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LECCIÓN ONCE: EL DOGMA TRINITARIO EN LOS PADRES APOSTÓLICOS

La reflexión de la Iglesia sobre el Dios que se ha manifestado en el Nuevo Testamento se


inicia a partir de la misma vida y práctica eclesial. La explicación de lo que ocurre en el
bautismo, la catequesis eucarística, la lectura meditativa de la Escritura hacen la base del
pensamiento trinitario de esta época.
Pero todo ello está sostenido por el sentido salvífico de la doctrina trinitaria: si Jesucristo no
es Dios, no estamos salvados; si el Espíritu Santo no es Dios, el hombre no puede abrirse al
verdadero Dios. Si Dios no es Padre en sí, no puede ser Padre para nosotros en un sentido
pleno.
2. LA VIDA DE LA IGLESIA
2.1. El bautismo como suceso trinitario
pocos documentos que nos den a conocer las costumbres de la Iglesia en los primeros siglos.
Sin embargo, de una lectura atenta del mismo Nuevo Testamento se deduce la existencia de
una enseñanza en orden a la recepción del bautismo. En los Hechos de los Apóstoles se dan
ejemplos de preparación bautismal. Un ejemplo tenemos en el bautismo del etíope eunuco
(8,26-40). Previo al bautismo se da una enseñanza, a partir del Antiguo Testamento, de la
mesianidad de Jesús.
El bautismo se administraba en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Didajé
contiene una catequesis prebautismal de contenido moral. Se indica que la manera de bautizar
es en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En el texto que describe el bautismo,
se encuentran los nombres del Padre, Hijo y Espíritu Santo, complementados con diversos
predicados que se refieren a su obra salvífica. San Ireneo, alrededor del año 180, describe
también la liturgia bautismal:
aquí lo que nos asegura la fe tal… nos han trasmitido. En primar lugar nos obliga a recordar
3ue hemos recibido el bautismo para la remisión e los pecados, en el nombre de Dios, el
Padre, y en el nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios… y en el Espíritu Santo de Dios... Porque
los que han sido bautizados reciben el Espíritu de Dios que les da el Verbo, es decir, el Hijo,
y el Hijo les toma y les ofrece a su Padre y el Padre les comunica la incorruptibilidad. Así
pues, sin el Espíritu no se puede ver al Verbo de Dios, y sin el Hijo ninguno puede llegar al
Padre.
en este texto una enseñanza en orden a aclarar cuál es la función de cada persona. Las Tres
Personas divinas realizan su obra en el bautizado.
tenemos más testimonios, de Cirilo de Jerusalén tenemos las "Catequesis para los que van a
ser iluminados" y las "Catequesis mistagogicas", para los ya bautizados. Las primeras tienen
el fin de transmitir "la verdad de la fe".
2.2. La Eucaristía acción trinitaria
La celebración de la Eucaristía, junto al bautismo, tiene una gran importancia para el
desarrollo de la fe trinitaria. San Justino nos da a conocer la estructura trinitaria de la
celebración eucarística:
Se le ofrece pan y un vaso de agua y vino, y tomándolos él tributa alabanzas y gloria al Padre
del universo por el nombre de su Hijo y por el Espíritu Santo, y por habemos concedido esos
dones que de El nos vienen.
La "Tradición Apostólica de San Hipólito"9 nos transmite una acción de gracias en la que se
explícita la acción del Padre en Jesucristo y la petición del Espíritu Santo. El Espíritu Santo
es el Don de la Iglesia, para mantenerla unida, fuerte en la fe y en la verdad, y para que
puedan alabar al Padre y al Hijo.
2.3. La catequesis y predicación
Muy pronto la Iglesia no sólo tuvo que enseñar la verdad de la fe a los que se preparaban
para recibir el bautismo sino tuvo que anunciar la verdad a ios que se encontraban fuera de
la Iglesia y seguir enseñando a los que habían recibido los sacramentos. Los llamados
Apologetas, realizan una reflexión sobre Dios para mostrar a paganos y cristianos, al mismo
tiempo que la unidad y trascendencia de Dios.
2.4. La vida de la Iglesia
Es una Iglesia que vive para Dios. Estas son las palabras de San Clemente de Roma:
¿O es que no tenemos un solo Dios y un solo Cristo y un solo Espíritu de gracia que fue
derramado sobre nosotros?
Esta misma conciencia aparece en San Ignacio de Antioquía, quizás como una reminiscencia
de Ef 2,21-22, cuando compara a los cristianos con las piedras de un templo.
Sois piedras del templo del Padre, preparadas para la construcción de Dios Padre, levantadas
a las alturas por la palanca de Jesucristo, que es la cruz, haciendo veces de cuerda el Espíritu
Santo.
3. LOS ERRORES
El cristianismo se encuentra frente a tres grandes ámbitos culturales: el mundo de la cultura
judía, el mundo confuso del pensamiento gnóstico, y el mundo de la cultura griega. En primer
lugar el cristianismo tiene que enfrentar los errores que nacen del mismo mundo cultural en
que ha nacido él, el judaismo. Hay judíos que se "convierten" al cristianismo sin convertir
sus mentalidades. Consideran que la unidad de Dios está amenazada si se confiesa la
divinidad de Jesús.
Este error, tanto cristológico como trinitario, se conoce en cristología con el nombre de
Adopcionismo; en Trinidad, con el de Monarquianismo dinámico. Comienza este error con
Cerinto y los Ebionitas. Ve en Jesucristo a un puro hombre sobre el que baja el Espíritu
Santo en el bautismo.
Según Eusebio de Cesárea, Leoncio de Bizancio, San Atanasio y San Juan Crisóstomo el
error de Pablo de Samosata sería cristológico adopcionista; según Epifanio de Salamina se
trataría de una especie de modalismo, es decir, de no reconocer en el Hijo y en el Espíritu
Santo propia subsistencia personal. Por eso emplearía el concepto 'homoousios" en el sentido
de persona para referirse al Padre y al Hijo. Aquí el concepto homoousios" se aplicaría para
calificar la identidad de personas.
Otra falsa forma de mantener la unidad divina se manifiesta con el Monarquianismo
modalista, llamado también modalismo, sabelianismo o patripasianismo.
Noeto, Práxeas y Sabelio son los representantes de este error. Se trata de afirmar la identidad
total entre el Padre y el Hijo13 de tal manera que se vacía, por una parte, la persona del Hijo
y, por otra parte, se afirma del Padre la encarnación y la pasión. Dios obraría, pues, como
Padre en la creación, como Hijo en la encarnación y muerte, y como Espíritu Santo en la
Iglesia. Es decir, Padre, Hijo y Espíritu Santo serían tres "modos" (modalismo) de
manifestarse la misma persona. La herejía significaba un vaciamiento de la verdad salvífica,
ya que habríamos sido salvados por un "modo" de manifestarse la divinidad, pero no por la
persona misma.
El Gnosticismo significó un auténtico peligro para la fe trinitaria, especialmente por lo
complejo e intrincado de su pensamiento. El hombre tiene su origen en Dios y a Dios tiene
que regresar (exitus-reditus). Entre el mundo material y Dios se da una oposición total. Por
eso mismo el Dios del Nuevo Testamento no puede haber creado la materia. Esto le
corresponde al Dios del Antiguo Testamento. El hombre, que propiamente consiste en el
alma, o en una chispa del espíritu o de la divinidad, ha tenido una "caída" y se ha encarnado,
enmaterializado; pero queda en él todavía la posibilidad de ascender hasta Dios huyendo de
la materia, mediante la ascesis o liberación total y el conocimiento. En el esquema entra a
tomar parte un mediador, Cristo; pero lo hace como una especie de ángel que baja a salvar
de la materia a los hombres.
El gnosticismo no fue condenado formalmente por la Iglesia, sino que fueron teólogos
católicos los que se enfrentaron a él, especialmente San Ireneo.
El subordinacionismo fue otro de los peligros, que desde dentro del cristianismo, amenazaron
su fe en la Trinidad y que, con el Arrianismo, emerge y se constituye como doctrina dentro
de la Iglesia. El subordinacionismo consiste en afirmar que el Hijo y el Espíritu Santo son
inferiores al Padre. La raíz de esta herejía está en seguir más la filosofía medioplatónica de
la cultura del tiempo que la fe anunciada en el Nuevo Testamento. Los subordinacianos se
apoyan en textos del Nuevo Testamento que asignan a Jesús un estado inferior al Padre.
El triteísmo es un error diametralmente opuesto al modalismo. Resultaría de afirmar no
solamente la distinción de las tres personas sino la distinción de la divinidad, resultando de
esta manera tres dioses.
4. LA REGLA DE LA FE
Cuando se estudia la historia de los primeros siglos del cristianismo aparece con claridad que
su supervivencia es algo debido a la voluntad y al plan de Dios mismo. Perseguido por el
judaismo y los Emperadores paganos, amenazado con errores que le invaden de otras culturas
o que nacen en él mismo, sin poder, sin pensamiento racional profundo, sin grandes figuras.
Dios se ha valido, para extender el cristianismo en el mundo antiguo, de una sencilla fórmula:
la fórmula bautismal. El "Yo te bautizo (seas bautizado) en el nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo" y en fórmula que interpreta toda la vida del cristiano: "En el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Toda la vida ha sido interpretada con estas palabras.
Todas las dificultades de la historia han sido enfrentadas y superadas con esta fórmula. Esta
fórmula se convierte así en "regla de la fe" y posteriormente se transformará en los "símbolos
de la fe”.
4.1. San Justino, el primer filósofo cristiano, conoce esta "regla de fe", la presenta y
transmite. Se pueden distinguir dos niveles: el que transmite la tradición y el de su propia
especulación. Parte, este hombre abierto y universal que es San Justino, de la misma verdad
de fe en su triple confesión:
...nosotros damos culto al Hacedor de este universo... honramos también a Jesucristo, que ha
sido nuestro maestro… así como al Espíritu profético, a quien ponemos en el tercero22.
A unos y a otros quiere mostrarles que el único Dios en quien creen, es el Dios cristiano. Este
único Dios ya había anunciado a los judíos el envío de su Verbo en la Ley, anticipándose a
su venida en la historia. Los paganos pueden reconocer a este mismo Verbo anticipado en el
Logos, principio universal que dirige y ordena el mundo, y que han conocido24. La confusión
de unos y de otros no se debe a la raíz, sino que se deriva de los demonios.
Resalta en sus escritos la absoluta trascendencia del Padre y su presencia a través del Verbo
creador, primero, y encarnado después en Jesucristo. Para San Justino el Verbo siempre ha
estado en Dios como fuerza inmanente. Ha estado ya en la creación y en la historia, separado
del Padre y, finalmente, se hace presente, nacido sin comercio carnal, es decir, Jesucristo.
4.2. Atenágoras, en la defensa que hace del cristianismo con la "Legación en favor de los
cristianos", se basa en la misma regla de fe" para defender el cristianismo ante los
Emperadores. hay una penetración racional y una contemplación de la verdad central del
cristianismo: La Trinidad.
Atenágoras argumenta sobre la existencia y la unidad de Dios, pero, al mismo tiempo, resalta
su Trinidad. Lo que le interesa es mostrar que los cristianos no son ateos.
El verdadero problema de la Trinidad inmanente está aquí bien visto. Sin embargo, está dicho
que son del mismo poder, y que su diferencia les viene de un cierto orden. El orden entre el
Padre y el Hijo (primer brote del Padre) se relacionan con una procesión sin principio, a modo
de inteligencia eterna; y referente al Espíritu se habla también de una emanación de Dios,
emanando y volviendo como un rayo de sol.
4.3. La regla de fe es también tomada por San Ireneo en otra dimensión. No se trata de
apoyarse en ella para anunciar a paganos y judíos la verdad del Evangelio, sino como criterio
para conocer la recta y la errónea doctrina.
San Ireneo juzga las herejías a tenor de una regla fácil y fundamental: los tres artículos de la
"regla de fe" que conoce y expone. el "primer teólogo trinitario".

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