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¿Dios el Padre Pudo Convertirse en su Propio Hijo?

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Juan 5:26
Por Steven Ritchie, © 2017. Todos los Derechos Reservados.
Traducido por Julio César Clavijo Sierra.
Más información en: Global Impact Ministries. www.apostolicchristianfaith.com

Juan 5:26. “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida
en sí mismo”.

La naturaleza milagrosa de la encarnación del Espíritu de Dios dentro de la virgen, desafía a toda
experiencia humana porque Dios mismo ha declarado: “NO HAY NADIE IGUAL A MÍ” (Isaías 46:9
-NVI). Por lo tanto, solamente nuestro Padre Celestial omnipresente pudo convertirse en un Hijo
humano distinto con una autoexistencia humana distinta, sin tener que renunciar a su propia
existencia omnipresente en los cielos. Dado que los ángeles y los hombres no pueden existir en
dos o más lugares a la vez como sí lo puede hacer nuestro Dios Altísimo, es difícil para nosotros
como seres finitos concebir la idea de que el único Dios haya entrado a nuestro mundo como un
ser humano distinto sin haber abandonado el cielo.

Hebreos 1:3 (KJV). “...quién [el Hijo] es el resplandor de su gloria [la gloria del Padre] y la imagen
expresa [‘karaktér’ = una ‘imagen copiada’] de su persona [‘hipóstasis’ = ‘Esencia del Ser’ de la
Persona del Padre]...”.

Hebreos 1:3 establece claramente que el Hijo de Dios fue copiado (karaktér) de la esencia del
Ser (hipóstasis) del Espíritu de Dios el Padre, como un verdadero ser humano con una auténtica
“vida humana” en sí mismo (Juan 5:26). Por lo tanto, nuestro Dios que fue manifestado en la carne
(1 Timoteo 3:16) a través de su propio Espíritu Santo que descendió del cielo (Mateo 1:20, Lucas
1:35, Juan 6:38), también reprodujo una imagen humana de su existencia del Ser invisible
(Colosenses 1:15; Hebreos 1:3) en una autoexistencia humana total y completa. (Juan 5:26
muestra que como el Padre tiene “vida [divina] en sí mismo”, también le concedió al Hijo “el tener
“vida [humana] en sí mismo”. Por lo tanto, solamente nuestro Padre Celestial omnipresente pudo
entrar en nuestro mundo en un nuevo modo humano de existencia para salvar a su pueblo de sus
pecados (Mateo 1:23), sin dejar de existir como el Espíritu omnipresente de Dios en los cielos
(Jeremías 23:24).

El nuevo modo humano de existencia de Dios, que ha sido conocido como Emanuel “Dios con
nosotros” (Mateo 1:23) como un verdadero Hijo humano, tuvo que haber sido “en todo semejante a
sus hermanos” (Hebreos 2:17), es decir hecho del mismo modo en que todos los seres humanos
están hechos, o Él no habría sido un verdadero hombre en lo absoluto. Si Jesús no poseyera una
verdadera existencia humana con una vida humana distinta en sí mismo (Juan 5:26), entonces Él
no podría haber orado o haber tenido la capacidad de haber sido tentado por el diablo. Por lo
tanto, el Hijo no es Dios con nosotros como Dios, sino que Él es Emanuel Dios con nosotros
como un verdadero ser humano.

Casi todos los teólogos trinitarios confiesan que un supuesto Dios Hijo permaneció omnipresente
en el cielo mientras que simultáneamente se hizo hombre. Así también afirman que Dios (en su
caso, un tal Dios el Hijo) se hizo hombre. Sin embargo, eso significaría que un supuesto Dios el
Hijo retuvo una vida divina omnipresente en sí mismo en los cielos, mientras que simultáneamente
existió con una vida humana distinta en sí mismo como un hombre en la tierra. Tal creencia
necesitaría dos personas llamadas Hijo: un Dios Hijo celestial que conservó su vida y atributos
divinos en el cielo (quien podría actuar y hablar como Dios independientemente de su nueva
existencia humana), y un Hijo humano terrenal que podía actuar independientemente en la tierra
orando y siendo tentado. Pero esto es esencialmente una mala copia del concepto bíblico de que
el Padre que tiene la vida divina en sí mismo, también adquirió una vida humana distinta en la
encarnación a través de la virgen. Las Escrituras hablan claramente de la eterna vida divina del
Padre en el cielo, y de la nueva vida humana en sí mismo que le fue concedida como Hijo sobre la
tierra durante el tiempo. (La nueva vida humana del Hijo armoniza con la Teología de la Unicidad -
Juan 5:26; Salmo 2:7; Hebreos 1:5). Sin embargo, en ninguna parte de la Escritura podemos
encontrar una sola porción que muestre una vida divina eterna inconfundible de un tal Dios
Hijo que habría conservado su vida y atributos divinos en el cielo, mientras que simultáneamente
se hallaba convertido en un hombre sobre la tierra. Por lo tanto, ¡la Teología de la Unicidad trae
armonía a todos los datos de las Escrituras, mientras que la teología Trinitaria no lo hace!

En conclusión, el Padre que es el único Dios verdadero (Juan 17:3) y el único Dios omnipresente
que conocemos, pudo venir a este mundo como un ser humano, sin dejar de ser lo que siempre ha
sido desde antes de manifestarse en la carne como un verdadero ser humano (1 Timoteo 3:16;
Hebreos 2:17). Por lo tanto, podemos afirmar que decir que Dios se hizo hombre, es exactamente
lo mismo que decir que Dios se convirtió en el Hijo. Si bien tal concepto desafía toda la experiencia
humana, no hay nada que le haya impedido a nuestro Dios milagroso el convertirse en su propio
Hijo humano, cuando por medio de la encarnación llegó a poseer dos modos distintos (o dos
manifestaciones distintas) de existencia: Dios como Dios con una vida divina distinta en sí
mismo, y Dios como hombre con una vida humana distinta en sí mismo.

Publicado por Julio Cesar Clavijo Sierra en 22:32

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