Liderazgo de Excelencia
Omisión
Ya olvidé si alguna vez les dije a mis padres que los amaba, esperaron
en vano mi regreso y el consuelo y la ternura que les debía, ahora que ya
no están, me reclamo a mi mismo, el hijo que yo pude haber sido.
—¡Por favor, ayúdame una vez más, lleva esta rama y devuélvela a su
lugar de origen!
El místico le contestó:
El camino a la Excelencia
Pacientemente el maestro dejó pasar los días para que la mente del
discípulo pudiera tener la madurez suficiente para emprender la ruta que
lo conduciría a la Excelencia y le advirtió:
Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están
olvidados, cuando la tierra está quebrada y abandonada, me pregunto:
¿dónde estarán las manos de Dios?
Y comprendí que las manos de Dios somos tú y yo”, los que tenemos la
voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un mundo más
humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan
dejar acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la
crítica y la blasfemia se reten a si mismos para ser las manos de Dios.
Señor, ahora me doy cuenta de que mis manos están sin llenar, que no
han dado lo que deberían dar, te pido perdón por e1 amor que m diste y
que no he sabido compartir, las debo usar para amar y conquistar la
grandeza de la creación.