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PB401517
Ciudadanía:
Una lectura filosófica
J. L. Seconds.
(Asambleísta del Constituyente
de la Declaración de los Derechos del hombre
y el ciudadano 1789)
Introducción................................................................................13
I. Noción de ciudadanía..............................................................23
Conclusiones..............................................................................235
Bibliografía................................................................................239
Hemerografía............................................................................247
INTRODUCCIÓN
NOCIÓN DE CIUDADANÍA
1
Es importante entender qué es la oligarquía en el contexto que describe
Aristóteles, pues hay una enorme diferencia entre la aristocracia como go-
bierno de los mejores y la oligarquía como gobierno de los más ricos. Esto se
explicará más adelante.
NOCIÓN DE LA CIUDADANÍA 33
Consideraciones finales
La descripción que proporciona Aristóteles nos muestra que
la ciudadanía constituye el poder político de las ciudades. Po-
der que estaba reservado para algunos hombres libres (los
artesanos eran libres, pero no ciudadanos), lo que implica la
exclusión de la mayoría de los habitantes de una ciudad. Las
funciones del político o ciudadano eran de muy diversa na-
turaleza; desde la integración de lo que ahora llamamos los
poderes legislativo, ejecutivo y judicial, hasta el poder militar
y, en algunos casos, religioso. Esto hace discutible la hipótesis
de que en la Atenas clásica no había una distancia tan grande
entre la llamada «clase política» y el resto de la población.
Las virtudes eran un componente necesario para la vida po-
lítica y evidentemente la justicia era la más importante, puesto
que sin justicia no era posible alcanzar el bien de la ciudad o
polis. Esto último, quedó demostrado en la dolorosa derrota
de Atenas en la guerra del Peloponeso. Así, la tarea de la ética
consistía en desarrollar las virtudes necesarias para alcanzar
los fines públicos y privados, aun cuando para Aristóteles era
más importante la educación del buen ciudadano. Si esta in-
terpretación es correcta, entonces la respuesta a la pregunta
socrática, ¿cómo he de vivir? no puede reducirse únicamente
a la perspectiva del individuo o sobre las decisiones individua-
les. La autoconcepción del individuo pasaba por el reconoci-
miento de los demás, pues el valor individual dependía del
reconocimiento de la comunidad. Así, la respuesta aristoté-
lica a la pregunta socrática podría haber sido: He de vivir de
NOCIÓN DE LA CIUDADANÍA 43
acuerdo con la virtud porque ésta garantiza que cada uno cumpla su
función dentro de un organismo natural y político. En esto último
profundizaremos en el capítulo sobre la justicia.
Las distinciones entre monarquía y tiranía, oligarquía y aris-
tocracia, o bien entre democracia y demagogia tienen mayor
alcance cuando pensamos los procesos históricos que seguirán
a la caída de la Grecia clásica. Estas distinciones tendrán vi-
gencia en la forma de organizar el poder político tanto en la
república Romana como en las democracias modernas. Habrá
cambios en la concepción de la relación entre las leyes y la reli-
gión y habrá cambios importantes sobre las características o las
condiciones de ciudadanía.
En las sociedades contemporáneas podemos recurrir a Aris-
tóteles para entender de qué manera su cumple o no la forma
de gobierno democrático y cuáles son sus grandes limitacio-
nes; por ejemplo, cuando Aristóteles establece una jerarquía
en la que debe prevalecer la ley y no la decisión de la asamblea,
plantea una controversia que puede recordarnos el problema
de la relación entre moral y derecho. Si los partidos políticos
en México, ya sea como legisladores o como integrantes del
gobierno federal, estatal o municipal, realizan una campaña
política y prometen, con la intención de ganar votos, no pro-
mover el matrimonio de personas del mismo sexo, negar el
derecho a la eutanasia o el derecho al aborto, muy probable-
mente estarán haciendo una promesa basada en un acuerdo
de asamblea y desconocerían las leyes, pues si algunos dere-
chos humanos establecen que se debe conceder la libertad de
los ciudadanos y esta libertad es negada por una mayoría que
eventualmente votaría por un partido político, entonces bajo
la descripción aristotélica se habría instituido una demagogia
y no una democracia real, precisamente porque no se aten-
derían los derechos humanos de algunas personas y sólo se
satisfarían las creencias religiosas de un grupo o una parte de
la sociedad por encima del derecho o el principio de laicidad.
Por supuesto que esto forma parte de una controversia moral
y jurídica, pero si los derechos humanos tienen alguna impor-
tancia vinculante, entonces legislar en contra de los derechos
44 CIUDADANÍA: UNA LECTURA FILOSÓFICA
SOBRE LA JUSTICIA:
TEORÍAS CLÁSICAS Y CONTEMPORÁNEAS.
Estos casos reales, nos muestran, por una parte, que la Comu-
nidad Europea puede obtener beneficios mayores al fijar im-
puesto para que los Latinoamericanos vendamos nuestro café
a los europeos. Ellos ganan más en impuestos que nosotros en
la producción. Por otra parte, y esto debilita el argumento de
Nozick, hay una instancia “central” que fija los precisos y los
impuestos. Como veremos en la crítica de Thomas Pogge (Ca-
pítulo IV) a las teorías sobre derechos humanos, distintas orga-
nizaciones mundiales, Estados y Comunidades, por medio de
Tratados y Acuerdos, establecen condiciones de desigualdad.
Para Nozick el acuerdo sería suficiente para establecer que
la transferencia es legal y justa. La justicia distributiva plan-
tearía que los productores del café reciben menos beneficios
y que esa situación los pone en desventaja, por lo cual el Es-
tado debe redistribuir para compensar esa desventaja origi-
nal: por ejemplo, el Estado tiene la obligación de recibir un
impuesto de la ganancia del dueño del pequeño local para
distribuirlo en quienes producen el café a manera de dere-
chos sociales, como el derecho a la salud o a la educación.
No obstante, Nozick estaría en desacuerdo con esto porque
el Estado no tendría que redistribuir lo que ya recibió cada
quien por su trabajo. Lo cual evidentemente es falso. En la
teoría distributiva, el Estado debe establecer una pauta de dis-
tribución; por ejemplo, “distribuir los bienes públicos según
las necesidades o los méritos”. Quien tenga mayor necesidad
merece recibir educación o salud pública, de lo contrario no
SOBRE LA JUSTICIA: TEORÍAS CLÁSICAS Y CONTEMPORÁNEAS 105
Una vez que se han analizado los beneficios y los costos de la me-
dida, esta Primera Sala considera que el “sistema de prohibiciones
administrativas”, conformado por los artículos de la Ley General
de Salud impugnados por los quejosos, ocasionan una afectación
muy intensa al derecho al libre desarrollo de la personalidad en
comparación el grado mínimo de protección a la salud y al orden
público que se alcanza con dicha medida. A pesar de que esta Su-
prema Corte reconoce que el legislador puede limitar el ejercicio de
actividades que supongan afectaciones a los derechos que protege
nuestra Constitución, en el caso de la restricción al libre desarrollo
de la personalidad que comporta la medida impugnada, esta Prime-
ra Sala no encuentra que tales afectaciones fueran de una gravedad
154 CIUDADANÍA: UNA LECTURA FILOSÓFICA
LIBERTAD Y CIUDADANÍA
¿De qué somos libres los ciudadanos? ¿Cuáles son los límites
que el Estado, con razón, puede imponernos? Y ¿Cuáles son
esas razones para limitar nuestras libertades? Las secciones
subsecuentes intentarán ofrecer respuestas a estas preguntas.
trastorno moral y por eso será visto como un acto libre, aun-
que no autónomo. Pero ¿cuál es el argumento? ¿Cómo intenta
probar Kant que nuestras acciones son libremente elegidas y
no dependen de la naturaleza, ni están determinadas por la
naturaleza?
Para Kant las decisiones y elecciones por preferencia no se
encuentran sujetas a un determinismo natural, pues tales de-
cisiones dependen del arbitrio y, por lo tanto, puede haber
decisiones apoyadas en un deseo que no es naturalmente deter-
minado, por lo que el agente sería libre en un sentido negativo,
puesto que actuaría independientemente de la naturaleza y
sería libre en un sentido positivo porque realizaría un acto de
deliberación para decidir o elegir. Puesto que para Kant lo im-
portante es ser consciente de que nuestras decisiones ocurren
bajo la idea de libertad, precisamente porque tales decisiones
no ocurren por naturaleza, de tal modo que las elecciones de
preferencia no estarían determinadas por la naturaleza, sino
simplemente condicionadas (Kant, 2005, p. 214).
Pero ¿Qué relevancia tiene el arbitrio humano en las deci-
siones libres? y ¿qué implica decir que el arbitrio es condiciona-
do, pero no determinado por la inclinación? La palabra arbitrio
(die Willkür) fue utilizada por J. G. Schottelius en Ethica 1669,
y significaba facultad de elegir (Erwählungsvermögen), para
Wollf significa la libertad de elegir de la voluntad (die Wahl-
freiheit des Willens) y para Kant es la facultad de desear hacer o
dejar de hacer algo.
En la Metafísica de las costumbres Kant muestra la relación en-
tre la voluntad (der Wille) y el arbitrio (die Willkür). La volun-
tad (der Wille) es la facultad de desear que puede determinar
al arbitrio (die Willkür). El arbitrio es la capacidad de elección
y se encuentra relacionado directamente con la acción, pero
lo que fundamenta al arbitrio es la voluntad como facultad de
desear. El arbitrio no actúa por sí mismo, depende de la volun-
tad que pone el objeto de deseo (Kant, 2005, 213).
Así, la relación entre voluntad y arbitrio es fundamental
para entender la relación entre libertad y moralidad. Si no
hubiera arbitrio, entonces no tendríamos una facultad de ha-
166 CIUDADANÍA: UNA LECTURA FILOSÓFICA
hacer) tal y cual cosa.” (Rawls, 2000, p. 193). Para Rawls las
restricciones tienen un margen bastante amplio, que va desde
deberes y prohibiciones por el derecho, hasta influencias coer-
citivas originadas en la opinión pública y de las presiones so-
ciales. Stuart Mill ya había analizado ampliamente este aspecto
de la libertad. Dado que existe una pluralidad de creencias y
formas de vida, en una sociedad, algunos individuos pueden
padecer la presión social por algún comportamiento que no
sea dañino, pero que sea moralmente objetable. Esta condición
de poca tolerancia sólo puede quedar en el reproche moral,
cuando las acciones en cuestión no transgredan las libertades
de otros. En esos casos se limita la libertad de una persona por
el hecho de poner en riesgo la vida de los demás y no porque
su conducta sea moralmente reprochable. Estas distinciones
tan sutiles obligan a Rawls a establecer las llamadas libertades
básicas que representan los límites que no pueden pasarse le-
galmente por la razón de que algunas costumbres o concep-
ciones morales no las permitan. No obstante, estas libertades
se traducen en derechos para garantizar que las personas pue-
dan vivir de acuerdo con sus concepciones, religiosas, morales
y filosóficas: “Una libertad básica está caracterizada mediante
una estructura muy complicada de derechos y deberes. No
sólo tiene que estar permitido que los individuos hagan algo
o no lo hagan, sino que el gobierno y las demás personas tie-
nen que tener el deber jurídico de no obstaculizar.” (Rawls,
2000, p. 193). No obstante, la mayor dificultad estriba en que
la sociedad debe regular y ordenar las libertades que mejor se
ajusten a estos principios generales. No hay una estimación
sobre una concepción filosófica que determine cuáles son esas
libertades. Recordemos que para Rawls las concepciones filo-
sóficas son comprehensivas y determinan una idea de bien a
la cual todos debemos ajustarnos. En este sentido, la moral, la
religión y la filosofía son consideradas como concepciones par-
ticulares que no pueden ser dominantes, pues de lo contrario
una de ellas sería hegemónica y podría violentar las libertades
de quienes no compartan esas creencias o costumbres. Rawls
no propone un contenido o una idea de «bien», a la cual ten-
LIBERTAD Y CIUDADANÍA 183
DERECHOS HUMANOS
3
Incluso podríamos decir que el Artículo 26 de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos de la ONU, atiende esta necesidad, pues estipula
que: “Toda persona tiene derecho a la educación. La educación debe ser
gratuita, al menos en lo concerniente a la instrucción elemental y fundamen-
202 CIUDADANÍA: UNA LECTURA FILOSÓFICA
por educar a sus hijos para que vivan de la mejor forma y lo-
gren desarrollar su autonomía. No obstante, esa condición de
vulnerabilidad no le parece suficiente para reconocer que hay
una conexión entre vulnerabilidad y derechos humanos, pues
dice: “Su vulnerabilidad en sí misma no establece que los niños
sean sujetos a derechos humanos”. (Griffin, 2011, p. 85) y nos
parece que su argumento es débil, bajo cierta descripción, en
el sentido de decir que muchas cosas son vulnerables como
las plantas o los fetos y esa vulnerabilidad no es una razón
para que tengan derechos humanos, pues puede decirse que
trivializa la condición de la vulnerabilidad infantil. También se
podrá decir que omite la realidad de que no todos los niños
viven en un mundo ideal. Pues el maltrato, la explotación la-
boral y sexual de los niños depende mucho de las propias fa-
milias. Mark Platts, en varias notas a pie de página, expresa su
incomodidad: “Es difícil ver cómo recurrir a alguna noción de
“promover” (el valor de) la agencia (…) podría llenar el hueco
en este punto en la explicación de Griffin sin traer consigo
consecuencias claramente inaceptables.” (Platts, 2012, p. 167)
y “En una veta similar, me desconcierta la tendencia de Griffin
(en estos términos) a otorgar mayor peso (teórico) a las “aspi-
raciones” de los más aptos que a as necesidades de los más vul-
nerables.” (Platts, 2012, p. 169). No obstante, la claridad con la
que Griffin desarrolla sus argumentos nos ayuda entender las
consecuencias no deseables del liberalismo extremo. Lo difícil
es saber qué tan “extremo” es el liberalismo de James Griffin.
Griffin se pregunta si el enfoque de las necesidades bási-
cas no será mejor que el enfoque de la personeidad. Su res-
puesta será negativa, por el simple hecho de que se necesita
un criterio para saber cuáles son las «necesidades básicas» y
para él sólo son todas aquellas que permiten a los seres hu-
manos funcionar como agentes normativos (Griffin, 2011, p.
88) y cuando se plantea qué pasa con las personas cuando son
niños y no son plenamente agentes normativos, cuando pa-
decen una enfermedad terminal, o cuando padecen enferme-
dades que les impiden ser agentes normativos, plantea que
cualquier disfunción mental o corporal no es una razón para
DERECHOS HUMANOS 207
Hay una cuestión previa, que bastará sin duda para ocupar el tiem-
po de la asamblea: ¿Habrá una declaración de derechos colocada
a la cabeza de nuestra constitución? Dada mi respuesta afirmativa,
procuraré rebatir las diferentes objeciones que he podido reunir.
Unas dicen que, al estar grabadas estas verdades primeras en todos
los corazones, la enunciación precisa que haríamos de ellas no sería
de utilidad alguna.
Sin embargo, señores, si vosotros os dignáis a dirigir la mirada hacia
la superficie del globo terrestre, os estremeceréis conmigo sin duda
al considerar el reducido número de naciones que ha conservado,
no digamos la totalidad de sus derechos, sino algunas ideas, los res-
tos de su libertad. Y, sin que esté obligado a mencionar a toda Asia,
ni a los infelices africanos, quienes encuentran en las islas de Améri-
ca una esclavitud más dura aún que la que padecen en su patria; sin
alejarnos digamos, de Europa, ¿no vemos acaso pueblos enteros que
se creen la propiedad de algunos señores; no los vemos a casi todos
figurarse que deben obediencia a leyes hechas por déspotas que no
se someten a ellas? En Inglaterra misma, esa isla famosa, que parece
haber conservado el fuego sacro de la libertad, ¿no existen abusos
que desaparecerían si los derechos de los hombres fueran mejor
conocidos? (Fauré, 1995, p. 113).
2018. http://www2.scjn.gob.mx/ConsultaTematica/PaginasPub/DetallePub.
aspx?AsuntoID=166107)
CONCLUSIONES
Caso CIDH
Caso Gonzales LLuy vs Ecuador (2015) Lluy_se_01.pdf. (n.d.).
Consultado de http://www.corteidh.or.cr/docs/medidas/
Lluy_se_01.pdf
es.scribd.com/doc/300220408/Amparo-Uso-Recreati-
vo-Marihuana