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Aprenda a ver Más Allá: Y viva junto a los milagros
Términos legales:
Usted de tener una copia en posesión puede compartir el mismo con alguien
más de forma gratuita.
No está permitida su edición, toma de textos para promoción o venta sin los
derechos o el permiso o aprobación previa legal del autor Gerard Leiser.
Prometo dedicar en adelante un poco mas de tiempo para ti, así mismo
lo demuestro en mi tiempo al comenzar a abrir este regalo recibido
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Índice
Agradecimientos .......................................................................................... i
Importante .................................................................................................. iii
Prólogo ........................................................................................................v
Primeros Aprendizajes ................................................................................ 7
Mi padre ................................................................................................12
Llegó el día tan esperado .......................................................................14
Segundo primer aprendizaje ......................................................................17
El día en que todo comenzó ...................................................................23
Comenzaron a manifestarse ..................................................................27
Puede estar en sus genes ...........................................................................33
La doctora y mi mente ...............................................................................39
No somos perfectos, Sí para Dios …………………………………………………………….47
Su verdadero ser ....................................................................................57
Cuando los seres queridos deben partir .....................................................67
Ser libre ..................................................................................................... 73
Lo que usted emite es lo mismo que atrae .................................................81
El lenguaje del más allá ..............................................................................89
Mi ángel de la guarda es una niña ..........................................................96
La verdad sobre meditar ............................................................................99
Viajando durante la meditación ...........................................................104
¿Conocí una parte del Cielo? ................................................................106
Muchas religiones, un solo Dios ...............................................................110
Agradezca siempre ................................................................................. 11 5
Sobre el mal ........................................................................................... 119
Viva junto a los milagros ......................................................................... 126
Agradecimientos
En este libro presento muchas historias y vivencias que me han ocu-
rrido desde muy temprana edad. Experiencias realmente únicas e
increíbles, y al compartirlas de forma pública me di cuenta de lo pode-
rosas que pueden ser para que otras personas también conozcan y vivan
estos milagros.
Gracias,
i
A todo aquel que me entregó la confianza de entrar en su vida pri-
vada, su historia y sus experiencias, por dejarme ser parte de sus
vivencias y las de sus seres queridos ya fallecidos.
ii
Importante
Este libro fue escrito basado en hechos reales, y la información que
contiene puede ser muy influyente, en forma positiva o negativa, pues
son enseñanzas que se derivan de las vivencias del autor.
iii
GRACIAS POR EXISTIR
iv
Prólogo
Mi nombre es Gerard Leiser, una persona poco común con una vida
llena de milagros, a quien le suceden cosas extraordinarias. En este li-
bro narro mi experiencia, testimonios y aprendizajes que comenzaron
a la edad de cinco años, cuando asesinaron a mi padre frente a mí. En
ese mismo instante vi como su alma se desprendía de su cuerpo ante
mis ojos, y desde ese momento empecé a ver más allá y a percibir lo
que otros no podían.
A medida que fui creciendo, aprendí que nací con la misión de des-
pertar conciencias y enseñar a las personas a darse cuenta de los
milagros que suceden a su alrededor gracias al poder de Dios y de los
ángeles, que siempre están actuando y van delante de usted con un amor
tan abundante que las palabras no alcanzan para definirlo.
v
El árbol se conoce por su fruto
43
»No hay árbol bueno que pueda dar fruto malo, ni árbol malo que pueda dar
fruto bueno. 44 Cada árbol se conoce por su fruto: no se cosechan higos de los espinos,
ni se recogen uvas de las zarzas. 45 El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien
está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su cora-
zón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca.
Lucas 6:43-45
vi
CAPÍTULO UNO
Primeros Aprendizajes
7
A la edad de cinco años mi única preocupación era jugar con carri-
tos. Era bastante adicto a ellos; tanto, que siempre estaban bajo mi
almohada cuando dormía.
Fue a esa misma edad cuando por primera vez asistí a la escuela.
Allí podía jugar, pintar, conocer y compartir con muchos otros amigos.
Pensaba en compartir mi pista imaginaria con un cómplice, para jugar
con él, o quizás para lograr encontrar la locación de Santa y así ayudarlo
a fabricar sus regalos. Me decía: ¿Quién mejor que yo para trabajar con
él? Pues yo era experto conociendo lo que sentían y pensaban los carri-
tos.
8
pueda sonar muy común al tener tan solo cinco años, pero a medida que
usted vaya leyendo entenderá mejor por qué lo digo.
Ella respondió:
“Hijo, ellos son policías, son los que nos cuidan y nos mantienen a
salvo”.
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Me convencí de que todo iba a estar bien porque existían “los poli-
cías que eran como Jesús en la tierra”. A ellos encomendaba la
protección de mis preciados juguetes, a pesar de que no sabía cómo
llamarlos en caso de necesitar ayuda.
Después de la primera vez que jugamos, supe que ella seguiría ha-
ciendo lo mismo. A pesar que ese no era el mejor de los juegos, yo solo
quería compartir con ella. Si esa era su forma de jugar conmigo, enton-
ces yo inconscientemente aceptaba.
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No recuerdo cuanto tiempo solía pasar encerrado dentro de ese
baúl, al punto que ya no le temía más. Estando dentro, sentía como si
fuese un ejercicio en el cual mi hermana me estaba enseñando a no
temerle a la oscuridad, a ser paciente en la represión y a siempre sacar
algo bueno de lo que sucedía. Efectivamente, desde el primer día, dejé
de utilizar la famosa lamparita para dormir, porque había perdido total-
mente el miedo.
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Mi padre
Era un hombre muy trabajador y adicto a lo que hacía. Muy dedi-
cado y pasional en su trabajo, al punto que se involucraba tanto en ello
que no tenía tiempo para verme todos los días, sino solamente los fines
de semana.
“Está bien, Mr. Pat, pronto sabré por qué, y veré que puedo apren-
der de ello, tal como lo hice con mi hermana”.
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Cuando nadie me veía, sacaba a Mr. Pat de mi bolsillo para que él
también pudiese conocer a esos seres tan interesantes, y así no solo ver
nuestro mundo limitado de ruedas y autopistas.
“¿Por qué tienes tantos peces?”, ¿por qué no dejas que vivan libres
en el mar? Mi padre me respondió que él estaba haciendo bien en ayu-
darlos a reproducirse y que nunca iba a hacerles daño. Incluso me
incentivó a alimentarlos para así sentir que los estaba ayudando. Desde
ese momento, no dejé de visitarlos.
A pesar del tiempo que pasaba con mi padre, nunca me aclaró por
qué no vivía con nosotros en casa. Cada vez que le preguntaba, me
contestaba que él tenía que trabajar mucho para que yo tuviera más ju-
guetes.
13
Llegó el día tan esperado
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A mis cinco años de edad.
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CAPÍTULO DOS
Segundo primer aprendizaje
17
Recuerdo un día viernes, 12 de junio, que marcó un segundo gran
aprendizaje para mi vida. Al llegar al salón de clases, me encontré con
la desagradable sorpresa de que la maestra, a quien admiraba y me sal-
vaba de mi aburrimiento, había sido cambiada a otro salón de clases, y
la persona que ahora estaba a cargo parecía un jefe militar.
Fue una larga espera. Estaba impaciente y veía el reloj cada minuto
para tener de vuelta a Mr. Pat. Sin embargo, intenté distraerme en la
cancha deportiva junto a los demás alumnos que allí se encontraban
jugando.
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tenía conmigo a Mr. Pat, la pude escuchar directamente en mis oídos,
y me impulsó a hacer justicia. No sabía con quien más contar como
ayuda en ese momento y sentía que era yo contra el mundo.
“Ahora van a tener que golpear más fuerte, porque somos dos y él
no está sólo”.
“Él no está solo, yo soy su mejor amigo y tengo muchos más ami-
gos de los que ustedes puedan imaginar, solo que no los pueden ver”.
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“¿De verdad acabo de decir eso?”.
Cuando llegó la hora de salir del colegio, estaba ansioso por reen-
contrarme con Mr. Pat. Esperé a que todos salieran del salón para
pedirle a la nueva maestra que me devolviese mi carrito, tal como me
había dicho que iba a hacerlo, pero resultó ser que ni ella misma recor-
daba dónde lo había puesto. Exclamé con tristeza:
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De pronto, vi a Mr. Pat. Lo tenían aquellos niños violentos que ata-
caron a mi amigo. Con una gran tristeza me despedí de él desde lejos.
Fue allí cuando nuevamente regresó su voz a mis oídos, la cual pude
escuchar como si Mr. Pat estuviese dentro de mi bolsillo. En ese mo-
mento recordé que esa voz era la misma que había escuchado durante
aquella desagradable pelea del colegio, pero con la diferencia que mi
juguete ya no estaba junto a mí.
Entendí en ese momento que existía algo más allá de lo que mi co-
razón e inocencia podían creer. Estaba aprendiendo que la vida quizá
21
estaba separada por dos equipos de fútbol; uno conformado por juga-
dores buenos, y otro por integrantes que patean con malicia a los demás.
Ese sentimiento de no saber quién de verdad actuaba con buenas inten-
ciones desde el corazón, y quien no, me hizo sentir muy mal durante un
buen tiempo y ante ese malestar, me quedó una duda:
“¿Si yo hago el bien, por qué la maldad intenta hacerme las cosas difí-
ciles para que no lo haga?”.
Tuve peleas muy similares a las que sucedieron aquel día en la can-
cha deportiva, donde parecía ser miembro honorario de una lucha entre
hacer el bien y ser reprimido por el mal, el cual intentaba ponerme en
duda y confundirme acerca de la belleza de la vida.
Quiero compartirle que por más que usted deje de creer en Dios, Él
siempre cree en usted, y nada de lo que sucede en su vida es casualidad.
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El día en que todo comenzó
Tal y como pasaba casi todos los fines de semana, mi padre venía a
recogerme para llevarme a su sitio de trabajo o, algunas veces, al auto-
cine. Eran los momentos en los que podía compartir junto a él, pasar
tiempo juntos para visitar a los peces y seguir aprendiendo de ellos, así
como para lograr entender mejor por qué mi madre y él estaban sepa-
rados.
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Mi padre quedó tendido en el suelo con múltiples orificios, y un
mar de color rojo comenzó a inundar todo el suelo, que incluso llegó
como el sendero de la lluvia hasta mis pequeños zapatos ortopédicos
de color blanco.
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“Hijo no te preocupes por nada. Nunca vas a estar sólo. Yo siempre
seguiré siendo tu padre y estaré junto a ti. Esto es solo una mala situa-
ción, pero todo va a estar bien. Tu vida cambiará desde el día de hoy”.
Entre lágrimas que bajaban de mis ojos, sentí que mi padre estaba
despidiéndose de mí, pero creí fielmente en lo que me estaba diciendo
y le contesté: “Está bien, papá”. Él me miraba con rostro de preocupa-
ción, y a la vez con una emoción inmensa cuando veía hacia el cielo.
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“¿Cómo voy a decirles algo que no puedo explicar?” Y “¿por qué
debería estar triste como ellos después de lo que mi padre me dijo?”.
Esto siguió repitiéndose los primeros tres días desde que ocurrió el
asesinato de mi padre, y aunque intentaba acercar siempre mi mano
hacia el lugar donde sentía la ráfaga de frío, inmediatamente al hacerlo
se desaparecía.
Así que decidí que cada vez que sintiera ese particular sonido y el
repentino frío, iba a empezar a hablarle y a contarle mis mayores secre-
tos que a nadie más podía decir, porque sabía que allí había alguien.
26
Comenzaron a manifestarse
Cada día que pasaba trataba de olvidar la existencia del más allá, y
aunque en algunas ocasiones podía notar su presencia, ignoraba esa
sensación. Sobre todo, por los malos recuerdos que me traía la muerte,
debido a lo que viví con mi padre. Me costaba mucho comunicarme
con mis compañeros de clases, pero decidí ser más sociable.
Año tras año, en mi educación primaria obtuve quizá las peores ca-
lificaciones. Cada verano terminaba con notas entre uno a nueve,
cuando la calificación para aprobar esas materias debía ser la mínima
diez y la máxima veinte. Solo conseguía aprobar con máxima puntua-
ción computación, lenguaje, música y religión.
Sentía que nadie tenía que obligarme a estudiar aquello que tenía la
convicción no iba a servirme en el futuro. Además, la misma voz que
siempre estaba conmigo así me lo confirmaba, pese a que año tras año
pasaba más tiempo castigado en casa que disfrutando junto a los demás.
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Me encantaba asistir a los cursos de reparación cada verano, porque
sentía que en ese lugar podía reunirme con personas que quizás pensa-
ban como yo sobre el aprendizaje de la vida, si no, ¿por qué salían tan
mal en las mismas materias que para mí no tenía que aprender?
Así llegó el día en el cual por primera vez pude presenciar a un ser
fallecido. El primero después de mi padre.
Hasta que al ponerme de pie, pude notar de forma muy evidente que
en el espejo del baño, empañado por el vapor del agua caliente, estaban
dibujados varios corazones que cubrían casi todos los espacios del vi-
drio. Eran tan perfectos que parecía que el pulso de quien los dibujó era
preciso, así como los espacios que dejó entre uno y otro. Quedé sin
palabras y con una cantidad de preguntas en mi mente.
Recuerdo ese mismo día que al entrar al aula de clases, sentí algo
sumamente pesado en mi estómago, y la energía del lugar no era igual
a los demás días. Yo noté que había algo allí que no estaba bien o que
no pertenecía al lugar. A mi alrededor, pude ver a profesores y a alum-
nos, pero había un señor sentado junto a uno de mis compañeros,
Miguel. Sin prestar mucha atención asumí era su papá que decidió asis-
tir a la clase y así monitorear a su hijo.
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Transcurrieron las dos horas de clases y la persona no regresó. En
ese momento volví a inquietarme. O estaba teniendo problemas en mi
mente o de verdad yo estaba viendo cosas que los demás no podían ver.
Seguí con muchas interrogantes y estaba dispuesto a decirle a mi madre
que me llevara al médico, y así salir de dudas.
La primera reacción que ella tuvo fue mirarme con una expresión
de tristeza y me respondió: “No corazón, seguramente te confundiste
porque mi esposo falleció hace pocos meses”.
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Incluso, en muchas ocasiones me sucedía que, al entrar a algunos
lugares, podía visualizar los problemas que tenían las personas que vi-
vían allí, proyectándose en mi mente como una especie de película que
pasaran frente a mis ojos. Veía que muchas de esas personas tenían una
fuerte energía negativa por sus sufrimientos, tristezas o vivencias que
marcaron sus pasados y, por ello, sentía la necesidad de llegar a mi
hogar, descansar durante varias horas y así recuperar la energía que ha-
bía perdido.
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En el colegio – Liceo los Arcos del Opus Dei.
32
CAPÍTULO TRES
Puede estar en sus genes
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A medida que pasaba el tiempo me seguían sucediendo experien-
cias únicas de forma más frecuente y la presencia de mi padre era cada
vez más vigente. Por más que intentaba evitarlo, veía cosas que los de-
más no podían ver, sentir cosas que los demás no podían sentir, y vivir
cosas que no tenían sentido alguno o explicación.
“Hijo, ese es el mal que está intentando entrar en ti. Ora y olvídate
de eso”.
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Mientras tanto, mi padre seguía manifestándose de distintas formas
y no podía dejar de pensar en otra cosa sino en su imagen, como una
especie de holograma, lleno de luz a su alrededor, parecido a la nube
que se forma cuando abre un congelador donde hay hielo seco. Lo veía
sonriendo, mientras yo luchaba con los pensamientos que pasaban por
mi mente, rechazando sus apariciones. Pero él me transmitía mucha
paz, amor y no parecía algo de “el mal”.
Ella me contó que todo lo que le estaba diciendo no era algo nuevo
en nuestra familia, y siempre pensó que pudiera pasarme a mí debido a
extraños sucesos que ocurrieron antes de que yo naciera.
Me sentí aliviado porque sabía que Dios estaba conmigo, y que te-
nía que hablar más con Él porque iba a entenderme. Quién mejor que
nuestro padre en los cielos para hacerlo. Desde ese momento decidí ver
todas las cosas que me sucedían como milagros en mi vida.
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Mi madre continuó: “Me pareció muy extraño que en un mismo día,
tanto tu abuela como tu hermana, habían soñado que iba a tener un
bebé. Sin embargo, llevé de vuelta a tu hermana a la habitación, y le
dije que tan solo era un sueño, y que se volviera a dormir porque al día
siguiente tenía colegio. En la mañana, dejé a tu hermana en la escuela
y me fui directamente a hacer una prueba de embarazo por la inquietud
que me produjeron los dos sueños. Quizá era casualidad, pero me re-
sultaba sorprendente que pasaran en una misma noche. Los resultados
salieron positivos y yo no entendía porque no lo había planificado”.
37
Mi abuela y madre.
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CAPÍTULO CUATRO
La doctora y mi mente
39
Cada vez que se presentaba la oportunidad de darle un mensaje a
alguien se lo comunicaba de inmediato por la necesidad que sentía de
ayudarlo, y al ver la reacción en las personas ante los detalles que co-
nocía, se generaba en mí la motivación y emoción para seguir
haciéndolo, especialmente cuando ellos sabían que no existía forma al-
guna de que yo supiera sobre su vida privada. Sin embargo, mi mente
de forma continua me frenaba. Sentía temor y me inquietaba pensar si
los mensajes que compartía con las personas eran acertados o producto
de mi imaginación. Obviamente, ese sentimiento me originó inseguri-
dad y volvía a aparecer en mi mente la duda de que quizás me estaba
volviendo loco.
“Señor disculpe que sea entrometido, pero yo siento que debo de-
cirle que su esposa lo perdona y que ella está bien. Ella le agradece por
la calidad de vida, a nivel material, que usted le dio durante su transi-
ción, pero no se preocupe por toda la carencia que existió en el amor,
debido a lo distante y frío que usted fue con ella. Ella sigue cuidándolo
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y quiere que sepa que los problemas de corazón que está presentando
actualmente son justamente porque usted los está causando”.
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“Considero que deberías llevar a tu hijo a un Psicólogo para des-
cartar cualquier tipo de alucinaciones que pueda estar teniendo. No lo
vayas a tomar a mal, pero es más seguro, y así pueden hacerle los exá-
menes indicados. Yo conozco a una doctora muy buena que te puedo
recomendar en la misma clínica donde trabajo”.
Ante la súbita respuesta del médico, mi madre abrió los ojos con
una expresión de sorpresa y empezó a mover su cabeza de un lado para
el otro. Luego me respondió:
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“Doctora, le pedí a mi mamá que me trajera para que usted revise
mi cabeza, y para hablar con usted sobre las voces que habitualmente
escucho y las personas que en algunas ocasiones veo y más nadie ve.
No piense que porque le estoy diciendo esto significa que tenga aluci-
naciones. Al principio cuando me sucedían esas experiencias pensé que
sí, pero después me di cuenta de que era común y en vez de sentir miedo
me llenaba de un gran amor”.
Recuerdo que en la prueba hasta tuve que dibujar un sol, una casa
y una familia en una gran hoja en blanco para que la doctora pudiese
analizar posteriormente todos los trazos y en qué lugar de la hoja los
había dibujado, porque al parecer todo tenía una razón de ser.
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Pasaron los cuatro días y volvimos nuevamente al consultorio. Ese
día me sentía muy ansioso por saber lo que iba a decirme la psicóloga,
aunque yo seguía pensando que todo iba a estar bien y los equivocados
iban a ser ellos. Estaba junto a mi madre en la sala de espera, cuando la
secretaria nos dijo que pasáramos.
“Si estoy bien de salud y tiene los resultados, no sé por qué insiste
en saber sobre las voces que escucho. Pero si usted quiere saber, se lo
voy a decir”.
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Sentía una gran energía dentro de mi ser, aquel timbre en el oído
retornó y una fuerza increíble me empujó a decirle a esa doctora todas
las imágenes que empecé a ver frente a mí.
Ese día supe que tenía un don del cual no podía escapar, y que debía
aprender a usarlo de la manera correcta. Entendí que mi misión era ayu-
dar a los demás por medio de este milagro que me fue otorgado. Acepté
que era diferente, y en vez de seguir luchando conmigo mismo parar
ser como los demás, me dediqué a cultivar mi fe y a acrecentar mi es-
piritualidad.
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CAPÍTULO CINCO
No somos perfectos, Sí para Dios
47
¿Quién soy yo para juzgar qué es lo correcto?,¿y quién para com-
partir a los demás lo que es ser bueno o lo que deben o no hacer con
sus vidas? ¿Cómo puedo predicar el buen ejemplo de Dios, cuando tam-
bién tengo mis propios errores?
“Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay di-
versas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas
funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.
A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el
bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabi-
duría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a
otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espí-
ritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros,
profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas
lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo
y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina”.
Con esto quiero decir, que lo que usted cree que es el significado
de la perfección, para Dios y los ángeles es totalmente irrelevante. Para
ellos, usted ya es perfecto con tan solo existir, no importa en lo que crea
o haga. Pero esto puede ser la diferencia para que ellos distingan si
usted presta atención o no. Esa es la diferencia entre quienes pueden
ver y quiénes no.
Una de las cosas que más me creó confusión cuando era más joven
era pensar:
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Respiré profundo porque no es fácil decirle algo tan privado y emo-
cional a una persona que recién conozco. Pero es algo que debo hacer,
porque si no mi conciencia no me deja tranquilo el resto del día.
“¡Vaya día! primera vez que hago esto. Este día superó los límites
de la realidad”.
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Al principio les confieso sentía muchos nervios, hasta me tembla-
ban las piernas, porque tenía un terror inmenso de nublarme frente a
una persona y no poder decirle nada. Por ejemplo, imagine una persona
frente a usted que no le ha dado ningún tipo de información sobre su
vida y espera que usted le dé una señal o mensaje para poder tener paz
en sus corazones por su reciente pérdida.
En una de las charlas que dicté sobre el aprender a ver más allá,
recuerdo que cuando iba culminando, de repente empecé a distraerme,
y mi mente quedó totalmente en blanco. No recordaba lo que estaba
diciendo en ese momento, y mi perímetro de visión empezó a reducirse
hacia un lugar específico en ese lugar.
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“Perdón”, me repetía ese hombre una y otra vez. Su presencia me
transmitió mucho arrepentimiento, a la vez que me sentí intimidado por
su fuerte personalidad, la cual pude sentir durante ese momento. Tuve
la necesidad de transmitirle a esa mujer el mensaje de ese hombre que
estaba junto a ella. En voz alta, empecé a describir a esa persona, sus
rasgos físicos y algunas de las cualidades muy características de su per-
sonalidad.
Aproveché esa oportunidad para decirle a ella que su tío quería pe-
dirle perdón, y que en ese momento yo fui el receptor del mensaje. La
mujer me dijo que eso era justo lo que ella necesitaba escuchar para
cerrar y sanar un capítulo de su vida, de malos recuerdos sin nunca un
perdón.
Tenga en cuenta que cuando usted perdona libera y deja ir, porque
las personas en la otra dimensión no quieren que usted se quede con
ese mal recuerdo que lo hace infeliz, y ellos quieren que usted real-
mente viva y luche por lo que realmente le haga feliz.
Usted nunca está sólo, siempre tiene un ángel a su lado que lo cuida
y lo protege, y si las cosas no salen como espera, es porque Dios tiene
un plan diferente o mejor para usted.
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Guíese siempre por su corazón y así será siempre perfecto. Pese a
que no tenga apoyo y los demás a su alrededor no crean en su propósito,
los ángeles nunca van a defraudarle y le van a ayudar si su corazón de
verdad cree en lo que está haciendo. Así que tenga fe.
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Su verdadero ser
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Somos un alma viviendo en un envoltorio prestado hecho a la per-
fección para poder sobrevivir a los retos de esta tierra. La transición de
nuestra vida es una escuela para graduarnos en el cielo, donde recibire-
mos todos los títulos que logramos mientras estuvimos de estudiantes,
aprendiendo sobre nuevas aventuras, experiencias y vivencias. Con una
mente capaz de producir ideas que puedan cambiar millones de vidas,
junto a la energía de un corazón como combustible a esos pensamien-
tos.
Quiero que sepa que hay seres humanos que nacen con una habili-
dad y un talento muy natural en ellos, y eso no es casualidad, así como
tan fácilmente llegaron a la cima con un sin límite de oportunidades.
Oportunidades que quizá usted también habrá intentado, pero sin correr
con la misma suerte en el resultado.
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su periodo no tendrían sentido alguno. Piense si todos nacemos talen-
tosos y ricos en la parte económica:
¿Cuál es esa pasión o habilidad que sabe que tiene pero que ha de-
jado atrás porque el día a día lo consume?
¿Qué le motiva a pasar horas y horas haciendo sin darse cuenta del
tiempo?
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más lento, donde es muy posible a futuro tengan que nuevamente repe-
tir el nivel de curso.
Usted se ha preguntado:
¿Qué sucede con esas personas que nacieron con una discapacidad
o una vida que podría parecer llena de tristeza y sufrimiento?
Cuando usted vea a una persona que esté pasando por algún tipo de
discapacidad o sufrimiento, lo que debe mostrarle es apoyo, darle con-
sejos de motivación, para que se acerque a Dios, y bríndele
herramientas que le puedan servir para seguir con mejor energía su ca-
mino. Eso es lo que ellos necesitan, más no tenerles lástima ni pesar
porque con eso usted no les aporta nada.
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Una de las cosas más difíciles de hacer, pero a la vez más recom-
pensante y que mejor lo mantiene a usted dentro del camino de su
propia carrera, es cuando se encuentra consigo mismo para lograr en-
tender quién es realmente y así empezar a cambiar por completo el
concepto de su misión en esta vida. De esa manera, se dará cuenta de
que quizá lo que ha estado haciendo hasta lo momentos no tiene ya el
mismo sentido.
Fue tan solo minutos después que empecé a contarle todas las imá-
genes que había visto en mi mente, desde el día en que él iba a pedirle
ser pareja, luego que se mudarían juntos a otro país, y que iba a tener
con él una niña. Vi todo muy claro como una película que pasaba por
61
mis ojos.
Mantuve comunicación con esa amiga durante varios años entre co-
rreos electrónicos y llamadas de vez en cuando. Efectivamente todo
estaba sucediendo exactamente como se lo había dicho aquel día. Me
alegraba al escuchar lo que me decía, porque gracias a la ayuda de los
ángeles pude transmitirle a ella lo que había visto.
Con esto quiero decirle que usted debe dejar que las cosas sigan su
62
flujo natural, no presione sus planes, viva cada etapa que deba experi-
mentar y confíe siempre. Si es para usted, así será.
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Si me permite voy a responderle:
Las puertas del éxito se abren en la medida en que cada quien esté
dispuesto a cambiar la actitud con la que ve la vida.
Siempre piense que Dios no nos trajo a este mundo para sufrir, más
bien Él nos deja elegir, pero somos nosotros quienes complicamos las
cosas. En vez de dejarnos llevar por la simpleza de las situaciones y
sorprendernos por los regalos que nos da la vida.
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Es importante que aprenda a liberar todo resentimiento, culpa y ren-
cor que exista en su vida. Deje el pasado atrás y perdone, porque usted
vive para el presente. Si no, está permitiendo que esos sentimientos de
odio que lleva dentro de sí, bloqueen su camino o sus recompensas. Así
mismo, lo puede nublar y alejar de lo que está añorando ver, lograr o
recibir.
Hoy usted está vivo y todavía hay dirección para cambiar su destino
y definir en cuál nivel de la escuela de la vida desea estar. Las recom-
pensas o milagros siempre les llegan a esos buenos alumnos
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“Eres único/a y no hay nadie igual a ti, pero si no eres tú mismo c
cómo te puede ayudar Dios o los ángeles entonces?”
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CAPÍTULO SEIS
Cuando los seres queridos deben partir
67
He sido testigo en múltiples ocasiones de personas que están a
punto de dejar su cuerpo. En una temporada de mi vida me sucedía que
siempre aparecía de primero en los momentos donde ocurrían acciden-
tes trágicos.
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una mirada que transmitía junto a su lenguaje corporal, paciencia, fir-
meza y tristeza; y mientras me acercaba para hablarle, pensando que
era otra persona, extendió su brazo con la palma de la mano abierta y
dijo:
Fue en ese mismo momento, que vi detrás del auto donde estaba la
mujer y el niño en el suelo, que se encontraba en la calle de pie un
hombre tomando de la mano a una pequeña niña. Ambos lucían exactos
a como vi a mi padre cuando se levantó del suelo dejando allí su cuerpo
años atrás.
Esa es solo una de las experiencias que, por alguna razón, los ánge-
les me hacían presenciar y que tenían en común ese tipo de accidentes.
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Pese a que aún hoy día no tengo respuesta de por qué debía ser yo
quien estuviese allí antes que otros, esas vivencias me forzaron a sentir
y a entender que la transición de la vida puede terminar en cuestión de
segundos, dejando un sabor de impotencia y desespero, y que es mejor
no dejar nunca para mañana el perdonar, el decir te amo, el compartir
o el tan solo vivir. Porque quizás esta noche usted ya no vaya a estar
para hacerlo.
Este proceso al menos para mí, no es algo que lamentar, más bien
es prácticamente un milagro ante nuestros ojos. Pese a que pueda sonar
difícil de aceptar, lo que ahí está ocurriendo es totalmente positivo para
su familiar, así como para usted es la oportunidad perfecta de orar y
alzar sus plegarias por esa persona o por todos sus familiares, debido a
que en esos momentos la presencia de los ángeles es mucho más fuerte.
70
Recuerde que mientras el “Yo” interno o la mente le está diciendo
a usted que va a perder a su ser querido, que va a sufrir y que toda esa
situación que está viviendo es lamentable, usted está, realmente, siendo
testigo de un milagro en proceso, y si presta atención desde el corazón,
podrá compartir mucho más de lo que imagina o puede ver a simple
vista, al tener invitados de honor en esa habitación, como son los ánge-
les.
71
“En honor a nuestros seres queridos que ya no están en cuerpo,
gracias por el tiempo compartido en esta vida. Gracias por lo bueno y
por lo malo, en nuestro corazón les seguiremos llevando”
72
CAPÍTULO SIETE
Ser libre
73
Para nosotros, generalmente el concepto de ser libre se trata de la
libertad de expresarnos y de hacer lo que nos gusta sin temor a los que
otros digan. Es poder decir nuestras opiniones y protestar si no estamos
de acuerdo con situaciones que ocurren en nuestra cotidianidad. Como
sucede en la democracia.
Pero, para los ángeles ser libre va mucho más allá del concepto bá-
sico. Es justo la clave perfecta de un compuesto de conocimientos que
usted necesita saber, para así tener una comunicación más directa con
ellos. Por ejemplo, imagine que usted va a hacer un postre. Antes de
empezar, es necesario que tenga los diferentes ingredientes para su pre-
paración, y si hace falta alguno, el sabor o la textura puede cambiar,
porque para obtener el resultado que quiere, debe incluir y mezclar todo
tal cual como lo indica la receta.
Ser libre, en el lenguaje del más allá, es entregar a los demás el bien
sin esperar nada a cambio. Cuando usted actúa de esta forma, está ni-
velándose al pensamiento de los ángeles, y sus actos van quedando
registrados en el libro divino de Dios.
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Empecé a buscar todas las formas posible para que mis familiares,
no solo por mis palabras, pudiesen ver o escuchar por sí mismos a algún
ser querido que hubiese partido. Al ser todos energía, me puse a inves-
tigar sobre cómo las grabadoras de audio y las videocámaras podían
capturar sonidos e imágenes más allá de nuestros sentidos.
Pasaba días tan solo grabando por varias horas las mismas voces
que yo podía escuchar o imágenes que no pensé podrían captarse. In-
cluso, algunas veces los equipos se prendían solos sin que yo los tocara
siquiera.
Así mismo, sucedió con todo aquel que de eso dudaba, y el experi-
mento terminó siendo solo para mí, porque algunos de los escépticos
en mi familia siguieron sin abrirse a ver más allá.
Hoy en día, aún conservo muchas de esas grabaciones, así como los
mensajes en sus propias voces.
Por otro lado, durante esos días, en mis meditaciones, los ángeles
me daban el mismo mensaje una y otra vez:
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Y junto a esa frase sentía que el amor de los ángeles siempre me
acompañaba, y que, aunque algunas personas de mi familia no me die-
ran el apoyo que necesitaba, habían cientos de personas que me hacían
recordar que estaba haciendo las cosas bien y que debía seguir adelante
sin importar los obstáculos que se presentaran en mi camino.
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Establezca sus límites con el buen ejemplo, y tome la decisión de
permitir o no a las personas permanecer en su vida. Nadie va a juzgarlo
por ello, porque algunas personas pasan por su vida para aprender algo
y otras para quedarse. Lo más importante es que usted se sienta bien y
sea feliz.
Los ángeles prestan mucha atención a que usted aprenda sobre todo
lo que en estos últimos párrafos he estado compartiendo, y suelen blo-
quearle momentos que usted desea vivir para probar si lo ha aprendido
antes. Hasta que usted no comprenda, seguirá pasando por el mismo
ciclo de situaciones, una y otra vez.
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“Todo lo que necesito saber, Dios y el universo me lo revelan, por-
que estoy abierto a recibir las maravillas que llegan a mi vida. Lo
acepto, lo agradezco y lo recibo con amor”.
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“Solo tienes una vida, esta es tu tiempo tu momento”
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CAPÍTULO OCHO
Lo que usted emite es lo mismo que atrae
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En los últimos años se ha escuchado hablar con más fuerza sobre el
poder que tienen los pensamientos en nuestra vida. En distintas culturas
y religiones, las personas lo llaman de varias formas, una de las más
populares ha sido “La ley de Atracción”.
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porque esa frecuencia es la que reciben el universo y los ángeles.
Entonces:
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Al día siguiente de visitar el concesionario, tuve que ir a hacer una
diligencia de papeles de la universidad. Estacioné mi vehículo a un lado
de la avenida donde muchos carros se parqueaban, y me fui a la oficina
que quedaba a unas cuatro cuadras del sitio donde me había estacio-
nado.
Recibí tres buenas noticias sin esperarlas, y una que, aunque al prin-
cipio la tomé con un gran disgusto al ser mala, terminó con un resultado
positivo. Sin mencionar, que cuando le conté a mi madre que con el
dinero que había reunido quería comprarme un deportivo, que era mi
sueño desde hacía más de tres meses, aceptó en ayudarme para poner
una diferencia mínima que hacía falta para completar el monto total.
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días, pero sí dos semanas después, y todo sucedió de una manera ines-
perada porque el universo conspiró y actuó, tanto así que cuando fui a
comprar el auto, me atendió el mismo vendedor y me comentó de forma
jocosa:
Confieso que desde los quince años de edad, pensaba en cómo iba
a ser mi boda. Sé que es raro que un hombre piense de esta manera,
porque normalmente es la mujer la que sueña con ese gran día, pero yo
añoraba dentro de mi corazón que cuando llegase ese momento, iba a
ser con la mujer perfecta que tanto esperaba, y que Dios tenía destinada
para mí. Sentía que la iba a conocer de una manera única y diferente,
al ser también mi experiencia de vida poco común. Por ello me inquie-
taba saber quién iba a ser ella y me divertía bastante mientras pasaba
tiempo imaginándola.
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Tenía tanta inquietud en mi subconsciente por querer encajar en la
sociedad, que mi energía transmitida estaba cargada de inseguridad en
el amor.
Tuve fracaso tras fracaso en el amor, y ese fue mi más grande ma-
lestar. En algunos casos, reconozco que perdí a excelentes mujeres por
transmitir mi gran inseguridad, pero en su gran mayoría recuerdo que
mis amistades me decían:
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“Nada pasa por casualidad”
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CAPÍTULO NUEVE
El lenguaje del más allá
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Así como el universo se comunica a través de la energía, la cual
actúa como receptor de aquello que usted no puede ver, los ángeles,
también tienen su propio lenguaje de comunicación y entendimiento.
Un idioma, bastante lejano del nuestro.
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración
y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de
Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus
pensamientos”.
“Dios estoy pasando por una situación difícil de dinero, te pido ilu-
mines mi camino para encontrar un trabajo y ver con claridad lo que
mejor me convenga. En ti confío porque sé que vas a proveerme”.
“Soy abundante”.
“Tengo dinero”.
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Si usted solo piensa en tener ese dinero y no ve todas las oportuni-
dades que le están mostrando en respuesta, queda también perdida la
oportunidad de conseguir eso que necesita. Eso sí, tenga en cuenta que
Dios no le da a usted lo que exactamente quiere, sino lo que ahora
mismo realmente necesita.
Debe estar muy atento, porque hay momentos en los cuales usted
sentirá que está en un laberinto sin salida donde da vueltas y vueltas
por el mismo lugar, y aunque le pida a Dios y a los ángeles que le ayu-
den a escapar, usted seguirá en el mismo lugar de origen.
Por alguna razón, por más que lograba conseguir propuestas, siem-
pre se caían una y otra vez, y durante ese mismo periodo, me pasaba lo
mismo con los empleos.
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“Gerard, debido a cambios de última hora con los directivos del
canal, no podemos sacar el programa en el tiempo que dijimos. La ge-
rencia decidió invertir el dinero en un programa de entretenimiento y
farándula. Lo siento, pero igual tenemos presente la idea y cuando es-
temos listos para empezar te lo haremos saber”.
Pasé todo un día omitiendo todo contacto con los ángeles, y si los
sentía les pedía que me dejaran solo. Incluso cuando sentía a mi padre,
le pedía también que se alejara de mí. Quería estar ciego, sordo y mudo
con ellos.
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“No entiendo por qué te preocupas tanto por lo que te pasó con el
canal de televisión, cuando el talento que yo veo en ti es otro. Es ense-
ñar y ayudar a las personas con este don que Dios te dio. ¿Recuerdas,
cuando la semana pasada de la nada, interrumpiste nuestra conversa-
ción para decirme que los problemas que estaba teniendo con mi esposa
eran debido a mi falta de comunicación y de mi personalidad tan ce-
rrada que me estaba alejando de ella? No había forma de que tú supieras
por lo que yo estaba pasando en ese momento”.
Debido a ese momento, usted está aquí leyendo este libro, y es por
ello que le doy todos los días las gracias a Dios por haberme permitido
darme cuenta de lo que tenía que hacer. Y no se imagina la cantidad de
veces que le pedí perdón por haber dudado de su poder y por haber
estado cegado ante mis propios deseos.
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No olvide comunicarse con Dios desde el amor, la fe y la confianza.
Pida siempre de la forma que mejor crea, pero con la energía correcta.
Pero, debe ver más allá de lo que tiene en frente para crecer en su
búsqueda y para que siga escribiendo la maravillosa historia en su libro
que se llama: Vida.
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Mi ángel de la guarda es una niña
Parecía tener unos diez o doce años de edad. Su piel era de un color
blanco puro, sus orejas eran puntiagudas, su nariz pequeña como un
botón, su cabello era negro y blanco, una mezcla armoniosa que vibraba
a tal punto que parecía que la luz recorría de largo a largo su melena.
Podía ver sus alas, que permanecían juntas sobre su espalda. Estaba
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hipnotizado y no podía hacer otra cosa que mirarla, era realmente her-
mosa, como si hubiese salido del pincel de un minucioso artista.
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Tenga presente que usted nunca estará solo, su ángel de la guarda
siempre estará ahí como una especie de gemelo. Es por ello que es im-
portante encontrarse con uno mismo, con lo que uno realmente es, y así
la comunicación con su ángel será más sencilla y fluida.
La buena noticia es que usted no solo tiene uno, sino muchos ánge-
les de la guarda que ahora lo acompañan. Me ha pasado que cada vez
que ayudo o atiendo a alguien, mantengo la comunicación con sus seres
queridos que están en el otro plano, quienes siempre vuelven a mí en
forma de agradecimiento. Algunos de forma constante y otros de forma
esporádica, como esas amistades que no siempre están presentes pero
que sin duda son infalibles.
Preste siempre atención a las señales que sus ángeles le están dando,
bien sea el que lo ha acompañado desde que nació y llegó al mundo
material, o los que se han sumado en el camino. Ellos quieren comuni-
carse y hacerle entender que están presentes, pero es usted quien debe
dar el primer paso. Aunque no pueda verlos o hablarles directamente,
ellos seguirán creciendo en usted y cuidándole en el camino. Incluso al
escribir este capítulo, pude sentir cómo esta pequeña niña, mi ángel, mi
mejor amiga, me abrazaba fuertemente sumándose a otra de mis tantas
aventuras.
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CAPÍTULO DIEZ
La verdad sobre meditar
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Meditar es entrar en un estado de relajación absoluta donde usted
se encuentra con su ser y con su esencia. Es la herramienta perfecta
para conectarse con el mundo no material, aunque la gran mayoría de
las personas solo la utilizan para entrar en un estado de paz y armonía.
Con esto quiero decir: No es lo mismo abrir una puerta por la cual
entre cualquier persona a una que lleva directamente a un sitio, gracias
al esfuerzo que originó un mejor resultado.
Una vez esté preparado con la respiración, hará paso a paso lo que
a continuación le explicaré para lograr una meditación correcta, de
acuerdo a mi propia experiencia. Y si usted desea tener aún más la aper-
tura de energía correcta que apoye el ejercicio, puede colocarse unos
audífonos y escuchar una canción suave de meditación. Le recomiendo
buscar melodías de los ángeles o mantras celestiales.
Ahora, piense en una manzana muy roja que está sobre una mesa
blanca, en un cuarto totalmente blanco. Imagine los detalles que tiene
esa fruta. Su pequeño tallo en la parte superior, su textura, su color bri-
llante, su forma perfecta y ovalada.
Apoye su cuello sobre algo cómodo, para que así no genere ninguna
tensión que dificulte su concentración, y coloque también la lengua re-
posando en su paladar para retener la saliva y así evitar que le distraiga
en su proceso de concentración.
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Respire profundo una vez más. Lo único que sentirá en su cuerpo
es el movimiento de su estómago cuando inhale mientras lo llena de
aire, y exhale cuando lo vacíe por completo. Recuerde que la respira-
ción profunda viene del estómago y no del pecho.
Al cerrar los ojos, imagine una luz blanca muy grande y brillante
que empieza a cubrirle completamente, al punto de no dejarle ver, por-
que su brillo opaca su visión. Haga esto durante algunos minutos,
tomándose su tiempo para visualizarlo.
Cuando esté listo mire hacia su lado derecho, siguiendo el borde del
mar, y observe que lentamente empieza a visualizar a alguien que viene
caminando hacia usted desde lejos. Déjelo venir y no se desespere en
hablarle, deje fluir el momento. Nuevamente tómese su tiempo.
102
a conseguir si usted se lo propone.
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Viajando durante la meditación
Incluso enseñanzas que una alguna vez pensé que eran de una
forma, confirmé con el transcurrir del tiempo que eran de otra manera
mucho más especial y a su vez más profundas. Con esto quiero decirle
que incluso en el más allá, las cosas no se aprenden de un día para otro,
como tampoco el verdadero significado de lo que es el amor, la muerte
y el dolor para nosotros.
104
originados a partir de los mismos pasos que la instructora indicaba du-
rante el tiempo de la sesión.
Ese lugar terminó siendo un sitio al cual jamás imaginé tendría per-
miso alguno de acceder, porque no me sentía merecedor de tan gran
privilegio. En el próximo capítulo usted va entender por qué digo esto.
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¿Conocí una parte del Cielo?
Jamás creí que compartiría esta vivencia, porque pensé que quizá
nadie iba a lograr entenderme, y que yo no iba a poder explicarlo. No
existen suficientes palabras para ilustrar o compartir con cada uno de
ustedes un lugar tan perfecto. Intenté dibujarlo, pero nunca he contado
con habilidades en la pintura para plasmarlo.
En ese mapa lo primero que visualicé fue lo que para mí era la zona
central. A lo lejos estaba una muralla de color blanca, no tan alta, pero
lo suficientemente ancha para recorrer y sellar el lugar de izquierda a
derecha. A los lados, había muchos árboles altos y delgados, semejan-
tes a los pinos, que estaban perfectamente alineados.
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En todo el medio de ese valle se veía un árbol sobre una ladera muy
diferente a los demás. De tamaño mucho más bajo comparado con el
resto de los que estaban a los lados de la muralla.
Pude divisar de lejos cómo los niños interactuaban con esos giraso-
les que se veían muy vivos. Había perros corriendo con ellos en el
lugar, y algunas aves blancas volando. Me llamó la atención que justo
donde posaba ese árbol, estaba la única ladera del sitio que no me per-
mitía ver del todo lo que estaba detrás de él.
107
También pude notar, cuando veía desde arriba, que apenas la per-
sona que vestía diferente aparecía en el lugar, se cubría todo el escalón
alrededor con una especie de cortina de nubes que separaba cada uno
de esos grupos. Lo que pude razonar de ese momento, es que era allí
donde las personas se comunicaban con sus familiares fallecidos por
medio de los sueños.
Para ser sincero, aún me faltaron palabras para poder describir ese
lugar. No sé qué sitio podría ser en realidad. Cómo saberlo si aún sigo
vivo, y tampoco sé cómo llegué allí. Solo sé que me he dedicado a
apreciarlo una y otra vez en mi mente y a agradecerlo en silencio.
Puede que ese lugar sea el cielo. No estoy seguro. Pero, sin duda
alguna, en ese lugar encontré la paz absoluta y un amor con el que po-
dría escribir cien libros más para intentar explicarlo.
Lo único que deseo es que, así como yo, usted también pueda ex-
perimentar lo que acabo de compartirle. Solo así podrá realmente vivir
y entender lo que para mí es lo más cercano a un paraíso eterno.
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“Siempre vea más allá de lo que sucede, no solo se quede con lo que
tiene al frente”
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CAPÍTULO ONCE
Muchas religiones, un solo Dios
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Siempre me he preocupado por entender, respetar y aprender de los
distintos tipos de religiones que existen actualmente, para conocer lo
mejor de cada una y así tener mis propias experiencias.
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“Gerard, cuando llegue mi momento de irme de este mundo, nadie
va a preguntarme en el cielo a cuál religión pertenezco, porque todos
somos igualmente de bienvenidos Si no imagínate, ¿existiría un cielo
para cada religión?”
Su respuesta fue más que correcta para reconfirmar una vez más lo
que había aprendido durante los años. No importa qué religión practi-
que o si no profesa alguna, porque lo más importante es que lleve a
Dios consigo en todo momento. Él está siempre con usted y no necesita
ir a un templo para encontrarlo. Búsquelo, pues el está atento en todo
lugar y a toda hora para escucharle, y para que le abra la puerta de su
corazón.
Evite juzgar, porque usted no es quien para hacerlo, deje que Dios
se encargue. Aprenda a vivir respetando las creencias e inclinaciones
de los demás, y si el hermano de su amigo es homosexual o si su jefe
es ateo, respételo porque a la final todos somos hermanos, hijos de un
mismo padre.
112
Permita que Dios bendiga su vida y téngalo presente donde quiera
que vaya, recuerde que lo importante no es la religión a la cual perte-
nezca, sino la bondad con la que actúe y obrar con el corazón.
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La espiritualidad no es decir cien veces Amén, namaste, decir soy
amor y llenarse de plumas o estampillas. No es saberse la biblia de me-
moria. “Es vivirla...Es vivirlo”
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CAPÍTULO DOCE
Agradezca siempre
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En la vida hay más cosas por las cuales agradecer que lamentar.
Siempre queremos más, pedimos más y solemos enfocarnos en lo que
no tenemos, sin darnos cuenta de todo lo que la vida nos ha dado.
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En nuestras relaciones afectivas, el agradecer es una de las cosas
que permite también fortalecer a la pareja en las distintas etapas de la
vida. Permitiéndonos así valorar hasta las cosas simples que tienen una
gran importancia sentimental. Pequeños detalles que pueden realmente
No olvide que tiene mucho más para dar gracias que cosas por la-
mentar. Dios y los ángeles escuchan más a quienes son agradecidos y
saben agradecer. Siempre desde sus corazones.
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“Sin ir muy lejos, entre lo ocupado de tu día en todas esas priori-
dades que has seleccionado. ¿Has dedicado así sean 5 minutos a Dios
o invitaste a los ángeles a ser parte de tu día hoy?”
Solemos tener tiempo para todo, todo aquello que luego al fi-
nal de tus días a ningún lugar podrás llevarte.
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CAPÍTULO TRECE
Sobre el mal
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Desde que comencé a compartir mi don y experiencias con los de-
más, siempre me dije a mí mismo que jamás iba a hablar sobre el mal.
Si usted me ha estado siguiendo en las diversas redes sociales, se dará
cuenta que siempre evado o evito comentar sobre el tema, porque
pienso que mientras menos sepa la gente sobre él, menos fuerza tendrá.
Por primera vez decido hablar sobre ello, y lo hago para evitar que
entre tantos aprendizajes que usted ha estado leyendo durante este libro,
se vaya a dejar vencer por el mal, desviándose de su camino principal.
En los primeros capítulos del libro, les conté sobre diversas viven-
cias, en las cuales tuve que vencer al mal. Por ejemplo, cuando
mencioné lo que me sucedió en el patio del colegio, el cambio que tuve
con la profesora, la incomprensión de algunos familiares, o hasta in-
cluso cuando Mr. Pat, mi mejor apoyo de pequeño, me fue arrebatado.
Pese a que el mal existe, el bien siempre triunfa al final.
La diferencia está en que las batallas pueden ser cada vez más fuer-
tes, intentando incluso actuar en su mayor debilidad para que usted se
rinda o flaquee en su fe o propósito.
Le confieso que el proceso para escribir este libro fue más largo de
lo que yo pensé, y aunque sabía que podía culminarlo en un menor
tiempo, porque tenía desde el principio muy claramente los conoci-
mientos que quería compartir, mi mente me jugó un mal partido.
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Me dejé nublar por la preocupación, y la mayor parte del tiempo
revisaba que mis escritos pudiesen ser entendidos fácilmente. Esa fue
una de las mayores batallas por las que tuve que lidiar mientras escribía.
“¿No te das cuenta de que mientras haces el bien, las personas jue-
gan contigo? ¿Para qué sigues ayudando a los demás?”.
Le confieso otra experiencia que viví para darme cuenta que no era
el camino que debía seguir. Existió una etapa en mi vida en la cual fui
parte de un equipo de investigación muy reconocido dentro de los Es-
tados Unidos. El objetivo principal era asistir a lugares llamados
“encantados” para capturar, a través de equipos electrónicos, a seres
que en esos lugares habitaban, como especie de Cazafantasmas. Yo era
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prácticamente el sensor perfecto para ubicarlos, y mis compañeros los
responsables de tomar la evidencia.
Cada vez que se presente una situación en la cual usted quede aba-
tido o lastimado y el rencor se quiera apoderar de su ser, evite actuar
impulsivamente para tomar venganza o actuar en defensa propia, y
nunca tome decisiones en ese instante. Resista, mantenga la calma, ac-
túe desde el amor y recuerde todo lo que ha evolucionado
espiritualmente a diferencia de quien lo esté agrediendo.
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Pase tiempo con las personas que valen la pena, que le brinden aten-
ción, que se interesen por su bienestar y se alegren por sus éxitos. Usted
no necesita estar con alguien que le baje su autoestima o le haga pensar
negativamente sobre las cosas.
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TIPS que debe recordar día a día.
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CAPÍTULO CATORCE
Viva junto a los milagros
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Y aquí estamos al final de la aventura que fue compartir mi expe-
riencia de vida por medio de los ejemplos que le he contado en los
capítulos de este libro, los cuales usted puede incluso interpretarlos y
usarlos para sus propias vivencias.
Todo aquello que usted cree casi imposible de resolver, puede ser
resuelto de un momento a otro si tiene la energía y la fe que corresponde
para transmitirla en su día a día. Todo es posible y puede lograrse si
verdaderamente se lo propone y utiliza las herramientas correctas que
he estado compartiendo, que si bien no son las únicas que existen, a mí
me han funcionado muy bien.
Las casualidades no existen y todo tiene un por qué, pero usted debe
estar dispuesto a ver más allá para vivir los milagros y así empezar a
contar su experiencia.
Usted es igual de especial que yo, y aunque tenga este don de naci-
miento, usted puede encontrar su propósito y descubrir sus verdaderos
talentos. Talentos que Dios le entregó sin importar sus creencias, raza,
género o preferencia sexual. Todos iremos a un mismo cielo, y lo único
que Dios y los ángeles quieren ver de usted en esta vida, es que encuen-
tre el trozo de felicidad que merece tener.
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Cuando se dé cuenta de las maravillas que Dios le otorga, usted
mismo verá la evolución que ha logrado en su ser.
Gracias por estar aquí, por haberse tomado el tiempo de leer estas
líneas, y por permitirme compartir con usted gran parte de mis conoci-
mientos. Gracias también a quienes están detrás de usted leyendo esto,
porque, aunque no los pueda ver, están allí.
Vea esta vida como su propio libro, donde cada día escribe una
nueva página, en la que también usted puede ser un milagro para otra
persona.
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¡NO OLVIDES!
No olvides que los Ángeles están aquí y te están viendo, ellos el rol
más importante del a donde irás o no al terminar aquí tu tiempo. No se
trata de lo que aparentas, ellos pueden ver tus acciones y secretos que
otros no pueden. Todo eso que ocultas dentro...
No importa lo que tu esposo o novio o novia pensó que serían las cosas
en este momento.
Arruiné una gran parte de mi vida pensando en quedar bien con todos
los demás, queriendo compararme con ellos como un ejemplo a seguir,
toda esa basura mental se calmó a mis 25 cuando decidí hacer lo que
todos decían "era perder el tiempo". Y aquella "pérdida de tiempo" se
convirtió en este milagro que ahora tienes en tus manos, mi libro.
No te olvides de que con quien debes quedar bien, no esta aquí. Y a "El
o ellos" lo único que les importa y esperan de ti...."es que seas feliz". Lo
mismo deberia importarte a ti.
Y….
129
“7 días”
Es el tiempo que tardan los ángeles en responder o plasmar en tu vida
una petición , mensaje o milagro.
130
Gracias por permitirme el honor de llegar por medio de este libro a tu
vida, gracias a quien anónima o directamente compartió esto para po-
der llegar así a tu vida. Gracias de corazón en nombre de los ángeles y
en el mío.
Gerard Leiser
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