Juan Pablo II fue un Papa querido y admirado, no sólo por los católicos, sino por
personas del mundo entero de todas las creencias y condiciones sociales. Además, supo
comunicarse de manera especial con los jóvenes e introducirse en sus corazones. Su
amor por los jóvenes le impulsó a crear las Jornadas Mundiales de la Juventud; a
quienes siempre se dirigió con un mensaje esperanzador y a la vez exigente: “podéis ser
mejores de lo que los demás os dicen que podéis ser. Vosotros sois muy superiores a
todas las hipótesis sobre vosotros mismos y que la cultura os está mostrando”.
Este concepto nació en 1984 durante el papado de Juan Pablo II para incentivar la
participación juvenil en la Iglesia y ha tenido gran éxito. En 1995, cuando el evento fue
realizado en Manila (Filipinas), asistieron más de 5 millones de personas.
Karol Józef Wojtyła (Juan Pablo II), nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, una
ciudad cercana a Cracovia. Era el más pequeño de los tres hijos de Karol Wojtyła y
Emilia Kaczorowska. Su madre falleció cuando él tenía 9 años y su hermano mayor
apenas tres años más tarde.
Uno de sus rasgos destacables era su devoción mariana, a quien encomendaba sus viajes
y su salud. Tras sufrir el atentado del 13 de mayo de 1981, atribuyendo su salvación a la
intercesión de la Virgen, hizo que engarzaran la bala extraída de su cuerpo en la corona
de la Virgen de Fátima.
Desde esa noche hasta el 8 de abril, más de tres millones de peregrinos acudieron a
Roma para despedirse y rendir homenaje a los restos de Juan Pablo II. También se
acercaron a darle su último adiós miles de dirigentes internacionales, no solamente
católicos. No en vano, fue el primer Papa en visitar una sinagoga moderna, una iglesia
protestante, o una mezquita.
Benedicto XVI dispensó del tiempo de cinco años de espera tras la muerte para iniciar
la causa de beatificación y canonización de Juan Pablo II. El 1 de mayo de 2011 es
beatificado en Roma. Miles de personas de todo el mundo acuden a su intercesión
espontáneamente y través de la oración para implorar favores a través de su intercesión.