22 párrs. 11-15 Imite a Jesús: predique con valor ***
11
Lo que sí le dijo Jesús a Pilato fue lo siguiente: ―Para esto he nacido, y para esto he
venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad‖ (Juan 18:37). Su Padre celestial lo
había comisionado para predicar las buenas nuevas, y como Jesús lo amaba profundamente,
cumplió esa comisión con mucho gusto (Luc. 4:18, 19). Jesús también amaba a la gente y
conocía los muchos problemas que tenían. Del mismo modo, nosotros predicamos con valor
porque amamos a Dios y al prójimo (Mat. 22:36-40).
El espíritu santo nos da valor para predicar
12
En las semanas posteriores a la muerte de Jesús, sus discípulos tuvieron la dicha de
ver cómo atraía Jehová a más personas. Tan solo en un día se bautizaron 3.000 judíos y
prosélitos que habían venido de muchos países a Jerusalén con motivo del Pentecostés.
¡Qué conmoción debió de haber causado aquello en Jerusalén, el corazón del judaísmo!
La Biblia dice que ―empezó a sobrevenirle temor a toda alma‖ y que ocurrieron ―muchos
portentos presagiosos y señales [...] mediante los apóstoles‖ (Hech. 2:41, 43).
13
Los líderes religiosos se enfurecieron y arrestaron a Pedro y a Juan; los mantuvieron
toda la noche bajo custodia y les ordenaron que dejaran de hablar de Jesús. Una vez que
fueron liberados, los dos apóstoles informaron a los hermanos lo que había ocurrido.
Preocupados por la oposición, todos juntos le oraron a Jehová y le pidieron: ―Concede a tus
esclavos que sigan hablando tu palabra con todo denuedo‖. ¿Cuál fue el resultado? ―Todos
sin excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con
denuedo.‖ (Hech. 4:24-31.)
14
Es de notar que los discípulos obtuvieron el valor que necesitaban para proclamar el
mensaje gracias al poderoso espíritu santo de Jehová. De igual modo hoy día, nosotros
hablamos de la verdad con todos, incluso con nuestros adversarios, no porque seamos
valientes por naturaleza, sino porque Jehová nos da su espíritu santo; solo es cuestión de
que se lo pidamos. Así es, con la ayuda de Jehová podremos resistir con valor todo tipo de
oposición (léase Salmo 138:3).
Los cristianos predicamos con valentía
15
Tal como en el pasado, hoy día la verdad divide a la gente. Algunos responden
favorablemente mientras que otros no entienden ni respetan la manera en que adoramos a
Dios. Hay quienes nos critican, se burlan de nosotros y hasta nos odian, tal como predijo
Jesús (Mat. 10:22). Y en ocasiones somos el blanco de maliciosas campañas de
desinformación y desprestigio en los medios de comunicación (Sal. 109:1-3). Pero a pesar de
ello, el pueblo de Jehová sigue declarando con valor las buenas nuevas por toda la Tierra.

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*** it-2 págs. 273-274 Maestro, enseñanza ***
Persona que transmite información o enseña un trabajo de palabra o por el ejemplo. Un
buen maestro fundamenta lo que dice con explicaciones, pruebas o por el empleo de otros
métodos, a fin de ayudar al que le escucha a aceptar y recordar lo que oye.
Jehová Dios, el Creador, es el Magnífico Instructor o Maestro de sus siervos. (1Re 8:36;
Sl 27:11; 86:11; 119:102; Isa 30:20; 54:13.) Las mismas obras creativas enseñan que existe
un Dios Omnisapiente y son en sí mismas un campo para investigación y aprendizaje que
solo se ha aprovechado de manera parcial. (Job 12:7-9.) Además, Jehová Dios ha enseñado
a los humanos su nombre, sus propósitos y sus leyes por medio de revelaciones.
(Compárese con Éx 4:12, 15; 24:12; 34:5-7.) Tales revelaciones se hallan en la Palabra de
Dios, la Biblia, y sirven de base para enseñar a otros cuál es Su voluntad. (Ro 15:4; 2Ti 3:14-
17.) El espíritu de Dios también ejerce la función de maestro. (Jn 14:26.)
La enseñanza entre los israelitas. Dios dio a los padres israelitas la responsabilidad de
enseñar a sus hijos. (Dt 4:9; 6:7, 20, 21; 11:19-21; Sl 78:1-4.) No obstante, los profetas, los
levitas, en especial los sacerdotes, y otros sabios, servían de maestros de la entera nación.
(Compárese con 2Cr 35:3; Jer 18:18; véase EDUCACIÓN.)
Profetas. Los profetas enseñaban al pueblo los atributos y propósitos de Jehová,
denunciaban la mala conducta de los israelitas y señalaban el camino correcto que debían
seguir. Su enseñanza solía ponerse por escrito. (Compárese con 1Sa 12:23-25; Isa 7:3, 4;
22:15, 16; Jer 2:2.) Entre sus métodos de enseñanza estaban: las preguntas (Jer 18:13, 14;
Am 3:3-8; Ag 2:11-14), las ilustraciones (2Sa 12:1-7; Isa 10:15; Jer 18:3-10), los enigmas
(Eze 17:2) y las representaciones simbólicas. (1Re 11:30-32; Jer 13:4-11; 19:1-12; 27:2;
28:10-14; Eze 4:1–5:4.)
Sacerdotes y levitas. Los sacerdotes y los levitas tenían la responsabilidad de enseñar
la ley de Dios a la nación de Israel (Le 10:11; 14:57; 2Cr 15:3; 35:3), una tarea que
desempeñaban de diversas maneras. Todos los años sabáticos, se leía toda la Ley al pueblo
entero: hombres, mujeres, niños y residentes forasteros, durante la fiesta de las cabañas. (Dt
31:9-13.) A veces los levitas se valían de las respuestas audibles del pueblo para inculcar las
leyes divinas en los oyentes. (Compárese con Dt 27:14-26.) Aparte de leer la Ley al pueblo,
los sacerdotes y los levitas también explicaban su significado. (Compárese con Ne 8:8.) Sus
decisiones judiciales enseñaban al pueblo los principios de la justicia divina. (Dt 17:8-13; 1Cr
26:29; 2Cr 19:8-11.)
Escribas. En los días de Jesús, los escribas eran maestros prominentes de la Ley. Pero
no se preocuparon nunca por los verdaderos problemas y necesidades del pueblo. Al igual
que los fariseos, los escribas daban más importancia a las reglas y tradiciones que a la
misericordia, la justicia y la fidelidad. Convirtieron la Ley en una carga para el pueblo. (Mt
23:2-4, 23, 24; Lu 11:45, 46.) Debido a su actitud de superioridad hacia las personas
comunes, no fueron un ejemplo digno de imitar, por lo que su enseñanza no tuvo el efecto

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que pudo haber tenido. (Compárese con Mt 23:3, 6, 7; Jn 7:48, 49; véase ESCRIBA,
ESCRIBANO.)
¿Qué hizo que la enseñanza de Jesús fuera tan eficaz?
Aunque los líderes religiosos del judaísmo no eran sinceros cuando se dirigían a
Jesucristo como ―Maestro [gr. Di·dá·ska·los]‖, él tuvo el reconocimiento tanto de los
creyentes como de los no creyentes. (Mt 8:19; 9:11; 12:38; 19:16; 22:16, 24, 36; Jn 3:2.) Los
oficiales que fueron a detenerle quedaron tan impresionados por su enseñanza que
regresaron con las manos vacías y dijeron: ―Jamás ha hablado otro hombre así‖. (Jn 7:46.)
Jesús enseñó ―como persona que tiene autoridad, y no como [los] escribas‖. (Mt 7:29.) Dios
era la Fuente de su enseñanza (Jn 7:16; 8:28), y Jesús la transmitió con sencillez, lógica
irrefutable, preguntas penetrantes, metáforas llamativas e ilustraciones significativas basadas
en cosas conocidas. (Mt 6:25-30; 7:3-5; 24-27; véase ILUSTRACIONES.) También empleó
lecciones prácticas: lavó los pies a sus discípulos con el fin de enseñarles que deberían
servirse los unos a los otros. (Jn 13:2-16.)
Jesucristo tenía un amplio conocimiento gracias a la relación íntima que había tenido con
su Dios y Padre antes de venir a la Tierra, por lo que conocía a Dios como nadie y podía
hablar sobre su Padre con el mejor conocimiento de causa. Jesús mismo dijo: ―Nadie conoce
plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie plenamente al Padre sino el Hijo, y
cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo‖. (Mt 11:27; Jn 1:18.)
Jesús también conocía a cabalidad la Palabra escrita de Dios. Cuando se le preguntó qué
mandamiento era el mayor de la Ley, resumió sin vacilar toda la Ley en dos mandamientos,
citando de Deuteronomio (6:5) y Levítico (19:18). (Mt 22:36-40.) En el transcurso de su
ministerio, se refirió, directa e indirectamente, a pasajes de aproximadamente la mitad de los
libros de las Escrituras Hebreas: Génesis (2:24; Mt 19:5; Mr 10:7, 8), Éxodo (3:6; Mt 22:32;
Lu 20:37), Levítico (14:2-32; Mt 8:4), Números (30:2; Mt 5:33), Deuteronomio (5:16; Mt 15:4;
Mr 7:10), 1 Samuel (21:4-6; Mt 12:3, 4), 1 Reyes (17:9; Lu 4:26), Job (42:2; Mt 19:26),
Salmos (8:2; 110:1; Mt 21:16; 22:44), Proverbios (24:12; Mt 16:27), Isaías (6:9, 10; Mt
13:14, 15; Jn 12:40), Jeremías (7:11; Mt 21:13; Mr 11:17; Lu 19:45, 46), Lamentaciones (2:1;
Mt 5:35), Daniel (9:27; Mt 24:15), Oseas (6:6; Mt 9:13), Jonás (1:17; Mt 12:40), Miqueas (7:6;
Mt 10:21, 35, 36), Zacarías (13:7; Mt 26:31) y Malaquías (3:1; Mt 11:10).
Además, el ejemplo perfecto de Jesús le daba a su enseñanza mucho más peso. (Jn
13:15.) No era como los escribas y fariseos, de quienes dijo: ―Todas las cosas que les digan,
háganlas y obsérvenlas, pero no hagan conforme a los hechos de ellos, porque dicen y
no hacen‖. (Mt 23:3.)
Otros aspectos que hicieron que la enseñanza de Jesús tuviera autoridad y fuera eficaz
fueron su comprensión del ser humano y su interés amoroso. Su agudo discernimiento
complementó el conocimiento milagroso de los antecedentes y la manera de pensar de las
personas. (Mt 12:25; Lu 6:8; Jn 1:48; 4:18; 6:61, 64; 13:11.) ―Él mismo conocía lo que había

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en el hombre.‖ (Jn 2:25.) Se compadecía de las personas hasta tal grado que sacrificaba su
descanso para enseñarles. En una ocasión Jesús y sus discípulos fueron en barca a un lugar
solitario para descansar un poco. ―Pero la gente los vio ir y muchos llegaron a saberlo, y de
todas las ciudades concurrieron allá a pie, y se adelantaron a ellos. Pues, al salir, él vio una
muchedumbre grande, y se enterneció por ellos, porque eran como ovejas sin pastor. Y
comenzó a enseñarles muchas cosas.‖ (Mr 6:31-34.)
Jesús fue comprensivo con sus oyentes. Cuando sus discípulos no entendían una
ilustración, se la explicaba pacientemente (Mt 13:10-23), aunque, consciente de sus
limitaciones, no les daba demasiada información (Jn 16:4, 12), y les repetía la misma
enseñanza cuando era necesario. (Mr 9:35; 10:43, 44.) A menudo añadía a su respuesta una
parábola o ilustración, que dejaba en sus oyentes una honda impresión y los hacía pensar.
(Mt 18:1-5, 21-35; Lu 10:29-37.)
El espíritu de Dios enseña. Durante los tres años y medio de su ministerio terrestre,
Jesús enseñó a sus apóstoles para que continuaran la obra que él había comenzado. Como
eran humanos imperfectos, no podrían recordar todo detalle de su enseñanza, pero Jesús les
prometió: ―El ayudante, el espíritu santo, que el Padre enviará en mi nombre, ese les
enseñará todas las cosas y les hará recordar todas las cosas que les he dicho‖. (Jn 14:26.)
Con ello quiso decir que el espíritu de Dios les enseñaría todo lo que necesitaran para
cumplir con su ministerio. Les aclararía especialmente lo que habían oído con anterioridad
pero que no habían entendido, y les recordaría las cosas que Jesús había dicho mientras
estuvo con ellos. Como maestro, les revelaría la aplicación correcta de sus palabras.
(Compárese con Jn 2:19-22; véase VERDAD [―El espíritu de la verdad‖].)
Cuando los llevaran ante asambleas públicas, reyes y otros gobernantes, los discípulos
de Jesús podían confiar plenamente en que el espíritu de Dios les haría recordar y les
serviría de maestro. Como un amigo, les ayudaría a recordar lo que podían decir y a aplicar
este conocimiento. Como resultado, se daría un buen testimonio y acallaría a los opositores.
(Mt 10:18-20; Mr 13:11; Lu 12:11, 12; 21:13-15.) Por esa razón Pedro y Juan pudieron hablar
con valentía cuando el más alto tribunal judío, el Sanedrín, los interrogó sobre la curación de
un hombre cojo de nacimiento. Su arrojo, inusitado en ―hombres iletrados y del vulgo‖,
maravilló a los miembros del Sanedrín. Las palabras de Pedro y la presencia del hombre
curado dejaron a estos hombres instruidos sin ―nada que replicar‖. (Hch 4:5-14.)

*** be pág. 52-pág. 55 La preparación de discursos públicos ***


La preparación de discursos públicos

En casi todas las congregaciones de los testigos de Jehová se pronuncian discursos


públicos semanales sobre un tema bíblico. Si usted es anciano o siervo ministerial,
¿muestran sus discursos que es un orador competente, un maestro? En tal caso, quizá se le
asigne un discurso público. La Escuela del Ministerio Teocrático ha capacitado a decenas de

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miles de hermanos para este privilegio de servicio. ¿Por dónde debe empezar si se le
encarga un discurso público?
Estudie el bosquejo
Antes de emprender cualquier investigación, lea el bosquejo y medite en él hasta captar
su sentido. Tenga presente el tema, que se expone en el título del discurso. ¿Qué pretende
enseñar usted al auditorio? ¿Cuál es su objetivo?
Familiarícese con los encabezamientos principales y analícelos. ¿Qué relación guardan
con el tema? Debajo de cada uno hay ideas secundarias, seguidas a su vez por los puntos
que las respaldan. Fíjese en la forma en que cada sección del bosquejo se apoya en la
anterior, conduce a la siguiente y contribuye al objetivo del discurso. Una vez comprenda el
tema de la conferencia, así como su propósito y el modo en que los conceptos principales
permiten alcanzarlo, podrá empezar a elaborar la disertación.
Al principio, quizá vea conveniente considerar que el discurso se compone de cuatro o
cinco porciones más cortas, cada una con un punto principal, y entonces prepararlas por
separado.
El bosquejo que se le facilita es solo un instrumento de trabajo, y no se pretende que
constituya el esquema final con el que pronuncie el discurso. No es más que un esqueleto al
que tendrá, por así decirlo, que añadirle carne, implantarle un corazón e insuflarle vida.
Empleo de la Biblia
Jesucristo y sus discípulos basaron su enseñanza en las Escrituras (Luc. 4:16-21; 24:27;
Hech. 17:2, 3). Usted puede seguir su ejemplo. La Palabra de Dios debería ser el
fundamento de su discurso. En lugar de limitarse a explicar las declaraciones que figuran en
el bosquejo y señalar su aplicación, determine qué respaldo bíblico tienen y centre su
enseñanza en las Escrituras.
Al preparar el discurso, examine los versículos citados y observe su contexto. Puede que
algunos de ellos solo faciliten información general útil, así que no será preciso que los lea o
comente todos. Más bien, seleccione los más adecuados para su auditorio. Si se concentra
en los pasajes que se citan en el bosquejo impreso, es probable que no necesite ninguna
otra referencia bíblica.
La eficacia de un discurso no depende de la cantidad de textos bíblicos que se empleen,
sino de la calidad de la enseñanza. Al dar introducción a los versículos, indique la razón por
la que se utilizan. Dedique tiempo a mostrar su aplicación. Si después de leerlos mantiene la
Biblia abierta mientras los explica, es probable que los oyentes hagan lo mismo. ¿Cómo
puede despertar su interés y ayudarlos a obtener más provecho de la Palabra de Dios? (Neh.
8:8, 12.) Lo logrará explicando los textos bíblicos, ilustrándolos y señalando su aplicación.

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Explicaciones. Cuando prepare la explicación de un pasaje clave, pregúntese: ―¿Qué
significa? ¿Por qué motivo lo empleo en el discurso? ¿Qué pudieran preguntarse los oyentes
sobre este versículo?‖. Tal vez se requiera que examine el contexto, el marco histórico, las
circunstancias, la fuerza de las palabras o la intención del escritor inspirado. Para ello
necesita investigar, y en las publicaciones del ―esclavo fiel y discreto‖ hallará todo un caudal
de información (Mat. 24:45-47). No intente explicar todo aspecto del versículo. Más bien,
señale su relación con el punto que esté tratando y que esa es la razón por la que solicita al
auditorio que lo lea.
Ilustraciones. Tienen el propósito de llevar a los oyentes a un nivel superior de
comprensión o de ayudarlos a que recuerden algún punto o principio, permitiéndoles
relacionar lo que usted les dice con lo que ya conocen. Jesús empleó este recurso en su
famoso Sermón del Monte. ―Las aves del cielo‖, ―los lirios del campo‖, una ―puerta angosta‖,
una ―casa sobre la masa rocosa‖, entre otras muchas expresiones, contribuyeron a que su
enseñanza fuera enérgica, clara e inolvidable (Mat., caps. 5–7).
Aplicaciones. Aunque explicar e ilustrar un pasaje bíblico imparte conocimiento, es la
aplicación de tal conocimiento lo que produce resultados positivos. Y si bien es cierto que la
responsabilidad de actuar en consonancia con el mensaje bíblico corresponde a los oyentes,
usted puede ayudarlos a percibir lo que se espera de ellos. Una vez esté convencido de que
comprenden tanto el versículo en cuestión como su relación con el tema, deténgase a
mostrarles el efecto del pasaje en materia de doctrina y conducta. Recalque los beneficios de
desechar las ideas erróneas o el comportamiento contrario a las verdades que enseñe.
Cuando reflexione sobre la aplicación de los textos, recuerde que los integrantes de su
auditorio poseen muy diversos antecedentes y circunstancias. Entre los asistentes tal vez
haya recién interesados, personas jóvenes o ancianas, y otros quizá luchen con una amplia
gama de problemas personales. Procure, pues, que su discurso sea práctico y realista. Por
otro lado, no dé consejos que parezcan dirigirse a una minoría de oyentes.
Decisiones que corresponden al orador
Algunos aspectos de su discurso ya están determinados. Por ejemplo, las ideas
principales se indican con claridad, así como el tiempo en que abarcar cada una. Sin
embargo, otras decisiones le corresponden a usted. Quizá vea oportuno dedicar más tiempo
(o menos) a ciertos puntos secundarios. No piense que ha de dar el mismo tratamiento a
cada uno de ellos, pues eso podría inducirlo a ir tan rápido que abrume al auditorio con una
avalancha de información. ¿Cómo determinar qué aspectos tratará con detalle y cuáles
mencionará brevemente o de pasada? Pregúntese: ―¿Qué puntos me ayudarán a transmitir
la idea central del discurso? ¿Cuáles, probablemente, beneficiarán más al auditorio?
¿Quedarán debilitados los argumentos por la omisión de una cita bíblica y de la idea
correspondiente?‖.

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Guárdese de expresar conjeturas u opiniones personales. Ni siquiera Jesús, el Hijo de
Dios, ‗habló por sí mismo‘, es decir, por su cuenta (Juan 14:10). No olvide que la gente acude
a las reuniones de los testigos de Jehová para oír hablar de la Biblia. Si a usted se le
considera un buen orador, probablemente se deba a que no dirige la atención a sí mismo,
sino a la Palabra de Dios. Esta es la razón por la que se aprecian sus discursos (Fili.
1:10, 11).
Una vez haya convertido lo que no es más que un bosquejo en una explicación bíblica
sustanciosa, habrá llegado el momento de ensayar. Le será útil practicar en voz alta, pero lo
importante es que se asegure de que todos los puntos quedan bien grabados en su mente.
Debe ser capaz de expresarse con el corazón, llevar a cabo una exposición entusiasta de la
verdad e insuflar vida al discurso. Antes de pronunciarlo, piense en lo siguiente: ―¿Qué
pretendo lograr? ¿Se destacan los puntos principales? ¿He conseguido que las Escrituras
constituyan la base del discurso? ¿Se van sucediendo con naturalidad los puntos
principales? ¿Infunde el discurso aprecio por Jehová y sus dádivas? En cuanto a la
conclusión, ¿guarda relación directa con el tema, indica a los oyentes qué deben hacer y los
impulsa a ello?‖. Si la respuesta a estas preguntas es sí, entonces ya puede ‗hacer el bien
con el conocimiento‘, para beneficio de la congregación y la alabanza de Jehová (Pro. 15:2).
[Recuadro de la página 55]
DISCURSOS CON LA ASISTENCIA DE UN INTÉRPRETE
Puesto que a menudo existen muchos grupos lingüísticos en un país, es posible que se
solicite a los oradores que pronuncien discursos bíblicos con la asistencia de un intérprete. Si
se ve en esta circunstancia, las siguientes pautas les serán de utilidad a usted y al traductor.
• La eficacia del discurso dependerá en buena medida del intérprete. Incluso si este tiene
experiencia, hará un mejor trabajo si usted lo ayuda a prepararse.
• Por lo general, deberá acortar el discurso en al menos un tercio, a fin de permitir tiempo
para la interpretación. (El lenguaje de señas es una excepción, pues la interpretación
puede ser casi simultánea.)
• Antes de su intervención, repase con el intérprete el esquema general y el objetivo de la
conferencia. Si se trata de un discurso que haya de leerse en una asamblea, muéstrele el
texto al intérprete con bastante antelación.
• Indíquele los pasajes bíblicos que utilizará. Compruebe que la Biblia vernácula transmita la
misma idea que la suya. Señale al intérprete qué expresiones de los versículos destacará
o explicará.
• Determine si los textos bíblicos se leerán en ambos idiomas o en uno solo. Tal vez baste
con la lectura en la lengua de destino.

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• La rápida enunciación de fechas, números o textos bíblicos puede dificultar la
interpretación. Haga las pausas oportunas y, si es posible, dé las cifras en números
redondos.
• Mencione al intérprete las ilustraciones, los modismos y las expresiones poco comunes que
piensa utilizar. Cerciórese de que las entiende y de que es posible transmitir los
conceptos en la lengua de destino.
• Hable con frases cortas. Exprese pensamientos completos antes de ceder la palabra al
intérprete, pues este traducirá ideas, no necesariamente palabra por palabra. Deje que el
intérprete termine de exponer cada idea antes de proseguir.
• La labor del intérprete depende de que usted hable con el suficiente volumen y articule bien
las palabras.

*** be pág. 56-pág. 61 Hágase un buen maestro ***


Hágase un buen maestro

¿Qué pretende lograr como maestro? Si hace poco que es publicador del Reino, sin duda
deseará aprender a dirigir estudios de la Biblia, pues Jesús dio a sus seguidores la comisión
de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20). En caso de que ya tenga experiencia en esta actividad,
tal vez se proponga llegar más eficazmente al corazón de aquellos a quienes procura ayudar.
Si es padre o madre, de seguro anhela ser la clase de maestro o maestra que motive a sus
hijos a dedicar su vida a Dios (3 Juan 4). Y si es anciano o aspira a ello, es probable que
quiera ser un orador que infunda aprecio por Jehová y sus caminos. ¿Cómo podrá alcanzar
estos objetivos?
Aprenda una lección del Gran Maestro, Jesucristo (Luc. 6:40). Fuera que hablara a una
multitud en una ladera o a un puñado de personas mientras andaban por el camino, tanto lo
que decía como la manera de decirlo dejaban huella. Jesús ponía a trabajar la mente y el
corazón de la gente, y señalaba prácticas aplicaciones fáciles de comprender. ¿Puede usted
lograr lo mismo?
Confíe en Jehová
Jesús perfeccionó su enseñanza gracias a la relación íntima que lo unía a su Padre
celestial y a la bendición del espíritu de Dios. ¿Ruega usted sinceramente a Jehová que le
conceda habilidad para impartir cursos de la Biblia? Si tiene hijos, ¿le solicita sin cesar que lo
guíe para enseñarles? ¿Acude de corazón a él cuando se prepara para pronunciar discursos
o dirigir reuniones? Tal confianza en Jehová expresada mediante la oración hará de usted un
mejor maestro.
La dependencia de Jehová también se demuestra confiando en su Palabra, la Biblia. La
última noche de su vida como ser humano perfecto, Jesús oró a su Padre: ―Yo les he dado tu

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palabra‖ (Juan 17:14). Pese a su vasta experiencia, jamás enseñó nada que no hubiera
aprendido de su Padre, y de ese modo nos dio el ejemplo (Juan 12:49, 50). La palabra de
Dios, conservada en la Biblia, tiene el poder de influir en los seres humanos: en sus actos,
pensamientos más recónditos y emociones (Heb. 4:12). A medida que aumente nuestro
conocimiento de las Escrituras y aprendamos a utilizarlo en el ministerio, cultivaremos las
cualidades docentes que atraen al prójimo hacia Dios (2 Tim. 3:16, 17).
Honre a Jehová
Ser un maestro a semejanza de Cristo entraña más que pronunciar discursos
interesantes. Es cierto que Jesús maravilló a la gente con ―palabras llenas de gracia‖ (Luc.
4:22). Sin embargo, ¿con qué propósito hablaba así? No con el de convertirse en el centro
de atención, sino para honrar a Jehová (Juan 7:16-18). Además, dio esta exhortación a sus
discípulos: ―Resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que ellos vean sus
obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que está en los cielos‖ (Mat. 5:16). Este
consejo ha de influir en nuestra enseñanza, así que debemos evitar cuanto nos desvíe de tal
objetivo. Por consiguiente, al pensar en qué decir y cómo decirlo, conviene que nos
preguntemos: ―¿Infundirá aprecio por Jehová, o centrará la atención en mi persona?‖.
Por ejemplo, las ilustraciones y las experiencias de la vida real pueden ser eficaces en la
enseñanza, pero si incluimos demasiados detalles, quizá eclipsemos la idea que
pretendemos destacar. De igual modo, las historias que no hacen más que entretener nos
distraen del propósito de nuestro ministerio. En tal caso, el maestro se haría el centro de
atención y dejaría de cumplir el verdadero objetivo de la educación teocrática.
„Haga distinción‟
Para que alguien se convierta en un verdadero discípulo, es preciso que entienda con
claridad lo que se le enseña. Debe oír la verdad y ver cómo difiere de otras creencias. De ahí
que resulte útil establecer contrastes.
Vez tras vez, Jehová instó a su pueblo a ―hacer distinción‖ entre lo limpio y lo inmundo
(Lev. 10:9-11). Dijo que quienes le sirvieran en Su gran templo espiritual enseñarían ―la
diferencia entre una cosa santa y una cosa profana‖ (Eze. 44:23). En el libro de Proverbios a
menudo se contrapone la justicia con el desafuero, o la sabiduría con la tontedad. Hasta
elementos que no son opuestos se diferencian unos de otros. El apóstol Pablo distinguió
entre el hombre justo y el bueno, como leemos en Romanos 5:7. En el libro de Hebreos
mostró la superioridad del servicio de Cristo como sumo sacerdote, en comparación con el
de Aarón. Es tal como escribió Johann Amos Comenius, pedagogo del siglo XVII: ―Enseñar
no tiene otro sentido que mostrar cómo difieren las cosas en sus diferentes propósitos,
formas y orígenes. [...] Por lo tanto, quien diferencia bien enseña bien‖.
Supongamos, por ejemplo, que usted está hablando con alguien acerca del Reino de
Dios. Si la persona no comprende en qué consiste, podría mostrarle que la enseñanza bíblica
difiere de la idea de que el Reino no es más que una condición en el corazón de la gente, o

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quizá indicarle cómo se distingue de los gobiernos humanos. No obstante, si su interlocutor
conociera estas verdades fundamentales, podría profundizar más y explicarle cómo difiere el
Reino mesiánico del reino universal de Jehová descrito en el Salmo 103:19, o del ‗reino del
Hijo del amor de Dios‘ mencionado en Colosenses 1:13, o de la ―administración‖ a la que se
alude en Efesios 1:10. Los contrastes facilitan a los oyentes la clara comprensión de esta
importante enseñanza bíblica.
Jesús empleó a menudo este método didáctico. Comparó el entendimiento popular de la
Ley mosaica con el auténtico sentido de aquellos preceptos (Mat. 5:21-48). Señaló las
diferencias entre la verdadera devoción piadosa y los actos hipócritas de los fariseos (Mat.
6:1-18). Contrapuso la actitud de quienes ―se enseñorean‖ de los demás al espíritu abnegado
que deberían manifestar sus discípulos (Mat. 20:25-28). Y, según Mateo 21:28-32, en una
ocasión invitó a quienes lo escuchaban a determinar por sí mismos el contraste entre la
santurronería y el arrepentimiento verdadero. Este pasaje nos revela, además, otra valiosa
faceta de la enseñanza.
Estimule a los oyentes a pensar
En Mateo 21:28 leemos que Jesús acompañó una comparación con estas palabras
introductorias: ―¿Qué les parece?‖. El maestro competente no se limita a exponer hechos y
dar respuestas, sino que estimula a los oyentes a cultivar la facultad de raciocinio (Pro. 3:21;
Rom. 12:1). En parte, lo logra formulando preguntas. En Mateo 17:25 se recoge esta serie de
interrogantes que Jesús planteó: ―¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de
la tierra contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?‖. Con estas
preguntas que invitaban a la reflexión, Pedro llegó a la conclusión correcta en cuanto al pago
del impuesto del templo. De igual modo, cuando cierto hombre le dijo a Jesús: ―¿Quién,
verdaderamente, es mi prójimo?‖, él le contestó comparando el comportamiento de un
sacerdote y un levita con el de un samaritano, para luego preguntarle: ―¿Quién de estos tres
te parece haberse hecho prójimo del que cayó entre los salteadores?‖ (Luc. 10:29-36). Una
vez más, Jesús, en lugar de pensar por su interlocutor, lo animó a responder a su propia
pregunta (Luc. 7:41-43).
Apele al corazón
Los maestros que captan el sentido de la Palabra de Dios se dan cuenta de que la
adoración verdadera no consiste simplemente en memorizar hechos y conformarse a ciertas
normas. Más bien, está basada en una buena relación con Jehová y en el aprecio por sus
sendas, de modo que el corazón entra en el cuadro (Deu. 10:12, 13; Luc. 10:25-27). En las
Escrituras, el vocablo corazón suele referirse a la persona interior en su conjunto, e incluye,
entre otros aspectos, sus deseos, afectos, sentimientos y motivos.
Jesús sabía que los seres humanos se dejan llevar por la apariencia externa, mientras
que Jehová mira el corazón (1 Sam. 16:7). Lo que debe impulsarnos a servir a Dios es el
amor que le tenemos, no el deseo de impresionar a los demás (Mat. 6:5-8). Los fariseos, en

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cambio, efectuaban muchas cosas para lucirse. Hacían hincapié en cumplir los detalles de la
Ley y las reglas que ellos mismos establecían, pero no reflejaban cualidades que los
vincularan al Dios que decían adorar (Mat. 9:13; Luc. 11:42). Jesús enseñó que la obediencia
a los requisitos divinos es importante, pero también que el valor de tal obediencia depende
de lo que anide en el corazón (Mat. 15:7-9; Mar. 7:20-23; Juan 3:36). Si imitamos a Jesús,
obtendremos los mejores resultados. Aunque es primordial que enseñemos a los demás lo
que Dios espera de todos nosotros, también lo es que conozcan la personalidad de Jehová y
lo amen, de modo que su conducta refleje lo mucho que valoran su buena relación con el
Dios verdadero.
Claro está, para beneficiarse de tal enseñanza, la gente tiene que hacerse un examen de
conciencia. Jesús animó a sus oyentes a evaluarse en cuanto a sus motivos y sentimientos.
Cuando corregía una idea errónea, les preguntaba por qué pensaban, decían o hacían algo
determinado. Sin embargo, iba más allá, pues acompañaba sus preguntas con alguna
declaración, ilustración o acto que les hiciera ver las cosas desde la perspectiva correcta
(Mar. 2:8; 4:40; 8:17; Luc. 6:41, 46). Usted también puede sugerir a quienes lo escuchen que
se hagan preguntas como: ―¿Por qué me atrae este proceder?‖ o ―¿Por qué reacciono así
ante esta situación?‖. Después motívelos para que adopten los puntos de vista de Jehová.
Señale la aplicación
El maestro competente sabe que ―la sabiduría es la cosa principal‖ (Pro. 4:7). La sabiduría
es la capacidad para aplicar el conocimiento a la hora de resolver problemas, evitar peligros,
alcanzar objetivos o ayudar al prójimo. Corresponde al maestro enseñar cómo hacerlo, pero
no decidir por el estudiante. Al tratar diversos principios bíblicos, lo guiará en el
razonamiento, tal vez refiriéndose a una situación cotidiana y preguntándole cómo lo
ayudaría a enfrentarse a ella el principio recién estudiado (Heb. 5:14).
El apóstol Pedro demostró lo que esto significa cuando pronunció un discurso en
Pentecostés de 33 E.C. y señaló una aplicación práctica que transformó vidas (Hech. 2:14-
36). Después de analizar tres pasajes bíblicos en los que la muchedumbre afirmaba creer,
mostró su aplicación a la luz de los sucesos que todos habían presenciado. Como
consecuencia, los presentes vieron la necesidad de actuar en armonía con lo que acababan
de escuchar. ¿Tiene su enseñanza una influencia similar en sus oyentes? En vez de limitarse
a exponerles los hechos, ¿los ayuda a entender las razones? ¿Los anima a pensar en la
repercusión que debería tener en su vida lo que aprenden? Tal vez no reaccionen clamando
―¿Qué haremos?‖, como sucedió en Pentecostés, pero si señalamos la correcta aplicación de
los textos bíblicos, se sentirán impulsados a dar los pasos oportunos (Hech. 2:37).
Cuando los padres leen las Escrituras a sus hijos, disponen de una ocasión magnífica
para acostumbrarlos a buscar aplicaciones prácticas a los principios bíblicos (Efe. 6:4). Usted
podría seleccionar, por ejemplo, unos cuantos versículos de la lectura bíblica semanal y, tras
explicarlos, hacerles preguntas como estas: ―¿Qué orientación nos dan estos versículos?
¿Cómo podríamos emplearlos en el ministerio? ¿Qué revelan en cuanto a Jehová y su modo

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de actuar, y cómo nos ayudan a apreciarlo más?‖. Estimule a su familia a comentar tales
aspectos cuando se expongan los puntos sobresalientes de la lectura de la Biblia en la
Escuela del Ministerio Teocrático. Es muy probable que los versículos que comenten sean
los que se graben en su memoria.
Dé el ejemplo
No solo enseñamos por lo que decimos, sino por lo que hacemos. Nuestros actos
constituyen un ejemplo práctico de la aplicación de nuestras palabras. Así es como aprenden
los niños: cuando imitan a sus padres, revelan que quieren ser como ellos y saber qué se
siente al hacer lo mismo que ellos. De igual modo, cuando sus estudiantes ‗se hagan
imitadores de usted, así como usted lo es de Cristo‘, comenzarán a experimentar las
bendiciones de andar en los caminos de Jehová (1 Cor. 11:1). De esta forma, la bondad de
Dios para con ellos se hará parte de sus propias vivencias.
He aquí un recordatorio que nos invita a reflexionar en la importancia de dar el ejemplo: la
―clase de personas [que seamos] en actos santos de conducta y hechos de devoción
piadosa‖ contribuirá en gran medida a que brindemos un ejemplo vivo de la aplicación de los
principios bíblicos (2 Ped. 3:11). Si alienta a un estudiante a leer la Biblia con asiduidad,
hágalo usted mismo con diligencia. Si desea que sus hijos se rijan por los principios bíblicos,
asegúrese de que cuanto le vean hacer corresponda con la voluntad divina. Si anima a la
congregación a predicar con celo, procure participar de lleno en tal obra. Cuando
practicamos lo que enseñamos, estamos en condiciones de motivar a los demás (Rom. 2:21-
23).
A fin de mejorar sus aptitudes docentes, pregúntese: ―¿Influye mi enseñanza en la actitud,
el lenguaje o los actos de mis oyentes? ¿Aclaro las cuestiones diferenciando unas ideas y
formas de actuar de otras? ¿Qué hago para que mis estudiantes, mis hijos o mi auditorio
recuerden lo que digo? ¿Les indico claramente la forma de poner en práctica lo que
aprenden? ¿Les doy el ejemplo? ¿Consigo que se den cuenta de cómo puede influir en su
relación con Jehová el asunto del que les hablo?‖ (Pro. 9:10). Hágase un buen maestro
teniendo presentes estas preguntas y siga la exhortación del apóstol Pablo: ―Presta
constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto
te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan‖ (1 Tim. 4:16).
[Recuadro de la página 61]
PARA ENSEÑAR CON EFICACIA
• Confíe en Jehová, no en su propia aptitud
• No subestime el poder de la Palabra de Dios y aprovéchelo bien
• Propóngase honrar a Jehová y no centre la atención en sí mismo
• Establezca contrastes para facilitar la comprensión

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• Estimule a los oyentes a pensar
• Invítelos a evaluarse en cuanto a sus motivos y sentimientos
• Anímelos a reflexionar en la influencia que debe tener en su vida el conocimiento bíblico
• Dé un ejemplo digno de imitar

*** be estudio 23 pág. 157-pág. 158 Resaltar el valor práctico ***


¿Qué implica?
Ayudar al auditorio a ver cómo le atañe el tema o cómo puede serle útil la
información.
¿Por qué es importante?
Si su interlocutor no ve el valor práctico de la información, quizá le diga que no le
interesa o se desconecte mentalmente y piense en otros asuntos.

Sea que hablemos a una persona o a un auditorio grande, no es prudente suponer que a
los oyentes les atraerá el tema solo porque a nosotros nos interese. Nuestro mensaje es
importante, pero si no resaltamos su valor práctico, será difícil que retengamos por mucho
tiempo el interés de los presentes.
Esto es cierto incluso en el Salón del Reino. El auditorio suele prestar atención cuando
utilizamos una ilustración o experiencia que no ha oído con anterioridad. Pero quizá se
distraiga si le hablamos de algo que ya sabe, sobre todo si no construimos sobre la base de
esa información. Debemos ayudarle a ver por qué y cómo le beneficia lo que estamos
diciendo.
La Biblia nos anima a pensar en términos prácticos (Pro. 3:21). Jehová se valió de Juan el
Bautista para dirigir a la gente a ―la sabiduría práctica de los justos‖ (Luc. 1:17). Tal sabiduría
se fundamenta en el temor sano de Jehová (Sal. 111:10). Ayuda a quienes la valoran a
enfrentarse con éxito a la vida ahora y a asirse de la vida que realmente lo es, la vida eterna
por venir (1 Tim. 4:8; 6:19).
Cómo hacer práctico el discurso. Para que el discurso sea práctico, no hay que pensar
solo en la información, sino también en el auditorio. No vea únicamente a un grupo de
personas, sino a individuos y familias. Puede que haya niños, adolescentes, adultos y
ancianos. Quizá también haya personas recién interesadas, así como otras que empezaron a
servir a Jehová antes de que usted naciera. Es posible que algunas de ellas hayan
alcanzado la madurez espiritual, mientras que otras quizá aún sientan la fuerte influencia de
ciertas actitudes y prácticas del mundo. Pregúntese: ―¿Cómo puede beneficiar a los
componentes de este auditorio la información que voy a presentar? ¿Cómo los ayudaré a

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entender lo que trato de decir?‖. Puede optar por centrarse en uno o dos de los grupos antes
mencionados, sin pasar por alto a los demás.
¿Y si se le asigna una disertación sobre una enseñanza básica de la Biblia? ¿Cómo
puede lograr que el discurso beneficie a un auditorio que ya cree en ella? Esforzándose por
fortalecer su convicción al respecto. ¿Cómo? Razonando sobre las pruebas bíblicas que la
apoyan. También puede profundizar su aprecio por esa enseñanza explicando cómo
armoniza con otras verdades bíblicas y con la personalidad de Jehová. Use ejemplos —de
ser posible, experiencias reales— que muestren cómo ha ayudado a otras personas la
comprensión de esta doctrina en particular y ha influido en su actitud en cuanto al futuro.
No limite la aplicación práctica a unos breves comentarios en la conclusión del discurso.
Todos y cada uno de los oyentes deberían pensar desde el mismo principio: ―Esto me atañe‖.
Una vez colocado el fundamento, siga señalando la aplicación práctica de la información al
desarrollar los diferentes puntos principales, tanto en el cuerpo del discurso como en la
conclusión.
Al resaltar el valor práctico, no olvide seguir los principios bíblicos. ¿Qué significa esto?
Que debe hacerlo con amor y empatía (1 Ped. 3:8; 1 Juan 4:8). El apóstol Pablo no pasó por
alto los aspectos positivos del progreso espiritual de sus hermanos cristianos de Tesalónica,
ni siquiera cuando trató problemas difíciles que habían surgido en aquella congregación.
Además, expresó su confianza en que desearían corregir la situación (1 Tes. 4:1-12). Este es
un ejemplo digno de imitar.
¿Tiene el discurso la finalidad de promover la participación en la obra de predicar y
enseñar las buenas nuevas? Fomente el entusiasmo y el aprecio por ese privilegio. Sin
embargo, recuerde que no todos pueden participar al mismo grado en esas actividades,
hecho que la Biblia toma en consideración (Mat. 13:23). No debemos provocar en nuestros
hermanos sentimientos de culpabilidad. Hebreos 10:24 nos exhorta a ―incitarnos al amor y a
las obras excelentes‖. Si incitamos al amor, se producirán obras basadas en una buena
motivación. Tengamos presente que Jehová no desea que impongamos reglas, sino que
promovamos ―obediencia por fe‖ (Rom. 16:26). Así pues, lo que pretendemos es fortalecer la
fe, tanto la nuestra como la de nuestros hermanos.
[Recuadro de la página 158]
CÓMO LOGRARLO
Cuando prepare un discurso, no piense solo en la información, sino también en los oyentes.
Pronúncielo de manera que les beneficie.
La aplicación práctica no ha de reservarse para la conclusión; debe destacarse durante todo
el discurso.
Cuando se prepare para participar en el ministerio, tenga presente lo que piensa la gente del
territorio.

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Al dar testimonio, escuche atentamente a la persona y adapte la presentación según sea
necesario.

*** be estudio 27 pág. 174-pág. 175 Improvisar las palabras a partir del bosquejo ***
¿Qué implica?
Preparar a conciencia las ideas del discurso, pero seleccionar espontáneamente las
palabras en el momento de pronunciarlo.
¿Por qué es importante?
El discurso que se pronuncia improvisando las palabras a partir de un bosquejo
mantiene el interés del auditorio y lo motiva con mayor eficacia.

Puede que haya invertido muchas horas en la preparación del discurso, que su contenido
sea informativo y el desarrollo sea lógico, y que lo pronuncie con fluidez. Pero si la atención
del auditorio está dividida —solo oye fragmentos de lo que decimos porque está pensando
en otros asuntos—, ¿será eficaz la exposición? Si a los oyentes les resulta difícil mantenerse
concentrados en el discurso, ¿será probable que les llegue al corazón?
¿Dónde radica el problema? Puede obedecer a muchos factores. En la mayoría de los
casos, se debe a que el orador no deja que le fluyan de manera espontánea las palabras del
discurso. Dicho de otro modo, consulta sus notas con demasiada frecuencia, o su exposición
es demasiado formal. Ahora bien, estos problemas están directamente relacionados con el
modo de preparar la disertación.
Si primero escribe el discurso y luego intenta convertirlo en un esquema, o bosquejo,
posiblemente le resulte difícil improvisar a partir de lo que lleva escrito. ¿Por qué? Porque ha
escogido las palabras exactas que piensa emplear. Aunque utilice el esquema en la
exposición, intentará recordar las palabras de la versión original. El lenguaje escrito es más
formal que el hablado, y la estructura de sus frases, más compleja. Su discurso reflejará esa
realidad.
En vez de escribir el contenido de su intervención con todo detalle, intente lo siguiente:
1) Seleccione un tema y los aspectos fundamentales de este que vaya a exponer. En el caso
de una disertación corta quizá baste con dos puntos principales; una más larga puede tener
hasta cuatro o cinco. 2) Bajo cada punto, anote los textos que va a emplear al desarrollarlo;
incluya también las ilustraciones y argumentos clave. 3) Piense en la introducción que
utilizará. Puede incluso escribir una o dos oraciones. Haga lo mismo con la conclusión.
Si bien la preparación es muy importante, no repita la disertación palabra por palabra con
la intención de memorizarla. Cuando se prepare para hablar a partir del bosquejo, no ponga
el acento en las palabras, sino en las ideas. Repase estas en su mente hasta que una siga a

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la otra con facilidad. Si el discurso tiene un desarrollo lógico y está bien estructurado,
no debe resultarle difícil. Así, las ideas le acudirán libre y fácilmente a la memoria durante la
exposición.
Piense en los beneficios. Una ventaja importante de improvisar las palabras tras haber
preparado a conciencia las ideas, es que hablará con un estilo llano al que la gente suele
responder muy bien. Su disertación será más animada y, por lo tanto, más interesante para
el auditorio.
Este método le permite tener un contacto visual máximo con su público, lo que mejora la
comunicación. Ya que no depende de los apuntes para escoger las palabras con que
formulará cada frase, sus oyentes se sentirán más inclinados a pensar que conoce bien el
tema y que sinceramente cree lo que está diciendo. Así pues, esta forma de exposición por lo
general es más cálida y natural, y llega de verdad al corazón del auditorio.
El discurso que no se ha preparado palabra por palabra también permite mayor
flexibilidad. La información no está fijada con rigidez de modo que no admita cambios.
Imagínese que el día que va a pronunciar el discurso oye una noticia sobresaliente por la
mañana que tiene que ver directamente con el tema. ¿No sería apropiado referirse a ella? O
quizá se da cuenta mientras habla de que hay muchos niños de edad escolar en el auditorio.
Sin duda convendría ajustar las ilustraciones y la aplicación con el fin de ayudarlos a ver
cómo les afecta personalmente lo que dice.
Otra ventaja de dejar que las palabras fluyan de manera espontánea en el momento de
disertar es que se estimula el intelecto. Cuando el auditorio demuestra aprecio y es receptivo,
el orador se entusiasma y amplía algunas ideas o dedica tiempo a recalcar ciertos puntos. Si
se da cuenta de que el interés de los presentes decae, puede tomar medidas para solucionar
el problema, en vez de seguir hablando a personas que están pensando en otros asuntos.

*** be estudio 44 pág. 236-pág. 239 Uso eficaz de las preguntas ***

¿Qué implica?
Utilizar las preguntas para obtener un resultado en particular. Quizá se espere una
contestación verbal o, más bien, que los oyentes respondan mentalmente.
La eficacia de las preguntas depende de su contenido y del modo como se
formulan.
¿Por qué es importante?
Ayuda a los oyentes a interesarse en el asunto que se está tratando. Por otra parte,
el maestro puede obtener información valiosa sobre sus estudiantes si les plantea
preguntas bien pensadas.

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Como las preguntas exigen una respuesta —sea verbal o mental—, contribuyen a que los
oyentes centren la atención en lo que usted les dice. Puede valerse de ellas para entablar
conversaciones y disfrutar de un estimulante intercambio de ideas. Tanto en su función de
orador como de maestro, empléelas para despertar el interés, ayudar a razonar sobre un
tema o hacer hincapié en ciertos puntos. Si las utiliza bien, animará a otras personas a
reflexionar en vez de limitarse a escuchar. Póngase un objetivo y formule las preguntas de
forma tal que lo alcance.
Para entablar conversaciones. Cuando participe en el ministerio del campo, procure
invitar a las personas a expresarse, si así lo desean.
Muchos Testigos comienzan diálogos interesantes con solo decir: ―¿Se ha preguntado
alguna vez...?‖. Si el asunto al que se refieren preocupa a mucha gente, está casi
garantizado que disfrutarán de su predicación. Aun en el caso de que la persona no haya
pensado nunca en la cuestión, tal vez se despierte su curiosidad. Con expresiones como
―¿Qué piensa sobre...?‖, ―¿Qué le parece...?‖ y ―¿Cree usted que...?‖, se puede plantear gran
variedad de temas.
Cuando el evangelizador Felipe abordó a un funcionario etíope que leía en voz alta una
profecía de Isaías, se limitó a preguntarle: ―¿Verdaderamente sabes [es decir, entiendes] lo
que estás leyendo?‖ (Hech. 8:30). El interrogante preparó el terreno para que Felipe le
explicara las verdades acerca de Jesucristo. Con preguntas similares, algunos Testigos de la
actualidad han encontrado personas ansiosas de entender con claridad la verdad bíblica.
Mucha gente está más dispuesta a escuchar si antes se le da la oportunidad de expresar
su parecer. Por tanto, cuando haga una pregunta, escuche atentamente la contestación de
su interlocutor. Responda a su comentario con amabilidad, y no con crítica. Siempre que sea
posible, encómielo de manera sincera. En cierta ocasión, un escriba ―contest[ó]
inteligentemente‖ a Jesús, y este lo elogió con las palabras: ―No estás lejos del reino de Dios‖
(Mar. 12:34). Aunque no esté de acuerdo con la persona, puede darle las gracias por haber
expresado su opinión. Quizá lo que le ha dicho revele una actitud que usted deba tener en
cuenta al hablarle de la verdad bíblica.
Para dar paso a ideas importantes. Cuando hable en público o converse con alguien,
procure servirse de las preguntas para dirigir la atención a puntos importantes. Asegúrese de
que estas aludan a asuntos de verdadero interés para sus oyentes. También puede emplear
preguntas que intriguen por no tener respuesta obvia. Si tras formularlas hace una pausa
breve, su auditorio probablemente escuchará lo que sigue con mayor interés.
En cierta ocasión, el profeta Miqueas planteó una serie de interrogantes. Para empezar,
inquirió qué pide Dios de quienes lo adoran y, a continuación, formuló cuatro preguntas más
que sugieren posibles contestaciones. Todas esas preguntas preparan al lector para la sabia
respuesta con que concluye el razonamiento (Miq. 6:6-8). ¿Por qué no prueba usted a hacer
algo parecido cuando enseñe?

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Para razonar sobre un tema. También pueden emplearse preguntas para ayudar a los
oyentes a seguir la lógica de una argumentación. Jehová se valió de este recurso al dirigir
una seria declaración formal contra los israelitas, como muestra Malaquías 1:2-10. En primer
lugar les dijo: ―Los he amado‖. Puesto que ellos no reconocieron su amor, les preguntó:
―¿No fue Esaú el hermano de Jacob?‖. Entonces Jehová señaló a la desolación de Edom
como prueba de que, a causa de la maldad de esta nación, él no la amó. A continuación
utilizó varias ilustraciones intercaladas con interrogantes que ponían de relieve que Israel
no respondía debidamente a Su amor. Algunas de tales preguntas se ponen en boca de los
sacerdotes infieles, mientras que otras se las plantea Jehová a ellos. El emocionante diálogo
nos cautiva con su lógica irrefutable y su impactante mensaje.
Algunos oradores usan con eficacia las preguntas de un modo parecido. Aunque
no esperen recibir una contestación verbal, logran que los oyentes respondan mentalmente a
lo que les dice, como si de un diálogo se tratara.
Cuando dirigimos estudios bíblicos, empleamos un método que requiere la participación
oral del estudiante. Si este se limita a repetir la respuesta impresa, es obvio que no se
beneficiará plenamente. Así pues, con un tono afable, hágale preguntas auxiliares que le
ayuden a razonar. En las ideas clave anímelo a basar su respuesta en la Biblia. También
pudiera preguntarle: ―¿Qué relación hay entre este punto y [otra cuestión que ya hayan
estudiado]? ¿Por qué es importante? ¿Qué efecto debería tener en nuestra vida?‖. Con este
método obtendrá mejores resultados que expresando sus propias convicciones o dando
explicaciones detalladas, pues ayudará al estudiante a utilizar su ―facultad de raciocinio‖ para
adorar a Dios (Rom. 12:1).
Si el estudiante no capta una idea, sea paciente. Quizás esté comparando lo que usted le
dice con lo que él ha creído por muchos años. Trate de enfocar el asunto desde un ángulo
diferente. A veces, sin embargo, hay que recurrir a razonamientos muy elementales. Utilice
las Escrituras con frecuencia. Emplee ilustraciones acompañadas de preguntas sencillas que
induzcan a razonar sobre la base de las pruebas.
Para que la persona exprese lo que realmente opina. Las respuestas de la gente a las
preguntas no siempre revelan su verdadera opinión. Tal vez nuestro interlocutor dé la
contestación que piensa que esperamos oír. Por tanto, debemos tener discernimiento (Pro.
20:5). Pudiéramos imitar a Jesús y preguntarle: ―¿Crees tú esto?‖ (Juan 11:26).
Cuando muchos discípulos de Jesús se ofendieron por lo que les dijo y lo abandonaron, él
invitó a sus apóstoles a expresar su parecer. Les preguntó: ―Ustedes no quieren irse también,
¿verdad?‖. Pedro reveló el sentir de todos ellos al responder: ―Señor, ¿a quién nos iremos?
Tú tienes dichos de vida eterna; y nosotros hemos creído y llegado a conocer que tú eres el
Santo de Dios‖ (Juan 6:67-69). En otra ocasión, Jesús preguntó a sus discípulos: ―¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del hombre?‖. Entonces les formuló otra pregunta para que
expresaran su opinión sincera: ―Pero ustedes, ¿quién dicen que soy?‖. Pedro contestó: ―Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo‖ (Mat. 16:13-16).

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En los estudios bíblicos posiblemente obtenga buenos resultados empleando un enfoque
parecido en ciertos temas. Pudiera preguntar: ―¿Qué piensan tus compañeros de clase (o de
trabajo) de este asunto?‖. Entonces añada: ―¿Y qué piensas tú?‖. Al saber lo que de verdad
cree su estudiante, estará en situación de ofrecerle la mejor ayuda.
Para dar énfasis. También puede utilizar preguntas para dar énfasis a ciertas ideas. Así
lo hizo el apóstol Pablo, como muestra Romanos 8:31, 32: ―Si Dios está por nosotros, ¿quién
estará contra nosotros? El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿por qué no nos dará bondadosamente también con él todas las demás cosas?‖.
Note que las dos preguntas de estos versículos amplían la idea expresada en la frase que las
antecede.
Tras dejar constancia escrita de la sentencia divina contra el rey de Babilonia, el profeta
Isaías añadió con total convicción: ―Jehová de los ejércitos mismo ha aconsejado, y ¿quién
puede desbaratarlo? Y su mano es la que está extendida, y ¿quién puede volverla atrás?‖
(Isa. 14:27). Tales preguntas llevan implícito que nadie puede hacerlo. No necesitan
respuesta.
Para poner de manifiesto ideas incorrectas. Las preguntas bien pensadas son también
muy útiles para sacar a la luz ideas incorrectas. Antes de sanar a cierto hombre, Jesús
preguntó a los fariseos y a algunos entendidos en la Ley: ―¿Es lícito curar en sábado, o no?‖.
Tras curar al enfermo, agregó: ―¿Quién de ustedes, si su hijo o su toro cae en un pozo, no lo
saca inmediatamente en día de sábado?‖ (Luc. 14:1-6). No hubo respuesta, aunque tampoco
Jesús la esperaba. Las preguntas pusieron de manifiesto la forma de pensar errónea de
aquellos hombres.
A veces, hasta los cristianos verdaderos tienen ideas equivocadas. Algunos corintios del
siglo primero llevaron a sus hermanos a los tribunales para resolver problemas que deberían
haber zanjado entre ellos. ¿Cómo trató el apóstol Pablo la cuestión? Planteó una serie de
preguntas directas destinadas a corregir su manera de pensar (1 Cor. 6:1-8).
Con la práctica aprenderá a usar eficazmente las preguntas. No obstante, esfuércese por
ser respetuoso, sobre todo al dirigirse a gente mayor, a personas con las que no tenga
confianza y a quienes ocupen puestos de autoridad. Utilice preguntas para exponer la verdad
bíblica de forma atractiva.
[Recuadro de la página 237]
CÓMO LOGRARLO
Para entablar conversaciones, utilice preguntas que aludan a asuntos de verdadero interés
para su interlocutor.
Antes de mencionar una idea importante, pruebe a plantear un interrogante que despierte
expectación.

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Emplee preguntas para mostrar la base de sus afirmaciones, la lógica de las verdades que
expone y los buenos efectos que estas pueden tener en la vida de sus oyentes.
Válgase de preguntas para que el estudiante, en vez de repetir datos, exprese su opinión
sobre lo que ha aprendido.
[Recuadro de la página 239]
EJERCICIOS: 1) Teniendo presente la zona en la que predica, prepare varias preguntas que
pueda utilizar para entablar conversaciones significativas. 2) Lea el capítulo 3 de Romanos y
fíjese en el uso que Pablo hace de las preguntas para razonar sobre la posición que judíos y
gentiles tienen ante Dios.

*** be estudio 46 pág. 244-pág. 245 Ilustraciones basadas en situaciones conocidas ***
¿Qué implica?
Emplear ilustraciones que remitan a actividades que el auditorio realice o a asuntos
con los que esté familiarizado.
¿Por qué es importante?
Las ilustraciones basadas en situaciones conocidas llegarán al corazón de
los oyentes.

No hay duda de que es fundamental que las ilustraciones se adapten al tema que se está
tratando. Sin embargo, para que sean más eficaces, es igualmente importante que sean
adecuadas al auditorio.
¿Qué efecto debe tener en sus ilustraciones el tipo de público al que se dirija? ¿Qué hizo
Jesucristo? Tanto si enseñaba a las muchedumbres como a sus discípulos, no habló de
culturas diferentes a la israelita, pues ello les habría resultado extraño a sus oyentes. Por
ejemplo, no se refirió a la vida en la corte de Egipto o a las prácticas religiosas de la India.
Más bien, basó sus ilustraciones en actividades comunes a todos los pueblos, tales como
remendar ropa, hacer negocios, perder un objeto valioso y asistir a banquetes de boda.
Sabía cómo reaccionaban las personas en distintas circunstancias y aplicó ese conocimiento
(Mar. 2:21; Luc. 14:7-11; 15:8, 9; 19:15-23). Puesto que su predicación pública se dirigía en
particular al pueblo de Israel, generalmente aludía a artículos y tareas que eran parte de la
vida diaria de la gente. Se refirió, por tanto, a las labores del campo, a la respuesta de las
ovejas al pastor y a los odres de cuero en que se guardaba el vino (Mar. 2:22; 4:2-9; Juan
10:1-5). También recurrió a episodios históricos conocidos, como el de la creación de la
primera pareja humana, el Diluvio de los días de Noé, la destrucción de Sodoma y Gomorra,
y la muerte de la esposa de Lot, entre otros (Mat. 10:15; 19:4-6; 24:37-39; Luc. 17:32).
Al seleccionar las ilustraciones, ¿tiene usted presentes, de la misma manera, las actividades
con las que sus oyentes están familiarizados, así como sus antecedentes culturales?

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Ahora bien, ¿qué hacer si no se dirige a un público numeroso, sino a un grupo reducido, o
incluso a una sola persona? Ponga todo su empeño en encontrar una ilustración que sea
adecuada para tales oyentes. Jesús, al predicarle a una samaritana junto a un pozo cercano
a Sicar, le habló de ―agua viva‖, de que ‗no le daría sed jamás‘ y de la ‗fuente de agua que
brotaría para impartir vida eterna‘, utilizando así figuras retóricas estrechamente relacionadas
con las tareas de aquella mujer (Juan 4:7-15). Cuando conversó con unos pescadores que
habían estado lavando las redes, eligió una ilustración vinculada a ese oficio (Luc. 5:2-11).
En ambas circunstancias, podría haber hecho referencia a las labores del campo, ya que
vivían en una zona agrícola y ganadera; sin embargo, al aludir a las tareas que les eran
propias, la imagen mental que evocó en sus oyentes adquirió mayor realismo y eficacia. ¿Se
esfuerza usted por imitarlo?
A diferencia de Jesús, que centró su atención en ―las ovejas perdidas de la casa de
Israel‖, el apóstol Pablo recibió la comisión de ir, no solo a Israel, sino también a las naciones
de origen gentil (Mat. 15:24; Hech. 9:15). ¿Significó esto un cambio en la manera en que
Pablo predicó? Claro que sí. Al escribir a los cristianos de Corinto, mencionó las carreras
pedestres, la costumbre de comer en los templos de los ídolos y las procesiones triunfales,
actividades con las que aquellos gentiles estaban familiarizados (1 Cor. 8:1-10; 9:24, 25;
2 Cor. 2:14-16).
¿Elige usted con el mismo esmero que Jesús y Pablo los ejemplos y demás ilustraciones
que utiliza? ¿Tiene en cuenta los antecedentes y los quehaceres cotidianos de sus oyentes?
De más está decir que el mundo ha cambiado desde el siglo primero. Innumerables personas
se informan de las noticias mundiales por la televisión y a menudo están enteradas de
acontecimientos de tierras lejanas. Si es así donde usted vive, está claro que no hay ningún
inconveniente en extraer de tales noticias las ilustraciones. No obstante, lo que más suele
atraer a la gente es aquello que atañe a su vida misma: su hogar, su familia, su trabajo, los
alimentos que come o el clima del lugar.
Si una ilustración le exige dar demasiadas explicaciones, probablemente usted se esté
refiriendo a algo que no les resulta conocido a sus oyentes, lo cual puede eclipsar con
facilidad lo que pretende enseñar. Como resultado, el auditorio tal vez recuerde la ilustración,
pero no la verdad bíblica que deseaba transmitirle.

*** cf cap. 11 págs. 111-114 “Jamás ha hablado otro hombre así” ***
Preguntas adecuadas
8
Jesús utilizó las preguntas de manera admirable. Incluso las empleó en ocasiones en
que se hubiera tardado menos explicando directamente el punto. Pero entonces, ¿para qué
hacía las preguntas? Pues bien, a veces las planteaba con la intención de sacar a la luz los
motivos de sus adversarios y así hacerlos callar (Mateo 21:23-27; 22:41-46). Sin embargo,
en otros casos las utilizaba para lograr que sus discípulos le expresaran lo que pensaban o

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para estimular y desarrollar su capacidad de razonamiento. Por eso, empleaba fórmulas
como ―¿Qué les parece?‖ y ―¿Crees tú esto?‖ (Mateo 18:12; Juan 11:26). Con estas
preguntas, lograba llegarles al corazón. Veamos un ejemplo.
9
En cierta ocasión, unos recaudadores le preguntaron a Pedro si Jesús pagaba el
impuesto del templo. Sin pensarlo dos veces, Pedro respondió que sí. Más tarde, Jesús
razonó con él: ―¿Qué te parece, Simón? ¿De quiénes reciben los reyes de la tierra
contribuciones o la capitación? ¿De sus hijos, o de los extraños?‖. Pedro le contestó: ―De los
extraños‖. Y Jesús repuso: ―Entonces, realmente, los hijos están libres de impuestos‖ (Mateo
17:24-27). Sin duda, el punto que destacaban las preguntas era obvio para Pedro, pues
todos sabían que las familias de los reyes estaban exentas de tributos. Por consiguiente,
estaba claro que Jesús, al ser el Hijo unigénito del Rey celestial al que se adoraba en el
templo, no estaba obligado a pagar el impuesto. Notamos que, en vez de decirle
directamente a Pedro la respuesta acertada, Jesús empleó con tacto las preguntas para
ayudarle a sacar la conclusión correcta, y tal vez para ayudarle a ver que en el futuro era
mejor que pensara un poco más antes de responder.
10
¿Cómo lograremos emplear hábilmente las preguntas en el ministerio? Al predicar de
casa en casa, usémoslas para despertar el interés de la gente, pues así tal vez consigamos
que escuche nuestro mensaje. Por ejemplo, si sale a la puerta una persona mayor,
pudiéramos preguntarle con respeto: ―¿Le parece a usted que el mundo ha cambiado a lo
largo de su vida?‖. Cuando nos conteste, pudiéramos añadir: ―En su opinión, ¿qué haría falta
para que el mundo fuera mejor?‖ (Mateo 6:9, 10). Y si nos atiende una madre con niños
pequeños, quizás podríamos decirle: ―¿Se ha preguntado cómo será el mundo cuando sus
hijos sean grandes?‖ (Salmo 37:10, 11). En muchos casos, observar con atención la vivienda
nos permitirá pensar en preguntas que sean apropiadas para los intereses del ocupante.
11
¿Cómo podríamos usar eficazmente las preguntas al conducir estudios bíblicos? Pues
bien, podemos plantear preguntas bien pensadas para saber lo que la persona tiene en su
corazón (Proverbios 20:5). Imaginémonos que estamos estudiando el libro ¿Qué enseña
realmente la Biblia? y llegamos al capítulo ―El modo de vida que le agrada a Dios‖, que habla
de cómo ve Jehová la inmoralidad sexual, la mentira, la borrachera y otras prácticas. Las
respuestas del estudiante tal vez indican que entiende lo que enseña la Biblia, pero ¿lo
acepta de verdad? Para averiguarlo, quizás convenga decirle: ―¿Le parece razonable lo que
piensa Dios sobre estos temas?‖. O también: ―¿Cómo podría aplicar usted esta información
en su vida?‖. Claro, no debemos olvidar que hay que tener tacto y respetar la dignidad del
estudiante, pues no hay por qué abochornarlo (Proverbios 12:18).
Lógica aplastante
12
Con su mente perfecta, Jesús era capaz de razonar magistralmente con las personas.
Podía valerse de argumentos muy convincentes para refutar las acusaciones de sus
adversarios. Pero también podía emplear razonamientos muy persuasivos cuando quería
enseñar a sus discípulos lecciones útiles. Veamos algunos ejemplos.

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13
Cuando Jesús curó a un endemoniado que no podía ver ni hablar, los fariseos
protestaron: ―Este no expulsa a los demonios sino por medio de Beelzebub [Satanás], el
gobernante de los demonios‖. Reconocían que había sido necesario algún poder
sobrehumano para expulsar a los demonios, pero lo atribuían a Satanás. Aquella acusación
no solo era falsa, sino absurda. Para ilustrar lo equivocada que era esa línea de
pensamiento, Jesús replicó: ―Todo reino dividido contra sí mismo viene a parar en
desolación, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá en pie. Así
mismo, si Satanás expulsa a Satanás, ha llegado a estar dividido contra sí mismo; entonces,
¿cómo podrá estar en pie su reino?‖ (Mateo 12:22-26). En otras palabras, lo que Cristo
estaba diciendo era lo siguiente: ―Si yo soy un agente de Satanás y estoy deshaciendo lo que
él ha hecho, entonces Satanás está obrando en contra de sus propios intereses y no va a
tardar en caer‖. ¿Quién iba a contradecir un razonamiento tan lógico?

*** cf cap. 12 págs. 125-127 párrs. 18-20 “Sin ilustración no les hablaba” ***
18
¿Cómo podemos aprender a usar ilustraciones extraídas de la creación? Las
características peculiares de los animales pueden servirnos de inspiración para hacer
comparaciones sencillas pero efectivas. ¿Dónde hallamos información sobre las creaciones
de Jehová? La Biblia constituye una rica fuente de conocimientos sobre una gran variedad de
animales, y a veces se refiere a sus características en sentido metafórico. Por ejemplo, habla
de ser veloz como la gacela o el leopardo, cauteloso como la serpiente e inocente como la
paloma (1 Crónicas 12:8; Habacuc 1:8; Mateo 10:16). Otras fuentes útiles son las revistas
La Atalaya y ¡Despertad!, así como diversas publicaciones de los testigos de Jehová.
Podemos aprender mucho observando cómo estas utilizan comparaciones sencillas basadas
en las maravillosas e innumerables creaciones de Jehová.
Extraídas de ejemplos familiares
19
También podemos tomar ilustraciones eficaces de lo que sucede en la vida real.
En cierta ocasión, Jesús se valió de un suceso reciente para rebatir la creencia falsa de que
las tragedias son un castigo merecido. Dijo: ―Aquellos dieciocho sobre quienes cayó la torre
de Siloam, matándolos, ¿se imaginan ustedes que con eso se probó que fueran mayores
deudores [pecadores] que todos los demás hombres que habitaban en Jerusalén?‖ (Lucas
13:4). Aquellas dieciocho almas no murieron porque hubieran pecado y hubieran caído en el
desagrado divino, sino que su trágica muerte se debió al ―tiempo y el suceso imprevisto‖
(Eclesiastés 9:11). Jesús, pues, refutó una enseñanza falsa aludiendo a un incidente que sus
oyentes conocían bien.
20
¿Cómo podemos usar ejemplos y experiencias de la vida real al enseñar? Supongamos
que estamos hablando del cumplimiento de la profecía de Jesús sobre la señal de su
presencia (Mateo 24:3-14). Podemos citar noticias recientes sobre guerras, hambrunas o
terremotos para demostrar el cumplimiento de rasgos concretos de la señal. O

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imaginémonos que queremos utilizar una experiencia para ilustrar los cambios que implica
ponerse la nueva personalidad (Efesios 4:20-24). ¿Dónde encontraremos una? Podemos
pensar en los diversos antecedentes de nuestros hermanos en la fe o valernos de algún
relato que haya aparecido en nuestras publicaciones.

***La referencia od 34 puede llevar su ejemplar impreso o bien el que se haya


disponible en la aplicación JW Library***

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¿ES ESTA VIDA TODO CUANTO HAY?


Nota al orador:
Muchas personas perciben que su vida no tiene significado. El auditorio necesita comprender que nuestra esperanza
en cuanto al futuro, que incluye la resurrección, sustenta el significado y propósito de nuestra vida. Esa esperanza es
segura. Podemos tener un verdadero propósito en nuestra vida ahora si cultivamos esa esperanza y evitamos la
actitud mundana de vivir para el momento. La última sección del discurso debe dirigirse especialmente a los nuevos y
al público

LAS FRUSTRACIONES DE ESTA VIDA LLEVAN A MUCHOS A UNA BÚSQUEDA FRENÉTICA DE


SIGNIFICADO (6 min.)
A menudo jóvenes y personas mayores cuestionan y rechazan las metas que siempre ha tenido la
humanidad
La riqueza ha contribuido a las inquietudes, no siempre es satisfaciente (Ec 2:4-11; w77-S 379; w88-S
15/8 18; w86-S 15/6 3, 10)
La fama es solo transitoria; los famosos pronto pasan al olvido (Ec 2:15, 16; w77-S 398, 399; w87-S
15/8 10, 11)
El poder es temporal; la persona puede ser reemplazada por un rival; su poder de seguro terminará al
morir (w77-S 270)
La belleza también se desvanece rápidamente (g86-S 8/1 14, 15)
Los logros de la vida no ascienden a mucho en la corriente de la eternidad
Pronto uno deja de ser y pasa al olvido (Sl 103:15, 16)
Ese no es un punto de vista pesimista, sino realista
Si esta vida es todo cuanto hay, no somos ni siquiera una gota en la corriente del tiempo o una partícula
en la balanza de la eternidad (w73-S 613-618; g87-S 22/1 12)
CÓMO NOS AYUDA LA ESPERANZA DE LA RESURRECCIÓN (15 min.)
Por mucho tiempo la gente se ha aferrado a la esperanza de que hay vida después de la muerte (g88-S
8/7 4-7)
Muchos creen en doctrinas que se basan en la inmortalidad del alma (rs-S 36; sh-S 52-56)
Algunos piensan que los buenos van al cielo; otros creen en la transmigración de las almas, el
Nirvana (gh-S 103-105; w90-S 1/5 18, 19)
La Biblia destruye todas esas enseñanzas falsas (Ec 3:19, 20; 9:5, 10; w90-S 1/5 19-23)
De modo que, ¿es esta vida todo cuanto hay? ¿No hay ninguna esperanza?
La Biblia nos asegura que Dios resucitará a muchas personas (Hch 24:15; g79-S 22/10 23-25; ts-S 166-
175; lp-S 116-118)
Esto no es una esperanza imaginaria, sin fundamento
Jesús prometió que la resurrección acontecería bajo su Reino (Jn 5:28, 29)
Demostró que se puede resucitar a criaturas humanas (Lu 7:11-17; w86-S 15/12 8, 9)
Pero ¿qué hay de la persona que murió hace mucho tiempo, cuyo cuerpo se ha desintegrado?
Dios puede crear de nuevo a esa persona, darle un cuerpo apropiado y restablecer sus
pensamientos (vi-E 28)
El ADN (ácido desoxirribonucleico) de una sola célula contiene instrucción codificada para miles de
millones de células (ce-S 48)
El Creador del ADN tiene la capacidad de recordar el patrón de vida de una persona si opta por
hacerlo
Esta vida no tiene que ser todo cuanto hay (g80-S 22/9 5-9; g67-S 22/9 6, 7)
La resurrección es un medio de llevar a cabo el propósito de Dios
Dios se propone que los humanos obedientes tengan vida eterna en perfección
Esa vida tendría significado (w73-S 614)
Tal vida no sería interrumpida ni frustrada por la muerte (g71-S 8/4 14-17; w84-S 15/8 3, 4; g90-S
22/4 9)
El daño que ha causado la muerte adámica no es irrevocable

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La resurrección puede eliminar el aguijón de la muerte (1Co 15:55)
Ayuda a la persona a entender algo muy importante que da significado a la vida (Ec 12:13, 14; w78-
S 1/3 31)
NUESTRA VIDA HOY DÍA PUEDE SER ESPECIALMENTE SIGNIFICATIVA (5 min.)
Vivimos en un tiempo en que la gente puede evitar del todo la muerte
Ahora estamos en „la conclusión de este sistema de cosas‟ (Mt 24:3; g88-S 8/4 7 [recuadro], 11
[recuadro])
Podemos entrar directamente en la vida sin fin (ts-S 151-165; w90-S 1/5 28)
En cuanto a la resurrección, la pregunta es: ¿Optará Dios por recordar a cierta persona y resucitarla?
Respecto a cada uno de nosotros, la pregunta es: ¿Considerará Dios que yo soy digno de ser conservado
con vida para entrar en el nuevo mundo bajo el Reino de Cristo?
Si su respuesta es afirmativa, entonces esta vida, aun ahora, no es todo cuanto hay
LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ SABEN QUE LA VIDA TIENE VERDADERO PROPÓSITO (9 min.)
Saben que esta vida no es todo cuanto hay; cifran su confianza en el nuevo mundo
No andan a tientas para hallar el significado de la vida (g81-S 22/4 6-11)
Han aprendido que seguir el consejo de Dios es el mejor modo de vivir
Aplican la Palabra de Dios en su propia vida; por lo que tienen familias felices
El que se hace Testigo forma parte de una amorosa congregación de personas
Aunque los Testigos no viven solo para el presente, disfrutan de una vida plena (w73-S 689-694)
El amor a Jehová mueve a los Testigos a obedecerlo a pesar de la oposición (2Ti 3:12)
El periodista Milo Komínek, en el libro Even Under the Sky There Is Hell (Aun bajo el cielo hay un
infierno) (1971), describió la integridad de los Testigos en campos de trabajo comunistas en
Checoslovaquia durante 1951: “Siempre recordaré con admiración y reconocimiento a los jehovistas, en
su mayoría muchachos jóvenes, quienes rehusaron rendir servicio militar y fueron sentenciados por ello.
Aun aquí permanecieron en su fe, que trabajar para la guerra es pecado, y rehusaron trabajar en las
minas de uranio. Los comandantes de los campos usaron todo lo que tenían a su disposición para
obligarlos a hacer el trabajo, pero todo lo que probaron fue en vano; la mayor parte de ellos prefería
morir a trabajar en edificar la amenaza atómica soviética. El jefe del campo Palacek los obligó a
permanecer de pie por días enfrente del cuartel general encima de montones de nieve en una
temperatura invernal de [-]30°C [-22°F], mientras les echaba agua hasta que se congelaron. Fue un
espectáculo horrible que me obsesionará hasta que muera” (w74-S 661)
La creencia en la resurrección fortalece a uno para ser fiel a pesar del peligro de la muerte (2Co 1:8, 9;
Heb 12:1-3)
Los Testigos saben que esta vida no es todo cuanto hay
DEBEMOS CULTIVAR EL PUNTO DE VISTA CORRECTO (10 min.)
Los que saben que esta vida no es todo cuanto hay deben reflejar esta convicción por medio de sus
asociaciones y actividades
En el siglo I E.C., los cristianos creían en la resurrección
No aceptaron la enseñanza pagana de la inmortalidad del alma ni la filosofía de vivir para el momento
Pero algunos comenzaron a negar la realidad de la resurrección; por consiguiente, adoptaron el punto
de vista de que esta vida es todo cuanto hay (1Co 15:12, 32b; w82-S 1/10 17, 18)
Pablo refutó firmemente ese argumento (1Co 15:3-8, 13-19; w82-S 1/3 18; w84-S 1/10 30, 31)
No se asocie con los que niegan la resurrección o piensan que esta vida es todo cuanto hay
Tales personas lo instarían a transigir en su fe (1Co 15:33; w88-S 15/6 18, 19)
Lo animarían a vivir solo para el presente (ts-S 12-15)
Los testigos de Jehová no viven solo para el presente
Esperan un futuro magnífico en el nuevo mundo ya cercano
Le invitamos a asistir con regularidad a las reuniones que celebramos en el Salón del Reino y luego a
satisfacer los requisitos para participar en la predicación pública
Esa es la obra más útil que uno puede efectuar ahora; no es en vano (1Co 15:58)

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(Siga cuidadosamente la información del bosquejo y aténgase al tiempo asignado a cada sección. No es necesario leer
todos los textos citados ni mencionar los datos que aparecen entre paréntesis)
Núm. 36-S 6/92 DEBE PRESENTARSE EN 45 MINUTOS

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Jehová y nuestra relación con él

*** it-2 págs. 43-50 Jehová ***


La primera pareja humana lo conocía. El nombre Jehová no se reveló por primera vez a
Moisés, pues el primer hombre ya lo conocía. El nombre aparece por primera vez en el
registro divino en Génesis 2:4, después del relato de las obras creativas de Dios, e identifica
al Creador de los cielos y la Tierra como “Jehová Dios”. Es razonable pensar que Jehová
Dios informó a Adán sobre este relato de la creación. El registro de Génesis no especifica
que lo hiciera, pero tampoco dice explícitamente que Jehová le revelara a Adán cuando
despertó el origen de su esposa Eva. Sin embargo, las palabras que Adán pronunció al
recibir a Eva muestran que se le había informado sobre cómo Dios la había creado a partir
de su propio cuerpo. (Gé 2:21-23.) Sin duda hubo mucha comunicación entre Jehová y su
hijo terrestre que no se refleja en el breve relato de Génesis.
Eva es el primer ser humano de quien se dice específicamente que usó el nombre de
Dios. (Gé 4:1.) Es obvio que su esposo y cabeza, Adán, le enseñó ese nombre, y también
fue él quien le comunicó el mandato de Dios concerniente al árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo (aunque tampoco en este caso lo especifica el registro). (Gé 2:16, 17;
3:2, 3.)
Como se muestra en el artículo ENÓS, el “invocar el nombre de Jehová” que empezó en
los días de Enós, nieto de Adán, fue con falta de fe y de una manera que no tenía la
aprobación divina, pues entre Abel y Noé solo de Enoc (no Enós), el hijo de Jared, se dice
que „anduvo con el Dios verdadero‟ en fe. (Gé 4:26; 5:18, 22-24; Heb 11:4-7.) Noé y su
familia transmitieron el conocimiento del nombre divino al período posterior al Diluvio, hasta
después del tiempo de la dispersión de los pueblos en la Torre de Babel, y llegó al patriarca
Abrahán y sus descendientes. (Gé 9:26; 12:7, 8.)
La Persona identificada por el Nombre. Jehová es el Creador de todas las cosas, la
gran Primera Causa; por lo tanto, no fue creado, no tuvo principio. (Rev 4:11.) “En número,
sus años son inescrutables.” (Job 36:26.) Es imposible determinarle una edad, pues no hay
un punto de partida desde el que contar. Aunque no tiene edad, se le llama apropiadamente
“el Anciano de Días”, ya que su existencia se remonta al pasado infinito. (Da 7:9, 13.)
Tampoco tendrá un fin en el futuro (Rev 10:6), pues es incorruptible y no muere, por lo que
se le llama el “Rey de la eternidad” (1Ti 1:17), y para Él mil años son tan solo como una
vigilia de unas pocas horas durante la noche. (Sl 90:2, 4; Jer 10:10; Hab 1:12; Rev 15:3.)
A pesar de su intemporalidad, Jehová es preeminentemente un Dios histórico, pues se
identifica con tiempos, lugares, personas y acontecimientos específicos. En su relación con la
humanidad ha actuado en armonía con un horario exacto. (Gé 15:13, 16; 17:21; Éx 12:6-12;
Gál 4:4.) Debido a que su existencia eterna es innegable y constituye el hecho más

DÍA MIÉRCOLES SESIÓN DE LA MAÑANA


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fundamental del universo, Él ha jurado por ella con las palabras: “Como que vivo yo”,
garantizando de este modo la absoluta certeza de sus promesas y profecías. (Jer 22:24; Sof
2:9; Nú 14:21, 28; Isa 49:18.) También ha habido hombres que han jurado por el hecho de la
existencia de Jehová. (Jue 8:19; Rut 3:13.) Solo los insensatos dicen: “No hay Jehová”. (Sl
14:1; 10:4.)
Descripciones de su presencia. Ya que es un Espíritu que los humanos no pueden ver
(Jn 4:24), cualquier descripción de su apariencia en términos humanos tan solo puede
suministrar una idea aproximada de su gloria incomparable. (Isa 40:25, 26.) Aunque
no vieron realmente al Creador (Jn 1:18), algunos siervos de Dios recibieron visiones
inspiradas de su corte celestial. La descripción de su presencia no solo muestra su gran
dignidad y majestad imponente, sino también serenidad, orden, belleza y agradabilidad. (Éx
24:9-11; Isa 6:1; Eze 1:26-28; Da 7:9; Rev 4:1-3; véase también Sl 96:4-6.)
Como se puede observar, estas descripciones emplean metáforas y símiles que asemejan
la apariencia de Jehová a cosas que el hombre conoce, como las joyas, el fuego y el arco
iris. Incluso se le describe como si tuviera ciertos rasgos humanos. Aunque algunos eruditos
han dado demasiada importancia a lo que llaman expresiones antropomórficas de la Biblia
(como las referencias a los “ojos”, los “oídos”, el “rostro” [1Pe 3:12], el “brazo” [Eze 20:33], la
“diestra” [Éx 15:6] de Dios, etc.), es obvio que tales expresiones son necesarias para que el
hombre comprenda la descripción. El que Jehová Dios hubiese dado al hombre una
descripción de sí mismo en términos propios de espíritus, sería como plantear ecuaciones de
álgebra superior a personas que solo tuviesen los más elementales conocimientos de
aritmética, o intentar explicar los colores a una persona ciega de nacimiento. (Job 37:23, 24.)
Por lo tanto, los llamados antropomorfismos nunca deben tomarse de manera literal, así
como no se ven literalmente otras referencias metafóricas a Dios, como, por ejemplo, el que
se le llame “sol”, “escudo” o “Roca”. (Sl 84:11; Dt 32:4, 31.) La vista de Jehová (Gé 16:13), a
diferencia de la de los humanos, no depende de los rayos de luz, por lo que puede ver los
actos efectuados en completa oscuridad. (Sl 139:1, 7-12; Heb 4:13.) Su visión puede abarcar
toda la Tierra (Pr 15:3), y no necesita ningún equipo especializado para ver crecer el embrión
dentro de la matriz humana. (Sl 139:15, 16.) Su oído tampoco depende de las ondas sonoras
que se transmiten en la atmósfera, pues puede “oír” expresiones aunque se pronuncien en
silencio en los corazones humanos. (Sl 19:14.) El universo es tan inmenso que el hombre
no puede llegar a medirlo; sin embargo, ni siquiera los cielos físicos pueden abarcar o
contener el lugar de residencia de Dios, mucho menos puede hacerlo una casa o templo
terrestre. (1Re 8:27; Sl 148:13.) Por medio de Moisés, Jehová advirtió de manera específica
a la nación de Israel que no hiciese ninguna imagen de Él, ya fuese de forma humana o de
cualquier otra creación. (Dt 4:15-18.) El relato de Lucas registra la referencia de Jesús de
expulsar demonios “por medio del dedo de Dios”, en tanto que el relato de Mateo aclara que
Jesús se refería al “espíritu” o fuerza activa de Dios. (Lu 11:20; Mt 12:28; compárese con Jer
27:5 y Gé 1:2.)

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Las cualidades personales reveladas en la creación. Ciertas facetas de la personalidad
de Jehová se revelan en sus obras creativas, incluso antes de la creación del hombre. (Ro
1:20.) El mismo acto de la creación revela su amor, pues Jehová es autosuficiente y no le
falta nada. Por lo tanto, aunque creó cientos de miles de hijos celestiales, ninguno podía
añadir nada a Su conocimiento ni contribuir ninguna cualidad deseable o emoción que Él
no poseyese ya en grado superlativo. (Da 7:9, 10; Heb 12:22; Isa 40:13, 14; Ro 11:33, 34.)
Naturalmente, esto no significa que Jehová no halle placer en sus criaturas. Como el
hombre fue creado “a la imagen de Dios” (Gé 1:27), es lógico que el gozo que un padre
humano encuentra en su hijo, sobre todo si este muestra amor filial y actúa con sabiduría,
refleje el gozo que Jehová halla en las criaturas inteligentes que le aman y le sirven. (Pr
27:11; Mt 3:17; 12:18.) Este placer no proviene de ninguna ganancia material o física, sino de
ver a sus criaturas adherirse voluntariamente a sus normas justas y mostrar altruismo y
generosidad. (1Cr 29:14-17; Sl 50:7-15; 147:10, 11; Heb 13:16.) Por el contrario, Jehová „se
siente herido en su corazón‟ cuando algunas de sus criaturas adoptan un mal camino,
desprecian su amor, acarrean oprobio a su nombre y hacen sufrir cruelmente a otras
personas. (Gé 6:5-8; Sl 78:36-41; Heb 10:38.)
A Jehová también le agrada ejercer su poder, bien sea creando o de otro modo, pues sus
obras siempre tienen un propósito definido y un buen motivo. (Sl 135:3-6; Isa 46:10, 11;
55:10, 11.) Como el Dador generoso de “toda dádiva buena y todo don perfecto”, se deleita
en recompensar con bendiciones a sus hijos e hijas fieles. (Snt 1:5, 17; Sl 35:27; 84:11, 12;
149:4.) Sin embargo, aunque es un Dios de afecto y ternura, su felicidad no depende en
absoluto de sus criaturas, ni tampoco sacrifica los principios justos por sentimentalismo.
Jehová también mostró amor al conceder al primer Hijo celestial que creó el privilegio de
participar con Él en toda la obra creativa posterior, tanto espiritual como material. Además,
bondadosamente hizo que este hecho se llegase a conocer, con la consiguiente honra para
su Hijo. (Gé 1:26; Col 1:15-17.) De modo que no temió una posible competencia, sino, más
bien, ejerció completa confianza en su propia y legítima Soberanía (Éx 15:11), así como en la
lealtad y devoción de su Hijo. Dios da a sus hijos celestiales una libertad relativa en el
desempeño de sus deberes, incluso al permitirles en ciertas ocasiones ofrecer sus puntos de
vista en cuanto a cómo llevarán a cabo cierta asignación en particular. (1Re 22:19-22.)
Como señaló el apóstol Pablo, las cualidades invisibles de Jehová también se manifiestan
en su creación material. (Ro 1:19, 20.) Su vasto poder nos deja maravillados; las enormes
galaxias de miles de millones de estrellas son simples „obras de sus dedos‟ (Sl 8:1, 3, 4;
19:1), y la riqueza de su sabiduría es tal, que el entendimiento que los hombres tienen de la
creación física aún después de miles de años de investigación no es más que un “susurro”
comparado con un poderoso trueno. (Job 26:14; Sl 92:5; Ec 3:11.) La actividad creativa de
Jehová con respecto al planeta Tierra siguió un orden lógico y un programa definido (Gé 1:2-
31), lo que hizo de la Tierra una joya en el espacio (como la han llamado los astronautas de
este siglo XX).

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Cómo se reveló al hombre en Edén. ¿Con qué personalidad se dio a conocer Jehová a
sus primeros hijos humanos? Como hombre perfecto, Adán tendría que haber concordado
con las palabras posteriores del salmista: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor
estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma”.
(Sl 139:14.) Por lo que veía en su propio cuerpo —sobresalientemente adaptable entre las
criaturas terrestres— y en todo lo que le rodeaba, el hombre tenía razón sobrada para sentir
un respeto reverencial a su Creador. Cada nuevo animal, ave y pez; cada diferente planta,
flor y árbol, y cada campo, bosque, colina, valle y arroyo que el hombre veía, impresionaría
en él la profundidad y amplitud de la sabiduría de su Padre y su atrayente personalidad
reflejada en la gran variedad de sus obras creativas. (Gé 2:7-9; compárese con Sl 104:8-24.)
Todos los sentidos del hombre —vista, oído, gusto, olfato y tacto— indicarían a su mente
receptiva que el Creador era sumamente generoso y considerado.
Tampoco se pasaron por alto las necesidades intelectuales de Adán, su necesidad de
conversación y de compañerismo, pues su Padre le proveyó una compañera inteligente. (Gé
2:18-23.) Ambos bien pudieron haber cantado a Jehová como lo hizo el salmista: “El regocijo
hasta la satisfacción está con tu rostro; hay agradabilidad a tu diestra para siempre”. (Sl
16:8, 11.) Por haber sido objeto de tanto amor, Adán y Eva habrían tenido que saber que
“Dios es amor”, la fuente y ejemplo supremo de amor. (1Jn 4:16, 19.)
Más importante aún, Jehová satisfizo las necesidades espirituales del hombre. El Padre
de Adán se reveló a su hijo humano, comunicándose con él y encargándole trabajos, cuya
realización constituiría la parte principal de la adoración del hombre. (Gé 1:27-30; 2:15-17;
compárese con Am 4:13.)
Un Dios de normas morales. El hombre pronto llegó a conocer a Jehová no solo como
un Proveedor sabio y generoso, sino también como un Dios de moralidad, con normas
definidas sobre lo que es propio e impropio. Pero, además, si Adán conocía el relato de la
creación, como se ha indicado, sabría que Jehová también tenía otras normas, pues el relato
dice que Jehová vio que sus obras creativas „eran muy buenas‟, que satisfacían su norma
perfecta de calidad y excelencia. (Gé 1:3, 4, 12, 25, 31; compárese con Dt 32:3, 4.)
De no existir normas, no habría manera de determinar o juzgar lo que es bueno o malo ni
de medir y reconocer grados de exactitud y excelencia. A este respecto, son de interés las
siguientes observaciones de la Encyclopædia Britannica (1959, vol. 21, págs. 306, 307):
“Lo que el hombre ha conseguido [en lo que respecta a normalizar o estandarizar]
palidece cuando se compara con lo que se observa en la naturaleza. Las constelaciones; las
órbitas de los planetas; las propiedades inmutables de conductividad, ductilidad, elasticidad,
dureza, permeabilidad, refracción, fuerza o viscosidad de los materiales de la naturaleza, [...]
o la estructura de las células, son unos cuantos ejemplos de la asombrosa estandarización
de la naturaleza.”

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La misma obra realza la importancia de la existencia de normas invariables en la creación
material al decir: “Solo mediante la estandarización que se halla en la naturaleza es posible
reconocer y clasificar [...] las muchas clases de plantas, peces, aves y animales. Dentro de
esas clases, los individuos se parecen unos a otros en los más mínimos detalles
estructurales, funcionales y de comportamiento que los caracterizan. [Compárese con Gé
1:11, 12, 21, 24, 25.] Si no fuera por esta estandarización del cuerpo humano, los médicos
no sabrían si una determinada persona tiene ciertos órganos ni dónde buscarlos. [...] En
realidad, sin las normas de la naturaleza, no podría existir ni una sociedad organizada, ni
educación, ni medicina; cada uno de estos conceptos depende de similitudes subyacentes y
comparables”.
Adán vio la estabilidad de las obras creativas de Jehová: el ciclo continuo de día y noche,
el descenso constante del agua del río de Edén como resultado de la fuerza de la gravedad y
un sinnúmero de otros ejemplos que probaban que el Creador de la Tierra no era un Dios de
confusión, sino de orden. (Gé 1:16-18; 2:10; Ec 1:5-7; Jer 31:35, 36; 1Co 14:33.) El hombre
sin duda vio que esta estabilidad era provechosa para desempeñar la labor y actividades que
se le habían asignado. (Gé 1:28; 2:15), pudiendo planear el trabajo con confianza, sin ningún
tipo de incertidumbre.
En vista de estos hechos, no le debería parecer extraño al hombre inteligente que Jehová
fijara normas que rigieran la conducta humana y su relación con el Creador. La gran calidad
de la creación de Jehová le sirvió de ejemplo a Adán para cultivar y cuidar el Edén. (Gé 2:15;
1:31.) Adán también aprendió la norma de Dios para el matrimonio, la monogamia, así como
la relación que debía existir entre los cónyuges. (Gé 2:24.) La obediencia a las instrucciones
de Dios se subrayaba de manera especial como algo esencial para la vida misma. Puesto
que Adán era un humano perfecto, Jehová esperaba de él obediencia perfecta. Él le dio a su
hijo terrestre la oportunidad de mostrar amor y devoción al obedecer su mandato de
abstenerse de comer de uno de los muchos árboles frutales que había en Edén. (Gé
2:16, 17.) Este mandato era sencillo, pero las circunstancias de Adán entonces también eran
sencillas, libres de las complejidades y la confusión que con el tiempo han llegado a existir.
Que esta prueba sencilla manifiesta la sabiduría de Jehová, lo subrayan las palabras que
Jesucristo pronunció unos cuatro mil años después: “La persona fiel en lo mínimo es fiel
también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es injusta también en lo mucho”. (Lu
16:10.)
Tanto el orden como las normas establecidas, lejos de restar disfrute a la vida humana,
contribuirían al mismo. El artículo sobre “normas” citado de la Encyclopædia Britannica
observa lo siguiente acerca de la creación material: “A pesar de todas las muestras de
estandarización que hallamos en la naturaleza, nadie la acusa de monotonía. Aunque el
espectro de colores consta básicamente de una banda limitada de longitudes de onda, las
variaciones y combinaciones que se pueden obtener para deleitar la vista son casi ilimitadas.
De manera semejante, todas las bellas melodías de la música llegan al oído mediante un

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grupo también pequeño de frecuencias”. Asimismo, los requisitos de Dios para la pareja
humana le permitían toda la libertad que un corazón justo pudiera desear. No había
necesidad de cercarlos con una multitud de leyes y reglas. El ejemplo amoroso que el
Creador les puso, así como el respeto y amor que le tenían, los protegería de traspasar los
límites propios de su libertad. (Compárese con 1Ti 1:9, 10; Ro 6:15-18; 13:8-10; 2Co 3:17.)
Por lo tanto, Jehová Dios, por su propia Persona, proceder y palabras, era y es la Norma
Suprema para todo el universo, la definición y suma de todo lo bueno. Por esa razón, cuando
su Hijo estuvo en la Tierra, pudo decirle a un hombre: “¿Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno, sino uno solo, Dios”. (Mr 10:17, 18; también Mt 19:17; 5:48.)
Se debe santificar y vindicar Su nombre. Como todo lo relacionado con la persona de
Dios es santo, su nombre personal, Jehová, también lo es y por lo tanto debe santificarse.
(Le 22:32.) Santificar significa “hacer santo, apartar o estimar algo como sagrado” y, en
consecuencia, no usarlo como algo común u ordinario. (Isa 6:1-3; Lu 1:49; Rev 4:8; véase
SANTIFICACIÓN.) Debido a la Persona que representa, el nombre de Jehová es “grande e
inspirador de temor” (Sl 99:3, 5), “majestuoso” e “inalcanzablemente alto” (Sl 8:1; 148:13), y
merecedor de un respeto reverente. (Isa 29:23.)
Profanación del nombre. Así se consideró el nombre divino hasta que los
acontecimientos del jardín de Edén resultaron en su profanación. La rebelión de Satanás
puso en tela de juicio el nombre y la reputación de Dios. A Eva le hizo ver que hablaba en
nombre de Dios al decirle “Dios sabe”, pero en realidad hizo que dudara del mandato divino,
comunicado a Adán, sobre el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. (Gé 3:1-5.) Dado
que Adán había sido comisionado por Dios y era el cabeza terrestre mediante el que
transmitía sus instrucciones a la familia humana, era Su representante en la Tierra. (Gé
1:26, 28; 2:15-17; 1Co 11:3.) Se dice que los que sirven a Dios de este modo „ministran en el
nombre de Jehová‟ y „hablan en su nombre‟. (Dt 18:5, 18, 19; Snt 5:10.) Por lo tanto, aunque
su esposa Eva ya había profanado el nombre de Jehová por su desobediencia, el que Adán
también lo hiciera fue un acto especialmente reprensible de falta de respeto al nombre que
representaba. (Compárese con 1Sa 15:22, 23.)
La cuestión suprema es de naturaleza moral. Es evidente que el hijo celestial que se
convirtió en Satanás sabía que Jehová es un Dios de normas morales, no una persona
caprichosa y voluble. Si hubiera sabido que Dios era dado a estallidos violentos e
incontrolados, solo podía haber esperado la exterminación instantánea por el proceder que
había emprendido. De modo que la cuestión que Satanás hizo surgir en Edén no era
simplemente una prueba del poder destructor de Jehová. Más bien, era una cuestión de
naturaleza moral: el derecho moral de Dios a ejercer soberanía universal y requerir
obediencia y devoción absoluta de todas sus criaturas en todas partes. Las palabras de
Satanás a Eva revelan este hecho. (Gé 3:1-6.) De igual manera, el libro de Job relata cómo
Jehová hace pública ante una asamblea de hijos angélicos la posición adoptada por su
Adversario. Satanás alegó que la lealtad de Job (y, por inferencia, de cualquiera de las

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criaturas inteligentes de Dios) a Jehová no era sincera, no estaba basada en verdadera
devoción y amor genuino. (Job 1:6-22; 2:1-8.)
De modo que la cuestión de la integridad de las criaturas inteligentes era secundaria, o
subsidiaria, y se derivaba de la cuestión primaria del derecho de Dios a la soberanía
universal. Se requería tiempo para demostrar la veracidad o falsedad de los cargos, para
probar la actitud de corazón de las criaturas de Dios y para zanjar tales cuestiones más allá
de toda duda. (Compárese con Job 23:10; 31:5, 6; Ec 8:11-13; Heb 5:7-9; véanse
INIQUIDAD; INTEGRIDAD.) Por lo tanto, Jehová no ejecutó inmediatamente a la pareja
humana rebelde ni al hijo celestial que hizo surgir la cuestión, de modo que llegaron a existir
las predichas descendencias que representaban lados opuestos de la cuestión. (Gé 3:15.)
El encuentro de Jesucristo con Satanás en el desierto después de cuarenta días de ayuno
confirma que esta cuestión seguía vigente en aquel tiempo. La táctica serpentina que empleó
el Adversario de Jehová cuando tentó al Hijo de Dios siguió el modelo puesto en Edén hacía
cuatro mil años, y la oferta de Satanás de darle la gobernación sobre los reinos terrestres
demostró claramente que la cuestión sobre la soberanía universal no había cambiado. (Mt
4:1-10.) El libro de Revelación muestra que la cuestión seguiría vigente hasta que llegara el
tiempo en que Jehová Dios declararía zanjado el caso (compárese con Sl 74:10, 22, 23) y
ejecutaría juicio justo sobre todos los opositores mediante su Reino celestial para la completa
vindicación y santificación de su sagrado nombre. (Re 11:17, 18; 12:17; 14:6, 7; 15:3, 4; 19:1-
3, 11-21; 20:1-10, 14.)
¿Por qué es de importancia fundamental la santificación del nombre de Dios?
Todo el relato bíblico gira en torno a esta cuestión y su solución, y manifiesta el propósito
principal de Jehová Dios: la santificación de su nombre. Esta santificación hacía necesario
limpiar el nombre de Dios de todo oprobio y falsos cargos, es decir, vindicarlo. Pero requería
mucho más que eso: requería que todas las criaturas inteligentes de los cielos y de la Tierra
honraran ese nombre como sagrado, lo que, a su vez, significaba que reconocían y
respetaban voluntariamente la soberanía de Jehová, y que estaban deseosos de servirle,
deleitándose en hacer su divina voluntad por el amor que le profesan. La oración de David a
Jehová registrada en el Salmo 40:5-10 expresa bien esta actitud y verdadera santificación del
nombre de Jehová. (Obsérvese la aplicación que hace el apóstol de partes de este salmo a
Cristo Jesús en Heb 10:5-10.)
Por lo tanto, el orden, la paz y el bienestar de todo el universo y sus habitantes dependen
de la santificación del nombre de Jehová. Así lo mostró el Hijo de Dios, a la vez que señaló el
medio de Jehová para realizar su propósito, cuando enseñó a sus discípulos a orar a Dios:
“Santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también
sobre la tierra”. (Mt 6:9, 10.) Este propósito fundamental de Jehová provee la clave para
entender la razón de sus acciones y el modo de relacionarse con sus criaturas, según se da
a conocer en toda la Biblia.

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Así, notamos que a la nación de Israel, cuya historia ocupa un buen número de páginas
del registro bíblico, se la escogió para ser un „pueblo para el nombre‟ de Jehová. (Dt 28:9, 10;
2Cr 7:14; Isa 43:1, 3, 6, 7.) Según el pacto de la Ley que Dios hizo con esa nación, la
cuestión que cobraba mayor importancia era dar devoción exclusiva a Jehová como Dios y
no tomar su nombre de manera indigna, “porque Jehová no dejará sin castigo al que tome su
nombre de manera indigna”. (Éx 20:1-7; compárese con Le 19:12; 24:10-23.) Como
consecuencia de la manifestación de su poder para salvar y destruir cuando liberó a Israel de
Egipto, el nombre de Jehová fue “declarado en toda la tierra”, y la fama de este nombre
precedía a Israel en su marcha a la Tierra Prometida. (Éx 9:15, 16; 15:1-3, 11-17; 2Sa 7:23;
Jer 32:20, 21.) Como lo expresó el profeta Isaías, “así condujiste a tu pueblo para hacer para
ti mismo un nombre hermoso”. (Isa 63:11-14.) Cuando los israelitas manifestaron una actitud
rebelde en el desierto, Jehová los trató con misericordia y no los abandonó. Sin embargo,
reveló la razón fundamental por la que obró así, al decir: “Me puse a actuar por causa de mi
propio nombre para que no fuera profanado delante de los ojos de las naciones”. (Eze 20:8-
10.)
A lo largo de la historia de esa nación, Jehová mantuvo ante ellos la importancia de su
sagrado nombre. Jehová escogió a Jerusalén, la ciudad capital, con su monte Sión, “para
colocar allí su nombre, para hacerlo residir”. (Dt 12:5, 11; 14:24, 25; Isa 18:7; Jer 3:17.) El
templo edificado en esa ciudad era la „casa para el nombre de Jehová‟. (1Cr 29:13-16; 1Re
8:15-21, 41-43.) Lo que se efectuaba en ese templo o en esa ciudad, fuese bueno o malo,
afectaba inevitablemente al nombre de Jehová y Él no lo pasaba por alto. (1Re 8:29; 9:3;
2Re 21:4-7.) Profanar el nombre de Jehová en ese lugar resultaría en la destrucción segura
de la ciudad y en que Dios abandonara el templo. (1Re 9:6-8; Jer 25:29; 7:8-15; compárese
con las acciones y palabras de Jesús en Mt 21:12, 13; 23:38.) Por eso, Jeremías y Daniel
rogaron a favor de su pueblo y ciudad pidiendo que Jehová concediese misericordia y ayuda
„por causa de su propio nombre‟. (Jer 14:9; Da 9:15-19.)
Al predecir que purificaría al pueblo que llevaba su nombre y que lo repatriaría a Judá,
Jehová les hizo saber de nuevo su interés primordial, al decir: “Y tendré compasión de mi
santo nombre [...]. „No por causa de ustedes lo hago, oh casa de Israel, sino por mi santo
nombre, el cual ustedes han profanado entre las naciones adonde han ido‟. „Y ciertamente
santificaré mi gran nombre, que estaba siendo profanado [...]; y las naciones tendrán que
saber que yo soy Jehová —es la expresión del Señor Soberano Jehová— cuando yo sea
santificado entre ustedes delante de los ojos de ellas.[‟]”. (Eze 36:20-27, 32.)
Estos textos y otros muestran que Jehová no concede a la humanidad una importancia
desmesurada. Debido a que todos los hombres son pecadores, en justicia merecen la
muerte, y solo se podrá alcanzar la vida gracias a la bondad inmerecida y la misericordia de
Dios. (Ro 5:12, 21; 1Jn 4:9, 10.) Jehová no le debe nada a la humanidad, y la vida eterna
será un don para los que la alcancen, no un salario merecido. (Ro 5:15; 6:23; Tit 3:4, 5.) Es
verdad que Él ha demostrado un amor incomparable a la humanidad (Jn 3:16; Ro 5:7, 8);

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no obstante, el ver la salvación humana como la cuestión principal o el criterio por medio del
cual se puede calibrar la equidad, justicia y santidad de Dios, es contrario a la realidad bíblica
y demuestra una perspectiva equivocada. El salmista mostró la perspectiva correcta cuando
exclamó con humildad y admiración: “Oh Jehová Señor nuestro, ¡cuán majestuoso es tu
nombre en toda la tierra, tú, cuya dignidad se relata por encima de los cielos! Cuando veo tus
cielos, las obras de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has preparado, ¿qué es el
hombre mortal para que lo tengas presente, y el hijo del hombre terrestre para que cuides de
él?”. (Sl 8:1, 3, 4; 144:3; compárese con Isa 45:9; 64:8.) La santificación del nombre de
Jehová Dios significa con toda razón más que la vida de la humanidad entera. Por lo tanto,
según lo expresó el Hijo de Dios, el hombre debe amar a su prójimo como se ama a sí
mismo, pero debe amar a Dios con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. (Mr 12:29-31.)
Esto significa amar a Jehová Dios más que a los parientes, los amigos o la vida misma. (Dt
13:6-10; Rev 12:11; compárese con la actitud de los tres hebreos en Da 3:16-18; véase
CELOSO [CELO, CELOS].)
Este punto de vista bíblico no debería disgustar a nadie, antes bien, debería acrecentar el
aprecio por el Dios verdadero. Dado que Jehová podía, con toda justicia, haber puesto fin a
la humanidad pecaminosa, el que hiciera provisión para que algunos se salvaran enaltece
aún más la grandeza de su misericordia y su bondad inmerecida. (Jn 3:36.) No se deleita en
la muerte de los inicuos (Eze 18:23, 32; 33:11); sin embargo, no va a permitir que escapen
de la ejecución de su juicio. (Am 9:2-4; Ro 2:2-9.) Es paciente y sufrido, y tiene preparada la
salvación para los obedientes (2Pe 3:8-10); no obstante, no va a tolerar indefinidamente una
situación que ocasione oprobio a su encumbrado nombre. (Sl 74:10, 22, 23; Isa 65:6, 7; 2Pe
2:3.) También muestra compasión y comprensión en lo que tiene que ver con las debilidades
humanas, perdonando “en gran manera” a los arrepentidos (Sl 103:10-14; 130:3, 4; Isa
55:6, 7); de todas formas, no excusa a las personas de las responsabilidades por sus propias
acciones y las consiguientes repercusiones en ellos mismos y en sus familias. Cada uno
siega lo que siembra. (Dt 30:19, 20; Gál 6:5, 7, 8.) De este modo, Jehová muestra un
equilibrio hermoso y perfecto entre la justicia y la misericordia. Los que entienden estas
cuestiones correctamente, según se revelan en su Palabra (Isa 55:8, 9; Eze 18:25, 29-31),
no cometerán el grave error de tratar a la ligera su bondad inmerecida o „dejar de cumplir su
propósito‟. (2Co 6:1; Heb 10:26-31; 12:29.)
Cualidades y normas inmutables. Jehová dijo al pueblo de Israel: “Yo soy Jehová; no he
cambiado”. (Mal 3:6.) Estas palabras se pronunciaron unos tres mil quinientos años después
de la creación de la humanidad, y habían pasado unos mil quinientos años desde que Dios
había hecho el pacto con Abrahán. Aunque hay quien alega que el Dios que se revela en las
Escrituras Hebreas difiere del que revelaron Jesucristo y los escritores de las Escrituras
Griegas Cristianas, la investigación muestra que esta alegación carece de fundamento. El
discípulo Santiago dijo correctamente de Dios: “Con él no hay la variación del giro de la
sombra”. (Snt 1:17.) No hubo ningún tipo de „ablandamiento‟ de la personalidad de Jehová

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Dios con el transcurso de los siglos, pues no era necesario. Su severidad, según se revela en
las Escrituras Griegas Cristianas, no es menor, ni su amor mayor, que al principio de su
relación con la humanidad en Edén.
Las aparentes diferencias de personalidad en realidad no son más que aspectos diversos
de su misma personalidad inmutable. Estas diferencias son el resultado de las diversas
circunstancias que se presentan y de las personas con las que se trata, lo que hace
necesarias distintas actitudes o relaciones. (Compárese con Isa 59:1-4.) No fue Jehová quien
cambió, sino Adán y Eva, que se colocaron en una posición en la que las normas justas e
inmutables de Jehová ya no permitían una relación con ellos como parte de su amada familia
universal. Siendo perfectos, eran completamente responsables de su transgresión deliberada
(Ro 5:14), y por lo tanto estaban más allá de los límites de la misericordia divina. De todos
modos, Jehová les mostró bondad inmerecida, proveyéndoles vestiduras y permitiéndoles
vivir por siglos fuera del santuario de Edén y dar a luz hijos antes de que a la postre murieran
debido a los efectos de su propio proceder pecaminoso. (Gé 3:8-24.) Parece ser que
después de su expulsión de Edén, cesó toda comunicación divina con Adán y su esposa.
Por qué puede tratar con humanos imperfectos. Las normas justas de Jehová hicieron
posible que tratara de manera distinta con la prole de Adán y Eva que con ellos mismos.
¿Por qué? Debido a que la prole de Adán heredó el pecado, empezaron involuntariamente su
vida como criaturas imperfectas con una inclinación innata hacia el mal. (Sl 51:5; Ro 5:12.)
Siendo así, existía base para mostrarles misericordia. La primera profecía de Jehová (Gé
3:15), dada cuando pronunció juicio en Edén, mostró que la rebelión de sus primeros hijos
humanos (y uno de sus hijos celestiales) no había amargado a Jehová ni acabado con su
amor. Aquella profecía señaló en términos simbólicos hacia el enderezamiento de los efectos
de esa rebelión y el restablecimiento de las condiciones a su perfección original, aunque su
significado completo no se reveló hasta miles de años después. (Compárense los
simbolismos de la “serpiente”, la “mujer” y la “descendencia” en Rev 12:9, 17; Gál 3:16, 29;
4:26, 27.)
Jehová ha permitido que los descendientes de Adán continúen viviendo sobre la Tierra por
miles de años, aunque imperfectos y en una condición moribunda, no siendo capaces de
liberarse por sí mismos de las garras mortíferas del pecado. El apóstol cristiano Pablo explicó
por qué permitió Jehová esta situación, diciendo: “Porque la creación fue sujetada a futilidad,
no de su propia voluntad, sino por aquel [a saber, Jehová Dios] que la sujetó, sobre la base
de la esperanza de que la creación misma también será libertada de la esclavitud a la
corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la
creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. (Ro 8:20-
22.) Como se expresa en el artículo PRESCIENCIA, PREDETERMINACIÓN, no hay nada
que indique que Jehová se decidiera a ejercer su presciencia para prever la desviación de la
pareja original. Sin embargo, cuando esta se produjo, Jehová sí predeterminó los medios
para corregir sus consecuencias. (Ef 1:9-11.) Por fin, este secreto sagrado, encerrado en la

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profecía simbólica de Edén, se reveló por completo en el Hijo primogénito de Jehová,
enviado a la Tierra para que pudiese “dar testimonio acerca de la verdad” y “por la bondad
inmerecida de Dios gustase la muerte por todo hombre”. (Jn 18:37; Heb 2:9; véase
RESCATE.)
Por consiguiente, el que Dios tuviese tratos con ciertos descendientes del pecador Adán y
los bendijese, no indicó ningún cambio en las normas de justicia perfecta de Jehová. Con ello
no aprobaba su condición pecaminosa. Debido a la absoluta seguridad de que sus propósitos
se cumplirán, Jehová “llama las cosas que no son como si fueran” (como cuando a Abrán le
llamó “Abrahán”, que significa “Padre de una Muchedumbre [Multitud]”, aunque todavía
no tenía hijos). (Ro 4:17.) Como Jehová sabía que al debido tiempo (Gál 4:4) proveería un
rescate, el medio legal para perdonar el pecado y eliminar la imperfección (Isa 53:11, 12; Mt
20:28; 1Pe 2:24), y que sobre esa base siempre podría relacionarse con hombres
imperfectos, herederos del pecado, y tenerlos a su servicio. Podía hacerlo porque tenía la
base legal para „contarlos‟ o considerarlos como personas justas debido a la fe en sus
promesas y, finalmente, en el cumplimiento de dichas promesas en Cristo Jesús como el
sacrificio perfecto por los pecados. (Snt 2:23; Ro 4:20-25.) Así, el rescate que proveyó
Jehová y los beneficios que de él se derivaron no solo dan un testimonio innegable del amor
y la misericordia de Dios, sino también de su fidelidad a sus propias normas elevadas de
justicia, pues mediante el rescate manifiesta “su propia justicia en esta época presente, para
que él sea justo hasta al declarar justo [aunque sea imperfecto] al hombre que tiene fe en
Jesús”. (Ro 3:21-26; compárese con Isa 42:21; véase DECLARAR JUSTO.)
Por qué pelea el ‘Dios de paz’. La declaración que Jehová hizo en Edén de que pondría
enemistad entre la descendencia de su adversario y la descendencia de la “mujer”,
no significó que dejara de ser el „Dios de paz‟. (Gé 3:15; Ro 16:20; 1Co 14:33.) Puede
compararse con lo que sucedió en tiempo de Jesucristo, quien, después de referirse a su
unión con su Padre celestial, dijo: “No piensen que vine a poner paz en la tierra; no vine a
poner paz, sino espada”. (Mt 10:32-40.) El ministerio de Jesús provocó divisiones, incluso
dentro de las familias (Lu 12:51-53), pero tales divisiones se debieron a su adherencia a las
normas y verdades justas de Dios, así como a la proclamación de ellas. Las divisiones se
produjeron porque muchas personas endurecieron sus corazones con respecto a estas
verdades, mientras que otros las aceptaron. (Jn 8:40, 44-47; 15:22-25; 17:14.) No podía ser
de otro modo si habían de seguirse y sostenerse los principios divinos; pero la culpa
descansaría sobre aquellos que rechazaran estos principios rectos.
Del mismo modo, se predijo que habría esa enemistad porque las normas perfectas de
Jehová no permitirían pasar por alto el proceder rebelde de la “descendencia” de Satanás.
Dios desaprobaría a estos y bendeciría a aquellos que se adhiriesen a un proceder justo, con
el consiguiente efecto divisivo (Jn 15:18-21; Snt 4:4), como en el caso de Caín y Abel. (Gé
4:2-8; Heb 11:4; 1Jn 3:12; Jud 10, 11; véase CAÍN.)

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El proceder rebelde que escogieron los hombres y ángeles inicuos constituyó un desafío a
la soberanía legítima de Jehová y al orden universal. Para enfrentarse a este desafío, Jehová
ha tenido que hacerse una “persona varonil de guerra” (Éx 15:3-7), y así defender su propio
buen nombre y normas justas, luchar a favor de aquellos que le aman y le sirven, y ejecutar
juicio sobre los que merecen destrucción. (1Sa 17:45; 2Cr 14:11; Isa 30:27-31; 42:13.) Él
no duda en usar su fuerza omnipotente, a veces devastadora, como en el Diluvio, la
destrucción de Sodoma y Gomorra y la liberación de Israel de Egipto. (Dt 7:9, 10.) Tampoco
teme dar a conocer cualquier detalle de su guerra justa, y no necesita disculparse, pues
no tiene nada de qué avergonzarse. (Job 34:10-15; 36:22-24; 37:23, 24; 40:1-8; Ro 3:4.) El
respeto a su propio nombre y la justicia que este representa, así como su amor a los que le
aman, impulsan su actuación. (Isa 48:11; 57:21; 59:15-19; Rev 16:5-7.)
Las Escrituras Griegas Cristianas enseñan lo mismo. El apóstol Pablo animó a sus
compañeros cristianos con las palabras: “El Dios que da paz aplastará a Satanás bajo los
pies de ustedes en breve”. (Ro 16:20; compárese con Gé 3:15.) También mostró que es justo
que Dios pague con tribulación a los que causan tribulación a sus siervos y traiga destrucción
eterna sobre tales opositores. (2Te 1:6-9.) Estas declaraciones están en armonía con la
enseñanza del Hijo de Dios, que no dejó lugar a dudas en cuanto a la firme determinación de
su Padre de acabar por la fuerza con toda la iniquidad y los que la practican. (Mt 13:30, 38-
42; 21:42-44; 23:33; Lu 17:26-30; 19:27.) En el libro de Revelación se describen muchas
acciones de guerra autorizadas por Dios; sin embargo, todo ello lleva, según la sabiduría de
Jehová, a que llegue a haber paz universal duradera, fundada sólidamente en el derecho y la
justicia. (Isa 9:6, 7; 2Pe 3:13.)
Relación con el Israel carnal y el espiritual. De igual manera, muchas de las diferencias
entre las Escrituras Hebreas y las Griegas Cristianas obedecen fundamentalmente a que las
primeras tratan sobre la relación de Jehová con el Israel carnal y las segundas recogen sobre
todo su relación con el Israel espiritual, la congregación cristiana. De modo que por un lado
tenemos a una nación cuyos millones de miembros lo son por ascendencia carnal y forman
un conglomerado donde se conjuga lo bueno y lo malo, y por otro, una nación espiritual
formada por personas que se han acercado a Dios mediante Jesucristo, que aman la verdad
y la justicia y que se dedican personal y voluntariamente a hacer la voluntad de Jehová.
Como es lógico, la manera de actuar de Dios con los dos grupos tenía que ser diferente,
siendo el primero más proclive a merecer las expresiones de la ira y la severidad de Dios que
el segundo.
En cualquier caso, sería un grave error no percibir los aspectos aleccionadores y
reconfortantes de la personalidad de Jehová manifiestos en sus tratos con el Israel carnal.
Abundan ejemplos excelentes que muestran que Jehová es la clase de Persona que Él
mismo le dijo a Moisés que era: “Jehová, Jehová, un Dios misericordioso y benévolo, tardo
para la cólera y abundante en bondad amorosa y verdad, que conserva bondad amorosa
para miles, que perdona error y transgresión y pecado, pero de ninguna manera dará

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exención de castigo, que hace venir el castigo por el error de padres sobre hijos y sobre
nietos, sobre la tercera generación y sobre la cuarta generación”. (Éx 34:4-7; compárese con
Éx 20:5.)
Las facetas sobresalientes de la personalidad de Jehová son el amor y la gran paciencia,
aunque equilibradas por la justicia, como muestra la historia de Israel, un pueblo altamente
favorecido que en su mayor parte fue de “dura cerviz” y “duro corazón” al tratar con su
Creador. (Éx 34:8, 9; Ne 9:16, 17; Jer 7:21-26; Eze 3:7.) Las fuertes denuncias y condenas
que Jehová dirigió a Israel en repetidas ocasiones mediante sus profetas solo sirven para
recalcar la grandeza de su misericordia y el sorprendente alcance de su gran paciencia. Al
término de más de mil quinientos años de tratar con ellos e incluso después de que su propio
Hijo murió por instigación de los líderes religiosos de la nación, Jehová siguió favoreciendo a
los judíos durante tres años y medio, limitando misericordiosamente la predicación de las
buenas nuevas a ese pueblo y extendiéndole de este modo una oportunidad más de que se
beneficiara del privilegio de reinar con su Hijo, oportunidad que miles de arrepentidos
aprovecharon. (Hch 2:1-5, 14-41; 10:24-28, 34-38; véase SETENTA SEMANAS.)
Jesucristo debió aludir a la declaración de Jehová citada antes en cuanto a „traer el
castigo sobre los descendientes de los ofensores‟ cuando dijo a los escribas y fariseos
hipócritas: “Dicen: „Si hubiéramos estado en los días de nuestros antepasados,
no hubiéramos sido partícipes con ellos en la sangre de los profetas‟. Así que dan testimonio
contra ustedes mismos de que son hijos de los que asesinaron a los profetas. Bueno, pues,
llenen hasta el colmo la medida de sus antepasados”. (Mt 23:29-32.) A pesar de sus
pretensiones, estas personas demostraron por su proceder que aprobaban las malas
acciones de sus antepasados y probaron que ellos mismos seguían estando entre „los que
odian a Jehová‟. (Éx 20:5; Mt 23:33-36; Jn 15:23, 24.) Por ello, a diferencia de los judíos que
se arrepintieron y prestaron atención a las palabras del Hijo de Dios, sufrieron los efectos del
juicio divino contenido cuando años después tuvo lugar el sitio y la destrucción de Jerusalén,
que resultó en la muerte de la mayor parte de su población. Podían haber escapado, pero
escogieron no aprovecharse de la misericordia de Jehová. (Lu 21:20-24; compárese con Da
9:10, 13-15.)
Su personalidad reflejada en su Hijo. Jesucristo fue en todos los aspectos un fiel reflejo
de la hermosa personalidad de su Padre, Jehová Dios, en cuyo nombre vino. (Jn 1:18; Mt
21:9; Jn 12:12, 13; compárese con Sl 118:26.) Jesús dijo: “El Hijo no puede hacer ni una sola
cosa por su propia iniciativa, sino únicamente lo que ve hacer al Padre. Porque cualesquiera
cosas que Aquel hace, estas cosas también las hace el Hijo de igual manera”. (Jn 5:19.) De
esto se desprende, por lo tanto, que la bondad y la compasión, la apacibilidad y la ternura,
así como el intenso amor a la justicia y el odio a la iniquidad que Jesús demostró (Heb
1:8, 9), son cualidades que había observado en su Padre, Jehová Dios. (Compárese Mt
9:35, 36 con Sl 23:1-6 e Isa 40:10, 11; Mt 11:27-30 con Isa 40:28-31 y 57:15, 16; Lu 15:11-24
con Sl 103:8-14; Lu 19:41-44 con Eze 18:31, 32 y 33:11.)

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Todo amador de la justicia que lee las Escrituras inspiradas y que verdaderamente llega a
“conocer” con entendimiento el significado completo del nombre de Jehová (Sl 9:9, 10; 91:14;
Jer 16:21), no le faltan razones para amar y bendecir ese nombre (Sl 72:18-20; 119:132; Heb
6:10), alabarlo y ensalzarlo (Sl 7:17; Isa 25:1; Heb 13:15), temerlo y santificarlo (Ne 1:11; Mal
2:4-6; 3:16-18; Mt 6:9), confiar en él (Sl 33:21; Pr 18:10) y decir con el salmista: “Ciertamente
cantaré a Jehová durante toda mi vida; ciertamente produciré melodía a mi Dios mientras yo
sea. Sea placentera mi meditación acerca de él. Yo, por mi parte, me regocijaré en Jehová.
Los pecadores serán acabados de sobre la tierra; y en cuanto a los inicuos, ya no serán.
Bendice a Jehová, oh alma mía. ¡Alaben a Jah!”. (Sl 104:33-35.)

Perseveren en la oración
9:20 a.m. – 9:50 a.m.
(Sin referencias)

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Adiestren progresivamente a otros

*** w14 15/6 pág. 21 “Tienes que amar a tu prójimo” ***


NO DEJEMOS DE AMAR AL PRÓJIMO COMO A NOSOTROS MISMOS
19
Si hacemos caso de lo que nos dice la Biblia, siempre amaremos a nuestro prójimo
como a nosotros mismos (Mat. 22:39). Jehová y Jesús esperan que lo hagamos. Es más,
esperan que amemos a todas las personas, sin importar su origen o su cultura. ¿Nos cuesta
a veces demostrarle amor a alguien? Si es así, pidámosle espíritu santo a Jehová. Eso lo
complacerá, y él nos ayudará a actuar con amor (Rom. 8:26, 27).
20
El mandato de amar al prójimo como a uno mismo es tan importante que se le llama “la
ley real” (Sant. 2:8). En la Ley mosaica, Jehová les dio a los israelitas muchas normas que
les enseñaban a amar al prójimo. Más adelante, inspiró a Pablo a escribir: “Cualquier otro
mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: „Tienes que amar a tu prójimo
como a ti mismo‟. El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto, el amor es el cumplimiento de
la ley” (Rom. 13:8-10). Así pues, no debemos dejar de amar al prójimo.
21
Al reflexionar en las razones que tenemos para amar a nuestro prójimo, es bueno
recordar las palabras de Jesús cuando dijo acerca de su Padre: “Hace salir su sol sobre
inicuos y buenos y hace llover sobre justos e injustos” (Mat. 5:43-45). ¿Qué nos enseña
esto? Que debemos amar a nuestro prójimo, sea este justo o injusto. Y, como ya se
mencionó, una manera muy importante de demostrarle nuestro amor es llevándole el
mensaje del Reino. Si acepta las buenas nuevas con un corazón sincero, podrá hacerse
amigo de Dios. ¿Acaso hay una bendición mayor?
22
Tenemos razones de sobra para amar a Jehová sin reservas. Y, como hemos visto, hay
muchas maneras de mostrarle amor a nuestro semejante. Si amamos a Dios y a nuestro
prójimo, estaremos obedeciendo los dos mayores mandamientos. Pero, sobre todo,
agradaremos a nuestro Padre celestial, Jehová.

*** w14 15/6 págs. 23-27 ¿Vemos a los débiles como Jehová los ve? ***
¿Vemos a los débiles como Jehová los ve?

“Los miembros del cuerpo que parecen ser más débiles son necesarios.” (1 Cor.
12:22)

¿LO SABE?
¿Cómo ve Jehová a los miembros de la congregación que parecen más débiles?

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¿Qué nos ayudará a ver a los débiles como Jehová los ve?
¿Quiénes se benefician cuando ayudamos a los débiles?
Todos nos sentimos débiles a veces. Una gripe o una alergia pueden debilitarnos hasta el
punto de impedir que realicemos las actividades diarias. Ahora imagine que usted se
sintiera débil, no por una o dos semanas, sino por meses y meses. ¿No agradecería que los
demás lo trataran con comprensión?
2
El apóstol Pablo sabía lo que era verse afectado, y hasta debilitado, por presiones
procedentes de dentro y fuera de la congregación. Más de una vez se sintió al límite de sus
fuerzas (2 Cor. 1:8; 7:5). Al reflexionar en su vida y en las numerosas dificultades que
atravesó como fiel cristiano, reconoció: “¿Quién es débil, y no soy débil yo?” (2 Cor. 11:29).
Y al comparar a los miembros de la congregación cristiana a los miembros del cuerpo
humano, declaró que hasta aquellos que “parecen ser más débiles son necesarios” (1 Cor.
12:22). ¿Qué quiso decir? ¿Cómo ve Jehová a los que parecen más débiles? ¿Por qué
debemos verlos de la misma manera? ¿Y cómo nos beneficiará hacerlo?
¿CÓMO VE JEHOVÁ A LOS DÉBILES?
3
Vivimos en un mundo competitivo en el que se alaba la fuerza y la juventud. Muchos
hacen lo que sea para salirse con la suya, a menudo pisoteando los sentimientos de los que
son más débiles. Claro, nosotros no aprobamos ese comportamiento. No obstante, sin
darnos cuenta podríamos desarrollar un punto de vista negativo sobre algunos miembros de
la congregación que constantemente necesitan ayuda. ¿Cómo podemos verlos como Jehová
los ve?
4
Una ilustración que puede ayudarnos a comprender cómo ve Jehová a los que son más
débiles es la que Pablo empleó en su primera carta a los Corintios. En el capítulo 12, el
apóstol nos recuerda que hasta la parte menos atractiva o más débil del cuerpo humano
tiene una función (lea 1 Corintios 12:12, 18, 21-23). Algunos evolucionistas han puesto en
duda ese concepto. Sin embargo, los descubrimientos en el estudio de la anatomía indican
que algunas partes del cuerpo que en un tiempo se consideraron inútiles cumplen en realidad
funciones esenciales. Por ejemplo, hay quienes ponían en duda que el dedo pequeño del pie
sirviera para algo, pero ahora se sabe que ayuda a mantener el equilibrio de todo el cuerpo.
5
La ilustración de Pablo nos enseña que todos los miembros de la congregación son
útiles. Satanás quiere hacernos creer que no servimos para nada y que no le importamos a
Jehová (Job 4:18, 19). Pero Jehová considera necesarios a todos sus siervos, incluso a los
que parecen más débiles. Esa idea nos ayudará a sentirnos a gusto con el papel que
tenemos en nuestra congregación y contentos de formar parte de la congregación mundial de
siervos de Dios. Piense en alguna ocasión en que, por ejemplo, llevó del brazo a una
persona mayor que necesitaba ayuda para desplazarse. Sin duda, usted tuvo que ajustar su
paso al de ella. Eso ayudó a la persona, pero ¿verdad que usted también se sintió bien? Y es

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que cuando ayudamos a los demás en sus necesidades, sentimos el gozo que produce
cuidarlos y nos volvemos más pacientes, amorosos y maduros (Efes. 4:15, 16). Nuestro
cariñoso Padre quiere que valoremos a todos nuestros hermanos, sin importar sus
limitaciones. Si así lo hacemos, la congregación será más equilibrada y amorosa.
6
Al escribir a los cristianos corintios, Pablo empleó las palabras débiles y debilidad para
describir qué pensaban los no creyentes de los cristianos del siglo primero y cómo él se veía
a sí mismo (1 Cor. 1:26, 27; 2:3). Cuando empleó la palabra fuertes para referirse a algunos
cristianos, no quiso decir que fueran superiores a los demás (Rom. 15:1). Más bien, indicó
que los más experimentados debían tener paciencia con los que aún no estaban sólidos en
la verdad.
¿TENEMOS QUE CAMBIAR NUESTRO PUNTO DE VISTA?
7
Cuando ayudamos al “de condición humilde”, no solo imitamos a Jehová, sino que
también obtenemos su aprobación (Sal. 41:1; Efes. 5:1). Ahora bien, a veces quizá se nos
haga difícil ayudar a algún hermano. ¿Por qué? Tal vez porque pensemos que lo que le pasa
es problema suyo. O puede que, por no saber bien qué decirle, nos sintamos incómodos y
por eso lo evitemos. Rosario, una hermana abandonada por su esposo, comenta: “Duele
mucho que los hermanos te eviten o no hagan lo que uno esperaría de un buen amigo.
En los malos momentos, necesitas tener amigos cerca”. El rey David sabía lo que es sentirse
marginado (Sal. 31:12).
8
Probablemente seamos más comprensivos si recordamos que muchos de nuestros
queridos hermanos se han debilitado por adversidades como la mala salud, la depresión o
vivir en un hogar dividido. Algún día nosotros mismos podríamos encontrarnos en una
situación parecida. Antes de entrar en la Tierra Prometida, Jehová recordó a los israelitas —
quienes habían sido pobres y débiles en Egipto— que no debían “endurecer [su] corazón” al
ver sufrir a sus hermanos. Quería que ayudaran a los que eran pobres y débiles entre ellos
(Deut. 15:7, 11; Lev. 25:35-38).
9
En vez de ponernos a juzgar a quienes afrontan dificultades o a sospechar de ellos,
debemos consolarlos espiritualmente (Job 33:6, 7; Mat. 7:1). Pongamos un ejemplo. Cuando
un motociclista herido llega a una sala de emergencias, ¿intenta el equipo médico determinar
si fue él quien causó el accidente? Claro que no. Más bien, se apresura a curarlo. Del mismo
modo, si un hermano en la fe se ha debilitado por problemas personales, lo más importante
para nosotros debe ser ayudarlo espiritualmente (lea 1 Tesalonicenses 5:14).
10
Si nos paramos a pensar en las circunstancias de nuestros hermanos, quizás veamos
su aparente debilidad de otra manera. Por ejemplo, algunas hermanas que llevan años
aguantando la oposición de su familia pueden parecer débiles, pero ¿verdad que demuestran
una fe y una fuerza interior sobresalientes? O cuando vemos a una madre sola asistir
regularmente a las reuniones con sus hijos, ¿no nos impresionan su fe y su determinación?
¿Y qué hay de los adolescentes que siguen en la verdad a pesar de las presiones que

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soportan en la escuela? En vista de todo lo que hacen nuestros hermanos por servir a
Jehová, está claro que, aun si parecen débiles, pueden ser “ricos en fe” (Sant. 2:5).
TENGAMOS EL PUNTO DE VISTA DE JEHOVÁ
11
Examinar cómo trató Jehová a algunos de sus siervos nos ayudará a ver a los que
parecen débiles como él los ve (lea Salmo 130:3). Por ejemplo, si hubiéramos estado con
Moisés en el incidente del becerro de oro, ¿qué habríamos pensado al escuchar las torpes
excusas de Aarón? (Éx. 32:21-24.) ¿O qué habríamos opinado de él cuando, influenciado por
su hermana, Míriam, criticó a Moisés por casarse con una extranjera? (Núm. 12:1, 2.) ¿Cómo
habríamos reaccionado al ver que Aarón y Moisés no honraron a Jehová cuando él hizo
brotar agua del peñasco en Meribá? (Núm. 20:10-13.)
12
En todas esas situaciones, Jehová pudo haber castigado a Aarón inmediatamente. Pero
comprendió que, a pesar de sus errores, no era malo. Parece que Aarón se dejó llevar por
las circunstancias o la presión de otros. Sin embargo, cuando se le expusieron sus faltas,
enseguida las admitió y apoyó las decisiones divinas (Éx. 32:26; Núm. 12:11; 20:23-27).
Jehová prefirió concentrarse en la fe y el arrepentimiento de Aarón. Siglos más tarde, a él y
sus descendientes aún se les recordaba por ser personas temerosas de Jehová (Sal. 115:10-
12; 135:19, 20).
13
Para poder imitar a Jehová, antes debemos examinar cómo vemos a quienes parecen
débiles. ¿Necesitamos cambiar nuestro punto de vista? (1 Sam. 16:7.) Por ejemplo, ¿cómo
reaccionamos cuando un adolescente no elige bien sus diversiones o demuestra una actitud
despreocupada? En vez de ser demasiado críticos, ¿por qué no nos proponemos ayudarlo a
hacerse más maduro? Cuando tomamos la iniciativa y ayudamos a alguien que lo necesita,
nos volvemos más comprensivos y amorosos.
14
¿Qué piensa Jehová de quienes están deprimidos? Veamos cómo ayudó a uno de sus
siervos que se sintió así: el profeta Elías. Aunque desafió sin temor a 450 profetas de Baal,
Elías salió huyendo cuando supo que la reina Jezabel tramaba matarlo. Después de recorrer
unos 150 kilómetros (95 millas) hasta llegar a Beer-seba, se internó en el desierto. Agotado
por su viaje bajo el ardiente sol, el profeta se sentó bajo un arbusto y le pidió a Dios que le
quitara la vida (1 Rey. 18:19; 19:1-4).

*** w13 15/11 pág. 20 ¿Quiénes son hoy los siete pastores y ocho adalides? ***
LECCIONES PARA NOSOTROS
16
La profecía sobre los siete pastores y los ocho adalides tiene su cumplimiento principal
en nuestros días. Los habitantes de la antigua Jerusalén fueron atacados por los asirios.
Dentro de poco, el pueblo de Jehová, aparentemente indefenso, sufrirá el ataque del “asirio”
moderno, que tendrá la intención de exterminarlo. Las Escrituras hablan de esa agresión, así

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como del ataque de “Gog de la tierra de Magog”, del ataque del “rey del norte” y del ataque
de “los reyes de la tierra” (Ezeq. 38:2, 10-13; Dan. 11:40, 44, 45; Rev. 17:14; 19:19). ¿Se
trata de ataques distintos? No necesariamente. La Biblia podría referirse al mismo ataque
llamándolo de distintas formas. Y según la profecía de Miqueas, ¿qué “arma secreta”
levantaría Jehová contra “el asirio”, ese implacable enemigo? Una muy poco común: ¡“siete
pastores, sí, ocho adalides”! (Miq. 5:5.) Los pastores y adalides (o “príncipes”, LBLA) de este
ejército tan débil en apariencia son los ancianos de congregación (1 Ped. 5:2). Hoy Jehová
ha proporcionado gran abundancia de hombres espirituales para pastorear a sus valiosas
ovejas, para fortalecer a su pueblo ante el futuro ataque del “asirio” moderno. La profecía de
Miqueas declara que ellos “pastorearán la tierra de Asiria con la espada” (Miq. 5:6).
En efecto, entre “las armas de [su] guerrear” se halla “la espada del espíritu”, la Palabra de
Dios (2 Cor. 10:4; Efes. 6:17).
17
Los ancianos que están leyendo este artículo pueden sacar algunas conclusiones útiles
de lo que acabamos de estudiar. 1) La medida más práctica que pueden tomar para
prepararse ante el cercano ataque del “asirio” es fortalecer su fe en Dios y ayudar a los
hermanos a hacer lo mismo. 2) Cuando “el asirio” ataque, los ancianos tendrán que estar
totalmente convencidos de que Jehová nos librará. 3) En ese momento, las instrucciones que
reciban de la organización de Jehová quizás no les parezcan aconsejables desde un punto
de vista estratégico o humano. Pero todos nosotros debemos estar listos para obedecer
todas las instrucciones que se nos den, nos parezcan o no prácticas, pues obedecerlas nos
salvará la vida. 4) Ahora es el momento de que cualquiera que esté poniendo su confianza
en la educación seglar, las posesiones o las instituciones humanas cambie su modo de
pensar. Por eso, los ancianos deben estar listos para ayudar a todos los que ahora estén
tambaleando en la fe.

*** w09 15/8 págs. 30-32 ¿Le gustaría recuperar su privilegio de servicio? ***
¿Le gustaría recuperar su privilegio de servicio?

¿Tuvo usted alguna vez un privilegio de servicio en la congregación que por alguna razón
acabó perdiendo? Tal vez en el pasado fue anciano o siervo ministerial, o participó en alguna
faceta del ministerio de tiempo completo, y sin duda su asignación le dio muchas
satisfacciones y alegrías.
Pero quizá tuvo que renunciar a su privilegio por la edad, la mala salud o para atender a
algún familiar. Si ese fue su caso, recuerde que eso no significa que haya fracasado (1 Tim.
5:8). En el siglo primero, Felipe fue misionero durante un tiempo, pero luego se estableció en
Cesarea, donde cuidó de su familia (Hech. 21:8, 9). En su vejez, el rey David del antiguo
Israel tuvo que disponer lo necesario para que su hijo Salomón lo sucediera en el trono
(1 Rey. 1:1, 32-35). Pese a todo, Jehová siguió amando a Felipe y a David. Y de hecho,
hasta el día de hoy, todos nosotros respetamos a esos dos siervos de Dios.

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Ahora bien, es posible que los ancianos de su congregación le pidieran que dejara su
privilegio por algún error de juicio que cometió o por ciertos problemas que surgieron en su
familia (1 Tim. 3:2, 4, 10, 12). Quizá usted no estuvo de acuerdo con la decisión de los
ancianos y todavía se sienta dolido por ello.
Usted puede recuperar su privilegio
¿Es posible volver a disfrutar de un privilegio que se haya perdido? En la mayoría de los
casos sí. Pero recuerde que si quiere recuperarlo, debe estar dispuesto a esforzarse (1 Tim.
3:1). ¿Y cuál debe ser su motivación? La misma que lo llevó a dedicarse a Dios: el amor que
siente por él y por sus hermanos. Si ese amor lo impulsa a servir de nuevo, tenga la
seguridad de que Jehová volverá a utilizarlo, pues usted adquirió valiosa experiencia
mientras disfrutaba de su privilegio y ha seguido adquiriéndola desde que lo perdió.
Recuerde lo que les aseguró Jehová a los israelitas después de quitarles la posición de la
que disfrutaban: “Yo soy Jehová; no he cambiado. Y ustedes son hijos de Jacob; ustedes
no se han acabado” (Mal. 3:6). Jehová seguía amando a los israelitas y seguía contando con
ellos. Y lo mismo siente por usted. Ahora bien, ¿qué puede hacer en sus circunstancias
actuales? No olvide que nuestro servicio a Dios depende más de nuestra salud espiritual que
de nuestras habilidades. Por eso, ahora que no tiene tantas obligaciones en la congregación,
aproveche el tiempo para fortalecer su espiritualidad.
Para fortalecer su fe, procure “hallar a Jehová y su fuerza” (Sal. 105:4; 1 Cor. 16:13). Una
manera de conseguirlo es orando con fervor. Cuando hable con Jehová de su situación,
dígale cómo se siente y pídale su espíritu. Ya verá que así se sentirá más cerca de Jehová y
más estable espiritualmente (Sal. 62:8; Fili. 4:6, 13). Otra manera de fortalecer la fe es
estudiando la Palabra de Dios. Ahora que tiene menos responsabilidades en la
congregación, ¿por qué no aprovecha para dedicar más tiempo al estudio personal y de
familia? Si se le ha hecho difícil seguir un horario de actividades cristianas, este es un buen
momento para volver a intentarlo.
Usted sigue siendo un representante de Jehová, pues es su Testigo (Isa. 43:10-12).
El mayor privilegio que podemos tener es el de ser “colaboradores de Dios” (1 Cor. 3:9).
Participar de lleno en el ministerio del campo es una magnífica manera de fortalecer nuestra
espiritualidad y la de quienes nos acompañan.
Cómo combatir los sentimientos negativos
Es posible que perder su privilegio le haya provocado sentimientos de vergüenza o
tristeza. O quizá tenga la tendencia a justificar su conducta. También podrían surgir
sentimientos negativos si los hermanos encargados de atender su caso determinaron,
después de escucharle, que debía dejar su privilegio. Pero si esos sentimientos lo dominan,
limitarán su progreso y le harán más difícil aprender de lo ocurrido. Veamos cómo pueden
ayudarnos a combatir los sentimientos negativos las experiencias de Job, Manasés y José.

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Job tenía el privilegio de representar a otras personas ante Jehová y de ser anciano y juez
en una sociedad patriarcal (Job 1:5; 29:7-17, 21-25). Pero cuando mejor le estaba yendo en
la vida, lo perdió todo: su riqueza, su salud e incluso a sus hijos; además, su reputación
quedó en entredicho. “Se han reído de mí, aquellos más jóvenes que yo”, se lamentó él (Job
30:1).
Este patriarca, que se consideraba totalmente inocente, trató de justificarse ante Dios (Job
13:15). Sin embargo, esperó en Jehová, y eso produjo buenos resultados. Se dio cuenta de
que necesitaba que se le corrigiera, sobre todo por su manera de reaccionar ante las
pruebas (Job 40:6-8; 42:3, 6). Al final, la humildad de Job resultó en que Jehová lo bendijera
generosamente (Job 42:10-13).
Tal vez usted perdió su privilegio debido a que cometió un pecado, y ahora se pregunta si
Jehová y los hermanos alguna vez lo perdonarán y olvidarán lo sucedido. Recuerde el
ejemplo de Manasés, uno de los reyes de Judá. Él “hizo en gran escala lo que era malo a los
ojos de Jehová, para ofenderlo” (2 Rey. 21:6). Sin embargo, la Biblia indica que al momento
de su muerte Dios lo consideró un rey fiel. ¿Por qué?
Porque Manasés terminó por aceptar la disciplina que recibió. En un principio había
pasado por alto las advertencias divinas, y Jehová había enviado contra él a los asirios,
quienes lo encadenaron y lo llevaron al exilio en la lejana Babilonia. Pero una vez allí,
Manasés “ablandó el rostro de Jehová su Dios, y siguió humillándose mucho a causa del
Dios de sus antepasados. Y siguió orando a Él”. Así es: este rey se arrepintió sinceramente y
lo demostró con su conducta, por lo que fue perdonado (2 Cró. 33:12, 13).
Cuando alguien pierde sus privilegios, rara vez le es posible recuperarlos todos a la vez.
Por lo general, los va recuperando poco a poco. Si usted acepta las tareas que se le
encargan y las cumple lo mejor que pueda, seguro que se le irán confiando más
responsabilidades. Claro, este no es un camino fácil; habrá obstáculos que superar. Pero si
pone todo su empeño y persevera, con el tiempo verá el resultado.
Veamos ahora el ejemplo de José, el hijo de Jacob. Cuando tenía 17 años de edad, sus
hermanos lo vendieron como esclavo (Gén. 37:2, 26-28). Sin duda, él no esperaba que los
hijos de su padre lo trataran así. No obstante, siguió adelante a pesar de sus circunstancias,
y gracias a la bendición de Jehová, “vino a estar sobre la casa de su amo” (Gén. 39:2).
Posteriormente, José fue encarcelado, pero también entonces se mantuvo fiel, y Jehová
siempre le dio su favor. Con el tiempo llegó a tener diversas responsabilidades en la prisión
donde estaba (Gén. 39:21-23).
José no sabía que todos sus sufrimientos tenían un propósito. Él se limitó a hacer las
cosas lo mejor que podía. Pero gracias a ello, Jehová lo utilizó para preservar la línea
genealógica de la que vendría la Descendencia prometida (Gén. 3:15; 45:5-8). Aunque
nosotros difícilmente vamos a desempeñar un papel tan importante como el de José, el relato

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bíblico nos enseña que Jehová interviene en los privilegios que reciben sus siervos. Por eso
debemos imitar a José y estar siempre listos para que Dios nos utilice.
Aprenda de las experiencias difíciles
Job, Manasés y José pasaron por amargas experiencias. Pero los tres aceptaron las
cosas que Jehová permitió que les sucedieran y sacaron valiosas lecciones de ello. Y usted,
¿qué puede aprender de su experiencia personal?
Trate de ver si hay algo que Jehová quiere enseñarle. En su desesperación, Job se centró
demasiado en sí mismo y perdió de vista lo que era más importante. Con todo, gracias a que
Jehová lo corrigió con amor, recuperó el equilibrio y admitió: “Hablé, pero no entendía” (Job
42:3). Si usted se siente dolido por haber perdido su privilegio, “no piense más de sí mismo
de lo que sea necesario pensar; [...] piense de tal modo que tenga juicio sano” (Rom. 12:3).
Aunque usted no lo entienda del todo, tal vez Jehová está tratando de ayudarlo a mejorar.
Acepte la disciplina. Es posible que al principio Manasés haya pensado que no se merecía
la corrección tan severa que recibió. Aun así, la aceptó, se arrepintió y abandonó su mala
conducta. Sin importar qué piense usted de la disciplina que ha recibido, humíllese “a los ojos
de Jehová, y él [lo] ensalzará” (1 Ped. 5:6; Sant. 4:10).
Tenga paciencia y una buena actitud. Por todo lo que vivió, José fácilmente podría haber
albergado odio y deseos de venganza. Pero en vez de eso, actuó con perspicacia y
misericordia (Gén. 50:15-21). Si usted se siente descorazonado, tenga paciencia, manifieste
una buena actitud y deje que Jehová le enseñe.
¿Ocupó usted alguna vez un puesto de responsabilidad en la congregación? Si así es,
permita que Jehová le dé otros privilegios. Fortalezca su espiritualidad y controle sus
sentimientos negativos siendo paciente y humilde. Esté dispuesto a aceptar cualquier
asignación que le ofrezcan. Y jamás dude de que “Jehová mismo no retendrá nada que sea
bueno de los que andan exentos de falta” (Sal. 84:11).
[Comentario de la página 30]
Fortalezca su fe orando con fervor
[Ilustración de la página 31]
Participar de lleno en el ministerio del campo es una magnífica manera de fortalecer nuestra
espiritualidad
[Ilustración de la página 32]
Permita que Jehová le dé otros privilegios

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*** w09 15/6 pág. 28 ¿Por qué delegar, y cómo hacerlo? ***
La acción de delegar es más antigua que nuestro planeta. Jehová creó a su Hijo unigénito
y, después, valiéndose de él como “obrero maestro”, hizo el universo (Pro. 8:22, 23, 30; Juan
1:3). Cuando Dios formó a la primera pareja humana, les encomendó: “Llenen la tierra y
sojúzguenla” (Gén. 1:28). En efecto, confió a los seres humanos la tarea de extender el
paraíso de Edén hasta abarcar toda la Tierra. Como vemos, delegar ha sido un rasgo
característico de Jehová y de su organización desde el principio.
¿Qué implica delegar? ¿Por qué deben los ancianos cristianos aprender a delegar en
otros ciertas tareas de la congregación? ¿Cómo pueden hacerlo?
¿Qué significa delegar?
Básicamente, delegar es “autorizar una persona a otra para que obre en representación
suya en algún asunto” (Diccionario de uso del español, de María Moliner). En otras palabras,
requiere contar con la colaboración de otras personas para cumplir ciertos objetivos, lo que
implica, lógicamente, darles autoridad.
Los hermanos que reciben una tarea en la congregación han de cumplir con ella, informar
de los progresos y, por lo general, consultar con quien se la delegó. Con todo, el principal
responsable del asunto es el hermano nombrado que lo encargó originalmente, y él debe
asegurarse de que se está realizando y dar asesoramiento si es necesario. Ahora bien,
algunos quizás se pregunten: “¿Para qué delegar algo que uno mismo puede hacer?”.
Razones para delegar
Meditemos en el hecho de que Jehová creara a su Hijo unigénito y le permitiera participar
en las obras creativas posteriores. Sabemos que “por medio de él todas las otras cosas
fueron creadas en los cielos y sobre la tierra, las cosas visibles y las cosas invisibles” (Col.
1:16). El Creador podría haberlo hecho todo él solo, pero quiso que su Hijo experimentara la
alegría de realizar un trabajo productivo (Pro. 8:31). Esto ayudó al Hijo a conocer mejor las
cualidades de Dios. En cierto sentido, el Padre aprovechó la oportunidad para capacitar a su
Hijo unigénito.
Mientras vivió en la Tierra, Jesucristo supo delegar, en imitación de su Padre. Preparó
gradualmente a sus seguidores. Envió a los doce apóstoles, y después a otros 70 discípulos,
a que encabezaran la predicación (Luc. 9:1-6; 10:1-7). Así, cuando él llegaba a un lugar, ya
tenía un buen fundamento sobre el que edificar. Al dejar la Tierra, Jesús delegó en sus
discípulos capacitados responsabilidades mayores, como la obra mundial de predicar (Mat.
24:45-47; Hech. 1:8).
La congregación cristiana también se caracterizó por delegar y dar capacitación.
El apóstol Pablo dijo a Timoteo: “Estas cosas encárgalas a hombres fieles, quienes, a su vez,
estarán adecuadamente capacitados para enseñar a otros” (2 Tim. 2:2). En efecto, quienes

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tienen experiencia deben enseñar a otros, que a su vez enseñarán a otros más, y así
sucesivamente.
El anciano que delega parte de sus tareas comparte con otros el gozo de enseñar y
pastorear. La capacidad humana tiene límites, y reconocerlo es una razón más para que los
ancianos pidan a otros hermanos que se encarguen de ciertas responsabilidades. La Biblia
dice: “La sabiduría está con los modestos” (Pro. 11:2). La modestia incluye ser consciente de
las propias limitaciones. Si uno trata de hacerlo todo, puede agotarse y quedarse sin tiempo
para dedicarle a su familia. Así que lo más sabio es compartir la carga. Por ejemplo, el
coordinador del cuerpo de ancianos puede pedir a otros ancianos que intervengan las
cuentas de la congregación. Al repasar los registros, esos ancianos estarán al tanto de la
situación económica de la congregación.
Si bien delegar proporciona a otros una oportunidad de adquirir la habilidad y la
experiencia necesarias, también permite a la persona que delega observar las aptitudes de
aquellos a quienes asignó una tarea. Es decir, delegando tareas apropiadas, los ancianos
pueden probar “en cuanto a aptitud” a los siervos ministeriales en perspectiva (1 Tim. 3:10).
Por último, al delegar, los ancianos demuestran que confían en otros. Pablo preparó a
Timoteo llevándolo consigo en el servicio misional. Entre ellos se forjó un estrecho vínculo,
por lo que Pablo llamó a Timoteo “un hijo genuino en la fe” (1 Tim. 1:2). Igual ocurrió entre
Jehová y Jesús mientras trabajaban juntos en la creación de todas las demás cosas.
De manera que los ancianos pueden establecer una buena relación con otros al confiarles
tareas.
¿Por qué algunos se retraen?
Aunque conocen las ventajas de delegar, a algunos ancianos les cuesta hacerlo, y quizás
hasta se retraen, porque piensan que de esa manera pierden autoridad. Tal vez crean que
siempre deben estar al timón, por así decirlo. No obstante, conviene recordar que antes de
ascender al cielo, Jesús autorizó a sus discípulos para llevar a cabo una labor de peso, aun
sabiendo desde el principio que efectuarían obras mayores que las suyas (Mat. 28:19, 20;
Juan 14:12).
Un anciano tal vez haya delegado trabajos en el pasado —sin resultados satisfactorios— y
por ello piense que él puede hacer la tarea mejor y más rápido. No obstante, analicemos el
ejemplo de Pablo: él sabía que era importante delegar, pero también comprendía que las
personas a quienes preparara no siempre estarían a la altura de sus expectativas. En su
primer viaje misionero, Pablo preparó a su joven compañero de viaje, Marcos, pero se sintió
muy decepcionado cuando este abandonó la asignación para volver a su casa (Hech. 13:13;
15:37, 38). Sin embargo, eso no impidió que Pablo capacitara a otros. Como ya se ha
mencionado, invitó a Timoteo para que lo acompañara, y cuando el joven estuvo preparado
para asumir mayores responsabilidades, lo dejó en Éfeso y le confió la autoridad de nombrar
superintendentes de congregación y siervos ministeriales (1 Tim. 1:3; 3:1-10, 12, 13; 5:22).

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En nuestros días, los ancianos tampoco deben dejar de capacitar a los hermanos solo
porque uno de ellos no haya respondido bien a la preparación. No solo es importante, sino
también sensato, aprender a confiar en otros y ayudarlos. Ahora bien, ¿qué factores se han
de tener en cuenta al delegar?
Cómo delegar
Hay que analizar las aptitudes de los hermanos en quienes se quiere delegar algún deber.
Cuando en Jerusalén surgió la necesidad de ocuparse de la distribución diaria de alimentos,
los apóstoles escogieron a “siete varones acreditados [...,] llenos de espíritu y de sabiduría”
(Hech. 6:3). Por eso, si usted le pide a una persona poco confiable que realice algo, es
probable que no lo haga. Así que empiece por delegar pequeñas tareas, y cuando la persona
demuestre que es confiable, tal vez pueda darle responsabilidades más importantes.
No obstante, hay otros aspectos implicados. Las personalidades, las aptitudes y la
experiencia varían de una persona a otra. Es probable que un hermano amistoso y agradable
sea un buen acomodador, mientras que alguien ordenado y sistemático tal vez resulte más
útil como ayudante del secretario de la congregación. A una hermana con dotes artísticas se
le pueden encargar los arreglos florales para la Conmemoración.
Por otra parte, la persona que asigna responsabilidades debe indicar claramente lo que
espera. Antes de enviar mensajeros a Jesús, Juan el Bautista les explicó lo que quería saber
y con qué palabras debían preguntarlo (Luc. 7:18-20). Y cuando Jesús encargó a sus
discípulos que recogieran las sobras del alimento provisto milagrosamente, dejó que ellos se
encargaran de los detalles (Juan 6:12, 13). Mucho dependerá de la naturaleza de cada tarea
y de las aptitudes del ayudante. Sea como sea, tanto quien delega el trabajo como la
persona a la que se le encarga deben saber bien qué se espera y con cuánta frecuencia se
debe informar de los progresos. Ambos deben saber cuánto se deja a discreción de la
persona asignada. Si hay que fijar una fecha para terminar, es posible que la persona se
sienta más motivada si puede opinar al respecto, en vez de que simplemente le impongan la
fecha.
El hermano asignado debe recibir las herramientas, la ayuda y los fondos necesarios para
realizar su labor. También sería bueno que los demás supieran que él está a cargo. Cuando
Jesús le entregó a Pedro “las llaves del reino de los cielos”, lo hizo en presencia de otros
discípulos (Mat. 16:13-19). De la misma manera, en algunos casos sería bueno que la
congregación supiera quién es el responsable de cierta tarea.
La prudencia también ayudará. Si un anciano trata de seguir controlando la labor que ha
delegado en otro hermano, dará la impresión de que en realidad no confía en él. Es cierto
que en ocasiones el resultado no será el esperado. No obstante, si al hermano a quien se ha
confiado una responsabilidad se le permite cierto margen de actuación, probablemente
adquirirá confianza y experiencia. Como es natural, eso no significa que al anciano no debe
interesarle cómo se está efectuando la tarea. Por ejemplo, aunque le confió a su Hijo un

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papel en el proceso de la creación, Jehová siguió tomando parte activa en el trabajo. Le dijo
al Obrero Maestro: “Hagamos al hombre a nuestra imagen” (Gén. 1:26). Así que usted, por
sus palabras y acciones, apoye la tarea y encomie al hermano por sus esfuerzos. También
puede ayudarlo haciendo un análisis de cómo van las cosas. Si la tarea no se está realizando
bien, no dude en ofrecer más apoyo o consejos. Recuerde que usted tiene la responsabilidad
final como persona que delega (Luc. 12:48).
Muchos hermanos se han beneficiado de que los ancianos de la congregación les
delegaran tareas, como prueba de su interés en ellos. De hecho, todos los ancianos deben
comprender por qué es importante delegar y cómo pueden hacerlo, en imitación de Jehová.
[Recuadro de la página 29]
AL DELEGAR,
• compartimos el sentido de logro
• hacemos más
• demostramos sabiduría y modestia
• capacitamos a otros
• mostramos confianza en los demás
[Recuadro de la página 30]
CÓMO DELEGAR
• Elija a personas apropiadas para cada tarea
• Explíquese y comuníquese claramente
• Especifique lo que debe realizarse
• Suministre los recursos necesarios
• Interésese por la tarea y exprese su confianza
• Esté dispuesto a asumir la responsabilidad final
[Ilustraciones de la página 31]
Delegar implica asignar una tarea y darle seguimiento

*** w06 1/5 págs. 25-26 Jehová capacita a los pastores de su rebaño ***
Preparados por “el esclavo fiel y discreto”
15
Los apóstoles Pedro, Juan y Pablo eran pastores que pertenecían al grupo que Jesús
llamó “el esclavo fiel y discreto”. Esta clase la forman los hermanos ungidos de Jesús que
están en la Tierra y que esperan gobernar con él en el cielo (Revelación 5:9, 10). Durante los

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últimos días de este sistema, la cantidad de hermanos de Cristo que quedan en la Tierra ha
disminuido inevitablemente. En cambio, la obra que Jesús les encomendó —es decir, la
predicación de las buenas nuevas del Reino antes de que venga el fin— ha adquirido
proporciones nunca antes vistas. Aun así, la clase del esclavo la ha desempeñado con gran
éxito. ¿Por qué? En parte porque ha preparado a miembros de las “otras ovejas” para que le
asistan en la obra de predicar y enseñar (Juan 10:16; Mateo 24:14; 25:40). Hoy, la mayor
parte de esta obra la realiza este grupo leal.
16
¿Cómo imparte la clase del esclavo esta preparación? En el siglo primero, los
representantes de la clase del esclavo estaban autorizados para capacitar y nombrar
superintendentes en las congregaciones, quienes a su vez preparaban a las ovejas
(1 Corintios 4:17). Lo mismo ocurre hoy día. El Cuerpo Gobernante —el pequeño grupo de
ancianos ungidos que representa a la clase del esclavo— autoriza a sus representantes para
capacitar y nombrar siervos y ancianos en las decenas de miles de congregaciones en todo
el mundo. El Cuerpo Gobernante también organiza escuelas para enseñar a los miembros de
los Comités de Sucursal, superintendentes viajantes, ancianos y siervos ministeriales a
cuidar de las ovejas de la mejor manera. Además, estos reciben instrucciones
mediante cartas y artículos publicados en La Atalaya y otras publicaciones, como el libro
Organizados para hacer la voluntad de Jehová.

*** w94 1/10 págs. 27-28 ¿Está ayudando a su hijo a escoger a Jehová? ***
Por qué abandonan a Jehová algunos jóvenes
Uno de los factores más comunes es que algunos jóvenes nunca llegan a conocer a
Jehová ni sus caminos. Aunque asisten a las reuniones cristianas desde la infancia, lo hacen
de manera rutinaria y no buscan realmente a Jehová. (Isaías 55:6; Hechos 17:27.) El
muchacho mencionado arriba se aburría en las reuniones cristianas porque no entendía lo
que los oradores decían en la plataforma.
Algunos hijos, a pesar de que se ha sembrado en ellos la semilla de la verdad, permiten
que el estilo de vida aparentemente despreocupado y materialista del mundo de Satanás
atraiga su corazón. Algunos no son capaces de hacer frente al intenso deseo de estar con
sus compañeros y ser como ellos. (1 Crónicas 28:9; Lucas 8:12-14; 1 Corintios 15:33.)
Sin embargo, por todo el mundo muchos hijos de familias cristianas han escogido el lado
de Jehová. ¿Puede aprenderse algo de las medidas que adoptaron sus padres a este
respecto?
Empiece pronto
Para ayudar a sus hijos a escoger a Jehová, es esencial empezar temprano. En la
mayoría de los casos, las impresiones recibidas y las lecciones aprendidas cuando el

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corazón es tierno y receptivo duran toda la vida. (Proverbios 22:6.) De modo que empiece
pronto a hablar a sus hijos de la bondad, el amor y la grandeza de Jehová, a fin de cultivar en
su corazón amor a él y aprecio por lo que ha hecho por ellos. Para lograrlo, muchos padres
han utilizado con éxito la gran variedad de artículos sobre la creación de Jehová que se
hallan en las publicaciones de la Sociedad Watchtower.
La obediencia y el respeto a Jehová y su adoración son algunas de las cualidades que
deben inculcarse temprano en la vida. Es reconfortante ver a niños en edad preescolar
esforzarse en las reuniones cristianas por tomar apuntes sencillos y buscar los textos en su
propia Biblia, o ir con sus padres al baño para lavarse la cara con agua fresca cuando les
entra sueño. Son detalles sencillos, pero muy importantes, para impresionar en la mente
joven que se debe respetar y obedecer a Jehová.
También debe empezar pronto la instrucción bíblica personal seria. Un matrimonio
comenzó a leer a sus hijos de 2 años de edad el libro Escuchando al Gran Maestro. Más
tarde, cuando los niños empezaron a ir a la escuela, se levantaban temprano y estudiaban
todas las mañanas con su madre los libros Mi libro de historias bíblicas y Usted puede vivir
para siempre en el paraíso en la Tierra. Después, el padre dirigía el comentario del texto del
día antes del desayuno. El esfuerzo de los padres fue recompensado recientemente cuando
sus hijos escogieron servir a Jehová, simbolizando su dedicación mediante el bautismo en
agua a las edades de 10 y 11 años.
Un joven excelente que sirve en la sucursal de la Sociedad Watch Tower de Japón
recuerda que de niño su madre le ayudó a cultivar una relación con Jehová, pues todas las
noches se sentaba a su lado y le ayudaba a orar. Nunca olvidó la lección: sin importar dónde
fuera o lo que hiciera, Jehová siempre estaba cerca y listo para ayudar.
Los padres que tienen éxito saben reconocer las malas inclinaciones de sus hijos debido a
la imperfección heredada, y los ayudan a corregirlas desde temprana edad. (Proverbios
22:15.) Debe combatirse pronto la tendencia al egoísmo, la terquedad, el orgullo y la crítica.
En caso contrario, estas semillas se convertirán más tarde en rebelión contra Dios y sus
caminos. Por ejemplo, los padres que, a pesar de sus buenas intenciones, son demasiado
tolerantes, suelen permitir que sus hijos desarrollen actitudes egocéntricas. A estos hijos les
resulta difícil respetar a sus padres y a Jehová, y se hacen „ingratos‟, como explica la Biblia.
(Proverbios 29:21.) Por otra parte, los hijos a quienes se dan trabajos domésticos y se
enseña a estar pendientes de las necesidades ajenas suelen ser más agradecidos a sus
padres y a Jehová.
Otro factor importante es empezar pronto a fijar metas teocráticas que el niño pueda
alcanzar razonablemente. Si esto no se hace temprano y con constancia, otras personas
pueden introducir en su mente y corazón metas diferentes. Leer la Biblia de principio a fin,
estudiar personalmente una de las publicaciones de la Sociedad Watchtower, participar en la

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Escuela del Ministerio Teocrático, ser proclamador de las buenas nuevas y bautizarse
pueden ser algunas de estas metas.
Takafumi recuerda que su madre le inculcó el hábito de leer las revistas La Atalaya y
¡Despertad! planteando preguntas sencillas y dejándolas en la mesa de la cocina para que él
buscara las respuestas cuando llegara de la escuela. Yuri recuerda que vivir unos cuantos
días con precursores que servían donde la necesidad de ministros cristianos era grande, salir
con ellos al ministerio, verlos cocinar buenas comidas y observar su celo y gozo, influyó
mucho en su deseo de servir a Jehová del mismo modo. Muchos jóvenes cuentan que sus
padres los llevaban regularmente a Betel (nombre que reciben la central y las sucursales de
la Sociedad Watch Tower), donde podían observar a otros jóvenes servir felizmente a
Jehová. Muchos de los niños que visitaron Betel en el pasado ahora sirven en diferentes
hogares Betel alrededor del mundo.

*** w90 1/9 págs. 20-21 ¿Procura usted adelantar? ***


Dios da el deseo de servir
9
¿Es dádiva de Dios el deseo de servir como superintendente? Sí, pues el espíritu de
Jehová suple motivación, ánimo y fortaleza para que le rindamos servicio sagrado. Por
ejemplo, ¿qué sucedió cuando los seguidores de Jesús, bajo persecución, oraron por
denuedo para predicar? “El lugar donde estaban reunidos fue sacudido; y todos sin
excepción quedaron llenos del espíritu santo, y hablaban la palabra de Dios con denuedo.”
(Hechos 4:27-31.) Puesto que el espíritu santo produjo aquellos resultados, también puede
hacer que uno procure adelantar hacia un puesto de responsabilidad.
10
¿A qué podría deberse el que un cristiano maduro no estuviera procurando adelantar en
ese sentido? Puede que sea un hombre espiritual, pero quizás le parezca que no está
capacitado. (1 Corintios 2:14, 15.) Por supuesto, debemos tener un punto de vista modesto
de nosotros mismos, porque estamos al tanto de nuestras limitaciones. (Miqueas 6:8.) En vez
de pensar, presuntuosamente, que somos los más capacitados para cumplir con cierta
responsabilidad, es bueno recordar que “la sabiduría está con los modestos”. (Proverbios
11:2.) Pero también debemos comprender que si Dios nos concede algún privilegio de
servicio también nos dará la fortaleza necesaria para cumplir con él. Como dijo Pablo: “Para
todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder”. (Filipenses 4:13.)
11
Tal vez el cristiano no se esfuerce por alcanzar un puesto de superintendencia porque
piense que no es lo suficientemente sabio como para dar consejo. Pues bien, quizás él
pueda adquirir sabiduría mediante estudiar la Palabra de Dios con mayor diligencia, y
ciertamente debería orar por sabiduría. Santiago escribió: “Si alguno de ustedes tiene
deficiencia en cuanto a sabiduría, que siga pidiéndole a Dios, porque él da generosamente a
todos, y sin echar en cara; y le será dada. Pero que siga pidiendo con fe, sin dudar nada,

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porque el que duda es semejante a una ola del mar impelida por el viento y aventada de una
parte a otra. De hecho, no vaya a figurarse ese hombre que recibirá cosa alguna de Jehová;
es un hombre indeciso, inconstante en todos sus caminos”. (Santiago 1:5-8.) Dios contestó la
oración de Salomón y le dio “un corazón sabio y entendido” que le ayudó a discernir entre lo
bueno y lo malo al juzgar. (1 Reyes 3:9-14.) Aunque el caso de Salomón fue especial,
mediante el estudio diligente y la ayuda de Dios los hombres a quienes se ha confiado
responsabilidad en la congregación pueden aconsejar a otros en justicia. “Jehová mismo da
la sabiduría; procedentes de su boca hay conocimiento y discernimiento.” (Proverbios 2:6.)
12
Puede que haya alguna inquietud tras el que un hombre se retraiga de adelantar.
Quizás piense que no podría llevar la seria responsabilidad de ser anciano. Hasta Pablo
confesó: “Hay lo que se me viene encima de día en día, la inquietud por todas las
congregaciones”. (2 Corintios 11:28.) Pero el apóstol sabía qué hacer si experimentaba
inquietud, pues escribió: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y
ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios
que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante
Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6, 7.) Sí, la oración y la confianza en Dios son útiles para aliviar la
inquietud.
13
Si persiste alguna inquietud, el hombre que se cohíbe de adelantar hacia mayores
responsabilidades pudiera orar como lo hizo David: “Escudríñame completamente, oh Dios, y
conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí
algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo indefinido”. (Salmo 139:23, 24.) Sin
importar cuál sea la causa de nuestros pensamientos “inquietantes”, Dios puede ayudarnos a
afrontarlos para que progresemos en sentido espiritual. Bien lo expresa otro salmo: “Cuando
dije: „Mi pie ciertamente se moverá con inseguridad‟, tu propia bondad amorosa, oh Jehová,
siguió sustentándome. Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro
de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma”. (Salmo 94:18, 19.)

*** cf cap. 9 págs. 88-94 “Vayan [...] y hagan discípulos” ***


Por qué hacen falta más trabajadores
4
Cuando Jesús inició su ministerio en el año 29, sabía que no completaría la obra que
estaba emprendiendo. El corto tiempo que le quedaba en la Tierra limitaba la cantidad de
territorio que podría abarcar, así como la cantidad de personas a las que llevaría el mensaje
del Reino. Es verdad que predicó mayormente a judíos y prosélitos, “las ovejas perdidas de
la casa de Israel” (Mateo 15:24). Pero, aun así, aquellas “ovejas perdidas” se hallaban
dispersas por todo Israel, país con una extensión de miles de kilómetros cuadrados. Además,
con el tiempo sería necesario anunciar las buenas nuevas en el resto del mundo (Mateo
13:38; 24:14).

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Consciente de que después de su muerte quedaría mucho por hacer, Jesús dijo a sus
once apóstoles fieles: “Muy verdaderamente les digo: El que ejerce fe en mí, ese también
hará las obras que yo hago; y hará obras mayores que estas, porque yo estoy siguiendo mi
camino al Padre” (Juan 14:12). Puesto que el Hijo regresaría al cielo, sus seguidores —no
solo los apóstoles, sino también sus futuros discípulos— tendrían que continuar con la obra
de predicar y enseñar (Juan 17:20). Jesús reconoció humildemente que las obras de estos
serían “mayores” que las suyas. ¿En qué sentido? De tres maneras. Veamos cuáles son.
6
En primer lugar, los seguidores de Jesús abarcarían más territorio. Su testimonio llega
hoy hasta los confines del mundo, mucho más allá de las fronteras dentro de las que él
predicó. En segundo lugar, llegarían a más personas. Al pequeño grupo que Jesús dejó en la
Tierra se sumaron rápidamente miles y miles de discípulos (Hechos 2:41; 4:4). En la
actualidad ascienden a millones, y cada año se bautizan centenares de miles. Y en tercer
lugar, los discípulos cristianos predicarían durante más tiempo, hasta nuestros días, casi dos
mil años después de que terminara el ministerio de Jesús, que duró tres años y medio.
7
Al decir que sus seguidores harían “obras mayores”, Jesús manifestó su confianza en
ellos, ya que les estaba encomendando una tarea que consideraba de suma importancia, a
saber, predicar y enseñar “las buenas nuevas del reino de Dios” (Lucas 4:43). Jesús estaba
convencido de que cumplirían fielmente su encargo. ¿Qué significado tiene este hecho para
nosotros? Cuando participamos en el ministerio con celo y devoción, demostramos que él
no se equivocó al confiar en sus seguidores. ¿No es este un gran privilegio? (Lucas 13:24.)
Preparados para dar testimonio
8
Jesús preparó de manera extraordinaria a sus discípulos para el ministerio. Ante todo,
les dio un ejemplo perfecto (Lucas 6:40). En el capítulo anterior analizamos su actitud hacia
el ministerio. Pues bien, pensemos por un momento en aquellos que lo acompañaron en sus
viajes de predicación. Estos lo vieron predicar dondequiera que había gente: junto a lagos y
colinas, en ciudades y plazas de mercado, y en casas particulares (Mateo 5:1, 2; Lucas 5:1-
3; 8:1; 19:5, 6). También observaron su laboriosidad: se levantaba temprano y se mantenía
ocupado hasta bien entrada la noche. Sin duda alguna, el ministerio no era para él un simple
pasatiempo (Lucas 21:37, 38; Juan 5:17). Seguramente, ellos percibieron que la motivación
de Jesús era el profundo amor que sentía por la gente; tal vez pudieron ver en su rostro la
compasión que sentía en el corazón (Marcos 6:34). ¿Qué efecto cree usted que produjo en
ellos el ejemplo de Jesús? ¿Qué efecto habría producido en usted?
9
Como seguidores de Cristo, copiamos su ejemplo en nuestro ministerio. Por eso
hacemos el máximo esfuerzo a fin de dar un “testimonio cabal” (Hechos 10:42). Al igual que
Jesús, vamos a los hogares de las personas (Hechos 5:42). Y si es necesario, adaptamos
nuestro programa de actividades diarias para visitarlas cuando haya más probabilidades de
hallarlas en su casa. Además, predicamos con discreción en lugares públicos —como calles,
parques y tiendas—, así como en el lugar de empleo. Seguimos “trabajando duro y

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esforzándonos” en nuestro ministerio porque lo tomamos muy en serio (1 Timoteo 4:10).
El amor sincero y profundo por nuestros semejantes nos mueve a seguir buscando
oportunidades para predicarles a cualquier hora y en cualquier lugar (1 Tesalonicenses 2:8).
10
Otra forma en que Jesús capacitó a los discípulos fue dándoles instrucciones
detalladas. Antes de enviar a predicar primero a los doce apóstoles y después a los setenta
discípulos, celebró con ellos lo que pudiéramos llamar sesiones de preparación (Mateo 10:1-
15; Lucas 10:1-12). Tal adiestramiento fue muy eficaz, pues según Lucas 10:17, “los setenta
volvieron con gozo”. Examinemos dos de las importantes lecciones que enseñó Jesús,
teniendo presente que sus palabras han de entenderse dentro del marco de las costumbres
judías en tiempos bíblicos.
11
En primer lugar, Jesús enseñó a sus discípulos a confiar en Jehová. Les ordenó:
“No consigan oro, ni plata, ni cobre para las bolsas de sus cintos, ni alforja para el viaje,
ni dos prendas de vestir interiores, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su
alimento” (Mateo 10:9, 10). Los viajeros acostumbraban llevar una bolsa para el dinero en el
cinto, un morral o alforja para las provisiones y un par extra de sandalias. Al mandar a sus
discípulos que no se preocuparan por tales cosas, Jesús en realidad les estaba diciendo:
“Tengan plena confianza en que Jehová les proveerá lo necesario”. ¿Cómo haría Jehová
eso? Impulsaría a quienes aceptaran las buenas nuevas a que los recibieran con
hospitalidad, una cualidad muy común en Israel (Lucas 22:35).
12
En segundo lugar, Jesús enseñó a sus discípulos a evitar las distracciones
innecesarias. “No abracen a nadie en saludo por el camino”, les dijo (Lucas 10:4). ¿Estaba
enseñándoles a ser descorteses o antipáticos? ¡Por supuesto que no! Lo que sucedía era
que en aquellos tiempos el saludo no se limitaba a un simple “hola”, sino que incluía múltiples
formalidades y largas conversaciones. Cierto biblista comenta: “Los saludos entre los
orientales no consistían —como sucede en las culturas occidentales— en una leve
inclinación de cabeza o en extender la mano, sino en muchos abrazos, reverencias y hasta el
acto de postrarse en tierra, todo lo cual requería mucho tiempo”. Al decir a sus discípulos que
evitaran saludar de la manera acostumbrada, Jesús en cierto modo estaba diciéndoles:
“No pierdan ni un minuto porque el mensaje que llevan es urgente”.
13
Nosotros también tomamos a pecho las instrucciones que Jesús dio a los discípulos del
siglo primero. Depositamos nuestra total confianza en Jehová al realizar nuestro ministerio
(Proverbios 3:5, 6). Sabemos que, si seguimos “buscando primero el reino”, nunca
careceremos de lo indispensable para la vida (Mateo 6:33). Por todo el mundo hay
predicadores del Reino de tiempo completo que dan fe de que la mano de Jehová nunca se
queda corta, ni siquiera en los momentos más difíciles (Salmo 37:25). Reconocemos
asimismo la necesidad de evitar las distracciones, pues si nos descuidamos, este mundo
puede desviarnos fácilmente de nuestro objetivo (Lucas 21:34-36). Ahora no es momento
para distraernos: hay vidas en juego, y el mensaje que llevamos es urgente (Romanos 10:13-
15). Mantener vivo en el corazón el sentido de urgencia impedirá que las distracciones de

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este mundo nos roben el tiempo y la energía que sería mejor emplear en el ministerio.
No olvidemos que el tiempo es corto, y la cosecha, abundante (Mateo 9:37, 38).

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Sermón del Monte (parte 1)

*** Para la referencia Mateo 5:1-48 y Lucas 6:20-36 llevar su ejemplar impreso de la
Biblia bi8 o bien la versión electrónica que se encuentra en la aplicación JW Library***

*** w12 1/5 pág. 4 ¿Qué contestaría Jesús? ***


Deben influir en la vida de otros
Jesús explicó cuál debía ser la actitud de sus seguidores respecto al mundo cuando dijo:
“Ustedes son la sal de la tierra; pero si la sal pierde su fuerza, ¿cómo se le restaurará su
salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que los hombres la huellen.
Ustedes son la luz del mundo. [...] Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los
hombres, para que ellos vean sus obras excelentes y den gloria al Padre de ustedes que
está en los cielos” (Mateo 5:13-16). ¿Por qué comparó Jesús a sus discípulos con la sal y la
luz?
Para empezar, no dijo que sus seguidores tenían que ser la sal y la luz para unas pocas
personas. Al contrario, dio a entender que tenían que ser la sal de toda la humanidad y dar
luz a todo el que quisiera conocer a Dios. Así pues, es obvio que Jesús no quería que sus
seguidores se aislaran de la sociedad.
Al fin y al cabo, ¿cómo va la sal a conservar los alimentos si no está en contacto con
ellos? ¿O cómo va una lámpara a iluminar un sitio oscuro si no está ahí? Por eso, Jesús
nunca mandó a sus discípulos que se mudaran a un apartado rincón del planeta y formaran
allí su propia comunidad. Tampoco los animó a vivir encerrados en un recinto religioso. Para
cumplir su función, la sal tiene que estar en contacto con los alimentos y la luz debe estar
rodeada de oscuridad. De igual modo, los cristianos tienen que estar en contacto con los
demás para poder influir positivamente en sus vidas.

*** w78 15/11 págs. 5-6 El Sermón del Monte... „Sea perfecto‟: Ame a sus enemigos ***
Según Jesús, los que estaban „escuchando,‟ es decir, realmente tomando en serio sus
dichos, tenían que hacer frente a un aspecto triple del odio con una correspondiente
expresión triple de amor: (1) „Hacer bien a los que los odian,‟ por medio de responder a los
sentimientos de animosidad del enemigo con obras bondadosas. (2) Si el odio estalla en
insulto verbal, „bendecir a los que los maldicen.‟ En vez de devolver maldición por maldición,
los seguidores de Jesús deben hablar con bondad y consideración a los que se les oponen.
(3) Si la enemistad se extiende hasta más allá del abuso verbal y efectivamente es
„persecución‟ de los discípulos de Cristo por medio de violencia física u otro tratamiento

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„insultante,‟ deben „orar por‟ los perseguidores, y suplicar amorosamente a Dios que los
opositores cambien de opinión y entren en el favor de Dios.—Compare con Romanos 12:14-
21; 1 Corintios 4:12; 1 Pedro 3:8, 9.
Jesús entonces dio una poderosa razón para mostrar amor a los enemigos de uno: “Para
que demuestren ser hijos de su Padre que está en los cielos.” (Mat. 5:45a) Para el beneficio
de sus lectores gentiles, Lucas reemplaza la frase: “su Padre que está en los cielos,” con “el
Altísimo.”—Luc. 6:35a.
Las personas que prestan atención al consejo de Jesús llegan a ser “hijos” de Dios en el
sentido de que lo imitan por medio de reflejar su benevolencia imparcial para con amigo y
enemigo igualmente. (Compare con Mateo 5:9; Efesios 4:31-5:2; 1 Juan 3:9-12.) Dios da el
ejemplo perfecto porque “hace salir su sol sobre inicuos y buenos y hace llover sobre justos e
injustos” (Mat. 5:45b); “es bondadoso para con los ingratos e inicuos.”—Luc. 6:35b.
Para dar énfasis a lo importante que sería el que sus oyentes „continuaran amando a sus
enemigos,‟ Jesús añadió: “Porque si aman a los que los aman, ¿qué galardón tienen?
¿No hacen también la misma cosa los recaudadores de impuestos? Y si saludan a sus
hermanos solamente, ¿qué cosa extraordinaria hacen? ¿No hace la misma cosa también la
gente de las naciones?”—Mat. 5:46, 47.
Las personas que desean imitar a Dios no deben limitar sus expresiones de amor a
individuos que pagan de la misma manera. Esto no merecería ningún “galardón” o favor
especial ante Dios. Hasta los “recaudadores de impuestos” estaban acostumbrados a
desplegar amor a los que los amaban, aunque los judíos consideraban a éstos como
personas que estaban entre la gente más despreciable.—Luc. 5:30; 7:34.
El saludo común entre los israelitas incluía la palabra shalom (“paz”), que daba a entender
un deseo de que la persona a quien se saludaba tuviera salud, bienestar y prosperidad. El
limitar tal saludo a personas a las que se consideraba “hermanos” no sería “cosa
extraordinaria,” porque algo similar podía observarse entre “gente de las naciones,” a
quienes los judíos consideraban impíos, inmundos y personas a las cuales evitar.
El evangelio de Lucas, escrito con consideración para los que no eran judíos, reemplaza
las expresiones “recaudadores de impuestos” y “gente de las naciones” (que en este
contexto solo tendrían significado para judíos) con el término más general “pecadores.”
Leemos: “Y si ustedes aman a los que los aman, ¿de qué mérito les es a ustedes? Porque
hasta los pecadores aman a los que los aman a ellos. Y si hacen bien a los que les hacen
bien, realmente, ¿de qué mérito les es a ustedes? Hasta los pecadores hacen lo mismo.
También, si prestan sin interés a aquellos de quienes esperan recibir, ¿de qué mérito les es?
Hasta los pecadores prestan sin interés a los pecadores para que se les devuelva otro
tanto.”—Luc. 6:32-34.

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Jesús concluyó esta porción del Sermón del Monte con la declaración: „“Ustedes en efecto
tienen que ser perfectos, como su Padre celestial es perfecto.”—Mat. 5:48.
Esto no es un mandato para que los discípulos de Jesús lleguen a ser física y moralmente
intachables, porque en la actualidad eso es imposible debido al pecado heredado. (Rom.
3:23; 5:12) Más bien, estas palabras estimulan a la gente a imitar al “Padre celestial,”
Jehová, por medio de perfeccionar su amor, haciendo que llegue a la medida plena y
completándolo por medio de incluir a sus enemigos en su alcance. En armonía con esto, el
relato paralelo de Lucas dice: “Continúen haciéndose misericordiosos, así como su Padre es
misericordioso.”—Luc. 6:36.

*** w78 1/9 págs. 29-31 El Sermón del Monte... “No vine a destruir, sino a cumplir” ***
Jesús cumplió, no solo la letra de la Ley, sino también el espíritu que había detrás de
aquella Ley. Mientras que la Ley prohibía actos pecaminosos, Jesús denunció las actitudes
que mueven a tales actos. Por ejemplo, el asesinato y el adulterio eran violaciones de la ley
de Dios; pero Jesús mostró que el continuar enojado con alguien y mirar a una mujer con
lascivia son las disposiciones mentales que llevan a tales transgresiones. (Mat. 5:21, 22, 27,
28; Sant. 1:13-15) Además, el que Jesús sacrificara voluntariamente su vida humana para el
beneficio de la humanidad fue un despliegue superlativo de amor, a lo que la Biblia llama “el
cumplimiento de la ley.”—Rom. 13:8-10; compare con Juan 15:13.
Después, en su sermón, Jesús declaró: “En verdad les digo que antes pasarían el cielo y
la tierra que pasar de modo alguno una letra diminuta o una pizca de una letra de la Ley sin
que sucedan todas las cosas.”—Mat. 5:18.
Como se muestra en The Kingdom Interlinear Translation, Jesús aquí usó la palabra
“Amén,” que significa “en verdad,” “así sea.” En su posición de Hijo ungido de Dios, el Mesías
prometido, él ciertamente podía dar seguridad de que las cosas que decía eran verdad.—
Compare con 2 Corintios 1:20; Revelación 3:14.
El cumplimiento de la ley de Dios llegaría hasta la “letra diminuta o una pizca de una letra.”
En el alfabeto hebreo entonces corriente, la letra diminuta era yod (‫)י‬. Ciertas letras hebreas
llevaban un trazo diminuto, o ápice o “tilde.” Los escribas y fariseos consideraban muy
significantes, no solo las palabras y letras de la ley de Dios, sino también estos trazos o
„pizcas diminutas.‟ Una leyenda rabínica pone en boca de Dios estas palabras: “Salomón y
miles como él pasarán, pero no permitiré que una tilde tuya (de la Tora [el Pentateuco]) sea
erradicada.”
Tan remota era la posibilidad de que dejara de cumplirse siquiera el detalle más minúsculo
de la ley de Dios que “antes pasarían el cielo y la tierra.” Esto era equivalente a decir
“nunca,” porque las Escrituras indican que los cielos y la Tierra literales permanecerán para
siempre.—Sal. 78:69; 119:90.

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Jesús dio más énfasis a lo mucho que estimaba la ley de Dios al decir: “Cualquiera, pues,
que quiebre uno de estos mandamientos más pequeños y enseñe así a la humanidad, será
llamado „más pequeño‟ con relación al reino de los cielos. En cuanto a cualquiera que los
haga y los enseñe, éste será llamado „grande‟ con relación al reino de los cielos.”—Mat. 5:19.
Uno pudiera „quebrar‟ uno de los mandamientos por medio de desobedecerlo
voluntariosamente. O pudiera hacer lo que se consideraba como peor que eso, a saber,
enseñar a compañeros judíos que estaban sujetos a la Ley que algunos de sus
mandamientos no eran obligatorios. Mientras el pacto de la Ley estaba en vigor, era una
expresión de la voluntad de Dios para su pueblo. La transgresión o el enseñar cosas
contrarias a los mandamientos que algunos quizás hubieran considerado hasta „más
pequeños‟ en importancia sería apostasía contra Dios.—Compare con Santiago 2:10, 11.
La Ley se dio para llevar a los israelitas al Mesías, quien sería el gobernante principal en
el reino de Dios. (Gál. 3:24; Isa. 11:1-5; Dan. 7:13, 14) Por eso, en lo que se refiere a entrar
en el reino de Dios, a las personas que quebraran los mandamientos de Dios se les „llamaría
“más pequeñas.”‟ No entrarían de ninguna manera en el reino.—Mat. 21:43; Luc. 13:28.
Por otra parte, a los que observaran la ley mosaica en la medida de su capacidad se les
„llamaría “grandes” con relación al reino de los cielos.‟ Serían como las personas que
aceptaron a Jesús como el Mesías y a quienes con el tiempo se llamó a participar en la
gobernación con él en el Reino. (Luc. 22:28-30; Rom. 8:16, 17) Es interesante el hecho de
que las Escrituras llaman “grandes” a los miembros de la realeza.—Pro. 25:6; Luc. 1:32.
Jesús después hace una declaración que puede haber sorprendido a los que le oían: “Les
digo a ustedes que si su justicia no abunda más que la de los escribas y los fariseos, de
ningún modo entrarán en el reino de los cielos.”—Mat. 5:20.
Los “escribas” del día de Jesús eran una clase de hombres especialmente instruidos en la
Ley. Aunque algunos de ellos quizás hayan pertenecido al grupo de los saduceos, muchos
escribas eran de la “secta” de los fariseos, cuyas exigencias con referencia a limpieza
ceremonial, el pago de diezmos y otros deberes religiosos iban más allá de los requisitos
mosaicos.—Hech. 15:5.
Aquellos líderes religiosos tenían un punto de vista estrecho y legalista acerca de la
obtención de la justicia. Creían que ésta venía solamente de hechos que literalmente se
conformaran a la letra de la ley. Según la tradición judía, cada vez que un individuo
observaba un mandamiento ganaba “mérito.” Se creía que toda transgresión incurría en
“deuda.” Se entendía que un exceso de méritos hacía que la persona fuera “justa,” mientras
que una gran abundancia de deudas la hacía “inicua.”
Sin embargo, ese punto de vista legalista quedaba muy lejos de la norma de lo correcto de
Dios. (Rom. 10:2, 3) Se daba poca atención al desarrollo de cualidades como el amor, la
justicia, la mansedumbre, la bondad y la fidelidad. Sin embargo, Dios considera a éstas más

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importantes que la observación literal de preceptos legales. (Deu. 6:5; Lev. 19:18; Miq. 6:8)
Con buena razón exclamó Jesús: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque dan
el décimo de la hierbabuena y del eneldo y del comino, pero han desatendido los asuntos de
más peso de la Ley, a saber, la justicia y la misericordia y la fidelidad.”—Mat. 23:23; compare
con Luc. 11:42.
La justicia cristiana tendría que „abundar más que la de los escribas y fariseos.‟ Según
Jesús, todos los que desean ser adoradores verdaderos de Dios tienen que „adorar al Padre
con espíritu y con verdad.‟ (Juan 4:23, 24) Su adoración tiene que ser, no simplemente actos
externos de piedad en armonía con un código legal, sino “con espíritu,” motivada de
corazones que estén llenos de fe y amor.—Mat. 22:37-40; Gál. 2:16.
[Nota]
El código antiguo de la ley judía conocido como la Mishnah declara: “Mayor rigor aplica a [la
observancia de] las palabras de los Escribas que a [la observancia] de las palabras de la
Ley [escrita].”—Tratado Sanhedrin, 11:3, traducido al inglés por Herbert Danby.

*** w78 15/8 págs. 10-11 El Sermón del Monte... Los cristianos como “sal” y “luz” ***

Después de las nueve „felicidades‟ de su Sermón del Monte, Jesús hizo un comentario en
cuanto a cómo afectarían a la humanidad sus seguidores. Dijo: “Ustedes son la sal de la
tierra.”—Mat. 5:13, compare con Mar. 9:50; Luc. 14:34, 35.
La sal era cosa bien conocida a los que escuchaban a Jesús. Servía tanto para dar mejor
sabor al alimento como para preservarlo de corromperse. Patentemente porque la sal
representaba libertad de corrupción o decadencia, Dios ordenó que la sal acompañara “toda
ofrenda” que se hiciera sobre su altar. (Lev. 2:13) En los días de Jesús los sacerdotes que
desempeñaban sus funciones en el templo de Jehová en Jerusalén salaban las ofrendas
animales, de grano y de incienso que se presentaban sobre el altar de la ofrenda quemada.
La historia judía dice que con este fin había un enorme montón de sal cerca de la subida
plana que conducía al altar. En la zona del templo había un gran almacén, conocido como “la
cámara de la sal,” para asegurar un suministro amplio.
Los discípulos de Jesús habían de ser “la sal de la tierra.” Esto sería cierto tanto en sus
actividades de testificar a otros acerca del reino de Dios como en su conducta personal. El
testificar cristiano ha resultado en que muchas personas acepten a Jesús como el Mesías
prometido y ejerzan fe en su sacrificio que hace expiación por los pecados. Esto ha
presentado a esos creyentes la oportunidad de ver sus vidas preservadas para la eternidad.
(Juan 6:47; Rom. 10:13-15) Además, por influir en la gente y llevarla así a vivir según los
principios bíblicos, los seguidores de Jesús demoran el aumento de la decadencia moral y
espiritual en la sociedad humana.

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Sin embargo, Jesús añadió una nota de advertencia, al decir: “Si la sal pierde su fuerza,
¿cómo se le restaurará su salinidad? Ya no sirve para nada, sino para echarla fuera para que
los hombres la pisoteen.” El comentador bíblico Albert Barnes hace notar que, a diferencia de
la sal común de mesa (cloruro de sodio), la sal con la cual estaban familiarizados Jesús y sus
contemporáneos “era impura, mezclada con sustancias vegetales y de la tierra; de modo que
pudiera perder toda su salinidad, y todavía quedar una cantidad considerable de materia
terrestre. Esto no servía para nada, excepto que se usaba, como se dice, para colocarlo en
sendas, o paseos, tal como nosotros usamos la grava.”
Los cristianos tienen que tener cuidado para no descontinuar sus esfuerzos de compartir
las “buenas nuevas” del reino de Dios con su prójimo. (Mar. 13:10) Además, deben vigilar
para no caer en patrones o modelos de conducta que no armonicen con las pautas bíblicas.
De otro modo, sufrirán deterioro en sentido espiritual y llegarán a ser como sal dañada —
insípida, sin sabor, sin gusto— que ya no sirve para nada.—Compare con Hebreos 6:4-8;
10:26-29.
LUZ QUE BRILLA PARA LA GLORIA DE DIOS
Dando otra indicación del efecto beneficioso que tendrían sus seguidores en la
humanidad, Jesús dijo: “Ustedes son la luz del mundo.”—Mat. 5:14.
De la Palabra inspirada de Dios, especialmente de las enseñanzas y ejemplo de
Jesucristo, viene luz espiritual que ayuda a las personas a ver las cosas como Dios las ve.
(Pro. 6:23; Isa. 51:4; Mat. 4:16; Luc. 1:79; 2:32; Juan 1:4-9; 3:19-21; 8:12; 9:5) Por sus
actividades de testificación pública, los discípulos de Jesús iluminan a la gente con relación a
la condición pecaminosa de la humanidad, el propósito de Dios de remover el pecado por
medio de Jesucristo, y su arreglo del Reino para bendecir con vida eterna a todos los que
ejercen fe en Jesús.—Juan 3:16, 36; Rom. 3:23, 24.
Pero el ser “la luz del mundo” envuelve más que eso. El apóstol Pablo escribe: “Sigan
andando como hijos de luz, porque el fruto de la luz consiste en toda clase de bondad y
justicia y verdad.” (Efe. 5:3-9) Los cristianos deben ser ejemplos brillantes de conducta que
concuerde con los principios bíblicos.
Respecto a sus discípulos como portadores de luz, Jesús declaró además: “No se puede
esconder una ciudad cuando está situada sobre una montaña. No se enciende una lámpara y
se pone debajo de la cesta de medir, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que
están en la casa.”—Mat. 5:14, 15.
Una „ciudad situada sobre una montaña‟ se vería con facilidad, hasta desde considerable
distancia. De manera similar, a las personas que imitan a Jesucristo se les reconoce
fácilmente como un pueblo “celoso de obras excelentes.” (Tito 2:14) Sus esfuerzos por
manifestar cualidades de devoción piadosa tales como las de moderación, castidad,
diligencia en el trabajo, habla sana y unidad familiar impresionan favorablemente a otras

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personas. (Tito 2:1-12) Ellos también están resueltos a „no ser parte del mundo,‟ no participar
en su política, ni en su guerrear y modo inmoral de vivir. (Juan 15:19; 17:14-16) A veces esto
hace que otros se mofen de los cristianos concienzudos y los persigan.—Mat. 24:9; 1 Ped.
4:4.
Con buena razón, por lo tanto, Jesús añade que la gente pone una lámpara, “no debajo de
la cesta de medir [griego, modios, con capacidad de dos galones],” sino “sobre el candelero,”
donde puede iluminar una habitación entera. Los seguidores de Jesús no deben permitir que
la oposición del mundo los lleve a esconderse o a mantener para sí las verdades que han
llegado a conocer acerca de Dios. Tampoco pueden ellos adoptar la práctica de conducta
que no concuerde con los principios bíblicos, porque, aun si las personas que hicieran eso
continuaran proclamando celosamente la verdad bíblica, sus acciones arrojarían sombra
sobre el valor de ésta.—2 Ped. 2:2.
Con referencia a una lámpara que brillara sobre un candelero, Jesús después declaró:
“Así mismo resplandezca la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus obras
excelentes y den gloria a su Padre que está en los cielos.” (Mat. 5:16) ¡Qué poderosa razón
para continuar „resplandeciendo como iluminadores en el mundo‟! (Fili. 2:15) Al observar las
“obras excelentes” del cristiano, las personas pueden percibir la excelencia del Dios de ellos.
Con frecuencia, esos observadores se sienten movidos a „dar gloria‟ a Dios por medio de
llegar a ser sus adoradores también. Por eso, el apóstol Pedro dio esta amonestación:
“Mantengan excelente su conducta entre las naciones, para que, en la cosa en que hablen
contra ustedes como de malhechores, ellos, como resultado de las obras excelentes de
ustedes de las cuales ellos son testigos oculares, glorifiquen a Dios en el día para la
inspección por él.”—1 Ped. 2:12.

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AÑO DE SERVICIO 2016

Presidan su casa y pastoreen a la congregación

*** w11 15/6 págs. 20-22 “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia” ***

“Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena


gana.” (1 PED. 5:2)

CUANDO Pedro escribió su primera carta, faltaba poco para que el emperador Nerón
comenzara a perseguir a los cristianos de Roma. El apóstol quería fortalecer a todos sus
hermanos en la fe, pues el Diablo merodeaba como un león que quería devorarlos. Para
resistir, tenían que “[mantener] su juicio” y someterse humildemente a “la poderosa mano de
Dios” (1 Ped. 5:6, 8). Además, necesitaban permanecer unidos. No podían darse el lujo de
estar “mordiéndose y devorándose”. De lo contrario, acabarían “aniquilados los unos por los
otros” (Gál. 5:15).
2
La situación actual es muy parecida. El Diablo anda en busca de oportunidades para
devorarnos (Rev. 12:12). Además, se avecina una “gran tribulación como la cual no ha
sucedido una desde el principio del mundo” (Mat. 24:21). Y al igual que los cristianos del
siglo primero, tenemos que evitar los conflictos entre nosotros. Para lograrlo, muchas veces
necesitamos la ayuda de los ancianos de la congregación.
3
¿Qué contribuirá a que los ancianos valoren aún más el honor de pastorear “el rebaño de
Dios bajo su custodia”? (1 Ped. 5:2.) ¿Cómo deben desempeñar dicha labor? En este
artículo analizaremos ambas cuestiones. Y en el próximo veremos cómo pueden todos los
miembros de la congregación aplicar la siguiente exhortación: “Respeten a los que trabajan
duro entre ustedes y los presiden” (1 Tes. 5:12). Esta información nos ayudará a hacer frente
al Enemigo y a no olvidar que nuestra pelea es contra él (Efe. 6:12).
“Pastoreen el rebaño de Dios”
4
Pedro aconsejó a los ancianos del siglo primero que vieran con la debida actitud el
rebaño que se les había encomendado (léase 1 Pedro 5:1, 2). Notemos que, aunque Pedro
era una columna de la congregación, no se dirigió a ellos con aires de superioridad, sino
como un anciano más (Gál. 2:9). Pues bien, esa es la misma actitud con la que el Cuerpo
Gobernante les pide a los superintendentes que cumplan con la seria responsabilidad de
pastorear el rebaño de Dios.
5
El apóstol puntualizó que los ancianos tenían bajo su custodia “el rebaño de Dios”.
Debían comprender que las ovejas eran de Jehová y de Jesucristo, y que responderían ante
ellos por la forma en que las atendieran. Pongamos un ejemplo: digamos que un amigo se
ausenta por un tiempo y nos pide que nos encarguemos de sus hijos. ¿Verdad que nos
esmeraríamos en cuidarlos y alimentarlos? Y si alguno se enfermara, seguramente nos

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encargaríamos de que recibiera atención médica de inmediato. De igual modo, los
superintendentes saben que tienen a su cargo “la congregación de Dios, que él compró con
la sangre del Hijo suyo” (Hech. 20:28). No olvidan que cada una de las ovejas fue comprada
con la sangre preciosa de Jesucristo. Como saben que se les va a pedir cuentas, se
aseguran de alimentar, proteger y cuidar el rebaño.
6
En cierto sentido, sus responsabilidades son parecidas a las de los pastores de tiempos
bíblicos. Cuando llevaban el rebaño a pastar, soportaban el calor del día y el frío de la noche
(Gén. 31:40). Además, a veces arriesgaban la vida por las ovejas. Ese fue el caso de David,
quien de joven llegó a enfrentarse a un león y a un oso para salvarlas. Él mismo contó que
los agarró por el pelaje de la cabeza, los derribó y les dio muerte (1 Sam. 17:34, 35). ¡Qué
valiente fue al acercarse tanto a sus fauces! Estaba claro que, a la hora de salvar a las
ovejas, no se acobardaba ante nada.
7
Hoy día, los ancianos están muy pendientes de los ataques de Satanás. Si una oveja cae
en las garras de este feroz león, demuestran el mismo valor que David y acuden a rescatarla
de sus fauces. Cuando ven que un cristiano se ha descuidado y está a punto de caer en una
trampa del Diablo, no dudan en razonar con él (léase Judas 22, 23). Y si una oveja está
lastimada, le vendan las heridas y le aplican con cuidado el bálsamo curativo de la
Palabra de Dios. Por supuesto, no podrían lograr nada de esto si no contaran con la ayuda
de Jehová.
8
Al igual que los pastores conducían el rebaño a donde hubiera verdes pastos y agua, los
superintendentes guían a las ovejas a la congregación. ¿Cómo lo hacen? Animándolas a
asistir siempre a las reuniones, donde reciben “su alimento al tiempo apropiado” y se
mantienen bien nutridas (Mat. 24:45). Además, les dedican tiempo a las que están
espiritualmente enfermas y procuran con paciencia que se alimenten de la Palabra de Dios.
Y ¿qué hacen si una oveja que se ha descarriado intenta volver al redil? En vez de
atemorizarla, la tratan con bondad y le muestran cómo aplicar los principios bíblicos en su
vida.
9
Cuando estamos enfermos, ¿qué médico preferimos? ¿Uno que apenas nos escucha y
nos receta los medicamentos a toda prisa para poder pasar al siguiente paciente? ¿O uno
que nos dedica toda su atención y nos explica qué enfermedad padecemos y cómo tratarla?
La respuesta es obvia.
10
Este ejemplo encierra una lección para los ancianos. Cuando atienden a un cristiano
débil, deben escucharlo con atención y ayudarlo a recobrar la salud espiritual aplicándole
“aceite en el nombre de Jehová” (léase Santiago 5:14, 15). Así, los sanos consejos de la
Palabra de Dios ejercerán en él un efecto calmante, como el bálsamo de Galaad (Jer. 8:22;
Eze. 34:16). Al poner en práctica los principios bíblicos, el enfermo recuperará las fuerzas.
¡Qué bueno es que los superintendentes escuchen a las ovejas heridas y oren con ellas!

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*** w08 15/8 págs. 18-19 Jehová cuida con ternura a sus siervos de edad avanzada ***
7
Jehová indica que la obligación de atender a los mayores recae principalmente en sus
familiares (léase 1 Timoteo 5:4, 8). A él le complace que las familias cumplan con su deber y
que valoren a sus familiares de edad avanzada tanto como él. Estas familias pueden contar
con el apoyo y la bendición de Dios por todos sus esfuerzos y sacrificios.
8
Pero a Jehová también le agrada que las congregaciones ayuden a los mayores que
no cuentan con familiares creyentes o con parientes que estén dispuestos a cuidarlos (1 Tim.
5:3, 5, 9, 10). De esta manera, la congregación manifiesta solidaridad, cariño fraternal y
tierna compasión (1 Ped. 3:8). Pablo ilustró muy bien ese interés sincero al decir que cuando
un miembro del cuerpo sufre, “todos los demás miembros sufren con él” (1 Cor. 12:26).
Tomar medidas prácticas a favor de los hermanos mayores está de acuerdo con este
principio que expresó Pablo: “Sigan llevando las cargas los unos de los otros, y así cumplan
la ley del Cristo” (Gál. 6:2).
9
¿Qué “cargas” tienen que llevar los hermanos de edad avanzada? Hay quienes se
agotan enseguida y se sienten abrumados ante tareas bastante sencillas, como ir al médico,
hacer algún trámite, limpiar la casa o preparar la comida. Puesto que con la edad disminuyen
el apetito y la sed, algunos no se alimentan bien ni toman suficientes líquidos. Y algo similar
puede ocurrirles con las cosas espirituales. A muchos hermanos con problemas en la vista y
el oído les resulta difícil leer las publicaciones y escuchar en las reuniones. Tan solo
prepararse para asistir a una reunión puede dejarles extenuados. ¿Qué pueden hacer los
demás para ayudarlos?
Cómo ayudarlos
10
Muchas congregaciones cuidan de manera ejemplar a los hermanos que han
envejecido. Les hacen las compras, les limpian la casa y les preparan comidas. Además, los
ayudan a estudiar, a ir a las reuniones y a participar regularmente en el ministerio. También
los llevan a donde necesiten ir. Y si no pueden salir de casa, les graban las reuniones o
disponen lo necesario para que las escuchen por teléfono. Los superintendentes cristianos
hacen todo lo posible a fin de que se atiendan las necesidades de los hermanos mayores de
su congregación.
11
Además, cada uno de nosotros puede tomar la iniciativa y ser hospitalario y generoso
con los hermanos de edad avanzada. Veamos una experiencia. Cierto hermano mayor
enviudó y ya no pudo pagar el alquiler, pues ahora recibía una sola pensión. Él y su esposa
les habían dado clases de la Biblia a un matrimonio y a sus dos hijas adolescentes. En vista
de la situación del hermano, la familia decidió acogerlo en su casa, que era bastante grande,
y cederle dos habitaciones. Él llegó a ser uno más de la familia, y durante quince años
pasaron muy buenos momentos juntos. Las muchachas aprendieron mucho de su fe y
experiencia, y a él le vino muy bien una compañía tan alegre. El hermano vivió con ellos

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hasta que falleció, a los 89 años de edad. La familia le está muy agradecida a Dios por la
bendición que representó tener a este hermano en su hogar. En efecto, esta familia ya ha
recibido un inmenso galardón por haber ayudado a un hermano en la fe (Mat. 10:42).
12
Quizá no nos sea posible ayudar a nuestros hermanos como lo hizo esta familia, pero
tal vez sí esté en nuestra mano llevarlos a las reuniones o ir con ellos a predicar. A lo mejor
podríamos invitarlos a nuestro hogar o a alguna excursión que hagamos. Y si se encuentran
enfermos o no pueden salir de casa, acordémonos de visitarlos. En cualquier caso, nunca
olvidemos tratarlos como lo que son: personas adultas. Mientras conserven sus facultades
mentales, debemos tomarlos en cuenta en todas las decisiones que tengan que ver con
ellos. Hasta las personas que tienen mermada su capacidad mental perciben si se les trata
con dignidad o no.

*** w96 15/3 págs. 24-27 Cómo le sirven a usted los pastores cristianos ***
Cómo le sirven a usted los pastores cristianos

EN MUCHOS países es posible ver cómo cuidan los pastores a sus rebaños. Ellos dirigen,
protegen y alimentan a las ovejas. Este oficio es de interés para los ancianos cristianos, ya
que su labor incluye pastorear. De hecho, es su responsabilidad “pastorear la congregación
de Dios” y „prestar atención a todo el rebaño‟. (Hechos 20:28.)
Si usted es miembro de la congregación cristiana, ¿cómo pueden servirle los pastores
espirituales? ¿Cómo debe reaccionar a los esfuerzos de ellos por ayudarlo? ¿Por qué
necesita la congregación su ayuda?
¿De qué hay que proteger?
En la antigüedad, los leones y otros animales salvajes suponían un peligro para los
rebaños y atacaban a las ovejas individualmente. Así que los pastores tenían que
protegerlas. (1 Samuel 17:34, 35.) Pues bien, Satanás el Diablo “anda en derredor como león
rugiente, procurando devorar a alguien”. (1 Pedro 5:8.) No solo guerrea airado contra la
organización terrestre de Jehová en conjunto, sino contra cada uno de los siervos de Dios.
¿Cuál es su objetivo? Desanimar al pueblo de Jehová e impedir que „observe los
mandamientos de Dios‟ y efectúe “la obra de dar testimonio de Jesús”. (Revelación
[Apocalipsis] 12:17.)
Jehová acusó de negligencia a los pastores gubernamentales del Israel antiguo porque
sus ovejas se habían convertido en “alimento para toda bestia salvaje del campo”. (Ezequiel
34:8.) Sin embargo, los ancianos cristianos desean proteger sinceramente a los miembros de
la congregación para que ninguno se pierda por causa de su negligencia o por la influencia
de Satanás, el mundo o los “lobos” apóstatas. (Hechos 20:29, 30.) ¿Cómo ayudan los
pastores a todo el rebaño a mantener el juicio y ser vigilante? Una manera consiste en

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presentar discursos bíblicos bien preparados en las reuniones del Salón del Reino. Otra
consiste en entablar conversaciones positivas y edificantes antes y después de las
reuniones. Otra manera eficaz implica visitar personalmente a las “ovejas” en sus hogares.
(Compárese con Salmo 95:7.) Ahora bien, ¿qué constituye una visita de pastoreo? ¿Cómo
debe llevarse a cabo? ¿Y a quiénes debe visitarse?
¿Qué es una visita de pastoreo?
No es una simple visita social para conversar sobre asuntos triviales. Un anciano dijo: “A
la mayoría de los publicadores les encanta leer un texto o hablar de un personaje bíblico.
Claro está, el anciano no es el único que habla. Por lo general, al publicador del Reino que
recibe la visita le gusta expresar lo que piensa en cuanto a la Biblia, lo cual fortalece su
propia fe. El anciano puede llevar un ejemplar de La Atalaya o ¡Despertad! para comentar
algún artículo animador. Quizás esta conversación espiritual es lo que distingue una visita de
pastoreo de una visita social”.
Otro anciano de experiencia comentó: “Antes de la visita, el anciano medita en las
necesidades del publicador. ¿Qué puede edificarlo? El encomio sincero es una parte
esencial de las visitas de pastoreo, pues fortalece a la persona para que siga aguantando”.
En realidad, la visita de pastoreo es más que una simple visita amigable de un miembro de la
congregación.
¿Por qué lo visita un pastor?
Cuando un anciano visita un hogar, va preparado para animar a sus compañeros de
creencia y ayudarlos a permanecer firmes en la fe. (Romanos 1:11.) Por eso, ¿cómo
reacciona usted cuando uno o dos ancianos desean visitarlo? Un superintendente viajante
dijo: “Si las visitas de pastoreo solo se efectúan cuando surgen problemas, la reacción inicial
de la persona a quien se va a visitar pudiera ser: „¿Qué he hecho mal?‟”. Los pastores
espirituales amorosos imitan a Jehová, quien cuidó al salmista y siempre „refrescó su alma‟,
particularmente en tiempos de angustia y necesidad especial. (Salmo 23:1-4.)
El objetivo de la visita de pastoreo es „edificar, no demoler‟. (2 Corintios 13:10.) Anima
mucho a la persona escuchar palabras de aprecio por su aguante, celo y fiel servicio. Cierto
anciano comentó: “No es conveniente dar la impresión de que se ha ido con el propósito de
detectar problemas y hablar de estos. Desde luego, pudiera ser que el publicador deseara
hablar de cierta dificultad. Y si una oveja está cojeando o aislándose del rebaño, el anciano
debe tomar medidas para ayudarla”.
Los pastores cristianos sin duda cuidarán de manera especial de cualquiera que se
encuentre en la siguiente situación: “A la perdida buscaré [dice Jehová], y a la dispersada
traeré de vuelta, y a la quebrada vendaré y a la doliente fortaleceré”. (Ezequiel 34:16.) Tal
vez sea necesario buscar a la oveja perdida, traerla de vuelta, vendarla y fortalecerla. Los
pastores de Israel no cumplieron con tales responsabilidades. Esta labor exige que el pastor

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se acerque a la oveja y atienda a sus necesidades. Este aspecto, en esencia, debe distinguir
toda visita de pastoreo hoy en día.
Las ovejas sanas requieren atención
¿Debemos concluir, entonces, que los pastores espirituales de hoy no tienen que dar
atención especial a las ovejas sanas? Pues bien, cuando una oveja literal se mete en
dificultades, es mucho más fácil ayudarla si confía en el pastor. Un manual comenta que “por
naturaleza las ovejas temen a los seres humanos, y no siempre es fácil ganarse su
confianza”. Entre otras recomendaciones, el manual da la siguiente pauta para ganarse su
confianza: “Hábleles regularmente. Se acostumbrarán a su voz y eso las tranquilizará. Visite
con frecuencia a las ovejas en los pastos”. (Alles für das Schaf. Handbuch für die artgerechte
Haltung [Todo para las ovejas. Manual sobre cómo cuidarlas apropiadamente]).
Por tanto, el contacto personal es fundamental para que exista una relación de confianza
entre el pastor y las ovejas. Lo mismo puede decirse de la congregación cristiana. Cierto
anciano comentó: “Ser conocido en la congregación como un anciano que visita
regularmente a las ovejas facilita visitar a la que tiene problemas”. De modo que los pastores
espirituales no deben tratar de alimentar y cuidar a las ovejas únicamente en el Salón del
Reino. Según lo permitan las circunstancias, deben llegar a conocer a las ovejas haciendo
visitas de pastoreo en sus hogares. Un cristiano recuerda una ocasión, al poco de ser
nombrado anciano, en que el superintendente presidente lo llamó por teléfono y le pidió que
visitara y consolara a un hermano que acababa de perder a su hija en un terrible accidente
automovilístico. El anciano confiesa: “¡Qué mal me sentí, pues nunca había visitado al
hermano y ni siquiera sabía dónde vivía! Fue un alivio que un anciano maduro se ofreciera
para acompañarme”. Sí, los ancianos se ayudan mutuamente en las visitas de pastoreo.
En algunos casos, el anciano puede ir acompañado de un siervo ministerial que procure
adelantar y participar en la “obra excelente” de superintendente. (1 Timoteo 3:1, 13.) ¡Cuánto
aprecia el siervo ministerial ver al anciano servir a las ovejas durante las visitas de pastoreo!
De este modo, los ancianos y los siervos ministeriales se acercan más a los miembros de la
congregación, y así se fortalecen los vínculos de amor y unidad cristianos. (Colosenses
3:14.)
Cuándo apartar tiempo para las visitas de pastoreo
Cuando un cuerpo de ancianos dejó la responsabilidad de hacer visitas de pastoreo en
manos de los conductores de Estudio de Libro de Congregación, el resultado fue que en
algunos grupos todos los publicadores recibieron una visita en un período de seis meses,
mientras que en otros grupos no se visitó a nadie. Esta circunstancia movió a un anciano a
decir: “Parece que algunos ancianos toman la iniciativa y hacen muchas visitas de pastoreo,
mientras que otros necesitan que sus compañeros ancianos los animen a hacerlo”. Por eso,
algunos cuerpos de ancianos preparan un programa para visitar a todos los publicadores
dentro de un período definido.

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Por supuesto, cualquier anciano o publicador puede visitar a los miembros de la
congregación sin que haya recibido una asignación especial. Antes de hacer la visita de
pastoreo, un anciano llama por teléfono y dice: “Visito a una familia cada mes. ¿Puedo
visitarlos a ustedes el próximo mes por una hora aproximadamente? ¿Qué día sería
conveniente?”.
Las bendiciones de las visitas de pastoreo
Al aumentar las presiones de este inicuo sistema, las visitas animadoras de pastores
comprensivos cobran cada vez más valor. Cuando todo el rebaño recibe estímulo y ayuda
mediante las visitas de pastoreo, cada oveja se siente segura.
Con respecto a una congregación en la que todos los publicadores del Reino recibían
regularmente visitas de los pastores, se informó: “Los publicadores llegaron a ver de manera
muy positiva las visitas de pastoreo. Era común que ellos se acercaran a los ancianos y les
preguntaran cuándo los visitarían de nuevo, pues habían disfrutado de la conversación
edificante que habían mantenido durante la última visita. Estas visitas fueron un factor que
ayudó a mejorar el espíritu de la congregación”. Otros informes indican que cuando los
pastores ministran amorosamente de esta manera, la congregación crece en amor, unidad y
cariño. ¡Qué bendición!
Los pastores cristianos efectúan estas visitas para fomentar el bienestar espiritual de las
ovejas. Los ancianos quieren animar y fortalecer a sus compañeros de creencia. Si durante
la visita surge un problema que requiera consejo, tal vez sea mejor hacer planes para tratarlo
en otro momento, especialmente si el anciano va acompañado de un siervo ministerial. De
todas maneras, es apropiado concluir la visita con oración.
¿Desea visitarlo un pastor espiritual en su hogar dentro de poco? Si así es, espere con
anhelo el ánimo que recibirá. Él va con el fin de servirle y de fortalecer su resolución de
permanecer en el camino que lleva a la vida eterna. (Mateo 7:13, 14.)
[Recuadro de la página 26]
SUGERENCIAS PARA HACER VISITAS DE PASTOREO
□ Concierte una cita: Normalmente es mejor concertar una cita. Si el anciano piensa hablar
de un problema serio, es apropiado que se lo informe de antemano al publicador.
□ Preparación: Tome en cuenta la personalidad y la situación de la persona. Dé encomio
sincero. Que su objetivo sea impartir un “don espiritual” que estimule y fortalezca la fe.
(Romanos 1:11, 12.)
□ A quién llevar de compañero: A otro anciano o a un siervo ministerial capacitado.
□ Durante la visita: El anciano debe estar relajado, ser amoroso, positivo y flexible.
Pregunte cómo está la familia, etc. Escuche cuidadosamente. Si surge un problema serio, tal
vez sea mejor programar una visita especial.

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□ Duración: Respete el tiempo acordado y despídase mientras la persona aún está
disfrutando de la ocasión.
□ Cómo concluirla: Es apropiado hacer una oración, la cual será muy apreciada. (Filipenses
4:6, 7.)
[Ilustración de la página 24]
Los pastores cristianos suministran protección espiritual
[Ilustraciones de la página 26]
Las visitas de pastoreo ofrecen una excelente oportunidad de dar ánimo espiritual

*** km 2/07 pág. 8 No olvidemos a los inactivos ***


1
¿Conoce a alguien que se ha hecho inactivo? Es posible que predicando de casa en
casa hayamos encontrado a alguien que dejó de relacionarse con la congregación y se fue a
la deriva. Debemos tener presente que esa persona sigue siendo nuestro hermano espiritual.
Queremos confirmarle nuestro amor y ayudarle a regresar a la congregación y “al pastor y
superintendente de [nuestras] almas” (1 Ped. 2:25).
2
Mostremos interés. Una breve llamada telefónica o una visita tal vez convenza al
inactivo de que no lo hemos olvidado. ¿Qué podemos decir? Asegurémosle que estábamos
pensando en él; eso lo animará. También hablemos de cosas positivas y edificantes (Fili.
4:8). Por ejemplo, mencionemos algún punto que se trató en una reunión reciente y que nos
gustó. También podemos invitarlo a una reunión o una asamblea que se aproxima y
ofrecernos a reservarle un asiento o suministrarle transporte.
3
A una hermana que llevaba más de veinte años inactiva la encontraron en el territorio.
Aunque ella no quiso aceptar el estudio bíblico que una hermana le ofreció, esta siguió
llevándole las revistas más recientes. En una visita que le hizo después de la asamblea de
distrito, la publicadora le mencionó algunos puntos sobresalientes que se presentaron. Esto
contribuyó a que con el tiempo se reactivara.
4
Cuando alguien regresa. ¿Cómo debemos tratar a un hermano inactivo que empieza a
asistir a las reuniones de nuevo? Pues bien, ¿cómo trató Jesús a sus discípulos después de
que lo abandonaron temporalmente? Los llamó cariñosamente “mis hermanos” y mostró que
les tenía confianza, pues hasta les dio una importante asignación (Mat. 28:10, 18, 19). Poco
después, ellos se pusieron a declarar las buenas nuevas “sin cesar” (Hech. 5:42).
5
Antes de ofrecernos para estudiar la Biblia con alguien que ha estado inactivo por mucho
tiempo o antes de invitar a esta persona al ministerio, debemos buscar la dirección de los
ancianos. Si encontramos a un publicador inactivo en el territorio, debemos avisar a los
ancianos para que den la ayuda necesaria.

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6
La Biblia muestra con claridad que los que corren la carrera hasta terminarla recibirán la
salvación (Mat. 24:13). Por eso, prestemos atención a quienes han tropezado o se han ido a
la deriva. Si reflejamos con paciencia el amor de Jehová al interesarnos sinceramente en
tales hermanos, quizás experimentemos el gozo de verlos reanudar su servicio sagrado junto
con nosotros (Luc. 15:4-10).
[Preguntas del estudio]
1. ¿Qué debemos hacer para animar a los inactivos?
2. ¿Cómo podemos animar a una persona inactiva?
3. ¿Cómo se reactivó cierta hermana?
4. ¿Cómo debemos tratar a un inactivo que empieza a asistir a las reuniones de nuevo?
5. Mencione algunas situaciones en las que debemos hablar con los ancianos sobre un
publicador inactivo.
6. ¿Qué gozo podemos experimentar si ayudamos a los inactivos?

*** km 1/07 pág. 4 ¿Está preparado para un desastre natural? ***


¿Está preparado para un desastre natural?
1
Cada año, millones de personas de todo el mundo, incluso muchos de nuestros
hermanos, sufren por terremotos, tsunamis, monzones, huracanes, tornados e inundaciones.
Ya que estos desastres ocurren inesperadamente y cualquiera de nosotros pudiera verse
afectado, lo prudente es que nos preparemos (Pro. 21:5).
2
Antes de que ocurra el desastre. A veces las autoridades pueden advertirnos de
desastres inminentes. Cuando eso sucede, es vital que les prestemos atención (Pro. 22:3).
En tales situaciones, los ancianos procuran comunicarse con todos los miembros de la
congregación para ayudarles a hacer los preparativos necesarios. Y después de un desastre,
ellos se esfuerzan por ponerse en contacto con todos los que se relacionan con la
congregación para asegurarse de que estén bien y para averiguar si necesitan ayuda. Ahora
bien, se puede perder tiempo valioso si los ancianos no mantienen al día el listado de
direcciones y números telefónicos de los hermanos. Por eso es importante que los
publicadores informen al secretario y al superintendente de estudio de libro cuando cambie
alguno de estos datos.
3
Si la congregación se encuentra en una zona propensa a desastres, los ancianos quizás
pidan a los publicadores que suministren el nombre y el número telefónico de algún pariente
o amigo que no viva en la zona y con quien deban comunicarse en caso de una emergencia.
Este paso permitirá que los ancianos localicen a quienes hayan abandonado sus hogares.
Tal vez los ancianos también deseen idear un plan de contingencia para la congregación que

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incluya, entre otras cosas, una lista sencilla de las provisiones de primera necesidad que
cada persona debe tener disponible, y los preparativos para la evacuación y para ayudar a
quienes tengan necesidades especiales. Es esencial que todos cooperen con estas medidas
amorosas (Heb. 13:17).
4
Después del desastre. ¿Qué debe hacer usted si ocurre un desastre en su zona?
Asegúrese de que se atiendan las necesidades físicas inmediatas de su familia. Según lo
permitan sus circunstancias, ayude a otros que hayan sido afectados. Trate de ponerse en
contacto con su superintendente de estudio de libro u otro anciano lo antes posible. Debe
hacerlo incluso si está bien y no necesita ayuda. Si necesita ayuda, tenga la plena seguridad
de que sus hermanos están haciendo cuanto pueden por suministrársela (1 Cor. 13:4, 7).
Recuerde que Jehová está al tanto de su situación; confíe en que él lo sustentará (Sal. 37:39;
62:8). Permanezca alerta para dar apoyo espiritual y emocional a los demás (2 Cor. 1:3, 4).
Reanude sus actividades teocráticas cuanto antes (Mat. 6:33).
5
Es cierto que la amenaza de desastres causa mucha inquietud en el mundo, pero
nosotros los cristianos confiamos en que pronto todos los desastres serán cosa del pasado
(Rev. 21:4). Mientras tanto, podemos tomar medidas razonables a fin de estar preparados
para tiempos difíciles a medida que seguimos declarando las buenas nuevas con celo.
[Preguntas del estudio]
1. ¿Por qué es prudente que nos preparemos para los desastres?
2. ¿Por qué debemos mantener informados a los ancianos sobre nuestra dirección y número
telefónico actuales?
3. ¿Cómo podemos cooperar con los ancianos si vivimos en una zona propensa a
desastres?
4. ¿Qué debe hacer si ocurre un desastre en su zona?
5. ¿Qué efecto produce en los cristianos la amenaza de desastres?

*** km 11/05 pág. 3 ¿Cómo podemos ayudar? ***


1
Esta es la pregunta que a menudo se hacen los testigos de Jehová al enterarse de que
ha ocurrido un desastre en algún lugar del mundo. Como muestra el relato de Hechos 11:27-
30, los cristianos del siglo primero prestaron ayuda a los hermanos de Judea cuando se
produjo una hambruna.
2
En tiempos modernos, de acuerdo con los estatutos de nuestra organización se han
destinado fondos a obras benéficas y humanitarias a favor de las víctimas de catástrofes, ya
sean naturales o provocadas por el hombre, y de otras situaciones difíciles.

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3
El año pasado, por ejemplo, una gran cantidad de hermanos enviaron ayuda económica
para los damnificados del tsunami en el sur de Asia. Agradecemos mucho tales donaciones
desinteresadas a los fondos de socorro de la organización. Ahora bien, si estas se destinan a
un desastre en concreto, la ley de algunos países obliga a utilizar ese dinero solo para el fin
especificado por el donante y en un plazo de tiempo determinado, sin importar si ya se han
atendido localmente o no las necesidades de nuestros hermanos.
4
Por esta razón, se recomienda que los donativos en concepto de ayuda humanitaria
se hagan al fondo para la obra mundial. Este fondo se utiliza para financiar las operaciones
de socorro, así como para satisfacer las necesidades espirituales de nuestra hermandad
cristiana. Si alguien desea, por algún motivo, donar dinero concretamente para fines
humanitarios aparte de las contribuciones para la obra mundial, puede hacerlo con la
seguridad de que se empleará dondequiera que se necesite dicha ayuda. Se agradecería, sin
embargo, que si se opta por este tipo de donativos, no se especifique el lugar al que deben
destinarse ni el modo como deben emplearse.
5
Al canalizar nuestras donaciones principalmente hacia la obra mundial, disponemos de
más fondos para usarlos en las distintas facetas de la obra del Reino, en vez de reservarlos
solo para futuras labores de socorro. Este modo de obrar concuerda con el espíritu de
Efesios 4:16, donde se nos anima a trabajar unidos a fin de contribuir con lo necesario para
el “crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”.

*** km 1/05 pág. 7 Sección de preguntas ***

▪ ¿Cuál es la mejor manera de hacer donaciones para los hermanos necesitados de


otros países?
En ocasiones nos enteramos de hermanos que pasan necesidades en otros países debido
a persecución, catástrofes u otras circunstancias difíciles. Algunos publicadores han enviado
dinero directamente a las sucursales de esos países solicitando que se utilice para ayudar a
alguna persona en concreto o a cierta congregación, o para un determinado proyecto de
construcción (2 Cor. 8:1-4).
Si bien es encomiable dicha preocupación por nuestros hermanos en la fe, muchas veces
hay necesidades más urgentes que las que tiene en mente el donante. Incluso puede ser que
ya se haya cubierto la necesidad en la que él pensaba. En cualquier caso, cuando se envían
a la sucursal donaciones para colaborar con la obra mundial, el Fondo para Salones del
Reino o las labores de socorro, podemos tener la certeza de que se van a usar con el
propósito que se indica.
En todas las sucursales, los hermanos han recibido la debida capacitación para responder
con rapidez a necesidades imprevistas, y en todos los casos mantienen informado al Cuerpo

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Gobernante. Si hace falta más ayuda, el Cuerpo Gobernante pide la colaboración de otras
sucursales cercanas o se envían fondos directamente de la sede mundial (2 Cor. 8:14, 15).
Por lo tanto, si alguien quiere hacer donaciones para la obra mundial, para alguna
construcción en otro país o para labores de socorro, es mejor que las mande a la sucursal de
su propio país, sea directamente, o mediante la congregación. De este modo, “el esclavo fiel
y discreto”, valiéndose de los mecanismos que ha dispuesto el Cuerpo Gobernante, podrá
atender las necesidades de la hermandad mundial de manera ordenada (Mat. 24:45-47;
1 Cor. 14:33, 40).

*** km 4/97 pág. 1 Se añaden multitudes al número de creyentes ***


1
Al igual que en el siglo I, la congregación cristiana hoy crece a un ritmo espectacular.
(Hech. 2:41; 4:4.) El año pasado se bautizaron 366.579 nuevos discípulos, un promedio de
más de mil por día. Más de un millón se bautizaron en el último trienio. Es obvio que Jehová
sigue añadiendo multitudes al número de creyentes. (Hech. 5:14.)
2
La muchedumbre de nuevos bautizados, sin experiencia en la vida cristiana, necesitan
que los que son fuertes en la fe los ayuden y preparen. (Rom. 15:1.) Entre los primeros
cristianos había algunos que, aun años después de su bautismo, no habían „pasado adelante
a la madurez‟. (Heb. 5:12; 6:1.) A ello se debe que en su carta a los Hebreos, Pablo resaltara
ciertas facetas en las que el cristiano debe crecer en sentido espiritual. ¿Cuáles son estas, y
cómo puede brindarse la ayuda requerida?
3
Adquirir buenos hábitos de estudio: En armonía con la instrucción de Pablo, para ser
un buen estudiante hay que aprender activamente, repetir y utilizar el “alimento sólido” que
suministra la organización de Jehová. (Heb. 5:13, 14; véase La Atalaya del 15 de agosto
de 1993, páginas 12 a 17.) Usted puede estimular a los nuevos creyentes a que adquieran
buenos hábitos de estudio, conversando con ellos sobre asuntos espirituales y hablando de
las preciosas joyas de la verdad que descubra como fruto de su propia investigación. De vez
en cuando tal vez pueda invitar a uno de ellos a acompañarlo en su estudio personal o de
familia.
4
Asistir con regularidad a las reuniones: Su fiel ejemplo y sus palabras cariñosas y
animadoras ayudarán a los nuevos miembros de la congregación a evitar otro de los motivos
de preocupación de Pablo, a saber, la “costumbre” de algunos de faltar a las reuniones
cristianas. (Heb. 10:24, 25.) Hágales ver que las reuniones son su único medio de contacto
espiritual con la congregación. Tome la iniciativa para que se sientan bienvenidos como parte
de nuestra hermandad.
5
Acercarse a Jehová con confianza: A fin de vencer las debilidades carnales y los
defectos de la personalidad, tenemos que acudir a Jehová en oración, expresarle nuestros

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pensamientos más recónditos y nuestras preocupaciones más íntimas. Los nuevos necesitan
aprender que si le suplican a Jehová que los ayude, como instó Pablo, no tambalearán. (Heb.
4:15, 16; 10:22.) Relatarles nuestras propias experiencias sobre el particular fortalecerá su
confianza en que Jehová escucha las oraciones sinceras.
6
Apartar tiempo para el ministerio: Pablo también mostró que „ofrecer siempre a Dios
sacrificio de alabanza‟ nos vigoriza espiritualmente. (Heb. 13:15.) ¿Puede invitar a un nuevo
publicador a acompañarlo en el servicio del campo semanal? Quizás pueda preparar con él
las presentaciones o examinar algún aspecto del ministerio en que el nuevo aún no haya
participado.
7
El número creciente de adoradores de Dios es causa de gran alegría. Nuestros
esfuerzos por adiestrar y exhortar a los nuevos miembros de la congregación les ayudarán a
cultivar la fe firme que necesitan para “conservar viva el alma”. (Heb. 3:12, 13; 10:39.)

*** km 4/97 pág. 1 Ayudemos a los inexpertos a entender ***


1
Enseñamos a la gente los requisitos de Dios mediante la obra de hacer discípulos. (Mat.
28:19, 20.) Más de cinco millones de Testigos realizan esta ingente labor por todo el mundo.
El éxito no se mide por la cantidad de horas dedicadas, publicaciones distribuidas ni estudios
bíblicos comenzados. Conseguimos nuestro objetivo cuando las personas entienden lo que
les enseñamos y actúan en consecuencia.
2
Ayudar a otros en sentido espiritual implica „hacer entender a los inexpertos‟. (Sal.
119:130.) Tocamos el corazón de las personas y las motivamos solo cuando ellas „captan el
sentido‟. (Mat. 15:10.) Conforme nuestra obra sigue expandiéndose e intensificándose,
mayor cuenta nos damos de la necesidad de hablar y enseñar con sencillez. Por tal razón, la
Sociedad ha publicado el folleto ¿Qué exige Dios de nosotros?, el cual contiene un curso
completo de las enseñanzas fundamentales de la Biblia. Las lecciones cortas, el lenguaje
sencillo y la instrucción fácil de entender le confieren gran atractivo para un público de
intereses muy diversos.
3
Se ofrecerá este folleto, junto con las revistas, durante los meses de abril y mayo. Le
recomendamos que al planear su actividad de servicio para la semana, ofrezca las revistas
los sábados y el folleto los demás días. Llévelo a aquellos que en el pasado aceptaron de
buena gana las publicaciones. Recuerde que puede ser de especial utilidad para enseñar a
los niños, a los que hablan un idioma extranjero o a los que no saben leer bien.
4
Aborde a la gente de una manera sencilla: Al presentar el folleto, remítase a la
página 2, donde se explica que “este folleto se ha preparado como un curso de estudio
bíblico”. Señale en el párrafo 3 de la página 3 por qué es preciso que la persona estudie la
Biblia. Despierte su interés valiéndose de algunos de los títulos de las lecciones que revelan

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verdades bíblicas simples. Muéstrele cómo el folleto hace placentero el estudio y ofrézcale
ayuda personal.
5
Dirija estudios progresivos: Nuestra meta va más allá de simplemente dirigir estudios:
queremos hacer discípulos que apoyen firmemente la adoración verdadera. El folleto se
puede abarcar en cuestión de semanas y debe conducir directamente a un estudio del libro
Conocimiento. (Véase la nota de la página 31.) Ayude al estudiante desde el principio a
identificar la organización de Jehová. (Véase el libro Razonamiento, páginas 276 y 277.)
Recalque el valor de las reuniones de congregación, pues en ellas adquirimos una
comprensión muy amplia de cómo practicar la religión verdadera. (Heb. 10:24, 25.)
6
La participación intensa en esta obra especial durante los meses de abril y mayo, de
seguro nos traerá el gozo que proviene de ayudar a las personas sinceras a „adquirir [el]
entendimiento‟ que lleva a la vida. (Pro. 4:5.)

*** km 2/97 pág. 7 Sección de preguntas ***

▪ ¿Qué debe hacerse cuando azota un desastre que afecta directamente a los
hermanos?
Si azota un desastre en su zona: No se alarme. Permanezca calmado y concéntrese en
lo que es verdaderamente valioso: la vida, no los bienes. Atienda las necesidades físicas
inmediatas de su familia. Entonces informe a los ancianos sobre sus circunstancias y
ubicación.
Los ancianos y siervos ministeriales desempeñan un papel decisivo en prestar socorro. Si
se avisa de antemano del desastre, como en el caso de algunas tormentas grandes, ellos
deben cerciorarse de que todos los hermanos estén en un lugar seguro y, si el tiempo lo
permite, conseguir y distribuir provisiones que tal vez sean necesarias.
Después, los conductores de estudio de libro deben localizar a cada familia y averiguar
cómo están. Se debe informar al superintendente presidente o a otro anciano sobre la
situación de cada familia, incluso si todo está bien. Si alguien resulta herido, los ancianos
intentarán encargarse de que reciba atención médica. También suministrarán los bienes
materiales que se necesiten, como alimento, ropa, abrigo y artículos domésticos. (Juan
13:35; Gál. 6:10.) Los ancianos locales apoyarán a la congregación en sentido espiritual y
emocional, y se encargarán de que las reuniones de congregación se vuelvan a celebrar lo
antes posible. Después de hacer una evaluación minuciosa, un anciano se comunicará con el
superintendente de circuito en nombre del cuerpo de ancianos para ponerlo al tanto de los
heridos, los daños causados al Salón del Reino o a los hogares de los hermanos, así como
de cualquier necesidad especial. Entonces el superintendente de circuito llamará por teléfono

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a la sucursal para dar un informe de la situación. La sucursal coordinará las medidas de
socorro en gran escala que sean necesarias.
Si azota un desastre en otra zona: Incluya en sus oraciones a los hermanos que viven
en la zona del desastre. (2 Cor. 1:8-11.) Si desea ayudar monetariamente, puede enviar sus
donaciones a la Sociedad, donde se tiene un fondo de socorro para ese propósito. La
dirección es la siguiente: Watchtower, 25 Columbia Heights, Brooklyn, NY 11201-2483.
(Hech. 2:44, 45; 1 Cor. 16:1-3; 2 Cor. 9:5-7; véase La Atalaya del 1 de diciembre de 1985,
páginas 20-22.) No envíe materiales ni provisiones a la zona del desastre a menos que los
hermanos encargados pidan específicamente que se haga. Así, la ayuda se suministrará de
manera ordenada y los bienes se distribuirán de forma apropiada. (1 Cor. 14:40.) Sírvase
no telefonear a la sucursal innecesariamente, pues esto pudiera ocupar las líneas disponibles
para atender las llamadas procedentes de la zona del desastre.
Después de evaluar bien la situación, la Sociedad determinará si debe formarse un comité
de socorro. Se notificará a hermanos responsables. Todos deben cooperar con los ancianos
que llevan la delantera a fin de satisfacer apropiadamente las necesidades fundamentales de
todos los hermanos. (Véase Los testigos de Jehová, proclamadores del Reino de Dios,
páginas 310-315.)

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El singular papel de Jesucristo en el propósito de Dios

*** it-2 págs. 79-80 Jesucristo ***


Nombre y título del Hijo de Dios desde que fue ungido en la Tierra.
El nombre Jesús (gr. I·ē·sóus) corresponde al nombre hebreo Jesúa (o Jehosúa, su forma
completa), que significa ―Jehová Es Salvación‖. Era un nombre bastante común en aquel
tiempo. Por eso, con frecuencia se precisaba especificar diciendo ―Jesús el Nazareno‖. (Mr
10:47; Hch 2:22.) El título Cristo viene del griego Kjri·stós, cuyo equivalente en hebreo es
Ma·schí·aj (Mesías), que significa ―Ungido‖. Aunque el término ―ungido‖ se aplicó
apropiadamente a otros hombres anteriores a Jesús, como Moisés, Aarón y David (Heb
11:24-26; Le 4:3; 8:12; 2Sa 22:51), el puesto, cargo o servicio para el que se les ungió solo
prefiguró o tipificó el puesto, cargo y servicio superiores de Cristo Jesús. Por consiguiente,
Jesús es por excelencia y de modo singular ―el Cristo, el Hijo del Dios vivo‖. (Mt 16:16;
véanse CRISTO; MESÍAS.)
Existencia prehumana. La persona que llegó a ser conocida como Jesucristo no empezó
su vida aquí en la Tierra. Él mismo habló de su existencia celestial prehumana. (Jn 3:13;
6:38, 62; 8:23, 42, 58.) En Juan 1:1, 2 se da el nombre celestial del que llegó a ser Jesús, al
decir: ―En el principio la Palabra [gr. Ló·gos] era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra
era un dios [―era divina‖, Sd; compárese con An American Translation, Moffat (ambas en
inglés); o: ―de esencia divina‖, Böhmer; Stage (ambas en alemán)]. Este estaba en el
principio con Dios‖. Dado que Jehová es eterno y no tuvo principio (Sl 90:2; Rev 15:3), el que
la Palabra estuviera con Dios desde el ―principio‖ debe referirse al principio de las obras
creativas de Jehová. Esta conclusión la confirman otros textos que identifican a Jesús como
―el primogénito de toda la creación‖, ―el principio de la creación por Dios‖. (Col 1:15; Rev 1:1;
3:14.) De modo que las Escrituras identifican a la Palabra (Jesús en su existencia
prehumana) como la primera creación de Dios, su Hijo primogénito.
Las mismas declaraciones de Jesús prueban que Jehová era verdaderamente el Padre o
Aquel que dio vida a este Hijo primogénito, de modo que este Hijo era en realidad una
creación de Dios. Él señaló a Dios como la Fuente de su vida, cuando dijo: ―Yo vivo a causa
del Padre‖. Según el contexto, eso significaba que su vida procedía de su Padre o había sido
causada por Él, de la misma manera que los hombres encaminados a la muerte podrían
conseguir vida si ejercían fe en el sacrificio de rescate de Jesús. (Jn 6:56, 57.)
Si los cálculos de los científicos modernos sobre la edad del universo material se
aproximan a la realidad, la existencia de Jesús como criatura celestial empezó miles de
millones de años antes de la creación del primer ser humano. (Compárese con Miq 5:2.) El
Padre se valió de su Hijo primogénito celestial para crear todas las demás cosas (Jn 1:3; Col
1:16, 17), entre ellas los millones de otros hijos de la familia celestial de Jehová Dios (Da

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7:9, 10; Rev 5:11), así como el universo material y las criaturas que al principio se colocaron
en él. Lógicamente, Jehová se dirigía a este Hijo primogénito cuando dijo: ―Hagamos al
hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza‖. (Gé 1:26.) Todas estas otras cosas
no solo fueron creadas ―mediante él‖, sino también ―para él‖, como el Primogénito de Dios y
el ―heredero de todas las cosas‖. (Col 1:16; Heb 1:2.)
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo
hicieron un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su
espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida,
toda la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) Más que un
cocreador, fue el agente o instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus
obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt
19:4-6; véase CREACIÓN.)
Sabiduría personificada. Lo que las Escrituras dicen sobre la Palabra encaja de modo
sobresaliente con la descripción de Proverbios 8:22-31. En este pasaje se personifica a la
sabiduría, se la representa como si pudiera hablar y actuar. (Pr 8:1.) Muchos escritores
cristianos de los primeros siglos de la era común entendieron que este pasaje se refería
simbólicamente al Hijo de Dios en su estado prehumano. En vista de los textos ya
analizados, no puede negarse que Jehová ‗produjera‘ al Hijo ―como el principio de su camino,
el más temprano de sus logros de mucho tiempo atrás‖, ni que el Hijo estuviera al ―lado [de
Jehová] como un obrero maestro‖ durante la creación de la Tierra, como dicen estos
versículos de Proverbios. Es verdad que en hebreo, cuyos sustantivos tienen género (como
en español), la palabra para ―sabiduría‖ está siempre en femenino. El que se personifique a
la sabiduría no cambia su género, pero tampoco impide que se use figuradamente para
representar al Hijo primogénito de Dios. La palabra griega para ―amor‖ en la frase ―Dios es
amor‖ (1Jn 4:8) también está en femenino, aunque el término Dios es masculino. Salomón, el
escritor principal de Proverbios (Pr 1:1), se aplicó el título qo·hé·leth (congregador) (Ec 1:1),
aunque el género de esta palabra también es femenino.
La sabiduría solo se manifiesta cuando se expresa de algún modo. La sabiduría de Dios
se expresó en la creación (Pr 3:19, 20) mediante su Hijo. (Compárese con 1Co 8:6.) Del
mismo modo, el propósito sabio de Dios concerniente a la humanidad también se hace
manifiesto mediante su Hijo, Jesucristo, y se sintetiza en él. Por eso el apóstol pudo decir
que Cristo representa ―el poder de Dios y la sabiduría de Dios‖, y que Cristo Jesús ―ha venido
a ser para nosotros sabiduría procedente de Dios, también justicia y santificación y liberación
por rescate‖. (1Co 1:24, 30; compárese con 1Co 2:7, 8; Pr 8:1, 10, 18-21.)
En qué sentido es “Hijo unigénito”. El que a Jesús se le llame ―Hijo unigénito‖ (Jn 1:14;
3:16, 18; 1Jn 4:9) no significa que las otras criaturas celestiales creadas no sean hijos de
Dios, puesto que también se las llama hijos. (Gé 6:2, 4; Job 1:6; 2:1; 38:4-7.) Sin embargo,
por ser la única creación directa de su Padre, el Hijo primogénito fue único, diferente de
todos los demás hijos de Dios, a los que Jehová creó o engendró mediante ese Hijo

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primogénito. De modo que ―la Palabra‖ era el ―Hijo unigénito‖ de Jehová en un sentido
especial, igual que Isaac también lo fue de Abrahán en un sentido particular (su padre ya
había tenido otro hijo, pero no de su esposa Sara). (Heb 11:17; Gé 16:15.)
Por qué se le llama “la Palabra”. Parece ser que el nombre (o quizás título) ―la Palabra‖
(Jn 1:1) identifica la función que el Hijo primogénito de Dios desempeñó después de crear
otras criaturas inteligentes. Una expresión similar aparece en Éxodo 4:16, donde Jehová le
dijo a Moisés con respecto a su hermano Aarón: ―Y él tiene que hablar por ti al pueblo; y
tiene que suceder que él te servirá de boca, y tú le servirás de Dios‖. Como portavoz del
representante principal de Dios sobre la Tierra, Aarón hizo las veces de ―boca‖ para Moisés.
Ese fue también el caso de la Palabra o Logos, quien llegó a ser Jesucristo. Es probable que
Jehová usara a su Hijo para transmitir información e instrucción a otros miembros de su
familia de hijos celestiales, como hizo para entregar su mensaje a los humanos. Como
prueba de que era la Palabra o portavoz de Dios, Jesús dijo a sus oyentes judíos: ―Lo que yo
enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado. Si alguien desea hacer la
voluntad de Él, conocerá respecto a la enseñanza si es de Dios o si hablo por mí mismo‖. (Jn
7:16, 17; compárese con 12:50; 18:37.)

*** it-2 págs. 87-88 Jesucristo ***


Es probable que el espíritu de Dios derramado sobre Jesús aclarara muchos puntos en su
mente. Sus propias expresiones a partir de entonces y en particular la íntima oración a su
Padre la noche de la Pascua de 33 E.C., muestran que recordaba su existencia prehumana y
lo que había oído decir a su Padre y le había visto hacer, así como la gloria de que disfrutó
en los cielos. (Jn 6:46; 7:28, 29; 8:26, 28, 38; 14:2; 17:5.) Es posible que se le devolvieran
estos recuerdos cuando fue bautizado y ungido.
Cuando se ungió a Jesús con espíritu santo, se le nombró y comisionó para llevar a cabo
su ministerio de predicar y enseñar (Lu 4:16-21), y para servir en calidad de Profeta de Dios.
(Hch 3:22-26.) Pero, más importante aún, este ungimiento lo nombró y comisionó como el
Rey prometido de Jehová, el heredero del trono de David (Lu 1:32, 33, 69; Heb 1:8, 9) y de
un reino eterno. Por esta razón, más adelante pudo decir a los fariseos: ―El reino de Dios
está en medio de ustedes‖. (Lu 17:20, 21.) De modo similar, a Jesús se le ungió para actuar
como el Sumo Sacerdote de Dios, no como descendiente de Aarón, sino según la semejanza
del rey-sacerdote Melquisedec. (Heb 5:1, 4-10; 7:11-17.)
Jesús había sido el Hijo de Dios desde su nacimiento, igual que Adán había sido ―hijo de
Dios‖. (Lu 3:38; 1:35.) Así lo identificaron a partir de ese momento los ángeles. Por
consiguiente, cabe pensar que la declaración que acompañó a la unción por el espíritu de
Dios, cuando después del bautismo de Jesús se oyó decir: ―Tú eres mi Hijo, el amado; yo te
he aprobado‖ (Mr 1:11), fue más que solo un reconocimiento de la identidad de Jesús. Según
todos los indicios, entonces Jesús fue engendrado o producido por Dios como su Hijo

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espiritual, ‗nació otra vez‘, por decirlo así, con el derecho de recibir vida de nuevo como Hijo
celestial de Dios en los cielos. (Compárese con Jn 3:3-6; 6:51; 10:17, 18; véanse
BAUTISMO; UNIGÉNITO.)
Su posición fundamental en el propósito de Dios. Jehová Dios tuvo a bien hacer que
su Hijo primogénito fuese la figura central o clave en el cumplimiento de todos sus propósitos
(Jn 1:14-18; Col 1:18-20; 2:8, 9), la persona en la que convergería la luz de todas las
profecías y desde la que se irradiaría esta luz (1Pe 1:10-12; Rev 19:10; Jn 1:3-9), la solución
a todos los problemas que había ocasionado la rebelión de Satanás (Heb 2:5-9, 14, 15; 1Jn
3:8) y el fundamento sobre el que Dios edificaría todos sus preparativos futuros para el bien
eterno de su familia universal en el cielo y en la Tierra. (Ef 1:8-10; 2:20; 1Pe 2:4-8.) Debido a
la función vital que desempeña en el propósito de Dios, Jesús pudo decir apropiadamente y
sin exageración: ―Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí‖.
(Jn 14:6.)
El “secreto sagrado”. El propósito de Dios según se reveló en Jesucristo permaneció
como un ―secreto sagrado [o misterio] [...] guardado en silencio por tiempos de larga
duración‖. (Ro 16:25-27.) Durante más de cuatro mil años, desde la rebelión en Edén, hubo
hombres de fe que aguardaban el cumplimiento de la promesa de Dios de que habría una
―descendencia‖ que magullaría la cabeza del adversario semejante a una serpiente, y con
ello traería alivio a la humanidad. (Gé 3:15.) Por casi dos mil años ellos habían basado su
esperanza en el pacto que Jehová hizo con Abrahán, según el cual, una ―descendencia‖
‗tomaría posesión de la puerta de sus enemigos‘ y por medio de ella se bendecirían todas las
naciones de la Tierra. (Gé 22:15-18.)
Cuando por fin ―llegó el límite cabal del tiempo, Dios envió a su Hijo‖, y a través de él
reveló el significado del ―secreto sagrado‖, dio la respuesta definitiva a la cuestión que había
hecho surgir el adversario de Dios (véase JEHOVÁ [La cuestión suprema es de naturaleza
moral]) y suministró los medios para redimir a la humanidad obediente del pecado y la
muerte gracias al sacrificio de rescate de su Hijo. (Gál 4:4; 1Ti 3:16; Jn 14:30; 16:33; Mt
20:28.) De este modo Jehová Dios eliminó cualquier incertidumbre o ambigüedad que
pudiera haber en la mente de sus siervos con respecto a su propósito. Por eso el apóstol
dice que ―no importa cuántas sean las promesas de Dios, han llegado a ser Sí mediante
[Cristo Jesús]‖. (2Co 1:19-22.)
El ―secreto sagrado‖ no consistía tan solo en identificar a Jesús como el Hijo de Dios, sino
en definir el papel que se le asignó en el propósito predeterminado de Dios y la revelación y
realización de ese propósito a través de Jesucristo. Tal propósito, que por tanto tiempo había
sido un secreto, era ―para una administración al límite cabal de los tiempos señalados, a
saber: reunir todas las cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las
cosas [que están] en la tierra‖. (Ef 1:9, 10.)
Uno de los aspectos del ―secreto sagrado‖ cristalizado en Cristo Jesús es que él
encabeza un nuevo gobierno celestial, cuyos miembros serán personas (judías y no judías)

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tomadas de la población de la Tierra, y cuyo dominio abarcará tanto el cielo como la Tierra.
En la visión registrada en Daniel 7:13, 14 aparece alguien ―como un hijo del hombre‖ (título
que más tarde se aplicó con frecuencia a Cristo: Mt 12:40; 24:30; Lu 17:26; compárese con
Rev 14:14) en la corte celestial de Jehová, y se le da ―gobernación y dignidad y reino, para
que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él‖. La misma visión,
sin embargo, muestra que los ―santos del Supremo‖ también van a compartir con este ―hijo
del hombre‖ su reino, gobernación y grandeza. (Da 7:27.) Mientras Jesús estuvo en la Tierra,
seleccionó de entre sus discípulos a los primeros de los futuros miembros de ese gobierno
del Reino. Después que ‗continuaron con él en sus pruebas‘, hizo un pacto con ellos para un
reino, orando a su Padre para que los santificase (o los hiciera ―santos‖) y pidiéndole que
‗donde él estuviera, ellos también estuvieran con él, para que contemplaran su gloria que le
había dado‘. (Lu 22:28, 29; Jn 17:5, 17, 24.) Por estar así en unión con Cristo, la
congregación cristiana también desempeña su papel en el ―secreto sagrado‖, como más
tarde expresa el apóstol inspirado. (Ef 3:1-11; 5:32; Col 1:26, 27; véase SECRETO
SAGRADO.)
“Agente Principal de la vida.” Por bondad inmerecida de su Padre, Cristo Jesús entregó
su vida humana perfecta en sacrificio, lo que hizo posible que sus seguidores escogidos
pudiesen estar en unión con él reinando en el cielo y que hubiera súbditos terrestres de dicho
Reino. (Mt 6:10; Jn 3:16; Ef 1:7; Heb 2:5; véase RESCATE.) De este modo llegó a ser el
―Agente Principal [―Príncipe‖, ENP; Ga; NC, 1981; Besson; ―Caudillo‖, BC] de la vida‖ para
toda la humanidad. (Hch 3:15.) El término griego que se usa en este pasaje significa
básicamente ―caudillo principal‖, y es una palabra emparentada con la que se aplicó a Moisés
(Hch 7:27, 35) en su papel de ―gobernante‖ de Israel.
Por tanto, en su función de ―caudillo principal‖ o ―pionero de la Vida‖ (Moffat [en inglés]),
Jesús introdujo un elemento nuevo y esencial para conseguir la vida eterna: su papel de
intermediario o mediador, que también lo desempeña en sentido administrativo. Es el Sumo
Sacerdote de Dios que puede limpiar por completo del pecado y liberar de los efectos
mortíferos de este (Heb 3:1, 2; 4:14; 7:23-25; 8:1-3); es el Juez nombrado en cuyas manos
se encomienda todo juicio, de modo que administra con prudencia los beneficios de su
rescate a las personas de la humanidad que merezcan vivir bajo su gobernación (Jn 5:22-27;
Hch 10:42, 43); mediante él también se consigue la resurrección de los muertos. (Jn 5:28, 29;
6:39, 40.) Debido a que Jehová Dios quiso utilizar así a su Hijo, ―no hay salvación en ningún
otro, porque no hay otro nombre debajo del cielo que se haya dado entre los hombres
mediante el cual tengamos que ser salvos‖. (Hch 4:12; compárese con 1Jn 5:11-13.)
Como su ―nombre‖ también abarca este aspecto de la autoridad de Jesús, mediante él
sus discípulos, en calidad de representantes del Agente Principal de la vida, podían curar a
personas de sus enfermedades ocasionadas por el pecado heredado e incluso podían
levantar a los muertos. (Hch 3:6, 15, 16; 4:7-11; 9:36-41; 20:7-12.)

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El pleno significado de su “nombre”. Aunque la muerte de Jesús en un madero de
tormento desempeña un papel vital en la salvación humana, la aceptación de esta verdad
no es de ningún modo todo lo que conlleva el hecho de ‗poner fe en el nombre de Jesús‘.
(Hch 10:43.) Después de su resurrección, Jesús dijo a sus discípulos: ―Toda autoridad me ha
sido dada en el cielo y sobre la tierra‖, mostrando así que encabeza un gobierno de dominio
universal. (Mt 28:18.) El apóstol Pablo aclaró que el Padre de Jesús ―no dejó nada que
no esté sujeto a él‖, con la lógica excepción de ―aquel que le sujetó todas las cosas‖, es
decir, Jehová, el Dios Soberano. (1Co 15:27; Heb 1:1-14; 2:8.) El ―nombre‖ de Jesucristo es
más excelso que el de los ángeles de Dios, en el sentido de que abarca o representa la
enorme autoridad ejecutiva que Jehová ha delegado en él. (Heb 1:3, 4.) Solo podrán
conseguir la vida eterna los que reconozcan ese ―nombre‖ voluntariamente y se inclinen ante
él, sujetándose a la autoridad que representa. (Hch 4:12; Ef 1:19-23; Flp 2:9-11.) Deben
amoldarse sinceramente y sin hipocresía a las normas que Jesús ejemplificó, y obedecer con
fe los mandamientos que dio. (Mt 7:21-23; Ro 1:5; 1Jn 3:23.)
¿Qué es el “nombre” de Jesús que hace que todas las naciones odien a los
cristianos?
Algo que también ilustra este otro aspecto del ―nombre‖ de Jesús es la advertencia
profética de que sus seguidores serían ―objeto de odio de parte de todas las naciones por
causa de [su] nombre‖. (Mt 24:9; también Mt 10:22; Jn 15:20, 21; Hch 9:15, 16.) Es evidente
que este odio no se debería a que su nombre representaba a un Rescatador o Redentor,
sino, más bien, a que representaba al Gobernante nombrado de Dios, el Rey de reyes, ante
quien todas las naciones deben inclinarse en sumisión si no quieren ser destruidas. (Rev
19:11-16; compárese con Sl 2:7-12.)

*** it-2 pág. 93 Jesucristo ***


Cuando los seguidores de Jesús se refirieron a su ―nombre‖, usaron con frecuencia la
expresión el ―Señor Jesús‖ o ―nuestro Señor Jesucristo‖. (Hch 8:16; 15:26; 19:5, 13, 17; 1Co
1:2, 10; Ef 5:20; Col 3:17.) Lo reconocieron como su Señor, no solo porque era su
Recomprador y Dueño nombrado por Dios en virtud de su sacrificio de rescate (1Co 6:20;
7:22, 23; 1Pe 1:18, 19; Jud 4), sino también debido a su posición y autoridad reales. Por la
autoridad regia y sacerdotal que representaba su nombre, sus seguidores predicaron (Hch
5:29-32, 40-42), bautizaron a discípulos (Mt 28:18-20; Hch 2:38; compárese con 1Co 1:13-
15), expulsaron a personas inmorales (1Co 5:4, 5) y exhortaron e instruyeron a las
congregaciones cristianas que pastorearon. (1Co 1:10; 2Te 3:6.) De esto se desprende que
aquellos a quienes Jesús aprobara para la vida nunca podrían poner fe o demostrar lealtad a
ningún otro ―nombre‖ como si representara la autoridad de Dios para gobernar. Deberían
mostrar lealtad inquebrantable al ―nombre‖ del Rey comisionado por Dios, el Señor
Jesucristo. (Mt 12:18, 21; Rev 2:13; 3:8; véase ACERCARSE A DIOS.)

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„Dar testimonio acerca de la verdad.‟ A la pregunta de Pilato: ―Bueno, pues, ¿eres tú
rey?‖, Jesús contestó: ―Tú mismo dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto
he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la
verdad escucha mi voz‖. (Jn 18:37; véase CAUSA JUDICIAL [El juicio de Jesús].) Como
muestran las Escrituras, la verdad acerca de la que dio testimonio no era solo la verdad en
general, sino que se trataba de la verdad de máxima importancia en cuanto a lo que eran y lo
que son los propósitos de Dios. Esta verdad estaba basada en el hecho fundamental de la
voluntad soberana de Dios y su aptitud para cumplir dicha voluntad. Jesús reveló mediante
su ministerio que esa verdad, contenida en el ―secreto sagrado‖, era el reino de Dios con él
mismo, el ―Hijo de David‖, sentado como Rey Sacerdote en el trono. Este fue también, en
esencia, el mensaje que proclamaron los ángeles antes de su nacimiento y una vez que este
se produjo en Belén de Judea, la ciudad de David. (Lu 1:32, 33; 2:10-14; 3:31.)
Para que Jesús cumpliera en su ministerio con la comisión de dar testimonio acerca de la
verdad, era necesario que no se limitase a hablar, predicar y enseñar. Además de abandonar
su gloria celestial para nacer como humano, tuvo que cumplir todo lo que estaba profetizado
acerca de él, entre lo que se contaban las sombras o modelos contenidos en el pacto de la
Ley. (Col 2:16, 17; Heb 10:1.) A fin de sostener la verdad de la palabra y las promesas
proféticas de su Padre, Jesús tuvo que vivir de tal modo que esa verdad se hiciera realidad,
cumplirla de hecho y de palabra, tanto por su modelo de vida como por su muerte. Tenía que
ser la verdad, de hecho, la personificación de la verdad, como él mismo dijo que era. (Jn
14:6.)
Por esta razón, el apóstol Juan pudo escribir que Jesús ―estaba lleno de bondad
inmerecida y verdad‖, y que aunque ―la Ley fue dada por medio de Moisés, la bondad
inmerecida y la verdad vinieron a ser por medio de Jesucristo‖. (Jn 1:14, 17.) La verdad de
Dios ‗vino a ser‘, es decir, llegó a su realización, por medio de estos hechos históricos: el
nacimiento humano de Jesús, la presentación de sí mismo a Dios mediante bautismo en
agua, sus tres años y medio de servicio público a favor del reino de Dios, su muerte en
fidelidad y su resurrección al cielo. (Compárese con Jn 1:18; Col 2:17.) Por lo tanto, toda la
vida terrestre de Jesucristo consistió en ―dar testimonio acerca de la verdad‖, acerca de lo
que Dios había jurado. De modo que Jesús no fue la sombra de un Mesías o Cristo, sino el
verdadero Mesías que se había prometido. No fue la sombra de un rey sacerdote, sino, en
esencia y de hecho, el verdadero Rey Sacerdote que se había prefigurado. (Ro 15:8-12;
compárese con Sl 18:49; 117:1; Dt 32:43; Isa 11:10.)
Esta verdad sería la que ‗libraría a los hombres‘ que demostrasen que estaban ―de parte
de la verdad‖ al aceptar el papel de Jesús en el propósito de Dios. (Jn 8:32-36; 18:37.) Quien
no haga caso del propósito de Dios concerniente a su Hijo, edifique esperanzas sobre
cualquier otro fundamento y oriente su vida a partir de cualquier otra base, se engañará a sí
mismo, creerá una mentira y seguirá la dirección del padre de la mentira, el adversario de
Dios (Mt 7:24-27; Jn 8:42-47), lo que significará que ‗morirá en sus pecados‘. (Jn 8:23, 24.)
Por eso Jesucristo no se retuvo de declarar su lugar en el propósito de Dios.

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*** it-2 págs. 95-99 Jesucristo ***


Sin embargo, la cuestión que hizo surgir el adversario de Dios requería que ese Hijo,
como Mesías prometido y futuro Rey del reino de Dios, se sometiera a una prueba de
integridad en medio de nuevas circunstancias. Dicha prueba y los sufrimientos que esta
suponía también eran necesarios a fin de que llegara a ser ―perfeccionado‖ para ocupar su
posición de Sumo Sacerdote de Dios sobre la humanidad. (Heb 5:9, 10.) A fin de satisfacer
los requisitos para ser instalado como el Agente Principal de la salvación, al Hijo de Dios ―le
era preciso llegar a ser semejante a sus ‗hermanos‘ [los que llegaron a ser sus seguidores
ungidos] en todo respecto, para llegar a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel‖. Tenía
que aguantar dificultades y sufrimientos para que ‗pudiera ir en socorro de los que fueran
puestos a prueba‘, a fin de poder compadecerse así de las debilidades como alguien que
había ―sido probado en todo sentido igual que nosotros, pero sin pecado‖. Aunque era
perfecto y sin pecado, podía ―tratar con moderación a los ignorantes y errados‖. Solo por
medio de ese Sumo Sacerdote sería posible que los humanos imperfectos se acercaran con
‗franqueza de expresión al trono de la bondad inmerecida, para que obtuvieran misericordia y
hallaran bondad inmerecida para ayuda al tiempo apropiado‘. (Heb 2:10-18; 4:15–5:2;
compárese con Lu 9:22.)
Seguía teniendo libre albedrío. Jesús mismo dijo que todas las profecías sobre el
Mesías iban a realizarse, ―tenían que cumplirse‖. (Lu 24:44-47; Mt 16:21; compárese con Mt
5:17.) No obstante, esto no eximió al Hijo de Dios del peso de la responsabilidad, ni coartó su
libertad para escoger entre ser fiel o infiel. La cuestión no era unilateral, no dependía solo del
Dios Todopoderoso, Jehová. Su Hijo tenía que hacer su parte para que las profecías se
realizaran. Dios aseguró la certeza de las profecías por medio de su sabia selección del que
tenía que llevar a cabo la asignación, el ―Hijo de su amor‖. (Col 1:13.) Es evidente que su Hijo
retuvo su libre albedrío y lo ejerció como humano en la Tierra. Jesús habló por propia
voluntad, demostró que se sometía de manera voluntaria a los deseos de su Padre (Mt
16:21-23; Jn 4:34; 5:30; 6:38) y trabajó conscientemente por el cumplimiento de esa
asignación como estaba expuesta en la Palabra de su Padre. (Mt 3:15; 5:17, 18; 13:10-17,
34, 35; 26:52-54; Mr 1:14, 15; Lu 4:21.) Por supuesto, Jesús no tenía el control del
cumplimiento de otros rasgos proféticos, pues algunos sucedieron después de su muerte. (Mt
12:40; 26:55, 56; Jn 18:31, 32; 19:23, 24, 36, 37.) El registro de lo que ocurrió la noche antes
de su muerte revela de manera impresionante el intenso esfuerzo personal que tuvo que
hacer para someter su voluntad a la de Aquel que le superaba en sabiduría, su propio Padre.
(Mt 26:36-44; Lu 22:42-44.) El registro también indica que aunque era perfecto, reconocía
que en su condición de hombre dependía de su Padre, Jehová Dios, para conseguir fuerzas
en momentos de necesidad. (Jn 12:23, 27, 28; Heb 5:7.)
Por consiguiente, Jesús tenía mucho en lo que meditar y mucho con lo que fortalecerse
durante los cuarenta días que ayunó (como Moisés) en el desierto después de su bautismo y

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ungimiento. (Éx 34:28; Lu 4:1, 2.) Allí tuvo un encuentro directo con el Adversario de su
Padre, adversario al que se asemeja a una serpiente. Satanás el Diablo utilizó tácticas
similares a las que había usado en Edén, para intentar inducir a Jesús al egoísmo, a
exaltarse a sí mismo y a negar la posición soberana de su Padre. A diferencia de Adán,
Jesús, el ―último Adán‖ mantuvo su integridad, y al citar repetidas veces la voluntad
declarada de su Padre, hizo que Satanás se retirase ―hasta otro tiempo conveniente‖. (Lu
4:1-13; 1Co 15:45.)
Sus obras y cualidades personales. Como ―la bondad inmerecida y la verdad‖ llegarían
a ser por medio de Jesucristo, tenía que mezclarse con la gente para que lo oyeran, y vieran
sus obras y cualidades. De este modo podrían reconocerlo como el Mesías y poner fe en su
sacrificio cuando muriera por ellos como el ―Cordero de Dios‖. (Jn 1:17, 29.) Jesús visitó las
muchas regiones de Palestina, y recorrió a pie centenares de kilómetros. Habló a la gente en
las orillas de lagos y en las laderas de colinas, así como en ciudades y pueblos, en
sinagogas y en el templo, en plazas de mercado, calles y casas (Mt 5:1, 2; 26:55; Mr 6:53-56;
Lu 4:16; 5:1-3; 13:22, 26; 19:5, 6), y se dirigió a grandes muchedumbres y a personas en
particular, hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, ricos y pobres. (Mr 3:7, 8; 4:1; Jn 3:1-3;
Mt 14:21; 19:21, 22; 11:4, 5.)
La tabla que acompaña este artículo presenta una posible combinación cronológica de los
cuatro relatos de la vida terrestre de Jesús. También ayuda a entender las diversas
―campañas‖ o giras que llevó a cabo durante su ministerio de tres años y medio.
Jesús fue para sus discípulos un ejemplo de hombre trabajador. Se levantaba temprano y
trabajaba hasta bien entrada la noche. (Lu 21:37, 38; Mr 11:20; 1:32-34; Jn 3:2; 5:17.) Más
de una vez pasó la noche orando, como la noche anterior a que pronunciara su Sermón del
Monte. (Mt 14:23-25; Lu 6:12–7:10.) En una ocasión, después de haber ayudado a otros
hasta entrada la noche, se levantó mientras todavía estaba oscuro y se fue a un lugar
solitario para orar. (Mr 1:32, 35.) Aunque las muchedumbres a menudo interrumpían su
intimidad, ‗los recibía con amabilidad y les hablaba del reino de Dios‘. (Lu 9:10, 11; Mr 6:31-
34; 7:24-30.) Experimentó cansancio, sed y hambre, y a veces hasta se privaba de comer
debido al trabajo que tenía que hacer. (Mt 21:18; Jn 4:6, 7, 31-34; compárese con Mt 4:2-4;
8:24, 25.)
Punto de vista equilibrado de las cosas materiales. Sin embargo, no era un asceta
que practicaba la austeridad a un grado extremo, sino que más bien obraba en consonancia
con cada situación. (Lu 7:33, 34.) Aceptó muchas invitaciones a comidas, e incluso a
banquetes, y visitó las casas de personas de cierto nivel económico. (Lu 5:29; 7:36; 14:1;
19:1-6.) Contribuyó al disfrute de una boda al convertir agua en buen vino. (Jn 2:1-10.)
También apreció las cosas buenas que se hacían por él. Cuando Judas se indignó porque
María, la hermana de Lázaro, usó una libra de aceite perfumado (cuyo valor era de más de
220 dólares [E.U.A.], aproximadamente el salario de un año de un trabajador) para ungir los
pies de Jesús, y fingió preocupación por los pobres que podían haberse beneficiado de la

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venta de ese aceite, Jesús dijo: ―Déjala, para que guarde esta observancia en vista del día de
mi entierro. Porque a los pobres siempre los tienen con ustedes, pero a mí no me tendrán
siempre‖. (Jn 12:2-8; Mr 14:6-9.) La prenda interior de vestir que llevaba cuando lo
detuvieron, ―tejida desde arriba toda ella‖, debió ser una prenda de calidad. (Jn 19:23, 24.)
No obstante, siempre puso en primer lugar lo espiritual; nunca se preocupó en demasía por
lo material, como aconsejó a otros que hicieran. (Mt 6:24-34; 8:20; Lu 10:38-42; compárese
con Flp 4:10-12.)
Libertador valeroso. Durante todo el ministerio de Jesús, se destacan su gran valor, su
hombría y su fuerza. (Mt 3:11; Lu 4:28-30; 9:51; Jn 2:13-17; 10:31-39; 18:3-11.) Al igual que
Josué, el rey David y otros, Jesús luchó a favor de la causa de Dios y a favor de los
amadores de la justicia. En su calidad de ―descendencia‖ prometida, tuvo que encararse a la
enemistad de la ‗descendencia de la serpiente‘ y luchar contra los miembros de ella. (Gé
3:15; 22:17.) Libró una batalla contra los demonios y contra su influencia en la mente y el
corazón de los hombres. (Mr 5:1-13; Lu 4:32-36; 11:19-26; compárese con 2Co 4:3, 4; Ef
6:10-12.) Los líderes religiosos hipócritas demostraron que en realidad estaban en oposición
a la soberanía y la voluntad de Dios (Mt 23:13, 27, 28; Lu 11:53, 54; Jn 19:12-16), pero Jesús
los derrotó por completo en una serie de enfrentamientos verbales. Blandió la ―espada del
espíritu‖, la Palabra de Dios, con fuerza, control perfecto y estrategia, y respondió de tal
modo a los argumentos sutiles y las preguntas capciosas de sus opositores, que los
‗arrinconaba‘ o colocaba ‗entre la espada y la pared‘. (Mt 21:23-27; 22:15-46.) Jesús puso al
descubierto sin temor lo que eran: maestros de tradiciones humanas y formalismos, guías
ciegos, una generación de víboras e hijos del Adversario de Dios, que es el príncipe de los
demonios y un mentiroso asesino. (Mt 15:12-14; 21:33-41, 45, 46; 23:33-35; Mr 7:1-13; Jn
8:40-45.)
No obstante, nunca fue temerario; no buscó la dificultad y evitó siempre el peligro
innecesario. (Mt 12:14, 15; Mr 3:6, 7; Jn 7:1, 10; 11:53, 54; compárese con Mt 10:16, 17, 28-
31.) Su valor se basaba en la fe. (Mr 4:37-40.) Cuando se le vilipendió y maltrató, no perdió el
dominio, sino que conservó la calma, ―encomendándose al que juzga con justicia‖. (1Pe
2:23.)
Jesús, aquel que sería mayor que Moisés, cumplió con el papel profético de Libertador al
luchar con valor a favor de la verdad y revelar el propósito de Dios a la gente. Proclamó
libertad a los cautivos. (Isa 42:1, 6, 7; Jer 30:8-10; Isa 61:1.) Aunque muchos se retrajeron
por razones egoístas y por temor a la clase gobernante (Jn 7:11-13; 9:22; 12:42, 43), otros
cobraron valor para liberarse de sus cadenas de ignorancia y sumisión abyecta a los líderes
falsos y a las falsas esperanzas. (Jn 9:24-39; compárese con Gál 5:1.) El ministerio de Jesús,
el Rey mesiánico de Dios, tuvo un efecto devastador en la religión falsa de su día (Jn
11:47, 48), similar al que tuvieron las campañas emprendidas por los reyes fieles de Judea
para eliminar del reino la adoración falsa. (2Cr 15:8; 17:1, 4-6; 2Re 18:1, 3-6.)

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Véase más información sobre el ministerio terrestre de Jesucristo en MAPAS, vol. 2,
págs. 540, 541.
Sensibilidad y afecto profundos. Jesús era también un hombre de gran sensibilidad,
algo que se requiere para servir de Sumo Sacerdote de Dios. Su perfección no lo hizo
hipercrítico ni arrogante o autoritario, como eran los fariseos ante las personas imperfectas y
pecaminosas entre las que vivió y trabajó. (Mt 9:10-13; 21:31, 32; Lu 7:36-48; 15:1-32; 18:9-
14.) Incluso los niños se sentían a gusto con él. Cuando usó a un niño como ejemplo, no se
limitó a ponerlo de pie delante de sus discípulos, sino que además ―lo rodeó con los brazos‖.
(Mr 9:36; 10:13-16.) Fue un verdadero amigo y un afectuoso compañero de sus seguidores, y
―los amó hasta el fin‖. (Jn 13:1; 15:11-15.) No usó su autoridad para ser exigente ni para
aumentar las cargas de la gente; al contrario, dijo: ―Vengan a mí, todos los que se
afanan [...], yo los refrescaré‖. Sus discípulos pudieron comprobar que era ―de genio apacible
y humilde de corazón‖, y que su yugo era suave y ligero. (Mt 11:28-30.)
Los deberes sacerdotales incluían el cuidado de la salud física y espiritual de la gente.
(Le 13–15.) La piedad y la compasión movieron a Jesús a ayudar a la gente que sufría de
enfermedades, ceguera y otras aflicciones. (Mt 9:36; 14:14; 20:34; Lu 7:11-15; compárese
con Isa 61:1.) La muerte de su amigo Lázaro y el dolor de las hermanas del difunto hicieron
que ‗gimiera y cediera a las lágrimas‘. (Jn 11:32-36.) De ese modo, Jesús el Mesías, ‗llevó
las enfermedades y cargó los dolores‘ de otros, de manera anticipada, para lo cual tuvo que
salir poder de él. (Isa 53:4; Lu 8:43-48.) No hizo esto solo en cumplimiento de profecías, sino
porque ‘quiso’. (Mt 8:2-4, 16, 17.) Más importante aún, les otorgó salud espiritual y perdón de
los pecados. Como era el Cristo, tenía autoridad para ello, pues estaba predeterminado a
proveer el sacrificio de rescate, y de hecho ya estaba experimentando el bautismo en la
muerte que culminaría en el madero de tormento. (Isa 53:4-8, 11, 12; compárese con Mt 9:2-
8; 20:28; Mr 10:38, 39; Lu 12:50.)
“Maravilloso Consejero.” El sacerdote era responsable de educar a la gente en la ley y
la voluntad de Dios. (Mal 2:7.) Como Mesías regio, la predicha ―ramita del tocón de Jesé [el
padre de David]‖, Jesús también tenía que manifestar el ‗espíritu de Jehová en sabiduría,
consejo, poderío, conocimiento junto con el temor de Jehová‘. Por lo tanto, las personas
temerosas de Dios encontrarían ―disfrute por él‖. (Isa 11:1-3.) La sabiduría sin paralelo que
se halla en las enseñanzas de Jesús, que era ―más que Salomón‖ (Mt 12:42), es una de las
pruebas más sólidas de que era en realidad el Hijo de Dios, y de que los relatos del
evangelio no podían ser el mero producto de la mente o imaginación de hombres
imperfectos.
Jesús probó que era el ―Maravilloso Consejero‖ prometido (Isa 9:6) por su conocimiento
de la Palabra y la voluntad de Dios, su entendimiento de la naturaleza humana, su aptitud
para llegar al fondo de las cuestiones y por mostrar la solución a los problemas de la vida
cotidiana. El famoso Sermón del Monte es un excelente ejemplo. (Mt 5–7.) En este sermón
mostró cómo alcanzar la verdadera felicidad, cómo zanjar disputas, cómo evitar la

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inmoralidad, cómo tratar a los que muestran enemistad, cómo practicar verdadera justicia sin
hipocresía, la actitud correcta hacia las cosas materiales de la vida, la confianza en la
generosidad de Dios, la regla áurea para tener una buena relación con otros, los medios para
detectar fraudes religiosos y cómo conseguir un futuro seguro. Las muchedumbres se
―quedaron atónitas por su modo de enseñar; porque les enseñaba como persona que tiene
autoridad, y no como sus escribas‖. (Mt 7:28, 29.) Después de su resurrección, siguió siendo
la figura clave en la comunicación de Jehová con la humanidad. (Rev 1:1.)
Maestro de maestros. Su manera de enseñar era notablemente eficaz. (Jn 7:45, 46.)
Presentaba asuntos de gran peso y profundidad con sencillez, brevedad y claridad. Ilustraba
lo que quería enseñar con aquello que era familiar a sus oyentes (Mt 13:34, 35), fueran
pescadores (Mt 13:47, 48), pastores (Jn 10:1-17), labradores (Mt 13:3-9), constructores (Mt
7:24-27; Lu 14:28-30), comerciantes (Mt 13:45, 46), esclavos o amos (Lu 16:1-9), amas de
casa (Mt 13:33; Lu 15:8) o cualquier otro tipo de persona. (Mt 6:26-30.) Usó cosas simples —
pan, agua, sal, odres o prendas viejas— como símbolos de otras de gran importancia, como
se había hecho en las Escrituras Hebreas. (Jn 6:31-35, 51; 4:13, 14; Mt 5:13; Lu 5:36-39.) Su
lógica, con frecuencia expresada por medio de analogías, disipaba las objeciones y enfocaba
los asuntos en su justa perspectiva. (Mt 16:1-3; Lu 11:11-22; 14:1-6.) A fin de dirigir su
mensaje principalmente al corazón de los hombres, se valía de preguntas que les hiciesen
pensar, llegar a sus propias conclusiones, examinar sus motivos y tomar decisiones. (Mt
16:5-16; 17:24-27; 26:52-54; Mr 3:1-5; Lu 10:25-37; Jn 18:11.) Jesús no se esforzó por
ganarse a las masas, sino por despertar el corazón de los que anhelaban con sinceridad la
verdad y la justicia. (Mt 5:3, 6; 13:10-15.)
Aunque tomaba en consideración la comprensión limitada de su auditorio y hasta de sus
discípulos (Mr 4:33), y dosificaba su enseñanza (Jn 16:4, 12), nunca ‗diluyó‘ el mensaje de
Dios para ganar popularidad o buscar favor. Su habla era franca, e incluso tajante en algunas
ocasiones. (Mt 5:37; Lu 11:37-52; Jn 7:19; 8:46, 47.) El tema de su mensaje era:
“Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado‖. (Mt 4:17.) Como habían hecho
los profetas de Jehová en tiempos anteriores, anunció con claridad a la gente ―su
sublevación, y a la casa de Jacob sus pecados‖ (Isa 58:1; Mt 21:28-32; Jn 8:24), y les señaló
la ‗puerta angosta y el camino estrecho‘ que les conduciría de vuelta al favor de Dios y a la
vida. (Mt 7:13, 14.)
“Caudillo y comandante.” Jesucristo demostró estar capacitado para ser ―caudillo y
comandante‖, así como un ―testigo a los grupos nacionales‖. (Isa 55:3, 4; Mt 23:10; Jn
14:10, 14; compárese con 1Ti 6:13, 14.) Al tiempo debido, varios meses después de empezar
su ministerio, se dirigió a algunos que ya conocía y les extendió la invitación: ―Sé mi
seguidor‖. Hubo hombres que abandonaron la pesca y la recaudación de impuestos para
responder sin demora. (Mt 4:18-22; Lu 5:27, 28; compárese con Sl 110:3), y mujeres que
contribuyeron tiempo, esfuerzo y posesiones materiales a fin de satisfacer las necesidades
de Jesús y sus seguidores. (Mr 15:40, 41; Lu 8:1-3.)

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Este pequeño grupo formó el núcleo de lo que llegaría a ser una nueva ―nación‖, el Israel
espiritual. (1Pe 2:7-10.) Jesús pasó una noche entera orando a su Padre para conseguir la
guía necesaria antes de seleccionar a los doce apóstoles, quienes llegarían a ser los pilares
de la nueva nación si se mantenían fieles, como los doce hijos de Jacob en el Israel carnal.
(Lu 6:12-16; Ef 2:20; Rev 21:14.) Igual que Moisés tuvo 70 hombres junto a él como
representantes de la nación, Jesús más tarde asignó a otros setenta discípulos al ministerio.
(Nú 11:16, 17; Lu 10:1.) A partir de entonces, concentró su enseñanza e instrucción en estos
discípulos. De hecho, pronunció el Sermón del Monte principalmente para ellos, según
demuestra su contenido. (Mt 5:1, 2, 13-16; 13:10, 11; Mr 4:34; 7:17.)
Jesús asumió todas las responsabilidades de su jefatura; tomó la delantera en todo
respecto (Mt 23:10; Mr 10:32); asignó a sus discípulos responsabilidades y tareas, además
de su obra de predicación (Lu 9:52; 19:29-35; Jn 4:1-8; 12:4-6; 13:29; Mr 3:9; 14:12-16), y
también los animó y los censuró (Jn 16:27; Lu 10:17-24; Mt 16:22, 23). Además, dio órdenes
con autoridad, y su principal mandamiento era que debían ‗amarse unos a otros tal como él
los había amado‘. (Jn 15:10-14.) Podía controlar a muchedumbres de miles de personas. (Mr
6:39-46.) La enseñanza útil y constante que dio a sus discípulos, que en su mayoría tenían
una educación limitada y una posición humilde, fue de una extremada eficacia. (Mt 10:1–
11:1; Mr 6:7-13; Lu 8:1.) Más tarde, incluso a hombres de una elevada educación y posición
social les admiró el habla convincente y enérgica de los apóstoles. Estos ―pescadores de
hombres‖ consiguieron resultados asombrosos; miles de personas respondieron a su
predicación. (Mt 4:19; Hch 2:37, 41; 4:4, 13; 6:7.) El entendimiento de los principios bíblicos
que Jesús había implantado en su corazón los hizo aptos para ser buenos pastores del
rebaño en años posteriores. (1Pe 5:1-4.) De esta manera, en el corto espacio de tres años y
medio, colocó un fundamento sólido para una congregación internacional unida, compuesta
por miles de miembros procedentes de muchas razas.
Proveedor capaz y juez justo. Una muestra de que su gobernación resultaría en una
prosperidad superior a la de Salomón se ve en la capacidad que demostró para dirigir la
pesca de sus discípulos, con unos resultados que los dejaron atónitos. (Lu 5:4-9; compárese
con Jn 21:4-11.) El que este hombre nacido en Belén (que significa ―Casa de Pan‖)
alimentara a miles de personas y convirtiera el agua en buen vino, fue un anticipo en
pequeña escala del futuro banquete que el Reino mesiánico de Dios proveería ―para todos
los pueblos‖. (Isa 25:6; compárese con Lu 14:15.) Su gobernación no solo pondrá fin a la
pobreza y al hambre, sino que también se ―tragará a la muerte‖. (Isa 25:7, 8.)
Por otra parte, en conformidad con las profecías mesiánicas, había muchas razones para
confiar en lo justo y recto del juicio que su gobierno traería. (Isa 11:3-5; 32:1, 2; 42:1.)
Demostró el máximo respeto a la ley, en particular a la de su Dios y Padre, pero también a la
de las ―autoridades superiores‖, a las que se ha permitido ejercer su gobernación en la
Tierra. (Ro 13:1; Mt 5:17-19; 22:17-21; Jn 18:36.) Se opuso a que le introdujesen en la
escena política en un intento de ―hacerlo rey‖ por proclamación popular. (Jn 6:15; compárese
con Lu 19:11, 12; Hch 1:6-9.) No se excedió de los límites de su autoridad. (Lu 12:13, 14.)

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Nadie podía ‗probar que fuese culpable de pecado‘, no solo porque había nacido perfecto,
sino porque siempre observó la Palabra de Dios (Jn 8:46, 55), y además llevaba la justicia y
la fidelidad ceñidas como un cinto. (Isa 11:5.) Su amor a la justicia iba aunado al odio a la
iniquidad, la hipocresía y el fraude, así como a la indignación que sentía hacia los que eran
avarientos e insensibles para con los sufrimientos de otros. (Mt 7:21-27; 23:1-8, 25-28; Mr
3:1-5; 12:38-40; compárese con los vss. 41-44.) Los mansos y humildes podían cobrar ánimo
ante la expectativa de que su gobernación eliminase la injusticia y la opresión. (Isa 11:4; Mt
5:5.)
Demostró un gran discernimiento de los principios, del verdadero significado y propósito
de las leyes de Dios, e hizo hincapié en los ―asuntos de más peso‖ de estas leyes: ―la justicia
y la misericordia y la fidelidad‖. (Mt 12:1-8; 23:23, 24.) Fue imparcial; no demostró
favoritismo, aunque sintió un afecto especial por uno de sus discípulos. (Mt 18:1-4; Mr 10:35-
44; Jn 13:23; compárese con 1Pe 1:17.) Aunque una de sus últimas acciones mientras
agonizaba en el madero de tormento fue mostrar interés por su madre humana, nunca
antepuso los lazos familiares humanos a sus relaciones espirituales. (Mt 12:46-50; Lu
11:27, 28; Jn 19:26, 27.) Como se había predicho, nunca trató los problemas de modo
superficial, solo por la ―mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni [censuró] simplemente
según lo que [oyeron] sus oídos‖. (Isa 11:3; compárese con Jn 7:24.) Podía ver lo que había
en el corazón de los hombres y discernir sus pensamientos, razonamientos y motivos. (Mt
9:4; Mr 2:6-8; Jn 2:23-25.) Mantuvo su oído atento a la Palabra de Dios y buscó, no su propia
voluntad, sino la de su Padre. Esto era una garantía de que cuando desempeñase el papel
de Juez nombrado por Dios, sus decisiones siempre serían justas y rectas. (Isa 11:4; Jn
5:30.)
Profeta sobresaliente. Jesús cumplió con los requisitos de un profeta como Moisés, pero
fue mayor que él. (Dt 18:15, 18, 19; Mt 21:11; Lu 24:19; Hch 3:19-23; compárese con Jn
7:40.) Predijo sus propios sufrimientos y cómo moriría, la dispersión de sus discípulos, el
asedio de Jerusalén y la destrucción completa de la ciudad y su templo. (Mt 20:17-19; 24:1–
25:46; 26:31-34; Lu 19:41-44; 21:20-24; Jn 13:18-27, 38.) En conexión con estos últimos
acontecimientos, pronunció las profecías que se cumplirían en el tiempo de su presencia,
cuando su Reino empezara a gobernar. Al igual que los profetas anteriores, ejecutó señales
y milagros como prueba de que Dios lo había enviado. Sus credenciales superaron a las de
Moisés, pues Jesús calmó la tormenta en el mar de Galilea y anduvo sobre sus aguas (Mt
8:23-27; 14:23-34); sanó a ciegos, mudos y cojos; también curó enfermedades tan graves
como la lepra, e incluso levantó a personas que habían muerto. (Lu 7:18-23; 8:41-56; Jn
11:1-46.)
Magnífico ejemplo de amor. De todos esos aspectos de la personalidad de Jesús, la
cualidad predominante es el amor: amor a su Padre por encima de todo y también amor a su
prójimo. (Mt 22:37-39.) De modo que el amor debería ser la marca distintiva que identificara a
sus discípulos. (Jn 13:34, 35; compárese con 1Jn 3:14.) Su amor no era sentimentalismo.
Aunque expresó sentimientos profundos, siempre se guió por principios (Heb 1:9), y el hacer

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la voluntad de su Padre fue en todo momento su principal interés. (Compárese con Mt 16:21-
23.) Demostró su amor a Dios guardando sus mandamientos (Jn 14:30, 31; compárese con
1Jn 5:3) y buscando la glorificación de su Padre en toda ocasión. (Jn 17:1-4.) Durante la
última noche que pasó con sus discípulos, habló más de treinta veces del amor y de amar, y
tres veces repitió el mandamiento de que ‗se amaran unos a otros‘. (Jn 13:34; 15:12, 17.)
También les dijo: ―Nadie tiene mayor amor que este: que alguien entregue su alma a favor de
sus amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que les mando‖. (Jn 15:13, 14; compárese
con Jn 10:11-15.)
En prueba de su amor a Dios y a la humanidad imperfecta, permitió que se le ‗llevara
justamente como una oveja al degüello‘; le juzgaron, le abofetearon, le dieron puñetazos, le
escupieron, le azotaron con un látigo y finalmente le clavaron en un madero entre
delincuentes. (Isa 53:7; Mt 26:67, 68; 27:26-38; Mr 14:65; 15:15-20; Jn 19:1.) Por medio de
su muerte en sacrificio, ejemplarizó y expresó el amor de Dios a la humanidad (Ro 5:8-10; Ef
2:4, 5), e hizo posible que los hombres tuvieran la absoluta convicción de que profesaba
amor inquebrantable a sus discípulos fieles. (Ro 8:35-39; 1Jn 3:16-18.)
Como la imagen que se puede obtener del Hijo de Dios a través del registro escrito —
aunque este sea breve (Jn 21:25)— es magnífica, mucho más debe haberlo sido la realidad.
Su ejemplo conmovedor de humildad y bondad, unido a su firmeza por la rectitud y la justicia,
garantiza que el gobierno de su Reino será lo que los hombres fieles han estado anhelando a
través de los siglos; de hecho, sobrepasará las más altas expectativas. (Ro 8:18-22.) Fue un
ejemplo en todos los sentidos, demostrando con su conducta la aplicación de la norma que
había dado a sus discípulos. (Mt 20:25-28; 1Co 11:1; 1Pe 2:21.) Aunque era su Señor, les
lavó los pies. Así puso el modelo de solicitud, consideración y humildad que caracterizaría a
su congregación de seguidores ungidos no solo en la Tierra, sino también en el cielo. (Jn
13:3-15.) Aunque estén en sus tronos celestiales, compartiendo con Jesús ‗toda la autoridad
en el cielo y en la tierra‘ durante el reinado de mil años, deberán cuidar de las necesidades
de sus súbditos terrestres con humildad y atenderlas de modo amoroso. (Mt 28:18; Ro 8:17;
1Pe 2:9; Rev 1:5, 6; 20:6; 21:2-4.)
Declarado justo y merecedor. Por su entero derrotero de vida en integridad a Dios,
incluido su sacrificio, Jesucristo cumplió con el ―solo acto de justificación‖ que demostró que
estaba preparado para ser el Rey Sacerdote ungido de Dios en el cielo. (Ro 5:17, 18.) Fue
―declarado justo en espíritu‖ mediante su resurrección de entre los muertos a vida como un
Hijo celestial de Dios. (1Ti 3:16.) Las criaturas celestiales lo proclamaron ―digno de recibir el
poder y riquezas y sabiduría y fuerza y honra y gloria y bendición‖, al ser como un león a
favor de la justicia y juicio, y al mismo tiempo, como un cordero, al sacrificarse a sí mismo
para la salvación de otros. (Rev 5:5-13.) Había cumplido con su propósito principal de
santificar el nombre de su Padre. (Mt 6:9; 22:36-38.) No solo logró esto empleando ese
nombre, sino también dando a conocer a la Persona que dicho nombre representa,
desplegando las magníficas cualidades de su Padre —amor, sabiduría, justicia y poder— y
ayudando a las personas a conocer o experimentar lo que ese nombre representa. (Mt 11:27;

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Jn 1:14, 18; 17:6-12.) Y lo hizo, sobre todo, apoyando la soberanía universal de Jehová, y así
demostró que su gobierno del Reino estaría basado sólidamente en esa Fuente Suprema de
autoridad. Por lo tanto, pudo decirse de él: ―Dios es tu trono para siempre‖. (Heb 1:8.)
El Señor Jesucristo es, por consiguiente, el ―Agente Principal y Perfeccionador de nuestra
fe‖. Debido a que en él se cumplieron las profecías y a que reveló los propósitos futuros de
Dios, así como debido a lo que dijo e hizo y a lo que fue, conforma el fundamento sólido
sobre el que debe descansar la fe verdadera. (Heb 12:2; 11:1.)

*** it-2 págs. 816-820 Reino de Dios ***


En tiempo de Babilonia y Medo-Persia. El inexorable decreto de Dios contra la
poderosa Babilonia se llevó a cabo súbita e inesperadamente; sus días estaban contados y
habían llegado a su fin. (Da 5:17-30.) Durante el posterior gobierno medopersa, Jehová
reveló más detalles sobre el reino mesiánico, relativos a cuándo aparecería el Mesías, que
sería ―cortado‖ y también que habría una segunda destrucción de la ciudad de Jerusalén y su
lugar santo. (Da 9:1, 24-27; véase SETENTA SEMANAS.) Como había hecho anteriormente
durante la gobernación de Babilonia, Jehová Dios volvió a demostrar su poder sobre los
elementos naturales y sobre las bestias salvajes a favor de los que reconocen su soberanía,
a pesar de la cólera oficial y de las amenazas de muerte. (Da 3:13-29; 6:12-27.) Hizo que las
puertas de Babilonia se abrieran de par en par cuando estaba previsto, lo que permitió que
su pueblo tuviese la libertad de regresar a su propia tierra y reedificar la casa de Jehová.
(2Cr 36:20-23.) Debido a su acto de libertar a su pueblo, a Sión se le podría hacer el anuncio:
―¡Tu Dios ha llegado a ser rey!‖. (Isa 52:7-11.) Después, se frustraron diversas
conspiraciones contra su pueblo, así como acusaciones falsas de oficiales subordinados y
decretos gubernamentales adversos, debido a que Jehová inducía a los diversos reyes
persas a cooperar con el cumplimiento de Su voluntad soberana. (Esd 4–7; Ne 2, 4, 6; Est 3–
9.)
Por lo tanto, durante miles de años el propósito inmutable e irresistible de Jehová Dios
siguió hacia adelante. Sin importar qué giros tomaron los acontecimientos en la Tierra,
siempre demostró estar al mando de la situación, sin verse afectado por la oposición humana
o demoniaca. No permitió que nada interfiriera en el desarrollo progresivo y perfecto de su
propósito o de su voluntad. La historia de la nación de Israel suministró tipos proféticos de
cómo trataría Dios con los hombres, y además ilustró que si no hay un reconocimiento y una
sumisión de todo corazón a la jefatura divina, no puede haber armonía, paz y felicidad
duraderas. Los israelitas disfrutaban de los beneficios de tener en común la ascendencia, la
lengua y el país. También se encaraban a enemigos comunes. Pero solo tenían unidad,
fuerza, justicia y disfrute genuino de la vida cuando adoraban y servían a Jehová Dios con
lealtad y fe. Cuando sus lazos con Jehová Dios se debilitaban, la nación degeneraba
rápidamente.

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El reino de Dios „se acerca‟. Puesto que el Mesías tenía que ser un descendiente de
Abrahán, Isaac y Jacob, un miembro de la tribu de Judá y un ―hijo de David‖, había de nacer
como hombre; según se declaró en la profecía de Daniel, debía ser un ―hijo del hombre‖.
Cuando ―llegó el límite cabal del tiempo‖, Jehová Dios envió a su Hijo, quien nació de una
mujer y cumplió todos los requisitos legales para heredar el ―trono de David su padre‖. (Gál
4:4; Lu 1:26-33; véase GENEALOGÍA DE JESUCRISTO.) Seis meses antes de su
nacimiento, nació Juan, al que llamarían el Bautista y que sería precursor de Jesús. (Lu 1:13-
17, 36.) Las expresiones de los padres de Juan y de Jesús indicaron que vivían con la
ansiosa expectativa de contemplar la gobernación divina. (Lu 1:41-55, 68-79.) Cuando Jesús
nació, las palabras que pronunció la delegación angélica enviada para anunciar el significado
de aquel acontecimiento también se refirieron a actos gloriosos de Dios. (Lu 2:9-14.)
Igualmente, Simeón y Ana expresaron en el templo su esperanza de salvación y liberación.
(Lu 2:25-38.) Tanto el registro bíblico como el seglar muestran que los judíos estaban a la
expectativa de la venida del Mesías. Sin embargo, el interés principal de muchos de ellos era
conseguir libertad del pesado yugo de la dominación romana. (Véase MESÍAS.)
Juan tenía la comisión de ‗volver los corazones‘ de las personas a Jehová, a sus pactos,
al ―privilegio de rendirle servicio sagrado sin temor, con lealtad y justicia‖, y de este modo
―alistar para Jehová un pueblo preparado‖. (Lu 1:16, 17, 72-75.) Dijo sin ambages a las
personas que se encaraban a un tiempo de juicio de Dios y que ‗el reino de los cielos se
había acercado‘, por lo que era urgente que se arrepintieran y abandonaran su proceder de
desobediencia a la voluntad y la ley de Dios. Esto volvía a poner de relieve la norma de
Jehová de tener únicamente súbditos bien dispuestos, personas que reconocieran y
apreciaran la justicia de sus caminos y sus leyes. (Mt 3:1, 2, 7-12.)
La venida del Mesías tuvo lugar cuando Jesús se presentó a Juan para bautizarse y fue
ungido por el espíritu santo de Dios. (Mt 3:13-17.) Así pasó a ser el Rey nombrado,
reconocido por el tribunal de Jehová como el que tenía el derecho legal al trono davídico, un
derecho que nadie había tenido en los anteriores seis siglos. (Véase JESUCRISTO [Su
bautismo].) Pero Jehová introdujo además a su Hijo aprobado en un pacto para un reino
celestial, en el que Jesús sería Rey y Sacerdote a la manera del Melquisedec de la antigua
Salem. (Sl 110:1-4; Lu 22:29; Heb 5:4-6; 7:1-3; 8:1; véase PACTO.) Como la prometida
‗descendencia de Abrahán‘, este Rey-Sacerdote celestial sería el Agente Principal de Dios
para bendecir a personas de todas las naciones. (Gé 22:15-18; Gál 3:14; Hch 3:15.)
Al principio de la vida terrestre de su Hijo, Jehová manifestó su poder real en su favor.
Dios desvió a los astrólogos orientales que iban a informar al tirano rey Herodes sobre el
paradero de Jesús, e hizo que los padres del niño se lo llevaran a Egipto antes de que los
agentes de Herodes llevaran a cabo la matanza de niños en Belén. (Mt 2:1-16.) Como la
profecía original de Edén había predicho enemistad entre la ―descendencia‖ prometida y la
‗descendencia de la serpiente‘, este atentado contra la vida de Jesús solo podía significar
que el Adversario de Dios, Satanás el Diablo, estaba tratando, aunque sin éxito, de frustrar el
propósito de Jehová. (Gé 3:15.)

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Después que Jesús, ya bautizado, pasó unos cuarenta días en el desierto de Judá, el
principal oponente de la soberanía de Jehová se enfrentó a él. Ese adversario celestial le
presentó argumentos sutiles con el propósito de inducirlo a cometer actos que violaran la
voluntad y la palabra expresada de Jehová. Satanás incluso le ofreció al ungido Jesús el
dominio sobre todos los reinos de la Tierra sin necesidad de luchar ni de sufrir, a cambio de
que le rindiese un acto de adoración. Una vez que Jesús se negó y reconoció que Jehová
era el único Soberano verdadero, de quien procede con todo derecho la autoridad y a quien
debe dirigirse la adoración, el adversario de Dios adoptó otras tácticas, otra ―estrategia de
guerra‖ contra el Representante de Jehová, valiéndose en diversas ocasiones de agentes
humanos, como ya había hecho mucho tiempo antes en el caso de Job. (Job 1:8-18; Mt 4:1-
11; Lu 4:1-13; compárense con Rev 13:1, 2.)
¿En qué sentido estaba el Reino „en medio‟ de aquellos a quienes Jesús predicó?
Con confianza en que Jehová tenía el poder de protegerle y de concederle éxito, Jesús
emprendió su ministerio público, anunciando al pueblo que estaba en pacto con Jehová que
‗el tiempo señalado se había cumplido‘, lo que significaba que el reino de Dios estaba cerca.
(Mr 1:14, 15.) Para determinar en qué sentido estaba ‗cerca‘ el Reino, pueden examinarse
las palabras que dirigió a ciertos fariseos: ―El reino de Dios está en medio de ustedes‖. (Lu
17:21.) Algunos comentaristas citan frecuentemente este versículo como un ejemplo del
‗misticismo‘ o ‗introversión‘ de Jesús. Esta interpretación se basa principalmente en la
expresión ―dentro de vosotros‖, que es como traducen un buen número de versiones la última
parte de esta cita (AFEBE, Enz, Leal, NBE, Rule, Scío y otras). Sin embargo, muchas otras
difieren. Por ejemplo, Torres Amat lee: ―Ya el reino de Dios, o el Mesías, está en medio de
vosotros‖. Cantera-Iglesias dice: ―El reino de Dios está entre vosotros‖, y en una nota
comenta: ―ENTRE VOSOTROS (no ‗dentro de vosotros‘, ‗en vuestro interior‘): en la persona
de Jesús, presente entre los fariseos‖. Asimismo, Straubinger traduce ―ya está [...] en medio
de vosotros‖, y en una nota comenta: ―El sentido no puede ser que el reino está dentro de
sus almas, pues Jesús está hablando con los fariseos‖. (Véanse también las notas de
Besson, BJ, NTI y Petite.) Como ―reino [ba·si·léi·a]‖ puede significar ―dignidad real‖, es
evidente que Jesús se refería a que él, el representante real de Dios, el ungido por Dios para
ejercer la gobernación real, estaba en medio de ellos. No solo estaba presente en calidad de
futuro rey del Reino, sino que también tenía autoridad para realizar obras que manifestaban
el poder regio de Dios y preparar a quienes iban a ocupar puestos en su venidero gobierno
del Reino. A eso se refería la ‗proximidad‘ del Reino; era un tiempo en el que se daban unas
circunstancias muy especiales.
Un gobierno con poder y autoridad. Los discípulos de Jesús entendieron que el Reino
era un verdadero gobierno de Dios, aunque no comprendieron el alcance de su dominio.
Natanael le dijo a Jesús: ―Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel‖. (Jn 1:49.)
Ellos conocían lo que la profecía de Daniel decía en cuanto a ―los santos‖. (Da 7:18, 27.)
Jesús prometió claramente a sus apóstoles que ocuparían ―tronos‖. (Mt 19:28.) Santiago y
Juan buscaron ciertas posiciones privilegiadas en el gobierno mesiánico, y Jesús reconoció

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que las habría, si bien dijo que el asignarlas dependía de su Padre, el Gobernante Soberano.
(Mt 20:20-23; Mr 10:35-40.) Por tanto, aunque sus discípulos creyeron erróneamente que la
gobernación regia del Mesías se circunscribía a la Tierra —y específicamente al Israel
carnal— e incluso lo manifestaron así el día de la ascensión del resucitado Jesús (Hch 1:6),
entendieron correctamente que se trataba de un verdadero gobierno. (Compárese con Mt
21:5; Mr 11:7-10.)
El Representante real de Jehová demostró visiblemente de muchas maneras el poder
regio de Dios sobre su creación terrestre. Por medio del espíritu o fuerza activa de Dios, su
Hijo controló el viento y el mar, la vegetación, los peces y hasta los elementos orgánicos del
alimento, como cuando lo multiplicó. Estas obras poderosas hicieron que sus discípulos
llegaran a tener un profundo respeto por su autoridad. (Mt 14:23-33; Mr 4:36-41; 11:12-14,
20-23; Lu 5:4-11; Jn 6:5-15.) Aún causaba una impresión más profunda su manera de ejercer
el poder de Dios sobre los cuerpos humanos, al sanar afecciones como la ceguera y la lepra
y devolver la vida a los muertos. (Mt 9:35; 20:30-34; Lu 5:12, 13; 7:11-17; Jn 11:39-47.)
Jesús dijo a algunos leprosos sanados que se presentaran a los sacerdotes, quienes
generalmente no creían a pesar de su autorización divina, ―para testimonio a ellos‖. (Lu 5:14;
17:14.) Por último, mostró el poder de Dios sobre los espíritus sobrehumanos. Los demonios
reconocían la autoridad conferida a Jesús, y en lugar de exponerse a una prueba decisiva del
poder que le respaldaba, acataban sus órdenes de dejar libres a los posesos. (Mt 8:28-32;
9:32, 33; compárese con Snt 2:19.) Como este poder para expulsar demonios procedía del
espíritu de Dios, se podía decir que el reino de Dios realmente había ―alcanzado‖ a sus
oyentes. (Mt 12:25-29; compárese con Lu 9:42, 43.)
Todo esto era prueba sólida de que Jesús tenía autoridad real y de que esta no procedía
de ninguna fuente política humana. (Compárese con Jn 18:36; Isa 9:6, 7.) A unos mensajeros
enviados por Juan el Bautista —preso por aquel entonces— que habían sido testigos de las
obras poderosas de Jesús, este les mandó volver a Juan y decirle lo que habían visto y oído
como confirmación de que Jesús era realmente ―Aquel Que Viene‖. (Mt 11:2-6; Lu 7:18-23;
compárense con Jn 5:36.) Los discípulos de Jesús estaban viendo y oyendo la prueba de la
autoridad de Reino que los profetas habían anhelado presenciar. (Mt 13:16, 17.) Además,
Jesús podía delegar autoridad a sus discípulos para que tuvieran poderes similares como
sus representantes nombrados, y de este modo daba fuerza y peso a su proclamación: ―El
reino de los cielos se ha acercado‖. (Mt 10:1, 7, 8; Lu 4:36; 10:8-12, 17.)
La entrada en el Reino. Jesús destacó que había llegado un período especial de
circunstancias favorables. De su precursor, Juan, dijo: ―Entre los nacidos de mujer no ha sido
levantado uno mayor que Juan el Bautista; mas el que sea de los menores en el reino de los
cielos es mayor que él. Pero desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los
cielos es la meta hacia la cual se adelantan con ardor [bi·á·ze·tai] los hombres, y los que se
adelantan con ardor [bi·a·stái] se asen de él. [Compárese con BC, nota; Besson; Mensajero;
Mod; PNT; RH; VHA; Vi.] Porque todos, los Profetas y la Ley, profetizaron hasta Juan‖. (Mt
11:10-13.) Por lo tanto, los días del ministerio de Juan, que pronto terminarían con su

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ejecución, señalaron la conclusión de un período y el comienzo de otro. En cuanto al verbo
griego bi·á·zo·mai, empleado en este texto, W. E. Vine dice que sugiere ―un empeño
esforzado‖. (Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, 1987, vol. 4, pág.
246.) El erudito alemán Heinrich Meyer escribió sobre Mateo 11:12: ―Así se describe ese
esfuerzo y esa lucha ansiosa e irresistible en pos del reino Mesiánico que se acerca [...]. Tan
ansioso y enérgico (ya no calmado y expectante) es el interés con respecto al reino. Los
[bi·a·stái] son, por consiguiente, creyentes [no enemigos agresores] que luchan
vigorosamente por poseerlo‖. (Critical and Exegetical Hand-Book to the Gospel of Matthew,
de H. Meyer, 1884, pág. 225.)
Así pues, pertenecer al reino de Dios no se conseguiría con facilidad; no sería como
acercarse a una ciudad abierta en la que muy poco, o nada, dificultase la entrada. Al
contrario, el Soberano Jehová Dios había colocado barreras para excluir a cualquiera que
no lo mereciera. (Compárese con Jn 6:44; 1Co 6:9-11; Gál 5:19-21; Ef 5:5.) Los que entraran
tendrían que recorrer un camino estrecho, pasar por una puerta angosta y pedir, buscar y
tocar con insistencia. Solo entonces se les abriría el camino. El camino es ―estrecho‖ en el
sentido de que restringe a los que caminan por él para que no hagan cosas que puedan
perjudicar a otros o a ellos mismos. (Mt 7:7, 8, 13, 14; compárese con 2Pe 1:10, 11.) Quizás
tuvieran que perder un ojo o una mano en sentido figurado a fin de conseguir la entrada. (Mr
9:43-47.) El Reino no sería una plutocracia en la que se pudiera comprar el favor del Rey;
sería difícil que un rico (gr. plóu·si·os) entrase. (Lu 18:24, 25.) No sería una aristocracia
mundana; una posición social elevada no contaría. (Mt 23:1, 2, 6-12, 33; Lu 16:14-16.) Los
que parecieran ―primeros‖, con unos antecedentes religiosos impresionantes, serían los
―últimos‖, y los ‗últimos serían los primeros‘ en recibir los benditos privilegios relacionados
con ese Reino. (Mt 19:30–20:16.) Los fariseos hipócritas, hombres prominentes que
confiaban en su posición ventajosa, verían entrar en el Reino antes que ellos a las rameras y
a los recaudadores que habían reformado su conducta. (Mt 21:31, 32; 23:13.) Aunque
llamaran a Jesús ―Señor, Señor‖, a todos aquellos hipócritas que no respetasen la palabra y
la voluntad de Dios revelada por medio de Jesús, se les rechazaría con las palabras: ―¡Nunca
los conocí! Apártense de mí, obradores del desafuero‖. (Mt 7:15-23.)
Conseguirían entrar los que pusieran los intereses materiales en segundo lugar y
buscaran primero el Reino y la justicia de Dios. (Mt 6:31-34.) Al igual que Cristo Jesús, el Rey
ungido de Dios, estas personas amarían la justicia y odiarían el desafuero. (Heb 1:8, 9.) Los
futuros miembros del Reino tendrían una inclinación espiritual, serían misericordiosos, de
corazón puro y pacíficos, aunque otros hombres los vituperarían y perseguirían. (Mt 5:3-10;
Lu 6:23.) El ―yugo‖ que Jesús ofreció a tales personas significaba sumisión a su autoridad
regia. Pero para los ―de genio apacible y [humildes] de corazón‖, como era el Rey, se trataba
de un yugo suave y una carga ligera. (Mt 11:28-30; compárese con 1Re 12:12-14; Jer 27:1-
7.) Esto debió conmover a sus oyentes, pues les aseguraba que su gobernación no tendría
ninguna de las cualidades indeseables que habían mostrado muchos gobernantes anteriores,
tanto israelitas como no israelitas. Les dio razón para creer que bajo su gobierno no habría

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impuestos opresivos, trabajos forzados o explotación de cualquier tipo. (Compárese con 1Sa
8:10-18; Dt 17:15-17, 20; Ef 5:5.) Como mostraron las palabras posteriores de Jesús, no solo
el Cabeza del venidero gobierno del Reino demostraría su abnegación hasta el punto de dar
la vida por su pueblo, sino que todos los que estuvieran asociados con él en ese gobierno
también procurarían servir al prójimo en vez de ser servidos. (Mt 20:25-28; véase
JESUCRISTO [Sus obras y cualidades personales].)
La sumisión de buena gana es fundamental. El propio Jesús sentía el respeto más
profundo por la voluntad y la autoridad soberana de su Padre. (Jn 5:30; 6:38; Mt 26:39.)
Mientras estaba en vigor el pacto de la Ley los seguidores judíos de Jesús tenían que
practicar y recomendar a otros la obediencia a dicho pacto; Jesús rechazaría de su Reino a
todo el que adoptara un proceder opuesto. No obstante, este respeto y obediencia debía
proceder del corazón, y no tenía que limitarse a observar la parte formal o ritual de la Ley,
enfatizando solo mandatos específicos. Por el contrario, debían obedecerse principios
básicos, como la justicia, la misericordia y la fidelidad. (Mt 5:17-20; 23:23, 24.) Jesús dijo que
‗no estaba lejos del reino de Dios‘ al escriba que reconoció la posición singular de Jehová y
que admitió que el ―amarlo con todo el corazón y con todo el entendimiento y con todas las
fuerzas, y esto de amar al prójimo como a uno mismo, vale mucho más que todos los
holocaustos y sacrificios‖. (Mr 12:28-34.) Por lo tanto, Jesús hizo patente en todos los
aspectos que Jehová Dios solo busca a súbditos dispuestos, que prefieren Sus caminos
justos y desean fervientemente vivir bajo su autoridad soberana.
La relación de pacto. Durante la última noche que Jesús pasó con sus discípulos, habló
de un ―nuevo pacto‖ con ellos que sería validado por su sacrificio de rescate (Lu 22:19, 20;
compárese con 12:32); él sería Mediador entre el Soberano Jehová y ellos. (1Ti 2:5; Heb
12:24.) Además, Jesús hizo un pacto personal con sus seguidores ―para un reino‖, a fin de
que pudieran participar con él de sus privilegios reales. (Lu 22:28-30; véase PACTO.)
Vencer al mundo. Aunque la detención, juicio y ejecución de Jesús podían dar la
impresión de que su posición real era débil, en realidad constituyeron un claro cumplimiento
de las profecías divinas, por lo que Dios lo permitió. (Jn 19:10, 11; Lu 24:19-27, 44.)
Mediante su lealtad e integridad hasta la muerte, Jesús demostró que ―el gobernante del
mundo‖, el Adversario de Dios, Satanás, no tenía ―dominio‖ sobre él y que él había ―vencido
al mundo‖. (Jn 14:29-31; 16:33.) Además, aunque su Hijo había sido fijado en un madero,
Jehová manifestó su poder sin igual: la luz del Sol desapareció temporalmente, hubo un
fuerte terremoto y se rasgó en dos la gran cortina que había en el templo. (Mt 27:51-54; Lu
23:44, 45.) Al tercer día, dio aún más prueba de su Soberanía cuando resucitó a su Hijo a la
vida celestial, a pesar de los frágiles esfuerzos humanos por impedir la resurrección
apostando guardas ante la tumba sellada de Jesús. (Mt 28:1-7.)
„El reino del Hijo de su amor.‟ Diez días después de la ascensión de Jesús a los cielos,
en el Pentecostés del año 33 E.C., sus discípulos tuvieron prueba de que había sido
―ensalzado a la diestra de Dios‖ cuando derramó espíritu santo sobre ellos. (Hch 1:8, 9; 2:1-

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4, 29-33.) De esta manera entró en vigor el ―nuevo pacto‖, y ellos se convirtieron en el núcleo
de una nueva ―nación santa‖, el Israel espiritual. (Heb 12:22-24; 1Pe 2:9, 10; Gál 6:16.)
Entonces Cristo estaba sentado a la diestra del Padre y era el Cabeza de la
congregación. (Ef 5:23; Heb 1:3; Flp 2:9-11.) Las Escrituras muestran que a partir del
Pentecostés del año 33 E.C. se estableció un reino espiritual sobre los discípulos. Cuando el
apóstol Pablo escribió a los cristianos colosenses del primer siglo, indicó que Jesucristo ya
tenía un reino: ―[Dios] nos libró de la autoridad de la oscuridad y nos transfirió al reino del Hijo
de su amor‖. (Col 1:13; compárese con Hch 17:6, 7.)
El reino de Cristo que empezó en el Pentecostés de 33 E.C. es de carácter espiritual, al
igual que el Israel sobre el que rige: los cristianos engendrados por el espíritu de Dios para
ser Sus hijos espirituales. (Jn 3:3, 5, 6.) Cuando tales cristianos engendrados por espíritu
reciben su recompensa espiritual, dejan de ser súbditos terrestres del reino espiritual de
Cristo para pasar a ser reyes con Cristo en los cielos. (Rev 5:9, 10.)
“El Reino de nuestro Señor y de su Cristo.” A finales del siglo I E.C., el apóstol Juan
tuvo una revelación divina del tiempo futuro en el que Jehová Dios produciría una nueva
forma de gobernación divina mediante su Hijo. En aquel tiempo, como cuando David llevó el
Arca a Jerusalén, podría decirse que Jehová ‗había tomado su gran poder y había empezado
a reinar‘. Sería entonces cuando fuertes voces en el cielo proclamarían: ―El reino del mundo
sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará para siempre jamás‖. (Rev
11:15, 17; 1Cr 16:1, 31.)
―Nuestro Señor‖, el Señor Soberano Jehová, impone su autoridad sobre ―el reino del
mundo‖ produciendo una nueva expresión de su soberanía sobre la Tierra. Concede a su
Hijo Jesucristo una participación subsidiaria en ese Reino, de modo que se le llama ―el reino
de nuestro Señor y de su Cristo‖. Este reino es de proporciones y dimensiones mayores que
―el reino del Hijo de su amor‖, del que se habla en Colosenses 1:13. ―El reino del Hijo de su
amor‖ empezó en el Pentecostés del año 33 E.C. y ha gobernado sobre los discípulos
ungidos de Cristo; ―el reino de nuestro Señor y de su Cristo‖ se inicia al fin de ―los tiempos
señalados de las naciones‖ y gobierna sobre toda la humanidad en la Tierra. (Lu 21:24.)
Después de recibir participación en ―el reino del mundo‖, Jesucristo toma las medidas
necesarias para eliminar la oposición a la soberanía de Dios. La acción inicial tiene lugar en
la región celestial; se derrota a Satanás y sus demonios y se les arroja al ámbito terrestre.
Como resultado, se hace la siguiente proclamación: ―Ahora han acontecido la salvación y el
poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo‖. (Rev 12:1-10.) Durante el corto
período de tiempo que le queda, este principal adversario, Satanás, continúa cumpliendo la
profecía de Génesis 3:15 al guerrear contra ―los restantes‖ de la ―descendencia‖ de la mujer,
los ―santos‖ que están en vías de gobernar con Cristo. (Rev 12:13-17; compárese con 13:4-7;
Da 7:21-27.) No obstante, los ―justos decretos‖ de Jehová se hacen manifiestos, y sus
expresiones de juicio caen como plagas sobre sus opositores, lo que lleva a la destrucción de

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la mística Babilonia la Grande, la perseguidora principal de los siervos de Dios en la Tierra.
(Rev 15:4; 16:1–19:6.)
Después, ―el reino de nuestro Señor y de su Cristo‖ envía sus ejércitos celestiales contra
los gobernantes de todos los reinos terrestres y sus ejércitos para pelear la batalla de
Armagedón, en la que estos últimos son destruidos. (Rev 16:14-16; 19:11-21.) Esta es la
respuesta a la petición hecha a Dios: ―Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el
cielo, también sobre la tierra‖. (Mt 6:10.) A continuación se abisma a Satanás y empieza un
período de mil años en el que Cristo Jesús y sus asociados gobiernan como reyes y
sacerdotes sobre los habitantes de la Tierra. (Rev 20:1, 6.)
Cristo “entrega el reino”. El apóstol Pablo también describe la gobernación de Cristo
durante su presencia. Después de resucitar a sus seguidores, Cristo procede a reducir ―a
nada todo gobierno y toda autoridad y poder‖ (lógicamente, todo gobierno, autoridad y poder
en oposición a la voluntad soberana de Dios). Más tarde, al final del reino milenario, ―entrega
el reino a su Dios y Padre‖, y se somete a ―Aquel que le sujetó todas las cosas, para que
Dios sea todas las cosas para con todos‖. (1Co 15:21-28.)
Puesto que Jesucristo ―entrega el reino a su Dios y Padre‖, ¿en qué sentido es su reino
―eterno‖, como se repite una y otra vez en las Escrituras? (2Pe 1:11; Isa 9:7; Da 7:14; Lu
1:33; Rev 11:15.) Del siguiente modo: su Reino ―nunca será reducido a ruinas‖, sus logros
serán perpetuos y él recibirá honra eterna por su papel de Rey Mesiánico. (Da 2:44.)
Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel
sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo
terminará el dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente,
ahora sujeta a su ―ley‖; la bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes.
(Ro 5:14, 17, 21.) Como los habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la
muerte, también terminará la necesidad de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como
―ayudante para con el Padre‖ por los pecados de los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La
humanidad habrá recuperado la posición que tenía originalmente cuando el hombre perfecto
Adán estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba a nadie entre él y Dios para
hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los habitantes de la Tierra
estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su proceder ante
Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a nadie como intermediario o ayudante legal.
De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser ―todas las cosas para con todos‖. Esto
significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de ―reunir todas las
cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la
tierra‖. (1Co 15:28; Ef 1:9, 10.)
El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en
un tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida
en el dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la
humanidad obediente.

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Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final
de integridad y devoción. Satanás será soltado del abismo. Los que permitan que él los
seduzca lo harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de
Dios, pues se dice que atacan el ―campamento de los santos y la ciudad amada‖. Como el
Tribunal del cielo habrá zanjado judicialmente esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se
permitirá otra rebelión prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios no podrán
apelar a Cristo Jesús como un ‗ayudante propiciatorio‘, sino que Jehová Dios será ―todas las
cosas‖ para ellos. No habrá ninguna apelación o mediación posible. Todos los rebeldes,
espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina de destrucción en la ―muerte segunda‖.
(Rev 20:7-15.)

*** it-2 pág. 1072 Sumo sacerdote ***


Sin embargo, aunque Cristo no recibe su sacerdocio por ser descendiente carnal de
Aarón ni tiene ningún predecesor ni sucesor en su puesto, cumple con el modelo
ejemplificado por el sumo sacerdote Aarón. El apóstol deja este hecho muy claro cuando
muestra que el tabernáculo en forma de tienda que se construyó en el desierto era un
modelo de ―la tienda verdadera, que Jehová levantó, y no el hombre‖, y que los sacerdotes
levíticos rendían ―servicio sagrado en una representación típica y sombra de las cosas
celestiales‖. (Heb 8:1-6; 9:11.) También dice que Jesucristo, quien ofreció su propio cuerpo
perfecto en lugar de ofrecer sacrificios animales, abolió la validez o la necesidad de aquellos
sacrificios y luego ―[pasó] por los cielos‖, ―no con la sangre de machos cabríos y de torillos,
sino con su propia sangre[,] una vez para siempre en el lugar santo, y obtuvo liberación
eterna para nosotros‖. (Heb 4:14; 9:12; 10:5, 6, 9.) Él entró en el lugar santo tipificado por el
Santísimo en el que entraba Aarón, a saber, ―el cielo mismo, para comparecer ahora delante
de la persona de Dios a favor de nosotros‖. (Heb 9:24.)

*** rs pág. 206-pág. 207 Jesucristo ***


Jesucristo

Definición: El unigénito Hijo de Dios, el único Hijo traído a la existencia


directamente por Jehová. Este Hijo es el primogénito de toda la creación. Por medio
de él fueron creadas todas las otras cosas del cielo y de la Tierra. Es el segundo
personaje en cuanto a importancia en el universo. Es el Hijo a quien Jehová envió a
la Tierra para que diera su vida como rescate por la humanidad, y así abrió, a los de
la prole de Adán que ejercieran fe, la oportunidad de obtener vida eterna. Este
mismo Hijo, restaurado a la gloria celestial, gobierna ahora como Rey, y tiene
autoridad para destruir a todos los inicuos y efectuar el propósito original de su
Padre para con la Tierra. La forma hebrea del nombre Jesús significa ―Jehová Es

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Salvación‖; Cristo es el equivalente de la palabra hebrea Ma·shiʹach (Mesías), que
significa ―Ungido‖.

¿Fue Jesucristo un personaje histórico, real?


La Biblia misma proporciona la prueba principal de que Jesucristo es un personaje
histórico. El relato escrito de los Evangelios no consiste en una narración vaga de sucesos
que hubieran tenido lugar en algún tiempo no especificado y en una localidad sin nombre. Se
declaran específicamente, con lujo de detalles, el tiempo y el lugar de los sucesos. Por
ejemplo, véase Lucas 3:1, 2, 21-23.
Josefo, historiador judío del primer siglo, se refirió al apedreamiento de ―Santiago,
hermano de Jesús a quien llamaban el Cristo‖ (The Jewish Antiquities, [Antigüedades
judaicas], Josefo, Libro XX, sección 200). Una referencia directa y muy favorable a Jesús,
que se encuentra en el Libro XVIII, secciones 63, 64, ha sido puesta en tela de juicio por
algunos que afirman que la misma fue agregada más tarde o fue cambiada por los cristianos
para darle realce; pero se reconoce que el vocabulario y el estilo son básicamente los de
Josefo, y el pasaje se encuentra en todos los manuscritos disponibles.
Tácito, historiador romano que vivió a fines del primer siglo E.C., escribió: ―Christus [forma
latina de ―Cristo‖], del cual el nombre [cristiano] se originó, sufrió la pena capital durante el
reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato‖ (The Complete
Works of Tacitus [Obras completas de Tácito], Nueva York, 1942, ―The Annals‖ [―Anales‖],
Libro 15, pár. 44).
En cuanto a las primeras referencias históricas no cristianas a Jesús, The New
Encyclopædia Britannica declara: ―Estos relatos independientes demuestran que en tiempos
antiguos ni siquiera los adversarios del cristianismo dudaron alguna vez de la historicidad de
Jesús, la cual varios autores de a fines del siglo XVIII, del siglo XIX y de a principios del
siglo XX pusieron en tela de juicio por primera vez y por razones de poco peso‖ (1976,
Macropædia, tomo 10, pág. 145).
¿Fue Jesucristo sencillamente un hombre bueno?
Es interesante el hecho de que Jesús reprendió a un hombre que se dirigió a él usando el
título de ―Buen Maestro‖, porque Jesús reconocía que él mismo no era el modelo de la
bondad, sino su Padre (Mar. 10:17, 18). No obstante, para estar a la altura de lo que las
personas generalmente quieren decir cuando dicen que alguien es bueno, Jesús ciertamente
ha debido ser una persona que decía la verdad. De hecho, hasta sus enemigos reconocían
que era tal clase de persona (Mar. 12:14). Él mismo dijo que había existido antes de haber
llegado a ser humano, que era el Hijo unigénito de Dios, que era el Mesías, aquel cuya
venida había sido predicha por todas las Escrituras Hebreas. O era lo que afirmaba ser, o era
un impostor craso, pero ninguna de las dos opciones dejan margen para que se le considere
como sencillamente un hombre bueno. (Juan 3:13; 10:36; 4:25, 26: Luc. 24:44-48.)

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Cómo nos afecta la cuestión de la soberanía

*** w10 15/11 pág. 25 párrs. 5-11 Jehová es nuestro Soberano ***
5
Puesto que Jehová ha creado todo, es el legítimo Soberano de la Tierra y del resto del
universo (léase Revelación 4:11). Además, también es nuestro Juez, Legislador y Rey,
combinando así en su persona los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, las tres ramas del
gobierno universal (Isa. 33:22). Dado que le debemos la existencia y dependemos de él,
tenemos que verlo como nuestro Señor Soberano y defender su elevadísima posición. Algo
que nos moverá a hacerlo es tener siempre presentes estas palabras: ―Jehová mismo ha
establecido firmemente su trono en los cielos mismos; y sobre toda cosa su propia
gobernación real ha tenido la dominación‖ (Sal. 103:19; Hech. 4:24).
6
Si queremos defender la soberanía de Jehová, debemos mantenernos íntegros. Ahora
bien, ¿qué implica ser íntegro? Como lo ilustra el caso del patriarca Job, la integridad exige
demostrar entereza moral, ser intachable y actuar con rectitud (Job 1:1).
Da comienzo el drama
7
Hace seis mil años, un espíritu se rebeló contra Jehová. Con sus palabras y acciones,
cuestionó la legitimidad de la soberanía divina. Y lo hizo por puro egoísmo: porque quería ser
adorado. Por eso indujo a nuestros primeros padres, Adán y Eva, a ser desleales al
Soberano Universal. También intentó ensuciar el buen nombre de Jehová insinuando que era
un mentiroso (léase Génesis 3:1-5). Aquel rebelde se convirtió en el gran enemigo de Dios.
Con el tiempo llegó a ser conocido como Satanás, el Diablo, la serpiente y el dragón,
nombres que lo identifican como opositor, calumniador, engañador y devorador,
respectivamente (Rev. 12:9).
8
Satanás se alzó como gobernante rival. Ante ese desafío contra su soberanía, ¿qué
haría Jehová? ¿Destruirlo de inmediato junto con Adán y Eva? Sin duda, tenía poder de
sobra para eliminar a los tres rebeldes. Si lo hubiera hecho, habría probado que es el Dios
omnipotente. Por otro lado, habría demostrado que no mentía cuando les advirtió del castigo
que recibirían si violaban su ley. Entonces, ¿por qué no tomó esa medida?
9
Con sus mentiras, Satanás consiguió que Adán y Eva se apartaran de su Creador. Y así
puso en duda que Dios tuviera derecho a exigirles obediencia a los seres humanos. Además,
al inducir a nuestros primeros padres a rebelarse contra Jehová, cuestionó la lealtad de todas
las criaturas inteligentes. Como se vio más tarde en el caso de Job —quien sí se mantuvo fiel
a la soberanía divina—, el Diablo estaba afirmando que era capaz de apartar de Dios a toda
persona (Job 2:1-5).
10
Al no zanjar de inmediato la cuestión de la soberanía, Jehová le dio tiempo a Satanás
para que intentara probar sus acusaciones. Y, además, nos concedió a los seres humanos la

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oportunidad de demostrarle lealtad. ¿Qué ha sucedido en el transcurso de los siglos?
Satanás ha formado una poderosa red criminal. Pero Dios terminará destruyéndolo a él y a
su organización, y de este modo dejará establecido que es el legítimo Soberano. Jehová
siempre ha estado seguro de su victoria. Tanto es así que la anunció tan pronto como se
produjo la rebelión del hombre (Gén. 3:15).

*** w07 1/12 págs. 29-30 ¿Apoya usted la soberanía de Jehová? ***
12
Hoy día, como predijo Jesús, las buenas nuevas del Reino se están predicando en
muchos países (Mateo 24:14). Como resultado, millones de personas han dedicado su vida a
Dios. Todas ellas están encantadas con las bendiciones que traerá el Reino. De hecho, están
deseando vivir para siempre en paz y seguridad en una Tierra hecha un paraíso, y por eso
disfrutan de hablar de su esperanza con la gente (Salmo 37:11; 2 Pedro 3:13). ¿Es usted uno
de estos evangelizadores? Si así es, ha tomado una excelente decisión. Ahora bien, hay algo
en lo que todos debemos pensar.
13
El apóstol Pedro escribió: ―Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan
sus pasos con sumo cuidado y atención‖ (1 Pedro 2:21). ¿No le parece interesante que aquí
Pedro resalte los sufrimientos de Jesús, y no el entusiasmo con el que predicaba ni su gran
habilidad como maestro? El apóstol sabía de lo que hablaba, pues fue testigo ocular del
sufrimiento que Cristo estuvo dispuesto a soportar a fin de someterse a la soberanía de
Jehová y demostrar que Satanás es un mentiroso. Y nosotros, ¿cómo podemos seguir los
pasos de Jesús? Preguntémonos: ―¿Cuánto estoy dispuesto a sufrir para apoyar la soberanía
de Jehová? ¿Demuestran mi vida y mi ministerio que para mí lo más importante es defender
la soberanía divina?‖ (Colosenses 3:17).
14
A diario nos enfrentamos a todo tipo de pruebas y decisiones. ¿Cómo deberíamos
reaccionar en cada caso? Por ejemplo, ¿qué haremos si nos vemos tentados a hacer algo
que pudiera amenazar nuestra integridad cristiana? Pues bien, ¿qué le dijo Jesús a Pedro
cuando este le sugirió que fuera bondadoso consigo mismo? ―¡Ponte detrás de mí, Satanás!‖,
exclamó Jesús. Y añadió: ―Porque no piensas los pensamientos de Dios, sino los de los
hombres‖ (Mateo 16:21-23). Y cuando surge la posibilidad de progresar en nuestra profesión
o elevar nuestro nivel económico a costa del bienestar espiritual, ¿reaccionamos como lo
hizo Jesús? Cuando él se dio cuenta de que algunos que habían visto sus milagros ―estaban
a punto de venir y prenderlo para hacerlo rey‖, se alejó rápidamente de ellos (Juan 6:15).
15
¿Por qué reaccionó Jesús con tanta determinación en estas y en otras ocasiones?
Porque se daba perfecta cuenta de que había algo más importante que su seguridad o su
conveniencia. Por encima de todo, quería hacer la voluntad de su Padre y apoyar la
soberanía divina (Mateo 26:50-54). ¿Y eso qué nos enseña? Que nosotros también debemos
tener siempre presente la cuestión de la soberanía, porque de lo contrario podríamos fallarle
a Jehová. Fácilmente podríamos caer en las trampas de Satanás, un especialista en

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despertar el deseo por lo prohibido, como quedó demostrado en el caso de Eva (2 Corintios
11:14; 1 Timoteo 2:14).
16
En el ministerio tratamos de mostrar a las personas la solución que dan las Escrituras a
sus problemas, y sin duda esta es una buena manera de despertar su interés en el estudio
de la Biblia. Sin embargo, nuestro objetivo no es únicamente que la gente llegue a conocer el
mensaje bíblico o las bendiciones del Reino de Dios. Ante todo, queremos que comprendan
la cuestión de la soberanía de Jehová. ¿Están dispuestos a ser cristianos verdaderos, a
tomar su ―madero de tormento‖ y sufrir por causa del Reino? (Marcos 8:34.) ¿Están listos
para unirse a los que apoyan la soberanía de Jehová y demostrar así que Satanás es un
mentiroso? (Proverbios 27:11.) ¡Qué gran privilegio tenemos! No solo podemos apoyar la
soberanía divina, sino que también podemos ayudar a otros a hacer lo mismo (1 Timoteo
4:16).
El día en que Dios sea “todas las cosas para con todos”
17
Sigamos esforzándonos por demostrar con nuestra conducta y nuestro ministerio que
apoyamos la soberanía de Jehová. Así podremos esperar con confianza el día en que
Jesucristo entregue ―el reino a su Dios y Padre‖. ¿Cuándo será eso? El apóstol Pablo
explica: ―Cuando haya reducido a nada todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque él
tiene que reinar hasta que Dios haya puesto a todos los enemigos debajo de sus pies [...;]
entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que
Dios sea todas las cosas para con todos‖ (1 Corintios 15:24, 25, 28).
18
El día en que Jehová sea ―todas las cosas para con todos‖ será un momento realmente
glorioso. El Reino habrá logrado su objetivo. Todos los enemigos de la soberanía de Jehová
habrán sido eliminados, y el universo habrá recuperado la paz y el orden. Como escribió el
salmista, la creación entera cantará: ―Atribuyan a Jehová la gloria que pertenece a su
nombre [...]. Digan entre las naciones: ‗Jehová mismo ha llegado a ser rey‘‖ (Salmo 96:8, 10)

*** w06 15/8 pág. 21 Job, ejemplo de integridad y aguante ***


9
¿Cómo podemos hacer frente a estos problemas? Viéndolos como oportunidades para
demostrar que amamos a Jehová y nos sometemos a su soberanía pase lo que pase
(Santiago 1:2-4). Si comprendemos bien la importancia de ser leales a Dios, mantendremos
el equilibrio espiritual sin importar cuál sea la causa de nuestra angustia. El apóstol Pedro
escribió a los cristianos: ―Amados, no estén perplejos a causa del incendio entre ustedes,
que les está sucediendo para prueba, como si algo extraño les sobreviniera‖ (1 Pedro 4:12).
Y Pablo explicó por qué: ―Todos los que desean vivir con devoción piadosa en asociación
con Cristo Jesús también serán perseguidos‖ (2 Timoteo 3:12). Tal como hizo con Job,
Satanás sigue poniendo a prueba la integridad de los testigos de Jehová. Es más, la Biblia
indica que el Diablo ha incrementado sus ataques contra el pueblo de Dios en estos últimos
días (Revelación [Apocalipsis] 12:9, 17)

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*** w96 15/3 pág. 10 ¡Contemplen a los leales! ***
―¿Quién no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo
tú eres leal?‖ (Revelación 15:4.)

Joseph F. Rutherford, quien en 1917 sucedió a C. T. Russell en la presidencia de la


Sociedad Watch Tower, empezó el discurso funeral de este diciendo: ―Charles Taze Russell
fue leal a Dios, leal a Cristo Jesús, leal a la causa del Reino del Mesías. Fue leal hasta la
médula, sí, leal incluso hasta la muerte‖. En verdad, un hermoso tributo a un siervo fiel de
Jehová Dios, pues nada enaltece más a una persona que el que se diga que superó la
prueba de la lealtad, que fue leal hasta la médula.
2
Ser leal supone una prueba. ¿Por qué? Porque rivaliza con el interés propio. El clero de
la cristiandad va a la cabeza de los que son desleales a Dios. Además, nunca se había
generalizado tanto la deslealtad como en el matrimonio hoy día; el adulterio es una práctica
corriente. También en el mundo de los negocios reina la deslealtad. A este respecto se nos
informa: ―Hoy día muchos gerentes y otros profesionales [...] creen que solo los tontos e
incautos son leales a sus empresas‖. Se menosprecia a las personas ―demasiado leales‖.
―Hay que ser leal primero y únicamente a uno mismo‖, aseveró el presidente de una firma
dedicada a la consultoría gerencial y la búsqueda de ejecutivos. No obstante, hablar de
lealtad a uno mismo es prostituir el significado del término. Tal actitud nos recuerda las
palabras de Miqueas 7:2: ―El leal ha perecido de la tierra‖.
3
En un plano mucho más significativo, Satanás y sus demonios se han alineado contra
nosotros y están empeñados en quebrantar nuestra lealtad a Dios. Por esta razón, Efesios
6:12 alerta a los cristianos: ―Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los
gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad,
contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales‖. En consecuencia, es
preciso hacer caso de la advertencia: ―Mantengan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el
Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando devorar a alguien‖. (1 Pedro 5:8.)
4
Otro factor que dificulta ser leal son las tendencias que hemos heredado de nuestros
padres, como afirma Génesis 8:21: ―La inclinación del corazón del hombre es mala [y
egoísta] desde su juventud‖. Todos adolecemos del mismo problema que confesó el apóstol
Pablo: ―Lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico‖.
(Romanos 7:19.)

*** w96 15/3 págs. 12-13 párrs. 9-16 ¡Contemplen a los leales! ***
9
La historia de la nación de Israel en particular contiene abundantes testimonios de la
lealtad de Jehová a su pueblo. En los días de los jueces, Israel se apartó del culto verdadero
una y otra vez; sin embargo, Jehová sintió pesar reiteradas veces y lo salvó. (Jueces 2:15-
22.) Durante los cinco siglos que duró la monarquía, Jehová fue leal a la nación.

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10
Por su lealtad, Jehová fue paciente con su pueblo, como se observa en 2 Crónicas
36:15, 16: ―Jehová el Dios de sus antepasados siguió enviando avisos contra ellos por medio
de sus mensajeros, enviando vez tras vez, porque sentía compasión por su pueblo y por su
morada. Pero ellos continuamente estuvieron burlándose de los mensajeros del Dios
verdadero y despreciando sus palabras y mofándose de sus profetas, hasta que la furia de
Jehová subió contra su pueblo, hasta que no hubo curación‖.
11
En razón de que Jehová es el Leal por excelencia, el apóstol Pablo pudo escribir las
palabras de Romanos 8:38, 39: ―Estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles,
ni gobiernos, ni cosas aquí ahora, ni cosas por venir, ni poderes, ni altura, ni profundidad,
ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro
Señor‖. Efectivamente, Jehová nos asegura: ―De ningún modo te dejaré y de ningún modo te
desampararé‖. (Hebreos 13:5.) Saber que Jehová siempre es leal nos brinda verdadero
consuelo.
Jesucristo, el Hijo leal
12
En cuanto a mostrar lealtad, Jesucristo, en perfecta imitación de Jehová, fue y sigue
siendo leal. Con razón el apóstol Pedro aplicó Salmo 16:10 a Jesucristo en Hechos 2:27: ―No
dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que el que te es leal vea corrupción‖. A Jesucristo
se le llama merecidamente el ―leal‖. Él es totalmente leal a su Padre y al prometido Reino
divino. Al principio, Satanás intentó quebrantar su integridad valiéndose de tentaciones que
apelaban al interés propio. En vista de su fracaso, recurrió a la persecución hasta causar la
muerte de Jesús en el madero de ejecución. Pero Jesús nunca dejó de ser leal a su Padre
celestial, Jehová Dios. (Mateo 4:1-11.)
13
Jesucristo ha sido leal a sus seguidores al mantener su promesa registrada en Mateo
28:20: ―¡Miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas‖.
En cumplimiento de su palabra, ha ejercido lealmente la jefatura sobre su congregación
desde el día de Pentecostés del año 33 E.C.
Humanos imperfectos que fueron leales
14
Ahora bien, ¿qué hay de los seres humanos imperfectos? ¿Pueden ser leales a Dios?
Tenemos el ejemplo excepcional de Job. Satanás dejó bien clara la cuestión en su caso:
¿Era Job leal a Jehová Dios, o le servía solo por interés personal? Satanás fanfarroneó
afirmando que si afligía a Job, podría apartarlo de Jehová. Cuando Job perdió todos sus
bienes, sus hijos y hasta la salud, su esposa le dijo: ―¡Maldice a Dios, y muere!‖. Mas él fue
leal, y le respondió: ―‗Como habla una de las mujeres insensatas, tú también hablas.
¿Aceptaremos solamente lo que es bueno de parte del Dios verdadero, y no aceptaremos
también lo que es malo?‘. En todo esto Job no pecó con sus labios‖. (Job 2:9, 10.) De hecho,
Job replicó a sus falsos consoladores: ―Aunque [Dios] me matara, en él esperaré‖. (Job
13:15, Nueva Reina-Valera.) No sorprende, pues, que Job recibiera la aprobación de Jehová.
Por consiguiente, Jehová dijo a Elifaz el temanita: ―Mi cólera se ha enardecido contra ti y tus

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dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi
siervo Job‖. (Job 42:7, 10-16; Santiago 5:11.)
15
Los hombres y mujeres piadosos cuyos nombres figuran en el capítulo 11 de Hebreos
pueden ser calificados de leales. No solo fueron fieles, sino también leales ante las
presiones. Así pues, leemos de aquellos ―que por fe [...] taparon bocas de leones, detuvieron
la fuerza del fuego, escaparon del filo de la espada [...]. Sí, otros recibieron su prueba por
mofas y azotes, en verdad, más que eso, por cadenas y prisiones. Fueron apedreados,
fueron probados, fueron aserrados en pedazos, murieron degollados a espada, anduvieron
de acá para allá en pieles de oveja, en pieles de cabra, hallándose en necesidad, en
tribulación, bajo maltratamiento‖. (Hebreos 11:33-37.)
16
Las Escrituras Griegas Cristianas también suministran el magnífico ejemplo del apóstol
Pablo, quien con justicia dijo a los cristianos tesalonicenses respecto de su ministerio:
―Ustedes son testigos, Dios también lo es, de cuán leales y justos e inculpables demostramos
ser para con ustedes los creyentes‖. (1 Tesalonicenses 2:10.) Hallamos otras pruebas de su
lealtad en las palabras recogidas en 2 Corintios 6:4, 5: ―De toda manera nos recomendamos
como ministros de Dios, por el aguante de mucho, por tribulaciones, por necesidades, por
dificultades, por golpes, por prisiones, por desórdenes, por labores, por noches sin dormir,
por veces sin alimento‖. Todo ello atestigua el amor propio que el apóstol Pablo sentía
debido a su lealtad.

*** w90 15/8 pág. 14 párrs. 17-19 Lealtad... ¿a qué precio? ***
17
Es apropiado que nos preguntemos: ‗¿Aceptaría yo algún precio a cambio de mi
privilegio de adorar lealmente a mi Creador?‘. Es lamentable que, a diferencia de José,
algunos que eran siervos dedicados de Jehová aceptaron muy poco a cambio de su
privilegio. Hasta algunos ancianos han cambiado sus inestimables privilegios de servicio
sagrado por el disfrute temporal de placeres sensuales inmorales. Fueran ancianos o no,
muchos de los que han hecho esto han perdido —sin poder ganar de nuevo— la unidad
familiar, el amor y respeto de la congregación y la aprobación de Jehová... el Mismísimo que
puede suministrar la fortaleza que uno necesita para mantenerse leal y resistir toda tentación
que traiga Satanás. (Isaías 12:2; Filipenses 4:13.)
18
Otros, resueltos ambiciosamente a progresar en el mundo, se han ―acribillado con
muchos dolores‖ a pesar de las advertencias claras de la Biblia. (1 Timoteo 6:9, 10.) Demas,
cristiano a quien Pablo mencionó, salió perdiendo temporal o permanentemente debido a
eso. (2 Timoteo 4:10.) Nunca podemos violar nuestra integridad a Jehová sin experimentar
resultados desastrosos. ―De Dios uno no se puede mofar. Porque cualquier cosa que el
hombre esté sembrando, esto también segará.‖ (Gálatas 6:7.)
19
A veces el precio se presenta de manera muy sutil. Por ejemplo, un informe procedente
de los Estados Unidos dice que muchas familias pasan cerca de la mitad del tiempo en que

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están despiertas en su hogar viendo programas de televisión, y especialmente los jóvenes
son adictos a esto. Si ante todo el cristiano alimentara su mente con lo que viera en la
televisión, con la inmoralidad sexual y la violencia que se presentan, eso pronto podría
socavar sus principios cristianos. Fácilmente podría llevarlo a la deslealtad y a que se
apartara de Jehová. Esa mala compañía sí echa a perder los hábitos útiles. (1 Corintios
15:33.) No debemos olvidar que las Escrituras nos aconsejan que dediquemos tiempo al
estudio de la Palabra de Jehová y a meditar sobre ella. ¿Vale la pena pasar demasiado
tiempo descansando enfrente de un aparato de televisión en vez de dedicarlo a adquirir
conocimiento que conduce a uno a la vida eterna como adorador leal de Jehová? Muchos
que han llegado a conocer la verdad hoy han tenido que hacer grandes ajustes en su modo
de pensar al respecto. (1 Timoteo 4:15, 16; 2 Timoteo 2:15.)

*** it-2 pág. 195 Lealtad ***


LEALTAD

En las Escrituras Hebreas el adjetivo ja·sídh se utiliza con relación a alguien ―leal‖ o ―de
bondad amorosa‖. (Sl 18:25, nota.) El sustantivo jé·sedh se refiere a la bondad, pero aunque
comprende la tierna consideración o bondad que se deriva del amor, va más allá. Es la
bondad que se adhiere amorosamente a un objeto hasta que su propósito con relación a ese
objeto se ha realizado. Esta es la clase de bondad que Dios muestra a sus siervos y que
ellos le muestran a Él. Por lo tanto, entra en el campo de la lealtad, una lealtad justa, devota
y santa, por lo que se traduce ―bondad amorosa‖ y ―amor leal‖. (Gé 20:13; 21:23; véase
BONDAD.)
En las Escrituras Griegas el sustantivo ho·si·ó·tēs y el adjetivo hó·si·os conllevan la idea
de santidad, justicia, reverencia, devoción o piedad, la observancia cuidadosa de todos los
deberes para con Dios. Supone una buena relación con Dios.
No parece que haya ninguna palabra española que exprese exacta y plenamente el
significado de los términos correspondientes en hebreo y en griego, pero como ―lealtad‖
implica devoción y fidelidad cuando se usa con relación a Dios y su servicio, sirve para
transmitir una idea parecida. La mejor manera de determinar el significado pleno de los
términos bíblicos en cuestión es examinar su uso en la Biblia.
La lealtad de Jehová. Como Jehová Dios, el Santísimo, es justo, muestra incesante
bondad a sus siervos e incluso trata con justicia y de modo coherente a sus enemigos, es
confiable en grado sumo. De Él se declara: ―Grandes y maravillosas son tus obras, Jehová
Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de la eternidad. ¿Quién
no te temerá verdaderamente, Jehová, y glorificará tu nombre, porque solo tú eres leal?‖.
(Rev 15:3, 4.) La lealtad de Dios a la justicia y al derecho, así como el amor que le tiene a su
pueblo, le mueven a dictar sentencia. Por ello, un ángel se sintió impulsado a decir: ―Tú,

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Aquel que eres y que eras, el Leal, eres justo porque has dictado estas decisiones‖. (Rev
16:5; compárese con Sl 145:17.)
Jehová es leal a sus pactos. (Dt 7:9.) Por causa del pacto con su amigo Abrahán, durante
siglos tuvo gran paciencia con la nación de Israel y le mostró misericordia. (2Re 13:23) Por
ello, mediante su profeta Jeremías hizo este llamamiento a Israel: ―‗De veras vuélvete, oh
renegada Israel‘, es la expresión de Jehová. ‗No haré caer mi rostro airadamente sobre
ustedes, porque soy leal‘‖. (Jer 3:12.) Los que son leales a Jehová pueden confiar
plenamente en Él. David pidió la ayuda de Dios en oración y dijo: ―Con alguien leal tú
actuarás en lealtad; con el poderoso, exento de falta, tratarás de un modo exento de falta‖.
(2Sa 22:26.) David hizo un llamamiento al pueblo y le pidió que se volviera del mal a fin de
practicar el bien, ―porque Jehová es amador de la justicia, y no dejará a los que le son leales.
Hasta tiempo indefinido ciertamente serán guardados‖. (Sl 37:27, 28.)
Los que son leales a Jehová pueden confiar en que Él está cerca y los ayudará hasta el
mismo final de su proceder fiel, y pueden tener la plena seguridad de que los recordará en
cualquier situación. Él guarda su camino (Pr 2:8) y sus vidas o almas. (Sl 97:10.)
Jesucristo. Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, le fortaleció saber que Dios había
predicho de él, Su principal ―leal‖, que no dejaría su alma en el Seol. (Sl 16:10.) En el día del
Pentecostés de 33 E.C. el apóstol Pedro aplicó esta profecía a Jesús, diciendo: ―[David] vio
de antemano y habló respecto a la resurrección del Cristo, que ni fue abandonado en el
Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos
nosotros somos testigos‖. (Hch 2:25-28, 31, 32; compárese con Hch 13:32-37.) En un
comentario sobre Hechos 2:27, The Expositor’s Greek Testament dice que la palabra hebrea
ja·sídh (usada en Sl 16:10) ―no solo aplica a alguien piadoso y devoto, sino también al que es
objeto de la bondad de Jehová‖ (edición de W. R. Nicoll, 1967, vol. 2).
Dios requiere lealtad. Jehová exige lealtad de sus siervos, que han de imitarle. (Ef 5:1.)
El apóstol Pablo dice a los cristianos que ―deben vestirse de la nueva personalidad que fue
creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad‖. (Ef 4:24.) Cuando
Pablo recomienda la oración a la congregación, dice: ―Por lo tanto, deseo que en todo lugar
los hombres se ocupen en orar, alzando manos leales, libres de ira y debates‖. (1Ti 2:8.) La
lealtad es una cualidad esencial que capacita a un varón para un puesto de superintendencia
en la congregación de Dios. (Tit 1:8.)

*** it-2 pág. 820 Reino de Dios ***


Después de recibir participación en ―el reino del mundo‖, Jesucristo toma las medidas
necesarias para eliminar la oposición a la soberanía de Dios. La acción inicial tiene lugar en
la región celestial; se derrota a Satanás y sus demonios y se les arroja al ámbito terrestre.
Como resultado, se hace la siguiente proclamación: ―Ahora han acontecido la salvación y el
poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo‖. (Rev 12:1-10.) Durante el corto

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período de tiempo que le queda, este principal adversario, Satanás, continúa cumpliendo la
profecía de Génesis 3:15 al guerrear contra ―los restantes‖ de la ―descendencia‖ de la mujer,
los ―santos‖ que están en vías de gobernar con Cristo. (Rev 12:13-17; compárese con 13:4-7;
Da 7:21-27.) No obstante, los ―justos decretos‖ de Jehová se hacen manifiestos, y sus
expresiones de juicio caen como plagas sobre sus opositores, lo que lleva a la destrucción de
la mística Babilonia la Grande, la perseguidora principal de los siervos de Dios en la Tierra.
(Rev 15:4; 16:1–19:6.)
Después, ―el reino de nuestro Señor y de su Cristo‖ envía sus ejércitos celestiales contra
los gobernantes de todos los reinos terrestres y sus ejércitos para pelear la batalla de
Armagedón, en la que estos últimos son destruidos. (Rev 16:14-16; 19:11-21.) Esta es la
respuesta a la petición hecha a Dios: ―Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el
cielo, también sobre la tierra‖. (Mt 6:10.) A continuación se abisma a Satanás y empieza un
período de mil años en el que Cristo Jesús y sus asociados gobiernan como reyes y
sacerdotes sobre los habitantes de la Tierra. (Rev 20:1, 6.)
Cristo “entrega el reino”. El apóstol Pablo también describe la gobernación de Cristo
durante su presencia. Después de resucitar a sus seguidores, Cristo procede a reducir ―a
nada todo gobierno y toda autoridad y poder‖ (lógicamente, todo gobierno, autoridad y poder
en oposición a la voluntad soberana de Dios). Más tarde, al final del reino milenario, ―entrega
el reino a su Dios y Padre‖, y se somete a ―Aquel que le sujetó todas las cosas, para que
Dios sea todas las cosas para con todos‖. (1Co 15:21-28.)
Puesto que Jesucristo ―entrega el reino a su Dios y Padre‖, ¿en qué sentido es su reino
―eterno‖, como se repite una y otra vez en las Escrituras? (2Pe 1:11; Isa 9:7; Da 7:14; Lu
1:33; Rev 11:15.) Del siguiente modo: su Reino ―nunca será reducido a ruinas‖, sus logros
serán perpetuos y él recibirá honra eterna por su papel de Rey Mesiánico. (Da 2:44.)
Durante el reinado milenario, el gobierno de Cristo sobre la Tierra desempeñará un papel
sacerdotal a favor de la humanidad obediente. (Rev 5:9, 10; 20:6; 21:1-3.) De este modo
terminará el dominio del pecado y la muerte como reyes sobre la humanidad obediente,
ahora sujeta a su ―ley‖; la bondad inmerecida y la justicia serán las cualidades imperantes.
(Ro 5:14, 17, 21.) Como los habitantes de la Tierra ya no estarán sujetos al pecado y la
muerte, también terminará la necesidad de que Jesús rinda un servicio propiciatorio como
―ayudante para con el Padre‖ por los pecados de los humanos imperfectos. (1Jn 2:1, 2.) La
humanidad habrá recuperado la posición que tenía originalmente cuando el hombre perfecto
Adán estaba en Edén. En aquel tiempo Adán no necesitaba a nadie entre él y Dios para
hacer propiciación. De igual modo, al final del gobierno milenario los habitantes de la Tierra
estarán en posición —de hecho, tendrán la obligación— de responder por su proceder ante
Jehová Dios como Juez Supremo, sin recurrir a nadie como intermediario o ayudante legal.
De ese modo Jehová, el Poder Soberano, pasa a ser ―todas las cosas para con todos‖. Esto
significa que se habrá realizado en su totalidad el propósito de Dios de ―reunir todas las

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cosas de nuevo en el Cristo, las cosas [que están] en los cielos y las cosas [que están] en la
tierra‖. (1Co 15:28; Ef 1:9, 10.)
El gobierno milenario de Jesús habrá cumplido completamente su propósito. La Tierra, en
un tiempo foco de rebelión, habrá sido restaurada a una posición plena, limpia e indiscutida
en el dominio del Soberano Universal. No quedará ningún reino subsidiario entre Jehová y la
humanidad obediente.
Sin embargo, después de esto se someterá a esos súbditos terrestres a una prueba final
de integridad y devoción. Satanás será soltado del abismo. Los que permitan que él los
seduzca lo harán por la misma cuestión que surgió en Edén: la legitimidad de la soberanía de
Dios, pues se dice que atacan el ―campamento de los santos y la ciudad amada‖. Como el
Tribunal del cielo habrá zanjado judicialmente esa cuestión y habrá cerrado el caso ya no se
permitirá otra rebelión prolongada. Los que no permanezcan leales al lado de Dios no podrán
apelar a Cristo Jesús como un ‗ayudante propiciatorio‘, sino que Jehová Dios será ―todas las
cosas‖ para ellos. No habrá ninguna apelación o mediación posible. Todos los rebeldes,
espíritus y humanos, recibirán la sentencia divina de destrucción en la ―muerte segunda‖.
(Rev 20:7-15.)

*** it-2 págs. 1044-1048 Soberanía ***


SOBERANÍA

Dominio; dignidad del gobernante, rey, emperador u otra persona que ejerce o posee la
autoridad suprema del poder público; fundamento del poder de una persona o grupo en los
que se halla depositada la máxima autoridad de un Estado.
En las Escrituras Hebreas aparece con frecuencia la palabra ʼAdho·nái, y 285 veces la
expresión ʼAdho·nái Yehwíh. ʼAdho·nái es una forma plural de ʼa·dhóhn: ―señor; amo‖. Otra
forma plural, ʼadho·ním, puede aplicarse a hombres simplemente como pluralidad: ―señores‖
o ―amos‖. Pero el término ʼAdho·nái sin sufijo siempre se utiliza en las Escrituras con
referencia a Dios, indicando el plural excelencia o majestad. Los traductores lo suelen
traducir por ―Señor‖. Cuando acompaña al nombre de Dios (ʼAdho·nái Yehwíh), como, por
ejemplo, en el Salmo 73:28, la expresión se traduce ―DIOS el Señor‖ (BAS), ―Señor Dios‖
(DK, PIB), ―Jehová el Señor‖ (Mod, Val), ―Señor Jehovah‖ (Val, 1989), ―ʼǍdonay Yahveh‖ (CI),
―Señor Yavé‖ (NC), ―Yahweh Dios‖ (BR), ―Señor Soberano Jehová‖ (NM). Aunque la Versión
Valera de 1960 utiliza la palabra ―soberano‖ en Job 31:28 y Ezequiel 38:2 y 39:1, no lo hace
como traducción de ʼAdho·nái.
La palabra griega de·spó·tēs designa a la persona que posee la autoridad suprema o tiene
la posesión absoluta y el poder sin control alguno. (Véase el Diccionario Expositivo de
Palabras del Nuevo Testamento, de W. E. Vine, vol. 1, 1984, pág. 93; vol. 4, 1987, págs.
44, 73.) Se traduce ―señor‖, ―amo‖ y ―dueño‖. Cuando se utiliza para dirigirse directamente a
Dios, se traduce ―Señor‖ (NC, CI y otras), ―Soberano‖ (Besson), ―Soberano Señor‖ (ENP,

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VHA) y ―Señor Soberano‖ (NM) en Lucas 2:29, Hechos 4:24 y Revelación 6:10. Otras
versiones la traducen en este último texto ―Soberano‖ (Mod, NBE, SA, Sd, VP), ―Soberano
Señor‖ (HAR; NVI; Val, 1989), ―Dominador‖ (RH), ―Dueño‖ (BJ, JT, NTI) y ―(el) Amo‖ (AFEBE,
CEBIHA, CJ).
Por tanto, aunque los textos hebreos y griegos no tienen una palabra específica para
―soberano‖, las palabras ʼAdho·nái y de·spó·tēs comunican esta idea cuando las Escrituras
hacen referencia a Jehová Dios, indicando la excelencia de su señorío.
La soberanía de Jehová. Jehová Dios es el Soberano del universo (―Señor del universo‖;
Lu 2:29, Sd) debido a que es el Creador y a su Divinidad y supremacía como el Omnipotente.
(Gé 17:1; Éx 6:3; Rev 16:14.) Es el Dueño de todas las cosas y la Fuente de toda autoridad y
poder, el Gobernante Supremo de todos los gobiernos (Sl 24:1; Isa 40:21-23; Rev 4:11;
11:15); de Él dijo el salmista: ―Jehová mismo ha establecido firmemente su trono en los cielos
mismos; y sobre toda cosa su propia gobernación real ha tenido la dominación‖. (Sl 103:19;
145:13.) Los discípulos de Jesús oraron dirigiéndose a Dios: ―Señor Soberano, tú eres Aquel
que hizo el cielo y la tierra‖. (Hch 4:24, NM; véanse también CEBIHA; HAR; NTI; NVI; Val.)
Para la nación de Israel, Dios mismo constituía los tres poderes del gobierno: el judicial, el
legislativo y el ejecutivo. El profeta Isaías dijo: ―Jehová es nuestro Juez, Jehová es nuestro
Dador de Estatutos, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará‖. (Isa 33:22.) Moisés da
una notable descripción de Dios como Soberano en Deuteronomio 10:17.
Por ser Jehová el Soberano, tiene el derecho y la autoridad de delegar responsabilidades
gubernativas. Hizo a David rey de Israel, y aunque las Escrituras hablan del ‗reino de David‘,
este rey reconoció a Jehová como el Gran Gobernante Soberano al decir: ―Tuya, oh Jehová,
es la grandeza y el poderío y la hermosura y la excelencia y la dignidad; porque todo lo que
hay en los cielos y en la tierra es tuyo. Tuyo es el reino, oh Jehová, Aquel que también te
alzas como cabeza sobre todo‖. (1Cr 29:11.)
Gobernantes terrestres. Los gobernantes de las naciones ejercen su limitada
gobernación por tolerancia o permiso del Señor Soberano Jehová. Los gobiernos políticos
no reciben su autoridad de Dios, es decir, no desempeñan su cargo debido a que Dios les
haya concedido autoridad o poder, como se muestra en Revelación 13:1, 2, donde se dice
que la bestia salvaje de siete cabezas y diez cuernos consigue ―su poder y su trono y gran
autoridad‖ del dragón, Satanás el Diablo. (Rev 12:9; véase BESTIAS SIMBÓLICAS.)
De modo que aunque Dios ha permitido que se sucedan los gobiernos humanos, uno de
sus reyes poderosos tuvo que reconocer por experiencia propia: ―Su gobernación es una
gobernación hasta tiempo indefinido, y su reino es para generación tras generación. Y a
todos los habitantes de la tierra se está considerando como meramente nada, y él está
haciendo conforme a su propia voluntad entre el ejército de los cielos y los habitantes de la
tierra. Y no existe nadie que pueda detener su mano o que pueda decirle: ‗¿Qué estás
haciendo?‘‖. (Da 4:34, 35.)

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Por ello, mientras Dios permita la existencia de los gobiernos humanos, aplicará la
admonición del apóstol Pablo a los cristianos: ―Toda alma esté en sujeción a las autoridades
superiores, porque no hay autoridad a no ser por Dios; las autoridades que existen están
colocadas por Dios en sus posiciones relativas‖. Luego el apóstol explica que cuando estos
gobiernos actúan para castigar al que hace el mal, la ‗autoridad superior‘ o gobernante
(aunque no sea un fiel adorador de Dios) actúa indirectamente como ministro de Dios en esta
misión particular, al expresar ira sobre los malhechores. (Ro 13:1-6.)
En cuanto a que estas autoridades están ―colocadas por Dios en sus posiciones relativas‖,
las Escrituras indican que esto no significa que Dios haya constituido estos gobiernos ni que
los apoye. Más bien, los ha utilizado para realizar su buen propósito en relación con su
voluntad para sus siervos terrestres. Moisés dijo: ―Cuando el Altísimo dio a las naciones una
herencia, cuando separó a los hijos de Adán unos de otros, procedió a fijar el límite de los
pueblos con consideración para el número de los hijos de Israel‖. (Dt 32:8.)
El hijo de Dios como Rey. Después de que se destronó al último rey que se sentó en el
―trono de Jehová‖ en Jerusalén (1Cr 29:23), el profeta Daniel recibió una visión en la que
contempló el nombramiento futuro del propio Hijo de Dios para ser Rey. La posición de
Jehová sobresale claramente cuando Él, el Anciano de Días, concede la gobernación a su
Hijo. El relato dice: ―Seguí contemplando en las visiones de la noche, y, ¡pues vea!, con las
nubes de los cielos sucedía que venía alguien como un hijo del hombre; y al Anciano de Días
obtuvo acceso, y lo presentaron cerca, aun delante, de Aquel. Y a él fueron dados
gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le
sirvieran aun a él. Su gobernación es una gobernación de duración indefinida que no pasará,
y su reino uno que no será reducido a ruinas‖. (Da 7:13, 14.) Cuando se compara este texto
con Mateo 26:63, 64, no queda ninguna duda de que el ―hijo del hombre‖ mencionado en la
visión de Daniel es Jesucristo. Él obtiene acceso a la presencia de Jehová y recibe autoridad
para gobernar. (Compárese con Sl 2:8, 9; Mt 28:18.)
Se desafía la soberanía de Jehová. La iniquidad ha existido durante la práctica totalidad
de la existencia de la raza humana en la Tierra. La humanidad ha ido muriendo, y los
pecados y las transgresiones contra Dios se han multiplicado. (Ro 5:12, 15, 16.) Como la
Biblia indica que Dios dio al hombre un comienzo perfecto, han surgido las siguientes
preguntas: ¿cómo empezaron el pecado, la imperfección y la iniquidad?, y ¿por qué ha
permitido el Dios Todopoderoso que estas cosas continúen por siglos? Las respuestas tienen
que ver con un desafío a la soberanía de Dios que planteó una cuestión suprema relacionada
con la humanidad.
Lo que Dios quiere de los que le sirven. Durante el transcurso de los siglos, Jehová
Dios ha probado mediante sus palabras y acciones que es un Dios de amor y bondad
inmerecida, que ejerce justicia y juicio perfectos, y que extiende misericordia a los que
intentan servirle. (Éx 34:6, 7; Sl 89:14; véanse JUSTICIA; MISERICORDIA.) Ha expresado su

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bondad hasta a los desagradecidos e inicuos. (Mt 5:45; Lu 6:35; Ro 5:8.) Se deleita en el
hecho de que su soberanía se administra con amor. (Jer 9:24.)
Por ello desea que en su universo haya exclusivamente personas que le sirvan por amor a
Él y a sus excelentes cualidades, que le amen primero a Él y después a su prójimo (Mt
22:37-39); que amen, deseen y antepongan Su soberanía a cualquier otra (Sl 84:10), y que,
aunque puedan independizarse, escojan Su soberanía porque saben que Su gobernación es
mucho más sabia, más justa y mejor que cualquier otra. (Isa 55:8-11; Jer 10:23; Ro 7:18.)
Tales personas no sirven a Dios simplemente por temor a su omnipotencia ni por razones
egoístas, sino por amor a Su justicia, derecho y sabiduría y debido a que conocen la
grandeza y la bondad amorosa de Jehová. (Sl 97:10; 119:104, 128, 163.) Exclaman junto con
el apóstol Pablo: ―¡Oh la profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de
Dios! ¡Cuán inescrutables son sus juicios e ininvestigables sus caminos! Porque ‗¿quién ha
llegado a conocer la mente de Jehová, o quién se ha hecho su consejero?‘. O, ‗¿Quién le ha
dado primero, para que tenga que pagársele?‘. Porque procedentes de él y por él y para él
son todas las cosas. A él sea la gloria para siempre. Amén‖. (Ro 11:33-36.)
Tales personas llegan a conocer a Dios, y en realidad conocerle implica amarle y
apegarse a su soberanía. El apóstol Juan escribe: ―Todo el que permanece en unión con él
no practica el pecado; nadie que practica el pecado lo ha visto ni ha llegado a conocerlo‖. Y:
―El que no ama no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor‖. (1Jn 3:6; 4:8.) Jesús,
quien conocía a su Padre mejor que ningún otro, dijo: ―Todas las cosas me han sido
entregadas por mi Padre, y nadie conoce plenamente al Hijo sino el Padre, ni conoce nadie
plenamente al Padre sino el Hijo, y cualquiera a quien el Hijo quiera revelarlo‖. (Mt 11:27.)
No se cultivó amor y aprecio. Por consiguiente, el desafío a la soberanía de Jehová
provino de una criatura que, aunque disfrutaba de los beneficios de Su soberanía,
no apreciaba su conocimiento de Él ni lo había cultivado, y, por ello, no había profundizado
su amor a Él. Era una criatura celestial de Dios, un ángel. Cuando se instaló en la Tierra a la
primera pareja humana, Adán y Eva, este ángel vio una oportunidad de atacar la soberanía
de Dios. Primero intentaría desviar a Eva de la sumisión a la soberanía de Dios, y luego a
Adán, y lo logró. Su deseo era establecer una soberanía rival.
Eva, la primera a la que se puso a prueba, no había cultivado aprecio a su Creador y Dios,
y no aprovechó la oportunidad que tuvo de conocerlo. Escuchó la voz de una criatura inferior,
en apariencia la serpiente, pero en realidad la voz de un ángel rebelde. La Biblia no dice que
Eva se sorprendiera de oír hablar a la serpiente, pero sí dice que la serpiente era ―la más
cautelosa de todas las bestias salvajes del campo que Jehová Dios había hecho‖. (Gé 3:1.)
Nada se comenta en cuanto a que la serpiente primero comiera del fruto prohibido del ―árbol
del conocimiento de lo bueno y lo malo‖ y luego aparentase hacerse sabia y pudiera hablar.
El ángel rebelde, valiéndose de la serpiente para que le hablase, le presentó a la mujer
(según ella supuso) la oportunidad de hacerse independiente, ―de ser como Dios, conociendo
lo bueno y lo malo‖, y logró convencerla de que no moriría. (Gé 2:17; 3:4, 5; 2Co 11:3.)

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Adán, que tampoco demostró tener aprecio y amor a su Creador y Proveedor cuando se
enfrentó a la rebelión en el seno de su propia familia, no apoyó lealmente a Dios y sucumbió
ante la persuasión de Eva. Perdió la fe en Dios y en Su poder de proporcionarle a su siervo
leal todo buen don. (Compárese con lo que Jehová le dijo a David después de su pecado con
Bat-seba, en 2Sa 12:7-9.) Adán también dio la impresión de sentirse ofendido por la pregunta
de Jehová sobre su mala acción, pues respondió: ―La mujer que me diste para que estuviera
conmigo, ella me dio fruto del árbol y así es que comí‖. (Gé 3:12.) Él no dio crédito a la
mentira de la serpiente en cuanto a que no moriría, como sí había hecho Eva, pero tanto
Adán como Eva emprendieron un derrotero de libre determinación, de rebelión contra Dios.
(1Ti 2:14.)
Adán no pudo decir: ―Dios me somete a prueba‖. Más bien, lo que sucedió estuvo en
armonía con el principio: ―Cada uno es probado al ser provocado y cautivado por su propio
deseo. Entonces el deseo, cuando se ha hecho fecundo, da a luz el pecado; a su vez, el
pecado, cuando se ha realizado, produce la muerte‖. (Snt 1:13-15.) De modo que los tres
rebeldes —el ángel, Eva y Adán— emplearon la facultad del libre albedrío que Dios les había
dado para pasar de la perfección a un comportamiento pecaminoso deliberado. (Véanse
PECADO; PERFECCIÓN.)
El punto en cuestión. ¿Qué es lo que aquí se cuestionó? ¿A quién criticó y difamó este
ángel que más tarde recibiría el nombre de Satanás el Diablo, cuyo desafío apoyó Adán
mediante su acción rebelde? ¿Era el hecho de la supremacía de Jehová, la existencia de su
soberanía? ¿Estaba la soberanía de Dios en peligro? No, pues Jehová tiene autoridad y
poder supremos, y nadie, ni en el cielo ni en la Tierra, puede arrebatárselos. (Ro 9:19.) Por lo
tanto, el desafío tiene que haber sido en cuanto a lo propio, merecido y justo de la soberanía
de Dios, si ejercía su soberanía de una manera digna, justa y para los mejores intereses de
sus súbditos, o no. Prueba de esto se halla en la manera de dirigirse a Eva: ―¿Es realmente
el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol del jardín?‖. Con esas
palabras la serpiente insinuó que tal cosa era inaceptable, que Dios era indebidamente
restrictivo, que retenía algo que la pareja humana merecía legítimamente. (Gé 3:1.)
¿Qué era el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo?
Al tomar del fruto del ―árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo‖, Adán y Eva
expresaron su rebelión. El Creador, como Soberano Universal, estaba en su pleno derecho
de promulgar la ley sobre el árbol, pues Adán, por ser persona creada, y no soberana, tenía
limitaciones y necesitaba reconocer este hecho. Para que hubiera paz y armonía universal,
sobre todas las criaturas racionales recaía la responsabilidad de reconocer y apoyar la
soberanía del Creador. Adán demostraría que reconocía este hecho si se abstenía de comer
el fruto de aquel árbol. Como padre en perspectiva de una Tierra poblada de criaturas
humanas, tenía que demostrar su obediencia y lealtad hasta en lo más mínimo. El principio
implicado era: ―La persona fiel en lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta
en lo mínimo es injusta también en lo mucho‖. (Lu 16:10.) Adán tenía la capacidad de

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mostrar esa obediencia perfecta. Es evidente que no había nada intrínsecamente malo en el
fruto del árbol en sí. (La prohibición no tenía nada que ver con las relaciones sexuales, pues
Dios había mandado a la pareja que ‗llenasen la tierra‘. [Gé 1:28.] Era el fruto de un árbol
literal, como dice la Biblia.) La nota al pie de la página que aparece en Génesis 2:17 en la
Biblia de Jerusalén expresa bien qué representaba el árbol:
―Esta ‗ciencia‘ [conocimiento] es un privilegio que Dios se reserva y que el hombre
usurpará por el pecado, [Génesis] 3 5, 22. No es, pues, ni la omnisciencia, que el hombre
caído no posee, ni el discernimiento moral, que ya poseía el hombre inocente y que Dios
no niega a su criatura racional. Es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y
lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de autonomía moral, por la que
el hombre no se conforma con su condición de criatura [...]. El primer pecado ha sido un
atentado a la soberanía de Dios, un pecado de orgullo.‖
Se acusa a los siervos de Dios de egoísmo. Una expresión posterior de esta cuestión
se halla en lo que Satanás dijo a Dios en cuanto a su siervo fiel Job. Estas fueron sus
palabras: ―¿Ha temido Job a Dios por nada? ¿No has puesto tú mismo un seto protector
alrededor de él y alrededor de su casa y alrededor de todo lo que tiene en todo el derredor?
La obra de sus manos has bendecido, y su ganado mismo se ha extendido en la tierra. Pero,
para variar, sírvete alargar la mano, y toca todo lo que tiene, y ve si no te maldice en tu
misma cara‖. Después, Satanás de nuevo presentó la siguiente acusación: ―Piel en el interés
de piel, y todo lo que el hombre tiene lo dará en el interés de su alma‖. (Job 1:9-11; 2:4.) De
ese modo acusaba a Job de no estar en armonía con Dios de corazón, que servía
obedientemente a Dios solo por motivos egoístas, por lucro. Satanás calumnió a Dios
respecto al ejercicio de Su soberanía, y a los siervos de Dios, en cuanto a su integridad a esa
soberanía. Dijo a todos los efectos que no habría ningún hombre sobre la Tierra que
mantuviese integridad a la soberanía de Jehová si a él, Satanás, se le permitía ponerle a
prueba.
Jehová aceptó el desafío. No lo hizo debido a que dudara de la justicia de su soberanía. Él
no necesitaba que se le probase nada. Permitió tiempo para que se analizara esta cuestión
debido al amor que sentía por sus criaturas inteligentes. Dejó que Satanás pusiese al hombre
a prueba ante todo el universo. Dio a sus criaturas el privilegio de demostrar que el Diablo es
un mentiroso y de quitar la calumnia que manchaba, no solo el nombre de Dios, sino también
el suyo propio. Satanás, con su actitud egotista, fue ‗entregado a un estado mental
desaprobado‘. Su enfoque al abordar a Eva fue totalmente contradictorio. (Ro 1:28.) Por una
parte acusó a Dios de ejercer su soberanía de manera injusta y parcial, pero por otra debía
contar con Su imparcialidad: al parecer pensó que Dios se consideraría obligado a dejarle
vivir si podía probar su acusación con respecto a la infidelidad de las criaturas de Dios.
Era vital zanjar la cuestión. El que se zanjara la cuestión en realidad era un asunto vital
para todos los vivientes en lo que respecta a su relación con la soberanía de Dios. Pues, una
vez resuelta la cuestión nunca haría falta probarla de nuevo. Jehová deseaba que se dieran

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a conocer en detalle los pormenores relacionados con dicha cuestión, para que todos
pudieran entenderla cabalmente. La medida que Dios tomó engendra confianza en su
inmutabilidad, realza su soberanía, la hace aún más deseable y la deja firmemente
establecida en la mente de todos los que la escogen. (Compárese con Mal 3:6.)
Una cuestión moral. Por tanto, no se trata de una cuestión de poder o fuerza; es
principalmente una cuestión moral. Sin embargo, debido a que Dios es invisible y Satanás ha
hecho todo esfuerzo posible por cegar la mente de los hombres, a veces se ha puesto en
duda el poder de Jehová o incluso su existencia. (1Jn 5:19; Rev 12:9.) Los hombres han
interpretado mal la razón por la que Dios ha ejercido paciencia y bondad, y se han vuelto
más rebeldes. (Ec 8:11; 2Pe 3:9.) Debido a ello, el servir a Dios con integridad ha requerido
ejercer fe y experimentar sufrimiento. (Heb 11:6, 35-38.) No obstante, Jehová se propone dar
a conocer a todos su soberanía. En Egipto le dijo a Faraón: ―En realidad, por esta causa te
he mantenido en existencia, a fin de mostrarte mi poder y para que mi nombre sea declarado
en toda la tierra‖. (Éx 9:16.) De igual manera, Dios ha permitido un tiempo para que tanto
este mundo como su dios, Satanás el Diablo, existan y desarrollen su iniquidad, y también ha
fijado un tiempo para su destrucción. (2Co 4:4; 2Pe 3:7.) La oración profética del salmista
fue: ―Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre
toda la tierra‖. (Sl 83:18.) Jehová mismo había jurado: ―Ante mí toda rodilla se doblará, a mí
toda lengua jurará, y dirá: ‗De seguro en Jehová hay plena justicia y fuerza‘‖. (Isa 45:23, 24.)
El alcance de la cuestión. ¿Cuál fue el alcance de la cuestión? Puesto que se indujo al
hombre a pecar y un ángel había pecado, la cuestión llegó a incluir a las criaturas celestiales
de Dios, hasta a su Hijo unigénito, el que estaba más cerca de Jehová Dios. Este, que
siempre hacía las cosas que le agradaban a su Padre, estaría muy ansioso de servir para la
vindicación del nombre y la soberanía de Dios. (Jn 8:29; Heb 1:9.) Dios lo seleccionó para
esta asignación, y lo envió a la Tierra, donde nació como hijo varón de la virgen María. (Lu
1:35.) Jesús fue perfecto y mantuvo su perfección y su condición intachable durante toda su
vida, incluso aguantando una muerte deshonrosa. (Heb 7:26.) Antes de su muerte dijo:
―Ahora se somete a juicio a este mundo; ahora el gobernante de este mundo será echado
fuera‖. También: ―El gobernante del mundo viene. Y él no tiene dominio sobre mí‖. (Jn 12:31;
14:30.) Como Satanás no pudo conseguir quebrantar la integridad de Cristo, el juicio fue que
había fracasado y estaba listo para ser echado fuera. Jesús ‗venció al mundo‘. (Jn 16:33.)
Jesucristo el Vindicador de Dios. Así, de una manera totalmente perfecta, Jesucristo
demostró que el Diablo era un mentiroso y zanjó por completo la cuestión: ¿habrá algún
hombre fiel a Dios bajo cualquier tentación o prueba que pudiera presentársele? Por lo tanto,
el Dios Soberano lo nombró Ejecutor de sus propósitos, el que erradicaría del universo la
iniquidad e incluso al Diablo. Él ejercerá esta autoridad, y ‗toda rodilla se doblará y toda
lengua reconocerá abiertamente que Jesucristo es Señor para la gloria de Dios el Padre’.
(Flp 2:5-11; Heb 2:14; 1Jn 3:8.)

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En el dominio que se otorga al Hijo, gobierna en el nombre de su Padre, ‗reduciendo a la
nada‘ todo gobierno y toda autoridad y poder que se opone a la soberanía de Jehová. El
apóstol Pablo revela que después Jesucristo ofrecerá el más alto tributo a la soberanía de
Jehová que se puede ofrecer, pues, ―cuando todas las cosas le hayan sido sujetadas,
entonces el Hijo mismo también se sujetará a Aquel que le sujetó todas las cosas, para que
Dios sea todas las cosas para con todos‖. (1Co 15:24-28.)
El libro de Revelación muestra que una vez que concluya el Reino de mil años de Cristo,
en el que acabará con toda autoridad que intente rivalizar con la soberanía de Jehová, se
soltará al Diablo por un corto período de tiempo. Intentará revivir la cuestión, pero no se
concederá mucho tiempo para aquello que ya está zanjado. Satanás y los que le siguen
serán completamente aniquilados. (Rev 20:7-10.)
Otros vindicadores. Aunque la fidelidad de Cristo ha demostrado que la razón esta de parte
de Dios en esta gran cuestión, se permite que otros participen en apoyarlo. (Pr 27:11.) Los
efectos del proceder íntegro de Cristo, que incluyó su muerte sacrificatoria, están señalados
así por el apóstol: ―Mediante un solo acto de justificación el resultado a toda clase de
hombres es el declararlos justos para vida‖. (Ro 5:18.) Cristo ha sido nombrado Cabeza de
un ―cuerpo‖ o congregación (Col 1:18), cuyos miembros participan en su muerte de
integridad, y él está contento de que ellos participen con él como coherederos, como reyes
asociados en su gobernación del Reino. (Lu 22:28-30; Ro 6:3-5; 8:17; Rev 20:4, 6.) Hombres
fieles de la antigüedad que estaban a la expectativa de esta provisión de Dios mantuvieron
integridad aunque tenían un cuerpo imperfecto. (Heb 11:13-16.) Y los otros muchos que
finalmente doblarán las rodillas en reconocimiento de la Soberanía de Dios, también lo harán,
reconociendo de corazón lo justo y merecido de dicha soberanía. Como cantó proféticamente
el salmista, ―toda cosa que respira... alabe a Jah. ¡Alaben a Jah!‖. (Sl 150:6.)

*** rs pág. 357 Satanás el Diablo ***


¿Cómo llegó a existir Satanás?
Todas las obras de Jehová son perfectas; él no es autor de injusticia; por tanto, él no creó
a nadie inicuo (Deu. 32:4; Sal. 5:4). La criatura que llegó a ser Satanás fue originalmente un
hijo celestial de Dios en perfección. Al decir que el Diablo ―no permaneció firme en la verdad‖,
Jesús indicó que en un tiempo aquella criatura había estado ―en la verdad‖ (Juan 8:44). Pero,
como en el caso de todas las criaturas inteligentes de Dios, este hijo espiritual de Dios
estaba dotado de libre albedrío. Dio mal uso a la libertad que le permitía escoger, permitió
que en su corazón se desarrollaran sentimientos de presunción y empezó a ansiar adoración
que pertenecía solo a Dios, por lo cual incitó a Adán y Eva a escuchar a él en vez de
obedecer a Dios. Así, por su proceder él mismo se hizo Satanás, que significa ―adversario‖.
(Sant. 1:14, 15; véanse también las páginas 282, 283 en la sección titulada ―Pecado‖.)
¿Por qué no destruyó Dios a Satanás tan pronto como este se rebeló?

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Satanás hizo surgir cuestiones serias: 1) Lo justo y correcto de la soberanía de Jehová.
¿Estaba reteniendo Jehová de la humanidad alguna libertad que contribuiría a la felicidad
humana? ¿Dependía en verdad de que se obedeciera a Dios el que la humanidad pudiera
gobernar sus asuntos con éxito y pudiera seguir viviendo? ¿Había sido poco honrado Jehová
al dar a los humanos una ley que declaraba que la desobediencia conduciría a su muerte?
(Gén. 2:16, 17; 3:3-5.) Por eso, ¿tenía realmente Jehová derecho a gobernar? 2) La
integridad de las criaturas inteligentes para con Jehová. Debido a que Adán y Eva se
desviaron, se planteó la pregunta: ¿Era realmente el amor lo que movía a los siervos de
Jehová a obedecerle, o pudiera ser que todos abandonaran a Dios y siguieran el ejemplo que
estaba dando Satanás? En los días de Job, Satanás dio más abundante desarrollo a esta
última cuestión. (Gén. 3:6; Job 1:8-11; 2:3-5; véase también Lucas 22:31.) Estas cuestiones
no podían resolverse simplemente ejecutando a los rebeldes.

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Sermón del Monte (parte 2)

*** Para la referencia Mateo 6:1 - 7:29 y Lucas 6:37 - 49 llevar su ejemplar impreso de la
Biblia bi8 o bien la versión electrónica que se encuentra en la aplicación JW Library***

*** w79 15/4 págs. 22-23 El Sermón del Monte... “Sigan pidiendo” ***

DESPUÉS de aconsejar a sus oyentes que evitaran juzgar adversamente a su congénere,


Jesús dijo: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les
abrirá.”—Mat. 7:7.
Con estas palabras, el Hijo de Dios instó a sus discípulos a perseverar en oración. Había
una necesidad apremiante para esto. En el Sermón del Monte se había mostrado claramente
que el ser justo a la vista de Dios no era simplemente un asunto de ejecutar actos religiosos
y caritativos. (Mat. 5:20; 6:1) Para que los actos de adoración sean significativos, tienen que
brotar de motivaciones apropiadas del corazón, y eso incluye el saber perdonar, ser casto y
veraz y ejercer amor. (Mat. 5:22, 27, 28, 33-37, 43-48) Puesto que estas cualidades son
contrarias a la naturaleza humana pecaminosa, con regularidad los discípulos tendrían que
pedir ayuda a Dios para satisfacer Sus requisitos relacionados con la adoración verdadera.
Por lo tanto, tenían que „seguir pidiendo‟ para recibir la fortaleza y sabiduría necesarias
para llevar una vida de piedad o devoción. (2 Cor. 4:7; 2 Ped. 1:3) Los discípulos deberían
„seguir buscando‟ esta ayuda de la misma manera que buscarían un tesoro escondido.
(Compare con Mateo 13:44.) Tenían que „seguir tocando‟ para asegurarse de que se les
admitiera por completo a las bendiciones que Dios tiene para los que reciben su
aprobación.—Note Lucas 13:24, 25.
Los que oran encarecidamente por estas bendiciones y obran en armonía con sus
oraciones pueden obtener estímulo de las siguientes palabras de Jesús: “Porque todo el que
pide recibe, y todo el que busca halla, y a todo el que toca se le abrirá.” (Mat. 7:8) Esto
no significa que la gente puede orar por cualquier cosa que desee y recibir respuesta. Para
que una oración sea apropiada, siempre tiene que estar en armonía con la voluntad de Dios.
(1 Juan 5:14) Sin embargo, los discípulos de Jesús podían estar seguros de que Dios
contestaría las oraciones que hicieran en petición de ayuda para efectuar la adoración
verdadera.
A este respecto, el Hijo de Dios dio una ilustración: “De veras, ¿quién es el hombre entre
ustedes a quien su hijo pide pan,... no le dará una piedra, ¿verdad? O, quizás, le pida un
pescado,... no le dará una serpiente, ¿verdad?”—Mat. 7:9, 10.

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Durante el primer siglo de la E.C., en Palestina se cocía el pan en forma de tortas planas
que se asemejaban a ciertas piedras. Algunas serpientes pequeñas se parecían al pescado
que frecuentemente se comía con pan. (Vea Juan 6:9) Si un muchachito le pidiera a su padre
pan, el padre no tendería a engañar ni molestar a su prole por medio de darle una piedra. Si
el hijo pidiera pescado para comer con pan, su padre no le extendería una serpiente. El
afecto natural entre padre e hijo impediría que el padre hiciera aquello.
“Por lo tanto,” continuó Jesús, “si ustedes, aunque son inicuos, saben dar buenos dones a
sus hijos, ¿con cuánta más razón dará su Padre que está en los cielos cosas buenas a los
que le piden?”—Mat. 7:11.
Los padres aquí en la Tierra, “aunque son inicuos” debido al pecado heredado, no dan a
sus hijos cosas dañinas que solo se parezcan a las cosas que ellos hayan solicitado. En vez
de eso, los padres humanos se esfuerzan por suministrar “buenos dones” a su
descendencia. “Con cuánta más razón” contestará Dios, cuyo amor es perfecto, las
oraciones de sus adoradores devotos. (1 Juan 4:8) Concederá “cosas buenas” a sus siervos,
especialmente espíritu santo, que puede fortalecerlos para que continúen rindiendo el
servicio sagrado que satisface los requisitos de Dios. (Compare con Lucas 11:13.) Sin
embargo, el Altísimo hará esto solo con las personas que persisten en „pedirle.‟
En seguida, Jesús añadió una regla de conducta que ha alcanzado fama considerable:
“Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de
igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho es lo que significan la Ley y los
Profetas.”—Mat. 7:12.
Dios despliega una disposición paternal hacia sus siervos por medio de contestar las
oraciones que le hacen. “Por lo tanto” ellos, en cambio, deben tratar a su congénere
apropiadamente. Solo de esta manera pueden probar que son hijos de Dios, es decir,
personas que imitan la benevolente disposición de Dios y cuyas oraciones reciben pronta
respuesta del Padre celestial.—Compare con Mateo 5:44-48; 1 Pedro 3:7.
Respecto a esta “regla áurea,” el libro A Pattern for Life (Un modelo para la vida) declara:
“Tanto en fuentes judías como en fuentes gentiles se pueden hallar paralelos a la
Regla, como para probar que Dios no había dejado a los hombres sin conocimiento
de la más alta moralidad antes de la venida de Cristo. En Tob[ías, uno de los libros
apócrifos] 4:15 leemos: „Lo que odies no lo hagas a nadie.‟ Hillel [un rabino que vivió
alrededor del tiempo de Jesús] dijo: „Lo que te es odioso no lo hagas a nadie más.‟
Los estoicos tenían una máxima que decía: „No hagas a otro lo que no quieres que
te suceda a ti.‟ En las enseñanzas de Confucio encontramos: „No hagas a otros lo
que no quieres que te hagan a ti.‟”
Sin embargo, todos estos dichos son negativos, estimulan a la gente a no tratar a otros de la
manera que a ellos no les gustaría que los trataran.

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Sin embargo, las personas que pusieran atención al Hijo de Dios irían más allá de
simplemente evitar el maltratar a otros. Tendrían que tomar la iniciativa y hacer cosas buenas
a su congénere, sí, “todas las cosas que quieren que los hombres les hagan.” Al comparar
este consejo con las declaraciones semejantes de tipo negativo en los escritos que no son
bíblicos, A. B. Bruce hace la siguiente observación en The Expositors Greek Testament:
“Lo negativo nos confina a la región de la justicia; lo positivo nos lleva a la región de
la generosidad o la gracia, y por lo tanto comprende a la ley y los profetas.
Deseamos mucho más de lo que podemos demandar... que se nos ayude cuando
estamos en necesidad, que se nos dé estímulo cuando nos estamos esforzando,
que se nos defienda cuando se nos represente erróneamente, y que se nos muestre
amistad cuando nos tienen acosados. Cristo quiere que hagamos todo esto de modo
magnánimo y benigno; que seamos, no simplemente [justos], sino [buenos].”—Vea
Romanos 5:7.
La expresión “la Ley y los Profetas” señala a sumamente importantes e inspiradas
Escrituras Hebreas. Cuando la gente trata a otros de la manera que les gustaría que otros los
trataran, actúan en armonía con el verdadero espíritu que hay detrás de la ley de Dios.
“No deban a nadie ni una sola cosa,” escribe el apóstol Pablo, “salvo el amarse los unos a los
otros; porque el que ama a su semejante ha cumplido la ley. Porque el código de la ley:
„No debes cometer adulterio, No debes asesinar, No debes hurtar, No debes codiciar,‟ y
cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: „Tienes que amar
a tu prójimo como a ti mismo.‟ El amor no obra mal al prójimo; por lo tanto el amor es el
cumplimiento de la ley.”—Rom. 13:8-10; compare con Mateo 22:37-40.

“Persistan en la oración.”—Romanos 12:12.


[Nota]
Las palabras de Jesús en Mateo 7:7-11 también aparecen en Lucas 11:9-13 en un marco de
circunstancias que tuvo lugar en Judea cerca de año y medio después que Jesús presentó
el Sermón del Monte. Parece que Jesús consideró apropiado repetir el consejo.

*** w79 1/4 pág. 14 El Sermón del Monte... ¿Entran todos en el Reino? ***
DESPUÉS de advertir a los que le oían acerca de falsos profetas a los cuales pudieran
llegar a conocer durante el primer siglo E.C., Jesús dijo: “No todo el que me dice: „Señor,
Señor,‟ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en
los cielos.”—Mat. 7:21; compare con Lucas 6:46.
Para disfrutar de las bendiciones del reino de Dios, es necesario que las personas
reconozcan el señorío de Jesucristo. (Rom. 10:9; Fili. 2:11) Pero esto envuelve más que solo
dar lealtad de dientes afuera al Hijo de Dios por medio de llamarlo “Señor, Señor.”

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A la plenitud de bendiciones del Reino solo se admite al “que hace la voluntad de mi Padre
que está en los cielos.” Esa “voluntad” se expresa adecuadamente en el Sermón del Monte.
Exige hacer “obras excelentes” de declarar las verdades del Reino a otras personas.
También incluye transformar la personalidad de uno para desplegar cualidades como las de
Dios, tales como apacibilidad, castidad, confiabilidad, altruismo, amor, sinceridad y fe.—Vea
Mateo 5:16, 21, 22, 27-30, 33-48; 6:1-18, 25-34.
Las palabras que Jesús dice después muestran que muchas personas que alegarían ser
sus seguidores fallarían respecto a eso: “Muchos me dirán en aquel día: „Señor, Señor,
¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre
ejecutamos muchas obras poderosas?‟ Y sin embargo, entonces les confesaré: ¡Nunca los
conocí! Apártense de mí, obreros del desafuero.”—Mat. 7:22, 23.
“En aquel día,” cuando Dios ejecute juicio contra sus enemigos (Zac. 14:1-3; 2 Tes. 2:1, 2;
2 Ped. 3:10-12), “muchos” procurarán que se les considere favorablemente por medio de
alegar que han logrado cosas sorprendentes „en Su nombre,‟ es decir, como si fueran
representantes de Jesucristo y por medio de poder divino que hubieran obtenido mediante él.
Preguntarán: “¿No profetizamos [es decir, expresar comunicaciones divinas y quizás
predicciones de acontecimientos futuros] en tu nombre?” Pero tal „profetizar‟ no es una
identificación segura del discipulado cristiano verdadero. Según las Escrituras, falsos
profetas también proclamaron predicciones que a veces se realizaron, así como mensajes
que entregaron como si fuera por autoridad divina.—Deu. 13:1-3; Jer. 14:14.
Algunos se jactarían de haber „expulsado demonios en el nombre‟ de Jesús. Hoy en la
cristiandad hay personas que alegan que tienen tal poder. Pero la práctica de exorcizar
demonios (por medio de ritos místicos) siempre ha sido un rasgo de religiones que no son
bíblicas. Además, ciertos judíos del primer siglo E.C. expulsaban demonios por medio de
fórmulas mágicas que creían que habían sido entregadas desde el rey Salomón.

*** w79 1/2 págs. 9-10 El Sermón del Monte... „Acumulen tesoros en el cielo‟ ***
DESPUÉS de su consejo acerca de que era necesario evitar la hipocresía en la adoración,
Jesús consideró el lazo del materialismo. Empezó diciendo: “Dejen de acumular para ustedes
tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por
fuerza y hurtan.”—Mat. 6:19.
Jesús conocía bien la tendencia humana de confiar en una acumulación de cosas
materiales. Dio a sus oyentes la amonestación de „dejar‟ de hacer aquello, puesto que los
tesoros terrestres no tienen valor duradero. Sean vestiduras costosas, dinero u otros
artículos materiales, estas cosas valiosas acumuladas pueden sufrir deterioro. Por ejemplo,
„las polillas‟ pueden arruinar telas valiosas; los metales preciosos pueden sucumbir al
“moho.” (Compare con Santiago 5:1-3.) Hasta antes de que comience el deterioro hay peligro

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de robo. En la antigua Palestina los ladrones „entraban por fuerza y hurtaban‟ por medio de
abrirse una grieta para ello a través de las paredes de barro o de yeso de las casas.
Por eso, Jesús declaró: “Más bien, acumulen para ustedes tesoros en el cielo, donde
ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan.” (Mat. 6:20)
Uno puede acumular tesoros incorruptibles por medio de hacerse un registro de obras
excelentes “en el cielo” (es decir, ante Dios). Con relación a esto el apóstol Pablo dio a los
cristianos acaudalados la amonestación de que “trabajen en lo bueno, que sean ricos en
obras excelentes, que sean liberales, listos para compartir, atesorando para sí mismos con
seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la
vida que lo es realmente.”—1 Tim. 6:17-19; Tito 3:8.
Jesús dio como razón para evitar el materialismo esto: “Porque donde está tu tesoro, allí
también estará tu corazón.” (Mat. 6:21) El “tesoro” de uno es lo que uno considera
verdaderamente valioso. En esto uno pone su “corazón,” el asiento de los motivos, deseos y
afectos. Si el tesoro que le roba el corazón a uno es simplemente lo que este mundo puede
ofrecer, eso le causa daño a la relación de uno con Dios, quien requiere servicio de “corazón
completo.”—1 Cró. 28:9; Mat. 22:37.
Para ayudar a los que le escuchaban a evitar el lazo del materialismo, Jesús presentó dos
ilustraciones. Empezó la primera diciendo: “La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo
es sencillo, todo tu cuerpo estará brillante.”—Mat. 6:22.
Es apropiado llamar al ojo “la lámpara del cuerpo,” puesto que la luz llega al centro visual
del cerebro por medio de los ojos. En vez de estar continuamente saltando de un lugar a otro
para avistar todo objeto que se presenta a la vista, el „ojo sencillo‟ enfoca la mirada en una
sola cosa. En sentido figurado, aquello en lo cual el individuo „fija su ojo‟ como objeto de
intensa concentración y meditación afecta su personalidad entera. Si la meta principal de uno
en la vida es hacer la voluntad de Dios, „todo su cuerpo estará brillante.‟ En todo aspecto de
la vida uno reflejará una iluminación que glorifica a Dios y beneficia a su congénere
humano.—Compare con Proverbios 4:18, 25-27; Mateo 5:14-16.
“Pero si tu ojo es inicuo,” continuó Jesús, “todo tu cuerpo estará oscuro.” (Mat. 6:23a) El
„ojo inicuo‟ enfoca la atención con anhelo codicioso en cosas incorrectas. (Note Mateo 5:28;
2 Pedro 2:14.) Para el que hace que lo principal en su vida sea buscar las riquezas de este
mundo, „todo su cuerpo estará oscuro.‟ Una meta materialista de esa índole lleva a conducta
incorrecta que manifiesta oscuridad espiritual en todo aspecto de la vida. “Los que están
determinados a ser ricos,” escribe el apóstol Pablo, “caen en tentación y en un lazo y en
muchos deseos insensatos y dañinos, que precipitan a los hombres en destrucción y ruina.
Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y haciendo esfuerzos
por realizar este amor algunos han sido descarriados de la fe y se han acribillado con
muchos dolores.”—1 Tim. 6:9, 10.
Mostrando la seriedad de esto, Jesús dijo en seguida: “Si en realidad la luz que hay en ti
es oscuridad, ¡cuán grande oscuridad es ésa!” (Mat. 6:23b) Como seres humanos tenemos la

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imperfección en nosotros desde el nacimiento. (Rom. 5:12) Sin embargo, la condición de uno
empeora si uno da dirección incorrecta a las facultades que tiene para adquirir iluminación (el
ojo figurativo). El codicioso anhelar de riquezas mancha todo aspecto de la vida de uno. (Pro.
28:20) “¡Cuán grande,” exclamó Jesús, es la “oscuridad” de aquellos cuyo amor a los tesoros
materialistas los conduce a empujar a un lado los asuntos espirituales!—Mat. 13:22.
Jesús añadió entonces una segunda ilustración: “Nadie puede servir como esclavo a dos
amos; porque u odiará al uno y amará al otro, o se apegará al uno y despreciará al otro.”—
Mat. 6:24a.
Los que estaban escuchando el Sermón del Monte estaban familiarizados con la
esclavitud, que era regulada por la ley mosaica. (Éxo. 21:2; Lev. 25:39-46) El dueño de un
esclavo podía esperar que su esclavo hiciera cuanto a cabalidad pudiera en su servicio.
(Compare con Lucas 17:7-10.) Es interesante el hecho de que en La Mishna se consideran
los derechos del “esclavo que pertenece a condueños,” lo que indica que a veces un esclavo
podía estar sujeto a dos amos. Acerca de las palabras de Jesús respecto a esto, leemos en
el Theological Dictionary of the New Testament (Diccionario teológico del Nuevo
Testamento):
“Mat. 6:24 y Luc. 16:13 presuponen la posibilidad de que un esclavo tuviera dos
dueños que hubieran hecho inversiones iguales en él y por lo tanto tuvieran
derechos iguales a sus servicios. Esta es una situación que podía existir y existía.
De hecho, había esclavos a quienes un amo ponía en libertad, pero otro no, de
modo que eran mitad libres y mitad esclavos. Por supuesto, en tal relación [de
servidumbre doble] era casi imposible el que el esclavo desplegara la misma
devoción a ambos, especialmente cuando los deseos e intereses de éstos pudieran
variar muy ampliamente. Jesús expresó esto en el lenguaje de sus contemporáneos
y Su pueblo al decir que el esclavo [amaría] a un amo y [odiaría] al otro, es decir,
que le tendría menos apego.”
Jesús remachó el punto de esta ilustración al decir: “No pueden ustedes servir como
esclavos a Dios y a las Riquezas.” (Mat. 6:24b) Esta declaración no condena el poseer
riquezas, sino que, más bien, da énfasis al hecho de que uno no puede „servir como esclavo‟
a las riquezas y a la misma vez dar a Dios la devoción exclusiva que él requiere. El que
verdaderamente ama a Dios y desea servirle de manera aceptable, ciertamente tiene que
„despreciar‟ la esclavitud que es el resultado de hacer que los tesoros en la Tierra sean la
meta principal de uno en la vida.

*** w79 1/1 págs. 5-6 El Sermón del Monte... “Ustedes, pues, tienen que orar de esta
manera” ***
DESPUÉS de haber dado a sus discípulos la amonestación de evitar el comportamiento
hipócrita de llamar atención a sí mismos cuando oraban, Jesús presentó la famosa Oración

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Modelo, comúnmente conocida como el padrenuestro. Le dio como introducción las palabras:
“Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera.”—Mat. 6:9a.
La palabra “ustedes” se refiere a los que estaban escuchando a Jesús, a distinción de los
hipócritas a quienes había mencionado antes. (Mat. 6:5) La expresión “de esta manera”
introduce un contraste con las personas que se habían acostumbrado a decir “las mismas
cosas repetidas veces.” (Mat. 6:7) Por eso, claramente se debe ver que Jesús no estaba
animando a los que le escuchaban a sencillamente repetir de memoria la oración que iba a
darles.
La Oración Modelo tiene siete peticiones. Las primeras tres piden que Dios obre respecto
a la santificación de su nombre; las otras cuatro son solicitudes que tienen que ver con las
necesidades humanas. Considerémoslas individualmente.
(1) “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.” (Mat. 6:9b) Porque
Dios es el Creador de la humanidad y mora mucho más allá de la Tierra, es propio que sus
criaturas lo llamen “Padre nuestro que estás en los cielos.” (Hech. 17:24, 28; 2 Cró. 6:21; Isa.
66:1) Durante el primer siglo E.C., esta expresión era especialmente apropiada para los
judíos, puesto que Dios había obrado como padre para con aquel pueblo al librarlos de la
esclavitud en Egipto y entrar en una relación de pacto con ellos. (Deu. 32:6, 18; Éxo. 4:22;
Isa. 63:16) El uso del término “nuestro,” un término en plural, encierra reconocimiento de que
otras personas además de la que ora están en relación estrecha con Dios y son parte de su
familia de adoradores.
A veces la palabra “nombre” aparece en las Escrituras como sinónimo para la persona
misma. Por ejemplo, en Revelación 3:4 leemos: “Sí tienes unos cuantos nombres [personas]
en Sardis que no contaminaron sus prendas exteriores de vestir.” (Compare con Isaías
30:27; Malaquías 3:16.) “Santificado sea tu nombre” encierra el pensamiento de que Dios
tome acción para santificarse por medio de limpiar de su nombre memorial o conmemorativo,
Jehová, el oprobio que se ha amontonado sobre él desde la rebelión de la primera pareja
humana en el jardín de Edén. (Sal. 135:13; Ose. 12:5) En respuesta a esta oración, Dios
quitará de la Tierra la iniquidad. Acerca de ese tiempo, leemos: “Ciertamente me
engrandeceré y me santificaré y me daré a conocer delante de los ojos de muchas naciones;
y tendrán que saber que yo soy Jehová.”—Eze. 38:23; también 36:23.
(2) “Venga tu reino.” (Mat. 6:10a) Ese “reino” es la gobernación soberana de Dios
expresada por medio de un gobierno celestial mesiánico en manos de Cristo Jesús y sus
“santos” asociados. (Isa. 9:6, 7; 11:1-5; Dan. 7:13, 14, 18, 22, 27) El orar para que el reino
“venga” es pedir que el reino de Dios venga contra todos los opositores de la gobernación
divina en la Tierra. Según el libro de Daniel, „el reino [de Dios] triturará y pondrá fin a todos
estos reinos [terrestres], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.‟ (Dan. 2:44)
Después de eso, la gobernación por Dios transformará la Tierra en un paraíso mundial de
justicia y paz.—Sal. 72:1-15; 2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-5.

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(3) “Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.” (Mat. 6:10b) Con esto
no se solicita que los seres humanos hagan la voluntad de Dios como la hacen los ángeles
en el cielo, aunque ciertamente eso acontecerá. (Sal. 103:19-22; 148:1-14) Más bien, lo que
se pide es que Dios mismo obre en armonía con su voluntad para la Tierra. Es similar a esto
esta declaración del salmista:
“Todo cuanto a Jehová le deleitara hacer lo ha hecho en los cielos y en la tierra, en
los mares y en todas las profundidades acuosas. Aquel que dio golpe de muerte a
los primogénitos de Egipto, lo mismo a hombre que a bestia. Envió señales y
milagros en medio de ti, oh Egipto, sobre Faraón y sobre todos sus siervos; aquel
que derribó a muchas naciones y mató a reyes potentes.”—Sal. 135:6, 8-10.
El pedir que Dios haga su voluntad en la Tierra es solicitar que efectúe sus buenos
propósitos con relación a nuestro planeta, entre ellos el de remover de una vez para siempre
a sus opositores, como lo hizo en escala menor en la antigüedad.—Rev. 19:19-21; Sal. 83:9-
18.
(4) “Danos hoy nuestro pan para este día.” (Mat. 6:11) En el relato evangélico de Lucas
esta solicitud se presenta así: “Danos nuestro pan para el día según la necesidad del día.”
(Luc. 11:3) El pedir que Dios suministre artículos necesarios “para este día” promueve fe en
que él puede atender las necesidades de sus adoradores de día en día. No es una petición
de provisiones sobreabundantes, sino una por las necesidades diarias según surgen. Esto
nos recuerda el mandato divino de que los israelitas recogieran el maná que se suministraba
milagrosamente “cada cual su cantidad día por día,” y no más.—Éxo. 16:4.
(5) “Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros también hemos perdonado a nuestros
deudores.” (Mat. 6:12) Lucas muestra que por “deudas” Jesús quería decir “pecados.” (Luc.
11:4) La única manera en que la gente puede alcanzar el perdón de Dios es si ya „ha
perdonado‟ a las personas que han pecado contra ella. (Vea también Mar. 11:25.) Dando
amplitud a este pensamiento, Jesús añadió: “Porque si perdonan a los hombres sus ofensas,
su Padre celestial también los perdonará a ustedes; mientras que si no perdonan a los
hombre sus ofensas tampoco perdonará su Padre las ofensas de ustedes.” (Mat. 6:14, 15)
Dios otorga perdón solamente a personas que perdonan generosamente a otras.—Compare
con Efesios 4:32; Colosenses 3:13.
(6) “No nos metas en tentación.” (Mat. 6:13a) Con esto no se quiere dar a entender que
Dios tienta a la gente a cometer males, porque la Biblia declara: “Con cosas malas Dios
no puede ser probado ni prueba él mismo a nadie.” (Sant. 1:13) El verdadero “Tentador” que
se esfuerza por manipular a la gente para que peque contra Dios es Satanás el Diablo. (Mat.
4:3; 1 Tes. 3:5) Sin embargo, a veces los escritores de la Biblia dicen que Dios hace o causa
cosas que él simplemente permite.—Rut 1:20, 21; Ecl. 7:13; 11:5.
Con la solicitud a Dios de que „no nos meta en tentación‟ le estamos pidiendo que
no permita que sus adoradores fieles sucumban o „se desplomen‟ cuando se les someta a
presión para que desobedezcan a Dios. Con relación a esto el apóstol Pablo escribe:

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“Ninguna tentación los ha tomado a ustedes salvo lo que es común a los hombres. Pero Dios
es fiel, y no dejará que sean tentados más allá de lo que pueden soportar, sino que junto con
la tentación él también dispondrá la salida para que puedan aguantarla.”—1 Cor. 10:13.
(7) “Líbranos del inicuo.” (Mat. 6:13b) Así se pide que no se le permita al Diablo vencer a
los adoradores fieles de Dios. (Compare con Salmo 141:8, 9.) Los discípulos de Jesús
pueden confiar en que Dios puede contestar tal petición. El apóstol Pedro escribe: “Jehová
sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa.”—2 Ped. 2:9; compare con
Revelación 3:10.

*** w78 1/12 págs. 30-31 El Sermón del Monte... „Que sus dones de misericordia sean
en secreto‟ ***
DESPUÉS de su advertencia sobre la manera apropiada de tratar al congénere de uno,
Jesús dio consejo acerca de la clase de adoración que verdaderamente cuenta ante Dios.
Empezó esta parte de su Sermón del Monte diciendo: “Cuídense mucho de no practicar su
justicia delante de los hombres a fin de ser observados por ellos.”—Mat. 6:1a.
En este caso, “justicia” significa conducta que se amolda a la norma divina de lo que es
correcto. (Compare con Mateo 5:6, 20.) Dios desea que la gente despliegue justicia en todo
aspecto de la vida. Esto debe incluir las acciones de la persona cuando está sola y sus
relaciones con Dios y los congéneres humanos.
Las palabras de Jesús no quieren decir que nunca se deben hacer actos de piedad
delante de otras personas, porque eso sería contrario al consejo que él dio anteriormente en
el sentido de que los que le oyeran „dejaran resplandecer su luz delante de los hombres.‟
(Mat. 5:14-16) Pero el motivo jamás debería ser “para ser observados por ellos.” El individuo
no debe procurar hacerse un espectáculo como si estuviera en el escenario de un teatro.
Jesús declaró lo siguiente a todos los que pudieran inclinarse a ostentar como en un teatro
sus virtudes: “No tendrán galardón con su Padre que está en los cielos.” (Mat. 6:1b) Ese
„galardón del cielo‟ que incluye una relación íntima con Dios y las bendiciones eternas de su
gobernación del Reino, no es para individuos que tengan como motivo para adorar a Dios el
atraerse atención a sí mismos.
Para los judíos del primer siglo E.C., tres aspectos principales de la adoración eran el dar
limosnas, la oración y el ayuno. Acerca del primero de éstos, Jesús declaró: “Cuando andes
haciendo dones de misericordia, no toques trompeta delante de ti, así como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los glorifiquen los hombres.”—Mat. 6:2a.
La expresión “dones de misericordia” significa donaciones caritativas para el sostenimiento
de los empobrecidos. A menudo las Escrituras Hebreas dan énfasis a la importancia de
ayudar a individuos necesitados. (Pro. 14:21; 28:27; Isa. 58:6, 7) En tiempos posteriores,
cada comunidad judía tenía un fondo para los pobres que se recogía y distribuía desde las

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sinagogas cada semana. Se esperaba que cada residente contribuyera según su condición
financiera. Muchos individuos iban más allá de esta obligación y daban apoyo extra a los
necesitados por contribuciones voluntarias. Es interesante que Jesús y sus apóstoles tenían
un fondo común para los pobres.—Juan 12:5-8; 13:29.
Sin embargo, respecto al dar limosnas, Jesús dio esta amonestación a sus discípulos:
“No toques trompeta delante de ti.” En otras palabras: „No des publicidad al hecho de que
das limosnas.‟ Con regularidad los fariseos hacían esto, y Jesús los llamó “hipócritas,” es
decir, personas que fingían ser lo que no eran. En cuanto a dar publicidad a las donaciones
caritativas “en las sinagogas y en las calles,” leemos en el Theological Dictionary of the New
Testament (un diccionario teológico):
“Los escritos rab[ínicos] dan abundante testimonio sobre la naturaleza teatral de la
justicia farisaica. . . . Aunque por asignación y tasa se suministraban los medios para
sostener como comunidad a los pobres, el dar limosnas por encima de esto se
fundaba en dones gratuitos. Se informaba de éstos a la congregación en las
sinagogas y en servicios de ayuno en la vía pública.” (Tomo III, pág. 974) “En las
sinagogas, esp[ecialmente] en los ayunos cuando en crisis serias se celebraba
adoración en lugares públicos de la ciudad . . . , había individuos que solían
prometer en público sumas específicas para la caja de fondos para los pobres. . . .
También se nos dice que a los que daban grandes cantidades se les honraba
permitiéndoles sentarse al lado de los rabinos en la adoración.”—Tomo VII, pág. 86.
Acerca de aquellos hipócritas, Jesús declaró: “Verdaderamente les digo a ustedes: Ellos
ya disfrutan de su galardón completo.” (Mat. 6:2b) Papiros del primer siglo E.C. revelan que
la Palabra griega para “disfrutan . . . completo” (apékho) muchas veces aparecía en los
recibos e indicaba posesión plena de un artículo o una suma de dinero. En su obra Bible
Studies (Estudios de la Biblia), G. Adolf Deissmann declara que, en vista de esto, las
palabras de Jesús “adquieren el significado más cáusticamente irónico de que pueden firmar
el recibo de su galardón: se ha realizado su derecho de recibir su recompensa, precisamente
como si ya hubieran dado un recibo por él.” El aplauso de los hombres y quizás un asiento
delantero en la sinagoga al lado de rabinos conocidos era toda la recompensa que aquellos
hipócritas conseguirían.—Compare con Mateo 23:6.
“Mas tú,” dijo Jesús a los que le escuchaban, “cuando hagas dones de misericordia,
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.” (Mat. 6:3) La mano derecha y la mano
izquierda son los más cercanos de los miembros corporales por el hecho de que están a
cada lado del torso y por lo general se mueven en cooperación. A veces pudiera ser que una
mano funcionara en independencia de la otra. Por lo tanto, el „no dejar que la mano izquierda
supiera lo que la derecha estuviera haciendo‟ significaría que uno no daría publicidad a sus
acciones caritativas, ni siquiera a personas en tan estrecha o cercana relación con uno como
la mano izquierda lo está con la derecha.

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Según Jesús, la proclamación jactanciosa del dar limosnas debería evitarse para “que sus
dones de misericordia sean en secreto; entonces tu Padre que mira en secreto te lo pagará.”
(Mat. 6:4) Puesto que el Creador mora en los cielos y es invisible a los ojos humanos,
permanece “en secreto” en lo que se refiere a la humanidad. (Juan 1:18; 1 Juan 4:20) El
„pago‟ que viene del que “mira en secreto” incluye el que Dios ponga a los adoradores
humildes en relación íntima consigo, que les perdone sus pecados y les otorgue vida eterna
en medio de condiciones de perfección. (Pro. 3:32; Efe. 1:7; Rev. 21:1-5) ¡Cuánto se debe
preferir eso a la alabanza de otras criaturas humanas!

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Conserven la pureza de la congregación

*** it-1 págs. 209-212 Arrepentimiento ***


El verbo “arrepentirse” significa “sentir pesar, contrición o compunción, por haber hecho o
haber dejado de hacer alguna cosa”. También entraña la idea de “cambiar de actitud con
respecto a cierta acción o conducta del pasado (o a algo que se pretendía hacer) debido a
pesar o descontento”. En muchos textos esta es la idea de la palabra hebrea na·jám, término
que puede significar “sentir pesar; estar de duelo; arrepentirse” (Éx 13:17; Gé 38:12; Job
42:6), y también: “consolarse” (2Sa 13:39; Eze 5:13), “liberarse” o “desembarazarse (por ej.:
de los enemigos)”. (Isa 1:24.) Sea que se refiera a sentir pesar o a sentir consuelo, el término
hebreo implica un cambio en la actitud mental o el sentir de la persona.
En griego se usan dos verbos en conexión con el arrepentimiento: me·ta·no·é·ō y
me·ta·mé·lo·mai. El primero se compone de me·tá, “después”, y no·é·ō (relacionado con
nous, mente, disposición o consciencia moral), que significa “percibir; discernir; captar; darse
cuenta”. Por consiguiente, el significado literal de me·ta·no·é·ō es “conocer después” (en
contraste con “pre-conocer”), y se refiere a un cambio en la manera de pensar, la actitud o el
propósito de una persona. Por otro lado, me·ta·mé·lo·mai viene de mé·lō, que significa
“preocupar; interesar”. El prefijo me·tá (después) le da al verbo el sentido de “sentir pesar”
(Mt 21:30; 2Co 7:8) o “arrepentirse”.
Por consiguiente, me·ta·no·é·ō recalca el cambio de punto de vista o disposición: el
rechazo del modo de proceder pasado o que se ha pensado emprender por considerarlo
indeseable (Rev 2:5; 3:3); por otro lado, me·ta·mé·lo·mai subraya el sentimiento de pesar
que experimenta la persona. (Mt 21:30.) El Theological Dictionary of the New Testament
(edición de G. Kittel, vol. 4, pág. 629; traducción al inglés de G. Bromiley, 1969) dice: “Por lo
tanto, cuando el Nuevo Testamento separa los significados de [estos términos], muestra un
claro discernimiento de la naturaleza incambiable de ambos conceptos. En contraste, el uso
helenístico acercó el significado de las dos palabras”.
Por supuesto, un cambio de punto de vista suele ir acompañado de un cambio de
sentimientos, o es posible que sea el sentimiento de pesar el que provoque un decidido
cambio en el punto de vista o la voluntad de la persona. (1Sa 24:5-7.) Se deduce, entonces,
que estos dos vocablos, aunque de distinto significado, son muy afines.
Arrepentimiento humano de los pecados. El pecado, el no cumplir con los justos
requisitos de Dios es lo que hace necesario el arrepentimiento. (1Jn 5:17.) Ya que Adán
vendió a toda la humanidad al pecado, todos sus descendientes han tenido la necesidad de
arrepentirse. (Sl 51:5; Ro 3:23; 5:12.) Como se muestra en el artículo RECONCILIACIÓN, el
arrepentimiento (seguido de la conversión) es un requisito previo para reconciliarse con Dios.

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Puede ser que el arrepentimiento afecte el proceder de la vida de una persona, es decir,
un derrotero de vida contrario al propósito y la voluntad divinas y, por lo tanto, en armonía
con el mundo controlado por el adversario de Dios (1Pe 4:3; 1Jn 2:15-17; 5:19), o quizás solo
afecte un aspecto en particular de la vida, una práctica impropia que estropea y mancha un
derrotero que de otra manera sería aceptable; es posible que se sienta arrepentimiento
debido a un solo acto de mala conducta o hasta por una tendencia, inclinación o actitud
incorrecta. (Sl 141:3, 4; Pr 6:16-19; Snt 2:9; 4:13-17; 1Jn 2:1.) Por consiguiente, las faltas
que lo causan pueden ser o bien de carácter muy general o bien bastante específicas.
De manera similar, una persona puede desviarse de la justicia mucho o poco, y, como es
lógico, el grado de pesar estará en proporción al grado de desviación. Los israelitas fueron “a
lo profundo en su sublevación” contra Jehová y se „pudrieron‟ en sus transgresiones. (Isa
31:6; 64:5, 6; Eze 33:10.) Por otro lado, el apóstol Pablo aconseja que cuando un “hombre dé
algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello”, los que tienen las debidas cualidades
espirituales han de tratar “de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”. (Gál 6:1.)
Ya que Jehová tiene misericordia de las debilidades carnales de sus siervos, estos
no necesitan estar en una constante condición de remordimiento debido a los errores que
cometen por su imperfección inherente. (Sl 103:8-14; 130:3.) Si andan concienzudamente en
los caminos de Dios, pueden sentirse gozosos. (Flp 4:4-6; 1Jn 3:19-22.)
Entre los que necesitan arrepentimiento puede que estén aquellos que ya han disfrutado
de una relación favorable con Dios, pero que se han desviado y han sufrido la pérdida de su
favor y bendición. (1Pe 2:25.) Israel estaba en una relación de pacto con Dios, eran un
“pueblo santo”, escogido de entre todas las naciones (Dt 7:6; Éx 19:5, 6); los cristianos
también llegaron a estar en una posición justa ante Dios mediante el nuevo pacto mediado
por Cristo. (1Co 11:25; 1Pe 2:9, 10.) En el caso de aquellos que se desviaron, el
arrepentimiento los conducía a la restauración de su buena relación con Dios y a los
consiguientes beneficios y bendiciones que les reportaría esa relación. (Jer 15:19-21; Snt
4:8-10.) Para los que no han disfrutado con anterioridad de tal relación con Dios —como los
pueblos paganos de naciones no israelitas durante el tiempo en que estuvo en vigor el pacto
de Dios con Israel (Ef 2:11, 12) y todas aquellas personas de cualquier raza o nacionalidad
que están fuera de la congregación cristiana—, el arrepentimiento es un paso principal y
esencial para llegar a estar en una posición justa delante de Dios, con vida eterna en mira.
(Hch 11:18; 17:30; 20:21.)
El arrepentimiento puede ser tanto colectivo como individual. Por ejemplo: la predicación
de Jonás movió a toda la ciudad de Nínive a arrepentirse, desde el rey hasta “el menor de
ellos”, pues a los ojos de Dios todos habían participado en la maldad. (Jon 3:5-9; compárese
con Jer 18:7, 8.) A instancias de Esdras, la entera congregación formada por los israelitas
que regresaron del exilio reconoció su culpabilidad colectiva ante Dios y expresó
arrepentimiento por medio de sus príncipes representantes. (Esd 10:7-14; compárese con
2Cr 29:1, 10; 30:1-15; 31:1, 2.) Asimismo, la congregación de Corinto se arrepintió de haber
tolerado la presencia de alguien que practicaba males crasos. (Compárese con 2Co 7:8-11;

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1Co 5:1-5.) Incluso los profetas Jeremías y Daniel no se eximieron por completo de
culpabilidad cuando confesaron los males que había cometido Judá y que resultaron en su
caída. (Lam 3:40-42; Da 9:4, 5.)
Qué requiere el verdadero arrepentimiento. El arrepentimiento envuelve tanto la mente
como el corazón. Hay que reconocer lo malo del proceder o la acción, y para ello se precisa
aceptar como justas las normas y la voluntad divinas. Ignorar u olvidar su voluntad y normas
es una barrera para el arrepentimiento. (2Re 22:10, 11, 18, 19; Jon 1:1, 2; 4:11; Ro 10:2, 3.)
Por esta razón, Jehová, en su misericordia, ha enviado a profetas y predicadores para que
hagan una llamada al arrepentimiento. (Jer 7:13; 25:4-6; Mr 1:14, 15; 6:12; Lu 24:27.) Al
hacer que se publiquen las buenas nuevas por medio de la congregación cristiana, y en
particular desde el tiempo de la conversión de Cornelio en adelante, Dios ha estado
“diciéndole a la humanidad que todos en todas partes se arrepientan”. (Hch 17:22, 23, 29-31;
13:38, 39.) La Palabra de Dios (escrita o hablada) es el medio para „persuadirles‟, para
convencerles de lo justo del camino del Creador y de lo incorrecto de sus propios caminos.
(Compárese con Lu 16:30, 31; 1Co 14:24, 25; Heb 4:12, 13.) La Ley de Dios es “perfecta,
hace volver el alma”. (Sl 19:7.)
El rey David habla de „enseñar a los transgresores los caminos de Dios para que se
vuelvan a Él‟ (Sl 51:13), obviamente una referencia a sus compañeros israelitas. A Timoteo
se le dijo que no pelease cuando tratase con los cristianos de las congregaciones a las que
servía, sino que „instruyese con apacibilidad a los que no estuvieran favorablemente
dispuestos‟, ya que Dios tal vez les daría „arrepentimiento que conduciría a un conocimiento
exacto de la verdad, y recobrarían el juicio fuera del lazo del Diablo‟. (2Ti 2:23-26.) Por
consiguiente, la llamada al arrepentimiento se puede dar tanto dentro de la congregación del
pueblo de Dios como fuera de ella.
La persona debe entender que ha pecado contra Dios. (Sl 51:3, 4; Jer 3:25.) Esto puede
ser bastante obvio cuando existe blasfemia pública contra el nombre de Dios o adoración de
otros dioses, como por medio de imágenes idolátricas. (Éx 20:2-7.) Sin embargo, hasta en lo
que se pudiera considerar como un “asunto privado” o algo entre dos personas, ha de
reconocerse que los males cometidos son pecados contra Dios, una falta de respeto a
Jehová. (Compárese con 2Sa 12:7-14; Sl 51:4; Lu 15:21.) Hay que admitir que incluso las
faltas en las que se incurre por ignorancia o equivocación hacen que se sea culpable ante el
Gobernante Soberano, Jehová Dios. (Compárese con Le 5:17-19; Sl 51:5, 6; 119:67; 1Ti
1:13-16.)
Una parte importante de la labor de los profetas consistió en convencer a Israel de sus
pecados (Isa 58:1, 2; Miq 3:8-11), bien de idolatría (Eze 14:6), injusticia, opresión de un
semejante (Jer 34:14-16; Isa 1:16, 17), inmoralidad (Jer 5:7-9) o falta de confianza en Jehová
al apoyarse en el hombre y en el poderío militar de las naciones. (1Sa 12:19-21; Jer 2:35-37;
Os 12:6; 14:1-3.) El mensaje que Juan el Bautista y el propio Jesucristo dirigieron al pueblo
judío fue una llamada al arrepentimiento. (Mt 3:1, 2, 7, 8; 4:17.) Ambos pusieron al

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descubierto la condición pecaminosa de la nación al despojar a la gente y a sus guías
religiosos del halo de santurronería que les amparaba y del embozo de tradiciones humanas
y simulaciones hipócritas que les encubría. (Lu 3:7, 8; Mt 15:1-9; 23:1-39; Jn 8:31-47; 9:40,
41.)
Captar el sentido con el corazón. Por consiguiente, para que exista arrepentimiento,
primero debe haber un corazón receptivo que posibilite el que la persona vea y escuche con
entendimiento. (Compárese con Isa 6:9, 10; Mt 13:13-15; Hch 28:26, 27.) La mente puede
percibir y recoger lo que el oído escucha y el ojo ve, pero es mucho más importante que la
persona que se arrepiente „capte el sentido [“la idea”, Jn 12:40] de ello con el corazón‟. (Mt
13:15; Hch 28:27.) De esa manera no solo se produce un reconocimiento intelectual del
proceder pecaminoso, sino también una respuesta apreciativa, desde el corazón. Para los
que ya conocen a Dios, tal vez solo sea necesario „hacer volver a su corazón‟ el
conocimiento de Dios y de sus mandamientos (Dt 4:39; compárese con Pr 24:32; Isa 44:18-
20) con el fin de „recobrar el juicio‟. (1Re 8:47.) Si tienen una recta motivación de corazón,
serán capaces de „rehacer su mente y probar para sí mismos la buena, acepta y perfecta
voluntad de Dios‟. (Ro 12:2.)
Si una persona tiene fe y amor a Dios en su corazón, sentirá un pesar sincero y tristeza
debido a su mal proceder. El aprecio por la bondad y la grandeza de Dios hará que los
transgresores sientan un profundo remordimiento por haber ofendido Su nombre.
(Compárese con Job 42:1-6.) Por otra parte, el amor al prójimo les hará lamentar el daño que
han causado a otros, el mal ejemplo que han puesto y quizás hasta la manera de manchar la
reputación del pueblo de Dios ante los de afuera. Dichos transgresores buscan el perdón
porque desean honrar el nombre de Dios y trabajar para el bien de su prójimo. (1Re 8:33, 34;
Sl 25:7-11; 51:11-15; Da 9:18, 19.) Arrepentidos, se sienten “quebrantados de corazón”,
„aplastados y de espíritu humilde‟ (Sl 34:18; 51:17; Isa 57:15), están „contritos de espíritu y
tiemblan ante la palabra de Dios‟ (Isa 66:2), palabra que hace un llamamiento hacia el
arrepentimiento, y, en realidad, „van retemblando a Jehová y a su bondad‟. (Os 3:5.) Cuando
David obró tontamente al ordenar un censo, su “corazón [...] empezó a darle golpes”. (2Sa
24:10.)
Por consiguiente, es necesario que haya un rechazo definitivo, que se sienta un odio de
corazón y una gran repugnancia por el mal proceder. (Sl 97:10; 101:3; 119:104; Ro 12:9;
compárese con Heb 1:9; Jud 23.) Esto es así porque “el temor de Jehová significa odiar lo
malo”, y eso incluye odiar el ensalzamiento propio, el orgullo, el mal camino y la boca
perversa. (Pr 8:13; 4:24.) Además, tiene que haber amor a la justicia y una firme
determinación de adherirse a partir de entonces a un proceder justo. Sin este odio a lo que
es malo y amor a la justicia, el arrepentimiento no tendría ninguna fuerza genuina que llevara
a la verdadera conversión. Debido a esto, aunque el rey Rehoboam se humilló ante la
expresión de la cólera de Jehová, después “hizo lo que era malo, porque no había
establecido firmemente su corazón en buscar a Jehová”. (2Cr 12:12-14; compárese con Os
6:4-6.)

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Tristeza piadosa, no como la del mundo. En la segunda carta que Pablo escribe a los
corintios, el apóstol hace referencia a la “tristeza de manera piadosa” que estos expresaron
como resultado de la reprensión que les había dado en la primera carta. (2Co 7:8-13.) Había
„sentido pesar‟ (me·ta·mé·lo·mai) por haberles tenido que escribir con tanta severidad y como
consecuencia haberles causado dolor, pero dejó de sentirlo al ver que su reprensión había
producido en ellos tristeza piadosa, una tristeza que les había llevado a un arrepentimiento
sincero (me·tá·noi·a) de su actitud y proceder incorrectos. Sabía que el dolor que les había
causado había obrado para su bien y no les haría ningún “daño”. La tristeza que conducía al
arrepentimiento no era algo por lo que ellos tuvieran que sentir pesar, pues les mantenía en
el camino de la salvación, evitando que reincidieran o apostataran, y les daba la esperanza
de vida eterna. Contrasta esta tristeza con “la tristeza del mundo [que] produce muerte”,
tristeza que no se deriva de la fe y del amor que se le tiene a Dios y a la justicia, sino que
nace del fracaso, la decepción, la pérdida, el castigo por el mal y la vergüenza (compárese
con Pr 5:3-14, 22, 23; 25:8-10), y suele dar lugar a amargura, resentimiento y envidia, por lo
que no conduce a beneficio duradero alguno, ni a mejoras ni a una esperanza genuina.
(Compárese con Pr 1:24-32; 1Te 4:13, 14.) La tristeza del mundo se lamenta por las
consecuencias desagradables del pecado, pero no por el pecado en sí ni por el oprobio que
este le ocasiona al nombre de Dios. (Isa 65:13-15; Jer 6:13-15, 22-26; Rev 18:9-11, 15, 17-
19; contrástese con Eze 9:4.)
El caso de Caín sirve de ejemplo, pues fue la primera persona a la que Dios instó al
arrepentimiento. Lo instó, advirtiéndole que se dirigiese “a hacer lo bueno”, para que el
pecado no llegase a dominarlo. Sin embargo, en lugar de arrepentirse de su odio asesino,
Caín dejó que este lo impulsara a matar a su hermano. Cuando Dios lo interrogó, respondió
con evasivas y solo manifestó algún pesar al escuchar la sentencia que recayó sobre él, un
pesar debido a la severidad del castigo, no al mal cometido. (Gé 4:5-14.) Al obrar de ese
modo, demostró que se „originaba del inicuo‟. (1Jn 3:12.)
También manifestó la tristeza propia del mundo Esaú, cuando supo que su hermano
Jacob había recibido la bendición de primogénito (derecho que él había vendido
desdeñosamente a Jacob). (Gé 25:29-34.) Esaú clamó “de una manera extremadamente
fuerte y amarga”, buscando con lágrimas un “arrepentimiento” (me·tá·noi·a), no el suyo, sino
un “cambio de parecer” de su padre. (Gé 27:34; Heb 12:17, NTI.) Sintió pesar por la pérdida,
no por la actitud materialista que le hizo „despreciar la primogenitura‟. (Gé 25:34.)
Después de haber traicionado a Jesús, Judas “sintió remordimiento [forma de
me·ta·mé·lo·mai]”, intentó devolver el soborno que había concertado y después se ahorcó.
(Mt 27:3-5.) Por lo visto le abrumó la monstruosidad de su delito y probablemente también la
espantosa seguridad de que recibiría el juicio divino. (Compárese con Heb 10:26, 27, 31; Snt
2:19.) Sintió remordimiento por su culpabilidad, abatimiento, desesperación, pero no hay
nada que muestre que expresara la tristeza piadosa que genera arrepentimiento
(me·tá·noi·a). Para confesar su pecado no buscó a Dios, sino a los líderes judíos, y es
probable que les devolviera el dinero con la idea equivocada de que así atenuaría hasta

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cierto grado su delito. (Compárese con Snt 5:3, 4; Eze 7:19.) Al delito de traición y de
contribuir a la muerte de un hombre inocente, añadió el de suicidio. Su proceder está en
marcado contraste con el de Pedro, cuyo amargo llanto después de haber negado a su
Señor fue el reflejo de su arrepentimiento de corazón, lo que hizo posible que se le
restableciese. (Mt 26:75; compárese con Lu 22:31, 32.)
Como puede verse, el pesar, el remordimiento y las lágrimas no son en sí mismos pruebas
de arrepentimiento genuino; el factor determinante es el motivo del corazón. Oseas dice que
Jehová denunció a Israel debido a que en su aflicción “no clamaron a [Él] por socorro con su
corazón, aunque siguieron aullando en sus camas. A causa de su grano y vino dulce
siguieron holgazaneando [...]. Y procedieron a regresar, no a nada más elevado [...]”. Era el
egoísmo lo que estaba detrás de su ruego por alivio en tiempo de calamidad, y si se les
concedía ese alivio, no aprovechaban la oportunidad para mejorar su relación con Dios
adhiriéndose más estrechamente a sus elevadas normas (compárese con Isa 55:8-11); eran
como un “arco flojo” que nunca da en el blanco. (Os 7:14-16; compárese con Sl 78:57; Snt
4:3.) El ayuno, el llanto y el plañir eran manifestaciones válidas, pero solo si los arrepentidos
„rasgaban sus corazones‟ y no simplemente sus prendas de vestir. (Joe 2:12, 13; véanse
AYUNO; DUELO.)
La confesión del mal. La persona arrepentida se humilla y busca el rostro de Dios (2Cr
7:13, 14; 33:10-13; Snt 4:6-10), suplicando su perdón. (Mt 6:12.) No es como el fariseo
santurrón de la ilustración de Jesús, sino como el recaudador de impuestos a quien describió
golpeándose el pecho y diciendo: “Oh Dios, sé benévolo para conmigo, que soy pecador”.
(Lu 18:9-14.) El apóstol Juan dice: “Si hacemos la declaración: „No tenemos pecado‟, a
nosotros mismos nos estamos extraviando y la verdad no está en nosotros. Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda
injusticia”. (1Jn 1:8, 9.) “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las
confiesa y las deja se le mostrará misericordia.” (Pr 28:13; compárese con Sl 32:3-5; Jos
7:19-26; 1Ti 5:24.)
La oración que pronunció el profeta Daniel y que se halla en Daniel 9:15-19 es un modelo
de confesión sincera, en la que la principal preocupación es el buen nombre de Jehová y la
súplica se basa, no en “nuestros actos justos [...], sino según tus muchas misericordias”.
Véase, además, la humilde confesión del hijo pródigo. (Lu 15:17-21.) Las personas
arrepentidas sinceramente „elevan a Dios su corazón y las palmas de sus manos‟, para
confesarle sus transgresiones y buscar Su perdón. (Lam 3:40-42.)
Confesar los pecados los unos a los otros. El discípulo Santiago aconseja: “Confiesen
abiertamente sus pecados unos a otros y oren unos por otros, para que sean sanados”. (Snt
5:16.) Esta confesión no significa que algún humano tenga que servir como “ayudante
[“abogado”, NC]” para el hombre delante de Dios, ya que solo Cristo desempeña ese papel
en virtud de su sacrificio propiciatorio. (1Jn 2:1, 2.) Los humanos no son capaces de
enderezar por sí mismos el mal que hayan cometido contra Dios, ni a favor suyo ni a favor de

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otros, ya que no pueden proporcionar la expiación necesaria. (Sl 49:7, 8.) No obstante, los
cristianos pueden ayudarse los unos a los otros, y aunque sus oraciones a favor de sus
hermanos no afecten la manera de aplicar Dios la justicia (ya que solo el rescate de Cristo
sirve para perdonar los pecados), sí pueden servir para pedir a Dios que Él dé la ayuda y la
fuerza necesarias al que ha pecado y busca dicha ayuda. (Véase ORACIÓN [La respuesta a
las oraciones].)
La conversión: un volverse. El arrepentimiento cambia el proceder incorrecto de la
persona, hace que rechace el mal camino y se determine a emprender un proceder correcto.
Al arrepentimiento genuino le sigue la “conversión”. (Hch 15:3.) Tanto en hebreo como en
griego, los verbos relacionados con la conversión (heb. schuv; gr. stré·fō; e·pi·stré·fō)
significan simplemente “volver; volverse; retroceder”. (Gé 18:10; Pr 15:1; Jer 18:4; Jn 21:20;
Hch 15:36.) Usados en sentido espiritual, pueden referirse a un apartarse de Dios, y por lo
tanto volverse a un proceder pecaminoso (Nú 14:43; Dt 30:17), o a un volverse a Dios de un
mal camino anterior. (1Re 8:33.)
La conversión implica más que una simple actitud o expresión verbal; debe haber “obras
propias del arrepentimiento”. (Hch 26:20; Mt 3:8.) Hay que „buscar‟ a Jehová e „inquirir‟ de Él
de manera activa, con todo el corazón y el alma. (Dt 4:29; 1Re 8:48; Jer 29:12-14.) Esto
significa forzosamente buscar el favor de Dios „escuchando su voz‟ según se expresa en su
Palabra (Dt 4:30; 30:2, 8), „mostrar perspicacia en su apego a la verdad‟ por medio de un
mejor entendimiento y aprecio de sus caminos y voluntad (Da 9:13), observar y „poner por
obra‟ sus mandamientos (Ne 1:9; Dt 30:10; 2Re 23:24, 25), „guardar bondad amorosa y
justicia‟ y “esperar en [...] Dios constantemente” (Os 12:6), abandonar el uso de imágenes
religiosas o el culto a la criatura para „dirigir el corazón inalterablemente a Jehová y servirle

*** La referencia ks10 5:1-37, 61, 62; 6:1-14; 7:1-26; 11:3-13 puede llevar la versión
impresa o la versión electrónica en PDF y/o EPUB***

*** La referencia od 132-146 puede llevar la versión impresa o la versión electrónica en


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