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Lecciones democráticas en Berlín

Sergio Padilla Moreno

La Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las más reconocidas del mundo, elige tiene un
modo democrático de elegir a su director titular, es decir, los mismos músicos de la orquesta
eligen, en un proceso muy cuidado, a quien tendrá la máxima responsabilidad artística del
ensamble. A mediados de este año asumirá la titularidad el ruso Kirill Petrenko, quien
sustituirá en el cargo al británico Simon Rattle. Tal como pasa en toda decisión democrática,
el resultado no deja contentos a todos, pero, una vez oficializado el nombramiento, el
profesionalismo de los músicos los lleva a cerrar filas y comprometerse por mantener el
extraordinario nivel artístico de la orquesta. Ningún músico osaría boicotear el trabajo de los
demás en función de afectar al director titular elegido, pues sabe que la calidad y prestigio de
la orquesta es resultado del compromiso y trabajo colectivo. Es aquí que la experiencia de la
Filarmónica de Berlín puede darnos luz al momento que vivimos como país. Es claro que no
es propio equiparar una orquesta a una nación, pero a partir de la experiencia berlinesa sí que
podemos obtener luces que nos permitan reflexionar en las posibilidades, límites y exigencias
de lo que implica la democracia como criterio de elección de las autoridades, así como las
actitudes que se deben tener hacia ellas.
Decía muy a menudo el querido periodista Jaime García Elías que, una vez elegida una
autoridad por vía democrática, ya no importa por quién haya votado cada uno y si mi
candidato ganó o perdió, sino que lo que sigue es cerrar filas en torno a las nuevas autoridades
para buscar lo mejor para todos. Hoy en México parece que seguimos en la lógica propia de
las campañas electorales -que no son dignas de presumir-, pues en muchos casos se privilegia
el ataque y denostación de naturaleza visceral a las autoridades legítimamente elegidas, pero
también son comunes los aplausos acríticos de quienes, con sus votos, llevaron al poder a los
nuevos gobernantes. La democracia no termina en el ejercicio del voto, sino que implica estar
atentos e informados, con veracidad, sobre las decisiones que tomen las autoridades, para
exigir que las acciones emprendidas vayan en función de beneficiar a todo el país y no nada
más a los simpatizantes del grupo en el poder. Volviendo a la Filarmónica de Berlín, se sabe
que el proceso democrático por el que eligen a su director se mantiene mediante el diálogo
entre todos respecto a las decisiones que él tome, con el fin de evitar las prácticas tiránicas
con que otros antiguos directores ejercían su autoridad. Desgraciadamente habrá que decir
que, si la lógica mexicana se aplicara en la Filarmónica de Berlín, seguro que no sería la
mejor orquesta del mundo.
padilla@iteso.mx
https://www.berliner-philharmoniker.de/en/history/beginning/#event-establishment-of-a-
new-orchestra

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