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Introducción
Es común la cita del derecho estadounidense toda vez que nos referimos a
fusiones y concentraciones de empresas1.
La norma básica se encuentra en el art. 1º de la ley Sherman que
requiere, para prohibirlas, la eliminación de una competencia significativa
entre las empresas fusionadas y que éstas constituyan factores de
importancia en relación con la competencia en el mercado afectado.
Por otra parte el art. 7º de la ley Clayton prohíbe las fusiones u otros actos
con efectos similares que disminuyan sustancialmente la competencia o
tiendan a crear un monopolio en un sector económico considerado en su
conjunto.
No obstante, recién en 1976 se incorpora el régimen de notificación previa
y obligatoria con la sanción de la HSR Act.
Lo destacable es que bajo la legislación antitrust de los Estados Unidos de
Norteamérica los efectos de una fusión horizontal sobre la eficiencia del
sector considerado no deben ser tenidos en cuenta para apreciar su validez
y que las fusiones verticales han sido analizadas en una evolución cada vez
más severa en la evaluación de las mismas al punto que participaciones
pequeñas (por ej.: 6%, 10%, 12%) han sido consideradas suficientes para
configurar una lesión a la competencia.
Hasta la sanción de la HSR Act en el derecho estadounidense los
procedimientos respecto de concentraciones podían iniciarse con gran
posterioridad a la fecha de la fusión. Si bien ello permite considerar a los
1La Sherman Act fue dictada el 2.7.1890 y es la primera legislación antitrust del mundo. Luego la
Clayton Act de 1914 completó, junto con otras leyes posteriores, el plexo normativo. Especial
relevancia adquieren en el derecho americano los Merger Guidelines emitidos por el Departamento
de Justicia de los Estados Unidos de Norteamérica que son fuente de interpretación de los
Tribunales.
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tribunales no sólo la estructura del mercado afectado sino también el
comportamiento de las partes y en especial de la sociedad fusionada con
posterioridad a la fusión2, la revisión posterior al perfeccionamiento del acto
de concentración provocó importantes problemas prácticos. La HSR Act
pretendió ser una solución a tal situación.
3
o sea entre compañías en el mismo sector de mercado y al mismo nivel de
producción o distribución.
La situación de cartel se dará cuando dos competidores independientes
crean un marco de cooperación recíproca. Esto puede lograrse cuando una
empresa competidora de otras, por ejemplo, adquiere una participación
accionaria en otra que, aunque no le dé el control tenga tal significancia
que, en rigor, se produce de hecho un acceso a los planes de producción
y/o comercialización que llevan a una actuación concertada o de
cooperación que produce el fin último de distorsionar la competencia entre
tales empresas en el mercado. Situaciones semejantes se han producido
en los Estados Unidos y Europa cuando dos o más empresas producen el
efecto anillo (auction ring) actuando en común para la compra de acciones
de otra empresa de forma de evitar que el precio suba desmedidamente.
Muchas veces tales anillos llevan implícitos acuerdos de distribución de
mercados o productos.
Los arts. 85 y 86 del Tratado de Roma de 1957 fueron diseñados para
atacar acuerdos anticompetitivos y para evitar situaciones de concentración
abusiva. Sin embargo, tales normas no se referían específicamente a los
casos de fusiones empresarias.
Ese confuso encuadramiento de la cuestión tuvo una evaluación particular
a partir del caso Continental Can. Tanto la Comisión del Mercado Común
como la Corte Europea concluyeron que los supuestos de fusión se
encontraban implícitamente previstos en tales normas.
En 1966 la Comisión emitió su Memorándum sobre Concentraciones que
estableció que la prohibición de acuerdos anticompetitivos prevista en el
art. 85 no se aplicaría a los acuerdos cuyo propósito fuera la adquisición
total o parcial de la propiedad de empresas (acciones) o sus activos. Sin
embargo, una compañía que tuviera una posición dominante en el Mercado
Común podría ser tratada como que explotaba en forma abusiva dicho
mercado -infringiendo el art. 86- si adquiría una situación que la colocara
4
prácticamente en una posición monopólica como resultas de la adquisición
de un competidor.
La interpretación de la Comisión del art. 86 fue adoptada en 1973 por la
Corte Europea en el caso Continental Can3. La Corte dijo que no tendría
sentido controlar acuerdos restrictivos de la competencia bajo el art. 85 si
los empresarios tuvieran la libertad de eliminar la competencia vía fusiones
o adquisiciones de participaciones de control en otras empresas. Aceptar lo
contrario significaría crear una brecha en el sistema de protección de la
competencia que perjudicaría el funcionamiento del Mercado Común. Como
el Tratado de Roma no contemplaba el sistema de control de fusiones, la
Corte lo introdujo interpretando las normas existentes.
Así, hoy es conteste el criterio que bajo el art. 86 del Tratado de Roma se
encuentran también sometidas a control las fusiones y concentraciones
(cualquiera sea su manifestación) si las mismas tuvieran por objeto o efecto
incrementar la posición dominante de una empresa en el Mercado Común
Europeo, con independencia del país donde estuviera asentada.
3 Continental Can, sociedad de origen estadounidense, era una sociedad importante a nivel
internacional en la fabricación de contenedores de metal y máquinas de envasar o empaquetar
(packaging machines). Era propietaria de una sociedad controlada en Alemania Occidental que tenía
una participación muy importante del mercado de latas de productos conservados. A través de otra
sociedad controlada acordó comprar una participación controlante en una sociedad holandesa que, a
su vez, era su licenciataria y que era el fabricante más grande de contenedores de metal en el
Benelux. La Comisión dictaminó que Continental Can tenía una posición dominante a través de su
sociedad alemana y que, además, si adquiría la participación prevista en la sociedad holandesa
constituiría un abuso de su posición dominante bajo el art. 86; en suma, ello incrementaría la
posición dominante de Continental Can al punto que prácticamente haría desaparecer la
competencia.
Continental Can apeló a la Corte Europea. La Corte revió la decisión de la Comisión pues no
había realizado un análisis pormenorizado de la composición del mercado como fundamento de su
dictamen, pero al mismo tiempo confirmó el principio de que adquisiciones de paquetes accionarios
que fortificaran una posición dominante en el Mercado Común llevarían a una situación de abuso
bajo el art. 86 del Tratado de Roma si las consecuencias fueran que habría grandes posibilidades de
que la competencia se hiciera prácticamente imposible.
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El preámbulo de la normativa referida a la regulación de las Fusiones y
Concentraciones Empresarias en Europa marca claramente el objetivo de
la regulación. Así se destaca que al desaparecer las fronteras nacionales
era lógico pensar en la aparición de diversas manifestaciones de
reorganizaciones empresarias en la Comunidad Europea, particularmente
bajo la forma de concentraciones empresarias. Se aclaró que tal desarrollo
debía ser bienvenido en consonancia con la necesidad de incrementar la
competitividad de la industria europea y así mejorar las condiciones de
crecimiento económico y el estándar de vida de la población en la
Comunidad. Por tanto, se pretendió que ello no creara distorsiones en la
competencia. Las concentraciones no debían impedir, por el contrario,
debían preservar la efectiva competencia en el Mercado Común.
De esta forma aparecen dos conceptos que se vinculan estrechamente:
concentraciones empresarias y posición dominante. Al tiempo de
establecerse la regulación europea en materia de defensa de la
competencia, se tuvieron en cuenta los efectos perniciosos que podrían
traer para la comunidad en general los efectos de adquirir una posición
dominante y su potencial abuso.
En Europa, se debate entre los expertos en esta materia si el art. 86 sólo
se refiere a los supuestos en los que se incrementa la posición dominante o
si también alcanza a aquellas situaciones en donde se crea una posición
dominante4. Como se verá más adelante, en cambio, en nuestra legislación
no se castiga o controla la posición dominante per se, sólo se castiga el
abuso de posición dominante.
4 En 1988 la Comisión aplicó severas penas a tres productores agropecuarios italianos por
considerarlos incursos en abuso de posición dominante compartida cuando verificó que su actuación
concertada demostraba que si bien ninguno de ellos tenía una posición dominante, una tácita
colusión entre ellos los constituyó en un oligopolio de hecho al advertir su interdependencia y las
probables consecuencias desfavorables de adoptar una actitud agresivamente competitiva entre
ellos.
6
Por otra parte, también se debate en Europa si el art. 85 es la base legal
adecuada para el control de cartels.
El art. 85 prevé un sistema de notificación de acuerdos a la Comisión. Tal
sistema fue criticado por su burocracia y dilatado tratamiento.
El sistema del art. 85 sanciona con la nulidad a aquellos acuerdos que se
consideren anticompetitivos. Por tanto si los mismos son notificados y la
Comisión considera que los mismos no violan el art. 85 tal dictamen
produce el efecto de darle vigencia retroactiva desde su fecha. En 1987 la
Corte Europea sentenció que el art. 85 debía ser aplicado a aquellos
acuerdos de concentración cuando una situación de cartel ya existiera. Este
fue el caso Philip Morris. Dicha empresa era una de los 6 grandes grupos
empresarios que dominaban entonces el mercado de cigarrillos en la
Comunidad Europea. Dicho mercado fue considerado como un mercado
estable (es decir que no tenía crecimiento en sí mismo) y que por lo tanto la
única manera de incrementar la participación en tal mercado era mediante
la adquisición de participaciones en un competidor. Philip Morris acordó
adquirir el 21.9% del capital de uno de sus competidores, Rothmans
International. El acuerdo había sido sometido a la consideración de la
Comisión, la que luego de un largo procedimiento confirmó que el mismo no
violaba los arts. 85 ó 86 del Tratado. El precedente de la Corte fue valioso
pues juzgó que el art. 85 resultaba aplicable si existía la posibilidad de que
la adquisición accionaria implicara un cambio de conducta de las
sociedades involucradas (adquirente y adquirida). Este precedente fue
luego la base para la utilización del art. 85 en el caso de las Destilerías
Irlandesas5.
5 En mayo de 1988 Grand Metropolitan PLC y Allied Lyons PLC decidieron que sus controladas
irlandesas, Gilbeys of Ireland Limited y Cantrell & Cochrane Limited constituirían juntas una nueva
compañía denominada GC&C Brands Limited en la que cada una tendría una participación del 50%.
A su vez, Guinness PLC que tenía el 49.6% de Cantrell & Cochrane acordó incrementar su
participación a fin de aunar fuerzas con Gilbeys para hacer una oferta conjunta de adquisición de
Irish Distillers Group (IDG).
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En resumen el art. 85 se hizo aplicable toda vez que dos competidores
o posibles competidores estuvieran involucrados en un negocio
jurídico de concentración o fusión y tal acuerdo pudiera incidir en
distorsionar la competencia. Los antecedentes del art. 85 y 86 que
brevemente hemos relatado, llevaron al reconocimiento de la necesidad de
una regulación explícita en materia de concentraciones y fusiones. Así se
creó la Regulación de Fusiones de la Comunidad, que reglamentó los arts.
85 y 86 (Regulación de Fusiones)6.
IDG era un productor de whiskys reconocido que comercializaba en Irlanda, Reino Unido y otros
países de la Comunidad Europea. Adicionalmente vendía vodka y gin en Irlanda solamente.
Guinness entonces era el segundo más grande productor de bebidas espirituosas en la Comunidad,
mientras que Allied Lyons PLC era el tercer productor de bebidas espirituosas en la Comunidad.
Grand Metropolitan, por su parte, era el más grande fabricante y vendedor de bebidas en general en
la Comunidad.
En agosto de 1988 la Comisión inició los procedimientos contra GC&C y sus accionistas
considerando que había un acuerdo que encuadraba en el art. 85 (1) del Tratado entre GC&C
Brands, Cantrell & Cochrane, Gilbeys, Grand Metropolitan, Allied Lyons y Guinness para hacer una
oferta por IDG y si eran exitosos iban a dividirse entre ellos la responsabilidad de la distribución de
sus bebidas. Determinó que el mercado más importante era el de whisky que se distinguía del de
otras bebidas espirituosas. Además, consideró que la esfera geográfica del acuerdo era la
Comunidad. En resumen, entendió que ese acuerdo en su totalidad era un acuerdo de
distribución y participación de mercados que distorsionaba la competencia entre compañías
que antes actuaban como independientes y que por el acuerdo antedicho no lo harían más.
Además, se concluyó que era un mecanismo para evitar una escalada de ofertas por las acciones de
IDG. Así encuadró al acuerdo como un acuerdo de oferta que restringía la competencia conforme el
art. 85 (1). El acuerdo de distribución de mercados era un acuerdo de restricción de la
competencia y aludió al precedente de Philip Morris. La decisión indujo a la Comisión a proponer a
las partes modificaciones sustanciales al acuerdo impugnado. Así las indujo a ofrecer por IDG por
separado. Asimismo las forzó a negociar la división de productos (por mercados) en forma
independiente y competitiva entre todos los interesados e impuso un régimen de control de
las actividades de IDG por 5 años para asegurar que los oferentes no se volvieran a poner de
acuerdo.
6 La Regulación del Consejo 4064/89 fue modificada por la Regulación 1310/97.
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La Regulación de Fusiones entró en vigencia a partir del 21 de setiembre
de 1990 y establece varios requisitos para que la concentración con efectos
comunitarios pase a estar sujeta al control excluyente de la Dirección
General para Competencia de la Comisión Europea:
a) se tienen en cuenta la facturación de las empresas involucradas,
tanto la mundial así como la facturación en el Mercado Común, esto es
si en ambos casos superan una suma determinada. Esto es lo que se
ha dado en llamar la Dimensión Comunitaria.
b) se pierde la Dimensión Comunitaria si más de una determinada parte
de su facturación (2/3) se obtiene en más de un Estado parte;
c) si el control de la empresa objetivo (target) pasa a la adquirente o
incorporante. El concepto de control es amplio. Así se determina que existe
control cuando exista la posibilidad de ejercer una influencia decisiva en la
formación de la voluntad social de la empresa resultante;
d) si el objeto o efecto de la fusión o concentración es coordinar la
conducta competitiva de empresas anteriormente independientes en el
mercado.
El procedimiento involucra cierta publicidad pero garantizando el secreto
comercial. La Comisión tiene un plazo muy breve para dictaminar si la
fusión o concentración encuadra en la regulación y si así fuera también
dispone de un plazo breve para acceder a su perfeccionamiento o un plazo
mayor para analizar posibles adaptaciones o simplemente no permitir su
perfeccionamiento. Pero lo importante es que la fusión no sigue adelante,
se suspenden sus procedimientos, hasta que se resuelve la cuestión.
La otra cuestión que quedó clara con la Regulación de Fusiones fue la
intervención de la Comisión en casos de joint ventures, en donde había
dudas si se aplicaba el art. 85, como se explicó más arriba.
La Comisión ha calificado los joint ventures en de concentración
(concentrative) o de cooperación (cooperative).
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Los joint ventures de concentración se encuentran encuadrados en la
Regulación de Fusiones y sometidos exclusivamente al control de la
Comisión Europea. En cambio los de cooperación quedan excluidos de la
Regulación aunque podrán estar sujetos a la revisión de la Comisión bajo
las reglas anti-trust de los arts. 85 y 86 del Tratado de Roma y deben ser
notificados a las autoridades nacionales en la mayoría de los Estados
miembros. Esta disposición es similar a la que existe en nuestra LSC, art.
369, en cuanto impone al Registro Público de Comercio remitir a la
Dirección Nacional de Defensa de la Competencia copia de todo acuerdo
de Agrupamiento de Colaboración que se inscriba en tal registro.
11
concentración generaran dispendio de recursos de la Administración y de
los administrados, cuando el volumen o la incidencia de las mismas no lo
justifican.
La tercera modificación, complementaria de la enmienda anterior y
también introducida por el decreto 396/01, fijó como umbral para exigir el
control previo de concentraciones que el valor de la operación en cuestión o
de los activos transferidos sea de más de $20.000.000 salvo que en el
plazo de 12 meses anteriores se hubieren efectuado operaciones que, en
su conjunto, superen dicho importe o el de $60.000.000 en los últimos 36
meses, siempre que, en ambos casos, se trate del mismo mercado.
13
importantes lineamientos al rechazar la denuncia entablada contra dicho
negocio mayorista con motivo de las ventas por debajo del costo realizadas
por el supermercado mencionado. Así se consideró que: (1) Los precios
por debajo de los costos son aquellos precios que fija una empresa
para desplazar a sus competidores del mercado y así poder cobrar
ulteriormente precios superiores a los de un mercado competitivo,
recobrando la pérdida anterior; 2) Para que exista un caso de precios
predatorios se deben dar simultáneamente las siguientes condiciones:
a) poder de mercado o posición dominante por parte de la empresa
que fija los precios por debajo de los costos9, b) intención de desplazar
del mercado a los competidores, y c) la existencia de barreras que
dificulten la entrada a los futuros competidores que desearan ingresar
al mercado con posterioridad a la predación, para que sea posible
recuperar las pérdidas ocasionadas por la acción predatoria; 3) El
análisis de precios por debajo del costo debe realizarse en dos etapas. En
la primera se debe examinar la estructura del mercado para poder
determinar si es probable que la predación de precios sea exitosa. Si las
barreras a la entrada de los competidores son bajas, es poco probable que
la predación de precios sea una estrategia viable por lo que la autoridad
competente debe dar por concluida la investigación. Si existen barreras a la
entrada, se debe pasar a la segunda etapa de análisis para realizar tests
basados en costos y precios. Así, hay indicios de predación cuando los
precios están por debajo de los costos medios variables, o cuando los
precios no han sido fijados por debajo de los costos medios variables pero
han sido aumentados significativamente dentro de los dos años, sin que
tales aumentos sean provocados por incrementos en los costos o en la
demanda. También se considera que existen indicios de predación cuando
9 En el caso en cuestión, donde la denuncia fue entablada contra un supermercado, la CNDC indicó
a título ilustrativo que en Estados Unidos para que la fijación de precios por debajo del costo sea
investigada por violación a la competencia, se requiere que la empresa que haya fijado tales precios
posea por lo menos el 50% del mercado. Asimismo, la CNDC destacó que en el Reino Unido se
considera mayormente que en la medida que los descuentos sean pasados al consumidor no hay
razones para aducir la presencia de efectos adversos al interés general.
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los precios no cubren los costos de producción y la empresa que los fija, a
raíz de esta política aumenta su participación en el mercado. En esta
materia debe tenerse en cuenta que la LDC introduce otros factores a
considerar, a saber: (a) la preservación de la imagen del producto, o sea,
su marca, pretendiendo proteger el interés del proveedor; (b) las prácticas
usuales del mercado, como pueden ser las rebajas especiales por saldos
de temporada, etc.
Los sujetos punibles son todas las personas físicas o jurídicas públicas o
privadas, con o sin fines de lucro, que realicen actividades (i) en todo o
parte del territorio nacional (ii) y aunque realicen actividades en el exterior,
en la medida que sus actos, actividades o acuerdos puedan producir
efectos en el mercado nacional (art. 3º, LDC).
En apretada síntesis, puede decirse que la LDC adopta el criterio de
controlar tres aspectos del desenvolvimiento de la economía: (1) la
estructura del mercado, (2) la conducta de los agentes en el mercado y
(3) el resultado que sus conductas producen para el interés
económico general (entendido como bienestar general), todo
salvaguardando la rule of reason, principio que la Corte ha
identificado con el derecho constitucional del art. 28 de la
Constitución Nacional10.
Como corolario, surge el derecho del Estado de ejercer su poder de policía
y por tanto su potestad de aplicar sanciones. Esta potestad resulta mejor
configurada con las facultades explícitas que el decreto 89/01 le otorga a la
Secretaría de Defensa de la Competencia y del Consumidor11.
15
En el juzgamiento de las conductas punibles o prohibidas prevalece el
criterio del art. 1º de la LDC. Por tanto solamente se castiga las
conductas que constituyen abusos de posición dominante a los fines
de juzgar las conductas delineadas por el art. 2º de la LDC. Por otra
parte, las conductas en la producción o intercambio de bienes o servicios
que tengan por objeto o efecto limitar, restringir, falsear o distorsionar la
competencia como fruto de una concentración se pueden juzgar como
análisis de conductas previsibles por el poder de mercado que la empresa
resultante pueda adquirir como resultado de una concentración. A esos
fines la Autoridad de Aplicación debe salvaguardar los principios de
legalidad (art. 14, CN), igualdad (art 16, 75, 19 y 23 CN) y de
razonabilidad (art 28, CN), todo con el corolario del derecho al debido
proceso y defensa, teniendo presente que el bien tutelado es el
bienestar general que se logra con la necesaria independencia de
conductas de los agentes del mercado.
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Siguiendo los modelos en los que se inspirara nuestra legislación, cabe
reflexionar sobre el análisis que le cabe formular a la Autoridad de
Aplicación de la LDC al considerar supuestos de concentraciones
empresarias sometidas a su análisis en torno de los tres factores claves
que hemos mencionado precedentemente. Ello es así por cuanto cabe
concluir, al analizar la economía de la LDC que las pautas de juzgamiento
de las conductas punibles en general sirven también para evaluar las
tomas de control o concentraciones.
Con esta perspectiva, cuando hablamos de estructura del mercado
nos referimos a la cantidad de empresas que compiten entre sí en un
mercado dado, la dimensión de las mismas y las barreras a la entrada
de otros jugadores. Este último factor debe medirse o analizarse en
función de las reales posibilidades fácticas que ingresen nuevos agentes o
subsistan agentes existentes.
Cuando hablamos de conductas en el mercado nos referimos a los
mecanismos para restringir, prohibir o distorsionar la competencia, los
cuales no necesariamente constituyen mecanismos para disminuir la
competencia. Así es fundamental analizar la necesidad de inversiones muy
importantes o de resultado incierto como justificativos de actos de
concentración para preservar la conservación de la empresa. En este
aspecto, el monitoreo de conductas deberá centrarse en la identificación de
posibles prácticas corruptas (directas o indirectas) entre empresas.
Por fin, el resultado se mide en función de la naturaleza y dimensión de la
afectación del bienestar de la comunidad.
Como se ha podido observar el control que autoriza la LDC no es
sinónimo de prohibir fusiones u operaciones de toma de control. Ello
es así pues ha quedado demostrado en experiencias habidas en otros
países que no toda concentración económica supone reducción
dañosa de la competencia.
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Por otra parte, es una verdad entendida en esta materia que poner en
riesgo la competencia es, en rigor, poner en peligro las condiciones
estructurales de la competencia.
Nuestra ley siguiendo en este aspecto de la materia el modelo de la
Clayton Act de 1914, induce a utilizar el concepto de poder de mercado y
ejercicio del poder de mercado. Esta conclusión resulta del art. 7º de la
LDC que no se apoya en el concepto de posición dominante que, como
vimos de los antecedentes europeos citados precedentemente, es el factor
determinante de los considerandos tenidos en cuenta en el derecho
europeo.
Debe enfatizarse, por tanto, que una concentración lejos de
constituirse en un instrumento indeseable en sí mismo, muchas veces
constituye un objetivo deseado para preservar la competencia en el
mercado, fuentes de trabajo y recursos productivos locales ante el
impresionante crecimiento de diversas empresas multinacionales,
que, localizándose en diversos territorios estratégicamente elegidos
buscan disminuir sus costos de producción y, a la vez, con
producciones en gran escala, poder vender sus productos con menor
margen compensando un más bajo precio con un mayor volumen de
ventas.
En la Argentina, el concepto que se venía usando es el de posición
de dominio -posición dominante-, concepto que subyace explícita e
implícitamente en los capítulos I y II de la LDC y viene de la ley 22.262;
pero en materia de concentraciones en lugar del principio de posición
de dominio se pasa al principio de poder de mercado. Como colorario,
con el test de poder de mercado una fusión o concentración
empresaria será pasible de ser prohibida únicamente si se prevé que
la misma puede derivar en una situación de ejercicio de poder de
mercado que traiga aparejada ya sea un aumento de precios o una
posible disminución de la calidad del producto o servicio o
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disminución en la necesidad de inversión en investigación y
desarrollo con perjuicio para el interés económico de la comunidad.
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