“Es conocida la pequeña pieza de Borges sobre un hombre que, meses después de la muerte
de Evita, montaba en Chaco o Corrientes el velorio de una muñeca rubia cobrándoles una
módica suma a los lugareños, que así presentaban sus respetos a la señora. La conjetura de
Borges: Perón y Eva, héroes de una crasa mitología. Eso es lo máximo que alcanzan los
antiperonistas en su comprensión del fenómeno: la buena gente ignorante, en busca de
trascendencia semirreligiosa, engañada por un siniestro demagogo. Olvidan que el pueblo
peronista no es ingenuo ni crédulo, al contrario, es taimado y pícaro, y se identificó con
Perón porque vio en él la versión superior de esas cualidades. Menem tenía las mismas
virtudes y eso cimentó la popularidad que le permitió convertir el PJ en el ariete de una
política históricamente antiperonista, ya que todos los peronistas saben que no existe, no
existió nunca, la ideología. El peronismo es el rizoma argentino y por eso los binarios,
biunívocos, cuadrados cuadros de la izquierda y la derecha lo denostan por informe y poco
riguroso, ‘populista’, dicen, pronunciando con la boquita fruncida esa palabra de puto.
Están condenados a una perpetua frustración: sea cual sea el curso que tome el país, el
peronismo, en alguno de sus sentidos y en todos a la vez, estará al timón.”
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“Esta fue la casa de mi padre. Ahora en sus elementos primarios descompuesta. El vacío y
los materiales, separados por un hiato que la ausencia de mano humana hace infranqueable.
Acá me senté y armé un cigarrillo. ¿Por qué no puede construirse un hogar de humo?”
“Me senté al lado de una nena tan linda como las que había dejado atrás, donde
seguramente la fiesta continuaba, la charla, la música, y como si fuera un efecto se me
presentó mi historia, íntegra y segmento a segmento, con sus hechos destacados, su nulidad
y su atmósfera. Sin empatía y sin rechazo la contemplé pensando: esto es lo que me pasó,
esto es lo que hice, éste soy yo.”
Lo raro es que a medida que hablaba su voz enronquecía y a Lisandro le pareció que un
fulgor verdoso despedían su ojos, marrones como los de Bambi. Los periodistas se
removían en las sillas giratorias, se aflojaban la corbata, pasaban el canto de la mano por las
brillosas frentes. La voz grave, sepulcral, ahora hablaba de las aberraciones por venir, pero
ya el incendio del decorado era inocultable y los enterradores huían de un tropel de
centauros pifiantes que pisoteaban las alfombras y las mesas, mientras la global
eurodiputada seguía hablando, inconmovible, fanatizada, y la verdad del juicio final, a
través de la garganta de Belcebú, se hacía patente para Lisandro, que no podía dejar de
eructar por la mala calidad del paté.
“Él mismo supo caer en depresiones fuera de todo entorno relacional (aunque la nota no
utiliza el término en el mismo sentido); se veía entonces como un ser desahuciado,
condenado a morir sobre el fino colchón de la cama individual que estaba usando en la casa
de su madre, con la vista fija en la cubierta gris acero de la bombita que iluminaba sus
piernas flacas y peludas y su slip de tres días. En esos meses, desayunaba y cenaba solo,
salteándose el almuerzo y la merienda, mientras escuchaba en el living a su madre por
teléfono: “¿Será la edad? Ay, no sé..” Sabiendo que nadie podría ayudarlo ya que no creía
en Cristo, que ni exprimiéndose el cerebro tres noches seguidas se le ocurriría el modo de
salir de esa casa a la intemperie salvaje donde esperaban para matarlo, que el suicidio,
finalmente, estaba también fuera de su alcance por el asco que le daban sus restos sin alma
manoseados por médicos y policías, creyó que estaba fuera del tiempo universal, en que los
otros todavía seguían manifestándose, y que en el callejón sin salida donde estaba solo
quedaba hacerse un ovillo y tratar de dormir. Pero de hecho había debutado , había
trabajado y se había licenciado; la vida había continuado y continuaría. El sonido hueco de
estas palabras en su intelecto lo achica un poco; ese optimismo vacuo siempre le repugnó, a
pesar de observar que muchas personas lo encontraban útil.”
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“Ciudadano sujeto sujetado, votante, elector, informado/medioinformado, 678fóbo, radical
inconsecuente, macrista por default, el miembro en la mano, goteando, escucha: el final de
todas las transmisiones radiales.”
“Hay un goce en ese ser la última basura, hay un goce en saberse el peor; no se los
recomiendo, tiene un sabor fuerte y punzante, como orín”
“Este es el desierto
donde se piensa, se piensa
hasta que se cae la piel a tiras
en la felicidad del pueblo.”
“Infancia”
Paturuzú finalmente atravesó a Isidoro
y lo tiene enhiesto en el aire, temblando
de pavor y gozo. Proyectado
por el falo tehuelche, el playboy ve
la planicie patagónica en toda su extensión y vacío.
Ya no va a cruzarla en descapotable
borracho, rumbo a una boite tan próxima
como el deseo de su consumación.
Inmóvil por fin, en paz,
puede aquilatar el peso exacto de la posesión
y posponer indefinidamente el derroche,
vicio y virtud de su clase.
‘Consolación’