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ALGUNAS ENSEÑANZAS DE LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS

MATEO 17: 1-13

Si tomamos Lucas de referencia, Jesús había estado hablando con sus discípulos sobre dos grandes
temas, difíciles de entender y asimilar por sus propios discípulos:

1. EL COSTO DEL DISCIPULADO.


2. LA MUERTE DE CRISTO EN LA CRUZ.

V. 1

a) “seis días después…”

De que Pedro confesara que Jesús era EL CRISTO, EL HIJO DEL DIOS VIVIENTE.

b) “Jesús tomó a Pedro, Jacobo y Juan…”

Estos tres eran el círculo íntimo de Jesús. Solo estos disfrutaron de varios momentos especiales con
Jesús:

 Cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo (Marcos 5:37).


 En la oración del huerto de Getsemaní (Mateo 26:37).

Razones futuras para que estos discípulos fueran invitados al monte de la Transfiguración:

- Pedro fue el líder entre los apóstoles de Cristo (Hechos 2:14, 10:5).

- Jacobo fue el líder de la Iglesia de Cristo en Jerusalén.

- Juan recibió la revelación del Apocalipsis cerrando así las Escrituras.

- Ellos tres fueron considerados columnas de la Iglesia primitiva (Gálatas. 2:9).

c) “Los llevo a parte a un monte alto… a orar (Lucas 9:28c)”

La transfiguración de Jesús acontece en un escenario típico de la Biblia: un monte. Para la


mentalidad israelita, el monte, por su mayor proximidad al cielo, era el lugar donde Dios se
manifestaba. Era el lugar santo por excelencia.

- Jesús, continuamente buscaba lugares altos para estar en comunión con el Padre.

- El Señor sabía el propósito de su vida, y necesitaba, en su humanidad, fuerzas del Padre para llevar
a cabo su pasión y misión en la tierra.

Es Lucas sólo quien menciona que Jesús subió al monte a orar. Es comprensible que el Mediador
con frecuencia derramara su corazón ante el Padre en oración, y que haría esto especialmente
ahora, puesto que sabía que pronto estaría encaminándose hacia Jerusalén y de la amarga agonía
que lo esperaba allí.

¿Qué tan a menudo buscas la intimidad con Dios? ¿Con que frecuencia te aproximas al cielo
dedicando minutos de tu tiempo para orar? ¿?
V. 2

a) “Se transfiguró delante de ellos”

- Resplandeció su rostro como el sol.

- Sus vestidos se hicieron blancos como la luz.

Transfigurar, del griego metamorfosis = Cambio de forma. A diferencia de las metamorfosis paganas
(aparición de dioses en figura terrena, o bien, transformación de hombres en seres divinos por
tomar forma celestial)

La transfiguración de Cristo es uno de los acontecimientos clave en su ministerio terrenal. Esta fue
la única ocasión en que su gloria, velada en carne humana, se dejó ver (véase Jn 1.14).
«Transfigurarse» significa lo mismo que la palabra castellana metamorfosis, y quiere decir «un
cambio que viene desde adentro». Esta gloria no fue reflejo de una luz externa; fue la revelación de
la gloria interna. La misma palabra se usa en Romanos 12.2 («transformaos») y en 2 Corintios 3.18
(«transformados») refiriéndose al crecimiento del cristiano en santidad.

El resultado de su comunión con el Padre, fue la transfiguración.

Todo cristiano que mantiene una comunión con Dios. Aquel que diariamente busca la intimidad con
Dios, puede lograr ser transfigurado, es decir, puede sufrir un cambio de forma; adquiriendo una
nueva forma de amar, de pensar, de actuar… Pues es ante la presencia de Dios, es en esa intimidad
y rendición del hombre o mujer, donde Dios puede manifestar su gloria.

Esta transfiguración, reflejaba a Cristo en su gloria celestial… Gloria esa de la que el apóstol Juan
declara de Cristo: “y vimos su gloria, gloria como la del unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad” (Juan 1:14).

Fue así un breve atisbo del Señor Jesús investido de gloria, tal como ahora lo está en las alturas, y
como se manifestará en Su reino.

V. 3

a) Aparecieron… hablando con él:

- Moisés tuvo su encuentro con Dios en el monte Sinaí o llamado también por la Biblia el monte
Horeb. Es la montaña más sagrada para Israel. Moisés es el padre y liberador del pueblo, el que lo
formó y guió a la Tierra Prometida; hombre excepcional que habló con Dios cara a cara. Es tan
importante que por eso aparece con Jesús en el cuadro de la transfiguración, como garantía de que
Jesús hereda las mejores tradiciones de su pueblo. Así Jesús es presentado como el nuevo Salvador
del pueblo de Dios y toda la humanidad.

- Elías (su nombre significa "Yavé es Dios") vivió unos 900 años antes de Jesús. Tuvo su encuentro con Dios
en el monte Carmelo (que significa "El jardín de Dios"). Fue uno de los primeros profetas de Israel y el
anunciador de la llegada de los tiempos mesiánicos. A Elías lo muestran al lado de Jesús para
garantizar que su espíritu profético actúa en él, y como testigo de que es el Mesías esperado.

Cuando Felipe encontró a Natanael le dijo: “Hemos hallado a aquel de quién escribió Moisés, así
como los profetas; a Jesús, el hijo de José de Nazaret”.
En Jesús se cumplía la profecía del Mesías, el Salvador, quién daría libertad a su pueblo, quién daría
libertad a la humanidad, de las cadenas del pecado. Era Jesucristo, en quien se cumplía la ley y los
profetas…

¿Es siquiera concebible que estos mensajeros celestiales hablaran con Jesús acerca de sus
sufrimientos y de su muerte y no de la “gloria que seguiría” (1 P. 1:11)?
Algunos comentaristas argumentan que la presencia de estos personajes predecesores, de Cristo,
estaban allí por ciertas razones:

1. El tema de conversación del Señor con Moisés y Elías fue «su partida que iba Jesús a cumplir
en Jerusalén»
2. La presencia de ellos parece haber sido para acompañar a Jesús, e incluso algunos han
sugerido que vinieron para saludar a su sucesor.
3. Fue también para ministrar a Jesús. Un poco antes, Él había recibido la confirmación
humana de su misión mesiánica en Cesarea de Filipos, cuando Pedro le reconoce como el
Cristo, el Hijo del Dios viviente. En cierto sentido, ¿No sería la misión de Moisés y Elías
recordar a Jesucristo la seguridad de otro mundo mientras enfrentaba la cruz? ¡Hablaron
de su partida! Jesús era humano y la cruz era un panorama aterrador y desagradable. La
sangrienta y dolorosa misión del Señor Jesús estaba próxima, y en su humanidad, Jesucristo
recibió fortaleza y ánimos por parte de quiénes hacía cientos de años atrás habían sido
mensajeros de su maravillosa obra de redención y de su mesiánica existencia.

V. 5-6

a) “Una nube de luz los cubrió… Una voz desde la nube que decía: Este es mi hijo amado, en quién
tengo complacencia, a él oíd.”

La nube representa la presencia misma de Dios… Era la nube que acompañaba a los Israelitas en su
peregrinaje por el desierto hacia la tierra prometida. Era la nube que cubría el Tabernáculo… El
Padre, al igual que lo hizo en el bautismo de Jesús, confirmaba que Cristo era el Mesías prometido.

V. 9

a) “Al descender del monte, Jesús les mandó diciendo: “No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo
del Hombre resucite de los muertos”.

Pedro, Jacobo y Juan, no contaron a nadie lo acontecido. Es posible que ellos no hayan comprendido
dicha visión; hasta que Cristo resucitó, entonces, le vieron con la misma gloria que destellaba la
pureza y santidad de su santa presencia. El Cristo que iba camino hacia la cruz, a afrontar el dolor y
llevar consigo la carga del pecado, para desarraigarlo del corazón de la humanidad, permitió ver la
belleza de su gloria, gloria misma con la que el Padre le levantó de los muertos… Ahora, está a la
diestra del Padre, esperando manifestarse en esa misma gloria a los suyos en el día final…
CONCLUSIÓN

A menudo, cada creyente necesita ser reanimado por la presencia y poder de Dios… nuestras luchas
diarias, las dificultades de la vida, el trabajo diario, las preocupaciones familiares, económicas, el
dolor y sufrimiento de las personas que estimamos, las incomprensiones de los demás, el hecho de
que papá, mamá, su hij@, algún familiar no busque a Cristo y le haga difícil su caminar con Cristo,
esto y muchas cosas más, nos desaniman, nos hacen flaquear de nuestra decisión de seguir a Cristo
y cumplir nuestro propósito de vida.

Pero Dios, este día quiere animarnos… usted ha tomado su cruz, y ha decidido seguir a Cristo. Para
Cristo fue un proceso doloroso y agobiante, no obstante, por amor a usted y a mí, cumplió con su
misión redentora como el Cristo, el Mesías prometido. Venga al altar de Dios y sea transformado y
renueve sus fuerzas en Cristo. Dios le ama y lo menos que puede usted hacer, corresponder a ese
amor… No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Es cierto que aquí no aparecerán Moisés y Elías, pero está nuestro glorioso Redentor, la Sublime
Presencia Santa de nuestro Dios… Quién nos fortalece y no lleva de gloria en gloria, día a día, para
que en aquel día, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados para ver a Jesucristo en su máximo
esplendor y brillante gloria.

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