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LAS TRAYECTORIAS DE LA VIOLENCIA Y LA CONDUCTA

CRIMINAL

Miriam Sánchez San Segundo


DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA DE LA SALUD

ÁREA DE PERSONALIDAD, EVALUACIÓN Y TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS

FACULTA DE CIENCIAS DE LA SALUD.

LAS TRAYECTORIAS DE LA VIOLENCIA Y LA CONDUCTA


CRIMINAL

MIRIAM SÁNCHEZ SAN SEGUNDO

Tesis presentada para aspirar al grado de

DOCTOR POR LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE

MENCIÓN DE DOCTOR INTERNACIONAL

PROGRAMA DE DOCTORADO EN CIENCIAS DE LA SALUD

Dirigida por:

Dra. Rosario Ferrer-Cascales. Catedrática de Escuela Universitaria. Universidad de Alicante

Dr. Jesús Herranz Bellido. Psicólogo del Cuerpo Superior de Instituciones Penitenciarias.
Ministerio del Interior

Dra. María del Mar Pastor Bravo. Médico Forense. Sección Psiquiatría. Instituto de
Medicina Legal de Alicante
LAS TRAYECTORIAS DE LA VIOLENCIA Y LA CONDUCTA CRIMINAL

Esta tesis doctoral ha sido realizada bajo la dirección de:

Prof. Dra. Rosario Ferrer Cascales

Prof. Dr. Jesús Herranz Bellido

Prof. Dr. María del Mar Pastor Bravo

UNIVERSIDAD DE ALICANTE

Julio 2017
Dra. Rosario Ferrer Cascales, Catedrática de Escuela Universitaria de la Universidad
de Alicante.

Dr. Jesús Herranz Bellido, Profesor Asociado del Departamento de Psicología de la


Salud de la Universidad de Alicante.

Dra. Mª del Mar Pastor Bravo, Profesora Asociada del Departamento de Psicología
de la Salud de la Universidad de Alicante.

CERTIFICAN:

Que el trabajo de Tesis doctoral presentado por Dña Miriam Sánchez San
Segundo, titulado “LAS TRAYECTORIAS DE LA VIOLENCIA Y LA CONDUCTA
CRIMINAL”, ha sido realizado por la doctoranda bajo la dirección de los directores de la
tesis y que dicho trabajo reune a nuestro juicio criterios suficientes para que pueda
optar al grado de Doctor con Mención Internacional por la Universidad de Alicante.

Y para que así conste a efectos de presentación y defensa pública, firmamos la


presente declaración. En Alicante a 25 de Mayo de 2017.

Director/es de la Tesis

Dra. Rosario Ferrer Dr. Jesús Herranz Dra. Mª del Mar Pastor
Cascales Bellido Bravo
Parte de los resultados recogidos en esta Tesis Doctoral han dado lugar a las
siguientes aportaciones científicas. A modo informativo sólo se recogen las más
significativas.

Artículos:

Goldberg-Looney, L. D., Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Smith,


E.R., Albaladejo-Blazquez, N., & Perrin, P. B. (2015). Adolescent drinking in Spain:
Family relationship quality, rules, communication, and behaviors. Children and Youth
Services Review, 58, 236-243. doi.org/10.1016/j.childyouth.2015.09.022

Goldberg-Looney, L. D., Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Albaladejo-


Blazquez, N., & Perrin, P. B. (2016). Adolescent alcohol use in Spain: connections
with Friends, school, and other delinquent behaviors. Frontiers in Psychology, 7, 269.
doi: 10.3389/fpsyg.2016.00269

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., & Zaragoza-Martí, A. (2017).


Drunkorexia y Binge Drinking: Nuevos patrones de la conducta alimentaria en
Estudiantes Universitarios. Spanish Journal of Community Nutrition (in press).

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., & Hodgins, S. (2014). Subtypes of severely mentally ill violent offenders in a
Spanish forensic psychiatric hospital. International Journal of Forensic Mental
Health, 13(3), 217-226. doi.org/10.1080/14999013.2014.922137

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., Oltra-Cucarella, J., & Kennedy, H. (2017). Suicide Risk Assessment in a sample
of violent offenders with Schizophrenia and other Psychosis (in review).

Capítulos de Libro:

Sánchez-SanSegundo, M. (2014). Evaluación del Riesgo de Reincidencia de


Conductas Violentas. Concepto y Sistemas de Evaluación. Psiquiatría Forense. pp.
221-228. Comunidad Valenciana (España). Servicio de Publicaciones de la
Universidad de Alicante. ISBN 978-84-9717-340-7

Sánchez-SanSegundo, M. (2014). Evaluación del Riesgo de Reincidencia de


Comportamientos Violentos en Enfermos Mentales. Psiquiatría Forense. pp. 237-244.
Comunidad Valenciana (España). Servicios de Publicaciones de la Universidad de
Alicante. ISBN 978-84-9717-340-7.
Sánchez-SanSegundo, M. (2014). Evaluación del Riesgo de Reincidencia en
Violencia Sexual. Psiquiatría Forense. pp. 229-236. Comunidad Valenciana
(España). Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante. ISBN 978-84-
9717-340-7.

Proyectos de Investigación derivados:

Consumo de Drogas entre jóvenes de enseñanza secundaria obligatoria de la ciudad


de Alicante. Concejalía de Acción Social. Plan Municipal sobre Drogodependencias.
Ayuntamiento de Alicante. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre
Drogas, 2014. AYTOALICANTE3-13I.

Programa de Intervención R&R2 para la prevención del consumo de drogas y otras


conductas de riesgo en adolescentes. Concejalía de Acción Social. Plan Municipal
sobre Drogodependencias. Ayuntamiento de Alicante. 2016. AYTOALICANTE3-13J.

Evaluación de las metodologías de intervención realizadas en centros de


reeducación de menores en la Comunidad Valenciana. Fundación Diagrama área de
Intervención Psicosocial.

Trabajos presentados en Congresos:

Sánchez-SanSegundo, M; Herranz-Bellido, J; Herranz-Chofre. (2016). Diferencias


en Impulsividad y Búsqueda de Sensaciones en Agresores de pareja con Trastornos
Mentales Graves. 14 Congreso sobre Violencia contra la Mujer (Alicante), España.

Sánchez-SanSegundo, M; Ferrer-Cascales, R; Herran-Bellido, J; Pastor-Bravo, M;


Pérez-García, M. (2016). Neuropsychological differences between afective versus
instrumental murderers with Schizophernia and Antisocial Personality Disorders. I
Congreso Iberoamericano de Neuropsicología (Bilbao), España.

Herranz-Bellido, J; Sánchez-SanSegundo, M; Recuenco-Soto, A; Herranz-Chofre, A


(2016). Tipologías de maltratadores de pareja en un hospital psiquiátrico
penitenciario. 14 Congreso sobre Violencia contra la Mujer. (Alicante), España.

Sánchez-SanSegundo, M; Ferrer-Cascales, R; Herranz-Bellido, J; Pastor-Bravo, M;


Albaladejo-Blanzquez, N; Fernández-Pascual, M.D. (2015). Relación entre bajo
desempeño académico y patrón intensivo de consumo de cannabis. I International
Congress of Clinical and Health Psychology with children and adolescents (Madrid),
España.

Albaladejo-Blázquez, N.; Ferrer-Cascales, R.; Sánchez-Sansegundo, M.; Goldberg-


Looney, L.D. & Perrin, P.B. (2015). Consumo de alcohol y calidad de vida
relacionada con la salud en adolescentes. I International Congress of Clinical and
Health Psychology with children and adolescents. (Madrid), España.

Herranz-Bellido, J; Sánchez-SanSegundo, M; Herranz-Chofre, A. (2015). Valoración


del riesgo de reincidencia en agresores de pareja con Trastorno Mental Grave. XIII
Congreso Violencia sobre la mujer. Diputación de Alicante. ADDA, (Alicante),
España.

Sánchez-SanSegundo, M; Herranz-Bellido, J; Herranz-Chofre, A. (2015). La


Psicopatía como factor de riesgo de violencia contra la pareja en pacientes
psiquiátricos. XIII Congreso Violencia sobre la mujer. Diputación de Alicante. ADDA,
(Alicante), España.

Sánchez-SanSegundo, M; Herranz-Bellido, J; Ferrer-Cascales, R; Pastor-Bravo, M.


(2015). Assesing risk of violence among inpatients in a medium security hospital in
Spain. International Congress of Risks Rights Responsibilities: Innovations in
Forensic Mental Health Services. (Manchester), Reino Unido.

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., & Pérez-García, M. (2014). Perfil psico-criminológico de los delincuentes con
Trastorno Mental Grave. VI Congreso de la Federación de Asociaciones de
Neuropsicología Españolas Fanpse. (Málaga), España.

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., Alabaladejo-Blázquez, N., Monterde-González, D., Pérez-García, M. (2014).
Funcionamiento Neuropsicológico en la Esquizofrenia: Estudio de caso único sobre
un asesino en serie. XI Congreso Andaluz de Neuropsicología. Avances en el
diagnóstico y tratamiento interdisciplinar en trastornos neurológicos. (Málaga),
España.

Albaladejo-Blázquez, N., Ferrer-Cascales, R.., Sanchez-SanSegundo, M..,


Goldberg-Looney, L. & Perrin, P. (2016). Consumo de cannabis y competencias
emocionales en adolescentes. VIII Congreso Internacional de Psicología y
Educación. (Alicante), España.

Zaragoza Martí, A., Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer Cascales, R., Sánchez


Barrioluengo, M. (2015). Drunkorexia habits of University students. II International
and IV Spanish Hydration Congress. (Toledo), España.

Martínez-Riera, JR., Sánchez-San-Segundo, M., Laguna-Pérez, A., Lillo-Crespo, M.,


Ferrer-Cascales, R., Cabañero-Martínez, M.J., Sanjuan-Quiles, A. (2014).
Knowlegde, values, beliefs and evidence in developing quality health care. 7th
International Scientif Conference on Nursing and Health Care Research. (Eslovenia),
España.
ÍNDICE
ÍNDICE ....................................................................................................................... 11

RESUMEN.................................................................................................................. 17

Resumen ................................................................................................................... 19

SUMMARY ................................................................................................................. 25

CAPÍTULO 1: Introducción ....................................................................................... 31

1.1 El Desarrollo de la Violencia y la Conducta Criminal ....................................... 33

1.1.1 Curva de la edad del delito ................................................................................... 34


1.2 Delincuentes adolescentes versus Delincuentes persistentes ...................... 37
1.3. Precursores de la delincuencia persistente ...................................................... 46
1.3.1 Factores neurobiológicos ...................................................................................... 46
1.3.2 Consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas ....................................... 47
1.3.3 Trastornos de Conducta (CD) en la Infancia ...................................................... 49
1.3.4 Reincidencia delictiva, Enfermedad Mental y Criminalidad ............................. 52
1.3.5 Otros resultados adversos: Suicidio y Criminalidad .......................................... 59
CAPÍTULO 2: Objetivos de estudio ......................................................................... 65

2.1 Objetivos ........................................................................................................... 67


TRABAJOS PUBLICADOS........................................................................................ 71

Capítulo 3: Adolescent alcohol use in Spain: connections with Friends, school,


and other delinquent behaviors. .............................................................................. 73

Capítulo 4: Adolescent drinking in Spain: Family relationship quality, rules,


communication, and behaviors. .............................................................................. 77

Capítulo 5: Drunkorexia y Binge Drinking: nuevos patrones de conducta


alimentaria en Estudiantes Universitarios. ............................................................. 81

TRABAJOS NO PUBLICADOS ................................................................................. 89

Capítulo 7: Assessing Risk for Violence among Mentally Disordered Offenders:


A longitudinal prospective study using the HCR-20 and PCL:SV in Spain. ..... 91

Capítulo 8: Suicide Risk Assessment in a sample of Offenders with


Schizophrenia and other Psychosis. ..................................................................... 111

Capítulo 9: Discusión General ............................................................................... 141

9.1 El consumo de alcohol en la población adolescente ........................................ 143


9.2 Enfermedad Mental, Conducta Criminal y Suicidio .......................................... 148
9.3 Limitaciones de los estudios ............................................................................ 156
9.4 Perspectivas de Futuro.................................................................................... 158
Capítulo 10: Conclusiones ..................................................................................... 167

10.1 Conclusiones ................................................................................................. 169


10.2 Conclusions .................................................................................................. 171
REFERENCIAS ........................................................................................................ 173
Dedicada a mi familia y a todas las personas

y amigos que me aportan

tanto cada día


Agradecimientos

Quisiera dar mi más sincero agradecimiento a los directores de esta Tesis


Doctoral. A Rosario Ferrer, por todo su cariño y comprensión incondicional, por
estar siempre a mi lado, por su dedicación y entrega, por ser un ejemplo de
generosidad y profesionalidad, por todo el amor que me da cada día y todo el
tiempo que me dedica y sobre todo, por transmitirme siempre la importancia que
tiene levantarse con ilusión y alegría cada día y entregarse a los demás sin esperar
nada. A Jesús Herranz por todo su cariño, por ser un ejemplo de humildad y
profesionalidad, por darme siempre todo su apoyo y ternura, por estar siempre a mi
lado, por su confianza y por ser el motor que ha impulsado mi pasión por la
Criminología, gracias por confiar en mí. A Mar Pastor por todo su cariño y
comprensión, por su dulzura, por toda la confianza que ha puesto en mí cada día,
por su entusiasmo y su extraordinaria labor profesional. A los tres, daros las gracias
por estar en mi vida, por hacerme sentir como una hija, pero sobre todo por ser un
ejemplo de humildad y bondad.

A mis padres y hermana por todo su amor y dedicación, por enseñarme la


importancia de esforzarme cada día y apoyarme en cada paso de la vida, por estar
siempre a mi lado. A mis compañeros de camino Natalia Albaladejo, Manuel
Fernández, Violeta Clement, Yolanda por ser los mejores compañaeros que se
pueden tener. A Jose Calatayud por sus consejos y sabiduría, por toda su ayuda y
su buen hacer. A mis amigas/os Sandra, Patricia, Lorena, Olga, Sara, Sonia,
Vanesa, Iván por su alegría y apoyo constante. A Demetrio por luchar cada día
para construir un mundo mejor y entregarse al servicio de la sociedad. A todas las
personas que de manera totalmente desinterasada, han participado y contribuido
con su experiencia y sus vivencias al desarrollo de esta Tesis Doctoral. Al Señor
Agallas, por ser el más fiel y leal compañero, por cuidarme y darme su cariño
incondicional, porque ocupa un lugar muy importante en mi corazón. Y como no, a
ti, al amor de mi vida por aparecer en un momento tan bonito de mi vida, por
nuestros planes y proyectos juntos para toda la vida. A todos, gracias de corazón.
RESUMEN
Resumen Miriam Sánchez-SanSegundo

Resumen

La presente tesis doctoral se enmarca en la línea de investigación "Las

Trayectorias de la Violencia y la Conducta Criminal”. Este trabajo consta de 9 capítulos

articulados en los siguientes apartados: a) introducción, b) estudios empíricos

publicados, c) estudios empíricos en revisión, d) discusión general, limitaciones y

perspectivas de futuro, y d) conclusiones.

Los estudios empíricos que conforman este trabajo se han centrado en dos

colectivos de interés: adolescentes que se inician en el consumo de alcohol y

delincuencia adulta en pacientes con Esquizofrenia y otros Trastornos Psicosis. Hasta

la fecha, la mayor parte de los estudios realizados que analizan el desarrollo de la

violencia y la conducta criminal en la población adolescente y adulta procede de

investigaciones realizadas en Norteamerica, Canadá y algunas regiones de Europa.

En España sin embargo, existen muy pocos trabajos publicados que analicen los

factores determinantes de la delincuencia juvenil y las trayectorias del comportamiento

criminal que presentan los individuos que cometen los crímenes más graves y

violentos internados en centros psiquiátricos de máxima seguridad. La presente tesis

doctoral realiza un recorrido por los factores que motivan el inicio de la delincuencia

con especial énfasis en el rol que ejerce el consumo temprano de alcohol y la

presencia de trastornos mentales graves vinculados con los delitos violentos

cometidos por la población psiquiátrica encarcelada. Para ello, se han determinado

seis objetivos fundamentales de investigación, cada uno de los cuáles deriva en un

estudio empírico. Los principales resultados de cada uno de los estudios aparecen

recogidos en los capítulos 3-8. En la última sección (capítulo 9), se discuten los

hallazgos más significativos obtenidos en cada uno de las investigaciones, las


Resumen Miriam Sánchez-SanSegundo

limitaciones y las perspectivas de futuro basadas en los aportes de la

Neurocriminología que abren nuevas vías investigación.

En el primer estudio examinamos la relación entre el consumo de alcohol

adolescente y variables relacionadas con la delincuencia, el desempeño académico,

los vínculos sociales y otras conductas problemáticas juveniles. En este estudio 567

estudiantes adolescentes de 14 a 19 años de edad cumplimentaron la Encuesta

Estatal sobre Uso de Drogas. Controlando el efecto de la edad y el tipo de institución

educativa (pública vs privada), nuestros resultados mostraron que los predictores más

significativos del consumo de alcohol adolescente estuvieron relacionados con el

número de expulsiones recibidas en los centros educativos, la vinculación con amigos

infractores consumidores de alcohol, la participación en peleas, el número de salidas

nocturnas y la hora de regreso a casa. Estos factores explicaron el 32.3% de la

varianza del consumo alcohol adolescente.

En el segundo estudio analizamos, la asociación entre el consumo de alcohol

adolescente y la calidad de la relación familiar, el establecimiento de normas, la

información sobre el uso de drogas y los comportamientos y actitudes parentales hacia

el consumo, en una muestra de 565 estudiantes escolarizados de 14 a 19 años de

edad. Los resultados de este estudio mostraron una relación significativa entre el

consumo de alcohol y vivir en un entorno familiar caracterizado por la baja supervisión

parental, caracterizado por tener un progrenitor consumidor de alcohol y una madre

con actitudes permisivas hacia el consumo.

En el tercer estudio evaluamos la asociacióne entre un nuevo fenómeno

emergente de la conducta alimentaria denominado “Drunkorexia” caracterizado por la

restricción del consumo de alimentos con alto contenido calórico para compensar el

exceso de calorías proporcionado por la ingesta abusiva de alcohol y alcanzar más

rápidamente los efectos de intoxicación etílica con el patrón de Binge Drinking. En este
Resumen Miriam Sánchez-SanSegundo

estudio 120 estudiantes universitarios de Nutrición Humana y Dietética

cumplimentaron un cuestionario online sobre hábitos alimentarios y consumo de

alcohol. La prevalencia de Drunkorexia obtenida en nuestro estudio fue del 10%. La

Drunkorexia estuvo fuertemente relacionada con el consumo de alcohol en forma de

binge drinking. Los participantes que redujeron intencionalmente el consumo de

calorías tuvieron 2.5 (95% CI 1.46-4.27) veces más probabilidades de ser Binge

drinkers.

Los tres últimos artículos se centran en la población de delincuentes con

Esquizofrenia y otras Psicosis, encarcelados en centros psiquiátricos de maxima

seguridad por la comisión de crímenes violentos.

Investigaciones previas han demostrado que la presencia de Trastornos de

Conducta en la Infancia (CD) antes de los 15 años de edad se relacionan con el

comportamiento agresivo y la conducta criminal en individuos con Esquizofrenia y

otros Trastornos Psicóticos (Hodgins, Cree, Alderton, y Mak, 2008). En nuestro cuarto

estudio, analizamos la tipología de delincuentes con enfermedad mental internados en

un centro psiquiátrico de maxima seguridad, clasificando a estos pacientes de acuerdo

a la presencia de antecedentes de CD en la infancia y las escalas de predicción de la

conducta violenta HCR-20 y la psicopatía PCL:SV. La presencia de CD antes de los 15

años de edad estuvo fuertemente relacionada con un patrón de conducta criminal así

como con elevadas puntuaciones en los instrumentos HCR-20 y PCL:SV. Un mayor

número de pacientes con Esquizofrenia y CD mostraron un diagnóstico adicional de

trastorno de la personalidad. Consistente con estudios previos, nuestros resultados

confirmaron que la mayoría de estos pacientes habían experimentado un mayor

número de abusos físicos en la infancia, tasas más prevalentes de hiperactividad

infantil y habían sido condenados a lo largo de la vida por un mayor número de delitos

violentos y no violentos.
Resumen Miriam Sánchez-SanSegundo

En el estudio 5, presentamos los resultados del primer estudio longitudinal

realizado en España sobre la validez predictiva de los instrumentos HCR-20 y PCL:SV

en delincuentes internados en centros psiquiátricos de máxima seguridad. En este

estudio 107 pacientes con Esquizofrenia y otras Psicosis fueron monitorizados durante

24 meses en la institución con el objetivo de analizar la capacidad predictiva de estos

instrumentos. A lo largo del periodo de seguimiento, un 29.2% de la muestra

manifiestó actos de agresión y violencia. Ambos instrumentos fueron capaces de

discriminar a los delincuentes de alto riesgo con niveles de precision moderados, con

valores de AUCs=.72–.83 para el HCR-20 y AUCs=.70–.80 para la PCL:SV. Estos

resultados confirmaron la utilidad clínica de estas medidas en delincuentes con

trastornos mentales en España.

Por último, el estudio 6 examinó la validez predictiva de la versión española del

Suicide Risk Assessment Measure (S-RAMM) para la evaluación del riesgo de

comportamiento suicida en delincuentes violentos con Esquizofrenia y otras Psicosis.

Los pacientes fueron monitorizados dentro de la institución a lo largo de 18 meses de

seguimiento para registrar los incidentes de suicidio y violencia utilizando los

instrumentos S-RAMM y HCR-20. A lo largo el período de seguimiento, un 25% de los

delincuentes cometió algún incidente de carácter suicida incluyendo actos de

autolesión, ideación e intentos suicidas y un 34% se comportó violentamente. El

SRAMM y el HCR-20 estuvieron fuertemente correlacionados y fueron capaces de

predecir estas conductas con un moderado-largo tamaño de efecto (AUCs = .81-.85;

AUCs= .78-.80 rrespectivamente). Los pacientes que puntuaron por encima de la

media en el S-RAMM (>20 puntos) y el HCR-20 (>21 puntos) tuvieron un riesgo 5

veces superior de conducta suicida (OR = 5.15, 95% CI = 2.75-9.80) y 7 veces más

probabilidades de manifestar actos de violencia (OR= 7.04, 95% CI= 2.1-23.3). Estos

resultados confirman el valor predictivo de ambas medidas en delincuentes internados

en centros psiquiátricos de máxima seguridad.


Resumen Miriam Sánchez-SanSegundo

En el capítulo 9, discutimos los principales resultados obtenidos en cada estudio

empírico y destacamos las limitaciones y perspectivas de futuro que abren nuevas vías

de investigación. Por último, se presentan las conclusiones derivadas del presente

trabajo (capítulo 10).

Keywords: Delincuencia, Adolescencia, Alcohol, Binge Drinking, Drunkorexia,

Violencia, Comportamiento Criminal, Evaluación del Riesgo, Esquizofrenia, Suicidio.


SUMMARY
Summary Miriam Sánchez-SanSegundo

Summary: Pathways of Violence and Criminal Behavior

The present PhD. Dissertation is part of the research line entitled “Pathways of

Violence and Criminal Behavior”. This work is composed by 9 chapters which are

structured on the following sections: a) introduction, b) published empirical studies, c)

empirical studies in review, d) general discussion, limitations and future directions, and

d) conclusions.

The empirical studies of the current work have focused on two groups of interest:

adolescents who start drinking alcohol and the adult population of offenders with

Schizophrenia and other Psychoses Disorders. To date, most of the studies about the

development of violence and criminal behavior come from studies reported in North

America, Canada and some regions of Europe. In Spain, however, little research has

been conducted about the determinants of juvenile delinquency and the trajectories of

criminal behavior in those individuals with severe mental disorders who commit the

most serious and violent crimes and are subsequently sentenced to compulsory

treatment in a maximum security forensic hospitas. This paper presents a synthesis of

the factors that motivate the onset of juvenile and adult delinquency, with special

emphasis on the role of early alcohol consumption and the presence of serious mental

disorders related to violent crimes committed by the incarcerated psychiatric

population. For this, 6 empirical studies have been conducted across this work. The

main results of each of the studies are presented in chapters 3-8. The last section

(Chapter 9) discusses the most significant findings obtained in each of the studies,

limitations and future perspectives that open new research lines.

In the first study we examined the connections between adolescent alcohol use

and variables reflecting adolescents’ academic problems, potentially delinquent

behaviors, friends’ alcohol consumption. Information about alcohol use and a number
Summary Miriam Sánchez-SanSegundo

of school and social variables was collected from adolescent students (N=567) who

completed the National Students School-Based Drug Survey in a classroom setting.

After controlling for age and type of school (public vs. private), school´s getting

expelled, participating in a fight, going out at night, the hour at which one returns, and

the number of friends who have consumed alcohol were positively associated with

adolescents’ alcohol use. These factors exaplained 32.3% of the variance in

adolescents’ alcohol use providing important information about multi-system influences

on adolescent alcohol and potential areas of focus for intervention research.

The second study examined associations between adolescent alcohol use and

family relationship quality, parental rules, sources of information about substances, and

family behaviors and attitudes towards alcohol consumption in a sample of 565

students. Results showed a significant relationship between adolescents´alcohol use

and living in an environment characterized by a low parental supervision with a father

with drinking behaviors and a mother with permissive attitudes towards alcohol use.

In the third study, we examined the relationship between a new emerging

phenomenon of eating behavior called “Drunkorexia” characterized by caloric

restriction in order to compensate for alcohol calories, achiving more quickly the effects

of alcohol intoxication. In this study, a total of 120 collegue students responded to an

online questionnaire on eating habits and alcohol intake. Results suggests that the

prevalence of drunkorexia in our samples was 10%. Drunkorexia was strongly

correlated with binge drinking behaviors (r = 0.75). Participants who reduced caloric

food intake, had 2.5 (95% CI 1.46-4.27) times more likely to be binge drinkers.

The last three articles are focused on offenders with Schizophrenia and other

Psychosis, sentenced to compulsory treatment in maximum security psychiatric

hospitals for the commission of violent crimes.


Summary Miriam Sánchez-SanSegundo

Previous studies have suggested that Conduct Disorder (CD) prior to age 15 is

strongly associated with an increased risk of aggressive behavior and crime among

men with schizophrenia and related disorders (Hodgins, Cree, Alderton, y Mak, 2008).

The fourth study analyzed the subtypes of severely mentally ill (SMI) in a forensic

psychiatric hospital in Spain, by examining the presence of Conduct Disorder (CD)

prior to age 15. Using the HCR-20 and PCL:SV risk measures, we found that the

presence of CD prior to age 15 was associated with a persistent pattern of criminality

and high scores in the HCR-20 and PCL:SV. More violent offenders with both

diagnoses had received a clinical diagnosis of personality disorder. Consistent with

previous studies, more of them had experienced physical abuse in childhood and

hyperactivity and more frequently had been previously convicted for violent and non-

violence offences.

In the fifth study, we showed the results of the first longitudinal study conducted in

Spain examining the predictive validity of the HCR-20 and PCL:SV measures in a

sample of mentally disordered offenders. In this study, 107 patiens with Schizophrenia

and other Psychosis were followed-up 24 monts at institution. During the follow-up

period, 29.2% of sample were involved in any aggressive behavior. Both measures

were able to classify at high risk violent offenders with a moderate-large effect size with

AUCs values ranging .81-.85 for the HCR-20 and .78-.80 for the PCL:SV. These results

confirm the clinical utility of these measures in mentally disordered offenders in Spain.

Finally, in study 6 examined the predictive validity of the Spanish version of the

Suicide Risk Assessment (S-RAMM) in a sample of violent offenders with

schizophrenia and other psychosis, who had committed violent crimes and had been

sentenced to compulsory psychiatric treatment. Patients were prospectively monitored

within institution across 18 months by staff members who recorded suicide and violent

incidents by using the S-RAMM and HCR-20 risk assessment tools. Over the follow-up

period, 25% of offenders were involved in any suicidal behavior including acts of self-
Summary Miriam Sánchez-SanSegundo

harm, suicidal ideation and suicide attempts and 34% of sample behaved violently. The

S-RAMM and HCR-20 risk assessment tools were strongly correlated and were able to

predict suicide and violence with a moderate-large effect size (AUCs = .81-.85; AUCs=

.78-.80 respectively). Patients scoring above the mean on the S-RAMM (> 20-point cut-

off) and HCR-20 (>21-point cut-off) had a five times increased risk of suicide (OR =

5.15, 95% CI = 2.75-9.80) and sevenfold risk of reoffending (OR= 7.04, 95% CI= 2.1-

23.3) than those scoring below the mean. These results support the use of the S-

RAMM and HCR-20 for clinical practice by providing strong evidence of the utility of

these measures for predicting risk for suicide and violence in mentally disordered

offenders.

In chapter 9, we discuss the main results obtained in each empirical study and

highlight the limitations and future directions that open new research lines. Finally, the

conclusion derived from this work is presented in chapter 10.

Keywords: Delinquency, Adolescence, Alcohol, Binge Drinking, Drunkorexia,

Violence, Risk assessment, Criminal Behavior, Schizophrenia, Suicide.


CAPÍTULO 1: Introducción
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

1.1 El Desarrollo de la Violencia y la Conducta Criminal

La adolescencia es una etapa vital en la que confluyen importantes cambios

biológicos, psicológicos y sociales (Steinber, 2007). Durante la adolescencia, tienen

lugar cambios madurativos a nivel biológico y psicológico, se consolidan y fortalecen

los vínculos familiares y las primeras relaciones sociales, y se desarrollan patrones de

comportamiento que resultan fundamentales para el tránsito hacia la vida adulta. Las

experiencias y decisiones tomadas durante los primeros años de la adolescencia,

resultan factores determinantes para hacer frente a los desafíos vitales, promover

hábitos de vida saludables y establecer vínculos sociales positivos (Sawyer et al.,

2012). Sin embargo, esta etapa no representa únicamente oportunidades de progreso,

durante este periodo se registran todo un conjunto factores de riesgo potenciales.

Entre los principales factores de riesgo adolescente destacan los relacionados con

causas prevenibles como la conducta violenta y el comportamiento antisocial, los

accidentes viales, los comportamientos suicidas o los efectos adversos derivados del

consumo de sustancias (Gore et al., 2011). Junto a estos factores, la aparición de

trastornos mentales y alteraciones psicopatológicas se desarrollan de manera

exponencial, mostrando una trayectoria progresiva en la edad adulta. La presencia de

estas patologías se configura como un cuadro etiopatológico complejo vinculado con

factores personales, ambientales y familiares adversos, estilos de crianza

inadecuados, déficits neurobiológicos y nutricionales, y con la presencia de

experiencias tempranas problemáticas (Patel, Flisher, Hetrick, y McGorry, 2007).

Desde el punto de vista de la Psicología y la Criminología del desarrollo vital,

se ha tratado de explicar cómo las experiencias vividas durante las primeras etapas

del desarrollo pre y adolescente ejercen especial influencia en la conducta violenta y el

comportamiento criminal en la edad adulta. La participación en actividades delictivas


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

juveniles se ha relacionado fuertemente con la edad de inicio del delito, la escalada o

gravedad de la actividad delictiva, la especialización o versatilidad criminal, y el

desarrollo de una trayectoria criminal en la edad adulta (Redondo y Garrido, 2013).

1.1.1 Curva de la edad del delito

Uno de los hallazgos empíricos más constatables es que la delincuencia

muestra una curva de desarrollo progresivo cuya incidencia aumenta gradualmente

durante la adolescencia y declina al inicio de la edad adulta, entre los 18 y 24 años de

edad (Agnew, 2003; Dijkstra et al., 2015). La curva de la edad del delito conocida

como “Age-Crime-Curve” ha demostrado ser un fenómeno invariante y universal en

todas las culturas (Moffit, 2006). Diversos estudios de seguimiento y análisis de

delincuencia autoinformada han demostrado que más del 80% de los adolescentes ha

cometido alguna infracción legal en algún momento de su vida (Farrington, 2011;

Howell, 2009). Sin embargo, aunque la prevalencia de la delincuencia juvenil es

altamente significativa, la participación en actividades delictivas disminuye

drásticamente conforme aumenta la gravedad de los delitos (figura 1).

Figura 1: Loeber y Farrington (2014)


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

La mayoría de los actos delictivos juveniles se inician a los 13 años de edad y

alcanzan su máxima frecuencia a los 17 y 19 años (Farrington, 1986, 2009; Loeber,

Farrington, y Redondo, 2011). Por lo general, estas conductas son infracciones

generalmente leves, consistentes en actos vandálicos, pequeños hurtos o participación

en peleas, frecuentemente agravadas por el consumo de alcohol y cannabis, que no

conllevan la imposición de sanciones legales (Farrington, 2008; Rechea, 2008;

Redondo, Garrido y Beristain, 2013). Para la mayoría de jóvenes, la delincuencia es un

fenómeno temporal, exclusivamente limitado a la etapa adolescente produciéndose un

desistimiento o abandono generalizado del delito durante la primera etapa adulta

(Dijkstra et al., 2015).

En España, las tasas de participación delictiva juvenil siguen la misma

tendencia observada a nivel internacional. Un estudio de delincuencia autoinformada

realizado con una muestra de 4.152 jóvenes escolarizados en Educación Secundaria

Obligatoria (E.S.O), Bachillerato y Formación Profesional, reveló que un 98.98% de los

estudiantes había cometido algún tipo de infracción delictiva a lo largo de la vida

(Rechea, 2008). Aunque la prevalencia de comportamientos delictivos obtenida en

este estudio fue extremadamente elevada, superior al 80% reportado en estudios

internacionales, la mayoría de las infracciones informadas por los jóvenes españoles

incluyeron conductas ilícitas leves como la descarga pirata de música de internet

(65.7%), el consumo de bebidas alcohólicas siendo menores de edad (62.5%),

consumo de cannabis (28.1%), participación en peleas (22%), robos en tiendas

(20.9%) o llevar consigo un arma blanca (9.3%). Tan sólo un pequeño porcentaje de

jóvenes cometió actos delictivos más graves y violentos incluyendo amenazar o

golpear gravemente a alguien para conseguir algo (1.6%), herir con un palo o navaja a

otras personas (1.5%) o pegar un tirón (1.1%) (Rechea, 2008).

Los comportamientos delictivos propios de la etapa adolescente se relacionan

frecuentemente con el deseo de autoafirmación, el sentido de identidad, la pertenencia


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

a un grupo o la búsqueda de sensaciones, llevando a una gran cantidad de jóvenes a

experimentar situaciones de riesgo y a involucrarse en actividades delictivas

precipitadas por el consumo de alcohol.

Sin embargo y aunque la mayoría de jóvenes no desarrollará una carrera

delictiva, existe un pequeño grupo de individuos que persisten en la delincuencia y el

comportamiento criminal en la edad adulta, mostrando un curso o trayectoria criminal

progresiva. Este pequeño subgrupo de jóvenes, estimado en torno al 5% de la

población general, manifiesta curvas delictivas más ascendentes y suele ser el

responsable de la mayoría de los delitos que se cometen en la sociedad,

especialmente los actos delictivos más graves y violentos (Lösel, 2000; Catena y

Redondo, 2013; Moffit y Caspi, 2001).


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

1.2 Delincuentes adolescentes versus Delincuentes


persistentes

La edad de inicio de la actividad delictiva es uno de los marcadores más

sólidos de violencia y criminalidad (Fergusson, Boden y Horwood, 2015). Cuanto

menor es la edad de inicio del primer delito, mayor es la probabilidad de persistir y

desarrollar una carrera criminal más estable y cronificada en la edad adulta (Loeber y

Farrington, 2001; Catena y Redondo, 2013). Diecisiete encuestas longitudinales

publicadas hasta la fecha que analizan las trayectorias de la violencia desde la infancia

hasta la edad adulta con intervalos de seguimiento entre 20 y 50 años, han constatado

que la violencia en la infancia predice la delincuencia y el comportamiento criminal

(Bergman y Andershed, 2009; Elliot, 1994; Farrington, 1995; Farrington, Piquero, y

Jennings, 2013; Fergusson, Boden y Horwood, 2015; Kolvin et al., 1990; LeBlanc y

Frechette, 1989; McCord, 1990; McCord y Ensminger, 1997; Moffit, Caspi, Rutter y

Silva, 2001; Murray, 2010; Wadsworth, 1979; Werner y Smith, 2001; Huesman, Eron y

Dubow, 2000; Huesman, Dubow y Boxer, 2009; Raine, Liu, Venables, Mednick y

Dalais, 2010; Pulkkinen, Lyyra y Kokko, 2009). Por ejemplo, Farrington (1995), en uno

de los estudios longitudinales más importantes publicados hasta la fecha encontró que

más del 50% de los jóvenes que habían cometido un delito violento entre los 10 y 16

años de edad, habían sido condenados por un crimen violento a la edad de 24 años,

comparado con sólo el 8% de los jóvenes que no habían manifestado actos violentos

en edades tempranas. Huesman, Eron y Dubow (2000), analizaron las estadísticas

judiciales de 856 niños seguidos durante 40 años pertenecientes al “Colombia County

Longitudinal Study”. Los resultaros de este estudio revelaron que el comportamiento

violento a la edad de 8 años fue el mejor predictor de conducta antisocial a la edad de

22. Un 20% de los participantes seguidos durante este período fueron arrestados a la

edad de 30 años y un 13%, fueron condenados en al menos una ocasión por la

comisión de un delito violento. Controlando el efecto de la edad de inicio de la


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

violencia, el único factor que resultó decisivo en la delincuencia adulta fue la relación

parental.

Los resultados de estos estudios apoyan la existencia de una continuidad

delictiva en al menos un subgrupo de individuos que manifiesta comportamientos

violentos desde la infancia y la adolescencia. Esta hipótesis ha sido corroborada en

diversas investigaciones posteriores y ha sido objeto de diferentes estudios de

carácter prospectivo (Jolliffe, Farrington, Piquero, MacLeod, y Van de Weijer, 2017;

Sentse, Kretschmer, De Hans, y Prinzie, 2016). La taxonomía de la participación

delictiva propuesta por Moffit (1993) ha sido considerada el modelo teórico más

influyente en la actualidad para explicar la carrera delictiva juvenil y adulta (Piquero y

Chung, 2001). Moffit (1993), establece la distinción de dos grupos altamente

identificables de adolescentes delincuentes: i) adolescence-limited offenders, y ii) life-

course persistent offenders.

I)Adolescence-limited offenders (ALO), delincuentes cuya actividad delictiva se

limita a la adolescencia.

II) Life-course persistent offenders (LCP), delincuentes persistentes que

manifiestan una trayectoria criminal progresiva.

i) El primer subgrupo “adolescence-limited offenders”, definirían al grueso de la

población juvenil, quienes cometen infracciones y actos delictivos leves

exclusivamente limitados a la etapa adolescente. La mayoría de estas conductas

delictivas tendrían un carácter transicional, prototípico de la etapa adolescente donde

un gran número de jóvenes se involucra en situaciones de riesgo (manejo de vehículos

a motor, actos de vandalismo, delitos contra la propiedad, participación en pandillas

delictivas) y experimenta conductas potencialmente dañinas para la salud (prácticas

sexuales de alto riesgo o ingesta abusiva de alcohol “binge drinking”) dando lugar a

nuevos fenómenos emergentes (Miller, Naimi, Brewer & Jones, 2007). Estos
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

comportamientos son el resultado de la combinación de una falta de maduración

personal y la influencia del contexto social, particularmente por parte de los

compañeros y amigos quienes cobran especial relevancia durante este período

(Redondo y Garrido, 2013).

Desde el punto de vista biológico, se ha constatado que la maduración cerebral

y los cambios cognitivos producidos durante la adolescencia influencian el

comportamiento delictivo (Loeber, Farrington y Redondo, 2011). Durante este periodo

se producen importantes cambios en el desarrollo físico y la maduración cerebral. La

corteza prefrontal, implicada en el funcionamiento ejecutivo (en tareas cognitivas de

planificación, control inhibitorio o memoria verbal), experimenta cambios importantes

durante la pubertad y alcanza una maduración tardía en algunas regiones que no

culminan hasta la tercera década de la vida (Johnson, Blum, y Giedd, 2009). En esta

región tiene lugar un incremento de la sustancia gris que alcanza su máximo desarrollo

inmediatamente anterior a la pubertad (a los 11-12 años de edad), lo que conlleva el

establecimiento de nuevas sinapsis neuronales. Con posterioridad, coincidiendo con la

etapa adolescente se produce una disminución progresiva de su desarrollo, en un

proceso evolutivo que se inicia en la corteza occipital y finaliza en la corteza frontal

donde se asientan las principales funciones cognitivas (Delgado, 2007; Gogtay et al.,

2004). Por tanto, las regiones cerebrales que más tardan en desarrollarse, como la

corteza prefrontal implicada en la regulación de la conducta, sigue un curso progresivo

de maduración mientras las regiones más primitivas, encargadas de regir el

funcionamiento motor y sensorial alcanza la maduración ya durante los primeros años

de la infancia (Delgado, 2007; Gogtay et al., 2004). Los cambios producidos a nivel

neurobiológico en los adolescentes simbolizan la preparación para la vida adulta,

adquiriendo su consolidación a los 25 años de edad, cuando un gran número de

jóvenes abandona o desiste del delito y adquiere roles y responsabilidades propias de

la adultez (Grisso et al., 2003).


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

Los delitos cometidos por la gran mayoría de jóvenes en los primeros años de

la adolescencia, constituyen un reflejo de la inmadurez y los vínculos con amigos

infractores, quienes son un referente y un modelo imitativo del comportamiento y de la

toma de decisiones arriesgadas (Redondo y Garrido, 2013). La mayoría de las

conductas problemáticas producidas durante este período se producen de manera

grupal bajo la ingesta abusiva de alcohol y otras drogas, lo que constituye un factor

detonante de la agresión y la violencia. Aunque los modelos sociales y el grupo de

iguales ejercen un peso decisivo en el desarrollo de estos problemas, algunos factores

como el ambiente y las prácticas de crianza parental desempeñan un rol protector en

la escalada de conductas problemáticas que acompañan al desarrollo adolescente.

Por ejemplo, los jóvenes criados en ambientes positivos con vínculos parentales

sólidos, promotores de salud, muestran un mejor pronóstico y una mejor integración

social, minimizando el impacto del comportamiento agresivo, el abuso de alcohol y

otras conductas de riesgo (Moffit y Caspi, 2001). Por el contrario, los jóvenes criados

en un ambiente familiar problemático con una baja supervisión parental, carencia de

normas y bajos niveles de comunicación con sus hijos presentan un pronóstico más

desfavorable, cuentan con mayores tasas de participación delictiva y muestran un

consumo más problemático de alcohol (Goldberg et al., 2015).

El consumo de alcohol durante los primeros años de la adolescencia ha

demostrado ser uno de los mejores predictores de la delincuencia y el comportamiento

antisocial y se ha relacionado con un gran número de problemas afectivos y

psicológicos, accidentes de tráfico, comportamientos suicidas y violencia (Best et al.,

2006; Guo et al., 2011; Llorens et al., 2011). Según los datos del Observatorio Español

sobre Drogas (Ministerio del Interior, 2012) un 41.6% de los adolescentes entre 14 y

18 años de edad muestra un consumo problemático de alcohol y otras drogas

llevándoles a involucrarse en un mayor número de problemas legales y a experimentar

conductas potencialmente dañinas para la salud. El 23.3% de los adolescentes afirma


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

haber conducido vehículos a motor estando bajo los efectos de la intoxicación etílica,

un 20% ha participado en peleas precipitadas por el consumo de alcohol y un 7.6% ha

requerido asistencia médica por haber sufrido un accidente de tráfico estando bajo los

efectos del alcohol y otras drogas.

Además de estos factores, el consumo de alcohol durante este período se ha

señalado como una “puerta de entrada” hacia el consumo de otras sustancias ilícitas

como el cannabis o la cocaína (Costello, Dierker, Jones & Rose 2008). Rosenfeld,

White, y Esbensen (2012), han analizado el fenómeno del desistimiento y la

persistencia delictiva en relación a la edad de inicio de la delincuencia. Para todas las

categorías delictivas juveniles (involucración en pandillas delictivas, tráfico de drogas,

posesión de armas, homicidios y delitos sexuales), los delincuentes consumidores de

alcohol presentan mayores tasas de delincuencia que los no consumidores. El

uso/abuso de alcohol y su ingesta en grandes cantidades “binge drinking” es un

fenómeno prevalente en la subcultura adolescente (Marshall, 2014). Estas practicas

dirigidas a alcanzar más rápidamente los efectos de intoxicación etílica se asocian a

los intentos de reafirmar la autonomía e independencia y, dado el uso recreativo de las

mismas, está también ligado a la pertenencia e integración en el grupo durante este

período (Hurrelmann & Richter, 2006).

Diferentes estudios han demostrado que el consumo en forma de atracón de

alcohol durante las etapas de desarrollo madurativo cerebral, produce importantes

déficits en la función cognitiva (López-Caneda et al., 2014), en procesos relacionados

con la inhibición de la conducta (Sanhueza et al., 2011), la memoria de trabajo

(Townshend y Duka, 2005; Scaife y Duka, 2009; Mota et al., 2013) o la toma de

decisiones (Carbia et al., 2017). Los jóvenes consumidores de alcohol se caracterizan

por una toma de decisiones más arriesgada, llevándoles a adoptar conductas de

riesgo para la salud que pueden comprometer su desarrollo adecuado.

Recientemente, algunos autores han alertado de la existencia de un nuevo fenómeno


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

emergente dirigido a conseguir más rápidamente los efectos de intoxicación etílica y

evitar la ganancia de peso disminuyendo la ingesta calórica “drunkorexia” (Guiler,

Champion, Suftin, McCoy, y Wagoner, 2009; Osborne, Sher, y Winograd, 2011).

Aunque este término no ha sido clínicamente reconocido, en los últimos años ha

aumentado significativamente el número de jóvenes de entre 18 y 26 años que

restringen el consumo de alimentos calóricos para compensar el exceso de calorías

proporcionado por la ingesta de alcohol (Dierks, 2013). Algunos estudios han estimado

que la prevalencia de este fenómeno entre los adolescentes y la población

universitaria es del 14 al 46%, con un incremento significativo en las mujeres dada la

mayor importancia que atribuyen a la imagen corporal y la ganancia de peso (Roosen

y Mills, 2015). Este tipo de prácticas cada vez más extendidas en la cultura

adolescente conlleva numerosos efectos nocivos para salud adolescente incluyendo la

aparición prematura de enfermedades crónicas, déficits nutricionales y metabólicos,

problemas psiquiátricos y alteraciones psicopatológicas (Lobstein, y Freilu, 2003;

Koplan, Liverman, y Kraak, 2005; Roosen y Mills, 2015). Además, se ha constatado

que el consumo de alcohol en forma de atracón y la restricción calórica para conseguir

más rápidamente los efectos de intoxicación etílica, constituye un factor de riesgo

temprano para el abuso/dependencia (Grant et al., 2004; Grant et al., 2006; Jennison,

2004; Parada et al., 2011).

Sin embargo y a pesar de la magnitud de estos problemas producidos durante

la etapa adolescente, el consumo de sustancias, la imagen corporal y los modelos

sociales y familiares van adquiriendo un menor protagonismo a medida que los

jóvenes desarrollan un mayor control inhibitorio como consecuencia del proceso de

maduración cerebral, asumen mayores responsabilidades (se inician en el mundo

laboral, adquieren mayor independencia económica) o estrechan los vínculos afectivos

con una pareja, dando lugar a un desistimiento generalizado de la curva de la edad del
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

delito al alcanzar la primera etapa adulta, entre los 18 y 24 años de edad (Farrington,

2008; McGloin, Sullivan, Piquero, Blokland, y Nieuwbeerta, 2011).

ii) El segundo subgrupo de adolescentes denominado “life-course persistent

offenders” (LCP), representa un segmento minoritario de los delincuentes juveniles, en

torno al 5-7% de la población general, pero son los responsables de la mayoría de los

delitos violentos que se comenten en la sociedad (Lösel, 2000; Catena y Redondo,

2013). Este pequeño subgrupo manifiesta comportamientos violentos desde la

infancia, se inicia tempranamente en el consumo de tóxicos y muestra una trayectoria

criminal persistente a lo largo de la vida. Wolfgang, Figlio y Selling (1972), en un

estudio pionero Estadounidense realizado con una muestra de más de 9,945 jóvenes

nacidos en Philadelphia en 1945 demostraron, que un 6% de los adolescentes,

explicaron el 70% de todos los delitos violentos cometidos a la edad de 18 años. Este

pequeño subgrupo fue el responsable del 52% de todos los arrestos policiales

juveniles cometidos en la ciudad. Kratzer y Hodgins (1999), examinaron una cohorte

sueca de 15,117 individuos seguidos desde la infancia hasta los 30 años de edad. Un

6% de los individuos fueron los responsables del 70% de todos los delitos violetos y no

violentos explicados por la cohorte. Comparados con los delincuentes que desistieron

del delito, el grupo de delincuentes persistentes mostró un mayor número de

problemas en la infancia y una inteligencia global 3 puntos por debajo de la media

grupal. Investigaciones posteriores han confirmado estos hallazgos (Farrington, Ttofi, y

Coid 2009; Piquero, Farrington, y Blumstein, 2003; Shelden y Chesney-Lind, 1993).

El estudio de Cambridge (The Cambridge Study in Delinquent Development),

considerado uno de los estudios de seguimiento longitudinal más importantes

realizados desde los años 70´ hasta la actualidad, ha examinado en una serie de

estudios sucesivos, las carreras criminales de 411 niños seguidos desde los 8 hasta

los 45 años de edad confirmando estas hipótesis.


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

Del resultado de esta serie de estudios se han extraído las siguientes

conclusiones (Farrington et al., 2008, 2009):

- Un 41% de los individuos, ha cometido algún tipo de delito grave a lo largo

de la vida.

- Más del 50% de todas las sentencias condenatorias por un delito violento

son explicadas por un grupo de individuos con una larga trayectoria de

antecedentes penales, que representa entre el 5 y el 7% de la población

general.

- Los individuos que cometieron su primer delito a una edad temprana

mostraron delitos más graves y violentos y desarrollaron una carrera

criminal más persistente.

- Entre los predictores más importantes a la edad de 8 y 10 años que

explicaron la delincuencia adulta se encontraron: tener antecedentes

familiares delictivos, haber tenido una inadecuada supervisión parental,

mostrar un bajo desempeño académico, tener un trastorno de conducta en

la infancia antes de los 15 años de edad y vivir en barrios o entornos

desfavorecidos.

Los resultados de estos estudios han sido replicados en diferentes regiones

(Nueva Zelanda, USA, Canadá, Suecia y Finlandia) a través de ocho macro-encuestas

de seguimiento realizadas hasta la fecha en las que se analizan en series temporales

las trayectorias de la violencia y la conducta criminal desde la infancia hasta la edad

adulta La tabla 1, ofrece una síntesis de los resultados de estas investigaciones.


Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

Tabla 1. Encuestas longitudinales sobre las trayectorias de la violencia. Adaptado de Jollife, Farrington, Piquero, MacLeod y Van de
Weijer (2015)
Proyecto Autores País Seguimiento Género LCP %

1. Dunedin Multidisciplinary Health Development Moffit et al., (2002) New De 5 a 18 años Varones 9.9%
Study Zealand
2. Kauai Longitudinal Study Werner y Smith (1992) USA De 7 a 32 años Mixta 4.2%
Montreal Two-Samples Longitudinal Study LeBlanc y Frenchette (1989) Canada De 7 a 25 años Varones 1.6%
National Collaborative Perinatal Project Denno (1990) US De 7 a 22 años Mixta 6.2%

3. Columbia County Study Dubow et al., (2014) US De 8 a 48 años Varones 13.1%


Racine Cohort Study Eggleston y Laub (2002) US De 9 a 32 años Mixta 22.5%

4. Philadelphia Birth Cohort Study Wolfgang et al., (1987) US De 10 a 30 años Varones 18.3%
Philadelphia Birth Cohort Study 2 ...Tracy y Kempf (1996) US De 10 a 26 años Mixta 7.5%

5. Cambridge-Somerville Study McCord, (1978) US De 10 a 45 años Varones 21.7%


Orebo Project Bergman y Andershed, (2009) Sweden De 11 a 35 años Mixta 7.3%

6. National Youth Survey Wiecko (2012) US De 11 a 33 años Mixta NR

7. Canadian Criminal Records Carrington et al., (2005) Canada De 12 a 22 Mixta 3.7%


Stockholm Project Metropolitan Nilsson y Estrada (2009) Sweden De 13 a 31 años Mixta 6.3%

8. Jyvaskla Longitudinal Study of Personality and


Social Development Pulkkinen et al., (2009) Finland De 15 a 46 años Varones 29.1%
LCP = Life-course persistent offenders; NR (not reported)
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

1.3. Precursores de la delincuencia persistente

Algunos autores sostienen que la trayectoria criminal persistente sería el

resultado de la concurrencia de factores biológicos, personales y sociales adversos. La

presencia de estos factores contribuye a las tasas de participación delictiva y al

desarrollo de un estilo de vida criminal que se manifiesta estable a lo largo de la vida.

Löeber y Stallings (2011), han sintetizado recientemente los hallazgos obtenidos hasta

la fecha sobre los procesos que explicarían la continuidad y el desistimiento de la

conducta delictiva. Del resultado de estas investigaciones se ha constatado que los

déficits neurobiológicos, el abuso de sustancias, los problemas de conducta en la

infancia, la enfermedad mental, y otros factores adversos como los comportamientos y

tentativas suicidas, son los marcadores más significativos implicados en el

comportamiento agresivo de estos individuos.

1.3.1 Factores neurobiológicos

Desde el punto de vista neurobiológico, se ha constatado que los delincuentes

persistentes cuentan con mayores tasas de complicaciones durante el desarrollo

prenatal y perinatal, y muestran un funcionamiento neuropsicológico deficitario (Glenn

y Raine, 2014). Kandel y Mednick (1991), hallaron que el 80% de los delincuentes con

comportamientos agresivos frente al 47% de los no delincuentes habían sufrido algún

tipo de complicación prenatal o perinatal en su desarrollo. Estudios de la actividad

electroenfalógrafica (EEG) también han confirmado que alrededor del 50% de los

sujetos que acumulan antecedentes penales por delitos violentos y entre los homicidas

encarcelados en instituciones psiquiátricas y centros penitenciarios, la tasa de

actividad EEG se encuentra alterada (Mednick, Gabrielli, y Turan, 1981). En los

últimos años los datos procedentes de las técnicas de neuroimagen en individuos con

comportamientos agresivos reiterativos han permitido examinar con mayor precisión la

actividad cerebral de este subgrupo. Las lesiones en el córtex orbitofrontal y las

46
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

regiones prefrontales han sido frecuentemente reportadas en individuos con

comportamientos agresivos reiterados, mostrando mayores índices de hostilidad,

irritabilidad, y falta de control de impulsos (Moya-Albiol y Martínez, 2015).

Raine y Yang (2006) y Glenn y Raine (2014), en una revisión de la literatura

sobre los hallazgos de las técnicas de imagen cerebral realizadas en las últimas

décadas en delincuentes con una carrera criminal han demostrado que las

alteraciones en las regiones anteriormente reportadas así como en la amígdala, el

hipocampo, el giro angular, el córtex cingulado anterior o el córtex prefrontal

(implicados en los procesos cognitivos y juicio moral), muestran una tasa de activación

reducida. Estos resultados han sido replicados en pruebas de rendimiento

neuropsicológico demostrando que, comparados con los delincuentes que desisten del

delito, los delincuentes persistentes manifiestan un menor control inhibitorio, una

menor velocidad de procesamiento, un mayor número de déficits verbales y de

razonamiento y una respuesta emocional reducida en tareas de juicio moral (Brenna,

Hall, Bor, Najman, y Williams, 2003). Este conjunto de déficits se ha relacionado con

una mayor predisposición al comportamiento agresivo y con el desarrollo de una

escalada de problemas secundarios ya presentes desde la infancia incluyendo el

fracaso escolar, el abuso de alcohol y drogas, la participación en pandillas delictivas, la

enfermedad mental y la reincidencia delictiva (Wiesner, Kim y Capaldi, 2005).

1.3.2 Consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas

Existe una sólida evidencia hasta la fecha que demuestra la relación entre el

consumo de drogas, crimen y delincuencia (Dembo, Williams y Schmeidler,

1993; Dembo, Pacheco, Schmeidler, Cooper, y Williams, 1998; Ellickson y McGuigan,

2000; Snyder y Sickmund, 2006; Tubman, Gil, y Wagner, 2004). Entre los delincuentes

consumidores de alcohol y otras sustancias psicoactivas, la probabilidad de cometer

un delito violeto es entre 4 y 12 veces superior a la estimada en la población general y

47
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

en el caso de los delitos de homicidio el riesgo es 10.9 veces superior (Fazel, Gulati,

Linsell, Geddes, y Grann, 2009). Estas tasas están sobrerrepresentadas entre los

delincuentes internados en prisión y entre los individuos en libertad que acumulan un

gran número de arrestos policiales por agresión y violencia. Butler et al., (2006), han

examinado la prevalencia de consumo de sustancias en estos individuos demostrando

que el 65.7% de los delincuentes con comportamientos agresivos reiterados presenta

un trastorno grave por abuso/dependencia y entre el 42 y 55% de los que acumulan un

gran número de arrestos policiales cumple criterios diagnósticos para estos trastornos

(Zhang, 2004). Los problemas sociales y personales que a menudo experimentan

estos individuos a lo largo de la vida como el bajo desempeño académico, los

problemas familiares, la enfermedad mental y la delincuencia predisponen a la

violencia y con frecuencia, se asocian con el consumo de alcohol y otras sustancias

psicoactivas (Fothergill et al., 2008; Bond et al., 2007; Mathers et al., 2006). Algunos

autores sugieren que la concurrencia de estos comportamientos problemáticos es

resultado de una etiología común entre dichas conductas (Jessor, 1991). Por ejemplo,

un bajo nivel de compromiso con el sistema educativo muestra un fuerte poder

predictivo con el abuso de alcohol y con el comportamiento antisocial en la edad adulta

(Rasmussen et al., 2005). Los jóvenes consumidores de alcohol son más propensos al

absentismo escolar (Leatherdale et al., 2011; Henry y Huizinga, 2007), presentan un

rendimiento académico inferior (Horwood et al., 2010; Crum, et al., 1998; Bryant et al.,

2000; Martins y Alexandre, 2009), cuentan con mayores tasas de abandono escolar

(Horwood et al., 2010; Lynskey et al., 2003; Townsend et al., 2007; Henry, 2010),

reciben un mayor número de medidas disciplinarias en los centros educativos

(Spooner, 1999), muestran un mayor número de trastornos psiquiátricos severos

(Hemphala, Kosson, Westerman y Hodgins, 2015) y tienen más probabilidades de

ingresar en prisión en la edad adulta por la comisión de un delito violento (Arum y

Beatti, 1999). A largo plazo la principal consecuencia para estos individuos es que el

fracaso académico, la participación en actividades delictivas y el abuso de sustancias

48
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

podrían ser una barrera para la capacitación y el empleo, comprometiendo su

integración social y las oportunidades de inserción laboral.

1.3.3 Trastornos de Conducta (CD) en la Infancia

Los problemas de conducta en la infancia predicen la delincuencia y han

demostrado ser uno de los factores más sólidos de violencia y criminalidad. Entre los

delincuentes persistentes que han tenido un contacto con el sistema de justicia penal,

se ha constatado que más del 50%, presenta un historial de comportamiento agresivo

que emerge en la infancia y primeros años de la adolescencia (LeBlanc y Fréchete,

1989). Dicha persistencia es mayor cuanto menor es la edad de inicio del

comportamiento agresivo. Lipsey y Derzon (1998), en un metanálisis de 66 estudios

publicados sobre delincuencia y actividad delictiva hallaron, que el comportamiento

agresivo en edades tempranas, entre los 6 y 11 años de edad, fue el predictor más

fuertemente relacionado con la delincuencia adulta.

Los problemas conductuales de inicio infantil más prevalentes hallados en

muestras de delincuentes con comportamientos agresivos persistentes se han

relacionado fuertemente con los Trastornos de Conducta en la infancia (CD) cuya

definición requiere la “presencia de un patrón de comportamiento repetitivo y

persistente de desobediencia y desprecio por los derechos básicos de otros, las

normas y las reglas sociales propias de la edad, que se inicia antes de los 15 años”

(American Psychiatry Association, 2014). Aunque se ha constatado la existencia de

tres subtipos de CD en función de la edad de inicio de los primeros síntomas: CD de

inicio infantil, CD de inicio adolescente y CD de inicio no especificado, los primeros

síntomas del trastorno suelen aparecer en la infancia y primeros años de la

adolescencia (APA, 2014). Los criterios clínicos que definen estos trastornos se

caracterizan por la presencia temprana de un comportamiento agresivo o conducta

amenazante hacia otras personas o animales, destrucción de la propiedad, engaño o

49
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

robo y transgresión de las normas o de las prohibiciones impuestas por la edad,

incluyendo acciones como escaparse de casa o faltar a la escuela antes de los 13

años. Existen características diferenciales que distinguen la presencia de CD de otros

cuadros sintomáticos similares de inicio en la infancia, como el Trastorno Negativista

Desafiante (TND). Sin embargo, los comportamientos prototípicos de este último

trastorno son generalmente de naturaleza menos grave y no incluyen la agresión a

personas o animales, la destrucción de la propiedad, ni un patrón de robo o engaños

reiterados (APA, 2014, p.475).

Actualmente se estima que los trastornos de conducta afectan al 5% de la

población general (Dória et al., 2015). Sin embargo, su prevalencia es muy superior

entre los delincuentes violentos que manifiestan síntomas de CD de inicio temprano.

Fazel Doll, y Långström, (2008), han confirmado recientemente estos hallazgos en el

más amplio metanálisis publicado hasta la fecha sobre la relación entre delincuencia

juvenil y trastorno mental. Del resultado de 25 estudios publicados (N=16,750), se ha

constatado que un 52.8% de los delincuentes juveniles, manifiesta un Trastorno de

Conducta en la infancia (CD) y un 3.3% presenta un Trastorno Psicótico Grave. Estos

resultados han sido replicados en diversos estudios epidemiológicos (Gosden 2005;

Hodgins, Cree, Alderton, y Mak 2008; Hodgins, Larm y Westerman, 2016; Olin, 1997),

confirmando la hipótesis de que la prevalencia de estos diagnósticos es muy superior

entre los delincuentes con una carrera delictiva progresiva. La evidencia más

consistente sobre esta relación ha sido obtenida por Kim-Cohen et al., (2003) en una

cohorte de 1037 individuos nacidos en Nueva Zelanda seguidos desde los 3 hasta los

26 años de edad. Los resultaron de este estudio revelaron que un 37% de los sujetos

que desarrollaron algún tipo de trastorno del espectro esquizofrénico a la edad de 26 y

un 40% de los individuos que desarrollaron Trastorno Antisocial de la Personalidad,

habían manifestado CD antes de los 15 años de edad.

50
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

Los déficits afectivos y conductuales que caracterizan estos trastornos, han

demostrado ser relativamente estables en la infancia y adolescencia (Dadds et al.,

2005; Frick, Bodin, y Barry, 2000). El trastorno de conducta de inicio temprano predice

un peor pronóstico y un mayor riesgo de reincidencia delictiva (Boccaccini et al., 2007;

Pardini y Loeber, 2008), comportamiento agresivo y enfermedad mental (Hodgins,

Tiihonen, y Ross, 2005). Odgers et al., (2008), en una investigación realizada con la

misma cohorte de individuos de Nueva Zelanda seguida hasta los 32 años de edad,

demostraron que el 32.7% de los individuos con CD de inicio en la infancia frente al

10.2% de inicio tardío, habían sido condenados por comportamientos agresivos y

delincuencia a la edad de 32 años. Comparados con el 0.4% de los individuos que no

mostraron síntomas para estos diagnósticos, las tasas de delincuencia y encarcelación

fueron 80 veces superiores entre los individuos con conductas agresivas de inicio

infantil.

Recientemente se ha destacado la existencia de un subtipo específico de CD

de inicio infantil con características de “emociones prosociales limitadas”. El rasgo más

característico que define a este subtipo es la insensibilidad emocional. A menudo este

cuadro se acompaña de características como la conducta desafiante, insensibilidad al

castigo, búsqueda de emociones y la frialdad afectiva. La presencia de este patrón en

la infancia constituye un factor precursor del Trastorno Antisocial de la Personalidad

(TAP) cuya diagnóstico requiere la presencia de síntomas de CD antes de los 15 años

de edad (Burke, Loeber, y Lahey, 2007; Loeber, Burke, y Pardini, 2009). Ambos

diagnósticos muestran una elevada varianza compartida y un índice de concordancia

muy superior a lo esperable por azar. Cerca del 50% de los adultos con TAP exhiben

CD antes de los 10 de edad y un 95% manifiesta este patrón antes de los 12 años

(Swanson., 1994).

51
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

Entre los factores de riesgo que predicen los trastornos de conducta en la

infancia, se ha destacado el papel que ejerce el temperamento infantil de difícil control,

la falta de supervisión parental, la disciplina severa, el consumo de drogas, la

predisposición genética o los factores fisiológicos. A nivel familiar, las practicas

parentales punitivas, la carencia de vínculos de apego y los bajos niveles de

comunicación familiar se han relacionado con una mayor predisposición al

comportamiento agresivo (Pardini y Loeber, 2008). La prevalencia de estos

diagnósticos parece ser más frecuente en niños con padres biológicos que presentan

un trastorno grave por consumo de alcohol, trastorno antisocial de la personalidad,

trastorno bipolar y esquizofrenia (APA, 2014). A nivel fisiológico, se ha destacado la

existencia de una reducida respuesta autonómica de condicionamiento al miedo,

específicamente una baja conductancia de la piel y una frecuencia cardíaca en reposo

reducida en individuos con CD en la infancia y comportamiento antisocial en la edad

adulta. También se han constatado diferencias funcionales y estructurales en pruebas

de neuroimagen en regiones cerebrales asociadas a la regulación emocional y el

procesamiento afectivo, principalmente en las conexiones límbico-frontotemporales

que conectan la amígdala y el córtex prefrontal-ventral (APA, 2014).

1.3.4 Reincidencia delictiva, Enfermedad Mental y Criminalidad

Gran parte de los estudios realizados sobre violencia y enfermedad mental en

los individuos con comportamientos agresivos reiterados, se han centrado en analizar

la prevalencia de trastornos mentales entre aquellos que han tenido un contacto con el

sistema de justicia penal. La mayoría de estos individuos muestran una fuerte

tendencia a la persistencia o continuidad delictiva, que algunos estudios han situado

en torno al 50% de la reincidencia (Garrido y Redondo, 2010). Sin embargo y aunque

la reincidencia delictiva es un indicador de enorme utilidad para determinar la eficacia

de las intervenciones y los mecanismos que influyen en la rehabilitación de los

52
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

delincuentes, su análisis resulta complejo dado que es posible distinguir diferentes

categorías. Luque, Ferrer y Capdevila (2005), han distinguido tres modalidades de

reincidencia que englobarían: la denominada reincidencia policial (número de arrestos

policiales por delitos violentos), reincidencia penitenciaria (número de ingresos en

prisión), reincidencia penal (apertura de un nuevo procedimiento penal). Esta

diversidad hace que las cifras de criminalidad puedan resultar muy heterogéneas

cuando se comparan las tasas de delincuencia y enfermedad mental halladas entre los

diferentes estudios.

El indicador más frecuentemente utilizado es comparar la prevalencia de

trastornos mentales en la población penitenciaria que cumple penas y medidas de

seguridad por la comisión de delitos violentos.

Actualmente, se estima que más de 10 millones de personas en todo el mundo

están internadas en prisión (Walmsley, 2009). Aunque desde el año 2008 ha

disminuido el número de condenas en todo el mundo por delitos violentos, se ha

constatado una estabilidad en términos de reincidencia delictiva y tasa de enfermedad

mental entre los delincuentes encarcelados. En Estados Unidos y Canadá, más de 1/3

de los delincuentes excarcelados reingresa en prisión por la comisión de un nuevo

delito violento a los dos años, y más del 50% lo hace después de 5 años en libertad

(Durose, Cooper y Snyder, 2014). Estas tasas son muy superiores en algunas

regiones como UK y Gales, donde se ha estimado que un 90% de los delincuentes

que acumula un gran número de antecedentes penales, reingresa nuevamente en

prisión después de 5 años en libertad (Fazel y Seewald, 2012).

En España, el índice de encarcelamiento supera la media general del contexto

europeo con una ratio de 160/100.0000 vs 145/100.000. Sin embargo esta cifra es

significativamente inferior a la hallada en muestras estadounidenses cuya ratio alcanza

los 765 delincuentes encarcelados por cada 100.000 habitantes (Fazel y Seewald,

53
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

2012; Vicents et al., 2011). En el año 2016, 61.423 personas se encontraban

condenadas a prisión en España y 600 en hospitales psiquiátrico-penitenciarios

cumpliendo medidas de seguridad por delitos violentos (Secretaría General de

Instituciones Penitenciarias, 2017). La tasa global de reincidencia penitenciaria

española se sitúa en torno al 54% (Vicents et al., 2011). Sin embargo, no existen cifras

estadísticas sobre la persistencia delictiva de aquellos que cometen los crímenes más

graves y violentos ingresados en unidades psiquiátricas de máxima seguridad por

razón de enfermedad mental. A nivel internacional, la reincidencia delictiva de estos

individuos representa el 40-47% de la población reclusa (Belfrage et al., 2000;

McMillan, Hastings, & Coldwell, 2004; Nicholls, Brink, Desmarais, Webster, & Martin,

2006). El 50% de estos reincidentes comete un nuevo delito dentro de los dos

primeros años de seguimiento en la comunidad, después del alta hospitalaria o tras la

finalización de la medida de internamiento y un 30% reingresa nuevamente unidades

psiquiátricas forenses durante el primer año tras la excarcelación (Clarke et al., 2013;

Maden, Rutter, Mc Clintock, Friendship, y Gunn 2006). Estas cifras ponen de

manifiesto que una elevada proporción de los individuos encarcelados en prisión e

instituciones psiquiátricas que han tenido un contacto con el sistema de justicia penal,

persiste en la delincuencia.

La prevalencia de trastornos mentales hallada en muestras de delincuentes

internados en estos contextos ha demostrado ser muy superior a la hallada en la

población general (Curtin et al., 2009; Gunter et al., 2008; Falissard et al., 2006; Piselli

et al., 2009; Ponde et al., 2011; Trestman et al., 2007; Vicents et al., 2011; Zahari et

al., 2010). Entre los delincuentes en prisión, un reciente metanáisis de 81 artículos

publicados con una muestra de 33,588 delincuentes encarcelados en 24 países

incluyendo España, Brasil, Dubai, La India, Iran, Kuwait, Malasya, México, Nigeria,

USA, Canada, Australia, Nueva Zelanda, UK, Gales, Escocia, Dinamarca, Finlandia,

Alemania, Austria, Francia, Noruega y Suecia, ha demostrado que 1 de cada 7

54
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

individuos presenta un trastorno psicótico grave y 1 de cada 4 un trastorno antisocial

de la personalidad. Sin embargo, tomando en consideración la totalidad de trastornos

mentales entre la población encarcelada, cerca de la mitad de los individuos presenta

algún tipo de trastorno mental y uno de cada dos individuos con un diagnóstico

psiquiátrico grave, manifiesta un trastorno adicional de abuso/dependencia. Estas

cifras indican claramente que los delincuentes internados en prisión tienen una alta

probabilidad de manifestar trastornos mentales y de volver a cometer un nuevo delito

violento tras su excarcelación (Fazel y Seewald, 2012).

En España según los datos oficiales aportados por la Spanish Home Office

Report (2007), la prevalencia de trastornos mentales en prisión es del 45.9% y del 90-

100% entre los delincuentes violentos internados en hospitales psiquiátricos de

máxima seguridad. La mayoría de los pacientes internados en este tipo de

establecimientos de carácter especial son hombres jóvenes, que han cometido actos

de violencia extrema durante el curso de un episodio agudo de psicosis (80%), que

remite favorablemente en 2/3 partes de los casos tras la instauración del tratamiento

farmacológico (Steinert, Sippach, y Gebhardt, 2000). La presencia de estos trastornos

coexiste en un 50% de los pacientes con otras patologías psiquiátricas,

particularmente con un trastorno de la personalidad y abuso de drogas que puede

llegar a complicar la evolución del caso y el pronóstico de la enfermedad. Varios

estudios han demostrado que los delincuentes con Psicosis, que comenzaron sus

carreras criminales más tempranamente son sentenciados por un mayor número de

delitos, cometen crímenes más graves y violentos, presentan mayores tasas de

reincidencia delictiva y consumo de sustancias y tienen más probabilidades de

presentar un diagnóstico adicional de trastorno antisocial de la personalidad y/o

psicopatía (Hodgins, 2007). La cifra de crímenes violentos (homicidio, asesinato y

lesiones) cometidos por los pacientes con Esquizofrenia y otras Psicosis ingresados

en este tipo de instituciones representa entre el 70-85% de la población encarcelada.

55
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

El riesgo de violencia atribuido a los pacientes con estos diagnósticos ha sido

puesto de manifiesto en numerosos estudios constatando la existencia de una sólida

relación. La tabla 2 muestra una síntesis de los resultados obtenidos en 21 estudios

independientes que analizan la relación entre Esquizofrenia y Criminalidad en términos

de odds ratio (OR).

Tabla 2: Estudios internacionales que relacionan Esquizofrenia, Violencia y

Criminalidad

Adaptado del metanálisis de Fazel et al., (2009)

Male Female
% %
Study OR 95% IC Weight Study OR 95% IC Weight
Fazel Fazel
3.98 2.89– .31 100.0 7.85 4.00-15.40 20.9
(2009) (2009)
Eriksson Coid
2.47 2.29-2.68 12.9 6.32 5.19 – 7.71 14.5
(2008) (2006)
Hodgins Wallace
5.13 4.05–.50 12.0 7.71 2.83–20.97 13.6
(2007) (2004)
Elonheimo Brenan
1.41 0.18–0.83 1.7 6.51 3.15–3.45 17.1
(2007) (2000)
Coid Lindqvist
2.56 1.01– 6.46 5.5 4.57 1.70–12.30 14.6
(2006) (1990)
Wallace
4.99 3.63–6.85 11.2 Mixed population
(2004)
Brenan Elbogen
4.58 3.81–5.52 12.3 4.22 2.82 – 6.32 16.1
(2000) (2009)
Modestin Soyka
5.22 1.50–8.25 3.8 4.10 3.16–5.33 18.0
(1996) (2007)
Linqvist Monahan
3.35 2.27–.94 10.5 1.82 0.91–3.67 11.9
(1996) (2000)
Swanson Arsenault
6.70 3.75-11.98 8.5 12.50 5.67–27.56 10.7
(1990) (2000)
Ortman Sosovsky
2.01 0.48–8.30 3.1 13.97 6.86–28.46 11.7
(1981) (1980)

56
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

Los resultados de estos estudios han sido recientemente analizados por Fazel,

Gulati, Linsell, Geddes, y Grann (2009), en un metanálisis de las publicaciones

realizadas desde 1979 hasta 2009 con una muestra total de 18,423 individuos con

trastornos del espectro esquizofrénico en los que se compara el riesgo de violencia

atribuido a la Esquizofrenia con respecto a la población general utilizando un grupo

control de 1,714,904 individuos. Aunque como muestra la tabla 2 existe una gran

dispersión en términos de la magnitud del efecto entre las muestras clínicas

analizadas, los resultados arrojan cifras relevantes sobre la relación entre

Esquizofrenia y criminalidad. Comparados con la población general, los individuos con

Esquizofrenia y otros Trastornos Psicóticos muestran un riesgo promedio de violencia

y criminalidad 4 veces superior a la población general (4.0 [IC95% 3.0-5.3]). Sin

embargo el riesgo atribuido a estos pacientes aumenta significativamente cuando

existe un diagnóstico adicional de abuso de sustancias (8.9 [IC95% 5.4-14.7]), esto es

especialmente significativo en el caso de las tipologías delictivas más graves y

violentas. Se ha estimado que el riesgo de homicidio entre los pacientes con

Esquizofrenia es 19.5 (IC95% 14.7-25.8) veces superior a la población general con

una incidencia del 0.3% frente al 0.02%. Para esta modalidad delictiva, el incremento

del riesgo atribuido a la Esquizofrenia es 9 veces superior (IC=10.9, 95% 3.4-34.9) al

que presentan los consumidores de sustancias (Fazel et al., 2009). Sin embargo, y a

pesar de la relación entre Esquizofrenia y violencia, debe señalarse que la mayoría de

pacientes con esquizofrenia no son agresivos ni cometerá un crimen violento en el

futuro. Los actos de violencia y agresión son atribuidos a menos del 5% de la totalidad

de estos individuos en los que confluyen un gran número de factores que ejercen un

efecto de riesgo acumulativo (Rueve y Welton, 2008).

Witt, Van Dorn, y Fazel (2013), han evaluado en un reciente metanálisis de 110

estudios publicados (N=45,533) el poder predictivo de 143 factores de riesgo individual

para la violencia y la conducta criminal entre los delincuentes con Esquizofrenia y otras

psicosis. Del resultado de estos estudios se ha constatado que el riesgo de violencia

57
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

reportado en esta población es más frecuente entre los varones jóvenes (OR= 1.6,

95% CI 1.2-2-1), que muestran antecedentes penales previos (OR=6.1, 95% CI 4.0-

9.1), abuso físico en la infancia (OR=2.2, 95% CI 1.5-3.1), antecedentes parentales

delictivos (OR=1.8, 95% CI 1.5-2.2), antecedentes parentales por consumo de alcohol

(OR= 1.6, 95% CI= 1.4-1.8), abuso de sustancias (OR=3.1, 95% CI 1.9-5.0) o

policonsumo (OR=10.3, 95% CI= 2.5-41.5). También se ha constatado un riesgo de

violencia superior entre los delincuentes con Esquizofrenia que presentan un

diagnóstico adicional de trastorno antisocial de la personalidad (OR= 2.1, 95% CI=1.0-

4.3) y falta de autocontrol (OR= 3.3, 95% CI= 1.5-7.2). Desde el punto de vista clínico

existe clara evidencia que demuestra que los síntomas positivos que caracteriza la

Esquizofrenia (alucinaciones e ideas delirantes de tipo persecutorio, control o

amenaza percibida) predisponen al comportamiento agresivo (OR= 1.2, 95% CI= 1.0-

1.5), llevando a un gran número de pacientes a experimentar altos niveles de estrés y

hostilidad y a un incremento en la frecuencia de recaídas, carencia de insight (OR=

2.7, 95% CI= 1.4-5.2) e incumplimiento de los tratamientos prescritos (OR= 6.7, 95%

CI=2.4-19.2). La intervención farmacológica ha demostrado ser el eje fundamental de

la intervención en estos pacientes actuando sobre los síntomas positivos de la

enfermedad (alucinaciones e ideas delirantes) y los estados asociados, como la

agitación psicomotriz y la agresividad. El incumplimiento terapéutico se relaciona con

un mayor riesgo de violencia y reincidencia delictiva (Fazel, Buxrud, Ruchkin, y Grann,

2010) y es una de las principales variables que predice la hospitalización, el pronóstico

de la enfermedad, la calidad de vida y el número de recaídas en estos pacientes

(Hasson-Ohayo, Kravetz, Roe, David y Weiser, 2006; Bartels, Drake, Wallach y

Freeman, 1991). Varios estudios han puesto de manifiesto que cerca del 90% de los

pacientes excarcelados de unidades psiquiátricas forenses experimentará al menos

una recaída de la enfermedad por abandono de la medicación en los 5 años siguientes

al alta hospitalaria y un 73% requerirá de múltiples ingresos hospitalarios a lo largo de

58
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

la vida como consencuencia del incumplimiento terapérutico y conductas agresivas

(Baxter, Rabe-Hesketh, y Parrott 1999; Clarke et al., 2013).

Sin embargo, y a pesar de que la evaluación del riesgo de violencia es un tema

de gran interés que conlleva numerosos costes económicos y sociales en todos los

países del mundo, la mayoría de jurisdicciones internacionales, incluida España no

ofrecen cifras oficiales de criminalidad en términos de reincidencia penitenciaria de los

delincuentes más graves y violentos internados en este tipo de establecimientos, lo

que dificulta obtener parámetros estadísticos precisos sobre la magnitud de este

fenómeno y los costes económicos vinculados con el encarcelamiento (Fazel y Wolf,

2015). Se estima que en países como Reino Unido, el 19% del presupuesto total

destinado a salud mental se dirige a la atención y cuidado de los delincuentes con

trastornos mentales ingresados en unidades psiquiátricas de máxima seguridad cuyos

gastos por paciente ascienden a 273,000£ anuales (Fazel, Fiminska, Cocks, y Coid,

2016). A estas cifras habría que añadir los costes derivados de los reingresos

hospitalarios por recaídas de la enfermedad y las complicaciones de salud incluyendo

las conductas autolesivas altamente prevalentes en estos individuos.

1.3.5 Otros resultados adversos: Suicidio y Criminalidad

Los delincuentes violentos experimentan un mayor número de problemas de

salud a lo largo de la vida y tienen un mayor riesgo de mortalidad prematura (Piquero,

Daigle, Gibson, Leeper-Piquero, y Tibbetts, 2007). Entre los principales resultados

adversos de mortalidad se han destacado los actos y comportamientos suicidas.

Actualmente, el suicidio representa una de las primeras causas de muerte prematura

en la población general y se ha constatado un riego de prevalencia superior entre la

población delincuente (WHO, 2012). Cada año cerca de un millón de personas en el

mundo mueren como resultado de conductas suicidas, y se estima que el número de

tentativas es 20 veces superior (WHO, 2010). Los actos y comportamientos suicidas

59
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

se sitúan como la primera causa de muerte externa en nuestro país, por delante de los

accidentes de tráfico (INE, 2015), y a nivel mundial como la tercera causa de muerte

violenta entre las personas de 15 a 44 años, seguida de los accidentes de tráfico y

homicidios (Holmes, Crane, Fennell y Williams, 2002).

Entre los factores que influencian los comportamientos suicidas, se ha

destacado el papel que ejerce la interacción de variables biológicas, genéticas,

psicológicas y ambientales (Wasserman, 2001). A nivel biológico, se ha demostrado

que existe una correspondencia entre un bajo control de impulsos y un descenso de

los niveles de serotonina y de metabolitos en el líquido cefalorraquídeo en pacientes

suicidas. A nivel genético, el suicidio se ha asociado de forma significativa con un alto

componente de heredabilidad genética y con una mayor predisposición en pacientes

con antecedentes familiares de suicidio y conductas autolesivas (Dela Guia, 2011).

Esta mayor predisposición a la tendencia suicida ha sido particularmente demostrada,

entre los delincuentes encarcelados y entre los individuos que experimentan

acontecimientos vitales estresantes que pueden servir como facilitadores de la

conducta suicida (Dela Guia, 2011). Desde el punto de vista psicológico, la presencia

de algunos Trastornos Mentales Graves, como la Esquizofrenia (Witt et al., 2014), los

Trastornos Esquizoafectivos o la Depresión Mayor (Hawton, Comabella, Haw, y

Saunders, 2013), tienen un papel muy significativo en la conducta suicida. Diferentes

estudios han demostrado que el riesgo de suicidio entre los delincuentes violentos con

Esquizofrenia u otros Trastornos Psicóticos es de 30 a 40 veces superior que en la

población general y que entre el 25-50% de estos pacientes, realizará un intento de

suicidio a lo largo de la vida (Beautrais, Collings y Ehrhardt, 2005). Los actos e

intentos de suicidio cometidos por estos pacientes suelen ocurrir durante el curso de

un brote agudo de psicosis, al ingreso en unidades psiquiátricas hospitalarias e

inmediatamente después de haber sido dados de alta. También existe un riesgo muy

significativo para la conducta suicida entre los delincuentes que manifiestan

60
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

antecedentes de violencia y tentativas previas. Los incidentes cometidos por estos

pacientes se caracterizan por ser más letales, más frecuentes y menos imprevisibles

que en la población general (Dela Guia, 2011).

El suicidio en pacientes crónicos con Esquizofrenia y otras Psicosis internados

en centros psiquiátricos de máxima seguridad ha sido relacionado con la presencia de

múltiples factores de riesgo. En una revisión de la literatura, Hor y Taylor (2010), han

constatado que ser varón, joven, tener un nivel educativo alto, manifestar síntomas

activos de depresión, alucinaciones o delirios productivos y tener una adecuada

capacidad de insight o capacidad de introspección, están fuertemente relacionados

con el comportamiento suicida. El riesgo de suicidio entre la población psiquiátrica

encarcelada también se ha vinculado con la presencia de pérdidas recientes, con una

baja adherencia al tratamiento farmacológico, abuso de sustancias, con un historial de

violencia previa y con la presencia comórbida de Trastornos de Personalidad (Hawton,

Sutton, Haw, Sinclair y Deeks, 2005).

Varios estudios hasta la fecha han demostrado la existencia de una fuerte

relación entre suicidio y violencia en pacientes con Esquizofrenia (Fazel, 2009; Suokas

et al., 2010; Witt, Hawton, y Fazel, 2014). En muestras clínicas comunitarias de

pacientes atendidos por los servicios de Salud Mental el riesgo de suicidio es 2.8

veces superior entre los varones (95%, CI 1.5-5.4) que han llevado a cabo una

tentativa suicida previa y 4.4 veces superior en las mujeres con antecedentes suicidas

que manfiestan estos diagnósticos (95%, CI 1.5-12.7). Sin embargo, los actos y

comportamientos suicidas son muy superiores entre los delincuentes encarcelados en

prisión (Fazel, Cartwright, Norman-Nott, & Hawton, 2008; Lekka et al., 2006; Palmer, &

Connelly, 2005) y los pacientes internados en centros psiquiátricos de máxima

seguridad con un riesgo de entre 13 y 25 superior (Abidin, Davoren, Naughton,

Gibbons, Nulty, & Kennedy, 2013; Webb et al., 2011). En estos contextos el riesgo de

suicidio aumenta significativamente, debido al efecto que ejercen los factores de riesgo

61
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

propios de la población delincuente y el efecto del encarcelamiento, junto con la

vulnerabilidad al comportamiento autolesivo asociada a la enfermedad mental (Palmer

& Connelly, 2005).

La evaluación del riesgo de la conducta suicida constituye un componente

fundamental en el manejo y prevención de los pacientes en alto riesgo (Pompili et al.,

2007). Sin embargo, la mayoría de protocolos de evaluación utilizados actualmente se

basan en la aplicación de entrevistas y cuestionarios autoinformados de

intencionalidad y comportamientos suicidas, llevando a un gran número de falsos

positivos (Ishii, et al., 2014). Una alternativa a estos procedimientos la constituye las

guías e instrumentos de valoración del riesgo desarrollados en las últimas décadas.

Estos instrumentos diseñados bajo el enfoque de los procedimientos de Juicio Clínico

Estructurado de tercera generación (JCE), combinan la experiencia clínica junto los

hallazgos obtenidos en las últimas décadas en la investigación sobre los factores de

riesgo de la conducta y el comportamiento humano (Esbec, 2003). Sin embargo,

aunque se han producido importantes avances en lo que respecta a los instrumentos

de predicción de la conducta violenta, la predicción de la conducta suicida ha sido un

tema escasamente investigado. Hasta nuestro conocimiento, sólo un instrumento ha

sido específicamente diseñado para evaluar el riesgo de conducta suicida entre los

delincuentes psiquiátricos de alto riesgo internados en instituciones forenses de

máxima seguridad (The Suicide Risk Assessment and Management; S-RAMM; Fagan,

Ijaz, Papaconstantinou, O´Neill y Kennedy, 2009). The Suicide Risk Assessment and

Management (S-RAMM), ha sido desarrollado siguiendo el esquema de los

instrumentos de tercera generación a través de la inclusión de tres dimensiones que

analizan los factores de riesgo históricos, clínicos y de gestión relacionados con la

conducta e intencionalidad suicida en delincuentes con trastornos psiquiátricos.

Aunque el instrumento ha demostrado una adecuada capacidad predictiva para

discriminar a pacientes en alto riesgo con índices de precisión de .79 a .99 para

períodos de seguimiento de 6 meses, su validez predictiva sólo ha sido analizada en

62
Capítulo 1: Introducción Miriam Sánchez-SanSegundo

muestras anglosajonas. Hasta la fecha, se desconoce la utilidad de esta herramienta

para predecir la conducta e intencionalidad suicida en poblaciones de habla hispana,

durante períodos de seguimiento amplios. El uso de este tipo de herramientas en el

ámbito forense y penitenciario ha demostrado que logra mejorar la fiabilidad de las

evaluaciones sirviendo de apoyo a las decisiones judiciales (Elbogen, 2002). La

evidencia sobre el uso de este tipo de guías en la investigación sobre la conducta

violenta y criminal demuestra que las conclusiones clínicas mejoran cuando: a) se

realizan utilizando guías e instrumentos de evaluación psicométricamente fiables, b)

cuando existe un alto nivel de acuerdo entre los asesores y poseen una formación

apropiada, c) se define y se registra objetivamente la variable resultado, d) se dispone

de información relevante sobre el paciente y se corrobora adecuadamente y por último

f) cuando se asignan puntuaciones numéricas que permitan estimar el nivel de riesgo

con suficiente justificación (Dolan y Doyle, 2000; Webster et al., 1997). Por lo tanto,

resulta de enorme interés desde el punto de vista clínico y aplicado, conocer el

funcionamiento de este instrumento en nuestro contexto cultural en delincuentes con

alto riesgo de conducta suicida.

63
64
CAPÍTULO 2: Objetivos de estudio

65
66
Capítulo 2: Objetivos Miriam Sánchez-SanSegundo

2.1 Objetivos

La presente Tesis Doctoral se centra en el estudio de los factores

determinantes de la delincuencia juvenil y las trayectorias de la conducta criminal en

delincuentes violentos internados en centros psiquiátricos de máxima seguridad.

Para ello, se han determinado seis objetivos de investigación, cada uno de los cuales

constituye un artículo empírico. Los tres primeros estudios se centran en la población

juvenil. En ellos se analiza la influencia del consumo de alcohol en la delincuencia, el

desempeño académico, la vinculación con amigos infractores, la relación parental y

la aparición de nuevos fenómenos emergentes relacionados con el consumo abusivo

de alcohol y la restricción calórica (drunkorexia). Los tres últimos estudios analizan el

comportamiento criminal y la conducta suicida de los delincuentes con Esquizofrenia

y otras Psicosis encarcelados en centros psiquiátricos de máxima seguridad por la

comisión de crímenes violentos.

De manera específica, los objetivos de cada uno de los estudios ha sido:

1. Evaluar la relación entre el consumo de alcohol en la adolescencia, la

delincuencia, el desempeño académico y los vínculos sociales (Estudio 1).

2. Analizar la relación entre el consumo de alcohol en la adolescencia, la calidad

de la relación familiar y los comportamientos y actitudes parentales hacia el

consumo (Estudio 2).

3. Examinar la existencia de nuevo fenómeno emergente de la conducta

alimentaria en la población universitaria denominado “Drunkorexia”

caracterizado por la restricción del consumo de alimentos con alto contenido

calórico para compensar el exceso de calorías proporcionado por la ingesta

abusiva de alcohol en forma de atracón “Binge Drinking” (Estudio 3).

67
Capítulo 2: Objetivos Miriam Sánchez-SanSegundo

4. Analizar las trayectorias de la violencia y la conducta criminal en delincuentes

con Esquizofrenia y antecedentes de Trastornos de Conducta (CD) en la

infancia, antes de los 15 años de edad (Estudio 4).

5. Comprobar la validez predictiva del instrumento de valoración de la conducta

violenta HCR-20 y la escala de evaluación de la psicopatía PCL:SV en una

muestra de delincuentes con Esquizofrenia y otras Psicosis internados en

centros psiquiátricos de máxima seguridad (Estudio 5)

6. Comprobar la eficacia predictiva de la versión española del Suicide Risk

Assessment Measure (S-RAMM) para la predicción de la conducta suicida en

delincuentes violentos con Esquizofrenia y otras Psicosis (Estudio 6).

Como muestra la figura 1 cada uno de los objetivos anteriores citados constituye un

estudio empírico.

68
Capítulo 2: Objetivos Miriam Sánchez-SanSegundo

Figura 1: Relación entre objetivos y estudios empíricos de esa Tesis Doctoral.

Las Trayectorias de la Violencia y Conducta Criminal

Objetivo 1. Analizar la relación entre el Estudio 2. Adolescent Alcohol Use in Spain:


consumo de alcohol adolescente, la delincuencia, Connections with Friends, school, and other
el desempeño académico y los vínculos sociales. delinquent behaviors.
Adolescentes

Objetivo 2. Analizar la relación entre el Estudio 1. Adolescent drinking in Spain: Family


consumo de alcohol adolescente, la relación relationship quality, rules, communication, and
parental y las actitudes hacia el consumo. behaviors.

Objetivo 3. Evaluar la relación entre Estudio 3. Drunkorexia y Binge Drinking:


Drunkorexia y Binge Drinking en estudiantes Nuevos patrones de conducta alimentaria en
universitarios. estudiantes universitarios.

Objetivo 4. Analizar los antecedentes de Estudio 4. Subtypes of severely mentally ill


Delincuentes adultos con Psicosis

Trastornos de Conducta en la Infancia (CD) entre violent offenders in a Spanish Forensic


los delincuentes con trastornos mentales. Psychiatric Hospital.

Objetivo 5. Evaluar el riesgo de violencia en Estudio 5. Assessing Risk for Violence among
delincuentes con enfermedad mental mediante el Mentally Disordered Offenders: a longitudinal
uso de los instrumentos HCR-20 y PCL:SV. study using the HCR-20 and PCL:SV in Spain.

Objetivo 6. Evaluar el riesgo de suicidio en una Estudio 6. Suicide Risk Assessment in a sample
muestra de delincuentes con Esquizofrenia y of violent offenders with Schizophrenia and
otras Psicosis mediante el S-RAMM. Other Psychosis.

69
70
TRABAJOS PUBLICADOS

71
72
Capítulo 3: Adolescent alcohol use in Spain:
connections with Friends, school, and other
delinquent behaviors.

Goldberg-Looney, L. D., Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Albaladejo-


Blazquez, N., & Perrin, P. B. (2016). Adolescent alcohol use in Spain: connections with
friends, school, and other delinquent behaviors. Frontiers in Psychology, 7: 269.
doi: 10.3389/fpsyg.2016.00269

Este estudio ha sido financiado por Concejalía de Acción Social. Plan Municipal sobre
Drogodependencia. Ayuntamiento de Alicante, Spain. Delegación del Gobierno para el
Plan Nacional sobre Drogas, AYTOALICANTE3-13I.

73
74
Capítulo 3 Miriam Sánchez-SanSegundo

Adolescent alcohol use in Spain: connections with friends, school, and other

delinquent behaviors

Lisa D. Goldberg-Looney1, Miriam Sánchez-SanSegundo2, Rosario Ferrer-Cascales2,


Natalia Albaladejo-Blazquez2 and Paul B. Perrin1

1 Department of Psychology, Virginia Commonwealth University, Richmond, Virginia,


USA, 2 Department of Health Psychology, University of Alicante, Alicante, Spain

Abstract

This study examined the connections between adolescent alcohol use in Alicante,
Spain and variables reflecting adolescents’ academic problems, potentially delinquent
behaviors, friends’ alcohol consumption, and friendship quality. Information about
alcohol use and a number of school and social variables was collected from adolescent
students (N=567) who completed the National Students School-Based Drug Survey in
a classroom setting. Results suggested that gender was not significantly associated
with alcohol use, although alcohol use increased with age and was more likely for
adolescents enrolled in public schools compared to private. After controlling for age
and type of school (public vs. private), academic problems explained 5.1% of the
variance in adolescents’ alcohol use, potentially delinquent behaviors explained 29.0%,
friends’ alcohol use 16.8%, and friendship quality 1.6%. When all unique predictors
from these four models were included in a comprehensive model, they explained
32.3% of the variance in adolescents’ alcohol use. In this final model, getting expelled,
participating in a fight, going out at night, the hour at which one returns, and the
number of friends who have consumed alcohol were uniquely and positively associated
with adolescents’ alcohol use. These results provide important information about multi-
system influences on adolescent alcohol use in Alicante, Spain and suggest potential
areas of focus for intervention research.

Keywords: adolescent alcohol use, delinquent behaviors, friendship quality,


intervention/prevention, peer influences, Spain

75
Capítulo 3 Miriam Sánchez-SanSegundo

76
Capítulo 4: Adolescent drinking in Spain: Family
relationship quality, rules, communication, and
behaviors.

Goldberg-Looney, L. D., Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Smith, E.R.,


Albaladejo-Blazquez, N., & Perrin, P. B. (2015). Adolescent drinking in Spain: Family
relationship quality, rules, communication, and behaviors. Children and Youth Services
Review, 58, 236-243. doi.org/10.1016/j.childyouth.2015.09.022

Este estudio ha sido financiado por Concejalía de Acción Social. Plan Municipal sobre
Drogodependencia. Ayuntamiento de Alicante, Spain. Delegación del Gobierno para el
Plan Nacional sobre Drogas, AYTOALICANTE3-13I.

77
Capítulo 4 Miriam Sánchez-SanSegundo

78
Capítulo 4 Miriam Sánchez-SanSegundo

Adolescent alcohol use in Spain: connections with friends, school, and

other delinquent behaviors

Lisa D. Goldberg-Looney1, Miriam Sánchez-SanSegundo2, Rosario Ferrer-Cascales2,


Natalia Albaladejo-Blazquez2 and Paul B. Perrin1

1 Department of Psychology, Virginia Commonwealth University, Richmond, Virginia,


USA, 2 Department of Health Psychology, University of Alicante, Alicante, Spain

Abstract

This study examined associations between adolescent alcohol use in Spain and family
relationship quality, parental rules, sources of information about substances, and family
behaviors. A sample of 565 students in Alicante, Sapin completed measures of these
constructs. After controlling for age and type of school, family relationship quality
explained 3.7% of the variance in adolescents´alcohol use, family rules explained 7.0%
sources of information 2.8% and parental behavior 2.6%. A comprehensive model with
all unique predictors from these four models explained 10.6% of the variance in
adolescents´alcohol use. Within this final model, higher family relationship quality and
parents knowing with whom one goes out at night were uniquely and negatively
associated with adolescents´alcohol use, but mothers permitting alcohol consumption
and fathers´drinking behaviors were positively associated. These findings suggest that
the family unit may be ideal for intervening to reduce alcohol use in adolescents in
Spain.

Keywords: Adolescent alcohol use, adolescent and parent communication, family


relationships, intervention/prevention, Spain.

79
80
Capítulo 5: Drunkorexia y Binge Drinking: nuevos
patrones de conducta alimentaria en Estudiantes
Universitarios.

Sánchez-SanSegundo, M., Zaragoza-Martí, Ana., Ferrer-Cascales, R. (2016).


Drunkorexia y Binge Drinking: nuevos patrones de conducta alimentaria en
estudiantes universitarios. Revista Española de Nutrición Comunitaria, 1(22), online
edition.

La versión publicada online del presente manuscrito puede consultarse en:

http://www.renc.es/actualidad1.asp??page=1&anno=&codR=12&buscar=

81
82
Drunkorexia y Binge Drinking: nuevos patrones de conducta alimentaria en

estudiantes universitarios

Miriam Sánchez-SanSegundo1, Rosario Ferrer-Cascales1, Ana Zaragoza-Martí1

1
Departamento de Psicología de la Salud. Facultad de Ciencias de la Salud.
Universidad de Alicante (España)

Resumen

Introducción: La drunkorexia es un patrón de comportamiento caracterizado por la


restricción del consumo de alimentos calóricos para compensar el exceso de calorías
proporcionado por la ingesta de alcohol. Aunque el término “drunkorexia” no ha sido
clínicamente reconocido, en los últimos años este término ha sido ampliamente
utilizado para describir un nuevo fenómeno con alta incidencia en sujetos de 18 a 26
años. El objetivo del presente estudio fue examinar el patrón de drunkorexia y “binge
drinking” en una muestra de estudiantes universitarios. Método: Se realizó un estudio
descriptivo transversal en una muestra de 120 estudiantes universitarios de nutrición
humana y dietética Los participantes cumplimentaron un cuestionario sobre hábitos de
alimentación e ingesta de alcohol. Resultados: La prevalencia de drunkorexia fue del
10%. La drunkorexia estuvo fuertemente correlacionada con la conducta de atracón o
binge drinking (r=0.75). Los partipantes que redujeron la ingesta de alimentos
calóricos, presentaron 2.5 veces más probabilidades de ser binge drinkers (IC 95%
1.46-4.27). No se encontraron diferencias significativos en función del sexo.
Conclusión: Estos hallazgos proporcionan evidencia sobre la incidencia de un nuevo
patrón de la conducta alimentaria en estudiantes universitarios.

Palabras Clave: Drunkorexia. Binge Drinking. Estudiantes.

83
84
Capítulo 6: Subtypes of severely mentally ill
violent offenders in a Spanish Forensic
Psychiatric Hospital

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., & Hodgins, S. (2014). Subtypes of severely mentally ill violent offenders in a
Spanish forensic psychiatric hospital. International Journal of Forensic Mental
Health, 13(3), 217-226. doi.org/10.1080/14999013.2014.922137

85
86
Subtypes of Severely Mentally Ill Violent Offenders in a Spanish Forensic
Psychiatric Hospital

Miriam Sanchez-SanSegundo1; Rosario Ferrer-Cascales1; Jesús Herranz-Bellido1,2;


Mar Pastor-Bravo1,3; Sheilagh Hodgins4

1Department of Health Psychology, University of Alicante, Alicante, Spain


2Departmentof Psychology, Alicante Forensic Psychiatric Hospital, Alicante, Spain
3Department of Psychiatry, Institute of Legal Medicine, Alicante, Spain
4Departement de Psychiatrie, Universite de Montreal, Montreal, Quebec, Canada; Institute of

Psychiatry, King’s College London, London, United Kindom

Abstract

Conduct disorder (CD) prior to age 15 identifies a subgroup of men with severe mental
illness (SMI) who present a high risk for violence that persists across the life span. The
present study examined male violent offenders with SMI in a forensic hospital in Spain,
comparing those with SMICCD and those without SMI-CD on the HCR-20 and PCL:SV.
Violent offenders with SMICCD obtained higher HCR-20 and PCL: SV total scores, and
much higher H and factor 2 scores as compared to those without prior CD. Men with
SMICCD present a challenge to forensic psychiatric services.

Keywords: schizophrenia, violence, conduct disorder, HCR-20, PCL:SV

87
88
TRABAJOS NO PUBLICADOS

89
90
Capítulo 7: Assessing Risk for Violence among
Mentally Disordered Offenders: A longitudinal
prospective study using the HCR-20 and PCL:SV
in Spain.

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., (in preparation).

91
92
Assessing Risk for Violence among Mentally Disordered Offenders: A

longitudinal prospective study using the HCR-20 and PCL:SV in Spain

Miriam Sánchez San Segundo1, Rosario Ferrer-Cascales1, Jesús Herranz Bellido2, Mar

Pastor Bravo3

Department of Health Psychology, University of Alicante, Spain


1

Department of Psychology, Alicante Forensic Psychiatric Hospital, Spain


2

Department of Psychiatry, Institute of Legal Medicine, Alicante, Spain


3

1. Introduction

In the past decades there has been a significant progress in the field of violence

risk prediction and methods for decision-making in mentally disordered offenders

(Dolan & Blattner, 2010; Douglas, Ogloff, & Hart, 2003). The most common risk

assessment methods used by mental health professionals in criminal justice have been

described as actuarial and structured professional judgment (Vogel & Ruiter, 2006).

Actuarial approaches are based on the static risk factors empirically related to violence

coded according to a number of fixed and explicit rules (de Vogel & de Ruiter, 2006). In

contrast, the Structured Professional Judgement (SPJ), combine a set of both static

and dynamic risk factors that can be used to guide interventions and prioritize goals of

treatment (Kubiak et al., 2014). Although both approaches may be considered similar in

terms of accuracy to predict future aggressive behaviors (Fazel, Singh, Doll, & Grann,

2012; Guy, Douglas, & Hendry, 2010; Sing, Grann, & Fazel, 2011; Yang, Wong, &

Coid, 2010), the SPJ approach have demonstrated its superiority by providing specific

recommendations for managing the risk of violence (Guy, Packer, & Warnken, 2014).

To date, the most widely used SPJ instrument for the assessment of violence

risk prediction in mentally disordered offenders is the Historical, Clinical, Risk

93
Management-20 Version 2 (HCR-20; Webster, Douglas, Eaves, & Hart, 1997, for a

complete review see Singh, 2013). The HCR-20 risk assessment tool is designed to

help clinicians to guide the interventions and develop individualized management

strategies in order to reduce the likelihood of violence (Ho et al., 2013). It contains 10

historical static factors that do not change over time, and 10 dynamic (5 clinical and 5

risk management) factors that are potentially amendable to clinical interventions (Guy,

Packer, & Warnken, 2012). The HCR-20 has been widely used with more than 200

independent studies across countries and translated into different languages (Douglas

et al., 2014). Research on the HCR-20 in mentally disordered populations has

consistently reported good psychometric properties, in terms of interrater reliability and

internal consistency (Belfrage, Fransson, & Strand, 2000; Daffern, & Howells, 2007; De

Vogel & de Ruiter, 2006; Douglas, Ogloff, & Hart, 2003; Douglas, Ogloff, Nicholls, &

Grant, 1999) and the ability of the HCR-20 to predict future violence and institutional

aggression has been found to be, moderate to large, with areas under the ROC curve

ranging between 0.70 to 0.80 (for a review see Douglas, Blanchard, Guy, Reeves, &

Weir, 2010).

In addition, to more elaborate SPJ tools such as the HCR-20, high scores on

psychopathy based on the Psychopathy Checklist Revised (PCL-R; Hare, 1991) and its

reduced version PCL:SV (Hart, Cox, & Hare, 1995) have been associated with criminal

behavior and general recidivism in a variety of cohorts, including forensic psychiatric

patients (Hare, Clark, Grann, &, Thornton, 2000; Hemphill, Hare, & Wong, 1998;

Salekin et al., 1996). The usefulness of the psychopathy as a predictor of inpatient

aggression has also been reported in several early studies (e.g. Dernevik, Grann, &

Johanson, 2002; Tengström et al., 2006). However these results are mainly from

research conducted in North America (Gray, Taylor, & Snowden, 2008) some

European countries including Germany, Sweden, Netherlands and the United Kingdom

(Doland & Blattner, 2010). In Spain, however there is a lack of research regarding

94
violence risk prediction in mentally disordered offenders. To our knowledge, there is

only one study in Spain that has examined the ability of the HCR-20 and PCL:SV to

predict institutional aggression in a civil sample of 78 psychiatric inpatients followed-up

12 monts within institution (Arbach- Lucioni, Andrés-Pueyo, Pomarol-Clotet, & Gomar-

Soñes, 2011). Results showed that both measures were predictive of violence within

the first 4 months of the follow-up with areas under the curve (AUCs) ranking from .70

to .75, but only the HCR-20 and most particularly the clinical subscale showed a

significant association with institutional violence. These results support the hypothesis

that compared with the PCL:SV, the HCR-20 is a more stable predictor of violence

(Douglas et al., 1999; Gray et al., 2003; Nichols et al.1999). These findings are not

surprisingly given that the PCL-R (Hare, 2003) and its reduced version (PCL:SV) were

not originally developed as a violence risk assessment tool for mentally disordered

populations (McDermott, Edens, Quanbeck, Busse, & Scott, 2008) but it has been

shown to be a robust predictor of violence and recidivism across different samples.

The HCR-20 and PCL:SV were originally developed for use in forensic setting.

However, no studies up to date have examined the predictive validity of these

measures in forensic psychiatric settings in Spain.

In this study, a prospective longitudinal examination of a sample of 107 mentally

disordered offenders was conducted in Spain. This study aims to) determine the

predictive validity of the HCR-20 and PCL:SV for predicting inpatient aggression

behaviours, and b) to examine if the HCR-20 structured final risk judgment adds

incremental validity to the total score. To address the goals of this study, patients were

assessed at institution and followed up 24 months by examining the institutional

incidents records. On the basis of recent studies that demonstrate predictive ability of

risk assessment instruments for predicting aggressive behaviours can be influenced by

diagnoses and clinical status (Grann, Belfrage, & Tengström, 2000; Hodgins & Riaz,

2011; Tengström et al., 2006) we only included those offenders who had a primary

95
diagnosis of major mental disorder and who have been sentenced to compulsory

forensic psychiatric treatment for violent crimes.

2. Methods

2.1 Participants

The sample consisted of 107 male patients who had been admitted to a

Spanish forensic psychiatric hospital on the basis of having a mental disorder at the

moment of the crime. Inclusion criteria were: (1) being male; (2) had a primary clinical

diagnosis of schizophrenia, schizoaffective disorder, delusional disorder, other

psychosis, or bipolar disorder; and (3) had committed at least one violent crime. The

mean age was 44.2 (SD=9.2). The majority of participants had at least one offence

prior to the index offence (n= 42, 39.3%) and had completed only elementary school

(n= 48, 39.3%). The most common diagnosis according to the Diagnostic and

Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV 4th edition; American Psychiatric

Association, 1994) was Schizophrenia 62.6% (n=67) followed by Delusional Disorder

14.0% (n=15), Schizoaffective Disorder 7.5% (n=8), Bipolar Disorder 3.7% (n=4) and

other psychotic disorders 12.1% (n=13). Additionally, 12.1% (n=13) of the sample had

a secondary diagnosis of substance use disorder and 30.8% (n=33) met criteria for a

comorbid diagnosis of personality disorder. Most of the patients received antipsychotic

medication (n=97, 90.6%) and other forms of treatment (individual psychotherapy,

counselling and work therapy) during the treatment at the institution. Of the 107

patients 83.2% (n=89) had been hospitalized at least once in the Mental Health

Services prior the index offense but only a small proportion were taken medication at

the moment of the offense. All patients had committed at least one type of violent crime

and were found not guilty by reasons of insanity (NGRI). Most common index offenses

leading to internment were: consumed and attempted homicide 32 (29.9%), consumed

and attempted murder 37 (34.5%), injuries 6 (5.6%), sex-offences 5 (4.7%), robbery

96
offenses involving injury to the victim 5 (4.7%) and other violent offences 22 (20.5%).

The average length of stay at the forensic institution was 139 months (SD= 93.7,

ranging from 6 to 360).

2.2 Risk assessment measures

2.2.1 HCR-20. The Historical-Clinical-Risk Management- 20

The HCR-20 (Webster et al., 1997) is a structured professional tool designed to

assess risk violence. The instrument contains 20 risk factors grouped into three scales:

Historical (H), Clinical (C) and Risk Management (R). Factors are scored on a three-

point scale indicating the presence (2), possible presence (1) or absence of each risk

factor (0). Higher scores are indicative of higher risk of re-offending. A final clinical risk

judgement is provided as low, moderate or high risk, indicating the specific

interventions aimed to manage violence risk. The psychometric properties of the

instrument have been examined in numerous studies reporting rates of moderate to

excellent predictive validity (for a review of over 50 studies published on the HCR-20,

see Douglas and Reeves, 2010). Psychometric properties of the Spanish version of the

HCR-20 have also been shown to have adequate interrater reliability and predictive

validity (AUCs=.69-.77) for violent incidents (Arbach-Lucioni et al., 2011) and its cross-

cultural comparability have been found satisfactory. The HCR-20 has been found to be

a useful tool for violence prediction within the psychiatric institutions (Arbach-Lucioni et

al., 2011; Doyle, Dolan, & Mc Govern, 2002; Tengström et al., 2006) and in the

community (Douglas et al., 2003).

2.2.2 PCL:SV. The Hare Psychopathy Checklist: Screening Version

The PCL:SV (Hart et al., 1995) consists of 12 items rated on a three-point scale

ranging from 0 to 24. A cut-off score of 18 and above has been recommended to

indicate the presence of psychopathy. The psychometric properties of the instrument

have been confirmed in numerous studies reporting high correlations with the original

97
Hare Psychopathy Checklist-Revised (PCL-R; Hare, 1991) and adequate cross-cultural

reliability (Cooke, Michie, Hart, & Clark, 2005). The PCL:SV has been shown to be the

most appropriate instrument to measure prototypical psychopathic facets in forensic

populations (Cooke & Michie, 1999) and includes two robust factors that capture the

interpersonal/ affective and antisocial/unstable behaviour traits of psychopathy.

2.3 Procedure

This study was approved by the forensic hospital directive committee. Patient´s

data were collected prior to the beginning of the follow-up. To guarantee reliability of

results, a random sample of 20 (18.7%) patients were rated independently by two

psychologists; an experienced clinical psychologist at the institution and a researcher

trained in the use of the HCR-20 and PCL:SV. Interrater correlations were high for both

instruments. The total scores for the HCR-20 was .79 and .87 for the PCL:SV.

According to manual´s recommendations, patient´s information was collected through

case file review and an interview using multiple file-based information. The files

included detailed reports from psychiatrists, psychologists, social workers and criminal

reports completed by the court as part of the clinical routine. Patients were monitored

for violent incidents within the institution and followed up 24 month by examining the

institutional incidents records.

2.4 Violence outcome measures

In the present study, violence was defined according to HCR-20 manual as

“actual, attempted or threatened physical harm deliberately to others” (Webster et al.,

1997, p.24). This definition allowed for the inclusion of harmful or injurious acts to

others as well as property damage with the goal to frighten or threaten another person,

verbal threats, insults, intimidation, and other behaviours perceived as malevolent

intended to induce fear or to harm against others. Violence incidents within the

98
institution were prospectively monitored by the staff observation using the Spanish

version of the Modified Overt Aggression Scale (MOAS; Arbach-Lucioni et al., 2011).

The MOAS is a non-intrusive, observational scale designed to assess the frequency

and severity of four types of aggressive behaviour: (1) verbal aggression, (2)

aggression towards objects, (3) self-injury, and (4) physical aggression against others.

Violent incidents are scored on a four-point scale ranging from 0 (absence of

behaviour) to 4 (severe behaviour). The MOAS has been found to have appropriate

psychometric properties in terms of test–retest reliability and inter-rater reliability for

aggressive psychiatric patients (Margarit et al., 2005). For study purpose, only physical

violence directed towards others and verbal threats were considered.

2.4 Data analyses

Receiver Operating Characteristic (ROC) analysis was used to examine the predictive

accuracy of the HCR-20 and the PCL:SV scores. ROC analysis have been shown to be

a valid method in research on the prediction of violence due to its much less sensitive

to base rate than other indices (Mossman, 1994). In addition, it provides similar

information as that yielded by the Cohen´s effect size (Dolan & Doyle, 2000). In the

current method, the accuracy is expressed in terms of sensitivity and specificity. The

area under the curve (AUC) of the ROC analysis is used to assess the accuracy of

prediction. AUC value can be interpreted as the probability that a randomly selected

recidivist show a higher score on a risk assessment instrument than a randomly

selected non-recidivism (Pedersen, Ramussen and Elsass, 2012). AUC values range

from 0 to 1, where an AUC of .50 represents chance-level prediction and an AUC of

1.00 represents perfect predictions. In general, AUC values of .70 and above are

considered indicative of moderate to large, and values above .75 as large (Douglas et

al., 2010). For most analyses violence was coded as dichotomously (0= no violence;

1= one or more violence incidents).

99
To address the reliability of the raters, intraclass correlations (ICCs) were performed.

The ICCs have been extensively used to measure reliability or degree of resemblance

between raters, being considered equivalent to the Cohen´s kappa coefficient (Shieh,

2014). Additionally, we also examined whether HCR-20 final risk judgement added

incremental validity to the HCR-20 numerical scores. All statistical analyses were

conducted using SPSS version 20.0 for windows.

3. Results

3.1 Violent outcome during follow-up

Of the 107 patients in the sample, 32 (29.2%) committed at least one act of any

type of violence during the period of study. A total of 27 (25.2%) were detected to

commit verbal threats or fear-inducing behaviour against patients or staff members

while 12 (11.2%) were classified as having perpetrated physical violence. The majority

of incidents of physical violence (n=10, 83.3%) were classified as mildly serious as

defined as any violent event not resulting in harm to the victim, while 2 (16.7%) as

severely requiring medical treatment or examination.

Table 1 shows the results of descriptive characteristics and interrater reliability

of the HCR-20 and PCL:SV scales. Overall, the intraclass correlation in both

instruments was moderate to high ranging from .79 for the HCR-20 total score to .87

for the PCL:SV total score. The HCR-20 total score ranged from 11 to 37 with a mean

score of 21.48 (SD= 6.21) while the PCLV:SV total score ranging from 0 to 20 with a

mean score of 8.86 (SD= 4.72). Aggressive patients had significantly higher scores on

the HCR-20 total score (t = - 6.3; df = 105; p < .001; M = 26.5 [SD = 5.5] vs. M = 19.3

[SD = 5.1]) and on the PCL:SV total score (t =-4.9; df = 105; p < .001; M = 11.9 [SD =

4.6] vs. M = 7.5 [SD = 4.1]). The HCR-20 final structured risk judgements classified 51

(47.7%) of the patients as low risk, 23 (21.5%) as moderate risk and 33 (30.8%) as

100
high risk. The proportion of patients who were violent across the follow-up differed

significantly across structured final risk categories (χ2= 35.3, df= 2, p<.001).

Thus, the highest percentage of violence occurred among those patients who

were classified as moderate (n=7; 30.4%) and high (n =22; 66.7%) risk level.

Table 1: Descriptive characteristics and Interrater Reliability of the HCR-20 and

PCL:SV

Instrument M SD SE Range ICC

HCR-20 Total 21.48 6.21 0.50 11-37 .79


H Scale 11.36 3.68 0.35 6-20 .82
C Scale 4.67 2.22 0.21 0-10 .76
R Scale 5.41 2.08 0.20 1-10 .79
PCL:SV Total 8.89 4.70 0.44 0-20 .87
PCL_Factor1 4.04 2.45 0.21 0-12 .86
PCL_Factor2 4.93 3.03 0.29 0-11 .88
Note: HCR-20 Historical, Clinical, and Risk Management-20; PCL:SV= Psychopathic
Checklist: Screening Version; SD= Standard deviation; SE= Standard error; ICC=
Intraclass correlation coefficient

3.2 Predictive validity of the HCR-20 and PCL:SV scales

Table 2 presents the results of the predictive validity of the HCR-20 and

PCL:SV. For all three types of aggressive behaviour, the HCR-20 total score showed a

moderate to large predictive ability, with areas under the ROC curve (AUC) value

ranging from .82 (for any violence) to .82 (for verbal threats and intimidation behaviors)

to .73 (for physical aggression). The PCL:SV total score produced a more moderate

AUCs with values ranged from .78 (for any violence) to .78 (for verbal aggression) to

.65 (for physical aggression). Both instruments were statistically significant in predicting

future inpatient aggression with AUC values greater than chance. However, the HCR-

101
20 total score was a more robust predictor of future violence for the three types of

aggressive acts across the follow-up.

Table 2: Area under the ROC curves for HCR-20 and PLC:SV instruments

Any violence Verbal violence Psysical violence

Instrument AUC SE AUC SE AUC SE

HCR-20 .82*** .04 .82*** .04 .73* .07


H subscale .76*** .05 .76*** .05 .65* .07
C subscale .75*** .05 .76*** .05 .76** .06
R subscale .71** .05 .70** .05 .69* .07
SPJ .83*** .04 .83*** .04 .74** .06
PCL:SV .78*** .05 .80*** .05 .69* .07
Factor 1 .72*** .04 .74*** .05 .70* .07
Factor 2 .79*** .05 .78*** .05 .68* .07
Note: *p <.05, **p <.01, ***p <.001

Finally, we conducted a set of regression analyses using “any violence” and

“physical violence” as outcome variables to examine whether the HCR-20 final risk

judgement could add incremental validity to the HCR-20 numerical scores. In both

models, the HCR-20 subscales were entered as predictors on block 1. The HCR-20

final risk judgements were entered on block 2 by using the forward conditional method.

The results are presented in Table 3. When “any violence” was used as an outcome

variable, the H and C subscales of the HCR-20 instrument produced a significant

model fit in block 1 (-2 log likelihood= 95.717, chi= 34.838, df=3, p<.001), but only the

H and C subscale were significant in block 2. Then, the structured professional risk

judgments were entered in block 2, producing a similar model fit (-2 log likelihood=

84.855, chi= 45.700, df=4, p<.001). Similar results were observed using “physical

violence” as outcome variable in block 1 (-2 log likelihood= 64.075, chi= 11.036, df=3,

p=.012). Only the C subscale contributed significantly to the prediction of this model. In

102
block 2, the structured final risk judgments contributed to significant improvement in the

final model´s fit (-2 log likelihood= 59.134, chi= 15.977, df=4, p=.003).

Table 3. Regression analyses comparing numerical scores and structural final risk
judgments on the HCR-20

Criterion B SE Wald Exp(B) p

Any violence
Block 1
Hsubscale .239 .077 9.663 1.270 .002
Csubscale .358 .125 8.169 1.431 .004
Rsubscale .066 .137 .232 1.068 .630
Block 2
Hsubscale .158 .084 3.541 1.171 .060
Csubscale .110 .159 .480 1.116 .488
Rsubscale -.095 .151 .392 .910 .531
SPJa 1.298 .521 6.204 3.662 .013
Physical violence
Block 1
Hsubscale .000 .089 .000 1.000 .998
Csubscale .327 .165 3.920 1.387 .048
Rsubscale .263 .168 2.443 1.301 .118
Block 2
HCR_HScale -.091 .097 .888 .913 .346
HCR_CScale .061 .200 .094 1.063 .759
HCR_RScale .125 .176 .505 1.133 .477
SPJa 1.565 .742 4.448 4.783 .035

Structured final risk judgement of low, moderate and high risk


a

4. Discussion

This is the first prospective study to compare the predictive validity of HCR-20

and PCL:SV for a range of institutional outcomes in a sample of mentally disordered

male offenders from Spain. In the present study 107 long-term sentenced offenders

who had committed severe violent crimes were followed up 24 months at institution by

examining incident violent records. We found that 32 (29.9%) of patients behaved

103
violently at one or more times across the follow-up, of which 12 (11.2%) committed a

physical act of violence. The base-rate of inpatient violence observed in our sample

was lower than reported in other previous forensic psychiatric studies (Dernevik,

Grann, & Johansson, 2002; Gray et al., 2003; Rasmussen & Levander, 1996; Nicholls,

Brink, Desmarais, Webster, & Martin, 2006; Tengström et al., 2006). Our results are in

line to that reported by De Vogel & De Ruiter (2006) in a sample of 127 male mentally

disordered offenders admitted to a forensic psychiatric hospital, where 15% of patients

committed any act of physical violence across the follow-up. The lower rates of

aggressive behaviours in the present study might be due to several reasons. Firstly, we

only included patients with a primary diagnosis of major mental disorders (MMDs).

Some evidence suggests that the prevalence of aggressive behaviours within forensic

psychiatric institution may vary by primary diagnosis. For example, in a study

examining the predictive accuracy of the HCR-20 and the PCL:SV in a sample 216

forensic patients who were classified into the diagnostic groups of schizophrenia,

personality disorder and cognitively impaired patients, Tengtröm et al., (2006) found

that the prevalence of violent and antisocial behaviours ranged from 44% among

cognitively impaired patients to 31% among patients with a diagnosis of schizophrenia

and 25% among personality disordered patients. Secondly, most patients in our study

were residing on a specific unit at the hospital called “education and respectful” module

which require to have an adapted behaviour. So it is possible that the rate of

aggressive behaviors in our sampe was influenced by the less restrictive environment.

Another explanation might be the use of adequate risk management strategies by staff.

The mean scores on the HCR-20 and PCL:SV risk assessment tools were

significantly higher in patients who were violent during follow-up. The proportion of

aggressive patients differed significantly across structured final risk categories with the

highest percentage of violence occurred among those patients who were classified as

moderate and high risk level. The HCR-20 and PCL:SV were significantly predictive of

104
institutional violence with moderate to large effect sizes. However, the HCR-20 added

incremental validity over the PCL:SV for violent behaviours within hospital. The AUCs

values for the HCR-20 total scores ranged from .73 to .82 while for the PCL:SV scores

ranged from .65 to .78. These results are similar to other studies where the predictive

validity of the HCR-20 and the PCLS:SV in forensic psychiatric patients demonstrates

that compared with HCR-20, the PCL:SV produce a more variable AUC values

(Douglas et al., 2003 Douglas et al., 1999). The HCR-20 total score was the most

robust predictor of both physical and verbal institutional aggression. The Clinical

subscale contributed most significantly to this effect size for physical aggressive. The

superiority of the Clinical subscale for predicting aggressive behaviours found in our

study is perhaps not surprising given the fact that all patients in our sample met the

criteria for a diagnosis of major mental disorders and most of them had reported a

history of psychotic symptoms. Finally, final risk judgement of the HCR-20 added

incremental validity to the HCR-20 numerical scores. For physical violence, the C

subscale of the HCR-20 contributed significantly to the prediction of this model.

4.1 Limitations

The present study has several limitations which require areas for future

examination. First, the sample was limited to mentally disordered patients residing on a

“respectful module”, thereby the low rate of aggressive behaviours found in our sample

might be influenced by the context of study. Also, it is possible that only those severe

incidents of physical aggression requiring medical examination were taken into account

on the incident bulletins, thus many aggressive incidents might have not been

observed by staff. Second, our sample was restricted to male patients, so results

should be interpreted with caution when comparing with female mentally disordered

offenders. Despite these limitations, our results support the use of the HCR-20 and

PCL: SV for clinical practice in Spain by providing evidence of the accuracy of these

measures to predict institutional aggressive behaviours.

105
Acknowledgements

No funding to declare. The authors would like to thank the patients who

participated in this study as well as the Alicante Forensic Psychiatric Hospital for

allowing us to conduct this present study.

106
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110
Capítulo 8: Suicide Risk Assessment in a sample
of Offenders with Schizophrenia and other
Psychosis.

Sánchez-SanSegundo, M., Ferrer-Cascales, R., Herranz-Bellido, J., Pastor-Bravo,


M., Oltra-Cucarella, J., Kennedy, H.G (in review)

111
112
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

Suicide Risk Assessment in a sample of Offenders with Schizophrenia and Other

Psychosis

Miriam Sánchez San Segundo1, Rosario Ferrer-Cascales1, Jesús Herranz Bellido2, Mar
Pastor Bravo3; Javi Oltra-Cucarella; Harry G Kennedy4

Department of Health Psychology, University of Alicante, Spain


1

2
Department of Psychology, Alicante Forensic Psychiatric Hospital, Spain
Department of Psychiatry, Institute of Legal Medicine, Alicante, Spain
3

4
Department of Psychiatry, University of Dublin, Trinity College, Dundrum, Ireland.
Central Mental Hospital, Dundrum, Dublin, Ireland

Abstract

This study examined the predictive validity of the Spanish version of the Suicide Risk
Assessment (S-RAMM) in a sample of violent offenders with schizophrenia and other
psychosis, who had committed violent crimes and had been sentenced to compulsory
psychiatric treatment. Patients were prospectively monitored within institution across 18
months by staff members who recorded suicide and violent incidents using the S-
RAMM and HCR-20 risk assessment tools. Over the follow-up period, 25% of offenders
were involved in any suicidal behavior including acts of self-harm, suicidal ideation and
suicide attempts and 34% of sample behaved violently. The S-RAMM and HCR-20 risk
assessment tools were strongly correlated and were able to predict suicide and
violence with a moderate-large effect size (AUCs = .81-.85; AUCs= .78-.80
respectively). Patients scoring above the mean on the S-RAMM (> 20-point cut-off) and
HCR-20 (>21-point cut-off) had a five times increased risk of suicide (OR = 5.15, 95%
CI = 2.75-9.80) and sevenfold risk of reoffending (OR= 7.04, 95% CI= 2.1-23.3) than
those scoring below the mean. Offenders at high risk for suicide and violence had
significant more suicide attempts (p < .001) and more prior sentences for violent crimes
(p < .001). These results support the use of the S-RAMM and HCR-20 for clinical
practice by providing strong evidence of the utility of these measures for predicting risk
for suicide and violence in mentally disordered offenders.

Keywords: Suicide, Violence, Risk assessment, Schizophrenia, HCR-20

113
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

Suicide Risk Assessment in a sample of Offenders with Schizophrenia and Other

Psychosis

1. Introduction

Suicide is one of the leading causes of premature death worldwide among

patients with schizophrenia (Kascknow et al., 2014). Compared with the general

population, patients with schizophrenia and other psychoses are at increased risk for

suicide, violence and mortality (Fazel, Wolf, Palm, & Lichtenstein, 2014). A number of

studies have demonstrated that between 40-79% of patients with schizophrenia and

other psychoses report suicidal ideation (Gill et al., 2015; Skodlar, Tomori, & Parnas,

2008) and between 20-40% of these individuals make suicide attempts during the

course of illness. The lifetime risk of suicide for people with schizophrenia is estimated

to be between 4 % and 10%, which remains significantly higher than the general

population (Palmer, Pankratz, & Bostwick, 2005).

An increased risk of suicide in schizophrenia has been associated with the

presence of multiple risk factors. While some risk factors such as mood disorder,

previous suicide attempts, or drug misuse are common and shared with the general

population (Popovic et al., 2014) there are other specific factors related to this disorder

(Hawton, Sutton, Haw, Sinclair, & Deeks, 2005; Siris, 2001). In a systematic review of

risk factors for schizophrenia and suicide Hawton et al. (2005) identified seven strong

factors associated with suicidal behaviors including the presence of depressive

disorders, previous suicide attempts, drug misuse, agitation, fear, poor adherence to

treatment and recent loss. Suicide in schizophrenia has also been associated in some

studies with the presence of active delusions and hallucinations (Hor & Taylor, 2010).

Some authors have suggested that violence and self-harm may occur during the

course of an acute illness in response to hallucinatory voices and delusions (Shibre et

114
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

al., 2014). However the risk of suicide among these patients remains relatively constant

throughout the life-span (Bhatia, Thomas, Semwal, Thelma, Nimgaonkar, &

Deshpande, 2006) and is particularly high during hospitalisation and immediately

following discharge (Meehan et al., 2006; Qin, & Nordentoft, 2005). Identifying risk

factors for suicide and self-harm has been established as the best strategy for

predicting and preventing suicide and other adverse consequences on patients at high

risk (Pompili et al., 2007). However the prediction of risk for suicide has been

considered an imprecise and complex process leading to many false positive results

(Ishii, Hashimoto, Ukai, Kakutani, Sasaki, & Saito, 2014).

In recent years there has been a growing interest in improving the accuracy of risk

assessment by using the Structured Professional Judgement (SPJ) approach, which

provides more accurate predictions than unstructured clinical assessments (Singh,

Fazel, Gueorguieva, & Buchanan, 2014). Such schemes provide guidelines for

assessing risk based on empirical risk factors that are amenable to clinical

interventions and are coded in a flexible way in order to enhance a decision (Douglas &

Skeem, 2005). However, while there are well validated tools for assessing risk of

violence in mentally disordered populations such as the HCR-20 which has been

widely tested in clinical, forensic and correctional settings, little effort has been paid to

adapt these tools for the assessment of risk of suicide (Ijaz, Papaconstantinou, O´Neil,

& Kennedy, 2009). In addition, the few existing research studies of suicide in

individuals with schizophrenia and other psychoses are restricted to civil patients, but

much less is known about violent offenders admitted to secure psychiatric hospitals

and correctional settings (Horon, McManus, Schmollinger, Barr, & Jimenez, 2013;

Shibre et al., 2014). Some recent studies suggest that exposure to the criminal justice

system contributes to elevating the suicide risk especially among people sentenced to

psychiatric treatment and among those experiencing multiple contacts or with a history

of charges for violent offenses (Webb et al., 2011). Suicide risk among these

115
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

populations has been found to be between 11 to 14 times greater than in the general

population (Lekka, Argyriou, & Beratis, 2006; McKee, 1998) and is more prominent

among those individuals experiencing feelings of guilt (Dooley, 1990), isolated or

confined in a single cell (Lekka et al., 2006), and sentenced to long-term detention after

committing violent crimes (DuRand et al., 1995).

The present study

The aim of this study was examined the predictive validity of the Suicide Risk

Assessment and Management Manual (S-RAMM) in a sample of mentally disordered

offenders who were sentenced to compulsory psychiatric treatment by the Spanish

court. To our knowledge, the S-RAMM is the first structured professional judgement

tool developed for identifying risk factors associated with suicide and self-harm and for

planning risk management. The S-RAMM has been reported to have a good inter-rater

reliability, internal consistency and discriminative ability for distinguishing between

levels of security within secure psychiatric hospitals (Ijaz et al., 2009). The S-RAMM

has also been found to be a valid and feasible measure for predicting self-harm and

suicidal behaviors with areas under the receiver operating curve (AUC) ranking from

0.79 to 0.99 (Fagan, Papaconstantinou, Ijaz, Lynch, , O'Neill, & Kennedy, 2009).

We hypothesized that the Spanish version of the S-RAMM will perform better than

chance for the prediction of suicidal behaviors in criminal offenders. Also, because of

evidence showing that suicide and violence often co-occur in this population (Hunt et

al., 2006; Suokas, Perälä, Suominen, Saarni, Lönnqvist, & Suvisaari, 2010; Witt,

Hawton, & Fazel, 2014), we investigated this association by using the The Historical-

Clinical-Risk Management- 20 (Webster, Douglas, Eaves, & Hart, 1997), a well

validated tool for the structured professional judgement of risk of violence in mentally

disordered populations. We hypothesized that both instruments are strongly correlated.

However, while the S-RAMM would perform better for suicide risk, the HCR-20 should

perform better for violence. To test these hypotheses, we report a prospective

116
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

longitudinal study of 18 months of follow-up in a criminal sample of patients with

schizophrenia and other psychoses who had committed violent crimes and had been

sentenced to compulsory psychiatric treatment.

2. Methods

2.1 Participants

The study was conducted at the Forensic Psychiatric Hospital of Alicante

(Spain) which provides medium and maximum-security for all violent offenders

admitted from the Spanish courts or transferred from prisons because of a mental

disorder. At time of the study there were a total population of 250 patients at the

institution over the total of 400 mentally disordered offenders across Spain. Around

30% of patients (N=75) were admitted under psychiatric orders after committing a

serious offense of murder or homicide due to severe psychopathology (for a more

description of Spanish procedures see Sánchez-SanSegundo, Ferrer-Cascales,

Herranz-Bellido, Pastor-Bravo, & Hodgins, 2014).

The sample included 83 mentally disordered violent offenders who were part of a large

study of neuropsychology and recidivism carried out at the institution. Participants were

included in the study if they: (i) had a primary clinical diagnosis of severe mental illness

including schizophrenia, schizoaffective disorder, delusional disorder, other psychosis,

or bipolar disorder according to the Diagnostic and Statistical Manual of Mental

Disorders (DSM-IV-TR, 4th American Psychiatric Association, 1994); and ii) had

committed at least one criminal offence leading to compulsory psychiatric admission,

and iii) had been found not criminally responsible by reasons of insanity by the Spanish

Criminal Justice. Participants were excluded if they (iv) had severe symptoms of

psychopathology as defined by a score ≥ 3 in the Positive and Negative Syndrome

Scale (PANSS) at the moment of assessment that would affect their ability to answer

the questions during the interview (Peralta, & Cuesta, 1994), (iv) had been declared

117
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

incapacitated or legally incompetent by the Spanish civil law, and (v) their primary

language was other than Spanish. Of the 83 initial patients eligible to participate in the

study, 5 (6.1%) were excluded due to active psychopathology, 19 (22.8%) refused to

take part, 4 (4.8%) were transferred to prison or discharged to community during the

follow-up, 3 (5.8%) could not be scored due to missing items on the risk assessment

tools and 52 (62.7%) formally consented. The majority of the sample (72%) was

charged with murder or homicide and was subsequently sentenced to compulsory

psychiatric treatment. The patients were aged, on average, 45.4 years (SD=8.4).

Diagnoses of severe mental illness for schizophrenia were met by 62.2%, while 13.7%

presented delusional disorder, 13.6% schizoaffective disorder, 2.9% bipolar disorder,

and 7.6% other psychotic disorders. In addition, 22.5% of the sample met criteria for a

comorbid diagnosis of personality disorder and 60.8% of the total sample met criteria

for substance dependence or abuse. Using the Global Assessment of Functioning

(GAF; Jones, Thornicroft, Coffey, & Dunn, 1995) the majority of patients were

moderately ill (69.7%) at time of the study with a mean score of 52.14 (SD=13.92).

Most participants (91.9%, n=46) had a long previous history of psychiatric treatment

with at least two or more prior contacts with Mental Health Services. The most common

offences leading to compulsory treatment were murder or attempted murder 36.6%

(n=19) followed by homicide or attempted homicide (34.7%, n=18) and other severe

violent offences, including assault (13.4%, n=7), sexual offence (5.7% n=3), and violent

threats of death (9.6% n=5). The average length of stay at the institution was 143

months (SD = 81.12, range 6-360 months). The majority of patients had committed

their offences against family members or known victims (71.2%, n=37) and 13.4%

(n=7) had been physically or sexually abused as children.

2.2 Ethical approval

118
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

The present study was approved by the Ethic Committee of the Alicante Forensic

Psychiatric Hospital (HPPA-2885/431-2014) and it was conducted according to the

Ethical Principles for Medical Research Involving Human Subjects (Declaration of

Helsinki, 1964). All participants were mentally capable and legally competent to give

written informed consent according to the Spanish Civil Law Procedure (art.293).

Patients were informed that their answer would have no negative consequences and

would not affect their privileges, restrictions or treatment.

2.3 Measures

S-RAMM. Suicide Risk Assessment Manual

The S-RAMM (Bouch, & Marshall, 2003) is a structured professional judgement

tool designed for assessment of risk of suicide. The instrument provides a structured

approach to determining the level of suicide risk and the issues that need to be

addressed for planning risk management. The S-RAMM contains 22 risk factor items

grouped into three scales containing: 9 Background Risk Factors (B), 8 Current Risk

Factors (C) and 5 Future Risk Factors (F). Each factor is scored on a three-point scale

indicating the presence (2), possible presence (1) or absence of each risk factor (0).

Higher scores indicate higher risk of suicide. The psychometric properties of the

English version have previously been shown to have adequate inter-rater reliability and

internal consistency with Cronbach´s alpha values above 0.8 for the total score (Ijaz et

al., 2009). The S-RAMM has also been found to be a useful tool for prediction of self-

harm within forensic psychiatric institutions with excellent predictive validity (AUC=0.89,

IC 95% 0.79-0.99) (see Fagan, Papaconstantinou, Ijaz, Lynch, O'Neill, & Kennedy,

2009). Psychometric properties of the Spanish version of the S-RAMM have also been

shown to have adequate interrater reliability and adequate internal consistency for all

subscales and for the total score with Cronbach´s alpha values above 0.89 (in

preparation).

HCR-20. The Historical-Clinical-Risk Management- 20


119
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

The HCR-20 V2 (Webster et al., 1997) is a structured professional judgement

tool designed for assessment of risk of violence. The instrument contains 20 risk

factors grouped into three scales: Historical (H), Clinical (C) and Risk Management (R).

Factors are scored on a three-point scale indicating the presence (2), possible

presence (1) or absence of each risk factor (0). Higher scores indicate higher risk of

violent acts. A final clinical risk judgement is provided as low, moderate or high risk,

indicating the specific interventions aimed to manage violence risk. The psychometric

properties of the instrument have been examined in numerous studies reporting rates

of moderate to excellent predictive validity (for a review of over 50 studies published on

the HCR-20, see Douglas and Reeves, 2010). Psychometric properties of the Spanish

version of the HCR-20 have also been shown to have adequate interrater reliability and

predictive validity for violent offences (AUCs=.69-.77) in chronic psychiatric patients

(Arbach-Lucioni, Andrés-Pueyo, Pomarol-Clotet, & Gomar-Soñes, 2011) and its cross-

cultural comparability has been found satisfactory.

2.4 Outcome measures

Adverse events of suicide and violence were prospectively monitored within the

institution over an 18 month period. Suicidal behaviors were classified into two broad

categories including acts of self-harm defined in the S-RAMM Manual (item B1) as

“attempted suicide or self-injury which includes a range of behaviors between low and

high suicidal lethality” and “suicidal ideation, communication or intent” (S-RAMM item

C1). A combined measure of suicidal behaviors was then derived from the sum of

these two. Violence was defined according to HCR-20 manual as “actual, attempted or

threatened physical harm deliberately to others”. This definition allows inclusion of

harmful or injurious acts to others as well as property damage with the goal to frighten

or threaten another person, verbal threats, insults, intimidation, and other behaviors

perceived as malevolent intended to induce fear or to harm others. For the purpose of

the present study, only verbal threats and physical violence directed towards others

120
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

were considered. From these two, a composite outcome measure of “any violence”

was derived.

2.5 Procedure

Demographic, clinical and criminal variables were collected at baseline from patient´s

hospital files including an interview with each participant prior to the beginning of the

follow-up. Semi-structured interviews took from 2 to 3 hours and included the

administration of the S-RAMM and HCR-20 risk assessment measures. Inter-rater

reliability of the S-RAMM and HCR-20 was tested in a subsample of 60% of

participants (n=32) by using intraclass correlation coefficients (ICC). Cases were

chosen randomly from the dataset. Two independent psychologists trained in the use

of the risk assessment instruments carried out assessments. Each rater was blind to

the assessment of the other. Outcomes for suicide and violence were then monitored

across 18 months of follow-up within institution (from May 2014 to August 2015).

Incidents were collected by staff observations as part of the clinical routine and from

the incident reporting systems. An independent forensic psychologist (JH) who was

blind to the scores on the predictions recorded acts of suicide and violence.

2.6 Statistical Analysis

Interrater reliability was conducted by means of the intra-class correlation coefficients

(ICC) using the two-way random effect model. According to Fleiss (1986) ICC values

above .75 represent excellent reliability, values between .40 and .75 good reliability,

while values below .040 suggest poor reliability. Correlations between suicide and

violence were examined by using Spearman's rank correlation coefficient, a non-

parametric measure to avoid the assumption of normality. Odds ratio were calculated

to detect differences in suicide and violence between high and low scores on the S-

RAMM and HCR-20. Bivariate logistic regression analyses were conducted by

121
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

controlling for time spent within forensic psychiatric hospital by entering the log of time

as risk, with its parameter fixed as 1 as a covariate, into the regression model.

Receiver Operating Characteristic (ROC) analysis were used to examine the predictive

accuracy of the S-RAMM and HCR-20. ROC analysis has been shown to be a valid

method in research for the prediction of suicide and violence because it is much less

sensitive to base rate than other procedures (Mossman, 1994). The area under the

curve (AUC) of the ROC is used to assess the accuracy of prediction. It reflects the

probably that any individual will be correctly classified. AUC values range from 0 to 1,

where an AUC of .50 represents chance-level prediction and an AUC of 1.00 perfect

predictions. In general, AUC values of .70 and above are considered indicative of

moderate to large effect size while values above .75 are interpreted as large (Douglas,

Guy, Reeves, & Weir, 2008). All data were analyzed using SPSS for the Social

Sciences version 20.

3. Results

3.1 Descriptive Characteristics of the S-RAMM and the HCR-20

Table 1 shows descriptive characteristics and interrater reliability of the S-RAMM and

HCR-20. The S-RAMM total score ranged from 5 to 41, with a mean score of 19.9

(SD= 6.4). The HCR-20 total score ranged from 5 to 35, with a mean score of 20.5

(SD= 7.6). Overall, the intra-class correlation in both instruments was moderate to high

ranging from .79 for the S-RAMM total score to .87 for the HCR-20 total score,

suggesting a high level of concordance between two independent raters.

122
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

Table 1: Descriptive characteristics and Interrater Reliability of the S-RAMM and HCR-20.

Instrument M SD SE Range Percentile ICC

25th Median 75th 90 th

S-RAMM Total 19.96 6.43 0.58 5-41 13.5 20.0 24.0 27.7 0.79
B Scale 9.27 3.27 0.45 2-17 7.0 9.5 12.0 13.0 0.82
C Scale 6.46 3.34 0.42 0-16 4.0 6.0 8.7 11.7 0.76
F Scale 4.17 2.87 0.38 1-10 2.0 4.0 6.0 8.0 0.79
HCR-20 Total 20.52 7.59 0.56 5-35 13.5 20.0 28.5 33.7 0.87
H Scale 10.27 4.94 0.59 3-19 7.0 9.50 14.5 18.0 0.88
C Scale 4.52 2.54 0.35 0-10 2.0 5.0 6.0 8.0 0.83
R Scale 5.79 2.63 0.36 0-10 4.0 6.0 8.0 9.0 0.81
Note: N=52; SD= Standard deviation; SE= Standard error; ICC= Intraclass correlation coefficient; B=Background Subscale;
C=Current Risk; F= Future Risk; H= Historical Subscale; C= Clinical Subscale; R= Risk Subscale.

123
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

3.2 Correlational analyses

Table 2 shows pattern correlations between the S-RAMM and HCR-20. Because

the S-RAMM has been designed following the structure of the HCR-20, two of its items

are common and shared in both instruments. As seen in table 3 we removed B4

(Mental disorder) and B5 (Personality) from the correlation analysis to avoid conflation

between items of both measures. As expected, we found that S-RAMM total score and

subscales correlated significantly with HCR-20 scores, particularly with the total score

(r = 0.656; df = 50; p < 0.001.

Table 2. Intercorrelations between S-RAMM and HCR-20 after removing B4 (Mental


disorder) and B5 (Personality) from the correlation analysis.

Instrument B C F HCR-20 H C R
S-RAMM total .63** .84 ** .72** .65** .60** .58** .49**
B Subscale .42** .10 .27* .38** .23 .13
C Subscale .48** .57** .48** .48** .51**
F Subscale .65** .51** .63** .53**
HCR-20 total .86** .83** .83**
H Subscale .57** .57**
C Subscale .64**
Note: **p < .001, *p < .05.

3.3 Outcome events of Suicide and Violence during follow-up

Of the 52 patients in the cohort, 13 (25.0%) committed any incident of self-

harm, ideation, communication or attempt of suicide (defined as S-RAMM B1 and C1

combined) at the end of 18-months follow-up. A total of 6 (11.54%) self-harmed,

including one completed suicide and one suspected death by suicide, while 11

(21.15%) had incidents of suicidal ideation, intent or communication. The majority of

such incidents 10 (83.3%) were classified as serious requiring medical treatment and

monitoring. Hanging (83.3%) was the most common method among attempters

followed by acts of self-mutilation (16.6%). Fortunately, 5 of 6 suicide attempts were

unsuccessful due to close monitoring by the staff members. For violence, 18 (34.6%)

patients were involved in any violent incident during the follow-up period at the

124
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

institution. Thirteen individuals (25.0%) showed acts of aggression against other

patients or members of the staff, while 17 (32.7%) showed verbal aggression including

violent threats of death.

3.4 Differences between offenders with and without aggressive and suicide behaviours

The percentage of patients who behaved violently and showed any incident of self-

harm, ideation or communication of suicide across the follow-up was 84.6% (n=11).

Compared with non-suicidal patients, patients who were involved in any suicide event

showed higher total score on the S-RAMM (t= -3.7; df= 50; p < .001; M= 25.9 [SD=

5.09] vs. M= 18.0 [SD= 7.05] and higher total score on the HCR-20 for violence

incidents (t= 2.7; df= 50; p < .01; M= 25.3 [SD= 6.85] vs. M= 18.9 [SD= 8.56]. Patients

scoring above the mean on the S-RAMM (> 20-point cut-off) and HCR-20 (>21-point

cut-off) had a five times increased risk of suicide (OR = 5.15, 95% CI = 2.75-9.80) and

sevenfold risk of reoffending (OR= 7.04, 95% CI= 2.1-23.3) than those scoring below

the mean. Furthermore, patients scoring in the upper half on the S-RAMM and HCR-20

total score had significant more suicide attempts (M = 4.2 vs. M = 1.1, z = -3.9, p <

.001) and more prior sentences for violent crimes (M = 6.1 vs. 3.7, z = -4.12, p < .001).

Bivariate logistic regression showed no significant difference between aggressive and

suicidal patients and non-aggressive and suicidal patients with respect to educational

level (p ≥ 0.67), marital status (p ≥ 0.73) and history of drug misuse (p ≥ 0.08).

3.5 Predictive validity of the S-RAMM for suicide events

Table 4 shows the results of the predictive validity of the S-RAMM for predicting

suicidal behaviors.

125
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

Table 3: Areas Under ROC Curves for suicide behaviours by using the S-RAMM risk assessment tool.

Any suicide behavior Self-harm Suicide Ideation or communication

AUC SE IC 95% r AUC SE IC 95% r AUC SE IC 95% r


S-RAMM total .85 .05 .75-.91 .54** .81 .07 .66-.93 .35** .85 .05 .74-.93 .52**

SRAMM B .73 .07 .58-.88 .36** .61 .06 .50-.80 .31* .73 .06 .57-.89 .34*

SRAMM C .76 .06 .63-.89 .41** .77 .07 .60-.88 .30* .78 .06 .65-.89 .42**

SRAMM F .75 .06 .63-.88 .40** .74 .07 .60-.87 .28* .73 .07 .60-.86 .35*
Note: AUC= Area under the receiver operating characteristic curve; S-RAMM = Suicide, Risk, Assessment Manual; CI = Confidence interval;
ns= not significant.

Table 4: Areas Under ROC Curves for violence behaviours by using the HCR-20 risk assessment tool.

Any violence Physical violence Threatening behavior

AUC SE IC 95% r AUC SE IC 95% r AUC SE IC 95% r

HCR 20 Total .80 .06 .67-.91 .49** .79 .06 .67-.89 .41** .78 .06 .65-.90 .47**

H HCR .78 .06 .64-.90 .46** .78 .06 .64-.89 .37** .77 .07 .64-.89 .45**

C HCR .75 .06 .62-.88 .43** .76 .06 .63-.88 .31* .74 .06 .61-.87 .40**

R HCR .71 .07 .57-.84 .35* .71 .07 .57-.87 .26* .70 .07 .56-.84 .34*
Note: AUC= Area under the receiver operating characteristic curve; HCR-20 = Historical, Clinical and Risk Management; CI = Confidence
interval; ns= not significant

126
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

For all forms of suicide, the S-RAMM total score showed a large predictive

validity with AUC ranging from .85 (for suicide ideation), to .81 (for self-harm) and

correlations for suicide ranging between .52 to .35. For the combined measure of any

suicidal behaviour, the S-RAMM total score was also found to be a good predictor of

suicide (AUC= .85) and it was significantly correlated with all forms of suicide with a

medium-large effect size (r= .54). The Background, Clinical and Future subscales of

the S-RAMM produced a similar pattern of correlation and predictive values for all

suicidal behaviors with little difference between the subscales (figure 1).

127
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

3.5 Predictive validity of the HCR-20 for violence behaviors

The predictive ability of the HCR-20 total score for inpatient aggression was

large, with AUC values of .78 for threatening behaviours and .80 for physical acts of

violence (r = .47-.41). For the combined measure of any violence, the HCR-20 total

score was a significant predictor of violence (AUC = .85; r =. 49). The AUC values for

all subscales of the HCR-20 produced a moderate to large predictive validity with

significant correlations for all subtypes of violence behaviours. However, overall, the

HCR-20 total score was consistently better than either of the subscales (see figure 4).

128
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

3.6 Are both instruments able to predict suicide and violence similarly?

Although not displayed in tables, we examined if both risk assessment

instruments were able to predict suicide and violence significantly better than chance.

We hypothesized that while the S-RAMM would perform better for suicide risk as

intended, the HCR-20 would perform better for violence. As expected, for the outcome

criterion of any suicidal behavior as defined in S-RAMM B1 and C1 combined, the

HCR-20 total score (AUC=.71, p<.05), and the historical subscale (AUC=.76, p<.01)

were significant predictors of suicide, but not the clinical and future subscales. For self-

harm events, only the HCR-20 total score (AUC=.71) was significantly better than

chance, but less than the AUCs for the S-RAMM. Similarly, for suicidal ideation,

communication or intent as defined in S-RAMM C1, only the HCR-20 total score

(AUC=.73) was able to predict these behaviors better than chance.

For violence as defined in the HCR-20, only the S-RAMM total score (AUC=.68)

predicted the outcome criteria of any violence, but not the background, clinical and

future subscales of the S-RAMM. The same pattern of results was found for physical

and threatening behaviors. Only the S-RAMM total score was a significant predictor of

these outcomes (AUC=.68 and AUC=.71, respectively) but less than the AUCs for the

HCR-20. The background, clinical and future subscales of the S-RAMM were not

significant predictors of these behaviors.

129
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

4. Discussion

In this paper, we conducted a longitudinal prospective examination of the

predictive validity of the Suicide Risk Assessment and Management Manual (S-RAMM)

in a sample of mentally disordered violent offenders who had been found not criminally

responsible by reason of insanity. As far as we know, the S-RAMM is the first

structured professional judgement (SPJ) tool validated in Spanish for identifying risk

factors associated with suicide and self-harm and planning risk management

strategies. The results of this study clearly show that suicide within forensic psychiatric

hospitals can be predicted with an acceptable degree of accuracy by using the S-

RAMM.

We found that the S-RAMM was strongly predictive of all forms of suicidal

behaviour over a period of 18 months. The S-RAMM total score was found to

contribute most to the large effect size with AUC values ranging from .81 to .85. The

(B)ackground, (C)linical and (F)uture subscales of the S-RAMM were independently

related with suicide behaviors with little variation of AUC values between subscales.

These results are similar to those reported by Fagan et al., (2009) in a prospective

study examining the predictive ability of the S-RAMM over a short period of 6 months.

They found that the S-RAMM was a good predictor of self-harm and suicidal behaviors

in a sample of mentally disordered offenders with AUC values ranking from 0.79 to

0.99. The prevalence of suicidal behaviors observed in their study across 6-months of

follow-up was 16%. The majority of patients reported incidents of suicidal ideation,

intent or communication of suicide, with a percentage of 3.7% of patients showing intra-

institutional acts of self-harm and completed suicide.

The base-rate of suicidal behaviors found in the present study was reasonably high.

We reported that 25% of offenders in our cohort were involved in any suicidal behavior

across the follow-up, including acts of self-harm, suicidal ideation and suicide attempts.

However, the base-rate for suicide dropped from 25 to 12% when the outcome criterion

130
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

was restricted to self-harm and fatal suicide. We can speculate that the nature of the

current study conducted within a controlled environment, characterized by restrictive

access to methods of suicide might have inhibited the suicidal tendencies of patients at

high risk who might be much more vulnerable to these behaviors in less restrictive

settings (Buffington-Vollum, Edens, Johnson, & Johnson, 2002; Endrass, Rossegger,

Urbaniok, Baubacher, & Vetter, 2008).

A high prevalence of suicide and self-harm has been reported previously among

offenders in psychiatric treatment in both forensic (Abidin, Davoren, Naughton,

Gibbons, Nulty, & Kennedy, 2013; Webb et al., 2011) and correctional populations

(Fazel, Cartwright, Norman-Nott, & Hawton, 2008; Lekka et al., 2006; Palmer, &

Connelly, 2005). Suicidal behaviour in these populations has been considered as a

continuum of increasing seriousness and lethality of behaviors, moving from thoughts,

plans or wishes to self-injuries and fatal outcomes (Lekka et al., 2006). Some specific

risk factors in forensic hospital and prison populations such as stresses of

imprisonment, mental illness, and duration of custody may exacerbate this set of

circumstances and contribute to increase risk for suicide (Palmer & Connelly, 2005). In

a recent national Danish case-control study of all suicide committed from 1981 to 2006

by people processed for any criminal charge, Webb et al., (2011), found that a past

history of psychiatric treatment was closely related with a more than 13-fold higher

suicide risk in men and 25-fold increase in woman. They demonstrated that exposure

to the criminal justice system contributed to elevating risk for suicide, especially among

people sentenced to psychiatric treatment and among those with a history of violent

offense charges (Webb et al., 2011). In addition, among people charged with violent

offences, intense feelings of regret and guilty may also play a key role in self-harming

behaviors and suicide, particularly if offences were committed against family members

(Palmer & Connelly, 2005; Webb et al., 2011). These findings are supported by the

results of the present study. We found that most patients in our cohort were charged

with murder or homicide (71.3%) and the majority of violent offences were directed

131
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

towards family members or known victims (71.2%). Thus, a common conclusion of

these findings is that both environmental and criminological risk

factors may predispose mentally disordered violent offenders in custody to self-

injurious behaviors and suicide.

The results of the present study also add support to the literature of violence that

suggests that suicide and violence co-occur among patients with schizophrenia (Hunt

et al., 2006; Suokas et al., 2010; Witt, Hawton, & Fazel, 2014) and among forensic

populations with these diagnoses (Webb et al., 2011). We examined the risk for

violence in our cohort by examining the incident reporting system. Patients were also

assessed at baseline by using the HCR-20 and were subsequently followed-up across

the period of study. We observed that 84.6% of patients in our cohort who behave

violently showed at least one incident of self-harm, ideation or communication of

suicide during the period of follow-up. Compared with non-suicidal patients, offenders

who were involved in any suicidal behaviors showed higher scores above the mean in

both, the S-RAMM and HCR-20 risk assessment tools.

As in previous studies, we also reported that the HCR-20 was an excellent predictor of

institutional violence. The historical, clinical and risk HCR-20 subscales had good

predictive accuracy ranged from .70 to 78 for predicting a wide range of physical,

threatening, and any violent behaviors. However, the HCR-20 total score was found to

contribute most to this large effect size with AUC values ranged from .78 to .80. Similar

findings of the predictive ability of the HCR-20 for predicting institutional violent

behaviors have been previously reported among samples of patients in forensic

(Douglas, Ogloff, & Hart, 2003; McDermott, Edens, Quanbeck, Busse, & Scott, 2008)

and correctional settings (Gray, Hill, McGleish, Timmons, MacCulloch, & Snowden,

2003).

As we hypothesized the S-RAMM and HCR-20 were able to predict suicide and

violence respectively with moderate to large effect sizes. However, while the S-RAMM

was more strongly related to suicide behaviors including acts of self-harm, ideation and

132
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

communication of suicide, the HCR-20 had higher AUC values than the S-RAMM for

predicting violent behaviors within the institution. Only the total scores of both

measures were able to cross-predict suicide and violence with AUC values greater

than chance. These findings are not surprisingly given that these measures and their

subscales were specifically developed for different purposes. Evidence of an

association between risk for suicide and violence was confirmed by the correlational

analyses. We observed that the S-RAMM and HCR-20 were strongly correlated for the

total score. These findings support results found in some recent studies showing that

there is a tendency towards suicidal behaviors in mentally disordered offenders at high

risk for violence (Witt et al., 2014).

The current study have a number of strengths that increase confidence in the

validity of the results. The longitudinal prospective nature of the present study across

18 months of follow-up provide a strong evidence of the predictive value of the S-

RAMM and HCR-20 for clinical practice. Patient´s information was collected from

multiple sources including an interview with each participant, clinical files and hospital

incident records. Risk assessment scales were independently administered by

psychologists trained in the use of these measures who were blind to outcomes of

predictions; also, while the prediction of risk has been found to vary by diagnosis

(Grann, Belfrage, & Tengström, 2000) and phase of illness (Hodgins & Riaz, 2011), the

sample of the present study was restricted to criminal offenders with a chronic course

of schizophrenia and other psychosis who were sentenced to compulsory psychiatric

treatment. Limitations of the present study include the lack of information on the timing

of suicide and violent behaviors and the small sample size. An additional limitation of

the present study is that the S-RAMM and HCR-20 were used to predict intra-

institutional suicide and violence behaviors, therefore, whether these measures can

also predict post-discharge incidents in a Spanish population will be needed to be

examined in future studies. In spite of these limitation, our study provide a unique

contribution to literature of suicide and violence on forensic psychiatric patients with

133
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

schizophrenia and other psychosis in Spain. These results are promising for clinical

practice, providing new opportunities for risk-reducing intervention in forensic

psychiatric patients.

134
Capítulo 8 Miriam Sánchez-SanSegundo

References

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140
Capítulo 9: Discusión General

141
142
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

9. Discusión General

En la actualidad, gran parte de los estudios realizados sobre el desarrollo de la

violencia y la conducta criminal procede de investigaciones realizadas en Norteamerica,

Canadá y algunas regiones de Europa. En España sin embargo, existen muy pocos

trabajos publicados que analicen los factores determinantes de la delincuencia juvenil y

las trayectorias del comportamiento criminal que presentan los individuos que cometen

los crímenes más graves y violentos internados en centros psiquiátricos de máxima

seguridad. La presente tesis doctoral realiza un recorrido por los factores que motivan el

inicio de la delincuencia juvenil y adulta con especial énfasis en el rol que ejerce el

consumo temprano de alcohol y la presencia de trastornos mentales graves vinculados

con los delitos violentos cometidos por la población encarcelada. Para ello, se han

determinado seis objetivos fundamentales de investigación articulados en seis artículos

empíricos. Los principales resultados de cada uno de los estudios aparecen recogidos

en los capítulos 3-8 de la presente Tesis Doctoral. En las siguientes páginas, se

discuten los hallazgos más significativos obtenidos en cada uno de los estudios

planteados, las limitaciones y las perspectivas de futuro que abren nuevas vías

investigación.

9.1 El consumo de alcohol en la población adolescente

Los estudios que analizan el comportamiento delictivo juvenil han demostrado

que la adolescencia es una etapa vital caracterizada por la experimentación y la toma de

decisiones arriesgadas. Uno de los principales problemas al que se enfrentan los

adolescentes durante estas etapas es el consumo de alcohol y otras sustancias

psicoactivas. El uso/abuso de alcohol durante la adolescencia precede a la delincuencia

(D´Amico, Edelen, Miles, y Morral, 2008; Murphy, Brecht, Huang, y Herbeck, 2012) y con

frecuencia se relaciona con un gran número de conductas problemáticas como la

violencia, el fracaso escolar o los problemas familiares (Bond et al., 2007; Gore et al.,

143
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

2011; Mathers et al., 2006). Los resultados obtenidos en nuestros estudios confirman

estos hallazgos y demuestran que los jóvenes consumidores de alcohol manifiestan

tasas de participación delictiva más ascendentes, son más propensos al absentismo

escolar, reciben un mayor número de medidas disciplinarias en los centros educativos y

cuentan con un ambiente familiar más desfavorable. La edad de inicio del consumo de

alcohol, el tipo de institución educativa y el tiempo de permanencia en la escuela han

demostrado un fuerte poder predictivo con el consumo de alcohol y se han relacionado

en diferentes estudios con una mayor predisposición al comportamiento agresivo y la

conducta delictiva (Bond et al., 2007; Farrington, 1986, 2009; Fothergill et al., 2008;

Loeber et al., 2011; Mathers et al., 2006). Controlando el efecto de la edad y el tipo de

institución educativa (pública vs privada), nuestros resultados indican que los

predictores más significativos del consumo de alcohol y la delincuencia estuvieron

fuertemente relacionados con el número de expulsiones recibidas en los centros

educativos, la vinculación con amigos infractores consumidores de alcohol, la

participación en peleas, el número de salidas nocturnas y la hora de regreso a casa.

También se encontró una relación significativa entre el consumo de alcohol y vivir en un

entorno familiar caracterizado por la baja supervisión parental, la carencia de normas y

las prácticas parentales permisivas en relación al consumo. Este efecto fue más

significativo entre los adolescentes que contaban con un progenitor paterno consumidor

de alcohol y con una madre con actitudes permisivas hacia el consumo. Nuestros

resultados son similares a los obtenidos en un estudio previo realizado en España por

Sobral, Romero, Luengo y Marzoa (2000), quienes evaluaron los principales factores

asociados a la conducta delictiva en una muestra de 3.186 adolescentes escolarizados

de 14 a 19 años de edad. La falta de apego parental, la carencia de apoyo familiar, las

relaciones problemáticas con los padres y hermanos y las prácticas educativas punitivas

tuvieron un efecto significativo en la delincuencia juvenil. La conducta antisocial también

se asoció significativamente con el consumo problemático de alcohol, la vinculación con

amigos infractores y con mayores índices de fracaso escolar.

144
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

La percepción de los jóvenes hacia el entorno escolar y el sistema educativo se

ha destacado como un factor protector determinante hacia el consumo de alcohol y el

comportamiento delictivo. Algunos estudios han señalado que el consumo de sustancias

produce un deterioro en el desempeño académico (Lynskey y Hall, 2000; Horwood et

al., 2010; Bryant et al., 2000; Martins y Alexandre, 2009), sin embargo, otras

investigaciones sugieren que un pobre desempeño escolar es un factor predisponente

del consumo de drogas entre los adolescentes (Henry et al., 2007; Fothergill et al., 2008;

Bond et al., 2007; Mathers et al., 2006). La concurrencia de estos factores problemáticos

hace que la adolescencia sea una etapa arriesgada para el inicio en el consumo de

sustancias, la delincuencia y la experimentación de nuevos patrones de consumo

emergentes. Se ha demostrado que los jóvenes que muestran una percepción positiva

hacia la escuela manifiestan un menor número de conductas de riesgo para salud

(Fletcher et al., 2008; Samdal et al., 2000; Shekhtmeyster et al., 2011), presentan

mejores resultados académicos y tienen vínculos de apoyo más estables y duraderos en

la adolescencia y edad adulta (Miller y Plant, 1999; Currie et al., 2012). En esa línea,

también se ha destacado el papel protector de la relación familiar, la motivación por el

estudio y las aspiraciones futuras del alumnado como factores protectores frente al

consumo de alcohol y otras conductas problemáticas (Leatherdale et al., 2011; Barry,

Chaney, y Chaney et al, 2011; Henry, Swaim, y Slater, 2005). Estos hallazgos sugieren

que el sistema educativo y los modelos sociales son entornos promotores de salud y

bienestar adolescente (Haapasalo, Raili, y Lasse, 2012), minimizando el impacto del

consumo de alcohol y la delincuencia (Fletcher et al., 2008).

El uso problemático de alcohol durante las etapas de desarrollo madurativo

produce importantes déficits en la función cognitiva (López-Caneda et al., 2014), en

procesos relacionados con la inhibición de la conducta (Sanhueza, García-Moreno, y

Expósito, 2011), la memoria de trabajo (Townshend y Duka, 2005; Scaife y Duka,

2009; Mota et al., 2013) o la toma de decisiones (Carbia et al., 2017). Estos aspectos

resultan fundamentales para el desarrollo madurativo y para la consolidación de

145
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

conocimientos y aprendizajes necesarios para la etapa adulta. Además de estos

factores, el consumo abusivo de alcohol constituye un factor de riesgo temprano para el

abuso/dependencia de sustancias (Hall y Degenhardt, 2007; Hingson, Heeren, & Winter,

2006; Wagner & Anthony, 2002) y se ha vinculado con la aparición de prácticas

emergentes potencialmente dañinas para la salud que pueden comprometer el

desarrollo adolescente y la aparición de un gran número de trastornos psicológicos

(Macleod et al., 2004; Resnick et al., 1997). Según la última encuesta domiciliaria sobre

alcohol y drogas realizada en España (EDADES, 2012), en los últimos años se ha

producido una disminución generalizada del consumo de alcohol en la población de 15 a

34 años. Sin embargo, se han experimentado cambios significativos en el patrón de

consumo de alcohol en forma de atracón o “binge drinking,”. Los jóvenes consumidores

de alcohol en grandes cantidades se caracterizan por una toma de decisiones más

arriesgada, llevándoles a adoptar un mayor número de conductas de riesgo para la

salud. Nuestros resultados publicados en el tercer estudio constatan la existencia de un

nuevo fenómeno emergente relacionado con este patrón de consumo denominado

“drunkorexia” que está presente en la población juvenil y universitaria. Este fenómeno

dirigido a conseguir más rápidamente los efectos de intoxicación etílica y evitar la

ganancia de peso disminuyendo la ingesta calórica de alimentos (Osborne, Sher, y

Winograd, 2011) ha aumentado significativamente entre los jóvenes de entre 18 y 26

años, quienes restringen los alimentos de alto contenido calóricos para compensar el

exceso de calorías proporcionado por la ingesta abusiva de alcohol (Dierks, 2013). La

prevalencia de este patrón obtenida en nuestro estudio con una muestra de estudiantes

universitarios fue del 10 %. La drunkorexia estuvo fuertemente correlacionada con la

conducta de atracón o binge drinking (r=.75). Los partipantes que redujeron la ingesta

de alimentos calóricos, presentaron 2.5 (IC 95% 1.46-4.27) veces más probabilidades

de ser consumidores de alcohol en grandes cantidades “binge drinkers”. Nuestros

resultados son consistentes con los hallazgos obtenidos en varios estudios previos

realizados en muestras de estudiantes universitarios. Por ejemplo, Burke et al., (2010),

146
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

en un estudio realizado con una muestra de 692 estudiantes demostraron, que un

14.2% de los participantes habían restringuido de manera intencional la ingesta de

alimentos calóricos previo al consumo de alcohol. Los participantes que realizaron estas

conductas tuvieron una probabilidad superior de ser “binge drinkers”. El 6% de los

participantes refieron haber disminuído de manera extrema la ingesta de alimentos para

evitar la ganancia de peso y cerca del 10%, para alcanzar más rápidamente los efectos

de la intoxicación etílica. Cuando comparamos el patrón de restricción de alimentos en

nuestro estudio entre los estudiantes clasificados en los grupos de drunkorexicos y no

drunkorexicos encontramos, que los participantes con un patrón de drunkorexia habían

reducido más significativamente la ingesta de dulces comerciales (91.7 vs 59.3%),

caracterizados por ser uno de los grupos de alimentos con más alto contenido calórico.

Para los demás grupos de alimentos analizados no se encontraron diferencias

significativas entre grupos. Los resultados más llamativos de nuestro estudio derivan de

la población diana analizada. Aunque la inclusión de participantes con conocimientos

avanzados de Nutrición Humana y Dietética, pudiera haber ejercido un efecto

significativo en la menor tasa de prevalencia de drunkorexia obtenida en nuestro

estudio, la existencia de este fenómeno sigue siendo significativa, incluso, entre los

profesionales de la nutrición, más conscientes de los riesgos que implica para la salud

este tipo de prácticas. Los conocimientos avanzados sobre Nutrición Humana y

Dietética en nuestra muestra también podría explicar el efecto obtenido en la selección

intencional del grupo de alimentos que más restringen por su alto contenido calórico

“dulces comerciales”. Por lo tanto y a pesar de que existen muy pocos resultados hasta

la fecha sobre este nuevo fenómeno emergente en la población juvenil, nuestros

resultados confirman la presencia de este patrón que puede conllevar importantes

riesgos para la salud.

147
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

9.2 Enfermedad Mental, Conducta Criminal y Suicidio

Como hemos constatado a lo largo del presente trabajo, los delincuentes que

manifiestan una trayectoria criminal progresiva se caracterizan por la presencia de un

gran número factores adversos que influencian la delincuencia y predisponen a la

enfermedad mental y la criminalidad. Los resultados obtenidos en nuestros estudios en

individuos con Esquizofrenia y otras Psicosis internados en centros psiquiátricos de

máxima seguridad, son consistentes con los hallazgos internacionales. Más del 50% de

todas las sentencias condenatorias por un delito violento de homicidio, asesinato y

lesiones son explicadas por un pequeño grupo de individuos con una larga trayectoria

de antecedentes penales. La mayoría de estos sujetos iniciaron sus carreras criminales

más tempranamente y de manera más progresiva (Crocker et al., 2005; Fulwiler &

Ruthazer, 1999; Mueser, Crocker, Frisman, Drake, Covell, & Essock, 2006). La edad de

inicio de la actividad delictiva se ha destacado como uno de los marcadores mejor

predictivos de la conducta violenta y el comportamiento criminal en estos individuos

(Fergusson, Boden y Horwood, 2015). Cuanto menor es la edad de inicio del primer

delito, mayor es la probabilidad de persistir y desarrollar una carrera criminal más

estable y cronificada (Loeber y Farrington, 2001; Catena y Redondo, 2013). Entre los

delincuentes persistentes que han tenido un contacto con el sistema de justicia penal,

cerca del 50%, presenta un historial de comportamiento agresivo que emerge en la

infancia y primeros años de la adolescencia (LeBlanc y Fréchete, 1989). Los problemas

de conducta de inicio en la infancia más prevalentes hallados en muestras de

delincuentes con Esquizofrenia se han relacionado fuertemente con los Trastornos de

Conducta (CD) que emergen en la infancia, antes de los 15 años de edad. En muestras

clínicas de pacientes con Esquizofrenia atendidos por los Servicios de Salud Mental

Comunitarios, se ha observado que aproximadamente un 20% de los pacientes,

muestra antecedentes de CD en la infancia (Hodgins, Côté, y Toupin, 1998). Sin

embargo, la prevalencia de estos diagnósticos es muy superior (entre el 40-63%), en los

148
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

delincuentes encarcelados en prisión (Hodgins et al., 1998) y centros psiquiátricos de

máxima seguridad (Hodgins, Cree, Alderton, y Mak, 2008). Los resultados obtenidos en

diversos estudios hasta la fecha sugieren que los individuos con estos diagnósticos

muestran trayectorias criminales más problemáticas (Fulwiler et al., 1997; Schanda,

Földes, Topitz, Fliedl, & Knecht, 1992; Tengström, Hodgins, & Kullgren, 2001), tienen un

historial caracterizado por el consumo temprano de tóxicos, abuso físico en la infancia,

fracaso académico y abandono escolar (Hodgins et al., 2005), cuentan con mayores

tasas de participación delictiva y reincidencia penitenciaria y tienen un riesgo superior de

mostrar antecedentes parentales delictivos y antecedentes familiares de enfermedad

mental (Hodgins et al., 2005; Tengström et al., 2004). Sin embargo, y a pesar de estos

resultados, la mayoría de estos delincuentes no son correctamente identificados en los

centros psiquiátricos de máxima seguridad debido a la carencia de protocolos

estandarizados para su evaluación, lo que dificulta llevar a cabo intervenciones

adaptadas a sus características criminales y al nivel de riesgo individual. Los resultados

de nuestros estudios, muestran claramente que estos individuos pueden ser fácilmente

identificados mediante el uso de instrumentos de predicción del riesgo de violencia

como el HCR-20 (The Historical, Clinical, Risk Management-20 Version 2; HCR-20;

Webster, Douglas, Eaves, & Hart, 1997 y la PCL:SV (The Psychopathy Checklist:

Screening Version; Hart, Cox, & Hare, 1995, específicamente diseñados para estas

poblaciones.

En nuestro cuarto estudio, presentamos los resultados de una investigación

realizada en una muestra de delincuentes con Esquizofrenia y otras Psicosis evaluados

mediante estas escalas y clasificados según la presencia vs ausencia de Trastornos de

Conducta en la Infancia (CD) (DSM-IV 4th edition; APA, 1994). Un tercio de los

participantes de nuestro estudio fueron clasificados dentro de la tipología de individuos

con Esquizofrenia y antecedentes de CD (SMI+CD). Los pacientes con estos

diagnósticos mostraron un mayor número de antecedentes penales por delitos violentos

y no violentos, reportaron mayores índices abuso físico en la infancia, hiperactividad y

149
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

fracaso educativo y tuvieron un riesgo muy superior de presentar un diagnóstico

adicional de trastorno de personalidad y altas puntuaciones en psicopatía. La presencia

de abuso físico en la infancia y rasgos de psicopatía se ha relacionado fuertemente con

el comportamiento agresivo y es un factor precursor de la Esquizofrenia (Bendall,

Jackson, Hulert, & McGorry, 2008; Morgan y Fisher, 2006; Read, Vanos, Morrison, y

Ross, 2005) y los problemas conductuales (Murray y Farrington, 2010; Stouthamer-

Loeber, Loeber, Homish, & Wei, 2001; Widom, 1989). Nuestros resultados también

demuestran que una mayor proporción de los individuos con SMI+CD cuenta con

antecedentes parentales delictivos y antecedentes parentales de enfermedad mental.

Estos resultados son consistente con los hallazgos obtenidos en investigaciones previas

(Fazel, Langstrom, Hjern, Grann, & Lichtenstein, 2009; Hodgins, 2008), confirmando la

hipótesis de que la Esquizofrenia es el resultado de la confluencia de factores

personales, ambientales y factores hereditarios que explican hasta el 80% de la carga

genética (Andreasen, 2010; Brown, 2011). Consistente con nuestras hipótesis, los

delincuentes con SMI+CD obtuvieron puntuaciones medias muy superiores en las

escalas de predicción de la conducta violenta (HCR-20) y la psicopatía (PCL:SV).

Particularmente, se observó un efecto significativo en la escala histórica (H) del HCR-20

y en el factor desviación social de la PCL:SV. Sin embargo, no se encontraron

diferencias en ambos grupos en cuanto a los síntomas clínicos de la enfermedad. Estos

hallazgos tienen importantes implicaciones clínicas para los Servicios de Salud Mental y

ponen de manifiesto que aunque la intervención farmacológica constituye el eje

fundamental de tratamiento de la Esquizofrenia y otros Trastornos Psicóticos mejorando

el pronóstico de la enfermedad, la calidad de vida, la prevención de recaídas y otros

estados asociados como la agresividad o la agitación psicomotriz (Buclkey et al., 2007;

Hasson-Ohayo, Kravetz, Roe, David y Weiser, 2006; Bartels, Drake, Wallach y

Freeman, 1991), una vez que los síntomas clínicos se han reducido, es necesario

intervenir en aquellos componentes criminógenos que influencian la conducta agresiva y

la reincidencia delictiva. Se han descrito tres componentes clave de intervención con

150
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

estos pacientes: los fármacos para estabilizar el curso de la enfermedad y evitar las

recidivas; la rehabilitación social para facilitar el tratamiento de los pacientes en la

comunidad y ayudar al desempeño global; y las intervenciones psicosociales dirigidas a

prevenir las recaídas, resolver problemas, asumir la existencia del trastorno, manejar

episodios de estrés y evitar complicaciones durante el curso de la enfermedad (Kolla y

Hodgins, 2013). Un reciente estudio realizado en individuos con Esquizofrenia y

antecedentes de CD ha demostrado, que esta asociación está fuertemente relacionado

con el incumplimiento terapéutico y el fracaso en las intervenciones clínicas (Cullen,

Soria, Clarke, Dean, & Fahy, 2011). Por tanto, estos resultados sugieren la necesidad

de diseñar intervenciones específicas y altamente estructuradas en inviduos de alto

riesgo. Sin embargo y dado que tales intervenciones implican elevados costes

económicos para los Servicios de Salud Mental, resulta esencial identificar a los

pacientes más vulnerables, que requieren de una intervención más intensiva y

supervisada (Sánchez-SanSegundo, Ferrer-Cascales, Herranz-Bellido, Pastor-Bravo, y

Hodgins, 2014). Nuestros resultados demuestran claramente que estos individuos

pueden ser fácilmente identificados mediante el uso de escalas de predicción de la

conducta violenta y la psicopatía. Sin embargo, y a pesar de que la validez predictiva de

estos instrumentos ha sido puesta de manifiesto en más de 200 estudios independientes

hasta la fecha en diferentes países (Douglas et al., 2014), en España no han sido

empíricamente validados entre los delincuentes que cometen los delitos más graves y

violentos internados en centros penitenciarios de máxima seguridad, por lo que se

desconoce su validez predictiva y su poder diagnóstico en estos contextos.

En el quinto estudio, examinamos la validez predictiva de dos de los

instrumentos más ampliamente utilizados a nivel internacional para evaluar el riesgo de

violencia y psicopatía en delincuentes internados en prisión y centros psiquiátricos de

máxima seguridad. En este estudio, 107 delincuentes con Esquizofrenia y otras Psicosis

declarados exentos de responsabilidad criminal por razón de enfermedad mental fueron

evaluados en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Alicante mediante el uso de los

151
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

instrumentos HCR-20 y PCL:SV. Un 30% de los participantes, fueron internados por la

comisión de delitos de homicidio y el 34.5% por delitos de asesinado en grado

consumado o tentativa, el 5.6% por delitos de lesiones graves, el 4.7% por delitos

sexuales, el 4.7% por robo con violencia y el 20.5% por otro tipos de delitos violentos

incluyendo delitos de amenazas, maltrato habitual y violencia de género. Los pacientes

fueron monitorizados durante 24 meses para registrar las conductas de violencia y

agresión producidas en la institución, mediante un procedimiento ciego, a través de los

informes del centro y los datos recogidos por el personal funcionario, quienes

cumplimentaron para cada acto de violencia la escala agresividad manifiesta Modified

Overt Aggression Scale (MOAS; Arbach-Lucioni et al., 2011). Durante el período de

seguimiento encontramos, que un 29.2% de la muestra cometió algún tipo de acto

violento. Los delincuentes con comportamientos agresivos mostraron puntuaciones muy

superiores en los instrumentos HCR-20 y PCL:SV y fueron correctamente clasificados al

inicio del estudio con niveles de riesgo alto (n=22; 66.7%) o moderado (n=7; 30.4%). El

HCR-20 y la PCL:SV fueron capaces de predecir la conducta violencia con índices de

precisión moderados, con valores del Area Bajo la Curva (AUC) entre .73 y .82 para el

HCR-20 y entre .65 y .78 para la PCL:SV. La inclusion de los niveles de riesgo de

violencia en el modelo estadístico de regresión logró incrementar la validez predictiva

del HCR-20 sobre las puntuaciones numéricas con una tasa de aciertos del 83%.

Comparado con el HCR-20, la escala de evaluación de la psicopatía PCL:SV mostró

tasas de predicción más variables logrando clasificar correctamente al 69% de los

individuos que cometieron agresiones físicas y al 80% de los que cometieron agresiones

verbales. Los resultados obtenidos en nuestro estudio son consistentes con los

hallazgos obtenidos en investigaciones previas realizadas en muestras con

características similares (De Vogel & De Ruiter, 2006; Douglas et al., 2003; Douglas et

al., 1999). Estos estudios confirman que el HCR-20 muestra índices de sensibilidad y

especificidad superiores a la PCL:SV en delincuentes internados en centros de máxima

seguridad. Sin embargo, y a pesar de que la escala de evaluación de la psicopatía

152
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

PCL:SV no fue diseñada para tal propósito, es capaz identificar a los individuos de alto

riesgo con índices de precisión moderados y ha sido considerada un componente

fundamental dentro de las escalas de predicción de la conducta violenta.

Aunque en la última década se han producido avances en lo que respecta a los

instrumentos de predicción de la conducta violenta, la investigación en España sobre el

uso de estos procedimientos es hoy en día un ámbito escasamente desarrollado. Una

reciente encuesta realizada en 44 países del mundo sobre la utilización de estos

instrumentos en el ámbito clínico, forense y penitenciario, demuestra el desconocmiento

y la escasa utilización profesional de estas herramientas. Este efecto es particularmente

significativo en regiones de Asia, África y algunos países europeos incluida España

(Singh et al., 2014). La dificultad que implica para los profesionales integrar este tipo de

instrumentos en su práctica clínica podría explicarse por la ausencia de programas

curriculares dirigidos a la capacitación y el entrenamiento en las técnicas de predicción

de la conducta violenta (Borum, 1996). La investigación realizada en países como

Canadá, EE.UU, Reino Unido o Alemania, donde la predicción del riesgo de violencia es

un área de estudio consolidada indica, que cuando los profesionales reciben formación

especializada en el uso de estas escalas, las incorporan en su práctica clínica sin

dificultad y las perciben de gran utilidad para respaldar sus decisiones judiciales

(Khiroya, Weaver y Maden, 2009). Se ha demostrado que el uso de estos instrumentos

en el ámbito aplicado logra disminuir el denominado “efecto de correlación ilusoria”

frecuentemente reportado entre los clínicos, quienes con frecuencia, tienden a

sobreestimar la capacidad diagnóstica de los factores clínicos y a subestimar el impacto

de variables con gran poder predictivo como la historia de conducta pasada, los

problemas en la infancia, los problemas sociales o las variables familiares (Dernevik,

Falkheim, Holmqvist y Sandell, 2001). Por tanto, estos resultados ponen en evidencia la

necesidad de articular programas curriculares sobre el uso y aplicación de estas

herramientas, particularmente entre aquellos profesionales quienes con frecuencia

153
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

deben emitir conclusiones sobre el riesgo de violencia de sus pacientes y sobre la

probabilidad de reincidencia delictiva.

En nuestro sexto estudio, evaluamos la relación entre el riesgo de violencia y la

conducta suicida en delincuentes con Esquizofrenia y otras Psicosis. Diferentes estudios

hasta la fecha han demostrado que el riesgo de suicidio entre los individuos con estos

diagnósticos es de 30 a 40 veces superior que en la población general y que entre el 25-

50% de los pacientes, cometerá al menos un intento de suicidio a lo largo de la

vida (Beautrais, Collings y Ehrhardt, 2005). La evaluación del riesgo de suicidio ha

demostrado ser un componente fundamental en el manejo y prevención de estas

conductas (Pompili et al., 2007). Sin embargo, la mayoría de protocolos de evaluación

utilizados actualmente se basan en la aplicación de entrevistas y cuestionarios

autoinformados de intencionalidad y comportamientos suicidas, llevando a un gran

número de falsos positivos (Ishii, Hashimoto, Ukai, Kakutani, Sasaki, & Saito, 2014).

Hasta nuestro conocimiento, sólo un instrumento ha sido específicamente diseñado para

evaluar el riesgo de conducta suicida entre los delincuentes psiquiátricos internados en

instituciones forenses de máxima seguridad (The Suicide Risk Assessment and

Management; S-RAMM; Fagan et al., 2009). Aunque este instrumento ha demostrado

una adecuada capacidad predictiva para discriminar a pacientes de alto riesgo con

índices de precisión de .79 a .99 para períodos de seguimiento de 6 meses, su validez

predictiva sólo ha sido analizada en un estudio con una muestra anglosajona. Por lo

tanto, se desconoce la utilidad de esta herramienta para predecir la conducta e

intencionalidad suicida en otras poblaciones y no se ha demostrado que esta

herramienta pueda predecir estas conductas durante períodos de seguimiento amplios.

En el capítulo 6 mostramos los resultados del estudio longitudinal de 18 meses

de seguimiento realizado en una cohorte de 52 delincuentes con Esquizofrenia y otras

Psicosis que formaban parte de una investigación más amplia sobre alteraciones

neuropsicológicas implicadas en la conducta violenta y el comportamiento suicida.

Durante el período de seguimiento, un 25% de nuestra muestra cometió al menos un

154
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

incidente de autolesiones, ideación o intento de suicidio y un 34% manifestó actos de

violencia instrainstitucional. Los comportamientos violentos y las conductas suicidas

estuvieron fuertemente correlacionadas, el 84.6% de los pacientes agresivos manifestó

actos o intencionalidad suicida. Los instrumentos S-RAMM y HCR-20 fueron capaces de

predecir estas conductas con un tamaño del efecto largo, discriminando acertadamente

al 81-85% de los pacientes que cometió estos incidentes. Los participantes que

superaron el punto de corte de 20 puntos en el S-RAMM y 21 puntos en el HCR-20

tuvieron 5 veces (OR=5.15, 95% CI=2.75-9.80) más probabilidades de realizar actos

suicidas y 7 veces (OR=7.04, 95% CI=2.1-23.3) más probabilidad de cometer actos de

agresión. Los resultados de nuestro estudio confirman la utilidad clínica de estos

instrumentos en centros psiquiátricos de máxima seguridad donde la prevalencia de

conductas suicidas es elevada (Palmer y Conelly, 2005). El alto índice de

comportamientos suicidas hallados en muestras psiquiátricas encarceladas puede

deberse al efecto del encarcelamiento y otros factores adversos como el estrés o la

incertidumbre ante un futuro incierto. Consistente con estudios previos, la mayoría de

pacientes de nuestra muestra fueron internados por delitos de homicidio o asesinato

(71.3%) en el ámbito familiar (Felson, Ackerman y Yeon, 2003; Steadman, Mulvey y

Monahan, 1998). Las madres que conviven con hijos esquizofrénicos que además

abusan de drogas y alcohol son las personas más propensas a convertirse en víctimas

de la violencia. Este tipo de conductas se producen en la mayoría de los casos en el

seno del hogar, en hijos cuya red social es reducida, dependen económicamente de sus

familiares y muestran elevados índices de abandono de la medicación (Estroff et al.,

1994). Sin embargo, no sería el grado de consanguinidad sino la relación de proximidad

con sus cuidadores cercanos, la variable que explicaría los crímenes violentos

cometidos por estos pacientes (Taylor, Leese, Butwell, Daly, y Larking, 1998).

155
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

9.3 Limitaciones de los estudios

Los resultados de la presente Tesis Doctoral adolecen de una serie de

limitaciones que deben ser consideradas en futuros estudios.

En primer lugar, el caracter transversal de los estudios realizados con población

adolescente, si bien, ha permitido examinar la influencia que ejerce el consumo de

alcohol en la delincuencia, la relación familiar, el entorno educativo y la aparición de

nuevos fenómenos emergentes, no permite establecer inferencias o relaciones de

causalidad debido a la naturaleza del diseño de estudio utilizado. Este tipo de diseño

tampoco permite evaluar las trayectorias delictivas y la evolución del consumo

problemático de alcohol a lo largo del tiempo. Futuros estudios deberían utilizar diseños

longitudinales de medidas repetidas para analizar la evolución temporal de este patrón y

las características que discriminan a los adolescentes de alto riesgo.

En segundo lugar, el tamaño muestral utilizado en los dos primeros estudios y la

selección aleatorizada de centros educativos de carácter público y privado ha permitido

obtener resultados representativos del rol que ejerce la relación parental y el grupo de

iguales en la delincuencia juvenil y el consumo de alcohol adolescente. Sin embargo, la

muestra estuvo limitada a estudiantes matriculados en centros educativos de la ciudad

de Alicante. Por tanto, no puede determinarse la generalización de nuestros resultados

a la población española. Ahora bien, los resultados presentados en la presente Tesis

Doctoral constituyen una síntesis de los hallazgos obtenidos en una amplia encuesta

realizada por nuestro grupo de investigación en la que evaluamos el consumo de

alcohol y otras sustancias psicoactivas en adolescentes, comparando los resultados

obtenidos en Alicante con respecto a la encuesta estatal sobre uso de drogas. Nuestros

resultados son consistentes con los datos obtenidos a nivel nacional. Los resultados

completos de este informe pueden ser consultados en el siguiente enlace.

file:///C:/Users/USUARIO/Downloads/encuesta-consumo-drogas-2015.pdf

156
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

Los datos procedentes del tercer estudio en el que se examinó el patrón de

drunkorexia y binge drinking en estudiantes universitarios deben ser considerados

meramente de carácter exploratorio, si bien, confirman la prevalencia de un nuevo

fenómeno emergente en la población juvenil. El uso de una muestra intencional de

estudiantes de Nutrición Humana y Dietética más conscientes de los riesgos que

conlleva para la salud la restricción calórica para compensar el exceso de calorías

proporcionadas por la ingesta abusiva de alcohol y alcanzar más rápidamente los

efectos de intoxicación etílica, podría haber influido en la tasa de prevalencia de este

fenómeno. Futuros estudios deberían analizar este fenómeno emergente utilizando una

muestra representativa de estudiantes y otros grupos más vulnerables, así como

analizar las consecuencias y riesgos para la salud de este tipo de prácticas.

Del mismo modo, los resultados obtenidos en la población psiquiátrica encarcelada

presentan diversas limitaciones que requieren áreas de investigación futura.

Los participantes de nuestros estudios constituyeron una población homogénea en

cuanto a los diagnósticos clínicos y la gravedad de los crímenes violentos que motivaron

el encarcelamiento. El índice de conductas violentas y comportamientos suicidas

reportados en nuestros estudios puede estar influenciado por el control de estas

variables y la unidad de reclutamiento de los participantes. Este efecto puede responder

a varios motivos. En primer lugar, se ha constatado que el comportamiento agresivo

difiere en función del diagnóstico y la fase de la enfermedad (Grann, Belfrage, &

Tengström, 2000; Hodgins & Riaz, 2011; Tengström et al., 2006). Tengström et al.,

(2006), en una investigación longitudinal realizada con una cohorte de 216 pacientes

psiquiátrico-forenses clasificados según los diagnósticos de Esquizofrenia, Trastornos

de la Personalidad y Retraso Mental, constataron diferencias significativas en la

prevalencia de estos comprtamientos. Los pacientes con Esquizofrenia explicaron el

31% de los actos violentos, los pacientes con Trastornos de la Personalidad el 25%,

mientras el grupo con Retraso Mental explicó el 44% de todos los actos de agresión

registrados en el estudio. Además del factor diagnóstico, el índice de conductas

157
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

agresivas y comportamientos suicidas obtenido en nuestra cohorte también pudiera

deberse a la unidad de reclutamiento de los participantes. La totalidad de individuos de

nuestro estudio formaban parte del Módulo de Educación y Respeto (MER) del centro

psiquiátrico penitenciario de Alicante. Esta unidad, alberga a los delincuentes con

patologías más severas pero con un funcionamiento social mejor preservado. El ingreso

en esta unidad requiere que los pacientes asuman responsabilidades y demuestren

valores de respeto, compromiso y tolerancia entre los internos, posibilitando una

participación más activa de los pacientes en la vida del módulo para la consecución de

su proceso rehabilitador. Futuros estudios deberían examinar estos hallazgos utilizando

muestras clínicas heterogéneas seleccionadas en diferentes unidades de internamiento.

Por último, aunque nuestras investigaciones demuestran la adecuada capacidad

predictiva de los instrumentos HCR-20, PCL:SV y S-RAMM para discriminar

acertadamente a los pacientes de alto riesgo de violencia y suicidio durante el

internamiento, desconocemos si estos instrumentos muestran similares índices de

precisión para predecir estas conductas en la comunidad, tras el alta hospitalaria o el fin

de la medida de internamiento. Existe evidencia que demuestra que la utilidad clínica de

estas medidas no se ve alterada por el contexto de estudio (Belfrage, Fransson, y

Strand, 2000; Daffern, y Howells, 2007; De Vogel & de Ruiter, 2006; Douglas, Ogloff, &

Hart, 2003; Douglas, Ogloff, Nicholls, y Grant, 1999), sin embargo es necesario que

estos resultados puedan ser replicados en futuras investigaciones en España.

9.4 Perspectivas de Futuro

A partir de los resultados de la presente tesis doctoral y de los últimos avances

de investigación, podemos señalar áreas de investigación que abren nuevas vías de

investigación y necesitan ser tenidas en cuenta en futuros estudios.

Recientes estudios han señalado la contribución de la Neurocriminología y el

análisis de los marcadores de riesgo neuropsicológicos en la conducta violenta y el

158
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

comportamiento antisocial de los delincuentes con Esquizofrenia y otras Psicosis. La

Esquizofrenia ha sido descrita recientemente como uno de los Trastornos Mentales más

incapacitantes que condicionan la aparición de numerosos problemas conductuales e

importantes déficits neuropsicológicos (Keshavan, Tandon, Boutros, y Nasrallah, 2008;

Dickinson, Ramsey, and Gold, 2007; Palmer, Dawes, y Heaton, 2009). Sin embargo,

gran parte de los estudios que analizan los correlatos de la violencia y el riesgo de

conducta agresiva se han centrado exclusivamente en evaluar las características

clínicas y el perfil psicopatológico de estos pacientes. Muy pocos estudios han

examinado el funcionamiento neuropsicológico de los delincuentes más graves violentos

y los resultados obtenidos hasta la fecha son inconsistentes (Weiss, 2012). Comparando

muestras de pacientes violentos y no violentos, se ha constatado que existen ciertas

estructuras cerebrales relacionadas con el comportamiento violento y la conducta

criminal.

Las dos áreas cerebrales que han recibido mayor apoyo empírico en estudios

neurobiológicos son el cortex prefontal (zona orbitofrontal) y el sistema límbico (zona

dorsolateral) (Barkataki et al., 2005; Yang, Raine, Han, Schug, Toga y Nart, 2010). Las

alteraciones en estas estructuras condicionan la aparición de déficits neuropsicológicos

en tareas de planificación, inhibición, flexibilidad cognitiva o procesamiento emocional.

El córtex prefrontal, está implicado en múltiples procesos de funcionamiento cognitivo

relacionados con el lenguaje, la inteligencia, memoria de trabajo, velocidad de

procesamiento o atención selectiva (Fabian, 2010; Sharma y Antonova, 2003; Schug y

Raine, 2009). Esta región desempeña un importante rol en la conducta social y el

comportamiento antisocial en particular (Damasio, 1995). El sistema límbico también ha

sido relacionado con la agresividad y la violencia en los enfermos mentales graves.

Concretamente, la investigación ha demostrado la función que ejerce esta región en la

regulación emocional, en la anticipación de consecuencias futuras y en los mecanismos

de recompensa y castigo (Bechara, Damasoi, Damasio y Anderson, 1994; Seo, Patrick

and Kennealy, 2008).

159
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

La evidencia obtenida en este tipo de estudios sugiere que los déficits

neuroanatómicos y neuropsicológicos descritos en la Esquizofrenia se manifiestan con

anterioridad a la experimentación de síntomas positivos y negativos de la enfermedad y

permanecen estables a lo largo del tiempo (Martínez-Aran et al., 2002). Estos hallazgos

podrían indicar que el funcionamiento global deficitario de la Esquizofrenia, es el

resultados de múltiples alteraciones funcionales y estructurales del cerebro que

influencian la aparición de síntomas de psicosis y predisponen a la violencia (Hanlon,

Coda, Cobia y Rubin, 2012, Yang, Raine, Han, Schug, Toga, y Narr, 2010).

Sin embargo y aunque resulta evidente el interés por comprender los

mecanismos neuropsicológicos implicados en el comportamiento antisocial y las

conductas suicidas de los enfermos mentales para articular estrategias y planes de

prevención, en la actualidad existen pocos estudios que analicen el desempeño de

estos pacientes en pruebas neuropsicológicas y análisis de los datos procedentes de la

neuroimagen. La mayor parte de los trabajos publicados hasta la fecha han sido

realizados en prisión con delincuentes que manifiestan elevados índices de Trastorno

Antisocial de la Personalidad, Psicopatía y Trastornos por consumo de drogas, pero

pocos estudios han analizado esta relación en pacientes psiquiátricos internados en

centros de máxima seguridad.

Hasta nuestro conocimiento 15 estudios han sido publicados a nivel internacional

sobre el tema con tamaños muestrales pequeños que no permiten efectuar inferencias

estadísticas y los resultados obtenidos no son concluyentes. Uno de los primeros

trabajos realizados en Estados Unidos por Foster, Hillbrand y Silverstein (1993) con 23

pacientes varones, monitorizados durante un año en un Hospital Psiquiátrico Forense

demostró, que los sujetos que manifestaron elevados niveles de agresión durante la

hospitalización, tenían una ejecución inferior en medidas neuropsicológicas de

funcionamiento ejecutivo y habilidades verbales. Las puntuaciones en estas pruebas

fueron capaces de predecir la frecuencia pero no la severidad de los incidentes

registrados durante el período de seguimiento. En otro estudio realizado por

160
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

Screenivasan, Kirkish, Shoptaw, Welsh, y Ling, (2000), se comparó el desempeño

neuropsicológico de una muestra de 32 pacientes declarados inimputables por razón de

enfermedad mental con 50 sujetos internados en prisión, ambos grupos igualados en

variables sociodemográficas. Se administró una amplia batería neuropsicológica para

evaluar los componentes de inteligencia (Wechsler Adult Intelligence Scale, WAIS-R),

memoria lógica (Wechsler Memory Scale Revised, WMS-R), organización visual

(Hooper Visual Organizational Test, HVOT), fluidez verbal (Verbal Fluency Test, FAS) y

flexibilidad cognitiva (Trail Making Test A-B, Wisconsin Card Sorting Test, WCST). Los

resultados informaron de elevados niveles de rigidez cognitiva en los dos grupos. Sin

embargo, mientras los pacientes forenses manifestaron un peor rendimiento en la

habilidad para generar nuevas palabras (FAS), los delincuentes internados en prisión

mostraron un peor desempeño en dos subescalas de inteligencia WAIS-R (subescalas

de semejanzas e información). En esta misma línea, Rasmussen, Levander and Sletvold

(1995), evaluaron el rendimiento neuropsicológico de 13 pacientes con Esquizofrenia

que contaban con una historia de violencia, 13 pacientes con Esquizofrenia sin

antecedentes de violencia y 13 sujetos control sanos. Los resultados del estudio

revelaron que el subgrupo de esquizofrénicos violentos tenían un mejor rendimiento en

las pruebas de flexibilidad cognitiva y tiempo de reacción, pero cometió un mayor

número de errores perseverativos en la tarea de inhibición Go-No-Go.

Estudios más recientes confirman que los resultados en las pruebas

neuropsicológicas correlacionan con los índices de violencia y agresividad en los

pacientes con altos niveles de psicosis y psicopatología. En un relevante estudio,

Barkataki et al., (2005), encontraron que los pacientes violentos con Esquizofrenia

manifiestan un peor rendimiento en inteligencia general, función ejecutiva, atención y

velocidad de procesamiento. Estas alteraciones se han relacionado con la probabilidad

de manifestar actos de violencia de tipo homicida, debido al efecto que ejercen ciertas

estructuras neurales en el control inhibitorio e impulsividad (Hanlon et al., 2012). Otros

estudios por el contrario no han logrado establecer una relación entre estas variables

161
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

(Lafayette, Frankle, Pollock, Dyer, y Goff, 2003; Krakowski y Czobor, 1997; Silver,

Goodman, Knoll, Isakov, y Modai 2005; Wong, Lumsden, Fenton y Fenwick, 1998).

Las diferencias halladas entre los diferentes estudios reflejan importantes limitaciones

metodológicas que se manifiestan en la heterogeneidad de definiciones de violencia

adoptadas en cada investigación, la carencia de grupos control, la variabilidad en las

pruebas utilizadas para medir y registrar el rendimiento neuropsicológico de los

pacientes, la comorbilidad con el Trastorno Antisocial de la Personalidad y la Psicopatía,

la ausencia de control de variables mediadoras como el Abuso/Dependencia de drogas

o la inespecificidad al utilizar pruebas que midan la función ejecutiva fría (área

dorsolateral) y función ejecutiva caliente (área ventromedial). Ambas regiones están

implicadas en diversos procesos neuropsicológicos: planificación, flexibilidad cognitiva,

inhibición conductual, toma de decisiones o procesamiento emocional (Fullam y Dolan,

2008).

En la tabla 3 presentamos los resultados preliminares obtenidos de una

investigación en curso realizada en una muestra de asesinos con Esquizofrenia

internados en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Alicante. Los pacientes fueron

clasificados de acuerdo a los datos longitudinales de nuestros estudios sobre predicción

del riesgo de violencia durante la hospitalización. Los participantes fueron igualados en

la línea base en las variables: sexo, nivel educativo, edad y tratamiento farmacológico

recibido (dosis de clopromacina). Cuando examinamos las diferencias neuropsicológicas

entre ambos grupos en los dominios de inteligencia, atención, memoria, velocidad de

procesamiento y función ejecutiva encontramos, que los asesinos reincidentes se

caracterizaron por mostrar un mayor número de errores perseverativos en la prueba

WCST-I y un mayor número de errores en la condición de interferencia de la prueba

STROOP. Sin embargo y aunque en el resto de pruebas no se detectaron diferencias

significativas entre grupos, comparativamente los asesinos con Esquizofrenia mostraron

un funcionamiento cognitivo mejor preservado. Este subgrupo estuvo caracterizado por

presentar puntuaciones promedio superiores en inteligencia, memoria de trabajo, fluidez

162
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

verbal y planificación. Una hipótesis que podría explicar estos hallazgos es que las

puntuaciones más elevadas en psicopatía que caracteriza a este subgrupo podría ser un

factor protector frente al desarrollo de déficits neuropsicológicos. Así, mientras el grupo

de no reincidentes presenta un perfil más puro de Esquizofrenia con curso progresivo

deteriorante, los asesinos reincidentes presentan funcionamiento social mejor

preservado, un estilo de vida caracterizado por el abuso de alcohol y otras sustancias de

inicio en la adolescencia, cuando el cerebro es más vulnerable, pudiendo haber actuado

como un factor precursor de la Esquizofrenia en la segunda década de la vida. Futuros

estudios deberían examinar estas hipótesis y poner a prueba si la inclusión de pruebas

de rendimiento neuropsicológico en estos pacientes contribuye a mejorar las tasas de

predicción de los instrumentos de evaluación del riesgo de violencia y comportamiento

suicida.

Aunque los correlatos de la violencia de los delincuentes con enfermedad mental

están comenzando a ser entendidos, aún quedan muchas cuestiones por abordar. Los

estudios conducidos hasta la fecha han prestado una escasa atención al papel que

ejercen las diferencias de género y el tipo de violencia: impulsiva/reactiva versus

predatoria/instrumental, en el perfil neuropsicológico de estos pacientes. Existe

evidencia que demuestra que la violencia impulsiva está precedida por altos niveles de

arousal, funcionamiento ejecutivo deficitario, particularmente pobre control inhibitorio, y

experimentación de intensas emociones de miedo, mientras la violencia instrumental

está asociada con elevados niveles de premeditación, rasgos antisociales y un

funcionamiento ejecutivo global mejor conservado (Hanlon, Brook, Stratton, Jensen y

Rubin, 2013). Estos resultados ponen de manifiesto la necesidad de estudiar los

procesos neuropsicológicos que subyacen a la conducta violenta de los pacientes que

han tenido contacto con el sistema de justicia penal y han sido declarados inimputables

por razón de enfermedad mental. La evaluación neuropsicológica de estos pacientes

permitiría incorporar parámetros predictivos al análisis de la violencia basado en

medidas objetivas de funcionamiento cerebral. Estos parámetros podrían contribuir a

163
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

mejorar los índices de predicción de la violencia. En este sentido, recientes estudios

están demostrando que existe un "efecto techo" en los instrumentos de evaluación, a

partir del cual, la predicción de la violencia difícilmente puede ser mejorada (Coid et al.,

2011). Sin embargo, estos instrumentos no han tenido en cuenta la utilidad clínica de la

evaluación neuropsicológica y no han incorporado ningún parámetro de este tipo en las

escalas de valoración de la violencia.

164
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

Tabla 3. Neuropsychological assessment scores on Murders with Schizophrenia

Non-Recidivists (N=22) Recidivists (N=15)


Mean SD Mean SD t(DoF) p Cohen’s d
Intelligence
KBIT-Verbal 90.00 11.20 92.00 8.93 -.623 .536 0.19
KBIT-Non vball 90 12 94 11 -1.148 .257 0.35
Attention

At_total 764.38 211.22 1445.03 2729.68 -1.440 .157 0.44


At_total_rep1 697.43 211.26 713.19 211.48 -.245 .808 0.07
At_total_rep2 688.45 206.15 726.07 183.87 -0.620 .539 0.19
At_total_gral 716.68 207.27 743.23 197.66 -0.427 .672 0.13
Speed of information
TMT-A 64.04 37.44 59.20 45.48 0.396 .694 -0.12
SDMT-Word 30.52 7.62 37.88 7.59 -3.17 .003 0.97
SDMT-Oral 38.45 8.76 46.31 8.04 -3.021 .004 0.92
STROOP-Word 40.10 10.00 36.36 8.47 1.287 .205 -0.39
STROOP-C 27.63 9.37 25.76 7.76 .692 .492 -0.21
Memory

LM-I 7.45 1.48 8.06 1.95 -1.213 .231 0.37


LM-II 6.73 1.35 7.13 1.26 -.987 .329 0.30
Semantic Fluency 29 8 34 8 -2.118 .039 0.65

165
Capítulo 9: Discusión Miriam Sánchez-SanSegundo

Executive
functioning
TMT-B 132.00 64.05 144.60 67.85 -.634 .529 0.19
FAS 31.91 10.49 36.19 11.35 -1.304 .199 0.40
STROOP-I 87.63 24.43 71.18 20.28 2.329 .024 -0.71
WCST-Cat 4.33 1.36 3.94 1.00 1.034 .307 -0.31
WCST-PersE 22.24 6.92 28.56 5.56 -3.182 .003 0.97
Zoo-Map1 4.00 1.20 4.25 1.18 -.687 .495 0.21
Zoo-Map2 6.12 .74 6.13 .89 -.016 .987 0.00

KBIT: Kauffman & Kauffman Brief Intelligence Test. ATENCIÓN. TMT: Trail Making Test. SDMT-W: Symbol Digit Modalities
Test – Written. SDMT-O: Symbol Digit Modalities Test – Oral. STROOP-W: Stroop test – Words. STROOP-C: Stroop test –
Colors. STROOP-I: Stroop test – Interference. LM: Logical Memory. L&N: Letters and Numbers test. FAS: phonetic fluency
test. WCST-Cat: Wisconsin Card sorting Test – Categories completed. WCST-PersE: Wisconsin Card sorting Test –
Perseverative errors. Zoo: Zoo Map test.

166
Capítulo 10: Conclusiones

167
168
Capítulo 10: Conclusiones Miriam Sánchez-SanSegundo

10.1 Conclusiones

De la presente Tesis Doctoral pueden derivarse las siguientes conclusiones en

la población adolescente:

1. El consumo de alcohol en la adolescencia predice la delincuencia y se relaciona con

el fracaso académico, la vinculación con amigos infractores consumidores de alcohol,

el número de salidas nocturnas y la hora de regreso a casa.

2. Existe una relación entre consumir alcohol en la adolescencia y vivir en un entorno

familiar caracterizado por la baja supervisión parental, la carencia de normas y las

prácticas parentales permisivas en relación al consumo.

3. Un 10% de los estudiantes universitarios restringe intencionalmente el consumo de

alimentos de alto contenido calórico para compensar el exceso de calorías

proporcionado por la ingesta abusiva de alcohol, logrando alcanzar así los efectos de

intoxicación etílica rápidamente (drunkorexia).

De los estudios realizados con muestras de delincuentes internados en centros

psiquiátricos de máxima seguridad podemos concluir que:

4. Más de un tercio de los delincuentes con Esquizofrenia encarcelados en centros

psiquiátricos de máxima seguridad muestra antecedentes de un Trastorno de

Conducta en la infancia (CD), fracaso educativo, abuso físico en la infancia,

antecedentes parentales delictivos y antecedentes familiares de enfermedad mental.

5. Los delincuentes con Esquizofrenia que cometieron su primer delito a una edad

temprana mostraron delitos más graves y violentos y desarrollaron una carrera criminal

más persistente.

169
Capítulo 10: Conclusiones Miriam Sánchez-SanSegundo

6. Los instrumentos HCR-20 y lPCL:SV fueron capaces de predecir la conducta

violenta institucional con índices de precisión moderados, con valores del Area Bajo la

Curva (AUC) entre .73 y .82 para el HCR-20 y entre .65 y .78 para la PCL:SV.

7. La versión española del Suicide Risk Assessment Measure demostró una adecuada

capacidad predictiva discriminando acertadamente al 83-85% de los pacientes que

manifestaron actos e intencionalidad suicida en la institución. Los participantes que

superaron el punto de corte de 20 puntos en el S-RAMM y 21 puntos en el HCR-20

tuvieron 5 veces (OR=5.15, 95% CI=2.75-9.80) más probabilidades de realizar actos

suicidas y 7 veces (OR=7.04, 95% CI=2.1-23.3) más probabilidad de cometer actos de

agresión.

8. Más del 80% de los comportamientos suicidas cometidos por los pacientes con

Esquizofrenia son explicados por un pequeño grupo de individuos con una trayectoria

de antecedentes penales y comportamientos agresivos reiterados.

170
Chapter 10: Conclusions Miriam Sánchez-SanSegundo

10.2 Conclusions

From the current Ph.D. dissertation a number of conclusions may be drawn:

1. Adolescent alcohol use is significantly associated with delinquency, academic

failure, friends’ alcohol consumption, number of going out at night and the hour at

return home.

2. There is a relationship between consuming alcohol in adolescence and living in

a family environment characterized by a low parental supervision, lack of norms and

permissive parental practices about alcohol consumption.

3. Around 10% of college students intentionally restrict the consumption of high-calorie

foods to compensate the calories provided by abusive alcohol intake, achieving the

effects of alcohol intoxication more quickly (Drunkorexia).

From the reported studies in criminal samples of offenders recruited in maximum

psychiatric hospital a number of conclusions may be drawn.

4. More than one-third of forensic psychiatric patients with schizophrenia show a

history of Conduct Disorder in childhood (CD) accompained by educational failure,

physical abuse in childhood, parent´s convictions and a family psychiatry history.

5. Offenders with Schizophrenia committing their first crime at an early age showed

more severe and violent crimes and developed a more persistent criminal career.

6. The HCR-20 and PCL:SV risk assessment tools were able to predict institutional

violent behaviors with a moderate effect size, showing areas under the ROC curve

(AUC) ranging between .73 and .82 for HCR-20 and between .65 and .78 for PCL: SV.

171
Chapter 10: Conclusions Miriam Sánchez-SanSegundo

7. The Spanish version of the Suicide Risk Assessment Measure (S-RAMM) showed

good predictive ability for predicting suicide behaviors with AUC values ranging

between .83 to .85%. Patients scoring above the mean on the SRAMM (>20-point cut-

off) and HCR-20 (>21-point cut-off) had a five times increased risk of suicide (OR =

5.15, 95% CI = 2.75-9.80) and sevenfold risk of reoffending (OR= 7.04, 95% CI=2.1-

23.3) than those scoring below the mean.

8. Over 80% of suicidal behaviors committed by patients with schizophrenia are

explained by a small group of individuals with a history of prior convictions and

repeated aggressive behaviors.

172
Referencias Miriam Sánchez-SanSegundo

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