MISIONERO
Cómo se reza el ROSARIO MISIONERO
4. Se reza 1 Padrenuestro y 3
Avemarías por el propio país, para que
Dios suscite espíritus generosos y
entregados a la evangelización y por
todos los que aún no conocen a Cristo,
para que pronto lleguen a encontrarse
con El.
"Señor, Tú has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos
los hombres, a fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final
de los tiempos; mueve ahora los corazones de tus fieles y concédenos la gracia
de sentir que nos llamas con urgencia a trabajar por la salvación del mundo,
para que, de todas las naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola
familia, consagrada a tu nombre. Por Cristo nuestro Señor. Amén."
ROSARIO MISIONERO I
MISTERIOS GOZOSOS
Lunes y Sábados
Pidamos para que la Santísima Virgen siga acompañando la labor de todos los
misioneros en África, para que así como el Verbo se encarnó en la humanidad, el
mensaje del Evangelio siga inculturándose en tierras africanas y para que surjan grandes
evangelizadores entre los mismos africanos.
En este misterio queremos pedir para que la Virgen María siga visitando nuestros
pueblos de América para socorrer nuestras necesidades; pero sobre todo para traemos a
su hijo Jesús que es camino, verdad y vida.
En este misterio pidamos para que la Iglesia europea, que tradicionalmente ha sido
evangelizadora, recupere su vitalidad y para que se mantenga abierta a la generación y al
intercambio con las iglesias jóvenes.
En este misterio pidamos por todos los ancianos y ancianas de Oceanía y del mundo,
para que haya quien, esté cerca de ellos y los ayude en sus necesidades. Pero sobre todo
le pedimos a la Santísima Virgen que ella misma los alivie en los achaques y molestias de
la edad y les consiga de Dios poder llegar a conocer a su Hijo Jesús, para su completa y
eterna salvación.
MISTERIOS LUMINOSOS
Jueves
Pidamos por el pueblo Africano, para que al igual que en el Jordán, escuche la voz de
Dios que también a él le dice, en medio del sufrimiento provocado por el hambre, las
continuas guerras y las desigualdades raciales, "Este es mi hijo muy amado", y para que
surjan grandes evangelizadores entre los mismos africanos.
En este misterio pidamos a Dios que suscite en la Iglesia europea valientes misioneros
que prediquen y anuncien el Reino de Dios, invitando a la conversión, como lo hizo
Jesucristo.
Pidamos en este misterio para que a todos los hombres de Oceanía se manifieste la
gloria de Jesucristo para que lleguen a contemplar su rostro y a encontrarse
personalmente con El y a exclamar como Pedro: ¡Señor, qué bien estamos aquí!
Pidamos en este misterio a Jesucristo, que quiso entregarse como alimento espiritual,
que también proporcione el alimento material a los millones de hombres, mujeres y
niños que padecen el hambre atroz y la miseria extrema en el continente más poblado
del mundo.
MISTERIOS DOLOROSOS
Martes y Viernes
En el primer misterio doloroso contemplamos a Jesús que ora y suda sangre en el huerto
de los Olivos.
Pidamos al Señor por el pueblo africano, que hoy también sufre "suda sangre", víctima
de los conflictos raciales, de la miseria y del hambre institucionalizado, para que sepa
hacer de su sufrimiento una oblación agradable al Señor. Hoy nos toca a nosotros
acercamos a Jesús que ora y suda sangre en el huerto; nos toca a nosotros prolongar la
oración de Jesús, y recoger las gotas de su sangre ofreciéndolas a Dios-Padre por el
continente africano. Y nuestra oración y ofrenda tendrán más eficacia si sabremos unir
nuestros sacrificios, nuestras penas y sufrimientos al sudor de sangre de Jesús para la
evangelización de África.
En este misterio pidamos que María de Guadalupe nos alcance de su Hijo la gracia de
ser solidarios con nuestros hermanos indígenas que, marginados en las sierras o en las
ciudades, luchan todavía hoy por la vida, por la tierra, por su dignidad y por la justicia.
En este misterio pidamos a Cristo, rey del universo y redentor nuestro, que por la
intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe, reavive la Fe de los pueblos europeos,
para que en Europa y en el mundo entero se extienda el reino de Dios, reino de justicia,
de amor y de paz.
En este misterio pidamos a la Dios que nos ayude a convertimos en "cireneos" de los
misioneros, especialmente de los que trabajan en Oceanía, sosteniéndoles con nuestra
oración y con nuestros sacrificios.
MISTERIOS GLORIOSOS
Miércoles y Domingos
En este misterio pidamos para el pueblo africano, que vive situaciones de muerte día a
día, en la miseria, el hambre y en las continuas guerras entre las distintas etnias,
experimente la resurrección de Jesucristo, y resucite también con El a la vida de hijos de
Dios.
En este misterio pidamos por la intercesión de María, que el señor llame a muchos
jóvenes de nuestro continente americano y los envíe por el mundo entero a anunciar la
Buena Nueva.
En el tercer misterio glorioso contemplamos la venida del Espíritu Santo sobre los
Apóstoles en el cenáculo.
En este misterio pidamos por la intercesión de la Virgen, una nueva efusión del Espíritu
sobre el Papa, los obispos y toda la Iglesia de este continente para que surja "una nueva
primavera de vida cristiana", el viejo continente rejuvenezca bajo ese soplo del Espíritu
de Pentecostés.
Pidamos a la Virgen María, reina del cielo y de la tierra, para que consiga con su
intercesión que también para nuestros hermanos de Asia llegue el Reino de Dios y que
todos ellos formen un día con nosotros el pueblo de la nueva y eterna alianza, sellada por
nuestro redentor en la sangre del Cordero, Cristo Nuestro Redentor.
Terminados los cinco misterios se reza un Padre Nuestro y se continúa con las siguientes
oraciones:
Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto,
en tus manos ponemos nuestra fe para que la ilumines, llena eres de gracia...
Dios te salve María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto, en
tus manos ponemos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de gracia...
Dios te salve María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima
después del parto, en tus manos ponemos nuestra caridad para que la inflames en
el fuego de tu amor, llena eres de gracia...
Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa
de Dios Espíritu Santo, Templo y Sagrario de la beatísima Trinidad, Virgen
concebida sin la culpa original.
LETANÍAS MISIONERAS
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te
hacemos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, oh Virgen
gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de
alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
ROSARIO MISIONERO II
Oración
Quiero dar a los demás: mi tiempo, mi alegría. Quiero tomar parte en las
penas y carencias de mis hermanos. Quiero fortificar a tu Iglesia construyendo
con ella a las personas en convivencia. Ilumina mi fe, para que de frutos de
justicia. Tú lo sabes todo. Tu sabes que te amo. Te lo pido por tu Madre
Inmaculada. Amén.
Después de haber rezado un Padre Nuestro y 10 Ave María en cada misterio, se recita
una de éstas jaculatorias:
Jesús mío, perdona nuestros pecados. Líbranos a todos del Infierno. Lleva al Cielo a
toda la gente, en especial a la más necesitada de tu misericordia.
Señor, haz que cuando expiremos / nuestro espíritu entreguemos por tus manos al
Señor.
Por tu limpia concepción, Soberana Princesa / una muy grande pureza te pedimos
de corazón.
Santa Ma. de Guadalupe, por tus apariciones / dale paz a mis pensares, remedio a
mis aflicciones.
Santa Ma. de Guadalupe, Madre de Dios, somos tus hijos del alma / no nos dejes de
tu mano ni en tormentas ni en la calma.
Ma. de Guadalupe que has venido a remediar lamentos, miseria, pena y dolor /
Danos a todos tu amor, compasión, ayuda y defensa, y que hagamos esto mismo
con nuestros hermanos y hermanas.
Una vez rezados los cinco misterios se reza por las necesidades de nuestro
país, para que sea cada día más misionero, un Padre Nuestro y se continúa
con las siguientes oraciones:
Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Virgen purísima antes del parto,
en tus manos ponemos nuestra fe para que la ilumines, llena eres de gracia...
Dios te salve María Santísima, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima en el parto, en
tus manos ponemos nuestra esperanza para que la alientes, llena eres de gracia...
Dios te salve María Santísima, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima
después del parto, en tus manos ponemos nuestra caridad para que la inflames en
el fuego de tu amor, llena eres de gracia...
Dios te salve María Santísima, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de
Dios Espíritu Santo, Templo y Sagrario de la beatísima Trinidad, Virgen concebida
sin la culpa original.
Señor Dios, cuyo unigénito Hijo con su vida, muerte y resurrección nos
consiguió el premio de la salud eterna, danos a los que recordamos éstos
misterios del Santo Rosario imitar lo que contienen y alcanzar lo que
prometen por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Oremos
Es así como María concibió y dio a luz a Jesús en Belén, estuvo con El en las bodas de
Caná e intercedió de El, el primer milagro, estuvo firme a los pies de la cruz, oró con los
Apóstoles en el cenáculo. Y ahora, elevada a la gloria del cielo, sigue intercediendo por el
mundo, por la Iglesia, y por cada uno de nosotros.
Con el rezo del Rosario en su honor celebramos esa cooperación suya, confiamos en su
asistencia maternal, pedimos su intercesión delante de su Hijo Jesús.
MISTERIOS GOZOSOS
Lunes y Sábado
Ha llegado el momento tan esperado por la humanidad: "Al llegar la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer" (Ga 4,4).
María de Nazareth, la mujer preparada por Dios y anunciada por los profetas, conoce
por medio del ángel los designios de Dios y los acepta con un "sí" generoso y total. Ella
representa a toda la humanidad que recibe al Salvador tan esperado.
Al llegar la plenitud de los tiempos para nuestro continente americano, Cristo envió a su
propia Madre al Tepeyac de México. Leemos en el "Nican Mopohua" (narración original
del acontecimiento Guadalupano escrita en idioma náhuatl): "Diez años después de
tomada la ciudad de México, se suspendió la guerra y hubo paz entre los pueblos. Así
empezó a brotar la fe y el conocimiento del verdadero Dios por quien se vive".
"Tanto amó Dios al mundo que mandó a su hijo único" (Jn 3,16).
"Se le cumplieron a María los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvieron en pañales y le acostó en un pesebre porque no tenían sitio en el
alojamiento" (Lc 2,6-7).
"El ángel les dijo a los pastores: Os anuncio una gran alegría... os ha nacido hoy un
salvador" (Lc 2, 10-11).
María de Guadalupe, la Madre de Dios, elige el Tepeyac, que forma parte de la periferia
donde habitaban los desplazados por la conquista, para manifestarse a Juan Diego, un
indio recién bautizado. Desde allí envía a su mensajero hacia el centro del poder civil y
religioso para hacer conocer su mensaje al obispo de México.
Fue de esta manera que el obispo Zumárraga y los demás misioneros tuvieron que
conocer la voluntad de la Madre de Dios por medio de aquel hombre que ellos mismos
habían evangelizado y bautizado.
En el cuarto misterio gozoso recordamos cuando María y José, al cumplir los cuarenta
días del nacimiento del niño Jesús, le llevaron al templo para presentarle al Padre
celestial.
Allí se encontraba Simeón a quien "le había sido revelado por el Espíritu Santo que no
vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor". Cuando vio al niño, movido por
el Espíritu de Dios, reconoció en él al Mesías esperado por la humanidad y enviado por
Dios como "luz para alumbrar las naciones" (Lc 2,26.32).
La profetisa Ana "como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y hablaba
del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Lc 2,38).
En este misterio gozoso del rosario pediremos por todos los ancianos y
ancianas de Oceanía y del mundo, para que haya quien, como Juan Diego
con su tío, esté cerca de ellos y los ayude en sus necesidades. Pero sobre
todo le pedimos a la Santísima Virgen que ella misma los alivie en los
achaques y molestias de la edad y les consiga de Dios poder llegar a conocer
a su Hijo Jesús, para su completa y eterna salvación.
"Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo 12
años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el
niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres". Al no encontrarlo en la
caravana, María y José se volvieron a Jerusalén en su busca. "Y sucedió que al cabo de
tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles
y preguntándoles; todos los que le oían estaban estupefactos por su inteligencia y sus
respuestas" (Lc 2,41-43.46-47).
Juan Diego fue a la casa del obispo Zumárraga para contarle todo lo que había "visto,
admirado y oído" cumpliendo de esta manera la voluntad de la Virgen.
Como los maestros del templo de Jerusalén, al oír las preguntas y respuestas de ese
muchachillo de 12 años, "estaban estupefactos por su inteligencia" así le pasa al obispo,
el cual, ante la insistencia de Juan Diego, llevado en parte por la incredulidad y en parte
por la prudencia, le pidió que le trajera una señal para poder creer que era realmente la
Madre de Dios la que se le aparecía. La Santísima Virgen le dijo a Juan Diego que
subiera a la parte alta de la montaña y que recogiera las rosas que encontraría para
llevarlas como señal. Así lo hizo y cuando abrió su tilma delante del obispo, cayeron las
rosas y apareció la imagen de la Madre de Dios pintada sobre el rústico tejido de la
tilma.
MISTERIOS DOLOROSOS
Martes y Viernes
PRIMER MISTERIO DOLOROSO
En el primer misterio doloroso contemplamos a Jesús que ora y suda sangre en el huerto
de los Olivos.
"Entonces Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al cerro de los Olivos; y lo
siguieron también sus discípulos. Cuando llegaron al lugar, les dijo: "Orad para no caer
en tentación".
Después se alejó de ellos como a la distancia a la que uno tira una piedra, y doblando
las rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este calizo Sin embargo,
que no se haga mi voluntad sino la tuya".
Entonces se le apareció un ángel del cielo que venía a animarlo, y empezó a luchar
contra la muerte. Oraba con más insistencia y su sudor se convirtió en grandes gotas
de sangre, que caían hasta el suelo" (Lc 22,39-44).
En el silencio y la oscuridad de esa noche en el huerto de los Olivos Jesús presintió los
tormentos que caerían sobre El y pidió al Padre que alejara de El la prueba.
Juan Diego y los de su raza fueron humillados por el conquistador, y vivían una
situación de opresión; eran los más pobres entre los pobres. El mensajero de Guadalupe
era consciente de todo esto y cuando se dio cuenta de que el obispo no le había creído,
pidió a la Virgen que no lo enviara nuevamente. Le dice: "Señora mía... mucho te suplico
que le des tu encargo a uno de los nobles más valiosos, los conocidos, estimados y
respetados". Y María le responde: "Aunque muchos son los mensajeros a quienes puedo
dar el encargo... es de todo punto preciso que con tu mediación se cumpla mi voluntad"
(2a. aparición). Después le animó para que fuera y cumpliera la misión que le había
dado.
Hoy nos toca a nosotros acercamos a Jesús que ora y suda sangre en el huerto; nos toca a
nosotros prolongar la oración de Jesús, y recoger las gotas de su sangre ofreciéndolas a
Dios-Padre por el continente Africano. Y nuestra oración y ofrenda tendrán más eficacia
si sabemos unir nuestros sacrificios, nuestras penas y sufrimientos al sudor de sangre de
Jesús para la evangelización de África.
"Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron
alrededor de El a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de
púrpura; y trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en su
mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de El, le hacían burla diciendo:
"¡Salve, rey de los judíos!" . y después de escupirle, cogieron la caña y le golpeaban en
la cabeza" (Mt 27,27-30).
Jesús sufre y aguanta ese dolor físico y esa humillación moral para reparar todas las
ambiciones y delitos de aquellos que aprovechan el poder para dominar a los pueblos y
ejercer su gobierno no sólo olvidándose de Dios, sino incluso pisoteando la ley de Dios y
destruyendo el sentido religioso y la fe cristiana entre los ciudadanos.
Dios envió al mundo a su Hijo único para redimimos y nos dio a María como mediadora
entre El y nosotros. El Nican Mopohua aclara esto desde el principio. En varias de sus
expresiones, la Santa Virgen de Guadalupe utiliza grupos de tres palabras: quiere un
templo para «oír, remediar, y curar» sus «miserias, penas y dolores». El número tres, en
la teología indígena náhuatl, era símbolo de mediación entre el cielo y la tierra.
"Tomaron pues a Jesús y El, cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado
Gólgota..." (Jn 19, 16-17).
"Cuando le llevaban echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo,
y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud
del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por Él" (Lc 23,26-27).
A lo largo del camino doloroso probablemente Jesús encontró a su Santísima Madre que
le acompaño hasta la cumbre, al lugar llamado Gólgota, que quiere decir «Calvario».
Simón de Cirene se ve forzado a cargar con la cruz de Jesús y, de este modo, aún contra
su gusto, realizó un gesto de solidaridad.
El «cirineo» no ayudó por iniciativa suya, así como Juan Diego no se convirtió en
mensajero de la Virgen por propia iniciativa. Fue la Madre de Dios que le pidió que fuera
su colaborador, su mensajero. Sabía que la tarea que le encomendaba no era fácil y lo
animaba a ser su «buen cirineo» diciéndole: "Ten por seguro que te lo agradeceré bien y
lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo te recompense del trabajo y
fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo" (1a aparición). Y en otra ocasión le
decía: "Sábete, hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por
mí has emprendido" (3ª. Aparición).
Juan Diego asume su papel de <<buen cirineo>> de Santa María de Guadalupe y realiza
con entusiasmo y fidelidad todo lo que ella le pide sabe que cuenta con la confianza y
protección de su madre del cielo.
En este misterio pidamos a la Virgen de
Guadalupe que nos ayude a convertirnos en
"cirineos" de los misioneros, especialmente
de los que trabajan en Oceanía,
sosteniéndoles con nuestra oración y con
nuestros sacrificios.
"Tomaron a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario... y
allí le crucificaron" (Jn 19,17-18).
"Así mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros
predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los
gentiles; mas para los llamados lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios
y sabiduría de DIOS" (1 Co 1,22-24).
Poquísimas palabras para describir el crimen más grave y la muerte más injusta acaecida
en el mundo, y al mismo tiempo el acto de amor más grande con que Dios ha amado a la
humanidad: "El (Dios-Padre) no perdonó a su propio Hijo, antes bien le entregó por
todos nosotros" (Rm 8,32).
Cuando llegó Santa María de Guadalupe se acercó al indio Juan Diego, hablando su
idioma y tratándolo con sencillez y cariño. De esta manera, aún revelándose como "la
madre del verdadero Dios, del creador, del señor del cielo y la tierra", le hizo
comprender que el "Dios grande y lejano", en realidad se había hecho tan pequeño que
entró en su seno; y que estaba tan cerca de su pueblo que les había enviado a su propia
madre para quedarse con ellos. La llegada de María en el Tepeyac, abrió los corazones
del pueblo indígena a la aceptación del Cristo crucificado y allanó el camino a la obra
evangelizadora de los misioneros.
Pidamos a la Santísima Virgen María que repita esas maravillas entre los
pueblos de Asia, para que ellos también se abran a la gracia de la salvación
que brota de la cruz donde está clavado el Hijo de Dios, único y verdadero
redentor de la humanidad.
MISTERIOS GLORIOSOS
Miércoles y Domingo
PRIMER MISTERIO GLORIOSO
"El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que buscáis a
Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el
lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: ha resucitado de
entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis" (Mt 28,5-7).
"Estando sus discípulos reunidos, Jesús les dijo: Id por todo el mundo y proclamad la
Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará... Con esto, el Señor
Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y
confirmando la Palabra con las señales que le acompañaban" (Mc 16,15.19-20).
Jesús ha terminado su misión sobre la tierra. Ahora les toca a sus discípulos continuar y
completar la obra de la salvación. Y es obedeciendo a este mandato del Señor que los
misioneros llegaron a nuestro continente a traernos la riqueza de la fe cristiana.
La Santísima Virgen de Guadalupe con cariño maternal muestra a Juan Diego sus
posibilidades, sus cualidades, le hace recuperar su dignidad y su valor, y le hace aceptar
como propio un papel que ha de cumplir con esmero, ser su embajador: «Ve allá al
palacio del obispo de México, y le dirás que yo te envío como mi mensajero».
El vidente del Tepeyac no se contentó con llevar el mensaje de la Madre de Dios al señor
obispo, sino que se transformó en un verdadero apóstol. Una vez construida e
inaugurada la ermita en el lugar de las apariciones, Juan Diego se quedó encargado de la
casa de oración. Allí él daba a conocer a los visitantes y peregrinos que venían los
acontecimientos del mes de diciembre de 1531. Además enseñaba a todos las verdades
de la fe cristiana y los mandamientos de la ley de Dios, con su palabra, con sus oraciones
y sobre todo con su testimonio de vida. Él fue el primer catequista indígena de América
Latina.
En el tercer misterio glorioso contemplamos la venida del Espíritu Santo sobre los
Apóstoles en el cenáculo.
"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar... Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada
uno de ellos, quedaron todos llenos del Espíritu Santo..." (Hch 2,1.3-4).
"Después de haber escuchado a Pedro y a los demás apóstoles, los que acogieron su
Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mil almas" (Hch 2,41).
Pedro fue el primero quien abrió las puertas del cenáculo para anunciar con valentía a
Cristo muerto y resucitado. Más tarde la fuerza del Espíritu Santo cambió la vida de
«Saulo el perseguidor» en la de «Pablo el evangelizador». Y Pedro y Pablo llegaron a
Europa para anunciar el Evangelio. Sobre los cimientos de la predicación apostólica y el
testimonio de su martirio, la fe cristiana se afianzó y se extendió por todo el continente
europeo. Y Europa, antes centro del gran imperio romano, se transformó en centro de
irradiación del cristianismo.
Hasta hoy en día, el santuario de "La Villa" y la veneración y devoción a la "Morenita del
Tepeyac" constituyen el elemento que más une en un solo pueblo y una sola fe a los
habitantes de todo México.
En este misterio pidamos por la intercesión de la Virgen de Guadalupe, una
nueva efusión del Espíritu sobre el Papa, los obispos y toda la Iglesia de ese
continente para que surja "una nueva primavera de vida cristiana", el viejo
continente rejuvenezca bajo ese soplo del Espíritu de Pentecostés.
La Virgen María ha sido la "Nueva Eva" que se puso a lado de su Hijo Redentor, el
"Nuevo Adán", para dar inicio a una nueva humanidad. Era, pues, muy lógico que Jesús
se la llevara al cielo en alma y cuerpo para que disfrutara plena y definitivamente de los
beneficios de la redención.
La asunción de María al cielo no fue una "despedida" de sus hijos peregrinos en este
mundo. Al contrario: Jesús la quiso en el cielo para que desde allí pudiese darse cuenta
de las necesidades de todos sus hijos en la tierra y, estando junto a su Hijo-Dios, pudiese
interceder por nosotros, como lo hiciera un día en las bodas de Caná.
Prueba de ello son las numerosísimas apariciones de María en todos los rincones de
nuestro planeta. Con el pasar de los años se han multiplicado los santuarios, las capillas,
los altares y los nichos que sus hijos le han dedicado para recordar su presencia materna
entre nosotros y para agradecerle las gracias y los favores recibidos por su intercesión.
Ella está siempre junto a sus hijos, como lo dijo a Juan Diego en la cuarta aparición: "No
se turbe tu corazón... ¿No estoy aquí yo que soy tu madre? ¿No estás tú bajo mi sombra?
¿No soy yo tu salud? ¿No estás tú, por ventura, en mi regazo?". Son palabras muy
hermosas y alentadoras que ponen de manifiesto cuánto y cómo esta madre celestial se
preocupa por nosotros sus hijos.
"Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo
los pies y en su cabeza una corona de doce estrellas" (Ap 12,1).
Letanía
Oremos
Oración
Señor, Tú has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos
los hombres, a fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final
de los tiempos; mueve ahora los corazones de tus fieles y concédenos la gracia
de sentir que nos llamas con urgencia a trabajar por la salvación del mundo,
para que, de todas las naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola
familia, consagrada a tu nombre. Por Cristo nuestro Señor. Amén.