Colón había llegado cerca de México en su cuarto viaje, cuando por sus intérpretes aborígenes supo
de una región llamada maya, pero jamás penetró en ella.
Diego Velázquez, el Adelantado de Cuba, se interesó por las regiones que se encontraban al occidente
de la isla con el afán de buscar un paso hacia Asia. Velázquez envía una primera expedición a Yucatán
al mando de Francisco Hernández de Córdova, quien detecta la huella de impresionantes
civilizaciones, pero los habitantes de estas zonas y le infligen muchas bajas, por lo que regresa a
Cuba. Esta experiencia le costaría la vida a Córdova, pues muere a causa de las heridas recibidas.
Juan de Grijalva marchó en 1517 con una poderosa expedición en busca de esclavos. Allí tuvo por
primera vez contacto con los emisarios de Moctezuma, pero volvió rápidamente a Cuba para referir al
Adelantado las maravillas descubiertas.
La expedición de conquista de México salió de Santiago de Cuba al 18 de febrero de 1519 mandada
por un lugarteniente de Diego Velázquez.
Éste, un capitán de origen extremeño (de Medellín), Hernán Cortés, que había vivido en La Española
desde 1504, donde logró alguna fortuna con las encomiendas y que ya ocupaba una posición
privilegiada en la nueva colonia cubana, empleó en el montaje de la empresa casi toda su hacienda.
El resto lo cubrió el Adelantado. No obstante, receloso de Cortés, intentó evitar su marcha, pero Cortés,
prevenido, partió precipitadamente con quinientos ocho soldados, cien marineros, diez pequeños
navios, diecisiete caballos y diez cañones. Sus limitaciones jurídicas radicaban en que lo enviaba el
Adelantado de Cuba y no la Corona, en una misión exploratoria y mercantil.
HUIDA DE CORTÉS
En la noche de 30 de junio de 1520, Cortés escapó de Tenochtitlan la fuga resultó un desastre, pues
perdió la mitad de sus efectivos, entre españoles y tlaxcaltecas, y sus tesoros. En esta noche triste, el
capitán extremeño lloró amargamente las pérdidas sufridas.
De Tacuba partió a Tlaxcala, pero un ejército azteca le salió al encuentro en el valle de Otumba donde,
tras denodados esfuerzos, logró vencerles. La desproporción en número de los hombres de Cortés
frente a los soldados de Texcoco quedaba compensada por sus armas y corazas de hierro. Una vez
victoriosos, se refugiaron en Tlaxcala para curar sus heridas.
Conocedor de la magnitud de la empresa, Cortés preparó cuidadosamente sus huestes, trajo equipo
y caballos de las islas, y continuó con su política de atraerse a los enemigos de los mexicas.
NOCHE TRISTE
Resistencia de los aztecas
Los aztecas se habían organizado bajo la bandera de Cuitláhuac, quien murió de la viruela introducida
por un esclavo negro de Narváez. Le sucedió el caudillo Cuauhtémoc (el águila que cae), que se
dispuso a enfrentarse al extranjero invasor.
Cortés se establece en Texcoco, destruye las facciones promexicas, se gana las antimexicas y arrasa
Xochimilco y Cuernavaca. En mayo ya cuenta con unos bergantines para el transporte de tropas por
el lago de Xochimilco, con las que sitia Tenochtitlan por tierra y agua. Se trató de un asedio largo y
sangriento, en el que aparecieron el hambre y la enfermedad. A los tres meses, perdidas todas las
esperanzas, Cuauhtécmoc huyó de noche, pero lo apresaron en la canoa en la que pretendía escapar,
la ciudad se rindió. Las bajas sumaron más de cincuenta mil personas, según los cronistas. En busca
de supuestos tesoros, que al parecer no existían, Cuauhtémoc fue sometido a suplicio, pero pereció
sin revelar dónde se encontraban.
España pudo apoderarse así de las ricas tierras conseguidas, pero la ferocidad de la lucha dio pábulo
a la llamada leyenda negra, que recayó sobre ella y que fue manipulada por enemigos del poder
hispano. Esta circunstancia sentó también las bases para que el pueblo novohispano anidara en el
futuro una actitud hostil hacia los españoles.
Se conoce como Guerra de Independencia al conflicto armado que se inició en México en 1810 y terminó
en 1821 con la firma del Tratado de Córdoba. Mediante éste, México logró su independencia de España,
que lo había dominado durante casi 300 años.
A principios del siglo XIX, diversas circunstancias se unieron para propiciar el comienzo de la Guerra de
Independencia. Entre las causas externas, tenemos que los ejércitos franceses invadieron España y
obligaron al rey Fernando VII a abdicar en favor de Napoleón I Bonaparte. Esta situación creó un conflicto
en Nueva España, pues muchos de sus habitantes se preguntaron qué tan legítimo era continuar
gobernados por un monarca que no era español.
De igual manera, desde varios años atrás, los ideales que planteaban la independencia, libertad y sobre
todo, que el pueblo era quien debía escoger su forma de gobierno habían llegado a América y cuestionado
la forma de gobierno de las colonias.
Entre las circunstancias internas, se encuentran que los criollos y españoles disputaban una constante
lucha por ocupar los mejores puestos de gobierno, que generalmente estaban en manos de europeos, y
había enormes diferencias entre las clases sociales, lo que produciría que muchas personas se unieran a
las filas insurgentes.
Las primeras manifestaciones independentistas de México aparecieron en 1808, sin embargo, no tuvieron
frutos hasta dos años después. Por estas fechas, algunos grupos de criollos decidieron que el panorama
era adecuado para promover la Independencia del país, entre ellos se encontraban Josefa Ortiz de
Domínguez, Miguel Domínguez, Juan Aldama, Ignacio Allende y el cura Miguel Hidalgo y Costilla,
quien se mantuvo al tanto del movimiento desde su curato en Dolores.
Por estas fechas comenzaron las juntas literarias en Querétaro, en la casa del corregidor Miguel
Domínguez su esposa Josefa Ortiz. Así se les llamaba a las reuniones porque a los participantes se
congregaban con el pretexto de discutir sobre arte y filosofía, aunque en realidad planeaban una rebelión.
La Santa Inquisición
Inquisición Medieval: Estuvo bajo el mando directo del Papa, y sus orígenes están en la
persecución de los cátaros o albigenses, quienes eran considerados sectarios por
criticar los excesivos lujos de la Iglesia.
Si bien es cierto que los procesos de la Inquisición se alejaban del Derecho Romano y
del conocido procedimiento acusatorio (en el que las partes, acusado y perjudicado,
presentan pruebas a un juez y éste decide en favor de uno o de otro), la mayoría de las
veces el Tribunal buscaba que una acusación tuviera, por lo menos, dos quejosos para
poder iniciar un proceso, y éste era muy largo.
No, había un largo tramo a la hoguera, generalmente el proceso se podía dividir en seis
partes:
1.- Edicto de fe: Esto no era más que la invitación a denunciarse a sí mismos si es que
alguien se creía hereje, así como también la invitación a denunciar a otros que por
alguna razón más o menos fundamentada, lo creyera hereje. Este período correspondía
a un lapso de entre 30 y 40 días.
2.- La detención: Después de levantar el informe conocido como “sumaria”, que recogía
los testimonios de cargo contra el acusado, se procedía al arresto, y éste iba
acompañado de la confiscación de los bienes; si era una persona de alto rango se le
permitía tener uno o dos criados que permanecerían encerrados con ellos.
3.- La instrucción: Una vez detenido, el presunto culpable permanecía aislado en su
celda durante semanas o meses. Muchos no sabía de qué estaban siendo acusados y
sólo tenían contacto con su carcelero; cuando finalmente los inquisidores interrogaban al
prisionero, las preguntas tenían que ver los oficios que había desempeñado hasta
entonces, quiénes eras sus padres y abuelos; ciudades donde había vivido; cónyuges,
hijos; estudios y viajes hechos. Después se comprobaba que conociera las principales
oraciones católicas y se le pedía que dijera las razones por las cuales estaba detenido y
que confesara sus pecados.
4.- La tortura: El proceso anterior se repetía hasta tres veces con intervalos de algunos
días. Si al tercer interrogatorio no confesaba, se le llevaba a la celda de tortura donde
sólo podían acceder el escribano, los inquisidores y el verdugo. La tortura a los
prisioneros era para hacerlos confesar, aunque los inquisidores eran conscientes de que
el tormento no era un medio seguro de obtener la verdad.
5.- El veredicto: Llegado este punto era imposible declarar a un acusado inocente, era
preferible decir que no había pruebas suficientes.
Según el grado de culpabilidad se distinguen tres tipos de acusados:
3.-Pertinaces.
6.- El auto de fe: Este evento se debía realizar un domingo o un día festivo para que
todos los habitantes pudieran asistir; días antes se leía una proclama pública para
invitar a la población. Una vez que el penitente era vestido adecuadamente, respecto al
delito cometido (con el Sambenito, la prenda que vestían los acusados por el Tribunal),
abandonaban la prisión hacia donde se realizaría el auto de fe. Un predicador
pronunciaba un sermón para atacar la herejía, después se hacía la lectura de las
sentencias y, una vez terminada la lectura, un destacamento llevaba a los
condenados a los lugares de suplicio; inmediatamente después se arrojaban los
cuerpos a la hoguera para reducir a cenizas los cadáveres; esto podía tomar toda la
noche.
¿Cuántas muertes causó la Santa Inquisición?
Aunque las cifras no son exactas, lo cierto es que no sólo la Inquisición fue culpable. Es
decir, como los miembros del Tribunal Eclesiástico no podían ser verdugos ni torturar,
siempre existió una colaboración Iglesia-Estado, por lo que Alemania, Francia, España,
etc., fueron los brazos seculares que realizaban tanto las torturas como los autos de fe.
La mayoría de las inquisiciones se disolvieron alrededor del siglo XIX; sin embargo, la
conocida como “Romana” no ha dejado de existir; en 1965 cambió su nombre a
“Congregación para la Doctrina de la Fe”, cuyo campo de acción se limita dentro de la
misma Iglesia. (Vaticano, s.f.).
La Intervención Francesa.
Tras la Guerra de Reforma en México, la principal problemática por la que atravesó el gobierno fue la
insuficiencia de recursos para establecer el orden en un país agotado por los constantes
enfrentamientos, cuartelazos y rebeliones.
Esta razón llevó a que el Congreso de la Reública decretara, el 17 de julio de 1861, la suspensión de
pagos de todas las deudas públicas, lo que originó la reacción de Inglaterra, España y Francia, que
reclamaron la cancelación de esa medida, sin embargo el Gobierno Mexicano hizo caso omiso de
esa demanda de esos países, por lo que ingleses y franceses terminaron relaciones diplomáticas
con nuestro país.
Los conservadores en México vieron en estas dificultades del gobierno de Benito Juárez la
oportunidad para realizar sus objetivos, ya que desde la consumación de la independencia buscaron
establecer una monarquía en México.
El gobierno mexicano nunca se negó a pagar tales deudas, sólo solicitó una prórroga de tiempo para
superar la angustiosa situación económica en la que se encontraba tras el episodio de la guerra civil
de Reforma.
Después de que las tres potencias europeas firmaron el convenio en Londres, la escuadra española
llegó a Veracruz el 8 de diciembre de 1861; los ingleses el 6 de enero de 1862 y los franceses
anclaron al día siguiente. El gobierno mexicano designó al General Manuel Doblado para negociar
con los intervencionistas, solicitando que expusieran las intenciones de su expedición, sin lo cual no
se podía permitir su avance.
Los plenipotenciarios europeos intercambiaron impresiones con el ministro Manuel Doblado en las
que se expuso el interés de evitar un enfrentamiento y el 19 de febrero, se acordaron en el poblado
de La Soledad los preliminares mediante los cuales se pactó, que las potencias aliadas se
abstendrían de interferir en cualquier disputa interna de los mexicanos, restringiéndose a la
negociación como vía de alcanzar acuerdos sobre sus reclamaciones, dichas negociaciones se
llevaron a cabo por representantes de las potencias aliadas y representantes del gobierno mexicano
en Orizaba.
Los preliminares de la Soledad fueron ratificados por el Presidente Juárez y los representantes
ingleses y Españoles, el 5 de marzo siguiente arribó a Veracruz el General Carlos Fernando de
Latrille, Conde de Lorencez quien, con su arrogancia característica creyó que por la situación que
vivía México que se encontraba debilitado por los cruentos años de la Guerra de Independencia, los
constantes enfrentamientos del Primer Imperio y la Reforma, sería un país sin ánimos de defenderse
cuando fueran atacados por el ejército francés. Sin embargo, el inesperado resultado fue
determinado por la energía y valor de los combatientes mexicanos.
Infringidos los preliminares de la Soledad, Lorencez marchó con sus fuerzas de Córdoba a Orizaba.
Comenzaron entonces los primeros enfrentamientos el 19 de abril de 1862 y las tropas francesas se
prepararon a avanzar a la Ciudad de México, cuyo paso intentaron detener sin éxito en Acultzingo
las tropas al mando del General Ignacio Zaragoza.
Los franceses avanzaron a Amozoc, lugar al que arribaron el 4 de mayo. En este sitio Lorencez
recibió información sobre el Plan de Defensa del General Zaragoza, y el General Juan Nepomuceno
Almonte, asesorará a Lorencez en el sentido de que el ataque debía efectuarse a través de la zona
de la Huerta del Carmen, área del perímetro de la ciudad fuera del alcance de las fortificaciones de
Loreto y Guadalupe. Ante este escenario, el General Zaragoza, dispuso sus tropas en cuatro
brigadas de Infantería como sigue:
Brigada Berriozábal, 1,082 hombres; Brigada Lamadrid, 1020; Brigada Negrete, 1,000; Brigada Díaz,
518, Artillería, 550 y Caballería, 4,852 elementos.
Ante la posibilidad de que los franceses dirigirían su ataque por el este y por el sur, el general
Zaragoza dispuso de su efectivo conforme al siguiente dispositivo:
Brigada de Caballería, al mando del General Antonio Álvarez, apoyado en la ladrillera de Azcárate;
Brigada Díaz, en la columna de ataque, entre la Caballería y la Brigada Berriozábal;
Brigada Berriozábal, en la columna de ataque, entre la Brigada Díaz y la Brigada Lamadrid,
Brigada Lamadrid, en la columna de ataque entre la Brigada Berriozábal y la falda sureste del Cerro
de Guadalupe.
La Brigada Negrete, de guarnición en los dos fuertes, con un Batallón de Morelia en los
atrincheramientos de la falda sureste de Guadalupe, el Batallón de la Guardia Nacional de Puebla
(los zacapoaxtlas) en línea de tiradores en la loma que une a Loreto con Guadalupe.
Este acto glorioso de las armas nacionales en Puebla causó optimismo en toda la República y los
generales, jefes, oficiales y soldados mexicanos de la acciones de Acultzingo y Puebla fueron
declarados beneméritos de la patria mediante decreto del Congreso de la Unión.
Las consecuencias de esa histórica batalla fueron enormes, Napoleón III ordenó que se aumentara
el número de las tropas francesas, las cuales ascendieron a aproximadamente 28000 elementos,
más unos 2800 del partido monárquico; por su parte, el General Zaragoza recibió refuerzos de la
capital, Jalisco, Guerrero, Guanajuato y Zacatecas, por lo que el efectivo del Cuerpo del Ejército de
Oriente aumentó a 22000 hombres.
Tras la ocupación de la plaza Puebla, después de haber sido declarada por el General González
Ortega en sitio desde el 10 de marzo de 1863, hasta su rendición el 17 de mayo, la capital de la
República fue declarada también en sitio y Benito Juárez trasladó su gobierno a San Luis Potosí.
La nación mexicana adopta por forma de Gobierno la Monarquía Moderada, hereditaria, con un
príncipe católico,
Que el soberano tomaría el título de emperador de México,
Que la corona imperial se ofrecería al príncipe Fernando Maximiliano, Archiduque de Austria, para sí
y sus descendientes,
Que en el caso que por circunstancias de prever no llegase a tomar posesión del trono, la nación
mexicana se remitiría a la benevolencia del emperador de los franceses para que le indicase otro
príncipe católico.
De esta forma un extranjero sería designado como dirigente de todos los asuntos nacionales y el
Poder Ejecutivo se denominaría “Regencia del Imperio Mexicano”. En 1864, desembarcó en
Veracruz, Maximiliano de Habsburgo, que con el apoyo de los franceses y de grupos mexicanos
conservadores opositores al gobierno liberal de Benito Juárez, estableció el 2º Imperio en México.
El Imperio de Maximiliano duró poco tiempo, pues en 1867, Napoleón III retiró su apoyo y por esta
razón sus incipientes fuerzas armadas no pudieron contener el avance de las tropas leales a la
república.