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El poder económico y las relaciones de fuerza

Por Hugo Presman / Viernes 11 de mayo de 2018 | 08:26

El poder económico es impiadoso, de una crueldad inconmensurable. En


Argentina arrasó con los gauchos, casi extinguió a los pobladores
originarios, masacró a los caudillos norteños que representaban a las
artesanías para así evitar una potencial industrialización. Tuvo una mirada
porteña y portuaria, muy lejos de la concepción de la patria grande. Fusiló a
Manuel Dorrego, se apropió de las rentas de la aduana de Buenos Aires y
las seis décadas de guerras civiles tienen como causa principal la lucha por
su federalización. Utilizó el fraude hasta la ley Saénz Peña; asesinó en la
Semana Trágica e instigó los pogroms; impulsó los fusilamientos de los
peones de la Patagonia; se arrodilló en la crisis del 30 ante Gran Bretaña
considerándose parte de su imperio; utilizó el golpe militar y el fraude
patriótico en la década infame; bombardeó a su propio pueblo en la Plaza
de Mayo; instigó el golpe de 1955; fusiló en los basurales de José León
Suarez; ocultó y profanó el cadáver de Evita; proscribió a las mayorías
populares y a su líder; repitió con Juan José Valle lo que había hecho 128
años antes con Dorrego; perpetró el golpe de 1966; arrasó a la Universidad;
extranjerizó la economía; fusiló en Trelew; consumó las primeras
desapariciones; creó las condiciones e impulsó el golpe establishment
militar con sus campos de concentración, las desapariciones masivas y las
apropiaciones de bebes.

Ahora, por primera vez en democracia, llegaron al gobierno por vía de las
urnas e intentan refundar la Argentina con un modelo agro exportador
mixturado con el de rentabilidad financiera, para de ese modo desempatar
definitivamente el conflicto entre dos modelos.

Algunos ejemplos pueden ejemplificar sobre el poder económico, las clases


populares y las relaciones de fuerzas

LA TARDÍA COMPRENSIÓN DE ERNESTO SABATO

Escribió Ernesto Sabato en un libro titulado “El otro rostro del peronismo”
que nunca volvió a reeditar: “Aquella noche de setiembre de 1955,
mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente
en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi cómo las dos
indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados de lágrimas. Y aunque
en todos aquellos años yo había meditado en la trágica dualidad que
escindía al pueblo argentino, en ese momento se me apareció en su forma
más conmovedora. Pues ¿qué más nítida caracterización del drama de
nuestra patria que aquella doble escena casi ejemplar? Muchos millones de
desposeídos y de trabajadores derramaban lágrimas en aquellos instantes,
para ellos duros y sombríos. Grandes multitudes de compatriotas humildes
estaban simbolizadas en aquellas dos muchachas indígenas que lloraban en
una cocina de Salta. La mayor parte de los partidos y de la “intelligentzia”,
en vez de intentar una comprensión del problema nacional y de desentrañar
lo que en aquel movimiento confuso había de genuino, de inevitable y de
justo, nos habíamos entregado al escarnio, a la mofa, al bon mot de
sociedad. Subestimación que en absoluto correspondía al hecho real, ya que
si en el peronismo había mucho motivo de menosprecio o de burla, había
también mucho de histórico y de justiciero."

Cabe consignar que la comprensión de Sabato fue pasajera, pues


posteriormente volvió a transitar a contramano, con rectificaciones
oportunas.

El CAMBIO DE LAS RELACIONES SOCIALES

Lo cuenta José Pablo Feinmann a través de una anécdota personal en


“Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina”, tomo 1,
página 59: “En mi casa, que estaba en Belgrano R, en Echeverría y
Estomba, en diagonal a la Iglesia de San Patricio, y que fue, para mí, niño
de “los años privilegiados”, el hogar más cálido que jamás haya tenido,
había una joven de nombre Rosario. Rosario era lo que se llamaba
“sirvienta”. Era muy buena. Era la cocinera. Otra señora se encargaba de la
limpieza. Bien, voy a esto: el 26 de julio de 1952 muere Evita. Rosario
estaba en la cocina. Dan la noticia por la radio. Rosario se pone a llorar. Yo
estaba jugando a no sé qué juego de la época en el comedor. Creo que
armaba un Meccano o asaltaba un fuerte con unos soldaditos. Mi madre
andaba por ahí. De pronto, no sé por qué alternativa del juego, yo me largo
a reír. Y se oye la voz de Rosario: “Que no se ría ¡Qué no le falte el
respeto a la señora! Mi madre me pegó un mamporro durísimo y, en voz
baja pero imperativa dijo: ¡Cállate! Salió corriendo para la cocina. Me
acerqué, paré la oreja y escuché el diálogo. Rosario lloraba y a la vez decía:
“Su hijo se está riendo, señora. Evita se murió y él se ríe. Se está burlando.
Mi madre, con miedo trataba de calmarla: “Es un chico, Rosario. Está con
sus juguetes. No sabe lo que pasa. La “patrona” tenía que darle
explicaciones a la “sirvienta”. Eso era nuevo en el país”

EL FUSILAMIENTO DE DORREGO

El azar histórico ha permitido conservar las cartas que los instigadores le


escribieron a Juan Lavalle, conocido como la espada sin cabeza, para que
fusilara a Manuel Dorrego, un populista. Salvador María del Carril, que fue
presidente de la Suprema Corte de Justicia en el gobierno de Justo José de
Urquiza le escribe a Lavalle: Ahora bien, general, prescindamos del
corazón en este caso. Un hombre valiente no es vengativo ni cruel. Yo
estoy seguro que usted no es ni lo primero ni lo último. Creo que es un
hombre de genio, y no puedo figurármelo sin la firmeza necesaria para
prescindir de los sentimientos y considerar obrando en política los actos, de
cualquier naturaleza que sean, como medios que conducen o desvían de un
fin….. El general Lavalle no debe parecerse a ninguno de ellos; porque de
él esperamos más. En tal caso, la ley es que una revolución es un juego de
azar en el que se gana hasta la vida de los vencidos cuando se cree
necesario disponer de ella. Haciendo la aplicación de este principio de una
evidencia práctica, la cuestión parece de fácil resolución. Si usted, general,
la aborda así, a sangre fría, la decide; si no, yo habré importunado a usted;
habré escrito inútilmente, y lo que es más sensible, habrá usted perdido la
ocasión de cortar la primera cabeza a la hidra y no cortará usted las
restantes; ¿entonces, qué gloria puede recogerse en este campo desolado
por estas fieras?…. Nada queda en la República para un hombre de
corazón.

Juan Cruz Varela le escribe: “este pueblo espera todo de usted, y usted
debe darle todo.
Cartas como éstas se rompen, y en circunstancias como las presentes, se
dispensan estas confianzas a los que usted sabe que no lo engañan, como su
atento amigo y servidor. Juan Cruz Varela”.

Producido el fusilamiento escribe Del Carril: “Algunas palabras sobre la


muerte de Dorrego: Ella no pudo ser precedida de un juicio en forma: 1º,
porque no había jueces; 2°, porque el juicio es necesario, para averiguar los
crímenes y demostrarlos, y porque de los atentados de Dorrego, se tenía
más que juicio, opinión, de su evidencia existente y palpable, comprobada
por muchas víctimas, por un número considerable de testigos espectadores
y por su prisión misma. Sin embargo, vea usted cuál es mi duda: ¿No será
conveniente dejar a los contemporáneos y a la posteridad, que los mismos
esfuerzos que se hagan para suplir las formas, que no se han podido llenar o
que eran innecesarias en el caso, mostrar una prueba viva del estado de la
sociedad en que hemos tenido, usted y yo, la desgracia de nacer, y de la
clase del malvado, que se ha visto usted forzado a restaurar la
tranquilidad?........... Y si para llegar siendo digno de un alma noble es
necesario envolver la impostura con los pasaportes de la verdad, se
embrolla, y si es necesario mentir a la posteridad, se miente y se engaña a
los vivos y a los muertos según dice Maquiavelo; verdad es, que así se
puede hacer el bien y el mal; pero es por lo mismo que hay tan poco grande
en las dos líneas.”

En la misma línea que el testimonio de Sábato transcripto, Juan Cruz


Varela escribió con regocijo, después del asesinato de Dorrego “La gente
baja / ya no domina / y a la cocina / pronto volverá”.

LOS INSTIGADORES DEL GOLPE DE 1976

Lo denuncia Vicente Muleiro en su libro “1976. El golpe civil”: “Fue en el


Club Azcuénaga donde, por iniciativa de Perriaux, se integró una mesa
chica de la que salió la jefatura civil de la dictadura con epicentro en el
Ministerio de Economía. La integraron en un primer tramo Martínez de
Hoz, Cadenas Madariaga, Luís García Martínez, Guillermo Zubarán,
Enrique Loncan, entonces director ejecutivo de la CEA (Central de
Empresarios Argentinos), Horacio García Belsunce (h) , Armando Braun,
Carlos Muñiz, Marco Aurelio Risolía y Luis Zanotti, jefe de editoriales de
La Nación. Se encontraban a almorzar periódicamente en la casa de
Perriaux en la calle Gelly y Obes. Según Cadenas, Perriaux era un político
y coordinador del grupo, no intervenía. Era el que atraía a la gente, el que
buscaba, el que indagaba, el que se encargaba de mantener relaciones……
El empresario Carlos María Túrolo, autor del libro “De Isabel a Videla”
acredita que también por Azcuénaga merodeaban quienes después se
revelaron como sangrientos represores, a saber, los generales Guillermo
Suárez Mason y Santiago Omar Riveros, pero Cadenas Madariaga lo niega.
Consta sí, la participación de los militares retirados Carlos José María
Túrolo ( padre de Carlos María) y Alcides López Aufranc.
LA GRIETA

El establishment periodístico se conduele de la grieta y se la atribuye al


Kirchnerismo.

La misma siempre existió, y en forma mucho más intensa y visceral en


otras épocas, y sólo se enerva en determinadas condiciones.

Lo reflejé brutalmente en una nota del 29-03-2017 publicado en la tecla Ñ


el 29 de marzo del 2017, bajo el título “SOMOS”: “Es Lavalle fusilando y
somos Dorrego fusilado. Somos San Martin y su proyecto latinoamericano
y es Rivadavia y su plan porteño. Somos Moreno jacobino y Moreno
envenenado. Somos Monteagudo con sus proclamas revolucionarias y es
Monteagudo asesinado en una calle oscura de Lima. Somos Bolívar
liberando buena parte del continente y somos Bolívar, enfermo en Santa
Marta camino al exilio acusado de traidor muriendo sin llegar a la frontera.
Somos Artigas haciendo la reforma agraria y afirmando que nadie es más
que nadie y somos Artigas derrotado exiliándose en el Paraguay. Son los
hacendados y comerciantes de Brasil, Montevideo y Buenos Aires,
armando un ejército que arrasa el Paraguay de los López y somos los
paraguayos heroicos muriendo en Curupayti y Cerro Corá. Somos Rosas
defendiendo la soberanía contra la invasión anglo francesa. Somos los
derrotados en la guerra civiles argentinas y son las huestes de Mitre y sus
coroneles asesinando al Chacho Peñaloza. Es su esposa, Victoria Romero,
obligada por Sarmiento a barrer la plaza mayor de la ciudad de San Juan,
con cadenas en sus pies.

Somos Felipe Varela y su bandera de “La Unión Americana” y son Manuel


García y Carlos María de Alvear arrodillados ante Inglaterra en el siglo
XIX, como lo haría el vicepresidente Julio Argentino Roca (h) en el siglo
XX, considerando a la Argentina integrante virtual del imperio británico.

Somos Yrigoyen ascendiendo a las capas medias y son los medios y las
petroleras propiciando y consumando su derrocamiento. Somos los
estudiantes de la Reforma Universitaria y su Manifiesto Liminar: “Córdoba
se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una
libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos
faltan…estamos pisando una revolución, estamos viviendo una hora
americana”, y son los que se oponen desde el clericalismo medieval.
Somos los obreros de los talleres Vasena y son los dueños de la fábrica, la
policía y los integrantes de la Liga Patriótica Argentina, reprimiendo y
carnereando. Somos los obreros fusilados de la Patagonia Trágica y
sepultados en tumbas NN, somos las putas de San Julián que cerramos las
piernas para no satisfacer a los oficiales asesinos y son la Sociedad Rural y
los dueños de la tierra instigando a los fusiladores.

Son la primera década infame y el fraude patriótico. Somos los


descendientes de los derrotados de la guerra civiles que un luminoso día de
octubre cruzamos el Riachuelo, caminamos desde Berisso y Ensenada,
ocupamos la Plaza de Mayo, nos lavamos las patas en la fuente, y
cambiamos la historia. Son los dueños de todo los que desde su poder nos
estigmatizaron como cabecitas negras, descamisados, aluvión zoológico, o
más recientemente somos apenas un relato de Apold.

Somos los beneficiarios de los días felices en tecnicolor y son los que
escriben en una pared: “Viva el cáncer”. Somos Evita reclamando que
donde hay una necesidad hay un derecho y son los aviones de la Marina
con su leyenda “Cristo Vence” bombardeando la Plaza de Mayo. Somos los
que padecimos las bombas; y los que las lanzaban escribían proclamas
donde decían: “Afrontamos esta decisión suprema ante la comprobación de
que se estaba en camino de destruir espiritualmente el país, por obra de una
corrupción desenfrenada, y lo hacemos con urgencia temeraria por el
convencimiento de que el pueblo ha perdido la posibilidad jurídica de
formar, expresar y defender su voluntad espontánea.”

Somos Perón proponiendo el ABC, concretando los derechos del trabajador


y son Aramburu y Rojas arrasando con todo, interviniendo la CGT.

Son “el presidente duerme” como respuesta a los pedidos de clemencia de


la esposa y la hija del General Valle finalmente fusilado y somos los
cuerpos ametrallados en los basurales de José León Suárez. Ellos, los
democráticos, los republicanos, los propagandistas del diálogo, afirmaban:
“Se acabó la leche de la clemencia”

Son la prohibición de la soberanía popular, de las proscripciones y somos la


heróica resistencia peronista. Somos Villa Manuelita en Rosario diciendo:
“Los yanquis, los rusos, las grandes potencias reconocen a la Libertadora,
Villa Manuelita no”

Somos los que resistieron la privatización del frigorífico Lisandro de la


Torre, los que nos opusimos al plan Larkin, los que pintamos paredes con
el “Perón Vuelve”. Son la autodenominada Revolución Argentina y somos
la pesadilla de los sueños de Onganía con el Rosariazo, el Cordobazo, el
Mendozazo y un país levantado.

Somos Perón en su pulseada con Lanusse. Son los que ordenaron los
fusilamientos de Trelew. Somos los 16 muertos en la Base Almirante Zar.

Son lo que movilizaron 30.000 soldados para impedir el contacto de Perón


con su pueblo un 1luvioso 17 de noviembre de 1972. Somos los que
cruzamos el Rio Matanza para un reencuentro postergado por 17 años. Son
los que instrumentaron el balotaje para evitar el triunfo de Cámpora,
candidato por la proscripción de Perón.

Es la esperanza hecha realidad un 25 de mayo de 1973 y son los días


oscuros y terribles que siguen a la muerte de Perón. Es el poder económico
derrocando a Isabel y cubriendo de horrores el territorio nacional, mientras
destruían con saña el modelo de sustitución de importaciones, que ya se
había intentado con éxitos disimiles en 1955 y 1966.

Somos las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y del otro lado están el
poder económico dándole la picana a Astiz y al tigre Acosta y arrojando
seres vivos al mar o al Rio de la Plata.

Somos los soldados, aviadores y oficiales que luchamos con coraje y


patriotismo en la recuperación de las Malvinas y son los generales de
escritorio cuya mayor “valentía” era la tortura de personas indefensas.

Es la democracia recuperada después de la derrota en Malvinas y el peso


insoportable de una herencia atroz. Somos Alfonsín y el histórico juicio a
las juntas.

Es la hiperinflación y la llegada anticipada de Menem. Es la entrega en


democracia con apoyo popular. Es la reelección de Menem cuando todo
estaba claro y nadie debía engañarse, lo que implica que más allá de las
tajantes divisiones, nadie está a salvo de equivocarse.

Es la prolongación de Menem en la política económica de la Alianza,


demostrando que lo fundamental no era la corrupción, sino el plan
desarrollado.

Es la peor crisis de la historia y somos los que integramos “Piquetes y


Cacerolas, la lucha es una sola”
Son cinco presidentes en una semana, el que se vayan todos y Duhalde,
Lavagna y la Virgen que encuentran una pequeña luz en la noche más
oscura.

Luego llegaron Néstor Kirchner y Cristina Fernández quienes junto a otros


presidentes latinoamericanos levantaron la bandera revolucionaria de la
Unión Latinoamericana, haciendo florecer entonces la primavera después
del largo invierno.

Más tarde muchos de ellos y muchos de los nuestros confluyeron para


llevar a Macri a la presidencia.

En política las estaciones no son como en la naturaleza. Después de una


primavera de 12 años con notables avances, con limitaciones, errores y
horrores, no llegó el verano, sino que volvió el invierno.

El lenguaje cambió, los hechos cambiaron. En lugar de “soberanía”,


“derechos”, “paritarias”, “recuperación de empresas”, “ocupación”,
“nacionalizaciones”, “derechos humanos”, “matrimonio igualitario”,
“jubilaciones para todos”, “juicios a los genocidas”, “unidad
latinoamericana”, pasamos a “equipo”, “diálogo”, “unión de los
argentinos”, “pobreza cero”, “lucha contra el narcotráfico”, que traducidas
significan genuflexión exterior, desocupación, ajustes, despidos, gobierno
de y para los poderosos, desarticulación de planes, “caer” en la escuela
pública, suspensión de entregas de notebook, en una larga e interminable
lista.

Después se discute de la grieta. Se debaten y se asombran de su existencia.


Hay dos países en pugna. Que no significa terminar con el otro sino en
ganar e imponer la hegemonía.

Por eso hoy somos los docentes en lucha, las mujeres que buscan su lugar
en la mitad del cielo, los trabajadores defendiendo sus derechos contra los
avasallamientos, las organizaciones sociales con sus comedores, los
científicos ganando las calles por el futuro, y los que nos movilizamos cada
24 de marzo porque tenemos memoria, porque queremos justicia y
necesitamos de la verdad.

Un cartel llevado por una mujer en la conmemoración del 24 de marzo


decía: “Las putas no parimos la mierda genocida”. En la marcha del día
internacional de la mujer otra pancarta decía: “Putas como Eva/ Locas
como las Madres/Yeguas como Cristina/ Negras como Milagro/…”
Eso es lo que somos, la barbarie en términos sarmientinos. Los que
pergeñaron y nos estigmatizaron con esos calificativos, los que han
aplicado en cada oportunidad aquello de que “no hay que ahorrar sangre de
gauchos, que es lo único humano que tienen”, están del otro lado de la
grieta.”

EL PODER ECONÓMICO Y LAS RELACIONES DE FUERZA

Lula escribió en su libro “La verdad vencerá”: “Ellos, los poderosos ….. no
aceptarán un trabajador con conciencia…..en un instante descubrí que a
quien estaban juzgando no era a Lula. Lo que estaban juzgando era a mi
gobierno. Era la forma que habíamos tenido de gobernar. ….No me
eligieron presidente para volverme lo que ellos son. Me eligieron para ser
quien soy. Tengo orgullo de haber sabido vivir del otro lado, sin olvidar
quién era……Uno siempre pertenece o tiene un lado. Aunque gobierne
para todos, uno siempre está de un lado o de otro. El mío son los
trabajadores, los más pobres y excluidos de este país. Y, como en la
política todos pagamos un precio por asumir de qué lado estamos, yo estoy
dispuesto a pagar el mío”

Es una perfecta síntesis de lo que intenté demostrar de cómo actúa el poder


y lo que significa luchar para modificar las relaciones de fuerzas en favor
de los sectores populares y las consecuencias que significa ser derrotado.

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