en Xalapa
Edith Negrín, Universidad Nacional Autónoma de México
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La discusión había sido iniciada en marzo de 1932 por una encuesta del
semanal El Universal Ilustrado. A la pregunta '¿Existe una crisis en nuestra
literatura de vanguardia?', algunos intelectuales habían respondido
afirmativamente, atacando a la vanguardia constituida por los escritores
que hoy conocemos como Los Contemporáneos. Haciendo un recuento
sin matices, se enfrentaban dos actitudes en la práctica literaria: una el
supuesto alejamiento de lo mexicano que implicaba la vocación de cultura
universal de Los Contemporáneos y, en algún episodio, de Alfonso Reyes;
otra, las posiciones nacionalistas enarboladas por diversos escritores,
Ermilo Abreu Gómez, Héctor Pérez Martínez.
En esta polémica hay un eco de la de 1925, cuando se discutía el
'afeminamiento de la literatura mexicana', y de la de 1923, cuando el
Secretario de Educación, José Vasconcelos convocó a un Congreso de
Escritores y Artistas para discutir la orientación del arte que demandaba
el país, después de la convulsión revolucionaria de 1910.6
Entre las controversias de 1925 y 1932 se completa un panorama en
el que los nacionalistas articulan en un polo positivo lo mexicano con lo
revolucionario, el arte comprometido y la virilidad, en tanto que en el
polo negativo se agrupan lo europeizante, universalista o cosmopolita,
el artepurismo y la falta de virilidad, ya sea afeminamiento u
homosexualidad.
Las dos polémicas registran momentos culminantes de una serie de
discusiones mas o menos recurrentes, con distintos protagonistas, en
diversos frentes. Puesto que Hacia una literatura proletaria se publica el
mismo año de la encuesta del periódico, el texto de Turrent Rozas debe
haberse escrito poco después de las primeras escaramuzas del debate;7 de
ahí tal vez su impresión de que la 'polémica no ha apasionado'.
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Más adelante, Turrent cita a Alfonso Reyes, quien sostenía que había
'resucitado en México la reyerta de los Antiguos y los Modernos, que ya
en otro siglo hizo sus armas en la literatura europea'. Las intervenciones
de Reyes, llenas de sutilezas, tienden a demostrar lo falso de la dicotomía
entre nacionalismo y universalismo, y reiteran los beneficios de la
pluralidad en el terreno artístico. A la inversa, la posición militante de
Turrent Rozas lo impele a la exigencia de 'tomar partido', pero no por
alguna de las alternativas en cuestión; había que 'encontrar una nueva
expresión literaria. Expresión que no corresponde con la ideología de
los universalistas, ni con la de los nacionalistas' (VII).
Después de la revolución hay un hecho novedoso, dice: 'el proletariado
se orienta adquiriendo una fuerte conciencia de clase, [es] dueño de sus
destinos'. La 'nueva modalidad' no puede ser captada — 'reflejada' - por
la literatura universalista porque ésta es 'indiferente hacia el medio que
se produce'; tampoco por la nacionalista que 'por su actitud
esencialmente contemplativa, no puede responder a la llamada del
momento' (VIII).
En realidad, el teorizante proletario comparte en buena medida la
óptica de los nacionalistas, como se hace evidente en distintos pasajes de
su presentación. Para empezar, la urgencia de poner el arte al servicio de
las necesidades sociales del momento; de producir expresiones accesibles
'al pueblo', de privilegiar determinados contenidos, desatendiendo el
trabajo formal. Sin embargo, hay diferencias: en tanto los nacionalistas
hurgan en el folklore, la historia, las costumbres pintorescas, las
tradiciones 'propias', para encontrar sus motivos, 'la fuente de la
literatura proletaria hay que buscarla en la URSS', afirma Turrent Rozas.
De los ocho apartados en los que está dividido el prólogo, el inicial
refiere a la polémica mencionada. Los tres siguientes incursionan en la
literatura soviética, descalificando a Mayakovski, asumiendo
planteamientos de Bodgánov, Lenin y Plejanov, y encontrando el
arquetipo a seguir en una novela de Fedor Gladkov, Cemento. Fuera del
ámbito soviético se menciona a Ortega y Gasset, expresando desacuerdo
y a Henri Barbusse, manifestando absoluta concordancia.
En el quinto apartado, Turrent vuelve a la escena mexicana para
reafirmar la crisis, califica a la vanguardia de 'femenina y rebuscada',
alimentada 'de los desperdicios de la literatura burguesa occidental'; acusa
al estridentismo de haber hecho un ensayo de 'literatura revolucionaria',
pero que no funcionó por ser, como la obra de Mayakovski, para
minorías, incomprensible para las masas. Se deslinda también de la
literatura de la revolución mexicana en la que 'pudo haberse manifestado
la tendencia proletaria', pero que por 'su ideología, su inmensa
desorientación' resultó ser 'tan burguesa como la misma producción
vanguardista' (XVI). Le reprocha a esta narrativa el haberse refugiado en
el anecdotario sangriento y tremendista de la lucha. Pese a ello, en otro
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Por otra parte, en este como en casi todos los restantes cuentos, son constantes
las alusiones a lo que se puede considerar una incipiente cultura comunista.
Así, en una reunión sindical: 'ya al terminar, cantada la Internacional, se
leyeron dos páginas de Losovsky' (p. 32), por citar un caso.
Con independencia de las cualidades literarias de cada cuento, a lo
largo de todos ellos se ofrecen indicios que permiten atisbar las luchas
sociales en el estado de Veracruz. Aún en el último relato comentado,
"Transición", que a nuestra lectura moderna luce un tanto risible, tiene
el interés de reseñar una marcha del hambre de los desempleados, con
algunas de las consignas vigentes. Los ejemplos pueden multiplicarse.
La intransigencia ideológica y el maniqueísmo de los autores, que se
adelantan a lo que dos años después será decretada la doctrina estética
oficial en el mundo comunista, el realismo socialista, obedecen en cierta
medida a la orientación soviética,17 pero no solamente. Se deben también
a las condiciones específicas del México postrevolucionario y a las de la
región, Veracruz. Durante la etapa conocida como 'maximato' en la
historia de México, de 1928 a 1934,18 en el contexto de la 'gran depresión'
que afectó al mundo capitalista, la relación entre el Partido Comunista
Mexicano y el gobierno se tornó conflictiva. Por una parte los gobiernos
de la etapa practicaron una política anticomunista - en 1930 se rompieron
las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Por otra, el Partido
Comunista, siguiendo las pautas de la Tercera Internacional, asumió una
línea 'izquierdista y sectaria', en palabras de uno de sus historiadores.19
En 1929 el Partido Comunista fue declarado ilegal; su periodo de
clandestinidad duraría hasta 1935. A pesar de ser un núcleo pequeño,
los militantes del Partido Comunista mantuvieron una actividad
incansable en algunos sectores obreros y fueron objeto de la represión
estatal: persecuciones, encarcelamientos, deportaciones. Si se agrega a
esto que el estado de Veracruz en el presente siglo ha sido el centro más
importante de la agitación obrera y campesina,20 puede tenerse una idea
del clima candente que rodea la escritura de los relatos proletarios y
comprenderse la intransigencia ideológica de los autores. De hecho, varios
de los integrantes del grupo fueron expulsados de Veracruz a principios
de 1933, por sus actividades de propaganda comunista.21 Finalizaría
afirmando que estas primeras narraciones proletarias, con sus
desigualdades y defectos, evidencian una sensibilidad que no había
encontrado una forma adecuada de expresarse, pero que sienta las bases
para que otros escritores pudieran hacerlo en el futuro.
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NOTAS
1
Miguel Bustos Cerecedo, "José Mancisidor, el hombre", Obras completas
de José Mancisidor. 5 vols (Xalapa: Gobierno del Estado de Veracruz,
1978), I, pp. 257-263.
2
Lorenzo Turrent Rozas (ed.), Hacia una literatura proletaria (Xalapa:
Ediciones Integrales. 1932). Citaré de esta edición.
Diccionario de Escritores Mexicanos, editado por Aurora Ocampo y
Ernesto Prado (México: Universidad Nacional Autónnoma de México,
1967).
4
En la primera edición del Diccionario de Escritores Mexicanos, del grupo
de autores aparece sólo José Mancisidor. La Enciclopedia de México,
editado por José Rogelio Alvarez (México: Secretaría de Educación
Pública, 1988), incluye a Turrent Rozas, List Arzubide, Mancisidor y
Zabre.
5
Leonardo Pasquel, en el prólogo a la novela Frontera junto al mar de José
Mancisidor, Obras Completa. Vol. 3, menciona a 'los estudiantes Mario
Pavón Elores, Alvaro Córdova, Flavio Tejeda y Francisco Sarquis, que
publicaban cuentos, novelas cortas y artículos periodísticos de tesis social'
(p. 292). Miguel Bustos Cerecedo menciona como 'estridentistas en la
sombra' a Enrique Barreiro Tablada, "Estridentistas en la sombra" (varios),
Estridentismo: memoria y valoración (México: Fondo de Cultura
Económica, SEP/80), 1983, pp. 62-79.
6
Reseñar los diversos momentos de las polémicas rebasa los términos de
este estudio. Véanse los análisis de Guillermo Sheridan sobre 1932 en
"Entre la casa y la calle: la polémica de 1932 entre nacionalismo y
cosmopolitismo literario", Cultura e identidad nacional (México: Fondo
de Cultura Económica), pp. 384-413, y el de Victor Díaz Arciniega sobre
1925 en Querella por la cultura revolucionaria (1925) (México: Fondo
de Cultura Económica, 1989). Es asimismo de utilidad de selección de
documentos reunidos por Zadik Lara Jorge (ed.), La polémica (México:
Universidad Autónoma Metropolitana, 1984).
7
El libro se acabó de imprimir el 10 de octubre de 1932.
8
Marc Slonim, p. 198.
9
Los relatos son los siguientes: "Contra el embajador" de Enrique Barreiro
Tablada; "Transición" de Alvaro Córdova; "Pared de adobes" de Germán
List Arzubide; "El sargento" de José Mancisidor; "Un crimen" de Consuelo
Uranga; "El camarada Gerardo Uroz" de Mario Pavón Flores y "El
huelguista" de Solón Zabre.
10
Régine Robin ha estudiado fructíferamente el monologismo en la literatura
realista socialista soviética en Le Réalisme Socialiste, Une Esthétique
Impossible (Paris: Payot, 1986).
11
Así por ejemplo, Lorenzo Turrent Rozas escribe en un artículo "Anarquía
y decadencia de Charlot", Obra Completa, comp. Miguel Bustos Cerecedo
(Xalapa: Universidad Veracruzana, 1973), p. 270: 'Como todos los de mi
generación, tengo por Charlot el cariño que se tiene a los profesores de
las primeras letras. En sus películas comenzamos a descubrir las injusticias
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de un régimen'. El autor sitúa estas experiencias en su época de estudiante;
la fecha del artículo no se especifica en sus obras completas. Por otra
parte, Noé Jitrik hace notar la coincidencia entre el título de la traducción
en inglés del poema estridentista Urbe (1924), Metrópolis, de Manuel
Maples Arce, fundador junto con List Arzubide de la corriente
estridentista, y la película de Lang (p. 33).
Recordemos que los estridentista, como grupo, trabajaron de 1922 a 1927
y que, en 1925 algunos se reunieron en Xalapa, a partir del nombramiento
de Manuel Maples Arce como Secretario de Gobierno del estado, durante
la administración del general Heriberto Jara, que les brindó todo el apoyo
institucional.
"Estridentistas en la sombra", p. 260.
Luis Mario Schneider, El estridentismo o una literatura de la estrategia
(México: INBA, 1970), afirma que, hacia fines de 1926, Xalapa, bajo el
gobierno del general Heriberto Jara, se había convertido en el centro de
los vanguardistas quienes la llamaban 'estridentópolis', y ejercían una
militancia clara dentro de los propósitos de la Revolución mexicana (p.
206).
Luis Leal apunta que la originalidad del estridentismo consiste en captar
la realidad circundante a través de formas no realistas, en "Realidad y
expresión en la literatura estridentista", Estridentismo: memoria y
valoración, p. 64.
José Revuelta, Los días terrenales. Obras Completas. Vol. 3 (México:
ERA, 1979).
Como se ha dicho, en 1934, en el Primer Congreso de Escritores
Soviéticos, se aprobó la fórmula del realismo socialista; pero, desde 1932,
el Kremlin había decidido adoptarla como su propia doctrina literaria.
El realismo socialista se definía como el 'método básico de la literatura y
la crítica literaria soviéticas, [que] exige del artista una representación
veraz, históricamente concreta de la realidad en su desarrollo
revolucionario. Además, la verdad y la integridad histórica de la
representación artística deben combinarse con la tarea de transformar
ideológicamente y educar al hombre que trabaja dentro del espíritu del
socialismo' (Marc Slonim, pp. 198-199). El realismo socialista es la
concepción estética que acompaña a la concepción política estalinista del
socialismo en un solo país. Para Vittorio Strada, la riqueza cultural
existente en Rusia, vinculada libremente a la sociedad antes de la
revolución bolchevique, se empobreció al establecerse una rígida
subordinación de la cultura a la política ("De la revolución cultural al
realismo socialista", Historia del Marxismo (8). La época de la Illa.
Internacional (II), ed. Eric J. Hobsbawn. Traducción dirigida por Josep
Ma. Colomer (Barcelona: Bruguera, 1983), pp. 433-434.
El 'maximato' es la etapa de los gobiernos posteriores al de Plutarco
Elias Calles, en los cuales el ex-presidente seguía siendo el "jefe máximo",
de ahí el nombre. Tales gobiernos fueron el de Emilio Portes Gil (1928-
1930), el de Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y el de Abelardo Rodríguez
(1932-1934).
AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. Una corriente de literatura proletaria en Xalapa. EDITH NEGRÍN.
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19
Gerardo Peláez, "Los años de clandestinidad", en Historia del comunismo
en México, ed. Amoldo Martínez Verdugo (México: Grijalbo, 1985), p.
130.
20
Barry Carr, El movimiento obrero y la política en México. Vol. 2 (México:
Secretaría de Educación Pública, 1976), pp. 1910-1929.
21
Miguel Bustos Cerecedo, "José Mancisidor, el hombre", pp. 257-263.
AIH. Actas XII (1995). Actas XII. AIH. Una corriente de literatura proletaria en Xalapa. EDITH NEGRÍN.