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La globalización.

Consecuencias humanas, Zygmunt Bauman:


Reseña

Adrián Robles Ramos

Introducción

El presente texto a modo de reseña explica algunas ideas puntuales del sociólogo
polaco Zygmunt Bauman sobre la concepción de la globalización y sus
consecuencias tanto sociales y culturales de nuestra actualidad.

La globalización está en boca de todos —así comienza Bauman en su obra— sin


embargo, el entendimiento de la problemática no es muy simple, advierte el autor.
Se ha relacionado al fenómeno (de manera simplista) con oportunidad, empleo,
modernización y tecnología. Por otro lado, es criticada, debido a que causa pobreza,
hambre y miseria. Por tanto, el concepto cae en ambigüedades, sin considerar su
complejidad debido a que no intentan explicarlo a detalle, como sí lo hace el
sociólogo Bauman.

El texto se encuentra divido en siete apartados incluyendo la presente introducción,


donde éstos últimos son homónimos a los capítulos del libro, junto con una
consideración final. El primer capítulo Tiempo y clase, analiza los erectos de la actual
compresión espacio / tiempo sobre la estructuración de las sociedades,
comunidades territoriales y planetarias. El segundo capítulo Guerras por el espacio:
informe de una carrera, analiza las guerras por definir el espacio compartido. Para
ello analiza la planificación urbana en el pasado y apunta cómo las tendencias
recientes se orientan fragmentar el espacio destinada a excluir. El tercer capítulo
Después del Estado nacional... ¿qué?, aborda el tema del futuro de la soberanía
política, en particular la constitución propia, el autogobierno de las comunidades
nacionales y en general territoriales bajo la globalización de la economía, las finanzas
y/o la información. El capítulo cuarto Turistas y vagabundos, se refiere a las
consecuencias culturales de la globalización. caracterizada por la diferenciación y
polarización de la vida humanas. El quinto y último capítulo Ley global, órdenes

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locales, analiza las expresiones radicales de la polarización: la tendencia a criminal
izar y el papel de la criminalización en la vida errante.

Cap. 1 Tiempo y clase

Para Bauman, existe una gran pluralidad en lo que significa la modernidad


propiamente, sin embargo, señala un rasgo distintivo de la vida moderna que se
asemeja a la concepción de su diagnóstico de la globalización y la etapa moderna
actual, ya que dentro de sus postulados sobresale particularmente, como diferencia
que hace toda la diferencia, un atributo crucial del que derivan todas las demás
características o significados tanto a nivel conceptual, como histórico. Ese elemento
es el cambio entre la relación de espacio y el tiempo, aunado a esto el autor señala
en su obra modernidad líquida que:

La modernidad empieza cuando el espacio y el tiempo se separan de la

práctica vital y entre sí, y pueden ser teorizados como categorías de estrategia

y acción mutuamente independientes, cuando dejan de ser —como solían

serlo en los siglos premodernos— aspectos entrelazados y apenas

discernibles de la experiencia viva, unidos por una relación de

correspondencia estable y aparentemente invulnerable- (2004, pag.11).

Las actuales élites globales (pertenecientes a ésa etapa moderna) no enfrentan las

limitaciones y responsabilidades que los terratenientes absentistas de antaño

(modernidad sólida) tenían con la localidad donde se asentaban sus posesiones y

con la comunidad que trabajaba para ellos, pues los fondos actuales son líquidos y

fácilmente transferibles. En la medida en que los Estados han evitado regular la

libertad de movimientos del capital, éste último aspecto va y viene mirando sólo el

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interés de los propietarios, no el de las comunidades a donde llega o el de las que

abandona. Con respecto a esto el autor señala:

Los únicos límites capaces de hacerse sentir y respetar serían los que el
poder administrativo impusiera sobre la libertad de movimientos del capital y
el dinero. Pero esos límites son escasos, y los pocos que restan sufren
tremendas presiones para que se los borre o elimine (Bauman, 1999 p. 19).

Cap. 2 Guerras por el espacio: informe de una carrera

Si bien es cierto que se presenta una disminución de las distancias espaciales y


temporales ("el fin de la geografía"), también es cierto que los límites geográficos,
que se hacen incontenibles en función de su producción social específica; su
significado depende de la forma a través de la cual se los considera y se intenta
superarlos. El autor expone la tendencia hacia la indiferenciación entre el "aquí" y el
"allá", el "interior" y el "exterior", se ha mantenido tanto en el presente como en el
pasado: las elites de todos los tiempos se inclinaron a despreciar las fronteras
teniendo mayor relación con las elites de otros lugares que con la misma población,
mientras que, por otro lado, las clases inferiores mantenían y mantienen un gran
interés por los lazos locales.

La desaparición de las totalidades sociales ha sido, y está siendo posible, debido al


desvanecimiento entre el tiempo utilizado en la comunicación instantánea al interior
de la comunidad, y la magnitud de tiempo empleado en la comunicación otrora
demorada al exterior de la colectividad. En este sentido la fragilidad y el
resquebrajamiento de las comunidades parece tener su origen en la desaparición de
contrastes. La comunicación intracomunitaria no tiene ventaja alguna sobre la
intercomunal, si ambas son instantáneas (Bauman, 1999 p. 24).

No obstante, con respecto a esto el autor teoriza que:

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Como todas las afirmaciones referidas a la condición «humana» —una y la
misma para la totalidad de los seres humanos—, esta no es totalmente justa.
La «interfaz de las terminales de los ordenadores» ha afectado de muy diversa
forma la suerte de distintas clases de personas. Y lo cierto es que sí se puede
separar a algunas personas —en realidad, a muchas— «por medio de
obstáculos físicos o distancias temporales»; esta separación es más
implacable, y sus consecuencias psicológicas son más profundas, que nunca
(Bauman, 1999 p. 28).

De otro lado -asegura Bauman-, el modelo Panóptico vino a reforzarse aún más
como consecuencia de haber pretendido reformar el espacio a partir de los mapas
uniformes y uniformadores que habían sido trazados de manera homogénea por
parte de los arquitectos. Estos proyectistas y urbanistas planteaban una ciudad
utópica que más que representar a las ciudades reales.

En este sentido experimentamos hoy, como lo menciona Bauman, una especie de


apaciguamiento del hombre en la ciudad, una eliminación de los espacios públicos:
las ciudades se convierten en un espacio de intolerancia e indiferencia, tanto para
los que viven ahí, como para foráneos, donde crece el miedo a la par que aumentan
los sistemas de seguridad. El enemigo se traslada del exterior al propio interior, no
hay una preocupación por la seguridad en toda la ciudad, sino una mayor
intranquilidad por la seguridad individual o individualizada; evitar el encuentro con el
otro se convierte en la mejor estrategia para sobrevivir en las megalópolis modernas
(Bauman, 1999).

Para concluir el capítulo, Bauman propone una alternativa contemporánea al modelo


Panóptico. En su conceptualización, el Panóptico se funda en una asimetría de la
vigilancia donde los menos vigilan a los más para inculcar la disciplina y los patrones
de conducta aceptados socialmente. Sin embargo, con esto se ha dejado de lado el
proceso moderno paralelo: el Sinóptico. Con este término el autor busca retratar una
nueva técnica del poder mediante la cual "muchos observan a pocos", allí los
vigilados se transforman en vigilantes, al mismo tiempo que son transportados al
espacio virtual. El Sinóptico, personificado en los medios de comunicación de masas,
no necesita ser coercitivo, su lógica es la de seducción para convertirse en

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observadores. Es de suma importancia entender que el sinóptico no es el paraíso de
la igualdad y la equidad, significa más bien una sofisticación del poder y la
dominación: El Panóptico obligaba a la gente a ocupar un lugar donde se la pudiera
vigilar. El Sinóptico no necesita aplicar la coerción: seduce a las personas para que
se conviertan en observadores. Y los pocos a quienes los observadores observan
son rigurosamente seleccionados (Bauman, 1999 p. 71).

Cap. 3 Después del Estado nacional… ¿qué?

En éste capítulo se aborda el problema del Estado nacional en la era de la


Globalización. Se pone de manifiesto cómo las fuerzas transnacionales, o más bien,
la trasnacionalidad de las fuerzas, erosionaron las bases políticas de los Estados
nacionales. Con la caída del bloque comunista se hizo explícita la imagen del mundo,
no como una totalidad compuesta de dos grandes potencias, sino como un campo
de fuerzas desiguales, dispersas, ingobernables y descentradas, a lo cual se llamó
globalización.

El Estado nacional se ve cada vez más desvanecido gracias a las consecuencias de


la transnacionalización del capital financiero, el cual se mantiene progresivamente
más anónimo. La diferenciación entre el interior y el exterior del Estado se hace cada
vez menos notoria, ya que no puede distinguirse entre el mercado interno y el global,
dadas las nuevas condiciones externas al Estado. El control mundial se evapora, y
sin embargo, se siguen manteniendo localizadas las formas de control y de
imposición del orden que resuelven problemas igualmente locales.

La consecuente explicación es que, en la actualidad, al Estado se le asigna la función


de mantener el presupuesto equilibrado frente a las intervenciones que tiene la
aplicación de políticas de anarquía en el mercado. Lo anterior muestra entonces
cómo el comercio global y sus finanzas, antes que buscar una unidad mundial, se
sustentan sobre la fragmentación política del globo, pero no en la fragmentación de
cualquier Estado, sino de aquellos más débiles que pueden ser reducidos a una
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función de administración local de policía que mantenga las condiciones necesarias
para que los inversionistas extraterritoriales hagan sus negocios sin ningún tipo de
temor, con ello apuntala a la perspectiva no solo benéfica de la globalización, sino
su desigualdad también.

El Estado nacional ha quedado reducido a ser una instancia policial y coercitiva que
se desvela por los intereses del capital transnacional, a quien tiene que asegurarle
protección y confianza para invertir, ya no a su población, por lo que la globalización
y territorialización son procesos recíprocamente complementarios, son las dos caras
de una misma moneda: la redistribución mundial de la soberanía, el poder y la
libertad para actuar (Bauman, 1999 p. 94).

Bauman presenta una clara distinción entre globalización y universalización, dos


conceptos clave. El primero tiene que ver con la dominación de una minoría sobre la
mayoría en un mundo desigual y donde prevalece la exclusión de casi dos terceras
partes de la población mundial. El segundo concepto se relaciona con la esperanza
y la ilusión de crear un orden que permita cambiar y mejorar el mundo, en donde las
oportunidades tiendan a ser iguales para todos.

Otro aspecto, es el de la fragmentación política que ha causado el surgimiento de


estados débiles y pequeños, que han llegado al punto de pensar en sacrificar su
independencia con tal de ser incorporados al juego de inclusión/exclusión que
plantea el mundo globalizado.

Cap. 4 Turistas y vagabundos

En éste capítulo se mencionan características particulares e individuales, Muchos


cambiamos de lugar: nos mudamos de casa o viajamos entre lugares que no son
nuestro hogar habitual. Algunos no necesitan viajar de un lugar físico a otro, sino que
se puede viajar vía web, recibir y mezclar en la pantalla los mensajes que vienen de
rincones desde un punto muy alejado del globo. Pero la mayoría estamos en
movimiento, aunque físicamente permanezcamos en reposo.

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Pero jamás se permanece en un lugar el tiempo suficiente para ser algo más que un
transeúnte, para sentirse chez soi. En el mundo que habitamos, la distancia no
parece ser demasiado importante. Como si el espacio fuese una invitación constante
a la negación. La idea del estado de reposo, la inmovilidad, sólo tiene sentido en un
mundo que permanece inmóvil o al que puede atribuirse ese estado; en un lugar con
muros sólidos, caminos rígidos y carteles lo suficientemente firmes para oxidarse.
Uno no puede quedarse quieto en la arena movediza (Bauman, 1999).

Otra de las tesis centrales del capítulo es que Nuestra sociedad es una sociedad de
consumo. Sin embargo, el autor advierte que con respecto a la globalización la idea
de consumo no de la manera de concepción trivial, donde todos los miembros de la
sociedad consumen.

Se menciona en un sentido más profundo y fundamental de que la sociedad de


nuestros antecesores (en la etapa industrial y de producción). Esa forma más antigua
de sociedad moderna utilizaba a sus miembros principalmente como productores; la
formación que les daba, la norma que les mostraba y les instaba a seguir, obedecían
al deber de cumplir esas dos funciones. Cada uno debía ser capaz de cumplirlas, y
hacerlo de buen grado. Pero en su actual etapa moderna tardía (Giddens), moderna
segunda (Beck) o posmoderna, (Lipovetsky) ya no se necesitan ejércitos industriales
y militares de masas; en cambio, debe comprometer a sus miembros como
mayormente encaminados a consumir y ser consumidores. La formación que brinda
la sociedad contemporánea a sus miembros está dictada, ante todo, por el deber de
cumplir la función de consumidor. La norma que les presenta es la de ser capaces
de cumplirla y hacerlo de buen grado.

Al tipo de sociedad de consumo el autor se le va a referir como la plaga de la


sociedad de consumo. Los cuales se relacionan con otros sujetos con los que
interactúan siendo los mercaderes de bienes de consumo, donde la principal
preocupación de estos últimos es que para consumir se necesita tiempo. Existe una
concordancia natural entre la carrera del ahora, impulsada por la tecnología de
compresión del tiempo, y la lógica de la economía orientada hacia el consumo. De
acuerdo con esta última, la satisfacción del consumidor debe ser instantánea

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(Bauman 1999), dicho en un doble sentido. Es evidente que el bien consumido debe
causar una satisfacción inmediata, sin requerir la adquisición previa de destrezas ni
un trabajo preparatorio prolongado; pero la satisfacción debe terminar en seguida,
es decir, apenas pasa el tiempo necesario para el consumo. Y ese tiempo se debe
reducir al mínimo.

Para lograr esto, conviene que los consumidores no puedan fijar su atención ni
concentrar su deseo en un objeto durante mucho tiempo, se debe ser impacientes,
impulsivos, inquietos, que su interés se despierte fácilmente y se pierda del mismo
modo que llegó. La cultura de la sociedad de consumo no es de aprendizaje sino
principalmente olvido. Para el consumidor en la sociedad de consumo, éste último
debe buscar, no encontrar, o mejor, no encontrar todavía es esperanza, llegar es una
maldición (Bauman, 1999).

Cap. 5 Ley global, ordenes locales

Siguiendo la distinción entre la actual etapa moderna y la anterior, el autor plantea a


partir de su concepción ambivalente de la modernidad líquida que, al estar el
mercado laboral demasiado rígido, en la actualidad se tiene que flexibilizar. Eso
significa volverlo más sumiso y complaciente, fácil de manosear y moldear, cortar y
amasar, sin que oponga la menor resistencia a lo que se le hace. Dicho de mejor
manera, el trabajo es flexible en la medida en que se convierte en una suerte de
variable económica que los inversores pueden excluir de sus cuentas, con la certeza
de que sus acciones, y sólo ellas, determinarán su conducta.

La consecuencia más general de todo lo mencionado -señala Bauman- es la


autopropulsión del miedo. La preocupación por la protección personal, inflada y
recargada de significados que se desborda debido a los afluentes de inseguridad
existencial e incertidumbre individual, se alza sobre los otros miedos expresados y
hunde los demás motivos de ansiedad en una sombra cada vez más profunda.

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Finalmente, sin dejar de lado un análisis de desigualdad en lo que a la elite global
corresponde, goza de una ventaja enorme frente a los que denomina guardianes del
orden: los órdenes locales. Mientras que la elite y la ley del mercado libre son
translocales. Si los encargados de un orden local se vuelven demasiado
entrometidos, siempre se puede apelar a las leyes globales para cambiar los
conceptos del orden y las reglas del juego locales. Y, desde luego, si el ambiente en
la localidad se agita demasiado, siempre existe la opción de partir; la globalidad de
la elite es movilidad, y esta entraña la capacidad de escapar, evadirse. Es decir que
los beneficios de la globalización están encaminados con los intereses de éstas élites
y que ciertas cosas y personas serán globalizantes en la medida que convengan
serlo

Juntos, estos factores convergen en un efecto común: la identificación del crimen


con la clase baja (siempre es local) o, lo que es casi lo mismo, la criminalización de
la pobreza. Los tipos más comunes de criminales que aparecen a la luz pública
provienen, casi sin excepción, del fondo de la sociedad, como lo son los guetos y las
zonas de exclusión urbanas aparecen como caldo de cultivo del delito

Consideraciones finales

La obra que por su estilo y escritura podría aparentar sencillez en el tratamiento


teórico del fenómeno de la globalización, sin embargo, a medida que se avanza en
el texto, se observa una descripción profunda y completa de los principales
problemas y paradojas de la globalización, analizada desde sus diferentes
implicaciones. En su desarrollo, el autor se preocupa por una clara descripción de
los efectos, aparentemente ambivalentes1 de la globalización, derivados a su vez de
las principales tensiones que la gobiernan.

1
Bauman define que La ambivalencia es un producto colateral que surge en el acto de clasificación; su
surgimiento exige un mayor esfuerzo clasificatorio si cabe. Aunque emerge a partir de este, la ambivalencia
puede ser combatida sólo con un nombre que es todavía más exacto y clases que son definidas con más
precisión; dicho de otro modo, con semejantes operaciones, siempre que se fijen con solidez las demandas

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Así conceptos como territorialización/desterritorialización, localización/globalización,
turistas/vagabundos, movilidad/inmovilidad, son dos caras de la misma moneda,
efectos tan disímiles como interrelacionados y no por eso menos catastróficos ni
desigualadores que los de antaño. Y el autor lo advierte desde sus primeras líneas:
Los usos del tiempo y el espacio son tan diferenciados como diferenciadores. La
globalización divide en la misma medida que une: las causas de la división son las
mismas que promueven la uniformidad del globo (Bauman, 1999 pag. 8).

Claramente la obra cumple el objetivo que se propone ya que demuestra que el


fenómeno de la globalización es mucho más profundo de lo que aparenta. De
entrada, para Bauman, el término globalización ha llegado a expresar el carácter
autopropulsado de los asuntos mundiales, aludiendo así a un proceso global que
pareciera imponerse sobre el mundo como una fatalidad, realizando una ruptura de
nivel epistemológico de la conceptualización simplista y benéfica de la globalización,
haciendo hincapié en sus consecuencias sociales y culturales (humanas) con
respecto a su carácter que a la vez que abre brechas de igualdad, también abre otras
incluso más perversas en términos de desigualdad. Por ello, el término ha llegado a
referirse principalmente a los efectos globales, claramente indeseados e imprevistos,
más que a iniciativas y emprendimientos.

(contrafáctícas) de discreción y transparencia del mundo, la cual a su vez desencadena la nueva


aparición de la ambigüedad. La lucha contra la ambivalencia es, en ello, autodestructiva y
autopropulsora (1996, pag. 76).

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Referencias

Bauman, Z. (1999). La globalización: consecuencias humanas. Fondo de cultura

económica: Buenos aires.

Bauman, Z. (2004). Modernidad líquida. Fondo de cultura económica: Buenos aires.

Giddens, A., Bauman, Z., Luhmann, N., y Beck, U. (1996). Las consecuencias

perversas de la modernidad. Modernidad, contingencia y nesgo. En:

Modernidad y ambivalencia. Antropos: Barcelona.

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