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Bloque Temático 2.

- El Antiguo Régimen y su crisis


Tema 2
El Antiguo Régimen. La España del siglo XVIII (1700-1788)

(NOTA: observarás que en este tema hay párrafos escritos un una letra más grande que otros. Los
párrafos con letra más pequeña son para que los leas y tengas una visión general del siglo XVIII español.
Los párrafos de letra más grande debes interiorizarlos y aprenderlos)

Introducción: El concepto de Antiguo Régimen. El siglo XVIII en España.


Los protagonistas de la Revolución Francesa (1789), conscientes de estar
inaugurando una nueva época, llamaron “Antiguo Régimen” al periodo histórico que se
acababa. Los historiadores posteriores han mantenido esta denominación para referirse
al “sistema político, social y económico dominante en Europa desde el siglo XVI hasta el
XIX o XX (según países) y que se caracteriza en lo político por la Monarquía Absoluta,
en lo social por la sociedad estamental y en lo económico por una economía muy
reglamentaria y poco productiva basada en la agricultura de subsistencia y la
artesanía gremial”.
En España, el siglo XVIII comienza con un cambio de dinastía monárquica que
supone la plenitud de las características del Antiguo Régimen pero, a mediados de siglo,
el movimiento filosófico y científico de la Ilustración dio lugar a alguno de los cambios
más importantes en el campo de la cultura y el pensamiento y sentó las bases del
liberalismo político. Esta ideología se puso en práctica tanto durante la Revolución
Americana (1776) como durante la Revolución Francesa (1789). La Revolución
Industrial coincidió en el tiempo con la Francesa y puso en marcha un nuevo sistema de
producción de bienes materiales y un nuevo sistema económico, el capitalismo
industrial; y generó un nuevo grupo social, el proletariado (obreros de fábricas)
Todos estos cambios de finales del siglo XVIII pondrán en crisis, durante el siglo XIX,
el Antiguo Régimen e iniciarán el proceso de construcción de un nuevo sistema; el
Estado Liberal que pondrá las bases del mundo actual.

1.- Las características del Antiguo Régimen.


Veamos más detenidamente las características del Antiguo Régimen:
1.- La Monarquía Absoluta consiste en que la soberanía (= poder supremo en una
sociedad política que se ejerce sobre un territorio y sus habitantes) reside de
forma unitaria, total e ilimitada en el rey. La Monarquía absoluta se basaba en
considerar que el origen de la soberanía es divino; “Dios lo entrega a los reyes
para el bien de los pueblos”, por eso este poder es absoluto. Sus únicos límites lo
ponen la influencia de los estamentos privilegiados: nobleza y clero, y el poder
de la Iglesia como institución divina.
2.- La Sociedad Estamental se basa en la división de la sociedad en estamentos. Un
estamento o estado es un grupo social cerrado que tiene una legislación propia
(privilegio) es decir, derechos diferentes a otros grupos sociales o estamentos.
Estas diferencias legales suelen ir acompañadas de otras de tipo económico, de
modo que a mayores privilegios le suelen corresponder mayores propiedades y
riquezas. Por lo tanto, la sociedad estamental se basa en la desigualdad de los
ciudadanos ante la ley.
Es necesario distinguir entre estamento y “clase social” ya que ésta es
abierta y permeable y sin diferencias legales con respecto a otras clases sociales.

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En la clase social las diferencias radican sólo en lo económico y en el estatus
social que proporciona la riqueza.
En el Antiguo Régimen se distinguen tres estamentos; dos privilegiados, es
decir, con la ley a favor: Nobleza y clero, y uno no privilegiado, con la ley en
contra: el pueblo, también llamado estado llano o tercer estamento.
 La Nobleza. Es un grupo social minoritario, cerrado y con muchos privilegios:
no pagaba impuestos ni podía ser juzgado o encarcelado (salvo por el rey). Su
función social es la defensa del resto de estamentos que componen la sociedad,
por ello acaparaba los altos cargos del ejército y de la política. Además, era
titular de Señoríos territoriales (aquellos territorios de su propiedad) y
Jurisdiccionales (territorios de los que los nobles no eran propietarios pero
sobre los que ejercían jurisdicción: legislar, juzgar, gobernar, recaudar
impuestos... por otorgamiento real) La pertenencia a la nobleza se
determinaba por nacimiento (nobleza de linaje o de sangre) o, muy
excepcionalmente, por decisión real (nobleza de mérito) A mediados del siglo
XVIII surgió la nobleza de toga, formada por licenciados universitarios que
escalaban posiciones en los altos organismos de la Administración del Estado.
En el seno de la nobleza cabe diferenciar entre la alta nobleza, los más
poderosos y ricos, titulares de grandes señoríos, y la baja nobleza,
generalmente hijos segundones que debían buscar recursos en el Ejército y la
administración política o acaparar los altos cargos de la Iglesia, ya que no
podían heredar de sus padres al estar institucionalizado el Mayorazgo.
 El Clero. Es un grupo social también minoritario, formado por los eclesiásticos.
Como la nobleza, también posee muchos privilegios, pero hay que distinguir
entre el alto clero, generalmente compuesto por los hijos segundones de la
nobleza y formado por arzobispos, obispos y altos cargos eclesiásticos que,
exentos de tributar impuestos, recibían el diezmo del estado llano (Diezmo =
Décima parte de los beneficios que los componentes del tercer estamento
pagaban al clero) al tiempo que eran titulares, como la nobleza, de señoríos
territoriales y jurisdiccionales y acaparaban altos cargos políticos; y el bajo
clero, similar en su situación al tercer estado pero exento de tributar
impuestos, vivía en muchas ocasiones una situación de pobreza similar al
pueblo llano. La función social del clero era la dirección espiritual y la
enseñanza de los otros estamentos.
 El Pueblo o Tercer Estamento estaba compuesto por la mayoría de la
población. Este estamento no tenía privilegios pero si muchos deberes. Su
función social era la de producir bienes. En el estado llano debemos distinguir,
por su distinta situación económica, entre:
 Alta Burguesía, compuesta por ricos banqueros y comerciantes. En
ocasiones tenían más riquezas que muchos nobles o eclesiásticos pero no
poseían privilegios. Su aspiración fundamental era obtener poder político
y asimilarse a la nobleza.
 La clase media compuesta por burgueses, profesionales liberales
(abogados, médicos…) y funcionarios. Sólo representaban el 8% de la
población pero eran los más críticos con el sistema del Antiguo Régimen.
 Los campesinos (80% aprx.) y los artesanos (8% aprx.) soportaban la
mayor carga impositiva y no tenían ninguna capacidad de decisión sobre
el gobierno del país.
Esta división de la sociedad en estamentos arranca de raíces antiguas, pudiendo encontrarse
sus fundamentos en “la república” de Platón. Se basaba en la división de las tres funciones básicas

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de la sociedad: defensa, enseñanza y producción de bienes. Cada estamento se encargaba de una
función que, en principio, significaba un servicio hacia los demás y no un privilegio.
Estas tres funciones fueron asumidas desde la Edad Media por los tres estamentos
característicos del Antiguo Régimen, así: La nobleza asumía la defensa de la sociedad, es por ello el
estamento militar; a la Iglesia le corresponde enseñar, no sólo el camino de la salvación eterna,
sino también los caminos de este mundo (sabiduría y ciencia) por eso, a ella pertenecía la
enseñanza general y la instrucción elemental y, en su seno, nacieron las universidades que
mantuvieron durante siglos; el pueblo trabajaba y mantenía a los otros dos estamentos.
Cada parte tenía sus derechos y sus obligaciones para los demás: la Iglesia enseñaba y era
defendida y mantenida, la nobleza defendía y era enseñada y mantenida, el pueblo llano
alimentaba y era enseñado y defendido. Pero esta distribución, en teoría perfecta, nunca se llevó a
cabo de forma plena ya que de inmediato surgieron privilegios y ventajas, llegando un momento en
que el espíritu de privilegio superó al de servicio y las escandalosas desigualdades ante la ley
condujeron a desigualdades, no menos escandalosas, en lo económico y social.
3.- La economía de subsistencia se caracterizaba por unos niveles de producción que
apenas permitían generar excedentes que pudiesen comercializarse o reinvertirse
en mejoras. Esta economía estaba basada en la agricultura, que absorbía el
trabajo de la inmensa mayoría de la población (80%).
- La agricultura era, pues, el sector económico fundamental y centralizaba el
resto de actividades económicas: artesanía, comercio y servicios. Como en
toda sociedad agraria, la posesión de la tierra otorgaba rentas y poder a
sus propietarios y, por ello, los grupos que disfrutaban de ella velaban para
que permaneciese en sus manos. Es decir, la mayor parte de la tierra, que
era poseída por la nobleza y el clero, estaba vinculada. La vinculación es
un régimen de propiedad que deja ésta en manos de una persona jurídica
(institución, título nobiliario …) y no de una persona física, de modo que
quién posee el título jurídico o gobierna una institución, disfruta de la
posesión de la tierra, de sus beneficios y rentas, pero no puede venderla,
cambiarla, donarla o cederla en herencia según su libre voluntad porque,
en realidad, la tierra no le pertenece ya que pertenece al título nobiliario o
a la institución. La Nobleza había vinculado sus tierras a través de la
institución del mayorazgo (heredaba todas las tierras el hijo mayor sin
posibilidad de repartirlas entre los hermanos). La Iglesia, a través de la
amortización (herencia recibida de manos muertas -difuntos-, de manera
que las tierras pertenecían a los difuntos y la Iglesia solo las gestionaba, no
podía venderlas o donarlas porque no eran suyas) Además, también estaban
vinculadas las tierras de los ayuntamientos (bienes de propios y baldíos),
de las encomiendas de las Ordenes Militares (Santiago, Montesa,
Calatrava…), las tierras y cañadas de La Mesta, y las de otras instituciones
de menor importancia: universidades, etc.
Por otra parte, la nobleza y la Iglesia, ademas de poseer numerosas
tierras (Señorío territorial) de las que obtenían numerosas rentas, eran
titulares de numerosos Señoríos Jurisdiccionales sobre los que ejercían
jurisdicción y cobraban impuestos, lo cual acababa esquilmando los escasos
beneficios de los campesinos.
En el Antiguo Régimen, la mayor parte de las tierras agrícolas, el
80%, estaban vinculadas. Esto significaba que la mayor parte de las tierras
estaban fuera del mercado y la mayoría de la población no podía acceder a
su propiedad. Así, aunque existía un cierto número de agricultores
propietarios de sus tierras, la mayor parte del campesinado era
arrendatario o jornalero. La condición de los arrendatarios variaba según
las zonas y el tipo de contrato al que estaban sujetos. La condición de los

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jornaleros era todavía peor ya que dependían de la posibilidad de trabajar
según la temporada y las necesidades agrarias.
La agricultura, de la que vivían la inmensa mayoría de la población y
de la que se obtenían casi todas las rentas, se caracterizaba además, por su
escaso rendimiento por unidad de superficie. Era una agricultura de
subsistencia. Esto era debido al retraso técnico, que se expresa por el
predominio del secano sobre el regadío (apenas el 5% de las tierras de
cultivo); al uso de aperos muy atrasados, como el arado romano; de
técnicas muy rudimentarias como el barbecho; del uso exclusivo de
energía animal; y de la siembra a voleo. Por otra parte, predominaba el
cultivo de cereales, vid y olivo, mientras que el policultivo mediterráneo,
mucho más rentable, se encontraba sólo en zonas restringidas del Levante y
de algunos valles fluviales. La introducción de cultivos americanos como el
maíz y la patata no se habían generalizado. Además, las producciones
agrarias estaban dominadas por la tendencia al autoconsumo local y la
inexistencia de un mercado agrario nacional.
Por otra parte, los escasos excedentes que producía esta agricultura
casi nunca se reinvertían en la mejora de la producción o en innovaciones
técnicas, ya que constituían las rentas de las que se apropiaba el dueño de
las tierras (noble o eclesiástico) y que destinaba a sufragar los lujos de la
vida cortesana o, en el mejor de los casos, a obras pías.
La consecuencia más grave de toda esta situación eran las frecuentes
crisis de subsistencia: ante la ausencia de excedentes almacenables, una
mala cosecha provocaba una inmediata subida de los precios, la escasez en
los mercados y el hambre de la mayoría de la población, incluyendo su
debilitamiento y la muerte de muchos.
- La Artesanía. El resto de los sectores económicos eran, en el Antiguo
Régimen, dependientes del mundo agrario. La “industria tradicional” o
artesanía, continuaba organizada de forma gremial. Los gremios eran
instituciones (entre sindicato y cofradía religiosa) que, dentro de cada
ramo de la producción y de cada ciudad, fijaban los tipos de artículos que
debían producirse, su calidad y su precio. Además, autorizaban el número
de talleres y de trabajadores que podía haber en una ciudad. Los talleres
gremiales eran pequeñas unidades de trabajo, que empleaban con
frecuencia a miembros de una misma familia, en ellos existían tres grados
de trabajadores: maestros, que eran los propietarios del taller; oficiales,
trabajadores formados en el oficio; y aprendices, trabajadores en periodo
de formación. Cada cual tenía un distinto nivel económico, aunque todos
participaban de los beneficios, que no eran muchos dada la escasez de la
demanda siempre sometida a las crisis cíclicas de la agricultura y a los
pocos excedentes que esta generaba, de modo que no se podía reinvertir
en mejoras como la compra de las nuevas máquinas que, a mediados del
siglo XVIII, habían surgido en Inglaterra con la Revolución Industrial.
El gremio es, por lo tanto, una forma de producción muy
proteccionista que aseguraba el sustento de los productores con medidas
como prohibir la competencia o impedir la venta de productos fabricados
en el exterior, pero que impedía la acumulación de beneficios y la
reinversión, por eso impedía el progreso y el rápido desarrollo de la
economía.

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- EL Comercio. El mercado interior era débil y escaso, limitado en su mayoría
a los intercambios de tipo local o comarcal. No existía un mercado nacional
dados los graves problemas de transporte: malos y escasos caminos,
abundantes peajes y aduanas (cruce de puentes -pontazgo- o ingreso a
ciudades -portazgo-), falta de seguridad, etc. Además continuaban aisladas
las zonas de interior y de la periferia, lo que explica que las zonas del
litoral prefieran comprar los cereales que necesitan en el extranjero
mediante el uso de barcos.
La economía del Antiguo Régimen se caracterizaba, en definitiva, por su
reglamentismo, es decir, por una economía totalmente dirigida, no tanto por el
Estado, sino por una serie de convenciones y acuerdos corporativos de carácter
muy rígido. De este modo, la tierra estaba vinculada, la producción estaba
limitada, el trabajo organizado corporativamente sin posibilidad de libre
competencia, los precios intervenidos, y el transporte dificultado por múltiples
peajes y aduanas. Además, abundaban las exclusivas, los monopolios y los estancos
en productos de importación.
Todo esto obedecía, en principio, a un deseo de control que evitara abusos
perjudiciales al bien común, aunque es indudable que tantas cortapisas y
ordenanzas eran un freno a la expansión económica y al progreso.

2.-El reinado de Felipe V: La Guerra de Sucesión y el cambio dinástico (1700-


1721 y 1724-1746)
El 1 de noviembre de 1700 el rey Carlos II, último de la dinastía austriaca en España, falleció sin
descendientes directos (ni hijos, ni hermanos, ni primos o tíos varones) La sucesión se planteó entre dos
candidatos: Felipe duque de Anjou, hijo del Delfín de Francia y por tanto nieto del poderoso Luis XIV; y el
archiduque Carlos de Austria, perteneciente a la misma Casa que reinaba en España. Ambos sostenían los
mismos lejanos derechos sucesorios.
Carlos II, consciente de la situación, había firmado, antes de morir, un testamento en el que
nombraba heredero de la Corona Española a Felipe de Anjou, que, con tan solo 17 años, entró en España a
comienzos de 1701 como Felipe V de Borbón.
Las potencias europeas se alarmaron por la clara unión de las coronas de Francia y España bajo la
misma dinastía Borbón y sobre todo, porque el poderoso Luis XIV de Francia mantenía, contra en
testamento de Carlos II, la pretensión de que su nieto Felipe V pudiese reinar también en Francia llegado
el momento de suceder al Delfín.
Ante esta situación, el emperador Leopoldo de Austria, que se sentía perjudicado por la sucesión
francesa al trono de España, concertó una alianza contra Felipe V con Inglaterra, Holanda, Prusia y
Dinamarca, temerosas del enorme poder hispano-francés en el Continente y sobre todo en las colonias
americanas.
Se desató así una guarra europea que duró doce años, de 1702 a 1714, y que se desarrolló en las
posesiones españolas extrapeninsulares: Flandes (actual Bélgica), el Milanesado y el Reino de Nápoles en
Italia y en el constante ataque en las costas españolas y americanas de las flotas inglesa y holandesa. La
alianza anti franco-española consiguió importantes victorias conquistando parte de Flandes, el Milanesado,
el Reino de Nápoles y la isla de Menorca.
En 1703 Portugal se unió a la alianza anti franco-española y el Emperador Leopoldo de Austria
decidió proclamar a su hijo, el archiduque Carlos de Austria, como Carlos III de España y se dispuso a
invadir España desde Portugal, al tiempo que la flota anglo-holandesa tomó el peñón de Gibraltar y se
dirigió después hacia Valencia y Cataluña, consiguiendo que estos territorios se uniesen a la causa
austracista, surgiendo así, una guerra civil en el interior de España.
En 1705 el Reino de Aragón, Cataluña y el Reino de Valencia (menos Alicante) apoyaban la causa del
Archiduque Carlos; el resto de territorios y las colonias, la de Felipe V. Pero en ambas zonas la situación
no era unánime: en Castilla algunos nobles eran austracistas y en la Corona de Aragón ocurría lo contrario
en algunas villas, sin contar con que en ambas zonas muchos habitantes se sentían en el bando equivocado
pero mayoritario.
La guerra de sucesión, a nivel guerra civil, fue una guerra entre españoles por un rey y quizá por un
modo de entender España; los austracistas más en la tradición de la estructura de reinos dentro de la

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unidad de España, los borbónícos más acordes con las nuevas tendencias centralistas que provenían de
Francia. Pero la guerra de sucesión nunca fue una guerra de secesión, es decir, ningún territorio, ningún
bando, pretendió separarse de España.
En 1707 se produjo un punto de inflexión en la guerra; en Almansa se produjo una tremenda batalla
entre ambos ejércitos que culminó con la victoria borbónica. Las grandes pérdidas ocasionadas en el
ejército austracista y el impulso que recobro el borbónico, permitieron a este conquistar Valencia, Játiva,
Zaragoza y Lérida. Felipe V aprovecho el derecho de victoria para suprimir los fueros de Aragón y Valencia,
implantando en estos territorios las instituciones y leyes de Castilla que otorgaban al rey más poder. Este
hecho exacerbó la resistencia de Cataluña, temerosa ahora de perder sus fueros e instituciones, y dificultó
el avance borbónico hacia Barcelona.
A nivel internacional, en 1711 murió el emperador de Austria y le sucedió el Archiduque Carlos. Esta
complicación impulsó a Inglaterra y Holanda a terminar cuanto antes la guerra y a abandonar el apoyo
hacia el pretendiente austriaco, cuyo poder se acrecentaría enormemente si además consiguiese ser el rey
de España, así, pactaron en secreto con Luis XIV de Francia la aceptación de su nieto, Felipe V, como rey
de España, a cambio de numerosas ventajas territoriales a costa de España. De este modo, mientras Felipe
V seguía conquistando territorios catalanes con la pretensión de llegar a Barcelona, se firma en Utrech
(1713) el tratado de paz.
Según la paz de Utrech, Felipe V renuncia a sus derechos sobre el Reino de Francia (era el segundo
en la linea de sucesión, tras su padre, el Delfín) El Reino Unido de Gran Bretaña (como empieza ahora a
llamarse) recibe Gibraltar, Menorca y amplios derechos comerciales sobre las Indias (colonias americanas
españolas) como compensación de guerra; Austria recibe Flandes, el Milanesado, Nápoles y Cerdeña en
compensación por perder la Corona de España y también para reducir el dominio español en Europa.
La guerra internacional había concluido, pero todavía quedaba Barcelona y parte de Cataluña que,
convencidos del apoyo del Archiduque Carlos y de su promesa de que no pactaría la paz si no se
respetaban las instituciones y los fueros catalanes, mantenían su rechazo a Felipe V. Éste cae en una
fuerte melancolía (era como se llamaba a la depresión) por la muerte de su esposa la reina María Gabriela
de Saboya que le impide retomar la guerra, con lo que la situación se estanca.
Repuesto el Rey decide asediar Barcelona, cuyos habitantes no se han enterado de que el
Archiduque Carlos, ahora emperador de Austria, ha aceptado la paz traicionando su promesa de defender
los fueros e instituciones catalanas y la ciudad cae el 11 de septiembre de 1714.
Terminada la guerra, Felipe V se dedicó a completar la reforma constitucional en los territorios
vencidos, que se conoce como Decretos de Nueva Planta, para asimilar su estructura institucional a la de
Castilla y centralizar el Estado. El Decreto de Nueva Planta de Cataluña, firmado en 1716, suprimía las
instituciones propias catalanas sustituidas por una Real Audiencia, presidida por el capitán general, que
era la autoridad suprema de Cataluña. En las ciudades se establecieron corregidores, al modo castellano.
Se suprimió la prohibición de que los no catalanes pudieran desempeñar cargos en Cataluña y se estableció
la lengua castellana como la única que se podía usar en los procedimientos de la Audiencia. Las milicias
ciudadanas o somatenes rurales quedaron suprimidos, pero se crearon los moscos de escuadra para
garantizar el orden.
No todas las instituciones catalanas fueron suprimidas, se permitió la permanencia del derecho civil
y penal propio, los gremios y el consulado del mar. El catalán continuó siendo una lengua de uso corriente
en los demás ámbitos no pertenecientes a la labor de la Audiencia Real.
Es en esta época cuando Felipe V, que se había vuelto a casar con la ambiciosa princesa italiana
Isabel de Farnesio, tomará la decisión de cambiar la ley de sucesión, una decisión que traerá problemas en
el siglo siguiente, como veremos. La ley de sucesión a la Corona española era la fijada desde la Edad
Media en las Partidas, que daba preferencia al varón frente a la mujer dentro de la linea directa de
sucesión (hijos). La nueva ley, denominada Ley Sálica, provenía de Francia y solo permitía reinar a las
mujeres en caso de agotarse los varones de todas las líneas sucesoras del rey (hijos, sobrinos, hermanos,
tíos)
Tras esto Felipe V prosiguió con las reformas:
- Racionalizó la Real Hacienda en España y en las Indias haciéndola más efectiva y consiguiendo
con ello mas recursos para realizar otras reformas.
- Reformó y modernizó el Ejército organizándolo en regimientos y creando un ejercito
profesional de 100.000 hombres.
- Amplió la Armada con la construcción de nuevos buques, consciente de la importancia de
mantener un fuerte contacto entre España y las Indias. Y centralizó en Cádiz-Sevilla el
comercio de Indias.
- Se creó la Biblioteca Real de Madrid (hoy Biblioteca Nacional)
- Se fundaron las Reales Academias de la Lengua y de la Historia.
- Se potenciaron en las universidades los estudios científicos, matemáticos y técnicos

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Estas últimas reformas muy en el espíritu de la naciente Ilustración.
El Rey, cansado y en una de sus frecuentes crisis de melancolía, decidió en 1721 abdicar la Corona
en su hijo Luis y retirarse al recién construido Palacio de La Granja de San Ildefonso.
El joven rey Luis I, de tan solo 17 años, fue casado con Luisa Isabel de Orleans, hija del regente de
Francia. El matrimonio fue un desastre, lo mismo que la labor de gobierno del alocado Rey que murió en
1724 a causa de unas viruelas complicadas con una pulmonía.
Ante esta situación Felipe V abandonó su retiro en la Granja y asumió de nuevo la Corona a la
espera de que su segundo hijo pudiese sustituirle.
La segunda etapa del reinado de Felipe V (1724-1746) viene marcada por la actividad de la reina,
Isabel de Farnesio, para conseguir principados o reinos para sus hijos, sabedora de que el trono de España
corresponderia a los hijos tenidos por el Rey con su primera esposa. La Reina, aprovechando la
circunstancia de que técnicamente la paz no se había firmado con el Imperio Austriaco, consiguió casar a
sus hijos Carlos y Fernando con sendas archiduquesas austriacas a cambio de posesiones en Italia. La paz
con Austria se firmó en Viena en 1725. En 1740 el príncipe Carlos, Hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio,
se convirtió en rey de Nápoles y Siciliana. (Reino de las Dos Sicilias)
En 1746 murió Felipe V, le sucedió su hijo Fernando habido con su primera esposa, María Gabriela de
Saboya.

3.-El Reinado de Fernando VI (1746-1759)


Fernando VI llegó al trono con 33 años y casado con la princesa portuguesa Barbara de Braganza.
Todo su reinado se fundamentó en conseguir la paz en una época de monarcas muy belicosos. Su ministro
principal fue el Marqués de la Ensenada, hombre ilustrado e inteligente.
Ensenada volvió a reorganizar la Hacienda montando su política tributaria sobre un gran elenco de
información estadística, el Catastro de Ensenada, fechado en 1750 y que consiguió equilibrar los gastos e
ingresos del Estado y permitió equipar adecuadamente al ejército y fortalecer la Marina, dado el
constante acoso Inglés en las posesiones españolas en América. Todo con el objetivo de mantener la paz o
la neutralidad españolas. La paz y la no intervención en ninguna guerra fue una constante en el gobierno
de Fernando VII.
En otro orden de cosas, impulsó la industria de manufacturas, importó científicos y envió
especialistas españoles para que aprendiesen en el extranjero las nacientes nuevas técnicas industriales;
realizó una eficaz política de fomento de carreteras, puertos y canales; fundó el Jardín Botánico de
Madrid y la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando e impulsó la catalogación y cuidado de
documentos dispersos.
La posición antimasónica del marques de la Ensenada, motivada por la condena papal de la
Masonería1, y el apoyo de los jesuitas fue causa determinante de la caída del ministro y, posteriormente,
de la ruina y expulsión de los jesuitas, motivado todo por sucesivas intrigas de la masonería inglesa.
En 1759 Fernando VI murió sin descendencia, pasando entonces la corona a su hermano Carlos, en
ese momento Carlos VI de Nápoles.

4.-El reinado de Carlos III, la Ilustración y el despotismo ilustrado(1759-


1788)
Carlos VI de Nápoles, hijo de Felipe V y de Isabel de Farnesio, se convirtió en Carlos III de España a
la edad de 43 años. Para ello tuvo que renunciar al trono de Nápoles que cedió a su hijo Fernando.
Carlos III llegó a Madrid acompañado de sus ministros italianos, todos de carácter ilustrado como el
propio rey. A su llegada a Madrid transformó la ciudad totalmente: ordenó empedrar las calles y
mantenerlas limpias, urbanizó la ciudad dotándola de notables edificios, la embelleció con monumentos

1 La Masonería nació en la Edad Media como asociación de constructores para transmitirse con seguridad los
secretos de su arte (Masonería operativa) Eran asociaciones cristianas semejantes a los gremios. A partir del
Renacimiento (s. XVI) fue frecuente la admisión de numerosos miembros ajenos al Arte constructivo. En la segunda
mitad del s. XVIII se transformó en Londres en Masonería especulativa o filosófica. Esta masonería se constituía en
asociaciones secretas cuyos miembros, ajenos al arte de la construcción, se identificaban con el pensamiento de la
Ilustración y se consagraron, hasta hoy en día, a arrancar de la sociedad el influjo del cristianismo y especialmente
de la Iglesia Católica. La Masonería es una forma moderna de gnosis (conocimiento profundo, oculto y vedado a
quienes no son miembros) de carácter paganizante y anticristiano. A lo largo del siglo XVIII se extendió por
América y Europa, se identificó con la Ilustración radical anticristiana e influyó de forma decisiva en la Revolución
Francesa. En el siglo XIX se identificó con el liberalismo radical y durante el XX muchas obediencias asumieron el
socialismo e incluso el marxismo. Su carácter de sociedades secretas han hecho fácil su infiltración en todo tipo de
organismos, incluida la Iglesia Católica, y , por ello, han operado y operan una gran influencia social y política.

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como las fuentes de Cibelea y Neptuno y construyó el Palacio Real de Oriente. Pasando a la historia por
ello como “el mejor alcalde de Madrid”
Las reformas continuaron en otros sectores, a nivel social, abrió las puertas de la alta
Administración y el gobierno a los jóvenes universitarios procedentes de la incipiente clase media que,
tras su elevación en la escala social, se incorporaron a un nuevo concepto de nobleza (la nobleza de toga)
en competencia con la nobleza de sangre. Sobre este diferente origen se formaron en la Corte y en la
Administración española dos importantes partidos, el partido militar o aragonés, cuya cabeza fue el conde
de Aranda, al que se incorporaban militares de carrera (a quienes se les exigía prueba de nobleza) y
universitarios colegiales o nobles; y el partido de los golillas, de carácter más civil, formado por los
universitarios de toga y cuyo líder era el conde de Floridablanca. En ambos dominaba el espíritu ilustrado.
Trazadas estas primeras reformas, Carlos III decidió firmar con Francia en 1761 el Tercer Pacto de
Familia, Que arrastró a España a la guerra franco-inglesa que se desarrollaba en América del Norte. La
victoria inglesa condujo a una paz firmada en 1761 mediante la cual Francia perdió Canadá y España La
Florida. A cambio España recibió de Francia, en compensación, el enorme territorio de La Luisiana.
Terminada esta guerra, Carlos III volvió a sus proyectos de reforma de la mano de los ministros
traídos de Italia, donde destacó Esquilache. Es ahora cuando surge el problema con los jesuitas. La
Compañía de Jesús era la orden religiosa más poderosa de la Iglesia Católica, donde abundaban
intelectuales tan ilustrados como la propia Ilustración. Los Jesuitas eran continuadores de las ideas
teológicas acuñadas en el Siglo de Oro por Francisco Suárez o Mariana que hablaban de la libertad
humana, de los derechos fundamentales de “las gentes” o de la licitud del tiranicidio. La Compañía de
Jesús era la principal defensora de la Iglesia y del Papado contra los embates de la Ilustración radical y la
masonería secularizadora y se oponía al regalismo (= teoría y práctica política que defendía que los
derechos del Rey estaban por encima de los de la Iglesia incluso en asuntos internos de ésta ) Todo esto
hizo que los distintos estados católicos recelasen contra los jesuitas y buscasen excusas para su expulsión.
Así, en 1758 fueron expulsados de Portugal acusados falsamente de inspirar un atentado contra el rey José
I, lo mismo ocurrió en Francia en 1765 acusados también de un falso atentado contra el Rey. En España
que, a diferencia de Francia u otros países, la ilustración fue mayoritariamente cristiana, existían también
radicales, anticlericales y masones que junto con la envidia de otras órdenes religiosas hacia el poder de
los jesuitas y de la política regalista de los ministros italianos de Carlos III, buscaron seguir los pasos de
Portugal y Francia para expulsar a los jesuitas de España, para ello buscaron una escusa y esta vino del
famoso Motín de Esquilache.
A Esquilache se le ocurrió en 1766 prohibir el uso de capas largas y sombreros anchos, de uso muy
frente entre los españoles, ya que favorecían la ocultación de delincuentes. Esta medida tan impopular
junto con otras como el aumento del precio del pan, movió a un amplio sector del pueblo de Madrid a
amotinarse contra Esquilache y los ministros italianos. Tras unas jornadas de violencias y muertes, el Rey
accedió a destituir a los ministros italianos y a sustituirlos por españoles pero, instigado en la Corte por el
partido de los golillas y por otros enemigos de los jesuitas, forjó un acta de acusación, llena de
falsedades, haciendo responsables del motín a los Jesuitas, que fueron expulsados de España en 1769.
El Conde de Aranda, del partido aragonés, pasó a ser el principal ministro de un gobierno ilustrado
formado íntegramente por españoles y desde esta perspectiva continuaron las reformas.
Como sabemos, la Ilustración fue un movimiento intelectual y científico nacido en
Europa en la primera mitad del siglo XVIII y alcanzó su plena expansión en la segunda. La
Ilustración defendía la razón y la ciencia como únicas fuentes de conocimiento. Desde
estos presupuestos, los ilustrados fueron muy críticos con las estructuras del Antiguo
Régimen, tanto con la monarquía absoluta, como con la sociedad estamental o el fuerte
reglamentismo económico pero, conscientes de que nada podían hacer sin la autoridad
suprema del Rey, se vieron obligados a respetar buena parte de las estructuras del
Antiguo Régimen y centrarse en aquellos aspectos que pudiesen ser asimilados por el
Rey, la nobleza y la Iglesia. A esta política se le llamó Despotismo Ilustrado.
A nivel social, defendían la igualdad de los ciudadanos ante la ley, lo que suponía
acabar con los estamentos y con ello con el sustento ideológico del absolutismo real. Por
ello, los ministros ilustrados de Carlos III apenas pudieron realizar tímidas reformas para
limitar las exenciones fiscales de la nobleza y el clero, algunos derechos jurisdiccionales
de la nobleza o el aumento de los bienes amortizados de la Iglesia.
A nivel económico, los ilustrados se oponían al reglamentismo del Antiguo
Régimen. Desde esta perspectiva, los ilustrados señalaron los principales problemas de

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la economía española, que básicamente eran: el régimen de propiedad de la tierra
basado en la vinculación, la producción artesanal basada en los gremios y la baja
productividad general.
Las ideas ilustradas en el ámbito de la economía se basaban en dos doctrinas sucesivas: la
Aristocracia y el liberalismo económico.
1.- La FISIOCRACIA es una doctrina de finales del siglo XVII que se debe a Quesnay y Turgot
principalmente. Los fisiócratas defienden la teoría de que la única fuente de riqueza es la tierra,
es decir, la agricultura, ya que la industria trabaja con productos procedentes de la tierra, los
transforma, pero no genera riqueza; y el comercio no produce bienes sino que los intercambia.
Por esto, para los fisiócratas el principal grupo social es el de los propietarios de la tierra y los
agricultores que la trabajan.
Además, para ellos, la economía basada en la tierra, tiene unas leyes naturales en las que los
Estados do deben intervenir. La mejor política económica, por lo tanto, sería aquella que no
intervine en economía.
Los fisiócratas proponían las siguientes medidas:
- Reformas fiscales que fijasen impuestos sobre la propiedad agraria, ya que la tierra
era el único sector productor de riqueza y su posesión estaba en manos de los
estamentos privilegiados que no pagaban impuestos
- Abolición de todo lo que impidiese la libre circulación de mercancías, como las
aduanas o los aranceles.
- Abolición de todo lo que impidiese la producción industrial libre como las estrictas
reglamentaciones de los gremios.
2.- El LIBERALISMO ECONÓMICO es una doctrina creada en la segunda mitad del
siglo XVIII por el escocés Adam Smith siguiendo los postulados de los fisiócratas.
Los puntos básicos del liberalismo, en gran parte vigentes en la actualidad, se
recogen en su obra “La riqueza de las naciones” (1776) y en sus aspectos
esenciales son:
1. La riqueza de un país se basa en el trabajo de sus habitantes. Para Smith lo
que da el valor a un bien es la cantidad de trabajo necesario para
producirlo. De ello se deduce que quien da valor a un bien es quien lo
produce, es decir, el trabajador. Esta teoría se enfrentaba radicalmente a
uno de los puntales básicos del Antiguo Régimen; los estamentos
privilegiados, que al no trabajar eran estamentos improductivos.
2. Pero en la producción de bienes también colaboran las máquinas (cuando
Smith escribe, la Revolución Industrial está bastante avanzada en
Inglaterra) por ello también ha de valorarse la aportación del capital que
sirve para costear las máquinas y que por ello también tiene derecho a
recibir ganancias (capitalismo)
3. Todo bien, valorado según la cantidad de trabajo empleado en su
producción con la colaboración de las máquinas (capital), obtendrá su
precio definitivo en el mercado. Este mercado debe ser libre, es decir, sin
ninguna intervención del Estado ni ninguna ley que no sea la del
“librecambismo”, es decir, la de la “oferta y la demanda” que fija el
precio de los bienes teniendo en cuenta los que se ponen en venta (oferta)
y los que están dispuestos a adquirir los compradores (demanda).
4. El gobierno de un país no debe intervenir nunca, ni en el proceso de
fabricación y producción de bienes, ni en el intercambio comercial.
Estas dos doctrinas económicas resultaban muy radicales para las estructuras del
Antiguo Régimen. El liberalismo económico fue triunfando en la medida en que se
extendía por Europa la Revolución Industrial iniciada en Inglaterra. Por eso, y ante el
atraso industrial de España, los ilustrados españoles del siglo XVIII se mostraron más
cercanos al pensamiento fisiocrático y en él basaron sus reformas, aunque el rechazo
por parte de la nobleza y el clero hizo que éstas fueran bastante tímidas.

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En este sentido los ilustrados españoles consideraron la agricultura como el mayor
problema de la economía española y, por ello, quisieron implantar una serie de reformas
llevadas a cabo por los ministros Jovellanos y Olavide. Así, se ampliaron las tierras de
cultivo roturando bosques, se introdujeron avances técnicos desarrollando obras
hidráulicas para extender el regadío, se repartieron tierras comunales entre pequeños
propietarios, se difundió el cultivo del maíz y se generalizó el de la patata en la cornisa
cantábrica y en el litoral valenciano se alcanzaron rendimientos muy altos en cultivos de
regadío.
En cuanto a la producción artesanal, la política de los ilustrados se centró en la
reducción de los privilegios monopolísticos de los gremios, mediante la creación de
manufacturas (= grandes talleres donde trabajaban centenares de obreros que
practicaban la división del trabajo como técnica productiva)
Los primeros Borbones habían creado las primeras manufacturas reales, dedicadas
a la producción de armas, la construcción naval o la producción de objetos de lujo
(tapices, cristales, porcelanas…), Con el despotismo ilustrado y bajo la influencia del
ministro Campomanes, se impuso la creación de manufacturas privadas, orientadas a
la producción de bienes de consumo más rentables.
Esta nueva forma de producción se desarrolló por toda España, pero tres fueron los
núcleos más activos: Valencia, Vascongadas y Cataluña.
En Valencia tuvo importancia la industria de la seda que combinaba el trabajo a
domicilio con la instalación de fábricas, donde pronto se utilizaron las máquinas ideadas
en la Revolución Industrial. En Vascongadas se incrementó la producción de hierro,
cada vez más demandado para construir maquinaria industrial; y en Cataluña se difundió
de forma extraordinaria la nueva organización industrial en el sector textil, que en el
último tercio de siglo se centró en la producción algodonera con el uso de maquinaria.
Fueron famosas las industrias de indianas (=tejidos estampados de algodón).
En cuanto al comercio, la política ilustrada se preocupó por reorganizar el
comercio con América (las colonias seguían siendo una importante fuente de ingresos y
materias primas) Así, se liberalizó el comercio americano acabando con el monopolio de
Cádiz-Sevilla y abriendo libremente todos los puertos españoles a este comercio. Al
mismo tiempo, y para defender y potenciar la industria nacional de la competencia
exterior, se optó por aplicar una política mercantilista (Mercantilismo = Teoría
económica desarrollada en el siglo XVII, que considera que la riqueza de las naciones
depende de la cantidad de oro y plata que posee. Para acumular esta riqueza son
necesarias medidas proteccionistas, como favorecer la producción nacional dificultando
la importación de productos extranjeros mediante la imposición de aranceles) que
estableció aranceles a todos los productos exteriores.
Por otra parte, en el interior del país, se procuró la creación de mercados de
bienes y capitales para lo cual se fomentaron las infraestructuras de transportes,
ampliando y mejorando la red de carreteras, y la libre circulación de mercancías.
Se crearon las Reales Sociedades Económicas de Amigos del País, entidades
oficiosas para el fomento de la cultura, el progreso y el desarrollo de las provincias en
que actuaban.
Proyectos más ambiciosos como la eliminación total de aduanas y peajes interiores,
la libertad total de precios o la idea de hacer tributar a los estamentos privilegiados, no
llegaron a realizarse. Los ilustrados eran reformistas pero no revolucionarios y el poder
de la nobleza y el clero era todavía tan grande que nadie se atrevía ni siquiera a hablar
de eliminar sus privilegios.
En otro orden de cosas, Carlos III adoptó la Marcha Real como himno nacional y
creó la actual bandera; roja, amarilla y roja, para la Marina que luego extendió a todas

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las Fuerzas Armadas y que en el sigo XIX pasó a ser la bandera nacional.
Pero el acontecimiento más importante de la fase final del reinado de Carlos III fue
la intervención de España, junto con Francia, en la guerra contra Inglaterra para la
independencia de los Estados Unidos. La Paz se firmó en Versales en 1782 y en ella
Inglaterra reconocía la independencia de los Estados Unidos y la reconquista española de
Menorca y La Florida. España dominaba en la mitad de lo que ahora es Estados Unidos
pero no logró recuperar Gibraltar.
En diciembre de 1788 el Rey falleció en Madrid a los setenta y dos años de edad, le
sucedió su hijo Carlos IV, un año después estalló la Revolución Francesa, que puso fin al
reformismo ilustrado iniciando una etapa revolucionaria que acabará poniendo fin, a lo
largo del siglo XIX, al Antiguo Régimen.

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