Anda di halaman 1dari 236

E.F.I.P.

1
EXAMEN FINAL INTEGRADOR
PRESENCIAL

UNIVERSIDAD EMPRESARIAL SIGLO 21


INTEGRACIÓN DE RAMAS DE LOS DERECHOS
PUBLICOS
EJE TEMÁTICO DERECHO CONSTITUCIONAL
SUB-EJE TEMATICO 1: TEORÍA CONSTITUCIONAL Y FEDERALISMO

Introducción:
El Derecho constitucional es una rama del Derecho público cuyo campo de estudio incluye el
análisis de las leyes fundamentales que definen un Estado. De esta manera, es materia de
estudio todo lo relativo a la forma de Estado, forma de gobierno, derechos fundamentales y
la regulación de los poderes públicos, incluyendo tanto las relaciones entre poderes públicos,
como las relaciones entre los poderes públicos y los ciudadanos.
La Constitución Es un texto de carácter jurídico-político fruto del poder constituyente que
fundamenta (según el normativismo) todo el ordenamiento, situándose en él como norma
que recoge, define y crea los poderes constituidos limitándolos al servicio de la persona
humana. Además, tendrá el carácter de norma suprema, de manera que prevalecerá sobre
cualquier otra que fuese posterior y contraria a ella (jerarquía constitucional). Al decir de
Kelsen, es la norma que da lógica a todo el sistema. El derecho común surgirá de ella por
mecanismos de derivación y aplicación.

Poder Constituyente:
- Concepto:
Definido por Linares Quintana, “la facultad soberana del pueblo a darse su ordenamiento
jurídico-político fundamental originario, por medio de una Constitución y a revisar a ésta total
o parcialmente cuando sea necesario”.
- Clasificación:
Poder Constituyente Originario: El Originario es aquél que aparece en el primer momento en
que se sanciona la Constitución;
Poder Constituyente Derivado: El Derivado es aquel cuyo ejercicio se manifiesta con su
reforma.
- Titular del Poder Constituyente
Es el pueblo. El fundamento de que la titularidad del poder constituyente corresponde al
pueblo constituye la base de la legitimidad democrática y del Estado de derecho. No es la
Nación la que se constituye sino su establecimiento político. El poder constituyente originario
tiene como titular al pueblo o la comunidad, porque es la colectividad toda la que debe
proveer a su organización política y jurídica en el momento de crearse el estado. La noción
responde a la búsqueda de la legitimidad en el uso del poder constituyente originario. El
preámbulo de nuestra constitución de 1853-1860 acoge este principio definitorio cuando
incluye la fórmula de “nos los representantes del pueblo…”.

- Limites
En principio el “poder constituyente originario es ilimitado”. Por su parte Bidart Campos
establece ciertos límites: A) Límites del valor justicia o derecho natural; B) Límites que
puedan derivar del derecho internacional público (tratados); C) El condicionamiento de la
realidad social. Valores naturales y absolutos como la libertad, la dignidad del hombre, la
justicia, etc., Vélez Sarsfield sostenía “Que estos derechos son superiores a toda Constitución,
superiores a toda ley y a todo cuerpo legislativo, y tan extensos que no pueden estar escritos
en la Constitución”. En cuanto al “poder constituyente derivado, es esencialmente limitado”,
porque tiene que cumplir con las prescripciones que al respecto le ha fijado la propia
Constitución sobre los órganos destinados a la reforma.

Supremacía Constitucional
- Recepción en el texto de la Constitución Nacional. El orden Jerárquico de las normas y
los tratados. Supremacía y Bloque de constitucionalidad federal

Concepto procedente del antiquísimo precedente jurisprudencial 'Marbury vs Madison", y


que supone la estructuración del ordenamiento jurídico en una pirámide jerárquica en la que
la Constitución ocuparía la cúspide. Así, la supremacía supone el punto más alto en la escala
jerárquica normativa, de manera que cualquier norma posterior y contraria que
eventualmente entrase en colisión con la norma suprema provocaría la nulidad de la norma
inferior.
En la República Argentina ha existido un conflicto jurisprudencial sobre la jerarquía de los
tratados internacionales que fue finalmente resuelto con la reforma constitucional de 1994. El
artículo 75 inciso 22 de la Constitución Argentina otorga la misma jerarquía de la constitución
a un grupo de tratados internacionales sobre Derechos Humanos. También en la misma
reforma se estableció un proceso legislativo particular para anexar otros tratados a ese
grupo, sin necesidad de reformar nuevamente la Constitución. La pirámide jurídica en
Argentina quedaría con la Constitución y los Tratados sobre DD.HH. en la cima, los demás
tratados internacionales inmediatamente después y las demás leyes por debajo.

Desde 1994
El punto de partida sigue siendo el artículo 31 de la Constitución Nacional, que reza:
“Esta Constitución, las leyes de la nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y
los tratados con las potencia extranjeras son la ley suprema de la Nación...”
Es decir que debajo de la Constitución, con la misma jerarquía, pero sin la posibilidad
de modificar la 1ª parte de la misma, está los tratados y convenciones internacionales del Art.
75 inc. 22 CN. Los cuales gozan de una presunción de constitucionalidad por haber sido
analizados pormenorizadamente por los convencionales constituyentes.
Por último se encuentran los tratados que no son de derechos humanos, pero que han
sido aprobados y ratificados por nuestro país. Éstos tienen jerarquía superior a las leyes
federales.
Debajo de las leyes federales, se encuentran los Tratado que el Art. 124 CN les
permite celebrar a las provincias.
De esta manera queda conformada nuestra pirámide después de la reforma
constitucional de 1994. Bidart Campos, en oportunidad de la reforma, elabora la doctrina del
“Bloque de Constitucionalidad Federal”. Este bloque está formado por la Constitución Nacional
y los 11 tratados del artículo 75 inc. 22 CN. Estos tratados no están incorporados a la CN,
está enumerado en la misma, pero gozan de supremacía constitucional.
Por lo tanto la interpretación en cuanto a que los derechos que sean reconocidos por
tratados no sólo pertenecen al derecho interno sino que no es necesario un posterior
reconocimiento por parte del Estado, (Corte Interamericana, Ekmedjian c/ Sofovich)
DERECHO A REPLICA aparece reconocido implícitamente por la CN y expresamente por la
Convención Americana sobre Derechos Humanos Art. 14 ley 23.054., y esa va a ser la
interpretación que la Corte va a adoptar en los sucesivos fallos.

Incisos 22 y 24 del art. 75. De estos puede extraerse la siguiente clasificación:


a) Tratados de derechos humanos: ver detalle en inciso 22 artículo 75. Estos tratados
se incorporan con jerarquía constitucional y las siguientes características: 1°) “En las
condiciones de su vigencia”. 2°) Si bien tienen jerarquía constitucional, “no derogan artículo
alguno de la primera parte de la Constitución y deben entenderse complementarios de los
derechos y garantías por ella reconocidos.;
b) Tratados de integración: Las normas dictadas tienen jerarquía superior a las leyes,
pero inferior a la Constitución, la técnica legislativa para aprobar estos tratados de
Latinoamérica, en cuyo caso requieren la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de
cada Cámara. En cambio, en la hipótesis de tratados con otros estados, el procedimiento es
complejo o de doble aprobación: 1° el Congreso declara la conveniencia con la mayoría
absoluta de los miembros presentes de cada Cámara y 2° dentro de los 120 días posteriores
el tratado debe ser aprobado por la mayoría absoluta de la totalidad de los miembros de cada
Cámara.
c) Tratados y concordatos comunes: tienen jerarquía superior a las leyes. PIRÁMIDE
JURÍDICA: 1° Constitución y Tratados sobre derechos humanos, con la única salvedad que
los tratados no deroguen artículo alguno de la primera parte de la Constitución y además
deben entenderse como complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos.
2°) Tratados de integración. 3°) Las Leyes de la Nación que se sancionen “en consecuencia”
de la Constitución.

Control de Constitucionalidad:
- Clasificación de los sistemas de control en el derecho comparado
El Control de constitucionalidad: es el mecanismo jurídico por el cual, para asegurar el
cumplimiento de las normas constitucionales, se realiza un procedimiento de revisión de las
normas ordinarias, y en caso de contradicción con la Constitución se procede a la invalidación
de las normas de rango inferior que no hayan sido hechas en conformidad con aquellas. El
fundamento de este control es el mantenimiento del Principio de Supremacía Constitucional.
Hablar de la importancia del control de constitucionalidad es hablar de la importancia
misma que cada ordenamiento jurídico estatal le asigna a su propio texto constitucional,
reconociéndolo como la base inexorable de toda la estructura normativa que sobre él se
construye, y a la cual debe integrarse armónicamente.

Si son hoy reconocidas como premisas válidas las que establecen que la Constitución
es la ley suprema de un Estado y que a ella debe acomodarse todo el ordenamiento jurídico,
se desprende como necesaria conclusión la necesidad de la existencia de mecanismos aptos e
idóneos que certifiquen y aseguren tal correspondencia, y con ello la vigencia y el respeto de
los derechos fundamentales y las libertades públicas contenidos en el texto legal supremo.
Justamente el control de constitucionalidad tiene esa clara finalidad: verificar si
determinadas normas o determinados actos guardan congruencia con la Constitución,
pudiendo, llegado el caso, a declarar la invalidez de aquellos que se encuentren en pugna con
ella, asegurando de tal modo, el imperio o supremacía constitucional.
La Constitución solo puede erigirse como norma fundamental y funcionar en la práctica
como tal, únicamente si ella es debidamente resguardada y para ello es que se han creado
los diversos mecanismos que, funcionando como verdaderos medios o canales, permiten
plasmar en la realidad esta función de control, como son las acciones de habeas corpus,
habeas data, acción de amparo, el recurso extraordinario federal y la acción declarativa de
inconstitucionalidad , acciones todas que participan de un idéntico fin que es obtener el
mayor grado de cumplimiento de los preceptos constitucionales.
El llamado “Estado de derecho” , en contraposición con lo que sucede en los
regímenes totalitarios y contrarios al sentir republicano, es aquel que asegura a los habitantes
un acabado respeto de todas las normas que lo integran, comenzando justamente desde la
norma de mayor rango que es la Constitución. Y el respeto, solo se alcanza mediante el
adecuado control.
- Definición del control de constitucionalidad
En términos sencillos, el control de constitucionalidad es aquel proceso que permite
verificar y establecer si los actos, provenientes éstos tanto de particulares como de agentes
estatales, derivados de tanto de acciones como de omisiones, y las normas que conforman el
plexo normativo, colisionan con las reglas que integran el texto de la Constitución Nacional,
teniendo siempre y en todos los casos como propósito último el hacer efectiva la supremacía
constitucional.
- Los diversos sistemas de control constitucional. El control de constitucionalidad en la
República Argentina
Los distintos Estados han ido construyendo a partir de sus regímenes jurídicos, distintos
mecanismos para llevar adelante el control constitucional, pero sin embargo podemos
precisar tres sistemas de control por ser éstos los mayormente elegidos por la legislación en
occidente:
o El Sistema Político
o El Sistema Jurisdiccional Concentrado
o El Sistema Jurisdiccional Difuso

En el sistema político, también se encuentra presente la idéntica finalidad


de resguardo de la supremacía constitucional, ni tampoco presenta diferencias en lo que
respecta al alcance de la decisión, sino que, lo que lo distingue radica esencialmente en como
está compuesto el órgano a cargo del ejercicio de la función.
Es diferente en cuanto al órgano ya que no es requisito sine qua non que se trate de
juristas ya que la función de control también puede ser llevada adelante por personas ajenas
al Poder Judicial.
En el sistema jurisdiccional serán miembros de aquel Poder quienes se encarguen de
éste ejercicio de función de control, idea lógica si se entiende que el Poder Judicial es el que
tiene la misión principal de control permaneciendo siempre fuera de la ejecución del poder
político.
Cuando en manos de cualquier magistrado recae la función de llevar adelante el
control de constitucionalidad, estamos en condiciones de afirmar de que se trata de un
sistema de control difuso; cuando por el contrario cuenta con dicha facultad un tribunal
específico para realizarlo, lo denominamos control de constitucionalidad concentrado.

Características del sistema argentino de control de constitucionalidad en el orden Federal


En la República Argentina, el sistema de control es jurisdiccional difuso, en oposición al
control de constitucionalidad europeo-continental que se caracteriza por la existencia de un
único tribunal u órgano creado para tales fines, que cumple la función de resolver toda
cuestión atinente a la inconstitucionalidad, con un efecto erga omnes de su decisión.
En el control difuso de constitucionalidad, la función jurisdiccional que cabe a cada uno
de los jueces, es comprensiva de seleccionar la norma aplicable, juzgar su validez si se
hubiese cuestionado su armonía con el texto constitucional, así como también cerciorarse de
que se trata de un caso justiciable.
El resultado de ese análisis, es decir, la decisión judicial a la que se arribe, solo podrá
ser cuestionado - si se encuentra comprometida una cuestión federal suficiente- , a través de
los recursos que establece la Ley 48 en su artículo 14 (recurso extraordinario federal) y
siempre que se trate de una sentencia definitiva o asimilable a ella.
Los constituyentes de la Convención de 1853 optaron, al momento de elegir la
conformación de las normas de nuestro texto constitucional, servirse en muchos aspectos de
la Constitución Norteamericana. Entonces, adoptó con ello un mecanismo de control de
constitucionalidad, que luego fundamentó en los arts. 100 y 101 de la Carta Magna, solo que
en ellos tampoco se brindaba explicación acerca del funcionamiento y el alcance de dicho
poder de revisión.
Según la interpretación que históricamente se le ha dado a dichos artículos, el Poder
Judicial puede conocer en todas las causas que versaren sobre puntos regidos por la
Constitución, y con ello la facultad del Poder Judicial de declarar la inconstitucionalidad de las
leyes del Congreso y los actos provenientes del Poder Ejecutivo.
Este poder o esta función que ejerce prioritariamente la Corte Suprema de la Nación, y
que pertenece a todos los tribunales –federales y provinciales – es el que le ha permitido
tener en la realidad un papel preponderante al Poder Judicial en todo lo relativo a la
resolución de los casos de crisis constitucionales, así también como ha suscitado
innumerables casos de controversia sobre el alcance de dicho control sobre leyes y actos
propios de otros poderes de la Nación, argumentando a este último respecto que un poder no
puede influir en las esferas que le son privativas de los otros.
Son éstas preguntas que a lo largo del desarrollo de la doctrina sobre el control de
constitucionalidad se han ido tratando de responder ante –como he dicho- la falta de
descripción en aquellas dos normas constitucionales.
El primer precedente relativo al control de constitucionalidad en nuestro país lo
constituye el caso “Sojo”1. En este fallo lo que el Tribunal analiza es la facultad de esa
Corte para conocer originaria y exclusivamente en el mismo o si por el contrario, le compete
dicho conocimiento a otro Juez del Poder Judicial.
Por un dibujo aparecido en el periódico Don Quijote, el 4 de septiembre de 1887, el
redactor, Eduardo Sojo, fue puesto en prisión por orden de la Cámara de Diputados de la
Nación hasta el término del periodo de sesiones. Sojo interpuso una acción de habeas corpus
ante la Suprema Corte, fundando la competencia de la misma para entender en esta cuestión

1 CS, Sojo, Eduardo, Fallos, 32:120 en Millar-Gelli-Cayuso, Constitución y Poder Político, Ed Astrea, Buenos Aires, 1992, pag.16 y ss.
en el art. 20 de la ley del 14 de septiembre de 1863 sobre jurisdicción y competencia de los
tribunales nacionales.

Dice la Suprema Corte:


“La misión que incumbe a la Suprema Corte de mantener a los diversos poderes, tanto
nacionales como provinciales de la esfera de las facultades trazadas por la Constitución, la
obliga a ella misma a absoluta estrictez para no extralimitar la suya, como la mayor garantía
que puede ofrecer a los derechos individuales.
En estos casos, (los de jurisdicción federal establecidos por el artículo anterior) dice el
art. 101, la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación según las reglas y
excepciones que prescriba el Congreso, pero en todos los asuntos concernientes a
embajadores, ministros y cónsules extranjeros y en los que alguna provincia fuere parte, la
ejercerá originaria y exclusivamente.
La garantía acordada por el recurso de habeas corpus, fundada en la igualdad ante la
ley, no tiene otra excepción que cuando la persona ha sido objeto de un mandato indebido
contra su libertad, pueda extraer un conflicto internacional. En los demás casos, el juez mas
inmediato, más expedito en sus resoluciones, es y debe ser el objeto primordial de las leyes,
la condición esencial de los fallos de la justicia federal.
No es posible reconocer en el H. Cámara de Diputados de la Nación, de cuyo
mandamiento de prisión procede el recurso entablado de habeas corpus, el carácter de
tribunal en el caso, sujeto al recurso de apelación para ante esta Corte. Ello es repugnante a
la independencia de los Poderes Legislativo y Judicial y a otros principios fundamentales del
orden constitucional que nos rigen. Para tal consideración sería necesario que esta Corte
hubiese sido investida de la facultad de revisar los actos de las Cámaras Legislativas en los
casos en que ellas tienen peculiar y exclusiva jurisdicción, lo que no se puede sostener sin
evidente error.
No puede fundarse pues, el derecho de ocurrir en apelación a esta Corte, de un acto
de una Cámara Legislativa, en que se recurre en los Estados Unidos de autos de los jueces o
tribunales de justicia.
Por las consideraciones expuestas, se declara que esta Corte no tiene jurisdicción
originaria en la presente causa, debiendo el recurrente ocurrir donde corresponda”.

Formas de Estado
- Clasificación de las formas de Estado (Unitarios, Federales y Confederales)
La constitución argentina de 1853-1860 acoge la forma federal de estado. Ella importa
una relación entre el poder y el territorio, en cuanto el poder se descentraliza políticamente
con base física, geográfica o territorial.
El federalismo es la forma opuesta a la unitaria, que centraliza territorialmente al poder
del estado.
El federalismo significa una combinación de dos fuerzas: la centrípeta y la centrífuga, en
cuanto compensa en la unidad de un solo estado la pluralidad y la autonomía de varios. El
estado federal se compone de muchos estados miembros (que en nuestro caso se llaman
“provincias”), organizando una dualidad de poderes: el del estado federal, y tantos locales
cuantas unidades políticas lo forman.
Esta dualidad de poderes se triplica cuando tomamos en cuenta que con la reforma de
1994 no es posible dudar de que, dentro de cada provincia, los municipios invisten un tercer
poder, que es el poder municipal, también autóno1mo; lo atestigua, en respaldo del viejo art.
5º, el actual art. 123.
El origen lógico (o la base) de todo estado federal es siempre su constitución. El origen
histórico o cronológico es, en cambio, variable y propio de cada federación; algunas pueden
surgir a posteriori de una confederación; otras, convirtiendo en federal a un estado unitario.
Desde el punto de vista del derecho constitucional cuando hablamos de Estado hablamos de
Estado de Derecho, que se caracteriza por establecer la división del poder en funciones,
garantizar a los ciudadanos sus derechos fundamentales, limitando eficazmente el poder
político por medio de normas constitucionales. Hermann Séller “lo mismo las comunidades
que las sociedades precisan siempre de la organización para conseguir la capacidad de
decisión y acción”. El pueblo tiene la potestad de darse su propio orden jurídico a través del
ejercicio del poder constituyente en donde la sociedad se juridiza y da nacimiento
institucional y jurídico al Estado. El Estado está conformado por una serie de elementos
esenciales como son: Territorio, Población y Poder, algunos constitucionalistas (Bidart
Campos) le agregan un cuarto elemento como lo es el Gobierno. Nacimiento del Estado
Argentino es la fecha de sanción de la Constitución Nacional en el año 1853. La forma de
Estado, conforme la doctrina tradicional, se identifica con el modo en que se establecen las
normas constitucionales relacionadas al ejercicio del poder del Estado en su aspecto espacial
o territorial.
Para estudiar la forma de Estado debemos preguntarnos ¿Cómo se manda?
A) Estado Unitario: centralización del poder estatal, quedando fraccionado el territorio
en meras secciones administrativas. Tenemos el caso de fuerzas centrípetas, tienden a
concentrarse en un solo núcleo de poder (ejemplo Panamá, Chile, Paraguay, Portugal,
Noruega, Francia, etc.). Antecedentes en Argentina, constituciones 1819 y 1826.
B) Estado Federal: descentralización del ejercicio del poder del Estado, el poder no se
concentra en un solo órgano de decisión y de acción del cual dependa toda la estructura y
actividad estatal. Se produce un fenómeno de correlación e integración de competencias y
factores de poderes que se identifican como fuerzas centrípetas (de un nivel de gobierno
regional o estadal al nacional o central) y centrífuga (que van del orden nacional o central al
orden local o provincial) produciéndose una relación de solidaridad, integración, colaboración
y coordinación. Con respecto al grado de competencias de las órbitas de gobierno tenemos:
soberanía, autonomía y autarquía. Algunos autores nos recuerdan que existe la llamada
descentralización administrativa en donde se mantienen lazos de subordinación con el poder
central y que se utiliza a los fines de la prestación de ciertos servicios públicos. Kelsen nos
enseña que la descentralización del poder del Estado tiene un carácter normativo, en el
sentido de la validez de las normas o leyes dictadas referidas a todo el territorio o a una parte
de él. De lo que se desprende, que el objeto de la descentralización lo constituye la actividad,
las normas y los órganos del Estado. Ejemplos: Estados Unidos, Canadá, Brasil, México,
Venezuela, Argentina, Alemania, Suiza, Austria.
C) Estados confederados: la característica principal es que surge de la unión de varios
estados independientes. Los estados partes mantienen su soberanía y ciertos derechos
concretos como son los de secesión posibilidad de retirarse de la confederación en el
momento que lo crean oportuno y por lo tanto denunciar el pacto, y la nulificación lo cual le
permite no aplicar las normas generales en su territorio y que fueran sancionadas por los
órganos de la Confederación. Según Jellinek: “el poder de la confederación sólo se ejerce
sobre los órganos de los estados confederados y no sobre los ciudadanos particulares que
integran cada uno de estos últimos”. Existe un órgano de gobierno de la confederación
denominado dieta. Ejemplo: Unión Europea, la extinta URSS se consideraba intermedia entre
un Estado Federal y una confederación.

El Federalismo Argentino
- Su evolución. Relaciones de subordinación, participación y coordinación. El sistema de
distribución de competencias en el Federalismo Argentino
Nuestra Constitución recepta, según lo observamos en los arts. 1°, 5°, 6°, 44 y 121 al
128, aun no siendo muy clara en lo que hace a la terminología para diferenciar la forma de
Estado y de gobierno, la Forma de Estado es “Federal”, ya que existen dos órbitas de
gobierno: la provincial (estados partes denominados provincias) y la nacional o federal, en
donde están representados los estados partes, habiendo surgido gracias a la unión de las
provincias preexistentes en el momento de sancionarse la Constitución Nacional.

Las tres relaciones típicas de la estructura federal


La estructura constitucional de nuestra federación presenta los rasgos fundamentales
de todos los estados federales, a saber, las tres relaciones vertebrales: a)
de subordinación; b) de participación, colaboración o inordinación; c) de coordinación.
- La subordinación: La relación de subordinación se expresa en la llamada supremacía
federal. El equilibrio del principio de unidad con el de pluralidad tiende a proporcionar
cohesión y armonía mediante la subordinación de los ordenamientos jurídico-políticos
locales al ordenamiento federal, para que las "partes" sean congruentes con el "todo".
Ello quiere decir que la constitución federal impone ciertas pautas en las estructuras de
lineamiento que deben ser acatadas y reproducidas por las constituciones de los
estados miembros. A partir de la reforma de 1994 podemos comprender que el
principio de subordinación viene formulado por la interrelación de los arts. 5º, 31, 123,
y 75 incisos 22 y 24. A su modo, hay que computar asimismo el art. 128, que
reproduce el texto del viejo art. 110. La relación de subordinación no permite decir que
los "gobiernos" provinciales se subordinan al "gobierno" federal, ni siquiera que las
"provincias" se subordinan al "estado" federal, porque lo que se subordina es el "orden
jurídico" provincial al "orden jurídico" federal. Aquellas formulaciones no son, en rigor,
correctas.
- La participación: La relación de participación implica reconocer en alguna medida
la colaboración de las provincias en la formación de decisiones del gobierno federal.
Nuestra constitución la institucionaliza componiendo dentro del gobierno federal al
órgano congreso con una cámara de senadores, cuyos miembros representan a las
provincias. Nuestro bicamarismo responde, pues, a la forma federal del estado. Cabe
también incluir, con un sentido amplio de la relación de participación, todo lo que el
llamado federalismo concertado presupone en materia de negociación, cooperación,
coordinación, y lealtad federal (ver nos. 64 y 65).
- La coordinación: La relación de coordinación delimita las competencias propias del
estado federal y de las provincias. Se trata de distribuir o repartir las competencias que
caen en el área del gobierno federal y de los gobiernos locales.

Para ello, el derecho comparado sigue sistemas diversos: a) todo lo que la constitución
federal no atribuye al estado federal, se considera reservado a los estados miembros; la
capacidad es la regla para éstos, y la incapacidad es la excepción, en tanto para el estado
federal ocurre lo contrario: la incapacidad es la regla, y la capacidad es la excepción; b)
inversamente, todo lo que la constitución federal no atribuye a los estados miembros, se
considera reservado al estado federal, para quien, entonces, la capacidad es la regla y la
incapacidad es la excepción; c) enumeración de las competencias que incumben al estado
federal y a los estados miembros.

El reparto de competencias
Nuestra constitución ha escogido el primer sistema. Así lo estipula el art. 121: "las
provincias conservan todo el poder no delegado por esta constitución al gobierno federal, y el
que expresamente se hayan reservado por pactos especiales al tiempo de su incorporación".
Donde leemos "poder no delegado por esta constitución" debemos interpretar que la
delegación es hecha por las provincias "a través" de la constitución como instrumento
originario de formación y estructura de la federación. Son las "provincias" las que "mediante"
la "constitución" han hecho la delegación al gobierno federal.
La fórmula del art. 121, que mantiene la del anterior art. 104, ha merecido
interpretación del derecho judicial a través de la jurisprudencia de la Corte Suprema, en la
que encontramos otros dos principios que la completan: a) las provincias conservan, después
de la adopción de la constitución, todos los poderes que tenían antes y con la misma
extensión, a menos de contenerse en la constitución alguna disposición expresa que restrinja
o prohíba su ejercicio; b) los actos provinciales no pueden ser invalidados sino cuando: b") la
constitución concede al gobierno federal un poder exclusivo en términos expresos; b"") el
ejercicio de idénticos poderes ha sido prohibido a las provincias; b""") hay incompatibilidad
absoluta y directa en el ejercicio de los mismos por parte de las provincias.

Puede verse también este párrafo extractado de una sentencia de la Corte: "Es cierto
que en tanto los poderes de las provincias son originarios e indefinidos (art. 104, constitución
nacional), los delegados a la nación son definidos y expresos, pero no lo es menos que estos
últimos no constituyen meras declaraciones teóricas, sino que necesariamente han de
considerarse munidos de todos los medios y posibilidades de instrumentación indispensables
para la consecución real y efectiva de los fines para los cuales se instituyeron tales poderes,
en tanto éstos se usen conforme a los principios de su institución. De no ser así, aquellos
poderes resultarían ilusorios y condenados al fracaso por las mismas provincias que los
otorgaron. De aquí que las supra mencionadas facultades provinciales no pueden amparar
una conducta que interfiera en la satisfacción de un interés público nacional (Fallos, 263-
437), ni justifiquen la prescindencia de la solidaridad requerida por el destino común de
la nación toda (Fallos, 257-159; 270;11)."
En más reciente fallo del 15 de octubre de 1991, en el caso "Estado Nacional
c/Provincia del Chubut", la Corte ha expresado que ella "tiene dicho que "si bien es muy
cierto que todo aquello que involucre el peligro de limitar las autonomías provinciales ha de
instrumentarse con la prudencia necesaria para evitar el cercenamiento de los poderes no
delegados de las provincias, no lo es menos que el ejercicio por parte de la nación, de las
facultades referidas… no puede ser enervado por aquéllas, so pena de convertir en ilusorios
los propósitos y objetivos de las citadas facultades que fincan en la necesidad de procurar
eficazmente el bien común de la nación toda, en el que necesariamente se encuentran
engarzadas y del cual participan las provincias". A lo cual añadió la Corte que "en ese orden
de ideas debe subrayarse que, conforme al principio de que quien tiene el deber de procurar
un determinado fin, tiene el derecho de disponer de los medios necesarios para su logro
efectivo y, habida cuenta que los objetivos enunciados en el preámbulo y los deberes-
facultades establecidos en los supra citados incisos del art. 67 de la constitución nacional
tienen razón de causa final y móvil principal del gobierno federal, no cabe sino concluir que
éste no puede ser enervado en el ejercicio de estos poderes delegados, en tanto se
mantenga en los límites razonables de los mismos conforme a las circunstancias; éste es, por
lo demás, el principio de supremacía que consagra el art. 31 de la constitución nacional"
(Fallos, 304-1187 y otros)."
(Las anteriores transcripciones de jurisprudencia de la Corte citan los artículos de la
constitución con la numeración de la época, antes de la reforma de 1994.)

En el reparto de competencias, suele hacerse distinción entre: a)


competencias exclusivas del estado federal; b) competencias exclusivas de las provincias; c)
competencias concurrentes; d) competencias excepcionales del estado federal y de las
provincias; e) competencias compartidas por el estado federal y las provincias.

a) Entre las competencias exclusivas del gobierno federal podemos citar


enunciativamente: intervención federal; declaración del estado de sitio; relaciones
internacionales; dictar los códigos de fondo o de derecho común y las leyes federales o
especiales, etc. En general, y como principio, la casi totalidad de competencias asignadas a
los órganos de gobierno federal por la constitución pueden considerarse exclusivas del estado
federal.
Paralelamente a estas competencias exclusivas, hallamos en los arts. 126 y 127 las
que están prohibidas a las provincias.
Debemos dejar aclarado que las competencias exclusivas del estado federal no
requieren estar taxativa ni expresamente establecidas a su favor en la constitución, porque
las hay implícitas. Dentro de estas competencias implícitas, hay un tipo especialmente
contemplado por la constitución que es el de los llamados "poderes implícitos del congreso ",
reconocidos en el art. 75 inc. 32.

b) Entre las competencias exclusivas de las provincias, cabe incluir: dictar la


constitución provincial, establecer impuestos directos, dictar sus leyes procesales, asegurar su
régimen municipal y su educación primaria, etc. Esta masa de competencias se encuentra
latente en la reserva del art. 121, y en la autonomía consagrada por los arts. 122 y 123, con
el añadido del nuevo art. 124.
Como principio, las competencias exclusivas de las provincias se reputan prohibidas al
estado federal.
Las competencias exclusivas de las provincias se desdoblan en: b") las no delegadas al
gobierno federal; b"") las expresamente reservadas por pactos especiales.

c) Entre las competencias concurrentes, o sea, las que pertenecen en común al estado
federal y a las provincias, se hallan: los im-puestos indirectos internos, y las que surgen del
art. 125 concordado con el 75 inc. 18, más las del art. 41 y el art. 75 inc. 17.
d) Hay competencias excepcionales del estado federal, es decir, las que en principio y
habitualmente son provinciales, pero alguna vez y con determinados recaudos entran en la
órbita federal. Así, el establecimiento de impuestos directos por el congreso, cuando la
defensa, seguridad común y bien general lo exigen, y por tiempo determinado (art. 75 inc.
2º).
Hay competencias excepcionales de las provincias en iguales condiciones. Así, dictar los
códigos de fondo o de derecho común hasta tanto los dicte el congreso (art. 126), y armar
buques de guerra o levantar ejércitos en caso de invasión exterior o de un peligro tan
inminente que no admita dilación, dando luego cuenta al gobierno federal (art. 126).

e) Hay también facultades compartidas por el estado federal y las provincias, que no
deben confundirse con las "concurrentes", porque las "compartidas" reclaman para su
ejercicio una doble decisión integradora: del estado federal y de cada provincia participante
(una o varias). Por ej.: la fijación de la capital federal, la creación de nuevas provincias (arts.
3º y 13), etcétera.
En el derecho constitucional material se ha observado una marcada inflación de las
competencias federales, a veces en desmedro del reparto que efectúa la constitución formal.
Hay pues, en este punto, una mutación que, cuando implica violarla, es inconstitucional.

El gobierno de Argentina adopta constitucionalmente la forma de una democracia


representativa, republicana y federal. Debido a su carácter federal, la Argentina posee dos
estructuras de gobierno: el gobierno nacional o federal; 23 gobiernos provinciales, cada una
de las cuales son consideradas preexistentes a la Nación y detentan todos los poderes no
delegados expresamente al gobierno federal.
Adicionalmente la Ciudad de Buenos Aires está regida por un sistema de autonomía,
mientras que las provincias poseen subdivisiones administrativas y municipios.
El Poder Ejecutivo argentino está compuesto por el Presidente de la Nación y el Vice-
presidente electos, por el Jefe de Gabinete de Ministros y por los demás Ministros y
Secretarios.

SUB-EJE TEMATICO 2: DECLARACIONES, DERECHOS Y GARANTIAS


Conceptos de:
- Declaraciones, derechos y garantías
- Los derechos de primera, segunda y tercera generación (enumeración y
caracterización)
- Garantías. Concepto, garantías procesales, las garantías del Art. 18 de la CN y del art.
8 del CADH

La Primera Parte de la Constitución es conocida como la parte dogmática. En ella se


reconocen los derechos individuales y de los ciudadanos. Está integrada por 43 artículos. Los
treinta y cinco primeros forman el primer capítulo denominado "Declaraciones, Derechos y
Garantías".
Declaraciones: son expresiones, manifestaciones o afirmaciones en las que se toma
posición acerca de cuestiones fundamentales, como la forma de gobierno o
la organización de las provincias.
Derechos: son facultades que la Constitución reconoce a los habitantes del país para que
puedan vivir con dignidad. Al estar así reconocidas, los habitantes pueden exigir su respeto.
Garantías: son protecciones, establecidas en la Constitución para asegurar el respeto de
los derechos y las libertades que ella reconoce.
El segundo capítulo de la Primera Parte de la Constitución fue incorporada en la última
reforma (1994). Incluye derechos y garantías sobre temas que la sociedad argentina fue
considerando esenciales en los últimos años.

Hábeas corpus
Procedimiento destinado a la protección del derecho a la libertad personal, por el que
se trata de impedir que la autoridad o alguno de sus agentes puedan prolongar de forma
arbitraria la detención o la prisión de un ciudadano. A través del hábeas corpus,
una persona privada de libertad puede obtener su inmediata puesta a disposición de la
autoridad judicial competente, que resolverá acerca de la legalidad o no de la detención.

Amparo
El amparo puede promoverse cuando no existía una garantía judicial mejor. Tiene por
finalidad que se dejen sin efecto actos u omisiones que de manera actual o inminente
lesionen, restrinjan o amenacen, en forma ilegal o arbitraria, derechos y garantías
reconocidos.

Hábeas Data
Todas las personas tiene derecho a:
 Conocer los datos personales que a su respecto existan en un banco de datos.
 Que el registro de datos certifique la existencia de datos que a ella se refieren.
 Que se rectifiquen los datos inexactos recopilados y que se comuniquen
inmediatamente a aquellas personas que hubiesen recibido previamente
la información inexacta.
 Impedir la difusión de un dato dudoso hasta que sea aclarado.
 Que se cancelen los datos personales almacenados ilegalmente o cuya conservación
no se justifique.

Nómina de los Derechos


 Art. 14: Derecho a los trabajadores – Peticionar – Libre tránsito – Publicar ideas –
Usar y disponer de su propiedad – de asociarse – libertad de culto
 Art. 14 bis: Derecho a trabajador – seguro social – jubilación - vivienda digna
 Art. 15: Derecho de la Libertad (No esclavos)
 Art. 16: Derecho a la igualdad (ante a ley)
 Art. 17: Derecho a la propiedad
 Art. 18: Garantías Procesales – Juicio Previo – Irretroactividad de la Ley – Jueces
naturales – Non bis in ídem – Debido Proceso
 Art. 19: Derecho a la privacidad – Principio de reserva Penal
 Art. 41: Derechos ambiental (Ambiente sano)
 Art. 42: Derechos a la relación del consumidor

 Art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH)


Artículo 8. Garantías Judiciales
1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo
razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con
anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra
ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de
cualquier otro carácter.
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas:
a) derecho del inculpado de ser asistido gratuitamente por el traductor o
intérprete, si no comprende o no habla el idioma del juzgado o tribunal;
b) comunicación previa y detallada al inculpado de la acusación formulada;
c) concesión al inculpado del tiempo y de los medios adecuados para la preparación
de su defensa;
d) derecho del inculpado de defenderse personalmente o de ser asistido por un
defensor de su elección y de comunicarse libre y privadamente con su defensor;
e) derecho irrenunciable de ser asistido por un defensor proporcionado por el
Estado, remunerado o no según la legislación interna, si el inculpado no se defendiere
por sí mismo ni nombrare defensor dentro del plazo establecido por la ley;
f) derecho de la defensa de interrogar a los testigos presentes en el tribunal y
de obtener la comparecencia, como testigos o peritos, de otras personas que puedan
arrojar luz sobre los hechos;
g) derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo ni a declararse culpable,
y
h) derecho de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior.
3. La confesión del inculpado solamente es válida si es hecha sin coacción de
ninguna naturaleza.
4. El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a nuevo juicio
por los mismos hechos.
5. El proceso penal debe ser público, salvo en lo que sea necesario para preservar los
intereses de la justicia.

Los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos se refieren a


los primeros derechos que fueron consagrados en los ordenamientos jurídicos internos e
internacionales. Estos Derechos surgieron como respuesta a los reclamos que motivaron los
principales movimientos revolucionarios de finales del siglo XVIII en occidente. Estas
exigencias fueron consagradas como auténticos derechos y como tales difundidos
internacionalmente.
Los Derechos Civiles y Políticos están destinados a la protección del ser humano
individualmente, contra cualquier agresión de algún órgano público. Se caracterizan
porque imponen al Estado el deber de abstenerse de interferir en el ejercicio y
pleno goce de estos derechos por parte del ser humano.

Los derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y


Culturales tienen como objetivo fundamental garantizar el bienestar económico, el
acceso al trabajo, la educación y a la cultura, de tal forma que asegure el desarrollo de
los seres humanos y de los pueblos. Son los también llamados derechos de los pueblos,
colectivos o solidarios, que comenzaron a gestarse a partir de la Segunda Guerra Mundial, o
sea en la segunda mitad del siglo XX. El sujeto protegido ya no es el individuo en sí mismo,
como en los de primera generación, sino por su rol social, por integrar un pueblo, una nación,
o ser parte de toda la humanidad. Se toma en cuenta a las personas, como integrantes
de una comunidad con conciencia de identidad colectiva.
- Derecho a una vivienda digna;
- Derecho al agua;
- Derecho a la salud (asistencia social, asistencia médica, seguridad social y cobertura
sanitaria universal);
- Derecho a una educación adecuada;
- Derecho a una alimentación adecuada;
- Derecho al trabajo (incluyendo Derecho de huelga y libertad en la elección de
empleo);
- Derecho al medio ambiente.

Por su parte, la tercera generación de derechos, surgida en la doctrina en los años


1980, se vincula con la solidaridad. Los unifica su incidencia en la vida de todos, a escala
universal, por lo que precisan para su realización una serie de esfuerzos y cooperaciones en
un nivel planetario. Normalmente se incluyen en ella derechos a la paz, a la calidad de
vida

- El uso de los avances de las ciencias y la tecnología.


- La solución de los problemas alimenticios, demográficos, educativos y ecológicos
- El ambiente.
- Los derechos del consumidor.
- El desarrollo que permita una vida digna.
- El libre desarrollo de la personalidad.

También se llaman derecho de cuarta generación a los relacionados al medio


ambiente y/o bioética, y a las nuevas tecnologías: Ej:
- El derecho a existir digitalmente
- El derecho a la reputación digital
- La estima digital.
- La libertad y responsabilidad digital
- La privacidad virtual, el derecho al olvido, el derecho al anonimato
- El derecho al big-reply
- El derecho al domicilio digital
- El derecho a la técnica, al update, al parche
- El derecho a la paz cibernética y a la seguridad informática
- El derecho al testamento digital.

SUB-EJE TEMATICO 3: ORGANIZACIÓN, FUNCIONAMIENTO DEL PODER


Poder legislativo
- Estructura y Composición del Congreso de la Nación.
- Atribuciones.

Poder Legislativo:
El sistema es bicameral: hay una Cámara de Diputados y otra de Senadores, ambos
elegidos por sufragio en las provincias y en la capital. La Cámara de Diputados tiene 257
miembros elegidos para un mandato de cuatro años, habiendo posibilidad de reelección. La
proporción es de un diputado para cada 33.000 habitantes. Cada dos años la Cámara renueva
mitad de su composición.

El Senado posee 72 miembros electos por las Asambleas Provinciales, tres senadores por
provincia y tres por la ciudad de Buenos Aires. El mandato es de 6 años, renovándose un
tercio de la bancada cada dos años.

Poder Ejecutivo
- Requisitos. Elección Presidente y Vicepresidente. Atribuciones. Jefe de Gabinete de
Ministros. Designación, remoción, atribuciones.

El Poder Ejecutivo de la Nación. Art. 87; el poder ejecutivo de la nación será


desempeñado por un ciudadano con el título de "Presidente de la Nación Argentina".

El Presidente es el jefe supremo de la nación, jefe de gobierno y responsable político por


la administración del país. A él le compete también ejercer la Jefatura Suprema de las
Fuerzas Armadas, nombrar embajadores e indicar los ministros de la Suprema Corte, ad
referendum del Senado Federal. El Vice-presidente reemplaza al Presidente en casos de
impedimento y ejerce la Presidencia del Senado.

- Funciones ejecutivas, "legislativas" y "judiciales".


El Art. 99 de la Constitución nacional establece en sus 20 incisos, las atribuciones del
Poder Ejecutivo Nacional. En cierto modo, la competencia del poder ejecutivo es residual, ya
que comprende el ejercicio de aquellas funciones administrativas que no estén atribuidas a
los otros dos poderes.
Dentro de estas atribuciones podemos encontrar las típicamente ejecutivas, que están
únicamente reservadas a esta investidura; las llamadas "colegislativas" como ser, la
participación de la formación de las leyes, su promulgación; dictar los decretos
reglamentarios para la aplicación de las mismas; ejerce el derecho de veto, con el que puede
oponerse total o parcialmente a la sanción de una ley; convoca a sesiones extraordinarias del
congreso y puede prorrogarlas; puede dictar decretos de necesidad y urgencia, etc.; y las
"judiciales" como podrían ser el indulto o la conmutación de penas.
- Requisitos para ser presidente de la Nación (Art. 89).
Art. 89; para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber nacido
en el territorio argentino, o ser hijo ciudadano nativo, habiendo nacido en país extranjero; y
las demás calidades exigidas para ser elegido senador.
Calidades de senador; tener 30 años de edad cumplidos, haber sido ciudadano por 6 años de
la nación, disfrutar de una renta anual de dos mil pesos fuertes o de una entrada equivalente
a la que nos referimos.
- El Vicepresidente de la Nación. Naturaleza.
El vicepresidente, en tanto no ejerza la titularidad del Poder Ejecutivo, no tiene funciones
propias en éste. Es un funcionario de reserva, cuya principal misión es reemplazar al
presidente en caso de vacancia transitoria o definitiva de éste. (Es un órgano extrapoder
porque se encuentra fuera del ejecutivo).
Por ello, el Art. 49 de la Constitución le otorga una función de gran jerarquía: presidir el
Senado de la Nación.
Este cargo de presidente nato del Senado le otorga al vicepresidente una naturaleza
jurídica híbrida, ya que no pertenece al Poder Ejecutivo, y aun presidiendo el Senado, no se
puede afirmar que pertenezca a él, dado el carácter eminentemente federal de esta cámara.
- Requisitos para ser Vicepresidente.
Son los mismos que para ser elegido Presidente de la Nación, y se encuentran enunciados
en el Art. 89: Para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber
nacido en el territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en país
extranjero; y las demás calidades para ser elegido senador. (Tener 30 años de edad
cumplidos, haber sido ciudadano por 6 años de la nación, disfrutar de una renta anual de dos
mil pesos fuertes o de una entrada equivalente a la que nos referimos.)

- El jefe de gabinete de ministros


El Jefe de Gabinete es nombrado por el Presidente para ejercer la coordinación de los
Ministerios, la administración, además de representar al Poder Ejecutivo ante el Congreso. El
Presidente también nombra los ocho Ministros y los Secretarios de Estado responsables por
las 16 Secretarías dependientes directamente de la Presidencia, entre las cuales están la de la
Pequeña y Mediana Empresa, la de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable y la de
Turismo. Estos últimos gozan, en la práctica, del status de Ministro.
a) Naturaleza y funciones
La jefatura de gabinete es un órgano dependiente del poder ejecutivo, y su titular el jefe de
gabinete es uno de los ministros del Poder Ejecutivo, que tiene como tal, las atribuciones que
la Constitución le otorga en su art. 100.
Con la reforma de 1994 ha aparecido el jefe de gabinete de ministros que, sin ser un primer
ministro, ha recibido competencias especiales y diferentes a las genéricas ministeriales.
b) Su nombramiento y remoción
El jefe de gabinete es nombrado por el presidente de la nación. Por el voto de la mayoría
absoluta de los miembros de cada una de las cámaras el jefe de gabinete puede ser removido
de su cargo; aquí hace falta la coincidencia de las dos cámaras en la remoción, con el
quórum de votos indicado.
Para tratar una moción de censura como etapa previa a la remoción del jefe de
gabinete es menester que cualquiera de las cámaras alcance favorablemente la interpelación
ante sí, con el voto de la mayoría absoluta, computada sobre la totalidad de miembros que la
componen.
Si una sola cámara logra, con ese quórum de votos, interpelar al jefe de gabinete y
censurarlo, su voto de censura no surte efecto destitutorio, porque la remoción precisa
decisión concordante de las dos cámaras. En cambio, si la interpelación y el recíproco voto de
censura se producen en las dos cámaras, la remoción se opera cuando ambas así lo
resuelven por mayoría absoluta de sus miembros.
En síntesis, la remoción solo es viable cuando la ha precedido un voto de censura
conjunto de ambas cámaras, y cuando a continuación también las dos coinciden en la sanción
destitutoria.
c) Sus atribuciones
Procurando reagrupar sus competencias podemos intentar una rápida clasificación:

1) Expedición de actos y reglamentos necesarios para ejercer las facultades que le


acuerda el art. 100 y las que le delegue el presidente; todo ello conforme al inc. 2.
2) Ejercicio directo de las funciones y atribuciones que le delegue el presidente, según
el inc. 4.
3) Resolución, en acuerdo de gabinete, sobre materias que le indique el poder
ejecutivo, y resolución por decisión propia en las materias que estime necesario por su
importancia en el ámbito de su competencia; todo ello conforme al inc. 4.
4) Nombramiento de empleados de la administración, con excepción de los que
corresponden al presidente
5) Coordinación, preparación y convocatoria de las reuniones de gabinete de ministros
y presidencia de las mismas en ausencia del presidente; todo ello conforme al inc. 5.
6) Remisión al congreso de los proyectos de ley de ministerios y de presupuesto, una
vez que se han tratado en acuerdo de gabinete y han sido aprobados por el poder
ejecutivo; todo ello conforme al inc. 6.
7) Concurrir a las sesiones del congreso y participar, sin voto, en sus debates, según el
inc. 9, y producir los informes y explicaciones verbales o escritos que sean solicitados
por cualquiera de las cámaras al poder ejecutivo según el inc. 11; presentar junto a los
demás ministros, al iniciarse las sesiones ordinarias del congreso, una memoria
detallada del estado de la nación en cuanto a los negocios de los respectivos
departamentos, según el inc. 10; concurrir como mínimo una vez por mes al congreso,
alternativamente a cada cámara, para informar sobre la marcha del gobierno,
conforme al art. 101.
8) Tomar intervención en el procedimiento inmediato al dictado de decretos de
necesidad y urgencia para someterlos a la Comisión Bicameral Permanente, conforme
al inciso 13 en relación con el art. 99 inc. 3 y en el correspondiente a decretos de
promulgación parcial de leyes, conforme al inc. 13 en relación con el art. 80 y en el
correspondiente a decretos dictados en ejercicio de facultades delegadas por el
congreso, al poder ejecutivo, conforme al inc. 12 en relación con el art. 76, para
control de la Comisión Bicameral Permanente.
9) Refrendar los decretos del poder ejecutivo: que prorrogan las sesiones ordinarias
del congreso y que convocan a sesiones extraordinarias, todo ello conforme al inc. 3;
que reglamenten leyes, según el inc. 8; que ejerzan facultades delegadas por el
congreso al poder ejecutivo, según el inc. 12; que se dictan por razones de necesidad
y urgencia, según el inc. 13; que promulgan parcialmente una ley, según el inc. 13.
10) Refrendar los mensajes del presidente que promuevan la iniciativa legislativa,
según el inc. 8.

- Elecciones
Presidente y vice son elegidos para un mandato de 4 años, siendo posible la reelección
por un solo período consecutivo. La elección se da en dos vueltas, siempre y cuando uno de
los candidatos no obtenga más del 45% de los votos en la primera vuelta.
Poder Legislativo: El sistema es bicameral: hay una Cámara de Diputados y otra de
Senadores, ambos elegidos por sufragio en las provincias y en la capital. La Cámara de
Diputados tiene 257 miembros elegidos para un mandato de cuatro años, habiendo
posibilidad de reelección. La proporción es de un diputado para cada 33.000 habitantes. Cada
dos años la Cámara renueva mitad de su composición.
El Senado posee 72 miembros electos por las Asambleas Provinciales, tres senadores por
provincia y tres por la ciudad de Buenos Aires. El mandato es de 6 años, renovándose un
tercio de la bancada cada dos años. El Vice-presidente de la Nación es el Presidente del
Congreso.

Poder Judicial
- Organización del PJ de la Nación

Poder Judicial: El Poder Judicial argentino es ejercido por una Corte Suprema de Justicia
compuesta por 9 magistrados (indicados por el presidente y aprobados por el Senado) y
también por los tribunales inferiores establecidos por el Congreso. A ellos les compete el
conocimiento y la decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la
Constitución, por las leyes de la Nación y por tratados con naciones extranjeras.
El Consejo de la Magistratura, reglado por una ley especial sancionada por el Congreso,
tiene como atribuciones la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial.
El Consejo está integrado de modo que se procure el equilibrio entre los representantes de
los organismos políticos resultantes de elección popular, los jueces de todas las instancias y
los abogados de la Nación.
El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y financiera que
tiene por atribución promover la justicia en defensa de la legalidad de los intereses generales
de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República. Está integrado por
un Procurador General y un Defensor General de la Nación.

La designación de los jueces la realiza el Presidente de la Nación con acuerdo del Senado,
sobre la base de una terna integrada por candidatos seleccionados en concurso público por
el Consejo de la Magistratura, órgano de composición multisectorial, a quien corresponde el
control directo de los jueces y la administración del Poder judicial. Los jueces permanecen en
sus cargos "mientras dure su buena conducta" y solo pueden ser removidos en caso de
infracciones graves, por un Jurado de Enjuiciamiento, integrado por legisladores, magistrados
y abogados.
El juzgamiento de los jueces de los tribunales inferiores de la Nación estará a cargo del
Jurado de Enjuiciamiento de los Magistrados según lo prescripto por el artículo 115 de la
Constitución Nacional. El mandato de los miembros es por seis meses. El desempeño de las
funciones será considerado una carga pública. Ninguna persona podrá integrar el Jurado de
Enjuiciamiento de los magistrados en más de una oportunidad. Los jueces de cámara y los
legisladores no podrán ser nuevamente miembros de este cuerpo, hasta tanto lo hayan
integrado el resto de sus pares. La ley 24.937 precisa la integración del organismo en su
artículo 22, cuyo texto obedece a la ley 26.080 de 2006.
Miembros del Consejo de la Magistratura (2014-2018)

Sector de procedencia Magistrado Descripción

Luis María Cabral Juez

Poder Judicial Gabriela Vazquez Jueza

Leónidas Moldes Juez

Ruperto Eduardo Godoy Senador, Frente para la Victoria

Cámara de Senadores Virginia María García Senadora, Frente para la Victoria

Angel Rozas Senador, Unión Cívica Radical

Pablo Tonelli Diputado, Cambiemos

Cámara de Diputados Hector Recalde Diputado, Frente para la Victoria

Gustavo Valdez Diputado, Unión Cívica Radical

Adriana Donato Abogada, Capital Federal

Abogados

Miguel Piedecasas Abogado, Provincia de Buenos Aires

Poder Ejecutivo Nacional Juan Mahíques


Academia Jorge Daniel Candis Universidad Nacional de Lomas de Zamor

El Poder Judicial argentino es ejercido por una Corte Suprema de Justicia compuesta
por 9 magistrados (indicados por el presidente y aprobados por el Senado) y también por los
tribunales inferiores establecidos por el Congreso. A ellos les compete el conocimiento y la
decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución, por las
leyes de la Nación y por tratados con naciones extranjeras.
El Consejo de la Magistratura, reglado por una ley especial sancionada por el
Congreso, tiene como atribuciones la selección de los magistrados y la administración del
Poder Judicial. El Consejo está integrado de modo que se procure el equilibrio entre los
representantes de los organismos políticos resultantes de elección popular, los jueces de
todas las instancias y los abogados de la Nación.
El Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y financiera
que tiene por atribución promover la justicia en defensa de la legalidad de los intereses
generales de la sociedad en coordinación con las demás autoridades de la República. Está
integrado por un Procurador General y un Defensor General de la Nación.
EJE TEMÁTICO DERECHO PENAL I
SUB-EJE TEMATICO 1: DERECHO PENAL Y CONSTITUCIÓN
 Principios de derecho penal. Análisis y consecuencias.
 De legalidad, de Reserva, De mínima suficiencia, De subsidiaridad, De
fragmentariedad, De proporcionalidad, De lesividad, De acción-exterioridad, De
privacidad, De culpabilidad, De judicialidad, Del non bis in ídem, De humanidad y
personalidad de las penas, De resocialización, De prohibición de prisión por deudas.

Principio de Legalidad:
Está consagrado como garantía penal por la cláusula del Art. 18 de la C.N: Ningún
habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al hecho
del proceso. Establece así la garantía del nullum crimen nulla poena sine praevia lege
poenali. Significa que la configuración de una infracción, por leve que sea, así como su
represión, es materia que hace a la esencia del Poder Legislativo y escapa a la órbita de las
facultades ejecutivas y judiciales, pues nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni
privado de hacer lo que ella no prohíbe. Pero, según el mismo precepto, para que al violador
de esa norma se le pueda aplicar una sanción penal, es preciso además, que al lado de la
infracción configurada, exista al mismo tiempo una sanción destinada para el violador.

Consecuencias del principio:


- Indelegabilidad de la Facultad Legislativa Penal: La garantía de la legalidad implica el
régimen republicano, que supone la división de los poderes de gobierno, que el Poder
Legislativo no puede pasar el ejercicio de su poder de sancionar la ley penal, ni al Ejecutivo ni
al Judicial.
La facultad reglamentaria del Ejecutivo no significa una excepción a esa indelegabilidad, sino
que no es otra cosa que la autoridad que tiene para reglar los pormenores y detalles
necesarios para la ejecución de la ley, no la definición de infracción y la determinación de la
pertinente pena.
Art 18 C.N “Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo fundado
en ley anterior al hecho del proceso, ni juzgado por comisiones especiales, o sacado de los
jueces designados por la ley antes del hecho de la causa. Nadie puede ser obligado a declarar
contra sí mismo; ni arrestado sino en virtud de orden escrito de autoridad competente. Es
inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos……”

Del principio de legalidad surgen diversas garantías, las que también deben exigirse respecto
de la imposición de medidas de seguridad:
 La garantía criminal exige que el delito (= crimen) se halle determinado por la ley
(nullum crimen sine lege).
 La garantía penal requiere que la ley señale la pena que corresponda al hecho (nulla
poena sine lege).
 La garantía jurisdiccional o judicial exige que la existencia del delito y la imposición de
la pena se determinen por medio de una sentencia judicial y según un procedimiento
legalmente establecido.
 La garantía de ejecución requiere que también la ejecución de la pena se sujete a una
ley que la regule.
Asimismo, la norma jurídica (ley) reguladora del hecho delictivo y su sanción debe
cumplimentar determinados requisitos:
 Exigencia de ley previa que consagra el principio de irretroactividad de la ley penal
más severa, ya que es preciso que el sujeto pueda conocer en el momento en que
actúa (momento del hecho) si va a incurrir en un delito y, en su caso, cuál es su pena.
Contrariamente, en beneficio del imputado rige el principio de retroactividad y
ultraactividad de la ley penal más benigna (artículo 9º de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos; artículo 15º inciso 1 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y el artículo 2º del Código Penal).
ARTÍCULO 2º.- Si la ley vigente al tiempo de cometerse el delito fuere distinta de la que
exista al pronunciarse el fallo o en el tiempo intermedio, se aplicará siempre la más benigna.
Si durante la condena se dictare una ley más benigna, la pena se limitará a la establecida por
esa ley.
En todos los casos del presente artículo, los efectos de la nueva ley se operarán de
pleno derecho.
 Exigencia de ley escrita con la cual queda excluida la costumbre como posible fuente
de delitos y penas. Es preciso que se trate de una ley emanada del Poder Legislativo,
en su condición de representante del pueblo, que no puede delegar sus funciones
legislativas a los poderes Ejecutivo o Judicial. La Constitución Nacional prohíbe
expresamente dicha delegación (artículo 76º), así como la emisión por parte del
Ejecutivo, de disposiciones de carácter legislativo (artículo 99º, inciso 3, segundo
párrafo).
 Dos cuestiones se plantean con relación a esta "indelegabilidad" legislativa: en primer
lugar, la facultad reglamentaria del Poder Ejecutivo, respecto de las leyes dictadas por
el Congreso, implica la posibilidad que tiene este último poder para reglar los
pormenores y detalles necesarios para la ejecución de la ley y, dentro de estos límites,
no constituye una excepción al principio de legalidad. En segundo lugar, se presenta el
problema de las leyes penales en blanco (leyes que refieren una pena determinada
a un género de infracciones cuyos contenidos específicos dependen de las
disposiciones de otras normas jurídicas) y de los tipos penales abiertos (en los que
sólo una parte del tipo está legalmente descrito, mientras que la otra parte ha de ser
construida por el juez, mediante complementación del tipo penal que se trate).
 Exigencia de ley escrita que impone un cierto grado de precisión de la ley penal y
excluye la analogía en perjuicio del imputado. Tal como expresa Santiago Mir Puig, "el
postulado de precisión de la ley da lugar al mandato de determinación que exige que
la ley determine de forma suficientemente diferenciada, las distintas conductas
punibles y las penas que pueden acarrear. Dicho mandato de determinación plantea
especiales problemas con las medidas de seguridad puesto que es difícil determinar
con una precisión suficiente el presupuesto de peligrosidad del sujeto y la duración y
características concretas de las propias medidas, por cuya causa conviene señalar
límites máximos a la duración de las medidas".

En consecuencia, el principio de legalidad no es sólo una exigencia de seguridad jurídica,


sino también una garantía política.
La regla mencionada adquirió categoría de garantía limitadora de la ley penal, en el
derecho constitucional norteamericano (1776) y en la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa (1789).
En Argentina se halla consagrado como garantía penal por la Constitución Nacional, la que
en su artículo 18º reza: "Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso…".

 Principio de Reserva Penal y sus presupuestos:


Presupone que el ámbito de lo punible debe estar determinado exhaustivamente por la
ley, y que todo lo que queda al margen de ese ámbito está reservado como esfera de
impunidad, por ilícitos, inmorales o perjudiciales que sean los hechos cometidos.

Condiciones para su existencia:


1- La determinación legal de los hechos punibles: el hecho punible no se limita a la
definición formal de los hechos delictivos, sino que comprende todos los presupuestos legales
de la pena como son el disvalor jurídico del hecho definido (su antijuridicidad), la
reprochabilidad a su autor (su culpabilidad) y la posibilidad de su castigo en el caso concreto
(su punibilidad).
2- La determinación legal de las penas correspondientes: no se satisface con la simple
declaración de que el hecho debe ser castigado o que merece una pena, sino que demanda la
determinación concreta de la pena conminada para cada delito. Esto requiere que la pena
esté directamente referida al respectivo hecho delictivo y que esté individualizada por su
especie y medida. Tratándose de penas medibles por razón del tiempo, basta que la ley
señale si es temporal o perpetua. Las penas medibles en razón de su cantidad deben estar
siempre determinadas en su monto.
3- La prohibición de la analogía: al poder Judicial le está vedado castigar un hecho por
su analogía con otro que la ley castiga (analogía legal ) o por analogía de la necesidad de
protección en el caso concreto ( analogía jurídica ).
La analogía legal conduce a la aplicación de la pena determinada por la ley para un
determinado tipo delictivo, a otro hecho que no se adecua al previsto en dicho tipo, pero
respecto del cual, por la semejanza de las respectivas situaciones, existe la misma razón para
castigarlo. Ej: el que arrojare cuerpos contundentes contra un tren o tranvía, al que los
arrojare contra un ómnibus.
La analogía jurídica no parte de la semejanza del hecho tipificado por la ley penal con el no
tipificado, sino que, en razón de la exigencia de un interés por una razón política se le aplica
la pena correspondiente al tipo delictivo de significación más semejante.
La prohibición de la aplicación, sólo rige cuando perjudica al imputado (analogía in
malampartem). Tal es la que fundamenta la imposición de la pena o el agravamiento de la
situación del imputado o condenado. Por el contrario, es admisible la analogía in
bonampartem, la que se hace para excluir o minorar la pena o mejorar la situación del
interesado.
4- Irretroactividad de la ley penal (más adelante).
 Principio de privacidad
La garantía constitucional de la privacidad está preceptuada en la primera parte del
artículo 19º de la Constitución Nacional como así también en los artículos 14º, 17º in fine y
18º de la misma. En igual sentido, se pronuncian diversos documentos como la Declaración
Universal de Derechos Humanos (artículo 12º) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (artículo 17º).
De esta forma se ha consagrado una zona de intimidad o área privada del individuo que no
puede ser amenazada ni lesionada por el Estado, implicando de esta forma un respeto a la
dignidad humana. De esta garantía se desprenden distintos aspectos:
 Según el artículo 19º de la CN esta zona de privacidad comprende el fuero interno del
hombre y las acciones personales que no afectan el orden social, la moral pública ni
perjudican a terceros.
 Esta garantía se extiende a una serie de ámbitos vinculados con la vida privada del
individuo (domicilio, correspondencia, papeles privados), que sólo pueden ser
invadidos legítimamente por orden judicial fundada de autoridad competente.
 Esta privacidad ha conceptualizado el principio de privacidad como "el derecho a que
se respeten por el Estado, aquellos ámbitos privados donde sus titulares han exhibido
un interés en que así se mantenga".

Así formulado este principio protege la privacidad de aquellos ámbitos no resguardados


como garantía constitucional pero sobre los cuales la persona tiene interés de resguardo.
Según Alejandro Carrió para que exista esta tutela jurídica deben exigirse dos condiciones: a)
que el individuo se haya comportado de manera tal de exhibir un interés por mantenerla y, b)
simultáneamente la expectativa de privacidad deberá ser tal que el Estado esté dispuesto a
reconocer como razonable.

 De mínima suficiencia (o de mínima intervención)


Este principio "… supone aceptar un cierto nivel de conflictividad sin una consecuente
reacción de las instancias de control jurídico-penal, pese a no haber dudas sobre la lesividad
del comportamiento… Ello se asume a cambio de los beneficios en libertad individual
obtenidos, los posibles errores en las decisiones penalizadoras que se puedan y la
potenciación de una sociedad dinámica abierta a la eventual modificación de ciertas
perspectivas valorativas" (Diez Ripollés).
En consecuencia todo programa de derecho penal mínimo debe apuntar a una reducción
de los bienes penales y de las prohibiciones legales, como condición de su legitimidad política
y jurídica.
Este principio halla su razón de ser en los principios de lesividad y de proporcionalidad,
además de las normas constitucionales que los fundamentan; y se integra con los
subprincipios de subsidiariedad y de fragmentación del Derecho penal.
Finalmente debe decirse que el alcance de este principio no debe rebasar los límites
existentes de cara al mantenimiento de los elementos esenciales de convivencia.

 De subsidiaridad.
Se deriva del principio anterior. En virtud de él, y para proteger los derechos
fundamentales, el Estado debe agotar los medios menos lesivos que el Derecho penal, antes
de acudir a éste, de forma tal que el citado Derecho debe constituir un arma subsidiaria, una
última ratio.
Se deberá preferir ante todo la utilización de medios desprovistos del carácter de sanción,
como política social, siguiendo a éstos, las sanciones no penales (civiles y administrativas). Si
alguno de estos medios no es suficiente, recién estará legitimado el recurso de la pena o de
la medida de seguridad.
Este principio se encuentra conectado con el de "necesidad" del Derecho penal y en
consecuencia, si la protección de los bienes jurídicos se logra a través de medios no penales,
aquél dejará de existir.

 De fragmentariedad.
Para proteger los bienes jurídicos, el derecho penal ha de limitarse a sancionar sólo
aquellas modalidades más peligrosas para aquellos. Es decir, no todos los ataques a los
bienes jurídicos deben constituir delitos sino únicamente los considerados especialmente
peligrosos.
El primero en hablar de este principio fue Binding y, en nuestros días, aparece incluso
como un postulado positivo del derecho penal.
Este carácter, al igual que el principio de subsidiariedad, deriva de la limitación del
derecho penal a lo estrictamente necesario (principio de mínima suficiencia o mínima
intervención).

 De proporcionalidad.
Así como el principio de culpabilidad fija cuando una persona es considerada responsable
por un hecho delictivo, este principio limita la especie y medida de la pena a aplicar en cada
caso en concreto.
La gravedad de la pena debe resultar proporcional a la gravedad del delito. Esta
exigencia, que nació para ser aplicada a las medidas de seguridad, fue luego trasladada al
campo de las penas.
Al decir de Roberto Vázquez la especie y envergadura de la pena conminada debe tener
correspondencia con el hecho dañino previsto por el tipo básico, agravado o atenuado con las
características criminológicas del autor, con su estado anímico al momento de cometer el
hecho, con los perjuicios individuales y sociales causados, etcétera.
También las valoraciones sociales han de servir como parámetro para la imposición de
medidas de seguridad, que deberán guardar proporcionalidad con el grado de peligrosidad
del sujeto y con la gravedad del hecho.
Algunos ejemplos de desproporción son los siguientes: El artículo 872 de la ley 22.415
(Código Aduanero) establece la misma pena para la tentativa de contrabando que para el
contrabando efectuado; el artículo 38 del decreto – ley 6.582/58, hoy derogado, establecía
una pena mínima para el delito de robo de automotor dejando en la vía pública mayor que el
mínimo previsto para el homicidio.

 De lesividad.
Este principio de lesividad, que tiene su origen en Aristóteles, (primer párrafo del artículo
19º de la Constitución Nacional) es la base del derecho penal liberal y tiene como regla
esencial aquella que impide prohibir y castigar una acción humana si no perjudica u ofende
los derechos individuales o sociales de un tercero, la moral o el orden público.
Para entender este principio se debe partir del principio de utilidad penal que, al decir de
Luigi Ferrajoli "es idóneo para justificar la limitación de la esfera de las prohibiciones penales
– en coherencia con la función preventiva de la pena – sólo a las acciones reprobables por
sus efectos lesivos para terceros" y de la separación axiológica entre derecho y moral, la que
veta el castigo de comportamientos meramente inmorales o de estados de ánimo pervertidos,
hostiles o incluso peligrosos, e impone la tolerancia jurídica de toda actitud o comportamiento
no lesivo para terceros.
La necesaria lesividad del resultado condiciona toda justificación utilitarista del derecho
penal como instrumento de tutela y constituye su principal límite axiológico externo.

 De acción-exterioridad.
El derecho penal se caracteriza como un conjunto de ilicitudes definidas, que tienen por
objeto la prohibición de acciones determinadas, en tanto sólo a través de éstas se pueden
lesionar los bienes jurídicos objeto de protección penal. En consecuencia, donde no hay
acción, exteriorización, no hay delito. La sanción sólo puede ser impuesta a alguien por algo
realmente hecho por él, y no por algo pensado, deseado o propuesto, pues nuestro derecho
penal es un derecho de hechos y no un derecho de autor.
Este principio se desprende implícitamente del principio de legalidad y surge de lo
dispuesto en la primera parte del artículo 19º de la Constitución Nacional.

 De culpabilidad.
Este principio es una conquista moderna ignorada por la mayor parte de los
ordenamientos primitivos. Exige como presupuesto de la pena que pueda culparse, a quien lo
sufra, del hecho que la motiva. Para ello es necesario, en primer lugar, que no se haga
responsable a una persona por delitos ajenos (principio de la personalidad de las penas); en
segundo lugar, no pueden castigarse formas de ser sino sólo conductas (principio
de responsabilidad). Además no alcanza con que el hecho sea causado por el sujeto para que
se lo pueda hacer responsable penalmente, puesto que es preciso que el hecho haya sido
querido o se haya debido a la imprudencia (principio de dolo o culpa). Por último, para que
pueda considerarse culpable del hecho a su autor ha de poder atribuírsele el mismo
como producto de una motivación racional normal (principio de imputación personal).
En última instancia, la culpabilidad del individuo se funda en su libre albedrío; es decir,
que él es el que elige delinquir.
Este principio se fundamenta en el artículo 1º y 33º de la Constitución Nacional y en el
principio de legalidad.

 De judicialidad.
Es la garantía que tienen los acusados respecto de la imparcial y correcta aplicación de la
ley penal. Su fundamento son los principios de juez natural, de la división de poderes y del
juicio previo.
Según Ricardo Núñez "la realización judicial de la ley penal no es libre, sino que exige un
juicio previo fundado en la ley anterior al hecho del proceso (artículo 18º de la CN), que debe
observar las formas sustanciales de la acusación, defensa, prueba y sentencia dictada por los
jueces naturales del imputado y en el cual es inviolable la defensa de la persona y de sus
derechos; defensa que supone para el imputado la posibilidad de concurrir ante algún órgano
judicial en procura de justicia, para ser oído, en un debido procedimiento judicial con arreglo
a las leyes de procedimiento.

 Del non bis in ídem.


Este principio tiene garantía de rango constitucional a partir de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y del
Pacto de Derechos Civiles y Políticos incorporados a la Constitución Nacional por el artículo
75º inciso 22.
El primero de los mencionados prohíbe que el inculpado absuelto sea procesado de nuevo por
el mismo hecho, mientras que el segundo abarca la doble hipótesis del condenado y del
absuelto, prohibiendo en ambos casos que se proceda a un nuevo juzgamiento y sanción.
En este sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha entendido que esta
garantía no es sólo para el caso de "cosa juzgada" sino también para el supuesto de
pretenderse un juzgamiento por separado de presuntos delitos resultantes de un único
hecho.
Procesalmente a los fines de la aplicación de esta garantía, se requiere la concurrencia
de tres "identidades": persona, causa y objeto.

 De humanidad y personalidad de las penas.


Este principio resulta de la evolución y humanización del rigor de las penas previstas en el
derecho penal anterior a la Ilustración.
La evolución ha llevado de los primeros sistemas penales que giraban en torno de la pena
de muerte y de las penas corporales a otros basados en penas privativas de la libertad y, más
modernamente, a penas como la multa o trabajos en beneficio de la comunidad.
En esta línea, también se inscribe la tendencia a la despenalización de ciertas
conductas, la atenuación de la pena prevista para ciertos delitos y a la disminución de los
límites máximos de las penas privativas de la libertad.
En su favor hay dos grandes argumentos: 1) que la pena ha de ser la estrictamente
necesaria para prevenir nuevos delitos y, 2) el principio moral del respeto a la persona
humana.

 De resocialización.
La participación de todos los ciudadanos en la vida social exige, democráticamente, que el
derecho penal evite la marginación de los condenados. Esto hace preferible, en lo posible,
penas que no impliquen separación del individuo de la sociedad. No obstante, si esto es
inevitable, su ejecución será de forma tal que fomente la comunicación con el exterior y
facilite la adecuada reincorporación del recluso a la vida en libertad.
El principio de resocialización debe constituir la finalidad de la ejecución de las penas
privativas de la libertad (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y Convención
Americana sobre Derechos Humanos) y no debe entenderse como la sustitución de los
valores del sujeto ni como la manipulación de su personalidad, sino más bien como un
intento de ampliar las posibilidades de participación en la vida social (programa de
readaptación social mínimo).

 De prohibición de prisión por deudas.


Se encuentra incorporado en nuestro derecho constitucional a partir de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. El principio afirma que nadie será detenido por deudas,
pero no limita los mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimientos
de deberes alimentarios.

RESUMEN PRINCIPIOS PENALES


Surgen diversas garantías:
- Criminal: el delito debe estar determinado.
- Penal: la pena debe estar determinada.
De Legalidad: debe existir ley previa, escrita
- Judicial: exige sentencia judicial según
y estricta.(Art. 19 1° párrafo CN)
proceso establecido.
- De ejecución: la ejecución de la pena debe
sujetarse a ley que la regule
De Reserva: Se reserva a los individuos zonas exentas de castigos para hechos no configurados
y castigados por ley previa.(Art. 19 2° párrafo CN)
De Mínima suficiencia (o de Se desprenden dos principios:
Intervención): Limita el derecho penal a lo - De subsidiariedad: La pena o medida de
estrictamente necesario.(Halla su razón en seguridad es el último recurso.
el principio de lesividad y de - De fragmentariedad: Sólo deben considerarse
proporcionalidad) delitos los más peligrosos.
De proporcionalidad: la pena debe ser proporcional al delito cometido.
De Lesividad: Impide prohibir o castigar acciones si no perjudican derechos individuales o
sociales.(Art. 19 1° párrafo CN)
De Acción – Exterioridad: Donde no hay acción no hay delito.(implícito en Art. 19 1°
párrafo CN)
De Privacidad: Se fija un ámbito privado que no puede ser amenazado.(en Art. 19 1°
párrafo CN, 14, 17 in fine y 18)
Se requiere que se cumplan los principio de:
- Personalidad de la pena: No puede castigarse
a un tercero en reemplazo del culpable.
De Culpabilidad: Se castigan sólo a los
- Responsabilidad: Solamente se castigan
culpables.
conductas.
(Art. 1 y 33 CN y en el Principio de
- Dolo o culpa: Que el hecho haya sido querido
legalidad)
e imprudente.
- Imputación persona: Que haya sido como
producto de una motivación racional normal.
De Judicialidad: garantía de una imparcial y correcta aplicación de la ley penal.(Art. 18 CN)
Non bis in idem: Los absueltos o condenados no pueden ser vueltos a juzgar por el mismo
delito.(Convención Americana de DDHH y Pacto de Derechos Cciviles y Políticos – Inc.
Art. 75 inc. 22)
De Humanidad de la pena: Humanizar el rigor de las penas por respeto a la persona.(Art.
119 CN)
De Resocialización: Deben preferirse penas que eviten separar al individuo de la
sociedad(Convención Americana de DDHH y Pacto de Derechos Cciviles y Políticos –
Inc. Art. 75 inc. 22)
De prohibición de prisión por deudas: Nadie será detenido por deudas, salvo casos de
deberes alimentarios.(Convención Americana de DDHH)
SUB-EJE TEMATICO 2: TEORÍA DEL DELITO. DOGMÁTICA PENAL

 La teoría del delito en cuanto modelo de comprensión. Concepto analítico.


Las definiciones que los dogmáticos han dado del delito varían de acuerdo con sus
respectivas posiciones científicas. A pesar de que, como regla general, las definiciones
dogmáticas giran alrededor de los conceptos de acción, tipicidad, antijuridicidad y
culpabilidad.
Teorías científicas que las sustentan:

- Positivismo jurídico o científico


Elaboró la definición del delito partiendo, como elemento básico de ella, de la acción
concebida como puro fenómeno causal, esto es, como abstención o movimiento corporal
producto de la voluntad del agente. De esta manera, el positivismo concibió el tipo delictivo
sólo como descripción de la abstención o movimiento corporal propio de cada delito. Al tipo le
atribuía, como exclusiva función, la de constituir una garantía para el imputado en razón del
principio nullum crimen nulla poena sine praevia lege poenali: "Para el jurista, toda conducta
que no puede incluirse entre los tipos descriptos por la ley -lo atípico-, por muy injusta y
culpable que sea, es una conducta no penable..."
La antijuridicidad fue concebida en sentido objetivo, por estar determinada sólo por
elementos materiales ajenos a la subjetividad del autor. A los elementos subjetivos se los
ubicaba en la culpabilidad, en la que se veía una situación puramente sicológica, cuyas
especies eran el dolo y la culpa.
La tipicidad y la antijuridicidad comprendían todo lo objetivo del delito, y la
culpabilidad todo lo subjetivo. La tipicidad del hecho no implicaba ya el disvalor jurídico de la
acción descripta; únicamente constituía un indicio de su antijuridicidad.
Desde el punto de vista negativo de la delictuosidad de las acciones adecuadas a un
tipo penal, no admitía otras causas de justificación o de exclusión de la culpabilidad del autor,
que las admitidas por el derecho positivo. Rechazaba, así, de manera terminante, la
existencia de causas supra legales por tener su fuente más allá de la ley, en normas no
jurídicas, como son las normas de cultura social.
BELING definió el delito, diciendo: "Delito es la acción típica, antijurídica, culpable,
sujeta a una amenaza penal adecuada, cuyas condiciones satisface".

- Normativismo
La concepción del delito del positivismo jurídico, fundada en la consideración lógico-
formal de las reglas jurídicas positivas, fue sustituida por la corriente normativa o teleológica,
que concibe el derecho penal con arreglo a sus fines y a las valoraciones que expresa. El
normativismo elabora la definición del delito tomando en consideración la finalidad que cada
uno de los elementos que lo estructuran está llamado a cumplir. De esta manera, atiende al
significado material-valorativo de esos elementos [función normativa). La acción, aunque
concebida causalmente al igual que el positivismo jurídico, representa para el derecho, según
esta corriente, un concepto de valor, una conducta valorizada de determinada manera. Por
ello, al tipo se le tribuye un significado valorativo: es un tipo de injusto. El tipo ya no es, por
consiguiente, un indicio de la antijuridicidad de la acción sino que es antijuridicidad tipificada.
La antijuridicidad no es concebida sólo como simple oposición formal de la acción con
la norma jurídica (antijuridicidad formal), sino también en su sustancia (antijuridicidad
material). Esta reside en la dañosidad social de la acción lesionadora de bienes jurídicos. La
admisión de que el tipo contiene, a la par que elementos objetivos o materiales, elementos
que residen en la mente del autor (elementos subjetivos), tiene por efecto que a la
antijuridicidad se le atribuye un fundamento subjetivo, a la par del objetivo reconocido por el
positivismo jurídico.
La culpabilidad es, ahora, una situación sicológica valorizada jurídicamente, que a la
par del dolo o de la culpa y de la imputabilidad del autor, depende de circunstancias
concomitantes a la acción que sirven para su valoración jurídica. La culpabilidad es, en
síntesis, para esta teoría, una "situación de hecho valorizada normativamente", cuya
exclusión también puede obedecer a causas supra legales.
El tipo es antijuridicidad tipificada y la antijuridicidad también tiene, a través de los
elementos subjetivos de lo injusto, un fundamento subjetivo, la consecuencia de esta teoría
es que elimina la clara separación que los elementos de la definición del delito presentaban
en la definición del positivismo jurídico.
Exponentes: FRANK- GOLDSCHMIDT.

- Finalismo
Respecto de la antijuridicidad, piensa que reside siempre, en todos los delitos, en el
disvalor de la acción en sí misma, y que únicamente en los delitos de daño o de peligro se
presenta también como disvalor del resultado.
La acción ya no representa un comportamiento causado por la voluntad, ni un
concepto de valor, sino una actividad dirigida hacia su meta por la voluntad. Esto trae
consecuencias respecto de la estructura de todos los elementos del delito.
La acción correspondiente a los tipos de delitos dolosos comprende ahora el dolo,
porque éste es la finalidad delictiva que dirige la actividad del autor y la convierte en acción.
Se aparta, así, del positivismo y del normativismo.
Innova en lo que atañe a la culpabilidad, se caracteriza por llevar a sus últimos
extremos el concepto normativo de la culpabilidad. Para el normativismo, la culpabilidad no
es pura reprochabilidad, sino una situación de hecho sicológica reprochable. Por el contrario,
para el finalismo, liberada la culpabilidad de ese elemento psicológico por su traslado a la
acción, la culpabilidad queda reducida a su aspecto normativo, esto es, a un puro juicio de
reprochabilidad. La culpabilidad consistiría, entonces, en el reproche personal hecho al autor
de que no ha actuado correctamente, conforme a lo que le exigía el derecho, a pesar de
haber podido hacerlo.
HANS WELZEL.

 Las categorías de la estructura del delito.


La Definición del Delito con arreglo al derecho positivo:
El hecho -que es equivalente a la "acción en sentido amplio" de que hablan los
autores- es, a veces, una actividad [acción en sentido estricto), y otras un no hacer
[omisión).
La delincuencia tiene en la actividad su fuente mayoritaria. La actividad no sólo se
traduce en movimientos corporales, sino, también, en actitudes (p. ej., la injuria) o palabras
(p. ej., además de la injuria, la calumnia). Constituyen ejemplos de no hacer, la omisión de
auxilio de acto de oficio, la denegación de justicia y el retardo de ella.
De tal manera, en el derecho positivo, al hecho o acción en sentido amplio
corresponden como especies, la acción en sentido estricto y la omisión.
Sólo la acción es susceptible de ser concebida desde el punto de vista exclusivamente
natural, pues para estructurarla basta la actividad como tal. No sucede lo mismo con la
omisión, ya que ésta no es un simple no hacer. Para concebirla es necesario, además de la
inactividad, requiere una exigencia jurídica de hacer lo que no se hizo.
Código Penal, asienta la responsabilidad delictiva en la posesión por parte del autor de
la conciencia de la criminalidad de su acto y en su posibilidad de dirigir su acción y de
determinarse con libertad. (Libre albedrio).
Si bien el hecho, la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad del autor representan
los conceptos estructurantes del ente jurídico delito, a la ley penal no le interesa como objeto
principal el delito en sí, sino el delito como expresión de los presupuestos legales de la
procedencia de la pena, el delito punible, vale decir, el delito que, además de sus elementos
estructurantes, admite que se lo castigue en el caso concreto por satisfacer las otras
condiciones establecidas por la ley para que proceda el castigo. Esta exigencia se trasluce en
la necesidad de que el hecho sea perseguible penalmente.
Con arreglo a lo dicho hasta aquí, el delito, como hecho punible, se puede definir como
el hecho (acción en sentido amplio), típico, antijurídico, culpable y punible.

La acción
La conducta humana (acción u omisión) es la base sobre la cual descansa toda la
estructura del delito. Si no hay acción humana, si no hay conducta, no hay delito. Sin
embargo, el concepto de acción engloba igualmente el de omisión, en la cual existe una
conducta en la que conscientemente se evita una acción concreta.
Constituye el soporte conceptual de la teoría del delito y el eje de la consideración axiológica
y natural del hecho punible.
Una de las principales funciones del concepto de acción es servir de límite o filtro para
seleccionar previamente las acciones que pueden ser relevantes para el Derecho penal.
El concepto de acción ha experimentado una evolución en la que se han entremezclado
puntos de vista filosóficos, político-criminales y dogmáticos.

Concepto causal de acción:


El concepto natural de acción es creación de von Liszt y Beling, quienes son los
fundadores del "sistema clásico del delito".
Von Liszt define por primera vez el concepto de acción como la producción, reconducible a
una voluntad humana, de una modificación en el mundo exterior. En este concepto, para la
modificación causal del mundo exterior debía bastar cualquier efecto en el mismo, por
mínimo que sea.
Debido a la imposibilidad del concepto señalado de explicar la omisión, von Liszt fórmula más
tarde una segunda descripción, diciendo que acción es conducta voluntaria hacia el mundo
exterior; más exactamente: modificación, es decir, causación o no evitación de una
modificación (de un resultado) del mundo exterior mediante una conducta voluntaria.
Correlativamente, Beling sostiene que existe acción si objetivamente alguien ha emprendido
cualquier movimiento o no movimiento, a lo que subjetivamente ha de añadirse la
comprobación de que en ese movimiento corporal o en esa falta de movimiento animaba una
voluntad. En resumen, el concepto de Beling consiste en que la acción debe afirmarse
siempre que concurra una conducta humana llevada por la voluntad, con independencia de
en qué consista esa voluntad (es decir, no considera dentro de su concepto el contenido de la
voluntad).
Concepto finalista de acción. Hanz Welzel.
Toda la vida comunitaria del hombre se estructura sobre la actividad final del hombre.
Los miembros de la sociedad pueden actuar conscientes del fin, es decir, proponerse fines,
elegir los medios requeridos para su obtención y ponerlos en movimiento con conciencia del
fin. Esta actividad final se llama “acción”.
Cuando el hombre es corporalmente causal sin que pueda dominar su movimiento corporal a
través de un posible acto de voluntad –sea que obre como simple masa mecánica o que
ejecute movimientos reflejos- tales movimientos corporales quedan excluidos de las normas
del derecho penal. Por eso se exige la voluntariedad de la conducta humana como
presupuesto esencial del juicio jurídico-penal. Voluntariedad es la posibilidad de dominio de la
actividad o pasividad corporal a través de la voluntad.
El objeto de las normas penales es la conducta humana, esto es, la actividad o
pasividad corporal del hombre sometida a la capacidad de dirección final de la voluntad. Esta
conducta puede ser una acción (el ejercicio efectivo de actividad final), o la omisión de una
acción (el no ejercicio de una actividad final posible).
La dirección final de una acción se lleva a cabo en dos etapas:
1. La primera transcurre totalmente en la esfera del pensamiento. Empieza con la
anticipación (el proponerse) del fin, que el autor quiere realizar. De ello sigue la selección de
los medios de la acción para la consecución del fin. El autor determina los factores causales
que son requeridos para el logro del mismo.
2. De acuerdo con la anticipación mental del fin y la elección de los medios, el actor
efectúa su acción en el mundo real. Pone en movimiento, conforme a su plan, los medios de
acción escogidos con anterioridad, cuyo resultado es el fin. La segunda etapa de la dirección
final se lleva a cabo en el mundo real.

 La ausencia de acción
Puesto que no hay delito sin acción, obviamente cuando no existe acción tampoco hay
delito. Invariablemente ocurre así cuando falta una manifestación exterior, o sea, una
modificación externa.
No obstante, se prestan a dudas aquellos casos en que existe un hecho externo, pero
respecto del cual hay una ausencia de voluntad que lo haya dirigido. Para resolverlos se ha
establecido, como criterio general, que no hay acción cuando se puede afirmar que la
persona involucrada sólo ha tomado parte físicamente en el hecho, pero sin intervención de
voluntad consciente en la conducción de dicho proceso causal.

 Fuerza irresistible
El concepto de fuerza irresistible ya era contemplado en el Derecho romano y en el
Derecho común con el nombre de vis physica absoluta o ablativa.
Podemos definirla como aquella fuerza que imposibilita desde todo punto al sujeto
para moverse (o para dejarse de mover). Esto es, lo mantiene en el mismo estado en que el
sujeto se encontraba en el momento en que se ve sorprendido por esa vis physica.
Este concepto se contrapone al concepto de miedo insuperable (importante concepto en el
Derecho penal), y que se denominó vis moralis. En este caso (vis moralis), el sujeto sí puede
moverse físicamente y por tanto posee una voluntad libre, aunque coartada en el ejercicio de
su libertad.

La fuerza física irresistible puede provenir de la naturaleza o de un tercero, lo


importante es que produce que una persona actúe sin capacidad de control. Esta fuerza física
irresistible debe ser absoluta, es decir el sujeto no debe tener la posibilidad de actuar de otra
forma. Por ejemplo: se produce un terremoto y las personas que viven en un edificio pugnan
por salir, al llegar a las escaleras, una resbala y cae sobre otra produciéndole la muerte; en
este caso el sujeto que resbaló actuó con fuerza física irresistible - el temblor -, por lo que no
hay acción. Un caso diferente se da si fue una persona la que produjo la fuerza física
irresistible, pues ésta si responde, por ejemplo: si "A" empuja a "B" para que impulse a "C"
que se encuentra en el borde de un barco y, efectivamente "C" cae y muere, "A" responde
por la muerte de "C", mientras "B" sólo fue víctima de una fuerza irresistible - empujón -
producido por "A".
El concepto de fuerza irresistible también es de gran importancia en el Derecho penal,
porque excluye la acción del individuo, ya que quita toda voluntariedad a su conducta. O si
queremos ser más preciso, el individuo que se ve afectado por una vis physica, no se da en él
una conducta humana.
Claro está, que si el individuo no ejecuta una acción, puede realizar el hecho típico,
antijurídico y penado en el Derecho positivo, pero no podemos, en puridad, hablar de
comisión de delito: el actor del "delito" (entendamos ahora como hecho típico, antijurídico y
penado), es inimputable.
Así, y repitiendo lo dicho, para que podamos hablar de delito o falta debe haber una
acción o una omisión, y la vis physica excluye la misma.

 Movimientos reflejos
No constituyen acción ya que dichos movimientos no son controlados - o producidos -
por la voluntad de la persona. Como indica el profesor Muñoz Conde: "El estímulo del mundo
exterior es percibido por los centros sensores que los trasmiten, sin intervención de la
voluntad, directamente a los centros motores". Es aquí donde radica la diferencia con los
denominados actos de corto circuito, explicados anteriormente. Ejemplo de movimiento
reflejos es: cuando un sujeto efectúa un movimiento brusco al tocar una conducción eléctrica,
producto de lo cual hiere a otra persona.

 Estados de inconsciencia.
Se trata de momentos en los que el sujeto que realiza la acción no es plenamente
consciente de sus actos. Si A bajo efectos de hipnosis mata a B, A no es responsable por la
muerte de B puesto que no tenía control consciente sobre sus actos.

El tipo penal o delictivo. Concepto.


Es la descripción abstracta de la conducta prohibida por la norma dictada por el legislador.

Determinación conceptual de la figura formal del hecho punible.


Desde el punto de vista dogmático, el tipo constituye la característica del hecho punible
que representa la base fáctica alrededor de la cual giran la antijuridicidad, culpabilidad y
punibilidad. El tipo es una selección de hechos que por su dañosidad el legislador declara
dignos de pena.

TIPO OBJETIVO-Clases:
 De pura actividad: solo requieren el comportamiento del autor, sin exigir un resultado.
 De resultado: El comportamiento causante puede ser una actividad o una omisión
(delitos de omisión impropia o de comisión por omisión).
 De lesión: producen un daño a un tercero.
 De Peligro: no es necesario que se haya causado un daño, es suficiente con que el
bien protegido haya sido puesto en riesgo de sufrir la lesión que se quiere evitar.

TIPO SUBJETIVO
 Dolosos
 Culposos

ATIPICIDAD:
 Es la falta de adecuación del hecho concreto a la descripción abstracta contenida en el
tipo penal.7

 La antijuridicidad. Concepto.
El tipo es la descripción abstracta de la conducta prohibida. La antijuridicidad es
siempre la contradicción entre la conducta real y el ordenamiento jurídico.
La antijuridicidad del hecho representa la ofensa que él implica a los intereses sociales
receptados por los tipos delictivos. Esta ofensa es de naturaleza objetiva, porque se traduce
en la lesión, de daño o de peligro del bien jurídico.
La antijuridicidad es formal porque únicamente el derecho positivo, mediante la
formulación de los tipos y de las reglas especiales de justificación, constituye su fuente, y,
por consiguiente, la antijuridicidad solo existe si el hecho ha sido cometido contrariando la
norma prohibitiva u ordenadora del pertinente tipo delictivo, sin que concurra una causa de
justificación.
La antijuridicidad material tienen un contenido real, que no consiste en la oposición
formal del hecho a una especial norma jurídica, sino que a la antijuridicidad se la hace residir
en la falta de adecuación del hecho a determinadas pautas decisorias. Ej: un hecho atípico
(tentativa).
No habrá antijuricidad: causas de justificación (estado de necesidad y legítima
defensa). Agregar más.-
 La culpabilidad.
La culpabilidad es la actitud anímica jurídicamente reprochable del autor respecto de la
consumación de un hecho penalmente típico y antijurídico.
Reproche se funda en:
 En la capacidad del autor para comportarse con arreglo a las exigencias del derecho
penal (imputabilidad),
 En la conciencia del autor del significado de lo que hace y su voluntad de hacerlo
(dolo) o en su falta de precaución (culpa),
 En su libertad de decisión (inexistencia de coacción).

 Capacidad de culpabilidad: Imputabilidad. Concepto.


Imputabilidad: Es la capacidad para ser penalmente culpable.

Esta capacidad presupone: madurez, salud mental y conciencia, en una medida que
habiliten al autor para comprender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones (art. 34
inc.1º CP). Es un criterio bio-psicológico.
La imputabilidad debe existir en el momento del hecho. Ese momento no es el del
resultado, sino el del comportamiento delictivo.
Esto se ve claro en la llamada actio libera in causa: el autor que al producirse el
resultado delictivo estaba en estado de inimputabilidad, responde penalmente si, en el
momento del comportamiento, activo u omisivo, gozaba de capacidad.
La imputabilidad no presupone sólo que el autor del delito goce de salud mental y de
conciencia, sino que demanda que las posea en una medida tal que, en el momento del
hecho, tenga la posibilidad de comprender la criminalidad del acto y dirigir sus acciones.
La posibilidad de comprender la criminalidad del acto no equivale a comprender que la
ley penal castiga al acto, sino que se refiere a la posibilidad del autor de saber lo que hace y
comprender el significado social de ello: la criminalidad del acto alude a su dañosidad para un
interés ajeno, individual o general, por implicar una indebida interferencia violenta,
fraudulenta, arbitraria, intemperante o negligente con relación a un tercero o a la comunidad.
La posibilidad de comprender la criminalidad del acto en el momento del hecho, no
basta para que el autor sea imputable o capaz penalmente. Para ello, es necesario, además
que en ese momento el autor tenga la posibilidad de dirigir sus acciones, es decir, que el
autor, al cometer el hecho, debe tener posibilidad de gobernar su conducta con arreglo al
sentido de su comprensión del acto que ejecuta. Si esto sucede, el autor es inimputable
aunque haya comprendido la criminalidad del acto. Esta falla del elemento volitivo, sin
defecto del intelectual, suele producirse en los individuos inconscientes por embriaguez y en
aquellos que, como los afectados por psicopatías, neurosis o perturbaciones impulsivas, están
totalmente dominados por un estímulo morboso hacia el delito.

 Madurez mental. Concepto.


Inimputabilidad de los menores.
La in-madurez en nuestro derecho depende del factor biológico “edad”. En realidad son dos
los criterios que se pueden aplicar para determinar si un sujeto es o no maduro para
comprender y dirigir sus acciones:

1.- El del discernimiento, según el cual hay que examinar en cada caso particular si el
individuo posee dicha capacidad y;
2.- El objetivo en el que, por una edad fija se presume “iure et de iure” la inmadurez
del sujeto.

Este último es el seguido por la ley argentina que actualmente declara “no punible al
menor que no haya cumplido 16 años de edad”
Nuestra ley se refiere también a otra categoría de menores de 16 a 18 años a los que
también declara “no punibles”, pero únicamente con relación a ciertos delitos: “los que solo
están reprimidos con multa e inhabilitación, o tengan asignadas penas privativas de libertad
de menos de 2 años, y lo que sean perseguibles por acción privada”.
Es dudoso (según Creus) que esto se signifique una presunción de inimputabilidad; se
muestra más bien como una renuncia a la pena, para poder sustituirla por las
medidas educativas que la ley prevé en sustitución de aquella.
Pero cuando los menores entre 16 y 18 años incurrieren en delitos de acción pública
reprimidos con pena privativa de libertad superior a dos años, son sometidos a proceso
penal. Eso significó que luego del mismo pueden llegar a recibir una sanción de las previstas
en los tipos penales del Código como consecuencia de su delito.

 La culpabilidad como categoría del delito. Concepto.


La culpabilidad, en Derecho penal, es la conciencia de la antijuridicidad de la conducta, es
decir supone la reprochabilidad del hecho ya calificado como típico y antijurídico, fundada en
el desacato del autor frente al Derecho por medio de su conducta, mediante la cual
menoscaba la confianza general en la vigencia de las normas. El problema de la culpabilidad
es central en el Derecho penal, por cuanto determina finalmente la posibilidad de ejercicio
del ius puniendi.
Bajo la categoría de la culpabilidad, como último elemento de la teoría del delito, se
agrupan todas aquellas cuestiones relacionadas con las circunstancias específicas que
concurrieron en la persona del autor en el momento de la comisión del hecho típico y
antijurídico.

El DOLO
El Código NO lo define de manera expresa. Consiste en el conocimiento y voluntad de
realización del tipo penal. El sujeto es plenamente consciente de que su actuar lesiona el bien
jurídico y a pesar de ello, quiere efectuarlo. El autor debe saber:
 Que realiza el hecho.
 Qué hecho realiza y las circunstancias que lo rodean.
 Debe querer realizar el hecho.

Está compuesto por DOS elementos:


 la intención de realizar el hecho y
 el conocimiento de su carácter ilícito.

Clases de DOLO
 Directo: el resultado típico constituye el objetivo del autor. tiene la intención directa de
ejecutarlo (dolo directo)
 Indirecto: abarca los resultados NO queridos por el autor, pero que resultan unidos de
modo necesario e ineludible con la conducta realizada por el autor.
 Eventual: quien realiza la acción conoce que probablemente se produzca el resultado
típico y sin embargo no deja de actuar por ello (se requiere que el autor se haya
representado el resultado lesivo como probable y que en su esfera interna lo haya
consentido).
 Específico: a veces el tipo delictivo exige como elemento subjetivo especial del delito,
un conocimiento o una intención especial (dolo específico o elemento subjetivo del
tipo). Esta especialización del dolo excluye la imputación del mismo delito a título de
culpa o, cuando consiste en una intención especial, la imputación a título de dolo
eventual.

CULPA
Quien actúa culposamente causa una acción dañosa pero NO tiene intención de
realizar el TIPO penal. Es un comportamiento imprudente, negligente, imperito o
inobservante de reglamentos o deberes cuyo cumplimiento corresponde al autor en el caso
concreto. La razón de ser de la culpa reside en la voluntad contraria a la precaución que el
autor está obligado a observar en determinadas circunstancias para no dañar intereses
ajenos.

Modalidad: Según el CP., 4 son las formas en que una persona puede actuar con culpa a
saber:
 IMPRUDENCIA: Es imprudente el comportamiento que, con arreglo a las
circunstancias, es atrevido, riesgoso o peligroso para las personas o los bienes ajenos.
 NEGLIGENCIA: Es negligente el comportamiento que, de acuerdo, con las
circunstancias es descuidado Presuponen la posibilidad del autor de prever el resultado
delictivo, ya que sin ella, subjetivamente no existe un deber de precaución.
 IMPERICIA EN EL PROPIO ARTE O PROFESIÓN: Es una forma de imprudencia o
negligencia en el ejercicio del propio arte o profesión. Es una culpa profesional.
Consiste en la actuación en el propio arte o profesión sin el saber, experiencia o
habilidad mínimos exigibles para su ejercicio beneficioso.
 INOBSERVANCIA DE LOS REGLAMENTOS O DE LOS DEBERES DEL CARGO: Es una
forma de culpa caracterizada porque la precaución exigible está predeterminada por
las normas reguladoras de una actividad o cargo. Ésta solo implica una presunción
iuris tantum de responsabilidad por el resultado delictivo, ya que esta presunción cede
ante prueba en contrario de que la inobservancia fue la causante del hecho.

Clasificación de los delitos culposos


 De resultado
 De lesión
 De peligro concreto
 De peligro abstracto
 De mera actividad
Los de RESULTADO pueden ser por COMISION o por OMISION IMPROPIA, NO existen en
nuestro derecho penal delitos CUPOSOS por OMISION PROPIA.
Nuestro ordenamiento solo pune TENTATIVAS DOLOSAS, Nunca una TENTATIVA
CULPOSA.

SUB-EJE TEMATICO 3: PARTICIPACION CRIMINAL / UNIDAD Y PLURALIDAD


DELICTIVA
Existe participación criminal si varias personas intervienen como sujetos activos en el
proceso de comisión del mismo hecho delictivo (comunidad de hecho), en ayuda recíproca o
unilateral (convergencia intencional).
Implican una participación criminal no regulable por los artículos 45 y sgtes. del Código
penal, sino por los particulares tipos delictivos, los casos de participación necesaria, en los
cuales la ley requiere la pluralidad del sujeto activo del delito (duelo, asociación ilícita,
rebelión, homicidio por precio o promesa remuneratoria, etc.). También, según lo dispuesto
por el artículo 49, quedan al margen, las personas que, en los delitos cometidos por la
prensa, con o sin propósito criminal, sólo le prestaren al autor del escrito o grabado la
cooperación material necesaria para su publicación, difusión o venta.
La intervención en el proceso comisivo del delito puede realizarse mediante actos
positivos o negativos; por aportes indirectos, inmediatos o mediatos, anteriores o
concomitantes al hecho. La ayuda posterior al delito sólo es participación si se debe a su
promesa anterior al mismo (C.P, 46).
La participación gira alrededor de un hecho común a todos los partícipes en el delito.
Por esto se dice que es accesoria. Esta accesoriedad es real y no personal, pues se refiere al
hecho ejecutado y no a la persona de un ejecutor penalmente responsable.
El hecho común puede ser un delito consumado o tentado. Se puede participar en los
delitos de acción o en los de omisión, en los delitos dolosos y en los culposos también es
posible la participación en los delitos preterintencionales.

Principio determinador de la calidad de partícipe


Para el Código penal son partícipes en el delito los que han hecho aportes para su
comisión, sea tomando parte en la ejecución, sea determinado a ella o auxiliando o
cooperando en esa tarea. Ha adoptado así el principio causal como punto de partida para
determinar el ámbito de la participación criminal.

Categorías de partícipes y penas aplicables


Sobre la base de un concepto restrictivo de la autoría, el Código penal distingue:
a) los que toman parte en la ejecución del hecho (art. 45, primera disposición, primer
supuesto) {autor o autores);
b) los que prestasen al autor o autores un auxilio o cooperación sin los cuales el hecho
no habría podido cometerse (art. 45, primera disposición, segundo supuesto)
(cómplices necesarios)
c) los que hubiesen determinado directamente a otro a cometer el hecho (art. 45,
segunda disposición) {instigadores), y
d) los que cooperen de cualquier otro modo a la ejecución del hecho y los que presten
una ayuda posterior cumpliendo promesas anteriores al mismo (art. 46) {cómplices no
necesarios)
A pesar de la diferenciación conceptual, el artículo 45 somete a la misma pena (la
"establecida par a el delito") a los autores, cómplices necesarios e instigadores.
Sólo los cómplices no necesarios están sometidos a penas menores que las
establecidas para al delito, a saber:
a) si la pena establecida para el delito fuere divisible en razón de tiempo o cantidad,
los cómplices no necesarios serán reprimidos con la pena correspondiente al delito,
disminuida de un tercio a la mitad (art. 46, primera disposición)
b) si la pena establecida para el delito fuese de reclusión perpetua, al cómplice se le
aplicará reclusión de quince a veinte años, y si fuere de prisión perpetua, la del
cómplice será prisión de diez a quince años (art. 46, segunda disposición);
c) si el hecho sólo se intentase, la pena del cómplice será la que le correspondería por
el delito con arreglo al artículo 46, disminuida en la forma determinada par a la
tentativa (art. 47).

El autor: Concepto.
Autoría y complicidad
Distintas teorías se han expuesto sobre el deslinde de la autoría y la complicidad. La
teoría receptada por el art 45 del Código penal
Teoría formal-objetiva. Según esta teoría, el autor realiza el tipo delictivo, ejecutándolo
o interviniendo en su ejecución. El cómplice se limita a prestarle auxilio o cooperación al
autor.

Autor
El artículo 45 no se propone definir al autor del delito, sino a la coautoría o pluralidad
de autores, pues es una regla cuyo objeto es la participación criminal. Empero, el artículo 45
permite deducir que autor es el que ejecuta el delito, vale decir, el que pone en obra la
acción o la omisión definida por la ley. Cada tipo delictivo equivale a una forma de autoría.
El autor puede ejecutar por sí mismo el delito con sus manos o valiéndose de cualquier
instrumento [autor directo).

Coautoría. Concepto. Requisitos subjetivos y objetivos.


El Código penal, artículo 45, considera coautores del delito a los que toman parte en la
ejecución del hecho.
La coautoría supone la división de tareas en el ámbito de la ejecución del delito. Ese
ámbito comprende todos los actos principales y accesorios que en el caso concreto integran
la conducta consumativa del delito. Abarca a los que cometen actos típicamente
consumativos y a quienes cumplen actos que ayudan o complementan dichos actos.
Importa también coautoría la presencia concomitante al delito, si el que está presente
adopta una conducta principal o co-hacedora. No, la presencia activamente ineficaz
Si se trata de un delito especializado por la calidad, estado, situación o ánimo que se
exige en la persona para incurrir en él, únicamente son coautores los participantes que tienen
esa calidad, y los que carecen de ella sólo son cómplices, ya que la complicidad no debe
llenar las exigencias de la particular figura delictiva.

Autoría mediata. Concepto. Participación en sentido restringido.


No debe confundirse autoría mediata con coautoría. En la primera, hay un solo autor, a
pesar de que en la trama delictiva intervienen dos individuos. Ello ocurre cuando uno de los
intervinientes ejecuta materialmente el delito pero no lo hace sino como instrumento
inculpable del otro interviniente que es el verdadero autor del delito (autor mediato). El otro,
el autor material, es el instrumento humano con que, manejando la voluntad, opera el autor
mediato. La persona se convierte en un instrumento de esta clase cuando, por su incapacidad
delictiva, ignorancia o error no comprende la criminalidad del acto o si la comprende, se
encuentra dominada por fuerza física o moral. Pero cuando se trata de la fuerza física, la
autoría mediata sólo funciona si el instrumento.
Si la autoría mediata presupone que el tercero, por las razones expuestas, obrando
como instrumento del autor mediato, no puede darse cuenta de lo que hace o, si lo hace,
actúa dominado, bajo este aspecto, se puede diferenciar /la autoría mediata de la instigación,
que requiere que el ejecutor del delito sea determinado a cometerlo, lo que supone su
decisión consciente y libre.
La autoría mediata exige, por último, que en el autor concurran las características
personales típicas. Así, en él y no en el tercero deben darse los elementos subjetivos o las
calidades especiales del autor.
La autoría mediata no puede darse en los delitos que sólo pueden perpetrarse
personalmente por el autor (delitos de propia mano).

Formas de complicidad. Complicidad necesaria o primaria. Complicidad no necesaria o


secundaria. Criterios de distinción
Los cómplices pueden ser necesarios (art. 45) o no necesarios (art. 46). Los primeros
están sometidos a la escala penal establecida para el autor del delito. Los segundos lo están
a escalas penales más benignas (art. 46).
A los efectos de distinguir la complicidad necesaria de la no necesaria, el artículo 45
requiere la valoración del aporte.
Es un cómplice necesario aquél sin cuyo auxilio o cooperación el hecho no habría
podido cometerse.
Son cómplices no necesarios los que cooperan de cualquier otro modo a la ejecución
del hecho y los que prestan una ayuda posterior cumpliendo promesas anteriores al mismo
(art. 46). Estos son partícipes cuya intervención no fue necesaria para que el hecho sucediera
tal como sucedió, porque no contribuyeron con nada cuyo defecto hubiera variado la
ejecución o sus modalidades.
Instigación
El que hubiese determinado directamente a otro a cometer el delito. La participación
del instigador, equiparado en la pena al autor, está al margen de la ejecución del delito y del
auxilio o de la cooperación en ella. Es una participación puramente síquica, consistente en
haberle hecho tomar al autor la resolución de ejecutar el delito consumado o intentado. Si el
tercero ya está determinado a delinquir no puede haber instigación.
La determinación del autor al delito por el instigador, supone la cooperación
consciente, voluntaria y libre de ambos. Esto requiere la individualización del o de los
instigadores y de los instigados. No hay instigación por culpa. Tampoco existe la cooperación
síquica requerida por la instigación si el autor resulta un instrumento del tercero (autor
mediato).

Concurso de delitos: Concepto y penalidad.


Existe concurso de delitos si una persona ha cometido dos o más delitos no juzgados
con anterioridad. Los delitos ya juzgados no originan un concurso de delitos, sino, en ciertas
condiciones, la reincidencia del condenado. El Código penal comprende el concurso ideal
(formal) (art. 54) y el concurso real (material) (arts. 55 y 56).
Concurso ideal de delitos:
Existe un concurso ideal de delitos si el autor comete un hecho que cae bajo más de
una sanción penal (art. 54). Sanción no significa pena, sino precepto o ley que la impone,
vale decir, el tipo delictivo y la pena respectiva. Presupone que los tipos penales no se
excluyen entre sí en razón de un concurso aparente de leyes penales.
Dos son las características, a saber: la comisión de un hecho por el autor y la pluralidad de
sanciones penales bajo las que cae.
Al significado de la fórmula "un hecho", que representa la base material del concurso
ideal, lo señalan muy claramente los arts. 34, inc. I, 45, 46 y 47 del Código. Cuando el art.
34, se refiere al "momento del hecho" o cuando los arts. 45 y 46 aluden a la "ejecución del
hecho" y el art. 47 menciona "un hecho menos grave que el cometido por el autor", no puede
caber ninguna duda que se están refiriendo a un hecho previsto y penado como delito en el
Libro Segundo del Código.
Implica que una unidad material (el hecho único) constituye formal o idealmente más
de un delito porque cae bajo más de una sanción penal, es decir, bajo más de una definición
represiva. El concurso ideal no es otra cosa que una cuestión de doble tipicidad de un hecho
naturalmente único. La razón de esta doble tipicidad es que la conducta del agente, esto es,
lo que ha hecho o dejado de hacer, que ya cae como tal en una sanción penal, debido a una
circunstancia de modo, lugar, tiempo, etc., también cae bajo otra sanción penal. El pariente
de una menor que la accede carnalmente, supuesto que el incesto esté castigado, incurre por
su conducta carnal en la sanción del estupro, pero por la circunstancia de ser pariente de la
víctima, también cae bajo la sanción del incesto. En fin, situaciones, en las cuales accidentes
de tiempo, modo, lugar, personas, etc., que, sin multiplicar materialmente la conducta del
autor de un delito, multiplican la delictuosidad de ella.

Pena aplicable
A los efectos de la pena la unidad de hecho, que implica unidad de culpabilidad,
determina la unidad de la pena.
El Código penal, que aquí sigue el principio de la absorción, unifica la pena en la pena
mayor conminada para el hecho por la ley.
La mayoría de la pena depende, en primer lugar, de su naturaleza (ver C.P, 5 y 57).
Siendo de la misma naturaleza, es mayor la pena cuya cantidad es superior en su máximo. Si
los máximos son iguales, la mayoría de la pena se determina por el mínimo.
En el caso de penas conjuntas o alternativas, la mayoría se determina por la pena de
naturaleza más grave.
La pena mayor no es sólo la pena establecida para el delito consumado, sino, cuando
sea el caso, la establecida para la tentativa o la complicidad no necesaria.
La pena mayor implica la aplicación, en su caso, de la pena conjunta correspondiente,
que es la que determina la mayoría de la pena si las penas de naturaleza más grave de las
sanciones en juego, son iguales. También subsiste la aplicación de las penas y consecuencias
accesorias de la pena mayor.

Delito continuado: Concepto, requisitos, consecuencia jurídicas.


Delito continuado
Bajo el epígrafe de "concurso de delitos" el Código Penal prevé y regula de manera
expresa dos casos, a saber: el de un hecho delictivo que genera un concurso ideal de delitos,
y el de varios hechos delictivos que son independientes y que originan un concurso real de
delitos.
La concurrencia de varios hechos que no son independientes, excluida del concurso
ideal por la pluralidad de los hechos y del concurso real por la falta de independencia de
ellos, y que legalmente no puede caer nada más que en la sanción legal a la que se adecúa
cada uno de ellos, es lo que en el Código Penal, se debe calificar como un delito continuado.
En tanto que en el concurso real de delitos la imputación delictiva es plural fáctica y
legalmente y en el concurso ideal es fácticamente única y legalmente plural, en el delito
continuado esa imputación es fácticamente plural pero legalmente única.
Elementos
a) pluralidad de hechos;
b) la dependencia de los hechos entre sí, y
c) su sometimiento a una misma sanción legal.

A. Pluralidad de hechos. Exige que la misma persona cometa dos o más hechos
discontinuos, incluso en tiempos y lugares distintos. La prolongación discontinua de la
conducta delictiva diferencia el delito continuado del delito permanente, que consiste en una
conducta delictiva continua.
B. Dependencia de los hechos entre sí. Que el agente vincule subjetivamente los
distintos hechos mediante la unidad de su resolución, designio, propósito, intención,
voluntad, ánimo o conciencia delictivos formados de antemano o precedentemente
La unidad propia del delito continuado reside en que el autor prosigue cometiendo el mismo
delito con cada uno de los hechos ejecutados. Esta identidad comisiva sólo es compatible con
hechos que por su homogeneidad material no la desvirtúan o alteran de una manera esencial
y que por su conexidad aparecen vinculados como momentos de una misma conducta
comisiva.
C. Sometimiento a una misma sanción legal
Esta es la condición que le confiere unidad legal a los hechos que materialmente no son
independientes. El sometimiento a una misma sanción depende:
a) de que todos los hechos constitutivos de la empresa delictiva merezcan la misma
calificación delictiva, y
b) de que, en el caso de pluralidad de ofendidos, la naturaleza de los bienes lesionados
admita esa unificación delictiva.

La unificación de la calificación no varía en razón del grado de la comisión delictiva


(consumación y tentativa), ni del grado de la imputación delictiva (delito simple y delito
calificado), siempre que la circunstancia calificativa no implique una modalidad ejecutiva
materialmente distinta de la forma simple.

Concurso real de delitos: Concepto.


Los hechos son independientes entre sí cuando no están vinculados, como partes, de
una misma empresa delictiva.
Los hechos son concurrentes sí, no habiendo condena firme, son imputables al mismo
autor. La sentencia condenatoria firme excluye el concurso de delitos y constituye la base de
la reincidencia (C.P, 50), pero no impide la aplicación de las reglas sobre la penalidad de
concurso real (C. P, 58).
La pena del concurso real varía, pero siempre rige el principio de la pena única.
Si se trata de hechos reprimidos con una misma especie de pena, el artículo 55
establece una acumulación jurídica o cúmulo jurídico. El máximum de la pena única no puede
exceder del máximum legal de la especie de pena de que se trate. El mínimum de la pena
única es el mínimum mayor de las penas correspondientes a los delitos concurrentes.

Sistema de punición. Punibilidad.


La Acción Penal como pretensión punitiva.
Concepto: La potestad represiva del Estado se manifiesta bajo la forma de las acciones
penales. Estas son las modalidades del derecho-deber del Estado de aplicarle la pena
establecida por la ley al partícipe de un hecho penalmente típico, antijurídico y culpable.
Ese derecho-deber del Estado {acción penal en sentido material) se diferencia del
derecho de ejercerlo en un proceso {acción penal en sentido formal o procesal). La
regulación de la primera corresponde al legislador nacional. La de la segunda, a los
legisladores locales.
Puede ser pública, de instancia privada o privada, pero su naturaleza es siempre
pública porque, aunque su ejercicio puede depender de la instancia del particular ofendido
por el delito o pertenecer a éste, el derecho-deber tiene por objeto la aplicación de una pena
pública.

Distintas clases de acciones: La acción pública. La acción privada.


Acción pública
Por regla, la acción penal es pública y se ejerce de oficio. Excepcionalmente la acción
penal es pública pero de instancia privada, o es privada. El titular del ejercicio es el órgano
del Estado (Ministerio Público Fiscal), el cual debe iniciar su ejercicio de oficio (principio de la
oficialidad de la acción). Una consecuencia del ejercicio de oficio de la acción pública, esto es,
por propia iniciativa y obligatoriamente, es que su ejercicio está regido por los principios de
legalidad e indivisibilidad.
El principio de legalidad, en oposición al de oportunidad, que supedita el ejercicio de la
acción al examen de su conveniencia, le exige al órgano público que inicie ese ejercicio si
prima facie resulta que se ha cometido un delito perseguible por acción pública, salvo que, en
razón de la función pública del autor, ese ejercicio esté constitucionalmente supeditado a la
resolución de un antejuicio. Éste puede consistir en un procedimiento de desafuero, o de
juicio político o de enjuiciamiento ante un jury). La existencia del delito puede ser denunciada
por cualquier persona capaz, pero únicamente la persona particularmente ofendida por el
delito (el agraviado), puede asumir la calidad de querellante.
El ejercicio de la acción pública es indivisible, porque debe realizarse en contra de
todos los participantes en el delito y no sólo de algunos; y es irretractable.
Ej: Homicidio, robo, secuestro, defraudación, falsa denuncia, prevaricato, malversación
de caudales públicos, etc.

Acción dependiente de instancia privada


Es una acción pública cuyo ejercicio corresponde al órgano público, pero no de oficio,
sino que sólo corresponde formar causa contra el imputado a instancia (esto es, denuncia o
acusación del agraviado por el delito). Siendo éste incapaz, la instancia corresponde a su
tutor guardador o representante legal. La titularidad de la facultad de instar es instranferible,
pero el titular puede actuar por mandatario.
Son acciones dependientes de instancia privada las que nacen de los siguientes
delitos:
- Violación, estupro, rapto y abuso deshonesto, cuando no resultare la muerte de la
persona ofendida o lesiones de las mencionadas en el artículo
- Lesiones leves, sean dolosas o culposas. Sin embargo, en los casos de este inciso se
procederá de oficio cuando mediaren razones de seguridad o interés públicos;
- Impedimento de contacto de los hijos menores con sus padres no convivientes;

Concurren razones de interés público para ejercer de oficio la acción por lesiones leves,
cuando su conocimiento y juzgamiento resulta útil, conveniente o necesario para el orden o
bienestar de la comunidad. Por el contrario, median razones de seguridad pública, si por su
naturaleza o circunstancias el hecho resulta sintomático de un peligro potencial para la
incolumidad de las personas o bienes de los terceros en general.
La instancia, que es irretractable, no tiene por objeto persona determinada, sino hechos
determinados y comprende, por lo tanto, a todos los partícipes en ellos. La instancia es
subjetivamente indivisible, pero es objetivamente divisible.

Acción Privada
Aquellas que en atención a la preponderancia del interés del ofendido o agraviado por
el delito en el castigo o impunidad del hecho, su ejercicio está reservado a él o, siendo
incapaz, a sus guardadores o representantes; o tratándose de calumnias o injurias, a los
sucesores de aquél; o, si la ofendida es una persona colectiva, a sus autoridades
representativas. Las emergentes de los delitos de calumnias e injurias, violación de secretos,
salvo en los casos de concurrencia desleal; e incumplimiento de los deberes de asistencia
familiar, cuando la víctima fuere el cónyuge.
A pesar de que el artículo 76 admite que en los casos de delitos de acción privada se
proceda por querella o denuncia, sólo la primera es procesalmente apta para hacerlo, pues la
segunda no significa ejercicio de la acción, ni liga al denunciante al procedimiento.
El ofendido o agraviado tiene el gobierno pleno de la acción.
Puede querellar a uno o a todos los culpables (divisibilidad subjetiva) o renunciar la
acción, y después de la condena, puede extinguir la pena por perdón.
Ej: ADULTELRIO
CALUMNIAS E INJURIAS
VIOLACION DE SECRETOS
CONCURRENCIA DESLEAL
INCUMPLIMIENTO DE LOS DEBERES DE ASISTENCIA FAMILIAR
INTEGRACIÓN DE RAMAS DE LOS DERECHOS
PRIVADOS
EJE TEMÁTICO DERECHO PRIVADO I
SUB-EJE TEMATICO 1: PERSONA HUMANA

La noción de persona es muy importante para nuestro sistema jurídico ya que posee
una cantidad de connotaciones necesarias para comprender su protección.
Nuestra ley no da una noción de lo que debe entenderse por persona; directamente
empieza el Título I, refiriendo al comienzo de su existencia. Matilde Zavala expresa:

…mientras que el hombre es una realidad ontológica (un "ente" biosíquico y espiritual);
persona es, dentro del derecho, una categoría jurídica (el ente, humano o no, que
goza de capacidad de derecho) […] El hombre existe en la naturaleza, la persona
solamente en el derecho. (Zavala de González, 1983, p. 4).

Es decir que, cuando hablamos de “persona”, hacemos alusión a una categoría


jurídica, a una calidad que contiene en sí misma la aptitud de ser portadora de derechos.
Así las cosas, se puede deducir que la palabra persona hace referencia a la
personalidad jurídica –la investidura jurídica de la que goza el sujeto–, a la aptitud, la
disposición potencial para tener derechos, para adquirirlos, para ser sujeto activo o pasivo de
las relaciones jurídicas. Hombre hace referencia al sustrato o soporte biológico de las
personas humanas, que, para estar protegido, necesita de esa personalidad jurídica.
Por último, la expresión sujeto de derecho alude a las personas cuando están
interactuando en interferencia intersubjetiva, por ejemplo cuando le están dando vida a un
contrato. Gráficamente, es la persona en movimiento.

- Derechos y actos personalísimos. Concepto. Naturaleza jurídica. Caracteres.

Concepto. Naturaleza jurídica


Los derechos personalísimos son los que recaen sobre ciertos aspectos o
manifestaciones de la personalidad del hombre para proteger su libre desenvolvimiento:
derecho al honor, a la intimidad, a la libertad, a la integridad física, etc.
Estos derechos subjetivos no sólo tienen reconocimiento expreso en el Código Civil y
Comercial; el derecho supranacional de derechos humanos constitucionalizado (art. 75 inc. 22
CN) establece las bases fundacionales del régimen de los derechos personalísimos, toda vez
que la dignidad personal como sus emanaciones (intimidad, imagen, identidad, honor y
derechos sobre el propio cuerpo) son reconocidos de manera explícita en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos y en otros instrumentos supranacionales.

Caracteres
Estos derechos son absolutos, extrapatrimoniales, irrenunciables, relativamente
disponibles por las partes y por ende no transmisibles. Otro carácter es que la vulneración de
ellos da derecho a su titular a reclamar la prevención y reparación de los daños conforme lo
estipulado en los arts. 1708 a 1780 inclusive del Código Civil y Comercial.
Son absolutos porque se dan contra todos, erga omnes, ya que todos y cada uno de
los miembros que constituyen la comunidad jurídicamente organizada están obligados a
respetar la persona de los demás.
Decimos que son relativamente disponibles por las partes pues, de conformidad al art.
55 del Código Civil y Comercial, se puede disponer de los derechos personalísimos bajo
ciertas condiciones: que medie consentimiento por el titular de los derechos, que éste no sea
contrario a la ley, la moral o las buenas costumbres.
Asimismo, prevé que el consentimiento no se presume, es decir que debe otorgarse en
forma clara, ya sea expresa, tácita, o incluso por vía de silencio, y “es de interpretación
restrictiva, y libremente revocable” Art. 55.

- Atributos de las personas. Concepto. Naturaleza. Caracteres. Nombre.


Noción. Régimen legal. Acciones de protección.

Concepto
La persona, en tanto tal, posee ciertos atributos que son sus cualidades esenciales.
Éstas son inherentes y consideradas a priori de la persona, es decir que comienzan con su
existencia.
Estos atributos de la persona humana son: capacidad, nombre, estado y domicilio. A
toda persona individual le es inherente la capacidad, cualidad que la distingue como sujeto
potencial de derechos y deberes; el nombre que la individualiza, el estado que la sitúa en el
medio familiar en el que se desenvuelve y el domicilio que la sitúa jurídicamente en un lugar
determinado.

Naturaleza
Los atributos no son derechos ni deberes, sino cualidades inherentes a la calidad de la
persona que no se adquieren luego, sino que son contemporáneos a la persona, a su
existencia, y la acompañan toda su vida protegiéndola e identificándola.

Caracteres
Los atributos participan de los siguientes caracteres:
- Son necesarios e inherentes a las personas: no se concibe que la persona física
pueda carecer de alguno de estos atributos por cuanto, la determinan en su
individualidad.
- Son únicos: una misma persona no puede poseer más de un atributo de cada clase
en un momento determinado. Así, la persona humana no puede ser capaz e incapaz a
la vez de adquirir un derecho, no puede tener más estados civiles familiares del mismo
orden, por ejemplo soltero-casado.
- Son indisponibles: no pueden ser transferidos, pues están fuera del comercio.
- Son inmutables: sólo se modifican cuando se verifica el supuesto normativo que así
lo prevé.
- Son imprescriptibles: por cuanto no se adquieren ni pierden por el transcurso del
tiempo.
- Nombre. Noción

El nombre es el atributo de la persona que la identifica y la individualiza del resto. Está


compuesto por dos elementos: el pronombre o nombre de pila (o apelativo) y el apellido (o
cognomen o patronímico). Ambos cumplen funciones diferentes; el nombre de pila
individualiza a la persona en su familia y el apellido la individualiza en la sociedad.

- Régimen legal
o El prenombre
o Apellido de los hijos.

Es dable señalar que el apellido, nombre familiar o patronímico, es la designación común


a todos los miembros de una misma familia, que, unido al prenombre, identifica a la persona
física, conformando su nombre propiamente dicho. Así, el apellido designa el grupo familiar,
pues cada individuo lleva el apellido que le corresponde en razón de su pertenencia a dicho
grupo.
El art. 64 del CCCN prevé que el hijo matrimonial lleva el primer apellido de alguno de
los cónyuges; en caso de no haber acuerdo, se determina por sorteo realizado en el Registro
del Estado Civil y Capacidad de las Personas. A pedido de los padres, o del interesado con
edad y madurez suficiente, se puede agregar el apellido del otro. Asimismo, dispone que, en
caso de que un mismo matrimonio tuviera muchos hijos, todos deben llevar el mismo que se
haya decidido para el primero.
Ahora bien, en el caso del hijo extramatrimonial con un solo vínculo filial, éste lleva el
apellido de ese progenitor.
Si la filiación de ambos padres se determina simultáneamente, se sigue la regla
establecida para los hijos matrimoniales en cuanto a que llevarán el primer apellido de alguno
de los cónyuges.
Si la segunda filiación se determina después, ambos padres deberán acordar el orden de
los apellidos. A falta de acuerdo, será determinado por el juez según sea el interés superior
del niño.
Para el supuesto de la persona menor de edad sin filiación determinada, se establece que
debe ser anotada por el oficial del Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas con
el apellido que esté usando o, en su defecto, con un apellido común (art. 65) o bien, si la
persona tiene edad y grado de madurez suficiente, puede solicitar la inscripción del apellido
que esté usando (art. 66).

- Apellido de los cónyuges. Por otro lado, en relación al apellido de los


cónyuges, el art. 67 dispone: Cualquiera de los cónyuges puede optar por usar el
apellido del otro, con la preposición “de” o sin ella.
La persona divorciada o cuyo matrimonio ha sido declarado nulo no puede usar el
apellido del otro cónyuge, excepto que, por motivos razonables, el juez la autorice a
conservarlo.
El cónyuge viudo puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no
contraiga nuevas nupcias, ni constituya unión convivencial. (art. 67).
Como se advierte, en materia de apellido y matrimonio, el Código posibilita a que
cualquiera de ellos pueda utilizar el apellido del otro con o sin la preposición “de”.
Ahora bien, en el caso de persona divorciada y nulidad del matrimonio, la regla es la
prohibición de empleo del apellido y, sólo de mediar razonables motivos, el juez puede
acordar su conservación.
En cuanto al viudo, éste puede seguir usando el apellido del otro cónyuge mientras no
contraiga nuevas nupcias ni constituya unión convivencial.

- Cambio del prenombre y del apellido


Los arts. 69 y 70 del Código Civil y Comercial receptan la posibilidad del cambio del
prenombre y del apellido sólo de mediar, a criterio del juez, justos motivos. Al respecto,
formula una enunciación de justos motivos: a) cuando el seudónimo hubiese adquirido
notoriedad; b) por “la raigambre cultural, étnica o religiosa”; c) por “la afectación de la
personalidad de la persona interesada, cualquiera sea su causa, siempre que se encuentre
acreditada” Art. 69.
Así, para lograr el cambio del nombre y/o del prenombre, es precisa la intervención del
Poder Judicial y esa es la regla, con excepción de los dos supuestos contemplados en el
último párrafo del art. 69.

En tales casos no se requiere la intervención judicial y se consideran justos motivos


cuando se pretende “el cambio del prenombre por razón de identidad de género y el cambio
de prenombre y apellido por haber sido víctima de desaparición forzada, apropiación ilegal o
alteración o supresión del estado civil o de la identidad” Art. 69.

El cambio de nombre tramitará “por el proceso más abreviado que prevea la ley local, con
intervención del Ministerio Público” Art. 70, debiendo “publicarse en el diario oficial una vez
por mes en el lapso de dos meses”, a fin de que presenten las oposiciones y se soliciten
informes respecto de “las medidas precautorias que existieren con relación al interesado” Art.
70.
Una vez inscrita en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas, será oponible
a terceros.

- Acciones de protección.
Art. 71. Acciones de protección del nombre. Puede ejercer acciones en defensa de su
nombre:
a) aquel a quien le es desconocido el uso de su nombre, para que le sea reconocido y se
prohíba toda futura impugnación por quien lo niega; se debe ordenar la publicación de la
sentencia a costa del demandado;
b) aquel cuyo nombre es indebidamente usado por otro, para que cese en ese uso;
c) aquel cuyo nombre es usado para la designación de cosas o personajes de fantasía, si
ello le causa perjuicio material o moral, para que cese el uso.
En todos los casos puede demandarse la reparación de los daños y el juez puede disponer
la publicación de la sentencia.
Las acciones pueden ser ejercidas exclusivamente por el interesado; si ha fallecido, por
sus descendientes, cónyuge o conviviente, y a falta de éstos, por los ascendientes o
hermanos. Art. 71.
Así, las acciones para proteger el nombre son tres:
- la acción de reclamación o reconocimiento del nombre: se requiere que el demandado
haya desconocido el derecho de usar el nombre por pare del sujeto afectado, debiendo
el juez ordenar la publicación de sentencia a costa del demandado.
- la acción de impugnación, o usurpación del nombre: se requiere que el demandado
use en forma indebida el nombre de otra persona y el efecto propio de la sentencia es
el cese en dicho uso indebido.
- la acción de supresión del nombre: debe mediar un uso indebido por parte del
demandado del nombre de otra persona para individualizar una cosa o un personaje
de fantasía y dicho uso provocar un perjuicio material o moral. El efecto de la
sentencia es el cese de dicho uso indebido.

- Domicilio. Noción. Caracteres.

El ordenamiento jurídico requiere situar a la persona en un determinado lugar, aun


cuando no actúe necesariamente allí. Domicilio, en sentido jurídico, es el lugar que la ley
considera como centro o sede legal de la persona.
Como veremos seguidamente existen distintas clases de domicilio, el domicilio general y el
especial. El domicilio general es el atributo, cualidad o propiedad inherente a la persona que
representa su indispensable asiento o sede legal para el ejercicio de sus derechos y
cumplimiento de sus obligaciones (Tagle, 2002).
Este domicilio general puede ser legal, es decir instituido por la ley o real, que es la
efectiva residencia de la persona en un cierto lugar con ánimo de permanecer allí. El domicilio
general sea legal o real, es necesario, ya que no puede faltar en ninguna persona y es único
ya que una persona no puede tener más de un domicilio general.
Por último decimos que el domicilio general es mutable, es decir que es modificable, ya
sea por cambio en la capacidad de las personas (por ejemplo, un menor que cumple la
mayoría de edad pasa de domicilio legal a domicilio real) o por un cambio en la de su
situación (por ejemplo: una persona que es designada en un puesto de funcionario público y
que requiere trasladarse, cambia de domicilio real a domicilio legal).
El domicilio real, definido en el art. 73 del CCCN, es donde la persona humana tiene su
residencia habitual. Ahora bien, si ejerce actividad profesional o económica, lo tiene en el
lugar donde la desempeña para el cumplimiento de las obligaciones emergentes de dicha
actividad.
Como podemos ver, la ley contempla la residencia como un elemento del domicilio,
dado que el mismo se determina en función de la residencia habitual, entendida como el
lugar en el que habitual y permanentemente habita una persona.
Este domicilio toma en cuenta la efectiva residencia de la persona, es voluntario, pues
sólo depende de la voluntad del individuo, y, además, es de libre elección e inviolable (art. 18
CN).
El art. 74 del CCCN define el domicilio legal como el lugar donde la ley presume, sin
admitir prueba en contra, que una persona reside de manera permanente para el ejercicio de
sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones.

Así, prevé los casos de personas que tiene domicilio legal:


a) los funcionarios públicos tienen su domicilio en el lugar en que deben cumplir sus
funciones, no siendo éstas temporarias, periódicas, o de simple comisión;
b) los militares en servicio activo tienen su domicilio en el lugar que lo están
prestando;
c) los transeúntes o las personas de ejercicio ambulante, como los que no tienen
domicilio conocido, lo tienen en el lugar de su residencia actual;
d) las personas incapaces lo tienen en el domicilio de sus representantes. Art. 74

Este domicilio es forzoso, en tanto la ley lo impone independientemente de la voluntad


del interesado; es ficticio, pues el sujeto puede no estar allí presente; es excepcional y de
interpretación restrictiva, pues sólo funciona en los casos previstos por la ley; y es único, en
tanto es una clase de domicilio general u ordinario.
Por último y en relación al domicilio especial, cabe poner de relieve que éste no es un
atributo de la persona, sólo lo es el general en todas sus clasificaciones.
El domicilio especial es el que las partes de un contrato eligen para el ejercicio de los
derechos y obligaciones que de él emanan (art. 75).
Este domicilio produce sus efectos limitados a una o varias relaciones jurídicas
determinadas, es decir, tiene eficacia sólo para aquellas relaciones jurídicas para las que ha
sido instituido. Es elegido libremente por las partes y el domicilio convenido tiene fuerza de
ley para los contratantes, es decir que tiene efecto vinculante, salvo que, por acuerdo común
de partes, lo modifiquen.
Este domicilio es temporario en principio y se termina cuando la situación finaliza. Por
eso no se puede decir que éste sea un atributo de las personas, sino que puede faltar. Un
ejemplo de domicilio especial es, en el caso de las sociedades que poseen este tipo de
domicilio, el de la jurisdicción en el que se encuentra constituida; además pueden tener una
sede diferente donde funciona.
El domicilio especial participa de los siguientes caracteres:
a) no es necesario, pues la persona puede no tener constituido domicilio especial
alguno;
b) puede ser múltiple, porque la persona puede tener varios domicilios especiales;
c) es voluntario, convencional, transmisible tanto a los sucesores universales como a
los singulares.

- Capacidad. Noción.
La capacidad es uno de los atributos más importantes de la persona. Como se expuso
anteriormente, este atributo forma parte del concepto mismo de persona; la capacidad de
derecho siempre está presente.

- Clases
La noción de capacidad no se agota en la capacidad de derecho –atributo de la persona–
puesto que comprende también la capacidad de hecho o de obrar, que consiste en la aptitud
de las personas físicas para ejercer por sí mismas los actos de la vida civil.
La capacidad tiene los siguientes caracteres:
a) las reglas que gobiernan la capacidad son de orden público y no pueden ser
modificadas por voluntad de los particulares;
b) es principio general que tanto las incapacidades como las restricciones a la
capacidad son la excepción;
c) las restricciones a la capacidad son de interpretación restrictiva.

Capacidad de derecho.
El artículo 22 del CCCN define la capacidad de derecho: “Capacidad de derecho. Toda
persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos. La ley
puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos
determinados.” Art. 22. Así, la capacidad de derecho se define como la aptitud de que goza
toda persona humana para ser titular de derechos y deberes jurídicos.
Capacidad de ejercicio
Por su parte, el artículo 23 define la capacidad de ejercicio o de hecho, y prevé
“Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus derechos,
excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia judicial”
Art. 23. La capacidad de ejercicio es la aptitud para ejercer derechos por sí mismo.

- Estado civil.
El estado es un atributo propio de las personas físicas y hace referencia a la posición o rol
que ocupa una persona en la sociedad, por ejemplo estado civil, o en una familia, por
ejemplo estado de padre, de hijo, etc.
Caracteres
El estado participa de los siguientes caracteres:
a) las normas que regulan el estado de las personas son de orden público; no
pueden ser modificadas por la voluntad de los interesados;
b) es indivisible y oponible erga omnes;
c) generalmente es recíproco o correlativo, porque a cada estado de una
persona le corresponde el de otro que resulta correlativo;
d) es inalienable, es decir intransmisible;
- Personas por nacer.
Noción de persona y vida humana.
En primer lugar cabe distinguir entre persona y vida humana. Tal como señalamos
anteriormente, la noción de persona es una categoría jurídica, pues se trata de ser portador
de derechos, mientras que la vida humana es un suceso de la naturaleza, es su asiento
natural.

- Importancia jurídica de la concepción.


El artículo 19 del Código Civil y Comercial prevé: “Comienzo de la existencia. La existencia
de la persona humana comienza con la concepción” Art. 19.
De conformidad al mencionado artículo, la concepción determina el momento a partir del
cual se es persona, es decir que el sujeto tiene personalidad jurídica y goza de protección de
la ley.
Así, el Código Civil y Comercial subsume el concepto de vida humana con el de persona en
el sentido técnico del término, reconociendo su comienzo en el momento mismo de la
concepción. De esta manera, se considera que hay persona durante todo el proceso de
gestación: desde su inicio hasta el nacimiento y, luego, habrá persona física desde ese
instante hasta la muerte. En igual línea, Vélez Sarsfield aclaraba en la nota a su art. 63, que
“las personas por nacer, no son personas futuras, pues ya existen en el vientre de la madre”
Nota del Art. 63 de viejo Código de VS.
Ahora bien, esta solución no podría haber sido diferente a la adoptada, toda vez que el
art. 4.1 del Pacto de San José de Costa Rica, establece: “... Toda persona tiene derecho a
que se respete su vida. Este derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del
momento de la concepción…”32.
El dispositivo de jerarquía constitucional (art. 75 inc. 22 CN) asigna tutela jurídica a la vida
humana desde este momento de la concepción. Así se visualiza con claridad que, bajo el
enfoque de la jerarquía normativa, de conformidad a la pauta del art. 31 de la CN,la
asignación de personalidad al ente natural no puede ser ubicada por nuestra legislación
común, en momento posterior a éste.
Lo propio puede afirmarse sobre la Convención de los Derechos del Niño, que en su art.
1°, establece que “niño” es todo ser humano menor de dieciocho años de edad. Con respecto
al comienzo de la vida, la Convención nada aclara, pero sí lo hace la ley 23.849 –la de
ratificación del Tratado–en su art. 2, el cual declara que, con relación al artículo 1º de la
Convención sobre los Derechos del Niño, la República Argentina entiendo por niño a todo ser
humano desde el momento de la concepción y hasta los 18 años. Repárese que lo que goza
de jerarquía constitucional es el texto de la Convención junto a la ley de ratificación porque,
como bien lo señala el art. 75 inc. 22 de la carta magna, cada Tratado adquiere jerarquía
constitucional “en las condiciones de su vigencia”, incluyendo así a la ratificación como una
unidad que debe ser considerada de ese modo a la hora de valorar las disposiciones con
jerarquía constitucional.

- Ausencia de la persona. Definición


El Código Civil y Comercial contempla en seis artículos (79 a 84) las normas
sustantivas y procedimentales correspondientes a la simple ausencia y al procedimiento
previsto a los fines de obtener tal declaración. El fin último de esta regulación es la protección
del patrimonio del ausente, pues lo que se pretende es la designación de un curador especial
a los bienes para que estos puedan ser administrados en debida forma mientras dure el
estado de ausencia.

- Presupuestos Jurídicos
Art. 79. Ausencia simple. Si una persona ha desaparecido de su domicilio, sin tenerse
noticias de ella, y sin haber dejado apoderado, puede designarse un curador a sus bienes si
el cuidado de éstos lo exige. La misma regla se debe aplicar si existe apoderado, pero sus
poderes son insuficientes o no desempeña convenientemente el mandato. 38
De conformidad a dicho artículo, para configurarse el presupuesto de la ausencia simple es
preciso que:
- La persona haya desaparecido de su domicilio, sin que se tenga noticias sobre su
existencia;
- Haya dejado bienes que exijan protección;
- No haya dejado apoderado o que los poderes del apoderado del ausente resulten
insuficientes o que éste haya incurrido en un desempeño inconveniente de su
mandato.

Como se advierte, la ley no exige que haya transcurrido plazo alguno para peticionar ante
el juez competente la declaración de ausencia simple, ni que la desaparición se vincule con
un hecho extremo del cual se presuma la muerte del ausente; sólo se impone que existan
bienes para cuidar, de manera tal que se adopten aquellas medidas necesarias para proteger
el patrimonio del ausente.

- Muerte presunta. Régimen legal. Casos y términos.


La presunción de fallecimiento, al igual que la muerte, constituyen supuestos jurídicos
extintivos de la persona humana. Así, los efectos de la sentencia judicial que declara el
fallecimiento presunto son idénticos a los de la muerte, pero la ley establece diferencias
fundadas en la eventual reaparición del declarado muerto presunto y en la necesidad de
proteger sus intereses.
El Código prevé distintos supuestos, ya sea porque se ha perdido totalmente la noción
o los datos del paradero de una persona durante un tiempo prolongado o porque la persona
se haya encontrado en circunstancias en las que se presume su muerte.
Así, el Código contempla en el art. 85 el caso ordinario y en el art. 86 los supuestos
extraordinarios.
Caso ordinario. La ausencia de una persona de su domicilio sin que se tenga noticia
de ella por el término de tres años, causa la presunción de su fallecimiento aunque
haya dejado apoderado.
El plazo debe contarse desde la fecha de la última noticia del ausente. (Art. 85)

Casos extraordinarios. Se presume también el fallecimiento de un ausente:


a) si por última vez se encontró en el lugar de un incendio, terremoto, acción de
guerra u otro suceso semejante, susceptible de ocasionar la muerte, o participó
de una actividad que implique el mismo riesgo, y no se tiene noticia de él por el
término de dos años, contados desde el día en que el suceso ocurrió o pudo
haber ocurrido;
b) si encontrándose en un buque o aeronave naufragados o perdidos, no se
tuviese noticia de su existencia por el término de seis meses desde el día en que
el suceso ocurrió o pudo haber ocurrido.41

Conforme lo prescribe el art. 85, para que nazca la presunción de fallecimiento es


preciso que la persona se ausente de su domicilio sin que se tenga noticias de ella por el
término de tres años, sin requerir la norma que la ausencia de la persona haya ocurrido en
virtud de una circunstancia que traiga aparejada la muerte (supuesto de buque o aeronave
naufragada, incendio, terremoto, etc.), como ocurre en los casos extraordinarios. Por último,
el plazo de tres años debe contarse desde la fecha de la última noticia que se haya tenido del
ausente.
La disminución de los plazos en los casos extraordinarios en relación al supuesto
ordinario, se debe a que se trata de hipótesis que se sustentan en circunstancias particulares,
en las que las posibilidades de supervivencia resultan ínfimas.

- Efectos de la declaración.
En orden a los efectos patrimoniales, los artículos 90 y 91 regulan sobre el punto.
Así, tenemos que, dictada la declaratoria, el juez mandará abrir, si existiese, el testamento
que hubiese dejado el desaparecido; los herederos y los legatarios deben recibir los bienes
del declarado presuntamente fallecido, previo inventario. El dominio se inscribirá en el
registro correspondiente (Registro de la Propiedad, Registro de la Propiedad del Automotor)
con la prenotación del caso, a nombre de los herederos o legatarios que podrán hacer
partición de los mismos, pero no enajenarlos ni gravarlos sin autorización judicial.
Ahora bien, si, entregados los bienes, aparece el ausente o se tiene noticia cierta de su
existencia, queda sin efecto la declaración de fallecimiento, procediéndose a la devolución de
aquéllos a petición del interesado.
La conclusión de la prenotación se encuentra regulada en el art. 92. Éste prevé que la
prenotación queda sin efecto transcurridos cinco años desde la fecha presuntiva del
fallecimiento u ochenta años desde el nacimiento de la persona. Desde ese momento puede
disponerse libremente de los bienes, es decir que los herederos y legatarios pasan a tener el
dominio pleno.
Efectos sobre el matrimonio: según el art. 435 inc. “b”, la declaración de ausencia con
presunción de fallecimiento es una causal de disolución del matrimonio, por lo que el otro
cónyuge podrá contraer nuevo matrimonio.

Reaparición del presunto muerto:


Ahora bien, si el ausente reaparece, puede reclamar:
a) la entrega de los bienes que existen en el estado e que se encuentran;
b) los adquiridos con el valor de los que faltan;
c) el precio adeudado de los enajenados;
d) los frutos no consumidos.
SUB-EJE TEMATICO 2: INCAPACIDAD

- Noción. Clasificación.

El correcto estudio y la internalización de este concepto es esencial para entender el resto


de la materia. Todo nuestro sistema se basa en las capacidades, por lo tanto es conveniente
prestar especial atención sobre este tema.
Tal como señaláramos anteriormente, la capacidad es uno de los atributos más
importantes de la persona. Este atributo, como hemos expuesto, forma parte del concepto
mismo de persona, pues la capacidad de derecho siempre está presente.
Existen diferentes tipos de capacidades: la de derecho, que es atributo de la persona, y la de
hecho o de ejercicio, que no es un atributo, puesto que puede faltar por completo.
La capacidad de derecho, también llamada capacidad de goce, se define como la
aptitud de que goza toda persona humana para ser titular de derechos y deberes jurídicos.
Esta aptitud se vincula con la personalidad humana, por ello decimos que es un atributo y por
lo tanto no puede concebirse una incapacidad de derecho absoluta, porque sería contrario al
orden natural. (Borda, 2008).
El Código Civil y Comercial, en el art. 22, prescribe “Capacidad de derecho. Toda
persona humana goza de la aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos. La ley
puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos
determinados. ”Art. 22
Por otro lado, la capacidad de hecho o de ejercicio es la aptitud o grado de aptitud de las
personas físicas para ejercer los derechos de los que se es titular o para ejercer por sí los
actos de la vida civil. Es decir que, en este caso, sí se pudieron adquirir ciertos derechos,
pero, por alguna situación en especial, no se los puede ejercer sino es a través de un
representante.
Esta capacidad está expresamente prevista en el art. 23 del código único, que
establece “Capacidad de ejercicio. Toda persona humana puede ejercer por sí misma sus
derechos, excepto las limitaciones expresamente previstas en este Código y en una sentencia
judicial.”

- Incapacidad de ejercicio. Concepto. Caracteres. Enumeración legal.


Concepto. Caracteres.
Tal como sostuvimos, debe partirse de que la capacidad es la regla y la incapacidad la
excepción. La incapacidad de obrar resulta de un precepto legal que establece quiénes son
los incapaces de ejercicio (art. 24 CCCN). Consiste en la falta de aptitud o en la imposibilidad
del sujeto para realizar por sí mismo actos jurídicos válidos, pero esta ineptitud legal puede
suplirse a través del instituto de la representación, previsto en los arts. 100 y 101 del código
único.
Las incapacidades de hecho –de ejercicio o de obrar–han sido establecidas en interés
mismo del incapaz y por ello la ley ha procedido con un criterio tutelar.
Esta incapacidad es susceptible de grados, ya que una persona puede carecer de capacidad
de hecho de manera absoluta, o bien, sólo para determinados actos jurídicos.

Enumeración legal.
El art. 24 del Código Civil y Comercial dispone:
Personas incapaces de ejercicio. Son incapaces de ejercicio:
a. la persona por nacer;
b. la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el
alcance dispuesto en la Sección 2ª de este Capítulo;
c. la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta
en esa decisión. Art. 24

De acuerdo al precepto, tenemos que son incapaces de hecho:

a. La persona por nacer, que es la persona que está concebida en el seno materno y
aún no ha nacido; para que sus derechos y obligaciones queden irrevocablemente adquiridos,
debe nacer con vida, pues, de lo contrario, se considerará que ella nunca existió.
b. Menores de edad y mayores que no cuentan con edad y grado de madurez
suficiente. Este inciso debe estudiarse en correlación con lo dispuesto en el art. 25, el que
dispone que “menor de edad es la persona que no ha cumplido dieciocho años”6. En efecto,
el supuesto de análisis refiere que son incapaces de ejercicio las personas “que no cuentan
con la edad y grado de madurez suficiente”7, por lo que incluye a todas las personas que no
han cumplido los dieciocho años, salvo: a) el supuesto de los adolescentes en relación a los
tratamientos no invasivos (que veremos más adelante); b) el caso de los menores
emancipados por matrimonio que gozan de plena capacidad de ejercicio con las limitaciones
previstas (arts. 27 y 28) y c) la persona menor de edad con título profesional habilitante que
puede ejercer profesión sin necesidad de previa autorización (art. 30).
Fuera de estas situaciones excepcionales, la regla es que las personas, para gozar de
la plena facultad para ejercer los derechos, deben ser mayores de dieciocho años.
También son considerados incapaces de obrar las personas mayores de edad que no
cuenten con madurez suficiente, pues el artículo utiliza la conjunción copulativa “y”,
requiriéndose ambos requisitos para que alguien sea considerado capaz.
En definitiva, estas dos pautas, edad y madurez suficiente, predeterminan el límite, ya
que, si la persona tiene edad y madurez suficiente, puede validar su actuación autónoma; de
lo contrario es incapaz de ejercicio. (Fernández, 2014).
c. La persona incapaz por sentencia judicial. Este supuesto implica que, mediante
sentencia, se puede restringir la capacidad para determinados actos, debiendo partirse
siempre del presupuesto de la capacidad, y que sus limitaciones son de carácter excepcional.
Cuando la persona se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar y expresar su
voluntad, el sentenciante puede declarar la incapacidad y designar un curador. Por último,
comprende a los inhabilitados por prodigalidad, a quienes se les designará un apoyo para el
otorgamiento de actos de disposición ente vivos y en los demás actos que determine la
sentencia.

Sobre este supuesto, volveremos al abordar las restricciones a la capacidad, a cuya


lectura nos remitimos.

- Distinción entre menor de edad y adolescente.


Definición
De conformidad al art. 25 del Código Civil y Comercial, menor de edad es la persona
que no ha cumplido dieciocho años y adolescente, la persona menor de edad que cumplió
trece años.
Es decir que todas las personas, desde su nacimiento hasta que cumplen dieciocho
años, son “menores de edad”, especificando la denominación de “adolescente” a la persona
menor de edad que ha cumplido la edad de trece años.

La Real Academia Española define adolescencia como la “Edad que sucede a la niñez y
que transcurre desde la pubertad hasta el completo desarrollo del organismo”(RAE, 2015,
http://lema.rae.es/drae/?val=adolescencia).
La diferente categoría entre menor de edad y adolescente parece tomar el antecedente de
la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Ley
26.061), creando una categoría jurídica no prevista por la Convención de los Derechos del
Niño, que integra nuestro ordenamiento jurídico dentro del bloque federal de
constitucionalidad y define al niño como “todo ser humano menor de dieciocho años de edad,
salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de
edad”8. De tal modo, en nuestro ordenamiento jurídico, los “adolescentes” son
indudablemente niños, sin que el Código pueda afectar este carácter, por estar consagrado
en una norma de jerarquía superior.

- El derecho a ser oído.


El artículo 26 del Código Civil y Comercial, en concordancia con el art. 12 de la Convención
de los Derechos del Niño y con la ley 26.061, consagra el derecho de los menores a ser
oídos, el que implica que, siempre que los menores tengan edad para poder expresar una
opinión con fundamento, deben ser escuchados y debe ser tenido en cuenta su parecer.
De esta forma, se contempla y reafirma un importante protagonismo del niño, en cuanto
se le reconoce mayor intervención en los actos que le competen y afectan. Este
reconocimiento implica destacar la autonomía de la voluntad del sujeto, a pesar de su
condición de menor.
En definitiva, se establecen las condiciones de participación de los menores en los
procesos judiciales que le conciernen, teniendo en cuenta el juez el grado de madurez,
reconociendo en forma progresiva su capacidad sobre la base de la regla del discernimiento,
en particular en aquellos casos en los que pudiera haber conflictos de intereses entre el
menor y sus representantes legales.

- Decisiones en materia de salud.


a) Tratamientos no invasivos
El artículo 26 del código unificado establece una presunción de que el adolescente de
entre trece y dieciséis años puede y se considera facultado para aceptar y consentir por sí
mismo ciertos tratamientos, siempre que estos no resulten invasivos ni comprometan su
estado de salud o provoquen un riesgo grave en su vida o integridad física.
Esta presunción funcionará siempre que el adolescente pueda comprender los aspectos
esenciales relativos a la práctica propuesta, aunque, de ser necesario, una última
determinación siempre quedará en manos de los tribunales, la lexartis y la costumbre, y, por
lo general, será el médico tratante quien decida acerca de la aptitud del tratamiento, con
base en criterios que desde el ámbito médico se van pautando.
b) Tratamientos que comprometen la salud del menor
Ahora, si se trata de un tratamiento que compromete su estado de salud o está en
riesgo su vida, el adolescente debe prestar su consentimiento con la asistencia de sus
progenitores, y, en caso de existir un conflicto entre ambos, se resolverá judicialmente
teniendo en cuenta el interés superior del niño y la opinión médica respecto de las
consecuencias de la realización del acto.
c) Los cuidados del propio cuerpo del mayor de dieciséis años
Por último, el art. 26 establece que la persona mayor de dieciséis años es considerada
como un adulto para las decisiones sobre el cuidado de su propio cuerpo.
De esta manera, se reconoce una anticipación de la capacidad de los menores para dar
consentimiento o asentimiento para ciertos actos de intrusión en su cuerpo.
En el caso de desacuerdo entre el menor, el médico y los padres, deberá intervenir la justicia
a fin de que se valore la situación concreta del sujeto.

- Noción de persona con capacidad restringida y con incapacidad. Distinción.


Presupuestos jurídicos y fácticos. Procedimiento para su declaración.
Sentencia. Alcances. Revisión.

- Noción de persona con capacidad restringida y con incapacidad


Previo a establecer la distinción entre personas con capacidad restringida y con
incapacidad, es dable señalar que el art. 31 del Código Civil y Comercial establece reglas
generales en materia de restricción a la capacidad.
Así, dispone:
Reglas generales. La restricción al ejercicio de la capacidad jurídica se
rige por las siguientes reglas generales:
a) la capacidad general de ejercicio de la persona humana se
presume, aun cuando se encuentre internada en un
establecimiento asistencial;
b) las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional y se
imponen siempre en beneficio de la persona;
c) la intervención estatal tiene siempre carácter interdisciplinario,
tanto en el tratamiento como en el proceso judicial;
d) la persona tiene derecho a recibir información a través de
medios y tecnologías adecuadas para su comprensión;
e) la persona tiene derecho a participar en el proceso judicial con
asistencia letrada que debe ser proporcionada por el Estado si
carece de medios;
f) deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restrictivas
de los derechos y libertades. Art. 31

Estas reglas generales que se agrupan en la norma rigen todo lo referido a las
restricciones al ejercicio de la capacidad jurídica de las personas, y son producto
especialmente de la aprobación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con
Discapacidad (ley 26.378) y de la Ley Nacional de Salud Mental (ley 26.557).
Manteniendo el criterio biológico-jurídico, el art. 32 del código unificado prevé dos
supuestos diferenciados: a) incapacidad de ejercicio relativa, que alcanza los actos señalados
en cada sentencia y b) incapacidad de ejercicio absoluta.
De la lectura del art. 32 del Código se advierte que, a partir de los trece años se puede
restringir judicialmente la capacidad de una persona cuando ésta padece una adicción o
alteración mental permanente o prolongada de entidad suficiente–elemento biológico-y se
estime que de no restringirle la capacidad pueda ocasionar un daño a su persona o a sus
bienes –elemento jurídico; o excepcionalmente declarar la incapacidad “cuando la persona se
encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar con su entorno y expresar su
voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema de apoyos resulte
ineficaz” Art. 32.

- Presupuestos jurídicos y fácticos


La persona con capacidad restringida es, por regla, una persona capaz y sólo no podrá
ejercer por sí sola determinados actos que se especifiquen en la sentencia (art. 24 inc. “c”).
El juez, en la sentencia, debe designar el o los apoyos que estime convenientes, siempre
tratando de limitar lo menos posible la autonomía de la persona, favorecer las decisiones que
respondan a las preferencias de la persona tutelada y, de esta manera, garantizar el respeto
de los derechos de la persona protegida.
El o los apoyos que se designen no tienen por misión sustituir la voluntad del sujeto, sino
todo lo contrario; promueven la libertad, la autonomía, “la comunicación, la comprensión y la
manifestación de la voluntad de la persona para el ejercicio de sus derechos” Art. 43.
Ahora bien, se considerará una persona incapaz de ejercicio absoluta cuando: a) se
encuentre imposibilitada de interaccionar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier
modo, medio o formato adecuado y b) el sistema de apoyos cualquiera que fuere resulte
ineficaz. En este supuesto, el juez deberá designarle un curador para que represente al
incapaz, siendo de aplicación los arts. 138 a 140 (curatela).
Es dable señalar que, si no se dieran estos requisitos esenciales, corresponderá una
sentencia de capacidad restringida y no una declaración de incapacidad absoluta.

- Procedimiento para su declaración


Medios de protección: noción y enunciación. Legitimados.
Tal como hemos señalado anteriormente, los medios de protección de la persona que
padece de alguna discapacidad, son: a) la declaración de capacidad restringida; b) la
incapacidad, cuando la persona padece una incapacidad absoluta, es decir que no puede
accionar con el medio que la circunda y los medios de apoyo son ineficaces y c) como
veremos más adelante, la declaración de inhabilitación en el caso del pródigo.
Ahora bien, la declaración de incapacidad, sea ésta absoluta o restringida a
determinados actos, no procede de oficio, sino que es necesario que las personas legitimadas
a tal fin lo soliciten.
El artículo 33 del Código Civil y Comercial establece quiénes son las personas
legitimadas y, en primer lugar, autoriza al propio interesado a iniciar la acción. De ser éste
quien lo solicite, deberá presentarse con abogado; de no hacerlo, se le deberá nombrar un
asesor que lo represente.
También se encuentra legitimado el cónyuge no separado de hecho y el conviviente
mientras la convivencia no haya cesado, es decir, la unión basada en relaciones afectivas de
carácter singular, público, notorio, estable y permanente de dos personas que conviven y
comparten un proyecto de vida común, sean del mismo o diferente sexo (art. 509).
Asimismo, están legitimados los parientes dentro del cuarto grado, sea que se trate de
un parentesco por naturaleza, por métodos de reproducción humana asistida o por adopción,
en línea recta o colateral y, si fueran por afinidad, sólo hasta el segundo grado.
Finalmente, se prevé que puede iniciar la acción el Ministerio Público.
Se sostiene que la enumeración que realiza el mencionado artículo es taxativa de las
personas que se hallan facultadas para peticionar la declaración de incapacidad. Sin embargo,
en caso de tratarse de personas que no están legitimadas para iniciar la acción, podrán hacer
una presentación ante el Ministerio Público, a fin de que evalúe la posibilidad de iniciar el
proceso. (Rivera y Medina, 2014, p. 157).

- Entrevista personal. Importancia


El conocimiento personal del juez con el interesado debe ser obligatorio y no
facultativo. Es por ello que la entrevista personal prevista en el art. 35 del CCCN no será una
facultad sino un deber indelegable en cabeza del juez, quien deberá asegurarla en cada
proceso y previo a dictar cualquier resolución, salvo las medidas cautelares que puede
ordenar en caso de urgencia para garantizar los derechos personales y patrimoniales de la
persona (art. 34).
En la audiencia, deberán concurrir el interesado, el Ministerio Público y al menos un
letrado que ejerza la defensa técnica de la persona.
Esta entrevista es de fundamental importancia, ya que el juez tomará contacto
personal con el pareciente para garantizarle el goce o ejercicio en igualdad de condiciones
con los demás y para darle un trato más personalizado y humanitario, así como la garantía de
acceso directo al órgano de decisión.

- Intervención del interesado. Competencia


La persona en cuyo interés se lleva adelante el proceso es parte y, como tal, puede
aportar todas las pruebas que hacen a su defensa.
Así, la persona podrá comparecer con un abogado particular y, en caso de no hacerlo,
necesariamente se le deberá designar un defensor que ejerza su defensa técnica desde el
inicio del proceso.
En relación a la prueba que puede acercar al proceso, rige el principio de amplitud
probatoria, pudiendo aportar todos los elementos que hagan a su defensa. Por ejemplo,
podrá proponer el nombramiento de un perito médico que actúe juntamente con los
designados de oficio como medida que hace a la defensa de su capacidad.
Por otro lado, el art. 36 contiene una norma de competencia procesal y establece que el
juez competente para entender en la causa es el correspondiente al del domicilio de la
persona o el de su lugar de internación.

- Valor del dictamen del equipo interdisciplinario


Previo al dictado de la sentencia es imprescindible el dictamen de un equipo
interdisciplinario. Este dictamen es una prueba necesaria pues, sin su realización, no podrá
arribarse luego al dictado de una sentencia válida.
Los equipos interdisciplinarios para realizar la evaluación incluyen las áreas de psicología,
psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos
pertinentes (Rivera y Medina, 2014, p. 164).
El dictamen deberá ser valorado por el juez junto con los otros elementos traídos al
proceso, quedando a cargo del juzgador la consideración de la incapacidad en la medida en
que ésta impida al sujeto dirigir su persona o administrar sus bienes.

Sentencia. Alcances
Luego de la valoración del dictamen interdisciplinario, el juez debe resolver con
relación al ejercicio de la capacidad jurídica, considerando especialmente la voluntad, deseos
y preferencias de la persona, y procurando que la afectación de la autonomía personal sea la
menor posible.
De tal modo, la sentencia puede: a) desestimar la acción; b) restringir la capacidad del
sujeto y c) declarar la incapacidad.
La sentencia que limite o restrinja la capacidad debe señalar los actos y funciones que
la persona no puede realizar por sí misma y, a fin de que tome las decisiones pertinentes, le
designará los apoyos que considere necesarios e indicará la modalidad de actuación, es
decir, si la función debe ser cumplida por dos o más personas, si la actuación debe ser
conjunta o indistinta, o si la validez de los actos jurídicos requieren del asentimiento otorgado
por el apoyo.
Asimismo, la sentencia que disponga la incapacidad deberá indicar los curadores que
se designan (puede ser una o más personas), permitiendo que la persona capaz pueda
designar quién ejercerá su curatela, ya sea mediante una directiva anticipada (art. 60), ya
sea descubriendo su verdadera voluntad por alguna manifestación (art. 43). En una palabra,
la sentencia que limite la capacidad, ya sea en forma total o parcial, es un verdadero estatuto
de cómo debe actuar la persona del incapaz.

- Registración de la sentencia
La sentencia que restrinja la capacidad y los sistemas de apoyo que se designen deben
ser inscriptos en el Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas, debiendo dejar
constancia marginal en la partida de nacimiento de la persona. Este régimen, lo que pretende
es dar publicidad de la sentencia y, a su vez, resguardar los derechos de terceros que
contraten con la persona a la que se le ha restringido su capacidad jurídica.
Una vez que las restricciones sean dejadas sin efecto, o bien modificadas por una
nueva sentencia dictada, se deberá ordenar la inmediata cancelación o inscripción registral,
respectivamente.

- Revisión
La sentencia puede ser revisada en cualquier momento, a instancias del interesado.
Asimismo, se impone al juez la carga de impulsar de oficio la revisión de los términos de
la sentencia en un plazo no mayor a tres años, a partir de la realización de nuevas
evaluaciones interdisciplinarias y tras haber entrevistado nuevamente en forma personal al
interesado; de lo que se desprende el rol activo que se le asigna al juez. En caso de que ello
no ocurra, será el Ministerio Público quien deberá instar a que se lleve a cabo la revisión.
El plazo de los tres años es un plazo máximo; es posible instar su revisión con anterioridad si
las circunstancias del caso así lo aconsejan.
- Cese de la incapacidad
El cese de la incapacidad o de la restricción a la capacidad debe decretarse por el juez que
la declaró, previo examen de un equipo interdisciplinario integrado, que dictamine sobre el
restablecimiento de la persona.
El juez competente para declarar el cese de las restricciones será el mismo que en su
momento las había impuesto.
El juez, ante la solicitud de los legitimados –quienes podrán promover un nuevo
procedimiento para determinar el cese de las restricciones a través del dictado de una nueva
sentencia–, podrá disponer el cese total de las restricciones, o bien, que éste sea sólo sea
parcial, en cuyo caso se podrá ampliar la nómina de actos y funciones que la persona podrá
realizar por sí misma o con asistencia de los apoyos.
En efecto, cuando la sentencia haya sido de incapacidad, en el marco del procedimiento
para el cese se podrá dictar una nueva sentencia: a) que resuelva el cese total y definitivo de
la incapacidad; b) que confirme la situación actual; o c) que convierte la incapacidad en
capacidad restringida, debiendo especificar las restricciones y nombrando el o los apoyos
necesarios.
En cambio, cuando la sentencia haya sido de “capacidad restringida”, la nueva sentencia
podrá: a) resolver el cese total de las restricciones; b) ampliarlo o disminuir la nómina de
actos que la persona podrá realizar por sí sola y si requiere de nuevos apoyos; c) mantener la
situación actual sin modificaciones. (Rivera y Medina, 2014).
De acuerdo a lo dicho anteriormente, sea la sentencia que se dicte deberá inscribirse en el
Registro de Estado Civil y Capacidad de las Personas para la debida oponibilidad a terceros.

- Inhabilitados. Noción. Presupuestos fácticos.


De conformidad al art. 48 del Código Civil y Comercial, podrán ser inhabilitados los
pródigos, es decir aquellos a quienes, por la mala gestión de sus bienes, en el sentido de
dilapidar, malgastar, expongan el patrimonio familiar a que se vea menoscabado.
El mencionado artículo define a la persona del pródigo como aquélla que padece una
alteración funcional permanente o prolongada, física o mental, que, en relación a su edad y
medio social, implica desventajas considerables para su integración familiar, social,
educacional o laboral.
Lo que la ley pretende es justamente proteger al grupo familiar –es decir a las personas
del cónyuge, conviviente, hijos menores de edad o con discapacidad–de la pérdida del
patrimonio, legitimando a promover la inhabilitación al cónyuge, conviviente, ascendientes y
descendientes.
En definitiva, para que proceda la inhabilitación se requiere: personas a quienes proteger
y prodigalidad en la gestión del patrimonio por parte de la persona que se pretende
inhabilitar.

- Efectos de la declaración.
Declarada la inhabilitación, se restringe la capacidad jurídica de la persona, quien ya
no podrá ejercer libremente determinados actos por sí misma. Así, no podrá ejercer actos de
disposición entre vivos, sí los de última voluntad, y para aquéllos requerirá contar con un
apoyo que lo asista. Además de estos actos, el apoyo deberá asistir al inhabilitado en todos
aquellos actos que hayan sido indicados por el juez en su sentencia de inhabilitación.
La figura del apoyo es necesaria a fin de evitar que el inhabilitado realice actos de
otorgamiento que puedan perjudicar la integridad del patrimonio y perjudicar así a las
personas del cónyuge, conviviente e hijos menores o con discapacidad.
El juez, en la sentencia, deberá establecer las condiciones de validez de los actos y la
modalidad de actuación del apoyo, debiendo inscribirse esta sentencia en el Registro de
Estado Civil y Capacidad de las Personas a fin de resguardar a los terceros que contratan con
la persona del inhabilitado.

SUB-EJE TEMATICO 3: PERSONA JURÍDICA


- Noción.
El artículo 141 del Código Civil y Comercial precisa el concepto de persona jurídica.
Dispone que “Son personas jurídicas todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les
confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el cumplimiento de su
objeto y los fines de su creación.”
Así, puede conceptualizarse a la persona jurídica como categoría normativa conformada
por una colectividad de individuos o un conjunto de intereses humanos considerados
intelectivamente como un solo ser con individualidad, o como un centro de imputación con
capacidad para adquirir derechos y contraer obligaciones, y determinar las consecuencias de
las diversas concepciones en el ámbito jurídico(Tagle, 2002).
Según Buteler Cáceres (2000), las personas de existencia ideal son abstracciones que se
originan en la realidad social y representan la posibilidad de los hombres de unir sus
esfuerzos en pos de un fin común; por ello, estos entes se encuentran provistos de
personalidad jurídica y están dotados de capacidad para adquirir derechos y contraer
obligaciones.

- Naturaleza Jurídica
Existieron tres grandes posturas a lo largo de la historia que trataron de descifrar la
naturaleza jurídica de estos entes de existencia ideal; al respecto de las teorías existen
distintas maneras de agruparlas.
Buteler Cáceres (2000), las clasifica o agrupa de la siguiente manera:
a. La teoría de la ficción: elaborada por Savigny, parte de la proposición de que el
derecho subjetivo es un poder que se sustenta en la voluntad moral, por lo tanto, la única
persona que lo puede detentar es la real, la persona física. Pero la realidad demuestra la
necesidad de los hombres de actuar conjuntamente y administrar bienes durante esa
actuación, por lo tanto sólo pueden lograrlo a través de la creación de un ente artificial,
producto de la ficción, al que denomina “sujeto del derecho de bienes”; sin embargo, este
sujeto no tiene voluntad propia, por eso actúan por el mismo las personas físicas que lo
representan.
b. Las teorías negatorias de la personalidad jurídica: estas teorías parten de la base
de que estos sujetos que se unen para lograr sus objetivos no logran crear un sujeto
distinto, por lo tanto ese sujeto no existe; la base para lograr la protección de la ley es
sólo que estos grupos persiguen fines de acuerdo a la solidaridad social. Entre estas
teorías se encuentran las de los patrimonios de afectación y la de la propiedad colectiva.
c. Las teorías realistas: éstas reconocen que el sujeto creado por sus miembros
conforma un ente diferente. Estas teorías a su vez presentan diferentes posturas:
i). Las que se fundan en la voluntad: sostienen que la persona jurídica es un
verdadero ente semejante al organismo de las personas físicas, se basa en una
fantasía que asimila biológicamente y orgánicamente a las personas físicas y jurídicas.
Este grupo a su vez tienen un subgrupo:
ii). La teoría del órgano: este es un concepto que se toma en la actualidad y
reemplaza el concepto de la representación de la persona jurídica por el del órgano de
voluntad de la misma
iii). Las que se basan en los intereses: y sostienen que las personas jurídicas
poseen un interés distinto al de los miembros que las componen, entonces este ente
representa la configuración jurídica legal de ese interés.
iv). La teoría de la institución: de Hauriou, quien sostiene que la persona jurídica es
una institución, es una idea de obra o de empresa que se realiza y dura jurídicamente
en un medio social; para la realización de esta idea, se organiza un poder que le
procura los órganos necesarios. Por otra parte, entre los miembros del grupo social
interesado en la realización de la idea, se producen manifestaciones de comunión
dirigidas por órganos de poder y reglamentadas por procedimientos. El elemento más
importante de toda institución corporativa es la idea de la obra a realizar. Todo cuerpo
constituido lo es por la realización de una obra o de una empresa. La idea de la
empresa es el objeto de la empresa, porque la empresa tiene por objeto realizar la
idea. El segundo elemento de toda institución corporativa es un poder de gobierno
organizado para la realización de la idea de la empresa, y que está a su servicio. Y el
tercer elemento de la institución corporativa, para Hauriou, es la "manifestación de
comunión" de los miembros del cuerpo y también de los órganos de gobierno, tanto en
la idea de la obra a realizar como en los medios a emplear.
Buteler Cáceres adhiere a la concepción realista, destacando que la persona jurídica es
una realidad, pero es tan sólo realidad-idea, realidad que vive en el mundo del
pensamiento jurídico.

- Concepción de la personalidad de las personas jurídicas.


Tal como hemos señalado, cuando hablamos de persona jurídica hacemos referencia a un
ente ideal distinto de los socios que lo componen. Este ente cuenta con capacidad jurídica
plena para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación y, por ende, puede adquirir
compromisos propios frente a los terceros y constituye un centro de imputación distinto del
patrimonio de los socios.
El principio de la personalidad diferenciada está consagrado explícitamente en el art. 143
del código, que establece que la persona jurídica tiene una personalidad jurídica distinta de la
de sus miembros y ellos no responden por las obligaciones contraídas por la persona jurídica,
salvo en los casos previstos en la ley.
Así, se consagra el principio de separación de patrimonios entre la persona jurídica y sus
miembros, que es uno de los ejes rectores de la personalidad de las personas jurídicas. Este
principio opera en relación a los bienes de titularidad de la persona jurídica, que, por ende,
no pertenecen a ninguno ni a todos sus miembros, y en relación a las obligaciones, ya que
ninguno de sus miembros, ni el conjunto de ellos, es responsable por éstas.
Este principio sólo se puede dejar de lado ante circunstancias excepcionales previstas en
el Código Civil y Comercial o en otras leyes especiales o generales, como la Ley 19.550 de
Sociedades o la Ley 24.522 de Concursos y Quiebras.(Rivera y Medina, 2014).
- Inoponibilidad de la personalidad jurídica.
Cuando el accionar de la persona jurídica esté destinada a la consecución de fines ajenos
a la persona jurídica o constituya un recurso para violar la ley, el orden público y la buena fe,
o para frustrar derechos de cualquier persona, procede la inoponibilidad de la persona
jurídica, es decir que, en tales casos, la actuación del ente se imputará directamente a los
socios, asociados, miembros, controlantes directos e indirectos que la hicieron posible,
quienes responderán solidaria e ilimitadamente por los perjuicios causados (art. 144 CCCN).
Es decir que la inoponibilidad de la personalidad jurídica opera en un doble sentido: a) la
imputación diferenciada, esto es, atribuye la actuación al miembro del ente en su propia
persona; b) la limitación de la responsabilidad, debiendo responder el miembro ilimitada y
solidariamente por los daños causados.

- Clasificación
Las personas jurídicas se clasifican en públicas y privadas.
La distinción de las personas jurídicas en públicas y privadas tiene gran interés práctico.
Lloveras de Resk (1995) entiende que son personas jurídicas públicas aquellas que son
titulares de poderes o prerrogativas públicas. Mientras que son personas jurídicas privadas las
que no los poseen, lo cual determina que las personas públicas sean reguladas
principalmente por el derecho público, y que las personas jurídicas privadas lo sean por el
derecho privado respectivo, sobre todo en orden a su creación, organización y
funcionamiento (Lloveras de Resk, 1995, p. 302). Esta afirmación no importa desconocer que
las personas jurídicas públicas pueden desarrollar parte de su actividad en el ámbito del
derecho privado y las personas jurídicas privadas pueden hacerlo en el campo del derecho
público, con lo cual cada una de estas personas se regirá por la rama del derecho que
corresponda a esa actividad.

- Atributos de las personas jurídicas. Noción.


La persona jurídica resulta no sólo una regulación del derecho constitucional de asociarse
con fines útiles y una forma de ejercer libremente una actividad económica, sino que
constituye una realidad jurídica que la ley reconoce como medio técnico para que todo grupo
de individuos pueda realizar el fin lícito que se propone.
Hemos señalado que la persona jurídica tiene personalidad jurídica y que, por ende, posee
atributos: el nombre para individualizarse, el domicilio para determinar la ley aplicable y la
jurisdicción donde puede demandar o ser demandada, la capacidad siempre de derecho y
limitada al objeto para el que se constituyó y el patrimonio, a los fines del cumplimiento de
sus fines.

- Nombre. Régimen legal.


El nombre o razón social es un atributo de las personas jurídicas, toda vez que es
necesario a los fines de su individualización y designación que permita distinguirlas.
De acuerdo a lo normado en el art. 151 del Código, el nombre debe reunir los siguientes
requisitos:
a) aditamento de la forma jurídica utilizada para que los terceros conozcan la
naturaleza y extensión de la responsabilidad, por ejemplo “SRL”, “SA”.
b) cumplir con los recaudos de veracidad, novedad y aptitud distintiva, ello así a los
fines de que se distingan entre las personas jurídicas.
c) no contener términos contrarios a la ley, el orden público o las buenas costumbres.
d) no inducir a error sobre la clase u objeto de la persona jurídica.
e) la inclusión en el nombre de la persona jurídica del nombre de personas humanas
requiere la conformidad de éstas, que se presume si son sus miembros.

- Domicilio y sede social.


El artículo 152 del Código Civil y Comercial regula el atributo domicilio.
En primer lugar, cabe distinguir entre domicilio y sede social. El término “domicilio” remite
a la indicación genérica de la ciudad, localidad o región donde se ha constituido la sociedad,
mientras que el término “sede” alude al lugar geográfico concreto (dirección) donde se ha
instalado la persona jurídica. Por ejemplo, Córdoba capital es el domicilio y Bv. San Juan 710
es la sede.
En el estatuto de las personas jurídicas deberá consignarse obligatoriamente el domicilio y
la sede o dirección, esto es, no sólo la ciudad o localidad sino también la calle, número y
designación de la unidad funcional si la hubiera.
Por otro lado, el precepto establece que la persona jurídica que posee muchos
establecimientos o sucursales tiene su domicilio especial en el lugar de dichos
establecimientos, pero sólo para la ejecución de las obligaciones allí contraídas.
Por último, prevé que, para el caso que se quiera cambiar el domicilio, debe modificarse el
estatuto, y, si se quiere cambiar la sede, puede ser resuelto por el órgano de administración.
Las notificaciones que se realicen en la sede inscripta de la persona jurídica serán
vinculantes, aunque ya no funcione allí, pues lo que se pretende es proteger los derechos de
terceros que contraten con el ente social.

- Patrimonio
El patrimonio constituye un elemento esencial de la persona jurídica; es un atributo y,
consecuentemente, no se concibe la idea de persona jurídica sin patrimonio.
Es por ello que el artículo 154 del código de fondo estatuye: “la persona jurídica debe
tener un patrimonio” Art. 154
Así, el patrimonio comienza a formarse desde el mismo momento en que los socios se
comprometen a realizar aportes y es el conjunto de bienes de la persona jurídica con el cual
la sociedad actúa y afronta el pasivo que lo integra.
Este patrimonio no se confunde con el de los individuos que concurren a conformar el
sustrato material de la entidad.

- Capacidad de derecho.
La capacidad vinculada a las personas jurídicas se refiere sólo a la capacidad de derecho o
aptitud para ser titular de derechos y deberes jurídicos y ejercer por sí o por otros los actos
inherentes a los derechos de los que se es titular. La noción de capacidad de obrar es
absolutamente ajena, pues estos sujetos de derechos siempre actuarán a través de sus
órganos o representantes.
La regla general en materia de capacidad de las personas jurídicas es que tienen
capacidad de derecho para todos los actos y todos los derechos que no les estén
expresamente prohibidos.
Esta capacidad, sin embargo, tiene sus limitaciones en razón del principio de especialidad
y de la naturaleza de las cosas.
a) El principio de la especialidad: significa que las personas jurídicas tienen capacidad
para celebrar aquellos actos inherentes a la finalidad para la que ha sido creadas, es decir
en función de su objeto y su fin. De tal modo, no pueden celebrar actos que nada tengan
que ver con su objeto de creación, pero ello no significa que no puedan ejecutar los que
son convenientes o necesarios para la mejor obtención de aquél.
b) Limitaciones impuestas por la naturaleza de las cosas: las personas jurídicas no
pueden ser titulares

- Representación. Noción. Régimen legal.


Las personas jurídicas desarrollan su actividad por medio de personas físicas que actúan
en su nombre y por su cuenta, de modo tal que su gestión es atribuida a la misma entidad.
Así, las personas jurídicas actúan a través de sus órganos, es decir aquellas personas
autorizadas a manifestar la voluntad del ente y a desarrollar la actividad jurídica necesaria
para la consecución de sus fines.
El artículo 159 establece una pauta general a la cual debe adecuarse la conducta de los
administradores sociales, disponiendo que los administradores deben obrar con lealtad con la
persona que les encarga la función de administrar sus intereses y con diligencia, es decir con
idoneidad, con aptitud profesional para el exitoso desenvolvimiento de la clase de actividad
que constituye el objeto social.
El deber de obrar con lealtad tiene por fundamento la obligación de fidelidad del
mandatario (art. 1324 CCCN), que se extiende a todos los casos de representación de
intereses ajenos, y el deber de buena fe (art. 9 CCCN).
El administrador se debe conducir con la corrección de un hombre honrado, en defensa de
los intereses cuya administración se le ha confiado, por encima de cualquier otra
consideración, evitando obtener un beneficio particular a expensas de la persona jurídica.
Tiene prohibido contratar con ésta, salvo que se trate de contratos referidos a su actividad
ordinaria y en las mismas condiciones en que el ente lo hubiera hecho con terceros. Deberá
abstenerse de intervenir en la toma de decisiones en las que tenga un interés contrario a la
persona jurídica y no podrá competir con ella. (Roitman, 2006).
En efecto, el art. 159 menciona las siguientes reglas de conducta: 1) El administrador no
puede perseguir ni favorecer intereses contrarios a los de la persona jurídica. 2) Si, en
determinada operación, los tuviera por sí o por interpósita persona, debe hacerlo saber a los
demás miembros del órgano de administración o en su caso al órgano de gobierno, y
abstenerse de cualquier intervención relacionada con dicha operación.
En estos supuestos se encuentra comprometido el deber de lealtad, más allá de que se
puedan incorporar situaciones no contempladas normativamente.
El deber del administrador de actuar con diligencia debe examinarse según las
circunstancias de las personas, el tiempo y el lugar, debiendo tenerse en cuenta los
siguientes aspectos: 1) La dimensión de la sociedad. 2) El objeto social. 3) Las funciones
genéricas que le incumben y las específicas que le hubieran confiado. 4) Las circunstancias
en que debió actuar. 5) La aptitud que es común encontrar en personas que administran
negocios similares.

- Responsabilidad civil.
Responsabilidad contractual y extracontractual
La responsabilidad civil por daño, entendida en sentido amplio, incluye tanto la
responsabilidad dimanada del incumplimiento de obligaciones contractuales cuanto la
proveniente de los daños causados por los actos ilícitos obrados por los administradores o
representantes de la persona jurídica.
Así, los administradores y representantes de la persona jurídica son responsables
ilimitada y solidariamente frente a la persona jurídica, sus miembros y terceros, por los daños
causados por su culpa en el ejercicio o con ocasión de sus funciones (arts. 160y 1763 del
CCCN).
Responderán ilimitadamente con todo su patrimonio por los daños que produzcan a la
persona jurídica, pues quien causa un daño debe repararlo, y solidariamente entre los
administradores que faltaren a sus obligaciones de lealtad y diligencia en los casos de
administración plural.
Para que surja la responsabilidad, es necesario que hayan ocasionado un daño
causado ya sea por dolo o culpa, en el ejercicio o con ocasión de sus funciones.
El daño se considera ocasionado en ejercicio de la función cuando existe congruencia
entre el daño y la actuación propia de la esfera de competencia del órgano, cuando es el
resultado directo del desempeño de la función. El daño se causa con ocasión de la función
cuando el hecho que lo produce es extraño por su índole, contenido o naturaleza, a la
actividad propia del órgano de la persona jurídica, aunque mantiene alguna vinculación con
ésta. Es decir, son actos ajenos a la función propiamente dicha, pero que sólo han podido
cometerse por el órgano de la persona jurídica en esa calidad. (Tagle, 2002).
Por último, debemos señalar que la responsabilidad de los administradores respecto a
la persona jurídica es de naturaleza contractual, y es extracontractual respecto de los
terceros. (Rivera y Medina, 2014).

SUB-EJE TEMATICO 4: EL OBJETO DE LA RELACIÓN JURÍDICA PRIVADA

Puesto que las relaciones jurídicas y los derechos subjetivos que ellas contienen son de
diferente naturaleza, el objeto variará según la clase de relación y de derecho subjetivo de
que se trate.
Así, en las relaciones que tienen por contenido los derechos personalísimos o los
derechos humanos, el objeto está dado por las diversas manifestaciones o proyecciones que
integran la personalidad de la persona física, como su honor, libertad, integridad física o
espiritual; en las que tienen por contenido los derechos subjetivos potestativos, el objeto está
dado por el conjunto de deberes y prerrogativas de los padres para la educación y pleno
desarrollo de la personalidad de sus hijos. En las que tienen por contenido los derechos
reales, el objeto es la cosa, objeto material susceptible de valor, sobre las que se ejercen las
facultades o prerrogativas del titular.
Por otro lado, en las relaciones jurídicas que recaen sobre derechos personales o de
crédito, el objeto se proyecta sobre la conducta del deudor, denominada prestación y por
último, en los derechos intelectuales el objeto es la obra científica, literaria o artística, la
expresión de ideas, procedimientos, es decir, el producto del intelecto humano.
En una palabra, objeto de las relaciones jurídicas puede ser: cosas, hechos u objetos
inmateriales. (Tagle, 2002).

- Concepto de bienes y cosas.


De la lectura de los fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial de la
Nación se sigue que se identifica a los bienes con la valoración económica.
Se explica allí que, para este fin, no es determinante si son materiales (cosas) o
inmateriales, porque lo que interesa es que tengan valor, y este elemento es económico y no
afectivo. Así, la noción de bien está estrechamente vinculada al enfoque económico y, por lo
tanto, no podría aplicarse a los bienes ambientales, o al cuerpo, o partes del cadáver.
En relación a las cosas, se las define como los objetos materiales susceptibles de tener un
valor. Desde el punto de vista físico, cosa es todo lo que existe; no sólo los objetos que
pueden ser propiedad del hombre, sino también todo lo que en la naturaleza escapa a esta
apropiación exclusiva: el mar, el aire, el sol, etc. Desde el punto de vista jurídico, esta noción
se ha circunscripto para no abarcar toda la materialidad ni la utilidad, y por ello “debemos
limitar la extensión de esta palabra a todo lo que tiene un valor entre los bienes de los
particulares” Nota del Art. 2311 del CC de VZ.
El artículo 16 del código único prevé que los derechos individuales pueden recaer sobre
bienes susceptibles de valor económico. Los bienes materiales se llaman cosas y las
disposiciones referentes a las cosas son aplicables a la energía y a las fuerzas naturales
susceptibles de ser puestas al servicio del hombre.

- Distintas clasificaciones.
Importancia e interés práctico
El Código Civil y Comercial contiene varias clasificaciones de las cosas consideradas en
sí mismas: a) muebles e inmuebles; b) cosas divisibles e indivisibles; c) cosas principales y
accesorias; d) cosas consumibles y no consumibles; e) cosas fungibles y no fungibles.
La importancia de estas clasificaciones radica en que, según el estatuto que reciba la cosa, el
régimen jurídico que se le aplique variará.

o Así por ejemplo, la distinción entre muebles e inmuebles tiene importancia


desde diferentes aspectos:
a) Por un lado, la determinación de la ley aplicable. Las cosas inmuebles se rigen por
la ley del lugar de su situación (art. 2663 del CCCN), mientras que las cosas muebles
se rigen por el domicilio del demandado si se trata de las cosas que lleva consigo o son
de uso personal, o bien por el lugar de situación de los bienes(arts. 2665 y 2666 del
CCCN).
b) También tiene incidencia en relación al régimen de prescripción adquisitiva, que es
un modo de adquirir el dominio por la continuación de la posesión en forma pública,
pacífica, continua e ininterrumpida durante el tiempo que establece la ley. Así, las
cosas inmuebles se adquieren por la posesión continua de diez años cuando ésta es
con justo título y buena fe (art. 1898 CCCN) o bien, veinte años sin necesidad de título
y buena fe por parte del poseedor (art. 1899 CCCN). Ahora bien, el dominio sobre cosa
mueble se adquiere por la simple posesión de buena fe, salvo que se trate de cosas
muebles hurtadas o perdidas, en cuyo caso el dominio se adquiere por la posesión
continua y de buena fe de dos años (art. 1898).Si no hay justo título y buena fe y se
trata de una cosa mueble registrable, se adquiere si se posee durante diez años (art.
1899).
c) Asimismo, esta clasificación influye en los derechos reales. Así por ejemplo, el
derecho real de propiedad horizontal sólo puede recaer sobre inmuebles (art. 2037),
tal como el derecho de superficie (art. 2114) y el de hipoteca (art. 2205). En tanto, el
derecho real de prenda sólo puede recaer sobre cosas muebles no registrables o
créditos instrumentados (art. 2219).

o En relación a la división de cosas fungibles y no fungibles, habrá contratos como


el de locación, en virtud del cual se entrega a otra persona el uso y goce
temporario de una cosa a cambio del pago de un precio en dinero (art. 1187);el
alquiler o arrendamiento deberá recaer sobre una cosa no fungible, es decir
sobre una cosa que conserve su individualidad, pues la persona que recibe una
cosa para usarla estará obligada al término del contrato a restituir la misma
cosa que le fue entregada y no otra. Lo mismo sucede en el comodato, acerca
del cual, el art. 1533 expresamente establece “hay comodato si una parte se
obliga a entregar a otra una cosa no fungible, mueble o inmueble, para que se
sirva gratuitamente de ella y restituya la misma cosa recibida” Art. 1533.
Mientras que el contrato de mutuo, por ejemplo, sólo puede recaer sobre cosas
fungibles, pues el mutuario, al término del contrato, no estará obligado a devolver lo mismo
que recibió sino igual cantidad de cosas de la misma calidad y especie (art. 1525).

o La distinción entre cosas consumibles y no consumibles tiene importancia


debido a que determinados contratos sólo pueden tener por objeto a las
primeras y otros únicamente a las segundas, como el mutuo y el comodato,
respectivamente.
Además, la distinción es importante en materia de derechos reales, pues el usufructo
sólo puede recaer sobre cosas no consumibles, puesto que el usufructuario y el usuario
pueden usar y gozar de la cosa ajena sin alterar su sustancia

o La clasificación entre cosas divisibles y no divisibles tiene importancia pues, al


dividirse un condominio o la partición de una herencia, sólo las
- Criterios de distinción.
El Código Civil y Comercial realiza una clasificación de las cosas:
a) Cosas consideradas en sí mismas; distingue inmuebles y muebles, cosas fungibles y
no fungibles, cosas principales y accesorias, cosas consumibles y no consumibles,
frutos y productos, entre otros.
b) Bienes con relación a las personas; distingue los bienes pertenecientes al dominio
público, al dominio privado del Estado y los bienes de los particulares.
c) Bienes con relación a los derechos de incidencia colectiva; relativizando los derechos
individuales en función de la protección de los derechos de incidencia colectiva.

Inmuebles y muebles. Distintas clases.


Los artículos225 y 226 del Código Civil y Comercial determinan qué debe entenderse
por inmuebles y el art. 227, por muebles.

- Art. 225: Inmuebles por su naturaleza. Son inmuebles por su naturaleza el suelo, las
cosas incorporadas a él de una manera orgánica y las que se encuentran bajo el suelo
sin el hecho del hombre. Art. 225
- Art. 226: Inmuebles por accesión. Son inmuebles por accesión las cosas muebles que
se encuentran inmovilizadas por su adhesión física al suelo, con carácter perdurable.
En este caso, los muebles forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto de
un derecho separado sin la voluntad del propietario.
No se consideran inmuebles por accesión las cosas afectadas a la explotación del
inmueble o a la actividad del propietario. Art. 226
Así, son inmuebles por su naturaleza: el suelo, es decir la corteza terrestre, lo
incorporado orgánicamente a él, como los vegetales, y lo que está debajo de él, es decir los
árboles, ríos, minerales enterrados, etc.
Son inmuebles por accesión: las cosas muebles que se encuentran inmovilizadas
por su adhesión física al suelo con carácter de perdurabilidad, como son todas las clases de
construcciones, casas, edificios, obras de infraestructuras en general. Las cosas muebles que
se incorporan de manera permanente a todas estas construcciones, como las estufas de una
casa, las ventanas de un edificio, las barandas, etc. son también inmuebles por accesión,
mientras permanezcan en esa condición (Rivera y Medina, 2014).
El precepto mencionado (art. 226) establece la regla general de que “los muebles
forman un todo con el inmueble y no pueden ser objeto de un derecho separado sin la
voluntad”, por lo que, celebrado un negocio jurídico sobre el inmueble, todo lo que esté en él,
adherido e inmovilizado con carácter perdurable, forma parte de la contratación, salvo
acuerdo en contrario.
Ahora bien, no se consideran inmuebles por accesión las cosas que se adhieren
transitoriamente al suelo (una carpa), ni las afectadas a la explotación del inmueble o a la
actividad del propietario, como ser las semillas puestas intencionalmente por el dueño del
inmueble, o los utensilios o máquinas de labranza, los animales puestos para el cultivo, entre
otros.
- Art. 227: “Cosas muebles. Son cosas muebles las que pueden desplazarse por sí
mismas o por una fuerza externa”.5
Este concepto engloba las cosas que pueden transportarse fácilmente de un lugar a otro,
movidas ya por una influencia extraña, como son los automóviles, o por sí mismas, como son
los animales que se denominan semovientes.

- Cosas divisibles y no divisibles.


En cuanto a las primeras, según el art. 228:
Cosas divisibles. Son cosas divisibles las que pueden ser divididas en
porciones reales sin ser destruidas, cada de las cuales forma un todo
homogéneo y análogo tanto a las otras partes como a la cosa misma.
Las cosas no pueden ser divididas si su fraccionamiento convierte en
antieconómico su uso y aprovechamiento. En materia de inmuebles, la
reglamentación del fraccionamiento parcelario corresponde a las autoridades
locales.6

Así las cosas, para que una cosa sea divisible deben darse los siguientes presupuestos:
- Que la cosa pueda dividirse de hecho.
- Que las cosas obtenidas formen un todo homogéneo.
- Que sean análogas a las demás partes y a toda la cosa.

Todas estas particularidades deben presentarse conjuntamente, pues, de lo contrario,


podría llegarse a conclusiones desacertadas, como sostener que un automóvil es divisible
pues se pueden separar el volante, las ruedas, las puertas y esos objetos forman un todo
homogéneo. Pero falta el requisito de que sean análogas en todas las partes ya toda la cosa,
por lo que no es una cosa divisible.
Son cosas divisibles el dinero, en general los granos, los líquidos; y no son divisibles, por
ejemplo, los libros. (Rivera y Medina, 2014, p. 507).
Ahora bien, las cosas no podrán ser divididas, aunque se den todos los requisitos
desarrollados anteriormente, si su división convierte en antieconómico su uso. Esto puede
ocurrir con una colección de monedas, por ejemplo, o con la división de la tierra en parcelas
que impidan su adecuado aprovechamiento (en tal caso, ello dependerá de las características
del suelo, pues puede influir, para determinar si es divisible o no, cuán fértil sea la tierra o la
extensión del terreno el clima).
Es por ello que, en materia de inmuebles, la reglamentación del fraccionamiento
parcelario les corresponde a las autoridades locales, pues es un problema de política
económica agraria.

- Cosas consumibles y no consumibles


Dispone el art. 231:
Cosas consumibles. Son cosas consumibles aquellas cuya existencia termina
con el primer uso. Son cosas no consumibles las que no dejan de existir por el
primer uso que de ellas se hace, aunque sean susceptibles de consumirse o
deteriorarse después de algún tiempo. Art. 231

Así pues, existen dos clases de cosas consumibles:


a) Las cosas que se extinguen con el uso que de ellas se haga, como los
alimentos.
b) Las que dejan de existir para su propietario, como el dinero.

Las cosas no consumibles no se extinguen con el primer uso, aunque puedan consumirse o
deteriorarse por el uso más o menos prolongado, como los muebles de una casa, la
vestimenta, etc.

- Frutos y productos.
Dispone el art. 233:
Frutos y productos. Frutos son los objetos que un bien produce, de modo
renovable, sin que se altere o disminuya su sustancia.
Frutos naturales son las producciones espontáneas de la naturaleza.
Frutos industriales son los que se producen por la industria del hombre o la
cultura de la tierra.
Frutos civiles son las rentas que la cosa produce.
Las remuneraciones del trabajo se asimilan a los frutos civiles.
Productos son los objetos no renovables que separados o sacados de la cosa
alteran o disminuyen su sustancia.
Los frutos naturales o industriales y los productos forman un todo con la cosa, si
no son separados. Art. 233

Los frutos y los productos: son cosas que produce la cosa, pero entre ambas
categorías existen diferencias sustanciales: a) los frutos se producen y
reproducen en forma periódica y regular; los productos no se reproducen; b) la
extracción de los frutos no altera ni disminuye la sustancia de la cosa, que
continúa siendo la misma; la extracción de los productos, por el contrario, trae
como consecuencia la extinción paulatina de la cosa (Tagle, 2002, p. 67).

Por ejemplo, una vaca produce leche como fruto y carne como producto.
La norma clasifica los frutos en:
Frutos naturales: son los que la cosa produce espontáneamente, como las crías de ganado,
la leche de los animales.
Frutos industriales: son los que se producen por la industria del hombre o de la cultura de
la tierra, como ser la soja o el trigo que se obtienen de una cosecha.
Frutos civiles: las rentas de una cosa, como el alquiler de un inmueble.

Por último, debe señalarse que los frutos naturales e industriales y los productos no
son accesorios de la cosa, sino que forman un todo con ella mientras estén unidos, pero, una
vez separados, adquieren existencia propia e independiente y deben ser considerados cosas
principales.

- El patrimonio. Definición. Caracteres.

El patrimonio constituye una unidad jurídica compuesta por elementos singulares que lo
integran, los cuales pueden ingresar o egresar, aumentar o disminuir o aun ser nulos, sin que
el patrimonio deje de ser tal.
El patrimonio como universalidad jurídica está integrado por los bienes materiales (cosas),
inmateriales (prestaciones, derechos) y por las relaciones jurídicas y derechos que se ejercen
sobre ellos, existiendo acuerdo en que integran la categoría de derechos patrimoniales: los
derechos crediticios, reales, y de propiedad intelectual (Rivera y Medina, 2014).

El patrimonio, conjunto de bienes susceptibles de valoración económica del que es titular


la persona, junto con las cargas que lo gravan, responde al concepto de patrimonio general,
al que se contrapone el de los patrimonios especiales, conjunto de bienes afectados a un fin
determinado y sometidos a un régimen especial.

El patrimonio general presenta los siguientes caracteres:


Es único e indivisible: la persona no puede ser titular de más de un patrimonio
general.
Es inalienable e intransmisible: no puede ser enajenado ni transmitido en su
totalidad como unidad.
Es idéntico a sí mismo: las variaciones en los elementos singulares que lo componen
no alteran al patrimonio como unidad o universalidad jurídica.

Por otro lado, los patrimonios especiales son conjuntos de bienes que están
afectados a un fin determinado y sujetos a un especial régimen legal. En cuanto a sus
caracteres, podemos decir:
Su existencia depende de la ley: la voluntad del titular de los bienes no es suficiente
por sí sola para crear un patrimonio especial, sino que se trata de supuestos previstos por la
ley.
Está sujeto a un régimen legal especial: el patrimonio especial es independiente
del patrimonio general, los bienes que lo integran sólo responden por determinadas deudas.
(Tagle, 2014).
Podemos citar, como ejemplos de patrimonios especiales, el patrimonio de la sociedad,
el patrimonio del causante mientras se mantiene separado del patrimonio de los herederos, el
patrimonio del emancipado constituido por los bienes recibidos a título gratuito, el patrimonio
del declarado presuntamente fallecido durante el período de prenotación, entre otros.

- Vivienda. Concepto.
Los fundamentos del anteproyecto del Código Civil y Comercial de la Nación, refieren en
relación a este instituto:
El derecho de acceso a la vivienda es un derecho humano reconocido en diversos
tratados internacionales. Esto justifica que se dedique un Capítulo especial para la
vivienda; el régimen proyectado sustituye al del bien de familia de la ley 14.394. Las
modificaciones son importantes, en tanto: (a) se autoriza la constitución del bien de
familia a favor del titular del dominio sin familia, atendiendo a la situación, cada vez
más frecuente, de la persona que vive sola; se permite que el bien de familia sea
constituido por todos los condóminos, aunque no sean parientes ni cónyuges; (b) la
afectación también puede ser decidida por el juez, a petición de parte, en la resolución
que atribuye la vivienda en el juicio de divorcio o en el que resuelve las cuestiones
relativas a la conclusión de la convivencia, si hay beneficiarios incapaces o con
capacidad restringida; c) se amplía la lista de los beneficiarios al conviviente; (d) se
prevé expresamente la subrogación real, reclamada por la doctrina y recogida en
diversos pronunciamientos judiciales, que permite adquirir una nueva vivienda y
mantener la afectación, así como extender la protección a la indemnización que
provenga del seguro o de la expropiación; (e) se resuelven problemas discutidos en la
doctrina, los cuales son: la situación de la quiebra, adoptándose el criterio según el
cual el activo liquidado pertenece sólo a los acreedores anteriores a la afectación, y si
hay remanente se entrega al propietario; la admisión de la retroprioridad registral, en
tanto se remite a las normas de la ley registral que así lo autorizan; la inoponibilidad a
los créditos por expensas en la propiedad horizontal y a los créditos alimentarios,
etcétera. Fundamentos del anteproyecto del CCCN

El régimen legal de protección de la vivienda, regulado en el art. 244 del CCCN, tiene
un alcance amplio, pues no sólo protege la vivienda donde reside la familia, sino también la
persona individual.
La característica fundamental de este régimen es que, una vez afectada la vivienda e
inscripta en el Registro de la Propiedad, la misma se torna inembargable e inejecutable por
deudas que contraiga su titular, aun en caso de concurso o quiebra e independientemente de
cuál sea la causa de la obligación, si ésta es posterior a la afectación.

- Régimen de afectación: presupuestos fácticos.


De acuerdo al art. 244 del código unificado, puede afectarse un inmueble destinado a
vivienda por su totalidad o hasta una parte de su valor. Es decir que la ley permite una
protección parcial a quien posee un inmueble de gran valor, lo que, por un lado, asegura la
vivienda y, por otro, evita el abuso que significa proteger la vida lujosa del deudor mientras
su acreedor no puede cobrar lo que es legítimamente debido.
Por otro lado, tampoco puede afectarse más de un inmueble, por lo que, si alguien es
propietario único de dos o más inmuebles, debe optar por la subsistencia de uno solo dentro
del plazo que fije la autoridad de aplicación, so pena de considerar afectado el constituido en
primer término.

SUB-EJE TEMATICO 5: LA CAUSA FUENTE DEL ACTO JURÍDICO

- Hecho jurídico. Concepto.


Definición de causa eficiente de los derechos
Además de las ideas cardinales de sujeto y objeto de las relaciones jurídicas, tenemos
también otra noción cuya importancia procuraremos destacar: la causa eficiente, en virtud
de la cual las relaciones jurídicas nacen, se modifican, transforman, transmiten o extinguen.
Los hechos jurídicos son todos los acontecimientos que, según el ordenamiento
jurídico, producen el nacimiento, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas
(art. 257 CCCN).
Cuando nos referimos a los hechos jurídicos como causa eficiente, debe entenderse
que el suceso o acontecimiento está previsto de antemano por la ley, para que, según las
circunstancias y siempre que se reúnan los requisitos que impone una determinada norma,
produzca efectos jurídicos.
Por ejemplo, el nacimiento con vida es causa eficiente porque, luego de que se produce, el
ser humano adquiere automáticamente, con carácter definitivo e irrevocable, la personalidad
jurídica.
En el Código Civil y Comercial se encuentran regulados en el Título IV del Libro I, Parte
General; en este título se trata con gran extensión la teoría de los hechos y actos jurídicos.
Los hechos jurídicos se clasifican en hechos externos o naturales y hechos
humanos. Los primeros son aquellos en los que no interviene para nada la conducta
humana, como el nacimiento, la muerte, la destrucción natural de una cosa, el derrumbe de
un edificio por un terremoto, etc. Estos, si bien son hechos en los que no intervino la
voluntad del hombre, son jurídicos en tanto producen consecuencias para el derecho.
Los hechos jurídicos humanos son voluntarios o involuntarios. Se considera
que son voluntarios si son realizados con discernimiento (capacidad general de razonar, de
conocer, que aumenta a medida que el sujeto crece o madura), intención (la posibilidad de
dirigir la voluntad hacia lo querido o deseado sobre la base del discernimiento) y libertad (la
posibilidad de movimiento, libertad física, y la posibilidad de decidir sin presión externa,
libertad moral). Los hechos involuntarios, son los ejecutados sin discernimiento o sin
intención o sin libertad y no producen obligaciones salvo que causaran daño en otro y se
enriqueciera con ello el autor del hecho; la obligación se producirá según la medida de ese
enriquecimiento.
Los hechos voluntarios, a su vez, se dividen en lícitos e ilícitos, según sean
conformes o contrarios a la ley. Los hechos voluntarios ilícitos pueden ser: delitos (se supone
la intención de causar un daño) o cuasidelitos (se causa el daño aunque no haya habido
intención; es por culpa: imprudencia, negligencia o impericia), y los lícitos son los actos
jurídicos y pueden ser los simples actos lícitos.
Diferencia entre simple acto lícito y acto jurídico
El artículo 258 del código único define al simple acto lícito “como la acción voluntaria
no prohibida por la ley, de la que resulta alguna adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas” Art. 258; mientras que el art. 259 del mismo cuerpo legal
brinda el concepto de acto jurídico y refiere que “es el acto voluntario lícito que tiene por
fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.”20
Así las cosas, la principal diferencia entre ambos es que el simple acto lícito no tiene
por fin inmediato crear, modificar o extinguir relaciones o situaciones jurídicas, sino que, por
el contrario, carece de este fin inmediato y sus efectos jurídicos se darán prescindiendo de la
voluntad del agente y por la simple circunstancia de haberse colocado en la situación prevista
por la norma como supuesto de hecho. Por ejemplo, el que hace reparaciones urgentes en la
propiedad de un amigo ausente no tiene en miras (o sea, no tiene por fin inmediato) entablar
una relación jurídica (el arreglo de una casa), sino simplemente prevenir un perjuicio
patrimonial al amigo ausente. La ley es entonces la que establece, más allá de la intención de
esta persona, que el beneficiado por esa reparación debe indemnizar al amigo benefactor y
dentro de la medida del beneficio que obtuvo por los gastos hechos por su amigo.
Por su parte, los actos jurídicos tienen por fin inmediato adquirir, modificar, extinguir
relaciones o situaciones jurídicas. Es decir que el acto jurídico es el acto de autonomía
privada mediante el cual simplemente se persigue un fin práctico autorizado por el
ordenamiento.
Ahora bien, ¿para qué determinar la distinción entre actos jurídicos y simples
actos lícitos? Ello así, por el régimen aplicable. En efecto, si estamos frente a una categoría
como la de los simples actos lícitos, que producirá efectos por designio legal y con
independencia del querer del sujeto, no serían entonces aplicables las normas del Código en
materia de elementos, vicios e ineficacia de los actos jurídicos, quedando cada acto regido
por lo que se disponga en cada hipótesis. Esto nos lleva a señalar otra distinción entre el acto
jurídico y el simple acto lícito: el primero siempre es voluntario, mientras que el segundo es
indiferente que lo sea, requiriéndose cuanto mucho que el sujeto cuente con discernimiento.
(Rivera y Medina, 2014).

- Voluntad jurídica. Concepto.

La voluntad individual apreciada en el mundo de las relaciones jurídicas juega un papel


fundamental.
Así, Buteler Cáceres (2000) explica que, si partimos de los atributos de las personas y,
dentro de ello, de la capacidad, se advierte que la voluntad o la aptitud de voluntad es el
presupuesto primario, indispensable de la capacidad de hecho.
Asimismo, señala que, si se tiene en cuenta el domicilio, dentro de éste se encuentra el
real o voluntario, el que se constituye por la voluntad soberana de una persona capaz, en
cuanto esté materializada de un modo concreto.
En relación a los contratos, hay contrato cuando dos o más partes manifiestan su
consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones jurídicas
patrimoniales (art. 957 CCCN).
En definitiva, lo que quiere poner de manifiesto el mencionado autor es que la voluntad
individual, mirada en sí misma y a través de su ejercicio efectivo, a través de su declaración y
condicionada de antemano por la ley, es el factor predominante destinado a reglar las
relaciones jurídicas de carácter privado.

Enunciación de los elementos internos y externos


El artículo 260 del Código Civil y Comercial prevé “Acto voluntario. El acto voluntario
es el ejecutado con discernimiento, intención y libertad, que se manifiesta por un hecho
exterior”.5
Los actos voluntarios son aquellos ejecutados con discernimiento, intención y
libertad, presupuestos estos que integran el elemento moral o interno del acto voluntario,
además del elemento material o externo, que es la manifestación de la voluntad.
Cada elemento interno, como se verá, puede verse obstado por determinadas circunstancias
como la minoridad, la declaración de incapacidad o vicios, o el error, dolo o violencia, que
afectarán a uno o varios de esos elementos, ocasionando la involuntariedad del acto.

- El discernimiento. Concepto.
Elementos Internos. El discernimiento
El discernimiento se refiere a la aptitud general de conocer, es decir, a la madurez
intelectual para razonar, comprender y valorar el acto y sus consecuencias. Se trata, en
definitiva, de tener una conciencia cabal de nuestras propias acciones, de su conveniencia e
inconveniencia, de su bondad o maldad, de su licitud o ilicitud (Buteler Cáceres, 2000).
Esta aptitud depende del grado de madurez que se haya alcanzado y puede faltar por la edad
o por cuestiones de salud mental.
El discernimiento debe ser distinguido de la capacidad pues, en tanto el primero es una
cualidad o aptitud natural del sujeto de conocer, razonar y comprender, la capacidad es la
cualidad o aptitud jurídica de obrar, de ejercer actos válidos. En una palabra, se puede tener
discernimiento y ser sin embargo incapaz, como c los menores mayores de diez años que,
conforme la ley (art. 261, inc. “b”del CCCN), poseen discernimiento para ejecutar actos ilícitos
y por ende son responsables de sus consecuencias, y sin embargo son incapaces de obrar,
por lo que no pueden celebrar actos jurídicos válidos por sí mismos (Tagle, 2002).

- Causas obstativas del discernimiento.


El artículo 261 del código único reza
Acto involuntario. Es involuntario por falta de discernimiento:
a) el acto de quien, al momento de realizarlo, está privado de la razón;
b) el acto ilícito de la persona menor de edad que no hay cumplido diez años;
c) el acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin
perjuicio de lo establecido en disposiciones especiales. Art. 261

Tal como hemos señalado anteriormente, el discernimiento es uno de los elementos


necesarios para que exis
ta voluntad jurídica, por lo que la ausencia de éste conlleva la involuntariedad del acto.
La falta de discernimiento determina la falta de aptitud del sujeto para hacer uso de la
autonomía privada y no se produce a raíz de vicio alguno sino por una circunstancia inherente
a la aptitud intelectual general del sujeto.
Las causas que obstan el discernimiento pueden agruparse en dos grandes
grupos: aquellas que presuponen un desenvolvimiento insuficiente de la inteligencia
(minoridad, en tanto inmadurez; puntos “b” y “c”) y las que importan considerar que el sujeto
no estaba en pleno uso de sus facultades intelectuales al realizar el acto (privación de la
razón, punto “a”).
Respecto a la privación de razón, ésta puede ser de dos clases según la falta de razón
refleje alguna clase de patología más o menos permanente o bien un oscurecimiento del
intelecto temporal o accidental y sólo relacionado con el acto en cuestión; circunstancias que
incidirán en los extremos a acreditar en un eventual juicio y, todo ello, debiendo tener en
cuenta los alcances concretos de la inhabilidad del sujeto en caso de que hubiera sido objeto
de una declaración (Rivera y Medina, 2014).
En relación a la edad, debe señalarse que, de acuerdo al sistema que adopta el
Código Civil y Comercial, según el cual se presume, sin admitir prueba en contrario, que las
personas obran con discernimiento a partir de determinadas edades, éstas deben ser capaces
de distinguir entre actos lícitos y actos ilícitos.
En el caso de actos ilícitos, la ley ha entendido que el ser humano capta antes la
noción de lo bueno y de lo malo que la apreciación de lo que para él puede ser conveniente o
inconveniente y, por ello, presume, sin admitir prueba en contrario, que los menores mayores
de diez años tienen discernimiento para ejecutar actos ilícitos y por ende habrán de
responder por sus consecuencias, es decir que responderán civilmente con su propio
patrimonio. Esto, sin perjuicio de la responsabilidad de los padres y del derecho de repetición
que, en razón de este discernimiento, estos tienen contra sus hijos (art. 1754 CCCN).
En cambio, respecto de los actos lícitos, la ley considera que se tiene discernimiento
desde los trece años, pero no para todos los actos, sino sólo para que aquellos que la ley
expresamente les permite realizar, como ser: la persona adolescente de entre trece y
dieciséis años puede tomar decisiones respecto de aquellos tratamientos que no resultan
invasivos; a partir de los dieciséis años, el adolescente puede tomar decisiones sobre el
cuidado del propio cuerpo (art. 26 CCCN); puede ejercer profesión si ha obtenido título
habilitante aunque sea menor de edad (art. 30 CCCN).

- La intención. Concepto.
Se ha definido la intención como el discernimiento aplicado al acto concreto de que se
trata. Es representarse los motivos determinantes de la acción y tener conocimiento concreto
del estado de casos (Buteler Cáceres, 2000).
Aun cuando haya discernimiento, puede faltar la intención. Ya veremos, más adelante,
que pueden concurrir vicios como el error o la ignorancia o bien el dolo y en ese caso faltará
la intención. Pero, a la inversa, la intención presupone siempre el discernimiento, ya que no
se puede concebir intención sin discernimiento (Buteler Cáceres, 2000).
En una palabra, es la conciencia plena y cabal del acto de los alcances de un acto
determinado.

- La libertad. Concepto. Elemento externo. Vicios de los actos voluntarios.

La libertad consiste en el imperio de sí, en la posibilidad de elección sin coacción, en la


determinación propia, la independencia de la voluntad. Consiste en la posibilidad de elegir
entre distintas opciones sin presiones de ninguna naturaleza.
Este concepto comprende dos aspectos: la libertad física y la libertad moral o libre
albedrío.
Así, la libertad moral es la espontaneidad en la determinación adoptada por la persona,
sin ningún influjo extraño que pueda torcerla o desvirtuarla.
La libertad física es el poder material de hacer lo que de antemano se ha resuelto hacer, o
bien, abstenerse de hacer lo que de antemano se ha resuelto no hacer.

- Elemento externo
La manifestación de la voluntad. Noción
Tal como hemos señalado anteriormente, la voluntad jurídica debe manifestarse a
través de un hecho exterior. Esta exigencia luce razonable, dado que, de no existir alguna
exteriorización, el mero suceso interno no puede ser valorado por el ordenamiento. Es decir
que una voluntad no manifestada no es de interés para el derecho, ya que, sin
exteriorización, no sólo no puede haber hecho voluntario, sino tampoco involuntario: a los
efectos legales, en ambos casos no habría modificación alguna susceptible de ser
aprehendida por el derecho (Rivera y Medina, 2014).
Ahora debemos preguntarnos: ¿qué sucede en aquellos casos en los que la
voluntad interna no coincide con la declarada?
Es importante, como se ha sostenido anteriormente, que los elementos internos y el
elemento externo se sumen para lograr efectos en el mundo del derecho. Sin embargo,
puede haber falta de coincidencia; por ejemplo, cuando se expresa algo que no se tiene la
intención de expresar, algo diferente a lo querido. En estos casos se plantean cuestiones
relativas a la posibilidad de que esos actos sean válidos y, además, a los criterios de
interpretación que se deben utilizar para determinar qué es lo correcto, si lo que se quiso o lo
que se manifestó. Respecto de este dilema se han planteado teorías que trataron de dar
respuesta y que son explicadas con gran claridad por Tagle (2002).
Señala la mencionada autora que, en la doctrina jurídica moderna, el problema de la
divergencia es resuelto por dos teorías opuestas: la teoría de la voluntad y la teoría de la
declaración.
- La teoría de la voluntad, también conocida como teoría francesa, expuesta
originariamente por el alemán Savigny, considera que el efecto jurídico se produce
por consecuencia de la voluntad interna y no por la declaración que de ella se hace. Es
decir que, para este teoría, el elemento importante es el elemento interno o voluntad
real, en tanto que la declaración o elemento externo no es más que el medio de dar a
conocer la voluntad real, por lo que, en caso de divergencia, debe darse preeminencia
a la intención efectiva del agente.
- Por otro lado, la teoría de la declaración, o teoría alemana, sostiene que la voluntad
interna carece de relevancia jurídica puesto que no es conocida por el derecho sino a
través de sus manifestaciones exteriores, por lo que sólo la declaración de voluntad
tiene valor y merece respeto.
- En otro orden de ideas se encuentran las teorías intermedias, que advierten que,
llevadas a sus extremos, la teoría de la voluntad real y la de la declaración resultan
inaceptables; la primera porque protege exclusivamente el interés del autor de la
declaración, dándole la posibilidad de impugnarla cuando no coincide con la voluntad
interna, lo que atenta contra la seguridad jurídica. La segunda, a la inversa, lesiona el
principio de autonomía de la voluntad sobre el que se construye toda la teoría del acto
jurídico.

De tal modo, las teorías intermedias, partiendo de uno u otro punto, elaboran soluciones
que combinan la necesidad de respetar la real intención de las partes con la seguridad y
confianza que deben prevalecer en las relaciones jurídicas. Así, la teoría de la
responsabilidad considera que debe respetarse la voluntad interna, a menos que la
divergencia entre la manifestación y la voluntad real sea producto de la negligencia del
declarante, en cuyo caso, éste deberá soportar las consecuencias. Por otro lado, la teoría de
la confianza afirma que la declaración debe prevalecer sobre la voluntad interna cuando
haya suscitado legítima expectativa en el destinatario, y siempre que éste no haya obrado
culposamente al no poner la debida atención que le habría permitido captar los elementos
objetivos que indicaban la falta de voluntad.
Ahora bien, descrito el debate, debemos preguntarnos ¿qué ocurre en el Código Civil
y Comercial Argentino?
Si bien nuestro Código no contiene precepto alguno que expresamente establezca cómo
debe resolverse la cuestión, diversas disposiciones demuestran que se ha acogido como
principio rector la doctrina de la voluntad, haciendo predominar la voluntad real del agente
sobre la declaración. Esto se evidencia en la reglamentación de la teoría general del acto
voluntario, en la recepción de la teoría general de los vicios de la voluntad, en la
consagración del respeto al principio de la autonomía de la voluntad que importa la facultad
de los particulares de reglar sus relaciones jurídicas.
Sin embargo, este principio de respeto a la voluntad interna se encuentra atenuado en
diversas disposiciones particulares, en resguardo del valor seguridad en el tráfico jurídico, y
tienen eficacia ciertas declaraciones de la voluntad no obstante su discordancia con el íntimo
querer del sujeto que las realiza.
Así, por ejemplo, en diversas normas, la ley hace prevalecer la buena fe, la confianza o
la responsabilidad a fin de proteger al destinatario de la declaración. Ello sucede en la
adopción del error reconocible (arts. 265 y 266), en la preeminencia de la buena fe en el
ejercicio de los derechos –como en la ejecución e interpretación de las relaciones jurídicas
(arts. 9, 10) –, así como en el no amparo del dolo recíproco (art. 272) ni de la simulación
dirigida a perjudicar terceros (Arts. 333 y 334). (Rivera y Medina, 2015).

Los diversos modos de manifestación de la voluntad


El elemento externo es la declaración de voluntad, la conducta por la cual el sujeto
exterioriza o manifiesta su voluntad. A este elemento alude el art. 262 del Código Civil y
Comercial “Manifestación de la voluntad. Los actos pueden exteriorizarse oralmente, por
escrito, por signos inequívocos o por la ejecución de un hecho material”. Art. 262
Este precepto contempla la manifestación de la voluntad expresa, que se da
cuando hay un signo exterior sensible emitido por el declarante con el único objeto de dar a
conocer su voluntad concreta.
Esta declaración positiva puede concretarse a través de:
a) Manifestación verbal. La manifestación de la voluntad por medio de la palabra
hablada, si bien es un medio que traduce exactamente la voluntad interna del emisor,
tiene el inconveniente de que éste puede más tarde negar o alterar lo dicho, haciendo
muy difícil probar su existencia, por lo que sólo se utiliza en actos de menor
importancia.
b) Manifestación escrita. Ésta se traduce en la exteriorización de la voluntad en un
cuerpo de escritura que contiene la voluntad de quien la emite. Es la que mayores
garantías ofrece, ya que da certeza plena, pudiendo estar contenida en instrumento
público o privado. Es la más conveniente sin dudas, pues, al quedar consagrada por
escrito, adquiere fijeza y por ende otorga seguridad, ya que facilita la prueba de la
declaración de voluntad.
c) Manifestación por signos. Esta declaración consiste en la utilización de gestos o
actitudes dirigidos a otro u otros respecto de determinados objetos, permitiendo lograr
un significado único e inconfundible. Es decir, hay una actitud física del sujeto que no
deja lugar a dudas sobre su voluntad interna. Por ejemplo, quien levanta la mano en
un remate para hacer una postura, o quien levanta la mano en la votación de una
asamblea.
d) La última parte del artículo alude a “hechos materiales”; aquí salimos, sin embargo,
del campo de las declaraciones para pasar al de la mera manifestación, con lo cual se
ingresa al terreno de la exteriorización tácita de la voluntad (Rivera y Medina, 2014, p.
602).

- Vicios de los actos voluntarios.


Al tratar los vicios de la voluntad resulta necesario recordar la definición de voluntad
jurídica según la cual: es la voluntad sana y manifestada que genera, modifica, transforma o
extingue relaciones o situaciones jurídicas.
Esta voluntad, tal como señalamos anteriormente, está condicionada por la trinidad de:
discernimiento, intención y libertad.
Ya dijimos que el discernimiento es la aptitud general de conocer, la facultad de discurrir,
es tener conocimiento pleno de las consecuencias de los actos.
Respecto del discernimiento, éste existe o no en caso de que hayan causas obstativas,
pero no es pasible de vicios.
En cambio, en relación a los otros dos elementos, intención y libertad, sí pueden concurrir
vicios. Así, respecto a la intención, pueden afectarla los vicios de error o ignorancia o el vicio
del dolo. En estos casos, no habrá intención. Y, respecto de la libertad, pueden concurrir la
fuerza irresistible o la intimidación.

- El error. Noción.
El primero de los vicios que afecta la intención es el error, y consiste en un conocimiento
inexacto de la realidad. Es el falso conocimiento o la falsa noción acerca de alguno de los
elementos de las circunstancias vinculadas al acto que se ejecuta o a su régimen legal.
Cabe distinguir entre error de derecho y error de hecho, según el falso conocimiento
se dé respecto de una norma jurídica aplicable a una determinada situación o relación jurídica
o se le dé un alcance distinto; o sobre las circunstancias o elementos fácticos que hacen al
negocio o relación jurídica de que se trate.
También se distingue entre error espontáneo o provocado, según la persona haya
cometido la falsa noción por ella misma o haya sido inducida a la falsa creencia. Y entre
error esencial o accidental: el primero es el que recae sobre la naturaleza del acto, su
objeto, la causa principal, las cualidades sustanciales de la cosa o la persona del otro
contratante; el segundo es el que recae sobre algún accesorio de la cosa. Finalmente, el error
puede ser excusable o inexcusable, según haya habido culpa o no del agente en el yerro
(Rivera y Medina, 2014).

- Error de derecho. Concepto. Caracteres.


El error de derecho consiste en desconocer la existencia o contenido de una norma
jurídica, o interpretar su significado de una manera distinta a la real, o hacer una aplicación
inexacta de esa norma a una situación jurídica que no la regula, o atribuir a un hecho o una
situación jurídica una calificación jurídica incorrecta, o suponer en vigor una norma
inexistente. En una palabra, es la defectuosa imputación de las consecuencias jurídicas
vinculadas a una determinada relación o negocio, en razón de una falsa noción sobre el
alcance, sentido y significación de la ley (Tagle, 2002).
El artículo 8 del Código Civil y Comercial dispone “Principio de inexcusabilidad. La
ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su cumplimiento, si la excepción no está
autorizada por el ordenamiento jurídico”. Art. 8
De este modo, el precepto establece el principio general de que nadie, so pretexto
de ignorancia, podrá impedir la fuerza obligatoria de la ley o eludir las sanciones o
responsabilidades que la ley impone en razón de nuestros propios actos. Ello así, pues, si a
cada uno le fuese permitido aducir el desconocimiento de las leyes para eludir las
consecuencias que emanan de sus prescripciones (para sustraerse de las obligaciones que la
ley impone), estaríamos ante un verdadero caos jurídico, pues ningún derecho podría
subsistir y no habría seguridad jurídica.
Ahora bien, este principio no es absolutamente rígido, ya que puede ceder ante
excepciones que contemple el ordenamiento jurídico; así también cuando, por una
interpretación judicial, se pueda hacer mérito de las situaciones de vulnerabilidad.

- Error de hecho. Concepto. Caracteres.


El error de hecho, tal como ya referimos, es la falsa noción que recae sobre los
elementos o circunstancias fácticas vinculadas al negocio o a la relación jurídica de que se
trate. Éste puede recaer en el contenido o presupuesto del acto, así como en la identidad de
las personas, en la naturaleza o características de las cosas o los hechos materiales
constitutivos de la conducta.
El error de hecho que vicia la voluntad debe ser espontáneo y esencial, ello de acuerdo lo
prescribe el art. 265 del código único, que prevé “Error de hecho. El error de hecho esencial
vicia la voluntad y causa la nulidad del acto. Si el acto es bilateral o unilateral recepticio, el
error debe, además, ser reconocible por el destinatario para causar la nulidad”. Art. 265
Así las cosas, para que el error de hecho pueda ser invocado por quien lo ha
sufrido, debe tratarse de un error esencial, espontáneo y además reconocible.
El error es esencial si recae sobre la naturaleza del acto, sobre un bien o un hecho
diverso o de distinta especie que el que se pretendió designar, o una calidad, extensión o
suma diversa a la querida; sobre la cualidad sustancial del bien que haya sido determinante
de la voluntad jurídica según la apreciación común o las circunstancias del caso; sobre los
motivos personales relevantes que hayan sido incorporados expresa o tácitamente; sobre la
persona con la cual se celebró o a la cual se refiere el acto si ella fue determinante para su
Celebración (art. 267 del CCCN); en una palabra, sobre los aspectos primordiales del acto.
El error es espontáneo si se ha cometido por una falsa noción de la persona misma y
no porque la otra parte del negocio jurídico la indujo a error, pues sería un error provocado.
Es reconocible cuando el destinatario de la declaración lo pudo conocer según la
naturaleza del acto, las circunstancias de persona, tiempo y lugar (art. 266 del CCCN). El
error debe ser reconocible en los actos jurídicos bilaterales –por ejemplo el contrato– y en los
actos unilaterales recepticios, en los que la declaración va dirigida a otra persona y, una vez
conocida por ella, comienza a producir efectos (por ejemplo una oferta contractual, una
notificación de la cesión del deudor cedido).
Este requisito de la reconocibilidad significa que cada persona debe comportarse
diligentemente, y sólo se habilita la anulación del acto a favor del emisor cuando el yerro
tendría que haber sido conocido por el receptor de haber actuado con diligencia. Es decir que
lo que hay que determinar es si la persona afectada por la declaración del que yerra estuvo o
no en condiciones de percibir que el emisor se había equivocado y, en consecuencia, de
haberle advertido, ya que, de ser efectivamente así y no haberlo hecho, sería anulable el acto
por haber actuado de mala fe.
Lo que la ley pretende es que ambas partes sean diligentes al celebrar un negocio y
leales la una con la otra: al emisor se le exige que no declare cualquier cosa sin medir las
expectativas que genera y al receptor, que, de percibir que se está incurriendo en error, se lo
advierta a la otra parte para que pueda rectificar, so pena de poder incurrir en reticencia
dolosa (art. 271 CCCN). (Rivera y Medina, 2014).
En una palabra, que sea reconocible por el destinatario de la declaración implica que,
si ella no conoció el error ni lo pudo conocer actuando con una normal diligencia, el acto
viciado por error y, por ende, involuntario, produce la plenitud de sus efectos.

- Clases de error. Efectos.


Hemos puesto de relieve anteriormente que hay distintas clases de error.
Así, tenemos por un lado la gran distinción entre error de hecho y error de derecho;
tal como señalamos, el primero recae sobre los elementos o circunstancias fácticas vinculadas
al negocio o a la relación jurídica de que se trate, sobre el dato de hecho, contenido o
presupuesto del acto, sobre la identidad de las personas; mientras que el error de derecho
consiste en desconocer la existencia o contenido de una norma jurídica o interpretar su
significado de una manera distinta a la real o hacer una aplicación inexacta.
Ahora bien, dentro del error de hecho caben dos categorías: error esencial y error
accidental.
El error esencial, regulado en el art. 267 del Código Civil y Comercial, es el que afecta
los aspectos primordiales del acto. El precepto contempla distintos supuestos.

a) Error en la naturaleza del acto: es aquel que recae sobre la especie jurídica del
acto que se celebra, produciéndose una divergencia o falta de concordancia entre la
declaración o comportamiento de una de las partes y la representación de lo declarado o
actuado. Por ejemplo, cuando alguien presta algo a quien entiende que se lo están
regalando.
b) Error sobre el objeto: este error se produce cuando el sujeto cree celebrar un
negocio jurídico respecto de un determinado objeto o de un determinado hecho y, en
realidad, se trata de una cosa o hecho distinto. Puede afectar la individualidad de la cosa,
por ejemplo: creo estar comprando un terreno en un determinado lugar y lo estoy
comprando en otro; en su especie: por ejemplo, en una venta de granos, el vendedor ha
entendido que se trata de cebada y el comprador de trigo; error sobre la cantidad,
extensión o suma, este error de cantidad no debe consistir en un mero error en el
cálculo.
c) Error en la sustancia: debe entenderse por sustancia o cualidades sustanciales de
una cosa, todas las partes y todas las propiedades de una cosa, sin las cuales dejaría de
ser lo que ella es. Es decir, no sólo debe tratarse de una cualidad de la cosa sino que esa
cualidad se ha tenido en mira al contratar, es decir, no debe ser accidental. En una
palabra, habrá que ver en cada caso cuáles son las cualidades esenciales de la cosa, que
son aquellas que las partes esperaron encontrar en el objeto adquirido y que fueron
especialmente tenidas en cuenta, como también el supuesto de que, sin esas cualidades,
el acto no se habría celebrado, cuestión que debe ser apreciada conforme a las
circunstancias del caso.
d) Error en la causa: se trata del error que recae sobre el elemento moral, es decir, el
motivo interno que ha inclinado a ejecutar el acto. Al pertenecer al fuero interno de cada
sujeto, los motivos sólo pueden llevar a una anulación cuando surjan expresa o
implícitamente del acto, ya que, de lo contrario, se estaría perjudicando a la otra parte,
que no tiene forma de conocer lo que pensaba el otro. Así, quien compra un automóvil
creyendo por error que el suyo no tiene arreglo no podría, una vez advertido de la
realidad de las cosas, demandar la nulidad del acto, ya que se trata de motivos ajenos al
vendedor.
e) Error en la persona: el error sobre la persona es aquel que recae sobre alguno de los
sujetos o partes del negocio, ya sea respecto de la identidad de uno de ellos o de sus
cualidades. Este error es causa de nulidad solamente cuando la consideración de la
persona ha sido causa determinante para su celebración, como la donación hecha a una
persona a quien se toma por otra, o en las obligaciones intuito personae; pero no es
causa de nulidad cuando la persona del contratante es indiferente, como en el caso de un
prestamista, vendedor o locador.

Por otro lado, el art. 270 del Código prevé el error en la declaración y el error en la
transmisión. El primero consiste en que lo querido queda desvirtuado en su manifestación
externa por distracción, apresuramiento o inadvertencia. Esta categoría tiene dos variantes:
la primera, cuando hay una divergencia entre la voluntad interna y la declaración, que puede
darse al haber escrito algo incorrecto (lapsus calami) o empleado palabras no queridas
(lapsus linguae), por ejemplo, si escribo “compro” cuando, en realidad, quiero decir “vendo”.
La segunda variante se da cuando ni siquiera tenía la intención de manifestar algo, por
ejemplo: si alguien ingresa a una sala de remate y levanta la mano para saludar, y se
interpreta que está ofertando.
El error en la transmisión se origina en una persona distinta del emisor que, encargada
de trasmitir la declaración de voluntad del sujeto dueño del negocio jurídico, la expresa
desvirtuándola. Ambos errores, tanto en la declaración como en la transmisión, pueden
referirse a cualquiera de los casos de error esencial y, por ende, invalidar el acto. (Rivera y
Medina, 2014).
Por último, es dable señalar que el error de hecho esencial y reconocible es el que justifica
la nulidad del acto y por ende pueden ser invocados por quien lo ha sufrido a fin de que se
deje sin efecto el acto celebrado, pues se ha viciado la voluntad o, más precisamente, el
elemento interno “intención”.
Ahora bien, si la otra persona afectada por el acto acepta realizarlo en la manera en que
la entendió el otro, el error en la práctica desaparece y el negocio deviene exactamente lo
que la víctima del yerro pensaba celebrar desde un principio. Así las cosas, desaparecido el
error, desaparece la causa que da origen a la anulación y el consecuente derecho a
reclamarla por parte de quien antes se veía afectado, todo ello de conformidad al art. 269 del
código único.
Por otro lado, está el error accidental, que es el que recae sobre las cualidades no
sustanciales de las cosas o sobre los motivos no determinantes del acto, por lo que no
acarrea la nulidad.
El artículo 268 del Código Civil y Comercial prevé “Error de cálculo. El error de cálculo no da
lugar a la nulidad del acto, sino solamente a su rectificación, excepto que sea determinante
del consentimiento”. Art. 268.
El error de cálculo es un tipo de error accidental que se da cuando, en el acto, se
establecen las bases para fijar el precio, pero se realiza mal el cálculo para fijarlo, se
adicionan mal las cuotas que integran el saldo del precio, etc. En la práctica, este error no
invalida el negocio jurídico, pues del acto mismo se puede llegar a la voluntad real y
determinar que es un error. Esto es así siempre que no fuera determinante del
consentimiento, pues en ese caso se convertiría en error esencial y habilitaría a la nulidad del
acto (Rivera y Medina, 2014).

- El dolo.
La palabra dolo tiene en derecho distintas acepciones: a) como elemento intencional del
acto ilícito, es la intención o propósito de causar un daño; b) en el ámbito obligacional, el
dolo es la deliberada intención de no cumplir pudiendo hacerlo y c) como vicio de la voluntad,
en tanto interviene en la formación del acto jurídico, consiste en maniobras engañosas
empleadas por una de las partes para inducir a la otra a celebrar un determinado acto
jurídico.

- Dolo esencial e incidental. Efectos.


El artículo 272 del Código prevé “Dolo esencial. El dolo es esencial y causa la nulidad del
acto si es grave, es determinante de la voluntad, causa un daño importante y no ha habido
dolo por ambas partes” Art. 272
De tal modo, el dolo esencial es el que ha sido causa determinante, causa eficiente del
consentimiento del engañado para la celebración del acto y puede ser invocado para anularlo.
Para determinar si el dolo es esencial, habrá que verificar que se reúnan los cuatro requisitos
que fija el precepto:
Que sea grave: la gravedad del dolo alude a la entidad del engaño, astucia o ardid. La
conducta o maniobra empleada debe ser apta para inducir a engaño a una persona que pone
la diligencia necesaria en los asuntos, calidad que ha de ser evaluada en función de las
circunstancias y condiciones personales del sujeto engañado.
Debe ser determinante de la voluntad: ello es así cuando, de no haber mediado el
engaño, el sujeto no hubiere celebrado el negocio jurídico. Ésta es la principal diferencia con
el dolo incidental que seguidamente veremos.
Debe probar un daño importante: el artículo no sólo requiere que la víctima haya
sufrido un daño, sino que éste haya sido de relevancia, con cierta significación para la
persona que lo sufre, pero no sólo de significación económica, pues puede tratarse de un
daño moral. (Tagle, 2002).
Ausencia de dolo de ambas partes: quien obra con dolo no puede pretender que
se anule el acto alegando el cometido en su perjuicio por la otra parte. Ello así, pues se trata
de una exigencia negativa, cuyo fundamento radica en la regla de que nadie puede alegar la
propia torpeza. Además, se trata de un deber moral que deben presidir las relaciones entre
las personas, por ello “quien juega sucio no tiene derecho a exigir juego limpio” (Rivera y
Medina, 2014, p. 626).
Por su parte, el dolo incidental es aquel en el que le faltan uno o más requisitos que
exige el art. 272 para que el dolo sea apto para actuar como vicio. El dolo incidental no
afecta la celebración del acto, sino sus condiciones. Es decir, la parte que lo sufre lo habría
celebrado aun de no haber mediado el engaño, aunque en condiciones distintas; por ende,
no es causa de invalidez del acto, aunque quien lo comete debe resarcir los daños causados
de conformidad al art. 275 del Código Civil y Comercial.

Finalmente, debemos señalar que el dolo esencial y el dolo incidental pueden ser
directos, si es cometido por una de las partes del acto jurídico, su dependiente o
representante; o indirecto, si proviene de la conducta de un tercero ajeno a la relación de
que se trata para beneficiar a alguna de las partes. Una y otra clase de dolo afectan la validez
del acto (art. 274 del CCCN).
- La violencia. Noción.

La libertad como tercer requisito de la voluntad es aquélla que permite autodeterminarse sin
influencias mayores a las habituales. Precisamente, la violencia importaría una influencia
superior a la tolerable: consiste en ejercer coerción sobre una persona para obligarla a
realizar un acto.
Nuestro Código emplea los términos “fuerza irresistible” e “intimidación” para referirse
a la violencia como vicio de la voluntad que excluye la libertad. Así, la violencia en términos
jurídicos es la coerción que por distintos medios se emplea sobre una persona para obligarla
a ejecutar un acto que no estaba dispuesta realizar. La violencia se presenta en dos formas
diferentes: la fuerza irresistible, que tiene lugar cuando se excluye la voluntad mediante el
empleo de una presión física irresistible o de malos tratamientos corporales; o bien, la
intimidación o amenazas que inspiran en la víctima el temor fundado de sufrir un mal
inminente y grave que suprime su libertad en el obrar.

- Clases. Efectos.
El artículo 276 del Código Civil y Comercial prevé:
Fuerza e intimidación. La fuerza irresistible y las amenazas que generan el
temor de sufrir un mal grave e inminente que no se pueden contrarrestar o
evitar en la persona o bienes de la parte o de un tercero, causan la nulidad del
acto. La relevancia de las amenazas debe ser juzgada teniendo en cuenta la
situación del amenazado y las demás circunstancias del caso. Art. 276
Así, de acuerdo al precepto mencionado, la violencia se puede ejercer a través de dos
modalidades: la fuerza irresistible y las amenazas o intimidación.

Por otro lado, tenemos la violencia moral o intimidación, que consiste en inspirar
temor por medio de amenazas para infundir miedo, alterando el ánimo y la libertad de obrar
para que el amenazado ceda en perjuicio de sus propios intereses.
Estas amenazas deben ser graves, es decir, deben tener aptitud para crear el temor
racionalmente fundado, lo que se valorará de acuerdo a la situación del amenazado y las
demás circunstancias del caso (art. 276 del CCCN).
La gravedad se valorará teniendo en cuenta los bienes jurídicos –que pueden ser de
naturaleza patrimonial o no; la vida, la salud, la honra, la reputación, la intimidad, etc.– del
propio amenazado, así como de cualquier otro sujeto en tanto y en cuanto se demuestren
aptos para alterar la conducta del afectado.
Asimismo, el mal amenazado ha de ser inminente, no necesariamente presente o
actual, pero sí de realización en un lapso más o menos próximo, de modo que no pueda
evitarse a tiempo ni reclamarse el auxilio de la autoridad pública para impedir la amenaza o
defenderse de ella.
Sin embargo, es menester atribuir al término de “inminente” un significado más
amplio, pues, en ocasiones, el factor tiempo carece ciertamente de relevancia.
La amenaza puede recaer sobre cuestiones que el amenazado no quiere revelar
(deshonra por la revelación de hechos inmorales, intimidades indicativas de hechos de esa
naturaleza) o situaciones en que las características de las amenazas obstan a que la persona
se decida a recurrir a la autoridad pública o adoptar otro tipo de medidas para
contrarrestarlas. En definitiva, lo relevante no es siempre la temporalidad próxima, sino la
convicción de la dificultad o imposibilidad para contrarrestarlas o evitarlas.
Aunque la ley no lo diga expresamente, la violencia, en cualquiera de sus modalidades,
debe haber sido la causa determinante de la ejecución del acto, pues, si el sujeto, por otros
motivos, igualmente lo habría celebrado, no puede considerare que el vicio de violencia haya
excluido la voluntariedad.
Tanto la fuerza irresistible como las amenazas pueden provenir de una de las partes
del acto o de un tercero (art. 277 del CCCN) y el autor debe reparar los daños (art. 278 del
CCCN).
A diferencia de lo que ocurre con el dolo, la existencia de daños no es un
requisito para que se configure el vicio de violencia. Sin embargo, en la práctica
al ser un ataque a la integridad de la persona, la violencia siempre apareja un
daño al menos de naturaleza moral.
Quien deberá resarcir será la parte del acto o el tercero autor de la violencia;
ahora bien, si proviene de un tercero, pero ésta era conocida por la otra parte,
se le atribuye la condición de cómplice y responde solidariamente, aun cuando
hubiera tomado conocimiento a posteriori y guardara silencio al respecto (Rivera
y Medina, 2014, p. 638).
SUB-EJE TEMATICO 6: LOS ACTOS JURÍDICOS
- Definición. Elementos esenciales y accidentales.

El artículo 259 del Código Civil y Comercial define al acto jurídico en los siguientes
términos: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas”. Art. 259
Así, dentro de las clasificaciones y sub-clasificaciones en las que se funda el Código, tal
como hemos señalado en el Módulo 3, el acto jurídico se presenta como un hecho humano –
acto–voluntario y lícito que tiene además la particularidad de tener por fin inmediato la
adquisición, modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.
De tal definición se advierten los caracteres que presenta el acto jurídico:
1) Es un acto voluntario: el acto jurídico es en esencia un acto voluntario, es decir
ejecutado con discernimiento, intención y libertad. Esta voluntad interna debe traducirse
en una acción material que la dé a conocer.
2) Acto lícito: el acto jurídico debe ser conforme a los preceptos del derecho, pues no
podría concebirse que el ordenamiento tutelara actos contrarios al ordenamiento mismo.
De modo que, cuando aparece en sus elementos lo contrario a la ley, al orden público o a
las buenas costumbres, la ilicitud se comunica a todo el acto que, en consecuencia, es
inválido.
3) El fin jurídico inmediato: el fin jurídico es la realización de un interés que la ley
considera digno de tutela, característica sobresaliente del acto jurídico porque en ella se
manifiesta el aspecto funcional del negocio jurídico como instrumento destinado a cumplir
una función económico-social. Este aspecto funcional es el que permite distinguir el acto
jurídico de otros actos que, siendo voluntarios y lícitos, no son actos jurídicos, ya que la
voluntad no está encaminada a establecer relaciones jurídicas, o no tiene por objeto
inmediato la producción de efectos jurídicos (Tagle, 2002).

- Elementos esenciales y accidentales.


En relación al sujeto: voluntad, capacidad, parte otorgante y representante
En la estructura del acto jurídico se distingue el contenido que lo integra, conformado
por las reglas establecidas por los sujetos en ejercicio de la autonomía privada, de los
elementos que concurren a formarlo. Estos últimos son los elementos esenciales que, por ser
tales, constituyen el negocio jurídico. Ellos son: los sujetos, el objeto, la causa y la forma.
Diferentes personas o sujetos pueden intervenir en el otorgamiento de un acto jurídico, por lo
que corresponde distinguir entre partes, otorgantes y representantes.
Las partes: son las personas o sujetos que, con la declaración de voluntad, ejercen
una prerrogativa jurídica que les es propia, por repercutir directamente en su esfera de
interés patrimonial o extrapatrimonial. Es decir, son los sujetos a quienes se imputan las
relaciones jurídicas que el acto tiene por fin establecer, aquellos cuyos derechos se crean,
modifican, transfieren, extinguen, etc.
Los otorgantes: son quienes intervienen en la celebración de un acto emitiendo la
declaración de voluntad que conforma su contenido. Generalmente, quien otorga el acto es la
parte, pero en muchas ocasiones ocurre que quien otorga el acto no es la parte, sino otro
sujeto que obra en su representación.
Los representantes: son quienes, en virtud de una autorización legal o convencional,
emiten una declaración de voluntad en nombre, por cuenta y en interés de otra, denominada
representado. Según la naturaleza de la autorización para obrar en nombre de otro, los
representantes son legales o voluntarios.
Ahora bien, la validez del acto jurídico en relación a los sujetos depende de dos
requisitos: a) la capacidad; b) la voluntariedad.

La exigencia de la capacidad supone la aptitud para ejercer por sí mismos actos


jurídicos válidos –capacidad de ejercicio– por lo que, tratándose de una persona menor de
edad, el acto será válido cuando se trate de aquél que la ley autoriza otorgar (por ejemplo, el
supuesto de que el adolescente puede decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no
resulten invasivos ni comprometan su salud o provoquen un riesgo grave en su vida o
integridad física).
En cuanto a la voluntariedad, supone que el sujeto haya obrado con discernimiento,
intención y libertad, debiendo concurrir los tres elementos integrantes de la trinidad que
condiciona la voluntariedad de los actos.

- Elementos accidentales
Las modalidades. Enumeración
Se denominan modalidades o elementos accidentales del acto jurídico aquellas
disposiciones accesorias introducidas por las partes, que modifican los efectos normales del
tipo legal, subordinando a un acontecimiento futuro la adquisición de un derecho o la
resolución de un derecho ya adquirido, postergando su exigibilidad, o imponiendo un deber
jurídico excepcional y accesorio al adquirente de un derecho.
Las modalidades que las partes, de conformidad a la autonomía de la voluntad,
pueden introducir a los actos jurídicos son: a) condición; b) plazo; c) cargo.

a) Condición
El artículo 343 del CCCN establece:
Alcance y especies. Se denomina condición a la cláusula de los actos jurídicos, por la
cual las partes subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho futuro e incierto.
Las disposiciones de este capítulo son aplicables, en cuanto fueran compatibles, a la
cláusula por la cual las partes sujetan la adquisición o extinción de un derecho a
hechos presentes o pasados ignorados.

b) Plazo
El plazo es “la fijación en el tiempo del momento a partir del cual el acto jurídico
comenzará a producir efectos, o dejará de producirlos” (Bustamante Alsina, 2005, p.
228). El plazo es la modalidad de los actos jurídicos por la cual las partes subordinan, a
un acontecimiento que es futuro pero que fatalmente se ha de producir, la exigibilidad
o la aniquilación de los derechos. El hecho previsto como plazo debe reunir los
siguientes caracteres: a) ha de ser un hecho futuro, b) ha de ser un hecho fatal.

En este sentido, tanto el plazo como la condición refieren a un hecho futuro, aunque, a
diferencia de la condición, en la que el suceso es contingente (es decir que no se sabe si se
va a producir), en el plazo, el acontecimiento debe fatalmente ocurrir.

c) Cargo.
El artículo 354 dispone:
Cargo. Especies. Presunción. El cargo es una obligación accesoria impuesta al
adquirente de un derecho. No impide los efectos del acto, excepto que su
cumplimiento se haya previsto como condición suspensiva, ni los resuelve, excepto que
su cumplimiento se haya estipulado como condición resolutoria. En caso de duda se
entiende que tal condición no existe.

- Instrumentos

- Vicios de los actos jurídicos.


Definición y fundamento
La buena fe es un principio general del derecho (art. 9 del CCCN) que veda el ejercicio
abusivo de los derechos y sustenta nuestro ordenamiento jurídico positivo. Como derivación
de este principio, se impone a los sujetos el deber de actuar de manera leal, recta, honesta,
con una actitud de cooperación y generación de confianza en las propias declaraciones.
La buena fe es un requisito indispensable para la validez del acto jurídico y, por ende,
cuando falta (como ocurre en los casos de la simulación, del fraude, de la lesión) concurre un
vicio que lo invalida.
De este modo, los vicios de los actos jurídicos son defectos, imperfecciones o
anomalías susceptibles de provocar la ineficacia del negocio, por atentar contra la licitud, la
buena fe o perjudicar los intereses de terceros.
Son vicios propios de los actos jurídicos la lesión, la simulación y el fraude.

- La lesión. Concepto.

El Libro Primero, Título IV del CCCN, Capítulo 6, da tratamiento a los denominados vicios
de los actos jurídicos: lesión, simulación y fraude. Así, la Sección 1ª desarrolla la llamada
“lesión subjetiva-objetiva”.
El artículo 332 dispone:
Lesión. Puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando
una de las partes explotando la necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra,
obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada
y sin justificación. Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación
en caso de notable desproporción de las prestaciones.
Los cálculos deben hacerse según valores al tiempo del acto y la desproporción debe
subsistir en el momento de la demanda.
El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo del
convenio, pero la primera de estas acciones se debe transformar en acción de reajuste
si éste es ofrecido por el demandado al contestar la demanda.
Sólo el lesionado o sus herederos pueden ejercer la acción.

El vicio de lesión queda configurado cuando una de las partes, explotando la


necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra, obtuviere por medio de un acto
jurídico una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación.
El fundamento de la norma está dado, por un lado, por la existencia de la voluntad
viciada en el sujeto pasivo; por el otro, por el principio de buena fe que debe primar en todo
convenio. Es decir que debe haber equidad entre las prestaciones recíprocas, por lo que la
ventaja de un contratante sobre el otro, en razón de la explotación de la situación jurídica de
inferioridad del primero sobre el segundo, constituye una conducta reprochable por el
derecho.

- Presupuestos de procedencia.
Para que se configure la figura de la “lesión subjetiva-objetiva”, es necesario que
concurran: a) la grave desproporción en las prestaciones que debe existir al momento de la
celebración del negocio jurídico –elemento objetivo–y b) el elemento subjetivo, que es la
explotación por parte del beneficiario de la “necesidad”, “debilidad síquica” o “inexperiencia”
del lesionado.

El elemento objetivo
En relación al primer presupuesto, es decir “la ventaja patrimonial evidentemente
desproporcionada y sin justificación”, éste debe ser concomitante a la celebración del negocio
y la desarmonía entre las prestaciones debe ser “notable”, “evidente” a la época en que el
negocio tuvo nacimiento y no surgir con posterioridad por acontecimientos ajenos a la
voluntad de las partes y que no eran previsibles al tiempo de celebrarse el acto, pues en tal
caso, se podrá revisar el negocio por aplicación de la cláusula rebus sic statibus (López Mesa,
2008).
Además, se exige que esa ventaja excesiva se obtenga sin justificación, lo que implica
efectuar una indagación acerca de la causa fin del negocio, pues, si quien celebró el negocio
pretendió efectuar una liberalidad, dicho acto jurídico escapará a la teoría de la lesión.
Por último, “la desproporción debe subsistir en el momento de la demanda”, lo que
resulta lógico en razón del axioma “el interés es la medida de la acción”; por ende, si, al
momento de entablarse la acción, las prestaciones por diversas circunstancias se tornaron
equivalentes, desaparece el interés jurídicamente protegido para promoverla.

El elemento subjetivo
Por otro lado, en lo atinente al elemento subjetivo, deben coexistir dos presupuestos
que incluso aparecen en sujetos distintos: la necesidad, debilidad síquica o inexperiencia en el
lesionado, y el aprovechamiento de esa situación de inferioridad por parte del lesionante o
sujeto activo.
a) Necesidad: esta noción se asocia a la de escasez o privación y comprende un
estado carencial que puede ser material y también espiritual. Es decir, significa falta de
las cosas que son menester para la conservación de la vida, lo que traduce una
situación de angustia y agobio derivada de la falta de medios elementales para
subsistir, de lo imprescindible o necesario, teniendo en cuenta las circunstancias
propias de cada persona.
b) Debilidad síquica: se trata de trastornos síquicos de conducta que, por razones
ajenas a la voluntad de quien los padece, lo colocan en una situación de inferioridad.
Esta cuestión deberá ser ponderada en cada caso, teniendo en cuenta las concretas
aptitudes del sujeto.
c) Inexperiencia: importa la falta de conocimientos que tiene el sujeto respecto del
acto en el momento de su celebración. El término resulta de difícil delimitación, por
cuanto la inexperiencia debe referirse concretamente al acto de que se trate y del que
se sigue el perjuicio por las prestaciones inequivalentes.

Y el otro recaudo que hace al elemento subjetivo es el aprovechamiento o


explotación por parte del lesionante, que constituye un acto de mala fe de parte de él, que
presupone la intención de obtener una ventaja desproporcionada, ya que el estado de
inferioridad no basta por sí solo para nulificar o modificar el acto jurídico.

- Acciones del lesionado. Efectos.


El vicio de lesión subjetiva origina en cabeza del lesionado o sus herederos dos acciones.
Ninguna otra persona puede ejercer esta acción; ello resulta así del art. 332 del Código Civil y
Comercial. Es decir que los sucesores singulares no pueden accionar por acto entre vivos,
porque la acción es de carácter personalísima. La intransmisibilidad se funda en que la parte
lesionada es la única que puede saber si se dan las circunstancias subjetivas necesarias para
la configuración del vicio de lesión.
Así, los legitimados activos tendrán la posibilidad de entablar, tanto por vía de acción
como de excepción, la nulidad (“nulidad relativa” en los términos de los arts. 386 y 388 del
Código Civil y Comercial, que más adelante veremos) como la modificación del acto lesivo, es
decir, un reajuste equitativo del convenio. Si el lesionado opta por esta segunda opción, el
litigio queda “trabado” en ese aspecto y el demandado no puede reconvenir por nulidad.
Ahora bien, en el caso de que el lesionante demande por nulidad, el demandado puede, al
contestar la demanda, modificar dicho reclamo en acción de reajuste, si ofrece suprimir la
desproporción de las prestaciones.

- La simulación. Concepto. Elementos. Clases.


El vicio de simulación, se encuentra definido en el art. 333 del Código Civil y Comercial,
que dispone:
Caracterización. La simulación tiene lugar cuando se encubre el carácter jurídico de
un acto bajo la apariencia de otro, o cuando el acto contiene cláusulas que no son
sinceras, o fechas que no son verdaderas, o cuando por él se constituyen o transmiten
derechos o personas interpuestas, que no son aquellas para quienes en realidad se
constituyen o transmiten. Art. 333.
Así, se define la simulación como el acto que, por acuerdo de partes, se celebra
exteriorizando una declaración recepticia no verdadera para engañar a terceros, sea que ésta
carezca de todo contenido, o bien, que esconda uno verdadero diferente al declarado. (López
Mesa, 2008).
Es decir, hay simulación cuando los contratantes crean, con su declaración, sólo la
apariencia exterior de un contrato del que no quieren los efectos, o cuando crean la
apariencia exterior de un contrato diverso del querido por ellos.

Elementos del negocio simulado:


Los elementos del negocio simulado son: a) la declaración deliberadamente
disconforme con la verdadera intención de las partes; b) el acuerdo de partes sobre la falsa
declaración y c) el propósito de engañar a terceros.
a) El primer recaudo supone que la disconformidad entre la voluntad interna y la
declarada por las partes es intencional, no es producto del error, sino que es querida y
conocida por ambas partes. En otras palabras, en el acuerdo simulatorio, la voluntad
interna y declarada coinciden; las partes, de común acuerdo, producen la apariencia
externa de un negocio jurídico ficticio para engañar a terceros, sin pretender dar lugar
al efecto jurídico de dicho negocio.
b) El segundo presupuesto supone la conformidad de todos los otorgantes del acto en
el negocio simulado sobre la disconformidad entre lo querido y lo declarado, y se
caracteriza por el querer común de no atribuir al acto aparente efectos vinculatorios.
c) Por último, la acción de simulación requiere el propósito de engañar, que no
necesariamente implica ocasionar un perjuicio jurídico a terceros (porque su causa
puede ser inocua, en cuyo caso estaremos en presencia de una simulación lícita) o
bien, puede sí implicarlo, es decir puede existir el fin de defraudar a terceros –quienes
desconocen que el acto es falso–o el de ocultar una violencia legal.

Por último, debe señalarse que la enumeración de los supuestos de negocio simulado
que realiza el artículo 333 del CCCN es meramente ejemplificativa.

- Clases de simulación.
Por un lado, tenemos la simulación absoluta y relativa.
La simulación absoluta tiene lugar cuando se celebra un acto jurídico que nada tiene de
real; el acto es completamente ficticio, irreal. Es decir, las partes no quieren en realidad
celebrar ningún negocio jurídico, sino que quieren modificar la apariencia de una disminución
del activo o un amento ficticio del pasivo de una de las partes, en perjuicio de los acreedores;
aunque a veces puede ser una simulación lícita.
En la simulación relativa, las partes encubren la verdadera naturaleza del acto, es decir,
se disimula lo que verdaderamente es. Esta simulación puede versar sobre: la naturaleza,
cuando “se encubre el carácter jurídico de un acto bajo la apariencia de otro” Art. 333, por
ejemplo: una donación bajo el ropaje jurídico de una compraventa; sobre “cláusulas que no
son sinceras” Art. 333, por ejemplo: se expresa un precio que no es el real; o bien,sobre
“fechas que no son verdaderas” Art. 333.
Por otro lado, la simulación se clasifica en lícita e ilícita, que tendrá que ver con la causa
determinante que dio origen al acto.
Tal como hemos explicado, la simulación importa necesariamente un acuerdo entre
quienes celebran el negocio jurídico, consistente en el concierto para producir una
declaración de voluntad diferente de la voluntad real, y ello obedece a una razón
determinante que se conoce como causa simulandi.
La causa simulandi es el interés que induce a las partes a dar apariencia a un negocio
jurídico que no existe, o a presentarlo en forma distinta de lo que verdaderamente es. Esta
razón que tuvieron para celebrar el negocio aparente puede ser perfectamente inocente o
bien perjudicial a terceros, lo que reviste fundamental importancia para distinguir la
simulación lícita de la ilícita.
La simulación ilícita se verifica cuando el negocio jurídico tiene como fin perjudicar a
terceros o quebrantar el ordenamiento jurídico, hipótesis, ésta última, en que se habla de
“fraude a la ley”. Este tipo de simulación causa la nulidad –relativa–del acto ostensible.
Por su parte, la simulación es lícita cuando el negocio simulado no es ilícito ni perjudica a
un tercero.

- Acción entre partes y por terceros. Efectos.


El artículo 335 del Código Civil y Comercial regula esta cuestión. Así prevé:
Acción entre las partes. Contradocumento. Los que otorgan un acto simulado ilícito
o que perjudica a terceros no pueden ejercer acción alguna el uno contra el otro sobre
la simulación, excepto que las partes no puedan obtener beneficio alguno de las
resultas del ejercicio de la acción de simulación.
La simulación alegada por las partes debe probarse mediante el respectivo
contradocumento. Puede prescindirse de él, cuando la parte justifica las razones por
las cuales no existe o no puede ser presentado y median circunstancias que hacen
inequívoca la simulación. Art. 335

El principio general es que los simuladores del negocio jurídico carecen de toda acción
entre ellos.
Ello es así, toda vez que las partes se pusieron de acuerdo en eludir una prohibición
legal o perjudicar a terceros, por lo que pierden, en principio, el derecho de impugnar el acto
por el vicio de simulación.
Ahora bien, sí se podrá entablar acción de simulación cuando el simulador se haya
arrepentido de su acto y quiera recuperar el bien para entregarlo a sus acreedores. En este
supuesto, quien acciona pidiendo la declaración de invalidez del acto simulado lo hace no ya
para consumar el perjuicio a los terceros o el fraude a la ley, sino porque, arrepentido, quiere
recuperar los bienes aparentemente enajenados para afrontar con ellos el pago de sus
obligaciones. En este supuesto, la acción es admisible siempre que se tenga un propósito
sincero y no interesado de volver las cosas al estado anterior.

El contradocumento
El contradocumento es la prueba por excelencia entre las partes de la simulación.
Éste consiste en la prueba inequívoca de los hechos, ya que es la constancia escrita –
ya sea mediante instrumento público o privado–en el cual las partes manifiestan el verdadero
carácter del acto que ellas han celebrado, por lo que deviene innecesario el aporte de indicios
y presunciones que corroboren la realidad a que se refiere.

- Acción interpuesta por terceros. Prueba.


El artículo 336 del código único establece “Acción de terceros. Los terceros cuyos
derechos o intereses legítimos son afectados por el acto simulado pueden demandar su
nulidad. Pueden acreditar la simulación por cualquier medio de prueba.”
Así, los terceros titulares de un derecho subjetivo o de un interés legítimo amenazado por
un negocio simulado pueden deducir acción de simulación, debiendo demostrar la existencia
de daño sufrido como consecuencia de la incertidumbre que el estado de cosas provoca en el
demandante. Se exige la existencia de daño –actual o potencial–aunque se trate de derechos
litigiosos o dudosos.
De este modo, el tercero que ejerza la acción debe demandar a ambas partes del acto
simulado; si la simulación fuese por interpósita persona, también al prestanombre,
conformándose un litisconsorcio pasivo con todos ellos.
Hemos señalado anteriormente que la prueba por excelencia en la acción de simulación es
el contradocumento. No obstante, en esta hipótesis carece de toda lógica la exigencia de éste
debido a su carácter reservado y a la imposibilidad de su obtención, por lo que el tercero que
entable la acción podrá acreditar la apariencia del negocio jurídico mediante cualquier medio
de prueba, incluso testigos, indicios y presunciones.

El fraude. Noción.
La noción de fraude implica una inmediata referencia al engaño, al acto contrario a la
verdad y al recto proceder. El fraude supone una conducta tendiente a eludir los efectos de
una norma imperativa o de origen convencional, utilizando otra vía negocial no reprobada por
ley. El fraude se configura mediante actos reales, serios y no aparentes, no simulados. No
diverge la voluntad de la realidad declarada, sino que esta realidad amparada en una norma
legal elude las disposiciones de otra o perjudica a un tercero. Este fraude no es otro que el
fraude a la ley y que está contemplado en el art. 12 del Código Civil y Comercial.

El fraude a los acreedores


El concepto de fraude a los acreedores hace referencia a los actos otorgados por el
deudor, que tienen como nota común una afectación de su patrimonio de tal magnitud que
provoca o agrava su insolvencia, impidiendo así la satisfacción de los créditos concedidos con
anterioridad a aquéllos y con evidente perjuicio para los mismos. Es decir que el fraude a los
acreedores es la provocación o agravación de la insolvencia del deudor mediante actos u
omisiones del deudor en perjuicio de sus acreedores, sustrayendo bienes de su patrimonio.
Esta caracterización permite señalar tres notas que se hallan presentes en la noción de
fraude a los acreedores: a) otorgamiento por el deudor de actos o negocios jurídicos; b)
provocación o agravación de la insolvencia del deudor y c) sustracción de bienes del
patrimonio del deudor en perjuicio de los derechos de los acreedores.

- La acción de inoponibilidad. Requisitos de procedencia. Efectos.

En primer lugar, cabe señalar que el efecto de la acción de fraude no es la nulidad, sino la
inoponibilidad. Este efecto implica que el acto otorgado por el deudor en fraude a los
acreedores es válido entre éste y el tercero con quien celebró el acto y sólo queda privado de
eficacia frente al acreedor que acciona, es decir que no puede hacerse valer contra él en la
medida necesaria para la satisfacción de su crédito.
Seguidamente veremos cuándo procede esta acción, es decir contra qué tipo de actos,
cuáles son los requisitos de procedencia y quiénes pueden solicitar la declaración de
inoponibilidad

- Requisitos de procedencia
El artículo 339 del código unificado establece las condiciones generales para la procedencia
de la acción de inoponibilidad. Dispone:
Requisitos. Son requisitos de procedencia de la acción de declaración de
inoponibilidad:
a) que el crédito sea de causa anterior al acto impugnado, excepto que el deudor haya
actuado con el propósito de defraudar a futuros acreedores;
b) que el acto haya causado o agravado la insolvencia del deudor;
c) que quien contrató con el deudor a título oneroso haya conocido o debido conocer
que el acto provocaba o agravaba la insolvencia.

Tenemos, entonces, tres condiciones de procedencia de la acción de inoponibilidad.


a. El crédito por el que se acciona debe ser anterior al acto.
El primer presupuesto es que el crédito de quien acciona sea de causa anterior al acto
impugnado, excepto que el deudor haya actuado con el propósito de defraudar a futuros
acreedores.
La razón de ser de este primer recaudo es que los acreedores de fecha posterior al
acto del deudor no podrían invocar fraude en su perjuicio, pues, cuando llegaron a
constituirse en acreedores, sea por contrato, sea por disposición de la ley, los bienes habían
salido del patrimonio del deudor y, por ende, no conformaban parte de su garantía
patrimonial.
Ahora bien, la norma establece una excepción, y es en el caso de que el acto
impugnado, aunque posterior al origen del crédito, haya sido realizado en previsión de la
obligación que nacería más tarde. Es decir que, si el deudor hubiere realizado el negocio
teniendo en miras perjudicar a futuros acreedores, estos podrán incoar la acción de
inoponibilidad. Ello así, en razón de castigar la conducta dolosa del deudor.

b. Relación de causalidad entre la insolvencia y el acto del deudor.


El segundo requisito supone que entre el acto que se ataca y la insolvencia del deudor
haya una relación de causalidad. Este recaudo se explica porque lo que caracteriza al negocio
fraudulento es el perjuicio que acarrea para el patrimonio del deudor el generar o agravar su
insolvencia, toda vez que se verá imposibilitado de responder a todas su obligaciones
contraídas y, por ende, el daño que causa al acreedor es no satisfacer su acreencia.
En otras palabras, la procedencia de la acción requiere la existencia de un perjuicio
causado al acreedor, el que proviene de la insatisfacción actual o futura de los créditos
vigentes producto de un estado de impotencia patrimonial, provocado o agravado
precisamente por los negocios inoponibles

c. Mala fe del tercero contratante.


El último de los presupuestos exige que el tercero que contrató con el deudor a título
oneroso haya obrado de mala fe, es decir, haya conocido o debido conocer que dicho acto
provocaba o agravaba su insolvencia.
Distinto será el supuesto del tercero que contrató a título gratuito, en cuyo caso no
interesa la buena o mala fe del adquirente, pues se prefiere el interés de los acreedores por
sobre el del adquirente y, por ende, sólo habrá que acreditar que el acto fue a título gratuito.

- Ineficacia de los actos jurídicos. Concepto. Categorías de ineficacia. Efectos.


La validez del negocio jurídico no se confunde con su eficacia, aunque la eficacia del acto
jurídico presupone su validez. El acto jurídico es válido cuando está perfectamente
conformado, cuando no presenta vicios o defectos congénitos que afectan su estructura. Sin
embargo, un acto jurídico válido puede ser ineficaz o devenir ineficaz.
Cuando hablamos de “ineficacia” hacemos referencia a la privación o disminución de los
efectos propios de un determinado negocio jurídico, que las partes tuvieron en cuenta al
momento de su celebración.
Ahora bien, la ineficacia puede ser considerada estructural o funcional. En el primero
de los supuestos, la privación de los efectos propios de un negocio jurídico se produce por
defectos en su estructura y existentes desde el momento mismo de celebrarse el acto,
primando la idea de nulidad; en cambio la ineficacia es funcional cuando el negocio deja de
ser apto para satisfacer los fines o interés prácticos que los sujetos se propusieron alcanzar
en virtud de una causa extrínseca a la estructura del negocio y sobrevinientes a su
constitución.
De esta manera, se advierte que cuando nos referimos a la ineficacia de los actos jurídicos
hacemos referencia a un concepto con significado amplio, que comprende a todos aquellos
supuestos en los cuales el negocio jurídico carece de fuerza o eficacia para producir los
efectos normales, propios, que las partes tuvieron en cuenta al tiempo de su celebración, ya
sea por un vicio existente al momento de la celebración del acto, referido a la estructura del
acto jurídico (ineficacia estructural) o por circunstancias extrínsecas aparecidas con
posterioridad a su celebración (ineficacia funcional).
Así las cosas, la ineficacia como noción genérica, comprende por un lado la invalidez de
los actos jurídicos, es decir la nulidad o ineficacia estructural y también la de inoponibilidad o
ineficacia funcional, que es la que priva al acto de efectos sólo respecto de determinadas
personas.
EJE TEMÁTICO DERECHO PRIVADO III
SUB-EJE TEMATICO 1: CONTRATOS. CONCEPTO, CLASIFICACIÓN Y FORMACIÓN
- Contrato. Concepto. Naturaleza jurídica. Ubicación metodológica.

Nuestro Código regula el contrato en el Libro III (“Derechos personales”), Título II


(“Contratos en general”). Además, establece otros dos títulos: Título III (“Contratos de
consumos”) y Título IV (“Contratos en particular”).

- El concepto de contrato y la definición en el Código Civil y Comercial


El Contrato es una especie de acto jurídico y regla exclusivamente de un modo
inmediato o directo las relaciones jurídicas patrimoniales que son propias del derecho
creditorio. El Código Civil y Comercial (de ahora en más, nos referiremos a él como el
“Código”) define al contrato como: “el acto jurídico mediante el cual dos o más partes
manifiestan su consentimiento para crear, regular, modificar, transferir o extinguir relaciones
jurídicas patrimoniales”. Art. 957 Supone, entonces, que debe haber, por lo menos, dos
centros de intereses, un acuerdo sobre una declaración de voluntad común (y no una mera
coincidencia de voluntad), que se exteriorice a través de la manifestación del consentimiento.
El contrato sirve a los contratantes para la obtención de las más variadas finalidades
prácticas, y tiene una doble función: la individual y social.

- Naturaleza jurídica.
Para abordar esta cuestión, podrá recurrir al comentario al art. 957 de Rivera, J. (2015).
Libro III: Derechos personales, Título II: Contratos en general, Capítulo 1: Disposiciones
generales. En J. Rivera, y G. Medina (dir.), Código Civil y Comercial de la Nación comentado,
Tomo III (pp. 399-421). Buenos Aires: La Ley.

Convención, contrato y pacto


Si bien en el derecho romano fueron conocidas las figuras de convención, pacto y
contrato, los primeros eran conceptos equivalentes. Y, en la actualidad, la doctrina moderna
los distingue del siguiente modo: la convención es el género aplicable a toda clase de acto o
negocio jurídico bilateral, el contrato en nuestro derecho actúa en el campo de las relaciones
jurídicas creditorias u obligacionales, y el pacto alude a cláusulas accesorias que modifican los
efectos naturales del contrato.

Requisitos de existencia y requisitos de validez


Trataremos en este punto los requisitos de existencia y de validez de los contratos,
distinguiendo la noción de presupuestos y elementos.

Presupuestos y elementos de los contratos: clasificación clásica y contemporánea


Tradicionalmente, y sin que el Código Civil y Comercial de la Nación los enuncie, se
han distinguido los elementos esenciales, naturales y accidentales de los contratos. Desde
una concepción más moderna, se distingue entre presupuestos, elementos y circunstancias
del contrato.
Así, define a los presupuestos del contrato como los requisitos extrínsecos al mismo,
pero que determinan su eficacia y que son valorados antes de él como un prius. En general,
estos requisitos son: la voluntad jurídica, la capacidad, la aptitud del objeto y la legitimación
(Alterini, 2012).
En relación a los elementos del contrato, los define como aquellos requisitos
intrínsecos, constitutivos del contrato: sus cláusulas (corresponden con el contenido de la
contratación, tema que será desarrollado más adelante).
Las circunstancias del contrato son entendidas como factores externos que tienen
trascendencia durante la formación del contrato, y luego durante la ejecución del mismo.

- Elementos esenciales, naturales y accidentales. Autonomía de la voluntad y


fuerza obligatoria del contrato.
Esenciales: noción y contenido
Los elementos esenciales son aquellos necesarios para que exista un contrato. Sin
ellos, no hay contrato en los términos en que ya definimos. Así, encontramos como
elementos esenciales de los contratos a los sujetos, el objeto, la causa y la forma.

Asimismo, cada contrato en particular tiene sus elementos esenciales y especiales, que
varían de acuerdo con el tipo de contrato. En el contrato de compraventa “una de las partes
se obliga a transferir la propiedad de una cosa, y la otra a pagar un precio en dinero”.4 En
consecuencia, es necesaria la existencia de cláusulas vinculadas con la cosa y el precio.

Naturales: noción y contenido


Los elementos naturales son aquellos que ya se encuentran en el contrato porque así
están dispuestos por la ley, y que pueden ser dejados de lado por disposición expresa de los
contratantes. Estos dependen del tipo de contrato. Así, por ejemplo, en los contratos
onerosos, quien enajena una cosa está obligado por garantía de evicción y vicios
redhibitorios. Sin embargo, las partes pueden disponer expresamente la liberación del
enajenante, puesto que se trata de un elemento natural que puede ser modificado por los
contratantes.

Accidentales: noción y contenido


Los elementos accidentales son aquellos que naturalmente no se encuentran en el
contrato, pero que pueden ser incorporados por disposición expresa de los contratantes; por
ejemplo: las modalidades de un acto jurídico, tales como el plazo, el cargo o la condición.
Incorporar este tipo de cláusulas depende de la decisión de las partes.

- Clasificación en el Código Civil y Comercial


El Código Civil y Comercial de la Nación establece la clasificación de los contratos en el
Capítulo II, del Título II, Libro Tercero.

- Contrato entre particulares, celebrado por vía de adhesión y de consumo.


Contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales predispuestas
La sección 2º del Código, dentro del Capítulo 3, “Formación del consentimiento”,
contempla el caso de los contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales
predispuestas. Define a estos contratos como aquellos mediante los cuales “uno de los
contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la otra parte o
por un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción”.2
Es decir, nos encontramos ante casos de contratos en que una de las partes no puede
intervenir en la redacción y determinación de las cláusulas que forman el contenido de la
contratación. Constituyen una singular manifestación del consentimiento. Quien contrata se
limita a aceptar los términos contractuales dispuestos por el predisponente. Los contratos por
adhesión son utilizados ampliamente en las contrataciones de consumo en masa, en tanto
facilitan los procedimientos de la contratación masiva. Inclusive, son utilizados en contratos
entre empresas, en los que no necesariamente existe una situación de debilidad jurídica de
una de las partes.
A los efectos de brindar protección a la parte que no interviene en la redacción de las
cláusulas en este tipo de contratos, el Código establece una serie de normas de carácter
tuitivo. A saber:
a) Las clausulas deben ser comprensibles y autosuficientes, y la redacción debe ser
clara, completa y fácilmente legible.3
b) Se tienen por no convenidas las cláusulas que efectúan reenvíos a textos o
documentos que no son facilitados a la otra parte de manera previa o simultánea a la
celebración del contrato.4
c) Se brinda preeminencia a las cláusulas particulares, entendidas como aquellas que
son negociadas individualmente, y, por ello, amplían, limitan, suprimen o interpretan
una cláusula general.5
d) Establece, como principio, la interpretación contra preferentem. Esto es, que en
caso de que existan cláusulas ambiguas predispuestas por una de las partes, se deben
interpretar en sentido contrario a la parte predisponente, que fue quien la redactó y
debería haberlo hecho de manera clara y sin ambigüedades.6

Asimismo, el Código establece una regulación expresa para los casos de cláusulas abusivas,
recogiendo principios tomados de la Ley de defensa del consumidor.7 Considera que se tienen
por no escritas, y, por lo tanto, no tienen efecto las cláusulas8:

a) que desnaturalizan las obligaciones del predisponente (es decir, que quitan el
carácter de “natural” o “normal” y limitan o restringen las obligaciones de quien
redacta la cláusula, en su propio beneficio);
b) que implican una renuncia o restricción a los derechos del adherente (en tanto
suponen un menoscabo para la parte que no intervino en la redacción de la cláusula);
c) sorpresivas, es decir, aquellas que, por su contenido, redacción o por la manera en
que están presentadas, no son razonablemente previsibles.

La sanción para las cláusulas abusivas es que se las tengan por no convenidas, es
decir, por no escritas, no produciendo ninguno de sus efectos.9

2Art. 984 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


3Art. 985 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
4Art. 985 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
5Art. 986 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
6Art. 987 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
7 Ley 24.240 del 22 de septiembre de 1993. Defensa del consumidor. Régimen legal. Honorable Congreso de la Nación Argentina.
8Art. 988 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
9Art. 988 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
Control judicial de las cláusulas abusivas: el art. 989 del Código dispone expresamente
que el control administrativo de este tipo de cláusulas no impide su control judicial. Esto es
relevante, pues existen contratos (como, por ejemplo, los contratos de seguros que requieren
de la conformidad de la Superintendencia de Seguros de la Nación), que, inclusive contando
con dicha conformidad, pueden ser sometidos a control judicial en relación al carácter
abusivo de sus cláusulas. Si el juez declara la nulidad parcial del contrato, simultáneamente
debe integrarlo de conformidad con las reglas previstas en el art. 964 del Código.80

- Contrato de consumo y relación de consumo.


Contratos de consumo. Importancias de las normas constitucionales
La incorporación de los contratos de consumo fue uno de los aspectos más discutidos
en el marco de la reforma del Código. Este aspecto será desarrollado con mayor profundidad
en la Lectura Nº 2, al referirnos detalladamente a los contratos de consumo y su regulación
en el Código.
En los “Fundamentos del Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación”
(2012), se sostuvo la necesidad de considerar el rango constitucional de los derechos del
consumidor en nuestro régimen legal, la amplia aplicación de estas normas en los casos
judiciales y la opinión de la mayoría de la doctrina. Siguiendo estos lineamientos, se incentivó
la necesidad de también incorporar a los contratos de consumo en el marco de la regulación
del Código Civil y Comercial. En definitiva, y tal como surge de tales fundamentos, se dispuso
la regulación de los contratos de consumo atendiendo a que no son un tipo especial más
como, por ejemplo, la compraventa, sino una fragmentación del tipo general de contratos
que influye sobre los tipos especiales (por ejemplo: compraventa de consumo). Y de allí la
necesidad de incorporar su regulación en la parte general. Se consideró que esta solución era
consistente con la Constitución Nacional, la cual considera al consumidor como un sujeto de
derechos fundamentales, como así también con la legislación especial y la voluminosa
jurisprudencia y doctrina existentes en la materia. (Sobre este respecto, se recomienda
profundizar con la lectura de los fundamentos al anteproyecto).
Concretamente, el Código regula, en el Título III, la relación de consumo (capítulo 1),
la formación del consentimiento (capítulo 2), las modalidades especiales (capítulo 3), y las
cláusulas abusivas (Capítulo 4). Tal regulación está comprendida en los arts. 1.092 al 1.122
del Código. Además, esta regulación se complementa con la ley Nº 24.240 (Ley de Defensa
del consumidor)25; ésta es una ley especial que continúa vigente con sus correspondientes
modificaciones parciales (leyes número 24.56826, 24.78727, 24.99928 y 26.36129).

- Contratos bilaterales y unilaterales, onerosos y gratuitos, conmutativos y


aleatorios.
Contratos unilaterales y bilaterales
Dadas las obligaciones que surgen al momento de celebrar los contratos, se pueden
clasificar a estos últimos en bilaterales y unilaterales.10
Los contratos son unilaterales cuando se forman con la voluntad de un solo centro de
intereses; y son bilaterales cuando requieren el consentimiento unánime de dos o más
centros de intereses. Por lo tanto, los contratos son siempre negocios bilaterales y no se
tienen en cuenta el número de centros, sino los efectos del contrato.

10Art. 966 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


En referencia al contrato bilateral, es menester que concurran dos características: que
ambas partes estén obligadas, y que dichas obligaciones sean recíprocas, es decir:
obligaciones principales, interdependientes y que se expliquen mutuamente. Así, será
unilateral aquel contrato en el que una sola de las partes se obliga hacia la otra, sin que esta
otra quede obligada, y cuando, existiendo obligaciones a cargo de ambas partes, faltara la
reciprocidad.

Son ejemplos de contratos bilaterales: compraventa, permuta, cesión onerosa,


mandato oneroso, locación de cosa, obra o servicio. Y de contratos unilaterales: donación,
fianza, mandato gratuito, mutuo, comodato, depósito.

- Contratos a título oneroso y a título gratuito


Según el costo de las ventajas, es decir, si al momento de celebrase traen aparejadas
ventajas para una o para las dos partes, los contratos se clasifican en onerosos o
gratuitos.11 A su vez, los contratos onerosos se dividen en conmutativos y aleatorios.12
En la vida de relación son más comunes los contratos onerosos. En éstos, cada una de las
partes se somete a un sacrifico y cuyos extremos son equivalentes.
En los contratos gratuitos, una sola de las partes efectúa el sacrificio, y la otra sólo es
destinataria de una ventaja.

Son un ejemplo de contrato oneroso la compraventa o locación de cosas. Y de contratos


gratuitos: donación, comodato, etc.

- Contratos conmutativos y aleatorios


Según la determinación de las ventajas, los contratos pueden ser conmutativos o
aleatorios.
Cuando las ventajas para todos los contratantes son ciertas, entonces el contrato se
denomina conmutativo.
Y cuando no es posible apreciar dicha relación inicialmente o ab-initio, dado que las
ventajas o las pérdidas para uno de ellos, o para todos, dependen de un acontecimiento
incierto (es decir, cuando no se sabe si acaecerá o se ignora el momento en el cual se
verificará), se dice que el contrato es aleatorio.Art. 968

Ejemplos de contratos conmutativos: la mayoría; compraventa, locación, cesión. Ejemplos


de contratos aleatorios: juego, apuesta de lotería, contrato oneroso de renta vitalicia. Es
dable destacar que estos contratos aleatorios mencionados se encuentran regulados en la
ley, pero hay otros que pueden convertirse en aleatorios por voluntad de las partes, en virtud
de cláusulas agregadas.

- Oferta. Concepto. Requisitos.


Oferta
El consentimiento en los contratos está conformado a través de conceptos tales como
la oferta y la aceptación. A continuación analizaremos concretamente a la oferta.

11Art. 967 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


12Art. 968 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
Concepto
A diferencia del Código Civil reformado, el actual Código Civil y Comercial de la Nación,
define expresamente a la oferta: “La oferta es la manifestación dirigida a persona
determinada o determinable, con la intención de obligarse y con las precisiones necesarias
para establecer los efectos que debe producir de ser aceptada”.13
La oferta es una manifestación unilateral de voluntad, comprendiendo aquellos casos
en que es expresa o tácita, recepticia o no, dirigida a persona determinada o indeterminada.
Naturaleza jurídica
Según el Código, la oferta es un acto jurídico unilateral.14 Esto es así porque se
configura con la sola voluntad del oferente. Es recepticio, en tanto tiene un destinatario, pues
no puede pensarse a la oferta sino dirigida a otros, para que esos terceros la conozcan y, en
su caso, la acepten. Y, por último, tiene una finalidad esencial, que la diferencia de las meras
tratativas contractuales, y que implica la intención de obligarse por parte del oferente.
Requisitos

La oferta debe estar dirigida a una persona determinada o determinable, debe ser
completa y contener la intención de obligarse. Según el art. 972 del Código, son requisitos de
la oferta15:
a) Direccionalidad. Con respecto al elemento "sujeto", la oferta debe ser recepticia.
Esto implica decir que tenga destinatario, o sea, una o más personas determinadas o
determinables que, en su caso, asumirán la condición de aceptante.
b) Completitividad. Supone la autosuficiencia o plenitud de la declaración
contractual emitida, que debe contener las precisiones necesarias vinculadas a los
efectos que van a derivarse del contrato, en caso que ella sea aceptada.
El art. 972 sólo exige que contenga las precisiones necesarias para establecer los
efectos que debe producir de ser aceptada, aunque no contenga todos los elementos
constitutivos del contrato. Esto implica que la oferta es completa aún cuando carezca
de cuestiones accesorias, lo que puede variar, lógicamente, de acuerdo con las
circunstancias particulares del caso.
En aquel sentido, en los principios UNIDROIT se establece que: “una propuesta para
celebrar un contrato constituye una oferta, si es suficientemente precisa e indica la
intención del oferente de quedar obligado en caso de aceptación”.84
c) Vinculante. La oferta debe ser hecha por el oferente con la intención de obligarse,
es decir, de quedar obligado cuando el destinatario la acepte. Esto se relaciona
directamente con la finalidad de la oferta. La oferta se hace con la intención de
producir efectos jurídicos, ya sea crear, modificar o extinguir un contrato.
Es evidente que no hay intención de obligarse en los casos de declaraciones que se
formulan como bromas, o ejemplos, o enseñanzas, o cualquier otro tipo de
manifestaciones que, por no contar con la intención de obligarse, carecen de
trascendencia jurídica.

13 Art. 972 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


14Art. 259 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
15Art. 972 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
- Retractación. Aceptación. Concepto.
Una vez emitida la declaración contractual de oferta, puede acaecer una serie de
circunstancias que modifiquen su eficacia jurídica, en la medida en que la aceptación no se
produzca en forma inmediata.

Retractación
Es una manifestación de voluntad del oferente que tiene por efecto retirar la oferta. El
Código permite que el oferente retire libremente su oferta, en tanto el destinatario tome
conocimiento de la retractación antes de haber conocido la oferta, o en el mismo momento
de conocerla16.
Este sistema difiere del seguido por el Código Civil Alemán, en el cual la oferta es
irrevocable (salvo reserva en contrario). Y no pierde vigor en caso de muerte o incapacidad
del oferente.
Así, nuestro Código establece que “la oferta dirigida a una persona determinada puede ser
retractada si la comunicación de su retiro es recibida por el destinatario antes o al mismo
tiempo que la oferta”.17 De manera similar, en los principios de UNIDROIT, al referirse al
retiro de la oferta, se establece que “cualquier oferta, aun cuando sea irrevocable, puede ser
retirada si la notificación de su retiro llega al destinatario antes o al mismo tiempo que la
oferta”.18
Debe entenderse que la retractación no sólo debe haber sido hecha, sino también remitida
en tiempo útil, de manera que sea recibida por el destinatario por lo menos hasta el mismo
momento en que llegue la oferta. En esos casos, la retractación de la oferta no acarreará
ninguna consecuencia jurídica para el oferente.
Por aplicación de los principios generales, y del criterio seguido por el Código para el caso
de muerte o incapacidad de las partes, si la retractación de la oferta es posterior y ha
perjudicado al destinatario, este podrá reclamar su reparación.19
En los casos en que el tiempo es indeterminado, habiéndose renunciado pura y
simplemente a la facultad de revocar, es de aplicación el párrafo tercero del art. 974, según
el cual “el proponente queda obligado hasta el momento en que puede razonablemente
esperarse la recepción de la respuesta, expedida por los medios usuales de comunicación”.20

Caducidad
Supone la pérdida de eficacia de la declaración por el acaecimiento de determinados
hechos objetivos, tales como el fallecimiento o incapacitación del proponente o destinatario,
conforme analizaremos en el punto 3.2.5.

- Aceptación

16Previamente, en el Código Civil, la regla era que la oferta podía ser revocada mientras no hubiera sido aceptada; aceptación que, entre ausentes, se
producía cuando se enviaba la oferta al proponente. Esto era en virtud de los arts. 1.150 y 1.154 del Cód. Civ., sustituidos por art. 975 de la Ley Nº
26.994 B.O. 08/10/2014 Suplemento. Vigencia: 1° de agosto de 2015, texto según art. 1° de la Ley Nº 27.077 B.O. 19/12/2014. Honorable Congreso de
la Nación Argentina.
17Art. 975 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
18Art. 2.1.3, inc. 2 Principios UNIDROIT sobre los contratos comerciales internacionales 2010. Instituto Internacional para la Unificación del Derecho
Privado.
19Art. 976 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
20Esta situación no estaba resuelta anteriormente en el Código Civil, por lo que se entendía que sin perjuicio de que el derecho del destinatario se
prescribía a los diez años, le cabía al oferente pedir al juez que fije un término de vencimiento conforme a lo que verosímilmente las partes
entendieron que debía ser. Ello en virtud de los arts. 541, 618, 752, y 620 del Cód. Civ., sustituidos por art. 974 de la Ley Nº 26.994 B.O. 08/10/2014
Suplemento. Vigencia: 1° de agosto de 2015, texto según art. 1° de la Ley Nº 27.077 B.O. 19/12/2014. Honorable Congreso de la Nación Argentina
En la doctrina hay coincidencia en cuanto a considerar a la aceptación como una
manifestación unilateral de la voluntad, recepticia, de contenido coincidente con el de la
oferta, que está dirigida al oferente y destinada a la formación del contrato.
Modos de aceptación
a) Direccionalidad. Así como la oferta es direccional, la aceptación, lógicamente,
debe estar dirigida al ofertante o proponente de la oferta. Esto marca su carácter de
recepticia: el destinatario no puede ser otro que aquel que le propuso la oferta en
cuestión.
Se evidencia aún más en la actual redacción del Código, en donde es clave el hecho de
la recepción por el proponente de la aceptación, lo que delimita el momento en que el
contrato queda perfeccionado, en los contratos entre ausentes.21
b) La plena conformidad con la oferta. La oferta supone una declaración unilateral
de voluntad realmente encauzada a concluir el negocio, por lo que debe ser eficaz a tal
fin.
Para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar la plena conformidad
con la oferta.
La regulación en nuestro Código: mediante el principio de identidad, establece que
“para que el contrato se concluya, la aceptación debe expresar plena conformidad con
la oferta”.22
La norma no discrimina entre elementos esenciales y secundarios del contrato, por lo
que el acuerdo debe ser absoluto. Para ello, debe existir una total coincidencia con la
proposición enviada, tanto en los puntos esenciales, como en los accidentales. A tenor
de ello, cualquier modificación que el destinatario hace a la oferta, al manifestar su
aceptación, se reputa como una propuesta de un nuevo contrato que requiere de
aceptación por parte de quien era el oferente original para su formalización. Esta es la
postura receptada por el art. 978 del Código, que además contempla la posibilidad de
que las modificaciones sean admitidas por el oferente si lo comunica de inmediato al
aceptante. Es decir, en este caso, el tiempo es relevante a los efectos de determinar si
el contrato queda concluido con las modificaciones formuladas.
Es necesario distinguir el problema tratado de la falta de previsión de determinados
aspectos del contrato por las partes. Una cosa es que las partes contraten, dejando sin
resolver diversos aspectos de la convención (plazo, determinación exacta del objeto,
precio, etc.), pero manifestando pleno acuerdo sobre los que sí han tratado. Y otra
muy diferente es que mantengan diferencias sobre el contenido del contrato,
plasmadas en la aceptación (que supone una propuesta de nuevo contrato de
conformidad con el art. 978).103 Es este segundo caso, al que se refiere el artículo
citado, en el que nunca habrá contrato, produciéndose una contrapropuesta que
deberá ser considerada por el oferente original.
La aceptación, entonces, debe consistir en una adhesión lisa y llana a la propuesta
efectuada y debe ser oportuna.104 La oferta debe subsistir (recordemos que el
proponente puede retractarse de conformidad con el art. 975 antes, o hasta el mismo
momento de la recepción de la oferta). Ello implica que si la oferta llega al destinatario
antes que la comunicación de su retiro, tiene eficacia jurídica y subsiste para el
destinatario, quien puede aceptarla.

21Art. 971 y 980 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


22Art. 978 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
- Formación del contrato entre ausentes y entre presentes.
Contratos entre presentes
En los contratos celebrados entre presentes, la oferta y la aceptación se producen en
forma inmediata, por lo que la formación del contrato es instantánea. Se recepta el principio
de la tempestividad de la aceptación.
Esto comprende la noción de contratos entre presentes como así también aquellos en
los que la oferta y aceptación se formulan a través de medios de comunicación instantáneos.
El segundo párrafo del art. 974 del Código prevé que: “la oferta hecha a una persona
presente o la formulada por un medio de comunicación instantáneo, sin fijación de plazo, solo
puede ser aceptada inmediatamente”.23 Asimismo, el art. 980 del Código dispone que entre
presentes se perfecciona el contrato cuando la aceptación es manifestada.24
Al no existir espacio temporal entre la manifestación de la aceptación y la recepción de
la misma (teoría receptada en el Código para la formación del consentimiento), la primera es
suficiente para lograr el perfeccionamiento del contrato. Se aplica en los casos de contratos
entre presentes, o en aquellos en los que estén involucrados medios de comunicación
instantáneos.

Contratos entre ausentes


Son contratos entre ausentes aquellos celebrados por sujetos que se encuentran en
distinto lugar geográfico.
Los efectos de calificar una convención como contrato entre ausentes recaen en el
momento de perfeccionamiento del contrato.
No obstante, aunque el contrato sea entre ausentes, deberá ser juzgado en cuanto al
momento de perfeccionamiento por las reglas relativas a los contratos entre presentes
cuando existe inmediatez en la emisión de las respectivas declaraciones contractuales y,
correlativamente, instantaneidad en la formación del consentimiento.25
El Código dispone que, en el caso de contratos entre ausentes, la aceptación
perfeccione el contrato “si es recibida por el proponente durante el plazo de vigencia de la
oferta”.26
Es posible que la oferta contenga un plazo de vigencia. Cumplido el plazo, si la
aceptación no fue recibida por el proponente, no hay contrato perfeccionado. Ahora bien, la
mayoría de las ofertas no incluyen un plazo de duración. El Código resuelve esta situación
disponiendo que, en el caso de contratos entre ausentes (entre presentes la aceptación debe
ser inmediata), “el proponente quede obligado en relación a su oferta hasta el momento en
que pueda razonablemente esperarse la recepción de la respuesta, mediante medios usuales
de comunicación”.27 La aceptación, entonces, debe ser oportuna.

23Art. 974 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


24Art. 980, inc. a Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
25Tal es el caso de contratos celebrados telefónicamente, por correo electrónico, skype, etc. Ello, de conformidad a la regla establecida en el segundo
párrafo del art. 974 del Código, el que incluye a la oferta formulada por un medio de comunicación instantáneo y sin fijación de plazo
26Art. 980, inc. b Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
27Art. 974, párrafo tercero Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
SUB-EJE TEMATICO 2: CONTENIDO DE LOS CONTRATOS
- Capacidad para contratar.
El régimen de la capacidad está regulado en el Capítulo 2, Título Primero, del Libro
Primero del Código Civil y Comercial.
El Código reconoce a la capacidad de derecho como la aptitud de la que goza toda
persona humana para ser “titular de derechos y deberes jurídicos” 134, y establece que “la
ley puede privar o limitar esta capacidad respecto de hechos, simples actos, o actos jurídicos
determinados”.28
Asimismo, distingue a la capacidad de ejercicio como la posibilidad de que “toda
persona humana pueda ejercer por sí misma sus derechos, excepto las limitaciones
expresamente previstas en [el] Código y en una sentencia judicial”. 136 Establece casos
específicos de incapacidad de ejercicio, a saber:
a) la persona por nacer;
b) la persona que no cuenta con la edad y grado de madurez suficiente, con el alcance
dispuesto en la sección 2ª del capítulo 2 [es decir, todas las reglas establecidas para la
persona menor de edad];
c) la persona declarada incapaz por sentencia judicial, en la extensión dispuesta en esa
decisión [conf. art. 24 Código].29

Asimismo, el Código se refiere a la restricción de la capacidad. Nos referimos


concretamente a la restricción de la capacidad jurídica, disponiendo ciertas reglas:
a) la capacidad general de ejercicio de la persona humana se presume aún cuando se
encuentre internada en un establecimiento asistencial;
b) las limitaciones a la capacidad son de carácter excepcional, y se imponen siempre
en beneficio de la persona;
c) la intervención estatal tiene siempre carácter interdisciplinario, tanto en el
tratamiento como en el proceso judicial;
d) la persona tiene derecho a recibir información a través de medios y tecnologías
adecuadas para su comprensión;
e) la persona tiene derecho a participar en el proceso judicial con asistencia letrada, la
cual debe ser proporcionada por el Estado si carece de medios;
f) deben priorizarse las alternativas terapéuticas menos restrictivas de los derechos y
libertades.30

- Incapacidad e inhabilidad para contratar. Efectos de la invalidez.


El Código se refiere expresamente a los actos realizados por persona incapaz o con
capacidad restringida. Así, dispone:
o Actos posteriores a la inscripción de la sentencia: “Son nulos los actos de la
persona incapaz y con capacidad restringida que contrarían lo dispuesto en la
sentencia realizados con posterioridad a su inscripción en el Registro de Estado
Civil y Capacidad de las Personas”.31
o Actos anteriores a la inscripción:

28Art. 22 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


29Art. 23 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
30 Art. 31 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
31Art. 44 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
Los actos anteriores a la inscripción de la sentencia pueden ser declarados nulos
si perjudican a la persona incapaz o con capacidad restringida, y si se cumple
alguno de los siguientes extremos:
a) la enfermedad mental era ostensible a la época de la celebración del
acto;
b) quien contrató con él era de mala fe;
c) el acto es a título gratuito.32

o Persona fallecida:
Luego de su fallecimiento, los actos entre vivos anteriores a la inscripción de la
sentencia no pueden impugnarse, excepto que la enfermedad mental resulte del
acto mismo, que la muerte haya acontecido después de promovida la acción
para la declaración de incapacidad o capacidad restringida, que el acto sea a
título gratuito, o que se pruebe que quien contrató con ella actuó de mala fe.33

- Efectos de la invalidez del contrato


“Declarada la nulidad del contrato celebrado por la persona incapaz o con capacidad
restringida, la parte capaz no tiene derecho para exigir la restitución o reembolso de lo que
ha pagado o gastado”.34 Esto se realiza a los efectos de no perjudicar a la parte contraria.
Ahora bien, si el contrato ha enriquecido a la parte incapaz o con capacidad restringida,
entonces la parte capaz (una vez declarada la nulidad del contrato) tiene derecho a
reclamarle a aquella en la medida de ese enriquecimiento.

- Representación. Concepto. Representación legal y convencional. Efectos.


Representación: definición. Efectos
Siguiendo a Fontanarrosa, la representación surge cuando un individuo (representante,
sujeto de la declaración de voluntad) ejecuta un negocio jurídico en nombre de otro
(representado, sujeto del interés), de modo que el negocio se considera como celebrado
directamente por éste último, y los derechos y las obligaciones emergentes del acto
celebrado por el representante pasan inmediatamente al representado (Fontanarrosa, 2013).
Es decir que la representación implica que una persona, el representante, que se encuentra
investida de poder y autorización suficiente, actúe frente a terceros en nombre y por cuenta
ajena. La particularidad de esta actuación se ve reflejada en la circunstancia de que los
efectos de los actos jurídicos llevados a cabo por el representante recaen en forma directa
sobre la persona del representado como si éste los hubiera ejecutado. La regla general en
materia de representación es que “los actos jurídicos entre vivos pueden ser celebrados por
representante”35 . Ahora bien, como toda regla tiene una excepción y, frente a esta
posibilidad de celebrar actos jurídicos por medio de representantes, la norma limita dicha
facultad a “los casos en los que la ley exige que sean otorgados por el titular del derecho”36 ;
por ejemplo, los actos de última voluntad, como el testamento (art. 2465), o personalísimos
(art. 55), como el matrimonio (art. 406).

32Art. 45 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


33Art. 46 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
34Art. 1.000 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
35 2 Art. 358 del CCCN
36 2 Art. 358 del CCCN
- Clases de Representación La representación puede ser legal, voluntaria u
orgánica.
Representación Legal
La representación es legal cuando resulta de una norma de derecho, esto es, cuando
tiene su origen en la ley, cuando es la propia norma la que dispone la actuación por medio de
un representante de manera necesaria y forzosa para integrar la capacidad de aquellos que,
de hecho, no la ostentan. A modo de ejemplo, son representantes legales los curadores
(respecto a las personas incapaces o con capacidad restringida por razones de salud mental y
los inhabilitados, arts. 32, 49, 101, 102, 138 a 140 del CCCN), los tutores (respecto de los
niños, niñas o adolescentes que no han alcanzado la plenitud de su capacidad civil cuando no
haya persona que ejerza la responsabilidad parental, arts. 104 a 137 del CCCN), y los padres
(respecto de las personas por nacer y de los menores de edad no emancipados, art. 101 del
CCCN). Representación voluntaria Por otro lado, la representación puede también tener su
origen en la voluntad del representado. En efecto, la representación es voluntaria cuando
resulta de un acto jurídico, refiriéndose al apoderamiento que se manifiesta a través de la
declaración unilateral de una persona que otorga a favor de otra un poder o autorización para
que actúe frente a terceros a nombre y por cuenta suya, de manera tal que los efectos de los
actos jurídicos celebrados por el representante recaigan en forma directa sobre el patrimonio
del representado. Representación orgánica. La teoría del Órgano Desde otro costado, la
representación orgánica corresponde a las personas jurídicas, las cuales, como hemos
señalado, son definidas en el art. 141 como todos los entes a los cuales el ordenamiento
jurídico les confiere aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación. En el caso de las personas jurídicas, la
particularidad se centra en el hecho de que la teoría del órgano implica que no haya un
tercero (representante) que actúe en nombre del ente ideal, sino que es la misma persona
jurídica la que actúa a través de su órgano de representación. Esta representación orgánica
es la manera a partir de la cual las personas jurídicas pueden vincularse y obligarse frente a
los terceros, en tanto se genera una imputación directa sobre los entes ideales de lo realizado
por sus representantes.
El artículo 359 dispone “Efectos. Los actos celebrados por el representante en nombre
del representado y en los límites de las facultades conferidas por la ley o por el acto de
apoderamiento, producen efecto directamente para el representado”37 . Así, el artículo
establece el principal efecto de este instituto jurídico. Los actos que se hubieran llevado a
cabo por medio de un representante, en cumplimiento de los requisitos propios de esta figura
(es decir, siempre y cuando se haya actuado con facultad para representar, haciendo conocer
al tercero que se actúa por otra persona y dentro de los límites de su actuación, ya sea
dispuesta por ley o por un acto de voluntad), producen efectos directos sobre el
representado, como si éste último personalmente hubiese celebrado el acto.

- Poder. Concepto.
Para actuar en nombre ajeno y obtener que los efectos del negocio celebrado recaigan en
la persona por quien se obra, es indispensable contar con un poder. Este poder surge en un
acto previo denominado apoderamiento. El poder de representación puede basarse en una
regla de derecho o en una ordenación pública, en la constitución de una persona jurídica o en
un negocio jurídico, esto es, un poder. El negocio jurídico por el cual se confiere un poder de

37 Art. 359 del CCCN.


representación se denomina también en la práctica española “poder” El poder de
representación es el fundamento de la eficacia del negocio representativo: Constituye un
requisito legal de la eficacia de este. Dicho poder como se ha señalado puede derivar de la
ley, o de esta y su puntualización en un acto judicial o administrativo o, en fin de un acto del
interesado. El representante, cuyo poder de representación descansa inmediatamente en una
disposición legal, puede ser calificado de representante legal. El efecto inmediato de la
declaración de voluntad emitida o recibida, en pro y en contra del representado, depende de
que el representante tuviera poder de representación y de que la declaración fuese emitida
por él o a él dentro de los límites de ese poder de representación. Sin embargo la falta de
poder de representación puede subsanarse en algunos casos mediante la ratificación. En
cambio no se protege, en principio, la creencia de la buena fe en el poder de representación.
Llámese poder a la autorización que el representado da al representante, por medio de un
negocio jurídico, para que contrate en su nombre. En síntesis el poder es la facultad de
representación otorgada por negocio jurídico, que da al apoderado la potestad de producir
efectos jurídicos a favor a favor y en contra del poderdante, mediante los negocios concluidos
a su nombre, y por esto cae en este aspecto bajo el concepto de los derechos de
modificación. Este carácter de potestad resalta con máxima claridad en el poder irrevocable,
pero se da también en el revocable en tanto no haya sido revocado.
El otorgamiento de poder (apoderamiento) tiene íntimo parentesco con el consentimiento,
y se hace como éste, mediante declaración unilateral recepticia. Es la declaración de que los
negocios a realizar en nuestro nombre por el apoderado o las declaraciones de voluntad que
ha de recibir el mismo en nuestro nombre, deban surtir efecto inmediato a favor y en contra
de nosotros, mientras que el consentimiento se refiere a negocios a celebrar en nombre
propio. El poder se otorga o bien frente al apoderado (poder interno) o bien frente al tercero
con relación al cual ha de tener lugar la representación (poder externo). Es la facultad de
representación o de celebración negocios jurídicos para otro, concedida por voluntad del
interesado. Se utiliza en sentido estricto el término poder cuando se habla exclusivamente de
la facultad de representación concedida por voluntad del interesado, mediante negocio
jurídico. También se utiliza el término para designar el negocio jurídico –apoderamiento- por
el que el poder se concede y el documento en el que aquél se otorgó. El negocio jurídico de
concesión u otorgamiento de poder se llama apoderamiento. La declaración de voluntad del
poderdante es una declaración recepticia, sin embargo la doctrina no es unánime al señalar
en quién es su destinatario: si el representante, el tercero para celebrar el negocio con el cual
se otorga el poder o cualquiera de ellos indistintamente, siendo la posición mayoritaria la
última tesis. Se denomina apoderamiento interno al conferido frente al representante y
externo al declarado al tercero. La doctrina nacional define al poder como un negocio
unilateral por medio del cual se confiere facultades para actuar en nombre ajeno, y su
incidencia se realiza, precisamente, en el ámbito externo, en cuanto el apoderado tiene la
facultad de actuar en sustitución, y como si fuese, el poderdante o el titular de los derechos
objeto de disposición. Nuestra definición se refiere, más que al hecho de que el representante
actúe directamente para el representado, a que lo hace «en nombre» de éste. Con ello se
quiere subrayar del poder su aspecto externo y su función informativa para que los terceros
sepan que contratan con el poderdante.
- Inexistencia o exceso de representación.
ARTICULO 376.-Responsabilidad por inexistencia o exceso en la representación. Si alguien
actúa como representante de otro sin serlo, o en exceso de las facultades conferidas por el
representado, es responsable del daño que la otra parte sufra por haber confiado, sin culpa
suya, en la validez del acto; si hace saber al tercero la falta o deficiencia de su poder, está
exento de dicha responsabilidad.

- Abuso de poder.
Extinción
ARTÍCULO 380.- Extinción. El poder se extingue: a. por el cumplimiento del o de los
actos encomendados en el apoderamiento; b. por la muerte del representante o del
representado; sin embargo subsiste en caso de muerte del representado siempre que haya
sido conferido para actos especialmente determinados y en razón de un interés legítimo que
puede ser solamente del representante, de un tercero o común a representante y
representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero; c. por la
revocación efectuada por el representado; sin embargo, un poder puede ser conferido de
modo irrevocable, siempre que lo sea para actos especialmente determinados, limitado por
un plazo cierto, y en razón de un interés legítimo que puede ser solamente del representante,
o de un tercero, o común a representante y representado, o a representante y un tercero, o a
representado y tercero; se extingue llegado el transcurso del plazo fijado y puede revocarse
si media justa causa; d. por la renuncia del representante, pero éste debe continuar en
funciones hasta que notifique aquélla al representado, quien puede actuar por sí o
reemplazarlo, excepto que acredite un impedimento que configure justa causa; e. por la
declaración de muerte presunta del representante o del representado; f. por la declaración de
ausencia del representante; g. por la quiebra del representante o representado; h. por la
pérdida de la capacidad exigida en el representante o en el representado.

ARTÍCULO 10.- Abuso del derecho. El ejercicio regular de un derecho propio o el


cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto. La ley no
ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines del
ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las
buenas costumbres. El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio
abusivo o de la situación jurídica abusiva y, si correspondiere, procurar la reposición al estado
de hecho anterior y fijar una indemnización.

- Objeto del contrato. Concepto. Requisitos (análisis pormenorizado). Causa.


Concepto.
Se aplican al objeto de los contrato las disposiciones de la Sección 1ª, Capítulo 5, Título
IV, del Libro Primero del Código Civil y Comercial de la Nación.

El objeto de los contratos y la prestación


Tal como sostiene Alterini (2012), “con el sustantivo objeto del contrato se designa a
la prestación a propósito de la cual se produce el acuerdo de voluntades y en torno a la cual
se ordena la economía del contrato” (p. 197). Él distingue entre el objeto inmediato del
contrato, que consiste en la obligación que se genera a raíz del contrato, y el objeto mediato:
(…) que a su vez es el objeto de la obligación, vale decir, la cosa o el hecho,
positivo o negativo, que constituye el interés del acreedor. El objeto de la
obligación consiste en el bien apetecible para el acreedor sobre el cual recae su
interés implicado en la relación jurídica. (…) Así el objeto de la obligación de
entregar la cosa vendida que tiene a su cargo el vendedor es la cosa misma;
esta cosa, precisamente, es lo que pretende el comprador, acreedor de aquella
obligación. El contenido de la obligación es cierta conducta humana, a la que se
designa técnicamente como prestación; se trata del comportamiento del deudor
destinado a satisfacer el interés del acreedor respecto de ese objeto. En el
ejemplo dado, el contenido de la obligación del vendedor consiste en su
comportamiento tendiente a entregar al comprador la cosa vendida, que –como
vimos- es el objeto, centro de su interés. (Alterini, 2012, p. 198).

Caracteres. Posibilidad, determinación, licitud y valor patrimonial


De conformidad con lo que dispone el Código, el objeto “debe ser lícito, posible,
determinado o determinable, susceptible de valoración económica y corresponder a un
interés de las partes, aun cuando éste no sea patrimonial”.38

Objetos prohibidos
El objeto de los contratos no puede ser prohibido. De conformidad con el art. 1.004:
No pueden ser objeto de los contratos los hechos que son imposibles o están
prohibidos por las leyes, son contrarios a la moral, al orden público, a la
dignidad de la persona humana, o lesivos de los derechos ajenos; ni los bienes
que por un motivo especial se prohíbe que lo sean. Cuando tengan por objeto
derechos sobre el cuerpo humano se aplican los artículos 17, 56 y 146

Esta norma se corresponde con el art. 279 que refiere al objeto de los actos
jurídicos.39

Determinación y determinación por un tercero


Como dijimos anteriormente, el objeto de los contratos debe ser determinado o
determinable.40 Ahora bien, el Código trata específicamente los casos de determinación del
objeto de la siguiente manera:
o Determinación [énfasis agregado]. Cuando el objeto se refiere a bienes, éstos
deben estar determinados en su especie o género según sea el caso, aunque no
lo estén en su cantidad, si ésta puede ser determinada. Es determinable cuando
se establecen los criterios suficientes para su individualización.41
o Determinación por un tercero [énfasis agregado]. Las partes pueden pactar que
la determinación del objeto sea efectuada por un tercero. En caso de que el
tercero no realice la elección, sea imposible o no haya observado los criterios
expresamente establecidos por las partes o por los usos y costumbres, puede

38Art. 1.003 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


39Art. 279 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
40Art. 1.003 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
41Art. 1.005 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
recurrirse a la determinación judicial, petición que debe tramitar por el
procedimiento más breve que prevea la legislación procesal.42

Bienes existentes y futuros


Los bienes futuros pueden ser objeto de los contratos. Y, en ese caso, el contrato
funciona como una promesa de transmitirlos, lo que está subordinado a la condición de que
lleguen a existir, excepto que se trate de contratos aleatorios.43

Bienes ajenos, bienes litigiosos, gravados o sujetos a medidas cautelares


Respecto de los bienes ajenos, el Código dispone:
Los bienes ajenos pueden ser objeto de los contratos. Si el que promete
transmitirlos no ha garantizado el éxito de la promesa, sólo está obligado a
emplear los medios necesarios para que la prestación se realice y, si por su
culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños causados. Debe también
indemnizarlos cuando ha garantizado la promesa y ésta no se cumple. El que ha
contratado sobre bienes ajenos como propios es responsable de los daños si no
hace entrega de ellos.44

En relación a los bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares, el Código


dispone:
Los bienes litigiosos, gravados, o sujetos a medidas cautelares, pueden ser
objeto de los contratos, sin perjuicio de los derechos de terceros. Quien de mala
fe contrata sobre esos bienes como si estuviesen libres debe repararlos daños
causados a la otra parte si ésta ha obrado de buena fe.45

- Sistema del Código Civil y Comercial. Necesidad de causa.


Causa
A la causa de los contratos se aplican las disposiciones de la Sección 2ª, Capítulo 5,
Título IV, del Libro Primero de este Código. Son disposiciones vinculadas a la causa de los
actos jurídicos.

Noción
Cuando en términos generales se ha debatido doctrinariamente al tema de la causa de
los contratos, las cuestiones controvertidas se refieren a la causa fin y no a la causa fuente.
Es decir, la causa fuente alude al hecho, acto o relación jurídica que engendra la obligación.
Lorenzetti (2010) se refiere a las diferentes posiciones doctrinarias en torno al tema de
causa. Así, menciona al causalismo clásico; y, como principal exponente, a Domat, quien la
entendía como una razón que se manifestaba en tres tipos de contratos (los onerosos, los
reales y los gratuitos), concluyendo que la causa era un elemento esencial de la obligación.
Por otro lado, están los anticausalistas, quienes niegan la autonomía de la noción de causa
como elemento integrante de los requisitos del acto jurídico. Para esta postura, los elementos
esenciales son sólo el consentimiento, la capacidad y el objeto. Y, finalmente, los

42Art. 1.006 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


43Art. 1.007 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
44Art. 1.008 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
45Art. 1.009 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
neocausalistas son autores modernos que defienden la noción de causa, en coincidencia con
los clásicos, pero advierten que ésta última es un elemento del acto jurídico, no de la
obligación. Esta corriente importa toda una renovación en el tema de la causa, al reconocer
los motivos como incorporados a la noción de la misma. Se configura la noción de causa en
un plano objetivo-subjetivo (tomando en cuenta los móviles determinantes del acto, que
inciden en la finalidad; los motivos adquieren relevancia jurídica al tiempo de regular los
efectos de la convención). Esta posición es la que adopta nuestra legislación al definir la
causa del acto jurídico en el art. 281 del Código.46

El artículo 281 dispone que la causa:


(…) es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido
determinante de la voluntad. También integran la causa los motivos
exteriorizados cuando sean lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma
expresa, o tácitamente si son esenciales para ambas partes.47

Así, el Código opta por receptar la noción de causa fin, como determinante de la
voluntad de celebración del contrato. Además, incorpora la noción de presunción de causa y
de acto abstracto, en los siguientes términos: “Aunque la causa no esté expresada en el acto
se presume que existe mientras no se pruebe lo contrario”.48 Es que lo cierto es que las
partes en un contrato se obligan por un motivo, por eso se presume la existencia de causa,
ya que difícilmente lo hagan sin un motivo. Ello da validez a las declaraciones y seguridad
jurídica (Lorenzetti, 2010). Luego, el artículo dispone: “El acto es válido aunque la causa
expresada sea falsa si se funda en otra causa verdadera”.49 Ello alude a la simulación de la
causa manifestada en el acto, la que no es verdadera, y, por lo tanto, es simulada, pero que
es válida en tanto la causa real exista, aunque esté solapada.
Además: “La inexistencia, falsedad o ilicitud de la causa no son discutibles en el acto
abstracto mientras no se haya cumplido, excepto que la ley lo autorice”.50

Necesidad
El art. 1.013 del Código recepta el principio de la necesidad de causa, disponiendo que
“la causa debe existir en la formación del contrato y durante su celebración, y subsistir
durante su ejecución. La falta de causa da lugar, según los casos, a la nulidad, adecuación o
extinción del contrato”.51 Esto es coherente con lo mencionado en el punto 5.1.2 de la
presente lectura, respecto a la presunción de la existencia de causa en los actos jurídicos.

- Forma. Concepto.
Formas de los contratos
Todo contrato requiere una forma, entendida como un hecho exterior por el que la
voluntad se manifiesta. Seguidamente, nos referiremos a la forma de los contratos en nuestra
legislación.

Nociones generales. Sistema de la ley argentina

46Art. 281 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


47Art. 281 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
48Art. 282 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
49Art. 282 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
50Art. 283 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
51Art. 1.013 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
La forma es el modo de ser del acto, la manera en que se hace reconocible en el
medio social. En nuestro derecho rige el principio de libertad de formas, según el 1.015 del
Código. Cuando la forma es exigida con mayor rigorismo y con carácter absoluto, es decir, de
manera constitutiva, visceral, si la misma no es observada, acarreará la nulidad del acto.52

- Contratos formales y no formales. Clasificación. Otorgamiento pendiente del


instrumento.
Contratos formales y no formales
Como ya explicáramos al referirnos a la clasificación de los contratos, éstos pueden ser
formales o no formales. El art. 969 del Código define a los contratos formales como “aquellos
para los cuales la ley exige una forma para su validez, por lo tanto son nulos si la solemnidad
no ha sido satisfecha”.53
Ahora bien, cuando la forma requerida para los contratos lo es sólo para que éstos
produzcan sus efectos propios, sin sanción de nulidad, no quedan concluidos como tales
mientras no se haya otorgado el instrumento previsto, pero valen como contratos en los que
las partes se obligaron a cumplir con la expresada formalidad.
Si, por el contrario, la ley o las partes no imponen una forma determinada, ésta debe
constituir sólo un medio de prueba de la celebración del contrato.

- Otorgamiento pendiente del instrumento


El art. 1.018 del Código regula el caso del otorgamiento pendiente del instrumento:
El otorgamiento pendiente de un instrumento previsto constituye una obligación
de hacer, si el futuro contrato no requiere una forma bajo sanción de nulidad. Si
la parte condenada a otorgarlo es remisa, el juez lo hace en su representación,
siempre que las contraprestaciones estén cumplidas, o sea asegurado su
cumplimiento.54

Es decir que el incumplimiento del otorgamiento del instrumento previsto trae


aparejado la conversión del negocio jurídico en una obligación de hacer, siendo aplicables las
reglas previstas para estas obligaciones, excepto que se prevea como sanción la nulidad por
la falta de la forma.

- Prueba. Nociones generales. Prueba de los contratos formales.

El Código Civil y Comercial de la Nación regula la prueba de los contratos en el Capítulo 8,


del Título II, del Libro III (arts. 1.019 y 1.020).

-Nociones generales
Conforme lo señala Alterini (2012), “la forma es el elemento externo del contrato; la
prueba es el medio para demostrar que fue celebrado” (2012, p. 431). Continúa, al respecto:
Al Código Civil (ley de fondo) le incumbe precisar qué medio de prueba es
idóneo para cada acto, pues muchas veces la prueba está íntimamente ligada a
la naturaleza del acto; piénsese, por ejemplo, en la prueba del estado de las

521.015 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


53Art. 969 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
54Art. 1.018 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
personas. Pero incumbe a las Provincias regular, a través de sus leyes de forma,
la manera en que se llevará a cabo la prueba, esto es, la regulación
pormenorizada de la producción, y en su caso de la apreciación de la prueba.
(Alterini, 2012, p. 434).

- Carga de la prueba
La expresión “onusprobandi” alude a quien tiene la carga procesal de demostrar un
hecho; en este caso, la existencia de un contrato y el resto de las vicisitudes que puedan
derivarse de una relación contractual. Es un principio propio del derecho procesal que tiene
múltiples derivaciones.

Medios de prueba
El art. 1.019 del Código dispone al respecto:
Los contratos pueden ser probados por todos los medios aptos para llegar a una
razonable convicción según las reglas de la sana crítica, y con arreglo a lo que
disponen las leyes procesales, excepto disposición legal que establezca un
medio especial. Los contratos que sea de uso instrumentar no pueden ser
probados exclusivamente por testigos.55

El Código, a través de esa norma, dispone una regla general que es la amplitud de
medios de prueba. No hay una descripción concreta de los medios de prueba, por lo que
todos serán aptos en la medida en que formen una razonable convicción según las reglas de
la sana crítica. La excepción constituye el caso de los contratos que tengan un medio de
prueba específico.
En relación a la sana crítica, como sistema de apreciación judicial de las pruebas, éste
funciona, siguiendo a Alterini (2012), de manera que
(…) el juez tiene libertad para formar un criterio sobre el caso según su
convicción, pero requiere que el juzgador exhiba el proceso de razonamiento
que lo ha llevado a su conclusión, que diga por qué tiene probado un hecho, lo
que constituye una garantía para el sujeto de derechos, ya que le permite saber
la razón que motivó el pronunciamiento judicial. (p. 434).

- Prueba de los contratos formales - Principio de prueba por escrito.


En el caso de los contratos formales en los que se exige una determinada forma para su
validez, es claro que la forma es esencial y debe respetarse. Si una donación de un inmueble
se hace por instrumento privado, poco importará que se pruebe esta circunstancia, ya que la
escritura pública es exigida bajo pena de nulidad.
Sin embargo, en otros casos, cuando la forma se aconseja a los efectos de la prueba del
contrato, entonces también se puede lograr ese cometido (probar el contrato) por otros
medios.
El art. 1.020 del Código dispone:
Prueba de los contratos formales. Los contratos en los cuales la formalidad es
requerida a los fines probatorios pueden ser probados por otros medios,
inclusive por testigos, si hay imposibilidad de obtener la prueba de haber sido
cumplida la formalidad o si existe principio de prueba instrumental, o comienzo

55 Art. 1.019 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


de ejecución. Se considera principio de prueba instrumental cualquier
instrumento que emane de la otra parte, de su causante o de parte interesada
en el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato.56

De conformidad con ese artículo, los contratos a los que la ley les asigna una
formalidad específica (a los efectos de su prueba) pueden ser probados por otros medios de
prueba. El artículo se refiere a la imposibilidad de obtener la prueba designada por ley
justamente por no haber cumplido con la forma requerida o por la imposibilidad de
presentarla a los efectos requeridos.
Cobra, en estos casos, especial relevancia la noción de principio de prueba por escrito,
entendida como la existencia de cualquier instrumento que emane de la otra parte, de su
causante o de parte interesada en el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato.
Como señala Alterini (2012), “el principio de prueba por escrito constituye un indicio,
resultante de un instrumento no firmado por la otra parte que, teniendo relación directa con
el contrato, resulta elemento de juicio útil para tenerlo por probado” (2012, p. 449).

SUB-EJE TEMÁTICO 3: VICISITUDES


- Suspensión (excepción) de incumplimiento. Concepto.

ARTÍCULO 1031.- Suspensión del cumplimiento. En los contratos bilaterales, cuando


las partes deben cumplir simultáneamente, una de ellas puede suspender el cumplimiento de
la prestación, hasta que la otra cumpla u ofrezca cumplir. La suspensión puede ser deducida
judicialmente como acción o como excepción. Si la prestación es a favor de varios
interesados, puede suspenderse la parte debida a cada uno hasta la ejecución completa de la
contraprestación.

Introducción
La norma contiene estipulaciones basadas en los mismos principios que la excepción
de incumplimiento regulada en el CC y está destinada a preservar la efectividad de las
contraprestaciones que hace al equilibrio de los contratos bilaterales. Se aplica en supuestos
en los que aún hay esperanza de cumplimiento, con riesgo de incumplimiento, frente a cuyos
efectos intenta preservarse una de las partes.
La suspensión se adopta ante la posibilidad seria de un incumplimiento parcial
sustancial o total de las obligaciones a cargo de la contraparte; situación prevista en el art. 71
de la Convención de las Naciones Unidas sobre Compraventa Internacional de Mercaderías y
en el punto 7.3.4 de los Principios de Unidroit sobre los contratos comerciales internacionales.

Interpretación
Para que proceda la suspensión del cumplimiento se requiere:
1. que se trate de un contrato bilateral (art. 966 CCyC); y
2. que el cumplimiento de las prestaciones a cargo de cada una de las partes deba
producirse en forma simultánea; por lo que la previsión no resulta de aplicación en los
casos de contraprestaciones sucesivas.

56Art. 1.020 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


El planteo de la suspensión puede hacerse en forma extrajudicial o judicial —lo que se
deriva del empleo del “puede” en su redacción—, supuesto en el que podrá articularse por vía
de acción o de excepción dilatoria, con efectividad hasta que la parte eventualmente remisa
dé cumplimiento u ofrezca seriamente cumplir.
En el supuesto de existir una pluralidad de interesados en el cumplimiento de una
prestación, puede suspenderse el cumplimiento de la parte debida a cada uno hasta tanto se
haya ejecutado completamente la contraprestación; ello, claro está, en caso de tratarse de
obligaciones de prestación divisible. En caso de ser la prestación indivisible (art. 815 CCyC), la
suspensión operará por entero contra cualquiera de los acreedores, en razón de la naturaleza
de la obligación

Tutela preventiva. Concepto.


ARTÍCULO 1032.- Tutela preventiva. Una parte puede suspender su propio cum-
plimiento si sus derechos sufriesen una grave amenaza de daño porque la otra parte ha
sufrido un menoscabo significativo en su aptitud para cumplir, o en su solvencia. La
suspensión queda sin efecto cuando la otra parte cumple o da seguridades suficientes de que
el cumplimiento será realizado.

Introducción
La norma, siguiendo la línea de la función preventiva del daño de la que dan cuenta
los arts. 1710 a 1715 CCyC, incorpora una regulación novedosa para nuestro derecho
privado, por la que se prevé un supuesto de autoprotección de una de las partes contratantes
ante situaciones objetivamente verificables que hacen peligrar la posibilidad de cumplimiento
de la contraria y que podrían determinar que, en caso de cumplir con la prestación a su
cargo, quien invoca la tutela podría sufrir un perjuicio patrimonial.

Interpretación
A diferencia de lo establecido en el art. 1031 CCyC, en esta norma no se requiere
simultaneidad en las contraprestaciones; basta que una parte declare su intención de no
cumplir; que actúe de modo tal que una persona razonable pueda establecer que no cumplirá
su obligación; que se vea afectada su aptitud para cumplir —lo que puede ocurrir, por
ejemplo, por la pérdida de derechos para la explotación de determinados recursos
naturales— o que evidencie una situación de insolvencia, para que la otra pueda considerarse
habilitada para efectuar el planteo de una tutela preventiva.
La suspensión es tal y no una resolución del vínculo contractual, por lo que perdurará
en tanto subsista la situación de riesgo por déficit de aptitud patrimonial de la contraria o su
actitud reticente al cumplimiento, la que cesará cuando se produzca el cumplimiento o la
destinataria de la medida dé seguridades suficientes de su concreción.
Obviamente, de no alcanzarse tales seguridades en un tiempo razonable según el tipo
de prestación de la que se trate, la situación podrá devenir en ineficacia definitiva, dando
lugar a las acciones propias de la función resarcitoria, por agotamiento de la preventiva

- Obligación de saneamiento. Concepto. Ámbito de aplicación. Sujetos


responsables. Régimen legal.

ARTÍCULO 1033.- Sujetos responsables. Están obligados al saneamiento:


a. el transmitente de bienes a título oneroso;
b. quien ha dividido bienes con otros;
c. sus respectivos antecesores, si han efectuado la correspondiente
transferencia a título oneroso.

ARTÍCULO 1034.- Garantías comprendidas en la obligación de saneamiento. El


obligado al saneamiento garantiza por evicción y por vicios ocultos conforme a lo dispuesto
en esta Sección, sin perjuicio de las normas especiales.

Introducción
La fuente de la obligación de sanear los vicios jurídicos o materiales ocultos, existentes
en la cosa al tiempo de la entrega, es la transmisión. Es, a partir de ella, que nace la
obligación de sanear.
Evicción y vicios ocultos son especies de la garantía general de saneamiento. Este
Código regula los aspectos comunes de ambas, considerando su ámbito de aplicación,
naturaleza jurídica y efectos. En la evicción se regulan los requisitos de admisibilidad de la
acción, el régimen de defensa en juicio, la cesación de la responsabilidad y la prescripción. En
el parágrafo tercero, dedicado a los vicios ocultos o redhibitorios, se ocupa del ámbito de
aplicación, la modificación de la garantía, su caducidad y las acciones por responsabilidad.
A diferencia del CC, que ubicaba la cuestión de la garantía de saneamiento en medio
de los contratos en particular, este Código la regula en la parte general de los contratos,
mejorando con ello la metodología empleada. Tal como se hacía en el Proyecto de 1998 se
incluyen, en primer término, disposiciones generales y luego, normas específicas para la
responsabilidad por evicción y por vicios ocultos. La regulación se integra con lo dispuesto
sobre evicción en otras partes del Código, entre las que se encuentran los contratos en
particular: dación en pago (art. 943 CCyC); permuta (art. 1174 CCyC); locación (art. 1220
CCyC); donación (arts. 1556 y 1557 CCyC); fianza (art. 1598 CCyC); cesión (arts. 1628 a
1631 y 1639 a 1640 CCyC); cesión de herencia (art. 2305 CCyC); partición (arts. 2404 a 2406
CCyC); evicción con relación a los donatarios (art. 2419 CCyC); partición por testamento (art.
2423 CCyC); y evicción en los legados (art. 2503 CCyC).

Interpretación
Sujetos responsables por la garantía de saneamiento
De acuerdo a lo regulado en el art. 1033 CCyC, están obligados a responder por
saneamiento:
a. Quien transmite bienes a título oneroso: La garantía se dará en todos los
supuestos en los que medien transmisiones a título oneroso y comprende las
donaciones con cargo (arts. 1562 y 1563 CCyC) o remuneratorias (art. 1561 CCyC)
que, de acuerdo a lo establecido en el art. 1564 CCyC, se consideran como actos a
título oneroso en la medida en que se limiten a una equitativa retribución de los
servicios recibidos o en que exista equivalencia de valores entre la cosa donada y los
cargos impuestos. No obstante, cabe señalar que en la donación sin componente de
onerosidad, el donante puede responder por saneamiento en los supuestos
contemplados en los arts. 1556 a 1558 CCyC.
b. Quien ha dividido bienes con otros: Cuando varias personas son cotitulares de
los mismos bienes, no poseen una parte determinada de ellos, sino una parte indivisa,
una porción ideal. La división de bienes produce la determinación material de lo que a
cada uno corresponde y por vía de lo aquí dispuesto se procura mantener la equidad
en la distribución, la que se vería afectada si quien recibe un determinado bien se ve
luego vencido por un tercero en juicio sobre su titularidad o sufre un detrimento
patrimonial en razón de un vicio oculto de la cosa, situación que el ordenamiento
jurídico prevé, estableciendo la garantía, también en este caso.
c. Los antecesores de quienes se encuentren comprendidos en los dos
supuestos anteriores, si la transferencia que realizaron fue a título oneroso:
En razón de lo establecido en este inciso, si el adquirente de un bien es a título
gratuito y carece de acción contra su transmitente inmediato, podrá accionar contra
cualquiera de los antecesores de este, avanzando en la cadena de transmisiones hasta
llegar a quién era el titular del derecho al tiempo de la aparición del vicio en el derecho
o en la materialidad de la cosa. Lo que resulta justo pues, de lo contrario, la existencia
de un acto a título gratuito en una secuencia de transmisiones liberaría de
responsabilidad a quien transmitió originalmente un derecho viciado.

Garantías comprendidas en la obligación de saneamiento


En este tramo del Código se trata de la obligación de saneamiento, que es la que tiene
el transmitente, de reparar el daño que sufre el adquirente si es vencido en el derecho por un
tercero (evicción) o si la cosa transmitida tiene un vicio en su materialidad (vicio oculto o
redhibitorio). Se trata, pues, de una garantía referida a los aspectos jurídicos y de otra
relativa a la faz material de la operación realizada entre las partes.

- Responsabilidad por saneamiento.


ARTÍCULO 1039.- Responsabilidad por saneamiento. El acreedor de la obligación de
saneamiento tiene derecho a optar entre:
a. reclamar el saneamiento del título o la subsanación de los vicios;
b. reclamar un bien equivalente, si es fungible;
c. declarar la resolución del contrato, excepto en los casos previstos por los artículos 1050
y 1057.

Introducción
Las opciones establecidas en este artículo a favor del acreedor por saneamiento
constituyen un adelanto respecto de la regulación preexistente, que solo permitía, en materia
de evicción, extinguir el acto y requerir la restitución del precio con más daños y perjuicios,
en algunos supuestos.

Interpretación
De acuerdo a lo regulado en esta norma, el acreedor de la obligación de saneamiento
tiene la facultad jurídica de elegir entre dos opciones que conducen a la conservación del
vínculo contractual y una tercera, que le pone fin. Así, puede:
a. Reclamar el saneamiento del título o la subsanación de los vicios: La
subsanación del vicio puede darse, en caso de evicción, por ejemplo, por la adquisición que el
transmitente haga del bien de quien sea su dueño tras haberlo entregado como si fuera
propio al acreedor de la garantía. En el caso del vicio redhibitorio, ella puede producirse por
vía de la reparación del vicio a costa del transmitente.
b. Reclamar un bien equivalente, en caso de ser el transmitido de naturaleza
fungible: La sustitución por el transmitente de cosa fungible por otra de igual especie que
no se encuentre afectada por reclamos jurídicos de terceros o por defectos ocultos en su
materialidad, según el caso, constituye una vía idónea para la satisfacción de la garantía de
saneamiento.
c. Declarar resuelto del contrato: El artículo no prevé la posibilidad de resolución
parcial, con reducción del precio, que contemplaba el Proyecto de 1998.

La resolución puede aquí pedirse en tanto no se hubiera producido la prescripción


adquisitiva (art. 1050 CCyC) o el vicio oculto fuera subsanable y tal subsanación fuera
ofrecida por el transmitente (art. 1057 CCyC).

- Responsabilidad por daños.


ARTÍCULO 1040.- Responsabilidad por daños. El acreedor de la obligación de
saneamiento también tiene derecho a la reparación de los daños en los casos previstos en el
artículo 1039, excepto:
a. si el adquirente conoció, o pudo conocer el peligro de la evicción o la existencia de
vicios;
b. si el enajenante no conoció, ni pudo conocer el peligro de la evicción o la existencia de
vicios;
c. si la transmisión fue hecha a riesgo del adquirente;
d. si la adquisición resulta de una subasta judicial o administrativa.

La exención de responsabilidad por daños prevista en los incisos a) y b) no puede


invocarse por el enajenante que actúa profesionalmente en la actividad a la que corresponde
la enajenación, a menos que el adquirente también se desempeñe profesionalmente en esa
actividad.

Introducción
Se prevé en esta norma la posibilidad, para el acreedor de la garantía de saneamiento,
de reclamar por los daños y perjuicios que pudo haber sufrido como derivación del negocio
alterado por la existencia de vicios.

Interpretación
El artículo enuncia, de modo general, el derecho del acreedor de la responsabilidad por
saneamiento —prevista en el art. 1039 CCyC— de reclamar el resarcimiento de los daños y
perjuicios que pudo haber sufrido, del que gozará, salvo que se verifique alguna de las
siguientes circunstancias:
a. Que el adquirente haya podido conocer el peligro de la evicción o la existencia de
los vicios y no haya tomado conocimiento de ellos en razón de una conducta poco
diligente de su parte.
b. Que el enajenante no haya podido conocer el peligro de evicción o la existencia de
vicios, supuesto en el que la garantía opera limitando a la cobertura relativa al bien,
mas no a los daños que pudieron haberse derivado para el adquirente de la evicción o
de los vicios ocultos. Se tiene en consideración la buena fe del transmitente.
c. Que la transmisión haya sido hecha a riesgo del adquirente, supuesto en el que se
considera que hizo su evaluación y asumió tal circunstancia, a menudo con
disminución del precio. Esta cláusula debe tenerse por no escrita cuando se trata de un
contrato celebrado por adhesión a cláusulas predispuestas por el enajenante (art. 988,
inc. b, CCyC) o de consumo (art. 1117 CCyC).
d. Que la adquisición haya resultado de una subasta judicial o administrativa; ello, sin
perjuicio de la eventual responsabilidad del Estado en caso de haber mediado defectos
en el trámite que hubieran generado una publicidad defectuosa. Según se establece en
el párrafo final del artículo, en los casos mencionados en los apartados a) y b), la
responsabilidad no podrá ser invocada por quien desarrolla como actividad profesional
la transmisión de bienes de la naturaleza del que se trate; ello, salvo que ambas partes
sean profesionales en la misma área de mercado.

- Responsabilidad por evicción. Concepto. Régimen legal.


ARTÍCULO 1044.- Contenido de la responsabilidad por evicción. La responsabilidad
por evicción asegura la existencia y la legitimidad del derecho transmitido, y se extiende a:
a. toda turbación de derecho, total o parcial, que recae sobre el bien, por causa anterior o
contemporánea a la adquisición;
b. los reclamos de terceros fundados en derechos resultantes de la propiedad intelectual o
industrial, excepto si el enajenante se ajustó a especificaciones suministradas por el
adquirente;
c. las turbaciones de hecho causadas por el transmitente.

Introducción
En términos generales, y sin perjuicio de las variaciones de régimen previstas para
situaciones concretas, la evicción como garantía constituye la obligación de quien transmitió
un derecho a título oneroso, por la que debe asistir o sustituir en un proceso judicial al
adquirente frente a todo planteo de causa jurídica anterior o contemporánea al acto de
transmisión, que podría conducir a que se lo privara total o parcialmente del derecho
adquirido; ella comprende, asimismo, la obligación subsidiaria de indemnizarlo en caso de
incumplimiento o de intervención infructuosa.

Interpretación
De acuerdo a lo establecido en el art. 1044 CCyC, la responsabilidad por evicción
asegura la existencia y la legitimidad del derecho transmitido; vale decir que este se
encuentra en la esfera de disponibilidad del enajenante para el acto de que se trata. Esa
responsabilidad alcanza a:
1. Toda turbación de derecho, total o parcial, que recae sobre el bien, por causa
anterior o contemporánea a la adquisición, sea ella canalizada por una acción
reivindicatoria o por cualquier tipo de reclamo que pueda incidir en la posibilidad de
goce pleno del bien. Ello se da en todos los supuestos en los que un tercero invoque
un mejor derecho. Quedan excluidos de la garantía los planteos que se formulen por
causa posterior a la transmisión, las turbaciones de derecho provenientes de una
disposición legal (art. 1045, inc. b, CCyC) y los supuestos de evicción resultante de un
derecho con origen anterior a la transferencia, consolidado luego de ocurrida ella,
como es el generado por un planteo de prescripción adquisitiva victorioso; supuesto en
el que el juez puede apartarse de la disposición para establecer una solución
equitativa, de generar ella un desequilibrio económico desproporcionado.
2. Los reclamos de terceros, fundados en derechos resultantes de la propiedad
intelectual o industrial, salvo que el enajenante se hubiera ajustado a especificaciones
suministradas por el adquirente, como lo prevé el art. 42, inc. 2, apart. b) de la
Convención de Viena de 1980, sobre Compraventa Internacional de Mercaderías.
3. Toda turbación de hecho causada por el propio transmitente, pues las provenientes
de terceros ajenos al transmitente quedan excluidas de la garantía en razón de lo
previsto en el art. 1045, inc. a, CCyC.

De acuerdo a lo expuesto y a lo regulado en los restantes artículos de la Sección, para


que proceda la responsabilidad por evicción, deben satisfacerse los siguientes requisitos,
establecidos en los arts. 1033 y 1044 CCyC:
a. que se trate de un acto oneroso de transmisión de derechos o de la división de
bienes entre cotitulares (art. 1033, inc. a y b, CCyC);
b. que exista turbación de derecho que recaiga sobre el bien o de turbación de hecho
proveniente del propio enajenante (art. 1044, inc. a y c, CCyC), pues las provenientes
de terceros son ajenas a la aplicación de este instituto (art. 1045, inc. a, CCyC) y
deben ser enfrentadas por vía del ejercicio de las acciones posesorias reguladas en el
Libro Cuarto, Título XIII de este Código;
c. que la causa de la evicción sea anterior o contemporánea a la adquisición (art. 1044,
inc. a, CCyC).

- Responsabilidad por vicios ocultos. Concepto. Régimen legal.

ARTÍCULO 1051.- Contenido de la responsabilidad por vicios ocultos. La


responsabilidad por defectos ocultos se extiende a:
a. los defectos no comprendidos en las exclusiones del artículo 1053;
b. los vicios redhibitorios, considerándose tales los defectos que hacen a la cosa impropia
para su destino por razones estructurales o funcionales, o disminuyen su utilidad a tal
extremo que, de haberlos conocido, el adquirente no la habría adquirido, o su
contraprestación hubiese sido significativamente menor.

ARTÍCULO 1053.- Exclusiones. La responsabilidad por defectos ocultos no comprende:


a. los defectos del bien que el adquirente conoció, o debió haber conocido mediante
un examen adecuado a las circunstancias del caso al momento de la adquisición,
excepto que haya hecho reserva expresa respecto de aquéllos. Si reviste
características especiales de complejidad, y la posibilidad de conocer el defecto
requiere cierta preparación científica o técnica, para determinar esa posibilidad se
aplican los usos del lugar de entrega;
b. los defectos del bien que no existían al tiempo de la adquisición. La prueba de su
existencia incumbe al adquirente, excepto si el transmitente actúa profesionalmente en
la actividad a la que corresponde la transmisión.

Introducción
A menudo ocurre en el tráfico negocial que se transmiten cosas que no tienen en la
realidad la calidad material o la funcionalidad que se les atribuye, por lo que quien las recibe
a título oneroso se encuentra con que no resultan aptas para la finalidad razonablemente
tenida en consideración al celebrarse el contrato. La responsabilidad por vicios ocultos
proporciona una vía de solución para tales situaciones, posibilitando tanto que quien recibió
un bien lo conserve, con disminución del precio que pagó por él —a menudo, como ocurre
con la adquisición de inmuebles, quien lo recibió y ya se estableció no tiene interés en
dejarlo, en encarar una nueva búsqueda y mudanza y prefiere una solución alternativa— o
que deje la operación sin efecto.
La responsabilidad por vicios ocultos de la cosa es inherente a los contratos onerosos y
está destinada a proteger los intereses del adquirente, permitiéndole exigir una disminución
del precio o dejar sin efecto la operación en caso de presentar el bien defectos que lo hagan
impropio para su destino.
Lo que en este parágrafo del Código se considera es el defecto en la materialidad de la
cosa, de una entidad suficiente como para cercenar gravemente su utilidad o hacerla
impropia para su destino.
La garantía rige básicamente en los contratos a título oneroso (art. 967 CCyC, 1ª
parte); pero los subadquirentes a título gratuito que hubieran obtenido el bien de un
adquirente a título oneroso, pueden disponer de la garantía y ejercerla contra quien hizo una
anterior transmisión viciada.
Si las partes no prevén nada sobre la obligación de saneamiento, debe tenérsela por
existente en la relación contractual (art. 1036 CCyC). Fuera de esta regulación se encuentra
la establecida en la Ley de Defensa del Consumidor para la regulación de la responsabilidad
por vicios de toda índole cuando afecten la identidad entre lo ofrecido y lo entregado o su
correcto funcionamiento.

Interpretación
Vicios ocultos y vicios redhibitorios
Todo defecto no ostensible en la materialidad de una cosa puede ser considerado vicio
oculto, género que comprende a los vicios redhibitorios, definidos en el art. 1051, inc. b,
CCyC, como los defectos que hacen a la cosa impropia para su destino por razones
estructurales o funcionales o bien que disminuyen su utilidad a tal extremo, que —de
haberlos conocido— el adquirente no la habría adquirido o hubiera dado por ella una
contraprestación de menor valor.
El primer tramo del concepto coincide con el enunciado tradicional del instituto, pero
luego el Código, con una innovación interesante, incorpora el defecto estructural o funcional
que disminuye o elimina la aptitud de la cosa, lo que es de especial aplicación a la adquisición
de bienes generados por la innovación tecnológica.

Alcance de la responsabilidad por vicios ocultos


La norma establece que la responsabilidad por defectos ocultos se extiende a los que
no se encuentren comprendidos en las exclusiones determinadas en el art. 1053 CCyC, que
deja fuera del ámbito de la garantía los defectos que el adquirente conoció o debió haber
conocido por medio de un examen diligente, adecuado a las circunstancias en las que se
efectuó la transmisión, en tanto no hubiera hecho reserva expresa de incluirlos entre los
supuestos abarcados por la responsabilidad, según los usos del lugar de entrega cuando para
la evaluación se requiriera preparación científica o técnica.
Las partes pueden ampliar la garantía mencionada, dando trato de vicios redhibitorios
a los que, en principio, no se encuentran por su naturaleza comprendidos en esa categoría,
incluyendo en ella a:
1. ciertos defectos específicos, aun cuando el adquirente debiera haberlos conocido, lo
que es de utilidad para posibilitar la concreción de operaciones negociales cuando por
ese mecanismo se otorga al adquirente una garantía especial que determina su
consentimiento —así, puede incluirse el deterioro provocado por una humedad visible
en la pared de un inmueble, para el caso de su agravamiento—;
2. cierta calidad de la cosa transmitida o la inexistencia de defectos —supuesto de
asunción amplia de riesgos por el enajenante—; y
3. las garantías especiales proporcionadas por el fabricante o quien interviene en la
comercialización de la cosa (distribuidor, concesionario, vendedor, etc.), supuesto en el
que, salvo estipulación en contrario, el adquirente puede optar por ejercer los
derechos resultantes de esa garantía, en cuyo caso no podrá hacer uso de las acciones
previstas en el art. 1039 CCyC, ni del reclamo por daños del art. 1049 CCyC.

De tal modo, la responsabilidad por defectos ocultos comprende:


1. Los defectos no comprendidos en las exclusiones del art. 1053 CCyC, referidas a los
defectos del bien que el adquirente conoció o debió haber conocido mediante un examen
adecuado a las circunstancias del caso al tiempo de la adquisición y los defectos del bien que
no existían al tiempo de la adquisición. Así, la garantía alcanza a:
i. los defectos ocultos del bien que el adquirente no pudo haber conocido
mediante un examen adecuado al tiempo de la entrega (art. 1053, inc. a,
CCyC);
ii. los defectos ocultos del bien con relación a los que se haya hecho reserva
expresa (art. 1053, inc. a, CCyC); y
iii. los defectos ocultos del bien que existían al tiempo de la adquisición (art.
1053, inc. b, CCyC).

2. Los vicios redhibitorios, defectos que hacen a la cosa impropia para su destino o
disminuyen su utilidad en grado tal que, de haber sido conocidos por el adquirente, este no
habría contratado como lo hizo; categoría que puede comprender:
i. defectos ocultos que no revistan dicha envergadura pero a los que las partes
decidan dar el tratamiento jurídico de los vicios redhibitorios (art. 1052, inc. a
CCyC);
ii. defectos cuya atención haya sido expresamente garantizada por el
enajenante, aunque el adquirente debiera haber conocido su existencia (art.
1052, inc. b, CCyC); y
iii. defectos con relación a los que los partícipes de la cadena de
comercialización del bien otorgaron garantías especiales (art. 1052, inc. c,
CCyC).

No serán defectos ocultos:


1. los defectos aparentes, ostensibles o manifiestos que el adquirente pudo haber
conocido por medio de la práctica de un examen ordinario. En caso de ser requerida
una preparación científica o técnica para la evaluación, se aplicarán los usos del lugar
de la entrega, a fin de determinar qué puede considerarse vicio oculto y qué no, así
ocurre, por ejemplo, con la compra de hacienda; y
2. los defectos que al momento de la adquisición no existían y sobrevienen después
del momento de la adquisición de la cosa y que, en modo alguno, se encontraban
presentes en ella al tiempo de la tradición. La prueba sobre la existencia del defecto al
tiempo de la tradición incumbe al adquirente, salvo que el enajenante sea un
profesional del área de mercado, en cuyo caso se invierte la carga. De tratarse de una
cuestión que requiere especiales conocimientos, dicha prueba deberá también estar
destinada a acreditar tal circunstancia.

- Caducidad.
ARTÍCULO 1055.- Caducidad de la garantía por defectos ocultos. La responsabilidad
por defectos ocultos caduca:
a. si la cosa es inmueble, cuando transcurren tres años desde que la recibió;
b. si la cosa es mueble, cuando transcurren seis meses desde que la recibió o puso en
funcionamiento.

Estos plazos pueden ser aumentados convencionalmente. La prescripción de la acción está


sujeta a lo dispuesto en el Libro Sexto.

Introducción
En algún momento el defecto oculto se hace ostensible: afloran humedades o grietas en
los inmuebles, presentan problemas funcionales las máquinas o se evidencia una enfermedad
congénita en un animal. Tal afloramiento marca el punto de partida para el cómputo de los
plazos establecidos para el ejercicio de las acciones conferidas para hacer efectiva esta
responsabilidad.

Interpretación
La denuncia del defecto En el art. 1054 CCyC se impone al adquirente la carga de
denunciar la manifestación del defecto oculto dentro de los sesenta días de haberse hecho
este ostensible. Se trata de una carga y no de una obligación; un imperativo del propio
interés del adquirente quien, de no dar cuenta de la aparición del defecto, pierde la
posibilidad de hacer efectiva la responsabilidad del transmitente, operándose un supuesto de
caducidad que solo puede verse enervado por la acreditación de una circunstancia: que el
enajenante haya conocido o debido conocer la existencia del defecto; supuesto en el que,
con fundamento en la buena fe del adquirente, se puede soslayar el término fatal.
En caso de manifestarse el derecho en forma gradual, el plazo de todos modos se
cuenta desde que se hizo evidente y también rige el supuesto de excepción por conocimiento
debido del enajenante.
Dadas las consecuencias derivadas de la falta de denuncia expresa en el plazo
indicado, es conveniente que ella se efectúe por algún medio fehaciente cuyo empleo pueda
ser luego acreditado en juicio, de ser ello necesario.
SUB-EJE TEMÁTICO 4: EXTINCIÓN

- Frustración del contrato. Concepto. Régimen legal.


La ley contempla un caso particular de resolución del contrato, entendida como la
extinción por la frustración definitiva de la finalidad del contrato. En este caso, se quiebra la
causa del contrato.
Esta teoría no había tenido recepción legislativa antes de la reforma introducida por ley
26.994.82 Sin embargo, su uso se había extendido jurisprudencialmente y ha tenido mucho
desarrollo doctrinario.

Origen de la teoría de la frustración del fin del contrato

En cuanto a su origen es casi unánime la doctrina en señalar al derecho anglosajón. El


instituto de la frustración del fin del contrato vino a morigerar el principio fundamental
en el derecho contractual inglés que establecía que quien había asumido
contractualmente una determinada obligación debía estrictamente cumplirla y, salvo
que se hubiese previsto expresamente una exoneración o limitación de su
responsabilidad contractual, este debía hacer frente a las consecuencias de la
imposibilidad de cumplimiento frente al cambio de las circunstancias que pudiera haber
sobrevenido con posterioridad al contrato Este principio había sido consagrado en el
clásico precedente Paradine V. Jane del año 1647, en el que a un locatario se le hizo
responder por el pago del alquiler a pesar de que había sido privado del uso y goce del
bien por un enemigo del rey.

Dicho precedente fue modificado en 1863 con el caso Taylor V. Caldwell, que
determinó que habiéndose destruido materialmente el objeto de la prestación se
frustraba el contrato y el obligado no era responsable del incumplimiento,
consagrándose en el derecho inglés lo que en el derecho continental podría asimilarse
al caso fortuito o fuerza mayor. Donde mayormente se desarrolló el instituto de la
frustación fue en el derecho marítimo, tomándose como base para la aplicación del
instituto de marras la frustración de la aventura comercial que las partes habían tenido
al contratar; en estos supuestos es donde la teoría de la frustración tuvo aplicaciones
más amplias, alcanzando situaciones donde no se había producido la destruccion de la
cosa ni la imposibilidad material de incumplimiento de la obligación. (Barocelli, 2004,
Apartado III).

Tradicionalmente, para referirnos a la teoría de la frustración de la finalidad del


contrato, se invocan los casos de la coronación, ya que es allí donde la teoría se perfeccionó:

A la muerte de la Reina Victoria en 1901 hubo gran interés en presenciar el desfile de


la coronación de Eduardo VII ya que hacía 64 años que no se presenciaba una
ceremonia de coronación. Con tal motivo, un Sr. Henry arrendó a un Sr. Krell una casa
situada en una calle donde pasaría el desfile de la coronación. A su vez, éste había
subarrendado balcones y ventanas. El futuro rey enfermó y el desfile no se realizó. Los
arrendatarios reclamaron la devolución de lo pagado por no haberse cumplido con la
finalidad del contrato. La Corte entendió que había una frustración del fin del contrato
y correspondía acoger los reclamos. Para ello se fundó en que si las partes habían
partido de la base de la existencia de un determinado estado de cosas que después
desaparece sin su responsabilidad, había lugar a excepcionarse de cumplir. (Guarnieri,
2012, Apartado II).

A través del art. 1.090 del Código se autoriza a la parte perjudicada por la frustración
de la finalidad del contrato a declarar su resolución.57 Ello en tanto se den ciertas
condiciones. A saber:

a) que la frustración de la finalidad tenga causa en una alteración de carácter


extraordinario de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración,
b) que esa situación sea ajena a las partes;
c) que la alteración de las circunstancias supere el riesgo asumido por la perjudicada.

Como en los casos analizados anteriormente, para que la resolución surta efectos,
quien la solicita debe comunicar su declaración extintiva a la otra parte.
Por último, si la frustración de la finalidad es temporaria, hay derecho a resolución sólo si
se impide el cumplimiento oportuno de una obligación cuyo tiempo de ejecución es esencial.

- Teoría de la imprevisión. Concepto. Régimen legal.

Este instituto se encuentra regulado en el art. 1.091 del Código, el cual establece:

Si en un contrato conmutativo de ejecución diferida o permanente, la prestación a


cargo de una de las partes se torna excesivamente onerosa, por una alteración
extraordinaria de las circunstancias existentes al tiempo de su celebración, sobrevenida
por causas ajenas a las partes y al riesgo asumido por la que es afectada, ésta tiene
derecho a plantear extrajudicialmente, o pedir ante un juez, por acción o como
excepción, la resolución total o parcial del contrato, o su adecuación. Igual regla se
aplica al tercero a quien le han sido conferidos derechos, o asignadas obligaciones,
resultantes del contrato; y al contrato aleatorio si la prestación se torna excesivamente
onerosa por causas extrañas a su álea propia.58

Las condiciones de aplicación son: contratos bilaterales conmutativos de ejecución


diferida o permanente, y los aleatorios en la medida en que la excesiva onerosidad exceda
dicha álea.
A diferencia de la frustración de la finalidad del contrato, en la que existe un quiebre
en la causa del mismo, en la imprevisión lo que se afecta es la cuantía de las prestaciones
comprometidas. No se trata de casos que necesariamente impidan el cumplimiento de las
prestaciones comprometidas, pero las tornan excesivamente onerosas para el deudor.

- Lesión en materia contractual. Concepto. Régimen legal.


Naturaleza Jurídica

57 Art. 1.090 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


58 Art. 1.091 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
La lesión es un vicio propio de los actos jurídicos. La diferencia básica entre lesión e imprevisión radica
en que ésta se aplica a los actos que originariamente contenían prestaciones equivalentes. Pero
circunstancias sobrevinientes, imprevisibles y extraordinarias convierten en excesivamente oneroso
para una de las partes el cumplimiento de las prestaciones. En la lesión, el defecto está presente
desde el mismo momento de la celebración y debe subsistir al tiempo de la demanda. Además, la
lesión contiene elementos subjetivos: estado de inferioridad y explotación, que no aparecen en la
imprevisión.

Evolución:
La lesión no era admitida en el código civil de Vélez Sarsfield, quien rechazó
categóricamente la lesión como vicio en los contratos.
La reforma introducida por la ley 17.711 del año 196859, incorporó al Código Civil (hoy
derogado por ley 26.994) en su art. 954, la lesión mediante una fórmula objetivo-subjetiva,
donde aparecen invariablemente ambos elementos: la desproporción entre las prestaciones,
que debe derivar de la explotación por una de las partes de un estado de inferioridad típico
de la otra.
La ley 26.994 que sanciona el Código Civil y Comercial de la Nación60, regula a la
lesión en el art. 332 (Capítulo 6, “Vicios de los actos jurídicos”, Título IV, Libro Primero del
Código) como un vicio de los actos jurídicos, junto con la simulación y el fraude:

Puede demandarse la nulidad o la modificación de los actos jurídicos cuando una de


las partes explotando la necesidad, debilidad síquica o inexperiencia de la otra,
obtuviera por medio de ellos una ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada
y sin justificación. Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación
en caso de notable desproporción de las prestaciones. Los cálculos deben hacerse
según valores al tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el momento de la
demanda. El afectado tiene opción para demandar la nulidad o un reajuste equitativo
del convenio, pero la primera de estas acciones se debe transformar en acción de
reajuste si éste es ofrecido por el demandado al contestar la demanda. Sólo el
lesionado o sus herederos pueden ejercer la acción.61

Se presume que existe el aprovechamiento o explotación cuando medie notable


desproporción de las prestaciones; los cálculos deberán hacerse según valores al tiempo del
acto y la desproporción deberá subsistir en el momento de la demanda. Debe tratarse de una
ventaja patrimonial que excede lo que habitualmente ocurre en los negocios. La notable
desproporción debe ser un grosero desequilibrio entre las prestaciones. También se exige que
esa ventaja patrimonial no tenga justificación. La desproporción debe existir en el momento
de la celebración del acto y subsistir al tiempo de la demanda.
Se requiere: el elemento subjetivo de la víctima, de necesidad, debilidad psíquica o
inexperiencia de una de las partes.
El elemento subjetivo del lesionante o beneficiado: es el aprovechamiento de la
situación de inferioridad en que se halla la víctima del acto lesivo. No es suficiente el sólo
conocimiento de la existencia de la necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia, sino que es

59 Ley 17.711 del 22 de abril de 1968. Código Civil. Modificaciones. Poder Ejecutivo de la Nación Argentina.
60 Ley 17.711 del 22 de abril de 1968. Código Civil. Modificaciones. Poder Ejecutivo de la Nación Argentina.
61 Art. 332 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
necesario que, a partir del conocimiento de ese estado, se pretenda obtener un beneficio
desproporcionado, tomando posesión psicológica de ellos para explotarlos e instrumentarlos
para sus fines.
Tal como sostiene Alterini (2012), para diferenciar la lesión de la figura antes vista de la
imprevisión, en los dos casos el deudor sufre un perjuicio patrimonial exorbitante e inicuo. Sin
embargo, en la imprevisión, el perjuicio se produce en otro momento, al tiempo del
cumplimiento del contrato, es decir que en la imprevisión hay una lesión que es sobreviniente
pero por circunstancias extrañas al comportamiento de las partes. Por otro lado, en la lesión
el perjuicio sucede en otro momento diferente, cuando se celebra el acto jurídico y como
consecuencia del aprovechamiento de una de las partes de las características de la otra.
Asimismo, la imprevisión no incide sobre los efectos ya cumplidos del contrato, a diferencia
de la lesión cuando el afectado requierela nulidad del contrato.

- Rescisión bilateral y rescisión unilateral. Concepto. Régimen legal.

ARTÍCULO 1076.- Rescisión bilateral. El contrato puede ser extinguido por rescisión
bilateral. Esta extinción, excepto estipulación en contrario, sólo produce efectos para el futuro
y no afecta derechos de terceros.

Introducción
El cumplimiento de las obligaciones asumidas por las partes es la vía natural de
extinción de un contrato eficaz. Pero puede que, en los contratos en los que el vínculo fluye
en el tiempo, que no son de ejecución instantánea, tras su celebración se produzcan cambios
en los intereses tenidos en cuenta por las partes al contratar y que eso determine que, por
imperio contrario de la misma voluntad por la que concluyeron el contrato, decidan ponerle
fin por medio de una rescisión bilateral, el primero de los supuestos de ineficacia considerado
en este Capítulo del Código.
Las vías a las que se refieren los distintos artículos de este Capítulo corresponden a
supuestos de ineficacia, y constituyen puertas de salida del ámbito de un contrato que, por
distintas razones, no habrá ya de alcanzar la finalidad perseguida por quienes lo celebraron.
Hablamos de ineficacia toda vez que un contrato válido no alcanza los objetivos previstos por
las partes al tiempo de su celebración, lo que puede ocurrir por factores atribuibles a alguna
de ellas —como ocurre en la resolución por incumplimiento (art. 1083 CCyC)— o por la
incidencia de circunstancias ajenas que alteran lo previsto —imposibilidad de cumplimiento
sobreviniente por caso fortuito o fuerza mayor (arts. 955 y 1730 a 1733 CCyC), frustración de
la finalidad (art. 1090 CCyC) o imprevisión (art. 1091 CCyC)—.

Interpretación
La rescisión bilateral es un contrato sujeto a las reglas de los actos jurídicos bilaterales, aun
cuando se lo emplee para dejar sin efecto contratos unilaterales, pues la bilateralidad alude
aquí a las voluntades que concurren a la formación del consentimiento para el acto extintivo y
no a la existencia o no de contraprestaciones.
La voluntad por la que se expresa la rescisión bilateral debe exteriorizarse por los
medios previstos para la celebración del contrato que las partes procuran extinguir,
ajustándose a los recaudos formales necesarios para ello. En caso de no requerirse, o
haberse válidamente estipulado por las partes una forma determinada para la celebración del
contrato que se intenta rescindir, habrá libertad de formas para la formulación de la rescisión.
Se aplica para la extinción de todo tipo de contratos, aun de los que tienen eficacia real, por
lo que si por la rescisión bilateral se deja sin efecto el título por el que se constituyó un
derecho real, se extinguirá también este.
Si la naturaleza de las prestaciones debidas en un determinado contrato lo amerita,
nada obsta a que la rescisión pueda ser parcial.
La rescisión produce efectos desde el momento en que es convenida por los
contratantes (ex nunc) y por lo que las partes estipulen en ella, en tanto no afecte a terceros.
Siempre que no se incurra en tal afectación, establecida en lógica vinculación con lo pautado
en el art. 1021 CCyC, se extinguen las obligaciones y los derechos reales a los que se hubiera
dado lugar en la relación entre las partes, sin modificación de lo ya ejecutado. Ella no tiene
efecto respecto de terceros que hayan adquirido derechos en virtud de la existencia del
contrato de que se trate. Si la naturaleza de las obligaciones lo autoriza, las partes pueden
acordar conceder a la rescisión efectos retroactivos con relación a algunos aspectos del
vínculo, efectuando intercambios de prestaciones ya cumplidas.
La carga de la prueba sobre la existencia de la rescisión recae sobre quien la invoca.

ARTÍCULO 1077.- Extinción por declaración de una de las partes. El contrato puede ser
extinguido total o parcialmente por la declaración de una de las partes, mediante rescisión
unilateral, revocación o resolución, en los casos en que el mismo contrato, o la ley, le
atribuyen esa facultad.

Introducción
La extinción de un vínculo contractual puede darse por consentimiento de las distintas
partes contratantes, quienes por vía de una rescisión bilateral alcanzan un mutuo disenso o
distracto por el que, en ejercicio de la misma libertad por la que contrataron, dejan sin efecto
el vínculo jurídico que, en su momento establecieron, en cuyo caso hablamos de rescisión
bilateral; pero puede producirse también a partir de la voluntad de una parte, por vía de la
rescisión unilateral, la revocación o la resolución —según los casos—, puertas de salida para
un ámbito contractual que ya no habrá de cumplir su finalidad.
Este Código supera en claridad y precisión del lenguaje técnico a los que lo antecedieron.
Los términos rescisión, resolución y revocación tienen un significado particular, con efectos
y circunstancias de aplicación distintos para cada uno de tales supuestos.

Interpretación
Rescisión unilateral
La rescisión unilateral es un medio de extinción de un contrato que depende de la
exteriorización de voluntad de una de las partes contratantes y puede ser ejercida cuando
ello se encuentra habilitado por una norma legal o convencional, incorporada por las partes
en previsión de tal posibilidad.
A diferencia de lo que ocurre con la resolución, no hay en este caso una alteración del
equilibrio contractual derivado de la conducta de la contraria, como en la resolución por
incumplimiento, o de la alteración de las circunstancias tenidas en mira al tiempo de
contratar, como en la imprevisión; sino que lo que se produce por lo general es un cambio en
el interés de la parte que la formula o un agotamiento por desgaste de la relación entre las
partes, aun cuando no medie incumplimiento alguno.
Como el agotamiento de las relaciones de larga duración es una posibilidad que no debe ser
descartada desde el inicio, es de buena práctica en el diseño de contratos paritarios de
obligaciones fluyentes el incorporar una cláusula que permita la rescisión unilateral, la que no
podrá ser ejercida en forma abusiva en aquellos vínculos en los que el transcurso del tiempo
es esencial para el cumplimiento del objeto, en los que la parte que decide la rescisión debe
dar a la otra la oportunidad razonable de renegociar de buena fe, sin incurrir en ejercicio
abusivo de los derechos (art. 1011, último párrafo, CCyC).
Cabe señalar que la cláusula resolutoria unilateral puede ser considerada abusiva
cuando favorece al predisponente, en los contratos de adhesión, o al proveedor en los de
consumo, y que se encuentra especialmente vedada para el empresario en el contrato de
medicina prepaga (art. 9º de la ley 26.682, que emplea erróneamente el término “rescisión”
para referirse a un supuesto de resolución por falta de pago).
Salvo disposición en contrario, la rescisión unilateral opera para el futuro (art. 1079
CCyC), pero debe tenerse presente lo establecido en los arts. 1080 y 1081 CCyC.
Entre otros supuestos de aplicación posible, este Código prevé la rescisión de la
locación por frustración del uso o goce de la cosa (art. 1203 CCyC); la de los contratos
bancarios (art. 1383 CCyC); la del contrato de cuenta corriente (arts. 1432, inc. b y 1441, inc.
b, CCyC) y la del contrato de concesión por tiempo indeterminado (art. 1508 CCyC).

- Revocación. Concepto.
La revocación es un medio de extinción de los actos jurídicos que, en el caso de los
contratos, se presenta como la facultad de una de las partes de dejar sin efecto el vínculo en
los casos previstos por el legislador. Opera por medio de una declaración unilateral de
voluntad que tiene por fin inmediato extinguir la relación jurídica.
La revocación es un medio de extinción de un contrato en que se concluyó el proceso de
formación del consentimiento, a diferencia de la retractación, por la que se deja sin efecto
una oferta en el proceso de formación del consentimiento contractual (art. 975 CCyC).
Al igual que la rescisión, la revocación opera a partir de su ejercicio, para el futuro (art.
1079, inc. a, CCyC) y deja subsistentes los efectos producidos en el período transcurrido
desde la existencia del contrato y hasta su extinción.
También en este caso debe tenerse presente lo previsto en los arts. 1080, 1081 CCyC
—según los casos— en materia de restitución, y en el art. 1082 CCyC, en lo relativo a la
reparación del daño.
Son casos de revocación previstos en este Código en materia de contratos: el de la
donación cuando es planteada por incumplimiento del cargo o por ingratitud, y la que deja
sin efecto el contrato por verificarse supernascencia de hijos (art. 1569 CCyC) o la derivada
del cambio de objeto de una fundación, cuando se estableció la revocación de la donación de
los bienes aportados en caso de producirse dicho cambio (art. 218 CCyC); el supuesto de
extinción del mandato por revocación del mandante (art. 1329, inc. c, CCyC) y, en el
fideicomiso, la revocación por el fiduciante que se reservó expresamente esa facultad, en
tanto no se trate de un fideicomiso financiero en el que se inició la oferta pública de los
certificados de participación o de los títulos (art. 1697 CCyC).

- Resolución. Concepto. Efectos. Régimen extrajudicial y judicial.


-
Resolución
La resolución es un acto jurídico unilateral que genera la extinción del vínculo
contractual en etapa de cumplimiento, por causas sobrevinientes. Opera retroactivamente,
aunque con excepciones, y puede ser total o parcial (art. 1083 CCyC).
El hecho resolutorio pudo ser previsto por las partes o por la ley (art. 1089 CCyC); ser
expreso (art. 1086 CCyC); o surgir tácitamente (arts. 1087 y 1088 CCyC). La resolución
depende de la previsión legal o del acuerdo de las partes, formulado en el momento de su
celebración; ellas pueden estipular la cláusula resolutoria que consideren conveniente. Ella
puede darse por cumplimiento de una condición resolutoria (arts. 343 y 348 CCyC, supuesto
en el que no actúa retroactivamente, conf. art. 346 CCyC); por cumplimieno de un plazo
resolutorio (art. 350 CCyC) o por alguno de los supuestos de ineficacia previstos como
resolutorios en este Capítulo del Código, en los que opera con efecto retroactivo (ex tunc, art.
1079, inc. b, CCyC), quedando a salvo los derechos constituidos a favor de terceros de buena
fe a título oneroso. Para las restituciones a realizar y la determinación de daños y perjuicios
debe estarse a lo regulado en los artículos 1080, 1081 y 1082 CCyC.
Se encuentran aplicaciones de la resolución en materia de compraventa (arts. 1163,
1164, 1165, 1168 y 1169 CCyC); en el contrato de suministro (art. 1184 CCyC); en el
contrato de agencia (arts. 1492 y 1494 CCyC); en el de concesión (art. 1509 CCyC) y en el
oneroso de renta vitalicia (arts. 1607 y 1608 CCyC).
En relación a la resolución del contrato, el Código contiene normas aplicables al pacto
comisorio expreso y tácito (arts. 1083 a 108562). Luego, de manera específica el art. 108663
regula el pacto comisorio expreso y los arts. 1087 a 108964 el tácito.
Al respecto del pacto comisorio se ha dicho: “Cuando la condición a la que se
subordina la resolución de un contrato bilateral es el incumplimiento de la prestación,
estamos frente a un pacto comisorio, que puede ser convencional o legal” (Quinteros, citado
en Alterini, 2012, p. 455).
- Resolución total o parcial
La resolución es un modo de extinción del contrato por incumplimiento. Como señala
Garrido Cordobera (2015), "la resolución es la extinción del contrato, en la etapa de
cumplimiento, como consecuencia de causas sobrevinientes y que extinguiría, en principio,
retroactivamente los efectos del contrato" (2015, p. 203).
El Código, en el artículo 1.083, le otorga la facultad a quien incumple el contrato, de
resolverlo total o parcialmente.70 Si bien se otorga esta opción a quien está en condiciones
de resolver el contrato, la facultad de hacerlo total o parcialmente es excluyente. Esto
significa que quien optó por la resolución
parcial, luego no puede solicitar la resolución total como consecuencia del incumplimiento
que motivó la resolución original, y viceversa.
En los casos en que hubo ejecuciones parciales del contrato por parte de quien ha
incumplido (entendido como parte deudora), entonces el acreedor (cumplidor) solo puede
resolver íntegramente el contrato en tanto y en cuanto la prestación parcial, ejecutada de esa
manera, no le produzca ningún beneficio o interés.

62 Arts. 1.083-1.085 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


63 Art. 1.086 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
64 Arts. 1.087-1.089 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
Configuración del incumplimiento
Es sumamente relevante que comprendan los casos en los que el incumplimiento
puede motivar la resolución de los contratos bilaterales con prestaciones recíprocas. Es que
no cualquier incumplimiento puede justificar este mecanismo de extinción. El incumplimiento
debe ser esencial, evaluando este carácter en relación a la finalidad del contrato.
Veremos cuándo el cumplimiento es esencial, en consideración a los términos del
Código71. A saber:
a) en los casos en que el cumplimiento estricto de la prestación es fundamental en el
contexto del contrato;
b) el cumplimiento en tiempo de la prestación es dirimente para el acreedor, quien de
lo contrario pierde su interés. Esto de alguna manera nos dirige al instituto de la
frustración de la finalidad del contrato, regulada en el art. 1.090 del Código;72
c) en los casos en que el incumplimiento se vuelve relevante en tanto priva a la parte
cumplidora (perjudicada) de lo que tenía derecho a esperar en razón del contrato;
d) cuando el incumplimiento es intencional (hay dolo o mala fe de la contraria);
e) cuando el incumplimiento fue manifestado a través de una declaración seria y
definitiva por parte del deudor.

Conversión de la demanda por cumplimiento


De conformidad con el art. 1.085 del Código, cuando en el marco de un proceso
judicial de cumplimiento de contrato se dicta una sentencia que ordena el cumplimiento,
condenando al deudor, la ley prevé que esta resolución lleva implícita el apercibimiento de
que si no se cumple la condena en la etapa de ejecución de sentencia, entonces el acreedor
puede optar por la resolución del contrato.65
De acuerdo con lo sostenido en el Código comentado de Rivera en relación a este artículo,
(...) en el presente artículo se autoriza el uso del jus variandi ya dentro del proceso
judicial y se establece que ante el incumplimiento de la sentencia que condena a
efectuar la prestación, es decir, a cumplir, el acreedor puede optar por dirigir el
procedimiento hacia la resolución e indemnización de daños y perjuicios sin necesidad
de incoar otro proceso. (Leiva
Fernández, 2015, p. 672).

- Cláusula resolutoria expresa y cláusula resolutoria implícita. Presupuestos.


Funcionamiento.
Cláusula resolutoria expresa
El pacto comisorio expreso “es una cláusula accidental del contrato en virtud de la cual
la parte cumplidora tiene derecho a resolver el contrato ante el incumplimiento de la otra”
(Alterini, 2012, p. 456). Como dijimos, el art. 1.086 del Código regula este instituto.
Para que produzca efectos, la parte que ejerce el pacto comisorio debe comunicarle a
la incumplidora, de manera fehaciente, su intención de resolver el contrato.

Cláusula resolutoria implícita.


Presupuestos de la resolución por cláusula resolutoria implícita

65 Art. 1.085 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


El pacto comisorio tácito “es una cláusula natural de los contratos con prestaciones
recíprocas en virtud de la cual la parte cumplidora puede, mediante ciertos trámites
extrajudiciales, resolver el contrato ante el incumplimiento de la otra parte” (Alterini, 2012, p.
456).
Es una cláusula natural porque está inserta en los contratos bilaterales, aun cuando las
partes no lo hayan previsto expresamente. Es que es lógico que quien cumplió, ante el
incumplimiento de la otra parte, tenga derecho a extinguir el contrato que las vinculara. No
opera de pleno derecho, sino que debe ser requerida por la parte que pretenda la resolución.
Ahora bien, el ejercicio de la cláusula resolutoria implícita tiene ciertas reglas que
deben respetarse. Esas reglas están contempladas en el art. 1.088 del Código.66
Veremos:
a) debe existir un incumplimiento esencial en atención a la finalidad del contrato, de
conformidad con el art. 1.084 del Código.67 Es decir, no puede tratarse de cualquier
incumplimiento;
b) el incumplidor, deudor, debe estar en mora;
c) el acreedor no debe estar en mora;
d) debe haber un requerimiento del acreedor al deudor, para que cumpla el contrato
en un plazo no inferior a 15 días bajo apercibimiento de resolución. Conforme lo señala
Leiva Fernández (2015), este requisito está vinculado con el principio de conservación
de los actos jurídicos. El acreedor debe, de manera previa, solicitar al deudor que
cumpla con su prestación bajo apercibimiento de resolver el contrato.
Vencido el plazo otorgado para el cumplimiento, si éste no se verifica, entonces en ese
momento se produce la resolución del contrato de pleno derecho.
Otra posibilidad es que el deudor cumpla en el plazo exigido. Es cumplimiento, purga
la mora, pero sigue siendo responsable por los daños y perjuicios que pudiera haber
causado como consecuencia del retardo en el cumplimiento.

SUB-EJE TEMÁTICO 5: CONTRATOS QUE, POR SU IMPORTANCIA, SE APLICAN


ANALÓGICAMENTE A OTROS
- Compraventa. Concepto. Caracteres.
El Código Civil y Comercial regula el contrato de compraventa en el capítulo 1 del título IV,
en los arts. 1.123 a 1.171. En la Sección 1a se establecen disposiciones generales; en la
Sección 2a, reglas en relación a la cosa vendida; en la Sección 3a, reglas vinculadas al precio.
La Sección 4a establece las obligaciones a cargo del vendedor; la Sección 5a, las obligaciones
a cargo del comprador. La Sección 6a fija las pautas de la compraventa de cosas muebles. La
Sección 7a regula algunas cláusulas que pueden ser anexadas al contrato de compraventa. Y
la Sección 8a regula el boleto de compraventa.
A partir del Título IV del Libro III, el Código Civil y Comercial de la Nación comienza con la
regulación de los contratos en particular. Esta regulación de cada tipo contractual no
diferencia a aquellos contratos de consumo; esto es, no hay una regulación, por ejemplo, de
la compraventa de consumo.
En los “Fundamentos del Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación” (2012) los
motivos de este método fueron explicados, argumentando que existe una división de tipo

66 Art. 1.088 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


67 Art. 1.084 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
general. “Cuando existe una regulación general del contrato siguiendo el modelo clásico o
paritario o entre iguales, es necesario luego, en cada contrato en especial, definir qué reglas
se aplican o no a los vínculos de consumo” (Comisión para la elaboración del proyecto de Ley
de reforma, actualización y unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, 2012, p.
136, recuperado de http://goo.gl/rGbU0F).
Esto es así ya que el Código presenta una ruptura del tipo general. Entonces el sistema
funciona de la siguiente manera:
a) Si hay un contrato discrecional, hay plena autonomía privada. Se aplica el Título II,
“de los contratos en general”.
b) Si hay un contrato celebrado por adhesión, no hay consentimiento sino adhesión. Se
aplica el Título II, Capítulo
3, Sección 2ª, artículos 984 y siguientes, dedicados a esos vínculos.
c) Si hay un contrato de consumo, se aplica el Título III. En este caso no interesa si
hay o no adhesión, ya que el elemento que define la tipicidad son los elementos
descriptos en el artículo 1092. (Comisión para la elaboración del proyecto de Ley de
reforma, actualización y unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, 2012,
p. 136, recuperado de http://goo.gl/rGbU0F).

Por lo tanto, si se está frente a un contrato de compraventa, o cualquiera de los otros


contratos de la parte especial del Código, debe interpretarse si se trata de una compraventa
celebrada entre iguales, de un contrato de adhesión o de consumo, aplicándosele las reglas
pertinentes.

Concepto
El art. 1.123 del Código Civil y Comercial establece que hay compraventa cuando una
de las partes contratantes (llamada vendedor) se obliga a transferir la propiedad de una cosa,
y la otra parte (llamada comprador) se obliga a pagar por ella un precio en dinero.68
Este contrato no supone transferencia de la propiedad, ni la entrega específica del
precio pactado, sino la obligación de hacerlo. La obligación es válida aún en la llamada
compraventa manual o al contado, que se consuma y concluye en forma instantánea con la
entrega simultánea de la cosa y el precio.
La compraventa tiene una inmensa importancia en las relaciones económicas y
jurídicas de los hombres; con frecuencia traspasa las fronteras y adquiere un interés
internacional.

Respecto a sus caracteres, se encuentran los siguientes:


a) Es bilateral, porque implica obligaciones para ambas partes.
b) Es consensual, porque produce todos sus efectos por el sólo hecho del
consentimiento y sin necesidad de la entrega de la cosa o del precio.
c) No es formal. Aún en el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles,
la escritura pública exigida por el art. 1.184, inc. 1, es un requisito de la transferencia
del dominio, pero no del contrato en sí, que puede ser válidamente celebrado en
instrumento privado.69
d) Es oneroso.

68 Art. 1.123 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


69 Art. 1.184 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
e) Es conmutativo, porque es de su naturaleza que los valores intercambiados (cosa y
precio) sean aproximadamente equivalentes, y puede llegar a ser aleatorio cuando se
compra una cosa que puede o no existir.

En virtud de la sanción de la ley 26.99470, que originó el Código Civil y Comercial de la


Nación, y derogó el Código Civil, ya no existe una distinción entre compraventa civil y
comercial, quedando todos los contratos regulados por el nuevo Código.

Diferencias con otros contratos.


Con el objetivo de definir el campo de aplicación de la compraventa, se incluyen
artículos en el Código que permiten distinguirla de otros contratos. En primer lugar, y como
pauta básica, es muy importante tener en cuenta la regla que prevé el art. 1.127 a los
efectos de establecer la naturaleza del contrato: “el contrato no debe ser juzgado como de
compraventa, aunque estuviese así estipulado por las partes, si le faltase algún requisito
esencial”.71
Luego, el Código distingue expresamente a la compraventa de otros contratos. Sus
normas se aplican supletoriamente a los contratos por los cuales una parte se obliga a:

(…) transferir a la otra derechos reales de condominio, propiedad horizontal,


superficie, usufructo o uso, o a constituir los derechos reales de condominio,
superficie, usufructo, uso, habitación, o servidumbre, y dicha parte, a pagar un precio
en dinero o transferir la titularidad de títulos valores por un precio en dinero.72

La compraventa y el contrato de obra


Se aplican las reglas de la compraventa a casos en que hay un compromiso de entrega
de cosas por un precio (aunque éstas hayan de ser manufacturadas o producidas) excepto
que, de las circunstancias, resulte que la principal de las obligaciones consista en suministrar
mano de obra o prestar otros servicios.
Ahora bien, sí se aplican las reglas del contrato de obra, que más adelante
estudiaremos, si quien encarga la manufactura o producción de las cosas tiene también la
obligación de proporcionar una porción substancial de los materiales necesarios.
Asimismo, se delimita la compraventa de la permuta, señalando que si el precio
consiste parte en dinero y parte en otra cosa, el contrato es de permuta si es mayor el valor
de la cosa, y de compraventa en los demás casos.

- La cosa y el precio. Modalidades especiales.


Existen elementos comunes a todos los contratos (la capacidad y el consentimiento,
por ejemplo), y otros elementos que le son propios a cada uno de ellos. En el caso del
contrato de compraventa, los elementos propios son: la cosa y el precio, tal como surge de la
definición establecida por el art. 1.123 del que resultan claramente identificables estos
elementos.73
La cosa

70 Ley 26.994 del 01 de octubre de 2014. Código Civil y Comercial de la Nación. Aprobación.
Honorable Congreso de la Nación Argentina.
71 Art. 1.127 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
72 Art. 1.124 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
73 Art. 1.123 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
En cuanto a la cosa pasible de ser vendida, el Código establece en su art. 1.129 que
“pueden venderse todas las cosas que pueden ser objeto de los contratos”.74 Por lo tanto,
serán aplicables las normas vinculadas al objeto de los contratos reguladas en el capítulo 5
del Título II “Contratos en general” del Libro III, así como las disposiciones de la sección 1,
Capítulo 5, Título IV del Libro I referidas al objeto de los actos jurídicos.
El Código regula los casos de cosa cierta que dejó de existir, cosa futura y cosa ajena
en los artículos 1.130, 1.131 y 1.132, respectivamente:
a) La cosa cierta deja de existir: como la cosa es un elemento propio del contrato,
si se trata de la venta de una cosa cierta que deja de existir al tiempo de
perfeccionarse el contrato, entonces éste no produce efecto alguno. En cambio, si deja
de existir pero parcialmente, el comprador interesado en la cosa, aun cuando exista en
parte, podría requerir la entrega de esa parte con la correspondiente reducción del
precio en forma proporcional. Asimismo, las partes pueden asumir expresamente el
riesgo de que la cosa deje de existir, ya sea porque haya perecido o esté dañada, en
cuyo caso el comprador no puede exigir el cumplimiento del contrato.75

b) Cosa futura: se pacta la venta de una cosa que, al momento de la celebración del
contrato, todavía no existe. Por ello es que el contrato queda supeditado a la condición
de que la cosa llegue a existir. Es éste un contrato sujeto al régimen de las
obligaciones condicionales. De igual manera que en el caso del punto “a”, el
comprador puede asumir expresamente el riesgo de que la cosa no llegue a existir, sin
poder reclamar esto al vendedor cuando la no existencia de la cosa no haya obedecido
a su culpa.76

c) Cosa ajena: la venta de la cosa total o parcialmente ajena es válida.77 El Código


remite a los casos en que se permite que los bienes ajenos constituyan el objeto de los
contratos, de conformidad con el art. 1.008 del Código78. En ese sentido, debe
tenerse en cuenta la extensión de la promesa del vendedor para poder conocer sus
efectos; así:
o Si el vendedor promete transmitirlos y no ha garantizado el éxito de la promesa,
solo está obligado a emplear los medios necesarios para que la prestación se
realice. Si, por su culpa, el bien no se transmite, debe reparar los daños
causados.
o Si, por el contrario, el vendedor ha garantizado el éxito de la promesa, deberá
también indemnizar los daños causados si ésta no se cumple, sin importar que
haya empleado los medios necesarios o no para lograrlo.

El Código no lo aclara específicamente al regular la venta de cosa ajena, pero se


entiende que el art. 1.132 trata la venta de cosa ajena en el caso de que ambas partes
conocieran esa circunstancia, ya que la venta de cosa ajena como propia constituye un
supuesto no permitido por la última parte del art. 1.008, si el vendedor no hace entrega de la

74 Art. 1.129 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


75 Art. 1.130 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
76 Art. 1.131 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
77 Art. 1.132 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
78 Art. 1.008 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
cosa, y aun podría considerarse una hipótesis de dolo que tacha de nulidad al acto (Esper,
2015).

El precio
El precio es otro de los elementos del contrato de compraventa. Para que éste último
quede legalmente configurado, es preciso que el precio reúna las siguientes características:

a) Debe ser en dinero: de lo contrario, no hay compraventa.


b) Debe ser determinado o determinable: el precio debe ser cierto. Es determinado
cuando:
i) las partes lo fijan en una suma que el comprador debe pagar;
ii) cuando se deja su indicación al arbitrio de un tercero designado; o
iii) cuando su determinación se hace con referencia a otra cosa cierta;
iv) cuando las partes prevén el procedimiento para determinarlo.

Determinación del precio por un tercero: se prevé la posibilidad de que sea un tercero
el que determine el precio, ya sea que a éste se lo designe en el contrato o con posterioridad.
En caso de que no hubiere acuerdo sobre el tercero, o que por cualquier motivo éste no
quiera o no pueda determinar el precio, entonces será el juez quien fije el precio.79
c) Debe ser serio.

Casos de los precios convenidos y no convenidos por unidad de medida de superficie


Precio convenido por unidad de medida de superficie: el precio, en algunos casos, es
convenido por unidad de medida de superficie (por ejemplo, metros cuadrados o m2). En
esos casos, el precio total del contrato es el que resulta de la superficie real del inmueble.
Entonces, si el objeto del contrato es una extensión determinada (por ejemplo, 200 m2), y la
superficie real total del inmueble es de 300 m2, es decir, que excede en más de un cinco por
ciento la superficie pactada en el contrato (que era 200 m2), entonces el comprador puede
resolver el contrato.
Precio no convenido por unidad de medida de superficie: en el caso contrario, esto es,
que no se pacte el precio por unidad de medida de superficie, y el objeto del contrato sea
una fracción de tierra, pero el terreno tenga diferencia superior al cinco por ciento en relación
a la superficie acordada, el vendedor o el comprador (de acuerdo con el caso) tiene derecho
a pedir que se ajuste el contrato en relación a la diferencia. Si el comprador, en función del
ajuste, tuviera que pagar un precio mayor, puede resolver el contrato. Esta posibilidad de
resolución no se le concede si, en cambio, a raíz del reajuste debiera pagar un precio más
bajo.

Modalidades
El Código Civil y Comercial, en su Sección 6a, efectúa una regulación especial para los
casos de compraventa de cosas muebles, aclarando que dicha regulación no excluye la
aplicación de las reglas generales de la compraventa en cuanto sean compatibles.
Así es que establece algunas disposiciones especiales en cuanto a:
- Precio:

79 Art. 1.134 Código Civil y Comercial de la Nación Argentin


Silencio sobre el precio (en el caso de la compraventa de cosas muebles): si el contrato
se celebró, pero en él no hay referencia alguna al precio de la compraventa (silencio sobre
el mismo), el Código entiende que en ese caso las partes hicieron referencia al precio
generalmente cobrado para esas cosas (mercaderías) en el momento en que el contrato
se celebró. Si el precio en la compraventa de cosas muebles se fija en función del peso,
número o medida de las cosas, entonces se debe el proporcional a ese número, peso o
medida.
- Obligaciones del vendedor:
Entrega de documentación: el vendedor debe entregar la factura donde conste la
descripción de la compra realizada y todos los términos de la operación. Si en ella no
surge un plazo de pago, entonces se entiende que se hizo de contado. Y si la factura no
es observada dentro de los 10 días en que fue recibida, se entiende que resultó aceptada.
Entrega de la cosa. Plazo: dentro de las 24 hs. de celebrado el contrato (excepto pacto
en contrario). Lugar: el convenido o el que surja de los usos o de las características de la
venta. Caso contrario, la entrega se hace donde estaba la cosa al momento de la
celebración del contrato. Las partes tienen autonomía de la voluntad para pactar la
manera, tiempo en que se hará.
La ley le da a las partes dos medios alternativos para lograr la entrega de la cosa y
considerar que ésta se ha verificado. De acuerdo con Esper (2015), es opinable si hay
otros procedimientos diferentes que puedan utilizar las partes; ya estando dentro de
contratos que tienen como fin último transmitir el derecho real de dominio de la cosa,
rigen entonces las normas en materia de tradición para adquirir derechos reales o la
posesión de la cosa, que son de orden público.
Las posibilidades que la ley otorga son: a) Definir que la puesta a disposición de la cosa
vendida, en un lugar cierto y en forma incondicional, tiene los efectos de la entrega. El
comprador tiene derecho a revisar la mercadería y a expresar su no conformidad dentro
del plazo de diez días de retirada. b) La otra posibilidad es que para las mercaderías en
tránsito (aquellas que deben ser enviadas por el vendedor) la entrega se considera
realizada por la cesión o endoso de los documentos de transporte. Alude específicamente
al endoso.
Luego el Código dispone que el vendedor sea quien asume los riesgos del daño o pérdida
de las cosas.

- Boleto de compraventa.

Este es un punto sumamente importante. Citamos al respecto:

La figura del boleto de compraventa fue incorporada al Código Civil por medio de la ley
17.711 a través del artículo 1185 bis y del agregado de una parte final al artículo 2355.
La mención en esos dos artículos, sumada a las disposiciones de los arts. 1184 y 1185,
ha provocado ríos de tinta sobre la naturaleza jurídica de esta figura jurídica. Hay
quienes caracterizan a este acuerdo como un precontrato. Desde esta perspectiva, el
boleto de compraventa inmobiliaria, celebrado mediante instrumento privado no puede
ser entendido como un contrato definitivo que permite la transmisión o constitución de
un derecho real. Es
pues un “antecontrato” o acuerdo previo, o “contrato preparatorio”, o “precontrato”
que genera los efectos propios de esos actos, pero de ninguna manera reúne los
requisitos sustanciales que la ley privada exige. (…) La posición que se ha logrado
imponer en doctrina es la que indica que el boleto de compraventa importa un
contrato en que las partes se obligan válidamente a celebrar un contrato de
compraventa de inmuebles. Este contrato del artículo 1185 es sin duda alguna un
contrato verdadero, firme, serio, definitivo y perfecto, pero no como contrato de
compraventa sino como contrato que obliga a concluir el de compraventa (…). Ello en
alusión al régimen del Código Civil derogado. En cuanto a la ley 26.994, no ha
“esclarecido la cuestión de la naturaleza jurídica del boleto de compraventa, pues no lo
define ni determina sus alcances. En cuanto a las consecuencias para las partes, podrá
recurrirse a lo establecido en la parte general, especialmente lo previsto por el art.
1018” (otorgamiento pendiente del instrumento). (Crovi, 2014, pp. 35-36).

En la Sección 8ª del Código Civil y Comercial se regula la figura del boleto de


compraventa de inmuebles. La normativa lo contempla en los artículos 1.170 y 1.171.
En relación a esto, en los “Fundamentos del Anteproyecto de Código Civil y Comercial
de la Nación” (2012) se dispone:

Se reitera la solución, hoy tradicional, según la cual los boletos de compraventa de


inmuebles de fecha cierta otorgados a favor de adquirentes de buena fe son oponibles al
concurso o quiebra del vendedor si se hubiera abonado el veinticinco por ciento del precio. El
juez debe disponer que se otorgue la respectiva escritura. El comprador puede cumplir sus
obligaciones en el plazo convenido. En caso de que la prestación a cargo del comprador fuera
a plazo, deberá constituirse hipoteca en primer grado sobre el bien, en garantía del saldo de
precio. Aunque se trata de una norma de tipo concursal, y el Anteproyecto considera que
este tipo de relaciones se rige por lo dispuesto en el ordenamiento específico, hemos
entendido conveniente mantener la norma en el Código Civil por el valor histórico que ella
tiene. (Comisión para la elaboración del proyecto de Ley de reforma, actualización y
unificación de los Códigos Civil y Comercial de la Nación, 2012, p. 142, recuperado de
http://goo.gl/rGbU0F).

El art. 1.170 se refiere a la prioridad que tiene el adquirente de buena fe sobre


terceros que trabaron medidas cautelares sobre el inmueble, enumerando una serie de
supuestos:80
a) Cuando el comprador contrató con quien es el titular registral del inmueble o puede
colocarse en la posición de quien contrató con el titular mediante un eslabonamiento
perfecto con esos adquirentes sucesivos.
b) Cuando el comprador pagó un mínimo del 25% del precio antes de que la cautelar
fuera trabada.
c) Cuando el boleto tiene fecha cierta (al respecto, nos remitimos a lo explicado en
relación a la fecha cierta de los instrumentos privados, de conformidad con el art. 317
del Código81).

80 Art. 1.170 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


81 Art. 317 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
d) Cuando la compraventa y la adquisición del inmueble tienen publicidad suficiente.
En relación a esta publicidad suficiente, el Código alude a la dada registralmente, o
bien como consecuencia de la posesión del inmueble.

Asimismo, el Código contempla en otro artículo el caso concreto de la oponibilidad que


tiene el boleto de compraventa en el caso del concurso o la quiebra del vendedor del
inmueble.

La oponibilidad del boleto de compraventa a terceros embargantes o frente a la


quiebra o concurso del enajenante es un problema cuya solución requiere equilibrar
dos aspectos: por un lado, la protección del adquirente, que ha confiado en obtener un
bien y no una indemnización y es por ello que la tendencia evolutiva ha sido proteger
este derecho admitiendo la oponibilidad si se trata de un comprador serio, en el
sentido de que ha pagado una parte del precio, ha tomado la posesión. Inicialmente se
protegió con mayor rigor la compra destinada a vivienda, aunque luego el criterio se
generalizó. Como contrapartida, hay que prever que un boleto así protegido y
directamente oponible puede dar una herramienta para que el deudor “fabrique”
boletos en perjuicio de sus acreedores. (…) El Proyecto ha adoptado una posición
amplia de cobertura a compradores de buena fe, a quienes se les reconoce la
posibilidad de oponer sus derechos tanto frente a terceros como frente al concurso o
quiebra del vendedor. La buena fe se presenta como un requisito imprescindible para
invocar un mejor derecho frente al tercerista. (Crovi, 2014, pp. 36-37).82

La consecuencia de ello es que el juez deba disponer que se otorgue a favor del
comprador la correspondiente escritura pública. De esta manera, el art. 1.171 considera que
para que el boleto de compraventa sea oponible al concurso o quiebra del vendedor, los
requisitos son:
a) que tenga fecha cierta;
b) que el comprador sea un adquirente de buena fe;
c) que el comprador haya abonado más del 25% del precio convenido.83

Obligaciones de las partes


Las principales obligaciones del vendedor son:
a) Conservar la cosa:
b) Transferir la propiedad de la cosa:
c) Responder por saneamiento:

Respecto al comprador, el Código regula sus obligaciones en el art. 1.141. Ellas son84:
a) El pago del precio
b) La recepción de la cosa:
c) El pago de los gastos necesarios para hacerse cargo de la cosa:

- Cesión de Derechos. Concepto. Caracteres.

82 Se aclara que cuando en la cita se hace referencia al “Proyecto”, se alude al Código hoy
vigente, sancionado por ley 26.994.
83 Art. 1.171 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
84 Art. 1.139 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
La cesión de derechos desempeña un papel importante en la vida de los negocios.
Algunas veces el titular de un crédito sujeto a plazo tiene necesidad de dinero, negocia
entonces su crédito con lo cual resuelve su problema. El cesionario, por su parte, también
hace un negocio, puesto que recibirá una compensación por haber adquirido un crédito que
está sometido a plazo y que corre con el riesgo de la insolvencia del deudor y de las
eventuales molestias de tener que perseguir el cobro judicialmente.
La cesión de derechos hereditarios permite al heredero entrar de inmediato en posesión
de un patrimonio aproximadamente equivalente al que le corresponde en la herencia y del
que sólo podría disponer una vez concluidos los largos trámites del sucesorio. Otras veces, la
cesión permite consolidar derechos confusos o litigiosos. Es también una manera rápida de
llevar a la práctica ciertos negocios, cuya formalización de otra manera exigiría el
cumplimiento de solemnidades complejas y lentas.
Concepto
Se establece que hay contrato de cesión cuando una de las partes transfiere a la otra
un derecho. Se aplican a la cesión de derechos, siempre que no haya reglas específicas
establecidas en el capítulo 26 del Código, las reglas de:
a) La compraventa, cuando la cesión se hizo con la contraprestación de un
precio en dinero.
b) La permuta, cuando la cesión se hizo mediante la transmisión de la propiedad
de un bien.
c) La donación, cuando se realizó sin contraprestación.

Es un contrato consensual, ya que se perfecciona con el simple acuerdo de voluntades


y no requiere como condición ineludible la entrega del título, pese a que el art. 1.619 del
Código establece como obligación del cedente la entrega de los documentos probatorios del
derecho.85
Es formal, ya que la cesión debe hacerse por escrito, sin perjuicio de los casos en que
se admite la transmisión del título por endoso o por entrega manual. Deben otorgarse por
escritura pública: la cesión de derechos derivados de un acto instrumentado por escritura
pública; la cesión de derechos hereditarios; la cesión de derechos litigiosos. Si la cesión no
involucra derechos reales sobre inmuebles, también puede hacerse por acta judicial.
Puede ser onerosa o gratuita. En el primer caso (venta, permuta), será bilateral y
conmutativa porque las prestaciones son recíprocas y se presumen equivalentes; en el
segundo (donación), será unilateral.

- Cesión de créditos. Concepto. Efectos.


La cesión tiene efectos frente a terceros desde la notificación al cedido mediante
instrumento público o instrumento privado con fecha cierta.
Los pagos del crédito que efectuare el deudor cedido, antes de la notificación de la cesión,
lo liberan (así como cualquier otra causa de extinción de la obligación). Esto es así, ya que de
conformidad con el art. 1.620, la cesión sólo tiene efectos una vez notificada por los medios
previstos expresamente, por lo que, antes de ello, no puede ser oponible al cedido.86
Acciones Conservatorias: si bien la cesión no tiene efectos respecto de terceros
sino desde el momento de la notificación, esta regla no es absoluta. La ley concede

85 Art. 1.519 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


86 Art. 1.620 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
prudentemente al cesionario y al cedente el derecho a realizar todos los actos conservatorios
del derecho antes de la notificación de la cesión. Es que el cesionario ostenta cuanto menos
la calidad de acreedor condicional y es lógico que se le reconozca ese derecho, pudiendo, por
ende, embargar el crédito, ejercer la acción subrogatoria, interrumpir la prescripción,
etcétera.
Garantías: cuando la cesión es onerosa, el cedente garantiza la existencia y
legitimidad del derecho al momento de la cesión. Ello, excepto que se trate de la cesión de
un derecho litigioso o que se lo transmita como dudoso. Si el derecho no existe, en función
de esta garantía es que el cedente debe restituir al cesionario el precio recibido más los
intereses correspondientes. Si el cedente fuere de mala fe, es decir, si conocía la inexistencia
del derecho al momento de perfeccionar la cesión, la ley dispone que, además, debe la
diferencia entre el valor real del derecho cedido y el precio de la cesión efectuada.
Límite de la garantía: el cedente garantiza que el crédito exista y sea legítimo, pero
no garantiza la solvencia del deudor cedido o de los fiadores involucrados (excepto mala fe
del cedente, es decir, que éste último conozca al momento de la cesión el estado de
insolvencia del deudor). Esta es la regla para la cesión onerosa.87 Sin embargo, las partes en
virtud de la autonomía de la voluntad pueden pactar expresamente que se garantice también
por la solvencia.
Cuando, pese a la regla fijada por el art. 1.628, el cedente garantiza la solvencia del
deudor cedido, son aplicables las disposiciones de la fianza. En ese caso, el cesionario sólo
podrá reclamar al cedente que garantizó la solvencia del deudor cedido luego de haber
excutido los bienes de éste último (salvo que esté concursado o quebrado).
Son de aplicación supletoria todas las normas vinculadas a la responsabilidad por
saneamiento estudiadas en la parte general de los contratos.

- Cesión de deudas. Concepto.


En la Sección 2a del Capítulo 26, Título IV, del Libro Tercero, el Código Civil y Comercial
de la Nación regula la cesión de deuda, la asunción de deuda y la promesa de liberación.
Concepto: hay cesión de deudas cuando acreedor, deudor y un tercero convienen que
éste último debe pagar la deuda, sin que exista novación de la obligación. Esto exige
conformidad de los tres: del acreedor, del deudor original y del tercero que se hace cargo de
la deuda. Si, en cambio, el acreedor no prestara conformidad para la cesión de la deuda de la
cual es acreedor con la consecuente liberación del deudor, el tercero será un deudor
subsidiario.88
Asunción de deuda: en el supuesto de asunción de deuda, un tercero conviene con el
acreedor que asumirá el pago de una deuda, sin que exista novación. En este caso, no
participa del acuerdo el deudor original, por lo que no hay una cesión. La asunción de la
deuda exige la conformidad del acreedor para la liberación del deudor; de lo contrario, se
tiene por rechazada.89
Tanto en la cesión de deudas como en la asunción de deudas no existe novación. La
novación sustituye una obligación, que se extingue, por otra nueva. En estos dos casos, en
cambio, la obligación persiste. Asimismo, en ambos casos se requiere la expresa conformidad
del acreedor para que el deudor quede liberado de su obligación, la que puede ser dada

87 Art. 1.628 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


88 Art. 1.632 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
89 Art. 1.633 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
antes, concomitantemente o con posterioridad a la cesión, pero debe ser expresa. En los
contratos por adhesión, una conformidad para la liberación del deudor es ineficaz.90
Diferente es el caso de la promesa de liberación. Como su nombre lo indica, esta es una
promesa efectuada por un tercero al deudor de que lo liberará de una deuda, cumpliéndola
en su lugar. El vínculo es entre el tercero y el deudor, no involucrando al acreedor.91

- Cesión de posición contractual. Concepto. Efectos.


El Código sigue al “Proyecto de Código Civil para la República Argentina” (1998) en la
regulación de la cesión de la posición contractual. En los contratos con prestaciones
pendientes, cualquiera de las partes puede transmitir a un tercero su posición contractual si
las demás partes lo consienten antes, simultáneamente o después de la cesión. Si la
conformidad hubiese sido previa a la cesión, ésta sólo tendrá efectos una vez notificada a las
otras partes, en la forma establecida para la notificación al deudor cedido.
Naturaleza del negocio y problemática
Como señala Alterini (2012), “las relaciones negociales, en el mundo moderno son
esencialmente dinámicas y el contrato -en cuanto sirve como título para la obtención de
bienes- frecuentemente debe sufrir mutaciones en algunos de sus sujetos” (2012, p. 427). Y
continúa, “en el mundo real de los negocios actuales, que suele pertenecer a los
megacontratos, es frecuente que por diversas causas (…) uno de los contratantes quiera
separarse del contrato en curso y colocar al tercero en su misma posición contractual” (2012,
p. 427).
Efectos
A partir de la cesión de la posición contractual (o de la notificación de la cesión para el
caso de que la conformidad fuera previa), el cesionario asume los derechos y obligaciones
derivados del negocio, quedando desvinculado el cedente. Es que la transmisión de la
posición contractual coloca al cesionario en la situación jurídica del cedente en el contrato
básico, con asunción de sus derechos y facultades, sus deberes y obligaciones (Alterini,
2012).
Ahora bien, si los co-contratantes cedidos habían pactado con el cedente una garantía
para el caso de incumplimiento del cesionario, conservan sus acciones contra el cedente. Para
ello deben notificar al cedente el incumplimiento mencionado dentro de los 30 días de
acaecido; de lo contrario, queda liberado.
Garantía: el cedente garantiza al cesionario la existencia y validez del contrato que cede.
Queda asimilado a un fiador, cuando garantiza el cumplimiento de las obligaciones de los
otros contratantes.
Defensas: a raíz de la cesión de la posición contractual, los contratantes pueden oponerle al
cesionario todas las defensas o excepciones que se deriven del contrato, pero no aquellas
que se vinculen con otras relaciones con el cedente. Excepto que así lo hayan pactado.

- Locación de cosas. Concepto. Caracteres. Plazos máximos y mínimos.


Derechos y obligaciones de las partes. Régimen de mejoras y reparaciones.
Conclusión de la locación y entrega de la cosa.

90 Art. 1.634 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


91 Art. 1.635 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
El contrato de locación está regulado en el Capítulo 4, del Título IV (“Contratos en
particular”), del Libro Tercero (“Derechos personales”) del Código Civil y Comercial de la
Nación, en los artículos 1.187 a 1.226. Luego, en el Capítulo 5 se regula el régimen para el
contrato de obras y servicios, artículos 1.251 a 1.279.
“El Código unificado sólo considera el régimen locativo respecto de las cosas,
efectuando una corrección necesaria al escindir las obras y los servicios, regulados como
contratos diferentes. De aquí en adelante sólo pueden alquilarse cosas, nunca haceres
humanos” (Carnaghi, 2015, Apartado II).

Concepto y elementos esenciales


El art. 1.187 da una definición del contrato de locación de cosas, disponiendo que es
aquél en el que una parte se obliga a entregar a otra el uso y goce temporario de una cosa
(parte denominada locador), a cambio del pago, por la otra, de un precio en dinero (parte
denominada locatario).
El contrato se configura con:
a) La obligación del locador de conceder el uso y goce de una cosa. En ese sentido,
coincidimos con Leiva Fernández (2014) en cuanto a que “se delimita el concepto de
uso como el referido a la utilización de la cosa misma dada en locación, y el de goce
como el aprovechamiento o disfrute de los frutos o productos ordinarios de esa cosa”
(2014, p. 49). Es sumamente relevante entender el alcance de la concesión del uso y
goce en la locación, y no confundirlo con la transmisión de un derecho real de dominio
o de la posesión sobre la cosa. En el contrato de locación el locatario reconoce la pose
b) sión en cabeza del locador.b) La temporalidad en la concesión del uso y goce de la
cosa dada en locación. En ese sentido, veremos las reglas del tiempo en la locación
establecidas en la sección 3a (artículos 1.197 a 1.19946).
c) La existencia de un precio en dinero. El pago del precio de la locación es una
obligación esencial a cargo del locatario. Se aplican en subsidio las reglas de la
compraventa en materia de precio (así como en cuanto al objeto y al consentimiento).

En cuanto al precio en moneda extranjera, parece acertada la interpretación que


lo admite al no exigir la normativa vigente (…) que el precio se establezca en
"moneda de curso legal en la República", sino sólo el precio determinado en
dinero. Son válidos en cuanto al precio los contratos en los que se fijen
alquileres en moneda extranjera, pero haciendo operar la
corrección del valorismo resultante del art. 772 Cód. Civ. y Com. en caso de
suscitarse "burbujas locativas" generadas por devaluaciones en la política
económica gubernamental para responder a intereses de Orden Público
Económico de Dirección totalmente alejados en su razón de ser del valor real
(valor locativo), que es la télesis de la cláusula de estabilización contractual que
representa la divisa extranjera. Salvo que se pacte que la moneda sin curso
legal en la República es esencial (art. 766 Cód. Civ. y Com.), pues ello no
compromete el orden público. (Carnagui, 2015, Apartado VI).

Asimismo, la locación es un contrato: bilateral (en tanto genera obligaciones recíprocas


para ambas partes, la entrega del uso y goce de la cosa, y el pago de un precio); consensual
(queda perfeccionado con el consentimiento de las partes); oneroso (porque se comprometen
prestaciones recíprocas); conmutativo (las ventajas para los contratantes son ciertas, no
dependen de un acontecimiento incierto); de tracto sucesivo (porque es un contrato que
tiene una duración y cuyos efectos se cumple en el transcurso del tiempo). En cuanto a la
forma, sólo se requiere por escrito con carácter ad probationem, “sin registración alguna ni
más requisito para su oponibilidad que la fecha cierta” (Leiva Fernandez, 2014, p. 51). Al
respecto, el art. 1.188 prevé: El contrato de locación de cosa inmueble o mueble registrable,
de una universalidad que incluya a alguna de ellas, o de parte material de un inmueble, debe
ser hecho por escrito. Esta regla se aplica también a sus prórrogas y modificaciones.92

- Naturaleza jurídica del derecho del locatario


El derecho del locatario es un derecho de fuente contractual, en tanto nace del contrato
celebrado entre las partes (locador-locatario), y, por lo tanto, es personal. Sin embargo, tiene
algunas características propias de los derechos reales: Por ejemplo, en el caso de
enajenación de la cosa locada, la locación “subsiste durante el tiempo convenido, aunque la
cosa locada sea enajenada”;48 el tenedor cuando es turbado, tiene acciones para mantener
la tenencia (art. 2.24249

- Plazos
Plazo máximo:93 en el caso de contratos de locación, cualquiera sea su objeto, se pactan
plazos máximos de duración del contrato. Los contratos son renovables si las partes lo pactan
expresamente, por períodos que no pueden exceder los plazos máximo establecidos.94
o Locación con destino habitacional: plazo máximo de 20 años.
o Locación con otros destinos: plazo máximo de 50 años.

Plazos mínimos: el Código, en el art. 1.198,

(…) simplifica la normativa sobre locación inmobiliaria unificando los plazos


mínimos para todos los destinos de la locación de inmuebles (es decir, sin
importar si el destino es habitacional, comercial o industrial) o de parte de
inmuebles y los establece en dos años. Esto soluciona el tema de la duración
mínima de las locaciones con destino mixto, y aquellas en las que los
celebrantes por inadvertencia no refieren el destino para el que se ocuparía el
inmueble. (…) se exige la tenencia de la cosa para que el locatario pueda
renunciar válidamente al plazo mínimo, como recaudo para evitar las renuncias
sistemáticas y
anticipadas. (Leiva Fernández, 2014, p. 59).

Los plazos mínimos se constituyen a favor del locatario, por eso es que todo contrato
celebrado por un plazo inferior, o sin determinación del plazo, debe ser considerado hecho
por el término mínimo de dos años.

La télesis de la norma y del instituto, permite que el arrendatario rescinda el


contrato perdiendo el beneficio del plazo mínimo legal. Obviamente este

92 Art. 1.188 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


93 Se amplía considerablemente el plazo máximo de duración de 10 años previsto en el art. 1.505
del Código Civil, derogado por ley 26.994.
94 Art. 1.197 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
beneficio no cabe al locador, ni siquiera alegando necesidad y urgencia en la
restitución del bien locado. Siempre el arrendador deberá respetar el plazo
fijado contractualmente, que nunca podrá ser inferior a los dos años. (Carnaghi,
2015, Apartado III, punto 2).

Locaciones excluidas del plazo mínimo legal. Conforme el art. 1.199 del Código, no se
aplica el plazo mínimo legal a los contratos de locación de inmuebles o parte de ellos
destinados a:
a) sede de embajada, consulado u organismo internacional, y el destinado a
habitación de su personal extranjero diplomático o consular;
b) habitación con muebles que se arrienden con fines de turismo, descanso o
similares. Si el plazo del contrato supera los tres meses, se presume que no fue
hecho con esos fines;
c) guarda de cosas; [“Ello abarca en cuanto a cosas, animales, vehículos,
muebles, etcétera” (Leiva Fernandez, 2014, p. 61)]
d) exposición u oferta de cosas o servicios en un predio ferial.
Tampoco se aplica el plazo mínimo legal a los contratos que tengan por objeto
el cumplimiento de una finalidad determinada expresada en el contrato y que
debe normalmente cumplirse en el plazo menor pactado.95

- Obligaciones de las partes. Régimen de mejoras


Obligaciones del locador
El parágrafo 1, de la Sección 4a del Código, establece las obligaciones del locador
(arts. 1.200 a 1.204).
1) La entrega de la cosa: “El locador debe entregar la cosa conforme a lo acordado. A
falta de previsión contractual debe entregarla en estado apropiado para su destino,
excepto los defectos que el locatario conoció o pudo haber conocido”.96
2) Conservación de la cosa: El locador debe conservar la cosa locada en estado de
servir al
uso y goce convenido y efectuar a su cargo la reparación que exija el deterioro
originado en su calidad o defecto, en su propia culpa, o en la de sus dependientes o en
hechos de terceros o caso fortuito.
Si al efectuar la reparación o innovación se interrumpe o turba el uso y goce
convenido, el locatario tiene derecho a que se reduzca el canon temporariamente en
proporción a la gravedad de la turbación o, según las circunstancias, a resolver el
contrato.97
3) Pago de las mejoras: “El locador debe pagar las mejoras necesarias hechas por el
locatario a la cosa locada, aunque no lo haya convenido, si el contrato se resuelve sin
culpa del locatario, excepto que sea por destrucción de la cosa”.98
4) La frustración del uso o goce de la cosa: Si por caso fortuito o fuerza mayor, el
locatario se ve impedido de usar o gozar de la cosa, o ésta no puede servir para el
objeto de la convención, puede pedir la rescisión del contrato, o la cesación del pago

95 Art. 1.199 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


96 Art. 1.200 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
97 Art. 1.201 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
98 Art. 1.202 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
del precio por el tiempo que no pueda usar o gozar de la cosa. Si el caso fortuito no
afecta a la cosa misma, sus obligaciones continúan como antes.99

Al respecto, señala Leiva Fernández (2014):

El art. 1203 del Código Civil y Comercial bajo el epígrafe "Frustración del uso o
goce de la cosa" reitera un precepto existente en el derogado art. 1522 del
Código Civil. En realidad el supuesto está previsto en forma general para todos
los contratos en el art. 1031 del mismo Código. (…), la expresión "el locatario se
ve impedido de usar y gozar..." parece referir a una imposibilidad que afecta al
sujeto, pero luego concluye expresando que "Si el caso fortuito no afecta a la
cosa misma, sus obligaciones continúan como antes", de donde se deduce que
para aplicar la norma debe verse afectado el objeto. A todo evento, la referencia
al derecho de resolver el contrato frente al caso fortuito o fuerza mayor es
redundante con los principios generales. Abarca supuestos tales como el alquiler
para instalar un establecimiento fabril en zona luego declarada residencial, el
alquiler de un inmueble para albergue sobre un camino que luego es desviado o
clausurado, el caso de que el inmueble se sujete a la ocupación temporánea
anormal de la ley 21.499. En cambio, no se encuentra comprendida la mudanza
del locatario por haber cambiado su destino laboral Vg. [sic] (ejecutivo, militar o
diplomático), ni el establecimiento cercano de un negocio del mismo que
disminuye las ganancias del locatario. (2014, pp. 61- 62).

5) La supresión de la pérdida de luminosidad del inmueble como vicio: “La pérdida de


luminosidad del inmueble urbano por construcciones en las fincas vecinas, no autoriza al
locatario a solicitar la reducción del precio ni a resolver el contrato, excepto que medie dolo
del locador”.100
Conforme lo sostiene Leiva Fernández (2014):
El art. 1605 del Código Civil de Vélez Sarsfield consideraba vicio redhibitorio que
el inmueble se vuelva oscuro por edificarse en predio lindero, lo que era lógico
porque actividad productiva cesaba con la caída del sol por no existir la luz
eléctrica. En esta época es inadecuado mantener el planteo. Ni la solución,
porque lo que Vélez anunció como vicio redhibitorio, no es tal, ya que el
defecto, no se origina en la cosa objeto del contrato, sino en otra causa ajena
cual es la construcción lindera inexistente al momento de contratar la locación.
(2014, p. 63).101

- Obligaciones del locatario


Están contempladas en el parágrafo 2 de la Sección 4a del Código (arts. 1.205 a 1.210).

1) Prohibición de variar el destino:

99 Art. 1.203 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


100 Art. 1.204 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
101 El art. 1.605 del Código Civil fue sustituido por art. 1.204 de la Ley Nº 26.994 B.O. 08/10/2014 Suplemento. Vigencia: 1° de agosto de 2015,
texto según art. 1° de la Ley Nº 27.077 B.O. 19/12/2014. Honorable Congreso de la Nación Argentina
“El locatario puede usar y gozar de la cosa conforme a derecho y exclusivamente para
el destino correspondiente”.102 No puede variarlo aunque ello no cause perjuicio al
locador.
Vemos, entonces, que la obligación de respetar el destino convenido es independiente
de que ello pueda perjudicar o no al locador.
Ello tiene relación con el art. 1.194, que contempla el destino de la cosa locada:
- El locatario debe dar a la cosa locada el destino acordado en el contrato.
- A falta de convención, puede darle el destino que tenía al momento de
locarse, el que se da a cosas análogas en el lugar donde la cosa se encuentra o
el que corresponde a su naturaleza.
- (…) Si el destino es mixto se aplican las normas correspondientes al
habitacional.103

2) Conservación de la cosa en buen estado:


El locatario debe mantener la cosa y conservarla en el estado en que la recibió.
No cumple con esta obligación si la abandona sin dejar quien haga sus veces.
[Consecuentemente], responde por cualquier deterioro causado a la cosa, incluso por
visitantes ocasionales, pero no por acción del locador o sus dependientes (…).104

3) Reparaciones a la cosa:
El Código prevé que:
Si la cosa es mueble, el locatario tiene a su cargo el gasto de su conservación y
las mejoras de mero mantenimiento; y sólo éstas si es inmueble.
Si es urgente realizar reparaciones necesarias puede efectuarlas a costa del
locador dándole aviso previo.105

En cuanto a las mejoras en la cosa locada, el Código las regula concretamente en el


parágrafo 3 de la Sección 4a del Código. A saber: como regla, “el locatario puede realizar
mejoras en la cosa locada, excepto que esté prohibido en el contrato, que las mejoras alteren
la substancia o forma de la cosa, o haya sido interpelado a restituirla”.106 Cuando se realizan
las mejoras violando lo dispuesto en el art. 1.211, es decir, realizando mejoras prohibidas, se
considera que el locatario está violando “la obligación de conservar la cosa en el estado en
que se recibió”.107
Sólo tiene derecho a reclamar el valor de las mejoras necesarias al locador, mas no
tiene derecho a reclamar el pago de mejoras útiles y de mero lujo o suntuarias. Por ejemplo,
si quiere cambiar los picaportes de las puertas por unos bañados en oro, no podrán luego
reclamarlas al locador, pues no revisten el carácter de necesarias.
Asimismo, el art. 1.224 prevé las facultades sobre las mejoras útiles o suntuarias,
estableciendo:
El locatario puede retirar la mejora útil o suntuaria al concluir la locación; pero no
puede hacerlo si acordó que quede en beneficio de la cosa, si de la separación se sigue
daño para ella, o separarla no le ocasiona provecho alguno.

102 Art. 1.205 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


103 Art. 1.194 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
104 Art. 1.206 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
105 Art. 1.207 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
106 Art. 1.211 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
107 Art. 1.212 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
El locador puede adquirir la mejora hecha en violación a una prohibición contractual,
pagando el mayor valor que adquirió la cosa.108

4) Responsabilidad por el incendio de la cosa:


En caso de destrucción de la cosa por incendio no originado en caso fortuito, también
responde el locatario.
Al respecto, se sostiene:
Substitución de la regla sobre destrucción de la cosa por incendio. Otra norma
unánimemente resistida por la doctrina fue la del art. 1572 del derogado Código
Civil que presumía juris tantum, que el incendio era un caso fortuito, y ponía en
cabeza del locador la carga de la prueba de lo contrario y la consiguiente
responsabilidad del locatario, por lo que al locatario le bastaba con probar el
incendio sin necesidad de acreditar los varios requisitos de procedencia del caso
fortuito. Era una injustificada inversión de onus probandi. Resultaba
necesario adecuar la regla a las responsabilidades derivadas de la guarda de la
cosa en cabeza del locatario. El Código Civil y Comercial incorporó la regla
opuesta en el art. 1206. (Leiva Fernández, 2014, p. 64).

5) Pago del canon convenido:


“La prestación dineraria a cargo del locatario se integra con el precio de la
locación y toda otra prestación de pago periódico asumida convencionalmente
por el locatario”.109 Es decir que el “canon tiene un significado más amplio que
el alquiler al que también comprende, pues también comprende toda prestación
periódica que se haya pactado entre las partes del contrato y en razón del
mismo” (Leiva Fernández, 2014, p. 66).
Para su cobro se concede vía ejecutiva, lo que está regulado por la
correspondiente normativa procesal de cada Provincia.
A falta de convención, el pago debe ser hecho por anticipado: si la cosa es
mueble, de contado; y si es inmueble, por período mensual.

6) Pago de las cargas y contribuciones por la actividad:


- El locatario tiene a su cargo el pago de las cargas y contribuciones que se originen en
el destino que le otorgue a la cosa locada.
- No tiene a su cargo el pago de las que graven la cosa, excepto pacto en contrario.68

7) Obligaciones de restituir la cosa:


El locatario, al concluir el contrato, debe restituir al locador la cosa en el estado en que
la recibió, excepto los deterioros provenientes del mero transcurso del tiempo y el uso
regular.
También debe entregarle las constancias de los pagos que efectuó en razón de la
relación locativa y que resulten atinentes a la cosa o a los servicios que tenga.110

108 Art. 1.224 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


109 Art. 1.208 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
110 Art. 1.210 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
Se prevé la obligación de entregar al locador todas las constancias (recibos,
comunicaciones, etc.) que tenga en poder el locatario que resulten atinentes a la cosa
locada, verbigracia, expensas, o a los servicios que en ella se prestan y que suelen
incorporarse en la mayoría de los contratos de locación. (…) La palabra constancias se
utiliza en forma que también abarca a los informes de pago por débito sea en cuentas
bancarias o a través de tarjetas de crédito. (Leiva Fernández, 2014, p. 67).

- Conclusión de la locación
Enumeramos los modos en que se extingue la locación:
a) El cumplimiento del plazo convenido, o requerimiento previsto para el
caso de la continuación en la locación concluida.
Continuación de la locación concluida:
El nuevo art. 1218 recibe la regla del derogado art. 1622, en cuanto
prohíbe la tácita reconducción y autoriza la continuación del contrato bajo
sus mismos términos aun vencido el plazo contractual.
Sin embargo existe una diferencia entre la regla derogada y la del art.
1218. Consiste en dilucidar quién es el legitimado para dar por concluida
la locación luego de vencido el plazo contractual, pues el artículo
derogado solo legitima al locador, y el actual 1218 (…) pone en pie de
igualdad a locador y locatario, autorizando que sea cualquiera de ambas
partes quien comunique a la otra su voluntad de concluir el vínculo
locativo prolongado en el tiempo pese a estar vencido el plazo
contractual. (…) la recepción de pagos durante la continuación de la
locación no altera lo dispuesto sobre la no existencia de tácita
reconducción. Es un principio admitido sin fisuras con anterioridad,
aunque quizás innecesario, puesto que la continuación de la locación bajo
sus mismos términos implica necesariamente el pago, cobro y
otorgamiento de recibo de alquileres. Y quien paga, cobra exige u otorga
recibo lo hace en virtud de los deberes seguidos de la continuación de la
locación que está en sus manos utilizar o no, y no porque exista tácita
reconducción. Si el monto del alquiler pagado luego de vencido el plazo
contractual excede al anteriormente pagado no corresponde asumir que
hay un nuevo contrato. (Leiva Fernández, 2015, Apartado XXV).

b) La resolución anticipada.
Aún cuando el contrato tiene un plazo mínimo de duración, la ley le acuerda
(sólo al locatario) la posibilidad de concluir anticipadamente el contrato. Esto es
coherente con la disposición del art. 1.198, en tanto está estipulada en beneficio
del locatario.
El Código prevé en el art. 1.221 las reglas para la resolución anticipada.
A saber:
“a) si la cosa locada es un inmueble y han transcurrido seis meses de
contrato, el locatario debe notificar en forma fehaciente su decisión al
locador”.111 Si bien establece este deber, no fija un tiempo de antelación
con el que debe efectuarse la notificación. Asimismo, prevé:

111 Art. 1.221 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


Si hace uso de la opción resolutoria en el primer año de vigencia
de la relación locativa, debe abonar al locador, en concepto de
indemnización, la suma equivalente a un mes y medio de alquiler
al momento de desocupar el inmueble y la de un mes si la opción
se ejercita transcurrido dicho lapso.112
“b). en los casos del artículo 1199 [excepciones al plazo mínimo legal],
debiendo [el locatario] abonar al locador el equivalente a dos meses de
alquiler”.113

Casos de resolución del contrato imputables al locador o al locatario:


 Resolución imputable al locatario: el locador puede resolver el contrato:
a) por cambio de destino o uso irregular en los términos del artículo 1205;
b) por falta de conservación de la cosa locada, o su abandono sin dejar quien
haga sus veces;
c) por falta de pago de la prestación dineraria convenida, durante dos períodos
consecutivos.114
 Resolución imputable al locador:
El locatario puede resolver el contrato si el locador incumple:
a) la obligación de conservar la cosa con aptitud para el uso y goce convenido;
b) la garantía de evicción o la de vicios redhibitorios.115

Procedimiento de desalojo:
Al extinguirse la locación debe restituirse la tenencia de la cosa locada.
El procedimiento previsto en este Código para la cláusula resolutoria implícita no
se aplica a la demanda de desalojo por las causas de los artículos 1217 y 1219,
inciso c).
El plazo de ejecución de la sentencia de desalojo no puede ser menor a diez
días.116

Caducidad de la fianza en las locaciones prorrogadas: conforme lo prevé el art. 1.225,

(…) las obligaciones del fiador cesan automáticamente al vencimiento del plazo
de la locación, excepto la que derive de la no restitución en tiempo del inmueble
locado.
Se exige el consentimiento expreso del fiador para obligarse en la renovación o
prórroga expresa o tácita, una vez vencido el plazo del contrato de locación.
Es nula toda disposición anticipada que extienda la fianza, sea simple, solidaria
como codeudor o principal pagador, del contrato de locación original.117

Tal como señala Leiva Fernández (2015):


El art. 1225 del Código Civil y Comercial de la Nación recibe lo dispuesto en derogado
art. 1582 bis del Código Civil incorporado por ley 25.628, con alguna ligera modificación

112 Art. 1.221 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


113 Art. 1.221 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
114 Art. 1.219 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
115 Art. 1.220 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
116 Art. 1.223 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
117 Art. 1.225 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
gramatical. En virtud de tal regla la fianza caduca al momento de vencer el plazo
convencional del contrato. Si las partes del contrato de locación deciden renovarlo o
prorrogarlo en forma expresa o tácita, o continuarlo en los términos del art. 1218 debe
requerirse el consentimiento expreso de parte del fiador para prolongar la garantía. En caso
de no obtenerse la fianza se considera caduca desde el vencimiento del plazo contractual.
Esta regla no rige para la garantía por falta de restitución de la cosa locada. (Leiva
Fernández, 2015, Apartado XXVIII).

Facultad de retención:
El art. 1.226 del Código Civil y Comercial faculta al ex locatario retenedor a percibir los
frutos naturales que produzca la cosa retenida imputando su valor a compensar la suma que
le es debida. Desde luego que el ex locatario no está obligado a hacerlo aun en caso de
retener la cosa que tuvo alquilada; es una facultad, no un deber (Leiva Fernández, 2015).
Concretamente, el art. 1.226 prevé: “El ejercicio del derecho de retención por el
locatario lo faculta a percibir los frutos naturales que la cosa produzca. Si lo hace, al
momento de la percepción debe compensar ese valor con la suma que le es debida”.118

- Obras y servicios
El capítulo 6 del Título IV del Libro Tercero del Código regula el contrato de obras y
servicios, estableciendo una Sección 1a en la que se regulan disposiciones comunes a los
contratos de obras y de servicios. Luego, en la Sección 2a, se prevén disposiciones
particulares para las obras. Y, por último, en la Sección 3a se fijan normas para los servicios.
A través de la regulación se deja atrás la noción de “locación de obra y de servicio”

(…) para regular de manera autónoma al contrato de obra y de servicios


tomando en consideración criterios más modernos y además los cambios
socioeconómicos producidos, y a multiplicidad de actividades que comprende,
estableciendo disposiciones comunes para ambos contratos y específicas para
cada uno de ellos. (Lovece, 2014, p. 78).

Concepto
El art. 1.251 brinda una definición. Así,
Hay contrato de obra o de servicios cuando una persona, según el caso el
contratista o el prestador de servicios, actuando independientemente, se obliga
a favor de otra, llamada comitente, a realizar una obra material o intelectual o a
proveer un servicio mediante una retribución.
El contrato es gratuito si las partes así lo pactan o cuando por las circunstancias
del caso puede presumirse la intención de beneficiar. [Se entiende entonces,
que como regla el contrato es oneroso].119

La independencia: “Tanto el contratista como el prestador de servicios deben


desarrollar su actividad de manera autónoma o independiente, pues en caso contrario la
relación se rige por el derecho laboral” (Lovece, 2014, p. 79).

118 Art. 1.226 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


119 Art. 1.251 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
“Las disposiciones de este Capítulo se integran con las reglas específicas que resulten
aplicables a servicios u obras especialmente regulados”120

- Elementos esenciales y elementos comunes


La calificación del contrato, como de obra o servicio, puede generar dificultades. La ley
establece una pauta al respecto: así es que prevé en el art. 1.252:
Si hay duda sobre la calificación del contrato, se entiende que hay contrato de
servicios cuando la obligación de hacer consiste en realizar cierta actividad
independiente de su eficacia. Se considera que el contrato es de obra cuando se
promete un resultado eficaz, reproducible o susceptible de entrega.121

Al respecto, en los “Fundamentos del Anteproyecto de Código Civil y Comercial de la Nación”


(2012) se ha dicho:

Existe una gran dificultad en la doctrina y jurisprudencia para interpretar cuando


hay una obra y cuando un servicio, con consecuencias importantes en
numerosos casos. Por esta razón cabe suministrar algunas pautas. Un servicio
es un hacer con un valor específico y no un dar. Desde el punto de vista
económico, el servicio es todo lo que brinda una función intangible al
adquirente, que no incluye un producto. La economía distingue entonces entre
el servicio y el producto, de un modo análogo al distingo entre compraventa y el
contrato de servicios. No obstante, se observa que en algunos servicios públicos
(teléfonos, electricidad), se da una cosa a cambio de un precio, lo que puede
generar confusiones. En el régimen del Código Civil de Vélez Sarsfield, puede
contratarse un trabajo proveyendo la materia principal (artículo 1629) y por eso
la ley los denomina adecuadamente “servicios” (conf. por ej. ley 23.696). 181
De modo que el servicio puede caracterizarse como una actividad, que involucra
una obligación de hacer. La fabricación de bienes y la transmisión de derechos
reales, aunque puedan darse, son accesorios de la finalidad principal. El servicio
es actividad intangible. Desde el punto de vista del receptor, la actividad es
intangible, se agota con el consumo inicial y desaparece. Este dato ha sido
puesto de relieve para justificar la inversión de la carga de la prueba, porque
quien recibe el servicio tiene dificultades probatorias una vez que la actividad se
prestó (propuesta directiva de la CEE, 18-1-91). La obra es resultado
reproducible de la actividad y susceptible de entrega En la obra se pretende la
obtención de un resultado, y no sólo la actividad de trabajo. El trabajo es un
medio y el objeto propio es la utilidad abstracta que se puede obtener. En los
servicios, el trabajo es un fin, y el objeto del contrato es la utilidad concreta que
se deriva del trabajo. En los servicios se contrata a la persona en cuanto
productora de utilidad; en la obra se contrata a la utilidad y la persona sólo es
relevante en los supuestos en que sea intuitu personae. En el contrato de obra
se contrata la utilidad de la persona y no a la persona en cuanto es útil. Este
“producto” de la actividad tiene una característica en nuestro Derecho: debe ser
reproducible. Lo que interesa para calificar a la obra es la posibilidad de

120 Art. 1.252 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


121 Art. 1.252 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
reproducirla con independencia de su autor. El servicio, por el contrario, es
intangible, desaparece al primer consumo, y es necesario que concurra el autor
para hacerlo nuevamente. (Comisión para la elaboración del proyecto de Ley de
reforma, actualización y unificación de los Códigos Civil y Comercial de la
Nación, 2012, pp. 180-181, recuperado de http://goo.gl/rGbU0F).

En ambos contratos, el precio constituye un elemento esencial: el Código dispone la


onerosidad del contrato. El precio del contrato de obra o servicio reglado en el artículo 1255,
en principio, es determinado por las partes contratantes, o, en su defecto, por la ley, los usos
y, en última instancia, por decisión judicial. “La norma mantiene el criterio de libertad de las
partes para establecer el precio del contrato, la que no puede ser cercenada por leyes
arancelarias" (Lovece, 2014, p. 85).

Invariabilidad del precio:


Si la obra o el servicio se ha contratado por un precio global o por una unidad
de medida, ninguna de las partes puede pretender la modificación del precio
total o de la unidad de medida, respectivamente, con fundamento en que la
obra, el servicio o la unidad exige menos o más trabajo o que su costo es menor
o mayor al previsto, excepto lo dispuesto en el artículo 1091.122

Al respecto de lo anterior:
(…) en los supuestos de contratación por precio global o unidad de medida, rige
para las partes el principio general de invariabilidad del precio, por el cual
ambos contratantes asumen el riesgo en más o en menos que implica cualquier
modificación en los costos o en el tiempo de ejecución de la obra o del servicio.
No obstante este rigorismo sede en los supuestos en lo que la equivalencia o
ecuación económica del negocio se ve afectada por circunstancias
extraordinarias, ajenas a las partes y al riesgo asumido por ellas, en tal caso son
aplicables las disposiciones del art. 1091. (Lovece, 2014, p. 85).

- Obligaciones del contratista y el prestador


El art. 1.256 establece las obligaciones comunes al contratista y prestador de servicios.
Ambos están obligados a:

a) ejecutar el contrato conforme a las previsiones contractuales y a los


conocimientos razonablemente requeridos al tiempo de su realización por el
arte, la ciencia y la técnica correspondientes a la actividad desarrollada;
b) informar al comitente sobre los aspectos esenciales del cumplimiento de la
obligación comprometida;
c) proveer los materiales adecuados que son necesarios para la ejecución de la
obra o del servicio, excepto que algo distinto se haya pactado o resulte de los
usos;
d) usar diligentemente los materiales provistos por el comitente e informarle
inmediatamente en caso de que esos materiales sean impropios o tengan vicios
que el contratista o prestador debiese conocer;

122 Art. 1.255 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


e) ejecutar la obra o el servicio en el tiempo convenido o, en su defecto, en el
que razonablemente corresponda según su índole.123

Aclaramos en esta parte que, para la ejecución de la obra o prestación del servicio,
(…) el contratista o prestador de servicios puede valerse de terceros para
ejecutar el servicio, excepto que de lo estipulado o de la índole de la obligación
resulte que fue elegido por sus cualidades para realizarlo personalmente en todo
o en parte. En cualquier caso, conserva la dirección y la responsabilidad de la
ejecución.124

- Obligaciones del comitente


El art. 1.257, por su parte, establece las obligaciones del comitente: “a) pagar la
retribución; b) proporcionar al contratista o al prestador la colaboración necesaria, conforme
a las características de la obra o del servicio; c) recibir la obra si fue ejecutada conforme a lo
dispuesto en el artículo 1256”.125

Otros efectos
- Muerte del comitente: “La muerte del comitente no extingue el contrato, excepto que
haga imposible o inútil la ejecución”.126

- Muerte del contratista o prestador: La muerte del contratista o prestador extingue el


contrato, excepto que el comitente acuerde continuarlo con los herederos de aquél. En
caso de extinción, el comitente debe pagar el costo de los materiales aprovechables y
el valor de la parte realizada en proporción al precio total convenido.127

- Desistimiento unilateral: El comitente puede desistir del contrato por su sola voluntad,
aunque la ejecución haya comenzado; pero debe indemnizar al prestador todos los
gastos y trabajos realizados y la utilidad que hubiera podido obtener. El juez puede
reducir equitativamente la utilidad si la aplicación estricta de la norma conduce a una
notoria injusticia.128

La ruptura de esta etapa del negocio por el comitente puede producirse de dos formas,
una abrupta o intempestiva o bien ser el resultado de una decisión razonada y fundada
siguiendo los lineamientos de la buena fe negocial. A los efectos de la reparación es el
primer supuesto (ruptura abrupta o intempestiva) en particular el que habrá de
generarla, debiendo repararse los denominados daños al interés negativo que habrán
de comprender los gastos efectivamente realizados (daño emergente) y la pérdida de
chance por la frustración de las
razonables expectativas generadas. El artículo 1261 (…) atiende expresamente a los
supuestos de desistimiento del comitente, estableciendo que el mismo puede hacerlo
por su propia voluntad, vale decir, que no se requiere la existencia de una causa,
pudiendo hacerlo efectivo aunque la ejecución se haya iniciado, imponiendo la

123 Art. 1.256 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


124 Art. 1.254 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
125 Art. 1.257 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
126 Art. 1.259 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
127 Art. 1.260 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
128 Art. 1.261 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
obligación de indemnizar al prestador por todos los gastos, trabajos y las utilidades
que hubiera podido obtener por el contrato. (Lovece, 2014, p. 92).

- Contrato de obra. Diferencia entre obra y servicio. Sistemas de contratación


de obras. Obligaciones de las partes. Responsabilidad del contratista
La Sección 2a del Código establece una serie de disposiciones especiales para el caso del
contrato de obra.
Sistemas de contratación
La obra puede ser contratada por ajuste alzado, también denominado “retribución
global”, por unidad de medida, por coste y costas o por cualquier otro sistema convenido por
las partes. La contratación puede hacerse con o sin provisión de materiales por el comitente.
Si se trata de inmuebles, la obra puede realizarse en terreno del comitente o de un tercero. Si
nada se convino ni surge de los usos, se presume, excepto prueba en contrario, que la obra
fue contratada por ajuste alzado y que es el contratista quien provee los materiales.129
Retribución
“Si la obra se contrata por el sistema de ejecución a coste y costas, la retribución se
determina sobre el valor de los materiales, de la mano de obra y de otros gastos directos o
indirectos”.130
Responsabilidad del contratista
El supuesto previsto en el inc. a, en cuanto a que el contratista queda libre de
responsabilidad por vicios aparentes, es concordante con lo prescripto en el art. 1270 CCyC
en cuanto a que la aceptación de la obra por parte del comitente hace presumir la
inexistencia de vicios aparentes.
En el inc. b, se determina en qué casos será responsable el contratista, esto es cuando
la obra presente defectos ocultos o no ostensibles, cualquiera sea el defecto, sin que sea
necesario que resulte grave o que haga a la cosa impropia para su destino.
En cuanto a la extensión y contenido de la responsabilidad por vicios ocultos y al plazo para
el ejercicio de la garantía, el art. 1272, inc. b, última parte, el CCyC remite a las normas
contenidas en el parágrafo 3° —Vicios ocultos— de la Sección 4a —Obligación de
saneamiento—, del Capítulo 9 —Efectos—, del Título II —Contratos en general—, del Libro
Tercero —Derechos personales—.
El contenido de la responsabilidad por vicios ocultos está previsto en el art. 1051 CCyC
que establece que la responsabilidad por defectos ocultos se extiende a los vicios
redhibitorios y a aquellos defectos que no se encuentren comprendidos en las excepciones
del art. 1053 CCyC. El art. 1052 CCyC prevé que, en forma convencional, podrá ampliarse la
garantía y el art. 1054 CCyC, cómo deberá operar el ejercicio de la responsabilidad por
defectos ocultos.
En este último punto, se contempla un plazo idéntico al previsto en el régimen anterior
para denunciar expresamente la existencia del defecto oculto, vale decir, dentro de los 60
días de haberse manifestado. Finalmente, el art. 1055 CCyC prevé los supuestos de
caducidad de la responsabilidad por defectos ocultos, que en el caso de inmuebles es de tres
años desde que la recibió, y si la cosa es mueble, cuando transcurren seis meses desde que
la recibió o puso en funcionamiento. En cuanto a la prescripción de la acción por vicios
redhibitorios, el plazo es de un año, conforme lo dispuesto por el art. 2564, inc. a, CCyC.

129 Art. 1.262 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


130 Art. 1.263 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina
SUB-EJE TEMÁTICO 6: CONTRATOS COLABORATIVOS, GRATUITOS Y DE
PRÉSTAMO
- Mandato. Concepto. Mandato con representación y sin representación.

ARTÍCULO 1319.- Definición. Hay contrato de mandato cuando una parte se obliga a
realizar uno o más actos jurídicos en interés de otra.
El mandato puede ser conferido y aceptado expresa o tácitamente. Si una persona sabe que
alguien está haciendo algo en su interés, y no lo impide, pudiendo hacerlo, se entiende que
ha conferido tácitamente mandato. La ejecución del mandato implica su aceptación aun sin
mediar declaración expresa sobre ella.

ARTÍCULO 1320.- Representación. Si el mandante confiere poder para ser


representado, le son aplicables las disposiciones de los artículos 362 y siguientes.
Aun cuando el mandato no confiera poder de representación, se aplican las disposiciones
citadas a las relaciones entre mandante y mandatario, en todo lo que no resulten modificadas
en este Capítulo.
ARTÍCULO 1321.- Mandato sin representación. Si el mandante no otorga poder de
representación, el mandatario actúa en nombre propio pero en interés del mandante, quien
no queda obligado directamente respecto del tercero, ni éste respecto del mandante. El
mandante puede subrogarse en las acciones que tiene el mandatario contra el tercero, e
igualmente el tercero en las acciones que pueda ejercer el mandatario contra el mandante.
Diferencias entre mandato, representación y poder. Derechos y obligaciones de las
partes. Mandato irrevocable. Extinción del mandato.

a) MANDATO. Es el contrato propiamente dicho, perfeccionado mediante acuerdo de


voluntades.

b) PODER. Es el instrumento que formaliza el contrato.

c) REPRESENTACIÓN. Es la investidura otorgada por el mandante al mandatario en virtud del


contrato por ellos celebrado, e instrumentado en el referido poder.

ARTÍCULO 1324.- Obligaciones del mandatario. El mandatario está obligado a:


a. cumplir los actos comprendidos en el mandato, conforme a las instrucciones
dadas por el mandante y a la naturaleza del negocio que constituye su objeto,
con el cuidado que pondría en los asuntos propios o, en su caso, el exigido por
las reglas de su profesión, o por los usos del lugar de ejecución;
b. dar aviso inmediato al mandante de cualquier circunstancia sobreviniente que
razonablemente aconseje apartarse de las instrucciones recibidas, requiriendo
nuevas instrucciones o ratificación de las anteriores, y adoptar las medidas
indispensables y urgentes;
c. informar sin demora al mandante de todo conflicto de intereses y de toda
otra circunstancia que pueda motivar la modificación o la revocación del
mandato;
d. mantener en reserva toda información que adquiera con motivo del mandato
que, por su naturaleza o circunstancias, no está destinada a ser divulgada;
e. dar aviso al mandante de todo valor que haya recibido en razón del mandato,
y ponerlo a disposición de aquél;
f. rendir cuenta de su gestión en las oportunidades convenidas o a la extinción
del mandato;
g. entregar al mandante las ganancias derivadas del negocio, con los intereses
moratorios, de las sumas de dinero que haya utilizado en provecho propio;
h. informar en cualquier momento, a requerimiento del mandante, sobre la
ejecución del mandato;
i. exhibir al mandante toda la documentación relacionada con la gestión
encomendada, y entregarle la que corresponde según las circunstancias.

ARTÍCULO 1328.- Obligaciones del mandante. El mandante está obligado a:


a. suministrar al mandatario los medios necesarios para la ejecución del
mandato y compensarle, en cualquier momento que le sea requerido, todo
gasto razonable en que haya incurrido para ese fin;
b. indemnizar al mandatario los daños que sufra como consecuencia de la
ejecución del mandato, no imputables al propio mandatario;
c. liberar al mandatario de las obligaciones asumidas con terceros, proveyéndole
de los medios necesarios para ello;
d. abonar al mandatario la retribución convenida. Si el mandato se extingue sin
culpa del mandatario, debe la parte de la retribución proporcionada al servicio
cumplido; pero si el mandatario ha recibido un adelanto mayor de lo que le
corresponde, el mandante no puede exigir su restitución.

ARTÍCULO 1330.- Mandato irrevocable. El mandato puede convenirse expresamente


como irrevocable en los casos de los incisos b) y c) del artículo 380. El mandato destinado a
ejecutarse después de la muerte del mandante es nulo si no puede valer como disposición de
última voluntad.

ARTÍCULO 380.- Extinción. El poder se extingue:


b. por la muerte del representante o del representado; sin embargo subsiste en
caso de muerte del representado siempre que haya sido conferido para actos
especialmente determinados y en razón de un interés legítimo que puede ser
solamente del representante, de un tercero o común a representante y
representado, o a representante y un tercero, o a representado y tercero;
c. por la revocación efectuada por el representado; sin embargo, un poder
puede ser conferido de modo irrevocable, siempre que lo sea para actos
especialmente determinados, limitado por un plazo cierto, y en razón de un
interés legítimo que puede ser solamente del representante, o de un tercero, o
común a representante y representado, o a representante y un tercero, o a
representado y tercero; se extingue llegado el transcurso del plazo fijado y
puede revocarse si media justa causa;

ARTÍCULO 1329.- Extinción del mandato. El mandato se extingue:


a. por el transcurso del plazo por el que fue otorgado, o por el cumplimiento de
la condición resolutoria pactada;
b. por la ejecución del negocio para el cual fue dado;
c. por la revocación del mandante;
d. por la renuncia del mandatario;
e. por la muerte o incapacidad del mandante o del mandatario.

- Fianza. Concepto. Fianza simple y solidaria. Beneficio de excusión. Beneficio


de división. Efectos entre acreedor y fiador y entre fiador y deudor.

ARTÍCULO 1574.- Concepto. Hay contrato de fianza cuando una persona se obliga
accesoriamente por otra a satisfacer una prestación para el caso de incumplimiento.
Si la deuda afianzada es de entregar cosa cierta, de hacer que sólo puede ser cumplida
personalmente por el deudor, o de no hacer, el fiador sólo queda obligado a satisfacer los
daños que resulten de la inejecución.

La fianza debe convenirse por escrito y puede garantizar obligaciones actuales o


futuras, inclusive las obligaciones de otro fiador. La fianza garantiza la obligación principal,
sus accesorios y los gastos que pueda acarrear el cobro para el acreedor.

Modalidades
- Fianza general: se establecen reglas limitativas de la fianza general, con lo cual se
persigue tutelar a los sujetos que suscriben estos contratos. Es válida la fianza general
que comprenda obligaciones actuales o futuras, incluso indeterminadas, caso en el
cual debe precisar el monto máximo al cual se obliga el fiador en concepto de capital.
Esta fianza no se extiende a las nuevas obligaciones contraídas por el afianzado
después de los cinco años de otorgada.
La fianza indeterminada en el tiempo puede ser retractada, caso en el cual no se aplica
a las obligaciones contraídas por el afianzado después de que la retractación haya sido
notificada.
- Fianza solidaria: en principio, el fiador no es responsable solidario con el deudor. Por
esa razón es que cuenta con el beneficio de excusión previsto en el art. 1.583 del
Código, que le permite exigir que primero sean ejecutados los bienes del deudor.

Efectos
Entre fiador y acreedor, se producen:
Obligaciones y derechos del fiador:
El fiador desempeña el papel de garante del deudor principal. Si éste no cumple, él
deberá hacerlo. Por cumplimiento debe entenderse hacer efectiva la obligación en el modo,
lugar y tiempo convenidos.
Ahora, si el principal obligado no da cumplimiento tal como se pactó en tiempo y forma
con su obligación, el que será responsable es el fiador.
Es necesario destacar que su obligación tiene carácter accesorio y subsidiario; por esta
razón, cuenta con los siguientes recursos:
a) Podrá exigir al acreedor que sólo dirija su pretensión en su contra una vez que haya
excutido los bienes del deudor. Si esos bienes sólo alcanzan para un pago parcial,
podrá, entonces, el acreedor demandar al fiador pero sólo por el saldo.
b) Si los fiadores son varios, sólo está obligado a pagar su parte, ya que responde por
la cuota a la que se ha obligado. Si no hay nada convenido, se entiende que
responden por partes iguales. Esto se denomina “Principio de división”, y es un
beneficio renunciable por los fiadores.
Respecto al funcionamiento del beneficio, no opera de pleno derecho y el fiador
interesado debe oponerlo cuando se le reclame más de lo que le corresponde. Pero, a
diferencia de lo que ocurre con el beneficio de excusión, puede ser opuesto en
cualquier estado de pleito.
c) Puede oponer todas las defensas y excepciones propias y las que podría oponer el
deudor principal, aunque éste las haya renunciado.

El beneficio de excusión:
Es el derecho que tiene el fiador de oponerse a hacer efectiva la fianza en tanto el
acreedor no haya ejecutado todos los bienes del deudor.131 Este derecho encuentra su
justificación en la razón de ser de la fianza, que consiste en proporcionar al acreedor más
firmes perspectivas de satisfacción de su crédito contra el deudor principal, pero sin desplazar
definitivamente a éste último de su obligación.
La excusión (o ejecución) de todos los bienes del deudor no tiene el carácter de una
condición previa ineludible para el acreedor. Éste último puede iniciar su acción directamente
contra el fiador sin necesidad de demostrar que previamente se dirigió contra el deudor
principal, pero se expone a que el fiador paralice su acción invocando este beneficio que
funciona como excepción dilatoria y que debe oponerse en la oportunidad que las leyes
procesales señalen para dichas excepciones dilatorias o cuanto más al contestar la demanda.
Pasada esta oportunidad, ha de entenderse que el fiador ha renunciado al beneficio de
excusión, a menos que demuestre que el deudor principal ha adquirido bienes con
posterioridad, porque, en tal supuesto, la falta de planteamiento del beneficio no podría ser
interpretada como renuncia tácita.
Opuesta a esta excepción, el acreedor debe demostrar no sólo que ha demandado al
deudor principal, sino también que ha seguido todos los debidos procedimientos judiciales
para ejecutar y vender sus bienes y que tales procedimientos han resultado infructuosos, sea
total o parcialmente. Opuesto al beneficio de excusión, el acreedor deberá proceder contra
los bienes del deudor principal. Si la venta de los bienes del deudor principal no alcanzare a
cubrir todo el crédito, el acreedor sólo podrá reclamar del fiador el saldo que todavía quedare
por cubrir.132ç

La ley contempla excepciones al beneficio de excusión, esto es, casos en que no se le


permite al fiador invocarlo. A saber: a) que el deudor se haya presentado en concurso
preventivo o se haya declarado su quiebra; b) que el deudor no pueda ser demandado en el
país o no tenga bienes en el país; c) que la fianza sea judicial; d) que simplemente el fiador
haya renunciado al beneficio. Este beneficio de excusión es renunciable.

131 Art. 1.583 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


132 Art. 1.583 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.
Efectos entre el deudor y el fiador
Cuando el fiador cumple con su prestación, entonces queda subrogado en los derechos
del acreedor; por lo tanto, lo sustituye y, en consecuencia, puede exigir al deudor el
reembolso de lo que pagó. Ello más todos los intereses que correspondan desde el día en que
pagó y de los daños y perjuicios ocasionados con motivo de la fianza.
Fiador: la ley le impone al fiador la carga de comunicar al deudor el pago que haga al
acreedor. Ello es sumamente relevante, pues cuando el fiador paga sin el consentimiento del
deudor, este último puede oponerle todas las defensas que tenía frente al acreedor. A modo
de ejemplo, si el deudor pagó al acreedor, desconociendo que el fiador ya había pagado, el
fiador sólo podrá repetir el pago en contra del acreedor, que cobró dos veces, pero no podrá
hacerlo en contra del deudor. Ello, pues debería haberle dado aviso del pago efectuado.
Respecto a los derechos del fiador, se le reconoce la posibilidad de que trabe embargo
sobre bienes del deudor a los efectos de garantizar el cobro de la deuda afianzada, en la
medida en que:
a) le sea reclamado judicialmente el pago de la deuda al fiador;
b) el deudor no cumpla con la obligación vencida;
c) el deudor haya asumido el compromiso de liberar al fiador en un plazo determinado,
pero no lo hace;
d) hayan pasado 5 años desde el otorgamiento de la fianza, excepto que la obligación
que se afianzó tenga un plazo superior. Esto es importante, ya que, en principio,
pasado ese lapso de tiempo, la fianza queda extinguida;
e) si el deudor asumió riesgos excesivos, de los que se entiende que puede verse
perjudicada su capacidad de pago de la deuda;
f) el deudor quiere irse del país sin dejar bienes suficientes para el pago de la deuda.

- Donación. Concepto. Forma. Donación remuneratoria. Donación con cargo.


Revocación de la donación.

Donación
El contrato de donación está tratado en el Capítulo 22 del título IV (“Contratos en
particular”), del Libro Tercero (“Derechos Personales”) del Código Civil y Comercial de la
Nación, en los artículos 1.542 a 1.573.

- Concepto y elementos esenciales del contrato


La donación es una figura que se puede definir conforme a lo expresado por el Código,
pero en ciertas ocasiones se confunde con liberalidades realizadas entre vivos, puesto que no
todo acto a título gratuito es donación. No lo son, por ejemplo, los actos de última voluntad.
De acuerdo con el art. 1.542, hay donación cuando una parte se obliga a transferir
gratuitamente una cosa a otra, y ésta lo acepta.133 De esta definición se desprenden los
siguientes elementos:
a) Es un acto entre vivos. Los actos de última voluntad, llamados testamentos,
tienen un régimen legal distinto.
b) Obliga a transferir la propiedad de una cosa. Es necesario destacar que el
objeto de este contrato sólo pueden ser las cosas en nuestro régimen legal. Si
se trata de la transmisión gratuita de un derecho, hay cesión y no donación,

133 Art. 1.542 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


aunque el régimen legal es parecido, pues el art. 1.614 del Código remite a las
reglas de la donación, en cuanto no sean modificadas por las de la cesión.117
No obstante, hay algunas diferencias, sobre todo en relación a la forma de este
contrato.
c) La transferencia debe ser a título gratuito; esto es, una de las partes hace un
sacrificio, se desprende de bienes, sin contraprestación por la otra parte. Sin
embargo, es posible que el contrato de donación obligue al donatario a hacer o
pagar algo, ya sea en beneficio del donante o de un tercero, y esto no
desnaturaliza la esencia gratuita del acto.
d) Se requiere la aceptación del donatario. De acuerdo con el art. 1.545, esa
aceptación puede ser expresa o tácita.118 Nos remitimos a las formas de
aceptación estudiadas en la Lectura 1. En cuanto a la forma, está sujeta a las
reglas que se aplican a las donaciones. Es importante tener en cuenta que la
aceptación debe producirse en vida de ambas partes, donante y donatario.

- Forma y prueba
Respecto de la forma de las donaciones, podemos distinguir:
a) Donaciones de cosas inmuebles, cosas muebles registrables y de prestaciones
periódicas o vitalicias: deben ser hechas en escritura pública bajo pena de
nulidad.
b) Donaciones al Estado: pueden acreditarse con las correspondientes
actuaciones administrativas.
c) Donaciones de cosas muebles no registrables y de títulos al portador: deben
hacerse mediante la entrega (tradición) de la cosa donada.

Requisitos y efectos de cada clase


Donaciones mutuas: son aquellas que se hacen a dos o más personas, recíprocamente.
En estos casos, la nulidad de una de ellas afecta a la otra, pero la ingratitud o el
incumplimiento del cargo sólo afecta al donatario que es culpable.
Donaciones remuneratorias: son aquellas realizadas en recompensa de servicios
prestados al donante por el donatario, que resultan estimables en dinero y por los cuales
podía éste exigir judicialmente el pago al donante. En el instrumento por el que se concreta
la donación debe constar qué es lo que se pretende remunerar. De lo contrario, se entiende
que es gratuita. Se considera que la donación remuneratoria es un acto a título oneroso si se
limita a una equitativa retribución de los servicios recibidos (en ese caso, está sujeta a la
garantía por evicción y vicios ocultos). En el excedente se aplican las normas de las
donaciones.
Donación con cargo: se denomina cargo a la obligación accesoria impuesta al que
recibe una liberalidad. La imposición de un cargo influye sobre el régimen de las donaciones,
porque ellas dejan, entonces, de ser un acto puramente gratuito y en la medida en que el
valor del cargo se corresponda con el de la cosa donada, es un acto a título oneroso. En el
excedente se aplican las normas de las donaciones.

En el caso de incumplimiento de los cargos por parte del donatario, éste sólo responde
con la cosa donada y hasta el valor de la cosa, si ésta ya no existiere por su culpa o si la
hubiese enajenado. Ahora bien, es liberado cuando la cosa deja de existir sin su culpa.
- Revocación de las donaciones. Causales
En principio, la donación es irrevocable por voluntad del donante. La ley sólo admite la
revocación en estos supuestos:
a) Inejecución de los cargos (cuando el donatario ha incurrido en incumplimiento de
las cargas impuestas en el acto de la donación).
b) Ingratitud del donatario. Se la puede dejar sin efecto sólo por causas graves, que el
Código enumera taxativamente: 1) atentado contra la vida del donante, sus
ascendientes o descendientes; 2) injurias graves en su persona o en su honor al
donante, sus ascendientes o descendientes; 3) si priva al donante injustamente de
bienes que integran su patrimonio; 4) negativa a prestarle alimentos al donante (sólo
si el donante no puede obtener alimentos de las obligaciones que resultan de los lazos
familiares).
En ninguno de estos casos es necesaria la condena penal para que se considera válida
la ingratitud como causal de revocación, bastando la prueba de que al donatario le es
imputable el hecho lesivo. Sólo el donante es legitimado activo para solicitar la
revocación de la donación por esta causal (ingratitud) al donatario, no pudiendo
hacerlo sus herederos ni pudiendo requerirse a los herederos del donatario. Ahora
bien, si la acción es promovida por el donante y éste luego fallece, puede ser
continuada por sus herederos, mas no iniciada por ellos.
Extinción de la revocación de la donación por ingratitud: en los casos en que el
donante, conociendo la causa de la ingratitud, perdona al donatario. También en los
casos en que no promueve la revocación dentro del plazo de un año (plazo de
caducidad) desde el momento en que conoció el hecho que configuró la ingratitud.
c) Supernacencia de hijos del donante (cuando nacen hijos del donante con
posterioridad a la donación, si esto fue expresamente estipulado).

- Comodato. Concepto. Diferencia con otros contratos.

El contrato de comodato está regulado en el Capítulo 21 del Título IV (“Contratos en


particular”), del Libro Tercero (“Derechos personales”) del Código Civil y Comercial.

Concepto
Habrá comodato cuando una persona entrega gratuitamente a otra una cosa inmueble
o mueble no fungible para que ésta la use devolviéndole luego la misma cosa.

Transmisión de uso temporario


El comodatario sólo adquiere un derecho personal de uso de la cosa. Además, el uso
debe ser gratuito. Desde el momento en que se paga algo por él, deja de ser comodato y se
transforma en otro contrato como el de locación.
Existen dos partes en este contrato: comodante que es quien se obliga a entregar la
cosa, y comodatario que es quien recibe la cosa y se sirve de ella.
Si el préstamo es de cosas fungibles, se rige por las normas del comodato sólo si el
comodatario se obliga a restituir las mismas cosas que ha recibido.

Tiene los siguientes caracteres:


a) Es un contrato consensual, ya que queda perfeccionado con la manifestación
del consentimiento de los contratantes. Ello es así habida cuenta la desaparición
de la categoría de los contratos reales en el Código.
b) Es un contrato gratuito, porque se le asegura al comodatario una ventaja (el
uso de la cosa) independientemente de toda prestación a su cargo. Que el
comodante no pueda recibir retribución sin desnaturalizar el contrato no
significa que deba necesariamente carecer de todo interés en él. Así, por
ejemplo, quien presta su casa durante un viaje a unos amigos, puede tener
interés en que se la vigilen durante dicho tiempo. En cambio, no hay comodato
si el que recibe el uso de la cosa se compromete a prestar determinados
servicios que tienen el carácter de retribución.
c) Es un contrato celebrado intuitu personae.

Régimen legal
El contrato de comodato está regulado en el Capítulo 21 (Título IV, Libro Tercero) del
Código, en los arts. 1.533 a 1.541. Seguidamente, analizaremos sus efectos.

Mutuo. Concepto. Régimen legal.


El contrato de mutuo está regulado en el Capítulo 20, del Título IV (“Contratos en
particular”), del Libro Tercero (“Derechos personales”) del Código Civil y Comercial.

Concepto
Hay contrato de mutuo cuando el mutuante se compromete a entregar al mutuario en
propiedad una determinada cantidad de cosas fungibles, y éste se obliga a devolver igual
cantidad de cosas de la misma calidad y especie.
El mutuo se regula como contrato consensual, en tanto no existe en el Código la
distinción entre contratos consensuales y reales. Las partes del contrato son el mutuante, que
es quien compromete la entrega de las cosas, y el mutuario, quien recibe las cosas y se
obliga a restituirlas.

Régimen legal
Son obligaciones del mutuante:
Entrega de las cosas: la obligación primordial del mutuante es la entrega de las cosas
comprometidas. Si no lo hace en el término pactado (y si no hubiere plazo pactado, ante el
simple requerimiento), el mutuario tiene derecho a exigir el cumplimiento, o bien la
resolución del contrato.
Sin embargo, la ley autoriza al mutuante a no hacer esa entrega en los casos en que,
luego del contrato, hayan cambiado la situación del mutuario de que hagan incierta la
posibilidad de la restitución.134 Por ejemplo, en el caso de que haya sospechas ciertas del
cambio de fortuna del mutuario.
Responsabilidad por mala calidad o vicios de la cosa: según el art. 1.530 del Código, el
mutuante es responsable de los perjuicios que sufra el mutuario por la mala calidad o vicios
de la cosa prestada;135 por ejemplo, si el vino estaba agriado o los granos en malas
condiciones (ello cuando la cosa prestada no se tratare de dinero).

134 Art. 1526 Código Civil y Comercial de la Nación.


135 Art. 1530 Código Civil y Comercial de la Nación.
En el préstamo gratuito, el mutuante sólo es responsable cuando ha habido mala fe,
esto es, cuando, conociendo los defectos o vicios de la cosa, se los ocultó al mutuario. Pero si
es oneroso, responde también por los vicios cuya existencia ignoraba.
Son obligaciones del mutuario:
La restitución de las cosas: la obligación principal del mutuario es la restitución de
igual cantidad de cosas de la misma calidad y especie que las entregadas.
Debe restituirlas dentro del plazo convenido en el contrato. Si no existiera plazo, debe
restituirlo dentro de los 10 días de ser requerido por el mutuante.
También debe cumplir con el pago de los intereses convenidos. De lo contrario, esa
falta de pago le permite al mutuante resolver el contrato con la consecuencia derivada de
ello, es decir, requerir la devolución de lo prestado más los intereses hasta que se concrete la
restitución.

- Depósito. Concepto. Caracteres. Obligaciones de las partes. Depósito


irregular. Depósito necesario.

El Contrato de depósito está regulado en el Código Civil y Comercial en el Capítulo 11,


del Título IV (“Contratos en particular”), del Libro Tercero (“Derechos personales”).
Muchos son los contratos que obligan a una de las partes a guardar y conservar la
cosa de otro. El mandatario debe guardar las cosas cuya administración le ha sido confiada;
el empresario las cosas que se ha comprometido a reparar; el comodatario la que se le ha
prestado; el transportador las que lleva de un lugar a otro. Pero, en todos estos casos, la
obligación de guarda es accesoria de otra principal, que constituye el verdadero objeto del
contrato. En el contrato de depósito, en cambio, la finalidad esencial es precisamente la
guarda de la cosa.

Concepto
De acuerdo con el Código, hay contrato de depósito cuando una parte se obliga a
recibir de otra una cosa con la obligación de custodiarla y restituirla con sus frutos. Es un
contrato consensual y se presume oneroso.
La onerosidad pasa a configurar el régimen general del contrato de depósito. La
unificación de los contratos civiles y comerciales conlleva como necesaria implicancia y acorde
es lo usual en la contratación contemporánea, afirmar el carácter oneroso de la mayoría de
las relaciones jurídicas patrimoniales. La onerosidad aparece también referenciada en el
artículo 1375 cuando se extienden las reglas del depósito necesario a los establecimientos y
locales que allí se describen, en tanto los servicios principales a los que la guarda y custodia
acceden sean prestados en ese carácter. (Pita, 2014, p. 289).
El contrato puede ser gratuito, pero ello debe ser expresamente pactado.

Clases
Depósito irregular: el Código en la Sección 2a, art. 1.367, lo distingue como aquel en el
que se entrega una cantidad de cosas fungibles, que no se encuentra en saco cerrado, caso
en el cual el depositario adquiere el dominio y debe restituir la misma cantidad y calidad.136
Es importante remarcar que es el carácter de cosas fungibles (entendida esta peculiaridad
como la capacidad de sustitución) lo que le da al contrato el rasgo de irregular.

136 Art. 1.367 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina


Cuando se trata de la entrega de cantidad de cosas fungibles teniendo el depositario la
facultad de servirse de ellas, se las sujeta a las reglas del mutuo. Conforme lo señala Pita
(2014), “la referencia a cosas fungibles incluye al dinero y a todas aquellas que equivalen a
otras de la misma especie, con el consecuente poder de sustitución conferido al accipiens al
momento de cumplir con su deber de restitución” (2014, p. 303). Por ejemplo, productos
agrícolaganaderos, bienes producidos en serie, etc.
Al respecto, comenta, además, el citado autor que en la norma,
(…) el depósito irregular constituye la modalidad en la que su objeto consiste en
cosas fungibles, no individualizadas. Como necesaria derivación de esa calidad
de la cosa, se produce la transmisión del dominio al depositario y la obligación
de restituir no será ya sobre la misma cosa-como en el depósito regular- sino de
cosas de la misma cantidad y calidad. (Pita, 2014, p. 301).

El depósito necesario está regulado en la Sección 3a del Código. Este contrato supone,
por una parte, que el depositante no puede elegir a la persona del depositario, y, por otra,
que esta falta de elección se debe a un acontecimiento que lo somete a una necesidad
imperiosa. Es importante no confundir esto con la falta de consentimiento para la
contratación, que debe estar presente, pues se trata de un contrato.
Solo media una restricción a la libertad contractual-en su acepción primaria,
como decisión de contratar o no y de elegir con quien hacerlo- tal como puede
verificarse en otras modalidades de la contratación moderna (así en los
contratos celebrados por adhesión a cláusulas generales predispuestas).
(Pita, 2014. p. 306). Ej: En el Código Civil argentino se incluye la responsabilidad de los posaderos por
el hecho de que muchas veces quienes se hospedan no pueden elegir dónde, y deben confiar en quien los
aloja.

- Régimen legal
Serán obligaciones del depositario:
La guarda de la cosa como obligación primordial: el depositario debe “poner en la guardar de
la cosa la diligencia que usa para sus cosas”137. Asimismo, se agrega otro estándar de
valoración, que corresponde a la profesión del depositario.
Como sostiene Pita (2014):
Cuando el depósito es ejercido profesionalmente, el modelo de conducta está
dado por el “buen hombre de negocios”, “buen empresario” u “organización
idónea” lo que implica la obligación de extremar las diligencias destinadas al
cumplimiento del objeto del contrato, configurándose el deber de garantía o
seguridad que obliga al empresario. (2014, p. 291).

La prohibición del uso de la cosa, ya que el depositario tiene sólo la guarda: esto
significa que no puede usar las cosas (sin el permiso del depositante) y debe restituirlas, con
sus frutos, cuando le sea requerido. Esta prohibición de uso de la cosa es lo que diferencia en
mayor medida al contrato de depósito del comodato.
La restitución de la cosa hecha por el depositario al depositante: la misma debe
restituirse, en el lugar en el que debía ser custodiada, al depositante o a la persona que éste
indique.

137 Art. 1.358 Código Civil y Comercial de la Nación Argentina.


¿Cuándo? Puede convenirse un plazo, en cuyo caso el depositario debe hacerlo a su
vencimiento. El plazo se entiende en beneficio del depositante, ya que en el contrato de
depósito es preeminente el interés del depositante, lo que le permite a éste reclamar la
restitución en cualquier momento. Tal como señala Pita, “se le confiere al depositante una
facultad de restitución ad nutum, no querida de invocación de justa causa, ni susceptible de
generar, como regla, responsabilidad para quien la ejercita” (2014, p. 294).
Ahora bien, cuando el depósito es gratuito, se entiende que el depositario puede
exigirle al depositante, en todo tiempo, que reciba la cosa depositada. Esto es lógico, porque,
siendo el contrato gratuito, el depósito se hace como una suerte de cortesía.

Serán obligaciones del depositante:


El pago de la remuneración: cuando el depósito es oneroso, lo que constituye la regla,
pactada para todo el plazo del contrato.
El pago de los gastos: cuando, para conservar la cosa, deban hacerse gastos
extraordinarios, estos son a cargo del depositante. El depositario debe avisarle al depositante
sobre la situación que generan estos gastos y afrontar aquellos gastos que no puedan
demorarse. Luego, el depositante debe restituirlos.
La pérdida de la cosa: si la cosa depositada perece, y no hay culpa del depositario en
dicha situación, entonces la pérdida es soportada por el depositante.
INTEGRACIÓN DE RAMAS DE LOS DERECHOS
PROCESALES
EJE TEMÁTICO DERECHO PROCESAL I
SUB-EJE TEMÁTICO 1: EL PROCESO JUDICIAL
- Concepto. Caracteres y elementos. Objeto y contenido.
Proceso judicial: es la serie gradual, progresiva y concatenada de actos jurídicos,
regulados por normas procesales que se cumplen por los órganos públicos predispuestos y
por los particulares que colaboran en forma voluntaria o coactiva, para arribar, con justicia, a
la solución de un conflicto particular.

Elementos:
 Objetivo: El conjunto de actos procesales.
 Subjetivo. Los sujetos procesales.
 Teleológico: Fin inmediato: fijar los hechos y actuar el derecho.
 Fin mediato: restablecer el orden jurídico alterado, la paz social, afianzar la justicia.

El proceso judicial como estructura técnico jurídica:


El proceso es un instrumento técnico, construido por normas procesales para lograr la
realización del derecho sustancial.
En su manifestación interna es la estructura legalmente regulada para la
reconstrucción oficial del orden jurídico alterado.
En su manifestación externa el proceso se traduce en una serie gradual, progresiva y
concatenada de actos jurídicos, regulados por normas procesales que se cumplen por los
órganos públicos predispuestos y por los particulares que colaboran en forma voluntaria o
coactiva.
Elemento objetivo: este elemento está dado por la actividad de los sujetos procesales
o conjunto de actos procesales y que no escapan estos actos a la definición del código civil en
su artículo 944.
Artículo 944 del Código Civil: son actos jurídicos los actos voluntarios lícitos, que
tengan por fin inmediato, establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar,
transferir, conservar o aniquilar derechos.
Los actos son graduales ya que se desarrollan por grados o etapas, progresivos,
avanzan continuamente, ya que en principio el proceso no retrocede, esto se logra en virtud
de la regla de la preclusión.
Y son concatenados ya que cada acto es antecedente del posterior y consecuente del
anterior, así decimos que “sin cada acto anterior ninguno de los siguientes tiene validez y sin
cada acto siguiente ninguno de los anteriores tiene eficacia”.
Elemento subjetivo del proceso: Los sujetos procesales, los que podemos distinguir entre:
 Órganos públicos predispuestos: cuya principal característica es su imparcialidad.
 Particulares: que intervienen en el proceso, y cuya participación puede ser de dos
tipos: voluntaria o espontánea o en forma obligatoria o coactiva.

Otra forma de clasificación de los sujetos procesales:


 Esenciales: juez o tribunal: actor y demandado.
 Eventuales: ministerio publico fiscal; ministerio publico pupilar.
 Colaboradores: testigos, peritos, martilleros, depositarios, intérpretes, etc.

Elemento teleológico del proceso.


Fin inmediato: fijar los hechos y actuar el derecho, esto se vincula a la expectativa
subjetiva que tienen las partes de obtener una resolución del tribunal.
Fin mediato: los fines del proceso trascienden los objetivos tenidos en miras por las
partes; obtener la paz social, restablecer el orden jurídico alterado, etc..
Estos objetivos demuestran el carácter social del proceso.

Etapas del proceso judicial.


El proceso se traduce en su manifestación externa en una serie gradual, progresiva y
concatenada de actos jurídicos., y en principio el proceso avanza sin retrotraerse, cuya
excepción está dada por los vicios que puedan presentar los actos procesales.
Los actos se agrupan en distintas etapas:
 Se distinguen 4 grandes etapas:
o 1-introductiva.
o 2-probatoria.
o 3-discusoria
o 4-decisoria
Y etapas eventuales, que pueden no estar presentes, estas son las etapas:
impugnativa y ejecutoria, que como dijimos son eventuales.

Objeto del proceso judicial.


Objeto como lo juzgable y no como fin del mismo, en concreto las afirmaciones de los
hechos de la vida con relevancia jurídica. Para fundar una pretensión o bien para rechazar
esa pretensión.
Derecho Procesal:
Conjunto de normas y principios que regulan la actividad jurisdiccional del estado para
la aplicación del derecho de fondo.
Caracteres:
1. Público: regula relaciones jurídicas en las que interviene un sujeto en posición de
preeminencia, el órgano judirisdiccional, esto no cambia aunque sean relaciones de
naturaleza privada.
2. Realizador: realizador del derecho de fondo.
3. Autónomo: su objeto de regulación es propio y específico, contiene nociones que
le son propias.

Normas procesales:
Es la proposición enunciativa de organización, de competencia y de conducta de los
órganos públicos y de particulares intervinientes en la actividad jurisdiccional del Estado.
Una norma procesal no solo se encuentra en un código de procedimiento sino también
en un código de fondo.
Para Palacio; las normas materiales regulan “el que”, el contenido de la sentencia y las
procesales determinan “el quien y el cómo” de dicho acto y la actividad que lo regula.
Por eso para distinguir entre derecho material y procesal, hay que estar a la finalidad y
efectos de cada disposición legal.

- Presupuestos Procesales y Sentenciales: concepto.


En doctrina se distingue entre presupuestos procesales y los denominados presupuestos
senténciales.
Los presupuestos procesales configuran supuestos previos al proceso, sin los cuales no
puede pensarse en su existencia, su no concurrencia obsta al nacimiento del proceso y se
definen como:
“Aquellos requisitos necesarios o indispensables para la constitución de una
relación jurídica procesal valida.”

Los presupuestos procesales se refieren a:

1. La competencia del tribunal: entendiéndose por tal a los limites territoriales,


materiales y de grado establecidos por la ley para que el juez ejerza su jurisdicción.
2. Capacidad procesal: Relacionada con la capacidad de obrar, distinta a la
capacidad de ser parte, ya que esta se relaciona con la capacidad de derecho, con la
titularidad del derecho que se pretende hacer valer.
3. Cumplimiento de los requisitos formales exigidos por la ley para la
demanda; relacionado con el principio de defensa en juicio; la inobservancia de dicho
requisito o presupuesto vulnera dicha garantía.

Aplicación: Los presupuestos deben ser examinados antes de resolverse sobre el


fondo, dado que la falta de cualquiera de ellos invalidan el pronunciamiento.
Según el código procesal de Córdoba, artículo 176, “demanda defectuosa”: el juez o
tribunal deberá rechazarla de oficio o podrá ordenar al actor aclarar cualquier punto para su
admisión; no subsanados los defectos o no aclarados dichos puntos en el plazo de 30 días, se
operará el desistimiento de pleno derecho.
A los fines de verificar la regularidad de la relación procesal y en su caso la admisión
de las pretensiones formuladas por las partes, las leyes formales por regla general contienen
disposiciones autorizando al juez a revelarlos de oficio. Tal sucede con lo dispuesto por el art.
337 CPCCN, que otorga facultades expresas al órgano jurisdiccional a efecto de inadmitir la
demanda u ordenar que se subsanen los defectos que contenga. Ello configura el
otorgamiento de una potestad judicial de saneamiento (despacho saneador) que se concede
a veces en forma especifica y en otras en forma genérica para depurar el tramite en cualquier
oportunidad y a lo largo de todo el proceso. En ambos casos, se posterga la admisibilidad
formal de la pretensión; sin perjuicio de ello se reconoce también a las partes la posibilidad
de denunciar la ausencia de un presupuesto procesal en caso de que el tribunal no lo haya
advertido a través del planteo de excepciones dilatorias: incompetencia, falta de personalidad
o defecto legal en el modo de proponer la demanda (art. 347 CPCCN - 138).

138 EXCEPCIONES ADMISIBLES - Art. 347. CPCCN - Sólo se admitirán como previas las siguientes excepciones:
1) Incompetencia.
2) Falta de personería en el demandante, en el demandado o sus representantes, por carecer de capacidad civil para estar en juicio o de
representación suficiente.
3) Falta de legitimación para obrar en el actor o en el demandado, cuando fuere manifiesta, sin perjuicio, en caso de no concurrir esta última
circunstancia, de que el juez la considere en la sentencia definitiva.
4) Litispendencia.
El juez debe ser competente. La competencia se da en dos niveles:
- Subjetivamente, es la aptitud o capacidad que la ley reconoce a los órganos
judiciales para administrar justicia en un caso dado.
- Objetivamente, es la órbita jurídica dentro de la cual el tribunal ejerce su
jurisdicción.

La falta de competencia también puede ser relevada de oficio por el juez cuando es
absoluta; caso contrario, si se trata de incompetencia relativa deberá ser alegada por el
demandado a través de excepción.

La capacidad procesal (legitimatio ad procesum) constituye una capacidad de hecho o


de obrar. Por tal motivo, si el sujeto carece de capacidad debe concurrir a juicio con sus
representantes.
“La capacidad procesal es la aptitud para poder realizar eficazmente por si los
actos procesales de parte.”

Así si se trata de un menor o incapaz, su personería se integra con la comparecencia a


juicio del representante necesario y, en su caso, el promiscuo. Son aplicables en relación a la
capacidad procesal las disposiciones del Código Civil y rige, en consecuencia, el axioma que
expresa que “la capacidad es regla y la incapacidad la excepción”.
Ante la ausencia de capacidad procesal, no obstante ser los sujetos titulares de la
relación sustancial, no gozan de aptitud para defenderlos por si en el proceso; v.gr.
dementes, sordomudos, pródigos, interdictos, ausentes, etc. .
El último presupuesto procesal está dado por el planteo en forma de una cuestión
concreta planteada con las formalidades establecidas por la ley a tal efecto (art. 303 CPCC -
139).

Y los presupuestos senténciales son:

“Aquellos requisitos cuya concurrencia es necesaria para que pueda ser


pronunciada una sentencia valida sobre el fondo del asunto. Se trata, entonces, de
presupuestos de la decisión sobre el mérito del juicio.”

5) Defecto legal en el modo de proponer la demanda.


6) Cosa juzgada. Para que sea procedente esta excepción, el examen integral de las DOS (2) contiendas debe demostrar que se trata del mismo
asunto sometido a decisión judicial, o que por existir continencia, conexidad, accesoriedad o subsidiariedad, la sentencia firme ya ha resuelto lo
que constituye la materia o la pretensión deducida en el nuevo juicio que se promueve.
7) Transacción, conciliación y desistimiento del derecho.
8) Las defensas temporarias que se consagran en las leyes generales, tales como el beneficio de inventario o el de excusión, o las previstas en los
artículos 2486 y 3357 del Código Civil.
La existencia de cosa juzgada o de litispendencia podrá ser declarada de oficio, en cualquier estado de la causa.
139 2 FORMA DE LA DEMANDA - Art. 330. - La demanda será deducida por escrito y contendrá:
1) El nombre y domicilio del demandante.
2) El nombre y domicilio del demandado.
3) La cosa demandada, designándola con toda exactitud.
4) Los hechos en que se funde, explicados claramente.
5) El derecho expuesto sucintamente, evitando repeticiones innecesarias.
6) La petición en términos claros y positivos.
La demanda deberá precisar el monto reclamado, salvo cuando al actor no le fuere posible determinarlo al promoverla, por las circunstancias del
caso, o porque la estimación dependiera de elementos aún no definitivamente fijados y la promoción de la demanda fuese imprescindible para
evitar la prescripción de la acción. En estos supuestos, no procederá la excepción de defecto legal.
La sentencia fijará el monto que resulte de las pruebas producidas.
Los presupuestos senténciales son aquellas condiciones indispensables para que el
juez pueda dictar válidamente la sentencia. En tal sentido, se requiere la realización de un
procedimiento previo y completo, por su forma y grado, para permitir el pronunciamiento de
la resolución final (procedimiento regular y legal). Esto es, que el procedimiento además de
haberse cumplido regularmente y en forma completa no debe encontrarse impedido por
obstáculos a su promoción: así, por ejemplo, la existencia de privilegios constitucionales, la
omisión de acusación o de denuncia en delitos de instancia privada, la ausencia de dictamen
del asesor de menores e incapaces cuando éste ha sido impuesto por la ley, etc. Además, el
tramite debe haberse desarrollado con sujeción a las formas esenciales establecidas en la ley
(idioma, documentación) y hallarse en un estado tal que permita el pronunciamiento de una
sentencia valida por haberse cumplido las etapas que son inevitablemente previas y
necesarias (introducción de las cuestiones, prueba y discusión en el proceso escrito; debate
en el proceso oral).
Desde un enfoque diferente se identifica a los presupuestos senténciales vinculándolos
a las pretensiones del actor, demandado o imputado de contenido sustancial. Los
presupuestos senténciales así estarían configurados por:

“aquellos requisitos necesarios para que el juez pueda, en la sentencia, proveer al


fondo o mérito de la cuestión; es decir, resolver si el demandante tiene o no el
derecho pretendido y el demandado la obligación correlativa o si el imputado tiene
o no la responsabilidad que se le imputa”

Estas condiciones, entonces, se refieren no al procedimiento sino a la pretensión. La


falta de estos presupuestos hace que la sentencia sea inhibitoria.
Cabe señalar, que desde este punto de vista se distingue entre los presupuestos
senténciales referidos a la pretensión del actor y los presupuestos senténciales de la
oposición del demandado.

Los presupuestos materiales de una sentencia favorable al actor son:


1) La existencia real de la relación jurídica sustancial pretendida;
2) La prueba en legal forma de la situación del hecho jurídicamente relevante
invocado, es decir, de los hechos o actos jurídicos que le sirven de causa;
3) La exigibilidad del derecho, por no estar sometido a plazo o condición suspensiva;
4) La petición adecuada al derecho que se tenga, porque puede tenerse el derecho y
haberse probado, pero si se ha pedido cosa distinta se obtendrá sentencia
desfavorable;
5) Haber enunciado en la demanda los hechos esenciales que sirven de hecho jurídico
a las pretensiones, ya que su falta ocasiona el fracaso en la sentencia, aunque se
tenga el derecho ya que el juez debe basar su decisión en tales hechos.

Constituyen presupuestos de la sentencia favorable al demandado:


1) alegar las excepciones, cuando así lo exija la ley (prescripción, compensación, etc.)
y acreditarlas;
2) también podría esgrimirse la simple ausencia de alguno de los presupuestos del
éxito de la demanda.
Queda claro, entonces, que esta postura vincula a los presupuestos materiales o
sentenciales con la cuestión de fondo y atacan a las pretensiones sustanciales esgrimidas por
el actor o demandado. Por ello, su existencia o inexistencia determinarían la admisión o
rechazo de la pretensión en la decisión final.
En este orden de ideas se los vincula con: la legitimación en la causa, es decir, con la
calidad o idoneidad para actuar como actor o demandado en un determinado proceso. En tal
sentido, el actor debe ser la persona habilitada por ley para formular la pretensión y el
demandado el autorizado a contradecirla pero esta legitimación debe además ser calificada
por otros elementos. Así debe exhibirse, además un interés sustancial en la obtención de la
sentencia y una petición presentada en forma clara y concreta y que no haya sido impugnada
por objeciones como, por ejemplo, aducida la cosa juzgada o la litis pendencia.
También se requiere la necesidad de existencia de un planteo correcto de la relación
sustancial pretendida; prueba de los hechos y exigibilidad del derecho.
Sintetizando los argumentos de Devis Echandia acerca de los presupuestos
sentenciales debe señalarse que la inexistencia de un presupuestos sentencial puede
determinar el dictado de una sentencia inhibitoria o, en su caso, el rechazo de las
pretensiones. El primer caso -sentencia inhibitoria- significa que el juzgador advertido sobre
la ausencia de un presupuesto sentencial se abstiene de dictar la decisión de fondo y resuelve
solamente sobre esta ausencia. En tanto que la segunda posición importa la admisión sobre
la procedencia de una excepción, que releva al juez de la cuestión.
Por ello, se señala, que mientras la ausencia de presupuestos procesales impide
que el juicio pueda tramitarse válidamente, los requisitos senténciales atacan a la
pretensión e impiden que las partes obtengan una resolución favorable a sus
pretensiones.

- Etapas en el procedimiento civil, penal de familia y la


- boral. Concepto.
Etapas del proceso judicial.
El proceso se traduce en su manifestación externa en una serie gradual, progresiva y
concatenada de actos jurídicos., y en principio el proceso avanza sin retrotraerse, cuya
excepción está dada por los vicios que puedan presentar los actos procesales.
Los actos se agrupan en distintas etapas:
Se distinguen 4 grandes etapas:

1. Introductiva.
2. Probatoria.
3. Discusoria
4. Decisoria

- Etapa introductoria: Interpuesta la demanda, el demandado deberá contestar la


demanda en el plazo de diez días, Art. 493 CPCC. La ley ritual impone al demandado a
pronunciarse sobre cada uno de ellos ya sea negándolos o reconociéndolos. En esta
oportunidad, podrá poner excepciones dilatorias en forma de previo y especial
pronunciamiento, siendo ese tipo de trámite el único que admite esta forma particular de
articulación. Es también en esta ocasión, que el accionado puede reconvenir, siendo esta la
única oportunidad para hacerlo.
- Etapa probatoria. El plazo ordinario de prueba es de 40 días, conforme el art. 498 CPCC,
pudiendo el juez designar otro menor, con posibilidad de extenderlo hasta completar aquél la
solicitud de parte. También está previsto el plazo extraordinario para casos especiales.
Tengamos presente que esta etapa puede presentarse excepcionalmente como no esencial,
por cuanto presupone la existencia de hechos controvertidos.
- Etapa discusoria: En el juicio ordinario los alegatos se realizan en forma de traslados de
ley por su orden. Esto es primero se corre traslado al actor y luego al demandado art. 505
CPCC. Así por ejemplo, en el juicio ordinario se confiere un plazo de seis días perentorios no
fatal y su cómputo es individual. Esta etapa asume una características especial, la de
reservada, en el sentido de no pública, con el fin de garantizar la igualdad de las partes. Al
momento de la presentación sólo se deja constancia de ello en el expediente mediante
certificación puesta por el secretario.
- Etapa decisoria: es la última y esencial etapa del proceso de mérito, para el
pronunciamiento de la sentencia definitiva. Ella se inicia con el llamamiento de autos para
definitiva, art. 506 y 121 inc. 3 C.P.CC. Pero como se ha señalado, puede el juzgador
disponer de lo que se denomina medidas para mejor proveer.

- Tipos o Sistemas Procesales. Concepto y caracteres.


Tipos o sistemas procesales:
Concepto: sistemas procesales son los grandes esquemas de regulación, las grandes
alternativas que tiene el legislador al momento de regular la estructura en que se manifiesta
el proceso. Es una cuestión de política legislativa.
Ningún sistema es puro, los códigos tienden a uno u otro, y se presentan en pares
binarios: por ejemplo: oral y escrito.

- Dispositivo o Inquisitivo; acusatorio y mixto; oral o escrito, de instancia


única o plural.

Tipos:
1. Dispositivo e inquisitivo: según el margen de actuación de las partes o el juez.
Dispositivo: confiere a las partes el dominio del proceso, y se aplica a cuestiones de
contenido eminentemente económico, el proceso satisface el interés público en juego por
medio de la satisfacción de los intereses particulares, es el tipo de proceso prevalente en
materia civil y comercial.
Asigna a los particulares: el impulso inicial, el impulso subsiguiente o mantenimiento
de la instancia, la carga de fijar la cuestión factica y disposición sobre aspectos de la relación
material y formal.
El juez en el sistema dispositivo, no puede iniciar de oficio el proceso, no puede
impulsarlo una vez iniciado, tampoco tener en cuenta hechos ni pruebas no aportados por las
partes, debe tener por cierto determinados hechos en que las partes se encuentran de
acuerdo, y por ultimo debe sentenciar conforme lo alegado y probado por las partes sin
poder condenar más u otra cosa que la pedida en la demanda.
Sistema inquisitivo: sus rasgos generales: aquí existe un juez que asume una
posición activa, puede iniciar de oficio el procedimiento y tiene el deber de impulsarlo, es el
juez, investigador, teniendo las partes un rol pasivo; no disponiendo ellas del proceso sino
que sometiéndose a él.
Como reacción a este sistema inquisitivo surgió el acusatorio: donde existe un
acusador, en general público, que promueve la acción y se encuentra en un pie de igualdad
con el imputado, sujeto del proceso, es el acusador quien debe ofrecer la prueba de la
culpabilidad o la verdad. El juez solo controla y dicta sentencia.

2. Oral o Escrito: según la forma de instrumentación de los actos procesales.

3. De instancia única o de pluralidad de instancias: según la posibilidad de solicitar a


otro tribunal un reexamen amplio de la manera en que ha sido valorada la prueba y, o,
aplicado el derecho en la primera sentencia.

Nuevas tendencias:
Hay una nueva tendencia a otorgar mayores poderes al juez, como juez director del
proceso y no como juez espectador; también hacia la implementación de la oralidad, en la
medida de las posibilidades presupuestarias; audiencia preliminar; supresión de recursos o al
menos del efecto suspensivo, (ejecución de provisoria de las sentencias.).

Principios que gobiernan el proceso:


Palacios: son las orientaciones o directivas generales que inspiran cada ordenamiento
procesal.
No hay consenso acerca de su número e individualización.
Tratando de hacer una breve síntesis, se pueden enumerar los siguientes principios:
dispositivo, publicidad, inmediación, bilateralidad, autoridad, formalismo,
preclusión, adquisición, moralidad y economía procesal.
1 Principio Dispositivo: Equivale a decir señorío ilimitado de las partes, tanto sobre
el derecho sustancial motivo del proceso litigioso, como sobre todos los aspectos relativos a
la iniciación, marcha y culminación del proceso. Las partes disponen de la relación sustancial
y también de la suerte del litigio o relación procesal.
2 Principio de Publicidad: Este principio implica que los actos que se cumplen
dentro del procedimiento, deben ser conocidos por las partes como por la sociedad toda, esto
a fin de permitir un adecuado control de la actividad procesal de las partes, funcionarios y
magistrado intervinientes.
3 Principio de Inmediación: Significa que el Juez debe encontrarse en relación
directa con las partes, sus abogados y recibir personalmente las pruebas.
4 Principio de Bilateralidad o de contradicción: Este principio consiste en que
salvo situaciones excepcionales, toda petición o pretensión formulada por una de las partes
en el proceso, debe ser comunicada a la parte contraria, para que preste su consentimiento o
manifieste su oposición. Ello importa que el Juez decide luego de escuchar a todas las partes
del proceso quienes tienen derecho a expresarse en igualdad de condiciones.
5 Principio de Autoridad: Se define a partir del aspecto jerárquico del derecho
procesal, que presenta al Juez como director del proceso y por la incidencia del órgano
jurisdiccional, como poder del Estado, en el conflicto de los justiciables.
6 Formalismo: Las formas procesales son establecidas como garantías para el
justiciable y se basan en el principio de seguridad jurídica. Las formas según autores como
Palacio, Alsina, y otros, es el modo mediante el cual, se exterioriza el acto procesal.
7 Principio de Preclusión: Siendo para algunos un principio y para otros una regla,
importa que el proceso o procedimiento es una estructura evolutiva, que avanza, que nunca
se retrotrae. Por lo tanto, los actos procesales deben cumplirse en las condiciones de tiempo,
modo y lugar previstos por la norma de rito, su no realización en tiempo oportuno, o su
consumación, hacen que opere este principio.
8 Principio de Adquisición: Importa que los resultados de la actividad procesal
cumplida por las partes en el proceso, se adquieren para éste, de modo tal que los actos
cumplidos, benefician o perjudican a cualquiera, independientemente de quien los haya
ingresado al procedimiento.
9 Principio de Moralidad: Está integrado por un conjunto de normas de contenido
ético al que deben ajustarse todos los intervinientes en el proceso. Hablamos acá de lealtad y
buena fe procesal.
10 Principio de Economía procesal: A fin de que el proceso no importe un
dispendio inútil de tiempo, actividad o dinero, en atención a que es un medio para lograr un
fin, la decisión jurisdiccional.

- Principios que gobiernan el proceso. Publicidad, Inmediación, Bilateralidad,


Economía Procesal.
Principios o reglas que gobiernan el Proceso
Los principios del proceso son:

“los presupuestos políticos que determinan la existencia funcional de un


ordenamiento procesal cualquiera”

“Son directivas o ideas básicas sobre las que se asienta o estructura un


ordenamiento jurídico procesal (Torres Neuquen)”

Los principios procesales son las líneas directrices y orientadoras que rigen el proceso
plasmándose de este modo una determinada política procesal en un ordenamiento jurídico
determinado y en un momento histórico dado. Cabe expresar, por ultimo, que modernamente
van formulándose nuevos principios o reglas que quizás no son tan nuevos sino que tan solo
son reformulaciones o adaptaciones a las necesidades actuales de los clásicamente
reconocidos. Tal sucede, por ejemplo, con las modernas formulaciones de las reglas de
solidaridad, de la personalidad, de las nuevas formas de buena fe y lealtad procesal, etc.
Es así, que ellos concretan o mediatizan algunas de las garantías constitucionales y en
cada uno puede encontrarse una relación directa con las normas fundamentales
contempladas en la Constitución Nacional.

Y son:
Principio de Publicidad
Principio de Inmediación
Principio de Bilateralidad.
Principio de Autoridad
Principio de Formalismo o Legalidad
Principio de Economía Procesal
Principio de moralidad
PUBLICIDAD
El principio de publicidad, implica que los actos que se cumplen en el proceso deben
ser conocidos en forma irrestricta tanto por parte de la sociedad, como por los intervinientes,
a fin de permitir un control adecuado de la actividad procesal y, en definitiva, de los actos de
los jueces.
“este principio significa que no debe haber justicia secreta, ni procedimientos
ocultos, ni fallos sin antecedentes ni motivaciones”.
Además, favorece a obtener una mayor transparencia en la administración de justicia
al fiscalizarse la actividad de los jueces y de los abogados. Los cuerpos formales, cuando
adscriben a este principio lo consagran en términos generales, así por ejemplo, se prevé que
“las actuaciones del proceso y sus resoluciones serán públicas”. A su vez, a modo de
excepción, es posible limitar la publicidad; ello sucede cuando existe un interés justificado de
las partes o cuando concurren razones que hacen al orden público o moralidad. Es que
“pueden los magistrados restringir la publicidad de las audiencias y aun de los fallos, si
pudiera afectarse con ello la moral o el orden público u ocasionarse perjuicios materiales o
morales a los interesados”. En definitiva, lo que fundamentalmente se procura es la
protección del derecho de intimidad de las personas.
El principio de publicidad se manifiesta en los distintos actos del proceso; así en las
audiencias4 y, por regla, durante toda la actividad de prueba y también se verifica en la
decisoria a través de la motivación de los fallos.
La vigencia de este principio presenta connotaciones particulares que se definen a
partir del derecho de fondo que se realiza a través del proceso. Así, por ejemplo, en el
proceso penal, la publicidad podrá verse restringida en ciertas secuencias de la investigación
penal preparatoria, llevada a cabo por el Fiscal cuando establece el secreto de sumario por un
plazo restringido. Es que “en materia penal se justifica el secreto en los primeros momentos
de la instrucción, porque el delincuente tiene especial cuidado en no dejar huellas de delito”.
También rige para los delitos de acción privada en los cuales impera la confidencialidad del
trámite.

INMEDIACION
El principio de inmediación, tal como surge de su sentido literal, significa que el juez
debe encontrarse en un estado de relación directa con las partes y recibir
personalmente las pruebas. Devis Echandia, puntualiza que la comunicación inmediata
alude “a la del juez y las personas que actúan en el proceso, con los hechos que en él deban
hacerse constar y con los medios de prueba que se utilicen”.
Este principio se manifiesta con mayor vigor, en los procesos orales que en los
escritos. Sin embargo, en las formas modernas de procedimiento oral o escrito, existen
instancias oralizadas, que presuponen la vigencia de este principio parcialmente. Tal sucede,
por ejemplo, en el proceso civil nacional o de algunas provincias que han adoptado el trámite
del proceso por audiencia: en estos casos, luego de la etapa escrita de las postulaciones, se
realizan dos audiencias (audiencia preliminar5 y de vista de causa) con vigencia solo en su
trámite de la regla de inmediación. Por su parte, en el proceso penal, la vigencia plena de la
inmediación se presenta en la oportunidad de la audiencia de debate en la que los
integrantes del tribunal, del ministerio público, imputados y sus defensores y órganos de
prueba están en contacto directo.
Los rasgos fundamentales de la inmediación, están dados por:

o La presencia de los sujetos procesales ante el órgano jurisdiccional,


o por la falta de un intermediario judicial entre las cosas y las personas del
proceso y el juez y,
o por la necesidad de la identidad física del juez que tuvo contacto con las partes
y del que dictara sentencia.

En el ordenamiento procesal penal, la regla de inmediación adquiere jerarquía


sustancial al incorporarse al Código Penal, de este modo se prevé que “el juez deberá tomar
conocimiento directo y de visu con el sujeto, de la víctima y de las circunstancias del hecho
en la medida requerida para cada caso” (art. 41 in fine CP). Es que en materia penal y
también en el procedimiento laboral, el interés público en la realización del derecho, impone
la inmediación como una directriz insoslayable. Esto significa, la ausencia de intermediarios
entre la prueba recibida y el órgano jurisdiccional de la recepción y se lo extiende también,
como se apuntó, a la idea de la identidad física del juzgador. Así se ha sostenido que “el juez
que ha de dictar sentencia debe ser el mismo que en el debate oral, público y continuo,
reciba inmediatamente, la prueba producida con el control público y de los otros sujetos del
proceso”.

BILATERALIDAD (Principio de Contradicción)


La regla de la bilateralidad es denominada también, como principio de contradicción.
Este principio, posee raíz netamente constitucional6 y su efectiva vigencia es lo que otorga
legitimidad a los procesos; de allí que domina todos los estadios secuenciales.
Toda decisión judicial debe ser tomada previo a que se haya dado igual
oportunidad, a todas las partes de ser oídas. Implica, necesariamente, la
posibilidad de alegar y probar; es decir, otorgar a las partes la oportunidad de
ejerces las defensas que tuviere y de arrimar al proceso los elementos de juicio
conducentes a la demostración de sus alegaciones.
Este principio, se resume en el aforismo latino audiatur et altera pars. No interesa al
derecho que la parte, efectivamente, se pronuncie, sino que se haya otorgado una razonable
oportunidad de defenderse o de cumplir con la carga procesal de expresarse, de ofrecer,
producir y controlar la prueba.
Palacio, advierte que la realización de ciertas medidas, como las cautelares pueden
ordenarse inaudita parte, pero ello no implica derogación del principio de bilateralidad sino
tan solo significa que se difiere el contradictorio por especial naturaleza del acto. Esto quiere
decir, que si bien no se notifica previamente el despacho de la medida, sin embargo, si debe
ser comunicada al afectado inmediatamente después de haber sido trabada.
Por ultimo, el sistema se garantiza por las normas que establecen sanciones para la
violación de este principio, a cuyo fin se imponen nulidades especificas para el caso de las
notificaciones o se utiliza las reglas atinentes a la teoría general de las nulidades, hechas
valer a través de los poderes genéricos de impugnación.

AUTORIDAD
El principio de autoridad se define a partir del aspecto jerárquico autoritario
que asume el derecho procesal por la incidencia del órgano jurisdiccional,
considerado como poder del Estado político, en el conflicto de los justiciables.
Así se ha dicho que tanto el poder de conducción o de dirección del proceso, como el
poder de esclarecer la verdad de los hechos constituyen manifestaciones del principio de
autoridad. Luego, será el sistema adjetivo, el que impondrá los límites para su ejercicio, en la
categorización de los poderes-deberes del órgano jurisdiccional.
Es posible señalar dos vertientes opuestas y bien definidas, inspiradas en una ideología
sociopolítica determinada: la liberal-individualista y la jerárquico-autoritaria. Claro esta que,
entre ambas posturas, existen diferentes matices que importan formulas intermedias o con
una mayor o menor identificación con algunas de ellas.
En el marco de la concepción liberal-individualista, impera la formula de la neutralidad
del juez, lo que supone que “el juzgador no ha de intervenir en la marcha del proceso en
forma activa, cuya iniciativa, impulso, conducción y disposición es un atributo del justiciable”.
Como se advierte, se trata de un juez espectador de la contienda judicial. Rige en esta
concepción, el principio de rogación que preconiza que el juez no actuara de oficio sino a
petición de parte (ne iudex ex officio).
La figura neutral, es propia del sistema procesal dispositivo, adoptado por la mayoría
de los códigos procesales civiles de nuestro país, actualmente en proceso de revisión.
En una posición intermedia, se encuentra la que postula la figura del juez como un verdadero
director del proceso. Esta formula, es una creación ideal de la doctrina para superar la
posición individualista del juez espectador. Sin embargo, se ha entendido que se trata de
“una formula incompleta: excepto que se interprete el verbo dirigir en una forma amplísima;
ello es así, ya que, el poder de dirección o conducción solamente afecta el desarrollo del
proceso y hace a su marcha formal, pero no agota los predicados propuestos por los fines del
derecho procesal”.
Es una postura critica contra la formula de la neutralidad del juez, se postula la que le
otorga una intervención activa y preponderante en orden a la marcha del proceso y al
esclarecimiento de la verdad de los hechos controvertidos. Configura la formula de la
autoridad del juez, la que se obtiene a partir de especiales poderes otorgados al órgano
jurisdiccional durante el proceso y diferentes cargas y obligaciones para las partes, durante
su trámite.
Es que frente al juez pasivo se postula el aumento de poderes en lo atinente a la
dirección y conducción del proceso, a la formación del material de cognición y en la vigilancia
de la conducta de los justiciables.
Es así, que se concibe al juez dotado de un complejo de poderes-deberes limitados por la ley.
Su ejercicio reconoce como sustractum un deber imperativo de corte funcional.

FORMALISMO
Las formas procesales son establecidas como garantía del justiciable y se basan en el
principio de seguridad jurídica.
Entendemos por la forma la exteriorización corporizada en un documento del acto
procesal. Podemos afirmar que, en la legislación positiva, se advierte la adopción del sistema
de la legalidad. Es así que se regula el modo de cumplimiento de la actividad procesal ya sea,
con previsiones especificas para cada acto o por disposiciones generales de remisión, en las
que se refleja el sistema adoptado.
Modernamente, existe una tendencia a flexibilizar las formas sobre todo en lo relativo
a cierta actividad procesal. Así, por ejemplo, se apunta a la eliminación de los interrogatorios
escritos para testigos y de los pliegos de absolución de posiciones, proponiéndose en su
reemplazo interrogatorios libres, informales y coloquiales.

ECONOMIA PROCESAL
El principio de economía procesal importa la aplicación de un criterio utilitario en la
realización del proceso.
Se resume en dos ideas fundamentales:
o economía de gastos y
o economía de esfuerzos o de actividad.

La incorporación de este principio supone procedimientos que no resulten onerosos,


por lo cual, es necesario, además, que no se extiendan excesivamente en el tiempo. Es decir,
la implantación del principio exige adoptar criterios razonables en relación no solo a costos
económicos sino al tiempo de duración ya que, como dijo Couture, “en materia de
procedimiento el tiempo es algo más que oro, es justicia”.
Ahora bien, La economía de gastos pone su acento en el aspecto financiero del
proceso. Ello implica que el costo del juicio no sea un obstáculo que impida a las partes su
inicio. Los procedimientos generan gastos, y ellos no pueden evitarse. Pero si pueden ser
postergados atendiendo a ciertas circunstancias o aun, por razones de política procesal,
resolverse su eximición por el contenido social de la cuestión que se presenta. Lo que el
legislador debe procurar es que los gastos que demande el juicio no se transformen en un
obstáculo para el acceso a la justicia de las personas menos pudientes.
Contribuye a la economía en el tiempo y a la celeridad en el trámite, la regla de la
concentración de los actos y la de la eventualidad en las afirmaciones. Inciden también en
ese aspecto, los plazos procesales fijados por la ley adjetiva como tiempos ideales.
La regulación de los tiempos procesales en la ley debe ser meditada con un criterio de
razonabilidad, que se concreta en el establecimiento de plazos, que sean susceptibles de
poder cumplirse, para que el patrón ideal no sea superado por la realidad.

MORALIDAD
El principio de moralidad esta integrado por un conjunto de normas que
imponen conductas, imbuidas de un contenido ético que deben ser observadas por
el juez, las partes y demás participantes. Este principio madre es comprensivo de otros
subprincipios que lo enriquecen, a saber: la lealtad y la buena fe procesal. Su vigencia, a la
luz de los hechos concretos nos hace reflexionar sobre las cargas y deberes procesales
asignados a las partes y al juez; así, por ejemplo, el deber de mantener en la instancia
conductas que no resulten contrarias a las reglas de contenido ético objetivizados en normas.
Ello implica la proscripción de ciertas actitudes tales como la reticencia, la intemperancia, la
familiaridad y la agresividad, la obstrucción, o la ambigüedad, (sin agotar el repertorio) que
puedan ser calificadas para tipificar temeridad, malicia o el abuso del proceso. Sin embargo,
queremos destacar que el juzgador deberá precisar de los límites de estas conductas
defectuosas teniendo a la vista la cláusula constitucional de la inviolabilidad de la defensa en
juicio.
La inconducta, en muchos casos, se manifiesta en actitudes dilatorias que son
consecuencia de un sistema adversarial rígido, impuesto por normas legales inidóneas o por
la idiosincrasia de los litigantes, que en muchos casos resultan toleradas por los tribunales.

- Reglas del Proceso. Impulsión, Preclusión y Adquisición


El derecho procesal reconoce fundamentos constitucionales, principios jurídicos políticos y
sus instituciones fundamentales obedecen a ciertas reglas lógicas que le son propias y
exclusivas. Estas reglas se manifiestan como máximas que limitan o condicionan el actuar de
los sujetos procesales; por ello, se ha dicho
“Que las reglas del proceso son las condiciones que conforman técnica y
estructuralmente la actividad de aquellas personas y sujetos procesales”.

Siendo el proceso una estructura técnica que debe avanzar necesariamente hacia un
fin, debe vincularse necesariamente a este concepto esencial, la idea de actividad. Esa
actividad en el proceso se realiza por el impulso que imparten los sujetos procesales. En tal
sentido, cabe señalar que rigen todo el ámbito procesal del ne procedat iudex ex officio, esto
implica que el inicio del trámite nunca puede ser realizado por iniciativa del juez sino que este
debe ser requerido por algún otro sujeto. De tal modo, en el proceso civil el impulso inicial lo
realizan las partes a través de la demanda; igual sucede en el proceso laboral y familiar. En
tanto, que en el proceso penal el requeriente es el ministerio público fiscal sin cuya iniciativa
e impulso no puede iniciarse el trámite.

La regla del impulso


Como se dijo, el impulso inicial debe ser realizado por un sujeto diferente
del juez, estos son las partes, el impulso posterior puede estar a cargo de las
partes, del ministerio público, del imputado o por el mismo órgano jurisdiccional.

La regla del impulso procesal generalmente está delimitada por plazos procesales. Así,
generalmente, de ordinario en el trámite se diferencian etapas y dentro de ellas, a su vez, se
presentan diferentes actividades que deban ser promovidas según sus características por
algún sujeto procesal, bajo la pena de caer en la caducidad de instancia.
Por último, debe distinguirse el impulso privado propio del trámite civil del impulso
oficial característico de los procedimientos que involucran alguna razón de orden público. Este
último, el impulso oficial, se manifiesta como el poder-deber del juez para realizar, con
independencia de la actuación de las partes todos los actos procesales que integran la trama
hasta la finalización del trámite que culmina con el dictado de la sentencia.

La regla o principio de la preclusión


Impide que el proceso se retrotraiga a estadios o etapas que se encuentran
superadas o que se reproduzcan actos procesales ya cumplidos o que no tuvieran
cumplimiento en el orden establecido por la ley.

Se trata de un regulador del trámite procesal y tiene operatividad tanto para las partes
como para el tribunal. Ello significa que ninguno de los sujetos procesales pueden actuar en
contradicción con esta regla, funciona como un obstáculo o impedimento a la marcha
discrecional del proceso.
Por ello, se ha dicho que la actividad procesal debe realizarse dentro de los límites
fijados por la ley, pues de lo contrario, un postulado de consunción procesal despojaría de
efectos útiles a la actividad realizada fuera del orden establecido.
Cada actividad procesal destinada a una finalidad específica debe ser cumplida en un
momento determinado; de otro modo, la actividad no sería susceptible de producir efectos
útiles.
Esta regla “propende a obtener una definitiva estabilidad jurídica con respecto a las
situaciones procesales ya alcanzadas, impidiendo el retroceso arbitrario o carente de
fundamento serio, y la actuación contradictoria con la ya cumplida (incompatibilidad) expresa
o tacita”.
La efectiva vigencia de la preclusión se garantiza a través de las sanciones procesales
de nulidad o de inadmisibilidad. Sucede lo primero, cuando el acto procesal se cumple en
inobservancia a la preclusión, por ejemplo cuando se formula una liquidación final del pleito,
apartándose de lo establecido en la sentencia y de este modo se vulnera la cosa juzgada.
En cambio, se aplicara la sanción de inadmisibilidad, cuando se intente producir un acto
procesal, una vez vencido el plazo fijado por la ley para ello –caso perentorio fatal- o cuando
se hubiere declarado la pérdida del derecho a petición de parte.
La preclusión consiste también en una limitación del poder de las partes para la
realización de la actividad, ya que el sujeto pierde su facultad por extinción o por
consumación de ella. Es que la preclusión consiste en la pérdida o extinción de una
actividad procesal por haberse alcanzado los límites impuestos por el legislador
para el ejercicio de las facultades procesales de las partes.

La regla de la adquisición procesal


Establece que el resultado de la actividad realizada durante el tramite se
adquiere para el proceso y no puede ser invocada para el beneficio particular de
alguna de las partes no teniendo relevancia al respecto quien la ha producido,
quien la ha ofrecido, quien la ha aportado o quien la ha alegado. Es que la actividad
procesal y el material de conocimiento responde a un fin común y puede ser aprovechado por
cualquier sujeto con independencia de quien la origina.

SUB-EJE TEMÁTICO 2: JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA:


- Jurisdicción: Concepto. Caracteres. Límites.
Potestad soberana del estado para actuar la ley ya pronunciada ante un caso concreto por
medio de órganos predispuestos a tal fin y conforme a un procedimiento legalmente
regulado.
Caracteres de la jurisdicción:
1. es una función estatal fundamental.
2. no monopolizada por el estado, ya que al lado de la jurisdicción judicial existe
también la arbitral.
3. imparcialidad: impermeable a los intereses de las partes y de los terceros, aunque el
estado sea parte.
4. unitaria e indivisible: la jurisdicción del estado es una, no se fracciona no se divide,
fraccionarla sería fraccionar la soberanía.
5. indelegable.
6. excepcional, complementaria o subsidiaria: ya que lo habitual es que el derecho se
realice espontáneamente.

Límites al ejercicio de la jurisdicción:

a. territorial: relacionado con la aplicación o eficacia de la norma procesal en el


espacio.
b. Excitación extraña: ella solo puede y debe ser ejercida frente al requerimiento de
un sujeto extraño, no hay juez sin actor, el juez no procede de oficio.
c. Ley previa: en materia civil no es tan riguroso como en el derecho penal, pero la
jurisdicción en tanto poder realizador supone un derecho preexistente a ser realizado.
d. Tribunal preconstituido: Por supuesto en el proceso arbitral las partes renuncian
a esta garantía de manera voluntaria.
e. Existencia de un caso concreto: la corte ha señalado que los jueces no pueden
emitir opiniones consultivas o generales, no pueden sentenciar casos abstractos o
meramente teóricos.

Momentos de su ejercicio
Según un enfoque moderno toda resolución judicial y no solo la sentencia presupone los
siguientes momentos:
1. momento cognoscitivo: donde el juez conoce y averigua el asunto o cuestión
planteada.
2. momento decisorio: en el que se resuelve la cuestión.
3. momento ejecutorio: eventual, en el cual se cumple lo decidido aun en contra de
la voluntad del obligado.

Enfoque clásico:
En el se descompone la función jurisdiccional en 5 elementos:
1. notio: aptitud de conocer en las controversias o causas, requiere la existencia de
los presupuestos procesales.
2. vocatio: aptitud de llamar a los demás sujetos procesales para que ejerzan sus
defensas en juicio.
3. coertio: posibilidad de ejercitar por medio de la fuerza pública la coerción para
lograr la efectivización de ciertos actos.
4. iuditio: poder-deber de resolver.
5. executio: imperio para hacer cumplir sus resoluciones y así poder transformar la
realidad, logrando resultados prácticos por medio de sus resoluciones.

- Competencia: Concepto. Determinación de la competencia en materia civil,


penal, laboral y familiar.

Es la concreta orbita jurídica dentro de la cual el tribunal ejerce la función jurisdiccional


del estado.
La idea de un juez único a quien le debe someter el conocimiento de todos los asuntos
que puedan suscitarse entre los particulares resulta una utopía. Esta pensamiento esta
íntimamente vinculado con la noción de jurisdicción, la que se manifiesta en un poder-deber
abstracto atribuido a todos los jueces para entender en todo tipo de asuntos: civiles, penales,
laborales, etc. Sin embargo, como esto no resulta posible y día a día se van aumentando los
argumentos para su división, se ha acuñado el concepto de competencia, en base al cual se
distribuye en la facultad de juzgar a distintos órganos jurisdiccionales que coexisten en un
tiempo y lugar.
La competencia es susceptible de ser definida en un doble enfoque: subjetivo y objetivo.
El primero, tiene en cuenta el órgano que entenderá en el caso planteado y en este sentido
se ha dicho que “es la aptitud del juez para ejercer su jurisdicción en un asunto
determinado”. La competencia es, por lo tanto, la facultad de cada juez o magistrado de una
rama jurisdiccional para ejercer la jurisdicción en determinados asuntos y dentro de cierto
territorio.
En sentido objetivo, consiste en la orbita jurídica dentro de la cual el juez administra
justicia. En rigor, el criterio objetivo se manifiesta en reglas jurídicas, cuya aplicación permite
distribuir la competencia entre los diversos órganos jurisdiccionales coexistentes,
asignándoles una específica.
Es principio recibido en las compilaciones formales, que toda actividad procesal debe ser
cumplida ante un juez munido de aptitudes suficientes para entender en el caso planteado.
La competencia del tribunal es un presupuesto procesal o, como la denomina Palacio, “un
requisito extrínseco de admisibilidad de toda petición o pretensión extracontenciosa de forma
tal que si, en un caso concreto, el órgano ante quien se ha acudido carece de competencia
así deberá declararlo”. Si el juez carece absolutamente de competencia no puede constituirse
una relación jurídico procesal valida por ausencia de un presupuesto procesal.
La regla general en materia de competencia es que toda gestión judicial deberá hacerse ante
el tribunal competente (art. 1 CPC). Aunque esta regla no esté incorporada expresamente en
los otros cuerpos legales, es evidente que rige implícitamente para todas las materias, ya que
es un axioma inderogable en el tema.
La competencia, respondiendo a las reglas constitucionales, presenta caracteres que la
distinguen de otros conceptos jurídicos. Ellos son: debe estar prevista legalmente; es de
orden público; es indelegable y es improrrogable.

Fundamento para el reparto de competencia:


El legislador ha distribuido la competencia entre los distintos jueces, teniendo en
cuenta criterios “ordenadores”. La doctrina ha señalado que “no todos los jueces tienen la
misma competencia; su potestad de juzgar esta limitada por la Constitución Nacional o por la
ley atendiendo a la organización propia del sistema federal, a la materia; al territorio; al
valor; al grado, etc.
Si un juez resulta competente es implícito que tiene jurisdicción, pero puede tener
jurisdicción y no ser competente para un determinado asunto”. Por ello se ha dicho que “la
competencia es la medida de la jurisdicción”.
“Las reglas de atribución de competencia por materia, valor o grado tienden
fundamentalmente a asegurar la eficiencia de la administración de justicia. Ellas se
fundamentan en consideraciones que atienden al interés general, en tanto que las reglas que
fijan la competencia territorial, propenden a facilitar la actuación procesal de las partes”.
Pautas para determinar la Competencia
La competencia es inmodificable en el sentido de que una vez establecidazo puede
variar durante el transcurso del juicio. Así, la competencia es determinada por la situación
fáctica y jurídica existente al momento de la iniciación del proceso y ella es la que determina
y la fija para todo el procedimiento aun cuando dichas condiciones por circunstancias
posteriores variaran. De este modo se fija prima facie la jurisdicción de “ese” tribunal, y en
caso de que ella no resulte objetada, se consagra el principio de la perpetuatio iurisdictionis.
El principio de la perpetuatio iurisdictionis significa que la situación de hecho existente
al momento de admitirse la demanda es la que determina la competencia para todo el curso
del proceso, sin que la variación de circunstancias fácticas o jurídicas posteriores puedan
afectarla. Así, por ejemplo, las partes podrán variar el domicilio durante el tramite del proceso
pero la competencia ha quedado fijada por el que tenían al momento de entablarse la
demanda; igual, sucede, también, cuando la competencia por razón del territorio se ha fijado
teniendo en cuenta la ubicación de bienes muebles su traslado a otro lugar no significara un
cambio de ella.
Cabe señalar, que el legislador ha utilizado pautas diferentes para atribuir competencia
según los casos. Así, para distribuir la competencia territorial se ha tenido en cuenta criterios
o “axiomas”, que se presentan en los mandatos normativos con cierta reiteración.
En algunos casos, prevalentemente civiles, se dará preeminencia al lugar en que se
encuentre el demandado forum domicilii; en otros, al lugar en que se ubique la cosa, forum
rei sitae y, por fin, al sitio para el cumplimiento de las obligaciones forum solucionis.
Puede decirse a manera de principio general, que los códigos formales establecen
reglas que atribuyen prioridad a uno de los criterios referidos. Así, cuando se ejerciten
acciones personales por responsabilidad extracontractual, es competente el juez del lugar del
hecho o cuando se reclamen alimentos el del domicilio del beneficiario (art. 6 incs. 5 y 6
CPC). En otros casos, se diseña un sistema de fueros electivos por lo que la ley otorga dos o
mas alternativas entre las que podrá elegir quien va a entablar la demanda. Por ejemplo,
cuando se ejerciten acciones personales derivadas de un contrato, la demanda podar
entablarse en el lugar convenido para su cumplimiento de la obligación o a la falta de este el
del lugar de su celebración; cuando se ejerciten acciones personales y sean varios los
demandados y se trata de obligaciones solidarias, divisibles o mancomunadas, y no estuviere
convenido el lugar del cumplimiento de la obligación, el actor podrá elegir el del domicilio de
cualquiera de aquellos (art. 6 inc. 7 CPC).
El Código Procesal Civil en el art. 6 regula las variables para la determinación de la
competencia y distingue entre las acciones reales y personales, es decir, tiene en cuenta la
naturaleza de las pretensiones contenidas en la demanda. En tal sentido, si el proceso versa
sobre una pretensión de naturaleza real, la pauta elegida es la del lugar de ubicación del bien
(art. 6 incs. 1, 2 y 3 CPC) y, si se trata de acciones personales el criterio varia y se establecen
alternativamente: lugar de celebración del contrato, lugar de su cumplimiento, lugar del
domicilio del demandado, lugar en que la obligación debe ser cumplida, etc.
Otra pauta, para discernir la competencia, se manifiesta en el denominado personal.
En este sentido se tiene en cuenta calidades especiales de las personas involucradas en el
conflicto tales como, el lugar de nacimiento (extranjería), cargos públicos que ostentan
ciertos individuos o por tratarse de sujetos jurídicos, v.gr., diplomáticos y funcionarios. Este
criterio tiene vigencia exclusivamente en el orden federal.

Reparto
1. especialización y naturaleza de las causas: sería imposible para un juez
comprender el conocimiento exhaustivo de todas las ramas del derecho y resolver con
celeridad y justicia. Para determinar la competencia habrá que estarse a los hechos
expuestos por el actor en la demanda y el derecho que se invoca como fundamento de
la acción.
2. territorial: tampoco es posible que un mismo tribunal atienda los conflictos
suscitados en un extenso territorio o densamente poblado, este criterio a su vez facilita
el ejercicio del derecho de defensa.
3. funcional: este criterio se funda en la conveniencia de la diversificación del
órgano jurisdiccional para el ejercicio de su función cognoscitiva y en su caso
ejecutiva, el se manifiesta en la existencia de tribunales de merito y tribunales de
alzada y se trata de la competencia en razón de grado, criterio que permite el control
de las resoluciones judiciales por otros tribunales de mayor jerarquía.
4. turno: dentro de un tribunal de igual grado y circunscripción existe otra
división del trabajo en virtud del cual se divide entre ellos las nuevas causas: recepción
por un tiempo, generalmente en días, como en el caso de Córdoba; o por número de
nuevas causas.
5. improrrogabilidad: se clasifica la competencia en improrrogable (absoluta)
o en prorrogable (relativa), la prorroga se entiende como la facultad otorgada a las
partes para llevar el asunto litigioso de común acuerdo ante un juez distinto.
Posibilidad esta que esta supeditada a que en el caso concreto no prime el interés
público, la prorroga puede ser tácita o expresa, la primera es cuando por ejemplo el
actor interpone demanda ante otro juez y el demandado no se opone.

Competencia provincial y federal:


En virtud de nuestro régimen federal, la argentina se caracteriza por la coexistencia de
dos orbitas jurídicas, las de las provincias y de la nación.
El poder judicial provincial se encarga de todas las cuestiones relacionadas con el
derecho común, ocurridas dentro de sus respectivos territorios, pero los jueces provinciales
no pueden conocer respecto a las materias que expresamente las provincias delegaron a la
nación; el conocimiento de estas materias corresponde de manera exclusiva a la justicia
nacional.

- Competencia Provincial: Criterios para su determinación. Prorroga; Fuero de


atracción.

Tipos de competencia: Córdoba, código procesal civil y comercial.


Competencia material: en razón de las distintas naturalezas de las causas en Córdoba
se han establecido distintos fueros. Estos fueros son 7.
- Fuero civil y comercial.
- Fuero de concursos y sociedades.
- Fuero penal.
- Fuero laboral.
- Fuero de familia.
- Fuero contencioso administrativo.

Prórroga de la competencia:
La competencia es improrrogable con excepción de la territorial, la que podrá ser
prorrogada por las partes no pudiendo el tribunal declararse incompetente de oficio.
La prorroga suscita un desplazamiento de la competencia hacia un juez que en principio
resultaba incompetente.
Cabe recordar, que la competencia o su contracara, la incompetencia, puede ser
absoluta o relativa. Puede calificarse, como competencia de carácter absoluto, la por materia
o grado. Así, por ejemplo, no podría iniciarse un juicio por cumplimiento de contrato ante el
juez penal; ni tampoco podría plantearse esta acción ante la Cámara de Apelaciones.
En cambio, es relativa, y por lo tanto prorrogable, la competencia establecida para
cuestiones de corte netamente patrimonial y en relación al territorio. Así, en el marco de
disponibilidad de los particulares acerca de las reglas procesales de competencia, es aceptado
que pueden convencionalmente atribuir la territorial a un órgano judicial que legalmente
carecía de ella. Ello es posible solo en el campo de los derechos disponibles, por lo que el
presente desarrollo es válido solamente para el ámbito del derecho procesal civil.
La prórroga de competencia por voluntad de las partes puede operar en dos formas: la
expresa y la tacita. Se resuelve en forma expresa, cuando los sujetos exponen claramente su
voluntad de atribuir competencia a un tribunal determinado exteriorizándola de antemano en
forma documentada. Tal sucede, por ejemplo, cuando partes contratantes determinan que en
caso de conflictos sobre su inteligencia, atribuyen su conocimiento a un juez diferente. En
cambio, las prorroga es tacita, si el desplazamiento se opera por actitudes procesales
asumidas por las partes en el curso del juicio. Por ejemplo, cuando el actor presenta su
demanda ante un tribunal diferente al que legalmente la correspondía, y el demandado
responde, sin cuestionar la competencia. Como se advierte, en ambos casos, se verifica un
supuesto negativo, que no implica el ejercicio de facultades procesales y que deviene de una
inferencia legal de la voluntad concreta de las partes acerca de la competencia.
Si la competencia no fuera prorrogable, y de la exposición de los hechos de la
demanda resultare incompetente el tribunal ante quien se dedujera, éste deberá inhibirse de
oficio sin más trámite y a pedido de parte remitirá al tribunal competente si resultare
provincial, de lo contrario, ordenará su archivo.
Pero una vez que se hubiera dado trámite a la demanda o pedido, no podrá el juez
declarar su incompetencia de oficio, deberá atender la cuestión salvo que el demandado
plantee la incompetencia por medio de la excepción o inhibitoria.

Fuero de atracción:
Se entiende tal, a que sea un mismo juez quien entienda en ciertas cuestiones
vinculadas a los bienes que han de ser recaudados, liquidados y transmitidos bajo su
dirección.
El juez que conoce en un proceso universal.
El juez en el juicio Sucesorio, es competente para entender las pretensiones
relacionadas con el patrimonio o los derechos sobre que versa dicho proceso.
Constituyen otro supuesto de desplazamiento de competencia, las disposiciones que
consagran el fuero de atracción ejercido en los procesos universales, v.gr., sucesiones,
concursos y quiebras. En estos casos, se justifica el desplazamiento, en la necesidad de tratar
en forma conjunta y simultanea todas las pretensiones deducidas contra el caudal común. De
esta forma se otorga certeza al derecho que se declara en acciones independientes pero que
se encuentran vinculadas.
En consecuencia, la particular situación de los procesos denominados “universales”
ocasionan el desplazamiento hacia el juez de la sucesión, concurso o quiebra. Claro esta que
ello sucederá solamente respecto de todas las pretensiones de contenido económico
deducidas contra el patrimonio del causante, concursado o quebrado; sin embargo, este
principio reconoce exclusiones legales. Por ejemplo, se encuentra fuera del conocimiento del
juez de la sucesión, la acción personal de filiación la que deberá ser tramitada por ante el
juez de Familia por tratarse de un fuero especial.
El fuero de atracción que surge del juicio sucesorio, esta contemplado en el art. 3284
CC. Se trata de una norma de neto corte procesal con vigencia nacional, ya que impone al
juez de la sucesión el conocimiento de todas las cuestiones que versen sobre el titulo y
bienes del causante y respecto de las acciones personales que esgriman sus acreedores. Por
su parte, la doctrina nacional ha sentado que aquel no rige para las pretensiones de carácter
real.
Cabe señalar, que el efecto del fuero de atracción, es transitorio, puesto que esta destinado a
finalizar en el tiempo, cuando culmina el juicio sucesorio, es decir luego de efectuada la
partición judicial ; o, en su caso, finiquitada la quiebra o el concurso.

Competencia Federal: Concepto. Criterios para su determinación.


Competencia federal:
Es la facultad reconocida a los órganos del poder judicial de la nación para ejercer sus
funciones en los casos, respecto de las personas y en los lugares, especialmente
determinados por la constitución nacional.

Artículos 116 y 117 de la Constitución Nacional:


Artículo 116.- Corresponde a la Corte Suprema y a los tribunales inferiores de la
Nación, el conocimiento y decisión de todas las causas que versen sobre puntos regidos por
la Constitución, y por las leyes de la Nación, con la reserva hecha en el inciso 12 del artículo
75; y por los tratados con las naciones extranjeras; de las causas concernientes a
embajadores, ministros públicos y cónsules extranjeros; de las causas de almirantazgo y
jurisdicción marítima; de los asuntos en que la Nación sea parte; de las causas que se
susciten entre dos o más provincias; entre una provincia y los vecinos de otra; entre los
vecinos de diferentes provincias; y entre una provincia o sus vecinos, contra un Estado o
ciudadano extranjero.

Artículo 117.- En estos casos la Corte Suprema ejercerá su jurisdicción por apelación
según las reglas y excepciones que prescriba el Congreso; pero en todos los asuntos
concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros, y en los que alguna provincia
fuese parte, la ejercerá originaria y exclusivamente.
El fuero federal deriva de la forma de estado establecida por la Constitución Nacional
argentina.

Cuestión de competencia:
Existe cuestión de competencia cuando se desconoce a un juez, sea por las partes o
por otro juez, la facultad de conocer en determinado proceso.

Dichas cuestiones pueden originarse mediante el uso de dos vías procesales:


a) Declinatoria: el demandado se presenta ante el juez que lo cita y pide un
pronunciamiento negativo acerca de su competencia. Es la vía exclusiva y excluyente
cuando dos jueces ejercen la misma competencia territorial.
b) Inhibitoria: el demandado se presenta ante el juez que cree competente
pidiéndole que así lo declare y que remita un oficio o exhorto inhibitorio al juez que
está conociendo en la causa a fin de que se abstenga de continuar conociendo en ella.
Es un incidente, que planteado debe resolverse bajo el trámite de juicio ordinario de
menor cuantía.
Elegida una vía no podrá en lo sucesivo usarse la otra.

FUERO CIVIL Y COMERCIAL.


El fuero Civil y Comercial del Poder Judicial de Córdoba, está compuesto por 8 cámaras
Civiles en la primera circunscripción judicial y una Cámara de apelaciones por cada
circunscripción del Interior de la Provincia.
En el orden jerárquico el Fuero Civil y Comercial se integra como autoridad máxima por
el Tribunal Superior de Justicia a través de la Sala y que está compuesta por la Relatoría Civil
y la Secretaría Civil.
En orden inmediato inferior se encuentran las Cámaras Civiles de Apelación, en un
número de ocho en la Primera Circunscripción Judicial e integradas cada una de ellas por tres
vocales. Estos tribunales impuestos por el sistema de la doble instancia imperante, conocen y
deciden sobre los recursos ordinarios de apelación y nulidades deducidas por las partes en
contra de lo resuelto por el juez de primera instancia, ejerciendo entonces un control de
legalidad de lo decidido por el inferior.
Aparecen luego los Juzgados de Primera Instancia constituyendo el primer peldaño de
la estructura judicial, su titular es un magistrado que es quien inicialmente asume el asunto
que es presentado por el justiciable, teniendo contacto directo con el objeto del proceso,
convocando a las partes, recibiendo las pruebas, dirigiendo el procedimiento y decidiendo
sobre las pretensiones hechas valer en juicio. Su función es de marcada relevancia para la
sociedad.
Forman parte asimismo del fuero las Asesorías Civiles.

- El Juez o Tribunal: Inhibición y Recusación.

EL JUEZ.
Concepto y Caracteres.
La administración de justicia, está confiada a determinados órganos del estado, cada
uno de los cuales se compone de un conjunto o agregado de personas cuyas actividades
concurren al cumplimiento integral de la función judicial.
La más trascendente de esas actividades incumbe al juez o, eventualmente, a varios
jueces, según se trate, de un órgano unipersonal (juzgado) o colegiado (tribunal). Las
restantes actividades como son por ejemplo, las referentes a la custodia de expedientes o
documentos, o a las notificaciones revisten carácter secundario o instrumental respecto de
aquéllas, y se hallan encomendadas a quienes cabe denominar auxiliares de los jueces.

Los jueces nacionales revisten los siguientes caracteres:


1) son permanentes, pues el artículo 18 de la Constitución Nacional ha proscrito los
juicios por comisiones especialmente designados para un caso determinado.
2) son sedentarios, que solo pueden cumplir sus funciones dentro de la
circunscripción territorial establecida como sede del respectivo juzgado. Hacen
excepción a ésta regla los jueces de la cámara nacional electoral, quienes pueden
trasladar su sede temporariamente a otros distritos.
3) son inamovibles, por cuanto, sin perjuicio de la caducidad y duración limitada de
sus designaciones por razones de edad, conservan sus empleos mientras dure su
buena conducta y no pueden ser separados del cargo sino por juicio político. (Artículos
99, inciso 4 y 110 de la constitución nacional).
4) son letrados, pues constituye requisito de su designación la posesión del título de
abogado.

MODOS DE DESIGNACIÓN Y REQUISITOS.


Corresponde distinguir, de acuerdo con la reforma constitucional operada en 1994,
según se trate de los magistrados de la corte suprema de justicia o de los que integran los
tribunales inferiores.
Los primeros, deben ser designados por el presidente de la nación con acuerdo del
senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública convocada al efecto
(Constitución nacional, artículo 99, inciso 4).
También incumbe al presidente de la nación el nombramiento de los jueces integrantes
de los tribunales inferiores, aunque con la diferencia de que debe hacerlo sobre la base de
una propuesta en terna vinculante emitida por el consejo de la magistratura, entidad a
regularse mediante ley especial y que deberá integrarse de modo de procurar equilibrio entre
la representación de los órganos políticos resultantes de elección popular, de los jueces de
todas las instancias y de los abogados de la matrícula nacional, requiriéndose que también lo
integren otras personas del ámbito académico y científico, en el modo y forma que indique la
mencionada ley.
Otra variante reside en el hecho de que el acuerdo del senado, si bien debe prestarse
en sesión pública en la que corresponde tener en cuenta la idoneidad de los candidatos, no
exige un quórum especial.
En relación con todos los jueces nacionales es, sin embargo, necesario un nuevo
nombramiento para mantenerlos en el cargo una vez que cumplan la edad de setenta y cinco
años. Asimismo todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la indicada o mayor
deben hacerse por cinco años, y podrán repetirse indefinidamente por el mismo trámite.
Para ser juez de la corte suprema de justicia se requiere ser ciudadano argentino,
abogado graduado en Universidad Nacional, con 8 años de ejercicio y tener las calidades
exigidas para ser senador, o sea, treinta años de edad, haber sido seis años ciudadano de la
nación y disponer de una renta anual de 2000 pesos fuertes o de una entrada equivalente.
Para ser juez de la cámara nacional de casación penal, de las cámaras nacionales de
apelaciones y de los tribunales orales se requiere ser ciudadano argentino, abogado con título
que tenga validez nacional, con 6 años de ejercicio de la profesión o función judicial que
requiera el título indicado y treinta años de edad. Los mismos requisitos de ciudadanía y título
se requieren para ser juez nacional de primera instancia, bastando 4 de ejercicio y 25 de
edad.
Según la constitución de Córdoba, artículo 157.- Los jueces y funcionarios son nombrados y
removidos del modo establecido en esta Constitución. Son nulos y de ningún valor los
procedimientos seguidos o las sentencias y resoluciones dictadas por personas que no sean
nombradas en la forma prescripta.
La ley fija el procedimiento que favorezca la igualdad de oportunidades y la selección
por idoneidad en la designación de magistrados inferiores.
En su Artículo 144 la constitución de Córdoba establece: El Gobernador tiene las
siguientes atribuciones y deberes: en su inciso 9 dice: el gobernador designa, previo acuerdo
del Senado, a los miembros del Tribunal Superior de Justicia y demás tribunales inferiores, y
a los miembros del Ministerio Público. En caso de receso de la Legislatura, designa jueces o
agentes del Ministerio Público interinos, que cesan en sus funciones a los treinta días de la
apertura de las Cámaras. El Gobernador, el Vicegobernador y los Ministros, no pueden ser
propuestos para integrar el Poder Judicial hasta seis meses después de haber cesado en el
ejercicio de sus funciones

REQUISITOS.
Artículo 158.- Para ser miembro del Tribunal Superior de Justicia se requiere tener
doce años de ejercicio de la abogacía o de la magistratura, para Vocal de Cámara ocho, para
Juez seis y para Asesor Letrado cuatro. En todos los casos, ciudadanía en ejercicio, treinta
años de edad para los miembros del Tribunal Superior de Justicia y veinticinco para los
restantes.

REMOCIÓN. Los jueces nacionales de cualquier jerarquía sólo pueden ser separados de sus
cargos mediante el procedimiento del juicio político, el cual puede intentarse por “mal
desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones o por crímenes comunes”; debiendo
incluirse, dentro del concepto de “mal desempeño”, todos aquéllos casos que, sin tipificar una
conducta delictiva importen actitudes o hechos incompatibles con el adecuado ejercicio de la
función judicial.

INHIBICIÓN Y RECUSACIÓN:

Inhibitoria.
Modalidad de "cuestión de competencia". Se intentará ante el juez o tribunal que se
considere competente, pidiéndole que dirija oficio al que estime no serlo, para que se inhiba
del conocimiento del asunto y remita los autos al juez que se considere competente.

Recusación.
Acción o efecto de recusar. Petición de que el tribunal se abstenga del conocimiento de
la causa por la concurrencia de determinados motivos que ponen en peligro su imparcialidad.
El código de procedimiento civil y comercial de la provincia de Córdoba establece en su
capítulo tercero, lo siguiente:

Artículo 16. Los jueces que integran los distintos tribunales podrán ser recusados con
causa legal o sin expresión de causa.

Artículo 17. Constituyen causas legales de recusación:


1. Ser el juez cónyuge o pariente de alguno de los litigantes dentro del cuarto
grado de consanguinidad o por adopción plena, segundo de afinidad o por
adopción simple.
2. Tener el juez, su cónyuge o sus parientes consanguíneos, afines o adoptivos,
dentro de los grados expresados, sociedad o comunidad con alguno de los
litigantes, salvo que la sociedad fuera por acciones.
3. Tener el juez, su cónyuge, o sus parientes consanguíneos, afines o adoptivos,
dentro de los grados expresados, interés en el pleito o en otro semejante.
4. Tener pleito pendiente con el recusante, a no ser que hubiese sido iniciado
por éste después que el recusado hubiere empezado a conocer del asunto.
5. Ser acreedor, deudor o fiador de alguna de las partes.
6. Haber sido denunciante o acusador del recusante o haber sido, antes de
comenzar el pleito, acusado o denunciado por éste.
7. Haber promovido alguna de las partes, antes de comenzar el proceso, juicio
de destitución en su contra, si la acusación hubiere sido admitida.
8. Haber sido apoderado o patrocinarte de alguna de las partes; emitido
dictamen sobre el pleito como letrado o intervenido en él como representante
de los ministerios públicos o perito; dado recomendaciones sobre la causa; o
conocido el hecho como testigo.
9. Haber recibido el juez, su cónyuge o sus parientes consanguíneos, afines o
adoptivos, dentro de los grados expresados, beneficios de importancia, en
cualquier tiempo, de alguno de los litigantes; o si después de iniciado el proceso
hubiere recibido el primero, presentes o dádivas aunque sean de poco valor.
10. Ser o haber sido tutor o curador de alguna de las partes o haber estado
bajo su tutela o curatela.
11. Haber manifestado extrajudicialmente su opinión sobre el pleito o alguno de
los litigantes.
12. Tener amistad íntima o enemistad manifiesta con alguno de los litigantes.
13. Haber producido en el procedimiento nulidad que haya sido declarada
judicialmente.
14. Haber vencido el plazo para dictar sentencias o autos que resuelvan
pretensiones controvertidas, sin que el tribunal se hubiere pronunciado, o para
el estudio sin que el vocal, o el tribunal en su caso, lo hubieren hecho. Esta
causal debe resultar de las propias constancias de autos.
15. Haber dado lugar a la queja por retardada justicia, ante el superior, y
dejado vencer el nuevo plazo fijado.
16. Haber dictado pronunciamiento en el pleito como juez, en una instancia
inferior.
El parentesco extramatrimonial no será causa de recusación sino cuando esté
reconocido o comprobado con autenticidad.

Artículo 18. - En los procesos concursales regirán las siguientes normas respecto de
recusaciones y excusaciones:
1. No procede la recusación sin expresión de causa.
2. El apartamiento del juez del conocimiento del proceso en su integridad sólo
se producirá cuando la causal se relacione con el deudor, el acreedor
peticionante de la quiebra o el síndico. Es inadmisible la que alegue el acreedor
después de la oportunidad prevista en el segundo párrafo del Artículo 91 de la
ley 19.551 (vencido el plazo y oído el acreedor, el juez resuelve sin más trámite,
admitiendo o rechazando el pedido de quiebra).
3. Cuando la causal se relacione con los acreedores en el proceso de
verificación, intervinientes en incidentes o impugnaciones, se remitirán las
actuaciones pertinentes a quien corresponda según la ley orgánica del Poder
Judicial, las que serán devueltas una vez firme la resolución que recaiga.
4. Si el deudor fuere una persona jurídica, las causales también se entenderán
referidas a sus integrantes solidariamente responsables, a los que ejerzan la
representación de las mismas o a quienes pudieren resultar alcanzados por la
calificación de conducta.

Artículo 19. Las partes podrán recusar sin expresión de causa:


1. Al juez, al entablar o contestar la demanda u oponer excepciones; dentro de
los tres días de notificado el llamamiento de autos para definitiva o el decreto de
avocamiento.
2. A uno de los miembros de la Cámara y del Tribunal Superior de Justicia,
dentro de los tres días de llegados los autos ante el superior, de notificado el
decreto a estudio o el de integración del tribunal.
Las partes, en cada caso, podrán ejercer por una sola vez este derecho. Cuando
sean varios los actores o los demandados, únicamente uno de ellos podrá hacer
uso de este derecho.
No procederá la recusación sin causa en las cuestiones incidentales ni en la
ejecución de sentencia.

Artículo 20. A los efectos de los Artículos anteriores, el litigante, su representante y su


patrocinante, se considerarán una misma persona.

Artículo 21. El juez que tuviere interés en un pleito pendiente ante el tribunal de que
forma parte, no podrá entender, durante el procedimiento de tal pleito, en los que estuvieren
interesados sus colegas.

Artículo 22. Cuando la causa de recusación fuese anterior a la iniciación del pleito,
deberá ser propuesta en el primer escrito que se presente.
Cuando fuese posterior o anterior no conocida, se propondrá dentro de los tres días de
haber llegado a conocimiento de la parte.

Artículo 23. No podrá proponerse recusación después de citadas las partes para
sentencia, a no ser que se ofreciere probarla por confesión del mismo recusado o por
instrumento público.

Artículo 24. - Improcedencia. No son recusables los jueces:


1. En las diligencias preparatorias de los juicios.
2. En las que tienen por objeto asegurar el resultado del juicio.
3. En la ejecución de diligencias comisionadas, a menos que fuesen probatorias.
4. En las diligencias para la ejecución de la sentencia, a no ser por causas
nacidas con posterioridad a ella.

Artículo 25. - Tribunal competente. De la recusación con causa de los jueces de


primera instancia y de los funcionarios del Ministerio Público, conocerá la Cámara. De las de
los vocales del Tribunal Superior de Justicia y de la Cámara conocerán los restantes
miembros, integrándose el Tribunal de acuerdo con las disposiciones de la ley orgánica del
Poder Judicial.

Artículo 26. - Requisitos. El escrito de recusación se presentará ante el Tribunal


competente, con copia, y deberá contener:
1. Determinación de la causal y hechos en que se funda.
2. Ofrecimiento de la prueba, acompañando la documental que se hallare en
poder del recusante, con dos copias, o la indicación del lugar donde se
encuentra.
No podrán ofrecerse más de cinco testigos.

Artículo 27. La recusación será desechada sin dársele curso cuando no concurrieren los
requisitos señalados en el Artículo anterior, se presentare fuera de las oportunidades
previstas en el Artículo 22, o las causas invocadas fueren manifiestamente improcedentes.

Artículo 28. Si la recusación fuere desechada se mandará agregar a los autos


principales. Si se la admitiere, se formará incidente por separado, comunicándose al recusado
para que informe sobre las causas alegadas.
En caso de tratarse de juez de primera instancia, se le remitirá copia del escrito y de la
documentación agregada.

Artículo 29. Reconocidos los hechos por el recusado, se lo tendrá por apartado de la
causa.
Si se tratare de un juez de primera instancia, elevará los autos junto con el informe a
la Cámara, la que dispondrá su remisión al juez subrogante para que se avoque. El secretario
notificará de oficio la providencia.

Artículo 30. Negados los hechos por el recusado, se abrirá el incidente a prueba por el
plazo de diez días, suspendiéndose el procedimiento del principal, lo que se hará constar en
el expediente. No obstante, la Cámara, de oficio o a petición de parte, en atención a las
circunstancias, podrá disponer su continuación por ante el juez subrogante.
Si fuere necesario proveer a medidas urgentes se requerirá que la Cámara, con los
antecedentes necesarios, las provea interinamente.
Producida la totalidad de la prueba ofrecida, o vencido el plazo, se dictará resolución
de la que no habrá recurso alguno.

Artículo 31. - Efectos. Rechazada la recusación se hará saber al juez subrogante para
que devuelva el expediente al recusado, en su caso.
Si se hace lugar a la recusación, se comunicará al recusado, continuando el expediente ante
el subrogante, aunque luego desaparecieran las causas. Cuando se trate de un miembro dela
Cámara o del Tribunal Superior de Justicia, continuarán conociendo los que resolvieron el
incidente de recusación.

Artículo 32. Todo juez que se hallare comprendido en alguna de las causas de
recusación, deberá excusarse, pero el interesado podrá exigir que siga conociendo, a menos
que la excusación sea motivada por interés en el pleito o por parentesco con alguno de los
litigantes.
Artículo 33. - Ministerio Público. Los miembros del Ministerio Público podrán ser
recusados por las causales que establezcan las respectivas leyes orgánicas.

Artículo 34. - Secretarios y auxiliares. Los secretarios y auxiliares pueden ser


recusados por las mismas causas expresadas o por omisión o falta grave en el cumplimiento
de sus deberes, y el tribunal a que pertenezcan averiguará verbalmente el hecho y resolverá
lo que corresponda, sin recurso alguno.

SUB-EJE TEMÁTICO 3: PODER DE ACCIÓN –EXCEPCIÓN PROCESAL


- Acción Procesal: Concepto. Caracteres.
Según Clariá Olmedo, es el poder de presentar y mantener ante el órgano jurisdiccional
una pretensión jurídica, postulando una decisión sobre su fundamento y en su caso la
ejecución de lo resuelto.
Caracteres de la acción: autonomía de la acción: es evidente que la acción no se
confunde con el derecho material, pero como señala Clariá Olmedo no se halla descartada
toda materialidad, debe existir al menos la posibilidad jurídica de que el tribunal nos de la
razón.
Tienen el basamento constitucional.
Es un poder que en principio corresponde a todo sujeto de derecho.
Es la acción, una atribución facultativa.
La acción supone una pretensión, y esta pretensión es el contenido de la acción.
La acción no se dirige “contra” sino “ante” el órgano jurisdiccional, quien habrá de
promoverla.
Su ejercicio no se agota en la presentación, debe ser mantenida si se desea una
resolución sobre el fondo, de lo contrario opera la perención o caducidad de instancia.

La Pretensión: elementos.

Según Claría Olmedo: Es el contenido, inomitible e irreemplazable, de la acción


procesal, sin la cual ésta sería vana.
Toda acción supone una pretensión, algo que se propone al tribunal como objeto del
proceso; la acción logra su objetivo por medio de la excitación del órgano jurisdiccional, la
pretensión lo logra mediante el dictado de sentencia de fondo favorable.
El acto que contiene la pretensión es la demanda.
Contenido o elementos de la pretensión:
Elemento Subjetivo: consta de tres sujetos: el actor que la formula, el demandado
contra quien se formula y la persona ante quien se formula. Los primeros son los sujetos
pasivo y activo de la pretensión y el tercer sujeto es el órgano destinatario de esta pretensión
que tiene el deber de satisfacerla, ya sea acogiéndola o rechazándola.
Elemento Objetivo: El objeto de la pretensión es el efecto jurídico que se persigue y
puede ser considerado desde dos aspectos: el inmediato: que es la clase de pronunciamiento
que se reclama: condena, ejecución, pago. Y el mediato: que es el bien de la vida sobre la
cual debe recaer el pronunciamiento pedido: suma de dinero, inmueble, etc.
Elemento causal: Es la concreta situación de hecho a la cual el actor asigna una
determinada consecuencia jurídica. La pretensión está individualizada por los hechos
concretos afirmados, no por el derecho que se invoca en la demanda ni por los argumentos
expuestos por el actor.

Otras clasificaciones de las pretensiones:


1. según el derecho material invocado: pretensiones reales y personales, que tiene
importancia para determinar la competencia territorial.
2. principales y accesorias: así por ejemplo: capital e interés, resolución del contrato y
daños, reivindicación del inmueble e indemnización de la privación de uso; que es de
importancia para determinar la competencia por conexión.

Acumulación de las pretensiones:


Tipos de acumulación.
Acumulación objetiva:
Se deben tener los siguientes recaudos: 1. que no se excluyan recíprocamente; 2.
identidad de competencia. 3. identidad de trámites.
Ej: “A” demanda a “B”, la resolución de un contrato, la entrega del bien y el cobro de
una indemnización por daños y perjuicios.

Acumulación subjetiva (litisconsorcio):


Clases: 1. en el polo activo; 2. en el polo pasivo; 3. en ambos; se debe tener el
recaudo de que exista identidad de causa.
Ej: Activa: “A”, “B” demandan a “C” el desalojo por falta de pago.
Pasiva: “A” demanda a “B” y “C” el desalojo por falta de pago.-
Mixta: “A”, “B” demandan a “C” y “D” el desalojo por falta de pago

Identificación o comparación de pretensiones:


Procedimiento mediante el cual se confrontan los elementos de dos pretensiones, a los
fines de determinar si son idénticas, es decir si comparten los tres elementos, o si son
conexas, es decir si comparten uno o dos elementos.

Importancia práctica:
Esto es relevante para la excepción de litispendencia, que tiende a evitar la
coexistencia de dos procesos que versen sobre una misma pretensión, también puede
intentarse cuando hay conexidad.
También es relevante para determinar si hay cosa juzgada y así evitar que una
pretensión constituya el objeto de más de una sentencia.

Comparación entre los sujetos:


Se hace entre los sujetos no oficiales: el que pretende y contra quien se pretende.
Debe tratarse de la misma posición procesal, ya que no hay identidad si en el proceso
Juan demanda a José y en otro José demanda a Juan; pero si puede haber conexidad, si el
elemento casual coincide.
No interesa la identidad física, sino la calidad jurídica que se invoca.
Comparación del objeto:
Deben coincidir tanto el objeto inmediato como el objeto mediato.
No basta entonces que ambas pretensiones se basen en el mismo bien de la vida: un
bien puede ser tutelado mediante pronunciamientos judiciales de distinta índole.

Comparación del elemento causal:


Debe confrontarse si ambas pretensiones se basan en los mismo hechos.
El simple cambio de calificación jurídica no hace cambiar la pretensión.

- El Ejercicio de la Acción en el procedimiento civil, penal, laboral y de familia:


Requisitos. Efectos.

Contenido o elementos de la pretensión:


Elemento Subjetivo: consta de tres sujetos: el actor que la formula, el demandado
ante quien se formula y la persona ante quien se formula. Los primeros son los sujetos pasivo
y activo de la pretensión y el tercer sujeto es el órgano destinatario de esta pretensión que
tiene el deber de satisfacerla, ya sea acogiéndola o rechazándola.
Elemento Objetivo: El objeto de la pretensión es el efecto jurídico que se persigue y
puede ser considerado desde dos aspectos:
el inmediato: que es la clase de pronunciamiento que se reclama: condena, ejecución, pago.
Y el mediato: que es el bien de la vida sobre la cual debe recaer el pronunciamiento pedido:
suma de dinero, inmueble, etc.
Elemento causal: Es la concreta situación de hecho a la cual el actor asigna una
determinada consecuencia jurídica. La pretensión está individualizada por los hechos
concretos afirmados, no por el derecho que se invoca en la demanda ni por los argumentos
expuestos por el actor.

Clases de Pretensiones:
- De Conocimiento:
Declarativas = Para eliminar incertidumbres que puede producir daño si no se
dispone de otro medio legal.
De Condena = Produce un título ejecutorio para que el actor pueda hacer valer,
sobre obligaciones de dar, hacer o no hacer.
Determinativa = Fija las condiciones en las que se ejercerá un derecho, Ej:
visita hijos.
- De Ejecución:
Sus efectos son de ejecución inmediata contra el deudor. No hay apertura a prueba y el
deudor no puede defenderse, pero puede posteriormente iniciar un proceso de conocimiento.
- Cautelares:
Reales = (persona/objeto) Competencia: el juez da lugar donde radica el
inmueble.
Personales = (persona/persona) (derechos personalísimos/auto personales).

Contractuales = Competencia: juez da lugar donde deba cumplirse la obligación, o en su


defecto a elección del actor el domicilio del demandado o lugar del contrato, siempre que el
demandado se encuentre en el aun que sea accidentalmente.
Extracontractual = Competencia: lugar del hecho o domicilio del demandado a elección del
actor.

Clases de Oposiciones:
Según Contenido = Negación: niega cualquiera de los requisitos de la pretensión, no
alega nuevos hechos.

Excepción: invoca nuevos hechos que desmiente o refutan cualquier pretensión


teniendo el demandado la carga de la prueba (esta se invierte).

Según Efectos = Perentorias: si prosperan extinguen el derecho del actor y no puede volver a
pretender, Ej.: cosa juzgada o falta de legitimación.

Dilatorias: si prosperan se excluye ____ para ___________la posibilidad de un


pronunciamiento sobre el derecho del actor.
No impide que corregidos sus defectos vuelva a proponerse.

- Excepción Procesal: Concepto. Contenido.


La excepción procesal:
Cabe recordar dos aspectos básicos:
Primero: jurisdicción, acción y excepción no son poderes de realización procesal;
convergen en el proceso con el objetivo de realizar el derecho de fondo.
Y segundo: los tres poderes derivan del principio de oficialidad: la excepción es el
sustituto de la resistencia directa, es la atribución otorgada por el ordenamiento a los fines de
resistir, controvertir, cuestionar la pretensión incoada por el actor.

Excepcionar: no como algo fuera de lo común, sino idea de salirse, de escapar de la


situación en la que pretende el actor.
El objetivo último del poder de excepción es evitar la sujeción que persigue el actor, ya
sea invocando cuestiones procesales o sustanciales.
El excepcionante invoca “obstáculos jurídicos”, para que no se pronuncie una decisión
de mérito: en el proceso no se cumple los presupuestos procesales, o para que no se
pronuncie una decisión de mérito favorable: la demanda no puede ser acogida desde el punto
de vista del derecho de fondo.

Claría Olmedo dice: que es el poder que corresponde a los miembros de la comunidad,
en cuanto pueden ser o son demandados, cuya puesta en práctica condición de ejercicio,
surge con ocasión del proceso judicial en el cual alguien resulta perseguido. La excepción
tiene por contenido, una pretensión, cuyo fundamento consiste en la negación de la
pretensión del actor, es el poder del perseguido judicialmente de controvertir el ejercicio y o
el contenido del poder de acción, cualquiera que fueren las cuestiones que la ley permita o
tolere plantear.

- Oposición a la pretensión en el procedimiento civil: contingencias


resultantes de la conducta del demandado en la contestación de la
demanda.

Frente a la actitud de una persona, de reclamar, existe la posibilidad en contrario, de


pedir el rechazo de esa pretensión. Este pedido de rechazo, se conoce con el nombre de
oposición a la pretensión u oposición a la demanda. Como consecuencia de esta oposición,
surgen dos ideas, que en cierta medida significan lo mismo. La primera idea es la defensa, la
segunda la excepción. Se llama defensa a toda pretensión del demandado que,
contradiciendo a la del actor, tiende a liquidar ésta en su esencia por la extinción del derecho
subjetivo que se persigue, ya sea porque el mismo es improcedente, o se encuentra
extinguido, o porque no existe. Pero cuando la pretensión del demandado se funda en una
cuestión procesal, estamos ante la llamada excepción, puede extinguir derecho sustantivo
reclamado, o puede paralizarlo temporalmente, según la naturaleza de la excepción. No ataca
en sí, el derecho subjetivo reclamado, sino la posibilidad de su procedencia en el proceso y la
posibilidad de obtener su satisfacción.

SUB-EJE TEMÁTICO 4: SUJETOS DEL PROCESO ACTOS PROCESALES:


- Sujetos Procesales: Esenciales y Eventuales.
o Los sujetos procesales, los que podemos distinguir entre:
 órganos públicos predispuestos: cuya principal característica es su
imparcialidad.
 particulares: que intervienen en el proceso, y cuya participación puede
ser de dos tipos: voluntaria o espontánea o en forma obligatoria o
coactiva.
o Otra forma de clasificación de los sujetos procesales:
 esenciales: juez o tribunal: actor y demandado.
 eventuales: ministerio publico fiscal; ministerio publico pupilar.
 colaboradores: testigos, peritos, martilleros, depositarios, intérpretes,
etc.

- En el Proceso Civil, Familiar y Laboral: Las partes. Cargas procesales.


Los Sujetos procesales. Son personas capaces legalmente para poder participar en una
relación procesal de un proceso, ya sea como parte esencial o accesoria.
Es decir son sujetos procesales:
- las partes (actor y demandado),
- el juez,
- los auxiliares,
- los peritos,
- los interventores,
- los martilleros,
- los fiscales.
Partes procesales
Partes procesales. Son personas (individuales o colectivas) capaces legalmente, que
concurren a la substanciación de un proceso contencioso; una de las partes, llamada actor,
pretende, en nombre propio la actuación de la norma legal y, la otra parte, llamada
demandado, es al cual se le exige el cumplimiento de una obligación, ejecute un acto o aclare
una situación incierta.
LAS PARTES EN EL PROCESO CIVIL
Normalmente en el proceso civil hay dos partes: La parte demandante y la parte
demandada, que pueden, ser personas naturales, personas jurídicas, patrimonios autónomos,
etc. Cada parte, por otro lado, puede estar constituida por una o más personas, dando lugar
a la figura procesal del litisconsorcio. La idea de parte excluye la de terceros. Podemos
conceptuar que es parte aquel que, en su propio nombre o en cuyo nombre se pide, invoca la
tutela jurisdiccional de algún derecho subjetivo, promoviendo la actuación de la voluntad de
la ley contenida en el derecho objetivo; también es parte aquel contra quien se formula el
pedido. De lo anotado es posible establecer una perfecta distinción entre el que pide la tutela
jurisdiccional y aquel en favor de quien se pide la tutela. Algo más, en el derecho sustantivo
se hace también una distinción entre la parte acreedora (en términos abstractos y genéricos)
y la parte deudora (también en los mismos términos), diferente, lógicamente, de lo que
ocurre en el aspecto procesal. Normalmente el acreedor en la relación material coincide con
la posición que adopta quien es parte demandante y el deudor con la que adopta la posición
de quien es parte demandada en la relación procesal. Por ello la importancia de determinar
las partes en la relación jurídica material y, luego, las partes en el proceso correspondiente,
para poder explicar la presencia de la Relación jurídica procesal que nuestro ordenamiento
procesal civil exige como condición para la validez y eficacia del proceso como instrumento
jurisdiccional. Empero, debemos señalar que el concepto de parte se utiliza con más
frecuencia en el ámbito procesal, de modo que parte en el proceso es quien reclama y contra
quien se reclama la satisfacción de una pretensión procesal. Los terceros incorporados al
proceso suelen considerarse como parte en el proceso, dependiendo de la naturaleza del
interés con que se incorporan a él.

- Las Partes en el Proceso Penal

Concepto de Cargas
La carga el constreñimiento o amenaza a realizar una conducta (positiva o negativa)
que un sujeto procesal experimenta a consecuencia de los inconvenientes o perjuicios que la
no realización de tal conducta comporta legalmente o causa de las ventajas que puede perder
por no realizarla.
La carga está ligada a posibilidades y oportunidades de actuación procesal y por tanto
a los derechos procesales de las partes. Muchos la definen como " las consecuencias
desfavorables del no ejercicio de un derecho" Otros discrepan por el hecho de no considerar
las cargas como "consecuencias desfavorables sino amenazas o apremio procesal que la
expectativa de tales consecuencias produce en el sujeto procesal correspondiente.
Lent y Jauernig se refieren a dos observaciones sobre esto:
La primera de estas es el fundamento de que sustituyan los deberes por las cargas.
Que las amenazas de desventaja procesal son más efectivas que los deberes, pues aquellas
pesan más sobre las partes que las simples sanciones procesales. Las cargas son eficaces de
inmediato y sin necesidad de detener el proceso.
La segunda observación es relativa a la diferencia entre carga y deberes según lo que
podríamos llamar origen normativo, estamos ante una simple carga si la norma deja una
conducta de la parte a su arbitrio, mientras que si la norma reprueba un determinado
comportamiento de la parte, entonces existe el deber de comportarse de otra manera, incluso
si no se pude forzar el cumplimiento de ese deber.
Derechos, posibilidades, actos y cargas procesales son, conceptos íntimamente ligados.
Si bien no provocan consecuencias desfavorables el no ejercicio de cualquier derechos, son
innumerables los casos en que los efectos negativos (o falta de efectos positivos) sí son
posibles o seguros. Son innumerables, por tanto, los ejemplos de cargas procesales, aunque
no sea usual prodigar ese concepto, sino más bien al contrario, reservarlo para os casos en
que es más segura y patente la relación causal entre una conducta de la parte y la
producción de consecuencias negativas o pérdida de ventajas.
Por ejemplo, la carga de la alegación y de la prueba de ciertos hechos, que gravita, según
la naturaleza de éstos, sobre el demandante o sobre el demandado, para que no se tengan
en cuenta o queden improbados hechos que perjudica sobre el fondo al demandante o
demandado

- Sujetos en el Proceso Penal: El Tribunal, Ministerio Público, Querellante


particular, actor civil.

Sujetos esenciales
Entre los sujetos que pueden participar en el proceso hay algunos cuya intervención es
esencial para su validez: son el actor penal, que inicia e impulsa la persecución penal
preparando, formulando, y probando la acusación; el tribunal que dirige el proceso, controla
el respeto por los derechos del imputado (y de las demás partes que hubiere), garantiza su
igualdad con el acusador y resuelve provisional (v. gr., auto de elevación a juicio) o
definitivamente (v. gr., sentencia posterior al debate sobre el fundamento fáctico y jurídico de
la acusación); y el imputado, que es el particular contra quien se dirige o a quien afecta la
persecución penal.

Sujetos eventuales
Se admite también la participación de otros sujetos, como el querellante de acción
pública, el actor civil y el civilmente demandado, cuya intervención es eventual, pues no
tienen influencia sobre la validez del proceso, que puede desarrollarse sin que ellos
intervengan.
Las leyes procesales y las de organización del M.P. Fiscal y los Tribunales de Justicia,
establecen quiénes son los sujetos (públicos o privados) que deben o pueden intervenir en un
proceso penal, acordándoles en abstracto poderes, derechos y atribuciones, o imponiéndoles,
también en abstracto, deberes o sujeciones, que en muchos casos son recíprocos
El ejercicio de aquellos y el cumplimiento concreto de éstos, comenzará a tener vida a
partir de la afirmación oficial sobre la hipótesis de la comisión de un delito,
determinando en su desarrollo una trama de vinculaciones entre todos los sujetos que
intervienen en el proceso, generando entre ellos lo que se conoce como relación jurídica
procesal. Esta es autónoma de la existencia real del hecho delictivo cuya hipótesis le diera
origen, al punto que es posible (y además frecuente) que un proceso sea desarrollado en su
integridad, para concluir estableciendo que el delito que constituye su objeto no existió (o no
se pudo comprobar su existencia, que es lo mismo).

Artículo 5.- ACCIÓN PROMOVIBLE DE OFICIO. La acción penal pública será


ejercida por el Ministerio Público, el que deberá iniciarla de oficio siempre que no dependa de
instancia privada (C.P. 72). Su ejercicio no podrá suspenderse, interrumpirse ni hacerse
cesar, salvo expresa disposición legal en contrario.

Artículo 71.- FUNCIÓN. El Ministerio Público promoverá y ejercerá la acción penal en


la forma establecida por la ley, dirigirá la Policía Judicial y practicará la investigación fiscal
preparatoria.

Querellante particular

Artículo 7.- QUERELLANTE PARTICULAR. El ofendido penalmente por un delito de


acción pública, sus herederos forzosos, representantes legales o mandatarios, podrán
intervenir en el proceso como querellante particular en la forma especial que este Código
establece, y sin perjuicio de ejercer conjuntamente la acción civil resarcitoria. Si el querellante
particular se constituyera, a la vez en actor civil, podrá formular ambas instancias en un solo
escrito, con observancia de los requisitos previstos para cada acto.

Artículo 91.- INSTANCIA Y REQUISITOS. Las personas mencionadas en el artículo 7


podrán instar su participación en el proceso -salvo en el incoado contra menores- como
querellante particular. Los incapaces deberán actuar debidamente representados, autorizados
o asistidos del modo prescripto por la ley.
La instancia deberá formularse personalmente o por representante con poder general o
especial, que podrá ser otorgado "apud acta", en un escrito que contenga, bajo pena de
inadmisibilidad:
1) Nombre, apellido y domicilio del querellante particular.
2) Una relación sucinta del hecho en que se funda.
3) Nombre y apellido del o de los imputados, si los supiere.
4) La petición de ser tenido como parte y la firma.

Actor civil:

Artículo 97.- CONSTITUCIÓN DE PARTE . Para ejercer la acción resarcitoria, su


titular deberá constituirse en actor civil (24).
Las personas que no tengan capacidad para estar en juicio, no podrán actuar si no son
representadas, autorizadas o asistidas del modo prescripto por la ley civil.

Artículo 98.- INSTANCIA. La instancia de constitución deberá formularse,


personalmente o por un representante con poder general o especial que podrá ser otorgado
"apud acta", en un escrito que contenga, bajo pena de inadmisibilidad:
1º) El nombre, apellido y domicilio del accionante.
2º) La determinación del proceso a que se refiere.
3º) Los motivos en que la acción se basa, con indicación del carácter que se invoca, el
daño que pretende haber sufrido y del monto pretendido.
4º) La petición de ser admitido como parte y la firma.

Artículo 361.- NULIDAD. INTEGRACION DEL TRIBUNAL. CITACION A


JUICIO. Recibido el proceso, se verificará el cumplimiento, según corresponda, de lo
previsto en los Artículos 355 y 358. Si no se hubieren observado las formas prescriptas por
dichas normas, la Cámara declarará de oficio las nulidades de los actos respectivos y
devolverá el expediente, según proceda, al Fiscal o Juez de Instrucción.
Acto seguido, el Tribunal en pleno clasificará la causa a los fines de la asignación del ejercicio
de la Jurisdicción a las Salas Unipersonales o a la Cámara en Colegio, en orden a lo dispuesto
por los Artículos 34 bis y 34 ter inciso 1º. De inmediato, se notificará la clasificación
efectuada al Ministerio Público Fiscal, el querellante y la defensa del imputado, quienes en el
término común de dos días podrán ejercer el derecho previsto en el Artículo 369 -al que
proveerá el Tribunal en el plazo de 24 horas- En la misma oportunidad, en su caso, la
defensa del imputado deberá expresar su conformidad u oposición al ejercicio unipersonal de
la jurisdicción. Todo ello, a los fines de lo establecido en el Artículo 34 ter, inciso 2º y 3º.
Integrado el tribunal, el Vocal actuante o el Presidente del Tribunal -según corresponda-
citará, bajo pena de nulidad, al Fiscal, a las partes y defensores, a fin de que en el término
común de tres días comparezcan a juicio, examinen las actuaciones, los documentos y cosas
secuestradas e interpongan las recusaciones que estimen pertinentes.
Si la investigación se hubiera cumplido en un Tribunal con asiento distintos, los términos a los
que se refieren los párrafos segundo y tercero de la presente norma (dos días y tres días,
respectivamente) se extenderán, en ese orden, a cinco días y quince días.

- Actos Procesales: Concepto. Elementos. Clasificación.

ACTOS PROCESALES:
Los actos procesales son los actos jurídicos del proceso. Este se compone de una serie
de actos tendientes a un fin, que no es otro que de lograr la culminación del proceso a los
efectos de augurar la justicia, en el caso concreto y la paz social.
Estos actos que se cumplen en el trámite judicial están de tal modo concatenados
entre sí, que cada uno de ellos es una consecuencia del anterior y antecedente del posterior.
Son cumplidos por los sujetos procesales y demás intervinientes en virtud del ejercicio de
poderes y cumplimiento de deberes legalmente regulados.
Se ha afirmado que los actos procesales son los actos jurídicos del proceso. Por ello,
para desentrañar su naturaleza se debe partir de la Teoría general de los actos jurídicos, sus
conceptos fundamentales y adaptarlos al derecho procesal.
El Código Civil, respecto de los actos jurídicos, que son aquellos “El acto jurídico es el
acto voluntario lícito que tiene por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de
relaciones o situaciones jurídicas” (art. 259CC).
El acto procesal es una categoría especial de acto jurídico al que se podría caracterizar
como el acto jurídico emanado de las partes, de los órganos jurisdiccionales y de los terceros
intervinientes en el proceso judicial, destinado a adquirir, modificar o extinguir efectos
procesales.
Al ser una especie de acto jurídico, para su validez debe ser realizado con
discernimiento, intención y libertad. Quien realice un acto procesal, (sea un órgano
jurisdiccional, sea una de las partes o un tercero), debe tener “capacidad” para efectuar dicha
actividad, siendo su ausencia causal de nulidad del acto. Los actos procesales deben ser
realizados con intención. Serán reputados sin intención, cuando fueran hechos por
ignorancia, error o dolo. Por último, para la eficacia del acto procesal se requiere que el
agente que lo ejecute no este privado de su libertad por un acto de fuerza o intimidación.
Palacio define a los actos procesales como “los hechos voluntarios que tiene por efecto
directo e inmediato la constitución, el desenvolvimiento o la extinción del proceso, sea que
procedan de las partes (o peticionarios) o de sus auxiliares, del órgano jurisdiccional (o
arbitral) o de sus auxiliares, o de terceros vinculados a aquel con motivo de una designación,
citación o requerimiento destinados al cumplimiento de una función determinada”.
Por su parte, Clariá Olmedo lo caracteriza como “toda declaración de voluntad o de
ciencia emanada de cualquiera de los sujetos procesales o de otros intervinientes y
directamente dirigida a producir el inicio, el desenvolvimiento, la paralización o la terminación
del proceso conforme los preceptos de la ley ritual”.
Expresa el autor que el elemento volitivo y el elemento intelectivo abarcan
prácticamente la totalidad de las expresiones psíquicas que pueden ser contenidos de un acto
del hombre. Se puede deducir del concepto elaborado por el autor que los actos procesales
constituyen manifestaciones, o mejor dicho, “declaraciones” voluntarias de quienes los
cumplen, ya sea de los sujetos procesales o de terceros intervinientes.
No constituyen actos procesales, aquellas actividades cumplidas fuera del ámbito del
proceso, aunque eventualmente puedan producir efectos en él. Pero no median razones
atendibles para excluir del concepto de acto procesal a todas aquellas actividades que
despliegan en el proceso quienes no revisten en él el carácter de sujetos directos o auxiliares
permanentes de éstos, como son los testigos, peritos, interpretes, martilleros, depositarios,
etc.
Son actos voluntarios lícitos que tienen por efecto directo e inmediato el inicio,
desenvolvimiento, paralización o terminación del proceso, conforme a los preceptos de la ley
ritual, sea que procedan de las partes, del órgano judicial o de sus auxiliares, o de terceros
vinculados a aquel, destinados al cumplimiento de una función determinada.
Hay que distinguir entre actos procesales de los meros hechos que producen también
efectos en el proceso, así por ejemplo, el transcurso del tiempo hace vencer los plazos, la
muerte de una de las partes, la destrucción de un documento, etc..

Elementos de los actos procesales:


Sujetos, objeto (materialidad del acto), forma (en sentido amplio y en sentido estricto).

Clasificación de los actos procesales:


Los actos procesales se clasifican en.
- Actos de iniciación.
- Actos de desarrollo
- Y actos de conclusión.

Dentro de los ACTOS DE INICIACIÓN tenemos:


- La demanda.
- El embargo preventivo.
- Las medidas preparatorias del juicio ordinario.
- Y las medidas de prueba anticipada.

Dentro de los ACTOS DE DESARROLLO tenemos: actos de instrucción y de dirección.

Los actos DE INSTRUCCIÓN: aportan el material fáctico; actos de alegación y actos de


prueba.

Los actos DE DIRECCIÓN a su vez se dividen en:


- Actos de ordenación: que impulsan el proceso por medio de la aceptación o rechazo
de peticiones.
- Actos de comunicación: por medio de los cuales se les comunica a las partes,
terceros o funcionarios judiciales o administrativos; una petición formulada en el
proceso o el contenido de una resolución judicial.
- Actos de documentación: por medio de los cuales se forma el expediente a través de
la incorporación ordenada de escritos y documentos.
- Y los Actos cautelares: por medio de los cuales se asegura preventivamente el
efectivo cumplimiento de la sentencia.

Por último tenemos los ACTOS DE CONCLUSIÓN: que se dividen en tres: sentencia (que es
la forma normal de conclusión del proceso).

Ejecución de sentencia.
Y finalmente los MODOS ANORMALES DE CONCLUSIÓN: desistimiento, allanamiento,
conciliación y transacción.

- Comunicación procesal. Conceptos. La Comunicación entre Jueces. La


Notificación en el Proceso: Sistemas y formas.

COMUNICACIÓN PROCESAL: son actos destinados a hacer conocer a las partes, terceros,
funcionarios judiciales o administrativos, algo relacionado al proceso conteniendo una
resolución judicial.
Se puede caracterizar la comunicación que se lleva a cabo en el proceso judicial como
el acto procesal mediante el cual se hace conocer de una manera autentica una resolución
jurisdiccional.
La regla general es que todos los actos procesales deben ser comunicados a las partes
La comunicación procesal es necesaria por múltiples motivos, en primer lugar, es esencial
para las partes en razón del principio del contradictorio. En defecto, del art. 18 CN, deriva el
principio de bilateralidad de la audiencia. Dicha cláusula prescribe que es “inviolable la
defensa en juicio de las personas y de los derechos”, y es a través de la comunicación, esto
es, del conocimiento que las partes tengan del desarrollo del proceso, que les permitirá
ejercer funciones de control o fiscalización de éste. En segundo lugar, es necesaria esta
función para los terceros que son llamados a intervenir en el proceso, como los testigos,
peritos, intérpretes. También es esencial esta actividad procesal para la cooperación de
personas particulares o públicas a quienes se requiere su intervención en el proceso, sea
como simples informantes (a través de oficios), o bien cuando se requiere la colaboración de
otros tribunales (ya sea provinciales, nacionales o extranjeros), por vía de exhortos o cartas
rogatorias.
Esta actividad “comunicante”, que ha sido clasificada por parte de la doctrina como
secundaria, por entenderse que no es de las principales que cumple el Poder Judicial, no la
realizan las partes en forma directa sino por intermedio del tribunal, a través de distintos
medios; oficios, exhortos, notificaciones, etc.

Clases de comunicaciones:
Audiencia: comunicación inmediata y directa del juez con las partes. Son los medios
de comunicación no solo entre las partes sino entre estas y el tribunal, designándose a tal fin
un determinado día y hora para su recepción.
En cualquier estado de la causa los tribunales podrán decretar audiencias para aclarar
puntos dudosos o procurar avenimientos o transacciones entre las partes. También se
designan audiencias en el proceso a los fines de diligenciar prueba oralizada (testimonial,
confesional), para designar peritos, etc.
En general las audiencias son públicas, salvo que el tribunal disponga lo contrario por
resolución motivada, lo que no dará lugar a recurso alguno (art. 54 CPC).
Las audiencias ordenadas por la ley serán decretadas con designación precisa de día y
hora e intervalo no menor de tres días, salvo que motivos especiales exijan mayor brevedad.
Se realizaran con las partes que asistieran a ellas, sin esperarse a los demás interesados más
de quince minutos (art. 59 CPC).
De lo ocurrido en la audiencia se labra un acta que debe contener el nombre y la firma
de los que hubieran intervenido (art. 60 CPC).
Traslados y vistas: comunicación de las partes entre si. Son los modos por los cuales
se comunica a una de las partes las pretensiones o alegatos de la contraria, a fin de que
aquella emita una opinión al respecto. Define como “aquellas providencias mediante las
cuales los jueces o tribunales deciden poner en conocimiento de las partes o de los terceros
las peticiones encaminadas a obtener una resolución capaz de afectarlas, concediéndoles de
tal manera la oportunidad de formular alegaciones o producir pruebas en apoyo de los
derechos que estiman asistirles”.
En general, las vistas tienen la misma finalidad que los traslados y la mayoría de los
códigos vigentes la sujetan a los mismos requisitos que éstos. En términos generales y frente
a la ausencia de previsiones legales específicas, puede decirse que la concesión de un
traslado o de una vista depende de la mayor o menor complejidad de las cuestiones acerca
de las cuales debe expedirse el destinatario del correspondiente acto de transmisión.
Nuestro ordenamiento procesal civil y comercial local establece, sin hacer distinción
entre unos u otros, que los traslados y vistas se correrán, entregando al interesado,
juntamente con las cedulas de notificación, las copias a que se refiere el art. 85, siempre que
aquellas no hubiesen sido entregadas con anterioridad. Con relación al plazo, todo traslado y
vista que no tenga fijado uno especial por ley o por el tribunal, se considerará otorgado por
tres días y la diligencia se practicara en la forma prevista para las notificaciones en general
Notificaciones: Comunicación a las partes y a terceros de las resoluciones dictadas
por el tribunal. Ej: acta notarial, carta documento.
Oficios: comunicación del tribunal con órganos de otros poderes del estado. Los
oficios son los medios de comunicación, que en general, los jueces pueden cursar a otro
órgano jurisdiccional u otra autoridad a fin de encomendarles el cumplimiento de alguna
diligencia (recepción de pruebas, embargo de bienes, etc). La Ley expresa que “la
comunicación entre los tribunales de distinta jurisdicción territorial se realizara directamente
por oficios, sin distinción de grado o clase, siempre que ejerzan la misma competencia en
razón de la materia”.

Y entre las comunicaciones de diversos tribunales entre si tenemos:


Exhorto: entre órganos de igual jerarquía. Con el objeto de requerirles el
cumplimiento de determinadas diligencias (notificaciones, recepción de pruebas, medidas
cautelares, etc), o para hacerles conocer resoluciones adoptadas con motivos de una cuestión
de competencia planteada por vía de inhibitoria.
Sin embargo, en virtud de lo dispuesto por la mencionada ley 22.172, el exhorto solo
es utilizable, en nuestro ordenamiento jurídico, para las comunicaciones entre los distintos
tribunales de la provincia de Córdoba.
Ello así, pues toda comunicación dirigida a otra autoridad judicial fuera de la provincia
pero dentro de la República, se hará por oficio en la forma que establece la ley convenio
sobre comunicaciones entre tribunales de distinta competencia territorial (Ley 22.172).
Suplicatoria: de uno inferior a uno superior. Tradicionalmente se conoce como
suplicatoria al medio de comunicación de un órgano jurisdiccional a otro de mayor jerarquía
de la misma jurisdicción o de otra distinta (v.gr. de un juez de primera instancia a un juez de
cámara).
Mandamiento: de uno superior a uno inferior. con el objeto de requerirle el
cumplimiento de determinada diligencia (v.gr. de un juez de cámara a un juez de primera
instancia).
*Oficio ley 22.172: entre tribunales de distintas jurisdicciones.

- Plazos Procesales: concepto. Clasificación y efectos.

PLAZOS PROCESALES: es el espacio de tiempo dentro o fuera del cual debe cumplirse un
acto procesal. Es legal si lo concede la ley, judicial, el señalado por el Tribunal, y
convencional el establecido libremente por las partes.
Artículo 45. - Cómputo inicial. Los plazos judiciales correrán para cada interesado
desde su notificación respectiva o desde la última que se practicare si aquéllos fueren
comunes, no contándose en ningún caso el día en que la diligencia tuviere lugar.
Artículo 46. - Transcurso de los plazos. Suspensión. En los plazos señalados en días
se computarán solamente los días hábiles, y los fijados por meses o años se contarán sin
excepción de día alguno.
Se suspenderán para la parte a quien, por fuerza mayor o caso fortuito, se le produzca
un impedimento que la coloque en la imposibilidad de actuar por sí o por apoderado, desde la
configuración del impedimento y hasta su cese. El pedido de suspensión, que tramitará como
incidente, deberá ser formulado dentro de los cinco días del cese del impedimento.
El Tribunal podrá declarar la suspensión de oficio, cuando el impedimento fuere notorio. En
todos los casos el tribunal indicará el momento en que el plazo se reanudará, lo que se
producirá automáticamente.
Artículo 51. - Suspensión y abreviación convencional. Las partes podrán, de
común acuerdo formulado por escrito, suspender los plazos por un lapso no mayor de seis
meses. El acuerdo puede ser reiterado con la conformidad del mandante, en su caso.
Asimismo pueden acordar la abreviación de los plazos.

Artículo 53. - Prórroga legal. Si el plazo vence después de las horas de oficina, se
considerará prorrogado hasta el fenecimiento de las dos primeras horas de oficina del día
hábil siguiente.

Entonces: Los plazos, lapsos dentro de los cuales es preciso cumplir cada acto procesal en
particular, pueden ser:
1º) Legales, judiciales y convencionales.
2º) Perentorios y no perentorios.
3º) Prorrogables e improrrogables.
4º) Individuales y comunes.
5º) Ordinarios y extraordinarios.

1º) Los plazos legales son aquellos cuya duración se halla expresamente establecida por la
ley. Son judiciales los fijados por el juez o tribunal. Son convencionales los que las partes
pueden fijar de común acuerdo.
Las partes pueden acordar la abreviación de un plazo mediante una manifestación expresa
por escrito.

2º) Un plazo es perentorio (preclusivo o fatal) cuando, una vez vencido se opera
automáticamente la caducidad de la facultad procesal para cuyo ejercicio se concedió. Son los
más importantes.

Artículo 49. - Plazos fatales. Son plazos fatales los señalados por la ley:
1. Para oponer excepciones dilatorias en forma de Artículo previo.
2. Para interponer recursos.
3. Para pedir aclaración o que se suplan las deficiencias en las resoluciones
judiciales.
4. Para ofrecer y diligenciar la prueba.
5. Cualquier otro respecto de los cuales haya prevención expresa y terminante de que
una vez pasados no se admitirá en juicio la acción, excepción, recurso o derecho para
que estuvieren concedidos.

Artículo 50. - Efectos. Los plazos de que habla el artículo 49 fenecen por el mero transcurso
del tiempo, sin necesidad de declaración judicial ni de petición de parte, y con ellos los
derechos que se hubieren podido utilizar.

3º) Un plazo es prorrogable cuando cabe prolongarlo a raíz de una petición unilateral en
ese sentido formulada con anterioridad a su vencimiento, y es improrrogable cuando no
puede ser objeto de tal prolongación.
No debe confundirse plazo improrrogable con plazo perentorio. Todo plazo perentorio
es improrrogable, ya que, por esencia, descarta la posibilidad de que pueda ser prorrogado a
pedido de una de las partes. Pero no todo plazo improrrogable es perentorio, pues mientras
que el primero admite su prolongación tácita en el sentido de que el acto correspondiente
puede cumplirse después de su vencimiento, pero antes de la otra parte pida el decaimiento
del derecho o se produzca la pertinente declaración judicial, el segundo produce a su
vencimiento, la caducidad automática del derecho, sin necesidad de que el otro litigante lo
pida ni de que medie declaración judicial alguna.

4º) Son plazos individuales aquellos que corren independientemente para cada parte. Son
comunes los plazos cuyo cómputo se efectúa conjuntamente para todos los litigantes, sean
partes contrarias o litisconsortes.

5º) Los plazos son ordinarios o extraordinarios según que, respectivamente, se hallen
previstos para los casos comunes o atendiendo a la distancia existente entre el domicilio de
las partes y la circunscripción territorial donde funciona el juzgado o tribunal.
Algunos entienden que el decaimiento solo se produce a instancia de parte en los procesos
civiles.

- Sanciones Procesales: concepto


Se ha caracterizado el acto procesal como “toda declaración de voluntad o de ciencia
emanada de cualquiera de los sujetos procesales o de otros intervinientes y directamente
dirigida a producir el inicio, el desenvolvimiento, la paralización o la terminación del proceso
conforme los preceptos de la ley ritual.
Además, se ha expresado que el proceso judicial es una serie gradual, progresiva y
concatenada de est7
Los actos jurídicos procesales. Es por ello que los actos que componen esta serie deben
ser realizados en forma regular y legal.
Regular, significa sin vicios que puedan invalidarlos y legal, implica que estos actos sean
realizados conforme a las previsiones establecidas en la ley procesal.
La actividad procesal cumplida sin observar las normas que la regulan puede perjudicar la
función de tutela de los intereses comprometidos, ello conduce a prevenir la inobservancia, y
en su caso, evitar los vicios o defectos irregulares o a eliminarlos si ya se hubieren producido.
Cuando un acto procesal no se adecua a las prescripciones legales se está frente a un acto
irregular o viciado.
El vicio que recae sobre un acto procesal puede ser objetivo o subjetivo:
- Es objetivo, cuando la irregularidad se encuentra en el acto mismo, ya sea en su
estructura o en el modo de cumplirlo.
- Es subjetivo, cuando quien cumple el acto carece de facultades para hacerlo.

Frente a un acto procesal cumplido irregularmente surgen las “sanciones procesales” que
están destinadas, justamente, a evitar que la actividad procesal se realice en forma irregular
o viciada.
Sin embargo, no todo defecto produce la ineficacia del acto procesal, pues para que ella
opere, esa irregularidad debe manifestarse como “perjudicial en la vida del proceso,
afectando el ejercicio de la defensa, un presupuesto procesal o el equilibrio entre las partes
resultante del principio de igualdad y contradictorio”.
La ineficacia del acto se alcanza mediante una declaración jurisdiccional que entraña la
aplicación de la sanción procesal que corresponda.

Las sanciones procesales han sido caracterizadas por Clariá Olmedo como:
“Las conminaciones de invalidez o ineficacia de una determinada actividad
irregular”.
En su enfoque preventivo, propenden al orden del proceso; en el represivo, impiden o
eliminan los efectos de la actividad irregular, encaminando al proceso por la vía valida,
conforme a la ley.
La sanción aplicada impedirá que el acto viciado produzca efectos, y si ya los ha
producido, su fin será eliminarlos en su totalidad, sin perjuicio de que, como consecuencia de
ello, también se invaliden algunos actos anteriores o concomitantes con el acto irregular.

SUB-EJE TEMÁTICO 5: TEORIA GENERAL DE LA PRUEBA JUDICIAL


- La Prueba: concepto. Objeto y medios de Prueba.

CONCEPTO DE PRUEBA: es la comprobación judicial por los medios que la ley establece, de la
verdad de un hecho controvertido.

MEDIOS DE PRUEBA: Hay que distinguir entre Fuentes de Prueba y Medios de Prueba:
Los medios de prueba son la actividad del juez, de las partes y de los terceros,
desarrollada dentro del proceso para traer fuentes de prueba de la manera indicada por el
ordenamiento procesal (prueba confesional, testimonial, documental, etc.). En los medios de
prueba intervienen todos los que actúan en el proceso. Los medios de prueba son ilimitados,
porque se puede probar de otras maneras a las establecidas por el código, de acuerdo a lo
determine el juez o en base a la analogía con otros medios de prueba ya determinados por el
Código.
Las fuentes de prueba son las personas (los testigos, los absolventes, etc.) o cosas
(documentos, etc.) cuyas existencias son anteriores al proceso e independientemente de él,
que tienen conocimientos o representan hechos que interesan en el proceso. La relación
entre los medios de prueba y las fuentes de prueba es que los medios salen siempre de las
fuentes de prueba.

Los medios de Prueba se pueden clasificar en:


- Directos (cuando son percibidos directamente por el juez. Ej.: reconocimiento judicial
de lugares o cosas) o Indirectos (Son los que el juez recibe a través de terceros. Ej.:
Prueba de peritos, de testigos, etc.).
- Por la forma pueden ser escritos (Ej.: documentos) u orales actuados (ej.: audiencia
testimonial).
- Por la estructura pueden ser personales (Ej.: testigos, confesiones) o materiales
(Ej.: documentos).
- Por la función que cumple la prueba pueden ser representativos o históricos (ej.:
testigo, porque rememora hechos pasados y percibidos por sus sentidos) o no
representativos o críticos (ej.: reconocimiento judicial de lugares donde el juez se
presenta en el lugar visualiza y luego vuelca lo que vio en un acta).
Síntesis
Tomando como ejemplo la prueba testimonial, es posible apreciar por separado los
aspectos que hemos desarrollado precedentemente:
– medio de prueba: la regulación legal acerca del testimonio (obligación de atestiguar,
citación y compulsión del testigo, forma de la declaración, etc.);
– elemento de prueba: el dicho del testigo, sus manifestaciones y respuestas sobre lo
que se le interroga, en los cuales trasmite el conocimiento que tiene al respecto;
– órgano de prueba: la persona del testigo que aporta el elemento de prueba y lo
trasmite al proceso mediante sus dichos;
– objeto de la prueba: aquello que se investiga y sobre lo cual se interroga al testigo
para que diga lo que sepa al respecto.

Los Principios de Prueba.


Dada la naturaleza de los procesos constitucionales, los principios generales de la
prueba en los procesos ordinarios, sufren algunas adaptaciones que conviene reseñar. En
general, los principios que orientan la aplicación de la prueba en los procesos constitucionales
son los siguientes:
1. Principio de eficacia jurídica: postula que si la prueba es necesaria para el
proceso, en consecuencia debe tener eficacia jurídica, de manera que lleve al juez
constitucional al conocimiento real de los hechos en que se funda la pretensión del actor.
2. Principio de unidad de la prueba: el conjunto probatorio forma una unidad, por
lo que debe ser analizada por el juez constitucional para confrontar las diversas pruebas,
establecer sus concordancias o discordancias y concluir sobre el convencimiento que de ellas
se forme.
3. Principio de comunidad de la prueba: este principio determina la inadmisibilidad
de renunciar o desistir de la prueba ya practicada, dado que quien aporte una pruebe al
proceso deberá aceptar su resultado, le sea beneficio o perjudicial. Este principio está
íntimamente relacionado con el de lealtad y probidad de la prueba.
4. Principio de interés público de la función de la prueba: Es evidente que
existe un interés público manifiesto en la función que desempeñan las pruebas en el proceso
a pesar de que cada parte persigue su propio beneficio. No obstante que son los particulares
los que ponen en movimiento los procesos constitucionales, es claro que existe paralelamente
un interés público en su resolución, por las consecuencias jurídicas y de otra índole que una
eventual sentencia estimatoria podría significar para la Administración recurrida.
5. Principio de lealtad y probidad o veracidad de la prueba: Consecuencia de
los principios anteriores, ya que si la prueba tiene unidad y función de interés general, no
debe utilizarse para ocultar o deformar la realidad con el fin de inducir al juez a engaño, sino
con lealtad y probidad o veracidad, sea que provenga de la iniciativa de las partes o de la
actividad del mismo juez.
Como decía Couture “Las leyes del debate judicial no son sólo de habilidad sino
también de lealtad y probidad, de respeto a la justicia”. En consecuencia, este principio rige
tanto para las partes en los procesos constitucionales como para los eventuales testigos,
peritos y funcionarios que tengan relación con la evacuación de la prueba.
6. Principio de contradicción de la prueba: Consecuencia lógica del anterior
principio, la parte contra quien se ofrece una prueba debe gozar de la oportunidad procesal
para conocerla y discutirla, incluido su derecho de ofrecer y evacuar la respectiva
contraprueba.
7. Principio de publicidad de la prueba: significa que debe permitirse a las partes
conocerlas e intervenir en su práctica.
8. Principio de legitimación para la prueba: este principio exige que la prueba
provenga de un sujeto legitimado para solicitarla, es decir, las partes o el juez constitucional.
9. Principio de la preclusión de la prueba: se trata de una formalidad y
oportunidad para la práctica de la prueba y se relaciona con los principios de contradicción y
lealtad, persiguiéndose impedir que se sorprenda a la otra parte con pruebas de último
momento.
10. Principio de libertad de prueba: es indispensable otorgar libertad de la prueba
para que ésta cumpla su fin de lograr la convicción del juez constitucional sobre la existencia
o inexistencia de los hechos que interesan al proceso. Sin embargo, se admite como
limitación la de aquellas que la ley no permite investigar o que resultan inútiles por existir
presunción legal que las hace innecesarias.
11. Principio de pertinencia, idoneidad y utilidad de la prueba: este principio
implica una limitación de la libertad, pero su presencia es necesaria ya que el tiempo y el
trabajo de los tribunales constitucionales y de las partes no debe perderse por la evacuación
de prueba que por sí misma o por su contenido, no sirve para la averiguación de los hechos
base del proceso. De esta manera se contribuye a la concentración y a la eficacia procesal de
la prueba.
12. Principio de la carga de la prueba: postula que quien afirma un hecho en el
proceso debe probarlo. No basta, en consecuencia, con que le funcionario recurrido rinda
declaración bajo fe del juramento para tener por acreditada la verdad de su dicho. Se trata,
en este caso, simplemente de una presunción iuris tantum que puede ser dejada sin efecto
por prueba en contrario del recurrente o por la aplicación de las reglas de la sana crítica por
parte del juez constitucional.

- Admisibilidad y eficacia de la prueba. Procedimiento probatorio. Momentos.

Sobre la admisibilidad de los medios de prueba. Pruebas ilícitas y prueba trasladada.


Abordaremos dos temas sustanciales en torno a la pertinencia y admisibilidad de los medios
de prueba, la legalidad y legitimidad de los ofrecidos por un lado, y la eficacia de los
producidos en otro proceso. Es decir, los supuestos de prueba ilícita y prueba trasladada.
La prueba trasladada. Su eficacia probatoria. Se entiende por prueba trasladada, la vía
procesal que permite la incorporación en un proceso, de medios y fuentes de prueba
producidos en otro, a fin de hacerlos valer en este último, pretendiendo así, llevar al
magistrado la convicción de verdad de los hechos alegados como fundamento de la
pretensión u oposición, es decir, se traslada la prueba producida de un proceso a otro, para
su valoración.
La prueba ilícita. Noción y ámbito configurativo. Dentro del juicio de admisibilidad que
practican los jueces aparece con mucha relevancia el estudio sobre la legalidad o ilegalidad
de los medios probatorios ofrecidos y producidos, pero resulta necesario determinar cuando
estamos frente a una prueba ilícita, por cuanto varias son las situaciones que pueden marcar
su ilicitud. La terminología que se viene utilizando tanto en la doctrina como en la
jurisprudencia es variada, así se emplea indistintamente términos como el de prueba
prohibida o prohibiciones probatorias, prueba ilegalmente obtenida, inconstitucional, prueba
nula, prueba viciada, prueba irregular o incluso prueba clandestina, y ello se debe a criterios
de conceptualización, de regulación legislativa en cada país, hasta por la influencia que ejerce
el autor dedicado al estudio de la materia. El quitarle validez o eficacia a pruebas que estén
manchadas de ilicitud sin duda alguna civiliza a la justicia judicial. No puede aceptarse que la
lucha procesal sea como una guerra en la cual el “fin justifique los medios” de manera que se
pueda recurrir aún a las peores atrocidades con el pretexto de querer encontrar la verdad
para aplicar la sentencia.
Ilícita es la prueba que se produce violando las formas legales permitidas, es decir,
transgrede las reglas procesales preconstituidas, y viola derechos fundamentales de la parte
al lesionar los principios del debido proceso legal.

Se suele distinguir tres momentos en la actividad probatoria: proposición, recepción y


valoración.
- La proposición, es la solicitud que el Ministerio Fiscal y las partes formulan ante el
tribunal, para que se disponga la recepción de una prueba.
- La recepción ocurre cuando el tribunal lleva a cabo el medio de prueba, posibilitando el
efectivo ingreso en el proceso del dato probatorio que resulte de su realización. Para
que este pueda utilizarse para fundar una condena, deberá ser recibido en juicio oral y
público, con intervención efectiva de la defensa, y plena vigencia de la inmediación y la
identidad física del juez, o en casos excepcionales, durante la investigación
preparatoria de la acusación, pero, con igual posibilidad de control por parte del
defensor del imputado.
- La valoración es la operación intelectual destinada a establecer la eficacia conviccional
de los elementos de prueba recibidos (o sea que “prueba la prueba”).

Comunidad de la prueba
En todo caso regirá el principio de la comunidad de la prueba en virtud del cual la
ofrecida por una de las partes deja de pertenecerle a partir de ese momento, y queda
adquirida para el proceso (salvo que verse, solamente, sobre la cuestión civil).

Procedimiento probatorio.
Es el camino que los sujetos procesales deben recorrer para incorporar prueba en el
proceso validamente.
1. apertura a prueba (cuando hay hechos controvertidos) de lo contrario se
transforma en una cuestión de puro derecho.
2. Ofrecimiento de prueba: anuncio de carácter formal realizado por la parte en el
escrito pertinente, donde se solicita al tribunal se provea a un determinado medio de
prueba, de donde posiblemente surgirán los datos de conocimientos (elementos).
3. Pronunciamiento del tribunal respecto a la prueba ofrecida. (Proveído de
prueba). Ejemplo Por ofrecida la prueba que se expresa.
Confesional, testimonial, informativa, pericia
4. Diligenciamiento previo. Aquí las partes confeccionan las cedulas, las diligencian,
presentan informes a las entidades publicas o privadas, brindan a los peritos la
documentación necesaria para que realicen su tarea, concurren a audiencias, etc.
5. incorporación definitiva. Se presenta el dictamen, se presentan los informes, se
realiza el reconocimiento judicial, etc..

- La verdad jurídica objetiva. Valoración de la prueba. Sistemas.

Valoración de la prueba: Se trata de una fase crítica que consiste en el análisis y apreciación,
razonados en forma metódica, de los elementos de convicción ya introducidos. Comprende la
valoración realizada en forma consecutiva por las partes en la etapa discusoria, a través de
los alegatos, y del juez en la etapa decisoria, al resolver la causa mediante la sentencia.

Objeto de la Prueba
Es todo lo que puede ser probado, en cuanto puede ser reconstruido históricamente en
el proceso y abarca los hechos pasados, presentes y futuros.
Por objeto de prueba entendemos aquello sobre lo que puede o debe recaer la prueba,
estos es, los hechos que sirven de base a las pretensiones de los sujetos procesales.
El objeto de prueba responde a la pregunta que se prueba o que debe probarse en
juicio.

Sistemas de valoración.
La valoración de la prueba, como ya se dijo, tiende a determinar cuál es su real
utilidad a los fines de la reconstrucción del acontecimiento histórico cuya afirmación dio
origen al proceso y motiva la acusación; cuál es el grado de conocimiento que pueden
aportar sobre aquél.
Si bien es una tarea principalmente a cargo de los órganos jurisdiccionales (y que se
exterioriza en la motivación de las distintas resoluciones dictadas durante el proceso),
también corresponde al querellante, al Ministerio fiscal, al defensor del imputado y a las
partes civiles. Tres son los principales sistemas de valoración de la prueba que se conocen: el
de la prueba legal, el de la íntima convicción y el de la sana crítica racional (o libre
convicción).

Prueba legal
En el sistema de la prueba legal es la ley procesal la que pre fija, de modo general, la
eficacia de cada prueba, estableciendo bajo qué condiciones el Juez debe darse por
convencido de la existencia de un hecho o circunstancia (aunque íntimamente no lo esté) y, a
la inversa, señalando los casos en que no puede darse por convenido (aunque íntimamente sí
lo esté)

Sin duda que este sistema, frente al propósito de descubrir la verdad real, no se
evidencia como el más apropiado para ello, pues bien puede suceder que la realidad de lo
acontecido pueda probarse de un modo diferente del previsto por la ley. Por eso se halla hoy
en día generalmente abandonado, aunque sus reglas no deban descuidarse a la hora de la
libre valoración del Juez

Íntima convicción
En el sistema de la íntima convicción, la ley no establece regla alguna para la
apreciación de las pruebas. Los jueces son libres de convencerse, según su íntimo parecer,
sobre la existencia o inexistencia de los hechos de la causa, valorando aquéllas según su leal
saber y entender. A esta suele agregársele otra característica, cual es la inexistencia de la
obligación de explicar los fundamentos de las decisiones judiciales, lo que no significa de
modo alguno una autorización para sustituir la prueba por el arbitrio, ni para producir
veredictos irracionales, sino un acto de confianza en el “buen sentido” (racionalidad)
connatural a todos los hombres

Si bien este sistema (propio de los jurados populares) tiene una ventaja sobre el de la
prueba legal, pues no ata la convicción del juez a formalidades preestablecidas (muchas
veces ajenas a la verdad), presenta como defecto evidente el de no exigir la motivación del
fallo, generando el peligro de una arbitrariedad incontrolable y, por ende, de injusticias (lo
que en algunos casos se procura evitar exigiendo la unanimidad de los integrantes del
jurado)

Sana crítica racional


El sistema de la sana crítica racional (o libre convicción), al igual que el anterior,
establece la más plena libertad de convencimiento de los jueces, pero exige, a diferencia de
lo que ocurre en aquél, que las conclusiones a que se llega sean el fruto razonado de las
pruebas en que se las apoye.

Claro que si bien en este sistema el juez no tiene reglas jurídicas que limiten sus
posibilidades de convencerse, y goza de las más amplias facultades al respecto, su libertad
encuentra un límite infranqueable: el respeto a las normas que gobiernan la corrección del
pensamiento humano. La sana crítica racional se caracteriza, entonces, por la posibilidad de
que el magistrado logre sus conclusiones sobre los hechos de la causa, valorando la eficacia
conviccional de la prueba con total libertad, pero respetando al hacerlo los principios de la
recta razón, es decir, las normas de la lógica (constituidas por las leyes fundamentales de la
coherencia y la derivación, y por los principios lógicos de identidad, de no contradicción, del
tercero excluido y de razón suficiente), los principios incontrastables de las ciencias (y no sólo
de la psicología –ciencia de la vida mental que estudia la personalidad, percepción, emoción y
volición humanas, utilizable para la valoración de dichos–), y de la experiencia común
(constituida por conocimientos vulgares indiscutibles por su raíz científica; v. g., inercia;
gravedad). Queda descartado, a estos efectos, el uso de la intuición.

- Carga de la Prueba en el proceso civil, laboral y familiar. Concepción clásica.


Reformulación.

Carga de la Prueba
En el proceso civil, eminentemente dispositivo, son reglas para que las partes
produzcan la prueba de los hechos, con la finalidad de demostrar la verdad de sus
respectivas proposiciones. Carga de la prueba significa entonces, una conducta impuesta a
uno o a ambos litigantes para que acrediten la verdad de los hechos por ellos alegados.
La carga de la prueba (onus probandi) constituye pues, como toda carga procesal, un
imperativo del propio interés, una circunstancia de riesgo; quien omite probar, no obstante la
regla que pone tal actividad a su cargo, no es pasible de sanción alguna, quedando expuesto
a la perspectiva de una sentencia desfavorable.
En otro aspecto, también es una regla para el juzgador o regla de juicio, en cuanto
implica cómo debe resolver cuando no existe la prueba de los hechos sobre los cuales debe
basar su decisión.
La ley procesal debe distinguir anticipadamente entre las partes la fatiga probatoria,
determinando las circunstancias que el actor y el demandado deben acreditar, según las
proposiciones formuladas por ellos en el juicio.
Como consecuencia de lo expresado, podemos concluir que, tal como lo sostiene la doctrina,
cada parte soportará la carga de la prueba respecto de los hechos a los que atribuye la
producción del efecto jurídico que pretende (Palacio).
La legislación procesal civil de la provincia de Córdoba (ley 8465) no incluye normas
generales que fijen pautas de distribución de la responsabilidad probatoria, con excepción del
Art. 548 C.P.C.Cba., referido al juicio ejecutivo: corresponderá al demandado la prueba de los
hechos en que funde las excepciones. En cambio, el Art. 377 del C.P.C.N. expresa que “cada
una de las partes deberá probar el presupuesto de hecho de la norma o normas que invocare
como fundamento de su pretensión, defensa o excepción”.

Responsabilidad probatoria en el proceso penal.


La actividad probatoria es el esfuerzo de todos los sujetos procesales tendientes a la
producción, recepción y valoración de elementos de prueba.
Invocando el interés público en juego en materia criminal, la mayor parte de esta
actividad se ha puesto a cargo de los órganos públicos (Ministerio Fiscal, Policía, y
excepcionalmente de los Tribunales,) que, con diferente intensidad según la etapa del
proceso de que se trate, intentarán lograr el descubrimiento de la verdad sobre la acusación.
Los sujetos privados, imputado, querellante, actor civil y tercero civilmente demandado, en
cambio, tratarán de introducir solamente los elementos probatorios que sean útiles para sus
intereses particulares, procurando demostrar su aptitud para evidenciar el fundamento de sus
pretensiones, o la falta de fundamento de las deducidas en su contra.
En el proceso civil rige por lo general la carga de la prueba, concebida como el
imperativo impuesto a quien afirma un hecho, en el cual basa su pretensión, de acreditar su
existencia, so pena de que si no lo hace, cargará con las consecuencias de su inactividad, la
que puede llegar a ocasionar que aquella sea rechazada por haberse desinteresado de probar
el hecho que le daría fundamento.
En el proceso penal, en cambio, este principio no tiene ese sentido ni esos alcances en
su aplicación práctica (salvo respecto de la cuestión civil, art. 402)
Con relación al imputado, como goza de un estado jurídico de inocencia reconocido por
la Constitución (art. 18, CN), ninguna obligación tiene de probar su inculpabilidad aunque
tiene todo el derecho de hacerlo, si así lo cree conveniente

Responsabilidad probatoria Corresponde, al contrario al Estado, por medio de sus


órganos autorizados, el esfuerzo tendiente a demostrar la responsabilidad penal, teniendo
éstos también el deber de investigar las circunstancias eximentes o atenuantes de
responsabilidad que el imputado invoque a su favor, pues su actuación debe verse presidida
por un criterio objetivo.
Pero para sincerar el discurso, es bueno responder la pregunta siguiente: ¿Qué
órganos del Estado deben ser los responsables de destruir el estado de inocencia y probar la
culpabilidad del acusado?. La mayoría piensa que todos, es decir, la policía, los fiscales y
también (o principalmente) los jueces, cualquiera sea la competencia funcional que se les
asigne.
Esta admisión de la regla del “todos contra uno” (el acusado) es francamente contraria
al ya invocado principio de "plena igualdad" de éste con el acusador. Porque admitir que el
Juez sea co-responsable (o principal responsable) de la “destrucción” del estado de inocencia,
probando la culpabilidad, es hacerlo cofiscal, colocando al acusado–inocente en la situación
graficada por el refrán popular: “quien tiene al Juez como Fiscal, precisa a Dios como
defensor”, lo que no parece por cierto, un paradigma de igualdad.
Tampoco se puede decir que el Ministerio Fiscal tenga la carga (en términos de
proceso civil) de la prueba de la acusación, pues su interés no es el de lograr cualquier
condena, sino una condena arreglada a derecho, de modo que si la absolución es justa, su
interés quedará satisfecho. Pero sí tiene la responsabilidad de procurar la prueba sobre los
extremos de la imputación delictiva. No es carga probatoria, es responsabilidad probatoria.
Ello porque el principio propio de un Estado de Derecho es que toda acusación debe ser
probada y “le incumbe a la parte acusadora incorporar la prueba de sus imputaciones”. Al
estar la “inocencia asistida por el postulado de su presunción hasta prueba en contrario, esa
prueba en contrario debe aportarla quien niega aquella, formulando la acusación”. Este es el
sistema vigente en el CPP de Cba. Tampoco debe olvidarse a la hora de analizar estas
cuestiones que centrar en el Ministerio Fiscal la iniciativa al respecto, es sólo una ratificación
de sus atribuciones, que son de cumplimiento obligatorio, y que sigue siendo el Estado el
encargado de procurar el descubrimiento de la verdad. Y si desde el punto de vista
institucional está razonablemente asegurada la independencia del Ministerio Público Fiscal y
su actuación objetiva en el marco de la legalidad, no existe riesgo en imponerle la iniciativa
probatoria en tal sentido, reivindicándola de los jueces.

SUB-EJE TEMÁTICO 6: ACTOS RESOLUTORIOS – LA IMPUGNACIÓN PROCESAL –


MEDIDAS CAUTELARES
- Sentencia: concepto. Clasificación. Fundamentación.

Sentencia.
Es la resolución judicial que se pronuncia sobre el fondo de las cuestiones planteadas
en el proceso y que concluye con su dictado. Se trata de la decisión definitiva de la instancia.
Deben ser dictadas en idioma nacional, sin raspaduras ni testaduras, deben ser claras
precisas y concretas, de modo que sean claramente comprensibles y no requieran
aclaraciones o susciten dudas, y deben decidir conforme lo pedido, con fundamento lógico y
legal por imperativo constitucional.
Tanto autos como sentencias deben extenderse en doble ejemplar, agregándose una
copia al expediente y la otra se protocoliza en biblioratos respectivos a cargo de la Secretaría
del Tribunal.

Sentencia:
Como ya sabemos, es el acto procesal que pone fin al proceso en su etapa de conocimiento y
dentro de la instancia en la cual se pronuncia; las mismas pueden ser clasificadas en:

- Sentencia de Condena: son aquellas que imponen el cumplimiento de una


prestación, sea positiva (dar, hacer) o negativa (no hacer). Las sentencias de condena
suponen un derecho preexistente, que se limitan a reconocer y declarar, no a
constituir.
- Sentencia Meramente Declarativas: otorgan certeza a una situación jurídica
determinada. Se trata de supuestos donde la declaración judicial es necesaria para
concluir con un estado de incertidumbre que causa algún perjuicio al actor. Ejemplo:
juicio de usucapión, juicio de simulación, acción declarativa de nulidad, etc.
- Sentencias Constitutivas: aquellas que crean, modifican o extinguen un estado
jurídico. No reconocen un estado preexistente sino que producen un cambio que no se
habría logrado sin la resolución. Ej., adopción, antes de la sentencia no existe el
vínculo; divorcio vincular, recién se disuelve el vínculo con la sentencia.
- Sentencias Determinativas o Específicas: aquellas en las que el juez actúa como
un verdadero árbitro fijando condiciones hasta entonces no especificadas para el
ejercicio de un derecho. Ejemplo: acción de fijación de plazo, fijación del régimen de
visitas, etc.

Principio de Congruencia
El tribunal al resolver la cuestión sometida a decisión, debe hacerlo de acuerdo al
imperativo de congruencia, que es el principio normativo que delimita el contenido de las
resoluciones judiciales que deben proferirse, de acuerdo con el sentido y alcance de las
peticiones formuladas por las partes (en lo civil, laboral y contencioso administrativo) o de los
cargos o imputaciones penales formuladas contra el sindicado o imputado, sea de oficio o por
instancia del ministerio publico o del denunciante o querellante (en el proceso penal), para el
efecto de que exista identidad jurídica entre lo resuelto y las pretensiones o imputaciones y
excepciones o defensas oportunamente aducidas, a menos que la ley otorgue facultades
especiales para separarse de ellas.
Es decir, que al momento de resolver, el judiciante, debe pronunciarse sobre el thema
decidendum, el cual se encuentra conformado por la plataforma que surge de las
pretensiones deducidas por las partes. En efecto, aquellas constituyen el pivote en derredor
del cual gira todo el debate dialéctico que tiene lugar en el proceso, y sobre el que ha de
recaer el pronunciamiento definitivo.
De tal modo, entonces, la congruencia se cumple en la medida en que la sentencia o
resolución judicial se pronuncie en relación a lo que ha sido objeto de pretensión y resistencia
a esta. En otras palabras, solo es congruente el fallo que se expide de conformidad a la
pretensión del actor y la defensa esgrimida por el demandado; o a la acusación si se trata de
un proceso penal; o a los escritos presentados por las partes con motivo de algún incidente
suscitado durante el decurso del proceso.
La directriz examinada, es impuesta por las legislaciones rituales. Así el CPC, ley 8465,
en relación a la sentencia de primera instancia establece en su art. 330 que “El tribunal
deberá tomar por base en la sentencia la exposición de los hechos contenidos en los escritos
de demanda y contestación o de ampliación, en su caso”, y en orden a la sentencia de
segunda instancia estipula, como regla general, en su art. 332 que esta “solo podrá recaer
sobre puntos que hubieren sido sometidos a juicio en la primera”.
A tal principio, también aluden las leyes procesales cuando regulan el contenido que
debe reunir la sentencia. Así sucede, ej con el CPP, ley 8123 y sus modif… que en su art. 408
inc. 2 instituye que la sentencia debe contener “el voto de los jueces y jurados sobre cada
una de las cuestiones planteadas en la deliberación, con exposición concisa de los motivos de
hecho y de derecho en que se basan”. Otros cuerpos utilizan formulas similares en una
norma independiente, tal lo que ocurre con la ley procesal del trabajo Nª 7987 y sus modif..
que al tipificar los supuestos en que la sentencia será nula, dispone la ineficacia de la
sentencia que “recayere contra persona no demandada, sobre asuntos no sometidos a
decisión”. (art. 65 inc. 4ib).
Lo verdaderamente trascendente es que, independientemente de la técnica legislativa
tenida en cuenta para regular el principio de congruencia, su cumplimiento exige “una
rigurosa conformidad entre la sentencia (definitiva o interlocutoria) y los sujetos, objeto y
causa que individualizan a la pretensión y a la oposición o, en su caso, a la demanda
incidental y a su contestación”, o si se trata de un proceso penal, de una estricta
correspondencia entre la acusación y la sentencia.

La cosa juzgada. Clases.


Cosa juzgada es la autoridad y eficacia de una sentencia judicial cuando no existen
contra ella medios que permitan alterarla.
- Cosa juzgada material y formal.
Formal: es inimpugnable, es decir, dentro del proceso que se trata no existen más
impugnaciones en su contra. Ejemplo: juicio ejecutivo. El pronunciamiento de condena puede
ser dejado sin efecto por un juicio posterior (proceso declarativo), en el cual se resuelva que
la deuda instrumentada en realidad estaba extinguida.
Cosa juzgada Material: no solo es inimpugnable en el proceso que se dicta, sino también
es inmutable o inmodificable en virtud de un proceso posterior. Ejemplo juicio declarativo
(ordinario).

- La impugnación procesal. Concepto. Fundamento. Efectos. Clasificación.

Recursos y Acción Impugnativa:


RECURSO DE REPOSICIÓN: artículo 358 y siguientes.
Artículo 358. - El recurso de reposición procederá contra los decretos o autos dictados
sin sustanciación, traigan o no gravamen irreparable, a fin que el tribunal que los haya
dictado, cualesquiera fuere su grado, los revoque por contrario imperio.

Trámite.
Artículo 359. - El recurso deberá interponerse dentro de los tres días siguientes al de la
notificación de la providencia y el tribunal dictará la resolución previo traslado por igual plazo.
Cuando la procedencia o improcedencia del recurso fuese manifiesta, el tribunal podrá
resolverlo sin sustanciación, mediante simple providencia fundada.
Contra las resoluciones dictadas en el transcurso de una audiencia el recurso se
interpondrá, tramitará y resolverá en el mismo acto.
Cuando la resolución dependiera de hechos controvertidos, excepcionalmente el tribunal
abrirá previamente a prueba por un plazo que no excederá de diez días.

Artículo 360. - El recurso de reposición suspende los efectos de la resolución recurrida,


salvo cuando el recurso de apelación subsidiario que fuere procedente no tenga efecto
suspensivo.
En síntesis:
El recurso de Reposición, permite al tribunal enmendar sus propios errores. Procederá
contra los decretos o autos dictados sin sustanciación, traigan o no aparejado gravamen
irreparable, a fin de que el tribunal que los haya dictado los revoque por contrario imperio. Se
interpone fundado dentro de los 3 días. (Sin sustanciación es sin traslado previo).
Reposición con apelación en subsidio: el agraviado pretende que el juez revoque
por contrario imperio, pero que en caso de que ello no suceda, conceda la apelación para que
el tema sea reexaminado por la cámara.
También puede el agraviado interponer solo reposición: está renunciando a la
segunda instancia. Confía que esta no será necesaria.
Y como ultima alternativa, puede el agraviado, interponer apelación directa: cuando
entienda que la reposición será una pérdida de tiempo, porque el juez va a insistir con su
postura. Entonces apela directamente para que la cámara resuelva.

RECURSO DE APELACIÓN Y NULIDAD: artículos 361 y 362.


EL RECURSO DE APELACIÓN: tiene por objeto obtener del órgano jerárquico superior,
la revocación o modificación de una resolución que causa un agravio y que fue dictada por el
juez de primera instancia.

Procedencia:
Artículo 361. - El recurso de apelación, salvo disposiciones en contrario, procederá
solamente respecto de:
1. Las sentencias.
2. Los autos.
3. Las providencias simples que causen gravamen que no pueda ser reparado por la
sentencia.

Artículo 362. El recurso de apelación comprende los vicios de nulidad de las


resoluciones por violación de las formas y solemnidades que prescriben las leyes.
Declarada la nulidad, la Cámara resolverá el fondo de la cuestión litigiosa.
El recurso debe interponerse por escrito, ante el mismo juez que dictó el acto que se
impugna y se puede hacer por diligencia, el plazo para interponer el mismo es de 5 días de la
notificación de la sentencia.
Una vez interpuesto el juez verifica que se haya interpuesto en termino y que la
resolución es apelable, y concede la admisión del recurso por ante la cámara de apelación.
El recurso es concedido generalmente con efecto suspensivo, a menos que la ley
disponga lo contrario, y lo que puede disponer, es que sea sin efecto suspensivo, lo que
significa que puede tener efecto devolutivo ya que el juez, opone al efecto suspensivo, el
efecto devolutivo., cuando se dice que es devolutivo, significa que no se suspende las
actuaciones principales, tramitándoselo por cuenta separada. Si el decreto o auto de que se
trate no hubiese sido sustanciado, el recurso de apelación, puede interponerse en forma
subsidiaria con el recurso de reposición.

RECURSO DE CASACIÓN: artículo 383 y siguientes.


El objeto del recuso de casación, es atacar las sentencia contradictorias, en los casos
en que la ley considere expresamente o que los intereses de las partes no estén
garantizados, con la decisión de los tribunales inferiores.

Artículo 383. - Procedencia. El recurso de casación procederá por los siguientes


motivos:
1. Que la decisión se hubiere dictado violando los principios de congruencia o de
fundamentación lógica y legal, o que se hubiere dictado con violación de las formas y
solemnidades prescriptas para el procedimiento o la sentencia. No procederá si el
recurrente hubiere concurrido a producirla, aceptado los actos nulos, o que éstos, no
obstante la irregularidad, hubieren logrado la finalidad a que estaban destinados; o no
resultare afectada la defensa en juicio.
2. Que se hubiere violado la cosa juzgada.
3. Que el fallo se funde en una interpretación de la ley que sea contraria a la hecha,
dentro de los cinco años anteriores a la resolución recurrida, por el propio tribunal de
la causa, por el Tribunal Superior de Justicia, un Tribunal de Apelación en lo Civil y
Comercial, u otro Tribunal de Apelación o de instancia única de esta Provincia. Si el
fallo contradictorio proviniere de otra sala del Tribunal Superior de Justicia, o de un
Tribunal de otro fuero, el Tribunal de Casación se integrará con la Sala Civil y con la
sala que corresponda del Tribunal Superior de Justicia.
4. Que el fallo contraríe la última interpretación de la ley hecha por el Tribunal Superior
de Justicia en ocasión de un recurso fundado en el inciso precedente.

Artículo 384. - Resoluciones recurribles. El recurso de casación podrá interponerse contra las
sentencias definitivas, los autos que pongan fin al proceso, hagan imposible su continuación o
causen un gravamen irreparable, dictados por la Cámara.
También procederá, en los supuestos previstos en los incisos 3) y 4) del Artículo
anterior, aunque la resolución recurrida no fuera definitiva.
No se entenderá por sentencia definitiva la que se dicte en los juicios que, después de
terminados, no obsten a la promoción de otros sobre el mismo objeto.

Tramite:
El recurso de casación se debe interponer por escrito dentro de los 15 días de la notificación
de la sentencia, por ante el tribunal que hubiere dictado la resolución que se ataca y bajo
sanción de inadmisibilidad: debiendo contener:
- El motivo en que se funda y los argumentos que se sustentan cada motivo.
- La aplicación e interpretaron del derecho que se pretende.
- La constitución de un domicilio dentro del radio del tribunal.

Motivos de la casación:
1. Por violación al principio de congruencia.
2. Violación al principio de fundamentación lógica y legal.
3. Violación de las formas y solemnidades prescriptas para el procedimiento.
4. Violación de las formas y solemnidades prescriptas para la sentencia.
5. Por violación de la cosa juzgada.
6. Por sentencias contradictorias, ante idénticas situaciones fácticas, que el fallo que se
trae a confrontación haya sido dictado dentro de los 5 años.
7. Por último, por apartamiento de la doctrina legal del superior tribunal.

Trámite:
El recurso se interpone ante el tribunal de sentencia, dentro de los 5 días de notificada.

RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD PROVINCIAL: artículo 391 y siguientes.


El objeto de este recurso es atacar una sentencia definitiva, porque vulnera una norma
de la Constitución Provincial.
El recurso de inconstitucionalidad procede por los siguientes motivos:

Artículo 391. - Procedencia. El recurso de inconstitucionalidad procederá por los


siguientes motivos:
1. Cuando en el proceso se haya cuestionado la validez de una ley, decreto, ordenanza o
reglamento, bajo la pretensión de ser contrarios a la Constitución.
2. Cuando en el proceso se haya puesto en cuestión la inteligencia de alguna cláusula de la
Constitución y la decisión haya sido contraria a la validez del título, derecho, garantía o
exención que sea materia del caso y que se funde en esa cláusula.
Artículo 392. - Resoluciones recurribles. El recurso de inconstitucionalidad
procederá contra las resoluciones de la Cámara a que hace referencia el primer párrafo del
Artículo 384 con la limitación establecida en la última parte del mismo artículo. El Artículo 384
se refiere al recurso de casación:
Artículo 384. – Resoluciones recurribles. El recurso de casación podrá interponerse
contra las sentencias definitivas, los autos que pongan fin al proceso, hagan imposible su
continuación o causen un gravamen irreparable, dictados por la Cámara.
También procederá, en los supuestos previstos en los incisos 3) y 4) del Artículo
anterior, aunque la resolución recurrida no fuera definitiva.
No se entenderá por sentencia definitiva la que se dicte en los juicios que, después de
terminados, no obsten a la promoción de otros sobre el mismo objeto.

Trámite:
Artículo 393. - El recurso se sustanciará por el trámite previsto para el de casación.
Cuando fuese concedido, se elevarán los autos al Tribunal Superior de Justicia quien
resolverá, previa vista al fiscal general por el plazo de diez días.
Después se le da exactamente el mismo trámite que para el recurso de casación.

RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD NACIONAL: artículo 14, 15 y 16 de la ley


48.
El objeto de este recurso es atacar la sentencia definitiva, porque vulnera una norma
de la Constitución Nacional.
Este recurso es excepcional porque saca una cuestión de su jurisdicción natural para
llevarla a resolver en otra.
De acuerdo a lo que dispone el artículo 14 de la ley 48, la corte suprema de justicia de
la nación, funciona como tribunal de casación, debiendo anular, resolver sobre el fondo de la
cuestión o hacer cumplir el punto cuestionado.
Este recurso procede cuando se cuestiona la validez de un tratado, de una ley del
Congreso de la Nación o de una autoridad ejercida en nombre de la nación y la decisión sea
contra su validez.

Trámite:
El recurso se interpone ante el tribunal de sentencia, dentro de los 5 días de notificada.
PROCEDIMIENTOS:
- ORDINARIOS (417)
- GENERALES (Art. 411 C.P.C.)
- ABREVIADOS (418)
- DECLARATIVOS (Art.409 C.P.C)
- ESPECIALES: (Art. 412 CPC) Para determinadas relaciones de derecho
- CONTENCIOSOS (Art. 408 CPC)
- GENERALES (Art.414, 526 y ss CPC)
- EJECUTIVOS (Art. 409 CPC)
- ESPECIALES (Art. 414, 801 ss CPC)

- Vías recursivas ordinarias y extraordinarias. Incidentes. Procedencia. Vías


complementarias: Aclaratoria e interpretación. Queja.

El recurso:
Acto procesal por el cual, la parte que se considera agraviada por una resolución judicial,
pide su reforma o anulación, sea al mismo tribunal o a un tribunal jerárquicamente superior.
ORDINARIOS: se conceden ante el mismo juez o ante el tribunal de apelación para
reparar todo tipo de omisión, error o vicios de procedimiento. Ej.: aclaratoria, reposición o
revocatoria, apelación, nulidad, y directo o de queja.
EXTRAORDINARIOS: Son modos particulares y limitados de impugnación, sólo proceden
ante motivos concretos y preestablecidos por la ley. Se conceden respecto a cuestiones
específicamente determinadas por la ley. En cuanto a los efectos pueden ser:
- DEVOLUTIVO o NO DEVOLUTIVO
- SUSPENSIVO o NO SUSPENSIVO
- PERSONAL / EXTENSIVO o COMUNICANTE.
- INMEDIATO o DIFERIDO.

RECURSO DE ACLARATORIA: remedio procesal con que cuentan las partes para peticionar
que el mismo juez mediante su modificación parcial, adecue la res. judicial a los hechos y al
derecho aplicable.
RECURSO DE REPOSICION O REVOCATORIA: Tiene como finalidad que el tribunal
revoque, deje sin efecto, modifique o confirme una resolución. Evita los gastos y demoras
que supone la segunda instancia.
RECURSO DE APELACION: remedio procesal tendiente a obtener que un tribunal
jerárquicamente superior, revoque o modifique una resolución judicial que se estima errónea.
RECURSO DE NULIDAD: se encuentra comprendido en la apelación. Procede por defectos
formales, y se tramita conjuntamente con la apelación.
RECURSO DE CASACION: Medio de impugnación de la sentencia con particularidades
especiales. Es un medio de impugnación por el cual una parte postula la revisión de los
errores jurídicos atribuidos a la sentencia de mérito que la perjudica, reclamando la correcta
aplicación de la ley, o la anulación de la sentencia y una nueva decisión. Es una vía
extraordinaria que como regla solo habilita el control de las cuestiones de derecho, y no las
de hecho.
RECURSO DIRECTO O DE QUEJA: ha sido definido como la instancia que se interpone
cuando el juez deniega la admisión de un recurso ordinario, que procede con arreglo a
derecho.
RECURSO DE INSCONSTITUCIONALIDAD: remedio extraordinario de carácter procesal
instituido para mantener la supremacía de la constitución. El recurso de inconstitucionalidad
tutela para que se mantengan incólumes las garantías y los principios rectores de la
constitución, el recurso de casación tutela el control de legalidad sobre las cuestiones de
derecho y mantiene la uniformidad de la jurisprudencia.

QUEJA
El recurso de queja es un meta–recurso destinado a impugnar la resolución
jurisdiccional que deniega indebidamente un recurso que procede ante otro tribunal, a fin de
que éste –ante quien se interpone– lo declare mal denegado (Arocena-Balcarce). La queja,
entonces, procede contra la resolución que deniega indebidamente un recurso que procede
ante otro tribunal (art. 485). El pronunciamiento que no concede un recurso es legal cuando
la resolución impugnada es irrecurrible, el recurso fue interpuesto fuera de término o por
quien no tenía derecho (art. 455). Por el contrario, será indebida cuando la verificación de
esas condiciones de procedencia de la impugnación se ha llevado a cabo erróneamente o
cuando la denegatoria procede del análisis de las condiciones de forma de interposición del
recurso que, como se infiere de lo expuesto, exceden tal materia de control por el tribunal a
quo para la concesión del recurso.

Artículo 485.- PROCEDENCIA. Cuando sea denegado indebidamente un recurso que


procediere ante otro Tribunal, el recurrente podrá presentarse en queja ante éste, a fin de
que lo declare mal denegado.
Artículo 486.- TRÁMITE. La queja se interpondrá por escrito en el término de dos o
cuatro días -según que los Tribunales actuantes residan o no en la misma ciudad- desde que
la resolución denegatoria fue notificada.
Cuando sea necesario, el Tribunal de Alzada podrá requerir el expediente, que devolverá sin
tardanza.
Artículo 487.- RESOLUCION. El Tribunal se pronunciará por auto en un plazo no
mayor de cinco días, a contar desde la interposición o de la recepción del expediente.
Artículo 488.- EFECTOS. Si la queja fuere desechada, las actuaciones serán devueltas
sin más trámite al Tribunal de origen. En caso contrario se concederá el recurso y se
requerirán las actuaciones a fin de emplazar a las partes y proceder según corresponda.

- Medidas Cautelares: Concepto. Caracteres. Requisitos. Efectos.


MEDIDAS CAUTELARES: instrumento procesal preventivo para evitar o disminuir, las
consecuencias negativas derivadas de la duración, no deseable, pero inevitable, del proceso.

Medidas cautelares en particular:


Embargo:
Afectación de un bien al resultado de un pleito, individualiza un bien y limita las facultades de
disposición y goce, para asegurar la eventual sentencia de condena.
3 Clases de embargo: Preventivo, ejecutivo y ejecutorio.
- Embargo Preventivo: el que se ordena en los procesos declarativos, mientras no se
ha dictado sentencia de condena. Requiere contracautela, cuando es solicitado antes
de la demanda, puede caducar. Es el que se traba antes de
- la iniciación del juicio o durante el trámite del juicio ordinario o abreviado. Se halla
autorizado para asegurar el cumplimiento tanto de obligaciones de dar cantidades de
cosas o cosas ciertas y determinadas, así como también de hacer o de no hacer. Para
su despacho, en nuestro sistema legal se requiere solamente el otorgamiento de
contracautela. Cuando es trabado antes de la demanda rige un plazo de caducidad y
pesa sobre el embargante la carga de entablar demanda en el término de 10 días; si
así no lo hace deberá responder por las costas y daños y perjuicios que hubiere
ocasionado. En cuanto a los presupuesto de admisibilidad , no es necesario acreditar
prima facie, el derecho para trabar embargo preventivo, porque como dice la norma
del 466 C.P.C.C solo basta que el interesado otorgue contracautela o caución
adecuada. Si bien la norma no exige acreditar verosimilitud del derecho, es
indispensable indicar al tribunal que es lo que debe el demandado en virtud de lo cual
se entabló o se entablara la correspondiente demanda.
- Embargo Ejecutivo: se ordena de oficio, no requiere contracautela, no esta afectado
a la caducidad, porque siempre supone la promoción de una demanda ejecutiva. Es el
que se ordena juntamente con la demanda ejecutiva y que, como se funda en un título
que goza de presunción de autenticidad, no requiere demostración de la verosimilitud
del derecho y tampoco deberá prestarse fianza.
- Embargo Ejecutorio: supone el dictado de una sentencia de condena. Es el
resultado de la conversión de alguno de los otros dos o el decretado directamente de
la sentencia, en cuyo caso no hace falta contracautela. Es el que se traba después de
la sentencia con miras a su ejecución.
Es minuciosa la regulación que contiene el CPCCba respecto a los dos primeros, estableciendo
modalidades del trámite y formas especiales de efectivización. Si el objeto de la medida son
bienes muebles, se oficiará al oficial de justicia para que lleven adelante la medida, quien
podrá usar la fuerza pública o allanar el domicilio a los fines del cumplimiento de su
cometido.

Inhibición general:
Artículo 481. - Inhibición general de bienes. En todos los casos en que habiendo lugar
a embargo, éste no pudiere hacerse efectivo por no conocerse bienes del deudor o por no
cubrir éstos el importe del crédito reclamado, podrá solicitarse contra aquél la inhibición
general de disponer de sus bienes, la que se deberá dejar sin efecto siempre que presentase
a embargo bienes suficientes o diere caución bastante.
El que solicitare la inhibición deberá expresar el nombre, apellido y domicilio del
deudor, así como todo otro dato que pueda individualizarlo, sin perjuicio de los demás
requisitos que impongan las leyes.

Anotación de la litis:
Artículo 482. - Anotación de litis. Procederá la anotación de litis cuando se dedujere
una pretensión que pudiere tener como consecuencia la modificación de una inscripción en el
registro correspondiente y el derecho fuere verosímil. Cuando la demanda hubiere sido
desestimada, esta medida se cancelará con la terminación del juicio.

Intervención judicial:
Artículo 475 y siguientes.
Específicamente dice el Artículo 476. - Interventor Recaudador. A pedido del acreedor
y a falta de otra medida cautelar eficaz o de bienes susceptibles de embargo o como
complemento de la dispuesta, podrá designarse a un interventor recaudador y/o decretarse
embargo de sumas de dinero en efectivo o depositadas en cualquiera de sus formas, si
aquélla debiera recaer sobre bienes productores de rentas o frutos. Su función se limitará
exclusivamente a la recaudación de la parte embargada o sumas depositadas, sin injerencia
alguna en la administración.

Prohibición de no innovar o medida de no innovar:


Artículo 483. - Prohibición de innovar. Podrá decretarse la prohibición de innovar en
toda clase de juicio, siempre que:
1. El derecho fuere verosímil.
2. Existiere el peligro de que si mantuviera o alterará en su caso, la situación de hecho
o de derecho, la modificación pudiera influir en la sentencia o convirtiera su ejecución
en ineficaz o imposible.
3. La cautela no pudiere obtenerse por medio de otra medida cautelar.

Medidas Cautelares:
Han sido definidas (proceso civil) como aquellas que tienden a impedir que el derecho
cuya actuación se pretende, pierda virtualidad o eficacia durante el tiempo que transcurre
entre la demanda y sentencia. Son resoluciones jurisdiccionales provisionales, que se dictan
in audita parte, con el fin de evitar el menoscabo inminente de derechos personales o
patrimoniales. Son resoluciones del órgano jurisdiccional y su objeto consiste en asegurar la
eficacia de la sentencia a dictar, significan un anticipo asegurativo de la garantía
jurisdiccional. En el proceso penal, son denominadas como medidas de coerción e implican en
general restricción al ejercicio de derechos personales o patrimoniales del imputado o de
terceras personas. En el procedimiento familiar las cautelares procuran la protección de la
familia en su integridad. Pueden ser de carácter pecuniario también y muy especialmente
personales.

Requisitos de admisibilidad:
Verosimilitud del derecho: significa la aparente atendibilidad del derecho o la
acreditación de la probabilidad de su existencia.
Peligro en la demora: Quién solicita la protección debe acreditar también el peligro
en la demora. Esto último puede concretarse mediante una simple manifestación ante el
tribunal de “el estado de peligro en que se encuentra el derecho principal.
La Contracautela: Se requiere con el fin de garantizar la igualdad entre las partes.
Se materializa con el otorgamiento de la caución real, personal o juratoria que garantiza a la
parte contraria el eventual resarcimiento por los daños y perjuicios que la medida le pudiere
ocasionar.

Caracteres:
La accesoriedad: significa que el proceso cautelar carece de autoridad ya que está al
servicio de otro principal.
La provisoriedad: el mantenimiento de las medidas precautorias será condicionado
por la vigencia del trámite principal y si desaparece lo que le dio origen, deben cesar también
las que fueron ordenadas en base a ello.
La mutabilidad: pueden ser modificadas por pedido de cualquiera de las partes,
puede ser ordenado su levantamiento, su sustitución o su cambio a pedido del deudor si este
propone otra que estime más conveniente y en tanto ello no perjudique los intereses del
acreedor.

MEDIDAS CAUTELARES ESPECÍFICAS

- EMBARGO: el embargo es la afectación de un bien del deudor al pago del crédito


cuestionado.
- INHIBICIÓN GENERAL DE BIENES: es la medida cautelar que impide genéricamente
gravar o enajenar bienes registrables. Su anotación en los asientos dominiales, tiene
como objeto evitar actos de disposición o la constitución de derechos reales.
Subsidiario del embargo y procede en los casos de no conocerse bienes del deudor o
porque los que existen son insuficientes.
- ANOTACIÓN DE LA LITIS: asegura la publicidad de los procesos relativos a bienes
inmuebles o muebles registrables. Su finalidad es hacer conocer la existencia de un
juicio que afecta al bien pero no impide su enajenación.
- INTERVENCIÓN JUDICIAL: es la medida precautoria que afecta la administración que
el propietario realiza de sus propios bienes o negocios.
- PROHIBICIÓN DE INNOVAR: tiende a impedir que se modifique una situación de
hecho o de derecho existente en un momento determinado a los fines de mantener la
igualdad de partes con intereses contrapuestos.
- MEDIDA CAUTELAR INNOMINADA: es aquella que puede dictar el juez, conforme a las
necesidades del caso cuando no existe en la ley una previsión específica que satisfaga
la necesidad de aseguramiento. Otorgamiento condicionado a que no pueda utilizarse
otra medida cautelar: que exista temor fundado de perjuicio, y que se trate de
medidas de seguridad que resulten más aptas al objeto del juicio.
- La pretensión civil: Se caracteriza como una declaración de voluntad que formula el
requirente ante el órgano jurisdiccional en la que se afirma la violación de un derecho
sustancial. En la pretensión sólo se expone lo que un sujeto quiere y no lo que sabe o
siente, pero siempre basado en hechos relevantes para el derecho. La pretensión es el
objeto del proceso y que la acción no debe ser confundida con la pretensión ni a
ésta con la demanda, ya que ésta es un mero acto de iniciación procesal (demanda).
La pretensión constituye el objeto del proceso contencioso y no su contenido, es el
acto en cuya virtud se reclama ante un órgano judicial y frente a una persona distinta
la resolución de un conflicto suscitado entre dicha persona y el autor de la
reclamación.
En síntesis:
la pretensión es la afirmación que formula un sujeto de derecho de merecer la tutela
jurídica y la aspiración concreta de que ésta se haga efectiva. La pretensión se presenta
como una voluntad jurídica. El sujeto de la acción (pretensión) es quien promueve la
demanda.
En el proceso civil: se manifiesta inicialmente como una simple facultad de plantear ante el
juez una pretensión.
En el proceso penal: es promovida por el ministerio público fiscal, en donde el funcionario
actúa conforme al principio de legalidad.
Objeto: Debe estar determinado y resultar posible e idóneo.

OBJETO MEDIATO: clase de pronunciamiento que se reclama, Ej., de condena, de


declaración.
OBJETO INMEDIATO: está constituido por aquello que efectivamente se pretende.

La causa de la pretensión: Se vincula con el fundamento legal de la petición que debe


coincidir con el de la relación afirmada.
Caracteres: No constituye un derecho sino un acto que puede caracterizarse como una
declaración de voluntad petitoria y debe necesariamente deducirse frente a una persona
distinta del autor de la reclamación.
Extinción de la pretensión: La pretensión procesal se extingue mediante la sentencia que la
actúa, o que deniega su actuación.

LA DEMANDA: Es el mero acto de iniciación procesal. Es un acto procesal formal y


documental cuya presentación al juez implica el ejercicio de la acción y que resulta ser el
continente de un contenido necesario: la pretensión.
CONTESTACION DE LA DEMANDA: Es el acto mediante el cual el demandado alega todas las
excepciones y defensas que intenta hacer valer contra la pretensión procesal.
Excepción Procesal: Es un poder, es toda defensa que el demandado opone a la
pretensión del actor esgrimiendo hechos modificativos, impeditivos o extintivos. Éstas pueden
ser:
Excepciones Perentorias: aquellas que en el supuesto de prosperar excluyen
definitivamente el derecho del acto. Ej., de prescripción, de pago, cosa juzgada,
etc.
Excepciones Dilatorias: aquellas que en caso de prosperar desplazan
temporariamente el pronunciamiento del juez sobre la pretensión del actor.
Reconvención: El demandado introduce una nueva pretensión dirigida contra
el actor que puede motivar un juicio independiente. La reconvención importa
una contrademanda.

Anda mungkin juga menyukai